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Inicialmente puede decirse que una persona representa a otra cuando actúa
facultada por ella o por la ley, como si fuera ella, en su nombre, y por tanto,
trasladando a ella las consecuencias de los actos jurídicos realizados en tales
circunstancias. Tiene este instituto importante trascendencia en el derecho; no en
vano al permitir que se actúe por representante el sujeto extiende sus perspectivas de
acción, en el tiempo y en el espacio; así como le posibilita para recurrir a las
personas más idóneas y capaces para actuar en el asunto concreto de que se trate.
Para que exista representación basta la actuación del representante en nombre del
representado, pero para la producción de eficacia directa de la gestión representativa
en la esfera jurídica del representado s necesario un nuevo requisito: existencia de un
poder previo de representación o posterior ratificación por el dominus de lo hecho
por el representante. De ello se desprenden dos importantes consecuencias: una, se
habla de una representación sin poder, que es una verdadera representación y que se
dará cuando el dominus ratifique los actuado por el representante que no tenía poder
previo; y dos, que se escinden independizándose en su funcionamiento y en su
régimen jurídico el negocio de concesión del poder y el negocio actuado por el
representante con el tercero. Señala DIEZ PICAZO que estas teorías ha sufrido alguna
matización para acomodarse a la realidad actual del tráfico jurídico, y así:
Así, junto al mandato con representación, el más frecuente. Donde hay además
del mandato un poder que autoriza al mandatario a actuar en nombre del mandante,
es posible un mandato sin representación, cuando el mandante encarga asuntos
propios que no precisan relación con terceros.
1º. Que no puede presumirse cuando en el texto del poder no consta, o, si se trata
de un apoderamiento tácito, no existen hechos concluyentes que denoten
inequívocamente una voluntad en ese sentido. Puede resultar del contexto del mismo
poder o de la específica finalidad para la que ha sido dado.
2º. Que si se han otorgado facultades para realizar un determinado acto de
disposición no por ello el representante puede ejecutar además otros.
La cuestión del contenido del poder no se confunde con su forma. Así, el art.
1710 CC dice que el mandato expreso puede darse también "de palabra".
Supone abuso la existencia de poder y una actuación del apoderado dentro de los
límites formales, pero con finalidad distinta de la perseguida por el representado y
en función de unos intereses distintos a los suyos.
Lo actuado por el representante en abuso de poder es válido frente a terceros, sin
perjuicio de las consecuencias que se produzcan en las relaciones entre representante
y representado, donde nace un deber de resarcimiento o indemnización de daños y
perjuicios. Sin embargo, en aquellos casos en que el tercero hubiera conocido o
debido conocer el carácter abusivo o desviado del acto, según DIEZ PICAZO ello es
determinante de la ineficacia del acto. Lo que será más claro cuando el tercero sea
de alguna forma el beneficiario directo del acto abusivo o resulte cómplice del
mismo.
5.3. La autocontratación
Existe un representante sin poder en aquellos casos en que una persona realiza
una actividad que se reconoce como representativa, pero sin tener para ello
suficiente poder de representación. Puede ocurrir así porque el poder no existe ni ha
existido nunca. Puede ocurrir porque se desarrolla la actividad representativa cuando
se ha extinguido el poder. El efecto es similar cuando el poder existe pero la
actuación de ha excedido de los límites impuestos.
La característica más importante del acto llevado a cabo por un representante sin
poder es que admite su posterior ratificación, cuando el dominus después lo conoce,
lo acepta y asume. En este caso, el acto, aunque inicialmente ilícito, una vez sanado
produce todos sus efectos como si hubiera sido el acto de un representante con
poder. Otra cuestión son los denominados representantes aparentes. La apariencia de
poder de representación puede obedecer a un comportamiento del dominus, cuando
éste con sus actos tácitamente o con su aquiescencia, ha contribuido ha crear la
apariencia, y por tanto, la base de una situación en la que los terceros pudieran
confiar razonablemente. En este caso, hay una auténtica representación o
apoderamiento tácito, producido por hechos concluyentes. La situación es diferente
cuando la apariencia ha sido creada exclusivamente por el representante, con lo que
hay inexistencia de poder.
Cuando se actúa sin poder o con exceso respecto a él, el dominus puede después
aceptar la actuación del gestor o asumir sus consecuencias, la actuación del gestor se
transforma entonces en actuación plenamente representativa, y despliega en el
ámbito de la representación todos los efectos propios de ésta. El CC dedica escasa
atención a esta cuestión. El art. 1259 Cc se refiere a ella cuando establece que "el
contrato celebrado a nombre de otro por quien no tenga su autorización o
representación legal será nulo, a no ser que lo ratifique la persona a cuyo nombre se
otorgue antes de ser revocado por la otra parte contratante".
¿Puede el representante del dominus ratificar los actos de otro representante que
actúo sin poder o con poder insuficiente? Para DIEZ PICAZO sí. El objeto de la
ratificación es el mismo acto realizado por el representante sin poder o con poder
defectuoso con el tercero. La ratificación es una declaración de conformidad o
aprobación de dicho acto, y por tanto, debe ser total, pura y simple y sin introducir
nuevos elementos. Si la ratificación fuera simplemente parcial o condicionada o con
reservas el tercero tiene derecho a considerar la declaración no como una
ratificación, sino como una nueva oferta que es libre de aceptar o no. El acto de
ratificación supone la emisión de un consentimiento y debe ser libre y voluntario. Si
concurre en la ratificación un vicio del consentimiento el dominus podrá justamente
impugnarla y atacar mediante ella el negocio ratificado. La ratificación debe recaer
tempestivamente, si por acuerdo del representante y del tercero se hubiese sometido
a plazo, salo hay ratificación eficaz si éste se produce en dicho plazo. A falta de
plazo, se hará dentro del período de tiempo razonable según las circunstancias.
La revocación puede ser también tácita. El art. 1735 regula el supuesto en que se
nombra a un nuevo mandatario para el mismo negocio que se encargó al anterior, lo
que ha de ser informado a éste último por la receptividad que tiene toda revocación.
Por ello, la revocación se produce desde el día que se hizo saber al que lo había
recibido. También habrá revocación tácita cuando el representado realiza el mismo
negocio o acto para el que dio el poder, ya que ello no restringe la capacidad de
dirección de su esfera jurídica. El efecto que se pretende con la revocación se
alcanzará no sólo si hubo notificación de la misma, sino también cuando se pruebe
que sus destinatarios lo conocieron o pudieron conocerla empleando la diligencia
según las circunstancias de cada caso, cuya prueba correrá a cargo del representado
que alegue no quedar vinculado por los actos del que fue su representante.
Dice el art. 1738 Cc "lo hecho por el mandatario, ignorando la muerte del
mandante u otra cualquiera de las causas que hacen cesar el mandato, es válido y
surtirá todos sus efectos respecto a los terceros que hayan contratado con él de buena
fe". Se trata de una situación de representación aparente, en la que han confiado los
terceros porque desconocen su discordancia con la realidad y por ello deben ser
protegidos, tenga o no culpa el representado en la creación de la situación. Aquí la
novedad se encuentra en que se exige al representante buena fe, de ahí que se le
reconozca el reembolso de los gastos efectuados en este caso.