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Escuela de ciencias jurídicas y políticas

Presentado por:
Mar

ía Marleny Vargas
MATRICULA:
2019-00038
Facilitador:
Miguel Puello Maldonado
Tarea: VII
FECHA:
Santiago 11 de septiembre de 2021
Introduccion

En la presente tarea estaremos hablando sobre Autoría,


Autor: concepto, clasificación y características, Coautoría:
concepto, tipos y elementos constitutivos, Complicidad:
concepto, elementos constitutivos y circunstancias
agravantes y la Responsabilidad de los autores, coautores y
cómplices.
1. Realice un informe donde describa la Extorción y el Chantaje, haciendo alusión
en cada uno de los siguientes temarios:
 Autoría
 Autor: concepto, clasificación y características
 Coautoría: concepto, tipos y elementos constitutivos
 Complicidad: concepto, elementos constitutivos y circunstancias
agravantes.
 Responsabilidad de los autores, coautores y cómplices.

Extorción:
En una extorsión telefónica, el extorsionador suele llamar a un número fijo y pide a
la víctima un número telefónico móvil y ordena no interrumpir la comunicación,
bajo la amenaza de que su familia o propiedad será objeto de daño. Las
características de la extorción son las siguientes:
 El origen de la llamada es un número privado o desconocido.
 Existe demasiado diálogo en las llamadas, en las que el sujeto detalla su
supuesta identidad criminal
 El extorsionador simula que tiene a una víctima con él.
 El delincuente exige un pago inicial y luego aceptará los recursos que la
víctima tenga a la mano.

Es una figura que se encuentra entre los delitos de apoderamiento, ya que


hay ánimo de lucro; los delitos de estafa, porque requiere una actuación por parte
del sujeto pasivo consistente en la realización u omisión de un acto o negocio
jurídico; y el delito de amenazas condicionales, porque el sujeto activo coacciona
al pasivo para la realización del negocio jurídico.
Este delito tiene una ubicación independiente, por lo cual, aunque guarde relación,
es una figura distinta con sus propias características. Además, es un delito
pluriofensivo, ya que no se ataca solo a un bien jurídico, sino a más de uno:
propiedad, integridad física y libertad. En cuanto al momento de la consumación,
no se puede esperar a que tenga efectos, porque en el ámbito civil ese acto nunca
los tendría. Se puede dar tentativa cuando ese acto de violencia no alcanza su
objetivo, siendo una tentativa inacabada...
A continuación, se menciona la tipificación.

Elementos objetivos del tipo


Los elementos de la parte objetiva del tipo son los siguientes:
 Uso de la violencia o intimidación: son los medios típicos por los cuales se
puede realizar la conducta. Solo si recae sobre objetos se podría hablar de
un medio de intimidación.
 Que se obligue al sujeto pasivo a actuar de una manera no querida por él:
el sujeto pasivo no realizaría la acción si no fuera por esa violencia o
intimidación.
 Consumación: cuando el sujeto pasivo realice la acción. No se requiere que
se tenga disposición patrimonial efectiva; poniéndose la nota no en la lesión
patrimonial sino la de la libertad.
 Realización u omisión de un acto o negocio jurídico: debe ser un negocio de
carácter patrimonial, pudiendo ser tanto de bienes muebles como
inmuebles y derechos.
 Concurso: El inciso final del Artículo 243 "sin perjuicio de las que pudieran
imponerse por los actos de violencia física realizados", posibilita el concurso
con otros delitos, como las lesiones, la detención ilegal, las agresiones
sexuales, etc.

Elementos subjetivos del tipo

En el aspecto subjetivo, la extorsión requiere de la existencia de ánimo de lucro


por parte del sujeto activo. Este es más extenso que en el delito de hurto o robo,
porque no solo será la ventaja patrimonial, sino que, además, debe esta derivarse
de la lesión a la libertad del sujeto pasivo. La ventaja patrimonial se puede exigir
para una tercera persona, aunque esta no tenga ningún conocimiento. Además,
puede afectar bien, al patrimonio del sujeto pasivo, o bien al de un tercero.
Chantaje:
es la amenaza de difamación pública o daño semejante para obtener algún
provecho pecuniario o material de alguien u obligarlo a actuar de una determinada
manera.
El chantaje o extorsión es un delito en el ordenamiento jurídico de muchos países
El chantaje, por lo tanto, es una presión sobre una persona para forzarla a actuar
de una cierta manera. El chantajeado, para evitar que el daño que insinúa el
chantajista se concrete, termina aceptando lo que éste pide. Por lo general, el
chantaje consiste en exigir dinero a cambio de no concretar el daño.
Se conoce con el nombre de chantaje emocional a una serie de tácticas que se
emplean con el propósito de manipular a otra persona a través de los
sentimientos, y tiene lugar en diversos tipos de relaciones interpersonales,
especialmente entre padres e hijos y en parejas. Cabe mencionar que en el primer
caso puede darse en las dos direcciones (de padres a hijos y viceversa), aunque
los menores suelen llevarse la peor parte.
Autoría:
La problemática de la autoría y participación, ha sido planteada desde varias
doctrinas jurídicopenales, las cuales han hecho una clara distinción entre el
sujeto que domina objetiva y subjetivamente la realización de un hecho
punible, y aquel que coopera en la comisión de dicho hecho, considerado
entonces como partícipe.

Sin embargo, al analizar algunos criterios sobre la teoría del delito, puede
verse amplias diferencias y variaciones en cuanto al concepto de autor de un
hecho punible y el que junto a este participa, de tal forma que históricamente
se han presentado varias teorías que definen la forma de concurrencia en el
delito.

En este sentido, Díaz y Conlledo (2008) expresa que, “el concepto de autor
que se han mantenido o se mantienen pueden reducirse a tres: unitario,
extensivo y restrictivo”.

El concepto unitario de autor no hace distinción entre el autor propiamente


dicho y la participación de personas que concurren en un mismo hecho
punible, es decir, que considera el aporte de cada uno de los sujetos que
concurren ante un mismo hecho, considerándolas como causas equivalentes
de dicho hecho, ya que sin dichas causas el hecho no hubiera acontecido.

El concepto unitario de autor, ha sido ampliamente criticado, hasta llegarse a


considerar que, “se adapta peor que el restrictivo a los principios del Derecho
de un Estado de Derecho”.

El concepto extensivo de autor, el cual se identifica con los postulados de las


teorías subjetivas y muchas veces defendido también por los que abogan por
las teorías objetivas, considera autor, partiendo de la igualdad de condiciones
de los concurrentes en un hecho punible. Definiendo diferentes tipos de
autoría y distinguiendo distintos grados de responsabilidad del hecho.

Por su lado, el concepto restrictivo de autor, a diferencia de los anteriores,


hace la distinción entre el autor de un hecho punible y aquellos que participan
en el mismo, de forma que puede castigarse al autor que realiza el hecho, y
además hace posible imponer penas a aquellas personas que han participado
en el hecho distintas del autor.

A juicio de Díaz (2008), el concepto restrictivo de autoría, con la nota de la


accesoriedad (limitada) de la participación es el preferible, sobre todo por
permitir un mejor recorte o determinación de lo típico y adaptarse con ello en
mayor grado a los principios del Derecho penal propio de un Estado de
Derecho.

El autor de esta investigación, está de acuerdo con este criterio, ya que


considera que el autor es el que tiene pleno dominio del hecho y los demás
participes son cómplices.

En derecho penal se llama autor al que ejecuta personalmente, con la


conciencia y la voluntad exigida por la ley, los actos materiales constitutivos de
la infracción; como excepción, “quien da la orden de cometer el delito”.

De acuerdo a Cuello Calón (1960) “el autor se define como, persona que
realiza el delito”. “El cometer un delito requiere siempre una voluntad y una
inteligencia que solo el hombre posee”. Por otra parte, el Diccionario Jurídico
Espasa (2010) expresa lo siguiente: “el autor es el sujeto activo del delito”, el
que causa algún hecho, el causante o persona de quien procede el derecho de
otro.

Según lo expresado en esta última parte, es conveniente hacer la clara


distinción entre autor y sujeto activo, tratando de salvar la diferencia entre
ambos, ya que no pueden considerarse conceptos semejantes.

El autor propiamente dicho es el que tiene la responsabilidad criminal por el


hecho punible, mientras que el sujeto activo es la persona que realiza la
conducta típica, y que puede o no ser clasificada como autor en el sentido
estricto.

Autor:

Partiendo del concepto restrictivo de autor, así como del dominio del hecho,
debe precisarse qué se entiende por autor.

En efecto, cuando se quiere definir el alcance de esta figura en su más preciso


sentido, se suelen utilizar denominaciones de distinto orden: autor inmediato,
autor directo, autor indirecto, autor principal, autor propiamente dicho, e incluso
ejecutor y autor material.

Diversos autores incluyen o acompañan dentro de las definiciones de autor un


sinnúmero de acepciones que se derivan del mismo, algunos de los cuales
definimos a seguidas.

Autor individual
El autor individual, o como también se llama inmediato, es aquel que realiza el
hecho sin compartir con otros el dominio o determinación del mismo, de modo
que actúa por sí solo, y sin hacerlo a través de otro que actúa como
instrumento. En este sentido Maurach expresa que, es “autor individual el que
actúa directamente.”

En muchas legislaciones se ha aceptado el concepto de autor material, como


otra forma de autoría en la comisión de los delitos, entendiéndose por autor
material el que perpetra efectivamente un delito, con la ejecución de los actos
externos que concretan el ataque a una persona o un bien u otra lesión
jurídica punible. En especial, se habla de autor material en los casos de
desdoblamiento o dualidad por existir un autor intelectual.

Autor mediato

Según la doctrina actual, “es autor mediato quien comete el hecho por medio
de otro, o dicho de otro modo más preciso, quien para la ejecución de un
hecho punible que se pueda cometer con dolo, se sirva de otro ser humano
como instrumento”.

Como se presenta en el esquema anterior, en la autoría mediata, concepto


que fue creado para llenar vacíos de punibilidad, que se había originado en
parte por el estado de la legislación y en parte a través de la dogmática, el
autor no necesita cumplir por sus propias manos el hecho en cada una de sus
fases, sino que se puede servir para ello no solo de instrumentos mecánicos.
También sirve para sus fines el actuar de otro; en cuanto sólo él posee el
dominio del hecho respecto de la realización del tipo.

Bajo el dominio de la accesoriedad extrema no era permitida la sanción de la


participación en hechos de tercera persona que actúan sin culpabilidad, de
modo que sólo la transformación de esta participación en autoría mediata, dio
lugar a una solución.

Del mismo modo, como se ilustra en el esquema según el concepto restrictivo


de autor, debía circunscribirse la autoría al ejecutor inmediato, de manera que
parecía, pues, necesaria la figura jurídica independiente de la autoría mediata,
para el caso de utilización de otro hombre con el objeto de efectuar la acción
típica, ya sea un actuante no doloso, o sea uno no cualificado.

Coautoría:
Para tratar los problemas de la intervención en el delito hay fundamentalmente
dos posibilidades de solución. Cabe, en primer lugar, reducir todas las clases
de intervención al común denominador de un concepto de autor que las
abarque en general, o bien, en segundo lugar, distinguir entre varias formas de
intervención según la importancia material de las contribuciones al hecho.

Esta última opción es la mayoritariamente seguida en la mayoría de los


sistemas penales y es, por lo demás, la que se asumirá como más adecuada
en las páginas siguientes.

Concepto de coautoría La participación en sentido estricto sólo comprende la


instigación y la complicidad, y en su sentido más amplio, comprende también
la coautoría, manifestándose estas figuras como tipos de participación en la
acción criminal.

La coautoría no es más que la comisión de un hecho punible, estando las


personas que lo cometieron asociados con esa finalidad, bajo la colaboración
consciente y voluntaria de cada uno de los asociados.

En otras palabras, el coautor no es más que un autor que coopera con otro u
otros autores. El Código Penal Español y muchos de los hispanoamericanos
se refieren a esta figura como la de los cooperadores necesarios. En modo
alguno se asemeja al autor mediato, dado a que todos ellos responden como
autores.

Welzel afirma que,

…es coautor quien en posesión de las cualidades personales de autor es


portador de la decisión común respecto del hecho y en virtud de ello toma
parte en la ejecución del delito, la coautoría es una forma independiente de
autoría junto a la simple, pero no un caso de autoría mediata parcial, puesto
que ninguno de los coautores debe ser mero instrumento del otra.

En este sentido, todos y cada uno de los partícipes tienen el mismo grado de
titularidad en cuanto a la acción criminal y la realización en común de la
misma. De forma tal que las aportaciones de cada cual se encaminan a la
conformación de una sola unidad de voluntad, de la cual, las consecuencias
que se deriven se les atribuirán a todos y cada uno de los participantes.

Desde la óptica de la teoría del dominio del hecho, “son coautores quienes
toman parte en su ejecución, co-dominando y reuniendo las características
objetivas (en los delitos especiales) y los elementos subjetivos de lo injusto,
exigidos por el correspondiente delito”.
Según Cabanellas, es considerado coautor, quien es autor de un hecho
punible en unión con otro o juntamente con varios más. Aunque puede tratarse
de una obra cualquiera, incluso loable, el término se aplica sobre todo en
derecho penal, para referirse a la culpabilidad de ejecutores de un delito o una
falta. En otros casos se emplea con mayor frecuencia las voces de
colaborador o compañero.

Los coautores responden íntegramente de acuerdo con la pena señalada, que


en ningún caso se divide entre ellos, así se trate de la multa.

Para Velázquez, se presenta la coautoría cuando varias personas, previa


celebración de un acuerdo común, llevan a cabo un hecho de manera
mancomunada, mediante una contribución objetiva a su realización.

A la vez que comparte el criterio de que dicha figura, igualmente tiene su


fundamento en el dominio del hecho, que aquí es colectivo, por lo cual cada
coautor domina todo el suceso en unión a otro o de otros.

Para Jakobs, como consecuencia de la autoría se produce la plena


responsabilidad por el hecho, debido a que se han realizado actos de
organización de la misma importancia. El que la acción ejecutiva, a su vez, sea
llevada a cabo por otro autor idóneo es indiferente para los que tienen el
dominio del hecho, sea de la forma que sea, siempre que ellos mismos sean
autores idóneos y pueda existir accesoriedad en relación con la acción
ejecutiva.

Dado a que la coautoría siempre se fundamenta por medio de un acto de


organización delictiva, nadie puede llegar a ser responsable en concepto de
coautor por acciones que ya antes de su colaboración fueron realizadas por
otros.

En fin, la vinculación de los copartícipes deberá verificarse a través de un


acuerdo común, y derivándose de este, el hecho de que cada uno de los
copartícipes deberá asumir un cometido parcial de necesidad para la
realización del plan, lo que implica, para todos los participantes, una
responsabilidad total del hecho cometido o por cometerse. La cooperación que
preste cada elemento concurrente debe suponer cierta relevancia práctica
para la empresa criminal, es decir, que sin esta no sería posible la realización,
o no se hubiese podido concretar en su totalidad la acción criminal.

En ciertos términos, la coautoría es semejante a la propia autoría, atendiendo


también que solo podrán ser coautores aquellas personas en las que se pueda
verificar las características necesarias para tipificar la autoría idónea de la
acción correspondiente.

Aparte de que para la posibilidad de la existencia de la coautoría se requiere


que se verifiquen en los co-participantes los elementos subjetivos que tipifican
dicha infracción.

No obstante, existen circunstancias bajo las cuales la caracterización de la


coautoría no sería posible. Tal es el caso de cuando estemos ante una
infracción que requiera de determinada condición o elemento jurídico propio
del que la realiza, para su triplicación, la cual no concurre en el otro sujeto que
realiza conjuntamente la acción.

Como se ve, el tema de la coautoría se encuentra íntimamente vinculado con


la participación criminal, por cuanto la ley suele considerar autores, y los
castiga con igual pena, a todos los que participan en la ejecución del hecho, o
presentan un auxilio o cooperación sin los cuales no habría podido cometerse.

La determinación de que lo esencial en la participación criminal o coautoría es


que sin esta el delito no se habría podido cometer, resulta significativa porque
excluye del concepto a los cómplices y a los encubridores.

A diferencia de la complicidad, en la coautoría no es válido y no rige el


principio de imputación por accesoriedad a un hecho principal, sino con
relación a la imputación inmediata y recíproca de todos y cada uno de los
aportes y contribuciones hechos por los concurrentes en la acción criminosa
que ha sido acordada.

Por eso se dice que los límites de la coautorَía se deducen del hecho de que
se trata de una forma de autoría basada en el acuerdo común de los que
realizan la acción en cuestión.

Todo esto en razón de que la coautoría lleva en sí misma su contenido de


injusto que no le proviene de un hecho ajeno.
Tipos de coautoría

Según la doctrina y la jurisprudencia de otros países en donde sí se contempla


esta figura, se puede decir que la coautoría, en principio, adopta dos formas
esenciales.

Una de ellas es cuando en la comisión de la infracción concurren los


coautores, con contribuciones de tipo material, y la otra cundo los mismos
concurren uno en calidad de autor material y el otro en calidad de autor
intelectual.

Por otro lado, una parte de la doctrina enumera otras situaciones por la que se
puede establecer coautoría, tales como: la coautoría accesoria, la cual se
presenta cuando dos o más personas, sin que exista acuerdo previo, coinciden
en la realización común del mismo hecho típico. Como ejemplo se podría
atender al caso del linchamiento de un ladrón, por parte de los vecinos que lo
sorprenden en la acción.

También está la coautoría concertada, que es la intervención de varios autores


en la comisión del hecho, caracterizada por acuerdo tácito entre ellos. La
coautoría concomitante, como actuación conjunta de dos o más personas que
sin acuerdo previo producen el resultado lesivo.

Esta forma de participación se caracteriza por que uno o varios de los


intervinientes aprovecha un plan delictivo ajeno para obtener sus propias
finalidades.

Elementos constitutivos de la coautoría

La coautoría está compuesta básicamente por dos elementos constitutivos: el


acuerdo común y la ejecución de dicho hecho en común con más personas.

a) Acuerdo Común

En cuanto al común acuerdo, se dice que este constituye la única


justificación de la posibilidad de imputar recíprocamente las contribuciones
al hecho, y se entiende que no debe bastar con un conocimiento unilateral,
sino que los participantes deben accionar de acuerdo a una voluntad
consciente.

Al momento de la planificación del delito, en la concordancia de las


voluntades de los coautores, se deben identificar y fijarse las funciones
que desempeñará cada cual, con la finalidad de conseguir del fin
propuesto y con el aporte hecho por cada uno. A la vez que debe estar
claro que la responsabilidad de las acciones estará a cargo de todos los
participantes a la vez. En este sentido, Velásquez expresa que:

Es en virtud de este elemento del acuerdo común, que cada coautor se


compromete a asumir una tarea parcial, indispensable para la realización
del plan, de tal manera que todos aparezcan como cotitulares de la
responsabilidad, y es de esta manera que la decisión mancomunada, es la
que determina la conexión de las partes del hecho ejecutadas por cada
uno de los concurrentes, y la que permite imputar a la persona respectiva
la parte de las otras.

b) Ejecución del hecho en común

En cuanto a la ejecución del hecho en común, es necesario que se realice


una contribución objetiva al hecho, para que una persona pueda
considerarse como coautora. En cuanto al caso de la coautoría material,
puesto que, existe otro tipo de autoría, la cual se da en el caso donde
concurre, tanto el coautor material, como cuando también concurre un
coautor intelectual.

En este sentido, el de la ejecución común del hecho, existen dos teorías


según explica Hans Welzel, de un lado está la teoría objetiva, según la
cual, la voz “ejecución hay que entenderla en el sentido técnico de la
adecuación típica, esto es, como realización de una acción típica”.

Por parte de la teoría subjetiva, no hay que entender ejecución de manera


técnica. Es suficiente cualquier actividad que realice un partícipe, para
llevar a cabo el delito sobre la base del plan delictivo común.

Luego bastan también meras acciones preparatorias o de auxilio, aún


hasta el simple fortalecimiento de la voluntad al hecho del ejecutante.
Naturalmente el hecho debe de haber alcanzado la etapa de tentativa
punible en uno de los partícipes.

En definitiva, siempre es coautor quien, en posesión de las cualidades


personales de autor, efectúa una acción de ejecución en sentido técnico
sobre la base de un plan común en relación al hecho, pues en la acción de
ejecución por medio de un actuar final voluntario, se expresa de la manera
más clara la incondicionada voluntad propia de realización.
Pero también es coautor el que objetivamente sólo realiza actos
preparatorios de ayuda, cuando es co-portador de la decisión común al
hecho.

Por eso, tiene que comprobársele de forma especial la participación en la


decisión delictiva, para lo cual se invocarán como indicios el conjunto de
circunstancias objetivas y subjetivas de hecho.

En cuanto a este aspecto, Velázquez afirma que debe “mediar una


contribución, un aporte objetivo al hecho, de tal manera que este sea
producto de la división del trabajo entre todos los intervinientes”; por eso
se requiere un dominio final del hecho, pues cada uno debe ser una pieza
esencial para llevar a cabo el plan general.
Concepto de complicidad
El cómplice es la persona cuyo acto no tiene carácter delictuoso, sino en relación
con el delito de otra, que aquella provoca o facilita con conocimiento de causa.
Persona que, sin ser autor de un delito, coopera a su perpetración por actos
anteriores o simultáneos.

A veces también posteriores, si ellos se ejecutan en cumplimiento de promesas


anteriores. Claro es que, para la complicidad delictiva se requiere que el cómplice
conozca que sus actos tienen como finalidad la comisión de un delito de que se
trate.

La participación del cómplice en el hecho delictivo es accesoria, secundaria; la


complicidad exige participación de un delito, pero no cometido por el cómplice,
sino por otra persona, además de un conocimiento de causa. Como establece
Guillermo Cabanellas:

No es cómplice quien presencia la comisión de un delito, cuando en nada ayuda al


autor o autores, y se abstiene de asistir o amparar a la víctima, aunque en casos
extremos, de no haber peligro alguno para el espectador, cabría encontrar algún
género de culpa por omisión.
Los cómplices son penados en todos los delitos, excepto en los cometidos por los
medios de publicidad. Se les impondrá la pena señalada para los autores, pero en
el grado inmediatamente inferior, tanto en el delito consumado como en el
frustrado o la tentativa.
A raíz de estas definiciones podemos entender por complicidad, la acción
mediante la cual determinado individuo participa y se vincula en forma directa con
la infracción de un tercero.

Concepto este, mediante el cual se evidencia que, a diferencia que en otras


figuras como la coautoría, el cómplice, al menos no de forma directa, no ejecuta la
infracción, sino que la facilita o prepara.

Visto esto entendemos que la complicidad en sí, se distingue por el hecho de


aunar las acciones y voluntades de varios individuos en favor de una misma
empresa. En el entendido de que para la composición del delito se hace necesaria
la presencia de dos elementos esenciales, a saber, el elemento material y el
elemento moral, sin los cuales, respecto al primero (el elemento material), se
imposibilita el hecho infractor de la ley, y respecto al segundo (el elemento moral),
la violación material del hecho sería una simple casualidad.

En este tenor, se ha arribado a la conclusión de que la intervención de los


individuos en calidad de cómplices se puede manifestar de diversas maneras: con
la presencia de uno solo de estos elementos o con la presencia de ambos a la
vez. De esta manera se da la bifurcación de la teoría de la complicidad,
dependiendo ante cual estemos, ya sea ante la concurrencia de voluntad sin
afluencia de acción, ante el concurso de acción sin concurso de voluntad o ante un
concurso acumulado de acción y voluntad.

Según lo establecido por Fernando Castellanos, la mayoría de autores coinciden


en clasificar de tres formas distintas la naturaleza de la complicidad, a su entender
pueden ser:

a) La teoría de la causalidad, la cual considera codelincuente al que contribuye


con su aporte, a formar la causa del evento delictuoso;

b) la teoría de la autonomía, la cual considera que el delito cometido por varios


individuos pierde su unidad, ya que los concurrentes realizan comportamientos
autónomos y surgen así distintos delitos, cada uno de ellos con vida propia;
c) la teoría de la accesoriedad, la cual considera que la responsabilidad de
los copartícipes depende de los auxilios prestados al autor principal,
respecto al cual se tienen como accesorios.

Nuestra legislación se inclina por la teoría de la accesoriedad, dejando de


lado las otras dos teorías mencionadas. Según Díaz,

Por accesoriedad se entiende una cierta relación de dependencia del


partícipe respecto del autor; que entre la conducta de uno y otro existe una
cierta relación de accesoriedad o dependencia fáctica, es algo difícilmente
negable y por tanto admitido incluso por los partidarios del concepto
unitario de autor, pero ha de tenerse en cuenta que tal dependencia existe
también entre diversas clases de autores (el mediato respecto del
inmediato, o los coautores entre sí) o incluso del autor respecto del
partícipe.

Por otra parte, está la postura de la escuela clásica. Esta tendencia afirma
que en el concurso de personas existe solo un delito con diversas
responsabilidades comprometidas, que es lo mismo que la unidad de delito
y diversidad de malhechores y responsabilidades.

Según este criterio las responsabilidades de los delincuentes quedan


estrechamente ligadas entre sí, al depender la responsabilidad accesoria
de la principal, por lo que se podrían llegar a producir consecuencias
injustas.

De esta forma la persona que induce a otra a cometer un crimen se vería


exento de responsabilidad, aunque el mismo hiciera uso de todos sus
recursos o ponga su mayor empeño para inducir a la comisión del delito,
una vez que el autor material del mismo se arrepiente y desiste de su
realización, lo mismo pasaría en el caso de que la acción del autor se
amparase en una causa justificada.

Elementos constitutivos de la complicidad

Existen determinadas condiciones, exigidas y necesarias para que se


constituya la complicidad, lo que sugiere que no tan solo se requiere la
existencia de una simple cooperación en la ejecución de un acto delictivo,
para que se constituya la figura de la complicidad.

Dichas condiciones pueden ser la existencia de un hecho principal; que el


hecho por parte del cómplice, debe de estar previsto y sancionado por la
ley; que el cómplice debe haber participado en la comisión del hecho
determinado; que dicha participación debe de ser prestada de forma
voluntaria y consciente. Por último, que dicha participación debe haber
sido prestada en la modalidad establecida en la ley. Pasemos a examinar
cada una.

a) Hecho principal punible

Esta es la condición que da, básicamente, el carácter de accesoriedad


a la complicidad. En el entendido de que accesorio es sinónimo de
secundario implica que la complicidad depende de la existencia de
dicho hecho principal, el cual sería imponible su calificación. Por lo que
sólo se puede ser cómplice cuando el hecho principal que da origen a
la infracción es punible.

En este sentido solo es castigable la complicidad cuando el hecho


principal es consumado o por lo menos alcanza la naturaleza de
tentativa, es decir que exista un principio de ejecución.

Es necesario que no se confunda la tentativa de participación con la


participación en la tentativa, en tal caso, la primera no será castigable y
la segunda lo será.

b) Hecho previsto y sancionado por la ley

Es preciso que el hecho cometido por el autor principal esté previsto y


sancionado por la ley para que haya participación castigable del
cómplice, aparte de que dichos actos deben de ser calificados como
crímenes o delitos, dichas sanciones por parte de la ley, deberán ser
previstas anterior a la realización del hecho.

No puede haber participación criminal en la conducta de otro, si la


conducta del otro no es típica y antijurídica. Quien coopera en una
conducta justificada y atípica de otro, o quien coopera en los
movimientos de otro que no realiza conducta típica, no puede ser
participe.

c) Participación en la comisión del hecho

Toda ayuda, asistencia, información u orientación facilitadas por el


cómplice al autor principal, deben de haber sido prestadas a sabiendas
de la finalidad que se proponía conseguir con las mismas. Tan solo
basta con que la actuación del cómplice promueva la ejecución de un
acto que constituya una infracción.
d) Participación consciente y voluntaria

Se exige un acuerdo de la voluntad del autor con la voluntad del


cómplice, aunque este acuerdo haya sido de manera momentánea, si
la acción carece de acuerdo no puede haber complicidad.

La actuación del cómplice debe ser culposa, no bastando la causa


física del resultado previsto por el legislador, según el cual el cómplice
debe haber actuado a sabiendas de que el fin que se perseguía era
penado y prohibido por la ley. El cómplice debe cooperar con la
comisión del crimen o delito y debe hacerlo consciente de que
cometerá una infracción y del resultado de la misma.

En definitiva, no es posible la complicidad sin la existencia del


elemento moral, el cual consiste en el conocimiento de que lo que hace
es contrario a la ley, y, no obstante, ejecutar la acción característica.

e) Participación del modo indicado en la ley

En principio, los modos de participación del cómplice con que se puede


tipificar la complicidad están enumerados de forma limitativa, en el
Código Penal Dominicano.

Dicho código enumera elementos como la ocultación, promesas,


amenazas, provocación, etc. a quienes proporcionaren los medios para
que se cometan los actos delictivos y los prepararon o asistieron las
acciones del autor.

Ahora bien, es dejado a la apreciación de los magistrados, el que, si


las acciones de un individuo implican aquellas enumeradas en los
citados artículos, así como verificar y constatar estos hechos y
circunstancias, lo que significa, que les corresponde a éstos establecer
en que renglón se encasillan las acciones de los inculpados.

Circunstancias agravantes de la complicidad

La manera en que son llevadas a cabo, muchas veces, las infracciones


en cuanto su realización, son envueltas por circunstancias, algunas
veces deseadas otras no, que al amparo de la ley agravan su situación,
en cuanto a la pena que sería aplicable al autor de las mismas.
Dichas circunstancias tienen la peculiaridad de que las mismas
modifican la forma en que se califica la infracción.

No obstante, las circunstancias personales del autor, que de alguna


forma pudiese el mismo beneficiarse o perjudicarse de ellas, las
mismas no afectan al cómplice salvo en algunos casos.

En este sentido tanto la doctrina como la jurisprudencia han elaborado


una especie de clasificación de las circunstancias, en cuanto a su
relación con la realización del hecho delictivo. En tal sentido se han
clasificado, según Vidal y Bouzat, en objetivos y reales, y según
Donnedieu De Vabres en personales y mixtas.

En cuanto a las circunstancias objetivas o reales, se ha expresado que


éstas son las que acompañan al hecho mismo, por lo que son
inherentes a la infracción. Estas implican una modificación en la
naturaleza y en la clasificación misma del acto (modus operandi), las
cuales sí afectaran de forma directa al cómplice en cuanto a las penas
que les serian imputables, debido a dicha modificación de la naturaleza
y clasificación del acto. Por su parte las circunstancias subjetivas o
personales del autor, son las que se establecen en razón del autor,
como su nombre lo dice. Sólo surten efecto respecto al autor principal
no afectando al cómplice, visto que no modifican la naturaleza ni la
clasificación del hecho punible.

Y por último las circunstancias mixtas, de estas se entienden que las


mismas agravan la situación tanto del autor principal como la del
cómplice, no obstante, la ignorancia de este último en cuanto a la
existencia de esta circunstancia. Debido a que las mismas residen en la
persona del agente y repercuten sobre la infracción cometida.

Responsabilidad penal de los autores, coautores y cómplices

En nuestra legislación, los autores y los coautores son sancionados de


la misma naturaleza, con las sanciones establecidas por cada
infracción; mientras que los cómplices de un crimen o de un delito se
les impone la pena inmediatamente inferior a la que corresponda a los
autores, salvo los casos en los que las leyes dispongan otra cosa;
siendo preciso establecer que cuando se habla de la pena
inmediatamente inferior se trata de aquella que correspondería, no de
la que el juez haya impuesto al autor del hecho.
Las causas de eximentes de responsabilidad del autor, no se
comunican a los cómplices, del mismo modo, las excusas atenuantes,
que por ser personales o reales concurren en la persona de que se
trata.

Las causas de justificación representan el género de eximentes más


importante, las eximentes por antonomasia. Su eficacia consiste en
suprimir el carácter antijurídico de una conducta descrita en la ley como
delito, eximiendo así a su autor de toda responsabilidad penal o extra-
penal. Jiménez (2010) las define como: Las que excluyen la
antijuricidad de una conducta que puede subsumirse en un tipo legal;
esto es, aquellos actos u omisiones que revisten aspecto de delito,
figura delictiva, pero en los que falta, sin embargo, el carácter de ser
antijurídicos, de contrarios al derecho, que es el elemento más
importante del crimen.

Las circunstancias reales, o sea, aquellos actos externos que


acompañan la infracción, producen su efecto con respecto del
cómplice, así como el autor principal. Si por el contrario existen
circunstancias agravantes, de atenuación o de impunidad que son
personales al autor principal, su efecto no se comunican al cómplice.
Conclusión

A manera de conclusión, cabe destacar que Las circunstancias reales,


o sea, aquellos actos externos que acompañan la infracción, producen
su efecto con respecto del cómplice, así como el autor principal. Si por
el contrario existen circunstancias agravantes, de atenuación o de
impunidad que son personales al autor principal, su efecto no se
comunica al cómplice.
Bibliografía

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de la conducción militar argentina por la muerte de Elisabeth Käsemann. Disponible en:
www.unifr.ch/ddp1/derechopenal/articulos/a_20080521_12.pdf

Cuello Calón, Eugenio, Derecho penal. Barcelona: BOSCH Casa Editorial. 1960.

Daza Gómez, Carlos, Autoría y Participación. www.mariocafiero.com.arlesa/Art.


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Díaz, Miguel, La autoría en derecho penal. Barcelona: PPU, 1991

Díaz, Miguel, Autoría y Participación. En: Revista de Estudios de la Justicia – Nº 10 – Año


2008. Chile: Facultad de Derecho, Universidad de Chile, 2008.

Jakobs, Gunther, Derecho Penal. Madrid: Ediciones Jurídicas, 1997

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