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Introducción
Caracteres
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Introducción
Ya hemos mencionado que el régimen de derechos y deberes humanos vinculados a las relaciones que rigen el
derecho de familias (art. 75 inc. 22 y art. 31 de la Constitución Nacional, CN) y las nuevas formas sociales de
constituirlas generan conflictos jurídicos de particular índole.
Debemos recordar que el derecho de familias tiene como función determinar la estructura de la familia y su
organización a la que agrega la de educar en sus reglas, fijadas a partir de la conciencia social imperante en cada
comunidad. También tiene como objetivo encontrar una solución pacífica a los conflictos familiares.
La actuación del este derecho supone su realización por intermedio de los organismos
jurisdiccionales. Las normas jurídicas contemporáneas relativas al tema surgen de textos
constitucionales por el ensanchamiento y necesidad de protección de nuevos derechos humanos y
la redimensión de otros que, aunque ya contenidos en aquellos, adquirieren una nueva
perspectiva. Así, la protección integral de la familia (CN art. 14) es complementada con las
normas de los tratados internacionales incorporados a ella (arts. 31 y 75 inc. 22 CN) y las
disposiciones de la legislación interna (Bertoldi de Fourcade y Ferreyra de de la Rua, 1999, p. 1).
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La creación de tribunales especializados con competencia exclusiva y procedimiento propio se ha impuesto como
consecuencia de la reglamentación legal del mandato constitucional. Esto se evidencia en el Código Civil y
Comercial de la Nación (CCCN) que se ocupa especialmente del proceso de familia (Libro II, Título VIII) cuyos
principios fundantes hemos repasado en el módulo anterior y, como destacamos, dicha reglamentación está vigente
en todo el territorio nacional (art. 705 del CCCN). Esta norma impone la adecuación de los cuerpos adjetivos a las
perspectivas del abordaje del desacuerdo familiar en las diferentes jurisdicciones.
Las directrices de carácter general deben orientar a los tribunales del país con competencia en asuntos familiares,
cualquiera sea su organización o el sistema procesal que se haya elegido para la actuación del derecho. Esto ha
quedado, por ser de competencia provincial, a cargo de cada una de ellas.
El Código Civil y Comercial de la Nación ha incorporado los principios generales del proceso de familia (arts. 705 a
711 CCCN). Ello, como advertimos, supone asumir la necesidad de un procedimiento familiar (Libro II, Título VIII),
cuyos rasgos deben adecuarse a la manera de poner en acto el contenido y lineamientos del derecho de familias. Se
involucran sistematizadamente normas de fondo y normas adjetivas con miras a asegurar la tutela y efectividad de
tan importantes aspectos de la vida social en todo el país, lo que justifica su regulación por el legislador nacional.
En Córdoba, los caracteres de estas controversias y sus singularidades han determinado la puesta en vigencia del
Código Procesal de Familia (Ley provincial N° 10.305). En consecuencia, magistrados, funcionarios y abogados
deben atender a su formación para coadyuvar a resolver con mayor justicia y eficacia la crisis familiar en beneficio
de la sociedad. En efecto, la tutela jurisdiccional de este derecho exige la permanente actualización y
perfeccionamiento de los operadores.
Recordemos que, en el texto del CCCN, los principios procesales (enumerados en el art. 706 y concordantes) son
directivas u orientaciones dirigidas, en primer lugar, al legislador local para adaptar las normas adjetivas al mandato
de fondo. También instan al juez a aplicar el derecho, a fin de orientarlo en la búsqueda de la mejor satisfacción de
los derechos en conflicto en un ámbito de interpretación que remite a las fuentes en los arts. 1 y 2 del CCCN.
Es trascendental establecer el marco del abordaje que indica dicho texto normativo;
Fuentes y aplicación. Los casos que este Código rige deben ser resueltos según las leyes que resulten aplicables. La
interpretación debe ser conforme con la Constitución Nacional y los tratados en los que la República sea parte. A tal
fin, se tendrá en cuenta la jurisprudencia en consonancia con las circunstancias del caso.
Los usos, prácticas y costumbres son vinculantes cuando las leyes o los interesados se refieren a ellos o en
1 Art. 1- Ley N° 26.994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Por su parte, el artículo 2º señala: “Interpretación. La ley debe ser interpretada teniendo en cuenta
sus palabras, sus finalidades, las leyes análogas, las disposiciones que surgen de los tratados sobre
derechos humanos, los principios y los valores jurídicos, de modo coherente con todo el
ordenamiento”2.
A la luz de esta referencia a las fuentes se desarrollan, en el Título VIII referido a los procesos de
familia, en su Capítulo 1, las disposiciones generales. Estas orientarán todo el proceso de
familia: la tutela judicial efectiva, la inmediación, la buena fe y lealtad procesal, la oficiosidad, la
oralidad y acceso limitado al expediente; cómo facilitar el acceso a la justicia y la resolución
pacífica de los conflictos a cargo de jueces especializados, con apoyo multidisciplinario. Incluye
una especial referencia a las personas vulnerables y a los niños, niñas y adolescente cuyo interés
es prevalente (art. 706 del CCCN), tal como vimos en el módulo anterior.
Fuera de los caracteres y principios expresamente enunciados en ese título, otras normas adjetivas recorren el libro
segundo del CCCN. Así, hay orientaciones adjetivas que replican aquellos postulados al tratar aspectos vinculados a
materias que son propias del derecho de familias (matrimonio, uniones convivenciales, los derechos y deberes que
están implicados, los regímenes patrimoniales en ambas instituciones, el divorcio; el parentesco, la filiación y sus
fuentes, la responsabilidad parental y las figuras afines como la tutela, la sustracción y restitución internacional de
menores de edad, inscripciones documentales pertinentes) y todas aquellas nuevas situaciones fácticas que no pueden
ser ignoradas en el contexto social. Así, llegan a tribunales planteos que reclaman respuesta procesal inmediata como
las medidas provisionales sobre personas y sobre bienes o lo que se centra en mantener incólume la dignidad de la
persona con perspectiva de género o violencia intradoméstica, etc.
Este abordaje del conflicto familiar y de sus particularidades, para la satisfacción de la misión de la actuación del
derecho familiar, debe instrumentar un proceso flexible y adecuado que tenga en cuenta que lo que se pone a
consideración de la jurisdicción son aspectos esencialmente humanos.
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Al analizar los arts. 705 al 723 del CCCN y sus concordantes es importante tratar las normas en su contexto general a
fin de procurar delimitar el correcto alcance de sus postulados.
Por lo dicho, el proceso de familia debe respetar los principios descriptos en los arts. 706, 708, 709, 710 y 711 de ese
cuerpo legal. Ya hemos mencionado su contenido y su impacto en la ley local.
A fin de encarar la regulación local en su devenir histórico, debemos recordar que la Ley provincial Nº 7.675
(vigente en cuanto a la organización de los tribunales de familia de Córdoba) se complementó con la Ley provincial
Nº 7.676 que regula su procedimiento. Si bien esta última ley está derogada y su sistema procesal fue sustituido, los
principios procesales que menciona continúan vigentes en la actualidad. En efecto, dicho texto legal los destacó y
actúo a partir de 1990, mucho antes de la consagración del nuevo CCCN. En ese año fue un hito fundamental en la
formulación de un derecho procesal de familia con diseño autónomo. Su comentario inicial, realizado por quienes
fueron los “padres” de esta legislación se complementó con obras de doctrina que, durante muchos años, iluminaron
la actividad jurisdiccional en esta materia y son, actualmente, objeto de estudio y referencia (Cafferatta, Ferrer
Martínez, León Feit y Zinny, 1993; Bertoldi de Fourcade, y Ferreyra de de la Rua A, 1999).
La Ley N° 7675 creó, en la primera circunscripción judicial de la provincia (con asiento en la ciudad de Córdoba)
dos cámaras de familia, cuatro juzgados, una fiscalía, seis asesorías y un cuerpo auxiliar técnico (CATEMU). En la
actualidad, luego de sucesivas modificaciones, existen ocho juzgados de familia, siete asesorías y se ha creado el
equipo técnico de intervención en regímenes de visita. El resto de los órganos jurisdiccionales permanece sin
modificaciones importantes y aún funcionan. Si bien la intención originaria del legislador era implementar un fuero
especializado en toda la provincia, no se ha logrado todavía. Por lo tanto, fuera de la sede en Capital, se continúa
aplicando el código de procedimientos civiles y comerciales (según lo dispuesto por el Art. 28 de la Ley N° 8.135,
sancionada el 18 de marzo de 1992 y promulgada por decreto del Poder Ejecutivo el 1 de abril de ese año). Esta
última ley asignó competencia en materia de familia a las cámaras de apelaciones civil y comercial, a los juzgados de
primera instancia y a las asesorías letradas existentes o creadas en el interior de la provincia.
En la mayoría del territorio provincial, entonces, las cuestiones de familia corresponden a la competencia de los
funcionarios y magistrados que la poseen en lo civil y comercial, de acuerdo a las normas del código de
procedimientos vigente. No obstante, se destaca que la impronta derivada del mandado del legislador de fondo en
materia de principios y caracteres es de aplicación obligatoria, tal como lo reseñáramos.
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La regulación que puso en marcha el denominado Código Procesal de Familia (CPF) fue la Ley N° 10.305, publicada
en octubre de 2015 y puesta inmediatamente en vigor, la cual reemplazó a la Ley N° 7.676.
El cuerpo normativo vigente propone un sistema de doble instancia y, además del Tribunal Superior de Justicia (art.
10), el fuero está integrado por jueces de familia (art. 12), cámaras de familia (art. 11) con competencia material
acotada (art. 16). Esto último responde a su carácter de exclusividad y extrapatrimonialidad mencionado en el
módulo anterior. Se recrean la Fiscalía de Familia (art. 13) y las asesorías de familia (art. 14). La exigencia de fondo
de contar con apoyo de interdisciplina se plasma en el Cuerpo Auxiliar Técnico Multidisciplinario (CATEMU) y en
el Equipo Técnico de Intervención en Regímenes Comunicacionales (ETIRC) según el art. 7 de la ley que nos
ocupa.
En cuanto al sistema, se reconocen rasgos inquisitivos en ciertas causas, que responden al principio de oficiosidad y
se acentúan las dosis de oralidad e inmediatez. La economía procesal de tiempo se plasma en plazos fatales y la
celeridad y concentración se manifiestan en trámites simples con atribuciones ampliadas para los jueces. Se prevé un
juicio común, cuyo diseño veremos más adelante, como así también juicios especiales. Algunos de ellos responden a
requerimientos de la ley de fondo; por ejemplo, en la petición de divorcio, la adopción de integración y liquidación
del régimen patrimonial del matrimonio o las directrices para el juicio de alimentos y de comunicación.
Ante la omisión de la ley anterior y la búsqueda de soluciones jurisprudenciales diversas se reguló un breve trámite
para las medidas provisionales personales, así como un trámite incidental y supletorio y otros incidentes especiales.
En materia de vías impugnativas, los recursos ordinarios y extraordinarios tienen la particularidad de exigir que su
presentación sea fundada ante el inferior, a fin de responder a los principios de concentración y celeridad.
Uno de los caracteres del sistema elegido es la extrapatrimonialidad. Ello significa que la competencia de los
tribunales de familia se concentra de modo exclusivo en los aspectos personales del conflicto familiar y excluye
aquellos de naturaleza patrimonial, salvo que estos últimos no puedan escindirse y resulten expresamente
contemplados en la competencia material asignada por esta ley. Por ello también se ha destacado como propia la
exclusividad del fuero (art. 15, inc. 2 del CPF).
Se ha dicho
Concatenado con el rasgo personal de la controversia y la naturaleza sensible de los derechos involucrados que lo
dotan de exclusividad, se atribuyen a los jueces potestades que les permiten avanzar hacia la búsqueda de la “verdad
jurídica objetiva” (CSJN, Caso Colalillo Domingo c/España y Rio de la Plata, sentencia del 18 de septiembre de
1957, Fallos 238: 550). Esto ocasiona que el proceso civil no pueda ser conducido en términos estrictamente
formales, y que, tal como se sostuvo en el fallo de referencia, “la renuncia consciente a la verdad es incompatible con
el servicio de la justicia”. Este postulado procura aproximar la solución a la realidad y, al apartarse de la mera
verdad formal, mantiene el proceso vivo dejando de lado la pura controversia exclusivamente económica entre
personas en pleno uso de sus facultades.
En los procesos de familia el impulso procesal está a cargo del juez de familia, quien puede
ordenar pruebas oficiosamente. Este principio no procederá en los asuntos de naturaleza
exclusivamente económica o patrimonial en los que las partes sean personas capaces3.
3 Art. 15, inc. “c”. Ley N° 10.305 (2015). Código de procedimiento del fuero de familia de la provincia de
Esta particular ampliación de potestades judiciales tiene su correlato en la celeridad del diseño procesal elegido que
declara fatales todos los plazos y obliga a avanzar en su trámite sin necesidad del impulso de las partes.
Dentro de los principios que marcan el rumbo de la legislación procesal de familia, ya destacamos la importancia de
la oralidad (que llama a la inmediatez y a la personalidad en consonancia con lo que exigen los arts. 706 y 707 del
CCCN). De allí que el CPF se haya ocupado en delinear un proceso con audiencias a través del cual, salvo
situaciones excepcionales, se desarrollan encuentros en los que el juez podrá entrevistar en forma personal y privada
a las partes y a los demás actores convocados.
El sistema tiene similitud, pero no identidad, con el llamado proceso por audiencias que se centra en la llamada
audiencia preliminar, cual goza de una visión favorable, aunque no ha logrado plasmarse integralmente en la
realidad. En 1989 se adoptó en Uruguay el Código General del Proceso (Ley 15.982), que incluyó la expresión oral
como predominante dentro de un sistema por audiencias.
Se ha dicho que:
La audiencia preliminar es una institución oralizada en la que debe asegurarse la vigencia efectiva
del principio de inmediación, o sea la relación directa entre las partes y el juez, bajo la regla de
autoridad para el saneamiento y la de la concentración de las diversas actividades procesales en
este acto (Ferreyra de de la Rua, 1997, p. 122).
Córdoba, siguiendo una tendencia nacional (Programa de Justicia 2020- Ministerio de Justicia y Derechos Humanos
de la Nación) por la Ley N° 10.555 (Publicación en B.O.C. 24-08-2018, rigiendo desde el 01/02/2019) puso en
marcha procesos orales, con carácter experimental en algunos juzgados civiles (quince juzgados de primera instancia
civil y comercial en Córdoba Capital y tres de la ciudad de Río Cuarto). Para juicios de daños y perjuicios hasta 250
jus; sustituyó los arts. 199, 200, 201 del Código Procesal Civil y Comercial y contempló en el proceso una audiencia
preliminar y otra complementaria, con alegatos orales y registración digital. Creó una comisión de seguimiento para
el monitoreo de la implementación de la ley, la cual deberá definir indicadores, metas y producir informes
mensuales.
No nos detendremos en analizar esto, ya que el CPF no prevé una audiencia preliminar porque no tiene incorporada
otra audiencia complementaria o de vista de causa. Por ende, sin su existencia no tiene coherencia referirnos a un
encuentro preliminar. Por ello preferimos aludir a un procedimiento con audiencias y no por audiencias en nuestra
realidad actual. No obstante, es dable señalar, como lo veremos más adelante, que la audiencia del juicio común o las
que se designan en otros juicos especiales, tienen muchas de las características que son propias de aquella.
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Caracteres
Para introducir la revisión de las diferentes etapas del proceso de familia en la Ley N° 10.305, remitimos a la
presentación de la postulación y que, luego de corridos los traslados respectivos, habiendo sido estos evacuados o
vencidos los plazos para hacerlo, o resueltas las excepciones si se plantearon, en un término variable (de acuerdo a la
clase de procedimiento) se fija una audiencia. A este acto procesal, en respuesta a los principios de oralidad,
inmediación y personalidad, se citará a comparecer personalmente, o por apoderado en su caso, y con patrocinio
letrado al demandado bajo apercibimiento de continuar el procedimiento en su ausencia. Así, el mismo, queda
notificado de lo actuado, y al actor bajo apercibimiento de tenerlo por desistido, ordenándose el archivo de las
actuaciones (arts. 81 y 83 del CPF). Podrán ser citados los niños, niñas y adolescentes cuyos derechos se encuentren
comprometidos y los integrantes de los equipos técnicos en consonancia con la participación que les corresponde
(art. 15 inc. 10 del CPF y art. 707 del CCCN). Deben ser llamados los miembros del ministerio público que
corresponde al caso. Cuando el juez dicte una resolución y, en su fundamentación, valore lo emitido por el equipo
técnico, esto debe constar por escrito en autos (art. 84 del CPF). En la audiencia, el juez escuchará personalmente a
las partes y a otros convocados con la asistencia de sus letrados.
El primer objetivo es procurar la conciliación. En caso de arribarse a un acuerdo, será homologado por el órgano
jurisdiccional y se concluirá el trámite. Sabemos que “la resolución de los conflictos familiares debe procurar y
4 Ley N° 10.305, CPF art. 15 inc. 7 (2015),. En igual sentido el art. 706 ap. a in fine CCCN
Un segundo objetivo será sanear el proceso. El juez de familia “tiene el deber de arbitrar las medidas necesarias para
que el juicio sea diligenciado con la mayor economía procesal y celeridad, evitando todo costo económico o de
La exclusividad y extrapatrimonialidad a la que nos hemos referido como caracteres del procedimiento cordobés se
plasman en su competencia material.
Sin embargo, el Tribunal Superior de Justicia de la Provincia (TSJ) considera inescindible las cuestiones
extrapatrimoniales de los materiales y decidió ampliar la competencia material en algunos supuestos.
En un conflicto de competencia del año 2018. Nom – Juzg. CC de 30ma. Nom), ante la petición de compensación
económica, división de bienes y renta compensatoria tras el rompimiento de una unión convivencial, se resolvió:
Como característico surge la explicitación de los principios específicos del fuero, entre ellos la
extrapatrimonialidad, al prescribir que la competencia se concentra de manera exclusiva en los
aspectos personales del conflicto, pero incluye a las cuestiones patrimoniales si resultan
inescindibles de aquella y además se encuentran contempladas como uno de los supuestos de
competencia material” (TSJ, P.R.V. c/ J.J.J.E.- Medidas cautelares - Uniones convivenciales,
Auto 21, 10/05/2018).
En un caso de divorcio y responsabilidad parental, radicado en el Juzg Flia 2da Nom , Auto 467, 04/06/2018 en el
que se demandó el divorcio de manera unilateral, se opuso excepción de incompetencia pues, en Río Cuarto,
tramitaban las cuestiones atinentes al hijo menor de edad. En este punto se resolvió que
La legislación ha incorporado una clara y expresa división entre las cuestiones atinentes a la
conyugalidad y a la parentalidad, que tiene entre otros efectos, la admisión de distintas
competencias territoriales para su resolución, por tanto, el hijo no puede ser el punto de conexión
para dirimir la cuestión (M.S.H. c/ S.S.S. –Divorcio, Auto 467, 04/06/2018).
Asimismo, la Cámara de Familia de 1ra Nom de Córdoba, frente a excepción de incompetencia en el divorcio por
cuestiones derivadas de la responsabilidad parental, las que tramitaban en Bell Ville, entendió que:
Al declinar su competencia respecto del divorcio al juzgado de Bell Ville. la Juez falla más allá de
lo pedido (extra petita). Las reglas de competencia del art 717 CCC respecto a los procesos de
divorcio son terminantes, de orden público, no disponibles por las partes (C.R.A. c/ V.L.D. –
Divorcio, Auto 56, 24/04/2018)
La competencia funcional está delimitada por la Ley N° 10.305 en sus artículos 19 (Tribunal Superior de Justicia); 20
(cámaras de familia) y 21 (jueces de familia) a cuya lectura, comprensión y sistematización remitimos.
En cuanto a la intervención de diversos tribunales a fin de determinar la acumulación de las causas, la ley se ha
pronunciado por el principio de prevención que consagra el art. 22. Se sigue la experiencia del fuero: se privilegia
la participación en el conflicto familiar de aquel magistrado que, por haber intervenido tempranamente, puede tener
mayor conocimiento de la problemática.
El criterio de acumulación que regirá en los casos de competencia por conexión será el de la
prevención; es decir, que el primero que haya intervenido será el juez ante quien se tramitarán
todas las demás acciones que se hagan valer referidas al grupo familiar que generó el conflicto por
De acuerdo a este criterio, el Acuerdo Reglamentario Nº 1.012, Serie A, del 20 de julio de 2010, dictado aún antes de
la sanción de la ley, fue interpretado por la jurisprudencia:
1 Preparar y promover la acción judicial en defensa del interés público y los derechos de las personas.
3 Intervenir en los procesos relativos al estado civil de las personas y en todas aquellas cuestiones de
familia en las que resulte comprometido el interés público.
El Código Civil y Comercial de la Nación, incorporó los principios generales que deben
regir en el proceso de familia, pero cada provincia al sancionar sus leyes adjetivas no
está obligada a respetarlos.
Verdadera.
Falsa.
SUBMIT
Para profundizar los contenidos abordados en la unidad, se solicita abordar los textos que se
comparten a continuación.
Además, se sugiere la lectura de los textos que se comparten a continuación para profundizar
principios procesales y procedimiento del Código Procesal de Córdoba