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BOURDIEU Y PASSERON: UNA TEORIA DEL SISTEMA DE ENSEÑANZA

El trabajo de Pierre Bourdieu y Jean Claude Passeron, publicado en 1970 con


el título La Reproducción, representa una versión particular del paradigma
reproductivista. A diferencia del reproductivismo de corte netamente marxista, la teoría
de la reproducción que desarrollan Bourdieu y Passeron, si bien recuperan algunos de
los planteos de Marx sobre la relación entre la educación y la estructura de clases,
incorpora también ideas y conceptos extraídos de la sociología de Durkheim y de
Weber. De la integración de estas posturas teóricas, tan dispares en algunos
aspectos, surge una propuesta muy interesante y ambiciosa, destinada a develar los
mecanismos por medio de los cuales se lleva a cabo la reproducción del orden
establecido, mecanismos que actúan de manera muy sutil y oculta, y por lo tanto, no
son perceptibles por aquellos que experimentan su acción.
El trabajo de Pierre Bourdieu y de Jean Claude Passeron (Hablo de “La
Reproducción”, editorial Laia Barcelona, 1977) tiene como fin explicar el
funcionamiento de la acción pedagógica en el campo de la educación, desde una
perspectiva sociológica. Si bien, los autores usarán el término biológico
“Reproducción” para definir la constante transmisión de conocimientos, pautas
culturales y formas estructurales del sistema de enseñanza en el caso francés; hay
que tener en cuenta y no perder de vista que, los elementos usados por Bourdieu y
Passeron son encaminados a la construccion de una teoría del sistema de enseñanza.
Por esa razón, aunque, haya trabajado en el caso francés, sus aportaciones pueden
ser válidas en cualquier otro contexto parecido, obviamente sin dejar de lado las
diferencias que puedan presentar otros casos.
Con estos antecedentes podemos explicar en este trabajo algunos elementos
conceptuales utilizados por Bourdieu y Passeron en su obra, los cuales se nos hacen
de interés abordar.

1. VIOLENCIA SIMBOLICA
El concepto de violencia simbólica designa un poder de imposición de significados
cuya característica fundamental es que oculta su verdadera naturaleza, es decir, no
aparece como una imposición fundada en relaciones de fuerza en las cuales unos
ejercen poder sobre otros. El concepto de poder en la Reproducción surge de las
teorías de Marx, Weber y Durkheim sobre los fundamentos del poder. En la violencia
simbólica el poder de imposición no aparece como tal, sino que es aceptado por el
receptor de los significados que se imponen, en virtud de la legitimidad que el receptor
le otorga al transmisor. Esta representación de legitimidad que el receptor le otorga al
transmisor refuerza y perpetúa ese poder.
En el caso del sistema educativo, el poder consiste en la posibilidad que tiene un
agente (docente) de imponer determinados significados culturales (no cualquier
significado) y de imponerlos como legítimos, a otro agente (alumno) que no opone
resistencia a ello. En el sistema de enseñanza, este poder de imposición se ejerce de
manera sistemática y duradera por parte de agentes autorizados y especialmente
entrenados por el propio sistema para llevar a cabo la tarea de imposición. Por su
parte el que recibe la acción, otorga legitimidad al sistema y sus agentes, de modo que
considera que su deber es obedecer al mandato. Esta representación de legitimidad,
que corresponde al plano simbólico tiene carácter subjetivo y es lo que facilita y
perpetúa las relaciones de poder que, en el plano objetivo o estructural, son
propiamente relaciones de fuerza.

2. ACCION PEDAGOGICA Y ARBITRARIEDAD CULTURAL


Acción pedagógica y arbitrariedad cultural son otros conceptos claves del modelo
elaborado por Bourdieu y Passeron. La noción de violencia simbólica y arbitrariedad
cultural son inseparables puesto que los significados que toda acción pedagógica
intenta inculcar corresponden a un arbitrio cultural.
Toda acción pedagógica impone e inculca una arbitrariedad cultural, a través de un
modelo de imposición como es la educación.
Toda acción pedagógica dominante es objetivamente una violencia simbólica, en la
medida en que, en una relación de comunicación pedagógica, inculca e impone como
sistema simbólico legítimo significados que corresponden, en una formación social
determinada, a los intereses objetivos (materiales, simbólicos y pedagógicos) de los
grupos o de las clases dominantes. Por lo tanto, toda acción pedagógica dominante, al
reproducir la arbitrariedad cultural que inculca, contribuye a reproducir las relaciones
de fuerza entre los grupos o las clases que la sustentan.

3. AUTORIDAD PEDAGOGICA
Para que el ejercicio de la acción pedagógica (AP) sea eficaz, es decir consiga su
objeto propio de inculcar significados (e inculcarlos como legítimos) debe estar dotada
de legitimidad o sea, debe constituirse como autoridad pedagógica (AuP).
No cabe duda que el concepto de AP remite a la sociología de Weber, que define la
autoridad como el ejercicio legitimo de la dominación. La AP es también una violencia
simbólica, pero investida de cualidad adicional, la legitimidad; en consecuencia, la
obediencia al mandatario y al mandato específico del que aquel es titular, aparece
como obligatoria para el dominado. El alumno se somete a la autoridad del profesor
porque reconoce4 su legitimidad para ejerce r el poder de imposición es decir para
imponer el mandato.
En el sistema educativo que es una formación social explícitamente destinada a
educar, los docentes actúan como mandatarios institucionales y en tanto tales, están
investidos de la autoridad necesaria (AuP) para que su mandato no pueda ser resistido
por el dominado. El alumno considera `natural’ que el profesor enseñe; difícilmente
definirá la tarea de enseñanza en términos de ‘ejercicio del poder de imposición’.
El reconocimiento objetivo de la autoridad pedagógica como autoridad legítima supone
dos cosas. Por una parte que quien ejerce la AP, en virtud de la posición que ocupa,
aparece como transmisor legitimo, o sea digno de transmitir lo que transmite,
autorizado para imponer su recepción y controlar su inculcación mediante sanciones
(físicas o simbólicas, positivas o negativas), socialmente aprobadas o garantizadas. Y
por otra, este carácter de imposición legítima refuerza el poder arbitrario que la
fundamenta y que ella disimula.
A su vez, lo receptores de la comunicación pedagógica, en virtud de la posición que
ocupan, están dispuestos a reconocer la legitimidad de la AuP de los transmisores y
de la información transmitida por estos y, por lo tanto, a recibir e interiorizar el
mensaje.
De esta manera, gracias a la AuP, se cierra un círculo que refuerza el poder de
imposición de los grupos o clases dominantes y refuerza también la vigencia de los
significados que se imponen, es decir, del arbitrario cultural que constituye el
contenido del mensaje que los agentes autorizados transmiten.

4. TRABAJO PEDAGOGICO Y HABITUS


El concepto de TP es inseparable del de Habitus. Bourdieu y Passeron definen al TP
como el ejercicio, por parte de un mandatario institucional, de una Au.P, de manera
sistemática y regular durante un tiempo prolongado, a fin de lograr la formación de un
habitus en los individuos que están sometidos a ella. Dicho en otros términos, el
resultado de este TP, que necesita para su ejercicio de una AuP, es la formación en
ellos de un sistema de disposiciones duraderas y transferibles, el habitus, que
permanece en el tiempo incluso cuando la acción ha cesado de producirse.
El TP (es ejercido por la escuela, la familia una iglesia, etc.) es una acción de
inculcación continua y prolongada, que tiene por efecto producir individuos dotados de
una formación duradera y transferible, un habitus, que perdura en el tiempo una vez
que cesa la AP.
El habitus como sistema de esquemas de percepción, pensamiento y acción, y como
producto de la interiorización de una arbitrariedad cultural, una vez que ceso la AP es
capaz de engendrar prácticas que: I) - reproducen, mas allá de toda reglamentación
expresa las condiciones sociales de producción de la arbitrariedad cultural inculcada.
Es decir, practicas que producen su efecto de reproducción de las estructuras
objetivas; II)- producen la integración moral e intelectual del grupo, sin recurrir a la
represión externa y a la coerción física al interiorizarse las disciplinas, las censuras, las
exclusiones, etc. en forma de autodisciplinas, autocensuras, autoexclusiones.
Además Bourdieu y Passeron distinguen el TP pedagógico primario del TP secundario.
El primero se realiza en grupos como la familia, que es la formación social encargada
de ejercer la AP primaria; este TP produce un habitus primario, característico de un
grupo o una clase social.
TP secundario corresponde a la AP secundaria, que se realiza fundamentalmente en
las agencias de educación institucionalizada. El grado de productividad especifica de
cualquier TP secundario, esta en función de la distancia que separa al habitus que
tiende a inculcar (arbitrariedad cultural impuesta) del habitus inculcado por el TP
primario (arbitrariedad cultural originaria).
En este sentido, los autores destacan que el éxito de toda educación escolar depende
de la educación primaria que la ha precedido, ya que por medio de enseñanzas
vinculadas a las conductas cotidianas de la vida, de la adquisición de la lengua
materna o la manipulación de los términos, etc.los diferentes grupos o clases sociales
dominan en estado practico disposiciones lógicas que, por ejemplo, predisponen de
manera desigual al dominio simbólico de las operaciones implicadas en un operación
matemática o en la interpretación de una obra de arte.

5. EL SISTEMA DE ENSEÑANZA INSTITUCIONALIZADO Y SUS FUNCIONES

Esta proposición está dedicada a la AP que se lleva a cabo en el sistema de


enseñanza institucionalizado (SE), es decir, en la agencia que tiene como función
explicita impartir lo que Bourdiue llama la educación institucionalizada. Dentro de este
sistema la AuP se traduce en AuE, y el TP en trabajo escolar (TE), que es un trabajo
pedagógico especifico y reglamentado.
Por la lógica de su funcionamiento, el SE tiene una tendencia a la autorreproduccion.
Esto es así por lo siguiente: I) él SE detenta el monopolio de la producción de los
agentes encargados de la reproducción de la arbitrariedad cultural (produce agentes
que reproducen con su práctica pedagógica la formación de la que son producto); y II)
produce y reproduce las condiciones institucionales del desconocimiento de la
violencia simbólica que ejerce, o sea, del reconocimiento de su legitimidad como
institución pedagógica.
Por otra parte, todo SE posee autonomía relativa con relación a los intereses de las
clases dominantes.
Todo SE produce y reproduce, por los medios propios de la institución, las condiciones
institucionales para I) _ el ejercicio de su función propia o interna de inculcación, es
decir, una función de integración intelectual y moral; y II)- la realización de su función
externa de reproducción social de las relaciones de clase. Para Bourdieu, además de
realizar su función interna o propia (inculcación de la cultura) y su función externa
(reproducción del orden social), el SE logra realizar perfectamente una tercera función
de carácter ideológico, que consiste en la legitimación del orden establecido. Y lo hace
porque acreditando la ilusión de su neutralidad y autonomía absoluta, logra ocultar las
relaciones que unen la función de inculcación a la función de conservación de la
estructura de relaciones de clase característica de una sociedad.
Para comprender adecuadamente la naturaleza de las relaciones que unen el sistema
escolar a la estructura de relaciones de clase, el autor pone de relieve en los dos
sujetos de la relación pedagógica (alumnos y docentes) el sistema de relaciones
circulares que unen las ‘estructuras’ y ‘prácticas’ por la mediación de los habitus, en
tanto sistemas de disposiciones productos de las estructuras, productores de prácticas
y reproductores de estructuras.
Desde esta perspectiva, los sistemas de disposiciones (habitus) constituyen uno de los
factores más importantes de la perpetuación de la estructura de las probabilidades
escolares. Estas probabilidades revelan las posibilidades de éxito escolar de los
alumnos provenientes de diferentes clases sociales. Son una manifestación
objetivamente observable de las relaciones entre el sistema de enseñanza y la
estructura de las relaciones de clase.
Las disposiciones y predisposiciones (aspiraciones, esperanzas, voluntad,
motivaciones, etc.) del individuo respecto de la escuela dependen de las posibilidades
objetivas de utilizarla y triunfar que están ligadas a las distintas clases sociales. Por
ejemplo, las disposiciones y predisposiciones negativas que conducen a la
autoeliminación, entre otras, el desprecio de si mismo (‘la cabeza no le da para otra
cosa, solo para trabajar’) o la desvalorización de la escuela y sus sanciones (‘la mejor
escuela es la de la calle’, ‘lo que se aprende en la escuela no sirve para nada’),
pueden comprenderse como una anticipación conciente de las sanciones que la
escuela reserva objetivamente a las clases dominadas.
Por su parte, el SE tradicional, al aparentar que su acción de inculcación esta
sustentada en un principio de igualdad escolar y que los rendimientos escolares
diferenciales se deben a las aptitudes innatas de los individuos o al merito de la
persona, independientemente de todas las determinaciones de clase (cuando en
realidad no hace mas que confirmar y reforzar un habitus de clase que, constituido
fuera de la escuela, está en la base de todas las adquisiciones escolares), realiza una
función de legitimación y conservación del orden establecido. Por ejemplo, el SE
universitario, a la hora de desarrollar actitudes estéticas o científicas, privilegia ciertas
aptitudes (lecturas menos escolares; una relación distante, fría y desinteresada con el
mundo, con el lenguaje y la cultura) que son mas frecuentes entre los estudiantes que,
por provenir de una familia relativamente liberada del pragmatismo impuesto por las
urgencias de la necesidad económica, pueden manifestar un desapego que da la
impresión de mayor seguridad intelectual. Por lo que, el SE consigue hoy con la
ideología de los ‘dones naturales’ y de los ‘gustos innatos’ los siguientes resultados: A-
disimular el destino social que ya estaba asignado previamente a las clases
dominadas; B- ocultar que las jerarquías escolares que produce, reproducen las
jerarquías sociales; C- perpetuar y legitimar la reproducción circular de las jerarquías
sociales y de las jerarquías escolares, es decir, las estructura de relaciones de clase.

Para finalizar, graficamos a través del siguiente ejemplo la explicación de los


elementos teóricos trabajados anteriormente.
La violencia simbólica “…es también inculcar a los alumnos… los valores y la cultura
de una clase particular, la arbitrariedad cultural de una clase particular”, (Bourdieu;
1977: 30). Sin embargo también es “todo poder que logra imponer significaciones e
imponerlas como legítimas disimulando las relaciones de fuerza”, (Ibíd.: 30). Es un
medio, el cual puede ser empleado con tanta sutileza o todo lo contrario para permear
entre las sociedades. Está destinado a incluir y excluir al sujeto dependiendo de los
parámetros establecidos por el sistema. En este caso el sistema escolar al utilizar la
escala numérica y también considerada valorativa es una muy buena representante de
este ejemplo:
Juancito cumplió con todas las tareas; saco buenas calificaciones en sus exámenes;
siempre llegó temprano a clases; siempre venía limpio, no hubo día que se portara con
mala conducta. Resultado: Juancito tiene diez de calificación.
En cambio…
Pedrito con dificultad terminaba una tarea y la que finalizaba estaba mal; sus
exámenes no eran nada buenos; a veces llegaba tarde y sin desayunar; siempre fue
muy distraído y un poco dormilón. Resultado: Pedrito tiene seis punto cinco de
promedio.
A simple vista y con las excusas descritas, hacemos una valoración y declaramos:
Juancito se merece el diez de calificación mientras que Pedrito se merece su
humillante y vergonzante seis punto cinco por flojo, desinteresado y dormilón.
La violencia simbólica se encarga de darle de cierta forma a cada quien un sitio. De
excluir de la lista al más distraído y de incluir en el cuadro de honor y en las listas de
las becas a los más “entregados”.
En el caso mencionado se dictan excusas muy conocidas, sin embargo, lo que hay
debajo y detrás no es explicado. Veremos cómo la sociedad y el mismo sistema
educativo puede ser injusto e inquisidor de la vida del estudiante.
Resulta que Juancito cuenta con una familia de clase media. Su padre es burócrata de
la tesorería; su madre es enfermera del Seguro Social; tiene un hermano mayor que
ya está casado. Cuenta con un cuarto propio, donde la televisión y los juegos de video
son su recompensa por estudiar.
Por otro lado, Pedrito tiene a unos padres desempleados y sin estudios, los cuales
tienen ingresos esporádicos; tiene cuatro hermanos, uno mayor que él y otros tres
menores. Pedrito tiene de cierta manera la responsabilidad de cuidar a sus hermanos
cuando sus papas salen a buscar dinero para comer y sobrellevar la vida. Sus
hermanos duermen en su habitación, aunque ya no se
distingue de quien sea realmente la misma.
Condiciones diferentes y extremas; una regla homogénea. El sistema educativo no se
detiene a considerar tales situaciones. Si bien, no podemos hacer hipótesis
aventuradas como las anteriores, puesto que necesitaríamos comprobar cómo la
economía familiar afecta al desenvolvimiento del estudiante (aunque sea muy obvio);
como la cantidad de hermanos reduce la atención de los padres hacia los estudiantes.
Podríamos usar el sentido común para dictaminar que esas condiciones aunadas a
otras son detonantes para el mal desenvolvimiento del estudiante y que la regla de los
profesores no toman en cuenta esas condiciones. Pero el sentido común no es de
nuestra incumbencia, sin embargo, la violencia simbólica recae en ese dictamen
impreciso del sentido común: los buenos estudiantes avanzan, mientras que los malos
estudiantes se quedan rezagados por ser considerados ignorantes;
Uno de los elementos más importantes que nos da Bourdieu y Passeron es el
desarrollo de la acción pedagógica. “Toda acción pedagógica es objetivamente una
violencia simbólica en tanto que imposición, por un poder arbitrario, de una
arbitrariedad cultural”, (Ibíd.; 45).
Dentro del sistema escolar, en el cual se enfoca Bourdieu, la acción pedagógica la
podemos resumir como las diferentes formas de transmitir conocimiento a través de
una diversidad de conductos, respaldados por una autoridad pedagógica. La autoridad
pedagógica avalará el sistema estructural de enseñanza. Desde qué, cómo y cuándo
se debe de enseñar tal o cual conocimiento al subordinado que esta atrás de un
pupitre y en frente de una pizarra. La misma acción pedagógica es excluyente y
selectiva como ya vimos.

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