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El docente y el alumno establecen una interacción entre ellos, como parte de su convivencia, de
compartir momentos y experiencias; la cual se caracteriza por rasgos de personalidad
determinantes. Desde el punto de vista psicoanalítico, ambos llevan un proceso de transferencias y
contratransferencias que marcan y enmarcan sus relaciones dentro y fuera del aula. Por otro lado,
tanto el docente, como el alumno deben identificar los conflictos adquiridos a lo largo de su historia
y procesarlos para evitar que el otro cargue con sus miedos, y frustraciones en este proceso de
identificación y transferencias (Tirado, et al., 2012).
Al retomar otro punto de análisis, se encuentra el tema de la motivación, tanto intrínseca como
extrínseca. El alumno y el docente buscan satisfacer necesidades y cubrir sus intereses, encuentra
uno en el otro la forma de satisfacerlos; en ocasiones se logra y en otras se interfiere en la
satisfacción de dichos aspectos (Tirado, et al., 2012)
Durante años, la evaluación permitía o no el que un individuo tuviera una movilidad social y se le
consideraba apto a partir de un número, un promedio, que reflejaba el supuesto conocimiento.
Aquel individuo que no reunía los parámetros era excluido de determinados campos. El docente
elaboraba instrumentos de evaluación centrados en el tipo de relación que desarrollaba con los
alumnos, en muchas ocasiones, como parte de conflictos o frustraciones que adquiría a través de un
ciclo escolar (Bigge, 2004).
Todo este esquema de evaluación, generaba estados emocionales en el alumno que se reflejaban en
ocasiones en inseguridad, conflictos, frustraciones, rechazo al contexto educativo o algunas áreas en
particular. No se habla de bueno o malo, no se pretende valorar este tipo de evaluación, sólo se
argumenta lo que fue, es y el panorama de lo que en la actualidad se pretende manejar. Hoy en día
se buscan estrategias que permitan evaluar, rompiendo con el esquema numérico de calificar o
cuantificar, en este modelo de escuela nueva la evaluación se considera un proceso continuo que
debe reflejar las habilidades, las competencias o los talentos del individuo, siendo un reflejo de la
personalidad misma del sujeto, sin etiquetas o calificativos (Castañeda, 2004)