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DESARROLLO PSICOLÓGICO DEL SER HUMANO

SEGÚN FREUD
Teoría psicoanalítica freudiana del desarrollo psicosexual del niño
1.- Introducción:
Antes de los trabajos de Sigmund Freud se creía comúnmente que los niños son
sexualmente neutrales hasta la época de la pubertad; es decir que sus impulsos
sexuales no se manifiestan hasta dicho período. Sobre la base de su trabajo con
nacientes adultos que sufrían diversas clases de trastornos emocionales (Freud
rara vez observó directamente la conducta infantil), Freud llegó a la conclusión
de que los impulsos sexuales, en la forma de búsqueda de placer a través de
determinadas áreas del cuerpo llamadas “zonas erógenas”, estaban presentes
desde el nacimiento.
El placer sexual, según la hipótesis de Freud se deriva de la estimulación de
cualquiera de las “zonas erógenas del cuerpo”.
De esa manera la estimulación de la boca y de los labios produce una sensación
de placer que, según Freud es básicamente de índole sexual. De manera
semejante la estimulación del ano produce placer. Cada individuo, en cualquier
etapa determinada del desarrollo de su personalidad deriva placer de una zona
del cuerpo más que de las otras, y el curso del desarrollo es una serie de sucesos
distintos a medida que una zona después de otra se convierte en el foco de
placer.
2.- Etapas del desarrollo psicosexual:
De acuerdo con la “zona erógena” predominante se habla de las siguientes
etapas:
1.- Oral
2.- Anal
3.- Fálica
4.- Etapa de latencia, en la que se supone (en la teoría Freudiana
ortodoxa) una disminución de los impulsos sexuales.
5.- Etapa genital que corresponde a la juventud y a la adolescencia.

Si hay sucesos que evitan que los impulsos sexuales cambien de una zona
erógena a otra se habla de “fijación”. Los psicoanalistas Freudianos, por ejemplo,
estiman que un hombre homosexual que obtiene placer mediante el coito anal
está “fijado” en la etapa anal.
2.1. ETAPA ORAL. - La etapa oral se desarrolla durante el primer año de vida o
más exactamente durante la lactancia. Las dos principales fuentes de placer a
través de la boca son la estimulación táctil provocada al chupar el seno materno
o mamadera, o al meterse cosas a la boca, y el placer de morder. La estimulación
táctil de los labios y la cavidad oral por el contacto de diversos objetos, y la
deglución de alimentos (a lo que los psicoanalistas llaman incorporación oral)
produce placer erótico sexual, y el acto de morder da lugar a un placer agresivo.
El placer oral agresivo aparece cuando se desarrollan los dientes.

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Por lo antes dicho podemos ver que los psicoanalistas asumen en el lactante
una serie de experiencias subjetivas del tipo de las que podría tener un adulto.
Como se ignora qué grado de conciencia puede tener un niño en los primeros
meses de vida. La afirmación de que obtiene placer y que este placer tiene
características que permiten considerarlo como sexual, es una hipótesis
imposible de comprobar científicamente
Un animal decorticado (por ejemplo, un gato) puede realizar una serie de
actividades orales comparables a las de un recién nacido y aún más complejas,
como lamer, morder, masticar, escupir sustancias muy ácidas y realizar los
movimientos necesarios para una alimentación adecuada.
Con la eliminación de la mayor parte del cerebro por encima del diencéfalo
persisten patrones de conducta organizados de este tipo, por lo menos en
carnívoros. Un recién nacido con anencefalia congénita (como el estudiado por
Gamper, que no tenía corteza ni ganglios básales,) tiene los patrones motores
reflejos necesarios para dirigir la boca hacia el seno materno, agarrarlo y
succionar. Lo anterior hace dudar que haya componentes conscientes
importantes en la actividad oral del niño, por lo menos al comienzo de la
lactancia.
Si la incorporación oral es “dolorosa”, como cuando ocurre cuando el bebé
ingiere una sustancia muy ácida o amarga, la rechaza escupiéndola (como lo
hace un gato decorticado). El niño aprende a evitar tales experiencias
desagradables cerrando la boca para no recibir sustancias irritantes (pero este
aprendizaje no ocurre sino después de varios meses). Por otro lado, si un objeto
“placentero” como el seno materno o la mamadera tratan de quitársela de la boca
al bebé, este tiende a asirlo con la boca (sobre todo cuando su hambre no ha
sido saciada).
Según la teoría Freudiana el niño tendría, por lo tanto 5 tipos de conducta oral:
1.- Ingerir o incorporar
2.- Agarrar con la boca
3.- Morder
4.- Escupir
5.- Cerrar la boca.

Cada una de estas formas de conducta oral sería un “prototipo” o modelo original
para ciertos rasgos de la personalidad. Por “prototipo” entienden los
psicoanalistas un modelo de adaptación original a una situación dolorosa o
perturbadora que sirve de modelo para otras adaptaciones posteriores, si tomar
cosas en la boca es placentero, como cuando el niño tiene hambre, entonces la
“incorporación” de otras cosas como conocimientos, amor, o poder cuando uno
se siente deprivado de ellas es agradable. De hecho, hablamos de “hambre” de
conocimientos, de amor, o de poder, como si fueran objetos que pudieran ser
comidos.
Según los psicoanalistas la boca proporciona muchas experiencias prototípicas
que son transferidas a otras situaciones similares.

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La tendencia a ingerir sería el prototipo de la adquisitividad, el aferrarse con la
boca el de la tenacidad y determinación, el morder de la destructividad el escupir
del rechazo y el desprecio y el cenar la boca de la tendencia a rehusar y negarse.
El que uno o varios de estos patrones de conducta se desarrollen posteriormente
dependería de la cantidad de frustración y angustia experimentadas en relación
con la expresión prototípicas.
Por ejemplo, un bebé destetado abruptamente puede desarrollar después una
fuerte tendencia a aferrarse a las cosas para evitar una repetición de la
experiencia traumática del destete.
Según la teoría Freudiana, una persona que ha adquirido una orientación
predominantemente incorporativa, asimila cosas no solo por la boca sino
también, por ejemplo, a través de los órganos de los sentidos y tiene tendencia
a buscar estímulos visuales, táctiles, auditivos. El derivar la curiosidad de la
tendencia a ingerir alimentos, como lo hacen los psicoanalistas al afirmar lo
arriba anotado, es otra hipótesis para la cual no hay pruebas científicas. La
necesidad de estímulos sensoriales parecer ser una motivación primaria basada
en la necesidad de estimulación constante de la Formación Reticular para
mantener la integración adecuada de las funciones psíquicas.
Según la teoría Freudiana, la actitud incorporativa puede abarcar actividades
simbólicas como la “incorporación” de amor, conocimiento, dinero, poder,
posesiones materiales. La ambición y la adquisitividad se desarrollarían porque
la persona no recibió suficiente amor y alimentación en los primeros años de vida
La persona adquisitiva (es decir con tendencia a adquirir cosas) es insaciable
porque cualquier cosa que adquiera, ya sea dinero o fama, es sólo un sustituto
de lo que realmente quiere, o sea el alimento de una madre amante.
De nuevo encontramos aquí una hipótesis aceptada como dogma por muchos
psicoanalistas, que no ha sido comprobada científicamente. De acuerdo con los
trabajos de Bowlby y otros, el principal trastorno producido por la deprivación del
amor materno no es una tendencia a adquirir cosas sino una dificultad para
establecer relaciones afectivas con otras personas. No hay estudios estadísticos
que comparen la conducta adquisitiva de niños deprivados de alimento y amor
materno en la lactancia con la de otros individuos que no han tenido esta
deprivación. Aunque hay muchas personas que han acumulado grandes
riquezas después de haber tenido una infancia llena de privaciones, muchas
otras tienen igual tendencia a la adquisición de posesiones, aunque han gozado
de todas las ventajas posibles, inclusive el amor materno, cuando eran niños.
Los psicoanalistas consideran que la conducta de una persona demasiado
dependiente de otras se deriva de una excesiva dependencia de la madre
desarrollada por temor a verse deprivada del alimento y de los cuidados de ésta.
Para que este temor haya surgido deben haberse producido situaciones
amenazantes.
La agresividad oral expresada mordiendo seria, según la teoría Freudiana, el
prototipo de muchas clases de agresión expresada directa o indirectamente. El
niño que ataca con sus dientes puede de adulto agredir con el sarcasmo verbal,
la burla o el cinismo, o puede dirigir sus tendencias agresivas hacia las
actividades oratorias como abogado, hacia la discusión científica o hacia un

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comportamiento dominante con respecto a otras personas. Sin embargo, no
existen estudios científicos válidos que midan la
Conducta de morder en los niños y la correlación con sus manifestaciones
agresivas posteriores.
2.2. ETAPA ANAL.- Durante esta etapa, según la teoría psicoanalítica el ano se
convierte en zona erógena. El niño goza tanto con expulsar, como retener las
heces y si los padres le crean dificultades tratando de entrenar al niño
precozmente para los hábitos de evacuación del intestino o cuando son muy
rudos en ese tratamiento, el niño puede aprender a “castigarlos” o a “vengarse”,
ya sea rehusando defecar o haciéndolo en tiempo y lugar distintos de los que
son aprobados por los padres. En este caso, Freud creía que el niño puede
hacerse obstinado y avaro, si ha estado tratando de retener las heces como
manera de desquitarse de los padres, o puede hacerse cruel, destructivo y
desordenado, si ha defecado en momentos y lugares desaprobados por los
padres. Por otra parte, cuando los padres muestran aprobación de la conducta
del niño en los hábitos deseados de evacuación intestinal y de la vejiga, la idea
de que expulsar las heces es importante puede ser la base para la productividad
y la creatividad ulteriores (como puede imaginarse no hay pruebas científicas
que corroboren esto.)
Se ha encontrado que algunas características “anales” como terquedad u
obstinación, tendencia al orden y la limpieza excesivos, están algunas veces
relacionados a la excesiva insistencia de la madre en establecer, a menudo
precozmente, los hábitos higiénicos; pero tal insistencia dependía de las
características personales de la madre consistentes en obstinación, excesiva
tendencia a la limpieza, imposición de una disciplina estricta en todos los
aspectos del comportamiento. La adquisición de los rasgos de la madre procede
probablemente del aprendizaje de la conducta total de ésta, y no del hecho
aislado del entrenamiento del esfínter anal. Hay pruebas bastantes convincentes
de ello en un estudio hecho por Beloff (1957) citado por O’Connor y Frank. La
etapa anal se considera que ocurre entre el año y año y medio y el tercero y
cuarto. A esta etapa se le ha llamado “sádico-anal” por la conducta agresiva que
durante ella muestra el niño, ya que “sadismo” es la tendencia a sentir placer
sexual agrediendo o causando dolor a otros.
2.3. ETAPA FALICA.- De los tres a los seis años de edad, los órganos genitales,
o más específicamente el pene en el niño y el clítoris en la niña, se convierten
según Freud en el foco para la obtención de placer. En este periodo el niño
atraviesa la llamada “situación edipica”. En la mitología griega (en la que
Sófocles se basó para escribir una tragedia), Edipo era un rey de Tebas que
obtuvo el trono por haber descifrado un enigma que le propuso la esfinge. Fue
hijo de Layo y Yocasta, De acuerdo por lo pronosticado por oráculo, mató a su
padre (sin reconocerlo) y al ascender al trono se casó con su madre. Una
situación análoga en la niña ha sido llamada “complejo de Electra” (En una
tragedia de Sófocles, Electra ayuda a su hermano Orestes a matar a su madre
para vengar el asesinato de su padre.
Inicialmente tanto el niño como la niña aman a su madre, puesto que
primariamente está asociada con la satisfacción de las necesidades; sin
embargo el padre es considerado como un rival por el niño porque acapara la

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atención de la madre. Durante el período de la “situación edípica” o “complejo de
Edipo”, estos sentimientos se intensifican en el niño. Desea poseer a la madre
para si mismo y puede indicar el deseo de casarse con ella cuando crece. Freud
creía que los niños de esta edad en realidad desean relaciones sexuales con la
madre y envidian al padre la intimidad que mantiene con ella. El niño, literalmente
desea tomar el lugar del padre. El anhelo por la madre, sin embargo, le produce
el temor de la castración que puede producirle el padre (“Complejo de
Castración”) y estos temores pueden intensificarse cuando contempla los
órganos genitales femeninos y encuentra que carecen de pene. Es el motivo
según Freud, por el que sus sentimientos o impulsos eróticos hacia la madre se
centran en los órganos genitales. Debe tenerse en cuenta que el temor de
castración realmente puede producirse cuando el padre o la madre amenazan al
niño por manipularse los genitales.
Según Freud es este temor de castración el que produce la “resolución” de la
situación edípica mediante la represión (paso al inconsciente) de los deseos
sexuales hacia la madre, e identificación con el padre.
El niño realmente tiende a identificarse con su padre (a adoptar los patrones de
conducta de éste). Esto es explicable dentro de los procesos normales de
aprendizaje. Nowrer considera la identificación como un aprendizaje no
inevitable de patrones de conducta, mediante el sistema selectivo de premios.
Por ejemplo, el padre tiende a sentirse gratificado cuando el niño imita o exhibe
patrones de conducta que le gustan, y refuerza entonces con su aprobación
dichas formas de comportamiento.
En el caso de la niña, la situación se invierte. La niña físicamente desea al padre
(según Freud) y considera a la madre como una rival odiada. De manera distinta
que el niño, sin embargo, que abandona su deseo hacia la madre por el temor a
castración, la niña nunca abandona sus anhelos de un modo completo. En vez
de esto su deseo por el padre se transfiere más tarde hacia el deseo de un
marido y de un hijo varón. Freud afirmaba que la niña, al ver que carece de pene,
se siente despojada de él y manifiesta una “envidia del pene” que puede
compensar más tarde cuando tiene un hijo, o que la lleva a competir con el
hombre. Karen Horney, una psicoanalista post-freudiana considera que la
envidia del pene es en realidad una envidia, por parte de las mujeres, del papel
social dominante que tiene el hombre en la sociedad occidental.
La niña por otra parte puede identificarse con la madre para anularla y lograr el
amor del padre o de otros hombres que lo sustituyen como objeto sexual en su
vida posterior. Desarrolla así los patrones de conducta femeninos deseables.
Estas tres etapas del desarrollo: oral, anal, y fálica constituyen en conjunto
el “periodo pre genital” de la sexualidad que va seguido del llamado
periodo de latencia.
En este último periodo, los impulsos sexuales hacia sus padres han sido en gran
parte reprimidos, según la teoría psicoanalítica, y las actividades se centran
alrededor de los objetos no sexuales.
En realidad, en la etapa de latencia puede haber mucha curiosidad sexual,
masturbación y aún juegos sexuales entre niños y niñas. Sin embargo, estas
actividades no adquieren durante ese periodo la importancia emocional que se

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les da al llegar a la pubertad y adolescencia cuando la motivación sexual
aumenta.
Con la pubertad y la adolescencia se entra a la etapa genital, en la que los
impulsos sexuales se dirigen a personas extrañas al círculo familiar y conducen
normalmente a las relaciones sexuales con personas del sexo opuesto
(relaciones heterosexuales).

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