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Unidad II • Origen e inicios de la filosofía en Grecia 73

Los sofistas
Qué son los sofistas
La palabra sofista significa sabio. Platón y Aristóteles se expresaban
peyorativamente de los sofistas, porque éstos, con frecuencia, se valían de
Sofista
sofismas para exponer sus lecciones, además de que cobraban por sus
Primer profesional de la ense-
enseñanzas. Sin embargo, la historia reconoce a los sofistas el mérito de
ñanza; tenía un proyecto bien
haber sido los primeros profesionales de la enseñanza, porque tenían definido de educación.
un proyecto bien definido de educación, y porque la impartición de las
materias como retórica, política, etcétera, se hacía de acuerdo con pro-
gramas previamente fijados.
Para entender mejor la sofística y su esencia misma, conviene recordar las
circunstancias del entorno en que surge.

1. En el aspecto filosófico, las teorías anteriores fueron tan variadas y


opuestas que fácilmente inducían a confusión e incertidumbre. Sofismas
2. La segunda circunstancia fue que la práctica de la democracia en la Del griego sophisma
sociedad ateniense estaba exigiendo individuos preparados para el (habilidad, estratagema),
ejercicio del poder político. es el razonamiento con
que se hacer ver como
3. El contacto con otros pueblos permitió conocer cómo eran sus cos- verdadero algo falso.
tumbres, sus instituciones, sus normas.

Las circunstancias mencionadas lograron que entre los sofistas se


hicieran evidentes ciertas características:

• Escepticismo. Es imposible que, siendo tan diversas las teorías ante-


riores, todas tengan razón; por ello, la actitud obligada ante dicha
situación es la de escepticismo. Sofística
• Preferencia por los temas sociales y políticos. Es consecuencia de la deman- Movimiento intelectual que
da de información que se generó ante las nuevas prácticas políticas. precede al apogeo de la
filosofía griega. Se caracteriza
• Defensa del carácter convencional de las instituciones y normas, tanto
por: escepticismo, preferen-
políticas como morales. Esta característica tiene como base la obser- cias por los temas sociales
vación de las diferencias que hay entre pueblos y entre individuos, y políticos, defensa del
acerca de lo que es bueno, justo, etcétera. aspecto convencional de las
instituciones y normas.
Para terminar, veamos los tres aspectos que resaltan en la sofística:

1. Es método de discusión o controversia. Como tal, presenta técnicas


de diálogo que conducen al oponente a situaciones aporéticas, o
sea, a callejones sin salida.
2. Como movimiento filosófico, defiende el escepticismo y el subjeti-
vismo en el pensamiento, y el relativismo en las normas políticas
y morales.
3. Es también un sistema de educación. En este aspecto se advier-
te en ella una impartición profesional de la enseñanza, ya que
se hace con programas precisos y con finalidades concretas. Una
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de estas finalidades es, por ejemplo, enseñar las virtudes sociales


a los jóvenes.

La historia recuerda los nombres de varios sofistas; los más destacados


son: Protágoras, Gorgias y Calicles, por ser representantes del subjetivis-
mo gnoseológico, del escepticismo total y del relativismo normativo.

Protágoras de Abdera (480-410 a. C.)


De él afirmó Diógenes Laercio (L. II: 10):

Sofista, fue discípulo de Demócrito en su ciudad natal. Fue el primero que


introdujo la práctica de cobrar honorarios por sus lecciones, y también, por
Protágoras de Abdera
esto, fue el primero que introdujo en Grecia una práctica que no debe des-
Sofista que introdujo la prác- preciarse, pues aquello que nos cuesta dinero lo apreciamos más que lo que
tica de cobrar honorarios por se nos ha regalado.
sus lecciones. Su posición fue
el relativismo, como lo indica
su bien conocida frase: El
hombre es la medida de todas Su frase más celebre es: “El hombre es la medida de todas las cosas; de
las cosas; de la existencia la existencia de las que existen y de la no existencia de las que no existen”.
de las que existen y de la En esta frase, el término hombre tiene como referente a cada individuo
no existencia de las que no en particular y al hombre en general, es decir, está defendiendo un subjeti-
existen.
vismo gnoseológico de individuos y de especie. Esto se confirma con otra de
sus frases: “Las cosas son para ti, como a ti te parece que son; y son para mí
como a mí me parece que son”.
Ahora leamos algunas referencias que, sobre Protágoras, hicieron Aris-
tóteles y Platón.

Si todas las afirmaciones contradictorias relativas al mismo ser son verdaderas


al mismo tiempo, es evidente que todas las cosas serán entonces una cosa úni-
ca. Una nave, un muro y un hombre deben ser la misma cosa, si todo se puede
afirmar o negar de todos los objetos, como se ven obligados a admitir los que
adopten la proposición de Protágoras. En efecto, si se cree que el hombre no
es una nave, evidentemente el hombre no será una nave. Y por consiguiente, el
hombre es una nave, puesto que la afirmación contraria es verdadera.
La doctrina de Protágoras parte del mismo principio que ésta de que
hablamos, y si la una tiene o no fundamento, la otra se encuentra necesaria-
mente en el mismo caso. En efecto, si todo lo que pensamos, si todo lo que
nos aparece, es la verdad, es preciso que todo sea al mismo tiempo verdadero
y falso.
ARISTÓTELES, Metafísica IV: 4 y 5.

SÓCRATES: Vamos a ver, pues, Hermógenes, ¿crees tú que también ocurre esto
con los seres mismos y que su esencia varía en cada uno de los individuos?
Ésta era, en efecto, la tesis de Protágoras, cuando afirmaba que el hombre es
“la medida de todas las cosas”, queriendo sin duda decir con ello que tales
cuales me parecen las cosas, así son para mí, y que para ti son tales cuales te
parecen a ti. ¿O bien te parece, por el contrario, que los seres tienen por sí
mismos, en su esencia, una cierta estabilidad o permanencia?
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HERMÓGENES: Ya me ha ocurrido, Sócrates, el dejarme arrastrar hacia la tesis de


Protágoras en mis dificultades. Y, no obstante, en manera alguna es ésta mi
manera de pensar.
PLATÓN, “Cratilo”.

Gorgias (circa 480-375 a. C.)


Se le conoce como Gorgias Leontino, por haber nacido en Leonte, Sicilia.
Manifestaba Diógenes Laercio que a este filósofo “se le debe considerar
como el padre de la sofística”. Se inició en la doctrina eleática. Fue esta
circunstancia la que le indujo a enseñar un escepticismo tan absoluto que
se convirtió en nihilismo. Su posición incluía tres tesis:

1. Nada existe (nihilismo).


2. En caso de que existiera, no podría ser conocido (nihilismo del
conocimiento).
3. En caso de que existiera y pudiera ser conocido, no podría ser
comunicado a los demás (nihilismo en el decir o en la comunica-
ción).

El conjunto de las tres tesis parece indicar un nihilismo en grado extre-


mo. Sin embargo, la opinión general es que la intención de Gorgias no Leontino Gorgias
era defender esta posición, sino hacer evidente la serie de contradicciones Padre de la sofística.
que implica la concepción eleática del ser. Defendió el escepticismo.
Ahora, leamos algunas transcripciones que, de esta teoría, escribió Su posición defiende tres
Sexto Empírico. tesis: 1. Nada existe. 2. En
caso de que existiera, no
podría ser conocido.
Gorgias Leontino fue también del grupo de los que suprimieron el criterio de
3. En caso de que existiera
la verdad, no por las mismas dificultades que Protágoras y su escuela. En su
y pudiera ser conocido, no
libro, cuyo título es De la naturaleza, establece gradualmente tres tesis: prime-
podría ser comunicado a
ro: nada existe; segundo: si algo existe, no se puede conocer por los hombres;
los demás.
tercero: si se puede conocer, no se puede comunicar ni explicar a los demás.
Que nada existe, lo razona así: Si existe algo, o existe solamente lo que es o
bien lo que no es, o existen a la vez lo que es y lo que no es. Pero no existe lo que
es, como se demostrará; no existe lo que no es. Por lo tanto, nada existe. El no-ser
no existe, pues si el no-ser existe, será y no será a la vez [...] Pero tampoco existe el
ser. Porque, si existe el ser, será o eterno o producido; pero no es ni eterno ni pro-
ducido, ni lo uno ni lo otro a la vez, como se demostrará; luego el ser no existe.
Que, si algo existe, eso es incognoscible e impensable para el hombre, hay
que demostrarlo ahora. Si, dice Gorgias, las cosas pensadas no existen, lo que
existe no es pensado. Esto es lógico: pues, si, por ejemplo, de las cosas pen-
sadas se puede predicar la blancura, se sigue de ahí que de las cosas blancas se
puede predicar la pensabilidad, o que son pensadas; de la misma manera, si de
las cosas pensadas se predica la no-existencia, de las cosas existentes se debe pre-
dicar la impensabilidad. Por lo cual es justa y sana la conclusión: si lo pensado
no existe, lo que existe no es pensado.
Pero, aun dado caso que se pudiera conocer el ser, no sería comunicable a
otros. Pues, si las cosas existentes son visibles y audibles, y en general sensi-
bles, al menos todas las que son externas a nosotros, y, de ellas, las visibles son
perceptibles por la vista y las audibles por el oído, pero no a la inversa, ¿cómo
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se podrán expresar a otros? El medio con que lo expresamos es la palabra:


pero la palabra no es el objeto que realmente existe; por lo tanto, no expresa-
mos a nuestro prójimo una realidad existente, sino solamente la palabra, que
es una realidad distinta del objeto.
SEXTO EMPÍRICO, Adv. Math. 65-87.

Calicles (v a. C.)
Su doctrina se conoce como la teoría del derecho del más fuerte. Los
sofistas en general, no solamente Calicles, se preocuparon por inves-
tigar el origen y la naturaleza de las normas (políticas y morales), lo
cual constituye uno de los aspectos más interesantes en el problema
del hombre.
Respecto del origen de las normas, se habían presentado antes dos
soluciones:

1. En la época mítica se creyó que las normas procedían de los


dioses.
2. Entre los presocráticos, Heráclito opinó que las leyes políticas
eran parte del orden del Universo; eran expresión del propio
logos.

En el periodo sofístico, Calicles y Trasímaco defendieron la conven-


cionalidad de las leyes, es decir, tanto las instituciones políticas como las
normas morales son producto de acuerdos entre los propios hombres.
Esto se comprueba observando los diferentes pueblos, ya que las institu-
ciones y normas de unos son distintas de las instituciones y normas de
los otros.
Hay que distinguir dos órdenes legales: el natural y el artificial. El pri-
mero es el auténtico y, por eso, inmutable; el segundo es convencional
y, así, varía de una sociedad a otra. Para conocer lo natural habría que
eliminar lo que hemos aprendido; para esto debemos observar a los
Calicles niños y a los animales. La observación de estos dos grupos nos enseña
Sofista que defendió la que hay dos normas naturales: la búsqueda del placer y el dominio del
teoría del derecho del más más fuerte.
fuerte, según la cual el fuerte Si observamos a los animales y el comportamiento humano nos dare-
es quien tiene derecho a
mos cuenta de que, en la naturaleza, el pez grande se come al chico, y,
gobernar.
entre los hombres, siempre está dominando el más fuerte; éste es el que
tiene el derecho de gobernar, porque la naturaleza lo dotó mejor que a
los demás.
Leamos un pasaje platónico que ilustra algo de esta teoría.

Pues la verdad, Sócrates, es que, so pretexto de perseguir la verdad, conduces


a extremos tan enojosos y demagógicos lo que no es bello por naturaleza,
aunque lo sea por la ley. Por lo general son éstas contrarias entre sí, naturale-
za y ley y, por ende, si alguien siente vergüenza y no se atreve a decir lo que
piensa, se ve forzado a contradecirse. Tú has advertido esa sutileza y ello te da
pie para llevar a mal traer a tus interlocutores: si alguien habla con referen-
cia a la ley, le preguntas desde el punto de vista de la naturaleza, y si habla
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pensando en la naturaleza, le interrogas de modo que la respuesta se pueda


tomar en el sentido de la ley. Es lo que has hecho ahora mismo a propósito
de la injusticia cometida y la injusticia recibida: en tanto que Polo hablaba de
lo que es más feo según la ley, tú tomabas la palabra “ley” en el sentido de “la
naturaleza”. Efectivamente, por la naturaleza, todo lo que es peor es también
más feo, como por ejemplo, el sufrir la injusticia, mientras que por ley es más
feo cometerla. Ni siquiera puede decirse que el ser víctima de ello sea propio
de un hombre auténtico; antes al contrario, lo es de algún esclavo para quien
es mejor morir que vivir, de un ser que, aun agraviado y ultrajado, no es capaz
él mismo de prestarse auxilio ni de socorrer a una persona de su afecto. En
mi opinión, son los hombres débiles y la masa los que establecen las leyes.
Para sí mismos, para su propia utilidad, implantan leyes, prodigan alabanzas
y censuras: quieren atemorizar a los que son más fuertes que ellos, a los que
están capacitados para tener más, y, para evitar esto, dicen que es feo e injusto
poseer más y que la injusticia consiste en tratar de conseguir más cosas que
los demás. Pues, en mi opinión, consideran una felicidad el tener lo mismo,
siendo inferiores.
PLATÓN, Gorgias.

Sócrates (469-399 a. C.)


Personalidad
Sócrates (469-399
Sócrates es un personaje polémico. En la historia se encuentran tres versio- a. C.).
nes acerca de él. La más conocida es la que nos presenta Platón, en cuyos Ciudadano ateniese, hijo de
Diálogos Sócrates aparece magnificado, porque él es el personaje central, él un escultor y de una parte-
conduce la discusión y él es quien ofrece la mejor solución para la cuestión ra. Primero cultivó el oficio
que se discute. Encontramos una figura socrática diferente en las Memo- de su padre y después se
rables de Jenofonte. En esta obra, el autor consideró a Sócrates como digno dedicó a la filosofía
de alabanza, pero no exento de vulgaridades. La tercera versión procede de y a la educación de la
Aristófanes, quien en Las nubes califica a Sócrates como uno de los sofistas, juventud. Acusado de
con ideas tan confusas como las nubes. De las tres versiones la que goza de impiedad, fue encarcelado
y condenado a beber la
aceptación general es la primera.
cicuta. La verdadera causa
Fue Sócrates quien, en sentido estricto, hizo que el pensamiento grie-
que motivó la condena fue
go considerase el problema del hombre como el más importante. No es su oposición a la manera
—diría él— investigando las cosas del Universo como encontramos la como se gobernaba la
verdad, sino conociéndonos a nosotros mismos. De ahí su célebre lema: democrática Atenas, pues
“Conócete a ti mismo”. censuraba abiertamente la
Convivió con los sofistas, pero siempre en constante lucha porque costumbre de distribuir por
no estaba de acuerdo con su escepticismo, subjetivismo ni relativismo suerte los cargos públicos.
normativo. Sócrates trató de restaurar el valor de la razón humana, Luchó contra el escepti-
porque pensaba que, de lo contrario, las actividades específicamente cismo, el subjetivismo y el
humanas, como el conocimiento, la comunicación y la moral, no serían relativismo de los sofistas.
Opinaba que la verdad
posibles.
auténtica se adquiere
Al abordar el problema del hombre lo desdobló en otros dos: ¿En qué conociéndonos a nosotros
consiste el conocimiento? ¿En qué consiste la actividad moral? Aunque mismos; de ahí su célebre
Sócrates nada dejó escrito, se ha logrado conocer su pensamiento inves- frase: Conócete a ti mismo.
tigando en tres fuentes: Platón, Jenofonte y Aristóteles.

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