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1.2.

La economía social de mercado:

La economía social de mercado tiende a ser el modelo económico constituido en nuestra


constitución política vigente; la cual se rige mediante un estado social y democrático de
derecho, teniendo como valores generales la protección y garantía de la libertad, seguridad
y justicia para que de este modo la persona pueda alcanzar su desenvolvimiento en la
sociedad a fines de nutrir su personalidad. Asimismo, cabe resaltar que nuestra carta
fundamental opta por hacer prevalecer un valor ontológico que es participe en la
constitución de todos los derechos humanos y fundamentales que en ella se recogen, pues,
estamos aludiendo a la dignidad humana. Sin embargo, la excelencia e importancia de tal
valor es tan amplia que tienden a ser un puente para que pueda participar en muchos
aspectos que conforman al estado peruano, haciendo referencia a los aspectos económicos,
políticos y sociales que actúan como piezas pilares en el ordenamiento jurídico-social. Por
consiguiente, enfocándonos en el aspecto económico que se rige en el estado peruano, se
puede decir que opta por centrarse en el bienestar común o aspecto social bajo la idea que
la economía deber ser desarrollada libremente por las personas con la única condición de
que las acciones que se lleven a cabo en ella se encuentren acordes al orden social y
repercutan para el beneficio común; esto quiere decir que, el interés particular que será el
foco en la economía social de mercado no sea el fin, sino el medio para alcanzar el bien
común que beneficiara a todas las personas respetándose tales pilares que previamente se
mencionaron.

Ahora bien, la sentencia N. 0008-2003-AI/TC, sirve de entrada para que el órgano


constitucional ponga de manifiesto mediante la recopilación tales valores constitucionales
indispensables para un exhaustivo y minucioso análisis del caso presente a fines de
determinar la inconstitucionalidad del articulo 4 correspondiente al decreto de urgencia
140-2001; en el que, enfocándonos en materia económica, se acusa la violación de las
libertades y derechos que el estado garantiza para la actividad económica nacional en los
artículos 58 al 65. Pues, precisamente dicha norma establece como una medida
extraordinaria la fijación de tarifas mínimas para la prestación del servicio de transporte
terrestre nacional e internacional lo que supone una intervención estatal en la economía
nacional a grandes rasgos, poniendo es riesgo tales libertades y al desarrollo autónomo de
la oferta y demanda que son elementos propios de una economía social de mercado. De tal
modo que, se puede evidenciar una extralimitación o un actuar desmesurado por parte del
estado al emplear medidas muy ortodoxas y severes que transgreden directamente derechos
constitucionalmente amparados en materia económica, todo ello, sin una motivación que
justifique precisamente dicho actuar. En ese sentido, el tribunal constitucional con miras de
poner entender tal intervención estatal otorga un concepto muy valioso de lo que sería la
economía social de mercado sosteniendo que “un orden en donde se asegura la
competencia, y al mismo tiempo, la transformación de la productividad individual en
progreso social, beneficiando a todos, amén de estimular un diversificado sistema de
protección social para los sectores económicamente débiles. Es representativa de los
valores constitucionales de la libertad y la justicia, y, por ende, es compatible con los
fundamentos axiológicos y teleológicos que inspiran a un Estado social y democrático de
derecho. En ésta imperan los principios de libertad y promoción de la igualdad material
dentro de un orden democrático garantizado por el Estado”. A raiz de ello, podemos
sostener que la economia social de mercado tiende a ser un modelo economico constituido
principalmente por una amalgama de libertades otorgadas a las personas que sirven de base
para la gestación de un bien común que beneficie a la sociedad en general. Lo cual, quiere
decir que el estado solo tiende a ser un garante del cumplimiento de tales libertades,
conciliador de los intereses personales con las sociales e impulsor del desarrollo optimo de
la libre economia, llegando a solo llevarla a cabo en un segundo plano cuando la situacion
lo requiera y sea conveniente su intervencion; ya que conoce que la preferencia y la
oportunidad para el desenvolvimiento economico lo tienen las propias personas poseedoras
de una dignidad y de un repetorio de libertades por las que buscan alcanzar la configuracion
de su personalidad y satisfaccion de necesidades particulares de la forma que ellos prefieran
teniendo como unica limititva su acomplación a las normas estatales. De este manera, el
modelo presente al ofrecer libre iniciativa privada, libre mercado, libertad de empresa,
libertad de trabajo, libertad patrimonial y libre competencia se encuentra respetando y
haciendo prevalecer los valores propios de un estado social y democratico de derecho
debido a que pone en una posición predominante a la justicia e igualdad en materia
economica, y sobre todo, promueve la idea de que “el individuo es generador de su propia
satisfacción con sus decisiones e iniciativas, pero tambien contribuye a generar a la del
resto”. En conclusión, podemos sostener que el modelo de economia social de mercado es
tiende a ser uno de aspecto garantista de libertades con fines a un establecimiento de
“bienestar social”, por el hecho de que el estado; ocupando una posición de supervisor y
actor subsidiario, les da rienda suelta a las personas de poder incursionar de la forma más
libre y de su prefrencia en el mercado bajo su protección, para que esta manera puedan
alcanzar su desarrollo personal pero que a su vez ello permita promover el progreso social
que puede entenderse de muchas formas como: la oferta de puestos de trabajo, mejoras en
la calidad de productos, establecimiento de precios comodos para la atracción usuarios, etc.

Sin embargo, es necesario explicar de una forma más detallada el rol que tiene el estado al
margen de esta economía. Pues, si bien es cierto que la economía social del estado
garantiza un conjunto de libertades a las personas para el desarrollo de la actividad
económica, no es ajena la idea de que ciertas libertades no tienen que ser absolutas; puesto
que todo poder o facultad requiere de una regulación para bien siendo en este caso para
beneficio del interés público encargándose precisamente el estado de ello. Si nos
enfocamos a la idea de que se le conceda el poder a un niño para gobernar un país, podría
decirse que sería lo mismo con el aspecto económico; esto por el hecho de que si se les
conceden a las personas libertades para llevar a cabo actividades económicas desarrollo del
mercado optaran por enfocarse en solo conseguir su propio beneficio haciendo lo posible
para conseguirlo sin importar el perjuicio hacia los demás, existiendo una batalla campal
entre unos y otros por el dominio económico. Es por ello, que se requiere de un poder que
se encargue de supervisar y velar por el correcto desenvolvimiento de los agentes
económicos, en otras palabras, que exista un juego limpio entre ellos en igualdad de
condiciones para que puedan alcanzar sus fines sin perjudicar a los demás. Ahora bien,
partiendo de este punto se puede decir que el estado en una economía social de mercado
tiene precisamente este rol de ser el arbitro para que dicho juego económico se desarrolle
de la mejor manera y con respeto hacia las disposiciones legales constituciones y demás
cuerpos jurídicos. Así pues, este constitucionalmente tiene prohibido de suplantar a los
agentes económicos en la actividad empresarial, puesto que siempre serán ellos quienes
lleven a cabo el desenvolvimiento del mercado y de ellos solo corresponderá el ciclo
normal de la oferta y la demanda, siendo el desnivel en su bien o servicio con repercusión
pública o falla de mercado la única forma para que remplace a los agentes económicos en
tal actividad. En resumen, el estado en el marco de una economía social de mercado tiene
un papel fundamental y moderado en comparación de otros tipos de modelos en donde
permiten su extralimitación; puesto que, será el ente encargado de garantizar el bien común
o progreso social sin interferir en la actividad empresarial-comercial de los agentes
económicos, ya que solo se limitara a supervisar el correcto desarrollo de la economía,
proteger a los agentes económicos y sociedad de posiciones dominantes en el mercado,
fomentar que nuevos agentes económicos se adentren a la economía del país, pero sobre
todo, actuara en remplazo de los agentes económicos cuando estos no puedan satisfacer una
necesidad que “la sociedad requiere”.

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