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CSJN, “CINPLAST”, Fallos 316: 212 (1993).

Hechos: La empresa Cinplast IAPSA resultó adjudicataria de una


licitación pública abierta por ENTEL, por la cual se solicitaba presupuesto para la adjudicación de tubos PVC rígidos y
otros accesorios. Se pactó un precio unitario que, llevaba la suma total del contrato a 28.962.864 pesos argentino y en
materia de plazos, se acordó la división en seis entregas mensuales y consecutivas de 24.350 unidades y, respecto a los
precios establecidos, quedó fijado el reajuste o indexación de consuno a una cláusula de variabilidad. La adjudicataria,
en el mes de junio de 1984, reclamó de ENTEL la regularización de los pagos atrasados en razón de haber efectuado las
entregas previstas y del desequilibrio financiero que ello provocaba en la empresa por las variaciones bruscas del precio
de la materia prima y la notoria escasez de financiación. Luego solicitó una prórroga de treinta días para la entrega de
los materiales, dejando constancia que dicho plazo se extendería a partir de la fecha en que el obligado se pusiera al día
con los pagos de facturas y mayores costos pendientes. Invocando su cumplimiento y la mora de ENTEL, luego Cinplast
declara resuelto el contrato, con reserva de reclamar daños y perjuicios e intereses derivados del incumplimiento y los
importes de la facturas pendientes reajustadas y mayores costos abonados fuera de término.
• En primera instancia se hace lugar parcialmente a la demanda y ello es confirmado por la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, condenando a la empresa Nacional de Telecomunicaciones
(ENTEL) al pago de la sumas adeudadas en orden a las prestaciones cumplidas del contrato de suministro. La Cámara
sostuvo que el contrato se encuentra sometido al derecho público y que la excepción de incumplimiento, puede ser
opuesta por la contratista si existe prueba de una razonable imposibilidad de cumplir con las obligaciones impuestas,
frente al incumplimiento de pago por la ADM, entendiendo que esa situación no se presentaba al momento en que la
actora dispuso la rescisión del acuerdo.
La CSJN: De la exposición de los hechos y la documentación adjunta surge que el contrato suscripto por las partes se
rige por las condiciones generales y cláusulas especiales de la licitación pública N 250-P/83 y por el Reglamento de
Contrataciones. En tal sentido, la licitación de suministros necesarios para la prestación del servicio público a cargo de
ENTEL -provisión de caños para canalización subterránea- deriva en un contrato sujeto a los principios de derecho
administrativo. Ello es así porque, en principio, en tales contratos una de las partes intervinientes es una persona jurídica
estatal, su objeto está constituido por un fin público o propio de la administración y contiene, explícita o implícitamente,
cláusulas exorbitantes del derecho privado. Todo contrato -sea cual fuere su naturaleza debe celebrarse, interpretarse y
ejecutarse de buena fe y de acuerdo a lo que las partes entendieron o pudieron entender, obrando con cuidad y previsión,
principios aplicables al ámbito de los contratos regidos por el derecho público. Se confirma la sentencia apelada.

CSJN, “INGENIERÍA OMEGA S.A.”, Fallos 323:3924 (2000). Hechos: Ingeniería Omega S.A., empresa dedicada
a la reparación, compraventa, exportación e importación de aparatos médicos y quirúrgicos y a la construcción,
reparación y mantenimiento de servicios de hospitales, sanatorios y clínicas, promovió demanda contra la Municipalidad
de la Ciudad de Bs As, a fin de obtener el pago de servicios prestados, a partir de abril de 1990, en el Hospital General
de Agudos Cosme Argerich. La demandada expresó, que, para las contrataciones de servicios públicos y/o suministros
que se lleven a cabo por la Administración comunal, resulta aplicable el Reglamento de Contrataciones del Estado, de
acuerdo con la ordenanza 31655 y el decreto municipal 4989/1977. Así, deben hacerse previa licitación pública y sólo
en forma excepcional se puede recurrir a la contratación directa, a la licitación privada o al remate público (art. 56 inc.
3 decreto ley 23354/1956).
Juez De Primera Instancia: El juez de primera instancia, hace lugar a la demanda y condenó a la comuna a abonar el
importe de los trabajos y reparaciones efectuados en el Hospital Argerich. Sostuvo que las partes se vincularon mediante
la celebración de un contrato de suministro, que en esencia constituye una compraventa, esto es, la Administración
acuerda la provisión de ciertos elementos necesarios para el servicio público mediante el pago de un precio. Por esta
razón, consideró que corresponde aplicar en subsidio -y no mediando contradicción con los principios de Derecho
Público- las reglas del Derecho Privado.
Cámara De Apelaciones: La Cámara estimó que la accionante realizó trabajos de reparación de ascensores, agua
corriente y otras obras de importancia en el Hospital antes citado, que sus directivos recibieron de conformidad.
Asimismo, consideró suficientemente probado que Ingeniería Omega S.A. reclamó el pago correspondiente en forma
verbal y por escrito, sin que la demandada diera cumplimiento a sus obligaciones • Más allá de que el contrato padezca
de vicios en su etapa preparatoria (falta de autorización, vicios en la admisión, adjudicación, publicación, etc.),
corresponde que la comuna pague, desde que los trabajos cumplidos por la actora la beneficiaron, pues se ha
configurado, así, el presupuesto del enriquecimiento sin causa a favor del Estado.
CSJN: La Cámara ha omitido además la aplicación de las normas de derecho administrativo referentes a la supuesta
contratación invocada por aquélla, en claro apartamiento de la normativa aplicable al caso. Este tribunal ha sostenido
reiteradamente que la validez y eficacia de los contratos administrativos se supedita al cumplimiento de las formalidades
exigidas por las disposiciones legales pertinentes en cuanto a la forma y procedimientos de contratación. En razón del
carácter administrativo del contrato que se dice celebrado, el caso debe ser juzgado con arreglo a los principios y reglas
propios del derecho público, para lo cual debe acudirse a las normas sobre contrataciones que regían en la ex
Municipalidad de la Ciudad de Bs As, contenidas en las leyes nacionales de obra pública 13064, de contabilidad (decreto
ley 23354/1956), aplicables en razón de lo dispuesto por la ordenanza municipal 31655. Los arts. 9 ley 13064 y 55
decreto ley 23354/1956 exigían que las contrataciones de la comuna se hicieran por licitación pública; y admitían, sólo
en forma excepcional, la licitación privada y la contratación directa en determinados supuestos, entre los cuales no
resulta de las actuaciones que se encuentren los que motivan este proceso. La prueba de la existencia de un contrato
administrativo se halla íntimamente vinculada con la forma en que dicho contrato queda legalmente perfeccionado.
Cuando la legislación aplicable exige una forma específica para su conclusión, dicha forma debe ser respetada pues se
trata de un requisito esencial de su existencia. Esta condición, que se impone ante las modalidades propias del derecho
administrativo, concuerda con el principio general también vigente en derecho privado en cuanto establece que los
contratos que tengan una forma determinada por las leyes no se juzgarán probados si no estuvieren en la forma
prescripta. Tampoco corresponde fundar la decisión condenatoria, como lo hizo el a quo, en los principios del
enriquecimiento sin causa, toda vez que ello importa una grave violación del principio de congruencia, puesto que la
actora fundó su demanda de "cobro de pesos" en el supuesto incumplimiento contractual, y no en la institución citada.
Que, por otra parte, la aplicación de los principios del enriquecimiento sin causa no es procedente en el sub examine, ya
que no ha existido la indispensable invocación y prueba del empobrecimiento como condición de existencia del derecho
a repetir, de manera que la aplicación que la Cámara ha hecho de esa institución, con todas sus consecuencias -ya que
condenó por el monto de las facturas presentadas por la actora- comporta violación del art. 18 CN. Se hace lugar a la
queja, se declara procedente el recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia apelada.

CSJN, “VICENTE ROBLES” (1993). La cámara de apelaciones en lo contencioso-administrativo confirmó la


sentencia dictada en la instancia anterior y rechazo la demanda tendiente a obtener la nulidad de las resoluciones del
Servicio Nacional de Parques Nacionales y del Ministerio de agricultura y ganadería, por la que se estableció que
finalizado el contrato los edificios construidos de acuerdo con las cláusulas contractuales pasarán sin cargo a ser
propiedad del Estado. La vencida dedujo recurso ordinario de apelación concedido y procedente toda vez que se trata
de una sentencia definitiva. La actora sostiene que para obtener su transferencia el Estado deberá abonar el precio, el
demandado alega que el traspaso debe operarse sin cargo. Del art. 28 del pliego de condiciones generales dice que al
finalizar la concesión, el servicio nacional de parques nacionales podrá optar por exigir el retiro de las construcciones
por cuenta del concesionario o por la adquisición de las mismas al valor de tasación. Si la actora conoció la contradicción
y ello generó una duda razonable respecto de un elemento de real importancia para la determinación del precio del
contrato, pudo y debió subsanarla o aclararla mediante la oportuna consulta a la autoridad competente y la falta de
ejercicio de dicha facultad sólo resulta atribuible a su propia conducta discrecional, lo que determina la improcedencia
de su invocación para apoyar su reclamo. La ADM niega que tal haya sido la finalidad del contrato y que porque frente
esa negativa no puede entenderse que después de la adjudicación, sin ocasionar la nulidad del acto por violación al
principio de igualdad que debe presidir toda contratación administrativa.
La corte ha sostenido que la adjudicación que no respete lo establecido en las cláusulas contractuales está viciada de
ilegitimidad y que nada debe tomarse como concebido sino cuando es dado en términos inequívocos o por una
implicancia clara. Aun admitiendo la contradicción entre las cláusulas en debate, sólo pudo la concesionaria resolverla
a su favor mediante su aclaración en tiempo oportuno, y que, la posterior firma del contrato interpretativo, al no derogar
expresamente lo establecido, no puede entenderse en el sentido de que tenía alcance frente a lo allí expresamente
establecido respecto del destino de los edificios. No obsta que la actora haya sido la única interviniente en la licitación,
pues de admitirse esta postura, bastaría con que los pliegos contuvieran condiciones que determinaran la no participación
de otras empresas por no resultar atractivo el negocio y después de conseguida la adjudicación por la oferente se
cambiaran los términos de aquellos para está obtuviera un beneficio que no le había sido acordado, burlándose así el
principio de igualdad de la licitación. Se confirma la sentencia apelada.

CSJN, “GOBIERNO NACIONAL C/ ARENERA EL LIBERTADOR”, Fallos: 314:595 (1991)


Hechos: Primera y segunda instancia hicieron lugar (parcialmente) a la demanda interpuesta por el Estado Nacional,
condenando a la Firma al pago de lo requerido (reales). El Estado Nacional – Secretaría de Intereses Marítimos- demanda
a los responsables del buque "Fortuna" por cobro del derecho de peaje establecido en la ley 22.424, en razón de haber
utilizado la nave el Canal Mitre y haber resultado infructuosa las gestiones de cobro extrajudicial realizadas por la
Dirección Nacional de construcciones Portuarias y vías Navegables.
Obiter Dictum: Que para caber dentro de la Constitución Nacional, el pago del peaje debe constituir una de las
contribuciones a que se refiere el art. 4°. Que por ello es capital en el caso señalar que el peaje -constitucionalmente- es
una contribución. Cuando la función del Estado a cumplir es la construcción, mantenimiento o mejora de una obra
pública, parece de toda evidencia adecuada, a la luz de las exigencias constitucionales, que las personas obligadas al
pago sean determinadas entre aquellas que de algún modo se relacionan con la obra. El peaje es para el usuario una
contribución vinculada al cumplimiento de actividades estatales (como puede serlo la construcción de una vía, o su
mejora, ampliación, mantenimiento, conservación, etc., aun de vías preexistentes). Para el concesionario constituirá un
medio de remuneración de sus servicios. De este modo, en los hechos, puede concluir el peaje por ser sustancialmente
similar al precio pagado por un servicio. Que en cuanto a la libertad de tránsito del art. 14 de la Constitución Nacional,
ella sólo puede verse afectada por medidas fiscales o parafiscales cuando éstas tornen en ilusorio aquel derecho, lo que
no impide en modo alguno al Estado establecerlos tributos que razonablemente requiera el sostenimiento de sus
actividades y repartir su carga de un modo que también, razonablemente, estime adecuado y conforme al art. 16 de la
Constitución Nacional. Que lo que haría al tributo inaplicable o a la existencia de vías alternativas exigibles, es la
demostración por la recurrente de que la necesidad indispensable del uso dela vía gravada, unida a un monto irrazonable,
tornase en ilusorio su derecho de circular, cosa que en modo alguno ha demostrado en la causa. El mero uso de ese
Canal por parte de la demanda le ha resultado beneficioso. Por tanto, no puede invocarse un supuesto detrimento
económico en su perjuicio, en virtud de una alegada y no probada confiscatoriedad de la tasa de peaje.
Holding: El establecimiento de peajes no vulnera por sí solo el derecho a la libre circulación (art. 14 CN). Los peajes
se asimilan a una tasa y mientras no se acredite la confiscatoriedad de los mismos, sumado a la inexistencia de vías
alternativas, no se encontrará vulnerado el derecho enunciado.

CSJN, “MADORRÁN”, Fallos 330: 1989 (2007). Madorrán, Marta Cristina c/ Administración Nacional de Aduanas
s/ reincorporación. Buenos Aires, 3 de mayo de 2007El 3 de mayo de 2007, la Corte Suprema de Justicia falló a favor
de Marta Madorrán, que había demandado al Estado tras ser cesanteada de la Aduana en noviembre de 1996, luego de
ser empleada allí desde 1970. En materia de jurisprudencia, el fallo firmado entonces por Ricardo Lorenzetti, Elena
Highton, Carmen Argibay, Juan Carlos Maqueda, Enrique Petracchi y Carlos Fayt, sentó precedente. Es que la Corte
Suprema de Justicia reconoció que los empleados públicos tienen derecho a la estabilidad propia en el empleo, por lo
cual no pueden ser despedidos sin causa justa, ni siquiera mediante el pago de una indemnización. Además, advierte
que la única posibilidad que tiene el Estado de despedir a uno de sus empleados es luego de sustanciar un sumario
administrativo y de demostrar que hay causa justa de despido. Distinta es la situación de los trabajadores del sector
privado, que pueden ser despedidos mediante el pago de una indemnización. Por el fallo, Madorrán debió ser
reincorporada y cobrar todos los sueldos devengados desde ese año. Despido sin causa, basándose en un convenio
colectivo de trabajo, que provee la posibilidad del despido sin causa. Se puso en tela de juicio, el alcance, que debemos
entender por “empleado público” Discusión entre la estabilidad propia e impropia. Empleo público, estabilidad propia,
que no puedo dejar sin efecto sin justa causa. La impropia, amparada en el 14 bis. La que tiene el empleado público,
que sostiene Madorran es la garantía de estabilidad propia. Paso el conflicto aquí con Madorran, porque cuando ingreso
no estaba el convenio, empezó su relación con la G con de estabilidad propia, individual, etc., después en transcurso de
su relación se adhieren a un convenio colectivo de trabajo que posibilita el despido sin causa de justificación.
COISIDERANDOS: 11) Que, en suma, la "estabilidad del empleado público" preceptuada por el art. 14 bis de la
Constitución Nacional significa, a juicio de esta Corte y dentro del contexto en cuestión, que la actora no pudo
válidamente ser segregada -16- de su empleo sin invocación de una causa justificada y razonable, de manera que su
reclamo de reinstalación resulta procedente. En consecuencia, debe ser confirmada la sentencia.
CONCEPTO DE ESTABILIDAD DE EMPLEO PUBLICO: 5°) Que, a tales fines, cabe señalar que la concepción de
la estabilidad del empleado público introducida en el texto del art. 14 bis de la Constitución implica la estabilidad en
sentido propio que excluye, por principio, la cesantía sin causa justificada y debido proceso, y cuya violación trae
consigo la nulidad de ésta y consiguiente reincorporación (Aquí si va la reincorporación). Si esto no hubiere sido así, a
lo que ni el texto constitucional ni sus antecedentes dan sustento, habría sido suficiente el pasaje anterior relativo a la
"protección contra el despido arbitrario", que no es otra cosa que la llamada estabilidad en sentido impropio.
ESTABILIDAD: Garantía del empleo de planta permanente. Regla general: El personal, el agente público, goza de esta
garantía, no se puede despedir sin causa. La idea es que sea la idoneidad la que sea valorada, y la que se requiera para
ingresar a un cargo público, así evitando que por tintes políticos, preferencia, se deje sin trabajo a ciertas personas.
Estabilidad para el empleado público: En sentido propio, en sentido impropio se aplica el 14 bis.
Fallo Madorrán. Refiere a la estabilidad, al despido sin causa y aplicación de la ley de contrato de trabajo impuesto por
el convenio colectivo. La corte afirma que es inconstitucional aplicar en este sentido la esa ley y decide otorgar la
reincorporación a la actora, dispone que se puede despedir pero debe haber protección (indemnización), el empleo
público tiene un régimen especial considerado así por el constituyente. Este fallo rompe con los criterios de la
jurisprudencia que se venía dando anteriormente, los que argumentaban que la estabilidad no era un derecho absoluto.
Fallo Ramos. Trabajador de la armada contratado por cuestiones de investigación por un plazo de 5 años que se renovó
hasta los 21 años, corte ve los hechos y determina que su situación era idéntica a la de un empleado de PP por los
derechos que tenía y privilegios. Se le da la indemnización por despido arbitrario, por desviación de poder ya que se
encubrió una designación permanente a través de un contrato. No se lo incorpora ya que no le compete y usa la fórmula
de disponibilidad.

CCAF, "SABBATINI, SUSANA FELISA C/EN- M DESARROLLO- SECRETARÍA NACIONAL DE NIÑEZ


ADOLESCENCIA FAMILIA Y ADULTOS MAYORES S/EMPLEO PÚBLICO". Sabbatini promovió demanda
por despido contra el ministerio de desarrollo social, el juez de primera instancia rechazo la demanda. Sus razones fueron
que su vínculo contractual se mantuvo a través de contratos de prestación de servicios. Se acredito que la actora
desarrolló una función estable y permanente en la institución, se comprobó la irregularidad del vínculo. La contraria
reconoce la prestación de servicios por parte de la actora, pero alegó que en realidad los mismos fueron prestados dentro
del marco de un contrato de locación de servicios.
A partir del precedente “Ramos”, en una línea de casos sustancialmente análogos, tuvo en cuenta —para reconocer el
derecho a una indemnización— que la administración había renovado en sucesivas ocasiones, con una modalidad
“transitoria”, la relación contractual que la unía con los demandantes, y consideró que esa conducta estatal, frente a la
ruptura del vínculo laboral, tuvo la aptitud de generar en aquéllos una “legítima expectativa” de permanencia merecedora
de la protección que el artículo 14 bis de la CN otorga al trabajador contra el despido arbitrario.
El prolongado tiempo durante el cual la actora prestó los servicios referidos comporta un dato fáctico decisivo “como
para hacer suponer una desviación de poder en la autoridad administrativa, que tienda a mantener al agente en una [...]
situación de inestabilidad mientras ejerce funciones [...] burlando así la garantía contenida en el art. 14 [...] de la
Constitución Nacional”. Complementariamente, es útil y conveniente poner de relieve que la parte demandada, por un
lado, no controvirtió la afirmación exhibida por la actora relativamente a que cumplía “idénticas tareas” que el personal
de planta permanente y, por otro lado, no demostró que esas prestaciones hayan sido “transitorias”, “temporales” o
“estacionales”. Se hace lugar a los agravios ofrecidos por la actora, revocar la sentencia apelada y admitir la demanda.

CSJN, “HOTEL INTERNACIONAL IGUAZÚ. La corte confirmó el fallo del juez de la primera instancia que había
hecho lugar a la demanda interpuesta por la adjudicataria de una licitación y condenó al Estado Nacional al pago de una
indemnización por los daños y perjuicios derivados del incumplimiento de lo pactado en el contrato, el accionado
interpuso el recurso extraordinario cuya denegatoria dio lugar a esta presentación directa. La contratista fundó su
demanda de daños en el incumplimiento de las obligaciones asumidas por el Estado conforme a las condiciones de la
oferta, mientras que su contraparte, desconoció la existencia de la nota y su virtualidad jurídica para modificar las
cláusulas licitatorias.
Que en los contratos de la Administración se supedita su validez y eficacia al cumplimiento de las formalidades exigidas
por las disposiciones vigentes en cuanto a la forma y procedimientos de contratación, entre éstos se encuentra la
licitación pública, que se caracteriza como aquél, mediante el cual el ente público invita a los interesados para que, de
acuerdo con las bases fijadas en el pliego de condiciones, formulen propuestas entre las que se seleccionará la más
conveniente. La ley de la licitación o ley del contrato es el pliego donde se especifican el objeto de la contratación y los
derechos y obligaciones del licitante, de los ofertantes y del adjudicatario. La fusión de voluntades se opera sin discusión
porque el oferente debe aceptar las cláusulas contractuales preparadas y redactadas por el licitante, en caso contrario, la
oferta es inadmisible y debe ser rechazada, y la adjudicación que no respetara tales pautas estaría viciada de ilegitimidad.
El silencio de la administración es una conducta inapta para ser considerada como una manifestación positiva de
voluntad, pues salvo disposición expresa del orden normativo, el silencio debe ser interpretados en sentido negativo.
Nada debe tomarse como concedido sino cuando es dado en términos inequívocos o por una implicancia igualmente
clara. La afirmativa necesita ser demostrada, el silencio es negación y la duda es fatal para el derecho del concesionario.
En caso de duda la interpretación debe ser en contra de los concesionarios, porque la presunción más aproximada a la
verdad es que el Estado ha acordado sólo lo que en términos expresos resulte de ellos.
Las argumentaciones del a quo resultan insuficientes para avalar su conclusión de que las condiciones y tiempos
especificados por la contratista fueron aceptados por el Estado Nacional. En efecto, la mencionada constancia de
recepción de la oferta sólo hace referencia a una nota de aclaraciones pero no acredita que sea del tenor de la copia que
obra en el anexo 7; la declaración de los ex funcionarios sobre la interpretación de las obligaciones asumidas por el
Estado Nacional de conformidad con la cláusula 17 del pliego de contratación no constituye un antecedente decisivo en
tanto el alcance asignado no coincide con el contenido de los instrumentos contractuales; y la comunicación del 31 de
mayo de 1973 (anexo 27) dirigida a la empresa con posterioridad a la adjudicación y antes de formalizarse el contrato,
explica las gestiones tendientes a obtener respuesta de los organismos competentes para el cumplimiento de los
compromisos que el art. 17 señala a cargo del Estado, y se refiere, sin especificación, a las "fechas en que esa Sociedad
estima la prestación de los mismos", lo que evidencia que las partes no consideraron esos tiempos como condición de
oferta aceptada. Que aun en la hipótesis de estimar acreditados la presentación y contenido de la nota de aclaraciones y
reservas, ella sólo exteriorizaría la voluntad del oferente en cuanto a las precisiones que debían incluirse en el contrato
y ser expresamente aceptadas en la adjudicación, lo que no ocurrió, según lo evidencian los términos del decreto
respectivo y los del contrato firmado con posterioridad. Que la sentencia de a quo examinó la pretensión indemnizatoria
sobre la base de estipulaciones no incorporadas al contrato lo que en definitiva se traduce en un desconocimiento del
convenio real entre las partes, razón por la cual debe ser dejada sin efecto.
Se hace lugar a la queja y se declara procedente el recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia apelada.

CSJN, “ASOCIACIÓN DE CONSUMIDORES MERCADO COMÚN DEL SUR C. LOMA NEGRA Y OTROS”
Se cobró un sobreprecio en el valor de la venta de las mercancías producidas, cemento. Debiéndose determinar si el
precio que se cobró por el cemento fue resultado de una conducta abusiva, en perjuicio de los consumidores finales. La
corte reconoció de acuerdo a las disposiciones del art. 43 de la CN, las asociaciones de usuarios y consumidores se
encuentran legitimadas para iniciar acciones colectivas relativas a derechos de incidencia colectiva referentes a intereses
individuales homogéneos. La asociación pretende representar una clases global que involucra a todos los consumidores,
indirectos y una sub-clase de consumidores indirectos que involucra a las personas que hayan adquirido inmuebles
nuevos o recién construidos, o que hayan encargado a un tercero la construcción mediante la utilización del cemento.
El universo de situaciones y supuestos que la actora pretende abarcar en su demanda resulta excesivamente vasto y
heterogéneo y, además presenta singularidades que impiden resolver en el marco de un único proceso. Impide afirmar
que el comportamiento que se imputa a las demandas haya afectado, de igual forma a todos los sujetos que integran el
colectivo que pretende representar, y no permite tener por corroborada con una certeza mínima la existencia de efectos
comunes que conforme a la doctrina sentada en el precedente Halabi permitan tener por habilitada la vía intentada. Su
admisión requiere que el demandante identifique en forma precisa el grupo o colectivo afectado que se pretende afectar,
la definición de la clase es crítica para las acciones colectivas puedan cumplir con su objetivo.
Si la pretensión deducida se concentra en los efectos comunes que el hecho o acto dañoso ocasiona o si el acceso a la
justicia se encontrará comprometido de no admitirse la acción colectiva. Una generalidad tal a la hora de definir el
colectivo representado que no permite al tribunal arribar a la convicción de que exista en el caso un grupo relevante de
consumidores, que podrían ver peligrar su derecho a una reparación pecuniaria. Se concluye que en el caso no se
encuentran cumplidos los recaudos para hacer viable una acción colectiva, se deja sin efecto la sentencia apelada y se
desestima la demanda.

CSJN, “HALABI” (2009). HECHOS: Halabi, abogado, que promovió amparo contra la ley 25.873, modificatoria de
la ley de telecomunicaciones 19.798. En virtud de ello, el Ejecutivo había dictado el decreto 1563/04, que incluyó en el
concepto de "telecomunicaciones" al tráfico de datos por internet. La ley 25.873 (a veces llamada "ley espía") decía tres
cosas. Primero, que las telefónicas debían disponer los medios para que las comunicaciones sean interceptadas a
requerimiento del Poder Judicial y del Ministerio Público. Segundo, que debían conservar por diez años los registros de
llamadas o conexiones. Tercero, que el Estado se hacía responsable por los eventuales daños y perjuicios derivados de
todo esto. El accionante planteó sus agravios alegando "violación de sus derechos a la privacidad y a la intimidad, en su
condición de usuario, a la par que menoscaba el privilegio de confidencialidad que, como abogado, ostenta en las
comunicaciones con sus clientes".
CRITERIO DE LA CORTE: Aunque el Estado no apeló sobre la inconstitucionalidad en sí, la Corte Suprema le prestó
mucha atención a este caso. En el cons. 12º del fallo, después de hablar de los derechos individuales y de los colectivos,
la Corte ve en el segundo párrafo del art. 43 C.N. "una tercera categoría conformada por derechos de incidencia colectiva
referentes a intereses individuales homogéneos". Tal sería el caso de los derechos personales o patrimoniales derivados
de afectaciones al ambiente y a la competencia, de los derechos de los usuarios y consumidores como de los derechos
de sujetos discriminados. Estos casos, según la Corte, se caracterizan porque:
• No hay un bien colectivo (como podría ser el caso del ambiente) y se afectan derechos individuales divisibles.
• Aunque hay un hecho que provoca la lesión a todos ellos y por lo tanto es identificable una causa fáctica homogénea.
• La demostración de los presupuestos de la pretensión es común a todos esos intereses, excepto en lo que concierne al
daño que individualmente se sufre.
Ínterin ello, aclara el Cons. 14, el vacío legal "no es óbice para que los jueces arbitren las medidas apropiadas y oportunas
para una tutela efectiva de los derechos constitucionales que se aducen vulnerados". La admisión formal de toda acción
colectiva requiere la verificación de ciertos recaudos elementales que hacen a su viabilidad tales como la precisa
identificación del grupo o colectivo afectado, la idoneidad de quien pretenda asumir su representación y la existencia de
un planteo que involucre, por sobre los aspectos individuales, cuestiones de hecho y de derecho que sean comunes y
homogéneas a todo el colectivo. Es esencial, asimismo, que se arbitre en cada caso un procedimiento apto para garantizar
la adecuada notificación de todas aquellas personas que pudieran tener un interés en el resultado del litigio, de manera
de asegurarles tanto la alternativa de optar por quedar fuera del pleito como la de comparecer en él como parte o
contraparte. Es menester, por lo demás, que se implementen adecuadas medidas de publicidad orientadas a evitar la
multiplicación o superposición de procesos colectivos con un mismo objeto a fin de aventar el peligro de que se dicten
sentencias disímiles o contradictorias sobre idénticos puntos.
Se declaró inconstitucional: el problema encontrado en el combo ley + decreto es que se las invalida "en cuanto autorizan
la intervención de las comunicaciones telefónicas y por Internet".

9°) Que en materia de legitimación procesal corresponde delimitar con precisión 3 categorías de derechos: individuales,
de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes colectivos, y de incidencia colectiva referentes a intereses
individuales homogéneos. En todos esos supuestos, la comprobación de la existencia de un "caso" es imprescindible, ya
que no se admite una acción que persiga el control de la mera legalidad de una disposición. Sin embargo es preciso
señalar que el "caso" tiene una configuración típica diferente en cada uno de ellos, siendo esto esencial para decidir
sobre la procedencia formal de pretensiones. También es relevante determinar si la controversia en cada uno de esos
supuestos se refiere a una afectación actual o se trata de la amenaza de una lesión futura causalmente previsible.
10) Que la regla general en materia de legitimación es que los derechos sobre bienes jurídicos individuales son ejercidos
por su titular. Ello no cambia por la circunstancia de que existan numerosas personas involucradas, toda vez que se trata
de obligaciones con pluralidad de sujetos activos o pasivos, o supuestos en los que aparece un litisconsorcio activo o
pasivo derivado de la pluralidad de sujetos acreedores o deudores, o bien una representación plural. En estos casos, no
hay variación en cuanto a la existencia de un derecho subjetivo sobre un bien individualmente disponible por su titular,
quien debe, indispensablemente, probar una lesión a ese derecho para que se configure una cuestión justiciable. A esta
categoría de derechos se refiere el primer párrafo del artículo 43 de la CN en que encuentra cabida la tradicional acción
de amparo. Esta acción está destinada a obtener la protección de derechos divisibles, no homogéneos y se caracteriza
por la búsqueda de la reparación de un daño esencialmente individual y propio de cada uno de los afectados.
11) Que los derechos de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes colectivos (art. 43 CN) son ejercidos por el
Defensor del Pueblo, las asociaciones que concentran el interés colectivo y el afectado. En estos supuestos existen dos
elementos de calificación que resultan prevalentes. En primer lugar, la petición debe tener por objeto la tutela de un bien
colectivo, lo que ocurre cuando éste pertenece a toda la comunidad, siendo indivisible y no admitiendo exclusión alguna.
Por esta razón sólo se concede una legitimación extraordinaria para reforzar su protección, pero en ningún caso existe
un derecho de apropiación individual sobre el bien ya que no se hallan en juego derechos subjetivos. No se trata
solamente de la existencia de pluralidad de sujetos, sino de un bien que, como el ambiente, es de naturaleza colectiva.
Es necesario precisar que estos bienes no tienen por titulares a una pluralidad indeterminada de personas, ya que ello
implicaría que si se determinara el sujeto en el proceso éste sería el titular, lo cual no es admisible. Tampoco hay una
comunidad en sentido técnico, ya que ello importaría la posibilidad de peticionar la extinción del régimen de
cotitularidad. Estos bienes no pertenecen a la esfera individual sino social y no son divisibles en modo alguno. En
segundo lugar, la pretensión debe ser focalizada en la incidencia colectiva del derecho. Ello es así porque la lesión a
este tipo de bienes puede tener una repercusión sobre el patrimonio individual, como sucede en el caso del daño
ambiental, pero esta última acción corresponde a su titular y resulta concurrente con la primera. De tal manera, cuando
se ejercita en forma individual una pretensión procesal para la prevención o reparación del perjuicio causado a un bien
colectivo, se obtiene una decisión cuyos efectos repercuten sobre el objeto de la causa petendi, pero no hay beneficio
directo para el individuo que ostenta la legitimación. En este tipo de supuestos, la prueba de la causa o controversia se
halla relacionada con una lesión a derechos sobre el bien colectivo y no sobre el patrimonio del peticionante o de quienes
éste representa. Puede afirmarse que la tutela de los derechos de incidencia colectiva sobre bienes colectivos corresponde
al Defensor del Pueblo, a las asociaciones y a los afectados, y que ella debe ser diferenciada de la protección de los
bienes individuales, sean patrimoniales o no, para los cuales hay una esfera de disponibilidad en cabeza de su titular.
12) Que la CN admite en el segundo párrafo del art. 43 una tercera categoría conformada por derechos de incidencia
colectiva referentes a intereses individuales homogéneos. Tal sería el caso de los derechos personales o patrimoniales
derivados de afectaciones al ambiente y a la competencia, de los derechos de los usuarios y consumidores como de los
derechos de sujetos discriminados. En estos casos no hay un bien colectivo, ya que se afectan derechos individuales
enteramente divisibles. Sin embargo, hay un hecho, único o continuado, que provoca la lesión a todos ellos y por lo
tanto es identificable una causa fáctica homogénea. Ese dato tiene relevancia jurídica porque en tales casos la
demostración de los presupuestos de la pretensión es común a todos esos intereses, excepto en lo que concierne al daño
que individualmente se sufre. Hay una homogeneidad fáctica y normativa que lleva a considerar razonable la realización
de un solo juicio con efectos expansivos de la cosa juzgada que en él se dicte, salvo en lo que hace a la prueba del daño.
Sin embargo, no hay en nuestro derecho una ley que reglamente el ejercicio efectivo de las denominadas acciones de
clase en el ámbito específico que es objeto de esta litis. Este aspecto resulta de gran importancia porque debe existir una
ley que determine cuándo se da una pluralidad relevante de individuos que permita ejercer dichas acciones, cómo se
define la clase homogénea, si la legitimación corresponde exclusivamente a un integrante de la clase o también a
organismos públicos o asociaciones, cómo tramitan estos procesos, cuáles son los efectos expansivos de la sentencia a
dictar y cómo se hacen efectivos. Frente a esa falta de regulación cabe señalar que la referida disposición constitucional
es claramente operativa y es obligación de los jueces darle eficacia, cuando se aporta nítida evidencia sobre la afectación
de un derecho fundamental y del acceso a la justicia de su titular

CSJN, “PADEC C/ SWISS MEDICAL”. En la causa “PADEC c/ Swiss Medical S.A.” la Corte Suprema reconoció
que una asociación de usuarios y consumidores (PADEC) puede iniciar una acción colectiva para obtener la nulidad de
una cláusula contractual que autoriza a una prestadora de medicina prepaga a modificar unilateralmente el valor de las
cuotas mensuales que cobra a sus afiliados. La decisión de la mayoría del ratificó el criterio sentado en el precedente
“HALABI” (fallado el 24 de febrero de 2009) y reconoció que una asociación de usuarios y consumidores puede
accionar judicialmente para cuestionar un hecho o acto que ocasionaría una lesión a una pluralidad de individuos. Para
ello, el tribunal destacó que en el caso se impugnaba el contrato tipo que suscriben quienes se afilian a la empresa de
medicina prepaga y el planteo se orientaba a cuestionar un “efecto común” que este produce a todo el colectivo de
afiliados de la demandada. Asimismo, se señaló que dada la escasa significación económica individual de las sumas
involucradas, no aparecía justificado que cada uno de los posibles afectados promoviera su propia demanda, de manera
que la acción colectiva iniciada por la asociación actora permitía tutelar el interés de los afiliados.
También se destacó que las previsiones contenidas en la Ley de Defensa del Consumidor permitían afirmar que por vía
de una acción colectiva pueden introducirse planteos como el examinado. Finalmente, se instruyó al magistrado de
primera instancia para que encuadrara el trámite del proceso como una acción colectiva (en los términos del artículo 43
CN y del artículo 54 de la ley 24.240) y, entre otros recaudos, arbitrara un procedimiento apto para garantizar la adecuada
notificación de todas aquellas personas que pudieran tener un interés en el resultado del litigio, de manera de asegurarles
tanto la alternativa de optar por quedar fuera del pleito como la de comparecer en el como parte o contraparte.
El juez Petracchi, en su voto, destacó que el art. 42 de la Constitución Nacional, según la reforma de 1994, confiere a
los consumidores y usuarios de bienes y servicios el derecho a la protección de sus intereses económicos, mientras que
el art. 43 amplía el espectro de sujetos legitimados para demandar incluyendo a las asociaciones que propendan a esos
fines. Sostuvo que PADEC se hallaba legitimada en la causa de acuerdo al objeto previsto en su estatuto, y que si bien
había promovido la demanda en los términos de la Ley de Defensa del Consumidor, tal demanda era igualmente apta a
los fines pretendidos dada su analogía con la acción de amparo contemplada en el citado art. 43 de la Constitución.
La jueza Argibay después de poner de relieve el reconocimiento constitucional de los derechos de consumidores y
usuarios de bienes y servicios, y la ampliación de los sujetos que en cierta medida pueden demandar su protección (arts.
42 y 43 CN), subrayó que la Ley de Defensa del Consumidor prevé claramente que una asociación de usuarios y
consumidores -como PADEC- está legitimada para iniciar “acciones de incidencia colectiva” en defensa incluso de
intereses individuales y divisibles de los miembros de cierto grupo, aun cuando puedan existir otros miembros del grupo
con intereses de signo contrapuesto al defendido por las asociación, a punto tal que contempla la posibilidad de que
estos últimos queden al margen de la sentencia a dictarse mediante una oportuna petición de exclusión.

CASO TOBAR LEÓNIDAS C/ ESTADO NACIONAL. Hechos: Se dictó en 2001 el decreto 896/01 este contemplaba
una reducción en las remuneraciones de los empleados públicos desde el 1 de junio de 2000 hasta el 2001.
Argumentos de la Cámara: La Cámara sostuvo, que la reducción de las remuneraciones alteraba las condiciones
esenciales del contrato de empleo público y que, más allá de la emergencia invocada para su dictado, la reducción era
arbitraria e irrazonable, ya que afectaba, directa o indirectamente, derechos constitucionales. Fallo de la corte: No se
pone en duda la inconstitucionalidad ya que cabe advertir que a partir del dictado del decreto 430/2000, se ha consagrado
un sistema jurídico integrado por diversas disposiciones que definieron una clara política en orden a autorizar al Poder
Ejecutivo la reducción de las remuneraciones del sector público nacional como paliativo de una situación de emergencia
que, con diversas graduaciones y matices.

CASO GUIDA. HECHOS: Liliana Guida, agente de la Comisión Nacional de Energía Atómica, promovió demanda a
efectos de que se declare la inconstitucionalidad y nulidad de los arts. 1° y 2° del decreto de necesidad y urgencia 290/95
del PEN, ya que al disponer la reducción de los salarios de los empleados públicos, resultan nulos por vulnerar los arts.
14 bis, 16 y 17 de la CN. Se refiere a los derechos constitucionales de retribución justa, igual remuneración por igual
tarea (ya que hace distinción entre los empleados del sector publico excluyendo a los comprendidos en la ley de contrato
de trabajo), el derecho de propiedad (porque los salarios se encuentran tutelados desde que fueron devengados y desde
que el agente prestó el servicio).
RESOLUCION Y FUNDAMENTOS: En cámara se confirma la sentencia de primera instancia y se declara la
inconstitucionalidad del decreto. Ante esto, el Estado Nacional interpone recurso extraordinario que es concedido. En
su fallo, la corte decide revocar la sentencia de cámara y declarar constitucional el decreto. La corte sostiene que la
modificación de los márgenes de remuneración, en forma temporaria (elemento faltante en fallo Tobar), motivada por
los efectos de una grave crisis internacional de orden financiero, no implicaba per se una violación del art. 17 de la
Constitución Nacional. Señaló que no había lesión a dicha garantía cuando por razones de interés público, los montos
de las remuneraciones de los agentes estatales eran disminuidos para el futuro sin ocasionar una alteración sustancial
del contrato de empleo público en la medida en que la quita no resultaba confiscatoria o arbitrariamente
desproporcionada. Indicó que los porcentajes establecidos en el decreto 290/95, si bien implicaban una sensible
disminución en los salarios, no revestían una magnitud que permitiese considerar alterada la sustancia del contrato

CSJN, “PIETRANERA” FALLOS: 265:291 (1966). Se trata de un inmueble que es ocupado por el Gobierno Nacional
(Administración Publica), y que sus dueños pretenden recuperar. El gobierno hace caso omiso de las peticiones de los
propietarios basándose en una regla (art 7 de la ley 3952), la cual pretende evitar que se interrumpa el normal
funcionamiento de la Administración publica, pero de ninguna manera significa la perturbación del ejercicio del derecho
de propiedad. Entonces la Corte confirma la sentencia que exigía al gobierno a expresar en que cantidad de tiempo
pretendía dejar el inmueble libre, a consecuencia de que ese tiempo sea estipulado judicialmente. “Que la regla del art.
7° de la ley 3952 ha de entenderse en su significado cabal. Su propósito no es otro que evitar que la Administración
pública pueda verse colocada, por efecto de un mandato judicial perentorio, en situación de no poder satisfacer el
requerimiento por no tener fondos previstos en el presupuesto para tal fin o en la de perturbar la marcha normal de la
Administración pública. Desde ese punto de vista, la norma aludida es razonable. Pero en modo alguno significa una
suerte de autorización al Estado para no cumplir las sentencias judiciales. “Y en un caso en el que se trataba de un
interdicto de recobrar la posesión, mediando un acto estatal manifiesto y gravemente ilegítimo de despojo o privación
"por la fuerza" de la posesión de un particular, se sentó el principio de que reconocer carácter declarativo a la sentencia
que ordena su cesación, sería tanto como admitir que aquella norma (art. 7°, ley 3952) autoriza la frustración de la
garantía constitucional de la propiedad”.

CSJN, “COHEN” FALLOS: 313:228 (1990). La cámara de apelaciones confirma la sentencia de primera instancia
que rechazo de oficio la habilitación de la instancia contenciosa administrativa, el actor dedujo el recurso extraordinario.
Resuelve así por considerar que el actor dejo vencer los plazos para impugnar en sede administrativa, se agravia la
recurrente y destaca que las sentencia dictada por el quo lesiona sus garantías constitucionales de defensa en juicio,
publicación de ideas por la prensa sin censura previa, trabajar y ejercer industria lícita e igualdad ante la ley.
La denegación de la habilitación de la instancia sólo resulta admisible en aquellos supuestos en que el incumplimiento
de los requisitos exigidos para la admisibilidad de la acción sea planteada por la demandada, dentro de los términos y
por la vía que a tal efecto dispone el ordenamiento formal. En tales condiciones resulta improcedente pronunciarse
respecto de los argumentos esbozados para declarar no habilitada la instancia, se declara procedente el recurso y se deja
sin efecto la sentencia.
En este fallo la Corte niega la posibilidad de los jueces de declarar no habilitada de instancia de oficio. El hecho de que
el acto se encuentre consentido por el demandante y que la interposición de una denuncia de ilegitimidad no resulte apta
para reabrirlos plazos fenecidos y posibilitar así su revisión judicial, es susceptible de renuncia por parte de la ADM, es
decir, por la demandada. El tribunal inferior ha suplido la actividad de las partes en desmedro del derecho de defensa de
ambas. La denegación de la habilitación de instancia sólo es admisible en los supuestos en que el incumplimiento de los
requisitos exigidos para la admisibilidad de la acción sea planteada por la demandada, dentro de los términos y por la
vía que a tal efecto dispone el ordenamiento formal. En este caso la administración no pudo considerar expresamente la
adopción o no de la defensa contra el actor, atropellando el principio de separación de poderes.

CSJN, “GORORDO”, FALLOS: 322:73 (1999). La Corte dijo que el rechazo en sede administrativa de una denuncia
de ilegitimidad no puede ser objeto de impugnación judicial. Finalmente, concluyó que "sería claramente irrazonable
otorgar el mismo efecto a la denuncia de ilegitimidad... que a un recurso deducido en término...". Por nuestro lado,
creemos que no debe negarse, en ningún caso, el control judicial. En la causa “Gorordo” la CSJN resolvió que la decisión
administrativa que desestima en cuanto al fondo un recurso extemporáneo, tramitado como denuncia de ilegitimidad,
no es susceptible de ser impugnada en sede judicial porque, al haber dejado vencer el interesado el término para deducir
los recursos administrativos, quedó clausurada la vía recursiva. Esto implica para la CSJN la imposibilidad de agotar la
vía administrativa, requisito insoslayable para la habilitación de la instancia judicial (conforme el artículo 23 inciso "a"
de la Ley N° 19.549). Apoyó su conclusión, en lo dispuesto en el inciso e, apartado 6° del artículo 1° de la Ley N°
19.549, el cual determina: "Una vez vencidos los plazos establecidos para interponer recursos administrativos se perderá
el derecho para articularlos..."; y, además, en el carácter perentorio (artículo 1°, inciso "e", apartado 6° de la misma ley)
y obligatorio (artículo 1°, inciso "e", apartado 1° de la Ley N° 19.549) que dicho cuerpo legal confiere a los plazos para
recurrir. A pesar de lo expuesto, la CSJN entendió que la denegatoria del acceso a la justicia en ese caso no violaba el
derecho de defensa del particular puesto que fue la actora la que no ejerció en tiempo y forma tal derecho. Adujo además
que la garantía del derecho de defensa no ampara la negligencia de las partes: “Que el criterio expresado no causa lesión
al derecho de defensa de la actora (art. 18 CN) pues ésta, no obstante haber tenido la oportunidad para ejercerlo
adecuadamente, no lo hizo, en tanto omitió articular dentro del término perentorio fijado en el decreto 1759/72 el recurso
administrativo pertinente. La garantía de la defensa no ampara la negligencia de las partes”.
La CSJN señaló que si bien en la causa COHEN se había pronunciado contra la posibilidad de revisar de oficio o a
instancia delos fiscales el cumplimiento de los recaudos de admisibilidad de la acción procesal administrativa con
anterioridad a la traba de la Litis, un nuevo examen de la cuestión llevaba a modificar ese criterio. Se declaró no
habilitada la instancia considerando extemporánea la demanda por haber vencido el plazo del art 25.
Debe darse como un presupuesto procesal, con posibilidad de desestimar oficiosamente la demanda en la etapa
preliminar. 2- Dada la condición de presupuesto procesal del plazo de caducidad del artículo 25, el juez está autorizado
a rechazar in limine la petición. En el caso, la habilitación de instancia, no procede luego de los 90 días, sino que debe
cumplirlas condiciones de admisibilidad. La denuncia de ilegitimidad no es impugnable judicialmente, porque es
netamente administrativa (es un remedio extraordinario).
Se admite la posibilidad de revisar la habilitación de la instancia judicial de oficio. Razones: 1.- antes de examinar el
fondo de la cuestión deben concurrir determinados presupuestos procesales, es una atapa preliminar que condiciona la
admisibilidad de la pretensión, sin que por ello el juez se convierta en interprete de la voluntad implícita de una de las
partes 2.-el actor debe observar los requisitos de la ley 19.549, cuyo cumplimiento los jueces deben verificar 3.-diversas
leyes federales permiten la revisión de oficio de los requisitos de admisibilidad antes de correr traslado a la demandada
4.- esto no causa una lesión al derecho de defensa de la actora, porque como expresa Fayt “la garantía de defensa no
ampara la negligencia de las partes”. La decisión administrativa que desestima en cuenta al fondo un recurso
extemporáneo, no es susceptible de ser impugnada en sede judicial porque al haber dejado vencer el plazo para recurrir,
ha quedado clausurada la vía recursiva.

-En ambos fallos (Gorordo y Cohen) la cuestión llega a la Corte cuando los tribunales inferiores deniegan de oficio la
habilitación de la instancia judicial. En uno y en otro la cámara sostiene que al haber vencido los plazos legales para
recurrir en sede administrativa la resolución impugnada, la demanda resulta extemporánea, en tanto se encuentra
excedido el plazo establecido en el art. 25 de la ley 19.549 . La cuestión federal surge en el planteo formulado por el
impugnante, relativo a la imposibilidad de que el juez de 1era instancia deniegue de oficio la instancia judicial, siendo
esto incompatible con la garantía del art. 18 CN.
Opinión personal. Considero en primer lugar, que la posibilidad de una revisión de oficio por parte de los jueces, sobre
los requisitos de admisibilidad antes de correr traslado de la demanda, constituye una injerencia en el proceso
administrativo, propio del ámbito del Poder Ejecutivo y que, como se sostiene en el fallo Cohen, esto implicaría un
menoscabo al principio de separación de poderes, propio de nuestro sistema Republicano. También, esto disminuiría el
derecho a la tutela judicial efectiva de las partes, traduciéndose por un lado en cumplir con los presupuestos procesales
de dar traslado de la demanda y que la administración, en su caso, opusiere las excepciones pertinentes; por el otro, de
permitir que los administrados puedan ser parte de un proceso promoviendo la actividad jurisdiccional tendiente a
obtener una decisión judicial sobre las pretensiones deducidas por fuera del ámbito de la administración.

CSJN, “BIOSYSTEMS” (2014). En noviembre de 2004, la empresa Biosystems presentó reclamo administrativo
previo ante el Ministerio de Salud con el objeto de obtener el cobro de una serie de facturas impagas derivadas de una
relación contractual con el Hospital Posadas, correspondiente a los años 1999-2000. Transcurrido largamente el plazo
con que contaba el Ministerio para resolver ese reclamo, en marzo de 2007 la empresa solicitó “pronto despacho” a fin
de instar a la Administración a que se pronunciara al respecto. A pesar de ello, el Ministerio no emitió ninguna decisión
sobre el reclamo. Ante la falta de respuesta al reclamo presentado, en abril de 2008 la empresa inició demanda judicial.
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo Federal N° 7 desestimó la demanda, por
entender que había sido iniciada luego de haber transcurrido el Plazo de Caducidad (plazo que consideró aplicable a
pesar de que la Administración nunca se había pronunciado sobre el reclamo de la empresa).
Es decir, por haberse deducido la demanda una vez vencido el plazo que impone el artículo 25 de la ley 19549 de
procedimientos administrativos. Recordó que la actora de acuerdo con lo establecido en el artículo 31 a partir del pedido
de pronto despacho deberán transcurrir otros 45 días en cuyo caso el interesado podrá iniciar demanda, la cual deberá
ser interpuesta en los plazos perentorios indicados en el artículo 25. Por tal motivo el juez resolvió que en el caso los 45
días vencieron el 26 de junio del 2007 y los 90 días hábiles judiciales vencieron el 2 de noviembre del 2007, razón por
la cual la demanda entablada el 16 de abril del 2008 se interpuso cuando estaban vencidos los plazos legales.
Ante la apelación de la empresa, la Sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo
Federal (la “Cámara”) resolvió revocar la sentencia de Primera Instancia y declarar la inconstitucionalidad del artículo
31 de la LPA. La Cámara concluyó que esa norma condiciona indebidamente el acceso a la justicia, al encadenar el
plazo para configurar la denegatoria por silencio (mediante la presentación del pedido de “pronto despacho”) con el
Plazo de Caducidad. Contra esa decisión el Estado Nacional interpuso recurso extraordinario ante la Corte Suprema,
que declaró admisible el recurso y revocó parcialmente la sentencia de Cámara en cuanto declaraba la
inconstitucionalidad del art 31 de la LPA, pero la confirmó en cuanto habilitaba a la empresa a tramitar el juicio iniciado.
La interpretación del artículo 31 de la LPA seguida por la Corte Suprema. La Corte Suprema, por unanimidad y sobre
la base de los fundamentos del dictamen de la Sra. Procuradora Fiscal, Laura Monti (el “Dictamen”), declaró que el
artículo 31 de la LPA es constitucional pero, al mismo tiempo, concluyó que el Plazo de Caducidad sólo aplica en los
supuestos en que el reclamo administrativo es rechazado en forma expresa por la Administración. En el Dictamen —
seguido por la Corte Suprema— se concluye que, cuando el interesado interpone reclamo administrativo y la
Administración no se expide al respecto, resulta facultativo para el particular reputar que ese reclamo ha sido tácitamente
denegado (por “silencio” de la Administración) y proceder al inicio de la demanda. Por ende, ante el silencio de la
Administración, no corresponde aplicar el Plazo de Caducidad, sino que el interesado puede promover la demanda
cuando así lo decida, sin perjuicio del plazo de prescripción que resulte aplicable.
BALBIN: en el caso del reclamo previo, la ley lamentablemente no distingue entre el rechazo expreso y tácito, sino que
exige que la demanda judicial se inicie "en los plazos perentorios y bajo los efectos previstos en el art. 25". De todos
modos, la Corte sostuvo que el plazo de 90 días solo debe contarse en caso de rechazo expreso (Biosystems), pues en el
supuesto de rechazo tácito corre el plazo de prescripción.
Profesora: en el reclamo administrativo previo, si la administración no dice nada pasados los 45 días hay una discusión
de si se toman o no los 90 días hábiles judiciales, la mayoría entendía que sí, Balbín dice que no porque es como el
silencio del artículo 10, y la CORTE en BIOSYSTEMS, decidió que en el marco de esto, si la administración no
responde expresamente, no emite un acto administrativo, el particular puede ir en cualquier momento a sede judicial, no
se pide el plazo de caducidad, excepto, que no prescriba, ahí si tiene en cuenta el plazo de prescripción.

Cámara de Nacional de Apelaciones en lo Contencioso ADM Federal, en pleno Transportadores de Caudales


Zubdesa, S.A. c. Empresa Ferrocarriles Argentinos. Cuestión: es apelable la sentencia de 1 ª instancia sobre la
existencia o no de mora de la Administración. Alguna doctrina adhirió a la tesis de la apelabilidad, otra se pronunció
por la negativa. La entonces cámara de apelaciones en lo federal y contencioso ADM en pleno, resolvió, en la causa
Esperanza, Encarnación c. E.N.T.E.L. s/amparo por mora. Ante la nueva estructura y composición de esta cámara
corresponde fijar la doctrina respecto al tema que nos convoca y en relación con él cabe reiterar las posiciones ya fijadas
por la que fue minoría en dicho plenario, y en especial:
-Que de la lectura del art. 28 de la ley 19549 surge que la inapelabilidad se ha previsto sólo en lo que hace a la resolución
inicial del juez sobre la procedencia formal de la solicitud de amparo y al requerimiento a la autoridad adm del informe.
-Que la primera fuente de interpretación es la letra de la ley, no es conveniente apartarse de ella, cuando la norma es
sumamente clara y su interpretación no genera duda alguna.
-Que el mensaje de elevación es auto contradictorio pues afirma que la inapelabilidad encontraría fundamento en una
jurisprudencia judicial que no menciona.
-Que resolver lo pertinente acerca de la mora librando la orden, si correspondiere para que la autoridad adm responsable
despache las actuaciones en el plazo prudencial que se establezca, es lo que el juez debe resolver cuando decide.
-Que esta conclusión permite que un tribunal de alzada pueda revisar lo decidido por un juez en 1ª instancia.
Todo lo expuesto lleva a votar por la afirmativa la cuestión propuesta. El voto de Meehan dijo que:
-De la simple lectura del artículo de referencia (28 ley 19549) surgiría que la inapelabilidad que ha previsto sólo se
refiere a la resolución inicial del juez sobre la procedencia formal de la solicitud de amparo y al requerimiento a la
autoridad administrativa de un informe.
-Habida cuenta que la admisión de la apelabilidad del pronunciamiento final del juez podría considerarse como
incompatible con la naturaleza y fines del instituto en análisis.
-Que mediante el procedimiento que consagra se pretende otorgar a los administrados un medio idóneo para que en los
casos en que fueron parte en una causa administrativa, puedan obligar a la ADM a que decida sobre sus pretensiones.
-La decisión final del juez sólo libra o no una orden de pronto despacho, no caso se expide sobre el fondo de la cuestión.
-En el art. 28 se ha previsto que la solicitud de que se libre una orden judicial de pronto despacho deberá ser resuelta
siempre por el juez, es decir, el juez de primera instancia o tribunal equivalente.
-La previsión sobre la inapelabilidad en medio del artículo aparece como un evidente error material de redacción.
-La decisión inicial del juez considerando formalmente procedente la petición, y requiriendo informes a la autoridad
administrativa, en principio será siempre inapelable.
-En realidad se ha establecido que es la inapelabilidad de la decisión final del juez de 1ª instancia.
Es apelable la sentencia de primera instancia sobre la existencia o no de mora de la Administración.
CSJN, "METALMECÁNICA"; Fallos, 296:672. HECHOS: comienzo de la cuestión el Congreso dicta la ley 14.781
con el objetivo de fomentar la producción industrial del país. Con fin de lograr dichos objetivos, autoriza al PE a
tomar diversas medidas, como la deliberar o reducir los derechos aduaneros. Por su parte, la Secretaría de Industria
y Minería, como organismo encargado de aplicar el régimen de este decreto, estaba obligada a extender a las empresas
los certificados de despacho a plaza. La empresa Metalmecánica queda oficialmente incorporada mediante la
Resolución 146, pero a un mes de esto la misma sufre la paralización de sus actividades por el motivo de
no haberse expedido los certificados de despacho, lo cual repercutió en el estado financiero de la sociedad. En 1962 el
secretario de Industria y Minería suspende preventivamente el uso de los certificados otorgados a la empresa como
así también la fabricación de automóviles. En el año ’63 la empresa efectúa numerosas presentaciones a la Secretaría
a fin de que sean resueltas varias cuestiones pendientes; al seguir sin noticias la firma recurre a la justicia
mediante amparo, esto no se impulsa por establecerse que la autoridades administrativas decidirían la
cuestión en tiempo razonable. Así, cambio de gobierno mediante, el fisco inició juicios de apremio contra la sociedad
por cobro de tributos y cargas sociales, no pudiendo sobrellevar la situación la empresa pide su propia quiebra en
1970. Así la empresa demanda al Estado por los daños y perjuicios ocasionados, lo cual en primera instancia se le
da la razón, y el demandado interpone recurso ordinario de apelación ante la Corte la que termina reafirmando el
fallo de primera instancia condenando al Estado al pago de daños y perjuicios a la empresa “Metalmecánica”. La CSJN
considera que los actos administrativos también son bilaterales, en su estructura y también en sus efectos ya que en este
caso se requería la voluntad de la administración pública junto con la voluntad de la firma Metalmecánica, para dar
nacimiento al acto administrativo.

FALLO CEPIS (2016). La CSJN dijo que la industria automotriz era una actividad reglamentada, cuyo ejercicio
requería contar con la correspondiente autorización. La voluntad del interesado debía manifestarse para la incorporación
del régimen. Una vez aceptada, la voluntad de la Administración, junto con la otra, daba nacimiento al A.A que resultaba
bilateral en su formación y efectos. En un caso clave que marca a nivel institucional y jurisprudencialmente, el Máximo
Tribunal anuló las resoluciones que disponían la suba tarifaria del gas pero acotó la clase a usuarios residenciales. Un
punteo de los aspectos más relevantes de este precedente que se estudiará en las facultades de derecho.
La CSJN resolvió anular las resoluciones del Ministerio de Energía y Minería que disponían el aumento de la tarifa de
gas con alcance para todos los usuarios residenciales del país. El precedente tiene un altísimo valor desde muchos
ángulos: a nivel institucional, porque el Poder Judicial resolvió un conflicto de alta magnitud que involucró al PE y los
usuarios del gas, es decir, todos los ciudadanos del país; a nivel jurisprudencial, porque trazó definitivamente la
necesariedad de la audiencia pública previa a las modificaciones tarifarias en todos sus tramos y, además, porque sumó
algunos conceptos nuevos en acciones de clase, aunque cuestionables como veremos.
El núcleo de la decisión. La CSJN resolvió confirmar parcialmente la resolución de la Sala II de la Cámara Federal de
La Plata y, de esta forma, anular las Resoluciones 28/16 y 31/16 del Ministerio de Minería y Energía de la Nación que
habían dispuesto la suba de la tarifa de gas natural por no haber celebrado audiencias públicas previas pero acotó la
clase comprendida en la causa que, en la decisión platense alcanzaba a todos los usuarios del país, únicamente a los
usuarios residenciales. Abordaremos, ahora, los principales argumentos para arribar a esta decisión.
1. Es necesario celebrar audiencias públicas previas para determinar modificaciones tarifarias. La Corte resalta
que la audiencia pública previa es un requisito esencial para la adopción de decisiones en materia de tarifas. Se trata del
derecho de los usuarios a la participación con carácter previo a la determinación de la tarifa y ello, dice el Tribunal,
"constituye un factor de previsibilidad, integrativo del derecho constitucional a una información 'adecuada y veraz'
(artículo 42 CN) y un elemento de legitimidad para el poder administrador, responsable en el caso de garantizar el
derecho a la información pública, estrechamente vinculado al sistema republicano de gobierno (artículo 10 CN)
Asimismo, otorga una garantía de razonabilidad para el usuario y disminuye las estadísticas de litigación judicial sobre
las medidas que se adoptan".
2. La audiencia pública implica todos los tramos que componen la tarifa final del gas natural. Otro aspecto de
singular trascendencia es que los cuatro ministros coincidieron en que la audiencia es para todos los tramos que
componen la tarifa. Dijeron que “es razonable que hasta el momento en que efectivamente el precio del gas en el PIST
se determine sobre la base de la libre interacción de la oferta y la demanda, su análisis se efectúe conjuntamente con
la revisión de tarifas para la cual es necesaria, como ya se dijo, la celebración de una audiencia pública”. En su voto,
Maqueda consignó que la audiencia pública debe incluir “todos los tramos que componen la tarifa final: precio en boca
de poz, transporte y distribución del gas natural” y Rosatti precisó que “corresponde que el análisis del precio en el
punto de ingreso al sistema de transporte (PIST) se efectúe conjuntamente con la revisión integral de tarifas”.
Esto es de gran importancia dado que, sobre el tramo referido al punto de ingreso en el sistema de transporte (PIST),
persistían las dudas acerca de si era necesaria la audiencia pública y la Corte las terminó por zanjar.
3. La circunscripción de oficio de la clase alcanzada por la sentencia .Lo que también hizo la Corte y es la principal
modificación respecto a la decisión de la Cámara Federal de La Plata es que limitó el alcance de los efectos de la
sentencia, como se dijo, a usuarios residenciales. Esto constituye una notable singularidad dado que el Estado Nacional
(parte demandada) no se lo había pedido sino que la propia Corte, de oficio, limitó su alcance. El argumento de esta
circunscripción se basó en los presupuestos de procedencia de las acciones colectivas. La Corte consideró que se
acreditaba "un hecho único susceptible de ocasionar una lesión a una pluralidad de sujetos" y una pretensión
"concentrada en los 'efectos comunes' para todo el colectivo, es decir, la necesidad de audiencia previa" pero. más
adelante, precisó que "por el contrario, el recaudo de estar comprometido seriamente el 'acceso a la justicia' -cuyo
cumplimiento, según se expresó en 'Halabi', resulta ineludible para la viabilidad de una acción colectiva que tenga por
objeto la defensa de intereses individuales homogéneos- no se encuentra cumplido respecto de todos los miembros del
colectivo cuya representación se pretende asumir" (Considerando 12).
Traduciendo, lo que la Corte dice es que para los usuarios residenciales, por estar comprometido el acceso a la justicia,
procede la acción colectiva y el Cepis era el representante adecuado de esa clase, a diferencia de los "usuarios no
residenciales" donde no se encuentra comprometido el acceso a la justicia dado que, en palabras del Máximo Tribunal,
"no se ha demostrado, ni resulta de manera evidente de las constancias de autos, que el ejercicio individual de la acción
no aparezca plenamente posible en atención a la entidad de las cuestiones planteadas".
4. Los criterios rectores que se deben tener en cuenta para modificaciones tarifarias. La Corte precisa que el PE es
quien se encuentra habilitado para "la implementación de la política energética, que abarca la fijación de las tarifas del
servicio público" pero, aclara, que es el PJ quien debe efectuar "el control de la razonabilidad de tales decisiones y su
conformidad con los derechos fundamentales". En esa inteligencia, adelanta el Tribunal, "los criterios rectores con
relación a la razonabilidad de la política tarifaria a adoptarse respecto a servicios públicos esenciales, con la
expectativa de que sean asumidos en el futuro para casos similares". De esta forma, asumiendo que existe un atraso en
materia tarifaria precisa las pautas que se deben respetar para la futura modificación. Señala que es "condición de validez
jurídica" (con base en el artículo 42 CN) el "criterio de gradualidad, expresión concreta del principio de razonabilidad"
y, añade, que "la aplicación de dicho criterio permitiría la recuperación del retraso invocado y, a la vez, favorecería la
previsión de los usuarios dentro de la programación económica individual o familiar", También acentúa la Corte los
caracteres de los servicios públicos que el Estado debe respetar: continuidad, universalidad y accesibilidad. A su vez,
con cita de la a Observación General 4 del Comité de Derechos Económicos Sociales y Culturales de Naciones Unidas
sobre "El derecho a una vivienda adecuada", apunta que los Estados deben adoptar "medidas para garantizar que el
porcentaje de los gastos de la vivienda sean, en general, conmensurados con los niveles de ingreso".

CNCAF, “YOUSSEFIAN”. HECHOS. M. Youssefian, invocando su carácter de usuario del Servicio Básico
Telefónico, inició acción de amparo contra el Estado nacional --Secretaría de Comunicaciones-- con el fin de que la
demandada se abstuviese de prorrogar el período de exclusividad de las Licenciatarias del Servicio Básico Telefónico
Nacional e Internacional sin cumplir con la realización previa de una audiencia pública.
CORTE SUPREMA. No puede sino extraerse que el recurso de apelación interpuesto contra la resolución mediante la
cual se rechazó la inhibitoria en cuestión ha sido mal concedido.
"No cabe duda que cuando la Reforma de la Constitución Nacional reconoció la existencia de nuevos derechos que
pueden ser globalmente caracterizados como de incidencia colectiva: cuando, además, les otorgó protección
jurisdiccional e identificó a los distintos sujetos que podían hacerlos valer ante el Poder Judicial, esas normas
constitucionales produjeron un impacto en el ámbito del proceso".
"Este impacto trasciende los aspectos vinculados con la legitimación y alcanza tanto a los sujetos que pueden integrar
la litis como a los alcances de la sentencia" (confr. resolución de la mentada Sala recaída en la causa "Defensor del
Pueblo de la Nación --Incidente III-- c. Estado nacional s/ amparo ley 16.986", con fecha 23 de setiembre de 1997).
En lo que se refiere al Defensor del Pueblo de la Nación, no puede dejar de tomarse en cuenta la legitimación procesal
que genéricamente se le confiere en el art. 86 de la Constitución Nacional, y también que en el art. 43 de ésta se regula
de manera específica su habilitación para intervenir en los juicios de amparo en casos como el "sub examine". Debe
dejarse en claro, asimismo, que su participación lo es en defensa de un derecho de usuarios y consumidores: el de
participación en el control de los servicios públicos, que se vería afectado por una ilegítima omisión de la
Administración. Por ser ello así, no puede sino concluirse en que el actor Maiorano posee legitimación activa para
intervenir en la causa. Lo que en el presente pronunciamiento se dispone es, simplemente, que --en virtud de una
razonable interpretación de lo normado en el art. 42 CN-- no podría adoptarse la última decisión indicada sin posibilitar
la participación de los usuarios, consumidores y/o de las asociaciones que los nuclean. Tal participación podrá articularse
a través de la realización de una audiencia pública o a través de la implementación de otro mecanismo que permita en
forma adecuada el conocimiento por parte de los aludidos sujetos de los antecedentes fácticos y documentales que hacen
a la resolución que habrá de adoptarse, permitiéndose el ofrecimiento y producción de la prueba que estimen pertinente.
Resuelve: I. Denegar la apelación impetrada en lo atinente a la inhibitoria incoada por el actor M. Youssefian.
II. Rechazar las revocatorias, aclaratorias, solicitud de ampliación de plazo y planteos de nulidad efectuados por
Telecom, Telefónica de Argentina y Telintar S.A.
III. Ordenar al Estado nacional-Secretaría de Comunicaciones que, previo a decidir acerca de la prórroga del período de
exclusividad de las licenciatarias del servicio Básico Telefónico Nacional e Internacional posibilite la debida
participación de los usuarios y de las asociaciones que los nuclean, permitiéndoles un adecuado conocimiento de los
hechos y, en su caso, el ofrecimiento y producción de la prueba que aquéllos estimen pertinente. La instrumentación de
la medida ordenada deberá ponerse en conocimiento del tribunal dentro del plazo de 10 días de notificada la presente, a
los efectos de verificar su adecuación al pronunciamiento.
IV. Imponer las costas en el orden causado, en atención a que las particularidades de la causa tornan conveniente
apartarse del principio objetivo de la derrota.

CSJN, “DAVARO” (1992). El juzgado federal contencioso se declaró incompetente y envió la cusa nuevamente al
Juzgado nacional de comercio que había entendido originalmente, el cual lo elevó al Procurador General de la nación.
El actor dedujo demanda sumarísima contra Telecom Argentina por facturaciones que incluían llamadas internacionales
que no fueron realizadas, el interesado debía dirigirse sobre el punto a la Sociedad Prestadora del Servicio internacional.
La demandada se negó a recibir el pago que el actor ofreció de los rubros abono y pulsos excedentes. La pretensión
exige precisar el sentido y los alcances de normas federales dictadas por el Estado en ejercicio de las facultades que le
confiere la ley nacional de telecomunicaciones, no aparecen cuestionados actos emanados de la ADM nacional o de
entes públicos estatales, el proceso no puede considerarse comprendido entre las causas contencioso administrativas.
Disidencia de los doctores Barra y Fayt. Ha quedado trabado un conflicto de competencia que habilita la intervención
de esta corte para dilucidarlo, la demanda promovida persigue el dictado de un pronunciamiento judicial que disponga
la revisión de la factura emitida y que admita el pago ofrecido en sede administrativa. La concesión es un acto legislativo
en cuya virtud el Estado hace delegación de facultades en una empresa, para la debida realización de un servicio público,
dentro de los límites prefijados, condiciones de tiempo, forma y elementos de la construcción y explotación, privilegios
y exenciones. Los servicios prestados en competencia comprenden la ampliación, información y procesamiento de datos,
la telefonía móvil y toda prestación que no pueda ser definida como servicio básico, delimitado de conformidad por
normas de indudable carácter federal, lo que determina la competencia federal ratione materiae. Para el tercero (usuario)
carece de relevancia el cambio del sujeto prestador del servicio público. Las cuestiones resultan propias del ámbito
dentro de cual tiene vigencia el derecho administrativo. Declárese la competencia para conocer en estas actuaciones del
juez a cargo del Juzgado Nacional de primera instancia en lo Contencioso Administrativo Federal.

CSJN, “MARUBA S.C.A. Empresa de navegación marítima c/Estado nacional – ministerio de obras y servicios
públicos. La cámara de apelaciones confirma la sentencia de primera instancia, admitió la demanda y condeno a la
demandad a pagar. La demandada interpuso recurso ordinario de apelación, concedido. Se efectuaron licitaciones
públicas, la empresa actora resultó adjudicataria de las agrupaciones de remolcadores de maniobra. La empresa inicio
la demanda de autos persiguiendo la indemnización de los perjuicios derivados del incumplimiento contractual, sostuvo
que durante la ejecución de los contratos la ex Secretaria de Intereses Marítimos y el Ministerio modificaron las pautas
tarifarias y que esas alteraciones sucesivas fueron deteriorando la ecuación económico-financiera del contrato y
diluyendo totalmente las expectativas de obtener una razonable rentabilidad como contrapartida a la prestación del
servicio. La empresa manifestó que el Estado había transferido los remolcadores dentro de un cuadro económico-
financiero cuyas condiciones él mismo fijo, y estaba obligado a preservarlas para garantizar la obligatoriedad,
continuidad y regularidad del servicio y para preservar la ecuación económica-financiera. El a quo consideró acreditada
la responsabilidad de la demandada con fundamento en que los sucesivos cambios tarifarios carecieron de motivación
concreta. Resulta ilegitima la pretensión de que un régimen tarifario se mantenga inalterado a lo largo del tiempo si las
circunstancias imponen su modificación, ya que ello implicaría que la ADM renunciara ilegítimamente a su prerrogativa
de control de la evolución de las tarifas, y la necesidad de su modificación, y por otra parte afectaría el principio de
igualdad en la licitación, ya que los demás oferentes, al momento de presentarse tuvieron en cuenta las pautas de posible
modificación tarifaria posterior, y sobre esas condiciones efectuaron sus propuestas.
Las atribuciones de la ADM pública en materia de tarifas no se ejercen en forma discrecional, sino sujetas a la
demostración objetiva del fundamento, circunstancia que la cámara entiende que no se ha cumplido debidamente. Aun
cuando las tarifas no constituyen un precio único e inmutable para regir durante todo el tiempo de la concesión, el
concesionario tiene derecho a reclamar la indemnización correspondiente en el caso de que los nuevos precios alteren
la ecuación económica-financiera. La actora debió acreditar el perjuicio que dice haber sufrido, exigencia con la que no
cumplió, del informe pericial contable surge que las resoluciones que modificaron las pautas tarifarias originarias
produjeron un cierto menoscabo de la rentabilidad empresaria. Carece de fundamentación la sentencia de la cámara
mediante la que se hizo lugar a la demanda por la totalidad de las diferencias que el perito contador calculó entre los
servicios efectivamente facturados con sus valores y la facturación que hubiera resultado de haberse mantenido el
régimen tarifario vigente al momento de la celebración, ya que la actora no tenía derecho a ellas sino al aseguramiento
de una rentabilidad razonable. La actora sostuvo que el contrato implicaba una compraventa de embarcaciones al Estado
para la prestación del servicio público, y que por ello debía ponderarse el mantenimiento de la aludida ecuación teniendo
en cuenta no sólo la razonable rentabilidad sino también el precio abonado por los remolcadores.
Esa argumentación carece de entidad porque no se pactó procedimiento alguno que relacionará la compra de los
artefactos navales con el funcionamiento económico de la actividad a que iban a ser destinados, por otra parte la
alegación de la actora acerca de que abonó por los buques un precio superior al valor de tasación de los remolcadores
en su conjunto, con lo que obtuvo una mejor posición para resultar adjudicataria en las licitaciones, asumió abonar el
precio de los barcos. No obsta a ello que la comitente no haya respondido la nota enviada por la empresa ya que, el
silencio de la ADM no vale como consentimiento tácito de los órganos estatales. El silencio debe ser interpretado en
sentido negativo, se declara procedente el recurso ordinario y se revoca la sentencia apelada.

FALLO CASO “TOMAS DEVOTO”, es el primero que comenta Palazzo. En este caso era una firma de nombre
tomas devoto. Eran los arrendatarios, los que alquilaban un inmueble rural, un campo. Lo que sucede es que en ese
mismo campo van a estar trabajando una cuadrilla de guarda hilos, eran los que pasaban los cables del telégrafo. En un
momento ellos van a prender un brasero, y en un sector de ese predio el pasto estaba seco, entonces una fatal
combinación desata un incendio devastador en la finca. La Corte dice “las chispas desprendidas de un brasero deficiente”
que utilizaban estos empleados del telégrafo, y que sin las debidas precauciones, en un terreno de pasto seco, desatan
un siniestro que le va a impedir a la firma “tomas devoto” utilizar durante un periodo de tiempo, ese campo que era
destinado a la explotación agropecuaria. Entonces la firma esta va a demandar al Estado nacional porque eran los
empleados del telégrafo nacional los que habían provocado el incendio por esto de “sin las atentas precauciones”. El
caso llega a la Corte, quien va a reconocer por primera vez (recordar que en un principio se entendía que el Estado no
era responsable) que hay una responsabilidad extracontractual del Estado, y va a decir que por culpa o negligencia hay
una obligación de reparar los daños ocasionados a terceros (tomas devoto), extendiéndose la responsabilidad del estado
a la persona bajo cuya dependencia se encuentra el autor del daño (los empleados). La corte se va a basar en el código
de Vélez, y el factor de atribución en este caso entiende que es subjetivo, es la culpa o negligencia de los empleados que
van a hacer responsable al Estado nacional en forma indirecta.
Hechos: la firma Tomás Devoto demandó al Gobierno Nacional por los daños generados en su campo a causa de un
incendio que se originó por las chispas desprendidas de un brasero que utilizaron los empleados del telégrafo, mientras
realizaban su trabajo en un terreno con pasto seco.
Holding: La Corte Suprema de Justicia de la Nación, indaga más allá de los daños sufridos, la culpa e imprudencia de
los empleados nacionales. Afirma que fue un desempeño negligente de los empleados pero sin su intención. Lo que dice
a continuación, es que pudo haberse evitado con una correcta supervisión del Gobierno, ya que estos agentes trabajaban
bajo su dependencia.

FALLO VADELL. Se condena al Estado por errores registrales, emite mal un certificado de titularidad de dominio,
entonces un comprador termina comprando una propiedad que no es del dueño, el verdadero dueño lo demanda, el
verdadero dueño pierde la propiedad y por el importe de la propiedad que pierde reclama daños al Estado al haber
adquirido erróneamente un bien. Es otro error en el registro de la propiedad de Buenos Aires, cuando informa sobre el
dominio de inmueble. Acá la Corte va a cambiar porque solo va a hablar del art 1112, y va a decir que la responsabilidad
es objetiva y directa (antes había dicho que era subjetiva e indirecta), los funcionarios son órganos del Estado, por lo
que el obrar de ellos es equivalente obrar estatal. Altamira Gigena dice que es muy bueno que la responsabilidad sea
objetiva y directa. Dice que esa distinción de que si se trata de empleados es indirecta, y si se trata de funcionarios es
directa, no hace falta. Es mejor que sea objetiva y directa, es importante que la ley 26944 haya tomado este precedente
y haya determinado en el art 1 que la responsabilidad del Estado es objetiva y directa. Altamira Gigena comenta el art
1 de la ley 26944 y dice que: que la responsabilidad es objetiva y directa, se sigue de la jurisprudencia de Vadell, lo cual
es sumamente importante porque de esa forma surgen dos consecuencias: 1.Ya no importa distinguir si el daño fue
cometido por funcionarios o empleados. 2. Ya no es necesario distinguir si el daño ha sido consecuencia de un acto o
de un hecho de la administración. Al afirmar la ley, que la responsabilidad es directa, no es necesario indagar si esta
actividad ha sido o no legitima, ya que en ambos casos el Estado debe reparar los daños afectados si se cumplen los
requisitos establecidos en la ley. Si el servicio funciona de manera irregular y se materializa un daño, se pone en juego
la responsabilidad extracontractual en el ámbito del derecho público. Vuelve con la idea de la falta de servicio. Pone la
aplicación subsidiaria del art 1112 que establece un régimen de responsabilidad por los hechos y omisiones de los
funcionarios públicos. A través de la decisión que concluyó por hacer lugar parcialmente a la demanda de Vadell,
constituye un hito en el desarrollo ya que posteriormente esto consagra el Congreso Nacional.
La Corte reconoció la teoría del órgano a partir de este caso en adelante. El actor demandó a la Provincia de BA por los
daños sufridos como consecuencia del error en los informes expedidos por el Registro de la Propiedad sobre el estado
de dominio del inmueble. La Corte sostuvo que “el Registro cumplió de manera defectuosa las funciones que le son
propias y que atienden a otorgar un conocimiento completo de las condiciones de dominio de los inmuebles (quien
contrae la obligación de prestar un servicio lo debe realizar en condiciones adecuadas para llenar el fin para el que ha
sido establecido), siendo responsable de los perjuicios que causare su incumplimiento o su irregular ejecución. Esa idea
objetiva de la falta de servicio se fundamenta en la aplicación por vía subsidiaria del art. 1112 del CCyC que establece
un régimen de responsabilidad por los hechos y las omisiones de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus
funciones, por no cumplir sino de una manera irregular las obligaciones legales que les están impuestas”. En conclusión,
hizo lugar a la demanda contra la Provincia de BA. Luego, concluyó que "no se trata de una responsabilidad indirecta
la que en el caso se compromete, toda vez que la actividad de los órganos o funcionarios del Estado realizada para el
desenvolvimiento de los fines de las entidades de las que dependen, ha de ser considerada propia de estas, que deben
responder de modo principal y directo por sus consecuencias dañosas". La Corte abandonó definitivamente la relación
entre el principal y el dependiente por la teoría del órgano (Estado/agentes); dejó el factor de imputación indirecto por
otro decididamente directo. Es decir, pasó del criterio indirecto de imputación al camino directo (teoría del órgano).
Advirtió la dificultad de definir cuál es el límite en la imputación de las conductas de los agentes en el propio Estado y
comenzó a dar respuesta a través de diferentes pronunciamientos en los siguientes términos:
- El Estado es responsable si sus "representantes han obrado dentro de sus propias funciones"; es responsable si el hecho
ilícito fue cometido "por el dependiente en ejecución de las tareas a su cargo, y dentro de los límites y objeto aparente
de las mismas"; es responsable si el hecho fue cometido dentro "de los límites y objeto aparente de las mismas"; y, es
responsable si la relación entre el principal y dependiente ha dado motivo y no sólo ocasión para la comisión del hecho.

FALLO FERROCARIL OESTE C/BUENOS AIRES, PROVINCIA. Hechos: la entrega de un certificado de


dominio defectuoso por parte del Registro de la Propiedad de la Provincia de Bs. As., provocó que Ferrocarril Oeste
comprara un terreno a quien no era ya su dueño y, luego, perdiera un juicio de reivindicación en manos de su legítimo
propietario. Finalmente, el Ferrocarril compró por segunda vez aquel inmueble, esta vez sí de su titular dominial, pero
dedujo una demanda judicial contra el Estado Provincial por los daños sufridos.
Holding: La Corte Suprema de Justicia de la Nación, en instancia originaria, se basó en los artículos111220 y 1113 del
Código Civil para decidir la cuestión y fue el primer precedente que acudió al concepto de “falta de servicio”. En este
sentido, consideró que “quien contrae la obligación de prestar un servicio lo debe realizar en condiciones adecuadas
para llenar el fin para que ha sido establecido, siendo responsable de los perjuicios que causare su incumplimiento o su
irregular ejecución (…) Y si bien las relaciones entre el Estado y sus gobernados se rigen por el derecho público, la
regla enunciada, fundada en razones de justicia y de equidad, debe tener también su aplicación a este género de
relaciones, mientras no haya una previsión legal que la impida”. De ese modo, señaló que “habría por lo menos una
conducta culpable en el personal, que, en desempeño de sus funciones y obrando bajo la dependencia del Estado, ha
causado el daño de que se trata”
Resolución: el máximo tribunal resolvió que la Provincia de Buenos Aires reintegre a la empresa del Ferrocarril la suma
correspondiente que pagó al reivindicante del terreno para recuperar la propiedad, más los intereses legales desde la
notificación de la demanda.

FALLO SANCHEZ GRANEL (1984) Antes de ese caso solo se admitía el reclamo de indemnización del daño
emergente, pero no del lucro cesante, ya que se consideraba que a falta de regulación expresa cabía aplicar las normas
de derecho público vinculadas a la expropiación. Sin embargo, en ese precedente la mayoría del Tribunal acogió la
pretensión de la actora que incluía un reclamo por daño emergente + lucro cesante. “el principio de R del Estado por
sus actos lícitos se traduce en el derecho a una indemnización plena por parte del damnificado” Luego de ese fallo la
Corte retomó su tendencia limitativa.

FALLO MOTOR ONCE (1989): Estación de servicio demanda contra la Ciudad de Buenos Aires ya que se lo obliga
a modificar lo ya construido por la altura. La normativa era licita ya que se tenía por finalidad la seguridad pública. La
corte aplica la teoría de la expropiación y se indemniza solo por el daño emergente.

FALLO MOSCA- Mosca, Hugo Arnaldo c/ Buenos Aires, Provincia de (Policía Bonaerense)
Hechos: Se presenta Hugo Arnaldo Mosca, por medio de apoderado, e inicia demanda contra la Asociación del Fútbol
Argentino, el Club Atlético Lanús y la Provincia de Buenos Aires. Manifiesta que trabajaba como chofer, motivo por
el cual el 30 de noviembre de 1996 trasladó a fotógrafos del diario "Clarín" hasta la sede del Club Atlético Lanús,
debido a que se disputaría un partido de fútbol entre el equipo local e Independiente por el "Torneo Apertura".-
Expresa que el partido estaba empatado, pero finalizando el segundo tiempo, Independiente hizo otro gol, lo que motivó
no sólo un gran altercado sino que los simpatizantes de Lanús comenzaran a arrojar todo tipo de objetos hacia el
campo de juego, como así también contra la hinchada del equipo visitante que intentaba abandonar precipitadamente
el estadio. En esas circunstancias, aproximadamente a las 23.30 horas, según manifiesta el actor, fue alcanzado por un
elemento contundente en el rostro a la altura del ojo izquierdo, lo que le provocó una importante herida que le ocasionó
una progresiva disminución de su visión, la que se fue agravando posteriormente. (A Mosca no le concurrió como
espectador, sino que en el momento de producirse el accidente estaba trabajando para terceros, y que el incidente
ocurrió en la vía pública, por lo que la responsabilidad es exclusiva de la policía de seguridad)
Funda la responsabilidad de la Asociación del Fútbol Argentino en su calidad de organizadora del campeonato y en los
beneficios económicos que tales torneos le reportan.
Con respecto al Club Atlético Lanús considera que no () ejerció un debido control en el ingreso de los espectadores, lo
que les permitió entrar con elementos que podían producir daños. Asimismo, sostiene que hubo falta de previsión dada
la importancia del partido, lo cual hacía presumir la posibilidad de desmanes, sobre todo teniendo en cuenta el horario
nocturno en que se efectuó el juego.- Advierte que, por su parte, la policía bonaerense no cumplió con el deber de
resguardar el orden público y garantizar la vida e integridad física de la comunidad y que debió "hacerse presente no
sólo dentro sino también fuera del estadio" (sic). Por ello considera que su intervención fracasó, y en consecuencia
genera una responsabilidad culposa por impericia y negligencia.
-Lo vincula con la responsabilidad por omisión. En mosca se analiza en hasta donde debe responder el estado por
omisión, el deber de seguridad por ejemplo, en qué términos? Esto se analiza. La Corte, condenó al club Lanús y a la
AFA a indemnizar a Hugo Mosca por la pérdida del 80 por ciento de la visión en su ojo izquierdo, que se produjo como
consecuencia de una piedra que fue arrojada desde el estadio hacia la calle, donde él aguardaba que finalizara el partido
entre el local e Independiente por el Torneo Apertura de 1996. El tribunal tuvo en cuenta que el daño no fue
consecuencia directa del accionar de los agentes policiales y eximió de responsabilidad a la provincia. El mero hecho
de que el Estado ejerza el poder de policía no resulta suficiente para atribuirle responsabilidad si el agente policial no
participó del hecho dañoso. La policía es responsable por su acción negligente, no por su omisión. La mera existencia
de un poder de policía que corresponde al Estado nacional o provincial, no resulta suficiente para atribuirle
responsabilidad en un evento en el cual ninguno de sus órganos o dependencias tuvo participación, toda vez que no
parece razonable pretender que su responsabilidad general en orden a la prevención de los delitos pueda llegar a
involucrarlo a tal extremo en las consecuencias dañosas que ellos produzcan con motivo de hechos extraños a su
intervención directa. El club sostuvo que el hecho no ocurrió dentro del estadio, sino afuera. La Corte rechazó este
argumento, porque el daño se produjo "con ocasión" del partido. "El club organizador del espectáculo tiene el deber de
tomar todas las medidas necesarias para que el evento se desarrolle normalmente, sin peligro para el público y los
participantes. Para ello debe impedir el ingreso de inadaptados y exigir a los concurrentes el cumplimiento de las leyes,
extremando las medidas de seguridad" La Corte también responsabilizó a la AFA, porque esta entidad tiene atribuciones
de organización del torneo, de control y se beneficia con el mismo.

FALLO MIRAGAYA MARCELO HORACIO C/ COMITÉ FEDERAL DE RADIODIFUSIÓN S/ AMPARO


Miragaya resultó adjudicatario de una licencia para la instalación y explotación de un servicio de radio fusión sonora
(resolución COMFER 1101/99), días después de la notificación de esta adjudicación se publicó en el BO una resolución
de la Secretaria de Cultura y Comunicación que dispuso la suspensión y revisión de la resolución. Mediante la resolución
458/00 el COMFER revocó el acto de adjudicación lo cual motivó la interpretación del amparo, la Cámara de
Apelaciones revocó lo resuelto por el juez de primera instancia y rechazó la demanda destacando que ello no comportaba
abrir juicio sobre la pretensión sustancial del demandante. El tribunal quo brindó 2 argumentos: que la resolución
impugnada no revelaba irrazonabilidad manifiesta, y que la resolución no había empezado a generar sus efectos por lo
cual no se configuraba ilegalidad en el ejercicio por parte de la ADM de las facultades revocatorias.
La competencia para dictar la resolución COMFER 458/00 se basó en el art. 17 de la ley 19.549 que habilita a la
administración a revocar los actos administrativos irregulares, salvo que estén firmes y consentidos y hayan generado
derechos subjetivos que se estén cumpliendo. El organismo estatal expuso una serie de vicios que tornarían irregular,
afectado de nulidad absoluta. Estos vicios fueron reseñados por la cámara y las expresiones del samperista en el escrito
inicial y en el recurso extraordinario no son suficientes, a juicio de este tribunal para desvirtuar a todos y cada uno de
los fundamentos de la resolución impugnada. Aun cuando se juzgare que el acto por el que se otorgó la licencia del
amparista (considerado irregular de acuerdo a los términos de la resolución revocatoria) se encontraba firme. La licencia
fue adjudicada por un plazo de 8 años que serían contados a partir del comienzo de las transmisiones, el COMFER
establecerá el día de comienzo de aquellas y la recurrente no indicó en el escrito inicial en el escrito inicial ni en la
contestación de agravios ante la cámara que esa circunstancia se hubiera producido. No se advierte arbitrariedad o
ilegalidad manifiesta del acto impugnado en los términos de los arts. 43 de la Constitución Nacional y 1° de la ley
16.986, que habiliten la procedencia de la acción intentada en autos. Se declara procedente el recurso extraordinario y
se confirma la sentencia apelada.

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