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EL IMPACTO INMIGRATORIO SOBRE EL SISTEMA POLITICO ARGENTINO Torcuato S. Di Tella El tema del impacto que ha tenido obre el sistema politico argentino la {gran cantidad de inmigrantes transatlénticos ha sido objeto de una serie de eestudios y debates, que me parece conveniente revisar, para ver qué nuevos aspectos hay que investigar, qué convergencias existen y qué es lo que realmente esta en discusion. Para empezar, es preciso distinguir entre la condicién de inmigrante y la de extranjero, que son cosas parecidas pero no jguales. La Argentina ocupa el primer puesto en el ranking mundial en. cuantoa la proporciéndeextranjeros quealbergé durante largasdécadas de su formacién como pais moderno (aproximadamente entre 1880 y 1930). Por lo menos ese campeonato mundi! lo ha conseguido, y dificilmente alguien se lo podré arrebatar sobre todo porque reside en el pasado. Lo que continia hasta el presente son las consecuencias sociales y politicas de ese impacto, y lo que no esti del todo daro es si la enorme cantidad de extranjeros, que ademés no adoptaban la ciudadania, cred un vacio de participacién ciudadana, con la consiguiente debilidad del sistema institu. ional, especialmente en lo referente alas partidos politicos. Para avanzar "Gino German, Patsy seal enw de cde trans: Dea sisal lca tt seca modern Buenos Aies, aides, 1962) Eeoquiel Gall, Fume in Rett anon, ‘Alhlone, 1976); Thida Sabato y Ema Clb, inmigrenesypolticn un proslenaeeeane, Eat Migs Latinas, 2.4 dickernbre de 198, pps. E125 Tabs Cone, Elita anigacn Baars Aires, Levis D4) Femano Devote y Gonousto Real (comps), La nongracn tina cna Argentina (Buen Ares, Bibon, 1989) y dos miso, Ets a soc agent (Roma, Ceti Stu Emgraions, 1989; Cae Sols, ater ‘isan Maint: Argentina nl hte 1890-31 (Resin, Unversity of Texas Peer 6p TorcuatoSDi Tell Sev dels poeas paca (Dvents Ais, Grape Elo Lasoo Fano, 1985; ecdisdo por Eudbo, 1980, impacto inmigratorlo 67 en esta busqueda colectiva de nuestra ralidad historica es preciso detallar los mecanismos sociologicos que estin o estuvieron en juego, para colocar sobreesa armazén los datos empiricos existentes y los que se sigan juntando enel futuro. La posicién de los extranjeros en el espacio social ‘Comencemos por revisar algunos datos. Dentro de los pafses de inmi- ¢graci6n masiva, la Argentina se destaca,juntoa Australia y Nueva Zelanda, por haber tenido un muy alto porcentajede inmigrantes sobre su poblaci6n, total, aproximadamente un 25 a 30 % en la época mencionada, contra un 15 & para Estados Unidos o Canadé. Pero en Australia y Nueva Zelanda (y cen Canada) la casi totalidad de los inmigrantes, en esa época, eran briténi- 0s, 0 sea, no perdfan ni cambiaban la ciudadania al cruzar el océano, y no tenfan que amalgamarse con una poblacién inmigrante preexistente, de diverso carécter étnico. En los Estados Unidos si eran extranjeros, como en la Argentina, y debjan amalgamarse con los sectores nativosde mis antigua inmigracién, pero eran proporcionalmente muchos menos. Todos estos datos nadie los discute, aunque no siempre se distingue, en los andlisis, comparativo, entre la condicién de inmigrante y la de extranjero. El inmigrante, aun transoceénico, en pafses somo Ausiralia, en donde tanto! pais de origen como el de llegada estén bajo la misma bandera, se comporta, ‘casi como un migrante interno. No esta en juego el complejo problema de la formacién de una nueva nacionalidad,o al menos no en el mismo grado, ‘Lo que ocurre, en todo caso, es la reprocuccién en tierras nuevas, de un trozo de la antigua nacién expulsora de gente, problema muy distinto del que le cupo.en suerte protagonizara la Argentina. Por otra parte, dentrode los extranjeros, hay que distinguir entre los que tomaban la ciudadania y los que nolo hacian: en este rubro también la Argentina le “gana” alos Estados Unidos, porque entre nosotros slo un 263 % se nacionalizaba, contra casi £170 f enel pats del Norte, de manera que a diferencia ya importante entre 1un30 y un 15 % de nacidos en el exterior, se magnifica ise toman en cuenta, s6lo los que retenfan su ciudadanfa original. De nuevo, este hecho no se discute, aunque las interpretaciones acerca de sus causas son diversas, y a ellas valveremos, ‘Ahora bien, esa competencia entrelos Estados Unidos ya Argentina por elprimer puesto en cuantoa extranjeria, termina de definirsesi se considera ro s6lo el namero sino también el status relativo de los inmigrantes en la sociedad receptora. Ocurre que los inmigrantes europeos en la Argentina ‘ocupaban una posicién relativamente altaen la pirémide social, a pesar de sus modestos origenes: desde ya, tenfan la aristocracia de la piel, y aunque ‘muchos provinieran de zonas bastante atrasadas del sur de Europa, traian un caudal de cultura campesina 0 artesanal, que les facilitaba saltar por ‘88 Partcpaciény movitzacn poles ‘encima de las clases populares nativas, y aun de los estratos medios del interior. En los Estados Unidos la situaci6n era distinta, pues los inmigran- tes del suroel este europeos,o de Irlanda, tenfan que aceptar una situacién de clara marginacin e inferioridad respecto de los primeros settlers, por ‘motivos parecidos aunque simétricos a Ios que los colocaban en posicién de superiotidad en la Argentina, En cierto sentido, los italianos o polacos en Estados Unidos se sentian como los paraguayos o bolivianos en la Argen- tina de hoy:habta —hay—uria clase obrera nativa claramente “porencima” de ellos, por no hablar de a clase media, y aunque la movilidadl era posible, habia que adaptarse a las reglas de juego establecidas por la sociedad local. En a Argentina de comienzos de este siglo la clase dirigente politica era la ‘que estableci, claro ests, las reg’as de juego en iltima instancia, pero en la sociedad civil el peso y el status social de los extsanjeros eran tan significa- tivos, que se puede decir que los que tenfan problemas de adaptacién eran los nativos tanto o més que los extranjeros. Con esto no estoy tratanto de ‘minimizar el trauma de la inmigracién, cuyas dimensiones psicol6gicas y sociales son difiiles de concebir. Simplemente senialo la posicion de predo- ‘minio social que en casi todos los érdenes de la sociedad civil adquirieron los extranjeros, y que no tiene comparacidn en précticamente ningiin otro pais del mundo.*Resulté entonces que dos clases particularmente estraté- sgicas en un proceso de desarrollo y modernizacion capitalist la burguesia fempresarial urbana y a clase obrera, sobre todo la calificada, eran abruma- doramente extranjeras —no s6lo inmigrantes— y retenfan su ciudadania original. Los argentinos se concentraban, en cambio, de arriba hacia abajo, entre os estancieros, los militares, los funcionarios piblicos, la clase media tradicional, sobre todo del interior, y los sectores bajos de las clases traba- jadores. Por supuesto que con el tiempo los hijs de los extranjeros fueron dando un inte argentino, ciudadano,a las posiciones que ellos ocupabanen elespacio econémico creado porsus padres, pero a pesar de eso los censos estan ahi para sefalar el 60 6 70 % de extranjeros que habia entre los em- presarios ylos obreros urbanos. ¥claroesté que los hijos adoptaban en gran parte lasactitudesde los padres. Pero, gcusles eranestas actitudes? Es dificil, Feconstruitlas con exactitud, pero mi hipdtesis es que en gran medida implicaban una actitud de superioridad respecto del pais, de desprecio hacia sus tradiciones, su sistema politico y su antigua composicién étnica. En esto me separo de muchos de mis colegas, que senalan mas bien el fenémeno opuesto ysimétrico, de desprecio por partede laclase alta criolla, y de algunos intelectuales, hacia los recién venidos, para quienes no esca- ‘Seaban los motes, adoptados incluse porla poblaci6n local de més modestos 2 Salvo Uruguay y quai algin lugar exicn como Fiji, donde ens a tad de Ie poblacn sd rigea hind, y ener tata, en genera superior a de los natives. Debo oranen abe os eetesplicon que eato eneen Fil, pero fugiero cor comparativishs impact nmigratorio 69 recursos. Es que en este espinoso y feo tema del orden del picotazo étnico, Ode los mutuos desprecios humanes, ls abismos a que se puede llegar son nsondables, pero a ellos hay que asomarse porque son una parte de la realidad, Los desprecios de los unos no quitan los de los otros, pero cuando se hacen las sumas y restas finales, quedan dos hechos a mijuicioigualmen- te importantes, aunque de diverso grado de verificaci6n: {j)los extravjeros (no meramente inmigrantes) formaban, en la Argent na, ysobre todo en a burguesfa ya clase obrera, unabultadisimo porcentaje Gel total, y gozaban de nn status social muy alto en comparaci6n con el que tenian o tienen en otros paises; (i) los extranjeros se sentian relativamente superiores al resto del pais con la excepcin de la clase ata estanciera— y ése era uno de los motives pot los cuales no se tomaban el trabajo de adquirir Ia cludadania. ‘La segunda afirmacién, claro esti, es més cuestionable que la primera. Es conocido que una buena parte dela dirigencia politica argentina no te ‘muchos deseos de facilitar la nacionalizacin de los extranjeros, cuya reponderancia y eventual izquierdismo se temvia, Se han hecho incluso Eimaciones del naimero de horas quese hubieran necesitado simplemente ppara hacer los trimites, Pero este ultimo argumento no es valido para las Eapas més alas dela burguesfa que sin embargo también preferian retener Ta proteccion de sus consulados antes que la muy dudosa dels leyes argen- tinas, Respecto de las clases populares, bien podria algan sector politico haberse decidido, como en los Estados Unidos, a facilitares tos trémites, a cambio de tuna contrapartida electoral, ;Por qué no existié tal sector politico? Se ha buscado a veces la explicacién en las actitudes de los Sirigentes partidarios argentinos, tanto los conservadores como los radica- Tes, que no visualizaban la necesidad de incorporar al extranjero.? Aunque esta hipétesis puede ser atractiva en estos tiempos de rebelion contra los Geterminismos simplistas de tipo estructural, me parece que ella da excesi- ‘Yo peso alas variables actitudinales. Porque grupos que querian incorporar 2 los inmigrantes habia, entre ellos el Partido Socialista, cuya prédica, de todos modos, fue desoida. Es demasiado facil y esquemético decir que el socialismo se vio trabado en su accin por el régimen oligirquico, porque fal cosa no ocurtié en Chile, no menos oligarquico que la Argentina. ‘Simplemente, los extranjeros, en su mayoria, noquerfan tomaria cludada- ‘in realidad, hubiera sido un poco absurdo, dada su posicién en el + Oscar Corn, “Inmigeantesy emprraris ena poli argentina”, Desrlo Een nic, vo N24 encrormarv 1967, pipe. 641-91. Algunos casos hube de verdaderos eo ais, queaedelicabansceliorexranjeros yeonseguileslaciudadana, ot ques pala) Elis conoid es Vease Slberg, bung Pesmbie desu voto (qu es fi de comprcbar, porque n ea ‘Salttione, Gnyetan.Gangh, que wabsjoe pra Figueron Aleoe! imal Nelo, obec, pap. 12 90 Parelpscién y movitzacin polca espacio social, que quisieran hacerlo. Tan absurdo como quea un emigrante argentino de estos ltimos tiempos, instalado en Venezuela para ganar més dinero o por estar perseguido en su pais, se le ocurriera la peregrina idea de adoptar la ciudadania venezolana, Otra es la situaci6n para ese no tan imaginario argentino cuando élse encuentra en un pafs que le impone mis respeto, como los Estaclos Unidos ola alia 0 Espafa de hoy. El tema, claro std, debe ser investigado més a fondo, buscando establecer una estructura de casos comparativos pasados y presentes que nos ayude a comprender el comportamiento humano en estas condiciones de desarralgo. Enel estudio del impacto inmigratorio hay que incuir, entonces, como variables centra- les, la posicién ocupada por los extranjeros en el espacio social, las percep ciones mutuas entre ellos y la poblacién local, y las actitudes de los recien Negados hacia las instituciones y traciciones nacionales. La participacién polttica de los extranjeros Dada la ituacién descrita —dejanéo de lado las hipétesis explicativas— tenemos la siguiente cadena argumental, que se deduce casi automética- mente de los hechos () existia en Ia Argentina una grar masa de extranjeros, mucho mayor que en cualquier caso comparable, coa mucho peso econémico y social, y ellos no tomaron, salvo contadas excepciones, la ciudadania; (ii) al no poder votar, la gran mayaria de los miembros de la burguesia yde laclase obrera, estas clases vefan su influjoen las contiendas-electorales ¥en la formacién de partidos polftcos seriamente reducida por compara. ‘i6na loquehubiera ocurrido en un pais en que todo fuera igual excepto que los que eran extranjeros hubieran sido nativos (0 por lo menos ciudadani- zados); (ii) por lo tanto, ef desarrollo de.n sistema institucional capitalista 'modemo se vio seriamente afectado, pes 6] depende en buena medida de Ja accién de las dos clases sociales antes aludidas: la burguesfa comercial e industrial y el proletariado. Esta angumentacién ya habia sido hecha por Sarmiento, quien ponia nfasis en la incongruencia entre el peso econdmico y social de los extean- jeros, que formaban la mayorfa del pals productivo, y su escasa participa. ion politica, medida por su no nacionalizaci6n, Gerinani volvié.a sehalar este hecho, dando por sentado que los extranjeros no participaban mucho en Ia actividad politica. gPero era esto realmente asi? Porque a lo mejor la adquisiciGn de la ciudadania, o el hecho de votar, son aspectos muy periféricos de eso que puede llamarse realmente participacion politica, ‘Tanto © mas importante que el voto —siguen diciendo los eriticos de la hipétesis germaniana— puede ser la actividad asociativa profesional o cultural, la protesta, la huelga, el enfrentamiento violento contra el orden impact inmigrtorio 93 establecido, o bien, en los sectores altos, a accin corporativa en defensa de sus intereses, la corrupci6n de funciorarios o politics, el cultivo de la amistad y los negocios con los gobernantes. Ante esta amplia panoplia de formas de participacidn, el mero ejercicio del voto parece reducide a una ddimensién secundaria, “formal”, sobre todo en etapas en que el fraude era ‘endémico, como ocurrié hasta 1912, pero aun bajo condiciones més respe- tuosas del veredicto de las urnas. Por cierto que el poder verdadero no radica sélo en las elecciones, sino en otre orden de cosas, que van desde las antes mencionadas de la organizacién de intereses, la rebelién, o su contra- ria la represi6n y la intervenci6n militar, hasta el simple peso del dinero. Todo esto es cierto en gran medida, pero se lo sobreentatizé sobre todo en. pocas en que cundié entre la intelectualidad argentina y latinoamericana tun fuerte desprecio hacia la llamada “democracia formal”. El resultado de sa actitud fue una especial preocupaciin por el estudio de los caminos “reales” hacia el poder, que no estaban tan automaticamente bloqueados por la condicién de extranjero como el de las urnas. Este aporte tematico fue por cierto un paso pasitivo, aunque no puede decirse que los analistas previos, desde Sarmiento a Germani, lo ignoraran. Pero la investigaci6n avanza a menudo a través de estas puestas selectivas de énfasis en determinadas dimensiones de la realidad. El enfoque que cuestionaa la hip6tesis tradicional acercade la “no participacién politica de los extranjeros” ha generado una serie de investigaciones concretas que ‘muestran importantes casos de involucracién de inmigrantes. Pero dema- siado a menudo se ha incurrido en una sobresimplificacién de la teoria, criticada, convirtiéndola en una especie destramo man o caricatura contra la cual es demasiado facil anotarse tantos. Efectivamente, la teorfa que pode- ‘mos llamar clésica nunca pretendié que os extranjeros no tenfan ninguna participacién politica, o que no te jones 0 ideologias, 0 interés en Joque pasaba en el pafs politico. Incluso fue siempre un lugar comin de la historiografia argentina el rol importantede los extranjeros en la formacién, de los partidos politicos de izquierda, endl sindicalismo y enelanarquismo, PPor cierto que Germani no ignoraba este hecho, y hasta se puede decir que exageraba el rol de los extranjeros en la iniciacién del movimiento obrero argentino? Para avanzar en este tema del impacto de la masa inmigratoria, es con- veniente construir un modelo detallado del sistema politico, definide en la forma amplia vista més arriba. Hay que superar el nivel usual de las, discusiones que se reducen a demostrar que habia —o no habla—exteanje- ros endeterminadas dreas de actividad politica o protopolitica, Alobservar con cuidado, en general se descubre que efectivamente habia extranjeros, y * Como sefala Talo Halperin Donghi, en “Algunasabservaciones sobre Germani el surgimionto del peroniemo y los migrants interes, Desrele Econsnisy vo. YN eneromarzo 1975, pigs 75878) 182 Paricpaciény movitzacin palica 4 veces bastantes, en diversas éreas de ese frente de accién. Aparte de los ‘ca505 muy conocidos, arriba citados, ligados al movimiento obtero, se pue~ de recordar la alta participacién italiana en el Grito de Alcorta, asi como las Investigaciones de Ezequiel Gallo sobre los colonos santafesinos en 1893, 0 de Hilda Sébato y Ema Cibotti sobre a politica de la provincia de Buenos ‘Aires hacia las décadas de 1860 y 1870. La vinculacién de los italianos con el mitrismo es un hecho bien docurrentado, asi como su participacién en legiones militares —algo mercenarias quizs—en las guerra civiles yen la del Paraguay.° Como resultado de estas investigaciones, seguramente vaa quedar una imagen més matizada de la intervenci6n extranjera en politica que la que se desprende de una interpretacién algo esquemitica de las tesis .germanianas. Por loquea miconcierne, debo decirque tantoalgunas de mis propias exploraciones en este tema, como la lectura de las ajenas, también ‘me han hecho ver que la participaciin extranjera, en més de un caso, fue mayor que lo que yo hubiera esperado. Pensandolo un poco, habria sido extrafio que una cantidad tangrande de gente, movilizada porla migracién, internacional y estimulada a la obtencién de una vida mejor, no hubiera ejercido a través de sus més inquietos representantes algGn influjo sobre la politica local. De lo que se trata, sin embargo, es del monto y forma de esa involucracién, y en eso creo que sigue siendo correcto el planteo “clésico” sarmientino-germaniano que sefala a muy grave caida de participacién que se deriva de la condici6n extranjera de la mayoria de los miembros de dos de las clases sociales més dinémicas y més protagénicas en un proceso de modemizacién y democratizaci6n paulatina de tipo capitalista, Pero veamos ya el anunciado modelo de funcionamiento de un sistema politico, para usarlo como cartabén enel estudio comparativo. Delo que se trata es de saber en qué medida el sistema politico es eapaz de canalizar las, tensiones y conflictos que se generan ena sociedad civil, transforméndolos fen decisiones colectivas que permitan actuar sobre la sociedad en su conjunto. Pico Gree El rte de Alcoa (Resvio, Sita Texts Nuts, 1958); Gallo op cit; ida Sibatoy Ea Cibo Hac palo Buca Aires estan caer psa 1860-1880 Buenos Aires, CISEA-PEHESA, 1988) Eduardo Jose Miguer, “Palla, patcpa ‘in y poder: Los inigrantes en las errs nuevas dela provincia de Buenos Aves en la Segunda tad del siglo MX" Estudio Migratory Latinoomersnes, NY 67, porte diciembre 1987, pigs. 357-877, Carina F de Sibeestin,“Administeacion 'pollic: fe elisnes en Rosario (1860-1890) iden, N67, pégs. 381.390; Femando Devata, Programas pliicas ‘nla primers elite ialans de Buenos Aires, 1851880", Anurio dels Excucle de Fisloria, Facultad de Humaridade, Universidad Nacioval de Rosai, vl 13,1988, pgs, 371-40; Beatiz Guaragaa y Norma Tenchillla, “La revoluciin de 1880 sein lo Spica e los pevidicos de le ealecvided iia", mimco, presenta a las Joi sore nig, Pura etntegncin, Buenos Ales, 1984; Tassto 5. Di Tala, “Argetine un Atlin italiana? Limpatto delmmigrsione sl sistmm peltica argentine”, em Bruno. Berza tinfoil al omg tli ne ocnentopeadel pes nec on, 1880 nco Angel, 1983) page. 419-43, Simpacteinmigtatoro 99 Un modelo det sistema politico En cualquier sistema politico la pariicipacién de la poblacién se da en, tuna gama, un continuo desde lo més pasivoa lo més activo, que constituye una especie de destilacion de energias y voluntades. Dentro de esa gamase pueden establecer tres grandes grupos: (@) Los meros participantes son los que votan en elecciones (nacionales 0 ‘municipales). y los afiliados a partidos politicos, sindicatos, asociaciones, ‘mutuales 0 culturales. El significado de cada uno de estos actos puede ser istinto segin el tipo de sociedad. Ast, por ejemplo, hoy dia en la mayor partede los paises democraticos el hechode votar—casiautoi Obligatorio— no significa gran cosa, y quizé no permite clasi realiza como “ participante”; distinta es la situaci6n, en cam des donde el voto estaba restringido ceasitariamente, o bien por la condi- cién de extranjero. También, el hecho de ser afiliado a un partido refleja grados diversos de involucraci6n segtin cul sea el tipo de organizacién Partidaria, y los requisites para mantener la afiliacién. En la situacién, argentina del perfodo considerado (1880-1930) para poder calificar a al- guien como “ participante” esa persona debe haber sido votante,osi no, ser afiliada a algin partido, sindicato, mutzal 0 asociacién cultural. Se trata, claro esti, de criterios diversos y algo heterogéneos dada la peculiaridad de Ia sociedad muy extranjerizada. Aunque normalmente votares lo menos, y To més es afiiarse a asociaciones, en la Argentina de aquella época bien. podria haber habido un cierto sector de extranjeros que aunque no volaran, tuvieran afiliaciones asociacionistas, yen ese caso entrarin en nuestra cate- goria de “participantes”. (i) Los activistas pueden ser definides como los individuos que concu- rren con frecuencia a las reuniones, las esambleas u otras acciones colecti- vas, 0 que gjercen cargos de delegados locales o sus equivalentes. Estamos agufrefiriéndonos a una minorfa muy marcada de cualquier grupo social, por ierto no mas deun 56a losumo un 19% del totalsalvo coyunturas muy especiales, y a menudo bastante menos que esa cifra. Se rata de personas con una motivaci6n interna bastante fuerte (que puede ser mis ideolégica ‘0 més emocional, o aun meramente economicista), lo que las hace vencer barreras culturales 0 sociales. Debido a ello, en este nivel la condicion de {extranjero cs menos un impedimento — cada clase, estrato 0 actor social y los diversos casilleros que describen las formas de involucracién en el sistema politico. Porque, evidentemente, os individuos que llenan esos easilleros, participatorios vienen de algiin aco, nose generanen el vacio, sinoqueson formados, alimentados y propelidos por cada uno de los sectores clasistas, o estructurales de la sociedad. Tendriamos un esquema que supera total- ‘mente micapacidad gréfica, algo parecido al que los textos deanatomiadan sobre los nervios que entran y salen del cerebro a la espina dorsal y a los ‘rganos y miembros del cuerpo humano. Dicho menos gréfica y mas analfticamente: para cada sector de la piri ide de estratificaci6n social hay que ver emo contribuye él las diversas formas de participaci6n o activismo, en cada una de las éreas (econdmico- cultural hasta especificamente politico-institucional) y segdn el grado de violencia involucrado. Como lo que nos intervsa es el impacto de la inmigractén masiva, hay que analizar, para cada canal de conexién entre estructura social y activismo polftizo, Ia influencia que puede tener Ia alta presencia de extranjeros sobre el fujo de personas que circulan entre una y otra easilla conceptual Como ejemplo tomemos, dentro de la pirémide social, a la burguesia comercial, Y analicemos, de sus varias formas eventuales de actividad politica (enel sentido més amplio dela palabra), el que correspondeal nivel del activismo, en el érea especificamente politico-institucional (0 sea, par- tidaria) y en condiciones no violentas. gEn qué medida la condicién mayo- ritariamente extranjera de la clase considerada afecta la circulacién de individuos hacia e casllero del activismo en partidos politicos? Obsérvese que loquese busca noessimplemente determina las simpatias politicas del grupo en cuestin, sino averiguarcémo contribuyen ellos ala existencia del res, 1960; Ta. ey 1945) Jost Verla Onega, Los anges pisos Patios, elexions y ‘dsiquano ena Restowacén, 1575, 90 (Mari, Alianza Elita, 1977) Jacques Chastene “ite dele Troe Repti (Pars 6 val Hachette, 195262, "En Espo se dio desde muy tempranounainongytcncin entre el dvecho de voto y la ‘apacidad ceonémicay cultural par corer como conseauenca de Contitucion pate, ‘ade U2, una eoetituein dada on creuntanios de gucrr nacional eevolucionaia Ease [Josep Footann, La erbis de nln iginen (arelans, Crea, 17), 196 Paricpaciin y movilzactén plea

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