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TEMA 6 - LA POESÍA ESPAÑOLA DE POSGUERRA

La guerra civil española supuso una ruptura violenta en todos los órdenes de la vida, y su impacto en la
literatura, particularmente en la poesía, fue determinante.

Al final de la guerra el panorama cultural es desolador: muchos autores se exilian derrotados y perseguidos;
entre los que se quedan, unos se acomodan al nuevo régimen y otros se rebelan. Hay que destacar en
general la pobreza cultural de estos años, el aislamiento y la influencia decisiva de la censura. No obstante,
dentro de este panorama desolador, la poesía es el único género que da cierta vitalidad y riqueza.

En la década de los años cuarenta, ante la falta de libertades, la represión y la censura, la lírica española
regresó a temas y modelos tradicionales, como si las vanguardias no hubieran existido. A este sombrío
panorama contribuyeron la muerte, el exilio o el silencio de algunos de los mejores poetas anteriores.
Encontramos diversas tendencias:

- Poesía del exilio: Juan Ramón Jiménez, Alberti, Salinas, Guillén, Cernuda, León Felipe. Cada autor
desarrolla una poesía personal, destacan como temas la nostalgia de la patria perdida (España) y
cierto pesimismo existencialista.
- Poesía de la cárcel: destaca la poesía de Miguel Hernández durante su estancia en la cárcel. Este
poeta estuvo influido en sus comienzos por la poesía pura y el neogongorismo (Perito en Lunas),
evolucionará hacia una poesía más comprometida con temas como la muerte, la falta de libertad, el
amor, etc (El rayo que no cesa)
- Poesía arraigada (revistas Escorial y Garcilaso): a ella pertenecen poetas de la Generación del 36,
en su mayoría afines a la Dictadura. Tienen una visión arraigada del mundo. Los temas son el amor, el
paisaje, patriotismo, etc. Técnicamente destacan por una vuelta al clasicismo de gusto garcilasista y
renacentista, recuperación del soneto, etc.
Autores: Luis Rosales (Abril), Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo, García Nieto.
- Poesía desarraigada (revista Espadaña): En estos poetas influyeron dos obras importantes
publicadas en 1944: Hijos de la ira de Dámaso Alonso y Sombra en el Paraíso de Vicente Aleixandre.
Temas: poesía arrebatada, pesimista, de corte existencialista que refleja el dolor y la soledad entre
otros. Técnicamente es una poesía que busca el antirretoricismo, con preferencias por el verso libre.
Autores: Eugenio de Nora, Siempre; Blas de Otero, Pido la paz y la palabra; Celaya, Las cartas boca
arriba. Poemas arraigados, el mejor ejemplo es Luis Rosales y su obra La casa encendida.

Otros poetas so:

Grupo Cántico: poetas relacionados con la revista andaluza Cántico. Cultivan una poesía culta, de corte
clásico, retoricista, preciosista. Pablo García Baena.

El Postismo: rebeldía estética que enlaza los fundamentos vanguardistas. Carlos Edmundo de Ory.

La poesía social de los años cincuenta presenta la evolución de la situación del país, cierta relajación de la
censura y el influjo de ideas de autores extranjeros favorecieron el predominio de una corriente de poesía
social y comprometida. Es una poesía comprometida con la colectividad como un instrumento para
transformar la sociedad, lo que deriva en un lenguaje pobre, prosaico y antipoético. Esta poesía se consolida
en 1955 con Cantos íberos, de Celaya y Pido la paz y la palabra, de Blas de Otero. Destacan también autores
como José Hierro, Quinta del 42, o Victoriano Crémer con Nuevos cantos de vida y esperanza.

A mediados de los años 50, aparece un nuevo grupo de poetas que, sin renunciar al compromiso con los
problemas humanos y sociales, realizan un desplazamiento de lo colectivo a lo personal y buscan una mayor
elaboración del lenguaje poético. Su obra se consolida en la década de los sesenta. Su finalidad ya no es
solo la comunicación, sino también el conocimiento del hombre y del mundo. Sus temas derivan desde el
realismo social hacia el intimismo y la importancia de la experiencia personal. Encontramos rebeldía e
inconformismo pero desde la ironía y un cierto escepticismo. Los autores más destacados son Ángel
González, Tratado de urbanismo; Claudio Rodríguez, Conjuros; J. Gil de Biedma, Compañeros de viaje; José
A. Goytisolo, El retorno.
En la poesía de los setenta, surge un grupo de jóvenes poetas que conducirán la poesía española por
nuevos derroteros: Los novísimos. El crítico J. María Castellet publica la antología Nueve novísimos poetas
españoles, de ahí se cogió el término “novísimos” para referirse a la “Generación del 68”, formada por
jóvenes poetas que crecen en una España caracterizada por el desarrollo económico y por un progresivo
aperturismo cultural y social. Destacan autores como Pere Gimferrer, Arde el mar; Guillermo Carnero, Libro
de horas; Leopoldo Panero, Canto personal; Luis A. de Cuenca, Poesía; etc.

Esta nueva tendencia poética supone un gran cambio con la poesía anterior. El poeta intenta alejarse de la
realidad inmediata o del tratamiento temático de sus problemas sociales; se defiende la autonomía del arte y
hay una preocupación extrema por la calidad artística del lenguaje; por otro lado se observa una gran
influencia de la cultura de los medios de comunicación (radio, cine, televisión, tebeos, …), y, por otro lado
cierta tendencia a la evasión, la recreación de épocas pasadas o la ambientación en lugares exóticos.
Regresan a los experimentos relacionados con las vanguardias o el modernismo.

Con la muerte del general Franco, se inicia una nueva etapa en nuestro país que produce una serie de
cambios tanto en la sociedad como en la creación y la recepción de la literatura.

Durante la transición española, conviven poetas de distintas edades y tendencias, con ideas estéticas muy
diferentes. En cuanto a los novísimos, a partir de 1975 se advierte una evolución: se frenan los excesos
culturalistas y se inicia una poesía más personal e intimista. No se aprecia una tendencia única y
predominante.

Los autores más relevantes a partir de 1975 son: Blanca Andreu, De una niña de provincia que se vino a vivir;
Ana Rosseti, Los devaneos de Erato; L. García Montero, El jardín extranjero; Basilio Rodríguez, Ultimísimo
Antología, 2000; Juan Borja, El fuego y la ceniza; Luis A. de Villena, 10 menos 30; Francisco Castaño, El libro
de las maldades.

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