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Centro educativo

Homero Ayala´p
Nombre
Josué Parada

Materia
Cívica

Profesor
Marden Rivera

Grado
10B
la nación y el estado orígenes y evolución
El Estado moderno es una nueva forma de identidad política de las comunidades
humanas de gran parte de la civilización occidental a partir del siglo XV y que terminó
de consolidarse para 1646 (siglo XVII). Se pasa de una autoridad dividida y
superpuesta (feudal), a una centralizada (Estado-nación) resultado histórico de la
asimilación y absorción de unidades políticas más pequeñas con el fin de lograr el
control y la unificación territorial de los incipientes estados europeos. Estos cambios
marcan "un sustancial aumento de la autoridad pública desde arriba"... (David Held,
1997).

La humanidad no ha vivido siempre bajo la organización de los Estados-nación tal


como los conocemos hoy; estos surgen artificialmente bajo condiciones políticas e
históricas muy distintas al presente. Hay que recordar que luego de la paz de Westfalia
de 1648, tras la guerra de los 30 años en Europa, se promulgó y desarrolló el principio
de soberanía territorial en los asuntos interestatales, modelo que predominó casi tres
siglos exactos hasta 1945 con el nacimiento de la ONU como organismo supraestatal
de proyección universalista.

El Estado-nación que emergió con la paz de Westfalia y que es el único marco de


referencia teórico que conocemos hoy, pierde vigencia aceleradamente desde 1945 y
más aún desde el 9 de noviembre de 1989. El sistema interestatal moderno se
caracteriza por: 1. territorialidad o fronteras exactas; 2. control de la fuerza por un
ejército único; 3. estructura impersonal del poder; y 4. la lealtad del ciudadano al
Estado y sus autoridades nacionales.

Es así como al entrar en desgaste y agotamiento este modelo de cómo organizar las
sociedades humanas civilizadas, como consecuencia del desdibujamiento de las
fronteras por las tecnologías de la información, se erige el individuo libre como portador
de esa soberanía que antes ostentaba solo el Estado-nación. Por ello cobra
importancia lo que actualmente llamamos "sociedad civil", o sea, grupos de ciudadanos
libres pero responsables que buscan compartir soberanía y autodeterminarse sin
mayores controles centralizados de los gobiernos.

Desde el 9 de noviembre de 1989 empieza a tomar cuerpo una nueva sociedad


mundial globalizada e interdependiente, en la cual las libertades del hombre y la
economía de libre mercado se abren paso al oscurantismo totalitario y de planificación
centralizada-estatizada de la economía. El Estado empieza a dejar de ser el principal
referente de la vida privada y social del hombre de a pie. A nivel psicológico, un nuevo
Yo se estructura a partir de este fenómeno.
Es indudable que gran parte de los problemas de pobreza cultural y económica de
Panamá es el resultado de instituciones devenidas en obsoletas y en el esquema
disfuncional del Estado clientelista y de bienestar concebido para épocas distintas y del
cual se abusó y se abusa en demasía. La superposición inadecuada de medidas de
apertura económica parciales lo que han logrado implantar en nuestro país son dos
cosas que desvían el debate sobre el momento actual: 1. la creencia equivocada de
que el neoliberalismo no funciona, lo cual lleva a establecer una suerte de décimo
primer mandamiento establecido por la clase política panameña de "no privatizarás"; y
2. la creencia equivocada de que mantener el intervencionismo estatal (statu quo) es lo
correcto y más nada.

La voz de alarma sobre la obsolescencia del diseño estatal panameño la dio el señor
John Bennet, presidente de APEDE, en semanas pasadas cuando habló sobre la
"abolición del Estado", frase que más que su sentido literal buscaba figurativamente
llamar la atención de manera dramática sobre el asunto de la urgente modernización
del Estado y Gobierno panameños. Inmediatamente salieron los soñadores y
dogmáticos del "ogro filantrópico" perfecto a tachar con epítetos al mensajero sin tomar
nota del mensaje, contribuyendo a estancar el avance sobre la discusión del tema.

La libertad (en todos sus ámbitos) pasa por la reducción del Estado y la burocracia. No
es un medio para alcanzar un fin político mayor: es el fin político más elevado, tal como
asevera Hana Fischer.LA
FORMACION DE LAS NACIONES
El siglo XIX se llama el "largo siglo XIX".[6][7] Este siglo está marcado por muchos
elementos que pueden caracterizarlo de la siguiente manera. Hubo un choque
ideológico entre el liberalismo, el conservadurismo y el socialismo que condujo a la
Revolución de Octubre de 1917, que desempeñaría un papel importante en la Sociedad
de Naciones en relación con la Unión Soviética. Existe la adopción de la idea del
estado de derecho y el establecimiento de un deber estatal basado en leyes y
constituciones cada vez más desarrolladas que también están empezando a proteger la
privacidad. El siglo XIX fue un siglo fuertemente marcado por el proceso de
industrialización. El surgimiento de nuevas estructuras a nivel económico llevará al
surgimiento de la lucha de clases, el consumo y la movilidad social. El siglo XIX
también estuvo marcado por un proceso de democratización y parlamentarización,
como en Gran Bretaña. Hay un fuerte movimiento hacia la democratización, que es un
proceso de base que sólo afecta a los hombres en este período. La educación escolar
se hace obligatoria y se integran nuevos estratos sociales en el sistema político. El
siglo XIX también estuvo marcado por la globalización de las comunicaciones con la
invención de la telegrafía y la construcción de una red telegráfica mundial. Esto
conduce a un dominio europeo sobre este mundo marcado por el colonialismo. La
rivalidad entre los Estados va en aumento, lo que no necesariamente se concibe como
una guerra. El siglo XIX es el siglo de la ciencia también con la invención del producto
nacional bruto que permite hacer comparaciones en el contexto de una competencia.

Estos son elementos nuevos porque el Estado que se concibe a sí mismo como un
Estado-nación ya no tiene más legitimidad a través de la gracia de Dios, es una nueva
concepción de la nación. Los grandes imperios como Austria-Hungría, pero también el
Imperio Alemán tenía muchas minorías, el Imperio Otomano, pero también el Imperio
Ruso contenía muchos pueblos diferentes. El despertar del nacionalismo y de las
naciones conduce a una enorme explosión de desarrollo que se producirá en la
segunda mitad de la Primera Guerra Mundial con una implosión de los grandes
imperios desafiados por la fuerza desestabilizadora del despertar de estas pequeñas
naciones. Los investigadores hablan del despertar de los pueblos pequeños, en
particular de Miroslav Hroch, que ve tres fases distintas para la creación de una nación
en el contexto del nacionalismo del siglo XIX: la creación de una nación desde el punto
de vista de la cultura, que es la fase del despertar intelectual de las naciones, es decir,
los historiadores que inventan un pasado a menudo imaginario para crear una identidad
para un grupo cultural y lingüístico[1], una fase de agitación política[2] y la creación de
una nación como entidad política[3]. El pueblo internacionalizará la noción de nación a
través de las escuelas, pero también a través de instituciones como el ejército. Hoy
podríamos añadir los medios que conducen a una homogeneización de los lenguajes.
La noción de nacionalismo en esta visión dual de crear el concepto mismo de una
nación basada en la idea del estado nacional como un estado homogéneo dentro y en
competencia con el mundo exterior, que conduce a una carrera por las colonias y el
comercio. Las ciencias históricas hablan de este siglo XIX de un siglo de
modernización.

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