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NOMBRES Y APELLIDOS:
MATRICULA:
2021-00042
TEMA:
II
LOS CONTRATOS
FACILITADORA:
PROF. ELIZABETH TEJADA
FECHA:
26/02/2023
INTRODUCCIÓN
Desde que los seres humanos entendieron y aceptaron su capacidad para acordar
y/o consensuar entre sí, es decir, dos o más personas sobre un objeto de interés jurídico,
un acuerdo de bienestar, se constituyó una especie particular de convención, cuyo
carácter propio consistió en ser productor de obligaciones adquiridas por derechos. Esto
se define como ‘‘Contrato’’, ya que, según el Código Civil Francés, hay contrato
cuando varias personas se ponen de acuerdo sobre una declaración de voluntad común,
destinada a reglar sus derechos.
TEMAS A INVESTIGAR
Existe una tendencia moderna a abolir la categoría del contrato real y a reemplazar
sus actuales tipos específicos por sendos contratos consensuales. El trabajo expone los
orígenes de tal tendencia y sus manifestaciones legislativas y la crítica fundado en que
el reemplazo ofrece problemas insolubles a la dogmática y por razones prácticas. En la
actualidad y las modernas codificaciones quedó indirectamente consagrado el
consensualismo como principio general del derecho de contratos, cuando, en síntesis,
para obligarse solo se pide que dos partes capaces consientan sin vicios sobre un objeto
lícito movidas por una causa lícita. Como no se pide además que consientan bajo ciertas
formas o con subsiguiente entrega o tradición, aquéllas y éstas permanecen como
excepciones que deben ser expresamente establecidas. Pero todos sabemos que de hecho
no es así. Lo que aparenta ser principio general es en la práctica excepcional, y queda
relegado al ámbito teórico.
En nuestro Derecho Civil, el efecto relativo es un principio en virtud del cual los
contratos no pueden producir efectos sino entre las partes, tanto en sentido activo como
en sentido pasivo.
Según el Art. 1134 Código Civil, las convenciones legalmente formadas tienen
fuerza de ley para aquellos que las han hecho, ya que, no pueden ser revocadas, sino por
su mutuo consentimiento, o por las causas que estén autorizadas por la ley, siempre y
cuando se lleven a ejecución de buena fe.
Cuando se dice efecto relativo en los contratos, se refiere a que el contrato produce
efectos solo entre partes, o sea, en quienes han convenido y pactado, y no puede
beneficiar ni perjudicar a terceros. Las convenciones obligan, no solo a lo que se
expresa en ellas, sino también a todas las consecuencias que la equidad, el uso o la ley
dan a la obligación según su naturaleza.
Estos efectos solo dan una seguridad a las partes de que el contrato será llevado a
cabo como se convino entre las partes y que el mismo, no contará de vicios, o sea, de
mala fe, en caso de su abolición. Lo cual tampoco puede ser abolido si no hay consenso.
En fin Art. 1165. Los contratos no producen efecto sino respecto de las partes
contratantes, no perjudican a tercero ni le aprovechan.
La palabra contrato significa acuerdo entre dos o más personas, sea jurídico, físico o
verbal, donde las partes tanto expresan sus consentimientos, como aceptan las
condiciones del mismo. Es una relación constituida a base de un acuerdo o convención -
convenio. En los ordenamientos primitivos el mero acuerdo de voluntades no era un
contrato, en el sentido de fuente de las obligaciones, puesto que la voluntad por sí sola
no podía crear obligaciones válidas y eficaces. Por ejemplo, en Roma tuvo gran
importancia la distinción entre convención y contrato, la convención o pacto (pactum,
conventum) era un mero acuerdo de voluntades que, por sí, no generaba acción ni
vínculo obligatorio. El contrato era la convención que, por ir acompañada de una forma
requerida por el Derecho o de una causa reconocida idónea, generaba un vínculo
obligatorio.
Según el Dr. Subero Isa, dentro de las generalidades de su obra titulado Contratos y
Cuasicontratos, el contrato se encuentra enmarcado dentro de las fuentes voluntarias, y
es definido por el Art. 1101 del Código Civil como un convenio en cuya virtud una o
varias personas se obligan respecto de una o de varias, a dar, hacer o no hacer alguna
cosa, creando una obligación. Dice nuestro máximo tribunal constitucional que el
contrato es un acuerdo de voluntades que crea obligaciones.
Nuestro código civil menciona al contrato como la más frecuente e importante de las
fuentes de obligaciones. Entonces, el contrato existe desde que una o varias personas
consienten en obligarse, respecto de otra u otras, a dar alguna cosa o prestar algún
servicio y tienen fuerza de ley entre las partes contratantes y deben cumplirse a tenor de
los mismos.
También tenemos los contratos reales, que tienen su origen en Roma, visto su
importancia en párrafo anterior, donde una serie de contratos se formaba mediante una
entrega, entonces se constituían los contratos de mutuo, comodato, depósito y prenda. A
partir de ahí, la doctrina del derecho común construyó la categoría de los derechos
reales, que pasó al código francés y de ahí a nuestro Código. Los contratos reales para
perfeccionarse, además del consentimiento, exigen la entrega de la cosa objeto del
contrato. En el código civil nos encontramos con los siguientes contratos reales: el
mutuo o simple préstamo (art. 1892) y el comodato o préstamo de uso de una cosa (art.
1888), el depósito (art. 1915) y la prenda.
Se podría decir que es un contrato real, si y solo si sus efectos propios no surgen
hasta que se realiza la entrega de la cosa por una de las partes a la otra y tal entrega
implica un elemento esencial que solo se da en algunos grupos de contratos. Además, es
un contrato unilateral en cuanto solo produce obligaciones para una de las partes, el
mutuario o prestatario.
El derecho nacido de una obligación es mucho menos seguro que el derecho real, el
éxito del acreedor en lograr que su deudor cumpla con una prestación debida depende
tanto de la buena voluntad como de la solvencia económica del deudor al momento que
se produzca el vencimiento de la deuda. La Ley pone a disposición de los acreedores de
obligaciones los denominados derechos reales, ya mencionados, pero esta vez de
manera accesoria, como son la garantía mobiliaria prevista en la Ley 45-20 y la
hipoteca, llamados así porque existen como accesorio de un crédito y tienen por objeto
garantizar su pago.
Los derechos reales son fácilmente transmisibles mientras que las obligaciones, por
lo menos desde el lado del deudor son en principio intransferibles. Esto tiene su
explicación en que cuando una persona tiene un derecho real ella puede transferir ese
derecho a cualquier persona, (se puede dar el caso en una compra venta o una
financiera), salvo que haya una prohibición expresa en ese sentido, lo mismo podemos
decir del crédito que tiene el acreedor, este puede ceder el derecho que tiene sobre su
deudor, lo que regularmente se hace mediante la operación jurídica denominada cesión
de crédito.
a) Sinalagmáticos y unilaterales.
b) Contratos a título oneroso y a título gratuito y,
c) Contratos conmutativos y aleatorios.
d) Contrato de beneficiencia.
e) Contrato a título oneroso.
De acuerdo a las clasificaciones que nos ofrecen los hermanos Mazeaud, quienes
consideran que por ser ilimitado el número de los posibles tipos de contratos, no cabría
emprender su enumeración, sino que es preciso agruparlos por categorías. Para
clasificar los contratos, pueden ser considerados:
Los Reales: son aquellos que para su formalización exigen, además del
consentimiento, que es un requisito indispensable en todo contrato, la
entrega de la cosa. Estos contratos, al igual que los solemnes, constituyen la
excepción de nuestro derecho, porque el principio en materia contractual es
el del consensualismo. El consentimiento por sí solo no es suficiente para la
existencia de un contrato real.
Desde el punto de vista, sería prudente cuestionarnos sobre qué se entiende por
*formalidad’*, pero no, porque, a decir verdad, la formalidad es un requerimiento de
forma que exige la Ley en cuya ausencia el consentimiento no tiene validez o eficacia
jurídica. De esta manera, el ordenamiento jurídico selecciona con carácter mandatorio
cuál de todas las formas será apta para la operatividad del acto, descartando aquellas
otras formas que en abstracto (y bajo el principio de libertad de forma) pudieron
encausar hacia el exterior el reglamento contractual.
Es posible que el medio social más conocido para exteriorizar el consenso sea el
escrito. Sin embargo, existen otras formas para manifestarlo como las verbales o las
derivadas del comportamiento material y el contexto.
Causa probatoria
El Dr. Subero Isa, hace mención de dos términos que van de la mano, pero se
distinguen el uno del otro; estos son la Causa de la Obligación, que es la razón por la
cual una persona decide obligarse, es decir, la razón misma de la obligación contraída;
mientras que la Causa del Contrato son los móviles o motivos individuales que han
llevado a cada contratante a celebrar un contrato, o sea, los fines perseguidos.
Es importante destacar que, tal como lo dispone nuestro Código Civil, en su Art.
1131, la obligación sin causa, o la que se funda sobre una causa falsa o ilícita, no puede
tener efecto alguno, de esta disposición legal se deriva que una obligación debe tener
causa, y ésta debe ser licita.
Comentario: La causa falsa es una causa inexistente, la noción de falsa causa está
considerada como una ausencia de causa, por lo tanto, el contrato se encuentra afectado
por una nulidad absoluta. Por igual, la causa ilícita, según el Art. 1133 del Código Civil
dispone que es aquella que está prohibida por la Ley y cuando es contraria al orden
público y las buenas costumbres.
Prueba de la Causa del Contrato, de acuerdo con el Dr. Subero Isa, en su obra de
los Contratos, teoría general de las obligaciones en derecho dominicano. todo el que
celebra un contrato tiene un motivo para celebrarlo, por lo que no puede plantearse
seriamente la cuestión de la existencia o no de un motivo. El problema surge cuando se
invoca el carácter inmoral o ilícito del fin perseguido por una de las partes.
Dicen los hermanos Mazeaud que la jurisprudencia admitió durante mucho tiempo
un sistema restrictivo para las pruebas de la ilicitud o de la inmoralidad de la causa del
contrato: exigía que resultara del acto mismo la prueba de la ilicitud o de la moralidad,
era el sistema llamado de la prueba intrínseca. Fue abandonado definitivamente en 1907
por la Cámara Civil de la Corte de Casación Francesa. La jurisprudencia permite hoy
apelar a todos los elementos de prueba, incluso extrínsecos al contrato, en efecto, la
inmoralidad o la ilicitud debe ser asimilada al fraude, del cual es libre la prueba, según
los términos del Art. 12353 del Código Civil.
Si el contrato se celebró por escrito (prueba por excelencia), puede servir de medio
de prueba de su existencia; pero si se celebró verbalmente, habrá que recurrir a otros
medios (testigos, correspondencia, principio de ejecución, etc.) que tornan más difícil la
acreditación del mismo.
Código Civil:
La Autonomía de la Voluntad y la Fuerza Obligatoria del Contrato.
López Santa María en su obra Los Contratos, dice que ¨el principio de la autonomía
de la voluntad es una doctrina de filosofía jurídica según la cual toda obligación reposa
esencialmente sobre la voluntad de las partes. Esta es, a la vez, la fuente y la medida de
los derechos y de las obligaciones que el contrato produce¨.
En consecuencia, para que un contrato sea válido se requiere que cumpla con los
siguientes requisitos generales:
Que las partes contratantes sean legalmente capaces, es decir, que tengan
capacidad legal para poder obligarse.
Que se dé el consentimiento y este se encuentre libre de vicio, es decir, que
de manera libre y espontánea se dé la aceptación.
Adicionalmente, cada contrato tiene una serie de requisitos formales que deben ser
observados, como la identificación de las partes, la firma de las partes, el precio, la
fecha de cumplimiento, el lugar de cumplimiento de la obligación, etc.
Al celebrar contratos y en general actos jurídicos, tenemos que tener claro que estos
debiesen constatar e incluir una serie de elementos. Respecto a esto, la falta de alguno
de ellos puede traer consigo diversas sanciones, siendo una de ellas la nulidad de un
contrato. De acuerdo a esto, es importante tener en cuenta que existen dos tipos de
nulidad: la nulidad absoluta y la nulidad relativa (las cuales detallo más abajo); que
determinarán el tipo de sanción que te corresponderá reclamar en caso de
incumplimiento.
La obra Contratos y Cuasicontratos del Dr. Jorge A. Subero Isa, destaca que la
nulidad consiste en la sanción establecida por la Ley que alcanza aquellos actos
jurídicos que se han formalizado sin llenarse los requisitos establecidos para su validez.
De nada serviría que el legislador imponga una serie de condiciones para la formación
de los actos jurídicos si su inobservancia no fuese sancionada. Cuando no se cumplen
los requisitos de forma o de fondo requeridos para la validez del contrato, se dice que
este es nulo.
Según el código, se anulará todo acto o contrato al que falta alguno de los requisitos
que la ley prescribe para el valor del mismo acto o contrato, según su especie y la
calidad o estado de las partes.
Para que un contrato sea válido y produzca efecto entre las partes firmantes, de
forma general debe reunir los requisitos que señala el del código civil, que son:
Un contrato está viciado de nulidad cuando faltan los requisitos que la ley exige para
su validez, los cuales anteriormente se enumeraron y la declaratoria de nulidad es la
sanción que se imputa por omitir dichos requisitos.
1) Nulidades Virtuales, son aquellas que el legislador establece los requisitos para
formación de un acto jurídico, pero no dispone de manera expresa cual sería la
sanción por esa violación. En nuestro derecho de las obligaciones predomina el
criterio de que el incumplimiento de los requisitos establecidos por la Ley para
la formación de actos jurídicos se encuentra sancionados con la nulidad.
La nulidad sea absoluta o relativa, debe ser pronunciada por el juez. Un contrato,
aunque nulo, tiene la apariencia de un contrato valido. De ahí la necesidad de que el
juez destruya esa apariencia y esa presunción de validez. La nulidad puede plantearse
judicialmente por vía de acción o por vía de excepción.
Con mucha frecuencia ocurre que el contenido del contrato se encuentra plagado de
ambigüedades, imprecisiones y oscuridad, siendo necesario que al momento de su
cumplimiento o ejecución el contrato deba ser interpretado a fin de determinar las
obligaciones contraídas por las partes. Es preciso concretar el sentido exacto del
contrato: debe ser interpretado. Es así como en esa labor de interpretación la
jurisprudencia ha podido decir que en el caso juzgado no se trataba pura y simplemente
de un arrendamiento, puesto es de la esencia de ese tipo de contratos el pleno disfrute o
goce de la cosa arrendada, sin que el arrendador pueda actuar o ejercer acciones que
menoscaban ese derecho y mucho menos que después de identificada la cosa arrendada
esta pueda ser objeto de cambio de manera unilateral por el arrendador. Que al imponer
el contrato determinadas cualidades y aptitudes para celebrar el mismo, se trata de un
contrato ‘‘intuitu personae’’ (entorno a la persona)
Existen reglas de interpretación, tal como lo afirman los Hnos. Mazeaud, a los ojos
de los redactores del Código Civil, infundidos de las teorías del derecho natural y de la
autonomía de la voluntad, el principio fundamental consiste en la averiguación de la
común intención de las partes. Las restantes reglas formuladas por el Código Civil no
son subsidiadas, y el juez es incitado a no recurrir a ellas más que cuando le resulte
imposible descubrir lo que hayan querido los contratantes.
Según lo que dispone nuestro Código Civil cuando una cláusula del contrato es
susceptible de doble sentido, se le debe más bien atenderla en aquel en que puede tener
algún efecto, que en el sentido en que no pudiese producir ninguno. Además, el referido
Código también menciona que los términos ambiguos del contrato deben interpretarse
con arreglo a lo que el uso determine en el lugar en que el contrato se haya otorgado,
según el Art. 1159.
Se llaman efectos del contrato, las relaciones que se determinan entre las partes (y,
a veces, también frente a los terceros) por el hecho de que el contrato es concluido, y es,
además ejecutado.
Algunos efectos nacen por el sólo hecho de la conclusión del contrato; otros, para
producirse, presuponen que tenga lugar también la ejecución del mismo: Las relaciones
jurídicas para las partes y a veces también para los terceros, nacidas por la celebración o
la ejecución del contrato: eso es lo que debe entenderse por efectos del contrato. Ahora
bien, efecto en general es el resultado de una causa; esta causa se halla en el acuerdo de
voluntades, el llamado consentimiento. Y los resultados de esa concordancia de
voluntades son las relaciones jurídicas antedichas.
Los contratos sólo producen efectos entre las partes que los otorgan y sus herederos,
salvo en cuanto a éstos si se trata de derechos y obligaciones no transmisibles. Esto es
que los efectos de los contratos recaen, en primer lugar, sobre las partes contratantes; y
en segundo lugar, en sus herederos. Los demás están excluidos; son los terceros, y para
ellos el contrato no tiene eficacia alguna.
Según el Dr. Subero Isa en su cuarta edición de los Contratos, se reconocen tres
caracteres esenciales de la obligación, que son:
La ejecución del contrato es la fase en la que cada una de las partes cumple con las
obligaciones impuestas en los pliegos y en el propio contrato. La ejecución se realiza a
riesgo y ventura del contratista, sin perjuicio de los supuestos de fuerza mayor.
La fuerza moral se nutre de la idea según la cual los deberes contractuales son
obligatorios porque fueron libremente asumidos por aquellos que deben cumplirlos.
Consecuentemente, la ejecución del contrato no está moralmente justificada si la
persona pasible de sanción no expresa su voluntad genuinamente.
La ejecución del contrato puede ser parcial (se ejecuta en una sola fase), o total (se
ejecuta en todas sus fases).
La Puesta en Mora
Es el acto por el cual un acreedor intima a su deudor que cumpla su obligación con
el fin de hacer correr los daños y perjuicios y los intereses moratorios, entre otros
efectos jurídicos. Nuestro Código Civil en su Art. 1139, establece que se constituye el
deudor en mora, ya por un requerimiento u otro acto equivalente, ya por efecto de la
convención cuando ésta incluya la cláusula de que se constituirá en mora del deudor, sin
que haya necesidad de acto alguno, y por el hecho solo de cumplirse el término.
a. Por una cláusula del contrato en la cual se diga que el deudor queda
constituido en mora con la llega del plazo convenido.
b. Por una intimación hecha mediante un acto de alguacil en la cual se le
requiera al deudor cumplir con la obligación o deuda.
c. Con un acto de citación o demanda en justicia.
d. Por un mandamiento de pago tendiente a embargo e) Por un embargo
CONCLUSIÓN
El derecho nace de la compleja vida humana en sociedad, como una necesidad para
regular la conducta de los hombres, encaminándola a la consecución del bien común, de
la justicia y de la paz. Tratándose del tema en cuestión, los contratos, que ya
desglosamos, conceptos y posiciones al respecto, concluimos en que son aquellos que se
crean cuando varias personas se ponen de acuerdo sobre una declaración de voluntad
común, destinada a reglar sus derechos.
Para que un contrato se forme, la ley emplea dos términos: la oferta y la aceptación.
En la oferta una persona propone a otra la celebración de un contrato, fijándole o no un
plazo para aceptar. La parte que hace la oferta queda ligada por su oferta hasta que
expire el plazo. Hay contrato cuando varias personas se ponen de acuerdo sobre una
declaración de voluntad común, destinada a reglar sus derechos. Art. 1138 Los contratos
se denominan en este código unilaterales, o bilaterales.
Los efectos de los contratos sólo obligan, otorgan derechos, benefician o perjudican
a las partes. Es el efecto del contrato frente a terceros cuando se cumplen determinados
requisitos, tales como: Inscripción en el Registro Público de la Propiedad.
OBLIGACIÓN: El derecho que tiene una persona llamada acreedor, de exigirle a otra
persona llamada deudor, a que este cumpla con una prestación en beneficio de aquel.