Está en la página 1de 3

Conocé los 3 errores que cometemos las mamás en la puesta de límites,

que impiden que nuestros hijos nos hagan caso


para lograr su colaboración, sin lastimar su autoestima, ni dañar el vínculo.

Si logramos reconocernos en algunos de estos tipos de limites e intentamos modificar de a poco nuestros modos vamos
a obtener mayor conexión con nuestros hijos y a mayor conexión mayor cooperación es el resultado.

Aquí te comparto esta info que me sirvió y me sirve cada día para no dañar el vínculo con mis hijas, que el mismo sea
desde el RESPETO, como la autoridad que soy frente a mis hijas y no desde el MIEDO.

1) Hiperprotector: Cuando ocupamos este rol actuamos de la siguiente manera:


Queremos evitar que se frustre, que se angustie. Nos compadecemos tanto de su experiencia que intentamos que
no sufra y terminamos siendo permisivos. Por lo general evitamos traer el límite.
La famosa frase que predomina aquí es: “Bueno si está bien, no llores, ya está, hacelo”, “ ay noo, no te pongas asi,
bueno dale toma eso que querías…”
Algunas consecuencias de este tipo de limite es: que no estamos permitiendo a nuestros hijos sentir, navegar y
gestionar sus emociones. No saben distinguir desde y hasta donde se puede SER sin dañarnos a nosotros mismos
ni a los demás. No tienen una guía, un ejemplo, se sienten perdidos y en total desequilibrio.
En la adultez: suelen ser personas con absoluta inseguridad, muy miedosas y dependientes emocionalmente. Con
tendencia a sufrir adicciones.

2) Ausente: cuando ocupamos este rol actuamos de la siguiente manera:


Aquí evitamos el contacto, directamente no hay límite. Dejamos que hagan y deshagan a su antojo ya que estamos
resignados y sin paciencia para traer límites. Este es un estado de abandono.
La famosa frase que predomina aquí es: “Sabes qué? si, dale hace lo quieras ya me tenés cansada” “deja que haga
lo que quiera porque no hay manera que haga caso”
Es un grado de abandono muy grande, nos ausentamos de nuestro rol de cuidadores, pero vamos llenando el vaso
y luego aparecemos con todo, imponemos un límite desde el desborde y gritos por todo lo acumulado. Nos
polarizamos.
Las consecuencias de este tipo de límites: Nuestros hijos se sienten abandonados literalmente, sienten la falta de
cuidado de sus padres, no se sienten amados ni valorados. Sienten ser una carga, un peso… necesitan buscar
constantemente la atención para lograr ser reconocidos, aceptados y amados. Suelen empeorar cada vez más sus
comportamientos a falta de mirada y atención.
En su adultez cargan un vacío muy grande por llenar, una herida muy grande que sanar. No conectan con el amor
propio. No se sienten importantes, se conforman con menos de lo que merecen, su autoestima está totalmente
baja y lastimada. No se aceptan. Suelen sufrir de ansiedad y adicciones.

3) Autoritario: Cuando ocupamos este rol actuamos de la siguiente manera:


Aquí nos posicionamos en dar órdenes, controlar y manipular las conductas de nuestros hijos. Solemos limitar de
manera constante hasta sin sentido por miedo a perder esa autoridad (quizás de modo inconsciente), lo que más
deseamos es que nuestros hijos sean obedientes y nos hagan caso a la primera.
Utilizamos recursos como las amenazas, los castigos y los chantajes, cuando logramos que nos hagan caso lo
hacen desde el miedo y casi siempre bajo el deseo de obtener eso que amenazamos de quitarles o eso que
ofrecemos a modo de recompensa por el cambio de conducta.
Las famosas frases aquí son: “haceme caso y punto” “lo haces porque lo digo yo” “cuento hasta 3 y si no lo haces
no hay más…” “si dejas de hacer eso te doy X cosa…”
Algunas de las consecuencias de este tipo de límites:
Nuestros hijos aprenden a ser oprimidos, a que sus sentires y necesidades no se tienen en cuenta, por lo tanto no
son importantes, no se sienten merecedores ni dignos. No sienten seguridad de alzar su voz en otros contextos ya
que aprendieron en casa que su deber es obedecer y callar para agradar. Suelen ser presa fácil del bulling, de
abusos de todo tipo, etc.
Crecen desconectados de ellos mismos, hubo tanta limitación que ya no tengo registro de lo que realmente
necesito ni para que lo necesito.
En su adultez suelen ser personas sumisas que no se hacen respetar, no saben establecer límites, no saben decir
NO cuando algo no les agrada o les hace mal, se conforman con parejas tóxicas que pueden ser violentas y/o
permanecen mendigando cariño de la misma y de sus demás vínculos. Completamente dependientes
emocionalmente de otro a falta de confianza, seguridad y amor propio, por falta de valía y valor personal. Altas
probabilidades de sufrir adicciones.

Si observas bien las consecuencias son similares, cada una tiene su característica, pero apuntan a un alto grado de
desvalorización y son compatibles con las probabilidades de sufrir adicciones.

Sé que no es tarea sencilla traer límites a nuestros hijos, pero solemos complicarnos más de lo que parece y por
supuesto me incluyo en todo. Este es un camino de aprendizaje y la perfección no existe. Sí existe la evolución, la
superación y la toma de conciencia cuando estamos en un error para intentar corregirlo.

Nuestro rol como cuidadores, mapadres y adultos responsables por la salud y bienestar de nuestros hijos debe poder
cubrir sus necesidades de limites amorosos, claros y firmes. Y sobre todo saber cuál es la función principal del límite y la
misma siempre es CUIDAR. Los limites se establecen para cuidar la integridad del SER.

Nosotros somos la autoridad, no somos el control y adoctrinamiento, no somos el abandono y la sobreprotección.


Somos el ejemplo y la inspiración, somos referentes y guías. Somos maestros de nuestros hijos y al mismo tiempo ellos
también lo son de nosotros.
No confundir autoridad con autoritarismo es lo que nos permite mantener el péndulo en equilibrio, en el centro y no
irnos a esos extremos.

Cada vez que intento adoctrinar a mi hijo y pretendo que me haga caso a la primera es porque en el fondo hay un miedo
muy muy profundo mío y necesito ese control, hay una necesidad de controlar muy grande que evidencia una herida
profunda que cargo.

Te invito a observarte más, a cuestionarte las acciones, a indagarte, a bucear en tu historia de infancia y conectar con tu
relación con los limites.

Te abrazo muy fuerte y voy a estar cerca tuyo para continuar brindándote toda esa información que me ayudo y ayuda
cada día a ser un poco más efectiva.

Aldi Espinoza, creadora de Infancia Bohemia.

También podría gustarte