Está en la página 1de 7

Universidad de la Amazonía: Maestría en Ciencias de la Educación.

Curso: Énfasis en formación II


Presentado por: Carlos Fredy Imbachí Patiño y Emerson Hernández Herrera.
Florencia – Caquetá, 13 de abril de 2019.

La Educación: un escenario de violencia simbólica.


Tomado del texto: La Reproducción. Pierre Bourdieu – Jean Claude Passeron

Nos preguntábamos cómo iniciar este texto, cómo ser respetuoso con la
rigurosidad vivamente necesaria de la teoría (Reproducción) de Bourdieu y Passeron, cuya
teoría corresponde a visibilizar la “dulce y sutil”, pero finalmente “apocalíptica
simbólicamente hablando” función de la educación. Esta última que, desde hace décadas,
hasta nuestros tiempos, viene imponiendo a los sujetos y agentes una forma de violencia
pedagógica. Así mismo, ha venido enmarañando el concepto de educación con instrucción;
dicho así, la escuela como institución legitimada, cuya función va más allá de domesticar la
especie humana (Sujeto cultivado), cuyos propósitos están concentrados en intereses
económicos, productivos e industriales.

La escuela ha logrado sembrar una actitud de conformidad, obediencia, que


finalmente se traduce en “el hábitus, como producto de la interiorización de los principios
de una arbitrariedad cultural, capaz de perpetuarse e interiorizarse” (Bourdieu & Passeron,
1995, p. 72), entiendase este como socio imprescindible para los intereses particulares de
una cultura doblemente arbitraria, en la que prima para los sujetos el adquirir un capital
simbólico, que genere credulidad, autoridad, prestigio, así mismo como la capacidad de
imponer, es decir, ser sujetos con capital económico, social, cultural y político.

Indagando al respecto, nos encontramos con diversas perspectivas sobre la


educación como socia obediente a las sociedades o clases de poder, una de estas, afirma
que:

La misión inconfesada de la educación es mantener a la gente igual, que no cambie, la


educación como el socio invisible, del complejo militar industrial, la educación es para
tener trabajadores, no es para tener desarrollo humano, el problema es que sin
desarrollo humano no hay evolución social; la educación es un sistema creado por el
sistema económico, para crear una fuerza de trabajo apropiada y para que la gente
obedeciera a mandatos y para que no pensara mucho por sí misma, es decir reproducir
una forma de ser. [CITATION Nar23 \l 9226 ].

Es sin duda una percepción lúcida, acuñada a la teoría de Bourdieu y


Passeron, en la que los individuos y agentes no sabemos lo que está pasando,
actuamos bajo un imperativo de homogeneidad y ortodoxia, puesto que somos
demasiados cómodos con las doctrinas y principios tradicionales de dominio; entre
estos, la escuela, la iglesia y demás instituciones cómplices de la producción y
reproducción de una arbitrariedad cultural.

Ahora bien, trataremos de orientar los “elementos” o fundamentos, que


según Bourdieu y Passeron promueven la imposición, validación y legitimización de
las formas de violencia simbólica, en pro de una cultura arbitraria (Acción
Pedagógica (AP), Autoridad Pedagógica (AuP), Trabajo Pedagógico (TP), Sistema de
Enseñanza (SE), violencia pedagógica, violencia simbólica, capital simbólico y
hábitus); luego se realizará una relación de la teoría de la Reproducción con respecto
al trabajo de investigación que nos convoca.

El primer fundamento que se pretende abordar es el de Violencia


Simbólica, en el que encontramos que “todo poder que logra imponer significaciones
e imponerlas como legítimas disimulando las relaciones de fuerza en que se funda su
propia fuerza, añade su fuerza propia, es decir, propiamente simbólica a esas
relaciones de fuerza” (Bourdieu & Passeron, 1995, p. 44), así pues, la violencia se
produce mediante una “relación social”, donde prevalece el dominador sobre el
dominado, se utilizan artefactos de poder (familia, escuela, iglesia, universidades etc.)
no necesariamente físicas, de tipo indirectas e inconscientes por parte de quienes son
abordados e inculcados arbitrariamente.

El fundamento de la violencia simbólica es plenamente interpretado por el


arbitrario cultural que pretende dominar con su fuerza ideológica, mediante prácticas
aceptadas, previamente justificadas y aceptadas; donde predomina la ley del más
fuerte o como diría Maquiavelo “el fin justifica los medios”, simplemente que, en
nuestros tiempos, estos medios se han caramelizado y/o anestesiado de una forma
muy significativa para los intereses de los “ungidos” por el poder. Tal como lo afirma
Bourdieu y Wacquant (citado en Gutierrez, 2004) señala que:

Legitimar una dominación es dar toda la fuerza de la razón a la razón (el interés, el
capital) del más fuerte, esto supone la puesta en práctica de una violencia simbólica,
eufemizada y por lo mismo socialmente aceptable, que consiste en imponer
significaciones, en hacer creer y hacer ver, para movilizar, la violencia simbólica,
entonces se sustenta en el poder simbólico. (p. 292)

Por lo tanto, es evidente que existe una lucha constante por adquirir el
poder simbólico que permita legitimidad para la imposición de convenciones
socialmente aceptadas; que, a su vez, son inculcadas por instituciones legítimas de
“formación”, producción o reproducción de las categorías existentes, entre ellas, la
escuela, la iglesia entre otras, que contribuyen a la perpetuación del poder.

Por consiguiente otro fundamento en el proceso de reproducción inicial, es


la Acción Pedagógica (AP), en la que se impone un conocimiento como válido, es
decir, una arbitrariedad cultural, “toda acción pedagógica (AP) es objetivamente una
violencia simbólica en tanto que imposición, por un poder arbitrario, de una
arbitrariedad cultural” (Bourdieu & Passeron, 1995, p. 45), en síntesis, esta acción
“armoniosa”, llevada a cabo por miembros de un grupo o formación social, agentes
homogeneizadores (docentes) designados por entidades institucionalizadas, por
medio de relaciones de comunicación pedagógica, que a su vez, inculcan sistemas de
arbitrariedades culturales (intereses, objetivos, materiales etc.) de los grupos o clases
dominantes.

Desde la armonía y dulce alineación de “individuos educados” son “las


Acciones Pedagógicas (AP) las que tienden siempre a reproducir la estructura de la
distribución del capital cultural, entre esos grupos o clases, contribuyendo con ello a
la producción de la estructura social” (Bourdieu & Passeron, 1995, p. 51) a causa de
la división del capital, se instruye enfatizando en la obtención de capital simbólico,
desglosando de este último, el capital económico, cultural y social, atributos que
permitirían al sujeto obtener un poder social (status).
Debemos tener claro que toda Acción Pedagógica está imperiosamente
sometida a otras Acciones Pedagógicas Dominantes o en su defecto a una Autoridad
Pedagógica (AuP) que está encargada de ejercerla o permitir que se ejerza la acción
pedagógica.

Por poner un ejemplo sobre AP Y AuP: acontece que, en las aulas de


clase, quien ejerce la autoridad pedagógica es el docente sobre los estudiantes, y este
agente por su condición legítima socialmente concebida (capital simbólico) puede,
lograr imponer arbitrariedad cultural sobre los estudiantes, mediante unas acciones
pedagógicas, que muy seguramente se le habrían impuesto previamente para asumir
su rol docente.

Es un círculo vicioso, a la que nos atreveríamos a llamar, “la ley de la


producción de la reproducción homogénea”; Podríamos afirmar con lo antes
expuesto, que no hay institución de enseñanza que tenga plena autoridad de sí misma,
sino la que se le es delegada por la clase dominante, en aras de llevar a cabo la
reproducción de las prácticas arbitrarias y homogéneas.

En este proceso de imposición arbitraria subyace el fundamento del


Trabajo Pedagógico (TP), en relación con la acción pedagógica, puesto que,
pretende inculcar principios arbitrarios de una cultura de forma perdurable,
exhaustiva y transferible en la vida de los individuos; Es decir la formación del
Hábitus, que tienen una estrecha relación con los campos sociales, permitiendo este,
estructurar a los individuos en ciertas posiciones; por ejemplo: una persona puede
pertenecer a diversos campos (campo familiar, campo académico, campo profesional
etc.) en las que puede acceder a un menor o mayor posición social.

La estructura en la que el hábitus opera se llama campo, para Bourdieu


(como se cita en Meichsner, 2007) “entre hábitus y campo existe una relación
dialéctica en el sentido que el hábitus, formado en un campo específico es capaz de
instruir actitudes en él que tienen sentido”, en consecuencia un individuo se forma en
hábitus, cuando escoge inconscientemente contextos, gustos, genera espacios de
actuación en campos como el arte, deporte, profesión, entre otros, que corresponden
con los hábitus impuestos arbitrariamente, por los sistemas de valores de las clases
dominantes. (p. 10)

Un elemento o fundamento esencial en la formación de los hábitus,


impuestos por la cultura doblemente arbitraria, es el Sistema de Enseñanza (SE),
que garantiza la producción, reproducción y perpetuación social, por medio de
condiciones de materiales, relaciones, métodos arbitrarios pero legítimos y por lo
tanto válidos socialmente.

“todo sistema de enseñanza institucionalizado (SE) debe las características específicas


de sus estructura y de su funcionamiento al hecho de que le es necesario producir, por
los medios propios de la institución, las condiciones institucionales cuya existencia y
persistencia son necesarias tanto para el ejercicio de su función propia de inculcación
como para la realización de su función de reproducción de una arbitrariedad cultural de
la que no es el productor y cuya producción contribuye a la reproducción de las
relaciones entre los grupos o las clases”. (Bourdieu & Passeron, 1995, p. 95)

Es decir su legitimidad (SE) influye en el establecimiento de las


instituciones y sus condiciones de reproducir, perpetuar y transferir la formación de
hábitus en los sujetos, y que estos a su vez, sean inconscientes de la violencia
simbólica que se les impone, es decir que desconozcan los objetivos establecidos por
la cultura arbitraria del poder, dicho en otros términos que crean que lo que ven y
desde lo que se les forma, se asimile como lo ideal, lo concebible, lo anhelado y lo
correcto (capital simbólico).

Es desalentador comprender que desde todo escenario educativo se


condiciona a los sujetos a actuar en campos de imitación (producción y
reproducción), puesto que se crean significados, en el cual, los docentes son piezas
fundamentales para el engranaje de la arbitrariedad cultural. Los docentes
concebidos como meros agentes, que, por su condición de homogeneizadores,
transmiten unos contenidos previamente “tratados” homogéneamente, y que desde
esa condición se impone unas arbitrariedades-significaciones, que, en algún
momento, fue igualmente impuesta. como consecuencia de esta situación, asumimos
a los docentes homogeneizadores, previamente homogenizados, a causa de una
educación homogénea y doblemente arbitraria.

La actividad de los agentes (con limitada capacidad de agencia),


designados como docentes, está regulada por normas, leyes, que hacen ver esta
profesión a fin de que se les considere como simples técnicos, transmisores de
contenidos, “conocimientos”, rasgos de conformidad y comodidad, mediada por una
autoridad delegada y por ende limitada. Así pues, conviene tener en cuenta las tesis
que provocan incertidumbre, en las que se justifican que “no existe nada nuevo bajo
el sol, toda forma cultural es arbitraria, todo intento de cambio no es más que
repetición de lo mismo, y toda rebelión inútil” (Bourdieu & Passeron, 1995, p. 10), es
decir que se rebasa en un círculo vicioso, que por sus condiciones de incertidumbre,
permite inferir sobre lo difícil que va a ser salir de la arbitrariedad cultural que nos
imponen.

Referente al trabajo de investigación que lleva como título,


fortalecimiento de la competencia comunicativa oral en estudiantes de las
instituciones rurales: el Carmen y la Samaria, debemos admitir que sin lugar a duda
hay un imperativo de imposición arbitraria, que no se habría identificado si no fuese
por la teoría de la Reproducción (Bourdieu y Passeron). Afirmamos que estamos
siendo arbitrarios, desde el solo hecho de pretender imponer unas acciones de
actuación (violencia simbólica), mediante una secuencia didáctica, en la que se
impone una hipótesis, en la que se espera que afecte la competencia comunicativa
oral de los estudiantes, nada más el hecho de formularlo en el texto ya nos hace
agentes con limitada capacidad de agencia y arbitrariedad de lo que se impone, hasta
donde nos lo faculte la Autoridad pedagógica.
Bibliografía

Bourdieu, P., & Passeron, J. C. (1995). La Reproducción, Fundamentos de una teoría de


violencia simbólica. Ciudad de México: Distribuciones Fontamara S.A.
Gutiérrez, A. (2004). Poder, hábitus y representaciones: recorrido por el concepto de
violencia simbólica en Pierre Bourdieu. Revista Complutense de Educación , 292.
Meichsner, S. (2007). El campo político en la perspectiva teórica de Bourdieu. Iberoforum.
Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana, 10.
Naranjo, C. (23 de 06 de 2018). Qué es la Educación? Claudio Naranjo. Obtenido de
https://www.youtube.com/watch?v=t7pJk7oegM

También podría gustarte