Está en la página 1de 230

1

Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por lo cual no tiene costo alguno.
Es una traducción hecha por fans y para fans.
Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo si consigue atraparte.
No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus redes sociales,
recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e incluso haciendo una reseña en tu
blog o foro.

2
Índice
Sinopsis Capítulo 16
Prólogo Capítulo 17
Capítulo 1 Capítulo 18
Capítulo 2 Capítulo 19
Capítulo 3 Capítulo 20
Capítulo 4 Capítulo 21
Capítulo 5 Capítulo 22
Capítulo 6 Capítulo 23
Capítulo 7 Capítulo 24
Capítulo 8 Capítulo 25
Capítulo 9 Capítulo 26
Capítulo 10 Capítulo 27
Capítulo 11 Capítulo 28
Capítulo 12 Próximo Libro
Capítulo 13 Sobre la autora
Capítulo 14 Staff Bookzinga
Capítulo 15 Staff Midnight Dreams

3
Sinopsis
D
icen que nunca estás realmente preparado para la muerte hasta que
te está intimidando con la mirada, sus dedos huesudos extendidos y
arañando tu frágil mortalidad.
Pensé que estaba lista el día en que mi propia madre intentó asesinarme. Tal
vez estaba lista desde el momento en que nací.
Pero mientras miro el escalofriante vacío de la muerte, con mi aliento
superficial y mi ritmo cardíaco muy lento, sé que no puedo terminar así. Fui hecha
para un propósito.
Y ese propósito es Legion.
Ahora que estamos librando la batalla de nuestras vidas, una guerra que
podría eliminar a la humanidad, veo ese propósito tan claro como las espirales de
tinta oscura grabadas en su piel.
Reinos están colisionando. Alianzas se están formando. Y mi corazón está
siendo desgarrado en dos.
Conozco el código por el que vive el Se7en.
Matar a uno para salvar a un millón.
Pero tal vez no soy yo quien debía morir.
Tal vez sea el hombre a quien pensé que podía salvar… el hombre que una
vez me salvó.
El hombre por el que fui creada para matar.

Se7en Sinners #3

4
Prólogo
L
os escucho, pero no puedo moverme. No puedo gritar. No puedo
llamarlos.
No. Detente. No hagas esto.
No me hagas esto a mí. No otra vez.
Me estoy ahogando.
No. Ya me he ahogado.
Estuve retenida bajo el agua cuando era solo una niña. Un bebé que nunca
había sabido lo que era ser querida, ser amada. Permanecí bajo el agua demasiado
tiempo, y desperté. Emergí como alguien más. Algo más.
Me pusieron en esas retorcidas aguas otra vez, y supe que no emergería
como lo hice antes. No emergería una segunda vez.
Pero lo hice.
Desperté en esa agua. Renací en esa agua. Estaba cambiada. Pero de alguna
manera, era la misma. Era yo, aunque no lo era.
Era el yo antes de ella. Antes de Adriel.
Uno entró.
Dos salieron.
Uno murió.
Para que esos dos puedan vivir.
Matar a uno para salvar a un millón.
Él lo sabía. Siempre lo supo.

5
Capítulo 1
Legion

S
u sangre era fuego en sus venas.
Lava fundida que chamuscaba sus terminaciones nerviosas y
prendía fuego sus células en cenizas, solo para que esas delicadas y
microscópicas motas se reformen y remienden nuevamente.
No. No como antes. Más fuerte. Indestructible.
Había sido reconvertido en el monstruo que fue una vez. El monstruo del
que había intentado huir durante siglos. Había entregado su poder para escapar de
las almas perdidas que lo habían perseguido por milenios, sirviendo como su propia
horda personal de poltergeist.
Y ahora… las almas lo habían encontrado y estaban enfadadas. Sus voces
eran un coro de siseos violentos, susurros seductores de malicia y matanza. Sangre.
Rogaban por sangre. Y no estarían aplacados hasta que ésta manchara cada
centímetro de las húmedas paredes de piedra de esta tumba subterránea.
El temor pende pesado y espeso en el aire, una columna casi palpable de
oscuridad arremolinándose alrededor de la pequeña figura temblorosa envuelta en
una túnica andrajosa con capucha.
—¿Qué has hecho? —Su voz es tan helada como la muerte.
—Es… es verdad —reverencia la mujer, sus palabras apenas audibles—.
Eres él. La Legión de las Almas Perdidas.
—¿Qué has hecho? —Cada palabra es una apuñalada al coraje vacilante de
la mujer.
—Te… te liberé. Así podrías salvar a mi hija. —La mención de su
distanciada hija libera un gruñido de sus labios, apretados por encima de colmillos
afilados como navajas. Ella se estremece ante la vista.
—¿Dónde está ella? —Cada palabra hace estremecer el suelo bajo sus pies.
La mujer frágil consigue responder:
—Él se la llevó. Prometió que no le haría daño, pero… el santuario. Se la
llevaron al santuario. —Una sensación de urgencia ilumina sus ojos tristes—. Por
favor, tienes que darte prisa… ¡antes de que él la mate! No queda mucho tiempo.

6
Legion mira hacia la pesada puerta de cemento, su audición paranormal
captando pisadas a varios metros de distancia. Hay tantos de ellos… al menos una
docena. Su mirada regresa a la mujer que dio a luz a Eden, solo para intentar
matarla una y otra vez. Camina hacia delante. Matarla sería una bondad
comparado al destino al que se enfrentará por liberarlo. Pero ella lo hizo, sabiendo
muy bien que sería asesinada, por salvar a su hija. La misma hija que ella había
maldecido como una abominación, un flagelo en su vida. ¿Por qué?
No queda tiempo para preguntar. No cuando el hedor a muerte inunda sus
fosas nasales con cada inhalación. Él puede sentirla en su sangre, una atracción
mística que clama a su poder, llevándolo hasta ella. Pero primero, caerán. Todos
ellos. Cada maldita criatura, humana o no, que tuvo algo que ver con el tormento
de ella caerá a sus pies en una agonía inconmensurable.
Cada pisada fuerte hacia la puerta es una advertencia, un presagio. Cuando
se detiene en el pasillo, se limita a esperar, el dulce sabor a ira en su lengua y la
estimulante oleada de violencia prometida cosquilleando en sus palmas. Parpadea,
sus gruesas pestañas negras besando sus pómulos, y se deleita con la sensación de
su poder aumentando. Por siglos, había estado conforme con la diminuta fracción
que lo había sostenido lo suficiente para sobrevivir. Solo una gota minúscula para
que él pudiera cazar y matar a aquellos que habían sido tocados por la influencia
del Diablo.
Había extrañado este poder terrible. Había extrañado la manera en que lo
llamaba, lo tentaba, lo atraía. Había extrañado el aroma del miedo putrefacto
cuando sus enemigos depositaban sus ojos en su cuerpo enorme. Había extrañado
los sonidos de sus corazones galopando justo antes de que él extendiera la mano en
sus cavidades del pecho y convirtiera su órgano más vital en pulpa.
Cuanto más se acercaban, más emocionado, más completamente vivo, se
sentía. Cada paso hacia él y sus ejecuciones inminentes lo llenaba con una emoción
oscura que cantaba en su sangre y latía en sus huesos recientemente formados. No
pasaría mucho tiempo; él haría que fuera rápido. Sin tiempo para disfrutar de los
sonidos de sus gritos destrozados o la sensación de sus miembros retorciéndose con
angustia indecible. Sus muertes serían misericordiosas, cosa que era mucho más de
lo que merecían por lo que habían hecho. Lo que le habían arrebatado.
Al instante en que la primera oleada de agentes entra al corredor largo de
piedra, se detienen ante la vista de la bestia inmensa a pocos metros de distancia.
Su vacilación es su paso en falso, y Legion se limita a sonreír, unos labios sensuales
retirándose sobre colmillos afilados, antes de arrojarse hacia ellos con puro horror.
Solo un instante de silencio antes de que sus gritos resuenen a través del pasillo,
junto con los sonidos de carne siendo desgarrada y sangre borboteando.
Ni siquiera levanta un dedo. Las almas perdidas saben exactamente lo que
hacen y siempre hacen un buen trabajo. Uno a uno, los agentes se derrumban en
montones destrozados sobre el suelo frío, asaltados por sus propias espadas. Solo
un susurro de posesión es todo lo que toma para que los hombres más fuertes se

7
vuelvan locos. Y con furia y venganza bombeando en sus venas, Legion necesitó
incluso menos que eso.
Los gritos apenas duran sesenta segundos antes que el silencio sepulcral lo
reciba, y es uno con esas almas crueles una vez más. Le cantan dulces nadas al
oído, cada nota sombría mezclada con la promesa de muerte, de destrucción. Por
aquí. Ven con nosotros. Avanza por el corredor en una nube de matanza, llevado por
su insaciable sed de sangre, solo deteniéndose para notar el estado de su desnudez.
Lo que queda de su ropa son simples andrajos harapientos, hechos jirones por el
látigo bañado en veneno de un ángel, cortesía de los matones de la Alianza. Y
cuando hubieron usado eso hasta dejarlo raído y destrozado, optaron por nudillos
de latón bañados en plata.
Sus heridas habían sanado desde entonces, pero jamás olvidaría sus rostros.
La manera en que rieron y festejaron con orgullo, escupiéndole en el ojo cuando
Legion se negó a darles la satisfacción de una reacción. Y cuando se tornaron
desesperados tras horas de tortura, habían sacado sus patéticos penes pequeños y
habían orinado sobre él. Todo en el nombre de su Señor y Salvador.
Tonterías.
Pagarían. Por llevarse a Eden. Por intentar degradarlo. Por haberse burlado
de su Padre. Todos ellos pagarían.
Agarra unos pantalones, botas y una chaqueta del más grande de los
soldados caídos. Habría sido considerado enorme para los estándares humanos,
pero para Legion, no era más que alguien insignificante.
No se molestó con armas, no las necesitaría. Las almas que ahora lo
habitaban habían estado atrapadas durante siglos y tenían planes para cualquiera y
todos los que alguna vez lo importunaron. No serían silenciadas. Y lo que no
harían, Legion tenía dones… particulares… que le permitían manipular a otras
criaturas para que obedezcan sus órdenes.
Recorre el pasillo con largas zancadas, solo para encontrarse frente a otro.
Lo sigue sin vacilación, los fantasmas que lo habían atormentado internamente,
mostrándole el camino. A los ojos humanos, eran invisibles y silenciosos al menos
que quisiera lo contrario. Pero para los de su tipo, para los demonios que
acechaban desde las sombras y los ángeles que se ocultaban detrás de sus reglas y
tradiciones santurronas, aparecían como volutas de humo negro con ojos de fuego
ardiendo. Se envuelven alrededor de su maestro como señal de protección y
posesión, esperando sus órdenes. Podía menguar su presencia, cubrirlos consigo
mismo, pero en este momento los quería expuestos con toda su fuerza. Dejarlos que
vean. Dejar que todos vean en lo que se había convertido. Dejarlos que lo miren
con terror antes de que les desgarrara la garganta.
Legion se encuentra al pie de una estrecha escalera sinuosa. Puede oler las
velas consumiéndose en el piso de arriba. Pachulí, clavo, lavanda y algo más.
Esencias para conjuros. Toma los escalones de tres en tres, solo para llegar a quedar

8
frente a frente con media docena de guardias armados, todos mostrando distintos
tonos de sorpresa.
Legion extiende su poder, sin siquiera molestarse con la posesión. Los
hombres se derrumban sobre el suelo, sus cuerpos sacudiéndose con dolores
horripilantes mientras sus sangres se convierten en ácido hirviendo en sus venas. Ni
siquiera tienen la oportunidad de gritar en agonía antes de que sus cuerdas vocales
se convierten en líquido, que es exactamente la intención de Legion. Todavía tiene
el elemento sorpresa de su lado, y si las voces haciéndose eco en su cráneo dicen la
verdad, lo necesitará.
Camina entre los cuerpos de sus víctimas en lo alto de las escaleras, sus
rostros mutilados con ampollas rezumantes que apestan a pus y carne podrida.
Momentos atrás, puede haber sentido remordimiento. No habría disfrutado de su
sufrimiento, incluso si lo merecían. Pero eso era cuando había un dejo restante de
humanidad en él. Cuando estaba buscando activamente la salvación de todo el
dolor y destrucción que había ocasionado tantos siglos atrás. Cuando estaba
devastado por la culpa y vergüenza que lo comían vivo cada vez que tomaba una
vida con la finalidad de servir a lo que pensaba era el bien mayor.
Eso parece tan lejano. A medida que aprovecha su temperamento hirviendo
a fuego lento, el olor a muerte a sus espaldas, el bien mayor es un recuerdo distante.
Solo hay una cosa para la que vive, solo una cosa que alimenta su ira: Venganza.
Esa atracción interna que parece apoderarse de sus articulaciones y
músculos tira más fuerte, la sensación urgente y desesperada. Es ella. Lo necesita.
Y por más que le gustaría irrumpir en el santuario y desatar su rabia en cada
enemigo que se interponga entre Eden y él, el empalagoso aroma del veneno de
ángel cuelga pesado y espeso en el aire, como si hubiera sido manipulado para
formar una niebla que crepita en la superficie de su piel. Ni siquiera siente el ardor.
Sin duda, es una táctica de distracción, significando que lo que sea que esté al otro
lado de esas puertas de madera es la misma cosa que busca tan desesperadamente.
Solo hay uno de él, y al menos tres ángeles al otro lado de esas puertas.
Incluso con toda su fuerza, caería, pero no sin llevarse a uno o dos con él. Sabían
eso, que era por lo que las puertas del santuario estaban tan escasamente vigiladas.
Dejarían que los humanos mueran por su causa noble, tan arrogantes para pensar
que podría ser sometido lo suficiente como para renunciar a ella.
O tal vez este era su plan desde el principio. Volver a convertirlo en la bestia
que fue una vez, renunciando a todas las esperanzas de redención. Acabar con
algunas pocas vidas humanas sin importancia en su camino simplemente para
demostrar que él no es nada más que un monstruo inherente. Y llevarlo
directamente a su ejecución, utilizando a Eden como señuelo.
No importa. No le daría la espalda a la única persona que lo mantenía atado
a este reino mortal. El único rayo solitario de luz en un oscuro vacío frío que ahora
era su alma.

9
Seguramente sería una pelea a muerte, pero moriría por algo en lo que
creía… por alguien en quién creía. Renunciaría a la eternidad de modo que ella
pudiera vivir una larga vida humana, libre de la influencia que los de su clase le
habían impuesto. Se merecía eso y mucho más, incluso si su existencia fuera
eliminada de su mente. Incluso si jamás sintiera otra vez el roce de su cabello
plateado contra su pecho mientras ella moldeaba su cuerpo al de él bajo el velo de
la medianoche. U observar la forma en que sus grandes ojos castaños se abrían de
par en par cuando Jinn preparaba todas sus comidas favoritas. O espiar esos
momentos secretos cuando se acostaba en su cama, con audífonos en sus oídos, y
su nariz en un libro.
Moriría con descontento y anhelo en su corazón, pero valía la pena si eso
significaba que ella tendría oportunidad de una verdadera vida significativa.
Legion toma una respiración profunda, el veneno de ángel en el aire
chamuscando sus pulmones. Cayó del Cielo por quien pensaba que amaba, solo
para descubrir que fue manipulado por Lucifer y su inextinguible sed de poder. Se
alzó del Infierno para librar al mundo de la traición de su hermano, dándole la
espalda a su verdadera naturaleza en una misión de salvación. Y ahora, caería de
nuevo. Caería por algo mucho más grande de lo que el Se7en y él había anticipado.
Caería por la chica del cabello plateado que prendió su mundo en llamas, la chica
por la que fue enviado originalmente para asesinar.
Caería por amor.
Se pone en movimiento, sus puños tensos a sus costados, su mandíbula
fijada en concentración acerada. Las puertas se abren por su propia cuenta, apenas
un destello de su poder. El hedor abrumador de esas velas para conjuro lo asaltan, y
la niebla del veneno de ángel que cubre su piel quema un poco más con cada paso
hacia delante.
Y se detiene.
El santuario está vacío, lleno solo por el aroma enfermizamente dulce a
madre selva de sus antiguos hermanos. Bucles de humo negro bailan por encima de
docenas de pilares de velas que acaban de ser apagadas segundos antes.
Llega demasiado tarde. Esos guardias no fueron puestos en su camino para
detenerlo, o siquiera para llevarlo a una trampa. Fueron enviados para distraerlo,
como si sus captores supieran que su sed de sangre sería demasiado abrumadora
para poder ignorarla. Como si supieran que la bestia en él disfrutaría con sus
muertes repugnantes.
Aun así… esa atracción, ese tirón en sus entrañas lo hace moverse
rápidamente hacia el altar ornamentado, hacia un estanque de mármol blanco que
está situado ante una cruz de madera con tres metros de alto.
No es hasta que pasa junto a varias hileras de bancos que se da cuenta que
estaba equivocado en una cosa, y solo por un momento, solo por una agitada
exhalación, se detiene, inmovilizado en el lugar entre el eco de dos latidos de
corazón leves.
10
El santuario no está vacío.
Porque en ese espacio donde en ese momento él existía, donde estaba atado
entre el Cielo y el Infierno, dos cuerpos yacen en la base del estanque de mármol.
Eden.
Y Adriel.

11
Capítulo 2
Eden

D
icen que la muerte es pacífica.
Silenciosa.
Un supuesto indulto de la lucha y sufrimiento que la
vida nos ha otorgado tan generosamente.
Quería creer eso. A veces, a riesgo de mi propia mortalidad. Quería que la
Tierra me trague y acurrucarme en el mullido y suave abrazo del paraíso
prometido, liberándome de los mohosos y sucios grilletes de la pobreza y
abandono. Otra vida después de la muerte desprovista del dolor y soledad, llena de
luz y amor.
Lo deseé como una niña pequeña que nunca había perdido siquiera su
primer diente, o besado a su primer chico. Lo deseé como una mujer joven que aún
tenía que tener su primer amor épico.
Deseé la muerte de la misma forma en la que deseaba una familia. La forma
en la que deseaba pertenecer a alguien, quien fuera, que me tuviera.
La muerte es una mentira. Una falacia. La muerte es un cáncer acelerado
que infecta y destruye todo a su alcance. Todo lo que necesita es un toque. Después
es todo lo que puedes saborear… todo lo que puedes oler.
Arde en mis huesos y rasguña mis oídos. Sus destrozados dedos espinosos
arañan mi columna.
Siento la muerte a mi alrededor. Violenta, nauseabunda, repugnante.
La muerte está aquí.
Hola, vieja amiga. Me alegra que pudieras venir.

Despierto en una habitación que no conozco, usando ropas que no he visto


nunca antes. Me siento entumecida, pero no adolorida. Mi boca está seca, pero no
de forma molesta, y no saboreo sangre como esperaría. Un sabor al que me había
acostumbrado demasiado en estos últimos meses.

12
Parpadeo contra la luz tenue iluminando desde una lámpara cercana,
permitiendo a mis ojos acostumbrarse a mis alrededores desconocidos. Telas en
tonos vibrantes de las piedras preciosas, techos envolventes y faroles de oro
ornamentados, reminiscentes de la opulencia marroquí. Cada detalle es un éxtasis
para mis ojos.
Me enderezo, más rápido de lo que pretendo hacerlo. Lo último que
recuerdo es…
Esa pequeña celda vacía. Estar sentada con mi padre.
Dolor.
Las imágenes regresan a mí volando a la velocidad de un relámpago,
destellos de luz cegadora, sonido y agonía insoportable. Aprieto mi cráneo entre
mis palmas, queriendo detenerlo, o al menos disminuir la velocidad, de modo que
mi mente adormecida pueda procesarlo todo.
Recuerdo. Recuerdo tomar la mano de Rev. Recuerdo sentir que mi cerebro
estaba haciéndose puré. Recuerdo aquella voz… esa voz que habló en un lenguaje
que era demasiado hermoso y melódico como para ser de este mundo, y aun así lo
pude entender. Y recuerdo saber que iba a morir.
Y lo hice.
Estoy muerta. Y esto… esto debe ser la otra vida.
—No —susurro, sacudiendo la cabeza—. No, esto no está bien. No estaba
lista. No puedo estar muerta. —Mi corazón está bombeando en mis oídos, bajo mis
manos temblorosas de mi rostro y tomo una respiración profunda estabilizante—.
No puedo estar muerta.
—Y no lo estás.
El sonido de su voz, tan sensual y decadente hasta ser erótica, es tan
discordante que de hecho grito. Ni siquiera la había oído abrir la puerta de la
habitación, como si simplemente se manifestó de la nada.
La Vigilante cruza la habitación con toda la gracia y encanto de una
bailarina del vientre. Lleva puesto su pareo habitual hasta el suelo y un corpiño,
ambos de los brillantes colores del pavo real. Mucho más modesto que el ejemplar
traslúcido y enjoyado que llevó puesto la noche en que nos conocimos. Los matices
brillantes contra su piel oliva y su cabello de color negro azabache al ras de su
mandíbula la hacen ver como una diosa exótica. Se acerca a un lado de la cama y
se sienta, sus movimientos ligeros pero deliberados.
—¿Qué… qué está pasando? —tartamudeo, en sorpresa y confusión.
—No estás muerta. —Sonríe con malicia, con un secreto en sus labios
pintados de fucsia—. De hecho, estás más viva que nunca. Pero ya lo sabes, ¿cierto?
Tiene razón. Me siento viva. De hecho, me siento… bien. Como yo misma,
pero no. Más.

13
—¿De qué estás hablando? —pregunto, de todas formas.
—Has estado fuera durante casi tres días, Eden. Mucho ha ocurrido
mientras dormías.
¿Tres días? ¿He estado dormida durante tres días?
¿Cómo llegué aquí? ¿Y por qué estoy aquí? Aún más…
—¿Dónde está L?
—Está por ahí —replicó ella con un movimiento despectivo de su mano—.
Estuvo aquí por un tiempo, pero de alguna manera ha estado ocupado…
considerando todas las cosas.
Está siendo imprecisa deliberadamente, como si quisiera que mi mente
regrese a la noche de su fiesta. Quiere que recuerde la forma en que fue capaz de
manipular a L para que la besara frente a mí. No solo besarla. Adorarla con su
boca. Como si el mero sabor de ella fuera un bálsamo intoxicante que lo hizo
olvidar que yo existo.
—¿Qué estoy haciendo aquí, Irin? —demando, el recuerdo enfriando mi
tono.
Ella ríe, llevando un mechón de su cabello detrás de su oreja,
completamente adornada con joyas azules y verdes.
—Vístete y ven a averiguarlo por ti misma. El baño está por allí… —asiente
en dirección a una puerta al otro lado de la habitación—, y los cajones y armarios
están abastecidos. Por cierto, de nada.
—¿De nada?
—Sí. Eso es lo que se suele decir después de agradecerte por salvar el trasero
de alguien literalmente. ¿No te enseñaron nada en esas miserables escuelas
públicas?
No respondo, aturdida como estoy. No me siento con ánimos de jugar,
especialmente los juegos que Irin tiene en mente. Y todavía estoy atascada en la
parte de salvar mi trasero.
Lee la confusión en mi rostro, absolutamente divertida, y repite:
—Vístete. Los otros estarán encantados de que estés despierta. —Aplaude
una vez y lleva sus manos a su escote generoso.
—¿Otros?
—Oh, sí. Han estado esperando.
Sin más explicación, se pone en pie y se dirige a la puerta, sus caderas
balanceándose con seducción hipnótica. Observo su salida demasiado teatral
silenciosamente, aterrada de lo que en realidad podría estar esperándome al otro
lado de esa puerta, y aun así ansiosa por saber lo que me sucedió.

14
Espero estar un poco temblorosa al ponerme de pie después de haber
dormido durante tres días, pero cuando me deslizo fuera de la cama, me siento…
sólida. Fuerte, aunque ligera como una pluma. Incluso mi andar se siente diferente,
como si alguien más guiara mis pies descalzos a través de la madera fría.
Ansiosa por evaluarme en el espejo, me precipito hacia el baño, esperando
completamente ver el reflejo de alguien más devolviéndome la vista. Pero soy yo.
Ojos castaños perplejos, un desastre plateado de cabello recién salido de la cama, y
labios agrietados, pero yo de todas formas. Aunque, incluso con la evidencia tan
clara mirándome a la cara, algo es extraño. Lo siento. No malo, no. Solo…
diferente.
Dándome cuenta que no obtendré ninguna respuesta al comerme con los
ojos en el espejo, me quito el camisón de seda prestado y me giro a la bañera con
patas en garras para hundirme en un muy merecido baño caliente. El agua se siente
como el paraíso en mi piel, y me siento tentada a pasar una hora disfrutando de la
espuma. Pero primero… respuestas.
Como prometió, el armario está abastecido. Sin embargo, Irin olvidó
mencionar que solo era con sus ropas. Bueno, ropa que ella usaría. Pareos de todos
los colores, diseños y telas. Corpiños que dejan el diafragma al descubierto
tachonados con joyas y encajes, varios son lo suficientemente transparentes como
para exponer los pezones. Incluso el Infierno tenía mejores opciones que estas.
Termino eligiendo un pareo negro con un dobladillo festoneado y una blusa
de mangas campana a juego que cuelga por encima de mi ombligo. Es la cosa
menos obscena que pude encontrar, y aun así me mantiene tirando de la blusa
hacia abajo para que cubra más piel. Tengo suerte con los zapatos; Irin, muy
amablemente, ha incluido algunos pares de zapatillas planas de satén, adornadas
con cuencas de colores y piedras preciosas. Muy bohemios y, de hecho, bastante
cómodos.
Después de intentar domar mi cabello enmarañado, abandono el consuelo
de la habitación hermosamente exótica para buscar lo que tan desesperadamente
necesito: respuestas. Nunca he estado en esta parte de la mansión de Irin, así que
sigo el pasillo hacia un espacio inmenso equipado con docenas de sillones y
almohadas gigantes a lo largo de las paredes. Hay un escenario y una barra
iluminada con un suave resplandor rojo. Recuerdo… que este era el espacio
principal designado para la fiesta a la que asistí. Y en el bar, apoyado en el taburete,
se encuentra un chico mortalmente hermoso de piel bronceada y ojos oscuros y
seductores. Es esbelto, casi femenino, pero en forma. Su exuberante cabello negro
cuelga sobre sus hombros desnudos, acentuando su nariz recta y elegante, y sus
labios sesgados. Solo lleva puesto un pareo blanco corto, apenas lo suficientemente
largo para cubrir sus partes masculinas, y sandalias. El joven, que no puede tener
más de diecisiete, sonríe alegremente, y se desliza fuera del taburete
agraciadamente para acercarse a mí. Cuando se detiene frente a mí, con una sonrisa
aun agraciando sus labios, noto que en sus mejillas ha sido aplicado un brillo
dorado, y puede que esté usando delineador y máscara. Eso, o tiene las pestañas
más tupidas e impresionantes conocidas por el hombre.

15
—Hola, Eden —me saluda con un acento que no puedo ubicar—. Soy
Kairo. Es bueno verte otra vez.
¿Otra vez? Quisiera creer que habría recordado a esta criatura hermosa, pero
la última vez que estuve aquí, estuvimos rodeados de hombres y mujeres
asombrosos. Además, estaba alterada, por decirlo de alguna manera.
—Irin me pidió que te mostrara el camino a sus cuarteles, solo en caso de
que no recuerdes el camino.
Extiende su brazo encorvado hacia mí, y después de unos segundos de
rápida contemplación, engancho mi mano en su codo. ¿Qué más puedo hacer?
—Espero que hayas encontrado tu alojamiento cómodo. Y que la ropa… ¿te
quedara bien? Tuve que adivinar —comenta Kairo, dirigiendo el camino por un
pasillo opuesto.
—Sí. Gracias —respondo en voz baja. No tengo el corazón para decirle que,
aunque la habitación es hermosa, no soy una fanática de la moda.
—Irin me dice que estuviste cautiva por la Alianza de los Ordenados. Lo
lamento muchísimo. Espero que no resultaras herida.
—No lo fui.
—Bien. Por lo que escucho, pueden ser unos brutos despiadados. No vemos
a menudo a los de su clase. Encuentran nuestro modo de vida sin fundamento y
depravado.
A juzgar por lo que puedo recordar de la última vez que estuve aquí, puedo
entender por qué. La homosexualidad, la promiscuidad, la intoxicación… algo me
dice que Irin no tiene reparos con los pecados de la carne bajo su techo. De hecho,
lo alienta.
Antes de darme cuenta, estamos parados ante un conjunto de puertas
exquisitamente talladas, con incrustaciones de brillantes joyas rojas y detalles en
oro. Y en el centro de cada puerta hay un ojo de diseño intrincado hecho de
brillantes diamantes negros. La guarida del Vigilante.
Tomo una respiración profunda. La última vez que estuve aquí, hui con
lágrimas de humillación ardiendo en el fondo de mis ojos. No estoy de humor para
el narcisismo y los estúpidos juegos mentales de Irin, pero tiene información, lo que
significa que tiene la ventaja. Y según ella, me salvó la vida. Y si recuerdo bien, Irin
nunca hace nada sin reciprocidad. Esperará algo a cambio. Algo que no estoy
segura que esté preparada para ofrecer.
Como la primera vez que me enfrenté a estas puertas llamativas, se abren
solas. Y lo que veo casi me descompone justo allí.
Están aquí. El Se7en.
Phenex, Jinn, Toyol, Andras, Caín, Lilith y…

16
Legion.
Mis labios se separan y mi boca se seca. Las palabras se ahogan en mi
garganta, y lucho por tragar. Él es… mucho más hermoso de lo que recuerdo.
Como si no hubieran sido solo tres días, sino semanas. Meses. Y aunque es
imposible, parece más grande, más alto. Incluso su cabello parece más oscuro y
esos ojos grises más brillantes cuando me contempla detenidamente, su mirada letal
arrastrándose de arriba abajo por mi cuerpo ligero de ropa. Es tan brutalmente
sublime cómo podía imaginar. Y aunque podría quedarme congelada en este lugar
de esta manera, nuestros ojos bloqueados en una batalla silenciosa, mi mente
inmediatamente se dirige a…
—Mi hermana. Mary.
—Está aquí. A salvo —responde Caín desde donde se encuentra parado a la
derecha de Legion. Me doy cuenta que el Se7en está sentado o de pie uno junto al
otro en un lado de la sala. Como si estuvieran en guardia. Ahí es cuando miro al
otro lado de la habitación, y ese desgraciado nudo de emoción palpita una vez más.
Sentado en el extremo más alejado del gigante sofá modular está Crysis,
luciendo un poco peor al usar un cabestrillo en su brazo y una venda en la cabeza.
Y junto a él se sienta una de las criaturas más impresionantes jamás creadas alguna
vez.
—¿Niko? —digo a través del nudo del tamaño de una pelota de golf en mi
garganta.
—En carne y hueso, nena. —El joven hechicero sonríe perezosamente,
alisando las solapas de su traje oscuro. Se levanta para abrirse camino hasta mí, y lo
encuentro a mitad de camino, casi derrumbándome en su pecho cuando me
envuelve en sus brazos con olor a mar, especias y una tormenta inminente.
—Pensé… pensé que habías muerto —murmuro contra su chaqueta,
conteniendo los sollozos.
Niko besa la parte superior de mi cabeza.
—Oh, tendrás que hacer más que eso para deshacerte de mí.
Con los ojos borrosos, levanto la mirada hacia él, negándome a ocultar la
vulnerabilidad que brilla tan dolorosamente dentro de ellos.
—¿Cómo? ¿Y cómo llegaste aquí?
Niko se aleja solo para envolver un brazo alrededor de mis hombros. Con un
indicio de vacilación en su frente, mira a Irin, quien dice:
—Hay mucho que discutir… mucho que debes informarte. Ven, Eden.
Siéntate.
Dejo que Niko me guie hacia el sofá modular a un espacio entre Irin y él.
Me maneja con cuidado, con mucha cautela, como si fuera una muñeca de
porcelana de tamaño natural. Tal vez es más fuerte aquí, y teme hacerme daño.

17
Miro hacia donde está posicionado el Se7en y me doy cuenta que cada uno
me contempla con cuidado, pero ninguno dice nada. Y eso que Legion… tan solo
hace tres días, me había presionado contra una pared de ladrillos fría y húmeda en
un callejón mientras se adentraba en mí a pocos metros de distancia de los
transeúntes. Y ahora actúa como si ni siquiera estuviera aquí. ¿Qué pasó? ¿Qué me
estoy perdiendo?
—Eden, muchas cosas han pasado en los últimos días —comienza Irin—.
¿Qué es lo último que recuerdas?
—No lo sé. —Sacudo la cabeza, instando a que los recuerdos nebulosos
surjan—. La Alianza. Me secuestraron… nos llevaron. —Asiento en dirección a
Crysis, que se sienta ligeramente desplomado hacia adelante en el extremo más
alejado del sofá—. ¿Qué pasó? Mi padre… ellos también te capturaron.
Crysis asiente, con un mechón de cabello rubio cayendo sobre su ojo. Noto
que está hinchado y amarillento, con un moretón desvaneciéndose.
—Nos tendieron una emboscada fuera del restaurante. De alguna manera, lo
sabían… la Alianza. Me habían estado siguiendo. No pude bloquearlos. Mis
habilidades fueron anuladas.
—Te lastimaron. —La tristeza se retuerce como un cuchillo en mi estómago.
Por supuesto, torturaron a uno de los suyos.
Crysis se encoge de hombros.
—Me han pasado cosas peores.
—Deberías haberlo visto cuando lo encontré —agrega Niko, sus ojos azules
cristalinos se amplían. Debe haber sido malo. Los Nephilim tienen curación
acelerada y fuerza sobrehumana. ¿Qué le habían hecho a Crysis? Los cortes y
moretones, el brazo roto… Nunca lo había visto tan mortal.
—¿Cómo? ¿Cómo llegaste hasta aquí? —le pregunto a Niko. La última vez
que lo vi, se estaba muriendo, y me vi obligada a abandonarlo para salvarme a mí
misma. Jamás me perdonaré por haberlo dejado. La imagen de él desapareciendo
justo delante de mis ojos todavía me persigue.
Niko me guiña uno de sus fascinantes ojos azules.
—Cortesía de ya-sabes-quién.
—¿Qué más recuerdas? —interviene Irin, dirigiendo la conversación.
Aparentemente, está liderando esta pequeña reunión, y ponerse al día no está en la
agenda. Sin embargo, aún ni una palabra procedente del Se7en, cosa que es más
que un poco desalentadora.
Trago, obligando a mi memoria a cavar de nuevo en esa oscura habitación
fría.

18
—Mi padre me tenía encerrada en una celda. Vino a mí. Dijo que haría que
todo mejore. Dijo que me liberaría de la vida con la que había sido maldecida y me
daría una donde pudiera estar libre de…
Miro hacia el final del sofá modular, hacia donde el Se7en se niega a
encontrarse con mi mirada. Su frialdad es una puñalada en mi corazón.
—Demonios —retumba una voz baja.
Legion levanta la cabeza, sus ojos fulgurando con fuego plateado. Su
expresión es severa, desapegada. Me recuerda a aquella primera noche en su
habitación; él sentado en las sombras esperando a que despierte en su cama.
Contando mis respiraciones, calculando cuál sería la última. Recuerdo haber
sentido un miedo que ni siquiera sabía que existía. En ese momento, quería creer
que solo era un hombre, pero creo que incluso entonces supe que era otra cosa.
Oscuro. Peligroso. Mortal. Era todas esas cosas. Pero cuando me atrapó en esa
cama y me paralizó con la mirada estrellada para conjurar al intruso en mi alma,
supe que era algo más. Lo sentí.
Ahora, a medida que su mirada me encadena a mi asiento, bloqueando mis
huesos y músculos en su lugar, lo siento de nuevo. Ese miedo inexplicable. Y la
noción de que es algo más otra vez.
Mira hacia otro lado, liberándome, y agrega, con voz grave:
—Tu padre te ofreció una vida libre de demonios. Y tú aceptaste.
—No. —Sacudo la cabeza, comprendiendo la razón detrás de su frialdad—.
Sí. Pero no fue así. Solo dije eso para que no te hiciera daño.
—¿Hacerme daño? —resopla.
—Sí. Sabía que te tenía, y me dijo que tenía a Crysis. Diría lo que sea que
quisiera escuchar para sacarlos a ambos de allí.
—Lo sabemos —interviene Irin. Se acerca para juntar mis manos con las
suyas mucho más pequeñas. El gesto es casi maternal. Y considerando lo que es, y
lo que es capaz de hacer, sé que debería retirarme y aceptar esta farsa por lo que es.
Pero no puedo.
—¿Qué más, E? —pregunta Niko a mi lado, acercándose. No estoy segura si
es para consolarme o protegerme.
—No lo sé. Eso fue todo. Eso es todo lo que recuerdo.
—No, no lo es —acusa Irin—. Hay más.
Tiene razón. Hay más. Pero el recuerdo de ese severo dolor de cabeza
desgarrador, me enferma físicamente. Solo pensar en esa agonía, mientras esa voz
inquietante resonaba en mi cerebro, hace que la habitación gire. Mi visión se torna
borrosa. Mi boca se llena con el sabor de la sangre y la bilis. No puedo entrar ahí…
a esa agua oscura. No puedo respirar ahí abajo. Está muy frío. Demasiado
profundo.

19
—Lo sé —susurra Irin—. Lo sé.
Levanto la mirada y veo sus ojos llenos de lágrimas, instándola a decir lo
que yo no puedo. Suplicándole que termine la historia de mi muerte. Ella ya lo ha
visto, puedo decirlo por su rara expresión solemne. Tal vez también lo sintió.
—Él tomó tu mano, y hubo un dolor indescriptible. Dolor que te partió en
dos y te dejó mutilada y sangrando. Luego habló con una voz, un idioma, que
nunca antes habías escuchado. Un lenguaje que no es de este mundo. Pero no fue a
ti a quien habló, ¿verdad, Eden? No fuiste tú a quien llamó antes de que te
desmayaras por el tormento.
Me obligo a responder, pero el recuerdo de ese dolor todavía está demasiado
fresco en mi mente. Puedo sentirlo de nuevo, arrastrándome a ese lugar oscuro… a
ese charco de oscuridad sin fin.
—No, no lo fue —responde por mí una dulce voz cantarina, atrayendo todos
los ojos hacia la entrada. La mujer que está allí, vestida en brillante blanco invernal
de la cabeza a los pies con una corona de cabello rojo ardiente, es posiblemente la
criatura más hermosa y etérea que he visto en mi vida.
Da un paso adelante, su vestido de seda susurrando contra la madera dura, y
se detiene a pocos metros de donde estoy sentada. Unos pálidos ojos verde espuma
de mar caen sobre mí y, por un momento, creo que me siento alejada de ese lugar
oscuro. Y ese temor inquebrantable queda reemplazado con una sensación de…
paz.
—No era a ti a quien él hablaba, dulce Eden. —Sonríe tranquilizadora—.
Era a mí.

20
Capítulo 3
S
upe quién era al momento en que escuché su voz. Y aun así, me quedo
allí sentada, mirándola fijamente, mi rostro afectado por la confusión.
Porque si ella está aquí, entonces eso significa que yo no debería
estarlo. Estaría verdaderamente muerta, en todos los sentidos de la palabra. Y
ahora que ya no soy Llamada, ya no estaría bajo la protección del Se7en.
Lo que explica todo.
—Adriel, me alegra que te sientas bien. Por favor, únete a nosotros. Estamos
llegando a la parte buena —dice Irin, soltando mis manos para señalar con su mano
el espacio entre Nikolai y Crysis. Lejos de los demonios.
Miro a Legion, mi visión está borrosa, pero él no se encuentra con mi
mirada. No. Claro que no. Está mirando fija y directamente a Adriel, su amor
perdido hace tanto tiempo. Un amor que le condujo a su caída del cielo. Un amor
que lo llevó a salvar mi vida solo para que él pudiera tener una pequeña muestra de
ella una vez más.
Puedo sentir que me estoy quebrando. No, no me estoy quebrando. Me
estoy desecando. Como si todos mis órganos vitales están muriendo lenta, dolorosa
y marchitamente. Me duele el pecho con un vacío infinito que me hace temblar. Me
envuelvo con los brazos en defensa, intentando alejarme desesperadamente de la
duda y la traición. Pero es demasiado tarde. Estoy cayendo en un profundo abismo
de desesperación sin nada, sin nadie, a quien sujetarme. Nadie va a venir a
salvarme. Voy a caer y seguir cayendo hasta golpear el fondo de la roca y hacerme
añicos en el olvido.
Ya no me necesitan más. Legion tiene a quien siempre ha querido. Están
juntos otra vez, y todo su interés en mí es nulo y vacío. No es de extrañar que no
me mire. Y cuando lo hace, es con desprecio y disgusto. No era más que una
apoderada. Una distracción del anhelo que codiciaba por ella… por Adriel. Y ahora
que ya no soy su sustituta, no soy más que un saco de sangre y huesos humilde e
intrascendente.
—Yo, uh… —Mi voz está temblando tan violentamente que apenas puedo
pronunciar las palabras—. Um, uh. Discúlpenme.
Voy a ponerme de pie, para huir, pero Nikolai me agarra suavemente del
brazo.
—No. Quédate. —Su expresión es tan seria que casi rompo en sollozos en
ese preciso momento.

21
—Sí, Eden —interviene Irin, con una sonrisa divertida en su rostro, a pesar
de la angustia marcada en la mía—. Quédate. Hay mucho más que conocer.
¿Adriel?
Se dirige a la belleza sobrenatural. Solo Nikolai nos separa, y no es
suficiente. Hace unos días, habitábamos el mismo cuerpo, mi cuerpo, y solo quería
que se fuera. Tengo tantas preguntas, ¿por qué yo?, pero no puedo hablar.
Demonios, ni siquiera puedo mirarla, resignándome a mirar un lugar imaginario en
el suelo, solo para mantener las lágrimas a raya. Afortunadamente, Kairo lo toma
como su señal para distribuir bebidas, mimosas, y acepto gustosamente.
—Supongo que debería empezar desde el principio —dice Adriel a la
habitación—. Hace miles de millones de años, me enamoré. Era un amor profundo
y devorador que no estaba hecho para mí. O él. —Mira a Legion. No soy lo
suficientemente valiente para ver si él le devuelve la mirada—. Nos costó mucho a
los dos. Él eligió luchar. Yo elegí la derrota. Y lo he lamentado todos los días de mi
existencia desde entonces.
—¿Hay algún punto en este pequeño viaje por los recuerdos? —masculla
Crysis, haciendo una mueca. En serio, podría besarlo ahora mismo.
Adriel sigue adelante, ignorando el comentario sarcástico del Nephilim.
—Me revolqué en mi vergüenza y dolor durante siglos, deseando poder
recuperarlo. Deseando poder encontrar expiación por mis delitos. Esa oportunidad
surgió hace veintidós años atrás.
Eso llama mi atención y me vuelvo para mirarla fijamente, la perplejidad
pesando en mi frente. Entiendo adónde va a llegar con esto, pero ¿qué tiene que ver
conmigo su arrepentimiento y la búsqueda de la redención?
—Su sed de venganza era insaciable. Lo llevó a la distracción,
consumiéndolo de tal manera que se había vuelto autodestructivo. Pero había
pasado tanto tiempo… así que no me di cuenta de lo que él estaba haciendo hasta
que el acto ya estaba hecho. Al principio no tuve una idea clara de sus motivos,
pero una vez que lo hice, supe que tenía que actuar.
—Espera. ¿De qué estás hablando? —pregunto, mi tono lleno de
incredulidad.
—Eden, fuiste creada como un medio de venganza por mis pecados. Míos y
de aquel que ahora llamas Legion. Uriel, mi compañero, quería castigarnos a
ambos por nuestras transgresiones. Así que naciste para ser manejada como un
arma. Aún no está claro cómo serías manejada.
—¿Uriel? —No estoy segura por qué el nombre me suena familiar, y
definitivamente no entiendo qué tiene que ver conmigo.
—Uriel siempre se sintió como un extraño. Admiraba a los demás, los más
antiguos, los más venerados de los Serafines, incluso hasta el punto de la envidia.
Así que cuando lo traicionamos, él lo tomó como algo más que una ofensa

22
personal. —Se vuelve para hablar directamente con Legion—. Creo que él y Lucifer
conspiraron para disipar los rumores de que me forzaste y deshonraste. Jamás
habría dicho eso. Uriel quería destruir tu reputación. Lucifer te quería con la
suficiente desesperación como para actuar con ira. Por eso, lo siento, Samael. Tan
verdadera y profundamente lo siento.
—No me llames así. —Las palabras son solo un estruendo en su pecho.
—Lo siento, Sam…
—¡Dije que no me llames así! —ruge L, con la fuerza suficiente para hacer
castañear nuestras copas de champán y zumo de naranja. Como por reflejo, Caín y
Phenex, parados en cada flanco, se ponen tensos y se acercan más a él.
Incluso a metros de distancia, puedo sentir el temblor de Adriel. No la
culpo. Hubo rabia detrás de esas palabras. Y dolor. Tampoco cualquier tipo dolor.
Sino del tipo que puedes sentir hasta los huesos, y sin importar cómo trates de
aliviar el dolor, nunca cesa.
He visto a Legion cabreado antes, pero no de esta manera. La convicción
feroz en su tono, el borde de traición en él… algo es diferente entre ellos. No solo la
historia. Algo profundamente vinculante que los conectará para siempre.
—Yo… yo. Me disculpo… Legion —tartamudea Adriel. Sonríe con una
sonrisa angustiada que no llega a sus suaves ojos verdes—. Como decía, cuando me
di cuenta que podrías resultar herida con todo esto, Eden, tuve que hacer algo.
Yo… caí. No fue una verdadera caída de la gracia, pero fue suficiente para que
pudiera habitar tu cuerpo. Pero debido a lo que eres, no pude poseer tu alma
completamente. Eres mucho más fuerte de lo que puedes imaginar.
—¿Qué soy? —Frunzo el ceño.
—Eso, y lo que es tu padre. Nunca ha habido nada igual.
—Mi padre es un predicador renegado de la calle que me secuestró —
respondo con rotundidad.
—Tu padre es un Serafín —responde Adriel, su tono agudo—. Uriel no
habitó el cuerpo de Joshua. Uriel es Joshua. Tomó una forma humana, cortejó a tu
madre y te creó a propósito. Y se quedó en la Tierra, cerca de ti, para mantener tu
verdadera identidad oculta con magia prohibida.
—¿Mi verdadera identidad? —resoplo, poniendo los ojos en blanco—. ¿De
qué diablos estás hablando? Realmente no hay ningún misterio detrás de ser una
cajera desempleada.
Adriel sacude su linda cabecita.
—Eden, no tienes ni idea, ¿verdad? Uriel es uno de los arcángeles más
poderosos en la historia. Lo que te haría… —Levanta una ceja delgada.
—Nephilim —responde Crysis después de negarme a pronunciar la palabra.

23
¿Nephilim?
De ninguna jodida manera.
No puedo serlo. No soy fuerte, ni inhumanamente rápida. Y el único don
sobrenatural que tenía me fue dado a la fuerza por Adriel. Y ahora que ya no está
habitando mi cuerpo… mierda…
Esto no tiene ningún sentido. Algunas de las criaturas más hermosas, más
astutas y más peligrosas que jamás hayan caminado por esta tierra se encuentran
dentro de estas cuatro paredes. Y no soy para nada como ellos. Claro, siempre me
he sentido diferente, como si no encajara del todo con los estándares de la sociedad.
Pero eso es lo que la pobreza y el dolor te hacen. Altera tu propio ser,
convirtiéndote en una salvaje empeñada en sobrevivir. Sí, siempre he sido una
superviviente, incluso cuando rendirme habría sido mucho más fácil. Nunca
entendí para qué estaba sobreviviendo.
—Sé qué crees que fue mi influencia, o incluso un efecto del Llamado que te
dio ciertas habilidades. Pero con toda honestidad, eras tú, Eden. Eso fue solo una
pequeña muestra de lo que puedes hacer; una fracción de tu poder. Lo que Uriel no
pudo amortiguar. Solo habité tu alma para evitar que él te lastimara. O peor.
Miro al Se7en, quienes no parecen sorprenderse lo más mínimo. La
acusación y la traición están grabadas en mi cara.
—¿Lo sabían?
Legion se ve estoico, pero sus labios se contraen con su confesión tácita. Es
Phenex quien habla.
—Eden, solo acabamos de averiguarlo hace unos días, cuando llegamos
aquí. Si lo hubiéramos sabido, nunca hubiéramos… —Por primera vez, Phenex
parece no saber qué decir. Sus ojos de color miel se desplazan a Legion, luego a
Ariel y por último de vuelta a mí.
—Nunca me habrían admitido —termino. Mi mirada herida cae sobre
Legion, y hablo con él y para él—. Nunca me habrías tocado.
Porque no solo no soy como ellos, soy la hija de su enemigo eterno, la
descendencia del odio, la traición y la venganza. Ahora tiene sentido: su frialdad,
su distancia. ¿Cómo pueden preocuparse por mí cuando soy un recordatorio físico
de todo lo que desprecian y ansían matar?
Bajo la mirada hacia mis manos y les doy la vuelta, las mismas manos que lo
sujetaron, lo acariciaron, lo adoraron. Las mismas manos que lo alcanzaron
después de que los matones de la Alianza, dirigidos por mi padre, lo golpearan tan
fuerte que lo sentí en mis dientes. Lo que soy ahora es lo que siempre he sido. Esto
no debería cambiar nada, pero lo hace. Lo cambia todo.
—Debes entenderlo, Eden —continúa Phenex, siguiendo mi línea de
visión—. Los Nephilim tienen una predisposición natural a los de su propia clase.

24
Entendemos si te sientes… diferente… sobre nosotros, ahora que el velo ha sido
levantado.
Me encuentro con esos ojos dorados resguardados, una vez llenos de tanto
calor y comprensión. Phenex fue el primero en mostrarme amabilidad. Lilith estaba
jugando un papel, pero fue Phenex quien quiso protegerme, quien quiso cuidarme.
Él era mi amigo.
—¿Te sientes diferente sobre… mí? —replico, mi voz temblando.
—No —responde Phenex con severidad, y le creo. Necesito creerle.
No sé lo que soy, pero la chica que era hace tres días, la chica que entró en el
agua negra y se ahogó, todavía está aquí. Todavía siente dolor. Todavía sangra.
Todavía ama.
—Bien —digo y asiento—. Tampoco me siento diferente. Nada ha
cambiado.
—Si bien eso puede ser cierto —comienza Adriel, cortando la tensión—,
hubo otra razón por la que sentí la necesidad de intervenir. Una que todos nosotros
subestimamos. Lucifer.
—Entonces él también lo sabía. —No es una pregunta. Ya ni siquiera estoy
sorprendida. Si alguien querría participar en un plan retorcido como ese, es él.
—¿Hay algo que Luc no sepa? Cabrón entrometido —resopla Caín. Parece
que todos se han relajado un poco, ahora que he declarado que nada ha cambiado.
Aun así, me vigilan atentamente, como si en cualquier momento pudiera echar a
volar y obedecer las órdenes de mi padre. Cualquiera que sea la más mínima
confianza que tuviéramos antes, ha sido rota.
—Él sabía algo, simplemente no estoy segura de qué. Pero una vez que Uriel
se dio cuenta que caí para protegerte de él y de la influencia de Lucifer, recurrió a
una violencia injustificada para llevarme de vuelta.
Dejo escapar un suspiro frustrado. Todo esto, ¿para qué? ¿Por quién? No
pedí nada de esto. Y son las indiscreciones de Adriel y Legion las que casi matan a
mi hermana. Son sus acciones las que llevaron a su novio, Ben, a la muerte, junto a
docenas de otras personas. ¿Cómo es eso justo? ¿En qué jodido universo está todo
esto bien? Mi padre es un arcángel psicótico con un interés personal. ¿Y mi medio
madrastra, que se metió en mi cuerpo, tuvo una aventura con mi potencial novio
demonio?
Es toda una jodida mierda.
—Entonces, ¿qué? ¿Uriel preparó todo esto para atrapar a L? ¿Y para
recuperarte? Bueno… estás de vuelta, ¿verdad? No sé cómo, o por qué, pero estás
de vuelta, y ya no soy más necesaria en toda esta mierda. Uriel tiene lo que quiere.
Entonces, ¿por qué estoy aquí?

25
Adriel mira a Legion en busca de ayuda. Su salvador. Su jodido caballero de
brillante armadura. Ni siquiera los milenios han alterado su conexión.
—Cuando te encontré… a ambas —comienza Legion, su timbre profundo
haciendo que mis huesos se estremezcan—, no estaba seguro si sobrevivirías. La
extracción es fatal para los humanos, pero tú… no eres humana. Y tuve que tomar
una decisión: cazarlos o quedarme con ustedes.
—Llegamos allí poco después de que L te encontrara —interviene Toyol—.
Una vez que sometieron a Crysis, su resguardo falló. Algo con lo que no habían
contado cuando intentaron acabar con él. —Inclina la cabeza hacia el híbrido de
ángel-humano, en una señal de respeto—. El rastro se enfrió. Pero sabían que
iríamos por ti, y eso es exactamente lo que estaban esperando. Nos querían lejos de
casa.
Casa.
Los Serafines estaban contando con sacarlos de ahí para así poder atacar su
casa. Nuestra casa.
—Mi hermana —jadeo, mis ojos abriéndose de golpe.
—La saqué de allí a tiempo. Juré por todo lo que soy que no le haría ningún
daño, y lo dije en serio —asegura Caín, guardando su sarcasmo y su descaro. Él
acaricia el vello oscuro en su barbilla, su expresión contraída en contemplación. Sé
que dice con sinceridad cada palabra, y le doy un gesto de asentimiento agradecido.
Honestamente, no le doy suficiente crédito por su devoción hacia ella.
—Desafortunadamente, los Serafines aun así recuperaron lo que estaban
buscando —dice Phenex—. El Redentor, una de nuestras reliquias más antiguas y
sagradas. También es el arma que puede eliminar permanentemente la existencia de
los demonios.
Mierda. Un mundo sin demonios. Eso es exactamente de lo que estaba
divagando ese psicópata. Y aunque aparentemente Uriel tiene problemas con un
demonio en particular, estoy segura que no tiene reparos en también acabar con el
resto.
—Es por eso que estamos aquí —interviene Toyol—. La casa del Vigilante
es terreno sagrado. No se puede derramar nada de sangre aquí, así que estamos a
salvo. Hasta que demos con el lugar donde están los Serafines, y sepamos lo que
planean hacer, tendremos que hacernos a un lado y elaborar un plan.
—Eso no es todo… —agrega Phenex—. También tiene a tu madre.
—¿Mi madre? —Había olvidado su participación en todo esto. Pero, por
supuesto que estaría con ellos. Los ayudó a atraerme, prometiéndome un comienzo
nuevo para nosotras. La he odiado durante tanto tiempo por lo que me ha hecho,
pero nunca dejé de amarla. Nunca dejé de esperar que ella se recuperara y que
pudiéramos volver a ser una familia.

26
—Ella fue la que… me liberó —dice Legion. Todos nos quedamos
completamente quietos y en silencio. Ni siquiera el sonido de un resoplido
exasperado de Crysis o el tintineo de uno de los muchos brazaletes de oro que
adornan las muñecas de Irin.
—¿Te liberó? —pregunto, cortando el silencio tenso—. ¿Te dejó marchar?
—No. Sí. Ella… me liberó. —Al ver la confusión en mi rostro, Legion
agarra el dobladillo de su camisa y la arrastra sobre su torso.
Mi boca se seca por completo. Mi corazón tartamudea en mi pecho. La
bronceada piel suave está grabada con una espiral de tinta negra desde su clavícula
hasta la V definida que se estrecha en sus jeans. Pero no hay escrituras de salvación.
Ningún tributo de lo que él fue una vez antes de su caída en desgracia. Ni siquiera
las plumas oscuras del símbolo del Se7en grabadas en su corazón. En cambio, una
fiera bestia con extraños ojos plateados que parecen brillar en su piel musculosa, un
dragón, está intrincadamente tallado en todo su pecho y abdominales. En su boca,
enjaulado por colmillos afilados, hay un rubí rojo sangre. Es espantoso. Es
hermoso. Es una réplica exacta del colgante que Nikolai le dio antes de que nos
sacaran del Infierno. Y sé exactamente lo que le ha ocurrido, y por qué se ve aún
más grande, más oscuro y más mortal de lo que nunca antes había parecido. Ya no
es un asesino de demonios. Eso ni siquiera comienza a resumir la magnitud del
terrible peligro que tenemos ante nosotros.
—L está muerto. Samael está muerto. Fui rehecho… renací en lo que era
antes. La misma cosa que he odiado y contra lo que me he rebelado durante siglos.
El gran dragón que fue arrojado… esa serpiente antigua llamada el Diablo, o Satanás, que
dirige al mundo entero por mal camino. Fue arrojado a la tierra, y sus ángeles con él. Sin
embargo, el gran dragón no fue llamado el Diablo, como creía el hombre. Fue
llamado Legion. Soy la Legión de las Almas Perdidas. Y una vez más me he
alzado.

27
Capítulo 4
I
rin decidió que todos necesitábamos un descanso después de tantas
revelaciones, y no podría estar más de acuerdo. Pero no quería estar
sola. No después de descubrir lo que soy. No después de averiguar lo
que es Legion. Es demasiado para digerir a la vez, y necesito algún tipo de
normalidad. Solo un pequeño recuerdo de mi vida antes de todo esto.
—Me estaba preguntando cuándo despertarías. —Sonríe mi hermana
cuando me espía desde la puerta de su suite. Todavía está enganchada a las vías
intravenosas y vendada, pero parece estar de buen humor, lo cual es exactamente lo
que necesito en este momento. Aparentemente, Irin fue lo suficientemente amable
como para proporcionarle todo el equipo necesario para ayudarla a sanar, y no
podría estar más agradecida con ella por eso. Incluso tiene un médico para sí allí
mismo durante todo el día, lo que ha sido de gran ayuda considerando que Phenex
es más necesario que nunca para el Se7en.
Casi corro a su lado, pero resisto el impulso de tomarla en mis brazos. Aún
tiene un largo camino por recorrer, y no estoy segura si tengo fuerza sobrehumana
o qué. Ha soportado tanto, y me mataría si la lastimo aún más.
—¿Cómo te sientes? —pregunto, buscando señales de daño durante el
ataque a la sede del Se7en.
—En realidad, bien. —Me sonríe, sus ojos se ensanchan con emoción—.
¿Sabías que hay un bálsamo místico que realmente acelera la curación? Está hecho
de sangre de ángel y algunas hierbas raras, pero santa mierda, es bueno. También
cuesta un ojo de la cara, pero Caín insistió cuando Irin lo sugirió. Ni siquiera puedo
decirte lo maravilloso que ha sido él. En realidad, todos ellos. ¿Y tu amigo,
Nikolai? Guau, chica. Guau. En serio, los hombres no deberían ser tan guapos. No
es justo.
Sonrío ante su positividad contagiosa. La misma y antigua hermana,
parloteando a mil por hora. Nada la romperá, y eso me inspira todos los días.
—Bueno, en realidad, no es un hombre. Es un hechicero. También un
príncipe.
Mi hermana sacude su cabeza.
—No. Es. Condenadamente. Justo.
—Lo sé. Deberías ver a su hermano, Dorian.
—¿Tiene un hermano?
—Sí. Es el rey de su raza.

28
—Caray… eso es todo. —Hace un gesto con la mano vendada—. Ambos
ovarios acaban de explotar. Soy estéril. O estoy embarazada.
Nos reímos juntas, y se siente tan bien no pensar en toda la locura que me
acaban de lanzar apenas desperté, aunque sea por un momento. Solo dos hermanas
hablando de chicos y siendo tontas. Solo siendo humanas. Aunque, solo una puede
usar ahora ese título honestamente.
Charlamos durante casi una hora sobre todo y nada, manteniendo la
conversación ligera y optimista. Mi hermana, una vez más, queda impresionada
por la existencia de criaturas de otro mundo, y la opulencia de la mansión de Irin.
Tengo que admitir que, Irin está forrada. No puedo entender exactamente qué es
ella, y la verdad es que nadie lo ha hecho, pero debe ser muy vieja para haber
acumulado tanta riqueza.
—Cuando llegaron… tuve miedo —admite mi hermana, sus párpados
tornándose pesados. Su cuerpo está trabajando horas extras con el bálsamo curativo
infundido en sangre de ángel, y el goteo de morfina tampoco ayuda. Me pregunto si
mi sangre podría ayudarla. O incluso la de Adriel. Pero no hay manera de que se lo
vaya a pedir.
—Ahora todo está bien. —Sonrío, intentando reunir algo de optimismo.
—Y cuando me dijeron… lo que te pasó. No estaba segura si despertarías.
Al principio, nadie lo sabía con certeza, porque se supone que los humanos no
sobreviven a lo que sea que te hicieron. Irin dijo que solo necesitabas tiempo… que
tu cuerpo necesitaba adaptarse.
Controlo mis expresiones, intentando desesperadamente no mostrar nada.
—¿Dijo por qué necesitaba adaptarme?
Mi hermana pone una mano envuelta en gasa sobre la mía.
—Sé que no eres como yo. Siempre lo he sabido. Y ahora que estás aquí, y
estás respirando, y estás viva, sé que mis sospechas eran ciertas. Y eso me hace
amarte y admirarte aún más.
No tengo el corazón para explicárselo todo, para decirle que no merezco su
admiración, y difícilmente merezco su amor. No cuando mi padre me creó para ser
un arma. No cuando he lastimado, mentido, engañado y matado a personas. No
puedo culpar a Adriel por lo que he hecho. Ni siquiera puedo atribuirlo al
Llamado. Fue todo por mi culpa. Y ahora que ya no estoy envuelta por cualquier
magia que Uriel usó en mí, quién sabe de lo que soy capaz.
Abro la boca para decirle eso, pero ya se ha quedado dormida. Tal vez sea lo
mejor; una señal de Dios. Estoy segura que Él sabe que mi verdad solo la lastimaría
aún más.
Con un beso en la frente, le susurro buenas noches y me alejo para dejarla
descansar. Caín está parado en la puerta. Ni siquiera sé cuánto tiempo ha estado
allí.

29
—Se ve bien —digo, tragando con fuerza.
—Sí —responde, sus ojos yendo a su figura dormida—. Se está volviendo
más fuerte cada día. Phenex dice que las cicatrices también serán mínimas.
Asiento.
—Gracias… por sacarla de allí. Y por cuidarla. Sé que tu prioridad era el
Redentor, pero no puedo decirte lo agradecida que estoy de que la eligieras.
Caín asiente en respuesta.
—No tanto como estoy de que ella me haya elegido. —Su mirada se suaviza
cuando ella se desliza hacia su otro lado—. Podemos y recuperaremos la espada.
Pero ella… su vida es mucho más preciosa que un pedazo de acero afilado.
Y aunque antes lo sospeché, la realización finalmente me golpea como una
tonelada de ladrillos. Caín la ama. El cicatrizado y despiadado Demonio de la
Muerte está enamorado de mi hermana. Y curiosamente, no me molestaría si ella
sintiera lo mismo. Nadie la protegería más ferozmente que él. Y ahora que está
completamente inmersa en un mundo tan inestable e incierto, lo va a necesitar.
Especialmente cuando no esté aquí.
Salgo de la suite sin otra palabra, dejando que Caín vigile a mi hermana
mientras duerme. Quiero preguntarle sobre Legion y Uriel, y qué vamos a hacer,
pero no puedo. Aquí no. No interrumpiré la poca paz que él encuentra con ella.
Todavía estoy demasiado inquieta para volver a mi habitación, y después de
dormir durante tres días seguidos, no creo que pueda quedarme quieta ni aunque lo
intentara. Y dejarme vagar con mis propios pensamientos definitivamente está
fuera de discusión. Así que, dado que parece que nos quedaremos aquí por un
tiempo, decido explorar el enorme patrimonio de Irin. Los pasillos parecen estar
siempre llenos de actividad, principalmente del personal de Irin, cuyos uniformes
parecen consistir en poco más que ropa interior y coloridos pareos cortos.
Hermosos chicos y chicas desfilan seductoramente, cada uno deteniéndose para
preguntar felizmente si necesito algo. Puedo decir que disfrutan estando aquí, y
probablemente viven para servir literalmente. Ninguno parece tener más de veinte
años. No sé si son inmortales, como Irin, y se mantienen jóvenes y hermosos con la
magia, o si a su patrono solo le gustan jóvenes. No me sorprendería si fuera lo
último.
Acabo en lo que parece ser un estudio. No. Ni siquiera puedo llamarlo así.
Es una biblioteca. Docenas y docenas de estantes se encuentran llenos hasta el
borde con volúmenes marcados con números. Años. Están etiquetados por años.
Estos son los registros del Vigilante, remontándose al principio de los tiempos.
Santa mierda.
Paso los dedos por los lomos de cuero, sin saber siquiera por dónde
empezar. Se dice que la Vigilante lo ha visto todo. ¿Cuántos misterios de este
mundo ha documentado?

30
—No puedo decir si Irin es la historiadora más eficiente que existe, o
simplemente la mejor voyeur.
Me volteo hacia la voz y sonrío, mis ojos llenándose automáticamente de
lágrimas felices. Nikolai se acerca a mí desde el marco de la puerta, tan sutil y
elegante como siempre, envuelve un brazo alrededor de mi cintura, y besa la parte
superior de mi cabeza. El afecto es tan fácil con él, como si fuera la cosa más
natural del mundo. Y no duele que su aroma a mar y especias sea tan embriagador
como su belleza.
—¿Puedes imaginarte la mierda que podríamos aprender con solo uno de
estos? —digo—. ¿Cuál es la verdadera historia con el Triángulo de las Bermudas?
¿El monstruo del lago Ness es real? ¿Dónde está la Ciudad Perdida de Atlantis?
Podríamos crear Misterios Sin Resolver en los Esteroides. Seríamos famosos.
—No lo sé. Creo que me gusta no saberlo todo. Solo la Divinidad sabe que
hay suficiente mierda que desearía no ser capaz de ver. Además, tendría miedo de
saber demasiado sobre mí en el proceso.
—¿Por qué? —pregunto, levantando la mirada hacia él. Lo siento encogerse
de hombros.
—¿Te gustaría leer sobre toda la mierda que has hecho? ¿Toda la mierda que
has intentado olvidar? He estado vivo por más de un siglo, y fui un rebelde
despiadado durante la mayor parte de ese tiempo. Te puedo garantizo que algunas
de las mayores tragedias de la historia fueron causadas por los de mi especie, si no
personalmente por mis manos. No quiero ser conocido por esas faltas.
Asiento, entendiendo completamente. He estado viva solamente por un
poco más de dos décadas, y he hecho suficiente mierda para tener un libro entero
dedicado a mí. No necesito que me recuerden todos mis errores.
Nos quedamos parados en silencio por un momento, mirando los estantes,
cuando pregunto:
—¿Lo sabías? En el Infierno… ¿sabías lo que yo era?
—Lo sospechaba, pero no estaba seguro. Aunque sabía que no eras
completamente humana.
—¿Por qué no me lo dijiste? —Ni siquiera oculto el tinte de dolor en mi voz.
No tengo que hacerlo con él.
—Porque no estabas lista para escucharlo. Estabas rota cuando te conocí.
No necesitaba añadir eso a la mezcla. No cuando necesitaba que fueras fuerte.
Él tiene razón. Era un desastre cuando nos conocimos. Si me hubiera dicho
que era otra cosa que no fuera una chica que había recibido una mano de mierda,
probablemente no le habría creído. Entonces, la duda me habría comido viva. Sé
que Niko hizo lo que pensó que era mejor, especialmente sin tener ninguna
evidencia concreta. Mi confusión solo habría aumentado.

31
Paseamos por la biblioteca hasta que nos detenemos en un mural enorme, el
gemelo del que hay en el estudio de Lucifer. El Ascenso y la Caída de la Humanidad,
protagonizada por el demonio por el que me duele el corazón, Legion.
—¿Estás bien? —pregunta Niko, sabiendo exactamente quién y qué
consume mis pensamientos.
—No lo sé. Él es… diferente. Puedo sentirlo. Lo sentí al momento en que
entré en esa habitación. Y ahora que yo también soy diferente, ni siquiera me mira.
Y cuando lo hace, es como si todo lo que ve es a Uriel.
Niko sacude la cabeza.
—No es eso. Creo que él solo… tiene miedo. De que ya no puedas verlo a él.
La Legión de las Almas Perdidas no es solo un demonio, Eden. Él es muchos. Eso
tiene que ser una mierda jodidamente seria con la que lidiar. Y tal vez está
luchando por aferrarse a quien es realmente.
Sus palabras me brindan el consuelo que tanto necesito, y me acurruco en su
lado.
—Caray, ¿por qué no pude haberme enamorado de ti? Los demonios son tan
jodidamente complicados.
—Porque tienes un espíritu guerrero. Y los guerreros viven para la lucha. —
Me aprieta la cadera, haciendo que me retuerza—. Además, no podrías manejarme.
Te haría pedazos, y aun así regresarías, rogándome que lo haga otra vez.
—Cretino arrogante —me burlo.
—¿Qué te gusta mi arrogancia? —responde en respuesta.
Me rio entre dientes, dándole un codazo juguetón en las costillas.
—Todavía no puedo creer que estés aquí.
—Lo mismo digo. Parece que el Señor Fuego Infernal siente algo por ti.
—Entonces, ¿en serio Lucifer te envió? ¿Por qué?
Niko se encoge de hombros.
—Dijo que quería que te ayudara a ti y al Se7en. Aunque no estoy seguro de
lo que él cree que puedo lograr.
—¿Es permanente?
—No si no tengo éxito.
Me vuelvo hacia él, mis ojos brillando de emoción.
—Oh, Dios mío, Dorian y Gabriella… tienen que estar más que felices en
este momento.
Su mirada cae al suelo.

32
—No se los he dicho.
—¿Qué? Niko, tienes que llamarlos. ¡Ahora! Estuvieron devastados cuando
no regresaste conmigo. Sé que quieren verte.
—No, E. No los involucraré en esto. Es demasiado peligroso. Y si fracaso…
—Sacude la cabeza, disipando el pensamiento—. No puedo darles ilusiones solo
para verlos sufrir nuevamente. Tienen que proteger a mi sobrino. No seré la causa
de más conflictos.
Lo entiendo, aunque eso me mata.
—Tendrás éxito. Tendremos éxito. Y una vez más estarás con tu familia. Lo
prometo.
Niko sonríe, sus ojos azul océano oscureciéndose por una emoción sin
nombre.
—Unas palabras tan bonitas de una chica tan bonita. —Me besa el cabello
otra vez y reanudamos la inspección del mural.
—Rescataste a Crysis. ¿Cómo?
—Estaba encadenado en alguna celda subterránea, desangrándose casi por
completo, apenas vivo. Lucifer me envió directamente a él, como si supiera que
necesitaba ser salvado. Si no hubiera estado allí, el Se7en jamás lo habría
encontrado.
—Eso es extraño —murmuro.
—¿Qué?
—Que Lucifer quisiera ayudar a un Nephilim.
—Bueno… él te ayudó, ¿cierto? —Levanto la vista y le frunzo el ceño a
Niko, no por molestia, sino por confusión. Además, no estoy acostumbrada a
considerarme como algo más que un ser humano—. No me malinterpretes, Luc es
tan egoísta y narcisista como se puede. Y cada movimiento que hace es calculado y
deliberado. Pero creo… creo que él salvó a Crysis por ti.
Mi ceño fruncido se profundiza.
—¿Por mí?
—Sabía que necesitarías ayuda; que tendrías preguntas. Crysis es tu amigo, y
después de descubrir la verdad, necesitarás tantos como puedas tener. Él es de tu
especie… tu familia, en cierto sentido. Puede ayudarte a aprovechar tus dones y
fortalecerlos. Y si toca pelear, lo cual creo que sucederá, lo necesitarás.
Una vez más, sé que tiene razón. A pesar de que es considerado joven para
ser inmortal, Nikolai ha demostrado ser perspicaz y sabio más allá de sus años. Su
amistad lo es todo para mí, y estoy tan increíblemente agradecida de que Lucifer
considerara oportuno enviarlo, incluso si es por sus propias razones egoístas.

33
El sonido cohibido de mi vientre gruñendo nos hace reír a carcajadas, así
que decidimos buscar algo de sustento. Después del Infierno, he tenido suficientes
cenas formales, de modo que simplemente vamos a la cocina donde el personal de
Irin está cocinando alegremente.
—¿Hay algo que podamos hacer por ustedes? —pregunta dulcemente una
joven encantadora. Lleva puesta una bufanda alrededor de sus senos, modelada
como una camiseta sin mangas, y un pareo largo con una abertura alta.
—Um, ¿estaba esperando que pudiéramos conseguir algo de comida? —
pregunto, sintiéndome incómoda con tantos ojos sobre mí.
—¡Por supuesto! ¿Qué les gustaría?
—Un poco de queso, pan crujiente y una botella de vino tinto serían
perfectos, querida —responde Niko con suavidad, haciendo que la joven se
ruborice. Pongo mis ojos en blanco. Bastardo encantador.
—Por supuesto. Ya les sirvo.
El carisma inquebrantable de Niko nos consigue una maravillosa mesa de
aperitivos y el mejor vino que he probado en mi vida. Nos sentamos con las piernas
cruzadas en una de las muchas tumbonas de la sala de fiestas, comiendo y
charlando. Bueno, él se sienta con las piernas cruzadas. Yo tengo mis pies metidos
debajo de mí, gracias a mi falda obscena.
—Lo juro, creo que Irin solo se está burlando de mí. ¿Por qué Lilith y Adriel
llevan ropa normal, mientras yo me paseo por ahí con ropa de prostituta?
—Bueno, si fuera un chico diferente —comienza Niko, arrancando un
pedazo de crujiente pan francés—, te diría que te ves jodidamente deliciosa y que
solo lo dejes pasar. Pero como soy tu jodida hada madrina, te voy a decir que le pidas
al personal que te traiga lo que sea que quieres. Les encanta cuando pedimos cosas;
es raro. Como, si se desvivieran para servir. Probablemente se volverían locos de
alegría si les pidieras que reemplacen todo tu guardarropa.
Debidamente anotado. Tomo una nota mental para localizar a Kairo y darle
una lista de ropa aprobada por Eden.
—Bueno, jodida hada madrina, ¿puedo preguntarte algo? Y quiero que seas
completamente honesto, sin importar lo mucho que pienses que lastimará mis
sentimientos.
—No sé cómo ser de otra manera.
Respiro hondo y lo dejo salir lentamente.
—Ahora que Adriel está de vuelta, ¿crees que Legion…? —Ni siquiera
puedo decirlo sin que mi cara arda.
Niko levanta una ceja.
—¿Creo que están follando?

34
—Bueno, no iba a decir eso, pero sí.
—No. ¿Creo que ella quiere? Probablemente. Pero, ¿si creo que él está
intentando reavivar esa llama? De ningún modo. Pasa todo su tiempo con el Se7en.
Entrenando, conspirando, contando sus abdominales. Al principio, cuando
llegamos, estuvo sentado a tu lado durante horas, en silencio y quieto como una
puta estatua. Sin siquiera una pizca de emoción. Solo te observaba. Y cuando no
estaba haciendo eso, estaba en el gimnasio, y toda esa jodida mierda. Ni siquiera
creo que el chico haya dormido.
Mi frente se frunce con confusión.
—¿Por qué se quedaría sentado y observándome dormir por horas, y ni
siquiera hablarme ahora que estoy despierta? Eso no tiene ningún sentido.
Niko toma un largo sorbo de vino, meditando sus siguientes palabras.
—Mira, E —comienza, bajando su copa—, no debería ser yo quien te diga
esto, y me siento como un maldito imbécil por hacerlo, pero quiero que lo
entiendas. Después de que renaciera Legion, se llenó con tanta rabia y odio como
es posible. Y miedo… miedo de perderte. Él… bueno, solo digamos que cualquiera
que se interpusiera entre tú y él sería eliminado de manera rápida y espantosa. Creo
que podría estar un poco cabreado consigo mismo. Quiero decir, ¿cómo no podría?
Ha pasado siglos intentando hacer lo correcto. Ahora matar es una segunda
naturaleza para él. Y puede ser difícil para él aceptar lo mucho que lo disfruta.
—¿Y? ¿Qué tiene eso que ver con hacerme la ley del hielo?
—Eres medio ángel, nena. Y te enamoraste de él cuando era un demonio
buscando la redención. Ha perdido toda la esperanza con respecto a eso ahora que
su verdadero ser ha sido liberado. Tal vez tiene miedo de que no seas capaz de
perdonarlo por lo que es. Tal vez está luchando con perdonarse a sí mismo.
Asiento, rasgando el pedazo de pan entre las yemas de mis dedos en
pequeños pedazos.
—Dios, espero que tengas razón. Porque sé que ella lo quiere… pero si él la
quiere…
La mano de Niko cae sobre la mía.
—Si lo hace, entonces es un maldito idiota. Y no te merece, humana,
Nephilim u otra cosa.
Una pequeña sonrisa triste curva mis labios.
—Dime otra vez, ¿por qué no me enamoré de ti primero?
Niko me devuelve el gesto antes de acariciar mi mejilla.
—Solo eres mitad ángel. Demasiado frágil.

35
Capítulo 5
D
os botellas de vino después, y estoy borracha.
Estar noqueada por unos días realmente arruinó mi
tolerancia, así que le doy un beso de despedida a Niko después
de acompañarme a mi habitación.
—¿Estás segura que no necesitas ayuda para quitarte esa ropa? —Mueve las
cejas juguetonamente.
—Oh, cariño. —Le doy una palmadita en la mejilla—. No puedo manejarte,
¿recuerdas?
—Estoy reevaluando tu mortalidad. —Sonríe perezosamente.
—Me avisas cómo resulta eso. —Luego cierro la puerta en su cara,
sintiéndome más que un poco orgullosa de mí misma. Niko es espléndido. Más que
espléndido. Pero es mi amigo, y parece que tengo una buena escasez de esos en
estos días. Además, cualquier cosa que sucediera y pudiera pasar entre nosotros
sería puramente física. Su corazón pertenece a otra… una que lo mantiene atado a
su moralidad. Amelie. Y jamás podría traicionarla, aunque nunca la haya
conocido. Ella es la razón por la que él está aquí, luchando por el bien. Lo
mantiene conectado a la humanidad que pensó que había perdido.
Dormir es más fácil de lo que espero, y pronto estoy viajando hacia un
paisaje onírico distorsionado. Los nocivos olores de fragantes velas encendidas
mezclándose con el olor empalagoso a madreselva. Agua negra y escalofriante
empapando mi ropa, clavándose en mi piel con sus garras frígidas. Destellos de luz
brillante y cegadora chamuscan mis retinas hasta que me duele el cráneo. No puedo
respirar, y cada vez que intento gritar, el agua negra inunda mis pulmones. Me
estoy asfixiando. Me estoy hundiendo. Me estoy ahogando.
Luego viene el dolor.
Como si me estuvieran cortando en dos. Siento que mis huesos se rompen,
mis tendones se desgarran. Me desmayo por la intensidad del mismo, solo para
despertar con incluso aún más agonía y vuelvo a desmayarme otra vez. Ni siquiera
podía llorar, apenas podía pensar. Solo sabía que me estaba muriendo, y le di la
bienvenida. Quería que todo termine. Necesitaba liberarme de este tormento. Mi
hermana estaría triste, pero volvería a encontrar la felicidad. Y Legion… lo
entendería. Donde sea que esté, sobreviviría a esto y seguiría adelante.
Una mano agarra mi brazo, y me siento arrastrada desde esas oscuras
profundidades heladas. Oxígeno. Necesito oxígeno, pero no puedo abrir la boca.
Estoy paralizada por el frío, por el dolor.

36
Escucho unas voces apagadas, gritando, pero no puedo distinguir a quién
pertenecen. Suenan como… cantos. Entonces, detrás de mis párpados, detecto otra
explosión de luz brillante. Puedo sentir su calor contra mi piel, como sol
concentrado. Quiero acercarme más a ella, dejarla descongelar mi cuerpo
congelado, pero mis nervios todavía están entumecidos. Reúno todas las fuerzas
que me quedan en vano. Quiero llorar de frustración, pero incluso mis conductos
lagrimales se han vuelto inútiles.
Oh, Dios… no quiero morir. Me retracto. Mi hermana me necesita. Ahora
que Ben se ha ido, soy todo lo que tiene. Y el Se7en… se esforzaron por
mantenerme a salvo. Todo su sacrificio no puede ser en vano. Y Legion. No puedo
morir sin decirle lo que siento… sin decirle que lo amo. Puede que no signifique
mucho para él, pero tiene que saber que él, y estos últimos meses, han significado
todo para mí.
Pero es muy tarde. La luz se atenúa, invitando a entrar al penetrante frío de
la oscuridad. Hay una pelea cerca de donde estoy tumbada, congelada y muriendo,
como alguien derrumbándose. Nadie viene. Moriré sola, como estaba destinada a
hacer. Justo como debería haber pasado en esa sórdida tienda antes de saber cómo
se siente al tener algo, a alguien, por quien vivir.

Cuando me despierto alterada, las sábanas retorcidas alrededor de mis


piernas, me estiro de forma refleja a mi otro lado, esperando sentir un cuerpo duro,
caliente y masculino. Pero no hay nadie allí. La almohada está tan fría como lo
sentí en mi sueño.
No. No es un sueño. Un recuerdo.
Esa agua negra, el estallido de luz celestial, esas voces cantando. Lo
recuerdo todo. Pero no es congruente. Algo simplemente no tiene sentido para mí.
Uriel quería recuperar a Adriel, entonces ¿por qué no se la llevó? ¿Por qué dejarla
allí? Demonios, ¿por qué dejarme a mí allí, si planeaba usarme? Seguramente no
puedo ser la única que ha reflexionado sobre su presencia.
Salto de la cama y me visto, ansiosa por hablar con alguien. Sé que puedo
confiar en Niko implícitamente, pero él sabe tanto como yo cuando se trata del
triángulo amoroso Uriel-Adriel-Legion. Hablar con el Se7en resultaría difícil
cuando están tan inquietos alrededor de mí. Así que decido seguir el consejo de
Niko y buscar a Crysis. Es un Nephilim, como yo, y puede que sepa algo que no
está revelando. ¿Él sabía que Joshua es Uriel? No lo creo, considerando que casi fue
asesinado por su relación conmigo. Pero sabe más acerca de los ángeles y sus
motivaciones que yo.
Cuando le pregunto a uno de los del personal de Irin sobre el paradero de
Crysis, el joven se ofrece alegremente a guiarme al gimnasio, que está bajo tierra. Y

37
cuando digo gimnasio, imagina un gimnasio equipado a lo bestia. De pared a
pared, equipos de última generación, más pesas de las que puedo contar, bolsas y
peras de boxeo, y una plataforma elevada dedicada al boxeo y las artes marciales
mixtas. Y justo en el medio de esa plataforma está un Legion sin camisa y sudoroso
enfrentándose a Jinn y Toyol. A diferencia de él, sus oponentes están armados:
Toyol con su espada y Jinn con un largo bastón de madera. Sin embargo, los
enormes puños apretados de Legion bien podrían ser mazos gemelos.
Solo toma un momento antes de que todos me noten. Lilith detiene la pera
de boxeo que había estado golpeando. Andras ralentiza su velocidad en la cinta. Y
Phenex coloca una barra de pesas que había estado levantado en el banco. El único
que no está mirándome fijamente es Caín, y eso es porque no está aquí y lo más
probable es que esté junto a mi hermana. Soy todo un fenómeno andante, y nunca
antes me he sentido tan fuera de lugar, incluso cuando pensé que era la única
humana rodeada de criaturas sobrenaturales. Es como si un letrero de neón
parpadeara sobre mi cabeza, alardeando que soy lo más cercano al ángel para el
que todos se están entrenando para matar.
Puedo sentir los ojos de Legion pegados a mí cuando cruzo la sala y me
dirijo a las pesas libres, donde Crysis está ejercitándose para fortalecer su brazo
roto. Han pasado menos de veinticuatro horas, pero se ve mejor. La hinchazón ha
disminuido en su cara, y parece que ha recuperado un poco de color. A diferencia
del Se7en, él no detiene lo que está haciendo para mirarme boquiabierto, como si ni
siquiera le sorprendiera que haya ido a él.
—De hecho, esperaba que vinieras a verme mucho antes —comenta Crysis a
medida que me acerco. Nota mi sorpresa, luego mi molestia, y agrega—: Lo siento.
Fuerza del hábito. La conexión está un poco amplificada ahora que no hay magia
encubriéndote. Voy a tener que enseñarte a protegerte.
—¿Puedes hacer eso? —pregunto, sentándome en el banco junto a él. Quiero
abrazarlo y decirle lo contenta que estoy de que esté bien, pero hay demasiados ojos
sobre nosotros.
—Sí. No es demasiado difícil, pero definitivamente es útil cuando estás
lidiando con ángeles. ¿Cómo lo llevas?
Miro alrededor de la habitación. El Se7en ha reanudado sus actividades,
pero con menos entusiasmo. Como si todo fuera una fachada para espiar. Sin duda
pueden escuchar cada palabra que estamos diciendo.
—Bien. Bueno, tan bien como se puede esperar. Todavía tengo muchas
preguntas.
Crysis resopla.
—Me sentiría decepcionado si no lo hicieras. Nací Nephilim. Cualquier otra
persona en tu situación ya habría perdido su jodida cabeza.

38
—Sí —respondo de forma distante. Poco sabe él que estoy haciendo todo lo
condenadamente posible para mantener la cordura—. Tal vez. Todavía estoy
procesándolo.
—Bueno, mierda. Pregúntame lo que sea. Eres la primera de tu especie, pero
quizás puedo completar los espacios en blanco.
—¿La primera de mi especie? —Frunzo el ceño.
Crysis se limpia las gotas de sudor en su frente con una toalla y se la coloca
por encima del hombro.
—Tu padre es Serafín. Eso es como ser un súper ángel, lo que a su vez
significa que están sujetos a un estándar más alto. Ninguno de ellos ha procreado
nunca con un humano. Pero claro, tu novio lo sabría. Tal vez deberías pedirle que te
lo explique.
Un gruñido bajo resuena desde el otro lado del gimnasio justo cuando
Legion se lanza para atacar a Jinn, bloqueando su bastón con un antebrazo.
—Sí… no creo que eso suceda —respondo en voz baja.
Crysis sonríe, sabiendo jodidamente bien que el gruñido de Legion era para
él.
—¿Oh? ¿Problemas en el paraíso? —me hostiga.
Pongo los ojos en blanco y sacudo la cabeza, negándome a responder.
Legion ha pasado por una gran transición, y aunque mis sentimientos por él no han
cambiado, no puedo decir que en realidad lo sigo conociendo. No estoy a punto de
arriesgarme a una posible confrontación solo porque Crysis se siente mezquino.
—Mira. Si quieres mi ayuda, nos vemos luego. También estoy un poco
ansioso por ver lo que puedes hacer.
Hago una mueca.
—¿Ver lo que puedo hacer?
—Como dije, eres la primera de tu especie. Las habilidades de cada
Nephilim se manifiestan de manera diferente, la mayoría influenciadas por su
familia de ángeles. Tienes que ser capaz de hacer algo más que verte bonita y ser
una perra por tu vida amorosa de mierda.
Le enseño mi dedo medio y me doy la vuelta, colocando una pequeña
actitud extra en mi pavoneo hacia la puerta. Con toda honestidad, también siento
curiosidad. Ni siquiera había pensado en las habilidades adicionales que podría
tener ahora que se ha levantado el velo de Uriel. Pero no voy a admitirle eso a
Crysis. Parece que ser traicionado por la Alianza y acercarse a la muerte no ha
hecho nada por su humildad. No es que lo esperara.
Me encuentro de vuelta en la biblioteca de Irin, intrigada por lo que podría
estar contenido en esos volúmenes. Encuentro el libro marcado para los mediados

39
de los noventa. ¿Y si mi concepción y mi nacimiento están detallados aquí? Quiero
decir, no quiero los detalles sangrientos, pero ¿y si hubiera pistas sobre lo que Uriel
me tenía preparado? ¿O cómo llegó a la Tierra y conoció a mi madre? ¿Fue
realmente la seducción de Lucifer lo que la hizo volverse loca, o algo más?
Estoy hojeando las páginas escritas a mano, mis ojos consumidos con los
detalles de los eventos que solo había leído en artículos fechados. Tampoco es solo
la historia de Estados Unidos, lo que significa que hay mucho que analizar. Y
aunque todavía no se menciona a Uriel, encuentro que tengo un montón de terreno
que cubrir.
Estoy tan consumida por mi investigación que ni siquiera me doy cuenta que
no estoy sola hasta que escucho el sonido de unos cubiertos. Me doy la vuelta para
encontrar a Adriel colocando una bandeja en una pequeña mesa redonda.
—Pensé que podrías querer tomar algo de desayuno. —Sonríe tímidamente,
deslizando la bandeja hacia el centro de la mesa.
Bueno, esto es incómodo.
Esta mujer ha estado dentro de mí durante la mayor parte de mi vida. Aun
así, es una extraña. No me siento conectada a ella. Quiero decir, ¿qué es
exactamente para mí? ¿Mi amiga? ¿Mi ángel guardián? ¿La déspota ex de mi novio?
Y siendo la chica que soy, sin ningún tipo de filtro, no me contengo.
Cierro el libro que estoy leyendo y cruzo los brazos delante de mi pecho.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Adriel mira la bandeja llena de pasteles recién hechos, zumo y café.
—Oh. Pensé que podrías tener hambre después de…
—No. ¿Qué estás haciendo aquí? Recuerdo… recuerdo cuando te sacaron de
mí. Si Uriel te quería tanto que correría el riesgo de matar a su propia hija, ¿por qué
no estás con él?
Adriel asiente, bajando la mirada hacia la bandeja. Toma asiento y se sirve
una taza de café de la cafetera.
—Después de que te sacaron, luché contra ellos. Con todo lo que tenía,
luché para protegerte. Uriel podría haberme superado fácilmente, pero no lo hizo.
En cambio, por alguna razón desconocida, él y los demás huyeron. Me desmayé
poco después de eso.
Ni siquiera puedo discutir eso. Recuerdo esa cálida luz cegadora. Esa tuvo
que haber sido ella. Y la sensación de que alguien se había derrumbado a mi lado.
También recuerdo eso. Pero todavía no explica por qué Uriel huyó sin llevarse a su
amada pareja.
Tomo asiento frente a ella a regañadientes. Odio admitirlo, pero tengo
hambre. Y ese café huele divino.

40
Empiezo a servirme una taza y le pregunto directamente:
—¿Estás aquí para espiarnos?
Adriel de hecho se ve ofendida.
—No. Absolutamente no. Nunca lo haría… nunca haría nada para ponerte a
ti, ni a nadie más en peligro.
—Entonces, ¿por qué estás aquí? —pregunto nuevamente, tomando un
queso danés de la cesta de pan.
Ella inclina la cabeza hacia un lado.
—No creo que entienda lo que quieres decir.
—Quiero decir, ¿estás aquí porque quieres ayudarnos a derrotar a Uriel? ¿O
esperas reavivar lo que una vez tuviste con Legion?
Y ahí está. Ese pequeño destello de vergonzosa verdad en sus ojos verdes del
color de la espuma de mar. Dura solo medio segundo; ha perfeccionado el arte del
engaño. Pero no puede ocultar por completo la gravedad de sus sentimientos por
Legion. Porque un amor tan intenso, tan devastador, es imposible de negar.
Debería saberlo.
Sacudo la cabeza, con mis labios apretados en una sonrisa conocedora, y me
recuesto en mi silla. Ella sabe que estoy al tanto de su pequeño secreto. ¿Cómo
podría no estarlo? Cuando pude, literalmente, sentir el magnetismo entre ellos ayer.
Demonios, todos a kilómetros alrededor pudieron sentirlo. Lo que tuvieron fue
suficiente para hacer que ambos cayeran del Cielo. Adriel puede afirmar que lo
hizo para protegerme todo lo que quiera, pero fue a Legion a quien ella estaba
protegiendo. Fue a Legion a la que se vio obligada a rescatar.
Adriel toma un sorbo de su café, su mirada penetrante, inquebrantable, igual
que la mía. Deja su taza en la mesa y se aclara la garganta.
—Tienes que entender esto: lo amé antes de que existiera alguna medida de
tiempo. Antes de que tu mundo fuera incluso una mota de polvo flotando entre las
estrellas. Un amor así no puede simplemente resumirse en palabras. Es infinito.
—Entonces todavía lo amas —digo llanamente.
Adriel niega con la cabeza, pero responde:
—No es tan fácil, Eden. Él es una parte de mí, incluso ahora. Lo que
tuvimos… —Sonríe, sus ojos moviéndose hacia arriba, como evocando un recuerdo
distante y feliz—. No es algo que pueda evitar, incluso si lo intentara.
—Entonces, ¿por eso estás aquí? ¿Para recuperarlo? —El danés queda
pulverizado hasta convertirse en una masa entre mis dedos.

41
—No. —Levanta la barbilla con orgullo—. Puedo decir eso honestamente.
Samael, quiero decir, Legion, hizo su elección. Jamás me interpondría en el camino
de eso.
—Sí, bueno, no estoy tan segura —murmuro, mirando hacia abajo.
Antes de que pueda evitarlo, o incluso anticiparlo, Adriel se acerca y pone
una mano sobre la mía, obligándome a encontrarme con su expresión suave.
—Él se preocupa por ti. Puedo verlo. Incluso como es ahora, tú eres la que
consume cada uno de sus pensamientos de vigilia. Tú eres por quien está luchando,
incluso si está luchando contra sí mismo. Tienes que creer eso.
Bajo la mirada hacia donde su mano descansa en la mía, odiándome por
encontrar consuelo en su toque y en sus palabras. Mierda. Es su ex. Todavía lo
ama. Y es tan jodidamente buena, y estoy tan enojada porque quiero agradarle.
Tengo que respetar su honestidad y, sinceramente, tiene sentido. Puede que nunca
entienda el vínculo entre dos ángeles, pero sé cómo me siento con respecto a
Legion. Y es inquebrantable, incluso si él me está evitando. Incluso si nunca más
quiere volver a hablarme.
—Tienes que admitirlo —comienza Adriel, retirando su mano para agarrar
un bollo—. No es sorprendente que haya podido habitar tu alma tan fácilmente. Tú
y yo no somos tan diferentes entre sí.
—¿Cómo puedes decir eso? —Levanto una ceja escéptica.
—Bueno, aparte de tener un gusto similar en hombres —comienza y me
lanza una sonrisa burlona—, ambas sabemos lo que se siente experimentar una
pérdida trágica. No solo perdí un amante durante la rebelión. Perdí hermanos.
Hermanas. Y durante mucho tiempo, perdí mi camino. Me sentí muerta por
dentro… sin ningún propósito. A ese punto, solo estaba sobreviviendo. Y cuando
Uriel se despidió de este mundo, pensé: finalmente. Un indulto de él respirando
constantemente en mi cuello. Había estado esperando que el otro zapato cayera
durante siglos, y luego… lo hizo. Él te creó. Y entonces, cuando Lucifer intervino,
supe que no podía simplemente quedarme sentada y esperar a que sucedan las
cosas. Tuve que dar un salto de fe y hacer algo.
Me encojo de hombros.
—No sé nada de fe.
—Por supuesto que sí —responde alegremente—. La fe es lo que te mantuvo
viva por tanto tiempo. Yo no. La fe es lo que te permitió confiar en una casa llena
de demonios asesinos y aceptarlos como tu familia. Puede que no tengas fe en un
poder superior, al menos no ahora, pero tuviste fe en ellos.
—¿No es eso… no sé… un sacrilegio para tu especie? Eres un ángel. Ellos
son demonios. ¿No son todos enemigos declarados por naturaleza?
—¿Lo somos? —Inclina la cabeza hacia un lado—. Cuando todos queremos
lo mismo: ¿proteger a los que nos importan? ¿Cuando todo lo que queremos es

42
preservar la vida, ya sea humana o no? Recuerda, Eden… incluso el Diablo fue una
vez un ángel. Uno de los más hermosos y talentosos de todos, podría agregar.
Solo con la mención de él, pongo mis ojos en blanco.
—Eso he oído. ¿Acaso no fue él quien difundió ese rumor cruel sobre
Legion, solo para tenerlo de su lado?
—Sí, lo fue —responde y asiente.
Frunzo el ceño, confundida.
—¿Y sin embargo hablas de él con cariño?
—El perdón es poderoso, Eden. Es un regalo, no para quien lo necesita
desesperadamente, sino para ti. He hecho las paces con lo que hizo Lucifer. Él
estaba en un lugar oscuro y desesperado. Lo hizo, no para herir a Legion, sino
porque lo ama. Siendo egoísta y, a veces, tontamente, sí, pero él lo ama de todos
modos.
Sacudo la cabeza y murmuro en voz baja:
—Qué jodida forma de demostrarlo.
Adriel ríe de mis palabras groseras.
—No puedo estar en desacuerdo con eso. Lucifer siempre ha sido…
impulsivo hasta decir basta. Pero en esencia, su mayor pecado fue la curiosidad. No
estoy de acuerdo con sus métodos, pero puedo entender cómo la duda puede hacer
que hagas cosas destructivas.
Ni siquiera sé qué decir a eso, así que me entretengo masticando un poco de
hojaldre. La forma en que habla sobre Lucifer considerando lo que ha hecho… lo
que todavía está haciendo. ¿Cómo puede ser tan amable? ¿Tan indulgente? Todo en
ella parece tan… gentil, cálido y amable. Lo que hace que la inseguridad se arrastre
en mi mente ya confusa. ¿Cómo puedo competir con eso? ¿Con ella? Soy un
desastre, incluso en mis mejores días. Soy irracional, vengativa. No veo el bien
automáticamente en las personas. En todo caso, es todo lo contrario. Espero que la
gente me lastime. Anticipo la decepción de inmediato.
Y ahora sé por qué Legion se enamoró de ella. Y no puedo entender por qué
él alguna vez tendría algún interés en mí.
Adriel es todo lo que no soy. Con su cabello rojo voluminoso, sus rasgos
suaves y femeninos, y su piel lechosa sin manchas, es la imagen de la pureza. No es
suficiente que sea compasiva y emocionalmente más madura de lo que nunca seré.
No. También tiene que ser perfecta físicamente.
—El Se7en está planeando salir a patrullar en los próximos dos días —me
informa, sacándome de mi ensueño autocrítico—. Hay informes de un aumento en
la destrucción y la violencia en la ciudad.
Mis ojos se abren de preocupación.

43
—¿Eso es seguro? ¿Con el Serafín todavía ahí fuera con el Redentor?
—Hay riesgos, sí. Pero humanos están muriendo. Y tu madre…
—Ella también podría estar en peligro. —No había considerado la idea de
que Uriel la lastimara. Era su marido, incluso si todo era una mentira. Ella lo
amaba, y cuando él se fue, eso la destruyó literalmente. Nunca comprendí que
podría estar planeando terminar el trabajo.
—¿Cuándo van a marcharse?
—No estoy segura —responde—. Legion va a convocar una reunión esta
noche para discutir los detalles.
—Quiero estar allí. —Hasta este punto, siempre me había sentido como uno
de ellos. Pero ahora… maldición. Tal vez no me quieren en sus planes. Jodida
mierda. Mi madre está involucrada, y si alguien debería estar luchando para
recuperarla, debería ser yo. Incluso si ella no hizo lo mismo por mí hace tantos
años atrás.
Adriel asiente, notando la urgencia en mi tono, y se levanta con gracia.
—Te dejaré volver a tu investigación. —Se agacha hacia el volumen que
había estado hojeando—. Empieza con principios de los noventa. Es entonces
cuando tus padres se conocen. Si hay alguna pista sobre lo que Uriel ha planeado,
la encontrarás antes de tu nacimiento. Como sabes, él se marchó antes de eso. No
tendría ninguna razón para quedarse después de la concepción.
Escuchar esas palabras envía una punzada de rechazo al hueco en mi pecho,
pero tiene razón. Phenex me dijo que el acto de concepción fue deliberado. Uriel no
tendría ningún uso para mí hasta mucho después. Hasta ahora.
Observo a Adriel salir de la habitación, todavía indecisa sobre su presencia,
aunque curiosamente reconfortada por ella. No sé si es porque su sangre de ángel
llama a la mía, o si es así de convincente, pero lo que sí sé es que no hay forma de
que deba estar al tanto más que yo de lo que está pasando en mi ciudad. Sobre
todo, porque soy la única que corre el riesgo de perder más que nadie.

44
Capítulo 6
D
espués de un encuentro con Kairo para solicitar un guardarropa
más práctico y una visita a mi hermana, me dirijo al gimnasio para
reunirme con Crysis.
Estoy nerviosa. Apenas he pensado en las habilidades que podría tener, y
como no sé prácticamente nada de Uriel, aparte del hecho de que es un pedazo de
mierda sociópata, no estoy segura a qué estoy genéticamente predispuesta. Mierda,
si mi habilidad para doblegar las voluntades de los humanos es algún indicio, ¿de
qué otra cosa podría ser capaz? ¿Y debería ese poder ser contenido o desatado en el
mundo? El autocontrol nunca ha sido mi fuerte. Tal vez sea mejor no saberlo.
Pero no puedo pensar así. No si voy a ayudar a recuperar a mi madre. No si
tengo que sobrevivir a cualquier infierno nuevo que me espere.
Así que estoy en la plataforma elevada dispuesta como un ring de boxeo,
con los auriculares puestos, escuchando “Humble” de Kendrick Lamar, y fingiendo
que no estoy jodidamente asustada por el hecho de aprovechar mis rasgos Nephilim
latentes.
Crysis entra en el espacio vacío y me sonríe, el gesto demasiado astuto para
ser alentador.
—No estaba seguro que vinieras.
—Te dije que lo haría —respondo, un poco perturbada por su escepticismo.
Me quito los auriculares, y dejo a un lado el iPod que tomé prestado; otra solicitud
que le hice a Kairo.
—Entonces, ¿estás bien con esto? —pregunta, dejando su botella de agua en
un banco. Se saca el cabestrillo sosteniendo su brazo roto y se sube a la plataforma.
—¿Bien con qué?
—Todo el asunto de ser Nephilim. Parecía que tenías más inclinación por
verlo todo negro y condenado.
Pongo mis ojos en blanco.
—Nada ha cambiado.
—Pero, ¿no lo ha hecho?
Antes de que pueda responder, él ataca, lanzando un gancho directo a mi
mandíbula. Algún instinto interno entra en acción y atrapo su puño en mi palma,
apenas registrando el poder detrás de él. Estoy tan aturdida por la rápida reacción
de mi cuerpo que ni siquiera veo que su brazo izquierdo se balancea, enviando su
puño directamente a mi estómago.

45
Me desplomo, sosteniéndome con mis palmas temblorosas contra el suelo.
—¿Qué mierda… —toso, jadeo—… fue eso?
—Tus reflejos son buenos —comenta Crysis—. Bueno, pero no lo
suficientemente bueno. Ahora, levántate.
—Qué te jodan —espeto.
—Quizás más tarde. Levántate de una puta vez, Eden.
Mis brazos tiemblan a medida que lucho por levantarme. La saliva se
acumula en mi boca, los signos reveladores del vómito aproximándose.
Respiraciones profundas. Parpadeo para alejar el dolor, las lágrimas frustradas,
negándome a admitir debilidad.
—Buena chica —señala Crysis, cuando me levanto sin una onza de gracia.
—No soy un jodido cachorrito, y no soy tu chica —gruño, apretando los
dientes, dejando que su condescendencia alimente mi ira—. No vuelvas a hacer esa
mierda otra vez.
—¿Crees que tu oponente va a anunciar cuándo golpeará? Esto no es una
película, Eden. Nadie va a emitir algún maldito monólogo largo antes de matarte.
Necesitas estar lista.
—Maldita sea, eso lo sé —contesto enojada, mi voz ronca por el golpe. Y lo
sé. Necesito estar lista para pelear. Y no estoy hablando del tipo de pelea de
encuéntrate-conmigo-después-de-la-escuela. Necesito estar lo suficientemente
preparada para enfrentarme potencialmente a un arcángel. Un ser antiguo, billones
de veces más viejo e infinitamente más fuerte que yo.
Mierda.
Me enderezo otra vez, mis piernas no cien por ciento estables, pero no tan
temblorosas como una hoja, y pongo mis puños en posición defensiva. Crysis se ríe
como el grandísimo imbécil que es.
—Y eso se supone que hará… ¿qué?
Levanto mis puños más altos, bloqueando mi cara.
—No estoy dispuesta a dejarte patearme el culo por todo este gimnasio.
Él deja caer sus manos, completamente seguro que no podría atacarlo ni
remotamente.
—Nena, si hubiera sido un ángel de sangre pura, por no decir un Serafín, te
habría pateado el trasero hace cinco minutos. ¿Crees que ellos van a luchar con
fuerza bruta?
—Entonces, ¿por qué diablos me golpeaste? —grito con todo el poder que mi
voz ronca puede reunir.

46
—Porque los reflejos rápidos son tan importantes como tus otras
habilidades. Pero ya que quieres jugar de esta manera…
Se lanza hacia mí más rápido de lo que cualquier humano podría detectar,
aunque de alguna manera, lo esquivo unos segundos antes de que su puño colisione
con mi cara. Santa mierda. En serio está empeñado en hacerme daño. Soy lo
suficientemente inteligente como para saber que no debo bajar la guardia, así que
giro sobre mí misma rápidamente, de modo que él me está dando la espalda, y
empujo mi pie hacia su espalda baja con la intención de hacerlo perder el equilibrio.
Desafortunadamente para mí, él anticipa el movimiento y atrapa mi pie.
—Bien —comenta, antes de empujarme hacia atrás con la fuerza suficiente
para enviarme sobre mi culo—. Ahora levántate y hazlo de nuevo.
Me alzo, mi cuerpo protestando por el esfuerzo, pero me pongo de pie.
Antes de estabilizarme, Crysis ataca una vez más con un golpe diestro, pero estoy
lista. Bloqueo el golpe y lo empujó hacia atrás, entregando un rápido gancho en su
barbilla.
—Bien —dice, frotándose la mandíbula—. Pero sé que planeas intentar un
golpe izquierdo, luego un codazo derecho a mi sien. Después, mientras estoy fuera
de combate, intentarás barrer mis pies, dejándome en el suelo. Puede que seas
capaz de bloquear mis golpes, pero no puedes bloquear tu mente. Así que, de
cualquier manera estás jodida, Eden.
Mierda. Tiene razón. Bajo los puños lentamente, observando atentamente
cuando él hace lo mismo.
—Entonces, ¿qué estás diciendo? —jadeo—. ¿Que, estoy jugando
esencialmente una batalla perdida?
—Estoy diciendo que necesitas permanecer dos, no cinco, pasos por delante.
Ser tan fuerte físicamente como lo eres mentalmente. No hay forma de que estés en
las mismas condiciones con un ángel de sangre pura, pero tienes el elemento
sorpresa. No saben lo que puedes hacer.
Demonios, ni sé qué puedo hacer, pero una vez más, tiene razón. Eso es lo
bueno de que Uriel abandonara a mi madre después de plantar su semilla mortal.
Él no sabe cómo se han manifestado sus genes en mí.
Asiento hacia Crysis, con las manos en mis caderas mientras recupero el
aliento. Estoy fuera de forma, y se nota. Puedo utilizar las manos cuando tengo que
hacerlo, y he tenido que hacerlo mucho, pero ¿en pleno combate? Colapsaría en los
primeros cinco minutos.
Crysis también lo ve y dice:
—Te quiero en este gimnasio todas las mañanas haciendo cardio. Luego
haremos un poco de entrenamiento con pesas y trabajaremos en tus habilidades de
lucha. Después de eso, profundizaremos en tus habilidades mentales. Y cuando no
estés aquí, te quiero en esa biblioteca, buscando todo lo que puedas sobre Uriel.

47
—Sí. Claro. —Me paso la lengua por los dientes. Sé que necesito trabajo,
pero no hay forma de que esté lista a tiempo. No podemos escondernos aquí por
mucho más tiempo antes de que los Serafines comiencen a husmear.
—No va a ser fácil; eso te lo puedo prometer —responde, notando mi
expresión desanimada—. Pero lo daremos todo, ¿de acuerdo? Solo necesito saber
que estás comprometida con esto.
Un asentimiento, y levanto mis puños apretados en respuesta.
—Hagámoslo de nuevo.
Entrenamos hasta bien entrada la tarde cuando Crysis insiste en que
descansemos y trabajemos en flexionar mis otros músculos. Me siento agradecida,
ya que apenas puedo mantenerme de pie y he recibido más golpes de los que he
atinado. Crysis ni siquiera parece haber sudado, pero yo estoy empapada, sin
aliento y salpicada de moretones que ya están de color morado e inflamados. Me
niego a quejarme; odio estar cojeando hacia un banco cercano, aferrándome el
costado para aliviar mi dolor de riñón. Crysis afirma que soy más fuerte de lo que
esperaba para ser una principiante, otro regalo de mi querido padre, pero no veo
cómo cuando me dio una patada en el culo literalmente.
—Bebe —exige, entregándome una botella de agua. Hago lo que me dice,
engullendo todo su contenido. Deslizo el dorso de mi mano bruscamente sobre mis
labios húmedos y arrojo la botella vacía a mis pies.
—¿Y ahora qué?
—Ahora… entra en mi cabeza.
—Sabes que no puedo. Puedes bloquearme.
—Eso fue cuando estabas bajo el velo. Vamos… excava allí y dobla mi
voluntad.
Respiro hondo y hago una pausa durante un largo segundo, evocando toda
mi concentración. Cuando libero mi poder mental, extendiendo esa mano invisible
hacia la conciencia de Crysis, me sorprendo momentáneamente de lo fácil y lo bien
que se siente. Como estirar un músculo adolorido después de un entrenamiento
intenso.
—Bien —comenta Crysis, sintiendo mi influencia presionándose en él
suavemente—. Sigue adelante.
Empujo un poco más profundo, pero me encuentro con una resistencia.
Como si él estuviera empujando en respuesta. Empujo con más fuerza, esa mano
invisible cerrándose en un puño. Me caen gotas de sudor por la sien y aprieto los
dientes. Golpeo la barrera bloqueando mi camino, pero es como chocar de cabeza
contra una pared de ladrillo. Mis oídos están resonando y pruebo la sangre en mi
saliva.

48
—Es como el combate físico, Eden. No puedes simplemente entrar
directamente. Lucha contra mí.
Con un gruñido de frustración, me concentro en moldear mi mano invisible
en algo más amenazador. ¿Una zarpa fina y larga con garras de diez centímetros?
No. Crysis es de acero y piedra. Un martillo. Una bola de demolición. Cada una se
encuentra con una barrera más dura y gruesa, apenas dejando una grieta en el
escudo de Crysis. Y cada vez que choco contra él, el latido en mi cráneo se vuelve
más intenso, el sabor de la sangre más potente.
—¡Piensa, Eden! —ladra entre dientes—. Deja de intentar ser algo que no
eres. Piensa.
—¡Lo hago! —suelto con voz estrangulada, parpadeando entre lágrimas
enojadas.
—No lo haces. No puedes vencerlos en su propio juego. No eres más fuerte
que ellos. No eres más rápida que ellos. ¿Qué eres?
Mierda.
No sé lo que soy. Nunca lo he sabido. ¿Cómo diablos se supone que debo
resolver esta mierda ahora, cuando mi cráneo está a punto de romperse y mis ojos
se sienten como si estuvieran siendo arrancados de sus cuencas? No puedo
aguantar, pero me niego a dejarlo ir. No dejaré que el fracaso me arruine. Lo haré.
Sobreviviré.
Soy una sobreviviente.
He tenido que moverme deprisa, hacer planes y abrirme camino en la vida.
He tenido que ir a los lugares más oscuros dentro de mí para garantizar que mi
ciudad no me convirtiera en una estadística. Soy un producto de mi entorno, y
dentro de él están las criaturas más sucias y depredadoras de la Tierra.
Me armo de valor, aferrándome a los lados del banco hasta que me duelen
los nudillos, y me convierto en una serpiente. Una serpiente larga y negra con
brillantes ojos rojos, lo suficientemente delgada como para deslizarme a través de
las fisuras del escudo de Crysis. Al momento en que lo pienso, entro en acción para
evitar revelar mi plan antes de que se desarrolle. Puedo sentir su conciencia en mí, y
justo antes de que él pueda bloquearme, me deslizo por una grieta.
Estoy dentro de su cabeza. No en el área escenificada a la que me dejó
penetrar cuando pretendió ser Christian, mi cita a ciegas. Sino el verdadero Crysis,
el miembro Nephilim de la Alianza que fue casi asesinado por su gente por
atreverse a luchar contra la tiranía.
Es oscuro pero cálido, casi reconfortante. Pacífico. Solo he sentido esta
sensación cuando Adriel me tocó, pero esto es diferente. Lo pruebo en mi lengua,
dulce y refrescante como los cítricos, reemplazando el tinte metálico de la sangre.
Su olor penetrante inunda mi nariz y me recuerda a la playa en junio. Algo roza mi
costado, suaves tentáculos sensuales de terciopelo, dejando atrás la esencia del sol.

49
Y luego soy expulsada. No solo expulsada. Catapultada. Crysis me echó de
su cabeza.
—¿Qué fue eso? —jadeo, retrocediendo.
Crysis balancea su pierna sobre el banco y se pone de pie.
—Es suficiente por hoy.
—Espera… me tocaste allí. ¿Cómo es eso siquiera posible?
—Dije que es suficiente —espeta ásperamente, moviéndose hacia la salida—
. Lo retomaremos mañana nuevamente.
Me levanto para seguirlo.
—Crysis, ¿no podemos hablar de…?
Y ahí es cuando lo noto.
Legion.
Está parado en la puerta del gimnasio, su rostro encubierto en la sombra y
sus ojos fulgurando con llamas de plata fundida. Sigue cada paso que toma Crysis
hasta que pasa rozándolo. Entonces su mirada cae sobre mí.
Por un momento, solo nos quedamos mirándonos fijamente. Solo
respirando. Solo existiendo.
—¿Estás herida? —pregunta en voz baja, pero hay una nota subyacente de
preocupación en sus palabras.
Sacudo mi cabeza lentamente, casi con miedo de asustarlo.
—No. Estoy bien.
Entra, sus pasos medidos, como si también estuviera preocupado por
asustarme.
—Fui a tu habitación. No estabas allí.
—Sí. —Doy un paso tembloroso hacia él—. He estado en la biblioteca…
investigando. —Le doy una sonrisa nerviosa. No sé por qué me siento tan
incómoda alrededor de él. Hace unos días, estuvo profundamente dentro de mí
mientras yo me retorcía y suplicaba por más. Ahora, temo decir algo incorrecto.
—Y estás entrenando.
—Necesito aprender cómo luchar y aprovechar cualquier habilidad extraña
que pueda tener. Ahora que soy… ya sabes…
—Nephilim —responde por mí. No hay malicia en su tono, pero puedo
decir que la palabra se siente como una maldición en su lengua.
—Sí. Eso. —Me encojo de hombros—. Crysis cree que podría ser algún tipo
de súper Nephilim, ya que mi pad… —Me trago la palabra—. Ya que Uriel es

50
Serafín. Simplemente no sé nada de él, no es que quiera. Pero si al menos puedo
aprender a pelear, podría ser útil… para rescatar a mi madre. Y recuperar al
Redentor.
Estoy divagando. Me estremezco literalmente por mi incapacidad para
cerrar mi maldita boca. O al menos cambiar de tema. Legion apenas me ha dicho
dos palabras desde que desperté. Puedo pensar en millones de cosas distintas de las
que preferiría estar hablando.
—¿Eso es lo que quieres? ¿Pelear con nosotros? —pregunta. Unos pasos más
adelante.
—Sí —respondo y asiento—. Si eso significa que todos estemos a salvo. Por
supuesto, lucharía contigo. —Me muevo hasta que solo nos separa un metro, lo
más cerca que he estado de él en lo que se parece a una eternidad—. Lucharía por
ti.
Sacude la cabeza, pero sus ojos plateados se calientan con una emoción
familiar. Es la primera señal que me muestra que parte de él, la parte que me
mostró tanta gentileza y pasión, se ha mantenido incluso con su renacimiento. El
hombre que llegó a importarme tan profundamente, que solo la mención de su
nombre me robaría el aliento, todavía está ahí. Está aquí conmigo. Tal vez nunca se
fue, a pesar de lo que temí.
—Jamás te pediría que hagas eso —dice—. Pero si eso es lo que quieres…
—Lo es. Es lo que quiero. Todos ustedes han arriesgado tanto por mí y,
finalmente, no tengo que ser una damisela indefensa. Demonios, no quiero serlo.
No quiero quedarme al margen mientras todos se sacrifican. Es mi culpa que estés
en todo este lío.
—No. —Sacude la cabeza y baja la mirada—. Es mi culpa. Mis
indiscreciones llevaron a Uriel a la locura. Si no lo hubiera engañado, nunca habría
entrado en tu mundo. Nunca habría cortejado a tu madre en busca de venganza.
—Y yo nunca habría nacido —agrego.
Soy el producto de la ira y el dolor de Uriel. Un recordatorio constante de la
debilidad y traición. Qué difícil debe ser para él tener que mirarme y verse obligado
a revivir esa parte de su vida.
No dice nada para refutar mi afirmación porque sabe que es cierto. Nunca
habría sido concebida si no hubiera sido por la lujuria de Legion. No, no lujuria.
Amor. De alguna jodida manera indirecta, soy el resultado del amor de Legion.
Su amor por Adriel.
Sé que él puede sentir hacia dónde se dirigen mis pensamientos, porque se
pasa una mano por el cabello oscuro y dice:
—Solo quería ver cómo te estabas adaptando.

51
—Estoy bien —miento. No puedo estar bien. No cuando hay tanta distancia
entre nosotros.
—Bien. —Parece que quiere decir más, y le estoy rogando internamente que
lo haga. En cambio, asiente una vez y gira sobre sus talones en retirada.
Dejándome mirar fijamente su espalda, extrañando la forma en que se sintió bajo
mis dedos: suave, caliente y dura como una piedra.
Recojo mi iPod y lo que queda de mi orgullo, y me dirijo a mi habitación.
Cuando estoy doblando una esquina, vislumbro esa misma espalda cincelada tan
musculosa incluso debajo de su camiseta ajustada. Debería de parar esta mierda
tímida. Hace unos días… fui capaz de llamar mío a este hombre. ¿Por qué tiene que
cambiar eso? Y si se han alterado sus sentimientos, debería ser capaz de decírmelo.
Me encamino con total decisión en mis pasos para alcanzarlo, pero me
detengo en seco.
No está solo.
Me escondo detrás de una puerta abierta, mi cara caliente y mis palmas
sudorosas, y escucho su conversación silenciosa.
—Te ves cansado —dice Adriel, su voz suave. La misma voz que usó
conmigo.
—Estoy bien.
—¿Estás durmiendo? ¿Comiendo? Sabes… si me necesitas, estoy…
—Dije que estoy bien.
Un segundo de silencio. El susurro de una tela.
—Te extrañé. Todos los días durante milenios, sufrí con anhelo.
—Adriel…
—No puedo retractar lo que se ha hecho, pero sé que nada ha cambiado. Al
menos no para mí.
Otro silencio tenso.
—He cambiado. —Su voz es tan baja, es casi un susurro.
—No para mí…
—No.
—Sam… Legion. ¿No puedes sentir esto?
—Dije que no. —Deja escapar un suspiro profundo—. Mira, tengo que irme.
—¿Nos vemos luego? —Hay esperanza en su voz.
—Sí, claro.

52
No respiro hasta que el ruido de sus pisadas fuertes desaparece en el pasillo.
Entonces dejo que la sangre roja de rabia fluya en mi interior.
Dije que lucharía por él.
Y lo dije jodidamente en serio.

53
Capítulo 7
Ll
ego a la sala de Irin vestida con jeans, botas de combate y un
suéter, lista para la batalla. No he podido concentrarme en nada
desde esos momentos en el pasillo, demasiado consumida por la
duda y la ira después de ver a Adriel intentando seducir a Legion. Toda esa falsa
tranquilidad de ella, y le creí. No solo estoy enojada por su manipuladora conducta
hipócrita, sino que también estoy enojada conmigo por haber bajado la guardia.
—¿Estás bien, E? —pregunta Niko después de besarme en la mejilla.
—Sí.
Me dirijo al otro extremo del sofá y me desplomo bruscamente. Crysis ya
está aquí, evitando exitosamente el contacto visual desde nuestro episodio
incómodo en el gimnasio, junto con Irin, cuya presencia es confusa si consideramos
que es obstinadamente neutral. Instruye a su personal para comenzar a distribuir
copas de vino y licores. Bien. Alcohol. Eso ciertamente se asegurará de que
mantenga mi jodida compostura.
Niko levanta una ceja astuta y se sienta a mi lado.
—Oh-oh.
—Oh-oh, ¿qué? —pregunto con desdén.
—Te ves como una mujer que tiene un asunto pendiente.
Empiezo a mentir, a decirle que está equivocado, pero entonces entra
Adriel, la imagen perfecta de la virtud y elegancia llevando otro vestido de seda
largo hasta el suelo. La tela es de un blanco iridiscente, y su cabello está recogido,
mostrando su cuello esbelto. Cualquier y todos los intentos de ocultar mi desprecio
quedan enterrados.
Niko resopla una carcajada ante la expresión asesina que sin duda está
grabada en mi cara.
—Sí. Pareces totalmente bien.
Cuando el Se7en entra en fila un momento después, Legion liderando la
manada, todavía no he liberado mi furia. Pero el fuego que actualmente está
quemando un agujero en mi pecho se derrite, y mi rabia se transforma en otra cosa.
Dolor. Y celos.
Podría haberla corregido, y no lo hizo. Podría haberle dicho que sus hábitos
de sueño no son de su jodida incumbencia, y no lo hizo. En cualquier momento de
esa conversación tortuosa, podría haberle dicho que se buscara algún maldito oficio
porque no la quiere, y tampoco lo hizo. Ninguna mención de mí, o de lo que pensé

54
que teníamos antes de que toda esta mierda cayera sobre nosotros. En cambio, le
prometió un nos vemos luego. Dejó la puerta abierta por más.
Ni siquiera sé cómo tomarme eso.
Sus acciones anteriores habían demostrado que no tenía interés en continuar
ningún tipo de relación conmigo, pero entonces, en ese momento que compartimos
en el gimnasio… lo vi. Vislumbré el hombre que era, el hombre que sé que todavía
está ahí en lo profundo. Al menos quería creer que lo hice. Ahora no estoy segura si
alguna vez en realidad lo conocí.
En ese momento, Kairo viene a nosotros con copas de vino. Me guiña un
ojo cuando tomo la mía y después se dirige a una zona oculta mientras que otra de
las subordinadas de Irin, una esbelta morena de piernas largas llevando nada más
que un bikini y un pareo corto, atiende al Se7en. No paso por alto la forma en que
los suaves ojos verdes de Adriel la siguen, igual que los míos.
—Comencemos —anuncia Legion, el bajo resonante de su voz atrayendo de
inmediato la atención de todos—. Tenemos información de que el crimen en la
ciudad está en su punto más alto. Disturbios, saqueos, violencia. Es como si los
ángeles hubieran retirado su influencia completamente, y han invitado a la
destrucción.
—¿Qué significa eso? —pregunto, frunciendo el ceño.
Cuando Adriel se vuelve para sonreírme, resisto la tentación de escupir mi
vino en su cara.
—La analogía de los humanos teniendo un ángel y un demonio en cada
hombro es cierta. Hay embajadores del bien y del mal, luz y oscuridad, que ayudan
a influir en las decisiones de una persona. Los ángeles y demonios no le pueden
quitar su libre albedrío, pero pueden influir en ellos. Sin embargo, las intenciones
del ser humano son puramente suyas. Si buscan hacer daño, entonces lo harán. Si
quieren ir por el camino del bien, entonces el justo saldrá victorioso.
—Y si el Serafín ha decidido retirar la guía angelical, Chicago y su gente
será reducido a cenizas —agrega Crysis, con expresión sombría.
—Un acto para hacernos salir —interviene Lilith, frunciendo sus rosados
labios brillantes con disgusto—. Mezquino, incluso para ellos.
—Pero inteligente —contrarrestó Phenex. Sus ojos de miel caen al suelo—.
Me temo que no tenemos mucho tiempo. Si no paramos esto, si no consiguen lo
que quieren, sentenciarán a muerte a millones de personas inocentes.
—De acuerdo… —Mi mirada cae sobre cada uno del Se7en—. ¿Qué es lo
que quieren?
—A mí. —Adriel suelta un suspiro—. Me quieren a mí.
No puedo detener a mi estúpida interna, y las palabras salen volando de mi
boca.

55
—Entonces, ¿cuál es el problema?
—Es demasiado peligroso —remarcó Legion, defendiendo a su preciosa
Adriel. Lágrimas enojadas escuecen en la parte posterior de mis ojos—. Uriel está
desquiciado. No sabemos lo que es capaz de hacerle.
—Y está el pequeño asunto de tu madre y el Redentor —añade Toyol.
—Esperen. Eden podría tener razón sobre algo —reflexiona Caín
sorprendentemente. Levanta sus palmas en falsa defensa cuando los demás se giran
para fulminarlo con la mirada—. Escúchenme. ¿Y si usamos a Adriel como cebo?
¿Prometemos un intercambio, ponemos una trampa, agarramos lo que es nuestro y
salimos disparados?
Legion sacude la cabeza.
—Es demasiado peligroso.
—En serio… ¿cuán antiguos son estos cabrones? Tenemos la tecnología de
nuestro lado.
La mandíbula de Legion se tensa, lo cual hace cuando está contemplando
un plan arriesgado.
—Su fuerza, sus habilidades… son incomparables. ¿Cómo sabríamos que no
nos estarían dirigiendo a nosotros a una trampa?
Caín suelta un resoplido exasperado.
—Entiendo eso, pero…
—Lo haré —anuncia Adriel, con el mentón levantado.
—¿Qué? —La sorpresa en la cara de Legion, el destello de desconcierto…
duele.
—Lo haré —repite Adriel—. Si eso significa garantizar la seguridad de todos
los que hay aquí, lo haré.
—No puedo dejar que hagas eso. —Legion sacude la cabeza—. Jamás van a
dejarlo. Además, no hay forma de salir de allí con vida cuando ni siquiera sabemos
contra quién nos enfrentamos.
—Entonces, tal vez así lo descubramos —sugiero, poniendo los ojos en
blanco. Las idas y vueltas son jodidamente exasperantes, pero intento resguardar la
molestia subyacente en mi tono y ser constructiva—. ¿Y si los atraemos hacia
nosotros? ¿Averiguamos a lo que nos estamos enfrentando? Al menos después de
eso, podremos formular un plan basado en lo que sabemos.
—No puedes hablar en serio —resopla Crysis.
—Escuchen. —Me giro hacia Irin, que se ve entretenida por toda la
conversación—. Esto es terreno sagrado, ¿verdad? Aquí no se puede derramar
sangre.

56
—No se puede, no por desacato. —Sonríe sugestivamente, y ni siquiera
quiero saber de qué se trata eso.
—Es por eso que esto es considerado un refugio para las criaturas tanto del
bien como el mal, buscando un indulto de las obligaciones inherentes. ¿Y si los
invitamos? ¿Y si Irin organiza una fiesta? No sospecharían que estamos detrás. Sin
duda, vendrían, aunque solo sea para husmear si estamos aquí.
Legion se cruza de brazos, estirando esa camiseta negra casi más allá de sus
límites.
—Y sabrían que estamos aquí al momento en que pisen la propiedad.
Entonces, ¿qué?
—No necesariamente —interviene Niko a mi lado—. El hechizo de
ocultación usado en Eden… creo que sé quién ayudó a Uriel a usarlo. —Hace una
pausa dramática—. Mi padre.
—¿Stavros? —pregunto, recordando al hombre de cabello oscuro y suave,
cuya mirada azul cristalina me inquietó, y no de una buena manera. Era la perra de
Lucifer en el Infierno, pero podía decir que tenía hambre de poder. Apestaba a
desesperación.
—Sí —responde Niko—. Podría manipular esa magia, usarla para ocultarlos
a todos ustedes. Debido a nuestros números, necesitaré algo de tiempo para
prepararme, pero estoy seguro que puedo lograrlo.
Legion se pellizca el espacio entre sus cejas, contemplando el plan, pero aún
sin decir nada.
—Esto podría funcionar —confirma Toyol, asintiendo. Ya puedo ver las
ruedas girando en la cabeza del residente gurú de la tecnología del Se7en—. Puede
que incluso sea capaz de poner un dispositivo de rastreo en uno de ellos, lo que con
suerte nos llevaría directamente a donde sea que se estén reuniendo. —Mira a
Irin—. ¿Quieres vigilancia?
La belleza antigua le da una sonrisa astuta.
—Tengo la mía propia. Supongo que un poco más no dolería. ¿Y cuándo
esperamos tener esta pequeña velada?
Es Phenex quien responde.
—Cuanto antes mejor, con tu permiso, por supuesto.
—Permiso otorgado. Eso es siempre y cuando esté bien con tu líder.
Legion aún no ha autorizado el plan, pero puedo decir que lo está
considerando. Si no fuera así, habría sido un gran y rotundo NO. Sin más discusión
requerida.
—¿Y estás seguro que puedes hacer un hechizo para ocultarnos a todos? —
pregunta a Niko, su mirada plateada ensombrecida por el escepticismo.

57
—Lo estoy —responde y asiente él—. Solo durará unas pocas horas, pero
puedo hacerlo. Necesitaré prepararme, pero será bastante simple.
—Lo que sea que necesites —sentencia Legion—. Apreciamos tu ayuda.
Niko se encoge de hombros.
—Agradéceselo a tu hermano. Además, ha pasado un tiempo desde que
pude presumir. —Se vuelve hacia mí y me da un guiño coqueto. Ambos sabemos
que Legion está siguiendo cada uno de sus movimientos. ¿A qué juego está
jugando?
—Si eso ya está arreglado —refunfuña Legion—. Lilith y Andras, estarán
encargados de todos los arreglos de la fiesta. Toyol en tecnología. Phenex y Jinn
serán mis ojos y oídos en el terreno. Caín… quiero que te quedes fuera de esto.
—¿Por qué carajo? —ruge el demonio lleno de cicatrices.
—Porque te quiero con la hermana de Eden. No te alejes de su lado. Es
humana… vulnerable y aún se está recuperando. Si algo sucede, tienes que ser
capaz de sacarla de allí.
—Te aseguro —añade Irin—, que la precaución no es necesaria.
—Eso es todo. —El tono de Legion es el punto proverbial en el edicto.
Caín asiente rígidamente en obediencia. Estoy segura que es difícil para él
quedarse en el banquillo, pero sabe que es lo mejor.
—Mientras tanto, me gustaría que trabajes con Eden cuando no esté
entrenando con Crysis. —Eso llama nuestra atención, y tanto Caín como yo le
fruncimos el ceño a Legion—. Eres el mejor hombre de armas que tengo. Ella
debería saber cómo usar un arma.
—¿Siquiera lo necesitaría? ¿Dadas mis habilidades?
—Los Serafines son los inmortales más antiguos y más fuertes de la historia.
Son indestructibles, su poder inmensurable. Eres una Nephilim neonata, apenas
una pulga para ellos. Necesitarás toda la ayuda que puedas tener.
Sé que dice la verdad, pero aun así duele un poco, especialmente viniendo
de él. Siempre supe que era débil en comparación a todas las criaturas
sobrenaturales en mi vida, pero maldición… ¿una pulga?
—¿Eso es todo? —pregunta Crysis, poniéndose de pie antes de que Legion
responda.
—Sí. Enviaré a mis exploradores esta noche. Con suerte, tendremos más
información en la mañana.
Crysis da un asentimiento rígido y luego sale de la habitación como si no
pudiera esperar para alejarse del resto de nosotros. Parece demasiado susceptible,
especialmente en comparación a cómo estaba antes. No puedo evitar preguntarme
si es por mí.

58
—¿Quieres comer? —pregunta Niko a medida que nos ponemos de pie para
dispersarnos. Miro a Legion al otro lado de la habitación. Para mi sorpresa, se
encuentra con mi mirada y no la aleja.
—Um, aún no. ¿Quieres que nos encontremos para cenar? Tengo que hacer
algo realmente rápido.
Niko sigue la dirección de mi mirada y me dispara una sonrisa traviesa.
—¿Algo o alguien a quien tienes que hacerle algo realmente rápido?
Sacudo la cabeza y rio antes de depositar un suave beso en su mejilla.
—Dame cinco minutos.
Sé que debería estar furiosa con él, pero no puedo evitarlo. Necesito oírle
decirlo, necesito saber si aún tiene sentimientos por Adriel. Sé dónde está el
corazón de ella, ¿pero el de él? ¿Es siquiera capaz de amar ahora?
—¿Puedo hablar contigo? —pregunto en voz baja. El resto del Se7en cesa su
charla y miran a su líder. Hablando de no sentirse totalmente fuera de lugar.
Legion se hace a un lado y asiente.
—Por supuesto.
—Solo quería… —Mierda. ¿Sobre qué quiero hablar? Hay tanto que decir,
pero este no es el lugar ni el momento. Especialmente con Adriel a solo unos
metros de distancia, pretendiendo estar ocupada en una conversación con Irin—.
Estaba esperando que… si tenías tiempo… pudiéramos hablar. Como, hablar-
hablar. Las cosas han… cambiado. Y solo quiero saber qué tanto ha cambiado
exactamente, ¿sabes? —Sueno como una tonta insegura, pero así es exactamente
cómo me siento. Soy como un cachorrito a sus pies, esperando, rezando, que él
deje caer un trozo de comida de vez en cuando.
Legion se queda en silencio por más tiempo del que anticipo. Maldición.
Esto fue un error.
—Esto fue un error —digo en voz alta. Intento girarme para salvar lo que
queda de mi orgullo herido, pero toma mi brazo por el codo. Su piel está caliente…
más caliente de lo que recuerdo. Está en llamas.
—No… —Hay una urgencia en su tono que no he escuchado en mucho
tiempo. Levanto la mirada para ver sus ojos plateados arremolinándose con una
emoción sin nombre. Todavía siente. Sé que lo hace—. No te vayas. Por favor. Sí,
quiero hablar. ¿Puedo ir a verte? ¿Esta noche?
Por la forma en que dice las palabras, es como si no estuviera seguro que yo
accedería… no lo entiendo. Parece que no sabe que diría cualquier cosa, haría
cualquier cosa, solo para tenerlo de vuelta conmigo. Solo para sostenerlo cerca,
bajo el brillo de la luz de la luna y dejar que el zumbido de sus latidos me
adormezca. Lo extraño más de lo que me he permitido admitir. Las revelaciones
sobre mi padre, mis derechos de nacimiento, y la transformación del propio Legion

59
han sido una distracción bienvenida. Pero incluso esas verdades no pueden atenuar
el dolor constante en mi pecho.
—Sí. Esta noche. —Mi voz es simplemente un susurro ronco, pero él me
oye, siempre lo hace, y asiente.
—Vaya, vaya. Alguien consiguió ponerle un poco de energía a su paso —
comenta Niko cuando me ve acercarme. Está esperando fuera de la cocina
sosteniendo una bandeja de platos cubiertos por una cúpula.
—Cállate —replico, pero no puedo esconder la amplia sonrisa en mi cara.
Esta noche. Legion vendrá a verme esta noche. No un nos vemos luego a medias como
le prometió a Adriel.
—¿Todo bien?
—Sí. Creo que sí.
Me lleva por el pasillo a su habitación, que está en dirección opuesta a la
mía. Está decorada de manera similar a la mía, aunque es más masculina con
colores más oscuros y pesados muebles de madera. Incluso la cama gigante con
dosel grita sexualidad y fuerza.
—Caray, Niko. Si querías tenerme a solas en tu habitación, no tenías que
sobornarme con comida. —Me dejo caer en el borde de la cama y me quito los
zapatos de una patada.
—Bueno, primero pensé en darte de comer. Generalmente, cuando las
damas pasan la noche conmigo, se desmayan por el placer abrumador, no por el
hambre.
Niko deja la bandeja, después con apenas un movimiento de su mano, una
botella de vino y dos copas aparecen a su lado.
—Maldita sea. A veces olvido que puedes hacer esa mierda de hocus pocus
—comento y me estremezco.
—No dejes que te engañe la buena apariencia, nena. —Me guiña un ojo,
descorchando la botella. Después de servirnos una copa a cada uno y acercarse a la
cama para darme la mía, añade—: Tengo que admitir que… en cierto modo te
atraje hasta aquí con pretextos falsos.
—¿Ah, sí?
—Sí. —Toma un sorbo. Supongo que incluso los hechiceros necesitan un
poco de coraje líquido de vez en cuando—. ¿Los preparativos que necesito hacer
para el hechizo de ocultación? Necesito recargar… recargar mi magia de modo que
esté con toda mi fuerza para poder hacerlo.
—De acuerdo…
—Necesito respirar a alguien.
—Y por respirar te refieres a…

60
Deja escapar un suspiro pesado.
—Necesito extraer la esencia del cuerpo de alguien. No lo suficiente como
para matarlos, pero lo suficiente como para que un humano no pueda sobrevivir.
Tomo un sorbo de vino.
—Oh.
—Sí. E incluso si me sintiera cómodo yendo a un demonio o un ángel, lo
cual definitivamente no haré teniendo en cuenta que eso podría matarme, mi única
otra opción es Crysis. Y tú.
—Oh. —Sueno como un disco rayado—. Bueno, claro. Házmelo. Lo que
sea que necesites. ¿Cuándo?
—Antes de intentar el hechizo. Así que, el día antes de la fiesta.
—De acuerdo. Sí, estoy dispuesta.
Niko asiente y añade:
—Solo necesito que entiendas lo que implica el proceso. Puede ser
extremadamente sensual en naturaleza. La magia es seductora para mi especie, y el
ritual generalmente conduce al sexo. —Antes de que pueda abrir la boca para
protestar, agrega—: Por supuesto, ese no será el caso con nosotros. Pero quiero que
sepas que puede haber efectos persistentes e inevitables para mí. Y para ti.
—Entonces, ¿qué es lo que estás diciendo? ¿Estarás excitado? —Trago con
fuerza.
—Muy probablemente. Y tú también puedes estarlo.
—Ya veo.
—Mira, si esto es demasiado incómodo para ti, entonces…
—No. —Sacudo la cabeza—. No, lo haré. Eres el amigo más cercano que
tengo en esta casa, y estás haciendo esto para ayudar a mi madre. Y estás en este lío
por mi culpa. Lo haré. Estará bien.
Un silencio largo se extiende entre nosotros mientras nos entrenemos
bebiendo de nuestra copa de vino, pretendiendo no estar pensando en el ritual de
aliento que se avecina.
Cuando nuestras copas están vacías, Niko se vuelve hacia mí, con una
sonrisa diabólica bendiciendo su rostro hermoso. Sus ojos azules cristalinos brillan
con picardía.
—Así que ahora que eso está fuera del camino, ¿debería quitarme la ropa?
¿O te gustaría hacerlo?
Le doy un puñetazo juguetón en el brazo y le ordeno que me vuelva a llenar
la copa.

61
Capítulo 8
H
ay algo en Nikolai.
Ya sea que embrujó mi vino con alguna magia de
hechicero o estar en su presencia me brinda una sensación de
paz tan potente que soy capaz de olvidar toda la locura por
unos momentos. Pero al instante en que se ha ido, y estoy de
vuelta en mi habitación sola, toda la ansiedad regresa de nuevo.
Legion dijo que vendría a verme esta noche. Sin embargo, tras una hora…
dos horas… de espera y todavía sin ninguna palabra, me rindo al final y deslizo mi
cuerpo recién duchado, depilado y untado en aceite, entre las sábanas de seda fría.
Había mencionado enviar afuera a sus exploradores (¿qué exploradores?) de modo
que intento obligar a mi mente a entender. Aun así, mi corazón está más que un
poco fracturado por haber sido plantada.
Después de entrenar con Crysis, trazar y planear con el Se7en, y liquidar una
botella de vino con Niko, dormir es más fácil de lo que espero. Y pronto, estoy
cayendo en la oscuridad hacia una habitación del color de la sangre fresca. El fuego
arde alrededor de mí, pero no puedo sentir su ardor en mi carne. No hay humo que
llene mis pulmones, no hay hollín que manche mi piel. Me siento cómoda dentro
de estas paredes hechas de mil rubíes deslumbrantes. Cómoda y feliz. Pero todo
alrededor de mí se está quemando… muriendo. Sin embargo, estoy ilesa, sin
molestarme por el mundo que se está desintegrando en cenizas a mi alrededor,
porque fui yo quien lo creó. Fui yo quien dio a luz este infierno desde mi vientre
devastado por la guerra. Y el hombre que está delante de mí, tan hermoso en su
brutalidad fría, es el rey de mi ruina perversa.
Entro en el fuego hacia él, y siento el frío en mis pies. Sus cabellos
despeinados rozados con el más puro beso de la luz del sol; un traje hecho a medida
sobre un cuerpo que presume de elegancia y sexo. Sonríe astutamente, pero no lo
miro a los ojos. Las estrellas en esas infinitas galaxias gemelas se han extinguido.
—¿Esto es lo que querías?
Miro a nuestro alrededor, veo como los rubíes se derriten y gotean en
charcos de sangre a nuestros pies.
—No. No, claro que no. Esto es lo que quería evitar.
Lucifer aleja la mirada, observando al fuego fijamente. Cuando se vuelve
hacia mí, sus mejillas están llenas de lágrimas sangrientas.
—Entonces, ¿por qué me dejaste?
Retrocedo tambaleante, confundida. Horrorizada.

62
—Él hizo esto, Eden. Tu amado. Esto es de lo que intenté protegerte… a
todos ustedes. Y lo desataste en la Tierra. Tu mundo no sobrevivirá a su mano por
segunda vez.
Sacudo la cabeza furiosamente.
—No. No. No te creo.
—Mira a tu alrededor. —Agita una mano, dejando una estela de fuego a su
paso—. Tu ciudad está ardiendo. Todos a los que has conocido, los que te han
importado alguna vez, están muriendo o ya han muerto.
—Él está… está…
—Con ella. Desafié a nuestro Padre para protegerlo. Creé un escándalo
porque sabía que él jamás la dejaría por su voluntad. Caí por él. No cometas el
mismo error, Eden. Todavía hay tiempo para salvarte a ti misma.
—¿Qué quieres que haga?
Él ofrece una mano extendida.
—Ven conmigo. Di que sí, y ven conmigo.
Extiendo una mano hacia él tímidamente, agonizantemente lento. Pero justo
cuando las puntas de nuestros dedos se unen, las llamas se elevan, creando una
pared de fuego. Y él se ha ido.

Estoy despierta. Y no estoy sola.


Legion está sentado en la cama, de espaldas a mí. Sorprendida, me
incorporo de golpe y levanto las sábanas de seda hasta mi barbilla. Todavía estoy
usando el camisón de satén púrpura que me puse anticipando su visita. Ahora,
estoy deseando que fuera de cuello alto.
—No quise despertarte. —Su voz es inquietantemente baja, y no se da la
vuelta.
Frunce el ceño. Esperé y esperé. Parece que todo lo que he hecho es esperar
por él. Y con ese sueño todavía cernido a la vanguardia de mi mente confusa, mis
palabras están empapadas con molestia.
—Entonces, ¿por qué estás aquí?
—Porque tenía que estar cerca de ti. Incluso aunque sé que está mal y es
egoísta de mi parte. Solo necesitaba sentir tu presencia.
Maldición. Eso me hace flaquear. Mi debilidad por él es una maldición que
parece que no puedo romper.

63
—¿Por qué?
Se vuelve hacia mí finalmente, esos brillantes ojos plateados reluciendo en la
oscuridad.
—Para recordarme por lo que estoy luchando. Para darme una pizca de la
paz que una vez sentí contigo en mis brazos.
—Apenas me has mirado. Siquiera apenas has notado que estaba viva.
—Lo he hecho. Simplemente no podía dejar que me veas. Así no. No como
soy ahora. No quería asustarte.
—L… —Se estremece ante el nombre en mi lengua, así que empiezo de
nuevo—. Legion… siempre te he visto por quién y qué eres realmente. Y nunca me
he asustado.
Sacude la cabeza.
—No sabes lo que estás diciendo. Lo que era… eso no era nada. La bestia
que vislumbraste durante el Juramento de Sangre fue solo una fracción de mi
oscuridad.
Pongo mis ojos en blanco. El ritual del Se7en al que me invitó a ver fue
aterrador, lo admitiré, pero sabía que no sería un juego de niños. Y lo superé.
Acepté quién y qué es, y me enamoré de él a pesar de mi miedo. ¿Por qué me sigue
tratando como a una niña? Sé lo que quiero. Y lo quiero a él… todo de él.
—No estoy ciega. Sé que has cambiado. Ambos hemos cambiado.
—Entonces lo entiendes. —Deja escapar un suspiro pesado—. Lo que soy
ahora, y lo que eres ahora, nunca podrías querer algo como yo. Nunca podrías
amar… esto. —Habla de sí mismo como si fuera un objeto. Un animal.
—¿Por qué dices eso?
—Soy fuego. Soy ira. Soy la Muerte misma. Personifico todo de lo que
deberías mantenerte muy, muy lejos. Y nunca podría, jamás, me permitiría
corromper tu alma.
—Mi alma se corrompió hace mucho tiempo —digo con voz ronca.
Sentándome de rodillas, dejo que la sábana caiga hasta mi cintura,
revelando mi camisón de satén púrpura. El corpiño semitransparente está decorado
con un hilo plateado que exagera la V profunda que cae entre mis pechos. Observo
cómo su mirada se desliza desde mis ojos suplicantes hasta mi garganta y por
debajo de mi cuello. Él arrastra sus dientes sobre su labio inferior, y lo imagino
arrastrando esos dientes sobre mis pezones.
Solo se permite mirar por un momento antes de darse la vuelta. Y algo
dentro de mí se desinfla.
—No debí haber venido hasta aquí. Debí haberte dejado en paz.

64
Comienza a levantarse de la cama, pero antes de que pueda ponerse de pie,
me lanzo hacia adelante y agarro su brazo.
—No. No te vayas. ¿Por favor?
—Eden, no puedo… no puedo dejarte…
—Solo acuéstate conmigo. Eso es todo lo que quiero. Te… te echo de
menos. Por favor, solo quédate.
Se liberan mil batallas y una sale victoriosa a través de sus rasgos, pero
asiente a regañadientes.
—Si eso es lo que quieres.
—Lo es. Es lo que quiero.
Asiente nuevamente, después se quita las botas antes de girar su cuerpo para
apoyar una rodilla en la cama.
—No vas a dormir completamente vestido, ¿verdad? —Añado una sonrisa
pequeña para aliviar el momento tenso. Ya ha aceptado dormir conmigo en la
misma cama; no quiero presionarlo. Pero tampoco quiero estar caminando con
cuidado constantemente.
Legion baja la mirada hacia sus jeans oscuros y camiseta negra. Cuando
levanta la barbilla, una sombra cae sobre sus rasgos.
—Sabes cómo me veo ahora. Sabes que mi cuerpo ha cambiado.
—Y tú sabes que no me importa ni mierda nada de eso.
Con un suspiro resignado, agarra el dobladillo de su camisa y la arrastra por
su cabeza, haciendo que su cabello oscuro caiga sobre su frente. Jadeo ante la
belleza de él, aturdida por la tinta oscura que ahora estropea su suave piel
bronceada. Esa cruel bestia recelosa me mira fijamente, burlándose de mí. De
cerca, veo que sus ojos plateados de hecho brillan con algún tipo de magia oscura y
desalentadora. Incluso la piedra roja sostenida cautiva entre sus colmillos enormes
destella místicamente. Estoy hipnotizada por eso, casi jodidamente fascinada por su
esplendor malvado. Quiero apartar la mirada, pero me llama, urgiéndome a
acercarme.
Legion gira, permitiéndome ver que el dragón se ha envuelto alrededor de su
espalda, completando el cuadro con escamas elaboradas y una cola afilada. Más
cerca, susurra. Tócame. No morderé.
Con sus mentiras susurradas cantando en mi oído, me acerco más, con los
dedos extendidos. Legion atrapa mi mano antes de hacer contacto.
—¿Te dolió? —susurro, mis labios a pocos centímetros de los suyos.
Me suelta y sacude la cabeza.

65
—La transformación fue insoportable. Me rompí todos los huesos de mi
cuerpo. Músculo y tejido fueron desgarrados en pedazos. Pero esto… —pasa una
mano por los planos duros de su pecho y abdominales—… esto no fue nada.
Me inclino hacia atrás, deleitándome con la maravilla pura de la bestia ante
mí. No pensé que fuera posible encontrarlo más increíblemente hermoso, más
atractivo. Pero aquí estoy, jadeando con la necesidad de tenerlo cerca de mí. Junto
a mí. Dentro de mí.
A la mierda el sueño.
Si daré a luz el fuego que vi, entonces la semilla de Legion es la chispa que
incendiará el mundo.
—Ven aquí. —Mi voz es tan ronca por el deseo que apenas la reconozco.
No se arrastra hacia mí a los pies de la cama como lo ha hecho tantas veces
antes. Deambula, como un animal letal oliendo a su presa, justo antes de saltar y
desgarrar su garganta. Se me seca la boca, me tiemblan las rodillas y mi entrepierna
se tensa con anticipación.
Se acomoda a mi lado, enfrentándome, pero sin tocarme. Sus ojos plateados
se atenúan, pero solo apenas, como si estuviera intentando contener su poder. Aun
así, lo siento. Está tan caliente, que sería insoportable para cualquier otra persona.
Incluso el aire entre nosotros parece chisporrotear.
—No me importa. No me importa si eres diferente —susurro. Necesito que
lo crea. Incluso si tengo que decirlo todos los días por toda la eternidad.
—A mí sí. —Iguala mi tono, pero su voz es grave.
—No deberías. No has cambiado para mí. El hombre, el demonio, lo que
eras, y lo que sentía por ti… nada ha cambiado.
—Lo que sentías… —Hace una mueca, como si el pensamiento lo
perturba—. No deberías sentirte así por mí, Eden. Ya no. Porque lo forma en que
me siento por ti… —Sacude la cabeza antes de volverse para darme su espalda—.
No quiero hacerte daño.
No sé si se refiere a emocional o físicamente, pero no me importa.
—Entonces no lo harás.
—No es tan simple.
Jodido infierno. No lo entiendo. Estoy aquí, diciéndole que lo acepto, ya sea
hombre o bestia, pero aun así me aleja. Tal vez me está diciendo algo más. Tal vez
él quiere que retroceda.
—¿Acaso ella es una amenaza?
Legion se vuelve hacia mí y frunce el ceño.
—¿Qué?

66
—¿Adriel es una amenaza para mí… para nosotros? ¿Es con ella con quien
preferirías estar ahora mismo?
Una brizna de oscuridad serpentea entre nosotros, ensombreciendo su
mirada penetrante.
—No.
Pretendo ignorar lo que vi, la forma en que el humo negro y la sombra se
manifestaron ante mis ojos, y guardarlo para otro momento cuando no esté
intentando convencerlo de que no tengo miedo.
—Entonces no tienes nada de qué preocuparte. No me harás daño, Legion.
No harías eso.
Para llevar mi punto al blanco, me acerco más, cerrando el pequeño espacio
entre nosotros hasta hacerlo de unos pocos centímetros. Una ráfaga de calor
sofocante recorre todo mi cuerpo. ¿Una advertencia? ¿O una invitación?
—No sabes lo que estás diciendo. No tienes ni idea de a qué te estás
apuntando conmigo.
—Entonces muéstrame. Muéstrame, Legión de las Almas Perdidas.
Muéstrame lo que eres.
Extiendo la mano tímidamente, y acaricio su estómago, justo donde esa
bestia horrible sostiene el rubí en sus colmillos. Las duras crestas de sus
abdominales tiemblan bajo las puntas de mis dedos, la temperatura de su cuerpo
abrasando mi piel. Empiezo a deslizar mi mano poco a poco por su suave pecho
sólido. Cuando acuno su mandíbula, él se apoya en mi toque, y sus ojos se cierran
lentamente.
—Eden… mierda —maldice. Cuando abre los ojos, están ardiendo con un
deseo torturado.
—No tengas miedo de esto —lo insto—. Porque no lo tengo. No te
detengas.
Con un gruñido que suena a alivio y desesperación, Legion me da la vuelta
sobre mi espalda rápidamente y junta mis dos manos con una de las suyas,
sujetándolas sobre mi cabeza. Sin preámbulos. Sin advertencias. Solo su cuerpo
presionado contra el mío. Mi sangre se acelera con una necesidad concentrada a
medida que levanto la mirada hacia él a través de mis pestañas, rogándole sin
palabras que continúe. Para que él desnude su alma y me muestre quién es
realmente.
—Última oportunidad —dice entre dientes, con su mandíbula tensa.
Asiento.
—No voy a ninguna parte.

67
No sé cómo lo hace, pero con el más mínimo de los roces de su palma
contra mi costado, mi camisón se desintegra en cenizas. Estoy completamente
desnuda debajo de él, y por la forma en que sus ojos brillan al ver mi carne
desnuda, como un animal debilitado por el hambre, sé exactamente lo que quiso
decir con “Última oportunidad”. Va a devorarme. Y una vez que comience, no podrá
detenerse. Y no quiero que lo haga.
Toma mi boca y me besa como si estuviera bebiendo la esencia misma de mi
alma. Sus labios se sienten iguales, aunque, esto es como besar a otra persona. No
del todo a un extraño, pero tampoco a L. Lo beso aún más profundamente,
buscando saborear al demonio del que me enamoré antes de que supiera lo que era
realmente. Él mordisquea mi labio inferior en respuesta, lo suficientemente fuerte
como para hacerme estremecer, luego alivia el dolor de la pequeña herida con su
lengua. Gimiendo, sus caderas flexionándose hacia mí, Legion chupa mi labio
dentro de su boca y saborea mi sangre.
Estoy… tan excitada ahora mismo. Debería estar completamente asustada.
Tal vez incluso un poco disgustada. Pero esta hambre en él, esta violencia
seductora, me excita hasta el punto del dolor. Ardo por él. Mis pezones se tensan y
endurecen cuando suelta mis manos sobre mi cabeza y deja que sus dedos se
deslicen hacia mis senos. Los recoge en sus palmas y los aprieta.
—Por favor —le ruego, mi voz un gemido ahogado.
Una sonrisa lenta se extiende por los labios de Legion, y cuando despliega
sus dientes, veo que se han transformado en colmillos. Apenas tengo la
oportunidad de jadear cuando lleva su boca a mis pezones y los chupa ambos a la
vez. El roce de esos dientes afilados, la aspereza suave de su lengua de serpiente…
la sensación es orgásmica, y gimo ruidosamente y presiono mi sexo desnudo contra
el suyo, todavía oculto por sus jeans oscuros.
Succiona y mordisquea mi pequeña carne hasta el punto de la locura antes
de lamerme con un rastro lento hasta mi ombligo. Luego me besa de cadera a
cadera, abriendo mis muslos ampliamente mientras tanto. Mierda. Solo la
anticipación me tiene a punto de correrme. Legion levanta la cabeza como si puede
sentir que estoy cerca… como si puede olerlo. Arrastra un largo dedo grueso desde
mi ombligo hasta mis pliegues resbaladizos, observando atentamente a medida que
mi carne se estremece con los primeros signos de orgasmo. Me acaricia suavemente
desde la cima de mi montículo hasta mi entrada apretada, frotando círculos sobre
mi clítoris. Arriba y abajo, una y otra vez, me prepara para su lengua. Y cuando
baja su cabeza y me cubre con su boca, exploto en billones de colores radiantes, las
rodillas temblándome y las manos agarrándose a su cabello oscuro.
Chupa y me folla con su lengua y dientes, desatando un asalto tan mortal,
que pierdo el aliento. Mi cabeza está flotando. Todo mi cuerpo está temblando.
Siento que estoy sufriendo mil pequeñas muertes, pero todavía estoy desesperada
por caer sobre su espada y sufrir un destino cruel y delicioso. Esto no es normal.
Nadie debería ser capaz de sentirse así de increíble y tan torturada a la vez.

68
Todavía estoy temblando cuando Legion se pone de rodillas. Lamo mis a
medida que él se desabrocha los jeans y los desliza hasta la mitad de sus muslos. Su
orgullosa y pesada dureza palpita salvajemente con su propio latido sinuoso. Santa
mierda. Se ve más grande. Más grueso. ¿Cómo diablos…? Ni siquiera puedo
explicarlo. Pero todo lo que quiero hacer es envolver mis labios alrededor de él,
aunque solo sea para ver si sabe tan delicioso como se ve. Sin embargo, cuando
Legion agarra mi muslo y me da la vuelta sobre mi estómago en una maniobra
rápida, y luego coloca mi trasero en el aire, me doy cuenta que tiene otros planes
para mi boca.
—Muerde la almohada. —Su voz es nivelada, pero hay un borde de maldad
en él.
Hago lo que me dice, y justo a tiempo. Porque al siguiente segundo, Legion
me abre aún más y me lame desde mi sexo empapado hasta mi agujero apretado y
fruncido. Jadeo, la sensación desconocida es tan intensa que casi me desplomo. Eso
es todo lo que necesito para estar en la cúspide de otro orgasmo. Eso es todo lo que
necesito antes de estar gimiendo contra la almohada, rogándole que me folle hasta
dejarme sin sentido. Debe haber escuchado mis ruegos porque, al siguiente
momento, me rompe en mil pedazos con una dura embestida desgarradora.
Grito contra mi almohada amortiguadora, con una mezcla de dolor,
conmoción y placer innegable atravesándome por completo, mientras él me folla
profundo, fuerte y rápido. Mi vientre está en llamas con su intrusión violenta, y
cuanto más caliente me pongo, más empujo contra él, ansiosa porque chamusque
mi interior con su semilla. Pero él no muestra señales de ir más lento. En todo caso,
mi persuasión solo lo alienta. Y cuando siento que su mano se desliza entre
nuestros cuerpos para acariciar mi entrada estrecha, gimo tan fuerte que ni siquiera
reconozco mi voz. Ni siquiera la almohada puede silenciar mis gritos cuando
presiona en ese lugar fruncido y desliza un dedo grueso lentamente dentro de mí
hasta el nudillo.
Me siento tan llena, tan pesada. Mis muslos están temblando sin control y
temo que me derrumbaré por el placer tan intenso en cualquier momento. Él
también debe sentirlo, porque con un brazo alrededor de mi cintura, Legion levanta
mi torso de modo que estamos espalda contra pecho. Sus embestidas jamás
titubean, incluso cuando baja su mano para jugar con mi clítoris, lo que aumenta la
sensación severa en mi trasero. Y mientras me sostiene así de cerca, aguantando
completamente mi cuerpo debilitado, siento sus labios en mi cuello, su aliento
caliente.
—Y Él expulsó al hombre; y al este del jardín del Eden —recita ásperamente—,
colocó los querubines y la espada de fuego que giraban en todas direcciones para proteger el
camino hacia el árbol de la vida.
No sé qué hacer al respecto. Honestamente, con él tan profundamente
dentro de mí, ni siquiera puedo comprender el significado de las escrituras. Y antes
de que pueda comenzar siquiera a descifrarlo, siento sus dientes en mi piel, en el
espacio entre mi cuello y mi hombro. La aguda punzada de dolor es suficiente para

69
hacerme gritar, pero de alguna manera el sonido se transforma en un gemido. Y
con sus colmillos todavía incrustados en mi carne, gruñe, gutural y animal, y lo
siento palpitar violentamente dentro de mí. Sus empujes se tornan bruscos a medida
que vacía el fuego y la venganza dentro de mi vientre, y segundos después, estoy
corriéndome nuevamente, gritando palabras de adoración y sacrilegio.
Me sostiene hasta que ambos nos calmamos. Y cuando ya no puedo
mantenerme erguida, Legion me acuesta en la cama, cubriendo mi cuerpo desnudo
con las sábanas de seda. Podría marcharse, y no sería capaz de protestar,
demasiado cansada y saciada para decir ni una maldita palabra. Pero para mi
sorpresa, se acuesta a mi lado, atrayéndome para apoyar mi cabeza en su pecho.
Ni siquiera ese dragón horrible susurra una palabra mientras recuperamos el
aliento y disfrutamos de la relajación postcoital del orgasmo. Y me adormezco en
un sueño sin sueños, envuelta en fuego.

70
Capítulo 9
D
espierto sola, pero no me sorprende. En todo caso, me siento
aliviada, aunque solo sea por unos momentos de paz, para asimilar
en mi cabeza lo que acababa de ocurrir pocas horas antes.
Le dije a Legion que quería hablar. Hablar. Y de alguna manera hicimos
muy poco de eso. Sin mencionar que, ni siquiera llegué al fondo de ese pequeño
encuentro en el pasillo entre Adriel y él. Sin embargo, si la noche anterior es un
indicio de dónde estamos él y yo, entonces no tengo nada de qué preocuparme.
Creo.
Espero.
Me tambaleo fuera de la cama, desnuda, dolorida y agotada. Mis piernas
están débiles, y tengo que aferrarme al poste de la cama para evitar caerme. Mierda.
¿Qué fue eso? Legion y yo hemos tenido un sexo estupendo antes. Incluso, sexo
increíble. Pero esto fue otra cosa. Este era el siguiente nivel de follar con un lado de
sadismo. El monstruo dentro de él, ese dragón terriblemente hermoso, exigía
sangre. Y aunque nunca he estado interesada en la escena BDSM, no puedo negar
que fue jodidamente ardiente cuando Legion me mordió el labio. Y sondeó mi
culo. Y me mordió el cuello.
Hablando de…
Tropiezo hasta el baño para evaluar el daño, y justo ahí, está una marca de
mordida irritada y púrpura donde sus dientes me reclamaron. Honestamente, no es
tan malo como esperaba, considerando el ardor que causó. Podría haber jurado que
fue por completo vampírico conmigo, pero parece que apenas rompió la piel. A
menos que…
A menos que lo hiciera, y tenga un poco de esa sanación sobrenatural. Aun
así, es jodidamente perceptible, y no puedo simplemente caminar por ahí luciendo
como una fanática de las mordidas de vampiro durante el sexo.
Después de bañarme (con mucho cuidado alrededor de mis tiernas regiones
inferiores), me pongo unos leggins de entrenamiento y una sudadera gris moteada,
esperando que oculte la lesión de lujuria. Ato mi cabello en un moño alto y
desordenado, y meto mis pies en unas zapatillas deportivas. Dolorida o no, tengo
trabajo que hacer. A Uriel y sus ángeles renegados no les importa ni mierda mi
resaca sexual.
Siguiendo mi rutina nueva, hago una parada para ver a mi hermana, quien
está de muy buen humor mientras ve un ridículo programa de televisión de juicios
con Caín en su desayuno compartido de fruta fresca y croissants. Caín asiente
cuando entro, pero no hace ningún movimiento para irse. De acuuueeerdo.

71
—¿Cómo te sientes hoy? —pregunto a mi hermana, colocando un beso
suave en el lado de su cabeza que no está vendada.
—¡Bien! —Sonríe, sus grandes ojos castaños brillando—. Me siento mejor
cada día. Phenex dice que pronto me prepararán para un injerto de piel. Sin
embargo, con toda la tecnología sobrehumana que tienen aquí, pueden acelerar el
proceso y saltear algunos de los pasos más dolorosos.
—Todavía es arriesgado, Mare —interrumpe Caín. La preocupación
frunciendo su ceño—. Este tipo de cosas no han sido probadas en humanos. Podría
ser peligroso para ti.
¿Mare? Y la forma en que le habla, como si él fuera una parte integral de la
toma de decisiones, es extraño. No sé si alguna vez me acostumbraré a su vínculo,
incluso si es bueno para ella.
—Lo sé, lo sé. —Le sonríe dulcemente, como si fuera el hombre más
atractivo que haya visto nunca y no un demonio asesino desfigurado—. Pero quiero
salir de esta cama. Necesito salir de esta cama. Y tú necesitas volver a salvar el
mundo en lugar de hacerme de niñera.
Caín sacude la cabeza.
—No te estoy haciendo de niñera. ¿Pasteles de mantequilla y mierda
televisiva? ¿Me estás tomando el pelo? Esto son unas vacaciones. Y lo mejor de
todo es que puedo pasar el tiempo con una compañía jodidamente buena.
En circunstancias normales, esta sería la parte donde comienzo con los
ruidos de arcada. Pero la forma en que la mira, y la forma en que ella le devuelve la
mirada… no puedo no envidiarlos por eso.
Me siento al otro lado de mi hermana y me quedo a ver el estúpido
programas de juicios televisivos, que resulta ser tan loco como espero. Un tipo con
la boca llena de dientes de oro, trenzas y una línea de cabello en retroceso está
demandando a una mujer por cuarenta dólares, el costo de una cita que salió mal.
Cuando el juez pregunta por qué la cita resultó tan horrible, el hombre le pregunta
si puede interpretar una canción que escribió al respecto, ya que es un rapero en
ciernes a la edad de cuarenta y dos años. Me rio y sacudo la cabeza por la absoluta
ridiculez y mastico el croissant extra que mi hermana insistió en que coma.
Es agradable. Casi se siente normal. Puedo recordar todas las veces que nos
sentamos en nuestro viejo sofá apestoso, comiendo comida chatarra y viendo los
realitys de mierda en nuestro pequeño televisor. Durante esos treinta minutos a una
hora, nuestras vidas no parecían tan malas. Obviamente, otros lo tenían mucho
peor si tenían que pavonearse como idiotas en la televisión nacional para nuestro
entretenimiento. Y ahora, míranos… en una mansión, con todo lo último en arte, y
sin embargo, echo de menos ese viejo apartamento de mierda. Extraño la
mundanidad de nuestras vidas, y cómo la cosa más aterradora que acechaba en las
sombras era un aspirante a gánster o un adicto al crack lo suficientemente
desesperado como para intentar asaltar a alguien para su próximo chute. No me

72
malinterpretes, me gusta haber encontrado mi lugar en este mundo jodido y tener a
alguien por quien luchar. Pero extraño… no sé… ser humana.
Cuando termina el programa, me despido con la promesa de venir más
tarde.
—Tienes una sesión conmigo esta tarde —dice Caín antes de que pueda
dejar la habitación—. Entrenamiento de armas.
Oh, sí. Eso.
—Entendido —respondo y asiento.
Caín se ve tan emocionado como yo me siento. Pelear es una cosa, pero
¿sostener un arma? ¿Usar una pistola? ¿O incluso una espada como la que usa
Toyol? Ni siquiera puedo asimilarlo.
No veo a Legion por ninguna parte cuando entro al gimnasio, pero el resto
del Se7en está presente. Cada uno de ellos está demasiado ocupado con su
entrenamiento como para notar mi presencia, o aún no se sienten cómodos con mi
herencia Nephilim. Lo que sea. Me subo a la cinta, recordando lo que Crysis dijo
sobre el cardio. Estoy fuera de forma. No era atlética en la escuela, aunque era más
marimacho que chica femenina. Si pudiera ser categorizada en un grupo, diría que
encajo más con los drogadictos. Pero las drogas no eran realmente lo mío. Sí, fumé
un poco aquí y allí, pero fue solo para ayudarme a ahogar las voces en mi cabeza y
aliviar la culpa paralizante. Y el dolor. Odiaba admitirlo, pero ser abusada y
abandonada me dolió jodidamente. Y tenía las cicatrices, tanto físicas como
emocionales, para demostrarlo.
—Te vas a desmayar si no te hidratas.
Le frunzo el ceño a Crysis y me quito los auriculares.
—¿Qué? —pregunto, aunque lo escuché perfectamente. Otro síntoma de mi
pedigrí recién descubierto.
—Tienes que beber agua, Eden —me instruye—. Solo porque eres medio
inmortal, no significa que no eres susceptible a la debilidad humana.
Presiono el botón de parada en la máquina para correr y miro el
temporizador. Treinta minutos. ¿Qué diablos? Nunca he trotado tanto tiempo,
mucho menos correr. Y apenas me siento sin aliento. Tal vez era Chance el Rapero
en mis oídos o el golpe de carbohidratos del croissant, pero de alguna manera, me
las arreglé para hacer ocho kilómetros sin apenas una gota de sudor.
Maldición.
Crysis me muestra una sonrisa de complicidad.
—Tu cuerpo se está adaptando. Sigue empujándolo. Se adaptará tanto como
quieras.

73
—Pero no estaba intentándolo —respondo, saliendo de la cinta. Es cierto.
Ayer, de hecho estaba intentándolo, y sentí que estaba a punto de desmayarme.
Hoy, simplemente no estaba pensando en ello, demasiado sumida en otra mierda
para notar mi ritmo.
—Tal vez no conscientemente, pero esto… —Levanta una mano para dar un
golpecito en mi frente suavemente—, es mucho más poderoso de lo que te puedas
imaginar. El humano promedio usa solo una pequeña fracción de su cerebro. Los
Nephilim son capaces de aprovechar un porcentaje mucho más alto, permitiendo
que ciertas habilidades se manifiesten. Tu cerebro estaba bloqueado por tu padre.
Sacar a Adriel de ti debe haber deshecho el hechizo con el que te bloqueó.
Pongo mis ojos en blanco. No me importa lo agradable que Adriel le parece
a todos los demás. No confío en ella. El puro sonido de su nombre me da ganas de
golpear algo.
—Buena historia, hermano. ¿Ahora podemos ponernos a trabajar?
Leyendo mi mente, o tal vez solo viendo mi necesidad de trabajar en mis
habilidades de lucha, Crysis me lleva al saco de boxeo. Se coloca frente a mí y lo
mantiene en su lugar.
—Haz lo peor que puedas, mestiza —dice incitándome.
Le saco el dedo del medio.
—Um, ¿no me tengo que poner unos guantes? ¿O por lo menos una cinta?
—¿Te pondrás guantes cuando salgas fuera de las puertas de Irin y tengas
que luchar por tu vida?
—No.
—Entonces ahora no los tendrás puestos. Mente por encima de la materia,
Eden. Tu cerebro es más fuerte, pero también lo es tu cuerpo.
Tomo una respiración profunda y la dejo escapar por la nariz.
—Lo que digas, sensey. —Luego golpeo el pesado saco de lona con todas
mis fuerzas.
El dolor estalla a través de mis nudillos, a través de mi muñeca y hasta mi
codo.
—¡Hijo de puta! —grito, sacudiendo mi brazo para aliviar el dolor.
Crysis está a punto de reírse, y si no estuviera ya lastimada, borraría esa
sonrisa de su rostro hermoso.
—Bien. Eso es bueno. Un golpe así te habría destrozado la mano si fueras
humana. Mírala.

74
Bajo la vista y descubro que, aunque mi puño tiene un buen tono de rojo
brillante, sigue intacto. Podría haber jurado que me había rasgado toda la piel de
mis nudillos.
—¿Ves? Eres capaz de más de lo que puedes imaginar. Ahora solo controla
tu dolor. Bloquéalo, justo igual como bloqueaste el agotamiento mientras estabas
corriendo. No pienses en golpear el saco. Piensa en aplastar el cráneo de un
enemigo con tus propias manos. No son tus huesos los que oyes agrietarse. No eres
tú quien está sintiendo ese dolor. Canalízalo: la rabia, el miedo, el resentimiento.
Tómalo y úsalo a tu favor.
Desafortunadamente para Crysis, tengo suficiente rabia, miedo y
resentimiento como para tres vidas enteras. Porque después de unos cuantos
dolorosos golpes más en mis manos, encuentro mi ritmo. Y pronto, ni siquiera él
puede sostener el saco sin sentir el impacto de mis golpes. ¿Y ese cráneo que estoy
aplastando? No es de un enemigo. Al menos no un enemigo para el resto de ellos.
Pero cualquiera que amenaza mi felicidad y mi paz mental, cualquiera que piense
que puede sonreírme dulcemente en mi cara y luego darse la vuelta e intentar tomar
lo que es mío, ciertamente no es mi amigo.
Ni siquiera me doy cuenta que he atraído a una multitud hasta que Crysis
pide un descanso. Todos me contemplan con expresiones de conmoción y
apreciación, asintiéndome con estima, incluso unas cuantas sonrisas de aprobación.
Todos excepto Adriel, que está de pie junto a la puerta del gimnasio, con los brazos
cruzados sobre el pecho. Sus ojos verdes brillan con algo que solo puedo describir
como una resolución de acero, y su puchero perfecto está cincelado en una línea
firme.
Crysis sigue mi línea de visión, luego mira de vuelta hacia mí.
—Hemos terminado por esta mañana.
—No. —Rompo mi mirada vengativa solo para observarlo con
determinación—. Más.
Sacude la cabeza.
—Así no, Eden. Necesitas poner en orden tu mierda.
—Mi mierda está en orden —espeto—. Jamás aprenderé si sigues
tratándome con guantes de seda. Tú mismo lo dijiste: soy más fuerte de lo que
pienso. Pero nada de eso significa una mierda si no sé cómo pelear.
Crysis aparta la mirada y vuelve a sacudir la cabeza. El Se7en lo toma como
su señal para dispersarse y reanudar sus propios entrenamientos. Supongo que una
disputa entre Nephilim no es de su incumbencia. Honestamente, a ellos
probablemente no les importaría que nos hiciéramos pedazos.
—Bien. Pero no más con el saco. ¿Quieres pelear con alguien? Pelea
conmigo. De verdad.

75
Asiento, pero por dentro estoy nerviosa al pensar en ir cara a cara con él.
Crysis está a años luz por delante en fuerza y técnica. Fue criado por la Alianza, de
modo que ha sido un soldado toda su vida. Y ahora que está casi al cien por ciento,
después de haber sido torturado por sus propios hermanos, estoy bastante segura
que podría patear mi culo en dos segundos. Demonios, ayer ni siquiera lo estaba
intentando, y vi las estrellas varias veces.
Sin embargo, mi orgullo no me deja echarme atrás, y lo sigo hasta el ring.
No hay forma de que vaya a echarme atrás con Adriel mirando.
Al darme cuenta que estoy empapada en sudor, me quito la sudadera para
así quedarme en sujetador y camiseta sin mangas, y me acerco al medio del ring,
con las manos en alto para protegerme la cara.
—¿Qué diablos es eso? —Crysis deja caer sus puños y se endereza de su
postura de luchador.
Frunzo el ceño.
—¿Qué?
—Tu cuello, Eden. ¿Qué diablos… eso es una marca de mordida?
Mierda.
Me agarro el cuello con mis manos, mis ojos lanzándose frenéticamente
alrededor, rezando para que nadie más lo note.
—No es nada.
Pero si no lo notaron, seguramente lo oyeron.
—¡Nada, mi culo! —grita Crysis—. Maldita sea, ¿me estás jodiendo? Por
favor, dime que no eres tan estúpida. No puedes estar tan desesperada por una
polla como para permitir que él te dé un puto mordisco.
—¿Puedes cerrar el jodido pico? —susurro bruscamente. Con la mano
todavía cubriéndome el cuello, me apresuro hacia donde lancé mi sudadera y me la
pongo de nuevo.
—No, no lo haré. Sabes que… —resopla, sacudiendo la cabeza—. Sabía que
eras jodidamente ingenua, pero nunca pensé que estuvieras tan ciega como para
arriesgar tu vida. Tal vez estaba equivocado sobre ti siendo más fuerte
mentalmente. Porque todo lo que veo es que estás actuando como una jodida
tarada descerebrada que preferiría ser golpeada por su novio abusivo que estar sola.
Casi me estremezco ante la dureza de sus palabras, mi cara ardiendo.
—No pretendas conocerme. No sabes ni mierda de mí, así que por favor
ahórrame la indignación justificada. No soy la que está huyendo de sus propios
hermanos después de ser atrapado siendo un falso hipócrita de mierda.
—No, solo estás huyendo de tu propio padre después de que te creara y
luego te dejara con una madre que tampoco te quiso.

76
Y eso es todo. Ese es el golpe final a mi corazón ya fracturado.
Sabía que a Crysis no le gustaba la idea de que esté con Legion… lo
entiendo. Pero ¿que llegara a esto? ¿Qué es lo que impulsa a una persona a herir a
alguien tan profundamente por un pequeño rencor? No le hice nada. En todo caso,
soy la única razón por la que está aquí y sigue respirando, porque Niko sabe lo que
significa para mí. Significaba para mí. Un amigo no intenta lastimar a alguien
deliberadamente solo por el simple jodido hecho de hacerlo, solo porque no le gusta
lo que pasa entre dos adultos de mutuo consentimiento. Lo que Legion y yo
tenemos no es de su maldita incumbencia. Mejor dicho, yo no soy de su maldita
incumbencia.
—Qué. Te. Jodan —espeto, girándome para salir del ring.
—Eden, mira…
—Cierra tu puta boca. Ni siquiera susurres mi maldito nombre. Hemos
terminado.
Me acerco y agarro mi iPod y mis auriculares. Puedo sentir a Crysis
pisándome los talones.
—No debí haber dicho eso. Lo siento.
—A la mierda tus disculpas, y a la mierda tú.
Me dirijo hacia la única salida, lista para escapar de este gimnasio y de este
día. Incluso a través de las lágrimas enojadas escociendo mis ojos, puedo ver
claramente un rastro de ardiente cabello rojo saliendo del gimnasio.
Adriel lo oyó y lo vio todo. Y eso duele tanto como la traición de Crysis.

77
Capítulo 10
—¿E
? ¿Estás bien? Abre o echaré la puerta abajo.
Niko ha estado llamando a mi puerta
durante los últimos cinco minutos. Sin duda, ha
escuchado lo que pasó entre Crysis y yo. Mierda,
no me sorprendería si incluso el personal de Irin
estuviera hablando sobre la terrible experiencia.
Maldita. Sea.
La secundaria ya apestó lo suficiente. Odiaba ser el tema de los chismes
entonces, y lo odio aún más ahora.
—Vamos, abre. Tengo comida. Y alcohol.
—No tengo hambre —grito, mi voz ronca por el llanto.
Odio permitirme ser así de débil. Odio que me importara lo jodidamente
suficiente como para permitirle hacerme daño. Me han llamado de todas las formas
imaginables y no me importó ni una maldita de ellas, al igual que no me importó ni
mierda la persona escupiendo los insultos. Pero Crysis… creí que era mi amigo. Y
cuando creces sin tener muchos de esos, perder aunque sea solo uno se siente como
un cuchillo en el corazón.
—Bueno, yo tengo hambre —dice Niko—. Déjame entrar para que así
puedas verme comer y decirme lo bien que me veo haciéndolo.
Me rio entre dientes, aunque no quiero hacerlo, pero no respondo.
—En serio, derribaré esta puerta.
Pongo mis ojos en blanco y me arrastro fuera de la cama y cruzo la
habitación.
—No, no lo harás —le digo a modo de saludo, abriendo la puerta—. Irin
estaría enojada. Probablemente pagó una fortuna por ella.
—Oye —empieza Niko y se encoge de hombros—. Puedo permitírmelo.
Como prometió, tiene comida y alcohol, y de alguna manera, se ve
gloriosamente atractivo con una camisa de botones azul marino y unos pantalones
holgados, todo perfectamente adaptado a su cuerpo esbelto pero musculoso.
Mientras yo, todavía apesto en mi ropa de entrenamiento.
Niko entra en la habitación y deja en la mesa la bandeja de comida y
bebidas. No hay vino hoy. Va directo al whisky. Del bueno por supuesto.
—¿Qué es todo esto? —pregunto. Apenas es de tarde.

78
—Esto te permitirá emborracharme de modo que puedas aprovecharte de
mí. —Descubre los platos, revelando hamburguesas con queso, patatas fritas y
macarrones con queso. Grasas trans y alimentos reconfortantes. Podría besarlo
ahora mismo.
Sin embargo, respondo:
—No puedo comer eso, y estoy jodidamente segura que no puedo beber eso.
Tengo entrenamiento de armas con Caín.
—No. Ya no. —Toma una patata y se la mete en la boca—. Alguna cosa
súper secreta del Se7en. Además, necesitas un día libre.
—¿Un día libre? Ni siquiera he empezado todavía.
—Bueno, yo necesito un día libre. —Se encoge de hombros.
Por más que quiera fingir que las palabras de Crysis no me afectaron y que
puedo olvidar nuestra pelea, tengo que admitir que esconderme en mi habitación
con comida chatarra y la personalidad fácil de Niko es más que tentador. Además,
estoy hambrienta.
Agarro un par de patatas fritas con resignación.
—¿Qué cosa súper secreta del Se7en?
—No lo sé. Pero todos se replegaron en su sección de la casa. Ni siquiera se
le permite al personal la entrada a ese pasillo. Debe ser serio.
Extraño. Y un poco desalentador. El Se7en vio lo que pasó y escuchó cada
palabra, lo que significaba que Legion escuchó cada palabra. Había esperado que se
pasara a comprobarme, no es que no me sienta agradecida por la visita de Niko.
Pero en cierto modo, me alegra que Legion no viniera. Fui avergonzada en ese
gimnasio. Fui humillada y degradada. No quiero mostrar esa debilidad a nadie,
especialmente a él.
Como si supiera adónde se dirigen mis pensamientos, Niko abre la botella
de whisky y nos sirve un poco a cada uno. Tomo mi vaso y le doy un sorbo. La
quemadura abrasadora es un alivio para el nudo que todavía está atrapado en mi
garganta.
—¿Quieres hablar de eso? —pregunta, tomando un trago de su propia
bebida.
—No.
Un rígido asentimiento.
—De acuerdo.
Llevamos nuestros platos a la cama, donde nos sentamos y comemos y
evitamos hablar de cosas profundas. Niko me cautiva con historias de su hogar,
Skiathos, y cómo fue crecer como el pequeño príncipe Oscuro a la sombra de su
hermano mayor.

79
—Comparado con Dorian, era una pequeña mierda mimada y con título.
—Noooo —me burlo—. ¡Tú no!
—Ríete, pero si supieras la mitad de las mierdas que he hecho, quizás nunca
más volverías a hablarme.
Me encojo de hombros.
—Todos tenemos un pasado. No soy un ángel. —Sacudo la cabeza y me
rio—. Bueno, solo medio ángel.
—Honestamente no te das a ti misma el suficiente crédito, E. Sí, eres un
poco tosca, pero no es tu culpa. —Pone una mano en la mía, su piel se siente fría al
tacto—. Y eso no te hace desesperada o estúpida por querer amar y ser amada. Te
hace humana. Algo de lo que solo he probado un poco. Y déjame decirte que,
cambiaría cualquier cosa, cualquier cosa, para tener eso otra vez, incluso solo por un
momento.
—Gracias —respondo, con una media sonrisa solemne, decidida a no llorar
de nuevo. Tomo una respiración profunda—. Ahora sírveme otro vaso. Es nuestro
día libre.
Dos hamburguesas, una pila de patatas fritas, un montón de macarrones con
queso y una botella de whisky más tarde, nos encontramos de espaldas, uno al lado
del otro, mirando fijamente hacia el techo.
Hice que Niko me contara todo sobre él, desde cómo su único y verdadero
amor fue enviado a cambiar su corazón de modo que algún día pudiera salvar a
Gabriella, a la mierda retorcida que hizo para impresionar a Lucifer y conseguir su
buena gracia.
—Te contó… lo de Legion —pronuncio—. ¿Verdad? Sabía lo que sucedería
si era liberado en el mundo por segunda vez.
—No tuvo que hacerlo.
—¿Crees que lo tiene bajo control? Quiero decir, no parece una bestia
asesina que quiere acabar con la humanidad. Para mí, nada ha cambiado. Pero a
veces… no lo sé. Es como si no estuviera allí. Como si estuviera muerto por dentro.
Sé que es diferente, pero no sé cómo diferente.
—¿Te ama?
Me volteo para enfrentarlo, mi frente fruncida en sorpresa.
—¿Qué?
—¿Crees que Legion te ama?
Me acuesto nuevamente para mirar al techo, aunque solo sea para ocultar
mi cara enrojecida.

80
—No lo sé. Ni siquiera sé si es capaz de hacerlo. Pero cuando estoy con él, y
me sostiene con tanta fuerza como si tuviera miedo de que me fuera a escapar, y me
siento llena con una sensación de paz y seguridad abrumadora, pienso para mis
adentros: así debe sentirse el amor.
—Awww, eso es jodidamente hermoso, E —reflexiona Niko, con una
sonrisa en su voz. Me estiro, pellizco su costado y casi me rompo una uña contra el
músculo duro. Él se ríe cuando retiro mi mano—. Pero con toda seriedad te digo…
si él te ama, siempre volverá a ti. Incluso cuando parezca que lo has perdido.
Encontrará el camino de regreso a ti.
Me acerco más a él y apoyo la cabeza en su hombro.
—Los viejos son tan sabios.
—¿Viejo? Soy un bebé comparado con el dinosaurio al que te estás follando.
No puedo discutir con eso, así que solo me rio. Me rio hasta que brotan
lágrimas de mis ojos. Y esta vez, no me importa.

Sé que me quedo dormida, pero no lo recuerdo. Todo lo que sé es que


cuando despierto, mi cabeza está palpitando y la habitación está oscura. Mierda.
Será mejor que no haya dormido todo el día. Le prometí a mi hermana que volvería
a verla. Odio no cumplir la promesa, además quería conseguir más información
sobre el injerto de piel.
Después de arrastrar mi culo fuera de la cama, enjuagarme la boca y darme
una ducha muy necesaria, busco mi primera prioridad: agua. Odio decirlo, pero tal
vez ese imbécil de Crysis, tenía razón. Necesito hidratarme.
Después de tragar un galón de la cocina, entro en el salón de baile donde
encuentro a Lilith y a Andras sentados en el bar, con media docena de revistas, una
computadora portátil y un par de iPads frente a ellos. Andras está garabateando
algo en un bloc de papel, mientras Lilith sostiene dos muestras de tela.
—Hola —dice Andras sin levantar la vista de su cuaderno—. Ven aquí;
necesitamos tu opinión en esto.
Miro a mi alrededor. No hay nadie más aquí.
Lilith y Andras se dan la vuelta y me miran al mismo tiempo. Es como si
compartieran un cerebro.
—Sí. Por favor, dinos cuál sería mejor para la fiesta —dice Lilith
alegremente—. No podemos decidirnos.
Me acerco tentativamente. Antes de hoy, no estaba segura siquiera si existía
ante sus ojos.

81
—Um, claro —digo. Lilith levanta las muestras relucientes—. Ambos
parecen oro para mí.
—¿Qué? —resopla—. Claramente, esto es Panal de miel, y este es Pera de
Anjou. —Los pone frente a mi rostro para que así pueda verlos mejor.
—Oh. Bueno… ¿este? —digo, señalando el más metálico de los dos tonos.
—¡Ese es el que dije! —exclama.
—Esto no es Las Vegas —se queja Andras—. El oro no tiene que ser
llamativo.
—No lo será —responde Lilith—. Me he decantado por el viejo glamour de
Hollywood con un toque gótico.
Escaneo los libros y las muestras desparramadas por la barra.
—¿Todo esto es por la fiesta?
—¡Sí! —Lilith asiente con entusiasmo. Deja la tela y comienza una
búsqueda en línea por más vajilla.
—¿Te das cuenta que esta es una fiesta para, no sé, atrapar a una horda de
arcángeles asesinos?
—Somos conscientes de eso. —Lilith levanta la vista de la computadora y
me lanza una sonrisa tensa que no llega a sus ojos claros y azules—. Esta podría ser
nuestra última oportunidad de hacer algo como esto. Sé que es una tontería, y
nuestro tiempo debería invertirse en mil millones de otras cosas, pero si nuestro
tiempo en este planeta es limitado, creo que deberíamos aprovechar al máximo
cada segundo.
Su expresión solemne, la tristeza en su voz… no cree que vayan a sobrevivir
a esto. Las palabras me fallan, así que simplemente asiento. Ni siquiera había
considerado lo asustados que deben estar, lo cual es decir algo teniendo en cuenta
que no puedo imaginar que le tengan miedo a algo. Y aunque Lilith y yo hemos
tenido nuestras diferencias, no puedo negar que una vez fue mi amiga. Incluso si
todo fue un engaño por su parte. Me preocupaba por ella. Y si soy honesta conmigo
misma, no quiero verla muerta.
—Además —añade alegre, volviéndose a la computadora—, ¡espera a ver tu
vestido! Te vas a ver tan impresionante que ningún hombre o bestia dentro de un
radio de cincuenta kilómetros podrá quitarte los ojos de encima.
—Tiene razón, ya lo sabes —añade Andras—. El vestido es increíble. Y con
tu recién descubierta sangre Nephilim… —huele el aire como si pudiera oler la
esencia corriendo por mis venas—, serás francamente irresistible.
Me estremezco. No puedo imaginar a un puñado de criaturas sobrenaturales
olfateando a mi alrededor como si fuera su cena. Ni siquiera había pensado en eso,
y ahora que lo he hecho, en cierto modo me estoy volviendo loca al respecto.

82
Quizás es por eso que el Se7en ha estado tan lejos de mí. Al menos espero que esa
sea la única razón.
—Se ve bien —comento, sin estar segura de cómo responder—. Están
haciendo un gran trabajo, chicos.
Cada uno murmura su agradecimiento, demasiado absortos en la
planificación de la fiesta para prestarme atención, así que me escabullo y me dirijo
al ala médica. Por supuesto, mi hermana está dormida y Caín noqueado en su
sillón reclinable a su lado. Supongo que cualquier asunto súper secreto del Se7en
que lo había alejado antes ya había terminado. Normalmente, los interrogaría,
exigiendo que me mantengan informada, pero simplemente ahora no sé si es mi
lugar hacerlo. Ellos sentían una obligación hacia mí, ya que fui maldecida con la
Llamada con un ángel residiendo en mi cuerpo. Pero ya no es así. Así que, ¿dónde
me deja eso? Técnicamente, ya no soy su problema.
Sintiéndome como una vaga total después de una tarde bebiendo y
comiendo hamburguesas con Niko, decido que probablemente debería ir al
gimnasio. Está oscuro y vacío, de modo que tengo todo el lugar para mí. Empiezo a
encender una luz para no tropezar a ciegas, pero entonces me pregunto… ¿y si
tengo algún jodido tipo de visión nocturna? Ni siquiera estoy segura si eso es
posible, pero no duele intentarlo.
Respiro profundo. Cierro los ojos. Cuando los vuelvo a abrir, intento
concentrarme en penetrar en la oscuridad, enfocándome en las sombras borrosas
que tengo ante mí.
Nada.
Lo intento de nuevo, canalizando la luz y la claridad. Miro en la oscuridad
por lo que parecen horas, mis ojos tensándose y ardiendo. Algo cambia, como si la
oscuridad se agitara, pero sucede tan rápido que no puedo estar segura de lo que vi.
Considerándome derrotada, me froto los ojos doloridos y enciendo las luces.
No tengo ni idea de lo que estoy haciendo. Pero no hay manera de que vaya a
Crysis en busca de ayuda, no después de lo que ocurrió antes. De modo que, de
aquí en adelante, estoy sola con el entrenamiento Nephilim.
Aprovechando la privacidad, me pongo los auriculares y pongo la lista de
reproducción de entrenamiento antes de subirme a la cinta. Y de alguna manera, un
rápido calentamiento de cardio se convierte en cuatro kilómetros de carrera
completa en la pendiente más alta. Mi mente estaba tan consumida con mi pelea
con Crysis, la incertidumbre con Legion y la fiesta inminente que ni siquiera me
doy cuenta hasta que miro hacia abajo. Nunca he sido una atleta, y estoy
jodidamente segura que no hui de nada ni de nadie. Y, para ser honesta, es en
cierto modo bueno saber que mi cuerpo es capaz de más de lo que jamás podría
haber soñado. Durante mucho tiempo, confié en mi habilidad secreta para forzar
las voluntades de los humanos como mecanismo de defensa. Pero ahora… ahora
puedo ser una fuerza a tener en cuenta, tanto mental como físicamente.

83
Continuo con las pesas y me siento jodidamente agradecida de que no haya
nadie aquí. No tengo ni idea de lo que estoy haciendo, y estoy segura que me veo
como una idiota. Aun así, incluso con mis músculos gritando por misericordia,
parece que nada es demasiado pesado.
Entonces…
Resistencia de locos, comprobado.
Súper fuerza, comprobado.
Una habilidad de locos para tocar mentes, comprobado.
Ahora estoy un poco entusiasmada con el entrenamiento de armas con
Caín, aunque solo sea para ver qué más puedo hacer.
He cambiado al saco de boxeo, con la música a todo volumen, mi cuerpo
trabajando a la perfección a un ritmo suave, cuando lo siento.
El vello en la parte posterior de mis brazos se eriza. Tengo una sensación de
hormigueo en la nuca. El aire alrededor de mí se siente cargado con una corriente
eléctrica.
No estoy sola.
Escaneo la sala frenéticamente, pero parece que todavía está vacía. Eso no
significa absolutamente nada, no cuando los hechizos de ocultación y las guardas
son una parte real de mi mundo. Aun así, no puedo luchar contra lo que no puedo
ver, de modo que reúno mis cosas y me apresuro a salir de allí.
Justo antes de llegar al pasillo, una sensación de algo familiar me congela a
medio paso. Algo que me había esforzado por olvidar.
Flores de belladona.
Sexo.
Sangre.
Corro hacia mi habitación tan rápido como puedo y cierro la puerta detrás
de mí.

84
Capítulo 11
E
l entrenamiento con armas comienza a primera hora de la mañana, y
aunque todavía estoy un poco nerviosa por la noche anterior, estoy
bastante emocionada de ver lo que Caín tiene preparado para mí.
Afortunadamente, no tengo que esperar para averiguarlo.
—Comenzaremos con lo básico. Beretta M9, la pistola militar de emisión
estándar. Elegante, pequeña, jodidamente confiable. Es como el Toyota Corolla de
las armas de fuego.
Caín toma un cargador y lo desliza en la pistola antes de tirar de la corredera
hacia atrás con un chasquido abrumador, una bala seguramente calibrada. Todo
sucede en segundos. Sus movimientos son cuidadosos, hábiles. Para un demonio
que es conocido por su fuerza bruta y rudeza, su manejo del arma es extrañamente
meticuloso, casi agraciado.
—Ahora cuando tienes un trabajo un poco más grande en tus manos —
comienza, bajando la M9 con cuidado—, quieres un poco más de músculo. —
Levanta una pistola que parece tan larga como mi antebrazo—. La Desert Eagle1.
Aunque prefiero la AE .502.
Descarga. Recarga. Deja una bala en la recámara.
Toma otra, y observo con gran fascinación la belleza y el esplendor de su
pericia. Antes, Caín solo había parecido aterrador y temerario. Ahora, con él
explicando los detalles intrincados de cada arma de fuego, veo que es mucho más
de lo que permite que otros vean. Es jodidamente inteligente, apasionado, preciso.
Puedo ver por qué es la mano derecha de Legion.
—Ahora este es el juguete favorito de tu chico, por razones obvias —explica,
sosteniendo una pistola de acero gris y colocándola en mis manos.
—¿Mi chico? —Absorbo el peso del arma, cuidando no dejarla caer. Es
condenadamente pesada. Especialmente para su tamaño compacto.
—Sig Sauer P229 Legion 3.
Solo el sonido de su nombre hace que mis mejillas se calienten con el
recuerdo de la última vez que sus manos estuvieron en mi cuerpo, y la implicación
de que él es mío de cualquier manera. Todavía llevo su marca en mi cuello, las

1
Desert Eagle: pistola semiautomática de grueso calibre accionada por los gases del disparo,
diseñada por la firma estadounidense Magnum Research.
2
50 Action Express (.50 AE): es un cartucho de gran calibre para pistola desarrollado en 1900 por
Evan Whildin de Action Arms.
3
Sig Sauer P229 Legion: pistola semiautomática fabricada por la empresa SIG Sauer.

85
encantadoras pequeñas cicatrices de los dientes que hundió en mi cuerpo mientras
vaciaba su fuego en mi vientre. Lamo mis labios secos y dejo la pistola.
—Escuché que ayer hubo alguna emergencia secreta con el Se7en. ¿Qué
pasó? —pregunto. Esta puede ser la única vez que consiga tener a Caín solo. Y
aunque puede decirme que me vaya a la mierda, vale la pena intentarlo.
Caín sacude la cabeza, pero responde:
—L no es tan… reservado… como solía ser. El mestizo estuvo a punto de
conseguir que su garganta fuera arrancada después de lo que te dijo. Fue necesario
que estuviéramos todos para calmarlo.
—Espera… ¿qué? —pregunto frunciendo el ceño.
—No actúes tan sorprendida. Si no hubiera sido por el acuerdo de Irin, tu
amigo Nephilim se habría estado ahogando con su propia sangre al momento en
que abrió sus labios para insultarte. Tenías que haber sabido que esa mierda no
pasaría por alto, especialmente ahora que él está…
Caín se encoge de hombros, su expresión se ensombrece. No tiene que
terminar su pensamiento. Puedo decir que incluso él está luchando con el
renacimiento de Legion. Son amigos… hermanos. Y lo han sido durante siglos. Tal
vez no soy la única de quien Legion se ha estado distanciando.
—Entonces, ¿ahora está bien? —Paso mis dedos por el frío acero pulido
frente a mí, llena de nerviosismo.
—Tan bien como se puede esperar —responde Caín—. Digamos que es
bueno que la casa de Irin sea jodidamente enorme.
Asiento en comprensión justo cuando Caín se vuelve hacia mí, con una
pistola color gris pizarra anidada en su palma.
—Esta cosa bonita es para ti. Glock 43. Elegante, compacta, pero poderosa.
—La coloca en mi mano y la aferro de mala gana—. Agarre decente, de modo que
no deberías tener ningún problema para manejarla. ¿Cómo se siente?
—Bien. Cómoda. —También es la verdad. De todas las pistolas que me ha
hecho sostener, parece que esta me queda bien. Él sabe lo que hace.
Asiento a medida que Caín enumera las especificaciones de la Glock,
fingiendo que entiendo de qué está hablando. Es simplemente surrealista para mí. E
increíblemente intimidante.
—Adelante, pruébala —sugiere.
—¿Qué?
Caín asiente hacia el otro extremo de la habitación, donde un objetivo está
suspendido del techo.
—Dispárale.

86
—Ummmm —comienzo, mis ojos recorriendo la habitación—. Dudo que
sea seguro.
—¿Por qué no? Estamos bajo tierra. Las paredes son de hormigón macizo.
Para eso está esta habitación.
Tiene razón. Sé que no debería haberlo estado, pero estaba un poco más que
sorprendida cuando Caín me guio hasta aquí abajo. Había visto antes la escalera
junto al gimnasio, pero de ninguna jodida forma habría querido explorar el
calabozo del Vigilante voluntariamente. A la mierda. Para mi sorpresa, no había
ninguna bestia rabiosa o esclava sexual encadenada y con grilletes, sino un campo
de tiro con una colección bastante extensa de armas de fuego.
Caín me entrega dos regalos más: gafas de seguridad y orejeras protectoras.
—Ya que eres principiante, te dejaré usar estos. Sin embargo, no te
acostumbres a ellos.
Agradecida, me los pongo y luego miro al otro extremo de la sala,
mentalizándome para la tarea que tengo por delante. Esta mierda está tan afuera de
mi zona de confort que mi mano tiembla cuando la levanto para apuntar.
—Con calma. Respira profundamente —me instruye Caín, colocando su
palma sobre mi mano para ayudarme a estabilizar el temblor—. Solo apunta,
inhala, y aprieta el gatillo en una exhalación. Lo tienes.
Cierro los ojos, canalizando mi coraje. Cuando los abro, hago exactamente
lo que Caín dice: apunto, inhalo, exhalo, disparo.
Es una sensación que nunca antes había sentido. Una sensación de
liberación, de calma, no obstante, una descarga excitante tiembla a través de mí,
sacudiendo hasta mis huesos. Es como una bocanada de oxígeno después de estar
bajo el agua. He escuchado que disparar es catártico para algunos, pero nunca ni en
mis sueños más salvajes, jamás esperé esto. Una energía de hormigueo hirviendo en
la punta de mis dedos, seduciéndome con la necesidad de apretar el gatillo una vez
más. Disparo otra ronda, luego otra, viendo como las balas cortan el aire y queman
el objetivo de papel.
—Se siente bien, ¿no? —Caín sonríe, después de haber vaciado el cargador y
haberme quitado las orejeras.
—Sí —admito tímidamente. Sinceramente, se sintió más que bien. Fue
intoxicante. Incluso, poderoso.
Mira hacia el objetivo, y para mi sorpresa, en realidad he logrado golpear
más que el aire.
—Bastante bueno. La próxima vez, apunta a la cabeza. Los disparos en la
cabeza con plata son lo único que derribará a un demonio.

87
Asiento, un poco confundida por su declaración. Disparar en un ambiente
controlado es una cosa, pero ¿disparar a demonios? Me está enseñando cómo matar
a su propia especie.
—¿Y qué hay de los ángeles?
Caín se ocupa de recargar el arma, pero responde:
—Al igual que los demonios, hay ángeles menores. Sospechamos que esos
son los que Uriel ha logrado influenciar. —Cuando levanta la mirada, una línea
perturbada está grabada entre sus cejas—. Hasta ahora, nunca hemos necesitado
una razón para matarlos.
Un oscuro tormento se enrosca en sus ojos, y miro hacia otro lado, incapaz
de descifrar la raíz de su conflicto. No disfruto de la posibilidad de matar a nadie,
especialmente a un ángel. Pero si los informes son ciertos, esta parece una situación
de matar o morir. Seguramente el Demonio de la Muerte lo comprende. En todo
caso, pensaría que estaría encantado de reducir a los fanáticos de Uriel.
Después de un poco más de práctica de tiro al blanco, regresamos al
gimnasio, y todos los sentimientos de victoria quedan aplastados rápidamente
cuando me encuentro cara a cara con Crysis, luciendo más solemne y derrotado de
lo que lo he visto antes.
Mierda. No estaba preparada para esto. Y, por su bien, es bueno que
hayamos dejado las armas en el sótano.
—Eden, por favor. Déjame explicarte.
Me apresuro a pasar por delante de Crysis, mi mandíbula apretada con
desprecio. Caín se hace a un lado, pero puedo sentir sus ojos en mí. Si lo que dijo
sobre Legion descargando su mierda ayer es cierto, probablemente se está
preparando para intervenir antes de que las cosas se intensifiquen.
—¿Puedes simplemente escucharme? No quise decir lo que dije.
—Entonces, ¿eres mentiroso? —escupo en respuesta, sin siquiera
molestarme en voltearme para enfrentarlo. Me dirijo directamente hacia el saco de
boxeo, la necesidad de golpear algo tan fuerte que mis puños tiemblan a mis
costados.
—No. Pero lo que dije… —Se para al otro lado de la bolsa, sosteniéndola en
su lugar. Movimiento audaz. Qué fácil sería para mi mano deslizarse
accidentalmente.
—Lo que dijiste fue una mierda —termino, estrellando mi puño en el saco
enorme. Me encantaría que fuera su cara, pero algunos del Se7en están aquí
entrenando, y muchos de los sirvientes de Irin están reunidos en el pasillo. No
necesito testigos—. Lo que dijiste fue exactamente lo que siempre has pensado de
mí. Nada más que una tarada demasiado desesperada y patética como para saber
cuándo están jugando con ella.

88
—No dije eso. —Se estremece ligeramente a medida que absorbe el impacto
de otro golpe.
—No tuviste que hacerlo. Vi la forma en que me mirabas. —Codazo.
Puñetazo. Gancho—. Sentí tu disgusto. —Codazo. Puñetazo. Gancho—. ¿En serio
crees que alguna vez podría perdonarte después de esa mierda?
—Bueno, lo perdonaste a él después de que te quitara un bocado.
Hago una pausa, enderezándome. El saco pesado oscilando entre nosotros.
—Vete —exijo, mi voz baja y tan fría como el hielo.
—No. No hasta que tú…
—Dije que te vayas, Crysis. O el temperamento de Legion será la menor de
tus preocupaciones.
Hace una mueca, como si la amenaza lo divirtiera.
—¿Qué vas a hacer, Eden? ¿Echarme?
—Vete. ¡Ahora!
Con toda la furia ardiente dentro de mí, envuelvo mi mano en un puño y
golpeo el saco. Un estallido de luz cegadora explota a su alrededor, la fuerza del
golpe haciendo que Crysis salga volando contra una exhibición de pesas a varios
metros de distancia. El saco pesado quedando en nada más que motas de ceniza
cayendo alrededor de mí.
Qué. Jodida. Mierda.
Caín está junto a Crysis en un instante, ayudándolo a levantarse. Phenex y
Andras salen corriendo de sus estaciones para ayudarlo.
Ninguno se atreve a acercarse a mí.
—¿Qué… qué fue eso? —pregunta Lilith detrás de mí. No tengo que darme
la vuelta para saber que me está mirando con una mezcla de sorpresa y horror.
Puedo verlo tan claramente en las caras de todos los demás.
—Yo… yo… —Miro hacia mi mano y la flexiono, girándola. No puedo
explicar lo que pasó más de lo que ellos pueden—. No lo sé.
—Eden… —Phenex da un paso tentativo hacia mí, con sus palmas
levantadas. Está usando esa voz otra vez, la que suena como si estuviera intentando
apaciguar a un animal salvaje y feroz. Y ese animal salvaje y feroz soy yo—. ¿Estás
bien?
Asiento.
—Creo que sí.
Otro paso adelante.
—Sabes que jamás te haría daño.
89
—Lo sé. Y yo jamás te haría daño.
Sus ojos se mueven por encima de mi hombro solo una fracción de segundo,
y da un simple asentimiento tenso.
—Bien. Eso es bueno.
Phenex camina lentamente hasta que solo dos metros nos separan. Detrás de
él, Andras y Caín ayudan a un Crysis aturdido a llegar hasta un banco.
—¿Puedes decirme lo que sientes? ¿Físicamente? ¿Emocionalmente?
Creo que me encojo de hombros.
—No lo sé. ¿Confundida?
—¿Algún dolor? ¿Náusea?
Una sola sacudida de mi cabeza.
—No.
—¿Qué tal cuando golpeaste el saco… cuando tu mano quedó envuelta en
llamas de luz? ¿Te quemó?
—No.
—¿Y antes de eso? ¿Qué estabas sintiendo?
Echo un vistazo hacia donde Crysis está desplomado sobre el banco, con los
codos en las rodillas y la cabeza hacia abajo. Me siento terrible por lo que he hecho,
pero aun así, respondo con la verdad.
—Rabia.
Y como siempre, lo siento antes de verlo. Antes de escuchar ese barítono
grave. Antes de oler el sudor limpio y el jazmín de medianoche en su piel.
—¿Qué pasó? —La pregunta es una demanda, pero nadie habla. Cada
mirada se dispara alrededor salvajemente, como si las respuestas estuvieran en
algún lugar dentro de la ceniza aún cayendo.
Me vuelvo y lo enfrento, el hombre que es la fuente de mi debilidad carnal y
mis mayores temores. Legion avanza rápidamente hacia mí sin detenerse, sin
ninguna consideración por su propia seguridad, y agarra mis hombros suavemente.
Su toque es caliente, pero no lo siento. No siento nada.
—Eden, háblame. ¿Estás herida?
—No —respondo con sinceridad, sacudiendo la cabeza.
Echa un vistazo hacia donde Crysis todavía está intentando recuperar el aire
que le arrebaté, y un gruñido bajo se escapa entre sus dientes.

90
—No fue su culpa. —Me estiro y aprieto la parte superior de una de sus
manos, sosteniéndolo contra mí—. Estaba golpeando el saco de boxeo. Debo
haber… debo haberlo golpeado demasiado fuerte.
Mira hacia mi mano que está sobre la suya y la gira en su palma antes de
acercarla entre nosotros. La aspereza de sus dedos callosos me hace temblar cuando
los pasa por mis nudillos. No dice nada, pero la expresión de su rostro habla de
asombro y reverencia. Y cuando lleva mi mano a sus labios y besa cada nudillo,
una parte de mí se llena de alivio y alegría descarada. Cualquier cosa que haya
logrado hacer en esos momentos de furia incontenida no le asusta. No. Todo lo
contrario. Le hace sentirse orgulloso.
—¿Está todo bien?
Con solo el sonido de su voz, esa misma furia de antes comienza a aparecer
de nuevo.
—Bien —le informa Legion a Adriel, aún sosteniendo mi mano.
—Aparentemente Eden es una portadora de luz —agrega Phenex. Había
olvidado que siquiera estaba aquí al mismo instante en que Legion puso sus manos
sobre mí.
—Eso es imposible. —El escepticismo suena alto y claro en la voz de Adriel.
No tengo que verla para saber que su rostro hermoso está fruncido en
incredulidad—. Nunca ha habido un Nephilim en la historia que haya sido capaz
de esgrimir la luz sagrada.
—Y nunca ha habido un Nephilim hecho por un Serafín —contrarresta
Phenex.
Ante eso, Adriel se queda en silencio. Es Caín quien interviene, dejando el
lado de Crysis. Estoy segura que ninguno de ellos estaba encantado con ese
escenario.
—Yo lo vi. Toda su mano quedó consumida por ello. Dudo que incluso
supiera lo que estaba haciendo.
—Y parece que su habilidad está atada a sus emociones. Principalmente a la
ira. Rabia —explica Phenex, recitando la única palabra que le di cuando me
preguntó lo que estaba sintiendo.
—Eso me hace preguntarme cuánto le dio Uriel de sí mismo. No parece ser
el tipo de criatura que comparte. —Caín resopla una carcajada. Legion entorna los
ojos en señal de advertencia, pero no discute sus palabras. Sabe sobre la renuencia
de Uriel a compartir demasiado.
Phenex se acerca a mi lado, su mirada de miel yendo primero a Legion,
luego a mí.
—Me gustaría hacer algunas pruebas, si eso está bien.
—Sí. Supongo —contesto y me encojo de hombros.

91
Por primera vez desde que llegamos aquí, algo similar al entusiasmo estalla
en los ojos de Phenex.
—Si puedes esgrimir Su santa luz, entonces puede haber otras cosas más que
puedas hacer con ella.
—No nos adelantemos, Phenex —advierte Legion en voz baja.
—Por supuesto —responde con una inclinación a modo de disculpa—. Por
favor, ven a verme a tu conveniencia, Eden.
Se va rápidamente del gimnasio, con un poco más de energía en sus pasos.
No tengo idea de lo que quiso decir con “otras cosas más”, pero si Phenex es
optimista en cuanto a mi nueva habilidad recién descubierta, entonces no puede ser
tan malo.
Aun así, no excusa lo que le hice a Crysis. Incluso si lo merecía.
Me deslizo a regañadientes del agarre de Legion, haciendo que él frunza el
ceño en confusión. Mientras me observa cruzar la habitación hasta donde Crysis
está sentado con Andras, estoy segura que el ceño fruncido se transforma en uno de
desprecio.
—¿Crysis?
El apuesto Nephilim de ojos verdes levanta la cabeza lentamente. Un
mechón de cabello rubio ondulado cae sobre su frente con gotas de sudor.
—Crysis, lo siento. Nunca quise que eso suceda. Ni siquiera sé qué fue eso.
Él plasma una sonrisa dolorida que hace que mi corazón se retuerza con
pesar.
—¿Significa que estamos a mano? —pregunta con voz ronca.
—De acuerdo —respondo y asiento, antes de colocar suavemente una mano
en su hombro.
Lo estoy ayudando a levantarse cuando Lilith aparece en la puerta, con las
mejillas enrojecidas. No estoy segura de cuándo se escabulló, pero debe haber sido
ella quien alertó a Legion.
—Irin ha solicitado una audiencia.
—Dile que hablaremos más tarde —responde Legion bruscamente,
observando cada respiración agitada que Crysis hace cuando Andras y yo lo
ayudamos a cojear hacia la salida.
—Ha pedido hablar con nosotros ahora. —Su mirada se dirige hasta mí, y
algo similar a preocupación parpadea en su interior—. Con todos nosotros.
—Mierda —maldice Legion. La palabra representa bastante bien las
expresiones sombrías en el rostro de todos, aparte de Adriel, por supuesto. No

92
puedo decir si está intentando verse a propósito como una engreída o alguien
superior. Cualquiera de las dos la hace parecer una grandísima idiota.
—¿Qué pasa? —susurro a Andras por encima de la cabeza inclinada de
Crysis.
—Irin tiene una única regla —responde. Se vuelve hacia mí, sus ojos azules
inundados por la tristeza—. Y la rompiste.

93
Capítulo 12
N
adie habla a medida que esperamos a Irin en sus recámaras. Ni
siquiera un comentario sarcástico de Nikolai, quien está sentado
rígidamente a mi lado. La mayor parte de los sirvientes
generalmente alegres han sido despedidos, y los que quedan lucen pensativos y
silenciosos mientras esperan a su señora en el fondo de la sala. Incluso los tonos
vibrantes de las paredes parecen apagados, descoloridos.
Odio admitirlo, pero estoy asustada. No por mí, sino por las personas que he
puesto en peligro con mi temperamento impredecible. Mi hermana, ¿qué pasará
con ella si la expulsan? No puedo llevarla precisamente a un hospital típico. Y mis
amigos: el Se7en, Nikolai, incluso Crysis; todos tienen blancos en sus espaldas.
Hasta que sepamos quién y qué los persigue, bien podrían estar muertos en las
calles de Chicago. Podríamos huir de la ciudad, del estado, tal vez incluso del país,
pero la destrucción nos seguiría. No puedes huir del destino.
Cuando las puertas con incrustaciones de piedras preciosas se abren con una
ráfaga de viento perfumado, no estoy segura si debería ponerme de pie y hacer una
reverencia, o permanecer sentada. Sigo el ejemplo de Legion y simplemente agacho
la cabeza, la barbilla contra el pecho. Nunca lo he visto tratar a Irin con tal
formalidad y respeto. Esto es serio.
—Vaya, vaya —musita a medida que avanza hasta su lugar en el sofá
curvado—. Parece que toda la pandilla está aquí. Qué alegría que pudieran venir.
Legion comienza:
—Irin, lo que pasó…
—No creo haber estado hablando contigo —interrumpe, su tono tan afilado
como cuchillos—. Que yo sepa, no estabas presente. Y considerando que soy
omnisciente, mi conocimiento es evangelio dentro de estas paredes.
Legion asiente en señal de resignación, pero la temperatura en la habitación
aumenta al menos diez grados.
—Temperamento, qué temperamento —dice Irin chasqueando la lengua.
Luego se vuelve hacia mí, sus ojos tan negros como la noche—. Querida, Eden.
Estaba segura que lo había dejado bien claro a tu llegada.
Miro al otro lado de la habitación y me encuentro con la mirada de Phenex
que inclina la cabeza, instándome a responder.
—Lo hiciste, Irin. Me disculpo. En verdad… fue un accidente.
—Te creo. Pero aun así… las reglas son las reglas. —Da un golpecito con
una uña roja en sus labios, reflexionando las palabras que ya sabe que va a decir—.

94
Sin embargo, me agradas, Eden. En realidad, mucho. Y si bien tus acciones pueden
haber nacido de la rabia, no creo que tuvieras la intención de lastimar a nuestro
adorable y joven Nephilim. A menos que… a menos que él se sienta diferente.
Todos los ojos van hacia Crysis, quien se ve mucho mejor desde que dejó el
gimnasio, a excepción de una pequeña hinchazón en su pómulo. Con una mueca
de dolor, el hombre rubio se sienta erguido, el movimiento un poco torpe como si
sus costillas estuvieran doloridas.
—Fue un accidente. Eden estaba entrenando. Me pidió que me fuera varias
veces y no escuché.
Apenas he soltado un suspiro de alivio, cuando Irin pregunta:
—¿Y por qué te pediría que te fueras? —Ella sabe por qué. Lo sabe todo:
solo quiere jodernos.
—Porque estaba enojada. La había insultado. No estaba lista para
perdonarme y traté de obligarla a que lo haga.
—Entonces, ¿te golpeó con ira?
—No. —Sacude la cabeza—. Golpeó el saco con ira. Lo que sucedió a
continuación estuvo completamente fuera de su control.
Irin suspira, reflexionando con la explicación de Crysis. Ya ha tomado una
decisión sobre lo que me va a pasar. Solo disfruta viéndonos retorcer con
nerviosismo.
—Gracias por tu honestidad. Estoy de acuerdo; Eden no tuvo control sobre
la luz que manejó en su exaltado estado emocional. Así que, aquí está mi decisión:
Tú, Nephilim, continuarás ayudándola a entrenar. Sin embargo, Eden necesitará a
alguien con conocimiento de primera mano en cuanto a la manipulación de la luz
sagrada. —Mira a la pelirroja que está a su lado y sonríe—. Adriel, me gustaría que
ayudes a Eden a controlar su habilidad nueva. Solo para evitar otro contratiempo.
—¿Qué? —grito prácticamente—. De ninguna manera.
—Sí, de esa manera —responde Irin—. Si quieres seguir siendo una invitada
en mi casa, necesitarás a alguien que te ayude a controlar tus poderes.
—No, no lo necesito. Y definitivamente no necesito ninguna ayuda de ella.
No. No lo voy a hacer.
Con sus siguientes palabras, la voz de Irin estalla con el timbre de billones de
años, retumbando en el suelo bajo nuestros pies.
—Tú, tu hermana y todos los que te importan viven porque lo permito, niña.
¿No estás agradecida por el aliento en tus pulmones ahora mismo? Porque al
mismo momento en que rompiste mi regla, podría haberte matado donde estabas
parada. Podría haberlo hecho para que nunca nacieras, borrando tu existencia de la
historia por completo.

95
Demasiado conmocionada, demasiado asustada y demasiado avergonzada
para responder, simplemente me quedo mirando con incredulidad a la pequeña
criatura fulminándome con dagas negras como ojos. Sabía que Irin era vieja, y un
ser diferente a cualquiera de nosotros en esta habitación, pero no me había dado
cuenta de lo lejos que se extendía su poder. Ni siquiera Legion, con toda su fuerza,
desafía su decisión. Nikolai ni siquiera la mira.
¿Qué es ella?
—Bien —dice alegremente, toda la oscuridad de su tono borrada. Chasquea
los dedos y su alegre personal marcha con platos de fruta fresca y copas de vino—.
Ahora que eso está resuelto… ¿Legion? ¿Qué hay de tus exploradores en la ciudad?
Legion da un paso adelante, con la cabeza alta, pero puedo decir que el
fuego aún hierve bajo su mirada plateada.
—El crimen está aumentando. El gobierno se ha involucrado, declarando un
estado de emergencia. Las unidades militares han sido enviadas.
—¿Alguna señal de Uriel?
—No. Pero los demonios menores… se han vuelto audaces. Se están
mostrando, incluso en el día. Innumerables informes de bestias y demonios han
sido recibidos. Toyol ha podido piratear el sistema de la policía y borrar la mayoría
de los informes digitales, pero están llegando a un ritmo alarmante. Los hospitales
están abarrotados con pacientes psiquiátricos. Están diciendo que una misteriosa
fuga de gas está causando la histeria masiva.
Phenex se inclina hacia delante, con las manos unidas bajo su barbilla.
—Necesitamos hacer contacto con Lucifer. Si él puede controlar a los
demonios menores, tal vez podamos aliviar la destrucción en la ciudad.
Todos se vuelven hacia Niko, el ex compinche de Luc. Niega con la cabeza
en respuesta, sabiendo exactamente lo que están pensando.
—No me miren. Me enviaron aquí de forma condicional. No tengo
influencia sobre él.
—De todos modos, no podría hacer nada —puntualiza Irin, arrancando una
uva de un plato—. Nunca permitiría a sus mascotas salir de sus jaulas en esta
magnitud. Alguien más los está dejando salir.
Y algo me golpea.
La liberación de Niko. La razón por la que quería quedarse en el limbo y no
volver a la Tierra…
—Stavros —susurro, mis ojos abiertos de par en par con la horrorosa
comprensión—. Él está vinculado a Niko. Si Niko sale, él también puede hacerlo.
Y si Stavros fue el que ayudó a Uriel a ocultarme durante todos esos años, tal vez…
tal vez aún está trabajando para él, y dejando salir a los demonios menores.

96
—¿En serio crees que Stavros tiene ese poder? —resopla Caín.
—Una vez fue el hechicero más poderoso en la Tierra —responde Nikolai—
. Y lo único peor que existe además de un hechicero poderoso es uno con ganas de
vengarse. Créeme. Ya una vez antes sentí la peor parte de su venganza.
—Mierda —maldice Caín—. ¿Y qué? ¿Luc simplemente dejará que sus
perros callejeros corran libremente?
—Ya sabes cómo es —interviene Andras—. Si no tiene nada que ver con él,
le importa una mierda.
—Pero esto tiene algo que ver con él —agrega Phenex. Su mirada cae sobre
mí—. Quiere a Eden. La quería cuando usó el Llamado con ella. La quería cuando
la robó al inframundo. ¿Quién dice que todavía no la quiere?
—Pero me dejó ir —explico. Miro a Legion para descubrir que él también
está de vuelta en esa habitación cuando vino a buscarme. Pensé que había tenido
que abrirse paso cuando, en realidad, Lucifer dejó la puerta abierta para él—.
¿Cierto?
—Está jugando algo —responde—. Lucifer es orgulloso. Quiere que vayas a
él por tu propia voluntad. No pudo tomarte en contra de tu voluntad, así que te
chantajeó. Y cuando aun así no cediste a sus avances, te liberó. Esta podría ser una
manera de su parte para intentar recuperarte.
El sabor de la verdad es tan amargo en mi lengua que tengo que resistir el
impulso de escupir. Porque por unos momentos, cuando Lucifer me daba vueltas
alrededor del gran salón de baile en su enorme mansión mientras su corte brillante
observaba con envidia, sentí algo más que odio puro y desprecio por él. Vi algo en
él que me hizo querer quedarme un poco más, aguantar un poco más. Y en esos
minutos llenos de tortura, cuando me sedujo con su encanto y poder, comencé a
darme cuenta que el hombre, el monstruo, que había sido venerado como el villano
más grande en la existencia no era del todo un villano. ¿Incomprendido? Sí.
¿Egoísta? Completamente. Pero había criaturas peores en el mundo que él.
Además, su clase de maldad era una que podía comprender. A ciertas luces, se
parecía mucho a la mía.
Lucifer jamás cambiaría, y no necesitaba que lo haga. Eso es lo que más me
asusta: mi aceptación indudable de quién y qué es él. Me mostró lo oscuro. Me
mostró lo demente y depravado que es. Y me quedé sentada allí y lo observé sin
inmutarme, sin girarme. Porque él había hecho lo que Legion había fallado en
hacer. Me mostró su verdadero ser, y no se disculpó. No ocultó su lado feo. Lo
mostró orgullosamente sin una gota de duda o vergüenza.
Y, curiosamente, eso me hizo sentir más cómoda, más receptiva con el mío.
Sin embargo, no es suficiente. Nunca lo suficiente para hacerme renegar de
Legion. Sin importar lo que aparezca representado en mis delirios de medianoche.
—¿Y ahora qué? —pregunta Toyol, sacándome de mi ensimismamiento
lamentable.
97
—Andras. Lilith. ¿Cómo vamos con los preparativos de la fiesta? —pregunta
Legion.
—Casi listos —responde Andras.
—Tienen dos días. Irin, con tu permiso, nos gustaría seguir adelante
inmediatamente con nuestro plan.
La Vigilante asiente.
—Permiso concedido. Enviaré invitaciones. Estoy segura que todo el mundo
se ha estado preguntando por qué todo ha estado tan tranquilo por aquí.
—Gracias —dice Legion con una inclinación de cabeza, antes de volverse
hacia Andras y Lilith—. ¿Qué pueden decirme sobre el montaje?
Lilith sonríe alegremente, de la misma manera que lo hizo cuando me topé
con su sesión de planificación.
—El tema es la Mascarada Veneciana. Brillo, glamour, con un toque oscuro
y sexy. También es la oportunidad perfecta para mantenernos escondidos,
brindándonos una capa adicional de protección.
—¿Mascarada? Pero si todos llevamos máscara, ¿cómo sabremos quién es
quién? —pregunto, mi frente fruncida en confusión.
—Los oleré —responde Legion sin mirarme. Está en modo líder—.
Necesitamos poner en marcha la vigilancia en veinticuatro horas. ¿Toyol?
—Estoy en eso. También he estado trabajando en dispositivos de rastreo que
deberían estar listos para el día.
—Bien. Jinn, Phenex, ambos estarán en la pista, rastreando a las multitudes.
Mézclense, escuchen las conversaciones, estén atentos a cualquier comportamiento
sospechoso. Los Serafines no se sentirán cómodos en este entorno. Estarán rígidos,
lo más probable es que se mantengan al margen de la multitud. No los verán
bebiendo o participando en conductas lascivas.
—Así que, básicamente, serán unos gigantes totalmente aburridos —bromea
Caín, poniendo los ojos en blanco.
—Más que eso —interrumpe Adriel—. Los Serafines se consideran a sí
mismos seres superiores, el Todopoderoso es el único que supera su poder. Si ven a
los humanos como no más que hormigas, cualquier otra criatura menor será la
suciedad misma debajo de sus pies. Vampiros, hechiceros y similares son
abominaciones, según ellos.
—Entonces, ¿por qué carajo incluso se molestarían en venir? —escupe Caín.
—Por lo arrogantes que son, no dejarán ninguna piedra sin remover —
responde Legion—. Incluso ahora, sienten que están haciendo la obra de Dios. Mía
es la venganza, y la retribución; a su tiempo el pie de ellos resbalará; porque el día de su

98
calamidad está cerca, ya se apresura lo que les está preparado. El Serafín es la mano de
Dios. Ellos son la venganza.
Sacudo la cabeza y pregunto:
—Pero es la mano de Uriel la que los mueve, no la de Dios. El resto de ellos
debe ver eso, ¿no?
—Uriel ha tenido milenios para contar relatos de blasfemia. Quién sabe qué
ha hecho creer a los demás.
Genial.
Así que no solo los Serafines van en busca de venganza, sino que es muy
probable que él haya convencido a muchos de sus hermanos ángeles de que esta es
la voluntad de Dios. Porque necesitábamos más ángeles tras nosotros.
El Se7en continúa discutiendo los planes para la mascarada con Irin
interviniendo de vez en cuando, y Crysis desconectando de ellos por completo.
Niko me da un codazo, notando que mi mente está en otra parte.
—Y pensé que la Oscuridad y la Luz tenían problemas —comenta con una
media sonrisa—. Los Serafines suenan encantadores.
—Totalmente —coincido con él.
—Entonces… ¿te apuntas para mañana en la noche? —pregunta y levanta
una ceja.
—¿Mañana en la noche?
—El ritual de aliento. Necesitaré reunir mis fuerzas antes de ocultarlos a
todos.
—Oh. —Trago con fuerza—. Sí. Totalmente.
Al notar la incertidumbre en mi rostro, Niko asegura:
—Intentaré hacerlo lo más cómodo posible, lo prometo. Puede que al
principio sea embarazoso, pero espero que confíes en mí lo suficiente como para
saber que no cruzaré ninguna línea.
—Por supuesto, confío en ti. —Demonios, él es el único en quien confío. Lo
que ya es decir algo.
—Contestaré cualquier pregunta que puedas tener de antemano. Puede que
te sientas un poco débil al principio, pero con tus habilidades regenerativas, solo
debería durar un par de horas.
Pongo una mano encima de la de Niko.
—Estará bien. Estaré bien. Lo que sea que necesites, soy tu chica. Me estás
haciendo un gran favor… a todos nosotros.
—¿Seguro que todas las partes lo verán de esa manera?

99
No tengo que mirar al otro lado de la sala para saber que Legion ha
monitorizado cada uno de nuestros movimientos. Así que no es de sorprender
cuando interrumpe con:
—Nikolai, ¿tienes todo lo que necesitas para el hechizo de ocultación?
Niko se voltea para enfrentarlo, la imagen perfecta de la compostura.
—El hechizo requiere una gran cantidad de magia. Tendré que extraerla de
una fuente de poder. Eden ha aceptado amablemente ser esa fuente.
—¿Extraer? —La voz de Legion es la calma antes de la tormenta.
—Necesitaré respirarla. Aparte de Crysis, es mi mejor apuesta. El proceso
sería demasiado arriesgado de otra manera.
—No.
Y ahí está. El alfa asoma su cabeza proverbial.
Desafortunadamente para él, no soy la mascota de nadie.
—¿No? —interrumpo—. Ya he dicho que sí. Voy a hacerlo.
—Dije que no.
—Bueno, no depende de ti, ¿verdad?
Toda la habitación se prepara para su temperamento explosivo cuando se
queda inquietantemente inmóvil, su fija mirada penetrante sin parpadear. No está
acostumbrado a ser desafiado, al menos por sus subordinados. Bueno, soy
cualquier cosa menos eso. Tal vez en algún otro momento, lo habría escuchado,
pero ese momento ha llegado y se ha ido. Ya no soy ninguna chica humana
indefensa. No soy su cautiva. Y no seré controlada.
Al darse cuenta que me niego a debilitarme bajo su furia a fuego lento,
Legion se da la vuelta de mala gana, liberándome de la intensidad de su ardor. Me
vuelvo hacia Niko, con una pequeña sonrisa victoriosa en mis labios.
—¿Estabas diciendo algo?
La reunión continúa durante otra media hora mientras el Se7en discute la
estrategia y la seguridad. Estoy tentada a despedirme, viendo que Legion me ignora
por completo, hablando de mi posición como si no estuviera siquiera allí, pero
estoy decidida a demostrar que soy un activo y estoy tan comprometida con este
plan como cualquier otro. Demonios, tal vez incluso más. Es mi padre el que quiere
matarnos a todos.
Salimos de las recámaras de Irin y nos dirigimos al comedor después que
Kairo entra para informarnos que el almuerzo ha sido preparado para todos
nosotros. Algo sorprendente, considerando que no hemos tenido ninguna comida
“familiar” desde que llegamos. Pero conmigo todavía en la lista negra de Irin, no
soy quién para discutir. Cuando una campana peculiar resuena en todo el pasillo,
todos se detienen en seco.

100
—¿Qué? —pregunto, observando que todos tienen los ojos muy abiertos.
—Por favor, están bastante nerviosos. Es solo la puerta —dice Irin
suspirando, rozándonos al pasar con un movimiento exagerado de sus caderas.
Erizados y con los puños apretados, nadie respira a medida que seguimos su
rastro hasta el vestíbulo. No hemos tenido visitantes externos desde que llegamos, y
si bien una persona sabia se escondería hasta que la costa esté despejada, la
curiosidad y la energía acumulada nos tienen a todos ansiosos por ver quién estaría
lo suficientemente loco como para aparecer sin anunciarse. Alguien en una misión
suicida, eso es jodidamente seguro.
—Mantente detrás de mí —ordena Legion en voz baja, apareciendo a mi
lado. Pienso en discutir, pero capto la atención de Phenex, quien me lanza un gesto
de asentimiento.
—Escúchalo, E —dice Niko, agarrando mi brazo suavemente. Se posiciona
a mi espalda. Caín y Toyol a mis costados. El resto del Se7en se esparce,
colocándose en los espacios vacíos de modo que ni el mismo Cristo en persona
pueda atravesar su línea. Incluso Crysis está en guardia.
Un miembro del personal de Irin ya está en la puerta principal, esperando su
señal. Con un movimiento de su mano, la puerta se abre.
El tiempo se detiene.
El movimiento cesa.
Y todos los ojos están fijos y llenos de incredulidad debido a quién se
encuentra parado ante nosotros con una fabulosa sonrisa seductora. Traje oscuro
sin corbata. Los botones desabrochados en la garganta para revelar un destello de
suave piel de mármol. Su cabello es como la luz del sol y la tierra, y sus ojos son
galaxias deslumbrantes agitándose con alegría y misterio.
Nunca he visto nada tan devastador. Tan hermoso.
Lucifer se apoya casualmente contra el marco de la puerta y deja escapar un
silbido bajo.
—Bueno, con toda certeza, no pueden tener una fiesta sin mí.

101
Capítulo 13
S
i fuera humana, no habría podido confiar en mis ojos. Lo habría
atribuido a un delirio, como resultado de la falta de sueño, la falta de
alimentos y exceso de alcohol. Pero no soy humana. Sin embargo, lo
que está pasando ante mí todavía es inexplicable. Porque mierdas como esta no
pasan. Mierdas como esta ni siquiera existen.
En un abrir y cerrar de ojos, todos estamos parados allí, boquiabiertos ante
el mismo Diablo mientras éste sonríe perezosamente con las luces del atardecer
rozando su frente orgullosa.
Y al siguiente, se desata todo el santo infierno.
Legion se transforma en un penacho de plumas negras como la tinta y brasas
brillantes, desapareciendo por completo de donde estaba parado frente a mí. Y en
una fracción de segundo, se vuelve a materializar en carne y hueso de la nada.
Directamente frente a Lucifer.
Legion lo atrapa con brusquedad por las solapas de la chaqueta de su traje
oscuro y, literalmente, lo levanta sesenta centímetros del suelo antes de estrellarlo
contra el suelo de mármol con un crujido que hace que mi estómago se revuelva.
Todo sucede tan rápido que tengo que obligarme a parpadear para asegurarme que
no estoy imaginándome cosas.
Lucifer está aquí. Y, en este momento, atrapado bajo el dominio mortal de
Legion.
—¿Qué diablos estás haciendo aquí? —ruge, a pocos centímetros de la cara
de Lucifer.
Por supuesto, Luc parece impasible. Ni un solo pelo fuera de lugar. Ni
siquiera una arruga en su traje prístino.
—También es bueno verte, hermano. Te ves bien. Casi como un hombre
nuevo. ¿Cómo están tratándote esas almas rebeldes?
Lo está incitando. Sabe que Legion se ha convertido en la bestia de la que
había huido del Infierno para escapar. Y ahora, finalmente, me doy cuenta de lo
que debí haber visto al momento en que puse mis ojos en ese colgante horrible:
Lucifer quería que él lo tuviera.
Todo fue un montaje. Tenía que haberlo sido. Lucifer, probablemente,
reveló el paradero del poder de Legion a Nikolai durante una de sus noches
escandalosas, bebiendo y haciendo Dios solo sabe qué, sabiendo que Niko solo
estaba desempeñando un papel. Lucifer sabía que una vez que pareciera estar
demasiado distraído, Niko lo haría.

102
Justo como sabía que Legion vendría a por mí.
Justo como sabía dónde encontrarnos.
Es todo un juego. Todo un maldito juego. Y solo soy un peón.
—Tienes segundos —sisea Legion, lleno de furia—. ¿Qué quieres? Habla o
serás destripado.
—Todo esto suena extrañamente familiar. —Lucifer finge un bostezo.
Legion está listo para arrancarle la garganta, y él de hecho tiene las bolas para sonar
aburrido—. En serio deberías repasar la interpretación del espantoso acto
demoníaco. Sé que estás fuera de práctica y todo eso, pero necesitas material
nuevo.
—La muerte será una cortesía cuando haya acabado contigo de una jodida
vez. Ni siquiera Padre podrá identificar lo que quede de tu cuerpo.
—Qué grosero, hermanito. ¿Besas a Eden con esa boca? ¿O es Adriel en
estos días? ¿Tal vez a ambas? —Intenta sentarse, pero Legion lo golpea contra el
suelo aún más fuerte que antes, el sonido de su cráneo contra el mármol resonando
por todo el vestíbulo. Me preparo para la sangre, pero sorprendentemente nada
aparece.
—Legion… —La mirada de Phenex es frenética cuando se acerca con
cautela—. Por favor.
Caín lo sigue.
—Vamos, L. Aquí no. No puedes…
Entonces Toyol. Luego Andras y Lilith. Incluso Jinn avanza hacia adelante,
silencioso pero suplicante. Tienen miedo. Temen que haga lo indecible en un
terreno sagrado. Pero Legion está demasiado ido para escucharlos, consumido con
una furia tan grande que su calor sofocante se adhiere a mi piel como una manta
mojada. Incluso con todos ellos persuadiéndolo, incluso tirando de él físicamente,
Legion no se mueve. Es como si ni siquiera los sintiera.
—Será mejor que escuches a tus subordinados, hermano —se burla
Lucifer—. Odiaría que tengan que raspar lo que queda de su intrépido líder del
suelo. Qué embarazoso.
Un gruñido animal retumba en el pecho de Legion a medida que muestra
sus dientes, revelando unos colmillos afilados que no estaban allí hace unos
segundos. Sus dedos se transforman en garras en el cuello de Lucifer, perforando
directamente la tela de su chaqueta.
Va a matarlo. Y a cambio, lo matarán.
Niko habló de un arma que era lo suficientemente fuerte como para matar a
Lucifer. Legion es, y siempre ha sido, esa arma. Él es lo único lo suficientemente
fuerte como para acabar con él.

103
Un terror frío corre por mis venas.
—Legion —grito, corriendo hacia adelante. Crysis se interpone en mi
camino antes de que pueda siquiera avanzar unos metros. Casi choco con su pecho.
—No, Eden.
—Sal de mi camino, Crysis.
Él sacude la cabeza.
—En serio, por favor, escúchame. No quieres meterte en medio de esto.
—¿Por qué no?
—Porque esto no tiene nada que ver contigo.
—¿Qué? —resoplo—. Esto tiene todo que ver conmigo.
Sacude la cabeza una vez más.
—Esta disputa se ha prolongado durante siglos, mucho antes de que fueras
un destello en los ojos de Uriel. Fuiste solo uno de los muchos catalizadores.
Confía en mí… tu presencia solo agregará combustible al fuego.
Tiene razón. Sus problemas van mucho más allá de celos pequeños por mí.
En todo caso, comenzaron con la belleza angelical de cabello rojo vestida de
blanco, observando silenciosamente con una expresión que no puedo descifrar del
todo. Todo comienza y termina con Adriel.
—¡Suficiente! —grita Irin, la sola palabra resonando en el espacio. Ella
marcha hacia adelante, con una mano en su cadera pronunciada—. Levántate.
Ahora.
Sus palabras están vinculadas con compulsión, y de alguna manera, de
alguna forma, los Se7en son capaces de apartar a Legion de Lucifer. Pero a duras
penas.
—¿Esto es lo que querías? —ruge él. Son necesarios los seis demonios
asesinos para retenerlo—. ¿Esto es lo que te encanta? ¿Inocentes muriendo en las
calles? ¿Cuándo será suficiente para ti?
Lucifer se pone de pie y, con total tranquilidad, se limpia el traje.
—No sé de qué estás hablando.
—¡Lo sabías! —grita Legion. Jadea como si el peso mismo de las palabras
son una carga—. Sabías lo que estaba haciendo Uriel. ¡Sabías lo que era Eden, y no
hiciste nada para detenerlo! Solo viste otra forma de alimentar tu traición.
Lucifer simplemente endereza sus gemelos, ni siquiera mira en la dirección
de Legion. Sin embargo, la esquina de su boca se contrae una fracción.
—Hice lo que tenía que hacer.

104
—¿Tenías que hacer? Condenaste a una chica inocente para saciar tus
propios deseos enfermizos, maldito retorcido. La torturaste, la dejaste a una vida de
dolor y pobreza. ¿Para qué? ¿Para controlarla como mejor te parezca? ¿Para
mantenerla como tu mascota preciada? O tal vez eres uno de los imbéciles
seguidores de Uriel en un intento de satisfacer la voluntad de Padre…
—No.
Legion comienza a romper el control del Se7en. Cada uno hace una mueca
mientras luchan por recuperar el control de su cuerpo enorme.
—Entonces, ¿qué? ¿Para torturarme? ¿Para quitarme algo otra vez, justo
igual que tomaste todo lo demás?
—No.
Legion resopla, sus ojos resplandeciendo más brillantes de lo que los he visto
nunca.
—Solo tienes que hacer que todo gire en torno a ti. Eres tan jodidamente
miserable con tu propia existencia que no pudiste soportarlo. Solo admítelo…
admite por qué la Llamaste. ¿Para vengarte de mí por irme? ¿Para demostrar de una
vez por todas que no eres más que un idiota frío y egoísta que siempre estará más
allá de la redención? ¿Pensando que no veríamos más allá de tus mentiras y
engaños, y te veríamos por el patético y solitario hijo de puta que eres?
Sus palabras parecen abrirse paso a través de la calma exterior de Lucifer, y
su mirada dura se dirige a Legion de golpe. Con los labios apretados, los nudillos
blancos, sisea:
—No sabes nada.
—Entonces, ¿por qué? ¡Dímelo, cobarde!
—Quieres saber por qué…
—Maldición, te juro que…
—¡Así la matarías!
La respuesta de Lucifer es como un balde de agua helada y Legion
retrocede, pero sus puños permanecen apretados a sus costados.
—¿Qué dijiste?
Una tormenta eléctrica se avecina entre los ojos de Lucifer. Se pasa la mano
por el cabello y escupe una maldición.
—Llamé a Eden… para que así la mataras. Así como te manipulé para que
cayeras de la gracia antes de que nuestros hermanos te mataran. Para protegerte.
Para salvarte. Todo lo que he hecho es por ti. Eden fue creada para ser un arma,
pero no en la forma en que piensas. Fue hecha para hacerte débil, para distraerte. Y
eso es exactamente lo que ha hecho. Tenía la esperanza de que, si sentías mi
influencia en ella, la cazarías antes de que pudiera cumplir su propósito, pero eso

105
nunca sucedió. Caíste directamente en la trampa de Uriel, así que intenté, de
nuevo, salvar tu trasero cuando la secuestré. Pero lo sabías, ¿verdad? Simplemente
no querías creerlo, que podrías ser víctima de una chica aparentemente indefensa.
Así que hice lo que tenía que hacer. —La mirada de Lucifer cae al suelo, a la grieta
nueva en el mármol, la única evidencia de siglos de ira. Cuando levanta la mirada
nuevamente, su expresión es oscura, ardiente—. ¿Sorprendido? ¿Es tan difícil para
ti de creer, querido hermano? —escupe la última palabra como si estuviera
manchada de veneno—. Que a pesar de que me traicionaste, me abandonaste,
¿todavía puedo encontrar la capacidad de que me importes un carajo?
Un silencio pesado cae sobre el espacio, como si todo hubiera sido
silenciado. El sonido, el color, incluso mis emociones son sofocadas. Yo… no sé
qué sentir, ni siquiera cómo sentir. Lucifer no quería usarme. Ni siquiera quería
seducirme.
Quería matarme.
Quería salvar a la única persona que amaba por encima de todo: su
hermano.
Y eso es lo más humano que he escuchado alguna vez.
Incluso ahora que estoy aquí parada, no reconoce mi presencia, como si mi
vida nunca hubiera significado nada para él. Tal vez no soy digna de su atención. O
tal vez solo soy un recordatorio de su fracaso.
El silencio se extiende como un mar interminable de agitación. Sin una
palabra, Legion se da la vuelta y sale de la habitación. El Se7en lo sigue,
quedándose cerca.
No hay nada para mí aquí.
—Tomémonos un respiro y volvámonos a reunir…
Ya me estoy dirigiendo hacia el pasillo opuesto antes de que Irin pueda
terminar su oración. Siento a Nikolai y Crysis pisándome los talones, pero no me
detengo. No puedo. Si veo la simpatía en sus caras, no podré mantener la
compostura por más tiempo. Me destrozaré en un millón de piezas dentadas y
revelaré cuán irremediablemente rota estoy realmente. Cuán dañada he estado
desde el día en que fui esculpida en el vientre de mi madre. Porque a los rotos, a los
dañados, los arrojas a la basura. Sin importar cuánto intentes repararlos, siempre
estarán dañados en el fondo. Nunca podrán ser reparados.
Cuando llego a la puerta de mi habitación, entro y la cierro con llave antes
de que nadie pueda pasar el umbral.
Y entonces, me derrumbo, dejando que mis deformes pedazos agrietados se
precipiten al suelo.
Estaba tan segura… tan segura que él no era el monstruo que el mundo creía
que era.

106
Y tenía razón.

107
Capítulo 14
I
rin nos da un par de horas para tranquilizarnos y reagruparnos antes de
exigir nuestra presencia en sus aposentos. Estoy tentada en decirle a ella
y a todos los demás que se vayan a la mierda, pero la verdad es que
estoy un poco más que curiosa por saber por qué Lucifer se ha atrevido a mostrar su
rostro aquí, de todos los lugares. Y si él sabía de mí, si Legion sabía de mí, entonces
¿por qué mantenerme aquí? ¿Por qué no solo entregarme a Uriel y salvarse a ellos
mismos? Si fui hecha simplemente para ser una distracción, entonces ¿por qué no
eliminar el problema?
Nada de esto tiene sentido. Es como si estuvieran esperando su momento
cuando saben que no terminará bien mientras yo sea una responsabilidad. Pero
¿qué otra opción tengo aparte de quedarme sentada y esperar? Mi hermana está
aquí recibiendo el tratamiento médico que necesita. No puedo dejarla. Y si lo
hiciera, ¿qué significaría eso para su supervivencia?
Demasiadas preguntas, y no suficientes respuestas, así que me arrastro a
regañadientes fuera de mi habitación y me dirijo por el largo pasillo, más allá del
enorme espacio donde a Irin le gusta entretenerse, y llego al ala opuesta donde
hemos tenido todas nuestras reuniones desde que llegamos. Lo juro, entre el salón
de Irin y el gimnasio, no tengo mucha vida más.
No me sorprende encontrar a Lucifer holgazaneando a su lado y charlando
con total tranquilidad con ella, pero su visión todavía hace que me detenga.
Negándome a hacer contacto visual, tomo mi lugar en mi rincón habitual del
grande y afelpado sofá seccional, que parece mucho más pequeño que horas antes.
Solo Niko ha llegado hasta ahora, y me doy cuenta que apenas mira hacia mí
cuando me siento a su lado. Parece que la interpretación del mujeriego frío ha
vuelto, por lo cual no puedo culparlo. Lucifer es su jefe para todos los propósitos e
intenciones. Mostrar algún signo de vulnerabilidad o afecto por mí podría ser usado
inevitablemente contra él. Y ahora entiendo por qué Niko quería mantener a su
familia fuera de esto.
Decir que el ambiente es incómodo es un eufemismo, y se siente como si
estuviera sentada sobre brasas ardiendo mientras esperamos a que lleguen los
demás. Cuando Adriel entra y se instala al otro lado de Irin, quiero vomitar. Pero
lo que sea que esperaba sentir cuando Legion y el Se7en llegan palidece en
comparación con el dolor y el temor enroscándose en mis entrañas cuando entran
en la habitación.
—¿Qué diablos está haciendo él aquí? —escupe Legion, deteniéndose en la
entrada. Los otros siguen su ejemplo.
—Lucifer es un invitado —responde Irin, en absoluto perturbada por la
reacción de Legion—. Le pedí que esté aquí.
108
—Esto no tiene nada que ver con él.
—En realidad —dice Luc—. Quizás quieras escucharme, hermano.
Ciertamente no puede doler, considerando el lamentable estado de tu causa.
—Y como esta es mi casa, cumplirán mis reglas —agrega Irin—. Siéntense.
Hay mucho que discutir.
Legion se queda mirando a Lucifer fulminante por un largo y furioso
segundo antes de ir de mala gana al otro lado del sofá seccional. Sin embargo, no se
sienta. Un pequeño acto de rebeldía.
Irin comienza, aunque no hay rastro de Crysis.
—La fiesta de máscaras procederá según lo previsto. Legion, tú y tu gente
tienen pleno uso de los servicios de vigilancia y seguridad.
Es Phenex quien contesta.
—Gracias, Irin. Apreciamos su hospitalidad.
—Sí, muy hospitalario, como siempre, Irin —añade Lucifer con una sonrisa
burlona. Estúpido. Supongo que cualquier sinceridad que demostrara a su llegada
quedó olvidada—. Pero uno tiene que preguntarse: con el destino del reino humano
colgando en la balanza, ¿por qué carajos parecería apropiada una fiesta vulgar?
El Se7en no responde. Y estoy jodidamente segura que no planean prestar
ninguna información a ese cabrón manipulador.
—Han decidido que con el Redentor aún en manos del Serafín —ofrece
Irin—, una fiesta los atraería potencialmente hasta aquí, revelando sus números.
Fue el plan de la joven Eden.
Sé que se gira en mi dirección, porque puedo sentir el momento preciso en
que sus ojos se posan en mí, vagando por toda mi silueta. Sigo mirando fijamente
hacia el frente, hacía nada en particular.
—Interesante. Noble —señala—. Pero ¿cuál sería el punto?
—Bueno, considerando que el Serafín quiere usar al Redentor para matarnos
y así cumplir una pequeña fantasía de venganza —responde Lilith a su ex
compañero conspirador—, probablemente sea una buena idea saber a qué nos
enfrentamos.
—¿Quiere matarlos? —Lucifer se ríe sin ceremonias, haciendo que cada uno
del Se7en lo mire con desprecio—. Oh cielos, gracias al Todopoderoso que llegué
cuando lo hice.
—¿Y qué mierda se supone que significa eso? —pregunta Caín, su expresión
oscura, y sus puños apretados a sus costados.
—Significa que todos ustedes están completamente despistados, aunque no
me sorprende. El Serafín los quiere muertos, pero esa es solo la punta del iceberg.
Honestamente, exigir venganza es simplemente una bonificación.

109
—Entonces, ¿qué quieren? —pregunta Phenex.
Lucifer se inclina hacia adelante, con los codos en las rodillas, sus ojos
violetas arremolinados con obsidiana.
—Matar a todo el mundo. Chicago es solo el comienzo, y con matarlos a
ustedes —sacude una mano agraciadamente hacia el Se7en—, simplemente está
eliminando un bache en el camino. Y una vez que ya no sean un obstáculo, se irán
a todas las ciudades importantes del mundo. Nueva York. Los Angeles. Miami.
Londres. Hong Kong. París. Corromper y destruir… eso es lo que quieren.
—¿Por qué? —La habitación entera se vuelve hacia mí ante mi arrebato
repentino. Demasiado para actuar indiferente.
La mirada de Lucifer se suaviza una fracción. Incluso su tono no es tan
agudo y burlón.
—Para que así puedan justificar el fin de la humanidad.
—Mentira —ladra Legion. Estoy agradecida cuando Lucifer se vuelve hacia
él, liberándome de su mirada incómoda—. No tienen el poder.
—Pero están apostando a que Padre vea la razón. Si la humanidad está
condenada, ¿por qué no limpiar la pizarra y volver a intentarlo? Lo ha hecho una
vez antes, en un intento fallido de deshacer lo que logramos cuando caímos. ¿Quién
dice que no volverá a intentarlo?
La mandíbula apretada de Legion tiembla con una maldición desatada.
Puedo verlo escrito en todos sus rasgos endurecidos; lo que Lucifer dice tiene cierto
mérito. Y tiene sentido. Violencia, prostitución, drogas, corrupción, pedofilia. Los
pobres se empobrecen aún más, los enfermos se enferman aún más y los ricos se
hacen más ricos. Y eso es solo en Chicago. Incluso cuando hay un faro de
esperanza y luz, las cosas nunca parecen mejorar. Por supuesto, habría motivos
para querer darle a la humanidad un nuevo comienzo. Pero eso no significa que
quiera que todas las personas que he conocido y amado alguna vez mueran. Incluso
las personas que me han agraviado en mi vida. Jamás desearía que fueran borrados
de la existencia.
—Pero podrías detenerlo —intenta razonar Phenex con Lucifer—. Los
demonios menores están destruyendo la ciudad. La gente está muriendo; los niños
están muriendo de hambre. ¿Qué estás haciendo para aliviar la carnicería y el
sufrimiento?
La acusación cuelga pesadamente justo delante de él, pero Lucifer finge no
darse cuenta.
—Podría sellar el Infierno para evitar que escapen más, pero tendría que ser
conmigo dentro.
—¿Y eso es un problema porque…? —desafía Caín.

110
—Porque me necesitan. —Antes de que pueda prepararme, Lucifer se gira
para mirarme directamente, su mirada es aterradora en su capacidad de hacer que
mis entrañas se licúen—. Todos ustedes lo hacen.
—Estoy seguro que muchos de nosotros estaríamos dispuestos a discutir esa
valoración —comenta Phenex.
—Entonces todos ustedes son unos tontos —espeta Lucifer, girándose hacia
él—. ¿Crees que el Serafín te lo pondrá fácil? Ustedes tienen un demonio mayor,
una manada de secuaces fuertemente armados, un ángel enmudecido y dos
Nephilim, uno de los cuales no estaría respirando si no hubiera sido porque envíe al
hechicero. Así que sí, me necesitan. Todavía estarían persiguiéndose sus colas,
intentando descubrir el plan del Serafín; el plan que acabo de compartir con
ustedes. Así que veamos… he estado aquí unas cuantas horas, y aun así he logrado
más que cualquiera de ustedes en una semana. Patético.
Todos tenemos los vellos de punta, pero nadie disputa sus afirmaciones. Y
honestamente, por mucho que odie admitirlo, tiene razón. Solo tenemos un
demonio lo suficientemente fuerte como para luchar contra un Serafín. Uno. Y no
se sabe cuántos ángeles han arrastrado a su causa. Lucifer podría ser un aliado
valioso, pero ¿estaría realmente de nuestro lado? ¿Hay algo en él honorable y
honesto?
Aparte del amor y la lealtad que tiene para su hermano, por supuesto.
Por lo tanto, tal vez está diciendo la verdad. Teniendo en cuenta que es la
única persona a la que ha demostrado que le importa, no creo que haga nada para
poner en peligro la existencia de Legion.
El resto de nosotros podemos jodernos.
—Entonces, ¿qué propones? —pregunta Legion, su expresión nada más que
receptiva.
Lucifer se encoge de hombros.
—Celebren su pequeña fiesta. Pero quiero participar. Aunque, un consejo…
mantengan al ángel en el banquillo.
—¿Por qué? —Adriel frunce el ceño, mostrando el primer signo de
desaprobación.
Lucifer la ignora por completo y se dirige directamente a Legion.
—Bueno, si el Serafín la detecta de alguna manera y se la lleva, tú mismo
habrás jodido tu póliza de seguro.
Lo juro, puedo escuchar los grillos desde el otro extremo de la habitación.
¿Póliza de seguro? ¿Cómo? ¿Y por qué nunca me cruzó por mi mente?
—Oh. Ella no lo sabe, ¿cierto? —dice Lucifer con una sonrisa maliciosa—.
Mi error.

111
Adriel mira a Legion; su expresión contraída por el dolor.
—¿De qué está hablando?
Legion entrecierra los ojos y mira con desdén a Lucifer, pero dirigiéndose a
Adriel.
—Uriel aún te quiere, lo que significa que estaría menos inclinado a atacar
sabiendo que te tenemos.
—Y no olvidemos el pequeño asunto de tu sangre —añade Lucifer. Su
sonrisa comemierda es tan amplia que se parece al maldito Joker.
Legion libera un pequeño gruñido de advertencia, pero confirma la
afirmación de Lucifer, enterrando el cuchillo aún más profundo en el corazón de
Adriel.
—Tenemos razones para creer que la sangre de ángel se puede usar para
curar una herida del Redentor. Phenex ha estado trabajando en una manera de
sintetizarla, de modo que tu presencia aquí es necesaria.
—Así que, en otras palabras, querida, la necesitan directamente del grifo. —
Lucifer es diabólico. Sé que tienen historia, pero maldita sea. Este ataque parece
personal.
Veo el dolor en la cara de Adriel, y no puedo evitar sentirme un poco mal
por ella. Todavía la odio, pero no puedo imaginar lo que está pensando en este
momento. Solo está aquí para servir como ventaja, además de que necesitan su
sangre. Así que tal vez… tal vez Legion no la está manteniendo alrededor porque
todavía tenga sentimientos por ella. Tal vez su presencia es meramente necesaria
para la supervivencia.
—Ahora que todo está sobre la mesa —dice Lucifer, girándose para tomar
una de las pequeñas manos de la Vigilante—. Irin, quiero darte las gracias por
dejarme estar aquí. Todo lo que necesites de mí es tuyo. —Se lleva la mano a sus
labios y le da un beso suave en los nudillos.
—De nada, Lucy. Mientras te las arregles para comportarte, esto debería ser
entretenido. —Retira su mano y chasquea los dedos. Kairo aparece segundos
después, con la cara roja y nervioso—. Kairo te mostrará tu habitación. Mi personal
está a tu disposición para todo lo que desees. Disfrútalo.
Kairo hace una reverencia, luego mira a Lucifer a través de sus largas y
negras pestañas, con una sonrisa seductora en sus labios. Ahora entiendo por qué se
ve tan sonrojado. Él desea a Lucifer. Y a juzgar por la forma en que Lucifer le
devuelve la mirada, sin parpadear, imagino que no se opone a que Kairo caliente su
cama durante su estancia aquí.
Y eso me hace sentir… cálida. Sofocantemente caliente.
Nunca pensé en Lucifer con hombres, pero ahora que se ha presentado la
idea, estoy más que un poco curiosa por saber cómo podría ser. ¿Sería rudo con

112
Kairo, o amable? ¿Adoraría su cuerpo, o exigiría que Kairo se dedique a
complacerlo? Mierda. La sola idea de dos hombres hermosos juntos, con las
sábanas retorcidas a sus pies mientras sus cuerpos desnudos se enredan en el
éxtasis… no veo cómo podré concentrarme en otra cosa por el resto de la noche.
El Se7en comienza a levantarse y dispersarse, pero Legion parece renuente a
irse, sus ojos yendo de mí a Lucifer. Está preocupado. Sobre qué, no estoy segura.
El gato ya está fuera de la bolsa: lo sé todo. Legion sabía más de lo que dejó ver. Me
mintió. Y aunque lo que hizo Lucifer fue diez veces peor, si no fuera por él, tal vez
nunca habría descubierto la verdad. Es un idiota, pero al menos es algún tipo de
idiota honesto.
—Eden. —Lucifer está de repente frente a mí, con la mano extendida para
ayudarme a levantarme.
Miro a Legion de inmediato, quien me mira fijamente en respuesta. Le abrí
mi corazón y mi cuerpo, y él sabía cosas sobre mí, cosas que no había planeado
revelar. No quería creer que estar conmigo afectaría a su juicio porque tal vez no le
importaba lo suficiente o pensaba que no era lo suficientemente importante. No soy
lo suficientemente estúpida como para pensar que Lucifer es mejor, pero lo que
Legion y yo compartimos… pensé que era especial. Pensé que era real. Ahora,
descubro que todo era mentira. Literalmente, fui hecha para ser su juguete, algo
para que él follara y acariciara en lugar de enfocarse en la amenaza real: mi padre.
Es enfermo y degradante, pero lo dejé pasar. Más que eso, ansié esa enfermedad.
Caí de rodillas y rogué ser degradada una y otra vez.
Tomo la mano de Lucifer, ignorando la punzada de culpa y vergüenza en mi
pecho. Su toque es justo como lo recordaba, y una docena de recuerdos de mi
tiempo con él regresan a mi mente. La forma en que me observó por encima de su
copa de vino en sus muchas cenas elaboradas. Cómo desperté para encontrarlo
mirándome mientras dormía. Cómo no temía mostrar su sentido del humor cuando
desayunábamos en su suite. Y la forma en que me sentí en sus brazos a medida que
girábamos alrededor de su salón de baile…
No creo haberme sentido tan hermosa en toda mi vida. El vestido y los
zapatos eran hermosos, sí, pero la forma en que me miró con ellos puestos es lo que
me había hecho flotar en una nube de alegría.
—Te ves hermosa, como siempre. La sangre de ángel te sienta bien —dice
lentamente.
—¿Qué quieres, Lucifer? —resoplo, odiando la forma en que su toque me
hace sentir. Odiando la forma en que mi cuerpo recuerda instantáneamente cómo
fue tenerlo profundamente dentro de mí en el baño de Irin.
—Solo quería extender mis felicitaciones. Como sabes, los Nephilim son
raros. Y los Nephilim de Serafín aún más raros. Deberías considerar esto como un
gran honor.

113
—¿Y también debería considerar el que intentaras matarme un honor? —
espeto en respuesta, retirando mi mano de su agarre—. ¿O qué tal amenazar con
lastimar a mi hermana para poder secuéstrame cuando ese plan no funcionó?
Levanta las manos y se encoge de hombros.
—Todo vale en la guerra y el amor. Y en la guerra, hay víctimas, incluso
aquellos que amas. Lo entenderás antes de lo que crees. —Él espía mi cuello, donde
aún perdura una marca de mordida atenuada, y levanta las cejas—. Veo que quizás
ya sabes de lo que estoy hablando.
Sacudo la cabeza y miro hacia otro lado. Lágrimas enojadas escuecen en el
fondo de mis ojos, pero me niego a dejar que vea que me lastimó.
Lucifer me lastimó.
Quería creer que había algo redimible dentro de él, y lo había. Simplemente
no me correspondía a mí. Chica tonta y estúpida. ¿Qué me hizo pensar que podría
cambiar el corazón del Diablo? ¿Y por qué querría hacerlo?
—Mira, estás aquí y no puedo cambiar eso. Pero ¿me haces un favor?
Mantente jodidamente fuera de mi puto camino.
Con eso, me doy la vuelta y salgo de los aposentos de Irin sin una sola
mirada en dirección a Legion. No me detengo hasta que estoy en mi habitación,
jadeando, con la espalda pegada a la puerta. Cuando suena un golpe desde el otro
lado, salto gritando una maldición.
—Santa mierda —jadeo cuando abro la puerta para encontrarme a Niko
parado ahí. Entra apresuradamente y la cierra detrás de él.
—En serio, si no quieres excitarlo, quizás no deberías hablar su lenguaje del
amor.
—¿Qué?
—Lucifer —responde—. Prácticamente se puso duro después de que le
dijeras que se mantuviera jodidamente fuera de tu camino. Estás jugando justo su
juego retorcido y enfermizo. La mejor reacción es no reaccionar, E. Literalmente,
se deleita con tu resistencia.
—¿Y qué? ¿Se supone que debo adularlo como Kairo? No, gracias. —Me
estremezco ante la idea de parecer un cachorro enamorado de Lucifer. Preferiría
seguir el ejemplo de Jinn y cortarme la lengua.
—No. Se supone que debes hacerle creer que sin importar lo que haga o
diga, no puede afectarte. Te lo dije antes cuando estuvimos en el Infierno. Se
aplican las mismas reglas aquí.
Tiene razón. Mierda. Debí haber seguido el ejemplo de Niko y permanecer
callada y fría.

114
—Lo sé —digo, sacudiendo la cabeza—. Es solo que… lo odio. Lo odio
jodidamente tanto.
—Bueno, eso tampoco servirá. —Se acerca a la cama y se sienta a los pies.
—¿Por qué no? —Frunzo el ceño, deslizándome a su lado.
—Amor. Odio. Son las dos emociones más fuertes que uno puede codiciar.
Y para él, ambas son esencialmente iguales. Si puede hacerte sentir una, puede
hacerte sentir la otra igual de apasionadamente.
Me tumbo de espaldas en la cama y libero un suspiro frustrado. Niko hace lo
mismo, descansando su cabeza junto a la mía.
Mierda.
Estoy tan jodida.

115
Capítulo 15
L
o último que quiero hacer es trabajar en mis habilidades de manejo
de la luz con Adriel, así que pongo toda mi energía en el
entrenamiento de armas con Caín, quien está un poco más que
sorprendido por mi habilidad mejorada en la práctica con objetivos.
—Soy una aprendiz rápida —remarco, quitándome los auriculares y las
gafas de seguridad. Dejo la Glock. Está empezando a sentirse bien en mis manos.
Natural.
Caín mira al objetivo de papel y asiente. Disparos en la cabeza, tal como me
enseñó, aunque apunté algunos al pecho.
—No puedo discutir con eso.
—¿Crees que es la cosa Nephilim? ¿La razón por la que puedo aprender las
cosas un poco más rápido que la persona promedio?
—Lo dices como si fuera algo malo. Es una ventaja. Úsala.
—Sí, pero no estoy encantada con quien me dio estas habilidades. Toda mi
vida he querido un padre. ¿Y luego descubro que es un enloquecido ángel maníaco
que quiere acabar con la humanidad?
Caín se encoge de hombros.
—Ten cuidado con lo que deseas.
Después de guardar las armas, nos dirigimos al gimnasio para el resto de mi
entrenamiento. Crysis todavía está en vías de recuperación, al parecer. Ser
disparado con luz sagrada, incluso de manera indirecta, tomó demasiado de él, y
me siento como la mierda por eso. Caín mencionó que una explosión como esa a
corta distancia habría matado a un humano instantáneamente. Me pregunto qué le
haría a un demonio. O incluso a un ángel.
Una pequeña parte celosa en mí se ve tentada a descubrirlo cuando veo a
Adriel sentada en un banco de madera junto al ring de boxeo. Descarto el
pensamiento al momento en que entra en mi cabeza. No soy ese tipo de chica. No
me propongo lastimar a las mujeres solo porque representan una amenaza para mi
relación. Especialmente cuando no hay una relación definida. Además, Legion no
tuvo ningún problema en ser afectuoso conmigo delante de ella después de mi
accidente con la luz sagrada. Y si lo que Lucifer dijo es cierto, el apego de Legion a
ella no es romántico. Al menos por su parte, no lo es. Y ahora que ella sabe la
verdad, dudo que esté organizando más citas al azar en los pasillos.
Aun así…

116
No confío en ella. Sé que aprender de ella es necesario para evitar que
alguien más salga lastimado, pero no planearemos ningún tipo de pijamadas o citas
mani/pedi a corto plazo.
—Buena suerte. No mates a nadie —se burla Caín con una sonrisa
amenazadora que resalta su cicatriz. En muchos sentidos, la desfiguración es
aterradora, pero le queda bien. En realidad, está empezando a agradarme. Con los
músculos, tatuajes y la barba que comenzó a crecerle, una cara inmaculada
simplemente no encajaría en toda la narrativa del malvado-demonio-rudo. Además,
he descubierto que tiene un poco de rojo en el cabello, lo que lo hace lucir aún más
siniestro.
Le muestro mi dedo medio a medida que él se acerca a las pesas, riéndose
todo el camino.
De hecho, todo el mundo está aquí. Los Se7en, incluido Legion. Nikolai,
quien no ha sentido la necesidad de poner un pie en el gimnasio desde que llegamos
porque aparentemente “no puedes perfeccionar lo que ya es perfecto”. Y Lucifer e Irin.
Por supuesto, Niko, Luc e Irin no llevan ropa deportiva ni usan el equipo.
Simplemente están observando. Esperando.
Vinieron a ver el espectáculo.
El sudor perla todo mi cuerpo. Mi boca se seca hasta los huesos. Me siento
enferma del estómago.
Mierda, no consideré una audiencia. No para esto.
—Eden. —Adriel se pone de pie ante mi aproximación.
—Adriel. —Asiento y miro alrededor, notando todos los ojos curiosos—.
Todos están aquí.
Ella inclina la cabeza hacia un lado.
—Nunca antes han visto a un Nephilim portando la luz. Algunos ni siquiera
han visto a un portador de luz de sangre entera ya que no todos los ángeles están
equipados con el don.
—Y tú lo estás.
Ella asiente.
—Sí. Al igual que lo estuvieron Legion y Lucifer. Ya no poseen la luz… por
razones obvias.
—No creo que pueda hacerlo de nuevo —murmuro, sintiéndome cohibida—
. Ni siquiera sé cómo lo hice en primer lugar.
—Bueno, como todos los dones, viene desde adentro. —Se toca el pecho
con una mano—. Imagínalo como una emoción intensa que es demasiado grande
para que tu corazón la contenga.
Resisto el impulso de poner los ojos en blanco.

117
—En serio dudo que lo que me hizo hacer eso venga de mi corazón.
—Entonces, ¿qué era lo que sentías en ese momento?
Vuelvo a ese incidente. Era difícil creer que solo fue ayer cuando estaba
golpeando la pesada bolsa de boxeo, bullendo a fuego lento con rabia y dolor por lo
que Crysis había dicho sobre mí. Y no fueron solo sus palabras las que me cortaron
hasta el corazón. Era el hecho de que una parte de mí sabía que tenía razón. Me
había vuelto estúpida y ciega cuando se trata de Legion. Acepté cualquier migaja
que me ofrecería porque era mejor tener una pequeña parte de él que nada en
absoluto. Y cuando Crysis me echó eso en cara para lastimarme y luego trató de
hacerme revivirlo, arremetí porque estaba humillada y avergonzada.
Leyendo los recuerdos reproduciéndose en mi rostro, Adriel comenta:
—Te rompió el corazón.
Niego con la cabeza.
—Crysis y yo solo acabábamos de tener una pelea estúpida. No fue nada.
—No estoy hablando de Crysis.
Nos giramos hacia Legion simultáneamente. Su mirada se ensancha como si
tenernos a ambas mirándolo fijamente lo ha desnudado. Las dos mujeres que lo
aman: la compañera de su enemigo y la hija de su enemigo. Me pregunto a cuál de
las dos considera el error más grande.
—Vamos —dice Adriel, apartando primero su mirada—. Pongámonos a
trabajar.
Entramos al ring, y un silencio imperturbable cae sobre la habitación.
Jodidos buitres. Es como si estuvieran rogando una pelea. Adriel me posiciona
frente a ella, pero no en una posición de lucha.
—Extiende las manos, con las palmas hacia arriba. —Hago lo que dice—.
Toma una respiración profunda. Y cuando aspires el oxígeno, deja que llene tu
pecho hasta que sientas que puede explotar. Como si tu corazón es un globo
envuelto en sangre y hueso. Cuando exhales, libera la angustia, el dolor, la alegría.
Lo que sea que estés sintiendo, canalízalo, dale vida, y deja que vuele de las yemas
de tus dedos.
Levanto una ceja, sintiéndome absolutamente tonta. No hay ninguna
maldita manera en que salga fuego blanco de mis dedos.
Adriel resopla de irritación.
—Bien. Mírame.
Cierra los ojos, aspirando una profunda bocanada de aire. Mientras lo libera
lentamente, sus ojos se abren, y dentro de ellos yacen llamas pálidas, reflejos de la
bola de fuego blanco suspendida sobre su palma. Es glorioso, fascinante. Y si me

118
considerara religiosa, diría que era la luz de Dios. Solo una pequeña pizca, pero
definitivamente había algo divino dentro de ese fuego.
Nuestra audiencia la mira con diferentes tonos de diversión y asombro. A
pesar de toda su delicadeza y gracia, Adriel sigue siendo una de las criaturas más
poderosas que haya caminado alguna vez sobre la tierra. Las vestiduras blancas, sus
largas ondas rojizas, su piel pálida… es fácil olvidar que, como ángel, es una
oponente formidable. Solo tengo que preguntarme, cuando todo esté hecho y dicho,
¿de qué lado luchará?
—De acuerdo. Tu turno —dice, cerrando su palma y extinguiendo la luz.
Miro a mi alrededor, sintiendo cada ojo en mi espalda.
—No puedo.
—Sí puedes. Te han dado un don, Eden. Dios no comete errores.
Errores. Eso es lo que me han dicho durante toda mi vida; que yo era un
error. Pero por alguna extraña razón, fui creada con un propósito. Abuso,
inanición, negligencia, pobreza, abandono, asalto… había sobrevivido a todos. Y
este es el por qué. Noches tan frías donde debería haberme congelado hasta la
muerte mientras me enroscaba en una bola sobre un colchón sucio en una casucha
infestada de cucarachas sin calefacción o electricidad. Todavía despertaba cada
mañana: débil, hambrienta y temblorosa, pero viva. Como si algo dentro de mí no
me dejaría rendirme, no me dejaría perecer. Algo que no podía ver, ni tocar, ni
saborear u oír, pero que sabía que estaba ahí.
Adriel.
Aún sabiendo que Uriel me había creado para lastimar a su amada, ella no
me permitió morir. Su presencia me sostuvo lo suficiente como para mantener mi
corazón latiendo.
Se lo debo a ella intentarlo. Me lo debo a mí misma para demostrarles a
todos que están equivocados. No fui un error.
Levanto mis manos, con las palmas hacia arriba, y cierro los ojos. Pienso en
lo que sentí la primera vez que desperté en los brazos de Legion. Sentí una
sensación de seguridad y confort que nunca supe que existía antes de ese día. Y
cuando me tocó, deslizando las puntas callosas de sus dedos por mis costillas,
finalmente supe lo que significaba ser apreciada.
Pero fue cuando él estuvo muy dentro de mí, llenándome hasta el punto de
estallar, que probé la euforia en mi lengua. Cada embestida fue una oración, cada
gemido un testimonio. Vi a Dios en esos momentos de completa y absoluta
felicidad.
—Um, ¿Eden?
Abro los ojos ante el sonido de la voz suave de Adriel y jadeo. Mis manos;
ambas manos, están envueltas en llamas blancas. No una esfera de luz como la de

119
Adriel, sino algo salvaje, apasionado. Algo nacido de una emoción tan pura y
profunda que mis rodillas tiemblan por la gravedad de la misma.
—Ahora, intenta remodelarla. Moldearla en algo más asequible.
—¿Cómo?
—Hazlo, Eden —ordena Adriel, dando un paso hacia adelante—. Tienes el
control. Hace lo que tú le dices.
Respiro profundo. Me sumerjo nuevamente en ese recuerdo, conjurando
esos sentimientos de éxtasis puro. Y recuerdo lo que se sintió cuando me lo
arrebataron todo. Miedo y rabia inundan mis venas como agua helada, apagando la
pasión fiera y reemplazándola con un desprecio ardiente. Ellos me lo quitaron. Me
lo robaron. Me desnudaron y me violaron del pequeño núcleo de felicidad que
había logrado retener a pesar de toda la fealdad en mi vida. Y ahora… ahora lo
recuperaría.
Miro mis manos y encuentro dos esferas brillantes de fuego rabioso en mis
palmas. Esta vez no jadeo de sorpresa. No me estremezco ni me alejo del poder que
tengo a mi alcance. Soy el poder.
—Bien —señala Adriel, retrocediendo varios pasos hasta que casi toca la
cuerda rodeando el ring—. Ahora, ¿qué puedes hacer con ellas?
—¿Qué? —Sé que me está preguntando lo que creo que me está
preguntando.
—Tienes que aprender a luchar.
—Lo sé —replico—. Pero, ¿cómo voy a hacer eso aquí?
Adriel levanta la barbilla, con los puños sueltos a los lados.
—Golpéame.
—¿Qué? No. —Niego con la cabeza.
—Golpéame, Eden. Arroja tu luz y trata de pegarme con ella.
Aprieto mis dientes.
—No quiero hacerlo.
—¿Por qué no? Quieres aprender. Necesitas aprender. Así es como lo haces.
—Pero…
—Pero ¿qué? —Alza una delicada ceja color caoba, desafiándome.
—No quiero lastimarte —admito, mis ojos deslizándose alrededor del
gimnasio. Todo el mundo está observando… esperando. Esperando a que tropiece
y les muestre que soy un monstruo, regido por sus inseguridades y celos mezquinos.
Y si lastimo a Adriel, o peor, les estaré arrebatando su ventaja contra el Serafín.

120
Adriel sonríe, y si bien puede parecer dulce a los demás, lo veo por lo que es:
un desafío. O bien no cree que soy lo suficientemente fuerte para herirla, o está
esperando que lo haga para ganar simpatía. Cualquiera de las dos situaciones es
una perdida para mí.
—Sabes que quieres hacerlo —dice, incitándome—. Puedo verlo en tus ojos,
Eden. Has estado muriendo por golpearme durante días, ¿verdad? Desde que nos
viste a Legion y a mí en el pasillo.
Ella sabía. Ella sabía. Sabía que estuve ahí todo el tiempo, y aun así se acercó
a él. Después de alimentarme con toda esa mierda sobre cómo Legion me eligió y
cómo no interferiría. Perra mentirosa y manipuladora.
—Crees que lo conoces, y tal vez lo haces hasta cierto punto. Pero nunca
podrás conocerlo como yo lo hago. Tenemos cientos de años de historia juntos. ¿Te
has preguntado alguna vez por qué él querría ganar el favor de Dios? ¿Por qué estaba
peleando por la redención? Quería volver al Cielo. Quería volver a mí.
Pasa tan rápido que no podría haberlo detenido incluso si lo intentara. Pero
con un gruñido gutural, arrojo esos orbes de luz blanca desde las yemas de mis
dedos, enviándolas directamente al ángel responsable de todo esto. Porque si no
fuera por Adriel, Legion nunca habría caído. Si no fuera por ella, Uriel no habría
venido a la Tierra buscando venganza. Y si no fuera por ella, yo nunca habría
nacido.
Las bolas de luz cegadoras encuentran su objetivo en cuestión de un
milisegundo después que dejan las yemas de mis dedos y se detienen a solo
centímetros de la cara de Adriel, detenidas por una sola palma en alto. Su expresión
es calmada, casi fría. Ni siquiera parpadeó.
Sabía que mordería el anzuelo. Que todo lo que tenía que hacer era
encender la rabia celosa hirviendo a fuego lento en mi interior, y simplemente
atacaría. Y ahora lo veo. Legion no es lo único que inspira mi poder. También es
mi debilidad. Me importa demasiado. Y eso me hace una desventaja.
Un aplauso fuerte suena a metros de distancia, y miro hacia donde Lucifer
está de pie con Irin.
—¡Bravo! ¡Bravo! —se mofa. Avanza hacia adelante, y sus movimientos son
tan fluidos como el agua—. Vaya, vaya, cómo ha crecido nuestra joven Eden.
Desde cajera de salario mínimo a Nephilim portador de la luz.
Si pudiera controlar el temblor en mis manos, le mostraría el dedo medio.
Adriel se gira hacia Irin y le da un asentimiento conspiratorio. Luego me
mira otra vez.
—Lo hiciste bien. Mañana continuaremos.
—No. —Mis manos pueden estar temblando, pero mi voz es firme—.
Ahora.

121
—Deberías descansar.
—No necesito descansar. Quiero continuar.
Adriel mira de vuelta a Irin quien simplemente se encoge de hombros.
—Querías que encontrara la fuente de mi poder —continúo—. Ahora, lo he
encontrado. Hagámoslo de nuevo.
Adriel se ve insegura, y no estoy segura del por qué. ¿No es esto lo que
quería?
—¿Quieres un oponente? Pruébame.
Me giro a tiempo para ver a Lucifer balanceando con gracia su pierna sobre
las cuerdas del ring. Viene a detenerse frente mí, con una sonrisa torcida en sus
labios. Apenas lo miro a través de mis pestañas, demasiado desconcertada por su
proximidad para mirarlo fijamente a los ojos. Todavía estoy enfadada: con él, con
Legion, con todos lo que me mintieron. Pero eso no borra el hecho de que estoy
agradecida por su franqueza. Jamás habría sabido la verdad si no hubiera sido por
él. Y supongo que no puedo culparlo por ser leal a su familia. Habría hecho lo
mismo por mi hermana.
—¿Qué dices, Eden? —pregunta persuasivo, su voz baja y sensual—.
¿Quieres darme tu mejor golpe?
—No puedo prometer que no lo disfrutaría.
—Mmmm. —El sonido retumbando en su pecho es casi jodidamente
erótico—. No puedo prometer que tampoco lo disfrutaría.
Nos quedamos mirando fijamente, y por unos cuantos segundos, olvido que
estamos en un gimnasio lleno de criaturas supernaturales. Qué fácil es caer víctima
de su mirada, una mezcla peculiar de violeta y obsidiana con motas plateadas, y la
tentación de su toque. Él sabe lo que le provoca a mi cuerpo, incluso cuando mi
mente y corazón se rebelan contra la mera idea de él.
—¿E? —Nikolai aparece a la vista y me saca de cualquier hechizo que
Lucifer había lanzado sobre mí—. Deberíamos empezar.
Retrocedo, poniendo un metro de distancia entre Lucifer y yo. Y finalmente,
puedo respirar.
Asiento hacia Niko.
—Sí, tienes razón.
—¿Empezar? ¿Con qué? —pregunta Lucifer. Su mirada pasa por encima de
mi cabeza, y no tengo que darme vuelta para saber por qué. Ya puedo sentirlo.
Legion está detrás de mí. Lucifer frente a mí. Y Niko de pie a mi costado.
Para la mayoría de las chicas, esta sería cada fantasía oscura y depravada en una
sola. Pero todo lo que siento es la abrumadora necesidad de rascar mi piel hasta
tocar el hueso.

122
—El ritual de aliento —responde Niko sin problemas—. Para que haga el
hechizo de ocultación, necesitaré magia.
—Y déjame adivinar… necesitas la magia de Eden. —Lucifer eleva una ceja
escéptica—. ¿Y permitirás esto, hermano?
—Él no me permite nada —contesto antes que Legion tenga oportunidad—.
A diferencia de ti, él no ve a las personas como propiedad. O peones. —No sé si eso
es absolutamente cierto, pero qué me condenen si le doy a Lucifer la satisfacción de
saber que podría tener razón con respecto a Legion.
—Eden puede tomar sus propias decisiones —murmura Legion detrás de
mí—. Nikolai ha demostrado ser de ayuda a nuestra causa. Ella confía en él.
—¿Lo hace? —Lucifer me da un vistazo; sus ojos estrechándose en
maldad—. ¿Y tú, hermano? ¿Sabiendo lo que implica el proceso? ¿Sabiendo que
estará física y emocionalmente unida a él? Ella lo deseará… fantaseará con él. Te
das cuenta que el ritual es solo un preludio al sexo, ¿verdad?
Me giro hacia Nikolai, cuyos ojos azules pálidos arden más brillantes de lo
que nunca he visto, su mirada atravesando a Luc. Sus dientes están apretados tan
fuerte que puedo ver los músculos a lo largo de su mandíbula agitándose con
desdén.
—Sabes que eso no es cierto.
Lucifer lo ignora, solo hablándole a Legion. Da un paso hacia adelante,
cerrando cualquier distancia que hubiera puesto entre nosotros. Él, Legion, Niko…
siento que me estoy sofocando.
—¿Puedes soportar un poco más de competencia por el afecto de Eden? —
La mirada de Lucifer baja, y desliza un solo dedo sobre mi brazo desnudo,
haciendo que la sensación se arrastre desde las puntas de mis dedos hasta mi
cuello—. No estoy seguro que pudiera ser capaz de hacerlo si fuera tú.
Alejo mi brazo bruscamente y retrocedo tambaleante contra el sólido pecho
impenetrable de Legion. Agarra mis hombros instintivamente, estabilizándome y
envolviéndome en su calor abrumador. Inhalo, desesperada por empaparme en la
sensación de su toque. No sé cuándo volveré a estar tan cerca de él otra vez, y esta
distancia, este abismo que nos separa, está matándome.
Solo me permito un momento para deleitarme en su confort antes de evocar
lo que queda de mi determinación y doy un paso hacia un lado, hacia Niko.
Dejando que Lucifer y Legion se enfrenten cara a cara contra su más grande
debilidad: el otro.
La ironía es demasiado obvia. Soy lo que está entre ellos. Y sin importar lo
mucho que ame o deteste a uno de ellos, ellos siempre me mirarán y verán al otro
tirando de mis cuerdas. No puedo evitar lo que siento por Legion… o por Lucifer.
Pero puedo evitar cómo dejo que me afecten. Puedo evitar que me controlen. No
seré poseída como una propiedad, y es momento que se den cuenta de eso.

123
—Me voy —anuncio. Con o sin su permiso, estoy tentada a añadir. Se giran
hacia mí con reticencia, sin querer ser el primero en romper el contacto visual.
—¿Y estás seguro de esto? —cuestiona Legion, sus ojos endureciéndose
cuando caen en el hechicero Oscuro a mi lado.
Deslizo mi mano en la de Niko, entrelazando nuestros dedos. Basta de
juegos. No debería tener que ocultar mi amistad con él solo para que ellos se
sientan más cómodos.
—Estoy segura.
—No creo que él estuviera preguntándote a ti, amor —comenta Lucifer con
sarcasmo.
Sintiéndome protectora de mi amigo, aunque es más que capaz de
protegerse él solo, aprieto la mano de Niko con más fuerza. Se siente más frío,
como si hubiera puro hielo en sus venas.
—Confío en él, y tú confías en mí. Así que sí… todo estará bien.
Antes que puedan pronunciar otra palabra escéptica, me giro, de alguna
manera logrando llevar a Nikolai conmigo. Libero su mano para que podamos
bajarnos de la plataforma elevada, y nos dirigimos hacia las puertas del gimnasio.
Ninguno de los dos habla, a pesar de los susurros arremolinándose en torno a
nuestra salida dramática.
—Santa. Mierda —sisea Niko una vez que llegamos al corredor abierto—.
¿Te das cuenta de lo que estuvo a punto de pasar?
Pongo mis ojos en blanco.
—Al parecer, incluso los chicos inmortales son idiotas inmaduros.
—No, E. —Niko sacude su cabeza—. Legion te marcó como suya. Es algo
que solo otras criaturas sobrenaturales pueden sentir; como una señal de propiedad.
Incluso los hechiceros lo hacen. Si él sintiera incluso la más mínima ofensa de mi
parte o de alguien más en lo que a ti respecta, estaría en su derecho aniquilar la
amenaza.
—¿Y qué se consideraría una ofensa? —Creo que ya sé la respuesta.
—Si te lastimo. Si te hago enojar. —Se pasa una mano por su cabello negro
azabache, desordenando su deliberadamente desaliñado peinado en la forma más
deliciosa posible—. Si te follo.
Trago con fuerza.
—De acuerdo… es bueno saberlo.
—Sí. Por supuesto que, la follada sería considerada ofensiva si te tomo en
contra de tu voluntad. Y las fantasías de violación no son lo mío. —Encoge un
hombro.

124
—También es bueno saberlo.
—Teniendo todo eso en cuenta, puedes imaginar que Legion no es mi
mayor fanático en este momento. Pero necesita que haga el hechizo, cosa que es la
única razón por la que no ha atado mis entrañas en un lazo. También es la razón
por la que Crysis está manteniendo un perfil bajo. Fue un acto de la Divinidad que
Legion no lo masacrara por lo que te dijo. Y lo que pasó después… bueno, solo
digamos que Crysis estará mejor manteniendo una distancia segura.
—Lástima que todo el asunto de la marca no parece funcionar con todos. —
Frunzo mis labios en desagrado.
—Luc no se rige por las reglas de nadie. Pero no es suicida.
Asiento en entendimiento. Si hay un ser que con mucho gusto pondría a
prueba los límites de Legion, es Lucifer.
—Muy bien, E —empieza Niko, inclinándose hacia adelante para dejar un
beso en mi frente—. Ve a limpiarte y encuéntrame en mi habitación en una hora.
Necesito prepararme.
—¿Prepararte? —Literalmente no tengo idea en lo que me estoy metiendo.
Tengo alrededor de un millón de reservas, y todas ellas tienen que ver con el hecho
de estar ligada sexual y emocionalmente a Niko. Quiero decir, estoy atraída hacia
él, seguro. Cualquier cosa con pulso estaría atraída hacia él. Pero desearlo…
anhelarlo… no creo que pueda manejar eso. Y a juzgar por la mirada en los rostros
de Legion y Lucifer, no creo que ellos tampoco puedan.
Pero lo necesitamos. Y él me necesita. Así que cualquier cosa que me pida,
me aguantaré y lo haré.
Incluso si destruye nuestra amistad.
Incluso si me destruye.

125
Capítulo 16
M
e baño en los aceites aromatizados y sales de baño exhibidas
junto a la tina de garras. Mi piel se siente como seda y huele
como arvejilla de olor y lavanda. Pretendía tranquilizarme un
poco, pero si soy honesta, quería hacer el ritual de aliento para complacer a Niko
tanto como podía. Y ya que he estado entrenando todo el día, eso definitivamente
requería un baño.
Dejo que mi cabello se seque en rizos dorados bajo mis omóplatos, mientras
busco algo que vestir. Ropa de gimnasio no parece apropiada, y tampoco botas de
combate y una sudadera, así que me pongo uno de los pareos de Irin y un brasier
top en conjunto. Opto por vestir toda de negro, aunque el corte alto que llega a la
cima de mi muslo derecho es un poco obsceno comparado con el sujetador de
tirantes adornado con brillantes gemas negras a lo largo del busto. Mi primer
instinto es ir a lo cómodo y ponerme las sandalias de piso que usé antes, pero eso
no parece adecuado. Los zapatos de tacón sí, lo cual sexualiza todo el atuendo por
encima de diez niveles. Para alguien quien no quiere un vínculo sexual a su mejor
amigo, estoy bastante segura que soy una contradicción caminando en tacones de
diez centímetros.
El maquillaje es mínimo, en su mayor parte porque no quiero que luzca
como si me estuviera esforzando demasiado. Y una vez que mi cabello está seco, lo
ato en un nudo alto. Entonces, solo son un par de puertas y un corredor las que me
separan de Niko y el ritual de aliento.
No entiendo por qué estoy tan nerviosa mientras camino a su habitación.
Diablos, ni siquiera el pensamiento de estar en un espacio confinado donde él
duerme, se baña y Dios sabe qué más, está enloqueciéndome. No soy una doncella
ingenua quien nunca antes ha estado sola con un chico, y no es como si fui criada
con fuertes valores conservadores. Pero él es Niko; todo sobre él es sexo y
seducción. Simplemente, nunca imaginé estar en la mira de su encanto.
Respiro profundo y golpeo a la puerta.
Nikolai abre, y el aire en mis pulmones sale de mí bruscamente.
Él se para allí, su cabello un desorden de ondas ónices y ojos azules
brillantes. Está usando pantalones de vestir negros y una camisa ceñida con algunos
de los botones superiores sueltos. La habitación está tenue, iluminada por, al
menos, una docena de velas por lo que puedo ver, y hay música sonando.
—Entra —dice Niko arrastrando las palabras, haciéndose a un lado para
dejarme entrar.

126
Asiento y agradezco mientras paso, y asimilo la habitación. He estado aquí
antes, pero por alguna razón, parece diferente… más íntimo. No es como si la
primera vez que estuvimos aquí charlamos como viejos amigos. Incluso su cama de
cuatro postes luce como si estuviera preparada y lista para la seducción.
—¿Puedo traerte algo? —pregunta él, dirigiéndose al pequeño bar puesto en
el rincón más cercano al baño. Odio sentir que todo lo que hacemos es beber y
hablar idioteces, pero si había un momento para automedicarse con alcohol, es
ahora.
—Claro. Lo que tengas.
Me trae un vaso de escocés, el cual acepto felizmente, dando un largo trago.
Otro sorbo y me siento menos incómoda sobre estar sola con él en esta habitación.
Uno más y esto casi se siente como una de nuestras noches normales.
—¿Qué estás haciendo? —cuestiono cuando se sienta en la pequeña mesa
para dos y saca una caja rectangular.
—Pensé que esto podría ayudarnos a ambos a relajarnos —responde. Abre
la caja y saca papeles de fumar y una diminuta bolsa cierra fácil.
Observo a Niko armar expertamente el más hermoso porro que he visto en
mi vida, mientras tenemos una pequeña charla sobre todo, desde Crysis a la
recuperación de mi hermana. Cuando acaba solo unos minutos después, lo
extiende para mí.
—¿Quieres hacer los honores?
Sacudo mi cabeza.
—Nah. Adelante.
Lo enciende. Inhala. Toma otra inhalación, luego me lo pasa. Tomo un par
de nubes mientras Niko rellena nuestros vasos de escocés. Y en esa nube de humo
potente, olvido por qué estaba tan nerviosa de estar aquí.
—Vamos. —Niko se pone de pie, sus ojos seductoramente bajos y vidriosos.
Arrastra sus dientes sobre su labio inferior antes de humedecerlo con su lengua.
—¿A dónde?
—A la cama. Es más cómodo.
Inhalo lo que queda del porro y tomo su mano extendida, dejándolo
guiarme a la cama. Prometió que no haríamos nada con lo que yo no estuviera
cómoda, y le creo. Solo no estoy segura de con qué no estoy cómoda en este punto.
Nos sentamos lado a lado como lo hemos hecho una docena de veces, y me
saco mis ridículos tacones. Niko nota la forma en que mi pareo se separa y expone
todo mi muslo.
—Luces hermosa esta noche. —Nota él—. Pero no tenías que arreglarte
para mí.

127
—No lo hice —medio miento—. No sabía qué esperar, así que sentí que
ligera y fluida era mejor.
—Sí. —Sus ojos van a mi garganta expuesta—. ¿Te gusta la música?
—Claro. ¿Quién es? —Me balanceo perezosamente con el ritmo hipnótico
del bajo.
—Dvsn. Pensé que lo disfrutarías.
Sonrío y lo golpeo juguetonamente en el brazo. Aún es tan hermoso, incluso
a través de mis ojos nublados.
—No me digas que desempolvaste tu lista codiciada de dormitorio para mí.
Niko ríe y juro que suena como una melodía en cámara lenta.
—Desafortunadamente, el mío estaría increíblemente pasado de moda… por
casi veinticinco años.
Jadeo falsamente, apretándome el pecho.
—¿No has tenido sexo en veinticinco años?
Él sacude su cabeza.
—No dije eso. Solo no he encontrado necesario cortejar a nadie en las
décadas recientes.
Me reclino en la cama, apoyándome en mis codos. Mi cabeza se inclina
hacia atrás, mis ojos apenas abiertos.
—Entonces, ¿eso significa que no estás cortejándome?
Niko también se reclina.
—¿Debería?
No respondo. No porque no tengo palabras, sino porque simplemente no
hay una respuesta apropiada. Siempre fuimos coquetos, pero esto se siente
diferente. Más íntimo, más crucial. Como si siempre estuviese destinado a ocurrir,
y ralentizarlo sería tratar de detener un tren sin control.
Se inclina al frente. Retengo mi respiración. Sus dedos trazan el corsé
enjoyado de mi sostén, su piel fría rozando mi escote. Desliza su mano a mi
espalda, estabilizándome mientras me jala hacia él. Un diminuto sonido escapa de
mis labios cuando lleva su rostro a mi pecho, al espacio entre mis senos, y
lentamente arrastra su nariz hacia arriba, a mi garganta, inhalando profundamente.
Cada uso de mi magia me lleva más alto, y sostengo la parte trasera de su
cabeza, empuñando su cabello, desesperada por permanecer atada a él. Gime
cuando rueda su cuerpo sobre el mío, poniendo una rodilla entre mis muslos. Sus
manos se aferran a mi espalda mientras entierra su rostro en mi cuello. Siento sus
labios en mi garganta, fríos e increíblemente suaves, pero no me besa, sin importar

128
lo mucho que mi cuerpo lo anhela. Sin importar cómo estoy lloriqueando mientras
roza mi piel con enloquecedoras caricias ligeras como plumas.
La hierba y el escocés son pesos gemelos en mi cuerpo. Me siento tan pesada
en su agarre, pero me maneja como si pesara nada en lo absoluto, manipulando mi
cuerpo como si fuera una preciosa muñeca de porcelana. Estoy mareada, pero tan
presente en este momento… tan jodidamente consciente de cada inhalación suya,
de cada gemido, de cada rápido latido de su corazón.
No sé cómo Niko se aparta, pero lo hace, jadeando pesadamente. Mis
respiraciones son igual de laboriosas. Fueron solo un par de minutos, si llegaron a
eso, pero se sintió como ser follada por horas. La clase de follada que sientes aún
días después, cuando sea que aprietas juntos tus muslos, recordando la humedad, el
estar llena.
—Por favor… —ruego. Estoy tan mojada que puedo sentir humedad
filtrándose a través de mis bragas y en mi pareo. Y mis pezones están tan duros que
duelen físicamente mientras se presionan al restrictivo sostén sin tirantes.
—Deberías irte. —Se las arregla para decir, su voz fatigada. Aún yace sobre
la cama, levantado sobre sus codos, pero sus manos son fuertes puños en sus lados.
El sudor forma gotas en su ceño. Y su cuerpo entero está tenso y apretado. Todo su
cuerpo.
No pretendo quedarme boquiabierta ante el pronunciado bulto en sus
pantalones, pero estoy más allá del punto de tratar de parecer decente y moral. Con
la boca seca, me lamo los labios, imaginando cómo sabría, cómo se sentiría contra
mi lengua.
Me estremezco. Dolor. Necesidad.
Esto no es atracción sexual. Eso ni siquiera comienza a describir el intenso
sentimiento de hambre que se está cociendo a fuego lento en mi alma. Y ahora que
he probado un poco… no sé cómo podremos regresar a cómo eran las cosas antes.
—Ve, Eden —gruñe, apretando la mandíbula—. Tienes que irte. Porque si
no lo haces, te pediré que te quedes.
Alejo mis ojos de su sexy cabello desordenado, de su expresión torturada, de
la erección que palpita dolorosamente en sus pantalones y lentamente empujo mi
pesado cuerpo de la cama. No puedo hacernos esto. No lo haré. Mi vida es lo
suficientemente complicada. No arriesgaré su vida ni su amistad. Él significa
demasiado para mí.
—Yo… lo siento —balbuceo, recogiendo mis zapatos. Ni siquiera me
molesto en ponérmelos antes de tropezar en la puerta para salir.
Niko se queda en la cama, apretando el edredón y trabajando para recuperar
el aliento. Sus ojos están ardiendo cuando me mira.
—Lo hiciste muy bien, E.

129
Asiento, sin creer ni una palabra, y abro la puerta antes de rogarle que me
deje quedarme.
No me doy cuenta de lo drogada que estoy hasta que trato de regresar a mi
habitación. Pero esto no se siente drogada normal. Esto es como estar en una
combinación de las variedades más potentes de X y Molly, con un chupito de
champán. Sin embargo, sé exactamente lo que estoy haciendo. Tengo el control de
mis acciones y mis sentimientos, pero todo lo que quiero hacer es regresar,
deslizarme en la habitación de Niko y quitarme la ropa. Estoy tan excitada que
estoy imaginando ruidos sexuales… gemidos, piel golpeada, gruñidos de placer.
No. No lo imagino.
Tropiezo con una puerta que está parcialmente abierta. Solo una grieta, pero
es suficiente para que sea testigo de lo que está pasando en el otro lado.
Lucifer.
Desnudo.
Y follando.
Una mujer está tendida delante de él en la cama, con sus largas piernas
estiradas contra sus hombros. Él la sujeta por las caderas mientras la acaricia
profunda y despiadadamente, cada una más violenta que la siguiente. Sin embargo,
mientras más la folla, más fuerte ella gime y pide más. Y en mi vago estupor, ya no
veo a la mujer. Soy yo con mis tobillos apoyados en sus hombros mientras Lucifer
me toma rápido, profundo y duro. Todavía puedo recordar cómo se siente él
mientras castiga mi vientre. Y cuando sus manos suben por el cuerpo de ella para
agarrarle los pechos, aún puedo recordar cómo grité cuando esos elegantes dedos
pellizcaron y rodaron mis pezones mientras me deslizaba hacia arriba y abajo sobre
su polla.
Y eso es un problema.
Intento obligarme a alejarme y dejar a Lucifer en su depravación, pero la
visión de un tercero que aparece a la vista me congela donde estoy.
Kairo, desnudo y duro como el acero, se sube a la cama y se acerca a
Lucifer. Con una mirada de adoración en sus ojos, comienza a besar y acariciar el
cuello de Lucifer, su pecho, sus tensos abdominales. Lucifer descansa una mano en
la parte inferior de la espalda de Kairo y lo desliza hacia su culo respingón, su otra
mano sigue acariciando uno de los pechos de la mujer.
Pensé que estaba excitada antes, pero esto… no estaba preparada para esto.
Y definitivamente no estaba lista para lo que sucedió después.
Lucifer se retira, su enorme dureza brilla con la excitación de la mujer.
Cuando ella se arrodilla y se da vuelta, Kairo deja un rastro de besos en el torso de
Lucifer, bajando… bajando… bajando. Hasta que tanto él como la desconocida
mujer están lamiendo y chupando juntos a Lucifer, festejando ansiosamente su
carne rígida y palpitante.

130
Me cubro la boca con una mano temblorosa, conteniendo un grito ahogado.
O un gemido. No puedo estar segura. Pero sé que no debería estar aquí. Aun así,
mis piernas están sumergidas en cemento, mis extremidades son de plomo con mi
propio deseo no saciado. Aunque no es por eso que me quedo. La escena erótica
que se desarrolla ante mí no es la razón por la que no puedo mirar hacia otro lado.
Su rostro.
El hermoso rostro frío de Lucifer. Sus rasgos no están contorsionados en
éxtasis. Sus deslumbrantes ojos no se entrecierran en concentración mientras lucha
para aferrarse a su orgasmo. Su sensual boca llena no se separa cuando libera un
susurro. Su fuerte y angulada mandíbula no está tensa mientras se prepara para
liberarse sobre sus dispuestas y serpenteantes lenguas.
Se ve… aburrido. Distante. Como si no pudiera forzarse a sí mismo a sentir.
Como si estuviera lejos, lejos de esa cama, de esta habitación, tal vez incluso de este
reino. Como si todo esto, el sexo, la indulgencia, el libertinaje, fuera solo una
distracción. De qué, no sé. Y no creo que quiera averiguarlo.
Pero aun así… no puedo apartar la mirada. Parece que apartarse de él ahora
sería un acto de abandono, y de alguna manera, en este momento, compartimos un
secreto que nadie más sabrá. Sé lo que se siente ser dejado atrás por aquellos que
juraron amarte y cuidarte, y él también lo sabe. Tal vez ese sea nuestro mayor
secreto de todos.
Escucho voces que se acercan desde el pasillo, así que antes de que me
atrapen, me alejo de la puerta y voy en dirección opuesta. Sin importar lo que
estaba sintiendo de la unión y el ritual de aliento ha sido reemplazado por algo
completamente diferente. Tristeza. Me siento triste por Lucifer. Ser tan poderoso,
tan temido, pero tan melancólico.
Se suponía que no debía ver eso. No de él. Y por irracional que esto es, estoy
resentida con él. Quería detestarlo a pesar de la atracción de mi cuerpo hacia él,
pero ahora… ahora lo compadezco. Lo siento por él. Y eso me hace querer odiarlo
aún más. Porque él no puede hacerme sentir. No se ha ganado ese privilegio.
Después de todo lo que me ha hecho, a mi hermana, a Legion, no merece una
jodida pompa de simpatía de mi parte, espíritus afines o no.
Apenas he logrado entrar en mi habitación cuando llaman a la puerta.
Espero que sea Niko, revisando para ver cómo me siento después de que las cosas
se pusieron incómodas, así que abro la puerta sin preguntar quién es.
Legion se encuentra en el marco de la puerta, su enorme estructura
absorbiendo la luz a su alrededor. Sus ojos plateados se encuentran en un leve
fruncimiento de ceño y cambia su mirada de mi cabeza a la parte superior de mis
pechos a la extensión de mi vientre plano expuesto a mi muslo desnudo. Después
de que ha terminado de hacer un inventario de mi cuerpo, los eleva la hacía mi
rostro, todavía enrojecido por el deseo.
—Tuve que ver… —comienza, con voz ronca—. Tenía que saber que
todavía eras…
131
Mía.
Ni siquiera logra sacar la palabra, su boca cubre la mía y arrastra mi cuerpo
a sus brazos. Pero su desesperado y ferviente beso se siente como Mía. Traza esas
tres letras con su lengua mientras prueba el anhelo que se está construyendo en lo
profundo de mí. Y cuando nos lleva a la cama para recostarme sobre mi espalda, la
palabra se refleja en su estrellada mirada mientras está de pie frente a mí,
mirándome retorcerme de necesidad.
Mía.
—Sí —respondo, sin necesidad de escuchar la pregunta.
Y cuando arranca ese ridículo pareo y la parte superior enjoyada, talla el
edicto en mi vientre, reclamándome. Tiñéndome.
Sin embargo, aun cuando mi espalda se arquea y me corro tan fuerte que
veo estrellas detrás de mis párpados y mis extremidades se aflojan por el
agotamiento, no puedo negar una sensación molesta en la parte posterior de mi
cabeza, diciéndome que estoy equivocada. Él está equivocado. Algo se siente…
equivocado.
Mía.
¿Lo soy?

132
Capítulo 17
M
e sorprende cuando despierto con Legion todavía envuelto a mi
alrededor, mi mejilla contra su pecho, sus respiraciones profundas
agitan el cabello despeinado sobre mi cabeza. Extrañé tanto esto,
tanto que quiero llorar. Nunca me he sentido más segura que cuando estoy en sus
brazos. Nunca me he sentido más hermosa que cuando me tendí ante él, desnuda y
adolorida. No pensé que alguna vez recuperaría este sentimiento, y ahora que lo
tengo, me da miedo dejarlo ir. Temo que se despierte y se dé cuenta que muchas
cosas han cambiado, y que lo que éramos antes no se puede salvar.
Pero ese miedo también se genera a partir de otra cosa.
Anoche, mientras Legion se cernía sobre mí, esos ojos de ensueño vagando
por mi cuerpo, vi a un hombre poseído. No por lujuria o pasión, sino poseído por
un hambre voraz que me hizo estremecer bajo su mirada. Me tocó como si fuera la
primera vez, con asombro y emoción. O tal vez estaba recordando cada caída y
curva en anticipación a lo que vendría. Nuestros días bien podrían estar contados.
¿Y si anoche fue nuestra última vez?
No lo sé. Pero se sintió bien, mejor que bien, mientras me llevaba al borde
de la muerte con sus caricias, se sentía extraño. Su cuerpo era el mismo, su calor
ardiendo como nunca, su aroma aún masculino y embriagador. Incluso sabía tal
como lo recordaba. Pero él no era él. Por más que cerraba mis ojos y fingía que
estábamos de vuelta en su habitación, ahogándonos en un mar de lino gris, con
nuestros miembros desnudos enredados, lo sentí en mis entrañas, retorciéndose en
ellas con la verdad.
Legion era diferente. Él es diferente. Y no sé qué significa eso para ninguno
de los dos.
La naturaleza se apodera de mi cuerpo, e incluso en mi conmiseración, ya
no puedo ignorar mi desesperada necesidad de ir al baño. Lentamente salgo de
debajo de su brazo que está sobre mis hombros, cuidando de no despertarlo.
Afortunadamente, solo se agita y rueda hacia un lado, permitiéndome soltar el
aliento que estaba conteniendo e ir al baño para liberar mi vejiga. Termino, me
pongo la bata de seda detrás de la puerta y vuelvo a la cama justo cuando Legion
comienza a despertar.
—Hola, dormilón —susurro, acomodándome en la cama junto a él y
deslizándome bajo las sábanas.
Legion parpadea rápidamente, mirando a su alrededor. Sus ojos cansados
por el sueño caen sobre mí, y un hoyuelo se forma entre sus cejas.
—¿Eden?

133
Sonrío, a pesar de la incómoda sensación en la boca de mi estómago.
—¿A quién más esperabas?
Parpadea de nuevo y mira su cuerpo, cubierto solo por una sábana de seda.
La confusión está grabada profundamente en sus rasgos.
—¿Algo está mal? —pregunto, pasando una mano por su cabello despeinado
con la esperanza de calmarlo.
Legion se aclara la garganta y sacude la cabeza.
—No. Solo estoy cansado.
—Vuelve a dormir. Todavía es temprano.
Vuelve a sacudir la cabeza y mi corazón se desploma.
—Necesito irme. Hay mucho que hacer para esta noche.
Cierto. Esta noche.
La gran fiesta de disfraces en la que Lilith y Andras han estado trabajando
incansablemente para atraer a Uriel y sus fanáticos.
Legion se encoge de hombros con suavidad y se sienta, balanceando sus
piernas sobre el lado de la cama. Con su espalda cincelada y ancha hacia mí,
vislumbro las vértebras espinosas y la cola viciosa del horrible dragón, todas las
elaboradas escamas y garras. Incluso sin mirarme, se burla de mí.
Con los codos sobre las rodillas y las manos tirando de su cabello, Legion
deja escapar un suspiro melancólico y luego se levanta. Es difícil no mirar su
hermoso cuerpo y sentirse un poco triste mientras se vuelve a poner los pantalones.
Quiero preguntarle qué está pensando, pero no estoy segura de estar lista para la
respuesta.
—Te veré pronto —murmura. Luego se inclina y roza sus labios sobre los
míos. No sé por qué, pero el gesto hace que las lágrimas escuecen en mis ojos y se
forme un nudo en mi garganta, lo que me impide responder.
Todavía estoy mirando la puerta mucho después de que se ha ido,
preguntándome si alguna vez volverá.
En el fondo, sé que en realidad nunca estuvo aquí.

Me encuentro con Adriel en el gimnasio para entrenar un poco más con la


luz. Me da instrucciones para generar esos brillantes orbes de sol concentrado una y
otra vez hasta que mi cabeza palpita y mis ojos se sienten como si estuvieran siendo
arrancados de sus cuencas.

134
—Otra vez.
Aprieto los dientes para evitar responderle groseramente y cierro las palmas,
extinguiendo las esferas perfectamente redondas que ya están en ellas. Respiro
profundo. Dos más aparecen en segundos, y toma poca concentración de mi parte.
—Te estás volviendo más rápida. Buena. En batalla, necesitarás poder
conjurar la luz sagrada sin pensar.
—Entonces, ¿no debería estar aprendiendo a usarla? —contesto, la molestia
clara en mi voz.
—Pronto. Ahora otra vez.
Ignoro la orden y miro alrededor del gimnasio vacío, necesitando darle un
respiro a mi cerebro.
—¿Dónde está todo el mundo?
—Preparándose.
Supongo que la gran fiesta tiene a todos al borde. Incluso Caín estuvo
ausente durante mi visita con Hermana esta mañana, de lo cual no me quejé. Fue
agradable tenerla para mí por un rato. Tengo que admitir que se ve increíble para
alguien que sobrevivió a la explosión de una bomba y sufrió graves quemaduras en
todo el cuerpo. Mencionó un injerto de piel, y aunque no soy doctora, estoy
bastante segura que la recuperación será bastante extensa. Pero las heridas de mi
hermana parecen estar sanando a un ritmo acelerado. No solo curándose,
desapareciendo. Ella está empezando a lucir y sonar como su persona feliz y
despreocupada otra vez. Cuando sonríe, no se estremece de dolor. Tiene casi
función completa de sus extremidades y el color de su piel está volviendo a la
normalidad. Incluso parece que parte de su cabello está volviendo a crecer. La
transformación es increíble.
Miro hacia atrás a Adriel, mi barbilla levantada.
—¿Estás planeando asistir a eso?
—Sí, a pesar de la sugerencia de Lucifer —responde con frialdad—. Ha
pasado un tiempo desde que asistí a una fiesta.
Cierro mis manos y cuando flexiono mis dedos, dos nuevas bolas de luz
descansan sobre mis palmas.
—¿Los ángeles incluso van a fiestas? ¿Eso no es un pecado?
Adriel se ríe, suena como el tintineo de campanitas de viento.
—De ningún modo. Lascivia, embriaguez, fornicación… esos son pecados.
Una simple reunión jovial de amigos no lo es.
—¿Pero no estamos pecando simplemente por tener una fiesta con falsos
pretextos? ¿No es algo así como mentir?

135
Adriel se encoge de hombros.
—Nadie es perfecto. Ni siquiera los ángeles.
Levanto una ceja, dejando caer mis manos a mis costados. Mis músculos
están rígidos con el esfuerzo.
—¿No es eso todo el punto de los ángeles? ¿Toda la cosa del “ser perfecto”?
—Nos esforzamos por serlo, aunque solo sea para estar más cerca de Cristo.
A menudo nos quedamos cortos. —Se muerde el labio inferior en contemplación—
. Mi propia historia ha demostrado que eso es cierto.
Nos miramos fijamente, ninguna de las dos dispuesta a abordar el gran culo
de elefante en la habitación. Por suerte, no tenemos que evitar el tema por mucho
tiempo.
Nuestras cabezas se dirigen rápidamente a la entrada del gimnasio justo
cuando Legion entra, su expresión ilegible.
—Eden. —Mira de mí, su amante actual, a su antigua amante. Incómodo—.
Adriel.
—¿Qué está pasando? —pregunto, saltando de la plataforma elevada del
anillo. Adriel hace lo mismo, aunque con un poco más de gracia.
—Tenemos un problema. —Sus ojos se vuelven a mover, como si no
estuviera seguro de a quién debería mirar—. A los aposentos de Irin. Ahora.
Ni siquiera espera a que alcancemos sus pasos largos y apresurados mientras
lo seguimos hasta el salón de la Vigilante. Apenas gruñe un saludo cuando
entramos; el resto de los Se7en, Lucifer, Niko e Irin ya están sentados y
esperándonos.
—¿Qué sucede? —pregunto mientras tomo mi lugar habitual.
Kairo inmediatamente viene a ofrecerme un vaso de agua fría.
Sonrojándome, lo acepto. Literalmente lo acabo de ver en la posición más
comprometida de la historia, y ahora ha vuelto a estar listo y pulido. Mi mirada va
a Lucifer reflexivamente. Me sorprende descubrir que sus ojos ya están sobre mí,
una sonrisa divertida agracia sus labios sensuales.
—Crysis ha desaparecido —anuncia Legion, apartando mi atención de la
mirada fija incómoda de Luc.
—¿Qué? —Casi me ahogo con mi agua.
—Mi personal revisó sus cuartos —confirma Irin—. No hay rastros de él, y
nadie sabe cuándo desapareció.
—¿Vigilancia? —cuestiona Toyol.
Irin sacude la cabeza.

136
—Si fue raptado o se marchó por su propia voluntad, se fue sin ser
detectado. Las señales de cámara fueron alteradas. No hay rastro de él.
Mierda. Crysis debió haber utilizado su ingenioso truco Nephilim de evasión
para escabullirse. Pero ¿por qué? No es un prisionero aquí.
—Sabía que no debimos haber confiado en ese jodido mestizo —espeta
Caín—. Probablemente fue directamente a la Alianza y les contó todo.
—No creo que haría eso —dejo salir, atrayendo las miradas de todos. Trago,
sintiéndome cohibida—. Es solo que… no creo que él regrese con ellos después de
lo que le hicieron.
—Sí, claro. —Caín pone los ojos en blanco—. Probablemente solo estaba
esperando una oportunidad, esperando un trozo de información que lo pusiera de
vuelta en la cama con ellos. Una vez una rata, siempre una rata.
Sacudo la cabeza.
—Sentí su mente. La vi. No había sensación de traición en ella. Había
calidez… sinceridad. Pero no malicia. —Dejo fuera la parte donde él tocó su mente
a la mía, un roce gentil en el costado de mi consciencia.
—Pero eso sigue sin probar que no esté soltando nuestros secretos ahora
mismo. Después de lo que sucedió en el gimnasio…
Caín no tiene que terminar la acusación antes de que yo sepa a dónde está
yendo con esto.
Después de lo que yo le hice a Crysis, ahora podría sentirse más inclinado a
traicionarnos. Y si eso es verdad, entonces yo ocasioné esto. Soy culpable por el
cambio de lealtad de Crysis. Juro que, si mi temperamento de alguna forma nos
puso a todos en peligro, nunca me lo perdonaré. Así que tengo que confiar en él…
tengo que confiar en que Crysis nunca nos traicionaría en un acto de trivial
resentimiento. Él era mi amigo. Incluso después de nuestra pelea, miré en sus ojos
verdes y vi bondad y amabilidad en él. Ese es el Crysis al que llegué a conocer y
procurar. Y si él está en problemas, tenemos que encontrarlo.
—El plan sigue en pie —afirma Legion, levantándose—. La fiesta aún sigue
en marcha.
—¿Y arriesgarnos a una emboscada? —reta Caín. Este nuevo trozo de
conocimiento lo tiene más perturbado de lo usual.
—Estaremos encubiertos. —Una mirada a Niko que asiente en respuesta—.
E incluso si ellos están planeando algo, las reglas de la casa siguen mandando.
Nada de derramamiento de sangre sobre suelo sagrado. La violencia en la ciudad
está aumentando a un ritmo alarmante. La gente está muriendo literalmente en las
calles, sus números son tan abundantes que los servicios de emergencia no pueden
removerlos lo bastante rápido. Mis exploradores han reportado que casi 300
ciudadanos han sido asesinados o seriamente heridos en las últimas veinticuatro
horas.

137
—¿Qué exploradores? —Lo he escuchado mencionarlos antes, pero nunca lo
he interrogado sobre ellos. Si el crimen en la ciudad está aumentando rápidamente
y nosotros somos el blanco número 1 de los Serafines, no sé cómo él podría (o se
atrevería) a enviar gente en este caos.
—Sus avecitas. Ratas, mapaches y otras plagas. Tal vez incluso unos
cuantos cachorros y gatos callejeros —responde Lucifer, ganándose un gruñido de
Legion que le lanza una mirada de ojos entrecerrados. Lucifer, como siempre, no se
ve afectado y parece más interesado en sacudirse una mota de polvo imaginaria de
la manga que responder la advertencia de Legion—. Mi querido hermano es un
Doctor Doolittle regular.
—Suficiente, Lucy —intercede suavemente Irin, palmeando la mano de
Lucifer. También se pone de pie y todos los demás siguen su ejemplo—. Hay
mucho por hacer en preparación para las festividades de esta tarde. Descansen. Va
a ser una noche larga.
Los Se7en salen uno por uno, cada uno porta variadas miradas de
intranquilidad. La desaparición de Crysis no les sienta bien, pero el edicto de
Legion no se contradecirá. Niko, pareciendo más radiante y resplandeciente que
nunca, se gira hacia mí.
—¿Cómo te sientes? —pregunta, sus ojos azul claro están brillantes. Lucho
con un sonrojo, recordando la noche anterior.
—Bien. Un poco cansada.
Su mirada titila hacia abajo como recordando la forma en que rozó sus
labios por mi garganta, acercándose peligrosamente a mis pechos.
—Pasará. —Pasa una mano por su melena negra meticulosamente
estilizada—. Quiero disculparme por decirte que te marcharas tan abruptamente. Es
solo…
Sacudo la cabeza.
—Entiendo totalmente. Estamos bien. No son necesarias las disculpas.
Niko levanta una mano para apartar un mechón de pelo detrás de mi oreja,
sus dedos rozan mi mandíbula. Me giro hacia el contacto, inhalando su aroma de
brisa marina, aire salado y lluvia reciente, y suelto un suspiro eufórico. Mi sangre
canta de placer. Mi piel cosquillea con motas chispeantes de hielo. Por reflejo doy
un paso hacia delante, casi acercándonos pecho a pecho, deseando más.
Necesitando más.
—Cuidado. O lo tomarás de vuelta —dice bajito.
—Lo siento —susurro, con la cara sonrojándose furiosamente de vergüenza.
Retrocedo un paso.
—Se desgastará… la conexión —explica con una sonrisa suave—. Si estás
preocupada.

138
—No lo estoy —digo, correspondiendo su sonrisa tímida.
—Bien. Yo, eh… —Se pasa otra mano por el cabello, casi como si estuviera
nervioso. Extraño. Solo he sabido que Niko es imprudentemente seguro de sí
mismo—. Necesito alistarme para el hechizo. Te veré esta noche.
Se inclina hacia delante para tocar sus labios en mi frente, dejando un
estremecimiento en mi piel. Supongo que el acto distante e indiferente está muerto.
O tal vez él está igual de afectado que yo por lo que sucedió.
Lo observo mientras sale, preguntándome si alguna vez superaremos esto y
regresaremos a cómo eran las cosas… preguntándome si eso es lo que realmente
deseo.
Podría enamorarme de alguien como Niko. Diablos, esa parte sería perfecta.
Pero eso es justo el asunto… su tiempo aquí en la tierra no está prometido. E
incluso si lo estuviera, su corazón siempre pertenecerá a otra, y siempre estará
torturado por pensamientos del amor que una vez tuvo y perdió de la forma más
trágica. Igual que yo.
—¿Cómo lo lleva él con combatirlos?
Me giro completamente; mis rasgos primero se contorsionan en conmoción,
luego confusión. Lucifer lee mi expresión y aclara:
—Legion. ¿Qué tal está lidiando con las voces? Ya sabes, a pesar de toda su
fuerza y tenacidad, su desafío mayor siempre han sido sus propios demonios. Sin
juego de palabras.
—¿De qué estás hablando? —Me libero de la vergüenza y pena. No tengo
idea de cuándo ha estado allí parado observando la tensa conversación entre Niko y
yo. Y ¿ahora trae a colación a Legion? Ya me siento como una imbécil por
prácticamente rogarle a mi amigo que me follara, solo para abrir las piernas por mi
supuesto novio. Y el hecho de que aún puedo sentir la sensación de Legion dentro
de mí, ¿y aún desear a Niko? Estoy jodida y conflictuada de todas las maneras.
Lucifer, ignorando mi tono tenso, prosigue:
—La Legión de las Almas Perdidas está atormentada por toda la eternidad
por los gritos de los extraviados, los malignos, los perversos. Lo llaman, lo tientan
con su malicia. No descansan; por lo tanto, él no descansa. No si desea resistírseles.
—¿Y a qué estaría resistiéndose? —pregunto con cinismo falso. La verdad es
que sé que lo que Lucifer está diciendo es verdad. Lo que vi en Legion anoche, y
luego de nuevo esta mañana… era como si no estuviera allí.
Lucifer sonríe taimadamente, y casualmente coloca una mano en su bolsillo.
—Muchas de esas almas tienen asuntos pendientes. Y no les gustaría nada
más que persuadir a Legion de llevar a cabo sus planes.

139
Frunzo el ceño ante la idea de que Legion sea utilizado como un conducto
para el mal. Él es un demonio, sí, pero no cree en lastimar gente inocente por
deporte. Incluso Lucifer solo disfruta castigando a aquellos que lo merecen.
—Pero ¿él no los gobierna a ellos? ¿Y no al revés?
—Uno puede soportar hasta cierto punto antes de sucumbir a las partes más
oscuras de sí mismo —dice Lucifer. Da un paso adelante, con la mirada seria—. Y
a veces un alma perdida sencillamente se aburre de ser ignorada.
No quiero darle la satisfacción de verme alterada, así que sencillamente
asiento y me giro para salir. Sin embargo, Lucifer aún no termina conmigo.
—Ten cuidado, Eden —dice a mi espalda—. Sabes lo que dicen sobre
mentes ociosas. Son el patio de juegos del Diablo.
Maldición.
Un alma perdida aburrida podría estar manipulando la mente de Legion.
He visto el patio de juegos de Lucifer. No es ni de cerca tan divertido como
suena.

140
Capítulo 18
Lilith y Andras ya han demostrado que pueden armar un disfraz extremo. Y
mientras me deslizo en el vestido y los tacones que han dejado en mi habitación
para la mascarada, estoy segura que se han superado una vez más. Sin embargo,
cuando entro en el salón de Irin, encuentro que mi evaluación está un poco fuera de
lugar.
No solo se han superado a sí mismos. Lo han enviado completamente fuera
del campo.
Un resonante jadeo resuena en todo el espacio cuando paso por las
enjoyadas puertas dobles en mis brillantes tacones de aguja plateados. Cada ojo
viaja hasta mis piernas desnudas, exhibidas por el brillante vestido negro que se
frunce en la cintura y cae con ligereza sobre mis caderas para besar la mitad de mis
muslos. La espalda fluye hacia el suelo de mármol en una cascada de encaje y satén
adornado con cuentas de plata para que coincida con mis zapatos. El escote es
modesto, pero intricadamente diseñado con encaje festoneado y más cuentas que
cubren mi clavícula. Junto con el estilo de un hombro-fuera que muestra una
cantidad tentadora de piel, el conjunto entero es la fusión perfecta de elegancia y
sensualidad.
Maquillaje ligero con audaces labios rojos, y pestañas largas y llenas.
Brillantes diamantes en cada oreja y salpicados en mi gargantilla de encaje negro.
Mi cabello en un recogido que deja unos rizos sueltos para rozar mis hombros
desnudos. Honestamente no puedo decir que alguna vez me haya sentido tan
peligrosamente seductora.
Lucifer es el primero en dejar escapar un bajo silbido.
—Debo decir, Eden. Luces absolutamente comestible esta noche.
Asiento en agradecimiento y me apresuro a tomar asiento para ocultar mi
sonrojo. Nunca lo admitiría, pero él se ve especialmente galante en un traje negro
que parece haber sido vertido sobre él de la manera más deliciosa. Hay un cierto
brillo en la tela, como si estuviera infundida con hilo metálico. No demasiado
apretado, pero sí ajustado para resaltar sus hombros anchos, brazos esculpidos y
muslos musculosos. Y aunque Lucifer es definitivamente un sueño húmedo esta
noche, nada se compara con la exquisitez de Legion mientras camina hacia el
centro de la habitación.
Su enorme cuerpo está envuelto en traje negro-sobre-negro, sin corbata, con
los dos botones superiores de la camisa desabrochados, mostrando solo un vistazo
del dragón que está enmascarado debajo. Él está afeitado, su cabello oscuro alisado
hacia atrás de una manera que lo hace lucir refinado, pero pícaro. La primera vez
que vi a Legion, pensé que era el hombre más sexy con jeans, un abrigo de lana y

141
un gorro gris sobre su cabello. Pero al verlo ahora, luciendo en cada mínimo detalle
como el ángel caído que me había gobernado y arruinado en una dulce sumisión,
tengo que morderme el labio inferior pintado de rojo para evitar lloriquear de
necesidad.
Todos están vestidos con sus mejores galas, pero solo lo veo a él. Incluso la
forma en que se mueve parece más salvaje, pero tiene una gracia en ello, como la
forma en que una pantera acecharía en las sombras sin ser detectada a medida que
mide a su presa. Su mirada iluminada por las estrellas toca la mía, y mi boca se
separa de manera reflexiva, dejando escapar un cálido aliento. Cualquier distancia
que sentí antes ha sido borrada. Lo veo. Puedo sentir su calor a metros de distancia.
Incluso puedo oler su aroma a jazmín de medianoche y tierra chamuscada. Y la
forma en que me mira, como un hombre muriendo de sed ante un pozo, me dice
que no me estoy imaginando esto. Legion ha vuelto a mí.
Por cuánto tiempo, no lo sé.
Él se las arregla para apartar su mirada y dirigirse a la multitud,
pareciéndose cada vez más al líder audaz que es, ardiendo a fuego lento con un
poder tan grande que me sofoca.
—Sé que algunos de ustedes tienen reservas sobre esta noche. Pero salgan
con esta fe en mente: esta es nuestra ciudad. Y es hora de que la recuperemos. Y
aunque algunos de ustedes simplemente están aquí para aplacar sus deseos egoístas
en un intento desesperado de alimentar su narcicismo. —Apunta un ceño fruncido
hacia Lucifer—. Aprecio su ayuda para proteger nuestro hogar aquí en la Tierra. Y
proteger a Eden.
—Ni lo menciones, hermano —se burla Lucifer.
Legion continúa, negándose a morder el anzuelo.
—Los invitados llegarán pronto. Toyol, ¿cuál es el estado de la vigilancia?
—Han sido instaladas cámaras en todo el salón de baile. Las habitaciones
vacías también están equipadas, así como los baños comunales, así que no los usen.
—Un encogimiento de hombros—. Estamos rompiendo algunas leyes, pero estoy
bastante seguro que la CPD tiene las manos llenas.
Ante la mención de los baños, mis ojos van directamente hacia Lucifer, que
tiene una sonrisa enfermiza. Aprendí mi lección sobre los baños en las fiestas de
Irin.
—Bien —continúa Legion, afortunadamente demasiado ocupado con los
planes para darse cuenta de las miradas de Lucifer—. Jinn, te quiero estacionado en
la puerta. Phenex, estás en la salida de la terraza. Tomen nota de quiénes no piden
alcohol y vigilen a quienes lo hacen. Lilith y Andras, recorran la sala. Escuchen
conversaciones, observen cualquier comportamiento extraño o demasiado
conservador. Ojos y oídos abiertos en todo momento. Toyol, te necesito detrás de
escena, monitoreando las cámaras en busca de cualquier cosa que parezca un poco
extraña. Alguien se aleja de la fiesta, quiero saberlo. Caín está con Mary. Y Eden…

142
—Su mirada está en mí ahora, su tono más suave—. Te quiero cerca de mí en todo
momento. Necesito verte.
Simplemente asiento, incapaz de responder al toque de vulnerabilidad en su
voz y la seriedad de sus palabras.
—¿Y yo? ¿Dónde te gustaría tenerme? —se burla Lucifer. Claramente no
tiene intención de hacer nada de lo que le diga Legion.
—Me gustaría que regresaras al Infierno donde perteneces. Pero por ahora,
quédate fuera de nuestro maldito camino.
Lucifer se encoge de hombros, obviamente divertido. Él vive para enojar a
Legion.
—¿Y qué hay de nuestro hechicero? —interviene Irin. Ella está envuelta en
dorado de la cabeza a los pies, complementada con un tocado radiante y un
delineado en blanco y dorado en los ojos. Se ve como una pequeña Cleopatra, y
tengo curiosidad por si ella entrará a la fiesta descansando en un palanquín a juego
sostenido por sus obedientes sirvientes.
Justo en ese momento, Nikolai entra, luciendo absolutamente impecable.
Traje azul real, cabello intencionalmente desordenado, y ojos tan brillantes que son
casi fluorescentes. Una corriente mística parece desprenderse de él en brillantes olas
iridiscentes. La magia literalmente brilla a través de él. Viene a situarse de pie en el
medio de la habitación y su mirada nos toca uno por uno. Cuando sus ojos se
posan en mí, sus labios se contraen.
—Buenas noches. —Saluda con un elegante movimiento de cabeza—. El
hechizo está completo. En el momento en que salgan de esta sala, sus identidades
quedarán ocultas a todo aquel que desee hacerles daño. Sin embargo, debo
advertirles que solo faltan unas horas para que el velo comience a deslizarse.
—¿Aquellos que deseen hacernos daño? Pero, ¿qué pasa con todos los
demás? —pregunta Adriel, sus rasgos generalmente serenos marcados con alarma.
Ella lleva su túnica blanca, aunque el largo vestido que llega hasta el suelo está
envuelto en brillantes joyas. Exuda inocencia y gracia—. No conoces el alcance de
la influencia de Uriel.
—Y es por eso que tenemos esto —dice Lilith, moviéndose hacia el frente de
la habitación.
Como si el momento fuera coreografiado, Kairo, junto con otros tres
miembros del personal de Irin, se unieron a ella, con los brazos llenos de antifaces
de coloridas plumas, encajes y cintas.
—Irin tuvo la amabilidad de tener estos especialmente diseñados para cada
uno de nosotros —continúa Lilith, arrancando una de las máscaras de los brazos de
Kairo. Está confeccionada con ardientes plumas rojas, naranjas y doradas—. Esta
es para Phenex.

143
Lilith distribuye cada máscara, manipulándolas con cuidado. Puedo decir
que están hechas a mano, y son probablemente demasiado costosas. También
puedo decir que han sido diseñadas con cada uno de nosotros en mente. La de
Phenex se explica por sí misma, y mantiene el sentido literal de su nombre. La de
Toyol está decorada con rayas verdes, negras y rojas, casi como la máscara de un
samurái. La máscara de color verde claro y blanco de Andras está construida como
la cara de un búho, majestuosa y astuta. Joyas rojo sangre brillante sobre encaje
negro para Lilith. Y plumas de color naranja óxido, rojo y negro para Jinn, golpean
contra su hermosa piel bronce.
Nikolai es el próximo destinatario del regalo de Irin, y por supuesto, es la
descripción perfecta de él. Una elegante máscara negra tachonada con joyas azules,
que van desde zafiro hasta aguamarina, haciendo que sus ojos se vean aún más
notables.
La máscara de Adriel es exactamente como la imaginé: blanco virginal con
brillantes motas plateadas, acentuada con flores blancas y plumas del mismo color.
Es bonita, pero típica. También es una mentira. Adriel está lejos de ser inocente.
Pero también podría ser una representación de lo que ella quiere que el mundo vea;
la máscara real que usa para ocultar la oscuridad que hay debajo.
Cuando Legion se adelanta para recibir la suya, reprimo un jadeo. Plumas
de color negro azulado sobre telas metálicas de color púrpura y verde hechas para
parecer escamas. Y justo en el centro, sobre el espacio reservado para sus ojos, hay
un rubí largo y brillante. El dragón. Es impresionante, terrible, horroroso. Es la
encarnación de Legion en toda su espantosa gloria.
No es de extrañar que Lucifer parezca más que un poco entretenido ante la
ironía de su máscara. Cuernos negros y retorcidos fijados en una máscara de color
rojo oscuro, con un diseño que recuerda al “Fantasma de la Ópera”. Él la coloca
contra su cara y se gira hacia mí, y de alguna manera, lo hace parecer aún más
atractivo.
—¿Cómo me veo?
—Horrible. —Pongo mis ojos en blanco solo para evitar quedarme
boquiabierta.
—Eres una mentirosa terrible.
Cuando Lilith se me acerca, acunando un hermoso arreglo de rosas pálidas,
velos de novia rociados con plata y pequeñas manzanas falsas doradas colocadas en
una máscara blanca, plateada y dorada, el aliento en mis pulmones es robado por la
impresión. Me pongo de pie, impaciente por echar un vistazo más de cerca a su
esplendor. Nunca he visto nada igual, y comparada con la de los otros, es una obra
de arte.
—Permíteme —dice Legion, caminando hacia nosotras y arrancando con
cuidado la delicada máscara de las manos de Lilith. Su intoxicante esencia parece
especialmente potente esta noche, e inhalo, ansiosa por tener una sobredosis de esa
abrumadora esencia suya.
144
Contengo el aliento mientras Legion lleva la máscara a mi rostro,
deleitándome con la sensación de sus cálidas yemas de los dedos acariciando mis
mejillas. Él me rodea para atar la cinta, sus movimientos hábiles y cuidadosos de
no enganchar mi cabello. Cuando ha terminado, deja que su toque se prolongue,
deslizando sus dedos por la parte posterior de mi cuello y hasta mis hombros.
—Tan… hermosa —susurra, su cálido aliento deslizándose sobre mi piel.
Y siento como si pudiera sollozar justo allí en sus brazos. No sé qué es, esta
avalancha de emociones. Solo sé que lo deseo y lo necesito. Y con la advertencia de
Lucifer todavía sonando fuerte y clara en mi cabeza, temo que en cualquier
momento, lo perderé.
Quédate conmigo, suplico por dentro, impulsándolo con cualquiera influencia
mística que pudiera poseer. No me dejes.
Pero como todas mis oraciones, la solicitud no es respondida, y se aleja.
—Si todos estamos listos… —Irin extiende una mano, permitiéndole que
Lucifer le ayude a levantarse. Se ha colocado su máscara, un número negro y
dorado que combina perfectamente con el resto de su conjunto—. Tenemos una
fiesta a la que asistir.
Toyol, Phenex, y Jinn ya se han colocado en sus posiciones para interceptar
a los invitados que lleguen temprano. Lucifer, y el resto de los Se7en se unen a ellos
poco tiempo después, dejando solo a Adriel y a Nikolai. Por petición de Legion, me
quedo atrás con él en los aposentos de Irin. Se siente como una eternidad, y estoy
ansiosa de salir de aquí, ya sea solo para apreciar el arduo trabajo de Andras y
Lilith. El gran salón de baile fue bloqueado más temprano, así que no tengo idea
que nos espera. Además, es jodidamente incómodo estar de parada aquí.
—¿No deberíamos estar ahí afuera?
Legion levanta su barbilla como si sintiera algo. O quizás está escuchando.
—Pronto.
—No los siento —comenta Adriel. Sé que es dirigido a Legion, como si
supiera lo que está pensando.
—Yo tampoco. No todavía —le responde al ángel vestida de blanco quien se
ve aún más radiante empapada de diamantes. Ambos se miran, comunicándose a
través de un vínculo implícito, y siento como si fuera a vomitar.
—Bueno, estoy aburrida —me quejo—. ¿Niko?
Antes que Legion pueda protestar, paso a su lado y me muevo hacia el
apuesto hechicero y tomo su mano. Ni siquiera espero para ver la reacción de
Legion antes de girarme y guiarnos a las puertas dobles. En cuanto las atravesamos,
una fría sensación de hormigueo sube por mi espalda mientras el velo se acomoda
sobre nosotros. Es como el caso más intenso de escalofríos que he sentido.

145
—Santa mierda —dejo salir a medida que nos abrimos paso por el pasillo.
Ya puedo escuchar la música y voces exuberantes.
—Sí, la magia puede tener efectos físicos inquietantes. Al menos la mía lo
hace.
—¿Estás nervioso? —Estoy preguntando más para mí misma que para él.
—No. ¿Por qué debería estarlo?
—Las fiestas de Irin pueden ser bastantes escandalosas.
—Lo sé. He estado en una.
Cuando muevo mi cabeza para enfrentarlo, mis ojos abiertos en sorpresa,
Niko simplemente se encoge de hombros.
—Soy antiguo.
—¿Acaso Irin sabe que has estado aquí antes?
—Por supuesto que sabe. Pero no es un gran problema. Todo lo sobrenatural
cruza su camino de una forma u otra.
Sé que dice la verdad. Hay algo desconcertante sobre la Vigilante que va más
allá de su antigüedad. Teniendo en cuenta que es omnisciente, tiene el poder de
ponerle fin a toda la destrucción, y sin embargo no lo hace. ¿Por qué? ¿Qué hay ahí
para ella?
—¿Qué es ella? —susurro.
Niko mira a los alrededores como si las pinturas en las paredes tuvieran
oídos.
—Algo muy antiguo y poderoso que no fue creado para estar en la tierra.
Hay invitados a solo unos cuantos metros de distancia, así que considero
que es mejor archivar la información para más tarde, por si acaso. Irin no es una
amenaza para nosotros, no todavía, de todos modos. Y ha sido de gran ayuda al
recibirnos y ayudarnos a prepararnos para cualquier batalla que nos espera.
El brillo, el glamour, la belleza abrumadora… es un festín para los ojos.
Lilith y Andras se han superado en todos los sentidos. El salón de baile es la
personificación visual de la decadencia y el exceso, desde los brillantes candelabros
de oro hasta la araña de luces de cristal en forma de lágrima. Incluso las bebidas
burbujeantes en copas de champán con incrustaciones de cristal parecen estar
salpicadas de oro.
—No bebas eso —comenta Niko cuando me atrapa mirando el líquido
efervescente.
Asiento, haciendo caso a su advertencia.
—Déjame adivinar… el ponche. —Sé sobre eso demasiado bien. Demonios,
todavía no puedo obligarme a usar otro baño que no sea el de mi habitación.

146
—Estamos trabajando, y uno de esos te hará bailar sobre las mesas.
—Confía en mí. No voy a tocar esa cosa.
Dicho eso, nos dirigimos al bar, atendido por tres hermosos hombres sin
camisa y malditamente casi sin pantalones. Sus torsos desnudos están todos
salpicados con pintura corporal dorada, y llevan pequeñas y simples máscaras
negras para combinar con sus pequeños pantalones. Niko eleva dos dedos.
—Champaña.
Uno de los camareros asiente y en pocos segundos, nos trae nuestras
bebidas.
—Salud —dice Niko, chocando su copa con la mía.
—¿Por qué?
—Por vivir para siempre. —Sonríe, pero hay cierta tristeza, como si no lo
creyera realmente.
Sorbo mi champaña y miro a la multitud que crece rápidamente. El DJ está
reproduciendo éxitos de la radio por ahora, pero no me sorprendería si una banda
en la cima de las listas de música tomara el escenario más tarde en la noche. Irin
tiene grandes influencias, además la mayoría de los artistas son sobrenaturales de
una forma u otra.
—Bueno, E, aquí es donde te dejo. Hora de trabajar. —Niko bebe su
champaña antes de besar gentilmente mi cabello—. Trata de no meterte en
problemas.
—Pero, ¿qué diversión tendría eso? —responde un tranquilo barítono.
Ni siquiera me doy cuenta que está a mi lado, apoyándose contra la barra.
—¿Qué quieres? —le espeto a Lucifer, que de alguna manera se ve bien
incluso con la máscara con cuernos. Maldición.
—Solo disfrutar las celebraciones.
Un miembro del personal de Irin pasa por nuestro lado, una bandeja de hors
d’oeuvres en su mano. Lucifer tomó dos de algo envuelto en tocino. Se ve y huele
delicioso, pero sacudo mi cabeza cuando me ofrece una mordida desde sus dedos.
—Como quieras —dice, introduciéndolos en su boca y devorando cada
pedacito—. Sabes, en realidad deberías comer más, especialmente con todo tu
entrenamiento. Estás empezando a verte un poco más delgada de lo que me gusta.
—Honestamente, tus gustos me importan una mierda —respondo.
—Y tú honestamente no estás siendo honesta —espeta de vuelta—. Y si
recuerdo, estábamos en esta misma casa cuando te preocupaste mucho por mis
gustos. ¿Deberíamos volver a visitar esa destinada habitación de polvo?
—Jódete.

147
—Tomaré eso como un sí.
Sin ser capaz de soportar su vulgar broma y su sonrisa burlona por otro
segundo, rápidamente bebo lo que queda de mi copa y la coloco en la barra. Ahora
estoy arrepintiéndome de no haber esperado a Legion. A pesar de la severa
violencia en la ciudad, el lugar está llenándose con bailarines y amantes expresivos,
y no estoy segura si seré capaz de encontrarlo. Aun así, empiezo a alejarme.
—Espera —grita Lucifer antes que pueda dar más de dos pasos—. No te
muevas.
—¿Por qué? —espeto, girándome con una mano en mi cadera.
—Porque nuestros invitados de honor acaban de llegar.
El horror drena el color de mi cara. Las burbujas de la champaña causan
disturbios en mi estómago. Siento arañas arrastrándose por toda mi piel.
Los Serafines están aquí. Uriel está aquí.
Oh, mierda. Mierda, mierda, mierda.
—Cálmate —instruye Lucifer, su voz baja—. Camina hacia mí.
Hago lo que dice, tratando desesperadamente de educar mis rasgos y actuar
de manera casual. Dudo que funcione.
—Estás bien —asegura, su voz extrañamente reconfortante—. Él no está
aquí. Envió a sus camaradas.
—¿Quiénes?
—Tres ángeles inferiores. Un Serafín: Raphael.
—¿Puedes sentirlos?
Lucifer asiente, esos ojos celestiales escaneando la multitud. Incluso con él
estando en máxima alerta, parece tan calmado, tan despreocupado.
—Si te dejo aquí, ¿te quedarás?
—¿Qué? ¿A dónde vas? —Ni siquiera trato de ocultar el pánico en mi voz.
Cualquier valor que pensé que tenía antes es obviamente inexistente.
Lucifer hace un guiño, aparentemente divertido por mi incomodidad.
—¿Quieres que me quede?
Sacudo mi cabeza. Por supuesto, quiero que se quede, pero de ninguna
manera le diría eso.
Lucifer da un paso más cerca, hasta que casi nos estamos tocando. El
intoxicante olor de la mortal belladona y sexo llena mis fosas nasales.
—Puedes decirlo —susurra—. Dime que quieres que me quede. Adelante.

148
Reúno lo que queda de mi decadente determinación y me giro para verlo a
los ojos.
—No.
—Dilo.
—No —repito testarudamente, reprimiendo el estremecimiento en mi voz.
Lucifer deja salir una risa, y da un paso lejos.
—Disfruta la fiesta, Eden.
Después se disuelve en la multitud, dejándome a los lobos que yacen a la
espera. Sin embargo, esta vez, no son los lobos los que me aterran. Es la oveja.

149
Capítulo 19
N
o estoy segura de cuánto tiempo estuve de pie en la barra, pero sé
que hubo champaña.
Mucha champaña.
Estaba tan nerviosa y luego de un rato, la anticipación se volvió más difícil
de soportar que los nervios normales. Así que bebí.
Bebí hasta que dejé de sentirme como si quisiera arrastrarme bajo un
banquillo y esconderme. Bebí hasta que dejé de pensar en Lucifer metiéndose bajo
mi piel. Bebí hasta que dejé de buscar a Legion en la multitud, a quien no había
visto desde que nos separamos en los aposentos de Irin.
Y cuando Imagine Dragons toma el escenario, decido bailar, a pesar de la
sensación exasperante de que debería estarme quieta.
Pero, estamos aquí para mezclarnos, ¿cierto?
Bueno, yo estoy mezclándome.
Todos son tan amigables, bastante. ¿Sabes que las chicas en los clubes se
vuelven mejores amigas en el baño? Es algo así, pero en la pista de baile, y pronto
estoy siendo prácticamente jalada en un círculo de mujeres jóvenes bellamente
animadas, usando máscaras coloridas y preciosos vestidos. Nos reímos de
absolutamente nada, nuestras caderas balanceándose con el ritmo y cantando con
las canciones. No sé qué son (demonios, vampiros, brujas, lobos) y realmente no
me importa tampoco. Lucen normales y amables, lo que es una mejoría temporal
bienvenida a andar pisando cascaras de huevo todo el maldito tiempo. Además, es
una forma genial para que estimar si algo está mal. Al menos, eso es lo que me
digo.
Un camarero sonriente se detiene junto a nuestro grupo con una bandeja de
copas brillantes. Las chicas alegremente comienzan a distribuirlas; como sea, soy lo
suficientemente lista para rechazar la oferta.
—No, gracias —digo con una sonrisa educada—. Solo estoy bebiendo
champaña.
—Bueno, entonces… —responde una de ellas, una belleza curvilínea y de
piel color moca, usando un vestido amarillo brillantes con una máscara emplumada
en conjunto. Me recuerda a un canario, y el color es deslumbrante contra su suave
complexión—. ¡Consigámosle una copa de champaña a la chica, entonces!
Solo toma lo que parece un minuto antes de que estemos brindando
molestamente por conseguir un revolcón, tener un gran cabello, o cualquier otra
cosa por la que las chicas de hermandad brindan luego de varios tragos. Una cosa

150
es segura; definitivamente, estas chicas no son humanas. No con la forma en que
engullían el ponche moteado de oro. Pero, ¿quién soy yo para juzgar? Tampoco soy
exactamente humana.
—¡Oh, mierda! ¿Viste a ese tipo mirando hacia aquí? —exclama una de
ellas. Está envuelta toda en rojo, su máscara también combinando con su vestido.
Qué divertido. Esta me recuerda a un cardenal.
Sigo su línea de visión, preguntándome si vio a Legion, pero no puedo
descifrar más que un par de cientos de cuerpos, retorciéndose y chocando. Me
encojo de hombros y regreso a bailar.
—¡Ahí está de nuevo! —cacarea el Cardenal.
La rubia junto a ella sonríe brillantemente, casi mareada.
—¡Lo veo! ¡Es taaaan jodidamente caliente! —Ella está usando un vestido
con volantes largo hasta el suelo, de un tono azul, de la cabeza a los pies, como
un… ¿azulejo?
—¡Yo también! —chilla el Canario.
Mientras tanto, no veo a nadie viendo en nuestra dirección. Al menos, no
creo hacerlo. Quizás ellas tienen un sentido de la vista más agudo que yo. Ya
sabes… como visión de halcón. Y si ese es el caso, y ellas pueden ver lo que yo no,
probablemente no debería estar precisamente en medio de un grupo de chicas con
vestidos de brillantes colores, cantando con toda la fuerza de mis pulmones.
Intento formular una estrategia de salida creíble, y aun así educada.
—Oigan, creo que voy a…
—¡Aquí viene! —trina Cardenal, aferrándose a mi brazo—. ¡Está mirándote
justo a ti!
Me encojo fuera de su agarre, de repente sintiéndome sobria. Y aterrada.
Porque el hombre maniobrando para atravesar la multitud, con su expresión
imposible de leer, de hecho está mirando directo a mí. Y no es Legion, como había
esperado.
—Tengo que irme —insisto con una sonrisa tensa. Trato de retroceder sin
hacer una escena, pisando dedos del pie y chocando con más de algunos fiesteros.
Las chicas intentan coaccionarme para que regrese, la confusión
mostrándose en sus cejas perfectamente arqueadas.
—¿Qué sucede? ¿Necesitas otro trago?
—¡Regresa! Esta es una canción genial.
—Ooooh, apuesto que él quiere bailar contigo.
No, aduladora chillona, quiero gritar. Él no quiere jodidamente bailar conmigo.

151
—Tengo que irme —repito, dando otro paso atrás, mis ojos aún fijos en el
macho moviéndose rápidamente a través del océano de fiesteros.
¿Por qué está mirándome como si supiera quién y qué soy? Estoy usando
una máscara y estoy oculta bajo un velo. No hay forma que él lo sepa, a menos…
A menos que él sea más fuerte que la magia de hechicero. Y hay unas
criaturas en la Tierra que podrían serlo.
Un Serafín.
Tropiezo hacia atrás varios pasos más; mis pies pesados por el miedo. Tengo
que salir de aquí. Tengo que correr. Pero, ¿a dónde iría? Y huir sería una clara señal
de que soy la persona exacta que él está buscando… y que espera matar. El bar está
a varios metros de distancia; mierda, ¿cómo me desvié tan lejos? Y no avisto a
ninguno de los Se7en o a Nikolai. Diablos, en este punto, me conformaría con
Adriel.
Piensa, Eden. ¿Qué hago?
Paso junto a dos sujetos bailando y besándose apasionadamente, sus
movimientos casi pornográficos, y uso sus cuerpos rotando como escudos.
Entonces, me meneo a través de una pared de bailarines ligeros de ropa con ojos
rojos brillantes. Vampiros. Afortunadamente, su atención está en sus vasos llenos
de espeso líquido carmesí, demasiado preocupados con el hambre de sangre para
molestarse por mi intrusión. Giro a la derecha, luego a la izquierda, tratando de
poner tantos cuerpos como pueda entre el antiguo arcángel y yo. Pero parece que
cuanto más lejos huyo, más cerca está.
Llego a la barra, solo paran notar que no hay otro sitio al que huir. Estoy
atrapada entre cuerpos pegajosos por el sudor hacia cualquier lado, como si algún
magnetismo místico los arrastrara hacia mí, encerrándome en mi sitio. No tengo
tiempo para reflexionar sobre la causa de ello; solo necesito salir de aquí, diablos.
Y ahí me golpea.
No debería. Sé que es una misión totalmente suicida. Pero tiempos
desesperados requieren medidas desesperadas. Y si el velo se ha deslizado de
alguna forma, revelando mi identidad, ya estoy muerta de cualquier forma.
Entornando los ojos concentrada, la mandíbula tensa y mis puños apretados
a mis lados, lanzo fuera mi conciencia, hacia el ángel acercándose. Incluso cuando
está demasiado cerca para mi gusto, aún está a una buena distancia. Nunca antes
he tratado de infiltrarme en una mente a esta distancia, y toma cada pizca de mi
voluntad estirar ese brazo invisible hacia él, arrastrándose a través de los cuerpos
retorciéndose que me separan de mi inminente destino. Puedo sentir mi mente
luchando con el esfuerzo, causando que pequeñas gotas de sudor formen puntos en
mi frente y mi nuca. Pero presiono, transformando esa mano invisible en una flecha
arrojada directo al hombre etéreo. No tengo idea de qué pasará una vez que perfore
a través de la carne y el hueso y penetre su lóbulo frontal, o si incluso seré capaz de
entrar, pero tengo que intentarlo. Cualquier cosa para alejarlo de mí.

152
Estoy tan absorta por la tarea frente a mí que ni siquiera lo veo en mi visión
periférica, moviéndose hacia mí como una serpiente. Pero al momento en que sus
manos acunan mi rostro y su boca cubre la mía, la conexión de mi mente se
tambalea y se disipa en la pista de baile. Y no puedo enfocarme en nada más que
sus cálidos labios moviéndose contra los míos, coaccionándolos a abrirse y recibir
su lengua. Él sabe de la forma en que el sol se siente sobre mi piel en julio.
Recuerdo viajes de verano raros y apreciados al Muelle de la Armada en su beso, el
dulce sabor de algodón de azúcar mientras reímos en la cima de la rueda de la
fortuna. Veo fuegos artificiales tras mis párpados cerrados; rojos, verdes y azules
brillantes manchando a través del cielo. Y siento una sensación de seguridad y
familiaridad que hace que mis labios tiemblen mientras bailan con los suyos, tan
desesperada por envolverme en su comodidad solo por un rato más.
Mi mirada está nublada cuando Lucifer se aleja, pero noto que sus ojos
chisporrotean y brillan igual que esos fuegos artificiales en el recuerdo que me dio.
Con el aliento robado y las mejillas calientes, toco mis labios con las puntas de mis
dedos y simplemente veo fijamente, sorprendida, a la criatura deslumbrante en
frente de mí.
¿Cómo? Y mejor aún, ¿por qué? Las preguntas están chisporroteando en mi
lengua, pero no puedo hablar. Temo que, si abro la boca, el latido de mi corazón
ahogará la música que ya parece estar silenciada en este pequeño capullo para dos.
Lucifer me besó. Y en su beso, me sentí a la vez humana e inmortal. Me
sentí bien y mal. Me sentí suya… suya y solo suya.
Empiezo a negar con la cabeza, disipando el pensamiento, cuando lo veo,
congelado en medio de un mar de oscilantes cuerpos, su mirada plateada es tan
brillante y cegadora como los diamantes.
Legion.
Miro de nuevo a Lucifer, quien, curiosamente, no está colocando su habitual
sonrisa arrogante. En todo caso, se ve tan sorprendido y afectado como me siento.
Y si su sorpresa es tan descaradamente obvia, ¿cómo debe leerse mi expresión para
el hombre que amo?
Mierda. Esto no se suponía que sucediera. No se suponía que él viera esto.
Tengo que llegar a Legion. Tengo que hacerle entender que no tengo idea de
por qué Lucifer me besaría. Tengo que decirle que no lo quería. Y tengo que
hacerle creer que no me gustó.
Porque sí me gusto.
E incluso cuando estoy de pie aquí, envuelta en la culpa y la vergüenza,
todavía siento el ardor del beso de Lucifer, marcándose en lo profundo de mi piel.
Porque en esos tallados recuerdos, recordé una época en la que solo era una niña.
Desesperada, sin embargo, tan insignificante como humano. Y recordé lo que se
sentía querer. Lo que se sentía soñar.
¿Y no es eso lo más jodidamente triste de todo?
153
Intento rodear a Lucifer, pero rápidamente me agarra del brazo, deteniendo
mi retirada.
Niega con la cabeza.
—Aún no. Raphael sigue aquí, pero no puede verte detrás de mi manto.
—¿Qué?
—El tuyo se estaba deslizando. Me di cuenta y me moví tan rápido como
pude.
—¿Y tuviste que besarme para protegerme?
Lucifer se encoge de hombros, con una pequeña sonrisa tirando de las
comisuras de su boca.
—Tenía que hacerlo creíble.
Pongo mis ojos en blanco y miro nuevamente a Legion, con la esperanza de
transmitir mi irritación por estar cerca de Lucifer. Pero solo vislumbro su retirada,
acechando a la multitud.
—Mierda —escupo.
Lucifer sigue mi línea de visión, y aunque Legion ya no está, adivina con
éxito la fuente de mi inquietud.
—Él entenderá.
—No lo sabes. —Hay pánico en mi voz.
—Sé que él haría cualquier cosa para protegerte. Yo solo estaba más cerca.
Él debería darme las gracias.
Estrecho los ojos en el presumido rostro de Lucifer.
—Estás disfrutando esto, ¿verdad?
—Si te refieres a molestar a mi hermano, en realidad, no. No, no me gusta
su furia. Hay suficientes catalizadores que podrían provocarlo. No lo necesito
incendiando bengalas por un beso.
—Entonces, ¿por qué incluso hacerlo? ¿Si no para meterse debajo de su piel?
Lucifer se inclina, acercando su cabeza hacia la mía. Cuando habla, su
mirada brilla con violenta pasión.
—Porque quería.
No sé cómo responder a su confesión, o incluso si debería, así que solo miro
hacia otro lado. La multitud sigue tan vibrante como siempre, pero no hay signos
de Raphael. Supongo que el pequeño truco de Lucifer funcionó, aunque podría
haberlo hecho sin sus particulares métodos. Él es cualquier cosa, pero tiene
dificultad para intimar con mujeres y hombres que acuden a sus pies cada diez
minutos. ¿Entonces qué pasa? Él me preparó para que Legion me matara antes de
154
que yo naciera. Besarme fue solo un juego para él, solo una manera de demostrar
que es un imbécil que no le importa a quién lastima.
—Tengo que ir a buscar a Legion —le digo, encogiéndome de hombros.
—Iré contigo.
—¿Por qué? —estallo—. ¿Para regodearte? Ya sabes que lo vio todo.
Me filtro entre la multitud, desesperada por poner algo de distancia entre
nosotros, pero de alguna manera Lucifer se mantiene a mi lado, como si la horda
de bailarines formara parte de él. Por supuesto que lo hacen.
—Lo sé, Eden —dice en voz baja. Lo escucho fuerte y claro, incluso sobre la
música—. Eso no es lo que quería.
Pongo mis ojos en blanco y sigo empujando hacia adelante.
—Lo que sea.
Después de casi pelear en mi camino a través de la mitad desnuda, la
maldita mitad de la multitud, llegó a los aposentos de Irin, solo para encontrarla
descansando en la sección mientras mira una orgía completa en el medio del piso.
—Quédate —insiste ella, con los ojos pesados y vidriosos.
Miro a Lucifer, que parece considerar su oferta al principio.
—Lo haríamos… —comienza—, pero estamos buscando a alguien.
Irin se vuelve hacia mí, apilando las piezas.
—Él no está aquí. ¿No deberían estar vigilando a nuestros invitados?
Intento concentrarme en ella y no en la mujer desnuda, a pocos pasos de
donde estoy, gritando su placer y dolor mientras toma la doble penetración como
una profesional. ¡Demonios!
—Estábamos, pero…
—Hubo un… contratiempo —interrumpe Lucifer. Algo debe brillar en sus
ojos porque Irin asiente con comprensión.
—Ya veo. —Gira la cabeza y uno de sus obedientes sirvientes se apresura a
su lado—. Se acabó la fiesta.
El joven asiente una vez, antes de correr a través de las puertas dobles. Irin
aplaude dos veces, y la sinuosa escena que tenemos ante nosotros se detiene.
—Eso también va para todos ustedes.
Sin decir una palabra, el cuarteto se para y recoge su ropa esparcida, sin una
onza de vergüenza o timidez grabada en sus rostros. Acabo de ver a una mujer ser
penetrada por dos hombres con el rostro enterrado en el arrebato de otra mujer,
pero mis mejillas están rojas de vergüenza.

155
—Mis disculpas, Irin —dice Lucifer, tomando un asiento vacío en la
sección.
Irin se encoge de hombros.
—De todos modos, estaba aburrida. ¿Bebidas?
Justo en ese momento, un servidor se acerca con vasos de burbujas doradas
moteadas. Miro a Lucifer, que tiene una sonrisa maliciosa. A él le encantaría si
sucumbiera a mis basales e irracionales deseos después de complacerme con el
elixir de Irin.
—No, gracias —le digo, negando con la cabeza.
—Entonces, ¿algo más? —pregunta Irin. Levanta las cejas, casi como
desafiándome a negarme.
—¿Champaña?
Antes de que Irin pueda responder, el sirviente se apresura a buscarme la
copa nueva y llena.
No bajamos nuestras máscaras hasta que la ruidosa tripulación sexual se
marcha. Luego simplemente tomamos nuestras bebidas en silencio. El momento
después de que Irin despide a su personal, Lucifer salta directamente.
—Raphael estuvo aquí. Vio a Eden.
—¿Incluso a través del velo? —Si no fuera por el ligero ceño fruncido entre
las esbeltas cejas negras de Irin, pensaría que le había parecido divertido ese dato.
—Debe haber sido capaz de romperlo. A menos que estén trabajando con la
magia oscura, lo que es más que un poco sorprendente, si no molesto.
—¿Lo hicieron con algún otro?
Lucifer niega con la cabeza.
—Los Se7en aparentemente cortaron el resto de su lote. Tenía los ojos en
Raph, pero él me eludió, como si supiera que estaríamos esperándolo. Es decir,
sabía que estábamos aquí. Raph siempre ha sido un seguidor sin espinas, por lo que
no me sorprende su participación. Tengo curiosidad por ver quién más se ha unido
a la causa de Uriel una vez que el dato se filtre.
Así que no me sorprende que no haya visto al Se7en en toda la noche. Aun
así, eso no me hace sentir mejor acerca de que Legion esté prácticamente ausente
después de hacerme un gran escándalo por el hecho de estar cerca de él. Tal vez lo
que fuera que estaba pasando con Adriel era más importante.
Durante la siguiente hora, los miembros del Se7en, menos la Legion, por
supuesto, se filtran en los cuartos de Irin, con variados matices de determinación en
sus rostros. Incluso Adriel se ve un poco menos superior cuando entra, su blanco
invernal aún prístino. Cuando Niko lo hace, se apresura directamente a mi lado.

156
—E, ¿qué pasó? —Cubre mis mejillas, buscando alguna señal de que hay
algo mal.
—Estoy bien. De verdad.
—El hechizo… debería haber…
Antes de que pueda explicar, es arrancado de delante de mí, y casi arrojado
a través de la habitación. Nikolai aterriza sobre sus pies, pero Legion ya está justo
enfrente de él, con su enorme cuerpo agitado por la furia. Lo juro, parece que
estuviera a punto de quemar su traje.
—¡Dijiste que funcionaría! —ruge.
Incluso ante la violencia personificada, Niko se mantiene en pie.
—Y lo hizo. Tú deberías haber revelado el hecho de que un Serafín podría
eliminar los hechizos.
—Un Serafín no puede hacer eso. —Legion retrocede un paso y se pasa la
mano por el cabello con frustración—. Tampoco ayuda que se hiciera amiga de una
bandada de Arpías y que era prácticamente imposible de rastrear. ¿Qué demonios
estabas pensando, Eden?
De repente, todos los ojos están fijos en mí. ¿Arpías? Supongo que eso
explica el tema del pájaro. Sin embargo, no explica por qué Legion no pudo
rastrearme.
—¿Qué? —me burlo—. No sabía qué eran ni qué me estaban haciendo.
—Las Arpías son unas pequeñas mierdas —comenta Lilith—. La mayoría,
son inofensivas, pero no se puede confiar en ellas, Eden. Nunca.
—Como dije, no sabía que eran Arpías. Y parecían bastante amables. —Me
encogí de hombros. Quiero decir, sabía que eran algo, pero cuando estás
literalmente rodeada de lo sobrenatural, no hay manera de hacer un inventario de
todo lo que no es humano. Y no se parecían en nada a las Arpías representadas en
libros y Wikipedia.
—Esa debe haber sido la forma en que Raphael pudo sentirte —reflexiona
Lucifer.
Legion, afortunadamente, abandona su enfrentamiento con Niko y llega a
donde me siento en la sección, arrodillándose para mirarme a los ojos.
—¿Te lastimó? ¿Te dijo algo?
Sacudo la cabeza.
—No. Ni siquiera creo que él supiera quién era yo. Simplemente parecía…
interesado. Como si algo lo estuviera tirando de él hacia mí.
Esos ojos plateados escanean mi cara, todavía no convencidos. Pero solo
dura un segundo y luego él se está alejando de mí. Puedo verlo en sus rasgos, no

157
todo está olvidado y perdonado. El beso que presenció entre Lucifer y yo todavía
pesa en su cerebro.
—La buena noticia es… —comienza Toyol, cortando la tensión—. Pudimos
poner un rastreador en uno de los ángeles menores. Ahora todo lo que tenemos que
hacer es esperar y dejar que nos lleven a su guarida.
—¿Y luego qué? —pregunta Lucifer. Casualmente, se recuesta en el sofá
como si ni siquiera se diera cuenta de la mirada llena de ira de la Legion, dagas
plateadas en su cráneo—. ¿Todos asaltan el castillo y esperan que los dejen salir con
sus cabezas puestas? Recuerden que incluso con un par de Serafines caídos
originales, un ángel, un príncipe hechicero y un puñado de demonios, todavía son
superados en número. Uriel tiene a Raph, lo que significa que es muy probable que
haya atraído a otros a su causa.
—¿Y qué hay de mí? —interrumpo—. Adriel puede manejar la luz, y yo
también puedo ser un activo. Úsenme.
Legion sacude la cabeza.
—Es demasiado peligroso, y todavía no estás entrenada. Cuando te encontré
en la iglesia, detecté tres Serafines. Agrega ángeles menores, y eso es más de lo que
cualquiera de nosotros puede manejar.
—Tiene razón —continúa Lucifer—. Tres Serafines serían imposibles de
matar. Pero no estoy de acuerdo con poner en el banquillo a nuestra novata. —
Vuelve su atención a mí, luego a Legion—. Nadie sabe lo que puede hacer. No
dejes que tus pequeñas emociones oculten tu juicio. Si fuera alguien más, ¿serías tan
rápido en mantenerla fuera de esta pelea?
—Ella no es alguien más —responde Legion sombríamente, con un toque de
advertencia en su tono.
—Entonces úsala. En este punto, la pelota está en nuestra cancha. Tenemos
el elemento de sorpresa de nuestro lado y tenemos a la compañera de Uriel.
—Y tienen al Redentor y a la madre de Eden —replica la Legion. Su
mandíbula se tensa con irritación—. Bien. Si Eden quiere pelear, entonces no la
detendré. Solo asegúrate de recordar tu lugar.
—Oh, ¿y qué lugar sería ese? —incita Lucifer.
—Fuera de mi maldito camino.
Con eso, Legion sale de la habitación, esas puertas dobles se cierran de golpe
detrás de él. Supongo que la sesión está terminada.
Levanto las faldas de mi vestido y mi elaborada máscara y me dirijo hacia
donde está Niko, ansioso por saber dónde estuvo toda la noche.
—Lo siento mucho —dice mientras me acerco.
Sacudo la cabeza.

158
—No tienes nada que lamentar.
—Eso aún está por verse.
Ambos giramos para encontrar a Lucifer a unos metros de distancia. Su
expresión es tan engreída y desinteresada como siempre, pero hay un destello de
fuego púrpura en su mirada.
—Escuchaste a Lilith —digo—. Las Arpías podrían haber tenido algo que
ver con eso.
—Tal vez. —Se encoge de hombros—. Tal vez no. Pero déjame recordarle a
nuestro pequeño amigo brujo las condiciones de su libertad. Fracasas, eres mío por
el resto de la eternidad. Y no soy conocido por jugar amablemente con los demás.
—Entendido.
Niko comienza a pasar por su lado, pero Lucifer lo detiene con una mano en
el pecho, sus ojos brillan aún más, incluso más salvajes, con un placer vicioso.
—No. No creo que lo hagas, compañero.
Intento caminar entre ellos, pero sus cuerpos son como mármol sobre acero.
—Solo déjalo en paz.
—Verás, si algo le sucede a Eden, te haré personalmente responsable. Y
entonces tal vez le haga una pequeña visita a tu hermano… miro cómo está tu
hermosa cuñada y ese precioso niño. ¿Dónde podrían estar, de todos modos?
Seguramente, querrían saber de tu reciente resurrección…
Con los ojos casi opacos, Niko grita:
—Déjalos fuera de esto.
La temperatura desciende veinte grados y mi aliento se escapa en una nube
helada de condensación. Me estremezco cuando el aire crepita entre nosotros,
cargado de violencia helada.
Lucifer está desconcertado.
—No. Creo que no lo voy a hacer.
—Entonces tal vez tenga una charla con Irin. Sabes, no vi el parecido
familiar hasta que me enviaste de vuelta. Su baja estatura, los ojos negros, incluso
su cabello es el mismo. Y luego pensé… qué gracioso que Saskia luzca como una
Irin más joven. Recuerdas Saskia, ¿verdad? ¿La chica mala que mantienes
prisionera? ¿La misma chica que ordenaste que esperara a Eden durante su tiempo
en el Infierno? Te estás volviendo descuidado, Luc.
Mi mirada se ensancha con la realización. Saskia. La chica tranquila y de
cabello oscuro que sonaba como si la estuvieran ahogando de adentro hacia afuera.
Ella me salvó la vida, probablemente más de un par de veces. He estado tan

159
preocupado por mi propia mierda que no sumé dos y dos. Saskia podría ser la
hermana menor de Irin. O… su hija.
Incluso con Niko tomando ventaja sobre Lucifer, una ventaja que podría
haberlo golpeado por la ira de Irin en segundos, Lucifer simplemente… se ríe.
—Eres un niño estúpido, tan estúpido. —Lucifer se acerca para encontrarse
con la mirada de Niko, tan cerca que sus caras están a solo unos centímetros de
distancia—. ¿Quién crees que me la envió?
—Mentira.
—¿Lo es? Tal vez deberíamos preguntarle a Irin.
Niko no responde, pero puedo ver que esta revelación lo confunde. Incluso
si no quiere creerlo, la ficción es menos probable que la realidad. ¿Por qué más le
diría a Saskia que me atendiera? Si quería ocultar su existencia, podría haberla
escondido en un calabozo en algún lugar, retorciéndose en el Infierno. En su lugar,
básicamente la colgaba frente a nosotros, como si quisiera que supiéramos la
verdad.
—Solo vámonos.
Agarro el antebrazo de Niko y trato de alejarlo de la mirada implacable de
Lucifer. Al principio se resiste, pero luego se vuelve hacia mí, su expresión se
suaviza solo una fracción.
—Deja a mi familia fuera de esto —siseó él, golpeando el hombro de Lucifer
al pasar.
—No puedes esconderlos para siempre —dice Lucifer—. No soy el único
que está ansioso por encontrarlos.
La rabia a fuego lento ondea en el cuerpo de Niko cuando salimos de la
habitación y caminamos por el pasillo. No me atrevo a decir una palabra. Cuando
doblamos la esquina, él me besa en la frente, sus labios están helados, antes de girar
para acechar en dirección opuesta. La amenaza de Lucifer para su familia no solo
lo ha sacudido hasta el fondo, sino que también ha despertado a sus demonios
venenosos que habían permanecido latentes durante décadas. Solo había visto una
mera fracción del poder de la Oscuridad. No me cabe la menor duda de que Niko
es capaz de mucho más de lo que deja ver.
Estoy tan preocupada por mis propias reflexiones internas que ni siquiera
noto el olor cuando me acerco a la puerta de mi habitación. Y cuando mi instinto
de Nephilim entra en acción, ya es demasiado tarde.
Porque en menos de un segundo, estoy boca abajo, el sabor salado de las
lágrimas en mi lengua mientras grito y mi cuerpo se retuerce en agonía.
Y él está tomando exactamente por lo que vino.
A mí.

160
Capítulo 20
L
egion me folla como un hombre poseído. Como un hombre que se ha
desprendido de su piel y permite que su bestia interior salga con
garras y tome las riendas de su cuerpo y alma.
Mis gemidos están amortiguados por el cobertor hasta el punto de ser
sofocante. Pero cada vez que levanto la cabeza para inhalar aire o incluso giro para
obtener un vistazo de él, empuja mi cara de vuelta hacia abajo. Como si no quisiera
que lo viera. Como si estuviera tan lejano que teme que yo no lo reconozca.
Toma mis muñecas en sus manos y las asegura detrás de mí, utilizando su
agarre para montarme más fuerte, más profundo con cada embestida. Con su fuego
marcando mis entrañas y su toque abrasando mi piel, estoy perdida en él.
Completamente perdida e indefensa bajo su control. Parte de mí teme ante la forma
brusca en que me folla, sin un gramo de ternura, pero la parte carnal de mí está tan
excitada que nuestros choques húmedos de carne empapada pueden escucharse
incluso por encima de mis gemidos y bramidos torturados.
Me corro tan poderosa y trágicamente que mis rodillas ceden debajo de mí.
Pero incluso cuando grito su nombre, rogándole que tranquilice su asalto sobre mi
cuerpo derrumbado, él no se detiene. Si acaso, me da más fuerte y sujeta mis
muñecas incluso más apretadamente, asegurando que no pueda alejarme. Intento
mantenerme tranquila, pero conforme el placer se convierte en dolor, mi cerebro
nublado por el sexo empieza a ponerse sobrio. Él no va a detenerse. Incluso
mientras le ruego que lo haga, incluso mientras grito que me suelte, ni siquiera
parece registrar que existo.
Sus manos son bandas de acero fundido alrededor de mis muñecas y su
verga me lancea más rápido y profundo, abriéndome con cada embestida. Entiendo
estar atrapado en el momento, pero algo en esto está mal. Él se siente erróneo. Y el
hecho de que no se detiene, sin importar que mis lágrimas ya no son lágrimas de
éxtasis, está tan jodidamente mal.
—Oh Dios. Por favor —jadeo, mi voz está ronca de gritar. No tengo más
fuerza en mi interior para combatirlo. Estoy absolutamente indefensa ante él—. Por
favor suéltame.
Entonces como si hubiera sido impactado por una energía invisible, su
cuerpo se ve arrancado del mío, y es arrojado al otro lado de la habitación con
suficiente fuerza para destrozar en astillas uno de los guardarropas. Me giro,
tirando de la manta alrededor de mi cuerpo desnudo y magullado, justo cuando él
se levanta. Los ojos de Legion están muy abiertos de terror, y el color se ha drenado
de su cara. Abre sus labios pálidos y secos para hablar, pero su mirada salvaje lo
dice todo.

161
Ese no era él.
—Eden —consigue decir con voz ronca—. Eden, lo siento. Yo…
Sacudo la cabeza. No hay nada que pueda decir que haga que esto esté bien.
No hay nada que pueda hacer para hacer que nosotros estemos bien. Ambos lo
sabemos. Esto no es solo otra grieta en nuestra relación ya fracturada. Esto es un
cráter tan ancho y profundo como los pozos más oscuros del Infierno.
Con ojos llenos de lágrimas, observo mientras Legion se acomoda la ropa y
sale del dormitorio, cerrando la puerta detrás de él. Tan pronto está fuera de vista,
libero todo el miedo, dolor y humillación que me ha estado estrangulando desde
que él había perdido el control. Con sollozos que me agitan el pecho, lloro en la
manta de satín, odiándolo por lastimarme. Odiándome a mí misma por yacer allí
indefensa, demasiado atrapada en su frenesí violento para luchar con él. No sé qué
significa nada de esto, pero sé, indudablemente, que él podría haber hecho algo
mucho peor. Esta noche podría haberme matado, y si no hubiera vuelto en sí, lo
habría hecho.
Ahora la pregunta es, ¿a quién hay que culpar? ¿Legion? ¿O al jodido
retorcido en su interior que poseyó su alma y lo raptó?
No sé cuánto tiempo yazco allí y lloro, mi cuerpo desnudo cubierto en el
aroma de su sudor y sexo. Pero cuando finalmente levanto la vista, veo que tengo
una audiencia. Retrocediendo, jadeo audiblemente y aprieto las mantas contra mi
pecho con más fuerza, esperando no haber expuesto más piel de la que ya ha estado
en exposición. No sé durante cuánto tiempo ha estado allí sentado casualmente
reclinado, con una pierna doblada con el tobillo descansando sobre su rodilla. Pero
él sabe lo que sucedió. Puedo ver la lástima atenuando sus ojos violetas con motas
estrelladas.
—¿Cómo… cómo entraste aquí? —No hay forma de que haya entrado por la
puerta. Lo habría oído, incluso sobre mis sollozos.
—Intenté advertirte —murmura Lucifer, ignorando mi pregunta—. Creí que
teníamos más tiempo… al menos hasta que la amenaza hubiera pasado. Debí haber
estado aquí.
—¿Sabías que esto sucedería? —Mi voz se quiebra, aún en carne viva por la
emoción.
Lucifer sacude la cabeza.
—Las almas perdidas están llenas de malicia y resentimiento. Se alimentan
de la angustia y miseria de otros. Eso les da combustible. Y la resistencia de Legion
solo las tienta a torturarlo más.
—Pero tú sabías que él se pondría así. Sabías que se convertiría en un
monstruo. —Y él aun así permitió que sucediera. No solo eso, él lo preparó.
Deseaba que Legion se convirtiera en lo que fue alguna vez.

162
—Eden, no creo que lo entiendas. Lo que sucedió esta noche… lo que
viste… eso no fue nada.
—¿Nada? ¿Nada? —resoplo—. Él… él… —Ni siquiera sé lo que hizo. E
incluso si pudiera describirlo, ciertamente no sería capaz de decirlo en voz alta. No
a Lucifer.
—Él es lo que es. Lo que tú finges no ver. Un salvaje. Un asesino. Un
demonio. Lo admitiré, yo dependía de escandalizarte durante tu corta estadía en mi
reino. Pero Legion… esto no es para exhibirse. Este no es un juego para ver qué tan
lejos puede empujar tus límites. Es quien es él.
Se pone de pie, sus movimientos son ágiles, pero aun así hay una tensión
inesperada que está en sus hombros y a lo largo de su mandíbula definida y
cincelada. Avanza hasta la cama y se sienta ante mí, lo bastante cerca para que el
aroma de la mortal belladona casi eclipse los restos de sexo que permanecen en mi
piel. Con él allí… en mi dormitorio, sobre mi cama, con solo un cobertor arrugado
escudando mi cuerpo desnudo, me siento intranquila. Nerviosa. Asustada, pero no
atemorizada de él propiamente dicho. Solo ansiosa por su mera presencia.
—Eden —empieza, esas galaxias gemelas titilantes escrutan mi rostro antes
de finalmente posarse en mi boca—. Nunca deseé esto para ti.
—Lo sé. Me querías muerta.
Asiente solemnemente.
—Lo quería al principio, pero solo porque sabía de lo que Uriel era capaz.
No te conocía. Y una vez que lo hice… bueno, ese daño ya había sido hecho.
Adriel ya te había encontrado. Solo sería una cuestión de tiempo ante que los
Se7ven también te encontraran.
—Y ellos harían tu trabajo sucio.
Se encoge de hombros.
—Mejor ellos que yo. Uriel es un imbécil, pero es un imbécil con recursos.
Si tenía un plan para ti, yo no iba a ser el que lo arruinara. Pero no habría
permitido que te lastimaran. Eso puedo prometértelo.
Pero lo hizo. Se quedó a un lado y me observó sufrir a manos de mi madre.
Hambrienta, sucia, y olvidada. Me dejaron a morir antes de haber aprendido a
atarme los zapatos siquiera. Y cuando fallé en morir por la negligencia de mi
madre, ella tomó las cosas en sus propias manos.
Y Lucifer no hizo nada.
Tantas noches permanecí despierta, orando silenciosamente para que
alguien me apartara de la cruel realidad de mi vida. Tantas noches había esperado
importarle a alguien; que yo le importara lo malditamente suficiente para
inspeccionarnos. Ellos habrían visto que ella estaba enferma, su mente corroída por
el uso de drogas y la histeria, justo como Uriel había deseado. Y yo podría haber

163
conocido algo más que la podredumbre y ruina, temor y destrucción que yo había
creído que eran mi derecho de nacimiento.
Y aun así, Lucifer no hizo nada.
—¿Eso debería hacerme sentir mejor?
Lucifer mueve su boca sensual. Buscando las palabras correctas, y me
impacta el recuerdo de sus labios sobre los míos horas antes. Pero cuando habla, su
tono es brusco.
—Debería hacerte entender. Sí, tu vida fue una mierda, pero sobreviviste,
justo como sabía que harías. Justo como fue profetizado.
¿Profetizado? ¿Por qué mi existencia valdría ser profetizada?
Antes de poder preguntarle que lo aclare, se levanta de la cama. Noto
sombras alrededor de sus ojos mientras me mira desde arriba.
—Esto no te matará. Te lastimará, sí, pero no te destruirá. Él no tiene ese
poder.
No tengo el corazón para preguntarle si se está refiriendo a Uriel. O Legion.
Bajo mi mirada a mis dedos entrelazados apretando el cobertor alrededor de
mis pechos desnudos, pero cuando levanto la vista, Lucifer se ha ido, dejándome
sigilosamente igual que cuando vino. Me quedo preguntándome si él estuvo
realmente aquí. O tal vez su presencia fue meramente un producto de mi
imaginación, un consuelo conjurado en medio de mi dolor desesperado. Como sea,
no puedo negar que la verdad está mirándome directamente. Me alegró que
estuviera aquí. Y me alegró que Legion no estuviera.
Caigo en un sueño intranquilo pronto, mis sueños solo fragmentos de color
y destellos de luz. Cuando despierto, aún exhausta, arrastro mi cuerpo cansado más
allá del desastre de mi guardarropa al baño para empapar y frotar la noche anterior
de mi piel. Mi cara aún está manchada con maquillaje corrido y rastros de lágrimas
saladas, mis ojos inyectados en sangre e hinchados. No sé qué sucedió anoche. Ni
siquiera sé quién fue el que me estaba sujetando y follándome. Y ahora que he
dormido, siento una abrumadora sensación de disgusto; ante la violación y por
encontrar un aparente placer en la violencia. Confié a Legion con mi cuerpo, y
aunque él no tenía control, él traicionó esa confianza. No sé cómo superaremos
eso. Y hasta que él lidie con los demonios que lo están destrozando desde su
interior, no sé si deberíamos.
No me molesto con el maquillaje y apenas tengo energía suficiente para
acomodarme el cabello en un moño descuidado antes de vestirme en el primer
atuendo casual que puedo encontrar. Mi apariencia realmente iguala la oscuridad
en mi alma. Luzco apagada. Cansada. Pero después de lo que sucedió anoche en la
fiesta de máscaras, no puedo darme el lujo de ocultarme en mi habitación y llorar
en mi almohada como alguna adolescente con el corazón roto. Ahora más que
nunca, es evidente que tengo que estar entrenada y lista. Así que, si eso significa

164
almacenar mi crisis actual y pegarme alguna confianza manufacturada, eso es lo
que haré.
Pero toda esa resolución de acero se desvanece en el momento que entro al
gimnasio y cada alma; demonio, ángel y otros, se detienen y se giran para mirarme
fijamente, cesando toda la actividad anterior.
Estoy acostumbrada a recibir miradas extrañas… eso nunca me ha
molestado antes. Pero esto es diferente. Y no me están mirando con expresiones de
curiosidad o incluso desdén. Leo lástima en sus ojos. Confusión. Shock. Como si
hubieran vivido ese momento conmigo en mi dormitorio mientras Legion cedía el
control a las partes más oscuras y desviadas de sí mismo. Como si ellos hubieran
sentido el mismo dolor que atravesó mi corazón cuando me di cuenta que yo no era
lo bastante fuerte para ayudarlo a combatir esos demonios. Que yo no era suficiente
para hacerlo luchar por nosotros. Ellos lo sabían. Todos debían saberlo. Y lo
patética que debo ser por sentirme agradecida de que él no está aquí ahora mismo,
siendo testigo del dictamen de ellos. Incluso ahora, quiero salvarlo, cuando anoche
fue una clara indicación que no puedo.
—¿Eden? —La voz e Lilith es suave, y casi me sobresalta mientras se
aproxima lentamente—. ¿Cómo estás?
Intento conseguir un encogimiento de hombros casual, pero no puedo
fingirlo.
—Bien.
—¿Has… has escuchado algo?
Frunzo el ceño.
—¿De quién?
Lilith imita mi expresión.
—¿Nadie te ha dicho?
—¿Dicho qué?
—Legion… él se… ha ido.
Puedo sentir la sangre drenarse de mi cara mientras leo el dolor en la suya.
—¿Qué?
—Se marchó… en algún momento de anoche. No sabemos dónde está. No
podemos rastrearlo. Ni siquiera podemos… sentirlo. Se ha ido. —Mira alrededor
del gimnasio, su mirada aterriza en los miembros restantes de los Se7en—. Vamos
a encontrarlo. Nunca nos abandonaría sin al menos discutirlo. Algo debe estar mal.
Algo está mal, quiero decir, pero las palabras se atoran en mi garganta que se
cierra rápidamente.

165
Debí haber sabido que algo sucedía cuando Caín no estaba sentado
sumisamente del lado de mi hermana esta mañana. En su lugar, está aquí, con sus
hermanos y hermana, observándome con un destello de escepticismo en sus ojos
negros. Tal vez no saben lo que sucedió entre Legion y yo anoche, pero estoy
segura que al menos Caín sospecha algo. Especialmente si saben lo que sucedió con
Lucifer en la fiesta. Tal vez piensan que yo soy la culpable. Tal vez piensan que ese
beso activó una oscuridad furiosa dentro de Legion. Y honestamente, no sería
capaz de rebatir eso, no cuando experimenté esa oscuridad por mí misma.
—Estamos entrenando una última vez antes de marcharnos. No sabemos a
qué nos enfrentaremos —dice Lilith.
—Voy con ustedes.
Ella vacila antes de asentir en repuesta.
—Adriel, Nikolai, y Lucifer han aceptado unirse a nosotros. ¿Estás segura
que estás lista?
A decir verdad, nunca estaré lista para lo que está por venir. No hay forma
de que puedas prepararte para lo que debía ser tu ejecución.
Pero aun así, miento. A ella, a mí misma. Porque la verdad es demasiado
dolorosa de admitir, incluso dentro de la prisión de mi propia mente.
—Sí.

166
Capítulo 21
P
aso mi último par de horas con mi hermana, luchando para evitar que
el miedo paralizante atenúe mis rasgos. Irin aceptó en dejarla
quedarse hasta que esté completamente curada, y después de eso, será
libre de quedarse o volver a su antigua vida, lo que sea que quede. Por mucho que
odiaría imaginarme a mi hermana usando un diminuto atuendo, y sirviéndole
bebidas a criaturas sobrenaturales durante fiestas lujosas, realmente espero que
decida quedarse. La seguridad es una novedad que solo Irin puede proporcionar
por el momento. Si los reportes de Toyol son correctos, la ciudad es una zona de
guerra. No hay lugar para ella ahí.
—Entonces, ¿solo vas a dejarme divagar sobre las fallidas cirugías de senos
de estas chicas ricas, o finalmente estás lista para decirme lo qué te molesta?
Le doy mi espalda al programa de Housewives con el que me estoy
distrayendo, y le doy una tensa sonrisa.
—Nada me está molestando.
—Mentiras. —Apaga la televisión, dándome su total atención—. Te
conozco, Eden. Puedes mentirles a todos los demás y pretender que no estas
asustada, pero no puedes fingir conmigo. Vamos… habla conmigo. Entre tú y Caín,
estoy empezando a enloquecer aquí.
Eso despierta mi interés.
—¿Qué dijo Caín?
—Nada. Ese es el punto. Él no me dice nada, como si tuviera miedo que
cualquier indicio de mala noticia me romperá. No soy tan frágil. Sé que algo está
pasando y merezco saber qué es. Estar en la oscuridad casi me mata, ¿recuerdas?
No creo que engañe a la muerte una segunda vez.
Una punzada de culpa perfora mi pecho ante la mención de la explosión que
casi la aleja de mí. La explosión que fue un mensaje para mí. Ella está acostada en
esa cama de hospital por mi culpa. Bien podría haber apretado el botón de detonar.
—¿Y bien? —dice impacientemente. Determinación entrecerrando su
mirada—. Estoy esperando. Dilo.
Tomo una respiración profunda. Después otra, solo para ganar tiempo.
—L… se ha ido.
—¿Ido? ¿Ido cómo salir a fumar? ¿O cómo haber ido a la tienda por un
galón de leche y haber estado desaparecido por doce años?

167
—No lo sé. ¿Supongo que la segunda? —Me encojo de hombros—. Solo se
fue. No le dijo a nadie.
—Maldición. Como ese otro chico, ¿cierto? ¿Crysis?
Mierda. Tiene razón. Como Crysis, Legion se fue sin dejar rastro, sin decirle
a un alma que se iba a ir. Y la única cosa en la puedo pensar es en cómo tuve que
ver en ambas desapariciones. Crysis desapareció poco tiempo después que él y yo
tuviéramos esa discusión, en la que lo derribé con luz sagrada. Y anoche, después
de… lo que sea… que haya pasado entre Legion y yo, puedo ver por qué él también
desapareció. Aunque, no lo derribé… creo. Simplemente asumí que había tenido
un arrebato y se había lanzado de nuevo a ese armario, dejándolo en una pila de
astillas y ropa esparcida…
Mierda. ¿Y si esa fui yo? No quise hacerlo. No quise lastimarlo, a pesar que
él estaba lastimándome. Pero, ¿qué si algún instinto de ángel, de pelear o huir se
activó antes que me diera cuenta lo que estaba haciendo? Ciertamente es posible.
No vi ninguna luz, pero también estaba siendo sostenida boca abajo en un edredón
manchado de lágrimas.
—¿Estás bien? —pregunta mi hermana, su voz llena de simpatía.
—No lo sé. Estoy preocupada. —Y aterrorizada. Y molesta.
—Lo sé. —Coloca parcialmente una mano engasada sobre la mía—. ¿Acaso
pasó algo?
Aparto la mirada y sacudo mi cabeza. No hay forma alguna que pueda
decirle lo que pasó anoche. No entendería. Demonios, ni siquiera yo entiendo. Pero
sé que se ha ido por mi culpa. Abandonó a su familia, los que han luchado junto a
él por siglos, por mi culpa. No hay forma que pueda soportar el hecho sin
ahogarme con mi propia culpa.
—Quería verte esta noche porque nos vamos —admito finalmente.
—¿Irnos? ¿Cuándo? ¿A dónde vamos?
—No nosotras, hermana —explico, girándome de nuevo para enfrentarla.
Sus grandes ojos castaños se llenan de confusión y preocupación—. Yo. Voy a irme
con los Se7en para encontrar a L.
—Pero pensé que no era seguro.
—No lo es. Al menos, no para ti. —Intento sonreír a través del dolor, pero
no puedo forzar el acto—. Estaré bien, lo prometo. He estado entrenando todos los
días. Caín dice que soy bastante letal con un arma.
Su boca se mueve como si quisiera parecer optimista, pero sé que solo la
mención de su reciente compañero nuevo la lastima. No está en riesgo de solo
perderme a mí. También podría perderlo a él. E incluso si alguien sale con vida, no
hay forma de saber cuánto tiempo estaremos lejos. O en qué estado regresaremos.

168
—No te vayas —susurra, su voz quebrándose baja la presión de la
emoción—. Quédate aquí conmigo. ¿Por favor? No puedo perderte a ti también.
Parpadeo para reprimir las lágrimas, negándome a dejarlas caer. No fue
hace mucho tiempo que perdió a Ben, el hombre con el que había estado planeando
su vida. Lo amaba. Y es un milagro que hubiera abierto su corazón lo suficiente
para sanar y encontrar consuelo en Caín. Su vida le fue robada. Su empleo, su casa.
Sin embargo, nunca dejó que eso lo arruinara. De alguna manera, solo la hizo más
determinada a sobrevivir.
Pero temo que perder a Caín y a mí la destruirá.
Aun así, creo que tengo que hacer esto por ella. Tenemos que hacer esto por
ella. Incluso si no sobrevivimos, ella merece otra oportunidad de ser feliz.
—Desearía poder hacerlo —respondo a su ruego—. De verdad. Pero no
puedo dejar que otros luchen en mi nombre. Todo esto… es por mi culpa. Uriel
todavía está ahí afuera, y tiene a mi madre, además de un arma que puede matar a
los Se7en permanentemente. No seré una cobarde. Si alguien más está dispuesto a
arriesgar sus vidas, necesito hacer lo mismo.
Asiente, sabiendo que mis palabras son tan sinceras como serias. Pero sé que
ellas no hacen nada para calmar su adolorido corazón.
—¿Cuándo?
—Esta noche —respondo. Cuando su mirada se agranda en terror,
continúo—: Entre más pronto nos vayamos, más fácil será rastrear a Legion. Antes
que vaya demasiado lejos. Él podría estar en peligro.
—Entiendo —replica, bajando su mirada.
No quiero causarle más dolor excesivo, así que me pongo de pie y me
inclino para dejar un beso en su frente.
—Volveré tan pronto como pueda. Lo prometo.
—Más te vale. —Sus hermosos ojos castaños se llenan de lágrimas—. Te
amo, hermanita.
—Yo también te amo.
Me giro antes que la primera de mis lágrimas tenga oportunidad de caer. Los
sollozos a mi espalda hacen que trague mis propios sollozos cuando abro la puerta
que lleva al pasillo. No me sorprende encontrar a Caín de pie ahí, apoyado en la
pared contraria.
—Le dijiste.
Asiento.
—No quiero mentirle.

169
—¿Entonces sabe que hay una gran posibilidad que ninguno de nosotros
regrese?
—Sabe que hay una posibilidad que eso pase, sí.
Un ceño aparece en el espacio entre sus oscuras y tupidas cejas y acaricia su
barba. He aprendido que lo hace cuando está contemplativo o preocupado.
—Si las cosas no van bien, quiero que regreses aquí. Si parece que vamos a
perder, déjanos. Regresa con ella. Te necesitará más que nunca si no tenemos éxito.
—Éxito. ¿En encontrar a Legion? ¿O en detener a Uriel?
—Cualquiera. Ambas. Si fallamos en cualquiera, no importará de todos
modos. Si Uriel no destruye tu mundo, Legion terminará el trabajo.
Mi mirada es afilada y con ojos entrecerrados.
—¿Cómo puedes decir eso?
—Porque es la verdad. —Se aleja de la pared y viene a pararse frente a mí.
Incluso con su proximidad, ya no le tengo miedo. De hecho, me encariñado con
Caín. Y con su barba recién crecida cubriendo la mayoría de sus cicatrices, incluso
podría encontrarlo apuesto—. Hay una razón por la que le entregó sus poderes a
Lucifer. Podría haber resistido, pero no lo hizo. No quería esto.
—Entonces, ¿ahora qué hacemos? —pregunto, mi voz apenas por encima de
un susurro.
—Lo encontramos. Después vamos tras Uriel.
—¿En ese orden?
Asiente.
—L es un blanco fácil ahí afuera. Uriel sabe que, si presiona los botones
adecuados y lo provoca, Legion hará lo que desee. Eliminará la humanidad.
—¿Y si es demasiado tarde? ¿Si de alguna manera Uriel lo encuentra
primero?
Caín aparta la mirada. Incluso su tono es distante.
—Lo detenemos.
Escucho las palabras, pero sé que significan algo diferente, algo más. No
solo detendremos a Legion. Caín está preparado para matarlo.
—Nos vemos en veinte minutos. Vístete.
Se acerca a la puerta de Hermana, pero no gira el pomo para entrar. En
cambio, gentilmente presiona su frente contra la madera pulida, un movimiento
que es tan vulnerable, que casi lo hace humano. Está dolorido. Tal vez incluso un
poco asustado.

170
Desearía tener algunas palabras de consuelo para ofrecerle, pero no hay
manera que pueda ofrecerle falsa confianza y optimismo, no cuando mis entrañas
están retorciéndose con ansiedad. Así que me giro y lentamente camino por el
pasillo, dejando que mis lágrimas dejen un camino salado desde la puerta de mi
hermana.
Cuando llego a mi habitación, descubro que alguien se ha tomado la libertad
de preparar la ropa para mí. Pantalones negros de cuero, junto con una camiseta
térmica de mangas largas y botas de combate. Ropa de pelea. Incluso hay una
chaqueta de cuero a juego con media docena de bolsillos y correas interiores
integradas, para armas, supongo.
Santa mierda. Esto está pasando.
Quiero decir, sabía que estaba pasando, pero realmente no lo comprendí
hasta este momento. He sido consentida durante nuestra estadía aquí. Demasiado
cómoda con la seguridad y protección que la casa de Irin proveía. Ahora
deliberadamente estamos entrando a una zona de guerra. Y para ser honesta, estoy
muy asustada.
Me visto rápidamente solo para darle a mis manos temblorosas algo que
hacer y después estilizo mi cabello de nuevo en una larga trenza plateada. Quien
quiera que haya dejado la ropa también pensó incluir calcetines de lana y guantes
de cuero. Es sofocante con todas mis capaz de ropa, pero sé que es necesario para
combatir en el frío de Chicago. Sería totalmente trágico llegar tan lejos en esto, solo
para caer víctima de la hipotermia.
Cuando el tiempo suficiente pasa, hago mi camino a la sala de estar de Irin
por última vez. El estado de ánimo es sombrío. Incluso su personal ha guardado su
usual comportamiento feliz. Los Se7en están colocados en su espacio designado en
el lado opuesto de la sección, pero la ausencia de Legion los hace parecer incluso
más alejados. Su presencia llenaba la habitación. Podía sentirlo en cada célula,
vibrando con el zumbido antinatural del latido de su corazón. Y ahora, ha dejado
un enorme agujero en mi pecho y dentro de los Se7en. Ninguno de nosotros
estamos completos sin él.
Irin está vestida en uno de sus muchos conjuntos de pareos y corpiños, pero
este parece menos ostentoso. Es negro, justo como la ropa de todos los demás, y
tengo que preguntarme si subconscientemente estamos en un funeral. Incluso
Adriel ha cambiado su intenso blanco invierno por capas más oscuras.
Acabo de sentarme cuando Lucifer se acerca caminando, Nikolai justo
detrás de él. El deslumbrante brujo viene a sentarse a mi lado, su expresión ilegible.
No trae su habitual traje oscuro, habiendo cambiado los conjuntos de diseñador por
unos pantalones y una chaqueta de cuero similar a la mía. Dejo salir un suspiro
aliviado.
—¿Vienes?
Niko asiente.

171
—Luc me dijo cómo te encontró anoche. No voy a dejarte fuera de mi vista.
Mira al frente, con la mandíbula apretada. No puedo imaginar lo que debe
pensar de mí en este momento.
—No lo dijo en serio… no fue él.
La cabeza de Niko se gira hacia mí de forma tan poco natural que casi grito.
Sus ojos están pálidos y salpicados de fuego azul.
—¿No fue así?
Me mantiene en mi lugar con el resplandor brillante de su mirada durante
casi un minuto antes de que Lucifer se aclare la garganta desde su lugar al lado de
Irin. Cuando lo miro, él me da una sonrisa tensa, a diferencia de la sonrisa
arrogante que generalmente curva su sensual boca.
Caín camina hacia el centro de la sala para dirigirse a todos nosotros, con
expresión seria. Se ha recortado la corta barba, revelando más de la cicatriz que
frunce su cara del labio a la oreja.
—Si alguno de ustedes tiene aunque sea la menor duda, este es el momento
de hablar. Porque en el momento en que salgamos de esta casa, no hay vuelta atrás.
No hay misericordia más allá de estas paredes, no hay protección contra los
terrores que nos esperan. Solo hay violencia. Solo muerte. Si sobreviven, vivirán el
resto de sus días con sangre en las manos. Sangre que puede que nunca sea lavada.
Así que, si no están cien por ciento seguros de que pueden manejar eso, hágannos
un favor a todos y quédense atrás. Las ruedas de entrenamiento están fuera en este
punto. Esto es la guerra.
Sé que me está hablando a mí, pero me da la cortesía de desviar sus ojos
negros y brillantes. No me echaría atrás ahora, incluso si no estuviera segura. No
hay otra opción más que luchar. Por Legion. Por mi hermana. Por cada vida
humana inocente. Todo lo que me queda es la voluntad de luchar.
—Bueno, ese es un discurso infernal. ¿Es esta la parte en la que sentimos un
gran sentido de inspiración? —bromea Lucifer, poniendo los ojos en blanco. Caín
lo ignora y se dirige de vuelta al Se7en.
El polo opuesto de su hermano demonio, Phenex, gira su cuerpo hacia la
derecha e inclina la cabeza con gracia.
—Irin, apreciamos tu hospitalidad. No será olvidada.
La Vigilante asiente en respuesta.
—Por supuesto. Mis puertas siempre están abiertas.
Los siguientes momentos se sienten como si fuéramos sonámbulos. Tanto
Caín como Toyol se acercan a mí con un pequeño arsenal y algunos artilugios que
parecen costar más que la mayoría de los hogares. Me trago mi inquietud y me
pongo de pie con la cabeza en alto, sin querer mostrar ni el más mínimo indicio de
inseguridad.

172
—Esto es un auricular —dice Toyol, sosteniendo un pequeño punto negro—
. Una vez activado, podrás comunicarte con cada uno de nosotros a través de él.
Asiento e inclino la cabeza hacia adelante para dejar que lo asegure en mi
oído. Cuando termina, saca el pequeño sensor que usé la primera vez que visité la
casa de Irin. El que Legion colocó con cautela en el interior de mi vestido, justo
contra mi corazón. Todavía recuerdo la forma en que sus cálidos dedos se sintieron
rozando contra mi pecho. Todavía puedo oler el aroma masculino de su piel; a
tierra quemada y jazmín de medianoche. Y la forma en que sus ojos se
arremolinaron con plata fundida mientras vagaban por mi cuerpo.
Ese era el Legion que había llegado a conocer e importarme. Ese era el
Legion junto a quien había yacido en las horas más oscuras de la noche,
saboreando el calor que emanaba de su cuerpo. Y cuando le entregué mi cuerpo,
junto con mi corazón, fue ese Legion quien me tomó en sus brazos y me hizo sentir
como la mujer más deseada en la Tierra.
Y lo perdí.
Quería demostrar que mis sentimientos no habían cambiado tanto que
ignoré que se estaba escapando. Estaba desapareciendo, poco a poco, justo frente a
mis ojos, y no hice nada para detenerlo. Como una pequeña niña ingenua, seguí
deseando que él volviera a mí.
—¿Eden? ¿Estás conmigo? —Toyol levanta una ceja.
—Uh, sí —balbuceo, tomando cuidadosamente el sensor de sus dedos y
asegurándolo contra la piel entre mis pechos. El tiempo para la modestia había
llegado y se había ido.
Toyol me da unos cuantos artículos más; compactas gafas de visión
nocturna, un taser de alto voltaje, bengalas y efectivamente, hay un bolsillo para
cada uno de ellos, como si la chaqueta estuviera hecha especialmente para mí.
Cuando Caín se acerca con las armas, una energía oscura y nerviosa chisporrotea
en mis huesos.
—Estas son para ti —dice, entregándome una funda con unas Glock 43
gemelas.
Me muestra cómo asegurar las armas de fuego, dándome un rápido resumen
de las especificaciones, y luego me ofrece otros dos regalos: cuchillas más largas
que la longitud de mi mano. Las empuñadoras están adornadas con joyas rojas,
muy parecidas a las que están incrustadas en el Redentor. Las hojas ligeramente
curvas están forradas en cuero grueso y se deslizan justo en los dos bolsillos en el
interior de mi chaqueta. Están posicionadas a la perfección, y encuentro que puedo
sacarlas rápidamente sin cortarme un dedo en el proceso.
—¿Estás lista para esto? —me pregunta Caín mientras Toyol le acomoda un
auricular a Niko. Supongo que los otros dispositivos no son necesarios para el
hechicero.
—Lo estoy —respondo, reuniendo lo que queda de mi confianza.
173
Asiente para sí mismo, ocupando sus manos con la tarea de asegurar sus
propias armas.
—Las balas están cubiertas en veneno de ángel, una forma de sangre
demoníaca utilizada como arma. No derribará a un Serafín, pero debería
someterlo. Funcionará tanto en ángeles menores como en demonios. Algo en lo
que Phenex y Jinn han estado trabajando. Las espadas fueron forjadas con Fuego
del Infierno. Enviará a los demonios menores de vuelta al Infierno.
—¿Y es eso lo que queremos? Enviar a Legion de vuelta al Infierno.
Sopesa las palabras en su boca antes de contestar.
—Si acaso, ese sería el mejor de los escenarios.
—¿Y el peor?
Él niega con la cabeza y no necesito infiltrarme en su mente para saber
exactamente lo que está pensando. El peor de los escenarios es matarlo;
permanentemente. No estoy segura de cómo, teniendo en cuenta que Uriel tiene el
Redentor, y ni siquiera estoy segura de querer saberlo. Uriel me hizo usarlo como
arma contra Legion antes de que la espada sagrada del demonio estuviera siquiera
en juego, por lo que debe haber otra manera. Solo tenemos que asegurarnos de
encontrar a Legion antes de que lo hagan los Serafines.
—Ya sabes, si dependiera de mí, estarías fuera de esto. No estás entrenada
—remarca. No hay crítica o molestia en su tono, sino una preocupación real y
genuina. Y cuando me mira, no es malicia lo que veo estrechando su mirada, sino
lo que extrañamente parece miedo y desesperación—. Pero no depende de mí, y
entiendo tu decisión de salir ahí. Yo solo… necesito que sobrevivas a esto. Necesito
que vuelvas con tu hermana. No creo que entiendas lo mucho que quiero decir con
esto.
—Lo entiendo.
—No. No lo haces. Porque si lo hicieras, estarías con ella en este momento,
viendo cualquier estúpido programa en Bravo o Food Network, hojeando revistas
de mala calidad y discutiendo los últimos chismes. No es como nosotros, Eden. No
ha sido golpeada y rota más veces de las que puede contar. No ha sido cosida como
una muñeca de trapo fea y destrozada con la que nadie quiere jugar. Sus piezas
todavía encajan. Todavía es lo suficientemente tonta como para esperar, soñar,
desear.
Nunca me di cuenta que Caín nos veía como las dos caras de una misma
moneda, y aunque la analogía pica, tiene razón. Mi hermana no ha dejado que la
vida la arruine. Ella no está agotada por el dolor y la furia. Y aunque había
quedado huérfana a una edad temprana, no fue porque sus padres no la quisieran.
No la abandonaron porque eligieron sus propias necesidades egoístas sobre su hija.
Murieron en un accidente de auto.
Nunca se lo dije, pero recuerdo haberla envidiado por sus muertes. Me
siento terrible, incluso ahora, por pensarlo. Pero saber que una vez fue
174
verdaderamente amada en la forma en que un padre debería amar a un hijo era un
regalo que nadie podría quitarle. Era por eso que todavía podía encontrar en ella un
corazón para tener esperanza, soñar y desear. Porque ella nunca había olvidado
cómo se sentía eso. Y yo nunca había sabido lo que era tenerlo en primer lugar.
—Lo haré —le digo a Caín, queriendo realmente decirlo—. Regresaré con
ella.
—Gracias —responde. Y me doy cuenta que mi supervivencia no es solo
para mi hermana. También es para él.
Lilith y Andras se acercan y reconozco a quién debo agradecer por mi ropa
nueva, no es que me sorprenda. Los pantalones de cuero se ajustan como un
guante, pero todavía proporcionándome un amplio margen de movimiento y
transpirabilidad. La térmica también está equipada, y las botas son elegantes y
cómodas. Este atuendo tiene al dúo rubio estampado por todas partes.
—Te ves bien, chica —dice Andras, dejando escapar un silbido bajo.
—Lo haces —añade Lilith—. ¿Cómo te sientes?
Me encojo de hombros.
—Ansiosa.
—Viajarás con nosotros, Nikolai y Lucifer. Caín, Toyol, Jinn y Phenex
estarán con Adriel en el otro auto.
Miro a mi izquierda, a mi derecha, y luego susurro:
—¿Es una buena idea?
Lilith se acerca, por lo que estamos casi pecho a pecho.
—Si bien Luc puede ser un verdadero imbécil tramposo, confío aún menos
en ella.
Sigo su línea de visión mientras se gira y mira a Adriel. Jeans, una chaqueta
pesada, botas planas. Ni un arma a la vista.
—¿Crees que va a traicionarnos? —pregunto, volviéndome hacia Lilith.
Irónico, considerando que fue Lilith quien nos vendió a Lucifer, aunque fuera para
protegerme, a su propia complicada manera.
—No lo sé. Todavía ama a Legion. Yo… entiendo eso. —Ofrece una sonrisa
dolorida, recordando su propio engaño en nombre del amor no correspondido—.
No creo que haría nada para poner en peligro su vida.
Simplemente asiento. Si hay algo que nos une a las tres, es nuestro amor por
Legion. Y si tengo que estar constantemente recordando sus sentimientos para
garantizar su seguridad, entonces que así sea.
Una vez que todos están equipados con sus armas elegidas, nos despedimos
de Irin y su personal. Ni siquiera me estremezco cuando Kairo envuelve sus brazos

175
alrededor de mí y me deja un beso en la mejilla. Él ha sido bueno conmigo durante
mi estancia. Y tengo que admitir que después de verlo en acción con Lucifer, una
imagen que siempre quedará grabada a fuego en mi cráneo, desearía haberme
tomado el tiempo para conversar más con él.
—Que nuestro Señor esté con ustedes, mis pequeños pichones —trina Irin
cuando tomamos las escaleras del sótano que conducen a la sala de armas donde
Caín y yo teníamos prácticas de tiro al blanco. Aparentemente, hay una puerta
oculta que conduce a un garaje subterráneo. Es donde los Se7en escondieron los
vehículos en los que escaparon de la ciudad.
Mis nervios se disparan cuando veo las SUV negras a juego, y una punzada
de nostalgia golpea mi pecho. No he estado fuera de estas cuatro paredes en lo que
parecen meses. Y mientras me deslizo en el asiento trasero, no puedo evitar
imaginarme a Legion en el asiento del conductor en lugar de Andras, sonriendo
con insolencia ante mis elecciones de canciones. Todavía puedo escuchar el sonido
de su risa, la forma en que su riqueza calentaba el espacio cerrado como una cálida
manta mientras lo torturaba con mi canto. Todavía puedo imaginar la forma en que
su garganta se flexionaría y sacudiría cuando echara la cabeza hacia atrás y
sucumbiera a esos raros momentos joviales.
Todavía puedo sentirlo, así que no todo puede estar perdido. Él tiene que
estar ahí afuera en alguna parte. Esperando que lo traiga de vuelta.
Y lo haré. Incluso si toma cada onza de poder dentro de mí.
Incluso si tengo que rendirme con mi humanidad y convertirme en el arma
que fui creada para ser.

176
Capítulo 22
E
l trayecto a la ciudad parece más largo y oscuro de lo que recuerdo.
Me siento en silencio, imaginando cada posible escenario que
podríamos enfrentar, y cómo podría volverse desastrosamente mal.
¿Y si encontramos primero a los Serafines? No los derrotaremos sin Legion.
¿Y si ya lo han capturado? Siempre podríamos intercambiar a Adriel por él.
¿Y si nunca lo encontramos? ¿Nos damos vuelta y abandonamos la ciudad
derrumbándose a nuestros pies? Los Se7en han jurado proteger a la humanidad de
la putrefacción del mal. De cualquier forma, el mal más grande percibido está
sentado en el asiento del pasajero, apenas a unos centímetros de distancia de mí.
Así que, ¿cómo matamos a un ser que es virtualmente indestructible? ¿Cuyo
poder es solo superable por Dios?
Respuesta corta: No podemos.
Estamos llevando un proverbial cuchillo a una pelea de armas. No, ni
siquiera un cuchillo. Una honda. Uriel tiene al menos dos Serafines de pie con él,
además de una pandilla de ángeles inferiores. El único de nosotros que
potencialmente podría derrotarlo, es Lucifer. Necesitamos a Legion. Aún ni
siquiera estaríamos igualados, pero al menos con dos ex Serafines, podríamos tener
una oportunidad.
Pero, entonces tengo que preguntarme… ¿Legion nos apoyará? ¿Y siquiera
sigue siendo Legion?
Si fuera él mismo, nunca se habría ido sin decir algo. No abandonaría a sus
hermanos y hermana. No me abandonaría a mí.
—Oye. Lo encontraremos —murmura Niko junto a mí, dándole un apretón
a mi puño fuertemente apretado. Lilith se sienta al otro lado de mí.
—¿En serio crees eso? —susurro en respuesta, volteando para encontrar sus
ojos azul cristalinos brillando bajo la cubierta de la noche.
—Así es. Solo espero que quiera ser encontrado.
Inhalo y exhalo a través de mi nariz, tratando desesperadamente de liberar
mi incapacitante miedo. Eso me preocupa más que todo; que Legion no quiera
nuestra ayuda.
—¿Estás lista para eso? —pregunta Niko, leyendo la tensión en mi rostro,
que ni siquiera las sombras pueden ocultar.
—¿Lista para qué?

177
—Enfrentar esa realidad. Si Legion no quiere nuestra ayuda, o si reacciona
con violencia, ¿estás lista para hacer lo que se necesite para contenerlo? ¿O puedes
dejarlo ir?
Dejarlo ir.
Esa es la única conclusión que no he imaginado. Cada escenario que
imaginé termina con nosotros trayéndolo de regreso, bien de la autodestrucción o la
muerte. Pero nunca dudé que pudiéramos traerlo de regreso del borde de cualquier
horror que nos espera. Pero dejarlo ir… eso no es algo que estaba preparada para
hacer. Porque cuando miro al resto de mi vida (sea corta o larga), él está allí, junto
a mí. Amar a Legion es el futuro que me permití anhelar. Antes de él, nunca quise
algo más que pertenecer. Y con él y los Se7en, finalmente sentí que lo hice.
Ni siquiera lo noté hasta ahora, pero había canalizado a mi hermana. Me
permití tener esperanzas, sueños, deseos. Dejé caer mi guardia, a pesar de cada
razón para no hacerlo, y me permití encontrar la felicidad en el más raro de los
dilemas.
Soy sacudida de mis reflexiones al momento que cruzamos los límites de la
ciudad. El aliento es arrancado de mi cuerpo, y soy dejada mirando con horror, mi
labio inferior temblando y mis manos sacudiéndose. Niko me aprieta un poco más
fuerte, sus dedos fríos sin hacer nada para detener el temblor.
Todo está en llamas y destruido. Autos envueltos en llamas. Soldados
armados con AK-47 en sus correas, patrullando las calles. Barricadas de policías
bloqueando entradas de escaparates que evidentemente han sido vandalizados.
Cristales rotos, basura dispersa y sangre seca manchan el pavimento. Mi ciudad
está en ruinas.
—Es peor de lo que pensamos —murmura Andras del asiento del conductor,
mientras cuidadosamente maniobra alrededor de los escombros.
Un grupo de hombres armados, con trajes de faena, nos hace señas. Caín y
los otros están solo a metros frente a nosotros, y también son detenidos.
—Quédense completamente en silencio —susurra Niko, justo cuando
Andras baja la ventanilla.
—¿Qué asuntos tiene aquí? —le pregunta uno de ellos a Andras, mientras
sus colegas rodean el SUV, iluminando el vehículo con linternas. Las brillantes
luces resplandecen sobre nuestros cuerpos quietos como estatuas, y aun así, los
hombres retroceden. Como si ni siquiera nos hubieran visto.
—Solo paso por aquí. ¿Hay algún problema?
—Hay toque de queda por toda la ciudad. ¿De dónde está viajando?
—Minneapolis. Me dirijo al este.
—¿Y su amigo? —Asiente hacia la SUV de Caín adelante.
—Igual. Somos vendedores viajeros.

178
—No luces como vendedor. Déjame ver una identificación.
Maldición. Esto no era lo que esperaba. ¿Cómo diablos saldremos de esto
sin recurrir a la violencia?
Podría hacerlo dejar caer su arma y darse la vuelta. Diablos, podría hacer
que todos ellos se doblaran ante mi voluntad, dejándolos en un estupor nublado.
Pero antes de que pueda sacar mis influencias hacia el ignorante soldado, Andras se
inclina al frente, descansando su brazo casualmente contra el marco de la ventana.
—¿Cuál es tu nombre? —pregunta, su voz tan espesa como la mantequilla.
Me preparo para el caos, pero el hombre responde:
—Bishop. Drew Bishop.
—Drew… acércate. Baja tu arma.
Para mi sorpresa, el soldado hace lo que le dicen y se acerca, lo
suficientemente cerca para que capture un vistazo de su mentón aflojándose y su
mirada sin parpadeos. Ni siquiera parece notar a Lucifer sentado en el asiento del
pasajero.
—Drew, ¿estás casado? —arrulla Andras, sus palabras envueltas en seda.
—Sí, señor.
—¿Tu esposa te hace feliz?
—Sí, señor.
—Pero aún anhelas más, ¿verdad?
—Sí, señor.
—Eso es lo que pensé. —Extiende una mano Andras y acuna la mejilla del
hombre, arrastrándolo más cerca de su red—. Puedo darte lo que anhelas, Drew.
Te gustaría eso, ¿cierto?
—Sí, señor.
—¿Porque me deseas?
—Sí, señor.
—Retira a tus amigos y déjanos pasar, y me tendrás. Tendrás cualquier cosa
que desees.
Andras lo libera de su toque, y Drew tropieza hacia atrás, parpadeando
frenéticamente. Mira el auto frente a nosotros, y grita a sus compañeros:
—Todo revisado. Déjenlos pasar.
—Pero, señor… —comienza a responder uno de ellos.
—Dije, permítanles el paso, Jones.

179
Jones asiente a la otra tropa, y retroceden, evitando el vehículo de Caín.
Drew mira a Andras de nuevo, un brillo de lujuria y anhelo en sus ojos.
—Buen chico. Ahora, harás lo que tengas que hacer para evitar que tus
amigos nos sigan. ¿Entiendes?
—Sí, señor.
—Por esto, serás recompensado. Ven aquí.
Como una marioneta de cuerdas, Drew se acerca más, permitiendo que
Andras acune una vez más su mejilla manchada de pelusa. Pero esta vez, el
atractivo demonio rubio lo arrastra aún más cerca, y presiona sus labios contra los
suyos. El otro grupo observa con confuso horror mientras Drew gime en la boca de
Andras, su cuerpo entero temblando con abrumador éxtasis. Cuando Andras lo
libera, un lloriqueo audible se desliza de los labios de Drew.
—Eso solo es una probada de los placeres que puedo darte. Haz lo que digo,
y tendrás mi cuerpo.
Drew asiente furiosamente, su respiración dificultosa y sus ojos cristalinos.
Andras hunde su cabeza en respuesta y afloja su pie sobre el acelerador.
—Vaya, vaya —cacarea Lucifer mientras nos alejamos—. Parece que no has
perdido tu toque, niño bonito.
—Cállate —murmura Andras.
Lucifer se ríe profundamente antes de voltear su torso al asiento trasero.
—Buen trabajo, Nikolai.
Nikolai apenas asiente una vez, su mandíbula apretada con ira. Aún no ha
superado su acalorado intercambio después de la mascarada.
—Prepárense —ordena Andras, apretando algunos botones en su apuro—.
Vamos en modo sigilo.
Observo con ojos asombrados mientras el vehículo frente a nosotros
desaparece ante nuestros ojos. Si no fuera por un contorno brillante, casi graso,
sería completamente invisible.
Luego salimos, recorriendo las calles cubiertas de escombros y maniobramos
alrededor de los bloqueos de carreteras con una precisión perfecta. Si pudiera cerrar
los ojos, juraría que viajábamos en un automóvil deportivo de alta potencia en
lugar de una SUV de seis toneladas. Reprimo mi creciente ansiedad, solo acentuada
por la negrura que nos rodea. ¿Dónde están todas las luces de las calles? Incluso los
hogares y las empresas están oscurecidos. Si no fuera por las personas lo
suficientemente valientes como para merodear en las sombras, pensaría que
Chicago se convirtió en una ciudad fantasma.
—¿Hueles eso? —pregunta Lilith, olfateando el aire.
Lucifer asiente desde el asiento delantero.

180
—Azufre.
—¿Cuántos de ellos crees que han invadido la ciudad?
Se encoge de hombros.
—Cientos. Miles.
Respiro profundo y hago una mueca. Solo pensé que olía huellas de muerte
y pobreza extrema. No, son los reveladores signos de la elevada actividad de los
demonios.
Seguimos al automóvil de Caín hasta un estacionamiento de estadías
prolongadas que, para mi sorpresa, está bastante vacío, aparte de los autos
destrozados y deshechos estacionados en el piso inferior.
—Muchas personas pudieron evacuar. Bien —observa Lilith, sus ojos
escaneando los vehículos destrozados, muy probablemente buscando signos de
acechadores.
—¿Han evacuado la ciudad? —pregunto.
Ella asiente.
—Tanto como pudieron. Pero los que no pudieron permitirse marcharse se
quedaron.
Mi hermana y yo habríamos caído dentro de esa categoría. Ella se habría
negado a irse, considerando que los hospitales están en su capacidad máxima. Y no
hay manera de que yo pueda raspar el dinero para huir, no es que alguna vez pueda
imaginar irme sin ella. Nos habríamos acurrucado en ese destartalado apartamento,
con el bate de Brenda en la mano, y rezando para que nadie entrara. O peor. Y
habría fingido indefensión, mientras me arrastraba en la mente de los intrusos y los
forzaba a volcarse en su malicia. Probablemente hubiera sido lo suficientemente
fuerte para pelear con el primero en venir a nosotras, pero ¿y luego qué? ¿Quién
habría venido a rescatarnos?
Nos estacionamos en el nivel superior, lo que nos da una visión clara de la
ciudad debajo de nosotros. Una vez que salimos de los autos, me paro en el borde,
observando la oscuridad que se extiende debajo de nosotros. Es casi negro como la
boca del lobo, sin las luces parpadeantes de bulliciosos negocios y rascacielos
iluminando el cielo, pero de alguna manera, vislumbro la actividad a continuación.
Mayormente sombras, pero definitivamente puedo ver movimiento y distinguir
formas.
—Última oportunidad. ¿Estás segura que estás lista para esto? —pregunta
Niko, deslizándose junto a mí.
Miro sobre mi hombro hacia los otros. Hay un mapa sobre el cofre del auto
de Caín frente a ellos. Debería estar ahí discutiendo sobre estrategia, pero
honestamente, nada de eso importa una vez que estés en las calles. Pueden conocer
demonios, ángeles, y otras creaturas de la noche. Pero yo conozco mi ciudad y su

181
gente. Y no hay nada que nadie pueda planear para prepararnos para lo que yace
delante. La desesperación hace que las personas hagan cosas desesperadas. Y nadie
sabe más sobre ello que yo.
Devuelvo mi mirada a Niko y me encojo de hombros.
—¿Y si no lo estoy?
—Entonces deberías quedarte atrás. No te quiero ahí si no estás segura al
cien por ciento que estás lista para esto. Sé que eres fuerte, pero la fortaleza no tiene
nada que ver con ello… no si estamos obligados a enfrentarnos a Legion. Preferiría
saber que estás a salvo.
—Si me quedo atrás solo hará las cosas peor. Estaré preocupada por ti, por
ellos, y por Legion. No estoy huyendo. No de ninguno de ustedes. No de él.
Niko envuelve un brazo alrededor de mis hombros y me aprieta a su lado,
dejando salir una exhalación.
—¿Qué pasa conmigo y las hermosas chicas tercas?
Sonrío, a pesar del temor de plomo en mis entrañas, recordando las palabras
que me dijo en mi habitación en el Infierno.
—Definitivamente tienes un tipo.
—Sí, pero creo que después de esto, si salgo con vida, es hora de asentarme.
He sido soltero durante la mayor parte de mis más de cien años. Joven para un
inmortal, pero todavía lo suficientemente grande como para saber que no quiero
morir solo.
Devuelvo la intensidad de su agarre, presionándome contra su costado.
—No lo harás. No si puedo evitarlo.
—Sí. —Se encoje de hombros—. Sin embargo, soy inmortal. Y tú… bueno,
nadie sabe lo que eres.
Trago densamente, incapaz de digerir completamente la idea de que
posiblemente podría vivir para siempre. Soy diferente a cualquier Nephilim en
existencia. No hay manera de comprender realmente lo que eso significa.
—¿Y qué hay de tu amor perdido? ¿Amelie? —pregunto. Desembalaré mi
inmortalidad si y cuando salgamos de esta ciudad con vida.
Sus ojos se ponen vidriosos mientras mira hacia la oscuridad.
—Está donde pertenece. Era demasiado buena para este mundo.
Asiento porque no sé qué más decir. Supongo que al final del día, los
hechiceros no son muy diferente a nadie más. Todos nosotros solamente queremos
pertenecer a alguien quien nos ame a pesar de nuestros demonios. Solo alguien que
sostenga nuestra mano y nos haga sentir menos solos en este gran y amplio
universo lleno de terrores no vistos.

182
No me sorprende cuando nos convocan a reunirnos con el grupo. Podía
escuchar cada palabra que decían, al igual que puedo escuchar los gritos y llantos
abajo. Esperar hasta el amanecer no es una opción. La muerte se acerca. Puedo
sentirlo.
Pensé que ya estábamos armados hasta los dientes, pero al parecer no. Toyol
abre la cajuela de su viaje designado, revelado sus preciosas espadas. Caín se acerca
para apoderarse de más armas y municiones. Me presenta cuatro cargadores,
tomándose la libertad de colocándolos a mi funda.
—Creemos que se ha ido más al sur —murmura.
Asiento.
—No me sorprende.
—¿No lo estás?
—Si esta área está en ruinas, entonces el lado sur debe estar envuelto en
llamas. Me imagino que él… ellos… estarán atraídos a la destrucción.
—¿Ellos? —Caín levanta una ceja oscura.
—Las almas perdidas. Él es… no es él mismo. No se iría por su propia
cuenta.
—Tienes razón. No lo haría. —Un profundo ceño fruncido recubre su
frente—. Conducir en eso sería demasiado arriesgado. Sabría que vamos. Así como
Uriel.
—No estoy segura de cuál es peor —murmuro antes de poder detenerme.
—Yo tampoco.
Nos miramos a los ojos, ambos restringiendo la culpa tiñendo nuestras
lenguas. Pero es verdad. Si Legion no es Legion, hay una oportunidad de que nos
ataque. Y ninguno de nosotros queremos pelear contra él, incluso si pudiéramos. Al
menos podemos matar a Uriel con una conciencia limpia. Bueno, más limpia en mí
caso.
Todos terminamos de prepararnos en silencio, cada uno consumidos por la
posibilidad de lastimar a alguien a quien amamos, o incluso peor, morir intentando
salvarlo. Uriel todavía está en gran medida en esta lucha, pero Legion es la
prioridad. No hay manera de enfrentarse con el Serafín sin él. Pero tengo la
sensación de que tendremos que pasar por ellos para llegar a él. No hay otras
opciones. Estamos mirando el cañón de un arma cargada, sin la menor idea de
quién apretará el gatillo.
No me sorprende que el ascensor del estacionamiento no esté funcionando,
considerando que se cortó la energía eléctrica, ya sea a propósito o por un acto de
vandalismo, así que tomamos silenciosamente a las escaleras. Caín y Toyol lideran,
armas afuera. Phenex y Jinn ocupan la parte posterior, preparados para cualquier
movimiento en la parte de atrás. Lilith y Andras se mueven a través del grupo,

183
moviéndose de derecha a izquierda en un baile tan fluido que uno pensaría que
estaba coreografiado.
Este es el Se7en en el trabajo. Esta es la banda de asesinos que han ejecutado
sin ayuda innumerables posibles asesinos y terroristas, mientras luchan contra
demonios menores que obedecen las órdenes de Lucifer. No entendía del todo lo
mortíferos que son hasta este momento. Y aunque eso me hace sentir un poco
mejor con respecto a esta misión suicida, no disfruto la ironía de que persigan a su
líder, el primero en defender a la humanidad. El que siguieron a la Tierra en una
búsqueda de propósito, para la redención.
Cuando llegamos al nivel inferior, puedo sentir mi corazón palpitar en mi
pecho, y estoy segura que los demás también pueden escucharlo acelerarse como un
ritmo techno. Eso es todo. Esto es para lo que he sido entrenada. Esto es para lo
que fui creada. Para traicionar. Para destruir. Para matar.
Soy el arma para que Legion caiga de rodillas. Y acabo de ser activada.

184
Capítulo 23
H
ace más frío en las calles de lo que imaginaba. El aire de la noche
bañada de escarcha se filtra a través de mi chaqueta de cuero, pero
mi sangre está bombeando tan rápidamente que apenas puedo
registrar el frío. Huele a nieve y azufre. Hielo y fuego. Si los que no pudieron salir
no han encontrado un refugio seguro dentro de los límites de la ciudad, temo que
puedan morir congelados. Y si no encuentran su final de esa manera, les espera
algo mucho más siniestro.
Nos apegamos a las sombras, prácticamente en silencio mientras
maniobramos a través de la suciedad y los escombros que cubren todas las calles
laterales y callejones. Sorprendentemente, incluso los vagabundos locales han
abandonado sus lugares habituales. O tal vez algo más les llegó primero.
Cualquiera que sea la razón, el silencio misterioso me pone nerviosa. Tenemos un
largo viaje por delante hacia el sur, si es que lo hacemos. Tengo un mal
presentimiento, como si hubiera fuerzas trabajando que esperan mantenernos
alejados. Y esa sensación solo se intensifica cuando giramos una esquina, y la
sensación de arañas congeladas subiendo por mi espalda dispara todas mis alarmas
internas. Algo nos está esperando al otro lado.
Hago una pausa y voy a buscar dentro de mi chaqueta una de las cuchillas
con punta de veneno de ángel, pero todo sucede demasiado rápido.
Está envuelto en trapos sucios y desgarrados, con el rostro cubierto de tierra,
mientras ruge hacia nosotros con un tubo de metal sobre su cabeza. Caín es el
primero en actuar, atrapándolo con un gancho de derecha que debería haber al
menos sometido al vagabundo, pero apenas lo aturde. Agita el tubo de metal, pero
afortunadamente Caín se agacha unos milisegundos antes de que conecte con su
cráneo. Toyol golpea al hombre antes de que se recupere, enviándolo a volar hacia
un contenedor de basura con una patada en las costillas. Pero el vagabundo salta de
inmediato a la acción, apenas haciendo una pausa para recuperar el aliento que
había perdido. No es humano. No puede serlo. Nadie hecho de carne y hueso sería
capaz de recuperarse de un golpe como ese.
Con las armas desenfundadas, los Se7en se preparan para el ataque del
hombre, pero es Lucifer quien, casualmente, se aleja de las sombras. Sin armas ni
cuchillos, simplemente levanta una sola palma, y el hombre sin hogar se detiene,
enviando el tubo de metal al suelo.
—Maestro —dice el hombre con voz ronca, cayendo de rodillas. El tono
negro eclipsa el blanco de sus ojos anormalmente abiertos.
—¿Por qué estás aquí, hijo mío? —pregunta Lucifer, cerniéndose sobre él.
Me muevo hacia adelante, apretando la empuñadura de mi espada con
anticipación.
185
—Me liberaron.
—¿Quién?
—Yo… no lo sé. —Su mirada negra se eleva de derecha a izquierda, y un
ceño fruncido se forma entre sus cejas—. Estás aquí… con ellos. Traidores. Estás
con los Se7en.
—¿Por qué? ¿Por qué te enviaron? —pregunta Lucifer, ignorando las
afirmaciones de traición.
—Para detenerlos.
—¿Por qué?
—Porque amenazan con destruirnos a todos. Quieren que nos acobardemos
bajo su tiranía. Es nuestro momento. Los caídos reinarán.
Lucifer se frota la barbilla con una mano enguantada, reflexionando la
confesión del tipo. También estoy confundida. ¿Los caídos reinarán? ¿Qué caídos?
Esto no puede ser más que un demonio menor que posee el cuerpo de un hombre
sin hogar.
—Eden, querida, ven aquí por favor.
Estoy sorprendida por su solicitud, pero voy a dar un paso adelante. Niko
atrapa mi brazo antes de que pueda avanzar.
—Cuidado —murmura, su resplandor azul brillante destellando con
advertencia.
Asiento una vez, y parece aplacarlo lo suficiente como para dejarme ir.
Cuando llego al costado de Lucifer, él coloca una mano en mi espalda baja
protectoramente, su calor se filtra por mi ropa y me quema la piel.
—¿Sabes quién es?
El hombre descubre sus dientes amarillentos y escupe a mis pies.
—No queremos a la niña Nephilim. Ella morirá con el resto de ellos.
—Entonces, ¿a quién quieres?
—A todos ellos. Todo el mundo. Todos perecerán uno por uno. Este mundo
será renovado de nuevo, y será nuestro.
Lucifer asiente antes de girarse hacia mí, con una suave sonrisa en sus
labios.
—Hazte a un lado con Nikolai, querida.
Sacudo la cabeza.
—No. Aún no. Él puede saber dónde está Le…
—Ve. Él no sabe nada.

186
Frunzo el ceño, mi mandíbula apretada con ira. ¿Por qué no le pregunta al
hombre sobre el paradero de Legion? Él puede saber algo, pero lo está tratando con
a un niño.
Lleno de frustración, me doy la vuelta y voy junto a Niko. Aprieta mi mano,
pero mantiene su mirada hacia adelante.
Lucifer levanta ambas palmas y ordena:
—Vete.
Las palabras están envueltas en un timbre vibrante que estremece hasta mis
huesos, causando que mi interior se retuerza de ansiedad, y observo con asombro y
horror cómo la boca del hombre se abre de forma anormalmente ancha, tan ancha
que parece como si su rostro estuviera desgarrándose en dos. Y entre sus dientes
torcidos y sucios, una mano huesuda de piel roja se extiende y hunde sus garras en
la mandíbula del hombre, mientras la criatura horrible dentro de él sale.
Aguanto la bilis a medida que miro todo el destripamiento. El demonio
arroja a su huésped humano como si no fuera nada más que un traje de piel
sangriento, retorciéndose libremente. Cuernos dentados se asientan su cabeza
bulbosa, esos palidecen en comparación con sus colmillos y garras afiladas.
Retrocedo un paso, golpeando el pecho duro de Phenex. Él agarra mis hombros
fuertemente para calmar mi tembloroso cuerpo.
—Los menores no pueden tomar una forma humana. Por eso poseen los
cuerpos de los inocentes —susurra.
—¿Estará bien? —susurro de vuelta a través de los labios temblorosos.
—Sí. Pero no puedo decir por cuánto tiempo.
Una vez que el demonio se ha deshecho completamente de su huésped
humano, se para ante Lucifer y sonríe, esperando que su maestro le otorgue una
recompensa por su candor. Pero justo cuando Lucifer le devuelve la sonrisa, el
demonio se desploma en el suelo, llorando en una sangrienta agonía. Todo su
cuerpo se contrae cuando cada hueso se rompe y se astilla, causando que los
fragmentos dentados penetren a través de su piel roja, exponiendo la piel rasgada y
tendones. El olor putrefacto de su interior corroído nos envuelve, y tengo que
taparme la boca con la mano para contener la amenaza del vómito. Está podrido
hasta la médula, a juzgar por la sangre negra y la bilis que brotan de sus heridas.
Pero me mantengo erguida, tragándome la debilidad de mi humanidad, sin querer
alejarme de la carnicería. Igual que aprendí a hacer en el Infierno.
Después de varios segundos más de tortura, el llanto cesa, y el demonio no
es más que un montón de suciedad humeante, burbujeante y negra sobre el
pavimento manchado de orina. Lucifer se acerca más y mira el lío de la piel
desgarrada y huesos roto.
—Recuerda a quién estás sirviendo —dice con determinación, su voz es
ronca y con rabia incontenible.

187
Caín da un paso adelante, haciendo una mueca ante la vista y el olor del
demonio pulverizado.
—Tenemos que seguir moviéndonos. Alguien puede haber oído.
Lucifer asiente y se gira hacia nosotros, y me doy cuenta que sus ojos están
vivos, cambiando con destellos de púrpura, obsidiana y verde azulado. Parpadea,
pero todavía puedo verlo, el poder malvado que hierve a fuego lento justo debajo de
la superficie.
Retomamos nuestro viaje a través de las sombras, pero sigo mirando a
Lucifer, las preguntas en mi lengua pesan como el plomo en mi boca. Sé que este
no es el momento ni el lugar para preguntar, no cuando esperamos evitar nuevos
conflictos, pero algo realmente me molesta. Y si hay incluso un indicio de duda, un
poco de desconfianza, entonces todos caeremos. Por las manos de Uriel o las
nuestras.
—Escúpelo —murmura Lucifer, acercándose a mi lado.
Miro hacia atrás a Nikolai, verificando si captó las palabras de Luc en una
ráfaga de viento helado.
—¿Por qué lo dejaste ir? —murmuro de vuelta.
—Porque no sabía nada.
—¿Cómo lo sabrías, considerando que lo mataste antes de que pudiera ser
interrogado? Podría haber sabido dónde estaba Legion.
—No lo hacía.
—Pero ni siquiera…
—Él no sabía nada —responde, lo suficientemente fuerte como para que
cada ojo entrecerrado caiga sobre nosotros.
Hirviendo, Lucifer sigue avanzando, tomando la iniciativa e ignorando las
miradas curiosas. Desafortunadamente para él, estoy pisándole los talones, a pesar
de las silenciosas demandas de Caín para que me quede atrás.
—¿Cómo lo sabes? —pregunto después de algunos latidos de tenso silencio.
—Porque si lo hiciera, no estaría preocupado por nosotros. Cada demonio
menor en la ciudad estaría intentando matarlo. O servirle. Nadie sabe acerca de la
desaparición de Legion, excepto nosotros, y necesitamos mantenerlo así.
Tiene razón. Lo odio, pero tiene razón. Pero seguramente ese demonio
menor podría habernos dado algo. No sabía quién tiraba de las cuerdas, pero podría
haber sabido dónde encontrarlos. Tuvo que haber recibido instrucciones de algún
lado. Pero la urgente ejecución de Lucifer nos arrebató la posibilidad de descubrir
información potencialmente pertinente.
—Estás demasiado involucrada emocionalmente —me lanza Lucifer a la
cara.

188
—¿Y tú no?
—¿Por qué lo estaría?
—Es tu hermano. Y ha desaparecido.
Lucifer se encoge de hombros.
—No es la primera vez. Se marchó por su propia voluntad antes. ¿Quién te
hace pensar que ese no es el caso ahora?
Casi me tropiezo con mis propios pies cuando el golpe de sus palabras
irradia mis entrañas.
—Él… él… —No haría eso.
Lucifer se gira repentinamente para encararme. Su tono es bajo pero duro, y
sus ojos están resplandeciendo de llamas violeta.
—¿Él no haría qué? ¿No te dejaría? ¿Porque te ama? —Bufa una risa—.
También pensé eso alguna vez. Pero aprenderás, igual que yo hice, que la
verdadera naturaleza de Legion siempre lo gobernará. Es un demonio, Eden. No
puede amar.
Lucifer se gira para continuar sus largas zancadas, pero yo estoy congelada
en el lugar en el oscuro pavimento empapado. Caín y Toyol pasan a mi lado, cada
uno lanzándome miradas empáticas, pero sorprendentemente es Lilith la que se
detiene para tomar mi mano enguantada.
—Lo encontraremos. Vamos… tenemos que continuar moviéndonos.
Tira suavemente de mí, y se lo permito. Apenas hemos estado aquí afuera
más de una hora, y ya estoy dejando que mi corazón supere a mi cabeza.
Nadie habla mientras avanzamos por la suciedad y nos dirigimos al sur. Sin
embargo, para evitar futuros altercados, el viaje está tomando más de lo que
anticipamos. Si el demonio menor estaba diciendo la verdad, hay un blanco en
nuestras espaldas. Y aunque nadie se regocija con la idea de matar, cada enemigo
tendrá que caer si vamos a llegar a Legion en una pieza. El único problema es que
hay diez de nosotros, y cientos (sino miles) de ellos.
—¿Podemos detenernos un momento? —escucho detrás de mí.
Me giro para ver a Adriel, sus labios secos y su piel pálida. Ha estado tan
callada durante el viaje entero; había olvidado que estaba con nosotros.
—Necesito tomar un descanso —explica, reclinándose contra una pared de
ladrillos que solía pertenecer a una boutique popular del centro. Ahora, ha sido
virtualmente destripada.
—Sí. Debes descansar —insiste Phenex, quitándose la mochila. Saca una
botella de agua y se la tiende al Adriel, que ahora jadea de cansancio.

189
No lo comprendo. Es inmortal; uno de los seres más reverenciados de la
existencia. ¿Cómo puede estar ya cansada? No ha sido tanto tiempo, y
considerando que apenas tenemos meras horas antes del amanecer, necesitamos
continuar moviéndonos.
—La gran cantidad de demonios alrededor está minando su espíritu —
explica Andras tranquilamente junto a mí, leyendo mis pensamientos—. El dolor,
la destrucción, el temor… la está drenando.
Lo miro y frunzo el ceño.
—Pero ha estado metida en una casa con demonios durante semanas. —Al
menos se ha sentido como semanas.
Andras sacude la cabeza.
—No somos como otros demonios. Incluso Lucifer… él ha estado
amortiguándose desde que llegó. Probablemente incluso cuando estaba en el
Infierno contigo.
No me percaté hasta ahora, pero tiene razón. Lucifer sí se amortiguó a mi
alrededor. Hasta que lo dejó escapar.
Una vez.
Lo recuerdo todo como si hubiera ocurrido ayer. No creo que haya pasado
un día en el que no haya pensado sobre esa noche en su comedor. Él había estado
intentando escandalizarme durante días, cada exhibición nocturna más depravada
que la última. Era como si estuviera intentando atraerme con maldad. Y me quedé
allí sentada, con cara de piedra y fría, justo como Niko me instruyó.
Y entonces cometí un error.
Lo desafié.
Aún puedo escuchar el sonido de los dientes rasgando la carne. Aún puedo
ver claramente la rica sangre carmesí encharcada a pies de Lucifer mientras esas
chicas voluntariamente, casi alegremente, se desgarraban las caras las unas a las
otras hasta el hueso. Y yo no hice nada. No lloré. No grité. Me quedé allí sentada y
elegí observar a esas pobres mujeres comerse unas a otras.
Mi silencio fue mi aprobación. Y en ese momento, me percaté que yo no era
mejor que Lucifer. Podría ser incluso peor.
—¿Mejor? —escucho a Phenex preguntar a un metro de distancia,
acuclillado enfrente de Adriel.
Asiente débilmente, su respiración aún un poco superficial.
—Sí. Continuemos. —Se aparta de la pared cubierta de grafiti.
—¿Puedo sugerir que permanezcas junto a Eden? —sugiere Lucifer, su voz
adoptando su usual arrastrar de palabras tentador.

190
Con la cara arrugada, replico rápidamente.
—¿Por qué?
—Porque la mitad de ti es ángel —explica—. Son más fuertes juntas. La
primera vez que blandiste luz, estabas con Crysis. Y cada vez después de eso,
estabas con Adriel. La misma esencia que corre en tus venas corre en las de ellos.
Asiento, incapaz de admitir que tiene razón… en su mayoría. No puedo
describir lo que sucedió entre Legion y yo nuestra última noche juntos. No sé si fue
luz sagrada lo que lo arrojó contra la pared, destrozando mi guardarropa en astillas.
O tal vez fue su propia consciencia luchando a través de la niebla de engaño que
intentaba apartarlo de su cuerpo. O tal vez fue intervención divina. No. Lo. Sé.
Pero sí sé que si algo… o alguien, no lo hubiera detenido, bien hubiera podido
matarme.
No había un destello del antiguo ser angelical de Legion en ese momento.
Era todo demonio; la encarnación completa del mal. No había forma de salvarlo.
—Creo que tal vez tienes razón —comenta Adriel, viniendo a pararse junto
a mí.
Miro su hermosa cara pálida y me percato que sus ojos verdes están
hundidos y rodeados de círculos púrpuras. La necesitamos. Y, a decir verdad, le
debo una. Tal vez estamos enamoradas del mismo hombre, pero no creo que ella
haría algo alguna vez para lastimarme. No cuando me ha protegido la mayor parte
de mi vida.
—Coincido —accedo—. Andando.
Nos dirigimos al este para cortar a través de Grant Park con la esperanza de
evitar algunas de las áreas más sombrías del centro. Y conforme caminamos sobre
montones de cemento roto y cristal destrozado, jadeo audiblemente ante lo que
queda. Todo está en escombros. Lo que alguna vez fue conocido por ser el centro
de Chicago no es más que pasto muerto, trozos de escombros y metal retorcido que
alguna vez fueron esculturas. El instituto de Arte parece estar condenado. Los
diamantes de béisbol en Huchinson Field han sido profanados con pintura en
aerosol y basura. Y lo que sea ese líquido estancado en la gran fuente Buckingham
definitivamente no es agua.
—Va a empeorar cuanto más avancemos —comenta Toyol, una nota de
dolor en su tono. No sé cuánto tiempo los Se7en han estado aquí, pero este también
es su hogar. Y verlo así tiene que estarlos jodiendo tanto como me está jodiendo a
mí.
Bufo sardónicamente.
—¿Peor que esto?
—Mucho peor. —Asiente—. La mayoría de los humanos en este lado de la
ciudad fueron capaces de evacuar. Así que los demonios están reuniéndose en el
sur.

191
—¿Y crees que Legion tomaría ese riesgo? ¿Ir hacia el caos y la violencia?
Una docena de escenarios diferentes inundan mi mente. Tal vez el demonio
menor estaba mintiendo. ¿Qué tal si ya lo encontraron y ya han empezado a
torturarlo? ¿Qué tal si han conseguido que renuncie a los Se7en? O tal vez ¿lo han
llevado con quien sea a quien sirven? Nikolai parece creer que fue Stavros, su
padre, quien es responsable por arrojarme un hechizo de encubrimiento. Y si
Stavros aún está trabajando con Uriel, tal vez los demonios menores también han
cruzado a este lado. No puedo imaginar a los Serafines estando lo bastante
desesperados para conspirar con los más bajos de los seres, pero si solo los están
utilizando para promover su causa… eso puedo creerlo.
Y si hay siquiera un hilo de verdad en cualquiera de mis sospechas, Legion
no tiene mucho tiempo.
Intento sacudirme la duda paralizante y continuar avanzando, pero
conforme más al sur nos adentramos, más difícil es ignorar la sensación acuciante
de que algo está seriamente mal. Estamos a kilómetros de distancia de nuestro
destino, y tenemos al menos una hora y minutos antes de llegar, pero no puedo
sacudirme la sensación de que estamos yendo directamente a una trampa. Me
siento un poco intranquila, y el vello se me eriza en la nuca. Incluso el cabello de
mi cabeza se siente cargado de electricidad con una advertencia. Deberíamos dar la
vuelta. Deberíamos reagruparnos e intentarlo de nuevo cuando estemos mejor
preparados.
Pero nunca estaremos completamente preparados, incluso si entrenábamos
durante un mes entero durante dieciocho horas al día. No para lo que nos espera.
No para lo que sale de las sombras y nos rodea, forzándonos a arracimarnos en el
centro de la multitud porque no hay lugar a donde correr. Ningún lugar a donde
escapar.
Demonios.
Docenas de ellos. Cientos.
Y no están aquí para seguir las órdenes de Lucifer.
Están aquí para matar.

192
Capítulo 24
C
asi pierdo el aliento cuando Lucifer camina casualmente hacia
adelante, su expresión divertida.
Casi.
—Qué encantador de su parte extendernos una bienvenida tan cálida —dice
él, aparentemente desconcertado—, pero no deben tomarse tantas molestias.
Vuelvan corriendo al lugar de donde vinieron, y consideraré permitirles conservar
sus cabezas.
Un valiente solitario sin hogar avanza unos centímetros hacia adelante. Está
apelmazado en tierra y vestido con harapos inmundos, muy parecidos al que
Lucifer sacó antes. Pero no es un ser humano el que dice:
—Ya no tienes esa autoridad. No gobiernas este reino.
—¿Ah, no? ¿Y quién lo hace? —La boca de Lucifer se curva a un lado, pero
todo es un frente para ocultar su rabia.
El demonio fuerza a su huésped humano a devolverle la sonrisa, mostrando
sus dientes ennegrecidos y rotos.
—Él está viniendo. Lo verás pronto. Y tú y tus preciosos mortales caerán a
sus pies.
Lucifer hace un sonido de chasqueo antes de exigir en ese timbre
estruendoso:
—Ven adelante.
El hombre sucio, con los ojos tan negros como el carbón, ríe con fuerza.
—Eso ya no funcionará con nosotros. Él nos ha liberado.
—¿Quién te ha liberado? —Lucifer levanta una ceja curiosa.
Un movimiento de su cabeza es todo lo que recibimos en respuesta. O bien
no sabe nada, o se niega a decirnos. De cualquier manera, estamos jodidos.
Escaneando a la multitud de personas, mis ojos se abren con horror.
Humanos de todos los ámbitos de la vida; vagabundos, policías uniformados,
doctores y enfermeras vestidos con batas, esposos, esposas… estos son los que no
lograron escapar a tiempo. Habitantes de Chicago como mi Hermana y yo que no
tuvieron el tiempo o los recursos para escapar a la seguridad. Y ahora han sido
reducidos a nada más que trajes de piel para las criaturas más bajas y viles que
existen.

193
Debí haber notado que todo parecía demasiado fácil al atravesar la ciudad.
Después de nuestra barricada inicial que Andras desvió tan ingeniosamente,
parecía como si las calles hubieran estado desiertas. Tal vez el demonio que nos
atacó estaba actuando solo. Tal vez nos estaba advirtiendo. O tal vez esperaba que
su ataque nos hiciera girar hacia el Este y caer directamente en su trampa, que es
exactamente lo que hicimos.
El olor a azufre es tan nocivo que me siento mareada. Y aunque ella está de
pie, con las piernas plantadas firmemente en una posición defensiva a mi lado,
Adriel también se ve un poco verde. ¿Cómo no notamos que se estaba haciendo
más fuerte? ¿O nos habíamos vuelto inmunes al olor de la muerte y el fuego?
La mandíbula de Lucifer se agita con cólera no derramada mientras saca
una mota de polvo de su abrigo.
—Qué rápido olvidas las consecuencias de desafiarme. ¿Crees que tu reino
del Infierno era malo? Pruébame. Te reto. —Sus ojos brillan lo suficiente como
para arrojar un brillo violeta oscuro en la cara prestada del demonio.
—Hablas como si tus amenazas aún fueran aterradoras. Sin embargo, te
paras con aquellos que te traicionaron. Que nos traicionaron. Conspiras con
nuestros ángeles enemigos. Y proteges a una chica Nephilim, una chica de la que te
has permitido enamorarte —se burla, la palabra amor un siseo diabólico en su
lengua pútrida. Pero eso no es suficiente para distraerme de su escandalosa
afirmación.
Amor. Dijo que Lucifer se ha enamorado de mí.
Si este fuera un tiempo y lugar diferente, y si no estuviéramos
enfrentándonos a una horda de demonios armados con bates de béisbol, tubos de
metal, y dos por cuatro, listos para arrancarnos la cabeza, me reiría en su cara
manchada de suciedad. No hay forma de que Lucifer pueda amarme.
Honestamente, no creo que siquiera le guste. Él solo disfruta metiéndose bajo mi
piel y molestando a Legion.
Lucifer debe ver su ángulo, porque en lugar de negar la acusación,
simplemente levanta una palma y luego la cierra en un puño. Y con ese simple
movimiento, el cuerpo del hombre poseído por el demonio se derrumba en un
montón de carne retorcida y huesos rotos. El sonido de su cuerpo chasqueando y
rasgándose mientras se contrae en un pretzel humano es algo sacado de una
película de terror. Él ni siquiera tuvo la oportunidad de gritar. Sus cuerdas vocales
fueron destrozadas en el momento en que su cuello se convirtió en un lío pulposo
en el pavimento.
Y aunque debería tener cierto sentido de la justicia, no puedo dejar de notar
que no fue solo el demonio el que fue aplastado en la palma de Lucifer. Ese hombre
era inocente. Su único crimen fue la pobreza y no tener los recursos para escapar de
la ciudad. Todos ellos lo eran. No son estos humanos los que quieren matarnos, así
que, ¿cómo puedo pararme aquí y dejarlos morir por una causa en la que no tienen
nada que ver?

194
—Va a matarlos a todos —le susurro a Niko. Él está en guardia, su
penetrante mirada azul hielo aburrida en el grupo de demonios siseando a su
hermano caído.
—¿Qué?
—Lucifer. Los va a matar.
—Bien.
—No, no está bien. —Niego con la cabeza un poco, sin querer llamar la
atención sobre nuestra conversación. Pero con Adriel a mi otro lado, Phenex y Jinn
a nuestras espaldas, Caín y Toyol frente a nosotros, y Lilith y Andras en sus
flancos, estoy segura que cada palabra es oída—. Estos humanos son inocentes.
¿Estás diciendo que estarías dispuesto a cometer un asesinato en masa?
Mira alrededor, observando la escena, y, con suerte, viendo la razón. Hay
cientos de ellos. No puedo tener sus muertes en mi conciencia. Tiene que haber una
forma diferente.
—¿Puedes entrar? —pregunta.
Frunciendo el ceño, abro mis labios para preguntarle qué demonios podría
significar eso, pero luego hace clic. Podía irrumpir en la mente de Crysis, algo que
incluso lo había sorprendido a él. Y ahora que mis dones de Nephilim han sido
desbloqueados, tal vez podría liberar ese poder y deslizarme en la mente de todos
estos demonios. Hay muchos de ellos, más de los que he intentado. Pero también
soy mucho más fuerte de lo que nadie anticipó.
Aun así, estoy aprensiva. Éstos no son los gánsteres en el bar de Great
Value. Y la última vez que intenté infiltrarme en la mente de un demonio, sentí
como si mi cerebro estuviera siendo pulverizado. Pero no puedo solo quedarme
aquí, con mi pulgar metido en el trasero, porque tengo mucho miedo de intentarlo.
Incluso si fracaso, quizás sirva como una distracción necesaria para que los demás
escapen. Mierda, tal vez para devolver todo a como estaba antes de que Uriel me
creara. Si estoy muerta, ya no soy un arma. No puede usarme. Y cualquier
problema que tenga que resolver con Legion tendrá que esperar.
Aspiro una bocanada de aire frío y viciado, y en una exhalación, envío mi
poder hacia el demonio más cercano a la línea del frente. Desde el exterior, parece
que pudo haber sido maestra de escuela, o tal vez alguna vez trabajó en una
cafetería como una barista llena de vida. Pero a medida que mi influencia roza su
lóbulo frontal, y su mirada muerta destella solo una fracción por la intrusión, sé que
quienquiera que ella fue alguna vez, ahora se ha ido. Ni siquiera sé si ella, o
cualquiera de estas personas, puede ser salvada. Todo esto podría ser en vano, pero
tengo que intentarlo. Si salva vidas humanas, tengo que hacer lo que pueda.
Me siento aliviada cuando no caigo de rodillas por un dolor insoportable,
pero no respiro. Hay una oscuridad esperándome. Un lodo pegajoso, similar al
alquitrán, que araña mi mano invisible, tratando de capturarla con papel de
obsidiana. Me fusiono antes de que pueda tocarme, pero mantengo un dedo de

195
influencia firmemente plantado en la oscuridad. Luego me estoy empujando hacia
afuera, buscando la siguiente mente de demonio para invadir. Luego otra. Y otra.
No quiero quedarme demasiado tiempo. Ellos saben que hay algo ahí, pero no
pueden entender qué y cómo. Y antes de que se den cuenta que soy yo la que está
infectando su conciencia, quiero estar lejos, muy lejos de ese oscuro pozo de
oscuridad. Incluso con el toque de influencia que permanece dentro de sus cráneos,
puedo sentirlos, como arañas negras que se estiran, tratando de alcanzarme para
clavar sus colmillos envenenados en mí.
Me extiendo hasta que la tensión hace eco en mi cráneo y me quema los
ojos. Me duele la mandíbula cuando la aprieto, forzando cada onza de mi
concentración a la horda frente a nosotros. Están inquietos, agitados. No dejarán
impune la muerte de su amigo. Solo tengo unos segundos si quiero evitar una
masacre.
Solo tengo una veintena de ellos, tal vez dos docenas. No son muchos, pero
al separar mis labios secos y temblorosos para pronunciar las palabras, rezo para
que sea suficiente.
—Caigan. Y duerman.
Un aturdido horror llena momentáneamente sus ojos negros y abiertos antes
de que caigan al suelo, forzados a un sueño encantado. Los demonios enemigos
restantes, aturdidos, miran alrededor desconcertados, permitiendo que Lucifer y los
Se7en disparen una mirada sorprendida en mi dirección.
—No puedes matarlos. Son humanos —digo bruscamente a modo de
explicación, forzando todo mi enfoque en la amenaza que se aproxima.
Mi plan funcionó, gracias a Dios, pero no fue suficiente. La multitud parece
aún más agitada a medida que se dan cuenta de lo que ha sucedido. Docenas y
docenas de ojos obsidiana caen sobre mí mientras viciosos gruñidos resuenan en la
noche. Todos saben que fui yo. Y acabo de subir la apuesta por su sed de sangre.
Imposiblemente rápido, Niko me empuja detrás de él, protegiendo mi
cuerpo con el suyo. Él levanta sus manos, y éstas estallan en llamas azules que le
lamen hasta los codos. Con un golpe de sus manos, la línea de demonios es
empujada hacia atrás, cayendo unos sobre otros como bolos. Pero en segundos, se
recuperan y vuelven a ponerse en pie rápidamente avanzando hacia nosotros.
Mierda, incluso parece que sus números se están multiplicando. ¿De dónde diablos
vienen todos?
Niko los golpea de nuevo, mientras Lucifer gira para enfrentarse al lado
opuesto. Agarro su brazo antes de que él pueda levantar su palma.
—Por favor —le ruego—. No les hagas daño. No merecen morir.
Los ojos arremolinados con manchas metálicas de Lucifer, se oscurecen con
su poder hirviendo a fuego lento.
—No puedo hacer ninguna promesa.

196
Él se aleja de mis manos y levanta ambas manos, maniobrándolas como si
estuviera apretando una esfera invisible. Los demonios comienzan a gritar,
agarrando sus cráneos mientras se marchitan al suelo en agonía. Pero más los
reemplazan rápidamente, simplemente pisando sus cuerpos retorcidos.
—¡Sal de aquí! ¡Vete! —grita Niko. Él arroja otra pared de llamas azules,
pero no tiene el mismo impacto que las anteriores. Hay demasiados de ellos. Y para
cuando me deslice en sus cerebros, ya estarán encima de nosotros.
—No sin ti —grito contestando.
El resto de nosotros estamos agachados con nuestras armas desenvainadas,
anticipando la violencia, pero no quiero que eso suceda. Y teniendo en cuenta que
estamos totalmente superados en número, no hay garantía de que ganemos. No
planeamos esto. Nos preparamos para matar demonios menores o incluso ángeles.
Pero no humanos. No se suponía que estuvieran aquí.
—Adriel, ¿no puedes hacer algo? ¿Golpearlos con luz sagrada? —Ni siquiera
me importa la desesperación en mi voz. La necesitamos. Yo la necesito.
Ella niega con la cabeza, mermando mi última esperanza.
—Hay demasiados de ellos. Y hay una buena probabilidad de que no
sobrevivan.
—¿Ni siquiera vas a intentarlo? —grito.
—Lo siento. —Su boca está diciendo las palabras, pero no las creo.
—Entonces, ¿por qué demonios estás aquí? —murmuro.
Cierro las manos en puños para mantener mi rabia bajo control. No tenemos
tiempo para discutir entre nosotros. Ella no quiere ayudar, bien. Pero cuando se
trate de cambiarla por mi madre, recordaré su cobardía. Uriel puede quedarse con
ella.
Respiro profundo, enfocándome. Conjuro esas emociones que he
embotellado desde que descubrí que Legion nos había dejado. El miedo, el dolor.
La inexplicable vergüenza.
Orbes de luz aparecen en cada palma, y sin siquiera pensar, los lanzo a la
multitud. Explotan, cegándonos temporalmente e incapacitando a los demonios
menores el tiempo suficiente para que Phenex agarre mi brazo.
—Vamos. Te estamos sacando de aquí. —Me urge tirando de mi brazo.
Miro a Niko y Lucifer, ambos todavía luchando contra la creciente horda.
—¿Qué hay de ellos?
—Nos alcanzarán. Si nos quedamos más tiempo, no tendremos más
remedio que matarlos.
—Pero no puedo… —Niego con la cabeza—. No los voy a dejar.

197
—No tenemos tiempo para esta mierda —gruñe Caín, levantando su arma—
. Son ellos o nosotros.
Pero antes de que pueda disparar la primera ronda, hay una perturbación
dentro de la multitud. Voces bruscas ladrando órdenes. Un tipo de sonido casi
eléctrico. Y los demonios están cayendo, sus cuerpos moviéndose
incontrolablemente como si estuvieran siendo sometidos. Miro a mi alrededor.
¿Quién está haciendo esto? ¿Y cómo?
Y ahí es cuando los veo.
—Jodido infierno —maldice Caín.
—No… no puede ser —dice Phenex.
—Mierda. Esto es justo lo que necesitábamos —escupe Andras.
Toyol levanta sus Katanas gemelas. Lilith retira el martillo de su revólver.
Jinn desenfunda dos cuchillas curvas.
Vestidos con todo el equipo táctico negro y armados con armas de alta
tecnología, tal como estaban en aquella estación de gasolina cuando intentaron
llevarme. La Alianza de los Ordenados, enemigos de los Se7en y todo el mal
inherente no perteneciente a este reino. Y hay muchos más de ellos que de nosotros.
Oh, por el amor de Dios.

198
Capítulo 25
E
sto no es bueno. Nuestras posibilidades de sobrevivir eran escasas en
el mejor de los casos, pero ahora… todos podríamos rendirnos a
cualquier cruel destino que estemos destinados y acabar con esto de
una vez. Niko está debilitándose, y con Lucifer siendo incapaz de controlar a sus
demonios inferiores, no veo cómo podemos salvar a estos humanos y salvarnos a
nosotros mismos. Personas van a morir, y tengo la gran sensación que seremos
nosotros.
Sin embargo, parece como que la Alianza no está aquí para desafiarnos.
Están luchando contra los demonios rivales como si hubieran venido a ayudar.
Están peleando junto a los Se7en, los que habían considerados sus adversarios
durante todo el tiempo que la Alianza de los Ordenados ha estado presente, en
lugar de sentarse y permitir que seamos emboscados.
Solo me doy una fracción de segundo para maravillarme por el cambio de
los eventos. Luego, sintiéndome repentinamente energizada, formo dos orbes de
luz más y los lanzo hacia los demonios, cuidadosa de no golpear a ningún agente.
Un grupo cae, atónito y posiblemente lastimado, pero no muerto. Puedo vivir con
eso.
—Estás volviéndote bastante buena en eso, niña —grita una familiar voz
aproximándose.
Me doy vuelta, y mis ojos casi se llenan con lágrimas cuando miro la razón
de la ayuda de la Alianza.
—Crysis —digo roncamente, y trota hacia nosotros. Incluso los Se7en se ven
aliviados de verlo, dándole rápidos asentimientos de aprecio.
—No te veas tan sorprendida. ¿Pensaste que me iría sin una despedida
apropiada?
—¿Qué…? ¿Cómo…? —tartamudeo, intentando conectar los puntos. Pensé
que había sido yo. Después de nuestra pelea, pensé que había sido mi
temperamento lo que lo había alejado… lo que lo había obligado a abandonar la
seguridad y protección, y cambiarla por las dificultades desconocidas de la ciudad.
Y saber que no lo he perdido, que no he arruinado completamente nuestra
amistad… honestamente podría besarlo en este momento.
Apunta y golpea a un demonio menor que se acerca rápidamente justamente
entre sus ojos. La bala no penetra, pero se adhiere a su frente, emitiendo sacudidas
de electricidad que lo hacen caer en segundos. Así que así es como están
haciéndolo.

199
—Te lo contaré más tarde. —Apunta. Dispara—. Pero sabía que todavía
había buenos hombres ahí afuera que no eran parte del plan de Uriel. Tenía una
idea de lo que estábamos enfrentando, y estaba en lo cierto. Solo tenía que
convencerlos. No podía hacer eso encerrado en esa mansión con los Se7en. Y no
iba a quedarme sentado y dejar que tú o alguien más saliera herido si eso era algo
que podía hacer.
—Gracias. —Asiento, embargada por la emoción. Hace cinco minutos,
pensé que estábamos acabados con toda seguridad. Luego Crysis apareció y
literalmente salvó nuestros traseros. Y por minúsculo que parezca, teniendo en
cuenta lo que está pasando a nuestro alrededor, estoy feliz de haber recuperado a
mi amigo.
—Si ustedes dos terminaron de quejarse —se mofa Caín detrás de nosotros,
una sonrisa malvada en su ya siniestra cara—, creo que es tiempo que entremos a la
diversión.
Sus palabras encienden algún interruptor interno, y en el momento justo, el
resto de los Se7en se reúnen para deshacerse de sus buenos modales y despertar a
las bestias que llevan dentro. Solo había vislumbrado a los monstruos que acechan
bajo sus formas humanas, y eso me aterrorizó hasta lo más profundo. Sin embargo,
viéndolos ahora, sus cuerpos girando y retorciéndose cuando desatan su maldad
interior, nunca he estado tan feliz de estar en compañía de seis de los más temidos y
venerados demonios de la historia.
He hecho mi investigación sobre las leyendas y mitos de los Se7en, así que
no debería sorprenderme por lo aterradores que podrían ser cuando suelten las
riendas de su verdadera naturaleza. Incluso el demonio más inferior hace una pausa
y quedan boquiabiertos cuando los seis asesinos aparecen frente a ellos, sedientos
de sangre por matanza y jodidamente furiosos.
—Mantente alejada —dice Crysis entre dientes—. Una vez que comiencen,
no serán capaces de detenerse.
Incluso la Alianza sabe que es mejor no interponerse en su camino. La
muchedumbre de los demonios inferiores se ha reducido considerablemente,
gracias a su ayuda, pero todavía nos superan diez a uno. Aparentemente, los Se7en
están bien con esas probabilidades.
Es Caín quien lidera el ataque, una enorme masa de músculos, cuernos
retorcidos que brotan de su cráneo, y anchas alas negras como de murciélago.
Todavía es él, más o menos. Pero definitivamente es más bestia que hombre. Se
lanza a la refriega con un rugido terrorífico que sacude el suelo bajo nosotros y
empieza a destrozar a los demonios, lanzándolos a los alrededores como muñecas
de trapo. Los demonios inferiores no son rivales para su increíble fuerza bruta, y en
pocos segundos, ya están tratando de huir para escapar de su ira. Pero con Toyol
justo detrás de Caín, no llegan muy lejos.
Durante una de nuestras primeras reuniones, Toyol me dijo que era descrito
como una grotesca criatura bebé con ojos rojos y colmillos. Ahora veo de dónde

200
nacieron esas leyendas. Es espantoso. Fibroso cabello negro sobre una cabeza
protuberante, piel verde enfermiza, y colmillos que se extienden casi por debajo de
su barbilla. Sus Katanas ya no son espadas, sino una extensión de sus manos, como
si hubieran sido fijadas a sus dedos. Si bien no se ha encogido en un bebé, hay algo
extrañamente infantil es sus ojos rojos brillantes, como si hubieran sido provocados
por una travesura.
Solo he obtenido un pequeño vistazo del demonio interior de Lilith cuando
los Se7en me llevaron a su casa la primera vez, cortesía de la boca resbaladiza de
Caín. Pero viéndola en su completa transformación no solo envía un
estremecimiento por mi columna, sino que también me asombra. Mitad parecida a
una serpiente, media forma humana, y completamente horrorosa, Lilith es una
diosa de todo lo que es impío y malevolente. Incluso con sus huesos y
articulaciones contorsionándose en las formas más innaturales, hay algo
extrañamente sensual sobre ella. Es una seductora; una reina envuelta en sangre y
fuego. Ahora me doy cuenta que la he visto antes. No cuando ella sujetó a Caín en
la mesa del comedor de mármol por insultarme. El mural, la chispa que creó la
humanidad. Ella estaba ahí.
Para no quedarse atrás, su compañero y confidente se desnuda para revelar
su verdadero ser, y aunque definitivamente hay algo grotesco sobre el hombre alado
con cabeza de búho, todavía mantiene la gracia y belleza del demonio que he
aprendido a querer. Andras está marcado con tonalidades de dorado brillante y
verde azulado con alas más parecidas a un ángel. Soy lo suficientemente inteligente
para saber que es una ilusión, una fachada usada para atrapar y matar a su presa. Y
aunque prefiere darse un festín con la carne de los hombres, su hambre se extiende
a los demonios inferiores dispersos, apresurándose por una forma de escapar
alrededor de los miembros de la Alianza haciendo guardia y encerrándolos.
Phenex es tan radiante como me imaginaba. Donde la forma de Andras es
más parecida a un búho, el precioso demonio caoba tiene brillantes alas de fuego.
Su rostro es de un ave predadora, sin embargo, hay un destello pensativo en sus
ojos miel, como si el hombre que conozco todavía existe dentro. La violencia es
una necesidad, aunque tengo la sensación que nunca se ha deleitado en ella como
los demás. Pero eso no evita que se una a los demás, atrapando a sus presas con sus
alas. Él, también, estuvo allí en el principio, el ave que encendió el cielo en llamas.
Una vez fue ángel, y su caída del cielo le prendió fuego al mundo.
Por último, pero ciertamente no menos importante, Jinn, el mortal asesino
silencioso, se transforme en humo negro y ojos brillantes encendidos por llamas.
Cada paso que da hacia la muchedumbre de demonios inferiores deja un camino de
hollín. En las películas y la televisión, ha sido descrito como lo que conocemos
como un genio. Pero el monstruo lentamente caminando hacia nuestros enemigos
no es nada parecido a un cuento de hadas. Es su peor pesadilla.
Los Se7en entran en acción, desarmando a los inferiores con una precisión
experta, mientras el resto de nosotros miramos en asombro. Es un juego de niños,
en realidad. Hay una razón por la que han protegido este reino de los enemigos

201
malvados durante siglos, y a juzgar por el completo terror reflejado en los ojos
ónices de los demonios inferiores, la reputación de los Se7en les precede.
Lilith y Andras, lado a lado como siempre, se lanzan hacia un grupo que se
dirige a los oficiales de la Alianza. Antes que siquiera puedan tomar dos pasos, el
antiguamente dúo rubio está sobre ellos, tirándolos al pavimento y dejando sus
cuerpos humanos inservibles. Phenex y Jinn se enfrentan a la muchedumbre
adyacente, los que acaban de descubrir que es el momento perfecto para atacar a
aquellos de nosotros que estamos en el centro del caos mientras estamos distraídos.
Les cortan el paso, Phenex catapultándolos de vuelta con un roce de sus alas
mientras Jinn escupe llamas para crear un perímetro alrededor de nosotros. Huesos
son rotos. Piel es amoratada y ensangrentada. Pero nadie está muerto.
Lo hicimos. Ganamos. Cuando las probabilidades se acumularon en nuestra
contra, nos las arreglamos para salir en una pieza, mientras salvábamos vidas
humanas en el proceso.
Pero antes que podamos pronunciar una palabra de alivio, lo que suena
como un helicóptero gira a nuestro alrededor. El suelo tiembla bajo nuestros pies. Y
luz enceguecedora brota desde arriba como si los cielos se hubieran abierto y
lloviera luz sagrada sobre nosotros.
Un violento sonido de trueno y la tierra se rompe alrededor de nosotros,
enviando polvo y escombros hacia nuestras caras. Los Se7en se apresuran hacia
donde estamos parados, abandonando a sus presas, y crean un escudo de fuego y
oscuridad a nuestro alrededor. Cambian de nuevo a su forma humana y
desenfundan sus armas, urgiendo al resto de nosotros para que hagamos lo mismo.
Hay una amenaza entre nosotros, y la fuerza bruta y poderes místicos no nos
ayudarán. Y honestamente, eso me asusta.
Nuestra primera línea de defensa son los Se7en, considerando que son los
más entrenados. La segunda es Nikolai, Lucifer y Crysis. Y en el centro,
acobardadas como frágiles muñecas de porcelana, estamos Adriel y yo. Somos a
quienes consideran las más débiles. O las que necesitan ser más protegidas.
—¿Qué está sucediendo? —susurro bruscamente.
Ella articula la única palabra que envía temblores como arañas caminando
por mi columna.
—Serafines.
Suena como una serie de estallidos sónicos que chocan contra la tierra
cuando cada uno de ellos aterriza. Hay cinco que son tan fuertes que mis dientes
castañean. Pero entonces, los siguientes tres… siento sus descensos en mi cráneo.
Mis oídos están sonando; mi cerebro palpita como si hubiese sido aporreado con un
mazo. Trato de cubrir mi cabeza con mis manos, intentando salvar mis tímpanos, y
siento humedad goteando por mi cuello. No tengo que mirar para saber que es
sangre.

202
Cuando el polvo se posa, un silencio inquietante cae sobre nosotros. Eso o
me he vuelto sorda. Pero puedo comenzar a distinguir sus formas rodeándonos, a
varios metros de distancia. Alas impresionantemente blancas que casi se estiran la
longitud de un diamante de béisbol se cierran sobre nosotros, haciendo imposible
para nosotros huir. Esto es lo que ellos esperaban. Distraernos lo suficiente con los
demonios profanadores de cuerpos para insolarnos. Cada uno es más hermoso que
el anterior, con largo cabello que fluye en ondas por sus espaldas, que parecen ser
animados por una brisa fantasma. Sus ojos son cautivadores y brillantes, y puedo
decir que sus cuerpos están desgarrados con músculos, incluso bajo sus trajes
inmaculados. Como sea, eso solo son los ángeles. Los Serafines, por otro lado, son
más preciosos e hipnotizantes de lo que alguna vez pude imaginar. Verlos de frente
literalmente lastima mis ojos, y no sé si debo llorar o rezar a sus pies.
El de la izquierda tiene piel marfil inmaculada y rico cabello marrón que
roza sus hombros. Lo recuerdo de la fiesta… el que estaba acercándose a mí, una
mirada de curiosidad pintando su hermoso rostro. Ladea su cabeza a un lado,
como si también me recordara, y aun así no puede recordar de dónde. La magia de
Nikolai debe haber sido lo suficientemente fuerte para ocultar mi verdadera
identidad, después de todo. Aunque no repelió completamente al arcángel.
El que se para a la derecha es magnífico, como esperaba, pero hay un detalle
que ciertamente me desconcierta. Ella… es un ella. Una mujer Serafín. Es tan
escultural como los otros y luce como si pudiera dominar cualquier pasarela en
Milán. Cabello rubio arreglado en rizos que caen encima de sus coquetos pechos.
Incluso el traje blanco entallado que se puso hace su apariencia seductora y
femenina. Su rostro es suave, sus rasgos perfectamente alineados. Es la imagen de
la belleza. Pensé que Adriel y Lilith eran bellísimas. Apenas están a la altura de la
deslumbrante criatura frente a nosotros.
—Selaphiel —sisea Adriel con desdén. El filo de ese nombre en su lengua
podría cortar cristal. Volteo a ella por más información, pero no me ofrece nada, su
atención fija en el Serafín que se para alto y orgulloso en el medio.
Uriel.
Piel bronceada y cálida, ojos castaños como recuerdo, aunque es más
glorioso ahora que ha revelado su verdadero ser. Quiero estar horrorizada por él, y
aun así, todo lo que puedo hacer es verlo fijamente. ¿Cómo pude venir de algo tan
innaturalmente impresionante? Cuando lo conocí como Rev, en realidad podía
verme en él. O quizás, lo imaginé todo, porque ahora… ahora es demasiado grande
para las palabras humanas. No hay término en ningún lenguaje que defina su
inmensa belleza.
Una profunda risa roba mi atención solo por un momento, cuando un jovial
Lucifer sacude su cabeza.
—Por supuesto —murmura él—. Martes, miércoles, y jueves. Jodidos
borregos. —De nuevo, con el comportamiento engreído, atraviesa la línea de los
Se7en y casualmente pasea al frente, para quedarse de pie frente a sus ex hermanos

203
y hermana—. Bueno, ¿qué tenemos aquí? Raphael, Uriel, Selaphiel. Me impresiona
verte aquí, hermanita.
La Serafín tiene su rostro frío, aunque su voz suena como un carillón.
—¿Y por qué es eso, Belial?
Belial. Lucifer era Belial.
Igual que Legion fue una vez Samael.
—Pensé que tenías una mente propia. Qué lástima que me haya equivocado.
—Voltea su mirada violeta a Raphael—. Ahora, Raph… Raph siempre ha sido un
adulador. Su presencia no me sorprende en lo más mínimo.
Raphael resopla, aunque puedo ver una sombra de molestia oscurecer su
mirada.
—Tú nunca creíste en algo o alguien además de ti mismo.
—¿Y por qué debería? —Lucifer se encoge de hombros—. Tu fe ciega te
hace débil. Te hace estúpido. ¿Por qué debería confiar incondicionalmente en
alguien que sabes que es una mentira?
—Si mi memoria sirve, las mentiras son más tu fuerte, Belial. —Raphael
sonríe, y mientras es cegadora, hay algo siniestro en el gesto.
Es Uriel quien levanta una mano para poner fin a su disputa.
—Hemos venido a recoger a mi pareja. Nadie tiene que salir herido. La
matanza no es necesaria —pronuncia él, su voz intensa y profunda, como miel
caliente.
—¿Y si queremos una matanza? —desafía Lucifer, una sonrisa en sus
palabras.
—Entonces, la tendrán. Pero no necesitas sacrificar a tus amigos por tu ego,
Belial. Esta no es su pelea.
—Eso es mierda —escupe Caín, adelantándose—. Secuestraron y torturaron
a nuestro hermano; a nuestro líder. Esta es más nuestra pelea que de cualquier otro.
—Y ustedes tomaron a mi hija —replica Uriel—. Y él fue mi hermano
mucho antes de que ustedes fueran siquiera un brillo en el ojo de su creador.
Además, todos sabemos cómo tratas a tu hermano, Caín, el Demonio de la Muerte.
Unos gruñidos bajos retumban en los pechos de cada miembro de los Se7en.
Incluso me encuentro destellando mis dientes ante sus palabras.
—Así que quieres a tu pareja, sin embargo, ¿no hablas de tu propia carne y
sangre? —interviene Lucifer, dirigiendo la conversación—. Horriblemente
negligente de tu parte. ¿Padre sabe de tus transgresiones? No debes ser un papá
holgazán tendría que ser uno de los mandamientos.

204
No puedo ignorar la punzada de dolor que su comprensión envía a mi
pecho. Todo esto… todo esto por el ángel que ama. Él me creó, me abandonó, me
engañó y me descartó. ¿Para qué? ¿Por qué siquiera me engendró?
—Mi hija ha escogido su bando —responde Uriel como si no estuviera
aquí—. Aunque me duela, no puedo aceptar su elección por el riesgo de mi propia
fidelidad.
—Como sea, aceptaste la elección de Adriel. Ella te traicionó. Te dejó. Y
aun así, te ciñes tras ella como un cachorro perdido. —Lucifer sacude su cabeza en
sorprendida diversión—. Suena sumamente hipócrita, Uriel. Incluso para ti.
La expresión de mi padre está en blanco cuando declara:
—La chica no puede ser salvada. Adriel sí puede.
—¿Y qué tal si no quiere ser salvada?
—No tiene elección en el asunto.
Jodido idiota abusivo. No sorprende que Adriel huyera del paraíso. Él la
debe haber atormentado por su aventura con Legion. Cambiándola por mi madre,
diablos. No quiero darle la satisfacción a este idiota.
Terminé con esta conversación. Terminé con ser insultada como si no fuera
más que desechos que debieron haber sido colectados en un condón. Terminé con
Uriel pensando que tiene cualquier autoridad, para decir si vivimos o no. Él está
jugando. Y ahora, es momento de que alguien vea su apuesta.
—Ella no irá contigo —digo, moviéndome al frente de la línea. Sin
sorprenderme, no estoy sola. Todos se mueven conmigo—. Pero tú sabías eso, ¿no
es así? Adriel sabía qué bastardo sádico eres, y es por eso que te dejó. Diablos,
probablemente por eso te engañó. Así que, ¿por qué no nos haces un favor a todos y
nos dices por qué estás aquí realmente? Me estoy aburriendo.
Uriel sonríe, mostrando blancos dientes brillantes.
—He traído un obsequio para ti, querida hija. Para todos ustedes.
Aún está intentando provocarnos, y sin embargo soy demasiado terca para
resistir la urgencia de responder.
—¿Qué? ¿Qué podrías tener que queramos? —El Redentor. Mi madre. Su
desalojo del mundo humano. Estoy haciendo mis propias apuestas.
Como si este mismo momento fuera planeado, Selaphiel aparece un bolso
negro no más grande que una pelota de básquet. La desata y la extiende para Uriel,
quien mete su mano dentro. Una vez que agarra el contenido, lo lanza hacia
nosotros, aterrizando a los pies de Lucifer.
No quiero saber qué es.
No puedo… no puedo mirar.

205
Pero incluso cuando intento persuadirme de lo que posiblemente no podría
ser… aún me encuentro adelantándome para obtener un mejor vistazo. Como sea,
Andras y Phenex toman mis brazos antes de que pueda llegar más lejos.
—No quieres verlo —insta Phenex.
—¿Qué es?
—Eden… tú no quieres…
—¡Solo dime qué es! —chillo.
Lucifer se inclina y recoge lo que sea que es el “obsequio” que Uriel nos
lanzó. Me digo que no quiero ver, pero aún lucho por verlo. Solo necesito saber si
mis sospechas son ciertas.
Lucifer voltea, su mano manchada de intenso carmesí. En su palma está la
pulposa fuente del desastre sangriento. Su mirada es sombría cuando se conecta con
la mía, y sé… sé…
—Eden, es un corazón.

206
Capítulo 26
N
o sé muy bien cómo sucede.
En un segundo estoy de pie allí, siendo retenida por
Phenex y Andras. Luego en el siguiente, estoy lanzándome por
el patio con brillantes orbes de luz sagrada en cada palma, mi
visión pintada de rojo.
Lo mataré. Le haré desear que yo nunca hubiera nacido. Haré que se
arrepienta de toda su puta existencia.
Uriel sigue tan engreído como siempre, sin siquiera molestarse en
estremecerse ante mis gritos y maldiciones. Es como si yo ni siquiera existiera en su
reino. No soy nada, nada más que una hormiga que se arrastra en la tierra. Ahora
veo… veo lo que Crysis quiso decir. No somos nada para ellos. Vienen a nuestro
mundo, nos crean, pero no sienten ningún apego familiar. Él no es mi padre.
Nunca he tenido uno. Y ahora se ha llevado a una de las pocas personas que me
quedan.
—¡Te mataré! —grito. Caín me atrapa por la cintura mientras estoy en el
aire, tirándome hacia atrás—. ¡Te voy a matar, pedazo de mierda!
Solo el más pequeño de los tics y la inclinación de la cabeza hacia un lado
indican su intriga.
—Eres una portadora de luz —comenta—. Interesante.
—¡Te arrancaré la puta cabeza! —Miro furiosa a Caín, desesperadamente
tratando de salir de sus garras de acero. Toyol se para delante de mí para refuerzo—
. ¡Déjame ir! ¡Déjame ir!
—No puedo —grita Caín—. No lo haré. Él te matará.
—Suéltame —exijo, no me importa una mierda mi propia mortalidad. Uriel
es un asesino. Tiene que pagar por lo que ha hecho.
Es Lucifer quien se da vuelta y pone una mano firme en mi hombro,
deteniendo mi movimiento. Baja la cabeza para encontrarse con mis ojos llenos de
furia, y de repente el rojo se aleja. La angustia, la rabia… es más fácil ver a través
de todo y simplemente concentrarse en su rostro.
—Eden, necesito que creas en mí —susurra—. Tendrás tu venganza. Solo
confía en mí, ¿de acuerdo?
Todavía jadeando y temblando de locura, dejo mi lucha momentáneamente.
Lucifer conoce a Uriel mejor que nadie. Dejar que mis emociones saquen lo mejor

207
de mí podría ser el error más humano que podría cometer. Y todavía tenemos
mucho que perder para arruinarlo todo.
Pero aun así… mi corazón se está rompiendo dentro de mi pecho. Lágrimas
enojadas manchan mis mejillas. No puedo creer esto. ¿Cómo pudo? ¿Cómo pudo?
¿Qué clase de monstruo hace algo como esto?
—Nunca la amaste, ¿verdad? No fue más que un recipiente inútil para tu
venganza.
La expresión de Uriel permanece impasible.
—Tu madre es humana. La amé como a todas las criaturas de Dios.
—Tonterías. Mira a tu alrededor, maldito enfermo. ¿Es esta tu definición de
amor?
Una sonrisa se dibuja en los labios de Uriel a medida que levanta una mano
y chasquea los dedos. Como si hubieran sido despertados de su sueño, los
demonios menores que han tomados el cuerpo comienzan a levantarse. La mayoría
de ellos tienen cortes y moretones, pero en su mayor parte, todos están bien. No se
mueven, simplemente se ponen de pie, esperando la instrucción de su líder. Un
arcángel está controlando demonios menores. ¿Cómo?
—Nosotros no los maltratamos. Tú y tus amigos lo hicieron. ¿Ves lo fácil
que es la violencia para ti? ¿Cómo te gusta infligir dolor? Debes haberte regocijado
cuando los derrotaste.
—Pero no maté a nadie —replico.
—¿Ah, no? —Uriel da un simple paso adelante, desafiando mi afirmación—.
¿Estás segura de eso? Porque ese niño que enviaste a pararse frente a un autobús no
sobrevivió. Pero tú lo sabías. Viste la forma en que su cerebro se filtró después de
que su cráneo se rompiera como un melón. Viste la forma en que su cuerpo
destrozado y sin vida fue drenado de su sangre. Dime Eden, ¿lloraste por él? ¿Por
sus pobres padres que perdieron a su pequeño hijo? ¿O simplemente te fuiste con
una sensación de victoria y orgullo hinchándose en tu pecho?
Abro la boca para responder, pero no sale ningún sonido. Intenté bloquear
eso todos estos años. Me dije a mi misma que no contaba, se lo merecía por
agredirme. Él era el malo, no yo. Solo me estaba defendiendo.
—Verás, ¿Eden? Habrá bajas en la guerra entre el bien y el mal. Tu madre,
desafortunadamente, fue una de ellas.
—¿En serio, Uriel? —interviene Lucifer, enfrentándose a él—. ¿Has
recurrido a matar mujeres humanas indefensas? Estoy decepcionado.
—¿Indefensas? Despertó a la Legión de las Almas Perdidas. La bestia que
desatará el infierno en la Tierra. Diría que no era para nada indefensa.
—¿Y esperas que todos creamos que no tuviste influencia en esa decisión? —
Lucifer da un paso hacia él, pero aún mantiene una distancia saludable de sus

208
hermanos enemistados—. Esto es exactamente lo que querías. Si este mundo
estuviera devastado por el mal, estarías justificándote en tu búsqueda para destruir a
la humanidad. Padre no tendría más remedio que ver la razón. Limpiar la pizarra y
comenzar de nuevo. Eso es lo que quieres, ¿no?
—Los humanos tienen defectos. Pecadores. Tú y Samael se ocuparon de
eso.
—¡Y es por eso que era tu trabajo protegerlos!
En realidad, no entiendo por qué, pero Lucifer está furioso. Desde el
principio de los tiempos, él se complace en la corrupción de los humanos. ¿Y ahora
quiere salvarlos? ¿Eso es lo que quería todo el tiempo? No sé si puedo creerlo. No
estoy segura que debería. Pero aquí está, suplicando en nombre de toda la
humanidad.
—Belial, hiciste tu elección —razona Uriel, como si algo sobre él o sus
aduladores es racional—. Este reino está condenado y lo ha estado durante
demasiado tiempo. Están ejecutando lenta pero seguro su propia extinción. Nuestro
trabajo como guardianes de los reinos es evitar que sucumban a la autodestrucción.
—Matándolos —dice Lucifer.
—Sí. Será rápido. A diferencia de lo que pasaría si Samael se saliera con la
suya.
Lucifer suelta un suspiro de impaciencia.
—No sabes lo que haría Legion. ¿Cómo sabes siquiera que quiere destruir
este mundo?
Una pausa dramática, y Uriel sonríe, sus ojos se oscurecen con sádica
satisfacción, y una sensación de enfermedad se agita en mis entrañas. Sabe algo.
Tiene información sobre Legion.
—Dinos lo que sabes —exige Lucifer, exasperado con estos estúpidos
juegos, al igual que el resto de nosotros—. Y hazlo rápido. Todos sabemos que te
gusta oírte hablar, Uriel, pero nos gustaría terminar con esto antes de la Ascensión.
A menos que realmente no sepas de qué diablos estás hablando.
Uriel ladra una risa insospechada que tanto me sobresalta como asusta.
—¿Por qué no le preguntamos a Samael y vemos lo que tiene que decir sobre
todo esto? No tengo ninguna razón para mentirte. Pero si no me crees…
Una vez más, el suelo tiembla debajo de nuestros pies, pero está
acompañado de un extraño tirón dentro de mi torso. Como si mis entrañas
estuvieran llegando a algo, a alguien, y lo que sea que esté al otro lado está
respondiendo. Como si yo fuera la mitad de un todo invisible, atado por el espacio
y el tiempo. Me tambaleo, insegura, casi desorientada por el sentimiento. Puedo
sentirlo a él, como siempre lo he hecho. Puedo saborear su esencia en mi lengua.
Puedo oler su aroma a jazmín de medianoche y tierra quemada. Puedo escucharlo

209
gruñendo mi nombre en mi oído como si estuviera empujando profundamente
dentro de mí, reclamando mi útero y mi corazón.
Legion. Su nombre resuena en mi cráneo.
Legion. Su nombre está rasgando mi piel.
Legion. Su nombre es edicto, amenaza, profecía.
Y él está aquí.
La tierra perecerá en el fuego, y él encenderá la llama. Y si eso significa que
podemos estar juntos, si significa que puedo salvarlo de sí mismo, solo estaré
demasiado ansiosa por comenzar el primer partido.
Aparece ante nosotros en penachos de plumas negras que se desintegran en
zarcillos de humo de ónix. Alto, ancho, y tan hermoso y frío como la muerte
misma. Su expresión es pedregosa e ilegible, y sus ojos, esos ojos que nacieron de
las estrellas más brillantes del universo, parecen planos y muertos. ¿Qué le ha
pasado? ¿A dónde fue él?
Pero como si su negativa a siquiera reconocernos no fuera lo suficientemente
dolorosa, él está con ellos. Los Serafines. Ha traicionado al Se7en y su sagrado
juramento. Me ha traicionado.
—No se vean tan angustiados, queridos míos —presiona Uriel con aire de
suficiencia—. ¿Creías que era el único que quería acabar con la humanidad? Quiero
decir, ciertamente Belial ha compartido su propio pequeño plan de seguro,
considerando que ha estado planeando la extinción humana desde su caída en
desgracia. Pensé que estarías agradecido, hermano, ya que estoy salvándote del
problema y evitando a tus pequeñas mascotas. Y mi hija.
Frunzo el ceño, pero no me atrevo a apartar la vista de Legion. ¿Cómo
podría?
—Lucifer… ¿de qué está hablando? —susurro ásperamente.
—Te lo diré más tarde —murmura de regreso.
Por supuesto, Uriel escucha cada palabra de nuestro intercambio rápido.
—¿Por qué no le dices ahora, hermano? Dile cómo se creó al que ahora
conoces como Legion para que fuera el destructor de este mundo. Cómo las
escrituras pueden representar al gran dragón como el Diablo, cuando de hecho,
solo eres tú quien está tirando de las cuerdas, siendo el maestro manipulador
mientras Legion hace el trabajo sucio. Y dile cómo armaste un plan de respaldo en
caso de que él fallara. Porque él va a fallar, ¿cierto? Solo necesitabas un chivo
expiatorio. La verdadera amenaza no es Legion, nunca lo ha sido. Ahora proteges
la amenaza como un precioso objeto, manteniéndola cerca de ti, infectándola con
tu influencia antes de que nazca. Incluso te aseguraste de que ella se uniera a las
otras pequeñas piezas a retorcido tu rompecabezas.

210
Ahora aparto la mirada de Legion y me volteo para mirar a Lucifer, que
parece más enojado de lo que lo he visto nunca. Literalmente puedo ver el fuego
infernal en sus ojos.
—Dime. Ahora.
Pero no lo hace. No realmente. Pero es suficiente para que sepa que mi
presencia aquí, con los Se7en, con Lucifer, no fue por casualidad.
—Necesitabas estar protegida.
Una vez más, Uriel se ríe, justo cuando saca una caja de madera oscura de la
nada. Tiene más de quince centímetros de largo y está inscrita con símbolos
antiguos que no son de este mundo. Sé lo que es antes de que él incluso la abra, y a
juzgar por los silbidos bajos de los Se7en y la forma en que el aire parece estar
cargado de manera mística, no soy la única.
—Creo que todos estaban buscando esto —se jacta mi padre mientras toma
la hoja con rubíes de sangre—. Probablemente pensaste que quería matar a todos.
Bueno, afortunadamente para ti, ya no necesito hacerlo. Solo hay uno que necesita
morir hoy. No puedo y no voy a dejar nada al azar. Este mundo caerá, y él será el
primero de muchos. Sin embargo, su muerte no es una tragedia. Es un indulto.
Ante eso, cada demonio menor con traje de piel aplaude con exuberante
emoción. Uriel se vuelve hacia Legion, y mi corazón se detiene. La va a usar. Lo va
a matar. Y Legion ni siquiera está tratando de luchar. Es como si él quisiera esto.
Quiere que Uriel acabe con su vida.
—¡Detente! —grito—. Por favor. No puedes dejar que él haga esto. Legion,
mírame.
Ante el sonido de su nombre en mis labios, Legion parece salir de su trance
momentáneamente, y él hace lo que le pido. Me mira, sus ojos repentinamente
claros y brillantes. Y una docena de noches pasadas conmigo durmiendo contra su
pecho mientras me besaba hasta apartar mis pesadillas aparece en sus rasgos. Las
veces que me miró con una sonrisa burlona en sus sensuales labios… los momentos
que me quedé asombrada mientras se reía como si el mundo no estuviera sobre sus
hombros. Cada toque de sus hábiles dedos sobre mi piel húmeda mientras me
sexaba con dulce sumisión. Lo veo todo reflejado en su dolorosa mirada. Lo siento
revolviéndose en mi pecho. Él recuerda. No se ha ido para siempre. Todavía está
allí.
Poco a poco me muevo, y sorprendentemente, nadie me impide avanzar.
Mis ojos permanecen fijos en los suyos, instándole a que dé un paso adelante, tal
como Lucifer le ordenó a ese demonio menor. Ven y vuelve a mí.
—Legion, por favor… —comienzo, mi voz firme y suave. No quiero
asustarlo—. No tienes que hacer esto. Lo que sea que él quiera, lo que sea que te
haya prometido, es una mentira.

211
—Lo que le prometí, niña —responde Uriel con tono áspero—. Es una vida
libre de culpa y dolor de innumerables almas perdidas. Almas que lo han torturado
durante siglos.
Ignoro sus palabras y sigo llegando a mi amado.
—Podemos superar esto juntos. No te culpo por nada. No te odio. No
hiciste nada mal.
Legion parece estar aún más aquí, como si acabara de darse cuenta de dónde
está y qué está permitiendo que suceda. Él da un paso hacia mí.
—Él no se preocupa por ti. No se preocupa por mí. Nosotros somos tu
familia. Todos nosotros aquí. Y si haces esto… todos moriremos.
Se acerca un paso más, lo que hace que Raphael haga lo mismo, con una
expresión de pánico en sus ojos.
Pero no me rindo. Sigo moviéndome hacia él, incluso cuando los demonios
menores se agitan más y más. Igual que Uriel tiene una mirada desprecio en su
rostro. Si él quiere matar a Legion, tendrá que atravesarme. Ya mató a su esposa
humana. No dudará en matar a su propia hija.
Puedo decir que Raphael está confundido mientras mira a Uriel en busca de
orientación. Esto no era parte del plan. No apostaron a que Legion fuera lo
suficientemente fuerte como para luchar contra sus demonios internos.
Probablemente le dijeron que su sacrificio sería recompensado, que estaba llevando
a cabo el plan de Dios para librar al mundo del mal. Pero sabían que no estaban
negociando con su ex hermano. Sabían que estaba atrapado dentro de sí mismo,
envuelto en vergüenza y pecado, y usaron es en su contra.
—¿Recuerdas la primera noche que dormimos en la misma cama juntos? —
pregunto, evocando un recuerdo que había mantenido cerca de mi corazón—. ¿Y
me desperté en el suelo, gritando y llorando después de tener una pesadilla? Me
levantaste, me atrajiste hacia ti, envolviste tus brazos a mi alrededor y me
susurraste que estaba a salvo… que todo estaría bien porque estabas allí. No te lo
dije, pero esa fue la primera vez que me di cuenta de lo que era la verdadera
seguridad. Me habías dicho que te habían enviado para asesinarme, pero sabía que
podía confiar en ti. Lo sentí. Sabía que nunca me harías daño mientras pudieras
evitarlo.
—Cállate, niña —siseó Selaphiel.
Pero no me callo porque ni siquiera la escucho. No existe en este momento.
Ninguno de ellos lo hace. Solo somos él y yo tendidos en un mar de sábanas grises,
maravillados por la forma en que nuestros cuerpos encajan.
—Soñé contigo algunas noches. Puede que no hayan sido recuerdos, pero
así se sentían. Y en esos sueños, eras tan tierno, tan devoto, como siempre lo has
sido. Nadie me ha mirado nunca como tú. Nadie me ha hecho sonrojar con una
sola sonrisa torcida o con un toque ligero de tus dedos sobre mi piel. No sabía qué

212
significaba estar realmente a salvo antes de ti. Me hiciste querer tener esperanza.
Soñar. Querer. Y todo lo que quiero es a ti.
—Niña estúpida —escupe Uriel—. No sabes lo que hablas. A él no le
importas.
Ignoro las mentiras de mi padre y a los soldados, acercándome aún más.
Acercándose más al demonio que torpemente se consideraba mi novio, a pesar de
que era mucho más.
—Y cuando me llevaste a Colorado Springs, y el Rey Oscuro hizo ese
hechizo… nunca te dije esto, pero lo recuerdo. Después de que el velo se rompió y
descubrí que era Nephilim, recuerdo esa noche. Te supliqué que me besaras… que
me hicieras el amor. Pero no lo hiciste. Me hiciste sentir tan… bien. Pero te negaste
a besarme porque dijiste que la primera vez que me besaras, querías que siempre lo
recordara. Querías que tocara mis labios al día siguiente y sonriera ante el recuerdo.
Te negaste a quitarme mi libre albedrío.
El arcángel macho de cabello castaño se está poniéndose más nervioso. Está
nervioso, nervioso hasta el punto de la agitación.
—¡Detén esto, Uriel!
—No tienes idea de lo que eso significó para mí. Mientras tantas personas,
mortales e inmortales, me han usado, manipulado, tú te negaste a tomar ventaja.
Fue entonces cuando lo supe… cuando supe que me estaba enamorando de ti.
Estaba demasiado asustada para admitirlo. —Solo nos unos pasos. Ya puedo sentir
el calor de su cuerpo flotando sobre mí.
Pero no llego a tocarlo. No puedo abrazarlo. La oportunidad de besar sus
labios y proclamar mi amor mientras él me envuelve en sus brazos cincelados es
robada. Y toda esperanza de traerlo de vuelta (salvarlo de sí mismo) está perdida.
—¡Suficiente!
Uriel, tan estúpido y descuidado, se interpone entre nosotros, la espada
sobre su cabeza. Ni siquiera estoy segura de lo que veo, pero algo oscuro y
malévolo oscurece las estrellas en los ojos de Legion solo una fracción de segundo
antes de que agarre a Raphael y lo ponga frente a él, usándolo como escudo. El
Redentor corta el pecho de Raphael y el ángel grita, el sonido es tan fuerte y agudo
que me pone de rodillas. Me tapo los oídos para evitar dañar mis oídos, intentando
desesperadamente de mantenerme consciente mientras el ruido de los gritos agita
mi cráneo hasta el punto de un dolor insoportable. Los otros detrás de mí también
han caído, así como los demonios menores. Rayos de cegadora luz brillante brotan
de cada orificio de Raphael, y me veo obligada a girar y cubrirme los ojos antes de
que se quemen en sus cuencas. Estoy gritando. Al menos creo que estoy gritando.
Ya no lo sé. Ni siquiera puedo estar segura que no estoy muerta.
Cuando la luz detrás de mis párpados comienza a atenuarse, me atrevo a
girarme y ver lo que queda del arcángel de cabello castaño. Pero lo único que queda
es un montón de cenizas y zarcillos de humo blanco.

213
Y el Redentor a los pies de Legion.
Pero las estrellas se han extinguido. No hay ni un solo brillo en las
profundidades oscuras y muertas de sus ojos. Y a medida que me mira, su mirada
tan negra como la noche, sé que lo hemos perdido.
Él no es Legion.
No es ni siquiera un alma solitaria que busca de travesuras.
Él es muchos.

214
Capítulo 27
L
a Legión de las Almas Perdidas recoge la espada, sopesándola en su
mano. Y una lenta sonrisa serpentina se desliza en su boca.
Creo que grito, rogándoles que paren, pero no puedo escuchar
mi voz. Con mis oídos aun timbrando, todo suena como si estuviera sumergida en
el agua. Me estoy ahogando de nuevo. Igual que lo hice de niña a manos de mi
madre. Igual que hice en la iglesia a manos de mi padre.
Al siguiente tartamudeo de mi corazón acelerado, Legion gira la espada para
dibujar una tajada profunda sobre el pecho de Uriel, justo por encima del espacio
que contendría su angélico corazón. El horror contorsiona su etéreo rostro cuando
baja la vista para atestiguar los primeros ríos de cegadora luz irradiando de su carne
cortada. Aun así, de alguna forma, toma a Selaphiel y ambos desaparecen, sin dejar
más que una voluta de humo blanco a su paso.
Pero Legion no ha terminado. Estamos rodeados por enemigos… enemigos
en los que ellos han puesto la mirada. Cinco ángeles aún persisten en el perímetro,
y antes que puedan agitar sus alas blancas y huir, Legion suelta oscuridad, sombras
y fuego infernal, convirtiendo sus cuerpos en hornos. Los ángeles gritan en atroz
agonía mientras su sangre hierve y sus órganos internos literalmente se cuecen en
su interior. El olor de carne quemada… tengo que tragarme la bilis y presionar mi
cabeza al concreto frío solo para permanecer consciente. No puedo mirarlos.
Incluso si fueron engañados para pensar que Uriel estaba haciendo el trabajo de
Dios, incluso si vinieron con la intención de matarnos a todos, no puedo observar a
medida que son quemados vivos.
Me digo que me levantaré una vez que los gritos se detengan, pero nunca lo
hacen. Sin embargo, no son los ángeles los que están gritando en angustia. Abro los
ojos para descubrir que Legion ha avanzado a los demonios menores, arrancando
miembro a miembro más rápido de lo que ellos pueden percatarse de lo que está
sucediendo. Los están matando. A todos. Legion está matando a los humanos.
Lucho por levantarme en piernas temblorosas, mis miembros reducidos a
gelatina. Entonces una cálida mano me sujeta el brazo para ayudarme a
enderezarme y tira de mí a su pecho.
—Tienen que detenerlo —dice Lucifer. Y por primera vez en la vida, luce…
asustado.
Los Se7en, Adriel, Niko y Crysis también están de pie, luchando con el
dolor en sus cráneos y la peste de muerte que aún permea el aire. Afortunadamente,
la Alianza fue lo bastante lista para escapar mientras todos estábamos distraídos
con los Serafines. Gracias a Dios. Legion los destrozaría, sin importar de qué lado
luchaban.

215
—Se ha ido… —susurra Adriel, el preludio de un sollozo en su garganta—.
Esta vez se ha ido definitivamente.
—No, no es así —gruñe Caín. Mira a sus hermanos y hermana y da un
asentimiento rígido y autoritario—. Rodéenlos. Acérquense cuidadosamente, pero
nada de movimientos repentinos.
—Déjame ayudar —ofrece Nikolai. Hay sangre goteando de sus orejas.
Caín sacude la cabeza.
—No eres uno de nosotros. Ellos te matarán con tan solo verte.
—¿Ellos? —Niko frunce el ceño confundido.
—Ese no es un solo demonio —explica Caín—. Eso es cada alma que
Legion ha colectado. Ellos son la legión.
Miro a Lucifer. Tal vez… solo tal vez, ellos lo escucharán a él.
—Tienes que hacer algo. ¿Por favor? Tienes que detenerlos antes de que
asesinen a todas esas personas. Por mí… hazlo por mí.
Lucifer mira al otro lado del patio, a la carnicería y sangre que ha manchado
todo lo que solía ser el corazón del centro de Chicago. Luce reluctante, pero
afortunadamente, asiente.
—Haré lo que pueda.
Cierra los ojos, centrando su poder. Compactando toda su oscuridad para
poder lanzarla sobre el pandemonio, cubriendo la caótica escena con su influencia.
Cada demonio menor restante cae, forzado a un sueño inducido. Y entonces, uno
por uno, empiezan a desvanecerse, transportados por un viento de magia oscura.
Legion se gira para encararnos, su rostro manchado de sangre, sus manos
manchadas de carmesí. Los Se7en se mueven hacia ellos con lentos y medidos
pasos para asegurarles que no tienen la intención de lastimarlos. Sin embargo,
desenfundan cada arma y desenvainan cada espada. Seguramente, Legion no los
lastimaría, pero aún tienen el Redentor. Y este no es el Legion que conozco. No sé
si siquiera está ahí dentro.
Pero si hay una posibilidad… si hay alguna esperanza de que pueda ayudar
a traerlo de vuelta, lo haré. Él nunca querría esto. Incluso cuando tuvo que matar a
los miembros de la Alianza en la gasolinera, no se complació con eso. Jodió su
cabeza. Lo hizo sentir como un monstruo despojado de cualquier posibilidad de
redención.
Tal vez no regrese a mí, pero debo ayudarlo a encontrar su camino de vuelta
a su fe. Antes de mí, todo lo que él deseaba era encontrar redención y ganarse el
favor de Dios como hizo cuando estaba en el Paraíso. Sé que ahora piensa que toda
esperanza está pérdida, ¿cómo puede un ángel caído encontrar su camino de vuelta
a casa? Pero yo conozco su corazón, y es la cosa más hermosa y pura que haya
alguna vez tenido el placer de amar.

216
Los Se7en se acercan, esperando atrapar a Legion antes que ellos puedan
desmaterializarse y alejarse. Dudo que seamos capaces de rastrearlos entonces, así
que hay una buena posibilidad de que nunca consigamos una oportunidad como
esta de nuevo. Ellos están acuclillados, con los ojos yendo alrededor como un
animal feroz. Tienen miedo. Están desorientados. No saben lo que sucede más de
lo que lo sabemos nosotros.
—Oigan —digo suavemente, mis palmas levantadas para mostrarle que no
soy una amenaza—. ¿Pueden escucharme?
La mirada sin vida de Legion recae en mí con una mirada de curiosidad y
deleite.
—Así es. —Sus voces unificadas serán estelares en mis pesadillas más
oscuras durante el resto de mis días. Varios tonos y niveles, algunos distorsionados.
Como rasgar con unas garras encima de una pizarra. Aun así, hablan como uno.
—Bien. —Tengo que asentir para mostrar mi satisfacción. No quiero ser
condescendiente, pero quiero que sepan que no soy un enemigo. Los acepto—.
¿Hablarán conmigo?
—Lo haremos. —Una docena de arañas reptan por mi espalda.
—Gracias. Necesito que me permitan ayudarles… a todos ustedes. Sé que
todos están enojados y tal vez un poco temerosos. Todo lo que quiero hacer es
mejorar las cosas. ¿Me ayudarán a hacer eso?
Legion se detiene durante un latido, notando a Lucifer parado detrás de mí,
antes de decir.
—No regresaremos. Nunca regresaremos.
—No tienen que regresar —les aseguro—. No estoy aquí para eso, lo
prometo.
Los Se7en están acercándose. No sé qué tienen intención de hacer, pero les
estoy proporcionando una bienvenida distracción. No puedo imaginar que Legion
iría en silencio incluso si ellos lo pidieran.
—Entonces, ¿qué es lo que quieres, niña? —bufan.
—Quiero hablar con el que alguna vez se llamó Samael. ¿Pueden
encontrarlo para mí?
—Samael se ha ido.
—No creo que se haya ido. Creo que tal vez está perdido. ¿Pueden
encontrarlo para mí? ¿Por favor?
—Nunca regresaremos.
—Prometo… haré lo que sea que pueda para que nunca tengan que regresar.
Solo por favor… déjenme hablar con él. Solo una vez. Solo… quiero despedirme.

217
Los Se7en casi están a distancia de ataque. Esto podría funcionar.
Podríamos ser capaces de salvarlo.
—Bien —dice Legion—. Puedes hablar con él. Pero él ya no gobernará este
cuerpo. No regreses por él.
Parpadeo para borrar las lágrimas de angustia y asiento, sin la intención de
cumplir esa promesa. Una rápida mirada a mi derecha y luego a mi izquierda para
asegurar que todos estén en posición.
Legion parpadea, y durante un momento, creo que ellos han desaparecido.
Pero cuando sus ojos vuelven a abrirse, veo estrellas plateadas y luz de luna.
Escucho las alas de un cuervo y el aroma del aire nocturno besado de jazmín
susurrando sobre mi piel. Siento fuego incendiando mi piel, protegiéndome de la
mordida de vientos invernales.
Él está aquí. Mi Legion. Ha regresado a mí.
Corro hacia él y a pesar de mi mejor juicio me lanzo a sus brazos, a pesar de
la sangre que cubre su piel y ropa. No me importa. Necesito sentirlo, olerlo.
Necesito saber que no está perdido para siempre.
Envuelve su brazo vacilante alrededor de mí y me sostiene cerca. La otra
mano empuña el Redentor, la cual mantiene alejada de su costado, como si tuviera
miedo de acércala a mí.
—Legion… —Grandes, gordas y feas lágrimas ruedan por mis mejillas.
—Está bien, nena, ahora estoy aquí —susurra en mi cabello entre besos. Su
voz es de nuevo la de él, grave y profunda. Es el más hermoso sonido que he
escuchado.
—Pensé… pensé que te había perdido. Me dejaste.
—Tuve que hacerlo. No quería volver a herirte. Preferiría morir que volver a
poner una mano sobre ti.
Alejo mi rostro de la calidez de su pecho para levantar la mirada a su
expresión angustiada.
—Pero no lo hiciste. No eras tú entonces. Y… y estoy bien…
—Pude haberte matado.
—No lo habrías hecho. Confío en ti.
Él niega con la cabeza antes de desviar la mirada al suelo cubierto de sangre.
—No deberías.
Me estiro para acunar su rostro entre las palmas de mis manos, obligándolo
a mirarme. Necesita ver que soy sincera. Necesita creer en nosotros justo como yo
creo en él.

218
—Tú eres más fuerte que ellos. Lo he visto, sentido. Te necesito. Los Se7en
te necesitan. Y créelo o no, este mundo te necesita. Has comprometido tu
existencia para luchar por un mayor bien. Te lo estoy pidiendo, rogando, por
favor… lucha por nosotros. Pelea por ti y por mí. Te amo. ¿Me escuchas? Te amo,
Legion. Y no dejaré de luchar. Nunca dejaré de luchar para traerte de vuelta a mí.
No sé qué sucede, pero aparentemente, he dicho algo equivocado. Porque la
tierra comienza a temblar y el nocivo olor a azufre llena mis fosas nasales. Y los
escucho a ellos… susurros. Miles de voces, muchas de ellas hablando una lengua
que desconozco, y están enojados. Las almas perdidas regresaron, y lo quieren de
vuelta.
—¡No! —ruego, sosteniéndome más fuerte en él.
Los ojos de Legion se abren aún más a medida que las estrellas plateadas
comienzan a morir en su mirada llena de terror.
—Eden. Eden, tengo que irme.
En la distancia, escucho a Caín y a los otros gritarme que retroceda… que
me aleje de él. No. No puedo. No puedo dejarlo ir. Nunca lo dejaré ir.
—Por favor, quédate conmigo. —Lloro en su pecho, apretándolo más
fuerte—. No puedo hacer esto sin ti. Te necesito. Por favor.
—No puedo. —Levanta mi barbilla así me veo obligada a ver que son solo
unas estrellas destellando las que quedan—. Te amo. Demasiado. Tanto que
moveré Cielo y Tierra para mantenerte a salvo. Tanto que prefiero morir que atarte
a una vida de dolor y ruina.
Jadeo cuando levanta el Redentor y la sostiene hacia mí.
—Quiero que la uses. Mátame. Eres medio Serafín. Si alguien tiene la
oportunidad de detenerme, eres tú. Para eso fuiste creada, Eden. Necesito que
pongas fin a este sufrimiento.
Niego con la cabeza e intento alejarme, pero no afloja su agarre en mí. Se
está volviendo más frenético, más ansioso con cada segundo. Las voces son más
fuertes, demandando sangre a cambio por nuestra de decepción.
—Ven con nosotros —grito sobre el rugido de las almas pérdidas—.
Podemos ayudarte. Encontraremos otra forma.
Legion niega con su cabeza. Otra estrella implosiona en sus ojos
cristalizados.
—No hay otra forma. No puedo cambiar lo que soy. Y este reino nunca
estará seguro mientras yo esté vivo. —Intenta nuevamente poner la espada en mis
manos, rogando desesperadamente—. Hazlo. Mátame. Por favor. Mátame.
Todo alrededor de nosotros comienza a difuminarse como si fuéramos
envueltos en un capullo de oscuridad. Vientos violentos aúllan y azotan a nuestro

219
alrededor, tratando de separarnos. Intento aferrarme aún más, pero son más fuertes
de lo que imaginé. No puedo hacerlo sola.
—¡Sácala de ahí! —grita Caín. Él está más cerca ahora, pero es difícil
escucharlo a través del túnel de viento. No estoy lista todavía. Nunca estaré lista
para decir adiós.
Legion acaricia mi mejilla con el dorso de su mano.
—Eden… —Una sola lágrima rueda por su bello y dolorido rostro.
La última estrella se distingue. Los vientos aúllan todavía. Y la oscuridad
cae.
—¡Ahora! —ruge Caín.
Los Se7en cierran la distancia, atacando desde todos los costados. Pero es
muy tarde. Demasiado tarde para que retiren a Legion de la oscuridad. Demasiado
tarde para sacarme de sus garras.
Los demonios asesinos ni siquiera logran acercarse unos centímetros a ellos
antes de que las almas perdidas envíen una explosión de abrasadora energía para
aventarlos de nuevo varios metros. Los Se7en vuelven a ponerse de pie, rápido, con
las armas listas. Trato de salir del alcance de Legion, pero parecen estar decididos a
mantenerme, probablemente a castigarme por mi engaño.
—Por favor, déjenme ir. Lo siento. —La palma de mi mano se estremece
cuando una esfera brillante se está formando.
—Que niña tan bonita —se burla una de las muchas voces antinatural que se
arrastran por mi piel.
La esfera se calienta más, irradiando luz sagrada. No quiero usarla, pero lo
haré.
—¿Qué quieres de mí? —No quiero saber, diablos, no. Pero necesito
mantenerlos distraídos el tiempo suficiente para que el Se7en encuentren una
entrada. Lo suficiente para que los agarren y yo pueda…
Demasiado tarde.
Sucede inhumanamente rápido. Tan rápido que ni siquiera puedo creer que
esté sucediendo. Pero mientras los Se7en se acercan, Legion gira su cuerpo,
llevándome con ellos. No veo que están haciendo. Ni siquiera puedo detectar
movimiento. Pero para el momento en que me doy cuenta que hicieron, es
demasiado tarde. No hay vuelta atrás de esto.
Hay gritos, violentos y agonizantes llantos alrededor de mí, aun así estoy tan
aturdida para hacer un sonido. No… No…
Los ojos oscuros de Jinn se abren con horror mientras baja la mirada a
donde la empuñadura del Redentor sobresale de su torso. Luego, lentamente como

220
si le doliera el movimiento, levanta su cabeza para enfrentar lo que una vez fue su
hermano, su líder, su amigo. Y ahora, su asesino.
Jinn, su adorable piel morena se vuelve pálida cuando el Redentor quita la
vida de su cuerpo y separa sus labios pálidos. Y en un tono acentuado que suena
como una hermosa melodía, el demonio mudo, pronuncia:
—Y si él te invade siete veces en un día, y siete veces en un día acude nuevamente a ti,
diciendo: Me arrepiento; le perdonarás. Yo… te perdono… hermano.
Phenex, con su rostro furioso y lleno de lágrimas, atrapa a su amigo más
cercano desde atrás, sacándolo de un daño mayor. Legion los ha roto. Esas almas
rebeldes han fracturado permanentemente a los Se7en.
Y de la misma forma en que llegaron, Legion explota en penachos de
brillantes plumas negras, sombras y humo.
Legion se ha ido. Mi madre está muerta. Jinn ha caído. Y el Se7en nunca
será el mismo.
Fui creada para un propósito. Y cuando lo conocí a él, pensé que mi
propósito era Legion.
Pero no amarlo. Ni siquiera salvarlo.
Mi propósito era matarlo.
Y fallé.
Bajo mi mirada a Jinn, mi amigo, ahogándose en su propia sangre, mientras
sus hermanos lloran sobre su cuerpo inmóvil y sin vida.
Ahora entiendo. Ahora es tan claro para mí como esas estrellas que una vez
me hipnotizaron bajo la luna de medianoche.
Matar a uno para salvar a un millón.
Para los Se7en, por la seguridad de toda la humanidad, juro por mi vida que
no volveré a fallar.

221
Capítulo 28
Lucifer

S
e pasea por el suelo frente a la puerta del dormitorio de ella,
contemplando qué decir. Pero las palabras han sido robadas,
arrancadas de su lengua y remplazadas con el amargo sabor del
arrepentimiento. Vergüenza. Se siente avergonzado por poseer estos
pensamientos… estas emociones. Y es extraño. Los sentimientos humanos no tienen
propósito en su existencia. Aun así, allí están, infectándolo, cambiándolo. Y esto
verdaderamente lo estaba volviendo jodidamente loco.
Lucifer no podía salir de una jodida vez de esto. No podía solo chasquear
sus dedos y terminar con la incomodidad de sentir. Eden se metió bajo su piel, y
tanto como disfrutaba molestándola, no podía soportar verla sufriendo.
Ella no dijo ni una sola palabra durante la travesía de vuelta a casa de Irin.
Nikolai fue capaz de raspar su última onza de fuerza para mover a Jinn de vuelta,
así que el viaje de vuelta fue tenso, por decir lo menos. Él sabía que se culpaba a sí
misma por eso; pensaba que podía salvar lo insalvable. Y él y los Se7en estaban tan
desesperados que le permitieron intentarlo. Dejaron que sacrificara su corazón y su
cordura porque creyeron que era la clave para la salvación de él.
Pero él lo sabía bien.
Sabía y aun así la dejó intentarlo porque necesitaba que ella viera por sí
misma. ¿Qué clase de monstruo era? ¿Cómo la rompería en un millón de piezas por
sus propios deseos egoístas porque era demasiado terco, mierda, estaba demasiado
asustado de perderla?
Y ahora aquí está él, reducido a un patético y llorón cobarde fuera de la
puerta de ella, preguntándose qué podría decir para hacerla sentir mejor.
Preguntándose si podría verlo alguna vez como algo más que el arquitecto de todo
lo que estaba mal y feo en su vida. Ella estaría en lo correcto al odiarlo, pero a él no
le importaba. Nada era mejor que verla derrumbarse. Preferiría quemarse en el
Fuego del Infierno por mil años que dejarla que aguante un segundo más de dolor.
Inhaló. Maldijo. Y tocó a la puerta.
No esperaba que ella respondiera. Cuando llegaron de vuelta a la mansión,
ella todavía no había dicho una sola palabra. Los demás se apresuraron a ir a la
enfermería, recitando pequeñas oraciones tontas a un Dios negligente, pero ella fue
directamente a su habitación. Ojos vidriosos, hombros flácidos… era como si
estuviera en trance.
222
Lucifer no tenía nada que hacer siguiéndola. Estaba completamente jodido
incluso para pensar que ella lo quería cerca después de lo que acababa de soportar.
Pero a medida que la puerta de su habitación se abre, él retiene el aliento,
agradeciendo a su Padre por darle este pequeño milagro.
—Eden…
No dice nada. Simplemente retrocede para dejarlo entrar. La ironía de este
simple gesto no pasa desapercibida. Hace veinticuatro horas, él ni siquiera se
hubiera molestado con tocar a la puerta. Tomaba lo que quería, cuando quería. No
le importaba una mierda las normas sociales porque esa mierda no aplica al maldito
Señor del Inframundo. Pero ahora… ahora su fría bienvenida es un regalo. Y él
simplemente está demasiado ansioso de aceptarlo.
La habitación está regada con ropa extendida por todos lados. Ella se lavó la
sangre de su piel y se cambió su camiseta, pero está de vuelta a sus pantalones de
cuero para pelear y las botas de antes.
—¿Cómo estás? —pregunta, cerrando la puerta detrás. Estúpido. ¿Qué clase
de pregunta es esa?—. ¿Estás herida?
—No. —Su voz es lo suficientemente fría para mandar escalofríos por la
espina dorsal de Lucifer. Ella coloca una mochila en la cama y comienza a llenarla
con ropa y armas. Se dirige al baño rápidamente, recuperando algunos artículos de
primeros auxilios y también los mete ahí.
—¿Vas a algún lado? —pregunta Lucifer, intentando sonar casual.
—Voy a encontrarlo.
—¿A quién?
—Legion.
—Eden, se ha ido. No va a regresar.
Deja caer la mochila y le dispara dagas con la mirada hacia Lucifer.
—¿No crees que ya sé eso?
—Entonces, ¿por qué quieres encontrarlo?
—Porque… —Niega con la cabeza, incapaz de terminar su pensamiento.
Sabe que es demasiado doloroso estar de vuelta en el campo, permitiéndose ser
testigo de la marca de la maldad indecible.
Lucifer conoce esa maldad demasiado bien. Él la creo. La alimentó. Y en la
mezquindad y el aburrimiento, desató ese mal al mundo.
¿Qué pensaría Eden si supiera que fue él quien manipuló al monstruo en el
que se convirtió Legion? ¿Cómo se sentiría si supiera que todo esto era lo que él
estuvo haciendo?

223
Por supuesto, esto era todo antes de que realmente conociera a Eden, años
luz antes de que hubiera comenzado… a importarle, un sentimiento que todavía
estaba luchando por digerir. Pero si ella se hubiera enterado de sus malas acciones,
si supiera que ella era la parte más crucial de su tortuoso plan, jamás lo perdonaría,
y mucho menos hablaría de nuevo con él. Y tan jodidamente mezquino y humano
como era, no podía arriesgarse. Ya había perdido a su hermano. No podía perderla
también.
—Voy contigo.
Eden se detiene en su empaque, mirándolo y frunciendo el ceño.
—¿Qué?
—Voy contigo. Quieres encontrarlo. Y lo creas o no, pastelito, no solamente
soy una cara bonita.
Ella niega con la cabeza.
—No tengo tiempo para juegos, Lucifer.
—¿Quién dijo algo sobre juegos? Sabes que los Se7en no te ayudarán, y
¿quién los culpa? Soy todo lo que tienes.
—¿Crysis?
—Ya regresó a unirse a la Alianza para ayudar a reconstruir la ciudad.
—¿Nikolai?
—Lo… liberé. Se lo ganó. Debería estar con su familia.
Hace un mohín, contemplando sus opciones. No las tiene.
—Bien. Pero si vienes conmigo, nada de asuntos graciosos. No me mentirás.
No intentarás joder con mi mente. Y no me cuestionarás sobre nada que tenga que
hacer. ¿Entendido?
—Entendido.
Lucifer se gira hacia la puerta bajo la pretensión de empacar su propia
maleta. Honestamente, no hay nada que realmente necesite. Solo a ella.
—¿Luc? —llama Eden antes de que llegue al umbral.
—¿Sí? —Se gira para verla de frente, más ansioso de lo que pretende.
—Uriel… dijo que yo era parte de tu plan de seguro. La pieza más
importante de tu rompecabezas que traerá ruina a la Tierra en caso de que Legion
falle. ¿Eso qué significa? ¿Y qué papel tengo en todo esto?
Los ojos violetas de Lucifer caen al suelo, su expresión en blanco y su disfraz
brutalmente frío se desliza en su lugar. Nunca tuvo la intención de alargar esto
tanto tiempo como lo hizo, pero aquí están. Y de cualquier forma que juegue esto,
ella puede muy bien odiarlo por el resto de sus días, por muy largo que sea eso.

224
Aun así, ella lo entendería. Haría cualquier cosa por las personas que ama.
Tal vez algún día él estaría incluido en esa categoría.
Tal vez.
Recompone sus rasgos con una sonrisa torcida, la que sabe que hace que su
aliento se entrecorte y sus mejillas se calienten contra su voluntad, y luego la mira a
través de sus ojos encapuchados ardiendo con mil pequeñas galaxias.
—Te lo diré en el camino.

FIN

225
Próximo Libro
Ayer tuve la audacia de imaginar
un futuro.
Uno que no incluía cazar demonios
empeñados en destruir la humanidad o ser
usados como peones en la venganza de mi
padre. Uno compuesto por un hogar, una
familia y todas las cosas que siempre
anhelé siendo una niña destrozada.
Luego, en un abrir y cerrar de ojos
plateados, mi estúpida esperanza se
extinguió y mi mundo se vino abajo.
Fuimos fuertes. Peleamos.
Perdimos.
Perdí.
Legion, el demonio al que me atreví a amar, se había ido.
Ahora me partiré en dos y haré lo impensable para encontrarlo. Pondré mi
confianza en su hermano, su enemigo, y haré un trato con el Diablo. Y aunque su
oscuridad y depravación igualan a la mía, sé que esto no terminará bien para
ninguno de los dos.
Puede que mi cuerpo sobreviva, tal vez incluso mi alma. Pero no puedo
prometer lo mismo para mi corazón. Esta vez, no fallaré. No vacilaré. Y si es
necesario, seré el arma para la que fui creada. Seguiré el código del Se7en y haré lo
que debí haber hecho cuando tuvimos la oportunidad.
Matar a uno para salvar a un millón.
Matarlo a él para salvar al mundo.

Se7en Sinners #4

226
Sobre la autora
S.L. Jennings es una orgullosa
esposa de un militar su amor de secundaria,
una mamá de tres ruidosos chicos, y una
autora de romance contemporáneo y
paranormal en la lista de los más vendidos
en New York Times y USA Today.
Cuando no está obsesionada con los novios
de libros, la puedes encontrar saliendo con
unos pocos amores épicos ficticios en
librerías independientes, o bebiendo un
Bloddy Mary en su guarida en Spokane,
Washington. Ella es auto proclamada una elitista de la comida, maquillaje chatarra
y amante de todas las cosas brillosas, destellantes y cursis.

Serie Se7en Sinners:


1. Born Sinner
2. End of Eden
3. Wicked Ruin
4. Fallen Reign

227
Staff Bookzinga
Moderación
Knife

Traduccción
Ale Grigori Izabeth
Akanet Knife
Âmenoire LizC
AnnaTheBrave Lyla
Brendy Eris Masi
Brisamar58 Naty Pedraza
Flochi Nix
Genevieve Ximena Vergara

Corrección, recopilación y revisión


LizC y Masi

Diseño
Orwzayn

228
Staff Midnight Dreams
Moderación
Mariela

Traducción
Annette-Marie
Lili-ana
Ling07
Lieve
Mariela
Watson

Corrección
Hailee
Lili-ana
Mariela

Recopilación y revisión
Mariela

229
Realizado sin fines de lucro para promover la lectura.
Apoyemos a los autores comprando el original.

230

También podría gustarte