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Definiciones conceptuales de legalidad y legitimidad en contextos político,

filosófico y sociológico.

En el contexto de investigación la legalidad y la legitimidad son conceptos


fundamentales que delinean la naturaleza y el funcionamiento de las estructuras
sociales y gubernamentales (Villar, 2020). Sin embargo, generalmente la legalidad se
refiere al cumplimiento de leyes y normas establecidas dentro de un sistema jurídico.

De acuerdo a Parra, (2004) la legalidad se trata del conjunto de reglas que rigen el
comportamiento de los individuos y las instituciones, proporcionando un marco
normativo que guía la convivencia en una sociedad lo que se relaciona con la
aplicación y el respeto de las leyes, constituyendo el fundamento del Estado de
Derecho en los sistemas políticos.

La legitimidad, por otro lado, se vincula con la aceptación y justificación de la autoridad


y el poder dentro de una sociedad, se trata de un concepto más abstracto y subjetivo
que la legalidad ya que implica la percepción de la validez y el derecho de las
instituciones y estructuras de gobierno, esta se construye en gran medida a través del
consenso social, donde la población reconoce la autoridad como legítima y justa (Cruz,
2008). Este aspecto es esencial para la estabilidad y cohesión social ya que una
autoridad percibida como legítima tiende a recibir un mayor grado de aceptación y
apoyo de la sociedad.

Para Vernengo, (2017) la legalidad y legitimidad en el ámbito filosófico, se examinan


desde una perspectiva ética y moral, explorando cómo las leyes y la autoridad deben
estar en consonancia con principios universales de justicia para ser consideradas
legítimas., por otra parte en el contexto sociológico, la legalidad se entiende como un
sistema de reglas y procedimientos establecidos, mientras que la legitimidad se refiere
a la aceptación y reconocimiento de esa autoridad por parte de la población.

Teorías de legalidad y legitimidad basado en pensadores notables

La legalidad en términos generales se refiere al cumplimiento de las leyes y normas


establecidas en un sistema jurídico, mientras que la legitimidad se relaciona con la
aceptación y justificación de la autoridad y el poder (Serrano, 2012). Varios
pensadores influyentes como John Locke, Jean-Jacques Rousseau y Max Weber han
contribuido con teorías fundamentales.

En el ámbito político la legalidad se vincula estrechamente con el Estado de Derecho,


donde las leyes son el fundamento de la autoridad gubernamental. Locke (1996) en su
obra "Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil" sostiene que el gobierno deriva su
legitimidad del consentimiento de los gobernados, esta teoría influyó en la formación
de repúblicas y democracias modernas subrayando la importancia de la legalidad y la
participación ciudadana.

Jean-Jacques, (2015) por otro lado plantea en su obra "El Contrato Social" que la
legitimidad del gobierno proviene del contrato implícito entre los ciudadanos, su
enfoque destaca la soberanía popular y la voluntad general como fundamentos de la
autoridad legítima. Estas teorías han dejado una marca indeleble en la comprensión
de la legalidad y la legitimidad en el ámbito político.

En el contexto filosófico, la legalidad se examina desde una perspectiva ética y moral


(De_Zan, 2004). La idea de la legalidad justa propuesta por filósofos como Kant,
(2016) sugiere que las leyes deben basarse en principios éticos universales para ser
legítimas, este enfoque destaca la importancia de la coherencia ética en la creación y
aplicación de leyes lo cual aporta una dimensión ética fundamental al concepto de
legalidad.

Wolfgang, (1982), en su obra ‘Max Weber y la crisis del sistema de valores liberal’,
menciona que en la teoría de Max de la autoridad legal racional, la legalidad se basa
en reglas y procedimientos establecidos mientras que la legitimidad implica la
aceptación de la autoridad por parte de los gobernados (1982, pág. 13). Esta distinción
es esencial para comprender cómo las instituciones pueden ser percibidas como
legales, pero carecer de legitimidad, lo que puede dar lugar a tensiones sociales
significativas.

Al analizar críticamente estas teorías es evidente que la legalidad y la legitimidad no


son conceptos estáticos sino dinámicos y contextualmente dependientes ya que las
estructuras de poder y gobierno deben equilibrar la legalidad con la legitimidad para
garantizar una gobernabilidad efectiva y justa, la relevancia de estas teorías persiste
en los debates contemporáneos sobre la justicia, los derechos humanos y la
democracia.

Casos históricos y contemporáneos en donde la legalidad y la legitimidad han


sido cuestionadas o desafiadas

A lo largo de la historia han surgido numerosos casos en los cuales la legalidad y la


legitimidad de las estructuras de poder se han visto cuestionadas o desafiadas dando
lugar a movimientos sociales, revoluciones y regímenes autoritarios.

Un caso paradigmático es la Revolución Francesa, un acontecimiento que sacudió los


cimientos del antiguo régimen en donde la legalidad monárquica estaba respaldada
por siglos de tradición, pero la creciente insatisfacción popular con las desigualdades
socioeconómicas y la falta de participación política llevó a un cuestionamiento
generalizado de la legitimidad del régimen (Lopez, 2019). La Revolución Francesa
marcó un cambio radical, desafiando la legalidad existente y dando lugar a la
construcción de nuevas formas de legitimidad basadas en principios republicanos.

En un contexto más contemporáneo, la Primavera Árabe que comenzó en 2010 es un


ejemplo de cómo las demandas de cambios políticos y sociales pueden desafiar tanto
la legalidad como la legitimidad de regímenes establecidos en donde la gente tomo las
calles y varios países de la región, movimientos populares surgieron para exigir
reformas y un mayor respeto por los derechos humanos. En este caso, la legalidad de
regímenes autoritarios fue cuestionada por violaciones a los derechos civiles, mientras
que la legitimidad se vio socavada por la falta de representación democrática y la
represión a la disidencia (Ghrer, 2016).

Otro caso notable es la caída del régimen comunista en Europa del Este, simbolizada
por la caída del Muro de Berlín en 1989, aquí países como Polonia, Hungría y
Alemania Oriental tenían legalidad comunista respaldada por estructuras políticas
establecidas pero la falta de legitimidad derivada de la represión política y económica
generó un descontento generalizado por lo que los movimientos ciudadanos y la
presión internacional contribuyeron al colapso de estos regímenes, dando paso a la
reconfiguración política y la transición a sistemas más democráticos (Pichel, 2019).

No muy lejos, dentro de América latina en el ámbito contemporáneo, la crisis política y


social en Venezuela ha suscitado debates sobre la legalidad y la legitimidad del
gobierno, en donde las disputas electorales, las acusaciones de corrupción y la crisis
humanitaria han llevado a una polarización interna y a desafíos tanto a la legalidad del
régimen como a su legitimidad (López, 2004). La comunidad internacional también ha
intervenido en este caso, expresando preocupaciones sobre la erosión de las
instituciones democráticas y los derechos humanos.

Estos casos demuestran que las tensiones entre legalidad y legitimidad son inherentes
a la dinámica política y su interacción puede dar lugar a cambios significativos en las
estructuras de poder, los movimientos sociales y las revoluciones a menudo surgen
como respuestas a la percepción de que las instituciones legales carecen de
legitimidad, ya sea debido a la opresión, la corrupción o la falta de representación. Es
importante señalar que el desafío a la legalidad y legitimidad no siempre conduce a
resultados positivos o a una mayor democracia ya que los regímenes autoritarios
pueden surgir como respuesta a la inestabilidad generando nuevas formas de
legalidad respaldadas por la fuerza, pero con una legitimidad cuestionada.

Aplicación de conceptos en situaciones políticas complejas

En contextos políticos complejos, como conflictos armados, crisis humanitarias y


cambios en el sistema de gobierno, la aplicación de los conceptos de legalidad y
legitimidad adquiere una relevancia crucial.

En los conflictos armados la legalidad se ve desafiada debido a la naturaleza caótica


de la guerras, debido a que las leyes internacionales y los tratados destinados a
regular la conducta durante los conflictos son frecuentemente violados, lo que plantea
preguntas sobre la efectividad de la legalidad en medio del caos de igual manera la
legitimidad se ve amenazada ya que los gobiernos involucrados recurren a medidas
extremas que socavan su apoyo público y la aceptación internacional y los abusos
contra los derechos humanos y la falta de rendición de cuentas a menudo generan
dudas sobre la legitimidad de las partes en conflicto (Hemández, 2013, pág. 18).

La crisis humanitaria es otro escenario en el que la legalidad y la legitimidad están en


juego ya que las respuestas gubernamentales a las crisis humanitarias varían en
términos de cumplimiento de las leyes internacionales que protegen a los civiles y
garantizan el acceso a la ayuda humanitaria. Aquí, la legalidad se relaciona con la
obligación de los Estados de cumplir con las normas establecidas para proteger a las
poblaciones vulnerables, mientras que la legitimidad se pone a prueba cuando las
respuestas gubernamentales son percibidas como insuficientes o ineficaces lo que
puede socavar la confianza en las instituciones gubernamentales (McKay, 2022).

En cambios en el sistema de gobierno, como transiciones políticas o revoluciones, la


legalidad existente puede entrar en conflicto con las demandas del cambio político con
movimientos sociales y revoluciones que a menudo buscan cuestionar y transformar
las estructuras de poder, desafiando la legalidad establecida en busca de una
legitimidad renovada. La respuesta del gobierno en turno, ya sea una adaptación a las
demandas populares o la imposición de medidas represivas determina la percepción
de su legalidad y legitimidad (López A. , 2012).

Las teorías de Locke, Rousseau y Weber permiten analizar estas situaciones, Locke
destaca la importancia del consentimiento de los gobernados y la necesidad de que
las acciones gubernamentales se alineen con la voluntad de la población, incluso en
tiempos de conflicto. Rousseau propone la voluntad general como base de la
legitimidad con preguntas cruciales sobre cómo determinar y garantizar esa voluntad
en situaciones caóticas. Por último, Weber, distingue entre legalidad y legitimidad
ofreciendo una herramienta para analizar cómo las instituciones pueden ser percibidas
como legales pero carecer de legitimidad especialmente en tiempos de crisis.

Perspectivas Filosóficas y Éticas:

En el ámbito de las perspectivas filosóficas que abordan la obediencia y la


desobediencia civil en el contexto de legalidad y legitimidad hay varias corrientes de
pensamiento que han contribuido a la comprensión de estos conceptos a lo largo de la
historia.

Henry David Thoreau, (1976) en su ensayo "La desobediencia civil", abogó por la
resistencia individual a leyes consideradas injustas, el filósofo argumentó que la
obligación moral de un individuo primaba sobre la obediencia ciega a las leyes,
especialmente cuando estas eran percibidas como instrumentos de injusticia. Desde
esta perspectiva, la legitimidad de las leyes se encuentra en su concordancia con
principios éticos más elevados y la desobediencia civil se convierte en un acto de
resistencia moral.

Por otro lado, Immanuel Kant, (2016) ofrece una perspectiva ética que aborda la
obediencia civil desde un enfoque de deber y moralidad universal, afirmando que la
legalidad y legitimidad de las leyes están intrínsecamente vinculadas a la moralidad,
ya que las leyes deben derivarse de principios éticos universales para ser
consideradas legítimas. En este contexto, la obediencia civil sería ética cuando se
ajusta a principios morales universales, mientras que la desobediencia civil estaría
justificada cuando las leyes contradicen esos principios fundamentales.

Otra perspectiva relevante es la de John Rawls, quien, en su teoría de la justicia


propone el concepto de desobediencia civil como último recurso dentro de un marco
de justicia democrática, en donde la obediencia civil puede ser un deber en una
sociedad justa donde las instituciones y las leyes buscan la equidad, sin embargo, en
situaciones de injusticia persistente la desobediencia civil puede ser moralmente
justificada como una herramienta para corregir los defectos del sistema (Pineda,
2019).

Existen sistemas políticos legalmente legítimos, pero éticamente cuestionables, son


los filósofos contemporáneos como Martha Nussbaum quienes abordan estas
cuestiones al plantear que la legitimidad debe evaluarse en función de su contribución
al bienestar humano y la justicia social (Baum, 2011).
En este contexto, surge la pregunta ética fundamental sobre cómo las personas deben
responder a sistemas políticos que, aunque legalmente establecidos, plantean
desafíos éticos sustanciales, analizar estas perspectivas filosóficas, surge una
pregunta central: ¿cuándo es ético desobedecer una ley considerada injusta?, tras los
datos recopilados cada enfoque proporciona respuestas distintas destacando la
importancia de considerar no solo la legalidad sino también la legitimidad desde una
perspectiva ética y moral.

Impacto en la Sociedad y los Individuos

El impacto de la legalidad y la legitimidad en la vida cotidiana de los individuos y en la


estabilidad de las sociedades es de suma importancia. De acuerdo a Villar, (2020) la
percepción de la legalidad se refiere al cumplimiento de las leyes y normas
establecidas en un sistema jurídico y la legitimidad vinculada a la aceptación y
justificación de la autoridad y el poder, influyen significativamente en la confianza
ciudadana y la cohesión social.

La confianza en las instituciones gubernamentales está intrínsecamente ligada a la


percepción de legalidad y legitimidad, cuando los ciudadanos creen que las leyes se
aplican de manera justa y que el ejercicio del poder es legítimo la confianza en el
sistema aumenta (Rúa, 2013). John Locke argumentaba que la legitimidad del
gobierno proviene del consentimiento de los gobernados, y esta idea sigue siendo
relevante en la actualidad debido a que si los ciudadanos perciben que sus voces son
escuchadas y que participan en la toma de decisiones a través de procesos legítimos,
la estabilidad social se ve reforzada.

La falta de legalidad, casos de corrupción, impunidad o aplicación selectiva de la ley


pueden erosionar la confianza en las instituciones y en la sociedad. Max Weber
destacó la importancia de la legalidad en la autoridad legal-racional, señalando que la
aplicación de reglas y procedimientos establecidos es esencial, cuando estas reglas se
desvían la percepción de legalidad se ve comprometida afectando directamente la
legitimidad y la cohesión social.

Además, las estructuras de poder y gobierno deben equilibrar la legalidad con la


legitimidad para garantizar una gobernabilidad efectiva y justa, puesto que las
percepciones de legalidad y legitimidad influyen en la participación ciudadana y en la
disposición de la sociedad a aceptar y cumplir con las leyes y si la legalidad y la
legitimidad se perciben como desconectadas puede surgir resistencia y desobediencia
civil (Rúa, 2013). Jean-Jacques Rousseau sostenía que la legitimidad proviene del
contrato implícito entre los ciudadanos y cuando este contrato se percibe como roto la
cohesión social se ve amenazada.

De manera personal, la legalidad y la legitimidad influyen en el comportamiento y las


decisiones diarias, se evidencia que la confianza en la legalidad de las normas impulsa
la conformidad pero que la percepción de la legitimidad de las autoridades motiva la
cooperación voluntaria, así mismo la psicología social sugiere que las personas están
más dispuestas a seguir normas y reglas cuando perciben que son justas y legítimas
(Villar, 2020). Esta conexión entre percepciones individuales y estabilidad social
resalta la importancia de construir sistemas legales y gubernamentales que sean
percibidos como legítimos y justos.

En contextos de conflictos armados, crisis humanitarias y cambios en el sistema de


gobierno, las percepciones de legalidad y legitimidad pueden determinar la aceptación
o el rechazo de nuevas autoridades. La falta de legalidad puede conducir a la
desconfianza en las instituciones de transición, mientras que la falta de legitimidad
puede generar resistencia y conflictos prolongados. los procesos de reconciliación y
reconstrucción después de conflictos a menudo dependen de restaurar la confianza en
la legalidad y legitimidad de las nuevas estructuras de poder.

Conclusiones y recomendaciones

En la exploración de las perspectivas filosóficas y éticas relacionadas con la


obediencia civil, la desobediencia civil, la legalidad y la legitimidad, se ha evidenciado
la complejidad inherente a estas cuestiones ya que las contribuciones de pensadores
como Thoreau, Kant, Rawls y otros revelan un panorama ético en el cual la legitimidad
de las leyes se entrelaza con principios morales universales y la resistencia civil se
convierte en un acto de justicia frente a la injusticia percibida.

La interacción entre la legalidad y la legitimidad durante situaciones políticas


complejas pone a prueba las instituciones gubernamentales y su capacidad para
mantener la confianza ciudadana, en este contexto la teoría de Locke destaca la
importancia de la participación ciudadana incluso en tiempos de conflicto, mientras que
Rousseau plantea preguntas cruciales sobre la determinación de la voluntad general
en situaciones caóticas.

Se reconoce la influencia de las perspectivas éticas en la evaluación de las leyes y


autoridades, además la conexión entre la percepción individual de la legalidad y
legitimidad y el comportamiento cotidiano destaca la necesidad de construir sistemas
que no solo sean legalmente robustos sino también percibidos como justos y legítimos
por la ciudadanía.

Las tensiones entre la legalidad y la legitimidad son inherentes a la dinámica política.


La Revolución Francesa, la Primavera Árabe, la caída del comunismo en Europa del
Este y la crisis en Venezuela ilustran la variedad de formas en que estas tensiones
pueden manifestarse dando lugar a cambios significativos en las estructuras de poder.

La conexión intrínseca entre la legalidad, la legitimidad y la estabilidad social destaca


la importancia de abordar estas cuestiones de manera equilibrada y ética ya que los
conceptos filosóficos de obediencia y desobediencia civil, así como las teorías de
pensadores destacados proporcionan herramientas valiosas para analizar y reflexionar
sobre las interacciones entre los individuos y las estructuras de poder en sociedades
complejas y cambiantes.

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