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140 Período helénico

encuentra en la moderación de los deseos, en la preeminencia del alma so-


bre los sentidos. Su meta es la «eutimia», un estado del ánimo, sereno y
alegre, de tranquilidad y equilibrio, cuya ley es la mesura. Esta ética, que
por otra parte tiene acentos socráticos, ofrece un rasgo individualista, por
cuanto rechaza el matrimonio y la paternidad, que son fuentes de preocu-
paciones. Pero es notable que el individualismo de Demócrito no se extien-
da a la esfera política. Aquí la relación con Protágoras, que antes señalá-
bamos, se pone de manifiesto. Con insistencia afirma Demócrito el valor
ético de la vida en comunidad. La prosperidad del individuo va ligada a la
prosperidad de la ciudad, la cual exige la concordia. Por eso las cuestiones
que atañen al buen gobierno son las más importantes. Los epicúreos, que
adoptarán la actitud negativa de Demócrito con respecto a la familia, no
le seguirán, en cambio, en esta su moral ciudadana. Por lo que hace a las
formas de gobierno, Demócrito se inclina, como Sócrates, por una aristo-
cracia que vincule el ejercicio del poder a la sabiduría. Los mejores están
llamados por naturaleza a mandar a los ignorantes. Algunos fragmentos de
Demócrito, en este punto, son como un eco, en estilo más llano, de las A cuyo son divino
mi alma, que en olvido está sumida,
fórmulas heracliteas. torna a cobrar el tino
y memoria perdida
3. La filosofía política y social de Demócrito se complementa con de su origen primera esclarecida.
una filosofía de la cultura que en cierto modo restablece el contacto con
(Fray Ltrrs DE LEÓN, A Francisco
su filosofía general. El hombre es un microcosmos, una imagen reducida Salinas.)
del universo, en cuya trama queda íntimamente enlazado. De ahí un natu-
ralismo cultural que se expresa, por ejemplo, en la afirmación de que el l. Vida y obras de Platón.-2. Su vocación política.-3. El espíritu d 71 plato-
hombre debe sus artes a la imitación de la naturaleza, sobre todo del reino nismo y la teoría de las ideas.-4. La justicia en el individuo y en la sociedad.-
animal: la araña le enseñó a hilar; la golondrina, a construir viviendas. La 5. Filosofía política de la República.-6. El Político y Las Leyes.-7. Las formas
de gobierno en la República.-8. Las formas de gobierno en El Político y Las Leyes.
civilización nació de la necesidad o indigencia. También en este punto, y
9. Platón y el género utópico. El Timeo; Critias.-10. Diálogos dudosos: el Mi-
en la idea de un progreso desde un estado primitivo afín a la animalidad nos.-11. Influencia histórica del pensamiento jurídico y político de Platón.
(pero pacífico, en la concepción de Demócrito), coincide Demócrito con
Protágoras.
Y
1. ' a hemos visto que si Sócrates había superado el relativismo y el
BIBLIOGRAFIA
individualismo de los sofistas, al afirmar la existencia de un orden moral
objetivo de validez absoluta, no dejó, sin embargo, un sistema que desen-
volviera sus postulados. Las escuelas socráticas, por su parte, se limitaron
Las obras sobre filosofía presocrática, antes citadas (cap. I), de BRUN, DIELS, FREEMAN, a destacar unilateralmente aspectos a veces antinómicos de sus enseñanzas.
GARCÍA BACCA, HORVATH, NESTLE. La tarea de desarrollar en amplia síntesis lo que en Sócrates sólo se hallara
LEUCIPO y DEMÓCRITO, Fragmentos y testimonios. Trad. estudio prilim. y notas "'por en germen, correspondería a Platón.
J. MARTÍN Rurz-WERNER, 2.ª ed., Buenos Aires, 1970. Platóh,(427-347 a. de J. C.) descendía de un linaje ateniense noble, en
I. LANA, «L'etica di Democrito», en Riv. di Filosofía, XLII (1951), 13-29. el cual era tradicional la dedicación a la política. Muy pronto sintió, sin
P. NATORP, Die Ethika des Demokritos, Marburgo, 1893. embargo, p.f.<::ferencia por la poesía y~l_!_~!~<?, y toda su vida guardó, a
P. NIZAN, Les matérialistes de l'Antiquité. Démocrite, Epicure, Lucrece, París, 1936;
reed., 1968.
pesar de su v~edicto severo--sobre el papel social del arte, una predispo-
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/
sición estética que campea a sus anchas en el diálogo filosófico, llevado a cuyo libro I corresponde todavía a la fase socrática, El Político (Politik6s)
su perfección. Te.niendo ve!!}te años conoció a Sócrates, cuya acción decidió y Las Leyes (Nom"ai). Es de observar que La Rep_ública y Las L~~son
el rumbo ulterior de su vida~-½u muerte salió-de Atenas, profundamente ....--
1 c~gi.9JQ§._dj_ª19gQ§..JTIJ!S e~.t~gs~~ de J>J1tón. Lo cual_I!Q§....gª-1ª m~_c:lida
decepcionado, viviendo algún tiempo en Megara. Sigue un ~ríodo de \ de la _llAP,.2;.!3:!!<;iª"ggeJ!l fiJR.1i9Uª""iHrídica .Y pQlítica tiene en eL conjunto
v~s, durante el cual visita Platón Egipto y Cirene, y más tarde la Italia desu pen~amiento. El tema de la juiiiicia; de la mejor ordenación de la
Meridional y Sicilia, e!!!!@do en contacto con los pitagóricos (entre ellos vida éñ--comunidad, e~ _en verdad el eje en torno al cual gira, su_ especula-
Arquitas de Tarento) y con Dionisia I de Siracusa. En la corte del último ción, y puede decirse que Platón es ante todo un filósofo d~f dérecho y de
trahó . amistad _con D..ión, eCinfluyente cuñado del tirano; ~Q_Qropto la.política. Confirma esta conclusión lo que acerca de su itinerario espi-
fi!e objeto del recelo de Diocisio. Este, según la tradición, le embarcó a ritual refiere la séptima de las Cartas que bajo su nombre han llegado a
la fuerza en una nave ele Egina, ciudad que estaba entonces en guerra con nosotros, y cuya autenticidad parece firmemente establecida en lo esencial.
Atenas, por lo cual fue vendido como esclavo. Rescatado por el cirenaico,
Anníceris, P.J,IdQ___feg1'esar a Atenas. - ---··· 2. Describe la séptima carta el proceso de la vocación filosófico-polí-
El añ@iene lugar ·uno-ele los acontecimientos decisivos de la his- tica de Platón. Fue el espectáculo de la realidad política de Atenas, con
toria del pensamiento: la f_~mda_ción de la Academia,_o sea del primer centro sus mezquinas luchas de intereses, y la injusticia cometida con Sócrates,
d1e_enseñanza_suP-edor de Oc;:cictente, en una finca situada cerca del santua- lo que le hizo desistir de consagrarse a los negocios públicos. Finalmente
rio del héroe átics:L Aq~9s. En la b.,c:_3:demia (cuya ··ª<=tiY!dad duraría se dio cuenta de que.el mal gobierno. era_ u11_ fenómeno general de la época,
ce.ts;-ª_de:iJn.milenio; hasta su.disolución por·J~stiniano, en 529)desarrolló y comprendió que sólo a la luz de la verdadera filosofía. podía __alcanzarse
entonces Platón un magisterio sólo interrumpicto por dos nuevos viajes a er orden y fa_]yjgc:ia en la~_!_el?ifo_ij~s::A~Jndividuos y grupos ..b~s males
Siracusa (367 y 361), realizados a instancias de Dionisia II, y tan desafor- no terminarían mientras los .. filósofos no __ llegasen .al pocter o los estadistas
tunados como el primero en tiempos de Dionisia l. Habían fracasado, no _abrazasen Ja. filosofía, movidos por una. gracia divina. El programa in-
pues, las reiteradas esperanzas del filósofo de ver sus principios adoptados, telectual de Platón consiste, pues, en .!!!1.i!:, según el ~~o _4e Sócrates, la
aunque sólo fuera en parte, por un monarca ilustrado. La filosofía no política y la filosofía, o en otros términos, en instaurar una política funda-
había logrado asociarse_aJa política, segúnla fórmula delreylilosoto o d'aeiiel saber:-· -· ·---· ···· -·-----·-·-·•·
del1ITósofo-rey,·-que, como veremos; "fí.ie··¡;···c1e-Platón, y esta desilusión
ensombreció los últimos años de su vida. 3. De Sócrates recoge Platón el problema fundamental de superar el
Sabido es que de Platón sólo se han conservado los diálogos, escritos escepticismo gnoseológico de los sofistas. Para ello desarrolló el método
para el público en general, habiéndose perdido sus cursos o los trabajos socrático de las definiciones, extrayendo de él la dialéctica, que le condujo
en que éstos se apoyaban. Es lo contrario de lo que ocurre con respecto a la teoría de las ideas.
a la producción filosófica de Aristóteles. No todos los diálogos transmitidos El alma descubre en sí misma los conceptos universales con indepen-
bajo su nombre, por otra parte, son auténticos o lo son con absoluta se- dencia de la experiencia sensí@e-:tras-Un-adecuado -esfüerio:=,Porque el
guridad (diálogos apócrifos y diálogos dudosos). Estas incertidumbres, que muruló'sensíble 110 COhstituye hFauténtica realidad; es pálido reffejo-de
la crítica filológica del siglo pasado exageró a menudo, unidas al descono- una· realidad superior, delrñiiiidó_ ififeligible. ·sraquél es el reino'"ae1o
cimiento del orden cronológico de los diálogos, hacen difícil aprehender mm:able, . relativo y . contingente, éste lo . es de lo inmutable, absoluto y
sistemáticamente el pensamiento platónico, el cual por otra parte es un necesario. El mundo sensible, que se desliza entre el ser y el no-ser, sólo
pensamiento en constante evolución. El esteticismo a que antes nos· refe- tiene realidacren·axantcq,articip-ir-deI--1ntmdcr ·mreligible;·-i-as ·cos·as ·singu-
rimos, y que confiere a los diálogos su inmarcesible belleza, no pocas veces lares-·gue nos rodean sori como las sombras de las ideas, es decir, de sus
"'
va en perjuicio del rigor y la precisión. El eros filosófico de Platón vuela formas primordiales y arquetipos eternos. De ahí que 1~~ seritj.4c:>s no _su-
con fruición sobre las alas del mito, complaciéndose en el símbolo y la ministren un saber verdadero, sino uº-ª mera opinión, una doxa. El saber
fábula. verctadero ~8-.JJ.U.ª-·ªrdua .conquista _deJ::ijª2ón cüañclo~- ·e¡¡:·-1ucha con los
De los diálogos que encierran la filosofía platónica en sus elementos s~!!99iJog1;a ,superar ·sus engañosas aparie~~i~s •y.~levar~~-. ~~~f~ 1á ·con-
más personales, nos interesan principalmente La República (Politeia), templación de las ideas. Tenemos aquí la raíz de las tendencias místicas
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Y ascéticas del platonismo: hay que subordinar férreamente los sentidos , · 'tudes se añade otra, que participa también (y en mayor medida) del con-
j a la razón, porque a la jerarquía ontológica entre ambos munélos·corres- junto de la vida psíquica, estableciendo y manteniendo el debido equili-
/¡ poriae-üna jerarquía axiológica. Estas tendencias culminarán con el neo- brio en la actividad de cada una de sus facultades para que se limiten a su
platonismo (Plotino) y se incorporarán a la mística cristiana medieval. Su ámbito propio, a su peculiar función. Esta virtug_~s.Ja_justlcia_(dikaiosyne),
/ expresión más bella es el símil de la caverna en el libro VII de La Re- y su papel ordenador le confiere en la vida del alma el primer lugar. Así
1 pública.
carac~rizaPlató:n-ras virtudes en las que se apoya esencialmente la vida
·- La tajante contraposición de la idea y la realidad sensible, típica de la moral, y que por esta razón recibieron el nombre de virtudes cardinales.
metafísica de Platón, repercutirá en su ética y su política, dando lugar a El cristianismo las acogerá, superponiéndoles las teologales.
un dualismo cuya tensión constituye una de las mayores dificultades del Pasando del individuo a la ciudad, halla en ésta Platón la misma es-
platonismo. La evolución de la doctt¡na se hará en el sentido de un pau- tructura tripartita. La ciudad se presenta como un hombre en grande, un
latino acercamiento de las exigencias ideales al ethos histórico. macroántropos, cllyos elementÓs-integrantes !~2!_()-ªUcen las potencias del
Ahora bien, si l~deas constituyen la verdadera realidad, hay a su alma individual y desempefian ·en--la-·vida-del todo idéntico p-~peCSe ha
vez entre ellas una jerarquía, que ~ulmina en la idea del Bien. El Bien es visto en-e~ parangón platónico una concepción organicista de la sociedad
en el mundo inteligible lo que el s~Ien-eTniüiiao sensiole.J:dentificándose
en el sentido moderno. Más __bien parece una concepción analógica que per-
a
con_fa_Q.r.QE~ Divin1clad:-Aproximarse la-Divifüctacl--reali~rTa-idea del
mite examinar major las virt~des~ afconsidefarlas en su proyecc1on social,
Bié:1?:__en la meawa··ae lo posible, venciendo el lastre' d~Tos--sentiaos me-
como si estuvieran escritas en letras más grandes. Al igual que el alma
diant~ 1111a vJ.c!a__ _v:iE_t~<?~ª basada en -~f~~téntico saber, es p-;~·;~lhombre
individual, la sociedad política consta de tres partes, las dases-sooales-di 0·
el fi11 ~UP.rei:no. La fe _en)ª j11.Íno.rtaJic:l~<:Lc:l~~-aJma y en una rémuneradón
ultraterrena corona este idealismo ético henchido de religiosidad. f(;!r~!J.Ciadas po_r suJul'.lción. Es la primera.la deTo~ magistrados ;;·goberñan-
El postulado de una vida virtuosa nos conduce a la filosofía jurídica tes, que rig~Q_g11~~o~_p_QJ:_1ªJ1abid11rfa~-Ia segll1'.lc:fat_ es la-efe-los fil!ardianes,
Y política de Platón.
el seJ:1º -----------·-
de la ciudad
~ª yjcl_a humana sólo puede alcanzar su fin último en
la ci~dad· e·· - f ~ - -- "i ~---· --··;··: •
llamados a defen~~r.)_a c:_gfo~tividad. d.eJos de~ói-d_ep€!-ª.!!'.!!~!tl_OS y_ lo~_ ~taques
di]~ra: ·y· que· por eso cultivan la .fa:>rtaleza como virtud primordíaf .Fi-
.... , _y ______ ...... ,... JL. a.... on~epqo11.platoruca, tiene como
misión primordial hacer virtuoso al ho1nbre, geando 1;;-~c:;üdidon~s-ctesu nalme;te, los artesanos y agricultores ~on~tituyen Ía ·base. e~~;_6mi~a _g_e la
p_erfeccioríamiento. Es una concepción pedagógic; · d~ fa com{inid~dpolí- sociedad y satisfac:(;!n si;is ~~-c:esidades. En el hecho de acept;Í:·-elios y los
t1ca que responde al es¡,íritu genuino de_ la polis. g~;dia"ae; el gobierno de quienes representan la mente de la ciudad, se
advierte la ªc:c:ióri_~J_!iJ:<c!giplanza, vencedora del afán de dominio._J'~bién
í~ 4. E&i;~~ontempla Platón la idea de la comunidad polí- ~quí es nec:('!sarfo_:ggª-~'ª1.9P.Ú-gue asegure el buen funcionamiento deftocto
\_ tlca en toda su pureza. Establece para ello un paralelismo riguroso entre en--eI r;;peto mutuo y la je~arq~ía de fc;s· ~ómetldos;· 1;·¡~stlcla·-;;s--preci-
·• la_t~o.r_íª_ ck la_Q!]..Qªº'· yJ:i teoría del alma. El_alma individ~al consta de samente-la que ·a~me-esta tarea, manteniendo a la dase.gobernáiii:é; fa
. tte~._ll?rtes g __ Q~te_!l~ias: h~ pªr,te _jic.f~gal, que, com-; hemos ~isto~ace chise-milii:ár y1a·clá·se·produciora en su papel específico. -- ·· ·
~osible el C.@Qci.tp.J~t:i!C>._E_t=__l::i_~J1~as, y __ J¡:¡_itr~~J_<Jpal, ql!~ a . su vez se dis-
t~gue en irasci~le, co..r.Ié:S!JSJ!1d_i~!lte: ~- lo~ }J:?_p11lsós y afectos, y·coiiciipis- / 5. LJs clases de_la república platónica no son castas hereditarias;
Clble, estrecham~nte vinculada a las necesidades más elementales. A las 1 son grupos abiertos, fundados en las aptitudes personales de sus miem-
primeras potencias corresponde üna virtua propia;una-·mocfallclad peculiar bro:,. 4lega1:1: _it__ gQ.g_e_rnantes .. o magisi:radós, _qu_ienes,. pro~edente~ -de la
de actividad que las perfecciona. La razjn se rigt:;_Q9r la sabiduría o QD,I- clase de 1;s gu!lrdia11es, cgp_s_ig11ieron, tras largos.. afiÓs -d~ ·- dedic-;_~ión al
d~11-~~ (sophia, phrónesis), _gue ~~tablece lo que a cada facultad y aJ todo e_ifudio~-Y-irlnc:jpaJgi_enJe_a la dialéctica, elevarse a la contemplación del
co11vi~~e; la E~!!_€: _ir~~-c:i~Je, P2! 1~ J9E"ial~ii ¿· corale -( gf!_d~~ía), - qt{e h"ace m_1,1n,90 inteli_gl~le. La república platónica es una aristocracia ~ í -
siga los imperativos de la razón con desprecio del peligro:Tanto la parte r_iw. La tradición pitagórica se une aquí al precedente socrático: el saber
irascible como la concupiscible han de someterse a la razón: la templanza legitima el poder. Es también una gerontocracia, ya que el saber reque-
o moderación (sophrosyne) consiste precisamente en esta sumisión, que rido es patrimonio de la ancianidad. Ello explica la amplitud con que Pla-
produce en el alma una relación de amistad y acuerdo. Pero a estas vir- tón se ocupa de la educación general de las dos clases superiores, basada
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en la gimnasia y en la música, y en particular trata de la ulterior selección 6. Si en La República contempla Platón la idea de la comunidad
de los llamados a regir la ciudad con su sabiduría. La educación es la mis- humana, en sus diálogos de vejez, El Político y Las Leyes, se acerca a
¡ ma para ambos sexos, pues Platón, con las reservas de rigor, equipara la las comunidades empíricas. Desengañado por sus fracasos de Sicilia, pre-
/ mujer al varón. tende ante tod9: exp_one~ahora un programa de reformas posibles. Prin-
._,_ Inspira toda la filosofía política y social de Plató~ el postulado de cipalmente en ~ hay una notable elaboración de datos empíri-
la subordinación inflexible de las partes al todo, y, por consiguiente, de cos, una integración de la experiencia histórica en la filosofía, que servirá
las clases sociales y ª~- miembtQl'J al __~ien común de la ciudad. Este pos- de punto de partida para Aristóteles.
tulado conduce en ocasiones a Platón~··a-uña limitación· excesiva de la Consciente de la Jm$dección _de los hombres, admite ahora Platón
esfera individual. El individuo carece de autonomía ante la ciudad. La _la neceªJcfa~L4e....fü~r_J2.LP.ringpj_QLd_~__gg_bi~tP.9..e.i;:iJeyes po.s..iti.:Y.@..Qt ca-
ciudad surge como consecuencia de la incapacidad de los individuos para .rácter general_que, por otra parte, han genutrirsede _la experiencia
satisfacer solos sus necesidades, y se basa en la división del trabajo, que colectiva elasmada en la costumbre y la tradición. Recorioce la "iazó"it de
permite coordinar las distintas aptitudes personales en bien de todos. s§(k la fa~ilia _y la PJQllied~d~p.tiwda, ~i:irique m~~~iendo sob:;--;;~
E¿i por tanto, 1:1!_1~ !'=_~lj9ª,c:l._faric:l~c:l11__e,p k11ªthl!:ªk-2:.i:u:l.e.Lhg1I1:f?re y no en bas la más estrecha vigilancia. Propugna una estricta distribución de la
su mero arbitrio, como afirmaban ciertos sofistas y, sobre sus huellas,' los propiedad que impida los excesos de riqueza y de pobreza, factores de
cínicos y cirenaicos. A esta necesidad de la ciudad para la consecución d!scordia civil. ~--~~uc_ac:_ión de los ciudadanos seguir~Jf!~Jt.ª-.c!P, __ .Q.Q!".. un
del fin del hombre añade Platón el postulado de la unidad, en cuya virtud e~íritu comunitario. Pero quedan excluidos de la ciudadanía activa todos
las exigencias de la colectividad deben prevalecer sobre las individuales. los qii·e se dedican a un trabajo manual. La denuncia de las diversas trans-
Pero lleva este postulado de la unidad al extremo de suprimir en las dos gresiones se convierte en deber cívico. La religión es objeto de amplia
clases superiores la propiedad privada y la familia. Para que los magis- regulación legal, y se castiga con rigor el ateísmo cuando resulte imposible
trados y los guardianes puedan entregarse en cuerpo y alma a sus funcio- vencerlo por la persuasión. Contra Protágoras, afirma expresamente Pla-
nes, han de verse libres de la interferencia de los intereses particulares, tón que Dios, y no el hombre, es la medida de las cosas. Dada la absor-
y Platón encontraba la raíz profunda de éstos en ambas instituciones. Las ción del mundo temporal en el de la trascendencia divina, la ciudad des-
uniones sexuales, aunque inestables, no serán casuales, pues se realizarán ~i;-ita en Las Leyes__ viene a ser finalmente una teocracia en la que los
bajo la paternal vigilancia de los magistrados: mediante una mentira pia- magistrados supremos-·son a la vez mférpfeies··ae-la··voluntad divina, y
dosa, harán creer éstos a los interesados que decidió su unión la suerte, una meticulosa censura (encomendada al «consejo nocturno») trata de
cuando en realidad tuvieron en cuenta ante todo preocupaciones eugené- preveni0,malqyie.t_desviación con respecto a la ortodoxia político-religiosa.
sicas que impondrán, por ejemplo, el abandono de los niños nacidos en Ei(El Polític_g_),e advierte claramente cuánto le costó a Platón el trán-
condiciones insatisfactorias o en número excesivo. El comunismo de Pla- sito desde la arbitrariedad, a la vez justa y flexible, del gobernante según
tón es un comunismo de inspiración ética o, mejor aún, política, no eco- la idea (parangonado con el tejedor regio que elabora su trama discrimi-
nómica; un comunismo «por razón de Estado» (podríamos decir), limi- nando y distinguiendo sus elementos antes de ensamblarlos debidamente),
tado a las clases superiores. Porque éstas son las únicas que tienen una hasta una legalidad que en el mejor de los casos es un sucedáneo, cuya
participación activa en la vida pública de la ciudad. Prácticamente Platón rigidez tropieza contra la multiformidad de las situaciones por regular. Pero
sólo se ocupa de ellas. Los artesanos y campesinos, relegados a la esfera en el estado actual de la humanidad, este sucedáneo es con todo la solu-
privada, constituyen como la tela de fondo, cuya presencia más se adi- ción más aceptable. Como en los momentos de mayor tensión espiritual,
vina que se ve. Platón recurre al mito para situar la cuestión en una luz adecuada. Hay
~sigdªd- gobernada .por.. sªbiQs ..carece de significación _todo de- períodos de la vida del universo en que Dios mismo dirige su marcha •y
r~hº. po.sitivo. L9s magistrados decidirán en cada,_ caso particular lo que encauza sus rumbos; pero en otros, Dios abandona el mundo a sí mismo,
ex;ija la justicia según _ las, ~1_rcünsiiañé:1.as~-sin at;rse median.té· 1éyés -g~ne- iniciando éste entonces su ruta circular en sentido inverso. En el orbe
rales, necesariamente rígidás. El régimen de la ciudad perfecta es la ar- humano, el giro equivale a una caída, y al gobierno divino se sigue un
bitrariedad de un despotismo ilustrado. régimen humano que no puede ser sino su pálida imitación. Una vez más
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nos encontramos ante el dualismo platónico entre el elemento divino in- la multitud, que aspira a la igualdad absoluta, pretendiendo borrar todas
mutable y el elemento corpóreo, sensible, sujeto a la alteración. las diferencias personales, incluso las naturales y legítimas. El tipo humano
En ambas fases del pensamiento político de Platón se percibe la huella paralelo es el individuo despreocupado, irreverente, que no respeta jerar-
de su admiración (no exenta de reservas) ~r las instituciones d0~12ar1ª_,_ quía alguna. La democracia desemboca en el desorden, el cual es finalmente
que a sus o¡os encarnaban del modo más cabal el espíritu de la polis. Laco- aprovechado por un sujeto audaz que se encarama al poder y lo pone al
nizante es, en primer término, la ~ c i ó n ~_l!Í_l:_ un~_duda- servicio de sus apetencias particulares; la tiranía es así el equivalente polí-
danía vigorosa y curtida, frente a la «blandura» ática. Esta preocupación tico de un carácter violento y sin freno. Sus excesos provocan la reacción
~s la que conctuce a Platón a condenar las bellas artes y las letras como de los más decididos, y con su derrumbamiento se cierra el ciclo consti-
factores de disolución. También se inspira en el modo de vivir lacedemó- tucional. Rayan a gran altura, en la descripción de esta dinámica política,
nico la posición que asigna a la mujer en la sociedad y el desprecio de los las dotes de observación de Platón, dando lugar a profundos atisbos de
senti~entos- pers-onales;saéi:í:ficaclosa--1:ascoñsíderaciones eugenésicas en psicología social.
las relaciones heterosexuales. Lo mismo cabe decir de su desconfianza ha-
cia el comercio exterior, y en general su ~encía a aislar la ciudad del ©; 8. La clasificación de las formas de gobierno en El Político resulta
mundo circundante )[.-q.~U~C0fl0n:ú.!L!!..~ ba~ra:==-ros viajés al de la conjugación de dos criterios complementarios: el primero, cuantita-
extranjero sólo son admitidos para finalidades pií@ícas (e~p-eiialmente para tivo, toma en consider~úmero--de los -que- partfc1pan--direet-amente
obtener informaciones útiles a la ciudad), y si los forasteros son bien en el gobierno; el otro, cualitativo, tiene en cuenta el hecho de que se
acogidos, es con carácter temporal y con toda clase de precauciones. gobierne con arreglo a las leyes o campee la ilegalidad. Así tenemos tres
formas legítimas y tres formas ilegítimas de gobierno. Los gobiernos le-
7. Un capítulo importante de la filosofía política platónica es la ~ a gÍtÍln9..§_§_on la monarquía o realeza, la ariswc:racia_y la_:a~fü§~f~cia" mode-
c!e las formas de gobierno. También en ella se produjo una evolución en ,r_ada, según--g-;;blerne-·uno sofo, --una minoría selecta (prácticalll~~t¡;-·Tos
c~~;~nanda con_ el camfüo general de perspectiva que acabamos de señalar. ricos) o el conjunto de los ciudadanos; sus formas corruptas son la tira-
Platón estableció dos clasificaciones distintas de las formas de gobier- nía, l¡1_oliga1;qµía y la .democracia. turbulenta--;-q~e-hoy Uamamos....9ertl.ago-
no: una en La Repúbli~~Tifüos VIII y IX), otra en El Político. ·· · gia. Es de recordar que esta terminología era ya común en Grecia, y vimos
---~cosori1as-formas descritas en La República. Todas ellas tienen su que la gran diversidad de regímenes políticos había sugerido pronto una
equivalente en otras tantas- modalidades de Iapsicología individual. Por teoría empírica de las formas de gobierno, a la que Herodoto y Eurípides
definición, sólo una forma de gobierno es justa y legítima: precisamente dieron, entre otros, expresión literaria. Platón ahora no hace más que
l_a que_ desci:1l5-eLaR.epública-:os~~ ~I g~Eierno de.los sabios, una aristo- conferirle rigor sistemático. En esta dasificación hay una jerarquía: la
cracia derespíritu que puede revestir Ia forma de una mop~!_gll_fo._ si se monarquía es la mejor de las formas legítimas, y la democracia, la peor;
confía el poder supremo a uno solo asistido del consejo de los demás. A la en cambio, la menos mala de las ilegítimas es la demagogia, que por lo
ciudad perfecta corresponcfe en 1a-estera1ndividual-~l hombre justo, en 1
\1 menos contenta a la mayoría durante algún tiempo, y la peor, la tiranía.
quien impera la razón. Las demás formas son corrupciones de 1;- forma La aristocracia y la oligarquía ocupan en cada serie el lugar intermedio.
pura, y en ellas no se realiza la justicia. Cuando usurpan el poder supremo Pero en Las Leyes añadió Platón un nuevo término a la anterior cla-
los guardianes, surge la timocracia o timarquía, el «gobierno de la honra», sificación7"~~ixtaae-gobierno. Una mezcla de monarquía y demo-
que se caracteriza por la ambición, el espíritu belicoso, y corresponde en li craciajque en realidad lo es más bien de atÍstocracia u ollgarquía y de
r
lo individual al hombre orgulloso, sediento de honores y distinciones. En- 1
democracia) es, s~n él, laúnica capaz de asegurar la estabilidad social
riquecidos los guardianes con sus rapiñas, la timocracia da lugar a la""oli- mediante el contrap~o-de.principios op_uesto~ y __cqp:ipklll_~º_tªrios~. Esta
garquía, que vincula el poder a la fortuna. La política sólo se inspira en- 1:~·ae1 gooiei:iio'míito, r~¿~gida por Aristóteles, ejercerá un duradero
tonces en consideraciones económicas: es el modelo en grande del avaro, influjo en la Antigüedad, principalmente a través de Dicearco, Polibio y
del que sólo vive para atesorar. Pero el desequilibrio producido por el exce- Cicerón. Incorporada así al acervo filosófico-político clásico, llegará su ac-
sivo enriquecimiento de los menos provoca la democracia, el gobierno de tuante prestigio hasta el pensamiento moderno.
150 Período helénico 5. Platón la Academia 151
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9. Un interesante aspecto a considerar todavía en la obra de Platón, poética. Desde Crantor, discípulo de Platón y primer comentarista del
es su significación desde el punto de vista de la historia de las utopías Timeo, que afirmara la autenticidad del relato, hasta Jacinto Verdaguer y
sociales. Ya Aristóteles asoció la República y Las Leyes a los proyectos de Manuel de Falla, convertidos en el Homero y el Beethoven del continen-
ciudad perfecta de Hipódamo de Mileto y Fáleas de Calcedonia, en su te inmerso, incansablemente ha preguntado la erudición, o simplemente la
consideración crítica del libro II de la Política. Pero cabe preguntarse curiosidad culta -como Europa en la epopeya del vate catalán, cuando
si ambos diálogos son utopías en el sentido riguroso de la palabra. En la al despertarse, después de la noche fatídica, no viera el «mundo hermano»
Rep~ la intención de Platón no es propiamente la de edifica~ a su poniente-: ¿dónde está Atlántida? -«Oh, Atlántida! a on ets?»
mundo social distinto del real, sino por el contrario, describir la comunidad Pero hay también en el Timeo y el Critias, como por otra parte en el
eumana más~en consonancia con la idea. L a s ~ ~ ' Político, algo que da remate y perspectiva peculiares a la meditación pla-
~ _ a r grado_posible de aproximacióndeuñacolectividad his- tónica en torno a la comunidad humana y su justicia. Es la grandiosa
tórica ~digma de la idea. Pero-~; evidente que la ads~ón-de una:- y sobrecogedora intuición, no sólo de la inmensidad del tiempo prehistó-
y otra obra a la utopía dependerá del concepto más o menos amplio que rico y de los cambios que el aspecto de la tierra sufre por la obra del tiem-
de este género literario se tenga. Con independencia de ello, la República po, sino también de ingentes ciclos históricos, separados por diluvios y
y Las Leyes p.ertenecen indiscutiblemente a la historia de las utopías por otras catástrofes naturales periódicas, con procesos de destrucción y nueva
las sugerencias, poderosas y constantes, que sobre la mayoría de ellas han ascensión lenta de la humanidad, de olvido y recuperación trabajosa del
ejercido. patrimonio cultural común.
Más directa en el aspecto literario es la vinculación de Platón a la
utopía en otros dos diálogos, el segundo de los cuales quedó inconcluso, y 10. Entre los diálogos dudosos de Platón ofrece especial interés filo-
que habían de formar parte de una trilogía que no llegó a cuajar. Nos sófico-jurídico el que lleva por título el nombre del mítico legislador de
referimos al Timeo y al Critias, con su famosa descripción de la Atlántida. Creta, Minos, y por subtítulo Sobre la ley. Se trata probablemente de la
Si en la República Platón había ofrecido una visión de la comunidad hu- obra de un discípulo que pretendió imitar el estilo de los diálogos de ju-
mana según la idea, en su dimensión intemporal, la trilogía en cuestión ventud de Platón, y parece algo posterior a Las Leyes.
pretendía mostrar esa misma comunidad en movimiento actuando en el El problema que en Minos discuten Sócrates y un discípulo 1?-ºs re-
orden del tiempo. Así, el Timeo relata los orígenes de Ía humanidad en trotrae en cierto modo al punto inicial de la controversia con los sofistas, a
el marco de la historia del universo, y el Critias (que debía ser completado la cuestión de saber si la mudanza de las leyes no supone falta de intrín-
por el Hermócrates), la historia ideal de las sociedades humanas, según seco valor en sus preceptos y si, por consiguiente, la ley no se reduce a
el prototipo de la antigua Atenas, donde tuvo su realización la ciudad una simple decisión de la ciudad. Frente al discípulo, dispuesto a sacar
perfecta, en una era de áurea plenitud a la que puso fin el mismo cataclis- esta conclusión, reafirma Sócrates que sólo es propiamente ley aquella dis-
mo telúrico que también destruyó su colosal enemigo, el imperio de los posición de la ciudad que se apoya en lo que es. En otros términos, la ley
atlantes. Pero la empresa quedó interrumpida antes de la terminación del presupone la aprehensión de la verdad y sólo en tal condición vale uni-
Critias, acaso por la contradicción intrínseca que implicaba una «historia» versalmente; sin que el hecho de que los legisladores fallen en su intento
de la idea en su acepción platónica. Por eso se ha podido ver la auténtica y se diversifiquen sus decretos, destruya esta fundamental referencia de la
continuación del inconcluso Critias en el libro III de Las Leyes, con su ley a una realidad objetiva. Así, las leyes de Minos, veneradas en Grecia
historia de la humanidad tal y como Platón podía representársela a base de por su antigüedad, habían surgido de años de comunicación directa con
los datos de que disponía. Zeus, nutriéndose de su sabiduría.
Si por su forma y composición el Timeo, y sobre todo el Critias, ini-
cian la utopía-novela, de tanta fortuna histórica hasta los tiempos moder- 11. Ha llegado el momento de considerar el destino histórico-espi-
nos, con el mito de la Atlántida supo crear Platón un universo fabuloso, ritual del platonismo, en particular en lo que atañe a sus doctrinas jurídicas
destinado a inquietar la imaginación de las generaciones subsiguientes, y y políticas. La filosofía de Platón ha dejado una huella perdurable en la
que sin duda ha sido el más apasionadamente perseguido de los países posteridad, en primer término por su idealismo ético y su sentido reli-
misteriosos por el celo investigador no menos que por la reconstitución gioso. Su heredero más inmediato fue en la Antigüedad el neoplatonismo.
5. Platón la Academia 153

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152 Período helénico

se preocupó d;:;:::::1 ~:o::•rnl~:::, quiso cierto malestar en el lector; así, su concepto simplista y elemental de la
e ~ fundar una ciudad en Campania, según el modelo de La Repú- unidad política, que sacrifica toda espontaneidad del cuerpo social; su
blica, con ayuda del emperador Galeno y su mujer, no habiendo llegado ambigüedad antropológica que si por un lado impone las mayores exigen-
a término el proyecto por el fallecimiento prematuro del monarca. A tra- cias a la minoría de sabios, relega irremediablemente la mayoría a una
vés de Plotino y sus discípulos influyó el platonismo en los Padres de la situación de inferioridad mental cuyo resultado es el paternalismo como
Iglesia, sensibles a su elevada espiritualidad, aunque no ciegos para sus régimen permanente; determinados procedimientos de acción psicológica
limitaciones y aberraciones. San Agustín incorporó a la concepción cris- que cuando no van directamente contra la dignidad humana implican un
tiana del mundo 1 ' de~t~ la maquiavelismo poco en consonancia con la elevación moral del punto de
orientación del pensamiento me 1eva hasta la recepción del aristotelismo partida; el recelo hacia el mundo exterior y lo que podríamos llamar sus
por San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino en el siglo xrn; pero tentaciones con la tendencia a constituir la ciudad en sociedad cerrada.
aun después seguirá fiel a ella la dirección franciscana de la escolástica. '
En cuanto al impacto del platonismo (a menudo a través de las reelabo-
raciones neoplatónicas) en el Islam y en Bizancio, nos referiremos a él en
BIBLIOGRAFIA
los respectivos capítulos.
~l Renacimiento volvió con ent~asm___Q al fil~ofo de h1sjcl~as. Tes-
timonio de este fervor son las Academias que por doquier~se fundaron, y Texto y traducción castellana: En la colección «Clásicos políticos» del Centro de Es-
cuya serie abre la de Florencia (1459), debida a la munificencia de Cosme tudios Constitucionales, Madrid: Critón (María fuco GóMEz); Gorgias (J. CALON-
GE); La República (por J. M. PABÓN y M. F. GALIANO), 3 vols.; El Político
de Médicis y dirigida por Marsilio Ficino (1433-1499). El platonismo es (A. GoNZÁLEZ LASO); Cartas (M. ToRANZO y J. M. PABÓN); Las Leyes (J. M. PA-
una de las más pujantes direcciones doctrinales· del Renacimiento, En BÓN y M. FERNÁNDEZ GALIANOJ, en particular.
nuestra disciplina es particularmente significativa su influencia sobre la Texto y traducción castellana: En la Universidad Nacional Autónoma de México: La
Utopía de Tomás Moro (1478-1535) y más aún sobre el conjunto de la República (por A. GóMEZ RoLEDO, 1971) y Gorgias (por Ure ScHMrnT, 1980),
filosofía social de Tomás Campanella (1568-1639). entre otros.
Traducción castellana del conjunto de los Diálogos en la Biblioteca Oásica Gredos,
En los siglos XVII y XVIII es notable en Inglaterra la permanencia de Madrid, por varios, e introducción general de E. LLEDÓ lÑIGO: en vía de publica-
esta influencia platónica en -la «escuela de Cambridge» con Henry More ción.
(1614-1687) y Ralph Cudworth (1617-1688), influencia que no desapa- Entre las ediciones extranjeras bilingües, especialmente la francesa: CEuvres comple-
recerá nunca del todo a pesar del predominio del utilitarismo y el evolu- tes París, «Les Belles Lettres», 13 tomos; en particular I (por M. CROISET),
cionismo en el siglo XIX, y que explica que haya podido hablarse (J. H. ni (A. CROISET y L. BoDIN), VI-VII (La République, A. DIES y E. CHAMBRY),
IX, 1 (Le Politique, A. D1Es), XI-XII (Les lois, A. D1i;:s, L. GERNET, E. DES
Muirhead) de una «tradición platónica» de la filosofía inglesa. PLACES, S. J.), J. SoUILHÉ); y la inglesa en The Loeb Classical Library.
Más recientemente, el pensamiento platónico ha vuelto a adquirir sig-
nificación actual, singularmente en Alemania. Pero no han faltado inter-
pretaciones arriesgadas, cuando no tendenciosas, del mismo; así, la versión Aspectos generales
de la teoría de las ideas del neokantismo de Marburgo (Paul Natorp) en el Aparte los estudios de conjunto de su personalidad y su filosofía (entre ellos los
sentido de su idealismo lógico. de G. C. FIELD, P. FRIEDLANDER, C. PIAT, D. G. RITCIDE, C. RITTER, L. ROBIN,
También se ha invocado a Platón como precursor del Estado totalita- K. ScmLLING, L. STEFANINI, A. E. TAYLOR, U. voN WILAMownz-MoELLENDORFF,
rio o de algunas preocupaciones suyas, como la eugenesia y la procreación H. M. WoLFF):
dirigida. Por lo que hace a tales preocupaciones, es preciso no olvidar que
no van necesariamente unidas al totalitarismo y más bien son comune;hoy J. BRUN, Platon et l' Académie, París, 1960.
A. DIES, Autour de Platon, ya cit., II, París, 1927.
a las concepciones del hombre que se apartan de la antropología cristiana J. N. FINDLAY, Plato. The Written and Unwritten Doctrines, Londres y Nueva York,
o simplemente humanística. Es evidente que con ello no se toma del pla- 1974.
tonismo lo esencial y perdurable. Más en la línea del moderno totali- K. VON FRITZ, Platon in Sizilien und das Problem der Philosopbenberrscbaft, Ber-
tarismo se hallan otros aspectos suyos, que no pueden menos de provocar lín, 1968.

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