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Historia e

Ilustración
Doce
estudios
John G. A. Pocock

Marcial Pons Historia Biblioteca Clásica


JOHN G. A. POCOCK

HISTORIA E ILUSTRACIÓN
Doce estudios

Edición de Antonio Feros y Julio A. Pardos


Traducción de A. Casado, X. Gil, J. A. Pardos,
J. Pérez de Tudela, J. Pimentel
y P. Sánchez

Marcial Pons Historia


2002
316 John G. A. Pocock

esta empresa, pero ella indica que la Ilustración conservadora no


desapareció al surgir el desafío revolucionario, sino que fue capaz
de mantener sus propios recursos para enfrentarse a la revolución.
A lo largo de nuestras vidas hemos asistido a dos períodos de
guerra ideológica y a la derrota de una monarquía universal con
la ayuda de otra y con la de una república imperial pero no napo-
leónica a que ha dado lugar el federalismo norteamericano. Con-
tamos con una confederación de comercio y cultura compartidas
en la Europa antaño organizada por Westfalia y Utrecht, y asistimos
sin entusiasmo al papel que desempeñará la glasnost en la Ilus-
tración de la Europa organizada de forma imperial en el este.
IV
De todo esto no hay por el momento ninguna crítica coherente
desde la izquierda, sino tan sólo una retórica de la corrección.
La esperanza de la Ilustración sigue siendo la propuesta de que 11. VIRTUDES, DERECHOS Y MANNERS:
la historia es demasiado compleja para ser manipulada, y con- UN MODELO PARA LOS HISTORIADORES
tinuamos dejando el problema de la virtud --de qué sucede con DEL PENSAMIENTO POLÍTICO ·k
la perso,nalidad humana en la historia- en manos de una vía
media. Esta sigue siendo la visión occidental de las cosas, y parece
funcionar.
La historia del pensamiento político se encuentra comúnmente
muy influida por el estudio del derecho. En años recientes, sin
embargo, se han producido ondulaciones y oscilaciones intere-
santes. Modos de hablar sobre política que se hallaban remo-
tamente alejados respecto del lenguaje del derecho han emergido
a un primer plano histórico; y si bien hay indicios de que la his-
toriografía del pensamiento político se halla actualmente de regreso
a lo que voy a argumentar que es el paradigma centrado en el
derecho, bajo el cual ha sido tradicionalmente practicada, cons-
tituye un artículo de fe entre todos nosotros que la aguja no
regresa nunca a su punto de partida y, por consiguiente, es de
esperar que se produzca alguna modificación en el paradigma.
El título de este artículo está pensado para circunscribir la modi-
ficación que puede haber ocurrido.
Consúltese cualquier trabajo clásico sobre el tema -Carlyle
o Sabine o Wolin- y encontraremos que la historia del pen-
samiento político, y en cualquier caso desde los estoicos a los
historicistas, está organizada en gran medida alrededor de las
nociones de Dios, naturaleza y derecho. Al individuo se le ve
habitando un cosmos regulado por principios racionales y morales,
esenciales para el ser de este cosmos, los cuales son de la naturaleza
del nomos, y a estos sistemas filosóficarnnente percibidos o divi-
namente revelados se les asimilan cuerpos de jurisprudencia de
factura humana. Al mismo Dios se le ve como lex loquens, y ni
siquiera Su papel como fuente de gracia inescrutable desvirtúa
esta imagen. La filosofía y la fe se convierten en modos de conocer
y reconocer el derecho, con el resultado de que la jurisprudencia
permite acceder a todas las formas de experiencia intelectual, salvo
a las más sublimes. Todo esto resulta familiar hasta el punto de
ser expresado de manera insustancial, y constituye un paradigma
que organiza de modo muy eficaz un gran volumen de cono-
cimientos muy perdurables. Sin embargo, no abarca algunos ele-
mentos de realidad histórica relevante, a los que puede distorsionar,
·:, «Virtues, Rights, and Manners: A Model for Historians of Política! y eso para no hablar del hecho de que hay civilizaciones, como
Thought», Political Theory, 9/3,-p¡;i;..J5r.568; reimpr. en J. G. A. PococK, Virtue, la china, a las que nos obliga a ignorar 1. Aparecen pensadores
Commerce and History. Essays on Political Thought and History, Chiefly in the
Eighteenth Century, Cambridge, Cambridge University Press, 1985, y reimps.,
pp. 37-50, de donde se traduce. Versión española de Xavier Gil. 1
Véase, recientemente, Kung-chuan HsIAO, A history o/ Chinese political
320 ]ohn G. A. Pocock Virtudes, derechos y manners 321

que, como Maquiavelo, no tienen ninguna relación con el para- términos, se llama humanismo cívico o republicanismo clásico 2 .
digma del derecho natural y que, por tanto, hay que presumir Sigo sintiendo cierta preferencia por el primero de tales términos,
que lo negaron o lo subvertieron. Cambios en los estilos domi- pese a las numerosas objeciones de que ha sido objeto. Esas obje-
nantes de pensamiento político son incorporados al paradigma ciones proceden de las confusiones ocasionadas por la circunstancia
y son considerados como pruebas de su destrucción desde el exte- de que hay muchísimas maneras de usar la palabra humanismo
rior o de su agotamiento desde dentro, al tiempo que no se con- y un fuerte deseo de consolidarlas, con el resultado de que cuando
templa la posibilidad de que quizá no pertenecían al paradigma un estudioso emplea el término humanismo cívico, otro objetará
que el humanismo no fue siempre cívico. Aun así, la afirmación
de buenas a primeras. Hacen su aparición suposiciones normativas,
del republicanismo clásico tiene algo que es humanista en sí misma.
y el historiador se ve impelido a celebrar o, por el contrario, a Comporta la afirmación de que el hamo es naturalmente un ciu-
deplorar la mutación del naturalismo en historicismo; mientras dadano y de que es más plenamente él mismo cuando vive en
que en el centro del proceso aparece una entidad atormentada un régimen de vivere civile y cuando se activan las técnicas huma-
y, pese a ello, curiosamente triunfante, cuyo nombre es liberalismo, nistas de estudio y las reesquematizaciones de la historia alrededor
denunciado por los naturalistas por insuficientemente natural y de esta afirmación cuando quiera que se efectúe.
por los historicistas por insuficientemente histórico, reivindicado Lo que me interesa en este ensayo, sin embargo, es colocar
por algunos de sus defensores por razones robustamente inde- el modo de discutir sobre política que es propio del humanismo
pendientes tanto de la naturaleza como de la historia, y al que cívico al lado del modo filosófico y del jurídico, ya que es aquí
los tres grupos le atribuyen -en razón de su relación centralizadora donde la historiografía reciente ha resultado más interesantemente
con él- un lugar en la historia mucho más central (según argu- problemática. Aunque considero el libro de Baron como un inicio
mentaré) del que en realidad ha ocupado. crucial, no por ello estoy obligado a repasar las controversias a
He provocado que un pelotón de hombres de paja efectúen que dio lugar. Con todo, una objeción que se formuló a su tesis,
una contramarcha delante de nosotros, pero no creo haber vio- por Riesenberg 3 y otros, fue que la ciudadanía en las repúblicas
lentado mucho los presupuestos organizativos dentro de los cuales italianas era definida en su mayor parte en términos jurisdiccionales
se ha conducido la historia del pensamiento político. Reciente- y jurisprudenciales, y no tanto en términos procedentes del voca-
mente, sin embargo -y en aplicación de una técnica actualmente bulario humanista de la vita activa y el vivere civile. Una comuna
dominante, que consiste en descubrir y recapitular los vocabularios italiana era una entidad jurídica, habitada por personas, titulares
y modismos en los que se ha articulado el pensamiento político de derechos y obligaciones; definirlos y definir la autoridad que
en el transcurso de su historia-, han surgido presentaciones de los protegía suponía definir al ciudadano y a su ciudad, y la práctica
esa historia en las cuales el paradigma del derecho natural ocupa de la ciudadanía (en tanto que distinta a sus principios) se efectuaba
abrumadoramente en este lenguaje. Quienes se dedican a exponer
tan sólo una parte del escenario, y aprendemos a hablar en idiomas
y explorar el lenguaje del republicanismo clásico replicaron que
que no son reducibles a los lenguajes conjuntados de la filosofía
si bien esto era innegablemente cierto, los dos vocabularios eran
y la jurisprudencia. Propongo volver a contar ciertas partes de
esta historia nuevamente construida y a continuación plantear algu-
2
nas preguntas acerca del papel del derecho en la formación de Hans BARON, The crisis o/the early Renaissance, 2.' ed., Princeton, Princeton
los aspectos políticos de la mente occidental. University Press, 1966; J. G . A. PocOCK, The Machiavellian moment, Princeton,
Princeton University Press, 197 5; del mismo, « The Machiavellian moment revisited:
El acontecimiento central en esta historiografía reciente ha a study in history and ideology», Journal o/ Modern History, 53, 1981, pp. 49-72;
sido el papel crucial que se ha otorgado a lo que, según distintos Quentin SKINNER, The /oundations o/ modern political thought, vol. I: The Renais-
-~ ... sance; vol. II: The age o/the Reformation, Cambridge, Cambridge University Press,
1978.
3
thought, vol. I: From the beginnings to the sixth century A.D., traducción de F. W. Peter N. RIESENBERG, «Civism and Reman law in the fourteentb-century
Mote, Princeton, Princeton University Press, 1979. Italian society», Explorations 1ii Economic History, 7/1-2, 1969, pp. 237-254.
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extraordinariamente discontinuos. Francesco Guicciardini, por más que a la república. Si se arguye en la tradición de Bártolo,
ejemplo, era doctor en derecho civil y había ejercido como tal; la ciudad adquiere libertas en el sentido de imperium; posiblemente
sin embargo, en sus escritos el lenguaje de la virtud republicana la readquiere de un princeps o imperator; adquiere una libertad
es empleado con carácter regular, aunque también con carácter para administrar sus propias leyes. Si el ciudadano adquiere libertas,
autodestructivo, en tanto que el lenguaje de la jurisprudencia ape- adquiere una «libertad de la ciudad» - que es el significado ori-
nas aparece nunca, y menos aún como instrumento de teoría polí- ginal de la palabra francesa bourgeoisie-, una libertad para ocu-
tica normativa. Algo muy parecido puede decirse de Maquiavelo, parse de sus propios asuntos, protegido por los derechos e inmu-
si bien no tenía una formación de jurista, que sepamos. El argu- nidades que le proporciona la ley y también por el imperium que
mento de que Guicciardini y Maquiavelo eran ideólogos carentes promulga y aplica las leyes. Pero la libertas de este bourgeois no
de sentido práctico y desconectados de la realidad civil no parece basta para hacer de él un ciudadano en el sentido griego, es decir,
convincente, aunque no hay nada que un historiador sistemáti- aquel que gobierna y es gobernado. Guicciardini -y aquí quizá
camente antiintelectual no pueda argüir tarde o temprano. Y aun- pensaba como doctor en derecho (aunque no es seguro que lo
que actualmente se esté intentando interpretar a Maquiavelo en hiciera)- pudo señalar que podía decirse que el popolo gozaba
el contexto del derecho civil romano, deberá salvarse el escollo liberta respecto de la opresión de los poderosos grandi, incluso
de argüir que, si bien nunca dice nada relativo a la ley o que cuando no gozaba de ella en el sentido de partecipazione en el
esté expresado en el vocabulario de la misma, su silencio es prueba governo dello stato 5 • Podría argumentarse, ciertamente, que elpopo-
de un intento de destruir la jurisprudencia por el procedimiento
lo estaba más seguro de su disfrute en el primer sentido cuando
de ignorarla y de hablar en otros términos distintos. Tenemos,
pues, dos vocabularios en los que se ha conducido el pensamiento también la tenia en el segundo, pero Guicciardini podía pensar
político que son marcadamente discontinuos entre sí, debido a en otras maneras de constituir una autoridad pública lo suficien-
que tienen como premisa valores diferentes, encuentran problemas temente fuerte como para disuadir la opresión privada; lo que
diferentes y emplean estrategias diferentes de habla y de argu- realmente contaba acerca de una repubblica era que su autoridad
mento. Su discontinuidad se hace más llamativa cuando los vemos debía ser pubblica. De todos modos, disminuir el grado de par-
utilizados en el mismo contexto y para propósitos congruentes; ticipación ciudadana en una república podría acabar en la recom-
y, en efecto, Skinner ha mostrado en el primer volumen de sus posición de la misma como una monarquía legal, en la cual la
Foundations que desde finales del siglo XIII la reivindicación de libertas de cada uno de los hombres, incluso su respectiva bour-
la independencia republicana italiana fue llevada a cabo simul- geoisie, estaba protegida por ley, la cual era administrada por un
táneamente en los modos republicano y jurídico. Desde Bartolus soberano absoluto. En los últimos momentos de su vida se oyó
en adelante se encontraron medios para argumentar que una repú- al rey Carlos I Estuardo proclamar desde el cadalso que la libertad
blica era sibi pn·nceps y que había adquirido imperium mixtum o del pueblo bajo la ley no tenía nada que ver con el disponer
merum sobre sus ciudadanos y su territorio; desde Brunetto Latini de voz en el gobierno. La presentación jurídica de la libertad
en adelante se arguyó que una república podía exigir libertas como era, por consiguiente, negativa; distinguía entre libertas e imperium,
requisito previo para ejercer para sí misma y para sus ciudadanos libertad y autoridad, individualidad y soberanía, privado y público.
esa independencia y virtud cívicas que propiciaban el más bello Éste es su mayor papel en la historia del pensamiento político
tipo de vida terrena para el hombre. La palabra libertas puede y desempeña este papel asociando libertad con derecho o ius.
hallarse en ambos contextos y, sin embargo, había una distinción El vocabulario republicano empleado por los dictatores, retó-
profunda entre su uso en un contexto jurídico y en otro humanista, ricos y humanistas articulaba la concepción positiva de libertad:
relacionada, como ha señalado Hexter 4, con la distinción entre
los sentidos negativo y positivo de libertad.
Se puede generalizan:ftle él derecho pertenece al imperio, 16, 1977, pp. 306-337, incluida en su On historians. Reappraisals o/ some o/ the
makers o/ modern history, Cambridge, Harvard University Press, 1979, cap. 6.
5 PococK, The Machiavellian moment, pp. 126, 142-143, 146, n. 59, 232,
4 J. H. llixTER, reseña de The Machiavellian moment en History and Theory, 254.
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sostenía que el hamo, el animale politicum, estaba constituido de «esencia» o «característica esencial», como cuando el doctorando
una tal. manera _que su naturaleza sólo se veía cumplida en una de Moliere dice que el opio te adormece porque tiene una virtud
vzta activa, practicada en un vivere civile, y que la libertas consistía adormecedora; podía tener el significado romano y maquiaveliano
e~ una libertad de restricciones en la práctica de ese tipo de ~e u~a facultad de actuar en confrontación con fortuna; podía
vida. Consecuentemente, la ciudad debe tener libertas en el sentido ~i~nficar poco _más que una propensión fija a practicar un código
de imperium, y el ciudadano debía ser partícipe en el imperium e~1co entre vanos, aunque solía decirse que esta propensión nece-
par~ ~obe_r1:ar y ser gobernado. Sólo este sistema político, decía sitaba reforzarse mediante la filosofía socrática, la gracia cristiana
Gu1~ciardini, era una excepción en la pauta general de que el o ambas. Según fue utilizada en el vocabulario republicano, la
gobierno es una forma de dominación violenta sobre los otros 6. palabra parece haber adquirido otros matices adicionales. Podía
Pero no era central en este aserto que el ciudadano debiera recla- significar una devoción hacia el bien público; podía significar la
~~r derechos en contra del imperium del cual él mismo era par- práctica, o las precondiciones para la práctica de relaciones de
t~cip_e; y por esta _razón Thomas Hobbes declararía en el siglo igualdad entre ciudadanos comprometidos en 'gobernar y en ser
siguiente que la libertas que campeaba escrita en las torres de gobernados; y, por último, dado que ciudadanía era sobre todo
Lucca no impedía a esa ciudad ejercer una soberanía absoluta un mod? de ac~ión y de practicar la vida activa, podía significar
sobre la vida de sus ciudadanos 7 . esa cualidad activa rectora (ejercida en repúblicas por ciudadanos
James Harrington replicó que Hobbes no había entendido iguales entre sí y dedicados al bien público) que se enfrentaba
bien la cuestión y que la libertas de los ciudadanos de Lucca a fortuna y era conocida por los italianos renacentistas como virtu
consistía en su condición de miembros de la república que ejercía pero que, como Maquiavelo iba a mostrar, comportaba la práctic~
la soberanía, una república a la que en una ocasión llamó «Rey de un código de valores no necesariamente idénticos con las vir-
Pueblo» 8 . Ambos autores hablaban al margen uno del otro. Hob- tudes de un cristiano. Esas últimas virtudes no eran en absoluto
bes argumentaba j~rídicamente: sostenía que había derechos, que necesa_riamente políticas, lo cual explica que Montesquieu, en el
los derechos constituían la soberanía, que los derechos no podían prefacio al Esprit des Lois, encontrara deseable distinguir entre
ser d~spués declarados contra la soberanía. En cambio, el voca- vertu morale, vertu chrétienne y vertu politique. La tercera de ellas
bulario del derec!'io está casi por completo ausente en el discurso era formalmente desigual a las otras y comportaba una devoción
de Harrington. Este argumentaba como un humanista: sostenía por la igualdad ante las leyes de una república 9. Pero ahora debe-
que en el a~al humano había algo que Dios había plantado mos pregunt~r en qué sentido se ha utilizado la palabra «leyes»,
y q_ue necesitaba desplegarse en el ejercicio de un autogobierno lo cual constituye parte del problema del sentido con el que la
activo, y a este algo -a lo que estaba dispuesto a llamar a veces palabra lois fue utilizada por Montesquieu.
«naturaleza», a veces «razón» y a veces «gobierno»- también Virtud como devoción por el bien público se aproximaba a
estaba dispuesto a darle el nombre enteramente crucial de «virtud». una identificación con un concepto de justicia; si los ciudadanos
Es central para el argumento que estoy desarrollando que la «vir- iban a practicar un bien común, debían distribuir sus componentes
tud» no puede ser reducida satisfactoriamente al status de derecho entre ellos, y debían distribuir incluso los varios modos de participar
ni asimilada al vocabulario de la jurisprudencia. en su distribución. Los análisis aristotélicos, polibianos y cice-
<~V~t~d» es una palabra con una larga historia y un gran número ronianos habían mostrado que estos modos eran altamente variados
de sigruficados. Podía usarse como sinónimo de «naturaleza», y susceptibles de ser combinados en una diversidad de pautas
complejas. La ciencia política en el sentido de ciencia de la politeia
6 Ibidem, pp. 124-125 y notas 21-22. l? tomó como materia de estudio propia. Además, un modo par-
. _7_ Thomas HOBBES, Leviathan, Londres, 1651, libro II, cap. 18, en cualquier ticular de participación podía ser visto como apropiado para el
edic1on. -=- ~
8 James HAruu:--iGTON, The Commonwealth of Oceana (1656), en J . G. A.
PocOCK (ed.), The polztzcal works of James Ham·ngton Cambridoe Cambridge 9 Charles SECONDAT, barón de Montesquieu, De !'Esprit des Lois, 175 1
University Press, 1977, pp. 170-171, 229 . ' "' ' (Oeuvres completes, París, Gallimard, 1949), p. 4.
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individuo social especializado: ser propio de él, ser su propiedad. «virtud» el hacerlo así. La naturaleza, sin embargo, puede ser
Ideas de suum cuique, de distribución y de justicia, eran por tanto desarrollada, pero no distribuida; no se puede distribuir un telas,
inherentes a la tradición republicana cívica. Pero había un variedad sino tan sólo los medios para ello; por lo tanto, la virtud no puede
de sentidos en los que la concepción republicana o política de ser reducida a una cuestión de derecho. La ley de una república
virtud sobrepasaba los límites de la jurisprudencia y, por tanto, -las lois obedecidas por la vertu politique de Montesquieu- eran,
de la justicia según la concebía un jurista. por consiguiente, mucho menos regulae juris o modos de resolución
La noción de gobernar y ser gobernado comportaba una noción de conflictos que ordini u «órdenes»; eran la estructura formal
de igualdad, para la cual la noción de distribución no era del dentro de la cual la naturaleza política se desarrollaba hacia su
todo apropiada. Cuando a uno se le había concedido la parti- fin inherente. Éste es el significado de la sentencia de Harrington:
cipación o un papel en el proceso político-distributivo apropiado «Los buenos órdenes hacen a los malos hombres buenos, y los
a su personalidad social, y a otro se le había concedido el suyo, malos órdenes hacen a los buenos hombres malos» 10 . Dijo esto
podía decirse que a cuique se le había concedido suum; pero el no porque no creyera que los hombres eran por naturaleza buenos
concepto de gobernar y ser gobernado exigía que cada uno de y políticos, sino porque lo creía.
ellos reconociera que, si bien las participaciones asignadas a cada Sin embargo, empieza a parecer como si la tendencia carac-
uno eran en todos los sentidos, salvo en uno, proporcionadas terística de la jurisprudencia fuera rebajar el nivel de participación
pero desiguales, había un criterio de igualdad (en gobernar y ser y denegar la premisa de que el hombre es por naturaleza político.
gobernado) por medio del cual cada uno seguía siendo igual a Se puede argüir que esto es así porque la preocupación principal
los otros y concurría en la posesión de una personalidad común del jurista concierne a aquello que puede ser distribuido, a cosas
y pública. Mientras que esta igualdad presuponía tanto distribución y derechos. Si en suum quique leemos suum como adjetivo, los
como justicia, había un sentido en el que las trascendía y no sustantivos implícitos resultan ser res e ius. Hay mucho que decir
era distribuible. acerca de los significados que res puede adquirir en el vocabulario
Si la partecipazione era distribuida según las necesidades social- jurídico y acerca de la historia de esos significados; pero de momen-
mente especializadas y nada más, entonces no habría repubblica, to podemos defender la pretensión de que, dado que la ley per-
decían los abogados de la virtud republicana - en términos aris- tenece al imperio más que a la república, su atención está dirigida
totélicos, no habría polis-, en la que la participación, la igualdad al commercium antes que a lo politz"cum. A medida que la polis
y el gobernar y ser gobernado fueren posibles. Distribuir la auto- y la res publica declinaron hacia el nivel de la municipalidad, suce-
ridad pública como asunto de derecho privado era para ellos la dieron dos cosas: el universo quedó impregnado por la ley (cuya
soberanía tenía un lugar extra-cívico) y el ciudadano vino a ser
definición clásica de corrupción, y bajo una situación de corrupción
no iba a haber finalmente derechos de ningún tipo. La igualdad definido no por sus acciones y virtudes, sino por sus derechos
era un imperativo moral, no como una cuestión de asegurar el sobre y en las cosas. Debemos resistir la tentación de definir en
exceso res como objetos materiales; pero un valor importante de
derecho de cuisque a lo suum -aunque sí desempeñaba esa función
la jurisprudencia en la historia de la cultura mental ha sido su
entre otras-, sino como el único medio de asegurar la res publica:
insistencia, y el enriquecimiento de nuestro entendimiento al res-
de asegurar que el imperium fuese realmente público, y no privado
pecto, en las gruesas capas de realidad social y material que rodean
disfrazado como público.
al anímale politicum y en la compleja vida normativa que éste
La república o politeia solucionaba el problema de la com- debe llevar distribuyendo y, de otro modo, administrando las cosas
binación entre autoridad y libertad haciendo a quisque partícipe que componen esas muchas capas.
en la autoridad por la cual era gobernado; esto comportaba rela- La jurisprudencia, reforzada por la retórica (era en la república
ciones de igualdad que e:J.g:___he~ho planteaban exigencias extre- donde una y otra solían convertirse en enemigas), constituía la
madamente severas sobre el individuo, pero presuponiendo que
era kata phusin formado para participar en una tal ciudadanía,
10 HARruNGTON, Oceana, Works, p. 838.
podía decirse que era propio de su «naturaleza», «esencia» o
328 John G. A. Pocock Virtudes, derechos y manners 329

principal clave en la mente renacentista para entender el mundo cubrir que no puede azotar a San Pablo porque él también disfruta
de cosas socializadas. En un ensayo reciente, Donald Kelley ha de la bourgeoisie romaine). Estamos descubriendo: 1) que la libertad
sugerido que fueron los humanistas jurídicos de esa época quienes definida por la ley confiere al individuo derechos, pero ninguna
inauguraron una comprensión moderna de la historia y que el parte en el imperium; 2) que la ley diferencia entre la libertas
papel de los humanistas cívicos a este respecto ha sido sobre- que le garantiza al ciudadano y el imperium o auctoritas del príncipe
valorado ll_ No constituye exactamente ninguna novedad, pero o magistrado que administra la ley; 3) que la ley define al ciudadano
es bien cierto que los abogados, y no los republicanos, fueron en términos del ius ad rem y del ius in re que adquiere a través
los primeros historiadores sociales 12 . Siempre se ha dicho en contra de su función en la posesión, traspaso y administración de las
del ciudadano clásico que es, de corazón, un héroe trágico, alguien cosas. El derecho civil, pues, nos presenta el individualismo pose-
con quien no es seguro asociarse, alguien que insiste en que vive sivo en una forma muy anterior al capitalismo moderno, y nos
en el reino de la libertad y no en el de la necesidad. Ésta es presenta una forma antigua de esa separación y recombinación
la razón por la que está interesado en bienes que no son dis- de autoridad y libertad que los teóricos políticos denominan libe-
tribuibles, como la igualdad y la virtud, y es tamién la razón por ralismo. Es de no poco interés encontrar la palabra bourgeoisie
la que está constantemente enfrentado a fortuna. En The Machia- usada para denotar una ciudadanía negativa, que consiste en la
vellian moment me interesé por estudiar los fundamentos materiales posesión y transmisión de cosas sometidas a la ley y a la autoridad
-armas primero y propiedad después- que, según creyó ese soberana; pues esto arroja luz sobre un tema poco estudiado,
ciudadano, debía tener la virtud en el reino de la necesidad. Per- la historia del sustantivo y del concepto bourgeoisie antes de que
mito que mi lenguaje se haga arendtiano porque me interesa la adquiriera su sentido marxista.
posibilidad de que la jurisprudencia pueda ser considerada como Sociales inicialmente y políticos después, el derecho civil y
predominantemente social, atenta a la administración de las cosas el común definen a los individuos como poseedores al conferirles
y a las relaciones humanas practicadas a través de la mediación el derecho y la propiedad sobre las cosas y en última instancia
de las cosas, a diferencia de un vocabulario cívico de lo puramente (como en Locke) sobre sí mismos. Definen la propia ley como
político, atento a las relaciones personales sin mediaciones que un Jano de dos caras, porque es a un mismo tiempo el derecho
la igualdad y el gobernar y ser gobernado comportan. Soy un del súbdito y el mandato del príncipe. En un estudio reciente
no marxista interesado en encontrar las circunstancias en las cuales y notable sobre Natural rights theories: Their origin and developement,
pueda utilizarse válidamente el lenguaje marxista, y estoy intrigado Richard Tuck ha subrayado el grado en que los individuos estaban
por la conexión que parece estar revelándose entre ley, liberalismo investidos de derechos, que podían ceder absolutamente al sobe-
y bourgeoisie. «Por un gran precio compré esta libertad», dice rano 14 • Este autor aún hace jugar un polo del imán jurídico frente
el oficial romano en Hechos 21, según la versión autorizada 13 , al otro y recuenta con renovada sofisticación la historia clásica
pero en la traducción francesa publicada en Ginebra en 1588 de lo que hemos venido en llamar liberalismo: el relato de cómo
dice: «]'ay acquis ceste bourgeoisie avec une grande somme d'argent». los derechos se convirtieron en precondición, ocasión y causa efec-
Está hablando de ciudadanía en el sentido limitado de libertad tiva de la soberanía, de tal manera que la soberanía aparecía como
negativa para disfrutar de la propia vida y propios bienes inmune la criatura de los derechos para cuya protección ella misma existía.
ante la acción arbitraria de servidores del príncipe (acaba de des- Es imposible negar que éste es el principal tema de la historia
del pensamiento político moderno. Pero durante mucho tiempo
la principal crítica a la síntesis liberal ha sido que, dado que definía
ll Donald R. KELLEY, «Civil science in the Renaissance, jurisprudence Italian
style», Historical ]ournal, 22/4, 1979, pp. 777-794. al individuo como portador de derechos y propietario, no lo definía,
12
J. G. A. PococK, The Ancif_nJ_consiitution and the Feudal law, Cambridge, en cambio, como poseedor de una personalidad adecuada a la
Cambridge University Press, 1957; lJonald R. KELLEY, The foundations o/ modern
historical scholarship. Language, Law and History in the French Renaissance, Nueva
York, Columbia University Press, 1970. 14
Richard TucK, Natural rigths theories: Their origins and development, Cam-
IJ lliXrER, On Historians, pp. 295-296. bridge, Cambridge University Press, 1980.
330 John G. A. Pocock Virtudes, derechos y manners 331

participación en el autogobierno, con el resultado de que el intento la resistencia al Estado y de la sociedad civil como base para
de fundar la soberanía en la personalidad no fue llevado ente- tal resistencia se habían consolidado en sus formas modernas.
ramente a cabo. No pretendo utilizar la historia como modo de Esta empresa podía ser llevada a término dentro de las exi-
explorar esta crítica normativa; pero voy a investigar algunas con- gencias del paradigma centrado en el derecho, y no precisaba
secuencias historiográficas del descubrimiento de que junto a la de muchas alusiones al vocabulario de la virtud republicana. Es
historia del liberalismo, que es un asunto de leyes y derecho, verdad que cuando Maquiavelo fue leído por juristas y escolásticos,
existió a lo largo de todo el período moderno una historia de solía aparecer en compañía de Ockham, Marsilio de Padua y Lute-
humanismo republicano, en el cual la personalidad era considerada ro, y hay tomistas españoles que intentaron refutar a todos ellos
en términos de virtud. conjuntamente. Pero para hacer esto era necesario traducir a
En The /oundations o/modern political thought Skinner presentó Maquiavelo a un lenguaje que él había ignorado por completo;
una escena en los siglos XIII y XIV en la cual las justificaciones saber si pretendía algo mediante esta desatención es una cuestión
jurídica y humanista de la libertad republicana eran conducidas que nos sobrepasa ahora. De lo que aquí se trata es que, si hay
una junto a otra, sin solaparse ni tampoco, al parecer, colisionar, un vocabulario de virtud republicana que evolucionaba indepen-
en la medida de nuestros conocimientos. Prosiguió su exploración dientemente, no es necesario trazar su historia para estudiar el
de la política del humanismo cívico hasta las alturas de 1530, de las controversias analizadas en el segundo volumen de Skinner;
cuando esta forma de pensamiento se derrumbó, según se dice, y ya que su historia del pensamiento republicano concluye efec-
juntamente con la república florentina; y tras un estudio del huma- tivamente hacia 1530, y su libro llega en conjunto hasta 1590,
nismo más ciceroniano en Inglaterra y del humanismo más jurídico no alcanza el momento en el cual la virtud republicana volvió
de F rancia, transpuso el segundo volumen de su historia a la a la superficie de modo más bien inesperado en el pensamiento
clave prescrita por el paradigma centrado en el derecho. Es decir, del norte anglófono, centrado en la ley, en el rey y en Dios. Hay
su tarea pasó a ser el tratar de los temas de las relaciones entre buenas razones que explican este hiato, pero sigo lamentándolo.
las autoridades eclesiásticas y civiles, la revuelta contra la visión Y es que necesitamos alguna respuesta a la pregunta que Hexter
católica del orden divino y el problema de la resistencia dentro ha expuesto de modo característico: ¿«cómo demonios» suce-
del orden civil. Estas cuestiones fueron discutidas predominan- dió? 16_
temente en el seno de los vocabularios del derecho; e incluso Escribir la historia del pensamiento político en términos cen-
su matriz filosófica presuponía que las verdades del orden divino trados en el derecho - lo cual equivale en buena medida a escribirla
debían ser descritas como leyes, y continuó hasta preguntar si como historia del liberalismo- es algo que viene impuesto en
esas leyes nos eran conocidas como aspectos de la naturaleza divina razón del paradigma, como hemos visto. Y argumentar, como aquí
o como mandatos de la voluntad divina. Skinner destacó el papel se hace, que los lenguajes del derecho y de la virtud no son fácil-
histórico de la adopción por Ockham y la Sorbona de la segunda mente intercambiables supone hacer que el último aparezca como
postura y mostró los caminos por los que conducía a tesis proto- un intruso y como una anomalía en un campo definido por el
protestantes acerca de la relación del hombre con Dios, a opiniones primero. Hay señales, que sin embargo no se encuentran en Skin-
estoicas (más que aristotélicas) sobre el origen del orden civil ner, de un impulso a desconcocer el paradigma del humanismo
y a teorías sobre la ubicación de la autoridad política en que cívico o bien a asimilarlo al jurídico. El ensayo de Kelley sugiere
las opciones entre las alternativas absolutista, populista e indi- que el humanismo cívico ha recibido cumplidamente el grado
vidualista solían resultar más marcadas 15 . De esta manera pudo de atención que le corresponde y que ahora debemos volver a
concluir su libro en un punto en que las teorías del Estado, de la tarea seria de estudiar la jurisprudencia; Tuck también se afana
en llevar la imagen republicana bajo la rúbrica del derecho civil
y el derecho natural. Se ocupa de la construcción por los teóricos
15
J. G. A. PococK, «Reconstructing the traditions: Quentin Skinner's his-
torians'history of political thought», The Canadian Journa/ o/ Political and Social
16
Theory, 3/3,1979, pp. 95-113. HEXTER, On Historians, p. 28.
Virtudes, derechos y manners 333
332 John G. A. Pocock

por razones más o menos marxistas- durante la época de Hobbes


holandeses Pieter de la Court y Baruch Spinoza de una república y Locke, y así ha permanecido en América. Encuentro que esto
clásica procedente de la noción jurídica de estado de naturaleza, es una seria distorsión de la historia 20, y no porque Hobbes y
y sugiere que yo habría debido modificar mis conclusiones si hubie-
Locke no tomaran parte en una gran remodelación de la relación
ra tomado en consideración a esos autores 17 . Sin embargo, Haits-
del derecho con la soberanía, desarrollada dentro de las premisas
ma Mulier ha mostrado que eran polemistas pertenecientes al
del paradigma centrado en el derecho, sino porque estudiar este
partido de los Estados Generales, ansiosos por dotar de soberanía
paradigma y nada más lleva a una confusión radical de las funciones
a la república -es decir, a la ciudad o provincia- , y que por
desempeñadas en la historia tanto por el liberalismo como por
lo tanto regresaban a la creación del ius en un estado de naturaleza
como medio de fundar su maiestas más que su virtus 18 .
la jurisprudencia, así como de las relaciones entre derecho y virtud,
de las que se ha ocupado este artículo. Propongo, en conclusión,
En cualquier caso, con anterioridad a la jurisprudencia escocesa
ofrecer lo que considero que es una interpretación histórica mejor,
del siglo XVIII (acerca de la que esperamos los próximos trabajos
de James Moore 19, Nicholas Phillipson y otros) y a aspectos com- la cual ha de permitirme tratar del tercer término de la tríada
parables en Francia y en el pensamiento de Rousseau, parece que compone mi título: el concepto de <<manners».
sumamente importante resaltar que los dos modos seguían siendo El trabajo de Hobbes coincide temporalmente con el de
desproporcionados entre sí. Virtud no era reducible a derecho, Harrington, que jugó un papel destacado en la introducción en
y si se encontraba una república de cuerpo entero emergiendo Inglaterra de los conceptos de virtud republicana; y los Tratados
de la noción jurídica del estado de naturaleza, era para el poco de Locke están íntimamente asociados, y sin embargo no pueden
republicano propósito de crear y transferir los derechos que eran ser puestos en conexión, con el establecimiento del régimen comer-
todo lo que un estado de naturaleza podía generar. El populismo, cial Whig del siglo XVIII y con la reacción en contra del mismo
por lo tanto, que surgió del hecho de dotar a un populus de domi- en nombre de la virtud. Podemos aceptar el juicio de Skinner
nium, ius e imperium, era distinto, lingüística y políticamente, del y Dunn de que el trabajo de Locke supone «el texto clásico de
republicanismo, el cual surgía de dotarlo de virtus. Era probable, la política calvinista radical» 21 -la cual fue ciertamente construida
en principio, que el primero generara bourgeoisie, y el segundo dentro del paradigma centrado en la ley- y, aun así, añadir la
el vivere civile; y existe mucha confusión a causa de que la lengua sugerencia de que ésta fue una empresa perteneciente al siglo XVII
alemana utiliza la misma palabra para denotar «burgués» y «ciu- y que la política de Locke marca el final de una etapa más que
dadano». el inicio de otra. Desde 1688 a 1776, y aún después, la cuestión
Contemplando el ámbito historiográfico desde una perspectiva central en la teoría política anglófona no era si se podía resistir
norteamericana, soy más consciente de que reafirmar el paradigma a un gobernante por su mala conducta, sino antes bien si un
centrado en el derecho puede tener el efecto de mantener el régimen fundado en el patronazgo, la deuda pública y la pro-
paradigma liberal en una forma que he acabado por encontrar fesionalización de las fuerzas armadas corrompía o no a los gober-
errónea. Hay unas ideas recibidas, que actualmente se enseñan nantes y a los gobernados; y la corrupción era un problema en
a los alumnos, según las cuales la teoría política se hizo «liberal» el ámbito de la virtud, no en el del derecho, y nunca podía ser
-sea lo que sea lo que esto signifique, y al margen de que sea solucionada proclamando un derecho de resistencia. Así pues, el
pensamiento político sale decisivamente, aunque no irrevocable-
17 TucK, Natural rights theories, p . 141, n. 58.
18E. O. G. Haitsma MULIER, The Myth of Venice and Dutch republican 20 J. G. A. PococK, «The myth of John Locke and the obsession with Libe-
thougth in the seventeenth century, Assen, Van Gorcum, 1980. ralism», en J. G. P. PococK y Richard AsHcRAFr, ]ohn Locke, Los Ángeles, Clark
19 James MooRE, «Locke ~otti6h jurists», distribuido por la Conference
Memorial Library, 1980, y cap. 1 de este volumen.
Jor the Study of Political Thought in John Locke and the political thought of the 2 1 SKINNER, The foundations ofmodern political thought, II, p. 239; John DuNN,
1680s', comunicaciones presentadas en el simposio promovido por la Conference The política! thought of John Locke: an historical account of the argument of the
for the Study of Política! thought y el Folger institute for Ranaissance and Eigh- Two Treatises of Government, Cambridge, Cambridge University Press, 1969.
teenth-Century Studies, 1980.
334 ]ohn G. A. Pocock Virtudes, derechos y manners 335

mente, del paradigma centrado en la ley y entra en el paradigma sificación del trabajo se combinaban para producir todo esto; y
de la virtud y la corrupción. si ese individuo no pudiera comprometerse más en la actividad
La aparición de una nueva elite dirigente (el <<monied interest», y en la igualdad de gobernar y ser gobernado, sino que debía
interés crematístico) de propietarios de acciones bursátiles y de diputar su gobierno y su defensa en manos de representantes
detentadores de cargos, cuyas relaciones con el gobierno eran especializados y profesionales, se veía más que compensado de
las de una mutua dependencia, se vio contrarrestada por una afir- esta pérdida de la virtud antigua por un enriquecimiento indefinido
mación renovada (o «neo-harringtoniana») del ideal del ciudadano, y quizá infinito de su personalidad, producto de unas relaciones
virtuoso en su devoción por el bien público y en su compromiso que se multiplicaban tanto con cosas como con personas, en las
por las relaciones de igualdad y de gobernar y ser gobernado, cuales se involucró cada vez más. Dado que las nuevas relaciones
pero virtuoso también en su independencia respecto de cualquier eran sociales y no políticas en carácter, las capacidades que el
relación que pudiera hacerle corrupto. Para ello, el ciudadano individuo vino a desarrollar no fueron llamadas «virtudes» sino
precisaba de la autonomía de la propiedad rústica, y se necesitaban «manners», un término en el que se combinaban los mores éticos
muchos derechos (incluido el de tener y portar armas) para tenerla y las consuetudines jurídicas, con el predominio de los primeros.
asegurada; pero la función de la propiedad seguía siendo la de La psicología social de la época declaraba que esos encuentros
asegurar la virtud. Era difícil ver de qué manera podía el ciudadano con cosas y personas evocaban pasiones y las refinaban en manners;
verse involucrado en relaciones de intercambio, o en relaciones la función preeminente del comercio fue la de refinar las pasiones
gobernadas por el procedimiento del intercambio (en especial y pulimentar los manners; y el ethos social de la época de la Ilus-
cuando se materializaban en títulos de crédito público) sin verse tración se construyó sobre el concepto de encuentros íntimos del
involucrado en dependencia y corrupción. Los ideales de virtud tercer tipo.
y comercio no podían, pues, reconciliarse entre sí, en tanto «virtud» «The manners», declaró Burke, «son de mayor importancia
fuera empleada en el sentido austeramente cívico, romano y arend- que las leyes [. .. ] ayudan a la moral, proporcionan las leyes o
tiano seleccionado al inicio del presente ensayo y muy activo en las destruyen por completo» 23 . Quisiera sugerir que Burke estaba
el debate del siglo XVIII. Pero ahora se percibía que ese ciudadano pensando en los ordini, más que en los estatutos: las «leyes» ela-
virtuoso era en tal medida un animal político y tan poco un animal boradas por legisladores y que forman un orden clásico. Y es
social como para resultar antiguo en lugar de moderno, antiguo que el concepto de <<manners», aunque no pertenece al vocabulario
hasta el extremo de ser arcaico. operacional de la jurisprudencia, progresó enormemente mediante
La virtud fue redefinida con la ayuda del concepto de «man- el estudio del derecho natural y del derecho civil, en particular
ners», aunque también hay indicios de una inclinación por aban- el ius gentium. Nos encontramos actualmente en una época de
donar la palabra. Conforme el individuo se alejaba el mundo de jurisprudencia natural reavivada y modernizada, basada en la
granjeros-guerreros de la ciudadanía antigua o de la libertas gótica, noción de que un estudio intensivo de las variaciones de conducta
ingresaba en un universo crecientemente transaccional de «co- social a lo largo del espacio y del tiempo revelará los principios
mercio y artes» --donde este último término significaba tanto subyacentes de la naturaleza humana en los que se basaban las
las habilidades productivas como las audiovisuales- en el cual diversidades de la conducta y de las que las lois tomaban su esprit.
sus relaciones e interacciones con otros seres sociales, y con sus La jurisprudencia, fuera lo que fuese en tanto que estudio formal
productos, se hacían cada vez más complejas y variadas, modi- del derecho, fue la ciencia social del siglo XVIII, la matriz tanto
ficando y desarrollando más y más aspectos de su personalidad 22 . del estudio como de la ideología de las manners. Una vez más,
Comercio, tiempo libre, el cultivo de sí mismo y -según se per-
cibiría pronto, con enormes consecuencias- la división y diver-
- ..::..:..._ .... A. PAREL y Th. C. FI..ANNAGAN, Calgary Institute for the Humarúties and the
Wilfrid Laurier University Press, 1978, pp. 141-166.
Véase J. G. A. Pococx, «The mobility of property and the Rise of Eigh-
22 2
' Edmund BuRKE, Letters on a regicide peace, 1796 (The works of the Right
teenth-Century Sociology», en Theories o/ property. Aristotle to the present, ed. Honorable Edmund Burke, vol. VIII, Londres, 1826, p. 172).
336 John G. A. Pocock Virtudes, derechos y manners 337
se contrapuso la ley a la virtud, las cosas a las personas, el imperio
manners. Se había construido un humanismo comercial, no sin
a la república. Las tensiones entre virtud y comercio, antiguo y éxito.
moderno, ayudaron a dotar a la jurisprudencia dieciochesca con Hacia 1789 se clavó una cuña en este universo floreciente
los complejos esquemas históricos y con el historicismo naciente, y de modo más bien súbito empezamos a oír denuncias del comer-
los cuales hicieron de las Lectures on jurisprudence de Adam Smith cio en tanto que fundado en el cálculo racional y desalmado y
una teoría del progreso de la sociedad a través de los cuatro en la filosofía mecánica de Bacon, Hobbes, Locke y Newton.
estadios de producción. Incluso ha sido posible para Forbes y El modo por el cual se produjo este cambio de estrategias no
Stein trazar este desarrollo de jurisprudencia sin adscribirla a la está bien comprendido por ahora. Pudo tener algo que ver con
necesidad ideológica de defender el comercio frente a la virtud la aparición de una ideología administrativa, en la que Condorcet,
antigua 24 ; pero no hay duda de que esta necesidad estaba siendo Hartley y Bentham intentaron erigir una ciencia de la legislación
atendida y una defensa ideológica activada. sobre unos fundamentos de supuestos altamente reduccionistas.
Pero la defensa de la sociedad comercial, no menos que la Pero éste es otro capítulo en la historia tanto de la jurisprudencia
justificación de la virtud clásica, fue llevada a cabo con las armas como del humanismo, un capítulo que queda fuera de los confines
del humanismo. El siglo XVIII nos presenta un humanismo legal, del presente modelo.
o jurisprudencia humanista, cuyas raíces estaban en la «ciencia
civil del renacimiento» de la que habla Kelley, el cual fue empleado
contra el humanismo cívico de los republicanos clásicos en una
manera apenas sin paralelo en el siglo XVI. El efecto fue la cons-
trucción de un liberalismo que hizo de la autoridad del Estado
la garantía de la libertad de la conducta social del individuo, pero
que no tenia ninguna intención de empobrecer esa conducta con-
finándola a la afirmación rigurosa de derechos individuales cen-
trados en el propio yo. Por el contrario, hasta por lo menos la
década de 1780 fue el mundo de la política antigua el que pudo
ser presentado como rígido y austero, empobrecido a causa de
ser poco especializado; y al nuevo mundo de lo social y lo sen-
timental, de lo comercial y lo cultural, se le hizo proliferar con
alternativas de virtus y libertas antiguas, en gran medida como
consecuencia de la fascinación de los juristas con el universo de
la res. Ahora, por fin, un derecho sobre las cosas se convertía
en un medio para la práctica de la virtud, siempre y cuando la
virtud pudiera definirse como la práctica y refinamiento de las

24
Duncan FoRBES, Hume's philosophical politics, Cambridge, Cambridge Uni-
versity Press, 1976; Peter STEIN, Legal evolution: the story o/ an idea, Cambridge,
Cambridge University Press, 1980. Véase también PococK, «Cambridge paradigms
and Scottish philosphers: a study on the relations between the Civic Humanism
and the Civil Jurisprudential interpr~filion qf eighteenth-century social thought»,
en Istvan HONT y Michael IGNATIEFF leds.), Wealth and Virtue. The shapti1g o/
political economy in the Scotish Enlightenment, Cambridge, Cambridge Universitry
Press, 1983, y cap. 8 del presente volumen.

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