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Ciudad, espacio público y educación social 13 Ciudad, espacio público...

Ciudad, espacio público y educación social

deslocalizada, que pierde su función productora y la reconvierte principalmente los recursos naturales con los que cuenta la ciudad, el acceso al agua, la fícil encontrar parcelas cerradas y completamente impermeables, y confi-
en más consumidora. topografía, etc. Hay que tener presente también la ocupación y construc- guraciones sociales fijas.
En el tercer punto, hemos resaltado la importancia de saber leer la ciudad ción de estos espacios físicos: calles, edificios, desagües, tuberías, pavimen-
desde su forma urbana y hemos dado algún elemento para poder estudiar su es- tos, etc. Y por último, la relación con el territorio circundante: la ciudad no
tructura. Nos hemos detenido en aspectos urbanísticos que en principio son es un sistema cerrado, por ella pasan vías de tren, carreteras, autopistas,
buena parte del escenario desde donde interviene el educador social; estos son la sobrevuelan aviones, entran y salen flujos constantes de mercaderías y de
calle, el barrio y el equipamiento. La calle ha sido definida como lugar de paso y personas que la conectan con otras ciudades y territorios.
a la vez como lugar de encuentro, hemos paseado por sus aceras describiendo los
elementos que la componen; así descubrimos el lugar privilegiado que tiene el
coche en la ciudad. También hemos analizado el valor simbólico que juega en la
calle como punto de encuentro y de comunicación. El barrio, como aquella parte
de la ciudad delimitada geográficamente con una forma urbanística particular,
que alberga los equipamientos de proximidad: mercado, escuela, biblioteca, etc.,
donde se comparte una historia, que ha desempeñado un papel importante
como elemento de identidad y socialización y que, en la ciudad actual, va per-
diendo su función simbólica e integradora.
Por último, hemos hecho referencia a la ciudad como espacio público desde
la mirada de la educación social. Por esta razón hemos retomado la calle y los
equipamientos: biblioteca, centro cívico y centros para jóvenes. Desde los equi-
pamientos públicos hemos propuesto cuatro ejes de trabajo sobre los que el edu-
Foto de Antonio Rosa Palomero
cador social puede enmarcar su quehacer educativo: la accesibilidad, la participa-
ción, la diversidad y la promoción social y cultural.
3) La ciudad como (polis) espacio donde se lleva a cabo el ejercicio del poder
y la participación política. Volvemos a Maria Xalabarder para dar cuenta de
cómo el poder político en forma de administración y gobierno está instalado
1. ¿Qué entendemos por ciudad? Foto de Antonio Rosa Palomero
en la ciudad. El estado, la comunidad autónoma, el consell comarcal, el ayun-
2) La ciudad como (civitas) el lugar donde se ha desarrollado, se desarrolla y tamiento..., todas estas instancias administrativas tienen influencia admi-
Antes de adentrarnos en la historia creemos oportuno hacer algunas reflexio- nistrativa y política sobre la ciudad, cada administración con unas compe-
estamos seguros que se desarrollará buena parte de la vida social y cultural
nes sobre aquello que entendemos por ciudad. No cabe duda de que este es un tencias y unos niveles de influencia puede actuar y de hecho actúa en la
de los hombres y mujeres. Tres elementos vamos a destacar de la ciudad
tema muy complejo debido a la diversidad de aspectos que lleva implícita esta ciudad. Teresa Caldeira apunta que las ciudades modernas han sido siempre
como espacio habitado por personas: diversidad, diferencias y conviven-
definición, pero no por ello vamos a desistir del intento. Vamos a destacar tres
cia. Nos parece especialmente sugerente la definición que hace Bauman espacios para la afirmación de la democracia y, simultáneamente, para la
aspectos básicos para definir la ciudad:
sobre la ciudad como un lugar donde los extraños viven juntos permanen- reproducción de la desigualdad social y las prácticas de exclusión.
1) La ciudad como (urbe) espacio que contiene, de manera más o menos
temente, mientras mantienen sus diferencias sin dejar de ser extraños. La
ordenada, un conjunto de edificios y equipamientos en el que se dan las
ciudad, apunta Bauman, entendida como un laboratorio donde el arte de
relaciones entre las personas que la habitan. María Xalabarder (2007) nos
la convivencia pacífica y cotidiana con la diferencia se practica y se desa-
habla de una geografía física de la ciudad y enumera unas características
rrolla. Manuel Delgado, aludiendo a la diversidad que habita en la ciudad,
que condicionan su crecimiento, así como su desarrollo y su forma. Según
nos habla de heterogeneidad y de un colosal calidoscopio, en el que es di-
ella, para pensar en la ciudad como espacio físico hay que tener en cuenta

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3. La ciudad como estructura urbana transportes públicos, puertos, aeropuertos, zonas francas, complejos hospitala-
rios, ciudades universitarias, mercados, centros de ocio, cines y teatros, entre
otros.
«No intentar hacer una definición rápida de la ciudad, pues esta es demasiado grande A lo largo del apartado centraremos nuestra atención en tres elementos, a
y uno tiene todas las posibilidades de equivocarse.» nuestro entender básicos, que conforman la ciudad como urbe: la calle, el
barrio y los equipamientos. La razón es muy sencilla: estos tres espacios de la
Georges Perec, 2007. ciudad están estrechamente relacionados con espacios de interrelación, con
la socialización entre personas. Son lugares que ayudan a simbolizar, enten-
La finalidad de este apartado podría quedar resumida en una frase que Joan
der y construir la vida en la ciudad; lugares de uso cotidiano, de representa-
Roca, historiador y director del Museo de Historia de Barcelona, manifestaba en
ción y construcción simbólica. Estos espacios forman parte de lo que se cono-
una entrevista:
ce como espacio público. En el apartado siguiente hablaremos con más detalle
de ello.
«Hay que incrementar la capacidad de las personas de apropiarse de la ciudad, y en este
sentido es muy útil saber "leer" el espacio urbano, tener elementos para entender las
La calle es uno de los lugares de la ciudad donde la vida social está más
formas, la trayectoria histórica y la utilización.» próxima a nuestro hogar, lo que consideramos más íntimo y privado. El barrio
nos aparece como el primer lugar donde se organiza nuestra vida social en
Roca, 2001, pág. 17.7 pequeño formato, lo que sigue a nuestra calle y nos coloca un poco más en el
Foto de Antonio Rosa Palomero interior de la ciudad. Por último, el equipamiento es el espacio donde se da la
En este apartado vamos a analizar la ciudad desde una perspectiva básica- vida social, un lugar también de socialización, de encuentro y de intercambio
No queremos acabar este punto sin hacer mención del carácter extraordina- mente física, estudiando y definiendo algunos de los elementos urbanos, edifi- social. Es el barrio donde se ubica nuestra calle y donde solemos hacer un uso
riamente dinámico de la ciudad; para ello, seleccionaremos nuevamente un cios y equipamientos que la conforman. La ciudad, en tanto que urbe, puede más próximo y cercano de los equipamientos: escuela, biblioteca, mercado,
texto de Xalabarder: definirse, entre otras cosas, como un conjunto de edificios destinados mayorita- etc.
riamente a la habitación. Estos se distribuyen en calles o rodean y dan forma a
«Convendremos que la ciudad es un concepto complejo y un objeto dinámico, centro plazas; algunos se pierden en grandes avenidas o se hallan agrupados en polígo-
de civilización, fuente de desarrollo económico y de progreso social, cultural, espiri- nos de viviendas, formando barrios que dan a la ciudad formas, ritmos y textu- 3.2. Los espacios urbanos en la ciudad
tual, científico y técnico. Es el lugar donde se genera, se acumula y se accede a la infor- ras diferentes.
mación de nuestro mundo. En definitiva, la ciudad es una amalgama siempre cam-
biante de elementos y de tiempo, la expresión física de la forma de vivir de una
3.2.1. La calle
sociedad. La actividad urbanizadora es uno de los motores más importantes de estos
3.1. La ciudad desde la perspectiva de la urbe
cambios.»
Calle viene del latín callis (‘senda’, ‘camino’). Solà-Morales (2009), cuando
Xalabarder, 2007, pág. 9. La ciudad también alberga otras edificaciones destinadas al comercio, la habla del origen de calle, nos dice que esta aparece inicialmente como un acci-
industria, las actividades sociales y culturales, el transporte, el aprovisiona- dente topográfico, el resultado de un camino que se adaptaba al curso de las
Sumado a este proceso dinámico, también hay que entender la ciudad como miento de agua y energía, la seguridad, entre otras muchas. Para este fin se aguas, al paso de los animales, al itinerario de las personas y de los carruajes, o
un proceso histórico del que daremos cuenta a continuación. distribuye en el territorio urbano una serie de equipamientos públicos y priva- bien existía gracias a todos estos elementos y se iba consolidando y edificándose
dos en los que se desarrolla buena parte de la actividad humana y a partir de los en sus bordes para acabar constituyendo una vía urbana.
cuales se da la vida en la ciudad: zonas comerciales e industriales, redes de La calle es un espacio físico urbano que tiene numerosas y distintas funciones;
una de las más elementales es la de dotar de soporte básico a los edificios que la
7. «Espai públic, espai educatiu». Revista Barcelona Educació (núm. 76, pág. 17, mayo de 2011). conforman; es a través de la calle que nos permitimos acceder a ellos. La calle

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estructura la ciudad, le da una forma y también un sentido geográfico a la red los contenedores, los buzones y los quioscos de prensa. Y por último, en la ma- tro iPad o contestamos nuestro correo personal mientras descansamos en un
urbana, gracias a lo cual nos podemos orientar y ubicar en la urbe. yoría de las aceras están expuestos llamativos escaparates engalanados de mil banco después de haber comido un menú take-away del restaurante cercano a
La calle es aquella parte del espacio urbano más próxima a nuestro hogar, maneras diferentes que atraen la atención del paseante y lo convidan a entrar en nuestro trabajo. Un uso cada vez más privado e individualizado de la calle. Un
donde tenemos nuestro domicilio; está destinada a propiciar la circulación de los infinitos establecimientos comerciales que encuentra en su camino. La acera uso cada vez más ocupado, cada vez más inclinado al consumo, al empacho y
personas y mercancías; es, ante todo, un lugar de paso, de acceso a los servicios y de nuestras calles está muy lejos de aquella imagen lejana de gente sentada y fascinación visual o al aturdimiento de los sentidos.
equipamientos (escuela, café, mercado...). Aparte de ser un lugar de circulación conversando al fresco, o de niños jugando libremente sin la vigilancia atenta e Lefebvre decía que al movimiento en la calle lo acompaña la actividad mer-
de personas, se convierte simultáneamente en lugar de encuentro. La calle tiene histérica de sus padres, algo olvidado y del todo inusual en nuestras ciudades. cantil y comercial que se despliega impunemente en ella. La mercancía, que no
una función socializadora importante en tanto que es en ella donde establece- La calle también alberga otro tipo de infraestructura en este caso mucho más ha podido limitarse a los lugares especializados, los mercados (plazas, abastos),
mos los contactos más cercanos y cotidianos dentro del espacio urbano. En ella, funcional y por suerte no visible. El transeúnte no es consciente, cuando camina ha invadido toda la ciudad. Como ya vimos en el apartado anterior, desde la edad
acostumbramos a tener buena parte de las relaciones de proximidad con nues- por la ciudad, de lo que las aceras ocultan, de lo que se encuentra soterrado en la media, los artesanos, a la vez productores y vendedores, ocuparon las calles. Pos-
tros vecinos; con ellos coincidimos y compartimos habitualmente los edificios, misma vía pública. Existe otra ciudad que subyace debajo de las aceras compues- teriormente han sido los comerciantes, cuya actividad es exclusivamente mer-
los servicios y los establecimientos que frecuentamos. tas por galerías inacabables de alcantarillado, de túneles que contiene el cableado cantil, los que se hicieron dueños y señores de la calle.
La calle, ya lejos de los contextos de proximidad, se caracteriza por el uso pea- eléctrico, telefónico o/y de fibra óptica, así como canalizaciones de agua y gas
tonal y la movilidad. De esta manera, se convierte en una vía pública y se com- que abastecen nuestros hogares. Y por último, es necesario hablar del complejo «El paso por la calle, en tanto que ámbito de las comunicaciones, es obligatorio y re-
pone de dos elementos básicos: la calzada y la acera a través de las que se movili- de túneles que configuran el transporte metropolitano de la ciudad. primido al mismo tiempo. En caso de amenaza, las primeras prohibiciones que se
dictan son las de permanecer y reunirse en las calles. Si la calle ha tenido en su tiempo
zan permanentemente personas y cosas. Benavides define la calle a partir del vocablo anglosajón road, que nos sugiere
el papel de lugar de encuentros, ese papel lo ha perdido, como no podía por menos de
La calzada está destinada al tránsito de vehículos, y la acera, para el paso de movimiento hacia un destino y también transporte de gente a pie o con animales
ocurrir; limitándose mecánicamente al lugar de paso, se produce al mismo tiempo el
transeúntes. Estos dos elementos conviven en la calle, pero en las últimas déca- de carga o vehículo. Su raíz anglosajona es ride (el ridan inglés antiguo) y denota
paso de peatones (acorralados) y de automóviles (privilegiados). La calle se ha conver-
das la calzada se ha convertido en el lugar para el vehículo privado, lo cual, en los paso de un sentido a otro; asimismo, la palabra francesa rue, o viale en italiano, se
tido en retículo, organizado por y para el consumo. La velocidad de circulación, toda-
últimos años, es uno de los elementos más preocupantes en la ciudad. relaciona con la palabra latina ire y deriva en la palabra indoeuropea que signifi- vía permitida, del peatón se halla determinada y calculada en función de la posibilidad
Según Lefebvre, la calle, desde la industrialización, es el lugar central del au- ca traer o conducir (el vehani sánscrito del que derivan también veho, wagen y de apercibir los escaparates y de comprar los objetos exhibidos.»
tomóvil, un lugar para el tránsito, para la circulación, donde aparcamiento y wagon), exactamente análoga a road y rue.
calzada han convertido al coche en un objeto a potenciar, al aparcamiento en En la calle caminamos, nos desplazamos compartiendo dirección o en direccio- Lefebvre, 1983, pág. 26.
una obsesión, a la circulación en un objetivo prioritario, y todos ellos en su con- nes opuestas, en colectivo de viandantes, de manera anónima en una masa huma-
junto en destructores de toda la vida social y urbana. Es tal la dimensión de este na que se derrama por las aceras cada cual con sus cavilaciones, con sus conversa- Hemos asistido, en estos últimos años, a un desplazamiento y una centraliza-
problema que, en la actualidad, la mayoría de ayuntamientos, aparte de la Guar- ciones, cada cual con una marcha, con un paso, con su ritmo. Juntos, sin más ción de la actividad comercial en las ciudades, dos fenómenos interesantes que
dia Urbana, dispone de personal y servicio especializado para ordenar, controlar pertenencia que la del propio paso y las miradas que se entrecruzan, siendo espec- se repiten en prácticamente todas ellas. El primero, una proliferación de las calles
y planificar el tráfico y la movilidad en la ciudad. El problema no estriba solo en tadores de multitud de mensajes diferentes a los que cada cual atiende o ignora: «la peatonales destinadas exclusivamente al comercio; estas acostumbran a estar en
que si las ciudades pueden o no soportar la excesiva presencia del tráfico rodado; colectividad sin festejo y la soledad sin aislamiento», decía Marc Augé para referir- los centros de las ciudades, que suelen estar vigiladas por cámaras de vídeo. El
no se trata solo de saber si la ciudad queda o no colapsada; se trata también de se al metro como hecho social, pero lo mismo podríamos decir de la calle. segundo, la concentración de buena parte del comercio urbano en grandes cen-
una cuestión grave de contaminación medioambiental (humos, ruido, estrés...) Cada vez más, el espacio urbano, la calle, la vía pública se convierte en un tros comerciales bien comunicados, hasta donde llega sin problemas el transpor-
que deriva, directamente, en un problema serio de salud pública. espacio equipado para el uso polivalente y simultáneo: nos desplazamos, cami- te público, y bien dotados de aparcamientos que facilitan enormemente el uso
La acera, como lugar del viandante, está dotada de mobiliario urbano que namos, erramos y, mientras caminamos, miramos escaparates, hacemos gestio- del transporte privado. Espacios insípidos, banalizados, como diría Francesc
pretende hacer más fácil y cómodo su paso. En ella, encontramos emplazados el nes con nuestro banco en el cajero de la esquina, atendemos las imágenes y los Muñoz, y preparados para el paseo dirigido exclusivamente al consumo, donde
alumbrado público, los bancos, las papeleras, las jardineras, las fuentes, los baños reclamos de carteles y letreros de todo tipo. La ciudad no cesa de moverse, no vamos a encontrar las mismas tiendas de firmas mundialmente conocidas gestio-
públicos y los paneles informativos. La acera también está dotada de algunos cesa de movernos, se camina y mientras se camina escuchamos música enchufa- nadas por franquicias, verdaderos parques temáticos del consumo (Gran Vía 2,
servicios como las cabinas telefónicas, los cajeros automáticos, los parquímetros, dos a nuestro MP3/iPod, hablamos por nuestro móvil, leemos la prensa en nues- Les Glòries, Las Arenas...).
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La calle es, pues, entendida como un lugar de paso de desplazamientos cotidia- sociales y culturales. Este es el caso de Barcelona, que se ha ido formando a partir de lo próximo y lo foráneo. Para que exista una identidad de barrio son necesa-
nos al que cualquier ciudadano debería tener acceso libre. No siempre es así; en la de ir incorporando, fagocitando pequeños municipios próximos a la ciudad: rios otros barrios, otros lugares en la ciudad con estructuras diferentes, con histo-
ciudad nos encontramos con verdaderas barreras arquitectónicas que no permiten Sants, Sant Martí de Provençal, Sarriá, Gracia, etc. rias diferentes, con experiencias y redes asociativas diferentes.
el paso libre de cualquier ciudadano. Nos estamos refiriendo a que en la calle, por Desde una perspectiva clásica, podemos concebir el barrio como una parte de Como ya hemos apuntado, el barrio, tradicionalmente, ha sido un espacio de
diferentes motivos, no todo el mundo tiene las mismas posibilidades de transitar la ciudad en la que coinciden una serie de aspectos particulares, en muchas oca- interrelación, donde las personas establecen de forma más directa buena parte de
libremente. Personas con dificultades de visión, personas con movilidad reducida, siones comunes, propios, que lo hacen diferente de otras partes de la ciudad. Una sus vínculos sociales y culturales, donde perciben y viven más directamente los
personas en sillas de ruedas o personas mayores no tienen garantizado este dere- historia común que explica por qué el barrio tiene una u otra forma urbanística, cambios que se producen en la ciudad. En definitiva, el lugar donde se ubican los
cho básico de acceso a la calle: señalización insuficiente, aceras sin pasos adaptados o por qué está poblado por personas con características determinadas, o por qué espacios de vida en común, los equipamientos, donde se vive con más intensidad
o a veces inexistentes, escaleras sin rampas, objetos en medio del paso, accesos a existen unas determinadas asociaciones, etc. Barrios construidos para dar cobijo la ciudad a partir de las comunidades de vecinos, la escuela, el mercado, la calle,
edificios sin rampas o sin ascensores, etc. hacen de barreras arquitectónicas e impi- a familias trabajadoras alrededor de una fábrica ya desaparecida, edificaciones la plaza, las entidades: culturales, sociales, deportivas, etc., el bar, etc. El barrio se
den que la libertad de movimiento sea un derecho universal. La Ley 51/2003, de 2 que se agrupaban en los contornos de una antigua estación, barrios de trabajado- caracteriza por tener:
de diciembre, de igualdad de oportunidades, no discriminación y accesibilidad res construidos a las afueras de las ciudades a modo de polígonos. Barrios que han una forma urbanística particular, unas viviendas características y por estar
universal de las personas con discapacidad, publicada en el BOE el 3 de diciembre tenido y ahora medio conservan una cierta peculiaridad que habla del origen de ubicado en una zona concreta de la ciudad: centro, periferia, en el entorno
de 2003, regula las condiciones básicas de accesibilidad y no discriminación para recientes movimientos sociales, de historias compartidas, de tejido asociativo, de de un centro comercial o de una zona industrial;
el acceso y utilización de los espacios públicos urbanizados y las edificaciones. equipamientos propios y particulares, etc. que dan una identidad, una dinámica un nivel de conectividad con el resto de la ciudad u otros lugares que pro-
social y cultural que lo distinguen de otras partes o barrios de la ciudad. picia o no la movilidad, la porosidad, la mezcla poblacional (carreteras,
3.2.2. El barrio Normalmente, acostumbramos a vivir en un barrio de la ciudad; uno es de un vías de acceso, transporte público...);
barrio o ha sido de un barrio. Buena parte de las identificaciones y puntos de re- una identidad, una historia compartida, unos acontecimientos originarios
El origen del barrio es suburbial; su nacimiento está en las afueras de la ciudad. ferencias que poseemos en la ciudad están asociadas con el barrio en el que vivi- y/o recientes que forman parte de la novela del barrio que acostumbra a
Joan Coromines define etimológicamente el significante barrio de esta manera: mos, con el barrio del que decimos ser. En ocasiones, cuando paseamos por la proporcionar a sus habitantes un cierto orgullo o desafección;
ciudad, lo hacemos pasando de un barrio a otro, a veces sin darnos ni cuenta. En una dinámica social «comunitaria», un tejido asociativo más o menos ac-
«Barrio se llamó primitivamente solo a las barriadas externas de una población y otras otras, el cambio es evidente, lo percibimos en la fisonomía de las calles, en la tivo que determinan las dinámicas sociales y culturales que lo distinguen
cosas exteriores, como la portezuela de madera o verja que da entrada a un patio o casa forma de los edificios, en el ruido, el tránsito, en el tipo de gente que lo habita. de otras partes o zonas de la ciudad;
de campo...»
Es en el barrio donde las personas establecen de forma más directa buena par- un conjunto de equipamientos públicos y privados (bibliotecas, centros
te de sus vínculos sociales y culturales, donde perciben y viven más directamente cívicos, centros culturales, equipamiento escolar, etc.), zonas verdes, par-
Coromines, pág. 684.
los cambios que se protagonizan en la ciudad y, en definitiva, donde se da con ques, jardines, etc. que determinan también las dinámicas sociales y cultu-
más intensidad la convivencia en la ciudad: la escuela, el mercado, el parque, el rales que lo distinguen de otras partes o zonas de la ciudad.
Es así como se ha denominado barrio a aquellos núcleos de población aleja-
rellano de la escalera, el casal de abuelos, el centro de jóvenes, la biblioteca públi- Contrariamente a lo expuesto, hay autores que tienen una visión menos op-
dos del núcleo central de un municipio, aquello que ha ido adosándose desde las
ca, la calle, el centro de salud, el autobús son los espacios, lugares de la vida en timista de lo que en la actualidad el barrio supone para la vida en la ciudad. Las
afueras del casco urbano al núcleo inicial, antiguo de la villa.
común donde muchos ciudadanos establecen sus relaciones diarias. personas, en relación con sus necesidades, viven más o menos (conectada, arrai-
Los barrios, a lo largo de la historia de la ciudad, se han ido adosando a ella
El barrio sería la parte de la ciudad donde uno puede hacer las cosas caminando, gada, vinculada...) en el barrio; muchas personas, por motivos de trabajo o de
desde sus márgenes, desde las periferias. Lo que estaba a las afueras, en los lími-
sin prácticamente usar el transporte público o hacer uso de coche, más bien bici- estudio, están poco vinculadas a la dinámica de la calle o del barrio, puesto que
tes, aquella parte marginal que crecía en los arrabales de las murallas de la ciudad
cleta. A veces, en el barrio no se tiene conciencia de estar en la ciudad, pero en ella se acostumbra a tener el trabajo y los centros de estudio apartados del lugar don-
medieval, los núcleos poblacionales que crecían fuera del núcleo urbano recién
estás por muchas que sean sus diferencias con el resto de ella. El barrio es ciudad. de se vive:
comenzada la industrialización, los polígonos de la periferia de mediados del si-
El barrio es lo que da en la ciudad esa posibilidad de confianza y desconfianza,
glo pasado se acaban cosiendo a la malla urbana y acaban consolidando la ciudad
de lo conocido y lo desconocido, de lo propio y lo ajeno, lo cercano y lo distante; «Se ha producido un debilitamiento de las estructuras tradicionales de integración
a lo largo de la historia en sus diferentes formas urbanas y diferentes realidades
donde se produce una primera fase de socialización y, a la vez, se tiene la noción ciudadana: la familia, el barrio, el puesto de trabajo o de estudio cerca de casa, las rela-

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ciones de amistad vinculadas al territorio, las organizaciones sociales de vocación 4. La ciudad como espacio público Coloma, etc.) y de otros núcleos urbanos (Mataró, Sabadell, Terrassa, etc.), así
universal.» como un conjunto de urbanizaciones aisladas ubicadas en lugares estratégicos
La finalidad del apartado está íntimamente enlazada con el anterior: segui- que permiten una gran movilidad: autopistas, red ferroviaria o aeropuerto. La
Borja, pág. 2005. movilidad de personas entre municipios es constante por múltiples razones: tra-
mos con la intención de aportar elementos para poder leer la ciudad, para saber
y aprender a observar el espacio urbano en su doble dimensión, la de espacio bajo, estudios, ocio, etc. De esta manera, se diversifica nuestra vinculación con el
Esto hace que mucha gente establezca su vida social y cultural en otros lugares
público físico y la de espacio público simbólico. territorio dejando de tener una única ciudad como referencia; podemos trabajar
diferentes de donde acostumbra a vivir.
Vamos a hacer especial hincapié en la ciudad como civitas, lugar para la vida en Terrassa, estudiar en Barcelona y a la vez tener nuestro domicilio habitual en
en común; en ella se construye un mundo simbólico compuesto de patrimonio Castelldefels. Los lazos identitarios con la ciudad varían y se diversifican en rela-
«La idea de un barrio vivo y plural, a la que apelan todos los planes políticos, ya no es
más que una ilusión nostálgica. Lo urbano es cada vez menos sinónimo de ciudad, de cultural, de información, de permanente comunicación por diferentes medios: ción con los usos; de la misma manera que las relaciones de vecindad, la utiliza-
valor urbano, de pertenencia a una misma comunidad... Pocos saben en qué ciudad escritura, imágenes, prensa, radio, televisión o espacios virtuales. Vamos a pun- ción y concepción de los espacios públicos está cambiando para dar paso a nue-
viven propiamente, pues donde se vive no se trabaja y donde se trabaja no se pasa el tualizar que el acceso al espacio público es un acceso desigual; no todo el mundo vas maneras de estar y de ser en la ciudad. Muñoz habla de la figura del
tiempo libre. Incluso la vivienda se desdobla cada vez más para los días laborales y otra participa en él de la misma manera. Para ello, analizaremos algunas de las formas «territoriante» para referirse a este nuevo sujeto que vive, percibe y actúa en la
para el fin de semana.» de exclusión social que se dan en la ciudad. Finalmente, nos referiremos a la edu- ciudad, con otros referentes más allá de la ciudad y el barrio donde vive, lo que
cación social como una práctica social que trabaja en el espacio público y, por hace, según el autor, tener una idea fragmentada y desconectada del espacio.
Innerarity, 2006, pág. 116. tanto, atiende al encargo de la Administración pública para ocuparse de las per-
sonas que presentan alguna dificultad social. «Los territoriantes, precisamente por sus nuevos patrones de movilidad entre lugares y
paisajes diferentes, habitan y se apropian de territorios muy diversos pero a través de
3.2.3. Los equipamientos administrativos, educativos, culturales, un análogo y estandarizado sentimiento de pertenencia al lugar. En otras palabras, a
sanitarios, religiosos y comerciales pesar de que los lugares frecuentados o habitados no sean los mismos, la experiencia
4.1. La ciudad desde la perspectiva de la civitas
del lugar que se convierte en ello acaba siendo bastante similar y comparable. En con-
En su diccionario urbano, Benavides define equipamiento de la siguiente manera: clusión, no solo el uso de los lugares, sino también el mismo sentimiento de pertenen-
La ciudad, desde el punto de la civitas, la entendemos como lugar de encuen- cia a estos, se revela como algo de una naturaleza a tiempo parcial.
tro de relaciones públicas y privadas, como ese lugar «civilizado» donde se com-
«Conjunto de instalaciones, edificios y redes que permiten el desarrollo de los servi-
parte la vida privada con la vida en común, donde multitud de personas frecuen- De este modo en que el espacio habitado configura una ciudad real hecha de fragmen-
cios colectivos que precisa una población. Se puede hacer dos grupos, el primero de
equipamientos básicos, de infraestructura: redes e instalaciones, transportes y comu-
tamos y coincidimos en los mismos lugares: centros escolares, plazas, calles, tos de territorio donde se vive, se trabaja o se visita, el sentimiento del lugar también
nicaciones; energía, canalizaciones, espacios colectivos, etc.; el segundo grupo es el de universidades, centros comerciales, espacios virtuales, etc. Lugares a los que esta- puede definirse como una suma de fragmentos, una suma de tiempos urbanos que
equipamientos superestructurales: edificios administrativos, educativos, sanitarios, mos convocados por motivos diversos: para conocer, pasear, hacer deporte, ir de revelan un tipo espacial de interacción entre individuos y territorio, caracterizado por,
comerciales, culturales, etc. Los equipamientos colectivos no tienen que ser necesaria- compras, manifestarnos, celebrar fiestas, etc. La civitas como un lugar común al menos, dos constantes bastante claras:
mente públicos.» para la representación social y simbólica, para encontrar referentes culturales,
La independencia de los límites legales o administrativos, como pueden ser las fron-
sociales y políticos, para el encuentro, el intercambio, la reunión y la mezcla con
teras entre municipios o entre barrios.
Benavides, 2009, págs. 75-76. el otro, en tanto ciudadano con el que establecer una relación de igual a igual, y
La desconexión de las características vernáculas locales, reactivas tanto al espacio físico
con el «Otro» de la cultura: ciencia, historia, tecnologías, etc.
como al social y cultural, normalmente consideradas en la definición clásica del lugar.
Recogiendo los dos grupos de equipamiento que nos sugiere Benavides, ha- La civitas tiende a dispersarse, a licuarse, a desvanecerse en el territorio; como
brá que decir al respecto que los primeros, los equipamientos relacionados con ya analizamos en el apartado anterior, las ciudades contemporáneas se están es- Ambas características contribuyen a cuestionar el carácter del barrio como el nicho
las infraestructuras o instalaciones, son equipamientos poco o nada deseados tructurando a partir de un gran entramado urbano que no cesa de crecer, tenien- privilegiado de la identificación y la cohesión entre habitantes de la ciudad.»
cuando están en los lugares pensados para la habitación. Acostumbran a ser do como eje central una gran urbe –por ejemplo, Barcelona– a la que se suma un
molestos, rompen con la estética de la ciudad, actúan como barreras arquitec- conjunto de ciudades más pequeñas (Badalona, L'Hospitalet, Cornellá, Santa Muñoz, 2010, pág. 76.
tónicas, separan barrios enteros actuando como fronteras, disminuyen la cali-

Ciudad, espacio público y educación social 65 Ciudad, espacio público... Ciudad, espacio público y educación social

La civitas como lugar de encuentro de personas de diversos orígenes; los flujos social colectivo, como espacio público donde toda persona pueda establecer sus perderse y no entender nada, motivo por el cual es necesario el esfuerzo constante
migratorios y esta enorme facilidad de movilidad comportan inexorablemente vínculos, sentido de pertenencia a partir de la creación de dinámicas abiertas, de trazar itinerarios, caminos por los que circular en función de nuestras necesida-
que la ciudad acoja, como nunca, una diversidad de realidades sociales y cultura- amplias, plurales y respetuosas con la diversidad y con la diferencia. Por otro des y deseos. Marcar itinerarios particulares y subjetivos, buscar lazos sociales, cul-
les hasta ahora inimaginables. Lo hace con una vertiginosa rapidez y capacidad lado, la ciudad nunca había disfrutado de equipamientos públicos como biblio- turales, afectivos, de constante resignificación para hacer de ella algo más que un
de articular nuevas formas de encuentros y desencuentros en el espacio público, tecas, centros cívicos, etc., ni de espacios públicos: plazas, parques, paseos, etc., gran bazar. Entendemos que la educación tiene una función importante a la hora
de expresiones culturales a añadir, a incluir y mixturar entre las expresiones cul- como en la actualidad. de crear espacios donde dar tiempo para inventar, reinventar nuevos anclajes de
turales ya existentes. La ciudad se ha caracterizado, a lo largo de su historia, como La ciudad va abandonando paulatinamente su vocación industrial, desapare- relaciones con la ciudad, con el barrio, con las instituciones sociales. Nuevas formas
receptora constante de flujos migratorios; como consecuencia de ello, se instaura cen los centros fabriles; estos son desplazados a otros entornos de la periferia, o de conexión, de estar y aprender de y en la ciudad. Crear espacios para identificar y
en su seno una presencia permanente y dinámica de pluralidad social y cultural bien se deslocalizan en busca de mano de obra más barata. La ciudad va cambian- apoderarse de lugares propios y colectivos en los que hacer lazo, contenidos con los
que la hace más atractiva y sugerente y nos la presenta como un lugar ideal para do de usos y entra en el mundo del marketing, se vende como un producto más: que vincularse para propiciar que ampliemos nuestros itinerarios por los que circu-
el intercambio, para el encuentro inapelable con lo otro. El reciente fenómeno turismo, convenciones, ferias de muestras, centros históricos o edificios singula- lar y crear relaciones, ampliar saberes en los que detenerse y no dejarse arrastrar por
migratorio nos sitúa, como apunta Bauman, en una coexistencia entre la mixo- res convertidos en parques temáticos, lo cual contribuye también a entender la la inercia de la prisa. Para no pasar indiferentes por nuestro entorno, para poder fijar
filia y la mixofobia. Por una parte, asistimos a un ferviente deseo de mezclarnos ciudad como un lugar ideal para el consumo y el comercio fugaz. La ciudad como nuestra mirada, para detenernos en la multitud de elementos que la ciudad nos
con personas diferentes, mezclarse con los extranjeros abre experiencias de todo un producto más a consumir: cafés, bares y restaurantes exóticos con ciertas alu- ofrece, para circular por la ciudad con plena legitimidad, con la calma necesaria,
tipo, frecuentamos sus comercios, sus restaurantes de comida exótica y nos inte- siones a otros países, a otros tiempos. La ciudad como espacio público va adqui- con pleno derecho a la ciudad, derecho a pasear, deambular, pensar, leer, saber,
resamos por su diferencia cultural y, a la vez, no se les permite tener lugares de riendo cada vez más una función lúdica, festiva, consumista, frívola y banal. jugar, descansar, divertirse, intercambiar, comprar, discutir y pactar.
culto, su presencia en el espacio público no está exenta de recelos, limitaciones y Saber leer la ciudad, a nuestro entender, es un saber cada vez más necesario
prohibiciones. «Así es el tipo de consumo que empieza a proliferar ya en los espacios urbanos, como entre los educadores sociales:
La ciudad, la civitas, se nos presenta con cierta frecuencia como un espacio sin lo demuestra la necesidad de no tener que ir a ningún parque temático, la casi infinita
serie de cafés temáticos que encontramos actualmente en nuestras ciudades. Se trata «Para construir diálogo es muy importante considerar el espacio público a diferentes
memoria; derribar lo viejo para que resurja lo nuevo se hace, en ciertas ocasiones,
de espacios que nos proponen, afectivamente, un consumo enriquecido con una cui- escalas, no pensar tan solo en el entorno inmediato, más a menos ligado a unas capas
con absoluta impunidad, sin tener presente el valor artístico, simbólico o senti-
dadosa narrativa nostálgica que intenta educar algo tan común y banal como tomar sociales y culturales concretas. La articulación de diferentes escalas en la construcción
mental de aquello que desaparece. La ciudad como lugar con una historia común
un café a partir de una mirada romántica más que evidente. Empezando por el mismo física y mental del espacio urbano es fundamental. Por eso es muy importante saber
parece que se pretenda borrar del mapa. Es el ahora lo que interesa, lo que pasó
nombre del establecimiento, donde la toponimia y la onomástica italiana –Il Café di itinerar por la ciudad, ir encontrando y comparando espacios y gente diferentes. Así se
no importa, no vende, la ciudad siempre joven, siempre actual, siempre activa, Francesco, Il Café di Gino, etc.– se conjugan con el exotismo con pretensiones de au- aprende también a distinguir situaciones, a superar la sensación malsana de inseguri-
dinámica, sin arrugas, sin fisuras. Parece que no importe lo que pasó, ni quiénes tenticidad que nombres como “plantaciones de origen” por poner ahora solo un ejem- dad genética, de temor a los lugares desconocidos, que lleva a recluirse en el pequeño
y cómo fue habitada la ciudad. Una reciente muestra de que el pasado ha de que- plo, nos llegan a sugerir; continuando con el estrecho menú de opciones de diseño mundo propio.»
dar reflejado en la memoria colectiva de la ciudad: no se quiere dejar ni rastro del interior que “ajustan” el espacio al tema escogido: paleta de colores ocres o verdes
pasado, como si este envileciese el presente; retrógrado, fuera de lugar. No es una mates en las mesas, sillas y la barra del bar; fingidas grietas en las paredes; sacos de Roca, pág. 18.
cuestión de retroceder, ni de una posición que apueste por la nostalgia; es senci- supuesto café, cuidadosamente dispuestos en el espacio interior o el altillo.»
llamente que es necesario un cierto respeto por la historia, por tener elementos La civitas no es concebible sin espacio público, sin los lugares de libre concu-
parar reconstruir y leer en el pasado algo acerca de nuestras identidades, algo que Muñoz, 2010, pág. 90. rrencia, accesibles, más o menos seguros, heterogéneos, permeables, abiertos,
nos aproxime y nos oriente sobre el presente para poder decidir con más inde- representativos de la pluralidad social y cultural de la ciudad. En los últimos
pendencia por dónde queremos seguir en el futuro. Entenderemos la civitas desde la educación como aquel lugar construido por tiempos, estamos inmersos en una situación algo paradójica: nunca se habían
Todo ello provoca una espiral paradójica; por un lado, se hace difícil que las espacios diversos de significaciones, asideros simbólicos a los que agarrarse, espa- tenido tantos medios y maneras de comunicación y, sin embargo, cada vez es
personas que habitan en la ciudad puedan establecer fácilmente lazos vecinales cios de libertad, de anonimato y de indiferencia, pero a la vez lugares para lo común
más acentuado el predominio creciente de la individualización del espacio públi-
y vinculaciones sólidas en los entornos socioculturales de proximidad. Es cada en sus formas diversas y las representaciones plurales, para la concordia y la discor- co. Así lo piensa Innerarity:
vez más complicado mantener la idea de la ciudad como patrimonio cultural y dia. La ciudad como una selva de significantes y significaciones en la que es fácil
67 Ciudad, espacio público... Ciudad, espacio público y educación social 69 Ciudad, espacio público...

«El espacio público parece haber perdido la eficacia política que de él se esperaba como cia, un encuentro presencial de personas, un intercambio físico. En los otros Artículo 25.
lugar y procedimiento para articular la convivencia [...] Hay una dinámica correlativa dos elementos restantes (los medios de comunicación y los espacios virtua-
de privatización del mundo común y empobrecimiento del espacio público. Lo públi- les), el componente presencial se hace de forma no presencial, sino virtual, 1. El municipio, para la gestión de sus intereses y en el ámbito de sus competencias,
co es simplemente el escenario de tramitación de las reclamaciones privadas [...] La aunque no por ello son menos importantes o efectivos que los anteriores. Los puede promover toda clase de actividades y prestar cuantos servicios públicos con-
política representa el esfuerzo por reclamar el vínculo social y establecer significacio- tribuyan a satisfacer las necesidades y aspiraciones de la comunidad vecinal.
cuatro tienen una componente de construcción simbólica y política, pero son
nes comunes.» 2. El municipio ejercerá, en todo caso, competencias, en los términos de la legislación
de especial relevancia los dos últimos en detrimento de los dos primeros. Po-
del Estado y de las comunidades autónomas, en las siguientes materias:
dríamos afirmar que la importancia que en un principio tenía la calle como
Innerarity, 2006, págs. 22-23. a. Seguridad en lugares públicos.
lugar de encuentro, de relaciones sociales, de intercambio simbólico y de es- b. Ordenación del tráfico de vehículos y personas en las vías urbanas.
pacio político, poco a poco, ha sido sustituida por los medios de comunica- c. Protección civil, prevención y extinción de incendios.
ción, sobre todo la televisión y, posteriormente, con los espacios de intercam- d. Ordenación, gestión, ejecución y disciplina urbanística; promoción y gestión
4.2. Espacio público bio, información y comunicación de internet. Hay que decir que, en la de viviendas; parques y jardines, pavimentación de vías públicas urbanas y
actualidad, buena parte de la práctica profesional del educador social está conservación de caminos y vías rurales.
El espacio público se caracteriza por estar formado por cuatro elementos bási- basada en esta concepción tradicional de espacio público: la calle y los equi- e. Patrimonio histórico-artístico.
pamientos, asunto del que nos ocuparemos en este apartado. No obstante, f. Protección del medio ambiente.
cos que hacen de este un espacio de relación de encuentros de intercambio social
entendemos que la intervención profesional no se ha de limitar a estos espa- g. Abastos, mataderos, ferias, mercados y defensa de usuarios y consumidores.
y, a su vez, un elemento de representación política. Estos cuatro elementos, se-
cios y que, en breve, estamos convencidos de que tendrá que asumir el reto de h. Protección de la salubridad pública.
gún la lectura que hacemos y compartimos con Innerarity, son:
estar presente en estos nuevos formatos de espacio público: internet y medios i. Participación en la gestión de la atención primaria de la salud.
1) Espacios físicos de la ciudad: lo que comúnmente se entiende por la calle: j. Cementerios y servicios funerarios.
calles, plazas, parques, etc. de comunicación.
k. Prestación de los servicios sociales y de promoción y reinserción social.
2) Equipamientos públicos: centros cívicos, bibliotecas, instalaciones depor- A continuación, vamos a centrar nuestra mirada sobre el espacio público
l. Suministro de agua y alumbrado público; servicios de limpieza viaria, de reco-
tivas, centros abiertos, etc. compuesto por calles, plazas y equipamientos públicos: lugares físicos de acceso
gida y tratamiento de residuos, alcantarillado y tratamiento de aguas residuales.
3) Medios de comunicación: prensa, radio, televisión, etc. libre y en principio universal donde se ubican los campos de actuación de los
ll. Transporte público de viajeros.
4) Espacios virtuales: internet, telefonía móvil, etc. profesionales de la educación social. El espacio público como un lugar en el que m. Actividades o instalaciones culturales y deportivas; ocupación del tiempo libre;
las personas puedan desarrollar libremente actividades culturales, como un espa- turismo.
cio de acceso universal de ocio, de contacto y de intercambio, respetando las di- n. Participar en la programación de la enseñanza y cooperar con la Administra-
ferencias ajenas en un contexto de pluralidad y diversidad como el que constitu- ción educativa en la creación, construcción y sostenimiento de los centros do-
ye el espacio urbano. El espacio público como lugar de contacto, reunión e centes públicos, intervenir en sus órganos de gestión y participar en la vigilan-
interrelación en la ciudad. El encuentro con el Otro (de la ciudad como espacio cia del cumplimiento de la escolaridad obligatoria.
en común) y el otro en tanto que igual y diferente: igual en relación con sus de-
rechos y deberes, en su calidad de ciudadano, diferente en relación con sus esté- Leyendo este artículo, concluimos que es responsabilidad del ayuntamiento
ticas, costumbres, ideologías, etc. la ordenación y planificación urbanística de la ciudad, con lo que podemos en-
Para hablar de espacio público en la ciudad, es necesario hablar de las fun- tender que el espacio público –las calles, las plazas, los jardines, etc.– no solo
ciones que la Administración local tiene respecto de su ordenamiento, planifi- tienen las formas que los diferentes equipos de gobierno municipales y los arqui-
cación y control, y de su responsabilidad de que este sea un lugar de acceso libre tectos municipales han decidido darles, sino que también esas formas, utilidades
y universal. Concretamente, la Administración pública local, al respecto del y ubicaciones dependen de la voluntad de los responsables políticos de la ciudad.
espacio público, tiene las siguientes competencias recogidas en el capítulo 3, Hay que decir al respecto que, aunque de manera muy incipiente, se empiezan a
La calle y los equipamientos públicos ocupan claramente un espacio físico convocar procesos participativos por parte de los consistorios para que algunas
artículo 25 de la Ley 7/1985, de 2 de abril, reguladora de las bases del régimen
en la ciudad y destacamos su importancia porque en ellos se da una confluen- de estas decisiones sean tomadas de manera consensuada y más próxima a las
local.

Ciudad, espacio público y educación social 71 Ciudad, espacio público... Ciudad, espacio público y educación social

necesidades y voluntades de los ciudadanos. Es por esta razón por la que es nece- civismo actuaciones preventivas, formativas, reeducadoras y reparadoras. Es un La calle como un espacio público abierto al que cualquier ciudadano tiene li-
sario saber leer la ciudad, pensar sobre ella, saber qué ciudad queremos y cómo intento de ordenar no solo el tráfico y la circulación del transporte privado y bre acceso, regulada por unas normas convenidas, convenciones que en la mayo-
queremos vivir en ella. público, sino también de normativizar, regular y controlar el paso y la estancia y ría de casos son explícitas; sin embargo, cada vez más se está volviendo a tener
Para no extendernos demasiado en las competencias que la Administración las manifestaciones de las personas en el espacio público. un reglamento, unas normas, unas ordenanzas de civismo, de convivencia, en
pública local tiene con respecto a la gestión de la ciudad y del espacio público, estos momentos con un auge inesperado, como ya hemos explicado. Cada vez
vamos a fijarnos en aquellas competencias en las que, de forma directa o indirec- Para saber más más, la Administración pública intenta intervenir, ordenar y regular los espacios
ta, tienen que ver con la figura profesional del educador social. públicos. Los espacios de juego y aprendizaje en la ciudad han dejado de ser es-
Para saber más sobre el civismo os recomendamos:
Empezaremos por la prestación de servicios sociales, promoción y reinserción pacios sin control o de «control informal», para pasar a ser espacios controlados
social. Sería una competencia con la que se promueve el bienestar social en la profesionalmente. El ayuntamiento ordena y decide los espacios para el juego y
Visitar la página web del Ayuntamiento de Mataró.
ciudad, especialmente entre las personas más vulnerables (niños, jóvenes y adul- también para el control bajo la atenta mirada de monitores, educadores y media-
– Ordenanzas de civismo: http://www.mataro.cat/portal/contingut/document/
tos en situación de exclusión social), y se da la oportunidad de conectar con la normativa/ordenances/docs/civisme05.pdf
dores en los parques y equipamientos infantiles y juveniles, instalaciones depor-
oferta cultural de la ciudad. – Planes municipales de civismo: http://www.mataro.cat/portal/contingut/docu- tivas y patios de escuelas habilitados los fines de semana. Jugar, estar y deambu-
Otra competencia a la que el educador está vinculado profesionalmente es la lar, por parte de niños y jóvenes fuera de esos lugares, se convierte en un «estar
de potenciar los equipamientos públicos: bibliotecas, centros para jóvenes, cen- fuera de lugar», en una molestia más para la ciudad y también en un motivo de
tros cívicos, aulas de cultura, etc. como espacios de relación, intercambio y 4.2.1. La calle como espacio público intervención del educador social.
aprendizaje sociocultural. Es un deber de la Administración pública hacer posi- La calle como lugar de ejercicio de lo público ha tenido y tiene un importante
ble el acceso de cualquier ciudadano a dichos equipamientos y superar así cual- La calle, como ya hemos mencionado anteriormente, actúa de protagonista y valor y significación de orden político, con expresiones que ya forman parte del
quier dificultad motora, sensitiva, idiomática e intelectual. Es también compe- a la vez de marco, como un lugar para la exploración y a la vez como un lugar para pasado de ciertas tendencias políticas, como «la calle es mía». Y es que la calle ha
tencia de la Administración local defender la cultura como uno de los aspectos las apropiaciones simbólicas; como veremos, en ella se manifiestan diferentes estado y está en la actualidad como el lugar de expresión política con manifesta-
clave de la convivencia, ya que propicia la comunicación, el intercambio, la re- acciones de comunicación, algunas con efectos culturales. La movilidad es sinó- ciones, revueltas y reivindicaciones de todo tipo. No hay más que fijarse en estos
lación social y el acercamiento entre los miembros de la ciudad. La alfabetiza- nimo de calle, y esta de pluralidad por lo que hace a los comportamientos sociales tiempos de crisis económica, cuando son frecuentes las manifestaciones de fun-
ción y la formación de personas adultas, así como también difundir el patrimo- que en ella se producen y reproducen. De esta manera, se puede entender como cionarios en contra de los recortes salariales, o de trabajadores de empresas en
nio artístico y cultural de la ciudad entre los ciudadanos, jóvenes y mayores, un elemento clave que interviene en el comportamiento urbano; la calle acoge suspensión de pagos, o de estudiantes en contra de los planes de estudios y recor-
recién llegados y autóctonos, favorece el grado de vinculación y apego a la ciu- una infinidad de relaciones sociales, algunas de las cuales comentaremos a conti- tes universitarios.
dad y a sus barrios, con lo que se adquieren nuevas visiones culturales de esta y nuación. En la calle existen unas normas explícitas e implícitas de convivencia Manuel Delgado (2007), hablando de la calle como espacio público, nos dice
se contribuye a enriquecer la convivencia y potenciar la cohesión social en la que regulan la vida interactiva entre ciudadanos y los intercambios económicos y que es un espacio en continuo ordenamiento, por esa condición de la que ya
ciudad. que dan cuenta de la disputa permanente entre lo público y lo privado, donde se hemos hablado, de estar organizada a partir y en torno a la movilidad. Para este
En estos últimos años, hemos asistido en el mundo local a una preocupación advierte lo que nos anuncia Bauman: esa condición necesaria de compartir conti- autor, la calle es una institución social, se le asignan tareas estratégicas y compe-
insistente, por parte de los responsables políticos, por intentar gestionar, ordenar nuamente nuestro espacio con extraños. La calle, columna vertebral del sistema tencias básicas como ser el lugar de relación entre desconocidos. El aparente
y controlar el civismo en las ciudades. Los ayuntamientos han redactado orde- de espacio público, está en continua ebullición, en continuo tránsito. desorden que parece reinar a veces en la calle es una estructura social u ordena-
nanzas municipales y planes municipales para favorecer el civismo con el fin de Henri Lefebvre (1983) defiende que la calle cumple una función informativa, ción de personas institucionalmente controlada o definida. Cada cual tiene asig-
promover una actitud más responsable en el espacio público y sancionar admi- una función simbólica y una función de esparcimiento; en ella se juega y se apren- nado un papel o rol; por eso la calle es una institución social y, en su seno, se
nistrativamente aquellas faltas contra el civismo y la convivencia. Según se dedu- de. En la calle, hay desorden, y el autor la define como el lugar donde un grupo (la desarrollan formas propias de aprendizaje y sociabilidad cuyos protagonistas no
ce de la lectura de las ordenanzas municipales, los consistorios son conscientes propia ciudad) se manifiesta, se muestra, se apodera de los lugares. El autor defien- están asociados entre sí por lazos involuntarios como los que caracterizan los
de que el origen del incivismo y la insolidaridad está, generalmente, en la des- de la calle como un lugar (topo) del encuentro, sin el cual no caben otros posibles sistemas de filiación, no aparecen inmiscuidos en órdenes formales estables
igualdad social y las dificultades socioeducativas de la población; los ayunta- encuentros en lugares asignados a tal fin como cafés, teatros, salas de fiesta, etc. como los propios de las instituciones primarias de la sociedad, ni comparten una
mientos intentan priorizar con las ordenanzas y con los planes municipales de misma visión del mundo, ni sentimientos identitarios propios de una comuni-

73 Ciudad, espacio público... Ciudad, espacio público y educación social 75 Ciudad, espacio público...

dad. Convenimos con Delgado en que la calle, en ningún momento, se nos pre- Nos vamos a detener en esta función informativa y simbólica que tiene la hasta que nos fijamos en la hemeroteca ambulante del quiosco de la esqui-
senta como un espacio natural, en todo caso, sí construido, social y culturalmen- calle. Hemos hecho una observación que no pretende ser ni mucho menos rigu- na. Y por último, los diarios de tirada gratuita que todo el mundo ojea en
te, o mejor dicho, en construcción, a partir de convenciones y cada vez más rosa con la que pretendemos dar cuenta, por un lado, de que la calle es un perfec- el metro o el autobús y que después colman las papeleras, o sobrevuelan y
intentos de regularla y controlarla con normativas, ordenanzas y programas de to lugar para la observación, y por otro, que nos encontramos con tres tipos de adornan las aceras. Por no hablar de las impresionantes imágenes que cu-
civismo. información que circula por ella: bren los edificios en restauración anunciando la empresa patrocinadora. O
Volviendo a Lefebvre, este autor hace una vindicación de la calle y dice que la 1) Información visible regulada, colocada en lugares fijos, estratégicos, dise- las imágenes, frases, eslóganes que pasean en las carrocerías de los autobu-
ausencia de calle implicaría una desaparición de la vida, limitación de la «ciu- ñados y preparados para ese fin, así como un conjunto de monumentos ses, que enfundan tranvías y adornan coches de empresas y que, por si no
dad» al papel de dormitorio, así como a una aberrante funcionalización de la que tienen como función: comunicar, anunciar, conmemorar y simboli- tuviéramos suficiente con lo visto en las aceras, nos deleitan también en
existencia. La calle hay que entenderla como un lugar para los símbolos, para los zar. las calzadas. Mires por donde mires, vayas por donde vayas por la ciudad,
rituales, para las celebraciones; cumple un papel simbólico, en ella se celebran 2) Información visible irregular, aparece en cualquier lugar, casi siempre en las veinticuatro horas del día tienes un eslogan, una imagen, una frase, una
victorias del equipo de fútbol local, se colocan monumentos, se organizan mani- los lugares donde está prohibido informar. Una información que circula palabra que te convida a beber, vestirte, invertir y, entre otras muchas co-
festaciones o conciertos. En Cataluña, en la diada de Sant Jordi, la gente toma las por la ciudad extraoficialmente, que nace de los colectivos de ciudadanos sas, votar. Esta es la ciudad de las palabras y de las imágenes, esta es la
calles para celebrar el día de la rosa y el libro, y también lo hace para manifestar- o individualmente de los ciudadanos que entienden el espacio urbano ciudad de la imagen y de la información escrita.
se multitudinariamente en contra de las guerras o acampando en una plaza para como un lugar para expresarse.
protestar por la indignación que produce, entre los ciudadanos, los avatares de la 3) Información invisible (virtual) que nos llega a través de las ondas de los El nomenclátor: los nombres en la ciudad
democracia en nuestro país. satélites, espacios wifi, etc. que nos mantienen totalmente conectados a Los nombres de las calles esculpidos en mármol e incrustados en la fachada
Recogeremos ahora la función informativa de la que hablábamos al principio: un universo virtual y privado a partir de nuestro teléfonos móviles u orde- de los edificios que aluden a una historia, a un saber común, a un recono-
el espacio urbano de la calle es el lugar para la palabra, para el intercambio, tanto nadores portátiles. cimiento colectivo y que a veces nos despiertan la inquietud de seguir le-
de términos y de signos como de cosas, como decía Lefebvre. yendo y averiguar algo más sobre el personaje en cuestión: Balmes, Mun-
La calle, en otros tiempos, era un lugar donde circulaba más la palabra que la Información visible regulada taner, Ausiàs March, Federica Montseny... O por el contrario, forman parte
letra escrita, más las escenografías y los acontecimientos reales con aconteceres de lo cotidiano y se sacralizan, como dice Augé, y a veces no se atina a saber
que sucedían en plena vía pública y a plena luz del día que las imágenes fotogra- La calle: leer y escribir en el gran bazar de la información que «Verdaguer» o «Tetuán» son significantes que indican algo más que el
fiadas o expuestas en pantallas: la palabra voceada y cantada de pregoneros, vo- Estamos continuamente invitados a prestar nuestra atención a infinidad nombre de dos paradas de metro. El nombre que oficialmente se adjudica
ceadores, serenos y alguaciles anunciando al paso la verdura y el pescado fresco, de mensajes que están expuestos en la vía pública. La calle constituye el a un espacio público: una estación de metro, una calle, una plaza, etc., no
las noticias y los bandos municipales. En Barcelona, hasta los últimos años del lugar privilegiado donde se escribe la palabra y se hace en las marquesinas es arbitrario, no es gratuito, como casi nada en la ciudad; por norma gene-
siglo XIX, la calle era el lugar de la ejecución pública donde exhibir y pasear a los empapeladas con cuerpos casi desnudos anunciando la nueva temporada ral, obedece a una lógica asociada al momento histórico y la coyuntura
penados, a los reos antes de ser ajusticiados, para ser escarmentados públicamen- de bikinis, o en vallas publicitarias que nos muestran el último modelo de política. Nombres significativos para lugares significativos, como por
te para dar muestra ejemplar del poder de la justicia que sale de las salas y pala- todoterreno con el que escaparnos el fin de semana o la playa paradisíaca ejemplo las calles del Ensanche barcelonés, con estos nombres: Consell de
cios para hacerse pública. que podría ser destino de nuestras vacaciones si volamos con Iberia; surgen Cent, Bruc, Les Corts Catalanes, Roger de Flor, etc. Con ello se pretende
por doquier carteles flotando en las farolas con las caras de los candidatos realzar la historia de nuestro país, bautizando calles en una de las zonas
«Las ejecuciones habían dejado de ser públicas pocos años antes, por Real orden de 24 a la alcaldía anunciándonos que estamos en periodo electoral, columnas más prestigiosas de la ciudad, recordando efemérides, personajes e institu-
de noviembre de 1894. Esta medida había suscitado críticas vivas: de este modo, lee- anunciadoras de las actividades que nos propone el ayuntamiento para el ciones ilustres que forman parte de la historia de nuestro país. Por motivos
mos, ha perdido en España la pena de muerte su ejemplaridad, sin ventaja ni compa- fin de semana mientras nos anuncia la temperatura ambiente y que llega- parecidos, en los nuevos enclaves de las ciudades no es extraño que aparez-
sión alguna, ya que los relatos de la prensa no solo excitan la curiosidad, sino que ro- ca el nombre de Europa entre las nuevas vías, plazas y avenidas. Las calles
mos tarde al trabajo –a juzgar por la hora que muestran los dígitos lumíni-
dean al criminal de una aureola perniciosa.» de los centros de las ciudades están reservadas a personajes y aconteci-
cos del reloj incrustado en la parte superior–, anuncios luminosos que
brillan a lo lejos cambiando de formas y colores que nos invitan a beber un mientos importantes que nuestras instituciones creen necesarios prestar
Mendoza, 2001, pág. 239.
excitante refresco, el cartel multicolor que nos invita a una macrofiesta, reconocimiento: plaza Catalunya, plaza de Sant Jaume, etc. A medida que
Ciudad, espacio público y educación social 77 Ciudad, espacio público... Ciudad, espacio público y educación social

nos alejamos del centro, las intenciones y los motivos a homenajear son L'Hospitalet,8 o el Fossar de la Pedrera (1983-1986).9 La ciudad tiene una "(El poder) ya no necesita construir monumentos conmemorativos porque carece
otros; de esta manera, proliferan la plaza de Andalucía o Blas Infante para edad que a veces no aparenta, y de ello dan cuenta algunos de los monu- de representación figurativa, sino monumentos especulativos como los rascacielos,
dar cuenta de que los primeros habitantes de las calles, plazas y barrios de mentos que han sido capaces de aguantar el paso del tiempo. que se imponen tanto a los ciudadanos en el campo ideológico como al propio es-
la periferia de la ciudad son originarios del sur de la península. Para marcar Los monumentos, como el nomenclátor de las calles, cambian también; pacio de la ciudad" (Maderuelo, 1990, pág. 130).»
su actividad industrial, la ciudad bautiza sus calles con nombres como la unos sustituyen a otros marcando el cambio de época histórica. Esto se
Ontañón, 2005, págs. 175-176.
calle del Cromo, calle Cobalto, calle de la Electricidad, etc. La autoridad evidencia en la paulatina desaparición de las figuras ecuestres del general
local, que por ley decide el nomenclátor de las calles, no siempre convence Franco y de todo aquello que, en el espacio público, pueda recordar el pe-
Los monumentos, en relación con la transmisión del patrimonio y de la
a sus ciudadanos, y donde el ayuntamiento de manera oficial acuerda lla- riodo de la dictadura militar: yugos y flechas, monumentos a los caídos,
memoria histórica de la ciudad, tienen sin duda un contenido conme-
mar a un lugar «plaza de la Palmera», los lugareños se empeñan en llamar- figuras ecuestres del dictador, etc.
morativo (ciertos tintes nostálgicos e inmovilistas); son referentes signi-
la de manera oficiosa «plaza de la Libertad» en recuerdo de recientes luchas Antonio Ontañón, citando a Middleton y Edwards, nos dice lo siguiente:
ficativos y, por esta cuestión, tiene limitada su capacidad de plasmar la
vecinales.
construcción simbólica de la ciudad. Esta se lleva a cabo con comunica-
«... la importancia de la noción de olvido y recuerdo institucional reside en que
ción y en la participación; la memoria colectiva es algo vivo, plural,
Abierto las 24 horas: la calle como un museo que conmemora la historia demuestra que el recuerdo colectivo es fundamental para la identidad e integridad
colectiva de la comunidad. No es solo que "quien controla el pasado controla el futuro" sino opuesto a un cierto concepto de historia, función esta adjudicada a la
que quien controla el pasado controla quiénes somos.» educación.
Nos queda resaltar la importancia que tienen los monumentos que nos
salen al paso y que tienen la virtud de no pasar desapercibidos a los ojos de
Ontañón, 2005, pág. 85. Información visible no regulada: la palabra y la imagen en trasgresión
los viandantes. Tienen la potencia evidente de que están ahí, apareciendo
sin previo aviso. Sin duda no fueron puestos solo para ser vistos; cumplen
Los nuevos monumentos, la nueva monumentalidad en el espacio públi- Por lo que respecta a la información «informal», nos queda decir que acos-
una función simbólica como la de los nombres de las calles; quien decidió
co, van a intentar dar cuenta de la modernidad y para ello se van a dotar tumbramos a encontrarla en los carteles fijados en los lugares donde está prohi-
colocarlos allí lo hizo con otra intención aparte de la estética. Los monu-
de edificios de alturas y formas vertiginosas, de diseños antes impensables bido fijar carteles. Ello nos anuncia que en la ciudad circula una información que
mentos le dan al espacio público, a la calle, a la plaza esa condición de
y de materiales transparentes, limpios, casi líquidos, que hacen de la calle sale de los marcos institucionales y de los lugares preparados y concebidos para
museo al aire libre y refuerzan la función de memoria colectiva que la ciu-
y de la plaza el lugar perfecto de exposición y contemplación absorta de los fijar carteles. Aparece una información que sale de los contextos habituales, que
dad cumple. También, con ello, se refuerza la condición cultural, política
avances de la técnica y el poder económico. O del monumento para dejar no pide permiso para ser pegada, que no paga por ocupar una marquesina o una
y cívica del espacio público. Los monumentos nos hablan de la historia de
señas del nuevo diseño urbano con la intención de alentar el turismo y que valla publicitaria, que utiliza cualquier lugar: persianas, vidrieras, paredes, faro-
la ciudad, es decir, de cómo ha sido ocupada, por quién ha sido gobernada,
no decaiga y tener la ciudad siempre a punto para esta lucrativa actividad las, etc., y que nos invita a la manifestación o al concierto en la casa okupa, que
qué expresiones culturales se han ido desarrollando a lo largo de su histo-
económica. Es el caso de la plaza de la Encarnación, conocida popularmen- nos informa de que se alquilan habitaciones, que se venden pisos, motos, nego-
ria y que enriquecen su patrimonio artístico.
te como la plaza de las Setas, en Sevilla.10 cios de segunda mano, que nos anuncian al «profesor Banna», curandero africa-
Ya nos referimos en el apartado anterior, cuando hablamos de la época
barroca, a la necesidad que existía de dar a conocer el poder del rey en la no recién llegado que cura el mal de ojo, o sencillamente que se recompensa con
«... el monumento conmemorativo pierde todo su significado político y religioso y 300 euros encontrar a una «perrita extraviada». La calle como el lugar donde la
ciudad; la forma más recurrente era instalando su figura de piedra o bronce ya no se simboliza con el clásico monumento figurativo, con pedestal y su inscrip-
en el centro de la plaza mayor. Figuras ecuestres de reyes, dictadores, mili- palabra, eludiendo la ordenanza de civismo al uso, sale de la marquesina y se
ción, sino con la erección de otro tipo de monumentos, como son los rascacielos,
tares y por suerte otros han sido y son los ocupantes del espacio público: instala en la pared, en el banco, a modo de pintada, mostrando cierto malestar
aparentemente mudos, pero con una carga ideológica mucho más fuerte que los
ciudadano y pidiendo la dimisión del político supuestamente corrupto –«Alcalde
fuentes con temas alegóricos a la mitología, personajes ilustres de la litera- anteriores:
dimisión»–, o haciendo público el amor que un ciudadano anónimo le demues-
tura, de la ciencia, de las artes en general. En la actualidad, en diferentes
lugares de la ciudad vemos que el monumento conmemora efemérides tra a su amada –«Lucía te quiero»–, o los tacks ilegibles con los que algunos jóve-
recientes, como el reconocimiento a las personas que lucharon por las li- nes hacen su particular inscripción en la ciudad y marcan sus recorridos particu-
lares entre paredes, aparadores, columnas, etc., por no hablar de los grafitis.
bertades democráticas en nuestro país, como el Pont de la Llibertat, en

79 Ciudad, espacio público...

Una información que demuestra que en la ciudad, como era de esperar, no


todo es regulable, no todo tiene un orden, que hay disidencias, transgresiones,
desacuerdos, posturas ciudadanas diferentes, dispares y diversas que pretenden
hacer uso, apropiarse y entender en cierta medida el espacio urbano como espa-
cio público.

Los espacios virtuales

La calle como espacio público adquiere una tercera dimensión, aquella que no
se ve pero que condiciona cada vez más el actuar de la gente: un lugar por el que
pasan ondas de telefonía móvil, de sistemas wifi, que hace que las personas pue-
dan mantener su mundo privado en movimiento, en el espacio público, y dar a
la calle una simultaneidad de la que antes carecía. Es posible, pues, hablar por
teléfono, escuchar música, leer y consultar el correo privado mientras se camina
y se accede a información en línea. Nos detendremos más adelante en esta nueva
faceta de la calle.

4.2.2. Los equipamientos sociales y culturales en el espacio público

De los equipamientos públicos ya hablamos en el apartado anterior; en este


nuevo apartado, nos vamos a detener en los equipamientos gestionados por la
Administración pública local. Estos tienen como finalidad favorecer la vida so-
cial y cultural en la ciudad; son espacios destinados al encuentro, lugares de rela-
ción e intercambio entre ciudadanos; tienen la función en cierto punto de man-
tener conectados, relacionados, vinculados a sus usuarios con el territorio, con el
barrio en el que viven, con la ciudad que habitan.
Los equipamientos públicos, como espacios públicos en la ciudad, ya no se
pueden considerar tan abiertos como la propia calle; estos requieren unas condi-
ciones, requisitos explícitos o implícitos que el usuario debe conocer y aceptar.
Se sabe, se sobreentiende que, para hacer uso de un equipamiento público, de
entrada, toda persona debe saber manejar una serie de conocimientos y habilida-
des sociales básicas para poder acceder. Es necesaria la aceptación de unas nor-
mas sociales necesarias para que el equipamiento pueda llevar a cabo las activi-
dades que en él se desarrollan.
De los equipamientos públicos que tienen una función social y a la vez cultu-
ral nos vamos a detener en los que están más relacionados con la educación so-
cial y con el trabajo educativo con jóvenes. Son estos tres:

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