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Utilizamos este término para referirnos a personas que muestran mucha ansiedad ante la idea de
abandono y están dispuestos casi a hacer o a soportar todo tipo de cosas con tal de no ser
abandonados, incluso aunque la relación les haga sufrir o no les satisfaga.
Estas relaciones se caracterizan por ser destructivas. En ellas se pone al otro por encima de
cualquier otra cosa incluso de uno mismo pese al sufrimiento y malestar que genera la relación,
siendo el otro, el principal motor de la vida, la cual gira en torno a la pareja y la relación. Se
relegan a un segundo plano otros aspectos importantes de su vida como la familia, las relaciones
sociales o las actividades personales
Normalmente asociamos este patrón a un tipo de pareja en el que uno de los miembros es
dependiente y el otro dominante. Sin embargo, este no es el único tipo de desequilibrio afectivo,
hay varios tipos de vinculaciones patológicas relacionadas con la dependencia.
Dependencia Vertical:
Es cuando una persona depende absolutamente de otra: es por ejemplo el tipo de relación entre
los padres y sus hijos pequeños. Los padres proveen, cuidan, y el bebé depende de ellos para
sobrevivir.
Dependencia Horizontal:
Se trata de una Inter-dependencia entre personas adultas. Todas dan y reciben, se cuidan y se
apoyan mutuamente. Entre parejas adultas esta interdependencia a nivel horizontal sería
característica de una relación sana y equilibrada.
Por otro lado hay muchas personas que en su edad adulta no buscan una relación horizontal, sino
vertical: alguien que les cuide, que les provea, o bien alguien a quien cuidar, a quien “salvar” o
incluso alguien a quien dominar.
4. Relaciones Sanas:
Hay dos variables que condicionan nuestra capacidad para relacionarnos y vincularnos de forma
sana, están relacionada con los estilos de apego en los primeros años de vida, estas variables son:
la Regulación Emocional y la Seguridad o Confianza Relacional.
1. Regulación Emocional:
Regulación de los estados de ánimo: es aquello que pongo en marcha para intentar cambiar mi
estado emocional, puede ser:
Auto- Regulación: lo que hago yo solo para intentar cambiar de estado. Por ejemplo hacer
deporte, meditar, leer un libro, escribir en mi diario, etc. La capacidad de autorregulación se
adquiere a lo largo del desarrollo. Los niños pequeños no son capaces de autorregularse por lo que
dependen de una co-regulación por parte de sus padres o cuidadores.
Co-regulación: es lo que hago con ayuda de otros. Por ejemplo salir con amigos, pedir consuelo o
consejo, buscar contacto físico de los seres queridos, etc.
Es importante saber tanto autorregularnos como corregularnos para tener una buena gestión
emocional interpersonal.
Tiene que ver con cómo nos sentimos estando solos y estando en compañía de los demás,
normalmente está vinculado al tipo de apego en la infancia: un apego seguro genera confianza, y
uno inseguro (padres ausentes o ambivalentes, maltrato..) desconfianza. También experiencias
vividas en la edad adulta pueden influir en nuestro nivel de confianza (frustraciones, engaños,
coacciones, malos tratos, bulling.. )
Hay personas que ante la soledad se sienten inseguros: no confían en sí mismos y sus capacidades,
y esto les lleva a la “necesidad” de compañía para sentirse seguros y bajar la ansiedad que les
produce estar solos.
Por otro lado hay personas que no se sienten seguras en sus relaciones con los demás, desconfían,
por ello tienden a aislarse o a intentar controlar las relaciones para sentirse más seguros.
Autonomía e Intimidad:
Autonomía:
En relación a lo anterior, cuando una persona tiene capacidad de auto-regularse y sentirse segura
estando sola, esta persona es capaz de sentirse autónoma.
Intimidad:
A la vez, cuando una persona es capaz de co-regularse (ayudar a regular a personas cercanas y
regularse con su ayuda) y se siente segura con los demás tendrá capacidad de tener intimidad.
Un buen equilibrio entre estas dos variables: la autonomía y la intimidad, es esencial para
mantener una relación sana de interdependencia (horizontal)
Hay que decir que estas categorizaciones no son rígidas ni inamovibles, una misma persona puede
cambiar a lo largo del tiempo o en diferentes relaciones.
1. Dependiente Sumiso:
2. El Contra-Dependiente o Evitativo:
Estas son personas “frías” emocionalmente, tienden a aislarse de los demás (tanto física como
emocionalmente) La emoción predominante es la tristeza, y una sensación de soledad, que
aparece con frecuencia como apatía, desgana o desinterés. La mayoría de las veces, sin embargo,
estas personas no son conscientes de su tristeza interna, debido a que también se distancian de
sus propias emociones y sensaciones y les cuesta reconocerlas.
Suelen desconfiar de los demás o infravalorarlos, aunque en ocasiones también idealizan las
relaciones. Su miedo es ser controlados, invadidos, o perder su libertad. Su forma de regulación es
la auto-regulación, sobre todo mediante la supresión interna de las emociones. Esto les lleva a
parecer huraños y completamente independientes, pero en realidad sí necesitan a los demás. (De
hecho, si fuesen evitativos “absolutos” no mantendrían relaciones con nadie). Mantienen
relaciones con un bajo grado de implicación e intimidad. Sin embargo, al inicio de una relación,
mientras dura la fase de enamoramiento se pueden mostrar implicados, incluso excesivamente,
para después cambiar y mostrarse cada vez más evitativos y emocionalmente distantes. Suelen
vivir las relaciones como una responsabilidad y una carga, les agobian los requerimientos o
búsqueda de intimidad de los demás y desean que se les “deje tranquilos”, puede costarles
disfrutar del contacto interpersonal.
3. El Dependiente Dominante:
En los tres patrones de dependencia mencionados hay sufrimiento. En mayor o menor grado,
lamentablemente estos patrones suelen habituales y están a la base de muchas de las patologías
emocionales y sociales con las que nos encontramos, incluyendo la violencia de género. Sin
embargo los patrones no son rígidos, como hemos comentado, y pueden cambiar a un patrón
sano: Un patrón de dependencia horizontal e Interdependiente.
Sumisos:
Es difícil que un sumiso se sienta atraído por otro sumiso, sino que formarán pareja con más
facilidad con dominantes o evitativos.
Evitativos:
Dos personas evitativas, difícilmente serán pareja, y si lo son, casi siempre la menos evitativa de
las dos empezará a mostrarse más sumisa. Los evitativos y dominantes también son poco usuales,
cuando se dan estos casos el evitativo acaba adoptando una posición sumisa. Normalmente suelen
formar pareja con estilos sumisos.
Dominantes:
Difícilmente formarán relaciones entre sí, en caso de hacerlo suele ser una lucha constante por
dominar al otro. Los dominantes frecuentemente formarán pareja con personas de estilo sumiso.
Interdependientes:
Los interdependientes buscan relaciones horizontales, y evitan las verticales, por lo que siempre
acaban relacionándose entre sí. Si llegan a iniciar una relación con un patrón de otro tipo, acaban
por cortar la relación al poco tiempo, al notar el patrón diferente, dado que no es lo que ellos
buscan en una pareja. Las relaciones interdependientes son el tipo de relación sana a la que todos
debemos aspirar.
Como hemos comentado los patrones no son fijos, pueden variar de una relación a otra, tener
mayor o menor grado.. y se puede cambiar y evolucionar a un patrón Interdependiente (de hecho
este suele ser el objetivo en las terapias de pareja.)
Resumiendo, lo que podemos trabajar y fomentar para tener relaciones sanas es:
Implica saber corregularme, contar con los demás, saber comunicarme, compartir mis emociones,
y saber corregular a otros (saber escuchar, consolar, ser empático). También implica sentirme
confiado y tranquilo en las relaciones interpersonales (en lugar de vivirlas con miedo, ansiedad o
como amenaza), confiar en los demás, estar bien en grupo (buenas habilidades sociales.) Trabajar
nuestra asertividad y nuestra inteligencia emocional.
Espero que este artículo os sirva para comprender mejor los patrones de dependencia emocional,
evitarlos, y fomentar las relaciones horizontales y de interdependencia.
Fase de conocimiento
En esta fase conocen a alguien que les interesa y experimentan un entusiasmo y expectativas
sobredimensionadas acerca de la posible relación. A la par, construyen una imagen mental del
otro idealizada en la que es la persona perfecta para construir la relación que desean.
Fase de sumisión
Una vez embarcados en la relación y para preservar esta relación perfecta y a esta persona ideal la
estrategia que adoptan es la sumisión al otro. Los deseos y necesidades de la otra persona se
ponen por encima de las propias creando un desequilibrio en la relación.
Fase de deterioro
En el caso de que la relación no se retomé, el dependiente centra a sus esfuerzos en encontrar una
nueva persona para paliar su sentimiento de soledad iniciando así, un nuevo ciclo de dependencia.
Los dependientes emocionales crea una imagen de la pareja idealizada. Los entienden cómo seres
excepcionales, especiales y perfectos. En esta imagen mental que crean sobrestiman las virtudes y
eliminan los defectos que puede presentar la otra persona.
La idea de ser abandonados o rechazados por su pareja genera mucha ansiedad y les hace
anticipar escenarios en los que sufren de forma desmesurada. Para evitar este posible sufrimiento
su estrategia es la sumisión, ya que asumen que sí se adaptan cumpliendo los deseos y
necesidades del otro estos no los abandonaran.
Miedo a la soledad
Autoestima baja
Las personas dependientes presentan una autoestima condicionada por los demás. Para ellos su
relación es su fuente autoestima, en la medida en qué tienen una relación sienten que su valía
personal aumenta. No obstante y en la medida en la que desarrollan actitudes de sumisión su
autoestima se va deteriorando.
Necesidad de agradar
El dependiente emocional sufre ante cualquier separación ya sea definitiva o temporal, por
ejemplo cuando el otro realiza actividades individuales como salir con los amigos o estar en el
trabajo. En estas situaciones el dependiente necesita saber que el otro está cerca y establece
múltiples contactos ya sea telefónico o mediante mensajes, mails etc. Estos contactos tienen el
objetivo de asegurar que el otro sigue vinculado a la relación y apaciguar la ansiedad que le genera
la separación.
Renuncias
En la dependencia emocional hay una pérdida importante de autonomía. En todas las relaciones
se producen ciertas renuncias en pos de la relación, pero el dependiente emocional renuncia todo,
familia amistades, a sus planes, necesidades porque estás ya no son importantes lo
verdaderamente importante es el otro. La importancia que se le otorga a otros aspectos vitales
diferentes a la pareja es mínima, orientando todos los esfuerzos, tiempo y energía hacia el otro y
la relación.
Los sentimientos de vacío son un eje principal en el mundo emocional del dependiente. Se sienten
vacíos y desesperanzados si no están con su pareja y en el contexto de una relación, por lo que la
perdida del ser amado es una preocupación constante en su vida y mantienen cierto estado de
alerta para percibir las señales de alerta de una posible ruptura para así poder evitar que eso
suceda. Por otro lado se sienten culpables por los estados emocionales negativos de su pareja,
consideran que si el otro se siente mal, ellos son los responsables.
El hecho de separarse genera una gran ansiedad que no pueden gestionar por lo que entran en un
síndrome de abstinencia que solo se controla sabiendo de la otra persona o teniendo un
acercamiento. Incluso habiendo finalizado la relación intentan mantener el contacto.
2. LA DEPENDENCIA EMOCIONAL Y SUS CAUSAS
Falta de afecto
En esta etapa vital no se cubrieron las necesidades de afecto por parte de las personas
significativas de ese momento evolutivo y cuando fueron cubiertas fue gracias al cumplimiento de
las expectativas que tenían los otros, por tanto el afecto se conseguía gracias a la adaptación a los
deseos de los demás. En este periodo se creó la idea de qué el amor, la aceptación, el cariño y el
afecto se consiguen por medio de la acomodación y el ajuste a las necesidades de los demás.
Una autoestima inestable y que depende del refuerzo del entorno y de las personas que nos
rodean es otro factor para el desarrollo de la dependencia emocional. Los dependientes
emocionales modulan su autoestima a través de la retroalimentación que tienen del entorno, es
decir, sí el entorno los refuerza su autoestima aumentará, si por el contrario, el entorno no les
refuerza su autoestima se deteriorará y perderán su valor autopercibido.
Creencias irracionales sobre las relaciones, los vínculos y los roles personales dentro de las
relaciones
Otro factor importante en el desarrollo de una dependencia son las creencias irracionales sobre las
relaciones. Creencias como que el amor significa desear estar en todo momento juntos o que los
intereses personales, objetivos y valores son iguales que los de la otra persona y qué se debe estar
siempre de acuerdo en todos los aspectos vitales.
Relaciones inestables: las relaciones inestables son una de las consecuencias más habituales de la
dependencia emocional, fundamentalmente porque entran en un círculo de rupturas y
reconciliaciones que no les permite avanzar en su relación.
Ansiedad: padecen procesos ansiosos que los acompañan de forma constante en su relación. La
idea del abandono siempre está presente en su mente y por tanto se sienten amenazados y en
peligro continuamente.
Empobrecimiento de la vida personal: Las personas dependientes cuando están en una relación
ponen en un segundo plano otros aspectos de su vida y por tanto pierden apoyo social, también
abandonan actividades individuales reforzantes qué equilibran el estado de ánimo. Si se produce
la ruptura entran en un estado de abatimiento que no les permite seguir con sus rutinas
habituales, toda su vida se paraliza.