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Tal como se ha mencionado anteriormente a lo largo de la historia cada uno de los

elementos que componen la educación han sido sujeto de modificaciones o


adecuaciones, y la metodología no ha sido la excepción debido a que en edades
antiguas y hasta no hace mucho tiempo se consideraba como valido el proceso de
aprendizaje en el cual el estudiante únicamente era el receptor de la información, y no
aportaba nada durante el proceso de transmisión, debido en gran medida a que cada
modelo pedagógico responde a los requerimientos de la sociedad en la que se
desarrolla, tal y como lo menciona Duran (2012) “Cada generación venidera no escoge
la sociedad en la que va a vivir. Ella ya existe antes de su advenimiento, de tal suerte
que dicha sociedad cuenta con una estructura complejamente definida […] según los
intereses creados por parte de los sectores de poder” (p.21), lo que permite apreciar
que en edades antiguas el requerimiento de la sociedad era que los seres humanos
repliquen de manera precisa la información que se les facilita, sin dar su criterio ni
juzgar las decisiones de los de arriba.

Entendiendo los fines de la educación en función de la sociedad en la que se


encuentra. En épocas pasadas la metodología utilizada era la exposición magistral, el
dialogo socrático y la reproducción de información puntual, estrategias que permitían la
revisión de un número amplio de contenidos en un corto periodo de tiempo sin tener en
cuenta las características de cada estudiante, su estilo de aprendizaje y su ritmo tal y
como lo menciona “El método fundamental es el discurso expositivo del profesor, con
procedimientos siempre verbalistas, mientras el aprendizaje se reduce a repetir y
memorizar” (p.43). Todo esto implicaba que el estudiante deba acoplarse a la forma de
enseñar de cada docente, motivo por el cual existía un bajo nivel de criticidad durante
el la formación del ser humano.

En función de lo descrito anteriormente, en la actualidad existe la política pública que


exime la necesidad y obligatoriedad de utilizar metodologías que permitan no solo la
apropiación de contenidos aislados, sino la reflexión y la contextualización con la
realidad del contenido que se desea que el estudiante aprenda a través del
seguimiento exhaustivo o mejor explicado por Cepeda, (2018) “consiste en realizar un
seguimiento a lo largo de todo el proceso, que permita obtener información acerca de
cómo se está llevando a cabo, con la finalidad de reajustar la intervención orientadora,
de acuerdo con los datos obtenidos” (p.1), por lo que todo aprendizaje se basará en el
reajuste constante de los procesos de enseñanza aprendizaje con la finalidad de
contextualizarlo o individualizarlo a las características de cada estudiante, utilizando
metodologías activas como lo es el ABP, aprendizaje cooperativo, método del caso,
ABE, simulación, entre otras.

Pese a que la política pública exime la obligatoriedad de utilizar metodologías activas


que permitan la reflexión en el estudiante, existen retos que aun deben superarlos para
lograr un adecuado proceso de enseñanza aprendizaje, por lo que referente al inciso
que se abordado resulta fundamental que referente a la metodología se debe de lado el
trabajo desde elementos o casos teóricos que si bien permiten desarrollar la reflexión
estos no se relacionan con el diario vivir de cada estudiante, además resulta
fundamental dotar de todos los elementos necesarios de TICS para que los estudiantes
con todas estas adecuaciones se interesen de mejor manera en su proceso de
formación, ya que la sociedad actual ecuatoriana se ve muy relegada por el factor de
motivación.

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