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Consigna para la Tarea académica 2

🔴 (AC-S11) Semana 11 - Tema 01: Tarea -


Tarea académica 2
1. Logro a evaluar:
Al finalizar la unidad, el estudiante redacta un texto argumentativo organizado con la estrategia
definición utilizando información propia y extraída de diversas fuentes, con oraciones coherentes y
cohesionadas, además con referentes y conectores.

2. Indicación general:
Redacta un texto argumentativo de cuatro párrafos (un párrafo de introducción, dos de desarrollo en
los que se utilicen las estrategias generalización y definición y otro de cierre) que responda a la
pregunta planteada por tu docente tomando en cuenta la información contenida en las fuentes
colgadas en la plataforma virtual.

¿Desde tu perspectiva, el uso indiscriminado de las redes sociales influye


negativamente en la salud mental de los jóvenes y adolescentes en la
sociedad?

3. Indicaciones específicas:

● La preparación de la evaluación se desarrolla en dos semanas. Las actividades se detallan a


continuación:
-S9: Análisis de las fuentes para la extracción de ideas importantes que respondan a
la pregunta. En esta etapa aplica la estrategia de manejo de fuentes (resumen).
-S10: Elaboración del esquema de ideas y redacción de la versión preliminar
del texto argumentativo.
● Presenta el trabajo, en el formato brindado por el docente, tomando en cuenta lo siguiente:
○ Emplea el tipo de fuente Arial tamaño 11 o Times New Roman tamaño 12

○ Dispón de manera ordenada las partes del texto

○ Utiliza interlineado doble

○ Los párrafos deben de estar alineados a la izquierda

○ Formato en Word o PDF


● Si trabajas de manera grupal, un integrante del equipo es quien sube el archivo, en el módulo
de la semana 11 de la plataforma virtual, en la actividad Entrega
de la TA2: texto argumentativo
● Verifica que el archivo haya sido subido correctamente a la plataforma virtual.

Reglamento respecto al plagio

“Todo acto de copiar, intentarlo o dejar copiar, durante una prueba, examen, práctica, trabajo o
cualquier asignación académica, usando tanto el medio físico como el electrónico, se encuentra
normado en el Reglamento de Estudios y el Reglamento de Disciplina del Estudiante vigentes en el
Portal de Transparencia y/o en el Portal del Estudiante”.
Introducción

Párrafo de desarrollo generalización


Cierre

¿Necesitas ayuda?, Docente Andre Gurrionero te apoya


en la resolución.
Paga después de tener el trabajo, solicita evidencias de
notas
Whatsapp: 954 317 454

VERSION PRELIMINAR DEL TEXTO ARGUMENTATIVO


COMPRENSIÓN Y REDACCIÓN DE TEXTOS I Ciclo 2023-AGOSTO

Fuentes para la Tarea Académica 2

Lee las siguientes fuentes informativas. Luego, anota las ideas que consideres más relevantes y elabora preguntas de
comprensión. Las respuestas a las interrogantes propuestas las usarás durante la elaboración del esquema de la Tarea
Académica 2.

Fuente 1
Salud mental en adolescentes. ¿Tienen algo que ver las redes sociales?

En febrero, el CDC de los Estados Unidos publicó su estudio sobre la salud de los adolescentes de High School (lo
que en el Perú equivale a estudiantes desde tercero de secundaria hasta primer año de universidad). El estudio
muestra que, entre el 2011 y el 2021, la proporción de adolescentes que sintieron tristeza y desesperanza pasó del
28% al 42%; y los estudiantes que consideraron suicidarse pasaron de 16% a 22%.

La tristeza afectó mucho más a las chicas (57%) que a los chicos (29%), y, también, a quienes se identifican con la
comunidad LGBTQ (69%). En general, un 29% de los alumnos presentó problemas de salud mental, con una amplia
diferencia, nuevamente, entre chicas (41%) y chicos (18%).

La primera tentación es atribuir estos incrementos de los problemas mentales a la pandemia y a las restricciones
dadas por esta, desde el 2020. Y, aún más, si se revisa el informe elaborado en nuestro país por el Consorcio de
Universidades, a mediados del 2020, este registra que un grupo considerable de universitarios limeños presentó
sintomatología severa o extremadamente severa de ansiedad (39%) y depresión (39%) durante la pandemia, y que un
30.8% de los estudiantes habían sentido deseos de morir.

Sin embargo, si se observan los datos de Estados Unidos, se verá que el crecimiento de la tristeza y las ideas suicidas
fue constante desde el 2011, al igual que el deterioro en otros indicadores de salud mental. ¿Qué ha cambiado desde
ese año hasta nuestros días? Un rápido repaso del informe norteamericano muestra que el consumo de alcohol en los
últimos diez años se redujo un 40%, el consumo de marihuana y drogas disminuyó un 30%, y el bullying o
cyberbullying tuvieron también tendencia decreciente. Los cambios fueron más bien tecnológicos.

En el 2011, muy pocos adolescentes tenían smartphones, hoy su uso es omnipresente. Y, aunque coincidencia en el
tiempo no indica causalidad, algunos investigadores plantean que las redes sociales sí están causando problemas de
salud mental en los jóvenes. Un estudio del 2018 mostró que el tiempo frente a una pantalla se relaciona con
sentimientos de tristeza y consideraciones suicidas, mientras que los contactos personales, el uso de prensa escrita, los
deportes y la asistencia a servicios religiosos disminuyen las posibilidades de depresión.
Un posible motivo de estos efectos es el desplazamiento de actividades más sanas, como los contactos personales o la
actividad física, que se deriva del tiempo dedicado a redes sociales. Y, a veces, este tiempo no es lo único relevante:
hay que medir la intensidad en el uso (cuánta importancia se da a la red social) y el uso problemático (alta frecuencia
unida a dependencia).

Un estudio realizado el 2021 encontró que el uso problemático se relaciona más con los síntomas depresivos que el
solo hecho de pasar horas en redes sociales. En el Perú, se halló que la intensidad en el uso de redes sociales se
relaciona también con el consumismo (o materialismo) de jóvenes universitarios.

La adicción al smartphone lleva a comportamientos etiquetados como FOMO (del inglés Fear of Missing Out), o
tener que revisar constantemente los mensajes de WhatsApp para no sentirse excluido; o el Phubbing, comer con tu
hijo en la mesa sin poder conversar con él, porque prefiere chatear en su teléfono.

Algunos experimentos muestran que limitar el tiempo de exposición a redes sociales tiene efectos benéficos sobre la
salud mental de los jóvenes. Y, dado que gran parte del uso de redes se da fuera del colegio o la universidad, al final
son los padres quienes pueden monitorear y detectar los usos adictivos del smartphone, preguntar al hijo qué
inconvenientes le genera (la mayoría de los que tienen uso problemático de redes son conscientes de que algo va mal,
aunque no sepan expresarlo) y diseñar con ellos un plan de acción para llevar una vida más sana.

Adaptado de Dávila Blázquez, J. F.(2023). Salud mental en adolescentes. ¿Tienen algo que ver las redes sociales?
Blog de la Universidad de Piura.https://www.udep.edu.pe/hoy/2023/05/salud-mental-en- adolescentes-tienen-algo-
que-ver-redes-sociales/

Fuente 2
Sentirse un impostor, ¿enfermedad del siglo 21?

Preocupados por las cuestiones materiales, nos olvidamos en muchas ocasiones, de algo tan importante como la salud
emocional. Inquietos por el uso de dispositivos móviles y el gran cambio que ha producido en nosotros el internet,
vivimos presumiendo de contar con las mejores aplicaciones digitales y olvidamos nuestro desarrollo emocional.
Uno de los daños psicológicos del este siglo es el incremento de un trastorno denominado “síndrome del impostor”
(deberíamos decir “síndrome de la impostora”, ya que afecta a más mujeres que hombres) Este trastorno afecta a una
de cada siete personas, según el International Journal of Behavioral Science. Esta afección no es considerada un
trastorno psicológico ni una patología grave, por lo que no se recoge en el Manual de diagnóstico de los Trastornos
Mentales.
El término fue acuñado por las psicólogas clínicas Pauline Clance y Suzanne Imes en 1978. Este mismo año
publicaron un artículo sobre este síndrome, “The imposter phenomenon in high achieving women: Dynamics and
therapeutic intervention” (El fenómeno del impostor en mujeres de alto rendimiento. Dinámica e intervención
terapéutica).

¿En qué consiste el síndrome del impostor?


Es un fenómeno psicológico por el que la persona cree que no es inteligente, que no es capaz, que no es competente
ni suficientemente creativa, a pesar de que las evidencias demuestran que esa persona es hábil, que presenta un buen
rendimiento y que incluso tiene éxito. El paciente se siente un impostor, aunque en realidad no es cierto que lo sea.
La persona afectada se considera un fraude social, aunque no lo manifieste o, incluso, aunque manifieste en público
lo contrario. Quien padece el síndrome cree que nunca ha dado ni va a dar la talla. Es un trastorno relacionado con la
incapacidad para atribuirse los propios logros. Estas personas atribuyen el éxito de una tarea, ya sea en el ámbito
laboral, familiar o académico, a factores externos, como la suerte, el azar, la divinidad o la ayuda de otros agentes.
La aparición arrolladora de internet en nuestras vidas ha acentuado el síndrome del impostor. Las redes sociales
parecen haber desempeñado un papel importante en este aumento, ya que nos fuerzan a compararnos constantemente.
Según Badawy, esto influye enormemente “en la imagen que tenemos de nosotros mismos y del mundo que nos
rodea”.
Los datos demuestran que un ideal distorsionado de las vidas online es nocivo. Según un estudio realizado por la
Royal Society of Public Health y la Universidad de Cambridge (Reino Unido), los jóvenes que pasan más de dos
horas al día en las redes sociales son más propensos a sufrir problemas de salud mental como angustia, ansiedad y
depresión.
Otra causa probable es la fusión actual de roles. Como explica Badawy, que haya dejado de haber prototipos
definidos provoca más incertidumbre. Otros investigadores han descubierto que el síndrome del impostor se acentúa
en individuos que se enfrentan con frecuencia a desigualdades por motivos de raza, género u otra identidad.

Claves para superar el síndrome del impostor


Un gesto tan sencillo como dar las gracias ante un halago, sin excusas ni justificaciones, puede ser el primer gran
paso. También es bueno expresar nuestras emociones ante compañeros, amigos y familia, ya que normaliza la
experiencia y aporta sensación de pertenencia. Otra clave puede ser escribir una lista de logros y darse tiempo
suficiente como para evaluarla de una manera realista.
Afortunadamente, vivimos una época en la que se están desestigmatizando los trastornos de la salud mental. Trabajar
junto a un terapeuta u otro profesional puede ayudarnos a detectar sentimientos sobre uno mismo que no se
corresponden con la realidad.
Si la supuesta perfección de algunos currículum que lees en LinkedIn te agobia o visitar ciertos perfiles de Instagram
te hace infeliz es buen momento para poner algo de orden en tu vida digital. Un consejo: ser empático y comprender
que todos tenemos problemas. Si para algunos ‘fingir para lograrlo’ (fake it until you make it) sirve de motivación,
pero para ti es un lastre, recuerda que siempre te quedará a mano el botón de unfollow.

Adaptado de: Santos Guerra, M. (2022,30 de abril) Sentirse un impostor, ¿enfermedad del siglo 21?.
https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2022/04/30/el-sindrome-del-impostor/

Fuente 3
Adicción a las redes sociales, una amenaza para la salud mental

La adicción a las redes sociales se está convirtiendo en un serio problema de salud mental, que está afectando
seriamente las relaciones personales y afectivas de las y los jóvenes que han quedado en el uso desmedido y sin
control de estas herramientas digitales por lo que podría requerir la ayuda de psicólogos o psiquiatras para iniciar una
intervención profesional, advirtió Jennifer Lira Mandujano, investigadora de la Facultad de Estudios Superiores
Iztacala.
La especialista en Psicología y salud comentó que, mantener una conexión excesiva en redes sociales se ha
convertido en una adicción conductual, con indicadores similares a los del consumo de sustancias adictivas como el
tabaco o el alcohol, en donde las personas, en su mayoría jóvenes, una vez que ingresan a las plataformas digitales
concentran prácticamente toda su atención y sus sentidos en esta actividad.
Se la pasan revisando todo el tiempo sus dispositivos móviles, permanecen en una interacción continua con Twitter,
Facebook, TikTok, Instagram o WhatsApp y convierten esta actividad en lo más relevante de su día a día, por lo que,
prácticamente sin darse cuenta, están adquiriendo un hábito adictivo que va a regir todos sus pensamientos,
sentimientos y conductas. La universitaria destacó que, en esta adicción se pueden identificar claramente ciertos
factores de riesgo que inciden directamente en el comportamiento social de los usuarios, causando afectaciones sobre
todo en sus círculos más cercanos, como la familia, los amigos o las relaciones de pareja.
En México 9 de cada 10 jóvenes tienen acceso a un teléfono celular y se estima que hay 35.3 millones de jóvenes de
entre 12 y 29 años que utilizan internet, según datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de
Tecnologías de la Información en los Hogares.Las cinco redes sociales más populares y utilizadas por los internautas
de entre 12 y 29 años en nuestro país son: WhatsApp (92.3 por ciento), Facebook (90.6 por ciento), Instagram (50.3
por ciento), TikTok (43.4 por ciento) y YouTube (36.0 por ciento).
“Aun sabiendo que todos tenemos muchas cosas que hacer en el trabajo, la escuela o el hogar, vamos aplazando este
tipo de actividades para estar más tiempo conectados a las redes sociales en las que, además, se han desarrollado una
serie de algoritmos informáticos que no sólo invaden nuestra privacidad, sino que además identifican nuestros gustos,
intereses y necesidades de información, para atraparnos y mantenernos más tiempo en las redes y no podamos
desconectarnos tan fácil”, indicó la especialista.
Lira Mandujano apuntó que hay algunos indicadores muy específicos que permiten identificar en qué momento, una
persona pudiera tener afectaciones conductuales o mentales como consecuencia de permanecer conectada por tiempos
prolongados en las redes sociales:
• Satisfacción: las personas sienten la necesidad de estar cada vez más tiempo en sus dispositivos para
interactuar con otros cibernautas y consultar información en las diferentes redes, buscando obtener la misma
satisfacción que experimentaron cuando aprendieron a usar estas nuevas herramientas digitales que desde

el principio generaron entusiasmo, optimismo y alegría, aunque cada vez requieren estar más tiempo conectados para
mantener un estado de ánimo positivo.
• Abstinencia involuntaria: se presenta cuando las personas dejan de tener acceso al internet ya sea porque no
hay señal o porque sus dispositivos se quedan sin pila y es cuando empiezan a sentirse física y emocionalmente mal e
incluso llegan a mostrase irritados, ansiosos y hasta temblorosos o con dolor de cabeza, como consecuencia de ver
interrumpido su contacto con ese mundo virtual, aun cuando sea por lapsos muy cortos.
• Recaída: es un indicador que se presenta cuando por voluntad propia se establecen mecanismos de
autocontrol en el uso de las redes sociales con horarios o tiempos específicos para permanecer en una red, pero
después de ese periodo, las personas no aguantan mucho tiempo estar desconectados y vuelven a abrirlas para
permanecer por varias horas sin ningún tipo de control y frecuentemente cayendo en excesos.
• Conflicto: es el indicador más frecuente que se presenta en las adicciones conductuales en general. La gente
que está por mucho tiempo en redes sociales comienza a enfrentar problemas serios de comunicación con las
personas que están a su alrededor; dejan de hacer actividades esenciales como sus tareas escolares, labores
domésticas o asuntos del trabajo; están permanentemente distraídos y no responden cuando se les habla o incluso
cuando están comiendo están checando todo el tiempo sus dispositivos móviles, lo cual termina generando molestia,
confrontación y conflicto con quienes conviven en un mismo espacio.
• Cambio de estado de ánimo: en la medida que las personas permanecen activas en sus redes sociales, sus
estados de ánimo suelen cambiar significativamente a tal punto que la adicción a esta conducta les genera
satisfacción, alegría, emoción o entusiasmo, al poder seguir todo tipo de publicaciones, pero también les genera
frustración, enojo o incluso desesperación y ansiedad al no obtener los resultados o datos deseados.
Esos indicadores, añadió la especialista, permiten determinar si los niveles de adicción de un cibernauta pueden
generar un problema de salud mental, ya que la mayoría de las veces no se perciben a simple vista y menos aún se
reconocen por quienes presentan los síntomas.
Por último, dijo que, dentro de los factores de riesgo generados por la adicción a las redes sociales destacan: baja
autoestima, disminución de las habilidades sociales y una tendencia al aislamiento y a la soledad, debido a la
reproducción de una serie de estereotipos sobre estilos de vida que hace que los usuarios estén comparando y
cuestionando permanentemente su propia realidad.

Adaptado de Robles, D. (2023) .Adicción a las redes sociales, una amenaza para la salud mental. Gaceta UNAM.
https://www.gaceta.unam.mx/adiccion-a-las-redes-sociales-una-amenaza-para-la-salud-mental/

Fuente 4
Redes sociales y salud mental en adolescentes

Tradicionalmente, una red social se ha definido como un conjunto de personas que tienen vínculos entre sí, sea por
temas comerciales, amistad, trabajo, parentesco. Hoy, las redes sociales les dan el protagonismo a los usuarios y a las
comunidades que estos conforman. Estos sitios facilitan la comunicación entre las personas, el intercambio de
información (como fotos, videos y más) y les permiten conocer gente nueva, ampliando aún más su red. Al final, la
principal función de una red social es conectar personas dentro del mundo virtual, sea para construir nuevas
conexiones sociales o solo para mantener las existentes.

La mayor parte del mundo está en redes sociales. Por esa razón, se estima que uno de cada seis jóvenes va a
experimentar algún tipo de trastorno de ansiedad a lo largo de su vida, así como la depresión juvenil ha aumentado en
un 70% en los últimos 25 años. El estudio realizado por la Directora Ejecutiva del Royal Society for Public Health
Shirley Cramer y la Psicóloga y Neurocientífica Becky Inster, señaló que los jóvenes que pasan más de dos horas al
día en redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram, son más propensos a desarrollar trastornos mentales,
incluyendo síntomas ansiosos y depresivos. Así mismo, los sujetos del estudio admiten que cuatro de las cinco redes
sociales más utilizadas empeoran sus síntomas ansiosos. Estos síntomas ansiosos son de gravedad, ya que pueden
afectar severamente la vida de una persona, generando sentimientos de preocupación abrumadora y pánico, los que
pueden incluso causar que la persona sea incapaz de abandonar la casa, ir a clases o a trabajar, impidiendo un
desarrollo normal de la vida cotidiana.

Los efectos negativos de las redes sociales Ansiedad y depresión

Uno de cada seis jóvenes experimentará un trastorno de ansiedad en algún momento de su vida, y las tasas de
ansiedad y depresión en los jóvenes han aumentado un 70%. Este estudio ha demostrado que cuatro de cada cinco
jóvenes afirman que el uso de las redes sociales provoca que sus sentimientos de ansiedad empeoren. Ver amigos
constantemente de vacaciones o disfrutando de las noches, puede hacer que los jóvenes sientan que se están
perdiendo cosas mientras que otros disfrutan de la vida. […]El uso de las redes sociales durante más de dos horas al
día también se ha asociado, de forma independiente, con la mala auto apreciación de la salud mental, un aumento de
los niveles de angustia psicológica y la ideación suicida. Este fenómeno se ha etiquetado incluso como "depresión de
Facebook".

Dormir
El sueño es esencial para que podamos funcionar correctamente durante el día y los adolescentes necesitan alrededor
de 1 - 2 horas más de sueño diaria que los adultos. Numerosos estudios han demostrado que el uso creciente de redes
sociales tiene una asociación significativa con la mala calidad del sueño en los jóvenes. Utilizar las redes sociales a
través de teléfonos por la noche antes de dormir también está relacionado con un sueño de mala calidad. Se piensa
que el uso de luces LED antes del sueño, puede interferir y bloquear procesos naturales en el cerebro que
desencadenan sensaciones de somnolencia, así como la liberación de la hormona del sueño, la melatonina. Uno de
cada cinco jóvenes afirma despertarse durante la noche para consultar mensajes en las redes sociales, lo que
multiplica por tres el hecho de sentirse cansados en la escuela, en comparación con los compañeros de clase que no
utilizan las redes sociales durante la noche.

Acoso cibernético
El acoso durante la infancia es un factor de riesgo importante para una serie de problemas, incluida la salud mental.
El aumento de las redes sociales ha hecho que casi todos los niños y jóvenes estén en contacto constante entre ellos.
La jornada escolar permite interacciones cara a cara y el tiempo en casa está lleno de contactos a través de las
plataformas de las redes sociales. Aunque buena parte de esta interacción es positiva, también presenta oportunidades
para aquellos que quieren continuar con su abuso incluso cuando no están físicamente cerca de un individuo. El
aumento de la popularidad de las aplicaciones de mensajería instantánea, como Snapchat y WhatsApp, también puede
convertirse en un problema ya que actúan como vehículos rápidos para difundir mensajes de propaganda y difundir
imágenes. Siete de cada 10 jóvenes han experimentado ciberacoso. Estas estadísticas son extremadamente
preocupantes para la salud general y el bienestar de nuestros jóvenes. Las víctimas de acoso escolar tienen más
posibilidades de experimentar bajo rendimiento académico, depresión, ansiedad, sentimientos de soledad y cambios
en los patrones de sueño y de alimentación, que podrían alterar su vida.
Miedo a perderse alguna cosa (FOMO)

FOMO son las iniciales de fear of missing out, que se puede traducir por "miedo a perderse algo". La expresión
describe una nueva forma de ansiedad surgida con la popularización del móvil y las redes sociales, una necesidad
compulsiva de estar conectados. En esencia, FOMO es la preocupación que los eventos sociales, o de cualquier otro
tipo, puedan tener lugar sin que estemos presentes para disfrutar. FOMO se caracteriza por la necesidad de estar
constantemente conectado con lo que hacen los demás, para no perderse nada. El intercambio de fotos y vídeos en las
redes sociales significa que los jóvenes experimentan una corriente prácticamente interminable de experiencias de
otros, que potencialmente pueden alimentar los sentimientos de que se están perdiendo cosas.

Martel. (2021). Impacto de las redes sociales en la salud mental y bienestar de las personas.
https://cibamanz2021.sld.cu/index.php/cibamanz/cibamanz2021/paper/viewFile/710/461

Fuente 5
La epidemia de mala salud mental que crece entre las adolescentes
Cada vez más adolescentes en Estados Unidos sufren algún tipo de problema de salud mental, una tendencia que
había comenzado a detectarse ya antes de la pandemia. Y cada vez son más los estudios, y los profesionales, que
alertan de una relación directa entre esta crisis y el tiempo que se pasa en las redes sociales.
Las cifras impresionan. Un 40% de los estudiantes de secundaria aseguran haberse sentido tan bajos de ánimo que la
tristeza les impidió desarrollar sus actividades normales de estudio o deporte durante al menos dos semanas, según la
última edición del estudio bienal Encuesta de Comportamiento de Riesgo entre los Jóvenes, elaborado por los Centros
para el Control y Prevención de Enfermedades. La tendencia es mayor entre las niñas: un 57%, o casi tres de cada
cinco, declara sentirse “triste o desesperanzada de manera persistente”, la cifra más alta en una década. Un 30% de
ellas reconoce haber pensado en el suicidio, un porcentaje que ha crecido en un 60% en los últimos 10 años.
Los psicólogos hablan también de un aumento de los casos de trastornos alimentarios, o de adolescentes que sufren
ansiedad. De una escalada en el número de menores que llegan a Urgencias tras haberse hecho daño deliberadamente.
En cualquier reunión de padres con hijos adolescentes es común que haya alguien que conozca en su entorno al
menos un caso de problemas de salud mental.
“Cada indicador de salud mental y bienestar psicológico se ha ido haciendo más negativo entre los adolescentes y los
jóvenes adultos desde 2012″, describe en su libro Generations la doctora Jean Twenge, catedrática de Psicología de la
Universidad Estatal de San Diego. Twenge fue pionera en el campo de las investigaciones científicas que alertan
sobre los peligros de la hiperconectividad para los más jóvenes: “La tendencia es chocante por su consistencia,
tamaño y amplitud”.
Que las cifras crezcan desde aquel año no es casualidad, según la experta: en torno a esa fecha estalló la popularidad
de los móviles inteligentes y plataformas como Facebook implantaron el botón de “me gusta” en los mensajes. “El
modo en que los adolescentes pasan el tiempo fuera de la escuela cambió de manera fundamental en 2012″, cuenta en
su libro. Se ha reducido progresivamente el tiempo que dedican a estar con sus amigos, o a las actividades físicas,
para pasarlo interactuando a través de las pantallas. O incluso a dormir, una actividad fundamental para el bienestar.
Los datos que Twenge ofrece en su libro son tajantes. Entre 2011 y 2021 se dobló la cifra de adolescentes y jóvenes
adultos que padecían depresión. Y en ese último año, aproximadamente un 30% de chicas adolescentes y un 12% de
muchachos sufrían de depresión clínica. No se trata únicamente de síntomas, también se muestra en los hechos: “En
2019, el número de adolescentes que pusieron fin a sus vidas fue dos veces mayor que hace solo doce años”.
La Asociación Estadounidense de Psicólogos (APA, por sus siglas en inglés) considera que, en sí, las redes no son
buenas ni malas. Pueden, de hecho, ser beneficiosas para superar sensaciones de aislamiento, descubrir gente o para
ayudar a desarrollar la creatividad. Pero su consumo excesivo sí puede tener consecuencias, matiza este colegio
profesional, que en mayo publicó un listado de 10 recomendaciones de uso de redes entre adolescentes. Entre ellas,
limitar su empleo para contenido relacionado con la belleza o la apariencia, minimizar el acceso a contenido
discriminatorio o abusivo, o reducir el tiempo de consumo para que no interfiera en el sueño o las actividades físicas
necesarias para un desarrollo corporal y mental sano.
No todos los menores se ven afectados por su uso de las pantallas. Entran en juego factores como el ritmo de
madurez, distinto para cada niño. “Los riesgos y beneficios dependen mucho del contenido que ven los adolescentes,
el momento o el contexto en que lo usan, y factores individuales de riesgo”, apunta Sarah Domoff, profesora asociada
del departamento de Psicología de la Universidad Central de Michigan.
En cuanto al contenido, los “mensajes que muestran cuerpos idealizados o no realistas pueden aumentar la
preocupación sobre la imagen corporal; los adolescentes también se pueden ver en riesgo de desarrollar
comportamientos alimentarios poco saludables cuando ven mensajes que promueven una alimentación desordenada.
Lo mismo se puede decir del contenido que promueve las autolesiones”, explica Domoff en un correo electrónico.
Otro factor perjudicial es el tiempo que un adolescente pasa en las redes. Si continúa en ellas cuando debería dormir,
la cantidad y la calidad de su sueño pueden verse reducidas. “Un sueño insuficiente puede ser un factor en varios
aspectos de la salud adolescente, incluida la regulación del estado de ánimo y la irritabilidad”, explica esta doctora.
En ciertos casos, algunos jóvenes pueden desarrollar una dependencia tal de las redes que acaba afectando a su
comportamiento diario, su rendimiento en la escuela y su relación con familia y amigos.

Adaptado de: Vidal Liy, M. (2023, 10 de junio). La epidemia de mala salud mental que crece entre las adolescentes:
Las redes sociales me quitaron calidad de vida El País.
https://elpais.com/tecnologia/2023-06-11/la-epidemia-de-mala-salud-mental-que-crece-entre-las- adolescentes-las-
redes-sociales-me-quitaron-calidad-de-vida.html

Fuentes adicionales

Fuente 1
¿Cómo superar el síndrome del impostor [Video]
https://www.youtube.com/watch?v=lqFZ32gdUDw

Fuente 2
Síndrome del impostor [Video]
https://www.youtube.com/watch?v=BHu11p5Imb8

Fuente 3
Cómo reconocer y superar el síndrome del impostor . [Video]
https://www.youtube.com/watch?v=n9xHYq6was4

Fuente 4
FOMO: miedo a perderte algo y la relación con las redes sociales. [Video] GFC Aprende Libre.
https://www.youtube.com/watch?v=7zTm2tvAJjg COMPRENSIÓN Y REDACCIÓN DE TEXTOS I Ciclo 2023-
AGOSTO

Fuentes para la Tarea Académica 2

Lee las siguientes fuentes informativas. Luego, anota las ideas que consideres más relevantes y elabora preguntas de
comprensión. Las respuestas a las interrogantes propuestas las usarás durante la elaboración del esquema de la Tarea
Académica 2.

Fuente 1
Salud mental en adolescentes. ¿Tienen algo que ver las redes sociales?

En febrero, el CDC de los Estados Unidos publicó su estudio sobre la salud de los adolescentes de High School (lo
que en el Perú equivale a estudiantes desde tercero de secundaria hasta primer año de universidad). El estudio
muestra que, entre el 2011 y el 2021, la proporción de adolescentes que sintieron tristeza y desesperanza pasó del
28% al 42%; y los estudiantes que consideraron suicidarse pasaron de 16% a 22%.

La tristeza afectó mucho más a las chicas (57%) que a los chicos (29%), y, también, a quienes se identifican con la
comunidad LGBTQ (69%). En general, un 29% de los alumnos presentó problemas de salud mental, con una amplia
diferencia, nuevamente, entre chicas (41%) y chicos (18%).

La primera tentación es atribuir estos incrementos de los problemas mentales a la pandemia y a las restricciones
dadas por esta, desde el 2020. Y, aún más, si se revisa el informe elaborado en nuestro país por el Consorcio de
Universidades, a mediados del 2020, este registra que un grupo considerable de universitarios limeños presentó
sintomatología severa o extremadamente severa de ansiedad (39%) y depresión (39%) durante la pandemia, y que un
30.8% de los estudiantes habían sentido deseos de morir.

Sin embargo, si se observan los datos de Estados Unidos, se verá que el crecimiento de la tristeza y las ideas suicidas
fue constante desde el 2011, al igual que el deterioro en otros indicadores de salud mental. ¿Qué ha cambiado desde
ese año hasta nuestros días? Un rápido repaso del informe norteamericano muestra que el consumo de alcohol en los
últimos diez años se redujo un 40%, el consumo de marihuana y drogas disminuyó un 30%, y el bullying o
cyberbullying tuvieron también tendencia decreciente. Los cambios fueron más bien tecnológicos.

En el 2011, muy pocos adolescentes tenían smartphones, hoy su uso es omnipresente. Y, aunque coincidencia en el
tiempo no indica causalidad, algunos investigadores plantean que las redes sociales sí están causando problemas de
salud mental en los jóvenes. Un estudio del 2018 mostró que el tiempo frente a una pantalla se relaciona con
sentimientos de tristeza y consideraciones suicidas, mientras que los contactos personales, el uso de prensa escrita, los
deportes y la asistencia a servicios religiosos disminuyen las posibilidades de depresión.

Un posible motivo de estos efectos es el desplazamiento de actividades más sanas, como los contactos personales o la
actividad física, que se deriva del tiempo dedicado a redes sociales. Y, a veces, este tiempo no es lo único relevante:
hay que medir la intensidad en el uso (cuánta importancia se da a la red social) y el uso problemático (alta frecuencia
unida a dependencia).

Un estudio realizado el 2021 encontró que el uso problemático se relaciona más con los síntomas depresivos que el
solo hecho de pasar horas en redes sociales. En el Perú, se halló que la intensidad en el uso de redes sociales se
relaciona también con el consumismo (o materialismo) de jóvenes universitarios.
La adicción al smartphone lleva a comportamientos etiquetados como FOMO (del inglés Fear of Missing Out), o
tener que revisar constantemente los mensajes de WhatsApp para no sentirse excluido; o el Phubbing, comer con tu
hijo en la mesa sin poder conversar con él, porque prefiere chatear en su teléfono.

Algunos experimentos muestran que limitar el tiempo de exposición a redes sociales tiene efectos benéficos sobre la
salud mental de los jóvenes. Y, dado que gran parte del uso de redes se da fuera del colegio o la universidad, al final
son los padres quienes pueden monitorear y detectar los usos adictivos del smartphone, preguntar al hijo qué
inconvenientes le genera (la mayoría de los que tienen uso problemático de redes son conscientes de que algo va mal,
aunque no sepan expresarlo) y diseñar con ellos un plan de acción para llevar una vida más sana.

Adaptado de Dávila Blázquez, J. F.(2023). Salud mental en adolescentes. ¿Tienen algo que ver las redes sociales?
Blog de la Universidad de Piura.https://www.udep.edu.pe/hoy/2023/05/salud-mental-en- adolescentes-tienen-algo-
que-ver-redes-sociales/

Fuente 2
Sentirse un impostor, ¿enfermedad del siglo 21?

Preocupados por las cuestiones materiales, nos olvidamos en muchas ocasiones, de algo tan importante como la salud
emocional. Inquietos por el uso de dispositivos móviles y el gran cambio que ha producido en nosotros el internet,
vivimos presumiendo de contar con las mejores aplicaciones digitales y olvidamos nuestro desarrollo emocional.
Uno de los daños psicológicos del este siglo es el incremento de un trastorno denominado “síndrome del impostor”
(deberíamos decir “síndrome de la impostora”, ya que afecta a más mujeres que hombres) Este trastorno afecta a una
de cada siete personas, según el International Journal of Behavioral Science. Esta afección no es considerada un
trastorno psicológico ni una patología grave, por lo que no se recoge en el Manual de diagnóstico de los Trastornos
Mentales.
El término fue acuñado por las psicólogas clínicas Pauline Clance y Suzanne Imes en 1978. Este mismo año
publicaron un artículo sobre este síndrome, “The imposter phenomenon in high achieving women: Dynamics and
therapeutic intervention” (El fenómeno del impostor en mujeres de alto rendimiento. Dinámica e intervención
terapéutica).

¿En qué consiste el síndrome del impostor?


Es un fenómeno psicológico por el que la persona cree que no es inteligente, que no es capaz, que no es competente
ni suficientemente creativa, a pesar de que las evidencias demuestran que esa persona es hábil, que presenta un buen
rendimiento y que incluso tiene éxito. El paciente se siente un impostor, aunque en realidad no es cierto que lo sea.
La persona afectada se considera un fraude social, aunque no lo manifieste o, incluso, aunque manifieste en público
lo contrario. Quien padece el síndrome cree que nunca ha dado ni va a dar la talla. Es un trastorno relacionado con la
incapacidad para atribuirse los propios logros. Estas personas atribuyen el éxito de una tarea, ya sea en el ámbito
laboral, familiar o académico, a factores externos, como la suerte, el azar, la divinidad o la ayuda de otros agentes.
La aparición arrolladora de internet en nuestras vidas ha acentuado el síndrome del impostor. Las redes sociales
parecen haber desempeñado un papel importante en este aumento, ya que nos fuerzan a compararnos constantemente.
Según Badawy, esto influye enormemente “en la imagen que tenemos de nosotros mismos y del mundo que nos
rodea”.
Los datos demuestran que un ideal distorsionado de las vidas online es nocivo. Según un estudio realizado por la
Royal Society of Public Health y la Universidad de Cambridge (Reino Unido), los jóvenes que pasan más de dos
horas al día en las redes sociales son más propensos a sufrir problemas de salud mental como angustia, ansiedad y
depresión.
Otra causa probable es la fusión actual de roles. Como explica Badawy, que haya dejado de haber prototipos
definidos provoca más incertidumbre. Otros investigadores han descubierto que el síndrome del impostor se acentúa
en individuos que se enfrentan con frecuencia a desigualdades por motivos de raza, género u otra identidad.

Claves para superar el síndrome del impostor


Un gesto tan sencillo como dar las gracias ante un halago, sin excusas ni justificaciones, puede ser el primer gran
paso. También es bueno expresar nuestras emociones ante compañeros, amigos y familia, ya que normaliza la
experiencia y aporta sensación de pertenencia. Otra clave puede ser escribir una lista de logros y darse tiempo
suficiente como para evaluarla de una manera realista.
Afortunadamente, vivimos una época en la que se están desestigmatizando los trastornos de la salud mental. Trabajar
junto a un terapeuta u otro profesional puede ayudarnos a detectar sentimientos sobre uno mismo que no se
corresponden con la realidad.
Si la supuesta perfección de algunos currículum que lees en LinkedIn te agobia o visitar ciertos perfiles de Instagram
te hace infeliz es buen momento para poner algo de orden en tu vida digital. Un consejo: ser empático y comprender
que todos tenemos problemas. Si para algunos ‘fingir para lograrlo’ (fake it until you make it) sirve de motivación,
pero para ti es un lastre, recuerda que siempre te quedará a mano el botón de unfollow.

Adaptado de: Santos Guerra, M. (2022,30 de abril) Sentirse un impostor, ¿enfermedad del siglo 21?.
https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2022/04/30/el-sindrome-del-impostor/
Fuente 3
Adicción a las redes sociales, una amenaza para la salud mental

La adicción a las redes sociales se está convirtiendo en un serio problema de salud mental, que está afectando
seriamente las relaciones personales y afectivas de las y los jóvenes que han quedado en el uso desmedido y sin
control de estas herramientas digitales por lo que podría requerir la ayuda de psicólogos o psiquiatras para iniciar una
intervención profesional, advirtió Jennifer Lira Mandujano, investigadora de la Facultad de Estudios Superiores
Iztacala.
La especialista en Psicología y salud comentó que, mantener una conexión excesiva en redes sociales se ha
convertido en una adicción conductual, con indicadores similares a los del consumo de sustancias adictivas como el
tabaco o el alcohol, en donde las personas, en su mayoría jóvenes, una vez que ingresan a las plataformas digitales
concentran prácticamente toda su atención y sus sentidos en esta actividad.
Se la pasan revisando todo el tiempo sus dispositivos móviles, permanecen en una interacción continua con Twitter,
Facebook, TikTok, Instagram o WhatsApp y convierten esta actividad en lo más relevante de su día a día, por lo que,
prácticamente sin darse cuenta, están adquiriendo un hábito adictivo que va a regir todos sus pensamientos,
sentimientos y conductas. La universitaria destacó que, en esta adicción se pueden identificar claramente ciertos
factores de riesgo que inciden directamente en el comportamiento social de los usuarios, causando afectaciones sobre
todo en sus círculos más cercanos, como la familia, los amigos o las relaciones de pareja.
En México 9 de cada 10 jóvenes tienen acceso a un teléfono celular y se estima que hay 35.3 millones de jóvenes de
entre 12 y 29 años que utilizan internet, según datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de
Tecnologías de la Información en los Hogares.Las cinco redes sociales más populares y utilizadas por los internautas
de entre 12 y 29 años en nuestro país son: WhatsApp (92.3 por ciento), Facebook (90.6 por ciento), Instagram (50.3
por ciento), TikTok (43.4 por ciento) y YouTube (36.0 por ciento).
“Aun sabiendo que todos tenemos muchas cosas que hacer en el trabajo, la escuela o el hogar, vamos aplazando este
tipo de actividades para estar más tiempo conectados a las redes sociales en las que, además, se han desarrollado una
serie de algoritmos informáticos que no sólo invaden nuestra privacidad, sino que además identifican nuestros gustos,
intereses y necesidades de información, para atraparnos y mantenernos más tiempo en las redes y no podamos
desconectarnos tan fácil”, indicó la especialista.
Lira Mandujano apuntó que hay algunos indicadores muy específicos que permiten identificar en qué momento, una
persona pudiera tener afectaciones conductuales o mentales como consecuencia de permanecer conectada por tiempos
prolongados en las redes sociales:
• Satisfacción: las personas sienten la necesidad de estar cada vez más tiempo en sus dispositivos para
interactuar con otros cibernautas y consultar información en las diferentes redes, buscando obtener la misma
satisfacción que experimentaron cuando aprendieron a usar estas nuevas herramientas digitales que desde

el principio generaron entusiasmo, optimismo y alegría, aunque cada vez requieren estar más tiempo conectados para
mantener un estado de ánimo positivo.
• Abstinencia involuntaria: se presenta cuando las personas dejan de tener acceso al internet ya sea porque no
hay señal o porque sus dispositivos se quedan sin pila y es cuando empiezan a sentirse física y emocionalmente mal e
incluso llegan a mostrase irritados, ansiosos y hasta temblorosos o con dolor de cabeza, como consecuencia de ver
interrumpido su contacto con ese mundo virtual, aun cuando sea por lapsos muy cortos.
• Recaída: es un indicador que se presenta cuando por voluntad propia se establecen mecanismos de
autocontrol en el uso de las redes sociales con horarios o tiempos específicos para permanecer en una red, pero
después de ese periodo, las personas no aguantan mucho tiempo estar desconectados y vuelven a abrirlas para
permanecer por varias horas sin ningún tipo de control y frecuentemente cayendo en excesos.
• Conflicto: es el indicador más frecuente que se presenta en las adicciones conductuales en general. La gente
que está por mucho tiempo en redes sociales comienza a enfrentar problemas serios de comunicación con las
personas que están a su alrededor; dejan de hacer actividades esenciales como sus tareas escolares, labores
domésticas o asuntos del trabajo; están permanentemente distraídos y no responden cuando se les habla o incluso
cuando están comiendo están checando todo el tiempo sus dispositivos móviles, lo cual termina generando molestia,
confrontación y conflicto con quienes conviven en un mismo espacio.
• Cambio de estado de ánimo: en la medida que las personas permanecen activas en sus redes sociales, sus
estados de ánimo suelen cambiar significativamente a tal punto que la adicción a esta conducta les genera
satisfacción, alegría, emoción o entusiasmo, al poder seguir todo tipo de publicaciones, pero también les genera
frustración, enojo o incluso desesperación y ansiedad al no obtener los resultados o datos deseados.
Esos indicadores, añadió la especialista, permiten determinar si los niveles de adicción de un cibernauta pueden
generar un problema de salud mental, ya que la mayoría de las veces no se perciben a simple vista y menos aún se
reconocen por quienes presentan los síntomas.
Por último, dijo que, dentro de los factores de riesgo generados por la adicción a las redes sociales destacan: baja
autoestima, disminución de las habilidades sociales y una tendencia al aislamiento y a la soledad, debido a la
reproducción de una serie de estereotipos sobre estilos de vida que hace que los usuarios estén comparando y
cuestionando permanentemente su propia realidad.

Adaptado de Robles, D. (2023) .Adicción a las redes sociales, una amenaza para la salud mental. Gaceta UNAM.
https://www.gaceta.unam.mx/adiccion-a-las-redes-sociales-una-amenaza-para-la-salud-mental/

Fuente 4
Redes sociales y salud mental en adolescentes

Tradicionalmente, una red social se ha definido como un conjunto de personas que tienen vínculos entre sí, sea por
temas comerciales, amistad, trabajo, parentesco. Hoy, las redes sociales les dan el protagonismo a los usuarios y a las
comunidades que estos conforman. Estos sitios facilitan la comunicación entre las personas, el intercambio de
información (como fotos, videos y más) y les permiten conocer gente nueva, ampliando aún más su red. Al final, la
principal función de una red social es conectar personas dentro del mundo virtual, sea para construir nuevas
conexiones sociales o solo para mantener las existentes.

La mayor parte del mundo está en redes sociales. Por esa razón, se estima que uno de cada seis jóvenes va a
experimentar algún tipo de trastorno de ansiedad a lo largo de su vida, así como la depresión juvenil ha aumentado en
un 70% en los últimos 25 años. El estudio realizado por la Directora Ejecutiva del Royal Society for Public Health
Shirley Cramer y la Psicóloga y Neurocientífica Becky Inster, señaló que los jóvenes que pasan más de dos horas al
día en redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram, son más propensos a desarrollar trastornos mentales,
incluyendo síntomas ansiosos y depresivos. Así mismo, los sujetos del estudio admiten que cuatro de las cinco redes
sociales más utilizadas empeoran sus síntomas ansiosos. Estos síntomas ansiosos son de gravedad, ya que pueden
afectar severamente la vida de una persona, generando sentimientos de preocupación abrumadora y pánico, los que
pueden incluso causar que la persona sea incapaz de abandonar la casa, ir a clases o a trabajar, impidiendo un
desarrollo normal de la vida cotidiana.

Los efectos negativos de las redes sociales Ansiedad y depresión

Uno de cada seis jóvenes experimentará un trastorno de ansiedad en algún momento de su vida, y las tasas de
ansiedad y depresión en los jóvenes han aumentado un 70%. Este estudio ha demostrado que cuatro de cada cinco
jóvenes afirman que el uso de las redes sociales provoca que sus sentimientos de ansiedad empeoren. Ver amigos
constantemente de vacaciones o disfrutando de las noches, puede hacer que los jóvenes sientan que se están
perdiendo cosas mientras que otros disfrutan de la vida. […]El uso de las redes sociales durante más de dos horas al
día también se ha asociado, de forma independiente, con la mala auto apreciación de la salud mental, un aumento de
los niveles de angustia psicológica y la ideación suicida. Este fenómeno se ha etiquetado incluso como "depresión de
Facebook".

Dormir
El sueño es esencial para que podamos funcionar correctamente durante el día y los adolescentes necesitan alrededor
de 1 - 2 horas más de sueño diaria que los adultos. Numerosos estudios han demostrado que el uso creciente de redes
sociales tiene una asociación significativa con la mala calidad del sueño en los jóvenes. Utilizar las redes sociales a
través de teléfonos por la noche antes de dormir también está relacionado con un sueño de mala calidad. Se piensa
que el uso de luces LED antes del sueño, puede interferir y bloquear procesos naturales en el cerebro que
desencadenan sensaciones de somnolencia, así como la liberación de la hormona del sueño, la melatonina. Uno de
cada cinco jóvenes afirma despertarse durante la noche para consultar mensajes en las redes sociales, lo que
multiplica por tres el hecho de sentirse cansados en la escuela, en comparación con los compañeros de clase que no
utilizan las redes sociales durante la noche.

Acoso cibernético
El acoso durante la infancia es un factor de riesgo importante para una serie de problemas, incluida la salud mental.
El aumento de las redes sociales ha hecho que casi todos los niños y jóvenes estén en contacto constante entre ellos.
La jornada escolar permite interacciones cara a cara y el tiempo en casa está lleno de contactos a través de las
plataformas de las redes sociales. Aunque buena parte de esta interacción es positiva, también presenta oportunidades
para aquellos que quieren continuar con su abuso incluso cuando no están físicamente cerca de un individuo. El
aumento de la popularidad de las aplicaciones de mensajería instantánea, como Snapchat y WhatsApp, también puede
convertirse en un problema ya que actúan como vehículos rápidos para difundir mensajes de propaganda y difundir
imágenes. Siete de cada 10 jóvenes han experimentado ciberacoso. Estas estadísticas son extremadamente
preocupantes para la salud general y el bienestar de nuestros jóvenes. Las víctimas de acoso escolar tienen más
posibilidades de experimentar bajo rendimiento académico, depresión, ansiedad, sentimientos de soledad y cambios
en los patrones de sueño y de alimentación, que podrían alterar su vida.

Miedo a perderse alguna cosa (FOMO)

FOMO son las iniciales de fear of missing out, que se puede traducir por "miedo a perderse algo". La expresión
describe una nueva forma de ansiedad surgida con la popularización del móvil y las redes sociales, una necesidad
compulsiva de estar conectados. En esencia, FOMO es la preocupación que los eventos sociales, o de cualquier otro
tipo, puedan tener lugar sin que estemos presentes para disfrutar. FOMO se caracteriza por la necesidad de estar
constantemente conectado con lo que hacen los demás, para no perderse nada. El intercambio de fotos y vídeos en las
redes sociales significa que los jóvenes experimentan una corriente prácticamente interminable de experiencias de
otros, que potencialmente pueden alimentar los sentimientos de que se están perdiendo cosas.

Martel. (2021). Impacto de las redes sociales en la salud mental y bienestar de las personas.
https://cibamanz2021.sld.cu/index.php/cibamanz/cibamanz2021/paper/viewFile/710/461
Fuente 5
La epidemia de mala salud mental que crece entre las adolescentes
Cada vez más adolescentes en Estados Unidos sufren algún tipo de problema de salud mental, una tendencia que
había comenzado a detectarse ya antes de la pandemia. Y cada vez son más los estudios, y los profesionales, que
alertan de una relación directa entre esta crisis y el tiempo que se pasa en las redes sociales.
Las cifras impresionan. Un 40% de los estudiantes de secundaria aseguran haberse sentido tan bajos de ánimo que la
tristeza les impidió desarrollar sus actividades normales de estudio o deporte durante al menos dos semanas, según la
última edición del estudio bienal Encuesta de Comportamiento de Riesgo entre los Jóvenes, elaborado por los Centros
para el Control y Prevención de Enfermedades. La tendencia es mayor entre las niñas: un 57%, o casi tres de cada
cinco, declara sentirse “triste o desesperanzada de manera persistente”, la cifra más alta en una década. Un 30% de
ellas reconoce haber pensado en el suicidio, un porcentaje que ha crecido en un 60% en los últimos 10 años.
Los psicólogos hablan también de un aumento de los casos de trastornos alimentarios, o de adolescentes que sufren
ansiedad. De una escalada en el número de menores que llegan a Urgencias tras haberse hecho daño deliberadamente.
En cualquier reunión de padres con hijos adolescentes es común que haya alguien que conozca en su entorno al
menos un caso de problemas de salud mental.
“Cada indicador de salud mental y bienestar psicológico se ha ido haciendo más negativo entre los adolescentes y los
jóvenes adultos desde 2012″, describe en su libro Generations la doctora Jean Twenge, catedrática de Psicología de la
Universidad Estatal de San Diego. Twenge fue pionera en el campo de las investigaciones científicas que alertan
sobre los peligros de la hiperconectividad para los más jóvenes: “La tendencia es chocante por su consistencia,
tamaño y amplitud”.
Que las cifras crezcan desde aquel año no es casualidad, según la experta: en torno a esa fecha estalló la popularidad
de los móviles inteligentes y plataformas como Facebook implantaron el botón de “me gusta” en los mensajes. “El
modo en que los adolescentes pasan el tiempo fuera de la escuela cambió de manera fundamental en 2012″, cuenta en
su libro. Se ha reducido progresivamente el tiempo que dedican a estar con sus amigos, o a las actividades físicas,
para pasarlo interactuando a través de las pantallas. O incluso a dormir, una actividad fundamental para el bienestar.
Los datos que Twenge ofrece en su libro son tajantes. Entre 2011 y 2021 se dobló la cifra de adolescentes y jóvenes
adultos que padecían depresión. Y en ese último año, aproximadamente un 30% de chicas adolescentes y un 12% de
muchachos sufrían de depresión clínica. No se trata únicamente de síntomas, también se muestra en los hechos: “En
2019, el número de adolescentes que pusieron fin a sus vidas fue dos veces mayor que hace solo doce años”.
La Asociación Estadounidense de Psicólogos (APA, por sus siglas en inglés) considera que, en sí, las redes no son
buenas ni malas. Pueden, de hecho, ser beneficiosas para superar sensaciones de aislamiento, descubrir gente o para
ayudar a desarrollar la creatividad. Pero su consumo excesivo sí puede tener consecuencias, matiza este colegio
profesional, que en mayo publicó un listado de 10 recomendaciones de uso de redes entre adolescentes. Entre ellas,
limitar su empleo para contenido relacionado con la belleza o la apariencia, minimizar el acceso a contenido
discriminatorio o abusivo, o reducir el tiempo de consumo para que no interfiera en el sueño o las actividades físicas
necesarias para un desarrollo corporal y mental sano.
No todos los menores se ven afectados por su uso de las pantallas. Entran en juego factores como el ritmo de
madurez, distinto para cada niño. “Los riesgos y beneficios dependen mucho del contenido que ven los adolescentes,
el momento o el contexto en que lo usan, y factores individuales de riesgo”, apunta Sarah Domoff, profesora asociada
del departamento de Psicología de la Universidad Central de Michigan.
En cuanto al contenido, los “mensajes que muestran cuerpos idealizados o no realistas pueden aumentar la
preocupación sobre la imagen corporal; los adolescentes también se pueden ver en riesgo de desarrollar
comportamientos alimentarios poco saludables cuando ven mensajes que promueven una alimentación desordenada.
Lo mismo se puede decir del contenido que promueve las autolesiones”, explica Domoff en un correo electrónico.
Otro factor perjudicial es el tiempo que un adolescente pasa en las redes. Si continúa en ellas cuando debería dormir,
la cantidad y la calidad de su sueño pueden verse reducidas. “Un sueño insuficiente puede ser un factor en varios
aspectos de la salud adolescente, incluida la regulación del estado de ánimo y la irritabilidad”, explica esta doctora.
En ciertos casos, algunos jóvenes pueden desarrollar una dependencia tal de las redes que acaba afectando a su
comportamiento diario, su rendimiento en la escuela y su relación con familia y amigos.

Adaptado de: Vidal Liy, M. (2023, 10 de junio). La epidemia de mala salud mental que crece entre las adolescentes:
Las redes sociales me quitaron calidad de vida El País.
https://elpais.com/tecnologia/2023-06-11/la-epidemia-de-mala-salud-mental-que-crece-entre-las- adolescentes-las-
redes-sociales-me-quitaron-calidad-de-vida.html

Fuentes adicionales

Fuente 1
¿Cómo superar el síndrome del impostor [Video]
https://www.youtube.com/watch?v=lqFZ32gdUDw

Fuente 2
Síndrome del impostor [Video]
https://www.youtube.com/watch?v=BHu11p5Imb8
Fuente 3
Cómo reconocer y superar el síndrome del impostor . [Video]
https://www.youtube.com/watch?v=n9xHYq6was4

Fuente 4
FOMO: miedo a perderte algo y la relación con las redes sociales. [Video] GFC Aprende Libre.
https://www.youtube.com/watch?v=7zTm2tvAJjg

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