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Con el tiempo, la ciudad cambia sobre sí misma. Recoge, acumula y olvida los recuerdos,
para continuar reconstruyéndose, recogiendo las historias anteriores de sus construcciones
y de las personas, para allí mismo construir las nuevas. Se superponen distintas 2
intenciones, y crece moviéndose entre la ejecución de un proyecto que ha sido planificado
por un país o por el Estado, y los nuevos trazados que generan las experiencias de los
individuos que la habitan.
Para el arquitecto italiano Aldo Rossi, la ciudad trasciende la imagen de sus construcciones,
para entenderla como una creación social, donde el movimiento de lo humano es capaz
de confundirse en las formas de la ciudad. Como los senderos que surgen en las plazas,
marcas provocadas por el recorrido natural de las personas que pretenden acortar camino
y que no responden a los accesos trazados por el diseño paisajístico. Porque, al igual que
los caudales de los ríos que son encajonados y desviados para aprovechar el valor del
suelo y el uso de los terrenos para seguir expandiendo las ciudades, el recorrido original
prevalece y termina desbordándose hacia su trayecto normal.
Rossi entiende la ciudad como una estructura espacial que contiene un sistema funcional
y una construcción imaginaria colectiva, y analiza la arquitectura reconociendo la ciudad
como una construcción humana. Como tal, cada hecho urbano, cada calle, monumento o
barrio, se transforma a partir de la vivencia, desde el espacio que es habitado y que se
construye con los signos de lo cotidiano. Porque los espacios donde se desarrolla la vida
han de ser lugares, quedando expuestos a las distintas impresiones y experiencias, que a
ratos escapan de las cualidades del espacio y la legibilidad de las formas.
Desde los romanos, la idea de Genius Loci ha permitido explicar lo inasible, el espíritu que
se alza en una ciudad, como la esencia que le da sentido y vida a un lugar, reuniendo todo
lo que ha construido para articularlo en relación a su contexto.
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Habitabilidad e identidad en la ciudad
¿Cómo vivimos la ciudad? ¿Somos parte de nuestra ciudad? ¿Sentimos que habitamos
realmente la ciudad donde vivimos?
Para el filósofo italiano Massimo Cacciari, nuestra ciudad metropolitana vive en una
permanente contradicción y conflicto por la habitabilidad, moviéndose permanentemente
entre dos polos. Por un lado, el deseo por la ciudad griega, intensa simbólica y
comunicativamente, que estimulaba el espacio de lo colectivo construyendo edificios
destinados al acercamiento con otros y provocando la reflexión y discusión con lo demás
habitantes; y la ciudad romana la cual estaba ordenada por el intercambio y el comercio, 3
donde acudía gente de todas partes, hablaban distintos idiomas y practicaban diversas
religiones.
Sin embargo, al parecer la ciudad en la que vivimos se acerca más a la vivida por los
romanos, donde los medios de producción y el intercambio son factores donde se
concentra la capacidad de articular y organizar a la ciudad, y frente a esto, los espacios
simbólicos y los procesos de identidad urbana se ocultan bajo el movimiento generado
por el consumo, la economía, los tiempo de traslado, y toda la productividad que genera
una ciudad.
Pero, a pesar de la dominación que ejercen los sistemas de producción sobre nuestras
ciudades, y la separación de los cuerpos producto de las tecnologías informáticas como el
teléfono o internet, las personas encuentran una nueva forma de sociabilidad, cambiando
incluso la manera en que trabajamos, los modos de comercialización, la materialidad del
dinero, etc. Ya no es necesario tener una cercanía física con alguien para poder establecer
una relación de comunidad, como las personas de diferentes orígenes, culturas, edades o
localidades que incluso nunca se han visto directamente, pero que se reconocen en el
espacio virtual a través de signos globales, como los hinchas de un importante equipo de
fútbol o los defensores ecológicos que se extienden por todo el planeta.
La ciudad colectiva
Entendiendo este contexto, ¿cómo el arte podría lograr apropiarse y conquistar el pulso de
un lugar?
Cornejos Cavas, María de los Ángeles (2016) “La escultura Obra acogida a licencia de 4
como fricción con lo cotidiano y proyecciones en la ciudad”. Creative Commons Atribución-
Material del curso "Arte y Espacio Público", impartido en No Comercial- CompartirIgual
UAbierta, Universidad de Chile. 4.0 Internacional.