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Índice
3
Staff Capítulo 18 Capítulo 37
Sinopsis Capítulo 19 Capítulo 38
Capítulo 1 Capítulo 20 Capítulo 39
Capítulo 2 Capítulo 21 Capítulo 40
Capítulo 3 Capítulo 22 Capítulo 41
Capítulo 4 Capítulo 23 Capítulo 42
Capítulo 5 Capítulo 24 Capítulo 43
Capítulo 6 Capítulo 25 Capítulo 44
Capítulo 7 Capítulo 26 Capítulo 45
Capítulo 8 Capítulo 27 Capítulo 46
Capítulo 9 Capítulo 28 Capítulo 47
Capítulo 10 Capítulo 29 Capítulo 48
Capítulo 11 Capítulo 30 Capítulo 49
Capítulo 12 Capítulo 31 Epílogo
Capítulo 13 Capítulo 32 Próximo Libro
Capítulo 14 Capítulo 33 Nota de la
Capítulo 15 Capítulo 34 autora
Capítulo 16 Capítulo 35 Claire Kingsley
Capítulo 17 Capítulo 36 Cosmos Books
Staff
4
Traducción y Corrección
Cherry Blossom
Mrs. Darcy

Revisión final
Ludmy

Diseño
Seshat
Sinopsis
5
¿Cuánto esperarías por el amor de tu vida?
El Asher Bailey que regreso a su pequeño y peculiar pueblo no es
el mismo hombre que puso un anillo en el dedo de Grace. Es más
grande, más duro, atormentado. Obligado a renunciar a Grace y todo
lo demás que era bueno en su vida por una sentencia de prisión que
apenas sobrevivió.
Ahora que está en casa, sus hermanos lo reciben agresivamente y
sus vecinos lo critican alegremente. Había contado con ambos.
Pero nunca esperó ver a Grace todavía usando su anillo.
El cuento de hadas de Grace no terminó. Fue interrumpido. Ha
pasado los últimos siete años viviendo su vida mientras esperaba a
un hombre. Ahora que él está de regreso, ella tiene mucho trabajo por
delante. Está lleno de cicatrices y enojado, y obstinadamente
convencido de que no pueden estar juntos. Ella está más que feliz de
educarlo de otra manera.
Cada cerveza, cada broma, cada beso lo acerca a donde siempre ha
pertenecido. En su vida. En sus brazos. En su corazón
Asher teme que la oscuridad dentro de él no pueda ser contenida.
Pero Grace no se rendirá con él sin luchar.
Nota de la autora: Un héroe herido y melancólico, y la mujer que
no renunciará a él. Una manada de hermanos rebeldes y amantes de
las travesuras. Un pueblo con una fábrica de rumores disparatados.
Bromas espectaculares de los mejores amigos. Esta es una historia del
amor de almas gemelas que transmite la pasión y todos los
sentimientos. La serie Bailey Brothers debe leerse en orden y Fighting
for Us concluye el felices para siempre de Grace y Asher.
Capítulo 1
6
Asher
Un puño golpeó mi mandíbula, seguido de un rápido puñetazo en
el riñón. Gruñendo, recibí los golpes, absorbiendo el dolor. No tenía
elección. El tipo que sujetaba mis brazos no era lo suficientemente
fuerte como para sujetarme por mucho tiempo, pero estos imbéciles
iban a hacer el mayor daño posible mientras no pudiera defenderme.
Le gruñí al grasiento pedazo de mierda frente a mí. Tenía un
nombre, pero me importaba un carajo cuál era. El ojo morado que le
había dado la semana pasada se estaba desvaneciendo. Tendría que
darle dos esta vez.
Sonrió y me golpeó de nuevo.
Mierda.
Luché por liberar los brazos. No podía ver quién los sostenía a mis
espaldas, pero se estaba resbalando. El segundo tipo me golpeó
debajo de las costillas nuevamente, mientras que el primero se acercó
más y me golpeó en el otro lado.
Ninguno de ellos podía enfrentarme uno a uno, así que los tres me
habían atacado en la biblioteca. Debí estar preparado para ello.
Siempre estaba alerta, siempre observando. Tenía que hacerlo. Era la
única forma en que había sobrevivido en prisión tanto tiempo, pero
me habían sorprendido y ahora estaba jodido.
—No eres tan fuerte ahora, ¿verdad? —se burló el primer sujeto,
mostrando los dientes amarillos.
Lo miré a los ojos, clavándole una mirada firme. Iba a lastimar a
este tipo. Gravemente. Tan pronto como uno de ellos cometiera un
error, iba a desatarme contra estos hijos de puta y lo iba a disfrutar.
La adrenalina me recorrió, quemando todo hasta convertirlo en
cenizas. Mi corazón latía rápido y mis músculos se flexionaban contra
los brazos que tratan de contenerme. Sin dejar de mirar al primer 7
individuo, cambié el peso de mi cuerpo. Los brazos que me sujetaban
estaban tensos y rígidos. Me mantuve flexible, listo para golpear.
Listo para ir al ataque.
El puño del primer tipo se estrelló contra mi cara de nuevo,
inundando mi boca con el sabor metálico de la sangre y ya estaba
jodidamente harto.
Lancé mi peso hacia adelante, doblé las rodillas y giré la cintura.
Arrojé sobre mi hombro al sujeto que sostenía mis brazos. Rugí,
abalanzándome hacia el primer individuo y le di un rápido puñetazo
en el estómago. No tendría mucho tiempo antes de que me tiraran al
suelo, todavía eran tres contra uno, o los guardias nos separaran.
Tenía que hacer que esto contara.
Una embriagadora sensación de euforia me llenó mientras lanzaba
golpes sobre el primer tipo. El segundo saltó sobre mi espalda,
tratando de recuperar el control, pero lo lancé sobre mi hombro. Cayó
al suelo con un gemido.
Alguien se abalanzó sobre mí desde un costado, envolviendo sus
brazos alrededor de mi cintura. Chocamos con una mesa y
aterrizamos con fuerza en el suelo. Su peso corporal sacó el aire de
mis pulmones.
Jadeando por aire, me defendí, pero ahora eran cuatro. No podía
con cuatro sujetos a la vez. Levanté los brazos para protegerme la cara
mientras me golpeaban. Derribar y golpear. Había estado en esta
situación antes, pero en el cuadrilátero había un árbitro para sonar el
silbato y detener la pelea.
Aquí no. No en prisión.
—¡Oye!
Pasos rápidos se acercaron. Los guardias gritaron órdenes. Recibí
algunos golpes más antes de que alguien me los quitara de encima.
Maldita sea. Eso dolió como el carajo.
Otro guardia me levantó bruscamente, luego tiró de mis brazos
detrás de mi espalda y me esposó. No me resistí. Solo parpadeé para
desviar la sangre que me goteaba en el ojo y miré con odio a los
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imbéciles que habían comenzado la pelea, mientras los guardias los
lanzaban contra las mesas y los esposaban.
—Vamos —ladró el guardia, empujándome delante de él—.
Vamos.
No me molesté en decir que no lo había empezado esta vez. Que
tres tipos, luego cuatro, me habían atacado de la nada. No importaba.
En el mejor de los casos, estaría confinado en mi celda por un tiempo.
En el peor, me tirarían al hoyo, pero nada de lo que dijera haría
diferencia.
El metal me mordió las muñecas y herví de rabia contra esos hijos
de puta que me habían atacado, el guardia que me alejaba, el
hormigón y el alambre de púas que me mantenían dentro. Apreté los
dientes, la ira latía a través de mí, tan profundo como la sangre en mis
venas.
No me llevó de vuelta a mi celda. Decidí que no me importaba.
Podrían disciplinarme todo lo que quisieran. Tirarme al hoyo otra vez
si eso era lo que pensaban que acabaría conmigo. El confinamiento
solitario era brutal, pero no podían hacer más daño del que ya se
había hecho.
Ya estaba derrotado.
Solo esperaba que cualquier castigo que tuvieran esos otros idiotas
fuera peor que el mío.
El guardia me llevó por un pasillo y una pizca de miedo trató de
abrirse camino a través de mi ira. No sabía a dónde íbamos. La vida
en prisión se construyó sobre una rutina sólida y monótona. Hice las
mismas cosas, día tras día. Era aburrido como el infierno, pero al
menos sabía qué esperar.
Nuevo o desconocido siempre era malo.
Mis sentidos se intensificaron cuando seguí al guardia a una
pequeña habitación. Había una mesa de metal atornillada al suelo y
dos sillas. Probablemente para los abogados cuando se reúnen con un
recluso. Nunca había usado esta habitación porque mi abogado
nunca había estado aquí. No hay razón para que venga. Mi sentencia 9
no cambiaría. Ocho años sin libertad condicional, sin posibilidad de
reducir la pena por buen comportamiento. Así era como funcionaba
en este estado. Simplemente tengo que esperar hasta que el sistema
legal declarara que había pagado por mi crimen.
Faltan trescientos cincuenta y dos días.
Aplasté ese pensamiento hasta convertirlo en polvo antes de que
pudiera echar raíces. No podía pensar en salir. No ahora. Una vez al
día, cuando despertaba, me permitía vislumbrar el final. Dejaba
entrar todo mi dolor y, por un minuto, pensaba en el exterior, en mi
familia, la Abue, mis hermanos. Incluso en ella, aunque ahí debía
tener especial cuidado.
Cuando termina el minuto, descarto los pensamientos de golpe. Lo
bloqueo todo. Tengo que hacerlo o me debilito y no podía permitirme
ni una pizca de debilidad. Tengo que ser frío y duro como el acero.
De lo contrario, me habrían destrozado hace años.
Me quedé quieto mientras el guardia me abría las esposas, cada vez
más confundido sobre lo que estaba haciendo aquí. No podría tener
una visita. No era así como funcionaban los horarios de visita. Nadie
había venido a verme en años, pero cuando lo habían hecho, me
habían notificado y me habían dado la opción de responder.
Siempre dije que no. No recibí visitantes. Por eso habían dejado de
intentarlo hacía mucho tiempo.
Sin una palabra de explicación, el guardia me indicó que me
sentara y me puso las esposas de nuevo, asegurándome a la mesa.
¿Qué demonios está pasando?
El director entró por la puerta. Tenía un largo bigote gris y cejas
pobladas. Su pecho abultado tensaba los confines de su camisa y las
líneas en su rostro hablaban de años de una vida dura. Este tipo había
visto algo de mierda y se notaba.
—Jesús —murmuró, su voz grave—. ¿Por qué diablos está
sangrando?
—Pelea en la biblioteca —dijo el guardia.
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—Ve a buscar algo para curarlo.
El guardia se fue y el director frunció el ceño, inclinando la cabeza
para examinar mi rostro.
—¿Está sangrando en algún lugar que no pueda ver?
—No.
—Bueno. —Se sentó frente a mí y dejó caer una carpeta sobre la
mesa—. Tengo algunas noticias.
Me puse rígido, mis ojos se elevaron para encontrarse con los
suyos. Una sacudida de miedo me atravesó como un relámpago y una
sensación de malestar se extendió por mis entrañas. Algo horrible
debe haber sucedido.
Mierda. Por favor, no, Abue.
—¿Es mi familia?
—No. No son malas noticias. De hecho, creo que las encontrará
inesperadamente buenas.
Arrugué la frente. No tenía idea de lo que estaba hablando.
—Se va a casa, Bailey. Acabo de recibir una orden para su
liberación inmediata.
Capítulo 2
11
Asher
Mis ojos estaban fijos en el suelo, aunque era muy consciente de
que el guardia me miraba. Me senté en una silla de metal en una celda
de detención, con las muñecas esposadas y las manos en el regazo.
Instintivamente, giré mis muñecas, buscando la mordida del metal
contra la piel, como si necesitara algo para probar que esto era real.
El corte en mi frente palpitaba y mis nudillos estaban lastimados
por la pelea de esta mañana. Vagamente, me pregunté si mis manos
finalmente sanarían o si quedaría con moretones permanentemente.
Cada vez que los moretones desaparecían, me los hacía de nuevo.
Flexioné los puños un par de veces, el dolor sordo seguía allí. No
estaba soñando.
Entró otro guardia y los dos intercambiaron unas pocas palabras
en voz baja. Entonces el primer guardia asintió hacia mí.
—Hora de irse.
Había pasado las últimas horas sin hacer nada. A la espera.
Después de reunirme con el director, me escoltaron a mi celda para
limpiarla, me llevaron a hacer una llamada telefónica y luego me
trajeron aquí.
Ondas de confusión se habían extendido a mi paso mientras los
otros reclusos miraban. Esto era fuera de lo común y los inquietaba.
Demonios, yo también estaba inquieto. Mantuve la cabeza gacha e
hice lo que me dijeron, mientras me preguntaba si realmente estaba
pasando o si era algún tipo de broma enfermiza.
Seguí al guardia hasta un mostrador protegido por una barrera. Me
indicó que levantara las manos para poder abrir las esposas. Salieron
con un tintineo sordo.
—Asher Bailey —dijo el hombre detrás del mostrador. Pasó por
una abertura una carpeta manila con mi billetera y luego me entregó
una caja rectangular. Era marrón y sin marcas, de más o menos medio 12
metro de largo y treinta centímetros de ancho. La cinta adhesiva en la
parte superior ya casi no se pegaba, pero era mejor que nada.
Tomé mis cosas, las únicas que me quedaban y seguí al guardia a
través de otra puerta.
—Tu transporte te está esperando en el estacionamiento para
visitantes —dijo.
—Bien. —Me sorprendió que mi voz sonara tan normal. Tan
calmada. Por dentro, estaba tambaleándome.
Estaba yendo a casa.
Debería haber sido una buena noticia. Se suponía que debía pasar
otro año. Pero, así como así, una carta de la oficina del gobernador lo
había cambiado todo. En realidad, me estaban dejando salir de este
infierno.
Pero no estaba preparado. Tenía una rutina mental, una forma de
sobrevivir cada día y me estaba costando mucho procesar que ya no
sería necesario.
Llegamos a otra puerta y casi me detengo para preguntarle si
estaba seguro. No podía quitarme la sensación de que me estaban
engañando, que tan pronto como pusiera un pie afuera, sería atajado
e inmovilizado. No era que no confiara en este guardia en particular.
No confiaba en nadie.
Abrió la puerta y parpadeé ante la brillante luz del sol. El cielo de
principios de mayo era azul puro sin una sola nube. Salí y no pasó
nada. Todavía estaba dentro de las paredes, pero esto estaba fuera de
los límites. El movimiento dentro de la prisión estaba fuertemente
restringido y hace solo unas horas no me habrían permitido salir aquí.
Pero no sonó ninguna alarma. Ningún guardia llegó corriendo.
El guardia y yo caminamos por el cemento hasta la valla alta,
coronada con alambre de púas. Mi corazón latía con fuerza en mi
pecho y mi boca se secó. El guardia hizo una señal. Pasaron unos
segundos y entonces la puerta se movió.
Se abrió con un ruido metálico, revelando el mundo exterior o lo
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que podía ver del mundo exterior desde aquí, que era principalmente
un estacionamiento, pero las montañas se elevaban en la distancia, la
nieve aún cubría sus picos.
Esas montañas eran mi hogar.
Inspiré profundamente y crucé la puerta. Todavía no hay sirenas.
Inmediatamente, la puerta comenzó a cerrarse detrás de mí.
Realmente me estaban dejando ir.
Las puertas de un todoterreno azul oscuro se abrieron de golpe y
salieron cuatro hombres. Los miré, estupefacto. Pensé que uno de
ellos me recogería no los cuatro.
El alivio se estrelló contra mí, tan potente que casi no pude respirar.
Se arremolinaron a mi alrededor y alguien me quitó las cosas de las
manos.
Mis hermanos. Estaban aquí. No había visto a ninguno de ellos en
tanto tiempo.
Gavin se abrió paso a empujones hacia el frente y se lanzó contra
mí, abrazándome como un oso con brazos sorprendentemente
gruesos.
—Hola, hermano —dijo, apretándome fuerte.
Le devolví el abrazo. ¿Cómo diablos es tan fuerte?
—Retrocede, brozinski1. Nos toca. —Logan se quitó un par de gafas
de sol estilo aviador y me sonrió. Se veía diferente. Su mandíbula era
más cuadrada y la barba que lucía lo hacía parecer mayor.

1Broma de Logan para referirse a sus hermanos combinando las palabras hermano en inglés y
zinski imitando el idioma ruso.
Por supuesto, es mayor. Era un chico de diecinueve años la última
vez que lo había visto.
Gavin me soltó y Logan abrió los brazos.
—Ash. Ya era puta hora.
—Sí, no jodas. —Lo abracé y me dio unas palmadas en la espalda. 14
Evan aún se elevaba sobre el resto de nosotros. Tenía las manos
manchadas de grasa, como las de un mecánico y tatuajes que no
recordaba.
—Es bueno verte, hombre.
—También a ti.
Me abracé con Evan. Levi se quedó atrás uno o dos pasos,
mirándome con incertidumbre, como si no estuviera seguro de qué
pensar. Parecía mayor, como su gemelo y llenaba su camisa del
Departamento de Bomberos de Tilikum como nunca.
Siete años es mucho tiempo.
Finalmente, Levi también me abrazó.
—Es bueno tenerte de vuelta.
—Gracias.
—No estaban jodiendo con nosotros —dijo Logan—. ¿De verdad te
están dejando ir?
—Te dije que no era una broma —dijo Levi.
Mi frente se arrugó.
—¿Pensaste que llamaría a casa y diría que me iban a dejar salir
antes como una broma?
Logan se encogió de hombros.
—Tal vez la prisión te había dado un sentido del humor muy
oscuro.
Gavin se rio y golpeó el brazo de Logan.
—Tienes que admitir que hubiera sido buena.
—Están jodidos de la cabeza —dijo Levi.
—Este lugar me asusta muchísimo. —Logan echó un vistazo al
complejo penitenciario—. ¿Estás libre? ¿Podemos salir de aquí?
—Sí, soy libre de irme.
—¿Son todas tus cosas? —Evan colocó el sobre y la caja en la parte 15
trasera de la camioneta.
—Así es. Tenía algunas mudas de ropa, pero no las quiero y creo
que las quemaré. —Tiré de la camiseta vieja y de la sudadera negra
que llevaba. Nos habían permitido usar ropa de calle si la teníamos,
la prisión les daba ropa a los que no tenían, pero nunca quiero volver
a usar esta mierda.
—Genial. Siempre estoy dispuesto a iniciar una pequeña fogata —
dijo Gavin—. Y por una pequeña fogata, me refiero a una grande.
—Lo cual es irónico, considerando que estás tratando de convencer
al jefe Stanley para que te contrate —dijo Levi.
—Sí y soy un experto en incendios. Soy perfecto para el trabajo.
—Vamos —se quejó Evan—. Larguémonos de aquí.
—Voy al frente —dijo Gavin.
Levi lo miró fijamente.
—No.
—Lo pedí primero.
—Deja que Asher se siente al frente.
—Oh, sí, buen punto. —Gavin hizo una reverencia e hizo un gesto
hacia la puerta del lado del pasajero aún abierta—. Después de ti,
hermano mayor.
—Es bueno ver que has madurado en siete años —le dije.
Solo me sonrió.
Lo que no dije fue lo difícil que fue reconciliar a este hombre con el
niño que recordaba. La última vez que lo había visto, era un
adolescente flaco con el cabello cayendo sobre sus ojos. Se había
llenado y crecido. Apenas lo reconocí.
Todos nos amontonamos en el auto. Parecía que era el todo terreno
de Levi; subió al asiento del conductor. Gavin protestó porque lo
obligaron a sentarse solo en la tercera fila, pero Evan le gruñó y se
calló. 16
Algunas cosas no habían cambiado.
Levi salió del estacionamiento, se detuvo frente a una puerta que
se levantó y nos alejamos. Así, estaba en la carretera, el centro
penitenciario desaparecía en el espejo lateral.
Me dirigía a casa
—Entonces, ¿podemos preguntar sobre el elefante en el vehículo,
por así decirlo? —preguntó Logan.
Miré por encima del hombro y señalé el corte vendado en mi frente.
—¿Quieres decir esto?
—En realidad, iba a decir que la mayor parte de tu cara no está
estropeada, pero sí, podemos hablar de eso si realmente quieres.
—No es nada. Resultó ser un regalo de despedida.
Levi miró mis nudillos, pero no dijo nada. Aprecié eso.
—¿Por qué vinieron hasta aquí los cuatro? —quería cambiar de
tema antes de que hicieran más preguntas sobre mi cara—. Pensé que
la Abue solo enviaría a uno.
—¿Estás bromeando? —preguntó Gavin—. ¿Asher Bailey sale de
prisión y pensaste que no estaríamos allí? Además, estábamos
peleándonos por quién iba a ser el que te recogiera y la Abue dijo que,
si no nos metíamos todos en el auto y nos poníamos en marcha, nos
soltaría a las pollas.
Miré hacia atrás.
—¿Ella qué?
—La Abue tiene pollos —dijo Levi—. Y por razones que ninguno
de nosotros puede comprender, los llama sus pollas.
La comisura de mi boca se elevó en lo que casi podría llamarse una
sonrisa. No podía recordar la última vez que lo había hecho.
—Suena como algo que diría la Abue.
17
—Entonces, ¿vas a decirnos qué pasó o tenemos que adivinar? —
preguntó Logan—. Pensamos que te faltaba otro año.
Dejé escapar un suspiro. Era difícil pensar, me sentí como si
estuviera en estado de shock. Me recordó los primeros días después
de mi arresto, cuando me detuvieron en la oficina del alguacil del
condado. Todo había parecido una pesadilla desarrollándose ante
mis ojos. Hoy tenía una cualidad similar a la de un sueño.
—El gobernador intervino y me concedió clemencia —dije.
—¿Desde cuándo conoces al gobernador? —preguntó Logan.
—No lo conozco. Aparentemente, el mismo tipo agredió a la
sobrina del gobernador unos seis meses antes… —me detuve. Sabían
de lo que estaba hablando—. No sé los detalles, pero no creo que ella
haya ido a la policía. De alguna manera, se enteraron de lo que pasó
y sobre mí. La carta decía que, dadas las circunstancias de mi caso, el
tiempo cumplido era adecuado y que debía ser puesto en libertad de
inmediato.
—Mierda —dijo Logan.
—Lástima que no lo hizo hace siete años —murmuró Levi.
—No creo que fuera gobernador en ese entonces —dijo Evan.
—¿Podemos centrarnos en lo positivo? —dijo Logan—. Asher está
fuera. Nos llevaremos su trasero a casa.
Casa. La verdad de eso me estaba golpeando fuerte. Aunque iba por
la carretera hacia nuestro pequeño pueblo en las Cascadas, era difícil
de creer.
No estaba listo, no me había preparado.
Mierda.
¿Cómo iba a lidiar con esto? Casi no tenía idea de cómo había sido
la vida en casa durante los últimos siete años. Algunos reclusos vivían
del contacto con el exterior: visitas, cartas, actualizaciones. Yo no.
Rápidamente me di cuenta de que solo había una forma de sobrevivir
a mi condena en prisión: tenía que mantenerme firme. Mantenerme
distante. Mantenerme fuerte.
18
Había perdido literalmente todo lo bueno en mi vida, todo por lo
que valía la pena vivir. Los recuerdos de mi hogar me herían, como
si estuviera caminando sobre vidrios rotos. Si hubiera pasado todos
los días sangrando, me habrían hecho pedazos.
Así que había limitado el contacto con el mundo exterior. Sabía que
pagaría un precio por ello más tarde, pero cuanto más tiempo pasaba
allí, más firme era mi determinación. Porque no solo me estaba
protegiendo a mí mismo, haciendo lo que tenía que hacer para
sobrevivir. Los estaba protegiendo. No quería que vieran en quién me
había convertido.
No quería que tuvieran que saber.
Pero ahora iba por la carretera hacia casa sin tiempo para
prepararme. No hay tiempo para acostumbrarse a la idea de volver a
vivir en el mundo.
Un mundo que había cambiado de formas que no podía saber. No
podría estar listo para ello.
Una extraña sensación de pánico se elevó en mi pecho y apreté los
puños. No tendría rutina ni horario. Nadie restringiendo mis
movimientos. Tampoco tendría que preocuparme que tres imbéciles
salten sobre mí de la nada y traten de golpearme hasta dejarme sin
sentido, así que eso sería una mejora. Pero todo esto estaba pasando
tan rápido. Se sentía como si pudiera asfixiarme.
—¿Estás bien, hombre? —preguntó Levi.
—Sí. Es mucho para asimilar. Ha pasado mucho tiempo.
Me detuve un momento, mirando por la ventana. El verdadero
elefante en el vehículo no era mi cara jodida. Era el abismo de siete
años que me separó de estos muchachos. Tuve un contacto mínimo
con la Abue durante mi condena en prisión, pero con nadie más. Ni
siquiera ellos.
—Miren, sé que no han sabido nada de mí desde que me
encerraron.
—No te preocupes, hombre, lo entendemos —dijo Logan.
19
—¿Lo entienden?
—Estaba bastante enojado al principio cuando la Abue nos dijo que
no podíamos ir a verte, pero nunca olvidaré lo que dijo. ¿Lo
recuerdan?
Levi asintió.
—Dijo que a veces, cuando un hombre va a la guerra, tiene que
obligarse a olvidar a las personas que deja atrás. Es la única forma en
que puede convertirse en el guerrero que necesita ser para sobrevivir.
Maldita sea. La Abue siempre parecía tener una manera de llegar
directamente al corazón de las cosas.
—Sí. Exactamente eso.
—La buena noticia es que puedes soltar las armas —dijo Logan—.
La guerra ha terminado.
Miré mis manos maltratadas. Soltar las armas. No estaba seguro si
recordaba cómo.
—¿Alguien se puso en contacto con Grace? —preguntó Gavin.
Me di la vuelta y prácticamente le gruñí.
—No.
—¿Qué?
—No hables de ella. Ni siquiera digas su nombre.
Los ojos de Gavin se agrandaron y levantó las manos con las
palmas hacia afuera.
—Perdón.
No me perdí la mirada que compartieron Evan y Logan, pero los
ignoré.
De todas las cosas para las que no estaba preparado, oír hablar de
ella era la más importante. Tendría que enfrentar la verdad
eventualmente, pero no hoy. Cualquier día menos hoy. Ya era una
bala perdida y solo el sonido de su nombre era suficiente para 20
hacerme perder la cabeza.
No puedo. Aún no.
Había perdido mi libertad, mis aspiraciones profesionales, mi
tiempo, incluso mi dignidad. Pero nada de eso se compara con el
dolor de perderla. Ni siquiera un poco.
La había amado con todo lo que tenía y nunca lo recuperaría.
En esos breves momentos cada mañana, cuando me permitía
pensar en mi hogar, dejaba con cautela que mis pensamientos se
desviaran hacia ella. Me preguntaba qué estaba haciendo. Con quién
estaba y dónde vivía. Lo que había hecho con su vida desde que me
fui y en silencio le rogué a Dios o al universo o a quienquiera que
pudiera estar escuchando que se asegurara de que estuviera bien,
feliz y segura.
Pero no estaba listo para descubrir cómo era su vida. Quería su
felicidad más que nada, pero no podía lidiar con el dolor de oír hablar
de eso. Necesitaba tiempo para mentalizarme. Es hora de prepararme
para ese dolor.
Capítulo 3
21
Grace
El aire fresco de la montaña soplaba a través de mi cabello mientras
tomábamos las curvas cerradas en el descapotable azul de Cara. El
clima era magnífico: el sol brillaba, ni una nube en el cielo. Nos
dirigíamos a casa después de un día en un spa y un delicioso brunch,
seguido de un masaje y tratamiento facial, estaba feliz y relajada.
—Gracias de nuevo —le dije, mirándola—. Esto fue genial.
El cabello rojo de Cara azotó su rostro y sonrió, mostrando sus
dientes perfectos.
—Un placer.
Conocí a Cara cuando volví a Tilikum College, después de que
Asher se fuera. Ambas habíamos sido transferidas y no encajábamos
con los otros estudiantes. Aunque solo estábamos en nuestros veinte,
la vida nos había golpeado tanto que éramos un poco más
experimentadas que los demás. Un poco menos ilusas e ingenuas.
Estar comprometida con un hombre que está en prisión tendía a
hacerle eso a una chica.
Me ajusté las gafas de sol.
—No me di cuenta de lo mucho que necesitaba el descanso y el
masaje.
—Bueno. Tal vez esto te enseñe a dejar que te mime más a menudo.
Puse los ojos en blanco. Cara provenía del viejo dinero de
Hollywood y, por lo que pude ver, tenía un suministro casi infinito.
Uno de sus pasatiempos favoritos era tratar de gastarlo en mí. Estaba
bastante segura de que lo hacía principalmente para fastidiarme.
—Aprecio que me mimes esta vez, pero no te hagas ideas.
—No, mi brillante unicornio mágico, ahora conozco tu debilidad.
Pero la próxima vez, pasaremos un fin de semana en un spa en Napa
o tal vez en París.
22
—Espera. No me vas a llevar a un spa en París.
—Subestimas mi terquedad.
—Y subestimas la mía.
Me miró de nuevo.
—No, estoy bien versada en tu clase de obstinación.
—No tengo idea de lo que estás hablando.
La carretera se curvó y Cara tomó la salida hacia Tilikum. A veces
me preguntaba por qué se había quedado en nuestro pequeño y
divertido pueblo. Se había criado en Los Ángeles, entre gente
adinerada y celebridades, yendo a brunches de lujo y discotecas
exclusivas. Sabía que se había mudado aquí para ir a la universidad
como un acto de rebelión, eligiendo una pequeña universidad en un
pequeño pueblo en medio de la nada para enojar a su madre y había
funcionado. Su madre se había puesto furiosa, pero por alguna razón
Cara nunca se había ido.
Por eso, estaba incesantemente agradecida.
—Entonces, ¿quieres salir esta noche? —preguntó.
—Por supuesto. ¿Qué tienes en mente?
—No lo sé, siempre y cuando se trate de vestirme de zorra y no
irme sola a casa.
—Sí, bueno, diviértete con eso.
Hizo un puchero con el labio inferior.
—Vamos, Grace. No he tenido sexo en como, nunca. Realmente me
vendría bien una buena polla.
—Está bien. Podemos salir y tú puedes vestirte como una zorra y
conseguir una buena polla.
—¿Qué hay de ti?
—¿Qué hay de mí?
—¿Crees que estás relajada ahora? Te sorprendería lo que una 23
buena polla puede hacer por ti.
Redujimos la velocidad cuando llegamos al pueblo y me arreglé el
cabello.
—Paso, pero gracias.
Gimió.
—Al menos vistámonos como zorras. Conseguiré que te acuestes
en algún momento, pero obviamente no aguantaré la respiración.
—Sí, no lo hagas.
—¿Por qué eres tan terca al respecto?
—Sabes por qué.
Pisó el freno y se detuvo en medio de la calle sin ninguna
advertencia. No había nadie detrás de nosotras, pero, aun así.
—¿Qué estás haciendo? —Miré por encima del hombro—. ¿Puedes
tal vez hacerte a un lado?
Se volteó para quedar frente a mí y se bajó las gafas de sol para
mirar por encima de ellas.
—Quítatelo. Solo por esta noche.
—¿Quitarme qué?
Sus ojos se movieron deliberadamente a mi mano.
—Eso.
Mi boca se abrió y por un segundo no supe qué decir. Estaba
acostumbrada a que se burlara de mí por mi falta de vida sexual; lo
hace todo el tiempo, pero ¿quitarme el anillo?
—¿Hablas en serio? No, no me quitaré el anillo.
—Bebé, sabes que te amo más que a nada en el mundo entero, pero
¿cuánto tiempo vas a dejar que esto continúe?
—¿Dejar que continúe qué? Estoy comprometida.
—¿Se acuerda él de eso?
Miré hacia otro lado. 24
—Sabes que es complicado.
Se quedó en silencio por un segundo, luego se acercó para cubrir
mi mano con la suya.
—Lo siento. Tienes razón, es complicado. Si no quieres quitártelo,
no deberías hacerlo.
—Sé que realmente no entiendes. —Mi voz era tranquila—. No
espero que lo hagas. Nunca lo conociste. Nunca estuviste cerca de
nosotros antes.
—Quiero entender. Eres mi chica y si quieres algo, haré que mi
misión en la vida sea conseguirlo para ti. Es solo que... no has sabido
nada de él en mucho tiempo.
—Lo sé.
Cara tenía razón y no era solo yo. Asher se había aislado de todos.
Rechazaba las visitas y, aparte de breves mensajes ocasionales a la
Abue para hacerle saber que estaba vivo, el contacto con él era nulo.
No lo había visto ni había oído hablar de él en siete años.
—Mira, me doy cuenta de que usar este anillo me hace parecer
estúpida, loca o ambas cosas. —Levanté la mano. Uso varios anillos
en diferentes dedos, pero los cambio como cambio de ropa. Nunca
me quité el anillo a Asher—. Pero no me importa lo que piensen los
demás, no es asunto de nadie. Asher me pidió que me casara con él y
el hecho de que haya ido a prisión, por salvarme, en caso de que hayas
olvidado esa parte, no significa que hayamos terminado.
—No he olvidado el hecho de que te salvó y puedes apostar que le
daré un gran beso en los labios cuando finalmente lo conozca.
Un auto se detuvo detrás de nosotras y tocó la bocina. Cara se giró
y lo miró fijamente.
—Dios mío, Cara, sal de la calle.
Soltó el pie del freno y empezó a moverse de nuevo.
—No es como que haya tráfico en este pueblo. Podría haber pasado 25
por un lado. Y no creo que seas estúpida o loca. Está bien, tal vez un
poco loca, pero quién no lo es, en realidad.
—Entonces, ¿por qué estás sugiriendo que me quite el anillo y me
vista de zorra contigo esta noche? ¿De dónde viene eso?
—Porque cuanto más se acerca la fecha de su liberación, más me
pregunto si te estás preparando para una gran decepción. Y por
decepción, me refiero a una angustia que te aplasta el alma.
Crucé los brazos.
—Grace, no es una preocupación infundada. La última vez que lo
viste, terminó contigo.
—¿Por qué te lo dije?
—Porque te emborraché.
Puse los ojos en blanco.
—Maldita sea.
—Sólo estoy preocupada por ti. Tienes todo esto acumulado en tu
mente, ¿y si él sale y te das cuenta de que lo dijo en serio?
—¿Crees que no lo he considerado? Pienso en ello todo el tiempo.
Pero Cara, lo conozco, nos conozco. Cuando salga, será difícil.
Realmente difícil. No será el mismo y yo tampoco. Pero él y yo…
—¿Son almas gemelas? ¿Destinados a estar juntos?
¿Predestinados? ¿Amantes desventurados?
—Eso último no, espero. ¿Eso son Romeo y Julieta? Ambos mueren.
—Cierto, pero también puede referirse a amantes para quienes las
estrellas no se están alineando. Definitivamente eres tú.
—Vaya si no es la verdad.
Giró a la izquierda en la oficina de correos y redujo la velocidad
para que pudiéramos saludar a Harvey Johnston. Tiene la barba gris
y descuidada y viste ropa de trabajo polvorienta. Su apariencia
desaliñada y su comportamiento aturdido a menudo hacían creer a la
gente que no tenía hogar. Pero vivía en una cabaña en las afueras del 26
pueblo y parecía cuidarse bastante bien. Era simplemente extraño.
Me agrada.
—Hola, Harvey.
Con una amplia sonrisa, devolvió el saludo.
—Mira, Asher ama a su familia —continué—. No está haciendo
esto para ser un imbécil o porque no le importa. Lo está haciendo para
sobrevivir. Esa es la única razón por la que cortaría a todos así.
Incluso la Abue lo dijo. No lo haría a menos que sintiera que no tenía
otra opción.
—Y por eso dijo que tenía que romper contigo. Sintió que no tenía
otra opción.
—Sabes, por la forma en que dijiste eso, no puedo decir si estás
siendo sarcástica o no. Pero sí, precisamente por eso dijo que tenía
que romper conmigo. Y realmente, no fue una ruptura, fue una
discusión. Nos peleamos hace siete años y no hemos tenido la
oportunidad de terminar la pelea.
Cara rio y la empujé con el codo.
—¿Por qué te ríes de mí? No seas una idiota.
—No lo soy, lo prometo. Acabo de tener una visión repentina de él
volviendo a casa y lo primero que haces es pelear con él.
No estaba muy equivocada. Cuando Asher llegara a casa, él y yo
íbamos a discutir un poco.
Después de follarnos hasta los sesos unos siete millones de veces.
Dios, lo extrañaba.
Redujo la velocidad frente a mi casa y se detuvo.
—Diré esto, siempre admiraré tu lealtad.
—Gracias.
—Siento haberte sugerido que te quitaras el anillo. No peleemos.
No puedo irme si creo que estás enojada conmigo.
—Eres muy extraña. 27
—Lo sé. No puedo evitarlo, tuve una infancia horrible.
Me quité el cinturón de seguridad y me incliné para abrazarla.
—No estoy molesta contigo.
—Gracias, bebé.
—¿Te veré en el Caboose alrededor de las ocho?
—Suena bien.
Agarré mi bolso y entré.
Las muestras de encimeras y puertas de gabinetes estaban
esparcidas por el piso de mi sala de estar. Había olvidado que las
había dejado allí anoche. Compré esta casa hace un año y estaba en
ruinas. Totalmente inhabitable después de estar vacante durante
años. Pero no hay nada que un poco de trabajo duro no pueda
reparar. Todavía tenía un largo camino por recorrer, pero la sala de
estar, un baño y un dormitorio estaban totalmente remodelados. La
cocina era utilizable, aunque no había puertas en los armarios y el
suelo de linóleo era horrible. Pero funciona y pude mudarme hace
unos meses.
Vivir en una zona de construcción presentaba desafíos, pero no me
importaba. Y cuando necesitaba un descanso, siempre podía ir a casa
de Cara por unos días.
Como había accedido a salir esta noche, lo que significaba que no
pasaría la noche en el sofá en pijama con una copa de vino, me duché,
me peiné y me maquillé un poco. Después, entré en la cocina para
prepararme una cena rápida.
Desafortunadamente, mi refrigerador estaba casi vacío. Maldita
sea. Había estado planeando pedirle a Cara que hiciera mandados
conmigo hoy, pero en su lugar me sorprendió con el día de spa. No
es que me quejara, pero ahora necesitaba ir a la tienda.
Agarré las llaves, el bolso y salí por la puerta, decidiendo pasar por
casa de mi mamá y recoger a mi hermano pequeño. Probablemente le
gustaría una razón para salir de la casa. Y si no, lo sobornaría con
dulces o algo así. A los niños malhumorados de once años todavía les 28
gustan los dulces, ¿verdad?
Mi casa estaba a un kilómetro de la casa de mi infancia. Mi auto dio
tumbos por el camino privado. El auto de mamá no estaba
estacionado afuera, pero el auto policial de Jack sí. Hacía unos años,
ella se había casado con Jack Cordero, ex policía de Seattle convertido
en jefe adjunto de la oficina del alguacil del condado. Había sido un
poco extraño tener un padrastro a mediados de los veinte,
especialmente porque mi madre nunca se había casado antes, ni
siquiera con mi padre, pero Jack era un gran tipo que la adoraba.
Me encantó que finalmente fuera feliz. Que hubiera encontrado a
alguien que la trataba bien. A diferencia de mi padre idiota, quien, en
un irónico giro, también está en prisión.
En teoría, me veo como una chica que está plagada de problemas
con los hombres. Comprometida con uno que cumple ocho años en
prisión por homicidio involuntario y con un padre en prisión por
narcotráfico. Sí, esa Grace Miles seguro tiene su vida en orden.
Pero la verdad era que mi padre nunca había sido una gran parte
de mi vida. Hubo breves períodos en mi infancia cuando había sido
un visitante regular. Pero en su mayor parte, no había estado cerca.
Hace unos cinco años, descubrí por qué: estaba casado y tenía otros
cuatro hijos. Mi mamá no lo sabía y hasta que lo localicé por volverse
un padre irresponsable para Elijah, no sabían de nosotros.
Ahora tengo tres medios hermanos y una media hermana que
viven a unos treinta minutos en auto. Afortunadamente, ninguno de
ellos se parecía al hombre que nos había engendrado. Amaba a mi
nueva familia, son increíbles.
La vida toma giros inesperados a veces.
Aparqué junto al auto de Jack, pero mi mirada se desvió hacia la
casa de la Abue. Me pregunté si necesitaría algo de la tienda. Ya que
voy en camino, bien puedo preguntarle si quería algo para ella.
Caminé por la hierba y subí las escaleras del porche. La casa de la
Abue nunca parecía cambiar. El mismo porche delantero que crujía
bajo tus pies. La puerta de entrada siempre pintada de un alegre 29
amarillo y contraventanas amarillas a juego. Sus jardines eran
legendarios y producían más frutas y verduras que algunas granjas
pequeñas.
Este lugar se sentía como un hogar, tanto como la casa de mi madre.
Tenía innumerables recuerdos de estar sentada en la mesa de la
cocina de la Abue con los chicos, mis piernas balanceándose mientras
comíamos galletas o magdalenas con arándanos. La Abue tenía acres
de tierra y yo había pasado la mayor parte de mi infancia
deambulando en ellas con Asher. Jugando en el arroyo, construyendo
fuertes, inventando historias y juegos. Había sido una buena vida.
La puerta principal estaba abierta, como de costumbre, así que
entré y escuché correr agua en la cocina.
—Hola, Abue —la llamé mientras caminaba por el pasillo hacia la
parte trasera de la casa—. Voy a la tienda. ¿Necesitas al… —Dejé
escapar un grito y me detuve en seco.
Había un hombre parado frente al fregadero. Pelo corto y oscuro.
Espalda ancha y hombros anchos llenos de músculos. Brazos gruesos
y tatuados.
Reconocí algunos de esos tatuajes, pero no podía ser.
Cerró la llave del agua y se giró, sus ojos se encontraron con los
míos.
Oh, Dios mío.
Mi respiración se atascó en mi garganta y por un segundo no pude
hablar.
Era Asher.
O alguien que una vez había sido Asher. Este hombre era ancho y
fuerte, tenía un pequeño trozo de cinta médica sobre un corte reciente
en la frente. Mis ojos lo recorrieron de arriba abajo, observándolo. Se
veía tan diferente.
Pero es él. Está parado justo aquí.
Me miró fijamente, con un surco profundo entre las cejas, sus ojos
30
brillaban con alarma. ¿Por qué me miraba así? Su boca se abrió, como
si estuviera a punto de decir algo, pero la cerró de nuevo.
Finalmente, logré pronunciar una palabra.
—¿Asher?
—¿Qué estás haciendo aquí? —Su voz era grave, casi monótona.
—¿Yo? ¿Qué estás haciendo tú aquí?
—Me liberaron.
Titubeé de nuevo, balbuceando por un segundo, antes de que
pudiera hacer que mi voz funcionara.
—Te… ¿Qué? ¿Por qué nadie me llamó? ¿Cuándo llegaste aquí?
No respondió. Solo me miró como si no pudiera creer lo que estaba
viendo.
Esta no era la forma en que siempre había imaginado este
momento. Había planeado estar allí cuando saliera, para poder
reunirme con él fuera de las puertas de la prisión y lanzarme a sus
brazos.
En cambio, estábamos parados en la cocina de la Abue, mirándonos
como si ninguno de los dos supiera qué hacer.
—Oh, Dios mío, ¿qué estoy haciendo? —Di un paso adelante, lista
para lanzar mis brazos alrededor de su cuello.
Pero extendió una mano para detenerme.
—No.
Retrocedí como si me hubiera abofeteado.
—¿Qué?
—No puedo.
—¿No puedes qué?
—No puedo hacer esto todavía.
—¿No puedes hacer qué? No entiendo. 31
—Joder —murmuró y miró hacia abajo, se sujetó del mostrador
detrás de él, como si necesitara apoyarse para no caer—. Debes irte.
—No puedes hablar en serio. Asher…
—Por favor —dijo con los dientes apretados. Cerró los ojos como si
le doliera—. Por favor, vete.
Los recuerdos de la última vez que hablamos volvieron
rápidamente. Cuando dijo que todo había terminado y que tenía que
dejarlo ir.
¿Estaba en casa y quería que me fuera?
La tristeza y la ira lucharon para ser los primeros en liberarse de mi
pecho y el forcejeo resultante ahogó mi respuesta. Sintiendo que el
mundo se había puesto patas arriba, me di la vuelta y salí.
Capítulo 4
32
Asher
No podía calmarme.
El piso de madera crujió bajo mis pies mientras paseaba por mi
antiguo dormitorio, tratando de no entrar en pánico. Mi corazón latía
demasiado rápido y la adrenalina me quemaba por dentro. Apreté las
manos en puños, temblando de agitación. A un paso de perder el
control.
Quería golpear algo.
¿Por qué había venido aquí? ¿Por qué hoy?
Solo había estado en casa por un par de horas. Cuando llegué, la
Abue había actuado como si me hubiera ido por un largo fin de
semana, no como si hubiera pasado siete años tras las rejas. Sonrió y
me abrazó fuerte, luego me dijo que llevara mis cosas a mi habitación.
Mis hermanos habían querido quedarse para celebrar, pero ella me
había ahorrado la molestia de decirles que de ninguna puta manera.
Lo último que necesitaba en este momento era tener que fingir que
estaba bien. Que era el viejo Asher que todos recordaban, listo para
volver a la vida que había dejado atrás.
Me sentí como si hubiera estado viviendo en otro mundo y me
hubieran dejado caer en medio de este, con nada más que la ropa que
llevaba puesta.
Lo cual no estaba lejos de la verdad.
Una vez que la Abue expulsó a mis hermanos, la familiaridad de
esta casa me ayudó a aterrizar. Las persianas y la puerta principal
todavía estaban pintadas de amarillo. Los pisos aún chirriaban en los
mismos lugares. Todavía olía a ropa recién lavada y pan horneado.
Todavía olía a casa.
El silencio me había dado la oportunidad de pensar y
tranquilizarme, poner mi cabeza en orden y concebir un nuevo plan.
33
El plan de ocho años había sido arrojado por la ventana con mi
visita al director. Ese plan había consistido en barreras y armaduras
mentales diseñadas para permitirme sobrevivir y cuando mi
sentencia casi hubiera terminado, tenía la intención de derribarlas lo
suficiente como para volver a conectarme con mi familia antes de
irme a casa. Leería todas las cartas que había recibido para ponerme
al día con los detalles de la vida en Tilikum. Hablaría con mis
hermanos por teléfono. Usaría las últimas semanas tras las rejas para
prepararme y enfrentar la vida en el exterior.
Nunca se me había ocurrido que saldría antes.
Así que hice un nuevo plan. Resguardarme aquí un tiempo, tomar
unos días para orientarme y ponerme al día con la vida desde la
seguridad de la casa de la Abue. Leer las cartas de todos, hacer
preguntas y pasar tiempo con mis hermanos. Cuando estuviera listo,
ampliar mi círculo, escuchar más noticias, aventurarme y mirar lo que
ha cambiado. Dejar que la gente se entere de que estaba en casa.
Pero entonces Grace entró y voló mi nuevo plan en pedazos.
No se suponía que estuviera aquí todavía. No estaba listo.
Seguí caminando, tratando de resistir el impulso de atravesar una
pared con mi puño. Anhelaba el dolor, quería aplastar mis nudillos
contra algo sólido.
Quería pelear.
Ese impulso aumentó la sensación de pánico que amenazaba con
apoderarse de mí. Ya no estaba en prisión. No podía simplemente
golpear algo o a alguien. Sentir que mi puño se hundía en el estómago
de alguien o le rompía la mandíbula, podría haberme brindado un
alivio temporal, pero no podría vivir así, aquí.
No quería admitirlo, pero en el fondo sabía por qué estaba tan fuera
de control. Durante siete años, existí dentro de los límites de un
conjunto rígido de reglas. Había tenido estructura y rutina; y la
pérdida repentina e inesperada de esa rutina me hizo tambalearme al
límite.
Se suponía que la libertad se sentiría bien, pero en este momento, 34
se sentía como un caos. Como si no hubiera nada sólido bajo mis pies.
¿Por qué tenía que venir hoy de todos los días? Cuando todavía me
estaba recuperando del impacto de haber sido liberado.
Dejé de caminar y apoyé un brazo contra el marco de la ventana.
Cerré los ojos y respiré hondo unas cuantas veces, tratando de forzar
la tranquilidad en mi cuerpo y ralentizar mi acelerado corazón. Pero
cuando abrí los ojos, lo primero que vi fue la ventana del antiguo
dormitorio de Grace.
Mierda.
Agarré la cortina con un puño apretado y estaba a punto de cerrarla
de un tirón y probablemente arrancarla de la pared, cuando la voz de
la Abue llegó desde la puerta.
—Oye, Oso.
Lentamente aflojé el puño y solté la cortina.
Su cabello estaba en la misma trenza gruesa que había usado desde
que podía recordar. Era mayormente gris ahora. Las líneas en su
rostro se habían profundizado, pero sus ojos castaños oscuros aún
estaban nítidos y claros.
—Ha pasado un día. —Se sentó en el borde de mi vieja cama y
luego palmeó el colchón junto a ella—. Ven.
El niño enojado y herido dentro de mí respondió al tono
tranquilizador de su voz. Obedecí, sentándome en la cama a su lado.
—Tómate tu tiempo, Oso.
Me incliné hacia adelante con los antebrazos sobre los muslos y me
pasé los dedos por el pelo.
—Ajá.
—Lo digo en serio. Reduce la velocidad y respira.
—Lo estoy intentando.
No dijo nada por un largo momento, pero su tranquila presencia
ayudó. Mi ritmo cardíaco se desaceleró y la sensación de pánico 35
comenzó a retroceder.
—A veces, lo que necesitamos es un lugar para desmoronarnos. Un
lugar donde sabemos que nuestras piezas estarán seguras mientras
trabajamos para volver a armarlas. —Me palmeó la pierna—. Estás a
salvo aquí, Oso.
Apreté mis ojos cerrados, me tragué la oleada de emoción que brotó
dentro de mí, sentimientos que había enterrado durante tanto tiempo.
La ira y la agresión habían sido mis compañeras constantes, ellas y el
aburrimiento. Pero cosas como el amor y la gratitud eran extraños,
sentimientos que apenas reconocía.
La Abue no dijo nada mientras luchaba por recuperarme. Mientras
mi mente daba vueltas y mi corazón se apretaba con fuerza en mi
pecho. Sentí culpa por no ser feliz, preocupación por no poder
manejarlo y miedo de que estaba demasiado jodido para estar en casa.
E iba a arrastrarlos a todos conmigo.
Poco a poco, mi respiración volvió a la normalidad. Abrí los ojos,
me enderecé y me limpié las palmas de las manos en los pantalones.
Ahora que no estaba perdido en una neblina de pánico, me di
cuenta de que mi lado de la habitación estaba lleno de cosas. Al crecer,
había compartido esta habitación con Evan. Su lado ahora estaba
vacío. Había un edredón en la cama, pero no era el edredón que había
usado cuando vivía aquí. Parecía nuevo, con cojines a juego, como si
lo hubieran arreglado para los invitados. Sus estanterías y la mesita
de noche estaban vacías. No hay ropa o zapatos de talla trece tirados
en el suelo.
De mi lado casi parecía que alguien vivía aquí. La colcha azul hecha
a mano que había usado cuando era niño todavía estaba sobre la
cama. Los estantes estaban llenos de premios deportivos y trofeos que
había dejado cuando me mudé. Había libros de texto universitarios y
viejos cuadernos de espiral. Mi uniforme de bombero voluntario
colgaba en el armario, junto a mi vieja chaqueta deportiva. Cajas
marcadas con mi nombre estaban apiladas contra la pared y el viejo
reloj despertador, detestablemente ruidoso, que mi Abue me había
comprado en segundo año para que dejara de quedarme dormido,
36
estaba en la mesita de noche.
Al lado había una foto enmarcada de mí y Grace. Había estado en
mi apartamento, antes.
—¿Guardaste todas mis cosas?
—La mayor parte. Si no recuerdo mal, tenías algunos condimentos
en la nevera que tiramos. Pero aparte de eso, la mayor parte está aquí.
—¿Por qué no te deshiciste de todo o lo guardaste por ahí o algo?
—Me gustaba tenerlo todo aquí.
No estaba seguro de qué decir a eso. Supuse que tenía sentido.
—A Grace también.
Fue difícil escuchar su nombre, pero no iba a decirle a la Abue que
no lo dijera.
—¿Qué?
—Creo que a ella también le gustaba tener tus cosas aquí. De vez
en cuando, cuando visitaba a su madre, subía y se sentaba un rato.
Me incliné de nuevo hacia delante, me froté las manos de arriba a
abajo por la cara. Necesitaba más tiempo antes de descubrir la verdad
sobre Grace, tiempo para prepararme para escuchar sobre su vida.
Es tan jodidamente hermosa. Me había dolido mirarla.
No estaba listo para hablar de ella y, sin embargo, no pude evitar
preguntar y continuar la conversación.
—¿Por qué haría eso?
—Supongo que le traía un poco de consuelo. La hacía sentir como
si todavía estuviera conectada contigo. No fue algo fácil de vivir para
ninguno de nosotros.
—Abue, lo siento mucho…
—No te atrevas —me interrumpió con emotividad—. Encerrarte
estuvo mal, simple y llanamente. No hubo justicia en ello. Así que no
37
quiero que te disculpes conmigo ni con nadie de esta familia. No por
eso.
Estaba equivocada. Tenía mucho por lo que disculparme, pero no
iba a discutir con ella.
—Sin embargo, tienes que disculparte con Grace.
Gruñí. Fantástico. Probablemente había oído todo con sus oídos
sobrehumanos.
—No me hables como un hombre de las cavernas.
—Abue, no puedo.
—¿No puedes decirle que lamentas haberla echado así? Por
supuesto que puedes.
—No, todavía no puedo verla.
Me palmeó la pierna de nuevo.
—No será tan malo como crees.
A juzgar por la forma en que me sentí cuando la vi abajo, no estaba
tan seguro.
—No sé.
—Bueno, yo sí sé, pero igual tómate tu tiempo. Has pasado por más
de lo que te corresponde y nadie te culpará si te toma un tiempo
recuperarte, pero lo harás.
Tampoco estaba seguro de eso.
—Gracias y ¿Abue?
—¿Sí?
—Gracias por dejar que me quede.
—Como dije, todos necesitan un lugar seguro a veces y mis
cachorros siempre pueden volver a casa.

38
Capítulo 5
39
Grace
Bueno, eso había sido una maldita pesadilla.
Sorprendida y aturdida, salí de la casa de la Abue, preguntándome
qué diablos acababa de pasar. Mi teléfono sonó, pero lo ignoré. No
confiaba en mí misma para hablar todavía.
Volvió a sonar antes de llegar a casa. Esta vez lo vi, Levi. La llamada
perdida había sido de Evan. Probablemente me estaban llamando
para decirme que Asher estaba en casa, pero no quería hablar con
nadie con el apellido Bailey en este momento. Les devolvería la
llamada cuando estuviera tranquila.
Estacioné en mi camino de entrada y cuando salí del auto, un
recuerdo pasó por mi mente, tan vívido que me dejó sin aliento. Yo,
de pie frente a esta casa después de que Asher me dijera que aceptaría
el acuerdo con la fiscalía e iría a prisión. Después de que me dijo que
necesitaba dejarlo ir.
Sin pensarlo, había conducido hasta aquí. Aparqué fuera de la casa
entonces abandonada y empecé a tirar cosas. Piedras, palos, piñas.
Lancé todo lo que tuve a mi alcance, desesperada por encontrar una
salida para mi ira y mi dolor.
Sentí ganas de hacerlo de nuevo. Dejar salir mis sentimientos a toda
prisa y tirar mierdas a mi casa. Cogí una piña y le di varias vueltas en
la mano, con los ojos fijos en el revestimiento.
Luego, otro recuerdo. La noche que Asher y yo dimos un paseo
juntos. Tomó mi mano y me dijo que me amaba. Me besó por primera
vez frente a esta casa. Dijimos que, si nos quedábamos juntos, la
compraríamos y la arreglaríamos.
La haríamos un hogar.
Con una respiración profunda, dejé caer la piña. Cerré mi auto y
entré. Sin molestarme en quitarme los zapatos, me dejé caer en el sofá.
40
Asher está en casa.
Tenía tantas preguntas que no sabía por dónde empezar. ¿Cómo
sucedió esto? ¿Por qué nadie me lo había dicho? Lo más importante,
¿por qué estaba aquí, sintiéndome como una mierda, sola, cuando
Asher estaba a menos de un kilómetro de distancia?
Él había dicho que no podía hacer esto todavía. ¿No podía hacer
qué? ¿Verme? ¿Por qué?
Había algo muy malo en el hecho de que él estaba en casa y yo no
estaba envuelta a su alrededor como un pretzel.
Sentí náuseas. Todos los temores que había tenido sobre el regreso
a casa de Asher me golpearon en la cara. Cada preocupación que
había tratado de dejar de lado, de eliminar con fe ciega.
El miedo de que hubiera hablado en serio cuando dijo que
habíamos terminado y yo había estado esperando por nada.
Mi teléfono sonó de nuevo. Con un gemido, me levanté para
comprobarlo.
Abue: Todo irá bien, Mamá Osa. Solo necesita algo de tiempo.
Sigue esperando por él.
Dejé escapar un largo suspiro, me hundí en el sofá, mirando su
texto. Quería creerle, desesperadamente. La Abue nunca decía lo que
querías oír. A veces envolvía la verdad en historias o metáforas que
no tenían sentido hasta más tarde, pero no mimaba a nadie. Si dijo
que estaría bien, es porque lo creía.
Independientemente, contemplar la idea de si había desperdiciado
los últimos siete años de mi vida esperando a un hombre que ya no
me quería, era demasiado para mi cuerpo. Necesitaba hacer algo con
toda esta energía ansiosa. Le envié un mensaje de texto a la Abue para
agradecerle, luego saqué mis gafas de seguridad y un mazo. Había
una sección de gabinetes y encimera en la cocina que necesitaba ser
derribada.
Así que hice lo que siempre hacía cuando la vida era abrumadora.
Me puse a trabajar. 41

Dudé fuera del Caboose, preguntándome si esto era una buena


idea.
Terminé de romper todo el gabinete y por accidente hice algunos
agujeros no deseados en el panel de yeso, pero había decidido no
perder los estribos por eso. Todo se podía reparar. Esa era una de las
cosas que me encantaron de remodelar esa vieja casa. No importaba
cuán roto, viejo o dañado pareciera algo. Siempre se puede hacer de
nuevo.
Pero pasar mi sábado por la noche sola con un mazo,
probablemente no fue la mejor idea, considerando lo mal que me
sentía. Unos cuantos agujeros en el panel de yeso casi se habían
convertido en la eliminación involuntaria de una pared, una pared
que en realidad no estaba segura de poder eliminar sin comprometer
la integridad de toda la estructura.
Así que dejaría el mazo y saldría a encontrarme con Cara.
El Caboose no había cambiado mucho desde que era niña. Todavía
tenía un restaurante familiar que cerraba temprano los fines de
semana y un bar separado por media pared. Viejos letreros de
ferrocarril decoraban las paredes y maquetas de trenes de la extensa
colección de Hank, se exhibían por todas partes y todavía tenía los
mejores aros de cebolla del pueblo.
Como es habitual en un sábado, estaba lleno. Vi a Cara en una mesa
del bar, con el pelo rojo suelto sobre los hombros. Bebió un trago,
mirando casualmente a la gente a su alrededor.
Distraídamente, me limpié las manos en los vaqueros. ¿Es mi
imaginación o la gente me miraba? ¿Ya habían oído? Los rumores se
extienden por este pueblo más rápido que los incendios forestales de 42
verano, pero esto era ridículo. Solo habían pasado unas pocas horas.
Tratando de ignorar los ojos que me seguían, fui a la mesa de Cara.
—Ahí está mi brillante rayo de luna. —Dejó su bebida—. Pero Dios,
¿qué te pasó?
Caí como una roca en la silla frente a ella.
—Ni siquiera sé por dónde empezar.
—¿Qué tal si empezamos con por qué estás usando gafas de
seguridad? Entonces podemos hablar de… —Calló un momento e
hizo un gesto moviendo la mano de arriba a abajo—. Todo esto.
Me llevé la mano a la cara. Oh, Dios mío, todavía estaba usando
gafas de seguridad. No es de extrañar que todos me hayan estado
mirando. Me las quité y las puse sobre la mesa.
Alargó el brazo y empezó a limpiarme la frente y a pasar los dedos
por la parte delantera de mi cabello, como una madre que intenta
limpiar a su hija asquerosa.
—¿Por qué estás tan sucia?
—Estaba haciendo una demolición.
—¿Y dejaste caer las herramientas y saliste de la casa sin mirarte en
el espejo? ¿Cuándo vas a dejar que busque a un contratista?
—Nunca.
Dejó de luchar con mi cabello.
—Bebé, ¿qué pasa? Parece como si hubieras visto un fantasma o
algo así.
—Asher regresó a casa.
—Disculpa, ¿qué?
—Él está en casa.
—¿Ya estás borracha? No condujiste así hasta aquí, ¿verdad?
—No estoy borracha.
Abrió la boca, pero vaciló. 43
—¿Asher como Bailey?
Asentí.
—¿De qué mierda estás hablando?
—Lo vi en casa de la Abue.
Empujó su bebida sobre la mesa.
—Bébete esto, luego sigue hablando, porque estoy perdida.
Tomé su gin tonic de un largo trago.
—Está en casa de la Abue. No sé por qué. Lo vi y luego me fui a
casa y casi derribo una pared con un mazo.
Se recostó en la silla, miró por encima del hombro hacia la barra y
movió los dedos.
—¿Hank? Necesitamos algo más fuerte aquí, inmediatamente.
—Estaba en la cocina —le dije, mi voz no sonaba como yo—. Y me
dijo que me fuera.
Su rostro se volvió de piedra.
—¿Qué?
—Dijo que no puede hacer esto todavía y luego me dijo que me
fuera.
—¿Entonces fuiste a casa y comenzaste a romper cosas?
—Básicamente.
—No puedo reprochártelo. —Respiró hondo—. Bien, no estaba
preparada para este nivel de control de daños esta noche, pero
improvisaremos.
Hank llegó a nuestra mesa y deslizó dos tragos de lo que parecía
whisky frente a nosotros.
—Perfecto, Hank, eres una joya. —Le dedicó una brillante sonrisa,
pero algo detrás de mí llamó su atención y su expresión se transformó
en una mirada fulminante—. Oh genial, justo lo que necesitamos. El
príncipe imbécil. 44
Logan acercó la silla a mi lado y se sentó, dejando su cerveza sobre
la mesa.
—Ese asiento está ocupado —dijo Cara.
Logan le frunció el ceño y luego se movió para quedar frente a mí.
—¿Evan ya habló contigo? Dijo que iba a llamarte.
—Vi a Asher.
Sostuvo mi mirada por un segundo, asintiendo lentamente, como
si pudiera adivinar cómo había ido.
—Bueno, mierda.
—¿Por qué nadie me lo dijo?
—No lo supimos hasta el último minuto. La Abue recibió una
llamada esta mañana y nos envió a buscarlo. Demonios, no fue hasta
que estábamos a mitad de camino que me desperté lo suficiente como
para darme cuenta de lo que estaba pasando. Acababa de terminar un
turno de veinticuatro horas cuando Levi comenzó a golpear mi puerta
diciendo que teníamos que irnos. De todos modos, Evan dijo que te
llamaría.
—Lo hizo, pero fue después de que yo hubiera estado allí. Levi
también, pero no les devolví la llamada. Era solo... no sé.
Logan hizo una mueca.
—¿Qué te dijo Ash?
—Muy poco y nada bueno.
—Maldita sea. Lo siento, Grace. Está bastante jodido. Creo que todo
lo tomó desprevenido y no lo está manejando muy bien.
—¿Qué pasó? ¿Cómo salió antes? No pensé que esa fuera siquiera
una posibilidad.
—Ninguno de nosotros lo hizo, ni siquiera él, pero escucha esto.
No eres la única a la que el bote de escoria atacó. Aparentemente
agredió a una chica antes y resultó ser la sobrina del nuevo
gobernador. Ojalá supiera cómo sucedió todo, pero la conclusión es 45
que el gobernador se enteró del caso de Asher de alguna manera y
supongo que dijo que se jodan y les ordenó que dejaran salir a Asher.
—El gobernador tiene el poder de otorgar clemencia —dijo Cara—
. Por lo general, requiere una audiencia y luego una revisión por parte
de un comité. Aunque técnicamente, podría emitir una orden
ejecutiva.
Miré a Cara, tratando de alejar la sensación de malestar que tuve al
oír como Logan usó la palabra atacó. No me gustaba pensar en eso.
—¿Cómo sabes todo eso?
—Tu prometido estaba en prisión. Investigué un poco para
averiguar si había algún hilo que pudiera mover.
—Por supuesto que lo hiciste.
Logan miró a Cara con confusión o tal vez con sorpresa.
—De todos modos, Ash no tenía idea de que regresaría a casa y el
tipo ha estado encerrado durante años. Quiero decir, lo viste. Parecía
que había estado en una pelea justo antes de que lo dejaran salir.
—Sí, está herido. ¿Dijo algo sobre no querer verme?
—Ni siquiera nos dejaba hablar de ti. Gavin preguntó si ya te
habíamos llamado y parecía que Ash quería partirlo por la mitad.
—Está bien, es suficiente —dijo Cara—. ¿Dónde está ahora? Porque
voy a ir a hablar con este tipo y…
—Cara. —Me incliné sobre la mesa y puse mi mano sobre la de
ella—. Retrae las garras, cariño.
—No, esto está jodido.
—Mantente al margen —dijo Logan.
—¿Perdóname? ¿Tu hermano pendejo llega a casa después de siete
años de no hablar con mi mejor amiga y lo primero que hace es decirle
que se vaya? No lo creo.
—Mira a quién estás llamando pendejo. Ni siquiera lo conoces.
—No tengo que hacerlo; puedo oler a un pendejo a diez kilómetros
de distancia. Hablando de eso, estás arruinando el ambiente con tu
46
colonia de idiota. Tal vez deberías bajarle al Axe2.
Agitó su mano frente a su rostro.
—Estoy bastante seguro de que eres tú quien lo arruina. Incluso tu
perfume de perra rica no puede enmascarar el olor del mal.
—Cómeme la polla, Logan.
—¿Se callarán ustedes dos? —rompí—. No están ayudando.
Logan lanzó otra mirada a Cara. Ella lo mandó a la mierda.
Les puse los ojos en blanco a ambos, aunque sus disputas me
estaban despertando de mi estupor.
—Solo dale un poco de tiempo —dijo Logan—. Lo viste. Ahora
mismo está jodido.
—Sí, eso es lo que dijo la Abue, también. Lo del tiempo, quiero
decir, ella no dijo jodido. —Observé el whisky—. No sé qué hacer.
—Si puedes confiar en alguien, es en la Abue —dijo Logan—.
Incluso ni la fiebre escarlata puede negarlo.
Cara volvió a poner los ojos en blanco.
Respiré profundamente. No se equivoca. Podía confiar en la Abue
y si ella decía que estaría bien, tal vez lo estaría. Tal vez solo
necesitaba algo de tiempo.
Logan me frotó la espalda un par de veces.
—Aguanta, Grace. Asher todavía está allí. Ahora mismo está
grandote y aterrador, pero con un poco de terapia de Tilikum, estará

2
Una marca masculina de desodorantes, perfumes, y geles de ducha.
bien. La Abue lo llenará de pastel, iremos a joder un poco a los Haven,
luego tomaremos unas cervezas alrededor de una fogata. Volverá.
—Estoy segura de que pasar tiempo contigo será genial para él —
dijo Cara, su voz llena de sarcasmo.
Logan giró en su silla.
47
—Lo juro por Dios, Cara...
—Cállate, Logan.
—Oh, Dios mío, ¿ustedes dos podrían ir a golpearse el uno al otro
o a follarse al baño o algo así? Me están volviendo loca.
Logan sonrió.
—No, los baños son asquerosos. Armario de suministros, tal vez.
—No te follaría ni aunque fueras el último idiota en un radio de
diez mil kilómetros.
Puso su antebrazo sobre la mesa y se inclinó hacia ella.
—Está bien. La Abue siempre dice que no meta la polla en
problemas.
Golpeé el brazo de Logan.
—La Abue nunca diría eso.
—No con tantas palabras, pero el mensaje está ahí.
Cara se inclinó sobre la mesa y tomó mi mano entre las suyas. Pude
verla fingiendo que Logan ya no estaba aquí.
—¿Qué necesitas? ¿Tacos? ¿Helado? O tal vez algo más directo.
Dame una hora y conseguiré una pistola paralizante.
—Nada de pistola paralizante.
—¿Estás segura? No me importa lo grandote y aterrador que sea,
caerá como un muñeco de trapo.
—Pro-ble-mas —murmuró Logan por lo bajo.
—Estoy segura de que no quiero una pistola paralizante. Sin
embargo, podría aceptarte el helado.
Empujó el whisky hacia mí.
—Estoy en ello. Mientras tanto, bebe esto.
—Bien. —Empiné el trago e hice una mueca, me quemó al bajar.
—Buen trabajo, bebé. —Se levantó, lanzó una mirada a Logan y con
un pequeño movimiento de su cabello rojo, se echó el bolso al hombro 48
y se dirigió a la puerta. En busca de helado, al parecer. Conociéndola,
lo traería y convencería a Hank para que nos dejara comerlo aquí. Por
supuesto, está acostumbrado a ella y también sabe lo generosa que es
para dar propinas.
Los ojos de Logan se entrecerraron, pero estaba checándole
totalmente el trasero mientras se alejaba.
—Se ve bien en esos jeans, ¿no?
Logan se mordió el labio inferior y luego parpadeó.
—¿Qué? No.
—Claro.
Se sacudió, como si se estuviera deshaciendo de una imagen
inquietante, luego me dio unas palmaditas en la pierna.
—No te preocupes. Es el primer día. Lo recuperaremos.
—Gracias, Logan.
Se inclinó más cerca para besar mi frente, luego revolvió mi cabello.
—Sin embargo, deberías pensar en ducharte antes de salir en
público. Eres un desastre.
—Gracias por el consejo.
—En cualquier momento.
Tomó su cerveza y se fue.
Me desplomé en la silla y jugueteé con el vaso de chupito vacío. Mi
estómago estaba caliente por el whisky, pero el espacio vacío en mi
corazón estaba terriblemente frío. Pensé que la liberación de Asher
significaría el final de nuestra terrible experiencia, no el comienzo de
otra.
Aparentemente, me había equivocado.

49
Capítulo 6
50
Asher
Abrí los ojos y desperté de golpe. Durante unos segundos no supe
dónde estaba. Cama estrecha, pero las sábanas eran suaves. La luz se
asomaba por los huecos de una cortina.
Bien. Estoy en casa.
Me senté, pasé las piernas sobre el borde de la cama y sentí la
madera fría con mis pies descalzos. Respiré hondo e intenté
estabilizarme en el suelo de madera maciza. No habría cafetería hoy.
Sin pleitos ni luchas por el espacio. Nada de peleas en el patio.
Podría cerrar la maldita puerta cuando fuera al baño y era increíble
que eso se sintiera como un lujo.
Después de una ducha caliente, rebusqué entre mi ropa vieja y
encontré una camiseta y unos jeans. Los jeans no me pasaban por los
muslos, aparentemente había aumentado de talla. La camisa estaba
ajustada, pero funcionaría y encontré un par de sudaderas que me
quedaban bien.
Necesitaba ropa nueva. De hecho, necesitaba casi de todo. No tenía
teléfono ni auto. Todo lo que poseía cabía en la mitad de mi antiguo
dormitorio. Por supuesto, tampoco tenía dinero, también tendría que
hacer algo al respecto.
Una vez más, tuve la extraña sensación de que había estado
viviendo en otro mundo y de repente había vuelto a caer en este, sin
nada.
Abajo, encontré a la Abue en el fregadero de la cocina. Colgó su
taza en un gancho y me dio una cálida sonrisa.
—Buenos días —dije.
—¿Has dormido?
—Sí, lo hice. 51
—Bueno. Prepárate el desayuno si tienes hambre. Las llaves de la
camioneta del abuelo están colgadas por si necesitas ir a alguna parte.
No pienses que puedes llevarte mi auto.
Me reí un poco. Siempre había insistido en que su auto era solo
suyo y nunca dejaría que ninguno de nosotros lo condujera. Todos
tuvimos que aprender a conducir la vieja camioneta del abuelo, una
Ford F-100 de 1960. Era una bestia y tuvimos que convertirnos en
mecánicos aficionados solo para que siguiera funcionando, pero nos
había servido.
—Gracias. ¿Sigue funcionando?
—Puede ser. Los muchachos la sacan de vez en cuando para que
no se arruine. —Se encogió de hombros, luego entrecerró los ojos—.
¿Recuerdas cómo conducir?
—Creo que sí. Estoy seguro de que volverá a mí.
—Está bien, Oso. Necesito ir a alimentar a mis pollas.
Intenté y fracasé al reprimir una risa.
—¿Qué? —preguntó.
—Nada. Disfruta alimentando a tus pollos.
Me palmeó el brazo y luego se dirigió a la puerta trasera.
—Esa camisa ya no te queda.
Esbocé una sonrisa mientras ella salía por la puerta trasera.
—Lo sé, Abue —me dije en voz baja—. Muchas cosas ya no me
quedan.
Busqué que comer para desayunar en la cocina, feliz de que ella no
hubiera estado aquí cocinando para mí. Su suposición de que podía
valerme por mí mismo era tranquilizadora. Preparé unos huevos y
tostadas, y la normalidad de esa simple tarea hizo que el suelo bajo
mis pies se sintiera un poco más estable.
Después del desayuno, salí al taller al lado de la casa para ver si la 52
camioneta arrancaba.
El taller era grande, con espacio para estacionar y trabajar en la
camioneta, además de la antigua área de carpintería del abuelo. Había
construido la mitad de los muebles de la casa aquí.
Abrí una de las puertas del taller. En el interior, todavía olía a
aserrín, tinte para madera y aceite de motor. Las herramientas
colgaban de perchas en la pared, las piezas viejas y los suministros
abarrotaban los estantes. Probablemente había la mitad de una
segunda camioneta en pedazos, con todas las cosas que habíamos
recogido en los depósitos de chatarra a lo largo de los años.
La camioneta del abuelo era de dos tonos, blanca y azul. Tenía algo
de óxido, desgaste y abolladuras en la carrocería. Siempre había sido
una camioneta para trabajo, no para exhibición. Solo esperaba que
encendiera. De lo contrario, iba a necesitar un plan B o un mejor par
de zapatos, porque caminaría mucho.
Me subí, el asiento no era más cómodo de lo que recordaba, y giré
la llave. El motor rugió, el sonido vibró a través de mí. Lo aceleré un
par de veces, disfrutando del sonido ronco.
Era ruidoso, pero servía.
Después de apagarlo, pasé un tiempo asegurándome de que no
necesitara atención inmediata. Revisé el aceite, jugueteé con algunas
cosas. Hacía mucho tiempo que no me engrasaba las manos y se sintió
bien. Normal.
Me limpié las manos con un trapo y cerré el capó. Sentí un
cosquilleo en la nuca y miré por encima del hombro. Sentía como si
estuviera siendo observado, pero no vi a nadie.
Eso fue raro.
Cerré el taller y entré a limpiarme. Había un papel pegado al
gancho de la llave, la letra cursiva de la Abue en tinta azul, una nota
con una dirección.
Saqué la nota y colgué la llave en el gancho. No necesitaba
preguntarle de quién era la dirección. Tenía que ser de Grace.
Sutil, Abue. Muy sutil.
53
Pero tenía razón. Necesitaba ir a verla. Me siento mal por cómo
reaccioné ayer. Terrible, en realidad. No era su culpa que yo fuera un
maldito desastre.
Ignorando el nudo de pavor que se asentaba en mis entrañas, subí
a cambiarme.

La camioneta se detuvo con un ruido sordo y volví a mirar la nota


de la Abue. ¿Era este el lugar correcto? Conocía bien esta calle o la
había conocido alguna vez, pero se veía diferente. ¿Dónde estaba la
casa abandonada? Ninguna de estas casas estaba semienterrada en
arbustos de moras. ¿Alguien la había limpiado? ¿O estaba recordando
mal la ubicación?
Espera. Esta era la casa abandonada.
La nota decía calle Evergreen, pero no pensé que se refiriera a esta
casa en la calle Evergreen.
Santa mierda. ¿La había comprado Grace? ¿Cómo diablos lo había
hecho?
El patio cubierto de maleza estaba limpio y había cortinas
transparentes en la gran ventana delantera. Todavía necesitaba
jardinería y pintura, pero claramente estaba habitada. Lo que
significaba que ya tenía que haber hecho un montón de trabajo en ella.
No lo había sabido.
Este fue un recordatorio punzante de que ya no sabía nada de ella,
lo que era mi culpa. Me había escrito, pero yo no había leído sus
cartas. Había sido parte de mi plan de supervivencia. La piedra
angular del mismo, de alguna manera. Dejar a Grace había sido la
parte más desgarradora de mi calvario. Mantenerme en contacto con
ella no había sido una opción.
54
Ahora tenía que enfrentarla. Ver por mí mismo lo que había hecho
con su vida después de que termináramos y disculparme por ser tan
psicópata ayer.
Sin saber qué esperar, salí de la camioneta, fui a la puerta de su casa
y llamé.
Abrió la puerta vestida con una camiseta vieja de Tilikum College
y jeans con agujeros en las rodillas. Tenía un lápiz metido detrás de
la oreja y su cabello rubio estaba más corto. Se veía genial en ella. De
hecho, se veía increíble.
Joder, es hermosa.
Deslizó una cinta métrica en el cinturón de herramientas atado
alrededor de su cintura.
—¿Hum, hola?
Maldita sea, estaba parado aquí, mirándola fijamente.
—Perdón. Hola.
Su mano estaba en la puerta, como si no estuviera segura de
dejarme entrar. No la culpé.
—¿Puedo entrar? —pregunté.
Me miró por un segundo. No podía adivinar lo que estaba
pensando. ¿Está enojada? ¿Le alegra verme? ¿A punto de cerrarme la
puerta en la cara?
—Claro —dijo finalmente y se hizo a un lado.
Entré y miré alrededor. Los pisos de madera brillaban, claramente
habían sido renovados y la sala de estar parecía nueva: pintura fresca,
zócalos y molduras blancas. Tenía un sofá y dos sillones con una
alfombra en el suelo, muy acogedor, todo muy Grace.
El resto de la casa, por lo que pude ver, todavía estaba en progreso.
Tenía una mesita afuera de la cocina, cubierta con herramientas y una
pila de muestras de madera. Las paredes eran rugosas y algunas
tenían marcas de lápiz, como si hubiera estado tomando medidas. 55
Pero en general, estaba increíble. Este lugar había sido un
caparazón. Ella lo estaba convirtiendo en un hogar.
Podría haber sido nuestro hogar, una vez.
El dolor en mi pecho palpitaba como una herida reciente. Joder,
esto duele. Necesitaba terminar con ello.
—Estoy seguro de que estás ocupada, así que no te retendré —le
dije—. Quería disculparme por lo de ayer. Estaba abrumado y
obviamente no lo manejé muy bien.
—Bueno, gracias. —Un pequeño surco se formó entre sus cejas
mientras me miraba—. ¿Quieres sentarte?
No quería sentarme. Quería tomarla en mis brazos y abrazarla.
Respirarla y decirle cuánto la había extrañado. Decirle cómo una
parte de mí había muerto cada día que había tenido que pasar sin ella.
Quería calmar este dolor con el calor de su cuerpo.
Pero no pude. Ya no era mía.
—Por supuesto.
Hizo un gesto hacia el sofá y tomé asiento. Se quitó el cinturón de
herramientas, luego se sentó, metiendo los pies descalzos debajo de
ella.
—La casa se ve increíble —le dije—. No la reconocí desde afuera.
—Gracias. Pensé que haría más, antes de que la vieras por primera
vez, pero ya está más cerca.
—Está hermosa.
Sonrió.
—Lo siento, te sigo mirando. No puedo creer que estés sentado
aquí. ¿Estás seguro de que estás bien? —Hizo un gesto hacia mi
frente—. Parece doloroso.
Negué con la cabeza.
—No, está bien.
56
Sus ojos se clavaron en mis nudillos. Mis manos se crisparon. Una
parte de mí quería meter las manos en los bolsillos para que no
mirara, pero otra parte sabía que necesitaba ver.
—Hablé con Logan anoche. Me dijo lo básico. Cómo lograste salir
antes.
—Sí, nadie lo vio venir. Estaba totalmente concentrado en estar ahí
otro año y de repente, aquí estoy.
—Aquí estás.
Aparté la mirada y me froté la nuca. Estar tan cerca de ella me
estaba afectando. Su voz era tan suave, sus labios tan llenos. Todavía
podía recordar a qué sabían esos labios. Cómo se sentía su piel contra
la mía.
Mierda. Necesitaba dejar de pensar en desnudarla. ¿Qué diablos
estaba mal conmigo? Busqué una forma rápida de cambiar de tema.
—Entonces, ¿cuándo compraste este lugar?
—¿Qué?
La confusión en su voz me hizo mirarla.
—Solo me preguntaba cuándo lo compraste.
—Hace un año. —El surco entre sus cejas estaba de vuelta—. ¿No
sabías que compré la casa?
Maldita sea, ¿en qué estaba pensando? Sus cartas. Me lo habría
dicho en una de sus cartas. Dios, ¿cómo iba a explicárselo?
—No, no lo sabía.
—¿Retuvieron tu correo o…
—No. Recibí tus cartas. Simplemente no las he leído todavía.
Sus labios se abrieron y el dolor en sus ojos se sintió como un
cuchillo en mi pecho.
—¿No leíste mis cartas? ¿Ninguna de ellas?
—Mira, sé lo horrible que suena. 57
—Sí, es bastante malo. ¿Por qué?
—Es difícil de explicar. La prisión era una maldita pesadilla y
permanecer conectado con el mundo exterior no ayudaba. Lo
empeoraba. Solo estaba haciendo lo que tenía que hacer para
superarlo.
—¿Por eso no aceptaste visitas?
—Sí. Era como tener una costra sobre una herida, solo para
arrancarla de nuevo. No habría sobrevivido allí si estaba sangrando
todo el tiempo. Me habrían comido vivo.
Respiró vacilante.
—Está bien, entonces tú no... ¿no sabes nada de lo que sucedió en
los últimos siete años?
—Sé algo, pero no mucho.
—¿Has leído las cartas de alguien? ¿O solo tiraste las mías?
—No, y no las tiré. Me quedé con cada una. —Me incliné hacia
adelante, sintiéndome frenético. Desesperado por hacerla entender.
Desesperado por no dejar que esta sea otra forma en que la lastime—
. Tenía un plan. Cuando se acercara la fecha de mi liberación, iba a
leerlas, de principio a fin. Pensé que me ayudarían a prepararme.
—Pero saliste antes.
—Sí.
—Guau. Me siento como una idiota. Tuve todos estos estúpidos
sueños sobre ti leyendo mis cartas y pensando en mí y nunca sucedió.
Dios, ni siquiera estaba cerca.
—Grace, lo siento.
Se levantó y se acercó a la ventana.
—Sabes, no quería discutir contigo desde el principio, pero
aparentemente Cara tenía razón. Llegas a casa y lo primero que
vamos a hacer es pelear.
—¿Cara?
58
—Mi mejor amiga.
—Oh.
—Quiero entender. Realmente, realmente quiero. He pasado siete
años defendiéndote, insistiendo en que hay una razón por la que te
separaste de todos los que amas. Entiendo lo de la supervivencia. Ni
siquiera puedo imaginar cómo era allí y no quiero minimizarlo, pero
no me diste nada. Saliste de esa sala del tribunal sin mirar atrás y
luego, nada.
—Sé que…
—No, no lo sabes y yo tampoco. Ninguno de nosotros tiene ni idea
el uno del otro en este momento. Porque me sacaste de tu vida sin
darme voz en ella.
—¿Qué se suponía que debía hacer? —Me puse de pie, luchando
por no alzar la voz, pero me aferraba a mi autocontrol por un hilo
muy delgado—. ¿Arrastrarme sobre el dolor de todo lo que perdí, una
y otra vez?
—Pude haberte ayudado a superarlo. Maldita sea, sabía que debí
haber acampado fuera de esa maldita prisión y haber entrado todos
los días hasta que finalmente te rindieras y salieras a verme.
—¿Por qué? ¿Para poder tener un recordatorio directo de lo jodida
que era mi vida?
—No tenías que pasar por esto solo.
—Sí, así debía ser.
—Nunca estuviste solo, Asher. Sé que no estuve ahí y que tuviste
que lidiar con algo mucho peor que yo, pero también tuve que vivirlo.
La miré fijamente mientras la verdad caía sobre mí. Todo este
tiempo había tenido miedo de cómo se sentiría saber qué había hecho
Grace con su vida. Porque siempre supuse que se había quitado mi
anillo. Que había seguido adelante y encontrado a alguien nuevo. Tal
vez se había casado y formado una familia. Nunca supe con
seguridad qué sería peor, descubrir que lo había hecho o que no lo
había hecho.
59
Forzando mi mirada hacia abajo, miré sus manos. Llevaba varios
anillos: pulgar izquierdo, dedo índice derecho, ambos dedos
anulares, pero el del dedo anular de su mano izquierda...
—Todavía llevas mi anillo.
Levantó la mano, extendiendo los dedos y miró el anillo. Sus ojos
se movieron rápidamente para encontrarse con los míos, su mirada
feroz.
—Sí.
El peso de esa pequeña banda de oro amenazó con aplastarme. No
se lo había quitado. Le dije que todo había terminado, que tenía que
dejarme ir y no me escuchó.
Iba a tener que romperle el corazón de nuevo porque no entendía.
No podría casarme con ella, no ahora.
—¿Por qué? —me ahogué.
—¿Hablas en serio? —Puso las manos en las caderas. Antes de que
pudiera responder, continuó—. Vete a casa, Asher.
—¿Qué?
—¿Guardaste las cartas? ¿Las trajiste contigo?
—Sí.
—Entonces ve a casa y léelas.
—Pero…
—Vete.
Cerré la boca ante la dureza de su tono, me lo merecía.
Sin otra palabra, hice lo que me pidió y me fui.
Volví a casa de la Abue sintiéndome como una mierda. La ira
burbujeó desde lo más profundo, pero no estaba enojado con Grace.
Estaba enojado por todo, pero no con Grace.
El auto de la Abue no estaba cuando regresé. Subí las escaleras,
directamente a la caja que había traído a casa conmigo. Lo único que
60
había tenido que valía la pena conservar.
La llevé a la cama y me senté, apoyé la espalda contra la pared y
abrí la tapa. Las mantuve en orden, siempre colocando la más nueva
al frente. Pasé mis dedos a lo largo de los sobres limpios, de diferentes
tamaños y espesores. Todos habían sido abiertos. El personal
penitenciario las había leído todas. Luego las guardaba en la caja.
Mis llamadas ocasionales a la Abue significaban que conocía los
aspectos más destacados de la vida en casa. Gavin se había graduado
de la escuela secundaria. Evan se había mudado de nuevo a Tilikum.
Levi y Logan habían sido contratados por el departamento de
bomberos. Hubo incendios forestales un verano, muy malos, pero
sabía que todos estaban a salvo. Sabía de la caída que había sufrido la
Abue hace unos años y que no se había roto nada. Sabía que se había
mantenido sana.
Sin embargo, nada sobre Grace. No necesité pedirle a la Abue que
evitara hablar de ella. Nuestras conversaciones habían sido breves, lo
suficiente para que yo le hiciera saber que estaba vivo. La Abue había
parecido entender lo que necesitaba.
En el fondo de la caja estaba la primera carta que recibí. La guardé
debajo de mi colchón hasta que logré conseguir una caja. Luego la
guardé cuidadosamente. Cada vez que recibía una carta, de alguien,
la agregaba a la pila. Siempre dividido entre el dolor de no saber y la
realidad de mi necesidad de sobrevivir. Cuanto más rápido llegaran
las cartas a la caja, mejor. Cualquier otra cosa me habría debilitado y
la debilidad había sido algo que no podía permitirme. Ni por un
segundo.
Con una respiración profunda, tomé la primera carta y la saqué del
sobre. La abrí suavemente, alisando las arrugas.
Mis ojos siguieron las palabras en la página, moviéndose sobre la
suave letra de Grace y cuando llegué al final, no fue muy larga, solo
pude pensar una cosa.
Mierda.

61
Querido Asher:
Todavía no estoy segura de cómo comenzar esta carta. Creo que la he
empezado una docena de veces. Deberías ver la pila de papel arrugado en el
basurero al lado de mi escritorio. Es ridículo, pero nada parece adecuado.
¿Qué se supone que debo hacer, preguntarte cómo has estado?
Voy a ir directo al grano.
62
Vete a la mierda Asher.
Siento tener que pelear contigo ahora mismo, el momento menos oportuno,
pero no vas a romper conmigo.
Entiendo por qué dijiste las cosas que dijiste. Me doy cuenta de que estás
tratando de hacer lo que crees que es mejor para mí y lo aprecio. Realmente
lo hago.
Pero no, no me quitaré tu anillo. No, no encontraré a nadie más. No, no
seguiré adelante. No, no te dejaré ir.
Así no es como funciona esto.
Eres lo mejor para mí. Te amo y te he amado la mayor parte de mi vida.
Eso no ha cambiado y no va a cambiar.
Este no es el final de nuestra vida juntos. Es una tragedia devastadora,
que me destroza el alma y me desgarra el corazón, pero solo nos arruinará si
lo permitimos y me niego a permitir que eso suceda.
Tu único trabajo en este momento es sobrevivir. No dejes que te derroten.
Haz lo que tengas que hacer para pasar cada día. Cuento contigo para llegar
hasta el final.
Estaré aquí afuera, haciendo lo mismo.
Déjame ser perfectamente clara sobre esto, Asher Bailey. No iré a ninguna
parte. Ocho años es una interrupción, no toda una vida. Podemos sobrevivir
a esto. Me doy cuenta de que nada volverá a ser igual. Serás diferente y yo
también.
Pero cuando salgas por las puertas de la prisión, volverás a casa conmigo.
Te estaré esperando con tu anillo aún en mi dedo.
Te amo siempre,
Grace

63
Capítulo 7
64
Asher
Sentado en la cama, rodeado de sobres y hojas de papel arrugadas,
seguía leyendo bajo el suave resplandor de una lámpara. Una brisa
de aire fresco de la noche entró por la ventana abierta, susurrando a
través de las páginas. Cogí una antes de que pudiera caer al suelo y
la puse con cuidado sobre la colcha.
Era casi medianoche y había estado leyendo durante horas,
dejando mis ojos secos y arenosos, pero no podía parar. Cada vez que
dejaba una, me encontraba sacando la siguiente.
Me había perdido mucho.
Se sentía como retroceder en el tiempo, cada letra ofrecía otro
vistazo a un mundo que había seguido girando sin mí. Y a pesar de
que estaba sentado en la habitación de mi infancia, ya no encerrado
tras las rejas, y alejado de todas las personas que amaba, leerlas
todavía me dolía.
Abracé el dolor, dejé que las palabras del pasado me hirieran.
La mayoría de las cartas eran del primer año de mi sentencia.
Mucha gente me había escrito al principio, no solo Grace. Amigos,
familia extendida, compañeros bomberos, chicos del gimnasio. Había
notas de apoyo, tarjetas con frases de lucha y perseverancia.
A medida que pasaba el tiempo y no le respondía a nadie, las cartas
dejaron de llegar. Algunas personas, como el jefe Stanley, parecían
haberme entendido o rápidamente se habían dado por vencidos. Me
envió una carta y luego no me volvió a escribir. Muchos de ellos
habían hecho lo mismo.
Aprecié las notas de apoyo, pero las cartas de Grace fueron las que
me mantuvieron cautivo, retorciendo el cuchillo de la pérdida y la
culpa en mi pecho.
Me había escrito con frecuencia durante el primer año. Después de
65
eso, el tiempo entre sus cartas se había alargado gradualmente. Había
sido consciente de eso, aunque no me había permitido el espacio para
contemplar lo que significaba. En el fondo de mi mente, supuse que
era porque estaba ocupada viviendo su vida. Eso y el hecho de que
no había contestado. Pero en esos breves momentos cada mañana,
cuando me permitía pensar en el exterior, la imaginaba avanzando.
Feliz sin mí.
Necesitaba desesperadamente creer en esas visiones. A pesar de lo
que me había costado perderla, necesitaba creer que estaba bien.
Pero nada había resultado como había pensado y a pesar de la
forma en que me dolía el pecho, me obligué a leer los últimos siete
años de la vida de Grace.
Regresó a Tilikum College y terminó su carrera en negocios. Luego
trabajó en un par de lugares diferentes antes de hacerse cargo de la
cafetería Steaming Mug en el centro. Por las cosas que había escrito,
parecía que amaba su trabajo. Era la jefa ahora y había hecho muchas
mejoras.
Maldita sea, estaba orgulloso de ella.
La Abue me había hecho saber cuando Elijah había estado enfermo
un invierno. Sabía que había sido hospitalizado con neumonía y
finalmente se recuperó.
Lo que no sabía era que un año y medio después, Grace había ido
a buscar a su padre holgazán para pedirle ayuda con las facturas
médicas de Eli y descubrió que ya tenía esposa y otros cuatro hijos.
Explicaba muchas cosas, aunque seguía siendo un shock. Nunca
me había gustado su padre, pero descubrir que la madre de Grace,
sin saberlo, había sido la otra mujer, y Grace y Elijah, la familia secreta
que había tratado de mantener oculta. Santa mierda.
Y solo empeoró a partir de ahí. Ahora su padre estaba en prisión.
Algo sobre el narcotráfico.
Jesús.
66
Odiaba que hubiera pasado por todo esto sola. Que yo no había
estado aquí.
Había pasado los últimos años conociendo a sus medio hermanos.
Había mucho sobre ellos en sus cartas. Tenían una bodega de vinos
en Echo Creek, a media hora de aquí y la mayoría trabajaba allí. Había
sido dama de honor en bodas y ahora visitaba a sus sobrinas y
sobrinos con regularidad. Su madre incluso se había hecho amiga de
la madre de sus medio hermanos, lo que tenía que admitir que era
genial.
Naomi se había casado con un policía hacía unos años, lo que me
hizo moverme incómodamente en la cama. A Grace le gustaba y me
alegré por su madre. Pero él no era de por aquí, así que no lo conocía,
no sabía cómo se sentiría hacia mí. El ex convicto que vive al lado.
Finalmente, llegué a su carta sobre la casa, enviada hace
aproximadamente un año. Su emoción brillaba a través de las
palabras en la página y no podía dejar de pensar en la noche que
estuvimos juntos frente a esa casa. La noche que le dije que la amaba.
O al menos, el antiguo Asher lo había hecho.
No es que hubiera dejado de amarla. Eso no fue posible. Amaría a
Grace Miles hasta el día de mi muerte, pero amarla ya no era
suficiente. No por quién y lo qué era ahora.
Miré mis manos magulladas y flexioné los puños. Había pasado los
últimos siete años pensando que todo había terminado. Ella pasó esos
mismos años creyendo que no.
Su versión hubiera sido mejor. El problema era que le había estado
escribiendo a un hombre que ya no existía.
No era el Asher Bailey que la había besado fuera de la casa
abandonada. No era el hombre que le había dado ese anillo. Ni
siquiera era el tipo que había estado en la sala del tribunal mientras
un juez dictaba una sentencia de ocho años por homicidio
involuntario.
Él se había ido. Yo era los restos que quedaban. 67

Un par de horas después todavía estaba despierto. Guardé las


cartas, las puse a salvo en la caja en la que las había traído, pero el
sueño me eludió. No podía dejar de pensar en Grace. Sus cartas y
todas las cosas que había extrañado. Ese anillo todavía en su dedo.
El ruido de un motor retumbante se filtró por la ventana abierta.
Eso fue extraño. Aquí no vivía nadie más, solo la Abue y la familia de
Grace, que vivía al lado.
No lo apagaron, ni se desvaneció como si alguien hubiera pasado.
Quienquiera que haya sido, estaba sentado fuera de la casa de la Abue
con el motor en marcha.
Me levanté y me puse algo de ropa, luego bajé las escaleras,
evitando instintivamente los lugares donde crujía el piso de madera.
Las ventanas aquí abajo estaban cerradas, amortiguando el sonido,
pero aún podía oírlo. Asomé la cabeza por la puerta principal.
Una camioneta se detuvo en el camino de enfrente. Logan se asomó
por la ventana del lado del conductor y me hizo señas.
¿Qué demonios estaba haciendo aquí?
Tenía la sensación de que podría arrepentirme de esto, pero me
puse un par de zapatos y salí.
—Oye, brosaurus3, me alegro de que estés despierto —dijo Logan,
manteniendo la voz baja. Gavin inclinó su barbilla hacia mí desde el

3 Broma de Logan para referirse a su hermano mayor combinando las palabras hermano y
brontosaurio en inglés.
asiento del pasajero—. Estábamos tratando de descubrir cómo llamar
tu atención sin despertar a la Abue.
—Es la mitad de la noche. ¿Qué están haciendo?
—Entra. —Miró a Gavin—. Gav, pásate atrás.
—¿Por qué no puede subir a la parte de atrás? 68
—Amigo, solo hazlo. Te necesitaremos allí de todos modos.
Gimiendo, Gavin salió y se subió a la plataforma de la camioneta.
—Vamos Ash. Entra.
—¿Por qué?
—Tenemos mierda que hacer. Vamos.
Reconocí la leve sonrisa y el brillo travieso en los ojos de Logan.
Estaba tramando algo, lo que probablemente significaba que debía
darme la vuelta y volver adentro. Pero la curiosidad venció al buen
juicio. Además, no podía dormir de todos modos. Caminé hacia el
lado del pasajero y entré.
Logan dio la vuelta con cautela y condujo de regreso a la carretera
principal.
—¿Vas a decirme lo que estamos haciendo o es una especie de
novatada?
—No, sin novatadas. Pensamos que te gustaría ser parte de esto, ya
que ha pasado un tiempo.
—¿De qué?
Me miró, su característica sonrisa arrogante pegada en su rostro.
—Ya verás.
Gavin tocó la ventana trasera, así que la abrí.
—Debería estar conduciendo. Es mi camioneta.
—Deja de quejarte —dijo Logan—. Soy mejor conductor que tú.
—Como el infierno que lo eres —dijo Gavin—. Y hace un frío de
mierda aquí.
Logan lo miró por el espejo retrovisor.
—Deberías haber usado un abrigo, idiota.
—De acuerdo, mamá.
—¿Ves con lo que tengo que lidiar? —Logan hizo un gesto a sus
espaldas—. Me encargo de toda la logística y todavía recibo reclamos 69
de este.
—No puedes tomar el crédito por esto, fue mi maldita idea y una
brillante, podría añadir.
—Ya veremos.
—¿Crédito por qué? —pregunté.
—Mira debajo de tu asiento —dijo Logan.
Metí la mano debajo del asiento y encontré un gran sobre manila.
Ya estaba abierto, así que saqué lo que parecía una pila de
calcomanías para parachoques, solo que más grandes. Eran verdes
con letras blancas.
—Calle Bailey, Camino Bailey, Avenida Bailey. —Las revisé y
encontré varias de cada una—. Calzada Bailey, Callejón Bailey, Plaza
Bailey. ¿Qué es todo esto?
—Señalización para calles —dijo Logan, como si la respuesta
debería haber sido obvia.
Ya tenía una idea bastante buena de lo que planeaban hacer con
ellas.
—Ya veo. ¿Por qué cambiaremos los nombres de las calles?
—Putos Haven —dijo Gavin.
—¿Qué hicieron?
—Cambiaron los letreros de Bienvenido a Tilikum en ambos
extremos del pueblo para que dijeran Bienvenido a Havenville.
—Jesús, tomó una eternidad sacar esa mierda —dijo Logan.
Me reí un poco. No me extrañó que la larga enemistad entre nuestra
familia y los Haven siguiera con fuerza. Se remonta a generaciones.
—Obviamente, no podemos dejar que quede sin respuesta —dijo
Gavin—. Así que ahora todas las calles del pueblo serán nuestras.
—¿Dónde conseguiste esto?
70
—Etsy —dijo Logan—. A una chica con la que salí por un tiempo
realmente le gustaba personalizar su mierda. Así que le pregunté de
dónde había sacado todas sus calcomanías y pedí estas.
—Ordena algo en línea y cree que se lleva todo el crédito —dijo
Gavin—. Semejante mierda.
—Oye, tuve que enviarle un mensaje de texto a Layla para obtener
la información. Eso fue arriesgado.
—Sí y terminaste saliendo con ella unas cuantas veces más —dijo
Gavin—. No es exactamente un problema.
Logan sonrió de nuevo.
—Cierto. En cualquier caso, se supone que estas no pueden
quitarse. Esos bastardos rasparán el adhesivo de los letreros de las
calles durante semanas.
Gavin se rio.
Logan giró y redujo la velocidad, deteniéndose junto a un letrero
alto.
—Pásale una a Gav.
Cogí una calcomanía de Bailey y se la pasé por la ventana trasera.
—¿Alcanzas? —preguntó Logan.
—Sí, lo tengo. —Gavin se paró en la plataforma de la camioneta y
quitó el reverso de la calcomanía, luego la alisó sobre el letrero.
Miré alrededor a la calle vacía.
—Sé que es medianoche, pero ¿no te preocupa que nos atrapen?
—No realmente. El comisario Cohen está de servicio esta noche.
Chip Cohen no era un Bailey, pero si no recuerdo mal, su hermana
estaba casada con uno de nuestros primos. Eso lo convirtió en uno de
nosotros, pero seguí mirando la calle, entrecerrando los ojos contra la
oscuridad.
Logan condujo hasta la siguiente calle y volvió a detenerse.
—Amigo, está bien. No tienes que ser paranoico; nunca nos
71
atrapan.
Le entregué a Gavin otra calcomanía.
—Acabo de pasar siete años en prisión. Todo me vuelve paranoico.
Condujimos arriba y abajo por las calles del pequeño centro de
Tilikum, deteniéndonos en cada intersección para pegar calcomanías
de Bailey sobre los nombres de las calles. Las primeras tomaron
varios minutos, pero después de un rato, nos pusimos en ritmo.
Logan colocaba la camioneta en posición, yo le pasaba una
calcomanía a Gavin y él hacía los honores.
Siendo realistas, no necesitaban una tercera persona para hacerlo.
Logan podría haber hecho mi trabajo con la misma facilidad y por
raro que sonara, debajo de mi paranoia de meterme en problemas por
esto, lo último que necesitaba era ponerme del lado equivocado de la
ley, pero estaba un poco contento de que me hubieran levantado en
medio de la noche, para cambiar los letreros de las calles. En el
pasado, habíamos hecho este tipo de cosas todo el tiempo.
Giramos a la izquierda, por una calle que bajaba por la colina hacia
el río que serpenteaba por el centro del pueblo. Unos faros destellaron
detrás de nosotros.
—Mierda. Agáchate —siseó Logan.
Me agaché y escuché el ruido sordo de Gavin tirándose en la
plataforma de la camioneta.
—Pensé que habías dicho que no nos atraparían.
—No lo harán si te callas.
—La camioneta está en marcha.
—Buen punto. Tal vez no deberíamos agacharnos. Finge que no
estamos tramando nada. —Se incorporó lentamente y miró por el
espejo retrovisor—. No importa, creo que se ha ido.
Otro auto dobló la esquina frente a nosotros y, por un segundo, me
cegaron los faros brillantes.
—¿Qué diablos está haciendo toda esta gente afuera? —Logan
72
murmuró—. Es la mitad de la noche.
—Estamos aquí afuera.
—Sí, pero tenemos una buena razón.
El auto se acercó y me puse rígido. Decía Alguacil del Condado en
el costado.
Logan se asomó por la ventanilla abierta del lado del conductor
mientras el auto se detenía junto a nosotros.
—Hola, Cohen. ¿Cómo te trata el turno de cementerio?
—No es tan malo —dijo el comisario Cohen—. Mierda, ¿ese es
Asher?
Joder.
—Sí. De hecho, dejaron salir al grandote.
—Qué buena mierda. Hola Asher. Bienvenido a casa.
Asentí.
—Gracias.
Sus ojos se posaron en el letrero de la calle.
—Bueno, puedo ver que están ocupados. No los entretendré. Hola,
Gav.
Miré hacia atrás a tiempo para ver la mano de Gavin elevarse para
saludar. Todavía estaba acostado.
—Simplemente no dejes esos dorsos de las calcomanías tirados por
ahí —dijo—. Es prohibido contaminar.
—Sí, señor —dijo Logan—. Noches.
Cohen se quitó el sombrero ante nosotros y luego siguió
conduciendo.
Dejé escapar un suspiro.
—Mierda santa.
—Te dije que no teníamos que preocuparnos —dijo Logan. 73
—Estás conduciendo con un ex convicto, dañando propiedad
pública —dije—. Por supuesto que estoy jodidamente preocupado.
Logan simplemente sacudió la cabeza y puso la camioneta en
marcha.
—¿Estás listo allá atrás?
—Sí —dijo Gavin.
Nos tomó otra hora acabarnos todas las calcomanías. Para ser un
pueblo pequeño, había muchos letreros en las calles. En el camino de
regreso a casa de la Abue, Logan se aseguró de detenerse en la
esquina de la casa de Grace para que pudiéramos reemplazar el
letrero de calle Evergreen con camino Bailey.
Finalmente, Logan nos llevó por el camino lleno de baches hacia la
casa de la Abue y aparcó al otro lado del taller. Gavin saltó de la parte
de atrás y sacó un paquete de seis cervezas, aparentemente de la nada.
En este punto, no me molesté en cuestionarlo.
Anduvimos por un camino de grava hasta un lugar familiar detrás
del taller, más allá de los jardines bien cultivados de la Abue.
Habíamos venido aquí innumerables veces para brindar por nuestras
bromas nocturnas, aunque por lo general habían sido Coca-Cola y
barras de chocolate del Sugar Shack en lugar de cerveza.
Me recordó lo jóvenes que eran mis hermanos cuando me fui.
Cuánto habían cambiado desde entonces.
El claro tenía un pozo para fogatas revestido con suaves piedras de
río, los restos carbonizados de la última fogata todavía estaban
apilados en el centro. Hacía frío, pero Logan y Gavin se sentaron sin
encender una nueva. Era tarde y probablemente no estaríamos aquí
el tiempo suficiente para molestarnos con una fogata.
Gavin sacó un abrebotellas de su bolsillo y abrió tres cervezas,
repartiéndolas una por una.
—Buen trabajo esta noche —dijo Logan, sosteniendo su cerveza.
74
Gavin y yo chocamos nuestras botellas con la suya.
Tomé un sorbo, sintiendo la insinuación de una quemadura
mientras se deslizaba por mi garganta.
—Dios, no había tomado una cerveza en años.
—Probablemente hay muchas cosas que no has hecho en años —
dijo Logan—. ¿Es raro estar de vuelta?
—Sí. Mucho ha cambiado. Sabía que la vida continuaría sin mí,
pero, aun así. Ni siquiera sé dónde viven ustedes.
Logan tomó un sorbo de su cerveza.
—Levi y yo conseguimos un lugar no lejos de la estación de
bomberos. Entonces Gavin se mudó, aunque nadie lo invitó.
—Sin embargo, es algo bueno —dijo Gavin—. Tu casa era aburrida
como la mierda antes de que yo me mudara.
—Sí, un poco. Levi no es exactamente el alma de la fiesta.
Simplemente trabaja y…. —Logan se calló y se detuvo por un
segundo—. No sé qué más.
—¿Qué hay con Evan?
—Su casa está un par de kilómetros fuera del pueblo. Su taller
también está ahí. Construye motocicletas, restaura autos y esa
mierda. Odia a la gente, así que parece funcionar para él.
—¿Desde cuándo odia a la gente?
Logan se encogió de hombros.
—¿No lo hizo siempre? Vive allí con su perro. Lo vemos en casa de
la Abue los martes para cenar, pero eso es todo.
Tomé un largo trago, tratando de asimilarlo. Algo estaba mal, pero
no podía señalar qué.
—¿Ya podemos hablar de ella? —preguntó Gavin.
Logan le dio un codazo.
—Amigo, no. 75
—Quiere saber dónde vive todo el mundo y esas cosas. No es como
que podamos seguir fingiendo que no existe.
—Está bien —dije—. Sé dónde vive. Fui allí hoy.
—Joder, ¡sí! —dijo Gavin—. Me debes, amigo.
Logan gimió y sacó su billetera. Le entregó a Gavin un billete de
veinte.
—Imbécil.
—No es mi culpa que tenga habilidades psíquicas del nivel de la
Abue.
—¿De qué diablos están hablando? —pregunté.
—Hicimos una apuesta sobre cuánto tiempo te llevaría ir a verla —
dijo Logan—. Yo aposté que hasta mañana. Supuse que aguantarías
al menos otro día antes de que te desmoronaras.
—¿Cuál fue la suposición de Levi? —preguntó Gavin.
—La próxima semana o algo así.
Gavin se rio.
—Es un bastardo tan cínico.
—Son unos idiotas —me quejé.
—Bueno, este idiota cree en el poder del amor y eso lo hizo veinte
dólares más rico. —Gavin extendió los veinte y movió las cejas.
—¿El poder del amor? —preguntó Logan—. Estás tan lleno de
mierda.
Gavin solo sonrió.
Logan se volvió hacia mí.
—Entonces, ¿cómo te fue?
Ignoré su pregunta, esperando que entendiera la indirecta y dejara
el tema.
—¿Así de mal? —preguntó Gavin—. No te preocupes, hermano, 76
estoy seguro de que ella entiende. Aguantarás más la próxima vez.
Le lancé una mirada, mi mano ya cerrada en un puño.
—Guau. —Levantó las manos, una de las cuales aún sostenía su
cerveza, en un gesto de rendición—. Sólo estoy bromeando contigo.
Con una respiración lenta para aplacar el estallido de ira, abrí el
puño. Por supuesto que solo estaba bromeando conmigo. Es lo que
siempre habíamos hecho, pero mi primera reacción había sido
prepararme para una pelea.
Eso fue jodido.
—¿Estás bien, hombre? —preguntó Logan.
—Sí. Simplemente no quiero hablar de ella.
—Está bien. Me parece. Gracias por tu ayuda esta noche.
—No hay problema. No es como que me necesitaras, pero gracias
por la cerveza.
—Es un placer —dijo Logan—. Y seguro que te necesitábamos.
Tengo que iniciarte de nuevo en la vida de Tilikum, bronanza4.
Asentí y tomé otro trago. La vida en Tilikum. Bromas. Algunas
cosas por aquí no habían cambiado, pero yo sí y realmente no sabía
si aún encajaba.

4Broma de Logan para referirse a sus hermanos combinando las palabras hermano en inglés y
Bonanza la serie de televisión.
Capítulo 8
77
Grace
La asignación de turnos se desdibujó en la pantalla. La había estado
mirando durante la última hora, haciendo poco o ningún progreso.
Esto era ridículo.
Extendí los brazos por encima de mi cabeza, enderecé la espalda y
me estiré. Estaba en el trabajo, necesitaba volver a concentrarme en el
juego. Los baristas que trabajan para mí no querrán esperar para ver
su horario de la próxima semana solo porque mi prometido había
salido de prisión antes de tiempo y nuestra reunión básicamente
había sido una mierda. Había ventajas en ser la jefa, como mi linda y
pequeña oficina y los horarios flexibles, pero no podía ser negligente.
Completé algunos campos en el programa de administración para
los horarios y me aseguré de presionar guardar. Probablemente
tendría que hacer cambios más tarde, pero tendría que conformarme
por ahora. Mi cerebro simplemente no quería cooperar hoy.
Mi teléfono vibró con un mensaje de texto y lo cogí, sabiendo que
probablemente era Cara.
Cara: Necesito una actualización de estado sobre el aterrador tipo
de la prisión.
Yo: ¿De dónde sacaste la idea de que es aterrador?
Le tomó un largo momento responder.
Cara: Maldita sea. Logan dijo aterrador. Me retracto de mi
declaración. Si el príncipe imbécil dice que es aterrador, obviamente
es un gatito.
Yo: No es ninguno de los dos y no hay actualización.
Cara: Tienes que darme algo. Estoy que me muero.
Yo: Ya te dije todo.
Cara: ¿En serio no has hablado con él desde su intento de disculpa
de ayer? 78
Yo: No.
Cara: Pistola paralizante.
Yo: Todavía no vamos a usar una pistola paralizante con él.
Cara: ¿Estás segura?
Yo: Segura. ¿Vienes esta noche?
Cara: Probablemente. Debería hacer algo mientras no estoy
teniendo sexo porque mi vida amorosa es una broma y los hombres
son estúpidos.
Yo: No pueden ser todos estúpidos, ¿cierto?
Cara: Todavía estoy esperando que uno demuestre que estoy
equivocada.
Yo: Me parece justo. Te veo esta noche.
Los lunes eran noche de Stitch and Sip en la Knotty Knitter, la
tienda de hilos y artesanías de Tilikum. La Abue me había enseñado
a tejer hace años y me invitó a venir al grupo de costura del pueblo.
Había sido escéptica, me imaginaba a un grupo de ancianas sentadas,
tomando té y haciendo ruido con sus agujas de tejer, mientras
chismorrean sobre el resto de las ancianas en el pueblo. ¿Qué podría
tener en común con ellas?
Pero resultó que Stitch and Sip fue mucho más divertido de lo que
hubiera pensado. Sobre todo, después de que Cara se uniera y
empezara a traer bebidas. Algunas de las damas aún no se habían
dado cuenta de que los tés helados Long Island en realidad no tenían
té.
Es muy adorable.
Mi teléfono saltó con otro mensaje de texto, este de mi madre,
diciendo que estaba afuera. Presioné guardar en el horario, otra vez,
y salí al café.
Siempre me llamó la atención lo bien que se veía mi mamá estos
días. Su cabello estaba suelto y vestía una linda chaqueta abierta y
elegantes jeans. Jack estaba con ella, vestido con ropa de calle. Era un 79
tipo grande con una barba canosa y brazos gruesos. Parecía un
policía, incluso sin su uniforme y la forma en que colocó, suavemente,
la mano en la parte baja de la espalda de mamá, fue simplemente la
más linda.
—Hola, chicos —dije—. ¿Quieren una mesa?
Abracé a mi mamá y a Jack, y señalé una mesa vacía, todo antes de
darme cuenta de que tenían a mi hermano pequeño con ellos. Elijah
retrocedió unos metros, con la cara enterrada en una capucha y las
manos metidas en los bolsillos delanteros.
—Oh hola, Eli.
—Hola.
Las respuestas de una palabra eran todo lo que cualquiera de
nosotros podía sacar de él últimamente, así que no dejé que me
molestara.
—¿Les puedo ofrecer algo? —pregunté mientras tomábamos
nuestros asientos.
—Gracias, pero no podemos quedarnos más de unos minutos —
dijo mamá—. Estábamos en el centro, así que pensamos en pasar a
saludarte.
—Me alegro de que lo hayan hecho.
—No sabrás nada sobre los letreros de las calles del pueblo,
¿verdad? —preguntó Jack.
Apreté los labios para no sonreír. Los había visto esta mañana,
incluso había uno en mi calle, pero no sabía quién lo había hecho. No
es que fuera difícil de adivinar. Esto tenía Logan y Gavin escrito por
todas partes. Posiblemente Levi también.
—No sé nada al respecto.
Levantó una ceja.
—¿Estás segura?
Mamá puso una mano en su brazo.
—No creo que debas preocuparte por eso. 80
—¿Sabes algo? —La miró, su boca se levantó en una sonrisa.
—No, pero son solo un montón de calcomanías. Alguien las
quitará.
—Este pueblo —murmuró.
Capté la mirada de Elijah, con la intención de guiñarle un ojo. Tenía
que encontrar esto gracioso, pero no me devolvió la sonrisa.
—Esa no es la razón por la que nos detuvimos —dijo mamá—.
Hablé con la Abue ayer. Dijo que Asher está en casa.
—Sí, me preguntaba si lo habías visto.
Mamá negó con la cabeza.
—No, aunque vi la vieja camioneta estacionada en el frente y me
pregunté quién la estaba usando.
Golpeé mis dedos sobre la mesa. En realidad, no quería entrar en
detalles con mi mamá. Ama a Asher, pero también se preocupa por
mí. Lo cual es comprensible, soy su hija. Pero en ese momento, no
estaba segura de qué decir. Decidí mantenerlo simple.
—Bueno, está en casa. Fue puesto en libertad antes de tiempo, lo
que obviamente es una gran noticia. Ahora se está... adaptando.
—Supongo que tiene sentido. Estoy segura de que la transición
debe ser difícil.
—Definitivamente será difícil —dijo Jack—. Necesitará algo de
tiempo para acostumbrarse a todo de nuevo.
Capté la mirada de Jack y le di una sonrisa agradecida. Nunca había
conocido a Asher, pero por supuesto conocía a la familia Bailey y
sabía lo que me había pasado, por qué Asher había hecho lo que había
hecho. Nunca lo había dicho explícitamente, pero tuve la impresión
de que no creía que Asher debería haber sido encarcelado.
Estaba en lo correcto. No debería haber sido así, pero no tenía
sentido insistir en eso ahora.
—¿Lo has visto? —preguntó mamá.
81
—Un poco. Hablé con él ayer. Fue bueno verlo, obviamente.
Elijah seguía sin decir nada. No estaba segura de si recordaba a
Asher. Tenía cuatro años cuando se fue y le ocultamos la mayor parte.
Supuse que ya sabía lo que había sucedido o al menos la versión
apropiada para un niño de once años. Esto probablemente no era tan
interesante para él.
—Me alegra oírlo —dijo mamá—. Bueno, debemos irnos. Tenemos
una reunión en la escuela.
Todos nos pusimos de pie y abracé a Jack, luego a mi mamá. Elijah
se deslizó hacia la puerta, así que le dejé tener su espacio. No le
gustaban los abrazos estos días.
—Si ves a Asher antes que nosotros, dile que nos alegramos de que
esté en casa —dijo mamá.
—Lo haré.
Me despedí y los vi marcharse, agradecida de que no me hubiera
presionado para tener noticias sobre nuestro compromiso.

La Knotty Knitter estaba sobre la misma calle que Lola, la estatua


de la chica pin-up5 vintage afuera de la barbería Dame and Dapper.
Estacioné el auto y con el bolso de tela y proyectos de ganchillo
colgando de mi brazo, entré.

5
Fotografía u otro tipo de ilustración de una persona en actitud sugerente
Las reuniones de Stitch and Sip se llevan a cabo en la parte trasera
de la tienda, más allá de los pasillos de hilos y varios otros
suministros de costura y manualidades. Sillones que no hacían juego
y un sofá, gastado por años de uso, estaban dispuestos en un círculo
cerca de una gran mesa donde Jessie Montgomery, propietaria de la
Knotty Knitter y genio de la artesanía residente, impartía talleres y
tutoriales.
82
La gran mesa tenía algunos platos con bocadillos meticulosamente
dispuestos, probablemente cortesía de Tillie Bailey-Linfield. Tillie es
una profesora de piano jubilada y la tía abuela de Asher por parte de
su padre. Le encanta hacer de anfitriona casi tanto como los chismes
del pueblo.
Me miró desde el montón de tejido en su regazo y levantó las cejas.
Compartió una mirada con Amy Garrett, quien continuó con la
mirada de complicidad y se la pasó a Violet Luscier.
Eso respondió a mi pregunta. Sabían que Asher estaba en casa.
—Hola, señoras. —Dejé mi bolso y me senté en uno de los sillones.
Me saludaron educadamente y asentí con la cabeza a Marlene
Haven, quien me dio una cálida sonrisa.
Lo más impactante que descubrí en mi primera reunión de Stitch
and Sip no fue que no fuera un grupo de viejecitas: Amy Garret era
solo unos años mayor que yo y teníamos otros miembros que eran
aún más jóvenes. Los asistentes variaban un poco de una semana a
otra. No, la mayor sorpresa había sido que este pequeño grupo
operaba fuera de la disputa Bailey-Haven. Y Marlene Haven, madre
de los notorios hermanos Haven y por supuesto madre de Annika,
era un miembro que asistía regularmente.
Nadie había confirmado nunca mis sospechas, pero estaba
convencida de que Stitch and Sip había comenzado, hace décadas,
como una forma de que las mujeres de Tilikum sortearan la
enemistad, especialmente cuando amenazaba con interferir con el
gobierno del pueblo. Cuando las cosas empezaron a salirse de control,
los miembros se sentaron aquí en muebles destartalados y en silencio,
y muy cordialmente arreglaron las cosas.
Desde la primera vez que vine, se sintió como si me contaran un
importante secreto del pueblo. No fue una sorpresa cuando la Abue
mencionó casualmente que la regla sagrada de Stitch and Sip era
simple, pero férrea. Lo que se dice en Stitch and Sip se queda en Stitch
and Sip.
—¿No viene la Abue esta noche? —preguntó Violeta. 83
Estaba emparentada con la Abue, pero no estaba muy segura de
cómo. Asher la llama tía, pero en ese lado de su familia todos eran
primos, tías o tíos, independientemente de sus lazos familiares reales.
Sus ojos eran como los de la Abue, tan oscuros que eran casi negros y
su piel era maravillosamente tersa, especialmente considerando que
tenía cincuenta y tantos años.
—Supongo que no —dije—. No he hablado con ella hoy.
—Seguramente está ocupada en otra cosa, con las grandes noticias
y todo eso. —Violet no dejó de trabajar en el gorro azul para bebé que
estaba tejiendo.
—Oh, Violet —dijo Tillie—. Toma una galleta.
—¿Quieres decir que no vamos a hablar sobre lo más grande que
ha sucedido en este lugar en años?
—No hasta que todas lleguen aquí.
Puse los ojos en blanco y comencé a trabajar en el gorro gris y verde
que había comenzado la semana pasada. De vez en cuando
trabajábamos en proyectos destinados a regalar a amigos o familiares,
pero la mayor parte del tiempo hacíamos gorros, bufandas y mantas
para bebés y niños necesitados. Los inviernos eran fríos aquí en las
montañas, así que nos aseguramos de que todos los niños del pueblo
tuvieran lo que necesitaban para mantenerse calientes.
Sonó el timbre de la puerta principal y Cara entró en la tienda. Una
bufanda a medio terminar o tal vez se suponía que era un sombrero;
era difícil saberlo, colgaba de su bolso. En su otra mano, llevaba una
hielera. Su cabello rojo estaba suelto y vestía una camisa negra
ajustada, jeans cortos y unos tacones de aguja rojos brillantes.
Dejó la hielera en el suelo, luego se arrojó en una silla, dejando caer
sin contemplaciones su bolso de mano.
—Señoras.
—Qué zapatos —dijo Tillie, ajustando sus anteojos de montura
metálica—. Me caería si tratara de caminar con ellos.
84
Cara levantó los pies.
—¿No son adorables? Los encontré hoy en mi armario y les juro
que no recuerdo haberlos comprado, pero estoy segura de que me
alegro de haberlo hecho.
—Necesito que me los prestes —le dije.
—Cuando quieras, preciosa patita bebé. —Abrió la hielera, sacó los
vasos y empezó a servir de un vaso de acero inoxidable. Agregó hielo
de otro recipiente y adornó cada vaso con una rodaja de limón, luego
los repartió.
La sala quedó en silencio mientras tomábamos nuestros tés helados
Long Island, Cara realmente sabía cómo preparar un cóctel excelente
y trabajábamos en nuestros respectivos proyectos. Los ojos se movían
hacia mí de vez en cuando y sabía que estaban esperando a que
alguien mencionara a Asher. Era el tema candente actual para los
chismes en Tilikum. Tenía que ser discutido en Stitch and Sip.
Cara se recostó en la silla a mi lado, su bolso intacto. Nadie
preguntó por qué no había retomado uno de sus proyectos. Todas
sabíamos que era terrible en esto. Lo más artesanal que logró Cara fue
montar fotos de moda para su Instagram.
—Está bien, Grace —dijo Violet, finalmente rompiendo el
silencio—, necesitamos escucharlo de la fuente. ¿Es cierto que Asher
escapó?
—Por supuesto que no escapó —dijo Amy. Quien tiene cuatro hijos
menores de ocho años y siempre parecía necesitar una siesta—. Si lo
hubiera hecho, estaría escondido. Escuché que está bajo arresto
domiciliario y tiene que usar uno de esos monitores de tobillo. Por
eso casi nadie lo ha visto.
—Escuché que sus hermanos encontraron el legendario tesoro de
Montgomery y era tan grande que lo usaron para pagar un soborno
que lo sacara de la prisión —dijo Cara inexpresiva.
La miré.
Sonrió.
85
Tillie chasqueó la lengua.
—Todo el mundo sabe que no existe el tesoro de Montgomery.
—Espera, Tillie —dijo Violet—. Algunas de las historias tienen
pepitas de verdad.
—Hablas como el viejo Harvey Johnston —dijo Tillie.
—No sé. Creo que Violet podría tener razón —dijo Marlene.
Llevaba gafas de lectura azul oscuro y no levantó la vista de su
proyecto mientras hablaba—. Hay algo en esa vieja historia sobre la
fortuna de Montgomery. No sé si alguien alguna vez descubrirá qué
era, pero creo que, al menos, solía existir.
—Bueno, no puedo decirte si la fortuna de Montgomery es o fue
real —dije—. Pero puedo decirles que los muchachos Bailey no
encontraron nada, nadie sobornó a nadie y Asher no se escapó. El
gobernador le concedió clemencia y su sentencia fue declarada
adecuada dadas las circunstancias del caso.
—Vaya, qué sorpresa —dijo Tillie—. ¿Alguien ha organizado un
tren de comida?
—El hombre salió de la prisión no del hospital —dijo Violet—.
¿Para qué necesita un tren de comida?
—Es una transición de vida —dijo Tillie—. A todos les vendría bien
una comida caliente durante un momento difícil.
—Esa es una buena idea —dijo Marlene.
—Entonces, ¿cuándo es la boda? —preguntó Amy—. ¿Van a fijar
una fecha?
Podía sentir el color desaparecer de mi cara y mis manos se
quedaron quietas en mi regazo.
—Lo creas o no, no tienen prisa —dijo Cara suavemente—. Creo
que eso es muy inteligente. Algunas personas saltarían de inmediato
y se casarían antes de que se hayan adaptado a estar juntos
nuevamente. Esperar por un tiempo y no poner más presión en su
relación es realmente la decisión correcta.
Le sonreí con infinita gratitud. 86
—Gracias.
—Eso tiene sentido —dijo Amy, asintiendo sabiamente—. Bien por
ustedes.
El resto del círculo murmuró su acuerdo.
Sabía lo que la gente decía de mí a mis espaldas. Tal vez no estas
damas, en realidad me conocían. Pero otras personas en el pueblo
piensan que soy una estúpida por esperar a Asher.
La mayor parte del tiempo no me importaba lo que pensaran los
demás. Pero en este momento, me sentía bastante vulnerable y lo
último que quería era su lástima.
Cara se acercó y bajó la voz.
—Por cierto, comencé el rumor de que escapó. Pensé que sonaba
genial y quería ver si podía conseguir que alguien lo repitiera.
—Eres terrible.
—Lo sé.
Mi teléfono sonó, así que lo tomé. Recibí un mensaje de texto de un
número que no reconocí.
Soy Asher. Ya tengo un teléfono.
Mi boca se torció en una sonrisa. Era una cosa pequeña, diminuta,
en realidad. No significó mucho. Había una gran brecha entre darme
su número de teléfono y fijar la fecha de la boda, pero era algo. Y
después de los últimos días, era suficiente.
Capítulo 9
87
Asher
Mi solución temporal para volver a ser un hombre adulto que vive
con su abuela fue volverme útil. Sentarme sin hacer nada me habría
vuelto loco rápidamente, así que encontré maneras de mantenerme
ocupado. La casa de la Abue no estaba en mal estado, especialmente
considerando que tenía más de cien años, pero siempre había cosas
que necesitaban atención.
Pasé el día anterior reparando un grifo que goteaba en el baño de
abajo y colocando algunos estantes en la despensa. Hoy, ya había
puesto una nueva capa de tinte en el porche trasero y comencé con
los troncos que necesitaban ser cortados y apilados para leña. Era un
trabajo caluroso y sudoroso, especialmente con el sol de primavera
que ardía en lo alto. Pero lo necesitaba, necesitaba algo para mantener
mis pies arraigados en el suelo.
Mientras trabajaba, traté de idear un plan a más largo plazo, pero
fue difícil. Todo convergía a una pregunta central: ¿Qué iba a hacer
con mi vida ahora?
No tenía una respuesta.
Continuar donde la había dejado nunca había sido una opción. Una
condena por un delito mayor era una descalificación automática para
el departamento de bomberos. No había terminado mi carrera, pero
de todos modos era inútil. Probablemente podría encontrar una
manera de volver a la universidad, pero ¿para qué? Lo único que
siempre quise ser, fue bombero. Ese sueño había muerto hace mucho
tiempo.
Centrarse en el corto plazo fue más sencillo, pero no
particularmente alentador. Estaba comenzando desde cero,
básicamente sin nada. No tenía trabajo ni dinero, apenas tenía ropa
que me quedara bien. Se sentía como si estuviera tratando de salir de
un agujero profundo. Estaba tan abajo que el cielo no era más que un
punto de luz muy por encima de mí.
88
Pero sólo había una cosa que podía hacer. Escalar.
No era verdad que no tenía nada. La Abue había puesto un techo
sobre mi cabeza, me dio un lugar seguro para aterrizar. La vieja
camioneta del abuelo era una bestia para conducir, pero funcionaba.
Tenía como movilizarme.
Ayer por la tarde, una vieja computadora portátil había aparecido
misteriosamente en la mesa de la cocina. No sabía quién la había
dejado allí y la Abue afirmó que no sabía nada al respecto. Supuse
que fue Evan, pero había ido y venido sin que nadie lo viera. Más
tarde, Levi había dejado en silencio un teléfono con una nota adhesiva
advirtiéndome que no me gastara todos sus datos.
Balanceé el hacha y se hundió profundamente en la madera con un
crujido. Todavía estaba luchando con el sentido de gratitud que tenía
con mi familia. Se sentía fuera de lugar con la ira, el resentimiento y
la paranoia que continuamente quemaban mis entrañas. No estaba
acostumbrado.
Pero era mejor que la persistente sensación de desesperanza que
me carcomía. No iba a sentarme sobre mi culo y esperar a que alguien
arreglara mi jodida vida, pero odiaba sentirme a la deriva y sin
propósito.
Mi ropa se pegaba a mi piel, así que dejé el hacha y me quité la
camisa. No había dormido bien anoche y ahora que era tarde, el
agotamiento me estaba afectando. Por supuesto, no había dormido
bien en años, así que eso no era nada nuevo. Sigo despertándome
preso del pánico, sin darme cuenta de dónde estoy.
Me limpié la cara con la camisa y la tiré a un lado. Grace pesaba en
mi mente más que cualquier otra cosa. ¿Qué vio cuando me miró?
¿Vio la verdad? ¿Entendió?
Me escocía la espalda y tuve la súbita sensación de que me
observaban. La adrenalina se disparó a través de mí, haciendo que mi
corazón latiera con fuerza y mis manos involuntariamente se
apretaran en puños. Joder, odiaba esa sensación. Apreté los dientes,
listo para pelear, aunque lógicamente sabía que no tenía que hacerlo.
Ya no estaba allí, pero mis instintos eran demasiado fuertes.
89
Me di la vuelta y me encontré cara a cara con… una maldita ardilla.
Se sentó en un tronco, su espesa cola gris se crispó. Era una pequeña
mierda gorda, claramente no le faltaba comida.
Dejé escapar un suspiro y relajé los hombros, sintiéndome como un
idiota. ¿Qué diablos había esperado, un tipo con tatuajes en el cuello
empuñando un puñal? Jesús.
—¿Qué estás mirando?
Ni siquiera se inmutó, solo movió la cola de nuevo.
—No sé qué estás esperando. No tengo nada de comida.
Por aquí, donde había una ardilla, normalmente había muchas
más, pero no vi una pandilla de cohortes peludas rondando cerca.
Cuando éramos niños, las malditas ardillas se habían llevado
nuestros bocadillos más veces de las que podía contar. Eran unas
pequeñas hijas de puta, tan rápidas que podían robar tu sándwich y
subirse a un árbol antes de que notaras que ya no estaba.
La ardilla parecía contentarse con mirarme con sus pequeños ojos
negros, lo cual era espeluznante, pero probablemente inofensivo. La
ignoré y volví a cortar leña.
Después de partir algunos trozos más, ordené las piezas en la pila
de madera. Mis brazos y mi espalda estaban cansados y mi estómago
gruñía de hambre. Probablemente había hecho suficiente por un día,
así que guardé el hacha y el mazo en el cobertizo. Las gallinas de la
Abue cloqueaban y rascaban la tierra. Hice una pausa para observar
el gallinero donde las mantenía a salvo de los depredadores por la
noche. El gallinero no estaba en mal estado, pero era pequeño.
Tendría que preguntarle si quería uno más grande. Me daría algo más
que hacer.
Regresé a la pila de leña para agarrar mi camisa, pero no la vi tirada
en el suelo donde la había dejado. Eso fue raro. ¿La había puesto en
otro lugar? Busqué alrededor durante unos minutos, cada vez más
confundido. La había dejado allí mismo y no había nadie más aquí.
Dios, me estaba volviendo loco.
La puerta trasera se abrió y la Abue salió al porche. Las gallinas le
90
cloquearon.
—Oso, ¿por qué no entras y te limpias?
—Sí, estaba a punto de hacerlo. —Miré a mi alrededor de nuevo.
—¿Perdiste algo?
—Mi camisa. —Di vuelta en un círculo—. Me la quité aquí mismo
y ya no está. No la agarraste, ¿verdad?
—No. Probablemente fueron las ardillas.
Fruncí el ceño y miré hacia el arroyo.
—¿Por qué una ardilla tomaría una camisa? No creo que eso sea
normal.
—¿Realmente esperas algo normal por aquí?
Ese era un buen punto. Mi estómago me roía con una urgencia que
anulaba el misterio de mi camisa, así que abandoné la búsqueda y
subí los escalones del porche.
—Supongo que no.
—Tal vez pie grande necesitaba una camisa nueva. La tuya es
probablemente una de las pocas que le quedaría bien.
—¿Entonces las ardillas trabajan para pie grande?
—Eso explicaría mucho.
Sacudí la cabeza, la seguí adentro, pero no me molesté en señalar
que pie grande no es real. Sinceramente, no estaba seguro si ella creía
en todos los viejos mitos e historias o simplemente actuaba como si lo
hacía para confundir a la gente. Pero siempre había insistido en que
pie grande vivía en las montañas a las afueras de Tilikum. Aunque
pie grande liderando un ejército de ardillas era nuevo y extraño,
incluso para la Abue.
Sacó una olla de un armario y no esperé a que me dijera que olía a
animal salvaje. Subí directamente a la ducha.
El agua se sentía bien en mi cuerpo cansado. Relajarme en una
ducha caliente era otro lujo que nunca más daría por sentado. Me paré
91
debajo del chorro, dejando que aliviara la tensión en mi espalda y
hombros.
Terminé y busqué en una caja de mi habitación más ropa limpia.
La camisa se tensaba en mi espalda y tuve que tirar de las mangas
para que no me cortara la circulación en los brazos.
Unas voces llegaban desde la cocina y me pregunté quién estaba
aquí. Era más de una persona, probablemente varias. Dudé en la parte
superior de las escaleras, no estaba seguro de querer bajar. Lo último
que quería era socializar.
Pero el olor de la comida golpeó mi nariz y estaba perdido. Si lo
que olí era pan frito, probablemente la Abue lo estaba haciendo a
propósito para tentarme a bajar.
Funcionó.
Afortunadamente, la cocina solo estaba llena de mis hermanos. Eso,
lo podía manejar.
Levi y Gavin se sentaron a la mesa, mientras que Logan apoyó la
cadera contra el mostrador, justo al alcance del pan frito. Evan se paró
en medio de la habitación congelado a mitad de camino, como si
hubiera estado haciendo algo y se detuvo cuando me vio.
De hecho, todos me miraban raro.
—¿Qué? ¿Olvidaron que estaba aquí?
—No. —Logan se estiró por un trozo de pan y una cuchara de
madera le golpeó los nudillos—. ¡Ay!
La Abue deslizó el plato de pan frito lejos de Logan.
Se movió, uniéndose a los demás en la mesa y me di cuenta de por
qué todos, excepto la Abue, me miraban con torpeza.
Grace estaba junto a la Abue, revolviendo algo en una olla grande
en la estufa. Me miró por encima del hombro, pero no dijo nada.
Mierda.
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Tuve un flashback de mi yo adolescente de pie en esta misma
cocina, mirando a una Grace más joven. En el momento en que me di
cuenta de que mis sentimientos por mi mejor amiga de la infancia
habían cambiado. Me preocupaba lo que sucedería si salíamos y no
funcionaba. Nuestras familias estaban muy unidas, ¿cómo
funcionaría eso? ¿Podría arriesgarme?
El sentido de responsabilidad que tenía hacia nuestras familias me
había frenado, hasta que dejó de hacerlo y ahora me enfrentaba a lo
mismo que había temido hace tantos años. No había funcionado entre
Grace y yo, no era culpa de ella, y no funcionará ahora. No podía
arrastrarla a través de mi mierda, no podía pedirle que viajara por el
camino oscuro en el que me encontraba. Simplemente no había
manera.
Pero ahí estaba, revolviendo la cena en la cocina de la Abue. No
hizo falta ser un genio para darse cuenta de que era martes, lo que
significaba la cena del martes y que Grace probablemente había
estado viniendo todas las semanas desde que me fui.
Esto era jodidamente complicado.
—Bien, estás vestido. —La Abue colocó un trozo de pan frito en la
pila y se limpió las manos en el delantal—. Corre a la tienda por mí,
¿quieres, Oso? Me quedé sin crema espesa y la necesito para la sopa.
—Sí, seguro.
—Grace puede ir contigo.
Froté la parte de atrás de mi cuello.
—Está bien, Abue, recuerdo cómo llegar a la tienda.
—Ajá. —Cogió la cuchara de la mano de Grace—. Apúrense. Una
vez que deje que estos animales coman ese pan frito, no durará ni
cinco segundos. Si no regresan a tiempo, será su culpa.
—Sutil, Abue —dijo Grace y se dirigió a la puerta—. Vamos,
conduciré.
Solté un suspiro y la seguí.
93
Capítulo 10
94
Grace
Asher subió a mi auto y acomodó el asiento hacia atrás. Arranqué
el motor y me abroché el cinturón de seguridad, tratando de
mantener mi expresión neutral para ocultar el torbellino de
emociones que se arremolinaba dentro de mí.
Había debatido quedarme en casa. Casi nunca me perdía una cena
de los martes en casa de la Abue, pero no estaba segura de esta noche.
Aparte del mensaje de texto para darme su nuevo número, Asher y
yo no habíamos hablado desde el domingo. No teníamos exactamente
una buena racha y estaba lidiando con la repugnante comprensión de
que podría haber cometido un gran error.
Tal vez tiene razón y debí haber seguido adelante.
Su anillo todavía brilla en mi dedo. Todavía no me lo he quitado,
pero no soy idiota. Al menos, no una completa idiota. Era muy
posible que todos los que alguna vez me habían dado palmaditas en
el brazo, con lástima en los ojos y me habían dicho que estaban
preocupados tuvieran razón. Que el silencio de Asher no había sido
un acto de auto preservación, sino un intento de dejar claro el hecho
de que él y yo habíamos terminado. Que su sentencia de prisión
realmente había significado el fin para nosotros.
Mi lado emocional quería hacerse una bola y sollozar. Mi lado
práctico quería reservarse el veredicto hasta que tuviéramos una
conversación que no terminara con uno de nosotros diciéndole al otro
que se fuera.
¿Y mi lado terco? Esa parte de mí estaba mayormente enojada.
Asher no dijo nada mientras conducía a la tienda, solo miraba pasar
el paisaje. Me preguntaba qué tan diferentes le parecían las cosas.
¿Había algo familiar? ¿O habían cambiado tanto las cosas que
Tilikum ya no se sentía como en casa?
O tal vez él había cambiado tanto que este lugar nunca se sentiría
como en casa. 95
Lancé miradas rápidas a sus anchos hombros y amplio pecho. A
sus manos apoyadas en sus gruesos muslos. Sus nudillos magullados
y golpeados. La herida con una curita en la frente.
Se movió en su asiento y ese movimiento sutil fue suficiente para
recordarme que había otra parte de mí, una parte que no estaba triste,
enojada o interesada en resolver problemas.
Esa parte residía directamente entre mis piernas y lo anhelaba
como una droga.
Las primeras dos veces que lo había visto, habían sido
emocionalmente cargadas y confusas, ahogando mis respuestas
físicas más primarias. Ahora estaba tranquila y junto a él en un
espacio cerrado. Su cabello estaba húmedo, olía a limpio y tuve que
luchar contra el impulso de detenerme y subirme a su regazo.
Se me ocurrió que podía. Podría inventar una excusa rápida para
doblar por un camino vacío donde tendríamos una buena posibilidad
de estar solos. Me arriesgaría a una fuerte dosis de rechazo, pero ¿qué
haría si me quitara la camisa y le pusiera las tetas en la cara?
¿Realmente me diría que me detuviera?
Deseché la idea tan rápido como vino. Lo conocía demasiado bien.
Asher odiaba ser manipulado y la agresión sexual no era la forma de
atravesar sus defensas. Incluso si se rindiera, solo me rechazaría más
cuando el momento hubiera pasado, dejándonos a los dos
sintiéndonos peor que antes.
Y en este punto, el hecho de que todavía me atrajera físicamente
solo me complicaba más las cosas. La duda peleó contra la
determinación a la que me había aferrado durante tanto tiempo. Por
mucho que odiara admitirlo, tenía que enfrentar la posibilidad de que
me había estado aferrando a un sueño que ya no existía y desearlo
tanto solo lo hacía más confuso.
Entré en el estacionamiento de la tienda Nature's Basket y encontré
un lugar. La luz de mi teléfono parpadeó con una notificación, así que
deslicé la pantalla para verificar. Era un mensaje grupal de mi medio
hermano, Cooper. Tan pronto como lo abrí, me reí a carcajadas. Asher 96
me miró, con las cejas levantadas.
—Perdón. Es Cooper, uno de mis hermanos mayores. Aunque tal
vez aún no conozcas esa historia.
—No, la conozco. Leí tus cartas.
—¿Todas?
Asintió.
—Vaya. Está bien, bueno... eso es bueno. —Incliné mi teléfono para
que pudiera ver—. Cooper y su esposa Amelia tienen gemelos y me
envió esto.
La foto mostraba a los bebés de Cooper durmiendo profundamente
en sillas mecedoras a juego. Había apilado torres de Cheerios en sus
frentes y el mensaje decía, récord.
—¿Por qué tienen cereal en la cabeza?
Me encogí de hombros.
—Así es Cooper. Tienes que conocerlo para entenderlo.
Llegó otro mensaje, este de Leo. Era una foto de su bebé, también
durmiendo la siesta, con una pila aún más alta de Cheerios en la
frente. El mensaje decía: ¿Cómo te quedó el ojo, Coop?
—Y ese es otro de mis sobrinos.
Me preguntaba cuánto tiempo le tomaría a Roland enviar una foto
de su hija pequeña con una pila de Cheerios en la frente. No habría
pensado que a Roland le gustaría este tipo de cosas, es el serio de la
familia, pero los tres habían estado tratando de superarse durante
semanas. Era a la vez ridículo y adorable.
—¿Cuántas sobrinas y sobrinos tienes? —preguntó Asher.
—Veamos… Roland y Zoe tienen dos, ahora. Cooper y Amelia
tienen gemelos. Luego están Leo y Hannah, también tienen dos. Y mi
hermana Brynn y su esposo Chase están embarazados del primero.
Así que seis, pronto serán siete.
Obstinadamente aplasté la llamarada de envidia que intentaba
apoderarse de mí. Estaba feliz por mis hermanos. Todos ellos 97
merecían cada trozo de su felicidad y más. Pero en los últimos años,
los había visto casarse, formar familias y aquí estaba yo, con un anillo
en el dedo que podría no significar nada.
Asher y yo probablemente ya habríamos tenido hijos y esos niños
habrían tenido todos estos adorables primos con quienes crecer.
Guardé mi teléfono, tratando de ahuyentar ese pensamiento.
Revolcarme en la tristeza por lo que no tenía, no iba a cambiar nada.
—Creo que deberíamos entrar para poder regresar. —Desabroché
mi cinturón de seguridad.
Asher se pasó las manos arriba y abajo por los muslos, y apretó la
mandíbula con fuerza.
—¿Estás bien?
Mantuvo la mirada al frente y asintió lentamente.
—Sí, bien.
Antes de que pudiera detenerme, puse una mano en su brazo. Él
no estaba bien.
—¿Estás seguro? Porque no creo que lo estés.
—Joder, es ridículo. Es una maldita tienda.
—¿Es la primera vez que sales?
Todavía sin mirarme, asintió de nuevo.
Apreté su brazo suavemente. Es sólido como una roca, anudado
por la tensión.
—Está bien. Tómate tu tiempo.
Por un segundo, pensé que tal vez no saldría del auto y una extraña
sensación de pánico me invadió. Tendría que entrar sola.
Lo que por supuesto está bien. Estaba bien. Yo no era quien había
pasado siete años en prisión.
Dejó escapar un suspiro y se desabrochó el cinturón de seguridad.
98
—Vamos.
—¿Estás seguro?
—Sí.
Salimos del auto y mi preocupación por él hizo a un lado la chispa
de alivio que sentí por no tener que entrar sola. Leí todo lo que pude
encontrar sobre la transición de la vida en prisión al mundo exterior
y sabía que los reclusos a menudo luchaban al principio con las cosas
cotidianas. Esto probablemente era de esperar.
La Abue había dicho que necesitaba crema espesa, así que fui
directamente a la sección de productos lácteos. Asher se quedó cerca,
examinando los pasillos, como si esperara que surgieran problemas
en cualquier momento. Agarré una caja de crema y fuimos al frente
para pagar. Había una persona delante de nosotros, así que
esperamos.
Gil Hargrave, un tipo de unos sesenta años que es dueño del Gas
N' Grub justo al lado de la autopista, se detuvo en seco y su boca se
abrió mientras miraba a Asher.
Los ojos de Asher se entrecerraron y le devolvió la mirada.
—Oye, Gil —dije, alzando la voz, con la esperanza de
sobresaltarlo—. ¿Cómo está Edna?
Gil dio un salto, finalmente cerrando la boca.
—Oh, hola, Grace. Edna está bien.
—Es bueno escucharlo. Apuesto a que está ansiosa por que llegues
a casa.
Sus ojos se dirigieron a Asher una vez más, pero asintió.
—Sí, seguro. Qué tengan una buena noche.
—Tú también. —Lo saludé con la mano mientras continuaba
adentrándose más en la tienda, luego crucé los brazos—. ¿Qué pasa
con la gente? No es como si no supiera quién eres.
Asher no dijo nada. Solo emitió un gruñido con su garganta.
99
Dios, deseaba que no hiciera cosas como esa. Había una delgada
línea entre los gruñidos de ira y los sexuales, me lo está haciendo muy
difícil.
Pagamos y regresamos a la casa de la Abue. Cuando entramos, le
entregué la caja de crema. Inmediatamente la puso en la nevera.
—Pensé que la necesitabas para la sopa.
—Oh, encontré otra. Parece que en realidad tenía suficiente.
Levanté una ceja.
Palmeó mi brazo.
—Sirve la comida, Osita Gracie. Se va a enfriar.
Miré a Asher y negó con la cabeza.
Todos nos dispusimos a cenar en la gran mesa de la granja.
Deliberadamente no me senté al lado o frente a Asher. Mis
sentimientos estaban por todas partes. Necesitaba un pequeño
amortiguador entre nosotros.
Pero se sintió bien estar juntos de nuevo. Ninguna silla vacía con
un lugar adicional. La Abue ponía una cada vez y cada vez había
dolido.
Ahora está aquí.
La cena fue ruidosa y deliciosa. Comimos sopa casera de maíz con
pollo y pan frito con mantequilla y miel. Cuando terminé mi comida,
estaba llenísima.
Y todavía inquieta.
Estaba a punto de ofrecerme para limpiar, pero sin decir una
palabra, Evan comenzó a lavar los platos. Gavin y Levi ya estaban
retirando el resto de los platos de la mesa. No quedaba nada con lo
que pudiera ayudar, pero tampoco quería ir a casa.
Salí al porche trasero y me apoyé contra la barandilla, mirando
hacia la oscuridad. La puerta aisló el ruido del interior, dejándome
sola con los grillos y las ranas. El débil goteo del arroyo se oía colina
abajo. 100
Alguien más salió y no tuve que mirar para saber que era él.
Se paró a mi lado y apoyó los antebrazos contra la barandilla del
porche. Cuando habló, su voz era suave y baja.
—Tenemos muchos recuerdos aquí.
—Tantos.
Fiestas, fogatas, barbacoas. Recogiendo frutos rojos y
desenterrando malas hierbas en el jardín de la Abue. Escalando
árboles. Jugando junto al arroyo. Caminando de la mano mientras me
alejaba de la fiesta de graduación de los gemelos, la noche en que todo
cambió.
—Es difícil de explicar —dijo.
—¿Qué?
—Por qué me asusté por ir a la tienda. Probablemente suene loco,
pero de repente sentí que no conocía las reglas. No sabía quién estaría
allí o cómo saldría si las cosas se ponían feas. Y no, no sé qué saldría
mal en una tienda de comestibles.
—Está bien. No fue gran cosa.
—Supongo que es bueno que la Abue te haya hecho venir conmigo.
Quién sabe cuánto tiempo me habría sentado solo en el
estacionamiento.
No por primera vez, ni por segunda, ni por quinta, ni por vigésima,
mi corazón se quebró en pedazos por él.
—Me alegra haber estado allí.
—A mí también. —Hizo una pausa por un momento, todavía
mirando hacia la noche—. Sé que probablemente estoy más jodido de
lo que debería. No es como si hubieran sido veinte años.
Quería preguntar por qué. ¿Qué le había pasado? Pero tenía la
sensación de que, fuera lo que fuera, no estaba preparado para hablar
de ello. 101
—No creo que haya un libro de reglas. Has pasado por un infierno,
por supuesto que te jodió.
Me miró, sus ojos oscuros e intensos.
—¿Por qué no me odias?
—¿Por qué? ¿Por romper conmigo sin darme la oportunidad de
responder o por sacarme de tu vida por tanto tiempo?
—Ambas cosas.
Jugueteé con el anillo de compromiso.
—Odio por lo que has pasado y que tuve que vivir sin ti durante
tanto tiempo. Y no me malinterpretes, tu silencio apestaba. Pero en
cierto modo lo entendí. No era como si fuera solo conmigo, no
hablaste con nadie. Eso lo hizo menos doloroso. Ha sido duro, pero
no te odio.
Volvió a apartar la mirada, todavía apoyado en la barandilla.
—Si sirve de algo, lo siento. No fue mi intención empeorar esta
situación de mierda.
—Lo sé. Nunca pensé que lo hicieras para lastimarme.
—No lo hice y lamento haber estado actuando como un imbécil
desde que llegué a casa. He estado viviendo con criminales durante
la mayor parte de una década. Mis habilidades con las personas están
bastante oxidadas.
Me reí suavemente.
—Sí, vamos a tener que trabajar en eso.
—Pero el asunto es que ya no soy el tipo que te dio ese anillo.
Necesito que entiendas eso.
¿Pero todavía me amas? Dejé que la pregunta muriera en mis
labios. No estaba segura de querer saber la respuesta.
—Bueno, yo también soy diferente.
102
—Sí… —dejó de hablar y me pregunté qué significaba eso. ¿Qué ve
cuando me mira ahora?— No puedo volver a ser quien era y,
sinceramente, no sé cómo voy a terminar. He visto mierda, Grace. He
visto mierda y he hecho mierda. Ni siquiera quiero contarte algunas
de las cosas… —Se detuvo a mitad de la frase y bajó la cabeza.
Mantuve la mirada en la oscuridad, mi corazón se alojó en mi
garganta. No pensé que podría responder si lo intentaba.
—Sé que duele escucharlo —continuó—. Me duele decirlo, pero no
puedo estar contigo. Soy un desastre.
—Asher, solo han pasado unos días. Las cosas van a mejorar.
—¿Mejorarán? —Había un filo en su voz—. No se trata de que me
acostumbre a la vida en el exterior. No soy el hombre que crees que
soy. Ya no.
Una vez más, tuve una sensación de hundimiento en la boca del
estómago. Tal vez tenía razón.
Se volvió hacia mí y en la penumbra sus ojos eran profundos pozos
negros. Me hundí en su mirada, buscando.
En ese momento lo encontré.
Asher era un animal herido, lleno de ira y dolor. Listo para atacar
y protegerse, pero todavía estaba allí. No el Asher de antes. Tenía
razón, nunca volvería a ser ese hombre. Nadie podía salir ileso de lo
que había pasado, sin cambios.
Pero seguía siendo Asher Bailey.
Y todavía lo amaba.
La terquedad ciega no me había mantenido fiel a él. Era mucho más
simple y mucho más fuerte que eso. Era el amor.
Amo a este hombre. Por eso había esperado, acepté su silencio,
mantuve su anillo en mi dedo y permanecí fiel. Éramos dos mitades
de un mismo todo. Dos almas destinadas a estar conectadas entre sí.
Nada iba a cambiarlo.
Pero como con un animal herido, no podía acercarme demasiado
rápido. Tengo que vencer a toda esa ira y miedo antes de poder 103
ayudarlo a comenzar a sanar.
Había sido paciente durante mucho tiempo. No estaba dispuesta a
rendirme ahora.
Así que suavicé mi expresión con una pequeña sonrisa.
—Bueno, si te sirve de algo saberlo, estoy muy contenta de que
estés en casa.
Sus hombros se relajaron.
—Yo también.
Levanté las cejas y extendí los brazos.
—¿Abrazo de bienvenido a casa? No me dejaste darte uno la
primera vez.
—Por supuesto.
Me acerqué y puse mis brazos alrededor de su cuello. Su cuerpo
era una sólida pared de músculos, pero sus gruesos brazos me
envolvieron en un suave abrazo. Dudé por un momento,
apreciándolo todo. Su calor, su olor, su tacto.
Demasiado pronto, me soltó. Retrocedí, dejando caer mis brazos a
mis costados.
No habíamos dicho nuestros votos, no habíamos declarado frente
a familiares y amigos que seríamos fieles en la salud y en la
enfermedad, en las buenas y en las malas. Pero mantuve esos votos
de todos modos, y no me arrepentí ni un segundo. Porque esto es
amor. Amor desordenado, imperfecto, doloroso.
Y no me rendiría sin luchar.
Querido Asher:
No vas a creerlo. Mi padre tiene otra familia.
No hemos sabido nada de él en mucho tiempo y mi madre estaba siendo
aplastada por todas las facturas médicas de Elijah. Así que decidí tomar el
asunto en mis propias manos. Lo rastreé.
104
¿Sabes que siempre decía que vivía en Seattle y trabajaba en el pueblo?
Eso fue una mentira. Hasta hace poco, vivía en Echo Creek. Así de cerca, el
pendejo. Él y su esposa, sí, su esposa, son dueños de una bodega de vinos allí.
Se pone peor. No solo está casado, siempre ha estado casado, incluso
cuando estuvo con mi mamá y tienen hijos. Cuatro de ellos. Tengo tres
hermanos mayores y una hermana menor, y no tenían idea de que Elijah y
yo existimos.
Pasé toda mi vida creyendo que mi padre era solo un idiota con problemas
para comprometerse, que eligió su carrera sobre su familia, pero nunca
fuimos su familia. Fuimos un error que trató de ocultar.
Ya no está con su esposa. Ella descubrió que él tenía una aventura, otra,
el pedazo de mierda, y lo echó. Quién sabe cuántas mujeres más ha habido. Y
Dios, mi madre era una de ellas.
Hubo un momento horrible, justo antes de que se lo dijera, cuando me
pregunté si ella lo sabía y me lo ocultó, pero estaba aún más sorprendida que
yo. Sospechaba que pasaban muchas más cosas de las que le había dicho y
sabía que era un mentiroso crónico, pero no sabía que estaba casado.
Una parte de mí desea que nunca hubiera tenido que averiguarlo. Está
devastada. La he visto molesta antes, pero nunca la había visto tan rota. Es
terrible. Quiero ayudar, pero sinceramente no tengo ni idea de qué hacer.
Supongo que hay buenas noticias en todo esto. Mis medios hermanos
parecen geniales. Roland, el mayor, rescató por completo a mi madre. Se
aseguró de que se pagaran todas las facturas médicas de Elijah, así como así.
Ella discutió con él al respecto. Un montón, pero él no cedió. Creo que todos
son buenas personas, lo que significa que ninguno de ellos se parece al idiota
que nos engendró. Así que eso es algo.
Ahora tenemos que decidir cómo explicarle todo a Elijah. No sé cómo hacer
que un niño pequeño entienda algo así. No tiene ningún recuerdo de nuestro
padre, pero él sabe que algo está pasando. El chico es demasiado inteligente.
Honestamente, probablemente no le estemos dando suficiente crédito.
No estoy segura de lo que va a pasar ahora. Me gustaría conocer a mi
hermana y hermanos. Después de todo, estamos relacionados. De una manera 105
extraña, somos familia. Pero no estoy segura de cuánto quieren llegar a
conocerme. No me malinterpretes, no han sido más que amables conmigo,
pero es tan complicado. Ya estaban lidiando con las consecuencias de
descubrir que su padre había estado engañando a su madre y luego aparecí
yo.
Sé lo que dirías si estuvieras aquí. Me dirías que no es mi culpa. Que no
tuve opción en el hombre que me engendró y por supuesto, tendrías razón.
Pero todavía me siento un poco mal. Sea mi culpa o no, el hecho de que existo
ha lastimado a mucha gente. No estoy muy segura de cómo lidiar con eso.
Te echo de menos,
Grace
Capítulo 11
106
Asher
Había algo desconcertante en estar en un lugar tan familiar cuando
me sentía tan diferente, incluso una semana después de llegar a casa.
Tal vez la Abue tenía razón y solo necesitaba tiempo. Pero al igual
que mi ropa vieja, parecía que nada encajaba bien.
Me senté en la mesa de la cocina, mirando las ofertas de trabajo.
Tilikum no era exactamente una metrópolis próspera. Las ganancias
son escasas. Un puñado de los puestos de trabajo estaban descartados
simplemente por quién era el dueño de los negocios, dificultades por
ser un Bailey. Un Haven no me habría contratado antes; ciertamente
no lo haría ahora. En cuanto al resto, tendría que arriesgarme y
esperar que alguien me diera una oportunidad.
No por primera vez, me pregunté si debería quedarme.
La noticia de que estaba en casa ya se había extendido por el pueblo
como un incendio forestal en verano. Esa parte no me sorprendió.
Este pueblo ama los chismes, de la forma en que en algunos lugares
aman a un equipo deportivo local. Lo que fue sorprendente fue la
curiosidad que sentían por mí. No era suficiente que la gente supiera
que había vuelto. Querían echarme un vistazo.
La señora Appleton había bajado por nuestro camino privado el
miércoles, alegando que había tomado un giro equivocado. El juez
Turner y su esposa habían hecho lo mismo ayer. Mabel Wheatley
había pasado con narcisos de su jardín, diciendo que pensaba que
disfrutaríamos de las flores recién cortadas, aparentemente
ignorando la masa de flores amarillas que ya estaban floreciendo en
el jardín de la Abue.
La nevera y el congelador de la Abue estaban repletos de comida
que la gente había traído. Cada vez, se paraban en la puerta
agarrando un plato envuelto en papel de aluminio, estirando el cuello
para ver el interior, tratando de echarme un vistazo. 107
La Abue manejó las intrusiones con tranquila diversión, pero
hacían que la ira hierva a fuego lento en mis entrañas. Traté de
ignorarlos.
No me preocupaba que la gente del pueblo apareciera sin previo
aviso con la esperanza de echar un vistazo al ex convicto. Pero había
mucha gente de mi pasado que aún no había visto y no tenía idea de
qué esperar de esos reencuentros.
Sabía por Logan que Matt y Christian todavía estaban en el
departamento de bomberos. Randy se había mudado hace unos años.
Habían estado allí esa noche. Los tres me habían escrito poco después
de mi sentencia, diciendo que pensaban que era una injusticia, que no
debería haber ido a prisión. Sin embargo, todavía no estaba seguro de
cómo me sentiría al verlos de nuevo. Habían estado allí. Lo habían
visto todo.
El jefe Stanley estuvo a mi lado cuando me metí en problemas en la
escuela secundaria, pero entonces habíamos sido un par de niños
exaltados que se peleaban. Esto es mucho más serio y no sabía qué
pensaría del hombre que soy ahora.
La puerta trasera se abrió y entró la Abue. Me saludó con la cabeza
y fue al fregadero a lavarse las manos. Me ayudó que no le diera
mucha importancia a que estuviera aquí, ni me trató como si fuera un
niño otra vez. Siguió con su vida como siempre, como si nada hubiera
cambiado. Me hacía sentir un poco menos incómodo y fuera de lugar.
Mi teléfono sonó con un mensaje y vi el nombre de Grace
parpadear en la pantalla.
Le había enviado un mensaje de texto cuando conseguí el teléfono.
Probablemente no debí haberlo hecho. Necesitaba mantener la
distancia entre nosotros, no fomentar más contacto. Me dije a mí
mismo que solo quería que tuviera mi número. Lo cual era una
estupidez y lo sabía. Podría pedirle mi número a la Abue o a mis
hermanos si necesitaba contactarme.
No estaba tan delirante o fuera de contacto con mis propias
emociones como para negar lo que siento por ella. Había amado a 108
Grace durante la mayor parte de mi vida y siempre lo haría. Pero
volver a casa y a la vida que habíamos comenzado no era una opción.
Tenía demasiados demonios dentro de mí. Violentos. No confiaba en
mí mismo y no sabía si alguna vez lo haría.
Pero soy débil cuando se trataba de ella. Cuando la abracé el martes
por la noche, en el porche trasero, casi me derrumbé. Se había sentido
tan bien, me había tomado cada gramo de fuerza de voluntad que
poseía para alejarme. Para no besarla.
Ahora ella es como una llama a la que no me puedo resistir a
extender la mano para tocarla, aunque supiera que iba a quemarme.
Grace: Algunos de nosotros vamos a pasar el rato en el Caboose
esta noche. Probablemente alrededor de las 8. ¿Quieres venir?
Dejé escapar un suspiro. Rápidamente me di cuenta de que evitar
a Grace por completo no sería posible. No mientras ambos viviéramos
aquí en el pueblo.
Lo que me hizo preguntarme, de nuevo, si debía quedarme.
¿Había una versión de esto en la que Grace y yo pudiéramos volver
a ser amigos?
Tal vez parte de mi transición al mundo exterior debía ser facilitar
una nueva relación con Grace. Le dije que no podía estar con ella. Sabe
lo que pienso. Tal vez aprender a ser amigos era lo que ambos
necesitábamos para finalmente seguir adelante.
Alguien llamó a la puerta principal, interrumpiendo mis
pensamientos.
La Abue me miró.
—Iré yo. Sigue meditando en ese texto.
—No estoy meditando.
—Podrías haberme engañado —dijo mientras pasaba.
Negué con la cabeza y le envié un mensaje de texto a Grace,
diciéndole que estaría allí. También podría darle una oportunidad.
Y si estaba siendo honesto, lo cual no quería ser particularmente, 109
era difícil resistir la tentación de verla.
La voz de la Abue llegó desde el frente de la casa.
—Buenas tardes, Rhonda.
—Buenas tardes. Lamento molestarte, pero me preguntaba…—
Rhonda McDonnel, la conocía como la señora McDonnel, la
bibliotecaria de la escuela, se calló por un segundo y prácticamente
pude escucharla tratando de mirar más allá de la Abue para ver el
interior de la casa.
—¿Te preguntabas qué? —preguntó la Abue.
—Oh… bueno, me preguntaba si podrías darme algún consejo para
mis plantas de tomate.
—¿Qué tipo de problema te están dando?
Puse los ojos en blanco. El chisme es el pasatiempo preferido del
pueblo. La sutileza no lo es. Dudaba que la señora McDonnel tuviera
plantas de tomate. Me levanté y miré por el pasillo hacia la puerta
principal. Me vio y sus ojos se abrieron, sostuve su mirada por un
momento, con el rostro inexpresivo. ¿Quería ver al ex convicto? Bien,
podía mirar.
La Abue dijo algo más, pero no escuché el resto de su conversación
y fui a la nevera a buscar algo para comer.
Otra razón más por la que necesitaba un jodido trabajo. No quería
que la Abue se quedara sin dinero alimentándome.
Cerró la puerta principal y volvió a la cocina, murmurando algo
por lo bajo.
Cerré la nevera.
—¿La señora McDonnel tiene una emergencia en el jardín?
—Tal vez debería comenzar a cobrar la entrada. —Había un filo en
su voz.
—No es una mala idea. Podría compensar tu factura de
comestibles.
110
—Estos entrometidos necesitan encontrar mejores excusas. Plantas
de tomate —resopló—. Mi casa no es un zoológico y tú no eres un
animal en exhibición.
—Está bien, Abue. Lo superarán pronto.
Murmuró para sí misma y tomó un gran tazón rojo del mostrador.
—Vuelvo enseguida. Necesito devolverle esto a Naomi.
—¿Me dejas llevarlo a mí?
Hizo una pausa con el tazón en las manos y no pude leer su
expresión. Curiosidad, tal vez.
A decir verdad, no tenía muchas ganas de entregar el tazón de al
lado. Aún no había visto a la madre de Grace. Pero no quería que la
Abue pensara que la necesitaba para protegerme de todos y
probablemente sería mejor si acabara de una vez.
—Gracias, Oso. —Me lo entregó.
Lo tomé y asentí con un movimiento de cabeza y me fui a la puerta
de al lado.
La casa donde Grace había crecido se veía diferente a como la
recordaba. Es azul, en lugar del gris descolorido. No más pintura
desconchada y el porche había sido reconstruido.
No había autos en el frente, pero si alguien estaba en casa, podría
haber estacionado en el garaje. Me acerqué a la puerta y vacilé con el
puño levantado en el aire para llamar. Por un segundo, casi podía
creer que era como antes. Que todavía era solo un niño que se había
enamorado de la chica de al lado.
Joder, apestaba que ya no lo fuera.
Empujé ese pensamiento a un lado, llamé.
Nadie respondió.
Me pregunté si debía dejar el tazón en el porche o volver más tarde,
esperé unos segundos más. Parecía que había alguien dentro, así que
llamé de nuevo, por si acaso.
111
Escuché el sonido distintivo de pasos y la puerta se abrió.
Un hombre envuelto en una toalla me miró parpadeando, con la
boca abierta como si hubiera estado a punto de decir algo, pero yo no
era quien esperaba. Probablemente andaba por los cincuenta, con el
pelo canoso y una pizca de canas en la barba. Mandíbula cuadrada.
Un borde duro en su mirada.
Santa mierda. Este debe ser Jack Cordero, el esposo de Naomi. El
padrastro de Grace.
—Perdón. —Moví el tazón, sintiéndome incómodo—. La Abue
quería devolver esto.
Se subió un poco la toalla.
—Gracias. Creí que Elijah había vuelto a perder la llave. ¿Debes ser
Asher?
—Sí, señor.
No pude leer su expresión. Me pareció un hombre de pocas
palabras. Después de todo, es un policía.
¿Qué pensará el jefe adjunto del sheriff sobre el ex convicto que
vive al lado?
—Jack Cordero. —Extendió una mano y la tomé en un firme
apretón de manos.
—Asher Bailey. Eres el padrastro de Grace. —Me di cuenta un
segundo demasiado tarde que debí haber dicho el marido de Naomi.
Asintió.
—Lo soy y tú eres el prometido de Grace.
Froté la parte de atrás de mi cuello.
—Lo era, sí.
Por un segundo, no respondió, sólo me miró con sus ojos agudos y
penetrantes.
—Es bueno conocerte finalmente, en persona.
—A usted también. 112
Miré más allá de él, hacia la casa. Incluso con solo un rápido
vistazo, me di cuenta de que el interior también era diferente. Los
muebles habían cambiado y había una gran foto de la boda en la
pared.
Le ofrecí el tazón, ansioso por salir de aquí.
—Disculpe la interrupción.
—No hay problema. —Tomó el tazón—. Naomi está en el trabajo,
así que pondré esto en la cocina.
—Gracias.
Mi espalda se tensó. Sentí unos ojos sobre mí. Supuse que era solo
otra ardilla, pero la descarga de adrenalina hizo que mi corazón se
acelerara.
Jack miró más allá de mí.
—Ahí estás. Hola, amigo.
Me obligué a relajar los puños y miré por encima del hombro. Un
niño con una sudadera con capucha negra estaba parado a unos
metros del porche. El cabello oscuro caía sobre sus ojos azules y tenía
una mochila colgada de un hombro.
Santa mierda. ¿Ese es Elijah?
Está enorme, relativamente hablando. La última vez que lo vi tenía
cuatro años, quizás cuatro y medio. Eso significa que ahora tiene
once.
La mirada del niño pasó de Jack a mí antes de regresar al piso
rápidamente.
—¿Te acuerdas de Asher? —preguntó Jack.
Elijah se encogió de hombros. Sin levantar la vista, pasó junto a mí
y entró en la casa.
Jack dejó escapar un suspiro y no me perdí el destello de frustración
en su expresión.
—Debería ver si necesita ayuda con su tarea.
113
—Sí, por supuesto.
—Gracias. Es bueno conocerte.
—A usted también.
Asintió y cerró la puerta.
Salí y caminé por el césped hasta la casa de la Abue con una extraña
sensación de inquietud en el estómago. Ese no era el niño que
recordaba. Elijah había sido enérgico y lleno de preguntas, no callado
y hosco.
Tal vez era solo su edad. Probablemente yo había sido similar
cuando tenía once años.
Aunque cuando tenía once años todavía me estaba recuperando de
la pérdida de mis padres.
Solo lo había visto por menos de un minuto, pero había algo en sus
ojos, un destello de ira. No estaba seguro de si me recordaba, así que
no sabía por qué estaba enojado y tal vez me lo había imaginado o tal
vez solo era un niño enojado. Ciertamente puedo entenderlo, también
lo había sido.
Tanto había cambiado y no podía evitar sentir que no todo había
sido para mejor.
Capítulo 12
114
Grace
Cara y yo llegamos al Caboose un poco temprano. Le dije que
quería asegurarme de que tuviéramos una mesa. El inusual
restaurante y bar con temática ferroviaria era un lugar popular,
especialmente para aquellos de nosotros que no queríamos pasar el
rato en los bares universitarios. Los sábados por la noche solían estar
llenos.
Pero realmente, solo quería asegurarme de llegar antes que Asher.
Tuve una fantasía ciertamente tonta de que él entrara, me viera y
pensara que me veía bien. No solo bien. Quería que pensara que me
veía increíble. Esperaba que echara un vistazo y recordara cómo se
sentía mi cuerpo atrapado debajo de él.
Era justo. Cada vez que lo veía, mi mente se dirigía a ese cuerpo
duro y musculoso suyo y lo que podría hacerme con él. Solo quería
devolverle el favor.
No me había pasado de la raya con el atuendo. Una chaqueta
liviana sobre una camiseta sin mangas negra, jeans y tacones bajos.
Me había puesto este conjunto muchas veces cuando salía con Cara.
Si quitarme la chaqueta significaba mostrar un poco de piel extra,
bien, podría hacer calor aquí en una noche de primavera.
Cara recibió nuestros gin tonics de Hank en el bar y encontramos
un lugar cerca de las mesas de billar. Como supuse, ya se estaba
llenando. Seguí adelante y me quité la chaqueta.
—¿Cómo va todo, mi pequeño y hermoso girasol? —preguntó
Cara. A diferencia del mío, su atuendo no era ni un poco discreto. Su
camiseta sin mangas, suelta y plateada tenía tirantes finos, y nadie
podría decir si llevaba sostén; falda corta, tacones de aguja negros,
brillantes. Labios rojos. Todo muy Cara.
Levanté un hombro mientras tomaba un sorbo. 115
—No terrible. ¿Tú?
—Estoy bien. Aún llevas el anillo.
—¿Lo llevo? —Extendí la mano—. No me había dado cuenta.
—Sabelotodo. ¿Así que todavía estás comprometida?
—No necesitamos hablar de eso en este momento.
Frunció los labios alrededor de la pajilla y tomó un sorbo.
—Bien. Lo dejaré pasar por el momento, pero ¿puedo interrogarlo
cuando llegue?
—No.
—¿Por qué no?
—Porque no quiero que seas una mamá oso esta noche. Dale un
descanso.
—Sabes cuál es el problema, ¿no? Nunca deberías haberte
comprometido sin mi bendición.
—No te conocía cuando me comprometí.
—¿Eso qué? Deberías haber esperado. —Tomó otro sorbo—. Está
bien. Estoy dispuesta a evaluar su idoneidad después del
compromiso, particularmente porque de todos modos solo estás
comprometida.
—Gracias a Dios por eso —dije, con tono irónico.
Me dedicó una sonrisa.
—Te ves hermosa. ¿Estás segura de que esto no es una cita?
—Sí, estoy segura.
—La relación más rara de la historia.
Tenía un punto. Era extraño llevar un anillo de compromiso y
encontrarme con mi prometido en un bar y, sin embargo, no me hacía
ilusiones de que se tratara de una cita. Mencioné específicamente
algunos de nosotros cuando le envié un mensaje de texto, para que
no pensara que estaba tratando de engañarlo para que hiciera algo. 116
Sin movimientos bruscos.
Así que esta noche no es una cita. Somos solo unos amigos pasando
el rato en un lugar donde habíamos estado cientos de veces antes y
tal vez una oportunidad para que empecemos a conocernos de nuevo.
Esperaba que el ambiente informal pudiera animar a Asher a relajarse
y abrirse un poco.
—Simplemente no lo vuelvas incómodo —le dije.
Sus ojos se abrieron con fingida sorpresa.
—¿Yo?
—Sí, tú.
—Bueno, Grace, ¿qué quieres decir? —preguntó con un falso
acento de dama sureña.
—Ya le dije que un grupo de nosotros estábamos pasando el rato y
no sé si tú y yo calificamos como un grupo. Pensé que al menos un
par de sus hermanos estarían aquí esta noche para ayudarme a
convertir esto en una situación de grupo.
Señaló hacia la barra.
—Evan está aquí.
Evan está aquí. Se sentó en un taburete, bebiendo una cerveza. A
pesar de que el Caboose se estaba llenando, los taburetes a ambos
lados de él estaban vacíos. Es imponente y no solo por su tamaño. Su
ceño oscuro estaba perpetuamente fruncido en una mirada que tendía
a crear un halo de espacio a su alrededor.
—Confesión —dijo Cara—. Me follaría a Evan, totalmente.
Lo miré a él y luego a ella.
—¿En serio?
—Oh sí.
—¿Desde cuándo te gusta Evan?
—No me gusta. Es un idiota total. También me follaría a Levi, otro
idiota, pero igual me lo tiraría. 117
Mi boca se abrió.
—¿Te acostarías con Levi? ¿Te das cuenta de que él y Logan tienen
ADN idéntico?
—¿Y qué?
—Logan es mucho más agradable y más divertido.
—Puedo diferenciar entre el príncipe imbécil y sus hermanos,
incluso su gemelo. No digo que vaya a acostarme con ninguno de
ellos. Solo eso, en teoría, lo haría.
—¿Por qué estamos hablando de qué Bailey te follarías,
teóricamente?
Se encogió de hombros.
—Porque Evan está allí luciendo malvado y me hizo pensar en
sexo.
—Necesitas mucha terapia.
—He recibido mucha terapia, pero probablemente tengas razón,
yo… —Se detuvo, con la boca aún abierta y los ojos muy abiertos—.
Mierda santa.
—¿Qué?
Miré por encima del hombro y, en un instante, supe exactamente
qué había llamado su atención. O más bien, quién.
Asher estaba de pie junto a la puerta, sus ojos escaneando el
restaurante. Aunque parecía que finalmente había conseguido algo
de ropa que le quedaba bien, sus brazos tatuados todavía
amenazaban con abrir las costuras de su camisa. Frunció el ceño y
entrecerró los ojos, como si estuviera evaluando el potencial de todos
como adversarios.
—¿Es él? —preguntó Cara.
—Sí.
—No me dijiste que era tan jodidamente intimidante. Creo que el 118
tipo de azul de allí se acaba de orinar en los pantalones.
Me volví para verla y me reí.
—Cállate.
—Ahora lo entiendo. Si has estado esperando siete años por eso,
valió la pena.
—Vale la pena porque es mi mejor amigo y lo amo. —Mis ojos
recorrieron las duras líneas de su cuerpo—. Pero sí, el resto tampoco
está mal.
Tiene razón, es intimidante. Al igual que su hermano, no es solo su
tamaño. Exuda algo: poder y fuerza, incluso peligro. Su postura dice
que está listo para cualquier cosa, sus ojos penetrantes y su
mandíbula cincelada envían un mensaje claro. No jodan conmigo.
Evan se levantó para encontrarse con él y los dos intercambiaron
un rápido abrazo. Eso fue interesante. Evan no era un abrazador.
Hablaron por un momento y las personas a su alrededor se movieron
nerviosamente en sus sillas, lo que casi me hizo reír. La mayoría de
las personas aquí eran lugareñas. Incluso si no conocían
personalmente a Asher y Evan, probablemente conocían a alguien
que sí. ¿De qué tenían miedo?
Los ojos de Asher recorrieron la barra de nuevo, aterrizando en mí.
La electricidad crujió entre nosotros y las mariposas en mi
estómago volaron. No había sentido este tipo de hormigueo
anticipado en mucho tiempo.
Se sintió bien. Realmente bien.
Cruzó la distancia hasta nuestra mesa, su mirada fija en mí. Evan
volvió a la barra, pero apenas me di cuenta. Este lugar podría haber
estado ardiendo en llamas a mi alrededor y yo no habría tenido ni
idea.
—Hola. —Sus ojos ardían, pero pareció contenerse. Miró hacia otro
lado y cuando su mirada volvió, estaba de nuevo en guardia.
Pero lo había visto y ese pequeño atisbo de deseo fue suficiente
para alimentar mi resolución.
119
—Me alegro de que hayas venido. —Me estiré por encima de la
mesa y le di un codazo a Cara, que lo miraba con la boca abierta—.
Esta es mi amiga, Cara Goulding.
—Hola.
—Así que de eso se trata todo este alboroto —dijo Cara, mirándolo
abiertamente de arriba abajo.
Empujé la silla a mi lado lejos de la mesa.
—¿Quieres sentarte?
—Claro.
Tomó asiento, apoyando los antebrazos sobre la mesa. Cara lo miró
como si estuviera analizando la iluminación para una foto de
Instagram: la cabeza inclinada, el dedo tocándose los labios.
—¿Te detendrás?
Levantó las cejas.
—¿Qué estoy haciendo?
—Escudriñando.
—Grace, este es el misterioso Asher Bailey. He esperado años por
esto. Debo decir que las mujeres de Tilikum deberían estar celosas. Es
muy posible que hayas elegido al mejor hermano.
Asher me miró con el ceño fruncido. Parecía confundido.
—No te preocupes por ella. Te dirá que no tiene filtro, pero en
realidad le encanta decir cosas provocativas para sorprender a la
gente. O para llamar la atención.
Cara se recostó y tomó un sorbo de su bebida.
—Es tan lindo cómo me amas por quien soy.
Evan se acercó con dos cervezas y colocó una frente a Asher, luego
sin contemplaciones giró una silla y se sentó a horcajadas sobre ella.
Me saludó levantando la barbilla.
120
—Hola, Evan.
—Entonces, Asher, ¿cómo estuvo la prisión? —preguntó Cara.
Le lancé una mirada.
—¿Quién diablos eres? —preguntó.
Sus labios se curvaron en una sonrisa y giró la pajilla entre el pulgar
y el índice.
—La mejor amiga de Grace. Confidente. Un hombro en que llorar.
Asher la miró fijamente, pero Cara no se inmutó. Se miraron
durante un largo momento, como si se estuvieran midiendo el uno al
otro. La tensión hizo que mi espalda se tensara. Parecía que dos de
las personas más importantes de mi vida estaban a punto de decidir
si se odiarían o no.
—La prisión fue una mierda —dijo finalmente.
—Entonces me alegro de que estés fuera. —Cara levantó su bebida.
Después de un segundo de vacilación, él chocó su cerveza contra el
vaso de ella y ambos tomaron un sorbo.
Dejé escapar un suspiro. Eso fue un alivio. Realmente no había
pensado en lo que sucedería si Asher y Cara no se llevaban bien, pero
era una complicación que no necesitaba. No estaba segura de lo que
acababa de pasar entre ellos, pero si eso significaba que estaban
dispuestos a aceptarse, me sentí agradecida.
Dejó la botella y miró a su alrededor.
—Este lugar se ve igual.
—No ha cambiado mucho. Hank podría haber agregado un nuevo
modelo de tren o dos.
—Los aros de cebolla siguen siendo los mejores —dijo Evan.
—¿Era terrible la comida en la prisión? —preguntó Cara.
Empecé a decirle que se callara, pero Asher no parecía
desconcertado.
—Fue bastante mala. 121
—¿Qué fue lo peor? No la comida, quiero decir en general.
Dudó, como si estuviera contemplando si responder, luego tomó
un trago de su cerveza.
—No quieres saber.
Evan observó a su hermano, pero su expresión era imposible de
leer. No dijo nada, solo dejó su cerveza en la mesa.
Una linda rubia con una chaqueta rosa se acercó a nuestra mesa y
se detuvo junto a Evan. Le apretó los hombros y se mordió el labio
inferior.
—Hola. Lo siento, no quería interrumpir, pero eres Evan Bailey,
¿verdad?
Los ojos de Evan se movieron de arriba abajo, como si la estuviera
evaluando rápidamente. Desvió la mirada y tomó un largo sorbo de
su cerveza.
—Sí.
Miró por encima del hombro. Otras tres chicas en una mesa al otro
lado de la barra observaban, probablemente sus amigas. Ellas
asintieron con ánimo y una le dio un entusiasta pulgar hacia arriba.
—Hum… —Jugueteó con algo en sus manos—. Probablemente no
me recuerdes, pero hiciste algunos trabajos en el auto de mi papá.
Llegué con él cuando lo recogió la semana pasada. Soy Jill.
Evan no levantó la vista. Solo gruñó.
Su sonrisa vaciló, pero solo por un segundo. Sus ojos se iluminaron
y respiró hondo.
—Realmente nunca había hecho esto antes, pero pensé que tal vez
te gustaría pasar el rato en algún momento.
Deslizó un pequeño trozo de papel sobre la mesa frente a él, nos
vio nerviosamente. Su dedo presionó contra el papel por otro
segundo, como si fuera una pieza de juego y no estuviera lista para
dejarlo ahí y terminar su turno. Con otro suspiro rápido, lo soltó y se 122
enderezó.
—Entonces, ese es mi número. ¿Envíame un mensaje de texto o
llámame?
Evan apenas reconoció el trozo de papel. Tomó otro trago y dejó la
cerveza sobre la mesa.
—Ajá.
Me sentí mal por la pobre chica. Se veía tan dulce y esperanzada.
No sabía cuál era el problema de Evan, pero lo había visto rechazar a
las chicas antes. Especialmente cuando se veían así, alguien con quien
un chico podría salir.
—Está bien, bueno, gracias. Que tengan una buena noche. —Con
otra brillante sonrisa, saludó y luego prácticamente saltó hacia sus
amigas.
—Era linda —le dije.
Se medio encogió de hombros, como si estuviera aburrido de todo
el asunto.
—Por supuesto.
—¿Vas a llamarla?
Su frente se arrugó y me miró como si acabara de sugerir algo
idiota.
—No.
—¿Por qué no? Parecía agradable.
—Todas parecen agradables. —Dejó su cerveza y se puso de pie—
. Tengo que irme. Nos vemos Ash. Grace.
Sin otra palabra, se fue.
Lancé una mirada rápida a la chica. Estaba mirando nuestra mesa,
su expresión afligida. Evan no solo había dejado su número a la vista,
sino que había dejado su cerveza al otro lado, como para asegurarse
de que viera que no se lo había llevado.
—Bien hecho, Evan —murmuré.
123
—¿Qué fue eso? —preguntó Asher.
—No sé. Aparentemente es demasiado melancólico y misterioso
para ser amable con una chica.
—¡Eh!
Cara frunció los labios alrededor de la pajilla y luego miró su
bebida con fastidio.
—Necesito otra. ¿Alguien más?
—Estoy bien por ahora —le dije.
Asher negó con la cabeza, por lo que Cara se levantó y fue a la
barra.
—Tu amiga es rara.
—¿Cara? Oh, lo sé. Toma un poco de tiempo acostumbrarse a ella.
Pero debajo de sus payasadas, tiene un corazón de oro. Simplemente
no deja que mucha gente lo vea.
Como si fuera una señal, Cara llamó mi atención. Me hizo un guiño
dramático antes de señalar hacia las mesas de billar.
Dándome algo de tiempo a solas con Asher. Dios, la amaba.
—¿Era solo yo o parecía que ella y Evan no podían verse? —
preguntó.
—¿También lo notaste? Dios mío, es la cosa más rara.
—¿Pasó algo entre ellos?
Negué con la cabeza.
—No. Siempre han sido así, desde la primera vez que se
conocieron. Es igual con Levi, como si se ignoraran pasivamente.
Supongo que es mejor que con Logan, se odian activamente uno al
otro.
—¿En serio?
—Oh sí. No pueden pasar diez segundos sin pelear. Creo que está
124
por aquí en alguna parte, así que espero que ambos puedan portarse
bien.
—¿Se lleva bien con alguien además de ti?
Me reí.
—Sí, se lleva bien con otros. Ella y Gavin se llevan bien. No lo
ignora, al menos, aunque él es como un cachorro que no te deja en
paz hasta que le rascas detrás de las orejas. No permite que la gente
lo ignore.
La boca de Asher se torció en un atisbo de sonrisa.
—Ese niño.
Solo esa contracción de sus labios hizo que mi corazón se hinche.
—Lo sé. Está loco, pero lo amamos.
El ruido en el bar crecía a medida que se llenaban las mesas. La
mirada de Asher vagó y me moví nerviosamente en la silla. La gente
lo miraba fijamente. No todos, pero bastantes como para que se
notara. Me dieron ganas de ir a arrojar bebidas en todas sus estúpidas
caras.
—Tranquila, tigresa —dijo Asher.
—La gente está mirando.
—Sí. —Tomó otro trago—. Supuse que lo harían.
—¿No te molesta?
Se encogió de hombros.
—No puedo hacer mucho. No es como si pudiera arrastrarlos
afuera y darles una paliza.
Empecé a reír, pero su rostro estaba muy serio. No estaba segura
de que estuviera bromeando.
—Entonces, ¿es este un sábado por la noche típico para ti? —Dejó
su botella vacía sobre la mesa.
—Más o menos. No siempre salgo, sobre todo desde que compré la
casa. He pasado muchas noches con un martillo o un rodillo de
125
pintura en lugar de una bebida.
—Has tenido ayuda, sin embargo, ¿verdad?
—Sí, algo, particularmente con las cosas grandes. Gavin todavía
insiste en que tiene cicatrices por limpiar arbustos de moras.
Se quedó en silencio por un momento, sus ojos fijos en la botella de
cerveza. Le dio la vuelta ociosamente un par de veces.
—Si necesitas ayuda con algo, házmelo saber.
Mi corazón hizo una pequeña danza de la victoria, pero traté de
mantener mi expresión mesurada.
—Eso sería genial. Gracias.
Sus ojos recorrieron la barra de nuevo.
—Probablemente debería regresar a casa.
Mi oleada momentánea de felicidad cayó igual de rápido.
—¿Estás seguro?
—Sí. Sé que es temprano, pero no he estado durmiendo bien,
exactamente. Estoy un poco agotado.
—Está bien, fue bueno verte.
—A ti también. —Se puso de pie—. ¿Tienes como regresar a casa?
—Sí, vine con Cara. Está por aquí en alguna parte.
Asintió.
—Bueno. Buenas noches, Grace.
—Buenas noches.
Dudó por un segundo y pensé que tal vez cambiaría de opinión.
Pero dio media vuelta y se alejó.
Me hundí lentamente en la silla, sin saber muy bien cómo sentirme.
No se había quedado mucho tiempo, pero al menos había venido y
no había sido forzado o incómodo.
Pero había sido terriblemente amistoso.
126
—Oye G.
Jadeé cuando Logan se dejó caer en la silla a mi lado.
—Maldita sea. Me asustaste.
—Tenías la mirada tan perdida en la distancia que no pude
resistirme.
—Gracias. —Rodé los ojos.
—En cualquier momento. ¿Entonces qué pasó? ¿Ya lo asustaste?
—Dijo que estaba cansado. Además, la mitad de los imbéciles de
aquí se quedaron mirándolo.
Logan lanzó una mirada alrededor del local.
—Hijos de puta. Estoy decepcionado de que se haya ido. Estaba a
punto de venir aquí y empezar a coquetear contigo para ponerlo
celoso.
Me reí.
—Oh sí. Gran plan.
—¿No crees que funcionaría?
—No.
—Subestimas enormemente mis habilidades de flirteo. Podría
haberlo tenido echando humo de celos. Hacer que se vuelva posesivo
como un hombre de las cavernas.
Aparté la mirada, esperando que mis mejillas no estuvieran
sonrojadas. Asher comportándose como un cavernícola posesivo
conmigo sonaba demasiado bien en este momento.
—Sí, bueno, estoy bastante segura de que está tratando de ponerme
en la zona de amigos.
—Dios, la prisión lo jodió más de lo que pensaba.
—Sí, ¿verdad? ¿Quién no querría todo esto? —Me señalé a mí
misma.
127
—De eso estoy hablando. Sé que estás madurita, pero no estás mal
para tu edad.
Le di un puñetazo en el brazo.
—Idiota.
Solo me sonrió.
—Me debes un trago por eso.
Gimió, como si acabara de pedirle que arreglara un agujero en mi
techo.
—Bien. ¿Qué estás bebiendo?
—Gin tonic.
—Está bien. Reemplazaré al Bailey que debería comprarte bebidas
esta noche y ni siquiera esperaré que me coquetees.
—Eso es bueno porque prefiero a los hombres, no a los niñitos.
—¡Ay! —Puso una mano en su pecho—. Y maldita sea, ni siquiera
puedo presumir de lo grande que es mi pene, porque eres tú y eso es
demasiado raro.
Me reí mientras iba al bar. Tal vez esta noche no había terminado
con Asher acompañándome a mi auto, cediendo a sus sentimientos y
besándome como el demonio. No es que hubiera estado fantaseando
con eso todo el día, pero no había estado mal. Salimos. Hablamos un
poco. Había sido agradable.
No estaba segura de poder llamarlo un paso adelante, pero al
menos no fue un paso atrás y a este punto, tal vez eso fue una victoria.
Querido Asher:
Si alguna vez te digo que tengo planes de volver a ir de mochilera con tus
hermanos, por favor pega esta carta en mi cara. ¿Cinco días en el desierto
con cuatro Bailey? Increíble. Tus hermanos son animales en las mejores
condiciones, pero en su hábitat natural son absolutamente ridículos. La Abue
trató de advertirme, pero por supuesto no la escuché. 128
En realidad, nuestro viaje fue increíble, a pesar de que tus hermanos son
asquerosos. Entrené para poder llevar mi equipo, así que eso no fue un
problema. Sin embargo, los pies me dolían muchísimo, especialmente el
segundo día. Me desperté y ya me dolían los pies, así que recorrer otros
quince kilómetros fue brutal.
Pero al final de ese día, me sentí como una guerrera. Les seguí el ritmo y
no renuncié.
Creo que algo nos pasó a todos el segundo día. El primer día, teníamos el
ánimo por las nubes; hablábamos y bromeábamos. El día dos, estuvimos
tranquilos. Incluso Logan y Gavin, lo que resultó muy raro. Era como si
todos estuviéramos examinándonos a profundidad para saber si teníamos lo
que hace falta. En el día dos, todavía sientes que tienes mucho camino por
recorrer, pero ya estás cansada y dolorida, y te preguntas si realmente estás
hecha para esto.
Pero en la mañana del tercer día, algo fue diferente. Creo que en parte
todos nos sentimos un poco mejor. Como si hubiéramos superado el dolor
inicial y nuestros cuerpos se estuvieran adaptando, pero también hubo un
cambio mental. Casi no puedo explicarlo.
Evan sonrió, realmente sonrió, más de una vez. No puedo recordar la
última vez que lo vi hacerlo.
Lo vi en Logan también. Se relajó. Era como si no necesitara llenar cada
silencio o asegurarse de que alguien siempre lo estuviera mirando.
Gavin estaba más tranquilo de lo que jamás lo había visto. Fue
espeluznante, en realidad. No es como si no tuvimos que evitar que se
suicidara al menos una docena de veces. Intentó atrapar una serpiente de
cascabel, Asher. ¿Por qué tienta a la muerte? Pero en general, estuvo más
tranquilo de lo normal.
Hablando de sonreír, cuando paramos para almorzar ese día, Levi hizo una
broma. ¿Puedes creerlo? No pensé que recordara cómo. Olvidé lo divertido
que podía ser.
No sé qué era. Tal vez estar lejos de todo sin distracciones. Afuera, al aire
libre bajo ese enorme cielo azul, las montañas a nuestro alrededor. O tal vez
la Abue tenga razón y todos ustedes sean un montón de animales salvajes. 129
Tal vez estaba viendo a los hombres Bailey como deben ser, salvajes y libres.
Fuera lo que fuera, había algo de magia ahí fuera. Fue una caminata
agotadora y dormir en el suelo apesta, pero lo haría de nuevo en un
santiamén, especialmente si estuvieras allí. Me encantaría ver qué te haría el
desierto. Si te abriera y liberara como lo hizo con ellos.
Tal vez algún día lo experimentemos juntos.
En cualquier caso, no solo sobreviví, salí vencedora. Ahora estoy feliz de
estar en casa y una cama nunca se había sentido tan bien.
Te amo,
Grace
Capítulo 13
130
Asher
A veces era molesto como el infierno lo rápido que se podía correr
la voz en este pueblo. Aunque el número de personas que pasaban
por la casa de la Abue para mirarme disminuyó, no podía ir a ninguna
parte sin que me siguieran susurros y miradas. El tren de los chismes
estaba rodando. Los rumores iban desde un motín en la prisión que
condujo a mi fuga, no tengo idea de cómo se les ocurrió eso, ya que
no estaba escondido, hasta que mi familia era secretamente rica y
sobornaba al gobernador.
Mi favorito era la especulación de que nunca había estado en
prisión, que en realidad era un espía y había estado en una misión
encubierta prolongada en el extranjero.
A la gente de por aquí siempre le había gustado inventar historias
fantásticas, así que no estaba seguro de si alguien realmente creía
todas esas tonterías, pero alimentó la curiosidad del pueblo.
Sin embargo, a veces correr la voz podría funcionar a mi favor. Por
ejemplo, después de que la Abue me envió con mi tía abuela Tillie
para arreglar algunas cosas que, según ella, habían estado en la lista
de cosas por hacer de mi tío abuelo Fred durante una década,
comencé a recibir llamadas. Una semana después, tenía suficiente
trabajo como para considerarme empleado.
Convertirme en el reparador local no había sido exactamente el
plan. Pero era una forma de recuperarme y me gustaba que no
hubiera demasiado compromiso. Aunque estaba tratando de
adaptarme de nuevo a la vida en Tilikum, todavía tenía dudas.
Muchas. No quería que nada me atara en este momento.
Pasé la mayor parte del día en la casa de Mitch y Darcy Benson,
instalando una nueva puerta corrediza. Mitch llegó a casa a mitad del
día y me vio con recelo por un rato. No estaba seguro de si se sentía
amenazado por el hecho de que tenía a un ex convicto en su casa o si 131
no le gustaba que su esposa hubiera llamado a otra persona para
hacer el trabajo. Intercambiamos unas cuantas miradas y me dejó en
paz, pero no había sido exactamente agradable.
Tal vez me quede con viejecitas como clientes. Lo peor que hicieron
fue mirar boquiabiertas mis tatuajes y tratar de darme galletas.
Mi camino a casa me llevó a través del pueblo. Las nubes oscuras
se acercaban y el aire olía a lluvia. Pasé por la Steaming Mug y mi
mirada se demoró en la cafetería mientras pasaba lentamente. Solo un
vistazo al lugar donde trabaja Grace y de repente mi mente se llenó
de ella.
Es la luna para mi océano. No puedo escapar de su gravedad.
Pero luchaba contra ello como un loco. Tengo que hacerlo.
La otra noche en el Caboose, estuve peligrosamente cerca de
rendirme. De nuevo sentado a su lado, escuchando su voz, nuestras
piernas se rozaban debajo de la mesa y casi me derrumbé. Estuve a
un segundo de llevarla a mi camioneta y follarla allí mismo en el
estacionamiento.
Había pasado tanto tiempo.
En cambio, me fui y había sido la decisión correcta. No podía dejar
que eso sucediera. Solo terminaría lastimándola más de lo que ya lo
había hecho.
Desde entonces, mantuve mi distancia. Ella llegaba a casa de la
Abue para la cena de los martes, pero me quedaba en la cocina,
rodeado de mis hermanos todo el tiempo. No quería arriesgarme a
estar a solas con ella. Estar solos de nuevo en el porche trasero sería
una receta para la tentación que no sabía si podría resistir.
Aparte de eso, no la había visto. Nos enviamos unos mensajes de
texto, pero evité hacer planes con ella. Todavía no sabía si lo que
estaba intentando era posible, si podíamos vivir vidas separadas, uno
al lado del otro en el mismo pueblo y tal vez fue un error de mi parte
quedarme. Tal vez estaba haciendo más difícil que me olvide, solo
por estar aquí.
132
Algo en medio del camino me llamó la atención y pisé los frenos
para evitar golpearlo. Salí disparado hacia adelante contra el cinturón
de seguridad y mis manos apretaron el volante.
Harvey Johnston se levantó lentamente y se ajustó el sombrero de
vaquero. Sonrió y levantó la mano en un gesto.
Bajé la ventanilla y me asomé.
—Harvey, ¿qué haces en la calle?
Giró en un círculo lento.
—¿Lo estoy?
—Sí, compadre. ¿Perdiste algo?
Frunció el ceño y se palpó a sí mismo, como si estuviera buscando
algo. Una sonrisa cruzó su rostro. Metió la mano en el bolsillo de su
chaleco de cuero y sacó una pequeña botella de spray.
—La encontré.
—¿Qué es eso?
—Repelente de ardillas —dijo, triunfante. Se quitó el sombrero y
caminó hacia la acera.
Riendo, negué con la cabeza y seguí conduciendo.
Extrañaría este lugar si me fuera.
Pasé por el gimnasio donde solía entrenar y, por capricho, me
detuve y estacioné. Había pasado al menos una docena de veces, pero
no había entrado. Mi vida como luchador se había desarrollado allí.
Para un niño con mucha ira que superar, había sido una salida muy
necesaria.
Pero las habilidades que había aprendido allí también habían sido
una de las razones por las que me enfrenté a la cárcel.
Miré mis manos, flexionándolas un par de veces. Mis nudillos
estaban casi curados y el corte en mi frente era apenas una costra. Las
marcas que tenía de años de lucha se habían desvanecido, las
cicatrices se volvían más difíciles de ver. Desafortunadamente, las del 133
interior no se habían ido a ninguna parte.
Apreté los puños de nuevo, pensé en la última vez que golpeé algo.
Había pasado un tiempo y a pesar de lo jodido que estaba, una parte
de mí lo extrañaba.
Los demonios querían que los dejaran salir.
Por eso no iba a ir a ese gimnasio para pedir empezar a entrenar de
nuevo. Mis días como luchador habían terminado.
Pero necesitaba un lugar para hacer ejercicio. Había otro gimnasio
cerca de la universidad, pero era uno de esos lugares de cadena. No
necesitaba filas de cintas para correr y música pop repetitiva
reproducida por el sistema de altavoces. Necesitaba un lugar para
levantar pesas.
Entré y me recibieron los olores familiares de goma y metal. Un
lado del gimnasio tenía un área de entrenamiento con pesas, con
estantes para sentadillas, bancos y pesas libres. Eso era lo que
buscaba. Había hecho mucho ejercicio en prisión y no quería perder
mi fuerza.
El otro lado tenía colchonetas de práctica abiertas, un cuadrilátero
de boxeo acordonado y una jaula de artes marciales mixtas en la parte
de atrás. Sacos de boxeo colgados de cadenas de acero. Un entrenador
trabajaba con una clase pequeña en una de las colchonetas de agarre
y un par de muchachos entrenaban en el cuadrilátero.
Nunca había pensado en las artes marciales mixtas como algo más
que un pasatiempo, incluso cuando participaba en torneos.
Simplemente había disfrutado el desafío físico y mental, y me había
enseñado mucho.
Pero en prisión, pelear se había convertido en algo diferente para
mí. Algo oscuro y peligroso. Algo en lo que ya no confiaba.
Aparté la mirada de las colchonetas y encontré a alguien que
trabajaba allí. Me consiguió una membresía para que pudiera entrar
y levantar pesas y aunque no me estaba poniendo los guantes de
nuevo, me pareció un paso en la dirección correcta para hacer esto 134
por mí mismo. No era mucho y todavía vivía con la Abue por el
momento, pero era algo.
Estaba anocheciendo cuando me fui. Las nubes tapaban cualquier
rastro del cielo que se oscurecía y las primeras gotas de lluvia
golpeaban contra el asfalto. Parece que se avecinaba una tormenta.
Caminé por la cuadra hasta mi camioneta, jugueteando con las
llaves en mi bolsillo. La calle estaba vacía, como si todos hubieran
entrado corriendo ante la amenaza de lluvia. Pero antes de llegar a la
mitad del camino, mi espalda se tensó y un escalofrío me recorrió la
columna.
Ojos. Alguien me estaba mirando.
Reduje el paso, esforzándome por escuchar. ¿Había pasos detrás de
mí o era solo la lluvia? Enormes gotas salpicaron mis brazos y
gotearon en mi cabello. Mi corazón se aceleró y mi cuerpo hormigueó
con adrenalina. Apreté los puños, hundiendo los dedos en mis
palmas.
Me detuve al lado de mi camioneta y me di la vuelta, mi brazo ya
estaba tensado y listo para abatir a un hijo de puta.
Nada. La calle estaba vacía. Ni siquiera una maldita ardilla.
Un trueno retumbó en la distancia y la lluvia me golpeó, cayendo
con fuerza ahora. Entrecerrando los ojos ante la luz menguante,
busqué, pero no vi a nadie. ¿Me lo había imaginado? ¿O alguien había
estado mirando? Lentamente, bajé el brazo.
Me sentía inquieto, me subí a la camioneta y conduje a casa.
Los limpiaparabrisas apenas podían seguir el ritmo del aguacero
repentino. Mis ojos alternaban entre mirar el camino y revisar los
espejos, buscando cualquier señal de que me seguían.
Ningún faro destellaba detrás de mí. Traté de relajar mi agarre en
el volante, pero mi corazón todavía latía demasiado rápido. Mis
instintos me gritaron. Tenías que tener ojos en la nuca en prisión, 135
especialmente cuando eras un objetivo constante. No había visto a
nadie, pero había tenido la sensación demasiado familiar de ser
observado.
No sabía lo que significaba, pero no podía ser bueno.
Las ventanas brillaban con luz cuando llegué a casa de la Abue. Me
senté en la camioneta durante unos minutos, con los ojos pegados al
espejo retrovisor, por si acaso, pero nadie más vino por el camino.
Y allí estaba de nuevo, llenando mis pensamientos de la nada.
Grace.
Tuve una visión repentina de llamar a su puerta, empapado por la
lluvia. De ella halándome hacia adentro y quitándome la ropa
empapada para calentarme. Sus manos sobre mí. Su piel presionada
contra la mía.
Los latidos de mi corazón se ralentizan para coincidir con los de
ella.
Jesús. ¿De dónde ha venido eso?
Con una última mirada en el retrovisor, salí de la camioneta. Corrí
hasta el porche delantero para protegerme de la lluvia y casi pisé una
caja que estaba sobre la alfombra de bienvenida. Eso fue raro. No
parecía un paquete que hubiera sido enviado, demasiado endeble. Y
no había ninguna etiqueta de dirección. Solo un sobre con mi nombre
pegado en la parte superior.
Algo me hizo reacio a tocarlo, pero lo recogí y lo llevé adentro.
—¿Oye, Abue?
Su voz procedía de la cocina.
—Hola, Oso.
—¿Sabes quién dejó esto? —pregunté mientras entraba. Dejé la caja
en el mostrador.
La Abue se sentó en la gran mesa con una taza de té y los restos de
su cena. Llevaba un par de anteojos para leer y tenía una novela
gruesa abierta junto a su plato.
136
—¿Dejar qué?
—Esta caja. Estaba en el porche.
—No, no deben haber tocado el timbre.
Miré la caja con desconfianza, saqué el sobre y lo abrí. Había un
trozo de papel dentro. Decía: No es tu cumpleaños, pero pensamos
que podrías disfrutar de un poco de pastel.
Dejé la nota a un lado y, efectivamente, dentro había un pequeño
pastel. Tenía que ser casero. El glaseado de chocolate estaba desigual
y alguien había intentado escribir Asher en azul, pero era sobre todo
un revoltijo de manchas.
—¿Qué mier…
—¿Qué es? —preguntó la Abue.
—Un pastel.
—¿De quién es?
Le di la vuelta a la nota y al sobre para ver si me había perdido algo.
—No sé. No dice.
—¿Es realmente pastel o es otra cosa con glaseado?
—Esa es una muy buena pregunta.
Sin saber quién lo había dejado, podría ser cualquier cosa. Una vez
le enviamos una caja de donas llenas de salsa picante y mayonesa a
uno de los hermanos Haven. Este pastel olía bien, pero no había
forma de que me confiara.
Cogí un cuchillo y lo corté por la mitad. Se sentía como pastel hasta
que topé con algo duro. Trozos grandes cayeron, desmoronándose
alrededor de un objeto, como si hubiera sido horneado con él dentro.
Oh, por el amor de Dios. Rebusqué entre los trozos y saqué una
lima de metal.
Alguien me había dejado un pastel con una lima horneada.
137
La sostuve para mostrársela a la Abue.
—Esto estaba dentro.
La miró por encima del borde de sus gafas.
—Hubiera sido más útil antes de que te dejaran salir de prisión.
No pude evitar reírme.
—¿En serio, Abue?
Solo se encogió de hombros.
Tiene que haber sido uno de mis hermanos. Probablemente Logan,
el hijo de puta. Iba a tener que desquitarme por esto.
—¿Quieres un poco? —pregunté.
La Abue enarcó las cejas.
—Te das cuenta de que probablemente fue uno de esos animales a
los que llamas hermanos quien lo horneó, ¿no?
—Sí. —Me incliné más cerca e inhalé—. Huele a chocolate.
—Como quieras, pero no me arriesgaría.
—Probablemente tengas razón. ¿Estás segura de que no sabes
quién lo dejó?
No levantó la vista de su libro.
—Claro que no.
Ni siquiera había una pizca de humor en su voz. No había indicios
de que lo supiera y me lo estuviera ocultando, pero todavía no estaba
seguro. La Abue era astuta, podría estar involucrada. Nunca
reconoció hacer una broma, pero había captado un brillo divertido en
sus ojos más de una vez.
Saqué mi teléfono y tomé una foto rápida antes de tirar el pastel a
la basura. Iba a enviar un mensaje de texto a mis hermanos y ver si el
perpetrador confesaría, pero sentí el repentino tirón de la gravedad
de Grace. 138
Esto la haría reír. Podría enviárselo solo para hacerla reír, ¿verdad?
Eso no le haría daño.
Yo: Encontré esto en el porche.
Grace: ¿Es una lima? Dios mío, es una broma terrible. No puedo
dejar de reír.
Yo: Mi apuesta está en Logan, pero no descarto a Gavin.
Grace: Probablemente ambos o Levi. Es silencioso al respecto, pero
no dudaría si ve una oportunidad. ¿Qué vas a hacer para vengarte?
Yo: Tendré que pensar en algo.
Grace: Mejor que sea bueno.
Yo: Lo será.
Mis pulgares dudaron sobre las teclas, listos para escribir, ¿quizás
puedo llegar y planearemos su asesinato juntos? Pero me detuve. Bajé
el teléfono.
Esa no fue una buena idea. Hasta que estuviera seguro de que solo
podíamos ser amigos, necesitaba tener cuidado. Cualquier otra cosa
no sería justo para ella.
Y diablos, tampoco sería justo para mí.
Capítulo 14
139
Grace
Por mucho que amaba mi casita, particularmente por lo que
significaba, Cara tenía la casa más genial del pueblo. Cuando se mudó
aquí por primera vez, se lamentó de la falta de lo que llamaba
opciones de vivienda adecuadas. Supongo que cuando creciste en
una mansión, literalmente, toma un tiempo acostumbrarse a la vida
en un pueblo pequeño.
Había encontrado una casa construida en la ladera que daba al río,
justo en el extremo norte del pueblo. Los dueños no habían estado
buscando venderla, pero les ofreció una cantidad ridícula de dinero
por ella. Luego la destruyó y remodeló completamente cada
centímetro.
O, más exactamente, había bebido y admirado al equipo de
construcción mientras remodelaba cada centímetro.
Bien, habíamos admirado al equipo de construcción.
Habían sido seis meses divertidos.
Le envié un mensaje de texto esta mañana para ver si quería hacer
algunos mandados conmigo. No había respondido todavía, pero
decidí venir de todos modos.
Aparqué en su camino de entrada y entré.
—¿Cara?
El piso principal tenía un diseño abierto. Desde la entrada, podía
ver todo hasta la parte trasera de la casa, donde las ventanas que
abarcaban del piso al techo ofrecían una vista increíble del río. Las
vigas de madera oscura en el techo contrastaban maravillosamente
con sus muebles y gabinetes claros.
—¿Cara? —llamé de nuevo—. ¿Estás en casa?
Apareció en lo alto de la amplia escalera con una maleta blanca.
—Hola, conejita de amor esponjosa. No te oí entrar. 140
—¿Vas a alguna parte? ¿O te invité a una fiesta de pijamas y lo
olvidé?
—Tengo que ir a Los Ángeles. —Bajó y dejó la maleta al pie de las
escaleras.
—¿Está todo bien?
Suspiró.
—No según mi madre, pero está loca, así que quién sabe. Está
pasando por una crisis. Otra vez. Volveré en unos días.
—Espero que esté bien.
—Probablemente está bien. Si crees que soy dramática, ella me hace
ver como un surfista que fuma hierba y medita. De todos modos,
siento mucho tener que dejarte ahora mismo.
—¿Por qué lo sientes?
—Porque tenemos la misión de recuperar a tu prometido.
—¿Nosotras?
Puso los ojos en blanco con exasperación.
—Sí, nosotras. Eres mi persona, Grace. Quieres algo, te ayudo a
conseguirlo. Así es como funciona esto. ¿Quieres que Asher Bailey se
case contigo? Voy a llevar a ese hijo de puta tatuado y testarudo al
jodido altar.
Entré y la abracé.
—Estás loca, pero te amo.
—Lo sé, también te amo. —Me apretó y plantó un beso en mi
cabeza—. Recibí tu mensaje de texto, pero ¿qué mandados
necesitabas hacer? ¿Quieres que vaya contigo? Puedo llamar y
pedirles que retengan el avión durante un par de horas.
Cara rara vez viaja en vuelo comercial, especialmente cuando hacía
viajes rápidos a casa. Prefería alquilar pequeños aviones privados.
—No seas tonta —le dije—. Necesito algunos comestibles y algunas
cosas en la ferretería, pero no es gran cosa.
141
—¿Estás segura?
—Muy segura.
Me miró por un segundo, como si no estuviera segura de dejarme
sola.
—Bueno, mantenme al día sobre todos y cada uno de los
acontecimientos con Asher. Si ese hombre te sonríe, quiero saberlo.
—Sí, por supuesto. ¿Quieres que te lleve al aeródromo?
—No, dejaré mi auto allí.
La acompañé afuera para que pudiéramos abrazarnos y
despedirnos. Las nubes finalmente se estaban despejando después de
la tormenta de anoche. Conduje de regreso al pueblo y me detuve en
un cajero automático, luego fui al trabajo para ver cómo iban las
cosas. Si Cara hubiera estado conmigo, habríamos almorzado en
algún lugar del centro, pero como estaba sola, me serví una taza de
café para llevar y salí.
Había planeado pasar a hacer algunas compras, pero eso podría
esperar. Necesitaba ir a la ferretería. Desde que compré mi casa, me
convertí en una cliente regular. A diferencia de Cara, no tenía una
cuenta bancaria ilimitada, por lo que contratar a un equipo de
construcción para que viniera e hiciera todo el trabajo de una sola vez
estaba descartado. Se había ofrecido a financiarlo por mí, pero no
había manera de que pudiera aceptar esa cantidad de dinero.
La ferretería estaba a poca distancia en auto de la Steaming Mug.
Reduje la velocidad en una intersección poco antes del giro. Dos tipos
estaban parados en la plataforma de una camioneta. Me acerqué y
efectivamente, eran Luke y Zachary Haven. Estaban raspando una
calcomanía de avenida Bailey de la señalización de la calle.
Me reí mientras conducía. Tenían bastante trabajo por delante. Esas
calcomanías estaban por todas partes. Me preguntaba si sabían sobre
el de mi calle. Tendría que preguntarles a Logan y Gavin si tenían
más calcomanías para poder reemplazarla si alguien la quitaba. 142
Aunque no habían admitido haber puesto las calcomanías,
obviamente habían sido ellos.
Eso me recordó que necesitaba tejer otra barba para Lola, la estatua
de la chica pin-up vintage. Había pasado un tiempo desde que
ninguno de nosotros le había hecho barba.
Un puñado de autos estaban estacionados afuera de la ferretería.
Asher había trabajado aquí cuando estaba en la universidad. Fue tan
extraño. No se veía diferente. Seguía siendo el mismo edificio rojo
descolorido con un gran cartel que decía Ferretería Tilikum en el
frente. Recuerdo haberme encontrado con Asher aquí después de que
salía del trabajo. Entrando a su auto y conduciendo al pueblo para
comprar hamburguesas y helados en el Zany Zebra o volviendo a su
apartamento y directamente a su cama.
Las puertas delanteras se abrieron y alguien salió empujando un
carro lleno. ¿Qué era lo que necesitaba aquí? De repente no podía
recordar bien. Toqué el volante y mi motor todavía zumbaba. Aún no
había apagado el auto.
Mi pecho se sentía extrañamente apretado y un dolor nervioso me
arañó desde adentro. No había comido mucho hoy. Tal vez el café no
me estaba asentando bien en el estómago vacío.
Salí de mi lugar de estacionamiento, decidiendo que la comida era
más importante que cualquier cosa que hubiera querido conseguir.
Tendría que volver más tarde.
En casa, me preparé un almuerzo rápido. Aproximadamente media
hora después, llamaron a mi puerta. Respondí para encontrar una
entrega de comestibles sobre un escalón. Eso fue raro. El repartidor
ya estaba saliendo del camino de entrada. Salí y traté de hacerle señas
para que regresara, debe haberse equivocado de dirección, pero no
me vio.
Observé las bolsas que estaban frente a mi puerta, sin saber qué
hacer con ellas. Tal vez eran para uno de mis vecinos. Me agaché y
desdoblé el recibo engrapado en la primera bolsa. Tenía una nota
escrita a mano en la parte inferior. 143
Entrega para Grace Miles. De Cara Goulding.
Oh Dios mío. Cara me había pedido comestibles.
Los traje adentro, luego le envié un mensaje de texto.
Yo: ¿Por qué me enviaste comestibles?
Cara: Dijiste que necesitabas.
Yo: Eso realmente no responde a mi pregunta. Puedo comprar mis
propios comestibles.
Cara: Lo sé, pero me sentí mal por abandonarte antes de que
pudiéramos hacer mandados. Así que ahora no tienes que hacerlo.
Yo: Eres tan tonta. ¿Y si ya hubiera ido a la tienda?
Cara: Pero no has ido.
Yo: Estás muy segura de eso.
Cara: Te conozco.
Yo: Supongo que sí. De todos modos, esto es realmente dulce.
Gracias.
Cara: No hay problema, bebé. ¡Te amo!
Yo: También te amo.
Guardé los comestibles, Cara había pedido mi favorito de todo, y
reflexioné sobre qué hacer con el resto de mi día. Podría ver un
espectáculo sin sentido y hacer crochet. Eso al menos mantendría mis
manos ocupadas, pero ansiaba una actividad más intensa.
Con una casa para remodelar, no había escasez de cosas que hacer.
Me cambié, me puse una camiseta vieja y pantalones cortos para
trabajar.
La cocina aún estaba medio demolida, pero no estaba lista para
sumergirme más en ese proyecto. Sin embargo, estaba la antigua sala
de estar al lado del garaje. Todavía no había tocado ese espacio. 144
Me acerqué y me paré en la puerta con las manos en las caderas.
Rosa polvoriento. Probablemente era así como llamaban a este color
de alfombra. Con los años, el rosa se había desvanecido en un triste
malva teñido de gris. Prácticamente podía oler las décadas de tierra
molida en las fibras. Con razón no había abordado esta habitación
todavía. Asqueroso.
El suelo tenía que cambiarse, así que empezaría por ahí. Con un
profundo suspiro de determinación, comencé a levantar los zócalos.
El delgado roble salió de las paredes en tiras largas. Una vez que
saqué todas las molduras viejas a la pila de escombros en el garaje,
llegó el momento de abordar la alfombra.
Aflojé una esquina y la retiré, con la esperanza de ver las mismas
tablas de madera originales que había encontrado en la mayor parte
de la casa, pero parecía que había una capa de linóleo debajo. Eso fue
extraño y espantoso. No sabía qué era peor: el patrón amarillo,
marrón y verde oliva en este piso o la alfombra rosa polvorienta que
alguien había puesto encima.
El linóleo parecía estar pegado. Corté un trozo con un cúter y lo
arranqué. Tablero de partículas. Gimiendo, arrojé el trozo de piso a
un lado. Una de las otras habitaciones había sido así: una capa de
tableros de partículas cubierta con linóleo pegado y había sido una
pesadilla quitarlos. Esto iba a ser mucho más trabajo de lo que había
pensado.
Regresé al garaje para conseguir una palanca cuando un
pensamiento cruzó por mi mente. Realmente me vendría bien un
poco de ayuda y Asher se había ofrecido como voluntario.
¿Lo había dicho en serio? No pensé que lo hubiera dicho de otra
manera. Tal vez eso había sido un indicio de que quería involucrarse.
Ciertamente lo quería aquí y no solo para poder pasar tiempo con él,
aunque eso también era cierto. Pero quería que participara en la
restauración de este lugar. Darle la oportunidad de poner su marca
en él.
Y ahora que el pensamiento estaba en mi mente, no podía sacarlo.
Estuve tratando de darle espacio, estaba claro que lo necesitaba, pero 145
en este momento, daría cualquier cosa por tenerlo cerca de mí. Las
rejas de la prisión ya no nos separaban, pero había barreras igual. Solo
necesitaba un poco de él. Suficiente para seguir adelante.
Traje la palanca adentro y encontré mi teléfono para poder enviarle
un mensaje de texto.
Yo: Hola. ¿Recuerdas cuando dijiste que te avisara si necesitaba
ayuda con la casa?
Asher: Sí, ¿qué necesitas?
Su rápida respuesta me hizo llorar. Sin preguntas, sin excusas. Solo,
¿qué necesitas? Deseaba que todo pudiera ser tan fácil.
Yo: Estoy rompiendo el piso y me encontré con un obstáculo. Me
vendrían bien esos grandes músculos tuyos. ¿Estás ocupado?
Asher: Iré enseguida.
Capítulo 15
146
Grace
Menos de diez minutos después, Asher estaba en mi casa. Abrí la
puerta y por una fracción de segundo, no pude moverme. Estaba
vestido con una camiseta sin mangas que mostraba la envergadura
completa de sus hombros y los tatuajes que cubrían la mayor parte de
su brazo derecho. Era tan sólido y grueso, pero sus profundos ojos
marrones insinuaban la suavidad debajo de todo ese músculo. Una
parte del Asher que una vez conocí.
Estaba parado justo aquí y a pesar de que estaba a sólo un pie de
distancia, todavía lo extrañaba tanto que me dolía respirar.
—Hola. —Traté de mantener mi voz ligera—. Gracias por venir.
—Por supuesto. No dijiste que necesitabas herramientas, pero
tengo un montón en la camioneta por si acaso.
Me hice a un lado para que pudiera entrar.
—Gracias. Creo que estamos bien por ahora. Pensé que esta
habitación solo tenía alfombra, pero debajo hay una capa de linóleo
pegada a un tablero de partículas.
—Suena a una mierda.
—Sí, levantar tableros de partículas no es divertido.
Le entregué una palanca y lo conduje a la habitación. Arrugó la
nariz.
—Lo sé, huele a polvo aquí —le dije—. Esta es una de las pocas
habitaciones que no he tocado todavía. De hecho, tuve un montón de
cosas apiladas frente a la puerta durante mucho tiempo. Casi me
olvido de que esto estaba aquí.
Sacó un par de guantes de trabajo de su bolsillo trasero y se los
puso.
—Puedo ver por qué.
147
—Supongo que una vez que saquemos la alfombra, tendremos una
mejor idea de a qué nos enfrentamos. Espero que haya madera debajo
del tablero de partículas, pero es difícil de decir. No sé si esta
habitación es original, o si la agregaron después de que se construyó
la casa o qué.
—Definitivamente hay un cambio de nivel cuando entras aquí. Este
piso se encuentra más alto que el resto de la casa. Probablemente sea
una buena señal.
—Sí, eso es también lo que estaba pensando.
Juntó las manos.
—Muy bien. Saquemos esta sucia mierda rosa de aquí.
—Amen a eso.
La alfombra salió sin demasiados problemas. La cortamos para
poder enrollarla en secciones y sacarlas a la pila de escombros. Luego
levantamos las tiras de la alfombra para no tener que preocuparnos
de que todas las tachuelas afiladas se interpusieran en nuestro
camino.
Asher llevó una palanca a una sección de tablero de partículas y al
parecer casi sin ningún esfuerzo, aflojó una gran sección del piso y la
liberó. Retiramos el linóleo y apartamos el tablero de partículas.
Justo lo que esperaba. Pisos de madera.
—Mira eso, Osita Gracie. Un tesoro escondido para ti.
Me mordí el labio y mantuve los ojos en el suelo. No quería que me
viera llorar de nuevo, pero él me había llamado Osita Gracie.
Estoy tan estúpidamente enamorada de este hombre.
—Eso es exactamente lo que esperaba ver.
—Tendremos que tener cuidado, pero no veo mucho daño aquí.
Esperemos que el resto sea igual.
—Sí, también lo espero.
Nos pusimos a trabajar, liberando suavemente secciones de 148
tableros de partículas de la madera debajo. Lo estábamos logrando
bastante rápido y casi deseaba que fuera más difícil. Tal vez podría
encontrar algo más para hacer cuando terminemos. Trabajar codo a
codo con él se sentía como un sueño. No quería que terminara.
—¿Te dije que conocí a Jack? —preguntó.
—¿El Jack de mi mamá?
—Sí.
—No, no lo hiciste. ¿Cómo estuvo?
Arrojó un trozo de suelo a un lado.
—Incómodo. Creo que interrumpí su ducha.
Me reí.
—¡Vaya!
—¿Cómo es él?
—Es un gran tipo. Puede parecer un poco serio, pero en realidad es
un gran amor. Es muy bueno con mi mamá.
—¿Sí?
—Definitivamente. Ella dudaba acerca de tener citas, ¿y quién
puede culparla después de mi padre? Pero Jack fue muy paciente.
Creo que simplemente lo sabía y estaba dispuesto a esperar a que se
decidiera.
—¿Cómo se lleva con Elijah?
—Es muy bueno con él.
—¿En verdad?
—Sí. De lo contrario, mamá no habría seguido saliendo con él.
Siempre fue importante que nos lleváramos bien con Jack.
Asher se enderezó y se secó la frente con el dorso del brazo.
—También vi a Elijah. Llegó a casa mientras estaba hablando con
Jack.
149
Me pude imaginar cómo fue eso.
—Déjame adivinar. Tenía la cara enterrada en una sudadera con
capucha y murmuró tres o cuatro palabras que no lograste entender.
—No creo que haya dicho nada.
—Sí, se comporta así últimamente. No solo con Jack, no habla con
nadie.
—¿Por qué? ¿Qué le pasa?
Me encogí de hombros.
—¿De acuerdo con él? Nada. ¿Según el consejero de la escuela?
Pubertad. ¿Según el terapeuta al que lo llevó mamá? Una reacción
latente a la introducción de una nueva figura paterna.
—¿Cuánto tiempo han estado casados?
—Un par de años.
El ceño de Asher se arrugó.
—¿Estás segura de que Jack se lleva bien con él?
—Si te estás preguntando si Jack hizo algo para lastimar a Elijah,
no hay manera. Jack es un buen hombre. Creo que Eli acaba de pasar
por mucho, el pobre chico. Cuando tenía siete años, descubrió que
tenía otros cuatro hermanos del padre que básicamente lo había
abandonado. Entonces nuestro padre fue a la cárcel y tenía un millón
de preguntas sobre lo que pasó y por qué. Fue difícil. Mientras tanto,
Levi y Logan se mudaron, luego Gavin. Ama a esos chicos, pero son
adultos con sus propias vidas, ¿sabes? No pueden ser exactamente
sus compañeros de juego. Agrega un nuevo padrastro y eso es mucho
para un pequeño.
—Sí, supongo que lo es.
—Mamá está haciendo todo lo que puede por él. Pero no puedes
hacer que alguien se abra, incluso cuando tiene once años.
—No, no puedes. Era tan diferente cuando era pequeño.
—Lo era. ¿Recuerdas la fase de los dinosaurios? ¿Estabas aquí? 150
La comisura de su boca se levantó.
—Sí, la recuerdo. Tenía como cuatro años y sabía todos esos
nombres largos.
—Sí. Era tan lindo.
Tomamos un breve descanso para beber un poco de agua y luego
volvimos al trabajo. El resto del piso salió sin demasiados problemas,
al menos para Asher. Era tan fuerte que hacía que pareciera fácil. Yo
necesitaba mucho más apalancamiento, pero al final, conseguimos
limpiar la habitación.
Tomé una escoba y comencé a barrer la tierra que quedó mientras
Asher inspeccionaba la madera.
—Están en buen estado —dijo—. Los agujeros de los clavos se
pueden remendar. Creo que, si los lijas y les das un nuevo acabado,
se verán bien.
—Estoy tan feliz. Una cosa que he aprendido es que nunca sabes lo
que vas a encontrar cuando empiezas a desarmar una casa.
Se detuvo en la esquina trasera de la habitación e inclinó la cabeza,
luego se agachó para mirar más de cerca.
—¿Hay algo malo ahí?
—No. —Pasó los dedos por el suelo—. Pero hay una leve
separación aquí.
Apoyé la escoba contra la pared.
—¿Una separación?
—Sí, como si alguien hubiera cortado el piso. —Apartó más
polvo—. Es un rectángulo.
Me agaché junto a él y pasé los dedos por la línea.
—¿Están sueltas las tablas o están clavadas?
—No estoy seguro.
Encontró un destornillador de punta plana y metió suavemente el
extremo en una de las grietas. Toda la sección se movió. Se abrió 151
camino hacia abajo, aflojando gradualmente las tablas del suelo.
Con un suave crujido, la sección se soltó. La levantamos y la
dejamos a un lado.
Debajo de la madera, alguien había excavado directamente en el
suelo, dejando un hueco debajo. Estaba oscuro y polvoriento, pero no
estaba vacío.
—Oh, Dios mío, es como un compartimento oculto debajo del piso.
Frunció el ceño.
—Sí, en realidad lo es. Pensé que podría ser solo el acceso al espacio
de rastreo, pero alguien construyó esto después.
Me agaché, pero Asher agarró mi muñeca.
—¿Qué? Hay algo ahí abajo.
Me frunció el ceño.
—Ten cuidado. Lo alcanzaré yo.
Estaba a punto de preguntarle qué diablos le preocupaba, pero me
detuve. Su preocupación era tan dulce que no quería arruinarla.
Sacó una caja cubierta de polvo. No era muy grande, no mucho más
grande que una caja de zapatos. Las telarañas se aferraban a ella, pero
parecía estar en buen estado.
Desempolvé la parte superior.
—Es madera. ¿Qué crees que tiene dentro?
—Sólo hay una forma de averiguarlo.
Las bisagras estaban rígidas, pero la tapa se abrió. Dentro había una
tela que alguna vez pudo haber sido blanca, pero se había
desvanecido a un color crema opaco. La levanté y la dejé a un lado.
Debajo de la tela, encontramos una pila de sobres amarillentos.
Cogí el de arriba, manipulándolo con delicadeza. El papel se sentía
quebradizo y el exterior estaba en blanco. Sin nombre ni dirección. 152
Por un segundo, me decepcionó. ¿Había solo un montón de sobres
viejos y vacíos aquí? ¿Por qué alguien habría puesto esto debajo de
las tablas del suelo?
Pero abrí el sobre y encontré un papel doblado adentro.
—Hay una nota.
—¿Qué dice?
—Dios mío, creo que es una nota de amor. Escucha esto:
Mi amor E, te observé desde lejos hoy, como suelo hacer cada vez que
nuestros caminos se cruzan. Es a la vez un deleite supremo y una tortura
exquisita verte, ya que me es imposible tocarte. Nuestra situación actual me
frustra, pero me motiva, porque seguramente se puede encontrar una
solución. Mi amor por ti es demasiado grande para dejarlo de lado. Anhelo el
momento en que podamos estar juntos a la brillante luz del día, como lo
estamos en los momentos robados que compartimos al amparo de la noche.
Pero no temas, mi amor, nuestro tiempo llegará.
—Guau. Es tan jodidamente romántico.
—¿Verdad que sí? Me pregunto quiénes eran. Solo está dirigida a
E, pero no está firmada y tampoco tiene fecha.
Doblé cuidadosamente la nota y la volví a colocar en el sobre. El
resto eran similares. Notas de amor escritas a alguien llamado E,
todas lamentando su incapacidad para estar juntos, prometiendo que
su amor valdría la espera. Dos eran más cortas y garabateadas
apresuradamente para pedir que se reunieran en secreto.
—Ojalá supiera quién las escribió —dije—. Me muero por saber qué
pasó. ¿Quiénes eran? ¿Alguna vez pudieron estar juntos? Esto me va
a volver loca.
—Creo que hay algo más aquí. —Levantó un objeto y lo sacó de su
envoltorio de tela.
Era un pequeño espejo de mano. La plata estaba opaca y
deslustrada, pero incluso sin su brillo original era hermosa. Tenía una
decoración tallada en los bordes y un intrincado diseño floral en la
parte posterior. 153
—¿Es eso una inscripción? —pregunté. Me entregó el espejo y lo
acerqué para poder leerlo—. Eliza Bailey. Dios mío, Asher, ¿esto
pertenecía a una Bailey? Apuesto a que eres su pariente. ¿Alguna vez
has oído hablar de ella?
—No, pero parece viejo.
—Sí, se ve viejo. Apuesto a que ella es E. Estas notas deben haber
sido para ella, pero ¿por qué las habría escondido?
—Podríamos preguntarle a la Abue o a una de mis tías. A ver si
alguien sabe quién era Eliza Bailey.
—Buena idea. —Coloqué el espejo suavemente en la caja—.
¿Quieres llevártelo? Parece que pertenece a tu familia y no soy… —
Me detuve, sin terminar la oración. No soy una Bailey.
Porque maldita sea, debería serlo.
—No, quédatelo tú. Lo encontraste, deberías guardarlo.
—Está bien, gracias. Lo cuidaré.
Me ayudó a colocar la tabla del piso, asegurándose de que se
asentara de manera segura en su lugar. Llevé la caja a mi habitación
para guardarla y cuando salí Asher estaba esperando cerca de la
puerta.
No quería que se fuera, pero tenía la sensación de que no se
quedaría, aunque se lo pidiera. Todavía podía sentir la distancia que
estaba manteniendo entre nosotros.
—De nuevo, gracias por tu ayuda.
—En cualquier momento.
Abrió la puerta y salió. Me apoyé contra el marco de la puerta,
sintiéndome feliz de que él hubiera venido y triste de verlo partir.
Se volvió y vaciló. Sus ojos se posaron en mi boca y una pequeña
chispa de esperanza se encendió en mi pecho.
Ven Asher. Acércate y bésame. Sabes que ambos lo deseamos.
154
Levantó la vista y se encontró con mi mirada.
—Te veré más tarde.
Tratando de no mostrar mi decepción, sonreí.
—Sí. Nos vemos.
Se fue en su camioneta y cerré la puerta detrás de él.
Sintiéndome un poco triste, volví a mi habitación. La caja estaba
sobre mi cama, así que la abrí y volví a sacar el espejo. Tracé el nombre
con los dedos y sentí una conexión con Eliza. Según las notas,
probablemente había estado enamorada de un hombre al que no
podía tener. Aunque mi situación no era la misma, Asher y yo nunca
habíamos tenido que encontrarnos al amparo de la oscuridad,
entendía lo que sentía.
Básicamente apestaba.
Capítulo 16
155
Asher
Llegué a casa del trabajo al final de la tarde, cansado y pegajoso de
sudor. Reemplacé un juego de escaleras de un porche delantero, lo
que me mantuvo a pleno sol la mayor parte del día. La Abue no estaba
en casa. No sabía a dónde había ido, pero eso era típico. Se mantiene
ocupada.
Las tablas del suelo crujieron bajo mis pies y me pregunté si valdría
la pena tratar de arreglarlas ya que había cierto encanto en ello. Los
pisos siempre habían crujido en esta casa vieja. Subí las escaleras,
pasando las fotos que la Abue tenía en exhibición de nosotros de
pequeños. Una foto antigua de ella y el abuelo. La boda de mis
padres.
Entiendo por qué las tiene allí, aunque me resulta difícil verlas.
Especialmente la de mis padres. Tenía varias del abuelo por la casa,
él solo y algunas de los dos juntos. La foto descolorida de su boda
colgaba en la pared de su dormitorio y había una foto de él en la
cocina. La había oído decir que la ayudaban a mantenerlo con ella
todo el tiempo.
Más de una vez, me había preguntado cómo había sobrellevado las
pérdidas con tanta gracia y todavía parecía encontrar tanta alegría en
la vida.
Me quité la ropa sudada y me metí a la ducha. A pesar del agua
caliente, no podía relajarme. Mi espalda estaba tensa y mi corazón
latía con fuerza en mi pecho. Miraba alrededor del baño, vigilaba la
puerta, como si alguien fuera a entrar. Lógicamente, sabía que estaba
solo en la casa, pero la compulsión era demasiado fuerte para
ignorarla.
Finalmente, salí de la ducha para cerrar la puerta del baño con
llave, rápidamente.
Frustrado por mi reacción irracional, volví a la ducha y puse el
agua más caliente. Cerré los ojos y respiré profundamente para
156
calmar mi acelerado corazón. Me repetía a mí mismo, una y otra vez,
que estaba en casa. Estaba bien.
Me había sentido tranquilo la mayor parte del día, así que este
repentino estallido de pánico me hizo enojar. La ira se sentía mejor
que el miedo, así que la agarré con fuerza. Permití que ardiera en mis
entrañas e inundara mis venas como el fuego.
Dios, estaba tan jodidamente enojado.
La peor parte fue que no tenía a dónde dirigir toda esta ira o tal vez
tenía demasiados lugares. Estaba enojado con el mundo, buscando
una pelea que no podía permitirme.
Enfadado con los reclusos que constantemente me jodían.
Con los guardias de la prisión que habían mirado hacia otro lado.
Con el juez que había dictado la sentencia. Con el maldito fiscal que
no me había dado un respiro. Con el abogado que me había
convencido de que el acuerdo con la fiscalía era mi única opción.
Y con ese pedazo de mierda que atacó a Grace.
Los recuerdos pasaron por mi mente. No pude detenerlos. Sangre
y dolor. El sonido del crujido de huesos. Me sentí inmovilizado.
Indefenso. Demasiados brazos sosteniéndome en el lugar.
Una oleada de rabia y miedo me atravesó y, por un segundo, no
tenía idea de dónde estaba. Reaccionando por instinto, lancé mi puño
contra algo sólido.
Pero mis nudillos no se hundieron en la carne sobre las costillas ni
rompieron contra la mandíbula de alguien. Jadeando por aire, estiré
mi otra mano para sostenerme, encontré baldosas frías con la palma.
El agua caliente corría sobre mí, el zumbido bajo de la ducha era el
único sonido.
Abrí los ojos, miré mi mano derecha. Maldita sea, acababa de
golpear un azulejo de la ducha. Flexioné lentamente los dedos, con la
esperanza de no haberme roto nada. Podía moverlos, pero mis
nudillos ya estaban magullados. 157
Iba a ser divertido explicarlo.
Pero esa no fue la peor parte. La perra verdad era que me sentí
mejor. Mi mano comenzó a palpitar de dolor, pero mi cabeza estaba
despejada, mi ritmo cardíaco volvió a la normalidad. Abrí y cerré el
puño unas cuantas veces más. Aparentemente, cuando perdía el
control de esa manera, solo necesitaba golpear algo.
Mierda.
Todavía sentía la picazón. El deseo de desatar mi ira y joder a
alguien. El hecho de que golpear cosas, o personas, fuera tan catártico
no es una buena señal. Esperaba que ese impulso desapareciera una
vez que saliera, pero hasta ahora no lo había hecho.
Cuidando mis nudillos recién magullados, terminé de ducharme y
me vestí. Faltaba mucho tiempo para que oscureciera, así que decidí
ir a trabajar en el nuevo gallinero. La Abue había mencionado en la
cena de la semana pasada que un nuevo hogar para sus pollas era una
gran idea. Dios, ¿por qué tenía que llamarlas así? Y necesitaba
mantenerme ocupado, hacer algo con toda esta energía acumulada.
Y la ira.
Salí al taller, me abroché el cinturón de herramientas alrededor de
la cintura y salí por la parte de atrás.
La Abue llegó a casa poco después de que yo empezara y asomó la
cabeza por la puerta trasera.
—Oso, ten cuidado con mis pollas. Mira donde te paras.
—No te preocupes, no pisaré a ningún pollo.
Entrecerró los ojos, como si no estuviera muy segura de poder
confiarme sus aves. Me reí suavemente y negué con la cabeza.
Escuché un vehículo detenerse en el frente y un minuto después,
Levi apareció por un costado de la casa. Vestía una camiseta vieja y
jeans y tenía un cinturón de herramientas alrededor de la cintura.
Llevaba una cinta métrica y un lápiz metido detrás de la oreja. 158
Me puse de pie, guardándome el clavo que había estado a punto de
martillar.
—Hola, ¿Qué pasa?
—¿Qué estás haciendo?
—Construyéndole a la Abue un nuevo gallinero. Ya sabes, para sus
pollas. —Asentí hacia las gallinas que rascaban la tierra.
Apretó la mandíbula y su postura defensiva me desencadenó un
golpe de adrenalina. En realidad, no pensé que estaba a punto de
atacarme, pero había estado en suficientes peleas para reconocer la
hostilidad en sus ojos.
—Vine a hacer justamente eso —dijo.
Hice una pausa, el martillo colgaba de mi mano.
—Está bien. Puedo hacerlo.
—¿Has medido todo correctamente? ¿Tienes las dimensiones?
—Estar encerrado no me hizo un idiota —espeté—. Sí, medí todo.
—No dije que fueras un idiota.
—Bien, pero ¿por qué me miras como si me hubiera meado en tu
cereal?
—Solo quiero asegurarme de que lo hagas bien.
¿Cuál demonios era su problema?
—Lo tengo, Levi. Si quieres ayudar, ve a traer algo de madera.
—Asher, tú…
La Abue abrió la puerta trasera y salió al porche, interrumpiéndolo
con una mirada aguda. Se cruzó de brazos, sus ojos se movieron entre
nosotros dos.
—Muchachos, estoy segura de que no necesito sacar los viejos
guantes de boxeo.
En los primeros días después de la muerte de nuestros padres, los
159
cinco habíamos albergado mucha agresión y nos habíamos
desquitado unos con otros. Un día, la Abue llegó a casa con dos pares
de guantes de boxeo. A partir de ese momento, si nuestras peleas se
salían de control, nos hacía ponernos los guantes y nos peleábamos
en el patio trasero. Después de lanzar algunos golpes y sacarlo de
nuestro sistema, nos hacía quitarnos los guantes y abrazarnos. Lo
habíamos llamado la Arena.
Flexioné los puños. De ninguna manera iba a pelear con mi
hermano, sin importar lo que hubiéramos hecho cuando éramos
niños.
—No, Abue. Estamos bien.
—¿Están seguros? Porque todavía los tengo.
Los ojos de Levi se posaron en mí.
—No. Estamos bien.
—Bien —dijo con una sonrisa y luego volvió a entrar.
Levi y yo nos miramos por un segundo. No entendía por qué estaba
siendo tan idiota. ¿Por qué le importaba si construía un nuevo
gallinero? Estuve a punto de preguntar por qué importaba, pero con
el ceño fruncido, se dio la vuelta y se fue.
Capítulo 17
160
Asher
El trabajo del jueves me llevó al centro a la Art of Manliness, una
barbería que todavía es propiedad de Gerald McMillan. Su poste de
barbero pasado de moda había dejado de girar y me llamó para ver si
podía arreglarlo. Totalmente fuera de mis capacidades, pero le dije
que vería lo que podía hacer.
Cuando di un paso atrás y lo vi girar, no pude evitar felicitarme a
mí mismo. No está mal para no tener idea de lo que estaba haciendo.
Gerald salió con un delantal blanco sobre su amplio pecho. Es calvo
en la parte superior, pero luce una espesa barba rojiza.
—Se ve muy bien, Asher. Gracias.
—Oye, no hay problema.
Nos dimos la mano y me pagó, luego recogí mis cosas y volví a la
camioneta.
La estación de bomberos estaba justo arriba de la colina. Puse mis
herramientas en la camioneta y repasé el mismo debate interno que
había tenido conmigo mismo, al menos una docena de veces, desde
que estaba en casa. Jefe Stanley. ¿Debería ir a hablar con él?
Parecía que la mitad del pueblo está embobado por verme. Pero no
había tenido noticias del jefe. Por supuesto, tampoco me había
acercado, pero era difícil. Había sido mi mentor, le dio a un niño
enojado un lugar para no meterse en problemas. Me animó a seguir
mi sueño.
Y vio cómo me llevaban a prisión después de declararme culpable
de homicidio involuntario.
Pero evadirlo solo funcionaría durante un tiempo en este pueblo.
Tarde o temprano, me encontraría con él. Probablemente sería mejor
ir a verlo ahora. Acabar con eso. La estación de bomberos estaba a un
corto paseo de donde había aparcado, así que me guardé las llaves en 161
el bolsillo y comencé a subir la colina.
Mientras cruzaba la calle, las voces en Zany Zebra me llamaron la
atención. Había un grupo de niños fuera de la hamburguesería de
rayas blancas y negras, pero no parecía que estuvieran bromeando o
divirtiéndose. Parecía que tres de ellos estaban confabulando contra
el cuarto.
La cabeza de la víctima estaba cubierta por una sudadera con
capucha, así que no pude verle la cara. Pero por la forma en que se
alejó de los demás, me di cuenta de que no quería estar allí. Uno de
los otros niños dio un paso adelante para empujarlo. Se tambaleó y
sujetó la correa de su mochila para evitar que se le cayera. La capucha
se deslizó hacia atrás y pude ver su rostro.
Oh diablos, no. Es Elijah.
—Oigan —grité—. Imbéciles. Aléjense de él.
Les lancé una mirada asesina a las pequeñas mierdas, caminé por
la calle hacia ellos. Eran solo niños, no les iba a hacer daño, pero me
dio mucha satisfacción ver sus ojos agrandarse por el miedo y sus
rostros palidecer. Parecía que estaban a punto de mearse en los
pantalones. Uno salió corriendo en dirección contraria. Eso pareció
poner en acción a los otros dos y un segundo después, los tres corrían
calle abajo.
La sudadera con capucha de Elijah todavía caía parcialmente de su
cabeza, por lo que podía distinguir su rostro. Se veía tan diferente,
mucho mayor. Casi no vi nada de Naomi, ni siquiera de Grace, en él.
Debe parecerse a su padre, lo que probablemente le molestaba. Tenía
la edad suficiente para darse cuenta de que, si no se parecía a su
madre, seguramente se parecía a su padre. El padre que lo había
abandonado y ahora está en prisión. No es que yo fuera de los que
juzgan a un tipo por estar en prisión, obviamente. Pero el padre de
Grace y Elijah es un pedazo de mierda.
—Hola amigo, ¿estás bien?
Elijah me miró fijamente con sus ojos azules, penetrantes. Parecía
enojado, pero tal vez solo estaba molesto o avergonzado. Que te
fastidien es una mierda, sin importar quién eres.
162
Grace había dicho que no hablaba mucho, pero aun así quería saber
si estaba bien. Así que lo intenté de nuevo.
—¿Esos chicos te molestan mucho?
—¿Por qué te importa? —Ajustó la mochila en su hombro.
Al menos esa fue una respuesta.
—Porque me importas. Eres el hermano pequeño de Grace. Soy
Asher. No sé si me recuerdas.
—Sé quién eres.
—Bien. ¿Necesitas que te lleve a casa o algo?
—No.
—Amigo, vivo justo al lado tuyo. No es gran cosa.
El surco entre sus cejas se profundizó.
—No soy tu amigo. Déjame en paz.
Se subió la mochila al hombro y se alejó.
Pensé en seguirlo, pero no quería ser un cretino, así que lo dejé ir.
Aun así, tenía la misma sensación de inquietud que tuve cuando lo vi
por primera vez. ¿Elijah estaba siendo intimidado? ¿Era por eso por
lo que estaba tan callado y hosco? Me pregunté si Grace lo sabía.
Por supuesto, podría haber sido testigo de un encuentro al azar. No
tenía idea si esos niños lo molestaban todo el tiempo o si simplemente
habían decidido ser idiotas porque habían sido tres contra uno. Tal
vez incluso él lo había iniciado. Era difícil de decir.
Me di la vuelta y me dirigí a la estación de bomberos, pero me
detuve de nuevo en la intersección. Mi espalda se tensó con la
sensación familiar de que alguien me miraba.
Alguien me está vigilando.
Joder, odio este sentimiento.
163
Había sucedido un par de veces desde la otra noche en el gimnasio.
No todas las veces que salía, pero las suficientes como para pensar
que me seguían o estoy jodidamente paranoico.
Honestamente, no estaba seguro de qué sería peor.
Había estado en casa durante tres semanas y estaba tratando de
mantener la compostura. Mi estado mental no era tan estable como
probablemente parecía. Había sido capaz de fingir hasta ahora, pero
la verdad era que estaba colgando de un hilo. Me costaba mucho
dormir y era rara la noche en que no me despertaba sudando frío a
causa de una pesadilla. Empecé a poner barricadas en mi habitación
por la noche y no podía ducharme sin cerrar la puerta del baño con
llave, incluso cuando no había nadie en casa.
El otro día, cerré todas las cortinas de la casa de la Abue. Ella las
había abierto todas de nuevo, murmurando que estaba demasiado
oscuro adentro. Todavía no podía explicarlo, pero me había sentido
tan expuesto. Como si necesitara un lugar para esconderme.
Y cada vez que salía de su casa, daba rodeos dondequiera que iba,
por si me seguían. Observo el espejo retrovisor tanto como el camino
frente a mí, siempre medio convencido de que hay alguien detrás.
Estaba jodido y lo sabía. Pero darme cuenta no hizo nada para
cambiar cómo me sentía.
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Escaneé el camino, pero
no vi nada sospechoso. Elijah había atravesado el parque Lumberjack
y había desaparecido. Había gente afuera, pasó un automóvil y una
ardilla pasó corriendo y luego trepó a un árbol. Si alguien me estaba
observando, estaba haciendo un buen trabajo manteniéndose fuera
de la vista.
Decidí que era poco probable que me atacaran en la calle a media
tarde y seguí caminando.
La sensación disminuyó cuando llegué a la estación de bomberos.
Eso o la sensación de ser observado se vio superada por el temor de
entrar, de enfrentar esta parte de mi pasado.
Solo mirar el edificio hizo que me doliera el pecho. Había sido un
164
segundo hogar para mí, una extensión de mi familia.
Fue donde le propuse matrimonio a Grace.
Mierda.
Uno de los compartimentos del garaje estaba abierto, pero el
camión no estaba allí. Unos muchachos estaban trabajando en la
ambulancia. Habría otros dentro. Me preguntaba si mis hermanos
estaban de servicio. La camioneta del jefe de bomberos, con el
emblema del Departamento de bomberos de Tilikum en la puerta,
estaba en el estacionamiento, así que el jefe Stanley estaba aquí.
Es hora de hacer esto.
Entré por la puerta lateral y esperé, metí mis manos en los bolsillos.
Todo parecía igual. El emblema del Departamento de bomberos de
Tilikum pintado en la pared. Un retrato del jefe Stanley con su
nombre y título debajo. Otra pared tenía un tablón de anuncios con
avisos comunitarios y carteles sobre seguridad contra incendios y
encima de una mesa había montones de cascos de bombero de
plástico rojo para cuando los niños venían de excursión.
Me recordó a Elijah. Le había llevado un montón de esos cascos
para que siempre tuviera uno.
Evité mirar el muro conmemorativo. Realmente no estaba
preparado para enfrentar la foto de mi papá.
—Mierda santa. —Christian bajó las escaleras, vestido con ropa de
calle—. ¿Asher?
Ver a Christian me golpeó fuerte, me sacó el aire de los pulmones.
Él había estado allí.
—Sí. Hola, amigo.
—Maldita sea, es bueno verte. —Me dio un rápido abrazo—.
Escuché que ya estabas fuera. ¿Cómo estás?
—Nada mal, considerando la situación. —Eso no era exactamente
una mentira y ciertamente no quería profundizar demasiado—. ¿Está
el jefe aquí?
165
—Sí, está arriba. Oye, ¿puedo decirte algo?
—Por supuesto.
Hizo una pausa por un segundo.
—Ojalá hubiera habido algo más que pudiera haber hecho. Algo
que podría haber dicho de otra manera a la policía, no lo sé.
—No había otra manera. Solo les contaste lo que pasó, al igual que
todos los que estaban allí. No fue tu culpa.
Se rascó la mandíbula.
—Sí, supongo. Sabes, aquí nadie te culpa por lo que pasó. Todos
hubiéramos hecho lo mismo.
Asentí.
—Gracias.
—Lo siento. Probablemente no quieras volver a hablar de toda esa
mierda. El jefe está arriba. Puedes subir.
—Gracias. ¿Y Christian? —Extendí la mano—. Gracias por
apoyarme.
Me miró a los ojos, tomó mi mano y la estrechó.
—En cualquier momento.
Soltó mi mano y se dirigió al garaje. Subí las escaleras en busca del
jefe.
Lo encontré en su oficina, sentado detrás de su escritorio. Estaba
hablando por teléfono, así que esperé cerca. Unos segundos después,
sus ojos se encontraron con los míos y levantó un dedo, indicándome
que esperara.
El paso del tiempo se reflejaba en el rostro del jefe Stanley. Las
diferencias eran sutiles, pero podía verlas. Un poco más de canas en
su cabello oscuro. Algunas líneas más alrededor de sus ojos.
Una punzada de nerviosismo me golpeó cuando terminó la
166
llamada y dejó el teléfono.
Se puso de pie y salió de su oficina, así que esperé donde estaba.
No pude leer su expresión. Su mandíbula se movió como lo hacía
cuando estaba a punto de decir algo. Se detuvo frente a mí y me
tendió la mano.
—Asher. Qué bueno verte.
Estreché su mano, el alivio se llevó la mayor parte de mis nervios.
—Hola, jefe. Lo siento, me tomó mucho tiempo.
—Está bien. Sabía que vendrías. ¿Café?
—Por supuesto.
Lo seguí hasta la cocina. Sacó dos tazas con el emblema del
departamento y nos sirvió a ambos algo oscuro que parecía café.
—Había algunas donas aquí antes, pero ya sabes cuánto duran. —
Hizo un gesto hacia una caja vacía en el mostrador.
—No importa.
Tomó asiento en una mesa y me senté en la silla frente a él.
—Así que me imagino que lo de tu escape es probablemente solo
un rumor. —Había un destello de humor en sus ojos.
—Sí, no tengo ni idea de dónde sacaron ese.
—Solo me sorprende que nadie haya involucrado un avistamiento
de pie grande entre los rumores. Podría haber sido él quien distrajera
a los guardias.
—Buen punto.
—No, he hablado con la Abue. Conozco la verdadera historia.
Asentí, feliz de no tener que entrar en detalles. Era más fácil no
pensar en la prisión si podía evitarlo. Ya soñé demasiado con eso.
El jefe se quedó mirando su café por un momento. Cuando
finalmente habló, su voz era tranquila.
167
—Cumpliste tu tiempo, Asher. Te enfrentaste a las consecuencias.
Desearía que las cosas hubieran sido diferentes, estoy orgulloso de ti.
Apartando la mirada, dejé escapar un suspiro. No esperaba eso.
Casualmente tomó un sorbo de su café, dándome un minuto para
recuperarme.
Joder, lo necesitaba.
Cuando pensé que podía hablar de nuevo, me aclaré la garganta.
—Gracias, jefe.
—¿Qué es lo siguiente?
—Honestamente, no lo sé.
Asintió lentamente.
—Sabes que tengo las manos atadas…
—Lo sé —le dije, interrumpiéndolo. No quería hablar sobre el
hecho de que no podía ser bombero con una condena por un delito
grave. Yo lo sabía, él lo sabía, no necesitábamos discutirlo—. Es lo que
es. Ninguno de nosotros puede hacer nada al respecto.
—Tal vez no, pero no tiene que gustarme.
—Sí, la vida es así. —Miré mi taza—. Todavía estoy tratando de
resolver algunas cosas. ¿Cómo está todo aquí? ¿Qué me perdí?
—Ah, diablos. ¿Cuánto ha pasado, siete años? Tuvimos incendios
forestales un par de veranos. Nada que se acercara al pueblo, pero el
humo fue molesto. Obviamente sabes que contraté a los gemelos.
Todavía estoy decidiendo si fue una movida inteligente.
Me reí de eso.
—Tenemos un par de muchachos nuevos y a Gavin como
voluntario. No le digas esto, pero tiene buenas posibilidades de
obtener un puesto como bombero profesional. Sin embargo, lo estoy
haciendo sudar por ahora. —Sonrió—. En cuanto al resto del pueblo,
ya sabes cómo es. No cambia mucho. Los universitarios van y vienen
por el extremo sur. Se llena un poco más en el verano con los turistas
en el pueblo para ir de excursión a las cataratas o acampar en las
168
colinas. Los Bailey y los Haven todavía se tiran golpes entre sí.
—Sí, eso es seguro. ¿Usted qué tal?
Se encogió de hombros.
—Sigo siendo un viejo soltero gruñón. Skylar se graduó de la
escuela secundaria el mismo año que Gavin. Todavía vive en
Spokane. Estoy orgulloso de ella. Creció y se convirtió en una
hermosa joven.
—Estoy seguro de que lo hizo.
Un tipo que no conocía asomó la cabeza por la pared.
—Oiga, jefe, lo necesitamos abajo cuando tenga un minuto.
—Estaré ahí.
—Lo siento, debería dejarlo volver al trabajo.
Se puso de pie y seguí su ejemplo.
—Me alegro de que hayas pasado por aquí.
—Yo también. Gracias de nuevo, jefe.
—Asher, si necesitas algo… un lugar para quedarte, una
referencia… asegúrate de hacérmelo saber.
—Lo haré.
Nos dimos la mano de nuevo y bajamos. Salí de allí rápidamente,
antes de que pudiera quedar atrapado en una conversación con otra
persona. Mi pecho estaba demasiado ahogado por la emoción. No
podía superar la forma en que el jefe había dicho que estaba orgulloso
de mí.
Claro, enfrenté mi sentencia y cumplí mi tiempo. Había hecho lo
que tenía que hacer, pero salí hecho un puto lío.
Y al salir de la estación de bomberos sentí que finalmente estaba
cerrando la puerta a esta parte de mi pasado. Lo cual probablemente
fue algo bueno. Necesitaba dejarla atrás y seguir adelante.
Pero si se suponía que cerrar una puerta significaba que se abría
169
una nueva, no tenía idea de cómo encontrarla o adónde me llevaría
cuando lo hiciera.
Querido Asher:
Mi mamá lo hizo. Se casó con Jack Cordero hoy.
Honestamente, fue una de las cosas más hermosas que he presenciado.
Lloré durante toda la ceremonia. Nunca la había visto tan feliz y la forma en
que la mira. Dios, Asher, ni siquiera puedo describirlo. La ama tanto.
170
Ninguno de los dos quería una gran boda, pero creo que subestimaron
cuántas personas tienen en sus vidas que querían compartir ese momento
con ellos. Sabes que mi mamá no tiene mucha familia y ninguno que viva
cerca y la familia de Jack tampoco es numerosa.
Pero están la Abue y tus hermanos. Shannon y Ben, y todos mis medios
hermanos y sus familias. Sin mencionar a los amigos del trabajo de mamá,
los vecinos y la gente del pueblo que la conoce desde siempre. Los colegas de
Jack en la oficina del sheriff.
Su boda no grande se convirtió rápidamente en algo grande que planear.
Fue hermosa y muy divertida. Mamá y Jack estaban felices y todos estaban
felices por ellos. Elijah se veía tan lindo con su traje que no podía soportarlo.
Todo el mundo se lo pasó genial.
No fue tan malo ir a otra boda. Siento que he estado en muchas en los
últimos años. Mi hermana y mis hermanos se han casado. También fui a la
boda de su madre. Y sí, duele un poco. Es difícil esperar mi turno.
Pero lo que realmente me dolió fue el simple hecho de que no estabas allí.
Cada vez que hay una fiesta o una gran celebración, o incluso a veces
cuando no sucede nada especial, me encuentro deambulando afuera o cerca
de una ventana. Miro hacia el gran cielo, ya sea que el sol brille o las estrellas
titilen o esté cubierto de nubes, y recuerdo que estás mirando lo mismo.
Tal vez sea cursi, pero me hace sentir un poco mejor. Me gusta imaginarte
mirando al mismo lugar que yo. Que a pesar de que no hemos hablado en
tanto tiempo, todavía estamos conectados.
Estamos bajo el mismo cielo.
Te quiero,
Grace
Capítulo 18
171
Grace
La reunión del Stitch and Sip estuvo tranquila esta semana. Tillie y
Violet estaban allí, pero los hijos de Amy estaban enfermos, así que
se quedó en casa y Cara seguía en Los Ángeles con su madre. El resto
de nosotras bebimos nuestros tés, sin nuestra cantinera residente solo
había vino, mientras charlábamos y trabajábamos en nuestros
respectivos proyectos.
Estaba intentando tejer una barba para Lola, la chica pin-up vintage.
Había hecho una antes, pero quería que esta fuera más grande y más
horrible. Marlene Haven fingió cortésmente que no sabía lo que
estaba haciendo. Hubiera hecho lo mismo por ella. Era nuestro estilo
en Stitch and Sip.
La Abue se sentó con el regazo lleno de tejido. No estaba segura de
en qué estaba trabajando, pero los colores eran bonitos: amarillo
suave, lavanda y azul pálido.
—Esos colores son bonitos —dije, señalando su proyecto.
—Eso pensé. Es para tu hermana.
—¿Mi hermana Brynn?
—Está esperando un bebé, ¿no es así? No he oído si va a tener una
niña o un niño, pero pensé que esto funcionaba de cualquier manera.
—Gracias, Abue. Eso es muy dulce, le encantará.
Sonrió.
—Oye, Abue. Tengo una pregunta. ¿Alguna vez has oído hablar de
Eliza Bailey? ¿Quizás alguien de principios del siglo XX?
Había investigado un poco. Aunque no había encontrado mucho,
ninguna mención de Eliza Bailey en Tilikum y basándome en el estilo,
estaba bastante segura de que el espejo tenía al menos cien años.
—No me suena.
172
—¿Qué hay de ti, Tillie? ¿Alguien de la familia Bailey ha hecho un
árbol genealógico?
Tillie hizo una pausa y arrugó la frente.
—No recuerdo a ninguna Eliza Bailey. He rastreado la historia
familiar, pero ese no es un nombre con el que me he topado.
—¿Podría haber habido otros Bailey en Tilikum? No puede ser un
apellido tan único.
—Es posible, pero no probable —dijo Tillie—. Un Bailey fue uno de
los fundadores de nuestro pueblo. Me imagino que alguien con ese
apellido estaría relacionado de alguna manera. ¿Por qué lo
preguntas?
—Encontré una caja vieja debajo de las tablas del piso de mi casa.
Había dentro un espejo de mano plateado y el nombre de Eliza Bailey
está grabado en la parte posterior.
—Bueno, que sorpresa —dijo Tillie—. Tal vez Eliza era su segundo
nombre, pero así es como la gente la llamaba. Los registros incluirían
su primer nombre. Esa podría ser la razón por la que nunca he oído
hablar de ella.
—O tal vez es una prima lejana —dijo Violet—. No alguien en la
línea familiar directa.
Tillie asintió.
—Cierto. Despertaste mi curiosidad, Grace. ¿Encontraste algo más?
—Sí, en realidad. Notas de amor anónimas.
Un oh colectivo recorrió el círculo.
—¿Están dirigidas a Eliza? —preguntó Tillie.
—Creo que sí. Están dirigidas a E, pero ninguna está firmada. Son
viejas y es evidente, por la forma en que están escritas, que eran dos
personas que no podían estar juntas por alguna razón. Algunas
hablan de reunirse en secreto por la noche o de encontrar la manera
de estar juntos todo el tiempo. Son terriblemente románticas. 173
Tillie puso una mano en su pecho.
—Muy romántico. Qué cosa tan hermosa de encontrar. Me
pregunto quién era su novio.
—Tal vez era un Haven —dijo Marlene y todas las miradas se
posaron en ella y se encogió de hombros—. ¿No creen que es posible?
—¿La disputa se remonta tan atrás? —pregunté—. Por lo que
puedo decir, Eliza probablemente vivió a principios del siglo XX,
antes de la Primera Guerra Mundial.
—En realidad, no sé cuándo comenzó la pelea —dijo Marlene—.
Podría ser tan vieja.
Se sentía un poco extraño hablar tan abiertamente sobre la
enemistad de las familias con Marlene. Después de todo, es una
Haven por matrimonio, pero aun así. Se había criado en Tilikum y
siempre había estado del lado de los Haven.
Conocer a las damas de Stitch and Sip me había enseñado mucho
sobre cómo funcionaban realmente las cosas aquí. Aunque la
rivalidad era muy real y las mujeres no eran inmunes a ella, por
ejemplo, yo estaba tejiendo una barba a ganchillo para ponerle a Lola.
Las mujeres también solían ser partícipes cuando era necesario.
—No creo que alguien sepa cuándo comenzó —dijo la Abue—. La
gente se preocupa principalmente por quién hizo qué y cómo van a
vengarse.
Violet puso los ojos en blanco.
—Un montón de tonterías, si me preguntas.
La Abue se rio entre dientes.
Me preguntaba qué pensaba realmente la Abue de la enemistad. A
pesar de ser una Bailey, hasta donde yo sabía, nunca había
participado en ello. Cuando sus nietos hacían bromas a los Haven,
por lo general, solo ponía los ojos en blanco y ocasionalmente les
recordaba que no hicieran nada ilegal.
—Abue, ¿siempre estuviste del lado de los Bailey? 174
Sus manos no dejaron de trabajar.
—No exactamente. Cuando era niña, mi familia llamaba a la
disputa entre los Bailey y los Haven un problema de hombres
blancos. En aquellos días, los indios teníamos muchos problemas
propios sin tomar prestados los de ellos.
—¿No se supone que debemos decir nativos americanos? —
preguntó Tillie.
La Abue resopló.
—Puedes decir lo que quieras, no me importa, pero he sido india
toda mi vida. Soy demasiado vieja para molestarme en cambiar lo que
me llaman ahora.
Tillie sonrió.
—Me parece bien.
—En cuanto a la enemistad, no le presté mucha atención —
continuó la Abue—. Pero luego fui y me casé con un Bailey. Sabía lo
que significaba casarme con esa familia. Los Bailey se convirtieron en
mi gente el día que me puso ese anillo en el dedo. Aun así, la
enemistad no nos importaba demasiado. Frank y yo teníamos más
preocupaciones que lo que estaban haciendo los Haven.
—¿Cómo qué? —pregunté.
—En aquellos días, los hombres blancos no se casaban con
muchachas indias.
—Guau. ¿La gente estaba en contra de tu matrimonio?
—Hubo resistencia de ambos lados. No es que a Frank le importara
un comino nada de eso.
—¿Quería casarse contigo sin importar nada?
Sus manos se quedaron quietas y su rostro se iluminó con una
sonrisa.
—Oh, sí. No se dejaría influir. Por supuesto, es un hecho bien
conocido que los hombres Bailey son las criaturas más tercas que
existen.
175
Marlene suspiró.
—Y los hombres Haven no se quedan atrás.
—No es de extrañar que este pueblo siga peleándose —dijo Tillie,
sacudiendo la cabeza.
—Los hombres Bailey son ridículamente tercos —dije—. Puedo dar
fe de ello.
—No te preocupes por eso, Mamá Osa —dijo la Abue—. Lo
resolverá. Puede que le lleve más tiempo del que debería, pero se
recuperará.
Dejé escapar un suspiro.
—Eso espero.
—Un hombre necesita saber cuál es su misión —dijo la Abue—. Sin
eso, está a la deriva. Es por eso por lo que tantos jóvenes actúan como
idiotas. Todavía no han encontrado su misión; no tienen nada que los
guíe. Algunos hombres, como Asher, encuentran pronto su misión.
Es lo que lo hizo tan estable cuando ustedes dos eran más jóvenes.
Pero ya no la tiene y va a luchar hasta que la encuentre de nuevo.
—Déjame adivinar. ¿Necesita tiempo?
La Abue asintió.
—Lo necesita. Y cuando eso no sea suficiente, necesitará un buen
golpe en la cabeza, pero sabrás cuándo sea necesario.
Me reí.
—Gracias, Abue. Lo tendré en mente.
La conversación giró hacia otras cosas y avancé bien con la barba
de Lola. Iba a hacer que fuera muy especial.
Me despedí de las damas y llevé mi bolso de mano al auto.
Habíamos terminado un poco temprano y aún faltaba media hora
para el cierre de la Steaming Mug. Dejé algunas cosas en la oficina
que tenía la intención de llevar conmigo, así que decidí pasar antes de 176
irme a casa.
Alexa, una estudiante universitaria y una de mis baristas más
confiables, estaba cerrando esta noche. Su cabello castaño claro estaba
en un moño en la parte superior de su cabeza y llevaba un aro dorado
en la nariz.
—Hola —dijo con una sonrisa—. Solo de paso, ¿o necesitas algo?
—Solo quería tomar algunas cosas de mi escritorio.
—¿Quieres algo de té? Tenemos más de ese té de grosella negra que
está tan rico.
—Eso suena genial, en realidad. Gracias.
Tomé lo que necesitaba de mi oficina y lo llevé a una de las mesas
vacías.
Alexa trajo mi té.
—Ahí tienes.
—Gracias.
Volvió al mostrador y me senté. Acerqué el té para poder inhalar el
aroma afrutado.
Pensar en lo que la Abue había dicho sobre los testarudos hombres
Bailey me hizo sonreír. No estaba equivocada y lo sabía, había estado
casada con uno durante décadas.
Recordaba bien al abuelo Bailey. Alto, con ojos azules brillantes y
una sonrisa fácil. Había poseído un don para hacer cualquier cosa
divertida. Las tareas o proyectos de la casa siempre se habían
convertido en un juego.
Falleció cuando todavía era una adolescente, pero había sido una
parte tan importante de mi infancia como la Abue. Los padres de mi
mamá no habían estado presentes y la familia de mi padre, si es que
tenía alguna, probablemente no sabía que existía. Pero la Abue y el
abuelo Bailey habían llenado ese vacío tan completamente que nunca
me había molestado no tener abuelos biológicos en mi vida.
177
Un ruido me sacó de mis recuerdos y levanté la vista.
—Perdón. —Un hombre se sentó en una silla en la mesa a mi lado—
. No fue mi intención asustarte.
—Está bien. Supongo que me perdí en mis pensamientos por un
segundo.
Era llamativo, con cabello rubio corto, ojos verdes y una estructura
ósea que podría haber sido esculpida en mármol. Su camisa
abotonada tenía las mangas dobladas y lucía tatuajes en casi todas
partes a la vista. En sus antebrazos y manos, asomándose por el cuello
de su camisa y subiendo por la nuca.
—¿Eres de por aquí? —preguntó.
—Sí, lo soy. ¿Estás de visita?
Sonrió.
—¿Es tan obvio que soy de fuera? Sí, vine a buscar a un viejo amigo.
Lindo pueblo.
—Me gusta.
Se movió en su silla, por lo que estaba en ángulo hacia mí.
—Entonces, ¿qué haces?
—Trabajo aquí, de hecho. Dirijo la tienda.
Miró a su alrededor.
—Es un lugar bonito.
—Gracias, ¿y tú?
—Negocio familiar.
Esperé a que se explicara, un negocio familiar puede significar
muchas cosas, pero no lo hizo. Lo cual me pareció un poco extraño.
¿Estaba esperando que yo preguntara? No podía decir si estaba
coqueteando conmigo o simplemente conversando. De cualquier
manera, no quería animarlo particularmente haciéndole preguntas.
—Entonces, ¿qué hace la gente de aquí para divertirse? —preguntó. 178
—Ya sabes, cosas de pueblo pequeño. Hay un boliche y un cine, es
viejo y pequeño, pero las palomitas de maíz son buenas.
—¿Qué pasa si quieres tomar una copa?
—Hay un montón de bares cerca de la universidad o la taberna
Mountain Goat es decente, si no te importan los pisos pegajosos y hay
un lugar llamado Caboose que tiene un bar completo.
Asintiendo lentamente, sostuvo mi mirada mientras escuchaba. No
sabía por qué, pero me estaba poniendo un poco incómoda. ¿Era su
apariencia? No quería juzgar, pero con todos esos tatuajes era
intimidante.
Ojalá Asher estuviera aquí.
—Excelente. Les echaré un vistazo. Gracias.
—Por supuesto. —Me alejé, tomé un sorbo de té y traté de dejar en
claro que había terminado con la conversación.
Hizo una pausa por un momento y bebió un poco de café.
—¿Qué pasa si un chico quiere compañía con su bebida?
—Lo siento, si estás buscando una acompañante —le dije, haciendo
comillas en el aire—. No puedo ayudarte.
Rio.
—Eso no es lo que tenía en mente. ¿Estás libre esta noche?
Vaya, es audaz.
—En realidad no estoy disponible ninguna noche. —Levanté mi
mano izquierda y moví mi dedo anular.
—Ah. Entendido. Lo siento, no lo vi.
—Está bien.
Volvió a asentir y se puso de pie.
—Debería dejar de molestarte y dejar que vuelvas a tomar el té.
Disfruta tu velada.
—Gracias. Que tengas una buena visita. 179
—Lo haré.
Lo vi irse. Había dejado el café casi lleno sobre la mesa.
Había sido extraño. No el hecho de que hubiera entablado una
conversación conmigo, ni que me hubiera invitado a tomar una copa.
A pesar del anillo en mi dedo, de vez en cuando se me acercaban
hombres. No sabía exactamente por qué, pero mis instintos me decían
que algo andaba mal.
La Abue y mi madre siempre me habían dicho que confiara en mis
instintos. Y por lo menos, no quería irme de la tienda sola en la
oscuridad. Probablemente no estaba ahí fuera esperándome. Pero
también sabía muy bien que lo impensable podía suceder.
Tenía muchas ganas de llamar a Asher.
Tal vez no es una buena idea. Nuestra relación es... complicada.
¿Realmente necesitaba pedirle que viniera? Podía esperar a que Alexa
terminara y caminaríamos juntas hacia nuestros autos.
Pero mis dedos se crisparon con la urgencia de enviarle un mensaje
de texto. Estaba ansiosa e incómoda y tal vez todo estaba en mi
cabeza.
Le envié un mensaje de todos modos.
Capítulo 19
180
Grace
Ni cinco minutos después, la camioneta de Asher retumbó afuera.
Dejé escapar un suspiro de alivio, ya me sentía mejor.
Me puse de pie y recogí mis cosas.
—¿Estás lista para irnos esta noche, Alexa?
—Sí, estoy a punto de terminar y mi novio está estacionado en la
parte de atrás.
Eso fue un alivio. No quería que estuviera sola.
—Bien. Te veré luego.
—Gracias, Grace.
Salí para encontrarme con Asher y cerré la puerta de la tienda
detrás de mí. Salió de la camioneta y nuestras miradas se cruzaron.
Mordí mi labio contra la ráfaga de calor en mis venas. Dios, míralo.
Quería treparlo como a un árbol.
Cálmate, Grace.
—Hola, gracias por venir.
Miró a uno y otro lado de la calle.
—¿Está todo bien?
—Sí, probablemente no sea nada. Algo un poco extraño sucedió.
No sé por qué, pero sentí que debía decírtelo.
—¿Qué pasó?
Tenía un surco entre las cejas que me hacía cosas terribles por
dentro. Me recordó cómo solía verse cuando estaba dentro de mí.
Prácticamente podía escucharlo gemir en mi oído.
—¿Qué? Ah. —Metí un mechón de mi cabello detrás de la oreja.
Dios, me estaba poniendo nerviosa—. Perdón. Un tipo entró hace un
rato. Yo estaba en una mesa adentro y él se sentó en la de al lado. 181
Entabló una conversación y realmente no puedo explicarlo, pero algo
se sintió mal. Probablemente no necesitaba llamarte, pero me sentí
inquieta por irme de la tienda sola.
—Me alegro de que lo hayas hecho. ¿Qué dijo?
—Nada inusual. Me preguntó si soy de por aquí y quería saber qué
había que hacer. Me invitó a tomar una copa, pero obviamente le dije
que no.
Un ojo de Asher se contrajo.
—¿Fue insistente al respecto?
—No. Ese es el asunto, estuvo bien. No fue grosero ni nada. Tal vez
un poco agresivo, pero no en mal sentido. Una vez que dije que no,
se disculpó y se fue.
El surco en la frente de Asher se profundizó, cerró y apretó los
puños. No dejaba de mirar a uno y otro lado de la calle mientras yo
hablaba y me preguntaba qué lo tenía tan distraído.
—Pero algo en eso te molestó.
—Sí. No puedo explicarlo, pero las pequeñas cosas se sintieron mal.
Como cuando dijo que trabajaba para el negocio de su familia, pero
no dijo de qué se trataba. Estaba vestido casi como si tuviera un
trabajo corporativo, pero estaba cubierto de tatuajes. Estoy hablando
de sus brazos, sobre el dorso de sus manos, hasta el cuello.
Probablemente soy una idiota por dejar que eso me ponga nerviosa,
pero su apariencia era intimidante.
La mirada de Asher se fijó en mi rostro y su cuerpo se quedó
inmóvil.
—¿Qué tipo de tatuajes?
Me encogí de hombros.
—No sé. No los miré lo suficiente como para realmente distinguir
lo que eran. Tenía muchos.
—¿Te dijo su nombre?
—Sabes, no lo hizo. Tal vez por eso era raro. Me pidió que fuera a 182
tomar una copa con él, pero no me había dado su nombre ni me había
pedido el mío.
—Así que no sabe quién eres.
—No.
—¿Dijo por qué está en el pueblo?
—Sí, dijo que estaba visitando a un viejo amigo o tal vez dijo
buscando a un viejo amigo. Era algo así.
—Joder —murmuró, luego se inclinó más cerca—. Grace, necesito
que trates de recordar. ¿Qué tipo de tatuajes tenía?
El filo de su voz hizo que mi estómago se revolviera con repentina
ansiedad.
—No sé cómo eran los diseños.
—¿Qué color?
—Mayormente negro, ¿creo? No sé, ¿por qué importa eso?
—¿Qué pasa con el rojo? ¿Había mucho rojo?
—No recuerdo.
—¿Cómo se veía?
Volví a acomodar mi cabello y moví la pila de papeles que había
tomado de mi escritorio.
—Cabello corto. ¿Rubio, tal vez? Era muy llamativo. Aspecto
diferente, pero eso podría haber sido toda la tinta.
No apartó la mirada, sus ojos tenían los míos cautivos. La
intensidad en su expresión hizo que mi corazón latiera más fuerte.
—Asher, me estás asustando un poco ahora mismo. ¿Qué ocurre?
—Nada.
—No me mientas. ¿Crees que sabes quién es?
—Quizás.
Dudé por un momento, preguntándome qué estaba pasando en esa
cabeza suya. La tensión en su cuerpo era casi palpable, pero era el 183
salvajismo en sus ojos lo que me ponía nerviosa. Parecía tan agitado,
como si la más mínima provocación lo hiciera estallar.
Tal vez no debería haberle dicho.
—¿Crees que es alguien de la prisión?
—Espero que no, pero si lo es, no lo quiero cerca de ti. —Me agarró
la mano—. Vamos.
—¿A dónde vamos?
—A casa o tal vez la de la Abue. Estarás a salvo allí. ¿Dónde está tu
auto?
—Aparqué en la parte de atrás.
Me arrastró hacia su camioneta.
—Volveremos a buscarlo más tarde.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Necesito sacarte de la calle.
—Asher…
No me dio la oportunidad de discutir. Mirando hacia arriba y hacia
abajo de nuevo en la calle, abrió la puerta de su camioneta y me
empujó adentro.
Decidí cooperar. Aunque no entendía por qué esto lo había
desconcertado. O había muchas cosas que no me estaba contando y
tenía razones para creer que podía estar en peligro o estaba
seriamente paranoico.
No estaba segura de qué era peor.
Entró y revisó nuestro entorno de nuevo. Las venas de sus
antebrazos sobresalían mientras sostenía el volante con fuerza. No
dijo nada, solo condujo por la calle, mirando el espejo retrovisor
constantemente.
—Llévame a casa, ¿de acuerdo? —pregunté—. No a casa de la
Abue. Se está haciendo tarde y ella se acuesta temprano. 184
Su mandíbula se contrajo, pero asintió.
Llegamos a casa y estacionó en el camino de entrada, luego dio la
vuelta al lado del pasajero y tomó mi mano. Estaba muy alerta, su
mirada revoloteaba a su alrededor, como si esperara que alguien
saltara de los arbustos.
Saqué las llaves de mi bolso y abrí la puerta, pero extendió su brazo
para bloquear el camino.
—Déjame entrar primero. Espera aquí.
Me dejó afuera, mirando boquiabierta su espalda. ¿Necesitaba
registrar mi casa? ¿Qué pensaba que iba a encontrar allí?
—Asher, no creo que el tipo tatuado me esté esperando adentro.
No sabe quién soy.
Sin respuesta.
Todo por confiar en mis instintos. Empezaba a arrepentirme de
haberle dicho.
Cuando reapareció, no parecía menos frenético. Entré y cerró la
puerta detrás de mí, rápidamente. Luego cerró las cortinas de la
ventana delantera.
—¿Qué está pasando? —pregunté—. ¿Vas a bloquear la puerta
también?
—Solo quiero asegurarme de que estás a salvo.
—¿De qué? ¿Qué no me estás diciendo?
Se movió para pararse frente a mí, sus ojos oscuros se encontraron
con los míos.
—Hay algunas personas por ahí en las que no confío y si uno de
ellos está aquí…
Me acerqué más, mi cuerpo dolía con el deseo de abrazarlo. Para
consolarlo, pero no estaba segura si me lo permitiría.
—Solo déjame averiguar si hay algún problema —continuó—.
Quédate aquí esta noche, ¿de acuerdo? No vayas a ningún lado.
185
—¿En serio?
—Sé que piensas que estoy loco.
—No creo que estés loco, solo me pregunto si estás exagerando.
La dureza en su expresión se desvaneció, como si el fuerte control
que mantenía sobre sí mismo flaqueara. Sus ojos me suplicaron.
—Grace, por favor.
Una oleada de emoción apretó mi garganta y asentí.
—Bien. Me quedaré aquí.
Dejó escapar un suspiro.
—Gracias.
No pude resistir más. Quisiera o no, lo abrazaría. Entré en su
espacio, lo rodeé con mis brazos y cerré los ojos.
Por favor Asher. Sólo déjame hacerlo. Déjame abrazarte por un
momento.
Por un segundo, no se movió.
Yo tampoco.
Luego estrechó sus brazos a mi alrededor. A diferencia del último
abrazo que compartimos, no se apartó de inmediato. Me acurrucó
más cerca, apretando los brazos. Volteó su rostro hacia mi cuello y
respiró hondo.
Su corazón latía con fuerza en su pecho y su piel estaba cubierta
con una capa de sudor. Estaba tan tenso que casi temblaba.
Dios, no solo está preocupado, está aterrorizado.
Froté suavemente la parte de atrás de su cuello, deseando
desesperadamente que esto no tuviera que ser tan difícil, que me
dejara acercarme y ayudarlo.
Volvió a respirar hondo y luego exhaló lentamente. A
regañadientes, bajé los brazos y retrocedí. Mi cuerpo zumbaba por el
contacto y mi corazón dolía por la confusión que rugía en sus ojos. 186
—No iré a ninguna parte —dije suavemente—. Me quedaré aquí.
Lo prometo.
Asintió.
—Bueno. Me tengo que ir. Mantén las puertas cerradas.
—Bien.
Con una última mirada, se fue. A través de la mirilla de la puerta,
lo vi detenerse afuera. No se fue hasta que me escuchó echar el
cerrojo.
Dejé escapar un suspiro lento, fui a la sala de estar y me derrumbé
en el sofá.
¿Qué acababa de pasar?
La sensación de inquietud había regresado, pero no fue por el
extraño tatuado. Asher me había estado diciendo desde que llegó a
casa que la prisión lo había arruinado. Pero hasta ahora, realmente no
le había creído. Sabía que tendría que adaptarse a la vida aquí de
nuevo y eso podría ser accidentado. Ciertamente era consciente de
que había cambiado en muchos aspectos.
Pero tal vez tenía razón. Tal vez la prisión lo había jodido, más de
lo que estaba dispuesta a admitir.
Capítulo 20
187
Asher
Me estaba matando dejar a Grace sola. Luché contra el impulso de
darme la vuelta y volver a su casa. Pero tenía que averiguar quién
había estado en su tienda esta noche. Un nudo de miedo se asentó en
la boca de mi estómago, como una roca ardiendo sin llama. Si la
pusiera en peligro...
No podía dejar que le pasara nada. No otra vez.
Pero tampoco podía quedarme. No confiaba en mí mismo.
En el momento en que sus brazos me rodearon, casi me derrumbé.
Todavía podía sentirla. El calor de su cuerpo en mis brazos, cada
centímetro presionado contra mí. Por ese breve momento, casi me
sentí tranquilo, como si su toque reconfortante pudiera ahuyentar
todos mis demonios.
Se había sentido tan jodidamente bien.
Pero tenía que protegerla, incluso si eso significaba protegerla de
mí.
No podía dejar de mirar el espejo retrovisor mientras conducía
hacia el pueblo. Mis pensamientos eran un torbellino y mi corazón se
aceleró. ¿Quién estaba ahí fuera? ¿Era alguien con una cuenta que
saldar? ¿Intentaría llegar a mí a través de Grace? ¿Sabía quién es ella?
Ir a Jack Cordero pasó por mi mente. El padrastro de Grace es
policía. Tal vez podría ayudar.
Excepto que, ¿qué iba a decirle? ¿Que pensé que me estaban
observando y que un tipo con tatuajes había hablado con Grace? No
era totalmente irracional. Sabía que eso era demasiado vago y el tipo
no había hecho nada malo.
Pero no fue lo que Grace había dicho lo que me hizo luchar para
mantener el control de mí mismo. Fue cómo lo dijo. Algo en él había
disparado sus instintos, había sido suficiente para que me lo contara.
No sabía si podía confiar en mí mismo, pero confiaba en ella. Si 188
pensaba que algo andaba mal con el tipo, confiaba en que tenía razón.
Y aunque fue exagerado asumir que tenía algo que ver conmigo, a
mi cerebro febril, no le pareció tan alejado de la verdad. Es posible.
Sabía que era una posibilidad desde el día que llegué a casa.
Simplemente no había pensado que llegaría tan pronto.
Mierda.
No estaba seguro de qué hacer, así que fui al único lugar al que se
me ocurrió ir. A casa de mis hermanos.
Logan, Levi y Gavin compartían un lugar no muy lejos de la
estación de bomberos. Era estilo rancho con un gran garaje. Aparqué
en la calle y me dirigí a la puerta principal, con la esperanza de que
al menos uno de ellos estuviera en casa.
Salió Levi, vestido con una camiseta y sudadera, sus cejas se
juntaron al verme.
—¿Asher?
Pasé junto a él y entré, mi cuerpo estaba demasiado nervioso para
permanecer quieto.
—Tengo un problema.
Cerró la puerta detrás de mí y Logan me miró desde el sofá frente
a un enorme televisor colgado en la pared. La mesa de café estaba
llena de envoltorios, botellas de cerveza y latas de refrescos y había
un cesto en la esquina con montones de ropa.
Logan pausó su videojuego.
—Hola, Ash. Solo estaba derrotando a Levi, en su cara. ¿Quieres
jugar?
—No.
Frunció el ceño.
—Bien, no tienes que ser un imbécil al respecto.
—No estoy siendo un imbécil. Dije que tengo un problema.
—Sí, Grace es demasiado buena para ti, pero aun así deberías 189
tirártela.
El nudo del miedo explotó en ira.
—No hables mierda de ella.
—Jesús —dijo Logan—. ¿Qué demonios te pasa?
Tomé aire, tratando de calmarme. Levi todavía estaba cerca de la
puerta, mirándome con los brazos cruzados.
Gavin apareció en el pasillo, completamente desnudo, frotando
una toalla sobre su cabello mojado.
—Hola, Ash.
—Amigo —dijo Logan—. Hemos hablado de esto. Ponte algo de
maldita ropa.
—Eso es lo que estoy haciendo. —Se acercó a la pila de ropa sucia
y se inclinó para clasificarla.
Logan dejó escapar un gemido de disgusto y se cubrió la cara con
el brazo.
—Dios. En serio, ¿qué carajo? Nadie quiere ver eso.
Levi se pellizcó el puente de la nariz y sacudió la cabeza.
—No es mi culpa que ustedes estén en mi habitación —dijo Gavin,
todavía hurgando entre la ropa.
—Esta no es tu habitación —dijo Levi—. No vives aquí.
Miré a Levi, luego a Logan, tratando de evitar mirar el trasero
desnudo de mi hermano pequeño.
—Pensé que sí vivía aquí.
Logan aún se protegía los ojos con el antebrazo.
—Es un apartamento de dos dormitorios, así que duerme en el sofá.
—Le dijimos que podía quedarse aquí una vez y nunca se fue —se
quejó Levi.
—Pago mi parte de las facturas. —Gavin afortunadamente se puso 190
un par de calzoncillos tipo bóxer. Frotando la toalla sobre su cabeza
de nuevo, me sonrió—. ¿Qué hay, hermano?
Logan arrojó el control del juego sobre la mesa de café
desordenada, se reclinó y estiró el brazo sobre el respaldo del sofá.
Solo estaba a medio vestir, con una camiseta y calzoncillos bóxer, con
los calcetines blancos subidos hasta las espinillas.
—Siéntate, hombre, siéntete como en casa.
El sofá parecía cuestionable, así que fui al sillón.
—Oye —dijo Gavin, levantando una mano—. Espera, no te sientes
todavía.
Me detuve con las piernas dobladas.
—¿Por qué?
Hizo una mueca.
—Podría haber clavado algunas tachuelas en el asiento para que
cuando uno de estos idiotas se sentara se le clavaran en el culo. Pero
tengo el presentimiento de que no encontrarás eso divertido y
probablemente me lastimarás, así que déjame asegurarme de que ya
no estén.
Levi le frunció el ceño.
—Las encontré antes, idiota. Las hubiera puesto en tu cama, pero
no tienes una porque no vives aquí.
Gavin pasó la mano por el asiento, ignorando a Levi.
—Me sentaré en una silla.
Su comedor tenía una mesa de madera sorprendentemente bonita,
hermosa en comparación con el resto de sus muebles, con cuatro sillas
a juego. Arrastré una hasta la sala de estar y me senté. Gavin se dejó
caer de lado en el sillón, pero Levi permaneció de pie.
—Confiésate con nosotros, bronoculars6 —dijo Logan—. ¿Qué está
pasando?
—Un tipo apareció en la cafetería de Grace esta noche y le dio mala
vibra. Creo que podría saber quién es y si tengo razón, no es bueno.
191
—¿Quién es?
—Un tipo que estuvo en mi bloque de celdas por un tiempo. Es
conocido como Reaper.
—¿Reaper? —preguntó Logan—. Eso suena como un apodo de
pandilla o alguna mierda. ¿Por qué un tipo así estaría aquí?
—Mierda —dijo Gavin—. ¿Hiciste enemigos en prisión? ¿Había
pandilleros?
Le lancé una mirada.
—¿Dónde diablos crees que estaba? ¿En una prisión de cuello
blanco con un grupo de tipos que evaden impuestos? Sí, había
pandilleros, traficantes de drogas y tipos cumpliendo condena por
asalto, robo a mano armada, asesinato. Sí, hice enemigos. Entré allí y
solo era un maldito muchacho. Se corrió la voz de lo que hice y todos
querían ponerme a prueba. Ver si realmente soy lo suficientemente
fuerte como para matar a un hombre con mis propias manos o si fue
solo la adrenalina.
—Jesús, Asher —dijo Levi en voz baja.
—No entré allí buscando pelea, pero es un poco difícil de evitar
cuando la mitad de ellos quieren joderte. Un par de tipos que tienen
amplias razones para odiarme están afuera. Así que tendré eso
colgando sobre mi cabeza por el resto de la vida.
Logan se inclinó hacia adelante en el sofá, con los antebrazos
apoyados en las rodillas.

6Broma de Logan para referirse a sus hermanos combinando las palabras hermano y binoculares
en inglés.
—Así que este tipo Reaper tiene algo contra ti y crees que está aquí.
Me puse de pie, el miedo y la ira me atravesaban de nuevo. ¿Grace
todavía estaba bien?
—Sí. Quizás. Grace dijo que el tipo tenía muchos tatuajes. Brazos,
manos, cuello. No podía recordar cómo se veían los tatuajes, pero
podría ser él.
192
—Entonces, solo un tipo tatuado —dijo Levi—. En eso es en lo que
te estás basando.
Me giré hacia él.
—¿Con qué frecuencia ves a un tipo con jodidos tatuajes en el cuello
en Tilikum?
—No lo sé, pero eso parece una exageración.
—No preguntó por su nombre —dije. ¿Por qué no lo entienden?—
La invitó a tomar una copa, pero no dijo su nombre ni pidió el de ella.
¿Coquetearías con una chica sin saber quién es? ¿Y si eso significa que
ya sabía exactamente quién era ella?
—¿Cómo podría saber quién es ella? —preguntó Logan, luego
levantó las manos—. Espera, no saltes a mi garganta. No es una
pregunta tonta. No es que Grace y tú hayan estado saliendo mucho
desde que regresaste.
—No sé, pero estoy bastante seguro de que alguien me ha estado
siguiendo.
—Mierda —dijo Gavin.
—¿Por qué? —preguntó Levi—. ¿De verdad has visto a alguien?
—Realmente quieres que te den un puñetazo en los dientes, ¿no?
—preguntó Gavin.
—No, pero viene aquí hablando de que alguien lo persigue para
vengarse y quiero saber qué tan real es. Si es real, está jodido y
tenemos que hacer algo al respecto, pero aún podría ser una
coincidencia.
—No es una jodida coincidencia. Sé cuándo estoy siendo
observado. Tenía que saberlo o me habrían enviado a casa en
pedazos. —Hice una pausa para respirar profundamente—. Mira,
puede que no sea él. Pero creo que alguien me ha estado observando
y la descripción de Grace coincide con la de un tipo que felizmente
me haría trizas si pudiera. Además, algo en él la asustó lo suficiente
como para llamarme y decírmelo. Eso significa algo.
193
—Puedo respetar eso —dijo Logan—. Así que, ¿qué hacemos?
—Proteger a Grace. —Las palabras salieron de mi boca antes de que
pudiera detenerlas. No pude evitarlo. Mi primera y más fuerte
preocupación era ella.
Gavin se levantó de la silla.
—Estoy en ello.
—Más ropa, Gav —dijo Levi.
—Buen punto. No quiero que Grace se enamore de mí. Eso sería
incómodo.
Logan resopló.
—Ya quisieras.
—Esperen. —Levi levantó las manos—. Si es él y es tan peligroso,
¿qué diablos vas a hacer y cómo logras que no te mate en el proceso?
No tenía una buena respuesta para eso. Pensar que Grace corre
peligro me tiene tan aterrorizado que no puedo pensar con claridad.
—No haré nada estúpido. Solo no la pierdas de vista hasta que sepa
lo que está pasando.
—Podríamos poner a Evan en su puerta —dijo Logan—. Su trasero
gruñón asustaría a cualquiera.
Gavin se rio, pero Levi levantó un dedo.
—No, no pongas a Evan en la casa de Grace. Él debería ir con Asher.
—Buena suerte con eso —dijo Gavin—. ¿No está hibernando o algo
así?
—Nos ayudará —dijo Levi.
—Quizás. —Gavin sonaba escéptico—. Siempre puedes intentar
sobornarlo con comida.
—Solo llámalo —dijo Levi.
—¿No deberíamos quedarnos dos con Ash? —preguntó Logan—. 194
¿Si él es el objetivo?
—No —dije—. Ustedes vayan a la casa de Grace. Vigilen el exterior
y no dejen entrar a nadie.
Logan se levantó y me dio una palmada en la espalda.
—Tenemos esto. No te preocupes. Vamos, broritos7.
Levi le arrojó un calcetín hecho una bola a Logan.
—Amigo, pantalones.
—Odio los jodidos pantalones.
Dejé a mis hermanos mientras se ponían suficiente ropa para salir
de casa. Confié en ellos, fue un sentimiento extraño. Había pasado
mucho tiempo desde que realmente confiaba en alguien.
Pero tuve que hacerlo. Necesitaba dejar a Grace en sus manos hasta
que descubra qué diablos estaba pasando.

7Broma de Logan para referirse a sus hermanos combinando las palabras hermanos y Doritos en
inglés.
Capítulo 21
195
Grace
La alarma me despertó de golpe. Gemí y golpeé el reloj de la mesita
de noche o lo intenté, pero fallé. Abrí los ojos, encontré el botón y lo
pulsé un par de veces por si acaso.
Me di la vuelta, me tapé con las sábanas. No estaba lista para estar
despierta. Anoche me acosté temprano y escuché una aplicación de
meditación durante un rato para ayudarme a relajarme. Sin embargo,
había dormido agitada. El recuerdo de abrazar a Asher en la sala de
estar había invadido mis sueños, mezclándose con recuerdos de
antes. Me desperté varias veces y estiré el brazo sobre el lado vacío
de la cama, buscándolo. Creyendo en mi neblina medio despierta que
él estaba aquí, durmiendo a mi lado.
Habría dado cualquier cosa porque eso fuera cierto.
Unos minutos más tarde, la alarma volvió a sonar. Aparentemente
había pulsado el botón de repetición. Me di la vuelta y presioné el
botón correcto esta vez. Pero ahora estaba despierta y tenía que
trabajar, así que de mala gana me levanté de la cama.
Enderecé mi camiseta sin mangas y me froté los ojos. Cafeína.
Definitivamente necesitaba cafeína. Abrí la puerta del dormitorio y
me tropecé con algo en el pasillo.
Un gran bulto verde yacía en el suelo. Se movió y salté hacia atrás,
chillando.
Cabello oscuro sobresalía de un extremo y un rostro demasiado
familiar se volvió hacia mí. Gavin. Estaba acurrucado en un saco de
dormir verde.
—¿Ya amaneció?
—¿Qué demonios estás haciendo?
196
—Durmiendo, hasta que me pateaste. —Su voz era grave y
parpadeó lentamente.
—No te pateé, tropecé contigo.
Otra voz llegó desde la sala de estar.
—Cállense.
Puse las manos en mis caderas.
—¿En serio? ¿Cuántos de ustedes están aquí?
—Tres. —Gavin cerró los ojos y se acurrucó de nuevo en el saco de
dormir—. Evan se fue con Asher. Estamos en guardia de Grace.
—¿Guardia de Grace? ¿Qué significa eso?
Sin esperar respuesta, pasé por encima de él y salí a la sala.
Efectivamente, encontré dos Bailey más. Levi tenía el sofá y Logan
había improvisado, juntando dos sillones para hacer una cama.
—¿Cuándo llegaron aquí?
—Anoche. Ya estabas en la cama, así que entramos —dijo Logan.
Los sillones eran demasiado cortos para estirarse, por lo que tenía las
piernas dobladas y las manos debajo de la mejilla. Gimiendo, se sentó
y se frotó el cuello—. Dormí como una mierda.
Mi aplicación de meditación debe haber ahogado el sonido cuando
entraron. Excepto que…
—¿Cómo entraron?
—Llave.
—¿Quién te dio una llave?
La frente de Logan se arrugó, como si hubiera hecho una pregunta
extraña.
—Siempre he tenido una llave. Hicimos copias cuando te mudaste.
—Espera, ¿qué? ¿Quién más tiene copia?
—Todos. —Se frotó el cuello de nuevo—. Obviamente. 197
Levi gimió.
—Los odio a todos.
—Se pone de mal humor cuando no consigue su sueño reparador
—dijo Logan—. En realidad, está de mal humor todo el tiempo.
—Vete a la mierda.
—¿Ya ven?
Puse las manos en mis caderas.
—Volveremos más tarde a la parte en donde todos tienen la llave
de mi casa y no lo sabía. ¿Qué están haciendo aquí?
—Antes de dejar la discusión sobre las llaves, ¿debería hacer una
copia para Asher? —preguntó Logan—. ¿O es como un asunto de
pareja y te encargarás de eso?
—Logan.
—Lo siento, solo estoy preguntando.
—Asher nos envió —dijo Gavin desde el pasillo.
Mis manos cayeron a mis costados. ¿Asher los había enviado?
—Oh Dios mío. ¿Se supone que son guardaespaldas?
—Sí —dijo Logan—. Pero si esto va a continuar, debemos hablar
sobre mejores arreglos para dormir.
Levi se incorporó.
—O tal vez necesitas ser mejor y ganar el sofá. Es muy cómodo.
—¿Quieres la revancha? Te inmovilizaré ahora mismo.
—¿Lucharon para decidir quién se quedaba con el sofá? —
pregunté.
—Sí, afuera. Pero hizo trampa —dijo Logan.
—No hice trampa. Estás enojado porque soy mejor que tú.
Logan frunció el ceño. 198
—Tramposo.
Gavin salió del pasillo arrastrando su saco de dormir por el suelo.
Hizo una pausa y se aclaró la garganta.
—¿Eh, Grace?
—¿Qué?
Sus ojos se movían de un lado a otro, como si no estuviera seguro
de hacia dónde mirar. Dejó caer el saco de dormir y se dirigió a la
cocina.
—Nada.
—Es posible que quieras ponerte algo de ropa, G —dijo Logan—.
Estás confundiendo los sentimientos de Gavin. Ahora alguien tendrá
que darle la charla.
Me miré. Estaba vestida con una camiseta sin mangas, bragas y sin
sostén. Encantadora.
—No sabía que estaban aquí.
—Deberíamos haber sabido que te irías a la cama a las ocho. Sin
embargo, te ves sexy para tu edad.
—Oh, por el amor de Dios. No me fui a la cama a las ocho y eres un
niño.
—Lo sé, pero te encanta eso de mí. —Guiñó un ojo.
Me di la vuelta y me dirigí a mi habitación.
—Será mejor que me hagan un poco de café.
—Ya me estoy encargando —dijo Gavin desde la cocina.
Malditos Bailey.
Regresé a mi habitación para ponerme algo de ropa y revisar mi
teléfono. Ningún mensaje. ¿Qué estaba pasando con Asher?
Obviamente había ido a su casa la noche anterior después de irse de
aquí. Agradezco que esté preocupado. Su actitud protectora despertó
un profundo anhelo dentro de mí, pero ¿es necesario enviar a sus
hermanos a dormir a mi casa?
199
Cerré los ojos, me hundí en el borde de la cama, recordando cómo
se había sentido la noche anterior. Su cuerpo había estado tan tenso,
su corazón latía con fuerza. ¿Tenía razón? ¿Era peligroso este
hombre? ¿O Asher estaba paranoico?
Ambas opciones eran inquietantes, aunque por diferentes razones.
Salí vestida con una camiseta, pantalones de yoga y sostén, y me
recibió el olor a café y tocino. Los sillones todavía estaban empujados
uno contra el otro, las mantas y los calcetines sucios estaban
esparcidos por la sala de estar, junto con una camiseta al azar, pero el
tocino significaba que probablemente los perdonaría por ser
animales.
No era culpa de ellos que apenas fueran domesticados. La Abue
había hecho lo mejor que pudo, pero no había mucho que pudiera
hacer.
Gavin estaba en la estufa cocinando tocino, vistiendo nada más que
sus calzoncillos boxer. Logan estaba vestido de manera similar,
aunque tenía un calcetín blanco subido hasta la espinilla. Ni siquiera
me molesté en preguntar por qué. Era Logan.
Me pasó una taza de café.
—Gracias. —Acuné la taza en mis manos—. ¿Levi se fue a casa?
—No, está afuera dando una vuelta. Asegurándose de que todo
esté despejado.
Era interesante que se tomaran esto tan en serio.
—¿Están aquí solo para complacer a Asher o realmente creen que
está pasando algo?
Logan se encogió de hombros.
—No sé. Asher está convencido, pero seamos honestos, está un
poco fuera de sí.
—Le creo —dijo Gavin.
Me hundí en una silla en la mesa de la cocina.
—¿Por qué? 200
Le dio la vuelta a un trozo de tocino y apartó la mano.
—Ay, está caliente. Simplemente no creo que se asuste por nada y
se estaba volviendo loco anoche.
—Sí, lo estaba. ¿Qué les dijo a ustedes?
Logan agarró un trozo de tocino del plato y lo llevó a la mesa.
—Básicamente que un tipo tatuado te coqueteó y activó suficientes
banderas rojas para que encendieras la Asher-señal. Cree que es un
tipo llamado Reaper que quiere venganza. Probablemente porque
Asher le pateó el culo en prisión.
Mis ojos se abrieron.
—¿Qué?
—Tengo que ser honesto, estoy un poco enojado porque me
pusieron en guardia de Grace —dijo Gavin—. Sin ofender, Grace,
pero desearía haber salido con Asher anoche para cazar a este tipo.
—Lo juro por Dios, Gav, tienes tanto deseo de morir —dijo Logan.
—Amigo, ¿un tipo con tatuajes en el cuello llamado Reaper?
Necesito ver eso. ¿Era tan aterrador como el demonio, Grace?
Una sensación de malestar se extendió por mi estómago.
—No era tan aterrador como inquietante, pero necesito que
retrocedas. Asher cree que este tipo lo está rastreando para vengarse.
¿Alguien ha hablado con él esta mañana?
—Sí, me envió un mensaje de texto cuando te estabas vistiendo —
dijo Logan, su voz indiferente—. Dijo: no hubo suerte anoche,
quédense con Grace.
Lo miré boquiabierta.
—¿Por qué no me dijiste?
—Lo siento, dormí como una mierda anoche. Necesitas mejores
alojamientos para los huéspedes.
—Me estás matando ahora mismo, Logan. 201
Solo sonrió.
—¿Puedes hablar en serio por un minuto? Sé honesto conmigo.
¿Crees que Asher tiene razón? ¿Está en peligro?
—Así es como lo veo —dijo Logan—. Estoy seguro de que se
enredó con un tipo tatuado llamado Reaper en prisión. Dijo que se
metió en problemas con muchos tipos allí.
—Oh Dios mío.
—En cuanto a si el tipo que conociste es él, ¿quién sabe? Parece una
locura, pero qué demonios sé. Asher dijo que el tipo te asustó, le
preocupa que no estés a salvo, así que nos quedamos aquí hasta que
estemos seguros. —Se encogió de hombros, como si eso fuera todo lo
que cualquiera de nosotros necesitaba saber.
Dejé escapar un suspiro, tratando de asimilarlo todo. No era como
si no supiera que Asher había estado en peleas en prisión. Por mucho
que hubiera esperado que se hubiera librado de ese tipo de violencia,
lo había visto cuando llegó a casa por primera vez. No se había hecho
el corte en la frente ni los moretones en los nudillos por tropezarse
con los cordones de los zapatos. Pero que alguien lo siguiera para
vengarse... eso era aterrador.
—¿Deberíamos llamar a Jack? —pregunté.
—Tal vez, pero esperemos a escuchar a Asher primero —dijo
Logan—. Además, es posible que se esté volviendo loco y la paranoia
se esté apoderando de él.
—Sigo pensando que no —dijo Gavin—. ¿Crees que ya encontraron
a Reaper? Tal vez pueda reunirme con ellos y participar en eso.
—Ese tipo probablemente te partiría por la mitad.
—Apuesto a que podría con él —dijo Gavin.
Logan puso los ojos en blanco.
—Claro.
—Asher le pateó el trasero.
—Sí, pero Asher es como diez veces más rudo que tú. 202
Gavin puso el último trozo de tocino en el plato para escurrir y
apagó la estufa.
—Podría con Asher.
Levi entró por la puerta principal y la cerró detrás de él.
—No, no podrías.
—Ni siquiera sabes de lo que estamos hablando —dijo Gavin.
—No importa. No podrías con Asher en ningún escenario.
—Sí, podría. No estoy diciendo que ganaría todas las veces. Pero
apuesto a que podría ganarle cinco peleas de diez, tal vez seis ya que
está fuera de práctica.
Logan se levantó y tomó otro trozo de tocino.
—¿Alguna vez has vencido a Asher? ¿Tan solo una vez?
Gavin lo miró fijamente.
—No, pero era un niño la última vez que peleamos. Ni siquiera
había terminado de crecer todavía.
—No me gustaría enfrentarme cara a cara con él —dijo Logan,
medio trozo de tocino sobresaliendo de su boca—. No ahora.
—Eso es porque apestas —dijo Levi.
Logan mordió el trozo de tocino y dejó caer el resto sobre el
mostrador.
—Está bien, brotato8. Revancha. Vamos.

8 Broma de Logan para referirse a sus hermanos combinando las palabras hermano y papa en
inglés.
Se lanzó y Levi amplió su postura.
—¡Alto! No adentro. —Me llevé una mano a la frente—. Dios, ¿por
qué me hacen actuar como si fuera su madre?
Sorprendentemente, Logan escuchó. Se detuvo y me dirigió una
sonrisa.
203
—Solo te estamos haciendo practicar para cuando tengas tu propia
manada de cachorros Bailey.
—No voy a tener ningún cachorro Bailey a este ritmo. En caso de
que no lo hayas notado, tu hermano no está exactamente interesado
y ciertamente no los voy a tener con ninguno de ustedes.
Logan abrió la boca como si fuera a decir algo, luego la volvió a
cerrar y se detuvo.
—No, eso sería demasiado extraño. Definitivamente no puedo
darte mi esperma de Bailey. Vas a tener que seguir insistiéndole a
Asher, es tu única esperanza.
No respondí, solo tomé un sorbo de café.
Gavin puso un plato de tocino frente a mí y luego se sentó. Levi se
sirvió una taza de café, pero no se unió a nosotros. Se apoyó en el
mostrador y miró por la ventana.
—Oye. —Gavin frotó algunos círculos en mi espalda—. No te
preocupes. Dejará de ser un tonto tarde o temprano.
—Es por eso, ¿no? —pregunté—. ¿Por lo que sigue diciendo que no
podemos estar juntos? Cree que tiene que protegerme de algo.
—Bueno, sí —dijo Logan, dejándose caer en una silla—. Ya sabes
cómo es con esa mierda de proteger. En el instituto le rompió el brazo
a Josiah Haven por joder a Evan.
—Esa vez en el Caboose —dijo Levi, con voz tranquila—. Estaba
listo para arrastrar a esos dos pendejos afuera por hablar contigo.
—Sí, lo recuerdo.
—Y luego, ya sabes… —Gavin se calló.
Lo sabía y no quería hablar de eso ahora.
—Jesús, Gav —dijo Levi—. Por supuesto que lo sabemos. No tienes
que decirlo.
La puerta principal se abrió de golpe, ahorrándome la necesidad de
cambiar el tema de una de las peores noches de toda mi vida. Levi
dejó caer su taza en el fregadero, Logan se paró tan rápido que su silla
204
se volcó y Gavin saltó y se subió sobre la mesa, aterrizando medio
agachado en el otro lado.
Cara estaba en la entrada con su maleta blanca con ruedas, sus
labios rojos brillantes entreabiertos. Su blusa roja hacía juego con el
lápiz labial y vestía pantalones cortos blancos con un par de sandalias
de tacón alto con tiras.
—Hola, mi salvaje sirena tropical. Vaya, ¿qué está pasando aquí?
—Cierra la maldita puerta —ladró Logan.
Se quitó las gafas de sol, como para asegurarse de que recibiera
toda la fuerza del odio en su mirada.
—¿Perdóname?
Gavin fue a cerrar y a bloquear la puerta.
—Un ex convicto aterrador podría estar en el pueblo para vengarse
de Asher y habló con Grace anoche, por lo que está encerrada.
—¿Qué? —gritó Cara. Dejó caer el asa de la maleta y sus gafas de
sol cayeron al suelo. Estaba en el asiento a mi lado tan rápido que fue
como si se hubiera teletransportado.
—Oh, Dios mío, ¿estás bien?
—Sí, estoy bien. —Agarré sus muñecas para que dejara de
manosearme—. Un tipo me pareció extraño y le dije a Asher, ahora
no sé si hay un tipo en el pueblo que quiere venganza o si Asher está
teniendo un colapso paranoico.
—Dios, Grace, no sé qué es peor.
—Lo sé. —Lancé mis brazos a su alrededor—. Te extrañé.
Me devolvió el abrazo.
—También te extrañé.
—¿Dónde has estado, Cara? —preguntó Gavin. Volteó una silla y
se sentó a horcajadas sobre ella.
—Espera, Gavin. —Cara se apartó y me sostuvo por la parte 205
superior de los brazos—. ¿Estás segura de que estás bien?
—¿Físicamente? Sí. ¿Emocionalmente? He estado mejor.
—¿Un ex convicto en serio te amenazó?
—No, te estás haciendo una idea equivocada. Solo habló conmigo,
sin amenazas en absoluto. En realidad, me invitó a tomar una copa.
Pero algo parecía estar mal, así que le dije a Asher. Lo siguiente que
supe fue que Asher me arrastró a casa, cerró las cortinas y me rogó
que me quedara aquí a pasar la noche y luego me desperté con los
chicos tratando de hacer guardia o algo así. Aunque estaban
durmiendo.
La boca de Cara se abrió de nuevo.
—¿Por qué nadie me llamó?
—¿Por qué te llamaríamos? —preguntó Logan.
Se movió en su silla para enfrentarlo.
—Porque soy su mejor amiga y si alguien intenta hacerle daño, lo
mataré, tiraré el cuerpo y luego dirigiré el maldito grupo de
búsqueda.
Logan la miró fijamente. Levi volvió a la cocina para servir más
café.
—Para que conste, sugerí que te llamáramos. —Gavin sonrió,
pareciendo presumido.
—Hablo en serio, Grace. Si necesitas protección, te conseguiré
protección —dijo Cara—. Una llamada telefónica y tendré un maldito
equipo rodeando esta casa con un francotirador posicionado en tu
ático y…
—Guau. —Levanté una mano—. Desacelera. No creo que
necesitemos llamar a las Fuerzas Especiales.
—Técnicamente, serían paramilitares.
—Aun así.
Gavin empujó mi plato de tocino frente a Cara. 206
—¿Desayuno?
Distraídamente tomó un pedazo.
—Espera, ¿qué está haciendo Asher? ¿Por qué no está jugando al
guardaespaldas?
—¿Supongo que fue a buscar al tipo? No sé, no me lo dijo antes de
irse anoche. Le envió un mensaje de texto a Logan esta mañana y le
dijo que no había tenido suerte y que se quedara conmigo.
Pasó su brazo alrededor de mis hombros.
—Gracias por cubrirme, muchachos, pero todos pueden irse ahora.
Yo me encargo.
—Buen intento, Ariel malvada —dijo Logan—. No nos vamos a
ninguna parte.
—Como si te confiaría a mi mejor amiga. Te quedaste dormido en
el trabajo.
—Era de noche.
—Al menos podrían haber tomado turnos. ¿Qué clase de
guardaespaldas eres? Oh, cierto, uno terrible.
Entrecerró los ojos.
—¿Qué clase de mejor amiga eres? Ni siquiera estabas aquí.
—Oh, lo siento, tuve que volar a Los Ángeles para lidiar con el
último colapso de mi loca madre. Qué egoísta de mi parte estar ahí
para mi familia.
La argumentación en la expresión de Logan se desvaneció. Se
aclaró la garganta.
—No lo sabía.
—Entonces verifica los hechos —dijo ella, aunque el filo en su voz
se había suavizado. Volvió su atención hacia mí.
—¿Tienes que trabajar hoy?
—Sí. 207
—Iré contigo.
—Yo también —dijo Gavin.
—¿En serio? —preguntó Logan—. Pensé que querías participar en
la acción con Reaper.
—Sí, pero las chicas necesitan que alguien las acompañe. Quédate
aquí y vigila la casa. Levi puede alcanzar a Asher y Evan.
Cara y yo miramos a Gavin. Tal vez ambas estábamos
sorprendidas. Su plan no era malo.
—Supongo que eso podría funcionar —dijo Cara lentamente.
—Por supuesto que sí. —Gavin mostró una amplia sonrisa—. Por
mucho que me encantaría estar cara a cara con el aterrador tipo de la
prisión, si vas a sentarte en la cafetería todo el día, querrás compañía
y no es como si fueras a pasar el rato con él. Hizo un gesto hacia
Logan. Y si Reaper aparece buscando a Grace de nuevo, ni siquiera
estoy preocupado. Le arrancarás al menos uno de los ojos y luego
puedo someterlo hasta que llegue la policía.
—Me gusta —dijo Cara—. Gavin viene con nosotras. Aunque sigo
pensando que debería llamar a profesionales. ¿Puedo enviarlos con
Asher? No podemos permitir que le pase nada. —Se puso una mano
en el pecho—. Oh, Dios mío, eso es tan raro. Creo que en realidad
estoy preocupada por él.
Agarré su mano y la apreté.
—Sin paramilitares. Al menos no todavía, pero agradezco la oferta
y lo sé, también estoy preocupada.
A decir verdad, no solo estaba preocupada, estaba aterrorizada,
pero no por mí. Tenía miedo por Asher.
Capítulo 22
208
Asher
Me desperté jadeando y me puse de pie en un instante. La
habitación estaba oscura y no reconocí mi entorno. ¿Dónde estaba?
Mi corazón latía con fuerza, haciendo que el pulso latiera en mi cuello.
¿Quién estaba aquí? ¿Dónde estaban ellos?
Percibí movimiento a mi izquierda y mi cuerpo se tensó, listo para
entrar en acción, pero me detuve cuando me di cuenta de lo que era.
Un perro.
Dejé escapar un largo suspiro. Un enorme pastor alemán estaba
parado a unos metros de distancia, observándome. Parecía estar
esperando a ver qué hacía, como si todavía estuviera decidiendo si
iba a permitir que otro animal entrara en su territorio.
Es cierto. Estaba en la casa de Evan.
—Hola, Sasquatch. —Me hundí en el sofá donde había estado
durmiendo—. ¿Me despertaste o fue al revés?
Se sentó, sus ojos penetrantes fijos en mí. Aparentemente me
dejaría quedarme por ahora, pero no había terminado de mirarme.
Me froté la cara y me pasé las manos por el cabello. Debo haber
tenido una pesadilla. Otra vez. Me preguntaba cuándo iba a superar
esa mierda. Me había despertado tan desorientado que había
olvidado dónde había dormido la noche anterior.
Después de enviar a mis otros hermanos a que cuidaran de Grace,
vine a buscar a Evan. Cuando regresamos al pueblo, no había señales
de Reaper o quienquiera que fuera el tipo. Revisamos un montón de
lugares, preguntamos por ahí para averiguar si habían visto a un
hombre con un montón de tatuajes. Nadie lo había visto.
Eventualmente nos dimos por vencidos. La mayoría de los lugares
habían cerrado y ya habíamos revisado los que no. Caminar por las
calles buscándolo no tenía mucho sentido. Así que llevé a Evan a casa. 209
Me había sugerido que me quedara y que saliéramos a buscar de
nuevo por la mañana.
Así fue como terminé casi saltando de mi propia piel y
encontrándome cara a cara con el perro guardián de Evan, Sasquatch.
Me recosté contra los cojines y esperé a que mi corazón se calmara.
Todavía me sentía nervioso, listo para saltar y defenderme.
Evan salió de su habitación y Sasquatch se puso de pie, moviendo
la cola con furia.
—Hola, grandulón —murmuró Evan, su voz baja y áspera. Frotó a
Sasquatch entre las orejas y luego me miró—. Buenas.
Asentí.
—Buenas.
—¿Seguimos en pie?
—Sí.
—Me pondré algo de ropa y podemos dirigirnos al pueblo.
¿Quieres ducharte o algo?
—Lo haré más tarde. —Froté mis manos arriba y abajo de mis
muslos. La energía ansiosa que me recorría, hacía difícil que me
quedara quieto. Quería irme.
—Sasquatch, vamos afuera —dijo Evan, palmeando su muslo.
El perro volvió a verme.
—Está bien, grandulón. Puede quedarse.
Sasquatch no parecía convencido. No se movió.
Evan se encogió de hombros.
—Es realmente territorial.
—Me asustó muchísimo esta mañana.
—Sí, probablemente estuvo vigilándote mientras dormías durante
la noche. Sasquatch, afuera. Ahora.
Ante la fuerte instrucción de Evan el perro finalmente obedeció, 210
caminó hacia la puerta trasera para que lo dejara salir.
Mientras esperaba que Evan cuidara de Sasquatch y se vistiera, le
envié un mensaje de texto a Logan, diciéndole que se quedara con
Grace. Respondió con una selfie, sin camisa en la cocina de Grace.
Gavin estaba en el fondo sonriendo y haciéndome una mueca.
Al menos estaban allí.
Cuando Evan estuvo listo nos fuimos, él en su motocicleta y yo en
mi camioneta. Vivía un par de kilómetros fuera del pueblo, en un
camino de tierra empinado que no habría visto si no hubiera sabido
dónde mirar. Arregló una pequeña cabaña y construyó un enorme
taller en su propiedad. Después de abandonar la universidad, se
mudó a su casa y comenzó a trabajar en autos y motocicletas viejas.
Lo había convertido en un negocio de tiempo completo,
construyendo motocicletas personalizadas y restaurando autos
clásicos.
No tenía un plan, aparte de revisar los lugares para desayunar y los
bares, preguntar si alguien había visto a un tipo con tatuajes en el
cuello. Recibimos un dato, pero era alguien que lo había visto ayer
por la tarde. Aparte de eso, no hubo suerte.
Después de un rato, Evan me convenció de tomar un descanso para
desayunar. Mi cabeza no estaba de acuerdo con él, pero mi estómago
sí, así que paramos para comer algo en el Bigfoot Diner. Además,
como señaló, este es el lugar de desayuno más concurrido y popular
del pueblo y tenía a la vista la Steaming Mug.
Mantuve una vigilancia atenta en la calle, así como en la puerta
principal, mientras comíamos. Ni rastro de Reaper.
Pero vi a Grace.
Iba con Gavin y su amiga pelirroja. Estaba vestida para el trabajo,
con una camisa negra y pantalones cortos. Su cabello un poco
ondulado. Dios, es tan hermosa. Cada vez que la veía, aunque solo
fuera un vistazo, me daba cuenta de lo cambiada que estaba.
Habíamos sido tan jóvenes entonces y es toda una mujer ahora.
Pero ¿por qué Gavin era el único que estaba con ella? 211
—Grace acaba de entrar en su trabajo y vi a Gav, pero ¿dónde están
Levi y Logan? —Saqué mi teléfono para ver si me había perdido una
actualización.
—Logan está en casa de Grace. Levi acaba de enviar un mensaje de
texto preguntando dónde encontrarnos.
Recibí el mismo mensaje de texto. No me gustaba que solo tuviera
a Gavin con ella, pero era inteligente dejar a alguien en su casa. Y su
amiga Cara probablemente era tan buena guardaespaldas como uno
de mis hermanos. Es un poco aterradora.
Respondí al mensaje de texto del grupo diciéndole a Levi que fuera
a ver a la Abue.
Ningún tipo con tatuajes en el cuello entró al restaurante, así que
terminamos nuestro desayuno y nos fuimos.
Algo al otro lado de la calle llamó la atención de Evan y se detuvo,
entrecerrando los ojos. Una pareja estaba charlando fuera de la
Steaming Mug. Conocía al tipo, sabía quién era, al menos. Luke
Haven. La chica me parecía conocida. Era rubia y vestía una chaqueta
rosa. ¿Por qué se me hace conocida? Luego le sonrió a Luke y recordé.
Es la chica que había tratado de darle su número a Evan esa noche en
el Caboose.
Luke claramente estaba coqueteando, aunque era difícil saber cómo
se sentía ella al respecto. Sonrió, dijo algo y se acercó más, pero ella
dio un pequeño paso hacia atrás.
Evan los miró por un segundo, luego comenzó a cruzar la calle
hacia ellos.
Di un par de pasos rápidos para alcanzarlo.
—¿Qué estás haciendo?
—Arruinándole la conquista a ese imbécil.
—¿Por qué?
—Porque es un imbécil y se lo merece.
Me detuve a unos metros de distancia mientras Evan se acercaba a 212
Luke y a la chica. Sus ojos se abrieron cuando lo notó venir y se cruzó
de brazos.
—Oye —dijo Evan, su voz baja retumbando. Actuó como si Luke
no estuviera allí—. Esperaba encontrarme contigo de nuevo. Me diste
tu número hace unos días y no sé qué pasó con él.
Parpadeó y la actitud defensiva desapareció de su expresión. Sus
brazos cayeron a sus costados.
—Vaya. ¿Lo perdiste? Pensé que no estabas interesado.
Luke parecía estupefacto. Extendió las manos.
—¿Amigo, en serio?
Evan lo ignoró, acercándose sutilmente a la chica.
—¿No estaba interesado? ¿Estás bromeando? —Hizo como si la
mirara de arriba a abajo, como si le gustara lo que veía—. No, lo perdí
y me he estado pateando desde entonces. ¿Qué dices? ¿Puedo tener
otra oportunidad? Lo cuidaré bien esta vez.
Sus ojos se dirigieron a Luke, luego de nuevo a Evan y su boca se
movió como si no estuviera segura de qué decir.
—Eh… sí, seguro ¿Por qué no?
Evan sacó su teléfono y se lo entregó.
—Aquí. Ponlo en mis contactos. Entonces no podré perderlo.
Se mordió el labio inferior mientras escribía. Evan se acercó más a
ella.
No podía decir si Luke estaba a punto de golpear a Evan o no. Sus
manos se apretaron en puños, pero su mirada se movió hacia la chica
y de regreso. Tenía la sensación de que no quería empezar una pelea
frente a ella.
Pero definitivamente quería golpear a mi hermano en la cara.
No lo culpé.
La chica le devolvió el teléfono a Evan y cuando levantó la mirada 213
para encontrarse con los suyos, contuvo el aliento. Él se había
acercado, elevándose sobre ella y su rostro estaba fijo en el de ella.
Se mordió el labio de nuevo y le dedicó una tímida sonrisa.
Sin romper el contacto visual, Evan guardó su teléfono en el
bolsillo. Se miraron el uno al otro y me pregunté si iba a besarla.
En cambio, ella se puso de puntillas y lo besó, un rápido roce de
sus labios contra su mejilla. Sus ojos se abrieron de nuevo y parecía
sorprendida, como si no pudiera creer lo que acababa de hacer.
—¡Perdón!
Evan se encogió de hombros, como con resignación, la agarró por
la cintura, la arrastró contra él y le devolvió el beso.
Solo que su beso no fue ligero ni rápido. Él invadió su boca,
besándola profundamente, como si estuviera revisando sus jodidas
amígdalas. Luke los miró fijamente, con la boca abierta y la rabia
ardiendo en sus ojos. Si Evan no era enemigo personal de Luke
Haven, ciertamente se había convertido en uno ahora.
Rompió el beso lentamente y se alejó.
Los ojos de la chica se abrieron. Parecía borracha. Sus mejillas
estaban tan rosadas como su chaqueta y parpadeó lentamente, como
si estuviera saliendo de un trance. Sus piernas temblaban y me
pregunté si iba a necesitar ayuda para mantenerse en pie.
—Guau.
—Nos vemos —dijo Evan. Le lanzó una rápida mirada a Luke y
luego caminó despreocupadamente hacia mí.
Caí al paso a su lado.
—¿Qué diablos fue eso?
—Nada.
—¿De verdad vas a llamarla?
Me lanzó una mirada de soslayo.
—No. 214
—Amigo, eso es cruel. Parece una chica agradable. ¿Por qué te
metes con ella solo para joder a Luke Haven?
—Vivirá.
—Sé que vivirá, pero eso fue una actitud idiota.
Se detuvo y me miró.
—Luke Haven es un imbécil que se merece algo peor que una
intervención cuando está tratando de coquetear con una chica. ¿Y por
qué te importa? La mayoría de las chicas parecen agradables. No
significa que lo sean. Simplemente no lo entiendes porque Grace es
un puto unicornio. No es que te des cuenta.
Estaba a punto de gritarle que no hablara de ella cuando alguien se
acercó a nosotros aplaudiendo lentamente.
Un tipo cubierto de tatuajes.
Capítulo 23
215
Asher
Lo miré por un segundo mientras se acercaba aplaudiendo
lentamente con una sonrisa en el rostro. Pelo rubio corto. Camisa
abotonada con puños en las mangas. Tatuajes por todos lados. En sus
antebrazos, hacia abajo sobre el dorso de sus manos. Cubriendo su
pecho y trepando por su cuello.
Había estado en prisión con él, pero no era Reaper.
—Santa mierda —dije—. ¿Declan?
—No sé quién es ese tipo o qué te hizo, pero eso fue impresionante
—dijo.
Evan estaba tenso, mirándolo como su perro me había mirado esta
mañana.
—Hijo de puta, ¿qué haces aquí? —Le di un codazo a Evan con el
codo—. Está bien. Conozco a este imbécil, pero no es Reaper.
Declan se rio.
—¿Reaper? ¿Por qué diablos estaría aquí ese idiota loco? Bonito
pueblo, por cierto. —Respiró profundamente—. He estado
disfrutando del aire fresco de la montaña.
Debería haberme sentido aliviado, si Declan era el tipo tatuado,
significaba que Grace no estaba en peligro, pero aún no estaba
convencido. Tenía que estar seguro.
—¿Hablaste con una mujer en esa cafetería anoche? —Hice un
gesto hacia la Steaming Mug.
Su frente se arrugó.
—¿Por qué el interrogatorio?
—¿Lo hiciste?
—Sí, creo que lo hice. Sin embargo, me rechazó. ¿Supongo que la
conoces? 216
—Ash, ¿qué diablos está pasando? —preguntó Evan.
Hice un gesto hacia Declan.
—Este es Declan Wallace. Estuvimos en prisión unos cinco años
juntos. Salió... ¿cuándo, hace dos años?
Declan asintió.
—Más o menos, sí.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Escuché que saliste. Pensé en buscarte.
Había algo en su voz. No estaba aquí solo para buscarme. Declan
había sido lo más cercano que había tenido a un amigo en prisión,
pero no era alguien que esperaría que viniera a buscarme para que
pudiéramos ponernos al día y conversar.
—Dame un minuto. —Le hice un gesto con la cabeza a Evan para
que me siguiera y avanzamos una corta distancia por la acera.
—¿Entonces este no es el tipo? —preguntó.
—No. Declan está bien. No tengo idea de por qué está aquí, pero es
inofensivo.
La expresión de Evan no cambió y no podía decir lo que estaba
pensando. Simplemente parecía que nada le importaba una mierda.
—Será mejor que canceles al resto de la manada de lobos. Es
probable que Gavin esté volviendo loca a Grace.
—Sí, les avisaré.
Lanzó una mirada más a Declan.
—Está bien, me voy. Tengo trabajo. Te veré luego.
—Gracias, hombre —le dije mientras comenzaba a alejarse. Iba a
decir más, tratar de decirle que apreciaba que me apoyara, pero solo
levantó una mano y siguió caminando.
Evan había cambiado. Sentí que ya no lo conocía.
Me volví hacia Declan y me sonrió de nuevo.
217
—¿Puedo invitarte a una cerveza?
—¿Ahora? Es de mañana.
—¿Y?
Me encogí de hombros y saqué mi teléfono.
—Claro, qué demonios. Solo necesito enviarle un mensaje de texto
a alguien primero.
Declan esperó mientras les enviaba un mensaje de texto a mis
hermanos, haciéndoles saber que había encontrado al tipo tatuado y
que era otra persona. También le envié un mensaje de texto a Grace,
aunque el corto mensaje no parecía adecuado. Probablemente la
había asustado muchísimo.
Pero también me había asustado muchísimo.
No estábamos lejos del Caboose, así que caminamos y encontramos
una mesa. La camarera le dio a Declan una mirada divertida cuando
pidió dos cervezas, pero no hizo ningún comentario. Se fue con
nuestro pedido y Declan miró a su alrededor.
—¿Este pueblo es jodidamente real? Tienes una barbería de la vieja
escuela y esa tiendita de la esquina que parece sacada de los años
cincuenta…
—¿La Sugar Shack?
—Sí. Y este lugar ¿Un restaurante ferroviario? Lo juro por Dios, este
lugar es jodidamente adorable. No me extraña que hayas regresado.
No me interesaba hablar de mi pueblo natal.
—Declan, ¿por qué diablos estás aquí? Me estaba volviendo loco.
—¿De verdad pensaste que era Reaper?
—¿Qué se suponía que debía pensar? Escuché que un tipo con
tatuajes así —dije, haciendo un gesto hacia arriba y abajo— estaba
aquí en el pueblo. Sí, pensé que era Reaper, que estaba aquí para
terminar lo que comenzó adentro.
—No creo que tengas que preocuparte por él. Un tipo así tiene
problemas más grandes que un niño que lo jodió un par de veces. 218
Además, hará alguna estupidez y acabará encerrado de nuevo, tarde
o temprano. Si son inteligentes, no lo dejarán salir la próxima vez.
—Sí, bueno, espero que tengas razón.
—No pierdas el sueño por eso.
Aparté la mirada.
—Eso suponiendo que pueda dormir.
—Es difícil, ¿no?
—¿Qué?
—Regresar. Hacer el cambio al mundo real.
La camarera volvió con dos cervezas. Le dio las gracias cortésmente
y luego bebió un trago.
Asentí lentamente y tomé un trago de mi cerveza.
—Sí. Es difícil.
—Por eso estoy aquí.
—¿Quieres decir que no es porque me extrañaste?
Se rio.
—No te halagues a ti mismo.
Le entrecerré los ojos.
—¿Me has estado siguiendo?
—¿Siguiéndote? No, hombre. Te vi entrar en un gimnasio ayer,
pero no me viste. Pensé que me toparía contigo tarde o temprano, así
que no entré. Como dije, este pueblo es agradable. Pensé en pasar un
par de días aquí de todos modos.
¿No me había estado siguiendo?
Mierda. Eso debería haber sido una buena noticia. Obviamente no
quería que me siguieran. Pero eso significa que mis instintos estaban
tan desajustados que básicamente estaba perdiendo el control.
—Seré sincero contigo, Bailey. Estoy aquí con una propuesta.
219
—Sin ofender, pero si es algo que me llevaría de regreso a prisión,
ya puedo decirte que la respuesta es no.
Levantó las manos en señal de rendición.
—Oye, dame algo de crédito. Soy cien por ciento legítimo ahora.
Levanté las cejas.
—Hablo en serio, hombre. Pienso lo mismo, nunca voy a volver.
—De acuerdo. Bien por ti. ¿Entonces qué haces ahora?
—Es una historia divertida. Cuando salí, hice lo mismo que tú.
Regresé al pueblo donde crecí. No me tomó mucho tiempo darme
cuenta de que eso no iba a funcionar. Tengo un hermano en Phoenix
y me dijo que, si bajaba, tendría un trabajo para mí. Así que lo acepté.
—Si estás en Phoenix ahora, ¿qué estás haciendo aquí arriba?
—Visitando a mi abuela.
—¿Hablas en serio?
—Muy jodidamente serio, hombre. Está en un hogar de ancianos,
así que vengo a verla cuando puedo.
—¿Y luego casualmente escuchaste que salí antes?
Se encogió de hombros.
—No es exactamente una coincidencia. Te busqué. La información
de los reclusos está toda en línea. No es difícil de encontrar.
—¿Por qué?
—Como dije, tengo una propuesta para ti. Mi hermano tiene un
gimnasio y entrenan a algunos de los mejores competidores de artes
marciales mixtas del mundo.
Mi espalda se puso rígida y agarré la botella de cerveza con más
fuerza.
—Vi lo que puedes hacer cuando estábamos adentro —continuó—
. No solo tienes habilidades, tienes instintos. Con el entrenador
adecuado detrás de ti, podrías competir contra los mejores. Joder,
podrías aplastar a los mejores. 220
Lancé las palabras.
—¿Quieres que sea un luchador?
—Amigo mío, eres un luchador. Algunas personas son buenas
porque tienen entrenamiento y habilidad. ¿Pero tipos como tú?
Nacen con ello. Por supuesto, cualquiera que suba al cuadrilátero
necesita habilidad. Todavía tienes que entrenar, pero te digo que no
hay mucha gente por ahí que tenga lo que tienes. Algunos muchachos
pueden luchar y otros son luchadores. Eres un luchador.
Aparté la mirada, todavía agarrando la cerveza con el puño
apretado. Tiene razón, soy un luchador, pero lo odiaba y odiaba que
lo hubiera visto tan claramente. Aunque ¿cómo podría no hacerlo?
Literalmente me abrí camino luchando a lo largo de mi sentencia.
Pasé la mayor parte de mis siete años con un maldito gran blanco en
la espalda, el tipo contra el que todos querían probarse a sí mismos.
Ya no quería ser ese hombre. El impulso de pelear es un demonio
dentro de mí y tengo que mantenerlo bajo llave. Cualquier otra cosa
es demasiado peligrosa.
—Mira, aprecio la oferta, pero no creo que sea una buena idea.
—Lo entiendo. Significa mudarse y tienes familia aquí. —
Entrecerró los ojos—. ¿Y tal vez una chica?
Aparté la mirada de nuevo.
—No exactamente.
—La chica de la cafetería me mostró un anillo. ¿Fue tuya alguna
vez? ¿Y tal vez alguien más puso ese anillo en su dedo mientras no
estabas?
—No quiero hablar de ella.
Volvió a levantar las manos.
—Me parece bien. Pero en serio, hombre, piénsalo. ¿Qué vas a hacer
aquí? ¿Qué tipo de trabajo vas a conseguir ahora? Sé cómo es. Crecí
en un pueblo pequeño, aunque el mío era más un agujero de mierda
que este lugar. Aun así, nadie te mira igual y esto podría significar
221
mucho dinero.
—Tengo casi treinta. ¿No me estoy volviendo demasiado viejo para
esto?
—Para nada. Muchos luchadores no alcanzan su punto máximo
hasta mediados de los treinta. Tenemos muchachos que siguen
ganando hasta los cuarenta. Entrena apropiadamente, cuídate,
tendrás diez años, tal vez quince. Si las cosas salen bien, es tiempo
más que suficiente para hacerte ganar un montón de dinero. Estoy
hablando del tipo de dinero que te alcanza para toda la vida.
Proveerás a tu familia de por vida, si quieres.
Cuidar de mi familia. Esa era la grieta en mi armadura y él acababa
de colarse. En este momento, apenas podía permitirme cuidar de mí
mismo. No tenía un plan ni ninguna otra oportunidad. Desde que
salí, me preguntaba qué iba a hacer con mi vida. Esta podría ser la
respuesta a esa pregunta.
Me recosté en la silla. Declan no dijo nada. Simplemente se
acomodó con su cerveza, como si pudiera darse cuenta de que
necesitaba pensar.
El dinero es tentador. No iba a mentirme a mí mismo sobre eso. No
porque me importara una mierda ser rico, sino porque necesitaba ser
productivo. Necesitaba un propósito. Tal vez valdría la pena entrar al
cuadrilátero y golpear a la gente si eso significara que podría
asegurarme de que la Abue nunca tuviera que preocuparse por el
dinero. Si pudiera cuidar de mi familia y saber que siempre tendrán
lo que necesiten.
Tal vez empezaría a compensar el tiempo que había perdido y
cómo los había alejado.
Pero no podía ignorar qué más significaría. Dejar Tilikum y a mi
familia.
Dejar a Grace.
Tomé un trago, la pizca de amargura se asentó en mi lengua. La
deseaba tanto que dolía y había una voz en mi cabeza tratando de
decirme que no solo la deseaba, la necesitaba. Ella es buena para mí.
222
Pero no podía ignorar el hecho de que independientemente de lo
que quiero, no soy bueno para ella. Apenas duermo. Tengo pesadillas
casi todas las noches. Me siento constantemente como si estuviera
siendo observado. Siempre estoy en alerta máxima, siempre listo para
responder. Listo para pelear.
Estaba convencido de que alguien me estaba siguiendo y por
mucho que quisiera decirme a mí mismo que no estaba loco tal vez
había habido alguien, en el fondo lo sabía. Había estado en mi cabeza.
No era normal.
Eso también significaba que mi instinto inicial era correcto.
Necesitaba quedarme fuera del cuadrilátero. Sin entrenamiento de
artes marciales mixtas. Sin combate y ciertamente nada de jodidas
peleas. Ni siquiera si me hiciera ganar un montón de dinero. No podía
correr ese riesgo.
—Te agradezco que hayas venido aquí. —Dejé la botella en la
mesa—. Es una buena oferta, pero no puedo aceptarla.
Me miró durante unos segundos con expresión pensativa.
—Te diré qué. Dale algo de tiempo, mira cómo se desarrollan las
cosas. Si la vida aquí funciona para ti, eso es genial. Si no... —Sacó
una tarjeta y la deslizó por la mesa—. Llámame.
Tomé la tarjeta entre el pulgar y el índice.
—Está bien. Gracias.
Sacó su billetera y arrojó algo de dinero sobre la mesa.
—Fue bueno ponerme al día contigo. Cuídate. No te metas en
problemas.
—Tú también.
Todavía sosteniendo su tarjeta, lo vi levantarse y salir. Mi cuerpo
dolía por la fatiga. Estaba bajando de toda esa adrenalina y me sentía
como una mierda. Casi con resaca.
Y todo en lo que podía pensar era en Grace.
223
Mis defensas se redujeron a casi nada. Si ella no hubiera estado en
el trabajo, habría ido directamente a su casa, sabiendo lo que pasaría
si lo hacía. Sabiendo que sería impotente para resistirme a ella.
Estaba atrapado entre la espada y la pared. No podía tenerla, pero
joder, tampoco podía dejarla.
Querido Asher:
Siento que si le escribiera esto a alguien más, no creerían que esta historia
es cierta, pero conoces Tilikum.
Ayer, mientras estaba en el trabajo, hubo una conmoción en la calle. Podía
escucharla desde mi oficina en la parte de atrás. Sonaba como si alguien
gritara. Cuando no se calmó de inmediato, salí a ver qué estaba pasando.
224
En la siguiente cuadra, Harvey Johnston estaba afuera de Happy Paws, la
tienda de artículos para mascotas, gritándole a… algo. No estaba segura de
qué y nunca se sabe con él. Estaba en la acera, agitando el puño y gritando
una sarta de improperios apenas coherentes.
Algunas personas se quedaron mirándolo boquiabiertas, pero parecían
renuentes a acercarse. No los culpé, estaba realmente alterado. Pero ya
conoces a Harvey, es inofensivo, incluso cuando está despotricando sobre
algo.
Ahí estaba él, gritándole a alguien o a algo y me di cuenta de que el gran
cartel de Happy Paws que cuelga sobre la acera se balanceaba. Ninguno de
los otros letreros frente a las otras tiendas se movía, por lo que no era el
viento. No solo se balanceaba, parecía que estaba a punto de caer y Harvey
estaba justo debajo.
Crucé la calle corriendo y agarré a Harvey por el brazo. Eso lo sorprendió
tanto que dejó de gritar, pero no se movió. Lo saqué a la calle y él seguía
preguntando:
—¿Las viste? ¿Las has visto? —una y otra vez.
Unos tres segundos después, el cartel de Happy Paws se estrelló contra la
acera, justo donde había estado Harvey.
Miré hacia arriba y ¿qué vi? Dos ardillas grises correteando por el techo.
Ardillas, Asher.
Harvey señalaba y decía:
—¡Ahí van! ¡Vamos tras ellas!
¿Realmente aflojaron el letrero para que cayera? ¿Pueden las ardillas
hacer eso?
Honestamente, no lo sé.
Sé que Missy Lovejoy, si no recuerdas a Missy es la dueña de Happy Paws,
se ha visto envuelta en una guerra con las ardillas este año. Dice que le roban
las golosinas a su mascota y que chapotean en el plato de agua que deja para
los perros de los clientes.
Harvey siempre dice que están organizadas. Sé que no está exactamente
225
cuerdo, pero tal vez no esté tan loco como parece.
Se lo conté a la Abue más tarde y me dijo que Missy Lovejoy tiene que
llegar a un acuerdo con las ardillas. ¿Cómo se llega a un acuerdo con los
pequeños mamíferos? Le hice esa misma pregunta, se encogió de hombros y
dijo que no le corresponde resolver los problemas de los demás.
¿Qué pasa con este pueblo? ¿Es normal? No creo que esto sea normal.
De todos modos, pensé que un poco de la vida aquí en Tilikum podría
hacerte sonreír.
Te quiero,
Grace
Capítulo 24
226
Grace
Afortunadamente, mis guardaespaldas Bailey fueron cancelados
con bastante rapidez. Amaba a esos chicos, pero la idea de que me
protegieran las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana,
era demasiado. Cara se había quedado a dormir anoche y por la
mañana ya no estaba tratando de convencerme de que la dejara
contratar mercenarios. Todo parecía haberse calmado.
Tenía la esperanza de que el final de la crisis significaría un Asher
más tranquilo. No lo había visto ayer, ambos terminamos de trabajar
hasta tarde, pero me envió mensajes de texto varias veces para
preguntar cómo estaba. Aunque no quería hacerme muchas ilusiones,
sentí que tal vez ese abrazo que compartimos había sido un gran
avance.
¿A quién estaba engañando? Mis esperanzas estaban altas.
—Eh. —Cara me miró por encima de un libro—. Pantalones de
melocotón, ¿sabías que solo el treinta por ciento de la tierra del
planeta es bosque?
—No. —Apenas la miré.
—Yo tampoco. —Cerró el libro y sin contemplaciones lo dejó caer
en una pila al lado de la silla.
Estábamos en una habitación fría en la parte de atrás de la
Biblioteca de Tilikum. El aire seco olía a polvo, como una vieja cripta
que nadie había abierto en siglos. Arrastré a Cara aquí conmigo para
poder investigar un poco sobre la historia del pueblo y encontrar
algún rastro de Eliza Bailey.
En parte, tengo curiosidad sobre el espejo y quién podría haber sido
Eliza Bailey. Pero también tengo el día libre y necesito algo para
mantener la mente ocupada por un tiempo. Siete años sin Asher me
habían convertido en una experta en crear distracciones para mí 227
misma.
Ya había buscado en línea, pero no encontré nada sobre Eliza
Bailey. De hecho, no había mucho que encontrar sobre Tilikum en
general antes de la década de 1920. Libby Stewart, una de las
voluntarias de la biblioteca, me había resuelto ese pequeño misterio.
Hace unos cien años en Tilikum hubo un incendio devastador y
grandes porciones del pueblo se habían quemado. Los registros y
artefactos de antes de esa época eran escasos y difíciles de encontrar.
Aun así, soy más que testaruda. Tenía la esperanza de que la
biblioteca tuviera una base de datos, tal vez una que no estuviera
disponible en línea. Lo que en realidad tenían era un antiguo lector
de microfichas y viejos artículos de periódicos en hojas de película.
Cara se sentó en un sillón que ella misma había traído, ganándose
una mirada horrorizada de Libby. Cogió unos cuantos libros,
aparentemente al azar y los hojeó mientras yo miraba por el visor en
busca de referencias a alguien llamada Eliza Bailey.
—No puedo creer que no tengan otro de esos aparatos —dijo—.
Iríamos el doble de rápido si pudiera ayudar.
—¿Por qué tendrían dos? Ni siquiera sabía que existían estas cosas.
Creo que tengo suerte de que tengan este.
—Cierto. —Cogió otro libro de su pila—. ¿De verdad crees que vas
a encontrar algo?
—No lo sé, pero tengo la curiosidad de intentarlo.
Pasó una página.
—Pero ¿por qué te servirían los periódicos?
—Puede haber anuncios de matrimonio o nacimiento. Incluso un
obituario. Eso tendría información sobre su familia.
—Sí, lo entiendo, pero ¿si ella tuviera un amante secreto y nunca se
casaron y nadie lo supiera?
—Sé que no encontraré eso en el periódico, pero si puedo encontrar
algo sobre ella, podría darme una pista. Esas cartas de amor son tan
228
conmovedoras y tristes. Quiero saber quién las escribió y qué sucedió
finalmente. ¿Encontraron una manera de estar juntos?
—Dios, eres tan romántica. Esperas descubrir que vivieron felices
para siempre.
—Claro que lo soy.
Cerró el libro y se inclinó hacia adelante en la silla.
—Porque si ellos tuvieron un final feliz, ¿quizás tú también lo
tengas?
Me volví hacia ella.
—Sé que esto no tiene nada que ver conmigo y Asher. Incluso si la
historia de Eliza Bailey tiene un final triste, no significa que lo
tendremos.
—Aun así, te haría sentir mejor.
—Bien. Sí, me haría sentir mejor. Me encantaría saber que esas
notas de amor llevaron a un final feliz.
—¿Tus ojos ya están cansados? Si necesitas un descanso, puedo
ayudarte por un tiempo.
—Gracias, pero sé que estás aburrida. No tienes que quedarte.
—Estoy tan aburrida que me muero, pero ambas sabemos que no
me puedo ir.
—¿De qué estás hablando? Por supuesto que puedes.
Su frente se arrugó.
—¿Quieres decir que si me voy, te quedarás y seguirás buscando?
Abrí la boca para decir que por supuesto que lo haría, pero la idea
de quedarme sola aquí atrás hizo que un hilo de ansiedad se
retorciera en mi estómago. En realidad, no me gustó la idea. En
absoluto.
—¿Ves? —preguntó—. No te preocupes, bebé. Me quedo. Estoy
acostumbrada. 229
—¿Acostumbrada a qué?
—A que no puedes ir sola a ningún lugar público.
—¿Qué? Sí, puedo.
Levantó las cejas.
—No, no puedes. Excepto al trabajo. Ha sido así desde que te
conozco.
Me sentí extrañamente a la defensiva, como si estuviera haciendo
una acusación injusta.
—Es una locura. Por supuesto que puedo ir a lugares sola.
—¿Sí? ¿Cuándo fue la última vez que fuiste sola de compras al
supermercado?
—Yo…— Tuve que parar y pensar. ¿Cuándo fue la última vez que
fui de compras sola? Por lo general, iba con Cara o recogía a mi
hermano pequeño y le compraba galletas o dulces mientras
estábamos fuera—. Eso es solo porque nos gusta ir juntas y a veces
quiero sacar a Elijah y darle un descanso a mi mamá.
—Está bien, pero no se trata solo de comprar comestibles.
—Voy sola a Stitch and Sip.
—No, no lo haces. Puedes conducir hasta allí, pero te encuentras
con personas que conoces.
—Pero cuenta.
—¿Alguna vez vas al Knotty Knitter cuando no es la noche de Stitch
and Sip? ¿Solo para comprar hilo o lo que sea?
—No, pero no necesito hacerlo. Voy allí casi todos los lunes.
Inclinó la cabeza, mirándome por un largo momento con una
expresión desconcertada.
—Realmente no sabías esto sobre ti misma, ¿verdad? Siempre
supuse que eras consciente de ello.
—No hay nada de lo que estar consciente, porque estás equivocada.
230
—Grace, te conozco desde hace años y aunque debe haber algunas
excepciones, estoy segura de que casi nunca vas sola a ningún lugar.
¿Por qué crees que siempre necesito hacer mandados o hacer la
compra cuando tú lo haces? Nunca en mi vida he hecho mis propios
recados ni comprado mis propios alimentos. Pero sé que siempre vas
a necesitar que alguien te acompañe, así que voy. ¿Por qué si no
pondría un pie en una ferretería? No puedo pensar en un lugar más
aburrido para perder una hora de mi vida.
Miré fijamente la pantalla de microfichas. Oh Dios mío. ¿Tenía
razón? No podía recordar la última vez que había ido sola a una
tienda o restaurante. No a menos que me encontrara con alguien. Iba
a trabajar, pero por lo demás, siempre estaba con otra persona,
generalmente Cara. Íbamos juntas a todas partes y en realidad nunca
había pensado en eso. Somos muy unidas. Ambas necesitábamos a
alguien. Pero ¿era esa realmente la razón?
—Dios mío, Cara, creo que tienes razón. No sé cómo sentirme
acerca de esto en este momento. ¿Cómo podría ignorar algo tan poco
saludable?
—Probablemente por mi culpa —dijo, con voz indiferente.
—¿Tú? ¿Por qué?
—¿Sabes cómo algunas personas consienten y echan a perder a sus
hijos por completo? Esa soy yo. Soy algunas personas. No soporto la
idea de que seas infeliz, así que hago lo que tengo que hacer para
asegurarme de que no lo seas.
Me tragué la opresión en la garganta y los ojos se empañaron con
la amenaza de lágrimas.
—¿Por qué eres tan buena conmigo?
—Seamos honestas, buena para ti es discutible. Un poco de firmeza
podría haber sido mejor, pero simplemente no puedo. Quiero que
seas feliz. Me importan quizás dos personas en todo el mundo, lo cual
me doy cuenta de que está un poco jodido. Pero nadie más me ha
dado nunca una razón.
—Ay, cariño. 231
Sonrió.
—La gente normal reparte su amor y atención, pero no tengo a
nadie más, así que lo tienes todo. Me doy cuenta de que
probablemente es malo para ti, porque no tengo idea de cómo amar a
alguien de verdad.
—Eso definitivamente no es cierto.
—Realmente lo es, pero me gusta pensar que estoy aprendiendo.
Luego, tendré que aprender a compartirte.
Me giré de lado en la silla para estar frente a ella y me incliné hacia
adelante.
—Si Asher y yo resolvemos las cosas, será difícil para ti, ¿no?
Apartó la mirada, jugueteó con un mechón de pelo rojo.
—Sí, pero también estoy de acuerdo con eso, porque si es lo que
quieres, entonces es lo que quiero.
—Realmente lo dices en serio, ¿no?
—Por supuesto que sí. Probablemente soy una amiga terrible de
mil maneras diferentes, pero no te mentiría.
—Eso es amor, Cara. Así es como realmente amas a alguien.
Quieres lo mejor para ellos, incluso si eso significa que tienes que
perder algo.
Se encogió de hombros y pude verla tratando de permanecer
indiferente. Cara no indagaba en sus sentimientos muy a menudo.
—Eres mi persona —le dije—. Nunca vas a perderme. Incluso si me
caso con Asher.
—Cierra la hermosa boca.
Me reí, pero mi sonrisa se desvaneció.
—¿Tengo algún problema? Me dirías si tengo un problema,
¿verdad?
—Honestamente, no lo sé. Si ni siquiera eras consciente de ello, 232
apuesto a que es solo un hábito. Nos acostumbramos tanto a hacer
literalmente todo juntas en la universidad y ahora no pienso en eso.
Además, es una relación totalmente codependiente. Saco mucho
provecho de que me necesites.
—Sí, tal vez es solo un hábito. —Me mordí el labio inferior, sin
saber si lo creía—. Sabes qué, dame treinta minutos más aquí e iremos
a almorzar. Dónde quieras.
—¿Sabes lo que realmente quiero?
—¿Qué?
Miró a lo lejos, con expresión soñadora.
—Hay un lugar en San Diego que tiene los camarones con coco más
increíbles que jamás hayas comido en tu vida. Si puedo conseguir un
vuelo, ¿quieres ir?
—¿Hoy?
—Sí. Tendría que ser más como una cena, pero sigo pensando que
podríamos lograrlo.
—No voy a ir a San Diego hoy.
—¿Por qué no? No es un vuelo largo.
Sacudiendo la cabeza, me reí.
—Estaba pensando en algo un poco más cercano. Como aquí.
Se dejó caer en la silla y gimió.
—Bien. Podemos ir al Caboose, pero definitivamente beberé
durante el día.
—Yo también, seguro.
—¿Estás segura de que no quieres ir a San Diego?
—Cara, la última vez que me llevaste a uno de tus locos viajes
espontáneos, se suponía que iríamos por ocho horas. Dos días
después, casi perdí mi trabajo.
Una amplia sonrisa se extendió por su rostro.
233
—Sí, pero nos divertimos.
—Nos divertimos —admití a regañadientes.
—Está bien, superé la idea de San Diego. Hank hace muy buenos
gin tonics y eso suena mejor que la comida de todos modos. Incluso
camarones con coco.
Mi teléfono sonó con un mensaje de texto y tan pronto como vi su
nombre en la pantalla, estaba sonriendo.
Asher: ¿Me creerías si te dijera que tres ardillas me robaron el
almuerzo?
Yo: En realidad, sí lo haría.
Asher: Estaba en mi camioneta, pero dejé la ventana abierta. Vi a
las pequeñas hijas de puta huir y mi almuerzo ya no estaba.
Yo: Ese fue tu error. No puedes bajar la guardia con esas pequeñas.
Son astutas.
Miré a Cara. Estaba fingiendo no mirarme, pero sabía que tenía
curiosidad. Por un segundo, pensé en preguntarle si le molestaría que
invitara a Asher a almorzar con nosotras.
Pero por mucho que me hubiera gustado tener una excusa para
verlo, rápidamente decidí no hacerlo. Cara diría que sí, pero no quería
alterar nuestros planes. Mi amistad con ella es importante para mí y
no podía acostumbrarme a hacerla sentir como una tercera rueda.
Asher: No es broma. Compraré algo en el pueblo, solo pensé que
disfrutarías riéndote de mi desgracia.
Yo: Definitivamente me hizo sonreír.
Asher: Entonces valió la pena. Amo tu sonrisa.
Sí, mis esperanzas estaban aumentando oficialmente. Rápido.
—¿De qué va todo eso? —preguntó Cara.
—Solo Asher. Las ardillas le robaron el almuerzo de su camioneta.
Pensó que me haría reír.
Una comisura de su boca se curvó en una sutil sonrisa. 234
—¿Enviarte mensajes de texto solo porque sí?
—Sí.
—Ajá, interesante.
Mordí mi labio inferior de nuevo.
—También dijo que ama mi sonrisa.
Levantó las cejas.
—Bebé, más despacio. Estás llevando esta relación demasiado
rápido.
—Cállate.
—Lo digo en serio. ¿Ya te está enviando mensajes de texto bonitos?
¿Qué sigue, té en el porche con un acompañante? Ten cuidado de no
mostrar ningún tobillo. Podrías dañar su estima por ti.
Me reí.
—Para.
—No soy la que está siendo toda una zorra y mostrando el tobillo.
Desvergonzada.
—Oh, ¿soy desvergonzada? Eso es gracioso viniendo de ti.
—Lo sé, soy tan hipócrita. Pero en serio, realmente me gustaría
comenzar a comprar vestidos de dama de honor, así que, si ustedes
dos pudieran darse prisa, sería genial.
—Me aseguraré de hacerlo solo por tu conveniencia.
Mostró una gran sonrisa.
—Eres una buena amiga.
Libby Stewart asomó la cabeza por la puerta.
—¿Eh, Grace? La señora Montgomery me envió para decirte que se
te acabó el tiempo.
Lorraine Montgomery es la bibliotecaria principal.
—¿En serio? Lo siento, no sabía que había un límite de tiempo. 235
—Yo tampoco, pero eso es lo que dijo.
Cara y yo compartimos una mirada. Eso es raro. No era como si
hojear artículos de periódicos viejos en microfichas fuera una
actividad bibliotecaria popular.
—Bueno. —Apagué la máquina—. Ya habíamos terminado de
todos modos.
—¿Encontraste algo? La señora Montgomery estaba preguntando
al respecto.
—No realmente. ¿Quieres que ponga esto en alguna parte? —Hice
un gesto hacia la pila de película.
—No, está bien. Me haré cargo de ello.
—Gracias, Libby.
Cara y yo agarramos nuestros bolsos y dejamos a Libby en el
almacén.
—¿Soy solo yo o fue extraño? —preguntó Cara.
—Un poco. Aunque tal vez esa vieja máquina de microfichas solo
puede tener un uso limitado. Se estaba poniendo bastante caliente.
Pasamos frente al mostrador donde varias personas estaban
sacando libros. Lorraine Montgomery nos miró. Parecía una
bibliotecaria consumada, con un vestido de flores, una chaqueta de
punto color canela y las gafas de montura metálica. Incluso lleva el
cabello canoso en un moño.
Siempre había sido severa, pero no tenía idea de por qué nos
miraba como si pensara que estábamos robando libros de su
biblioteca.
—Bueno, lo que sea —dijo Cara—. Estoy lista para la ginebra.
—¿No lo estás siempre?
—Básicamente.
Cara sostuvo la puerta para mí y lancé una mirada por encima del
hombro a Lorraine Montgomery, todavía observándome. 236
Capítulo 25
237
Asher
El familiar olor a caucho mezclado con un toque de sudor me
recibió cuando entré al gimnasio. Un ventilador de tamaño industrial
zumbaba en un rincón y el tintineo de las pesas resonaba en los techos
altos. Dos muchachos luchaban en una de las colchonetas abiertas
disponibles y otro par entrenaba boxeo en la jaula, sus gruñidos se
sumaban a los sonidos del movimiento y la actividad.
Jack Cordero estaba cerca del frente, hablando con un chico que
vestía una camiseta del Departamento de Bomberos de Tilikum. Iba
vestido con ropa de calle y llevaba una bolsa de lona; parecía que ya
había hecho ejercicio. Muchos de los chicos de la oficina del sheriff se
ejercitaban aquí y también la mayoría de los bomberos. Siempre
habían tenido una rivalidad amigable. Antes, cuando era bombero
voluntario, a menudo me entrenaba con los agentes. Los chicos del
departamento de bomberos me habían puesto contra ellos porque era
bueno. Generalmente ganaba. Lo que era un orgullo para el
departamento de bomberos y todo eso.
Al bombero, lo había visto antes, pero no sabía su nombre, se rio
de algo que dijo Jack. Jack miró por encima del hombro e hicimos
contacto visual. Me saludó con una inclinación de la barbilla y le
devolví el saludo.
Me gusta Jack. Es cierto que la prisión me había predispuesto a
desconfiar de la autoridad, especialmente de la policía, pero Jack
parecía buena persona.
Me detuve en la recepción y me registré. Estaba a punto de
desviarme hacia el lado del gimnasio con las pesas, pero alguien en
una de las colchonetas disponibles me llamó la atención. Me detuve
y volví a ver. Era Grace.
Estaba vestida con una camiseta sin mangas y un par de pantalones
cortos negros que mostraban sus piernas atléticas. Tenía el cabello 238
recogido hacia atrás y los pies descalzos.
Uno de los entrenadores, pensé que su nombre podría ser Diego, se
enfrentó a ella. Llevaba una camiseta y pantalones cortos y su pelo
largo estaba recogido en un moño. Dieron vueltas lentamente y me di
cuenta de que Grace nunca cruzaba los pies, siempre mantuvo una
buena postura. Su centro de gravedad estaba bajo, sus rodillas
ligeramente dobladas.
Estaba totalmente enfocada en su oponente, sus ojos fijos en los de
él. Hizo una finta hacia un lado y ella vaciló, pero no mordió el
anzuelo. Un segundo después se disparó sobre ella, envolviendo los
brazos alrededor de su cintura. Ella se extendió al instante, apoyando
el peso de su cuerpo en él, sus piernas estiradas detrás de sí misma.
Maldita sea. Ese fue un buen movimiento.
No podría derribarla con una postura tan fuerte, así que se apartó.
Se encerraron con las cabezas juntas, ambos luchando por la posición.
Tuve ganas de gritar instrucciones: cambia de nivel, Grace, pero me
quedé callado.
Moviéndose rápido, fue a por la pierna interior con la suya. Medio
segundo después ambos estaban en el suelo. Al principio parecía que
había cometido un error y él iba a darle la vuelta a las cosas. Pero rodó
sobre su espalda, tirando de él sobre ella y lo puso en guardia. Sus
piernas estaban envueltas alrededor de su cintura, sus pies cerrados.
En la lucha, estar de espaldas siempre es malo. En el jiujitsu
brasileño, sin embargo, era una posición de fuerza. Grace lo tenía
justo donde lo quería.
Diego la entrenaba mientras luchaban, dándole instrucciones
rápidas y cada vez más sin aliento. Trató de sentarse, alejando la parte
superior de su cuerpo del de ella, pero lo siguió, manteniendo las
piernas apretadas. Torciéndose por la cintura, enroscó su mano
alrededor de su brazo opuesto y tiró de él hacia adelante, apretando
su cara contra la colchoneta. Sin soltarle el brazo, desplazó su peso
debajo de él, torciéndole el brazo doblado hacia atrás en un ángulo
doloroso.
239
Levanta su muñeca, Grace. Levántala.
Apretó las piernas con más fuerza contra los intentos de romper su
agarre y empujó hacia arriba su muñeca. Golpeó la colchoneta con la
otra mano y lo soltó.
Buen movimiento.
Diego se puso de pie y la ayudó a ponerse de pie, luego sacudió su
brazo. Intercambiaron unas pocas palabras tranquilas. Ella asintió;
probablemente estaba criticando su forma, haciéndole saber lo que
había hecho bien y dónde podía mejorar. Él le dio unas palmaditas en
el hombro y se bajó de la colchoneta.
Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba parado en medio
del gimnasio, mirándola.
Me vio y la sonrisa que iluminó su rostro casi me abrió de par en
par. Estaba sudorosa y sonrojada, su cabello se caía de la media cola
de caballo. Su camiseta sin mangas y sus diminutos pantalones cortos
mostraban una gran cantidad de piel, toda brillante por el
entrenamiento.
Dios, es hermosa. Sudorosa, alborotada y absolutamente perfecta.
—Eh, tú. —Caminó hacia mí, clavando mis pies en el lugar. No
podría haberme movido, aunque lo hubiera intentado—. No sabía
que estabas entrenando de nuevo.
—No lo hago, en realidad. Solo estoy aquí para levantar pesas.
—¿En serio? ¿No quieres volver a la lona?
Negué con la cabeza.
—No. Sin embargo, te veías genial. Esa fue una buena sumisión.
—Gracias. —Hizo una pausa por un segundo—. ¿Quieres al menos
calentar un poco?
—¿Contigo?
Sus ojos sostuvieron los míos y sus labios se curvaron en una lenta
sonrisa. No era una sonrisa amistosa. Estaba llena de calor,
chorreando sugerencias.
240
—Sí. Vamos. Te prometo que seré amable.
Sacudí mi pulgar sobre mi hombro, vagamente en la dirección de
las pesas.
—Sabes qué. Iré a hacer lo mío.
—Está bien, lo entiendo. Ha pasado tiempo. Probablemente estés
preocupado de estar oxidado.
Con esa mirada en sus ojos, no estaba seguro de si seguíamos
hablando de la lucha.
—No me preocupa estar oxidado, en ningún aspecto.
—¿Estás seguro de eso, grandulón?
Me estaba provocando y lo sabía, aun así, mordí el anzuelo.
—Sí, no es un problema. Algunas cosas nunca se olvidan.
—Como andar en bicicleta.
Me acerqué al borde de la colchoneta y la miré.
—No, no como andar en bicicleta.
—Muéstrame.
Cada músculo de mi cuerpo se tensó. Era todo lo que podía hacer
para mantenerme bajo control. Quería arrastrarla a algún lugar
privado, rasgar esos pantalones cortos por la mitad, sacar mi polla y
follarla contra una pared.
La peor parte era que conocía esa mirada en sus ojos. Lo deseaba
tanto como yo.
No podía follarla aquí, obviamente. Había otras personas
alrededor. No soy un animal. Pero más que eso, no podía follarla en
ningún lado. No mientras todavía fuera un desastre.
Pero maldita sea, era difícil de resistir.
—No lucharé contigo, Grace.
241
—¿Por qué no? ¿Tienes miedo de que gane?
La miré de arriba a abajo.
—Probablemente tengo treinta kilos de ventaja sobre ti. Quizás
más.
—¿Y?
—Te aplastaría.
—¿Eso crees? Ya que tienes tanta confianza, ¿qué tal si lo hacemos
interesante?
—¿Cómo?
—Apuesto a que puedo hacer que te rindas. Si gano, obtengo lo que
quiero. Si ganas, obtienes lo que quieras.
—¿Qué quieres?
—Una cita.
Mierda. Me estaba desenmarañando tan rápido que mi cerebro
apenas podía seguir el ritmo. Una cita. Llevar a Grace en una cita. Se
suponía que debía mantener la distancia. Dándonos a ambos la
oportunidad de seguir adelante.
Pero Dios, ¿revolcarme en la colchoneta con ella? ¿Tocar toda esa
piel? ¿Manchar con su sudor mi ropa? Quería hacer lo correcto, pero
la fuerza de voluntad de cada hombre tiene límites. Definitivamente
estaba llegando al mío y no era como si ella pudiera ganar. Se había
desenvuelto bien contra Diego, pero soy un luchador entrenado y
más grande que ella. El riesgo era mínimo.
Eso es lo que me decía a mí mismo, al menos.
—Bien. Si me obligas a rendirme, consigues una cita.
Esa sonrisa astuta se deslizó por su rostro de nuevo y se mordió el
labio inferior con los dientes.
—Bueno. Hagámoslo.
—Espera. ¿Qué pasa si gano?
Caminó hacia el centro de la colchoneta y me miró. 242
—Si quieres apostar algo, hazlo. Pero no vas a ganar, así que no
importa.
—¿Eso crees, tigresa?
—Sí.
—No, necesitamos establecer los términos completos de antemano.
No quiero que te eches atrás cuando pierdas.
Puso las manos en sus caderas.
—No me echaré atrás, pero si te hace sentir mejor, ¿qué quieres si
ganas?
Oh mierda, ahora tenía que pensar en algo. Se me estaba
ocurriendo que ella ya estaba varios pasos por delante. Me había
provocado a esto desde el principio y yo todavía estaba tratando de
ponerme al día.
—Pastel de chocolate.
—¿Eso es todo?
No fue muy bueno, pero no podía decirle que, si ganaba, quería
llevarla de vuelta a su casa y follarla hasta que ninguno de los dos
pudiera ver claro. Y ese pensamiento estaba ocupando demasiado
espacio en mi cerebro. Era difícil pensar en otra cosa.
—¿Sabes cuánto tiempo ha pasado desde que comí pastel?
Se encogió de hombros.
—Está bien, Bailey. Si puedes vencerme, te haré un pastel. Ahora
ven aquí y muéstrame lo que tienes.
Me quité los zapatos y los calcetines, y me subí a la colchoneta. La
suavidad flexible se sentía familiar bajo los pies. Maldición, había
pasado mucho tiempo.
Grace se arregló el cabello, tirando de él hacia atrás y volviendo a
atarlo. Sacudió los brazos y saltó sobre las puntas de los pies varias
veces. Luego amplió su postura, me dio una sonrisa y me hizo un 243
gesto para que me acercara.
Los sonidos alrededor se desvanecieron. No más voces, ruidos
metálicos, ventiladores que zumban. Mi enfoque se redujo al espacio
de la colchoneta azul oscuro. A mi oponente.
A Grace.
Bajé mi centro de gravedad, me acerqué a ella, probando sus
defensas. Apartó mi brazo con un golpe. Lo intenté de nuevo,
arrastrando los pies más cerca. Se desvió, evitando mi agarre. Pero
esta vez irrumpió, dando un viraje en la parte interior de mi pierna.
La había visto usar ese movimiento en Diego, así que estaba listo.
Moví la pierna antes de que pudiera envolverla con la suya y
aproveché el cambio en su equilibrio. Agarrando su muslo, tiré de su
pierna y conduje el peso de mi cuerpo hacia adelante.
Golpeamos la colchoneta con Grace sobre su espalda y me moví
hacia el control lateral, dando vueltas para quedar perpendicular a
ella, con mi pecho encima del suyo. Debería haber sido capaz de
terminar aquí, pero fue rápida y decidida. Se resistió a mis esfuerzos
por pasar el brazo por debajo de su cuello y usó la fuerza de la parte
inferior de su cuerpo para mover las caderas.
—¿Estás seguro de que no estás oxidado? —preguntó, su voz tensa
por el esfuerzo.
Gruñí y giré mi cuerpo, buscando el control del otro lado. Con
cuidado de no poner demasiado peso sobre su caja torácica, no quería
lastimarla, traté de enganchar una de sus piernas.
Empujó la rodilla contra mi estómago, usándome como palanca
para liberar sus caderas. Gruñí de nuevo, luchando por recuperar el
control. Maldición, es rápida y resbaladiza. No porque estuviera
sudada, se movía como una gata. Cada vez que pensaba que tenía un
agarre sólido, se retorcía de alguna manera.
De repente, pasó a la ofensiva. Empujándose contra mí de nuevo,
movió sus caderas hacia atrás. Traté de contraatacar, pero usó mi
impulso en mi contra. Su cuerpo se torció y enganchó un brazo
alrededor de una de mis piernas. Lo siguiente que supe fue que mi 244
cara estaba aplastada contra la colchoneta y estaba rodando sobre mi
espalda.
Usando la sorpresa a su favor, se sentó a horcajadas sobre mis
caderas, hundiendo el peso de su cuerpo sobre mí. Plantó sus palmas
en el centro de mi pecho y antes de que pudiera reaccionar, se giró,
su trasero aterrizó en la colchoneta justo a mi lado.
Y tenía mi brazo.
Sujetó la parte superior entre sus muslos, se arrojó hacia atrás,
estirándolo a medida que avanzaba.
No podía hacer palanca en esta posición. Necesitaba volverme
contra ella para poder mantener el codo doblado, pero ya era
demasiado tarde. Sus piernas empujaron la parte superior de mi
cuerpo hacia abajo mientras aumentaba rápidamente la presión sobre
mi brazo.
Santa mierda. No importaba cuánto más grande era yo. Podría
romperme el brazo así.
No me di por vencido, todavía tratando de cambiar mi peso y
darme un poco de espacio. Pero ella redobló sus esfuerzos, apretando
sus muslos y doblando mi brazo en la dirección equivocada. Dolía
como un hijo de puta. Apreté los dientes, gruñendo contra el dolor.
Y golpeé la colchoneta con la otra mano, en señal de rendición.
Instantáneamente, la presión se alivió. Aflojó los muslos y me soltó.
Miré al techo por un segundo, respirando con dificultad. En
realidad, me había vencido.
Se deslizó hacia atrás y se sentó, cruzando las piernas.
Me volví hacia ella.
—¿Desde cuándo sabes cómo hacer una llave de brazo?
—Desde que puedo. Te dije que ganaría.
Me lancé hacia adelante, la empujé sobre su espalda y hundí mi
peso sobre sus caderas. Me rodeó con las piernas y enganchó los pies. 245
Le sujeté las muñecas por encima de la cabeza, pero no se resistió.
Sólo fijó sus ojos azules en los míos.
Todas las razones por las que no podía tenerla intentaron pasar por
mi mente. Pero era tan difícil prestarles atención cuando la tenía
clavada en el suelo con mi ingle presionando contra la suya. Mi polla
se endureció entre nosotros. Sabía que ella podía sentirla. Sin romper
el contacto visual, movió las caderas. Fue sólo una pulgada, pero fue
suficiente. Ese sutil roce contra mi pene desencadenó una reacción en
cadena de sensaciones. Empujé más fuerte contra ella, haciendo que
sus párpados se movieran y sus labios se abrieran con una suave
exhalación.
Solo esa mirada en su rostro fue casi suficiente para correrme sobre
mí mismo.
Alguien se aclaró la garganta, recordándome dónde estábamos.
Incluso con eso, era difícil obligarme a moverme. Se sentía tan
jodidamente bien. Un gemido bajo retumbó en mi garganta, pero
solté sus muñecas, moviendo mis caderas hacia atrás.
Ambos nos pusimos de pie y di un paso al costado para crear algo
de distancia. Me sentí fuera de mí, como si estuviera borracho y tal
vez lo estaba. Borracho de ella. Podía olerla en mí y la forma en que
su piel brillaba me hizo querer lamerla.
Se apartó un mechón de pelo de la frente.
—Parece que tengo una cita.
—Esa fue la apuesta. ¿Qué es lo que quieres hacer?
—Estoy segura de que se te ocurrirá algo. Ya sabes como soy. No
soy de lujos.
La conozco. Siete años nos habían cambiado a los dos, a mí más que
a ella, pero seguía siendo Grace. Todavía era la chica de la que me
había enamorado hace tantos años.
—Gracias a Dios ustedes dos terminaron —dijo una voz de mujer
detrás de mí—. Me preguntaba si tendría que activar la alarma contra
incendios para despejar este lugar y darles algo de privacidad. 246
Grace se rio y miré detrás de mí. Su amiga Cara estaba de pie al
lado de la colchoneta con los brazos cruzados. Estaba vestida con una
camiseta sin mangas y pantalones cortos, aún más pequeños que los
de Grace.
—Sabes que eso es ilegal, ¿verdad? —preguntó Grace.
Cara se encogió de hombros, como si no le importara.
—¿Estás lista o quieres que venga a buscarte más tarde?
—Estoy lista. —Grace comenzó a caminar fuera de la colchoneta,
pero se detuvo frente a mí y me miró a los ojos—. Así que…
—Qué tal mañana. ¿Te recojo a las seis?
Sus labios se torcieron en una sonrisa seductora, bajó la vista, sus
ojos se posaron en mi ingle y la subió de nuevo.
—Perfecto. Hasta entonces.
Mierda, me va a matar.
Dejé escapar un suspiro, miré a Cara. Me guiñó un ojo, como si lo
aprobara. Luego siguió a Grace hacia el vestuario.
Me bajé de la colchoneta y agarré mis zapatos, sintiéndome
extrañamente tranquilo. De hecho, no podía recordar la última vez
que me había sentido tan equilibrado. Como si mi estado de ánimo
no estuviera en peligro de colapsar. Estaba excitado como el infierno,
la presión en mi ingle me molestaba. Pero había gente a mi alrededor
y mi espalda no estaba tensa. La sensación omnipresente de peligro
inminente todavía estaba allí, pero estaba silenciada, como si hubiera
pasado a un segundo plano.
Se sintió bien.
Llevé mis cosas al otro lado del gimnasio y dejé el bolso. Mi teléfono
vibró con un mensaje de texto de un número que no reconocí.
-Soy Cara. Si necesitas una idea para una cita, puedo ayudarte.
Eso fue interesante. No había llevado a Grace a una cita en mucho
tiempo. Tal vez me vendría bien un consejo de su mejor amiga.
247
Todavía no sabía si debería hacer esto. Un poco de contacto con la
piel de Grace no iba a curarme de repente; la sensación de calma que
sentí fue sin duda temporal. Tengo que tener cuidado.
Pero no podía negar las formas en que Grace y yo estábamos
conectados. Nos dolía a los dos estar separados. Había estado en casa
durante casi un mes y ese dolor no se aliviaba. Estaba empeorando.
El dolor en mi pecho seguía creciendo y si se sentía como yo,
probablemente era casi insoportable.
No podía ganar. Si me rendía, había muchas maneras en que esto
podría salir mal. Podría fallarle de tantas maneras. Pero mis esfuerzos
por mantenernos separados, por ser amigos, se estaban convirtiendo
en una forma lenta de tortura.
La voz de la Abue se deslizó por mi mente. Tómate tu tiempo, Oso.
Tal vez no tenía que tomar una decisión sobre el futuro en este
momento. Podría salir con Grace y dejar que eso fuera lo que fuera.
Una cita.
Y tal vez con el tiempo, habría una forma de hacerlo funcionar.
Estoy todo tipo de jodido por dentro y todavía no creía que se diera
cuenta de la magnitud del daño. Tal vez cuando lo viera, realmente
viera cuántas cicatrices tengo, decidiría que no puede manejarlo.
Pero no podía seguir luchando contra esto. No cuando tenía tantos
otros demonios que mantener encerrados. Y no cuando la atracción
de Grace sobre mí es tan fuerte.
Capítulo 26
248
Asher
Después de castigar mi cuerpo en el gimnasio durante una hora
más o menos, fui a casa de la Abue. El olor a pan frito me golpeó tan
pronto como abrí la puerta, haciéndome agua la boca. Por mucho que
quisiera tener mi propio lugar, y ya estaba más cerca de hacerlo, había
ventajas en vivir aquí. Particularmente la comida de la Abue.
—Hola, Abue. —Dejé mis cosas y fui a la cocina en la parte trasera
de la casa. Un aroma sabroso, casi picante, golpeó mi nariz cuando
me acerqué.
—Hola, Oso. —Había una enorme pila de pan frito y una sartén de
hierro fundido llena de carne cocinándose a fuego lento—. Espero
que tengas hambre. Sentí que necesitábamos tacos indios.
—Estoy que me muero de hambre. Pero eso es mucha comida,
incluso para mí. ¿Quién más viene?
Volteó un trozo de pan frito para dorar el otro lado.
—No invité a nadie, pero ya sabes cómo son mis cachorros. Pueden
oler mi pan frito al otro lado del pueblo. Ahora, cuando vengan aquí,
tendré mucho.
—Inteligente.
—Con la experiencia viene la sabiduría. Hay un paquete para ti,
está sobre la mesa.
Tomé asiento y deslicé la caja rectangular más cerca. La cinta
adhesiva se desprendió fácilmente y saqué un recipiente de plástico
con la tapa puesta. Estaba boca abajo, la parte del tazón quedaba
arriba, incliné la cabeza para mirar a través del plástico.
—¿Es esto gelatina? ¿Quién la dejó?
—No sé. Estaba en el porche cuando entré después de alimentar a
mis pollas.
249
Rompí el sello de la tapa y la levanté. Efectivamente, era un globo
de gelatina verde en forma de cúpula torcida y dentro…
—Oh Dios mío. Pusieron un puñal en la gelatina.
Me reí, porque ¿qué más podía hacer? Primero la lima horneada
dentro del pastel, luego alguien había puesto una en la guantera de la
camioneta. La otra noche pedí una pizza para mí y la Abue, y en la
caja había un puñal falso hecho con un cepillo de dientes. No tenía
idea de cómo lo habían logrado, ahora otro en la gelatina verde
brillante.
—Alguien debe pensar que los vas a necesitar algún día. ¿Hay algo
que no me estás diciendo?
—Sí, Abue, estoy vendiendo drogas. No vayas al taller. Entre
menos sepas, mejor.
Se rio.
Aparté el recipiente.
—Cuando descubra quién de ellos lo está haciendo, le haré pagar.
—¿Por qué asumes que es solo uno de ellos? A veces todavía
deambulan en manada.
—Buen punto.
—Aparte de eso, ¿cómo estuvo tu día?
—No estuvo mal, en realidad.
—¿Cómo está Grace?
La miré con desconfianza.
—¿Cómo supiste que la vi hoy?
Sacó un trozo de pan frito y lo dejó escurrir sobre la rejilla.
—No lo sabía.
—Entonces, ¿por qué preguntaste por ella?
—¿Por qué no preguntaría por ella?
Negué con la cabeza. 250
—Está bien. Saldremos mañana por la noche.
Me miró por encima del hombro, luego apagó los dos quemadores
y revolvió la carne rápidamente.
—¿Están saliendo ahora?
—Sí. Al parecer perdí una apuesta.
—Ah, claro. Así que te está obligando a hacerlo.
—No. Algo así. La vi en el gimnasio y me apostó a que podría
vencerme. —Estiré el brazo y moví mi hombro—. Básicamente me dio
una lección.
La Abue se rio entre dientes.
—Esa es nuestra Mamá Osa.
—Ni siquiera sabía que había aprendido a luchar. En algunas de
sus cartas mencionaba que iba al gimnasio, pero pensé que se refería
a hacer ejercicio para mantenerse en forma.
Tomó asiento frente a mí.
—¿Te sorprende?
—Un poco, sí. Nunca antes estuvo interesada en las artes marciales.
—El trauma cambia a las personas. Les hace ver las cosas de otra
manera. Tienes que recordar que resultó herida esa noche también.
Miré hacia otro lado.
—Lo sé. Créeme, nunca lo he olvidado.
—Es muy buena asegurándose de que parece estar bien por fuera.
Es una habilidad que ustedes dos tienen en común, pero también
puede ser una debilidad.
—¿No crees que está bien por dentro?
Inclinó la cabeza.
251
—Normalmente no me gusta señalar lo obvio. Si alguien va a
insistir en ser testarudo o cabeza dura, está lejos de que quiera
intervenir. La realidad los golpeará eventualmente, pero no, Oso. No
lo está. Ninguno de los dos está bien por dentro.
Hice una pausa para asimilarlo. Me sentí como un imbécil egoísta
por no pensar en eso antes.
—Abue, no sé si puedo estar con ella. Porque tienes razón, no estoy
bien por dentro.
—Por supuesto que no lo estás. Nadie espera que lo estés y menos
aún Grace.
—Sé que no lo hace, pero la vida que planeábamos antes ya no
existe. No soy el mismo. Ojalá lo fuera, pero no lo soy. Tengo un
montón de… —Me detuve, no muy seguro de cómo explicarlo—.
Tengo muchas cosas malas adentro, no quiero arrastrarla conmigo.
Asintió lentamente.
—El espíritu protector es fuerte en ti. Siempre lo ha sido. Depende
de ti descubrir cómo usarlo. Se necesita sabiduría y buen juicio para
saber quién necesita tu protección y reconocer de qué debes
protegerlos.
Antes de que pudiera responder, la puerta principal se abrió de
golpe. Me di cuenta sin mirar que al menos dos, si no tres, de mis
hermanos acababan de llegar. Me encontré con los ojos de la Abue y
me guiñó.
—¿Ves? Vamos a comer.
El sol de principios de junio se había hundido bajo las montañas,
pero el cielo aún estaba claro. Mis hermanos y yo hicimos un trabajo
rápido con la cena de la Abue. Habían dicho que no tenían idea de 252
que ella estaba cocinando. Todos habían terminado un turno al
mismo tiempo y decidieron venir. La Abue acababa de sonreír con
una mirada de complicidad en sus ojos, luego nos dijo que no
rompiéramos nada mientras peleábamos por ver quién tenía que
limpiar después de la cena, porque ciertamente no lo haría ella.
Ya se habían ido de casa y yo salí a revisar el aceite de la camioneta.
El abuelo siempre había dicho que su camioneta funcionaría para
siempre si la tratabas bien. No estaba seguro de para siempre, pero
no la dejaría morir bajo mi guardia.
Abrí el capó y levanté la barra para mantenerlo abierto. Escuché el
débil sonido de voces llevado por la brisa. Jack estaba afuera frente a
su casa hablando con Elijah. No podía entender lo que decían, pero
incluso sin ver su rostro me di cuenta de que Elijah no estaba feliz.
Llevaba la capucha abajo, pero tenía los brazos cruzados y hundía la
punta del pie en la grava.
Jack estaba vestido con su uniforme y se veía frustrado. No del todo
enojado, no había nada agresivo en su postura. Pero se puso las
manos en las caderas y sacudió la cabeza. Dijo algo más, esperó, luego
subió a su auto y se fue.
Elijah se arrastró hacia la parte trasera de la casa con las manos
metidas en los bolsillos.
Dudé con la mano todavía en el capó levantado. Tiene padres, dos
de ellos ahora. Le pregunté a Grace si alguna vez había mencionado
que alguien lo molestaba, dijo que no y me aseguró que hablaría con
su mamá al respecto. Esto no es asunto mío, no es mi responsabilidad.
Pero aun así.
Atravesé el patio, giré hacia la parte de atrás y encontré a Elijah
sentado en el tocón de un árbol, de espaldas a mí.
—Hola, Eli. ¿Qué te ocurre?
Miró por encima del hombro.
—¿Qué quieres? 253
Realmente no sabía cómo hablar con los niños. Especialmente
ahora. ¿Qué se supone que debía decir?
De repente, tuve un vago recuerdo de mi abuelo trabajando en su
camioneta. Yo tenía once o doce años y me había metido en
problemas en la escuela. En lugar de castigarme, me llevó al taller
para ayudar, le pasaba herramientas y apretamos pernos. Todo el
tiempo, él había hablado conmigo, no como un adulto hablando con
un niño, como una persona hablando con otra persona.
Empujándome pacientemente hasta que finalmente le conté lo que
había sucedido.
—¿Alguna vez has trabajado en un auto? —pregunté.
Miró hacia atrás de nuevo, un pequeño surco se formó entre sus
cejas.
—No. ¿Por qué?
—Estaba trabajando en la camioneta y me vendría bien otro par de
manos.
—Solo te digo que no sé cómo.
—Está bien, puedo mostrarte.
Me miró y la desconfianza en su mirada me golpeó de lleno en el
pecho. Este niño no confiaba en mí, lo cual está bien, apenas me
conoce. Pero tengo una sensación muy fuerte de que no confía en
nadie.
Asentí señalando con la cabeza hacia el taller, luego me di la vuelta
y comencé a caminar. Si quería seguirme, me seguiría. Si no, al menos
lo había intentado.
Escuché sus pasos detrás de mí.
Llegamos al taller, busqué un taburete y un trapo, los llevé al frente
de la camioneta y le hice señas para que subiera.
—Tira de eso, justo ahí. Es la varilla, así es como revisas el aceite.
—Sostuve el trapo mientras la sacaba—. Ahora tenemos que limpiarla
con esto y volver a colocarla para asegurarnos de que sea exacto. Las
cosas se mueven allí cuando conduces, por lo que no puedes saber el 254
nivel real de aceite en el primer intento.
—¿Limpiarla con esto?
—Sí.
Deslizó la varilla medidora por el trapo y luego la volvió a colocar.
—¿Ahora?
—Sí, adelante.
La sacó de nuevo.
—¿Ves esa marca? Tienes que asegurarte de que el aceite esté por
encima. Esto se ve bien, también se ve lo suficientemente limpio. El
aceite sucio tampoco es bueno.
Él asintió y volvió a colocar la varilla.
—¿Eso es todo?
—Eso es todo lo que hay que hacer para comprobar el aceite, sí.
Pero la camioneta ha estado haciendo un ruido extraño. Necesito
hurgar y ver si puedo averiguar por qué.
No me lo estaba inventando exactamente. Solo venía aquí para
revisar el aceite, pero esta camioneta siempre hacía ruidos extraños.
Me hizo preguntarme con qué frecuencia el abuelo había trabajado
en ella porque en verdad lo necesitara, en lugar de como una excusa
para hacer que uno de nosotros hablara.
Volví al taller y tomé algunas llaves. Por lo menos, podría aflojar y
apretar algunas cosas. Dejar que Elijah haga lo mismo.
—Supongo que Jack no necesita trabajar en su auto cuando está en
casa. —Le entregué las herramientas.
—No.
—La mayoría de la gente probablemente no lo haga en estos días.
—Hice un gesto hacia una de las llaves y me la pasó.
Esperé, resistiendo el impulso de llenar el silencio con alguna
tontería.
255
Finalmente, habló.
—Me dejó encender la sirena hace tiempo.
—¿Sí? Bastante ruidosa, ¿eh?
—Realmente ruidosa. Dijo que te acostumbras.
—¿Tener a Jack cerca te hace pensar en ser policía algún día?
—No sé. Quizás.
—Toma, ¿puedes apretar esto por mí? —Señalé un perno y observé
mientras se inclinaba para apretarlo—. Recuerdo cuando querías ser
bombero.
Se puso rígido y se detuvo por un momento, luego giró el perno
una vuelta más.
—Sí.
Extendí la mano para agarrar la llave y verifiqué que estuviera
apretada.
—Buen trabajo. Esto está perfecto.
Excepto por mi puñado de instrucciones, trabajamos en silencio por
un tiempo. Revisé la tapa del distribuidor, jugueteamos con el
carburador, encontramos un perno que parecía un poco flojo.
Después de un tiempo, guardé las herramientas y le di otro trapo para
que pudiera limpiarse las manos.
—¿Sabías que hay una nevera secreta aquí?
—No.
—Sí. Mi abuelo la puso allí. Siempre decía que la Abue no lo sabía,
pero creo que probablemente sí.
—Ella sabe todo.
—Sabes qué, creo que tienes razón.
—¿Qué guardaba allí? ¿Cerveza?
Me reí.
—No. Lo mismo que mis hermanos y yo guardamos ahora, Coca- 256
Cola Cherry.
—¿Cherry?
—Sí, era su favorita. La Abue siempre decía que la soda te pudre
los dientes. Lo cual, para ser justos, es cierto. Así que las mantuvo
escondidas aquí. De vez en cuando nos dejaba tomar una. Debería
haber algunas ahí adentro. ¿Quieres una?
Se encogió de hombros.
—Claro.
Entré en el taller y tomé dos latas de Coca-Cola Cherry mientras él
saltaba del taburete. Se sentó en un viejo durmiente de ferrocarril y
encontré un grupo de troncos que serviría como asiento. El refresco
hizo un sonido explosivo y burbujeó cuando abrió la lata.
—Entonces, ¿estás contento de que la escuela casi haya terminado?
—Sí.
Tomé un trago y sentí el mordisco de la bebida carbonatada en la
parte posterior de mi lengua.
—¿Seguirás saliendo con tus amigos?
Se encogió de hombros.
No quería que se pusiera nervioso, pero sentí que tenía que
intentarlo.
—Sé que probablemente no quieras hablar de esto, pero ¿esos niños
te molestan mucho?
Miró la tierra, inmóvil, con los codos apoyados en las rodillas. Volví
a esperar, dejando la pelota en su cancha. Quería decir algo más,
hacerle saber que podía decírmelo, pero también sabía que si me
quedaba callado, él podría hablar.
—Sí —dijo finalmente.
Mierda.
—¿Tu mamá y Jack lo saben? 257
—No realmente.
—¿Por qué no?
—No es como si pudieran hacer algo.
—Claro que pueden.
Miró hacia arriba con los ojos llenos de furia.
—¿Qué? Cada vez que sucede algo en la escuela, simplemente
tienen una reunión. No cambia nada.
—¿Qué pasaría si le dieras un puñetazo en la cara a uno de esos
pequeños de mierda?
Sus cejas se juntaron y desvié la mirada. No debería haberlo dicho.
Un pensamiento echó raíces en mi mente. Fue una mala idea, lo
último que debería hacer con un niño de once años. Había una razón
por la que ya no estaba entrenando. La misma razón por la que
rechacé la oferta de Declan, ya no pertenecía a la lona o al
cuadrilátero. Así que ¿esta idea que me golpeó? No era buena.
—¿Estás bromeando? —preguntó—. Si hiciera eso, me harían
pedazos.
Eso fue todo. A la mierda con esto.
—¿Quieres que te enseñe cómo asegurarte de que eso no suceda?
—Sus ojos se abrieron—. No tienes que golpear a nadie, pero puedo
enseñarte a neutralizar a un oponente.
—¿Qué quieres decir?
—Si alguien viene hacia ti, puedo enseñarte cómo tirarlo al suelo y
hacer que no se pueda mover. Controlarlo. Confía en mí, si confrontas
a un idiota con una llave de brazo o una estrangulación trasera limpia,
lo pensarán dos veces antes de volver a tocarte.
Jugueteó con su Coca-Cola.
—Si no estás interesado, no te presionaré, pero puede ayudar
mucho si sabes cómo tomar el control de una situación. Apesta
sentirse impotente.
258
—Lo sé. Lo odio.
—Yo también.
Me miró a los ojos y asintió.
—Bueno.
Una sensación cálida se extendió por mi pecho.
—Está oscureciendo, así que ¿tal vez mañana? No tengo
colchoneta, pero podemos usar el pasto. Simplemente no uses algo
que te meta en problemas si se mancha de hierba.
Esbozó una sonrisa. Casi.
—Sí, está bien.
—Genial. —Me puse de pie y me entregó su lata vacía—. Gracias
por tu ayuda. ¿Te veré mañana, entonces?
Se levantó y se limpió las manos en los pantalones.
—Sí.
Asentí y me giré para volver al taller.
—¿Eh, Asher?
—¿Sí?
—Mi mamá no me deja tomar Coca-Cola.
La comisura de mi boca se levantó y guiñé un ojo.
—No te preocupes, chico. Acabo de pasar siete años en prisión y no
soy un soplón.
Por primera vez desde que volví, vi sonreír a Elijah.
Capítulo 27
259
Grace
Las seis en punto no podían llegar lo suficientemente rápido.
Había estado viviendo en un estado de hormigueo anticipado
desde ayer por la tarde en el gimnasio. Luchar con Asher había
despertado mis hormonas a algo feroz. Era el mayor contacto físico
que habíamos tenido desde que estaba en casa. ¿Y cuándo se puso
encima de mí? Dios. Presionó su sólida erección contra mí y casi morí.
Por un breve momento, había bajado la guardia. Lo había visto en
sus ojos. Solo esperaba poder convencerlo de que lo hiciera de nuevo.
Preferiblemente varias veces mientras ambos estábamos desnudos.
Cara yacía tendida en mi cama, con una mano detrás de la cabeza
mientras ojeaba algo en su teléfono.
—Deja de tocarte el pelo.
Bajé lentamente la mano.
—No lo estaba haciendo.
—Has estado jugando con él durante los últimos diez minutos.
—No puedo evitarlo.
Volviendo hacia el espejo, me alisé el vestido negro. Roza mis
curvas, dándome una bonita silueta sin ser demasiado apretado. Lo
había comprado en oferta hace un par de años cuando Cara y yo
fuimos de compras, pero aún no había tenido oportunidad para
usarlo.
—Deberías ir en plan comando —dijo.
—¿Por qué? —Me giré y miré por encima del hombro para ver la
parte de atrás del vestido—. No se ve ninguna marca de ropa interior
en absoluto.
—No, pero le dará un acceso más fácil.
260
Suspiré.
—No hagas que me ilusione. Me ha llevado tanto tiempo conseguir
una cita con él y tuve que hacerle una llave de brazo para conseguirlo.
—Una chica debe hacer lo que una chica debe hacer.
Mi teléfono vibró y una sacudida de preocupación me golpeó. Por
favor, que no sea Asher diciéndome que tiene que cancelar...
Mamá: ¿Vas a ver a Brynn pronto?
Mi media hermana acababa de tener a su primer bebé hace unos
días, una niña a la que llamaron Lily.
Yo: Definitivamente. Solo estoy a la espera de que me digan cuándo
es un buen momento para ellos.
Mamá: ¿Puedes llevar a Elijah contigo? Creo que sería bueno para
él verlos.
Yo: Por supuesto.
Mamá: Gracias cariño.
Cara bajó el teléfono y me miró con las cejas levantadas.
—Si canceló, no me importa lo que digas, voy a conseguir una
pistola paralizante.
—No, fue mi mamá. Quiere que lleve a Eli conmigo cuando vaya a
visitar a mi hermana.
—Tuvo a su bebé, ¿verdad?
Asentí.
—Una nena.
—Se te va a antojar un bebé. Reitero mi sugerencia de ir en plan
comando.
—Cara, no voy a tentarlo con el sexo para que me deje embarazada.
Incluso si se me antojara un bebé, lo cual dudo, es terrible hacerle eso
a alguien.
—¿De verdad crees que te sugerí que te embarazaras a propósito?
261
Soy una mala persona, pero no soy tan malvada. Además, si pensara
que es una buena idea, te habría estado presionando para que
lograras que te metiera su P desde el principio. Solo quiero decir que,
si tu falta de bragas esta noche hace que la situación se agrave, podría
llevarte más rápido al elegante vestido blanco y luego puedes tener
todos sus bebés. Ya que estamos en el tema, ¿tienes condones?
Mis labios se crisparon.
—No, pero ya volví a usar control de la natalidad.
—Esa es mi adorable princesa guerrera. Tan responsable.
Me encogí de hombros.
—Puede que no sea necesario por un tiempo y no estoy bromeando
cuando digo que no espero que suceda algo esta noche. Pero cuando
suceda, no quiero tener que preocuparme de si uno de nosotros tiene
o no un condón a mano.
—Inteligente. Tan pronto como ese hombre se quiebre, desearás esa
polla.
—Amén, hermana.
Se llevó las manos al pecho.
—Ay. Aunque espero que sea esta noche. Te lo mereces un millón
de veces. Además, una de nosotras necesita conseguir algo.
—Eso me recuerda, no has salido con nadie en mucho tiempo. ¿Está
todo bien?
—Sí —dijo en un suspiro—. Estoy en un atolladero. Es tan difícil
encontrar un chico con los atributos correctos. Los chicos que son solo
para follar comparten mi escepticismo general hacia el compromiso,
pero siempre piensan que son mucho mejores en la cama de lo que
realmente son. Y los que son increíbles en la cama, inexplicablemente
buscan una relación a largo plazo.
—¿Te quejas porque has conocido a hombres que son increíbles en
la cama y quieren compromiso? Te das cuenta de lo loco que es eso,
¿verdad? 262
Se encogió de hombros.
—Nunca dije que fuera saludable, pero ese ni siquiera es el
verdadero problema. Todos son tan aburridos. Ambos, chicos para
follar y sementales de dormitorio que quieren novias reales. Ni
siquiera me he preocupado en mucho tiempo y créeme, mi vagina no
está complacida. La tecnología moderna es genial, pero simplemente
no hay sustituto para lo real. Lo que me recuerda, cuando finalmente
consigas que ese gran Bailey tuyo te lleve a la cama, quiero todos los
detalles. Voy a estar locamente celosa y probablemente no te hablaré
por unas veinticuatro horas. Me disculpo de antemano.
—Disculpa anticipada aceptada.
Sonrió.
Llamaron a la puerta principal, Cara y yo jadeamos, mirándonos
como un par de niñas que acaban de escuchar un ruido en el techo en
Nochebuena.
Cara se llevó una mano al pecho.
—¿Por qué estoy tan emocionada? La única cita que tengo esta
noche es con lady Delilah.
—¿Qué es eso?
—Porno para damas. Tiene clase pero aun así es súper caliente.
—¿Porno con clase?
—Así es. Ahora vete. Ten una cita divertida con tu casi prometido.
No te preocupes, no estaré aquí cuando vuelvas.
Me incliné y la abracé.
—Gracias.
Me devolvió el apretón.
—Realmente espero que tengas sexo. Te amo.
—También te amo.
Mi corazón se aceleró de emoción mientras me arreglaba el vestido
y me dirigía a abrir la puerta. 263
El espécimen de virilidad robusta y sexy que me recibió cuando
abrí la puerta envió una sacudida de excitación directamente entre
mis piernas. Todo mi cuerpo reaccionó al verlo. Sus penetrantes ojos
oscuros, la piel de su mandíbula cuadrada, la anchura de sus hombros
y su poderosa estructura.
Era tan diferente del Asher que recordaba, pero en todo caso, ahora
me atraía más que nunca. La escasez podría haber jugado un papel
pequeño, lo deseaba tanto que podía saborearlo, pero era más
profundo que eso. Respondí a su masculinidad cruda en un nivel
biológico.
Mi corazón y mi mente adoran a este hombre y mi cuerpo lo desea
desesperadamente.
Sus ojos me recorrieron de arriba hacia abajo y capté el rápido
arrastre de sus dientes sobre su labio inferior.
—Guau. Estás preciosa.
—Gracias. Te ves muy bien también.
Realmente lo hacía. Llevaba una chaqueta oscura sobre una camisa
abotonada y pantalones. Su camisa abrazaba su musculoso pecho lo
suficiente como para que pudieras imaginar exactamente lo que tenía
debajo y sus pantalones se tensaban contra sus gruesos muslos.
—¿Lista?
Agarré el pequeño bolso que había comprado hace unos años,
pensando que sería divertido para las citas nocturnas, y deslicé mi
teléfono dentro. Asher me hizo un gesto para que caminara delante
de él.
Su mano tocó la parte baja de mi espalda y mordisqueé el interior
de mi labio. Esta noche ya había tenido un gran comienzo.
—¿Te importa si te llevo en la vieja bestia? —Hizo un gesto hacia
la camioneta del abuelo.
—Para nada.
264
En realidad, me encantaba la vieja camioneta. No es exactamente
cómoda y es difícil de conducir, pero es el hogar de muchos buenos
recuerdos.
Entramos y el motor rugió a la vida. Salió de mi camino de entrada
y se dirigió hacia el pueblo.
—Entonces, ¿qué vamos a hacer esta noche? —pregunté.
—Cena y luego tengo entradas para el teatro en Pinecrest.
—¿En serio? ¿Cómo conseguiste entradas para el teatro con tan
poca antelación?
La insinuación de una sonrisa se dibujó en sus labios.
—Tuve un poco de ayuda.
¿Se refería a uno de sus hermanos? ¿Cuál de ellos habría sugerido
el teatro? Había ido a un espectáculo con Cara el año pasado, en
realidad no es lo suyo, pero ella me había complacido, y había
querido volver desde entonces. Era un pequeño teatro comunitario y
sus producciones son fantásticas. Incluso Cara había admitido que
fue divertido.
Pero no pensé que ninguno de sus hermanos lo hubiera sabido.
¿Había hablado con Cara? Lo miré, pero solo me guiñó un ojo y su
hoyuelo apareció.
Dios, sus hoyuelos.
Había elegido el lugar griego del pueblo para cenar. Es un
restaurante nuevo y resultó ser uno de mis favoritos. Tenía que haber
hablado con Cara. ¿De qué otra forma lo habría sabido?
Dondequiera que hubiera sacado la idea, la cena fue increíble.
No solo la comida, aunque era buena. Toda la experiencia. Asher
estaba más relajado de lo que había estado desde que llegó a casa.
Revisó el restaurante cuidadosamente cuando entramos y sus ojos se
movían alrededor periódicamente, como si estuviera siendo
cauteloso con su entorno, pero hablamos, incluso nos reímos, y fue
muy fácil. El consuelo que recordaba sentir con él estaba regresando.
265
Este nuevo Asher no era el mismo hombre, lo sabía. Probablemente
nunca sería tan despreocupado como antes. La prisión lo había
despojado de eso. Esperaba, por su bien, que su hipervigilancia
disminuyera y que la ira, que podía ver hirviendo a fuego lento bajo
la superficie, se desvaneciera.
Pero cuanto más lo conocía de nuevo, más sabía que realmente lo
amaba.
No le habían robado su compasión. No había perdido su deseo de
proteger a las personas que ama. Su sonrisa que alguna vez fue fácil
se había vuelto más difícil de ganar, pero no se había ido y todavía
tenía su sentido del humor. Siempre sería inteligente y trabajador, y
su lealtad era profunda.
La pregunta no era si todavía amaba a Asher. Lo hacía, desde el
fondo de mi corazón y alma. La pregunta era si todavía me amaba.
Dejando de lado la atracción física, estaba claro que todavía
teníamos eso, ¿todavía me quería? ¿Cuánto de su cautela y renuencia
a restablecer nuestra relación se debía a que ya no sentía lo mismo
por mí?
Esa reflexión me golpeó mientras me conducía en su camioneta.
Después de todo, había sido yo quien lo perseguía desde que había
vuelto a casa. La única razón por la que estábamos en esta cita fue
porque lo había hostigado a hacerlo.
En algún momento, iba a tener que mencionarlo. Me había dicho,
más de una vez, cómo se sentía acerca de estar conmigo, me dio las
razones de la distancia que mantenía entre nosotros, pero no me había
dicho lo que sentía por mí.
Específicamente, si todavía me amaba o no.
Pero esta noche no era el momento. Quería disfrutar de esta cita
por lo que era: una velada agradable con un hombre sexy como el
infierno.
El viaje hasta Pinecrest era de unos treinta minutos a lo largo de
una carretera curva a través de las montañas. Cayó la noche y el cielo
despejado se tiñó de rosa y naranja. Solo pasamos un puñado de otros 266
autos, lo que no es sorprendente para una noche entre semana aquí.
Estará más concurrido en pleno verano, cuando los turistas amantes
de la naturaleza acudan en masa a las Cascades. Por ahora,
manejamos por la carretera vacía, charlando ociosamente, sin sentir
que hubiera prisa.
Cuando llegamos al teatro comunitario Starlight, Asher encontró
estacionamiento a un par de cuadras calle arriba. Como el caballero
que siempre ha sido, abrió la puerta y me ofreció una mano para
ayudarme a salir. Una vez más caminó a mi lado con su mano
rozando ligeramente la parte baja de mi espalda. No me avergonzaba
admitir que estaba tan ansiosa por su toque que este pequeño gesto
me llenó de una calidez vertiginosa. Fue casi decepcionante entrar.
Hasta que encontramos nuestros asientos. Entonces no me
decepcionó en absoluto.
El teatro estaba ubicado en un edificio antiguo que mostraba su
edad. Había grietas en el papel tapiz y las gruesas cortinas de
terciopelo que ocultaban el escenario de la vista eran de un tono vino
tinto desteñido. Era lo suficientemente pequeño como para que
probablemente no hubiera un asiento mal ubicado en el teatro, pero
los asientos en sí eran pequeños y estaban muy juntos.
Me senté en la silla tapizada y Asher se sentó a mi lado. No había
forma de que nos sentáramos sin tocarnos. Especialmente porque
Asher no es un hombre pequeño.
Una pareja mayor se abrió paso por nuestra fila y asintió con la
cabeza a Asher. Sus asientos estaban justo a su lado, obligándolo a
inclinarse en mi dirección para no amontonarlos. Unos minutos más
tarde, los asientos a mi lado se llenaron. Con un suspiro de
satisfacción, me moví a mi izquierda. ¿Apretarme al lado de Asher?
Con gusto.
Sus hombros eran mucho más anchos que el asiento, tuve que
meterme parcialmente detrás de él. Puso su brazo en el reposabrazos,
tomando el suyo y el mío, pero tuve la sensación de que estaría más
cómodo si pusiera su brazo sobre mi muslo. Si no lo hacía solo, decidí 267
darle un empujón una vez que comenzara la obra.
Sin dónde poner mi brazo, lo deslicé por debajo del suyo. Había
rigidez en su postura, como si estuviera tratando de crear espacio
entre nosotros donde no había espacio disponible. Pero abracé la
cercanía, relajándome contra él. Disfrutando de su calor.
Las luces se atenuaron y las cortinas se abrieron. Asher se movió en
su asiento y movió su brazo, colocándolo suavemente sobre mi
pierna. Mis labios se torcieron con una sonrisa. Esto es aún mejor.
No pasó mucho tiempo antes de que no tuviera idea de lo que
estaba sucediendo en el escenario.
El público se rio, descansé mi mejilla contra su brazo. El público
suspiró, giré mi rostro ligeramente para poder inhalar su aroma. La
audiencia jadeó. Parecía un buen espectáculo, pero me perdí en la
sensación de él presionado tan cerca de mí.
A medida que avanzaba la obra, se relajó. Extendió su palma sobre
mi muslo. Luego sus dedos movieron ociosamente el dobladillo de
mi vestido y trazó círculos sobre la piel justo por encima de mi rodilla.
Sin realmente quererlo, separé mis piernas otro centímetro y sentí su
brusca inhalación.
Pero no se apartó.
Hacia el final, inclinó su rostro hacia mí e inhaló profundamente.
Dios, estaba oliendo mi pelo. Acaricié mi mejilla contra él,
reaccionando a su toque y atención. Lo olí de nuevo, sin siquiera
tratar de ocultarlo. Era el equivalente humano de una droga potente,
deliciosamente intoxicante y completamente adictivo.
La obra podría haber durado más horas en lo que a mí respecta,
pero finalmente el elenco se reunió e hizo una reverencia mientras el
público aplaudía. Tal vez fui un poco tramposa, pero mantuve mi
brazo alrededor del suyo mientras aplaudía para que no se moviera
demasiado pronto.
Las luces del teatro se encendieron. Nos pusimos de pie y me
pregunté si mi mejilla izquierda estaba más sonrojada que la derecha
por estar apoyada en él durante tanto tiempo. Me sentí mareada, 268
como si me hubieran despertado de repente y tuviera problemas para
recuperarme. Dos horas apretujada en asientos demasiado pequeños
con Asher habían sacudido mi equilibrio.
Me condujo por el vestíbulo y tan pronto como el aire frío de la
noche tocó mi piel, me agarré los brazos desnudos. La temperatura
había bajado y había pasado las últimas dos horas, envuelta en el
calor corporal de Asher.
—¿Tienes frío? —preguntó, ya deslizando su chaqueta de sus
hombros. Me la puso y la agarré de las solapas para sostenerla.
—Gracias. ¿No pasarás frío?
—Estaré bien.
Me acompañó por la calle hasta donde había estacionado la
camioneta. Esperaba que no hiciera demasiadas preguntas sobre la
obra. No podría haber adivinado de qué se trataba. La audiencia
pareció disfrutarla, pero yo había estado muy absorta como para
disfrutarla.
Subimos a la camioneta y me miró.
—La obra fue... buena.
—Sí, realmente la disfruté. —O más exactamente, disfruté estar tan
cerca de ti.
—Yo también.
Nos dirigimos a la carretera bajo un cielo cubierto de estrellas. Me
recordó las noches de verano cuando éramos niños y nos
acostábamos en la plataforma de esta misma camioneta, señalando
las constelaciones e inventando las nuestras.
Los faros atravesaron la espesa oscuridad, aquí no hay farolas. Sólo
la pared de roca irregular que sobresalía por encima de la carretera
por un lado y la tierra que desciende hacia el río por el otro. De
repente, la camioneta se sacudió, casi como si hubiéramos atropellado
algo.
—Oh no, eso no era un animal, ¿verdad? —pregunté. 269
Asher redujo la velocidad y se hizo a un lado de la carretera.
—No me parece, no vi nada, pero quiero verificar y asegurarme de
que todo esté bien.
Apagó el motor y salió, luego metió la mano debajo del asiento para
sacar una linterna. Esperé mientras rodeaba la camioneta, la luz era
un haz estrecho en la oscuridad. Después de dar la vuelta por el otro
lado, volvió a entrar y cerró la puerta, luego metió la linterna debajo
del asiento.
—Todo se ve bien.
Giró la llave para encender la camioneta, pero no pasó nada.
Frunció el ceño y lo intentó de nuevo. Aún nada.
—Eso es raro.
Empujando el pedal del embrague hasta el fondo, movió la palanca
de cambios. Luego sacó la llave por completo, la volvió a insertar y
volvió a intentarlo.
Aún nada.
—Bueno, joder. Debí haber dejado el motor en marcha, lo siento
por esto.
—Está bien. ¿Tal vez solo necesita un minuto?
—Sí, no tengo idea de lo que está pasando, ha estado funcionando
bien.
—¿Recuerdas la noche en que saltamos por nuestras ventanas y el
abuelo nos atrapó? Estábamos en la camioneta fingiendo que éramos
ladrones de bancos que huían de la escena del crimen.
Se rio suavemente.
—Estaba en su taller tomando una Coca-Cola Cherry a escondidas,
con la luz apagada para que no lo atraparan.
—Pensamos que nos regañaría, pero en lugar de eso, nos llevó a
dar una vuelta.
270
Asher asintió lentamente.
—Subió el volumen de la radio en esa estación country antigua que
amaba. Bajamos las ventanillas y recorrimos las carreteras
secundarias escuchando a Waylon Jennings.
Rememorar un recuerdo tan feliz me llenó de calidez. Dejé escapar
un suspiro.
Asher se movió para quedar parcialmente frente a mí y cuando
habló, su voz era suave.
—Tenemos muchos buenos recuerdos, ¿no?
—Tantos.
Tuve la tentación de quitarme el cinturón de seguridad, deslizarme
por el asiento y besarlo, pero yo había estado dando todos los
primeros pasos. Simplemente me quedaría preguntándome si era lo
que él quería o si solo estaba siguiendo mi ejemplo. Él sabe lo que
quiero. Si algo va a pasar entre nosotros esta noche, necesitaba que se
hiciera cargo.
Me miró. Estábamos envueltos en la oscuridad y el silencio de la
carretera vacía. Mi corazón se aceleró, bombeando en mi pecho con
constantes latidos de esperanza. Extendió la mano y colocó mi cabello
detrás de mi oreja, luego pasó las yemas de sus dedos suavemente
por mi mandíbula y rozó con su pulgar mi labio inferior.
Por un breve momento, todo se detuvo. Ninguno de nosotros
siquiera parpadeó.
Luego se movió.
En un instante, desabrochó mi cinturón de seguridad y me arrastró
por el asiento. Dejé que su chaqueta se deslizara por mis hombros. Su
lengua humedeció sus labios y presionó su palma a un lado de mi
cara, rozando su nariz contra la mía. Con la sangre rugiendo en mis
oídos, esperé, con la boca entreabierta, lista para él.
Se acercó para atrapar mis labios con los suyos. Mis ojos se cerraron
y exhalé, hundiéndome en su beso. Dios mío, por fin. Se sentía tan
bien que pensé que podría derretirme en la nada. Sus dedos se 271
deslizaron en mi cabello y su boca se movió contra la mía. Cada
terminación nerviosa se disparó, iluminándome con una
embriagadora sensación de euforia.
Su otro brazo se enganchó alrededor de mi cintura y me acercó más.
Hundió su lengua en mi boca y la abrí para él, dejándolo probarme.
No podía tener suficiente; quería que me devorara entera.
Giré hacia él y deslicé mi pierna sobre su regazo. Me haló encima
de él, apretándome con sus fuertes manos. Un gemido bajo retumbó
en su garganta cuando me apreté contra él, con las piernas a
horcajadas sobre sus caderas y mi vestido subía por mis muslos.
Me apoyé en el asiento detrás de él, ignorando el volante
clavándose en mi espalda. No podría haberme importado menos.
Asher me besó con avidez, su lengua se deslizaba contra la mía, cada
vez más frenético. Deslizó sus manos debajo de mi vestido y ahuecó
sus manos contra mi trasero, apretando fuerte.
La presión entre mis piernas era exquisita e insoportable. Me frotó
contra él a través de sus pantalones, deslizándome a lo largo de su
sólida erección. Gemí en su boca, desesperada por más. Sus caderas
se sacudieron, empujando su dureza contra mí, justo donde lo
necesitaba.
Si seguía así, sería el orgasmo más rápido que había tenido en mi
vida.
Quería más. Lo quería dentro de mí, pero no podía parar para
desabrocharle los pantalones. Sujetó mi trasero con firmeza, sus
dedos se clavaron en mí y me frotó de arriba a abajo en su dura
longitud. Inclinando mis caderas, me moví con él, persiguiendo el
clímax que mi cuerpo deseaba desesperadamente.
Gruñó con fuerza y trató de hablar, pero ambos estábamos
perdidos en un frenesí. No sabía si quería decirme que me detuviera,
que siguiera adelante o que esperara para poder liberar su pene y
hacerlo correctamente, pero estaba demasiado ida. Totalmente
abrumada por las sensaciones embriagantes que me inundaban. El
intenso placer sacudiéndose a través de mi sensible clítoris con cada
caricia. La presión contundente de sus manos. El calor húmedo de su
272
boca enredándose con la mía, nuestros besos exigentes y
desordenados.
—Sí —gruñó.
El calor y la presión aumentaron tan rápido que me cegó.
Moviendo rítmicamente mis caderas, me solté, me rendí y dejé que
sucediera. Gemí y jadeé en su boca, llegué al pico, ese punto
trascendental justo antes de que todo explotara.
Eché la cabeza hacia atrás y grité cuando me desmoroné. Oleadas
de placer me atravesaron, llenando todo mi cuerpo.
—Mierda —gruñó, casi sin aliento—. Mierda. Mierda. Yo…
Su voz se cortó con un gruñido estrangulado y sus dedos se
clavaron más profundamente en mi piel. Cerró los ojos, frunció el
ceño profundamente y volvió a gruñir. Y otra vez.
Y otra vez.
Mi clítoris continuó latiendo y pulsando mientras cabalgaba por la
cresta final. Lo vi correrse, demasiado embelesada para importarme
que ni siquiera nos hubiésemos desvestido. Mi piel se sonrojó con
calidez y mi centro hormigueó con una satisfacción innegable.
Abrió los ojos y aflojó el agarre, parpadeando con lo que parecía
sorpresa y tal vez incluso un poco de vergüenza, se miró a sí mismo.
—Mierda. No fue mi intención…
Toqué su rostro, atrayendo sus ojos hacia los míos.
—Está bien. Eso fue increíble.
Dejó escapar un suspiro y abrió la boca para decir algo, pero unos
faros destellaron detrás de nosotros, iluminando la cabina de la
camioneta.
Sus ojos se abrieron.
—Mierda.
273
Me deslicé de su regazo. Había una mancha húmeda en la parte
delantera de sus pantalones, tanto de mí como de él. Mis bragas
estaban empapadas, pero me sentía tan bien, que no que me
importaba.
Hasta que se me ocurrió que podría ser Jack quien acababa de
estacionar detrás de nosotros. Eso sería incómodo.
Asher volvió a mirar hacia abajo y le di la chaqueta. La colocó sobre
su regazo justo cuando alguien golpeó la ventana del lado del
conductor.
Oh, gracias a Dios. Era solo Evan.
Asher se aclaró la garganta y bajó la ventanilla.
—¿Estás bien? —preguntó Evan.
—Sí, bien. —No había duda de lo que había en la voz de Asher.
Sonaba como si acabara de terminar de correrse. Lo cual era así,
obviamente.
Mordí mi labio y traté de no reírme. Era posible que todavía me
sintiera eufórica.
Los ojos de Evan se posaron en mí, luego en la chaqueta que cubría
el regazo de Asher. Hizo una pequeña mueca y se echó hacia atrás.
—Perdón. Reconocí la camioneta y supuse que algo debía estar mal
si estabas parado aquí al lado de la carretera.
—Nos detuvimos para revisar algo y la camioneta no arrancó de
nuevo —dije.
Asher giró la llave. Aún nada.
—Hum. —Evan miró arriba y abajo de la camioneta—. ¿Ya llamaste
para que la remolquen?
—No —dijo Asher.
—Tengo mi auto, así que puedo llevarte a casa si quieres.
Volveremos mañana y veremos si podemos ponerla en marcha, no
hay mucho que hacer esta noche.
274
—Sí, gracias.
—¿Necesitan un minuto o...?
Asher negó con la cabeza.
—No, estamos bien.
Evan asintió y caminó de regreso a su auto.
Mordisqueando mi labio inferior, sofoqué otra risita mientras
Asher subía la ventanilla.
Volvió a mirar su regazo.
—No fue mi intención. Eso no debería haber... Maldita sea, Grace,
ha pasado mucho tiempo.
Me estiré y froté la parte posterior de su cuello.
—No tienes nada porque disculparte.
Ambos salimos y aparentemente decidió no disimular. Se puso la
chaqueta en lugar de usarla para cubrir su ingle. No es que pudieras
ver mucho en la oscuridad de todos modos.
Evan esperó fuera de su Camaro del sesenta y ocho restaurado y
nos hizo un gesto para que subiéramos por el lado del conductor.
Sasquatch se sentó orgullosamente en el asiento del pasajero,
observándonos con la lengua colgando mientras subíamos.
Condujimos de regreso al pueblo en silencio y la euforia
momentánea de mi orgasmo se desvaneció. Asher no se acercó para
tocarme o tomar mi mano y comencé a preguntarme qué acababa de
pasar y qué significaba.
¿Estaba levantando la guardia otra vez? ¿Qué tan difícil iba a ser
lograr que la bajara ahora?
Cuando llegamos a mi casa, me sentí como si me hubieran
sumergido en agua fría. No tenía idea de lo que estaba pasando en la
cabeza de Asher y no podía preguntarle, pero el espacio entre
nosotros se sentía como una grieta. 275
Evan nos dejó salir a los dos y Asher me acompañó hasta mi puerta.
Necesitaba que se quedara, necesitaba sus brazos a mi alrededor para
calmar el miedo que bullía en mi estómago, para que me abrazara
después de lo que acabábamos de hacer. Anhelaba su toque con una
fiereza que me sorprendió, incluso ahora.
Pero parecía que no podía hacer que mi boca formara las palabras
correctas, no me atreví a pedírselo.
Tenía demasiado miedo de que dijera que no.
Mis llaves colgaban de mis dedos y esperé, dándole tiempo para
pedirme que lo dejara entrar o dándome tiempo para superar mi
miedo y simplemente decirle lo que quería.
—Lo siento por... todo eso —dijo.
—No hay nada que lamentar.
Asintió y bajó los ojos.
—Buenas noches, Grace. Te hablaré mañana.
La decepción me atravesó, haciendo que mi garganta se apretara y
mis ojos ardieran. Mordí el interior de mi labio, con fuerza, antes de
que pudiera pronunciar una palabra.
—Buenas noches.
Dudó allí, como si tuviera dificultades con algo. Luego tocó mi
brazo suavemente y con una suave exhalación, se dio la vuelta y se
alejó.
Capítulo 28
276
Asher
Mierda.
Caminé de regreso al auto de Evan, sintiendo como si una tormenta
estuviera a punto de estallar dentro de mí. ¿Qué mierda acababa de
pasar? Decidí que podía manejar esta cita si me lo tomaba con calma
y terminé corriéndome en mis malditos pantalones.
Todavía me daba vueltas la cabeza y cuando llevé a Sasquatch al
asiento trasero y me subí, sabía que lo había jodido. Gravemente. Me
había dado todas las oportunidades para pedirle que me dejara entrar
y no las había aprovechado.
¿Y por qué diablos no? Acabábamos de besarnos en la camioneta y
follar tan fuerte que ambos nos corrimos a través de nuestra maldita
ropa. ¿Por qué no entrar y terminar lo que habíamos empezado?
¿Hacerlo bien esta vez?
Evan no dijo nada mientras salía del camino de entrada y se dirigía
a casa de la Abue. Nunca había estado más agradecido por su
tendencia al silencio. Pasé mis dedos por mi cabello y me debatí
pensando qué hacer. No quería lastimarla, por eso había tratado de
mantenerme alejado, le dije que me dejara ir hace tantos años y me
resigné a perderla.
Pero no podía mantenerme alejado. Me estaba matando y sabía que
tenía que estar matándola también.
Dios, fui tan idiota.
—Para —le dije, mi voz áspera—. Regresa.
Sin una palabra, Evan hizo un giro en U cerrado, justo en el medio
de la calle. El motor rugió cuando pisó el acelerador y nos llevó de
regreso a la casa de Grace.
Pisó el freno para detenerse frente al camino de entrada e hizo un
gesto hacia su guantera.
—Hay condones ahí.
277
Lo miré y la comisura de mi boca se torció.
—Gracias.
Simplemente se encogió de hombros, como si realmente no
importara, con las manos aún en el volante.
Cogí una tira y me la metí en el bolsillo antes de salir del coche. Se
fue antes de que pudiera decir nada más.
La luz del porche de Grace estaba apagada y las cortinas cerradas.
La resolución y el deseo cobraron vida dentro de mí. Me acerqué a su
puerta y toqué, con fuerza.
Un segundo después abrió. Sus mejillas estaban sonrojadas y la ira
ardía en sus ojos. Abrió la boca, probablemente para gritarme, pero
no le di la oportunidad.
Entré rápido, cerrando la puerta de una patada detrás de mí y no
me detuve hasta que la tuve acorralada contra la pared. La enjaulé
con mis brazos, dejándola sin otra opción que mirarme.
—Te amo. —Sus labios se abrieron y jadeó—. Lo siento mucho.
La levanté, la sostuve contra la pared e interrumpí lo que estaba a
punto de decir con un beso. Envolvió sus piernas alrededor de mi
cintura y echó sus brazos sobre mis hombros, me devolvió el beso con
tanta intensidad como yo sentía.
—Te amo tanto —gruñí en su boca.
Respondió con un sollozo y su cuerpo se estremecía. Me cortó justo
en el pecho, pero en lugar de retroceder por el dolor que sentía, me
adentré más. Dejé que me doliera. Me lo merecía.
Pero tal vez esta noche podría ayudar a aliviarlo para los dos, al
menos un poco.
Sin molestarme en bajarla al suelo o dejar de besarla, la cargué por
el pasillo. No sabía qué habitación usaba, pero señaló una puerta.
Caímos sobre la cama, arrancándonos la ropa como si estuviera en
llamas. La empujé sobre su espalda y me subí encima de ella, listo
278
para penetrarla.
Maldita sea. El condón.
—Espera —dije—. Tengo un condón. En el bolsillo.
—Espera. —Puso una mano en mi pecho—. Estoy en control de la
natalidad, no necesitas uno.
—¿Estás segura?
—Muy segura. Está bien y nunca he estado con nadie más.
Miré sus ojos azules, sintiéndome tan jodidamente indigno. No
había querido sugerir que pensaba que podría no ser seguro.
—Te amo mucho.
—También te amo. Ahora, por favor, fóllame antes de que me
muera de anticipación. He estado esperando esto durante mucho
tiempo.
—Lo sé, bebé. Yo también.
Me incliné para besarla, moví mis caderas para alinear la cabeza de
mi pene con su abertura. Ya estaba resbaladiza y mojada. Correrme
en mis pantalones no había sido lo ideal, pero al menos no tenía que
preocuparme que saldría disparado como un cohete en la primera
estocada.
Después de todo, había pasado un puto largo tiempo.
Gimiendo, me deslicé dentro de ella. No solo se sentía bien, se
sintió increíble. Sus músculos internos se tensaron a mi alrededor,
pequeños pulsos que enviaron ondas de choque a través de mi
cuerpo. Iba a hacerme perder la cabeza.
—No te muevas todavía —susurró.
Me quedé quieto, mi polla enterrada profundamente. Se aferró a
mí, sus brazos alrededor de mi espalda y sus piernas entrelazadas
alrededor de mi cintura. Inhalando profundamente, la respiré. Sentí
cada centímetro de su cálida piel contra la mía.
—Te extrañé mucho —dije bajo en su oído.
279
Su mano subió por la parte de atrás de mi cuello.
—También te extrañé.
Me deslicé a través de su humedad, salí y luego me metí de nuevo.
Quise tomarlo con calma, saborearlo, pero ella se sentía jodidamente
bien.
Aceleré el ritmo, follándola más fuerte. Gruñendo en su cuello.
Contuvo los gemidos apretados y suaves que escapaban de sus labios.
Besarnos en la camioneta no había hecho nada para amortiguar
nuestra desesperación frenética del uno por el otro. Levantó las
rodillas y clavó sus dedos en mi espalda. Besé su cuello y chupé su
piel, empujando mi polla profundamente dentro de ella.
—Joder, extrañé este coño —gruñí, agachándome para apretar su
trasero mientras la penetraba de nuevo.
—Podrías haberlo tenido hace mucho tiempo.
Me levanté para mirarla y empujé con fuerza.
—¿Oh sí?
—Sí.
—Tengo mucho que compensar. ¿Esto está ayudando? —Empujé
de nuevo—. ¿Qué te parece esto, bebé? —Otro fuerte empellón—.
¿Ayuda mi polla?
—Oh, Dios mío, sí.
Empujando con fuerza con mis caderas, mi espalda y brazos
flexionados, me sumergí dentro y fuera de su calor húmedo. Su cara
se sonrojó, el color se deslizó por su cuello. Es tan jodidamente sexy.
Sumergí mi boca en sus labios, lamiendo mi lengua contra la suya.
Quería probar cada pedacito de ella. Devorarla entera.
Lamí mi camino hacia abajo por su cuello y pasé mi lengua por el
pico duro de su pezón. Sus tetas eran tan hermosas. Tan femeninas.
Redondas, dulces y deliciosas en mi boca.
Todo estaba volviendo a mí, todo lo que amaba. Chupé su pezón,
280
todavía follándola implacablemente. Arqueó la espalda, se cubrió la
cabeza con los brazos, gimiendo, dejándose ir y perdiendo el control.
Nos di la vuelta, así que me acosté de espaldas y ella se sentó a
horcajadas sobre mí. Es una diosa. Cabello rubio suelto alrededor de
su rostro. Hermosas tetas redondas y pezones rosados erectos.
Cintura estrecha que se curva hacia las caderas que rodaban contra
mí.
—Así es, hermosa —dije—. Quiero verte.
Plantó sus manos en mi pecho mientras montaba mi polla, con los
ojos medio cerrados. Sostuve sus caderas y empujé hacia ella,
dejándola marcar el ritmo. Podría hacer esto toda la noche si quisiera.
No podía tener suficiente de ella.
Las ondas lentas de su cuerpo se convirtieron en sacudidas más
rápidas, arriba y abajo de mi polla. Estaba caliente y apretada a mi
alrededor, su ritmo hacía que la presión en mi ingle aumentara
rápidamente.
—Monta esa polla dura, hermosa. Tan fuerte como quieras.
Sus uñas se clavaron en mi pecho y gimió, cerrando los ojos.
Empujé mis caderas, conduciendo mi polla dentro de ella mientras se
balanceaba, apretando su clítoris contra mí.
Más rápido. Más duro.
—Joder, sí, Gracie. Esa es mi chica. Tan hermosa.
Su coño se apretó a mi alrededor y echó la cabeza hacia atrás,
gimiendo al ritmo de mis embestidas. La observé correrse,
hipnotizado mientras salía de su orgasmo. Mientras sus sedosas
paredes internas latían alrededor de mi dolorida polla.
Parpadeó para abrir los ojos y su cabello cayó sobre su rostro.
Levanté la mano para meterlo detrás de su oreja.
—Oh, Dios mío. —Inspiró.
Deslicé mi mano hacia la parte posterior de su cabeza, acerqué su
boca a la mía y la besé con avidez.
281
Pero aún no había terminado con ella.
—De rodillas.
Sonriendo, se deslizó de mí. Me senté rápidamente y me puse
detrás. Bajó sus hombros para levantar su trasero en el aire.
—Hum, Gracie. —Pasé mis pulgares a lo largo de su abertura—.
Mira este hermoso coño.
—¿Quieres más? —preguntó.
Agarré mi polla con una mano y pasé la punta arriba y abajo por
su abertura mojada.
—Sí, quiero más. Quiero correrme profundamente dentro de ti.
Se arqueó más fuerte.
—Fóllame entonces, Asher.
Acaricié mi polla un par de veces, dejando que la punta rozara
contra ella.
—Tú también necesitas más de esto, ¿verdad, hermosa?
—Sí. Por favor.
Sostuve sus caderas con fuerza, empujé dentro y me liberé.
Entré y salí, chocando con ella, perdiéndome en la sensación. En el
arrastre de mi polla a través de sus paredes resbaladizas. En el calor
de su coño rodeándome. Es caliente y perfecta, y la amo tanto.
La presión creció, pero no me contuve. La follé hasta que mi
espalda se apretó y la tensión palpitante llegó al punto de ruptura.
Y luego me dejé ir.
Exploté dentro de ella, gimiendo mientras me corría con fuerza.
Durante ese momento delirante, no existía nada más. Solo mi polla
palpitante mientras me vertía en ella. Mis caderas se sacudieron con
cada pulso, el éxtasis asombroso.
Cuando terminé, salí, respirando con dificultad. Rodó sobre su
espalda y tiró de mí hacia abajo. Nuestros cuerpos se enredaron y nos 282
abrazamos fuerte, recuperando el aliento, con el corazón acelerado.
Planté suaves besos en cualquier lugar donde pudiera encontrar piel,
murmurando cuánto la amaba.
Porque la amo, siempre lo hice y en este momento, nada más
importaba.
Capítulo 29
283
Asher
Me desperté lentamente, saliendo de las profundidades del sueño
como si no hubiera razón para apresurarse. La luz del sol se asomaba
a través de la cortina. De hecho, había dormido toda la noche. No
podía recordar la última vez que había eso había pasado.
Las sábanas se movieron, arrastrándose suavemente contra mi piel
desnuda. Todavía medio dormido, me giré de lado y enganché un
brazo alrededor de la cintura de Grace. La arrastré más cerca. Hizo
un ruidito con la garganta y luego se acurrucó contra mí. Inhalando
profundamente. Olí su cabello. Su piel. Su olor se instaló en mis
pulmones, provocando una profunda respuesta en mi cerebro.
Alegría. Satisfacción. Alivio.
No sabía qué venía después. Mis razones para mantenernos
separados no se habían ido a ninguna parte. Estar así con Grace me
hizo sentir mejor, pero la paz dichosa no era permanente. La
oscuridad dentro de mí todavía se deslizaba por los bordes, buscando
una forma de entrar. Una forma de envenenar todo lo bueno en mi
vida. Todavía tenía que protegerla de eso, aunque no sabía cómo.
Por el momento, simplemente aguanté.
Mi polla se endureció contra ella, pero no había ninguna urgencia
en mi excitación. Felizmente me la follaría de nuevo tan pronto como
estuviera lista, pero también estaba contento divagando así por un
tiempo. Medio despierto. Ningún recuerdo crudo de una pesadilla
detrás de mis ojos. Sólo Grace, en mis brazos, su cálida piel tocando
la mía.
La había extrañado muchísimo.
Inhaló profundamente, sus costillas se expandieron e inclinó la
cabeza hacia atrás.
—Buenos días.
Besé su sien. 284
—Buenos días.
—Me gusta despertarme así.
Atrayéndola más fuerte, acaricié mi rostro contra el de ella. No
podía acercarme lo suficiente.
—A mí también.
Nos quedamos en silencio durante largos momentos. Acaricié
suavemente su piel y le planté besos suaves en el cuello y el hombro
mientras ella murmuraba aprobación.
Eventualmente, sentí su cambio. No tanto físicamente, aunque
levantó los brazos y los estiró, pero me di cuenta de que estaba
completamente despierta y probablemente quería hablar.
Ciertamente teníamos cosas de que hablar.
La solté para que pudiera rodar sobre su espalda y me apoyé en un
codo.
Sus labios se torcieron en una sonrisa.
—¿Cómo has dormido?
—Bien. Genial, en realidad. Mejor que en mucho tiempo, debe ser
la cama cómoda. —Le guiñé un ojo.
—Estoy segura de que fue por eso —dijo con un tono irónico—.
Aunque no me sorprende que te guste, era tuya.
—¿Qué?
—Esta era tu cama, me la quedé cuando limpiamos tu apartamento.
—¿Has estado durmiendo en mi cama todo este tiempo?
—Sí. No querrás saber cuánto tiempo estuve sin lavar las sábanas
que dejaste puestas. Probablemente sea asqueroso, pero no me
importa. Sin embargo, estas son nuevas. —Se mordió el labio
inferior—. ¿Puedo contarte un secreto vergonzoso que nadie más
sabe? ¿Ni siquiera Cara?
—Por supuesto. 285
—Sellé tu vieja funda de almohada en una bolsa de plástico y está
escondida en mi armario. A veces la sacaba y me la ponía en la cara
para poder olerte.
Bajé mi frente a la de ella.
—Oh Dios mío. Eres tan jodidamente linda.
—¿No crees que es asqueroso?
—Hubiera hecho lo mismo si hubiera podido.
—Creí que no pensabas en mí cuando estabas en prisión.
Me dolió escucharla decir eso, pero no me sorprendió.
—No, pensé en ti todos los días. Cada mañana cuando me
despertaba, eras lo primero en mi mente y cuando tuve que alejarte,
no llegaste muy lejos. No podía mantenerte aquí arriba siempre. —
Toqué mi sien—. Así que te sostuve aquí. —Puse mi mano en mi
pecho.
Colocó su mano sobre la mía y entrelazó nuestros dedos.
—Gracias por volver anoche.
—Lamento haberme ido en primer lugar.
—Está bien, lo compensaste.
—¿Ves? Te dije que no estoy oxidado.
—No, en absoluto. Aunque creo que tu técnica de agarre necesita
algo de trabajo.
Sonreí.
—Guau. ¿Cómo sabes que no te dejé ganar?
—¿Lo hiciste?
—No, en realidad no.
Rio.
—¿Cuándo empezaste a entrenar? No recuerdo que lo hayas
mencionado en tus cartas. 286
—Probablemente no lo hice. No quería mencionarlo, por la razón
por la que comencé.
—¿Qué quieres decir?
—Tomé mi primera clase unas semanas después de que te fueras.
Decidí que no quería volver a sentirme impotente nunca más.
Oírla decir eso envió un destello de recuerdos a través de mi mente.
Todavía podía verlo todo con tanta claridad, todavía sentía que la
asquerosa comprensión me golpeaba. Tenían a Grace.
—Oye. —Tocó mi cara—. ¿Estás bien?
—Sí, lo siento. —Aparté un mechón de cabello de su frente—.
¿Estás bien? No me refiero a ahora mismo, me refiero en general.
Después de lo que te hicieron.
Sus ojos se desviaron y sus rasgos se nublaron con repentina
tensión.
—Creo que sí. No me gusta pensar en eso y todo lo que te pasó fue
mucho más importante.
—Quizás, pero te pasó a ti también. Quiero decir, lo vi. Ellos…
—Lo sé —dijo, cortándome rápidamente—. No necesitamos
revivirlo.
—Está bien. —Le peiné el pelo hacia atrás de nuevo.
Se quedó en silencio por un momento, luego respiró hondo.
—Nunca he vuelto al bar donde sucedió. Algunas personas me han
dicho que debería ir, como si eso me diera un cierre o algo así, pero
nunca he querido. Casi evito toda esa calle y Cara cree que tengo
problemas para ir a lugares sola. Lugares públicos. Dijo que no puedo
ir a ningún lado sola, excepto al trabajo.
—¿Tiene razón?
—¿Un poco? ¿Quizás? No sé, también dijo que tal vez me haya
acostumbrado a ir a todas partes con ella y se convirtió en un hábito
llamarla cuando tengo que ir de compras o algo así. Fuimos
287
compañeras de cuarto durante mucho tiempo y literalmente
hacíamos todo juntas.
—Parece una buena amiga, me alegro de que la tengas.
—Yo también. Es una muy buena amiga. Estoy tan contenta de que
no la odies, porque eso hubiera sido horrible.
Sonreí.
—No hay razón para odiarla. Sigo pensando que es rara, pero es
buena contigo, así que eso es suficiente para mí. Por cierto, puedes
darle las gracias por las entradas para el teatro. Ella me dio la pista
sobre el restaurante, dijo que es tu favorito.
—Lo sabía. ¿Cuándo te habló?
—Me envió un mensaje de texto cuando todavía estábamos en el
gimnasio.
—Esa perra astuta. La amo.
—No sé cómo consiguió las entradas. Solo dijo: dame doce horas.
Nos reunimos afuera del Ayuntamiento ayer por la mañana y me las
pasó como si estuviéramos negociando drogas.
—Típico. Tampoco sé cómo lo hace, pero ese tipo de cosas son
básicamente su superpoder. —Hizo una pausa, pasando un dedo por
mi pecho—. Entonces, hablando de anoche, ¿podemos hablar de eso?
—Sí, por supuesto.
—Es verdad lo que te dije acerca de nunca haber estado con nadie
más, solo quiero asegurarme de que lo sepas.
—Lo sé. No he hecho nada para merecer tu fidelidad, pero nunca
he dudado de ti. —Besé su frente—. Espero que no haga falta decir
que yo tampoco he estado con nadie más.
—¿Estás seguro de que no te acercaste demasiado a uno de tus
compañeros de celda?
—No. Definitivamente no.
288
Sonrió.
—Es bueno saberlo.
—Lo siento si te hice dudar de que te amo. Nunca paré. Sé que
probablemente sea difícil de entender, pero todo lo que hice fue por
lo mucho que te amo. Tal vez todo estaba mal, pero no soy…— Me
detuve, luchando por encontrar las palabras para explicarlo.
—No eres el mismo.
—No lo soy, aunque es más profundo que eso. —Aparté la mirada.
Era difícil mirarla y hablar de esto—. Fue duro allí. Tal vez soy débil
porque todo lo que pasó me jodió por dentro como lo hizo, pero solo
estoy tratando de no desmoronarme. Es más difícil de lo que crees.
Volvió a tocarme la cara, acariciando mi áspera mandíbula con las
suaves yemas de sus dedos.
—Lo sé y está bien.
—Grace, lo de anoche significó todo para mí…— Me detuve de
nuevo, buscando qué más estaba tratando de decir.
—Puedo oírte dudar. Sé que no estás listo para decir que estamos
oficialmente comprometidos de nuevo. Está bien. No me he quitado
el anillo, pero no porque crea que vamos a empezar a planear una
boda. Todavía lo uso porque quitármelo sería como renunciar y no
puedo hacer eso.
El escozor de las lágrimas golpeó mis ojos y tragué saliva contra el
nudo en mi garganta. No solo soy indigno, estoy debajo del polvo
bajo sus pies.
—No sé por qué todavía me amas, no he hecho nada para
merecerlo.
—Tal vez no es así como funciona el amor. Nadie lleva la cuenta.
Te amo porque lo hago, por quién eras y quién eres ahora. Porque
algo muy dentro de mí está conectado con algo muy dentro de ti y
sea lo que sea, creo que vale la pena luchar por ello. 289
Me incliné y llevé mi boca a la suya. Saboreé sus suaves labios y
probé su lengua con la mía. Cuando me aparté, sonrió.
—¿Recuerdas lo que mencionaste la noche que me dijiste que me
amabas por primera vez? —preguntó.
Asentí. Esa había sido una de las noches más importantes de mi
vida. Nunca olvidaría ni un momento.
—Dijiste que estaba bien si no te respondía todavía. Solo querías
una oportunidad y luego me pediste un verano.
—Lo recuerdo.
—Bueno, eso es lo que estoy pidiendo ahora. Está bien si no estás
listo para darme un para siempre. Entiendo que tienes cosas que
resolver por ti mismo primero. Así que dame un verano, si seguimos
juntos al final, entonces… —Se mordió el labio inferior—. Veremos
adónde nos lleva.
El alivio fluyó a través de mí como una ola. Puedo darle esto.
Tendría algo de tiempo para ordenar mi mierda, ver si me calmaba.
Es hora de asegurarme de que mis demonios estén encerrados de
forma segura y de que nunca la pondría en ningún tipo de peligro.
No importa lo que dijo sobre el amor, no lo merezco, pero tal vez
podría intentar cambiarlo.
Rodé sobre ella y la besé de nuevo. Sus manos se extendieron por
mi espalda y mi pene se engrosó entre nosotros.
—¿Es eso un sí? —preguntó, riéndose entre besos.
—Sí. —Enterré mi cara en su cuello y la respiré—. Es un sí.
Después de dejarla levantarse para que ambos pudiéramos usar el
baño, la arrastré de regreso a la cama conmigo. Cuando me subí
encima de ella y me deslicé adentro, se sintió tan bien que casi fue
como si nada hubiera pasado. Como si hubiéramos estado juntos
todos estos años y esta era solo una mañana típica. Los dos,
enredados en las sábanas, nuestros cuerpos unidos en placer.
290
Me había dado un verano, una vez. Lo menos que podía hacer es
darle lo mismo. Solo esperaba que su fe en mí no estuviera fuera de
lugar y que pudiera mantener juntas las piezas fracturadas de mí
mismo.
Querido Asher:
No vas a creer lo que hice hoy. Compré una casa.
Lo juro, pasé una hora entera firmando papeles. Mi mano se cansó tanto y
al final mi firma era apenas legible. Pero después de escribir un cheque
terriblemente grande y básicamente empeñar mi vida, ahora soy la orgullosa
propietaria de una casa.
291
Algo así.
Es una casa en el sentido general. La has visto, por supuesto. Tiene techo
y paredes. Eso está realmente intacto. Huele a polvo y suciedad, pero no a
moho, y no creo que nadie deba entrar si no se ha vacunado contra el tétanos
recientemente.
Pero tiene buenos cimientos. Siempre supuse que sería así y cuando hablé
con el inspector de viviendas, confirmó todo lo que quería escuchar. El techo
es sólido, las paredes estables. La electricidad es vieja, la plomería aún está
por verse y ¿las reparaciones estéticas? Bueno, son muchas.
No será un trabajo estructural total. No es necesario derribar las paredes
hasta los cimientos, aunque habrá que hacer muchos parches. Además de
pisos, pintura, molduras, puertas, ventanas. La lista sigue y sigue, y eso es
antes de que empiece a pensar en los proyectos realmente grandes y costosos,
como la cocina y los baños.
Pero piensa en lo genial que será cuando esté terminada. No caminé por la
casa y vi el desastre; caminé y vi el potencial. Vi lo que podía hacer el trabajo
duro. Está en una calle agradable y tranquila, los vecinos son encantadores
y el terreno es fantástico o lo será cuando eliminemos todas las moras y las
malas hierbas.
Levi piensa que estoy loca, también mi mamá, pero creo que esta es una de
las cosas más sensatas que he hecho. Además, aún faltan dos años de esta
mierda de no estar juntos, y seamos honestos, necesito algo que hacer. El
trabajo va bien, tengo a mi familia y amigos, pero últimamente, no es
suficiente. Necesito un proyecto.
Ahora tengo uno. Uno grande.
Parece que fue hace mucho tiempo cuando dijimos que algún día
podríamos comprar juntos esa vieja casa en la calle Evergreen. Esto no es
exactamente lo que quisimos decir. Yo comprándola sola mientras cumples
una sentencia en prisión no era lo que ninguno de nosotros tenía en mente y
pensé en esperar hasta que llegaras a casa.
Pero ya estoy esperando tantas cosas. Te estoy esperando, esperando que 292
mi vida comience de nuevo. Sería fácil para mí quedarme atascada en un
lugar y no quiero dejar que eso suceda. Hasta ahora, he seguido adelante, no
he dejado de vivir, incluso cuando las cosas han sido difíciles y lo he deseado.
Así que no voy a parar ahora y no voy a esperar. Quién sabe, cuando
vuelvas en dos años la casa podría estar terminada. No te preocupes, te
prometo que no elegiré ningún color que odies y si lo hago, podemos
arreglarlo cuando llegues a casa.
Por ahora, me voy a la ferretería para empezar a mirar… de todo. Pintura,
iluminación, gabinetes, pisos. Es hora de que empiece a trabajar en el futuro
y hacer de esto un hogar.
Te extraño todos los días,
Grace
Capítulo 30
293
Grace
Asher deslizó su mano en la mía mientras caminábamos por el
pueblo. Le sonreí y apretó mi mano. Había extrañado mucho las cosas
simples como caminar por la calle tomados de la mano. Nunca lo
daría por sentado otra vez.
El verano se había abierto paso hasta Tilikum casi de la noche a la
mañana. Habíamos pasado de días cálidos con brisas ligeras a un
calor abrasador y aire quieto. Hoy, el sol brillaba sobre el cielo azul
claro, pero una pequeña ola de calor no había hecho nada para
disuadir al pueblo de celebrar.
Era el primer día del Festival Anual del Hombre de la Montaña.
Una pancarta atravesaba la calle afirmando que era el centésimo
octavo año consecutivo de su celebración. Dudaba que realmente
hubiera existido por tanto tiempo. Pero a la gente de aquí le gustaba
creer que nuestras tradiciones se remontaban a la época en que esto
había sido poco más que un depósito de ferrocarril con un aserradero
y una parada técnica para buscadores de oro y aventureros.
Por un momento, me pregunté si el Festival del Hombre de la
Montaña habría existido en la época de Eliza Bailey.
El centro estaba cerrado al tráfico y los vendedores se alineaban en
las calles, como un gran mercado de agricultores. Todo conducía
hacia el parque Lumberjack, donde se llevaba a cabo la verdadera
acción. Individualmente o en equipos, los participantes compitieron
en concursos y hazañas de fuerza, desde tiro con arco y lanzamiento
de hachas hasta cortar leña y arrastre de troncos. Cerca había más
puestos y casetas donde se celebraría el concurso de cocina del mejor
chili de Tilikum y el importantísimo certamen de tartas.
La Abue probablemente estaba ocupada preparando sus tartas
ahora. Para disgusto de los Haven y sorpresa de nadie, la Abue Bailey
ganaba todos los años.
Asher había estado en casa durante casi dos meses y habían pasado
294
varias semanas desde nuestra segunda primera cita. Nos estábamos
conociendo de nuevo y ahora era más fácil. Se estaba abriendo
lentamente, relajando sus defensas. Todavía es cauteloso y vigilante
de su entorno. Podía verlo haciéndolo ahora mientras caminábamos,
vigilando a las personas, manteniendo el espacio entre nosotros y los
demás.
Y tenía pesadillas.
No se había mudado oficialmente conmigo, pero se quedaba a
dormir a menudo. Más de una vez, vi como despertaba sobresaltado,
con el corazón acelerado y el cuerpo cubierto de sudor. No me
hablaba de sus sueños y no sabía si era porque no podía recordarlos
cuando estaba despierto o si no quería decírmelos. Tenía la sensación
de que era lo último.
Esperaba que el tiempo ayudara y que, tal vez, pronto estaría
dispuesto a ver a un consejero. Lo mencioné amablemente, pero dijo
que un consejero simplemente lo haría hablar sobre las cosas que
quería olvidar.
Redujimos el paso para poder detenerme en un puesto y echar un
vistazo a las joyas hechas a mano. Las piezas eran hermosas,
adornadas con gemas y piedras pulidas. Al lado estaba el puesto de
Chuck Bailey con su mercancía: Creo en Pie Grande, este año vendía
botellas etiquetadas con: Repelente de ardillas.
Seguimos deambulando por la fila, mirando las cosas que la gente
vendía: jabones caseros, mermeladas y jaleas, carne seca y salmón
ahumado, carteras, delantales y bufandas hechas a mano. Pasamos a
Lola, la chica pin-up vintage gigante y Asher se detuvo para mirar la
barba marrón tejida a ganchillo que colgaba de su rostro. Era larga,
llegaba hasta su amplio escote y estaba salpicada de un arcoíris de
flores de ganchillo.
—Guau. Alguien se superó a sí mismo.
—Lola se ve muy elegante.
Se volvió hacia mí. 295
—No sabrás nada sobre quién lo hizo, ¿verdad?
Parpadeé inocentemente.
—No tengo ni idea, pero quienquiera que haya sido, hizo un trabajo
encantador.
Asher sonrió y negó con la cabeza.
Miré a Lola con satisfacción. La barba que le había hecho era
enorme y las flores eran un buen toque, aunque yo misma lo dijera.
Siempre era importante asegurarse de que Lola luciera una barba el
primer día del festival, pero era difícil por toda la gente que montaba
sus puestos la noche anterior. Me alegré de que Gavin se las hubiera
arreglado para ponérsela sin que lo atraparan.
Por tradición, Bruce Haven, propietario de la Barbería Dame and
Dapper y quien instaló a la estatua gigante de la chica pin-up vintage
en primer lugar, no podría quitarle la barba hasta que terminara el
festival, si conseguíamos colocársela antes de que comenzara.
Misión cumplida.
—Hola, cariño —llamó mi mamá desde más arriba en la calle. Se
puso de pie con Jack y Elijah. Llevaba el pelo suelto y un bonito
vestido floral y sandalias. El pecho abultado de Jack apenas estaba
contenido por su uniforme y tenía sus gruesos brazos cruzados.
Elijah estaba milagrosamente sin su sudadera con capucha,
probablemente debido al calor, pero parado con la cabeza gacha a
unos pasos de mamá y Jack. Esperaba que no siguiera teniendo
problemas con los niños que se metían con él. Mamá y yo habíamos
tratado de hablar con él al respecto, al igual que Jack, pero insistió en
que todo estaba bien ahora. Me preocupé por el pobre chico.
Saludé a mi mamá. Asher parecía tenso a mi lado mientras nos
acercábamos. Esperaba que no se sintiera incómodo porque Jack es
policía.
—Hola, mamá, Jack. Hola, Eli.
Asher los saludó con un asentimiento. Jack lo devolvió y mamá
sonrió.
296
Elijah miró a Asher y un atisbo de sonrisa cruzó su rostro.
—Hola, amigo —dijo Asher.
La sonrisa de Elijah creció un poco.
—Hola.
—¿Se están divirtiendo ustedes dos? —preguntó mamá.
Asher soltó mi mano y deslizó su brazo alrededor de mis hombros.
—Sí, es un gran día hasta ahora —le dije.
Se oyó una voz por la radio de Jack.
—Tenemos múltiples informes de actividad delictiva en la vía
Bailey.
Jack presionó el botón y giró la cabeza para hablar por radio.
—¿Vía Bailey?
—Es la avenida Cedar, pero todavía tiene la calcomanía de vía
Bailey.
Sacudió la cabeza levemente.
—Estoy a un par de cuadras de allí, pero ¿estamos seguros de que
esto merece que intervengamos? ¿No pueden simplemente
espantarlos?
—Ya se ha denunciado una serie de robos. Creo que aquí hay un
esfuerzo coordinado.
—¿Robos de qué?
—Principalmente bocadillos, pero la señora Carter dijo que le
robaron el sombrero para el sol.
—¿Por qué…? No importa, iré a comprobarlo. —Soltó el botón y
puso los ojos en blanco—. Malditas ardillas.
Le dio a mi mamá un beso rápido y se fue.
—Bueno, no los retendré —dijo mamá—. Le prometí a Elijah que
conseguiríamos bollos.
297
—Diviértanse.
Miré a Asher y lo atrapé guiñándole un ojo a Elijah. Eli parecía estar
tratando de ocultar una sonrisa y se despidió.
—¿Qué fue eso? —pregunté.
Apretó mis hombros y me acercó más.
—Nada.
Pasé mi brazo alrededor de su cintura, disfrutando de la cercanía.
Ciertamente no era un nada ver a Elijah luciendo casi feliz, pero
decidí no presionarlo. Por ahora.
Nos dirigimos al parque Lumberjack. Los concursos ya estaban en
marcha en las áreas verdes, con espectadores animando a los
concursantes. Levi estaba a punto de enfrentarse, cara a cara, con
Luke Haven en un concurso de cortar leña. Ya habían atraído a una
gran multitud. Cada vez que un Bailey se enfrentaba a un Haven,
todo el pueblo se ponía nervioso. Había demasiada gente para que
pudiéramos ver mucho, así que seguimos caminando.
Los bomberos fuera de servicio habían instalado una estación de
parrillas en el borde del parque. Logan, junto con media docena más,
permanecieron de pie sin camisa en el calor, asando salchichas y
hamburguesas. La fila para comprar era larga y en su mayoría
mujeres.
—Esa es definitivamente la manera de hacer una recaudación de
fondos —dije.
Asher se rio.
—A ese tipo le encanta cualquier excusa para quitarse la ropa.
—¿Ese es Gavin? —pregunté, señalando un árbol al lado de la
parrilla—. ¿Qué está haciendo?
Gavin colgaba boca abajo desde la rama de un árbol con un palo
largo en la mano. Estaba apuntando el palo hacia la parrilla. Logan
trató de apartarlo con las pinzas de metal que tenía en la mano.
—¿Esos son malvaviscos? —preguntó Asher.
298
—Creo que sí —negué con la cabeza—. Se va a caer.
Estalló el combate de esgrima más ridículo que jamás había visto,
Gavin blandía un palo largo con la parte superior cubierta de
malvavisco, mientras colgaba boca abajo sosteniéndose con sus
rodillas, y Logan contraatacaba con pinzas para barbacoa.
—A veces me pregunto cómo es que sigue vivo —dijo Asher.
Seguimos adelante, cruzando sobre la hierba. Cara saludó desde
una silla plegable. Estaba atrayendo más de una mirada con la parte
superior de su biquini y sus pantalones cortos. Una manta de picnic
estaba extendida junto a ella con una hielera y dos bolsas de
supermercado. Una pequeña mesa plegable tenía una jarra y tazas.
Media docena de sillas más rodeaban la manta y una sombrilla
clavada en el suelo proporcionaba sombra.
Levantó su bebida.
—Aquí están. Me preguntaba cuándo aparecerían.
—Te luciste. —Hice un gesto a todas las cosas colocadas.
—Pensé que, si voy a estar aquí todo el día, podría estar cómoda.
—¿Cómo conseguiste colocar todas estas cosas aquí?
—Le pagué a Gavin. Sírvanse una margarita, hay más hielo en la
hielera.
Asher nos sirvió un trago a cada uno y tomamos asiento.
—Le pagaste a Gavin, ¿cómo? —pregunté, levantando una ceja.
Cara se bajó las gafas de sol.
—Con dinero. Los chicos Bailey son tu territorio. Además, es lindo,
pero lindo como un cachorrito.
—¿Por qué son mi territorio? Solo salgo con uno de ellos, no
necesito a los cinco.
Se ajustó las gafas de sol y descartó mi comentario.
299
—Aun así.
Tomé un sorbo de mi bebida e hice una mueca. Me quemó al bajar.
—Dios, Cara, ¿hay algo más que no sea tequila en esto?
—¡Como sea, bebé! No eres una aficionada.
Asher tomó un sorbo, miró su taza, se encogió de hombros y tomó
otro sorbo.
—Está bueno.
Cara le sonrió.
—Gracias.
Logan se acercó, todo músculo tonificado y abdominales duros.
Parecía que había añadido tatuajes recientemente. No los recordaba
bajando tanto por su brazo. Su hombro y parte superior del brazo
tenían un hermoso diseño de llamas, lleno de naranjas, rojos y negros.
Llevaba un plato repleto de panecillos rellenos con salchichas a la
parrilla.
—¿Quién necesita un poco de carne? La casa invita.
Cara se quitó las gafas de sol, probablemente para asegurarse de
que la viera poner los ojos en blanco.
—Nadie necesita tu carne, Logan.
—Eso definitivamente no es cierto. Cuando tienes hambre, nada
supera la carne de Logan Bailey.
—Bruto. No necesitamos saber con qué frecuencia golpeas tu carne.
—Cree lo que quieras, cariño, pero la carne de este tipo tiene una
gran demanda.
—Sí, vimos la fila y estoy segura de que tu pene también es
impresionante —le dije, poniendo los ojos en blanco—. Tomaré una,
debo comer algo con este vaso lleno de tequila que me dio Cara.
Logan hizo una mueca.
—No hables de mi pene, Grace. Siempre arruinas todo.
300
—Entonces no lo agites en nuestras caras —dije—. Si necesitas
demostrarle a Cara que tu pene es genial, llévala a tu casa.
—Eso quisiera él —dijo Cara y se estremeció.
—No, gracias. Elijo la vida.
Logan comenzó a quitar platos de papel del fondo de su pila y a
repartir salchichas. Pareciendo reacio, le tendió uno a Cara.
Lo fulminó con la mirada y él lo apartó, como si se estremeciera
alejándose de algo caliente.
Levi se acercó, sin camisa y sudoroso. Logan le entregó un plato y
apiló dos salchichas más encima de la primera.
—Joder, ¿me lo perdí? —preguntó Logan—. ¿Ganaste? Dime que
ganaste, bropocalypse9. El orgullo de toda la familia Bailey descansa
sobre ti.
Frunció el ceño, pero capté la insinuación de una sonrisa en la
comisura de su boca.
—Por supuesto que gané.
Logan levantó el puño en el aire y chocó los cinco con su hermano.
—Joder, sí.
Asher se inclinó hacia mí.
—¿Dónde está Evan? No lo he visto hoy.
—Oh, él nunca sale por estas cosas.

9Broma de Logan para referirse a sus hermanos, combinando las palabras hermano y apocalipsis
en inglés. En la cultura popular esta palabra hace referencia a una reunión de amigos en una
misión para hacer algo estúpido.
—¿En serio?
Negué con la cabeza.
—No. Quiero decir, básicamente odia a todo el mundo, así que no
viene al pueblo con tanta frecuencia, especialmente cuando está lleno
de gente.
301
Asher frunció el ceño, como si eso lo sorprendiera.
Tal vez Evan había cambiado mucho desde antes de que Asher
fuera a prisión. Era fácil pensar que siempre había sido el recluso
hosco que es ahora. Pero en la escuela secundaria y los primeros años
de la universidad, Evan estaba mucho menos enojado y era mucho
más amable con todos.
—¡Atención! —Gavin entró a toda velocidad, dando una voltereta
hacia atrás sobre la manta de picnic. Se atascó en el aterrizaje, se
enderezó e hizo una reverencia—. Gracias, amigos, estaré aquí todo
el día.
Levi puso los ojos en blanco mientras se metía un bocado en la boca.
—Oye, hermano. —Logan le empujó un plato de salchichas—.
¿Hambriento?
—Siempre. —Tomó el plato y miró alrededor del círculo, luego se
lo ofreció a Cara—. Oye, preciosa. ¿Tienes hambre?
Hizo una pausa, como si pudiera negarse pero no quisiera herir sus
sentimientos, luego exhaló.
—Por supuesto, por qué no, gracias, Gav.
Sonrió.
—No hay problema. Logan, necesito otro.
Logan miró a Cara, pero le pasó a Gavin otro plato. Como para
enfatizar su actitud desafiante, Logan se dejó caer en una de sus sillas,
agarró la última salchicha y le dio un gran mordisco.
Cara se movió en su asiento para darle la espalda.
—Me alegro de que hayas vencido a Luke —dijo Logan con la boca
llena de comida—. De lo contrario, nunca escucharíamos el final.
—Podrías haber participado —dijo Levi.
—Estaba asando en la parrilla.
Levi miró su plato e inclinó la cabeza como para confirmar que su 302
hermano había estado haciendo un trabajo importante.
—Hablando de los Haven, ¿alguien más ha notado que aún no han
respondido? —preguntó Asher—. Por los letreros de las calles, los
colocaron hace un tiempo, pero no han hecho nada.
—Mierda, tienes razón —dijo Logan—. Apuesto a que están
planeando algo grande.
—Tenemos que estar preparados —dijo Gavin. Se había tumbado
en la manta de picnic y, sin mirar, metió la mano en una de las bolsas
de la compra de Cara y sacó una bolsa de patatas fritas—. Los letreros
de las calles son geniales, pero no es una broma para acabar con todas
las bromas. Van a tratar de devolvérnosla.
—Sin duda —dijo Logan.
—¿Nunca se cansan de gastar bromas a la gente solo porque sus
padres, sus abuelos y sus bisabuelos hicieron lo mismo? —preguntó
Cara.
La mirada de todos se dirigió hacia ella. Los cuatro Bailey, incluso
Asher, la miraron como si acabara de sugerir que la gravedad fuera
un mito.
Levantó una mano.
—Perdón.
—Si quieren rendirse, lo aceptaremos con gusto —dijo Logan—.
Pero los Bailey no serán los que ondeen una bandera blanca.
—Mierda, no —dijo Gavin. Le arrojó la bolsa de papas fritas a Levi,
quien la atrapó como si la hubiera estado esperando.
—Tal vez deberíamos reunirnos y diseñar una estrategia —dijo
Logan—. ¿Cervezas en nuestra casa esta noche?
—Nop —dijo Gavin, haciendo estallar la P con los labios—. Tengo
una cita.
—Cierra la puta boca —dijo Logan—. ¿Con quién?
Gavin le sonrió.
—No es asunto tuyo. 303
Logan arrancó un trozo de panecillo y se lo arrojó a la cara.
—Mentiroso.
—No estoy mintiendo. No creo que la conozcas, es una chica
universitaria. Se quedará durante el verano para ponerse al día con
algunos créditos. La conocí en la cafetería de Grace. Por cierto, ese es
el mejor lugar para conocer chicas. Deberían pasar el rato allí más a
menudo.
—¿A qué diablos está llegando el mundo? Gavin tiene una cita. —
Logan negó con la cabeza e hizo un gesto hacia Asher—. Nuestro
pájaro enjaulado tiene a su chica de vuelta. Lo siguiente que vas a
decirme es que Levi tiene novia.
Levi miró a su hermano.
—Todos sabemos que eso no es cierto —dijo Gavin y todos
murmuraron su asentimiento.
Asher miró a su alrededor.
—¿Por qué no?
—Levi se está reservando para esa modelo de Instagram —dijo
Logan—. ¿Cuál es su nombre? ¿Marika algo? Ella está buena.
—Pensé que habíamos decidido que estaba tratando de participar
en un reality show de citas en la televisión —dijo Gavin.
—Todavía creo que conoció a una chica en línea, pero por un
trágico giro no pueden estar juntos —le dije, guiñándole un ojo a
Levi—. Tal vez porque vive en Australia o algo así.
Lo estuvimos fastidiando sobre lo poco que salía durante años. No
es que nunca haya tenido citas. Pero sus novias eran pocas y distantes
entre sí y sus relaciones nunca parecían durar. Así que nos
burlábamos proponiendo teorías.
Levi me tiró una papa frita.
Pero capté algo en su expresión. ¿Es posible que estuviéramos cerca
del blanco? ¿Había una razón más profunda por la que no salía con
mucha frecuencia? Sus hermanos no tienen novias serias tampoco, así
304
que siempre lo descarté como algo de los Bailey. Asher siempre había
sido el único hermano atraído por una relación a largo plazo, aparte
de Evan cuando era más joven, pero no había tenido una novia real
desde la universidad. No tenía idea de si salía con alguien ahora, pero
si lo hacía, dudaba que alguna vez fuera en serio. Ciertamente nunca
escuchamos sobre eso. Logan y Gavin tenían citas casuales, pero
básicamente eran alérgicos al compromiso. Esos dos siempre habían
sido así.
¿Estaba pasando algo más con Levi? Tal vez lo había imaginado,
pero pensé que había visto una pizca de tristeza en sus ojos.
—¡Vaya! —Cara se enderezó en su silla—. Grace, casi lo olvido.
Tengo algo para ti. —Sacó su teléfono del bolso y comenzó a
escribir—. No te lo había enviado todavía porque quería ver tu cara
cuando lo abrieras.
—Oh, oh. ¿Debería estar asustada? —pregunté.
—Yo lo estaría —murmuró Logan.
Mi teléfono sonó y abrí el mensaje. Era una foto de un periódico
viejo, similar a los que había estado viendo en la biblioteca, pero no
era un artículo. Parecía un anuncio o un aviso y justo en el medio
estaba el nombre que había estado buscando.
—Oh Dios mío. —Mis ojos se abrieron mientras leía—. La
encontraste. Encontraste a Eliza.
Asher se inclinó.
—¿No me jodas?
—¿Quién es Eliza? —preguntó Gavin—. Suena como que está
buena. Solo que estoy pensando en intensa y gótica buena, no en
buena linda y tonos pastel.
—Es una Bailey —dije—. Encontré un viejo espejo de plata con su
nombre grabado. Alguien lo escondió en una caja con un montón de
notas de amor anónimas debajo de las tablas del piso de mi casa. 305
—Genial —dijo Gavin.
—Lo sé. Escuchen esto. Recompensa en efectivo por información
sobre la desaparición de Eliza Bailey. Recompensa duplicada por su
regreso a salvo. Hay más aquí en la parte inferior, pero es difícil de
leer.
—El papel está dañado —dijo Cara—. Eso es todo lo que había.
Entrecerrando los ojos, traté de entender lo que decía.
—Parece que podría ser una lista de personas que buscan para
interrogarlas. No puedo leer el primero, pero se parece a
Montgomery… o al menos a Mont… algo. Y, oh Dios mío, chicos.
Creo que esto dice Haven, tal vez John Haven.
—¿Una chica Bailey desaparece y un Haven estuvo involucrado?
—preguntó Asher—. Eso podría explicar muchas cosas.
—Mierda, Grace —dijo Gavin, sentándose—. ¿Acabas de resolver
el misterio de la enemistad?
—No realmente. No sabemos si así fue como empezó. Si las familias
ya estaban peleadas, esto podría haber sido parte de eso, no la forma
en que comenzó.
—Es cierto.
—Y quién sabe si el tipo Haven tuvo algo que ver —dijo Levi.
—Amigo, no lo defiendas —dijo Logan.
—No estoy defendiendo a nadie, solo digo.
Observé el recorte.
—Al menos esto es una confirmación más de que existió. Estaba
empezando a preguntarme si el espejo significaba algo, pero todavía
no sé quién le envió esas cartas.
—Notas de amor anónimas, ¿luego desaparece? —preguntó
Cara—. Tal vez ella y quien las escribió se escaparon juntos.
—O tal vez se suponía que se casaría con el chico Haven y él se
306
enteró de las notas —dijo Logan—. Los mató a ambos y se subió a un
tren para huir del pueblo.
—Si lo hizo, espero que el fantasma de Eliza lo persiguiera,
haciendo que su pene se ablandara cada vez que intentaba follar con
una mujer —dijo Cara.
—Hay algo terriblemente mal contigo —dijo Logan.
—Me pregunto si alguna vez la encontraron —dije, ignorando a
Cara y a Logan.
Cara se encogió de hombros.
—Haré que Libby siga buscando.
—¿Libby? —pregunté.
—Sí, le pagué a Libby de la biblioteca para que siguiera buscando
cualquier mención de Eliza.
Me reí.
—Y aquí estaba pensando que volviste sola a esa habitación
polvorienta para sorprenderme.
—¿De verdad me conoces? —preguntó—. ¿Por qué haría eso
cuando puedo pagar demasiado dinero a una voluntaria bibliotecaria
subestimada para que lo haga? Nanay.
—Bueno, de cualquier manera, gracias. Es realmente dulce.
Sonrió.
—De nada, bebé.
Gavin se puso de pie en un salto.
—Creo que el concurso de tartas ha terminado.
Logan saltó de la silla y Levi arrugó el plato. Los tres se miraron
durante medio segundo, luego todos echaron a correr en dirección al
puesto de la Abue. Una vez que finalizó la evaluación, las personas
pudieron comprar rebanadas de tarta y las ganancias se destinaron al
banco de alimentos de Tilikum. Ninguno tardó en acabarse. 307
Cara se tomó su tiempo para levantarse de su silla y se volvió a
poner las gafas de sol.
—Tarta suena bien.
Miré a Asher mientras se alejaba, dejándonos solos en su manta de
picnic.
—¿No quieres un trozo de tarta?
La comisura de su boca se curvó en una sonrisa y su lengua se
deslizó por su labio inferior.
—Quiero algo dulce, pero no tarta.
Un cosquilleo agradable me recorrió la columna y el calor floreció
en mi interior. Me ayudó a ponerme de pie y mientras caminábamos
rápidamente de regreso a mi auto, todo lo que podía pensar era que
no podríamos regresar a mi casa lo suficientemente rápido.
Capítulo 31
308
Grace
La casa de la Abue olía a arándanos y azúcar. Me asomé a la sala
de estar y miré hacia las escaleras, pero no vi a nadie. La cocina estaba
igualmente vacía, aunque había panecillos en el mostrador y parecían
recién horneados.
Asher y yo teníamos el día libre. Siempre que podía, organizaba su
horario para no trabajar en mis días libres y me pidió que me reuniera
con él aquí. No estaba segura de lo que había planeado, pero tenía
muchas ganas de averiguarlo.
La Abue entró por la parte de atrás, con una cesta llena de huevos
en el brazo.
—Ahí está nuestra Osita Gracie.
—Hola, Abue. —Le di un beso rápido en la mejilla.
Escuché pasos bajando las escaleras chirriantes y apareció Asher,
luciendo recién bañado con el cabello húmedo. Se dirigió hacia mí y
me tomó en sus brazos. Giré mi rostro hacia su cuello e inhalé
profundamente, olía tan limpio y delicioso. Soy positivamente adicta
a este hombre.
—¿Lista? —preguntó.
—¿Qué vamos a hacer?
—Ya verás. Ya tengo las cosas en la camioneta, así que podemos
irnos.
—¿Estás seguro de que no deberíamos ir en mi auto?
—¿Por qué? La camioneta ha estado funcionando bien. —Levanté
las cejas—. Sí, funciona, no sé por qué no arrancó la otra noche.
Había oído la historia. Salió a buscar la camioneta al día siguiente
y arrancó al primer intento.
—Ajá —murmuró la Abue desde detrás de la puerta del
refrigerador.
309
Asher la miró.
—¿Qué fue eso?
—¿Qué?
—Ese ajá. ¿Crees que saboteé la camioneta para que se
descompusiera?
Golpeé juguetonamente su pecho.
—¿Acaso lo hiciste?
Levantó las manos.
—No. Lo juro.
—No, ciertamente creo que no lo hiciste —dijo la Abue, cerrando
la nevera—. Aunque alguien más pudo haberlo hecho.
—¿Quién sabotearía la camioneta y luego la arreglaría de nuevo en
medio de la noche? —preguntó—. No creo que eso sea posible.
Ella se encogió de hombros.
—Tal vez fue una coincidencia, tal vez no. Pero seguro que
funcionó, ¿verdad?
Mis mejillas se calentaron y compartí una mirada rápida con Asher.
Ella no sabía lo que habíamos hecho en esa camioneta cuando se
descompuso al costado del camino, ¿verdad? Solo quería decir que
Asher y yo estábamos juntos ahora. ¿Correcto?
La Abue no dijo nada más, solo tomó una taza de té humeante y se
dirigió a la sala de estar. Al salir, se detuvo para tocar suavemente la
foto del abuelo que colgaba en la cocina.
—Espera, ¿ella cree que el abuelo saboteó la camioneta para que
nos reconciliáramos? —susurré.
Asher negó con la cabeza lentamente, mirando la foto.
—¿Quizás?
—¿Crees que el abuelo saboteó la camioneta? 310
Una pequeña sonrisa jugó en sus labios.
—No lo sé. Honestamente, no me extrañaría. De todos modos,
¿deberíamos irnos?
—Por supuesto.
Cogió dos muffins calientes de la cesta. Me detuve justo debajo de
la puerta de la cocina y miré la foto. La habían tomado justo antes de
que se enfermara. Estaba parado en la orilla del río sosteniendo un
pez, con una amplia sonrisa en su rostro. Sus traviesos ojos azules
brillaban a la luz del sol.
Por un segundo, podría haber jurado que me guiñó un ojo.
—Gracias, abuelo —dije en voz baja, luego seguí a Asher.

La camioneta rebotó por el camino de tierra y el sol brillaba alto en


el cielo de verano. Ayer cayó una tormenta, empapando todo
brevemente y el paisaje parecía haber florecido nuevamente durante
la noche. Las flores silvestres cubrían los claros, bañando el suelo de
color.
En este punto, sabía exactamente a dónde me estaba llevando. Este
camino conducía a un lugar en el lago Tilikum, justo al norte del
pueblo. No había mucho por aquí. Unos cuantos carteles descoloridos
de Prohibido el paso y Propiedad privada que los lugareños
ignoraban. Alrededor del lado este del lago había algunas cabañas,
pero por lo que sabía, hacía mucho tiempo que estaban abandonadas.
El lago y sus alrededores no eran terrenos públicos, pero nadie
parecía estar seguro de quién era el dueño. Eso lo dejó como una
especie de país de las maravillas escondido. Los visitantes que
llegaban al área para caminar y acampar se alejaban, en parte debido
a las señales y en parte porque los senderos no aparecían en ningún
mapa o guía. Los lugareños disfrutaban del hermoso paisaje frente al
lago o caminaban hasta las cascadas gemelas en el extremo norte.
311
Pero los únicos caminos para salir de aquí eran generalmente
peligrosos y estaban llenos de baches, manteniendo alejados a todos
menos a los muy decididos.
Había sido un lugar favorito de Asher y mío, incluso mucho antes
de que saliéramos.
El abuelo nos había traído a todos aquí muchas veces cuando
éramos niños. Nos subíamos a la parte trasera de la camioneta y nos
reíamos mientras rebotábamos por la carretera en mal estado. A veces
nos deteníamos para cortar arbustos de moras con machetes solo para
poder pasar.
Cuando pudimos ver las claras aguas azules del lago alpino, Asher
se salió de la carretera y se estacionó, colocando la camioneta de
manera que la parte trasera apuntara hacia la vista. Se subió y
extendió dos gruesos edredones en la plataforma de la camioneta.
—Podemos ir de excursión a las cataratas si quieres —dijo—. O
nadar, aunque recuerdo que son frías como el carajo, también traje un
picnic.
—Esto es increíble. —Tomé su mano y me ayudó a subir—. Me
acabo de dar cuenta de que no he estado aquí desde la última vez que
estuve aquí contigo.
Se subió y ambos nos acomodamos en la manta, sentados con las
piernas cruzadas.
—¿No habías venido?
—No. —Miré a mi alrededor, inhalando el aire puro y cálido, el
cielo despejado, el sonido del agua golpeando suavemente la orilla—
. Lo había extrañado.
—Yo también.
Hurgamos en el picnic que Asher había preparado. Queso, salami
y galletas. Frutos rojos frescos del jardín de la Abue. Los muffins de
arándanos estaban para morirse. Charlamos mientras comíamos y se
sentía tan... normal. Solo nosotros dos en un día libre, hablando sobre
el trabajo, las cosas graciosas que habían dicho sus hermanos y 312
reflexionando sobre cómo la Abue logró evitar que la población de
ardillas residente robara las nueces de su nogal cada otoño.
Es realmente un misterio.
La tormenta de la noche anterior había dejado atrás una ligera
brisa, que cortaba el calor del verano. Aun así, me despojé de una
prenda, quitándome la playera, así que solo me quedé con top y
pantalones cortos. Asher se quitó la camisa y no había ninguna parte
de mí que se quejara.
Nos apoyamos en la plataforma de la camioneta y me moví para
quedar frente a él. Había llegado a casa con más tatuajes que cuando
se fue y recientemente se había hecho más trabajo, rellenándolos y
añadiendo a los diseños. Ahora se extendían por un lado de su pecho,
sobre su hombro y bajaban por su brazo. Todo coincidía con el diseño
nativo americano con el que había comenzado en la parte superior del
brazo, una representación tradicional de Oso, como la que se puede
encontrar en un tótem.
—Esto está muy bien. —Tracé suavemente el diseño negro y rojo
en su pecho.
—Gracias.
Lo miré por otro largo momento.
—Cuenta una historia, ¿no? No son solo diseños aleatorios.
La comisura de su boca se levantó.
—Sí. ¿Puedes verlo?
—Creo que sí. —Me moví para poder ver mejor y toqué al oso en
la parte superior de su brazo—. El oso te representa.
—Correcto.
Pasé mis dedos por debajo de su codo hasta su antebrazo.
—Aquí veo muchas cosas. Esto parece fuego. ¿Y esto es un águila?
—Cuervo.
—¿Estas caras están dentro de Cuervo? 313
—Sí. Algunas de las viejas historias dicen que una de las cosas que
hizo Cuervo fue llevar volando las almas de los muertos de regreso
al creador.
Toqué las caras.
—Tu madre y padre.
Sonrió y aunque había tristeza en sus ojos, no parecía abrumado
por ella.
—Sí.
—Esto parece como… otra cara de oso, ¿tal vez? Con un búho
encima.
—Ese oso representa al abuelo y el búho es la Abue. —Señaló otra
parte del diseño—. Esto es agua, la agregué como contrapunto al
fuego.
—Así que esto es de dónde vienes. —Moví mi atención de nuevo al
oso en la parte superior de su brazo, luego a su hombro. Había más
caras de animales, casi ocultas en el intrincado diseño tribal—. ¿Qué
son éstos?
—¿Puedes adivinar? Hay cuatro de ellos.
—Tus hermanos. Oh, Dios mío, ¿cómo nunca me di cuenta de eso
antes? —Tracé con cuidado desde su hombro hasta su pecho. Aquí
era donde la tinta estaba más fresca, aunque se estaba curando bien.
Dentro del diseño, pude ver lo que parecía un pájaro que alargaba las
garras para atrapar un pez. Debajo de eso había otro animal. Parecía
que podrían estar peleando por una presa—. ¿Qué es todo esto?
—Es un águila y un oso tratando de capturar el mismo pez.
Representa la lucha. Supongo que es mi recordatorio para seguir
luchando.
—¿Y qué es esta cara? —pregunté, tocando suavemente un punto
hacia el centro de su pecho. Este estaba casi escondido entre el resto
del diseño. 314
—Otro oso —dijo, deteniéndose por un instante—. Eres tú.
—¿En serio?
—Sí. ¿Recuerdas a Declan, el tipo con todos los tatuajes? Él es la
única razón por la que dejé que alguien me tatuara en prisión. No
quería salir con un montón de tatuajes de la prisión, pero en realidad
sabía lo que estaba haciendo. Lo diseñó basándose en el oso que ya
tenía. Si miras de cerca, escribió tu nombre.
Observé el tatuaje en su pecho. Lo había mirado antes, pero no lo
había examinado cuidadosamente. Solíamos distraernos con otras
cosas cuando nos quitábamos la ropa, pero tenía razón. Ocultas en el
diseño, justo debajo de la cara del oso, las líneas dibujan mi nombre.
—Oh Dios mío, Asher.
—Te lo dije… cuando no podía tenerte aquí —dijo, tocándose la
cabeza—, te mantuve aquí.
Extendí mi palma sobre su pecho.
—Te amo mucho.
—También te amo, hermosa.
Pasó sus dedos por mi cabello y acercó mis labios a los suyos. Lo
que comenzó como un suave beso rápidamente se transformó en algo
más. Su lengua se hundió en mi boca, hambrienta e insistente. No
pude evitar sonreír mientras me besaba. Se sentía tan bien ser
querida, ser querida por él.
Su mano se deslizó hacia abajo y jadeé cuando rozó mi pezón. Soy
tan sensible a su toque. Deslizó su mano más abajo, sobre mi vientre,
hasta la cintura de mis pantalones cortos.
Los pájaros cantaban y el sol brillaba sobre nosotros. Estábamos
afuera a plena luz del día.
—¿Aquí? —murmuré contra su boca mientras deslizaba su mano
dentro de mis bragas.
—Estamos solos —dijo en voz baja.
315
Abrí mis piernas, dando la bienvenida a su toque.
—Esa es mi chica —murmuró. Su mano se cerró en mi cabello,
sosteniendo mi cabeza con su boca al lado de mi oído—. Ya estás
mojada.
Sus dedos exploraron suavemente, su aliento caliente en mi cuello.
Dejé que mis ojos se cerraran, rindiéndome a él. Dejándolo llevar mi
cuerpo donde quisiera.
—Me encanta este coño —gruñó, sumergiendo la punta de su dedo
dentro de mí—. Tan suave y húmedo. Tan perfecto.
Temblé cuando deslizó su dedo más adentro. Presionó su cuerpo
más cerca del mío, aún manteniendo un fuerte agarre en mi cabello.
Era a la vez exigente y amable. El contraste era embriagador.
Trazó su dedo húmedo alrededor de mi clítoris y gemí de placer.
Conocía cada centímetro de mi cuerpo, sabía exactamente cómo
tocarme para hacerme sentir bien. Sus dedos juguetearon con mi
manojo de nervios calientes con movimientos rápidos.
—Así es, Gracie. —Su voz gruñona por sí sola fue suficiente para
hacer que me mojara por él—. Te gusta eso, ¿no?
Asentí, suspirando un suave sí.
Moviéndose ligeramente, me acercó más y deslizó sus dedos hacia
mi abertura. Metió un dedo dentro, luego otro, bombeándolos
lentamente hacia adentro y hacia afuera. Su palma se frotó contra mi
clítoris, dándome la cantidad perfecta de fricción y presión.
Dejé escapar otro gemido.
—Sí, hermosa. Eso es. Nadie puede oírte.
—Oh, Dios mío, Asher.
Besó mi cuello, su lengua lamiendo mi piel.
—Quieres que te haga correrte, ¿verdad?
Sus dedos se movieron más rápido y asentí, abriendo más las
piernas. Dios, era bueno en esto. Su polla, su lengua, sus dedos, no
importaba. Sabía cómo volverme absolutamente loca.
316
—Hum, Gracie. Tu coño está tan caliente. No puedo esperar para
follarte.
Alcancé su pene, con la intención de meter mis manos en sus
pantalones para llegar a él, pero su agarre en mi cabello se hizo más
fuerte.
—Todavía no, hermosa. Voy a hacer que te corras primero. Esto es
sólo para ti.
Apenas podía quejarme. Había algo en él tocándome con la ropa
puesta en la parte trasera de la camioneta bajo el brillante sol de
verano que se sentía travieso y erótico. Especialmente con la forma en
que seguía hablando sucio en mi oído, su voz tan gruñona y baja.
Me encantó.
Moviendo mi mano hacia abajo, la sostuve sobre la suya,
moviéndome con él.
—Eso es. Vas a venirte aquí mismo, ¿verdad, cariño?
—Sí, por favor.
Un gruñido profundo retumbó en su pecho y mantuvo el ritmo
constante. Su mano acarició mi clítoris y sus dedos se curvaron
suavemente dentro de mí, frotando justo donde lo necesitaba.
—Dame lo que quiero, Gracie —murmuró en esa voz
peligrosamente baja—. Vente por mí, amor.
Sus dedos eran implacables, moviéndose más rápido. Más duro. El
mundo a mi alrededor parecía arremolinarse a medida que el calor y
la presión alcanzaban su punto máximo. El metal de la camioneta se
clavó en mi espalda, pero apenas me di cuenta. Todo lo que podía
sentir era el toque de Asher, sus hábiles dedos exigiendo que me
corriera por él. Ahora.
Con una caricia perfecta más, obedecí.
Grité mientras me desmoronaba, mi cuerpo derritiéndose en sus
brazos. Murmuró un suave aliento mientras las cálidas olas del
clímax se estrellaban contra mí, gimiendo como si disfrutara esto
317
tanto como yo.
Apenas había terminado cuando volvió a gruñir, un profundo
sonido animal. Con manos ásperas, me arrancó los pantalones cortos
y me arrastró a su regazo para que me sentara a horcajadas sobre sus
muslos.
Todavía sin aliento por correrme, me apoyé contra la cabina detrás
de él mientras sacaba su polla. Estaba gruesa e hinchada, con gotas
de humedad en la punta. Frotó mi humedad por su pene y lo bombeó
con la mano un par de veces.
—Voy a correrme dentro de ti tan jodidamente fuerte —dijo con los
dientes apretados—. Ven aquí, joder.
Me rodeó con un brazo y me acercó más. Con su mano todavía
agarrando su polla, la alineó con mi muy resbaladiza abertura y tiró
de mi hacia abajo sobre él.
Gimiendo, sostuvo mis caderas y me movió arriba y abajo de su
longitud. Frunció el ceño y gruñó con cada embestida. Podía sentirlo
engrosarse dentro de mí, su pene palpitaba con la necesidad de
liberarse. Estaba listo, ahora.
—Joder, te sientes tan bien —dijo, con la voz estrangulada—. No
puedo soportarlo.
Mi orgasmo apenas terminado explotó de nuevo cuando su polla
latía. Gruñó, estrellándome contra él, sus caderas se sacudieron
mientras se corría. Cabalgué con él, eufórica y sin aliento.
Ambos redujimos la velocidad cuando terminamos y yo caí hacia
adelante contra él. Con su polla todavía dentro, envolvió sus brazos
alrededor de mí. Me sentí tan segura. Tan amada y tan enamorada de
él.

318
Capítulo 32
319
Asher
Una oleada inesperada de nerviosismo me golpeó cuando nos
desviamos de la carretera hacia Echo Creek. Era un pueblo pequeño
y bonito, a una media hora de Tilikum. Había estado aquí antes,
muchas veces, pero había sido hace algún tiempo y hoy no solo
buscábamos un nuevo lugar para comer o salir a dar un paseo porque
hacía buen tiempo. Íbamos a visitar a la otra familia de Grace, los
hermanos Miles que había conocido mientras estaba en prisión.
No estaba seguro de por qué de repente me sentí nervioso. Su
hermana Brynn había tenido recientemente a su primer bebé y
cuando Grace me preguntó si me gustaría venir a conocer a la familia,
no dudé en decir que sí. Estas personas son parte de su vida ahora,
así que, por supuesto, quería conocerlas.
Pero ahora que ya casi habíamos llegado, me sentí nervioso.
Preocupado.
Me aferré a las garantías de Grace de que todos eran buenas
personas y estaban ansiosos por conocerme.
Giró ante un cartel que decía Salishan Cellars Winery. El largo
camino condujo más allá de hileras de vides y había más en la
distancia. Varios edificios estaban rodeados de hermosos jardines y
un bosque de perales. El lugar estaba lleno de gente y el
estacionamiento estaba lleno.
Pasamos las áreas públicas, adentrándonos más en los terrenos.
Aquí había más árboles y un sendero que serpenteaba a través de
ellos, pero no había gente a la vista. Un gato blanco cruzó corriendo
el camino por delante. Finalmente, Grace giró y estacionó frente a una
casa grande con un gran porche que la rodeaba. La puerta principal
estaba abierta de par en par y varios autos estaban estacionados
afuera.
Mi corazón latía rápido, mis brazos y manos hormigueaban por la
adrenalina. Se parecía mucho a la noche en que la Abue nos envió a 320
Grace y a mí a la tienda. Eché un vistazo a la entrada y una profunda
sensación de pánico estalló en mi pecho. Ahora lo volví a sentir: el
miedo de estar entrando en un territorio desconocido. No sabía qué
esperar allí. En quien podía confiar. Lo que tendría que tener en
cuenta.
Era irracional y lo sabía, pero eso no hizo nada para que la
sensación de fatalidad inminente desapareciera.
—Oye. —Se acercó para frotar mi brazo—. ¿Estás bien?
Miré al frente, tratando de controlarme. Deslizó su mano hasta la
parte de atrás de mi cuello y acarició suavemente mi piel, pasando
sus dedos por mi cabello y bajándolos nuevamente. Dejé que su toque
me calmara, respiré profundamente, esperando que la sensación de
pavor se calmara.
¿Por qué mierda seguía pasando esto? Soy más fuerte que esto.
—Tómate tu tiempo. —La voz de Grace era suave, tranquilizadora.
El pánico comenzó a retroceder. Todavía me sentía nervioso, pero
mi ritmo cardíaco disminuyó a un ritmo más normal y la sensación
de que estaba a punto de entrar en una situación hostil, donde
necesitaba estar listo para luchar por salir, se desvaneció.
—Lo siento —dije, mi voz áspera—. Odio eso.
—Está bien. —Siguió acariciando la parte de atrás de mi cabeza. Se
sintió bien—. Sin prisa.
Cerré los ojos por un momento, concentrándome en su toque y
cercanía. Es tan buena conmigo. La amo tanto y odio que tenga que
ayudarme así. Que no pueda simplemente ser normal: salir del auto
y entrar a la casa. Sabía que no había nada que temer y, sin embargo,
esta parte irracional de mí insistía en que lo había. Prácticamente
podía sentir la piel de mis nudillos tensándose por una pelea que no
iba a tener.
Cuando pensé que me sentía lo suficientemente tranquilo, abrí los
ojos.
—Estoy bien. Podemos entrar.
321
—¿Estás seguro? Está totalmente bien si necesitas unos minutos
más.
—No, no quiero arruinar el momento.
—Confía en mí, Asher. Todo el mundo tiene problemas de un tipo
u otro. Todos son muy conscientes de eso. No lo arruinarás.
Tomé su mano y la llevé a mis labios. Besé el dorso de sus dedos.
—Gracias.
Sonrió.
—De nada. Hagámoslo.
¿Estaba listo? No tenía ni idea, solo tendría que apretar los dientes
y manejarlo, hacerlo por Grace.
Elijah asomó la cabeza por la puerta abierta y levantó la mano en
un gesto. Naomi y Jack habían venido antes y lo habían dejado
quedarse. Grace y yo lo llevaríamos a casa cuando nos fuéramos.
—Hola, Eli —dijo Grace—. ¿Está todo el mundo aquí?
—Sí. Todos. Quiero decir, realmente todos.
Ver a Elijah lucir tan tranquilo y feliz hizo mucho para aliviar la
tensión en mi pecho. Incluso sonrió un poco.
Un hombre que tenía que ser uno de los hermanos de Grace, el
parecido entre él y Elijah era inconfundible, asomó la cabeza por la
puerta. Sus ojos se posaron en Grace y una amplia sonrisa cruzó su
rostro. Abriendo la boca, comenzó a hablar, hasta que me miró. Luego
se quedó boquiabierto y salió al porche, con los ojos muy abiertos.
Llevaba una mochila portabebés doble con dos bebés, uno atado a
cada cadera. Uno estaba dormido con la cabeza apoyada en el hombro
del hombre y el otro jugaba ociosamente con un juguete de bebé que
colgaba del cuello del hombre.
—Mierda santa. Gracie, dijiste que vendría y no creo que realmente
te creyera, pero no estabas inventando una mierda. Maldita sea, estoy
tratando de no maldecir delante de mis hijos. Eli, se supone que debes 322
darme un codazo cuando hago eso.
Elijah sonrió y lo pinchó en las costillas con un dedo.
—¡Ay! Gracias amigo. —Tomó aire—. Lo siento, estoy un poco
asombrado en este momento. Porque supongo que este es el infame
Asher Bailey y, Dios mío, hemos estado esperando tanto tiempo para
conocerte. Jesús, esto realmente está sucediendo.
Volvió a entrar corriendo, se movió rápido para ser un tipo que
cargaba dos bebés y pude escuchar el sonido medio ahogado de él
llamando a la gente.
Grace deslizó su mano en la mía mientras subíamos los escalones
del porche.
—No le hagas caso. Es solo Cooper. Se emociona mucho con…
todo.
Elijah sonrió.
—Es muy divertido.
—Chase, ¿dónde diablos, quiero decir, dónde caramba estás?
¡Gracie está aquí con el tipo de la prisión!
—Oh, Dios —dijo Grace, llevándose una mano a la frente—. Asher,
lo siento.
Extrañamente, escuchar al medio hermano de Grace gritar: Gracie
está aquí con el tipo de la prisión me hizo sentir mejor.
—Está bien, te acostumbras a ellos —dijo Elijah—. Cooper también
me asustó cuando lo conocí por primera vez, pero en realidad es muy
agradable.
—Gracias amigo.
Grace tiró de mi mano y la seguí adentro.
La entrada llevaba a una gran habitación con una sala de estar y
una larga mesa de comedor junto a la entrada de la cocina. La comida
estaba esparcida sobre la mesa y varias personas estaban sentadas en
sillas y en un banco largo. Otros ocupaban el sofá, los sillones o el
suelo. 323
Era mucha gente y cada uno de ellos dejó de hacer lo que estaba
haciendo para mirarme.
—Hola a todos —dijo Grace—. Hum... entonces, este es Asher.
Me sentí como si estuviera en el escenario y el telón se acababa de
abrir y no tenía idea de lo que se suponía que debía hacer. Levanté la
mano.
—Hola.
Una mujer se levantó de su lugar en la mesa y se apresuró a
saludarnos. Abrazó a Grace y luego me ofreció un abrazo a mí
también.
—Asher, es un placer conocerte finalmente. Soy Shannon.
—Encantado de conocerte también.
—Haría las presentaciones de una sola vez, pero no quiero
abrumarte. Pero… esta es nuestra familia. —Hizo un gesto hacia la
habitación llena de gente—. Chase y Brynn están en uno de los
dormitorios con Lily. Estoy segura de que saldrán pronto.
Había estudiado las fotos de Grace de su familia para estar
familiarizado con quiénes eran. Shannon era la ex esposa de su padre
y la madre de sus medio hermanos y hermana. Ahora estaba casada
con Ben, un hombre mayor de aspecto rudo con muchas canas en la
barba. Me dio un asentimiento cortés desde su lugar en la mesa.
Los hermanos de Grace también estaban aquí. Pasamos un tiempo
haciendo las rondas y saludando. Me presentaron a su hermano
mayor, Roland, que sostenía a una niña en sus brazos. Su esposa, Zoe,
estaba en el suelo jugando con su hijo, un niño de unos cuatro años.
La esposa de Cooper, Amelia, nos ofreció postre varias veces antes de
disculparse por estar demasiado emocionada.
Su hermano Leo y su esposa se sentaron en el sofá con dos niños
pequeños que parecían no querer hacer nada más que gatear sobre su
padre. La niña apretó la cara contra su barba mientras él trataba de
hablar y su hijo menor seguía tratando de escalarlo como un juego de 324
trepadores. Su esposa Hannah tuvo que hablar la mayor parte del
tiempo por los dos, pero a Leo no pareció importarle.
Cooper deambulaba con sus dos bebés, gemelos idénticos, me
dijeron, comiendo galletas y recogiendo hilos de conversación cada
vez que se acercaba, como si nunca hubiéramos dejado de hablar en
primer lugar. Se entusiasmó particularmente con mis tatuajes. Le
mostré mi antebrazo y moví la manga de mi camiseta para que
pudiera ver mi hombro. Alcanzó mi camisa, como si estuviera a punto
de levantarla para ver la tinta en mi pecho, pero Amelia saltó y lo
detuvo.
—¿Qué? —preguntó Cooper, luego miró a sus dos bebés, que ahora
dormían—. Te mostraría el mío, pero no puedo exactamente mientras
estoy llevando a mis niños.
Amelia besó la parte superior de la cabeza de uno de sus bebés y
frotó el lóbulo de la oreja de Cooper.
—Tal vez la próxima vez.
Otra pareja bajó las escaleras: Chase y Brynn, la media hermana de
Grace y su marido. Chase sostenía a una bebé recién nacida envuelta
en una manta rosa contra su pecho.
Oí la inhalación brusca de Grace y me apretó la mano.
Brynn sonrió cuando vio a Grace. Solté su mano para que pudiera
ir a abrazar a su hermana.
Ben en silencio me ofreció un asiento en la mesa y una cerveza, los
cuales tomé con gratitud. Me dio otro asentimiento, como si dijera
que entendía. Afortunadamente, ya no sentí pánico, pero era difícil
no estar un poco abrumado.
Los niños corrían, riendo y jugando. Un perro llamado Scout, que
más tarde supe que pertenecía a Brynn y Chase, apareció de la nada
para jugar con los niños. Los papás hacían rebotar a los bebés
mientras bebían cervezas o copas de vino. Las mamás se congregaron
en el sofá y las sillas, con vino y bocadillos. Elijah jugaba con los otros
niños. Shannon se sentó a mi lado y entabló una conversación
mientras Ben posaba suavemente una mano en su hombro.
325
Grace conversó con su familia, mirándome a menudo, levantando
las cejas con un mensaje claro. ¿Todavía estás bien? Le di un
asentimiento cada vez.
Y lo estaba, en su mayor parte. Este lado de su familia era grande y
ruidoso, pero podía ver por qué los amaba tanto. Y claramente la
amaban a ella y a Elijah. Dadas las circunstancias, Naomi había sido
la otra mujer y Grace y Elijah los hijos ilegítimos de su padre, decía
mucho del tipo de personas que eran al haber recibido a Grace y Elijah
en su familia.
Amaban a Grace. Eso era suficiente para mí.
Grace se sentó en el sofá y Chase colocó suavemente a su recién
nacida dormida en sus brazos. De repente, no podía quitarle los ojos
de encima. La mirada en su rostro mientras observaba a la pequeña
bebé me hizo sentir cosas muy extrañas.
La erección fue probablemente lo más sorprendente. Verla acunar
a un bebé me puso duro de una manera que nunca había
experimentado. Era como aprovechar un impulso primario, tan
profundo que solo era semiconsciente. Me hizo querer llevarla a casa
lo más rápido posible para poder follarla. Repetidamente.
Dios. Toda esta escena estaba jugando con mi cabeza. ¿Ver a Grace
sostener a un bebé recién nacido me estaba dando la necesidad de
dejarla embarazada?
No tenía sentido, pero eso era lo que la parte más cavernícola de mí
quería.
Pero otra parte de mi cerebro estaba teniendo una respuesta muy
diferente.
Se veía absolutamente hermosa con esa bebé en sus brazos. Como
si hubiera sido hecha para eso.
Porque así era.
Y mientras observaba a sus hermanos mayores y a su cuñado
cuidando de manera experta a sus hijos pequeños, una profunda
duda se instaló en mis entrañas.
326
No sabía si estaba hecho para esto.
Grace quería una familia. Ya lo sabía, pero verla sostener a su
nueva sobrina lo enfocó claramente. Antes de ir a prisión, tener hijos
con ella había sido una conclusión inevitable. Lo había querido tanto
como ella.
¿Pero ahora? ¿Me convenía ser el padre de alguien?
¿Y qué significaba para Grace y para mí si no era así?
Traté de no dejar que esa sombría realización arruinara la tarde.
Hablé con su familia, tomé otra cerveza, comí algo. Respondí las
preguntas con sinceridad, aunque casi todos fueron amables y no me
preguntaron nada demasiado entrometido. Nadie insistió en saber
los planes de boda o que pensábamos sobre casarnos y por eso estaba
agradecido. Los únicos comentarios levemente inapropiados
provinieron de Cooper, pero el tipo era bastante agradable, así que
no me importó. Eventualmente, incluso me levanté la camisa para
que pudiera inspeccionar el resto de mis tatuajes.
Él también me mostró el suyo, una vez que Amelia lo relevó de sus
bebés. Tenía un unicornio de colores brillantes en las costillas y
después de conocerlo por menos de dos horas, no me sorprendió en
lo más mínimo.
Nadie más en la familia parecía estar cerca de irse, pero Grace
parecía sentir que estaba empezando a inquietarme. Me gustaba esta
gente y los amaba por amar a mi chica, pero había sido mucho para
asimilar. Después de abrazar a la bebé por un rato y pasar un rato
jugando con sus otras sobrinas y sobrinos, dijo que teníamos que
irnos.
Decir adiós a todos tomó media hora completa. Había abrazado a
más personas hoy que en el último mes en conjunto, pero
eventualmente, logramos salir por la puerta.
—Lo siento si eso fue una locura abrumadora —dijo Grace cuando
subimos al auto—. Espero no haberte hecho quedarte mucho tiempo.
—No, todos fueron realmente geniales.
327
Me miró y sonrió.
—Todos te quieren.
Elijah finalmente logró salir y se subió al asiento trasero.
—¿Tuviste una buena visita? —preguntó Grace, mirándolo en el
espejo retrovisor.
—Sí.
Era solo una respuesta de una palabra, pero su tono era ligero.
Había tenido un buen día y eso me hizo apreciar aún más este lado
de su familia.
—Genial —dijo Grace—. Vamos a casa.
Salimos del viñedo hacia la carretera. Observé el paisaje pasar, una
mezcla caótica de emociones me recorrió. Grace y yo habíamos tenido
un buen verano. Estar con ella fue un gran alivio, era fácil imaginar
que esto continuaría para siempre. Quería patearme por alejarla tanto
cuando recién llegué a casa. Si hubiera manejado las cosas de otra
manera, podría habernos ahorrado mucho dolor a ambos.
Pero días como hoy me hicieron preguntarme si me estaba
engañando a mí mismo. Porque no soy como sus hermanos.
Tranquilos y seguros, hombres que obviamente habían estado listos
para la paternidad. No estaba listo. Ni siquiera cerca.
¿Alguna vez lo estaría? Por cada buen día, en el que me sentía
estable, tenía dos en los que estaba nervioso y con pánico. Grace
parecía tan segura de que estaría bien, pero no pude evitar
preguntarme si eso era una ilusión. Si era lo que quería creer, en lugar
de lo que era verdad.
También quería creerlo, pero no compartía su confianza y no sabía
lo que significaría para nosotros si estaba equivocada.

328
Querido Asher:
Tus hermanos acaban de hacer una de las mejores bromas de la historia de
Tilikum. Lo sé, es una gran afirmación, pero no estoy bromeando. Fue épico.
Hace unos meses, escuchamos que los Haven estaban planeando una gran
reunión familiar aquí en el pueblo. Obviamente, esa era demasiada tentación
para que los chicos Bailey la resistieran. Estaban decididos a hacerle una
329
broma a toda la familia, aunque no tenía idea de cómo iban a lograrlo. Los
Haven iban a estar listos para ellos. ¿Te imaginas si hubiera una reunión de
la familia Bailey? Tus hermanos estarían en alerta máxima todo el tiempo.
Así que no pensé que serían capaces de orquestar una buena broma sin que
los atraparan.
Los subestimé.
Los Haven tenían un espacio reservado en el parque Lumberjack y durante
la mayor parte del día, tus hermanos se dedicaron a sus asuntos. Los gemelos
terminaron sus turnos y se fueron a casa. Evan vino al pueblo y fue a la
tienda. Gavin pasó un rato en mi tienda, coqueteando con mis baristas.
Sabían que estaban siendo observados: los Haven se turnaban para
asegurarse de que todos los Bailey fueran contabilizados. Así que actuaron
como si fuera un sábado normal.
No sé si los Haven se adormecieron con una falsa sensación de seguridad
o qué, pero los chicos atacaron más tarde esa noche.
El sol se puso y la fiesta en el parque seguía fuerte. De alguna manera,
Gavin se coló entre toda la familia Haven y puso tinte rojo en todas las
bebidas. Tenían poncheras, limonada y botellas de vino y cerveza. Gavin llegó
a casi todo.
No era solo tinte. Era una fórmula especial: una mancha insípida,
comestible y muy persistente.
Es posible que tenga algo que ver con esa parte, pero si alguien pregunta,
nunca lo admitiré.
¿Qué hizo este tinte, podrías preguntar? Casi todos los Haven en la gran
reunión de la familia Haven parecían haberse dado un festín con la sangre de
sus enemigos.
Durante una semana.
Sí, tomó una semana completa para que sus bocas, labios y dientes
comenzaran a verse normales nuevamente. No bromeo, todos los que
tomaron una bebida teñida parecían vampiros a los que nunca les habían
enseñado modales. Era como esa mezcla de bebida en polvo que solíamos beber
cuando éramos niños, del tipo que te manchaba el labio superior, solo que 330
mucho peor.
Debido a que estaba oscuro, ninguno de ellos se dio cuenta de que tan malo
era durante la reunión. Si notaron que las bocas de las personas se pusieron
rojas como la sangre, obviamente no pensaron mucho en eso. Todos siguieron
bebiendo alegremente sus especiales Bailey.
Los hermanos Haven están enojados. Vi a Josiah y Zachary en el centro y
me miraron con tanta dureza que probablemente les dio dolor de cabeza. Por
supuesto, probablemente me lo merecía. Les pregunté por qué sus dientes
estaban tan rojos. No les hizo gracia.
Todavía no puedo creer que los chicos lograron eso. En la superficie, puede
que no parezca la broma del año, pero piensa en lo que pasó. Sé cuánto trabajo
costó hacer ese tinte, realmente puedes aprender cualquier cosa en YouTube,
por cierto, e incluso entonces, ninguno de nosotros esperaba que funcionara
tan bien o que resultara tan brillante el tono de rojo.
La verdadera pregunta es, ¿cómo entró y salió Gavin sin que lo atraparan?
Lo juro, secretamente es un ninja. Estaba segura de que iba a caer.
Todavía me sorprende que haya funcionado, pero ha sido bueno para
reírnos. Y seamos realistas, necesitamos una buena risa en estos días.
Te echo de menos,
Grace
Capítulo 33
331
Grace
Conduje a casa desde Salishan sintiéndome cálida y blanda por
dentro. Esperé presentar a Asher a ese lado de mi familia durante
tanto tiempo.
A pesar de que había comenzado nervioso, se había relajado
cuando la tarde se convirtió en noche. Lo manejó todo sin problemas,
desde las presentaciones, a todas mis sobrinas y sobrinos, a mi
hermano Cooper. Por supuesto, teníamos un largo camino por
recorrer antes de que se sintiera lo suficientemente cómodo como
para considerarlos familia como yo, pero llegaríamos allí.
Y Dios, todavía podía oler a la bebé Lily en mi camiseta. Siempre
me habían gustado los bebés, pero abrazarla hoy se había sentido
diferente. Mis ovarios me dolían positivamente.
Quizá Cara tenía razón. Se me están antojando los bebés.
Asher estaba callado, pero no lo presioné para que hablara. Incluso
después de que dejamos a Elijah en la casa de mi mamá, dejé que el
silencio persistiera. No parecía nervioso, solo contemplativo,
mirando por la ventana mientras conducíamos. Tenía curiosidad por
escuchar sus pensamientos, pero no quería forzarlo, especialmente si
necesitaba tiempo para relajarse.
Estaba anocheciendo y la luz era tenue cuando doblé en mi calle.
Algo estaba fuera de mi casa, parcialmente en el patio. Algo grande.
Y ¿dónde estaba la camioneta de Asher? Había estado aparcada en
la entrada.
—¿Qué demonios?
Me detuve y Asher salió volando del auto. Apagué el motor y lo
seguí, tratando de entender lo que estaba viendo.
Se paró frente a un enorme bloque rectangular de metal triturado.
Estaba medio en el patio, medio en el asfalto, como si lo hubieran
tirado allí sin contemplaciones.
332
—¿Qué es eso? ¿Y dónde está tu camioneta?
Asher no respondió. Rodeó el bloque de metal y recogió algo de la
calle. Una matrícula.
—Esos pedazos de mierda —gruñó.
Una sensación de malestar se extendió por mi estómago. El bloque
parecía los restos de un automóvil o camioneta, que habían sido
aplastados en un depósito de chatarra y la camioneta de Asher, la
camioneta del abuelo, no estaba.
Oh Dios. No podrían haberlo hecho.
Sacó su teléfono y llamó a alguien, probablemente a uno de sus
hermanos.
—Tenemos un maldito problema.
Di una vuelta lenta alrededor del bloque de metal, sin escuchar
realmente lo que decía, aunque era vagamente consciente de que
terminaba una llamada y hacía otra. Los Bailey y los Haven se habían
hecho algunas bromas locas a lo largo de los años, pero ¿esto? Nunca
destruyeron la propiedad del otro. ¿Realmente habían hecho algo tan
horrible? ¿Tan personal? Todos en el pueblo sabían que esa había sido
la camioneta del abuelo Bailey, incluso ellos.
Asher guardó su teléfono en el bolsillo. Las venas de sus antebrazos
y cuello saltaban a la vista y su mandíbula se apretó en una línea dura.
Pero no fue la tensión en su cuerpo o la forma en que caminó hacia
mi auto, como un depredador al ataque, lo que me asustó. Fueron sus
ojos.
Se giró y me clavó una mirada fría, enviando un escalofrío por mi
columna.
—Llaves.
Sabía que no estaba enojado conmigo, pero la ira en su rostro era
aterradora. Nunca lo había visto así antes.
333
—Asher, no creo...
—Dame las jodidas llaves, Grace. —Apretó los labios y desvió la
mirada por un segundo—. Perdón. Por favor, dame las llaves.
—Voy contigo.
—No…
Fue mi turno de sostenerlo con una mirada dura.
—Sí, voy.
Asintió con un leve movimiento de la cabeza y le lancé las llaves de
mi auto.
No pregunté adónde íbamos ni por qué. Ya lo sabía. Así que no fue
una sorpresa cuando nos detuvimos frente a la taberna Timberbeast.
Era el equivalente al Caboose pero de los Haven, el lugar donde la
gente de ese lado de la disputa pasaba el rato. Nunca había estado
dentro.
Tampoco fue una sorpresa cuando el todoterreno de Levi se detuvo
junto a nosotros y él y Logan salieron, ni cuando Gavin llegó
segundos después. La motocicleta de Evan rugió cuando estacionó
junto a Gavin. Debe haber conducido veloz para llegar aquí tan
rápido.
—¿Esto es una broma? —Logan cerró de golpe la puerta de su
camioneta—. Porque es mejor que esto sea una maldita broma.
Asher le arrojó la matrícula.
Los ojos de Logan se abrieron y se la mostró a Levi.
Evan hizo estallar sus nudillos, entrecerrando los ojos. Incluso
Gavin parecía enojado y casi nada lo enojaba.
Esto iba a ser malo.
—Esperen, muchachos —dije, levantando mis manos—. Ustedes
no pueden simplemente entrar allí y comenzar a golpear a la gente.
—A la mierda con que no podemos —dijo Logan, arrojándole la
matrícula a Asher—. Lo llevaron demasiado lejos esta vez.
334
Oh, no.
Asher abrió el camino, irrumpiendo en Timberbeast con sus
hermanos justo detrás de él. Sintiéndome impotente, los seguí
adentro. No sabía qué iba a hacer si esto se ponía feo y ciertamente
parecía que lo haría, pero no podía esperar afuera y no hacer nada.
Timberbeast tenía una calidad similar a la del Caboose, aunque en
lugar de una decoración de ferrocarril, estaba lleno de fotos antiguas
de tala, hachas y letreros comerciales antiguos. Una sierra gigante
estaba montada en una pared y un letrero descolorido de Compañía
Haven Timber colgaba en el vestíbulo. El logotipo de Timberbeast,
una caricatura de un leñador corpulento, barbudo y de pecho peludo
con un hacha enorme, saludaba a la gente cuando entraba.
Nuestra abrupta entrada hizo que todo el bar quedara en silencio.
Era como algo salido de una película. Casi esperaba escuchar un
rasguño de disco, lo cual era algo tan extraño de pensar cuando
podríamos estar a segundos de una fea pelea de bar.
De hecho, varios de los hermanos Haven estaban aquí. Josiah y
Luke estaban cerca de la barra y Zachary se sentó en una mesa con
algunas personas más. Desafortunadamente, no vi a su hermana,
Annika. No la conocía muy bien, pero existía la posibilidad de que
otra voz femenina pudiera ayudar a calmar esta situación antes de
que se saliera de control. Por lo que sabía, ninguno de los hermanos
Haven tenía esposas o novias serias, así que, sin una hermana a la
vista, no vi aliados potenciales.
Luke cuadró los hombros y entrecerró los ojos, llenos de hostilidad.
La postura de Josiah era menos agresiva, pero no disimulaba su
confianza cuando vio a Asher y sus hermanos entrar. Zachary se
reclinó en su silla, con media sonrisa en su rostro, como si encontrara
ligeramente divertido que cinco hombres Bailey entraran a su bar.
Este era su territorio y se notaba.
Asher tiró la matrícula al suelo, cerca de los pies de Josiah y Luke.
Aterrizó con un tintineo metálico.
335
—Esto fue demasiado lejos, pedazos de mierda.
El labio superior de Luke se crispó. Me recordó a un perro
gruñendo sujeto con una correa, esperando ansiosamente el
momento en que la mano de su dueño se resbale y esté libre para
avanzar y atacar.
Me acerqué a Asher.
Josiah se burló.
—Nosotros no empezamos esto.
Asher dio un paso adelante.
—Tal vez no, pero lo vamos a terminar.
Varios hombres más se levantaron de sus sillas y taburetes,
enfrentándose a los Bailey. Zachary se quedó dónde estaba.
—Vamos a llevarlo afuera, entonces. —Los ojos de Luke estaban
fijos en Evan.
Josiah puso una mano en el hombro de su hermano para
tranquilizarlo.
—¿Qué diablos estaban pensando, pendejos? —preguntó Logan.
Zachary se llevó una mano a la boca para reprimir una carcajada.
—¿Crees que es gracioso? —Gavin comenzó a correr hacia él, pero
Levi lo agarró antes de que pudiera saltar.
Josiah dio un paso.
—¿En serio quieren pelear por esto?
Asher comenzó a moverse pero puse una mano en su pecho.
—Josiah, ¿qué diablos? Solo pusieron calcomanías en los letreros
de las calles y ¿ustedes destruyen la camioneta de su abuelo? ¿Qué
esperabas que pasara?
—¿Qué eres, la embajadora de los Bailey ahora?
Asher gruñó, apretando los puños y me lancé frente a él.
336
—¡Para!
Zachary comenzó a reírse de nuevo y esta vez Levi dejó ir a Gavin.
Se abalanzó sobre Zachary, empujando una silla vacía fuera del
camino para que cayera al suelo.
—Espera —dijo Zachary, saltando de su asiento y retrocediendo
hacia la barra. Levantó las manos—. La camioneta está bien. No la
aplastamos.
Gavin no dejó de acecharlo.
—¿Qué? —preguntó Asher, su voz peligrosamente baja.
—No aplastamos la camioneta. Está en la antigua vía de servicio
forestal. Entramos, la pusimos en punto muerto y la remolcamos
hasta allí. Todo lo que hicimos fue ocultarla y quitarle la matrícula.
Cálmense, malditos psicópatas.
—No me digas que me calme —dijo Gavin.
—Gavin, por favor—. Me volví hacia Josiah—. ¿Es eso cierto?
—Por supuesto que es verdad —dijo—. Su camioneta de mierda
está bien.
Empecé a exhalar un suspiro de alivio, pero la tensión en el bar solo
aumentó. Mantuve mi cuerpo directamente frente a Asher, mi
espalda contra su pecho. Podía sentir la rabia derramándose a través
de él. Gavin se retorció, como si estuviera a dos segundos de saltar
sobre Zachary, independientemente de lo que le hubieran hecho a la
camioneta. Evan y Luke se miraron fijamente, con un odio feroz
ardiendo en sus ojos.
—Vamos a buscar la camioneta —dije, sin saber con cuál de los
Bailey estaba hablando en realidad. Tal vez si uno de ellos rompía el
enfrentamiento, el resto lo seguiría.
Tenía la sensación de que no iba a ser Asher.
—Por favor, chicos, vámonos. Si están mintiendo... no lo sé. Pero
no hagamos esto ahora.
337
Asher se acercó de nuevo, obligándome a avanzar frente a él.
—Saca tu mierda de la propiedad de mi chica. Quiero que
desaparezca.
Luke gruñó, pero la expresión de Josiah permaneció impasible.
—Lo haremos.
—Ahora —dijo Asher con los dientes apretados.
—Dije que lo haremos, Bailey.
—¿Qué tal si te rompo el otro brazo? —dijo Asher.
Apreté mis pies contra el empujón de Asher, sabiendo que no
podría detenerlo si decidía ir tras Josiah y Luke. Solo esperaba que mi
cuerpo frente al suyo fuera suficiente disuasión. No podía dejar que
esto sucediera.
—Esto fue bajo, chicos. No fue divertido.
—¿En serio? —preguntó Zachary—. Es jodidamente gracioso.
Ustedes no tienen sentido del humor.
—Esa camioneta significa algo, idiota —le respondí—. Ustedes
todavía tienen a sus abuelos y a sus padres. Cosas como esta están
fuera de los límites y lo sabes.
—¿Dónde está el libro de reglas? —preguntó Zachary—. ¿O
simplemente te lo inventaste?
—No le hables así —gruñó Asher.
—Oh, por el amor de Dios. —Mi paciencia se había ido—. ¿Por qué
hacer que esto sea horrible? ¿No tienen suficiente mierda con la que
lidiar en sus propias vidas sin ser idiotas sin razón? Sí, ellos pusieron
un montón de calcomanías. ¿Y qué? Ustedes cambiaron los letreros
grandes del pueblo. Y antes de eso, hicimos algo ridículo y antes de
eso fueron ustedes. ¿A quién le importa? No estaban lastimando a
nadie, pero esto es personal. Ustedes deberían haberlo sabido.
Por un segundo, nadie se movió. El silencio flotaba en el aire.
Gavin me miró a los ojos y asintió. Se volvió hacia la puerta, como
338
si estuviera satisfecho. Miré hacia atrás y vi a Levi y Logan lanzar
miradas furiosas alrededor de la habitación antes de volverse para
seguir a Gav.
Apoyándome en Asher, giré la cabeza y bajé la voz.
—Vámonos.
Dio un paso atrás, así que me agaché para recoger la matrícula.
Evan retrocedió lentamente hacia la puerta, sin dejar de mirar a Luke
Haven. Luke le devolvió la mirada.
Esperando en silencio que nadie hablara, si alguno de ellos
respiraba mal, todo el infierno podría estallar, me aseguré de que los
hermanos de Asher salieran por la puerta. Trató de guiarme frente a
él, pero lo tomé de la mano para que no pudiera darse la vuelta
después de salir.
Volver allí solo habría sido peligroso y estúpido. Un Asher racional
lo habría sabido. Pero en este momento, no confiaba en que fuera
racional. No con la tensión que le emanaba y la rabia que arde en sus
ojos.
Se detuvo junto a mi auto y miró hacia la puerta, como si estuviera
pensando en volver a entrar. Sus manos temblaban y los músculos de
sus brazos se flexionaban.
—Vamos a buscar la camioneta —dijo Gavin, su voz casual. Parecía
haber dejado ir su ira—. Si tan solo la rayaron, podemos regresar y
joderlos.
Uno por uno, todos subieron a sus vehículos. La motocicleta de
Evan rugió y se alejó a toda velocidad. Logan y Levi salieron a la calle,
seguidos por Gavin.
Finalmente, Asher subió a mi auto. Subí, sintiéndome ansiosa y
nerviosa por toda la adrenalina que inundaba mi sistema. Miré el
tablero. Ni siquiera podía mirar a Asher.
Mi corazón latía incómodamente rápido. Eso casi se había
convertido en una pelea de bar y la última vez que Asher se peleó en
un bar... 339
Tragué un sollozo ahogado que amenazó con apoderarse de mí. No
quería hacer nada para empeorar las cosas y si pensaba que estaba
herida o molesta, podría despertar su ira. Así que lo contuve,
empujándolo profundamente en la boca del estómago.
Pero el miedo era abrumador. Si Asher se peleaba y lo arrestaban...
o peor aún, si la pelea salía terriblemente mal...
No podría vivir eso otra vez.
Capítulo 34
340
Asher
Encontramos la camioneta del abuelo escondida en el camino de
servicio forestal, un camino de tierra que subía hacia las colinas,
popular entre los motociclistas y los adolescentes que buscaban un
lugar para besarse. Fieles a su palabra, no la dañaron, solo quitaron
la placa. Pero la rabia todavía se agitaba caliente en mis entrañas. La
hubieran dañado o no, me habían robado la camioneta. Grace tenía
razón: la broma era demasiado personal.
Tenía demasiada ira y agresión ondulando a través de mí. Quería
golpear a alguien, preferiblemente a un Haven. Luchar hasta que mis
nudillos estuvieran ensangrentados.
El impulso era casi abrumador. Eso me asustó.
Así que no volví a la casa de Grace. Nunca la lastimaría, ni en un
millón de años, pero todavía no confiaba en mí mismo para estar
cerca de ella en este momento. Probablemente terminaría siendo
brusco y, a pesar de lo fuera de control que me sentía, tenía suficiente
presencia de ánimo para saber que no quería hacer eso. Ella se
merecía algo mejor.
También fui lo suficientemente inteligente como para no volver al
Timberbeast o ir en busca de los Haven, aunque quería, no lo hice.
En lugar de eso, conduje hasta el lago y me senté en la plataforma
de la camioneta, con la esperanza de que el silencio y la soledad me
ayudaran a calmarme.
Todavía quería golpear a alguien. Doblé mis manos en puños y
golpeé mis nudillos distraídamente contra el metal de la camioneta.
No lo suficientemente fuerte como para lastimarme. Solo lo
suficientemente fuerte para que pudiera sentir algo más. Algo más
que rabia.
Eventualmente, fui a casa de la Abue. Recibí un mensaje de texto 341
de Grace, preguntándome si estaba bien. Le hice saber que estaba
bien, solo necesitaba estar solo. Afortunadamente, pareció entender.
Me desperté a la mañana siguiente sintiéndome más tranquilo. Más
calmado. Todavía estaba enojado con los Haven por lo que habían
hecho, ya no me sentía como si estuviera a un paso de hacer un
agujero en la pared.
Aunque si no hubieran sacado ese jodido bloque de metal del jardín
de Grace, cambiaría mi resolución de no ponerme violento con esos
imbéciles.
Pensando en Grace, le envié un mensaje de texto.
Yo: Buenos días. Tengo que trabajar hoy. Te llamaré cuando
termine. Te extraño.
Grace: Yo también te extraño. ¿Cómo te sientes?
Yo: Mejor. Estaré bien.
Grace: Bien. También tengo que trabajar, así que te veré esta noche.
Te amo.
Yo: También te amo.
La Abue estaba alimentando a sus gallinas cuando bajé. Si se había
enterado de la broma de los Haven, no dijo nada. Me fui con la
promesa de que pronto terminaría su nuevo gallinero y me fui a
trabajar.
Estaba tan ocupado que el día pasó rápido. Seguían llegando
trabajos, más que suficientes para mantenerme ocupado, pero estaba
cada vez más inquieto. No me molestaba el trabajo, pero tampoco era
exactamente gratificante. Siempre había sido un tipo orientado a
objetivos, al menos lo fui una vez que maduré lo suficiente como para
darme cuenta de cuánto necesitaba serlo. Aunque estaba ganando
dinero, no me daba un sentido de propósito más allá de recibir un
pago.
Todavía me faltaba dirección. Si seguía haciendo lo que estaba
haciendo indefinidamente, me iría bien. Tal vez podría convertirlo en
un negocio más grande. Contratar algunos empleados y no había 342
nada de malo en eso. La gente necesitaba personas como yo para
construir sus cercas y arreglar los columpios de su porche e instalar
nuevas ventanas.
Pero no es suficiente.
Era última hora de la tarde cuando terminé y lo primero que hice
fue enviarle un mensaje de texto a Grace. Me sentí agotado, como si
me estuviera quedando sin energía y necesitaba que ella me llenara
de nuevo. Estaba atrapada en el trabajo lidiando con una emergencia
menor: uno de sus refrigeradores se había averiado, por lo que estaba
esperando al técnico de reparación e intentando descifrar el papeleo
de la garantía. Arreglar refrigeradores no estaba en mi conjunto de
habilidades, así que le dije que le traería algo de cenar más tarde si
aún no había terminado.
Cuando llegué a casa, vi a Elijah sentado afuera. Había estado
viniendo la mayoría de las tardes o noches para que le enseñara
algunos movimientos de lucha y los había aprendido rápidamente.
Estoy orgulloso del chico. No sabía si estaba haciendo alguna
diferencia en su confianza, todavía andaba deprimido con la cabeza
gacha la mayor parte del tiempo, esperaba que eventualmente lo
hiciera.
No se acercó cuando me vio, así que entré para cambiarme. Cuando
bajé, todavía estaba sentado allí. No planeábamos luchar hoy. Le
había hecho trabajar muy duro durante los últimos días e incluso los
chicos pequeños necesitan descansar. Pero tal vez algo estaba mal.
Salí y deambulé por el césped entre nuestras casas para averiguarlo.
—Oye, amigo. ¿Qué está pasando?
Se encogió de hombros.
—Nada.
—¿Estás bien?
—Sí, estoy bien.
No estaba seguro de creerle, pero decidí no insistir. Todavía. Podría
conseguir que hablara si estuviéramos haciendo otra cosa. 343
—He estado construyendo un nuevo gallinero para la Abue.
Todavía queda mucha luz del día. ¿Quieres ayudarme a hacer algún
progreso?
Se encogió de hombros de nuevo.
—Bueno.
Nos desviamos a través del taller para tomar algunas herramientas
y suministros. Le di un cinturón de herramientas para que se lo
pusiera y salimos por la parte de atrás.
Es un chico tan inteligente. Cada vez que le enseñaba algo nuevo,
ya fuera un movimiento de lucha o cómo usar una herramienta, lo
aprendía rápido. A pesar de su comportamiento tranquilo y a
menudo distante, parecía absorber la atención que le prestaba. Estaba
solo y sabía que no era culpa de Naomi y Jack. No tenía ninguna
razón para creer que lo ignoraban. Demonios, había visto a Jack
tratando de involucrarse con él muchas veces. Lo que no sabía era por
qué Elijah se resistía tanto. Si Elijah necesitaba a alguien y Jack se
estaba acercando, ¿por qué no conectaban?
Trabajamos en silencio durante un rato. No decía nada, fiel al estilo
del abuelo no hablé de inmediato. Elijah me ayudó a delimitar el
perímetro del nuevo gallinero y transportamos parte de la madera
sobrante que iba a utilizar, apilándola cerca.
Lo observé por el rabillo del ojo. Tal vez las artes marciales podrían
ser una forma de que él y Jack se unieran. Me gustaba pasar el tiempo
con él, pero podía ver lo tensa que era su relación con su mamá y su
padrastro. Me pregunté si sabía que Jack hacía ejercicio en el gimnasio
de artes marciales mixtas del centro. Quizá nunca habían hablado de
ello.
—¿Cómo van las cosas con Jack?
Elijah se encogió de hombros.
—Bien.
—¿Alguna vez hizo algo para que no te agrade?
Frunció el ceño, como si estuviera sorprendido, tal vez incluso 344
confundido por mi pregunta.
—No. Él está bien.
—Eso es bueno, parece un tipo decente.
—A mi mamá le gusta.
Me reí.
—Eso también es bueno. Se lo merece. Sabes, él entrena en el
gimnasio de artes marciales mixtas del pueblo. Lo he visto allí.
Apuesto a que si le preguntas, te enseñará algunas cosas.
Dejó caer un trozo de madera en la tierra.
—No quieres enseñarme más, ¿verdad?
Maldita sea. El pobre chico asumió que estaba tratando de
abandonarlo.
—No, amigo, eso no es lo que quiero decir. Solo pensé que, dado
que Jack es tu padrastro, tal vez podrían pasar más tiempo juntos si
tienen algo en común.
Se encogió de hombros de nuevo. La poca receptividad que había
estado viendo en él se desvaneció rápidamente, como si se estuviera
enroscando en sí mismo.
—No tiene sentido.
—¿No tiene sentido qué? ¿Pasar el rato con Jack?
—Sí, ¿por qué molestarse? Simplemente se irá.
—No creo que Jack se vaya.
Levantó el rostro y pude ver la ira ardiendo en sus ojos.
—Todos se van.
—¿Qué quieres decir?
—Justo lo que dije. La gente siempre se va. Es lo que hacen.
—Eso no siempre es verdad.
—Te fuiste. 345
Me estremecí, como si acabara de patearme.
—¿Recuerdas eso?
—Sí. Era pequeño, pero no tonto. No dijiste adiós ni nada.
Mierda. Empecé a responder, pero él no había terminado.
—Mi papá se fue. Ni siquiera lo recuerdo. Luego te fuiste y nadie
me dijo por qué. Descubrí lo que hiciste cuando aprendí a buscar
cosas en Google. Logan y Levi se mudaron, al igual que Gavin y ya
casi no los veo. Todos se van. Jack también lo hará algún día y tú
también. Se suponía que te casarías con mi hermana y ahora mamá
dice que no sabe si eso va a suceder.
Mierda. Otra vez.
—Eli, no me iré. Y las cosas con tu hermana son... complicadas. No
es que no quiera casarme con ella, solo…
—No me importa —dijo, su voz aguda—. Da igual. Me tengo que
ir.
—Eli, espera.
No lo hizo. Se desabrochó el cinturón de herramientas, dejándolo
caer al suelo. Luego giró sobre sus talones y rápidamente caminó de
regreso a casa.
Froté mi pecho, sintiendo como si me acabaran de patear en el
esternón. Supuse que era demasiado pequeño para recordarme
cuando fui a prisión. Claramente me había equivocado. Y cuando lo
expuso todo de esa manera, no era de extrañar que actuara de la
forma en que lo hace. A sus ojos, todos los hombres que alguna vez
habían sido una parte importante de su vida lo habían abandonado,
comenzando por su propio padre.
Todavía tenía a sus otros hermanos y había visto lo feliz que era
cuando los visitaba, pero todos estaban ocupados con sus propias
familias jóvenes y aunque estaban a solo media hora de distancia, no
era lo mismo. No habían llenado el agujero que Elijah tenía dentro. 346
Un agujero que había contribuido a crear.
Capítulo 35
347
Asher
La siguiente semana, Elijah me evitó como la peste. Lo vi a veces
cuando estaba en casa de la Abue, pero desaparecía rápidamente. No
estaba seguro de qué hacer, si esperar y dejar que decidiera hablarme
de nuevo o presionar más y tratar de arreglar las cosas. Mi
inexperiencia con los niños me hizo sentir indeciso y frustrado.
Lo cierto es que entiendo cómo se siente, más de lo que se da
cuenta. Sé lo difícil que es perder a la gente y lo que es llevar una
brasa encendida de ira contigo todo el tiempo. Había sido así cuando
era niño y tenía dificultades con eso ahora.
Estaba tratando de dejar ir esa ira y volver a mi vida aquí, es
jodidamente difícil.
Dejé el gallinero a medio terminar, pensando que trataría de
persuadir a Eli para que me ayudara de nuevo. Finalmente, decidí
simplemente hacerlo. No iba a vivir aquí con la Abue por mucho más
tiempo y no quería dejar ningún proyecto sin terminar.
Salí y me puse a trabajar, con la cabeza llena de preguntas sin
respuesta. Sobre Elijah, mi trabajo, mi situación de vida. Sobre si
podría seguir adelante con Grace.
Adónde me mudaría después de quedarme con la Abue, se había
convertido en una pregunta silenciosa que se cernía sobre todo. Grace
no me había presionado para que me mudara con ella, pero sabía que
era lo que quería. Lo cual no era irrazonable. Había comprado la casa
en la calle Evergreen para nosotros y cada vez que pensaba en eso,
me golpeaba una mezcla volátil de emociones. La amaba por eso y
estaba muy orgulloso de ella.
Me preguntaba si esa casa representaba un futuro que ya no existía.
No me sentía como si perteneciera allí. Era más de ella que de
nosotros.
Aún no le había hablado sobre eso. No sabía cómo mencionarlo sin
348
herir sus sentimientos. No había sido más que paciente conmigo y la
amo muchísimo, pero vivir con ella en esa casa representaba cada uno
de mis miedos: que no pudiera ser el proveedor y protector que
necesitaba y se merecía, que nunca iba a estar listo para ser padre.
Sabía cuánto le dolería si me mudara a mi propia casa una vez que
dejara la de la Abue. Probablemente me diría que lo entiende. Que
puede ser paciente, otra vez o todavía, ¿haría alguna diferencia el
tiempo que pasara viviendo solo?
Nos estábamos dando un verano, pero a medida que avanzaba la
temporada, no sentí que estuviera más cerca de saber qué era lo
correcto. Si estaba hecho para ser el hombre que necesita en su vida o
no.
La puerta trasera se abrió y Levi salió al porche.
—¿Estás bromeando? —preguntó.
Me enderecé y lo fulminé con una mirada. Esto no era lo que
necesitaba en este momento.
—¿Qué?
—Dije que vendría a hacerlo.
Por el amor de Dios. Esta era la tercera o cuarta vez que Levi se
presentaba y me criticaba por trabajar en la casa de la Abue, como si
lo hubiera dejado sin trabajo.
—Jesús, Levi. Me ha dejado vivir aquí durante meses, lo mínimo
que puedo hacer es ayudarla. Puedo con esto. No es necesario que
sigas viniendo aquí y enojándote conmigo.
—Ya sabías que vendría a construirlo. Deberías haberlo dejado en
paz.
—Hay otras cosas que hacer si tanto necesitas un trabajo
secundario. Ve a revisar el grifo que gotea en el baño de arriba.
—Amigo, no me digas qué hacer. No puedes empezar a dar
órdenes.
349
—No es una orden, es una sugerencia. ¿Por qué estás actuando tan
territorialmente?
—No soy territorial, simplemente no entiendo por qué sigues
metiéndote en mierdas que ya dije que haría.
La Abue empujó la puerta trasera para abrirla, salió y se cruzó de
brazos.
—Lenguaje, muchachos.
Levi no dejó de mirarme fijamente.
—Lo siento, Abue.
—¿Ustedes dos tienen un problema? —preguntó, su voz aguda—.
Porque esta no es la primera vez que los escucho discutir
últimamente.
—Aparentemente Levi piensa que necesita estar a cargo de los
proyectos por aquí —dije, intentando, y probablemente fallando,
sonar como un adulto en lugar de un niño petulante.
Rodó los ojos.
—No, simplemente no me gusta que te metas con mis planes. Ya
compré todos los suministros para el gallinero y luego aparecí aquí y
tú ¿comenzaste la maldita cosa?
Abrí la boca para responder y antes de que pudiera decir una
palabra, la Abue se dio la vuelta y entró de nuevo, dejándonos a los
dos mirándonos fijamente. La puerta trasera se cerró de golpe detrás
de ella.
—Mira, si es tan jodidamente importante que construyas un
maldito gallinero, constrúyelo. —Dejé caer mi martillo con un ruido
sordo—. Ya trabajé todo el día de todos modos, así que hazlo.
—¿Qué se supone que debo hacer con toda la mierda en mi
camioneta? Dije que me ocuparía de eso. Pero estás demasiado
ensimismado para escuchar a alguien. 350
—¿De qué mierda estás hablando?
—En la cena del martes hace dos semanas…
La respuesta de Levi fue ahogada por un ruido repentino, como un
pequeño motor. La Abue apareció, caminando por el costado de la
casa, empuñando una motosierra. Los cordones en sus delgados
brazos sobresalían, pero la manejaba con facilidad. Puso su boca en
una fina línea, se negó deliberadamente a hacer contacto visual con
ninguno de nosotros y se dirigió a los escalones del porche.
Mi boca se abrió y la miré en estado de shock. Se detuvo frente al
porche, plantó los pies, dobló las rodillas y cortó el primer escalón. La
motosierra rugió mientras cortaba la madera, como un cuchillo a
través de la mantequilla. El aserrín voló a su alrededor. Hizo otro
corte, luego otro, cortando al azar los escalones que conducían al
patio.
Se enderezó, apagó la motosierra y la bajó. Estudió su trabajo y
luego asintió brevemente.
—Allí. Ahora hay mucho trabajo para los dos. —Dejó la motosierra
en el suelo—. Guárdala por mí, ¿quieres, Oso? Es pesada.
Observé, estupefacto, mientras se frotaba las manos y caminaba
por el costado de la casa.
—Mierda —murmuró Levi.
Nuestros ojos se encontraron y fue como si nos hubieran rociado
con agua fría.
—¿Cerveza? —preguntó Levi.
Asentí.
—En la nevera.
Entró y volvió con dos cervezas frías. Después de mirar las
escaleras en ruinas, saltó la corta distancia hacia abajo, sus pies
levantaron una nube de polvo. Me entregó una de las botellas. Una
de las gallinas de la Abue, aparentemente desconcertada por el ruido,
picoteaba y arañaba mis pies. 351
Con cuidado de no pisotear a la gallina, me senté en un tronco
redondo y tomé un largo trago de mi cerveza.
—Entonces, ¿quieres los escalones o el gallinero?
Sacudió la cabeza y se sentó en otro tronco.
—A veces creo que está loca y nos ha lavado el cerebro a todos para
que creamos que es sabia.
—Quizás o tal vez ya la volvimos loca.
—Cierto.
—Mira, no me di cuenta de que estabas trayendo mierda para
construir esto —le dije.
—Pensé que dije algo, pero tal vez no estabas en la mesa.
Nos sentamos en silencio por un largo momento, solo bebiendo
nuestras cervezas. No estaba seguro de si realmente habíamos
resuelto algo, al menos no estábamos discutiendo por una vez.
—El abuelo me enseñó a construir cosas —dijo de la nada—. Sé que
nos enseñó a todos, pero pasé mucho tiempo solo con él. Después de
que Logan y yo nos mudamos, comencé a venir a hacer proyectos
para la Abue. No era mucho, pero al menos estaba haciendo algo.
Asentí en comprensión.
—Te entiendo, hombre.
Volvimos a quedarnos en silencio. Todos habíamos sido cercanos
al abuelo, pero Levi probablemente había sido el más cercano.
Perderlo había sido duro.
—Están molestado a Elijah —dije, sin estar muy seguro de por qué
sacaba el tema, pesaba mucho en mi mente y tal vez tendría algunos
viejos trucos del abuelo en los que no había pensado—. Lo vi cuando
sucedió en el pueblo una vez y lo convencí para que hablara conmigo.
—¡No me jodas!
—Sí. Empecé a enseñarle algunas habilidades de lucha para que
352
tuviera las herramientas para neutralizar a un oponente. Hacer que
se sienta más seguro.
—Eso es bueno.
—Pensé que sí, pero como que se fue a pique. Dije que tal vez Jack
también podría enseñarle algunas cosas y se enojó. —Fruncí el ceño
mientras miraba mi cerveza, como si de alguna manera esta tuviera
las respuestas—. Dijo que no tiene sentido porque Jack simplemente
se irá como todos los demás.
—Ay.
—Sí.
Levi tomó otro trago.
—Aunque tiene razón. No de que Jack se vaya… es un buen tipo.
No creo que vaya a dejar a Naomi ni nada.
—¿Pero tiene razón sobre todos los demás?
—En cierto sentido.
—Lo sé, lo entiendo. Su pedazo de mierda de padre lo abandonó.
—Tú también te fuiste.
—Sí, me lo dijo, ¿qué se suponía que debía hacer? No me fui a
propósito. Me esposaron y me llevaron a un autobús de la prisión.
—Sí, luego cortaste contacto con todos menos con la Abue y
rechazaste las visitas.
—Jesús, Levi. ¿En serio?
Sacudió la cabeza.
—Simplemente no lo entiendes. Todo se fue a la mierda cuando te
fuiste. Nadie quiere admitirlo o tal vez ha pasado tanto tiempo que
realmente no recuerdan, pero nos desmoronamos.
—¿De qué estás hablando?
—La Abue hizo lo mejor que pudo, pero no había mucho que
pudiera hacer. Evan abandonó la universidad, se mudó a casa, nadie
353
sabe por qué y todavía no habla de eso; no es como si importara
porque siempre se esconde en su taller, evitando a todos. Lo único
que Logan se toma en serio es el trabajo y, a veces, incluso eso es una
exageración. Apenas conseguimos que Gavin terminara la escuela
secundaria y no tengo idea de cómo no se quitó la vida
accidentalmente. ¿Sabes lo que es responder a una llamada de
emergencia y es por tu hermanito? Esa vez fue una pierna rota, pero
estoy esperando el momento en que no lo sea.
—¿Qué quieres que haga? ¿Regresar en el tiempo y cambiar algo?
—Solo quiero que te des cuenta de que todo esto también apestó
para nosotros.
—Sé que lo hizo y no había nada que pudiera hacer. ¿Hubiera sido
mejor si te hubiera enviado cartas a casa, contándote lo jodido que
estaba allí? ¿Cómo tuve que abrirme camino a través de un grupo de
reclusos en constante rotación? ¿Cómo me convertí en el tipo al que
todos querían joder?
—Tal vez no deberías haber matado al tipo.
Sus palabras dolieron como una bofetada y me quedé mirando la
tierra por un largo momento. No estaba esperando a que él se
retractara. Sabía que no lo haría. Simplemente fue el primero en decir
lo que probablemente todos habían estado pensando.
Levanté mis ojos para encontrar los suyos.
—Tal vez no debería haber intentado violar a mi prometida.
—Podrías haber parado.
Apreté la mandíbula y la tensión onduló a través de mi cuello y
hombros.
—Por eso me encerraron, ¿no? El tribunal determinó que debería
haber sabido cuándo detenerme.
—Pero no lo hiciste.
—¿Cuál es tu punto? ¿Es mi culpa que las cosas fueran difíciles?
Así es la vida. Ninguno de nosotros pidió esto, tampoco pedimos que
mamá y papá murieran, pero sucedió. Hice lo que hice para salvar a
354
Grace y si tuviera que hacerlo, lo haría de nuevo. Sacrificaría
cualquier cosa para mantenerla a salvo. Tal vez si alguna vez amas a
alguien, lo entenderás.
Lamenté haber dicho eso tan pronto como las palabras salieron de
mi boca. Pero estaba demasiado enojado y a la defensiva para hacer
lo correcto y retractarme.
—Vete a la mierda, Asher.
—No, tú vete a la mierda, Levi.
Me puse de pie y me alejé.
Querido Asher:
Logan fue contratado oficialmente a tiempo completo por el Departamento
de Bomberos de Tilikum. La oferta para Levi ya llegó, así que ahora el jefe
Stanley se queda con los dos.
Todos terminaron en casa de la Abue esa noche, incluida al menos la mitad
del departamento de bomberos. Y como ella es la Abue, envió cuatro pasteles
355
recién horneados a todos los que todavía estaban de servicio y no pudieron
venir. Encendieron una fogata, la gente trajo comida. Sabes cómo es. Salieron
de fiesta hasta bien entrada la noche, mucho después de que la Abue se
acostara.
Debería haber sido divertido. Todos los demás parecían estar divirtiéndose.
Pero no yo.
Todo lo que pude pensar todo el tiempo es que deberías haber estado allí.
Era otro acontecimiento más que te habías perdido.
Cuantos más de estos te pierdes, más difícil es dejar de lado mi dolor y
disfrutarlos. Quiero recordar que habrá muchos momentos importantes en el
futuro y estarás aquí para ellos. En este momento, todo lo que puedo pensar
es en la injusticia de todo esto.
Es tan jodidamente injusto.
Odio esto. Odio que te estén castigando y que estás perdiendo este tiempo.
Odio que me hayan agredido y que tengas que pagar el precio. ¿Cómo es eso
justicia?
Odio que te hayan alejado de mí.
La mayor parte del tiempo, puedo manejarlo. Hay una fecha de
finalización, y aunque parece que podría ser dentro de un millón de años, va
a suceder. No te dieron cadena perpetua, te dieron ocho años.
Dios, Asher, en este momento ocho años parecen toda una vida.
Siento que muero, como si un pedacito de mí, muy en el fondo; se encogiera
más pequeño cada día que tengo que vivir sin ti. Lo estoy aguantando lo
mejor que puedo. Pongo una cara feliz para el mundo. En días como hoy, mi
sonrisa es una gran mentira. No estoy feliz. No estoy bien. Estoy muriendo
por dentro.
Probablemente no debería decirte cosas como esta. Estás peleando tu
propia batalla y es mucho peor que la mía. Al menos estoy rodeada de bondad.
Incluso en mis momentos más oscuros, hay luz. Tengo a mi familia, a tu
Abue y a tus hermanos. Tengo a mi amiga Cara. Me están llevando a través
de esto, más de lo que cualquiera de ellos sabe. Pero no tienes a nadie.
Lo que hace que duela aún más. 356
No sé lo que estoy tratando de decir. Sí las únicas cartas que te envié
fueran todo sol y arcoíris, sabrías que te estoy ocultando algo. No quiero que
te preocupes por mí, estaré bien, tampoco puedo ocultártelo. Esto es real.
Mi corazón sufre. Hay un espacio vacío dentro de mí que no se llenará
hasta que vuelvas a casa y, a veces, no puedo ignorar el dolor. No puedo negar
que está ahí.
Te echo de menos,
Grace
Capítulo 36
357
Grace
El ruido de la camioneta afuera me hizo sonreír. Dejé el plato que
había estado a punto de lavar, no podía esperar a terminar esta cocina
para tener un lavavajillas de nuevo y me sequé las manos. Asher me
había enviado un mensaje de texto preguntando si podía venir, y solo
el sonido del motor deteniéndose frente a mi casa envió un pequeño
cosquilleo de anticipación agradable zumbando a través de mí.
Desde la estúpida broma de los Haven, Asher había estado más
nervioso, vibrando con una corriente constante de tensión. Cada vez
que estábamos juntos, podía sentirlo y me ponía ansiosa.
Necesitaba más ayuda de la que yo podía darle. Lo sabía desde
hace mucho tiempo, pero él siempre me rechazaba cuando le sugería
terapia. Dijo que su consejero en prisión no había hecho nada por él
y que no quería pagar para hablar con alguien que lo obligaría a sacar
a la luz todas las cosas que quería olvidar. No era sorprendente, de
verdad. Siempre se había resistido a los médicos. Podía recordar
haberle puesto una bolsa de hielo en la cara después de haber recibido
un golpe en un torneo, discutiendo con él sobre la necesidad de
puntos.
Es tan malditamente terco.
Dejé la toalla y fui a abrir la puerta. Me di cuenta con una mirada
de que había tenido un día difícil. Se notaba la tensión en su mirada
y sus ojos oscuros tormentosos.
Sin una palabra, entró, cerró la puerta y me rodeó con sus gruesos
brazos.
Inspirándolo, lo abracé con fuerza. Habían pasado dos meses y
medio desde su liberación y todavía no había perdido la profunda
sensación de asombro y gratitud de que estuviera en casa. En cierto
modo, era casi como tener veinte años otra vez. Como los días en que
podía sentir que las cosas cambiaban entre nosotros. Había sido mi
mejor amigo durante la mayor parte de mi vida y de repente, el mero
hecho de verlo había enviado mariposas revoloteando por mi
358
estómago.
Sentía la misma excitación hormigueante ahora. Está aquí conmigo,
ya no nos alejan el alambre de púas y el acero, y aún sentía la misma
oleada de alivio cada vez.
—¿Está todo bien? —Froté suavemente la parte posterior de su
cuello.
Con su cara en mi cuello, tomó una respiración larga y lenta.
—Sí. Solo te necesitaba.
Me encantó escucharlo decir eso. No porque tuviera un impulso
desesperado de que me necesitaran, sino porque así eran las cosas
antes. Confiamos el uno en el otro, buscamos consuelo en los brazos
del otro. No importa qué más había cambiado, esto nunca lo haría.
Siempre sería mi lugar seguro y haría todo lo que pudiera para ser
siempre el suyo.
Me tomó de la mano y me llevó al dormitorio. Lo seguí más que de
buena gana. De pie junto a la cama, pasó sus manos por mi cabello,
su rostro cerca. Sus ojos oscuros sostuvieron los míos y frunció el
ceño, su expresión cargada tanto de pasión como de ternura. La
tormenta todavía rugía dentro de él. Podía verlo en su mirada,
sentirlo en su piel.
Quería que supiera que podía compartirlo conmigo. Calmarlo con
mi cuerpo. Que soy suya y siempre lo sería.
Con sus manos todavía en mi cabello, sus dedos masajeando mi
cuero cabelludo, acercó su boca a la mía. Di la bienvenida a su beso,
relajándome en sus brazos. Saboreando la sensación de sus labios. Su
lengua acariciando la mía.
Se agachó para levantar mi camisa por encima de mi cabeza. Pasé
mis manos a lo largo de su piel, sintiendo las duras planicies de sus
músculos, también se la quité. Fue a la vez autoritario y sin prisas
mientras me desvestía gradualmente, su boca apenas se apartaba de
la mía. Sus manos encallecidas, fuertes y cálidas, recorrieron mi piel.
Desabroché sus jeans mientras besaba mi cuello y hundí mi mano 359
en sus pantalones. Un gemido satisfactorio retumbó en su garganta
cuando agarré su polla. Se bajó los pantalones y los apartó de una
patada, dándome pleno acceso a él.
Lamiendo mis labios, lo acaricié un par de veces. Sus abdominales
se flexionaron y miró hacia abajo entre nosotros. Su polla dura como
el acero se veía gruesa en mi mano, prácticamente latiendo con
necesidad. Me encantó la oleada de placer que me dio hacerlo sentir
bien y escuchar los gruñidos primarios que mi toque podía provocar.
Acaricié más fuerte, apretando el eje. Gruñó, su respiración se
aceleró. Arrastrando ligeramente las yemas de mis dedos por su
torso, me puse de rodillas frente a él. Pasé mi lengua por la punta de
su polla para saborearlo.
Gimió de nuevo y le dio a mi cabello una caricia en agradecimiento.
Mis labios se curvaron en una pequeña sonrisa. Mirándolo a los ojos,
quería que él mirara esto, tomé la punta en mi boca.
La suave piel sabía limpia, solo un indicio de su excitación golpeó
mi lengua. Sus ojos estaban fijos en mí, su ceño oscuro fruncido
profundamente. Las afiladas marcas de músculos que bajaban hasta
sus caderas sobresalían y sus muslos se flexionaban por la tensión.
Sosteniendo la base, lo atraje más profundamente, dejando que la
punta se deslizara por el cielo de mi boca. Gruñó, la intensidad nunca
abandonó su rostro. Cuando retrocedí de nuevo, usé mi lengua para
jugar con él, trazando la cresta alrededor de la punta.
—Joder, te amo —dijo.
En respuesta, me lancé sobre él, tomándolo tan profundo como
pude. Su grosor lo convirtió en un desafío, pero nunca me había dado
por vencida. Estableciéndome en un ritmo, lo atraje hacia adentro y
hacia afuera, acariciándolo con mi lengua mientras chupaba su polla.
Sus caderas comenzaron a sacudirse y su mano se apretó en mi
cabello. Sus gruñidos eran profundos y desesperadamente excitantes.
Tanto como estaba disfrutando la forma en que esto hizo que se
soltara, mis paredes internas temblaban de deseo. 360
Empujó con fuerza en mi boca, luego se retiró.
—Mierda. Perdón.
Dios, amaba lo estrangulada y sin aliento que sonaba su voz. En
respuesta, volví a mirarlo a los ojos y seguí adelante, moviendo su
grosor dentro y fuera de mi boca. Observó con lujuria no disimulada,
todavía sacudiendo sus caderas. Su pene se agrandó y su respiración
se volvió irregular.
Muy a menudo, él me detenía aquí. Me arrojaba sobre la cama y se
enterraba dentro de mí, lo cual me encantaba. Esta vez, quería que se
viniera así, sintiéndome vulnerable sobre mis rodillas.
Empezó a decir algo, pero lo interrumpí de golpe. Su voz se quebró
en un gruñido áspero. Podía sentir su control deslizándose, su cautela
desapareciendo. Seguí adelante, mi ritmo implacable, decidida a
hacerlo venirse.
—Joder —dijo de nuevo—. Por favor.
Nada de lo que me había dicho había sido más sexy. Me empezó a
doler la mandíbula, pero no me importaba. Tomando sus bolas con
mi otra mano, seguí arrojándome a su polla. Él estaba cerca. Podía
sentirlo. Su cuerpo se tensó y gruñó con cada embestida, sosteniendo
mi cabello en un puño apretado.
Con sus ojos fijos en los míos y su mandíbula apretada, gruñó las
palabras.
—Me vengo.
Sintiéndome triunfante, le di la bienvenida a su liberación. Agarró
mi cabello y gruñó mientras su pene latía entre mis labios. El líquido
caliente golpeó la parte posterior de mi garganta mientras miraba,
como si necesitara no solo sentir esto, sino también verlo.
Cuando terminó, soltó su agarre en mi cabello. Dejé que su polla se
deslizara de mi boca y rápidamente tragué. Me miró fijamente,
respirando con dificultad, su expresión finalmente se suavizó.
—Joder —murmuró en voz baja.
361
Mordiéndome el labio inferior, me puse de pie.
—¿Eso se sintió bien?
Su única respuesta fue otro gruñido profundo mientras me tiraba a
la cama. Sin una palabra, abrió mis piernas y atacó mi coño como un
depredador hambriento.
La sensación de su lengua fue tan abrupta en mi ya sensible clítoris,
que jadeé y arqueé la espalda. Fue despiadado, lamió con precisión
experta y saboreó mi excitación en su boca. Sus profundos gemidos
vibraron a través de todo mi cuerpo. En casi nada de tiempo, estaba
corriendo hacia el clímax.
Deslizó un dedo dentro de mí y casi me deshice. Me retorcí contra
las sábanas y deslicé mis manos por su cabello. Me devoró como un
hombre hambriento, gimiendo como si yo fuera la cosa más deliciosa
que jamás había probado.
Habíamos aprendido todo lo que sabíamos el uno con el otro, por
lo que cada habilidad que poseía estaba perfectamente en sintonía
conmigo. Él era un experto. Deslizando un segundo dedo, enfocó su
lengua justo en mi sensible manojo de nervios. Cerré los ojos, perdida
en la sensación. En el calor que se acumulaba en mi centro, la
exquisita presión se elevaba hasta el punto de romperse.
Su asalto voraz a mi clítoris se intensificó. No podía pensar, no
podía ver. Todo lo que podía hacer era sentir. Cerré los ojos y eché la
cabeza hacia atrás, sucumbiendo a la vertiginosa combinación de
presión y fricción.
Ondas de placer estallaron a través de mi cuerpo mientras caía por
el borde. El orgasmo me atravesó, mis músculos internos se
contrajeron alrededor de sus dedos. Disminuyó el ritmo, tan en
sintonía conmigo y con lo que amaba, que naturalmente cabalgó las
olas del clímax conmigo, alargándolas hasta que prácticamente estaba
jadeando.
Me relajé contra las sábanas, con los ojos aún cerrados, la
embriagadora oleada de euforia me consumía. Se arrastró hasta la 362
cama, me atrajo a su lado y me apretó contra su cuerpo. Me acurruqué
cerca, saboreando la calidez de su piel y su aroma embriagador.
—Gracias —dije, mi voz soñadora y suave—. Eso fue increíble.
Besó mi oreja, luego mi cuello.
—Gracias. Sin embargo, todavía necesito follarte.
Dejando que mis ojos se abrieran, me reí. Su polla se estaba
endureciendo de nuevo. La presionó contra mi culo, como para
probar su punto.
—¿Necesitas un minuto? —preguntó, su voz baja en mi oído.
—No.
Sin perder tiempo, me hizo rodar sobre mi espalda y se subió
encima de mí. No sabía cómo estaba listo de nuevo tan rápido, pero
ciertamente no me importaba.
Correrse en mi boca no había disminuido su intensidad. En todo
caso, solo había servido para abrirle apetito por más. Sus embestidas
eran poderosas e implacables, y me agarraba con fuerza.
—Dios, me encanta follarte —gruñó en mi oído.
—No te atrevas a parar.
—¿No? —Se empujó más profundo—. Te gusta esta polla, ¿no es
así, bebé?
Todo lo que podía hacer era gemir sin aliento.
Otro gemido bajo retumbó en su pecho.
—Tu coño se siente tan bien.
Mis dedos se clavaron en el músculo tenso de su espalda y mis
paredes internas se tensaron alrededor de su pene.
—Joder, sí, hermosa. Me encanta este coño. Voy a correrme dentro
de ti tan jodidamente fuerte.
La combinación de su gruesa polla golpeándome a un ritmo
implacable y su voz baja, y gruñona murmurando en mi oído era casi
363
demasiado para soportar. Aguanté, subiendo mis rodillas para
tomarlo más profundo.
—Más duro —logré decir.
—Dime.
—Fóllame más fuerte.
Gimió de nuevo y con una mano agarrando mi cadera, se clavó en
mí. Cada embestida era como magia, atrayéndome hacia otro clímax.
Era rudo y duro, me follaba como si finalmente entendiera que no me
rompería.
Mi segundo orgasmo de la noche fue diferente. En lugar de rápidos
e intensos, los pulsos me recorrieron como ondas lentas y profundas
que estimulaban lugares que nunca había sentido antes, abrumando
mis sentidos.
El cuerpo de Asher se tensó, sus músculos se flexionaron y se
enterró dentro de mí cuando empezó a correrse. Gruñidos largos y
bajos acompañaron su clímax y sus caderas empujaron su polla
profundamente con cada pulso. La forma en que palpitaba dentro de
mí se sentía casi tan bien como mi propio orgasmo. Lo sostuve con
fuerza mientras se corría, los últimos temblores de mi clímax me
hicieron estremecerme.
Se relajó, manteniendo la tensión suficiente en sus brazos para no
aplastarme debajo de él. Mantuve mis brazos alrededor de su
espalda, no estaba lista para soltarlo. La conexión entre nosotros era
tan intensa y profunda que necesitaba este momento. Necesitaba que
se quedara dentro de mí, saciado e inmóvil.
Como si pudiera leer mi mente y supiera exactamente lo que
necesitaba, se mantuvo allí, respirando en mi cuello. Acarició su nariz
contra mi piel y colocó suaves besos cerca de mi oreja y en mi mejilla.
Nuestros latidos estaban sincronizados, nuestros cuerpos cálidos y
satisfechos. Lo abracé con fuerza durante un largo momento, por
primera vez no me afligió lo que nos habíamos perdido.
364
Ahora, simplemente tenía esperanzas de todo lo que estaba por
venir.
Capítulo 37
365
Asher
Aunque no era muy tarde, Grace y yo no nos molestamos en
levantarnos de la cama. Yacía acurrucada contra mí con la cabeza en
mi hombro y un brazo sobre mi pecho. Tracé formas al azar en su piel
con la punta de mis dedos, solo medio despierto. Estaba cálido y
saciado, más relajado de lo que había estado en días.
Por su respiración lenta y uniforme, me di cuenta de que se había
quedado dormida. Una parte de mí quería hablar con ella. Ese carbón
caliente de ira todavía ardía dentro de mí, una masa roja y negra que
podía estallar en cualquier momento. Levi lo había avivado, pero por
ahora, su calor había sido templado. La dejaría dormir.

Fui vagamente consciente del crujido del metal. Una superficie


delgada y dura debajo de mí. La oscuridad era tan espesa que no
podía ver con claridad. Formas vagas, nada más. Giré la cabeza,
tratando de dar sentido a mi entorno.
Barras. Estaba de vuelta en una jaula.
Mierda.
Percibí movimiento y traté de ponerme de pie de un salto. Mis
manos se cerraron en puños, pero una presión invisible me detuvo.
Sentí mis piernas como pesas de plomo y mis brazos inútiles. No
podía moverme. Mi pecho se agitaba mientras peleaba contra las
ataduras invisibles que me aplastaban contra el suelo. Los barrotes
habían desaparecido, pero aún no podía moverme, como si una
docena de manos me sujetaran, clavándome al frío y duro suelo.
Una mano se aferró a mi frente, obligándome a mirar. Vi un cuerpo
acurrucado en posición fetal, con los brazos y las piernas apretados
para protegerse de lo peor de la paliza. Unas piernas lo patearon una 366
y otra vez, sus golpes despiadados aterrizaban en la forma indefensa.
Podía escuchar los gritos de dolor. Sentir cada moretón a medida que
aparecían en su cuerpo. Cada costilla rota, cada vaso sanguíneo roto.
La presión que me sujeta amenaza con aplastar el aire de mis
pulmones. Tengo que levantarme. Tengo que liberarme. Tengo que
ayudarlo antes de que ellos...
—Asher.
Liberado del agarre de las manos invisibles, me levanté,
completamente desorientado. Algo me tocó y reaccioné antes incluso
de abrir los ojos. Lancé el codo hacia atrás, golpeando algo duro.
El agudo grito de dolor me despertó por completo. La habitación
se enfocó repentinamente. Es la habitación de Grace. No hay barrotes
ni reclusos. Nadie me sujeta. Pero había…
Oh mierda. Oh Dios, no.
Me doy la vuelta para encontrar a Grace sosteniéndose la cara, con
las piernas levantadas como para proteger el resto de su cuerpo.
—Oh Dios mío, Grace. ¿Qué hice?
Sus ojos estaban cerrados con fuerza y sus manos protegían su
nariz.
—¿Te lastimé? —Apenas podía pronunciar las palabras.
Sin abrir los ojos ni apartar las manos de la cara, asintió.
Mi pecho se abrió de par en par. Sentí que moriría aquí mismo, a
sus pies. Extendí la mano con cuidado, pero estaba aterrorizado de
tocarla.
Mierda. ¿Qué hice?
Respiró temblorosa, como si estuviera tratando de controlarse. Me
tomó otro segundo darme cuenta de que no estaba haciendo nada,
solo mirándola como si fuera jodidamente inútil.
—Espera, bebé. Vuelvo enseguida.
Me temblaban las manos cuando me levanté de la cama y corrí a la
cocina. Tomé toallas de un cajón y una bolsa de hielo de su
367
congelador.
Sus ojos estaban abiertos cuando regresé. Se sentó con las piernas
cruzadas en la cama, la sábana en su regazo, y todavía cubría su rostro
con las manos.
Había sangre por todas partes.
Pareció darse cuenta al mismo tiempo que yo. Con un grito
ahogado, movió las manos para mirarlas. La sangre corría por su
nariz, sobre sus labios, goteando desde su barbilla. Tenía las manos
manchadas y gotas rojas habían salpicado las sábanas.
—Oh Dios —dijo.
Con horror inundándome, le entregué una toalla. Quería ayudar,
quería arreglar esto, pero tenía demasiado miedo de tocarla.
Porque yo había hecho esto. Estaba sangrando por mi culpa.
—Grace, lo siento mucho. No sé qué pasó.
Con cautela se llevó una toalla a la cara. Sus ojos ya estaban
enrojecidos e inyectados en sangre.
—Creo que tenías una pesadilla. —Su voz fue amortiguada por la
toalla—. Traté de despertarte.
—Mierda. Lo siento.
Cambió la toalla para limpiarse la sangre debajo de la nariz e hizo
una mueca, aspirando una fuerte bocanada de aire.
—Mierda, eso duele.
Me sentí enfermo al darme cuenta de lo que había hecho, hice todo
lo que pude para ayudarla a limpiar. Finalmente, el sangrado se
detuvo. Sin pensarlo mucho, quité las sábanas y la ropa de cama, y
las reemplacé mientras fue al baño. Cuando volvió, se puso el pijama
y volvió a acostarse. Envolví el hielo en una toalla y se lo entregué.
No me atreví a tocarla.
Apoyó la cabeza contra la cabecera y respiró hondo.
368
—Creo que estoy bien.
Nada de esto estaba bien. Tuve una maldita y estúpida pesadilla y
cuando trató de despertarme, le di un codazo en la nariz.
—Podría estar rota. —Que fuera necesario decir esas palabras me
evisceró, pero las dije de todos modos.
Asintió.
—Lo sé. No podemos hacer nada ahora mismo.
—Grace, lo siento mucho. Yo…
No tenía idea de qué decir. ¿Cómo podría disculparme? Me sentí
como si todavía estuviera en una pesadilla. La golpeé. La hice
sangrar.
—Asher, no hagas eso. —Bajó el hielo—. Esto fue un accidente.
Había sido un accidente, tenía razón, pero eso no importaba, no
cambiaba nada. Todavía lo había hecho. Trataba de ayudarme y yo...
—Necesito tomar un poco de aire.
—No te vayas. —Me alcanzó—. Asher, por favor. Ven a la cama.
—No puedo. —Sentí que me iba a salir de mi piel—. Mantén el
hielo ahí. Vuelvo enseguida.
Empezó a decir algo más, pero no pude quedarme. Se sentía como
si las paredes se cerraran sobre mí, las manos invisibles de mi sueño
me empujaban hacia abajo. Sabía que si cerraba los ojos por un
segundo, estaría de regreso en la pesadilla. Solo que esta vez, sería
Grace en el suelo y quien la lastimaba sería yo.
Recogí mi ropa del suelo y salí a trompicones de su dormitorio. De
alguna manera, cuando llegué a la puerta principal estaba vestido.
Todo era borroso, estaba dentro de un remolino enloquecedor de
horror y culpa pura. Me arañó, destrozándome por dentro.
Apenas noté el aire frío de la noche. Tampoco el hecho de que mis
pies estuvieran descalzos. Deambulé afuera sin tener idea de a dónde
iba, mi cabeza era una mezcla de imágenes de mis pesadillas y la
demasiado real visión de Grace sangrando por toda su cama. 369
Era peor que mi peor miedo. Tenía miedo de ser peligroso para ella,
miedo de que la oscuridad dentro de mí la lastimara, pero nunca así.
Nunca hubiera pensado que podría lastimarla físicamente.
Intencionalmente o no, había sucedido. Estuve tan fuera de control
que probablemente le rompí la maldita nariz.
Todo lo que me había estado diciendo a mí mismo había sido una
mentira. Podría hacer esto. Podría hacer que funcione. Solo necesitaba
tiempo.
No necesitaba tiempo. Necesitaba que me mantuvieran alejado de
todos. Probablemente deberían haberme acusado de asesinato y
mantenerme encerrado para siempre. Al menos entonces no habría
sido un peligro para nadie, excepto para los pedazos de mierda que
merecían mi ira.
El impulso de golpear algo me llenó el estómago y me oprimió el
pecho. Estaba tan jodidamente enojado y no tenía dónde poner toda
esta rabia, porque estaba enojado conmigo mismo. Furioso de haberla
lastimado. Estoy tan jodidamente roto que ni siquiera puede dormir
segura a mi lado.
No supe cuánto tiempo deambulé. Horas, tal vez, caminé en
círculos por las calles de su vecindario. Las estrellas comenzaron a
desvanecerse con los primeros indicios del amanecer antes de que el
caos en mi cerebro se calmara. Mi ritmo cardíaco finalmente se
desaceleró y mi respiración no estaba tan entrecortada. La claridad y
al menos un mínimo de racionalidad, comenzaron a regresar.
Todavía sentía como si me hubiera apuñalado el corazón y corriera
peligro de desangrarme, pero al menos podía pensar. Necesitaba
volver y ver cómo estaba Grace. Con suerte, había mantenido el hielo
en la nariz por un tiempo y se había vuelto a dormir.
Cuando mi parte racional regresó y el pánico se retiró, me calmé e
hice un plan. La dejaría dormir y luego la llevaría al médico tan
pronto como estuviera lista. Me quedaría con ella mientras la revisan.
Le conseguiría lo que necesitara para sentirse mejor. Limpiaría mi
agenda para poder cuidarla. Esperaría y rezaría, rogando no haberla
lastimado demasiado.
370
Y que pudiera perdonarme.
¿Después? No sabía lo que iba a hacer. Cómo lidiar con el hecho de
que perdí el control y la lastimé.
Aceleré el paso, repentinamente ansioso por regresar. Algo pinchó
en mis instintos, una sensación de urgencia me invadió. Era diferente
al pánico. Era una vaga sensación de desastre inminente, una
sensación que no podía ubicar, aunque era fuerte. Esto fue diferente.
Y luego me di cuenta de que olía a humo en el aire.
Eché a correr y doblé la esquina hacia la calle de Grace. Una
columna de humo negro se elevaba en el cielo antes del amanecer.
La casa de Grace estaba en llamas.
Capítulo 38
371
Asher
Mis pies golpeaban el pavimento mientras corría hacia su casa. No
había aturdimiento de pánico en mi cerebro. Mi formación estaba allí.
Todo estaba claro. En los segundos que tardé en correr a su casa, ya
había visualizado lo que tenía que hacer dependiendo de lo que
encontrara al llegar. Tenía un objetivo.
Salvarla.
Reduje la velocidad cuando me acerqué e hice un barrido visual
rápido del frente. No vi a Grace, pero había mucho humo.
La mitad de su casa aún estaba sin terminar. ¿Funcionaron sus
detectores de humo? ¿Había suficientes de ellos? No recordaba haber
visto uno en su dormitorio. El humo podría asfixiarla antes de que
tuviera la oportunidad de salir.
Tampoco tenía mi teléfono.
Mierda.
La puerta principal no estaba caliente, pero cuando la abrí, salió
humo. Me agaché para pasar por debajo. Hasta el momento, no había
llenado la sala delantera, pero no tardaría mucho. En la poca luz,
pude distinguir el gris brumoso, fluyendo por el techo como un
líquido turbio.
No sonaban las alarmas. La casa estaba inquietantemente silenciosa
excepto por el creciente rugido de las llamas.
El humo llenaba el pasillo. Me escocían los ojos y podía saborearlo
en el aire.
Tenía que sacarla.
Me moví rápidamente y corrí en cuclillas a su dormitorio. La puerta
estaba cerrada y el humo se filtraba por la rendija de la parte superior.
—¡Grace!
Llamé a la puerta con el dorso de la mano y toqué el picaporte. 372
Fresco. Sin fuego en el interior.
Gracias carajo.
Pero Grace no respondía.
—Grace —llamé de nuevo, abriendo la puerta.
Estaba acostada en la cama, con la cabeza apoyada en la almohada.
Un brazo colgaba sobre el costado, con la palma hacia arriba. La bolsa
de hielo que le había traído estaba en el suelo junto a la cama, como
si se hubiera caído allí. Tosí; el humo llenaba rápidamente el pequeño
dormitorio.
Corrí a su lado, la envolví en una de las mantas y coloqué mis
brazos debajo de ella.
—Grace, cariño, despierta.
Sus ojos permanecieron cerrados, pero murmuró algo. Estaba viva,
el hecho de que no se despertara era una mala señal.
Sin un segundo que perder, la levanté en mis brazos. Tomé aire, lo
contuve y corrí hacia la puerta principal.
Una alarma de humo comenzó a sonar cuando salí corriendo.
Mierda, al fin. Corrí hacia la calle, en mi cabeza giraban los siguientes
pasos. Necesitaba llamar a los bomberos, pero mi teléfono estaba
dentro de la casa. Debo bajarla, asegurándome de que todavía respira
y correr a la casa del vecino a pedir ayuda. Volver con Grace y
quedarme con ella hasta que llegaran los paramédicos.
Con cuidado, la dejé en el suelo.
—Grace, cariño, necesito que te despiertes.
Sus ojos revolotearon, como si estuviera tratando de abrirlos y
tosió.
—¿Qué?
—Quédate tranquila. Sólo respira.
—¿Está todo bien por allí? 373
Miré hacia la voz. Uno de los vecinos de Grace miró por la puerta
principal.
—¡Llame a emergencias, ahora! —ladré.
—Oh Dios mío. —Desapareció en el interior, con la puerta aún
abierta. Un segundo después, estaba de vuelta, hablando por
teléfono. Su cabeza se inclinó hacia arriba mientras observaba el
humo que salía de la casa.
—La ayuda ya viene en camino. —Acaricié su cabello hacia atrás.
Respiraba, pero estaba desorientada y le costaba despertarse.
Necesitaba oxígeno—. Quédate conmigo.
El pánico comenzó a subir en mi pecho. Estaba indefenso. La había
sacado ¿Qué más podía hacer? No necesitaba reanimación
cardiopulmonar, pero necesitaba ayuda. Mi entrenamiento no
importaba. Todo lo que podía hacer era esperar.
Vamos chicos. Vengan aquí. Por favor.
Cada segundo se sentía como una hora, cada respiración que
tomaba era laboriosa. Le hablé en voz baja, acariciando su cabello,
tratando de mantenerla despierta. Deseando poder respirar por ella.
—Quédate conmigo, cariño. Quédate conmigo.
—Asher —murmuró y luego tosió de nuevo—. ¿Qué está pasando?
Estoy tan mareada.
—Shhh, estás bien.
El puente de su nariz estaba hinchado y la piel alrededor de sus
ojos había empezado a amoratarse. No hizo nada para aliviar la
sensación de malestar en mis entrañas al darme cuenta de que iba a
tener dos ojos morados. ¿Sufrió una conmoción cerebral? Esa podría
ser la razón por la que estaba tan desorientada.
Le había puesto los ojos morados, posiblemente le había roto la
nariz, y ahora su jodida casa estaba en llamas. Vagamente, me
pregunté si Jack sería el que me arrestaría. Alguien iba a hacerlo.
Sirenas estridentes sonaron en la distancia. En segundos, el sonido
374
aumentó. La ambulancia llegó primero, deteniéndose rápidamente
frente a nosotros, seguida por el camión de los bomberos, con las
luces parpadeando.
De repente, había gente por todas partes. Paramédicos. Bomberos
corriendo a la casa. Toda la calle era un tumulto de actividad.
Observé, impotente, mientras los paramédicos atendían a Grace.
Hicieron preguntas y traté de responder, pero era difícil pensar.
—No sé cómo empezó —me oí decir—. Estaba afuera caminando.
Regresé y vi humo.
Levi pasó corriendo o tal vez fue Logan. En el caos, no podía
distinguirlos.
Los paramédicos cargaron a Grace en una camilla. Tenía una
máscara de oxígeno en la cara, pero sus ojos estaban abiertos. Siguió
tratando de hablar, pero no sabía lo que quería decir.
Una mano tocó mi hombro y me estremecí.
—Oye, hijo. —El jefe Stanley mantuvo una mano firme sobre mí—
. ¿Estás bien? ¿Estabas dentro?
—Entré para sacarla.
—Tienes que dejar que te echemos un vistazo.
—Estoy bien. Grace necesita ayuda.
—La está recibiendo. —Me dio unas palmaditas en la espalda y
habló con otra persona, pero no podía registrar sus palabras—. Ve
con ella al hospital. Lo hiciste bien, Asher. Ya se ve mejor.
¿Lo hice bien? No había hecho nada bien. La lastimé y luego la dejé
sola. Podría haber muerto. La había sacado a tiempo, pero no había
hecho nada heroico.
Ningún hombre era un héroe si por su culpa alguien necesitaba ser
salvado.
375
Capítulo 39
376
Grace
Todas mis pruebas habían salido bien, pero el médico de urgencias
quería dejarme en observación durante al menos seis horas antes de
dejarme ir. Me sentía bien, aparte del dolor de cabeza y un poco de
tos. Además del moretón palpitante que una vez había sido mi nariz,
pero que no tenía nada que ver con un caso leve de inhalación de
humo.
Mi nariz no estaba rota, pero me veía horrible. Estaba hinchada y
en camino de lucir dos ojos morados. Cometí el error de mirarme en
el espejo cuando finalmente me dejaron usar el baño. Me arrepentí.
Asher se sentó en una silla plegable a unos metros de la cama del
hospital. Sus antebrazos descansaban sobre sus rodillas y sus ojos
estaban fijos en el suelo. No parecía herido físicamente y había
redirigido cualquier pregunta sobre su bienestar. Solo cuiden de
Grace o estoy bien, Grace necesita ayuda. Por un tiempo, parecía que
eso era todo lo que sabía decir.
Ahora miraba al suelo, mirándome de vez en cuando para
asegurarse de que estaba respirando.
Todavía no entendía exactamente lo que había sucedido. Después
de que se fue, me puse hielo en la nariz por un tiempo. Sentí los
párpados pesados y eventualmente, me acosté para volver a dormir.
Lo siguiente que recuerdo fue que estaba en el suelo afuera de mi casa
con Asher diciendo mi nombre y pidiéndome que me quedara con él.
No recordaba que me cargó fuera de la casa, aunque obviamente lo
había hecho. Ningún recuerdo de oler humo o sentir el calor de las
llamas.
Si no hubiera estado allí, probablemente habría muerto.
No había muerto en el incendio de la casa, pero sus hermanos me
iban a matar. La semana pasada había quitado el detector de humo
de ese lado de la casa para reparar algunos daños en el techo y aún
377
no lo había vuelto a colocar.
Gran error.
—¿Estás bien? —pregunté.
Asher me miró.
—Estoy bien. ¿Tú?
—Aburrida. Preocupada por la casa.
Sus ojos se apartaron.
—Sí.
Extendí mi mano.
—Ven aquí.
Acercó su silla y tomó mi mano. Si sus ojos habían sido tormentosos
antes, ahora eran huracanes furiosos. Sostuvo mi mano suavemente,
como si tuviera miedo de lastimarme y su mirada se movió de mi cara
al suelo. Le costaba mucho mirarme a los ojos.
—No es tu culpa —dije en voz baja.
Solo sacudió la cabeza.
—Me salvaste la vida. Si hubieras estado durmiendo conmigo, los
dos podríamos haber muerto. Si alguien tiene la culpa aquí, soy yo.
Debí haber vuelto a poner el detector de humo de inmediato.
—No es tu culpa —dijo.
—Bueno, tampoco es tuya.
Todavía no me miraba.
—Asher…
—Oh Dios mío. —Cara irrumpió a través de la cortina en la
habitación, vestida con una camiseta blanca holgada y jeans gastados,
su cabello espeso recogido en una cola de caballo. Miró alrededor de
la habitación, como si estuviera sorprendida de encontrarse aquí,
luego me miró de nuevo—. No, en serio. Oh maldición. ¿A quién
tengo que matar?
378
—A nadie, fue un accidente. —Señalé mi cara—. No sé por qué
hubo un incendio, pero...
—¡¿Qué?! —gritó ella—. ¿Realmente hubo un incendio? Pensé que
Logan estaba mintiendo.
—¿Hablaste con Logan?
—El príncipe imbécil no es importante. ¿Qué incendio?
—Hubo un incendio en mi casa. Asher me sacó.
—¿Le salvaste la vida otra vez? —Se lanzó sobre Asher, casi
tirándolo de la silla y le echó los brazos al cuello—. Gracias. Oh Dios
mío, gracias. Te juro que te amaré hasta el día de mi muerte. Gracias.
Pareciendo levemente horrorizado, le dio una palmadita torpe en
la espalda.
—De nada. Solo… para.
Sus hombros temblaban por los sollozos.
—Cara, cariño, cálmate.
—Perdón. —Se enderezó y se pasó los dedos por debajo de los
ojos—. ¿Pero él te sacó de un incendio? Todavía no entiendo por qué
luces como si te hubieras peleado en un bar con una perra llamada
Bertha, pero estoy tan contenta de que estés viva.
Miré a Asher, sabiendo que iba a hacer que se estremeciera como si
lo hubiera abofeteado cuando lo dijera en voz alta otra vez. Ya había
tenido que explicar lo de los ojos morados a los paramédicos, al
médico y a todas las enfermeras que ponían un pie en esta diminuta
habitación con cortinas. Por supuesto, tenían que preguntar y seguir
preguntando si me sentía segura en casa o si necesitaba ayuda.
—Traté de despertarlo de una pesadilla y me golpeó en la nariz. —
Cada vez que contaba la historia, trataba de evitar decir que Asher se
había sentado y me había dado un codazo en la cara. Golpe en la nariz
sonaba más como si hubiera chocado accidentalmente conmigo.
Ella hizo una mueca.
—¡Ay!
379
—Se ve peor de lo que es.
—Entonces, ¿tu casa? —preguntó, su voz suavizándose—. ¿No
sabes lo que pasó?
—Aún no. No tengo idea de qué lo inició.
—Probablemente un incendio eléctrico —dijo Asher, su voz
extrañamente monótona.
Cara empezó a decir algo más, pero negué con la cabeza. Un
incendio eléctrico había matado a los padres de Asher. Este no era un
tema para conversación trivial.
Afortunadamente, pareció entender.
—Guau. Estoy tan contenta de que estés bien. ¿Cuánto tiempo
tienes que estar aquí?
—Unas cuantas horas más en observación. Aspiré suficiente humo
para desorientarme bastante, así que tienen que vigilarme por un
rato.
—¿Por qué te mantienen aquí abajo? Esta habitación es terrible.
Puedo ir a encargarme de esto.
—No, en serio, estoy bien. Solo tengo que esperar un poco más.
Cuanto antes pueda salir de aquí, mejor.
Se cruzó de brazos pero no se apresuró a insistir en que me dieran
una habitación privada con vistas.
—Bueno, obviamente te quedarás conmigo hasta que averigüemos
qué hacer con tu casa. Pero te pondré en la habitación de invitados
más alejada de mi dormitorio para no odiarte por conseguir algo
cuando yo no lo tengo.
—Eso es muy considerado y práctico.
—Gracias, pero no tienes que preocuparte por nada. —Sacó su
teléfono y comenzó a escribir algo—. Es posible que no podamos
entrar a la casa de inmediato, así que te pediré algo de ropa, artículos
de tocador, tal vez una bolsa de viaje.
—Puedo usar tu ropa por un día o dos —le dije—. No tienes que
380
comprar cosas nuevas.
—Déjame hacer esto, me hace sentir útil. —Sus ojos se
iluminaron—. Oh Dios mío, estos pantalones de pijama tienen copas
de vino por todas partes. Claramente los necesitas. Dios, ¿por qué no
puedo recibir entregas el mismo día aquí?
Sonreí ante su ridiculez mientras ordenaba furiosamente cosas para
mí.
—Tal vez necesitamos pantalones de pijama con copas de vino a
juego.
—¡Ah!, no hemos tenido ropa a juego en mucho tiempo. —Sus ojos
se posaron en Asher y su sonrisa se desvaneció—. ¿Estás seguro de
que estás bien, grandulón?
Se pasó las manos por la cara.
—Sí, bien. Grace necesitaba ayuda, no yo.
Me lanzó una mirada preocupada y articulé, lo sé.
Él no estaba bien.
Capítulo 40
381
Grace
Mi corazón se aceleró y mi estómago se sentía como si estuviera
dando vueltas hacia atrás. Todavía no había visto mi casa y temía el
primer vistazo.
Asher me miró, un movimiento rápido de sus ojos. Las venas de
sus antebrazos sobresalían mientras conducía y movía la mandíbula.
También estaba nervioso y la tensión en su cuerpo no me ayudaba a
calmarme.
Llevo dos días fuera del hospital sin signos de lesiones duraderas
en los pulmones, gracias a que Asher me sacó tan rápido. La
hinchazón de mi cara se había reducido considerablemente, pero
todavía parecía que había estado en una pelea y había perdido. Me
hizo querer evitar a la gente para no tener que seguir explicando que
había sido un accidente.
Vi las miradas en los rostros de las personas y supe lo que estaban
pensando. Asher había sido un luchador y había estado en prisión. ¿Y
ahora su novia tenía dos ojos morados? ¿Qué había sucedido
realmente?
Sus preguntas tácitas me enfurecieron. Solo podía imaginar cómo
hacían sentir a Asher.
Había estado anormalmente callado desde el incendio. Me estaba
quedando con Cara y me había tomado unos días libres para
recuperarme, ella y Asher habían insistido. Él había reprogramado
sus trabajos y pasaba la mayor parte de su tiempo conmigo, aunque
iba a casa de la Abue por la noche a dormir, pero todo era diferente.
Me abrasaba, acariciaba, consolaba y corría a conseguirme todo lo que
necesitaba, a veces competía con Cara para jugar al enfermero.
También era distante y demasiado cuidadoso. Me tocaba como si
temiera que me rompiera, vacilante y demasiado suave.
Me estaba volviendo loca.
382
Una vaga sensación de temor se me había estado formando en la
boca del estómago desde el incendio. Había tantas cosas en la cabeza
de Asher y no me contaba nada. Podía verlo en sus ojos, sentirlo en la
forma en que me trataba. Estaba tratando de ayudarme, pero también
se estaba alejando, manteniendo la distancia entre nosotros y sin
importar lo que dijera, no pude persuadirlo para que hablara de ello.
Cuando estacionó frente a mi casa, casi tuve miedo de mirar. El
frente parecía notablemente normal. Se las habían arreglado para
contener el fuego y evitar que se extendiera por toda la estructura.
El inspector de incendios había determinado que efectivamente
había sido un incendio eléctrico. El propietario anterior había
instalado un tomacorriente en la cocina y no lo había cableado
correctamente. Nadie podría haberlo sabido. Hice inspeccionar la
casa minuciosamente antes de comprarla, pero nadie podía ver a
través de las paredes.
Asher seguía en silencio cuando salimos y nos dirigimos a la puerta
principal, respiré profundamente, la abrí y entré.
El frente parecía intacto. El interior no.
La cinta amarilla bloqueaba la cocina en la parte trasera de la casa
y podía ver directamente al patio trasero, pues gran parte de la pared
había desaparecido. Las marcas de quemaduras mostraban el camino
del fuego, ya que se había extendido antes de que los bomberos lo
contuvieran. El olor a humo y ceniza flotaba pesadamente en el aire.
Mucho del trabajo que había hecho se estropeó.
—Bueno —dije, dando unos pasos tentativos adentro—. Al menos
todavía no había remodelado la cocina.
Asher no se rio de mi intento de frivolidad.
Caminamos por la casa, revisando las otras habitaciones. Todo olía
a humo, pero lo peor de los daños se limitaba a la cocina y los
alrededores. Las habitaciones estaban bien, aunque no sabía qué haría
falta para sacar el olor, base y pintura nueva en las paredes seguro.
Tal vez piso nuevo, esperaba que la madera pudiera limpiarse, toda
es original, habría sido una pena perderla.
383
Cuando vi todo, volví a la sala de estar. Agarré algo de ropa, con la
esperanza de poder quitar el olor con el lavado, pero por ahora dejé
todo lo demás. Tendría que empezar a revisar cada habitación,
averiguando qué era recuperable y qué necesitaba ser reemplazado,
pero hoy no.
—¿Lista? —preguntó Asher.
—Sí. —Miré a mi alrededor de nuevo, sintiéndome extrañamente
tranquila. Fue molesto, pero también sabía que podía arreglarse.
Aparte del enorme agujero en la parte de atrás y el hecho de que la
cocina era completamente inútil, la casa estaba en peores condiciones
cuando la compré. Sería mucho trabajo, al menos no se había
quemado hasta los cimientos.
Todavía podría salvarse.
Mi estómago se revolvía por la ansiedad y mis extremidades se
sentían nerviosas, pero no era mi casa lo que me inquietaba tanto. Era
Asher.
Nos llevó de regreso a la casa de Cara, cuando se detuvo en el
camino de entrada no apagó el motor, pasó la palanca a neutro y
esperó.
—¿No vas a entrar? —pregunté.
—Tengo algunas cosas que necesito hacer.
—¿Regresarás y te quedarás conmigo esta noche? —pregunté, mi
voz suave.
No respondió. Su cuerpo se quedó inmóvil, como si de repente se
hubiera congelado.
Dejé pasar un largo momento mientras la sensación de malestar en
mi estómago se extendía. Algo estaba muy mal.
—¿Asher?
—No.
Esa sola palabra dolió más que su codo golpeando mi nariz, porque 384
sabía lo que significaba. Sabía exactamente lo que estaba a punto de
hacer. No me iba a decir que no a esta noche, me iba a decir que no a
todo, a nosotros.
—Asher, no hagas esto.
—No puedo, Grace. —Su voz era horriblemente monótona, la
misma voz que usó cuando me dijo que aceptaría el acuerdo con la
fiscalía e iría a prisión. Cuando me dijo que todo había terminado y
que tenía que dejarlo ir—. No puedo seguir fingiendo que esto va a
funcionar. No es justo para ti.
Agarré la ropa que tenía en mi regazo.
—Asher, no.
—¿No qué? ¿Decirte la verdad?
—¿Qué verdad? El incendio fue un accidente. No fue tu culpa. No
solo eso, me salvaste la vida. Otra vez. ¿Cómo puedes torcer eso y
convertirlo en una razón por la que no podemos estar juntos?
—¿Te has mirado en el espejo hoy?
—También un accidente.
—Exactamente. No tenía control sobre mí mismo y te puse dos
malditos ojos morados. Podría haber sido peor y luego te dejé allí,
sangrando por toda la maldita cama y tu casa se incendió.
—El sangrado se había detenido y si hubieras estado dentro, ambos
podríamos haber muerto.
—O podría haberte sacado más rápido.
—Esto es ridículo.
—Debiste haberme escuchado —dijo en voz baja—. Te dije antes de
irme que esto ya no funcionaría. Que tenías que dejarme ir y seguir
adelante. Debiste haber escuchado.
—Asher…
—No. No soy el hombre que crees que soy, Grace. Sigo intentando
serlo, pero es mentira. Todo lo que quiero hacer es lastimar a alguien.
385
—Apretó las manos en puños—. Me esfuerzo mucho por mantener a
mis demonios encerrados, pero no puedo hacerlo para siempre. Van
a salir. Esta vez no te rompí la nariz, pero la próxima podría ser peor.
No soy confiable.
—Fue un accidente.
—No entiendes, no importa una mierda. Quieres recuperar nuestra
vida… la vida que estábamos planeando antes de que un pedazo de
mierda te arrastrara a un callejón. ¿De verdad crees que puedo darte
esa vida ahora? ¿Qué podríamos casarnos e ir a trabajar todos los
días? ¿Vivir como personas normales y felices? ¿Crees que
podríamos tener hijos? Jesús, no puedo ser el padre de alguien.
—Nadie dijo de inmediato. No hay prisa por nada; tenemos un
montón de tiempo.
—Te estás engañando a ti misma. No necesito tiempo. Necesito
enfrentar la verdad sobre quién soy y tú también. No estoy hecho
para esto. Te amo y siempre lo haré, pero no puedo casarme contigo.
No puedo ser tu esposo y no puedo engendrar a tus hijos. Esa es la
vida que quieres… una vida con un buen hombre y una familia. No
puedo dártelo. No puedo ser él, no importa cuánto quieras que lo sea.
Las lágrimas brotaron de mis ojos y mi garganta se sentía tan
espesa que no estaba segura de poder pronunciar alguna palabra.
—Estás equivocado.
—No lo estoy. Me equivocaría si tratara de retenerte cuando sé que
no puedo.
—¿Eso es todo? —resoplé, tratando de contener las lágrimas—.
Después de todo lo que hemos pasado, ¿solo quieres renunciar?
Cerró los ojos.
—No hagas esto más difícil. Por favor.
—No puedes…
—Por favor —dijo de nuevo con los dientes apretados—. Te lo dije,
debiste haberme escuchado. Debí haber regresado y encontrarte 386
casada con alguien a quien tendría que odiar por el resto de mi vida,
pero amaría por cuidarte bien.
—Vete a la mierda, Asher —espeté—. Sigues tratando de decirme
que no entiendo, pero tú tampoco. No entiendes una maldita cosa si
crees que podría haber alguien más. Incluso si te hubiera escuchado
y me hubiera quitado tu anillo, seguir adelante nunca fue una opción,
aunque hubiera querido. Esa es la parte que te niegas a ver. Si te digo
bien, se acabó, ya terminé contigo, ¿vas a salir a buscar a alguien más?
Dentro de unos años, ¿realmente te ves viviendo con otra mujer?
—No.
—Tratas de decirme que esto es porque estás demasiado jodido
para estar con alguien y esa es la única razón.
—Estoy demasiado jodido para estar con alguien.
—Incluso si decidieras que no lo estás, nadie sería la adecuada para
ti como yo lo soy. ¿Sabes cómo lo sé? Porque nadie nunca será
adecuado para mí de la forma en que lo eres.
—Eso no es suficiente —rugió y estrelló el puño contra el tablero.
Sus nudillos resultaron ensangrentados.
Cogí una camisa de mi regazo para limpiar la sangre, pero apartó
mi mano de un tirón.
—Sal de la camioneta.
—Déjame solamente…
—Bájate de la puta camioneta, Grace.
Su tono no dejaba lugar a discusión. Recogí mi bolsa y la pequeña
pila de ropa que había recuperado, sosteniéndolas cerca de mi pecho
y salí de la camioneta. Tan pronto como cerré la puerta, salió del
camino de entrada, dejándome atrás.

387
Capítulo 41
388
Asher
Dejé a Grace en la casa de Cara y fui a buscar pelea.
La necesidad de lastimar a alguien era tan punzante que ya no
podía controlarla. Me importaba un carajo quién fuera, necesitaba
golpear a alguien. Mis nudillos ya estaban en carne viva, pero el
puñetazo en el tablero no había sido suficiente. Tenía tanto dolor
ardiendo dentro de mí que necesitaba sacarlo, infligirlo a otra
persona.
Conduje directamente a la taberna Timberbeast. Era media tarde
de un día laboral, si no encontraba un maldito Haven allí, seguiría
buscando.
Mientras detuve la camioneta en el estacionamiento afuera del
Timberbeast, me dije que esos imbéciles tenían que pagar de todos
modos. Solo estaba allí para entregar lo que ya tenían por venir. Ya
era hora, joder.
Con la sangre latiendo en mis oídos y la visión nublada por la ira,
entré en la taberna.
Estaba mayormente vacía. Había unas pocas moscas sobre las
cervezas y un cantinero canoso que limpiaba los vasos con una toalla
blanca. Sus ojos se estrecharon al verme, como si supiera exactamente
por qué estaba aquí y no pensara aceptar nada de mi mierda.
Afortunadamente para él o tal vez para mí, no estaba pensando
exactamente con claridad, nadie a quien quisiera golpear estaba aquí.
Así que me fui.
Solo estaba pensando medio paso adelante, como si mi mente
estuviera fija en el momento presente y no pudiera ver más allá. Me
subí a la camioneta sin tener una idea clara de adónde iría después,
simplemente encendí el motor. Tal vez fue un intento subconsciente
de evitar que pensara en la verdadera razón por la que estaba
perdiendo la cabeza. Era como estar en prisión otra vez. Ni siquiera
podía pensar en su nombre.
389
La facilidad con que volví al modo de supervivencia
probablemente debería haberme alarmado. Estaba aislado del resto
del mundo, intocable. Estaba vacío y hueco, pero era la mejor
alternativa.
Salí a la calle y alguien se me atravesó, justo en medio de la calle.
Pisé el freno de golpe, haciendo que los neumáticos chirriaran contra
el pavimento y giré el volante para evitar golpearlo.
La camioneta se detuvo y sentí que el corazón me iba a desgarrar
las costillas. ¿Qué mierda acababa de pasar?
Gavin estaba de pie en medio de la calle, con los brazos cruzados y
una sonrisa de comemierda en el rostro.
La furia estalló a través de mí como gasolina en un incendio y salí
volando de la camioneta.
—¿Qué diablos estás haciendo?
No se movió.
—Deteniéndote.
—Saltaste frente a un auto, idiota, pude haberte matado.
Se burló, como si eso fuera a la vez ridículo y divertido.
—No ibas a atropellarme. Además, caminé con mucha calma hacia
la calle, no salté.
Lo sujeté con fuerza por el cuello de su camisa y ni siquiera se
inmutó. Quería gritarle y decirle lo estúpido que es, que podría
haberlo matado y cómo creía que podría vivir conmigo mismo si lo
hubiera hecho. Pero su falta de reacción me quitó el coraje. Me miró
como si nada estuviera mal.
Solté su camisa y movió los hombros para enderezarla.
—Puedes ser un hijo de puta aterrador cuando quieres serlo, ¿lo
sabías?
390
—No pensé que tuvieras miedo de nada. —Me sonrió de nuevo—.
¿Ya terminaste?
—No, hermano, recién estoy comenzando.
—¿Con qué?
—Evitar que tu aterrador culo vuelva a ir a prisión. —Me palmeó
el hombro—. Vamos.
Se subió al asiento del pasajero de la camioneta. Lo miré
boquiabierto por un segundo o dos. Un coche se acercó desde la
dirección opuesta y tocó la bocina. Estaba estacionado en diagonal al
otro lado de la calle. Con un gemido, entré, la puse en marcha y volví
a mi carril.
—¿Saltaste frente a mí a propósito?
—Obviamente fue a propósito. ¿Piensas que soy estúpido?
—¿Cómo es que caminar hacia el tráfico que se aproxima no es
estúpido?
—Oye, hombre, no soy el que acaba de pasar solo por el
Timberbeast.
—¿Cómo diablos sabes eso? ¿Y cómo sabías dónde encontrarme?
—Es un pueblo pequeño, amigo, todo el mundo sabe todo.
Lo miré.
—Grace activó el sistema de alerta Bailey. Dijo y cito
textualmente… —Hizo una pausa para sacar su teléfono del
bolsillo—. “Asher acaba de salir de la casa de Cara y tengo miedo de
lo que va a hacer. Parecía que quería ir a matar a alguien y no uso esa
frase a la ligera.”
—¿En serio?
—Sí, hombre. Estaba más cerca, así que dije que te desviaría.
—¿Y tu solución fue tirarte frente a mí para que casi te atropelle?
—Es una emergencia amigo, no voy a mentir. No vayas por ese
camino, gira a la izquierda. 391
—¿Por qué?
—Acabo de arriesgar mi maldita vida por ti, gira a la izquierda.
No tenía idea de por qué lo estaba escuchando, pero giré.
—Probablemente voy a arrepentirme de esto, pero ¿a dónde estás
tratando de hacerme ir?
—La Arena.
Lo miré como si estuviera loco.
—Vamos, hombre, soy terrible para interpretar la comunicación no
verbal. ¿Qué significa esa mirada? Porque en mi cabeza podría
significar que estás sorprendido de que la Arena todavía esté allí o tal
vez significa que no la recuerdas, pero eso parece menos probable.
—La recuerdo.
La Arena había comenzado como una actividad, no tanto como un
lugar. Así llamábamos a los combates de boxeo a los que recurría la
Abue cuando peleábamos demasiado cuando éramos niños.
Nos hicimos mayores y se había convertido en una versión agresiva
de piedra, papel o tijera. Para evitar que la Abue se enterara, íbamos
a un claro cerca del lago. Para entonces, todos practicábamos artes
marciales. Los adolescentes con conocimientos de combate que se
enfrentaban allí eran muy diferentes a los niños de ocho y nueve años,
o los gemelos de siete, que lanzaban algunos golpes con grandes
guantes de boxeo acolchados. Pero cada vez que surgía un problema
lo suficientemente grande entre cualquiera de nosotros los hermanos,
lo solucionábamos en la Arena.
No había forma de que me enfrentara cara a cara con ninguno de
ellos ahora. De ninguna maldita manera.
—A menos que me digas que alguien está arrastrando a los
hermanos Haven para que pueda darles una paliza, la respuesta es
no.
—Este no es un problema de los Haven, Ash. Este es un asunto de
los Bailey.
—A la mierda, claro que lo es. No tengo ningún problema con
392
ninguno de ustedes.
—Sí, bueno, tal vez tengamos un jodido problema contigo.
—No voy a pelear ahí afuera.
Se rio entre dientes, su comportamiento todavía despreocupado.
—Es tan divertido que creas que tienes otra opción.
—No iré.
—Déjame dejar algo perfectamente claro. —Se movió en el asiento
para quedar frente a mí—. Iremos. Puedes conducir o puedes tratar
de evitarlo. Si tengo que dejarte inconsciente, amarrarte, tirarte y
esposarte a la parte trasera de la camioneta, lo haré. ¿Crees que eres
terco? Soy jodidamente implacable.
Sus ojos eran salvajes, el tipo de locura que un chico no podía fingir.
No estaba bromeando.
Sin otra palabra, nos llevé a la Arena.
Levi y Logan ya estaban allí, sentados en la puerta trasera de la
camioneta de Logan. Evan estaba de pie con los brazos cruzados junto
a su motocicleta. Aparqué junto a Logan y salimos.
—Maldita sea. —Logan saltó de la puerta trasera, sacó la billetera
de su bolsillo y le arrojó un billete que cayó al suelo—. ¿Ni siquiera
dio pelea?
Gavin lo recogió y alegremente lo metió en su bolsillo.
—Soy muy convincente.
—¿Apostaste a si vendría?
—Apostamos a si sería capaz de traerte aquí yo solo —dijo Gavin—
. Dinero fácil.
—Estoy jodidamente decepcionado de ti —dijo Logan,
señalándome—. ¿Siquiera lo hiciste trabajar por ello?
—¿Qué diablos estamos haciendo aquí? —pregunté, entrecerrando
los ojos bajo el sol brillante.
393
La Arena estaba en un claro llano, rodeado de pinos achaparrados.
La maleza acolchaba un poco el suelo. No tanto como un cuadrilátero
real o colchonetas de entrenamiento, pero lo suficiente como para que
cuando un combatiente, inevitablemente cayera al suelo, fuera menos
probable que se lastimara. Las ramas caídas que habíamos cortado y
asegurado al suelo años atrás todavía estaban en las cuatro esquinas
marcando los límites de nuestro cuadrilátero improvisado.
—Manteniéndote fuera de problemas —dijo Logan.
—Tu fusible se vuelve cada vez más corto. —Levi saltó de la puerta
trasera—. Desde hace tiempo sabíamos que esto iba a pasar. ¿Quieres
sacar algo de mierda? Hagámoslo aquí, donde no termine contigo
esposado de nuevo.
—No.
—¿Así que deberíamos dejarte arrasar el pueblo en busca de pelea?
Me crucé de brazos, pero eso era exactamente lo que había estado
haciendo. Lo que todavía quería hacer.
—¿Cómo diablos sabes lo que estaba haciendo?
—Fuiste al Timberbeast, ¿verdad? —preguntó Levi—. Como dije,
hombre, vimos venir esto. Has estado actuando como un psicópata
desde el incendio en la casa de Grace.
—Carajo, no hables de ella.
Levi me hizo un gesto.
—Una señal contundente de tu estabilidad, justo ahí.
Evan dio unos pasos casuales más cerca.
—Cuando un lobo se rebela, la manada tiene que lidiar con él. Odio
a esos imbéciles de los Haven, pero si vas tras ellos ahora, así,
comenzarás una guerra. No vamos a dejar que eso suceda.
—¿Quién trajo los guantes? —preguntó Gavin.
Levi metió la mano en una bolsa de lona sobre la plataforma de la
camioneta de Logan, arrojó a Gavin un par de guantes acolchados y
394
otro a mí.
—No haré esto. Ustedes no lo entienden.
—Así que está bien si pierdes los estribos e intentas pelear… solo,
debo agregar… con tipos que no dudarán en lastimarte —dijo
Logan—. ¿Pero no puedes entrenar con tu hermano aquí?
—No.
—Para ser justos, probablemente no deberíamos llamarlo entrenar
—dijo Gavin, ajustando la correa de uno de sus guantes—. Porque lo
voy a golpear de verdad.
Logan se rio.
—Tu funeral —dijo Evan con una mirada escéptica a Gavin.
—Puedo con él —dijo Gavin—, y ahora todos ustedes lo verán.
—Gav, estás loco, hombre —dijo Logan—. Todavía pienso que
deberíamos hacer esto dos contra uno.
Gavin me miró con esa expresión de ojos salvajes. Fue
desconcertante.
—No. Lo tengo.
Logan me empujó con el codo.
—Si fuera tú, me pondría los guantes. Habla en serio.
—No voy a pelear con él.
—Sí, bien, él va a pelear contigo. Supongo que puedes decidir si te
defenderás, pero yo lo haría. Es bueno.
—Esperen. —Evan levantó una mano—. Reglas.
—No necesitamos reglas —dijo Gavin.
—Siempre tenemos reglas —dijo Levi—. Nada de golpes sin
guantes. Ni golpes bajos a las nueces. Sin noquear. Solo rendición.
Gavin golpeó las almohadillas de sus guantes y saltó arriba y abajo
sobre las puntas de los pies varias veces.
395
—Bien.
Me quedé mirando a Gavin. No quería hacer esto.
—¿Tienes idea de cuántas peleas gané en prisión?
—¿A cuántos noqueaste? —preguntó.
—La mayoría de ellos.
Se encogió de hombros.
—No puedes noquearme. Eso significa que tienes que obligarme a
rendirme. Puedes parecer aterrador, hermano mayor, pero estas fuera
de práctica y yo no.
La ira y el miedo compitieron por el dominio dentro de mí. La rabia
era caliente y adictiva. Aunque no estaba enojado con Gavin, sabía
que se sentiría bien dejarlos salir.
Tengo miedo de lo que le haría. Temía no poder hacerlo sin perder
el control.
En todas esas peleas que gané en prisión, no detuve ni una sola.
Siempre habían sido los guardias u otros reclusos los que me
apartaban de mi oponente.
¿Tenía suficiente control para lidiar con mi hermano?
Parpadeando, me di cuenta de que Evan me estaba poniendo los
guantes en las manos.
—Terminemos con esto. Tengo mierda que hacer.
Aparté las manos y terminé de atarlos. Flexioné los dedos un par
de veces. Había pasado mucho tiempo desde que había hecho esto
con guantes.
—Vamos —dijo Gavin.
Los demás retrocedieron. No estábamos del todo en el área
delimitada, pero aparentemente a Gavin no le importaba. Dio un paso
rápido hacia adelante y me golpeó justo en la nariz.
—¿Qué carajo? —rugí.
396
—Oh, mierda, en realidad lo hizo —dijo Logan.
Gavin retrocedió más allá de los marcadores de esquina y me hizo
señas para que lo siguiera.
—Bien. A la mierda.
Caminé hacia él y lancé un gancho de derecha. Levantó las manos
para proteger su línea central y me esquivó. Me mantuve a la
ofensiva, acosándolo por la Arena, haciéndolo retroceder y cambiar
de dirección. Aunque lancé golpes, en realidad no estaba tratando de
golpearlo. Guantes o no, no iba a golpear a mi hermano.
Él no tenía tales escrúpulos. Su puño aterrizó debajo de mi barbilla
en un rápido gancho, haciendo que mis dientes castañetearan. Me
golpeó de nuevo, anotando un puñetazo en mis costillas. Absorbí los
golpes, apenas estremeciéndome.
—¿Es todo lo que tienes? —pregunté.
Gavin sonrió.
Levanté los brazos para protegerme la cabeza y me retorcí de un
lado a otro mientras él intentaba asestar otro golpe. Golpeó fuerte,
pero podría tomar mucho de esto. Siempre había sido capaz de recibir
un golpe, pero la prisión me había endurecido. Lo atraje más cerca,
respondiendo con un puñetazo a media potencia por cada tres que él
lanzaba.
Con una explosión de velocidad y poder, me abalancé. Pasé un
brazo alrededor de su torso y presioné mi cabeza contra él. Antes de
que pudiera reaccionar, enganché su muslo delantero, tirando de él
mientras empujaba con fuerza mis piernas. Rodamos hasta el suelo,
pero yo tenía el control.
Logan le gritó instrucciones a Gavin desde un costado. Gruñíamos
mientras nos empujábamos y tirábamos uno contra el otro, ganando
y rompiendo agarres, cambiando constantemente de posición. Justo
cuando pensaba que tenía la sartén por el mango, se apartó. La
pequeña mierda me estaba haciendo trabajar por ello.
La claridad comenzó a fluir a través de mí mientras luchaba con él. 397
Mi ira era profunda, pero algo en esta lucha primaria por el dominio
físico llenó una necesidad que había estado tratando de suprimir
desesperadamente. Como si mis mismos huesos y músculos lo
anhelaran. Había estado negando lo que esto hace por mí, pero aquí
afuera, entre los tréboles y la hierba áspera, me rendí. Luché contra
un oponente que intentaba controlarme.
Y se sentía jodidamente bien.
Gavin tenía razón: estaba fuera de práctica y él no. Me tambaleé
entre la moderación y la ira, tratando de contenerme mientras
luchaba. Cuanto más forcejeábamos, más me inclinaba hacia la ira.
Hacia desatar todo lo que tenía, dominándolo a toda costa.
Puso su antebrazo alrededor de mi garganta, cerca de atraparme en
un estrangulamiento. Por un segundo, no pude tomar aire. Como si
se hubiera accionado un interruptor, mi instinto de supervivencia
explotó. Solté su agarre, me giré hacia él y lo empujé de espaldas.
Menos de un segundo después, me encontraba encima de él, el peso
de mi cuerpo lo sostenía, mi puño volaba hacia su cara.
Contuve el golpe, deteniéndome antes de que pudiera romperle la
nariz o peor.
Aprovechó al máximo mi vacilación. Unos pocos movimientos
perfectamente ejecutados más tarde, me tenía en un estrangulamiento
sanguíneo. Podía respirar, pero con la presión que estaba ejerciendo
en mi cuello, tenía unos diez segundos antes de que me desmayara.
Toqué su brazo con mi mano libre e inmediatamente me soltó.
Respirando con dificultad, rodé sobre mi espalda y miré hacia el
cielo azul sin nubes. Mis rodillas estaban raspadas y ensangrentadas,
estaba cubierto de suciedad y sudor. Gavin contuvo el aliento a mi
lado y para su crédito, no se regodeaba. No saltó ni celebró su victoria.
Así no era como hacíamos las cosas.
En cambio, se levantó primero y me tendió una mano para
ayudarme a ponerme de pie. Me puse de pie y envolvió sus brazos a
mi alrededor, abrazándome fuerte.
398
Le devolví el abrazo, sin sentir vergüenza por mi derrota. Merecía
perder hoy. Hicieron bien en traerme aquí y el resultado fue el que
debería haber sido. Evan lo dijo mejor que nadie. Cuando uno de la
manada se rebela, los demás tienen que lidiar con él.
No iba a causarle más problemas a mi familia. De ahora en
adelante, iba a hacer lo que pudiera para asegurarme de no causarle
más problemas a nadie. Era lo único que me quedaba por hacer.
Capítulo 42
399
Grace
No molesté a Cara después de que Asher se fue. Estaba ocupada en
su oficina haciendo quién sabe qué, así que envié un mensaje de texto
de emergencia a sus hermanos, haciéndoles saber que andaba suelto
y que esperaba lo peor. La mirada en sus ojos cuando se alejó había
sido aterradora. Por ahora, tenía que confiar en ellos para que lo
ayudaran a superar lo que fuera. Odiaba hacerlo, pero tenía que
dejarlo ir, al menos por el momento. Lo conocía lo suficientemente
bien como para saber que no había nada más que pudiera hacer.
Además, acababa de romper conmigo. Otra vez. Y estaba
jodidamente enojada por eso.
Así que fui a la cocina y me serví una bebida.
Bajó una hora más tarde, mientras preparaba la bebida número
tres.
—Oh, mierda. ¿Estás bebiendo por algo bueno o malo?
Agregué otro chorrito de ginebra a mi vaso.
—Adivina.
—Se volvió loco, ¿verdad? —Puso los ojos en blanco—. Sabía que
iba a perder la cabeza. No sé cómo has podido soportarlo los últimos
dos días. Estuve así de cerca de tomar un Xanax cada vez que tenía
que estar en la misma habitación con él por más de cinco minutos.
—Sí, se volvió loco. De verdad enloqueció. Una locura épica de
proporciones gigantescas.
Suspiró y comenzó a prepararse un gin-tonic.
—Esto sería mucho más fácil si no me agradara. Entonces
podríamos quejarnos de lo idiota que es y de cómo lo odiamos a
muerte.
—Lo sé.
400
Después de dejar caer una rodaja de limón en su vaso, enganchó su
brazo con el mío.
—Vamos.
Me llevó arriba a su dormitorio y nos metimos en su cama,
acurrucándonos bajo las sábanas.
—Tus sábanas son como nubes de mantequilla. —Froté la tela
contra mi mejilla.
—¿Quién dice que el dinero no puede comprar la felicidad?
—¿Verdad? Dios, ¿cómo consigues que los chicos dejen esta cama?
Si estuviera desnuda entre estas cosas, nunca me levantaría.
—Te sorprenderías. —Tomó un sorbo y dejó su bebida—. En una
escala desde contemplando mi vodka diluido hasta perder el
conocimiento en una fiesta de fraternidad, ¿qué tan borracha estás?
Levanté mi vaso.
—Diría que para cuando termine esto, estaré en definitivamente
aléjame el teléfono.
—Es bueno saberlo. ¿Dónde está tu teléfono?
—Abajo.
—Anotado. ¿Entonces qué pasó?
Las lágrimas inundaron mis ojos al instante.
—Terminó conmigo. Otra vez.
—¿Qué?
—Fuimos a la casa a ver los daños y cuando regresamos, dijo que
tenía que irse. Así que le pregunté si volvería y se quedaría conmigo
esta noche. Me dijo que no.
Respiré y traté de limpiarme los ojos. Cara hábilmente tomó mi
bebida.
—Luego dijo que necesito enfrentar la realidad. No puede hacer
401
esto. No puede ser un esposo o el padre de alguien.
—Pues con esa actitud no, no puede.
—Está tan convencido de que está roto sin posibilidad de
reparación.
—¿Por qué? —Inclinó la cabeza—. Sé lo básico. Mató a un tipo que
intentaba violarte y luego fue a prisión por ello. Eso es algo pesado,
pero no puedo evitar pensar que hay algo más aquí.
—Lo sé. Pensé que mejoraría cuando se acostumbrara a estar en
casa. Lo juro, leí todo lo que se ha escrito sobre los reclusos que
regresan a sus vidas y nada de eso me preparó para lo que sería
realmente.
—Necesita más terapia que yo. ¿Has hablado con él sobre eso?
—Sí, pero es tan escéptico y terco.
—¿Un Bailey terco? No me digas.
—Dios, lo sé. Es genético con esos muchachos.
Acomodó su almohada.
—Pregunta honesta. ¿Estás segura de que deberías reproducirte
con él? Creía que eras la persona más terca que había conocido hasta
que lo conocí y ahora van empatados. Tengo miedo de lo que pueda
ocurrir si se permite que su ADN se mezcle.
—Deja de intentar hacerme reír.
—Estoy hablando completamente en serio.
Me desplomé contra su cabecera.
—Lo amo, Cara. Lo amo tanto que duele.
—Sé que lo haces, bebé.
—Solía ser tan fácil. Cuando éramos niños pequeños, era como si
siempre hubiéramos sido los mejores amigos. Nunca lo cuestioné.
Cuando nos hicimos mayores y comenzamos a separarnos, se sintió
tan mal. No entendí por qué, hasta la noche en que me dijo que me
amaba. Entonces fue como si todo encajara. Salíamos felizmente y yo 402
sabía que nos íbamos a casar, incluso antes de que me lo propusiera
y no es que cada segundo fuera perfecto. Tuvimos nuestras pequeñas
discusiones como las tendría cualquiera, pero todo era fácil. Fue
sencillo.
—Y ahora es difícil.
Mis ojos se llenaron de lágrimas de nuevo. No me molesté en
detenerlas.
—Muy difícil. Siento que he tenido que luchar por suelo todos los
días desde que llegó a casa. Estoy cansada, Cara.
Puso un mechón de cabello detrás de mi oreja.
—Sé que lo estás.
—Tienes razón, esto sería más fácil si lo odiáramos. Si solo fuera un
tipo que conocí y resultó ser un idiota.
—No dejes que mi calma exterior te dé una impresión equivocada.
Estoy furiosa con él en este momento.
—Es bueno saberlo. Estaba empezando a preocuparme.
—Nunca pensé que diría esto, pero entiendo por qué lo esperaste.
Tenías razón cuando dijiste que lo entendería si los hubiera conocido
antes… si los hubiera visto juntos. Porque te lo digo, solía pensar que
todo eso de las almas gemelas era una mierda sentimental. Un
encantador cuento de hadas que las niñas ingenuas se decían a sí
mismas para sentirse mejor al estar solas. Oh, estoy esperando a mi
alma gemela. —Puso los ojos en blanco.
Me reí suavemente a través de mis lágrimas.
—Pero creo que para ustedes dos, es real. De hecho, son almas
gemelas y no es nada menos que una maldita tragedia que no estés
felizmente casada y teniendo bebés en este momento.
—No sé qué hacer. —Giré el anillo alrededor de mi dedo—.
¿Cuántas veces tiene que romper conmigo antes de que me entre en
la cabeza que lo dice en serio? 403
—El problema es que no lo dice en serio por las razones correctas.
Si quisiera ir a buscar a una chica motociclista, tatuada, con un
historial que se adaptara a su nueva personalidad de exconvicto, eso
sería una cosa y la razón por la que lo asesinaría, solo para que quede
claro. Pero él te ama tanto como tú lo amas.
—¿Por qué sigue pensando que sabe lo que es mejor para mí?
—Porque es un chico.
Me limpié las mejillas.
—Estoy tan cansada de eso. Está equivocado.
—Está bien, no te enojes ni llores más fuerte porque ya me siento
mal por decir esto, pero creo que sería una amiga de mierda si no lo
hiciera. —Apretó los labios por un segundo—. ¿Y si no está
equivocado?
—¿No está equivocado en qué? Acabas de decir que somos almas
gemelas.
—Sí y en un mundo perfecto te habrías convertido en Grace Bailey
hace mucho tiempo, pero seguiría siendo el viejo Asher. La realidad
es que no lo es. Está jodido en todo y ambas lo sabemos. Sus hermanos
también lo saben. Todos lo hemos estado observando como halcones
últimamente, esperando que se autodestruya. Si no tiene eso bajo
control, tal vez tenga razón. Tal vez no debería ser esposo y padre.
Apartando la mirada, me mordí el labio inferior.
—No quiero que eso sea cierto más que tú. Sé cuánto lo amas y
quiero que lo tengas todo. Pero, ¿y si quieres algo que no es bueno
para ti porque lo has querido durante tanto tiempo que ya no lo
cuestionas?
Tenía ganas de hacerme una bola y desmoronarme. No quería que
tuviera razón, pero sabía que podría tenerla y lo odié.
—Tal vez debí haberlo escuchado la primera vez —dije, mi voz
engañosamente tranquila, un marcado contraste con el torrente de
dolor que arañaba mi pecho—. Me dijo que todo había terminado,
pero me negué a escuchar. Si lo hubiera aceptado entonces, nada de 404
esto habría sucedido. Lo peor habría pasado hace mucho tiempo.
No habría tenido que romperme el corazón por segunda vez.
Capítulo 43
405
Grace
El aire acondicionado de mi auto apenas había comenzado a
menguar el calor abrasador del verano cuando giré hacia mi calle.
Tenía más que un poco de resaca después de ayer. Cara y yo nos
habíamos quedado en su cama, a la hora de la cena subió las botellas
al piso de arriba para facilitar la preparación de las bebidas. Horas
más tarde, ambas nos habíamos quedado dormidas con nuestra ropa,
tiradas sobre sus sábanas.
Ahora tenía calor y estaba deshidratada, pero estaba decidida a
comenzar el lento proceso de salvar lo que quedaba de mi casa, para
que pudiéramos comenzar a reconstruir.
Pudiéramos era un término genérico. Sería principalmente yo,
supuse, aunque tendría que contratar a un constructor para rehacer
el techo y la pared exterior. El seguro ayudaría, pero esto iba a llevar
mucho trabajo y dinero.
Me detuve en mi casa y un confuso destello de esperanza y molestia
me atravesó. La camioneta de Asher estaba estacionada afuera.
¿Qué está haciendo aquí?
No quería verlo ahora. Mis heridas aún estaban demasiado frescas.
Me dolían, estaban en carne viva y lo último que necesitaba era un
recordatorio, cara a cara, de cuánto me dolían. Probablemente debí
darme la vuelta e irme, en lugar de eso entré.
Lo encontré cerca de la cocina, rebuscando entre los escombros
quemados.
—¿Qué estás haciendo?
Se puso de pie y se frotó las manos.
—Pensé en ayudarte a limpiar las cosas.
—¿Por qué?
—Porque es mucho trabajo y necesitas ayuda. 406
Tal vez debería estar agradecida, pero había terminado conmigo
ayer. No estaba de humor para la gratitud, incluso si necesitaba la
ayuda.
—No tienes que hacerlo.
—Voy a hacerlo de todos modos. Es lo menos que puedo hacer.
Apreté los dientes. Dios, es tan terco.
—¿Qué es esto, una forma de aliviar tu conciencia? ¿Todavía estás
convencido de que esto es de alguna manera tu culpa, así que si me
ayudas a limpiar eso hará que todo mejore?
No respondió. Sólo me miró. Lo cual solo me hizo enojar más.
—No necesito tu ayuda. Vete a casa.
Se estremeció como si lo hubiera abofeteado.
—Grace…
—No. No te necesito.
—Solo déjame ayudar.
El dolor en sus ojos reflejaba el mío. Esto nos estaba matando a los
dos y me puso furiosa.
Y me rompí.
—Te esperé durante siete malditos años. —Sabía que no tenía nada
que ver con lo que acababa de decir, pero las palabras salieron igual—
. Y ahora me doy cuenta de que todos los que pensaron que estaba
loca o era estúpida tenían razón. Debí haberte escuchado ese día en
la oficina del alguacil. Me dijiste la verdad. Dijiste que teníamos que
terminar. ¿Pero escuché? No. Me puse firme y me convencí de que
esto era solo un bache en el camino.
Hice una pausa para tragar y limpiarme las mejillas. Me costaba
hablar con claridad, pero no podía detener esta avalancha de
emociones.
—Solía imaginar el día de tu liberación. Cuando las cosas eran
407
difíciles o te echaba de menos más de lo habitual, miraba por la
ventana y me lo imaginaba. Abrirían esa gran puerta y saldrías
caminando. Estaría de pie junto a mi auto, usando algo lindo que
habría elegido para la primera vez que me volvieras a ver. Correría
directo a tus brazos abiertos, me abrazarías y eso significaría que
nunca más tendríamos que estar separados, pero solo fue una fantasía
estúpida.
—Lo intenté, Grace. Quería hacer que esto funcionara para ti, pero
no puedo.
—No lo intentaste —le respondí.
—¿Qué más esperas que haga?
—Consigue alguna puta ayuda. ¿Te habría matado simplemente
hablar con alguien?
Se cruzó de brazos y su mandíbula se contrajo.
—Tampoco lo hiciste.
—No estamos hablando de mí.
—Tal vez deberíamos. Sé que estoy jodido, pero ni siquiera puedes
admitir que lo estás.
—¿Qué se supone que significa eso?
—¿Cuándo fue la última vez que saliste sola en público?
Apreté los dientes, enojándome más cada segundo.
—No es para tanto. No soy yo quien sabotea mis relaciones.
—Tal vez no, pero no insistas en que hable con un puto terapeuta
cuando ni siquiera puedes reconocer que tienes un problema.
—Bien. No necesitas terapia o tal vez ambos la necesitamos. Ya no
me importa. No quieres estar en mi vida de todos modos, así que no
importa.
—Grace, yo…
—No. He terminado. Dijiste que se acabó y te estoy escuchando
esta vez, porque no puedo seguir haciendo esto. —La realidad me
408
estaba golpeando de lleno en la cara. Esto era la realidad. Retorcí su
anillo de mi dedo—. Te tienes que ir. Esta casa no es tu
responsabilidad. No soy tu responsabilidad. ¿No puedes estar
conmigo? Bien. Entonces hemos terminado.
Su ceño oscuro se frunció y sus manos se apretaron en puños. Miró
el anillo apretado entre mi pulgar y mi índice.
Me había hecho daño. Profundamente. Dejé de lado ese dolor,
creyendo en lo más profundo de mi alma que sanaría esa herida algún
día.
Y luego no lo hizo. La abrió de nuevo, dejándome en carne viva y
sangrando.
Así que miré el anillo, abrí los dedos y lo vi caer al suelo lleno de
escombros.
Entonces me di la vuelta y me alejé.

Estaba demasiado enojada para llorar o tal vez se me habían


acabado las lágrimas anoche. Conduje hasta el pueblo sintiéndome
vacía, como si tuviera un agujero en el pecho.
Y lo tenía, donde solía estar mi corazón.
El dolor y la pena eran agotadores, así que me aferré a la ira. ¿Había
tenido la audacia de decir que necesito ayuda, cuando es un desastre?
Tenía razón, no había estado sola en público, pero iba a demostrarme
a mí misma, de una vez por todas, que podía. Asher está equivocado.
Conduje hasta la ferretería y encontré el lugar de estacionamiento
más cercano a la entrada. No merodearía en el lote trasero donde
tendría un escape fácil. No cambiaría de opinión diciendo que
necesitaba almorzar primero. Entraría.
Y entonces el miedo irrumpió.
No se deslizó como el humo que se arrastra por las grietas
409
alrededor de una puerta. Me penetró con tanta fuerza que me dejó sin
aliento.
Pero no iba a ganarme.
Apretando los dientes, salí y cerré la puerta de mi auto. Caminé a
través de las puertas automáticas, escuchando su suave zumbido
cuando se abrieron.
Olía a madera recién cortada, un aroma tan familiar. Había estado
aquí docenas de veces desde que compré mi casa. Normalmente con
Cara, pero a veces con uno o dos de los hermanos de Asher. Jack
también había venido unas cuantas veces. Siempre había encontrado
una razón para llevar a alguien conmigo.
Un cliente estaba pagando, manteniendo ocupado al único cajero.
El resto de la tienda estaba tranquila. Sabía por experiencia que
probablemente había otros clientes deambulando por los amplios
pasillos, empujando carritos, cargándolos con herramientas, material
y artículos para el hogar.
Está bien.
Respiré hondo, tragué saliva y seguí caminando.
Me temblaban las manos, así que las metí en los bolsillos
demasiado pequeños de mis pantalones cortos. Quería comprar algo,
para obligarme a no salir corriendo por la puerta principal, pero no
podía pensar en nada que necesitara. Lo cual es ridículo, porque
necesito casi de todo. Tenía una casa para reconstruir.
Gabinetes. Quizá miraría los escaparates de la cocina. Incluso
podría tomar algunas fotos para obtener ideas, si pudiera mantener
mis manos lo suficientemente firmes como para tomar una foto clara.
Luego tomaría algunas cosas al salir, haría mi compra y lo calificaría
como un éxito.
Podría hacer esto.
Doblé por un pasillo lleno de muestras de encimeras. Mi corazón
latía demasiado rápido y mis manos no dejaban de temblar. Los
estantes eran tan altos, llegaban hasta el techo, como una pared.
410
Las paredes de un callejón.
El callejón donde…
Jadeé y me agarré el estómago. Sentía como si fuera a vomitar. Miré
a mi alrededor, diciéndome firmemente dónde estaba. Que se trataba
de muestras de mármol y granito, no de los costados de edificios
bañados por la luz sucia de una sola bombilla.
No importaba, me sentía vulnerable y sola.
Tenía que salir de aquí.
Las puertas automáticas se abrieron cuando salí corriendo.
Probablemente parecía que acababa de robar algo, pero no me
importó. Tenía que escapar, tenía que dejar atrás este sentimiento.
Este miedo. Estaba tan sola.
Me subí al auto, cerré la puerta de golpe y eché llave. Mis manos
temblaban violentamente y las lágrimas corrían por mi rostro. ¿Qué
diablos acababa de pasar? ¿Qué estaba mal conmigo?
Nunca pensé en esa noche. No esa parte, al menos. Puedo recordar
el resto. El momento en que los policías se llevaron a Asher esposado.
¿Pero el callejón? Lo había bloqueado. Me deshice de esos horribles
recuerdos.
Oh Dios mío. Lo había bloqueado, pero no me había deshecho de
nada. Todo seguía allí, muy dentro de mí.
La comprensión me golpeó tan fuerte como el miedo, como una
tormenta estallando en mi pecho. Me habían agredido y nunca me
había ocupado de ello.
¿Cómo pude estar inconsciente durante tanto tiempo y luego verlo
tan claramente en un instante?
Había ignorado el hecho de que un grupo de hombres había estado
a segundos de violarme en un callejón. Eso había parecido
insignificante frente a todo lo demás. El arresto y la detención de
Asher. Los cargos de asesinato. El acuerdo de culpabilidad. Su 411
condena de ocho años.
Una vez que lo enviaron a prisión, mantuve mi atención en él.
Después de todo, en realidad no había sido violada, él había
impedido que sucediera. Él era quien sufría, no yo, estaba tras las
rejas, viviendo un infierno. Yo estaba aquí, libre de hacer lo que
quisiera. Estaba bien.
Había encontrado un millón de formas para ignorar mi propio
trauma, terminar la universidad, mi amistad con Cara, el trabajo,
entrenamiento de artes marciales, remodelar mi casa, ganchillo.
Había ocupado mi tiempo a fondo, sin dejar espacio para enfrentar lo
que me había sucedido.
Extendiendo los dedos de mi mano izquierda todavía temblorosa,
miré el lugar desnudo donde había estado el anillo de Asher. En la
marca que había dejado y quería golpear el tablero como Asher lo
hizo ayer. Quería gritar, llorar y enfadarme con el mundo, porque
nada de esto era justo.
Ojalá pudiera ir con él ahora. Anhelaba el consuelo de sus brazos a
mi alrededor con una desesperación que apenas podía soportar.
Pero no podía hacerme eso a mí misma. Aunque me consolara esta
noche, mañana me rompería el corazón de nuevo y había un número
limitado de veces que podía hacerme pasar por eso. Un número
limitado de veces que podía revivir la herida en mi alma que se abrió
antes de que me rompiera por completo.
Capítulo 44
412
Asher
La prisión me había convertido en un experto en compartimentar.
Puedo concentrarme en una cosa casi exclusivamente, dejando todo
lo demás a un lado. Mantuve mi atención en el presente, ya fuera en
una de las inútiles sesiones de terapia de grupo o viendo a los chicos
que probablemente empezarían a tener problemas en el patio. Todo
lo demás había sido guardado, metido en un lugar separado en mi
cerebro donde no pudiera interferir ni debilitarme.
Después de terminar las cosas con Grace, recurrí a esa habilidad.
La guardé y me concentré en el trabajo.
O lo intenté. Ahora apestaba en eso.
No importaba lo mucho que intentara mantener mi mente en la
cerca que estaba construyendo para la señora Dickerson, para que su
perro ruidoso pudiera correr sin aterrorizar al resto del vecindario,
no podía dejar de pensar en Grace.
Me dije, por millonésima vez, que no había reaccionado de forma
exagerada, había estado tranquilo y sereno. Ya no entraba en pánico
por el estrés de lastimarla o por el fuego. Eso había pasado hace días.
Mi cabeza había estado clara. Había sido lo correcto. Era lo único que
podía hacer.
Entonces, ¿por qué todo se sentía tan horriblemente mal?
No había otra alternativa. Aunque me había destrozado dejarla la
primera vez y me estaba destrozando hacerlo de nuevo, no podía
seguir fingiendo que estaba bien. No lo estaba.
Terminé por ese día y le dije a la señora Dickerson que volvería
mañana. Me ofreció una galleta, que después de ayer, sabía que debía
rechazar cortésmente. Estaba bastante seguro de que había
confundido la sal con el azúcar y todo lo que pude hacer fue tragarme
el bocado que había tomado para no herir sus sentimientos. Hoy solo
le dije que no tenía hambre.
413
Mi camioneta estaba estacionada enfrente. Me quité el cinturón de
herramientas y lo tiré en el asiento del pasajero. Hacía mucho calor
hoy y había estado trabajando bajo el sol durante horas. Bebí el resto
de mi agua y me limpié la frente con el brazo. Necesitaba una ducha
y luego una cerveza fría.
Una camioneta se detuvo detrás de la mía y estacionó. Casi gemí
en voz alta cuando vi quién era. Josiah Haven.
Genial. Justo lo que necesitaba hoy.
Salió vistiendo una camiseta oscura, jeans polvorientos y tenía una
ligera aspersión de aserrín en su vello facial.
Mi mandíbula se apretó.
—¿Qué quieres?
Levantó las manos.
—¿Podemos hacer un tregua?
—¿Qué somos, malditos piratas?
—Estoy tratando de ondear la bandera blanca aquí, Bailey. Solo
quiero hablar.
—Bien. ¿Qué?
Respiró hondo y miró a su alrededor, como si quisiera asegurarse
de que no nos vieran hablando.
—La broma con la camioneta de tu abuelo estuvo fuera de lugar.
No debimos haberlo hecho.
Eso fue una sorpresa. Un Haven nunca se había disculpado por una
broma, ni al revés. Al menos, no en mi vida.
Fruncí el ceño, pero asentí brevemente.
—Está bien.
—Una cosa es ponerle barba a Lola o colocar una bandera de los
Haven en el asta de la bandera frente al Ayuntamiento o cualquier
estupidez que se nos ocurra, pero Grace tiene razón, eso fue
demasiado personal. No quiero empezar una guerra por eso.
414
Dudé un segundo, antes de responder. No quería que esto escalara
más que él.
—Yo tampoco.
Me tendió la mano y se la estreché.
—Gracias. —Se dio la vuelta para volver a su camioneta, pero se
detuvo y miró por encima del hombro—. Por cierto, cualquiera de
nosotros habría hecho lo mismo si hubiera sido nuestra chica. Apesta
que te tuvieran que encerrar por eso.
Eso realmente me tomó por sorpresa.
—Gracias.
Inclinó su barbilla hacia mí y volvió a su camioneta.
Bueno, santa mierda.
Miré mi botella de agua. La había agarrado con tanta fuerza que le
había hecho una abolladura. Realmente necesitaba controlar mi ira.
Como si ese no fuera el eufemismo de la década.
Revisé mi teléfono, estúpidamente esperaba tener un mensaje de
texto de Grace, pero sabía que no lo tendría y que era enteramente mi
culpa.
Pensé que una vez que terminara las cosas, al menos tendría una
sensación de cierre. No la estaba engañando, dejándola creer que
podía ser alguien que no era. Todo lo que hice fue decirle la verdad.
Se suponía que eso ayudaría.
Pero me sentí peor que nunca.
Recibí un mensaje de texto, no era de Grace. Era del jefe Stanley,
preguntándome si tenía tiempo para reunirnos. Respondí e hicimos
planes para encontrarnos en el Caboose en una hora.

415
Entrar al Caboose fue un claro recordatorio de que no podría ir a
ninguna parte de este pueblo sin correr el riesgo de encontrarme con
Grace. Ella no estaba aquí, pero el restaurante estaba lleno de
recuerdos de ella. Jugando al billar. Comiendo bocadillos grasosos.
Reuniones con amigos o mis hermanos. Habíamos estado aquí cien
veces, tanto antes como después de mi sentencia de prisión y ahora
no podía asociar este lugar con nada más que con ella.
Todo el puto pueblo era así. Ella estaba en todas partes.
El jefe ya estaba aquí con dos cervezas en la mesa. Traté de ignorar
la avalancha de recuerdos, la implacable atracción que Grace ejercía
sobre mí y me uní a él.
—Gracias por la cerveza —dije y tomé un sorbo.
—Por supuesto. Gracias por reunirte conmigo. Quería ver cómo te
va.
Miré hacia otro lado. Esa era una maldita pregunta capciosa.
—Estoy bien.
Me escudriñó durante unos segundos y luego asintió lentamente.
—Que bien. ¿Qué tal el trabajo?
—Ocupado. Me las estoy arreglando y pronto volveré a ponerme
de pie.
—Me alegra oírlo.
Tenía la sensación de que estaba a un paso de preguntarme por
Grace, así que rápidamente traté de cambiar de tema.
—¿Cómo está Skylar?
—Está bien. Se mudó de nuevo con su madre hace
aproximadamente un mes.
—Ah, ¿sí? ¿Las ha visto recientemente?
—De hecho, sí. Conduje hasta allí la semana pasada para pasar un
rato con Skylar. Tuvimos una buena visita. Terminé llevándolas a las
dos a cenar, lo cual no había planeado exactamente, pero… —Se
416
detuvo, levantando un hombro en un encogimiento de hombros.
—¿Se lleva bien con su ex estos días?
Hizo un ruido evasivo con la garganta y tomó un trago de cerveza.
—Sí y no. Parece que nos va bien en pequeñas dosis, pero más de
eso sería buscar problemas. Hago lo mejor que puedo para
comportarme, por el bien de Skylar.
No estaba seguro de por qué, pero de repente me pregunté si el jefe
Stanley solo extrañaba a su hija. Tal vez también extrañaba un poco a
su ex esposa.
Un mesero trajo una canasta grande de aros de cebolla y la puso
sobre la mesa.
—Gracias —dije.
—Tenía hambre y no quería esperar, así que ordené antes de que
llegaras —dijo con un guiño rápido—. Ahora dime cómo te va
realmente.
—Le dije que estoy bien.
—Eso es un montón de mierda. —Esbozó una sonrisa, pero me di
cuenta de que había venido aquí con una agenda y ahora no iba a
dejarlo pasar—. Yo estaba en la escena, Asher. Vi lo que pasó y te vi
a ti. Si te va bien después de eso, hay algo mal contigo.
—¿Por qué? Entré y la saqué. Los bomberos hacen ese tipo de cosas
todo el tiempo. No invita a sus muchachos a tomar una cerveza cada
vez que contestan una llamada.
—Lo haría si hubieran sacado a su novia de un incendio y si
después se hubieran visto como tú.
—Había estado despierto la mitad de la noche. Estaba cansado y sí,
estaba estresado. Había salido a caminar y cuando regresé, vi humo
saliendo por la parte trasera de su casa. Fue algo loco.
—¿Y por qué estabas caminando antes del amanecer?
Me quedé quieto, mirándolo fijamente a los ojos.
417
—No la golpeé a propósito. Me desperté sobresaltado y mi codo
golpeó su nariz.
—Lo sé. No estaba insinuando que lo hubieras hecho. Me pregunto
por qué estás tan nervioso cuando duermes.
—Fue sólo un accidente. Su rostro estaba demasiado cerca.
Levantó una ceja.
Tomé un trago de cerveza.
—Las palabras vuelan rápido en este pueblo, Asher.
—Sí, soy consciente.
—Entonces no te sorprenderá saber que Grace Miles ya no usa un
anillo de compromiso.
Apreté los dientes.
—Con el debido respeto, jefe, ese es nuestro asunto.
—Tienes razón y no sé toda la historia, pero veo el camino por el
que estás viajando y no puedo evitar preocuparme de que te estés
preparando para un montón de arrepentimiento.
—Vivo con arrepentimiento todos los días.
—Entonces, ¿para qué agregarle más? Mira, no estoy aquí para
decirte que sé lo que es mejor para ti o que sé las razones por las que
ustedes dos tienen problemas, pero te conozco desde que naciste.
También he dado algunas vueltas a la manzana y me gustaría pensar
que he aprendido algunas lecciones en el camino. Sólo sé cuidadoso.
La retrospectiva es poderosa y odiaría que miraras hacia atrás y te
dieras cuenta de que cometiste errores que no se pueden corregir.
En este momento, sentí que toda mi vida es un error que no podía
arreglarse.
—Sí, está bien.
Me miró como si no estuviera seguro de que estaba escuchando su
mensaje, pero no insistió más y sabía que había verdad en lo que me
estaba diciendo. Ya tuve que vivir con un montón de arrepentimiento,
418
pero no había nada más que pudiera hacer al respecto ahora, excepto
aprender a vivir con la carga y los demonios que aún me perseguían.
Capítulo 45
419
Asher
Pasó otro día y el vacío dentro de mí solo creció.
Terminé de construir la cerca de la señora Dickerson, evité tener
que comer otra galleta de aspecto cuestionable y decidí ir al gimnasio.
Incluso después de trabajar duro todo el día, tenía demasiada energía.
Necesitaba quemar un poco o no podría dormir esta noche.
El ligero olor a sudor en el aire y el sonido de los guantes golpeando
las bolsas me saludaron cuando entré. Mis manos temblaban. Desde
que luché con Gavin, me preguntaba si me había equivocado. Había
entrado enfadado y ese agarre de estrangulamiento me había
provocado, pero no había perdido el control. Si hubiera sido una
pelea en el patio de la prisión, le habría golpeado la cara hasta que
alguien me apartara de él, pero me detuve.
Miré el cuadrilátero en la parte de atrás, las colchonetas de práctica
donde los estudiantes y entrenadores trabajan juntos. ¿Había alguna
posibilidad de que pudiera retomar esto de nuevo? ¿Tal vez, podría
volver a aprender a controlarme?
Mi cuerpo lo anhelaba. Había algo en enfrentar mi voluntad contra
la de otra persona: la lucha por derrotar a un oponente. Lidiar con
Gavin había sido catártico. Me sentí mejor después, a pesar de que
había perdido.
Trabajar con Elijah también se había sentido bien, pero de una
manera diferente. Había sido satisfactorio transmitir lo que sabía,
especialmente a un gran chico como él.
Había tenido tanto miedo de desatar la oscuridad dentro de mí,
todavía lo tenía, pero enfrenté el hecho de que enterrarlo no había
funcionado.
¿Podría aceptarlo? ¿Vivir con ello como parte de mí?
No lo sabía.
420
Jack Cordero estaba en una de las colchonetas de práctica, vestía
una camiseta gris y pantalones cortos, y no estaba trabajando con otro
adulto. Era un chico.
Santa mierda. Ese es Elijah.
Vi como Jack corrigió su postura, luego lo llevó a través de una
breve secuencia de movimientos. Terminaron y Elijah se puso de pie
de un salto, con el cabello húmedo y desordenado. Le tendió una
mano a Jack.
Jack la tomó y se puso de pie, luego le dio una palmadita en el
hombro.
No estaba preparado para la ráfaga de emoción que llenó mi pecho.
Apartando la mirada, me aclaré la garganta.
—Hola, Asher. —Jack vino hacia mí y levantó la mano a modo de
saludo. Elijah no me había visto o no quería hacerlo. Lo vi desaparecer
en el vestuario.
—Jack —dije asintiendo.
—Me alegro de haberme encontrado contigo. Necesito agradecerte
por trabajar con Elijah como lo has hecho.
—Sí, por supuesto. Siento no haberles preguntado a ti o a Naomi
primero. Pensé que podría enseñarle algunas cosas.
—Está bien. En circunstancias normales, creo que Naomi hubiera
querido saber, pero esto era obviamente lo que necesitaba.
—Es bueno escuchar que ayudó. —Froté la parte de atrás de mi
cuello—. ¿Él… te pidió que lo trajeras aquí? ¿O fue tu idea?
—Ambos, supongo. Habló una noche durante la cena y nos dijo
que le habías estado enseñando a luchar. Empezó a nombrar
movimientos y a contarnos cosas de las que habían hablado. Creo que
nos dijo más esa noche de lo que había dicho en el último año, fue
como si lo hubieras abierto de par en par. Tenía miedo de que nos
enojáramos, pero pareció relajarse cuando se dio cuenta de que no fue
así, luego dijo algo sobre mí haciendo ejercicio aquí en el gimnasio y
tuve la sensación de que me estaba dando una entrada, así que la
tomé. De todos modos, espero que no te moleste, básicamente eras su
421
entrenador y no tenía intención de tomar el control.
—No, en absoluto. Me alegro de que lo hayas hecho, lo necesita. Te
necesita.
—Gracias Asher. —Me tendió la mano y se la estreché—. Lo
aprecio.
Elijah se acercó a Jack y metió las manos en los bolsillos de sus
pantalones cortos de gimnasia.
—Hola.
—Hola, grandote —le dije.
Jack le dio una palmadita en el hombro.
—Tengo que ir a buscar mi bolso. Vuelvo enseguida.
Elijah asintió. No fue exactamente efusivo, pero hizo contacto
visual.
—¿Como has estado? —pregunté—. ¿Aprendiendo mucho?
—Sí. —Bajó la mirada al suelo por un segundo, luego volvió a
mirarme—. Vi a esos niños otra vez.
—¿Las pequeñas mierdas?
Su boca se torció en una sonrisa.
—Sí, ellos.
—¿Qué pasó?
—Fue raro. Intentaron causar problemas, pero en realidad no les
tenía miedo. Solo pensé en lo que haría si uno de ellos se acercaba lo
suficiente y luego ninguno lo hizo. Se detuvieron y se fueron.
—Esa clase de imbéciles intentan aprovecharse de los débiles.
Pudieron ver que no lo eres.
Sonrió y el orgullo brillando en sus ojos hizo que mi garganta se
sintiera espesa de nuevo.
—Entonces, gracias por enseñarme cosas y, hum, me preguntaba si
tal vez aún podría llegar algunas veces. Si necesitas ayuda para
422
trabajar en tu camioneta o algo.
Maldita sea, este niño me iba a hacer llorar.
—Sí, amigo. En cualquier momento.
—Gracias.
Extendiendo mi brazo, le hice señas para que se acercara.
—Ven aquí, chico. Los Bailey siempre dan un abrazo.
Esperaba que me diera un rápido abrazo de lado, pero envolvió sus
brazos alrededor de mi cintura. Lo apreté y lo solté. Me sonrió, luego
salió corriendo a buscar a Jack.

Llegué a casa y encontré a la Abue en el porche trasero sentada en


su mecedora con las manos descansando en los reposabrazos y
meciéndose con los dedos de los pies, la madera crujía con su suave
vaivén. Tarareaba una canción, una melodía sin palabras que había
escuchado innumerables veces.
Me miró a los ojos con una sonrisa.
—Ven a sentarte.
Necesitaba prepararme algo para cenar y una ducha tampoco era
mala idea, pero salí y me senté en la silla a su lado.
—¿Qué te preocupa, Oso?
Mi primer instinto fue decir nada o estoy bien, pero no me molesté
en mentirle. En cambio, me quedé mirando a la oscuridad durante un
rato, al gallinero y sus jardines, al terreno y el declive hacia el arroyo
y luego el ascenso hacia los picos de las montañas, a las formas tenues
de los pinos distantes apenas visibles en la oscuridad.
—No quería lastimar a Grace de nuevo —dije, finalmente, mi voz
tranquila—. Pero le dije que no puedo casarme con ella. Si no lo hacía
ahora, solo estaría retrasando lo inevitable. 423
—Probablemente se sienta de esa forma, pero no hay mucho que
sea realmente inevitable.
—¿Como la muerte y los impuestos?
—Oh, claro, está eso, pero diría que el amor también lo es.
—Desearía que fuera así de fácil. Solo ama a alguien y el resto se
arregla solo.
Rio suavemente.
—Nunca es tan fácil, Oso.
—Lo era para nosotros.
—Hasta que no lo fue.
Me moví en la silla.
—Eso es lo que quiero decir. En ese entonces, todo lo que tenía que
hacer era amarla y ahora, haga lo que haga, no puedo ganar. Me
aferro a ella y sufre por mi culpa o la dejo ir para que al menos tenga
una oportunidad de ser feliz, pero la pierdo.
—Si así es como lo ves, entonces es así.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Significa que estás convencido de que ves las cosas de la única
forma en que se pueden ver. Dime algo. Si te pidiera que describieras
un árbol, ¿qué dirías?
—No sé. Un árbol tiene un tronco de madera que crece de la tierra.
El tronco tiene ramas que se extienden desde el centro, con hojas o
espinas en ellas.
—Si un águila pudiera hablar y le pidiera que describiera un árbol,
¿qué crees que diría? —hizo una pausa por un segundo—. Un árbol
se ve terriblemente diferente desde arriba que desde el suelo, pero,
aunque su descripción no se parezca en nada a la tuya, ninguno de
los dos estaría equivocado.
—He tratado de ver esto de manera diferente, pero cada vez que lo 424
hago, me equivoco.
Se quedó en silencio por un momento, el único sonido era el crujido
de la madera debajo de su silla. El ritmo es relajante, despierta
profundos recuerdos de mi infancia. Tardes como esta las pasaba con
ella en el porche trasero, escuchando historias contadas a la luz de la
luna.
—Sabes, el abuelo y yo casi no nos casamos.
La miré.
—¿Qué?
—Así es. Menos mal que no creía en las situaciones sin salida.
—¿Qué pasó?
Miró hacia abajo a sus manos en el regazo, al anillo de bodas que
todavía usa.
—Frank Bailey fue un hombre que nunca dudó en ir tras lo que
quería, su voluntad no sería doblegada. Cuando era niño,
aterrorizaba a su madre por eso, pero sus padres sabían que no
debían intentar frenarlo. Simplemente hicieron todo lo posible para
enseñarle a usar sus poderes para el bien.
—¿En serio? Siempre parecía tan relajado.
—Oh, lo era. Era amistoso y tolerante, pero eso no significaba que
no fuera decidido. Una vez que a ese hombre se le metía algo en la
cabeza, eso era todo. —Hizo una pausa por un momento, inclinando
la silla con los dedos de los pies—. Y luego, un día, a Frank Bailey se
le metió en la cabeza que lo que quería era a mí.
La observé, fascinado. Había contado muchas historias sobre el
abuelo, especialmente desde que falleció, pero nunca había
escuchado esta.
—Eso podría haber sido bastante simple. Un hombre se enamora
de una mujer y ella se enamora de vuelta. Deciden que quieren
casarse. Fácil, así es como se hace, pero había un problema. 425
—¿Qué problema?
—Frank Bailey era un chico blanco, en aquellos días, los chicos
blancos no salían con chicas indias y ciertamente no se casaban con
ellas.
—¿En serio? ¿Su familia no quería que estuviera contigo?
—Oh, no era sólo su familia, era la de ambos. Los Bailey no estaban
muy interesados en que Frank fraternizara con la señorita Emma
Luscier de piel oscura, cabello largo y negro; y mi familia estaba
furiosa conmigo por andar por el pueblo con un chico blanco.
—¿Cuántos años tenías?
—Dieciocho y Frank tenía diecinueve años. Éramos lo
suficientemente mayores como para habernos escapado y fugado, al
diablo con todos.
—¿Pero no lo hiciste?
—Quería. Estaba segura de que esa era la única solución. Su familia
nunca me aceptaría y mi familia nunca lo aceptaría a él. No casarme
con Frank Bailey había dejado de ser una opción para mí. Contra
viento y marea, me iba a casar con ese hombre.
—Pensé que habías dicho que el abuelo era el decidido.
Su boca se torció en una sonrisa.
—Ambos lo llevábamos dentro, pero él no solo estaba decidido a
casarse conmigo. Estaba decidido a casarse conmigo delante de todo
el pueblo y todos, incluidos nuestros padres, no estaban nada
encantados con ello.
—¿Entonces no se fugarían?
—Se negó rotundamente. Dije que solo teníamos dos opciones.
Podríamos hacer felices a nuestros padres tomando caminos
separados, lo que, por supuesto ninguno de nosotros dos quería, o
podríamos fugarnos y lidiar con las consecuencias, fueran las que
fueran. Ninguno de nosotros realmente quería eso, considerando que
sabíamos que probablemente seríamos repudiados por ambas
familias. De la forma en que lo vi, podríamos conservar a nuestras
426
familias o podríamos conservarnos el uno al otro, pero no podríamos
tener ambos.
—¿El abuelo no estuvo de acuerdo?
Sacudió su cabeza.
—Ciertamente no lo estaba. No sé si había algo en el mundo que
pudiera irritarlo como la sensación de estar atrapado entre la espada
y la pared. Simplemente se negó a aceptar que tuviéramos que elegir
entre nuestras familias y nosotros.
—Entonces, ¿qué hizo?
—Una mejor pregunta sería, ¿qué no hizo? Me cortejó
abiertamente, para que todo el pueblo lo viera, pero no solo me
cortejó a mí… cortejó a mi familia. Algo de eso era simplemente
mostrarles el tipo de hombre que era al tratarme como a una dama,
pero cuando me enviaba flores, también le enviaba algunas a mi
madre. Descubrió el tipo de cosas que le interesaban a mi padre y
aprendió todo sobre ellas, para que tuvieran cosas de qué hablar.
—Eventualmente se iba de cacería y pesca con mi padre y mis tíos.
Se detuvo para compartir té y pan frito con mi madre y también
trabajó su magia de Frank Bailey en sus padres. Empezó por
encantarlos con historias sobre el bosque y las montañas, luego les
soltó al final que eran las historias de mi gente. Me llevaba a su casa
a tomar el té o a cenar para que me conocieran. Parecía saber,
intuitivamente, que ambos lados necesitaban ver al otro bajo una
nueva luz. Vernos como personas, igual que ellos.
—¿Cuánto tiempo duró eso?
—Tres años.
—¿Hablas en serio? ¿Ya sabían que querían casarse, pero esperaron
tres años para que ambos padres les dieran su bendición?
—Sí, lo hicimos. Durante tres años, eliminamos los prejuicios
profundamente arraigados que nuestras familias tenían entre sí. Y
déjame decirte, Oso, el día que me casé con Frank Bailey, supe que
cada minuto había valido la pena. Asistió todo el pueblo. Se realizó 427
en el parque, porque no había ningún otro lugar que fuera lo
suficientemente grande para todos nuestros invitados y justo al
frente, mientras el ministro nos guiaba a través de nuestros votos,
estaban mi madre y mi padre, al lado de los padres de él. Nuestras
madres lloraron juntas. Nuestros padres se dieron la mano en señal
de amistad.
Dejé escapar un suspiro.
—Guau.
—Frank sabía que había otra forma de ver nuestra situación. Se
elevó en el viento como un águila y miró hacia abajo, en lugar de
quedarse atrapado en el suelo y estaba dispuesto a hacer lo que fuera
necesario para arreglar las cosas, para encontrar una salida a ese lugar
duro y filoso. ¿Sabes por qué?
—¿Porque era terco?
Se rio.
—Era terco, pero no. Era porque creía en el amor. Más que nadie
que haya conocido, creía que el amor era más poderoso que cualquier
cosa y Frank me quería mucho. Me amaba tanto que estaba
convencido de que sería suficiente.
—Y tenía razón.
—La tenía, aunque no era solo que su amor fuera lo
suficientemente grande, la verdadera magia estaba en nuestro amor
juntos. Eso fue lo que nos hizo imparables, lo que nos permitió darle
la vuelta a una situación sin salida.
—Eso es increíble, Abue.
—Era un hombre increíble.
—Realmente lo era. Debe ser difícil vivir sin él.
—Lo extraño todos los días, pero como dije, su amor era grande.
Me dejó lo suficiente para durar hasta el día en que me llamen y lo
vuelva a ver.
Dejé escapar otro suspiro para aliviar la opresión en mi pecho. La
Abue se quedó en silencio y su silla se detuvo. Pensé que podría estar
428
preparándose para entrar, pero en cambio, habló.
—El amor de Grace es terriblemente grande, Oso. Durante mucho
tiempo, fue lo suficientemente grande para los dos.
—También la amo, Abue. Que no la ame no es el problema.
—Por supuesto que no. La has amado desde que eras un niño.
Me pasé las manos por la cara. No estaba equivocada.
—El problema es que estás cargando con toda esa ira y dolor. Tus
heridas son profundas y la primera fue infligida hace mucho tiempo.
—Lo sé, pero perder a mamá y papá nos lastimó a todos.
—Sí. Perderlos nos hirió a todos, pero ahora tienes más heridas…
y esas heridas nuevas, son dolorosas. Lo que pasa con el dolor, ya sea
físico o no, es que exige nuestra atención. Gran parte del tiempo es
como debería ser. Apartamos la mano de una llama para evitar
quemarnos o tratamos una lesión para que nuestro cuerpo pueda
sanar, pero cuando ese dolor no desaparece y no es algo que podamos
solucionar fácilmente, comienza a dominar nuestra vida. Agrega una
fuerte dosis de ira, especialmente ira por las cosas que no puedes
cambiar y es fácil olvidar cómo sentir cualquier otra cosa.
—Es difícil recordar que hay algo más.
—Pero lo hay. Grace ha estado tratando de mostrarte la única
manera que sabe. Al amarte a través de esto, es un poco como el
abuelo. No ve tu ira y tu dolor como un obstáculo que no se puede
superar, como tampoco él vio el prejuicio de nuestros padres como
algo que teníamos que aceptar. Tienes los pies en el suelo y estás
mirando el tronco del árbol, pero ella está volando por encima de él.
Ambos están mirando lo mismo, pero ella ve un lado que tú no. Así
que tal vez necesites mirarlo a través de sus ojos.
—Abue, no sé cómo.
—Seguro lo sabes. Imagina cómo sería la vida si su amor mutuo
fuera más grande que cualquier otra cosa. ¿Qué harías? Porque te
puedo asegurar que lo es. Solo tienes que abrir los ojos y verlo.
429
—¿Qué pasa si es demasiado tarde para eso?
—Tal vez lo sea o tal vez no. Solo hay una forma de averiguarlo. —
Entonces se levantó y se alisó la ropa. Deteniéndose a mi lado, puso
su mano en mi hombro—. Buenas noches, Oso.
—Buenas noches, Abue. Te amo.
Sus ojos se arrugaron con su dulce sonrisa.
—También te amo.
Me quedé afuera en el porche hasta bien entrada la noche, mirando
la oscuridad. Sentado con mis pensamientos.
Tal vez la Abue tenía razón, mi ira y mi dolor me habían impedido
ver las cosas con claridad. En prisión, creía que había perdido a Grace
para siempre y parte de volver a casa significaría aprender a vivir con
esa pérdida. Ya me había convencido de que no podía estar con ella.
Cuando llegué a casa, me encontré cara a cara con todas las formas
en que yo había cambiado, ninguna de ellas para mejor y todas las
cosas que habían cambiado aquí. Nada de eso se había sentido como
si pudiera volver a encajar.
Pero, ¿era esa la verdad, o solo la forma en que lo había visto? ¿Y
qué vio Grace que yo no pude?
¿Cómo sería la vida si nuestro amor mutuo fuera más grande que
cualquier otra cosa? ¿Y qué haría si creyera que eso es cierto?
Saqué mi billetera y mi teléfono. Tenía un puñado de tarjetas de
presentación dentro. La de Declan estaba en la parte de atrás. La
deslicé y la miré por un largo momento, dejando que esa posibilidad
jugara en mi cabeza.
Había creído que no podría pelear de nuevo, ni siquiera podría
entrenar. Era demasiado peligroso.
Pero yo le había enseñado a Elijah. Luché con Gavin, e incluso ante
la posibilidad de perder, no había perdido el control. Así que tal vez
me había equivocado. Sabía que la oferta de Declan seguía en pie.
Podría dejar Tilikum, entrenar para pelear profesionalmente y tal vez 430
ganar mucho dinero. Darle a Grace el espacio para seguir adelante.
No era una opción real y lo sabía, y no porque no pudiera ser un
luchador. Volví a meter su tarjeta y saqué la que realmente había
estado buscando.
Grace me había dejado discretamente tarjetas de visita para varios
terapeutas. Este trabajó específicamente con prisioneros en transición.
Su oficina estaba cerrada, pero no quería posponer esta llamada hasta
la mañana. Necesitaba actuar antes de volver a ser un idiota
obstinado y convencerme de no hacerlo. Dejé un breve mensaje y
terminé la llamada, percibí que una sensación de control comenzaba
a regresar. Control que no me había dado cuenta de que había
perdido.
Todavía era escéptico acerca de la capacidad de alguien para
ayudarme, pero la verdad era que negarme a intentarlo no era mejor
que darme por vencido.
Y los Bailey no nos dábamos por vencidos.
La obstinada determinación surgió desde lo más profundo de mí.
Había estado allí todo el tiempo, simplemente dejé que se torciera y
se centrara en las cosas equivocadas. La Abue había dicho que nada
había irritado tanto al abuelo como estar atrapado entre la espada y
la pared. Conocía ese sentimiento, ese impulso inquieto por llevar las
cosas a su final, por sobrepasar cualquier obstáculo, por ganar.
En prisión, hice lo que sentí que tenía que hacer para sobrevivir,
pero ya no estaba tras las rejas. No podía seguir recluyéndome en mí
mismo y alejando a la gente. No podía abrirme camino luchando en
la vida, porque al final, la única persona con la que realmente estaba
luchando era yo mismo. No me extraña que sintiera que me estaba
volviendo loco.
¿Qué haría si creyera que nuestro amor es lo suficientemente
grande?
Respiré profundamente y me preparé para hacer una llamada
telefónica más, esta era peligrosa. Estaba arriesgando mucho, pero en
este punto, no tenía otra opción. Tengo que ir con todo. Así que
busqué el número de Cara y presioné llamar. 431
Capítulo 46
432
Grace
El auto de Cara voló por la carretera. No me había dicho a dónde
íbamos, pero eso era típico. Probablemente era a un spa nuevo que
quería conocer. De hecho, esperaba que fuera un nuevo spa. Si tenía
que ponerme pantalones y salir de casa, el trato era que quería un
masaje y un tratamiento facial.
También vino. Un montón de vino.
La última semana había sido agonizante. Fue como al comienzo de
la sentencia de prisión de Asher, casi se sentía como si estuviera
reviviéndolo. Cuando se lo llevaron por primera vez, el dolor de
extrañarlo había sido intenso y agudo. Con el tiempo, se había
atenuado y se había vuelto más fácil sobrellevar.
Ahora era tan crudo como el día en que lo sacaron esposado de la
sala del tribunal.
Cuando Cara declaró por primera vez que íbamos a hacer un viaje
espontáneo por carretera, le dije que no. Quería pasar mi día libre en
pijama comiendo comida chatarra, viendo los programas de
televisión más basura que pudiera encontrar y bebiendo demasiado.
Por lo general, apoyaba totalmente ese tipo de auto terapia, pero me
obligó a ducharme, me hizo ponerme ropa de verdad y me arrastró
hasta su coche.
Todavía estaba decidiendo cómo me sentía al respecto. Sobre todo
porque, hasta el momento, no había habido vino.
—Estás tan inquieta —dijo—. ¿Conseguirá una manicura que dejes
de pellizcarte los dedos?
Detuve mis manos en mi regazo durante unos tres segundos. Mi
dedo se sentía desnudo e incómodo sin el anillo que había usado
durante tanto tiempo. No podía dejar de frotar la marca donde había
estado. 433
—No creo que una manicura ayude. No estoy jugando con mis
uñas. Además, ¿por qué te importa?
Se encogió de hombros.
—Solo es una observación.
—¿A dónde vamos?
—Ya verás.
—Normalmente me gusta cuando me sorprendes, pero no creo que
esté de humor. Disfrutaré mucho más si me dices lo que estamos
haciendo. Para ser específica, estoy buscando la tranquilidad de que
algo delicioso y altamente alcohólico pronto estará en mi mano. He
tenido que trabajar y estar sobria durante los últimos cinco días me
ha superado.
—No te preocupes —dijo ella, su tono tranquilizador—. Lo tengo
cubierto.
Apoyé la cabeza contra el asiento.
—¿Te dije que traté de ir sola a la ferretería?
Jadeó.
—No. ¿Qué sucedió? ¿Estaba equivocada y estás totalmente bien?
Porque, para que conste, me haría muy feliz estar equivocada y
descubrir que me amas tanto que nunca quieres hacer nada sin mí.
—Lamentablemente, no.
—Maldita sea.
—Fue horrible. Estaba aterrada. Sabía dónde estaba y sabía que no
tenía ningún sentido, pero salí corriendo de la tienda y me encerré en
mi auto. ¿Qué tan jodido es eso?
Suspiró.
—Mi bebé está creciendo y descubriendo sus neurosis.
434
—Empecé a buscar un terapeuta porque claramente lo necesito.
¿Tienes a alguien que puedas recomendar?
—Oh, Dios mío, pensé que nunca lo preguntarías. Tengo tres en
mente que creo serían perfectos para ti. Consulta privada, pero no te
preocupes por el seguro ni nada. Lo tengo.
—No vas a pagar mi terapia.
—Sí, lo haré. Es al menos un cincuenta por ciento mi culpa que esto
haya durado tanto tiempo, tal vez sesenta.
—Cara.
—No discutas. No me dejarás reconstruir tu casa, ni comprarte una
nueva. Nunca me dejas hacer nada. Dame esto.
Negué con la cabeza.
—Eres muy extraña.
—Lo sé. Sinceramente, no sé por qué te gusto tanto.
—Porque eres mi persona.
—¿Deberíamos casarnos? —preguntó, mirándome—. Lo digo en
serio. ¿Lo has considerado? Ni siquiera te haría firmar un acuerdo
prenupcial, lo que volvería loca a mi familia. Anótalo como un pro. Y
no tenemos que tener sexo ni nada. Lo intenté una vez con una chica
y sinceramente, no me hizo nada. Estaba aburridísima como una
ostra. Además, eres la única mujer que he conocido con la que puedo
soportar estar más de cinco minutos. Excepto la Abue y las damas del
Stitch and Bitch, puedo estar un par de horas con ellas.
—Es Stitch and Sip.
—Lo que sea. Hablando en serio, tal vez deberíamos ponernos
nuestros propios anillos y ser compañeras platónicas del mismo sexo
por el resto de nuestras vidas.
—Es extrañamente tentador, pero entonces conocerás a un hombre
con el que te quieras casar y tendrás que divorciarte de mí. Suena
complicado, porque sin un acuerdo prenupcial definitivamente me 435
quedaré con la mitad de todo.
—¿Conocer a un hombre con el que me quiera casar? —Echó la
cabeza hacia atrás y se rio—. Oh, Dios mío, eres tan linda. No. Eso no
va a suceder. Sin embargo, necesitamos una estipulación para
conseguir pollas, pero dado que nuestro matrimonio no será sexual,
eso no debería ser un problema.
Estaba a punto de decir, bueno, como no me voy a casar con Asher,
nunca me voy a casar con nadie, así que ¿por qué no casarme contigo? Pero
de repente ya no era divertido.
Pasamos un letrero grande, las palabras me llamaron la atención
por el rabillo del ojo. Me di la vuelta para mirar, pero íbamos
demasiado rápido.
Debo haberlo leído mal.
Excepto…
—¿Cara?
—¿Sí?
—¿Ese letrero decía Centro Penitenciario?
—¿Qué letrero?
—Cara.
Se encogió de hombros.
—No vi ningún letrero.
—No me mientas.
—No estoy mintiendo. —Levantó la mano, como si estuviera
haciendo un juramento—. No vi ningún letrero. Estaba mirando el
camino y planeando mentalmente nuestra boda platónica no
lesbiana, entre personas del mismo sexo. ¿Crees que es demasiado
para poner en la invitación? Además, ¿puedo tomar tu apellido?,
porque me gusta mucho Miles y no quiero separarlo con guion.
Entrecerré los ojos hacia ella, luego miré a nuestro alrededor. No
había estado prestando atención a dónde íbamos. Cara me sorprendía 436
todo el tiempo con pequeños viajes de un día, pero este tramo de
carretera empezaba a resultar extrañamente familiar.
—¿A dónde me llevas?
Mantuvo los ojos en la carretera y apretó los labios.
Apareció otro letrero a la derecha. Cara apretó el acelerador, como
si fuera a pasar corriendo antes de que pudiera leerlo, pero fue
demasiado tarde. Tenía razón. Decía: Centro Penitenciario del Estado
de Washington.
Tragué saliva, una sensación de malestar se extendió por mi
estómago.
—¿Por qué estamos aquí?
Se negó a decir una palabra mientras salía de la carretera.
Había estado aquí antes. Había pasado mucho tiempo, pero lo
recordaba claramente. Venía a visitar a Asher. Pasé por la verificación
de antecedentes y obtuve autorización. Esperé lo que parecieron
horas para que me llevaran al área de visitas, solo para que me dijeran
que Asher no recibiría visitas. Él no saldría.
Condujimos hasta el estacionamiento para visitantes. El alto muro
de hormigón rematado con alambre de púas se cernía sobre todo. Una
torre de vigilancia sobresalía por encima de la pared, haciendo que el
lugar se sintiera aún más duro y siniestro.
Odiaba este lugar. Me hizo sentir enferma de rabia solo mirarlo.
Aquí fue donde lo perdí. Donde me lo habían quitado.
—¿Por qué estamos aquí? —pregunté de nuevo, mi voz apenas un
susurro.
Se detuvo y señaló mi ventana.
—Él es el porqué.
Asher estaba de pie cerca de la pared, vestido con una camiseta
oscura y jeans. No se acercó al coche, sólo esperó con sus gruesos
brazos a los costados.
437
—Ve —dijo Cara.
Totalmente desconcertada, salí del coche. Asher dio unos pasos
hacia adelante y se detuvo.
—¿Qué estás haciendo aquí? —No podía creer que hubiera
regresado a este lugar voluntariamente.
Lanzó una mirada rápida a la torre de vigilancia, como si lo pusiera
nervioso.
—Es una repetición.
—¿Una qué?
—Una repetición. No estabas aquí el día que me liberaron y
deberías haber estado. —Miró por encima de su hombro—. Aunque
no les voy a pedir que me dejen entrar y luego me dejen salir por la
puerta de nuevo. Si realmente necesitas que lo haga, podría
intentarlo, pero no sé si me lo permitirán. Obviamente no pasaré una
verificación de antecedentes.
—No, Dios, no entres allí.
Una comisura de su boca se levantó en una sonrisa.
—Bueno. Grace, lo siento mucho. Dudo que pudiera hacer esto
peor para ti si lo hubiera intentado. Puede que sea demasiado tarde y
si lo es, voy a tener que averiguar cómo vivir con eso. Pero si no es
así, si existe la más mínima posibilidad de que puedas perdonarme,
tengo que intentarlo.
—Pensé que no podías estar conmigo. ¿No es eso lo que sigues
diciendo?
—¿Tendría algún sentido si te dijera que un águila ve los árboles
de manera diferente a un hombre en el suelo, pero siguen siendo los
mismos árboles?
—¿La Abue?
—Sí.
438
—Algo, pero ¿qué estás tratando de decir? Porque ahora mismo, no
sé si correr hacia ti o volver al auto e irme. Después de todo lo que
hemos pasado, insististe en que esto no puede funcionar. ¿Y ahora
qué? ¿Has cambiado de opinión?
Se frotó la barbilla y luego me miró a los ojos.
—Necesito contarte lo que pasó allí. Todo.
—Está bien.
—Después de un día o dos de haber sido transferido a esta
instalación, se corrió la voz de por qué estaba cumpliendo la condena.
Entre algunos de los internos, me gané un cierto nivel de respeto.
Detuve a un violador, e incluso otros criminales tienden a odiar a los
violadores, pero había otros reclusos que básicamente solo querían
joder a alguien y me eligieron. Querían saber si realmente era lo
suficientemente fuerte como para hacer lo que había hecho o si había
sido una especie de calor del momento.
Tenía la sensación de que sabía a dónde iba esto. Había visto cómo
se veía cuando lo liberaron, nudillos maltratados y un corte encima
de su ojo.
—Así fue como empezó. Los tipos me atacaban solo para ver qué
podía hacer e incluso después de que se dieron cuenta de que ganaría
prácticamente todas las veces, eso no los hizo retroceder. Lo empeoró.
Me convertí en el tipo a vencer. Todos querían ser el que me derribara,
porque nadie podía.
—Oh Dios mío.
—Así que peleé mucho, pero el asunto fue que empecé a quererlo.
Lo esperaba con ansias. Tan pronto como alguien saltaba sobre mí, se
me disparaba la adrenalina. Sabía lo mal que estaba eso,
especialmente considerando por qué estaba cumpliendo la condena,
pero en el momento, no me importó. Era como si tuviera un demonio
viviendo dentro de mí y dejarlo salir se sentía jodidamente bien.
» Luego, hace unos años, me asignaron un nuevo compañero de
celda, un tipo conocido como Switch. Era un hacker que había
quedado atrapado en algo relacionado con el tráfico de drogas. No sé 439
quién pensó que sería una buena idea arrojarlo con los muchachos de
mi bloque de celdas. Era un flaco fanático de las computadoras. Iban
a comérselo vivo, así que les dejé claro que si alguien lo tocaba,
tendrían que vérselas conmigo.
»Eso funcionó durante aproximadamente un año, pero los otros
reclusos se estaban cansando de verme ganar todo el tiempo.
Empezaron a apostar en mis peleas y algunos siguieron apostando
contra mí y perdiendo. Los cabreó. Decidieron que no sería suficiente
ir tras de mí. Fueron tras Switch. —Miró al suelo durante unos
segundos antes de continuar—. Me sujetaron y me obligaron a mirar
y lo golpearon tan fuerte que casi muere.
—Ay, Asher.
—Realmente no fui el mismo después de eso. Me llevó a un lugar
muy oscuro. Empecé a buscar peleas en lugar de solo defenderme.
Pensé en hacer cosas para agregar más tiempo a mi sentencia porque
no quería que las personas que me conocían vieran en lo que me había
convertido. Me había convertido en un monstruo.
—No eres un monstruo.
—Eso es debatible. No llegué a casa y empecé a lanzar puñetazos a
todo el mundo, pero las cosas se empezaron a salir de control de otras
maneras.
Asentí.
—Las pesadillas.
—Sí, y ataques de pánico, al parecer. Tuve una cita con un
terapeuta hace un par de días y fue inquietante lo bien que describió
todo lo que estaba pasando. La sensación de ser observado cuando no
lo era, todo eso.
—¿Fuiste a terapia?
Se frotó la nuca.
—Sí. Fue estúpido ni siquiera haberlo intentarlo.
—Empecé a buscar un terapeuta también.
Me dio esa media sonrisa otra vez. 440
—Apropiado, vaya par ¿no?
Asentí.
—Supongo que sí.
—No quería que supieras todo lo que sucedió allí porque ya era
bastante malo que yo lo supiera. —Flexionó los dedos—. Mis manos
recuerdan exactamente cómo se siente romper un hueso y noquear a
un tipo. Tengo mucha mierda con la que vivir y no quería que
supieras que esa parte de mí existía. Creo que en el fondo, pensé que
podrías seguir adelante y recordar al viejo Asher y fingir que soy otra
persona.
—No funciona de esa manera.
—Lo sé —suspiró profundamente—. El error de vivir sin ti me está
matando. Creo que nos está matando a los dos. Realmente pensé que
estaba haciendo lo correcto, pero estaba equivocado. Estaba tan
jodidamente equivocado y lamento que me haya tomado tanto
tiempo darme cuenta.
»Has estado luchando por nosotros desde la noche en que me
arrestaron y te fallé. Debí haber estado luchando a tu lado y nunca
dejarte. Debí haber puesto mi fe en ti de la forma en que tú pones tu
fe en mí. Debí haber creído en nosotros, lamento mucho no haberlo
hecho.
Las lágrimas brotaron de mis ojos, pero no sabía qué decir.
—Grace, estoy jodido, roto y no puedo mentir, estoy asustado como
el infierno. Tengo miedo de arruinar tu vida y que algún día mires
hacia atrás y desees que nunca hubiera regresado a casa, pero te amo.
Te amo con cada molécula de mi cuerpo y cada pizca de mi alma y lo
haré hasta el día de mi muerte.
»Estoy parado aquí frente a ti, un hombre que fue despojado de su
libertad, su futuro y todos sus planes. Toda esta experiencia me puso
de rodillas, pero había una cosa que nunca podrían tomar y es todo
lo que me queda para darte. Mi amor. No sé si es suficiente, no sé si 441
podrá serlo después de lo que he hecho, pero si lo quieres, es tuyo.
Mi labio tembló y me tomó un segundo antes de que pudiera
pronunciar alguna palabra.
—Asher, eso es todo lo que siempre he querido de ti.
Frunció el ceño y tentativamente levantó los brazos a los lados.
No dudé. Corrí hacia él y salté, lanzando mis brazos alrededor de
su cuello y envolviendo mis piernas alrededor de su cintura. Me
abrazó con fuerza, apretándome contra él.
—Nunca más tendrás que luchar sola —murmuró contra mi
cuello—. Siempre estaré contigo. Lo juro. Nunca te dejaré. ¿Me
escuchas? Lo prometo.
Fue difícil dejar de sollozar el tiempo suficiente para responder.
—Te escucho.
—Lo siento tanto. Te amo mucho.
—También te amo.
Me sostuvo por largos momentos, eventualmente me dejó
deslizarme hasta el suelo. Ahuecando suavemente mi rostro, me besó,
lento y profundo. Sin duda estábamos siendo observados por los
guardias de la prisión, pero no me importaba. Este era el momento
que quería, el momento que me había perdido.
Ambos teníamos mucho por sanar, pero envueltos en el amor del
otro, no había nada que no pudiéramos enfrentar. Lo creía hasta el
fondo de mi alma. Asher y yo nos pertenecíamos el uno al otro.
Se apartó un poco y besó mi frente.
Levanté la mano para tocar los lados de su rostro y miré sus
profundos ojos marrones.
—Bienvenido a casa, Asher.

442
Capítulo 47
443
Asher
Grace pasó su dedo por mi boca.
—Vas a tener que borrar esa sonrisa de tu cara si vamos a hacer
esto.
Tenía razón, pero era difícil parar.
—Lo sé, lo sé. Estaré serio.
—Bien.
—¿Qué hay sobre ti? ¿Estás segura de que puedes hacer esta
llamada y ser convincente?
—¿Qué crees que soy, una aficionada? Puedo manejar esto.
Me incliné para besarla.
—Por supuesto que sí.
Esperamos en el vestíbulo del gimnasio, ambos sudorosos por
nuestros entrenamientos. Pasé la última hora entrenando con Jack,
podía ser veinticinco años más joven, pero el tipo es una bestia. Fue
un gran compañero de entrenamiento, especialmente porque tenía
muy buenos instintos. Podía notar cuando me estaba irritando
demasiado y necesitaba que me alejara por unos minutos.
Mi terapeuta me había presionado mucho para que comenzara a
entrenar de nuevo, Grace también, incluso la Abue me había dicho
que aguantara y me pusiera los guantes de nuevo. Así que hablé con
Mark, el entrenador principal y reservé algunas sesiones de
entrenamiento privadas. Desde entonces, había estado trabajando
con él una vez a la semana y entrenando con Jack o mis hermanos.
Jack y yo también nos turnamos para trabajar con Elijah. Aquí ya
no tenían un programa para niños, pero él realmente había tomado
su entrenamiento en serio y quería continuar. Se estaba volviendo
muy bueno y ya no tenía problemas con los pequeños de mierda que 444
intentaban intimidarlo.
Resultó que no necesitaba enterrar a mis demonios. Necesitaba
controlarlos. Entrenar nuevamente y trabajar con Elijah fue bueno
para mí. Realmente bueno.
Hacer que Gavin se rindiera un par de veces tampoco había sido
malo. Me había vencido una vez, pero no iba a dejar que se saliera
con la suya.
No iba a dejar que ninguno de ellos se saliera con la suya.
Desde que llegué a casa, mis hermanos se habían burlado de mí sin
descanso sobre mi tiempo en prisión. Había encontrado más cosas,
como limas de metal o herramientas para hacer falsos cuchillos de
prisión dentro de la comida horneada, de las que podía contar. Podría
admitir que fue gracioso. Me reí cada vez.
Pero también tenía que respondérselas.
—¿Qué está haciendo Jack ahí atrás? —pregunté—. ¿Afeitándose o
algo así?
Grace miró hacia los vestidores.
—No sé. Estoy segura de que saldrá pronto.
Mark salió al frente. Tenía cincuenta y tantos años, y había sido
dueño de este gimnasio desde que comencé a venir aquí hace años.
Como cualquier luchador entrenado estaba delgado y en forma.
—Te veías bien ahí fuera —dijo—. Tus habilidades están
regresando rápidamente.
—Gracias hombre. Adquirí algunos malos hábitos, pero los estoy
superando.
—Sí, tienes algo de peleador dentro de ti que no estaba ahí antes,
pero no te preocupes, la práctica de habilidades enfocadas lo sacará
de ti. Ya está marcando la diferencia.
—Gracias.
—Escucha, quería hablar contigo sobre algo. No sé si esto te
interese, pero he estado buscando otro entrenador, alguien que
445
también pueda trabajar con niños. Te he visto con Elijah y eres natural
con él. Sé que solo has estado de vuelta en el gimnasio por un tiempo
y necesitarías pasar por una certificación de entrenador, pero si estás
interesado, podríamos hacer que eso suceda.
—¿Ser entrenador? —pregunté, sin saber qué más decir. De hecho,
lo había pensado, más de una vez. Ser entrenador me daría un
propósito y satisfaría una necesidad que sabía que tenía.
—Sí. Eres natural. Es difícil encontrar entrenadores que puedan
trabajar tanto con adultos como con niños. Sé que probablemente
estés bastante ocupado con el trabajo de construcción, pero me
encantaría convencerte de que vengas a trabajar para mí. Eres un
entrenador nato, hombre. Puedo verlo.
Un entrenador nato. Declan había dicho que soy un luchador nato.
Me gustó mucho más esta interpretación.
—Sabes qué, hablemos de lo que se necesitaría —dije—. Estoy
interesado.
Mark me estrechó la mano.
—Excelente, prepararemos algo.
Grace se mordió el labio inferior a través de su sonrisa cuando
Mark volvió al gimnasio.
Deslicé un brazo alrededor de su cintura.
—Te ves terriblemente feliz.
—Estoy tan orgullosa de ti.
Besé su frente.
—Gracias, Osita Gracie.
Jack finalmente salió, vestido con su uniforme.
—¿Estamos listos? Ya pregunté en la estación y ya están listos de
su lado.
Miré a Grace a los ojos y ambos asentimos.
—Estamos listos. 446
—¿Estás seguro de que quieres que te espose? —preguntó—.
Podría reunirme contigo allí abajo.
—Está bien, puedo soportarlo y esto será más convincente. Saben
que me he retrasado en responder, así que sospechan de todo en este
momento. Las imágenes los convencerán.
—Está bien, hagámoslo.
Jack agarró sus esposas y extendí los brazos. Cayeron sobre mis
muñecas con un clic metálico. Sentirlas allí de nuevo me dio un
rápido golpe de adrenalina, pero no era algo que no pudiera manejar.
Eso fue parte de por qué estábamos haciendo esto después de un
entrenamiento. Ya había quemado mucha energía, por lo que este
truco no debería provocarme de una manera que no quería.
Me encontré con los ojos de Grace.
—¿Estás bien?
—Sí. Es extraño verlas en ti de nuevo. —Sus labios se curvaron en
una sonrisa—. Pero los chicos van a perder la cabeza.
—Vamos, Bailey —dijo Jack, su voz profunda y seria—. Vamos.
Puso su mano en mi hombro y me llevó afuera. Su coche estaba
aparcado calle arriba. Grace lo siguió, tomando fotos. Caminamos
más lento de lo necesario, dándole tiempo para enviar las fotos y
hacer la primera llamada.
Acordamos dejar a Evan al margen; no teníamos ninguna prueba
de que hubiera estado involucrado en las bromas de prisión y el jefe
Stanley me había avisado cuando mis otros tres hermanos estarían
fuera de servicio, así que sabía que estaban cerca.
—Logan, oh, Dios mío —dijo Grace detrás de mí—. Uno de los
Haven apareció en el gimnasio y Asher se desquició. Jack los separó,
pero se está haciendo cargo de Asher, ni siquiera sé qué hacer en este
momento.
Maldición, su voz era convincente. Mi chica era buena.
—No sé, se escapó y luego Jack dijo que lo sentía, pero que tenía
447
que llevarse a Asher. Tomé una foto porque no pensé que me creerías.
Jack lo está poniendo en el auto ahora. Oh Dios, Logan, ¿qué vamos
a hacer? No puedo creer que esto esté sucediendo.
—Jesús —murmuró Jack—. Es despiadada.
—Es la chica más dulce que jamás conocerás, pero tiene una vena
malvada. Especialmente cuando se trata de bromas. La mejor parte es
que la mayoría de la gente no tiene idea. Algunas de las mejores
bromas de los Bailey han sido de Osita Gracie.
Jack se rio entre dientes.
—Acércate, ya tiene las fotos y puedo quitártelas. Vas a necesitar
ambas manos.
—Gracias —le dije mientras me quitaba las esposas—. Tampoco
eres malo en esto. ¿Hay alguna posibilidad de que podamos hacer
que finjas el arresto de uno de los hermanos Haven?
Me frunció el ceño.
—No. —Solo me reí—. Está bien, en la parte de atrás —dijo y pude
oír el humor en su voz—. Y si Naomi me mete en problemas por esto,
te culpo a ti.
—Es justo, aceptaré la culpa.
Jack nos llevó a la oficina del alguacil con Grace siguiéndonos. Con
un poco de suerte, mis hermanos estarían aquí abajo en unos minutos.
Esperaba que irrumpieran y armaran un escándalo. Cuanto más
ruidosos fueran cuando llegaran aquí, más divertido sería esto.
Entramos y Grace se apresuró al vestíbulo detrás de nosotros.
—¿Estamos listos? —preguntó Grace.
Rebecca Roy, una chica que Grace y yo conocíamos desde el jardín
de infantes, estaba en el mostrador. Sonrió y levantó los pulgares.
—Todo listo.
—Bien —dijo Grace—. Están en camino.
—Tienen planeado limpiar esto cuando hayan terminado, 448
¿verdad? —preguntó Rebeca.
Jack se rio entre dientes.
—No te preocupes, Bec, es parte del trato.
—Bueno. —Señaló con el pulgar hacia atrás—. Esperaré allí para
no quedar atrapada en el fuego cruzado.
Grace miró hacia el frente.
—Creo que son ellos.
Jack me apresuró para que me colocara detrás del mostrador.
Rebecca tenía todos nuestros suministros listos. No tenía idea de
cómo Grace había convencido a Jack y al resto de la oficina del
alguacil para que nos dejaran hacerlo. Esa es mi chica, para que vean.
Jack esperó justo detrás de la barrera para que no lo vieran en el
vestíbulo y yo me agaché detrás del escritorio.
Las puertas del vestíbulo se abrieron y la voz de Logan retumbó:
—¿Grace? ¿Qué demonios está pasando?
—¿Dónde está?
—¿Qué está pasando?
—Gracias a Dios que están aquí —dijo Grace.
—Jack, ¿dónde diablos estás? —llamó Logan hacia la parte de
atrás—. ¿Dónde está Asher?
Deslicé dos de las tartas de crema de chocolate del escritorio de
Rebecca a las palmas de mis manos, asegurándome de que estuvieran
firmes.
Tres.
Dos.
Uno.
Aparecí, deslicé una tarta por el mostrador hacia Grace y tomé la
otra. Tardé el tiempo suficiente para que me vieran, realmente me
vieran, les di mi mejor sonrisa Bailey.
449
—Hola, hermanos.
—¿Qué carajos? —preguntó Logan.
Le tiré la tarta directamente a la cara.
Grace deslizó la segunda tarta del mostrador y un segundo
después, Levi tenía una tarta de crema de chocolate escurriéndose por
su camisa.
Los ojos de Gavin se agrandaron.
—¿Qué demo…
Lo corté con la tercera tarta, golpeándolo como una diana.
Logan se dobló de risa con tanta fuerza que se quedó sin aliento.
Levi se quitó el relleno de tarta y la crema batida de los ojos y los
arrojó al suelo. Gavin se quedó quieto, como si estuviera demasiado
conmocionado para moverse.
—Oh. Mi. Dios —dijo a través de su cara con tarta—. Eso fue
jodidamente increíble.
Entonces Gavin se echó a reír y Logan siguió riéndose tan fuerte
que no podía quitarse la tarta de la cara.
Levi negó con la cabeza lentamente, pero incluso él se rio.
—Está bien, nos lo merecíamos.
Grace tenía las manos sobre la boca, sus hombros temblaban
mientras se reía de ellos.
Logan se limpió un puñado de tarta de la cara.
—G, ¿nos tendiste una trampa? Ya verás.
Chilló y trató de huir, pero Logan le lanzó un poco de chocolate.
Escuché a alguien murmurar oh mierda cuando salté sobre el
mostrador y comenzó la guerra total.
Gavin y Levi me atacaron con puñados de relleno de tarta mientras
intentaba arrojarme frente a Grace. El chocolate y la crema batida
volaron, salpicando por todas partes. Recogí un poco del suelo y se lo 450
lancé a Logan. Respondió con otro puñado que manchó mi camisa.
—Ey, Baileys. —La voz de Jack resonó en el vestíbulo.
Todos nos detuvimos y lo miramos. Él y varios oficiales nos
sonrieron, todos con tartas en las manos.
Oh, mierda.
Agarré a Grace y la abracé, dándole la espalda a Jack y a los demás
para protegerla del ataque. Tarta de crema, que olía a plátano, me
salpicó los hombros. No podía dejar de reír. Levi y Logan
inmediatamente comenzaron a recoger más tarta y arrojársela a
nuestros nuevos atacantes. En segundos, todos estábamos envueltos
en una pelea de pasteles en el vestíbulo del departamento del
alguacil.
Solo un día típico en Tilikum.
Los oficiales finalmente se quedaron sin tarta y la batalla se calmó.
Todos levantamos las manos en rendición mutua, el lugar era un
desastre: salpicaduras de tarta y crema batida por todas partes.
Gavin estaba cubierto de pies a cabeza. Había renunciado a
cualquier tipo de protección a favor de pasar a la ofensiva. Levi y
Logan habían recibido su parte y Grace y yo éramos un desastre.
También lo eran Jack y los otros oficiales.
Limpiamos y con tantas manos, no tomó mucho tiempo. Le di a
Jack puntos por las tartas extra. Habíamos sorprendido a mis
hermanos y él nos había sorprendido a todos. Las bromas con tartas
eran las mejores.
Todavía pegajoso, pero ya no goteando relleno de la tarta, mis
hermanos nos siguieron a Grace y a mí afuera.
—No puedo creer que hayas hecho eso —dijo Logan—. En serio
pensé que Jack te había arrestado.
—No puedo creer que Jack nos haya atacado con más tartas —dijo
Grace—. No quiero volver a oler la crema de plátano nunca más.
Gavin seguía sonriendo.
451
—Hermano, bien hecho. Eso fue épico.
Sonreí y lo abracé, luego a Logan.
Levi negó con la cabeza hacia mí, luego extendió los brazos. Lo
abracé con fuerza.
—Perdón por lo que dije ese día. —La voz de Levi era tranquila—.
Me alegro de que estés en casa.
—Gracias hermano. Yo también.
—Está bien, brocacolas10 —dijo Logan—. Necesito ir a la ducha.
—¿Ducha? —preguntó Gavin, burlándose—. Vamos a saltar al río.
—¿Por qué habría de hacer eso? El río está frío.
—Bebé —dijo Gavin.
—Tú eres el bebé.
Levi empujó el hombro de Gavin.
—Les hundiré los culos en el río.
—Me gustaría verte intentarlo.
Grace tomó mi mano y tiró de mí.
—Rápido, salgamos de aquí antes de que intenten atarnos para que
saltemos al río con ellos.
Hicimos una pausa fuera de su auto y enganché mi brazo alrededor
de su cintura, atrayéndola bruscamente contra mí.
—Estoy pensando en ducharme, pero tal vez te lama toda primero.

Broma de Logan para referirse a sus hermanos combinando las palabras hermano y Coca-
10

Cola, en inglés. En la cultura popular se refiere a la bebida más varonil del mundo.
—Es tan extraño cómo tengo tarta por todas partes —dijo,
enfatizando las palabras.
Disimuladamente rocé mis dedos entre sus piernas.
—En todas partes, eh. Sí, definitivamente te limpiaré a lametones.

452
Capítulo 48
453
Asher
Encontré un lugar a una cuadra del bar y estacioné. La calle estaba
tranquila. La mayoría de los estudiantes universitarios se habían ido
durante el verano y eran las diez de la mañana. Demasiado temprano
para las multitudes en los bares, pero ese era el punto.
—¿Estás segura de que estás lista para esto? —pregunté.
Grace se acercó y me apretó la mano. No estaba seguro de si estaba
buscando tranquilidad de mí u ofreciéndomela. Tal vez ambas.
—Estoy segura. Necesito hacer esto.
—Ambos lo necesitamos.
Ninguno de nosotros había regresado aquí desde la noche en que
nuestras vidas se habían desviado. Grace admitió que había evitado
toda esta calle durante años. Nuestros terapeutas habían sugerido
que consideráramos volver a visitar el bar cuando nos sintiéramos
listos. Lo hablamos y decidimos que queríamos intentarlo.
Llamé antes y hablé con el dueño. Había sido sorprendentemente
genial al respecto, ofreciéndose a que nos reuniéramos aquí antes de
que abriera para que pudiéramos hacer lo que necesitábamos sin la
presión de una multitud de clientes.
Salimos de la camioneta y dejé que Grace tomara la delantera. Dio
pasos lentos hacia el frente, pero no era como si se estuviera
obligando a avanzar. Su cuerpo estaba en alerta, pero no tenso.
Simplemente se estaba tomando el tiempo que necesitaba.
Ya había hecho un progreso increíble. Después de algunas sesiones
con su terapeuta, comenzó a pedirme que la llevara a sus lugares para
intentar entrar sola. Su primer intento había sido un poco complicado.
Había pasado unos cinco minutos en el Sugar Shack, la pequeña
tienda de la esquina que frecuentábamos cuando éramos niños, antes
de tener que salir, pero no había salido corriendo presa del pánico y
dijo que saber que estaba afuera esperándola había ayudado mucho.
454
Me sentaría afuera de todas las tiendas del pueblo todo el tiempo
que necesitara si eso la ayudaba a sentirse mejor. Haría cualquier cosa
por ella.
Desde entonces, se había abierto camino hasta llegar a comprar
comestibles por sí misma. Estoy tan condenadamente orgulloso de
ella.
Llegó a la puerta del bar y miró por encima del hombro. Yo estaba
justo detrás de ella.
—¿Listo para entrar? —preguntó.
—Sí. Vamos.
Mi ritmo cardíaco se aceleró, así que respiré hondo un par de veces.
Me preparé para el asalto de recuerdos que estaba seguro de que me
golpearían, pero cuando entramos, las imágenes de esa horrible
noche no se hicieron cargo. El bar no había cambiado mucho por lo
que recordaba y no me sentí abrumado. Percibí un filo de inquietud,
pero no perdí el control.
El dueño, un tipo de mediana edad, en forma, con muchas canas en
la barba, salió por la parte de atrás.
—Ustedes deben ser Asher y Grace.
Grace y yo le dimos la mano.
—Gracias por esto —dije—. Lo apreciamos.
—No hay problema. Señorita, nunca tuve la oportunidad de
disculparme por lo que le pasó aquí. Hemos reforzado nuestra
seguridad y tenemos cámaras ahora. Nunca debió haber sucedido.
—Gracias —dijo ella.
—Siéntase libre de mirar alrededor. Espero que ayude.
Se retiró a un taburete detrás de la barra, dándonos espacio.
Grace se movió lentamente, sus pasos deliberados. Se dirigió a la
mesa de billar donde todo había comenzado y pasó los dedos por el 455
borde.
Recordé cada momento de esa noche, incluso más claro ahora que
inmediatamente después. Entonces, había estado sumido en el shock
y los efectos de la adrenalina y la ira. Ahora, podía recordar esa noche
sin el mismo nivel abrumador de emoción.
Todavía dolía. Mi vida había dado un giro terrible esa noche y
había comenzado allí mismo, en esa mesa de billar, pero no me dejé
llevar por recuerdos violentos. Por primera vez, enfrenté lo que nos
había sucedido y las decisiones que había tomado, con tranquila
aceptación.
Protegí a Grace y pagué un precio por ello.
Sin pronunciar palabra, atravesé el bar, observándolo. Grace se
demoró cerca de las mesas de billar y luego se dirigió directamente a
la parte de atrás. No estaba seguro de si ella querría salir, pero si
quería, iría con ella.
Junto a la puerta que conducía al exterior había un cartel que
advertía la presencia de cámaras grabando. Sin dudarlo, abrió la
puerta y salió.
Esto fue más difícil.
El callejón había estado oscuro esa noche, pero incluso con el sol de
media mañana, verlo me golpeó de lleno en el pecho. Por un segundo,
fue difícil respirar.
Pero Grace no estaba clavada en el suelo, a segundos de ser
brutalizada. Estaba de pie a la luz del día, su cabello se movía con la
brisa. Hermosa y perfecta.
Y, a pesar de todo, mía.
Lo cual es algo así como un milagro.
Di unos pasos, mirando alrededor. Dejar que este lugar hiciera lo
que fuera que me iba a hacer. Probablemente nunca volvería, pero
necesitaba enfrentarlo. Necesitaba enfrentar lo que había sucedido y
lo que había hecho.
Nunca me había sentido orgulloso del resultado. No habría sido
456
correcto gloriarse en la muerte de alguien, sin importar lo que hubiera
hecho, pero habría sido una mentira decir que lo lamentaba. Habría
hecho cualquier cosa, incluso sacrificar mi propia vida, para salvar la
vida de Grace y lo volvería a hacer sin dudarlo.
Si eso me convirtió en un monstruo, que así sea.
Grace me rodeó la cintura con los brazos y apoyó la cabeza en mi
pecho. Envolví mis brazos a su alrededor, sosteniéndola con
seguridad en mi abrazo. Sentí la relajadora calma de su corazón
latiendo con el mío y respiré.
—Gracias —dijo suavemente.
—¿Por esto? Por supuesto. Ambos lo necesitábamos.
—Sí, pero…— Hizo una pausa y levantó la cara para mirarme a los
ojos—. Gracias por lo que hiciste aquí, por salvarme.
Le aparté el pelo de la cara.
—Gracias a ti por salvarme.
Me sonrió y el hecho de que pudiera hacerlo aquí, con sus ojos
azules brillando con verdadera felicidad, me quitó algo de peso de los
hombros. Parte del poder, que este lugar y esa noche habían ejercido
sobre mí, se había ido; disolviéndose en el aire y alejándose con el
suave viento.
—¿Necesitas más tiempo? —pregunté.
Respiró hondo.
—No, ya he terminado.
Yo también. Terminado y listo para continuar.
Los autos estacionados ya llenaban la calle Evergreen cuando
llegamos a la casa.
457
—Supongo que no están perdiendo el tiempo —dijo Grace,
asintiendo hacia la puerta principal abierta de par en par.
—¿Cómo entraron?
Suspiró.
—Todos tus hermanos tienen llaves.
—Oh, no me di cuenta de que habías hecho eso.
—No lo hice.
—Entonces, ¿por qué mis hermanos tienen las llaves de nuestra
casa? —pregunté mientras entrábamos.
—Porque ¿son tus hermanos?
Me encogí de hombros. Esa fue probablemente una explicación tan
buena como cualquier otra.
Las voces nos saludaron cuando entramos. Hoy fue un gran día. La
casa había sido inspeccionada por seguridad, la compañía de seguros
había hecho lo suyo y nos habían dado el visto bueno para comenzar
a reparar y reconstruir.
Iba a requerir un maldito montón de trabajo, pero teníamos mucha
ayuda.
Mis hermanos estaban aquí, por supuesto, al igual que Jack y Elijah.
La mayor parte de la familia de Grace por parte de los Miles ya estaba
aquí también. Naomi y Shannon se ofrecieron a cuidar a todos los
pequeños mientras los adultos venían a ayudarnos a limpiar los
escombros. Alguien ya había organizado a la gente y el trabajo estaba
en marcha.
Grace y yo habíamos alquilado un apartamento para mantenernos
a flote hasta que la casa volviera a estar en condiciones habitables.
Cara había tratado de convencernos de vivir con ella y, aunque su
casa era bastante asombrosa, acordamos que queríamos nuestro
propio espacio. Aunque no tuviera una vista espectacular del río.
Nuestro lugar era agradable y volver a casa con Grace todas las 458
noches fue increíble, pero estaba ansioso por reparar esta casa para
que pudiéramos mudarnos y hacerla nuestra.
Las nuevas citas favoritas eran los viajes a la ferretería y hojear
revistas de hogar y jardín en busca de ideas. Actualmente estábamos
en medio de un debate sobre las encimeras de la cocina. Ella quería
granito, yo cuarzo compuesto.
Estaba bastante seguro de que la estaba convenciendo.
Cara salió de la parte trasera de la casa vestida con una camiseta
vieja de Tilikum College anudada en la cintura, unos pantalones
cortos, lo que parecían un par de botas de trabajo nuevas y unos
guantes de trabajo de cuero que sobresalían de un bolsillo.
—Ahí está mi querida osita de peluche. —Abrazó a Grace.
—Mírate —dijo Grace—. Lindas botas.
Se encogió de hombros.
—No tengo idea de lo que estoy haciendo, pero fingiré hasta
lograrlo, ¿verdad?
—Me encanta. Gracias por venir.
—Por supuesto, bebé.
—Cambiando de tema, ¿has hablado con Libby Stewart
últimamente? —preguntó Grace.
—¿De la biblioteca? No, no en un tiempo. ¿Por qué?
—Ayer pasó por la cafetería para decirme que ya no podía
ayudarnos con la búsqueda de Eliza Bailey. Lo cual está bien, si está
ocupada o lo que sea, pero me dijo que debería dejar de buscar porque
está segura de que no hay más información.
Las cejas de Cara se juntaron.
—¿En serio?
—Sí, fue extraño. Casi parecía molesta. Quién sabe, tal vez solo
estaba teniendo un mal día, pero fue inflexible al respecto, como si
estuviera segura de que era una pérdida de tiempo.
459
—Eso es raro.
—¿Verdad que sí? De todos modos, me preguntaba si la habías
visto.
Se golpeó los labios con un dedo.
—No, pero ahora tengo curiosidad, tal vez vaya a la biblioteca e
investigue yo misma.
—Eres como un gato, ¿lo sabías? Cuelgan un poco de cuerda frente
a ti y lo ignoras. Mueven la cuerda alrededor de una esquina y, de
repente, tienes que investigar para averiguar adónde fue.
—Probablemente es cierto. —Miró alrededor de la zona de
construcción que eventualmente sería nuestra casa—. De todos
modos, como dije, no sé lo que estoy haciendo, así que solo dejo que
tus hermanos me den órdenes. Hablando de eso, la próxima vez,
¿podrías tratar de reunir un equipo que no esté compuesto
completamente por los Bailey y hombres atractivos pero muy
casados? Estoy disfrutando de la increíble cantidad de masculinidad
que se exhibe, pero es una tortura. Tus hermanos son brutalmente
atractivos y el hecho de que todos estén felizmente casados los hace
exponencialmente más atractivos, lo que me está liando la cabeza de
una manera que no sé cómo manejar.
Grace se rio.
—No tengo idea de lo que estás hablando en este momento.
—¿Los ves ahí fuera? Sonriéndoles a sus esposas con esas miradas
que dicen, mujer, eres la única a la que amaré y aunque te vi sacar un
bebé de tu vagina, todavía estoy tan caliente por ti como nunca he
estado y cuando lleguemos a casa te lo demostraré. ¿Por qué eso es
tan ardiente, Grace? Dime, porque estoy muy confundida en este
momento.
—¿Estás realmente sorprendida de que estar abiertamente
enamorados de sus esposas y comprometidos con sus familias hace
que los hombres sean atractivos? Todo el mundo sabe que es así. Es
por eso que a las mujeres les encanta mirar fotos de celebridades 460
masculinas siendo lindas con sus cónyuges o cargando a sus bebés.
—¿Las mujeres realmente hacen eso? Nunca lo hice.
Grace le dio una palmadita en el hombro.
—Está bien, cariño. Sé que esto es nuevo, pero es perfectamente
normal.
Salí por la parte de atrás mientras Grace continuaba tranquilizando
a Cara. Realmente no entendía de qué estaban hablando, pero eso era
típico. Esas dos tenían su propio idioma, muy parecido al idioma
gemelo de Levi y Logan cuando eran pequeños.
Saludé a todos, deambulando para ver cómo iban las cosas. Habían
tenido un buen comienzo. Llegó nuestra entrega de madera y con
tanta gente, descargamos todo y lo trasladamos a la parte de atrás en
un abrir y cerrar de ojos.
No pasó mucho tiempo antes de que las cosas comenzaran a
parecer mucho más manejables. Reforzamos la pared trasera y
reparamos los soportes del techo para asegurarnos de que estuviera
estable. Eliminamos la mayor parte de los escombros quemados.
Revisé las cosas para decidir qué se podía salvar y despejé el espacio
para que pudiéramos reconstruir la pared exterior.
—Esto es como uno de esos programas de mejoras para el hogar
donde construyen una casa completa en dos días —dijo Logan—.
Ustedes vivirán aquí la próxima semana.
—No puedo creer cuánto progreso ya hemos logrado —dijo Grace.
—Un par de semanas más y seremos vecinos. —Logan levantó su
mano para chocar el puño con el mío.
Solo lo miré.
—¿Qué?
—¿No te lo dije? Nos mudaremos al lado.
—¿Qué? —chilló Grace. Sonaba mucho más entusiasta que yo—.
¿Al lado nuestro? ¿Aquí?
Logan parecía demasiado orgulloso de sí mismo. 461
—Sí. Dado que Gavin obviamente no se irá a ninguna parte,
pensamos que deberíamos conseguir una casa con un tercer
dormitorio. La de al lado estaba disponible, así que la compramos.
—Tienes que estar bromeando —le dije.
—Esto va a ser muy divertido —dijo Grace.
—Lo sé —dijo Logan—. Va a ser increíble. El patio trasero es
enorme. Ya estoy trabajando en un diseño para las fogatas.
Grace sonrió.
Negué con la cabeza.
—Si viven al lado, tienen que darme todas las llaves que tienen de
nuestra casa.
—¿Por qué habría de hacer eso? ¿Qué pasa si necesito pedir
prestado algo?
—Es por eso que quiero tus llaves.
Logan se rio y me dio una palmadita en el hombro, luego se alejó.
—¿No estás emocionado? —preguntó Grace—. Será divertido
tenerlos justo al lado.
Miré a mi alrededor a mis hermanos. Levi estaba trabajando en la
cocina junto a dos de los hermanos de Grace. No sería un mal vecino.
Pero luego vi a Logan rompiéndole la camisa a Evan, ganándose un
gruñido enojado. Gavin estaba en el techo y no tenía ni idea de si
estaba allí por alguna razón, o simplemente usando la parte de trabajo
como excusa para hacer algo peligroso.
Probablemente Grace tenía razón. Sería divertido.
Aproximadamente una hora más tarde, Grace llevó a algunas
personas con ella para conseguir comida y bebidas para todos. El
tiempo con el grupo de trabajo estaba llegando a su fin a medida que
el sol se hundía en el horizonte. Habíamos hecho tantas cosas que ya
parecía una casa completamente diferente.
Llegó la cena, junto con la Abue, que trajo tartas y galletas. 462
Llenamos de comida a nuestros ayudantes, que era lo menos que
podíamos hacer por todo lo que nos habían ayudado.
El grupo de trabajo se convirtió gradualmente en una fiesta. Había
comida por todas partes. Mis hermanos sacaron una caja de cerveza
y los hermanos de Grace trajeron vino de su bodega. Su hermano
Cooper y su cuñado Chase se unieron a Logan y Gavin en la
elaboración de una fogata improvisada con rocas. Pronto hubo un
buen fuego, a una distancia segura de la casa y alguien puso música.
Había sido un maldito buen día.
Me quedé con Grace cerca del fuego con mi brazo alrededor de sus
hombros y una cerveza en la mano. Su brazo estaba cerrado alrededor
de mi cintura y tenía una copa de plástico con vino tinto. Estábamos
cansados y sucios. Su mejilla estaba manchada de hollín y había polvo
en su cabello.
Es perfecta.
La Abue recorrió el patio rocoso, después de repartir rebanadas de
tarta a todos, pasó la última hora charlando con las cuñadas de Grace.
La atraje hacia mí con mi otro brazo y la apreté suavemente.
—Gracias de nuevo por traer el postre.
—Oh, por supuesto. Me gusta alimentar a la gente. Los hace felices.
—Especialmente cuando es tarta.
—Vaya si no es verdad —Haló mi brazo—. Salgan al frente un
momento. Tengo algo para los dos.
La seguimos alrededor de la casa hasta donde había estacionado.
Sacó una caja de su asiento trasero y me la entregó.
—He estado guardando esto para un regalo de bodas, pero decidí
que era el momento.
Lo abrí y saqué algo plano, envuelto en papel de seda. Me di cuenta
de inmediato que era un marco de fotos.
Grace retiró el papel, revelando un marco de collage con cuatro
fotos. En la parte superior izquierda había una foto de la Abue y el
463
abuelo. Se veían exactamente como los recordaba de mi infancia.
Estaban juntos en el porche trasero, sonriendo y el abuelo le pasaba
el brazo por los hombros.
Al lado había una foto de mis padres, Charles y Helena Bailey. Se
miraban el uno al otro, en lugar de a la cámara. Sonriendo de una
manera que hizo que me doliera el pecho.
Debajo había una foto mía con mis hermanos de cuando tenía unos
nueve años. Estábamos todos sentados en la plataforma de la
camioneta del abuelo, un montón de chicos sucios y despeinados.
Parecíamos problemáticos.
Finalmente, una foto mía y de Grace. Yo tenía unos once años ahí,
Grace diez. Estábamos de pie en el arroyo con los pantalones
arremangados hasta las rodillas, mirando algo en las manos de Grace.
Nuestras cabezas estaban juntas, nuestras expresiones emocionadas,
como si acabara de encontrar un tesoro.
Recordé ese día. Había encontrado una roca que tenía una raya de
algo dorado en ella. No había sido oro real, por supuesto, pero había
provocado semanas llenas de búsquedas y teorías, los dos fingiendo
ser buscadores, rastreando el arroyo en busca de riquezas.
Grace pasó los dedos suavemente por el marco.
—Oh Abue. Esto es increíble.
Tragué saliva, esperando que la oleada de emoción pasara antes de
poder hablar.
—Gracias.
—De nada. Elegí las fotos que pensé que disfrutarían más. Sé que
la casa aún no está lista para que coloquen fotos, pero sentí que hoy
era el día adecuado para dárselos.
Grace se pasó la mano por debajo de los ojos.
—Ni siquiera sé qué decir.
464
—Está bien, Mamá Osa, escucho lo que dice tu corazón. —La Abue
miró hacia la casa—. Las cosas se ven bien allí. Estarán colgando esto
en la pared en poco tiempo.
—Sí, lo haremos —dijo Grace—. Es una pena que hubiera un
incendio, pero podría haber sido mucho peor.
—A veces, estas cosas suceden de la forma en que deben suceder
—dijo la Abue—. Tiene un significado especial que traigan esta casa
de vuelta de las cenizas juntos. Haciéndola un hogar.
Miré a Grace y me miró a los ojos, la Abue tiene razón. Esta casa
está llena de significado para nosotros, es un vínculo entre nuestro
pasado y futuro. Una representación de la vida que ambos queríamos
y la vida que ahora estábamos trabajando juntos para construir.
Esa vida no se parecía a la que imaginamos la noche que nos
paramos frente a esta casa y compartimos nuestro primer beso.
Habíamos enfrentado dificultades y desafíos que nunca podríamos
haber previsto. No había magia que curara instantáneamente las
heridas que habíamos sufrido. Al igual que esta casa, nos costó
mucho trabajo reconstruir lo que teníamos juntos.
Pero estábamos reconstruyendo. Porque el amor es más grande que
la tragedia y el dolor. Había perdido de vista eso por un tiempo, pero
Grace había estado aquí para mostrarme el camino. Su amor
inquebrantable y su lealtad me habían enseñado mucho. Me había
salvado de la oscuridad y de los demonios de los que nunca pensé
que escaparía.
Su amor es así de grande. Nunca debí haber dudado de ella.
Pero en algún momento del camino, debo haber hecho algo bien,
porque esta hermosa mujer es mía, para siempre.
Y pronto, iba a hacerlo oficial.

465
Capítulo 49
466
Grace
Me recosté en la silla en la gran mesa del comedor de la Abue,
sintiéndome agradablemente llena. Todavía me quedaba algo de
comida en el plato, pero ya había comido demasiado. Si seguía
adelante, no pasaría mucho tiempo antes de que deseara haber usado
pantalones de pijama en lugar de jeans. La comida de la Abue era así
y ni siquiera era un día festivo. Sólo un martes por la noche en
octubre.
La mesa zumbaba con una conversación animada. Logan y Levi
estaban discutiendo con Evan sobre algo relacionado con los viejos
autos deportivos. Gavin le contaba chistes a Elijah y lo hacía reír
histéricamente. De vez en cuando, Jack añadía su granito de arena al
debate sobre los coches deportivos y mi madre y la Abue charlaban
sobre gallinas. Aparentemente, mi madre estaba pensando en
comprar algunas para tener huevos frescos y la Abue la animaba de
todo corazón a que consiguiera sus propias pollas.
Asher se sentó en silencio a mi lado y puso su brazo alrededor del
respaldo de mi silla. Se inclinó y colocó un suave beso en mi sien.
Nos habíamos mudado a la casa de la calle Evergreen hace varias
semanas. Entre las sesiones de entrenamiento de un número cada vez
mayor de clientes y la clase de lucha para niños que había comenzado,
Asher había estado trabajando duro en la casa para que volviera a ser
habitable. Reparó la pared exterior, el techo y teníamos una cocina en
funcionamiento. Todavía no teníamos los gabinetes, pero sí un
fregadero y un refrigerador.
No había estufa ni horno, pero a pesar de que el clima más fresco
del otoño se había asentado, Asher insistió en que él podía cocinar a
la parrilla hasta que consiguiéramos una nueva.
Vivir juntos en esa casa, incluso con trabajo por hacer, era todo lo
que había soñado y más.
A veces todavía me despertaba por la noche y, en la bruma del
467
sueño, estiraba el brazo sobre la cama para alcanzarlo, pero ahora,
estaba allí, durmiendo a mi lado.
Todavía tenía pesadillas, pero su frecuencia había disminuido. La
terapia estaba ayudando, pero más que eso, ahora tenía un propósito
de nuevo. La Abue diría que había encontrado su misión. El
entrenamiento en artes marciales le dio a su cuerpo algo que ansiaba
y trabajar como entrenador le dio sentido y dirección, algo que un
hombre como él necesitaba desesperadamente.
Las cosas no eran perfectas, pero estaban mejorando y estoy tan,
tan orgullosa de él.
Me inspira todos los días y había estado trabajando en mí misma
igual de duro. Procesar lo que me había pasado no fue fácil. Fue difícil
e incómodo. Pero Asher había estado conmigo, apoyándome, en cada
paso del camino. Me sentí bien al saber que podía ir a donde
necesitaba sin Cara como muleta y ya no estaba dejando que el
pasado gobernara mi presente. Yo estaba en control.
Asher rozó su nariz contra mi sien y me besó de nuevo.
—Voy a tomar un poco de aire. ¿Quieres unirte a mí?
—Por supuesto.
Agarré mi suéter y salimos al porche trasero. Hacía frío, con el
fresco aroma del otoño en el aire. Nos paramos junto a la barandilla
y Asher me abrazó para mantenerme caliente.
—¿He mencionado últimamente cuánto te amo? —preguntó.
—Sí, pero puedes decirlo tantas veces como quieras.
Se movió para quedar frente a mí y tomó mi mano izquierda.
—Sabes, es octubre, ya no es verano. No hemos hablado de eso.
—Supongo que no lo hemos hecho.
—Cuando te pedí un verano hace tantos años, creo que ambos
sabíamos que no era lo que realmente quería. Un verano contigo
nunca hubiera sido suficiente. Cuando me pediste lo mismo hace
unos meses, supe que seguía siendo cierto, pero aún necesitaba que
468
fuera de esa forma y de alguna manera lo entendiste.
—Necesitabas tiempo.
—Sí. Lo siento por todas las formas en que hice las cosas más
difíciles. Estoy tratando de compensarte, no sé si alguna vez será
suficiente. Me esperaste por tanto tiempo, todavía me deja
boquiabierto.
—Es sencillo. Esperé porque eres mi mejor amigo y te amo. Porque
lo sacrificaste todo por mí y porque sabía que valdría la pena la
espera, sin importar qué.
Frotando ociosamente mi dedo anular, metió mi cabello detrás de
mi oreja con la otra mano.
—Grace, lo vales todo y hay algo que necesito preguntarte.
Mi corazón revoloteó en mi pecho. Sus ojos estaban fijos en los
míos, manteniéndome cautiva.
—La primera vez que hice esto, hice un gran espectáculo y fue
divertido. Me alegro de haberlo hecho de esa manera, pero esto es
diferente. Esta pregunta, este momento, no se trata de un gran gesto
frente a todo el pueblo. Se trata de ti y de mí.
Tragando saliva, asentí.
—Grace Miles, te he amado toda mi vida y te amaré hasta el día de
mi muerte. Sería mi mayor honor si pasaras los días conmigo, como
mi esposa. Te prometo que pasaré el resto de mi vida amándote con
todo lo que soy —Se inclinó más cerca, rozando su nariz contra la
mía—. ¿Quieres casarte conmigo?
Cerrando los ojos, me derretí contra él. Sus brazos me rodearon y
enterró su rostro en mi cuello.
—Sí —le dije suavemente al oído.
Me apretó con fuerza, casi aplastándome contra él.
—Te amo mucho. 469
—Yo también te amo.
Después de largos momentos en los brazos del otro, se soltó y buscó
en su bolsillo. Levantó mi mano y deslizó un anillo en mi dedo.
El mismo anillo que había usado antes.
Mordiéndome el labio inferior, miré mi mano a través de las
lágrimas que llenaban mis ojos. Se veía tan perfecto, como si nunca
me lo hubiera quitado.
—Lo guardaste.
—Por supuesto que lo hice —dijo—. Siento haberte dado una razón
para quitártelo, no volverá a suceder.
—Lo sé.
Dejé escapar un largo suspiro y me atrajo hacia sí. Me rodeó con
sus gruesos brazos. Algunas lágrimas se filtraron de las esquinas de
mis ojos.
Todo estaba bien de nuevo. Asher y yo estábamos juntos.
Estábamos completos.
La puerta trasera se abrió y Gavin asomó la cabeza.
—La Abue dijo que dejaran de besarse aquí atrás o ambos estarán
castigados.
—No dije tal cosa. —La voz de la Abue se escuchaba desde
adentro—. Besa a esa chica todo lo que quieras, Oso.
Los hombros de Asher temblaron mientras reía.
—Gracias, Abue. —Bajó la mirada hacia mí—. ¿Deberíamos
decirles?
—¿No sabían que me ibas a preguntar de nuevo?
—No. Como dije, esto fue solo para nosotros.
Incliné mi barbilla para encontrar su beso. Sus labios presionados
contra los míos. Gavin hizo ruidos de arcadas desde la puerta, pero
lo ignoramos.
470
—Sí, vamos a decirles —dije.
Tomando mi mano, Asher me llevó adentro. La Abue me miró a los
ojos y su boca se torció en una sonrisa. Tal vez no les había dicho,
pero tenía la sensación de que ella lo sabía.
—Entonces, Grace y yo tenemos algo que decir. —Asher me miró y
me guiñó un ojo—. Nos vamos a casar. Otra vez. O todavía.
—Mejor todavía —dije, levantando la mano.
Todos saltaron de la mesa y lo siguiente que supe fue que un flujo
de personas aparentemente interminable me estaba abrazando. Mi
madre llorosa, luego Jack. Elijah, que parecía haber crecido cinco
centímetros desde la semana pasada. Logan me apretó tan fuerte que
tuve que rogarle que se detuviera y Gavin me levantó y me hizo girar.
Levi me abrazó casi tan fuerte como lo había hecho Logan. Evan se
contuvo al principio, pero aun así nos abrazó a los dos, ofreciéndonos
sinceras, aunque bruscas, felicitaciones.
Diez minutos después, Logan y Levi habían ido a la tienda a
comprar bebidas, Gavin estaba haciendo una fogata afuera, mi madre
trajo varias botellas de vino y Asher y yo nos encontramos al borde
de una fiesta de compromiso improvisada.
Me quedé en el porche mirando a Gavin apilar más troncos en el
fuego. La Abue se acercó y deslizó su brazo a través del mío.
—Bueno, Mamá Osa, parece que ahora tienes una boda que
planear.
—Claro que sí.
—Ya era hora, ¿no?
Me reí.
—Sí, ha sido un compromiso largo.
—Lo ha sido, pero siempre supe que las cosas saldrían bien.
—Realmente lo sabías, ¿no? ¿Estás segura de que no eres psíquica?
Se rio suavemente.
—No, nada de eso. He estado observando por un tiempo. Además, 471
siempre nos has pertenecido. Siempre has sido una Bailey y ahora
solo tenemos que hacerlo oficial.
Puse mi mano sobre la de ella y apreté.
—Gracias, Abue.
Asher se acercó y le dio un ligero beso en la cabeza.
—Lo hiciste bien, Oso —dijo ella, dándole palmaditas en el brazo.
—Gracias. Por todo.
—Con gusto, pero no es nada. Ustedes son mis cachorros. Esto es
lo que hago.
Le dio unas palmaditas en la mejilla y luego volvió a entrar.
Asher se movió a mi lado.
—Entonces, ¿cuándo quieres casarte? ¿Tan pronto como sea
posible?
—No sé, tal vez no deberíamos precipitarnos en nada.
Riendo suavemente, me puso frente a él y puso sus brazos
alrededor de mí.
—Como quieras, pero no quiero esperar demasiado. Sigo pensando
en lo mucho que deseo poner un bebé dentro de ti, pero quiero que
nos casemos antes de hacerlo.
—Oh, Dios mío, ¿acabas de decir poner un bebé dentro de mí?
Puso su boca junto a mi oreja.
—Sí. ¿Por qué? ¿Demasiado cavernícola para ti?
Un hormigueo me recorrió la espalda.
—En realidad, no.
—Hermosa, podemos casarnos en cualquier momento. Si quieres
una boda bonita, tendremos una boda bonita. Si te quieres casar este
fin de semana en el Ayuntamiento, lo haremos. Te daré todo lo que
quieras.
—¿Incluyendo un bebé?
472
Besó el lóbulo de mi oreja.
—Absolutamente.
—No tenemos que tener un bebé en este momento, pero no voy a
mentir, murmurar en mi oído sobre dejarme embarazada es
realmente caliente.
—¿Sí? Tal vez deberíamos ir a casa y practicar.
Solté una risita y él me apretó más fuerte, dejando un ligero rastro
de besos por mi cuello.
—Probablemente deberíamos quedarnos para nuestra propia fiesta
de compromiso. Al menos por un rato.
Gimió.
—Bueno. Solo un ratito.
Observé las chispas de la fogata de Gavin elevarse en la noche,
envuelta en el fuerte abrazo de Asher. Amada. Feliz. En paz.
Los caminos que habíamos recorrido habían sido inesperados y
duros, pero nuestras luchas nos habían hecho quienes éramos.
Habíamos sido probados y desafiados. Finalmente, nuestro amor
había prevalecido. Siempre había creído, en el fondo, que Asher y yo
estábamos destinados a estar juntos, nuestras almas están
inextricablemente entrelazadas y no hay nada que pueda separarnos.
Juntos, somos irrompibles.
Epílogo
473
Evan
El aire frío de la noche me acarició mientras mi motocicleta corría
por la carretera vacía. El paisaje pasó volando, invisible, excepto por
el tramo de carretera iluminado por mi faro. No estaba seguro de
adónde iba. Principalmente, lejos. Estaba demasiado inquieto para ir
a sentarme en casa. Necesitaba conducir, cortar el viento e inclinarme
en las curvas. Necesitaba velocidad.
La carretera se curvaba y tuve que reducir la velocidad cuando
llegué a Pinecrest. Podría conducir y seguir adelante, no había mucho
que hacer en este pequeño pueblo, pero la taberna Crooked Owl me
llamó la atención y una cerveza no sonaba mal en este momento.
Había estado aquí antes; es un lugar de mala muerte, pero la cerveza
siempre estaba helada.
Aparqué afuera, me quité el casco y entré.
La luz era tenue y se escuchaba rock clásico de fondo. La multitud
poco sofisticada pasaba el rato aquí. Unos cuantos motociclistas,
había visto sus Harley afuera; tipos con barbas pobladas y botas de
trabajo; un grupo de veinteañeros jugando al billar, algunas chicas
que me miraron cuando entré y un par de veteranos canosos en el bar.
Escogí un taburete lejos de todos. No estaba aquí para hablar sobre
el clima, los deportes o lo que sea que pasara por noticias en un
pueblo de mierda como este. Solo estaba aquí para matar el tiempo y
tomar una copa.
Se acercó el cantinero y pedí una cerveza. Fiel a su estilo, estaba
helada. Le di un buen trago, me incliné sobre mi bebida, aburrido,
inquieto e insatisfecho. Así era como me sentía la mayor parte del
tiempo, así que no era exactamente nuevo.
Mi teléfono vibró en mi bolsillo, revisé los mensajes. Era de un
cliente que preguntaba por el coche que le estaba restaurando, me
pondré en contacto con él más tarde. Tomando otro trago de mi
cerveza, curioseé algunas cosas. Había estado esperando recibir 474
información sobre una Dodge Power Wagon de los cuarenta que
necesitaba encontrar. No parecía mucho, pero si pudiera conseguirla
por el precio correcto, la arreglaría y ganaría un montón de dinero.
Accidentalmente presioné el ícono de contactos y un nombre que
no reconocí apareció en la pantalla. ¿Jill? ¿Quién diablos es? ¿Por qué
tenía el número de una chica que no conocía?
Oh, mierda. Era la chica del suéter rosa, con la que Luke Haven
había estado coqueteando. Eso me hizo esbozar una sonrisa, maldito
Luke Haven. Como Bailey, estaba obligado a odiar a los Haven por
principio. A decir verdad, no me importaba una mierda la enemistad
o los Haven en su conjunto. ¿Pero Luke Haven? Mantendría esa
maldita enemistad solo para alimentar mi odio por ese pedazo de
mierda.
Seleccioné la información de contacto de Jill y presioné eliminar.
No era como si alguna vez fuera a llamarla. Parecía dulce cuando la
besé frente a Luke y dulce era un no rotundo. Una chica como ella
parecía inofensiva, como una gatita, pero las gatitas tenían garras
afiladas y eran muy buenas para convencerte de que era tu culpa
cuando te arañaban.
Mis hermanos menores aún no habían aprendido esa lección.
Asher… era otra historia, pero siempre había sido la excepción a la
mayoría de las reglas y Grace no es una gatita.
Estoy feliz por mi hermano. Me alegro de que haya arreglado su
mierda lo suficiente como para arreglar las cosas con Grace. No le
envidiaba los demonios con los que había tenido que luchar, ni el
tiempo que había pasado en prisión. Todo el asunto todavía me
cabreaba, pero no había nada que pudiera hacer al respecto y ahora
estaba en casa.
Joder, esto significaba que iba a haber una boda. Probablemente
tendría que participar y si no, ciertamente tendría que ir.
Jodidamente odiaba las bodas.
La cerveza no me estaba poniendo de mejor humor, tampoco
pensar en bodas. Me había ido de la fiesta de compromiso
improvisada de mi hermano con la esperanza de dejar atrás el dolor
475
hueco que había estado sintiendo. Era irritante cómo seguía tratando
de seguirme.
Una cerveza no iba a ser suficiente. Me iría a casa y lo ahogaría en
whisky.
Dejando mi botella medio llena, estaba a punto de levantarme de
mi taburete y salir de aquí, cuando alguien se deslizó a mi lado.
Una chica con una minifalda de cuero negro y un top con
estampado de leopardo, que apenas contenía sus tetas, estaba sentada
en la barra.
—Hola.
Mi frente se arrugó.
—¿Qué?
La comisura de su boca se levantó. Era bonita, aunque usaba
mucho maquillaje y tenía tatuajes de flores en el hombro.
—Te ves un poco solo aquí, pensé que tal vez te vendría bien una
amiga.
Mis ojos la recorrieron de arriba hacia abajo. Tiene más o menos mi
edad. Es el tipo de chica que sabía exactamente lo buena que está.
Definitivamente no es dulce, por la forma en que me miró, me di
cuenta de lo que quería. Las chicas no miraban abiertamente tu pene
de esa manera cuando esperaban que las invitaras a cenar.
Ella quería una noche, tal vez unas cuantas noches.
—¿Una amiga?
—Sí, aunque ¿a quién engaño? También me vendría bien un amigo.
He tenido una semana de mierda.
Gruñí y tomé un trago de mi cerveza.
Sus ojos se posaron en mi entrepierna de nuevo. Seguí su mirada,
haciendo obvio que podía ver lo que estaba haciendo.
—Iré al grano. ¿Quieres salir de aquí? —preguntó.
Levanté una ceja. 476
—¿No vas a comprarme un trago primero?
Se lamió los labios.
—Estaba pensando en algo mejor que solo una bebida.
Aparté la mirada, considerando. Por lo general, si iba a salir con
una chica para llevármela a casa o más exactamente llevarla a su casa,
porque nunca llevé chicas a la mía, me gustaba ser el que estaba al
acecho.
Pero esta chica estaba buena, no lo podía negar y tenía razón, estoy
jodidamente solo. Un poco de compañía no sonaba nada mal.
Además, había pasado mucho tiempo desde que me entregué a este
tipo de cosas.
—Mira, sé que estoy siendo muy atrevida —dijo—. Pero soy el tipo
de chica que no tiene miedo de ir tras lo que quiere.
—Ya lo veo.
Ligeramente pasó un dedo por mi brazo.
—Un tipo como tú, alto, grueso, robusto, es como el crack para mí.
No me puedo resistir y realmente tuve una semana de mierda.
—Yo también.
—¿Ves? Esto funciona para los dos.
Tenía razón, no había duda de que esta chica parecía problemática,
pero al menos era sincera. Sabía en lo que me estaría metiendo y
maldita sea, realmente había pasado mucho tiempo. ¿Por qué carajo
no?
Dejé mi cerveza.
—¿Vives cerca?
—Sí. Justo al final de la carretera.
—Vamos.
Nos fuimos y me subí a mi motocicleta. La seguí por el camino
hasta una casita escondida detrás de unos manzanos. 477
No encendió las luces cuando entramos, sólo me llevó directamente
a su dormitorio.
Esta agresividad no estaba mal, nada de charla forzada. Sin
tonterías ni juegos. Me había traído a casa para follar, así que, ¿por
qué perder el tiempo fingiendo que nos conoceríamos primero? Ni
siquiera me había dado su nombre y no quería saberlo. No me
importaba, sería solo sexo, una liberación.
Solo una manera de sentirme un poco menos vacío por un tiempo.

Después, ella yacía extendida en la cama, como si la hubiera follado


hasta dejarla inconsciente. No tenía ningún interés en quedarme, así
que me levanté para ocuparme del condón y limpiarme.
Tenía un baño justo al lado del dormitorio. Cerré la puerta y
encendí la luz. Até el condón y lo tiré a la basura. Me vi en el espejo y
rápidamente desvié la mirada. No era exactamente un fan de lo que
se reflejaba allí en estos días.
Me lavé las manos y me eché agua en la cara. Cuando cerré el grifo,
algo en el mostrador me llamó la atención.
Lo miré fijamente, una sensación de malestar estalló en mi
estómago. Si eso era lo que pensaba que era y seguro que lo parecía,
no había ninguna parte de esto que estuviera bien.
Mierda.
Próximo Libro
478
Ella es la luz del sol para su nube de tormenta

El estoico y gruñón Evan Bailey tiene


suficiente en su plato. Un negocio en
crecimiento, una manada de hermanos que lo
vuelven loco, un pequeño pueblo amante de
los chismes y una rivalidad que es más
profunda que cualquier disputa familiar.
¿Amar? Ese es un pase difícil. Ya aprendió
por las malas que está mejor solo.

Fiona Gallagher tiene un problema. O más


bien diez, pero ¿quién cuenta? El problema
con su auto es solo la guinda del helado de
porquería, pero no dejará que eso la deprima.

Además, ella tiene un plan. Evan Bailey, ese inquietante constructor


de autos personalizados que odia a su padre, la ayudará. Él
simplemente no lo sabe todavía.

Lo último que Evan necesita es que Fiona, demasiado alegre, se


estrelle contra su vida solitaria. Pero su oferta es demasiado
convincente para ignorarla.

Fiona no está allí para recoger los restos del corazón de Evan. Si tiene
uno, no dejará que ella se acerque a él. Pero la tensión entre ellos es lo
suficientemente caliente como para estallar. Y cuando comienza a ver
las grietas en su fachada de piedra, se da cuenta de que está
obteniendo más de lo que esperaba, mucho más, en ese hombre
grande y hosco.
Nota de la
479

autora
Querido lector,
Bueno aquí estamos. El final de la historia de Asher y Grace, y el
comienzo de esta nueva serie familiar de pueblo pequeño.
Qué viaje.
No es ningún secreto que escribí un borrador de este libro hace tres
años y déjame decirte que hay una razón por la cual ese borrador se
archivó. No estaba listo. Las diferencias entre ese viejo manuscrito y
la historia que acabas de leer son muchas. Y, sinceramente, este es
mucho mejor.
He aprendido mucho como autora en esos tres años, traté de tomar
todo lo que aprendí y volcarlo en este libro, y esta serie.
Estoy muy orgullosa del resultado.
Esta historia fue un gran emprendimiento. Tenía tantas capas para
tejer juntas, mientras siempre me aseguraba de que su relación fuera
el centro de la historia. El pueblo, la enemistad entre los Bailey y los
Haven, el misterio de Eliza Bailey, además de un elenco de personajes
secundarios importantes (verás más de todos ellos).
Pero el enfoque sigue siendo Asher y Grace, y trabajar en su difícil
reunión hasta su felices para siempre fue un gran desafío.
Escribir sobre personas que sufren es mi tema favorito y también
un ejercicio de equilibrio. Aunque su historia trata algunos temas
importantes, no quería que este libro fuera demasiado pesado y al
mismo tiempo, Grace fue agredida y Asher fue a prisión. Tenía que
estar dispuesta a profundizar en ello.
Mi mantra para este libro, y realmente para toda la serie, ha sido:
—¿Qué harías si no tuvieras miedo? —Cada vez que me
cuestionaba, me preguntaba si debía bajar el tono o no correr cierto
480
riesgo en la historia, me hacía esa pregunta. ¿Qué harías si no tuvieras
miedo? (De hecho, es una nota en el tablero de recordatorios junto a
mi escritorio). Mi respuesta a esa pregunta guio cada elección que
hice. Cada palabra que leíste fue el resultado de dejar ir mi miedo y
dejar que esta historia se desarrollara como estaba destinada, sin
importar las consecuencias.
Sí, incluso el epílogo.
Quizás especialmente el epílogo.
Espero que la historia de Grace y Asher haya sido todo lo que
esperabas que fuera. Siento que es uno de mis mejores trabajos y estoy
muy emocionada de continuar con esta serie. Hay MUCHO más por
venir de estos hermanos. Recién estamos comenzando.
Con amor,
CK
Claire Kingsley
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Claire Kingsley es una de las autoras más vendidas de Amazon de


novelas románticas y comedias románticas sexys y sinceras. Ella
escribe heroínas atrevidas y extravagantes, héroes deslumbrantes que
aman grandes, románticos felices para siempre, y todos los grandes
sentimientos.

Lectora de toda la vida, se crió en libros como El Hobbit, Las crónicas


de Narnia y El jardín secreto. Su amor por la lectura se convirtió en
amor por la escritura y pasó gran parte de su infancia creando
historias. Todavía es una ávida lectora, disfruta de todo, desde
fantasía épica hasta suspenso y romance, además de mucha no
ficción.

Vive con su familia en Pacific Northwest. Cuando no está escribiendo,


está ocupada discutiendo con tres niños, paseando a su perro y
manteniendo a su gato fuera de problemas, todos los cuales son
trabajos de tiempo completo.
482

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