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Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología

P.E. “Escuela Mariano Ferreyra”


Bachillerato en Informática – Bachillerato en Arte: Teatro
Escuela Secundaria para Jóvenes y Adultos (exBLA)
Profesorado en Auxiliar Docente - Tecnicatura Superior en Psicopedagogía
Av. Belgrano 1235 - Tel 3625215942 – escmafe@gmail.com – Rcia. – Chaco
EscuelaMarianoFerreyra escuela.mariano.ferreyra

Espacio curricular: Lengua y Literatura


Curso o nivel: A - Modalidad: ESJA
Profesor a cargo: Alfonso Matías Ávalos
Trabajo Práctico Integrador N°1
Cuatrimestre: 2do

Objetivos:
Que los alumnos puedan:
 Reconocer un texto literario y sus características distinitvas.
 Diferenciar autor de narrador.
 Identificar correctamente los tipos de narradores presentes en un texto
literario concreto.
 Especificar los tipos de personajes presentes en un texto literario
concreto.

Criterios de presentación:
 Consignar nombres y apellidos completos
 Consignar nivel y modalidad
 Legibilidad en la escritura manuscrita
 Ortografía y puntuación

Trabajo Práctico Integrador N°1


Segundo Cuatrimestre

El cuento literario: narradores y personajes

1) Leer el siguiente texto y resolver las consignas.

1
2) Teniendo en cuenta el concepto de literatura que hemos visto, ¿considerás que se
trata de un texto literario? ¿Por qué? Investigar en internet, si es necesario, a la
autora del texto.
3) ¿Creés que el texto tiene una finalidad estética?
4) Especificar: personaje principal, personaje antagonista, personajes secundarios.
Justificá tu respuesta.
5) Especificá quién es el narrador del texto y qué tipo de narrador es (omnisciente,
testigo o protagonista).

Las flores del argelino

Es domingo por la mañana, las diez, en el cruce de las calles Jacob y Bonaparte, en el barrio de
Saint-Germain-des-Prés, hace diez días. Un joven que viene del mercado de Buci avanza hacia este cruce.
Tiene veinte años, viste muy miserable-mente, y empuja una carretilla llena de flores: es un joven argelino,
que vende flores a escondidas, como vive. Avanza hacia el cruce Jacob-Bonaparte, menos vigilado que el
mercado, y se detiene allí, aunque bastante inquieto.
Tiene razón. No hace aún diez minutos que está allí –no ha tenido tiempo de vender ni un solo
ramo– cuando dos señores “de civil” se le acercan. Vienen de la calle Bonaparte. Van a la caza. Nariz al
viento, husmeando el aire de este hermoso domingo soleado, prometedor de irregularidades, como otras
especies, el perdigón, van directo hacia su presa.
-¿Papeles?
No tiene papeles de autorización para entregarse al comercio de flores.
Así, pues, uno de los dos señores se acerca a la carretilla, desliza debajo su puño cerrado y -¡eh!,
¡qué fuerte es!- de un solo puñetazo vuelca todo el contenido. El cruce se inunda de las primeras flores de la
primavera (argelina).
Ni Eisenstein, ni nadie están ahí, para captar la imagen de las flores por el suelo, que mira el joven
argelino de veinte años, escoltado a uno y otro lado por los representantes del orden francés. Los primeros
coches que transitan por allí, y esto no puede impedirse, evitan destrozar las flores, esquivándolas
instintivamente mediante un rodeo.
Nadie en la calle, excepto, sí, una mujer, una sola:
– ¡Bravo!, señores –exclama–. Ven ustedes, si se hiciera eso cada vez, nos libraríamos pronto de esta
chusma. ¡Bravo!
Pero viene del mercado otra mujer, que iba tras ella. Mira, tanto las flores como al joven criminal
que las vendía, y a la mujer jubilada, y a los dos señores. Y sin decir palabra, se inclina, recoge unas flores,
se acerca al joven argelino, y le paga. Después de ella, llega otra mujer, recoge y paga. Después de ésta,
llegan otras cuatro mujeres, se inclinan, recogen y pagan. Quince mujeres. Siempre en silencio. Aquellos
señores patalean. Pero, ¿qué hacer?
Esas flores están en venta y no se puede impedir que se quiera comprarlas.
Apenas han pasado diez minutos. No queda ni una sola flor por el suelo.
Después de esto, los citados señores pudieron llevarse al joven argelino al puesto de policía.
Fuente: Marguerite Duras, Outside, Barcelona, Plaza & Janes, 1986.
¿Qué es la literatura?

Construcción humana y racional que utiliza signos del sistema lingüístico, a los
que confiere un valor estético, otorga un estado de ficción y se desarrolla a través de un
proceso comunicativo.
En un principio hay tres características fundamentales que debemos reconocer
acerca de la Literatura.

 Construcción humana y racional


La literatura es una construcción y no una creación porque necesita de
materiales para ser elaborada. Por ejemplo, en primer lugar, se sirve de un sistema
lingüístico (la Lengua y el Habla) de la cual toma tanto sus expresiones orales, como sus
expresiones escritas.
Es humana porque la construyen los seres humanos, no los animales ni los
dioses, ni los árboles, los extraterrestres, ni las plantas ni los patos. Solamente los seres
humanos.
Es racional porque para construirla se utiliza la razón. No puede construirse nada
a margen de la razón. De igual manera debe ser interpretada de manera racional.

 Estado de ficción:
En la obra literaria se objetivan hechos ficcionales. Esto quiere decir que no
tienen existencia operatoria en la realidad. Es decir, no pueden modificar la realidad
porque solo existen dentro de la obra literaria, no fuera de ella. Cuando leemos
Caperucita Roja (o Caperucita Encarnada como es su título original), nos encontramos
con un lobo feroz. Pero el lobo no puede salir del texto y atacarnos.
Eso no significa que no existan hechos verídicos que se narren en una obra
literaria, pero debemos diferenciar los hechos de la narración de los hechos.
La ficción no es lo contrario de lo real, sino que presenta la imagen que de lo
real puede construirse.
El propósito de los textos literarios no es mostrar la realidad tal cual es, sino de
representar, por medio de la palabra, una percepción posible y peculiar del mundo. En
este sentido, la ficción –propia de la literatura- equivale a una imagen de la realidad
que un tiempo histórico determinado se propone para definir los ideales o para destacar
los problemas o la decadencia moral y plantear los principios que deben modificarse.
La literatura, por ser un hecho artístico, transforma la realidad y
ficcionaliza.
Los objetos a los que se refiere existen sólo en el texto, y en lugar de personas, la
obra literaria cuenta con personajes, creaciones de ficción que pueden ser o no parecidas
a seres existentes, pero que nunca llegan a serlo. El valor de la literatura radica en el
modo de representación de esa realidad y no en la fidelidad a lo representado, es decir
que la literatura se aprecia no por la verdad de lo que se dice, sino por la calidad estética
con que se lo hace.
La literatura es un discurso ficcional porque todo lo que leemos como literatura
no tiene referencia directa en el mundo real. Entre el autor y el lector se establece un
pacto por el cual el texto literario no se produce ni se consume como verdad. La
referencia que se construye en cada texto se lee en relación con él. Sin embargo, la
literatura (que es ficción y no mentira o fantasía) es profundamente verdadera: su
autenticidad pasa por reconocer sus procedimientos de construcción de lo ficcional para,
desde allí, representar lo real.

 Función poética. La finalidad estética de la literatura


Por otro lado, desde el esquema del Circuito Comunicativo que vimos en el
bloque de GRAMÁTICA podemos decir que cuando en la situación comunicativa
cobra especial relevancia la FORMA del mensaje, estamos frente a la FUNCIÓN
POÉTICA.
La literatura es lenguaje: no sólo se sirve de él, como sucede con los discursos
con fines prácticos, sino que trabaja estéticamente con el lenguaje. Lo que importa en
la literatura no es sólo qué se dice sino cómo ha sido dicho y por qué.
Cuando el uso del lenguaje persigue este fin, se dice que se utiliza con una
finalidad estética.
El lenguaje posee la capacidad de sumar al significado habitual de las palabras
otros matices de significación que comunican, indirectamente, otras informaciones. Este
modo de significar se llama connotación.
La literatura explota estas posibilidades mediante una serie de recursos, desde
metáforas e imágenes hasta la disposición espacial del texto en una hoja de papel.
Una obra se valora estéticamente en la medida en que depende de una norma.
Como la norma y el valor son pactados social y culturalmente, el lenguaje funcionará
estéticamente atendiendo a ese pacto. Por ejemplo, existen textos que originariamente
no fueron pensados como literarios y hoy se lee como tales.
Cada lector y cada escritor usa la literatura con fines diferentes, pero todos, o la
mayoría, parecen tener en común el hecho de encontrar en la literatura una forma muy
especial de placer.
Todas las obras que se consideran literarias producen una suerte de placer
vinculado con lo bello. La finalidad estética, propia de las obras literarias se vale de la
función poética.

La literatura

 Los personajes
Los personajes son figuras ficticias que representan personas, animales u
objetos y aparecen y participan en los diferentes géneros literarios (cuentos, novelas,
obras de teatro, poemas, etc.). En general, el autor los presenta de forma directa o
indirecta, apoyándose en la descripción de sus características físicas y psicológicas o
mediante su conducta y relaciones con los otros personajes.
Según la importancia y participación que tengan en las acciones de la historia,
encontramos diversos tipos de personaje:
 Personaje principal o protagonista. Es el centro de la historia: todas las
acciones lo afectan de un modo u otro, por lo que el desarrollo del suceso
depende en gran parte de él.
 Personaje antagonista. Es un personaje que se enfrenta al protagonista.
Generalmente presenta características opuestas a las del protagonista. A
veces puede ser una entidad no humana como la naturaleza, una
enfermedad, etc.
 Personaje secundario. Aunque el personaje secundario de un cuento
participa solo en algunos de los acontecimientos, su presencia es
necesaria por la relación y dependencia que tiene con el protagonista. En
este sentido, si quitamos al personaje secundario la historia contada se
vuelve pobre e inentendible.
 Personaje incidental, ambiental o fugaz. Este personaje interviene muy
poco en la historia, por lo que su importancia es de mejor grado,
podemos prescindir de ellos para comprender lo que leemos.

 El narrador
En todas las narraciones existe siempre un narrador que no es el autor. Es el que
nos relata o cuenta la historia.
En el siguiente cuadro veremos los tipos de narradores que podemos encontrar
en los cuentos:

Narrador Características
 Cuenta lo que ocurre dentro de la historia, pues no sólo
relata lo que hacen los personajes, sino también lo que sienten y
Omnisciente piensan. Omnisciente significa “que todo lo sabe y lo siente”.
 Su relato está estructurado en tercera persona (él, ella,
ellos, ellas).
s el protagonista de la historia.
 Su relato generalmente está estructurado en primera
Protagonista
persona (Yo/nosotros).

 Cuenta sólo lo que se puede ver o escuchar.


 No conoce los sentimientos ni los pensamientos de los
personajes. Sólo puede referirse a lo que los personajes mismos
expresan que sienten o piensan.
 Es alguien que sabe del pasado únicamente lo que
Testigo
presenció o lo que le dijeron; del presente sólo sabe lo que alcanza a
escuchar o presenciar, y nada del futuro.
 Puede no ser un personaje de la historia; sólo alguien
que está enterándose de lo que pasa.
 Su relato también usa la tercera persona.
Ejemplos del uso del narrador protagonista:
Me había ido a Suiza en vísperas de Navidad, esperando, por experiencia, pasar
un mes con un tiempo tan magnífico como reparador. Había escrito para reservar una
habitación en el Hotel Beau Site, y al llegar me encontré con la agradable sorpresa de
ver que por la modesta suma de doce francos al día me habían adjudicado una
habitación en el primer piso que tenía dos camas. Era la única disponible, pues el hotel
estaba lleno. (“La otra cama”, Edward Frederic Benson.)

Ejemplos del uso del narrador omnisciente:


Juanita había dejado en su pueblo un novio; un novio a quien quería de todo
corazón, como quieren los que no tienen otra cosa con qué ocupar su cerebro, y el
novio Nicolás había prometido escribirle. Juanita esperaba con impaciencia aquella
carta; pero, para su desgracia, la chica no sabía leer y vacilaba entre el placer de
recibirla y el disgusto de tenerla entre las manos, anhelando conocer el contenido; de
modo que unas veces deseaba la llegada de la carta y otras, tenía miedo de
recibirla. (“Problema irresoluble”, Vicente Riva Palacio.)

Ejemplo del uso del narrador testigo:


Cuando vi a José correr aquella madrugada, mis ojos no daban crédito a lo que
veían ni mis oídos a lo que oían. Él estaba notablemente borracho, a lo lejos pude
notarlo por cómo se tambaleaba y por el sonido peculiar de sus gritos mal articulados.
El pobre muchacho no tenía camisa, y tenía unas extrañas marcas de arañazos en el
cuerpo. (“José y la Llorona”, Juan Ortiz.)

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