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ACTIVIDAD PRÁCTICA RP4 ALUMNO: VERÓNICA CONDE BLANCO

La Relajación Mental consiste en pedir a la mente que se concentre para experimentar diferentes
sensaciones internas y para visualizar situaciones imaginarias.

Vamos a hacer una relajación para desintoxicar nuestra mente. Nuestra mente se ve bombardeada de
información, todo el día, todos los días. Noticias, miles de mensajes de texto, los problemas de la
vida cotidiana, todo esto que nos produce estrés, ansiedad, malestar general, insomnio y podemos
revertirlo mediante la meditación. Te invito a que encuentres un lugar cómodo en el que sentarte o
tumbarte, en una postura digna y cómoda. Ahora es el momento de cerrar tus ojos y darles un
descanso, dar un descanso a nuestra vista de tanto tiempo de pantalla, darle un descanso a nuestra
mente de procesar tanta información. Te pido que cuentes desde el 1 hasta el 5, lentamente, mientras
te centras en tu respiración. Quizás puedes sentir cómo tu estómago se eleva y se contrae, o tus
costillas, cómo se expande tu pecho y cómo se contrae, incluso en tus clavículas y hombros cómo se
expanden y cómo vuelven a su lugar con cada respiración y sentimos como con cada bocanada de
aire de forma lenta y profunda, vamos cada vez relajándonos más y más, más y más relajados.
Tomamos consciencia de nuestro cuerpo y con cada respiración, vamos sintiendo desde la punta de
los dedos de los pies cómo están los músculos y articulaciones: si están tensas, dormidas o
relajadas. Con cada inspiración vamos aflojando nuestros músculos desde las plantas de los pies, los
tobillos, relajamos los tobillos y al expulsar el aire, sentimos cómo se relajan. Dirige ahora tu
atención a las piernas, los gemelos, las rodillas, los muslos y vamos a imaginar que una luz blanca
cálida va recorriendo desde los pies hasta las caderas en cada inspiración, relajando poco a poco y
de manera ascendente todos nuestros músculos y con cada espiración, soltamos la rigidez y vamos
notando como en cada inspiración, nos relajamos más y más, cada vez más relajados y nuestra
respiración cada vez más y más profunda llevando el oxígeno a todas las células de nuestro cuerpo.
Ahora relajamos las caderas, los glúteos. Siente cada músculo de estas zonas y aflójalos. Dejando
que con cada exhalación se disuelven las tensiones en su cuerpo y en su mente. Esa luz blanca
sanadora ahora sube hacia tus intestinos y estómago y notamos también cómo se relajan nuestros
órganos internos y aflojamos. Recuerda respirar lo más tranquila y profundamente que te sea
posible. Si en algún momento notas demasiada rigidez, recuerda anclarte a tu respiración, deja que
poco a poco fluya dentro de ti la calma, el sosiego, la paz. Puedes imaginarte también en tu lugar
favorito del mundo, puede ser un lugar como un bosque profundo y tranquilo donde la luz del sol te
hace sentir el calor en los músculos y relajarlos, la arena de la playa acariciando tu piel mientras
sigues respirando plena y tranquilamente, relajando cada vez más y más cada músculo. Céntrate
ahora en tu pecho y visualiza cómo se hincha y deshincha con cada respiración y cómo cada vez se
relaja más y más profundamente, más y más profundamente. Cómo esa luz blanca sanadora sigue
subiendo por tu cuerpo y con cada exhalación se lleva toda tensión y rigidez. Lo estás haciendo muy
bien. A medida que vamos dejando relajado cada músculo y parte del cuerpo, nos centramos en los
músculos de la espalda y nuestros hombros. Sentimos como van quedando más sueltos, cómo se va
cualquier signo de rigidez y tensión de nuestra espalda y cuello y se relajan cada vez más, cada vez
más sueltos y más relajados. Dirije tu atención ahora a tus brazos, siente cada músculo y donde
notes o sienteas algo de tensión, deja que se vaya disolviendo con cada respiración profunda, se
relajan las muñecas, cada dedo de las dos manos y vamos subiendo de los dedos de las manos
sintiendo como esa luz blanca recorre relajando desde los dedos de las manos hasta los hombros y
escápulas, quizás sientas que necesitas mover un poco esas zonas para volver a conectarlas y
queden profundamente relajadas, muy muy relajadas. Subimos por nuestro cuello a la mandíbula y
la relajamos, la soltamos, no la notamos apretada, dejamos que cada parte de nuestra cabeza se
relaje, todos los músculos de la cara, cada vez más y más relajados, notamos con se van relajando y
destensando nuestra boca, nuestra nariz, nuestros ojos, nuestros oídos, nuestra frente, nuestra
cabeza, nuestro cerebro... Respiramos profunda y relajadamente dejando que todo signo de tensión
desaparezca. Todos los músculos cada vez se van relajando más y más, cada vez más y más sueltos,
notamos y sentimos esa relajación profunda en todo nuestro cuerpo en cada músculo y cada célula
de nuestro cuerpo. Un estado total de calma, cada vez más y más profunda, cada vez más y más
reparadora y sanadora. Un profundo estado de descanso y calma, de tranquilidad y bienestar. Un
estado cada vez más calmado que nos lleva a un estado de paz con nosotros mismos y al que
podemos volver cada vez que necesitemos. Siente como la luz sale desde tu cuello hacia la coronilla
y va saliendo de tu cuerpo y llenando la estancia de paz, calma y una energía renovadora que ahora
está dentro de ti. Con estas últimas respiraciones, profundas y calmadas, te invito a que poco a poco
y de forma tranquila, vayas moviendo alguna parte de cuerpo, volviendo a ser consciente de la
estancia donde estás y cuando escuches la campanita, puedes volver a abrir los ojos y agradecerte a
ti mismo por el esfuerzo realizado de concentración y así finalizar esta práctica de relajación
mental.

2. Vamos a proceder a una relajación mental profunda y sanadora. Colócate en un lugar y postura
cómoda y confortable, donde sepas que no puedas ser molestado. Puedes estar sentado, con tu
espalda recta y tus dos piernas apoyadas en el suelo o también puedes realizar la relajación tumbado
en postura de Savasana. Debes saber que cuanto más cómodo estés, más posibilidades tienes de
quedarte dormido. Una vez elegido el lugar y postura, cierra tus ojos, permite que la respiración, sea
la única que distraiga tu mente. Enfoca toda tu atención en el proceso de la respiración, en cómo
entra el aire por tus fosas nasales y con qué temperatura sale con respecto a cómo entra. Cómo se
retiene en tu interior y cómo sale muy lentamente. Si en este ejercicio a la hora de centrar tu mente
en la respiración como anclaje atencional, vinieran a tu mente diálogos, frases o imágenes ajenas a
esta actividad, no lo bloquees, no lo juzgues, no le prestes atención más que la necesaria para ser
consciente de ello y retomar de nuevo tu atención de forma voluntaria al proceso de tu respiración y
de las sensaciones que lo acompañan. Coloca una mano sobre tu pecho y otra sobre tu vientre.
Analiza si en la inspiración es tu pecho o es tu vientre el que se expande, sólo obsérvalo sin emitir
juicio ni comentarlo interiormente. Vamos a intentar respirar con el abdomen: con cada inspiración
empuja voluntariamente y con intención tu vientre hacia fuera y sincroniza ambos pasos: la
inspiración y empujar el vientre. Coloca ambas manos sobre tu vientre y siente cómo el aire se
detiene en él, después suelta el aire muy muy despacio, con la ayuda de tus manos nota como éstas
acompasan al movimiento del diafragma cuando baja en la inspiración y cuando sube en la
espiración. Y mientras siente con las palmas de tus manos cómo el vientre se encuentra tenso y duro
antes de soltar el aire. Ahora que has conseguido centrar tu mente y tu cuerpo gracias a la
respiración, vamos a contar mentalmente hasta 4 segundos mientras cogemos aire con la
inspiración. Cogemos aire: 1, 2, 3, 4. Contamos mentalmente hasta 4 en la retención de la
respiración 1, 2, 3, 4 y contamos mentalmente hasta un máximo de 8 en la espiración 1, 2, 3, 4, 5, 6,
7 y 8. Hasta soltar totalmente todo el aire que tenemos en el interior. Visualiza estos números, tus
números; en tu mente, con el color, la forma y el tamaño que desees. El propósito es que resulten
atractivos a tu mente para que esta no se disocie, no se marche, no se distraiga con otros
pensamientos ajenos a este ejercicio y puedas centrarte en él de forma cómoda. Visualiza como si
esos números fueran letras musicales bailando en el pentagrama de tu respiración. Disfruta de las
sensaciones corporales que este ejercicio te está haciendo sentir. Sé consciente de ellas y cómo la
plenitud y la serenidad se han instalado en tu cuerpo y en tu mente centradas ahora en el momento
presente. Siente cómo con cada respiración tu cuerpo y todo lo que lo forma, cada vez está más y
más relajado, cada vez más y más profundamente calmada tu mente. Siente esa plenitud y paz
dentro de ti. Disfruta cada vez más y más cómo de relajado está todo tu cuerpo y tu mente. 1, 2, 3,
4. 1, 2, 3, 4. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8. 1, 2, 3, 4. 1, 2, 3, 4. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8... Deshaz la postura
cuando lo veas necesario y ve tomando conciencia del lugar donde te encuentras. Sin prisa, muy
lentamente, hasta llegar a abrir tus ojos completamente.

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