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Uno de los principales fundadores de esta práctica es Paulo Freire, quien definió “la
educación no puede ser neutral, es o un instrumento de liberación o un instrumento de
domesticación”. La educación debe liberar al individuo a través de un acto consciente,
comprendido y analizado (Freire,1989).
El profesor debe incitar a observar, estimular la conciencia de los alumnos con el objetivo de
que estos valoren la realidad social y construyan conocimiento a partir de sus experiencias.
Para conseguir este objetivo el profesor problematiza el mundo, creando las condiciones
adecuadas para que tenga lugar el proceso del aprendizaje.
Los alumnos construyen nuevas expectativas, alcanzando un estado de reflexión que facilita
la comprensión de su propia realidad, identificando problemas e inconsistencias y la
búsqueda de nuevas posibilidades. El uso del diálogo es esencial para el proceso de
aprendizaje, así como para crear un compromiso mutuo entre los participantes. Además, se
fortalece la autonomía y autogestión del alumno, siendo este responsable de su propio
aprendizaje. La dinámica de la pedagogía crítica se basa en la participación social, la
contextualización de la educación, la comunicación horizontal y la evolución de la realidad
social (Ramírez, 2008).
Los contenidos varían en función de las necesidades e intereses del alumnado, el cual
participa en el establecimiento de metas, objetivos y expectativas del curso (Breunig, 2005).
El contenido tratado debe ser significativo y relevante para los estudiantes. De esta manera,
el alumno puede relacionar el conocimiento con los problemas existentes en la sociedad para
tomar las acciones necesarias para solucionarlos. El aprendizaje implica explorar la realidad,
desarrollar consciencia e intervenir críticamente en ella (Aliakbari y Faraji, 2011).
La organización de los alumnos y espacios puede variar en función de las actividades, aunque
de forma general se suelen utilizar disposiciones que faciliten el diálogo como las mesas
dispuestas en círculo. Esta disposición garantiza el diálogo horizontal (Breunig, 2005).
Las actividades de enseñanza-aprendizaje son variadas, aunque todas ellas parten del
establecimiento de problemas y el uso del diálogo como elemento fundamental que dirige el
aprendizaje. De entre las actividades más comunes se encuentran: actividades
experimentales, mesa redonda, foros, seminarios, lecturas, debates, discusiones, expresión
creativa (Breunig, 2005; Aliakbari y Faraji, 2011).
El material didáctico suele ser variado, auténtico e inclusivo, y puede ser aportado por el
alumno en función de sus intereses acerca de temas relevantes en sus vidas, como por ejemplo
noticias, lecturas, experiencias (Aliakbari y Faraji, 2011; Breunig, 2005).
La evaluación valora las producciones de los alumnos como por ejemplo diarios,
presentaciones, reflexiones críticas, exámenes y cuestionarios; teniendo en cuenta unos
estándares establecidos. El alumno también está involucrado en el proceso evaluativo a través
de técnicas como la autoevaluación, la coevaluación entre iguales y heteroevaluación. El
proceso de evaluación está acompañado de sesiones de retroalimentación y calificación,
dentro de la cual también se utiliza la calificación dialogada (Breunig, 2005).
Bibliografía: