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DERECHO CIVIL III PRESENT

NOMBRES Y APELLIDOS:

RAFAELINA CUSTODIO MARTE

MATRICULA:
2021-00042

TEMA:
IV
LA REPRESENTACIÓN Y SUS EFECTOS

FACILITADORA:
PROF. ELIZABETH TEJADA

FECHA:
5/03/2023
SEMANA 4
REPRESENTACIÓN

TEMAS A INVESTIGAR

- Efectos de la Representación
- Requisitos de la Representación
- Poder de Representación
- Representación Forzosa
- Representación Voluntaria o Convencional
- Poder General y Poder Especial
- El Contrato Consigo Mismo
- Vicios del Consentimiento
- Ámbito del Error como Vicio del Conocimiento
- Requisitos de la Lesión
- Prueba de Lesión
- Efectos de la Lesión
- Convenciones Relativas a la Lesión
INTRODUCCIÓN

A continuación, podemos ver que no es nada infrecuentes, y por los más


variados motivos, acudimos a una tercera persona para que realice una gestión por
nuestra cuenta, o celebre un contrato en nuestro nombre, a esto le llamamos: la
representación.

La tradicional doctrina dominante mantiene un concepto de representación que


la configura como el fenómeno jurídico por el cual una persona actúa en nombre de otra
en virtud de una legitimación que ésta le confiere, produciéndose en el patrimonio o
esfera jurídica de esta última, de un modo directo e inmediato, los efectos de tal
actuación.

El principal efecto del fenómeno representativo, o sustitutorio, es que los actos


realizados por el representante en el ejercicio de su función, recaen de manera directa en
la esfera jurídica y patrimonial del representado, asumiendo éste, y no aquél, todos los
derechos y obligaciones que se deriven de aquella actuación representativa en su
nombre.

Tomando parte de lo ya expuesto, puedo definir la representación como aquel


fenómeno sustitutivo donde interviene el representante en nombre del representado con
el principal efecto de que las consecuencias del acto o contrato celebrado entre el
primero y un tercero vinculan directamente a éste y al representado, como si éste
hubiese actuado personalmente sin representación alguna.

En el derecho privado no se permite, como regla general, que una persona


intervenga en los negocios de otra, lo más que se regula es el contrato en favor de
tercero, no a su cargo. Sin embargo, en determinadas ocasiones, el interesado en una
relación jurídica no puede o no sabe cuidar de sus propios asuntos, y entonces es cuando
aquél se vale de la representación para emitir o recibir declaraciones jurídico-negociales
en nombre ajeno.

Veamos sus efectos…


Efectos de la Representación
La representación se trata del apoderamiento de un negocio jurídico de carácter
unilateral mediante el cual una persona que aspira a ser representada, el poderdante,
otorga un poder de representación al apoderado, quien, en su caso, actuará como
representante.

Si bien sobre su naturaleza se preconiza el carácter unilateral del apoderamiento,


pues consiste en una declaración de voluntad individual de quien lo otorga, no es menos
cierto que, además, para su plena eficacia, debe tener carácter receptivito (Es un acto
que se caracteriza porque no adquiere eficacia jurídica hasta que llega a conocimiento
de su destinatario y es perfeccionado), es decir, ha de ser conocido y aceptado, aunque
sea tácitamente, por el apoderado.

Lo que hace el poderdante con su acto unilateral de apoderamiento es señalar


una posibilidad de representación y el ámbito de ésta, pero no impone obligación alguna
ni se deriva ningún efecto, salvo que use el apoderamiento.

Según el diccionario jurídico de H. Capitant, la representación es la sustitución


de una persona, en cuyo nombre se actúa; siendo el representante quien representa o
quien ostenta una representación. La Representación es definida por Capitant como el
hecho de cumplir un acto jurídico en nombre o por cuenta de otra persona, en mérito a
un poder legal o convencional y estableciendo para la persona representada un derecho
u obligación. La ficción jurídica de la representación está establecida con la finalidad de
hacer entrar a los representantes en el lugar, grado y derecho de sus representados.

La representación encuentra su origen en una manifestación expresa o tácita de


la voluntad, surgiendo entonces la figura jurídica del mandato o en el precepto tuitivo de
la ley, en cuyo caso la representación recibe el nombre de legal, necesaria o forzosa.

En Derecho, la representación es la declaración de voluntad destinada a producir


efectos en un ámbito jurídico distinto del sujeto que la realiza. Es una figura jurídica por
la cual lo que una persona ejecuta o celebra en nombre de otra, facultada por la propia
persona representada o designada por la ley para representarla, y que produce efectos
jurídicos de esa actuación en la esfera patrimonial y jurídica del representado.

En la representación, intervienen dos sujetos:

 El Representado: Es la persona en quien se radican los efectos del acto ejecutado


por el representante.
 El Representante: Es quien celebra el acto jurídico a nombre o en lugar de otro.

Sus efectos
La representación es una situación en la que una persona, realiza una actuación
jurídica por cuenta y en nombre de otra, de tal forma que los efectos jurídicos de la
operación realizada, recaen directamente en el representado, de igual manera que si éste
hubiera actuado personalmente. Comprende toda clase de actos jurídicos y es aplicable
a todas las disciplinas jurídicas. No se establecen reglas generales sobre qué actos
admiten la representación, pero del articulado del Código Civil se extrae que en los
actos patrimoniales entre vivos generalmente es admitida, y prohibida en los negocios
patrimoniales mortis causa y los pertenecientes al derecho personal y familiar.

La representación produce como efecto principal que el negocio jurídico


concertado con el representante, repercute, de una u otra forma en el representado. En el
derecho español es muy amplio el ámbito de la representación, en consonancia con el
ámbito del principio de autonomía de la voluntad. Y no sólo alcanza a la realización de
negocios jurídicos, sino también a meros actos no negociables (así por vía de ejemplo
en relación a la adquisición de la posesión los artículos 438 y 439 del Código Civil) con
exclusión de los personalísimos.

En consecuencia, la representación alcanzará, en primer lugar, a los actos y


negocios jurídicos "inter vivos", y de igual manera para adquirir la posesión (artículo
439 del Código Civil) y para los contratos (artículo 1259 del Código Civil), también
para interrumpir la prescripción.

No cabe, en principio, en el Derecho sucesorio, en los negocios jurídicos "mortis


causa", aunque se admite en algunos casos, con carácter excepcional, así en los
supuestos de los artículos 671, 831 y 1057 del Código Civil, aunque en estos casos no
se produce una auténtica representación, por cuanto cuando se produce ha fallecido el
representado.

Los efectos del acto cumplido por el representante se producen directamente


sobre la cabeza del representado. La representación puede ser legal (tutor que representa
al menor), convencional (mandato) o judicial (autorización concedida a un cónyuge para
que actúe a nombre del otro).

Y, por el contrario, cuando es la ley la que prevé que determinadas personas


actuarán en interés y por cuenta de otras, se habla de representación legal. Tal es el caso
de los padres respecto de los hijos que tienen bajo su patria potestad. En
la representación voluntaria se despliega la fecundidad de este instituto,
de particular interés en el ámbito mercantil.

Dentro de sus efectos, podemos encontrar las siguientes utilidades que contiene
la representación:
 Hace posible que actúen en la vida jurídica quienes carecen de capacidad para
ello (incapaces absolutos e incapaces relativos).

 Evita que una persona tenga que trasladarse de un lugar a otro para actuar en la
vida jurídica.

 Hace posible que se confíen negocios a personas o empresas especializadas.

Requisitos de la Representación
La representación implica la sustitución de la voluntad de una persona por otra
en la constitución o formación de un negocio jurídico, actuando el representante dentro
de las facultades conferidas. En consecuencia, se ha de dar el concurso de las siguientes
condiciones:

 Que el representante manifieste su propia voluntad.

 El representante ha de actuar en nombre del representado.

 El representante ha de hallarse facultado para declarar su propia voluntad en


lugar de la del interesado, es decir, ha de tener el denominado poder de
representación, y en defecto del mismo el negocio jurídico es ineficaz.

Ahora bien, esta autorización puede ser anterior, simultánea, o posterior a la


formación del negocio jurídico.

Con base a estos requisitos el ámbito de la representación se apoya en dos ideas


básicas, cabe dentro de la autonomía de la voluntad (así en supuestos de patria potestad
o tutela) y no cabe en relación a los actos personalísimos (matrimonio, testamento, etc.).

Los presupuestos que se vienen exigiendo para que opere la representación


directa, suelen ser, de manera algo detallada, los siguientes:

a) La actuación del representante en nombre ajeno.

b) La intervención por cuenta ajena, es decir, en beneficio del representado.

c) La comunicación, o apariencia, suficiente para que el tercero conozca la


existencia de tal representación: contemplatio domini, y

d) La existencia de un poder otorgado por el representado a favor del representante.

Para que haya representación, deben cumplirse los siguientes requisitos:


 El representante debe declarar su voluntad de ser representante de la otra
persona.
 El representante deberá manifestar claramente su intención de obrar en nombre y
por cuenta de otro.
 Si el acto es bilateral y produce derechos y obligaciones para ambas partes, el
representado deberá expresar esa intención.
 El representante debe tener poder y contar con la autorización legal o voluntaria
para actuar a nombre y en representación de otra.
Según la jurisprudencia encontrada en la obra La Representación de la Dra. Margarita
María Mesa, los requisitos de la Representación son los siguientes:
1. Voluntad propia del representante: Es el representante el que manifiesta la
voluntad generadora del acto jurídico. En esto se diferencia del nuncio o
recadero que no puede variar el consentimiento. ajeno que lleva. El nuncio no es
un representante. Este requisito de la voluntad propia es común al representante
y al testaferro; pero se diferencian en que lo actuado por el representante afecta
al representado, en cambio lo actuado por el testaferro se produce directamente a
favor o en contra de él.

2. Capacidad del representante: El representante debe ser por lo menos,


relativamente capaz. La ley no exige plena capacidad de ejercicio, porque los
efectos jurídicos del acto que celebre el representante se radican en cabeza del
representado. El art. 2154 dice que el negocio jurídico celebrado por un menor
adulto en calidad de representante es válido. Pero como esta norma es de
excepción, no admite interpretación analógica, por tanto, no es aplicable al
interdicto por disipación. En esto se diferencia el representante del testaferro,
puesto que el representante puede ser menor adulto, en cambio el testaferro tiene
que ser plenamente capaz. Para el nuncio no se exige capacidad puesto que es un
mero vehículo de la voluntad de otro.

3. Poder de Representación: Se requiere la facultad de actuar en nombre del


interesado, puesto que, si una persona actúa por cuenta y riesgo de otra, pero a
su propio nombre, es decir, sin poder, o con poder, pero ocultándolo, no hay
representación. Ese poder puede emanar de la ley, del juez, o de la voluntad del
interesado, y son el legislador, el mismo juez y el interesado respectivamente
quienes atribuyen la representación y fijan sus límites. Ese poder puede ser oral
o escrito, y aún tácito según el art. 2149 C. C., el poder no tiene formalidades.
Algunos autores al hablar de que el poder puede ser general o especial, dicen
que el general es el que faculta para realizar actos de conservación y
administración; y el especial es para los actos de disposición y enajenación; pero
estos conceptos no son uniformes, puesto que se consideran de acuerdo a la
calidad del administrador y del patrimonio con que se relacionen.
4. Intención de la Representación: Es la manifestación que el representante debe
hacer al tercero de que obra a nombre del representado. Si falta este requisito los
efectos del negocio jurídico concluido se radican en cabeza del representante
(Art. 2177 C. C.). El tercero tiene derecho a exigir del representante la
justificación de los poderes. Esa actuación a nombre del otro, es la que revela la
intención de que los efectos se produzcan directamente en el representado.

5. Voluntad del Representado: Este requisito solo se exige en la Representación


voluntaria. En la judicial y la legal se puede dar, incluso contra la voluntad del
representado. La voluntad del representado se manifiesta en el acto de
apoderamiento. De modo que, en la representación voluntaria se exige plena
capacidad de ejercicio en el representado.

6. Ejecución del Acto Jurídico por parte del Representado: La representación y el


mandato no pueden conferirse para la realización de actos materiales. No puede
afirmarse que el acto sea material por el hecho que el representante celebre el
contrato, pero quien firme la escritura pública sea el interesado, puesto que el
acto jurídico lo cumplió totalmente el representante, y la voluntad del
representado sólo interviene para aceptar lo hecho por el representante. Sería
material el encargo para la construcción de un mueble; o el consistente en buscar
un comprador y ponerlo en contacto con el vendedor, para que entre ellos
convengan el negocio. Esta característica es lo que distingue el representante del
nuncio, mensajero o recadero que colabora en la ejecución de obras materiales.

Poder de Representación
Partiendo de que el poder de representación no es más que la Facultad otorgada
a un representante, generalmente en un documento notarial, para que actúe en el área
jurídica del representado. El que otorga los poderes es el poderdante, y el representante,
como destinatario del poder concedido, es el apoderado.

Los Actos Notariales de representación son aquellos donde un ciudadano o


institución (poderdante) encomienda a otro ciudadano o institución (apoderado) a que le
represente ante cualquier acto civil que el poderdante requiera efectuar ante las
instituciones de la República Dominicana o de otro país.

La República Dominicana a través de sus delegaciones consulares en el


extranjero ofrece a todos los ciudadanos servicios de notario público a fin de que
puedan realizar cualquier actividad o función para los cuales dichos documentos o
servicios sean imprescindibles cuando deban ejecutarse bajo las leyes de la República
Dominicana o de cualquier otro país.

Los dominicanos y extranjeros que requieran que otra persona (apoderado) actúe
en su nombre en la República Dominicana u otro país, a fin de poder realizar diligencias
como si fuera el poderdante, puede acudir a las oficinas consulares dominicanas, para
que le redacte un acto notarial.

Una vez obtenido el acto notarial, la persona interesada debe remitirlo a la


República Dominicana, y el apoderado debe proceder a legalizar las firmas del Notario
Público por ante el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Procuraduría General de la
República. Realizados los pasos anteriores, el apoderado puede comenzar a ejecutar el
mandato dado por el poderdante.

Este proceso en nuestro país tiene una serie de requisitos que especificaré a
continuación para su validez:

 Cédula dominicana (si la tiene).


 Pasaporte dominicano (si lo tiene).
 Documento de identidad del poderdante.
 Información tan específica como sea posible del objeto de la representación, es
decir todas aquellas acciones que el poderdante requiere que el apoderado
realice en nombre del poderdante.
 Información que demuestre que el poderdante tiene capacidad legal para pedir al
apoderado que realice algo en su nombre con relación a algún bien, ya sea
mueble o inmueble (título de propiedad, cuenta bancaria, certificado financiero,
etc.)
 Nombre y apellido completo, documento de identidad y dirección del apoderado.
 Información respecto a cualquier asunto que sea de interés conocer por parte del
interesado.
 Un testigo.
 Pagar la tasa correspondiente.

Se requiere la facultad de actuar en nombre del interesado, puesto que, si una


persona actúa por cuenta y riesgo de otra, pero a su propio nombre, es decir, sin poder, o
con poder, pero ocultándolo, no hay representación. Ese poder puede emanar de la ley,
del juez, o de la voluntad del interesado, y son el legislador, el mismo juez y el
interesado respectivamente quienes atribuyen la representación y fijan sus límites.

Ese poder puede ser oral o escrito, y aún tácito según el art. 2149 C.C., el poder
no tiene formalidades. Algunos autores al hablar de que el poder puede ser general o
especial, dicen que el general es el que faculta para realizar actos de conservación y
administración; y el especial es para los actos de disposición y enajenación; pero estos
conceptos no son uniformes, puesto que se consideran de acuerdo a la calidad del
administrador y del patrimonio con que se relacionen.

Los poderes notariales son documentos que se otorgan cuando, por una u otra
razón, la persona que debe realizar el o los trámites, no puede asistir personalmente.
Así, se debe designar a otra persona en su lugar, de manera que la falta de su presencia
no sea un obstáculo para la gestión.

De esta forma, se entiende que este tipo de documentos permiten a una persona
natural o jurídica (poderdante), mediante la autorización de un notario, designar a otra
(apoderado) como su representante a nivel legal. Así, dependiendo del tipo de poder, el
representante podrá participar en ciertos actos jurídicos. Algunos casos que llevan a una
persona a otorgar un poder son:

 Cuando la persona que debe hacer el trámite se encuentra en el extranjero.


 Cuando se trata de personas con dificultad para movilizarse o no tengan tiempo
para hacer una diligencia específica.
 Para delegar algunas responsabilidades a nivel corporativo o legal.
 Para que se le represente en caso de divorcio.
 En procesos de sucesión.
 Para permitir que una persona arriende o venda un bien a nombre de otra.

Según el Código Procesal Civil, el poder general solo puede conferirse


por escritura pública. En cambio, el poder especial podrá conferirse por documento
privado. En cualquier caso, siempre se recomienda que, independientemente del tipo de
poder, se realice ante un notario. De esta manera se evitarán fraudes.

A su vez, no existe una sola forma de elaborar un poder notarial, ya que este
debe adaptarse a cada situación particular. Sin embargo, en los sitios web de algunas
notarías colombianas se pueden encontrar formatos que sirven de orientación para el
público para los casos más comunes. Hay algunos elementos básicos que deben estar
presentes en todos los poderes notariales. Estos son:

 Los nombres completos y cédulas de la persona que otorga el poder y de la que


acepta la representación.

 Las actividades, procesos, trámites, etc. que el apoderado podrá realizar.

 Fecha del documento.

 La vigencia del documento, o en qué casos se puede revocar.

Sin embargo, cabe destacar que el poder es indefinido si no se establece en el


documento una fecha de caducidad, pero el poderdante puede revocarlo en cualquier
momento, acudiendo nuevamente a la notaría y a través de una escritura pública. Para
esto no es necesaria la autorización del apoderado.

Representación Forzosa
La representación legal, siendo esta también la representación forzosa, es la
facultad otorgada por la ley a una persona para obrar en nombre de otra, recayendo en
esta los efectos de tales actos. El ejercicio de esa representación puede ser obligatorio
para el representante.

Es cuando la propia ley es la que determina quién ha de intervenir por otro en


determinados casos. donde la ley determina qué actuaciones han de ser llevadas a cabo
por aquél, debido a que el representado no tiene capacidad para ello (como ocurre en los
casos en que una persona es menor de edad, o ha sido incapacitada o está ausente), o
cuando se lo prohíbe la ley (si ha sido declarado como concursado).

Es un ejemplo típico de representación legal la representación de los hijos


menores por sus padres en virtud de la patria potestad.

La representación legal suele diferenciarse de la representación contractual


(como la que resulta del contrato (mandato). Según la terminología de los diversos
sistemas jurídicos, puede englobar o no el caso de la representación conferida
judicialmente en aplicación de la ley. Así, la representación del menor huérfano por
un tutor designado judicialmente puede considerarse también un caso de representación
legal, o bien de una categoría diferente de representación judicial.

La representación legal o forzosa, se extingue cuando cesa la situación que dio


origen a su constitución y habrá que estar a los preceptos que regulan cada uno de los
supuestos. Así la patria potestad termina por la emancipación o la mayor edad. La tutela
por el fallecimiento del tutelado, la extinción de la tutela por reintegración de la
capacidad, o remoción del tutor por irregularidades o negligencia en el ejercicio del
cargo. La representación del ausente por declaración de fallecimiento o localización de
la persona desaparecida.

Representación Voluntaria o Convencional


Interpretado el citado precepto a sensu contrario es claro que el Código
civil contempla dos clases de contratación en nombre de otro, es decir, de
representación, la que tiene carácter voluntario en la que alguien autoriza a un tercero
para que contrate por él; y la representación legal, donde es la propia ley la que
determina quién ha de intervenir por otro en determinados casos. Según esto, se
advierten, básicamente, dos clases de representación, de las cuales vamos a definir la
voluntaria o Convencional:

La representación voluntaria o convencional, es aquella donde es la propia


voluntad del interesado la que determina la existencia, alcance y límites de la
representación, actuando el representante bajo su dirección y mandato, siendo el
interesado o representado quien toma la iniciativa para que la persona por éste
designada, su representante, actúe por él, a su encargo y en su nombre.
En ambos casos como se ve, mediante acuerdo o disposición legal, el
representante actúa en nombre del representado, mediante actos o contratos con terceros
para el dominus negotii, quedando vinculados éste y el tercero.

Sin embargo, el representante legal goza de mucha mayor autonomía pues


sustituye plenamente la voluntad del incapaz o del menor, mientras que el representante
voluntario se encuentra sujeto a las decisiones del representado.

El contenido esencial de la representación sobre todo la voluntaria es


patrimonial. El carácter de apoyo a la vulnerabilidad de la legal añade el cuidado y
atención a la persona.

En la representación voluntaria, es el interesado quien decide autorizar a otra


persona para que actúe en su nombre. Es preciso que la persona que quiere ser
representada autorice al representante para que actúe en su nombre. La autorización se
denomina "poder de representación" o "apoderamiento", y es el acto en virtud del cual
una persona otorga a otra el poder para actuar en su nombre. Como regla general no
tiene que constar de una forma especial, pudiendo incluso ser verbal, aunque en ciertos
supuestos se exige que conste en escritura pública o por escrito. El representado puede
delimitar en el apoderamiento las facultades atribuidas y las no atribuidas al
representante; si éste realiza alguna actuación para la que no está autorizado no vincula
al representado (salvo ratificación posterior).

Poder General y Poder Especial


Primero es preciso conocer el concepto de poder en el ámbito jurídico, que no es
más que un documento que constituye un contrato de mandato entre el mandante o
poderdante y un apoderado. Para poder profundizar es necesario decir que existen dos
clases de poderes: General y Especial.

General:

Un poder general, según el artículo 2156 del Código Civil Colombiano, es aquel
que se concede para la representación de todos los negocios. Por ejemplo: una persona
concede poder general para que otra persona asuma la representación judicial de todos
los asuntos jurídicos de su empresa. Este debe otorgarse mediante escritura pública.

Un poder general es muy amplio. No es específico, sino que otorga a su agente


el poder de actuar en su nombre en una amplia gama de decisiones. El agente puede
pagar facturas, firmar contratos, comprar propiedades y tomar decisiones legales en su
nombre.
Este tipo de poder otorga a su agente el control de sus asuntos. Es una
herramienta que resulta útil si usted no puede gestionar sus propios asuntos durante un
corto período de tiempo. Los soldados suelen otorgar este tipo de poder a sus cónyuges
o a otro miembro de la familia durante su servicio.

Un poder general termina con la incapacitación, a menos que usted lo haya


hecho duradero, o en el momento de su muerte. Las normas relativas a la autoridad
otorgada en un poder general varían de un estado a otro.

Especial:
El poder especial es aquel que se confiere para la representación de uno o varios
negocios en específico. Debe estar bien delimitado, indicando de manera puntual los
asuntos sobre los que se va a conceder poder. El poder especial puede ser otorgado
mediante documento privado. En una notaría, ante el juez de manera verbal en
audiencia, mediante diligencia o memorial dirigido al juez.

Para efectos de validez el poder debe ser otorgado personalmente por el


poderdante ante el juez, el secretario o el notario. Cuando se confiere un poder especial
para representar en un proceso judicial, salvo que se establezca lo contrario, el
apoderado tendrá las facultades de: La persona que concede el encargo se llama
comitente o mandante, y la que lo acepta apoderado, procurador, y en general
mandatario.

El apoderado podrá formular todas las pretensiones que estime conveniente para
beneficio del poderdante. También podrá recibir la notificación del auto admisorio de la
demanda o del mandamiento ejecutivo, prestar juramento estimatorio y confesar
espontáneamente. El poder también habilita al apoderado para reconvenir y representar
al poderdante en todo lo relacionado con la reconvención y la intervención de otras
partes o de terceros.

Si desea otorgar a un agente el poder de actuar en su nombre para un propósito


específico, y no la amplia gama que proporciona un poder general, necesita un poder
limitado o especial.

Un poder limitado concede a alguien el derecho a realizar una tarea específica,


como pagar facturas o cobrar cheques, en su nombre. Esa misma persona no tendrá
entonces la autoridad para celebrar contratos en su nombre o tener acceso a todas sus
finanzas.

Una vez que la tarea específica se ha completado o el tiempo designado en el


POA expira, el documento es nulo, y el agente ya no puede hablar en su nombre. Puede
crear varios poderes limitados y conceder a varios agentes un poder de decisión limitado
en su nombre.
El Contrato Consigo Mismo
La figura del auto contrato (también conocido como contrato consigo mismo o
‘acto jurídico consigo mismo) se define como aquella en la que una misma persona
actúa tanto en nombre e interés propio como en el de otra persona, física o jurídica, a
quien representa.

El contrato celebrado por el representante consigo mismo, sea en nombre propio


o en representación de un tercero, es anulable, excepto si lo permite la ley o fue con
asentimiento del representado o si el negocio excluye por su naturaleza un conflicto de
intereses.
Dada la escasa regulación que existe en nuestro ordenamiento jurídico, el auto
contrato es fundamentalmente un concepto elaborado por la doctrina y la jurisprudencia.
Así, no existe una prohibición general de auto contrato, aunque sí se prevén distintas
prohibiciones concretas.

Por su parte, para que el auto contrato se repute prohibido han de reunirse los
siguientes requisitos:

 Que exista una sola declaración de voluntad en el mismo negocio jurídico.

 Que mediante el negocio jurídico se pongan en relación económica dos o más


masas patrimoniales.

Que entre esos patrimonios puestos en relación exista o pueda existir conflicto
de intereses, es decir, que la satisfacción de los intereses de una de las partes suponga
causar un daño o perjuicio a la otra parte.

La auto contratación o contrato consigo mismo tiene lugar cuando una sola
persona, que concentra la representación o poder de disposición de dos patrimonios,
pone a éstos, a virtud de una sola declaración de voluntad, en una relación de
obligación. En tal caso, en tesis general, se puede reconocer su posibilidad, siempre que
no haya conflicto de intereses entre los dos patrimonios relacionados, pues de existir esa
oposición, se hace, lógicamente, precisa la intervención de otra voluntad.

La representación puede ser legal (titulares de la patria potestad, tutor, etc.)


o voluntaria (poder, administrador de sociedad, etc.)

El caso más sencillo es aquel en que una persona confiere Poder a otra para
enajenar un inmueble y ese apoderado, actuando en el doble concepto (como
representante del poderdante y en nombre propio) adquiere para sí el inmueble.

Vicios del Consentimiento


En el desarrollo de este tema nos daremos cuenta de cuáles son los vicios que
provocan la nulidad del contrato, y en cada artículo presentado trataremos los diferentes
tipos de vicios que existen como es el dolo, el error, la violencia, la lesión y la
incapacidad. En nuestro código civil los vicios del consentimiento están establecidos
desde el artículo 1109 al 1122 donde cada uno de estos vicios están consignados como
forma previsible o condenatoria de los mismos.
El derecho romano distinguió entre la voluntad en sí misma y la declaración de
voluntad, en la antigüedad el derecho otorgaba validez a los negocios jurídicos
celebrados bajo presión luego el prestor subsanó esa injusticia, mediante la concepción
del actio quos metus causa. Ulpiano refiere que, en su contenido primitivo preveía
indistintamente la violencia física y el miedo, posteriormente se suprimió la primera por
ser inútil.

Los vicios del consentimiento aluden a todo hecho o actitud con la que se ahoga
la plena libertad o conocimiento con que ha de llevarse a cabo una declaración. Los
vicios del consentimiento son aquellos que causan la anulabilidad del contrato, o incluso
una nulidad según la doctrina.

Los agentes que protagonizan los vicios del consentimiento son el error, el dolo,
la violencia y la intimidación, pues representan una falta de conocimiento para la
voluntad del individuo (en los dos primeros casos) o una carencia de libertad para lo que
la persona desea (en los dos últimos casos).

*El más común es el vicio por error en el consentimiento: aquellos casos en los
que el cliente acepta una oferta de contratación en la creencia de que el producto o
servicio tiene unas determinadas características cuando en realidad no las tiene o tiene
otras distintas que de haberlas conocido le habrían llevado a no contratar. Esto ocurre
especialmente en la contratación de productos bancarios o financieros de riesgo en los
que muchos clientes nunca habrían contratado si hubieran conocido el daño económico
potencial que podía provocarles su contratación*.

La interposición de una acción de nulidad es el medio que existe para alegar un


vicio del consentimiento. Los vicios en el consentimiento son la falta de voluntad sana
con el propósito de adulterar, anular o falsear la voluntad. Cuando esto ocurre origina la
anulabilidad o la nulidad del contrato y es causado por el dolo, el error, la violencia y la
intimidación.

Los actos jurídicos contendrán vicios del consentimiento cuando no se hayan


realizados en libertad y con intención. Cuando en un contrato o acto se vicie la libertad
de la voluntad será nulo y podrás interponer una demanda por incumplimiento de
contrato.
Los vicios del consentimiento se encuentran regulados en el artículo 1,265 y
siguientes del Código Civil: Será nulo el consentimiento prestado por error, violencia,
intimidación o dolo.

Es decir, para que exista debe estar presente alguno de los siguientes elementos:
el dolo, el error, la violencia y la intimidación. Los vicios del consentimiento por dolo y
error representan una falta de conocimiento para la voluntad de la persona. Por violencia
o intimidación representa una falta de libertad para la persona que lo desea.

El error en el consentimiento

Este se entiende como una idea inexacta que se forma un contratante sobre uno
del elemento del contrato, en el que podemos creer que un hecho que es falso es
verdadero y viceversa. El mismo implica el defecto de concordancia entre la voluntad
verdadera, la voluntad interna y la voluntad declarada lo que crea un desequilibrio en el
contrato. La doctrina distingue los errores que excluyen el consentimiento, aquellos que
lo vician y los que jurídicamente resultan irrelevantes.

El error es considerado en el derecho como una forma mala de apreciar la


realidad a causa de la ignorancia. Esto ocurre cuando alguna de las partes no tiene
conocimiento de todas las circunstancias que intervienen en el acto acordado.

Esto ocurre por ignorancia o equivocación, pero sea cual sea la causa por la que
se cometa el resultado será siempre el mismo, el cual será una falsa representación de la
realidad. El sujeto en el error desconoce algunas consecuencias de un acto que se
celebra y considera que su representación de la realidad es correcta.

El Código Civil en su artículo 1,266 establece lo siguiente: que el error para que
anule el consentimiento, tiene que influir en la sustancia de la cosa objeto del contrato.
También sobre las condiciones de la misma que originó el motivo de la celebración.

No todos los errores que se le pueden presentar a los contratantes tienen el


mismo tratamiento jurídico. Tampoco cualquier tipo de error ocasiona la nulidad del
contrato, para que esto ocurra tiene que ser un error esencial o relevante.

Cuando el error incurra en elementos del contrato que igualmente sin ellos se
hubiera establecido el contrato será irrelevantes. Por lo que el contrato no será anulable
y la persona que haya padecido el error debe asumirlo.

El error puede ser de los siguientes tipos:

 Error de hecho
 El error de hecho es cuando existe una representación falsa de la realidad que
influye en situaciones reales.
 Error de derecho
 El error de derecho es el que influye sobre situaciones jurídicas.
 Error relevante o esencial
 El error relevante o esencial le concede a la persona que lo haya sufrido el poder
de desvincularse del contrato. Por lo que podrá solicitar la declaración de
nulidad.
 Error excusable

La ley establece que para que se dé la nulidad del contrato el error además de ser
relevante no debe ser imputable a la persona que lo padece. Por lo tanto, el error tiene
que ser excusable.

El dolo en el consentimiento
El Código Civil en el artículo 1269 establece que para que haya dolo: las
maquinaciones insidiosas o palabras de una de las partes contratantes, debe inducir al
otro a celebrar el contrato. De no haber existido dichas palabras o maquinaciones no se
hubiera celebrado el contrato.

Para que exista el dolo debe haber la intención objetiva de una persona a
ocasionar un daño a otra. De acuerdo con lo establecido en la ley esté consiste en una
trampa o maquinación, con la intención de sorprender a una persona. Para causar un
daño sobre algunas condiciones o sobre toda la persona.

El dolo consiste en realizar de forma voluntaria o consciente un acto antijurídico.


Este es empleado por una persona con el propósito de que otra exprese su
consentimiento para constituir un contrato. Así existe la libertad de la voluntad para
facilitar el consentimiento, se encuentra limitada debido al engaño.

El dolo como elemento del vicio del consentimiento, es todo acto contrario a la
buena fe ajena, a la honestidad. Por lo general es utilizado en beneficio propio
originando que el contrato se establezca en contra de la voluntad real.

Tipos de dolo en el consentimiento


El artículo 1270 del Código Civil establece que dos tipos de dolo, que son los
siguientes:

Dolo grave: Este tipo de dolo ocurre cuando ha sido la causa de que se realice el
contrato y el engaño debe influir sobre los elementos esenciales del mismo. Esto es
necesario para que el contrato sea anulable.
Dolo incidental: El dolo incidental ocurre cuando no ha influido en la formación
del contrato, tampoco ha sido la causa de que se haya emitido el consentimiento.
Cuando este caso ocurre el engaño influye sobre elementos secundarios del contrato.

En los casos de dolo incidental no se anula, no se ve afectada su validez y sólo


da lugar a una indemnización por daños y perjuicios. Esto nos lleva a concluir que el
contrato solo será nulo cuando el dolo sea grave, para lo cual tiene que existir un acto
ilícito. También tiene que haber la intención de querer engañar a la otra parte.

El elemento principal del dolo es la traición o la insidia, que se utiliza con el


único propósito de engañar a la otra persona. Lo que determina la anulación del contrato
no es el daño que ha sufrido la otra persona, sino la acción engañosa. El plazo para
impugnar el contrato en caso de dolo graves es de cuatro años. Este plazo comienza a
contar desde que se consuma el contrato.

Ámbito del Error como Vicio del Conocimiento

El error es considerado en el derecho como una forma mala de apreciar la


realidad a causa de la ignorancia. Esto ocurre cuando alguna de las partes no tiene
conocimiento de todas las circunstancias que intervienen en el acto acordado.

Esto ocurre por ignorancia o equivocación, pero sea cual sea la causa por la que
se cometa el resultado será siempre el mismo. El cual será una falsa representación de la
realidad.
El sujeto en el error desconoce algunas consecuencias de un acto que se celebra
y considera que su representación de la realidad es correcta.

El Código Civil en su artículo 1266 establece lo siguiente: que el error para que
anule el consentimiento, tiene que influir en la sustancia de la cosa objeto del contrato.
También sobre las condiciones de la misma que originó el motivo de la celebración.

No todos los errores que se le pueden presentar a los contratantes tienen el


mismo tratamiento jurídico. Tampoco cualquier tipo de error ocasiona la nulidad del
contrato, para que esto ocurra tiene que ser un error esencial o relevante.

Cuando el error incurra en elementos del contrato que igualmente sin ellos se
hubiera establecido el contrato será irrelevantes. Por lo que el contrato no será anulable
y la persona que haya padecido el error debe asumirlo.

El error puede ser de los siguientes tipos:

 Error de hecho
 El error de hecho es cuando existe una representación falsa de la realidad que
influye en situaciones reales.
 Error de derecho
 El error de derecho es el que influye sobre situaciones jurídicas.
 Error relevante o esencial
 El error relevante o esencial le concede a la persona que lo haya sufrido el poder
de desvincularse del contrato. Por lo que podrá solicitar la declaración de
nulidad.
 Error excusable
La ley establece que para que se dé la nulidad del contrato el error además de ser
relevante no debe ser imputable a la persona que lo padece. Por lo tanto, el error tiene
que ser excusable.

El error, puede ser de hecho o de derecho. En primer término, debemos entender


al error conforme a la doctrina la cual nos dice "que el error es la diferencia entre lo que
se piensa y lo que es".

El error de hecho no parece complicado de explicar, este recae sobre la realidad


material. Pensemos por ejemplo que alguien compra algo pensando que en realidad está
comprando otra cosa o bien, está comprando esa cosa pero las características no son las
que debería tener, a grandes rasgos el contrato celebrado estaría afectado de invalidez, y
las consecuencias jurídicas para este acto estarían establecidas en los artículos relativos
del Código Civil para la compraventa. Adicionalmente, el error es un elemento del tipo
penal conocido como fraude genérico, por lo que el aprovechar el error de una persona
puede incluso llevar a quien lo hace a la cárcel (artículo 386 del Código Penal Federal).

El error de derecho consiste en creer que se celebra un acto jurídico, cuando en


realidad se lleva a cabo otro. Por ejemplo, si alguien quiere rentar su casa y se le hace
firmar un contrato de compraventa a plazos, esta persona se encontraría en un error de
derecho y por lo tanto el contrato carecería de validez. Dentro del error material, existe
también la figura del error de cálculo, siendo una excepción, ya que este solo da lugar a
la rectificación.

Requisitos de la Lesión
Antes de hablar de los requisitos que contrae la lesión, primero debemos conocer
que es el vicio de la lesión y en que consiste en el perjuicio que un acto jurídico causa a
una de las partes contratantes, como consecuencia de las cláusulas que contiene, de las
condiciones en que se pacta. La lesión no vicia las convenciones, sino en ciertos
contratos y respecto de determinadas personas, según el Art.1118 del Código Civil.

El artículo 1674 del Código Civil Dominicano, establece que, si el vendedor ha


sido lesionado en más de las siete duodécimas partes en el precio de un inmueble, tiene
derecho a pedir la rescisión de la venta, aunque haya renunciado a ello.
Henri Capitant define la Lesión como el daño o perjuicio de cualquiera otra
índole, y especialmente el económico en los negocios jurídicos. Más concretamente aún,
daño que sufre una de las partes en el contrato de compraventa cuando el precio no es
justo. Perjuicio económico producido a una de las partes en los contratos conmutativos,
cuando existe evidente desigualdad entre los objetos o prestaciones de los mismos; y
más particularmente visible en la compraventa, si el precio resulta injusto por abusivo
en relación con el comprador, y por recibir éste cosas de mayor valor o extensión o de
mejor calidad que lo supuesto por el vendedor. En el Derecho clásico y en el histórico
español, el perjuicio que una persona experimenta por error o por engaño cuando
alcanza a algo más del justo precio en la compraventa.

En la acción de nulidad o modificación de actos jurídicos por vicio de lesión, es


a cargo del accionante acreditar el elemento objetivo (evidente e injustificada
desproporción entre las prestaciones), y el elemento subjetivo de la víctima, su situación
de inferioridad, ya que, probados tales extremos, la ley presume la explotación por parte
del lesionante del estado de inferioridad de su contraparte.

Es el perjuicio que un acto jurídico causa a una de las partes contratantes, como
consecuencia de las cláusulas que contiene, de las condiciones en que se pacta. La
lesión no vicia las convenciones, sino en ciertos contratos y respecto de determinadas
personas, según el Art.1118 del Código Civil.

El artículo 1674 establece que si el vendedor ha sido lesionado en más de las


siete duodécimas partes en el precio de un inmueble, tiene derecho a pedir la rescisión
de la venta, aunque haya renunciado a ello.

La lesión es una figura de raíces muy antiguas; existen huellas rudimentarias en


China e India (doctrina del Manava-Dharma-Sastra) y en Babilonia, donde en el famoso
Código del rey Hammurabi se encuentran grabados principios de defensa de los débiles
contra sus fuertes opresores. Más adelante en Grecia, luego cobró cuerpo durante el
Imperio romano. Algunos invocan la Ley de las XII Tablas, que combatía la usura, cuyo
excesivo formalismo fue utilizado con la posterior aparición del pretor romano, «el más
sublime de los jueces», quien resolvió adoptar un medio más atrevido, en virtud de lo
cual se anulaban las consecuencias del acto y se lo tenía por no realizado (recurso in
integrum restitutio).
Requisitos de la Lesión

La acción rescisoria por lesión solo puede ejercitarse cuando la desproporción


entre las prestaciones al momento de celebrarse el contrato es mayor de las dos quintas
partes y siempre que tal desproporción resulte del aprovechamiento por uno de los
contratantes de la necesidad apremiante del otro.
Por tanto, concebimos a la acción resarcitoria por lesión como un acto de justicia
correctiva mediante el cual al derecho le está permitido ingresar al contrato (oneroso,
conmutativo, típico o atípico) celebrado entre dos partes cuando advierta una
desproporción grosera, al momento de celebrarse, entre las prestaciones (elementos
objetivo) y un aprovechamiento de una de las partes (elemento subjetivo) del estado de
necesidad (elemento subjetivo) de la otra. Ya que, de lo contrario, o sea permitir tal
clase acto, sería ir en contra de uno de los fines del derecho: la justicia.

Son requisitos necesarios para que exista el vicio de lesión:


 Aprovechamiento basado en la necesidad, ligereza o inexperiencia;
 Ventaja evidentemente desproporcionada; y
 Que la desproporción subsista al momento de la demanda.

En los actos jurídicos debe imperar la equidad, la buena fe, la lealtad y la licitud,
estos principios son propios de todos los negocios jurídicos. La lesión es un
menoscabo que se produce cuando la prestación que corresponde realizar a una de las
partes excede a la debida por la otra.

Prueba de Lesión
La prueba del elemento objetivo es esencial para la acción de revisión. No se
admite la prueba de los elementos subjetivos si no se encuentra probada la
inequivalencia de las prestaciones.

No es necesario que la desproporción alcance una dimensión matemáticamente


determinada, sino que, se ponderan las circunstancias del caso y los factores subjetivos
de la víctima. La presunción de aprovechamiento y la prueba del
elemento subjetivo de la víctima.

El acto lesivo padece de nulidad relativa, y por lo tanto es confirmable (art.


1058). Art. 1058: "La nulidad relativa puede ser cubierta por confirmación del acto". La
confirmación puede ser expresa o tácita, pero debe haber desaparecido la situación de
inferioridad de la víctima.

Por lo tanto, el mero cumplimiento del acto no implica confirmación tácita y


todo lo entregado puede ser objeto de repetición posterior, por la obligación de
restitución que genera la acción de nulidad (art. 1052).

Art. 1052: La anulación del acto obliga a las partes a restituirse mutuamente lo
que han recibido o percibido en virtud o por consecuencia del acto anulado.

Efectos de la Lesión
La lesión, en Derecho civil, es una institución jurídica según la cual, las
prestaciones podrán modificarse o extinguirse de acuerdo a dos factores, uno
psicológico y otro objetivo. En cuanto al psicológico se considera como un vicio del
consentimiento, el cual evita la contratación en circunstancias similares porque una de
las partes se coloca en los supuestos de suma ignorancia, notoria inexperiencia o
extrema necesidad. El elemento objetivo, es el monto de las prestaciones, su excesiva
onerosidad, la notable diferencia entre lo que se da y lo que se recibe.

La lesión únicamente puede darse en los contratos conmutativos y onerosos.


Esta figura jurídica no existe en el Derecho mercantil.

Convenciones Relativas a la Lesión


En cuanto a las convenciones relativas a la Lesión, pude observar un artículo
relacionado, el número 7 para ser exacta, sobre la Convención de Abordaje y
Salvamento Marítimo de Bruselas de 1910, donde la doctrina tiende a tratar como
sinónimo de asistencia y el salvamento y a considerarlos como el auxilio que un buque
presta a otro que se encuentra en peligro de naufragar; y establece al respecto que todo
convenio de auxilio y salvamento estipulado en el momento y bajo el influjo del peligro,
podrá ser, a petición de una de las partes, anulado o modificado por el juez, si estima
que las condiciones estipuladas no son equitativas. En todos los casos en que se pruebe
el consentimiento de una de las partes ha sido viciado por dolo o engaño, o cuando la
remuneración esta, por exceso o por defecto, fuera de la proporción con el servicio
prestado, el convenio podrá ser anulado o modificado por el juez, a requerimiento de la
parte interesada.

Es interesante hacer notar a este respecto, que, a lo menos en ejecutoria, la Corte


ha reconocido el Estado de Necesidad en que se encuentra una de las partes para
celebrar un contrato y que, si en esas circunstancias se paga un precio superior al justo,
se tiene derecho a recuperar el exceso, como pago de lo indebido.
CONCLUSIÓN

Dada nuestra terminación investigativa, a través de la representación, una


persona (representado) confiere a otra (representante) la facultad de actuar y decidir en
interés y por cuenta de ésta. Comúnmente se denomina poder al documento formal a
través del cual se confiere dichas facultades de representación, en el cual, se suele
recoger un catálogo detallado de las mismas.

Del artículo 1448 se desprende que la representación puede tener su origen en la


ley o en la voluntad del representado. La representación, en consecuencia, puede ser
legal o forzada y voluntaria. La última se sub-clasifica a su vez en mandato, poder o
ratificación.

Cabe destacar que los efectos del acto jurídico se van a producir respecto de una
persona que no ha concurrido personalmente a su celebración, es decir, que ha asistido
por un tercer que se le llama representante.

El poder se puede entender tanto la facultad otorgada por el representante al


representado, como la situación jurídica en la cual se encuentra éste último. El término
poder asume el significado técnico de acto jurídico con el cual el sujeto confiere a otro
la capacidad de representación.

Existen tres tipos de representación que son: la representación legal o necesaria


se suele comprender a la representación de los padres, a la de las personas jurídicas,
entre otros, la representación orgánica con referencia a la hipótesis en la cual, un sujeto,
inserto en la organización de una persona jurídica, está legitimado para manifestar al
exterior la voluntad del ente y para cumplir con los terceros actos jurídicos vinculados
por el mismo ente y la representación voluntaria tiene su origen y fundamento en la
voluntad del representado, que confiere al representante facultad de actuación ante
terceros dentro de las atribuciones conferidas en su nombre y con intención de que valga
para el representado.
Asimismo, la presente investigación aborda el tema de los vicios del
Consentimiento, que no es más que la ausencia de una voluntad sana con el objetivo de
falsear, adulterar, anular dicha voluntad y alcanzar propósitos deseados lo cual
compromete su eficacia. La voluntad queda excluida cuando el consentimiento en su
forma exterior está viciado. Los Vicios del Consentimiento son: el error, el dolo, la
violencia, la lesión y la incapacidad.

REPRESENTACIÓN: Es una figura jurídica por la cual lo que una persona ejecuta o
celebra en nombre de otra, facultada por la propia persona representada o designada
por la ley para representarla, y que produce efectos jurídicos de esa actuación en la
esfera patrimonial y jurídica del representado.

EFECTOS: Son las consecuencias jurídicas que nacen de la misma, consiste en la


necesidad de que se cumpla la obligación ya sea voluntariamente o a través de los
medios judiciales que otorga la ley. El efecto se traduce en la ejecución de la
obligación.

PODER: Prorrogativa que permite a una persona gobernar a otra persona, pública o
privada (mandatos políticos, autoridad paterna, tutela) o administrar los bienes de otra
persona por cuenta de ella (dirigentes de sociedades, representación legal, judicial o
contractual).

PRUEBA: Actuación procesal por la que las partes intentan acreditar los hechos
aducidos en demanda o contestación a demanda convenciendo al juzgador sobre la
veracidad de estos. En sentido lato, demostración de la realidad de un hecho o de la
existencia de un acto jurídico.

VICIOS: En derecho, se denominan vicios de la voluntad, vicios del consentimiento o


vicios de los actos voluntarios a ciertos defectos congénitos de ellos, susceptibles de
provocar la invalidez de los actos que los padecen.

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