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2º BACHILLERATO
CURSO 2017-2018
Los autores más significativos son Camilo José Cela, Carmen Laforet y Miguel Delibes.
La literatura de los años cincuenta se preocupa por dejar constancia de los problemas
económicos y sociopolíticos del país. Para referirse a la narrativa de estos años se habla de
la novela social española. Sus límites temporales van desde 1951 (fecha de La colmena de
C.J.Cela, precursora de toda la corriente de novela social) hasta 1962 en que se publica
Tiempo de silencio de Martín Santos.
Los novelistas del momento abandonan el pesimismo agobiante del relato existencial y las
alusiones directas y dramáticas a la Guerra Civil, y describen la realidad no oficial de una
sociedad que evoluciona lentamente. El deseo de estos autores es actuar sobre el lector con la
intención, tanto de informarle de las desigualdades e injusticias sociales como para
provocar en él “una toma de conciencia” que le impuse a la acción.
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En este sentido se han señalado dos corrientes bien definidas dentro de la narrativa de
carácter social: el realismo objetivista y el realismo crítico; se caracteriza por:
A. Los temas predominantes son la soledad del ser humano en la sociedad y las
repercusiones de la Guerra Civil.
B. La estructura del relato es lineal.
C. El tiempo y el espacio se inmovilizan; la acción real es de corta duración, pero alarga
por la charla constante de los personajes.
D. Estos escritores utilizan la tercera persona.
E. Emplean un lenguaje claro y sencillo, lleno de coloquialismos que reproducen
fielmente el habla común.
En esta tendencia se sitúa Rafael Sánchez Ferlosio, autor de la novela objetivista por
excelencia: El Jarama (1955).
Realismo Crítico. A través de este los autores manifiestan su compromiso ideológico con
respecto a la materia narrada, presentando una visión parcial de la realidad con la intención de
poner de relieve las causas y los efectos de las injusticias sociales (La noria de Luis Romero,
La de zanja Alfonso Grosso, Central eléctrica de López Pacheco, Juegos de manos Juan
Goytisolo). La colmena presenta rasgos tanto del realismo objetivista, como del realismo crítico.
Sin perder la capacidad crítica, se intenta renovar formalmente este género, mediante la
experimentación con el lenguaje y la búsqueda de complicadas líneas estructurales. En el
desarrollo de esta narrativa inciden diversos factores:
De este modo, a partir de la publicación en 1962 de Tiempo de Silencio, se generaliza entre los
novelistas españoles el uso de una serie de recursos técnicos y expresivos de carácter
experimental.
De 1951 es La colmena, probablemente su mejor obra. En ella reafirma Cela algo que será
característico de toda su trayectoria: el deseo de experimentar con nuevas fórmulas y moldes
narrativos. Otra vez utiliza un protagonista colectivo, pero ahora no se trata de una novela
psicológica sino de la vida de más de trescientos personajes, cuyas peripecias se van
desgranado en la obra de un modo peculiar: la narración se estructura en múltiples secuencias
o viñetas de longitud variable, y en ellas se salta de unos personajes a otros y de unos sitios a
otros, de forma que se asiste a unos hechos que suceden a veces de modo simultáneo en
lugares distintos. Este ir y venir de personajes que se cruzan y se entrecruzan (técnica
caleidoscópica) aspira a ofrecer un panorama de la vida de Madrid de los primeros años de la
posguerra. La unidad de la novela viene dada por la concentración espacio-temporal: toda
ella transcurre en poco más de dos días y los espacios, aunque variados, se reiteran y son
siempre los centros típicos de relaciones sociales de la época (cafés, casas, burdeles, calles…).
Esta reiteración refleja la monotonía, la rutina; el eterno presente implica que no hay futuro y,
por tanto, no hay salida posible para los personajes.
Otras obras destacables: Mrs Caldwell habla con su hijo, San Camilo, 1936, Mazurca para dos
Muertos, etc.
Delibes cuenta con una obra narrativa amplia, continuada, que se inicia, en 1947 con La
sombra del ciprés es alargada y termina en 1999 con El hereje. En este importante
conjunto novelesco se aprecia una notable evolución que va de un relato de concepción
tradicional a otro de técnica más novedosa. Esta evolución permite señalar en su producción
varios períodos diferentes:
- Una época inicial guiada por un fuerte subjetivismo y caracterizada formalmente por la
abundancia de descripciones y por una concepción tradicional de la trama novelesca (estilo
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realista). A esta etapa se suelen adscribir La sombra del ciprés es alargada, Mi idolatrado hijo
Sisí…
- La siguiente etapa se abre con un libro de 1950, El camino, novela sobre el despertar a la
existencia de un niño, Daniel el Mochuelo. La obra supone una metamorfosis en la obra de
Delibes y entre sus logros destacan la expresión de la ingenuidad del mundo infantil y la
acertada narración del paulatino descubrimiento de la vida. Sigue con Diario de un cazador, La
hoja roja, Las ratas: una de las obras más significativas del llamado “realismo social”,
denuncia la subsistencia y las desigualdades sociales en un pueblo agrícola de la Meseta, sujeto
al caciquismo y a la tiranía de las condiciones meteorológicas, retratando la supervivencia casi
animal en un medio hostil.
- La tercera y última etapa arranca con Cinco horas con Mario (1966) su obra maestra,
consiste en el diálogo/ monólogo interior de Carmen, una mujer de clase media que está
velando el cadáver de su esposo. El contraste entre Mario, un profesor solidario y progresista, y
Carmen, de mentalidad cerrada y convencional, refleja el de la España tradicional y el de la
progresista. Dos rasgos notables distinguen este último período de los anteriores: una mayor
conciencia, desarrollando temas como la deshumanización del hombre contemporáneo, y un
notable interés por las vivencias íntimas y las experiencias personales del escritor.
Otras obras: Parábola para un náufrago, El príncipe destronado, Los santos inocentes…
Su última novela, la única novela de carácter histórico de Delibes, es, a su vez, una de sus
mejores obras: El hereje, novela estructurada sobre la historia del Valladolid del siglo XVI.
El asunto de la obra, si se reduce a su puro esqueleto, tiene mucho de relato folletinesco, con
ribetes de novela negra. Lo que sucede es que su tratamiento da a la anécdota un alcance
existencial. El tema de la novela es la frustración existencial de un investigador médico cuyo
fracaso humano es consecuencia de la miseria social, del atraso científico que le rodea y de su
propia debilidad para llevar a cabo su proyecto. Todo esto lo realiza el autor desde la óptica del
intelectual que pretende comprender y explicar las causas profundas de aquella sociedad vacía
y empobrecida y del fracaso existencial de quienes la habitan.