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Tema 1. LA POESÍA A PRINCIPIOS DE SIGLO.

RUBÉN DARÍO Y ANTONIO MACHADO

EL MODERNISMO
La renovación estética y cultural que se desarrolló, aproximadamente, desde 1885 hasta 1915, se conoce en el
mundo hispánico como Modernismo. Entre las causas que explican los cambios que empiezan a fraguarse a
finales del siglo XIX están la crisis del racionalismo y el positivismo, y el desmoronamiento de la confianza en el
progreso. En el arte, se trata de una reacción contra la estética realista, que triunfaba en Europa desde mediados
del siglo XIX y que estaba muy unida a los valores de la sociedad burguesa.
En cuanto a su vertiente literaria, el Modernismo surge primero en América y es después adoptado en España.
Rompe con el realismo vigente tanto por la temática, que se aleja de la realidad del momento (vuelve a cobrar
importancia la fantasía, el ideal, el mundo de los sueños), como por el estilo (que se torna más artificioso y
refinado). Está influido directamente por tres movimientos:
‒ Del Simbolismo se toma el valor de la sugerencia, evitando la mención explícita de los objetos y las ideas y
sustituyéndola por la evocación simbólica. También imita la importancia que se concede en el poema a la
musicalidad.
‒ Del Parnasianismo francés se imita la huida de lo sentimental y la perfección formal (“el arte por el arte”). Se
centra en la búsqueda de la belleza absoluta mediante la evocación de la antigüedad clásica y el lejano Oriente.
‒ Del Romanticismo se recoge el rechazo de los valores burgueses, el deseo de evasión, la rebeldía, el
individualismo (o subjetivismo) y la angustia vital.
En el Modernismo se observan una serie de rasgos muy característicos:
‒ Los modernistas intentaron una profunda renovación del lenguaje poético, para ello utilizaron un lenguaje
lujoso y preciosista. Prosa y verso se pueblan de cisnes, orquídeas, góndolas y princesas orientales. Es muy
importante la metáfora, el símbolo y la imagen.
‒ Temática evasiva, tanto en el tiempo (antigüedad clásica, Edad Media, Renacimiento), como en el espacio
(Oriente), o en lo imaginativo y libresco (mitología clásica, nórdica o bíblica).
‒ Cosmopolitismo. El Modernismo es un movimiento panhispánico y busca referencias que superen lo local. En
este sentido, adoptan París como la meta y tema artístico. Sin embargo, ante la amenaza de los EEUU, reafirmaron
sus raíces hispánicas.
‒ Decadentismo. Se sienten atraídos por lo ruinoso y lo decadente; lo espiritual, lo misterioso y lo inefable
ocupan un espacio importante en la poesía modernista.
‒ Espíritu transgresor y rebeldía (buscan “épater le bourgeois”), que se deja ver en el gusto por temas paganos y
sensuales, que a menudo se adentran en lo inmoral.
‒ Poesía de los sentidos. El poeta intenta reflejar, mediante la palabra, múltiples valores sensoriales. Son
frecuentes los recursos expresivos que contribuyen a la musicalidad, el color y la sensualidad del poema;
abundan las aliteraciones y las alusiones a la luz, el color, la música y las sensaciones táctiles y gustativas. La
sinestesia es un recurso muy utilizado por los modernistas.
Sin duda, el gran artífice y difusor del Modernismo fue el poeta nicaragüense Rubén Darío, que realizó varias
visitas a España y dejó una gran influencia en poetas como Manuel Reina, Salvador Rueda, Francisco Villaespesa,
Eduardo Marquina, Manuel Machado, Valle-Inclán, etc.
Al lado de la poesía típicamente modernista (brillante, formalista y evasiva) se cultiva en España una poesía más
seria, crítica y reflexiva, que trata de asuntos muy distintos, como el problema de España, Castilla, y
preocupaciones existenciales como el paso del tiempo o el sentido de la vida. A esta poesía, que rechaza el
retoricismo modernista, se la ha etiquetado como “poesía del 98”. La cultivaron poetas como A. Machado o M. de
Unamuno.
En España, el modernismo supuso un intento de renovación formal y temática, y estuvo muy influido por el
simbolismo francés y el intimismo de Bécquer. Los poetas más importantes fueron Juan Ramón Jiménez y
Antonio Machado. No obstante, conviene subrayar que solo en sus primeras obras se aprecian los aires
modernistas, aunque se trata de un simbolismo intimista y alejado de los excesos modernistas.
RUBÉN DARÍO (1867-1916). El nicaragüense Rubén Darío fue el principal artífice del modernismo poético,
aunque su producción en prosa –crónicas, reportajes, cuentos…– también fue muy abundante. Dejando a un lado
sus primeros libros (Epístolas y poemas, Abrojos), en los que es visible la influencia de los grandes clásicos
españoles, sobre todo Bécquer, en su obra suelen distinguirse dos etapas:
– Primera etapa (Modernismo esteticista). Se inicia con el poemario Azul... (1888), obra muy influida por el
parnasianismo francés, donde recoge composiciones en verso y en prosa (cuentos y otros escritos breves) que
muestran ya los rasgos de la nueva estética: un mundo de hadas, princesas, cisnes y fuentes, exotismo, elegancia,
sentimentalismo, erotismo, temas precolombinos y una gran preocupación por los aspectos formales. Ejemplo: el
poema “Caupolicán”.
Prosas profanas (1896) representa la plenitud del Modernismo esteticista, tanto por la temática (mundos
exóticos, aristocráticos, mitos y motivos helénicos, gusto por la Francia del XVIII, etc.) como por la brillantez y
musicalidad de sus versos. Ej.: “Sonatina”. No obstante, en algunos poemas dedicados a Berceo y Cervantes
aparece la veta hispánica que destacará en su obra posterior.
– Segunda etapa. En 1905, con la publicación de Cantos de vida y esperanza, se produce un cambio en la
trayectoria del poeta, que escribe con un lenguaje más sencillo y comienza a mostrar en sus versos
preocupaciones nuevas, existenciales y patrióticas; ahora reflexiona sobre la propia vida (la búsqueda de
sentido, el miedo a la muerte) y se preocupa por asuntos sociales (la amenaza americana, la fuerza de la América
latina a pesar de su pobreza y atraso). Darío exalta el espíritu hispánico en “Un soneto a Cervantes”, “A Goya” o
“Letanía de nuestro señor Don Quijote”, y canta con entusiasmo a la América española en “Salutación al
optimista” o “A Roosevelt”. Expresa su desengaño y cansancio del modernismo brillante y hueco en “De
otoño”, y su angustia vital en “Nocturno” y “Lo fatal”. Puede afirmarse que en Cantos... el culto a la forma (el
esteticismo) y el escapismo de obras anteriores han dado paso a la confesión sincera de sus inquietudes por el
destino individual y colectivo.
Sus libros posteriores, El canto errante (1907), Poema del otoño y otros poemas (1910) y Canto a la Argentina
(1914), tienen menos interés.
ANTONIO MACHADO (1875-1939). Machado logró superar la estética modernista creando una poesía sencilla,
humana y llena de emoción en la que predominan los grandes temas de la poesía de siempre: el tiempo, la
naturaleza y el paisaje, el hombre y Dios, el amor y la muerte, etc. En su obra se diferencian cuatro etapas:
– Primera etapa: hasta 1907, influencia del SIMBOLISMO y del MODERNISMO. En 1903 publicó su primer libro,
Soledades, influido por el Romanticismo de Bécquer y Rosalía de Castro, y por el simbolismo francés de
Verlaine. En 1907 salió una segunda edición, Soledades. Galerías. Otros poemas, que supone una depuración del
Modernismo, ofreciendo una poesía intimista y alejada del estilo brillante de Darío. Los temas preferidos son el
paso del tiempo, la soledad, la tristeza, el hastío ante la monotonía o el vacío de vivir, la infancia y el amor
perdidos, los sueños, los recuerdos, la muerte, Dios… Los símbolos evocan casi siempre lo pasajero: caminos,
fuentes, ríos, la tarde, el reloj, los espejos, el otoño... Machado medita y explora los caminos interiores (o
“galerías”) del alma, en busca de su identidad, de la razón de su ser y de su angustia; en definitiva, buscando el
sentido de la vida. El sentimiento del paisaje es muy fuerte, pero es un paisaje subjetivo: la realidad exterior
queda impregnada del estado emocional del poeta, produciéndose la fusión del paisaje y el alma de acuerdo con el
principio simbolista de que “el paisaje es un estado de ánimo”.
– Segunda etapa: hasta 1917, CASTELLANISMO REGENERACIONISTA. Este periodo se caracteriza por el
abandono del Modernismo y el cultivo de una POESÍA NOVENTAYOCHISTA, es decir, más reflexiva, menos lírica
y menos preocupada por la forma. Con Campos de Castilla (1912, ampliado en sucesivas ediciones), el poeta
abandona el subjetivismo de Soledades y trata asuntos que superan lo personal, pasando a un primer plano la
realidad exterior al poeta (el paisaje ya no es simbólico, sino real). Machado canta al alma de Castilla, para lo
cual describe sus paisajes, sus gentes y su historia desde una óptica regeneracionista; critica la España tradicional,
religiosa y conservadora, y denuncia la pobreza, la incultura y el atraso («la España de charanga y pandereta»).
– Tercera etapa: hasta 1928, POESÍA FILOSÓFICA Y FOLCLÓRICA. Nuevas canciones (1924). Se trata
de una obra heterogénea donde se mezclan poemas referidos a las tierras andaluzas, recuerdos de Soria, algunas
composiciones intimistas y nuevos Proverbios y cantares, que muestran cómo las inquietudes filosóficas de
Machado han pasado ahora a primer plano.
En años posteriores irá ampliando sus Poesías completas (salen ediciones en 1928, 1933 y 1936). Entre
las secciones añadidas destacan De un cancionero apócrifo, con versos atribuidos a Abel Martín y Juan de
Mairena, poetas ficticios, y Canciones a Guiomar, con poemas dedicados a Pilar Valderrama.
– Cuarta etapa (escritos de la Guerra Civil). En 1937 salió en Madrid La guerra (1936-1937), libro
que recoge algunos discursos, prosas y versos de circunstancias, escritos durante la guerra; entre estos destaca la
elegía “El crimen fue en Granada”, compuesta a raíz del fusilamiento de Federico García Lorca.

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