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Su concepto de la poesía.
Juan Ramón dedicó por entero su vida a la poesía. La poesía es su vida. Su poesía intencionadamente, se
dirige a la minoría. La poesía es para él belleza, inteligencia o conocimiento, y eternidad: belleza que
intentará buscar en su forma más pura y absoluta; inteligencia y conocimiento para alcanzar la esencia de la
realidad, la verdad, y eternidad, consecuencia de la belleza y de la verdad. Su poesía se suele dividirse en
tres etapas:
1ª Etapa sensitiva (1896-1915):
Algunas obras de esta estapa son: Ninfeas y Almas de violeta (1900) de inspiración neorromántica, tono
melancólico y decadente; Arias tristes (1903) y Jardines lejanos (1904), poesía sencilla, llena de
adjetivación, léxico decadente, musical, de un Modernismo intimista y simbolista. La soledad, el tiempo,
la melancolía, son sus temas.
En obras posteriores su poesía es más modernista, pero no tan fastuosa como la de Rubén Darío. Es
más íntima, más contemplativa y sentimental que la del Modernismo, como en Elejías (1908), Poemas
májicos y dolientes (1909), La soledad sonora (1911).
Usa diversos tipos de versos, pero preferentemente el alejandrino, con musicalidad. Abundan las
figuras (sinestesias, aliteraciones), para despertar las sensaciones. Destaca su obra Sonetos espirituales.
Temas característicos de esta etapa: la búsqueda del “sentido profundo y eterno de la vida”, anhelo de
infinito, de eternidad, que solo encontrará respuesta en la última etapa de su poesía, y la obsesión por la
muerte, la tristeza y la melancolía.
2ª Etapa intelectual. (1916-1936):
Alcanza aquí una poesía más personal y un estilo más depurado y con Diario de un poeta recién
casado (1916) marca su ruptura con el Modernismo. Son poemas breves, densos, de verso libre y llenos
de emoción, belleza, ansia de eternidad. Es ya “poesía desnuda”, conceptual y emotiva, que le introduce
dentro del marco de la Generación del 14.
Continúa buscando la realidad profunda, la esencia de las cosas con su sed de conocimiento, para
poseer la verdad. Esa búsqueda se plasma en Eternidades, Piedra y cielo, La estación total…
3ª Etapa suficiente o verdadera. (1936-1958)
Tras la guerra, en el exilio, siente dolor por España y nostalgia. Se encierra en sí mismo e intenta
fundirse plenamente con su obra. Su obra cada vez es más depurada, exigente y ambiciosa. Poesía pura,
desnuda, esencial. Adquiere un gran dominio del verso libre, con una carga conceptual profunda, para
ello se sirve de dos símbolos básicos: los nombres de las cosas que se convierten en encarnación de su
esencia, y el mar que representa la pluralidad del mundo que se ofrece a la contemplación del poeta para
que, por medio de la palabra, lo empuje hacia su plenitud, hacia su esencia.
Sus últimas obras: En el otro costado (poemas de 1936-1942), en el que destaca el poema en prosa
“Espacio”, que escribió tras salir del hospital y superar una profunda crisis, es un repaso de su existencia
y de lo que está por llegar. Dios deseado y deseante (1948-1949) donde unifica eternidad, Dios,
naturaleza y belleza con él, y él con ellos. Incluye una obra ya publicada Animal de fondo (1946). Ese
Dios es su conciencia, con la que se identifica el poeta. En todas ellas se aprecia el influjo del panteísmo
de Spinoza, del hinduismo o de la poesía mística, que ofrecen nuevos caminos a la búsqueda metafísica o
espiritual del poeta.
En cuanto a su influencia, es el máximo poeta de la Generación del 14, fue faro y maestro de los poetas
del 27 y todos aquellos que buscaban una “poesía pura”. Las circunstancias históricas y sociales que se
dieron tras la guerra propiciaron que su poesía quedara en un cierto distanciamiento. Serán los
Novísimos, a finales de los años 60, los que lo recobren y le lleven a ocupar el puesto de uno de los
mejores poetas de nuestro siglo. Hoy sigue teniendo influencia en los que se adentran en el mundo de la
creación poética.