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SÓCRATES Y LOS SOFISTAS

1. AMBIENTE SOCIOCULTURAL DE LOS SOFISTAS Y SÓCRATES.

Hacia mediados del siglo V a.n.e. surge en Atenas, convertida ya en centro cultural
del mundo griego, un movimiento filosófico de nuevo cuño, cuyo centro de interés se
desplaza de la physis a la polis, y a todo cuanto en ella acontece. Se trata de los sofistas.
Los sofistas desarrollan, pues, su actividad en Atenas, en la segunda mitad del siglo
V a.n.e., el llamado siglo de Pericles, en honor al genial estratega, reformador radical de la
democracia y gran mecenas ateniense. Su muerte en 429 a.n.e., como consecuencia de la
peste, coincide con el fin de una época de paz que, aunque efímera, permitió a Atenas
conocer su período de máximo esplendor.
Con la democracia radical de Pericles, cuyas leyes consagran la isonomía- la
igualdad de todos ante la ley-, las capas populares irrumpen en la vida pública.
A partir de ahora ya no es el factor herencia el valor determinante ni el único que da
derecho a participar en la vida pública. Ésta se abre ahora a todos los ciudadanos (condición
negada a los esclavos, mujeres y niños).
La batalla política se libra ahora en el ágora de la ciudad. La vida del ciudadano se
ventila en las asambleas en la plaza pública, en los tribunales: ahí es donde es necesario
hacerse presente, discutir las leyes que convienen a la mayoría, desenmascarar los
intereses privados o de grupo que pueden esconderse tras los discursos y las leyes
establecidas.
Todo esto requiere el saber práctico del discurso y de la elocuencia: “el que sabe
y no se explica claramente es como si no pensara”, afirma Pericles.
En este contexto, el saber se convierte en una fuerza social: es importante saber
para dominar, para convencer de las propias opiniones. Interesa un saber práctico, que
responda a las situaciones que el hombre vive cada día.
Estas circunstancias hacen comprensible la buena acogida del saber práctico que
ofrecen los sofistas, al tiempo que ponen en cuestión los valores y las leyes tradicionales
de la sociedad ateniense y los fundamentos especulativos del pensamiento anterior, que
aparecen insuficientes e incapaces de dar respuesta a la nueva situación que vive la
ciudad- Estado.

LOS SOFISTAS.

Características generales de los sofistas.

Los sofistas no constituyen una escuela filosófica propiamente dicha, aunque tienen
suficientes afinidades como para que se les pueda agrupar en un movimiento con
caracteres propios y diferentes de las corrientes filosóficas anteriores.
Características principales del pensamiento sofista
- La mayoría de los sofistas son extranjeros, por lo que no podían participar
directamente en la política de la ciudad. Sin embargo, formaron a la mayor parte de los
políticos atenienses.
- Defendieron el ideal del panhelenismo, lo que suponía la unidad de todos los
griegos representados por su lengua común.
- Fueron fundamentalmente educadores y crearon un modelo de enseñanza en el
que se concedía especial importancia a la oratoria y a la erística (disputa desde el
diálogo).
- Fueron grandes oradores y grandes escritores.
- Se destacaron por sus doctrinas humanistas, centradas en los problemas del
hombre como habitante de la polis y como participante en la vida del Estado. Su filosofía
fue eminentemente práctica (destinada a la acción, a los asuntos humanos).
- Los sofistas fueron relativistas casi sin excepción. No creían que hubiera nada fijo
ni estable. Las esencias de las cosas eran para ellos variables y contingentes.
- Eran profundamente escépticos y adoptaron una actitud muy crítica ante el
problema del valor de nuestro conocimiento.
- De su escepticismo se deriva su subjetivismo, según el cual no existen
verdades objetivas, sino que las cosas son como a cada uno le parecen.
- Defendieron el indiferentismo moral y religioso, según el cual no hay cosas
buenas o malas en sí mismas, sino que todo depende de la óptica desde la que se miren.
- Promulgaron el convencionalismo jurídico: las leyes han sido establecidas de
modo convencional por los hombres para regular su vida en sociedad. (DIFERENCIA
PHYSIS-NOMOS)
- Eran utilitaristas tanto desde el punto de vista moral, como político y social.
Enseñaban a emplear los medios del estado para atender a los intereses particulares.

La polémica physis-nomos.

La sociedad griega venía aceptando, como algo inamovible, la existencia de la naturaleza


como generadora de un saber, de unos valores y de unas leyes universalmente válidas.
(tradición poetas, cultura oral)
La originalidad de los sofistas reside en poner abiertamente en duda que muchas de las
cosas que habían venido siendo aceptadas como originadas por una llamada ley natural
sean otra cosa que realidades puramente convencionales.
La experiencia acumulada en múltiples viajes por toda Grecia confirmaba que las leyes
variaban notablemente de un lugar a otro, y que las Constituciones de las distintas polis,
lejos de ser un legado divino, eran el fruto de un acuerdo entre ciudadanos para
garantizar la convivencia.
Los sofistas plantearon, pues, abiertamente la necesidad de discutir y distinguir entre lo
que realmente es naturaleza o ley natural (physis), y lo que es puro convencionalismo o
ley humana (nomos).
Esta discusión afectaba directamente a las leyes que regían la ciudad, las cuales, con el
argumento de que eran naturales, en realidad defendían posiciones ventajosas de grupos
y generalizaban los ideales democráticos de la aristocracia.
La misma Constitución ateniense se consideraba de índole casi sagrada y era creencia
común que los antiguos creadores de constituciones estaban inspirados por Apolo y los
legisladores tenían la costumbre de acudir al Oráculo de Delfos para buscar el consejo.
Sometida a discusión, aparece ahora como resultado de factores históricos y de intereses
de grupo. Y lo mismo cabría decir de las demás leyes de la ciudad: no se puede aceptar
que estén basadas sin más en la naturaleza, cuando, en realidad, son elaboración
humana y, como tales, cambiantes y convencionales.

Relativismo y escepticismo.

La discusión entre naturaleza y nomos ha llevado cuando menos a desconfiar de la


validez del saber tradicional, al poner en duda la existencia de leyes naturales, con valor
fijo y universal, que aseguren qué es lo bueno y lo justo para el hombre.
Si lo natural, cuasi religioso, no sirve para el establecimiento de normas y de valores fijos,
sólo queda la justificación en función de la conveniencia y el acuerdo. De la misma
manera: si no existen saberes universales, se hace necesaria la búsqueda de un saber
práctico- y en esto consiste la virtud o areté- , que sirva al ciudadano para regular su vida
ordinaria
Protágoras de Abdera
Nace en Abdera, donde conoce y es influido por el escepticismo de Demócrito. Viaja a
Atenas y entabla relación con Pericles, quien la encarga la educación de sus hijos e
incluso la constitución de Turios, colonia ateniense en el sur de Italia. Cuando Pericles
cae, también lo hace su equipo, entre cuyos miembros se encuentra el propio Protágoras
que, acusado de "asebeia" (no respetar a los dioses de la ciudad), tiene que huir a Sicilia.
Distinción physis//nomos. Justicia y democracia
En Protágoras encontramos distinción physis/nomos, pero fiel “al espíritu de su pueblo”,
Protágoras va a considerar el nomos como positivo, dado que nos permite evitar la
barbarie. La polis democrática es la cota más alta de las formas de vida para el hombre
libre. Esta creencia se expone en el mito de Prometeo y Epimeteo (recogido por Platón en
el diálogo “El Protágoras” y concretamente en la idea de Justicia que allí se esboza.
*Los humanos necesitan la justicia para poder pactar y vivir en comunidades de
protección y potenciación, evitando la guerra. Sin embargo, no se trata de una cuestión
natural (physis) sino que es la propia necesidad de los hombres de juntarse la que la hace
necesaria.
*La Justicia y el sentimiento moral deben poseerlo todos los individuos de la
ciudad, para que puedan decidir en pie de igualdad y así garantizar la supervivencia de la
polis (justificación democrática: el principio básico de una sociedad es la universalidad de
la Justicia y el sentimiento moral).
Relatividad de los valores éticos y de los criterios de organización política.
Esta es su doctrina más conocida. Protágoras la expone en la primera frase (única
conservada) de su libro Verdad o discursos demoledores:
"El hombre es la medida de todas las cosas; de las que son en cuanto que son
y de las que no son en cuanto que no son".
Esta afirmación, que ha sido interpretada de formas diversas, supone la
constatación del giro antropológico en filosofía. Tenemos que ocuparnos de las cosas, no
en sí, sino en tanto que afectan a los hombres. Las implicaciones ético-políticas de la
frase: los valores éticos, las formas de organización política, las instituciones
sociopolíticas, los tabúes..., son justos o injustos, buenos o malos, según la costumbre del
grupo humano donde funcionan. (Para Egipcios y Persas, dice Eurípides, el incesto no les
parece vergonzoso, pero para los griegos es el peor de los pecados). Que el hombre sea
la medida de todas las cosas quiere decir que no hay nada que fundamente más allá
del propio espacio humano la bondad o la maldad de los diferentes valores y
costumbres de los pueblos. No hay disposiciones o mandatos divinos que orienten
universalmente la conducta humana. Lo justo o lo injusto no emana de alguna ley
inexorable de la Physis, sino del Nomos, de la costumbre, del pacto o de la utilidad
para un grupo humano concreto.
El relativismo subjetivista del conocimiento: verdad y utilidad.
La cita “el hombre es la medida…” encierra una teoría del conocimiento relativista y
escéptica por cuanto que ninguna cualidad de las cosas es real y verdadera en sí misma.
Lo que es hermoso para algunos es feo para otros y lo mismo para las demás
sensaciones, de modo que la única verdad, la única realidad, el único ser es lo que el
hombre considere como tal.
Así como el acuerdo (nomos) sustituye a la ley natural, el concepto de verdad se sustituye
por el de utilidad. La desconfianza en la posibilidad de conocer lo que es por naturaleza
ha derivado hacia la conformidad con un conocimiento que no se distingue de la opinión.
Por esta razón, más que la verdad abstracta de las cosas, interesa su valor, su utilidad. La
auténtica sabiduría consiste en tener opiniones mejores y remedios más útiles. La
sabiduría y el sabio son tales en la medida en que sirven para hacer pasar al hombre a un
situación mejor.
Un buen médico, por ejemplo, es aquel que sabe lo suficiente como para hacer que el
enfermo pase a experimentar un estado mejor de salud; un buen orador político será
aquel que sabe convencer a los ciudadanos de que las cosas justas y buenas son
precisamente aquellas que son útiles a la ciudad.
Esto constituye un relativismo marcadamente escéptico que se caracteriza por la
imposibilidad de obtener verdades universales. De acuerdo con esto, las cosas se
perciben según las diversas situaciones de cada uno, y a su vez, la variabilidad de las
cosas hace cambiar también la visión que de ellas tiene el individuo.

Agnosticismo
En su libro Acerca de los dioses afirma:
"Acerca de los dioses no puedo saber si existen o no, ni cuál es su forma y naturaleza.
Pues hay muchos obstáculos en esta investigación, tanto la falta de claridad del asunto
como la brevedad de la vida del hombre."
Esta declaración de agnosticismo le costó la acusación de impiedad y la expulsión de
Atenas. La frase guarda relación con el antropocentrismo y el relativismo epistemológico:
no podemos conocer las cuestiones divinas porque superan el ámbito de lo humano en
tanto que no se nos presentan directamente por sensación y la duración de nuestra vida
nos impide poder investigar algo tan obscuro.
SÓCRATES
Nace muy cerca de Atenas hacia el año 470 a.C. Su padre era escultor; su madre,
comadrona. Fue soldado de infantería, miembro de un jurado y senador. Se interesó por
muchas materias y tenía gran afición a la lira y la danza.
Controvertido y crítico, tiene problemas tanto con el gobierno de los demócratas, a los que
considera ineptos y demagogos, como con los aristócratas, a los que acusa de defender
sus intereses de clase hasta la corrupción.
Acusado de negar los dioses del Estado, introducir nuevos dioses y de corromper a la
juventud , es llevado ante el tribunal compuesto por quinientos un jueces. Con todo,
respeta y acepta el “nomos” de su ciudad hasta el punto de acatar la sentencia que le
condena a muerte.
Sus seguidores intentan persuadirle inútilmente de que abandone la ciudad. Pero eso era
renunciar a lo que consideraba “ la máxima gloria de ser griego”. Cuarenta días más tarde
bebía la cicuta rodeado de su mujer, sus hijos y sus más fieles seguidores, tras un último
diálogo sobre la inmortalidad de alma, que recoge Platón en el Fedón.
La filosofía socrática
Cabe señalar que Sócrates no escribió nada, y que las nociones que tenemos sobre su
filosofía y enseñanzas provienen de sus discípulos, principalmente de Platón, quien lo
idealiza y convierte en un referente de conducta y sabiduría, pero también de Jenofonte,
Aristóteles…no hay dudas de que Sócrates existió (Aristófanes se burla en “Las nubes” de
él).
En primer lugar, la filosofía Socrática es eminentemente práctica, el fin de toda filosofía
debe ser mejorar a los individuos para mejorar a la sociedad. En ese sentido, aplica la
máxima del Oráculo de Delfos: “conócete a ti mismo”. La filosofía es investigación
humana sobre lo humano(investigación de uno mismo y de los otros).
El método socrático
A Sócrates le gustaba afirmar que había heredado el oficio de su madre. Este oficio lo
ejercía él ayudando a que los hombres “dieran a luz”. Esto encierra tanto una determinada
manera de entender el saber como la función de la enseñanza y el camino o medio para
acceder a la verdad de las cosas. Ésta no es enseñable si por enseñar se entiende
imponer modelos o normas a otros. La verdad la lleva cada uno en sí mismo y tiene que
descubrirla; desde fuera sólo cabe que alguien ayuda a otro a descubrir en sí mismo la
verdad de que es portador.
El diálogo como método socrático consta de dos momentos o partes: negativa y
demoledora la primera (ironía), constructiva y positiva la segunda (mayéutica).
Según Sócrates, la ignorancia es el peor mal que un hombre puede padecer y por eso es
preciso querer salir de ella. Pero esto sólo se logra si se es consciente de esa ignorancia.
En esto consiste el primer tiempo del método: poner al interlocutor en el aprieto de tener
que reconocer su ignorancia y, así, disponerlo a buscar la cosa que ignora y aceptar la
ayuda que se le ofrece .
Mediante hábiles preguntas intenta convencerles de que tienen opiniones y aceptan
afirmaciones que, al someterlas a un examen detenido, en realidad llevan a la
contradicción y a un callejón sin salida. Ésta es la parte negativa del método, que
Sócrates llama “erística”/ironía. Es aquí donde Sócrates hace gala de una fina ironía que,
con frecuencia, exaspera a su interlocutor y siempre lo confunde.
Una vez que el interlocutor reconoce su limitación y acepta la ayuda, la investigación
prosigue mediante la aplicación constante del razonamiento expresado en el diálogo. El
diálogo bien llevado desemboca en el descubrimiento de la definición acertada de lo que
se busca.
La discusión irá poniendo de manifiesto la relatividad y parcialidad de las opiniones
particulares y la necesidad de buscar aquello en lo que todos coinciden. Esta parte del
proceso, que es la parte propiamente “mayéutica”, conduce a la “definición.
De esta manera, el acuerdo al que se llega después y como consecuencia del
diálogo, adquiere el valor de universal frente a la opinión e interés particular. Y es ese
concepto universal el que deberá tomarse siempre en consideración.
El papel del maestro, del sabio, consiste en acompañar en ese proceso de conocimiento,
este es el modelo educativo de Sócrates, un modelo donde el maestro ayuda y acompaña
al joven a conocer la verdad que ya habita en él.
Síntesis
- Ironía serie de preguntas que se hacen para descubrir en
el otro su propia ignorancia. El que cree saber cae
en la cuenta de que no sabe.

- Mayéutica serie de preguntas que conducen al otro a


verdaderas ideas, porque cada hombre tiene dentro de sí mismo
una parte de la verdad y ha de desarrollarla con la ayuda de los
demás.

El intelectualismo moral
Los sofistas habían utilizado la racionalidad crítica de la filosofía para destruir las viejas
normas, pero Sócrates la utiliza para construir otras nuevas. Su objetivo es fundamentar
una moral racional basada en valores objetivos. Es decir, Sócrates cree en los valores
objetivos (la justicia en sí, lo bueno en sí, lo bello en sí), no cree que los valores sean
meras construcciones subjetivas que dependan de las personas, cree que más allá de
que una Constitución concreta sea justa o no, existe la Justicia y la Constitución debe ser
justa. Para ello, hace falta conocer esos valores objetivos. Además, hay un fundamento
en la importancia de conocer, para Sócrates hay un predominio del conocimiento sobre
la voluntad en el terreno moral, es decir, si alguien conoce los valores objetivos no es
posible que no los practique. Los actos inmorales (injusticia, por ejemplo) se producen por
ignorancia. Conocer=hacer. Esta es la doctrina conocida como intelectualismo moral, para
ser buenos lo importante es conocer la idea (el concepto) de Bien y si actuamos mal es
porque lo desconocemos. La educación, por lo tanto, debe fundarse en esto, en hacer a
los ciudadanos sabios porque será la forma de que la ciudad se vea potenciada y
mejorada.
IDEAS FUNDAMENTALES
1. Entre los siglos V y IV a.n.e. se producen en Atenas dos hechos de gran
trascendencia para todo el mundo griego: el triunfo del sistema democrático y la aparición
del movimiento sofista. El triunfo del sistema democrático arrastra consigo la idea de que
la virtud es enseñable (y no algo innato a la nobleza). Es entonces cuando aparecen los
sofistas en escena como “maestros de virtud”.
2. Con los sofistas desaparece la concepción de la verdad en la que se movían los
pensadores presocráticos, que consistía en que las cosas son tal como aparecen, y no
hay nada tras ellas, no hay una verdad en la que podamos estar o no. (En términos de
Parménides, eliminan la vía de la verdad y se sitúan en la vía de la opinión).
3. También se transforma la noción de physis (naturaleza). Para los
presocráticos todo era physis, ahora se distingue entre lo que pertenece la la
physis y lo que pertenece a las leyes, normas y costumbres de la polis.
4. Para los sofistas el conocimiento tiene la función de ayudar al triunfo social. La
virtud es entendida como habilidad, destreza, que asegura el éxito.
5. Los sofistas centran su interés en el campo de las leyes, normas y costumbres (en
el campo del nomos o ethos, en lo que atañe a la polis).
6. Sócrates es, por una parte, deudor, y por otra crítico, de los sofistas. Como ellos,
ya no maneja la noción de verdad, ni de naturaleza, de los presocráticos, y considera a la
filosofía como un instrumento de formación del ciudadano, del desarrollo de la virtud;
pero, a diferencia de ellos, sostiene que la verdad y el conocimiento son posibles, y
defiende una distinta consideración de la virtud, entendida como aquello que nos hace
llevar una vida mejor ( se sigue pensando en términos de excelencia, como en el mundo
aristocrático, pero sin vincular esta excelencia a la cuna), y más feliz.
7. Con Sócrates nace una nueva concepción del conocimiento, para él conocer es
conocer lo universal (las definiciones universales nos dan el qué es cada cosa, su
esencia). Al hacer del conocimiento conocimiento de lo universal (que es algo inteligible,
no sensible), se comienza a establecer una distinción entre conocimiento sensible y
conocimiento inteligible (que alcanzará su máxima claridad con Platón).

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