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TEMA 4. LA POESÍA DEL NOVECENTISMO, LAS VANGUARDIAS Y LA GENERACIÓN DEL 27.

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ.


1.NOVECENTISMO (O GENERACIÓN DEL 14): DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS.
Cuando se habla de Novecentismo nos referimos a la obra de un grupo de autores que alcanza
su momento de máximo esplendor a partir del año 1914. De ahí el término Generación del 14,
y cuyo mentor ideológico fue el filósofo José Ortega y Gasset y su obra La deshumanización
del arte.
Estos nuevos escritores pueden definirse por dos rasgos en oposición a la literatura anterior:
 Son más metódicos y racionales.
 Son, sobre todo, intelectuales, más que artistas.
Entre los autores incluidos en el Novecentismo están los novelistas Ramón Pérez de Ayala y
Gabriel Miró, el filósofo Ortega y Gasset, historiadores, ensayistas y el gran poeta Juan Ramón
Jiménez.
1.1.Características:
- Todos ellos están vinculados a la Institución Libre de Enseñanza con una sólida
formación universitaria.
- Optimismo por el futuro de España frente a la actitud desesperanzada del 98.
- Vocación europeísta. Buscan la solución en un acercamiento a Europa, acercamiento
que sirve tanto para formar a los escritores como para influir en sus obras.
- Racionalismo. Frente al irracionalismo modernista y al gusto por la contradicción de
autores como Unamuno, los novecentistas prefieren el rigor intelectual, el análisis
objetivo de las circunstancias y la claridad expositiva.
- Antirromanticismo. Se rechaza lo sentimental y pasional y se prefiere lo clásico, las
actitudes equilibradas y serenas y la expresión intelectualizada de las emociones.
- En cuanto al estilo, es fundamental la preocupación por el lenguaje. El estilo es
riguroso, pulcro, preocupado por los aspectos formales. El escritor huye de lo fácil. La
poesía novecentista se distancia de lo sentimental y puramente humano para
preocuparse de lo intelectual, pues persigue el rigor y la precisión.
2. POESÍA DE VANGUARDIA.
2.1. ¿Qué son las Vanguardias?:
Las vanguardias son los distintos movimientos artísticos sorprendentes y provocadores que
se extienden por Europa en sucesivas oleadas durante el primer tercio del siglo XX. También se
las llama “ismos”: futurismo, dadaísmo, cubismo, etc. En España también encontraremos,
además de la influencia más o menos amplia de los anteriores, el Ultraísmo y el Creacionismo.
Los movimientos vanguardistas son experimentos artísticos que rompen violentamente con la
estética anterior y proponen un arte radicalmente distinto y original.
2.2. Características comunes de todos estos movimientos:

 Tienen tendencia a la formación de grupos y a la declaración de sus principios en


manifiestos y la publicación de sus obras en revistas literarias.
 Se oponen a la lógica y a la racionalidad; rechazan la imitación de la realidad porque
ellos crean una nueva realidad, buscando siempre la originalidad.
 Rechazan el sentimentalismo y la subjetividad en favor del juego.

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 Renuevan la forma de hacer poesía: metáforas e imágenes insólitas, verso libre,
abolición de los signos de puntuación, disposición tipográfica especial del poema en la
página, creación de neologismos…
 Se entusiasman por el mundo moderno y la ciudad con todos sus avances (máquinas,
edificios modernos de la gran ciudad).
 El carácter de las vanguardias es minoritario y elitista, así como efímero.
Hubo gran variedad de movimientos vanguardistas, cada uno con sus rasgos diferenciadores.
Entre ellos encontramos: el Expresionismo, el Dadaísmo, el Cubismo, el Futurismo y el
Surrealismo.
El Surrealismo fue la vanguardia más importante, influida por el psicoanálisis de Freud. El
hombre, sometido durante toda la historia, busca liberar el subconsciente de las
convenciones morales y sociales. Para ello utiliza la escritura automática (liberar el
pensamiento subconsciente escribiendo sin buscar un sentido lógico), las asociaciones libres,
las metáforas insólitas… El creador de esta corriente fue André Breton con el “Primer
manifiesto del Surrealismo” de 1924.
España es posiblemente el país europeo en el que la repercusión del Surrealismo fue mayor.
Casi todos los poetas de la Generación del 27 quedaron fuertemente marcados por este
movimiento. Con él, lo humano e incluso lo social y político penetrarán de nuevo en la
literatura.
2.3. Las vanguardias en España:
Los primeros ismos fueron introducidos en España por Ramón Gómez de la Serna, cuya mayor
contribución a la vanguardia es la creación de sus Greguerías, que él mismo definió como
metáfora + humor (“De la nieve caída en el lago nacen los cisnes”).
En 1920 la literatura se aleja de la realidad aparente (deshumanización) y en España surgieron
el Ultraísmo y el Creacionismo.
Los poetas de la Generación del 27 fueron los que más rendimiento sacaron de estas nuevas
tendencias.
3. LA GENERACIÓN DEL 27.
3.1. Concepto e integrantes:
Recibe el nombre de Generación del 27 el grupo de escritores y de poetas que, nacidos entre
1892 y 1902, se dieron a conocer a partir de 1920. Se llama de este modo por el homenaje que
algunos poetas del grupo rindieron a Góngora en Sevilla en 1927. Federico García Lorca,
Rafael Alberti, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Vicente
Aleixandre, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre y Emilio Prados han formado la llamada
Generación o grupo poético del 27. A ellos se unirá más tarde Miguel Hernández. Sin embargo,
no podemos olvidarnos de las escritoras de esta Generación, pertenecientes al grupo de Las
Sinsombrero, que durante mucho tiempo han permanecido en la sombra. Algunas de estas
escritoras son: María Teresa León, Concha Méndez, Rosa Chacel, Josefina de la Torre, Carmen
Conde, María Zambrano, Ernestina de Champourcín… (https://www.rtve.es/play/videos/las-
sinsombrero/imprescindibles-sin-sombrero/3318136/)

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3.2. Características:
Los poetas del 27 valoraron el pasado y rescataron autores y estilos diversos, realizando una
verdadera síntesis de vanguardia y tradición. Del pasado literario español rescataron formas
de la poesía tradicional (canciones, villancicos, romances), en la tendencia llamada
neopopularismo; de la poesía del Siglo de Oro prestaron especial atención a Góngora, pero
también a Garcilaso, San Juan, Lope o Quevedo; de la poesía del S.XIX recibieron la influencia
del intimismo de Bécquer; también se vieron influidos por las innovaciones métricas y el uso
de las imágenes de Darío, y la concepción de la realidad como algo que puede ser pensado,
soñado o imaginado de Unamuno y Machado, y establecieron relación directa con la poesía
simbolista. Utilizan estos autores un lenguaje nuevo, opuesto al del 98. Mezclan tradición y
modernidad y cultivan intensamente la imagen y la metáfora. En el apartado métrico
introducen la innovación del verso libre al que mezclan con la estrofa tradicional. El abanico
temático incluye tanto temas vanguardistas como tradicionales.
3.3. Etapas:
1ª etapa:
Hasta 1927, etapa de juventud, en la que el grupo se formó como tal, coincidió con el
esplendor de las vanguardias, aunque los poetas del 27 no rechazaron nunca el pasado
literario, logrando un equilibrio entre vanguardia y tradición. En estos años cultivaron la
poesía pura, rechazando el exceso retórico: se atiende más al trabajo de la forma que a la
expresión de lo humano ("Poesía pura es todo lo que permanece en el poema después de
haber eliminado de él todo lo que no es poesía" Guillén). Pero no todo es deshumanización, lo
humano entra por el camino de la lírica popular: Romancero gitano de Lorca; Marinero en
Tierra de Alberti o Romancero de la novia de G. Diego.
2ª etapa:
De 1927 hasta la Guerra Civil. Se inicia un proceso de rehumanización (frente a la poesía pura,
deshumanizada). Es una etapa de plena madurez en casi todos los escritores, irrumpe el
surrealismo y pasan a primer término los eternos sentimientos del hombre: el amor, la
frustración...Entran también los temas sociales y políticos: La voz a ti debida y Razón de amor,
de Salinas; Los placeres prohibidos, de Cernuda; Poeta en Nueva York, de Lorca, Sobre los
ángeles, de Alberti; Espadas como labios, de Aleixandre.
3ª etapa:
Ante la llegada de la guerra, el conflicto se convierte en el tema central de la poesía. El fin de
la guerra supone la dispersión del grupo: Lorca ha muerto; Aleixandre, Dámaso Alonso y G.
Diego permanecen en España; los demás parten para el exilio. La poesía deriva hacia un
humanismo angustiado o abierto hacia una nueva solidaridad. En el exilio, la nota dominante
será, al correr de los años, la nostalgia de la patria perdida. Como epígono de esta generación,
destaca Miguel Hernández, que inicia la poesía social. Su poesía comienza con una obra
influida por la Generación del 27: Perito en lunas. Algunas de sus obras fueron escritas desde la
cárcel y tienen un marcado carácter combativo y de compromiso político.
Destacamos a Federico García Lorca, tanto por su obra, como por ser símbolo de la represión
política. De entre toda su producción poética, hacemos una especial mención a Romancero
gitano, obra en la que se dan cita la tradición culta, la audacia vanguardista y los ritmos
populares, y Poeta en Nueva York en la que hay una implacable denuncia a la sociedad
capitalista deshumanizada y a la injusticia social.

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4. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (1881-1958)
4.1. Biografía:
Nació en Moguer (Huelva) en 1881. Era una persona muy sensible que se entregó ya desde
joven a la poesía. Conoció a Zenobia Camprubí y se casó con ella en 1916. Tras la Guerra se
marcharon al exilio a Puerto Rico. En 1956 le concedieron el premio Nobel de literatura. La
personalidad de Juan Ramón Jiménez fue peculiar. Su hipersensibilidad favoreció la alta calidad
de su obra literaria, pero contribuyó a aislarle de sus contemporáneos. Fue un hombre muy
sensible, impresionable, elitista, amante de la belleza y la perfección, que dedicó toda su vida a
la poesía.
Es difícil clasificar a este autor dentro de un movimiento literario determinado. Muestra en sus
obras características neorrománticas, modernistas, novecentistas y vanguardistas. Murió en
Puerto Rico en 1958.
4.2. Obra:
No es sencillo presentar en pocas líneas la obra literaria de Juan Ramón Jiménez, no solo por la
cantidad abrumadora de libros que publicó, sino por la constante reelaboración de sus textos.
Su producción poética supone una renovación de la lírica del S. XX que abriría las puertas a las
vanguardias y a la generación del 27. Trajo novedades de otros países, aunque su concepto
elitista e íntimo de la poesía dirigida “a la minoría siempre” le trajo críticas de otros autores
como Neruda.
El mismo autor dividió su evolución en tres etapas:
a) Época sensitiva: desde sus comienzos hasta 1915. Sus primeras obras Ninfeas y Almas de
violeta muestran un tono decadente y neorromántico. Rimas, además de la huella
becqueriana presente ya en el título, deja traslucir la influencia de los simbolistas franceses.
Arias tristes y Jardines lejanos sitúan la poesía de su autor en la órbita del Modernismo
intimista y simbolista: soledad, melancolía, inevitabilidad del paso del tiempo, presencia de la
muerte, recuerdos, fuentes, paisajes otoñales…
Durante su estancia en Moguer compone numerosos libros, publicados después: Elejías, La
soledad sonora, Poemas májicos y dolientes…
b) Época intelectual: se inicia con el Diario de un poeta recién casado (1916) y se prolonga
hasta que abandona España en 1936. En este libro empieza la búsqueda de la poesía pura.
Abandona los rasgos modernistas y va a lo esencial; elimina lo superfluo del texto para
destacar el significado profundo de la palabra poética. Así utiliza versos libres sin rima o con
alguna asonancia e incluso el poema en prosa. La paulatina desaparición de la anécdota
conduce a una poesía esencial, poesía pura o desnuda, que busca la expresión de lo inefable.
Son poemas cortos y densos, dirigidos a una minoría. En esta etapa incluimos obras como
Eternidades (1917), Piedra y cielo (1918), Poesía (1923), y Belleza (1923).
c) Época suficiente o verdadera: comprenderá toda su producción de los años de exilio a partir
de 1936. Es una poesía cada vez más densa y profunda, que desemboca en lo metafísico,
incluso en cierto misticismo (diálogo con un dios que él identifica con la naturaleza o la
belleza). En esta etapa escribe, entre otros, La estación total; En el Otro costado; Dios
deseado y deseante.
La importancia de Juan Ramón es extraordinaria; su obra abre caminos sin cesar, tanto en los
temas como en la expresión. Discípulos suyos, en mayor o menor medida, son todos los poetas
de la Generación de 1927. Es uno de los grandes poetas de todos los tiempos.
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TEXTOS DE LA GENERACIÓN DEL 27
I)
¿Serás, amor
un largo adiós que no se acaba?
Vivir, desde el principio, es separarse.
En el primer encuentro
con la luz, con los labios,
el corazón percibe la congoja
de tener que estar ciego y solo un día.
Amor es el retraso milagroso
de su término mismo;
es prolongar el hecho mágico
de que uno y uno sean dos, en contra
de la primera condena de la vida.
Con los besos,
con la pena y el pecho se conquistan
en afanosas lides, entre gozos
parecidos a juegos,
días, tierras, espacios fabulosos,
a la gran disyunción que está esperando,
hermana de la muerte o muerte misma.
Cada beso perfecto aparta el tiempo,
le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve
donde puede besarse todavía.
Ni en el llegar, ni en el hallazgo
tiene el amor su cima:
es en la resistencia a separarse
en donde se le siente,
desnudo, altísimo, temblando.
Y la separación no es el momento
cuando brazos, o voces,
se despiden con señas materiales:
es de antes, de después.
Si se estrechan las manos, si se abraza,
nunca es para apartarse,
es porque el alma ciegamente siente
que la forma posible de estar juntos
es una despedida larga, clara.
Y que lo más seguro es el adiós.
(Razón de amor, Pedro Salinas)

II)
PERFECCIÓN
Queda curvo el firmamento,
Compacto azul, sobre el día.
Es el redondeamiento
Del esplendor: mediodía.
Todo es cúpula. Reposa,
Central sin querer, la rosa,
A un sol en cenit sujeta.
Y tanto se da el presente
Que el pie caminante siente
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La integridad del planeta.
(Jorge Guillén)

III)
DEL TRANSCURSO
Miro hacia atrás, hacia los años, lejos,
Y se me ahonda tanta perspectiva
Que del confín apenas sigue viva
La vaga imagen sobre mis espejos.

Aun vuelan, sin embargo, los vencejos


En torno de unas torres, y allá arriba
Persiste mi niñez contemplativa.
Ya son buen vino mis viñedos viejos.

Fortuna adversa o próspera no auguro.


Por ahora me ahínco en mi presente.
Y aunque sé lo que sé mi afán no taso.
Ante los ojos, mientras, el futuro
Se me adelgaza delicadamente,
Más difícil, más frágil, más escaso.
(Clamor, Jorge Guillén)

IV)
EL OLVIDO
No es tu final como una copa vana
que hay que apurar. Arroja el casco y muere.
Por eso lentamente levantas en tu mano
un brillo o su mención, y arden tus dedos,
como una nieve súbita.
Está y no estuvo, pero estuvo y calla.
El frío quema y en tus ojos nace
su memoria. Recordar es obsceno,
peor: es triste. Olvidar es morir.

Con dignidad murió. Su sombra cruza.


(Poemas de consumación, Aleixandre)

Como el viento a lo largo de la noche,


Amor en pena o cuerpo solitario,
Toca en vano a los vidrios,
Sollozando abandona las esquinas;

O como a veces marcha en la tormenta,


Gritando locamente,
Con angustia de insomnio,
Mientras gira la lluvia delicada;

Sí, como el viento al que un alba le revela


Su tristeza errabunda por la tierra,
Su tristeza sin llanto,
Su fuga sin objeto;

Como él mismo extranjero,


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Como el viento huyo lejos,
Y sin embargo vine como luz.
(Un río, un amor. Luis Cernuda)

V)
No quiero, triste espíritu, volver
Por los lugares que cruzó mi llanto,
Latir secreto entre los cuerpos vivos
Como yo también fui.

No quiero recordar
Un instante feliz entre tormentos;
Goce o pena, es igual,
Todo es triste al volver.

Aún va conmigo como una luz lejana


Aquel destino niño,
Aquellos dulces ojos juveniles,
Aquella antigua herida.

No, no quisiera volver,


Sino morir aún más,
Arrancar una sombra,
Olvidar un olvido.
(Donde habite el olvido, Luis Cernuda).

VI)
MARINERO EN TIERRA

El mar. La mar,
El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste
acá?
*****

Si mi voz muriera en tierra,


llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.
Llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana
de un blanco bajel de guerra.
¡Oh, mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla,
y sobre el ancla una estrella
y sobre la estrella el viento
y sobre el viento la vela!
(Rafael Alberti)

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VII) GALOPE
Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
Caballo cuatralbo,
Caballo de espuma.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
Jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos el mar!
(El poeta en la calle, Rafael Alberti)

VIII)
CANCIÓN DEL JINETE

Córdoba.
Lejana y sola.

Jaca negra, luna grande,


y aceitunas en mi alforja.
Aunque sepa los caminos
yo nunca llegaré a Córdoba.

Por el llano, por el viento,


Jaca negra, luna roja.
La muerte me está mirando
desde las torres de Córdoba.

¡Ay qué camino tan largo!


¡Ay mi jaca valerosa!
¡Ay que la muerte me espera,
antes de llegar a Córdoba!

Córdoba.
Lejana y sola.
(Canciones, F.G.Lorca)

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IX)

Las piquetas de los gallos


cavan buscando la aurora
cuando por el monte oscuro
baja Soledad Montoya.
Cobre amarillo, su carne
huele a caballo y a sombra.
Yunques ahumados sus pechos
gimen canciones redondas.
-Soledad, ¿por quién preguntas
sin compañas y a estas horas?
-Pregunte por quien pregunte,
dime, ¿a ti que se te importa?
Vengo a buscar lo que busco,
mi alegría y mi persona.
-Soledad de mis pesares,
caballo que se desboca
al fin encuentra la mar
y se lo tragan las olas.
-No me recuerdes el mar
que la pena negra brota
en las tierras de aceituna
bajo el rumor de las hojas.
-¡Soledad, qué pena tienes!
¡Qué pena tan lastimosa!
Lloras zumo de limón
agrio de espera y de boca.
-¡Qué pena tan grande! Corro
mi casa como una loca,
mis dos trenzas por el suelo,
de la cocina a la alcoba.
¡Qué pena! Me estoy poniendo
de azabache carne y ropa.
¡Ay, mis camisas de hilo!
¡Ay, mis muslos de amapola!
-Soledad, lava tu cuerpo
con agua de las alondras,
y deja tu corazón
en paz, Soledad Montoya.
*
Por abajo canta el río:
Volante de cielo y hojas.
Con flores de calabaza
la nueva luz se corona.
¡Oh pena de los gitanos!
Pena limpia y siempre sola.
¡Oh pena de cauce oculto
y madrugada remota!
(Romancero gitano, Lorca).

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X)
LA AURORA

La aurora de Nueva York tiene


cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.

La aurora de Nueva York gime


por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.

La aurora llega y nadie la recibe en su boca


porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.

Los primeros que salen comprenden con sus


[huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados:
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
Como recién salidas de un naufragio de sangre.
(Poeta en Nueva York, F.G.Lorca)

XI)

LLANTO POR IGNACIO SÁNCHEZ MEJÍAS


A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal y prevenida
A las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y solo muerte
a las cinco de la tarde.
El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones del bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y de humo
a las cinco de la tarde.
Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
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Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde.
Cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde.
La muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en punto de la tarde.
Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde.
El gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
(F.G.Lorca)

ELEGÍA (M. Hernández)


(En Orihuela, su pueblo y el mío,
se me ha muerto como del rayo
Ramón Sijé, con quien tanto quería)

Yo quiero ser llorando el hortelano


de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas


y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.


Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

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Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,


lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,


y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,


temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,


no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta


de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,


quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte


y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:


Por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.


Volverás al arrullo de las rejas
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de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,


y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,


llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas


del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
TEXTOS DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Mi alma es hermana del cielo


gris y de las hojas secas;
sol enfermo del otoño,
¡mátame con tu tristeza!

Los árboles del jardín


están cargados de niebla:
mi corazón busca en ellos
esa novia que no encuentra;

y en el suelo frío y húmedo


me esperan las hojas secas:
¡si mi alma fuera una hoja
y se perdiera entre ellas!

El sol ha mandado un rayo


de oro viejo a la arboleda,
un rayo flotante, dulce
luz para las cosas muertas.

¡Qué ternura tiene el pobre


sol para las hojas secas!
Una tristeza infinita
vaga por todas las sendas,

lenta, antigua sinfonía


de músicas y de esencias,
algo que dora el jardín
de ensueño de primavera.

Y esa luz de ensueño y oro


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que muere en las hojas secas
alumbra en mi corazón
no sé qué vagas tristezas.
(Arias tristes)
III
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
…Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no la conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas…
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!
V
Vino, primero, pura,
vestida de inocencia.
y la amé como un niño.

Luego se fue vistiendo


de no sé qué ropajes.
y la fui odiando, sin saberlo.
Llegó a ser una reina,
fastuosa de tesoros...
¡Qué iracunda de yel y sin sentido.

...Mas se fue desnudando.


y yo le sonreía.

Se quedó con la túnica


de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.

Y se quitó la túnica,
y apareció desnuda toda...
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!
CXXV
Yo no soy yo.
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo;
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces, olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.
14
(Eternidades)

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