Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El yeísmo es rasgo general del idioma de origen andaluz que llega hasta Madrid,
diciendo caye ‘calle’, yorar ‘llorar’. A veces, la /y/ llega a sonar vibrante o rehilante [ž].
Otro rasgo muy extendido es la aspiración o pérdida de la /-s/ implosiva: [loh ombreh].1
En andaluz oriental y murciano la desaparición de /-s/ trae como consecuencia la abertura
vocálica y el alargamiento de la duración: [pesete] ‘pesetas’, [olibé] ‘olivar’. Desde
Toledo hasta Andalucía tiene mucha implantación la neutralización de /-r/ y /-l/
implosivas: [muhél] o [muhé] ‘mujer’, sordao ‘soldado’ asimilación ante nasal o líquida:
[kánne] ‘carne’. Otro aspecto fundamental es la relajación de las consonantes sonoras
interiores como la /d/: vestío, deo, mare. También se conserva la aspiración [h]
procedente de la /f-/ latina: [humo], [ahogar], que confluye en la pronunciación con los
resultados de /x/: [diho] ‘dijo’, [oho] ‘ojo’.
1 Decía Galdós de Fortunata que “las eses finales se le convertían en jotas sin que ella misma lo notase ni
evitarlo pudiese” (Lapesa 1981: 503).
2.1.7 El andaluz
2.1.9 El judeo-español
La complejidad del español de América hace que tengamos que tener en cuenta
fenómenos lingüísticos de superestrato (influencia del español sobre las lenguas
indígenas, sobre todo, el quechua de Perú, el guaraní de Paraguay y el náhuatl de
México), adstrato (coexistencia y bilingüismo), y substrato (influjo de una lengua
eliminada sobre la eliminadora). Por otra parte, es relevante para la comprensión de las
variedades del español de América las zonas o regiones de las que procedían los
primitivos colonizadores. Muchas lenguas amerindias están extinguiéndose. La
proporción de hablantes de lenguas indígenas monolingües o bilingües es menor que la de
hablantes monolingües del español, salvo entre los hablantes de lenguas mayas (sur de
México, Yucatán), el quechua y el aimara (Perú, norte de Chile, Bolivia) y el guaraní
(Paraguay).
Algunos fenómenos fonéticos de la dialectología americana no se deben a
indigenismo, sino posiblemente a la evolución interna que se da en otros territorios del
mundo hispánico; por ejemplo, la pérdida de las vocales (“caedizas”) en el español de
México (viej’sit ‘viejecito’, pas-sté ‘pase usted’, s’señora ‘sí señora’). Otros casos sí
parecen deberse a influencia indígena como la confusión de vocales en el español de
Ecuador, Perú y Bolivia, porque el quechua y el aimara tienen un sistema de solo tres
vocales (me veda ‘mi vida’, mantica ‘manteca’). Además, con toda probabilidad, es
también un fenómenos sustrático la entonación hispanoamericana. Por otra parte, algunos
rasgos morfosintácticos típicos del español de América pueden revelar influencia
indígena; por ejemplo, del guaraní el sufijo /-kué/ (su noviakué ‘la que fue su novia, su
exnovia’) o la partícula interrogativa pa (esa Isabel ¿le conoce pa? ‘¿conoce a esa
Isabel?). Sin embargo, la contribución más importante al español por parte de las lenguas
indígenas se refiere al léxico: del taíno (hoy desaparecido en la zona del Caribe)
provienen canoa, cacique, etc.; del náhuatl (México), cacao, chocolate, tomate, etc.; del
quechua, papa, cóndor, etc. El elemento lingüístico afroamericano, más presente en el
español de las Antillas, ha dado lugar a préstamos como banana, samba o mucama
‘criada’.
En cuanto a la fonética general del español de América, se da la presencia de
muchos rasgos atribuibles a influjo del andaluz, particularmente en las Antillas, el Caribe
y las zonas costeras: yeísmo, aspiración de la /-s/, pronunciación de la /s/ dental (o
ciceante), neutralización de /-r/ y /-l/ (a veces con vocalización: taide ‘tarde’, poique
‘porque’), seseo, ceceo, etc., que se deben al alto grado de emigración andaluza y, en
especial, sevillana entre los colonizadores. La conservación de /λ/ palatal lateral, sobre
todo en tierras del interior o tierras altas, viene favorecida por la presencia de ese fonema
en las lenguas indígenas, aunque en muchas otras se pronuncia rehilada como en
argentino, que en articulación vulgar puede ensordecer en [š]: calle > caye > caže > caše.
Por otro lado, vascos y riojanos se asentaron en el norte de Argentina, Chile, Paraguay, lo
que explica algunos rasgos lingüísticos de esas zonas, que las distinguen del resto del
continente (leísmo, ausencia de yeísmo).
El voseo predomina en áreas de Argentina, Uruguay, Paraguay, y América
Central, y en otras alternan tú y vos. Se emplea ustedes para el plural de respeto. Es
frecuente el uso del diminutivo en –ito (ahorita, platita); se tiende al adjetivo en lugar del
adverbio: “nos íbamos a ir suavecito”, “¡qué lindo habla!”. Desde Centroamérica hasta el
Perú se emplea el pronombre yo como término de preposición: “será para yo”, “se rieron
de yo”. Se mantiene la distinción casual en los pronombres lo, le, la. Más arraigo que en la
Península tiene la forma –ra del subjuntivo, que se emplea en sustitución del
pluscuamperfecto, del presente o del condicional: “no le guardara rencor si viniera a
pedirme perdón”. Las perífrasis con valor de futuro abundan: he de contar, va a decir; o
bien, con valor de imperativo en la zona andina dame cerrando la puerta ‘cierra la
puerta’. Aparece un lo redundante como marca de complemento directo: “¿Me lo va a
firmar la libreta?”, que corresponde al sufijo acusativo –ta del quechua. Pero otras veces
se dan simplemente frases con complementos directos nulos: ¿Viste mi reloj? No, no vi.
También en el español andino es frecuente el uso del diminutivo (nomasito, corriendito).
La locución adverbial no más, aparte del sentido restrictivo, se emplea con valor enfático:
hable no más ‘hable de una vez’; el adverbio recién con el sentido de ‘apenas’: recién
habíamos llegado.
El léxico americano mantiene como arcaísmos términos con acepciones propias
del vocabulario peninsular del siglo XVII; por ejemplo, recordar ‘despertar’, vidriera
‘escaparate’. También se detectan andalucismos (amarrar ‘atar’), de Canarias (mordida
‘mordisco’), leonesismos (fierro), lusismos, etc. Son muchos los cambios semánticos que
se aprecian; por ejemplo, vereda ‘acera’, volcán ‘montón’; las acepciones obscenas de
coger ‘coito’, concha ‘vagina’; los eufemismos: ultimar ‘matar’, moreno ‘negro’. Los
italianismos son muy abundantes en el Río de la Plata, y los anglicismos en el Caribe
(Cuba, y Puerto Rico, donde el inglés es cooficial) y Centroamérica (troque ‘camión’,
aplicación ‘solicitud’). Muchas comunidades centroamericanas (desde Belice hasta el
Canal de Panamá) hablan un inglés criollo en competencia con el inglés estándar, el
español y la lengua indígena. El vulgarismo es también frecuente (piaso ‘pedazo’, tuavía
‘todavía’, güeno ‘bueno’) mezclado con arcaísmos (agora, melecina). Se utilizan formas
con desplazamiento acentual del tipo máestro, páis, etc. En las Antillas neerlandesas
(Curazao, Aruba y Bonaire) se habla el criollo papiamento con acento tonal y
conjugación verbal de lenguas africanas, así como rasgos del portugués sefardí y del
holandés: el vocabulario es en un 66 % de origen ibérico, 28 % holandés y 6 % de otros
orígenes (Alvar 1996: 77).
En Estados Unidos se da una variedad conocida como spanglish, parecido al
yanito (Gibraltar), un tipo de lengua híbrida de español e inglés, en la que abundan los
calcos del tipo te llamo para atrás ‘devuelvo tu llamada’, o el empleo más acusado de los
pronombres de sujeto (obligatorios en inglés y prescindibles en español). En cuanto al
contacto del español con lenguas criollas afroamericanas, podemos mencionar el
palenquero (San Basilio de Palenque, Colombia), donde la negación y los posesivos se
posponen: “yo no conocí al abuelo mí”, “Nosotro no quedamo con ese grupo no”; o bien,
el kréyòl haitiano, que se difundió por Cuba, así como el criollo afroinglés de Jamaica.
Referencias bibliográficas