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Modelo ABCD – Candela Bonti

En 2001, Argentina se encontraba atravesando una grave crisis económica y social, caracterizada
por la devaluación de la moneda, el colapso del sistema bancario, las altas tasas de desempleo
y pobreza. El punto más álgido de dicha gestión, encabezada por Fernando de la Rúa, fue
marcado por la implementación de políticas de austeridad impopulares, la declaración de default
de la deuda externa y la aplicación de medidas de emergencia económica.

En este contexto, el conflicto a analizar es la apertura de las importaciones para múltiples


industrias, entre ellas la del calzado. El actor perjudicado lógicamente por esta decisión es el
actor A: integrantes primarios y secundarios de la industria del calzado nacional como obreros,
administrativos, transporte y gerencia como así también los miembros de la Cámara de la
Industria del Calzado. Esta decisión es perpetrada por el actor B de este modelo: el Estado
Nacional y la industria del calzado brasilera. Resulta importante tener en cuenta que, si bien la
industria brasilera fue una de las principales beneficiarias de esta medida, no tuvo gran
participación en el proceso de toma de decisión. Aún así, tanto para el actor A, como para el
actor C y para algunos medios, Estado e industria extranjera eran tomadas como una sola unidad
en el análisis de esta problemática.

También es importante recalcar que la tensa relación previa del Estado con el sector del calzado
pasó de ser un asunto de negociación privada a una cuestión de asunto público, debido a las
grandes consecuencias que tuvo la apertura de las importaciones para el actor C del modelo
ABCD: El público u opinión pública. Dichas consecuencias pueden resumirse en la posibilidad de
acceso a calzado barato, de mala calidad comparado al estándar nacional, a costa de la pérdida
de puestos de trabajo para la industria doméstica, en primera instancia. Como consecuencias
secundarias de esta decisión, se encuentra el decrecimiento de la facturación y , por ende, la
consecuente pérdida de puestos de trabajo, para innumerables industrias: Caucho, cuero y
goma, entre otros.
A este escenario planteado, debemos sumar el actor D: Medios de comunicación privados,
públicos e independientes, con 1 salvedad: En ese momento, los medios de comunicación con
mayor influencia en el país era los medios gráficos, radiales y televisivos, que no sumaban más
de 10 firmas, pertenecientes a solamente 3 grupos distintos, fuera de lo estatal.

Este actor, también inmerso en la crisis económica generalizada, se sustentaba en gran parte con
la pauta otorgada por el Estado. Aún así, se predispuso a comunicar en medida de lo posible las
manifestaciones del sector A, pero sabiendo que la oferta de dichas manifestaciones y pedidos
eran muchísimo más amplias que lo que la demanda podía cubrir.

Esta situación puede abordarse desde la perspectiva profesional desde múltiples posiciones. En
principio, podríamos posicionarnos como comunicadores desde el lado A, trabajando para
unificar mensajes claves y discurso y realizando lobbying tanto para con los medios como para
con la opinión pública. El objetivo para con el elemento C sería que tome posición por la industria
nacional por sobre los precios accesibles y para con el elemento D, que transmitan la estrategia
anteriormente enunciada.

Desde el punto de vista antagónico, podríamos ser empleados por el Estado. Es importante tener
en cuenta que este actor tiene más recursos y, por ende, más poder sobre los medios de
comunicación tanto públicos como privados, excluyendo a los medios independientes, que en
esta época del país eran insipientes.
Modelo ABCD – Candela Bonti

Siendo empleados por el actor B, podríamos desempeñarnos como voceros oficiales, desde un
lugar mucho más expuesto ante los 3 actores restantes, o sino desde un papel más operativo,
gestionando la pauta que se le asigna a cada medio, por ejemplo.

Como última posibilidad profesional, y la más evidente, podríamos ser empleados de cualquier
medio de comunicación de ese momento, con tareas menores como el recibimiento de gacetillas
de prensa, o en tareas más macro, como en la organización de las notas periodísticas, entre otras.

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