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Departamento de Letras
Profesorado en Letras
Alumno: Alfonso Matías Ávalos
Trabajo Práctico II
Fenómenos morfológicos
Desde los textos más primitivos, hay presencia de artículo en todos los
siguientes casos: non se cuémpete elo uamme en siui, qui dat a los misquinos,
ena honore, ela mandatione (Glosas Emilianenses); labraua el fierro (Gen
Estoria); foron por el morismo todos mal derramados (Berceo).
Muchos se auxiliaban de ordinario con ser: un strela es nacida, son idos, exido
somos, son entrados. No obstante, aparecía ya aver: a Valencia an entrado,
arribado an las naves. También ocurría con los verbos reflexivos: de nuestros
casamientos agora somos vengados, se era alçado, frente a assaz te as bien
escusado.
En los tiempos compuestos con aver, el participio concuerda por lo general con
el complemento directo: la avemos vista e biene percibida, no la avemos usada
(ARM); estas apreciaduras mio Çid presas las ha, çercados nos han. No
obstante, se da también el uso moderno con participio invariable: tal batalla
avemos arrancado, esta albergada los de mio Cid luego la an robado.
El participio activo tiene bastante uso en algunos textos: un sábado esient,
domingo amanezient, / vi una visión en mio leio dormient (Disputa del alma y el
cuerpo); todos eran creyentes que era transida (Apolonio); todos sus
conscientes, merezientes érades de seer enforcados; entrante de la iglesia enna
somera grada (Berceo).
Perífrasis con el verbo ser y adejtivo verbal en dor: tembrar querié la tierra dond
eran movedores, ‘de donde partían’; arrancar moros del campo e seer segudador
‘perseguirlos’ (Cid); Elisabet su fembra li fue otorgador, de todo fue el fijo
después confirmador (Berceo).
La negación se refuerza con términos concretos y pintorescos, sobre todo en
expresiones peyorativas: non lo precio un figo, todo esto non vale un fijo.
Uso de preposición a ante objeto directo verbal era general con pronombres
tónicos y nombres propios referentes a persona: a ti adoro, salvest a Daniel.
Pero con los comunes de persona y los propios geográficos fluctuaba según
existieran o no móviles individualizadores, relieve, mayor o menos carga
afectiva o conveniencia de evitar anfibologías, lo cual originaba aparentes
contadicciones: recibe a Minaya y recebir a las dueñas, a quatro matava y
mataras el moro, gafió a Valencia y el que Valencia gafió.
La preposición por contendía con par en fórmulas de juramento: par Sant
Esidro, por Dios uerdadero. Pora expresaba la finalidad o la dirección frente a
escasas muestras de para (que no se extendió hasta la época alfonsí.
La construcción transitiva directa alternaba frecuentemente con la preposicional:
cocear non me trevo y nin se atreuió a defenderse, saber trobas y saber de
trovar.
No había la separación actual entre las incongruencias del habla y el rigor de la
escritura.
Supresión de nexos: «nós irnos otrosí sil podremos falar» = 'nosotros vamos
también [para ver] si podemos hallarlo' (Auto de los Reyes Magos); «tan gran
sabor de mí avia, sol fablar non me podía» = 'tan gran placer tenía conmigo
[que] ni siquiera me podía hablar’. (Razón de amor).
Tanto y tan llegaron a ser equivalentes de mucho y muy: «sano lo dexé e con tan
gran rictad» = 'con muy gran riqueza'.
Omisión frecuente del verbo decir ante su oración subordinada: «el mandado
llegava que presa es Valencia» = ‘[diciendo] que ha sido tomada Valencia’.
También aparecen supresiones como: «el que quisiere comer; e qui no cavalgue»
= 'el que quisiere comer, [coma], y quien no, cabalgue'.
Alusiones a sustantivos inexpresados cuya idea se sobrentiende en otra palabra:
«tienes* por desondrado, mas la vuestra es mayor» 'se considera desondrado,
pero vuestra [deshonra] es mayor'.
Correspondencia entre formas y funciones no tan rigurosa.
No había distinción completa entre cual y el cual: Dios a qual solo non se
encubre nada; ni entre cual y cualquiera que: en qua lograr lo podredes fallar, lo
lo iré adorar.
El adjetivo confundía su función con la del adverbio, modificando globalmente
al verbo y al sujeto: sonrisós el rey, tan vellido fabló, violos el rey, fermoso
sonrisava.
Verbos aver y tener contendían como transitivos para expresar la posesión. Se
prefería aver cuando el sentido tenía el matiz incoactivo de ‘obtener’,
‘conseguir’, ‘lograr’, y tener para el durativo de ‘estar en posesión de algo’,
‘mantener’, ‘retener’.
Aver se empleaba más con objeto directo abstracto (aver pavor, duelo, fambre),
mientras tener regía nombres concretos. Lo mismo ocurría con ser y estar.
La pasiva refleja estaba en curso ya en el siglo X, con ejemplos inequívocos
cuando el sujeto era cosa.
Cuando el sujeto era un ser animado abundan textos donde no es paciente sin
más, pues coopera a la acción que recibe, la consiente o se inhibe ante ella.
No eran tajantes las fronteras entre la construcción reflexiva y la de ser +
participio: seré maravillado ‘me maravillaré’).
La mayoría de modos y tiempos verbales ya tenía los significados fundamentales
que hoy subsisten, pero con límites desdibujados.
Al lado del imperativo, podían usarse el presente o el imperfecto de subjuntivo.
En oraciones subordinadas que hoy exigen subjuntivo, aparece a veces el
indicativo.
La acción perfecta se expresaba a veces con el pasado simple, a veces con los
compuestos. Lo mismo ocurría con el pluscuamperfecto.
Las conjunciones ofrecen abundantes ejemplos de plurivalencia.