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TEMA 6: LA POESÍA DESDE EL MODERNISMO A LAS VANGUARDIAS.

La llegada del siglo XX coincide con el agotamiento y el rechazo a los postulados de


realismo y naturalismo, que, por otra parte, habían aportado muy poco a la poesía. La
renovación llegará desde Hispanoamérica, con un movimiento, el modernismo, que
supone para nuestra lírica la mayor revolución métrica y formal desde el Renacimiento.
De la mano de Rubén Darío, la poesía en castellano cobra un auge inusitado.
En España, el modernismo no fructifica de forma tan exuberante como lo hace allende
los mares, y aunque son bastantes los seguidores de Rubén Darío, pronto esa poesía
formal y voluptuosa evolucionará a formas más sencillas e intimistas, donde se deja
notar la influencia de Bécquer. Uno de esos autores es Antonio Machado, quien
evoluciona desde el modernismo intimista a una poesía más sobria y objetiva, que hace
suyos muchos de los presupuestos de la generación del 98.
Más tarde, Juan Ramón Jiménez, que se inicia también en el modernismo, se entregará a
una búsqueda constante de perfección y de belleza, hasta llegar a una poesía pura,
intelectual, en consonancia con las ideas estéticas del novecentismo, o generación del
14. No obstante, Juan Ramón irá más allá en su renovación poética, hacia la búsqueda
de la Poesía, de la Belleza, de Dios.
En la primera década del siglo XX surge una serie de movimientos que van a remover
todos los cimientos del arte establecido. Muy intensos, pero de corta duración, estos
"terremotos" artísticos o "ismos" suponen un proceso de ruptura y experimentación que,
en conjunto, será recogido con el nombre de "vanguardias" (futurismo, cubismo,
surrealismo, etc.).
A mediados de los años 20, un grupo de jóvenes autores, bajo el magisterio de Juan
Ramón Jiménez y entusiasmados por las nuevas posibilidades que les ofrecen las
vanguardias, llevará nuestra poesía a sus más altas cotas, nunca vistas desde el Siglo de
Oro. Estos poetas, el grupo del 27, renuevan la poesía española mediante la asimilación
de las vanguardias y el fervor y respeto a la tradición poética española, tanto culta como
popular. De ahí que se considere esta época la edad de plata de nuestra literatura.
EL MODERNISMO
El modernismo es un movimiento artístico panhispánico que agrupa autores y obras de
distintos estilos. Fruto, como la generación del 98, de la crisis espiritual de fin del siglo
xix, la denominación se usó originariamente con tono despectivo, aunque los
"modernistas" la asumieron muy pronto como signo de identidad.
Los límites cronológicos de este movimiento son poco precisos. Para muchos se
encuadran entre 1888 (Rubén Darío publica Azul...) y 1916 (con la muerte del poeta).
En este intervalo, se pueden señalar dos etapas: la primera, en la que predomina el culto
a la forma, con una poesía sensorial y artificiosa, y la segunda, donde se produce un
proceso de interiorización, que elimina los elementos puramente decorativos en favor de
una poesía más personal y de mayor profundidad.
En el modernismo influyen poetas de diversas nacionalidades (Poe, Whitman, Bécquer,
los poetas españoles primitivos, etc.), pero la mayor influencia viene sobre todo de la
poesía francesa: el Romanticismo primero pero, fundamentalmente, el parnasianismo
(Leconte de Lisle), que persigue la perfección formal ("el arte por el arte"), y el
simbolismo, representado por Baudelaire y Verlaine, Rimbaud y Mallarmé, que trata de
buscar la correspondencia entre las sensaciones, el símbolo escondido en la apariencia
de las cosas.
Modernismo y 98 comparten la misma generación cronológica, lo que plantea el
problema de la relación entre ambos. Sus orígenes, la insatisfacción ante la época, es
común, y comparten los mismos rechazos (a la literatura anterior, al sistema político
imperante, a los males de la patria...). Pero el 98 es un movimiento español que
reacciona sobre todo política y socialmente, y el modernismo es más cosmopolita y
responde buscando conscientemente la belleza.

Características generales.
 Voluntad de innovación y búsqueda de nuevas formas expresivas
 Individualismo y cosmopolitismo (París)
 Exotismo, y evasión en el espacio y en el tiempo
 Símbolos de elegancia y aristocracia: el cisne, símbolo de la belleza poética, el
pavo real, la rosa, la flor de lis, las joyas, las princesas, etc.
 Temas: lo histórico (evocaciones de ambientes lejanos y de épocas remotas -
Grecia y Roma, el Renacimiento-); exotismo (Extremo Oriente -China y Japón-
); temas americanos indígenas y, en una determinada etapa, los temas hispánicos
como reacción a la pujanza de Estados Unidos
 Vocabulario: muy rico, con palabras exóticas, extranjerismos, arcaísmos y
cultismos. Gran abundancia de adjetivación y términos sensoriales (el "azul"),
por lo que abundan sinestesias y otros recursos, como imágenes y metáforas.
 Métrica: el modernismo supone una gran renovación de los versos y del ritmo.
Usan el alejandrino, dodecasílabo y eneasílabo, la silva y el soneto (en toda clase
de versos), junto al uso del verso libre, de gran importancia para las vanguardias

Rubén Darío
Es la figura más sobresaliente del modernismo hispánico. Desarrolla su vida personal y
literaria por varios países de Hispanoamérica y de Europa, lo que ayudará a la difusión
y el éxito de este movimiento. Su poesía refleja brillantemente todas las características
del movimiento. Su obra poética pasa por un primer modernismo, reflejado en Azul...
(1888), libro de poemas y cuentos con todos los elementos típicos del movimiento, que
culminarán en Prosas profanas (1896); por último, Cantos de vida y esperanza (1905)
añade a la riqueza anterior una honda angustia vital y una crítica feroz al
neocolonialismo y la política imperialista de los Estados Unidos.

El modernismo en España
En cuanto a la influencia del modernismo en España, es reseñable la visita de Rubén
Darío a nuestro país en 1898. En 1900, el modernismo se había extendido entre nuestros
poetas. Sin embargo, los modernistas españoles (Juan Ramón Jiménez, Antonio
Machado) buscaron muy pronto un nuevo camino, que eliminaba la ornamentación
externa para tender a una mayor profundidad, aplicando las técnicas modernistas a una
poesía melancólica e introspectiva, con influencia del intimismo becqueriano.

Antonio Machado (1875-1939)


Nace en Sevilla en 1875. Se traslada de niño a Madrid y estudia hasta 1888 en la
Institución Libre de Enseñanza. Viaja a París, centro cultural y literario del momento.
Se instala en Soria como catedrático de Francés de Instituto (1907), donde toma
contacto con el paisaje de Castilla y conoce a Leonor, la que será su mujer, con quien
marcha a París. Su mujer enferma y vuelven a España, pero ella muere y Machado
regresa unos años a Baeza, para después trasladarse a Segovia y a Madrid.
Allí conoce a Pilar Valderrama (Guiomar en sus versos), que le inspirará un profundo
amor. Al estallar la guerra, al ser republicano, se instalará en Valencia y, más tarde, en
Barcelona hasta pasar la frontera en 1939. Fallece en Colliure (Francia) el 22 de febrero
de ese año, “desnudo, como los hijos de la mar”.
Machado evoluciona desde un modernismo intimista hasta posturas más afines al 98,
aunque hay elementos que perviven a lo largo de toda su obra.
Nuestro poeta sevillano concibe la poesía en dos imperativos: "esencialidad" y
"temporalidad". La esencialidad supone un proceso de depuración poética, pero es el
tiempo el gran tema de toda su poesía: Machado busca trasmitir la emoción del tiempo.
Para Machado, la poesía es “el diálogo del hombre, de un hombre con su tiempo”.
Machado aborda el tema del tiempo de diversas maneras: huye de la angustia a través
del ensueño o el recuerdo, o se precipita en ese tiempo mediante el diálogo poético con
diversos símbolos: la mañana, la tarde, la noche y, sobre todo, el reloj (tiempo objetivo)
y el agua (representa la vida, si brota; la fugacidad, si corre; la muerte, cuando está
quieta, es el mar). Otros símbolos son las "galerías" del alma, la noria (el pensamiento),
el camino (la vida, que se hace al andar y suele ser blanco), etc. Otros temas importantes
para Machado son el sueño y el amor. Los sueños son, para él, la única forma posible de
conocimiento. En cuanto al amor, en Machado solo puede alcanzarse a través del
recuerdo melancólico de la amada ausente.
Sobre la métrica, Machado prefiere las formas sencillas, aunque podemos señalar como
típico en el la silva arromanzada o silva romance.
Soledades. Galerías. Otros poemas
la corrección de una primera edición de 1903 (Soledades) y se adscribe al modernismo
español, en el que predominan las emociones íntimas, el dolor de los recuerdos, la
melancolía y la búsqueda del yo. De la primera edición, Machado suprime lo más
claramente modernista, pero sigue habiendo elementos de esta corriente en la
versificación (alejandrinos) y en el estilo: descriptivo, musical, imágenes, metáforas,
personificaciones del paisaje, etc. Además, aparece ya el tema de España (paisajes y
hombres), tan importante en su próxima obra. Mucho del Machado posterior está ya en
este libro (temas y símbolos como la fuente, la melancolía, el sueño, el misterio, el
otoño, el fluir del rio, la tarde...).
Campos de Castilla
En las dos ediciones de este libro ya se ve la preocupación social por el pueblo
castellano. Entre estas fechas ocurren hechos vitales para el poeta: la muerte de Leonor
y su regreso a Andalucía (con la consiguiente melancolía y contraste de paisajes). Es un
libro de madurez, en el que Machado contempla el paisaje no solo como proyección de
su estado de ánimo, sino también como expresión de una realidad nacional e histórica.
Destacan tres temas: el paisaje, los hombres y la historia, esenciales del grupo del 98,
que en Machado están insertos en el tiempo: un ayer pujante, el hoy miserable, el
mañana de esperanzas. A veces, estas descripciones se convierten en meditaciones en
las que aparecen sus temas de siempre: la soledad, el tiempo, la muerte, Dios. Junto a
los temas mencionados, encontramos la angustia por la pérdida de la esposa y la poesía
breve y sentenciosa de los "Proverbios y cantares".

Juan Ramón Jiménez (1881-1958)


Nace en Palos de Moguer- Huelva- en 1881. Estudia en El Puerto de Santa María y
Sevilla, hasta que regresa a Moguer, enfermo. Viaja a Madrid invitado por Rubén y
conoce a los escritores del momento, pero vuelve a Moguer. La muerte repentina de su
padre lo obsesiona de por vida con la idea de su propia muerte. Trasladado a un
sanatorio cerca de Burdeos, lee a los simbolistas, parnasianos e italianos, y reanuda su
obra. Se instala en un sanatorio en Madrid. Escribe y publica hasta su vuelta a Moguer,
pese al aumento de sus crisis (allí escribe Platero y yo).
Viaja de nuevo a Madrid, conoce a Zenobia Camprubi y contacta con la Residencia de
estudiantes, a donde se traslada a vivir en 1913. En 1916 se casa con Zenobia en Nueva
York y, casi aislado, se dedica por entero a su obra nueva y a revisar la anterior.
Sale de España en 1936. Vive en Puerto Rico, Cuba, Estados Unidos y de nuevo Puerto
Rico, pero las crisis no cesan. Gana el Nobel (1956). Tres días después murió Zenobia,
y él, solo dos años más tarde (1958).
La vida de Juan Ramón se funde con su obra: dedica íntegramente su existencia a la
creación poética.
El poeta reducía toda su obra a tres etapas fundamentales: sensitiva (desde sus orígenes
poéticos hasta 1916-17), intelectual (que comienza con el Diario de un poeta recién
casado) y suficiente o verdadera (tras su segundo viaje a América en 1936), con La
estación total.
Sin embargo, para estudiar su obra, señalaremos cuatro etapas, dividiendo la etapa
sensitiva en dos:
 Obras de juventud: de los primeros libros hasta Baladas de primavera, de relativa
sencillez.
Sus primeros libros están formados por poemas muy sencillos con pinceladas
románticas (dolor y melancolía) y modernistas (musicalidad, leve cromatismo).
Obras de este periodo son: Almas de violeta, Ninfeas, Rimas, Arias tristes,
Jardines lejanos, Baladas de primavera...
 Poesía modernista: de 1908 a 1915.
En su etapa modernista, Juan Ramón toca los temas típicos del movimiento: la
belleza, el amor, la tristeza, las flores, las fuentes, los pájaros, pero de forma muy
personal. Abundan los elementos sensoriales (el "amarillo"), la adjetivación brillante
y las sinestesias, aunque se trata de un modernismo intimista.
Obras: La soledad sonora, Poemas mágicos y dolientes, Sonetos espirituales,
Platero y yo, magnífico ejemplo de prosa poética basado en recuerdos infantiles y su
estancia en Moguer.
 Etapa de "poesía desnuda": que iría hasta La estación total, de 1936 (publicada en
1946 junto con la etapa final de su vida en la que destaca Dios deseado y
deseante.
En esta etapa, su poesía se dificulta por su contenido intelectual (acorde con los
postulados de la generación del 14, a la que pertenece). La dificultad no está en
el estilo, que es muy sencillo y sin adornos, con predominio del estilo nominal y
la enumeración. Ahora Juan Ramón se dirige a la inteligencia y busca "el
nombre exacto de las cosas", reniega de su poesía anterior y aspira a expresar
con exactitud las emociones y el instante. Se trata de una poesía dirigida "a la
minoría, siempre", a la que incorpora elementos vanguardistas como el "collage"
o el verso libre. Obras: Diario de un poeta recién casado, Eternidades, Piedra y
cielo...
La poesía se va haciendo más difícil. A Juan Ramón solo le interesa la esencia
del poema, su emoción. En su búsqueda de trascendencia, en su búsqueda
incesante de Dios, el poeta llega a descubrirlo en la naturaleza y se funde con
ella (misticismo panteísta), abandona las formas tradicionales y el verso se
alarga hasta hacerse casi prosa. También se libera la palabra con imágenes y
figuras propias de la mística como el oxímoron. Obras: Animal de fondo y Dios
deseado y deseante.
Juan Ramón Jiménez usa la ortografía de una forma especial: "Se me pide que
esplique por qué escribo yo con jota las palabras en "ge", "gi"; por qué suprimo
las "b", las "p", etc., en palabras como "oscuro", "setiembre", etc., por qué uso
"s" en vez de "x" en palabras como "excelentísimo", etc. Primero, por amor a la
sencillez, a la simplificación en este caso, por odio a lo inútil. Luego, porque
creo que se debe escribir como se habla, y no hablar, en ningún caso, como se
escribe. Después, por antipatía a lo pedante".

LAS VANGUARDIAS
Las vanguardias surgen en los primeros años del siglo XX y significan una verdadera
ruptura con la literatura anterior. Con este término (del francés avant-garde, "en primera
línea") se designan en este siglo aquellos movimientos que se oponen a la estética
anterior y proponen, en manifiestos, su nueva concepción del arte. Los "ismos"
vanguardistas se suceden a un ritmo muy rápido: expresionismo, futurismo, cubismo,
dadaísmo, surrealismo... Muchos afectan también a otras artes como la pintura o la
música.

Características Generales
 Rechazo del sentimentalismo (antirromanticismo). La poesía debe desprenderse
de subjetivismo y ser fruto del intelecto.
 Revisión crítica de toda la tradición literaria
 Atención por lo novedoso, lo actual e instantáneo (máquinas, avances científicos y
técnicos...)
 Interés por lo fragmentario, la incoherencia, lo irracional. Rompen con la ley de la
causalidad y con las estructuras narrativas de la lírica anterior
 Mirada objetiva y desprejuiciada sobre el mundo
 Renuncia a imitar la naturaleza en el arte, que es algo autónomo. El poeta crea ese
arte.
 Reivindicación del juego, el humor, el tono lúdico e intranscendente.
Las vanguardias europeas más importantes, son las siguientes:
Futurismo -> Fundado por el italiano Fillippo Marinetti, en 1909. Exalta el progreso
mecánico y técnico, el belicismo, la velocidad, el deporte y la agresividad. Rechaza todo
sentimentalismo. Técnicas y estilo: supresión de los signos de puntuación, innovaciones
tipográficas, empleo de signos matemáticos y musicales, sintaxis abrupta, verbos en
infinitivo.
Cubismo -> Guillaume Apollinaire crea en 1913 el cubismo literario. Se propone
descomponer la realidad para recomponerla de nuevo mediante la combinación libre de
conceptos, imágenes o frases. Técnicas y estilo: caligramas (poemas con representación
visual), supresión de los signos de puntuación, eliminación de elementos anecdóticos y
descriptivos, antisentimentalismo, humor.
Dadaísmo -> Instaurado por el rumano Tristan Tzara, en 1916. Promueve la rebeldía
contra la lógica y las convenciones estéticas y sociales, así como la negación de los
valores éticos y morales. Técnicas y estilo: combinación de palabras al azar, lenguaje
incoherente, asociaciones disparatadas, actitud bufonesca, empleo del collage.
Ultraísmo-> Impulsado por el chileno Vicente Huidobro, tuvo en Gerardo Diego y Juan
Larrea a sus máximos cultivadores. Este ismo defendía un arte que no imitase la
realidad, sino que aspirase a crear una realidad poética nueva; daba máxima importancia
a la metáfora y proponía la eliminación de todo elemento descriptivo.
Creacionismo -> Fundado por Guillermo de Torre, autor de Hélices. Es un movimiento
de inspiración futurista, cubista y dadaísta. Se caracteriza por el antisentimentalismo, la
deshumanización, el empleo de metáforas sorprendentes e imágenes insólitas que se
yuxtaponen, la ausencia de signos de puntuación, la disposición visual de los versos y la
asociación libre de palabras.
Surrealismo-> Promovido por André Breton en 1924 e influenciado por las doctrinas
de Sigmund Freud. Propugna la liberación del poder creador frente a la lógica, y la
liberación de instintos reprimidos en el subconsciente. Se diferencia del dadaísmo por la
voluntad creativa. Técnicas y estilo: metáforas insólitas, imágenes oníricas, escritura
automática
(técnica de escritura que consiste en dejar fluir los pensamientos), asociación libre de
palabras, enumeraciones caóticas y verso libre.
Ramón Gómez de la Serna (1888-1963)
Gómez de la Serna es el pionero y principal representante del vanguardismo español,
pues supo anticiparse a los nuevos tiempos.
Fue un autor original, excéntrico y cosmopolita, dedicado por completo a la actividad
creativa. Encarna como nadie el espíritu de ruptura y provocación del nuevo arte:
pronuncia conferencias vestido de torero; cultiva lo extravagante;
incorpora los procedimientos vanguardistas a la novela... Además, inventa un nuevo
género, la greguería, y crea su propio ismo: el ramonismo. Emplea la greguería,
mediante la cual la realidad adquiere dimensiones nuevas e insólitas («La cabeza es la
pecera de las ideas»; defiende el absurdo como herramienta expresiva y ofrece una
visión fragmentaria e incongruente del mundo («De un ombligo al sol siempre acaba
por salir una lagartija»), donde el hombre se cosifica («El apuntador es el eco antes que
la palabra») y las cosas se humanizan («La luna es a veces una maestra de escuela que
nos quiere enseñar geografía»). Las piezas que mejor encarnan esta estética son El
rastro, El circo o Gollerías.
Gómez de la Serna compuso cuentos, obras de teatro próximas al surrealismo (Los
medios seres), biografías sobre Quevedo, Valle-Inclán o Goya, su propia autobiografía
(Automoribundia) y novelas de corte vanguardista, en las que al hilo de una breve trama
argumental se hilvanan metáforas, greguerías y digresiones o yuxtaponen anécdotas.

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