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AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN

Hernando A. Hernández Q.
Los artículos 28, 29 y 30 del Código Penal del año 2000, señalan la forma como
se puede intervenir en el delito. Para entender este tema, es necesario conocer las
tesis que se han expuesto en el mundo sobre la participación delictiva, esto es: el
concepto unitario de autor; el concepto extensivo de autor; el concepto restrictivo
de autor y las tesis normativista o funcionalista.
1. EL DENOMINADO CONCEPTO UNITARIO DE AUTOR
Basado en la teoría de la equivalencia de las condiciones, esbozada por Von Buri,
según la cual: “todo aquel que interpone una condición para la producción del
resultado es igualmente causal respecto del mismo, no pudiendo diferenciarse
entre causa y condición o causas más importantes o relevantes que otras”. Se
caracteriza por una renuncia a la distinción entre autor y participe.
Según esta teoría, todos tendrían que recibir el mismo tratamiento por ser factores
indispensables del resultado. Es decir, no habría posibilidad de identificar el grado
de participación de los sujetos en el delito (autor o participe)
2. CONCEPTO EXTENSIVO DE AUTOR
Expuesta por Mezger y Lony. Mantiene el presupuesto de la teoría causal de la
equivalencia de las condiciones. Sin embargo, acudió al criterio eminentemente
subjetivo y entonces se dijo que sería autor quien tuviera animus auctoris y
participe, quien actuara con animus socii.
Surgió el problema de establecer cuando se actuaba con uno u otro ánimo y
aparecieron varias teorías: la del dolo, expuesta por Buri: “El cómplice quiere el
resultado solo cuando lo quiere el autor, y cuando éste no lo quiere, él tampoco lo
quiere. El cómplice, por tanto, hace su voluntad dependiente de la del autor. La
voluntad del autor es autónoma, la del cómplice es dependiente y subordinada de
la del autor. Será entonces autor quien quiere el hecho como propio y participe es
quien lo quiere como ajeno.
La otra teoría es la del interés, defendida por Feuerbach y Buri, según la cual será
autor quien persigue un interés propio y participe quien actúa en interés ajeno.
Recibió críticas en Alemania por el sonado caso de la bañera, en donde se juzgó a
una madre que solicitó a su hermana dar muerte por inmersión a su recién nacido
hijo, petición que atendió. La autora directa fue juzgada como participe y la madre
como autora. Otro caso conocido es el de Statschinsky, quien recibió el encargo
de matar a dos exiliados de la República Federal Alemana.
Se critica también a esta teoría que no es posible aplicarla en los delitos culposos
pues en ellos no puede atenderse a la intención.

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3) EL CONCEPTO RESTRICTIVO DE AUTOR
De acuerdo con esta teoría, de la parte especial del código emana la categoría de
autor y de la parte general surge la punibilidad de los partícipes. Ello es posible
gracias a los dispositivos amplificadores del tipo penal (tentativa, coparticipación).
De esta forma, si desaparecieran estos dispositivos no sería posible juzgar a los
partícipes pues ellos no caben en la categoría de autor. De esta teoría se
desprenden los matices de objetiva formal; objetivo material y la del dominio del
hecho (Hernández, 2011).
A) Objetiva formal
Dominante entre 1910 a 1930, fue expuesta fundamentalmente por Beling, y
seguida por Liszt, Merkel, Hegler, Mezger y Stubel, entre otros. Para esta teoría
será autor quien realiza la conducta rectora prevista en el tipo penal o uno de sus
elementos, o lleva a cabo un comportamiento constitutivo de acto ejecutivo que
por sí mismo puede adecuarse al tipo penal. De esta forma igual responde como
autor en un robo quien sustrae los bienes que quien apunta a las personas para
facilitar el ilícito (la violencia es uno de los elementos del hurto agravado).
C) TEORÍA OBJETIVO – MATERIAL
Distinguió entre causa (aquel que aporta una contribución sin la cual el resultado
no se produce) y condición. La primera se reserva para los autores y la segunda
para participes. Se dice que no aportó mucho y se le criticó por dejar por fuera al
coautor y al autor mediato.
D) TEORÍA DEL DOMINIO DEL HECHO O DOMINIO FINAL DEL ACTO
Se considera a Welzel como su creador, como expresión del finalismo. Fue
defendida por Maurach y su gran mentor es Claus Roxin. Parte de la
consideración que es autor quien tiene el dominio del hecho y tendrá dicho
dominio “todo cooperador que se encuentra en la situación real, por el percibida,
de dejar correr, detener o interrumpir, por su comportamiento, la realización del
tipo”. El autor es la figura central del acontecer en forma de acción. Se reconoce el
dominio del hecho a partir de la acción (directa), de la voluntad (autoría mediata) y
la funcional (cuando el aporte es definitivo, es decir el aporte funcional sostiene o
deja venir abajo el suceso delictivo. Ej. Los dos asaltantes del banco en el que uno
sustrae el dinero y el otro neutraliza a los asaltados con un arma.
E) TEORÍA NORMATIVA O FUNCIONALISTAS
Impulsada por Roxin y Jakobs, parte del principio que las personas responde por
el rol que cumplen en la sociedad, de donde surgen deberes comunes, propios de
todos los ciudadanos y deberes institucionales que compete solo a quienes están
especialmente vinculados con ellos. De allí surgen los delitos por organización
(dominio) y los delitos de infracción de deber (especiales). (Hernández, 2011).

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LA AUTORÍA Y LA PARTICIPACIÓN EN LEY PENAL COLOMBIANA
En el Código penal de 1980 (Decreto 100), el concepto de autor se definió, bajo el
título “de la participación”, señalando que lo constituye el que realice el hecho
punible o determine a otro a realizarlo (art. 23) y el cómplice el que contribuya a la
realización del hecho punible o preste una ayuda posterior cumpliendo promesa
anterior al mismo (art. 24).
El código penal en vigencia (Ley 599 de 2000) precisa que “concurren en la
realización de la conducta punible los autores y participes” (art. 28); separa y
distingue técnicamente los dos fenómenos en los artículos 29 y 30, reservando
para el concepto de autoría la directa, la mediata, la coautoría y el actuar por otro
(art. 29) y para la participación: la determinación, la complicidad y la figura del
interviniente (art. 30).
AUTORÍA DIRECTA
El artículo 29 del Código penal señala que es autor quien realice la conducta
punible por sí mismo, lo que supone la ejecución material del comportamiento por
el agente (Hernández, 2011).
Cuando se afirma la realización del comportamiento punible se supone no
solamente la ejecución del tipo objetivo o de uno de sus elementos, sino también
la presencia del dolo (entendido como conocimiento de los hechos y voluntad de
realización) o de la culpa, según el caso –tipo subjetivo- porque a quien carezca
de estos elementos no puede señalársele como autor de conducta punible.
El autor directo o material se define como “aquel que, reuniendo las exigencias
personales objetivas y subjetivas exigidas por el correspondiente tipo legal, realiza
el hecho típico” (Suárez, 2007). (Ej. El que dispara a otra persona y le causa la
muerte).
No desaparece la autoría directa cuando para la realización de la conducta punible
se utiliza a una persona que no realiza la acción, sino que se cosifica, es la
fuerza absoluta o vis absoluta, es el caso de quien es empujado y al caer destruye
un bien que quien lo empuja quiere dañar, es decir, esta persona utiliza como
instrumento a la segunda o, dicho de otra manera, es como si realizará de propia
mano el delito. La persona instrumentalizada no responde penalmente pues
no realiza acción.
LA AUTORÍA MEDIATA
En el inciso primero del artículo 29 del Código Penal, se precisa que también es
autor quien realiza la conducta punible utilizando a otro como instrumento, lo que

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sugiere la realización del tipo longa manos. En este caso, la persona que obra
como instrumento si realiza acción.
En la autoría mediata se requiere la presencia de tres personas: un sujeto de atrás
(el hombre de atrás); un instrumento y la víctima. El primero será quien domine la
ejecución de la conducta punible (quien tiene el dominio del hecho), a través de
otro (instrumento), que actúa como ejecutor material. Es necesario que el
ejecutor material realice acción, pues la esencia de la autoría mediata estriba en
que se puede logra deslindar las acciones de por lo menos dos personas
(Hernández, 2011).
En la autoría mediata el ejecutor o autor material (el que se utiliza como
instrumento), no responde penalmente, pues actúa en forma atípica, justificada o
sin culpabilidad. La persona de atrás, es decir quien utiliza al otro, responde como
autor mediato. Ahora bien, se puede actuar en forma mediata por coacción;
error; utilización de inimputable y aparatos organizados de poder:
1) A través del ejercicio de la coacción sobre el instrumento. Por ejemplo, el
delincuente que amenazando a un gerente de un banco con un revólver
sobre su cabeza lo obliga a entregar los valores de la entidad financiera. En
estos casos la conducta del sujeto que realiza el comportamiento en forma
directa (gerente), está justificada, es decir, opera en su favor la figura de la
exclusión de responsabilidad consagrada en el artículo 32, numeral 8. En el
caso comentado, el hombre de atrás domina la voluntad del instrumento,
pues tiene el dominio del hecho, por eso el dominio debe ser insuperable.
Otro ejemplo, por vía de la omisión, se presenta cuando un individuo está
interesado en la colisión de un vehículo con el tren y para alcanzar su
cometido amenaza al guardavía para que no baje la señal.
2) La segunda modalidad de autoría mediata se refiere a cuando el ejecutor
material (directo), obra en error que ha sido creado o aprovechado por
el autor para alcanzar su propósito. El ejemplo clásico es el maletero que
equivocadamente toma una valija que cree pertenecer a un viajero y lo
deposita en su carro. El viajero se apropia de la maleta aprovechando el
error en que incurrió el maletero. Otro ejemplo es el del médico que quiere
dar muerte a su yerno enfermo y le ordena a la enfermera aplicarle una
inyección que ella cree es para curarlo y que resulta letal. Cuando el error
es vencible, la persona utilizada responde por un delito culposo si está
consagrado en el Código, por ejemplo, en el caso de la enfermera, si tiene
la posibilidad de advertir la situación, responde por homicidio culposo. Si el
error es invencible el instrumento no responde. Otro ejemplo: En una
cacería un amigo le señala al compañero que asuste a un tercero
disparándole con un arma que le afirma esta descargada. Sumido en el
error la persona acciona el arma y mata al tercero. En este caso podía el
sujeto verificar el estado del arma y no lo hizo, razón por la cual violó su
deber objetivo de cuidado y responderá por un delito de homicidio culposo.
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En los eventos de error de prohibición y este es vencible, la pena se
reducirá para el responsable en la mitad.
3) La tercera forma de autoría mediata hace relación a la utilización de
inimputable. Es inimputable, quien no tiene la capacidad de conocer y
comprender que obra contra el derecho, por inmadurez sicológica, trastorno
mental o diversidad sociocultural (art. 33 C.P.). Estas personas son
incapaces de culpabilidad y cuando son utilizadas para la realización de
una conducta punible no responden penalmente. Responderá el hombre de
atrás que las utilizó, quien tiene el dominio de la voluntad.
Sobre el tema de la autoría mediata puede consultarse la sentencia con radicado
25.974, M.P. María del Rosario González de Lemus.
4) La cuarta modalidad es la conocida como autoría mediante aparatos
organizados de poder. Se presenta regularmente con relación a órdenes
emanadas por los jefes máximos de un Estado u organizaciones criminales,
que son ejecutadas por sus propios agentes o por terceros particulares, en
especial en delitos que atañen a los derechos humanos y al derecho
internacional humanitario, entre los que sobresalen los exterminios,
homicidios, reducción a la esclavitud, desaparición forzada. Para Roxin,
dentro de la tipología de la autoría mediata aparece como categoría
especial la figura de los aparatos organizados de poder, aplicable para el
caso de las organizaciones criminales, donde el jefe máximo profiere una
orden sin importar o ponerse de acuerdo con quien la realiza, por tener el
ejecutor el carácter de fungible, excluyendo de esta manera la coautoría
impropia. Se afirma que la orden la cumplirá cualquiera de la organización,
por ejemplo, si quien ha sido seleccionado para poner la bomba, es
capturado antes de cumplir su cometido, otra miembro de la organización
realizará el atentado, eso es lo que se llama el sujeto fungible, es decir que
se puede cambiar inclusive sin que sepa el comando que dio la orden.
Como bien lo afirma el autor colombiano Yesid Viveros Castellanos, esta
teoría no es pacífica pues en muchas ocasiones se ha resuelto que se
responda, en los casos comentados, como coautores del ilícito.
Sobre este tema puede encontrarse la siguiente jurisprudencia: Caso
Machuca del ELN, Radicado en la Corte Suprema de Justicia 23825 de
marzo 7 de 2007, M.P. Javier Zapata Ortiz (aquí se afirmó que se
trataba de coautoría impropia). C.S. J. 38250, del 26 de septiembre de
2012. C.S.J. radicado 23.438, M.P. Julio Enrique Socha Salamanca.

COAUTORÍA
En el artículo 29 del Código penal en vigencia, se define este fenómeno de la
siguiente manera: “Son coautores los que, mediando acuerdo común, actúan con
división de trabajo criminal atendiendo a la importancia del aporte”.
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Como hemos dicho, en la mayoría de las ocasiones el Código penal reseña
comportamientos que se pueden realizar por una sola persona (homicidio, por
ejemplo, el que mate a otro). Empero, con el ánimo de facilitar el delito, muchas
veces en esos ilícitos participan varias personas. En este evento, afirmamos que
todos los participantes responden bien como coautores o como participes
(determinadores, cómplices). En este aparte vamos a hablar de los coautores.
Según Alberto Suarez, “Coautor es quien, reuniendo todos los elementos objetivos
y subjetivos exigidos por el tipo penal, realiza, de manera mancomunada con
varios sujetos y división de trabajo, la acción descrita en tipo penal” (Suárez
2007, p. 352).

Según Roxin, será coautor cuando la aportación en la fase ejecutiva representa un


requisito indispensable para la realización del resultado pretendido, esto es, aquel
con cuyo comportamiento funcional se sostiene o se viene abajo lo emprendido.
Nada importa al respecto su disposición subjetiva hacia el acontecer, esto es,
codominio o dominio del hecho funcional. La legislación colombiana se identifica
con la teoría del dominio del hecho.

ELEMENTOS DE LA COAUTORÍA

Para que se pueda hablar de coautoría, es necesario que se reúnan los siguientes
requisitos: El acuerdo común; la división del trabajo criminal y la importancia del
aporte.
No se debe confundir la coautoría con la pluriautoría que es cuando por ejemplo
tres personas quieren dar muerte, de manera independiente, a una persona; los
tres disparan a la vez y los tres tiros son mortales, sin que se pueda determinar
cuál causo la muerte. Esta es la llamada coautoría accesoria o propia.

1) EL ACUERDO COMÚN (CONCURSO DE ESFUERZOS, APORTES Y


ROLES)
El primer elemento de la definición legal de la coautoría impropia es el acuerdo
común (la teoría del dominio del hecho la llama plan común). Este acuerdo por sí
solo no es suficiente pues también hay acuerdo común en la participación. Este
elemento permite desarrollar uno de los aspectos más importantes de la figura en
estudio, como es la imputación recíproca, que consiste en que, como ninguno de
los coautores realiza integralmente el tipo, la parte que realiza uno de los

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intervinientes se le imputa al otro. Solo así el coautor puede responder por la
totalidad del hecho punible y con la pena prevista en el tipo.
El acuerdo común implica no solo que el autor conozca que su conducta es un
aporte a la realización de un delito, sino que debe saber de la actividad de los
demás intervinientes en la conducta punible (reciprocidad).
El código habla de acuerdo común y no de acuerdo previo, por lo que se puede
pensar desde los actos preparatorios hasta los de consumación. Se recuerda que
solo a partir de los actos ejecutorios se considera punible el comportamiento, así
sea a manera de tentativa.
No se requiere un plan detallado, sino que todas las conductas apunten a un
mismo fin. Por ejemplo, se puede estar pensando en un secuestro simple y
terminar en un secuestro extorsivo. Tampoco es necesario que todos los
coautores se conozcan (caso en el que en un hurto participan varias bandas de
delincuentes, donde unos atracan el banco y otros se encargan de lavar el dinero).
Puede presentarse un exceso de autor. Por ejemplo, acuerdan entrar a un banco a
robar y en medio del atraco uno de los asaltantes decide acceder carnalmente a
una empleada, sin que esto estuviera en el plan. En ese caso solo responde por el
acceso carnal el autor material y no los otros participes en el robo.
2) LA DIVISIÓN DEL TRABAJO
Este requisito impone que ninguno de los intervinientes realice el comportamiento
integralmente. Lo que debe revisarse es si el sujeto tiene el dominio del hecho.
Estamos aquí frente a un plan común acordado para la realización conjunta del
tipo, esto es, que hay una acumulación de esfuerzos y correlación de
contribuciones individuales que, sumadas, complementan la total realización del
tipo penal.
3) IMPORTANCIA DEL APORTE
No resulta suficiente el acuerdo común y la división del trabajo criminal para que
todos los intervinientes respondan en calidad de coautores, pues debe advertirse
que también los cómplices cumplen una tarea concreta en desarrollo de un
acuerdo previo (por ejemplo alguien que se compromete a guardar la mercancía
después del robo), es preciso entonces determinar qué tan importante fue la
contribución, si fue definitiva será coautoría, si, por el contrario, fue aleatoria o de
poca monta, estaríamos frente a una complicidad. La decisión la dejo la legislación
al juez, por eso dice atendiendo a la importancia del aporte, esto es, que el
funcionario decidirá en forma discrecional sobre este tema. No hay entonces
parámetros legales, lo que recibe acervas críticas.
Sobre este tema, la Corte Suprema de Justicia de Colombia, en sentencia del 16
de mayo de 1998, con ponencia de Carlos E. Mejía, adoptó el criterio del dominio

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del hecho, cuando afirmó: “ Frente a la coautoría cada participante realiza, en
unión con otros, la conducta típica, previa celebración de un acuerdo en virtud del
cual se busca una contribución objetiva en la que cada uno tiene el dominio del
hecho, de tal manera que la tarea asumida individualmente, se torna indispensable
para la total realización del plan”.
Un caso utilizado por la doctrina para resolver si estamos frente a la coautoría o a
la complicidad, es el del campanero. Pensemos que éste avisa a sus compinches
la llegada de la policía y esto les permite huir del lugar. Estaríamos allí frente a
una coautoría. Pero si en el mismo caso, los compañeros de fechoría no atienden
su llamado, lo desestiman, estaríamos ante una complicidad. La doctrina en estos
casos utiliza dos criterios el de la esenciabilidad y el de los bienes escasos. En
el primer caso estamos cuando la colaboración es esencial, es decir el aporte no
se puede soslayar. En el segundo es cuando no existen muchas personas que
puedan desarrollar la parte que le corresponde al coautor, por ejemplo, abrir una
caja fuerte antigua que solo técnicos con mucha experiencia lo pueden hacer.
Para ser coautor de un delito calificado se requiere contar con las mismas
calidades exigidas al autor (por ejemplo, ser servidor público en el peculado), de lo
contrario su participación será a otro título (determinador, cómplice). La
contribución del extraneus, siempre será participación.
EL ACTUAR A NOMBRE DE OTRO
En el artículo 29, inciso 3, se afirma que: “También es autor quien actúa como
miembro u órgano de representación autorizado o de hecho de una persona
jurídica, de un ente colectivo sin tal atributo, o de una persona natural cuya
representación voluntaria se detente, y realiza la conducta punible, aunque los
elementos especiales que fundamentan la penalidad de la figura punible
respectiva no concurran en él, pero sí en la persona o ente colectivo
representado”.
Se trata de una causa de extensión del tipo o de la punibilidad y se aplica al
extraneus no al intraneus. Un claro ejemplo se presenta cuando una autoridad
judicial decreta el embargo y secuestro de maquinaria de una empresa y el
gerente, que no es propietario, con el fin de favorecer a su empleador, saca dichas
máquinas de la empresa y las esconde en su residencia. En ese evento cometería
un punible de fraude a resolución judicial, art. 454 C.P. Cómo puede verse la
norma sanciona a quien le ha sido impuesta la medida de embargo y secuestro y
la burla, no al tercero que realiza comportamiento para que por ejemplo el
embargo y secuestro no se pueda realizar (gerente). En ese caso, para evitar que
la conducta quede impune, el legislador creó la figura de actuar por otro.
Muchos autores han sugerido que, a través de este figura, se podría sancionar al
representante de la persona jurídica cuando actúa en favor o en beneficio de la
misma.

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LA PARTICIPACIÓN
El artículo 30 del Código Penal, señala como participes al determinador y al
cómplice, las cuales no tienen el dominio del hecho y cuya situación jurídica
respecto de la conducta punible depende del autor. Esta dependencia es lo que
llama la doctrina el principio de accesoriedad (Hernández, 2011).
Este principio de accesoriedad permite el adecuado manejo del dispositivo
amplificador del tipo penal y definir la responsabilidad del participe que solo inicia
cuando la persona realiza actos ejecutivos que consuman el hecho o que se
quedan en la tentativa (Hernández, 2011).
Participe es el que efectúa un aporte doloso en el injusto doloso de otro, trátese de
una determinación o de una complicidad. A continuación, analizamos dichas
categorías:
LA DETERMINACIÓN
El artículo 30 del Código Penal, asigna la misma pena prevista en el tipo penal a
quien determine a otra a realizar una conducta antijurídica, institución que la
doctrina denomina también inducción o instigación.
En este fenómeno jurídico intervienen tres personas: a) determinador. B)
determinado y c) víctima. El primero es un participe cuya responsabilidad penal se
fundamenta en el dispositivo amplificador y se rige por el principio de accesoriedad
limitada (Quien contrata a un sicario para dar muerte a X). El segundo, el
determinado, es quien ejecuta la conducta (da muerte a X), este último debe
contar con las calidades exigidas en el tipo penal (Hernández, 2011).
Hay que distinguir la determinación de la autoría mediata. En ambas categorías
intervienen tres personas. En la dos el actor material desarrolla acción, pero en la
mediata no responde porque su conducta está justificada (art. 32) u obra con
inculpabilidad; en la determinación, el autor material responde penalmente por su
conducta (en el caso del ejemplo, dar muerte a alguien, homicidio).
Sobre el punto anota Viveros que:
“El hilo conductor entre determinador y determinado está dado por el conocimiento
concreto que el segundo tiene de la actividad delictiva por realizar, situación que la
distingue de la denominada autoría mediata” (Viveros, 2015, p. 342).
El Profesor Alfonso Reyes, ampliando esta visión comenta:
“La diferencia fundamental entre esta figura y la del autor mediato radica en que el
ejecutor instrumental de la conducta de esto no está en condiciones de decidir,

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pues su papel le ha sido impuesto o asignado sin que sea consciente de su
verdadera significación, mientras que entre el determinador y el ejecutor material
se establece una comunicación que le permite a éste – aún en situaciones
precarias – decidir por propia voluntad si ejecuta o no el hecho punible gestado
por aquél; de tal manera que si decide realizarlo la determinación es suya y por
eso le pertenece como a su autor” (Reyes, 1986, p. 182).
El autor Fernando Velásquez llama a la determinación como instigación y la define
como la figura en cuya virtud una persona determina a otra a realizar el injusto
doloso concreto (Velásquez, 2009).
La Corte Suprema de Justicia puntualiza sobre el tema: “Determinador es la
persona que, mediante instigación, mandato, inducción, consejo, coacción, orden,
convenio o cualquier otro medio idóneo, logra que otra realice material o
directamente conducta de acción o de omisión descrita en un tipo penal” (Rad.
19.866, M.P. Marina Pulido de Barón y Jorge Luis Quintero Milanés, febrero 25 de
2004).
La determinación trae consigo el factor esencial para que la persona tome la
determinación, por ello no puede ser cualquier influencia psicológica sobre el
autor, debe tener tal alcance que conduzca al sujeto a tomar la resolución de
realizar el hecho.
Se debe determinar para un delito concreto, no para hechos delictivos
indeterminados. Desde luego, esto no significa que el acto al que se induce sea
instruido en detalle (Suárez, 2007). Por ejemplo, si una persona contrata a otra
para realizar un hurto, no es necesario que le indique si es por ventosa o con
violencia, o con habilidad.
En el evento que el instigado no alcance a consumar el hecho por circunstancias
ajenas a su voluntad, pero supera los actos de ejecución, el instigador responde a
título de tentativa.
Cuando el instigado realiza otros comportamientos que no estaban dentro de lo
propuesto por el instigador este no responde por dichos delitos adicionales, salvo
que sean consecuencia del riesgo creado por el inicial delito. En este caso el dolo
será eventual (Hernández, 2011). Por ejemplo, cuando se contrata a un sicario
para dar muerte a un candidato presidencial muy protegido por las autoridades y el
sicario atenta por medio de una bomba que da muerte al ciudadano candidato y
también a los escoltas que lo acompañan.
COMPLICIDAD
Se entiende por complicidad la cooperación o contribución dolosa con otro en la
realización de su actuar antijurídico, dolosamente cometido. El cómplice se limita a
favorecer el hecho ajeno.

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El inciso 2º. del art. 30 del Código Penal, define así la complicidad: “Quien
contribuya a la realización de la conducta antijurídica o preste una ayuda posterior,
por concierto previo o concomitante a la misma”
El aporte puede darse: 1) antes de la realización de la conducta punible
(complicidad antecedente), como quien consigue las armas para el atraco, sin
pertenecer al grupo criminal que realizará el hecho, es decir, se contrata sólo para
esa gestión; 2) durante la comisión de la conducta punible (complicidad
concomitante), como la del guarda de seguridad del banco que apaga las alarmas
del banco durante la incursión de los delincuentes y 3) Después de la comisión del
hecho (complicidad subsiguiente. Por ejemplo, quien guarda el botín del atraco,
cumpliendo promesas anteriores. De deja claro que en todos estos casos
planteados la persona no forma parte del grupo delictivo y no obra por división de
trabajo, pues en este caso, estaríamos frente a una coautoría.
Otra aclaración, cuando el aporte es posterior al hecho, pero la persona no está
cumpliendo una promesa anterior, estaremos frente no a una complicidad
subsiguiente sino a la figura autónoma del encubrimiento por favorecimiento
reseñada en el artículo 446, o por receptación, artículo 447 del Código Penal. Por
ejemplo, la amante de alguno de los asaltantes a donde llegan después del robo y
le piden que guarde el botín pues el lugar que tenían dispuesto para resguardarlo
ha sido allanado por la policía.
La complicidad debe ser dolosa, vale decir, el cómplice debe conocer y ser
consciente que está contribuyendo a la realización de una conducta punible, bien
por acción o por omisión. No debe tener posición de garante y carece del dominio
del hecho, pues el interviniente que lo tiene será autor o coautor. Se reitera
entonces que nunca podrá hablarse de complicidad culposa.
Para hablar de complicidad, los actos del sujeto agente deben alcanzar al menos
el grado de tentativa.
En los códigos penales anteriores se hablaba de complicidad necesaria y no
necesaria. Esta división desapareció desde el código de 1980, pues si es
necesaria se convierte en coautoría. Subsiste si en el artículo 61 del C.P, la
consideración que para la dosimetría penal se debe tener en cuenta en la
complicidad: “el mayor o menor grado de eficacia de la contribución o ayuda”.
La complicidad, según v puede presentarse en la siguiente forma:
1) Por acción o por omisión (el guarda puede ayudar a la fuga del preso
abriéndole la puerta o dejándola abierta en la noche)
2) Complicidad conjunta o con-complicidad (dos celadores del banco,
cumpliendo promesa anterior ayudan a la perpetración del atraco).

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3) Complicidad en la tentativa (el gerente del banco colabora con los
atracadores de la entidad entregándoles la clave de la caja fuerte. Cuando
están en el ilícito son capturados por la policía).
EL INTERVINIENTE
En el pasado, cuando en un delito que exigía fuera realizado por un sujeto
calificado, participaba un extraneus (carente de la calidad), el juez condenaba por
ejemplo por peculado o absolvía por carecer de dicha exigencia normativa. Esta
situación resultaba anormal. Por ello, el legislador adoptó la figura del interviniente
que hoy se consagra en la parte final del artículo 30 del Código Penal al señalar:
“al interviniente que no teniendo las calidades especiales exigidas en el tipo penal
concurra en su realización, se le rebajará la pena en una cuarta parte”.
En la nueva figura se presentó el problema que cuando se trataba de un cómplice
en un delito de infracción de deber o calificado, se le concedían dos rebajas, la
propia de ser cómplice (de una sexta parte a la mitad, inciso 3, art. 30) y la de
interviniente (disminución de una cuarta parte de la pena, inciso 4 del art. 30). Esto
llevó a polémicos fallos de la Corte Suprema de Justicia.
Así, en decisión del 25 de abril de 2002, Rad. 12.191, con ponencia del doctor
Carlos Eduardo Mejía Escobar, se señaló que el extraneus puede ser coautor
(interviniente) o participe (interviniente), con lo cual se le podía conceder las dos
rebajas a las que nos hemos referido.
En providencia del 8 de julio de 2003, Radicado, 27.712, con ponencia del doctor
Carlos Gálvez Argote, se reexaminó el tema y se dijo que el extraneus únicamente
puede ser coautor (interviniente) pero no participe. De esta forma sólo se le
reconoce una rebaja, la de interviniente. El argumento central fue que al describir
la figura del interviniente y la del cómplice en ninguna parte se exija que tenga una
determinada calidad, como si se exige para el coautor.
Este tema también fue tratado con amplitud por la Corte Constitucional en la
sentencia de unificación 1122 de noviembre 12 de 2008.
COMUNICABILIDAD DE CIRCUNSTANCIAS
El artículo 62 del Código Penal señala que: “Las circunstancias agravantes o
atenuantes de carácter personal que concurran en el autor de la conducta no se
comunican a los partícipes, y sólo serán tenidas en cuenta para agravar o atenuar
la responsabilidad de aquellos que las hayan conocido.
Las circunstancias agravantes o atenuantes de índole material que concurran en
el autor, se comunicarán a los partícipes que las hubiesen conocido en el
momento de la planeación o ejecución de la conducta punible”.
De esta manera, cuando un participe no conoce por ejemplo que fue contratado
para dar muerte al padre de quien lo contrató, no responde por el homicidio

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agravado, art. 58, numeral 7 C.P. O cuando no sabe que al que da muerte es una
persona con una posición distinguida en la sociedad, por ejemplo, un candidato a
la presidencia, art. 58 No. 9, C.P. o que se trata de un servidor público, o un
ascendiente o descendiente. ESTAS SON CONDICIONES PERSONALES. Se
aclara que cuando el sicario conoce esta relación personal, se le aplicarán las
agravantes correspondientes.
Igual situación se pregona de las circunstancias materiales o reales, que son
aquellas que atañen a aspectos temporales, modales o espaciales de la conducta
típica. Por ejemplo, cuando el delito se comete en despoblado (Art. 241, numeral
9), con violencia (art. 240 No. 4), con escalamiento (art. 240, No. 4), en lugar
despoblado, (Art, 241, No. 9), en hoteles, aeropuertos, muelles, terminales de
transporte (art. 241, No. 5)

RECOMENDACIÓN
Para lograr un cabal entendimiento del capítulo de autoría y participación, se
recomienda leer la sentencia de la Corte Suprema de Justicia, RAD. 29.221,
del 2 de septiembre de 2009. M.P. Dr. Yesid Ramírez Bastidas.

LOS TEXTOS QUE SE HAN SEGUIDO PARA PREPARAR ESTA LECCIÓN


SON:

Cadavid Londoño, P. (2013). Coautoría en aparatos organizados de poder de


carácter delincuencial. Bogotá, Universidad de los Andes, Grupo Editorial Ibáñez.
Díaz y García Conlledo M. (2009). La autoría en derecho penal, Bogotá, Editorial
Leyer.
Figueroa Fonseca, L. C. El interviniente en derecho penal. Bogotá, Grupo
Editorial Ibáñez.
Hernández Esquivel, A. (2011). Autoría y participación. En: Lecciones de derecho
penal, parte general, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, pp. 269 a 305.
Reyes Echandía, A. (1986), Derecho penal parte general. Bogotá, Universidad
Externado de Colombia.
Salazar Marín, Mario (1992). Autor y participe en el injusto penal. Bogotá, Editorial
Temis.
Suárez Sánchez, A. (2007), Autoría, Bogotá, Universidad Externado de Colombia.

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Velásquez Velásquez F. (2009). Derecho penal, parte general. Cuarta edición,
Bogotá, Librería jurídica COMLIBROS.
Viveros Castellanos, Y. y otros (2015), Derecho penal casuístico, segunda edición.
Bogotá, Universidad Libre y Ediciones Doctrina y Ley Ltda.

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