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LAS PIEDRITAS

Cuentan que una vez un hombre caminaba por la playa en una noche de luna llena mientras
pensaba:

 Si tuviera un auto nuevo, sería feliz.

 Si tuviera una casa grande, sería feliz.

 Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz.

 Si tuviera pareja perfecta, sería feliz.

En ese momento, tropezó con una bolsita llena de piedras y empezó a tirarlas una por una al mar
cada vez que decía: “Sería feliz si tuviera…”

Así lo hizo hasta que solamente quedaba una piedrita en la bolsa, la cual guardó. Al llegar a su casa
se dio cuenta de que aquella piedrita era un diamante muy valioso. ¿Te imaginas cuantos
diamantes arrojó al mar sin detenerse y apreciarlos?

MORALEJA

¿Cuántos de nosotros pasamos arrojando nuestros preciosos tesoros por estar esperando lo que
creemos perfecto o soñado y deseando lo que no se tiene, sin darle valor a lo que tenemos cerca
nuestro?

Mira a tu alrededor y si te detienes a observar te darás cuenta de lo afortunado que eres, muy
cerca de ti está tu felicidad, y no le has dado la oportunidad de demostrarlo. Cada uno de nuestros
días es un diamante precioso, valioso e irremplazable. Depende de ti aprovecharlo o lanzarlo al
mar del olvido para nunca más poder recuperarlo.
LAS SUPOSICIONES TE ALEJAN DE LO VERDADERO
Si te conformas con las suposiciones nunca descubrirás lo verdadero.

Ni tu peor enemigo puede lograr hacerte tanto daño como tus propios pensamientos. Buda

¿Qué son las suposiciones?

Suponer implica hacer conjeturas en base a los indicios que tenemos para llegar a una conclusión
que damos por cierta, aunque existen buenas probabilidades de que no lo sea. El principal
problema de las suposiciones es que las damos por sentado, no las cuestionamos, las asumimos
como una verdad absoluta cuando realmente se trata tan solo de una posibilidad dentro de un
amplio abanico de opciones.

Ejemplo de porque no contesta el celular a tiempo

De esta forma, creamos un drama de una idea errónea. Hacemos suposiciones de cómo los
demás piensan, sienten y actúan. Y lo peor es que reaccionamos emocionalmente a esta idea
porque pensamos que es cierta. Y ya sabemos que nuestro cerebro no discrimina mucho entre la
realidad y lo que cree que es la realidad. Es decir, retomando el ejemplo anterior, al cerebro de
esta mujer poco le importa que el esposo le esté engañando realmente o no, se ha convencido de
que esto es cierto y reacciona enfadándose y entristeciéndose.

Como podrás imaginar, las suposiciones son la fuente de muchísimas discusiones y conflictos en
las relaciones interpersonales porque la persona parte de una base que considera cierta y se
cierra a otros argumentos.

¿Por qué suponemos?

Nuestro cerebro odia la incertidumbre y el caos, como si de una secretaria eficiente se tratase, le
encanta programar, organizar, encasillar, sacar conclusiones. En fin, darle un sentido al mundo
que nos rodea y a las cosas que nos suceden.

El problema comienza cuando suceden cosas que no tienen mucho sentido, cuando nos sentimos
inseguros y desconfiados. En esos casos buscamos señales del medio para encontrar una
explicación. Sin embargo, no somos capaces de valorar de manera objetiva todas esas señales
sino que elegimos los trozos de la realidad que nos sirven para darle sentido a una u otra
hipótesis. Apenas llegamos a una conclusión que nos satisface (y puntualizó satisface porque esta
suposición debe encajar perfectamente con el sistema de creencia que ya tenemos formado para
que en nuestro cerebro amante de la organización no se arme un caos) la adoptamos como válida.

¿Se puede dejar de suponer?

En verdad, dejar de suponer es complicado porque es un mecanismo natural, una tendencia muy
arraigada a buscar respuestas y explicaciones. Lo realmente importante es aprender a concienciar
nuestras suposiciones y disminuir su impacto. Por eso, la próxima vez que estés suponiendo algo,
antes de darlo por válido, pregunta.

De hecho, preguntar y buscar opiniones externas es la mejor manera que tenemos para ampliar
nuestros horizontes e incluir nuevas perspectivas en nuestros análisis. Si una persona llega tarde
a una cita, no supongas, simplemente pregúntale qué sucedió cuando llegue. Si te ha parecido que
tu jefe te ha mirado de una forma extraña, no supongas que la tiene cogida contigo, no desarrolles
ideas paranoicas, espera a que llegue el momento oportuno y pregúntale.

EL ZAPATO

Subió un hombre a un autobús y tomó asiento junto a un joven que tenía todo el aspecto de ser
un hippy. El joven llevaba un solo zapato. Ya veo, joven, que ha perdido usted un zapato.... No,
señor, respondió el aludido. He encontrado uno.

Lo que es evidente para mí; no significa que sea cierto


.

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