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Realizado por Olga Rodrigo Rivas: Prohibida su distribución total o parcial - cualquier duda - olga@wholeheartedpsychology.

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Confío plenamente en tus capacidades para reflexionar sobre las características de los distintos tipos de
apego, al igual que también confío en que pararás la lectura si encuentras un detonante emocional que
te indique que sería mejor parar.. Aunque son pocas páginas y es un resumen, hay mucha información
que puede actuar como “alarma psicológica” si nos sentimos reflejados. Leela en tu tiempo, a tu paso y
con calma, y recuerda que en psicología nada es blanco o negro, puedes presentar varios rasgos de
diferentes tipos de apego teniendo uno predominante, al mismo modo que es posible pero dificil que se
presenten absolutamente todos los rasgos de un tipo
Por supuesto seguiremos estudiando esto, un abrazo Pablo

Para analizar los estilos de apego en adultos, deberemos tener en cuenta dos factores que diferencian a
las personas construyendo o con un apego seguro y las que se siguen correspondiendo con el resto de
apegos inseguros.

El primer componente es la autoestima, que indica la capacidad del individuo de regular el grado de
dependencia hacia los demás. Una persona segura aceptará el grado óptimo de dependencia del otro,
necesario para satisfacer las necesidades afectivas y garantizar la autonomía personal.

El segundo componente es la confianza, de tal modo que las personas podrían mostrarse confiadas o
desconfiadas hacia los demás. En las relaciones interpersonales, la confianza se expresa en términos de
evitación. Una persona segura no tendría motivos para evitar las relaciones de proximidad. El objetivo
final consiste en llegar a ser una persona adulta, autónoma y equilibrada (Gómez 2009)

En base a este análisis, la teoría define cuatro estilos de apego o maneras que tienen las personas

• Las personas seguras se sienten a gusto en situaciones de intimidad, a la vez poseen un


autoconcepto positivo y unas potentes habilidades de exploración y autonomía. Se caracterizan por un
bajo nivel de dependencia y un bajo nivel de evitación.

• Las personas ansiosas, aunque anhelan y buscan desesperadamente la intimidad, tienden a


mantener relaciones ansiosas y ambivalentes en situaciones de proximidad, tienden a obsesionarse con
sus relaciones más íntimas y acostumbran a dudar de la capacidad de los demás para corresponder a su
amor, a la vez que guardan una imagen débil de ellos mismos. Suelen ser muy dependientes (alto nivel
de dependencia y bajo de evitación) y con pocas habilidades de exploración y autonomía.

• Las personas evasivas, en cambio, equiparan la intimidad con una pérdida de independencia y se
esfuerzan constantemente en evitar el acercamiento, paralelamente guardan una imagen rígidamente
positiva de ellos mismos y tienden a ser independientes y autosuficientes como mecanismo de defensa,
negándose a reconocer las necesidades afectivas propias y de los demás. Poseen un bajo nivel de
dependencia y un alto nivel de evitación.

• El último estilo de apego, el desorganizado, no presenta un patrón claro de comportamiento.

1. Adultos con estilo de apego Seguro (autónomos)

Las personas con un estilo de apego seguro (también conocido como estilo de apego autónomo), en el
ámbito de las relaciones interpersonales tienden a identificarse con esta afirmación:
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“Me cuesta relativamente poco acercarme a los demás y me siento cómodo dependiendo de ellos y
sabiendo que ellos dependen de mí. Casi nunca me planteo la posibilidad de que me abandonen, como
tampoco me preocupa que alguien intime demasiado conmigo”.

Las personas seguras son de fiar, equilibradas y dignos de confianza. No tratan de esquivar la intimidad
ni se vuelven locas analizando sus relaciones. Captan las señales emocionales de los demás y saben
cómo responder a ellas. Su sistema emocional no se altera demasiado frente a una amenaza (como el
ansioso), pero tampoco se cierra en banda (como el evasivo).

Las investigaciones demuestran que nada augura más la felicidad que la de un estilo de apego seguro.
Los individuos pertenecientes a esta categoría expresan más satisfacción en sus relaciones y en su vida,
que otras personas con otros estilos de apego.
Por otro lado, como sus vínculos afectivos tienden a ser satisfactorios, poseen una gran capacidad de
autonomía y exploración, así como un autoconcepto positivo, pero no rígido de sí mismos, confían en su
capacidad para recibir y dar amor, han incorporado el permiso de ser dignos de recibir amor por como
son.

Además, las personas con un sistema de apego seguro, no sólo se desenvuelven mejor en las
relaciones, también crean una especie de efecto parachoques, que consiste en aumentar los niveles de
satisfacción de los demás, elevando la calidad del contacto. Estar con alguien seguro te coloca en una
posición más segura.

Las personas con estilo seguro disfrutan de un atributo que incorporaron de sus figuras de apego: están
programadas para esperar que los demás, especialmente con quienes establecen vínculos más
estrechos, sean cariñosos y les respondan con afecto. No les inquieta perder el amor del otro. Se sienten
cómodas en las distancias cortas, poseen una habilidad adaptativa para comunicar sus necesidades y
responder a las de los demás y también tienen una alta capacidad para disfrutar de su tiempo en
soledad, pues como hemos visto, son expertos en buscar relaciones seguras que les permiten poder
explorar y disfrutar del mundo, a solas o en compañía.

Características de un apego seguro

• Son excelentes parachoques en caso de conflicto, en el transcurso de una pelea o discusión no sienten
la necesidad de actuar a la defensiva, de herir o infligir un castigo al otro, con lo que evitan la escalada
de violencia.
• Son flexibles mentalmente, no se sienten amenazados por las críticas, están dispuestos a analizar su
conducta y de ser necesario revisan sus ideas y estrategias.
• Son unos comunicadores eficientes, esperan que los demás sean comprensivos y empáticos, de modo
que no les cuesta expresar sus sentimientos con naturalidad.
• Son poco aficionados a los juegos psicológicos, buscan la intimidad y creen que los demás también la
desean, así que ¿para qué recurrir a estratagemas?
• Son proclives a la intimidad, no les incomoda las distancias cortas, ni les abruma el miedo al “desaire”
(como los ansiosos) o a la necesidad compulsiva de poner límites (como a los evasivos), les resulta fácil
disfrutar de la intimidad tanto física como emocional.
• Son rápidos a la hora de perdonar, dan por supuesto que los demás tienen buenas intenciones, por lo
que no les cuesta perdonar a los demás cuando se sienten heridos.
• Tratan bien a los demás, cuando formas parte de su círculo próximo te tratan con amor y respeto.
• Están seguros de su capacidad, confían en sus ideas positivas sobre sí mismos y los demás, por lo que
consideran lógica esta posición.
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• Se responsabilizan, tanto de su propia felicidad, como de las necesidades de quien está cerca de
manera espontánea, sin salvar o temer un agravio.

2. Adulto con estilo de apego Evasivo (desvinculado)

Las personas con un estilo de apego evasivo (también conocido como desvinculado), en el ámbito de las
relaciones interpersonales tienden a identificarse con esta afirmación:
“Me incomoda intimar con los demás. Me cuesta confiar mucho en alguien o llegar a depender de otra
persona. Me pongo nervioso cuando alguien se aproxima demasiado y a menudo mis parejas me piden
que me acerque a ellas más de lo que yo quisiera”.
En un sentido metafórico, consideramos a los evasivos viajeros que recorren en solitario el camino de la
vida y las relaciones. Idealizan la existencia autosuficiente y desdeñan la dependencia. Y aunque en el
fondo el sentimiento de soledad está muy enraizado en ellos, para los evasivos estar cerca en intimidad
supone todo un reto y tienden a mantener las distancias, física y emocionalmente.

Los niños con un estilo de apego evasivo aprendieron a sobrevivir en un vínculo inseguro, crítico y en
ocasiones invasivo. Aprendieron a desconectarse de sus necesidades de apego y a desarrollar
estrategias de evitación. Pero ¿las personas evasivas son inmunes a las necesidades de apego?

Aparentemente, sí mantienen las distancias. Y en apariencia desprecian a los demás por necesitar al
otro, mientras que ellos mismos se sienten inmunes a esas necesidades, pero ¿es así realmente?

Pero en el fondo parece que no es tan fácil, su maquinaria de apego sigue funcionando y le hace igual de
vulnerable que a los demás a la amenaza de separación. Sólo cuando su energía mental está en otra
parte, se manifiestan esas emociones y sentimientos. Así que para ellos la evasión es un mecanismo de
defensa. Ante un acontecimiento vital estresante, como un divorcio, un nacimiento o una muerte, las
defensas de los evasivos se esfuman al instante, y se muestran y actúan igual que las personas de estilo
ansioso.

Principales características del estilo de apego evasivo

• Como mecanismo de supervivencia infantil, los evasivos tienden a reprimir más que a expresar sus
emociones, incluso a desconectarse de ellas y negarlas. Recordemos que las madres de los niños con
apego evasivo podían ser muy críticas con las expresiones emocionales de sus hijos.
• Les cuesta recordar los sucesos negativos del pasado, se quedan en blanco para no conectar con el
dolor. Se refugian en alguien idealizado, con cualidades que no han tenido sus padres.
• Sin embargo, centran toda su atención presente en destapar los defectos de las personas más
cercanas
• Tienen más propensión a sentir y expresar enfado e irritación cuando se sienten amenazados o
exigidos (Gayó, 1999)
• Rechazan la información que pueda crearles confusión, manteniendo estructuras cognitivas rígidas. No
están dispuestos a revisar sus ideas o conductas y mirarse “hacia dentro”.
• Tienen manifestaciones mínimas de afecto o angustia hacia los demás en momentos de separación.
• Muestran altos niveles de evasión y distancia ante situaciones que exigen proximidad, manifestando
una conducta compulsiva a poner límites en todas aquellas situaciones que ellos interpretan como de
“invasión”.
• Adjudican tal importancia a la autorrealización que no reparan en los medios para lograrla, aún a costa
de perder la intimidad con el otro.
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• Están demasiado seguros de su capacidad, confían rígidamente en sus ideas positivas sobre sí
mismos, pero tienden a menospreciar a las personas que tienen más cerca, idealizando a otras
personas. “tendrías que ser esa otra persona ideal que estoy seguro de que existe”. En el fondo, se
guían por el siguiente mensaje que interiorizaron en su infancia: “Sólo puedes contar contigo mismo”.
• Tienden a menospreciar los lazos afectivos como un intento de defenderse del miedo al contacto.
• Niegan en general sus propias necesidades de intimidad y afecto.
• En caso de conflicto, en el transcurso de una pelea o discusión, sienten la necesidad de actuar a la
defensiva, de herir o infligir un castigo al otro, con lo que contribuyen a construir una escalada de
violencia.
• Son comunicadores ineficientes, tienden al “mutismo” y a la crítica hacia el otro, no buscan soluciones
sino expresar su queja y validar su necesidad de independencia.
• Son aficionados a los juegos psicológicos con sus conductas de pasividad y evitación, buscan confirmar
la creencia de que no pueden confiar en nadie y que lo mejor es estar solos.
• Generan enfado en sus relaciones íntimas pues su desconexión emocional, hace que las personas que
les rodean (especialmente si son ansiosas), se sientan frustradas, no comprendidas y reaccionen con
enfado o demandas, lo que confirma en el evasivo sus peores temores: “No puedo confiar en los demás,
me invaden y exigen con fuerza”.
• Les cuesta perdonar, piensan que los demás no tienen buenas intenciones, y que, si no ponen límites o
castigan, los demás van a seguir “invadiéndoles”.
• No se responsabilizan de sus errores, que tienden a no ver.
• Se sienten muy incómodos haciéndose cargo de las necesidades del otro. De hecho, no reconocen las
necesidades afectivas del otro (empatía), obligándose a pensar que no les importan los sentimientos de
los demás y que "son su problema"

Las personas con estilo de apego evasivo tuvieron que construir todo un sistema de negación de sus
propias necesidades de apego y vinculación, que se llaman estrategias de desactivación.
Una estrategia de desactivación es cualquier conducta o pensamiento que sirve para aplastar la
intimidad y reprimir el mecanismo biológico que desencadena en el cerebro la necesidad de estar cerca
de las personas que nos importan. Las principales estrategias de desactivación son:
• Estar “cerca pero lejos”: dudar constantemente de las relaciones afectivas que mantienen, criticarlas y
rebajarlas, pero aun así seguir en la relación.
• Fijarse en las pequeñas imperfecciones del otro y dejar que eso interfiera en lo que siente por esa
persona.
• Pensar o idealizar otras relaciones, pasadas, futuras o imaginarias que sí asegurarían su satisfacción.
• En el contexto de la pareja, flirtear con otras personas, mostrar ambigüedad sobre su estado civil.
• No decir “te quiero”, pero dar a entender que sí se siente algo por la otra persona (amigos o pareja).
• Retirarse en caso de conflicto y desaparecer durante un periodo de tiempo.
• Establecer relaciones en las que es previsible que el contacto sea poco o sin futuro (amigos muy
ocupados, parejas casadas…).
• Desacreditar al otro mentalmente cuando está hablando.
• Guardar secretos y ser confuso para preservar la sensación de independencia.
• Evitar la proximidad física.

3. Adulto con estilo de apego Ansioso (preocupado)

Las personas con un estilo de apego ansioso (conocido también como preocupado), en el ámbito de las
relaciones interpersonales tienden a identificarse con esta afirmación:
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“Los demás no suelen intimar conmigo tanto como a mí me gustaría. A menudo me inquieta la posibilidad
de que, en el fondo, mi pareja no me ame o no desee estar conmigo. Quisiera fundirme por completo en
la otra persona y este anhelo a veces asusta a los demás”.

Los adultos con un sistema de apego ansioso anhelan y buscan desesperadamente la intimidad, pero
tienden a mantener relaciones ansiosas y ambivalentes en situaciones de proximidad. Los niños con un
estilo ansioso no están seguros de la disponibilidad de la madre física o emocional y esa sensación de
inseguridad, y muchas de las conductas, sentimientos y pensamientos que aprendieron a desarrollar, las
van a extrapolar ya de adultos a las relaciones más íntimas. En realidad, su sufrimiento viene de la
sensación de que no pueden tener acceso a una figura importante, a la que intentan acercarse una y otra
vez, dado que la estructura biológica y cerebral está programada para intentar que esta figura vuelva por
todos los medios.
Como el estilo de apego condiciona nuestro guion de vida, es habitual que las personas ansiosas
construyan relaciones desde su óptica vital, y se encuentren con personas no disponibles ni accesibles a
sus necesidades básicas de apego.

Las personas con un estilo de apego ansioso poseen un sistema hipersensible, están en posesión de
facultades únicas para detectar cualquier amenaza en las relaciones íntimas. Su sistema se activa al
menor indicio de peligro y se calmarán únicamente cuando estén seguras de que el otro envía una señal
inconfundible de que la relación no está en peligro. Las personas de otros estilos de apego también
captan señales de abandono, pero no tan sutiles como las del estilo ansioso.

Las personas con apego ansioso están más pendientes de los cambios de expresión de los demás, e
interpretan con mayor facilidad y exactitud las señales que envían otras personas.
Pero también tienden a precipitarse en sus conclusiones, y suelen malinterpretar el estado emocional del
otro. Esto quiere decir que tienen un sistema de apego hipersensible, que se activa rápidamente en caso
de amenaza en sus relaciones íntimas (cambios de humor, emocionales…).

Cuando esto sucede, cuando las personas ansiosas captan una amenaza, su sistema de apego se activa
y desarrollan toda una serie de emociones, pensamientos y conductas tendentes a restablecer el vínculo
(estrategias de activación). Estas estrategias se dan al conectar con el miedo intenso que sufren ante la
posibilidad de ser abandonadas, y que les incitan a acercarse física y emocionalmente a las personas
más íntimas. Cuando el contacto se ha reestablecido o el peligro ha desaparecido, la tendencia es volver
a la normalidad.

Las estrategias de activación / características más importantes de este tipo de apego ansioso son

• Pensar constantemente en las relaciones íntimas (parejas, amigos, hijos…), y tener dificultades para
concentrarse en otras tareas.
• Recordar sólo las buenas cualidades de la relación.
• Idealizar al otro e infravalorarse a ellos mismos.
• Sentir una ansiedad intensa, que sólo se calmará con el contacto.
• Pensamientos limitantes a la hora de crear otros vínculos “Nadie más me va a querer, cuesta mucho
establecer relaciones íntimas, me van a abandonar”.
• Pensar que es preferible permanecer en una relación íntima, aun cuando ésta no sea satisfactoria.
• Minimizar los problemas y ser demasiado idealista “todo el mundo puede cambiar”, “todas las
relaciones tienen problemas…”.
• Magnificar los gestos de proximidad de los demás.
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También pueden desarrollar conductas de protesta conectadas con la rabia y la falsa indiferencia.
Hablamos de cualquier acto que se realiza con la intención de restablecer el contacto con el otro y llamar
su atención; puede adoptar muchas formas, pero suele tener la intención de sacudir al otro para que
repare en uno y le responda, o castigar al otro por sus faltas o distancias.

• Intentos desmesurados de reestablecer el contacto (muchas llamadas al otro, merodear cerca de su


trabajo…)
• Encerrarse en el mutismo o ignorar al otro para llamar su atención, haciendo que sea el otro el que
adivine el malestar que muestran pero que no expresan directamente.
• Llevar las cuentas, estar muy atento al tiempo de las interacciones, aunque manteniéndose distante.
• Actuar con hostilidad, mostrarse airado y enfadado por cualquier cosa.
• Amenazar con romper el vínculo, con la esperanza de que el otro lo reestablezca.
• Manipular e intentar provocar culpa en el otro.
• Mostrarse falsamente autosuficiente, haciendo planes con otras personas y haciéndoselo ver a la figura
de apego.
• Como mecanismos de supervivencia infantil, los ansiosos desarrollaron un sistema de apego
hipersensible a las amenazas de abandono, tendiendo a realizar estrategias de activación y protesta.
• Les cuesta muy poco conectar con el miedo profundo al abandono, están muy conectados a él en sus
relaciones más íntimas, y oscilan mucho emocionalmente, pasando del miedo al abandono a la rabia, o a
la alegría del contacto.
• Les cuesta expresar directamente sus necesidades, y tienen dificultades a la hora de reconocerlas, se
muestran confusos y temerosos.
• Son personas con facilidad y rapidez a la hora de crear vínculos afectivos, hacia los que posteriormente
sienten la ambivalencia descrita.
• Tienen confusión y ambivalencia, y tienden a actuar antes de pensar.
• Tienen despliegues grandes de afecto y cuidados hacia los demás, basan sus relaciones en el esfuerzo
por complacer al otro.
• Les cuesta gestionar la soledad y exploran menos que las personas de otros estilos de apego,
especialmente en situación de amenaza. Sus esfuerzos están centrados en construir relaciones de
intimidad.
• Están demasiado poco seguros de su capacidad, no confían en sus ideas positivas sobre sí mismos y
tienden a idealizar a las personas que tienen más cerca. En el fondo están guiados por el siguiente
mensaje que interiorizaron en su infancia “no eres digno de ser amado, te tienes que esforzar”.
• Maximizan en general sus propias necesidades de intimidad y afecto.
• En caso de conflicto, no son claros, tienden a manipular y exigir la culpa al otro, o por el contrario,
sentirse “pequeñitos” y desdichados. Contribuyen a construir una escalada de violencia.
• Son unos comunicadores ineficientes, tienden a la ambigüedad.
• Son aficionados a los juegos psicológicos con sus conductas de invasión, buscan confirmar la creencia
de que en el fondo no pueden contar con alguien.
• No les cuesta nada perdonar, piensan a veces idealizadamente que los demás tienen buenas
intenciones y vuelven con rapidez a sentir “ilusión por el vínculo recuperado”.
• Tienden a salvar y hacerse cargo de las necesidades de la situación, mostrándose demasiado
empáticos y poniendo las necesidades del otro por delante de las suyas.

4. Adulto con estilo de apego desorganizado (no resuelto)

El estilo de apego desorganizado (también conocido como apego no resuelto en adultos), es


característico en niños que han sufrido cuidados negligentes severos. Como consecuencia de esto los
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adultos generan creencias muy negativas dentro de sí mismos, que generalizan en sus relaciones con
los demás.

Aunque no hay un patrón claro de comportamientos en adultos, podemos esbozar algunas cuestiones
comunes.

• El estilo de apego desorganizado (no resuelto), es el que más tendencia tiene a sufrir trastornos
psiquiátricos. Recientemente los investigadores George y West (1999) concluyeron que “en resumen, la
contribución del apego a la mala salud mental no es producto de la evitación, sino más bien el producto
de la desorganización del apego que resulta en experiencias repetidas de desregularización y de mal
funcionamiento de las defensas”.
Los estudios han encontrado que las personas con un estilo de apego no resuelto presentan con mayor
probabilidad trastornos bipolares (Tyrrell & Dozier, 1997), desórdenes afectivos mixtos, trastornos
alimenticios, abuso de substancias (Fonagy et al., 1996) y personalidad borderline (Fonagy, 1999b;
Fonagy et al., 1997).
• Igualmente, las personas con apego desorganizado son más propensas a desarrollar problemas
sociales sustanciales y a exhibir comportamientos agresivos (Lyons-Ruth, 1993; Solomon y George,
1999).
• Debido a que no se sintieron aceptados, tuvieron que aprender a fragmentarse y a sentir un miedo
profundo hacia sus cuidadores principales y hacia sus conductas erráticas y negligentes.
• Mente caótica y discurso desorganizado: los adultos clasificados como desorganizados muestran
lapsus temporales en el seguimiento del razonamiento o el discurso durante la narración de eventos
potencialmente traumáticos. Por ejemplo, el hablante cree que un difunto está a la vez muerto y no
muerto. Esto sugiere la existencia de creencias paralelas e incompatibles y de sistemas de memoria
respecto a eventos traumáticos que han sido disociados. Además, los lapsus en el seguimiento del
discurso, como por ejemplo un cambio brusco hacia un discurso de positivo a
negativo, sugieren la posibilidad de cambios de estado.
• Disociación: a menudo la mente de estas personas pierde su coherencia y se fragmenta. Esto es
debido a la paradoja que vivieron cuando eran niños entre necesitar a la figura de apego para sobrevivir
y al mismo tiempo sentirse amenazado por ella. La disociación se presenta como un modo de
defenderse del colapso mental que supone quedar a merced de una situación maltratante.
• No consistencia de sus rasgos de apego, a veces pueden mostrar características evasivas retirándose
de la interacción y desconectándose emocionalmente del otro, a veces características ansiosas como por
ejemplo hiperactivarse e incrementar las conductas de apego hacia el otro, pero sin ningún patrón
consistente.
• Se caracterizan además por ser incapaces de mantener una estrategia de apego coherente de adultos.
Se muestran desorientados y confusos en la manera en que se relacionan con sus hijos(as) y otras
personas, característica del contacto que llevaría también a que sus niños o niñas desarrollen un patrón
de apego de tipo desorganizado.

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