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Discutían por casi todo, de forma y fondo. Ni siquiera los artículos que
parecerían obvios en contenido fueron aprobados a la carrera. Para la
aprobación del artículo 83, por ejemplo, que dice que El Salvador es un
Estado soberano, llevaban discutiendo día y medio el texto preciso
cuando decidieron ponerlo en pausa para avanzar en el articulado.
También pospusieron el artículo 84, que establece los límites territoriales
del país. El artículo 85 conllevó una larga discusión sobre el significado
del término “pluralista” para el sistema político. El 86 empezó con una
discusión semántica sobre el uso de la palabra “poderes” u “órganos”
para referirse a las tres ramas del Estado y se extendió a una discusión
de autores constitucionalistas europeos.
Esa era la tónica. Cada artículo fue discutido minuciosamente por las seis
diferentes fracciones que componían el congreso salvadoreño y luego
cada fracción tenía el derecho a responder. Por eso lo que pasó con el
artículo 88 fue raro. A la hora de discutirlo, nadie pidió la palabra. Nadie
objetó. Todos votaron unánimemente. Ese artículo dice: “La alternabilidad
en el ejercicio de la Presidencia de la República es indispensable para el
mantenimiento de la forma de Gobierno y sistema político establecidos.
La violación de esta norma obliga a la insurrección”.
Por último, el artículo 248 es una especie de candado que se pone a una
puerta previamente cerrada. Habla de la manera de reformar la
Constitución y dice: “no podrán reformarse en ningún caso los artículos
de esta Constitución que se refieren a la forma y sistema de Gobierno, al
territorio de la República y a la alternabilidad en el ejercicio de la
Presidencia de la República”. Ese inciso, al igual que el artículo 88,
tampoco se discutió y se aprobó el 24 de noviembre de 1983, con 35
votos.
Para empezar a aprobar esa sección hubo varios debates. Por ejemplo,
Genaro Pastore, el único diputado del Partido Popular Salvadoreño,
objetó el mínimo de edad de 30 años que debería tener un presidente.
“Un puesto de tanta responsabilidad, como es el de ser un Jefe de
Estado, debe de gozar de una experiencia, debe de tener un bagaje de
conocimientos de estadista, sea porque los ha adquirido o sea por
intuición”, dijo.
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La bancada de Nuevas Ideas celebra el nombramiento de Ernesto
Castro, amigo y socio del presidente Nayib Bukele, como nuevo
presidente de la junta directiva de la Asamblea Legislativa en la sesión
del 1 de mayo del 2021. Foto de El Faro: Carlos Barrera
Tener una Asamblea bien pagada y que usa una gran cantidad de
recursos públicos para su funcionamiento bien podría ser una tradición
salvadoreña. Las críticas en ese sentido llevan iguales unos 40 años.
Para entonces, los jueces de Mayor Riesgo estaban en una isla rodeada
de operadores de justicia cuestionados. Unos meses antes, cuando
acudieron a la sede central del MP para pedir que cesara la persecución
en su contra, la respuesta de la fiscalía general fue el silencio absoluto.
—Con la puerta abierta (de la oficina), escucho que una de las oficiales le
grita al notificador, “¡Pedro Luis! ¡Te llaman! Es el licenciado fulano de tal.
Te está devolviendo la llamada”. Él sale corriendo a contestar el teléfono,
y la oficial le dice, “dice que tú lo llamaste, o le pusiste un mensaje, algo
así”—relata Aifán.
—Ahí vimos el match con el problema del amparo—dice Aifán. —Ese fue
el detonante: ponerlos a ellos en evidencia y en conocimiento de que yo
ya sabía que estaban actuando mal.
—Mi reacción fue, “Ay, esto es mío. ¿Qué hace esto aquí?”. Lo quité y en
automático le recibí el siguiente documento, y él me lo dio en automático.
Pero en eso, él reaccionó, así como… “Hiiiij”— Aifán hace las veces de
quien contiene la respiración por un susto. — “¡Es la denunciaaaa!”—la
jueza imita la reacción en cámara lenta del notificador. Ríe brevemente,
pero recobra la seriedad de súbito y continúa —. Fue una fracción de
segundo, y no sé cómo pasó, porque después que dije “Esto es mío,
¿qué hace aquí?”, lo puse a un lado. Pasó mi secretaria y le dije
“guárdeme esto”. Y ella lo tomó y se fue. En esa fracción de segundo, él
reaccionó, y se me fue encima. Giró la silla, y se paró, y empezó a
decirme, “¡Devuélvamelo! ¡Eso es mío!” y empecé a retroceder, hasta que
topé la espalda con un archivo, y grité “¡Llamen a seguridad!”. El
documento que (yo) tenía era el siguiente; entonces lo agarré así
(levantándolo, para que él lo viera), y le dije “¡Cálmese! ¡Cálmese!”.
Así, mientras Aifán llevaba algunos de los casos más importantes del
país, también debió convertirse en detective en su propio despacho,
solicitando la revisión de computadoras, teléfonos celulares y archivos.
Sólo así comprobó que la grababan, sacaban expedientes —en físico y
electrónico —de la oficina, y ocultaban notificaciones de diligencias que
ella debía resolver. El jefe de seguridad del OJ le dijo que ella exageraba
cuando escuchó sus sospechas. “Pienso que usted está muy estresada y
está viendo cosas que no son”, le comentó una vez, según Aifán, antes
de comprobar que ella tenía razón.
Aifán asegura que había desaparecido la pieza 39 del caso Fénix, que
lleva la FECI (52 acusados en el lavado de Q350 millones del Instituto
Guatemalteco de Seguridad Social, que una sala de apelaciones anuló
este año). La jueza agrega que también se perdieron algunas
certificaciones de sala, al menos diez apelaciones, 508 folios de una
pieza que se envió a una sala, y un CD. La mayoría de los documentos
perdidos eran del caso Fénix y Aifán los vincula con la oficial.
—¿Han? ¿Quiénes?
—Sí.
—No… No.
—¿Si eso le creaba problemas a usted en este juzgado, podría ser eso
parte del objetivo?
—Uno podría imaginar que estas filtraciones son por presunta corrupción
judicial, al servicio de los intereses de un afectado o afectada específica.
Pero, por el paso del tiempo, ¿puede ser que responda a una estructura y
a un interés político?
—La fiscal general Consuelo Porras tomó posesión del cargo en mayo de
2018, un mes antes que usted comenzara a acumular denuncias. ¿Cómo
ha sido su relación con el MP desde entonces?
—¿Mejor no visualizarlo?