Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por lo cual no tiene costo.
Capítulo 13 Capítulo 28
Capítulo 14 Capítulo 29
Sinopsis
Honor.
Valor.
Compromiso.
Tres cosas que Jesse Carter ha perdido. Un ex marine, Jesse solía estar
orgulloso de sus logros y vivir según el código. Pero cuando las circunstancias le
hicieron cuestionar todo en lo que creía, esos valores más básicos no se sentían tan
importantes después de todo.
Sexo.
Mentiras.
Knights Rebels. 4
Tres cosas que Jesse Carter ha encontrado. Renacido en una hermandad no
muy diferente de la que dejó atrás, Jesse encuentra que es demasiado fácil bloquear
su pasado y reclamar el papel de mujeriego amante de la diversión de los Rebels.
Hasta que conoce a Bell.
¿Bell tiene la fuerza para sobrevivir a Jesse y sus demonios o está destinada a
convertirse en otra víctima en la autodestrucción de Jesse Carter?
Capítulo 1
Jesse
—¿Qué es lo primero que va a hacer, sargento? —pregunta el cabo Jefferies desde la parte
trasera del Humvee mientras nuestro convoy regresa a la base. Acabamos de hacer nuestro
último patrullaje por la ciudad de Kandahar. Hemos estado en Afganistán durante los
últimos seis meses, seis largos y jodidos meses y para estas horas la próxima semana, nos
iremos a casa. Odio este lugar, el aire contaminado, la muerte, la injusticia; todo nubla mi
juicio.
—Voy a llevar a mi trasero al primer restaurante que pueda encontrar, ordenando cada
cosa de todo el menú.
—Por supuesto que sí. —El cabo Conner sonríe a mi lado, sabiendo cuánto me encanta
una buena comida—. Yo, por otro lado, voy a enterrarme en un apretado coño durante días.
—Gime y no puedo evitar sonreírle al hijo de puta—. Jesús, no puedo esperar. ¿Y tú, 5
Jefferies, estás listo para ver a tu chica? —continúa Conner después de comunicar nuestras
coordenadas.
—Joder, hombre, eso es duro —maldice Conner y es mejor de lo que yo diría. Jodida
perra.
—Sí, creo que ha estado follando por allí. Dice que necesita algo de tiempo para pensar.
—Sacudo la cabeza ante lo jodido de la situación en la que se encuentra mi amigo.
—Bueno, a la mierda con ella. A la mierda con ella y su momento —dice Conner, sus
ojos aun mirando hacia el frente, aun revisando nuestro entorno.
—Sí, realmente pensé que ella era la adecuada para mí —dice Jefferies, y tengo que
reconocerlo, el hijo de puta se ha estado conteniendo, no lo vio venir en absoluto. Aunque si
tuviera una mujer en casa y la perra me enviara un ‘Querido John’, no lo compartiría. No me
importa una mierda lo cercano que soy con estos cabrones.
—Joder, ¿qué es eso? ¿Qué es eso? —maldice Jefferies, los ojos encuentran algo por
delante. Sigo su dirección y veo movimiento sobre la cresta.
—A las nueve en punto, sube a los cincuenta —le grito a Jefferies cuando el primer
disparo alcanza nuestro camión.
—Tengo…
La voz de Conner repite nuestras coordenadas por la radio, pero se ahoga cuando un
sonido penetrante explota en mis oídos. Una serie de destellos estallan, distorsionando mi
visión antes de que una fuerza nos golpee, levantando y extendiendo el horrendo golpe de la
explosión a través del Humvee.
—¡Estamos bajo fuego intenso! —grita Jefferies, pero siento que mis orejas están rellenas
de algodón.
La voz de Jefferies resuena a través del sonido en mis oídos, pero Conner está congelado.
Armas perforando, disparando y acelerando el corazón, el tiempo pasa a mi lado mientras mi
6
mundo se descompone en cámara lenta. Una segunda explosión a nuestra derecha nos sacude;
el zumbido en mis oídos se convierte en un chillido agudo.
—¡Oh, joder!
—Estamos bien, Conner. Tranquilízate. Mantente alerta —le digo, viendo al equipo dos
avanzar después de recibir la mayor parte del golpe. El humo espeso en el aire hace que todo
sea turbio, mis sentidos están al límite, como si esto fuera solo el comienzo.
—RPG1, muévete, muévete, muévete —grita Jefferies y luego se mueve lo más rápido que
puede.
—Conner, muévete o mor… —No termino mi oración antes de que el camino que
tenemos ante nosotros salga del suelo, un volcán de arena naranja estalla ante nuestros ojos,
volteando el Humvee. Gritos llenan el aire. La constatación de que hemos sido golpeados
tarda un minuto en registrarse, ya que mi cuerpo queda distorsionado por los restos del
Humvee. Todo se vuelve insensible. Los sonidos amortiguados de disparos resuenan alrededor
del vehículo retorcido y las órdenes se abren paso.
1
RPG: Es un lanzacohetes antitanque portátil de origen soviético.
—Conner —grito de nuevo, pero ni siquiera sé si sobrevivió.
—¡Ahhh!
—¿Conner?
Empiezo a moverme, pero mi pie está atrapado entre dos piezas de metal. Todo cambia a
medida que el mundo vuelve a enfocarse. Los gritos rompen el entumecimiento y el dolor que
irradia mi cuerpo me ancla a mi lugar.
—¡Mi jodida pierna! No puedo sentir mi pierna, Sargento. ¡Se ha ido jodidamente!
Me giro para mirarlo, pero me retiro cuando veo que su pierna cuelga en un ángulo
antinatural.
—Vas a estar bien, Conner —grito sobre los sonidos de ataque, sobre los sonidos de sus
gritos, rezando y esperando que mis palabras puedan calmarlo.
***
—Hijo de puta.
Mi cuerpo se sacude al oír las palabras de Conner. Joder, no este maldito sueño
otra vez.
—¿Jesse?
Ella sostiene su cuello, jadeando más allá de sus palabras. Me froto el rostro en
un intento de borrar los recuerdos del sueño. Recuerdos que no se pueden ver.
—¿Estás bien?
—Pon tus manos alrededor de mi cuello de nuevo —exige como sea que se
llame, mientras me pongo el tercer condón de la noche.
Jesús. Estoy tan jodido. Incluso me las arreglo para encontrar perras que aman mi
tipo de jodido.
Capítulo 2
Bell
—Maldita sea, chica, estas consiguiendo miradas esta noche.
Mi mejor amiga Lissy choca su hombro con el mío mientras estamos de pie en
la barra esperando nuestras bebidas. Miro alrededor del club y siento que me hundo
en mi propia piel, deseando que ella no ponga ninguna idea en mi cabeza. Odio la
idea de que la gente me mire.
Miro hacia abajo a sus jeans muy ajustados y su blusa ceñida, y retengo mi
mirada. La mujer está burlándose de sí misma si piensa que estos hombres me están
mirando por encima de ella.
9
—Eso es porque no sabes lo increíble que eres, Bell.
Le devuelvo la sonrisa, pero no opino. Es mejor así. Siempre es así con Lissy y
conmigo. Ella piensa que soy hermosa y creo que está loca.
—¿Bell?
Trago el mal sabor que me queda en la boca por mis mentiras. No me gusta
mentirle a mi madre, pero si quiero vivir algún tipo de vida normal, o tan normal
como puedo vivir con una madre como la mía, una mentira tendrá que ser
suficiente.
—Sabes que toda esta situación es ridícula, ¿verdad, Bell?
—No empieces esta noche, Lissy —le suplico, entregándole a Manda, mi otra
mejor amiga, su bebida antes de tomar asiento.
—Bell le dijo a su madre que íbamos a tener una pijamada —dice Lissy y tengo
que evitar patearla debajo de la mesa. Lissy ha sido mi mejor amiga desde la
secundaria. Ella podría pensar que lo que está haciendo es cuidarme, pero no. No
entiende mi situación. Tampoco quisiera que lo hiciera; pero donde Lissy es fuerte,
segura y ruidosa, soy tímida, reservada y callada. No puedo decirles a mis padres
que he terminado de jugar con sus reglas y luego no importarme si no están de
acuerdo. Es diferente para ella. Para todas ellas.
Miro a Kate y rezo para que ella me respalde. Kate se parece más a mí, feliz de
mantener la paz, pero la mayor parte del tiempo vendrá en mi defensa.
10
—Estamos preocupadas.
Manda da su opinión y ahora sé que estoy en problemas. Una vez que Manda
interviene, no hay forma de detener al resto de ellas.
—Lo sé, chicas, pero ¿qué esperan que haga? —pregunto un poco demasiado
fuerte. Miro a mi alrededor asegurándome de que nadie nos esté mirando.
No esperaba salir esta noche. Pero Lissy y Manda insistieron en que saliéramos
para mi cumpleaños. Pensé que estábamos hablando de películas y cena. No
Liquid, la discoteca más popular de Rushford. Estoy saliendo de mi liga aquí y mis
chicas lo saben.
Lissy sacude la cabeza y se levanta. Sé que tiene buenas intenciones, todas mis
amigas las tienen, pero es fácil para ellas decirlo. No viven con lo que yo vivo todos
los días. Sintiendo que mi estado de ánimo se deprime, me obligo a respirar y dejo
que los sentimientos feos, que siempre aparecen cuando se habla de mi hermana,
me invadan.
—Disculpen.
Lissy toma mi otra mano y no me alejo. Necesito su fuerza para evitar que me
derrumbe.
Tomo otra respiración, mi intento de calmarme está fallando. Odio que esto
sea de lo que se trata cuando hablamos de mi familia o cuando mencionamos a
Paige. Odio no poder vivir una vida normal como ellas, pero no puedo cambiar el
pasado. No puedo seguir adelante. Estoy atascada. Atrapada en una pesadilla de lo
que se ha convertido mi vida. Y cuando vuelven a mencionarlo todo, me acuerdo
de cuán jodida es la situación.
—Lo siento, chica. —Lissy me aprieta la mano de nuevo cuando nota que las
lágrimas comienzan a aparecer—. No debería haber presionado.
—Buenas noches, señoritas. —El suave sonido de una voz masculina detiene la
conversación de la mesa y estoy agradecida por el indulto para poder
recomponerme—. Solo quería venir y saludar. —Algo me congela. Conozco esa
voz.
Lissy deja caer mi mano mientras el agarre de Manda se tensa, sus ojos se
clavan en el dueño de la familiar voz que viene de detrás de mí. Algo resuena
dentro de mí, pero no puedo identificarlo. Respiro profundamente y discretamente
trato de limpiarme los ojos.
12
—Hola.
Lissy extiende su mano sobre la mesa primero, y por el rabillo del ojo, un brazo
bronceado se extiende y toma la de ella.
—Tú.
Hace un guiño y luego acerca una silla a mi lado, invitándose a nuestro círculo.
—No —respondo, cruzando los brazos sobre mi pecho. Quiero decir que lo
conozco, pero no lo conozco, lo conozco.
—Sí. —Jesse golpea mi hombro con su cuerpo más grande y casi me caigo de
la silla—. Oh, mierda, lo siento.
13
Sus dedos se envuelven alrededor de mi brazo, tirando de mí hacia atrás y
evitando que me caiga. Intento liberarme de él cuando me endereza en mi silla,
pero su agarre es demasiado fuerte.
Demasiado guapo.
Les lanza a mis chicas su sonrisa diabólica, una que obviamente funciona
según sus expresiones. El calor inunda mi rosto, y baja por delante de mí, y no
necesito mirar mi pecho para ver que se empieza a formar un sonrojo. Maldición,
¿por qué tengo que ser tan torpe?
—Creo que quiere decir que, cuando vio mi trasero desnudo, cerró esos
grandes ojos verdes suyos y se negó a mirar.
Jesse se ríe y siento mi rostro arder de nuevo, esta vez con vergüenza. Genial,
justo lo que necesito, sabiendo que actué como una virgen sin experiencia.
La primera vez que conocí a Jesse fue el año pasado. Su club tomó el control
del hospital cuando dos de sus mujeres entraron gravemente heridas. Fue una
situación crítica para ambas, Holly y Kadence. Holly entró con una herida de bala
y Kadence con un pulmón perforado. Al principio, las líneas inapropiadas de Jesse
y su sonrisa peligrosa me desconcertaron. Quiero decir sus amigas estaban en el
hospital recuperándose de algunas heridas graves y él estaba tratando de seducirme.
Pronto me di cuenta de que solamente así es como él es.
Mi segundo encuentro con Jesse fue igual. Fue admitido después de estar en
una pelea en el bar que terminó con veinticuatro puntos y un pie roto que
necesitaba cirugía. Por lo que he reunido, él intervino y ayudó a Holly de ser
atacada por un hombre enloquecido. Holly sufrió una caída, pero Jesse se llevó la
peor parte de todo. Aun así no evitó que me coqueteara.
—Oh, Dios mío, ¿por qué demonios cerrarías los ojos, Bell? —pregunta Lissy
sacándome del recuerdo. Jesse se gira y lanza una sonrisa a su pregunta y muero un
poco más. Si tan solo él supiera que eché un vistazo. Uno pequeño.
—Ahhh, ahí está ella —responde él, y gimo sabiendo que mi error solo ha
despertado al chico malo en este hombre. Alcanzo el vodka de Manda y trago de
un sorbo. Mi cuerpo se calienta instantáneamente al ignorar no solo la sensación de
ardor que cubre mi garganta, sino también a Jesse. Esto es lo último que necesito 15
esta noche, él está jugando conmigo, así que decido volver a ignorarlo. Mis amigas
ya estaban sobre mi espalda acerca de mi madre, pero ahora... ahora sus ojos están
cada vez más abiertos, que yo, la simple y callada, Bell conoce a un hombre como
Jesse.
—No bailo.
—Oh, ella no hace muchas cosas —responde Manda por mí. Intento patearla
debajo de la mesa pero de alguna manera termino pateando a Lissy. Mierda.
—¿Por qué demonios me pateaste? —se queja Lissy, inclinándose hacia delante
y frotándose la espinilla.
—Lo siento.
Ni siquiera sé qué me pasa. Apenas conozco a este hombre, y siento que estoy
de vuelta en la escuela secundaria, y Kyle Granger vino y se sentó a nuestra mesa.
Jesse Carter es peligroso. Sus palabras son sus armas, y cuando me enfrento a
él, me quedo desarmada.
—Señor Carter, cualquier juego que crea que estoy jugando, no lo estoy. Solo
soy yo, nadie especial y no juego. Se lo prometo.
—Está bien, Bell, tú ganas. No persigo —grita detrás de mí, pero estoy
demasiado conmocionada para responder. Me abro paso entre la multitud,
esperando que lo que acaba de suceder, nunca vuelva a suceder. Nunca antes había
tenido una reacción como esta con nadie, ¿por qué tiene que ser él?
Sé que piensa que estoy jugando un juego, pero no tengo idea de qué está
hablando. Lo que sí sé es que Jesse Carter está en las grandes ligas y no estoy lista
para una ronda.
Ni siquiera cerca.
17
Capítulo 3
Jesse
Observo mientras ella se retira al baño. Su cabeza baja, escondiendo de todos
su cara avergonzada. No pensé que llegaría a ella en pocas palabras, pero a juzgar
por su reacción, llegue a ella. Sé que no es como las mujeres que normalmente me
atraen, pero su personalidad reservada y su inocencia de buena chica son lo que me
atrae. Como si no tuviera idea de cuán malditamente sexy es o que cada hombre en
este club tiene sus ojos en su trasero, mientras se imaginan sus pollas deslizándose
entre sus grandes tetas. No voy a mentir. Lo he imaginado. Incluso su cabello largo
y oscuro, que se retira de su rostro en un estilo aburrido, no hace nada para
desanimarme, porque en ella, es jodidamente sexy. La dulce e inocente Bell es
jodidamente sexy, y por razones que ni siquiera puedo explicar, necesito una jodida
probada. Pero por el sonrojo que lleva cada vez que le sonrío, ella nunca podría
manejarme a mí y mi trato de una sola vez. Me la comería viva.
18
—Debería ir a verla.
—Ella se negó —ofrezco, recordando la última vez que vi a Bell. Fue la noche
que necesite puntos después de mi fiesta de cumpleaños. No había planeado recibir
un corte por un jodido ex marido de una de las mujeres a las que los Rebels
ayudaron a salir de la ciudad, pero tener a Bell como mi enfermera lo hizo mucho
mejor. Especialmente cuando mis padres insistieron aparecer sin avisar. Recuerdo
que ella aguantó mi mierda, luego, cuando llegó mi padre, incluso lo puso en su
lugar y se mantuvo firme cuando él exigió un médico en lugar de una enfermera.
Estúpido.
—Puedo decirlo.
Miro hacia la entrada del baño, esperando que ella vuelva a salir. Sé que dije
que no perseguiría, y es verdad. No soy un jodidamente azotado como Nix, mi
Prez, o cualquiera de mis otros hermanos que se han establecido en el último año,
pero joder, con Bell en Liquid, fuera de su traje de enfermera, y usando unos
ajustados y sexys jeans, mostrando cuán apretado es su trasero, me hace querer solo
una puta probada. ¿Qué mierda me pasa? Esto es lo último que necesito en este
momento.
Ya he elegido una follada esta noche. Me recuerdo y miro a la rubia que dejé en la
barra para jugar con la enfermera Bell. Ella saluda, y sé que no debería dejarla
colgada.
Ella sonríe y la idea de tener que trabajar más duro no me emociona, pero
planta una semilla. ¿Tal vez podría hacerlo como un desafío? Algo que me
mantenga ocupado más que la mierda que parece que encuentro últimamente. No
sé de qué se trata, pero algo me atrae hacia ella, y cada vez que la veo, se vuelve
más fuerte.
Asiento, tomando sus consejos y alejándome. Mirando la puerta del baño una
vez más, me obligo a dejar de lado la idea. Ella no es lo que necesito, y no estoy
cerca de lo que ella necesita. Estamos mejor el uno sin el otro. Vuelvo a mirar a la
rubia que me espera pacientemente y le guiño un ojo. Su rostro explota en una
sonrisa, una que le recuerda a mi polla lo divertido que estaba y le devuelve el
guiño. Ahora esto es lo que necesito. Sé que voy a disfrutar esta noche.
—Oye, Jesse, la sala VIP tiene un problema con una de las tarjetas de crédito
que alguien nos dio —grita Tammy, gerente de Liquid, sobre la música antes de
que llegue a la rubia.
—Sí.
Asiento, tomando la tarjeta y la cuenta hacia las escaleras para resolverlo.
Subo las escaleras de dos en dos, ignoro el dolor en el tobillo, que ocurre cada
vez que subo estas malditas escaleras, y me preparo para lidiar con el imbécil que
nos entregó una tarjeta muerta. No las recibimos a menudo, pero cuando lo
hacemos, normalmente es un cabrón que cree que su mierda no apesta y puede
cubrirlo. Ahí es cuando mi actitud feliz y despreocupada se convierte en el motero
enojado que puedo ser.
Nunca pensé que este sería mi estilo de vida, unirme al MC y dirigir un club
como Liquid. Al crecer, mi carrera estaba planeada. Ir a la escuela y luego
convertirme en un Marine como mi padre. Si bien sucedió de esa manera hasta
cierto punto, luché para llegar allí. Me convertí en bombero cuando tenía
diecinueve años, haciendo enojar a mi padre más allá de toda creencia. Pero no me
importó; estaba haciendo algo que quería. Y se sintió jodidamente increíble.
Finalmente tuve una familia unida. Puede que no fuéramos familiares de sangre,
pero nos respaldamos mutuamente y sentí que tenía un lugar al que pertenecía. 20
Entonces sucedió el 11 de septiembre. Una profunda necesidad de hacer más me
comió, y después de una jodida discusión con mi padre una noche, dejé que sus
palabras me estimularan. Me uní a los marines. Fui a la guerra y serví a mi país. Al
principio, no era lo que realmente quería, pero como todo lo que he hecho, lo di
todo. Luché por mi país y por las vidas perdidas, pero en el proceso, perdí un poco
de mí mismo. Fue mi decisión servir, pero eso no me ha impedido dejar que la ira
me coma. Si no hubiera dejado que las palabras de mi padre me empujaran, tal vez
no estaría aquí. Quizás todavía estaría pasando el rato con mis hermanos del
Departamento de Bomberos del Condado de Clark. No me malinterpretes, me
encanta la vida que tengo. El estilo de vida, las mujeres, el club y mis hermanos,
pero no detienen el “Qué pasaría si”. ¿Qué si no hubiera hecho una segunda
carrera? ¿Qué si no hubiera sido abatido, perdido a uno de mis mejores amigos y
arruinado la vida de otro en el ataque? Es como si perdiera la certeza de quién era
mientras estaba allí, y ahora, por mucho que me guste dónde estoy, realmente no sé
quién soy. O lo que quiero.
—Nadie.
Descarto Bell como nada e ignoro el mal sabor que deja en mi boca. Una mujer
como Bell está lejos de ser nadie.
—No has dejado de mirarla —presiona y si no supiera que a Sarah le gustan las
mujeres, diría que esta celosa.
—Sabes de lo que estoy hablando. —Se detiene y me mira con suma atención, 21
demasiada atención.
—No, no lo sé. Jesús, Sarah. Juro que eres peor que una esposa.
Se ríe y decido dejar de discutir con ella. No estoy de humor esta noche. Ella
solo seguirá presionando.
Cojo mis llaves de debajo de la barra. Necesito volver a la casa club y sacar a
Bell de mi cabeza. ¡Qué jodido es eso!
—Sí, sí, vete —ánima, antes de dar un paso al frente para tomar otra orden.
Salta sobre sus pies y veo sus tetas rebotar con ella.
—Nena, saber que estás tan emocionada por mi motocicleta hace que quiera
follarte sobre el respaldo.
Me inclino y la beso con todo lo que tengo. Normalmente no dejo que las
perras me besen, pero mi cabeza todavía está jodida por la enfermera Bell. Estoy
desesperado por sacarla de mi cabeza.
Una mujer sencilla e inocente me hace querer romper todas mis reglas. Cada
una de ellas.
—Está bien, pero date prisa, mi coño está goteando —provoca la perra y es
todo lo que necesita mi polla para volver a la vida y centrarse en la mujer dispuesta
y esperando en mi motocicleta.
—Ya los dije. Estuvo en el hospital hace un par de meses. Esa es la última vez
que lo vi.
—Subió, relájate.
Kate señala la sección VIP. Asiento levemente sin dejarles saber cuán afectada
estoy realmente. No sé de qué se trata, pero tenerlo en mi presencia me fastidió esta
23
noche. No estaba segura de por qué, pero cada vez que él se estrella contra mi vida,
me las arreglo para mantenerme bajo control. ¿Me podría estar desgastando?
Manda se inclina hacia adelante lista para la primicia. Sabía que no dejarían
caer esto. Conociéndolas, nunca dejarán esto.
—Dios, no lo recuerdo.
—Ella está mintiendo. Mírala a la cara. Te has estado resistiendo con nosotras,
Bell.
—Él es un jugador.
Les hago saber lo que ya sé. Sí, solo he tenido conversaciones mínimas con el
hombre, pero lo juro, puedo decirlo.
—Entonces, lo dejaría jugar conmigo. Cualquier día.
Los ojos de Lissy se nublan y sé que está imaginando algo que involucra a Jesse
Carter.
—Le gustas.
—Por favor, no —susurro, sabiendo a dónde conduce esto. Desearía estar lista
para algo remotamente parecido a lo que ella implica, pero no lo estoy.
—Sí, Lissy, pero muéstrale las piernas al hombre y no podrá apartar la vista de
ellas; además, él es mayor. Mucho más mayor.
24
—No, creo que te equivocas. Él te desea totalmente, y no es tan mayor, Jesús.
Los hombres mayores son mejores amantes —agrega Manda, pero no dejaré que
sus palabras me afecten. No puedo permitir que él me afecte.
Lissy gime, y esta vez, no puedo luchar contra mi sonrisa. Típico de Lissy.
Amo a mis amigas pero todos son románticas desesperadas. Soy la persona menos
romántica del mundo. No creo en el amor o en los cuentos de hadas con ‘felices
para siempre’, y no necesito un hombre para hacerme feliz. ¿Estoy sola? A veces,
pero tener un hombre en mi cama no va a llenar el vacío en mi vida. Sé eso.
Especialmente hombres como Jesse Carter.
—¿Pero por qué, Bell? —presiona Kate—. Deberías estar un poco interesada.
Solo míralo.
—No puedes esperar por ella para siempre —susurra Manda y sé que están a
punto de comenzar de nuevo.
—Chicas.
—Lissy para.
—No, Bell. No está bien. Tú también eres importante. ¿No lo ves? —Sigue
presionando, pero es lo último que necesito escuchar esta noche.
25
—Está bien para ustedes chicas. No tienen que vivir con eso. No perdieron a su
hermana. Su madre no perdió a su hija.
—Bell, han pasado seis años —susurra Lissy, recordándome cuánto hemos
perdido.
—Bell, espera.
Empujando las puertas con ambas manos, arrastro otra respiración por la nariz
y dejo que me llene los pulmones. Lo que mis amigas no saben es que odio a mi
26
hermana por esta abrumadora desesperación, este resentimiento. No sé cuánto más
de esta dolorosa soledad puedo soportar. Luego, en el mismo instante, me siento
desesperada, desesperada por no rendirme, a menudo cuestionando mi propio
bienestar. ¿Qué pasaría si ella huyó como la policía pensó primero? ¿Y si está
muerta, su cuerpo nunca será encontrado? A veces desearía que estuviera muerta.
Que su cuerpo apareciera, acabaría con la constante preocupación. Entonces, tal
vez nuestra familia podría tener un cierre. Tal vez la angustia de revivir mi
cumpleaños cada año sin saber lo que le sucedió sería más fácil. Lo desconocido me
da miedo. Un día tenemos que tener las respuestas. Un día tenemos que tener un
cierre.
—Solo le estaba contando a Bell sobre las conexiones que tienen los Knights
Rebels —les dice Lissy a Manda y Kate mientras nos sentamos en la mesa—. Esto
no es de conocimiento público, pero una de mis amigas dijo que ayudaron a una
27
mujer a escapar de una relación abusiva hace un tiempo.
—Podrían, pero ¿cómo preguntar algo así si todos se callan? —expresa Kate mi
pequeña preocupación.
—Apenas habló con él antes. ¿Cómo sugieres que entre al club pidiendo ayuda?
—¿Y qué, solo entra al club y pides ayuda? —pregunta Kate, no convencida.
Estoy un poco con ella; sin duda a Jesse le encantaría.
—No, vamos a una de las fiestas del club, tomamos unas copas, nos relajamos
y simplemente lo dejamos caer.
Tiene razón; no hay daño en intentarlo. Si pudiera ayudar a dar a mi familia las 28
respuestas que necesitan, lo haría. Haría cualquier cosa.
—Está bien, déjame hablar con mi amiga que los conoce. Está viendo a un tipo
llamado Hunter, el miembro más nuevo. Ella me preguntó si quería ir a una fiesta
del club hace un par de semanas. Tal vez pueda meternos.
—Sí, hazlo.
Asiento lista para esto. Esta es una oportunidad a la que no puedo renunciar.
Incluso si eso significa hablar con Jesse.
—Está bien, pero si ella dice que sí, no hay salida. Estamos haciendo esto. —
Me lanza su advertencia, pero no la necesito.
Suena tan emocionada como yo. Pero conociendo a Lissy, es por razones
totalmente diferentes.
Esta es la oportunidad que necesito. Solo necesito un golpe de suerte, una pista.
Tiene que haber alguien que sepa algo, y algo en mí me dice que los Knights Rebels
podrían darme mis respuestas.
29
—Ni siquiera me parezco a mí misma. —Giro el rostro para ver otro ángulo—.
Realmente no creo que sea una buena idea.
Parpadeo una vez, luego dos veces y decido que esto es demasiado para mí.
Esta noche, iremos a la casa club de los Knights Rebels para ver si pueden
ayudarme. He tenido las últimas dos semanas para pensar en este plan de juego,
dos semanas para reflexionar si realmente pueden ayudar. Dos semanas para reunir
algo de confianza muy necesaria.
—No te pareces a ti, ¿y qué? Será más fácil relajarse —explica Lissy. Dejo que
mis ojos recorran mi rostro ante la obra de arte que ella había logrado. Mi cabello
oscuro está recogido en un moño en la parte superior de mi cabeza, esperando que
Manda haga su magia, pero mi rostro, mi rostro es perfecto: ojos ahumados,
pestañas largas. Me estoy mirando a mí misma pero veo a una mujer diferente.
—Dime por qué tenemos que ir a este extremo de nuevo —pregunto, viendo a
Manda programar su rizador, lista para comenzar en mi cabello.
—¿Has visto a las mujeres que consiguen estos hombres? Necesitamos encajar,
¿de acuerdo?
Lissy saca una corta falda negra mientras busca algo para combinar.
—No quiero a ningún hombre —me burlo, alejándome del espejo y recogiendo
el pequeño trozo de tela que espera que use. Apenas es suficiente para cubrir las
partes más importantes.
—Por favor, solo detente —le suplico y me recuesto en la cama. Los nervios se
están volviendo demasiado, comiéndome cada minuto que pasa—. No estoy
tratando de echar un polvo. Estoy tratando de encontrar a mi hermana —les
recuerdo de qué se trata esta noche. Sé que esto es emocionante para ellas, pero
para mí, se trata de Paige. Nada más.
—Lo sabemos, pero ¿no sería genial tener sexo también? —pregunta Lissy tan
en serio que tengo que procesarlo por un segundo.
—¡NO!
Me siento y la miro.
—¿Y?
Hace la misma pregunta cada vez que discutimos sobre este tema.
—Kate —grito, necesitando respaldo. De todas las chicas, Kate es la que está
de acuerdo conmigo.
—Bell, sabes que todavía eres virgen, ¿verdad? La única penetración cuando
tenías dieciséis años no cuenta.
Miro hacia arriba, queriendo discutir mi caso, pero si soy sincera, tiene razón.
—Lo sé. —Suspiro, deseando haber dejado que sucediera todo el camino. El 31
estigma de ser una virgen de veintitrés años está volviéndose viejo.
—No es que estemos diciendo nada malo al respecto, pero debes reventar tu
cereza antes de llegar a los cincuenta, y cuando digo reventar, quiero decir explotar
todo el camino.
Lissy se ríe, así que le doy un codazo en el hombro. Sin estar preparada para
ello, se inclina hacia atrás antes de caer al suelo.
—La perderé cuando esté lista, y no será con un hombre como Jesse.
La aparto de mí. Sé que están jugando conmigo, pero una parte de mí odia que
aún no lo haya experimentado. A menudo me pregunto si alguna vez lo haré.
—Gracias.
—¿Hemos terminado?
Lissy se pone de pie para vestirse, mientras el miedo se abre paso en mi mente.
La diversión es lo último en mi mente. No puedo evitar preguntarme si estoy
haciendo lo correcto. Desearía tener todas las respuestas, pero no las tengo. Solo
tengo que recordar que estoy haciendo esto por Paige. Todo sobre esto es por Paige.
Llegamos al complejo de los Knights Rebels una hora después. Después de
obligarme a usar la estúpida blusa dorada y la corta falda negra, decidí que sería
más fácil seguir la corriente y terminar de una vez. Estar de acuerdo con Lissy es a
menudo lo mejor en este tipo de situaciones.
Lissy niega con la cabeza sabiendo que eso no va a ayudar. Solo necesito que
me metan. Entonces estaré bien. Asiento, y empiezo a seguirla hasta la gran puerta
de acero en la entrada. Dos tipos bloquean nuestro camino, con los brazos cruzados
33
sobre el pecho y los ojos fijos en nosotras. Ambos se paran más altos cuando nos
acercamos.
—Hola, estamos aquí con la mujer de Hunter esta noche —dice Lissy, sabiendo
qué decir para meternos. El chico más grande y mayor asiente y se mueve para
dejarnos pasar. Ignoro sus ojos mientras viajan por mi cuerpo y rezo para que Lissy
sepa lo que está haciendo al traernos aquí. Nunca antes había estado cerca de
hombres como estos, y la leve ansiedad que siento por lo desconocido me mantiene
al borde.
—Gracias, muchachos.
Ella se despide con la mano como si los conociera, entrando en la casa club con
facilidad. Tomo la mano de Kate, sacando fuerzas de ella y la sigo de cerca por un
pasillo oscuro. Por un segundo, pienso seriamente en darme la vuelta y marcharme,
pero irme significaría pasar junto a esos hombres sola, así que, en cambio, empujo a
Kate hacia adelante, me acerco a Manda y continúo por el pasillo dentro de la casa
club.
Antes de venir, Lissy nos enseñó cómo debíamos actuar y qué hacer en ciertas
situaciones. Me sorprende que Manda y Kate aún accedieran a venir después de
enterarse de lo que podríamos ver. Pero creo que en el fondo, quieren esto para mí
tanto como yo. Sé que venir aquí puede ser peligroso, pero he tratado con los
Knights Rebels antes, en el hospital, y cada vez que los veo parecen personas
agradables. Pero tal vez son diferentes en su propio entorno.
—Viniste.
—Te ves increíble, Bell —me saluda Sarah finalmente. Nos abrazamos, aparto
la mirada de la pareja—. Maldición, mantente alejada de mi hombre. —Se ríe y se
vuelve hacia el chico detrás de la barra. Mis ojos siguen su ejemplo y aterrizan en el
hombre de cabello oscuro. Está ocupado llenando bebidas, pero todavía se toma un 34
momento para mirar a Sarah. Levanta la barbilla para saludar, luego vuelve a lo
que estaba haciendo.
»Ese es Hunter. Él es mío. —Ella me guiña un ojo y me río con torpeza. Eso es
lo último que tengo en mente. No estoy aquí para encontrar un hombre. Solo para
hablar con Jesse. Pienso para mí.
Nos arrastra hacia su hombre caliente y nos dice que ordenemos lo que
queramos. Decido mantener mi regla de no beber. Si puedo hablar con Jesse,
necesito tener mi ingenio sobre mí. Mantenerme alerta, esperando qué, no lo sé.
Pero todavía no he visto a Jesse ni a nadie que conozca. Después de hablar con
Sarah durante quince minutos, encontramos nuestro camino afuera. Veo a Holly y
su hombre sentados en la mesa central. Nix, el presidente de los Rebels, y otro
aterrador motero con el cabello más largo, todos sentados alrededor bebiendo y
hablando. Holly sostiene su vientre, y la sonrisa en mi rostro es para ella.
Finalmente está obteniendo su final feliz que se merece.
La última vez que vi a Holly fue la misma noche que Jesse fue admitido. Holly
sufrió una caída por las escaleras, cortesía del enloquecido ex marido de una mujer
a la que los Rebels ayudaron, y Jesse sufrió un corte y un tobillo roto cuando
intentó ayudarla. No lo sabía en ese momento, pero Lissy me contó cuando le
pregunté cómo sabía que los Rebels ayudaban a las mujeres. No sé mucho acerca
de este club, y qué hacen exactamente, pero por lo que he escuchado y visto, sé que
estas personas son buenas.
Entro en pánico, así que ella toma mi mano y me arrastra hacia adentro, donde
Lissy está jugando billar con un chico joven.
—Si no hablas con Jesse pronto, estará demasiado borracho para hablar.
Manda me empuja hacia adelante, pero no estoy lista. Necesito más tiempo.
—Todavía no. 35
Niego con la cabeza y retrocedo.
Bebe otro trago, luego Hunter le da una cerveza, antes de que se levante y
salga. Debería seguirlo, pero no lo hago. Estoy muy nerviosa.
—No, Lissy.
Mi cabeza se sacude tan rápido como las palabras saliendo a toda velocidad.
No estoy dispuesta a bajar mis defensas. Raramente bebo. Odio la forma en que me
hace sentir. No voy a comenzar ahora.
36
Capítulo 5
Jesse
Apago mi motocicleta y miro alrededor del estacionamiento del complejo de la
casa club. La zona normalmente tranquila está repleta de autos, motos y personas
esta noche, pero por primera vez en años, no estoy de humor. Acabo de pasar las
últimas horas en fisioterapia, tratando de llevar mi maldito tobillo a donde estaba
hace unos meses. Estoy frustrado, enojado, y lo primero que tengo en mente es una
cerveza o tres. Caminando por el terreno de grava, observo el área para ver a los
forros de esta noche. Nunca hay escasez de mujeres merodeando por la casa club
de los Rebels, pero dado que Nix y Sy se han asentado, eso amortigua a las mujeres
a atravesar las puertas.
—Hola, Jesse. —Hunter asiente cuando camino hacia la barra. Coloca un trago
de whisky frente a mí sabiendo exactamente lo que necesito—. ¿Cómo te fue hoy?
—pregunta, notando mi cojera. 37
—Voy a necesitar otro trago antes de contestar.
—¿Noche ocupada?
—Joder, sí.
Evalúo quién está dentro antes de dar la vuelta y hacer una seña para otro
trago. Mi mano alcanza las pastillas que me recetó mi médico, y tomo dos en lugar
de una por si acaso. ¿Nuevas mujeres en el club? Mi estado de ánimo acaba de
recuperarse. Con la forma en que me duele el tobillo, voy a necesitar un poco de
relajación.
—Sí.
Llena mi vaso por tercera vez y la bebo más rápido que el primero. Mi plan esta
noche es golpearlo duro, adormecer el dolor de lo que horas de fisioterapia me
hacen y luego, con suerte, hundirme en un apretado coño. Este es mi medicamento
preferido.
—Malditos médicos —le digo, sin entrar en detalles de lo jodido que me siento.
No sé por qué no comparto con ellos. Los Knights Rebels son mi familia, más que
mi propia sangre, pero no necesito su piedad. Ellos no necesitan saber mi lucha—.
¿Qué coño estás haciendo aquí?
—En casa.
—¿Niños? —presiono, sabiendo que están pasando por una mierda, pero
todavía estoy preocupado por mi amigo y principalmente por Kadence. Kadence y
yo nos conocimos hace cinco años, en una de las sesiones de terapia grupal que
mantengo en la unidad de quemados. Es posible que no pueda ser bombero, pero
todavía me gusta ayudar donde puedo.
Ignora mi pregunta, que solo me preocupa más. Las cosas en los últimos meses
han sido tensas. Kadence tocó fondo antes de que Nix interviniera, y no sé mucho
sobre la depresión posparto, pero trato con el estrés postraumático, y ver a mi
amigo sufrir como yo sufro, me rompe el corazón. Ver a su familia desmoronarse, y
tener nuestros cimientos sólidos meciéndose me asusta. No puedo hacer que se
deshagan a mi alrededor.
—Jesse, ¿parece que estoy jodidamente bien? —Golpea su puño sobre la mesa,
callando a todos a nuestro alrededor—. Me largo de aquí.
Red, el padre de Nix, lo agarra por el otro brazo y lo lleva de vuelta adentro,
directamente a su habitación.
—¿Alguien sabe qué coño está pasando? —pregunto, mirando a Holly y Sy.
Pienso en los últimos dos meses y qué tan lejos ha llegado Kadence.
—Sí. Ella está llegando allí, pero va a tomar tiempo —responde Holly, y espero
que tenga razón. Esta es la única familia sólida que tengo, no necesito más mierda
jodida en mi vida. Tomo un trago de mi cerveza y vuelvo a buscar coños. Lo
último que necesito es sentarme alrededor de esta deprimente mierda toda la noche.
—No lo estoy.
—Vuelvo.
Estoy un poco inestable después de esos tragos y píldoras que tomé, pero eso
no me detiene. Nada me detiene cuando estoy así.
—Hola.
Una pequeña morena me sonríe, pero no es mi tipo, así que me vuelvo para
descartarla. 40
—¿Es su primera vez en el club?
—Sí —responde una rubia y vuelvo mi atención hacia ella. Ahora, este es más mi
tipo.
—Umm, claro —responde ella. Veo su bebida femenina y le digo que volveré.
—Ahhh.
La voz de una mujer grita cuando giro y conecto mi codo con su pómulo.
—Oh, mierda, cariño —digo, colocando las bebidas en la mesa junto a mí para
asegurarme de que está bien. Su palma cubre su mejilla y mira hacia arriba
mientras inclino su barbilla hacia un lado para ver el daño.
»Joder, vas a tener un ojo morado —le digo cuando veo los primeros signos de
hinchazón. Me agacho y agarro mi cerveza, llevándola a su cara y presionándola
contra su pómulo.
Ella mira hacia arriba como un ciervo a la luz de los faros y, por un minuto,
creo que la conozco pero no puedo ubicarla.
—Mi culpa —le digo, mirándola con más atención. ¿Cómo diablos la conozco?
—Está bien.
Ella sonríe antes de volver a mirar a sus pies, y por un breve segundo cuando
me da su sonrisa, siento que me pierdo en ella. Jesús, estoy más borracho de lo que
pensaba si una sonrisa en alguna perra está jodiendo conmigo.
Mis ojos siguen su longitud, y mi polla se agita con la falda corta y los enormes
senos.
41
—¿Hemos follando antes, cariño? —pregunto, sacándolo del camino. Lo
último que quiero es tratar de recoger a una mujer que ya he follado. Ellas saben el
puntaje. No me importa volver por segundos si está justificado, pero esta noche,
quiero algo nuevo.
—No.
—No estoy de humor para trabajar esta noche. Si vienes conmigo, tendrás que
hacer todo el trabajo —le digo cuando la habitación comienza a girar. Debería
terminar por esta noche, irme a la cama y dejar que los medicamentos me lleven a
una feliz ignorancia, pero la forma en que ella me sigue mirando me lo dificulta.
—¿Q-Qué tipo de trabajo? —tartamudea, manteniendo el acto inocente y me
hace reír. Es justo lo que necesito esta noche. Tomando su mano, la atraigo hacia
mí y empiezo a caminar hacia mi habitación en la parte trasera de la casa club.
—¿Qué?
—Algodón de azúcar.
—¿Lo hiciste?
—Ven conmigo. —Me alejo, rompiendo el beso y la guío el resto del camino a
mi habitación—. ¿Cómo te llamas? —le pregunto, abriendo la puerta, sin saber si
quiero saber su nombre.
—¿No lo sabes?
—Cariño, si tuviera que recordar cada nombre de cada mujer que ha entrado
por mi puerta —me callo cuando su rostro decae.
—Soy Grace.
Niega con la cabeza con aprensión mientras una pequeña sonrisa juega en su
boca.
—Jesús, eres una jodida provocadora —la acuso, quitándome los jeans y
encontrando mi polla dura en pie por atención—. ¿Ves lo que me has hecho,
Grace?
La empuño, acariciándolo con fuerza mientras veo que sus ojos siguen mis
movimientos.
Un jadeo hace que abra los ojos y la encuentro de pie en la puerta mirándome.
»Ocúpate, cariño.
Veo una mano temblorosa estirarse para tocarme. Mis ojos se vuelven hacia su
suave toque, ya que encierra mi polla palpitante.
Un suave gemido baila más allá de sus labios justo cuando mi orgasmo golpea, 45
mi semen se derrama sobre su pequeña mano.
—¡Oh, Dios!
—Detente.
—No te asustes ahora, nena —le digo cuando mi orgasmo termina. Suelta mi
polla y luego se aleja de mí, rompiendo nuestra conexión. Mi cuerpo se siente
pesado, saciado y relajado. Si no estuviera en tres partes, le ofrecería acabar con
ella. Pero mantener los ojos abiertos parece ser una tarea difícil.
—No, no, no. No me dejes. ¡Conner! Jodidamente quédate conmigo. —Puedo ver los
ojos de Conner comenzando a perder su luz. Desearía poder ir a él, jodidamente ayudarlo,
pero estoy atrapado y no puedo salir.
—Respira, Marino —ordeno y puedo ver que él está luchando, pero ¿es suficiente?—.
Jodidamente respira o muere, Conner —le digo, la ira reemplaza mi miedo.
»¿Jefferies? —llamo de nuevo, pero sé que lo hemos perdido. ¿Dónde diablos están todos?
46
—Está bien, pero —murmura, pero no quiero escuchar lo que tiene que decir.
Me quito los pantalones, los pateo y me meto en la ducha. Dejo que el agua
caliente me bañe la cabeza y me obligo a no repasar el sueño otra vez. En cambio,
trato de recordar cómo la pequeña morena terminó en mi cama.
—Solo vete —le digo y la veo tropezar de nuevo. Maldita perra es torpe.
***
—Sí, ¿de qué mierda estás tan feliz? —pregunta Beau, sirviéndose un café.
—Yo lo sé.
—Sé que esa sonrisa es muy amplia debido a quién tuviste en tu cama anoche.
48
—¿De qué mierda estás hablando, Holly?
¿Qué carajo?
—Vete a la mierda.
Sacudo la cabeza pensando que está jodiendo conmigo. Esa mierda no sucedió.
—Esa no era Bell. Esa era... —Busco su nombre—. Gretchen. No Grace —le
digo finalmente, recordando el nombre de la pequeña mujer torpe.
—Jesse, hablé con ella por unos minutos. —Sonríe como alguien que acaba de
mostrar su carta de triunfo—. Era Bell.
—No era Bell —repito, obligándome a tratar de recordar su rostro. Jesús, joder,
soy tan cabrón que ni siquiera puedo recordar su rostro.
—Lo era. Estaba aquí con algunas amigas —argumenta Holly mientras trato
desesperadamente de recordar—. Pensé que parecía familiar cuando entró —sigue
hablando Holly, sin darse cuenta de mi confusión interna—. Se ve tan diferente
arreglada —dice y eso hace clic.
Santo cielo. Era ella. Jódeme, enfermera Bell. ¿Follé a la enfermera Bell? La
mujer que se ha hecho la difícil desde que la conocí, la misma mujer a la que solo
eché de mi cama hace horas.
49
Capítulo 6
Bell
—¿Lo masturbaste? —Lissy jadea y sé que no debí haber hecho esto al teléfono.
Debí haberle dicho anoche en nuestro camino a casa de la casa club de los Knights
Rebels, pero me estaba sintiendo mal por mí misma. Solo quería llegar a casa y
ducharme. Me rehusaba a hablar sobre lo que sucedió con ninguna de las chicas, y
cuando me desperté esta mañana, en casa de Lissy, me escabullí a casa antes que
pudiera molestarme de nuevo.
—Ugh, sí.
—Oh, Dios mío, ¿es enorme? ¿Fue bueno? ¿Qué más sucedió? —Ella sigue
haciendo preguntas, pero no contesto. Estoy demasiado ocupada reproduciendo la
noche una y otra vez en mi cabeza. Supe cuando Jesse caminó hacia la rubia que
estaba perdiendo la oportunidad de hablar con él. Era como verlo deslizarse de 50
entre mis dedos. Pensé que mi oportunidad se había ido, luego Lissy logró alejar a
la rubia, y Jesse se estrelló conmigo. No estaba esperando que él viniera a mí. Sabía
que él estaba borracho. Lo observé beber demasiadas bebidas, pero no me detuvo
de dejarlo llevarme a su habitación. No me impidió girarme para observarlo tocarse
a sí mismo. Y definitivamente no me detuvo de tocarlo. Era como si mi cuerpo
estuviera en piloto automático y yo no tuviera control.
—Hola, tierra a Bell. ¿Entonces qué más sucedió? —pregunta Lissy de nuevo,
rompiendo el tren de mis pensamientos.
—No.
—¿Por qué no? —presiona, y sé que ella tiene un punto en presionarme.
Alguien tiene que hacerlo. Solo hice lo que hice, ¿y para qué?
—Bell.
—¿Qué hacen en este hospital para tener tan hermosas mujeres? —Escucho
una voz familiar antes de que siquiera gire en la esquina.
Jesse.
—¿Puedo ayudarlo, Sr. Carter? —pregunto antes de que Marla, la joven rubia y
extremadamente hermosa enfermera pueda responder.
—Enfermera Bell. —Jesse gira su cabeza hacia mí y su sonrisa se desliza de su
rostro—, ¿o debería decir Grace? —Sus ojos se entrecierran y mi suposición es
correcta. Él sabe. Cuadro mis hombros lista para su enojo.
—¿Qué tipo de juego estás jugando? —pregunta, sus ojos perforando los míos.
Atrás quedó el hombre divertido y descarado al que estoy acostumbrada con sus
tontos chistes.
—¿Grace? ¿Qué mierda es esa mierda? —Él espera mi respuesta pero no tengo
una. Mierda, tiene razón. Estaba jugando un juego peligroso.
—Maldita sea, Bell. Te follé y no sabía que eras tú. ¿Sabes lo jodido que es
esto?
—Bueno, antes que nada, no me follaste. —Uso sus palabras groseras hacia él y
cruzo los brazos delante de mí—. Y en segundo lugar, no es mi culpa que no me
hayas reconocido.
—¿No follamos?
—No es así. —Él sonríe, acercándose, sus ojos atrapando mi mejilla magullada
de nuevo.
—Hice esto. —Sus dedos se mueven hacia mi barbilla, obligando a que mi cara
golpee la luz.
—Mierda, sé que lo hice. Recuerdo cosas. —Él sacude la cabeza como si partes
de la noche todavía volvieran a él.
—Por favor, el flirteo debe detenerse —le digo, secretamente gustándome más
y más—. Tengo que volver al trabajo. —Intento moverme, pero su cuerpo me
impide alejarme de la pared.
—¿Por qué viniste al club anoche? ¿Vestida como lo estabas? —Es una
oportunidad para contarle todo sobre mi plan, sobre Paige y cómo podría ayudarla,
pero ahora que estoy parada aquí, lo repienso todo.
—Es estúpido. Se terminó así que olvídalo. —Desearía que fuera verdad, pero
no hay forma en que pueda decirle a Jesse.
—No, no se ha terminado. No estás dejando esta habitación hasta que me
digas. —Mantenemos la mirada del otro por lo que se siente como un minuto, pero
en realidad, son solamente segundos antes de que ceda. ¿Qué está mal conmigo? Soy
débil.
—¿Contratarme?
—Realmente no hacemos ese tipo de cosas, Bell. —Él estrella mi esperanza con
solo una oración.
—Solo que Lissy me dijo que tu club ayuda a las personas que lo necesitan —
dejo salir, esperando que Lissy no lo haya entendido mal.
—Lo hacemos. Ayudamos a algunos pocos grupos, pero eso suena un poco
diferente. ¿Cuánto tiempo lleva desaparecida?
—Seis años —susurro—. Ella no regresó a casa una noche después del trabajo.
Solo se desvaneció. —Todavía parece tan fresco, tan nuevo, y provoca que mis ojos
se llenen de lágrimas recordando esa noche.
—Sí, también podemos poner algunos sensores. Preguntar si alguien sabe algo.
—No puedo prometer nada, pero podemos ver si alguien sabe algo. —Se
encoge de hombros como si no fuera gran cosa, pero para mí es enorme.
—¿Una oportunidad? —Sé que estoy repitiendo todo, pero estoy tratando de
procesarlo todo. Todavía podría ayudar, pero con una condición. ¿Se me está
proponiendo?—. ¿Quieres que me acueste contigo? —Recojo mi suposición y se la
devuelvo.
—No suenes tan sorprendida. Dejé en claro cuánto me podrías complacer, Bell.
—¿Complacerte?
—Ugh, tus líneas no son impresionantes, Jesse —le digo, casi riéndome de lo
cojo que es. Se encoge de hombros, como si no le importara y sostiene mi mirada.
No me muevo, sabiendo que no estoy lista para lo que sugiere. Podría haber salido
de mi zona de confort durante el fin de semana, pero fue un trato único. Nada más.
—Bien, una cita —acepta finalmente, aceptando mis términos, pero sé cuál es
su juego. Jesse Carter podría decir que no juega juegos, pero el hombre es el
jugador más importante.
—No sexo —agrego, cortándolo antes de que sea arrojado sobre la mesa.
—No dije nunca. Dije que no. —Mantengo la cara recta y espero que cualquier
sonrojo lejos.
—No dirás que no cuando termine contigo. Esa es una promesa. —Intento no
56
pensar en su promesa, pero las preguntas comienzan a aparecer. ¿Dejaría a este
hombre entre mis piernas? Mi cabeza dice que no, pero mi cuerpo no sabe qué pensar
al respecto en este momento. ¿Hasta dónde estoy dispuesta a ir por Paige? ¿Podría
sacrificar esta parte de mí? Sacudo la cabeza sin pensar en Paige. Esto es más que
Paige. Esto es sobre mí. Puede que no esté lista para admitirlo, pero por mucho que
quiera decir que es por ella, estaría mintiendo.
Paige.
Cualquier cosa.
Capítulo 7
Jesse
—Entonces, ¿crees que puedes correr la voz? —le pregunto a Beau al día
siguiente después de nuestra reunión semanal en el club. Dejé a Bell en el hospital
ayer aliviado de no haberla follado, pero también decepcionado. No sé qué me pasa
con ella, pero es como si cada vez que me le acerco, mi cerebro sufre un corto
circuito y se me olvida que ella no es de mi tipo.
—Solo ve a ver que puedes averiguar —digo, sabiendo que será una pérdida de
tiempo, pero me sentiría como un imbécil por decirle a Bell que ayudaré, y luego no 57
continuar.
No debí haber ido ayer tras ella. Me debí haber ignorado cuando pensé que
sería más fácil hablar cara a cara con ella. Fui a ella molesto, listo para una pelea
por haber follado conmigo, pero me fui aceptando ayudarla. Cuando ella me contó
su situación, supe que estaba jodido. No sé por qué sentí la necesidad de negociar
con ella. Si soy honesto, habría ayudado de todos modos. La forma en que me miró
diciéndome acerca de su hermana, completamente inocente, y yo convirtiéndola en
una oportunidad de meterme en sus pantalones, prueba que soy un imbécil.
—¿De qué se trata esto? —pregunta Sy, captando las últimas líneas de nuestra
conversación.
—No habrías estado por aquí. Ella desapareció hace seis años. Nunca llegó a
casa del trabajo. —Beau lo informa—. La policía cree que ella huyó. La familia es
inflexible sobre que ella no lo hizo.
—¿Qué tiene que ver con nosotros? —Sy nos mira a los dos.
—¿Bell?
—No ves nada —le digo, no estoy de humor para justificar que pida ayuda de
Beau en esto.
—La tienes en tu cama una noche, luego tienes al club metido en su mierda —
responde Sy.
—Parece que ella te tiene torcido. —Sé que está jodiendo conmigo, pero está
equivocado. Lo único que me ha torcido es el hecho de que la hermana de Bell ha
estado desaparecida durante seis años.
—Un poco diferente. Ella no es una mierda que follé y eché. Pero lo siento.
—Oh, cómo han cambiado las cosas —se burla Sy y me molesta. Joder, esto es
lo que sucede cuando les pido ayuda.
59
—¿Has estado bien? —pregunta mi hermano mayor Jackson una hora más
tarde cuando la camarera coloca la comida frente a nosotros.
—¿No crees que tengo que lidiar con mierda? ¿Lo que viví no me ha afectado?
Jodidamente lo hice siete años por él. Jodidamente perdí todo para hacerlo feliz.
¿Ves feliz al imbécil? No, porque sigo siendo una cagada para él. Jackson, hay más
de lo que sabes, así que no lo defiendas. Solo pocas veces puede culpar a su carrera
por ser un padre de mierda.
—¿Mejor? Bueno, jodidamente bien por él. No mejora los años que jodió.
Jackson, no voy a seguir hablando de esto. —Sacudo la cabeza, tratando de olvidar
todos los pensamientos de mi padre—. Necesito tu ayuda.
—Que te den por culo. Te ayudamos mucho. —Se lo eché en cara de nuevo. Se
burla pero lo sabe. Los Rebels han ayudado a Jackson en algunos casos, y
viceversa. Es posible que tengamos formas cuestionables de hacer las cosas en el
club, pero Jackson no puede negar que es una calle de doble sentido con nosotros.
—Paige Johnson —le digo y lo veo dejar de comer y sentarse un poco más
erguido—. ¿Sabes de quién estoy hablando?
61
—Todos conocen a Paige Johnson. Ha sido un caso abierto por seis años.
Trabajé en él por unos pocos años antes de mudarme fuera del pueblo. La cosa
entera nunca me sentó bien.
—Entonces ¿No crees que haya huido? —pregunto, cuestionándome por qué
Bell piensa que la policía dice que Paige huyó.
—No creo que haya huido. Algunos otros tienen sus opiniones, pero siempre
llegamos a un callejón sin salida. ¿Por qué preguntas por ella?
—¿Bell?
—No, Jesse, deja esto por la paz. Es demasiado para ti. —Niega con su cabeza,
pero no voy a escucharlo.
—No puedo dejarlo por la paz, Jackson. Bell nos pidió que interviniéramos.
Vamos a tratar de hacer lo que podamos. —Vuelve a negar y estoy empezando a
ver un patrón.
—Es una amiga. —Me encojo de hombros, sin estar preparado para etiquetar
lo que Bell y yo tenemos. ¿Que tenemos? He tenido visiones de ella acariciándome,
de mí siendo un imbécil con ella, y luego chantajeándola para que tenga una cita.
¿Eso califica como amigos?
—Jesús, Jesse. Ella es una buena chica. Proviene de una buena familia. Ella no
necesita que la arruines metiéndola en contacto con los Rebels.
62
—¿Porque somos escoria? —Mi espalda se endereza, listo para defender mi
club. Él tiene razón. Bell es una buena chica, pero no tiene que preocuparse cuando
se trata de los Rebels. Es más bien por mí por quien debe preocuparse.
—No, porque ella es inocente. Además, toda su familia está en mal estado.
—Tendré que revisar el archivo, pero por lo que puedo recordar, no tenemos
mucho. —Suspira—. Paige tenía dieciséis años cuando no llegó a casa esa noche
después del trabajo. Su padre debía recogerla, pero ella le envió un mensaje de texto
diciendo que tenía un aventón con su novio. Cuando la policía entrevistó a su
novio, no habían hecho planes. Terminó el trabajo, salió por la entrada del personal
y se fue.
—Bell cree que todavía está viva —digo, más inclinado a creerle. Tengo la
impresión de que la familia siempre tendrá esperanza, pero la convicción en la
forma en que ella lo cree es suficiente para llevarme a su forma de pensar.
—No, no sé qué pensar. El último indicio de evidencia nos lleva a ningún lado.
Es un callejón sin salida.
—Voy a intentarlo —contrarresto sabiendo que va a ceder. Por mucho que nos
molestamos, nos apoyamos mutuamente.
—Quieres mi ayuda, vienes a la noche de juegos este mes. —Él me tiene por las
pelotas. Putas noches de juegos.
—Bien —asentí, aceptando mi mejor juicio. Si eso significa que nos ayudará, lo
haré una vez. Una vez por Bell. Ya estoy doblando las reglas por la enfermera. Puedo
verme a mí mismo entrando demasiado profundo. Enredarse en la mierda que
viene con una mujer como Bell. ¿Pero me detiene? Joder no. Después de todo lo que
he pasado, todavía no sé cuándo dar un paso atrás.
—Bien. —Su sonrisa desangra victoria, pero no sé por qué está tan feliz.
Conociendo a mi familia, no estará sonriendo la próxima semana.
64
Capítulo 8
Bell
—Te ves hermosa, Bell. —La voz de mi papá me detiene mientras entro a
nuestra cocina.
—Solo un poco más —dice él, antes de finalmente soltarme. Golpeteo su oreja 65
antes de alejarme de él antes de que vuelva a tirar de mí.
—Me vengaré por eso, mocosa. —Una lenta sonrisa se extiende por su rostro,
una que no alcanza sus ojos azules. Ya nunca llega. Atrás quedó el hombre que me
avergonzaría con chistes malos y se reiría hasta que llorara por nuestro disgusto. El
hombre que nos llevaría a dormir y ahuyentaría a los niños con su sobreprotección.
Estoy tan acostumbrada a ver a este hombre mayor y más triste que se sienta
delante de mí, ya no lo reconocería.
—¿A dónde vas esta noche, Bell? —pregunta mamá, rompiendo la pequeña
cantidad de ligereza que mi padre se deja tener.
—Solo al cine con Lissy. —Dejé que mi mentira saliera de mi lengua con
facilidad. No voy al cine con Lissy, sino a una cita con un motociclista. Jesse. Está
mal mentirle a mi madre, y sé que no debería hacerlo, pero no hay forma de que en
la tierra verde de Dios ella esté de acuerdo en que yo vaya a una cita. Incluso si
tengo veintitrés años. Sé lo ridículo que suena. Créeme, si no fuera yo, pensaría que
era una locura, pero después de todo lo que hemos pasado, nunca he querido
decepcionarla o estresarla con la idea de que yo tenga una cita.
—No estoy segura de que vaya a llegar a casa antes de esa hora, mamá. —
Mantengo mi nivel de voz, aunque me estoy enloqueciendo por dentro. No sé por
qué acabo de hacer eso, pero con todas las mentiras que he estado diciendo, no
puedo seguir el ritmo. Necesito ser honesta.
66
—¿Qué quieres decir con que no estás segura? —Puedo escuchar el temblor en
su voz, ver la angustia en su rostro, pero no puedo dejar que me desanime. Necesito
mantenerme fuerte. Empujarlo esta noche, de todas las noches, no es sabio,
especialmente con mi cita con Jesse en la línea. Sé que solo se va a preocupar, pero
no puedo dejar de escuchar las palabras de Lissy en mi cabeza. Necesito dar un
paso adelante, alejarme de un pasado que me está frenando.
—Te enviaré un mensaje —digo, tomando mis llaves lista para dejar el tema
por la paz y luego escapar.
—Mamá…
—Voy a estar a salvo —le digo como cada vez que salgo de la casa.
—Lo sé, mamá, pero no tengo dieciséis años. No soy Paige. —Me estremezco
cuando lo digo pero ella necesita escucharlo. Ella necesita escucharlo de mí.
—Lo sé, mamá. ¿Pero crees que esto es justo para mí? ¿Para Ava? —Me
levanto de sus brazos y me preparo para una discusión que seguramente seguirá.
No estaba preparada para ello, pero ahora que he comenzado, quiero sacarlo todo.
Quiero que sepa que no está bien hacerme sentir de esta manera.
67
—Estoy tratando de protegerte —susurra, y la tristeza detrás de sus palabras es
difícil de escuchar.
—¿De qué? ¿De la vida? Porque es lo que nos estás impidiendo hacer. Nos
estás impidiendo que vivamos nuestras vidas. —Su respiración me dice que he dado
mi golpe, pero una parte de mí quiere empujar aún más. ¿En qué punto es
demasiado? ¿Debo sentarme y estar bien cuando pase cada año y pierda una mayor
parte de mí misma? ¿Ella no está feliz de haber perdido una hija; ella nos obliga a
perdernos?
—Bell, deberías irte. No quieres llegar tarde —interviene papá antes de que
mamá pueda reaccionar. Asiento y me retiro con cuidado.
—Lo siento —digo, pero el daño ya está hecho. Papá me guiña un ojo y asiente
con la cabeza hacia la puerta, mientras todavía abraza a mi mamá. Me giro y
atrapo los ojos de mi hermana. Ella baja las cejas como si no me entendiera. Nunca
me he enfrentado a mis padres, siempre siguiendo la corriente. Verme de pie sería
extraño para ella.
—Lo haré —le prometo, mirando por última vez a mamá antes de darme la
vuelta y dirigirme a la puerta. Yo amo a mi familia más que a nada. Aunque acabo
de presionar a mi madre, no me permitiré sentirme culpable. Necesito vivir mi vida
incluso si hay un riesgo. Estoy haciendo todo lo posible para encontrar a Paige. Si
supieran mi razón, lo entenderían.
Rudo.
Salvaje.
Libre.
—Bueno, él estaba trabajando en el caso de Paige por los primeros cinco años.
Llegamos a conocernos. Yo estaba decepcionada cuando fue transferido. Desde
entonces, no he tenido nada. Pienso que si no voy ahí una vez al mes y les recuerdo
quien es ella, ellos la olvidarán. —Siento que me estoy poniendo nerviosa.
—Quiero follarte, Bell. No voy a mentir. Hay algo en ti. —Lo arroja por ahí, y
al igual que cada vez que dice algo inapropiado para mí, mi estómago se hunde en
la emoción. ¿Cómo pueden las palabras hacer que me duela por algo que no tengo ganas de
querer?
—Lo sé. Por eso no puedo hacer esto. No debería haber usado esto contra ti.
Lamento haberte puesto esto, Bell. —Se desliza fuera de la cabina y se pone de pie.
—Espera. —La palabra cae sobre mis labios antes de saber lo que estoy
diciendo. Se detiene cuando mi mano alcanza la suya—. No entiendo —tropecé un
poco. ¿Qué pasa con él? Siento que tiene muchos cambios de humor y me quedo
con los efectos posteriores y no puedo ponerme al día.
—Eres una buena chica, Bell. No debería haberte invitado aquí. —Él sacude la
cabeza—. Deberías irte.
—¿Qué pasa si no quiero irme? —¿Por qué pregunto? no sé, pero mi cuerpo se
niega a levantarse y salir. Jesse acaba de darme una salida, pero la idea de acortar la
cita me decepciona.
—Deberías querer irte —susurra y sé que tiene razón, pero esta noche ha sido
una noche de primicias. Esta es la primera vez que escucho a mi corazón, no a mi
cabeza.
—¿Por qué? —pregunto, sin entender por qué pasó por todos estos problemas
para conseguirme en una cita y ni siquiera diez minutos después de dicha cita, está
listo para irse.
—Créeme cuando te digo que no quiero irme, pero debería hacerlo —continúa,
sin tener sentido para mí.
—Me gustaría mucho que te quedaras. —Él no dice nada ni se mueve para
volver a la cabina, así que empujo un poco más.
—Por favor.
—Si insistes, cariño. —Se desliza hacia adentro y las mariposas que han estado
pululando desde que acepté esta cita revolotean y vuelven a volar. Sé que un
hombre como Jesse Carter es una mala noticia, pero he llegado hasta aquí. ¿Por
qué rendirse tan pronto?
71
Capítulo 9
Jesse
—Oh, mi Dios. —Bell se ríe ante mi estúpida broma y no puedo evitar reírme
junto con ella. Nunca quise hacer reír a nadie tanto como con Bell. Han pasado
unas pocas horas; hemos comido, hablado, reído e incluso he compartido algunas
pocas historias de mi pasado.
—Pasé mucho tiempo siendo serio, Bell. —Ella deja de sonreír esta vez y se
sienta un poco más erguida.
—Puedo imaginar que debe haber sido difícil para ti, Jesse —dice ella,
mirándome y por un minuto, me preocupa que pueda ver mi pasado a través de 72
toda la fachada que pongo por la palabra, pero sé que estoy pensando de más.
Mierda, ya no soy esa persona. Algunos podrían decir que sería imposible llamarme
serio. Mi padre diría que nunca me he tomado nada en serio en mi vida, pero no es
la verdad. Cuando has vivido una vida como la mía, lo serio se convierte en ti. Yo,
por mi parte, sé lo que es mirar a la muerte a la cara, todas esas decepciones
pasadas, dolores pasados, pérdidas pasadas, todo se vuelve sin sentido. Te vuelves
agradecido por la bondad, te vuelves agradecido por las segundas oportunidades y
ves todo bajo una luz diferente.
—Hay un momento y un lugar para ser serios, cariño —le digo, no preparado
para entrar con ella en cosas pesadas esta noche. Nuestra cita, si lo llaman así, ha
sido cualquier cosa menos seria, y ahora no es el momento de seguir ese camino.
—No huyas. Me comportaré, lo prometo —le suplico a medias. Si tan solo los
chicos pudieran verme ahora. Rogarle a una mujer que se quede para que podamos
hablar más. Simplemente no estoy listo para que ella me deje en este momento.
Necesito saber más sobre ella y qué es lo que me atrae de ella.
—Eres ridícula —acuso y veo sus ojos salir de su cabeza. Jesús, ella es linda.
—¡No lo soy! —se burla, pero puedo decir que está de acuerdo—. Realmente
debería irme. Mi madre se asustará si llego demasiado tarde —dice mientras escribe
en su teléfono. Miro mi reloj y veo que son las doce y media.
—También déjame pagar. —Ella comienza a pelear conmigo por ello, pero no
se lo permito.
—Estabas diciendo que tuviste una buena noche. —Me giré hacia ella.
—Si estoy siendo honesta, sí lo hice. —Ella mete sus brazos dentro de la
chaqueta.
—Bueno, ahora estoy sorprendido —bromeo.
—Bueno, deberías estarlo. Eres incorregible, Jesse. —Ella niega con la cabeza y
levanta su bolso.
—No puedo evitarlo con una hermosa mujer como tú. —Ella pone sus ojos en
blanco pero lo ignoro y la acompaño a su coche. Puedo decir cuando lucha contra
su reacción a mis tontos chistes, como los llama, y me encuentro tratando de
hacerla reaccionar con cada uno.
—Jesse, no lo hagas.
—Oh, está bien. —Ella asiente y dispara su número para que yo agregue. Le
envío un mensaje de texto rápido para que tenga el mío y luego guardo mi teléfono.
—Cuando Jackson reciba los archivos, podemos ver a dónde debemos ir desde
74
allí. —Doy un paso adelante. Ella se retira lentamente pero no protesta.
—Realmente aprecio todo, Jesse. —Traga saliva y puedo decir que tenerme tan
cerca la afecta.
—No creo que sea una buena idea —susurra, pero nunca he sido una persona
que me rinda tan fácilmente.
—Creo que es la mejor idea que he tenido en toda la noche —le digo, tomando
su rostro en mis manos.
—Jesse. —Suspira, pero no dejo que diga nada más. Mi boca desciende a la de
ella, y después de lo que parece una eternidad, la estoy besando.
—Esto no puede suceder aquí, Bell. —Me odio por decirlo, y podría ser un
maldito idiota por detener esto, pero sé que en el calor del momento, podría lograr
que se someta y luego después me odiaría.
—Tengo que irme. —Ella se gira y juguetea con sus llaves. Quiero intervenir e
intentar calmarla, decirle que lo que acaba de pasar está bien. Pero no puedo
hacerlo porque no puedo confiar en mí mismo a su alrededor. La quiero más de lo
que he querido a nadie antes, y eso solo es peligroso. Prometí hace mucho tiempo
que nunca querría nada ni a nadie. Cuando te pones en la línea y te permites querer
algo, te abres a las decepciones. Mi vida está llena de tanta decepción que no podría
soportar que me arrojen más a la cara. Necesito mantenerme alejado de Bell
Johnson. Ella me da ganas, pero simplemente no puede suceder.
Guardo mi teléfono y continúo con mi día, resurtiendo el club para una de las
noches más grandes de la semana.
—Hola, Jesse, ¿tienes un reemplazo para Sarah esta noche? —pregunta
Tammy, saliendo de la oficina. A Tammy le gusta mantenerme bajo control.
—Cómo funciona este lugar está más allá de mí a veces. —Ella niega con la
cabeza y vuelve a la oficina para llamar a alguien.
—Te quiero —grito, pero ella solo me enseña el dedo medio. Sí, ella me quiere.
Me río y vuelvo a lo que estaba haciendo. Mi teléfono emite un pitido de mi bolsillo
y, como una perra marica, lo alcanzo con la esperanza de que sea Bell.
Contesto y ahora que lo he sacado, estoy pensando que es una buena idea.
Espero unos minutos y cuando no obtengo respuesta, comienzo a preguntarme si
ella piensa que es demasiado, demasiado pronto. Dejándolo así, continúo el resto
de mi mañana con la idea de visitarla cuando me dirija a la unidad de quemados
más tarde esta tarde. Creo que si puedo desgastarla, podría lograr que ceda.
—Oh, cierto. —Sacude la cabeza y sé que pensó que estaba aquí por ella. Lo
que ella no sabe es que terminé hace una hora. Me quedé esperando verla.
77
—¿Terminaste por la noche? —le pregunto, viéndola recuperarse. Me gusta que
se ponga nerviosa a mi alrededor. Probablemente demasiado.
—Sí, acabo de hacer un turno doble. —Ella hurga en su bolso buscando algo.
—Sí, tuve algunos recados y la sesión de grupo. —Me encojo de hombros, sin
pensar mucho en mi día relajado. No es frecuente que sucedan. Los clubes siempre
me mantienen ocupado, tanto Liquid como los Rebels, pero con Nix y Kadence
lidiando con la mierda familiar, las cosas han estado tranquilas.
—Sí, una vez a la semana. Solía venir más a menudo, pero con Liquid y
78
mierda de club, realmente no puedo venir tan seguido como me gusta.
—No recuerdo haberte visto allí abajo —señala, y ahora que la he probado, voy
a hacer de mi misión que me vea más.
—Lo sabrías si me vieras allí abajo, Bell —bromeo, golpeando su hombro y ella
resopla.
—Te veré en Happy Chef —le digo, ansioso por una buena hamburguesa.
—Bueno, por supuesto, cariño, pero debo advertirte, no creo que ayude. —Me
recargo y me pongo cómodo—. Lo cual sería un problema. Soy demasiado apuesto
para la cárcel. —Sus ojos se iluminan ante mi desafío, pero no discute. En cambio,
ella me mira de cerca, pasando sus ojos por mi cara. Sé que estoy exagerando, pero
así soy. Nunca alguien que se tome la vida en serio, pacientemente espero que ella
regrese con algo gracioso—. No puedes negarlo, ¿verdad? —susurro, mirando el
hoyuelo en el lado izquierdo de su mejilla profundizarse mientras nos miramos a
los ojos. Levanto una ceja.
—Bien, tienes razón, eres demasiado bonito. Esta vez lo dejaré pasar, pero
cuidado, amigo —dice, y no me pierdo su tono en la palabra amigo. Me importa un
carajo cómo lo ve, cómo piensa que va a ser. En esta etapa, la tendré de cualquier
forma que pueda conseguirla.
80
—Así que déjame ver si lo entiendo. ¿Eras bombero, infante de marina y ahora
eres motociclista? —Suena somnolienta haciendo su pregunta. Sé que
probablemente debería terminar la llamada, pero se está convirtiendo en la mejor
parte de mi día cuando hablamos por teléfono a altas horas de la noche. Ha pasado
una semana desde que cené con Bell. Una semana intentando todos los días escapar
para verla, pero no he tenido la oportunidad. Entre Liquid y el club, he estado con
muy poco tiempo. Por eso he estado llamando todas las noches.
—No realmente. Es algo que Paige quería hacer. —Atrapo la tristeza en su voz
y se tuerce algo dentro de mí. Deseo que cualquier de los vigías que tenemos ahí, se
apurara y nos dieran algo. Jackson e incluso los hombres de T están en ello, pero
por mucho no tenemos nada.
—Supongo. No lo pensé. Tenía que decidir y quise hacer algo para recordarla.
Para que mi mamá y mi papá estuvieran orgullosos —contesta, y me golpea como
un puñetazo al estómago. Bell y yo de alguna forma somos iguales. Haciendo cosas
para complacer a nuestros padres.
—No lo sé. Creo que algunas veces me pregunto qué habría hecho si Paige
nunca hubiera desaparecido, pero luego me doy cuenta de que no hay punto en
preguntarme. Solo tengo que seguir adelante lo mejor que pueda.
—Sí, perdida. No siempre, pero a veces me pregunto ‘qué pasaría si’. ¿Y tú?
¿Qué pasa si las cosas nunca hubieran sucedido de la manera en que lo hicieron?
—Sí, es verdad. —Ella bosteza y sé que es hora de colgar. Por mucho que no
quiera terminar nuestra conversación, ambos tenemos trabajo mañana.
—Está bien Jesse —dice ella y me hace sonreír. Jesús, estoy azotado por un coño
sin obtener el coño.
82
Capítulo 10
Bell
—Alguien que me ayude —grita una voz profunda por el pasillo, haciendo eco
contra las paredes del hospital.
—El bebé está viniendo ahora. —Él se mueve hacia mí mientras me apresuro
por una silla de ruedas y los encuentro en mitad de camino. 83
—¿Qué tan separadas son las contracciones? —le pregunto cuando él la coloca
en la silla.
—Oh hola, Bell. —Ella intenta sonreír, pero su rostro se contorsiona cuando el
dolor la golpea de nuevo.
—¿Hace cuánto tiempo han sido tres minutos? —pregunto, tratando de obtener
cada detalle que pueda para la partera.
Miro hacia el hombre por primera vez y noto que está usando su chaleco de
cuero. Un chaleco de cuero de los Knight Rebels. Por un segundo, pienso
levemente en Jesse.
—¿Has hecho esto antes? —le pregunto sobre los gritos de Holly.
—Podrías decir que sí. —Sus ojos no dejan los de ella, así como los de ella no
se separan de los suyos.
»No está programada para entrar en labor por otras dos semanas —continua él,
dándome toda la información que necesito.
—Ellos van a necesitar que llenes algo de papeleo —le digo a él mientras otra
contracción tiene a Holly gritando. Podría no tener experiencia en saber cuándo un
bebé está a punto de venir, pero he visto algunos trabajos de parto y sé que ella está
cerca.
—Está bien, vamos a llevarte a una suite. —Me muevo detrás de la silla de 84
ruedas y empiezo a moverla. La partera, Cherry, camina y nos sigue hacia la sala
de nacimientos. El Hospital Rushford tiene su propia ala de partos. No suelo bajar
muy seguido, pero ahora que sé que Holly está a punto de tener a su bebé, desearía
poder quedarme.
—Está bien, aquí es donde los dejo chicos. —Me quedo atrás y dejo que Cherry
entre.
—¿Qué? —grita Holly y me agarra del brazo—. No puedes irte, Bell. Por favor,
necesito que te quedes. —Su pánico se transforma en súplica.
—Estoy feliz de que te quedes —me dice Cherry y entra para ayudar a Holly en
la cama.
—¿Estás segura, Holly? —pregunto, no muy segura de por qué ella me querría
aquí.
—No puedo hacer esto, Sy —grita Holly mientras Cherry le saca las bragas
bajo sus piernas para verificarla.
—Necesito que des un puje, Holly. —el Dr. Fry viene a ponerse entre las
piernas de ella, vestido y listo para recibir un bebé.
Sostengo la pierna de ella, y ella toma otra profunda respiración mientras puja
hasta la cuenta de diez de nuevo, esta vez pujando más fuerte.
Incapaz de aguantarme, miro hacia abajo mientras ella puja y tengo una
pequeña mirada de su bebé.
—Necesito pujar. Necesito pujar —suplica ella, pero se las arregla para
aguantar. Sy sigue susurrando palabras de ánimo, mientras Cherry y el Doctor
intercambian un par de palabras acerca de la siguiente pujada.
—Lo hiciste, nena. —Sy besa su cabeza mientras Cherry se mueve para tomar
el bebé, llevando a cabo todos los controles rápidos antes de rápidamente
envolverlo y ponerle pañal. Una vez que el Dr. Fry ha recibido la placenta de
Holly, Cherry se lo pasa de nuevo a ella.
—Oh, Dios, míralo, Sy. —Ella llora, sosteniendo a su nuevo bebé en sus
brazos—. Hola Xzavier Dean —susurra y el nombre es tan adorable y le queda
perfectamente bien.
—Lo estoy haciendo, nena, y es hermoso —susurra él mientras una lágrima cae
86
por su rostro. Tengo que apartar la mirada, dándoles el momento íntimo que
merecen.
—Lo hiciste muy bien, Holly —dice el Dr. Fry después de unos minutos de
ordenar todo.
—Joder, te amo.
—Has llegado tan lejos, Holly. —Una lágrima cae de mis propios ojos cuando
recuerdo el año pasado cuando Holly estuvo en el hospital.
—Lo hemos hecho, ¿no es así? —Ella mira hacia Sy y Cherry mientras pesan a
su hijo.
—Lo mereces, y Xzavier es hermoso —le digo, alcanzando su mano y
apretándola.
—Oh, genial, otro papi motociclista con el que lidiar en la casa club. —La voz
de Jesse hace eco desde la puerta de la habitación, deteniendo todas las
conversaciones. Mierda. Manteniendo mis ojos abajo en mi tablero, lentamente
doy un paso atrás. No estoy lista para verlo hoy, especialmente con todos sus
amigos alrededor.
—Estoy orgulloso de ti, querida —susurra él, pero aún puedo escucharlo
cuando pongo el tablero de Xzavier de vuelta a su puesto y lentamente me retiro.
Si, Jesse podría actuar como el tipo de chico de me-importa-una-mierda, pero
cuanto más aprendo de él, más conozco que no es verdad.
88
—¿A qué hora terminas esta noche? —pregunta Cherry cuando paso la estación
de enfermeras.
—Tú también —le digo y toco el botón del elevador para que me lleve al
vestíbulo principal. Llega en nada de tiempo, pero antes de que las puertas se
cierren, Jesse se las arregla para deslizarse adentro. 89
—¿Apenas interesante? —se burla, entrando a mi espacio y repitiendo mis
palabras hacia mí.
—Te he estado manteniendo despierta por la última semana hasta las tres a.m.
y soy ‘apenas interesante’ —se burla, pero puedo escuchar una pequeña cantidad de
disgusto en su tono.
—Por favor, ¿qué quieres que diga? Oh, está este chico, que solo me llama por
las noches, y este es su gran secreto, y no tengo idea de lo que él realmente quiere
conmigo, oh y me está ayudando a encontrar a mi hermana —le respondo y me
siento estúpida por hablar eso en voz alta.
—Seguro, ¿por qué no? —Él sonríe con la misma sonrisa que usa cuando está
tratando de hacerme reaccionar—. Suena como un tipo agradable. —Se inclina en
mi espacio y desliza sus labios sobre mi mejilla—. ¿Cómo estás, cariño? —Se aleja
esperando por una respuesta, pero todavía permanece cerca.
—Cansada —respondo, deseando que él se aleje y al mismo tiempo se
acerque—. ¿Qué estás haciendo aquí de todas formas? Pensé que visitarías de Holly
por un momento.
—Si has visto a un bebé, los has visto a todos. —Él se encoge de hombros, pero
sé que está lleno de mierda.
—¿Por qué haces eso? —pregunto, haciéndole saber que sé que es pura
actuación.
—¿Hacer qué?
—¿Quién dice que estoy actuando? —Se aleja, una frialdad en su tono.
—Yo —lo desafío, pero no sé por qué. Ambos sabemos que Jesse es un hombre
que se esconde; ¿por qué siento la necesidad de sacarlo en este momento? no lo sé.
Tal vez es mi manera de lidiar con la inquietud de saber lo que está sucediendo
entre nosotros.
—Si lo digo —repite cuando las puertas se abren. Salgo y espero que me siga,
pero no lo hace. Solo se queda allí.
—Todavía estás corriendo con tu pandilla, así que parece que necesitas
recordar algunas de esas lecciones. —Hace un gesto hacia mi chaleco. Mi puño se
aprieta a mi lado. Su molestia a mi club es el golpe habitual que da, así que lo 92
bloqueo. No vine a pelear esta noche. Vine aquí para ayudar a Bell.
—Bueno, parece que las cosas no han cambiado. —Me vuelvo hacia mi madre
y veo un destello de tristeza en sus ojos.
—Lo está intentando, Jesse. —Su voz es suave, pero tiene un tono afilado. Si
no la quisiera tanto, trataría de darle un poco de sentido.
—Sí, puedo decirlo. —Mi sarcasmo es evidente pero ella no hace ningún
comentario.
—Él dejó de beber el mes pasado. —Ella vuelve a hacer la ensalada. Intento no
dejar que la noticia de que mi padre esté sobrio me afecte. Siempre pensé que el
alcohol era el culpable del intenso odio que siempre nos había mostrado a mí y a
mis hermanos, pero escuchar la noticia de que ha estado sobrio durante más de un
mes, que hoy está sobrio, descarta esa suposición.
—Vaya, ¿es el tiempo más largo que ha estado? —Finalmente reconozco la
noticia de la sobriedad de mi padre.
—Él está fuera, una conferencia de policía en la ciudad. —Ella mueve la mano,
sin entender realmente el trabajo de mi hermano. Jay trabaja de forma encubierta,
solo unos pocos saben su verdadero trabajo; mi madre no es una de ellas. No soy
cercano a Jay. Siendo siete años mayor que él, nunca hubo un momento en el que
hiciéramos clic. Para cuando tuvo la edad suficiente para poder pasar el rato de
forma remota, ya me había ido. No podía esperar para salir de este lugar. Fuera del
control de mi padre.
—Esto será divertido —remarco sabiendo que sin Jay aquí, el coronel estará
detrás de mí.
—Bien —concuerdo, odiándome por ello. Haría cualquier cosa por mi madre,
incluso tratar con mi padre imbécil por ella.
—¿Vas a quedarte parado ahí chico, o vas a ayudar por aquí? —Mi padre
rompe el momento lanzándome de vuelta a odiar al imbécil.
—Por eso vengo aquí, ¿no? ¿Una buena comida preparada por mamá? —Le
guiño un ojo a mi madre y paso a mi padre.
—Yo digo que es mentira —grita mi padre, rompiendo su récord por el mayor 94
tiempo que no pierde su mierda.
—John querido, tal vez podríamos jugar otro juego. —Mamá trata de calmar la
situación entre mi actitud y el temperamento de mi padre, pero no creo que haya
ningún retroceso. Una vez más, he logrado enojarlo.
—No, Catherine, no jugaré otra ronda hasta que Jesse admita que está
equivocado —resopla. Es casi ridículo que un ex infante de marina de sesenta años
se enfurruñe como un niño de tres años, pero estamos hablando de John Carter, el
hombre al que no le gusta perder.
—No me equivoco. —Me río, sin rendirme. Quiero señalar que las reglas están
claramente escritas en las instrucciones, si el imbécil las acaba de leer, pero eso solo
lo empujaría más a la ira. Aquí es donde difiero de mis hermanos. Donde cederán
para mantener la paz, no me importa una mierda. El hombre dictó toda nuestra
vida. Me niego a permitirle tener ningún control sobre mí como adulto.
—Creo que deberíamos jugar una ronda de Pictionary. —Mi madre intenta de
nuevo, pero como siempre, simplemente empuja más a mi padre.
—Realmente necesito irme, mamá. Tengo una mierda que debo atender.
—Cuida tu boca, hijo. —Mi padre se pone de pie, empujando su silla hacia
atrás con ira.
—Maldita sea, papá. —Me vuelvo hacia él. Mi paciencia se está agotando. El
viejo maldice todo el tiempo, pero porque lo hago, está mal. Que me jodan. Yo nunca
gano.
—Puede que no respetes las reglas que establezco, pero respetarás las de tu
madre y no utilizarás el nombre de Dios en vano.
—Lo siento, mamá. —Me inclino y le doy un beso en la mejilla—. Gracias por
la cena. Te amo —le digo y retrocedo.
95
—¿Me acompañas, Jackson? —Jackson asiente y se levanta para seguirme.
—¿Por qué te molestas en venir aquí si me odias tanto, hijo? —Su pregunta me
sobresalta por un momento mientras trato de digerirlo. ¿Qué mierda?
—No vengo aquí por ti. Vengo por ellos. —Asiento con la cabeza hacia
Jackson y mi madre. Parte de mí deseaba que fuera diferente. Quizás hace mucho
tiempo podríamos haber solucionado algunos de los problemas, pero él se niega a
reconocer ninguno de nuestros problemas. A reconocer dónde falló. Sabiendo que
mi padre no responderá, sigo caminando afuera, sin decir una palabra más.
—Él jodidamente se está muriendo, Jesse. —Las palabras apenas por encima
de su susurro, peor las escucho claramente. Es como si mi mente hiciera corto
circuito y necesita ser reiniciado. Alrededor de mí, todo se está moviendo
rápidamente mientras me quedo sin moverme en medio de todo.
—¿Qué? —Creo que pregunto, pero no puedo estar seguro sobre el sonido en
mis oídos. No paso por alto la ironía de que en el momento en que decido dejarlo,
me golpean con esta noticia.
—El mes pasado, supe que algo estaba pasando cuando él dejó el alcohol.
96
Asiento, tratando de asimilarlo todo.
—¿Por qué piensas? Ambos no soportan estar cerca el uno del otro.
—Jesse, ¿no ves que lo está intentando? Seguro que lo haces difícil para él.
Joder, si acabaras de relajarte.
—Me tengo que ir, Jackson. —El pánico abrumador comienza a encerrarme.
Arañando mi columna vertebral amenaza con arrastrarme hacia abajo. No puedo
pararme aquí y escuchar cuántas veces la he cagado, cuando al viejo se le perdona
todo.
—Aún no. Obtuvimos una ventaja gracias a la información que Beau recogió, y
estamos trabajando en ello.
Joder, mi padre se está muriendo. No podría decirte cuántas veces deseé que el
hombre muriera. Ojalá no volviera a casa después de una gira. Incluso jodidamente
recé. Y ahora, sabiendo que va a suceder, no sé cómo responder. 97
Capítulo 12
Bell
—Estoy considerando mudarme a maternidad a tiempo completo —le digo a
Lissy por teléfono, mientras mastico la punta de mi lápiz.
—¿Por qué rayos harías eso? Pensé que estabas disfrutando emergencias.
—Así es, pero creo que quiero regresar a la escuela. —Recuerdo las últimas
veces, en las que ayudé en el ala de maternidad. Sé que no es lo que tenía planeado,
pero ahora que he tenido una probada, quiero más. No puedo explicarlo.
—Porque los verás saliendo de vagigis todo el día. Te va a desalentar. —Se ríe,
pero no me molesta.
—Como sea —digo, riendo con lo diferente que somos. Soy la noche. Ella es el
día.
—No. —Suspiro, deseando que los Rebels pudieran darme más, pero no han
encontrado nada aún. Jesse dijo que iba a tomar algo de tiempo. Solo desearía que
el tiempo se moviera más rápido.
—¿Cómo ha estado Jesse? —pregunta ella, sabiendo sobre las llamadas tardes
por la noche y charlas aleatorias durante el almuerzo con Jesse.
—Bell, ¿puedes atender la puerta? —grita Ava desde el baño, luego de que
suena una segunda vez.
—Tengo que irme. Hay alguien en la puerta —digo para despedirme de Lissy,
cerrando mi diario y poniéndolo de regreso en mi mesa de noche. Tomando dos
escalones a la vez, llego a la puerta mientras suena por tercera vez.
—Bell.
—¿Jesse? ¿Qué? —Casi caigo sobre mi trasero cuando veo a Jesse ahí de pie—.
¿Q-qué estás haciendo aquí? —tartamudeo, saliendo al porche y cerrando la puerta
detrás de mí. No me responde, solo permanece en silencio, con un rostro en blanco.
Vacío de cualquier emoción. No lo he visto en semanas, y ahora, al verlo otra vez,
mi corazón late fuera de ritmo. Como le dije a Lissy, sé que todo regresa a la noche
99
que lo desafié luego de que Holly tuviera a Xzavier, pero no quiero preguntar.
Sabía la noche en el elevador que estaba presionándolo un poco, pero no creí que él
se alejaría de mí. Sí, los mensajes de texto continuaron entre nosotros, pero la
cercanía no había sido la misma.
—Bell —dice él, antes de doblarse y poner sus labios en los míos. Mi postura
flaquea, retrocediendo mientras su peso me empuja contra la puerta cerrada.
Todo pasa tan rápido, en un minuto, luce perdido; al siguiente, su boca está
sobre la mía. No lucho con él, mis labios siguen sus movimientos mientras nuestras
lenguas bailan una contra la otra. Es diferente del beso que nos dimos hace
semanas, en el que no he sido capaz de dejar pensar, cuando le dije que sería una
mala idea. Este beso es crudo y atrevido. Incluso si quisiera detenerlo, no creo que
podría. Su peso presiona contra mí, clavándome más en la puerta, mientras su
mano busca mi muñeca y la lleva encima de mi cabeza. Sosteniéndola suspendida.
Él deja salir una respiración temblorosa antes de liberar mi mano y dar un paso
atrás.
—Entonces, ¿por qué viniste aquí, Jesse? ¿Por qué viniste conmigo? —gruño
frustrada. Hablamos cada día. No hemos puesto ninguna etiqueta, pero, ¿qué
quiere él de mí?
—No lo sé, Bell. Mierda, ya no sé nada más. —Se sienta en el mismo columpio
que acaba de patear y tengo que contenerme de no ir hacia él. Si necesita hablar,
puedo hacer eso, solo que no aquí. No cuando mis padres podrían venir a casa
pronto.
—Déjame tomar mi chaqueta y zapatos —digo, dándole todo el control de
nuevo, un efecto de tener a Jesse besándome.
Espero hasta que él acepta y volteo, abriendo la puerta frontal. Cierro detrás de
mí y voy en busca de mis zapatos y una chaqueta.
—No me mientas, Bell. —Se cruza de brazos, como mamá haría, y casi rio.
—Jesse, es un amigo —explico, esperando que no haya visto el beso o pensaría 101
que estoy mintiendo.
—No puedes decirle. —Opto por rogar. Oh, Dios, ella va a chismear. Puedo
sentirlo.
—¿Sabes que esto es ridículo? Tienes veintitrés años. No tienes que preocuparte
por lo que dice mamá. Si solo le haces frente, no puede hacer nada. —Entra en mi
habitación y cae sobre mi cama.
—Lo sé. Es mi culpa. Dejé que sucediera de esta forma. Estoy tratando de
arreglarlo, hacerlo mejor para todos —le digo, y asiente como si entendiera, incluso
si no es así.
—Ten cuidado. —Una sonrisa extraña se extiende sobre su rostro y estoy tan
impresionada de verla en ella, que dejo lo que estoy haciendo para moverme hacia
ella, jalarla para que se ponga de pie y abrazarla.
—No sé que es peor, mamá descubriendo que estoy saliendo con un hombre
mayor, o yo, debiéndote algo. —Su risa hace eco en nuestra casa vacía y se siente
bien finalmente oírla.
—Santa mierda, ¿tiene una moto? —Se ahoga con su grito. Ignoro su ataque y
recojo mi chaqueta.
—Ni una palabra a mamá. —Señalo hacia ella, necesitando saber que cubre mi
espalda.
—¿Qué quieres que le diga si pregunta? —grita, cuando llego a la parte inferior
de las escaleras.
—Sí. Nunca he estado tan segura —admito, y luego retrocedo cuando una
engreída sonrisa conocedora agracia su rostro. Desearía saber qué le sucede, por
qué trata tanto de esconderse tras las sonrisas falsas, pero no lo hago. Todo lo que
sé es que, al venir a mí esta noche, encendió algo en mí.
—¿Has estado antes en una moto, Bell? —Me ayuda asegurando el broche de
mi casco.
—Oh, siempre recuerdas la primera vez, Bell. —Su pobre línea me hace reír.
Estoy tan acostumbrada a ellas ahora. Creo que me enamoro de él un poco más,
especialmente si son extra penosas.
—Jesús, ¿quién eres tú y dónde has estado? —Sacude su propia cabeza, como si
estuviera perdido en el pensamiento.
—Sostente, nena. —Mira hacia atrás, sus ojos seducción pura, goteando
travesura. Me sostengo a ellos, preguntándome qué significa. Tenía razón cuando
dije que este hombre era un enigma. En un minuto, es como si viera a los ojos de
un hombre derrumbándose, luchando con demonios, y al siguiente, está jugando
conmigo.
—¿Traes a todas las chicas por aquí? —bromeo cuando Jesse apaga su moto,
veinte minutos después. Miro alrededor del vacío estacionamiento de Monte
Mirador, el punto para besuquearse bien reconocido de Rushford. He oído las
historias de este sitio, muchas historias.
—Jesse, ¿es seguro aquí? —pregunto cuando el frío en el aire trae escalofríos a
mis brazos.
Mejor dejar salir todo. Además, necesito saber qué lo hizo ir a mí.
—Mi papá está muriendo —deja escapar con prisa, y jadeo por el impacto de
ello.
—Oh, Dios, lo siento tanto. —Me acerco a él, pero levanta sus manos,
deteniéndome.
—El hombre no fue un padre, sino más como un sargento instructor. No estoy
molesto de que esté muriendo, pero oír las noticias jodió con mi cabeza. —Asiento,
insegura de cómo afrontar su confesión. Apenas sé algo sobre la familia de Jesse. Es
un tema del que él no habla mucho en nuestras llamadas nocturnas. Sé que es un
poco cercano con el detective Carter, y que tiene otro hermano, Jay. Su madre es
una mujer dulce, pero además de eso, nada. Recuerdo la tensión en el hospital, con
su padre, cuando Jesse entró con el corte y el pie roto. Podía decir que habían
asuntos, pero nunca fui lo suficiente valiente para preguntar—. Solo, es complicado
y no estaba esperando las noticias esta noche —añadió.
105
—Entiendo —le digo, porque sí sé lo que se siente tener derrumbándose a tu
alrededor todo lo que conoces.
—No sé cómo terminé en tu casa. Solo tomé un paseo y lo siguiente que supe,
era que golpeaba tu puerta. —Pasa su mano a través de su cabello. Si no pudiera
ver lo tenso que estaba, sería capaz de sentirlo.
—No sé qué me has hecho, Bell. Pero estás jodiendo con mi cabeza —confiesa.
Oírlo me hace sentir menos como una tonta enamorada por sentir lo mismo, pero
también me asusta.
—Jesse.
—No digas nada. —Me detiene de decirle que me siento igual—. Solo ignora
que dije eso. —Sonríe inseguro, pero ¿cómo puedo dejarlo pasar cuando es lo que
he estado sintiendo?
—Me siento igual —susurro, observando su rostro por su reacción. Sé que Jesse
no quiere que lo admita, pero no hay razón en mi mente cuando él invade mis
pensamientos cada día—. Si te hace sentir algo mejor, no puedo dejar de pensar en
ti. —Le doy más, esperando que lo sienta menos jodido.
—Eso es lo que temía. —Deja salir un profundo suspiro—. No soy lo que
necesitas, Bell. Yo no tengo relaciones. —Asiento, ya sabiendo lo demás.
—De acuerdo, Bell —acepta él, tomando mi mano y caminando por el camino.
La caminata de regreso a la moto es silenciosa mientras me pierdo en la
compresión de que esta tendrá que ser la última vez que hablamos. No más
mensajes de texto durante la noche, no más apariciones para almorzar en el trabajo.
Necesitamos cortar todos los lazos. Sé que es lo mejor. Solo necesito que mi
corazón lo entienda.
—Un buen hombre no estaría pensando en follarte justo aquí, contra mi moto,
Bell. Preguntándose qué tan bien sabrías bajo mi lengua. O cuán apretado se
sentiría tu coño envolviendo mi polla. —Las palabras vibran sobre un gruñido y mi
estómago se aprieta ante sus palabras. Se acerca, pero no tengo tiempo suficiente
para retroceder antes de que continúe—, un buen hombre no querría inclinarte
justo aquí, en público, ni desearía hacerte gritar. No soy un buen hombre, Bell. Soy
un hombre malo, y necesitas permanecer alejada de mí. —Mi mano encuentra el
asiento de su moto, estabilizándome bajo el impacto de sus palabras. Nadie, jamás,
me ha hablado así antes, y no sé cómo responder.
—Tómame entonces. —Me oigo decir. Insegura de si estoy lista para un trato
de “solo una vez”. Pero, ¿qué oportunidad tengo cuando él me hace desear estas
cosas?
—Jesús, Bell, no digas eso. No hables así. —Su ceño se profundiza con
frustración.
—¿Por qué? Eso es lo que quieres —discuto, dejando fuera la parte de que yo
quiero más. Esto es todo lo que puedo tener.
—No eres una de esas zorras que recojo —replica, pero, bueno, no entiendo.
Esto es lo que él me dijo que podía tener. Lo que él puede dar. Quizás debía ceder a
ello.
—Sé que no lo soy, Jesse. Pero, ¿por qué no puedo tener lo que ellas obtienen?
¿Por qué estás castigándome cuando es lo que quieres?
—Así es, pero puedo decidir qué merezco, Jesse. Puedo decidir a quién dejo
107
entrar. ¿Por qué me lo negarías?
—¿Qué tengo de malo? ¿Mis senos no son lo suficientemente grandes? ¿No uso
tu tono preferido de rubio en mi cabello? —Recuerdo a la mujer que llevó en la
parte trasera de su moto la noche que estábamos en Liquid.
—¡Mierda, no!
—Bien, jódete —maldigo, y me siento sucia por ello. Lágrimas amenazan con
derramarse, pero me niego a ceder a ellas.
—Bell. —Él suspira, pero no quiero su lástima. He vivido en lástima por los
últimos seis años. No necesito más.
—Está bien, Jesse. Entiendo. —Volteo mi espalda, sin permitirle ver lo mucho
que realmente quiero esto. Lo quiero a él.
—Sí, porque si te tomo justo aquí, Bell, no sé si seré capaz de alejarme. —Mi
corazón se salta un latido.
—¿Y esto te preocupa porque...? —Sé que quiere más, pero solo está
negándoselo, a sí mismo y a mí.
108
—Tengo que alejarme, Bell. Es la única forma en la que puedo hacerlo.
—De acuerdo, Jesse. —Intento una sonrisa calmada, pero sé que puede ver la
diferencia.
—Sí, entiendo. Viviste en la decepción tanto que has olvidado dejarla ir. Estás
asustado. Yo he sentido lo mismo, pero la diferencia entre tú y yo, es que puedo ver
por qué alejo a las personas, pero no quiero seguir atascada. Tú entras en mi vida.
Me haces desear que las cosas fueran diferentes, y luego, cuando comienzas a
enloquecer, te alejas. Entiendo.
Observo su mentón sufrir un tic ante mis palabras, y sé que estoy presionando
por una reacción. He visto a Jesse de muchas maneras, pero molesto no es una de
ellas. Sé que estoy siendo dura con él, golpeándolo directo, pero el horrible rechazo
está estimulándome.
»Joder, Bell —gime, sintiendo lo mojada que estoy—. Pequeña perra sucia.
Estás jodidamente empapada —gruñe y el sonido va directo a mi núcleo.
—Eso es, nena, folla mis dedos. —Desliza un segundo dedo. No es como nada
que sentí antes. El calor construyéndose desde el interior, la electricidad
recorriendo bajo mi piel. Una ola de emoción, una calidez construyéndose de
adentro hacia afuera, amenaza con inundar a través de mí y no hay forma de
detenerlo.
—Jesse, hay algo... —Jadeo, incapaz de sacar todo—. ¡Oh, Dios! —Lanzo mi
cabeza hacia atrás, en éxtasis, mientras mis dedos se hunden en su chaleco de
cuero—. Sí —grito, mientras el calor me cubre, llevándome en un paseo infernal.
Mi cabeza gira y mi rostro se siente adormecido, pero no puedo pensar en nada de
eso, porque Jesse continúa bombeando en mí, enviándome a un estado frenético.
—Santa mierda, cariño —gime Jesse, ralentizando sus dedos mientras regreso a
110
mí misma.
—Oh, Dios, lo siento tanto. —Me apresuro a decir, sin estar segura de que
acaba de pasar. Quiero decir, me he tocado antes, y me llevé al orgasmo, ¿pero
esto? Esto estuvo en otro nivel.
—Voltea e inclínate sobre la moto, ahora —ordena él, e incluso cuando una
pequeña parte de mí no quiere que suceda así, no puedo evitar hacer lo que se me
dijo. Giro y enfrento la motocicleta, sintiendo a Jesse deslizar hacia abajo mis
pantalones y bragas.
—Dime que me detenga, Bell —ruega Jesse detrás de mí, pero no sé cómo
hacerlo. No sé cómo decírselo.
Grito con incomodidad ante la intrusión que me estira más amplio que antes.
Agudo dolor me congela. Mi cabeza gira, mi cuerpo vibra, y mi corazón se acelera,
mis sentidos toman vida. Oh, Dios, está ocurriendo.
—¿Sí? ¿Y cómo conseguiste eso? —Su tono me hace enojar, pero estoy clavada
a una moto y actualmente enlazada a su polla, así que no puedo moverme.
—Me botó porque no estaba lista. Entonces, varias semanas después, Paige
desapareció y nunca estuve en una situación en la que he estado lista.
—Solo fóllame, Jesse —le digo, más lista que nunca. Llegué así de lejos. Ya no 112
soy esa chica. Puedo manejar esto.
—Jesús, Bell, no creo que alguna vez se haya sentido tan bien —susurra en mi
oído, la necesidad y el deseo atravesándome. Su mano se mueve alrededor de mi
parte frontal y encuentra mi clítoris. Su ritmo acelera y el calor que sentí cuando me
metió sus dedos regresa, solo que esta vez, estoy preparada.
Los gemidos de Jesse se vuelven más fuertes, contra el aire tranquilo. Una
mano a mi lado, sus dedos mordiendo en el lado de mi piel, sosteniéndome estable
mientras empuja, una, dos y tres veces antes de detenerse completamente. Me
quedo quieta, mi cuerpo doliendo en una extraña mezcla de fatiga y excitación,
mientras mi coño palpita con Jesse aún dentro de mí. Sus dedos mantienen su
ritmo y ahora que ya no está moviéndose en mi interior, puedo concentrarme en su
toque, y permitirle apoderarse de mí.
—Vamos, nena. Necesito que te vengas. —Su aliento caliente casi me empuja,
pero por alguna razón, no puedo llegar allí—. Ahora, Bell —exige, y es todo lo que
necesito para ceder. El calor estalla a través de mí, empujándome en un estado de
goce que nunca supe que existía.
—Eso es, nena —me alienta, aun provocándome con sus dedos. Mi orgasmo
frena, mi mundo regresa a mí. 113
—Oh, Dios —digo, cuando recupero los cinco sentidos.
»¿Qué demonios, Bell? —Su rostro cuenta la historia de lo que estoy a punto de
recibir.
—No es la gran cosa, Jesse. —Trato de restarle importancia, pero por la mirada
en su rostro, puedo decir que no va a permitir que suceda.
—Sube a la maldita moto —dice, sus rasgos cerrándose. La euforia deja mi
cuerpo y en su lugar, el temor se forma. ¿Qué acabo de hacer?
114
Capítulo 13
Jesse
Virgen.
Cuando dije que iba a ir al Infierno, debí haber dicho que lo haría sin un boleto
de vuelta. Soy un idiota por tomarla, la forma en que la tomé y la manera en que
115
reaccioné.
Maldito infierno.
Pude haberme detenido tan pronto lo noté, tan pronto como ella gritó.
Cualquier hombre decente lo habría hecho, pero su calor apretado cubriendo mi
polla cuando estaba profundo hasta las bolas... no había forma de que estuviera
dispuesto a dejarlo. Debí haberlo notado cuando se vino sobre mis dedos, o antes,
cuando enloqueció diciendo que no era como otras mujeres con las que estuve.
Pero no lo hice. Sabía que no tenía experiencia, pero no tenía jodida idea de que era
virgen. Estaba demasiado ocupado pensando con mi pene.
Jódeme.
—¿Por qué diablos haría eso? —Ralentizo mi moto, así puedo oír su respuesta.
Maldito Jesús.
No respondo. Solo continúo nuestro viaje en silencio. Varios minutos después,
freno a una calle de la casa de Bell y espero que se baje.
—Yo... umm, lamento no haberte dicho. —Baja la mirada a sus pies. Sé que
necesita algo de mí, que le muestre que lo que acaba de pasar no fue un error, pero
estoy luchando para hallar una forma de dárselo.
—Sí, claro. —No levanta la mirada, sino que gira para hacer su camino por esa
calle.
—Y también vamos a hablar sobre que te dejé aquí —añado, molesto de que
sea esto lo que necesite hacer.
***
—Reunión del club en cinco. —Nix entra molesto como siempre. Desde que
Kadence y él comenzaron a tener problemas, el idiota ha estado jodidamente de
mal humor. Sé que Kadence está en un buen lugar. Le hablé la semana pasada,
luego de dejar a Bell en casa. No regresé a la casa club. Estaba demasiado jodido,
sabiendo que tomé la virginidad de Bell, así que fui a casa de Nix. Si soy honesto,
solo quería ver a Low; la linda niña ha hecho su camino a mi corazón, algo así
como lo hizo Bell. No que fuera a admitírselo a alguien.
Kadence estaba sola en casa, con los niños, Nix estaba en la casa club, y
charlamos un poco. Estuvo en un mal lugar por un tiempo, pero la mujer fuerte que
conozco desde hace cinco años, luego de recuperarse de sus quemaduras, estuvo en
su camino de nuevo.
Ella sabía que algo me sucedía, pero no presionó. Me conoce demasiado bien.
Decidí, más tarde esa noche, que dejaría pasar algunos días antes de contactar a
Bell. Sí, probablemente es un movimiento de mierda, y uno del que me podría
arrepentir, pero la maldita me mintió, me permitió degradarla en la parte trasera de
mi moto, y ahora tengo que vivir con esa mierda.
—Beau no está aquí aún —dice Brooks, tomando un asiento frente a mí.
—Tenía que recoger algo, pero Tiny dice que aún no se presenta —explica
Brooks.
Beau, como todos los chicos, es requerido a presentarse a tiempo, pero, por
alguna razón, no podemos contactarnos con él.
—No lo viste con Mackenzie. Nunca antes lo he visto así —dice Sy, y pienso
de nuevo en todas las entregas en las que estuve con Beau. Sí se involucra, pero
nunca como con Mackenzie. Mackenzie era una mujer que Beau y Sy salvaron el
año pasado. Luego de uno de los bastantes golpes de su jodido esposo idiota, se
contactó por ayuda y trató de alejarse. Solo que ser la hijastra de un alcalde
corrupto lo hizo difícil de hacer. Ahí es donde tomamos parte. Los Rebels y Tiny
establecieron un encuentro. Teníamos que entrar y sacarla de allí sin ser vistos. Solo
que las cosas se vieron jodidas, y cuando los chicos finalmente fueron capaces de
sacarla, fue luego de que su idiota esposo le hiciera un jodido número. Los chicos
fueron vistos y eso trajo calor al club. Su esposo sabía quiénes éramos y comenzó
una campaña para derribar a los Rebels, yendo tan lejos como para amenazar a
Holly a punta de un cristal. Fue arrestado luego de que Sy terminó con él, pero el
bastardo corrupto salió con condicional. Tenemos nuestros ojos puestos en él,
asegurándonos de que no tenga ninguna idea, y hasta ahora, no ha sacado ninguna
mierda.
—¿Crees que este nuevo trabajo está molestándole? —pregunta Nix. El club ha
tomado un gran rol al ayudar a Tiny a sacar a mujeres de hogares abusivos, siendo
Beau el principal sujeto que se encarga de ello.
—Está aferrándose a algo que podría estar demasiado cerca de casa. Creo que
el asunto con su hermana lo jodió. Está reviviéndolo una y otra vez, y va a estallar,
mierda. Puedo verlo —dice Brooks, dando su opinión.
—Llega tarde para una reunión. Probablemente, tiene una razón perfectamente
buena. Joder, no perdamos la cabeza. —Nix sacude la cabeza. Estoy de acuerdo.
Beau podría estar muy involucrado a eso, pero nunca pondría en riesgo el club.
Simplemente no lo haría. 118
—Hunter, dirígete al punto de reunión. Mantén actualizado a Tiny. —El
novato se levanta y asiente, yéndose sin hablar.
—Oye, solo digo. Yo no estoy atado. No tengo que lidiar con una esposa
cansada y niños gritones. Debe ser duro. No sorprende que sean todos bastardos
cascarrabias.
—Cierra la puta boca, Jesse. No tienes idea. —Nix se frota la cara.
—Jesse, te sugiero que cierres la puta boca, ahora mismo —advierte Nix, pero
es lo que hago. Lo jodo y lo observo perder su mierda. Es nuestra cosa.
—Woa, Woa. —Sy trata de alejar a Nix, pero la mirada en sus ojos muestra
que está a punto de explotar. No creo que pueda ser calmado con palabras.
—¿Me pasé? —pregunto, lanzándole la sonrisa que uso cuando sé que estoy
profundo en mierda.
—Entendido, pero solo quiero decir que no sabía que Kadence se estaba
119
resistiendo ante ti. —Envío un golpe final, arreglando mi chaleco desacomodado.
—Jesse, lo juro por el maldito cristo, ¡VETE de aquí, mierda! —Su poño baja
en frente de él. Me encojo de hombros, riéndome mientras me voy.
Tiny es un hombre enorme, a pesar del nombre. De pie, al menos tiene dos
metros, el hombre podría sobrepasarnos a Beau y a mí.
—Si lo ves por ahí, dile que Nix quiere verlo. —Me pongo de pie, sabiendo que
no me dará nada. Está molesto, también con buena razón.
—Si tú lo ves, dile que no obtendrá información de la chica Paige hasta que
recobre su mierda.
—Mierda.
—Sí, no eran las noticias que esperaban, pero tenemos un rastro, así que ahora
trabajamos para derribar a este bastardo. —Asiento. Tiene razón. Idiotas como ese
no merecen estar vivos.
—Te contactaré cuando tenga más. —Se pone de pie y deja caer varios billetes
sobre la mesa—. También resuelve lo de tu otro hermano. El bastardo se está
poniendo demasiado personal. —Se voltea y se va.
Tiene razón. Parece que Beau está volviéndose demasiado cercano, pero
conociéndolo, no hay caso en decirle. Necesita salir de esto por su cuenta.
121
—¿En qué mierda estabas pensando, Beau? —grita Nix, cuando entro de
regreso a la casa club, treinta minutos después. Una mujer pequeña, con un rostro
arruinado, se sienta en el sofá, con un bebé en su regazo.
—La tomé del supermercado —dice él, tan calmado que no puedo evitar el
estallido de risa que escapa de mi boca.
—¿Te oyes? Qué jodido es esto. No necesitamos más mierda en nuestra puerta.
—Nix pasa su mano a través de su cabello.
—Llévala al refugio. Haré que Kadence junte suministros, y Jesse, puedes dar
seguimiento mañana —ordena Nix y asiento—. Contáctate con Tiny tan pronto
como se pueda, y sáquenla de Rushford. —Beau asiente esta vez, de acuerdo con el
plan—. Correcto, tengo mierda que hacer, entonces tengo que ir a casa con mi
esposa. ¿Alguien más tiene algo que decirme ahora? —Nix mira alrededor de la
habitación, a nosotros. Ahora no sería el mejor momento para informarles sobre la
información de Tiny, así que mantengo mi boca cerrada. Hablaré con Beau
mañana.
—Bien, manténgame informado. —Nos despide cuando nadie tiene nada que
decir.
—Cierto, tengo que ir a Liquid. Lo de los suministros será lo primero —le digo
a Beau, mientras él busca a la mujer y al niño.
—Organizaré una llamada con el Doc cuando lleguemos allí —responde Beau.
—Siempre. —Asiente, y mientras que sé que Beau podría estar luchando con
alguna mierda jodida, sé que aún cubre la espalda del club.
123
Capítulo 14
Bell
—¡Lo follaste! —Lissy prácticamente se atraganta con su trago mientras trata
de no tener un ataque mientras desayunamos.
—Sí. —Lo mantengo como un hecho. No quiero que ella piense que es más de
lo que realmente es.
—¿Vas a mantener la voz baja? —Golpeo su brazo, esperando que nadie pueda
escucharla.
—Correcto, eso es todo. Estoy fuera de aquí. —Me pongo de pie y recojo mi
bolso.
—¿Fue bueno?
—Fue agradable. —Me cuesta encontrar las palabras correctas. ¿Cómo explicas
tu primera vez con un hombre como Jesse?
—¿Agradable?
—Lo odiaste —acusa y tengo que contener mi necesidad de discutir con ella.
No lo odié todo, y eso es lo que lo empeora. Soy sucia como dijo Jesse.
—No lo sé. Es diferente, ¿de acuerdo? ¿Podemos dejar de hablar de eso ahora?
No lo volveré a ver.
—¿Por qué demonios no? —Su voz se eleva de nuevo y presiono mis labios, 125
deseando que mi frustración no grite.
—Jesse. No le interesa nada más. Sabía que iba a lo que él quería. Simplemente
es lo que es.
—Él no sabía que yo era virgen —le susurro, necesitando que ella sepa la
verdad antes de que lo juzgue.
—Muy bien, lo siento. Sin sermones. —Ella asiente con la cabeza. Solté un
suspiro cuando ella estuvo de acuerdo. Lo último que necesito es un sermón de
Lissy.
—Oh, lo estás.
—Te dijiste que era cosa de una vez. Entonces, ¿qué es lo que realmente está
sucediendo? —Sus cejas se fruncen de la forma que sé que no se está rindiendo.
Sabía que desviar no me llevaría a ninguna parte. Ella está demasiado al tanto para
mí.
126
—Es solo que antes de irse, dijo que hablaríamos sobre lo que sucedió, y no he
tenido noticias suyas. —Me rindo y le hago saber lo que realmente me tiene
inquieta.
—Oh, Dios, es verdad. —Jadea, su mano se mueve hacia la mesa frente a ella.
—Me pregunta cómo estoy. —Releo el mensaje, mis ojos escanean a todos y
cada uno de los caracteres.
—Ja, ja. —Puse los ojos en blanco y volví a mirar el mensaje, tratando de
descubrir cómo responder. Por un lado, me siento aliviado de que finalmente se
haya puesto en contacto conmigo, pero por el otro, estoy molesta de que haya
logrado convertirme en esta persona desesperada y necesitada—. Esta no soy yo —
digo finalmente y bajo mi teléfono.
—Bueno, tienes más fuerza de voluntad que yo. Un hombre como Jesse me
envía un mensaje, preguntándome cómo me siento después de un trato de una
única vez, me gustaría escribir ese mensaje, lista para funcionar. —Chasquea los
dedos y ruedo los ojos.
JESSE: ¿Tocándote?
Los mensajes de texto continúan llegando. Mi rostro se calienta ante su
insinuación y rápidamente le contesto.
YO: No.
JESSE: Hazlo.
—Sí —digo sin aliento, y comienzo, dejando que el sensual acto se haga cargo. 129
—Joder, cariño —gime e incluso con la distancia entre nosotros, tiene el mismo
efecto como si estuviera él aquí tocándome—. ¿Estás mojada? —Si no lo estuviera,
lo estaría ahora por la forma en que él pregunta.
—En mi cama.
—Sí.
—Bien, ahora imagíname allí, mi cabeza entre tus piernas, follándote con mi
lengua.
—Eso es, nena. Mi lengua lame tu clítoris mientras mi dedo te perfora, una y
otra vez. Te vienes por toda mi cara, tus jugos me cubren la lengua. Puedo probarlo
ahora. Dulce. Tan jodidamente dulce.
—No te detengas, Bell. Quiero escuchar lo que te hago. —Las palabras de Jesse
flotan, empujándome más y forzando una ola de explosión dentro de mí.
130
—Jesse —grito, queriendo complacerlo.
—Sí, nena —se queja—. Joder, Bell —maldice antes de dar un gemido. El
sonido de su llegada me lleva de vuelta a la primera noche cuando lo llevé al
orgasmo.
—Joder, nena —gruñe Jesse, siguiéndome a nuestra propia esfera inducida por
el sexo. Las inhalaciones agudas de aire se comparten entre nosotros. Nuestra
respiración se convierte en los únicos sonidos cuando volvemos a nosotros mismos.
—Esa es la segunda vez que me haces venir con un trabajo manual, cariño. —
Se ríe y me encanta cómo suena. Es la única vez que siento que realmente está
siendo él mismo.
—Lo siento, Jesse. Solo me haces perder la cabeza. Quería decirte, pero solo…
—Me callo porque ¿qué más puedo decir?
—Debiste haberme dicho. ¿Sabes que tan jodido es? Tomando eso de ti, sin
respeto. Follándote en mi moto, Bell. Ya sé que soy un idiota, pero jodidamente
llevarlo ahí.
131
—Lo sé, lo siento, solo… solo no quería que dijeras que no. Quería que fueras
tú.
—Mereces más que eso, Bell. Jodidamente mereces una cama —dice él con un
gruñido y lo puedo escuchar acelerado. No quiero terminar esta llamada tan
pronto.
—Tú piensas que eso es lo que quiero, pero solo te quería a ti, Jesse. De
cualquier forma que me lo dieras, lo quería —admito y espero que no me aleje.
—Eres malas noticias, Bell, pero por mi vida, no puedo mantenerme alejado.
—Sus palabras me sorprenden pero no me disuaden.
—Veo a un hombre luchando una batalla que nunca ganará por sí mismo. No
tienes que fingir frente a mí, Jesse. Nunca te pediría eso.
—Hay mucha mierda que no sabes, Bell. —Se aclara la garganta. Un escalofrío
se mueve lentamente sobre mi piel con su revelación.
—Es el día de San Valentín. —Por supuesto, Jesse Carter no sabe qué día es el
día de San Valentín.
Me río.
—Jesse.
—No, Bell. Estás empujando mis límites. Es justo que yo empuje los tuyos
también. —Asiento con la cabeza en el teléfono porque ¿cómo discuto con eso?—.
¿Me entiendes? —presiona.
—Sí, te entiendo, Jesse. —Sé que tiene razón, y si no fuera por Jesse, no estaría
aquí, dando este paso.
—Bueno.
133
Capítulo 15
Jesse
—Oh, por el amor de Dios. —Nix sale al corredor, pateando un banquillo fuera
de su camino.
—¿Qué tiene tus bragas retorcidas? —Salgo del sofá y me paro junto a ellos. Si,
tiene una mecha corta en los mejores días, pero hoy está nervioso.
—Siempre está... —Brooks asiente hacia mí, pero mantiene sus ojos sobre Nix.
—Así que, finalmente me necesitas. —Me rio, volteando hacia Nix, listo para
restregárselo.
—Sí, ¿por qué no? Estás desesperado. Todos están fuera u ocupados —repite
Brooks mi pregunta, sus sonrisa tan amplia como la mía.
—Mierda —bufa, sabiendo que soy todo lo que tiene—. Bien. —Hace una
pausa, y se toma un minuto—. ¿Puedes cuidar a los niños, Jesse? —Una sonrisa se
desliza en mi rostro y destella en su dirección. Ambos sabemos que pedirlo lo
molesta.
—Tengo una cita, pero... —Me encojo de hombros, sabiendo que mi club y
familia, siempre van primero.
135
—No.
—Hola cariño, soy yo. Llámame cuando escuches esto. —Cuelgo y espero que
lo haga pronto. Odiaría hacerla prepararse y luego no aparecerme.
—He estado tratando de meterme en sus bragas ya que Holly recibió el disparo.
—Lo desvío para salvar las apariencias. Sé que mis hermanos creen que soy un
jugador, y lo soy, o era. Mierda, ni siquiera sé qué está pasándome, o a nosotros,
pero sé que Bell es diferente.
136
—No creo haberte visto nunca trabajando tan duro. —Se ríe, y tiene razón. Yo
no persigo o trabajo duro. Entonces, ¿por qué Bell?
No tengo respuesta correcta, pero sé que no estoy listo para dejarla ir, al menos,
no aún.
—Tío Jesse. —Z corre para verme cuando entro a través de la puerta de la casa
de Nix y Kadence más tarde esa noche.
—Lo siento, lo siento, lo olvidé. —Mis manos se elevan, sin querer molestar al
pequeño. Atrapo la mirada de Nix y le doy un ligero cabeceo.
—Cállate y dame a mi niña. —Extiendo mis manos por Low. Ella chilla con
emoción cuando me ve.
—Hola, Low bebé, dile a papi lo mucho que amas al tío Jesse. —Soplo una
trompetilla en su vientre, tratando de hacerla reír.
—Diez minutos, Kadence, o vamos a llegar tarde —grita Nix desde la parte
inferior de las escaleras.
—No sé mucho sobre citas, ya que solo soy un niño, pero no creo que debas
hacer eso —dice Z, y voy a tener que estar de acuerdo.
—Sí, concuerdo contigo, amigo. —Choco puños con Z. El chico está listo, va a
ser un mujeriego para el momento que termine de educarlo.
—Yo los cuido, Kadence, todo bien. —Sacude su cabeza tan rápido que me
preocupa que algo se escape, pero no comento de nuevo.
—¿Estás bien, Nix? —pregunta ella, recogiendo su bolso. Sé que esta noche es
lo que ambos necesitan, así que no quiero molestarlos esta noche.
—Lo sé, lo sé. —Se inclina y besa a Low—. De acuerdo, vamos. —Se mueve
hacia Z, besándolo brevemente—. Llámanos si necesitan algo.
—¿Por qué no tienes una cita esta noche, Jesse? —pregunta Z luego de unos
minutos de jugar el juego.
—Porque estoy aquí contigo. —Sonrío, incluso cuando deseo estar con Bell.
Cuando Bell me llamó más temprano, acababa de salir del trabajo. Se tomó con
calma la noticia de que cancelaría, pero me dijo que estaba ocupada mañana y no
sería capaz de verme hasta el lunes.
Me estoy pateando por dejarla sola tanto tiempo para sacar mi cabeza de mi
culo.
—¿Quieres pizza, Low? —pregunto, apretando uno de sus botones, que tiene
una mierda de canción como “ABC”.
—Eres tan genial, Jesse —anuncia Z, antes de que la llamada sea respondida y
un pequeño dolor retuerza mi estómago, preguntándome, si tuviera un hijo, ¿él
pensaría eso? ¿O nuestra relación sería como la que tuve con mi padre? Esa clase de
preguntas contiene muchos quizás, y es la misma razón por la que nunca quiero
descubrirlo. No quiero ser nunca como ese hombre.
»De acuerdo, eso es todo. —Me pongo de pie y decido simplemente pasar por
ahí. Escribiendo el mensaje, le digo que estaré ahí en diez minutos. No espero una
respuesta, solo salgo hacia mi moto.
—¿Qué demonios, Jesse? —Me empuja y sale afuera—. ¿Por qué estás aquí? —
Su boca fuerza una sonrisa, pero sus ojos no hacen el mismo esfuerzo.
—Te dije que está bien. Entiendo —dice ella, pero por la forma en que actúa
ahora, no parece bien.
140
—Lo sé, pero quería compensarlo. —La jalo hacia mí. La necesidad de besarla
ahora que está en frente de mí es demasiado para ignorarla.
—Es el cumpleaños de Paige. Tenemos una cosa familiar para ella, ya sabes...
—Se va apagando.
Mierda.
—Lo siento —susurra ella, y desearía poder sostenerla, decirle que todo está
bien, pero sé que es demasiado para que ella asimile en este momento.
—Te hablaré más tarde. —Le guiño un ojo y regreso por los escalones del
poche, deseando que me hubiese llamado y me dijera. Pero no lo hizo y entiendo
por qué. Por eso es difícil alejarme de ella. Entiendo lo que ella necesita, igual que
ella lo hace por mí. Solo desearía poder ayudarla, como ella parece ayudarme.
Capítulo 16
Bell
—¿Quién era en la puerta, cariño? —pregunta mamá cuando regreso a la
cocina.
—Ahh, solo un amigo. —Lo desestimo, no estando lista para decirle sobre
Jesse. Casi le digo ayer sobre él, pero cuando recibí el mensaje de que había tenido
que cancelar por asuntos familiares, evite llamar. No estaba segura si Jesse se estaba
retirando o si realmente tenía un drama familiar, pero intenté que no llegara a mí.
En vez de eso, me quedé con Ava viendo lamentables películas de romance e
intenté olvidar que el cumpleaños de Paige se acercaba.
—Oh, deberías haberlo invitado a entrar. —Ella vuelve a decorar el pastel, sin
darse cuenta de mi estado de pánico.
141
—Estaba solo de pasada, no podía quedarse. —Mi mirada viaja hacia mi
hermana y la atrapo observándome.
—Bell, ¿puedes correr e ir por tu papá? El pastel está listo —me pide mamá,
perdiéndose la conversación sin palabras entre Ava y yo.
—Seguro. —Sonrío la más grande sonrisa que puedo conjurar. Odio esta parte
del día. Entiendo que es importante recordar a Paige, pero solo siento que algunas
veces necesito recordarla yo sola. Pasar el rato con los demás fingiendo que todo
está bien puede ser extenuante.
—No lo estás, pero lo entiendo. —Se detiene y se gira para mirarme—. Sé cuán
difícil es para todos el día de hoy. Todos necesitamos sentir dolor y recordar a
nuestra propia manera. Dame quince minutos y te sacaré de aquí —susurra
mientras mi mamá lleva el pastel a la mesa. Quiero caer en su abrazo, y decirle
cuanto necesito eso, pero no lo hago. No puedo.
—Bien —dice mamá con una voz temblorosa—. Todos acérquense. —Ella nos
hace señas. Papá me guiña y me hace señas para que avance—. Feliz cumpleaños,
Paige, donde sea que te encuentres, pequeña. Estamos pensando en ti y te amamos.
—Ella enciende la vela y todos cantamos tranquilamente—. Feliz Cumpleaños. —
Mi mamá se quiebra cuando sopla a la vela y mi papá va a confortarla. Él me da un
guiño saliendo de la cocina y dirigiéndose hacia arriba por las escaleras hacia su
habitación donde él probablemente pase las próximas horas sosteniendo a mamá
mientras se deshace.
—¿Ahora vas a salir? —le pregunto a Ava mientras coloco el pastel en la nevera
y ordeno la cocina. Ella se queda quieta en la mesa mientras papá se lleva a mamá, 142
sin moverse.
—Creo que solo voy a ir a ver algo en la televisión. —Se pone de pie y sale,
dejándome sola. Contemplo en ir con ella, pero papá tiene razón. Todos
necesitamos nuestro duelo y recordarla a nuestra manera.
Conduzco pensando en cómo fue crecer con Paige, y que solíamos hacer en
nuestros cumpleaños. Paige y yo éramos cercanas. Ella es solo un año mayor que
yo y éramos como mejores amigas. Compartíamos habitación, nos decíamos todo.
Ese es el porqué sé que no huyó. Ella nunca huiría de mí. Era feliz. Habría sabido si
algo sucedía. Nunca estuve de acuerdo con la idea de la policía. Solo sé que ella no
lo haría. En el principio, pensé que solo regresaría a nosotros. Despertaríamos un
día y estaría de vuelta. Pero cuando los días se convirtieron en semanas y las
semanas en meses, luché una batalla interna preguntándome si estaba viva o
muerta. El no saber siempre es peor. Y la mayoría de los días, oro que no esté
pasando por algún dolor, y si está muerta, deseando que quienquiera que le haya
quitado la vida, lo haya hecho rápido. Tal vez me hace mórbida y tal vez
equivocado, pero el pensamiento de algo más hace que mi estómago se revuelva. Si
pudiera cambiar lugar con ella, lo haría. Si pudiera salvarla, lo haría.
Después de lo que se siente como horas, me encuentro conduciendo por la
entrada de grava del complejo de los Knights Rebels. Estaciono mi coche y solo me
quedo sentada e intentando averiguar qué estoy haciendo aquí.
—¿Solo vas a quedarte ahí sentada todo el día o vas a entrar? —La voz de una
mujer me saca de mis pensamientos con un golpe en la ventana.
—Estoy bien. ¿Y tú? ¿Cómo está bebé X? —pregunto, acariciando la mejilla del
bebé.
—Umm, bien, estaba esperando ver a Jesse. —Miro hacia la puerta principal,
143
preguntándome si crucé alguna línea viniendo aquí.
—Oh. —Una sonrisa burlona se hace cargo y puedo decir que quiere
cuestionarme, pero lo retiene—. Entra. —Se gira y me espera a que la siga. Salgo de
mi coche y camino en silencio hasta que apenas cruzamos la puerta.
—Oye, está bien. Puedo ver que estás enloqueciendo, pero llegaste tan lejos.
No renuncies ahora —razona y me rindo a ella; sabe cómo hacerme sentir
tranquila.
—Kadence, trae tu culo aquí —grita, y unos segundos después, Kadence asoma
su cabeza en la esquina.
—De hecho, acabo de recordar que dejé algo en el coche. —Me giro para huir
de aquí.
—¿Bell? —La voz de Jesse me detiene antes de que pueda rodear la esquina.
—Oh, la enfermera Bell tiene boca sucia —dice Kadence, y es oficial, este fue
un mal error.
—¿Qué haces aquí? —Su pregunta no suena enojada o molesta, solo curiosa.
—¿Qué necesitas Bell? —Jesse se acerca más, bajando su voz. Sin juzgar, solo
ofreciéndome sea lo que yo necesite.
—Yo, umm, no tenía intención de venir aquí. —Él se acerca más y mis
lágrimas comienzan a picar mientras trato de retenerlas.
—No estarías aquí si no fuera tu intención. —Él toma mi mano y tira de mí
dentro de sus brazos—. Bell, háblame —susurra, pero no necesito hablar. Solo
necesito ser sostenida.
Es gracioso, nunca he sido sostenida así antes, confortada por alguien además
de mis padres y amigas. Esto se siente diferente, como si su fuerza pudiera
sostenerme toda la noche. Nunca he sentido nada así antes. Las personas que me
han sostenido en el pasado, siempre han querido sostenerse a sí mismas. La forma
en como Jesse me sostiene, es como si mi cuerpo confía en darle todo lo que he
retenido. Dejar a los demás afuera de la situación tomando lo que no puedo
sostener.
—Me tienes, Bell —dice, acercándome más a él mientras se acuesta junto a mí.
—Su cumpleaños se vuelve más y más difícil con el paso de los años —digo, y
sé que no tengo que explicarle nada más que eso. Él entiende.
—Ahhh, cariño. —Él me sostiene un poco más fuerte mientras mis lágrimas
145
salen, y sé que no debería permitirlo, pero me hace enamorarme un poco más de él.
—Bell, conoces a Nix, Sy, Holly y Kadence. —Jesse señala las caras con las
que estoy familiarizada—. Este hijo de puta feo es Beau. —Primero le hace un
gesto a un hombre con el pelo largo que está recogido en una pequeña cola de
caballo. Lo recuerdo de la primera noche que estuve aquí. Solo a la luz del día, no
parece tan aterrador.
—¿Estás bien, Bell? —pregunta Holly, mirándome con curiosidad. Ella vio mis
lágrimas antes de que Jesse me llevara a su habitación, y me alegra que esté
preocupada por mí.
—¡Mierda! ¿Lo acabas de ver? —pregunta Nix, y las sonrisas se dividen en las
caras de Kadence y Holly. ¿Ver qué?
—Se los dije jodidamente. Todos ustedes me deben diez dólares —dice Sy,
sopesando y ahora estoy completamente perdida.
—Nos vamos de aquí. —Se inclina y toma mi mano, levantándome para estar
con él.
—Sí, tengo que estar en alguna parte —dice mientras comienza a arrastrarme
de regreso. No lucho contra él, su control sobre mí es duro y desesperado.
—No hables con esos imbéciles —gruñe Jesse, provocando otro rugido de risa
mientras me lleva por el pasillo de regreso a su habitación.
—Nada, solo necesito estar dentro de ti, ahora mismo. —Me acompaña a la 147
cama y me empuja hacia atrás. Aterrizo en un chillido, pero su boca desciende a la
mía antes de que pueda protestar más.
—Joder, siempre tan mojada, Bell. —Sus ojos giran en su cabeza como si lo
estuviera disfrutando más que yo, a pesar de que aún no lo he tocado.
—Siempre tan lista. —Sus ojos arden de excitación cuando las comisuras de su
boca se inclinan, listos para estallar en una sonrisa de complicidad.
—Solo para ti —concuerdo mientras sus labios se mueven por mi cuello sobre
mi clavícula y sobre mis senos antes de que salpique besos en mi vientre.
Finalmente, él respira hondo sobre mis bragas de algodón.
—Jesús, Bell, me voy a venir antes de que siquiera pueda saborearte —dice, y
la anticipación de su toque es demasiado.
—Por favor, Jesse —le suplico mientras desliza mis bragas por mis piernas.
—Extiéndelas para mí, chica sucia —ordena, y como cada vez que manda,
hago lo que me dicen, abriendo más las piernas para exponerme a él.
»No te escondas, Bell. Quiero que veas cuán jodidamente perfecta eres —
susurra, sosteniendo ambas manos mías a mis costados. Su rostro se mueve entre
mis piernas y mi corazón se acelera.
—Te tengo, Bell —promete y le creo. Trago más allá de mi inquietud cuando
sus dedos me aprietan la mano y su cabeza desciende.
—Oh, Dios. —El calor de su lengua mientras toca ligeramente mi clítoris hace
148
que mis caderas se muevan de frenesí. Su agarre suelta mis manos y se mueve hacia
mi estómago, empujándome de regreso a la cama.
—En serio, no quiero que esto termine. —Me escucho proclamar mientras el
calor se acumula desde mi núcleo.
—Hmmm. —Su voz retumba cuando mis manos tiran más fuerte, mi orgasmo
avanza a toda velocidad.
—Oh, Dios, voy a hacerlo. —Jadeo, y mis caderas se hacen cargo, moviéndose
al ritmo de su boca.
—Ahora. —Su voz profunda y ruidosa ordena antes de insertar un dedo y
bombear dentro de mí.
—Cariño, si pudiera sentarme y verte deshacerte todos los días, moriría como
un hombre feliz —murmura, colocando sus labios suaves y húmedos contra el
interior de mi muslo, sobre mi estómago, subiendo a mi pecho sobre mi cuello y
terminando con mis labios.
—No sé qué hacer contigo, Bell. —Se retira y apoya su frente en la mía—.
Siento que algo está sucediendo y no lo entiendo —confiesa. De nuevo, logro ver al
sincero Jesse.
—No estoy haciendo nada especial, Jesse. —Levanto la mano y coloco mis
manos a cada lado de su rostro.
—¿Es tan malo para ti necesitar a alguien, Jesse? ¿Es tan malo que me quieras?
Capítulo 17
Jesse
—¿Es tan malo que me quieras? —pregunta tan inocentemente que es casi
ridículo.
—Malo, no. ¿Peligroso? Sí. —Me alejo de ella y cae hacia atrás.
—¿Qué es lo peligroso de querer a alguien, Jesse? —Se levanta sobre sus codos
y me mira.
—Cariño, después de todo lo que has pasado, lo último que necesitas es que
joda tu vida.
—Pero lo haré. Confía en mí, Bell. Por mucho que quiera esto, por más que me
esfuerce, voy a lastimarte. Nunca he dejado entrar a nadie así, contigo, es diferente.
Demonios, todo es diferente. Me preocupa cuánto voy a lastimarte, o peor aún,
arruinar tu vida. Soy una mala persona, Bell. He destruido más de lo que podrías
imaginar. —Siento que mi polla comienza a suavizarse y sé que esto no va a
terminar como quería. Necesitaba estar dentro de ella, ahora. No hablar de esta
mierda.
—No lo creo. —Sacude la cabeza y, por supuesto que no lo cree. Bell es tan
inocente; ni siquiera puede ver cuando un lobo feroz golpea su puerta.
—Deberías irte —suelto con fuerza cuando siento las paredes cerrarse a mi
alrededor. Joder, ¿por qué me está presionando con todo esto?
—No voy a ir a ningún lado. —Endereza los hombros y sé que quiere sacarlo.
—No te quiero aquí —me burlo cuando no tengo nada más que discutir.
—No, porque estás tan equivocada que estoy ansioso por mostrarte lo jodido
que estoy —le digo y ella niega con la cabeza, decepcionada. La decepción es casi
peor viniendo de ella. Hasta que recuerdo que vivo con eso todos los días. Es mejor
enfrentarlo más temprano que tarde.
151
—¿Qué te pasó? —susurra, e incluso si tuviera todo el día para contarle la
existencia jodida de mi vida, no creo que pueda soportar su pena—. Déjame entrar,
Jesse. Muéstrame lo que estás tratando de ocultar.
—Solo déjalo —le digo, inclinándome para besarla. Sé que no se detendrá, así
que pruebo una táctica diferente—. Voy a cuidar de ti, Bell —digo, llevándola de
regreso a la cama. La empujo hacia atrás y sigo hacia abajo. Mi polla vuelve a la
vida y decido que necesito volver a lo que estábamos haciendo.
Sabe lo que estoy haciendo, escondiéndome, pero me deja tener esa jugada.
—Shhh. —Me muevo entre sus piernas, extendiéndolas ampliamente. Esta vez
no se aleja de mí, y estoy jodidamente agradecido por la vista. Sus bonitos labios
rosados todavía están hinchados por el orgasmo que acabo de darle—. Maldita sea,
eres jodidamente perfecta, Bell —le digo y veo una pequeña sonrisa amenazar con
aparecer.
Me encanta eso de ella. Por mucho que sea inocente, todavía confía en lo que
digo. Sabe que no estoy jodiendo.
—Voy a follarte ahora, nena. Como debería haberlo hecho la primera vez. Me
inclino y beso su cuello.
—La primera vez fue perfecta, Jesse. —Pero ambos sabemos que eso no es
cierto. Al retroceder, me quito la camisa por la cabeza y hago un trabajo rápido con
mis pantalones Sus ojos encuentran primero mis placas de identificación y luego se
mueven hacia el tatuaje de mi lado.
—No me escondo, solo elijo sabiamente lo que quiero. —No tengo nada contra
los tatuajes, pero aparte del que tengo la espalda sobre el club y la pieza en la que
Sy ha estado trabajando, estoy limpio.
—¿Qué es? —Su mano se extiende, pasando un dedo por los intrincados
detalles del cráneo.
—Es increíble, Jesse. —Sus ojos vuelven a los míos, y por un segundo, creo que
podría ver a través de todo. La belleza y la decadencia que es mi vida.
—¿Por qué sigues vestida? —Quito la atención de mí y la dirijo hacia ella. Las
comisuras de sus labios se contraen, pero no responde.
»Desnúdate, chica sucia —exijo, luego veo desaparecer el vestido. Sus tetas
están empacadas en una mierda de sujetador de encaje y mis manos me pican para
alcanzar y arrancar el objeto ofensivo—. Quiero ver cada centímetro de ti, cariño
—la animo y veo sus manos temblorosas estirarse y desabrocharse el sujetador. Sus
tetas se derraman y mi mano se mueve hacia una, tomándola en mi mano. Siempre
he sido un amante de las tetas, pero las perras que llevo a la cama normalmente
están llenas de silicona. Sé que los suyos son naturales y eso me encanta.
»Tienes unas tetas increíbles, cariño —digo mientras me muevo para colocar el
pequeño pezón rosado en mi boca.
—Ahhh —gime mientras hago rodar el apretado capullo entre mis dientes.
—No seas tan blando conmigo, Jesse. Por favor, quiero esto —me alienta y es
todo lo que necesito para hundirme. Empujo, sintiendo su calor abrazar mi pene
con fuerza, y me tomo un minuto para saborear el momento. La rigidez de su coño
que me encierra se siente bien. Joder, demasiado bueno.
—Sí —gime, arqueando la espalda e inclinando las caderas hacia arriba con
cada uno de mis empujes. Mis manos se mueven hacia sus muslos internos,
empujándolos hacia atrás, tratando de encontrar una manera de enterrarme más
profundo.
—Jodidamente se siente tan bien, nena —gemí, deseando que nunca terminara.
Podría perderme en ella una y otra vez.
—Sí, cariño. Tienes que dejarlo ir —insto, mi orgasmo me llama, cada vez más
cerca.
—Ahhh. —Se sobresalta con el toque, y trabajo duro para ayudarla a acabar.
—Me lo vas a dar, Bell —le digo, bombeando más y más fuerte—. ¿Me
entiendes? —pregunto, viendo su emoción bordear su piel en un ligero sonrojo.
Asiente, pero necesito palabras.
—Sí, Jesse.
—Solo deja que tu cuerpo tome el control —le ordeno, mientras mi orgasmo
golpea. Mis bolas se tensan antes de soltarme, enviándome a un mundo
completamente nuevo de placer—. Joder —maldigo el calor corriendo por mis
venas. Mi visión se nubla, la cara de Bell se distorsiona, mientras una liberación
eufórica me inunda. Puedo escucharla llorar debajo de mí, pero mi orgasmo apaga
todos mis sentidos y zonas en la sensación de liberarme dentro de ella.
—Eres tan hermosa, Bell. —Mis ojos no dejan los suyos, asegurándome de
memorizar esta imagen en mi cabeza—. Tan jodidamente hermosa —susurro y sé
que está cerca. Giro las caderas lentamente otra vez, mi erección nunca se va,
ansiosa por más.
—Jesse, voy a ... —gime antes de echar la cabeza hacia atrás. Su coño ordeña
mi polla mientras se sacude debajo de mí, y si no hubiera venido, estaría volviendo
a volar.
—Oh, Dios mío —jadea cuando vuelve en sí misma—. Nunca creí que podría
ser tan bueno —admite, con el rostro sonrojado por su excitación. Retengo un
comentario cursi, no queriendo arruinar el momento.
—Sí. —Me muevo para pararme y camino al baño para limpiarme. Regreso y
la veo todavía acostada en el mismo lugar. Su cabello está desordenado a su
alrededor, los brazos flojos a los costados, miro por encima de su cuerpo desnudo y
sé que no será como antes. Por mucho que esto sea nuevo para ella, también lo es
para mí.
—Sí, me acabo de dar cuenta de que tengo que otro lugar. —Miro hacia otro
lado, sintiéndome como un idiota por tirarle esta mierda.
—Oh, está bien. —Finalmente encuentra sus bragas y se las pone. Me quedo
callado y miro sus movimientos. ¿Cómo diablos ningún hombre la ha tenido? La
veo recoger su cabello sobre su cabeza y asegurarlo con una banda.
—Solo ven. Deja que te enseñe. Mostrarte con lo que vivo. —De repente se
convierte en algo más que demostrárselo para que lo sepa, es para que comprenda
por qué sigo empujando y tirando.
—Está bien, Jesse. Pero para que lo sepas, nada de lo que puedas mostrarme
156
me haría cambiar de opinión. —Se sienta en la cama y vuelve a ponerse los
zapatos. No respondo, solo me pregunto en silencio si dirá lo mismo cuando
lleguemos allí. Cada vez que da un poco más de sí misma, una parte de mí se
pregunta si podría ser diferente. La única forma de saber es averiguar si realmente
estará de acuerdo con lo que he hecho.
Nunca estaré bien con lo que he hecho. Entonces ¿Por qué ella si lo estaría?
—¿Qué estamos haciendo aquí? —pregunta treinta minutos después cuando
apago el motor de mi moto.
—Solo ven —le digo, necesitando que vea, en lugar de que se lo digan. Asiente
y me sigue hasta la entrada principal.
—Ahhh, señor Carter, ¿cómo está, querido? —Me devuelve la sonrisa antes de
mirar a Bell—. ¿Y a quién tenemos aquí hoy?
—Hola, soy Bell. —Da un paso adelante y estrecha su hermosa mano. Jesús,
todo lo que hace es lindo.
—Anoche tuvo una mala noche con dolor. Él podría animarse ahora que estás
aquí. —Asiento, tomo la mano de Bell y la guío por el pasillo hasta la habitación de
Conner en silencio.
—¿Qué estamos haciendo aquí, Jesse? —Se detiene y pregunta antes de que
pueda abrir la puerta.
—Necesito mostrarte de qué soy responsable. Con lo que vivo todos los días.
—No lo entiende ahora, pero lo hará.
—Cuida tu lenguaje, hijo de puta. Tienes una visita. —Miro a Bell y la veo
entrar a la habitación.
—Emm Hola. Soy Bell. —Da un paso adelante cuando Conner levanta la
cabeza de la almohada.
—¿Qué carajos, Jesse? Avísame si vas a traer damas, idiota —dice, y luego
mira hacia atrás para ver a Bell. No lo culpo. Es jodidamente caliente, pero dudo de
mi decisión de traerla aquí cuando veo el brillo en los ojos del imbécil.
—Conner, Bell. Bell, Conner —los presento a los dos con menos entusiasmo
del que siento.
158
—Encantado de conocerte, Bell —dice con una sonrisa torcida y trata de
extender su brazo bueno. Realiza algunos intentos antes de que pueda extenderlo
por completo. Bell da un paso adelante y toma su mano entre las suyas.
—¿Qué estás haciendo aquí, idiota? —Conner vuelve su mirada hacia mí.
—Y pensaste que traerías a una bella dama para mirar al fenómeno. —Conner
se enoja con la palabra ‘fenómeno’.
—Oh Dios. No. Nunca lo haríamos —exclama Bell, sin comprender a Conner
y su humor.
—Solo estoy jodiendo contigo, Bell. —Conner le devuelve la sonrisa. Sí, esta
fue una mala idea.
—Deja de mirarla, hijo de puta —me quejo por lo bajo, pero sé que me
escuchó.
—Entonces, Bell, ¿qué estás haciendo con este imbécil? —pregunta lentamente.
Puedo ver que está a punto de divertirse, y no lo culpo. Yo también lo haría. Solo
espero que no vaya demasiado lejos.
—Él me arrastró —dice ella, y tiene razón. La arrastré, pero solo por su propio
bien.
—Por supuesto que lo hizo —se ríe, disparando una mirada de estás-tan-lleno-
de-mierda en mi dirección—. Entonces, ¿qué haces, Bell?
—Soy enfermera.
—Jesús, Jesse. Me trajiste una enfermera caliente. ¿Por qué me odias tanto? —
En su excavación, mi sonrisa se desvanece, y no puedo evitar odiarme un poco
más—. Es una broma, Jesse. —Se ríe de mi reacción, así que fuerzo una risa.
»No te preocupes por él, Bell, tiene una culpa fuera de lugar cuando se trata de
mí. Simplemente me gusta molestarlo —le dice a Bell.
—¿Qué coño le has estado diciendo a la gente, Carter? —pregunta Conner. Sin
embargo, estoy demasiado atrapado en la mirada de Bell para responder.
—No.
161
Capítulo 18
Bell
—Debería ir a verlo. —Me giro hacia Conner, deseando entender lo que Jesse
estaba pasando.
—Entonces dime, Bell, ¿cuánto tiempo han estado juntos? —Él apunta a la
silla, indicándome que me siente de nuevo. Solo me detengo por un segundo,
sabiendo que Jesse no hablará de todas formas.
—Oh, no estamos juntos —me apresuro y tomo asiento. Por mucho que me
gustaría llamar a Jesse mío, no creo que lo apreciaría. Especialmente cuando le dijo
a la enfermera que no estábamos juntos. 162
—Él nunca ha traído a una mujer para conocerme antes.
—Más veces de las que me gustaría contar. Ojalá después de esta visita, pueda
finalmente tener mi vida de regreso.
—Típico —se burla—. Él cree que tiene la culpa, pero la verdad es que si él no
hubiera estado allí, yo habría muerto. Me salvó. Se salvó a sí mismo, y me salvó a
mí. Quería rendirme. Mierda, hubiera sido más fácil, pero el maldito no me dejaba.
No sé qué decir, así que asiento. Puedo imaginar a Jessie siendo un orgulloso
Marine, sintiéndose culpable por lo que le sucedió a su amigo. Pero no tiene que ser
de esta forma.
—Solo brevemente, hace unos meses. —Recuerdo al hombre duro que conocí
cuando Jessie estaba en el hospital. Sé que Jesse y su padre no están en buenos
términos al momento, pero sacar algo de información de Jesse es como tirar de un
diente.
—Oh, entonces sabes que el imbécil es una pieza de trabajo. Él lo jodió tan
mal. No conozco la historia completa, pero sí sé que Jesse es de la forma que es,
163
por él. La guerra simplemente lo jodió un poco más. —Dejó que las palabras
cuelguen entre nosotros por un momento. ¿Qué clase de vida tuvo Jesse si solo la guerra
lo jodió un poco más…?
—Buena suerte con eso. Me tomó unas cuantas veces conseguir una sonrisa. —
Jesse mira hacia mí. Levanto mis cejas y lo veo desafiándome. El hecho de que no
calle el resbalón de Conner me pone feliz, pero sé que estamos en un largo camino
para alguna clase de etiquetado.
—Eso es porque no eres gracioso —bromeo de regreso, esperando que se relaje
un poco.
—Oh, esas son palabras de pelea. —Conner mira entre Jesse y yo.
—¿No crees que soy gracioso? —Se ve con mala cara, pero él sabe que sus
líneas algunas veces me hacen reír.
—No le vas a dar tu número, Bell. —Jesse extiende sus palabras y las entrega
con una advertencia que no voy a seguir.
—¿Por qué no, Jesse? —pregunto, molesta con su rudeza. Él fue el que me trajo
aquí, y ahora está actuando como si estuviera haciendo algo mal.
—Sí, Jesse, ¿por qué no? —repite Conner, gustándole claramente este
intercambio. Él se sienta erguido un poco más entusiasmado de lo que ha estado
desde que llegamos.
—Bell, tenemos que irnos, ahora. —Él ignora ambas preguntas, pero no voy a
dejar que me presione. Me trajo aquí, y por la razón que sea, no es el resultado que
quería. No voy a dejar que me aleje más.
—Y yo le estoy diciendo adiós a Conner. —Garabateo mi número—. Fue
agradable conocerte. —Le paso la tarjeta sabiendo completamente que estoy
jugando con fuego.
—Regresaré mañana. Betty me dijo que te van a ajustar tus nuevas protesis —le
dice Jesse a Conner quien asiente en respuesta.
—Jesse.
—¿A dónde vamos ahora? —pregunto, mirando la hora. Todavía tengo unas
horas antes de que mi mamá empiece a preocuparse, y estoy feliz. No estoy lista
para regresar todavía.
—Quiero llevarte de regreso a la casa club, tenerte desnuda y saborear ese dulce
coño tuyo de nuevo —dice y mi cara al instante se calienta—. ¿Alguna objeción? —
pregunta y siento mi cabeza sacudir un ‘no’—. Bien. —Sonríe, luego se inclina y
planta sus labios sobre los míos. Trato de aferrarme al beso por el mayor tiempo
posible, pero antes de darme cuenta, Jesse se está alejando y subiendo a su moto.
Después de ponernos los cascos en silencio, envuelvo mis brazos alrededor de su
cintura y espero que él nos saque. Podría no estar recibiendo todo de Jesse Carter,
pero desde el principio, siempre había dicho que sería feliz con lo que sea que me
diera.
166
—Ella está a punto de tener algo bueno —dice Sy, y todos empiezan a reírse de
nuevo, haciendo que Jesse me empuje más rápido. Se mantiene callado mientras
nos movemos por el pasillo, su agarre en mí creciendo más fuerte cuanto más cerca
llegamos a su habitación.
—Sí. —Empiezo a sacarme los zapatos. No sé qué persona es esta. La Bell que
pensé que era nunca esperaría este tipo de reacción viniendo de mí, pero estando
cerca de Jesse, puedo ser yo misma. Puedo ser la persona que desearía ser todo el
tiempo.
167
—Entonces pon ese trasero sexy en la maldita cama. Estoy jodidamente
hambriento de tu dulce coño. —Entra en mi espacio y titubeo. Mi Dios, el hombre
es tan malditamente hermoso.
—Si me sigues mirando así, no seré capaz de controlarme. —La voz de Jesse
rompe mi mirada. Levanto la vista hacia él, dándome cuenta que he sido atrapada.
—El sujetador, Bell. —Él me apura y, esta vez, no titubeo. Llegando hacia
atrás, desabrocho el gancho, y lo dejo caer al piso.
—Buena chica, ahora súbete a esa cama lentamente, cariño. Quiero admirar
con lo que estoy a punto de darme de festín —ordena y hago lo que me dice.
Reuniendo confianza que nunca supe que tenía, lentamente gateo a lo largo de su
cama, sabiendo que él está parado allí mirándome.
—Extiende esas piernas y apunta ese trasero arriba en el aire, chica. —Lo
siento venir detrás de mí. Sé que su rostro está justo allí, y espero ansiosamente en
cuatro patas para su siguiente orden—. Jesucristo. No creo que haya visto algo tan
jodidamente hermoso que sepa tan jodidamente bien. —Él me respira y mi
estómago se contrae. Sé que no soy experimentada o lo que es estar con otro
hombre, pero un conocimiento fluye a través de mí, diciéndome que la cosa con
Jesse siempre será así—. Voy a jodidamente saborear esto, cariño, así que ponte
cómoda. No voy a salir por aire por un tiempo —promete, luego su lengua está
deslizándose sobre mí.
Es como la primera vez que su cabeza estuvo entre mis piernas. Solo que esta
vez, sé qué esperar. Su lengua se lanza rápidamente golpeando mi clítoris, luego se
mueve de regreso a mi entrada. La urgencia de moverme contra él se vuelve
demasiado. Sus manos empujan contra mi trasero, abriéndome más, obteniendo
más fácil acceso.
»Jesse —grito, no estoy segura de lo que acabó de suceder, pero fue 168
diferente. Más intenso.
—Shhh, nena. Solo sígueme con ello. —Regresa a jugar con mi clítoris. Me
relajo en su cara. Dejando que todos los sentimientos entren. Mis brazos y piernas
se tensan mientras me siento construir uno de nuevo. Sé por los últimos orgasmos
que Jesse me ha dado, que esto va a ser grande, pero no tengo tiempo para
prepararme antes de que los dedos de Jesse se enganchen de nuevo, empujando mi
cabeza primero en un duro y rápido orgasmo.
—Oh, Dios. Se siente tan bien. —Sus bolas golpean contra mí. No cede,
empujando más profundo y más rápido dentro de mí.
—Tócate, cariño —ordena, y como la buena chica que soy, mis dedos
encuentran mi clítoris, frotándolo duro y rápido—. No pares hasta que te diga.
¿Entiendes? —pregunta después de cada embiste.
—Lo entiendo. —La ola se construye de nuevo.
—Tan cerca, nena. Mantén esos dedos trabajando —dice y yo asiento contra la
cama, sabiendo lo que tengo que hacer—. Ahora, nena, jodidamente golpea duro
—ordena, saliéndose de mí. Protesto por su ausencia, pero mis manos toman el
control, dándome el placer que necesito.
—Jódeme, mujer. Eso fue tan jodidamente caliente —dice Jesse, regresando y
limpiando su semen.
169
—¿Lo fue? —pregunto, no entendiendo lo que fue tan caliente de eso.
—Lo fue. —Arroja la toalla en la dirección del baño y me jala cerca para
acostarme con él. No se apresura a vestirse esta vez, así que me relajo contra él,
ambos desnudos. Ambos sin aliento. Ambos en sincronía en uno con el otro.
Me ruedo hacia él y mi mano descansa sobre su pecho desnudo. Mis ojos caen
en sus placas de identificación.
—Entiendo eso —le digo, levantando una de sus placas en alto. Su mano me
detiene y la libero. Sé que no trata intencionadamente de alejarme; solo está
acostumbrado a comportarse de esta forma que no se da cuenta de que lo está
haciendo.
—Lo sabes, ¿no? —Se gira hacia mí, doblando el codo e inclinando la cabeza
en su mano.
—Creo que fue de alguna forma para estropearlo, estabas probándome. —No
lo niega, lo que solo me empuja a creer que tal vez haya pasado.
—Solo quiero que seas honesto conmigo, Jesse. Lo que sea que está sucediendo
aquí, necesito honestidad. No me alejes cuando estés molesto o no lo trates. Puedo
manejar cualquier cosa si eres honesto conmigo —dejo salir, y sé que me entiende.
170
Es si él puede ser sincero conmigo.
—Siempre seré honesto, Bell. No tienes que preocuparte por eso —dice y yo
ciegamente le creo. Tal vez más tarde no sería suficiente, pero ahora tenía que
serlo.
—Mi hermano está viniendo. —Se mete dentro de ellos y los tira hacia arriba
por sus piernas.
—¿Qué hora es? —pregunto, buscando en el piso por mis bragas y vestido.
—Justo después de las cinco. Nos quedamos dormidos. —Él levanta mi sostén
y me lo lanza.
Tomo una respiración tranquila, sabiendo que no voy a llegar tarde para la
cena de cumpleaños de Paige.
171
—Realmente debería irme, también. —Ajusto mi ropa y luego empiezo con
mis zapatos.
—Seguro, está bien —le digo, ignorando el aguijón de que él no quiere ser visto
conmigo por Jackson.
—No de esa forma. —Él extiende la mano y me jala hacia su pecho—. Quiero
decir, el imbécil ya me ha advertido sobre ti. No necesito su mierda.
—Sí, el imbécil parece ser protector contigo. —Él toma mi mano y caminamos
hacia su puerta. Estoy lista para irme, y por mucho que sepa que me tengo que ir,
no quiero hacerlo.
—Adiós, chicos. —Me despido del resto del club y camino hacia Jesse. Él no
dice nada, solo toma mi mano y me lleva hacia mi auto.
—Gracias por estar allí para mí hoy, Jesse —digo cuando nos detenemos.
—Está bien. —Me levanto sobre las puntas de mis pies llevando mi boca hacia
la suya. Él se tiene que inclinar para recibirla, y una emoción me atraviesa cuando
lo hace. Desliza su lengua a lo largo de mis labios, y yo le doy acceso solo para que
se aleje por el sonido de la bocina de un auto.
172
—Jodido infierno —rechina, luego da un paso atrás. Me giro para ver al
Detective Jackson detenerse detrás de mí. Jesse se aleja de nuevo, poniendo algo de
distancia entre nosotros.
—Hola, Jackson —lo saludo cuando sale de su auto, con ojos furiosos clavados
en Jesse.
—Hola, Bell. ¿Cómo has estado? —Él se acerca a nosotros, sus ojos dejando los
de Jesse por un corto tiempo para dirigirse a mí, pero regresan hacia los de él casi
de inmediato.
—Bien. Realmente bien. —Aprieto mis llaves, ansiosa por salir de la mirada de
Jackson—. Bueno, realmente debería rime. Te llamaré después. —Le sonrío a
Jesse, deseando poder besarlo apropiadamente una vez más, pero sintiendo la
tensión entre Jesse y Jackson, sé que no debo presionarlo.
—Lo haré. —Agito mi mano para despedirme y entro a mi auto. Los chicos no
se mueven de sus posiciones, los ojos de Jesse centrados en los míos, los de Jackson
en Jesse. Doy marcha atrás lentamente, y luego giro, manteniendo mis ojos
adelante, esperando que lo que sea que está a punto de suceder, no sea sobre mí.
173
Capítulo 19
Jesse
—¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunto a mi hermano mientras veo a Bell
conducir lejos. Estoy enojado porque ella haya tenido que irse, y estoy jodidamente
enojado con Jackson por haber arruinado nuestra despedida. Quería pedirle que se
quedara, incluso si los chicos me fueran a dar mierda. Estaba disfrutando por
tenerla en mi cama, pero ella tenía que regresar para la cena. Sé que su situación
está jodida. Sé que su familia está lidiando con su propia mierda, pero tener a su
hija de veintitrés años con la correa apretada está seriamente mal.
—¿Qué mierda estás haciendo con ella, Jesse? —comienza él conmigo. Esperé
hasta que el coche de Bell diera vuelta en la esquina antes de regresar adentro del
club. Jackson se mantiene cerca detrás de mí—. Estás demasiado profundo aquí,
Jesse —agrega cuando no contesto—. ¿Siquiera me estás escuchando, cabrón? —Él
golpetea sobre mi cabeza cuando me detengo en la barra. 174
—¿Qué? —pregunto, frotándome el costado de mi cabeza dejándolo tener su
juego.
—Estoy bien. Realmente bien —contesta ella mientras sigo acomodando las
bolas.
—¿Cómo están tus papás? —pregunta Holly cuando doy mi primer tiro, pero
bloqueo la respuesta de Jackson. Sé que sea lo que esté sucediendo con mis padres
es la razón de que él esté aquí esta noche. Y por ahora no me importa una mierda.
Ellos platicaron algunos minutos mientras yo continuo jugando.
—Jesse, estamos haciendo pizza para cenar, ¿estás dentro? —interrumpe Holly
mientras trabajo en centrarme para colocar mi quinta bola en la buchaca.
—¿Bell tenía prisa por irse? —Jackson se acerca y mis esperanzas de dejar esto
vuelan por la ventana.
—Es el cumpleaños de Paige. La familia hace una cena cada año. —Me encojo
de hombros y doy otro tiro.
—¿Quién? —Actúo como un tonto. Él tiene razón pero no voy a dejar que lo
sepa.
—Has estado pasando mucho tiempo con ella. —Levanto la mirada de la mesa
esperando saber cómo sabe quien ha estado pasando tiempo con quien.
—¿Cómo demonios sabes que he estado haciendo? —Lo miro fijamente, pero
ambos sabemos que no va a responder—. ¿Hay una razón para la que estés aquí,
Jackson? —Me muevo, dando mi último tiro y hundiendo la bola ocho.
—No tienes idea de qué mierda estás hablando, hermano mayor. —Finalmente
levanto la mirada. He terminado con esta conversación y más importante he
terminado con Jackson pensando que me conoce.
—¡Mierda! ¡Bien! ¿Entonces que sobre papá? ¿Estás listo para hablar de ello? —
Se mueve a otra situación de la que no quiero hablar. No hoy. No mañana.
—No y no me vuelvas a preguntar. ¿Solo para eso viniste esta noche? ¿Para
molestarme? —le pregunto y vuelvo a mi juego.
—¿Qué vas a hacer cuando él muera? —Su mano serpentea, recogiendo la bola
blanca mientras pasa a su lado.
—No tengo tiempo para pensar en eso, Jackson. Tengo muchas cosas en mi
mente. —Lo descarto. Nunca quiero pensar en eso otra vez.
—Bueno, vas a tener que empezar a pensar en eso, Jesse. No tiene mucho
tiempo.
Maldito infierno.
—¿Qué?
—No, pero eso solo prueba que tenía razón, te gusta. —Me empuja el brazo
cuando decido ir a averiguarlo—. Ay, no estés triste, Jesse —grita, pero la bloqueo.
Voy a averiguar qué coño está pasando y ponerle fin.
—¿Qué? —contesta sonrojada, pero no le dejo decir otra palabra antes de que
estrelle mis labios en los de ella. Ella no pelea contra mí, abriendo mientras mi
lengua busca acceso. No sé que estoy pensando; reclamándola de cada imbécil
aquí, pero mi cuerpo se hace cargo.
—¿Qué fue eso? —Ella me mira, sus ojos marrones ahogándose en excitación.
—Eso es lo que sucede cuando entras en mi club y me ignoras por media hora.
—Tomo su mano, me siento en su silla y tiro de ella hacia mi regazo.
—No me has mirado ni una sola vez —susurro más cerca de ella, consciente
de que toda la mesa está callada y observando.
—Cariño, nunca te vería como necesitada. Si algo, deseo que estuvieras más
necesitada —le digo. Mierda, debería solo darle mis bolas ahora.
—Si te hace sentir mejor, realmente quería verte. —Ella ofrece y hace algo en
mí que nunca supe posible. Me tranquiliza. Desde que me enteré sobre mi padre,
un nudo en mis entrañas se ha estado retorciendo, pero cuando estoy alrededor de
ella, se afloja. Es jodidamente peligroso, y sé que no debería querer que ella me
tranquilice, pero no puedo evitarlo. Lo necesito.
—No lo hace, pero podemos hablar sobre ello más tarde cuando te ponga en la
parte posterior de mi moto y te lleve a casa.
—Umm, me estoy quedando con Lissy esta noche. —Ella señala y mis ojos
siguen a donde señala a una Lissy que saluda.
—No olvidaré ahora. —Les sonrío—. ¿Señoritas que van a hacer esta noche?
—Creo que mis amigas están confundidas. —Bell se gira hacia mí y, esta vez,
me río porque estoy justo ahí con ellas. Nunca he estado tan confundido en mi
vida.
—Está bien, hablaremos —concede. La beso una vez más, y la coloco de vuelta
sobre sus pies.
—¿Quién mierda eres tú y qué has hecho con Jesse? —pregunta Sarah cuando
doy la vuelta al otro lado de la barra, pero no puedo contestar.
No sé quien soy. No pensé que fuera capaz de sentir algo más de lo que
siempre he ofrecido, más de lo que me han dado. Pero tener a Bell entrando en mi
vida me ha demostrado que eso no es cierto.
Ella cambia las reglas del juego, y mantenerme lejos de ella ya no es una
opción. Se abrió camino debajo de mi piel, y es posible que no sepa cómo
manejarlo, pero sí sé que no estoy listo para alejarme.
180
En ninguna parte cerca de listo.
Capítulo 20
Bell
—Chica, ese hombre lo tiene mal por ti. —Lissy chistó mientras vio a Jesse
acechar de vuelta a la barra.
—Por favor, solo nos estamos divirtiendo. —Niego con mi cabeza y observo
cuando Jesse se gira una última vez. Él sonríe como sabiendo que estamos
hablando de él, luego me da un guiño y se gira de nuevo.
—Sí, un hombre actúa así con todas las perras con las que se está divirtiendo.
—Manda resopla luego choca palmas con Lissy. Sé que están diciendo; algunas
veces inclusive me pregunto qué demonios está pensando. Un minuto está caliente,
al siguiente es frío. Pero no voy a preguntarle qué está sucediendo. Lo último que
quiero es alejarlo, así que solo tomaré lo que pueda obtener.
181
No es que no pueda ver su lucha. Puedo ver cuando lucha contra ello. Incluso
el fin de semana pasado cuando me llevó a conocer a Conner, él estaba en
conflicto. El hombre está luchando con sus propios demonios.
—Tú y yo, ambas sabemos que eso no sería inteligente —digo, mirando de
nuevo hacia Jesse.
—Vamos, admítelo. Querrás saber qué sucederá —grita Lissy, pero sigo
caminando. Sí, tal vez ver a Jesse perder su temple sería interesante de ver. Pero
Jesse no es el tipo de hombre para jugar juegos. No le estoy dando ninguna razón
para alejarme; en vez de eso, hago mi camino hacia la barra y me coloco en un
banco.
—Hola, soy Sarah. Debes ser Bell. —Una pequeña rubia vistiendo un delantal
de Liquid alrededor de su cintura estira su mano hacia mí.
—Sí, esa soy yo. Un gusto en conocerte. —Le ofrezco mi mano y me evalúa.
—No te preocupes, Jesse. No le diré todos tus sucios secretos —bromea Sarah,
dándome un guiño para una buena medida.
182
—¿Solo los jugosos? —pregunto, un poco ansiosa. ¿Información interna de
Jesse? Estoy dentro de eso.
Sí, creo que Sarah y yo necesitamos tener esa charla. Mientras más sepa sobre
Jesse, más fácil será entenderlo.
—¿Estás lista para irte? —Jesse se para del otro lado de la barra y en mi espacio
demandando mi atención. Después de que comencé a hablar con Sarah, la noche
pareció pasar rápido. Lissy, Kate y Manda terminaron uniéndose a mí en la barra y
pasamos el resto de la noche riendo con Sarah, mientras nos mantiene entretenidas
con todas sus historias del bar. Algunas pocas involucraron a Jesse, pero nada
demasiado vergonzoso.
—Jesse —comienzo a discutir de que no puedo irme a casa con él, pero en el
fondo, no hay punto. Él no me lo va a permitir, y honestamente, no quiero que él lo
haga.
—Ni siquiera pienses en discutir conmigo justo ahora, Bell. —Su tono se
vuelve serio, su rostro rígido, a segundos de perder el control. Él me ha estado
dando miradas por las últimas dos horas. Cada vez que reía de algo que dijo Sarah,
sus ojos se entrecerrarían. Estaba comenzando a pensar que el que yo estuviera aquí
estaba molestándolo.
—Deberías irte, Bell. Platicamos más tarde —presiona Lissy con un brillo en
sus ojos. Niego con la cabeza hacia ella y nivelo mi mirada. Por supuesto, animaría
esto.
—Hace que sea difícil trabajar y concentrarse cuando sonríes y te ríes toda la
noche. Ni siquiera sabes lo difícil que fue ese turno.
—¿Qué? ¿Por qué? —le pregunto mientras me ayuda a subir a la parte trasera
de su moto.
—Cariño, eres tan inocente que duele verlo. Jesús, tenías la atención de todos
los hombres cada vez que echabas la cabeza hacia atrás. Me costó todo para no
golpear a cada cabrón que te miraba.
—Tal vez, pero eres jodidamente hermosa. Ahora retrocede y deja que te lleve
a casa. Te he estado esperando desde que te fuiste de mi cama el domingo —se
queja. De nuevo, no discuto. En cambio, retrocedo y lo dejo subir. Cuando está a
horcajadas sobre su motocicleta, se estira hacia atrás, toma mis manos y las
envuelve alrededor de su cintura.
—Sostente, cariño —ordena por encima del hombro. No tiene que decirme dos
veces. Presionando mi frente contra su espalda, hago lo que me dice y me preparo
para que arranque. Prende la moto, acelera y, antes de darme cuenta, el viento
golpea mi cara y estamos avanzando. Es la mejor sensación del mundo, pero no se
lo digo. En cambio, inclino ligeramente la cabeza hacia atrás, dejo que el aire frío
muerda mi piel y lo disfruto. Solo puedo rezar para que este sentimiento de
encontrar mi lugar no termine.
—Jesús, ¿qué está haciendo aquí? —pregunta Jesse cuando apaga el motor de
su moto. El viaje a la casa club fue rápido. La mano de Jesse descansó sobre mi
muslo durante todo el viaje, mientras mis brazos estaban fuertemente apretados
alrededor de su cintura.
—Sí, vamos, es mejor que pasemos por esto. —Tira de mí hacia la entrada y
envuelve su brazo alrededor de sus hombres.
—¿Todo está bien con ustedes dos? —pregunto, dándome cuenta de su rara
actitud.
Jesse resopla.
—¡Bell, oh Dios, mírate chica! —grita Holly cuando ella me ve caminar con
Jesse. Bajo la mirada hacia lo que estoy vistiendo, recordando que Lissy me vistiera
esta noche.
—Voy a ir a saludar. —Él asiente una vez luego continúa hacia donde está
Jackson sentado en la barra.
—Hola, chicos. —Camino hacia el sofá donde están Kelly, Kadence y Holly,
todas sentadas con bebida en la mano.
—Te ves increíble, Bell. —Kelly palmea el sofá junto a ella, dejándome saber
que tome asiento.
—Gracias, tuve noche de chicas con mis amigas. —Sonrío y empujo la culpa
de dejarlas por Jesse. A quién estoy engañando; Lissy me dejaría totalmente en un
segundo.
—Jesse dijo que podrías querer una bebida. —Me da una botella, él se gira.
—No debo mucho. —Me encojo de hombros, gustándome que Jesse haya
pensado en mí.
—¿Qué? A ustedes les gustan mis salidas por la noche de chicas. —Ella hace un
puchero, mirando entre Kelly y Kadence.
—Oye eso no fui yo. Ese fue Jesse. La mierda. —Todas comienzan a reírse y
me quedo en la oscuridad sobre lo que ellas dicen.
—La despedida de Kadence —me informa Kelly cuando se da cuenta que
estoy confundida—. Holly organizó a un stripper. Jesse pensó que sería divertido
cambiarlo. Solo que ellos mandaron a un gordo en su lugar.
—Por favor, puedes hacer lo que quieras. Me encantará. Además, las Vegas
bebé. Lo que sucede en las Vegas se queda en las Vegas.
—Chica, las Vegas hasta el final y estás invitada. Tienes que venir. —Holly se
mueve en su silla con emoción por lo que estoy segura va a ser un infierno de
noche.
—Sí, déjame saber las fechas, separaré el tiempo. —Doy un sorbo a mi agua,
bajando la preocupación de mamá y papá con la que sé los llenaré con el viaje a las
Vegas. Cruzaré el puente cuando llegue.
—Cariño, ¿estarás bien aquí por un rato? Tengo algunos asuntos del club con
186
los cuales tratar. —Jesse se acerca detrás de mí inclinándose hacia mi oído.
—Buena chica. —Él se inclina más y me besa suavemente en mis labios luego
se aleja—. Quédate aquí. No huyas. —Él me señala cuando camina hacia la cocina.
—No lo haré. —Me río, mientras lo observo irse. Girándome para ver a las
chicas, pregunto—: ¿Qué? —Cuando todas nos miran con grandes sonrisas.
—Por favor, Jesse y yo solo estamos pasando el rato. Nada serio —les digo,
dejándolas saber dónde estamos.
—¿Nada serio? Por favor, he pasado por solo ‘‘pasar el rato’’ antes. ¿Él todavía
no adereza tu panecillo todavía? —pregunta Holly con una cara seria.
—¿Su aderezo dónde?
—En tu panecillo, chica. Tu yuhu. Sabes, ¿lo entiendes? —Las chicas se ríen, y
ante la atención, siento el sonrojo comenzar a cubrir mi rostro.
—Ella solo está avergonzada porque ella se lo está haciendo. Solo dime esto,
¿es bueno? —Holly se inclina hacia adelante susurrando.
—Bueno, mmm… —Intento encontrar algo para decir pero me detengo. Qué
demonios, lo pienso decidiendo soltarlo todo—. Es asombroso. Eso que hace con
su lengua. —Comienzo a perderme recordando la última vez que estuvimos juntos.
—No, lo acabo de inventar, pero me alegro de que Jesse sepa cómo usar esa
lengua suya. Siempre supe que lo tenía en él. ¿Has visto su cuerpo? Sería una pena
que todo eso se desperdicie.
—Chica, ni siquiera has visto la punta. Espera hasta que te llevemos a Las
Vegas. —Asiento con la cabeza escuchando mientras continúan diciéndome lo que
han planeado para Las Vegas. Todavía no estoy segura, pero diría que estas damas
son tan salvajes como Lissy.
Si no peor.
—Que impaciente, hermano. —Sacude la cabeza y deja caer una carpeta sobre
la mesa de la cocina. No es que no quiera saber qué tiene que decir, sino que
preferiría estar con Bell en mi cama—. Investigué el nombre de Markus Bates que
me disté a través del sistema. Este imbécil tiene una hoja de antecedentes penales
tan larga como mi polla.
—Él, junto con ese hijo de puta de Gary Innis, el cual hemos estado vigilando
por un tiempo, tiene una fuerte conexión con los Warriors.
—¿Cómo lo sabes? —Un tono de incredulidad se desliza por los labios de Nix,
sus ojos se entrecierran ante la noticia de la participación de los Warriors.
—No me jodas. Este club de mierda me está sacando más canas que mi propia
hija. —Sacude la cabeza—. ¿Por qué viniste a mí con esto, Jackson? —Nix hace la
pregunta que me he estado haciendo desde que nos enrollamos y lo vimos aquí.
Todos sabemos de qué lado de la ley se mantiene Jackson. ¿Por qué venir a
nosotros ahora?
—Mierda. Si quieres que nuestro club trabaje con fuerza en este, queremos una
divulgación completa —responde Nix con calma.
—Sabes que esto está incluso por encima de mi calificación salarial. Los
federales ya lo tienen en sus manos.
—No estoy hablando de este imbécil Bates. —Jackson señala la carpeta—. Sino
de los Warriors. Estamos cerca, los tenemos en la mira.
—Joder. Todos ustedes van a hacer que me despidan. —Suspira y acerca una
silla. No respondemos, solo esperamos pacientemente a que nos dé lo que
necesitamos—. Tenemos un hombre interno en el trabajo.
—Jesucristo, Jesse, ¿qué demonios nos trajiste? —Nix se pasa la mano por la
cara. No contesto porque sé que no quiere ser imbécil. No se alejaría de esto, no
cuando hay mujeres inocentes siendo raptadas. Pero esta mierda es grande. Si los
federales están en los Warriors, cualquier cosa que saquemos podría volver sobre
nosotros.
—Entonces, ¿qué quieres que hagamos con esta noticia? —pregunto, sin
entender nada de esto. Entonces los Warriors están involucrados en esto. Vamos
por ellos Sencillo.
—Sabes que no podemos hacer eso, Jackson. —Sacudo la cabeza, sin aceptar
su plan de que nos mantengamos alejados.
—¿Y qué se supone que significa eso? —Se pone de pie, empujando la silla
hacia atrás con fuerza.
—Significa lo que crees que significa, hermano. —Lo sigo, pero mantengo la
calma.
—La encontraste. —Su voz es pequeña, insegura. No es una pregunta, sino una
declaración.
—Bell, no. —Comienzo a tratar de explicar, pero ¿qué hay para decir?—. Solo
ven conmigo. —Arranco mi mirada de Jackson y me muevo alrededor de la mesa,
hacia ella.
—Bell.
—Solo dime, maldita sea. Dime, ¡maldita sea! —Su puño golpea el pecho y un
nudo se forma en mi garganta.
—Kadence, por qué no llevas a Bell al frente —la llama Nix y miro detrás de
mí para ver que tanto ella como Holly la habían seguido.
—No, quiero quedarme. —Bell niega con la cabeza, sin permitir que Nix le dé
órdenes.
—No dudo que puedas. Pero no quiero que tengas que hacerlo. Déjame
resolver esta mierda. Dame cinco. —Mis ojos sostienen los de ella, rogándole por
un minuto antes de que ceda y asienta.
—Está bien. —Da un paso atrás con Kadence y sigue a las chicas fuera de la
cocina. Espero unos latidos antes de volver a mi hermano.
—Sí que la amas. —La acusación de Jackson son las primeras palabras que se
dicen después de que las chicas se van. Me deja sin aliento por un segundo y me
doy un momento antes de responder.
—No lo hago —niego mientras mi ritmo cardíaco se acelera. Bien, ¿de qué
demonios se trata eso?
Ni siquiera respondo esta vez. Mi cabeza está enredada con la idea de amar a
Bell.
—¿Qué le están haciendo? ¿Qué clase de vida es esa? —Trato de sacarme las
194
visiones de lo que mi pobre hermana podría estar atravesando, pero el peso de la
situación es demasiado.
—Sabíamos que cualquier clase de novedad podía ser estremecedora, Bell. Pero
no podemos dejarnos atrapar en todo eso. —Jesse trata de calmarme de nuevo. Y
quiero hacerlo, tan mal, pero mi mente y cuerpo están en guerra, y no tengo idea de
quién ganará, de cuál dejará de funcionar primero.
—Tú no vas a hacer nada en este momento, cariño. Tenemos esto bajo control.
—¿Bajo control? —repito—. Jesse, quiero ser parte de esto. Quiero ayudar.
—Y entiendo todo eso, nena, pero tenemos que ser listos si tenemos alguna
oportunidad de recuperarla. —Toma mis manos en su agarre, manteniéndome
quieta—. Tienes que confiar que yo te tengo cubierta. —Sostengo su mirada,
dejando que su calma y la ferocidad de sus palabras me calmen—. Todos te
tenemos cubierta, Bell. —Se inclina al frente y besa mi frente.
—Jesse, me voy. Volveré mañana —grita Jackson al otro lado de la casa club,
rompiendo nuestro momento.
—Sí, estoy bien. —Mi cuerpo está temblando con temor e inseguridad, pero no
puedo dejar que me controle. Necesito ser fuerte por Paige.
—Estoy bien, muchas gracias. —Me estiro por su mano y le doy un apretón.
—Mírame, Bell. Haré todo en mi poder para encontrarla. Lo digo en serio, con
cada célula. Siempre y cuando me prometas que nos lo dejarás a nosotros.
—Sí, Jesse. Te lo dejaré a ti —miento, odiándome por ello. Jesse tiene que
entender que estoy en esto de todas las maneras. Dejarme afuera no es una opción.
—Solo quiero ayudar —añado, necesitando que sepa dónde estoy parada.
—Lo sé, cariño, y lo haces. Vamos, necesitas dormir. —Se pone de pie y me
arrastra con él. Les deseamos buenas noches a todos los que quedan antes de que
Jesse me guie a su habitación. Así no es como esperaba que terminara nuestra
noche. Ahora, estoy exhausta y solo quiero desmayarme.
—¿Quieres llamar a tus padres? —pregunta él, recordándome que, en todo esto,
me olvidé por completo de ellos.
196
—Dios, no. Descubramos un poco más de información primero. No sé cómo
reaccionará mi mamá a estas noticias. Podría romperla.
—De acuerdo, cariño. Lo que sea que necesites. —Me besa suavemente, de
nuevo, pero no puedo convencerme de sentir algo por ello.
—Lo sé, nena. —Arrastrándome más cerca, en sus brazos, me conforta. Libero
un suave suspiro antes de relajarme contra él. Encontrar sueño va a ser difícil.
Tengo demasiados escenarios corriendo salvaje y rápidamente a través de mi
mente.
No sé cómo voy a arreglármelas para hacerlo, pero sé, acostada en los brazos
de Jesse, que necesito hacer más.
Jamás.
Capítulo 23
Jesse
—¿Bell? —susurro, contra su cabello. Ella se agita un poco pero no se
despierta. Después de esperar por otros diez minutos, lentamente me aparto de ella
y me encamino de regreso a la casa club. Mi cabeza está demasiado estropeada con
todo lo que está sucediendo. Me di cuenta mientras trataba de hacerla hablar, que
haría todo por Bell Johnson, y eso me asustó. Tenerla en mi vida me asustó, pero
peor aún, no me podía apartar.
—¿Bell está bien ahora? —Él me mira cuidadosamente mientras añado crema y 197
azúcar.
—Tan bien como puede estar. —Asiento y saco una silla a su lado. Él me
sostiene la mirada por un minuto antes de regresar al periódico.
—Bueno, Nix hizo la llamada a T. Tenemos una reunión esta noche. —Él
sonríe más entusiasmado de lo que debería estar. Nunca le han gustado los
imbéciles y cualquier clase de tensión con ellos parecía ponerlo en marcha.
—Bien. Ojalá podamos alejarnos sin meternos en eso con ellos. —Asiento,
sintiéndome mejor acerca de la decisión del club de seguir adelante. Jackson podría
no estar impresionado, pero no hay mucho que pueda hacer al respecto. Mientras
nos mantengamos fuera de cualquier mierda ilegal, deberíamos estar bien.
—¿Y si no? ¿Estás dispuesto a hacer que el club pase por esto por ella? —
pregunta Beau, sacándome de mi cabeza. Sé a dónde está llegando. Pero él es la
última persona en estar dándome su opinión. Él solo nos jodió a todos al tomar una
de las mujeres de los Warriors.
—Sí, quiero saber cuáles son tus motivos. Me he jodidamente matado tratando
de salvar a una mujer de esa clase de vida, tú sabes eso. ¿Pero tú? ¿Estás dispuesto a
llevar matanza a ella?
—No lo estoy haciendo por un puto coño. —Enderezo mis hombros, listo para
defender mis acciones y lo que Bell significa para mi si tengo que hacerlo. Él me
mira fijamente antes de sonreír y tomar otro trago de su café. Está bien, esto fue
fácil.
—Lo sé. —Sacudiendo mi cabeza, pienso en lo que la pobre niña podría estar
pasando y hace que se me retuerza el estómago.
—No será bonito. Tienes que preparar a tu mujer para eso. —Dejé que su
exclamación acerca de Bell siendo mi mujer se deslice.
198
—Ella lo sabe. Joder ella lo sabe —respondo. Pero muy en el fondo, sé que ese
no es el caso. La verdad es que no creo que ninguno de nosotros esté preparado
para lo que podría salir con esto.
—Recuerda, esta es solo una visita amigable. Mantén la calma, Jesse, ¿lo
entiendes? —dice Nix la noche siguiente. Estamos a treinta minutos fuera de la
ciudad, listos para reunirnos con los Warriors.
—Sí, toma la mesa de atrás. —Nix apunta a nuestra mesa normal. Brooks y
Hunter se quedan atrás, manteniendo un ojo en la multitud, mientras Nix, Beau y
yo tomamos asiento atrás.
No nos reunimos muy seguido con los Warriors, pero cuando lo hacemos, lo
mantenemos en un suelo neutral. Fuera de la ciudad. Sin armas, y sin tonterías.
—Hola, ¿puedo traerles algo de beber? —Una linda mesera camina dándonos
una mirada antes de aterrizar y quedarse en Beau.
—Solo un café para mí, querida. —Él la mira brevemente, antes de direccionar
su mirada a cualquier parte meno a ella.
—¿Y qué hay de ustedes chicos? —Ella apenas mira hacia nuestra dirección
antes de moverse de nuevo hacia Beau. El hombre no tiene ni idea mientras
mantiene un ojo en T y sus hombres.
—Agua —respondo.
—Tal vez ese es el por qué estás maniático todo el jodido tiempo. Demasiado
ocupado salvando un coño que consiguiendo uno propio.
—¿Qué mierda? —Me giro en mi silla para ver a Bell tomar un asiento en la
cabina de atrás y tratar de esconderse detrás de un menú. No tengo un minuto para
registrar cómo me siento acerca de ella siendo llamada mi mujer. Estoy demasiado
atrapado al saber que acaba de entrar en algo grande.
—No jodidamente actúes como tonta, Bell. Esta mierda es jodidamente seria.
—Sigo su mirada y veo a mi presidente caminar hacia nosotros.
—Hunter —Me giro hacia donde él tomó asiento atrás—, lleva a Bell de
regreso a la casa club, ahora.
—No puedo irme ahora —empieza Bell, pero no hay forma en el infierno que
la deje quedarse.
200
—Casa club ahora —la corto, no estando de humor para discutir con ella. Ya le
había dicho que tenemos esta mierda cubierta.
—No soy alguna clase de niña que puedas mandar por ahí, Jesse. La última vez
que verifiqué, soy una adulta. —Ella se sale de mi agarre y va a sentarse de nuevo.
Bell da un paso atrás con mi arrebato, pero puedo apostar dos mierdas a que
está enojada conmigo o si el comedor está mirando nuestra escena. Ni siquiera
puedo pensar lo que podría haber sucedido con ella si no aparecíamos antes de los
Warriors.
Bell no tiene idea del tipo de hombre con el que estamos lidiando aquí, y ella
solo jodidamente caminó directamente a su camino. Jódeme.
—Parece ser que tu mujer está resultando ser más un dolor en el trasero que
Nix y Sy combinados —observa Beau mientras caminamos de regreso a la mesa.
201
—Cállate la puta boca. —Lo callo, sin estar de humor para su mierda.
—¿Qué? ¿No es tan jodidamente gracioso ahora, imbécil? —Él se ríe como si
fuese la mierda más graciosa del planeta. Tengo que darle el crédito, obteniendo sus
golpes cuando estoy enojado es cojonudo, incluso si tiene razón.
—Ustedes dos cierren la puta boca. Lidiemos con este imbécil primero, luego
podemos lidiar con tu mujer, Jesse —habla Nix recordándonos por qué estamos
aquí.
Podría no ser saludable, pero mejor dejarlo salir con estos imbéciles que con
ella.
***
—No estoy listo para hablar acerca de los negocios del club contigo, Nix. —T,
el Presidente de los Warriors, expone directamente quince minutos después. Sabía
que él jodidamente no jugaría a la pelota, pero no me rindo todavía.
—Respeto eso, T, pero tienes que entender mi problema aquí. Esta mujer le
pertenece a uno de los nuestros. Si tienes una mano en esta mierda, tendremos
problemas —responde Nix, todavía tranquilo, calmado y contenido. No como yo.
Ya estoy listo para malditamente atravesar la mesa y arrancarle la garganta.
—Si lo que estás diciendo es verdad, Nix, eso fue cuando manejábamos chicas.
¿Esperas que recuerde a cada puta que transportamos? —T mueve su mano
descartando la foto que trajimos con nosotros esta noche. Una foto de Paige.
—¡Ella era una jodida adolescente, imbécil, no una maldita puta! —No puedo
sostener más mi lengua. Estoy malditamente listo para explotar. La mano de Nix
va a mi brazo tratando de calmarme. Aprieto los dedos, tratando de liberar la 202
frustración que este imbécil me está dando.
—¿Por qué no echas un vistazo a la foto de nuevo? Tal vez active tu memoria.
—Empujo la fotografía hacia adelante, a través de la mesa.
—¿Ella es tuya?
—Si descubro que tienes alguna mano que ver en esto, voy a ir a por ti. Me
importa una mierda la tregua.
—¿Siente?
—¿Entregarle a alguien tus bolas? —El aire frío de la noche se llena de risas.
Brooks y Beau se sacuden con gozo, mientras Nix aprieta los labios, luchando
contra su propia risa.
—Él tiene razón. Lo harás. Ahora regresa y enséñale a tu mujer como lidiamos
con los negocios del club. —No me pierdo el cambio en su tono e el tic de su
mandíbula.
204
Capítulo 24
Bell
Revisando la hora en mi teléfono de nuevo, dejé salir un resoplido impaciente.
¿Dónde demonios está? Esperar nunca había sido su fuerte. Sentarse quieta y
observar el tiempo pasar es la cosa más improductiva que podía hacer. Incluso de
niña habría hecho rabietas épicas si tenía que sentarme a esperar a mi mamá para
que me llevara a algún lado. Cualquier cosa más allá de cinco minutos me enviará
en un charco.
Obligándome a intentar relajarme, cerré mis ojos. Tal vez si estoy dormida
cuando Jesse llegue a casa, él no estará tan enojado.
—Sí. —Me siento y permito que mis ojos se ajusten. Él no contesta, solo
comienza a dejar sus llaves y cartera en la mesa junto a la puerta—. ¿Qué sucedió?
—Me intriga cuando coloca su chaleco en la silla y se quita las botas.
—No estoy jugando, Bell. Solo me vas a hacer enojar más. —Él apaga la luz y
lo escucho moverse hacia la cama.
—Jesse, no seas así. Por favor —ruego, no esperaba que solo me callara. Sabía
que iba a estar enojado pero no estaba esperando el tratamiento del silencio.
—¿No sea cómo, Bell? Podrías haber conseguido ser lastimada. Diablos, peor.
—Sube a la cama enseguida de mí. Solo puedo distinguir sus rasgos, sus ojos están
cansados y carece de su sonrisa habitual con un ceño fruncido. Necesitando que él
entienda, ruedo hasta él, descansando mi pierna sobre su parte media.
—Debes entender por qué fui ahí —intento de nuevo. No sé por qué es tan
importante que entienda, pero lo es. Su mano pasa por mi pierna desnuda. Mi
respiración se acelera, pero me obligo a ignorar su toque y me enfoco en hacer las
cosas bien.
—No creo que entiendas lo mucho que no comprendo por qué estarías ahí. Es
jodidamente peligroso y sabes que no quería que te involucraras.
—¿No crees que sé eso? Lo hago, pero no me voy a quedar de lado, sentada,
Jesse, cuando puedo estar ayudando.
—No estoy tratando de discutir contigo, Jesse. —Bajo mi voz, temerosa que
esté peligrosamente a punto de golpear su límite.
—¿Entonces qué es? ¿No vamos a hablar para nada de ello? —Intento poner de
lado mi ira ante él desestimando mis necesidades.
—No, estaba pensando que podría sentarte en mi cara luego si estoy de ganas,
206
te follaría. Una vez que tenga mi ración, vamos a ir a dormir, y luego mañana
hablaremos de ello. —Ignorando la tensión en mi estómago, me levanto sobre mi
hombro para verlo hacia abajo, insegura si él está hablando en serio o solo está
jugando—. No perdiendo el tiempo, Bell. —Sus manos se mueven a mi cintura,
tirando de mí completamente sobre él.
»No discutas, cariño —discute. Mi pecho se aprieta con emoción, y por una
razón desconocida para mí, hago lo que me dice y me pongo de pie sobre unas
piernas temblorosas sobre la cama.
—Sé que estás enojado, Jesse. —Mis manos se mueven a los costados de mis
bragas. Enganchando mis dedos por el material de algodón, lentamente los deslizo
hacia abajo por mis piernas—. Pero quiero explicarme. —Mis ojos nunca dejan su
mirada fija—. Tienes que entender por qué lo hice. —Mantengo empujando,
dividida entre desear que él me hable y solo dejarlo tomar su enojo sobre mí a
través del sexo.
Lujuria.
Hambre.
Necesidad.
—Déjate caer sobre tus rodillas, nena. Necesito saborear tu dulzura. —Deseosa
de que estemos bien de nuevo, no pierdo más tiempo y me inclino justo por encima
de su rostro.
—Sí —gemí, sus dedos cavando en la carne de mis muslos. No quiero que
termine. Quiero quedarme así para siempre, sentada en la cara de Jesse mientras
me hace deshacerme.
»Jesse, yo… —jadeo, la ola me golpeó con fuerza antes de que pudiera
terminar mi oración. Solo empuja a Jesse aún más, su lengua me azota más fuerte,
más rápido y más brutalmente mientras se da un festín de mí como un hombre
hambriento.
—Te necesito, Jesse, necesito tu pene. —Miro hacia abajo y veo como sus ojos
cambian instantáneamente. Un nuevo poder de posesión se apodera de ellos y antes
de que pueda parpadear, me empuja hacia abajo por su cuerpo, me levanta y alinea
su polla con mi entrada. Miro nuestros cuerpos, esperando pacientemente el
momento en que nos conectamos.
—Quiero ver tu cara cuando me deslice, cariño —dice mientras me baja sobre
él.
—Jesse, sabes que nunca he... —Me encuentro inventando excusas, pero sé que
no hay necesidad. No con él.
»Jesús, te sientes tan bien, nena —gime y me encuentro con ganas de rodar mis
caderas.
209
»Bell, quédate quieta o esto terminará incluso antes de que pueda mostrarte
cómo me gusta.
—No estoy bromeando, Bell. Estoy sobre mi cabeza contigo, mujer. Sigue
jodidamente quieta o voy a volar mi carga como un cachondo de dieciséis años. —
Sonrío ante su comentario pero no trato de presionarlo.
»También deja de sonreír. Solo lo está haciendo más difícil —me regaña y no
puedo evitar reír.
—Eso pensé. —Jesse sonríe, pero no tengo nada que comentar. Estoy
demasiado perdida en el momento de esta nueva ola de deseo. El calor se
arremolina a mi alrededor. Mi respiración se acorta y mi mente se nubla en su
propia niebla de satisfacción. Estoy perdido en el momento. Perdido en Jesse
ayudándome a llegar al orgasmo.
—No quise decir eso, Jesse, lo juro —miento. El pánico se apodera de mí,
reemplazando mi euforia por temor. Mantiene mi mirada por unos minutos más
antes de tomar mi cintura y golpearme de nuevo contra él. Grito de sorpresa antes
de que la necesidad se haga cargo de nuevo. Sabía que lo había estropeado, pero fue
un error. Realmente no amo a Jesse. Es lujuria. Ni siquiera sabría qué es el amor.
Me sacudo la inseguridad que me está quemando la piel.
—Bien, porque no puedo amarte, Bell. —Sus palabras me golpearon con fuerza
brutal, perforando la capa protectora alrededor de mi corazón y rompiéndolo.
Inmediatamente, grita su liberación y se deshace. Forzando mi vergüenza, vuelvo
la cabeza hacia atrás, apago la mente y me insto a ser arrastrada por el momento.
Sabía en el fondo que no sería posible. Su placer ahora me trajo dolor, pero lo hice
de todos modos.
211
Capítulo 25
Jesse
No puedo corresponder tu amor.
—Ya vuelvo. —La levanto, me ruedo hacia mi lado, y escapo hacia el baño.
Ella no me sigue, por lo cual estoy agradecido. Necesito un minuto para 212
recomponerme.
Sin revisar la temperatura, entro a la ducha y dejo que el agua caliente queme
mi piel y relaje mis músculos. Necesito el dolor para traerme de vuelta a donde
estoy más cómodo. Probablemente no debería dejarla fuera así, no después de la
noche que hemos tenido, pero para ganar compostura, necesito calmarme primero.
—¿Estás bien? —me llama Bell desde la puerta. Mantengo mi espalda hacia
ella, incapaz de mirarla.
—Tu coche está aquí. Hunter volvió y lo trajo. —Mantengo mis ojos cerrados,
encerrado en mi propia batalla interna.
—Oh, está bien, genial entonces. Bueno, debería solo irme a casa.
—Seguro. —Escucho que cierra la puerta. Sabiendo que ella intentará irse,
acorto mi ducha y la sigo.
—De verdad estoy bien. Solo tengo que irme. —Puedo escucharla buscando en
la encimera y sé que estará con las manos vacías.
—Ohhh, entonces eso es lo que está mal. Jesse está molesto porque su mujer no
lo obedeció. —Ella comienza a reírse fuerte.
—No soy la mujer de Jesse. Solo somos amigos. —Ella negándonos como nada
más retuerce mis tripas y me doy cuenta que no sé qué jodidos quiero.
—No estamos en una relación. Jesse dejó muy en claro que somos y que no.
—Bueno, no creo que ningún tipo de relación vaya a continuar después de esta
noche.
—¿Qué hizo? —No queriendo revivir lo que salió mal, entro en la cocina.
—Me dijo que nunca lo ame, que nunca podrá amarme. —Holly me ve
primero, pero mantiene su boca cerrada y sus cejas se alzan. Bell nota la reacción
de Holly y se gira.
—Ahh… Hola. Solo estoy buscando mis llaves. —Un sonrojo sube por sus
mejillas. Veo que su garganta se aprieta mientras trata de tragar antes de decidir que
voy a hacer.
—Realmente debería irme, Jesse. Tengo que trabajar mañana. —Tira sus
mangas hacia arriba intentando de actuar casual, solo yo puedo ver más allá de la
actuación.
—Buenas noches, Holly. —Se agacha y pasa más allá de mí, dirigiéndose
directo a mi habitación.
—Holly, no sabes de qué estás hablando. —No necesito que ella me diga
mierda sobre todo esta noche.
—Estás hablando de dar algo libre y fácilmente. ¿Ves lo que está sucediendo
aquí? —Me muevo para negarlo en cada forma que pueda.
—He visto tu amor, Jesse. Eres libre y fácil en darle a cualquiera en esta
familia. Tu problema está en recibir. ¿Es tan difícil aceptar que alguien quiera
amarte? —Ella me pasa rozándome y se mueve por el pasillo a la habitación de Sy.
—Holly, si supieras que está dentro de mí, no sería tan difícil de ver —le grito,
todavía confundido por todo.
—Y ahí es donde deberías comenzar, Jesse. Tú parado ahí con tu mejor sonrisa
fingida en su lugar, quemándote por dentro completamente solo cuando nadie te
pidió que lo hagas. —Abre su puerta y escapa dentro antes de que tenga
oportunidad de responderle.
—Lo jodiste esta noche, Bell —le digo, inseguro si estoy hablando de más
temprano o de ahora.
216
—Lo siento, Jesse. No sé qué estaba pensando. —Ella comienza a llorar y la
necesidad de consolarla es abrumadora sobrepasando mi enojo y preocupación.
Agarro su mano y froto pequeños círculos contra su piel.
—Oh, sí… por supuesto —tartamudea, y sé que pensó que estaba hablando de
algo más. Sí, soy un imbécil.
—Tenemos mucha mierda con la cual lidiar, mierda que nunca te tocará. Estás
aquí conmigo, y eres afortunada que después de esta mierda que sacaste esta noche,
Nix te esté dejando siquiera quedarte.
—Oh, está enojado. Solo que tienes suerte que esté casado con una mujer que
es un gran dolor en el culo como tú. No quiere decir que no quiera hablar contigo.
Él solo me está dando la oportunidad de darte la noticia primero.
—Lo juro, Jesse, me doy cuenta ahora cuán estúpido fue. No estaba pensando.
Sabes cuánto quiero encontrar a Paige. Solo estaba emocionada que tuviéramos
una pista y quería verlo por mí misma.
—Lo digo en serio, Bell. Vuelves a hacer mierda como esta, no podré cubrirte
las espaldas con Nix —advierto, y la veo asentir una vez.
—Bien, ahora, ven aquí, estoy agotado y es demasiado tarde para que
conduzcas a casa. —Me levanto y me muevo para apagar la luz.
—Ellos negaron estar involucrados, pero sabemos que lo estarían. Nix les ha
dado veinticuatro horas para reconsiderar su postura. —Subo a la cama y espero
que suba debajo de las cobijas junto a mí.
—¿Entonces qué hacemos? —Ella se sienta y casi río. Mierda, ella nunca va a
aprender.
—Tú no vas a hacer nada, Bell. Nosotros lo tenemos bajo control. —La
empujo ligeramente para que se recueste antes de que pueda discutir, y la acomodo
frente a mí—. Ahora duerme —ordeno, esperando que obedezca. Si sigue, vamos a
terminar hablando de mierda para la cual no estoy listo.
La verdad es, incluso sabiendo cuán peligroso puede ser mantenerla en mi vida,
218
no estoy listo para renunciar a ella.
Ella me está haciendo perder la cabeza y no estoy seguro que voy a hacer al
respecto.
Capítulo 26
Bell
—No te olvides de la cena hoy en nuestra casa —le dice Nix a Jesse mientras
salimos de la casa club hacia mi auto la siguiente mañana—. Trae a Bell contigo —
añade. Jesse se detiene y se gira, pero no dice nada. Algo sucede entre ellos antes de
que hable.
—Si el jefe dice que vas a venir, entonces será mejor que estés allí. —Él se 219
encoge de hombro y toma mi mano. Cuando nos despertamos a la mañana
siguiente, Jesse estaba de regreso al chico amante de la diversión que siempre
parece ser. Falso y contento de vivir esa vida. Sé que no es saludable permitirme
este tipo de relación, pero el pensamiento de no tener nada, no me atrae más, ahora
él me ha dado algo.
—Está bien, nos vemos esta noche. —Me vuelvo hacia Nix, esperando que no
me bote frente a todos. Jesse no deja que pasemos el rato. Tirando de mí,
continuamos nuestro viaje afuera hacia el auto.
—¿Estás seguro de que estás de acuerdo con que vaya? —le pregunto cuando
nos detenemos en mi auto. Jesse no responde enseguida. Inclino mi cabeza hacia
atrás y estrecho la mirada.
—¿Vas a sacar alguna payasada que pueda meterme en una mierda con mi
club? Porque como te dije anoche, cariño, Nix te está dando un pase en esto. Ya no
te dará más.
—Jesse, prometo que no haré nada como eso de nuevo —le digo, deseando
poder retractarme. Retractarme de todo. Tal vez no habría arruinado las cosas.
—Bien, entonces no, no tengo problemas. Incluso puedes venir conmigo. —Él
se inclina abajo y presiona su boca contra la mía.
—Está bien, bien. Pero debería encontrarme contigo. —Empujo contra sus
labios sabiendo que está a punto de discutir conmigo.
—No, solo estoy preparándome para decirles. No es algo que pueda solo
arrojarles.
—No voy decirte qué hacer. Solo quiero que seas feliz, y en este momento, ¿de
verdad vas a decirme que estas feliz con este arreglo?
—Ven a las cinco. Tomaremos mi moto. —Asiento una vez más y lo beso de
nuevo.
Sé que, si fuera yo, querría saber, pero hasta que sepamos con certeza, no voy a
darle esperanzas a nadie más.
—Sí, el trabajo ha sido una locura y solo he estado saliendo con Lissy —
miento, dándome por vencida con la máscara de pestañas. Es una pérdida de
tiempo. Fallo en estas cosas.
—Ahh, en realidad no. —Me giro para enfrentarla, y espero por su reacción.
221
—Oh, ¿Manda?
—Umm, no. Tengo una cita. —Decido intentar con la verdad esta vez.
—¿Una cita? —Ella suena sorprendida, pero no tanto como pensé que lo
estaría.
Ella no dice nada para empezar y yo empiezo a cuestionar mis decisiones. Tal
vez ella no está lista para la verdad.
—Sabía que algo estaba pasando. He notado un cambio en ti. Debería haberme
dado cuenta. —Por un momento sus ojos permanecen estables, sin pestañear, hasta
que sacude la cabeza.
—¿Lo has hecho? —Me muevo de mi silla y me siento junto a ella en la cama.
—Bell, una vez tuve tu edad. He notado las sonrisas que vienen a tu cara
cuando lees tus mensajes. Las llamadas tarde en la noche en tu habitación. —
Agacho mi cabeza avergonzada pensando que había guardado todo como
secreto. Ella lo supo todo el tiempo.
—¿Por qué no me dijiste que lo sabías? —pregunto, insegura de por qué nunca
dijo nada. Todo este sigilo, ¿fue por nada?
—No lo sé. Tal vez para sostenerte un poco de tiempo más. —Ella suspira
luego toma mi mano—. Bell, escucha, sé que no he sido la mejor mamá que
podría…
—Mamá, no…
—Mamá, lo entiendo.
—No, Mamá, ¿no ves, que eres tú quien es asombrosa? Nunca te culpé. Eres
tan fuerte y valiente. No debería haberte mentido. Debería haber sido honesta. —
Me pongo de pie y saco unos pañuelos de mi mesita de noche y se los paso.
—Gracias. —Ella sorbe y seca sus ojos—. Míranos. —Se ríe cuando nos
juntamos.
—Creo que ha pasado mucho tiempo —respondo, secando mis propios ojos.
Ella no responde, pero no me pierdo el arrepentimiento grabado en sus facciones.
—Estoy feliz por ti, bebé. —Ella me atrae en sus brazos, y por primera vez en
años, dejo que mi madre me consuele. En el pasado, cualquier tipo de consuelo
entre nosotras siempre había sido yo acercándome a ella, pero hoy es diferente. Es
real.
—Yo también te amo, Mamá. —Me retiro y seco mis ojos una vez más.
—¿Él tiene una moto? —Mamá se pone de pie y un nuevo nivel de estrés se
mueve sobre su rostro.
—Mamá, relájate. No es gran cosa. —Tiro de ella hacia atrás a mi lado antes 223
de que tenga un ataque de pánico. Miro a mi hermana y le doy una mirada que dice
‘muchas gracias’.
—Tienes razón. —Ella se inclina y me besa la mejilla—. Bell, mereces ser feliz.
Me alegra que llegues allí. —Asiente y después se pone de pie—. Te dejaré que le
digas a tu papá acerca de la moto. —Dejo que su comentario de despedida se
hunda mientras la escucho a ella y a mi hermana reír bajando las escaleras.
Maldición.
JESSE: En camino.
224
Capítulo 27
Jesse
—Entonces, solo se quitó los jeans, se queda ahí de pie, desnudo, y empieza a
balancearlo. —La mano de Holly va debajo de la mesa enfrente de ella,
sosteniéndose a sí misma cuando comienza a reír. A mis expensas.
—Te lo mereces por pensar que podrías vencer a las chicas —interviene Bell,
temblando de risa.
—Diablos no —responden ambas, tanto Kelly como Holly a través de sus risas.
—Tenemos que volver a jugar a este juego —anuncia Bell, y ambas chicas
asienten de acuerdo.
—Sí, deberíamos. Siguiente club BBQ. —Holly asiente, aún más emocionada
de traer a Bell a la mezcla.
Empujo el nudo que se forma en mi estómago al ver a Bell sentarse e
interactuar con mi familia. Mi club.
—He sido convocada. Te hablaré más tarde. —Kelly se pone de pie, se despide
y luego vuelve a entrar.
—Sí, tienes razón. Bien, detengámonos por un polvo rápido entonces. Buenas
noches, muchachos. —Holly tira las botellas a la basura y toma la mano de Sy,
empujándolo hacia adentro.
—Buenas noches, chicos. —Bell se ríe, luego me mira—. ¿Estás listo para
irnos?
—Sí. ¿Quieres que te lleve a casa, o quieres volver a la casa club? —Decido
226
darle una salida. El hoyuelo en su mejilla derecha se profundiza ante mi pregunta
antes de que ella responda.
—Casa club. Es tarde y no tengo que estar en el trabajo hasta mañana por la
noche.
—¿Tus padres están de acuerdo con eso? —pregunto, aún más impresionado
por su intento de salir del abrazo de sus padres. Cuando recibí el mensaje de texto
antes, pensé que estaba jodiendo conmigo. Las últimas semanas la he estado
presionando para que deje de escabullirse, nuestras opiniones son diferentes. No
entiendo su idea de proteger a sus padres, y ella no entiende mi preocupación por lo
poco saludable que parece.
—No tenías que hacerlo, nena. Te puedo decir ahora, si pongo mis manos
debajo de tus pantalones, estarías mojada con el pensamiento. —El rubor que se
desliza por sus mejillas es suficiente para decirme que tengo razón. No le doy la
227
oportunidad de negarlo; en cambio, me doblo por la cintura, coloco mi hombro
sobre su estómago y la levanto.
—Jesse, soy yo, Bell —se apresura antes de que pueda continuar.
—¿Quieres hablar de eso? —Estudio su rostro, ojos tranquilos, boca suave. Ella
no se está volviendo loca.
—Solo una mierda que a veces visita mis sueños, nada por lo que necesites
preocuparte —respondo, sorprendido de que no me retire.
—No siempre tienes que ser tan valiente, Jesse. —Su mano se mueve hacia mis
placas de identificación. No la detengo. Me empieza a gustar la sensación de sus
manos tocándolas.
—Lo prometo. —Tomé su mano en la mía y la llevé a mis labios. Tal vez algún
día dejaré entrar a alguien. Dejarla entrar.
229
Capítulo 28
Bell
—Bell, tenemos una herida de vidrio. Necesitamos tu ayuda. La sala tres. —
Rebecca, una compañera enfermera se apresura pasándome mientras termino de
limpiar un desagradable raspón que una niña de cinco años se hizo cuando se cayó
de su bicicleta.
—¿Obtendré una paleta de caramelo? —Su labio tiembla, pero no deja que las
lágrimas salgan.
230
Aprendiendo de anteriores experiencias, me giro hacia su mamá para
asegurarme de que tiene permitido dulces. Ella asiente, dándome el visto bueno.
—Por supuesto, sigues siendo valiente y le diré al Dr. Benson cuán valiente
eres. —Su pequeña sonrisa crece ancha y se gira hacia su mamá con entusiasmo.
El turno de esta noche en ER ha sido una locura. Uno tras otro, hemos sido
golpeados con cortes, torceduras, caídas, incluso peleas. Tenía destinado terminar
mi turno hace dos horas, pero con la manera en la que la noche va, sé que no hay
esperanza hasta que despejemos algunas camas.
—¿Por qué mierda estás parada allí? Saca esta maldita cosa así puedo irme. —
Un gran, hombre corpulento sentado en la cama de enfermería maldice. Un gran
pedazo de vidrio está incrustado en la parte superior de su hombro, sobresaliendo a
través de su chaqueta de cuero.
—Si usted no se calma, señor, tendremos que llamar a seguridad —le advierte
Rebecca, sosteniendo un par de tijeras.
—No te vas a acercar a mi maldito chaleco con esas tijeras. —Él continúa
maldiciendo, mirando de Rebecca a mí.
—¿Puedes lidiar con él? Necesito limpiar la herida, pero se rehúsa a ceder. —
Rebecca me pasa las tijeras.
—No vas a jodidamente cortarlo. Sacaré a este maldito yo mismo antes de que
lo cortes —anuncia.
—Es solo una chaqueta —comento, corriendo los ojos sobre el cuero, y ahí es
cuando atrapo parche a un costado.
Warriors of Mayhem.
Genial, justo con quien quiero trabajar. Este hombre podría haberse llevado a mi
hermana. Fuerzo el pensamiento fuera de mi cabeza. Le prometí a Jesse que no me
involucraría con estos hombres. No la voy a romper la promesa.
231
—Es más que una chaqueta, cariño. —Me estremezco con la palabra cariñosa,
pero asiento porque lo entiendo. Por la manera en la que los Rebels usan el suyo, sé
a lo que se refiere.
—¿Tú vas a hacerlo? —Él abre la boca y empuja la lengua ligeramente hacia
adelante con asco. Sí, me siento de la misma manera, imbécil.
2
Danger: Peligro en español.
—Ese es mi nombre, nena. ¿Quieres dar un viaje con Danger? —Apretando los
labios, alzo mi mano y pido un minuto.
—Lo siento, ¿esperas que crea que tu nombre es Danger? —Me encuentro
impresionada de que lo intente.
—Sí, suena como eso —concuerdo, dando un paso más cerca para empezar.
—¿Entonces qué tal ese viaje con Danger? —responde suavemente, pero yo no
contesto. Llamando a Rebecca a acercarse, ella se para a mi lado lista para
asistirme mientras lentamente empiezo a remover el vidrio.
—No me digas, ¿un motociclista con el nombre Danger no le gustan las agujas?
—se burla Rebecca, y yo lo miro tratar de serenarse.
—No soy realmente un fanático de ellas. —Él se aclara la garganta, ordena sus
facciones, y luego me mira—. ¿Sostendrías mi mano? —Él sonríe y me aguanto
poner los ojos en blanco. Dios, ¿qué hay con estos hombres arrogantes?
—No, pero puedes tener una paleta de caramelo. —Dejo que mi sonrisa gotee
en dulce falsedad, luego me giro y me voy antes de que empiece a ponerse pesado.
Ya tengo un hombre que hace esas líneas cursis, y las hace mejor.
—¿Hola?
—Debías estar en casa hace cuatro horas, Bell. No podía contactarte por
teléfono, así que pensé que aún debías estar en el trabajo, pero entonces Jesse
apareció y estaba preocupado… —Se calla en pánico.
—Espera, ¿Jesse estuvo allí? —Mi cabeza cae en mi mano cuando empiezo a
reproducir esa conversación. Mamá y Jesse conociéndose por primera vez. Dios me
ayude.
—Mi teléfono se quedó sin batería. La sala de emergencia fue una locura esta
noche. Tenía que quedarme. Ya me estaba yendo —explico mi atraso a través de
dientes apretados. Pensé que estábamos superando esto, ¿y ahora Jesse empieza?
233
—Está bien, bien. Estaba bien hasta que Jesse apareció. Luego estaba… lo
siento —susurra, haciéndome sentir mal.
—Sí, mi mamá solo preguntándose donde estaba. Todo bien. —Mi mano
finalmente encuentra el metal frío de mis llaves—. Está bien, estoy fuera. —Alzo la
mirada y me despido de Rebecca en mi camino a la salida.
—Nop, tengo dos días libres. —Suspiro, deseando una ducha y algo de sueño
decente.
—Sí, todo terminado. —Fuerzo una sonrisa sobre mi inquietud mientras trato
de controlar mi corazón acelerado.
Sus ojos se estrechan con mi retirada, sus labios se aprietan antes de volverse a 234
una sonrisa por la que estoy segura de que piensa que las mujeres caen.
—Bien, entonces estás libre para un trago. —El hoyuelo en su barbilla crece
mientras sus ojos hacen un barrido sobre mi cuerpo.
—Oh, vamos, nena. No tienes que hacerte a la difícil conmigo. —Me jala de
vuelta y da un paso más cerca, nuestros cuerpos chocando con la fuerza.
—Ump. —Un aliento de pánico deja mis labios cuando sus manos empuñan
mi cabello y tiran, forzándome a mirar hacia arriba.
Mi cuerpo me está gritando que luche, que me aleje, pero estoy suspendida
entre la confusión y el terror.
—No estaba…
—Tienes cinco segundos para quitar tus putas manos fuera de mi mujer, o
romperé cada uno de tus putos dedos. —La voz de Jesse corta a través de la niebla
que me estaba sofocando lenta pero seguramente.
—¿Jodidamente tartamudeé cuando te dije que sacaras tus jodidas patas sucias
de ella? —responde Jesse y quiero gritar y suplicarle que lo derribe ahora, pero no
lo hago. Mantengo mis ojos en Jesse esperando por su siguiente movimiento.
—¿Así que esta es la perra por la que estás listo a ir a la guerra? —Danger libera
su agarre en mí y da un paso atrás justo cuando Jesse se acerca, extendiendo la
mano hacia adelante directamente al cuello de Danger.
—Empiezas cualquier cosa y sabes que habrá una guerra. —Él trata de razonar
con Jesse, pero desde donde estoy parada, a Jesse no parece importarle.
—¿No crees que ya se está gestando una? Tienes información que quiero. Ya
estaba buscando por una maldita razón para tirarte.
—Jesse, por favor solo déjalo ir. No va a decirte nada. —Decido enfocarme en
Jesse.
Jesse no dice nada, pero el tic en su mandíbula me dice que estás midiendo sus
opciones.
—¿Por qué mierda estabas hablando con ese hijo de puta, Bell? —Jesse
envuelve su mano alrededor de mi muñeca y me jala más cerca de él.
236
—¿Qué? —pregunto, con un temblor aterrorizado en mi voz.
—¿Por qué estabas aquí? ¿Cómo…? —Trato de enfocarme, pero mi cabeza está
revuelta y mis extremidades se vuelven pesadas.
—No pedí tu permiso, cariño. —Me aprieta contra su costado y nos lleva a
donde está estacionada su moto.
—Creo que te las arreglaste para llegar a tu punto sin cometer un delito. —
Monto en el asiento, recordando lo caliente que estaba él viendo a otro hombre
237
tocándome.
—No actúes linda. Todavía estoy enojado. —Se sube frente a mí.
Desplazándose hacia adelante, pongo mis brazos alrededor de su cintura y espero
que encienda la moto.
—Yo am… —empiezo a decir, las palabras trabándose cuando me doy cuenta
de lo que empecé a soltar. Jesse se mantiene callado, el aire de la noche crujiendo
entre nosotros.
—¿Si sabes que lo estoy intentando hacerlo bien, Bell? —Él rompe el silencio,
sin girarse.
Quiero decirle que tal vez no sea suficiente para mí. Tal vez soy egoísta y
necesito más, pero no lo hago, porque muy en el fondo sé que lo es.
Podría nunca tener todo de Jesse, y tal vez eso no sería suficiente para alguien
más, pero para mí, siempre lo será. Me sostendré de todo lo que tenga porque es
más de lo que él pensó que me podía dar.
—Lo sé, Jesse. —Un suspiro se mueve por mis labios mientras descanso mi
mejilla en su espalda.
238
—Oh, Dios, joder sí —gime Jesse, rodando sus caderas más profundo.
Mantengo mis manos por encima de mi cabeza en la misma posición que me
ordenó.
—¿Y este coño apretado? —Él continúa enviando sus preguntas con una
rodada de sus caderas, cada una empujando más en mi niebla personal inducida
por Jesse.
—A ti.
—Mírame, cariño. Necesito verlo. —Abro los ojos y veo una mirada salvaje
correr sobre su rostro. Mi orgasmo me desgarra, rogándome que lo deje ir, pero me
aferro a él, esperando por el momento—. Mierda, taaan bien. Tan jodidamente
bien —repite, cada confesión quemando un recuerdo en mi alma.
—Te tengo, nena, siempre —me anima, y es todo lo que necesito para
volcarme. Mis manos se mueven de donde se encuentran sobre mi cabeza,
rompiendo su orden y yendo arriba a su cabello. Extendiendo mis dedos amplios,
tiro lo suficientemente duro para empujarlo al borde. Él pierda la compostura, un
grito de dolor erupciona de él, y luego se está rompiendo.
Me doy la vuelta y sin una palabra, él me jala al frente de suyo, luego me mete
239
debajo de su brazo en un agarre protector.
—No tienes que preocuparte acerca del maldito, Bell. De hecho, ni siquiera
digas el nombre del bastardo en mi cama.
—No vas a matarlo, ¿no es así? —presiono, necesitando saber. He venido a
aprender que Jesse y su club son buenos chicos, pero aún no los pasaría de largo.
—La comadreja no vale una bala. Él obtendrá lo que le viene. Solo tenemos
que dejarlo jugar. —La declaración es oculta, así que no me preocupo en presionar
más.
—Sé que soy demasiado apuesto. —Él se ríe cuando mi teléfono suena desde la
mesita de noche. Extendiendo la mano, rápidamente lo verifico y luego lo pongo en
silencio.
—¿Tú mamá?
—Sí, está preocupada. Pero le dije que estoy bien. Lidiaré con ella mañana. —
Cierro los ojos no dejando que mis padres y sus necesidades me dicten más.
—Van a pensar que soy una mala influencia. —Se ríe, el sonido retumbando
contra mi espalda.
240
—Por favor, han conocido a Lissy.
—Mierda, tienes razón. —Él se ríe más fuerte—. Deberías haber visto la cara
de tu mamá cuando abrió la puerta.
—Nah, ella fue amable. —Su risa no me hace creerle, pero no presiono.
—Te escucho, nena. Sé muy bien las cosas que hacemos para sobrevivir. —Él
me abraza más fuerte—. Solo prométeme, descubre quien eres, Bell. No quien ellos
quieren que seas. —Dejo que sus palabras me cubran, y por primera vez, me doy
cuenta de que realmente no sé lo que quiero. Me he perdido en su dolor y mi
necesidad de hacer todo mucho mejor.
—¿No puedes cerrar la puta boca por una vez, pequeña mierda? —Su ira se enroscó
sobre mí, sus puños abriéndose y cerrándose a sus lados. La patada a mi estómago me sacó el
aire, pero en lugar de llorar, recuerdo luchar por respirar.
—Es tu maldita culpa. Te dije que le quitaras ese puto juguete. —Se volteó para
enfrentarla, su ira aun ardiendo por un diminuto auto de juguete.
Se inclinó, recogió el auto y caminó hacia donde ella estaba encogida de miedo.
—La próxima vez haz lo que te digo, mierda. —Retrajo su brazo y aplasto el auto en el
lado de la cara de mi mamá. Ella se cayó como un saco de papas, sangre vertiéndose del tajo
en su mejilla. Era la primera vez que él la golpeaba. La primera vez que me golpeó a mí.
No fue la última.
—¿Pensé que él tenía meses? —El nudo en mi estómago se tensa cuando pienso
en las últimas semanas y mi renuencia a verlo.
—Mi papá está muriendo. Jackson quiere que vaya a despedirme. —Le resto
importancia, aún tambaleante por las noticias.
—No sé por qué lo haría. La última vez que lo vi aún era un imbécil, no estoy
preparado para revivir eso pronto. —Enfoco mi atención de regreso a nuestro juego
de billar—. ¿Quién sigue? —Levanto la mirada hacia Beau y Sy, pero solo se
encogen de hombros, así que volteo de nuevo a Bell.
—Hay mucho que no sabes, Bell. Así que no me des un discurso de mierda
sobre la esperanza y el perdón. La vida no es una línea recta que tienes que seguir
de acuerdo a un par de reglas. —Dirijo hacia ella bruscamente, sabiendo que es la
única forma en que ella abandone esto rápido. Esperando que se eche para atrás,
decido que es nuestro turno, así que tomo mi siguiente tiro.
—Él es tu padre. ¿Eso no cuenta para algo? —El temblor en su voz me lleva de
regreso al mismo tono que mi madre usaba para decir excusas y minimizar lo que él
hacía.
—No, no lo hace, Bell. A diferencia de ti, no llevo mi ADN por ahí como si
fuera una bola con una cadena, esperando complacer a mis padres. Dejé de
sentirme obligado y responsable hace mucho tiempo. —Dejo caer el taco sobre la
mesa y me voy, dejándola de pie allí, con mis hermanos.
244
Capítulo 30
Bell
—¿Bell? —susurra él tres horas y veinticinco minutos después. Inseguro de lo
que él necesita de mí, mantengo mi cuerpo quieto y finjo dormir. Lo escucho
sacarse las botas y soltar su chaqueta sobre la silla; ejecutando la misma rutina que
él hace cada noche antes de acostarse.
Una parte de mí no estaba esperando que él regresara, la otra parte contaba los
segundo que estuvo lejos. Pensé en irme, retirarme a la comodidad de mi propia
casa, pero no pude hacerlo. Sé que está lastimado y no era fácil alejarse de él, así
que me quedé y decidí que lo solucionaríamos cuando se tranquilice. Sé que no
debería haberlo presionado antes. No sé por qué lo hice. Después de que se fue, Sy
y Beau me dijeron que no me preocupara, pero, ¿cómo no podría hacerlo?
Necesitaba que él supiera que no quería poner una brecha entre nosotros. No
ahora. 245
—¿Bell? —Jesse dijo mi nombre de nuevo mientras se trepaba a la cama.
—¿Sí? —Me rendí con fingir dormir y me di la vuelta. Mi estómago cayó con la
vista de él. Círculos oscuros debajo de los ojos, sus facciones drenadas me miraban
de regreso. Sé que está sufriendo, solo desearía que pudiera abrirse, en lugar de
cerrarse por completo.
—No, Jesse, no la tenía. —Me siento, mis manos duelen por sostenerlo, por
encender esperanza de regreso a él—. No debería haberte presionado. Lo siento. —
Las lágrimas caen libremente y no sé si estoy llorando por nosotros, por él, o por el
hombre que apenas conozco.
—Nunca te disculpes por ser honesta, Bell. Siempre honestidad. —Él me jala
de regreso abajo, metiendo mi espalda a su frente—. Estoy peleando una batalla
que no voy a ganar. Voy a él y le doy la paz a todos excepto a mí, piensan que la
merece, o no lo hago y entonces me quedo con la culpa. De cualquier manera, él
gana.
—Te amo, Jesse —susurro, sin importar si lo digo. El hombre necesita saber lo
que el amor es, incluso si eso lo asusta.
—Soy yo. —Me las arreglo para gemir mientras empujo mis dedos a sus ojos.
No pienso en lastimarlo. Mi necesidad de sobrevivir toma el control porque Jesse
ya no es más el hombre que amo, es el hombre que está tratando de matarme.
De repente, Jesse es arrancado de mí y me las arreglo para recuperar la
cantidad de aire necesario por mi garganta.
—¿Qué mierda está mal contigo? —Sy se para entre Jesse y yo. Su pecho se
eleva y cae mientras asume una postura que dice ‘ni jodidamente pienses en ir hacia
ella’.
—Holly, sácala de aquí —ordena Sy. Holly no lo piensa dos veces, toma mi
mano y me ayuda a salir de la habitación. Miro hacia abajo a Jesse todavía en el
piso. Sus ojos vienen a mí, y por primera vez desde que lo conozco, libremente veo
el dolor detrás de sus ojos.
247
—¡Bell! —me llama, pero no puedo detenerme.
—No lo sé. —Me las arreglo para jadear antes de que Holly regrese con una
bandeja de hielo y un paño de cocina—. ¿Cómo es que ustedes…? —Me detengo
para tragar, es demasiado el dolor para hablar.
—No lo parecía cuando irrumpí. Tenías tus putas manos alrededor de su cuello
y ella estaba a segundos de desmayarse. —Sy da el golpe, llevándome de regreso a
la cama y a la oscuridad cerrándose.
—¿Estás bien, Bell? —Sy se mueve frente a mí. Se agacha y se acerca para
inspeccionar mi cuello. Me estremezco ante el movimiento. Sé que Sy nunca me
248
lastimaría, pero mi razonamiento no quiere confiar en él.
—No cedo en eso. —Él me pasa una mejor bolsa de hielo y me dice que siga
poniendo hielo—. Lo iré a ver. —Comienza a irse, pero en el momento, Jesse
entra.
—Está bien, Jesse. Lo sé. Fue un accidente. Estoy bien. —Empujo abajo los
recuerdos de él ahorcándome y me enfoco en tranquilizarlo.
249
—¡Tú no estás jodidamente bien, mis malditos dedos están impresos en tu
jodido cuello! —grita él, provocando que retroceda.
—La estás asustando, Jesse. —Holly se acerca, pero yo sacudo la cabeza. Jesse
solo está reaccionando a su miedo. Sé que nunca me lastimaría.
—Fue un accidente, Jesse. Lo sé. —Tomo sus manos en las mías y las sostengo
en mi cara—. Estoy bien.
—Lo siento tanto, cariño. Lo jodí. —Deja caer su cabeza y quiero tomar su
angustia lejos, pero no sé cómo.
—Jesse, todo está bien. Solo fue un sueño —le suplico cuando él empieza a
alejarse.
—¿Entonces eso es todo, eh? ¿Tú solo vas a irte? —No puedo contener el dolor
en mi voz. El pinchazo de rechazo más doloroso que lo que sus dedos le hicieron a
mi cuello.
—No tienes opción. —El temor pesa mucho en mi corazón cuando escucho la
desolación en su voz.
—Tú no sabes lo que necesito, Jesse. Te dije que te tomaría de cualquier forma,
incluso si esto es todo lo que puedes darme.
—Lo hago, sabes que sí. —Doy un paso al frente necesitando su toque,
cualquier cosa para centrarme.
—Cariño, tienes veintitrés años de edad. Dejas que tus padres te digan qué
hacer. Estás tan atrapada en encontrar a tu hermana, que pones tu propia vida en
riesgo. Entraste a este club, te entregaste a mí, y eres tan malditamente inocente que
no sé cómo lidiar con eso.
—Mi hermana está viva. No me voy a rendir con ella. —Una línea profunda se
arruga entre sus cejas, una expresión mezclada con dolor y determinación.
—Sí, bueno, tal vez deberías. Jesús, Bell, no piensas que es momento de seguir
adelante. Ella no va a volver. —Mi mano serpentea rápidamente, abofeteando su
cara lo más duro que puedo.
—Probablemente se haya ido hace tiempo, cariño. Cuanto antes te des cuenta,
antes podrás seguir adelante, antes podremos seguir adelante.
—Tu familia es la que te está sosteniendo, Bell. ¿No lo puedes ver? —Él
empieza a reírse y la necesidad de abofetearlo de nuevo hormiguea en mis dedos,
pero lo fuerzo lejos. No quiero lastimarlo. Solo quiero que deje de lastimarme.
—Todo lo que veo es esperanza, Jesse, y tal vez no entiendas eso. No, sé que
no lo haces. Tú no entiendes un amor así, porque caminas por ahí pensando que
todo es acerca de ti. Todos te han hecho mal y tú no tienes mano en ninguna cosa.
Tienes una familia que quiere amarte, pero lo haces tan malditamente difícil. ¡Estás
tan jodido de la cabeza que envolviste tus manos alrededor de mi cuello y trataste
de matarme! —Cierro la boca tan pronto las palabras se escupen.
—No sientas pena por mí, cariño. Merezco todo lo que tengo. —Su tono gotea
resentimiento. La necesidad de ir a él, y decirle que no sea tan duro consigo mismo
se desvanece. Él se ha hecho esto a él mismo. Es el que aleja a todos. He cansé de
intentar.
—Si te mereces todo lo que tienes, Jesse. Nunca pensé que lo hacías, pero
parada aquí en este momento, lo veo. Estás solo porque quieres estarlo. Empujas a
todos porque tienes miedo. Miedo de que puedan ver al hombre en el que te has
convertido. Tienes miedo de lo que amarme significa para ti, así que me vas a alejar
también. —Cierro los ojos fuertemente, tragando el dolor.
—¡Esto no significa nada! —Señalo mi cuello, pero no importa que tan duro
luche, no cambiará nada. Sin una palabra más, se gira y se va, dejándome de pie
más sola de lo que nunca he estado en mi vida.
—Entrando. —Wilcox, el líder del convoy, encuentra su camino en el Humvee para 253
revisarnos—. Medevac está a dos latidos de distancia —nos informa asintiendo.
—Roger —respondo, luego envío una oración silenciosa para que lo saquemos vivo de
aquí. La verdad es que, en el fondo, una parte de mí entiende su súplica. Si estuviera en la
misma posición, una pierna volada, y la otra jodida, quién sabe qué tan mal, tampoco me
gustaría vivir.
—¿Qué clase de jodida vida es esta? Solo mátame, hazlo ahora, Carter. Por favor, acaba
con esto para mí.
Jesús joder.
—¿Estás bien, Jesse? —La voz de mi madre flota desde el otro lado de la
habitación. Me siento y me doy cuenta de que no estoy en casa, sino en la
habitación del hospital de mi padre. Mierda, debo haberme quedado dormido.
—Err, sí. —Me froto la cara—. ¿Qué hora es? —pregunto, mirando a mi padre.
No se ha movido desde que he estado aquí, la máquina a su lado le brinda
suficiente alivio del dolor para evitar que se despierte para verme. Que pérdida de
tiempo.
—Once. Él no se ha despertado. —Ella se levanta y se acerca a la cama. Ella
juega con algunos cables y luego presiona algunos botones hasta que la máquina
emite un pitido, rompiendo el silencio de la habitación oscura.
—No creo que pueda hacer esto, mamá —espeto sin pensar. Limpiándome las
manos sudorosas en mis jeans, me paro y me preparo para retirarme.
—¿Por qué es tan difícil para ti dejarlo ir, Jesse? —Ella levanta la vista, sus ojos
se han hundido por el estrés de todo, envejeciéndola más de sus sesenta y cinco
años.
—Lo pensé algunas veces. Incluso llegué a empacar una bolsa una vez. Pero no
pude obligarme a hacerlo. —Ella me sorprende y no puedo mantener la acusación
fuera de mi voz por más tiempo.
Ella regresa a la silla en la que estaba sentada y sacude la cabeza una vez antes
254
de respirar profundamente.
—Hay cosas que no sabes, Jesse. Cosas que ha visto, cosas por las que pasó
cuando era niño.
—Tu padre era un hombre enfermo, Jesse. Desde que regresó de su primer
viaje, supe que había cambiado. Al principio, pensé que era solo una fase, algo que
eventualmente superaría, pero solo se intensificó. Me prometió que obtendría
ayuda y le creí. En la salud y en la enfermedad…
—Pero él nunca lo hizo, entonces ¿por qué no te fuiste? —presiono por más, no
permitiéndole esconderse más detrás de su miedo.
—No hubiera podido darles a ustedes muchachos la vida que tenían sin él,
Jesse. Una madre soltera, tres niños. ¿Qué tipo de vida habría sido? —pregunta, y
casi me río.
—¿Crees que tuvimos una buena vida? Las escuelas, la ropa, todo lo que nos
proporcionó, no significaban nada.
—Significó algo para mí, Jesse. Quería darles a ustedes todo lo que pudiera. No
digo que haya sido la decisión correcta, pero hice todo lo posible. Me cuestioné
todo, pero al final, lo amaba. No pude hacerlo. Y tal vez eso me hace una mala
madre, una esposa que dejan que la pisoteen, pero no podía alejarme de él cuando
me necesitaba.
—Sí, bueno, supongo que ahí es donde diferimos, mamá. No soy tan
indulgente. No se merece la paz que todos ustedes piensan.
—Tienes razón pero, hijo, mereces paz. El perdón no se trata de la persona que
pide ser perdonada; se trata de darte permiso para dejar de sufrir. Caminar con
tanto odio en tu vida no va a desaparecer cuando muera, Jesse. Lo que te hizo a ti,
a mí, a nuestra familia, siempre estará con nosotros, pero debes separar las cosas
feas que crecen dentro de ti antes de que se haga cargo. ¿No quieres paz para ti?
—Ese hombre tomó mi paz. Gracias a él, soy como soy. Pasé demasiados años
255
buscando aceptación y amor, que cuando finalmente lo encontré en una mujer, la
aparté porque me da miedo. ¿Sabes lo jodido que me hace? He visto la muerte. He
vivido el dolor y el rechazo, mamá, pero el amor me asusta. —Me tiemblan las
manos a un lado mientras lucho contra mis lágrimas.
—Desearía poder dártela, Jesse, pero eres tú quien debe permitirse dejar de
sufrir y liberar la carga. Solo entonces verás cómo sobreviviste. Y todavía estás
sobreviviendo. —Mis ojos se mueven hacia el sobre mientras ella me lo ofrece—.
Tu padre me pidió que te diera esto cuando falleciera. Pero creo que deberías
tenerlo ahora. —Ella coloca el sobre en mi mano antes de abrazarme, sus brazos
rodean mi cintura y me abrazan con fuerza, como lo haría cuando era un niño.
»Siento no haber podido ser la mamá que merecías. Vivo con esos recuerdos
cada día —susurra y luego se aleja. No sé qué decirle, porque es lo que necesito
escuchar, una disculpa por lo que ella permitió y el saber que las cosas nunca han
estado bien. Solo que veinte años es demasiado tarde.
»Léela. Creo que podría ayudar. —Ella se limpia su rostro. Asintiendo una vez,
coloco el sobre en mi bolsillo posterior y me giro para irme.
»Él te amaba, Jesse. Nos amaba a todos. Simplemente no sabía qué hacer con
nuestro amor. —Ella se aleja y vuelve al lado de mi padre.
Y tal vez me arrepienta después, sabiendo que él estaba a solo unos pasos de mí
y no pude alcanzarlo, pero no podía sentarme allí y verlo morir. No pude superar
mi propia ira y dolor al despedirme pacíficamente del viejo.
Más tarde esa noche, Jackson me llamó con la noticia. Mi papá había muerto.
No volví a verlo a él ni a mi madre.
—Solo no quiero salir, ¿bien? —le digo a Lissy por teléfono por quinta vez esta
semana.
—No necesito aire. Necesito que dejes de llamarme y pedirme que salga un
rato —respondo, cerrando mi libro de texto. No sé cómo se supone que debo hacer
algún trabajo en este lugar. Entre mi madre y mi hermana revisándome, y Lissy, 257
Kate y Manda llamando cada cinco minutos, ni siquiera tuve la oportunidad de
analizar mis pensamientos.
—No sé por qué lo estarías. Estoy bien —le digo lo mismo que le dije a todos.
Sé que lo que pasó con Jesse y conmigo fue malo. Ambos dijimos cosas que sé que
lamentamos. Esa noche fue un puñado de emoción y estrés, pero no puedo tener
ninguna mala voluntad contra él. Desde que lo conocí, supe que estaba lidiando
con sus propios problemas. También sabía que meterse con él sería peligroso, y tal
vez eso era parte de la emoción. En el fondo, una parte de mí sabía que no iba a
terminar bien. Jesse es Jesse, y no puedo castigarlo por querer protegerme. Él entró
en mi vida y me hizo darme cuenta de lo poco saludable que era lo estaba viviendo.
Me hizo ver cómo debería cambiarlo, pero aun así me aceptó por mis defectos. Si
tan solo él pudiera ver lo mismo por sí mismo.
—Será mejor que lo hagas —responde ella antes de colgar. Bajando las
escaleras de dos en dos, me detengo cuando noto a Holly parada allí. Ella se da
vuelta cuando llego al último escalón.
—¿Holly?
—Hola, Bell, ¿cómo estás? —Su mirada se mueve hacia mi cuello, antes de
lanzarse de nuevo a mis ojos. Ella no comenta sobre las huellas dactilares moradas
y grises oscuras, y por eso estoy agradecida. He visto la pena y la ira en los ojos de
mis padres cada vez que me miran; no creo que pueda soportar más.
»¿Está todo bien, Holly? —Ella no responde, solo me sigue—. ¿Qué está
pasando?
—Su padre falleció ayer. —Ella deja caer la noticia y mi corazón se hunde.
—Oh Dios. ¿Está bien? —Mi mente comienza a correr una milla por minuto
mientras proceso todo de una vez. Él ha de ser un desastre—. ¿Debería ir con él?
¿Cuándo es el funeral? —Las preguntas salen volando tan pronto como me llegan a
la mente.
—No está en un buen lugar, Bell. Después de que te fuiste la otra noche, ha
estado en mal estado. Bebe, pelea con todos. Los muchachos casi lo enviaron a la
casa de seguridad, estaba tan mal, pero ahora con la noticia de su padre... —Mi
cabeza cae a mis manos mientras lo imagino procesando todo solo. Sabía que esto
iba a suceder. No quería presionarlo, pero tal vez debería haberlo hecho.
—Todos hemos intentado hablar con él, tratar de sacarlo de eso, pero nada
ayuda. Está alejando a todos. El funeral es el sábado. Pensé que te gustaría venir.
Tal vez apreciaría el apoyo. —Asiento con la cabeza, de acuerdo, sabiendo que
tendré que tomarme el día libre. No importa; haría cualquier cosa por Jesse.
—Muchas gracias, Bell. Sé que las cosas están tensas entre ustedes dos en este
momento, pero las dos sabemos que él te ama, e incluso si es un loco, sé que lo
amas.
—Sí. —Es todo lo que respondo, porque realmente qué más hay para decir.
Jesse podría no pensar que necesita a nadie en este momento, y tal vez no, pero está
en un mal lugar. E independientemente de lo que esté sucediendo entre nosotros,
todavía voy a estar allí para el hombre que me importa.
—Holly, realmente no creo que sea una buena idea. —Entré en pánico dos días
mientras me quejaba de mi vestido negro recogiendo un poco de pelusa. Bien,
entonces quizás no soy tan valiente después de todo. Después de dos días de tratar
de llamar a Jesse por teléfono, finalmente me di por vencida y pensé que tenía más
posibilidades de ir a la casa club antes del servicio funerario. Ahora no estoy tan
segura.
—Va a estar bien, Bell. Confía en mí —dice ella, pero ambas sabemos que no
es cierto.
—Hola, Bell, ¿cómo estás? —pregunta Kelly cuando entra desde la cocina. Sus
ojos se agrandan y se detiene cuando ve mi cuello—. Joder, Bell. —La maldición
me hace estremecer porque lo dice todo. Es malo.
—Estoy bien —me apresuro, deseando haber hecho un mejor trabajo para
cubrir los moretones.
—Por favor, no. —Tomo su mano y la aprieto, necesitando que sepa que no
podemos hacer esto ahora. Aquí no. Jamás.
—No está en un buen lugar, así que gracias por venir. —Me aferro a ella más
fuerte, necesitando que ella sepa que entiendo. Estas personas lo aman tanto como
yo, y a su vez, me hace amarlos aún más.
—Puedes montar conmigo. Está bien. —La mano de Holly se enrolla alrededor
de mi muñeca, sin dejar que me retire.
—Jesse, estamos listos. ¡Vamos! —grita Nix mientras sale de la cocina, seguido
por Kadence, que sostiene a Low, y Sy, que sostiene a X.
—Mantenlo unido —advierte Holly justo cuando los ojos de Jesse encuentran
los míos. Al principio no reacciono, esperando ver cómo responde. Mantiene mi
mirada por un momento, antes de que sus ojos hagan un rápido barrido de mi
cuerpo y luego descansen sobre mi cuello.
—Eso salió bien —susurra Holly cuando solo quedamos las dos.
261
—No me dijo una palabra, Holly. —Finalmente llevo un poco de aire muy
necesario a mis pulmones e intento no dejar que su indiferencia me sacuda.
—Él tampoco te dijo que fueras a chupar una polla, así que creo que estás
ganando hasta ahora. —Ella sonríe, esperando que yo reaccione. No lo hago.
Casi me rio con la última oración. Por favor, ¿Honorable? El hombre que era
bajado al suelo no merecía tal honor. Definitivamente, no merecía tal respeto.
Pérdida.
Dolor. 262
Paz.
Pero no siento nada. Viví mi vida con un padre alcohólico. Un padre inútil y
patético, quien no reconocería el amor o el respeto si lo golpeaba en la cara. Aun
así, aquí estábamos todos, mostrándoselo en su muerte. El hecho de que tengo que
estar de pie aquí, en primer lugar, me pone enfermo. No iba a venir, pero luego de
una advertencia de Nix, Jackson e incluso Kadence, supe que sería más problema
negarme.
Su maldita sonrisa suave y compasión son lo que hacen peor toda esta
situación. No necesito que me diga que lo lamenta. No necesito que me diga que
todo va a estar bien, porque ya sé eso, mierda. Él se ha ido. No va a regresar, y para
ser honesto, estoy aliviado. Claro, eso me hace un idiota, un ser humano jodido,
pero me importa una mierda. Quizás ahora, luego de todos estos años, puedo
encontrar mi paz. 263
—¿Jesse? —La voz de Bell me saca de mis pensamientos, y noto que solo
quedamos nosotros dos.
—No debiste venir, Bell. —Le doy la espalda y comienzo a caminar hacia mi
moto. Espero que me llame, que me diga que saque la cabeza de mi culo, pero las
palabras no salen.
Bien. Monto mi moto y la observo de pie allí, viendo entre Holly y yo. No estoy
de humor para pelear con ella hoy. Se puede ir sola a la mierda.
Descansa en paz.
—¿Qué hay de ti, cariño? ¿Quieres regresar a la casa club? —pregunto a la
rubia sentada en mi regazo, más tarde esa noche. No tengo idea de quién mierda es,
o de dónde salió, pero estoy disfrutando su compañía.
—¿Jay? ¿Dónde mierda has estado? —Levanto la mirada al gran hijo de puta
por primera vez en el día.
—He estado aquí todo el día, idiota. —Cruza sus brazos en frente de él y noto
lo mucho que cambió en los últimos años. Jesús, ya no es tan pequeño.
—Jesús, Jay. Podrías querer dejar los esteroides —bromeo, moviendo a la rubia
fuera de mi regazo y tratando de ponerme de pie.
—¿Qué? Solo estoy de luto por papi. ¿Sabes? Dejemos que el bastardo
descanse. —Me inclino al frente, tomando otro trago y levantándolo en brindis—.
Por nuestro bastardo padre, que en paz descanse. —Lanzo mi cabeza hacia atrás y
lo termino.
—¿Crees que tuviste suficiente? Tenemos familia aquí. —Jay baja su voz. Su
intención es mantenerme calmado, pero no funciona. Miro alrededor, a todas estas
personas que vinieron a casa de mi mamá, para lamentar la pérdida de mi papá, a
quien realmente no conocían. Ninguno tiene una puta idea.
—No, solo estoy comenzando, hermanito. —Asiento hacia Hunter, pidiendo
otro trago.
—Claramente, no ves nada, Jesse. Estás ebrio, herido, y si no paras ahora, vas
a arrepentirte como la mierda mañana. —Asiente hacia la perra rubia aún sentada
cerca de mí.
—Sabes, siempre supe que terminarías como él. Creyendo que eres mejor que
todos. Pero, ¿sabes qué, Jay? No lo eres. Eres el que estaba debajo de mí. Así que, a
la mierda él y a la mierda tú también. —Me pongo de pie, esta vez ganando
equilibrio y entrando en su espacio. No es que esté enojado con Jay. Tuvo la misma
niñez que yo, pero esta ira está construyéndose dentro de mí. Y cada vez que
alguien trata de calmarme, solo se enciende más.
—Jesús, no tienes una maldita idea. Dijiste que nunca querías ser como él, aun
así, mírate ahora. Ebrio. Igual que él. Eres patético. Nuestra madre no debería verte
así. Acaba de enterrar a su esposo, maldita sea. —Retrocede, justo como sabía que
lo haría. Bastardo cobarde.
265
—Sí, bueno, a la mierda ella también. —Presiono un poco más duro, queriendo
irritarlo—. ¿Cuándo fue la última vez que alguien más en esta familia retrocedió?
Todos están tan acostumbrados a mantener la paz que ni siquiera le crecieron
bolas.
Mierda.
—Por favor, para. Está ebrio y no piensa con claridad. —Oigo la voz de Bell
rogando sobre mí, mientras trato de ponerme de pie. Mi cabeza está palpitando,
pero no he terminado.
—Jesse, estás ebrio. No sabes lo que dices —intenta ella de nuevo, pero terminé
de verla, mierda.
—Pensé que te dije que fueras a casa. A nadie le gusta una maldita rogona. Te
folle, de acuerdo. No necesito que una perra de segundo nivel trate de regresar.
Terminé contigo. Terminé. —Mi corazón se aprieta al momento en que la veo
cerrarse, pero tengo que permanecer fuerte. Es para mejor que ella sepa el idiota
jodido que soy.
—Es suficiente —ruge la voz de Jackson detrás de Bell, y por su tono, sé que
está a punto de ponerse como “hermano mayor” en mi culo.
—Jay, lleva a Bell afuera. Ella no necesita ver esta mierda —ordena él, y como
el buen hermanito que es, Jay hace caso.
—Ni siquiera sé qué mierda hacer con él. —Oigo la voz de Nix primero, pero
no puedo reaccionar, aun así, me permito despertar lentamente.
—Necesita irse de aquí por una semana o dos. Ya no puedo soportar ver su
rostro. Y con la mierda con los Warriors aún en suelo inestable, no puedo confiar
que tenga los mejores intereses en el club ahora. —Nix continúa hablando, como si
yo no estuviera aquí.
—Saben que estoy despierto. Puedo oírlos discutir sobre mí. —Mantengo mis
ojos cerrados y espero una respuesta.
—Será mejor que nos oigas, Jesse. Fuiste demasiado lejos anoche, maldición.
Nunca lo hice.
Nunca lo haré.
Capítulo 34
Bell
—Dios, concédeme la serenidad para aceptar los recuerdos que no puedo
cambiar, el coraje para curar las heridas que puedo, y la sabiduría para saber la
diferencia. Amén.
—Gracias por venir hoy. Espero que ustedes chicos hayan conseguido algo de
eso. Si alguien quiere quedarse para charlar, estoy aquí. —Conner gira su atención
hacia mí cuando yo me paro y espero que todos se muevan.
—Te dije que estaba interesada. —Me acerco y lo ayudo a recoger las sillas—.
Tenías razón, sentarme aquí escuchando las historias de estos hombres sobre lo que
han pasado me da una visión a lo que está lidiando Jesse. —Él asiente, pero no dice
nada.
—Entonces, ¿Jesse, alguna vez, ha venido a este tipo de cosas? —pregunto
cuidadosamente, manteniendo la voz baja.
—Para algunos lo hace. Para otros hablar acerca de eso puede hacerlo peor.
—Los problemas de Jesse son complejos, Bell. Tienes que entender, nada va a
cambiar lo que experimentamos allí. Es acerca de aprender a vivir con ello, y no
dejar que nos derribe. Jesse tiene dificultades con eso. —Asiento, incluso si no lo
entiendo. No es que no quiera saber con lo que está lidiando, lo quiero más que
nada, yo solo deseo que Jesse me ayude a verlo a su manera.
—Él todavía está en esa maldita casa donde lo dejaron. Fui y lo visité ayer. 269
Estaba tan fuera de sí que ni siquiera sé si se dio cuenta de que estaba allí.
—Espero que tengas razón. —Me muerdo el labio inferior, preocupada de que
Jesse no regrese. La semana pasada era una roca en el fondo y estoy cuestionando
la decisión de dejarlo.
—Confía en mí, Bell. Él solo necesita algo de tiempo para poner su cabeza en
un lugar mejor. —Trata de asegurarme.
—Lo hará, Bell. Él tiene mucha familia. No vamos a dejar que esto se lo lleve.
—Acercándose, él toma mi mano.
—Tal vez no debería haber presionado tanto, esperando que también me ame.
—Empiezo a cuestionar todo, preguntándome en dónde podría haber ayudado
más. 270
—Bell, esto no es tu culpa. Admitir que lo amas no hizo que esto sucediera.
Jesse ha estado en una bomba de tiempo en toda su vida. Estoy sorprendido que no
se haya ido antes. Creo que tú entrando a su vida lo mantuvo a raya por un
momento, pero era solo cuestión de tiempo antes de que la cuenta regresiva
explotando lo comprometería de nuevo. —Asiento, porque ahora he tenido tiempo
para procesar todo lo que ha sucedido desde el fin de semana pasado, puedo ver lo
que Conner está diciendo. Jesse siempre se las había arreglado para alejar a todos;
solo era cuestión de tiempo antes de que todo se viniera abajo alrededor de él.
»He estado diciéndole por años que resuelva su mierda, pero solo él puede
hacer que suceda, Bell.
Tal vez ahora que perdió a su padre, se dé cuenta de que vivir de la forma que
ha estado viviendo no es saludable.
—Espero que tengas razón, Conner. —Sonrío, incluso si no hay nada por lo
que valga la pena sonreír ahora—. Solo desearía que no termine de la forma que lo
hizo. Eso duele más. —Seco mi cara, todavía dolida por sus palabras y cómo me
alejó.
—Funcionará, ya lo verás. —Él toma mi mano y me da un apretón—. Y si no
lo hace, ¿quién necesita a un imbécil cuando me tienes a mí? —Me guiña y me
muestra una sonrisa.
—Oh, Dios. —Me río, sabiendo que solo está bromeando conmigo.
271
Capítulo 35
Jesse
—Despierta, cabrón. Se terminaron las vacaciones. —Escucho las palabras
irrumpir a través de mi sueño.
—No, jódete tú. Te dimos dos semanas para que manejaras tu mierda. Liquid 272
se está cayendo a pedazos sin ti y ya me cansé de esperar a que entres en razón. —
Escuchó lo que dice pero no se registra. No quiero que lo haga. Es mejor vivir en el
mundo de la ignorancia y que no me importe.
—Nix. —Una voz familiar interrumpe el gritadero de Nix y por primera vez
levanto mi mirada, notando que también Kadence está aquí—. ¿Puedo tener un
minuto con Jesse?
—Bien, cinco minutos, luego vuelvo. —Nix me patea la pierna otra vez,
sacándome de mi cabeza.
—Sí, Nix. Cinco minutos —lo aplaca mientras él la empuja hacia su pecho y
planta un beso en sus labios antes de retroceder.
—No seas un imbécil para mi mujer, Jesse. —Me mueve la oreja y mis reflejos
lentos solo reaccionan cuando está a mitad de camino por la habitación.
Cabrón.
—¿Jesse? ¿Cómo te va? —Kadence se acerca, mueve algunas cosas sobre la
mesa de café y se sienta frente a mí.
—Estoy de acuerdo. Han sido unas pocas semanas difíciles. —Ella asiente,
mirando alrededor de la casa de seguridad del club. Sigo su mirada y me doy
cuenta por primera vez de lo desordenado que es.
—Mierda. —Froto mis manos por mi cara—. ¿He estado aquí toda la semana?
—pregunto, tratando de averiguar dónde han ido todos mis días.
—No, dos.
—Sy y Beau han estado por acá cada pocos días. Conner también ha estado
viniendo para ver cómo estás. ¿No recuerdas haberlos visto? —pregunta ella.
Sacudo la cabeza. Que me jodan, realmente me he ido.
—Jesse, esto tiene que terminar. Necesitas ayuda. —Me masajeo la frente,
aliviando el dolor que se ha instalado dentro de mi cráneo.
—¿Y cómo te está yendo eso? —Ella levanta las cejas, desenmascarándome.
—Estoy llegando allí —miento, porque es más fácil que admitir la verdad.
—La última vez que lo revisé, tu esposo me envió al exilio. Y sí dejo entrar a la
gente —me burlo. ¿Está bromeando? Puede que no deje que la gente vea la mierda
que escondo, pero dejo que la gente entre.
—Me refiero a dejarlos entrar, Jesse. Deja entrar a Bell.
—No quiero hablar de Bell. —Me muevo para ponerme de pie, pero mi cuerpo
está tan jodidamente fuera que ponerse de pie se ha vuelto demasiado difícil.
—Sé real conmigo por una vez, Jesse Carter. Yo soy tu amiga. Me ayudaste
cuando estaba en un lugar oscuro antes. Déjame hacer lo mismo por ti. —La miro
y veo que la estoy lastimando. Es lo que hago. Es en lo que soy bueno, ¿verdad?
Lastimar a la gente.
—¿No crees que quiero hacerlo? —Me siento hacia adelante, apoyando los
codos en las rodillas, sosteniendo la cara en las palmas—. Jesús, realmente desearía
que fuera tan fácil. Esta oscuridad es algo que llevo conmigo, Kadence —admito
finalmente, permitiéndome un momento de piedad.
—Y siempre lo harás —interrumpe—. Pero tiene que haber una manera de que
vivas sin lastimar a todos a tu alrededor.
»Pasas toda tu vida en esta oscuridad, Jesse, nunca sabrás cuánta luz hay a tu
alrededor. —Algo en el sonido de su voz me lleva a su comodidad, mostrándome lo
que necesito. Lo que me falta.
—¿Crees que quiero vivir con este tipo de amargura, con este dolor? —Mis
propias palabras me sorprenden, así que me permito un momento para entender lo
que significan.
—Mírame, Jesse Carter. Sí, tienes tus problemas. No voy a argumentar que
tienes algo de trabajo que hacer, pero no puedes continuar aferrándote a esta culpa.
Solo te va a deprimir. Tu padre se fue y lamento que no hayas conseguido la paz
que necesitabas, pero destrozar tu vida solo le permitirá ganar. No eres él. Eres todo
lo que él nunca podría ser. —Ella no se detiene y me doy cuenta de que es lo que
necesito. Tiene razón, y cuanto más destrucción creo, más me escondo de todo,
más lastimo a las personas que amo.
—No lo eres, nunca fuiste y nunca lo serás, Jesse. Recuerdas eso y arreglas tu
mierda. —Me toma de la mano y me aprieta. El contacto me calma. Cubre mi
inseguridad y comienza a sacarme de mi duda. 275
—Ni siquiera sé por dónde empezar. —Me río con una risa amarga, sin saber
qué tan lejos estoy en esta madriguera de conejos.
—Bueno, es por eso que estoy aquí para ayudarte. Vas a comenzar a volver a
tus grupos de apoyo. Comienza a hablar de nuevo. Conner ha organizado una cita
para que veas a alguien en el hospital de veteranos, para brindarte la ayuda que no
podemos. —Sacudo la cabeza, sin saber si puedo hablar con alguien todavía.
»No discutas conmigo, Jesse. Vamos a dar pequeños pasos. El club está
esperando tu llegada a casa. Demonios, incluso podría sorprenderte con mi cocina.
—Jesse, ni siquiera puedo contar tan alto. Pero está bien, porque te amamos. Y
vas a arreglar esto —dice como un hecho, de manera casual, que quiero creerle.
—¿Y Bell? —pregunto, preguntándome cómo podría arreglar algo con ella.
—En este momento, no sé cuáles son tus posibilidades. Lo arruinaste más con
ella. —La franqueza de sus palabras es como una bofetada.
—La amo, Kadence, y aun así logré lastimarla más. —Sacudo la cabeza,
deseando poder recuperarlo todo.
—Jesse, siempre lastimamos a quienes amamos, pero lo que duele más es ser
amado por aquellos a quienes lastimamos. Ella todavía te ama. Depende de ti
decidir qué vas a hacer con ese amor. —Ella da un paso adelante y envuelve sus
brazos alrededor de mi cintura—. Pero para hacerlo más simple para ti, debes dejar
que ella te ame —susurra, exponiéndolo.
—Eres linda cuando eres inteligente. —Un trasfondo de burlas se desliza por
mis labios, mi intento de aligerar el estado de ánimo.
276
—No juegues conmigo, Jesse Carter. —Ella se ríe, da un paso atrás y golpea mi
pecho.
—No coquetees con mi mujer, cabrón. ¿Por qué todavía no estás en la ducha?
—Nix regresa, rompiendo nuestro momento.
—Sí, sí, imbécil. Ya voy. —Lo saludo, beso a Kadence en la mejilla y luego me
dirijo hacia el baño.
—Somos familia, Jesse. Por mucho que me duela el culo, nos mantenemos
unidos. No lo olvides. Ahora, por el amor de Dios, métete en la jodida ducha. —
Nix me arroja una camisa a la cabeza. Al verlo, me doy la vuelta, sabiendo que
tiene razón. Somos familia. No por sangre sino por amor. Y a veces esas familias
son más fuertes.
—Mira lo que trajo el gato. —La sonrisa de Conner se extiende cuando entro
en el centro de rehabilitación una semana después.
—No tú también. —Pongo los ojos en blanco ante su elección de palabras, pero
no digo nada más. Lo he estado escuchando desde que regresé. Pequeños golpes de
mis hermanos. Las miradas cabreadas de Jackson. Y palabras tácitas compartidas
entre todos a mi alrededor. Decir que ha sido una semana larga sería quedarse
corto.
—¿Cómo te van las cosas? ¿La nueva pierna se está acomodando bien? —Miro
su nueva prótesis y me reprendo por no comprobarlo lo suficiente.
—Sí, embona mucho mejor. Con suerte, esta fue la última ronda de cirugía. —
Se encoge de hombros, sin dejar que eso lo deprima—. ¿Y tú, cómo te las arreglas?
—Llegando allí, solo un día a la vez, ¿sabes? —Desde que regresé la semana
pasada, he estado tratando de volver al ritmo de las cosas. Tuvimos una cena en el
club y pude hablar con todos. Me aseguré de que supieran que estaba arreglando mi
mierda. Claro que estaban enojados por algunas cosas que había hecho, pero al
final, me respaldaron—. Entre la mierda del club, Liquid, y mis hermanos, las cosas
han sido confusas.
—Buen plan. Una mujer como Bell merece más de ti, Jesse.
—Sé que tuviste una buena. Sé que también la perdiste. También sé que se
merece más, Jesse. Esta mierda de culpa, tiene que terminar si quieres una vida con
ella.
—No hombre. Lo opuesto. Quiero que luches por ella, Jesse. Quiero que
arregles tu mierda. Deja esta culpa que crees que tienes por mi culpa y recupérala.
Yo quería morir. Sí. Pero no me dejaste. ¿Pienso en eso todos los días de mi vida,
deseando que me dejes ir? No. Pienso en lo agradecido que estoy de haber
sobrevivido. No estaba destinado a morir, Jesse. Lo sé ahora. Ojalá pudieras verlo
también. —Necesito un momento para procesar todo lo que acaba de confesar, me
acerco a una silla. Sí, hemos hablado de esto en el pasado, pero tal vez hoy es la
278
primera vez que me he permitido escuchar.
—Creo que siempre sentí que no querías esta vida, Conner. Ese día, se repite en
mi mente la mayoría de las noches, viéndote tirado allí y suplicándome... —Dejo
que el recuerdo se desvaneciera.
—Es la vida que se me dio, Jesse. No estoy diciendo que no sea difícil, porque
algunas veces lo es, pero no voy a dejar que me controle. Han pasado cinco años.
Quince cirugías, meses y meses de rehabilitación. ¿Crees que me estoy rindiendo?
Jodidamente no. Así que no estoy aceptando eso de ti. Tienes una oportunidad de
ser feliz. Jodidamente no lo eches a perder.
—Hola, ¿cómo estás? —Ella levanta la mirada ante mi voz—. ¿Cómo está
Conner?
—Hmm. —Ella hace una pausa y se gira hacia mí—. Tal vez. —Ella coloca la
olla de vuelta en la estufa y se mueve a su bolso encima de la mesa.
—No es gran problema si tú… —Me detengo mientras mis ojos encuentran el
sobre blanco gastado con seguridad en la mano de Kadence.
—¿Lo leerás por mí? —Me encuentro preguntando antes de poder retirarlo.
—Lo había estado cargando desde la noche en que murió. Intenté abrirlo todos
los días hasta que finalmente me rompí y lo tiré —admito, extendiendo la carta.
Ella lo retira sin decir una palabra y se acerca a una silla. Me quedo de pie y
observo mientras desliza su dedo por la parte superior, rompiendo el sello y
sacando un trozo de papel.
Jesse,
Sé que esta carta probablemente llegue demasiado tarde en más de un sentido y esa pena
nunca le quitará el dolor o la fealdad que le traje a nuestra familia, pero puede darle el cierre
que se merece.
Dicen que la culpa es para el espíritu lo que el dolor es para el cuerpo. A lo largo de mi
vida he llevado mucha culpa, fracasos y muchas decepciones, pero mientras me quedo aquí
reflexionando sobre mi vida, mi mayor arrepentimiento no es ser el tipo de padre del que eras
completamente digno. Perdí mi camino. Dejé que la bebida se convirtiera en mi salida, mi
lugar donde podía cerrar todo, incluso las personas que más me importaban. Supongo que
ahora es apropiado que lo mismo que enmascara mi oscuridad y se lleva a mi familia ahora
me está quitando la vida.
Lo siento, Jesse, por cada vez que he exigido respeto, en lugar de ganarlo. Por decir “No”,
simplemente porque pude. Por cada vez que te dije que fueras humilde y luego me di la vuelta
y te dije que perder no era una opción. Por limitar mi amor, por cada vez que has necesitado
un padre y te di algo menos porque no creía que mi amor fuera suficiente. Pero, sobre todo,
281
lamento no haberlo dicho hasta que fue demasiado tarde.
Mi única esperanza ahora es que en mi muerte pases el resto de tu vida sabiendo quién
eres, en lugar de demostrar quién eres. No te conviertas en mí, hijo. No camines con odio y
enojo. Sé el hombre que nunca podría ser.
Tu padre,
John.
El crujido del papel suena ensordecedor mientras ella dobla la carta de nuevo.
Sin saber qué decir, dejé que el silencio creciera entre nosotros mientras repetía sus
palabras en mi mente.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta Kadence, con los ojos muy abiertos por la
anticipación.
—¿Bell?
—Estoy, umm. Yo... —Me tropiezo con qué decir. No pensé tan lejos cuando
decidí que iba a tratar de llamarla. Miro a Kadence mientras ella asiente.
—Di algo, Bell —le suplico, aun manteniendo la esperanza de no haber alejado
a la única persona en este mundo que me entiende.
Después de leer las palabras de mi padre, quiero intentarlo. No quiero ser él.
Ya no quiero vivir mi vida en este arrepentimiento. Puede que nunca olvide lo que
283
nos hizo pasar, pero sé que dejarlo pasar es la única forma en que puedo avanzar.
Avanzar con ella.
—Sé que no eras tú mismo, Jesse. Estabas sufriendo y lidiando con ello a tu
manera. No lo hace correcto, ni mejora las cosas entre nosotros, pero me alegra que
finalmente veas que algo tiene que cambiar. —Su voz suave aprieta mi corazón.
—Las cosas van a cambiar, Bell. Lo prometo. —Lo creo más de lo que había
creído en algo antes.
—Por nosotros —la corrijo, necesitando que sepa dónde está mi cabeza.
—No digas eso, cariño. Siempre habrá un nosotros. Sé que tengo mucho
trabajo por hacer, pero no me doy por vencido.
—Tal vez sería ¿más fácil? Simplemente aléjate y déjalo ser. —La frescura de
su tono no me sienta bien, pero debo recordar que no puedo exigirle perdón.
—Bell, ¿qué necesitas de mí en este momento? —Sé que podría estar
abriéndome para el rechazo, pero no puedo esperar que confíe en mí cuando no
puedo darle lo que necesita.
—Necesito tiempo, Jesse. Necesito sentirme segura y necesito que luches por ti
mismo, no por mí.
—Te daré tiempo. Voy a contar los segundos, los minutos, las horas hasta que
pueda demostrar que estarás a salvo conmigo. Pero estoy luchando por los dos,
nena.
Esta es una batalla; esta es una guerra de los corazones. Llámame egoísta, un
imbécil, un jodido cabrón... lo que sea, pero Bell va a experimentar de primera
mano lo que parece y se siente tener a un hombre luchando por ella. Puede que
ahora no lo crea, y tiene todo el derecho de no hacerlo, pero voy a recuperarla. El
tiempo era todo lo que tengo.
Ya lo verá. 284
Capítulo 36
Bell
JESSE: Pensando en ti.
Han pasado dos semanas desde que Jesse me llamó. Dos semanas de despertar
cada mañana y ver su nombre salir en la pantalla de mi teléfono. Dos semanas de él
diciéndome que me extraña. Dos semanas de ir a la cama y leer sus disculpas. Dos
semanas de culpa.
Sé que lo estoy excluyendo, y tal vez no estoy jugando justo, pero ¿qué más
puedo hacer? Alejarme de Jesse es hacer lo correcto.
285
—Bell, ¿estás lista? —pregunta mi mamá desde las escaleras y hacia mi
habitación.
—Tal vez ella debería quedarse. ¿Puedo regresar cuando me haya instalado? —
Empiezo a seguirlo afuera, insegura de que mi mamá vaya a hacerle frente.
—No, dale esto. Es bueno para ella —me alienta él mientras bajamos por las
escaleras y afuera al camión que guarda todas mis pertenencias.
—Está bien, pero ten cuidado con las lágrimas —le advierto, mirándolo
moverse hacia la puerta frontal. No lo sigo; en cambio, me muevo hacia donde
Lissy y mi mamá está hablando en la cocina.
—¡Esto va a ser tan increíble! —Le lanzo una mirada, diciéndole que enfrié su
entusiasmo. Ella no lo capta, así que me rindo y me giro hacia mamá.
—Ahora, ¿estás segura de que estás lista para esto, Bell? —pregunta mamá
286
cuando camino atrás del mostrador.
—Sí, mamá. Estoy lista. Ya hemos pasado por esto. —Ella asiente, su cabeza
moviéndose rápido, como si estuviera tratando de forzar la realidad de lo que está
sucediendo aquí hoy para hundirse.
—¿Qué voy a hacer sin ti? —Ella da un paso adelante y me toma en sus brazos.
Su cuerpo se sacude en el mío, sus emociones volviéndose demasiado. Sabía que
iba a venir, así que dejo que tenga su momento.
JESSE: Hoy noté que me falta una camisa. ¿Sabes algo acerca de eso, cariño?
Mierda.
Jesús, él no se rendirá. Tres semanas. Tres semanas de culpa son peor que dos.
Debería haberme solo rendido y responder por lo menos uno de ellos, pero algo
está sosteniéndome todavía.
—Bell Johnson, será mejor que no me estés ignorando, mujer. —Me giro ante
mi nombre y veo a Holly pararse de una silla de espera y dar un paso adelante.
—¿Holly?
—No me vengas con un Holly. He estado llamándote por los últimos tres días.
¿Cuál es tu problema? —Sus manos se mueven a su cintura mientras nivela su
mejor mirada enojada hacia mí. 287
—Lo siento, es solo que he estado realmente ocupada con la mudanza. —Me
estremezco, mirando sus ojos estrecharse más.
—¿A dónde vamos? —le pregunto cuando llegamos afuera. El sol se acababa
de poner, y mis esperanzas de una noche tranquila adentro se desvanecen cuando
ella responde.
—Tú y yo vamos a cenar. Creo que una buena charla está en orden, ¿no?
Quiero discutir, decirle que realmente no estoy de humor para compañía esta
noche, pero sé que ella no va a tomar un ‘no’ como respuesta. Así que me
mantengo callada y la sigo a su auto.
—¿Puedo encontrarme contigo allí? —ofrezco, pasándola caminando hacia el
estacionamiento del personal del hospital, justo pasando su auto.
Mierda. Esto es peor. Tal vez podría haber sido capaz de manejar a Holly, pero
Kadence y Kelly…
288
Estoy jodida.
—Fue solo una de esas cosas, chicas. —Trato de explicar, pero, ¿cómo lo hago?
—Somos familia, Bell. No solo puedes cerrarnos de esa forma —discute Kelly
esta vez, haciéndome sentir peor.
—Solo necesitaba tiempo para mí misma. Por una vez en mi vida, necesitaba
hacer algo por mí misma.
—Solo lo pensé, con Jesse y yo… —Me callo, no realmente segura de lo que
pensaba. Estas mujeres son la familia de Jesse. No tengo derecho a ellas.
—Todavía somos tus amigas, Bell. —Holly suena insultada pero su sonrisa me
descoloca. ¿Está ella enojada o no?—. Estoy ofendida que hayas pensado que te
abandonaríamos, solo porque un estúpido idiota no pudo resolver su mierda.
—Lo siento. —Sacudo la cabeza, dándome cuenta que he sido una estúpida—.
Tienen razón. No debería haberlas alejado.
—¿Te vas a casar en Las Vegas? ¿Qué? ¿Por qué? —La última vez que Holly y
yo hablamos, me dijeron que ya habían establecido un lugar aquí en Rushford.
—Sy no quiere lidiar con una gran boda. No lo culpo, pero se ha vuelto
demasiada molestia. Estamos discutiendo por mierdas estúpidas. Solo quiero
terminar con esto.
—No puedo imaginarlo —le ofrezco, no segura de qué decir. Sy es una persona
bastante relajada. No estoy segura de qué lo tendría tan tenso.
—Lo sé. Así que hemos cambiado la fecha y nos vamos a ir la próxima
semana.
—Sí, la próxima semana. Así que tienes que de alguna manera resolver lo que
sea que tengas que resolver.
—Holly, una semana es apenas suficiente tiempo fuera para… —empiezo, pero
su cabeza sacudiéndose me detiene.
Mierda Jesse.
—¿Y Jesse? —pregunto, mi pulso encontrando un ritmo que pensé que había
perdido.
—No lo sé —empiezo a dar marcha atrás. Dios, el pensamiento de verlo por una
semana desde ahora me tiene en pánico.
—No estoy segura de que sea la mejor o peor idea —ofrezco y miro a las chicas
sonreír.
—Entonces estás dentro —presiona Holly, regresándome al momento de la
verdad.
—¿Tengo otra opción? —Sé que no. Tengo un tiempo de vacaciones guardado
en el trabajo de todas formas. Incluso si no lo tuviera, estoy segura de que Holly
habría encontrado la manera para que yo estuviera allí.
Estoy lejos de una rápida aprendiz, pero estoy llegando a darme cuenta de que
no importa cuando se trata de Holly. Era a su manera o a ninguna.
291
Capítulo 37
Jesse
—Son como dos fuerzas opuestas. Pena e ira. —Levanto la mirada, por
primera vez, y atrapo la mirada de Conner—. La verdad es que he estado enojado
un largo tiempo. —Mis manos tiemblan a mis lados, mientras lucho con mi
respuesta fugaz.
—En lugar de ser una carga para mi familia, las personas a quienes necesito
dejar entrar, los dejé fuera a todos. Quiero decir, no es como si ellos pudieran
entender que, físicamente, estar en casa no significaba que realmente era mi hogar.
—Obtengo un par de asentimientos y gruñidos concordando conmigo. Tomando 292
una profunda respiración, lleno mis pulmones y continúo—: Cuando cierro mis
ojos en la noche, a veces aún puedo verme recogiendo partes de los cuerpos de mis
hermanos. Aún me veo sosteniéndolos mientras mueren en mis brazos en el campo
de batalla. Aún veo sangre manchando todo mi uniforme, mientras toman sus
últimas respiraciones. —Mi voz falla, pero mantengo el control. No es como si
preparé un discurso justo para este momento.
—Mi mente me dice que yo no causé su dolor y pena, pero mi corazón me dice
lo contrario. Sé que no puedo cambiar su dolor, pero puedo cambiar el mío y el
dolor que infringí en mi familia, en las personas que amo. —Levanto la mirada a
Conner y lo veo asentir. Sé que estoy comenzando a perder el control, así que
decido que eso es suficiente por hoy. Pequeños pasos.
No es una opción.
—Tú fuiste el maldito que dijo que le diera tiempo. —Guardo mi teléfono y me
obligo a controlarme.
—¿Cómo está yendo eso para ti? —Sonríe con superioridad, sabiendo
jodidamente bien cómo está yendo. Imbécil.
—¿Intentaste ir a verla?
—No estoy listo para eso aún. —Elimino esa idea, sabiendo que tengo que
sacar la cabeza de mi culo y progresar. Solo necesito un poco más de tiempo.
—Solo no olvides quién eres, Jesse. Sí, la cagaste. Sí, estás dándole lo que te
pidió, pero en mi experiencia, la mayoría de las mujeres no saben lo que quieren.
—¿Qué mierda estás haciendo aquí? —Los ojos de T conectan conmigo tan
pronto como entro al bar a las afueras de la ciudad.
—Tienes unas bolas grandes para entrar aquí en este momento, imbécil.
—No tengo bolas. Mi mujer jodidamente se las llevo cuando me dejó —replico
y lo veo lanzar su cabeza hacia atrás con una risa.
—Mierda, ¿tú jodido por un coño, Jesse? Bienvenido al club. —T asiente hacia
el banquillo junto a él. Tomo asiento, manteniendo un ojo en mis alrededores.
Podría ser estúpido de mi parte simplemente entrar aquí, pero tenía que dar un
último intento.
—¿Importa? —No me gusta ir contra mi club, pero si juego bien esta ficha,
podría no importar.
—Si me das lo que quiero, no habrá ningún drama en nuestro lado. —Sé que
está inquieto, pero no faltaré a mi promesa.
295
—¿Y cuándo estaré listo para cobrar ese favor?
—Haz un trato conmigo. —Señalo mi mirada hacia él, dejándole saber que es
una necesidad. No de Nix o del club, sino mío. Yo le deberé al bastardo.
—Te doy lo que quieres, y esto no tiene consecuencias para nosotros. —No es
una pregunta, sino una amenaza ligeramente oculta.
—¿Crees que me importa una mierda lo que te suceda? No es así. Pero dame lo
que quiero, y me aseguré de que, cuando una cabeza ruede, esta mierda no volverá
a ti —prometo. Para el momento en que terminemos con estos bastardos enfermos,
los Warriors serán nuestras últimas preocupaciones.
—¿Te atarás con esa cosita que te tiene jodido? —pregunta el idiota, Danger.
—Mierda, ni siquiera me mires, cabrón. —Lo señalo, pero mantengo mis ojos
sobre T. Me importa una mierda si estoy en su casa, el bastardo verá todos los
efectos de mi ira si alguna vez pronuncia el nombre de Bell.
—¿Dónde?
Asiento y me pongo de pie. Él podrá creer eso, pero mis opciones no están
agotadas.
296
—Te debo un favor —le recuerdo, mientras camino hacia la puerta. Él no
responde. Incluso si lo hiciera, yo no respondería. Ambos tenemos lo que
necesitamos.
—Deja de apurarme. Tengo que pasar por aquí —llama Holly, no hay que
apresurarse.
—Esta vista es increíble. —Me acerco a la ventana y miro la fuente del Bellagio
mientras se ilumina, bailando en el tiempo con un número clásico.
—¡Está bien, estoy lista! —grita Kelly esta vez antes de salir del dormitorio con
Lissy en su trasero.
—Oh, Dios mío, Kelly, mírate. —Me acerco a la mesa de cristal que está en el
medio de la habitación mientras coloco mi copa para poder verla mejor.
—¿Gracias? —Ella gira en el lugar y su vestido negro brilla bajo las luces de la
suite del penthouse. Su pelo rubio se riza por encima de los hombros y su
maquillaje se ha aplicado perfectamente. Lissy hizo su magia en ella y se ve
absolutamente increíble.
—Umm, me siento tan mal vestida. —Miro mi básico vestidito negro que se
sienta un poco más corto de lo que me siento cómoda y contemplo la posibilidad de
volver a mi suite y cambiarme.
—No, te ves sexy. —Lissy frunce el ceño, pero no estoy convencida. Todo el
fin de semana todavía se siente mal. Cuando Holly me invitó a su despedida de
soltera hace meses, Jesse y yo seguíamos juntos. Ahora que ya no nos vemos, no
me sentía bien al venir con todo lo que hay entre nosotros. La última cosa que
quería era hacer que alguien se sintiera incómodo.
—Chica, te ves bien. ¿De qué estás hablando? —pregunta Kadence, sacándome
de mis pensamientos mientras le sirve a Kelly su propia copa de vino. Sacudiendo
mis inseguridades, me encogí de hombros y lo dejé ir. No es como si tuviera algo más
que ponerme aquí.
—Sí, te ves increíble, Bell. ¿Qué es ese brillo que tienes? —Holly sale del
dormitorio principal vestida de blanco de la cabeza a los pies. El vestido blanco
corto que nos mostró antes abraza su cuerpo de la mejor manera. Ni siquiera
creerías que tuvo un bebé hace solo seis meses. Un velo de plástico barato se sienta
sobre su pelo rubio dejando que todos sepan para qué estamos aquí esta noche.
Holly tuvo la amabilidad de invitar a Lissy a su fin de semana especial y estoy 298
agradecida. Cuando me di cuenta de que no solo sería un fin de semana de chicas,
sino que todo el club se uniría, no estaba muy entusiasmada en venir. Las cosas
entre Jesse y yo están en el limbo ahora mismo, pero sabiendo que tengo a Lissy
aquí conmigo cuando finalmente vea a Jesse por primera vez en semanas, hace este
fin de semana mucho más fácil.
—Oh, sé que lo hago. —Su risa llena la suite mientras hace un pequeño giro—.
Pero, quiero oír más sobre este doctor. Derrame, enfermera traviesa. —Sostiene su
mano para beber y como una dama de honor bien practicada, Kadence tiene una
lista.
—No es nada, chicas. Solo me invitó a tomar un café. —Lo quito de encima,
empezando a sentirme culpable—. Ni siquiera estoy segura de que vaya a ir.
—Vas a ir, Bell Johnson. —Lissy adopta su tono de “mamá gallina”, su dedo
apuntando hacia mí—. Tienes que salir ahí fuera. Además, es un café, no un
matrimonio. —Sé que tiene razón. Necesito salir ahí, pero todo está aún en carne
viva desde la pelea con Jesse. No es como si estuviera llorando hasta la cama todas
las noches. Solo no estoy segura de estar preparada.
—Lissy, tener citas es lo último que necesito ahora mismo. Acabo de
instalarme en nuestro nuevo lugar. —Trato de explicarlo, pero sé que solo está
cayendo en oídos sordos.
—Aún más razón para relajarse. —Mueve sus cejas ante la palabra relajarse
antes de echar la cabeza hacia atrás y reírse—. Piensa en ello como un regalo de
bienvenida para ti. Premio Volando del Nido. —Se ríe más fuerte de su propio
chiste, pero yo no.
—¿No se supone que este fin de semana es sobre Holly? Hablemos de ella. —El
calor se me sube al cuello. Odio ser el centro de atención. Sé que todas están
preocupados por mí este fin de semana, pero no vine aquí para sermones o
aventuras. Vine aquí por Holly.
—Nueva meta esta noche. ¡Vamos a hacer que Bell tenga sexo! —exclama
Holly, colocando una faja rosa brillante sobre su cabeza e ignorando totalmente mi
intento de desviar la atención.
—¿Qué? ¡No! ¡Oh, Dios, no! —Mi cabeza se mueve de un lado a otro, viendo a
todas asentir con la cabeza. Incluso Kadence.
—No estamos hablando de citas o de rollos de una noche esta noche. —Clavo
los tacones, negándome a meterme en nada con ellas.
—¿Por qué? ¿Porque tenemos razón? —se burlan tanto Holly como Lissy.
—¿Esta reticencia a hablar de citas no tiene nada que ver con el hecho de que
cierta persona esté en este hotel y podamos verla en algún momento de la noche? —
continúa Holly, sabiendo exactamente cómo irritarme.
—Para nada —niego, y observo como todas las chicas me miran con sonrisas—
. No los veremos esta noche, ¿verdad? —Mi voz se debilita por el pánico. Mierda.
—No, esta noche los chicos saben que es noche de chicas. —Holly se ríe,
calmando mis nervios. Sé que tengo que verlo; solo he estado tratando de aguantar
tanto como puedo.
—Sí, por supuesto. Quiero decir que puede ser un poco extraño vernos, pero
seré educada y no te causaré ningún problema, Holly. Todo va a salir bien. —Me
giro para asegurárselo a Holly pero la veo compartiendo una mirada con
Kadence—. ¿Qué? —Me detengo y pregunto.
—Nada —contestan las dos chicas, pero algo me dice que su nada significa
algo.
—No estamos jugando a nada, Bell. Solo conocemos a Jesse. No hay forma de
que ese hombre te vea y quiera ser tu amigo.
Puse los ojos en blanco porque sabía que esto iba a pasar.
—No tiene por qué ser así —argumenta Holly, lista para desafiarme. Sabía que
esto pasaría. Lidiando con Jesse por mi cuenta he logrado mantenerme fuerte y no
ceder, pero con una habitación llena de fanátcas de Jesse, no veo cómo voy a
sobrevivir.
—Lo que teníamos, no era saludable, chicas. —No estoy lista para admitir que
podrían tener razón y tal vez debería dejarlo entrar. Solo desearía no estar tan
confundida.
301
—Bell, sabes que te quiero, y respetaré tu decisión de cualquier manera, pero
ese hombre ha pasado por un infierno los últimos meses. Lo que hizo esa noche
estuvo mal, no te lo voy a quitar, pero la gente comete errores, nena. —Holly lucha
por su caso, rompiendo un poco la dura cáscara en la que me he encerrado desde
que Jesse me sacó de su vida.
—Lo sé, pero no estoy preparada, chicas. —Miro hacia atrás a Kelly y Kadence
esperando que lo entiendan. Sé que probablemente estoy lastimando a todos por
alejar a Jesse, pero aún necesito tiempo.
—Estoy tratando de no hacerlo —admito, más para mí que para cualquier otra
cosa.
—Bien, todas hemos establecido que lo que sea que esté pasando entre Jesse y
Bell va a tener que esperar. Ahora tenemos una cena y bebidas a las que ir —
interviene Kadence, quitándome el foco de atención.
—Sé que lo haces, Kadence. —Sonrío y las sigo hasta la puerta. Tengo que
forzarme a no pensar en Jesse y dejar de lado todo lo que las damas dijeron. Este
fin de semana no es sobre Jesse y sobre mí. Es sobre Holly y Sy, y me niego a dejar
que lo arruine. 302
Me mantendré fuerte y cuando lo vea, actuaré como si no significara nada para
mí.
Fácil. ¿Verdad?
—Sí, él está bien. —Me encojo de hombros, viendo al camarero guiñarle el ojo
a Holly. Es lindo en el sentido de chico de al lado, pero no es nada que me haga
parar y coquetear.
—Chica, todavía lo tienes mal por Jesse. No hay otra razón para que digas que
ese hombre está bien. —Me da un codazo en el hombro, haciéndome caer de lado.
—Oh, lo siento. —Miro al hombre que me salvó. Su pelo oscuro está cortado a
los lados pero se sienta desordenado en la parte superior. Encerrado en un breve
momento, mis ojos pasan por su cara. Su nariz es larga pero ligeramente torcida,
como si se hubiera roto y dejado a sus imperfecciones. Una sonrisa infantil se
extiende por su cara, revelando un conjunto de dientes perfectamente blancos—.
Eso fue un accidente. —Sacudo mi cabeza de su hechizo y termino torpemente mi
frase—. Mi amiga se resbaló. —Giro para señalar a Holly y veo una sonrisa
descarada en su cara.
—Está bien, no todos los días puedo salvar a una chica guapa. —Guiña el ojo.
Sus manos siguen sobre mí, su agarre es firme.
—Me llamo Grant. —Su voz es profunda y ronca, y me hace querer hacerle
una pregunta solo para volver a oírla.
—Oh, Dios mío, Holly. Ve a Kadence, ahora —digo, señalando el área del sofá
de cuero donde el resto de las señoritas están sentadas. Holly hace pucheros pero
hace lo que digo, guiñándole el ojo a Grant y luego se da la vuelta y camina hacia
las chicas.
—¿Para nosotras? Por qué gracias. —Holly actúa sorprendida por su gesto y
luego se vuelve hacia mí—. Lo apruebo. —Se ríe y las demás la siguen. Sí, mátame
ahora.
—Puedo ver. —La sonrisa de Grant se amplía cuando sus ojos se posan sobre
cada mujer.
—Claro. —Asiente con la cabeza, toma mi copa y lo coloca sobre la mesa antes
de pasar a la pista de baile. Empiezo a cuestionar mis motivos cuando llegamos a la
pista de baile. Realmente apesto bailando. Manteniendo mi espalda a la mesa, para
no ver a las chicas mirándonos, dejo que Grant tome la delantera. 304
—Tengo que advertirte, Bell. Realmente no soy tan bueno bailando. —Grant se
inclina más para que pueda escucharlo con la música.
—Bueno, tengo que advertirte también, Grant. Yo tampoco. Solo te pedí que
bailaras para alejarte de Holly antes de que empezara contigo —admito. Él sacude
su cabeza con risa antes de tomar mi mano y acercarme a él. Con el alcohol
rodando a través de mí, dejo mis reservas y me relajo más cerca de él. Los
pensamientos de Jesse brillan en mi mente, pero los expulso inmediatamente. Esto
es lo que necesito. Obligándome a no leer demasiado en nada, cierro los ojos y dejo
que la música tome el control. Los brazos de Grant me rodean, sus caderas se
balancean al mismo tiempo que las mías.
—Mentiste. —Inclino la cabeza hacia atrás cuando gira para que me aleje de él,
su frente a ras de mi espalda.
—¿Cómo es eso? —Su aliento roza mi oído mientras su mano se mueve hacia
mi cadera, atrayéndome contra su dureza.
—¡Bell! —grita Lissy para que le preste atención antes de que pueda responder.
—¿Sí? —Giro para ver sus ojos saliendo de su cabeza—. ¿Qué pasa? —
Pensando que algo ha sucedido, salgo del agarre de Grant y me acerco a ella.
—Bell. —Su voz es líquida para mis oídos; el suave sonido obliga a mis rodillas
a bloquearse, y hace que mi cabeza gire. Jesús, contrólate, Bell. Estás bien. Ahora eres
más fuerte. No eres la chica débil que solías ser.
—Bueno, Kelly fue arrastrada tan pronto como Brooks vio lo que llevaba
puesto. Holly está a un segundo de ser arrestada por fornicación en público y
Kadence intenta ser educada y dama, pero podemos verla retorciéndose en el
regazo de Nix. —Lissy se ríe, desglosándolo para todos los que no estaban al tanto
de lo que está a punto de pasar. En resumen, estamos a punto de ser abandonadas
por el sexo. Genial.
—Oh, lo siento. —Me doy la vuelta y lo miro—. Parece que nuestra fiesta ha
terminado. —Me muerdo el labio, no estoy segura de cómo se hace esto. Una
conciencia comienza a crecer en mí cuando siento que los ojos de todos se mueven
entre Jesse y Grant.
—Se ve de esa manera. —Suspira, observando a los hombres que ahora están
sentados en nuestro espacio.
—Sí, así que ya puedes irte. —La voz de Jesse corta la incomodidad,
llevándola a un nivel completamente nuevo.
—Sí, tú. —La sonrisa de Jesse se hace más profunda cuando se da cuenta de lo
mucho que está por encima de Grant. Una emoción se apodera de mí al verle
reclamar, pero rápidamente me libero de su hechizo.
—Este tipo lo es. Frotándote en la pista de baile. ¿Eres tan dura, cariño? —
Mantiene su mirada en Grant pero se dirige a mí. Imbécil.
—Jesse, ya no soy de tu incumbencia. Soy una chica grande y tengo esto. —Me
doy la vuelta y tomo la mano de Grant—. Salgamos de aquí. —Me encuentro
diciendo perdiéndome en el frenesí que Jesse trae a mi vida.
—De ninguna manera te irás con este imbécil, ¿me oyes? —La mano de Jesse
serpentea para liberar mi mano de la de él.
—Entonces qué, no me quieres pero nadie más puede tenerme, ¿es eso? —Dejo
caer la mano de Grant y vuelvo a entrar en el espacio de Jesse, lista para
enfrentarme a él de nuevo. Su agarre en mí se estrecha cuando me acerco, pero no
lo interpreto. Voy a permanecer fuerte.
—Esto no tiene nada que ver contigo y conmigo. Estás en Las Vegas, Bell. No
te vas con putos extraños, nunca. —Su voz baja y su cabeza se acerca a la mía.
—Cariño, necesitas una polla, estoy más que dispuesto a ayudarte. Pero no vas
a tener la suya. —Se retira, libera su sujeción y dirige su mirada hacia Grant en la
última frase.
—No quiero la tuya. He estado allí, he hecho eso. No soy del tipo rogona. —Le
307
devuelvo sus palabras del funeral, arrepintiéndome al instante.
—Me lo merezco, pero deja toda esa mierda a un lado ahora mismo, cariño.
No estás siendo inteligente. —Su mano se extiende, rozando mis dedos. Los quito
rápidamente sin necesidad de que me toque—. No dejaré que te vayas con él. No
hagas esto para herirme, piénsalo —suplica, y es su tono el que me hace escuchar.
—Gracias. —Sonrío y tomo su tarjeta. Se retira, lanza una mirada más a Jesse
y luego se da la vuelta y se aleja, dejándonos allí de pie de forma incómoda.
—Bien, bueno, creo que eso concluye las actividades de la noche. Gracias por
una gran noche, chicos, pero necesito un poco de sueño reparador antes de mi boda
mañana. —Holly hace un guiño y luego deja que Sy la aleje. Kadence y Nix se
despiden poco después y los siguen, obviamente necesitando su propio sueño
reparador. 308
—Bueno, esto apesta. No estoy ni cerca de estar lista para que esta noche
termine. Aún tenemos que ver a los strippers. —Lissy se enfurruña a mi lado y
luego gira su cuerpo hacia Beau—. ¿A menos que quieras follar, Beau? —No me
sorprende su franqueza. Es solo su forma de ser, pero me sorprende cuando Beau se
encoge de hombros primero y luego asiente con la cabeza.
—Estaré bien, pero gracias. —Le doy una sonrisa que dice que no lo necesito, y
luego vuelvo a Lissy—. Váyanse. —Pongo los ojos en blanco cuando hace rebotar
sus cejas.
—Te amo, deja que Jesse te acompañe. —Se ríe, se levanta, toma la mano de
Beau y deja que la aleje. Bueno, mierda.
—Parece que solamente quedamos tú y yo —dice Jesse finalmente cuando se
abren paso por el club.
Miro hacia Hunter para pedirle ayuda, pero se encoge de hombros antes de
ponerse de pie y dejarnos solos. Genial.
—Escucha, Jesse, estaré bien para subir a mi habitación —le digo mientras me
pongo de pie. Tomo mi bolsa y me preparo para irme, antes de que su mano me
detenga.
—Estoy seguro de ello, Bell, pero insisto. —Su toque y la forma en que pasa la
lengua por mi nombre hace que mi aliento se acelere—. Por favor, no luches
conmigo —añade antes de dar un paso atrás y cortar nuestra conexión.
309
Resignada a que siga con esto, asiento con la cabeza una vez y le dejo guiar el
camino a los ascensores. Se queda cerca de mi lado, con la palma de la mano en la
parte baja de mi espalda. Quiero alejarme de su toque, decirle que tenerlo en mi
espacio me está fastidiando, pero no lo hago. Solo sigo caminando, jurando no
volver a comprometerme con él.
—Mejor. —Se mece de pie, manteniendo los ojos en los botones resaltados
sobre la puerta. Me trago el bulto que se forma en mi garganta al escuchar su
honestidad. ¿Por qué no pudo decir simplemente bien?
—Sí, tenías razón. Tuve que mudarme. Vivir mi vida —susurro, recordando
sus últimas palabras esa noche.
—Sí, Jesse. Fuiste un idiota, uno grande. Pero por desgracia, tenías razón. No
lo hice por ti, lo hice por mí. —Miro hacia arriba, dándole un pase. Sé que fue
difícil escuchar esas palabras de él, pero por mucho que lo odiara, tenía razón.
Necesitaba salir de la casa de mis padres, de debajo de su agarre.
310
—Aun así no lo hace correcto. —Se acerca y mi aliento se me atrapa en la
garganta. ¿Dónde está el ascensor? Tratando de no darle mis ojos, vuelvo a mirar las
puertas, deseando que se abran.
—¿Por qué? ¿Crees que te guardaría rencor? Yo no soy así y tú no eres una
mala persona. Tienes un gran corazón —admito, presionando repetidamente el
botón de cerrar la puerta, deseando que todo se apresure.
—Lo sé, nena. —Da un paso adelante y yo casi cedo con la forma en que me
llama nena—. La he cagado más de lo que he hecho en toda mi vida y voy a
compensártelo. —Se adentra con cuidado en mi espacio.
—Por favor, Jesse, no hagas esto más difícil de lo que tiene que ser. —Cierro
los ojos, mi resolución se desliza. Contrólate, Bell. Te dejo sola en un ascensor y te
derrites en un charco de necesidad.
—Mírame —exige, su aliento cálido golpeando mi cara. Mis ojos se abren ante
la demanda y trago cuando me doy cuenta de lo cerca que está—. No me voy a
rendir, Bell. —Sacude la cabeza, la determinación grabada en su cara, y me
asusta. ¿Cómo puedo resistirme a él?
—Lo que teníamos, no era saludable. —Un gemido pasa volando por mis
labios cuando sumerge su cabeza y pasa su nariz por mi mandíbula.
—No, Bell. No lo aceptaré. Lo que teníamos era real. —Su voz es sólida y
segura. Casi me tranquiliza, pero mi desafío vuelve a estrellarse justo cuando las
puertas del ascensor se abren. Viendo mi oportunidad de escapar, lo empujo hacia
311
atrás, rompiendo nuestra conexión.
—No estoy tratando de hacerte daño, Jesse. —Me apresuro a pasar junto a él,
retirándome a mi habitación.
—Sin embargo, lo estás. Me estás haciendo daño ahora mismo, Bell. Actuando
como si no significara nada para ti cuando ambos sabemos que es una mentira. —
Me sigue de cerca. Sintiéndome caer de nuevo en su hechizo, camino más rápido
para llegar a mi puerta.
—No, tú nos hiciste esto. —Llego a la puerta, mis manos tiemblan mientras
busco en mi bolso la llave de mi habitación.
—Acabo de hacerlo. Y sucederá. Haré todo lo que esté a mi alcance para que
eso suceda. Estás luchando contra eso ahora mismo. Lo entiendo. Soy el mayor
tonto del mundo por haberte echado, pero tú y yo sabemos que esto va a pasar. Tú
y yo, no hemos terminado. Nunca digas eso. Ahora date la vuelta, pon la llave en la
puerta y entra antes de que te desnude aquí mismo y te folle tan fuerte que sabrás lo
lejos que estamos de terminar. —Cierro los ojos y me trago el gran bulto de mi
garganta—. ¡Ahora, Bell! —ladra, casi empujándome.
Sabiendo que no voy a llegar a ninguna parte con él esta noche, me doy la
vuelta, paso mi tarjeta y abro la puerta. Estoy a punto de atravesarla cuando me
llama.
—Si alguna vez piensas en tener la polla de otro hombre cerca de tu coño, mi
coño, te ataré a mi cama y te mantendré allí durante una semana para recordarte a
quién perteneces. ¿Me entiendes? —Sus palabras gotean autoridad, necesidad, y mi 312
mano se mueve al marco de la puerta para mantenerme de pie. Puede que no quiera
admitirlo, pero sabía que en el momento en que la amenaza dejara su boca no valía
la pena seguir luchando con él.
Repito sus palabras en mi cabeza por centésima vez a la mañana siguiente. Sí,
puedo, cariño. Me río para mí mismo mientras agarro mi teléfono y comienzo mi
siguiente jugada. Sé que estoy jugando un juego peligroso al volver a su vida y
exigirle que me acepte de nuevo, pero cuando entré en ese club anoche y la vi
riéndose con algún cabrón, no me dejó otra opción. Necesitaba hacer mi reclamo y
tenía que hacerlo rápido. Claro, podría haberlo hecho de mejor manera. Le di la
oportunidad de calentarse con la idea, pero cualquier esperanza de mantener la
calma y actuar de forma razonable se fue por la ventana en el momento en que el
cabrón de Grant le dio su número a mi mujer. Tiene suerte de que no lo haya dejado
tirado.
313
Obligándome a olvidar al imbécil, escribo mi mensaje y presiono enviar.
Retengo una risa y presiono enviar justo cuando llaman a mi puerta. Dejo mi
teléfono en la mesa, me levanto y me voy a la puerta esperando al servicio de
habitaciones, pero me decepciono cuando encuentro a Holly.
—Nada, solo quería ver ¿cómo te fue el resto de la noche? —pregunta Holly,
sirviéndose una taza de café y tomando un sorbo.
—Bien, acabo de volver aquí. —Miro a Sy y lo veo beber del cartón de jugo de
naranja.
—Sí, pedí un poco de todo. —Sonríe a las noticias y hace un pequeño baile—.
No para ti —agrego y luego la veo detenerse.
314
—Pero es el día de mi boda.
—Entonces, ¿por qué estás aquí? ¿No tienes como un día entero de
organización para pasar? —pregunto, no estoy seguro de cómo funciona esta
mierda. Todo lo que sé es que tengo que estar listo a las cinco de la tarde para la
ceremonia.
—Por favor, los vi a todos ustedes cuando entraron al club. Pensando que son
todos discretos. —Pone los ojos en blanco—. Sé que todos ordenaron dos rondas en
la cabina de atrás a la izquierda y nos vigilaron primero. —Me giro para mirar a Sy
y ver cómo sacude la cabeza ante su mujer—. ¿Estoy en lo cierto? —Se ríe cuando
ninguno de los dos lo confirma—. Exactamente. ¿Y qué? Le di un pequeño
empujón. Seguro que no has hecho lo suficiente para recuperarla.
—Ambos necesitamos el espacio, pero la mierda que hiciste anoche solo sirvió
para que presionara demasiado pronto. —Sacudo la cabeza, sabiendo que no es
culpa de Holly. Solo me tengo a mí mismo para culparme.
—Bueno, si me preguntas, digo que es perfecto. Ahora que sabe lo serio que
eres, puedes darte prisa y volver a estar juntos. Entonces podremos ser una gran
familia feliz de nuevo. —Me mira fijamente, diciéndome que es mejor que haga lo
que ella dice.
—Buenos días, ¿pasaste una buena noche? —Holly aparta su ceño de mí y mira
a Kelly.
—No le hagas caso, solo está enojado porque Bell no lo aceptó anoche. —
Holly guiña el ojo, esperando que caiga. No lo hago. No tiene sentido. Pero tiene
razón. Estoy enfadado.
—¿Seguro que estás bien, Jesse? —llama Kelly antes de que pueda escapar.
—Limpieza. —Golpeo tres veces y hago retrocedo para que abra la puerta. No
es que tenga otra opción. Dejó de responder a mis mensajes de texto.
—¿Jesse?
—Hola. —Sonrío, pasando mis ojos de su cara por el resto de su cuerpo. Mi
sonrisa se desvanece rápidamente cuando me doy cuenta de que solo lleva una
maldita toalla.
»¿Intentas hacer que pierda la cabeza, Bell? —Me acerco, el suave aroma de su
gel de ducha me lleva a las mañanas en que la tenía en mi cama y podía olerla en
mi almohada.
—¿Por qué no me devolviste el mensaje, Bell? —pregunto y veo sus ojos salir
317
de mis labios a mis ojos. Sí, quiere que la bese.
—Tal vez si intentaras dar un paso atrás, sería más fácil. —Cuadra sus
hombros, finalmente ganando algo de compostura.
—Está bien, nena, tengo más fuerza de voluntad de lo que crees. Solo te besaré
cuando me lo pidas. —Veo como la lujuria sale de sus ojos y se llena de decepción.
—Nunca dije que lo haría, Bell. Pero para que estemos en la misma página,
nunca lo haré cuando se trate de ti. Te he dado tu espacio y tu tiempo, pero nena,
tu tiempo se ha acabado. Jugaré sucio. Lucharé contra cada obstáculo que pongas y
superaré las pruebas que me pongas porque no te alejarás de mí. Nunca más. —No
responde, pero no tiene que hacerlo. Lo veo en la forma en que relaja su postura y
mantiene mi mirada... lo entiende. Cuanto antes deje de luchar conmigo, antes
podremos pasar al siguiente paso.
318
—Iré a vestirme. —Finalmente rompe su silencio. Sin quitarle los ojos de
encima, lentamente doy un paso atrás y la dejo pasar.
—¡Yei! —grita, pero puedo ver el brillo en sus ojos. Está disfrutando esto.
Jódeme.
—Me voy de compras. —Exagero el ‘me’ para que sepa que no está invitado. 320
Después de ver mi pila de ropa empacada rápidamente esta mañana, me di cuenta
de que no tenía nada lo suficientemente decente para la boda de esta noche, así que
tengo que ir a una terapia de venta al público.
—Genial, iré contigo. —Jesse está de pie desde el sofá en el que se plantó.
—Lissy está con Beau. No juegues conmigo, Bell. —Jesse se acerca a mí, me
pone el dedo debajo de la barbilla y me obliga a levantar la cara. Mantengo su
mirada mientras intento averiguar cómo girar esto.
—Solo dame un día. Si es todo lo que puedes darme, solo hoy. —Su súplica es
desesperada, necesitada, pero todavía hay algo en mí.
Un día...
Me lleva de vuelta a nuestra primera cita, su súplica de una sola cita. Caí en su
trampa entonces y por mi vida, no puedo evitar caer ahora.
—Vamos, cariño. —Me lleva hacia la puerta, en una misión para escabullirse
en mi vida.
—Vamos, solo tengo catorce horas. —La orden es desesperada mientras nos
lleva a la puerta una vez más.
No respondo, porque ¿qué hay que decir? Si sigue con este acto hoy, ni siquiera
estoy segura de que necesite catorce horas.
Claramente no.
—Ahí estás. ¿Te estás escondiendo de mí? —Jesse sale al patio abierto, y me
saca de mis pensamientos. Es más tarde esa tarde en el ala norte del Bellagio. A
cinco minutos de la boda, me escabullí, tratando de pasar un tiempo a solas.
—Sí, necesitaba unos minutos para mí. —Me doy la vuelta y veo su sonrisa
crecer—. No es gracioso, Jesse. —Me quejo, sabiendo que no se rinde. Me está
arrastrando de nuevo a las llamas, quemándome de nuevo.
Una vez que encontré el vestido perfecto, uno que Jesse insistió en que le
mostrara o irrumpiría en mi probador, paramos para almorzar y nos pusimos al día
con las últimas semanas. Era cómodo y fácil, como si no hubiéramos pasado esas
semanas separados. Cuando me permití soltarme, lo permití un día, volvimos a
caer en nuestro antiguo yo. Solo que esta vez, Jesse no se estaba cuidando. Había
bajado sus defensas y me di cuenta.
—Dijiste un día —me recuerda con un guiño. Poniendo mis ojos en blanco,
dejo que Jesse me tome la mano y me guíe dentro de la pequeña capilla preparada
para la boda de Holly y Sy.
—¿Tuviste un buen día? —Mis ojos encuentran a Beau, sentado dos filas
arriba. Z se sienta a su izquierda, Red a su derecha, y está rebotando a Low en su
regazo, mientras Kadence sigue acomodando a todos. Lissy solo se arrastró fuera
de su cama esta tarde, pero con Jesse en mis talones todo el día, no hemos tenido la
oportunidad de hablar de lo que pasó.
—Solo ten cuidado, Lissy. Él no es realmente el tipo para las relaciones. —Solo
sé lo que he visto de Beau en la casa club y el hombre es un misterio.
—Por favor, lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas. Puedo decírtelo
ahora —afirma con vehemencia, y le creo. Por mucho que algunos de estos
hombres sean jugadores, también lo es Lissy. Sacudo la cabeza ante el
324
pensamiento, así como la música suave llena la capilla. Tomando nuestra señal,
todos nos paramos y vemos como Holly, con un vestido de color marfil y corte
elegante, comienza a caminar por el pequeño pasillo. Su hijo, Xzavier, está
acunado en su brazo izquierdo usando el más lindo traje de bebé, hecho más
adorable por el hecho de que está profundamente dormido, perdiéndose el
momento especial de sus padres. Su papá se inclina y le susurra algo, robándole una
suave sonrisa. Mantengo mi mirada fija en la zona, observando su respuesta y me
encuentro preguntándome qué compartió él para llenar su sonrisa de amor. ¿Fue un
simple te amo, o le dijo lo increíble que se ve?
—¿Estás bien? —Jesse se inclina y susurra su pregunta para que solo yo pueda
oírla.
—Sí —respondo, viendo a Sy inclinarse hacia adelante y besar a su novia.
—Bell, ahora siempre serás mi familia. —Me abraza por última vez. Sy me da
un saludo antes de tomar la mano de su esposa y arrastrarla hacia las puertas.
—¿Perdón? —Miro hacia arriba, mis mejillas se calientan cuando veo los ojos
de todos en mí.
—Tu vestido, es tan bonito. —El labio de Kelly se alzan cuando su mirada baja
a mi regazo para ver el dedo de Jesse trazando pequeños círculos en mi rodilla.
—Ahh, gracias. Lo recogí hoy. —Alejo la mano de Jesse solo para que
encuentre el camino de vuelta. La mesa, ahora totalmente consciente de la tensión,
mira con abierta diversión.
—Sí, pero he decidido que podría ser mejor —se burla, con su sonrisa
arrogante saliendo a jugar.
—Eres terrible, Jesse. —Sacudo mi cabeza mientras la mesa gime con su broma
tonta.
—Lo amas. —Su boca se acerca más a mi oído y saca las palabras.
—Solía —lo corrijo, aunque esté mintiendo. Todavía odio que tenga razón. Lo
amo y lo amo a él. Nunca me detuve.
—Te encanta, Bell. Y me amas. —Su mano me agarra por detrás del cuello,
impidiendo que me aleje de él. La habitación que nos rodea desaparece y la tensión
entre nosotros se dispara a nuevos niveles.
327
—Te amo, Jesse —grazno, ya no puedo resistirme a la verdad, mi garganta se
restringe con la emoción. ¿Cómo se las arregla para hacerme esto?—. Pero tal vez eso
no es suficiente —digo, sabiendo que estoy fallando en poner mis barreras. Jesse
tiene una forma de abrirse camino a través de ellas y acurrucarse a mi alrededor.
—Por favor, nena, dime que te bese antes de que rompa mi promesa y no me
sienta mal ni un puto segundo.
—Bésame, Jesse. —Sus ojos buscan en los míos el más mínimo momento antes
de que sus labios se desplacen a mi boca. Abro instantáneamente, mi lengua y su
reunión y baile en sincronía. Su boca es como un recuerdo y me lleva a cuando me
enamoré de él, cuando me entregué a él. Sin romper el beso, Jesse me acerca, se
pone de pie y empieza a sacarnos del bar.
—Yo lo dije. La noche de bodas. Paguen, gente —grita Kelly, revelando una
apuesta a nuestra costa. No tengo tiempo para sentirme avergonzada o enojada.
Todo en lo que puedo pensar es en tener a Jesse de nuevo en mi vida. En mi corazón.
—Ya los has oído. Sabían que esto iba a pasar. Hasta tú sabías que tendría mi
polla dentro de tu coño antes de que acabara el fin de semana. No lo niegues, Bell.
—Me pone de pie y me toma la mano.
—Te he echado mucho de menos, Jesse —gimo. Sus labios bajan por mi cuello
presionando mi piel y marcándome con una necesidad desesperada.
—¿Esto es para mí, Bell? —pregunta, poniéndose de rodillas para tener una
mejor vista. Aferrándome a la barandilla, miro a Jesse por debajo de mi cuerpo. Sus
manos se amontonan en mi vestido, su cara en línea con mi coño recién afeitado.
»¿Por qué no llevas bragas, Bell? —Al sumergirse hacia adelante, pasa su nariz
por mis labios inferiores.
—No podría llevar ninguna con este vestido —digo sin aliento, abriendo más
las piernas, desesperada por que me toque. Me inspira de nuevo, pero no me
separa. No pasa su dedo por mi humedad para ver cuánto lo necesito. Se queda
arrodillado en el piso del ascensor, con su cara contra mi montículo.
»Por favor, Jesse —le ruego, empujando mis caderas hacia adelante,
necesitando más.
—¿Qué necesitas, nena? —Me mira, una nueva ola de excitación brillando en
sus ojos.
—Más, necesito más —le suplico. Ni siquiera me importa estar de pie medio
desnuda en un ascensor.
—¿Quieres que quien esté viendo las cámaras del ascensor me vea comerme a
mi mujer? ¿Quieres eso, Bell? —pregunta Jesse. ¡Santo cielo! Sí, quiero eso.
Puedo ver su polla contra sus pantalones y mi necesidad se hace más fuerte.
—Tienes treinta y ocho pisos para follarme la cara y conseguir ese orgasmo.
Eso si nadie se sube antes de eso. —Se acerca y pulsa el botón del vestíbulo.
Una emoción que nunca antes había sentido se precipita a través de mí y ahoga
mi corazón. Muevo los ojos de Jesse y veo las puertas cerrarse. Antes de que pueda
discutir, la boca de Jesse está sobre mí. Lamiéndome, chupando y follando la
lengua con tal ferocidad que tengo que agarrar la barandilla con más fuerza para
evitar que me caiga.
—¡Oh, Dios mío! —Mis ojos encuentran los números de los pisos parpadeando
sobre la puerta y con cada piso que bajamos mi orgasmo se construye.
»Por favor, oh, Dios, por favor, apúrate —suplico mientras el primer sofoco
comienza a construirse.
Veintisiete.
—Necesito más, Jesse —le digo, mis caderas ahora empujando en su cara.
Veintiséis.
Veinticinco.
Veinticuatro.
Veintitrés.
—Necesito tu dedo —ruego, sabiendo que estoy cerca pero algo me retiene.
Veintidós.
Veintiuno.
Veinte.
Diecinueve.
Dieciocho.
Diecisiete.
La ola más fuerte y erótica que he montado se mueve a través de mí. Jesse
tararea su aprobación en mi contra, haciendo vibrar mis nervios y arrastrando mi
orgasmo. Ralentiza su dedo y luego lo retira, su lengua se queda. Pequeñas ráfagas
de placer siguen pulsando con cada golpe perezoso.
Seis.
Cinco.
—Oh, Dios mío, límpiate la cara. —Mi mano se mueve para limpiarlo.
—Joder, no. —Los dedos de Jesse me envuelven la muñeca—. Esa fue la cosa
más caliente que he hecho. Casi me vine en mis pantalones. —Agacha su cabeza y
toma mi boca. Dejo que su sabor y el mío me inunden cuando el ascensor se
detiene en el nivel que acabamos de dejar. Jesse rompe el beso, golpea el botón
durante treinta y nueve y luego me empuja contra él.
—Ahora, te follo.
Epílogo
Jesse
—Sí. Así. No te detengas, cariño —animo, metiendo su pelo en mis dedos. Ella
gime su placer alrededor de mi polla, las vibraciones que corren por la punta hasta
la base de mis bolas—. Jesús, cariño. Me encanta cómo me chupas —animo y mis
bolas empiezan a apretarse.
—Mmmh —gime de nuevo mientras la veo mover su mano entre sus piernas.
Al no tener nada de eso, la muevo de mi polla, la giro y la tiro hacia abajo para que
su coño esté por encima de mi cara.
—Chupa —le exijo, antes de pasar mi lengua por sus labios rosados. Jesús, está
mojada. Moviendo mis manos hacia su culo, la abro más para poder ver más de
esta vista perfecta. Su pequeño trasero se frunce mientras continúo dando vueltas
en su centro. Desacelerando mis movimientos, muevo mi lengua hacia su culo. 332
—Jesse. —Se tensa cuando soplo suavemente sobre ella.
—¿Qué? —Me mira. Sus ojos se abren de par en par mientras intenta procesar
lo que acabo de pedir.
—¿Estás seguro de que estás listo para esto, Jesse? —Se sienta y yo la sigo.
—Lo sé, Jesse. —Sonríe—. Solo quiero que estés seguro. Sabes que te amo, y
confío en que tú también me amas. Donde estamos ahora mismo, soy feliz. No
necesito nada más. —Se sienta, se inclina hacia adelante y pone sus suaves labios
sobre los míos.
—Sé que lo eres, pero esto no se trata de que yo demuestre cuánto te quiero o te
amo. Solo quiero vivir con mi mujer. —Tiro de ella hacia adelante, arrastrándola
de vuelta abajo conmigo y dejo que su cuerpo cubra el mío. Mi mujer. Joder, se siente
bien decir eso.
—No esperaba mudarme tan rápido, Jesse.
—Puedes entrenarme en casa. Nunca he vivido con una mujer antes. —Le doy
más incentivos. Sé que no me lo negará, pero quiero que entienda lo importante
que es para mí.
—No actúes con calma. Quieres esto —la desafío. Sí, al principio estaba
aprensiva. Después de la boda, hablamos y decidimos tomarnos las cosas con
calma, pero la calma se fue por la ventana en el momento en que llegamos a casa.
—Sí, Jesse. Nunca te he ocultado eso. Solo quiero que tú estés preparado.
—Sabía que dirías eso, así que te dijo que te dijera que te fueras a la mierda y
que querrías escuchar lo que tiene que decir.
—Pero me amas. —Ruedo y la pongo debajo de mí. Ella pelea con mis manos,
pero yo me las arreglo para ponerlas a mi alcance.
335
—Lo hago. —Abandona su lucha.
—Así que di que te mudarás conmigo, iré a ver a mi molesto hermano, luego
puedo volver y follarte. —Le doy besos en la mandíbula. Su cabeza gira a un lado y
sus ojos se cierran con cada toque. Un suave gemido sale de sus labios, pero no es
la respuesta que busco.
—¡Jesse! Date prisa, maldita sea. Tengo noticias. —Esta vez la voz de Jackson
atraviesa la puerta.
—Vamos, veamos qué es lo que quiere el idiota. —Me bajo de ella y me paro
antes de ayudarla a ponerse de pie. Ella no se queja, solo empieza a vestirse a mi
lado.
—Te amo, Bell. No tienes ni puta idea de cuánto. —Sonrío, mirando a la mujer
que no cambió mi vida, pero me mostró cómo cambiarla. Ella me dio la fuerza para
admitir que no estaba viviendo, solo existiendo, dándole al mundo una triste excusa
para sobrevivir.
—Y te amo, Jesse Carter. —Se levanta en punta de pie y me rodea el cuello con
sus brazos.
Paz.
Me dio algo que pasé toda mi vida buscando, aunque no me di cuenta de que lo
estaba buscando. Me la dio.
Paz.
Bell
—La encontraron. —La voz de Jackson se registra pero yo lucho a través de la
niebla para reaccionar.
Paige.
Después de que Jesse me pidiera que me mudara, no podía imaginar que el día
mejoraría. Nos vestimos y nos dirigimos a encontrarnos con Jackson en la cocina.
Supe tan pronto como entramos que tenía algo serio que compartir, y tan pronto
como vi su cara, supe que era una noticia sobre Paige.
Necesitaba saber más, asentí con la cabeza, me limpié los ojos y me volví a
Jackson para obtener más información.
—Ha estado encubierto. Ha dirigido todo esto las últimas semanas. Creí que lo
sabías —responde Jackson, mirando a Jesse. ¿Jesse lo sabía?
—¿Cómo lo hiciste?
—El mes pasado visité a T. Nos dio la información que necesitábamos, hablé
con algunos contactos fuera de la ciudad y conseguí una pista. Llamé a Jay. Llamó
a algunos de sus viejos amigos para ver si podían ayudar. Una vez que supo a qué
se enfrentaban, quiso ayudar —explica Jesse.
—¿Tú hiciste esto? —pregunto, mi mundo girando fuera de control—. ¿Pero los
Warriors? —cuestiono, sabiendo que no nos ayudarían hace dos meses.
—No te preocupes por ellos. El club ahora les debe, no es gran cosa. Y Jay y su
equipo hicieron esto. Solo pedí un favor. —Le resta importancia a su participación.
No lo presiono ahora mismo, todavía necesito más información, pero no dejaré que
se libere tan fácilmente, como si no tuviera nada que ver con esto.
—No estoy diciendo que no. Pero no queremos abrumarla esta noche.
Llevemos a tus padres a ella primero y podrás volar mañana.
Asiento con la cabeza pero no me gusta. Quiero estar con ellos, estar ahí
cuando finalmente la vean.
—Ya lo has hecho, cariño. —Su mano viene a la parte de atrás de mi cabeza
mientras besa el lado de mi sien antes de soltar su mano. Me alejo un paso y lo
miro, abrumada por mis emociones. Quiero gritar, demonios, pero su amor y
comprensión me suspende, impidiéndome hacer lo que necesito hacer.
—¿Qué tal si te llevo a tus padres ahora? Sé que quieres estar allí con ellos. —
Se pone de pie y yo asiento de acuerdo. Tiene razón. No hay forma de que pueda
quedarme atrás. Tengo que estar allí. Aunque no esté allí para ver a Paige la
primera vez, tengo que estar con ellos de todas formas, y Jesse lo sabe. Sabe lo que
necesito y me lo ofreció antes de que pudiera pedirlo.
Nunca imaginé cuando entré en este club que me pondría en este camino.
Sabía que me estaba arriesgando al involucrarme con Jesse, pero estando aquí
ahora, es sin duda la mejor oportunidad que vale la pena tomar.
Nos salvamos el uno al otro, nos sacamos del pasado y ahora finalmente,
podemos seguir adelante. 339
Juntos.
—Entonces, ¿cuándo te vas? —pregunta Holly dos horas más tarde mientras
nos sentamos para dar la noticia al club. Después de que Jackson se fue, Jesse me
llevó directamente a ver a mis padres. Una vez que mi familia superó el shock
inicial de la noticia, se compartieron lágrimas, abrazos y palabras de aliento antes
de que pudiéramos llevar a mamá y papá en el siguiente vuelo. Uno de los
miembros del equipo de Jay se reunirá con ellos en el momento en que aterricen.
Ojalá pudiéramos ir todos esta noche, pero al final, acordamos que sería mejor
para mamá y papá reunirse con Paige primero. Lo último que queremos hacer es
abrumarla.
—Volamos mañana con Ava. —Sonrío cuando Jesse me toma la mano. Las
noticias siguen corriendo por mi cabeza. Mañana veré a mi hermana. Aún no he
podido hablar con Jesse sobre su participación en la búsqueda de Paige, pero lo
haré.
—Me alegro mucho por ti, Bell. —Kelly se extiende y me toca la rodilla.
—No hay nada que no hagamos por la familia, querida —responde Nix, y los
demás asienten con la cabeza.
—Lo sé, pero quiero que sepan que no puedo agradecérselos lo suficiente.
—Solo tráela a casa sana y salva —dice Beau y yo muevo la cabeza. Es lo que
he estado esperando desde que empecé en este camino y ahora, gracias a esta nueva
familia, lo he hecho; voy a ser capaz de hacerlo. Miro a mi alrededor a estas
personas a las que he llegado a amar y no podría estar más agradecida. Ha sido un
largo viaje, pero no lo cambiaría por nada.
—¿Y ahora qué carajo? —Nix mira hacia arriba, su mirada es una con la que
no te metes.
Hunter se da la vuelta y asiente con la cabeza. Unos segundos más tarde, una
morena camina a la vuelta de la esquina. El pelo revuelto, la cara desordenada, su
labio está sangrando, pero no hace ningún intento de detenerlo. Mi corazón se
detiene instantáneamente cuando la veo.
—¿Mackenzie? —Beau se levanta de su silla tan rápido que esta cae de espaldas
con un golpe.
—Oh, joder —susurra Sy junto a Holly, lo que hace que los pelos de mis brazos
se ericen. ¿Qué demonios está pasando y quién es Mackenzie?
—Beau, siento mucho haber venido, pero realmente necesito tu ayuda. —Sus
manos tiemblan a su lado cuando se mueve antes de mirar hacia la salida.
—Joder —maldice Beau, corriendo hacia ella. Ella tiembla cuando él se acerca,
pero no retrocede.
—¿Qué está pasando? —susurro, mirando hacia atrás y hacia delante entre mis
amigos y la mujer que acaba de estrellarse en sus vidas.
—La mierda se puso mucho peor para Beau, eso es lo que acaba de pasar. —
Jesse sacude la cabeza pero no da detalles.
Tuve la suerte de encontrarlos, y supe, al ver a esta mujer, que ella sentía lo
mismo. A sus ojos, estos hombres necesitaban ser sus salvadores, y yo sabía que lo
serían. Su parche es lo que los unió, pero su amor por el club y lo que hacen es lo
que los hace una familia.
Mi familia.
Sobre la Autora
River Savage es la autora de la serie Knights
Rebels MC, y una ardua lectora de novelas de
romance y erótico, su pasión por los libros y la
lectura alimentaron su pasión por escribir. Leer no
saciaba su adicción, así que comenzó a escribir en
secreto. Ella nunca imaginó que su sueño de publicar
una novela podría ser alcanzado.
342
Realizado sin fines de lucro para promover la lectura.
Apoyemos a los autores comprando el original. 343