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Rogers, C. (1979) El proceso de convertirse en persona.

Editorial
Paidós.

DISCURSO DE ROGERS

Por consiguiente, en los próximos minutos trataré de resumir el significado que ha tenido
para mí mi experiencia en el aula y en la terapia individual y grupal. Mis palabras no
pretenden ser conclusiones para otros, ni deseo proponerlas como guía. Son solo
significados provisionales de mi experiencia hasta Abril de 1952, y algunas de las difíciles
cuestiones que plantea su carácter absurdo. Presentaré cada idea o significado en un
párrafo individual, no porque requiera un orden lógico particular, sino porque cada una
tiene para mí su propia importancia.

1. Considerando los propósitos de esta asamblea, la siguiente idea bien puede figurar en
primer lugar: Mi experiencia me dice que no puedo enseñar a otra persona cómo
enseñar. En última instancia, intentar algo así resulta inútil.
2. Pienso que cualquier cosa que pueda enseñarse a otra persona es relativamente
intrascendente y ejerce poca o ninguna influencia sobre la conducta. Esto suena tan
absurdo que no puedo evitar cuestionarlo en el mismo momento en que lo enuncio.
3. Cada vez estoy más convencido de que sólo me interesa el aprendizaje capaz de influir
significativamente sobre la conducta. Tal vez esto no sea más que un punto de vista
personal.
4. He llegado a sentir que el único aprendizaje que puede influir significativamente sobre
la conducta es el que el individuo descubre e incorpora por sí mismo.
5. El aprendizaje basado en el propio descubrimiento, la verdad incorporada y asimilada
personalmente en la experiencia, no puede comunicarse de manera directa a otro. En
cuanto el individuo, a menudo con un entusiasmo muy natural, trata de transmitir esa
experiencia de modo inmediato, la transforma en enseñanza y sus resultados pierden
trascendencia. Hace poco me sentí aliviado al descubrir que Sören Kierkegaard,
filósofo dinamarqués, llegó a la misma conclusión mediante su propia experiencia y la
expresó con gran claridad hace un siglo, lo cual confiere mayor lógica a mi enunciado.
6. Como consecuencia de lo anterior, advierto que he perdido el interés en ser un
educador.
7. Cuando trato de enseñar, los resultados a veces me espantan, ya que además de ser
incoherentes, en ocasiones la enseñanza parece tener éxito. Cuando esto sucede veo
que las consecuencias son perjudiciales: el individuo desconfía de su propia
experiencia y esto impide el aprendizaje significativo. Por consiguiente, he llegado a
sentir que los resultados de la enseñanza son intrascendentes, o bien dañinos.
8. Cuando reviso los resultados de mis experiencias pasadas en el terreno de la
enseñanza, todos me parecen iguales: hubo un perjuicio o bien no ocurrió nada
significativo, lo cual es francamente perturbador.
9. Por consiguiente, pienso que sólo me interesa aprender, incorporar preferiblemente
cosas importantes que ejerzan una influencia trascendente sobre mi propia conducta.
10. Me enriquece aprender, ya sea en grupos, en relaciones con otra persona- como en la
terapia- o por mi propia cuenta.
11. Pienso que una de mis mejores maneras de aprender- pero también una de las más
difíciles- consiste en abandonar mis propias actitudes de defensa, al menos
temporariamente, y tratar de comprender lo que la experiencia de la otra persona
significa para ella.
12. Otra de mis maneras de aprender consiste en plantear mis propias incertidumbres,
tratar de esclarecer mis dudas y acercarme así al significado real de mi experiencia.
13. Todo este conjunto de experiencias y los significados que hasta ahora he descubierto en
él parecen haberme lanzado a un proceso fascinante, que a veces me inspira temor.
Consiste en dejarme llevar por mi experiencia, en un sentido que parece ser progresivo,
hacia objetivos que apenas puedo discernir, mientras trato de comprender al menos el
sentido básico de esa experiencia. Tengo una sensación de flotar en la compleja
corriente de la experiencia con la posibilidad fascinante de comprender su complejidad
siempre en transformación.

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