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Derechos Universales y derecho a la diferencia

La intención de estas líneas es ofrecer elementos para la urgente reflexión sobre


los derechos humanos y su carácter universal, ampliamente cuestionado pero tan
necesario y las exigencias de reconocer el derecho el derecho a la diferencia.

1. Punto de partida: realidad multicultural


Lo primero que nos proponemos es aclarar que vamos a entender por cultura.
¿Qué se puede entender por cultura? Esto, porque es evidente que no podemos seguir
entendiendo por ésta lo que entendió la modernidad, es decir, si los Derechos Humanos
(DH) en cuento tales, cobran reconocimiento en la modernidad; nacen con unos
supuestos de hombre, insertos en una noción de cultural1. En la actualidad en el contexto
-global y posmoderno- lo que sucede es un proceso donde en la práctica hay una vuelta a
la pretensión moderna de absolutizar un único concepto de cultura: unos valores, unos
principios, unas normas, habitudes, significados, etc. En la práctica se intenta instaurar el
reino de la cultura de la relatividad, de lo light, del consumo. Cierto, vivimos un avance en
cuanto que hasta cierto punto se reconoce la diversidad de culturas pero, en no pocos
casos se palpa como muchas de estas culturas no tienen “capacidad” para resistir los
embates de las culturas dominantes.

Algo positivo que viene con la posmodernidad es que al romperse el concepto de


hombre, se rompe con éste el concepto de cultura se da pie a formas diversas de
socialización y de realización humana. La cultura posmoderna lo que en definitiva ha
puesto como evidente, es lo que en la realidad existía pero, no nos atrevíamos a
reconocer: que el mundo es una pluralidad de subculturas que corresponden a diversos
grupos sociales y que adquieren su propia legitimación a existir y coexistir con otras
culturas con igual o similar reconocimiento social.

1 Por razones de espacio no podemos detenernos en este importante análisis pero, para quien esté interesado puede revisar
una serie de reflexiones donde se expone esto, por ejemplo: DIEMER, Hersch; et. al. Los fundamentos de los Derechos
Humanos, Serbal/UNESCO España 1985; GONZÁLEZ, Nazario; Los derechos humanos en la historia, Universidad
Autónoma de Barcelona, España 1998; GROS Espiell, Héctor; Universalidad de los Derechos Humanos y diversidad de
culturas; HÖFFE, Otfried; Derecho intercultural, Gedisa Editorial, Barcelona, 2000.
2

La pretensión de Occidente de plantarse frente al resto del mundo como lo único


válido, el único modo de ser sociedad y humanos, está cada vez más en decadencia.
¿Qué es lo que ha pasado? Precisamente que frente a los males que traen consigo la
posmodernidad y la globalización, los hombres han hecho conciencia de su realidad
deshumanizada. Frente a / como resultado de / gracias a la posmodernidad y la
globalización se ha dado el surgimiento de un gran número de movimientos sociales:
grupos contra pandemias con el VIH y SIDA, grupos Lésbico-Gays, Movimientos
Feministas, de Migrantes, de Indígenas, Globalifóbicos,... Son movimientos que cobran
fuerza y se plantean tareas que tienen un sentido contracultural; se manifiestan en
encuentros como el de Seattle y Porto Alegre, buscan modelos alternativos y con ello
ponen en duda -quebrantan- el pretendido modelo occidental de una única cultura,
monolítica, estática; rompen con el ideal moderno de un único modo de ser humano y
sociedad.2 Con su praxis la pretendida universalidad de los derechos humanos se agrieta
y resquebraja porque las necesidades y los modos de humanización se modifican y, el
ideal moderno de los derechos humanos –impuesto- no se ha “actualizado” (ajustado).

La coincidencia de estos movimientos es la pugna por una sociedad plural,


incluyente, con modos distintos de realización humana. Y esta realidad de ruptura con lo
occidental-moderno configura lo que se conoce como realidad multicultural. ¿En qué
consiste el multiculturalismo? ¿Qué significa “diversidad cultural”? ¿En este sentido la
diversidad se opone a la universalidad? ¿El multiculturalismo es la solución a las
pretensiones homogeneizantes de occidente y la globalización? ¿Qué pasa con los
derechos humanos debemos plantearlos sólo en términos de ideales, de proyectos
utópicos de humanidad?

Según León Olivé reconocer que existe una cultura diferente es aceptar

“... que los miembros de la otra cultura pueden concebir la naturaleza


humana de modos muy diferentes, y lo que perciban como necesidades básicas
puede diferir enormemente del punto de vista occidental moderno.”3

2
A quien le interese profundizar en el tema puede ver: Resistencias mundiales. De Seattle a Porto Alegre,
José Seoane y Emilio Taddei (comps.) Buenos Aires: CLACSO, marzo de 2001.
3
OLIVÉ, León; Multiculturalismo, en Multiculturalismo y pluralismo, pp. 38.
3

Lo que sucede es que se han modificado los modos de entablar las relaciones:
entre los individuos y de estos con la sociedad, las obligaciones, las responsabilidades,
las necesidades, se sienten distintas, son distintas. La ruptura con occidente ha dado píe
al reconocimiento de una diversidad que de hecho existe, ha existido. Una diversidad que
se traduce en modos distintos de concebir el universo, al hombre mismo.

Precisamente uno de los derechos que más se reclama en el actual contexto es el


derecho a la diferencia y, surge como contra propuesta de una universalidad que se
absolutizó y negó la posibilidad de ser diferente; frente a la exclusión, la marginación, el
estigma social, el rechazo, se propone lo plural.

La exclusión social por ser diferente se vive de tan diversos modos; hay toda una
lista de los eternamente excluidos, porque no se acomodan a los patrones de lo moderno,
su lógica no es la del progreso, su religión no es el trabajo, su modo de inteligir, de
enfrentarse al mundo, no es razonando: en este grupo hay de todo, hombres, mujeres,
niños, ancianos, jóvenes, son gays, lesbianas, prostitutas, pepenadores, tiangüeros,
campesinos, albañiles, periodíqueros, chicleros, limpiaparabrisas, vende todo en las
esquinas, cerillos, boleros, lavacoches, empacadores, taqueros, taxistas, traileros,
estibadores, cargadores, tabiqueros, talacheros,... enfermos de VIH y SIDA, mujeres,
migrantes, ilegales, drogadictos, presos,... la lista es muy grande, y se hace cada vez más
compleja. Estos hombres y mujeres son marcados por la sociedad porque no cumplen los
mínimos requisitos para ser personas, no están insertos en el mundo de la tecnología, del
progreso, de lo globalizado, no razonan. Los excluidos participan de la llamada economía
informal, del subempleo, son la parte que no se le ofrece al Turismo. Son el mal de la
sociedad, la causa del subdesarrollo y la dependencia, porque con sus prácticas, con su
estilo de vida hacen del mundo algo “inconfortable”, además provocan el desorden social,
el caos. Todo esto como consecuencia de no vivir de acuerdo al estilo de vida (los
parámetros, la buena moral,...) de occidente. Los indígenas, las prostitutas, entre otros
tantos de esos excluidos, terminan siendo menos humanos, porque no cumple los
requisitos, porque se salen de los esquemas.
4

En este contexto se reconoce que el término cultura tiene muchos significados.4


Olivé dice que el concepto de cultura

“... alude a una comunidad que tiene una tradición cultivada a lo largo de
varias generaciones y que comparte una -o varias- lengua, una historia, valores,
creencias, instituciones y prácticas (educativas, religiosas, tecnológicas, etc.):
mantiene expectativas comunes y se propone desarrollar un proyecto común...”5

Occidente delimitó y encerró por mucho tiempo el concepto de cultura, lo que le


sirvió para sus intereses colonialistas. A ratos la cultura terminó siendo la asimilación de
conocimientos y, como conocer era -en no pocos casos- sinónimo de inteligencia,
consecuentemente sólo eran inteligentes, los que conocían, sólo ellos tenían cultura.
Ahora no podemos seguir viviendo bajo esa lógica, la cultura se debe concebir como un
proceso dinámico, abierto a los procesos de transformación interna y a la comunicación
con otras formas de vida; a partir de lo cual sea posible un proceso de diálogo, de
recreación e invención de proyectos comunitarios -comunes.

En este contexto la cultura tiene que reconocerse como

“...fruto de un esfuerzo colectivo, no de asimilación pasiva de una tradición,


sino de una apropiación libre de ese legado, que puede ser de diversos orígenes,
que es transformado y actualizado en cada momento de la vida colectiva”.6

El multiculturalismo como realidad que es, no representa un concepto unívoco.


Según Olivé tiene varias connotaciones y, son varias las formas en que se vive: países
multiculturales, Estados multinacionales, Estados poliétnicos. Existen diferentes modelos
de multiculturalismo, así como existen diversos modos de entender y vivir la cultura. Los
modelos multiculturales dependen del concepto de cultura presupuesto, de las
concepciones: éticas, epistemológicas, antropológicas. Nosotros ponemos atención al

4
Si se quiere se puede consultar el citado análisis que hace León Olivé, en él hace una descripción interesante
del término cultura, entre otras cosas referentes al multiculturalismo. Igualmente se pueden consultar los
documentos que aquí se citan referentes al tema.
5
OLIVÉ, León; Multiculturalismo, en Multiculturalismo y pluralismo, pp. 42.
6
SENET de Frutos, Juan Antonio; Ellacuría y los Derechos Humanos, pp. 70.
5

multiculturalismo en cuanto que representa una realidad que se manifiesta cada vez con
más fuerza y que, entre otras cosas, tiene como apuesta la pluralidad, porque

“justifica el llamado derecho a la diferencia aplicado a las culturas, esto es,


su derecho a preservarse, reproducirse, a florecer y a evolucionar.”7

Entonces entre otras cosas el multiculturalismo, representará tanto comunidades


plurales, sociedades y Estados “poliétnicos” y/o multiculturales. Lo fundamental de la
realidad multicultural es que rompe con la concepción de una única cultura, monolítica y
coherente.

Pero la realidad multicultural también representa serios riesgos, de relativismos


absolutos, de indiferencias, de anarquía. Ya hemos señalado que el multiculturalismo no
es un concepto unívoco.

¿Qué pasa entonces con los Derechos Humanos? ¿La universalidad es cosa
imposible? Si así es, entonces ¿cómo enfrentar las problemáticas globales, que incumben
a todos los hombres? Por ejemplo ¿qué hacer frente a la sobre explotación de la tierra:
bosques, mantos acuíferos, reservas ecológicas; qué hacer frente alarmantes niveles de
contaminación de ciertos ecosistemas? Y si esto no parecen problemas globales, ¿qué
hacer frente al sobre calentamiento de la tierra, y sus respectivas consecuencias? ¿Qué
hacer respecto al hecho de que unos cuantos tienen en sus manos la posibilidad de
acabar con el planeta porque el progreso les ha permitido crear armas con esas
posibilidades? ¿Qué hacer si son unos cuantos los que controlan las instituciones
internacionales responsables del bien del todos, unos cuantos dominan el FMI, el BM, la
OMC y peor aún, la ONU? Frente a esto, ¿es imposible hablar de derechos con carácter
de universales? Si esto es posible, ¿cómo resolvemos lo que aquí planteamos como
diversidad, como multiculturalismo?

Lo primero que tiene que quedar en claro es que para realizarnos como humanos
habrá que plantear una forma de multiculturalismo que suponga un proyecto común, que
de ninguna manera sea impuesto y/o asumido sin más, sino construido, que no sea

7
OLIVÉ, León; Multiculturalismo, en Multiculturalismo y pluralismo, pp. 61.
6

estático sino dinámico. Segundo construir una universalidad que precisamente nos
permita ser diferentes.

2. ¿Universalidad imposible?

¿Qué consecuencias tiene esta diversidad cultural? ¿Qué haya diversidad cultural
qué consecuencias tiene? ¿La diversidad cultural anula o imposibilita la universalidad de
los DH?

Si la modernidad tuvo una ruptura con lo medieval, que en términos de derechos


humanos, representó por un lado una nueva figura del sujeto humano, más adulto, menos
súbdito, más libre. También representó una ruptura con la carga social que llevaba el
concepto de hombre. Para los medievales algo sin duda fundamental fue la búsqueda del
bien común, que la modernidad olvidó. Su prioridad fue el sujeto humano, su
individualidad.8

Ya señalamos como la posmodernidad también toma distancia en relación a la


modernidad, en aquella los DH terminan en la mayoría de los casos aún con mayor carga
de individualidad. Por supuesto que no es el caso de los grupos emergentes que se
cohesionan y generan lazos de solidaridad; interactúan de tal forma que se guarda cierto
equilibrio entre lo individual y lo comunitario. En estos espacios, particularmente entre
algunos movimientos de Indígenas o de Migrantes se dan niveles de interacción propios
de su cosmovisión, donde hablar de derechos universales resulta más fácil.

Que la posmodernidad pretenda sustituir el mito del presente, por el mito del
momento, no parece lo mejor para los derechos humanos, ni estos, ni la realidad son algo
dado de una vez y para siempre. Pretender vivir sólo del presente es pretender que la
realidad no sea dinámica y que los DH no sean progresivos.

La lógica occidental presenta su proyecto de humanización como el único, el más


viable; es el proyecto de una sociedad planetaria (ahora global), con una historia única,

8
De hecho uno de los grandes problemas que enfrenta la actual concepción de los DH es precisamente la
conciliación entre lo individual y lo social de hombre. En el origen de los DH tuvieron primacía los derechos
individuales y, de hecho en la actualidad aún impera ese conflicto en las sociedades accidentalizadas donde
los derechos social-comunitarios no son del todo reconocidos.
7

con el progreso como meta y justificación de todo lo que no se ajusta a este proyecto. Se
presenta como el proyecto en el que todos somos responsables, si el barco se hunde, nos
hundimos todos con él. Es el proyecto de la absolutez y la universalidad, una sola cultura,
un único modo de ser humano; con la ciencia y la técnica a nuestro servicio.

En lo que toca a la globalización en algún modo representa la pretensión de


homogeneizar a los humanos. Es en algún modo la vuelta una parte del mundo
occidental-moderno, es la vuelta al modelo hegeliano-kantiano que pretendió una única
vía para la realización de la humanidad. Y es obvio que para quien se sale del camino hay
todo un aparato moral para regresarlo a la vía correcta; son muchas las morales
(cristianas, cívicas, empresariales,...) al servicio de intereses globalizantes y, si estas
fallan en su tarea de acallar las conciencias, para ello hay toda una legislación que no
sólo se trasgrede sino cada vez más es puesta al servicio de las grandes multinacionales.
¡La flexibilización laboral necesita de una legislación flexible!

En términos de DH ha resultado eso que Gómez Isa9 llama “la auténtica


privatización de los Derechos Humanos” cuyas consecuencias son nefastas para la
protección de los mismos.

Por lo que se ve la globalización ha representado altos niveles no sólo de


marginación, sino, peor aún, de exclusión. Se habla de continentes, regiones y países que
están siendo condenados a no participar de la globalización. Esta lógica, requiere una
ética global debido a que las consecuencias son una globalización de los problemas. Se
trata de un mercado global con su falta de límites, restricciones y reglamentos.

Si bien es cierto que la posmodernidad y la globalización ni tienen la misma lógica,


ni las mismas pretensiones, en los resultados sí coinciden. Con la lógica posmoderna
termina resultando un modelo de ser humanos heterogéneamente; por el contrario la
globalización pretende un modelo único, homogéneo. Ambos, aunque críticos de la
modernidad terminan teniendo una misma pretensión: instaurarse en el reino de la
absolutez. La posmodernidad encarna la idea de lo absolutamente relativo y, la
globalización lo absolutamente flexible, competitivo. Globalización y posmodernidad

9
GÓMEZ Isa, Felipe; Derechos Humanos y Globalización.
8

terminan generando una serie de crisis: económica, de valores, de utopías; representan


una fragmentación e incredibilidad en las instituciones.

Decir quién le sirve la mesa a quién, la posmodernidad a la globalización o a la


inversa, es cosa sumamente complicada; lo realmente cierto es que ambas se posibilitan,
son cómplices o mejor aún una es catalizador para la otra. La coincidencia de algunos
autores consiste en señalar que

“La posmodernidad corresponde a un momento histórico [...] al Capitalismo


Tardío, a una sociedad de consumo, a una sociedad de la informática, de los
medios masivos de comunicación, a una sociedad de una tecnología sofisticada.”10

La globalización y la posmodernidad representan tanto en la teoría como en la


práctica una ruptura con el modo de concebir el Estado. En términos de DH éste, en la
modernidad, era considerado como el responsable de garantizar la vigencia de los DH; la
realidad es que se ha modificado, en el ámbito global y/o internacional el concepto de
Estado moderno, en la práctica ha quedado superado. Acontecimientos como el 11 de
Septiembre de 2002 y la Guerra de USA contra Irak representan un claro parteaguas: se
rompen las fronteras nacionales.

Esta modificación del concepto de Estado, como Estado nación, también se ha ido
modificando con la creación de Instancias supranacionales como la Unión Europea. Por
algo la función de los tratados comerciales es precisamente generar uniones regionales,
fronteras libres; con esto el papel del Estado sobre todo en lo que se conoce como los
Derechos de la Primera Generación (Civiles y políticos), que tradicionalmente fue
considerado como fundamental, deja de serlo. Si éste tenía la tarea de velar por los
derechos de sus ciudadanos, ahora son ellos mismos bajo la lógica de la eficacia y la
competitividad, quienes deben de procurárselos.

Los Estados han estado perdiendo autoridad económica y política. Se ha dejado


en manos del mercado los sectores que tradicionalmente habían sido cubiertos
fundamentalmente por el sector público, con lo que se crean políticas antisociales. Las
necesidades de educación, vivienda, salud, seguridad social, entre otras muchas, son

10
ADAMSON, Gladys; Posmodernidad y la lógica del capitalismo tardío.
9

cubiertas por quienes pueden comprarlas. Así, los estados, ni velan por el bienestar
general y menos imponen las condiciones en el mercado. El FMI y el BM han obligado a
los gobiernos de muchos países no sólo a poner freno a la inflación y a la deuda pública,
sino también a privatizar empresas y liberalizar la entrada de capitales o empresas
multinacionales. La consecuencia directa de esto es el debilitamiento de la protección de
los derechos humanos; estos se convierten en una mercancía más que tiene que ser
negociada, cuando tradicionalmente, por lo menos desde el vigente concepto de los
derechos humanos, es responsabilidad de los Estados su realización efectiva.

La globalización representa un proceso de animalización (deshumanización)


precisamente porque se pretende homogeneizar a los hombres. Al imponerles patrones
de conducta e imposibilitar su socialización, lo que formamos no es un animal de
realidades, sino un animal de estimulabilidad.

Como se ve es necesario reconceptualizar el concepto no sólo de Estado sino


mejor aún el de ciudadano ¿por qué? Porque en la práctica los no ciudadanos -y los
ciudadanos- no ha sido sujetos de derechos, de esos derechos de la primera generación y
parece que no lo serán de los derechos económicos, sociales y culturales. Para países
como Estados Unidos, los no ciudadanos en la práctica son humanos de segunda
categoría, el extranjero –el ilegal, independientemente de lo que ha causado su ilegalidad-
no tiene ciertos derechos que son fundamentales.

La realidad posmoderna, global y multicultural representa una fuerte cuestionante


al concepto tradicional de los derechos humanos. ¿Qué es lo que sucede? ¿Qué
representan la posmodernidad, la globalización y el multiculturalismo que exige replantear
el concepto de los DH? Lo que representan ya lo hemos venido señalando, que se
genera un nuevo marco, un nuevo contexto, una nueva realidad.

Los Derechos Humanos Universales nacen en un contexto -político, social,


ideológico, etc. - que se ha modificado y, con ello se modifica no sólo el concepto de
hombre, si no su propia realidad. Sencillamente sus necesidades no son las mismas, las
exigencias que se le plantean para su realización, algunas han quedado superadas y no
corresponden, otras más nunca fueron contempladas y por lo tanto hay una serie de
10

derechos humanos que como tal no están conceptualizados, menos aún reconocidos y
respetados.

Con este nuevo contexto -posmoderno y global- lo humano ha quedado reducido a


la condición de objeto, de mercancía. El proyecto moderno de una vida uniforme, con un
modelo homogéneo y universal; con una moral que bien definía lo que los hombres
debían ser, ha pasado a otro plano, corresponde a otro momento histórico; pensar en una
voluntad general, global o universal ahora, resulta irrisorio.

Desde el momento en que se diversifican las posibilidades de elección individual,


de la que cada quién es responsable de su realización, se da paso a que se anulen los
puntos de referencia ya que se destruyen los sentidos únicos, los valores y los principios
comunes pasan a segundo término. La socialización se vuelve interacción pragmática, el
otro (los otros hombres, las cosas de este mundo, Dios mismo) está en función de la
satisfacción de mis necesidades: de mi gozo-placer y seguridades.

Y es en esta realidad desde donde resulta imposible pensar en Derechos


Humanos Universales, por el contrario es más fácil valerse de esta lógica para
implementar nuevas formas de control social -la seducción por ejemplo. En este contexto
los DH terminan siendo una mercancía más a comprar, hasta lo que era responsabilidad
del Estado garantizar se vuelve obligado comprar.

Para muchos es imposible conciliar lo universal con lo individual; en algunas


formas de multiculturalismo lo relativo se absolutiza a tal grado que cualquier intento que
represente acuerdos/reglas de carácter universal termina representando un violación a su
persona, a su individualidad. Por el contrario en otros sectores lo diferente y plural, no
tienen cabida en un proyecto universal, esta es una postura que nos lleva a niveles más
altos de exclusión e intolerancia.

Respecto a lo anterior Adela Cortina señala que para este tipo de gente

“el respeto a la diferencia nos llevaría a una situación en la que no puede


defenderse ningún valor con pretensiones de universalidad, porque entonces
ahogaríamos la diferencia”. Para ella, se trata “de justamente lo contrario: sólo si
11

reconocemos que la autonomía de cada hombre tiene que ser universalmente


respetada, podremos exigir que se respeten sus peculiaridades...”11

Pero la universalidad, los derechos humanos universales, no es un asunto


imposible, antes bien, resulta necesario frente a la realidad actual por la que atraviesa la
humanidad plantearlos como tal. Más sin embargo, más que necesaria, la universalidad
es algo que se impone, es algo con lo que ciertos de derechos “nacen”. Lo humano
justifica la universalidad misma.

En el tipo de sociedad que estamos configurado, donde los hombres resuelven su


vida de diversos modos, por diversos hábitos (habitudes); en el fondo lo que
configuramos son modos diversos de ser humanos, de ser con los otros, de habérselas
con las demás cosas reales. Los humanos hemos configurado una sociedad global, en
cuanto que hay un modo de habérnoslas (de resolver la vida) global. Y es en esta
sociedad donde se nos plantea una situación de desestructuración de la vida humana, de
sistemática violación de los DH.

Frente a esta maldad global, si humanos queremos seguir siendo, se nos impone
un deber, la realidad nos exige crear proyectos globales de humanidad. Nos urge resolver
un mundo que se debate entre pobreza y exclusión, un mundo donde ser diferente cuesta.
Los Derechos Humanos en cuanto universales son parte de este proyecto global.

3. Universalidad abierta

Occidente durante mucho tiempo pretendió una universalidad impuesta, su cultura


era la única valida. Esa universalidad hoy cuestionada, nos exige una nueva universalidad
que se nos plantea como una reivindicación frente a esa lógica occidental, ya descrita,
que pretendió un único modo de humanización, su camino era el más viable; su proyecto
de sociedad fue el proyecto de una sociedad planetaria, con una historia única, con el
progreso como meta. Fue el proyecto moderno de la absolutez y la universalidad, de una
sola cultura, un único modo de ser humano; con la ciencia y la técnica a nuestro servicio.
El hombre fue entendido bajo el principio de la razón. Y bajo esta lógica los DH

11
CORTINA, Adela; Ética de la Empresa, pp. 42.
12

universales terminaron siendo los derechos del mercado, de las empresas. Bajo esa
lógica el hombre se ha ido deshumanizando.

Pedro de Velasco nos dice que bajo esa lógica occidental, el hombre deja de ser
una “animal de realidades” y vuelve a ser un animal de estímulos, al menos en lo que
respecta a su construcción. Y esto es así porque al

“negar la posibilidad de diversas alternativas de humanización es en el


fondo negar la posibilidad misma de humanización del hombre, es negarle la
libertad de construirse, es presuponerlo ya hecho y destinado, es presuponer que
su praxis liberadora no genera ni afecta su propia libertad, no afecta su propio
ser.”12

“Sostener un único camino de humanización es -automáticamente-


sacralizarlo y hacerlo obligatorio, racional, definitivo e incuestionable.”13

Por eso la universalidad a construir ha de ser abierta. ¿A qué? Precisamente a la


diversidad humana, abierta al dinamismo de la realidad que plantea siempre exigencias
diferentes. En cuanto que la universalidad tiene que irse moldeando a cada cultura y, esto
se realiza como proceso, la universalidad tiene que estar abierta a las posibilidades de
cada cultura.

Y esta universalización, en cuanto conformación de una sociedad mundial, no


puede representar la homogeneización sino, un incremento de la diferenciación social.
Diferenciación que en contexto de globalización se ve más aceleradamente afectada por
la acción de los hombres, aún por aquellos actos cotidianos. La certeza de que esto
sucede lo vemos en los efectos de los problemas mundiales que produce esta acción.

Esta universalidad no puede significar absolutez, no puede representar un único


modo de realizar la humanidad. Es una universalidad que ha de plantearse desde el
binomio de la exigencia-deber y el derecho que tienen todos los humanos a realizarse. Es
una universalidad no sólo exigida por la situación actual por la que atraviesan los DH, sino

12
VELASCO, Pedro De; Fiesta y trabajo. Oposición entre culturas, en Filosofar en situación de indigencia,
pp. 195.
13
Ibídem.
13

por el mismo dinamismo de la realidad, que exige constantemente ser ajustada.


¿Ajustada a qué? A las exigencias de la humanidad misma, al deber de humanizar el
mundo y crear posibilidades para la futuras generaciones. Es una universalidad que ha de
ajustarse a la realidad de los DH en contexto posmoderno y global.

La situación actual por la que atraviesa la humanidad y, con ella los DH,
representan una real amenaza para nosotros mismos, la lógica que impera entre quienes
se ostentan en el poder y quienes bajo formas de terrorismo feroz intentan derrocarlos, es
uno entre tantos ejemplos de la exigencia que se nos planta de construir un mundo con
valores, normas, principios, acuerdos, proyectos... comunes y universales. Parece que
algo que es posible encontrar es una serie de características comunes entre las culturas:
significados y sentidos parecidos y, en la medida que éstos potenciemos podremos estar
hablando de derechos humanos con carácter universal. Y universal en cuanto que hay
similitudes en el proceso cultural de realización humana, hay valores que parecen ser
comunes como la vida; lo que puede significar que la universalidad la podemos construir,
tal vez rastrear.

4. Universalidad histórica

La universalidad a postular desde la filosofía de Xavier Zubiri resulta ser una


universalidad histórica, porque su realización depende de los hombres, que
históricamente hacen sus vidas y, son ellos 0quienes inician procesos de realización en
los que a través del tiempo van incorporando las exigencias de humanización, lo que
implica una relectura e incorporación de las posibilidades que otros han generado para
ellos. Es universalidad histórica porque es resultado de una lucha que históricamente los
hombres han enfrentado frente al poderoso. Es histórica también porque es situada. Su
punto de partida es una realidad humana imposibilitada, bajo situaciones de violación
sistemática de su humanidad.

La universalización de los DH es histórica, corresponde a una época y a unas


necesidades concretas, exige un dinamismo, un reajustamiento progresivo. Y, esta
universalidad en la actualidad se nos plantea frente a la violación masiva -global- y
sistemática de los derechos fundamentales; un alto porcentaje de la población mundial no
tiene modos de satisfacer sus necesidades básicas.
14

“La universalidad de los derechos humanos […] es una universalidad


histórica, y en cuanto histórica, es algo adquirible, como posibilidad, a través del
proceso de realización de las sociedades si es que el mismo está abierto a la
incorporación de cierto ideales utópicos que, a su vez, hay que ir esbozando
históricamente.”14

Los derechos humanos, en cuanto creación-exigencia de los hombres,


representan algo concreto, su concreción los sitúa, les imprime el carácter de históricos;
porque nacen desde determinadas condiciones y en cuanto tales, es responsabilidad de
los hombres, de cada sociedad-comunidad su reactualización y ajustamiento. Y por este
carácter de los derechos humanos decimos que la universalidad es algo que se tiene que
concretando, amoldando. Al igual que los DH deben estar en continuo ajuste, la
universalidad también, ésta se ha de ajustar a un proyecto de humanidad, que no puede
ser el del Primer Mundo, por el contrario tal ajuste supone romper con los dinamismos que
históricamente han generado pobreza, marginación, subdesarrollo. La universalización
tiene que hacerse desde un proyecto de humanidad que implique humanizar un mundo
deshumanizado como el capitalista, universalizar en este sentido implica generar, entre
otras cosas, modelos que supongan un reparto más equitativo de los ingresos, una
posibilidades de disfrute de lo que siempre se ha negado.

5. Universalidad plural

Pero además, la universalidad ha crear, debe suponer la superación de los


absolutismos y relativismos representan posturas que en ningún modo son una solución
viable a la actual realidad por la que atraviesan los DH. Por ello es necesario plantear una
forma de multiculturalismo que no termine siendo un relativismo absoluto. Se trata de
plantear una posición pluralista que supere a ambos y permita plantarse un proyecto de
con-vivencia, de sanas relaciones entre las culturas. En el fondo se trata de construir eso
nombrado por muchos como el derecho a la diferencia.

Presentar los DH como universales ha de significar plantear una universalidad que


en lugar de absolutizarse, de pie a un pluralismo, pluralismo que a su vez no puede

14
SENET de Frutos, J. A.; Ellacuría y los Derechos Humanos, pp. 56
15

terminar siendo relativismo absoluto. Una universalidad acorde a las actuales exigencias
que platean los procesos de realización humana ha de considerar el tradicional conflicto
que viven los derechos humanos en cuanto que son derechos individuales y colectivos; la
universalidad en ningún modo debe anular la individualidad de cada sujeto humano y, a
su vez esta tiene que ser replanteada de tal modo que bajo el cobijo de la pluralidad, no
represente la imposibilidad de derechos sociales, de derechos universales.

La universalidad de los DH debe ser tal, que no anule la individualidad de los


mismos y, de igual manera, lo individual –relativo- no debe estar sobre valorado. En la
filosofía de Zubiri no encontramos razones que justifiquen como otras, una lógica
individualista, favorecedora de ideologías capitalistas que ponen el acento en el derecho a
la propiedad, el derecho a la libertad; derechos que en la práctica suponen la exclusión de
los otros, la realización individual.

En Zubiri las cosas reales en cuanto reales son respectivas, es decir, por más
individuales que sean, están abiertas, lanzadas a las otras cosas reales. Mi vida humana,
sólo es posible porque vivo entre humanos; pero eso no es suficiente, el hecho de vivir en
un mundo que nos posibilita tal vida, nos obliga a cuidarlo, nos obliga a mantenerlo, a
hacerlo posible. Y esta construcción-realización pasa, primero por reconocer y vivir –
construir un dinamismo centrado en- la respectividad, la versión de unos hombres a otros.

Y esta universalidad no sólo ha de reconocer la individualidad, la ha de potenciar;


ha de tratarse de una universalidad desde donde se pueda plantear la diversidad, lo
plural. Si los DH son universales, lo son porque los planteamos como proyecto de toda la
humanidad, como acuerdos para hacer posible nuestra vida humana en todas sus
diversidades.

El hombre como sistema clausurado necesita para serlo que las notas sean “de”. Y
sólo las notas pueden ser “de” cada uno de los individuos cuando estos se encuentran
bajo todas las condiciones de apropiárselas. La universalidad a crear debe garantizar la
creación de posibilidades de humanidad para todos.

Para ser humano necesito una situación tal que me permita serlo, me es
necesariamente obligado tener todo aquello y, no menos, que me haga posible mi
16

realización humana y, los derechos humanos son parte de esta situación. Un cosmos
organizado, posibilitando vida humana, habitudes coestruturables con la vida humana.

Los sistemas humanos y sociales en cuanto subsistemas de un mundo (cosmos)15


necesitan coherencia, unidad sistemática. ¿Qué quiero decir con esto? Que precisamente
por ser todos los humanos no sólo respectivos y abiertos, sino también por formar parte
de un mundo, que nos ha hecho posible la vida humana, si humanos queremos seguir
siendo, nos obliga humanizarlo, nos obliga cuidarlo para que la vida humana, nuestra
vida, pueda seguirlo siendo.

Los DH sólo son posibles en una sociedad, porque esta los reconoce y los acepta
como exigencias para humanización. Y en cuanto que los reconoce y acepta, se apropia
de ellos, los hace parte de su modo de vida. El proceso de universalización de los DH ha
de ser un proceso de habituarse a un estilo de vida, a realidades que son coestructurables
con la humanidad.

6. La universalidad y el derecho a la diferencia

La construcción de una universalidad acorde con el actual contexto empieza por el


reconocimiento de la riqueza que representa lo plural, la diversidad de culturas: el
reconocimiento de las particularidades religiosas, históricas, psico-biológicas,
tradicionales, regionales, nacionales, filosóficas, lingüísticas, económicas, políticas,...

Para Gros Espiell

“Tales diversidades, reales e innegables, enriquecen (deberían) la


concepción universal de los derechos humanos. No constituyen expresiones de
negación, sino por el contrario, aportes esenciales para que los derechos humanos
puedan ser realmente universales y para que sean sentidos, comprendidos y
respetados, no como la imposición de una idea ligada a una civilización particular,
un determinado momento de la historia, sino como una aspiración universal...”16

15
Aquí no distingo entre uno y otro concepto.
16
GROS Espiell, H.; Universalidad de los Derechos Humanos y diversidad de culturas.
17

Si la universalidad implica el reconocimiento del derecho a la diferencia, el


reconocimiento de esta diferencia empieza por ponerse los zapatos del otro, del otro que
puede ser radicalmente distinto a mí. ¿Y esto para qué? ¿Con que objetivo?

“De modo que el reconocimiento del otro implique un colocarse en su


propia piel (su propia hambre, su frío, su desnudes, su exclusión, por supuesto su
riqueza, su comodidad, su confort y seguridades,...), experiencia de la cual uno no
sale nunca indemne, sin sufrir algún tipo de metamorfosis.”17

Los derechos humanos sólo serán universales en la medida que los hombres
vayan siendo hombres, en la medida que vayan realizando sus diversos modos de ser
humanos. Si el fundamento de la universalidad es la dignidad humana, cada sociedad,
cada cultura ha de potenciar eso que entiende le hace digna a cada persona.

El mundo será humano, podremos hablar de que los derechos humanos son
universales cuando estos garanticen los medios para que aún siendo tan diversos los
humanos, todos nos estemos realizando. Serán más universales en cuanto que más
(todos) humanos se beneficien de los medios de humanización que estos representan.

Pero para que este derecho a la diversidad no termine siendo la absolutización de


un relativismo, para que sea real expresión de la universalidad supone, entre otras cosas
una apertura y búsqueda del diálogo, la confrontación; que permitan no sólo la realización
del proyecto global de humanidad sino, el cotidianamente ir sintiendo mi realización como
realización del otro (del otro humano y del otro en cuanto realidad que hace posible la vida
humana).

El derecho a la diversidad tiene que ir acompañado de un derecho (deber)


complementario: ese de procurar por todos los medios, la realización del otro diverso a
mí, porque en su humanización me juego la mía. En la humanización del mundo está la
realización de los humanos.

Héctor León. Abril de 2006


17
IBÁÑEZ, Alfonso; Mundialización y Multiculturalismo, pp. 247.

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