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ACTOS DE MERA TOLERANCIA: ¿ES POSIBLE LA USUCAPIÓN ENTRE PARIENTES?

Por: PEDRO FABIÁN FERNÁNDEZ AVALOS1

SUMARIO: I. El porqué de estas líneas. — II. Introducción. — III. La cuestión en el


Derecho patrio. — IV. Su proyección en otros países. — V. Conclusiones. — VI.
Referencias.

I. El porqué de estas líneas

La incipiente tendencia jurisprudencial en el Paraguay, los pronunciamientos


jurisdiccionales del extranjero y como así también de algunas legislaciones foráneas, han
venido construyendo una teoría denominada “actos de mera tolerancia”. En virtud de la
misma, se le priva de eficacia prescriptiva a la posesión, y por ende, la usucapión en sede
judicial deviene improcedente.

Este trabajo, es pues, un abordaje holístico de la teoría supra mencionada, en el


contexto del derecho nacional y comparado, y teniendo como norte de todo el estudio a la
usucapión entre parientes. Todo esto, débese, ya que a nuestro juicio es menester el examen
de una figura del derecho material todavía en proceso de construcción teórica pero que ya ha
tenido algunos que otros ecos en nuestros medios.

II. Introducción

En tiempos actuales, cada vez más asiduamente, nuestros tribunales se han venido
expidiendo en los procesos usucaptivos acerca de la teoría nombrada como “actos de mera
tolerancia” pero poco o nada se ha explicado minuciosamente al respecto. Esto hace que la
doctrina se ocupe de ello y delimite sus contornos jurídicos.

Si bien la buena fe, la lealtad y honestidad, son principios rectores en las relaciones de
familia, no siempre son respetados a rajatabla; tal es así, que en contadas ocasiones un
familiar —imbuido por la generosidad y acuciante lazo de parentesco— permite y tolera que
un consanguíneo suyo haga uso de sus cosas y este último no responda con su ulterior

1
Abogado por la Universidad Privada del Este – Pdte. Franco (acreditada por la ANEAES). Mejor egresado y
miembro del cuadro de honor de su promoción. Coautor del libro “Elementos de los derechos reales” (2015).
Colaborador en la revista jurídica de la Universidad Católica de Asunción y de la Universidad Privada del Este
(CIDUPE). Ha disertado sobre “El Libro IV del Código Civil paraguayo. Proyecto de reforma” (2015) y
“Usucapión en la legislación y jurisprudencia paraguaya” (2015-2016). Correo electrónico:
pedrofabian2010@hotmail.com. Artículo publicado en: La Ley Paraguaya, febrero, 2018, año 41, pp. 11-19.

1
comportamiento en forma análoga al primero, resultando a la postre un malagradecido
avivado que se vale de la inocencia del titular dominial que, a la par, es su pariente.

En las relaciones de familia, en principio, imperan la inocencia en el obrar, los


principios generales de carácter ético, y un sentimiento de ayuda motivado por el nexo de
parentesco; pero como toda regla reconoce excepción, suele acontecer que el pariente
ayudado no responde con el mismo carácter respecto del pariente ayudante, arribándose a
disgregaciones en el núcleo familiar y terminando en maliciosas intenciones tendientes a
usucapir la cosa poseída, motorizado además de ello por el sentimiento de dueño que los
largos años de posesión le han ido dispensando al poseedor2.

Resulta inconcebible por varios motivos —y que se resumen en el campo


axiológico— que toda ayuda en sede familiar, como ser el préstamo de una casa, vehículo,
dinero, etc., sea documentada, porque el que tiene familia, por regla general, obra con
inocencia y de buena fe, e inexorablemente reina en su fuero interno el pensamiento de que
así también ha de obrar el familiar suyo. Nadie espera una traición de un familiar con quien
siempre se ha llevado bien, porque desde luego que ninguno actuaría en forma improvisada y
sin reservas de cautela con un pariente en gresca o con quien se tenga una no feliz
interactuación.

Delineado así el planteamiento, de antemano es sabido, que toda usucapión entre


parientes cuenta con un muy posible sustrato de traición, rencilla o venganza. En el campo
familiar, por lo significativa e importante que ella es, se concibe como una aberración valerse
de la ayuda recibida para luego aprovecharse obteniendo un beneficio patrimonial.

Ahora, pues, ¿qué se entiende por “actos de mera tolerancia”? No existe, en concreto,
dentro de la órbita doctrinal, un concepto de lo que se entiende por tal. Sin embargo, en el
contexto del Derecho comparado en donde existe la precitada noción, AREÁN (2007) refiere:

“En cuanto a los actos de simple tolerancia o de mera tolerancia, son en general
aquellos actos que son soportados en homenaje a las relaciones de buena vecindad.
Son actos que un buen vecino tolera aunque importen un cierto atentado contra su

2
Es normal que quien posea, cualesquiera sea su condición o carácter, se sienta dueño respecto de la cosa
poseída, luego de un cierto tiempo. Ya es algo habitual actualmente oír la trillada frase de los poseedores “este
terreno me pertenece porque hace tiempo que vivo en él, y no saldré así nomás.”, ya que por más profano que
sea el poseedor, tiene una somera noción de lo que es la usucapión. Es increíble, pero los largos años de
posesión generan un profundo sentimiento de dueño en el poseedor, aun a sabiendas de que no le pertenece el
inmueble o que ha ingresado permisivamente en él.

2
derecho de propiedad, porque este atentado no le parece demasiado grave como para
constituir una usurpación propiamente dicha, que merezca ser reprimida. Por ejemplo,
cuando se deja que el vecino pase por el campo con sus animales para llevarlos a
pastar o a beber.

Tales actos no son hábiles para fundar una prescripción, toda vez que así se lo
admitiera, prácticamente desaparecería toda armonía en la vida de comunidad, lo cual
es inadmisible, ya que en principio la actitud pasiva del que tolera se funda en una
ausencia de perjuicio o molestias, o, aunque haya, quedan reducidas a una mínima
expresión.

Es evidente que, si el paso de los animales del vecino implica una devastación del
campo transitado, o si el pastaje significa la limitación del ejercicio para los animales
del propio dueño del campo, éste se opondría a la continuación de tales actos, pues en
definitiva las relaciones de buena vecindad cederían ante el carácter excluyente del
dominio, en virtud del cual su titular puede excluir a terceros en el uso o goce de la
cosa, v. gr., impidiendo que alguien pase por ella” (pp. 247-248).

En cuanto a la eficacia en el plano de la usucapión, enseña Bigot-Préameneau citado


por la arriba mentada autora que:

“Los actos de pura facultad o de simple tolerancia no pueden ser considerados como
actos de posesión, porque ni aquél que los hace entiende actuar como propietario, ni
aquél que los autoriza entiende desposeerse (...)” (p. 246).

Si bien la doctrina en general, junto con gran parte de los Códigos Civiles
latinoamericanos, llama a la figura examinada como “actos de mera tolerancia”, nosotros
consideramos dicho título equivocado y no expresivo del verdadero contenido que se
pretende explicitar. La palabra “actos” no refleja el real sentido de lo substancial, ya que la
tolerancia del dueño no es un acto, sino una omisión respecto de la posesión soportada en
razón de vecindad o parentesco. Optamos por “posesión tolerada” ya que denota un poder de
hecho sobre una cosa que ha sido tolerado por el dueño con motivo de la existencia de un
vínculo parental o vecinal.

3
Por ende, se llama actos de mera tolerancia3 o más bien posesión tolerada, a aquel
poder de hecho que tiene una persona sobre una cosa y que ha sido soportado por el
propietario por razones de lazo de parentesco o buena vecindad. Tal posesión no es idónea a
los efectos de la usucapión, por cuanto no importa una desidia infundada del dueño respecto
de su cosa, sino una concesión expresa o tácita de ella.

El dueño en tales situaciones, jamás imagina que será privado de su propiedad con la
usucapión, puesto que es justamente la posesión tolerada con motivo de parentesco o
vecindad la que le hace presumir la buena fe de los actos fácticos del poseedor. De ello se
desprende, indefectiblemente, que debe presumirse una posesión sin ánimo dueño y que —en
caso contrario— debe probarse la interversión del título. En suma, si existe una tolerancia del
propietario referente a la posesión sobre su cosa, es porque el poseedor no ejerce actos
posesorios con animus domini, término que comporta negar la propiedad del dueño sobre la
cosa poseída.

La locución “posesión tolerada” indica que el titular registral ha permitido consciente


y condescendientemente el uso de una cosa suya, sin que ello conlleve el propósito, tanto del
propietario como del poseedor, de que se “juridifique” esa situación de hecho con el correr de
los años. De haber sido otra la intención del poseedor, tiene la carga de probarla, esto es, que
ha poseído con carácter de animus domini y que ante ello no ha reaccionado judicialmente el
dueño.

A guisa de comentario que consideramos relevante, es bueno subrayar que conforme


al sistema objetivo de la posesión que adopta nuestro Código Civil, los actos fácticos que
despliega el sujeto cuyo poder de hecho es tolerado por el dueño, son técnicamente una
posesión y no una simple tenencia o detentación como pretenden indicar algunos autores,
idea ésta que, en cambio, sí sería aceptada en legislaciones que han receptado la escuela
subjetiva de la posesión. De esta forma, el hijo que vive en una casa construida en el
inmueble de su madre, es indiscutiblemente un poseedor y no un mero tenedor; ahora bien, la
discusión podría girar, en todo caso, en torno a si esa posesión es hábil o no a los fines
usucaptivos, pero no en si la calidad de hijo lo coloca como poseedor o tenedor.
3
Haciendo un paralelismo en el Derecho comparado, según la jurisprudencia de la Corte de Chile (2014):
“Debe entenderse entonces por mera tolerancia el no oponerse a los actos que podrían ser impedidos,
aceptándolos, permitiéndolos, por cuanto, el no reprimirlos, supone tolerarlos, lo que importa una actitud
permisiva, de transigencia, aquiescencia o condescendencia. Lo anterior en el entendido que se trata de una
situación en la cual se tenga conocimiento de los actos del tenedor, por cuanto, en caso contrario se podría estar
frente a una actitud omisiva derivada de la ignorancia y no representativa del concepto en examen”. Recuperado
de: http://www.i-juridica.com/2015/08/08/suprema-11823-2014-concepto-de-mera-tolerancia-en-el-precario/.

4
III. La cuestión en el Derecho patrio

No existe, en la legislación positiva del Paraguay, dispositivo legal alguno que


consagre la teoría presuncional intitulada “posesión tolerada” o también llamada “actos de
mera tolerancia”, como sí hay en la mayoría de los Códigos Civiles de Latinoamérica,
conforme lo veremos ulteriormente.

Sin embargo, a pesar del vacío legal en lo tocante a la figura sub examine, la
jurisprudencia nacional se ha expedido en relación a ella en contados fallos.

Así, la Corte Suprema de Justicia de nuestro Paraguay4 (2013) ha expresado que si


bien es posible que ocurra la usucapión entre parientes, el que pretende usucapir debe
acreditar en forma indubitable y contundente el momento en que ha dejado de poseer por
otro para poseer por sí mismo. A este respecto, el art. 1.921 del Cód. Civil reza que: “Salvo
prueba en contrario, se presume que la posesión conserva el mismo carácter con que fue
adquirida. Nadie puede cambiar por sí mismo, ni por el transcurso del tiempo, la causa y las
cualidades o los vicios de su posesión. El que comenzó a poseer por sí y como propietario de
la cosa, continúa poseyendo como tal, mientras no se pruebe que ha comenzado a poseer por
otro. El que ha comenzado a poseer por otro, se presume que continúa poseyendo por el
mismo título, mientras no se pruebe lo contrario”5.

4
Corte Suprema de Justicia del Paraguay, sala civil y com. Britos Garcete, Ramón Gregorio c. Ocampos, Julián
s/ Usucapión. (Ac. y Sent. N° 47). La Ley Online. Cita online: PY/JUR/58/2013.
5
Sumario: “Se ajusta a derecho la sentencia que rechazó la demanda de usucapión cuando el propio accionante
alega que su posesión inició como derivada de su madre, siendo que en las relaciones de familia se presume la
tolerancia con respecto a la posesión del bien”. Corte Suprema de Justicia del Paraguay, sala civil y com. Fecha:
06/03/2013. Partes: Britos Garcete, Ramón Gregorio c. Ocampos, Julián s/ Usucapión. (Ac. y Sent. N° 47). La
Ley Online. Cita Online: PY/JUR/58/2013. En esa misma línea, ha referido la Corte que: “Debe confirmarse la
sentencia que rechazó la demanda de usucapión cuando existe un instrumento privado que establece un
usufructo vitalicio a favor de la madre del actor que demuestra que era ella quien mantuvo siempre la posesión a
título de dueño, sin invocar o proteger la calidad de heredero del actor, con lo que queda claro que no hubo
interversión del título de tolerancia en virtud de las relaciones de familia”. Corte Suprema de Justicia del
Paraguay, sala civil y com. Fecha: 06/03/2013. Partes: Britos Garcete, Ramón Gregorio c. Ocampos, Julián s/
Usucapión. (Ac. y Sent. N° 47). La Ley Online. Cita Online: PY/JUR/58/2013.

5
En otro pronunciamiento similar, ha dicho la Corte6 (2012) que la usucapión entre
parientes crea presunción de que la ocupación es precaria, ejercida por acto de mera
tolerancia del propietario y soportada en razón del lazo de parentesco.

Lo concreto es, ergo, que nuestra legislación civil nada dice en lo atinente a la
usucapión entre parientes, ni que la posesión tolerada en el ámbito familiar es inidónea para
usucapir. En consecuencia, estamos ante una tesis jurisprudencial traída substancialmente del
Derecho comparado, por lo que presumir como lo hace la Corte, no denota para nada ceñirse
a lo estrictamente legal sino un apartamiento del Derecho positivo local.

Pero en definitiva, ¿puede darse o no la usucapión entre parientes? Estamos realmente


ante un serio dilema jurídico por el fundamento social que significa la familia. Si decimos
que sí, y que la posesión dada en esas condiciones es una igual a la que se ejerce sobre un
bien no perteneciente a algún pariente, estamos apoyándonos con estrictez en el Código Civil,
porque nuestro Digesto nada dice a ese respecto: ni que se presume una posesión tolerada, ni
que la posesión es precaria, y menos que la usucapión con tal matiz está vedada; ora, si
argüimos que no, simplemente nos basamos en jurisprudencias y legislaciones extranjeras
que sí se pronuncian —expresamente— sobre el tema analizado, o a lo sumo, el basamento
no queda más que en una mera presunción del juez.

Particularmente, con base en lo anteriormente consignado, pensamos que sí puede


configurarse la usucapión entre parientes, que no es correcta la presunción de la posesión
tolerada, y menos aún que tal posesión es precaria e innocua a los efectos de usucapir. Y el
motivo no es más que el Código Civil mismo; además, lo que no está prohibido, está
permitido. Y todavía más, el juez no puede construir una presunción tolerada, siendo que la
ley siquiera una brizna de motivo arroja para que así lo haga.

Delineado así el estudio, queda claro que para la jurisprudencia paraguaya sí puede
operarse la usucapión entre parientes, pero se presume una posesión tolerada, precaria e inane
a los efectos de la usucapión, por lo que el usucapiente debe demostrar que se ha dado la
hipótesis contemplada en el art. 1.921 del Cód. Civ.

6
Corte Suprema de Justicia del Paraguay, sala civil y com. Nunes Palacios, María Teresa c. Palacios Gil, Víctor
Ceferino s/ Usucapión. (Ac. y Sent. N° 1262). La Ley Online. Cita online: PY/JUR/476/2012.

6
En contraste, para nosotros también puede configurarse la usucapión entre parientes,
pero de ninguna manera debe conjeturarse una posesión tolerada, precaria e inútil para
usucapir, y menos aún hacerse una presunción jurisdiccional de que la posesión no es hábil
para la usucapión por los caracteres recién indicados, esto es, de que ha sido soportada, es
precaria e inútil. Siendo así, la usucapión parental debe darse, según el rigor del Código Civil
paraguayo, de la misma forma que se da entre extraños, sin variantes ni condicionantes.

Pero vale aquí una nota de relieve y aclaración de nuestra tesitura. La posición
jurídica que hemos adoptado es puramente legal en el orden local, no abarcativa de un
examen extralegal. En verdad, nos gustaría que la posesión entre parientes7 sea presumida
precaria, tolerada, e inane a los efectos de la usucapión, salvo que ocurra y se pruebe una
interversión del título (art. 1921). Pero para ello debe haber normas expresas que así lo
prevengan. Por tal motivo, es imperiosa la necesidad de una reforma en lo que a atañe a este
tema. Mientras tanto, debe estarse a lo expresamente dispuesto por la ley, es decir, a la tesis
legal asentada en el párrafo anterior.

La familia es indiscutiblemente movida por los principios de inocencia en el obrar,


altruismo, superlativa generosidad, un hacer sin esperar nada a cambio, una ayuda recíproca,
y por sobre todo una confianza y honestidad en los actos jurídicos verbales. Los vicios que
puedan contaminarla, son la excepción y casi nula, por lo que la regla es una buena familia
con los valores recién rezados.

Es además, la familia —según la Constitución Nacional—, el fundamento de la


sociedad. Ella establece que se promoverá y se garantizará su protección integral (art. 49).
Por eso, consideramos oportuna y necesaria una reforma en materia de usucapión, de tal
suerte que se insiera en el Código la opinión extralegal volcada parágrafo atrás, la que amén
traerá una paridad con el derecho comparado que así, desde hace ya mucho tiempo, la previó,
según lo comprobaremos más adelante en ocasión del examen de los Códigos Civiles
latinoamericanos.

IV. Su proyección en otros países

La posesión tolerada se ha proyectado felizmente en otros países, especialmente de


Latinoamérica, habiéndose receptada en casi todos los Códigos Civiles.

7
Entendemos por parientes o parentesco aquel que puede ser por consanguinidad, afinidad o adopción (art. 249
Cod. Civ. y sus concordantes), y específicamente, dentro del cuarto grado de consanguinidad y segundo de
afinidad.

7
Por citar algunos Códigos de países que han abrigado la figura en pie de disquisición,
nótense:

“La omisión de actos de mera facultad, y la mera tolerancia de actos de que no resulta
gravamen, no confieren posesión, ni dan fundamento a prescripción alguna”. (Chile,
art. 2499).

“La omisión de actos de mera facultad y la mera tolerancia de actos de que no resulta
gravamen, no confieren posesión ni dan fundamento a prescripción alguna”.
(Uruguay, art. 1.197).

“La omisión de actos de mera facultad, y la mera tolerancia de actos de que no resulta
gravamen, no confieren posesión, ni dan fundamento a prescripción alguna”.
(Colombia, art. 2.520).

“No aprovechan para la posesión los actos de carácter posesorio ejecutados en virtud
de licencia o por mera tolerancia del dueño”. (Honduras, art. 2.274).

“Los actos de tolerancia no pueden servir de fundamento para adquirir la posesión”.


(Bolivia, art. 90).

“Não induzem posse os atos de mera permissão ou tolerância assim como não
autorizam a sua aquisição os atos violentos, ou clandestinos, senão depois de cessar a
violência ou a clandestinidade”. (Brasil, art. 1.208).

El Código Civil español preceptúa: “No aprovechan para la posesión los actos de
carácter posesorio ejecutados en virtud de licencia o por mera tolerancia del dueño”.
(Art. 1.942).

Básicamente, el obstáculo que impide que una posesión tolerada arribe a la usucapión,
es la ausencia del animus domini en el poseedor.

Resulta importante hacer notar, como lo hace el Código Civil brasilero en su art.
1.208, que una cosa es permisión, y otra, tolerancia. Articulando un minucioso examen
acerca de la temática terminológica en cuestión, los ilustres juristas brasileños CHAVES DE

FARIAS y ROSENVALD (2007) ponderan:

“En cuanto la permisión nace de la autorización expresa del verdadero poseedor para
que un tercero utilice la cosa, la tolerancia resulta del consentimiento tácito a su uso,

8
caracterizándose ambas por la transitoriedad y por la facultad de supresión del uso, en
cualquier instante, por el real poseedor, sin erigir protección posesoria al usuario,
conforme a lo dispuesto en el art. 1.208 del Código Civil” (p. 68).

Magistralmente, en otro párrafo, los insignes juristas explican otra diferencia:

“Se percibe aquí, otra diferencia. En cuanto que la permisión concierne a una
actividad a ser realizada sobre una cosa ajena, la tolerancia comprende conductas que
se desenvuelven o ya se realizaron. Muchas veces una situación de detentación no es
previamente permitida, mas es ulteriormente tolerada” (p. 69).

Por consiguiente, la permisión supone una concesión del propietario, en forma previa
y voluntaria, del uso y goce de una cosa a favor del poseedor. En contraste, la tolerancia
indica una desidia voluntaria, una falta de reacción judicial o impedimento ante el
conocimiento posterior de una posesión ya ejercida por otra persona sobre una cosa suya. En
suma, en el contexto de la permisión el propietario sabe que ha de poseerse una cosa suya,
pues es justamente él quien concede su uso, y en contrapartida, dentro de lo que es la
tolerancia el dueño recién luego de haberse ya iniciado la posesión, se entera pero no
interrumpe dicho poder físico, sino que lo aguanta, lo soporta. Hay entonces,
fundamentalmente, una diferencia en el tiempo de conocimiento.

Por otro lado, OTERO (2005) anota de manera muy interesante que:

“No deben confundirse los actos posesorios con los de “simple tolerancia”, pues estos
últimos son permitidos por el poseedor (propietario o no) a un tercero, teniendo la
facultad de recovar dicha autorización -por ejemplo para el uso de un campo sin
alambrar- en cualquier momento sin requisito alguno. Es que la tolerancia no confiere
derechos.

La distinción entre actos posesivos y de simple tolerancia será casi siempre una
cuestión de hecho sujeta a la apreciación judicial. Pero la pauta para la distinción es
clara: si se está o no dentro de lo que es mera tolerancia debe decidirse teniendo en
cuenta las relaciones de familia, amistad, o buena vecindad, las costumbres del lugar y
finalmente, la poca o leve incomodidad que acarrea el acto para quien lo tolera”.

A nivel jurisprudencial, Argentina, a través de varios fallos ha entendido, entre otras


cosas, que:

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“Los actos de mera tolerancia del poseedor sobre la falta de pago de los alquileres del
subinquilino y su inacción al respecto pueden convertir a éste en tenedor precario del
inmueble —que es quien tiene la cosa por tolerancia de quien la detenta
legítimamente— sin el consentimiento de aquél”, (CNCiv., Sala A, 15/3/99, LL,
1999-F-431; DJ, 2000-1-1393).

“La falta de objeción del Instituto de Servicios Sociales para el Personal Ferroviario a
la instalación por parte del demandado de un buffet en el predio cedido en comodato
precario, como consecuencia del contrato de concesión celebrado por este último y la
comodataria, debe ser calificada como acto de mera tolerancia compatible con el goce
ordinario de la cosa por su dueño, la comodataria no puede mejorar su posición, ni la
de ese tercero frente a dicho instituto, por la celebración de aquel contrato de
concesión” (CNFed. Civ. y Com., Sala II, 29/10/98, LL, 1999-C-111).

“Para usucapir es menester el ejercicio de la posesión a título de dueño, dado que no


sirven los llamados actos de tolerancia, ni la implementación de simples facultades
legales” (CNCiv., Sala A, 1/7/93, Lexis, nº 1/35674).

“La evidencia de la existencia de netos actos posesorios, sin elementos de juicio que
permitan suponer que fueron realizados con autorización o mera tolerancia del
propietario, forzoso es concluir que la materialización de esos actos revela la
existencia de algo más que una mera tolerancia, surgiendo claramente de ellas una
neta conducta posesoria” (Cám. Apel. Civ. y Com. 5 Nom. Córdoba, 10/11/97, LL,
1999-E931; ED, 180-22).

“… si la actora hubiese iniciado una acción de usucapión contra el concubino antes de


su fallecimiento, habría sido imprescindible que acreditara la interversión del título.
Ello es así porque “… tratándose de condóminos, cuya posesión también es común
(art. 2409, Cód. Civil), para producir el cambio de la causa possessionis es menester
no sólo el animus domini, esto es, la voluntad de poseer con exclusión de todo otro
condómino, sino también la realización efectiva de actos capaces –por sí mismos– de
operar tal exclusión, de manera que el excluido se vea en la necesidad de oponerse,
pues resulta de toda obviedad que mientras el condómino se limita a usar y gozar del
inmueble en forma exclusiva, realiza un acto propio de su condición de tal y, a lo más
se beneficia con actos de mera tolerancia de sus comuneros”. Sin embargo, la acción
no ha sido dirigida contra el concubino ni contra sus sucesores. De haber existido

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herederos, estos podrían haber aducido que la conducta del causante se había limitado
a una mera tolerancia; argumento que a su vez debería haber sido refutado por la
pretensora mediante la prueba de actos de interversión” (elDial.com - AAA271:
17/10/2017, Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires).

“Los actos meramente tolerados no se ejercen en virtud de un título contractual, sino


que se fundan en relaciones de amistad, vecindad, familiaridad -como permitir que el
vecino saque agua, o dejar que pasten o beban sus animales-; por lo que carecen de
aptitud para provocar consecuencias jurídicas; y por su precariedad, el propietario
puede hacer cesar los actos tolerados cuando le plazca. Lo único que existe en
tales actos es un espíritu de condescendencia del propietario que se manifiesta en la
denominada permissio domini. En tal sentido, es menester valorar las circunstancias,
esto es, las condiciones, las costumbres y las relaciones habituales del lugar (conf.
Belluscio-Zannoni, ob. cit., págs. 293/294); y hasta la poca o leve incomodidad que
acarrea el acto para quien lo tolera (conf. Kiper-Otero, "Prescripción Adquisitiva",
pág. 102, Ed. Jurídicas Cuyo).

De modo que la prueba de apoderamiento con ánimo de dueño debe ser concluyente y
llevar al ánimo del juez la certeza, el convencimiento de que no se encuentra
enfrentado a una aventura, sino a una presentación seria de quien real y
verdaderamente ha tenido para sí, con ánimo de dueño y señor, una cosa que pretende
adquirir mediante prescripción. Para ello se necesita acreditar una pluralidad
de actos que trasuntan el ejercicio de una posesión en los términos del art. 2351 del
C.Civil, lo cual sugiere un comportamiento activo -jurídica y económicamente
hablando-, que distinga aquella posesión de la simple ocupación o tenencia de la cosa,
y de los actos de "mera tolerancia" (CC0103 LP 210584 RSD-223-92 S 18-8-1992;
CC0103 LP 218793 RSD-199-94 S 18-8-1994). Para que los actos de posesión sirvan
de fundamento a la prescripción adquisitiva, deben caracterizarse como el ejercicio
directo del derecho de propiedad sobre el inmueble al cual se aplican, y no ser
producto de una simple tolerancia del propietario del fundo (SCBA Ac. 25.233 del
11.7.78. DJBA 115-293)” (elDial.com – SIBBA: 2012, Cámara de Apelaciones en lo
Civil y Comercial de San Isidro).

Colombia, por su parte, ha entendido que:

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“(…) mientras que existan los lazos que hacen posible la confianza, el beneficio
directo o indirecto del núcleo familiar, y uno de los cónyuges explote
económicamente los bienes del otro, no puede haber usucapión porque se trata de
actos permitidos por “mera facultad” y “mera tolerancia”, que no dan fundamento a
prescripción alguna, según es preceptuado por el artículo 2520 del Código Civil”
(Corte Suprema de Jusitica, 13/02/12, con ponencia de William Namén Vargas).

V. Conclusiones

De lo hasta aquí trabajado sobre la figura de marras pueden extraerse las siguientes
conclusiones:

A) Aún son pocos los fallos nacionales que se han pronunciado en relación a los
actos de mera tolerancia.
B) A lo actos de mera tolerancia es preferible llamar posesión tolerada.
C) Tolerancia y permisión son conceptos distintitos, fundamentalmente, por el
tiempo.
D) No existe, en la legislación positiva del Paraguay, dispositivo legal alguno que
consagre la teoría presuncional intitulada “posesión tolerada” o también llamada
“actos de mera tolerancia”, como sí hay en la mayoría de los Códigos Civiles de
Latinoamérica.
E) Pensamos que sí puede configurarse la usucapión entre parientes; que no es
correcta la presunción de la posesión tolerada, y menos aún que tal posesión es
precaria e innocua o los efectos de usucapir. Y el motivo no es más que el Código
Civil mismo; además, lo que no está prohibido, está permitido. Y todavía más, el
juez no puede construir una presunción tolerada, siendo que la ley siquiera una
brizna de motivo arroja para que así lo haga.
F) La posesión tolerada se ha proyectado felizmente en otros países, especialmente
de Latinoamérica, habiéndose receptada la misma en casi todos los Códigos
Civiles.
G) Todavía queda bastante por abordar, con marcada estrictez, acerca de la posesión
tolerada.
H) Es necesario introducir en nuestra legislación positiva la teoría examinada, previo
profundo y serio estudio que se compadezca con la realidad social y la teoría
objetiva de la posesión.

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VI. Referencias

Areán, Beatriz. (2007). Juicio de usucapión. Buenos Aires, Argentina: Hammurabi.

Chaves de Faria, Cristiano y Rosenvald, Nelson. (2007). Direitos Reais. Rio de


Janeiro, Brasil: Lumen Juris.

ElDial.Com. Biblioteca Jurídica Online.

http://www.i-juridica.com/2015/08/08/suprema-11823-2014-concepto-de-mera-
tolerancia-en-el-precario/.

Otero, Mariano C. “Interversión del título. Aspectos relevantes. Utilidad práctica”.


Cita online: elDial DC733. Publicado el: 10/17/2005.

Revista Jurídica La Ley on-line. Paraguay.

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