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Psicología                                 

FICHA DE ESTUDIO
Organización sexual infantil

Lic. Alessandri Karina


Año 2022
Desarrollo psicosexual:

El concepto de desarrollo psicosexual es un elemento esencial en la teoría de Sigmund Freud


desarrollado hacia finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Freud propone una idea
revolucionaria en su época, que postula la existencia de una sexualidad infantil, cuyo desarrollo
está organizado en fases: oral, anal, fálica, de latencia y genital. Freud creía que si durante
cualquiera de estas fases el niño experimentaba ansiedad en relación a las fases, podrían persistir
en la época adulta como neurosis.

Antecedentes

Freud observó que durante el temprano desarrollo, el comportamiento de los niños se orientaba
alrededor de determinadas partes del cuerpo (la boca durante el amamantamiento, el ano durante
el baño o la higiene y luego los genitales). Habiendo observado en sus trabajos anteriores con
pacientes, que las neurosis adultas se originan en la sexualidad infantil, Freud propuso que esos
comportamientos de los niños eran expresiones de sus fantasías sexuales y deseos. Sugirió que los
seres humanos, durante su primera infancia, son "perversos polimorfos", significando esto que los
infantes pueden derivar su placer sexual desde cualquier parte del cuerpo, y que es sólo a través
de la relación con los otros y el aprendizaje que se llega a la sexualidad adulta.

Freud señaló que cada niño atraviesa cinco fases psicosexuales. Durante cada etapa, se genera
placer por el estímulo que se produce en las llamadas zonas erógenas (boca, oídos, genitales, etc.) 
a través de las caricias, cuando se lo baña al bebé, al cantarle, etc.

Sin embargo, durante esta búsqueda de satisfacción de las urgencias sexuales, el niño experimenta
fracasos y retos por parte de sus padres o la sociedad y debido a esto termina asociando angustia
con la zona erógena en particular. Para evitar esta angustia, el niño comienza a preocuparse con los
temas relacionados a esta zona, desarrollando un fenómeno que Freud denominó fijación y que el
mismo podía producir neurosis u otras patologías, en la vida adulta.

SEXUALIDAD: Todo aquello que provoca placer. Antes era sinónimo de genitalidad. Freud descubre
una serie de movilizaciones que están presentes desde el nacimiento.

La sexualidad infantil tiene tres características:

1. Auto erótica: El objeto es una parte de su propio cuerpo. Ej.: en el bebé la succión del pulgar.
2. Responde a una zona erógena: Son zonas en las que se encuentra mayor placer. Responden con
una excitación ante una estimulación.

3. Surgen apoyadas en la auto conservación: Ej.: cuando el bebé tiene hambre hay una necesidad
biológica y se crea una tensión. Para reducir esa tensión es necesario llevar a cabo una acción
específica (procurar el alimento) el niño no puede llevarla a cabo solo por sus características,
entonces llora, se mueve, y se lleva a cabo por un tercero. El bebé se calma y esto trae una
experiencia de satisfacción y esta experiencia va a producir un cambio en el psiquismo. De una
necesidad se pasa al deseo. Es una experiencia que no tiene nada que ver con el alimento. Para
Freud es un placer erótico, placer sexual, placer funcional. La satisfacción va más allá de lo
biológico, pero empieza por una necesidad de auto conservación.   

FASES EVOLUTIVAS DE LA ORGANIZACIÓN SEXUAL


La vida sexual infantil es en su esencia auto erótica. Esto es, encontrar su objeto en su propio
cuerpo, hacia la obtención de placer. El final del desarrollo está constituido por la llamada vida
sexual normal del adulto. La sexualidad infantil está dominada por la satisfacción de placer que
responden a zonas erógenas

Fase oral:

La primera etapa del desarrollo psicosexual es la fase oral, la cual dura desde el comienzo de la
vida hasta el primer año. Durante la misma, el foco de la satisfacción está en la boca y el placer se
obtiene por los cuidados, pero también a través de la exploración del entorno (los pequeños
tienden a llevarse objetos nuevos a la boca). En esta etapa el Ello es el que domina ya que ni
el Yo ni el Superyó están totalmente desarrollados. A causa de esto el bebé no tiene noción de sí
mismo y todas sus acciones están basadas en el principio de placer

El yo, sin embargo, está bajo formación durante esta primera etapa. En primer lugar, la imagen
corporal es desarrollada, lo cual implica que el niño reconoce que su cuerpo se diferencia del
mundo exterior. Por ejemplo, comenzará a darse cuenta que uno siente dolor solamente cuando
éste se aplica al propio cuerpo. Un segundo factor al que le es atribuida la formación del yo son las
experiencias implicadas en el retraso de la satisfacción que conducen a la comprensión de que
conductas específicas. El infante gradualmente se da cuenta de que la satisfacción no es inmediata
y que tiene que producir determinados comportamientos para iniciar acciones que conduzcan a
esa satisfacción. Un ejemplo de conducta semejante es el llorar, que parece no tener finalidad
durante los primeros dos meses de vida, pero luego parece ser usado productivamente y está
conectado con determinadas necesidades.

La experiencia clave en esta fase es el destete, durante el cual el niño pierde mucho del contacto
íntimo con su madre y esto da lugar al primer sentimiento de pérdida. El destete también le provee
al bebé conciencia de sí mismo, desde que aprende que no todo está bajo su control, y tampoco la
satisfacción es siempre inmediata.

En esta etapa, la satisfacción de las necesidades conduce a la formación de la independencia. Por


otro lado, la fijación puede llevar a dificultades en el desarrollo de la personalidad. En el caso de
demasiada satisfacción, el niño no aprende que no todo está bajo su control y que la satisfacción
no siempre es inmediata (los cuales son resultado del destete), dando lugar a una personalidad
inmadura. Por otro lado, las necesidades del niño pueden ser satisfechas insuficientemente, y
debido a ello el niño se vuelve pasivo porque aprende que, de todas formas, lleve a cabo la
conducta o no, la satisfacción no sobrevendrá.

Fase anal:

En la etapa anal del desarrollo psicosexual, (zona erógena) ano. Esta fase dura desde
aproximadamente el 15º mes hasta el tercer año de vida. Durante la misma la formación del Yo
continúa. La experiencia más importante durante esta etapa es el entrenamiento en la higiene
personal. Éste ocurre alrededor de los dos años, y da como resultado un conflicto entre el Ello, que
demanda satisfacción inmediata que involucran la evacuación y las demandas de los padres. La
resolución de este conflicto puede ser gradual y no traumático, o intenso y tormentoso,
dependiendo de los métodos que los padres usen para manejar la situación. La solución ideal
vendría si el niño trata de regularse y los padres son moderados, para que el niño pueda aprender
la importancia de la limpieza y el orden gradualmente, los cuales dan lugar a una persona adulta
controlada. Si los padres ponen demasiado énfasis en la higiene personal mientras el niño decide
acomodarse a ésta, se puede dar lugar al desarrollo de un comportamiento compulsivo,
extendiéndose a lo concerniente con el orden y la pulcritud. Por otra parte, si el niño decide
prestar atención a las demandas de su Ello y los padres acceden a esto, el niño probablemente
desarrolle una personalidad tendiente al desorden.

Fase fálica:
Se extiende desde los tres hasta los cinco años y la zona erógena asociada a ella es el área de los
genitales. A pesar de que efectivamente la satisfacción está enfocada en esta área, no lo es de la
misma forma que en la sexualidad del adulto, ya que el niño es sexualmente inmaduro aún. Los
niños se vuelven cada vez más conscientes de su cuerpo y son curiosos en relación al cuerpo de
otros niños y también el de sus padres. Freud observó que los niños de esta edad pueden ser
frecuentemente vistos sacándose la ropa y "jugando al doctor" con otro niño, o preguntándole a
sus madres si ellas también tienen pene. Estas observaciones persuadieron a Freud de que la
satisfacción está enfocada sobre o alrededor de los genitales durante este período.

El conflicto más importante de esta etapa es el llamado complejo de Edipo, nombre derivado


de Edipo, quien asesinó a su padre e involuntariamente se casó con su madre. En un comienzo,
para ambos sexos la primera fuente de cuidados y satisfacciones es la madre. A medida que los
niños se desarrollan, sin embargo, comienza a formarse una identidad sexual y la dinámica para
varones y niñas se altera.

Para el varón, la madre deviene la persona deseada, mientras que el padre es el foco de los celos y
rivalidad. El Ello quiere unirse con la madre y matar al padre (como hizo Edipo) pero el Yo, basado
en el principio de realidad sabe que el padre es más fuerte. Sin embargo, el niño también quiere al
padre, por eso sus sentimientos son ambivalentes.

Freud argumentaba que las niñas pequeñas siguen más o menos el mismo desarrollo psicosexual
que los niños. Salvo que, en este caso, dirige su deseo sexual hacia el padre. La niña pequeña debe
abandonar su primera elección de objeto, la madre, para tomar a su padre como nueva elección de
objeto, más apropiada.

En ambos casos el conflicto entre el Ello y el Yo es resuelto a través de dos mecanismos de defensa
básicos. Uno de ellos es la represión, que implica el bloqueo de recuerdos, impulsos e ideas desde
la mente consciente, pero no conduce a una resolución definitiva del conflicto. La segunda es
la identificación que implica la incorporación de las características del padre del mismo sexo dentro
del propio Yo del niño.

En general, el Complejo de Edipo es muy importante para el desarrollo del Superyó ya que, a través
de la identificación con uno de los padres, la moralidad de la sociedad en que se vive es
internalizada.

Período de latencia
Sigmund Freud distinguía entre dos periodos en el desarrollo sexual: uno que comienza al nacer y
llega hasta el denominado complejo de Edipo y otro que se inicia en la pubertad y se prolonga
hasta la madurez sexual. El periodo de latencia sería entonces el momento intermedio entre
ambas etapas.

Los sucesos más importantes que tienen lugar en esta etapa de transición son el entierro del
Complejo de Edipo, la formación del Superyó y el desarrollo de sentimientos de pudor y asco. La
latencia dura hasta que comienzan los cambios propios de la pubertad, momento en el que los
niños de ambos géneros son sorprendidos por las alteraciones de sus cuerpos, además de
pulsaciones que desconocían, que despiertan sus deseos sexuales, los cuales habían sido
reprimidos durante un largo tiempo.

Cabe mencionar que la relación con la sexualidad no desaparece absolutamente durante este
período, sino que las energías que hasta entonces estuvieran dedicadas al aspecto genital se
canalizan a través de ganas de aprender cosas nuevas, del interés por conocer el entorno social y
por conseguir la integración en algún grupo con el cual sentirse identificados. Es una etapa en la
que comenzamos a sentar las bases de nuestra moral, cuando empezamos a relacionarnos con
otras personas, con familias que no son la nuestra, y aprendemos a empatizar con otros individuos.
 Cronológicamente, la latencia suele ubicarse entre los siete y los doce años de edad. Durante esta
etapa se transforma el aparato psíquico, ya que se incorpora el Superyó, una instancia que
internaliza las figuras de los padres junto con los límites por ellos expuestos y las expectativas que
han depositado en sus hijos; el encargado de satisfacer todas estas exigencias es el Yo. Es notable
el aumento del pensamiento en contraste con la disminución de la impulsividad, ya que entran en
juego conceptos como la honestidad, la compasión y la responsabilidad, hasta ese momento
inexistente.

Fase genital
La quinta y última etapa del desarrollo psicosexual es la fase genital, la cual se prolonga desde la
pubertad (doce años aproximadamente) en adelante. Continúa hasta que el desarrollo culmina,
que idealmente es a los dieciocho años cuando comienza la edad adulta. Esta fase representa la
mayor parte de la vida, y la tarea básica para que se constituya la individualidad es el desapego a
los padres. En esta fase el foco está puesto nuevamente en los genitales, como en la fálica, pero
esta vez la energía es expresada desde la sexualidad adulta.

Ésta última incluye el establecimiento de relaciones amorosas y la posibilidad de formar una


familia. También se aceptan las responsabilidades asociadas con la adultez.

Bibliografía

Marchesi,A. ,Carretero,M. y Palacios,J.: (1993) Psicología Evolutiva ,TomoI, Ed. Alianza, Madrid,

Mayor,J. (1985) Psicología Evolutiva Ed. Anaya. Madrid.

Freud Sigmun , Tres ensayos para una teoría sexual. Freud obras completas edición Amorrortu

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