Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
—De inmediato, Señor —Mordió su labio con fuerza, evitando decir alguna
estupidez de la cual se podría arrepentir luego. Dejó la escoba apoyada en la
pared y buscó las dichosas pastillas en un cajón—. ¿Usted tiene su taza allí?
¿O prefiere un vaso de agua?
—Pero su ta...
Asintió, tomando las aspirinas en una de sus manos para así poder trasladar el
hervidor también. Caminó con dos pies torpes hasta el escritorio, tropezando
en el camino y ruborizándose hasta las orejas; Jeon masajeó sus sienes
cerrando los ojos. Se sintió apenado, pero es que... No había necesidad alguna
de ser tan imbécil, ¿o sí?
Tenía dos opciones: renunciar y conseguir otro empleo, o seguir allí y solo
mantenerse.
Sus padres le ayudaban con un poco menos de la mitad del arriendo, la beca
que había obtenido cubría el resto —y la matrícula universitaria—, y el
dinero de su empleo lo podía invertir en sus gastos personales. Y no podía
darse el lujo de renunciar a ello, solo tendría que soportar los arranques de
obsesión que tenía Jeon por el control y las órdenes. Sólo soportar. Y aunque
no fuese capaz de admitirlo a viva voz, se conformaba con estar ahí junto a
él; no tenía muchos amigos y la mayor parte del tiempo se sentía muy solo.
Odiaba estar solo. Siempre fue muy apegado a su familia, y, cuando se mudó
a Seúl, su vida dio un giro inesperado.
Sin embargo, lidiar con las personas era lo más difícil últimamente.
Taehyung sabía que no tenía el mejor acento al ser de Daegu, también sabía
que sus ropas eran humildes y que en la ciudad la apariencia era muy
importante. Y tenía más que clara su naturaleza torpe y sensible, pero eso no
justificaba la insensibilidad con la que estaba lidiando a diario. Desde que
había llegado, hace cinco meses, absolutamente nadie había sido amable con
él. No tenía ningún amigo.
Aun recordaba cuando, por mera casualidad, le oyó decir que necesitaba
ayuda extra debido a tanto ajetreo. Aquel día se ofreció a ayudarle,
claramente le dijo que podría trabajar y aliviarle un poco la carga a ambos;
fue muy gentil al hablarle, pero Jeon le negó y le gritó que no irrumpiera otra
vez en sus monólogos. Uff. Aquel día fue realmente un mal día, se sintió
como si no fuese bienvenido en ningún lugar y lloró, lloró toda la noche.
Hasta que, la semana siguiente el asunto mejoró; Jeon lo llamó a su oficina y
hablaron sobre lo que tendría que hacer al trabajar para él en su casa.
Encantador, ¿no?
—Lo siento, Señor. Ya me voy, eh... yo... este... Nos vemos el lunes, supongo
—Murmuró. Sus manos temblorosas cogieron la mochila que estaba tirada a
un rincón, entre las paredes.
La mochila era de color marrón pastel, tenía un pequeño osito colgando como
llavero. La colgó tras su espalda y, haciendo una reverencia, se retiró del
despacho.
Pronto sería invierno y estaba segurísimo de que sería el invierno más duro y
crudo que tendría que vivir. Porque no habría nadie para hacerle sentir calor
en su desamparado corazón...
¿O sí?
☁
Ahora sí. Creo que este es el fanfic que seguiré actualizando con
"constancia" al terminar STF.
Caminó por el campus a paso lento, pues no iba retrasado. Se dedicó a mirar
las zonas verdes del otro lado de la biblioteca. Era una universidad realmente
estética. Cada detalle parecía estar hecho para el estilo de una película de
adolescentes, casi como en una película. Incluso las estudiantes estudiando en
las bancas del jardín, sus novios vistiendo una chamarra del equipo de
deportes con las iniciales US —Universidad de Seúl—, los grupos de amigos
sentados en el pasto riendo mientras se escondían del antipático sol otoñal
bajo la sombra de un árbol, el olor a flores mezclándose en el aire al igual que
las hojas secas que el viento se llevaba, avisando la humedad del invierno
aproximándose.
—¡Maldición!
—Lo siento... Lo s-siento, fue mi culpa —Dijo. Sus mejillas ardieron con
vergüenza mientras veía al otro chico coger del suelo un casco de
motocicleta. Jugó con sus manos nervioso, sin saber qué hacer—. ¿Tu cosa...,
tu casco está bien?
—Mira, pequeño niño del cuento de hadas. Escúchame cuando te digo esto,
porque me has pillado de buenas que no te he metido un buen zarpazo por
despistado. Tú no deberías andar caminando con los ojos cerrados, pedazo de
idiota. ¿Cuántos años tienes?, ¿cinco?
Taehyung sintió que iba a explotar. Sus mejillas seguramente estarían rojas
cual jitomate y sus esperanzas de tener ese buen día iban disminuyendo con
creces mientras seguía su camino, dejando atrás al peli-verde gruñón.
—¿Tú?
Pero para su sorpresa, Yoongi era un chico agradable y con un muy buen
sentido del humor, aunque un poco grosero y vulgar. Ambos provenían de
Daegu y, ambos, se habían transferido por decisión propia a terminar su
carrera en Seúl. Yoongi era mayor que él, por lo tanto era su hyung. Y,
coincidentemente, había alquilado un apartamento en la fila de apartamentos
cercana a su calle. No evitó pensar que, tal vez, esa era una señal del destino
y le trataba de decir que las cosas mejorarían.
Yoongi rió.
Una vez estuvo fuera, vio el Nissan negro de Jeon aparcado. Jeon ya había
llegado a casa.
Tocó la puerta.
Jeon lo miró tan mal que se sintió intimidado e incómodo. Pero simplemente
asintió y le señaló el estudio. Maldición.
Acarició el cuero de la silla, bajando sus dedos con lentitud por el respaldo.
El olor a café llegó a sus fosas nasales con un ligero olor a menta; el abrigo
de Jeon estaba colgado en el perchero.
— ¿Qué me pasa? —Se rió de sí mismo, alejándose con rapidez del estudio.
En la cocina ya no estaba Jeon, supuso que debía estar lavándose los dientes,
así que limpió la mesa y lavó los trastes, guardó en un pote la comida que
sobró y la metió dentro del frigorífico.
Su cuerpo siempre había sido delgado y menudo, por lo que no fue una
cuestión de peso o altura sino que sus ropas estaban viejas y comenzaban a
deteriorarse. En las noches hace lo que más puede, lavándolas y
planchándolas, pero eso no evita que la mala calidad comience a hacerse
notar.
Ni siquiera notó que había terminado de contar los puntos y que Jeon le
hablaba, hasta que éste golpeó la madera del escritorio con fuerza.
Hubiese deseado que por una vez ese hombre se dignara a ser amable y se
ofreciera a llevarlo, teniendo en cuenta que ambos iban al mismo lugar —a la
universidad— y no le costaba mucho ser un poco más amable. Pero no, Jeon
no era amable.
Al menos iba con una hora de sobra, podría irse a la biblioteca y descansar un
rato allí. Aunque debía tomar el autobús y...
Qué mal.
Cuando llegó al campus, faltaban solo unos minutos para ingresar a su última
clase. Y parecía que en cualquier momento comenzaría a llover, y él no
llevaba paraguas ni un abrigo. En serio era un tonto, pero ¿cómo podría
saberlo?
—Ehh —Yoongi entró con dos cafés y dejó uno a su lado—.¿Estás enfermo?
Luces... demacrado.
—Creo que cogí un resfriado... —Rió, tomando el vaso de café caliente entre
sus manos—. Gracias por esto, Sunbae... En serio —se llevó el vaso a los
labios, saboreando el líquido dulce y acogedor, sintiendo sus ojos
humedecerse. Eso no era café—. Es... ¿Té con leche?
Yoongi le sonrió.
Entonces entró Jeon, mirándolos con una expresión para nada amigable.
Amo mucho a Yoongi, en serio. Y este Taehyung será una cosita toda soft
Perdón, de antemano les aviso que aquí habrá una mezcla entre fluff,
angst, porno dramático y un intento de BDSM (lo básico solamente);
bondage y disciplina, dominación y sumisión. También les aviso que no
daré saltos mortales en el tiempo, todo irá con un orden y estructura.
Sean felices~
02
El día martes fue lluvioso y frío, por lo que, Taehyung decidió —finalmente
— comprarse prendas nuevas.
Le apenaba un poco gastar dinero innecesariamente, así que tuvo muy claro
qué era lo que realmente le urgía. Por lo mismo, fue a algunas tiendas,
deambulando por entre las personas. Pero todo era demasiado costoso. Así
que, decidió irse a las calles de Myeongdong, sabía que allí encontraría lo que
tenía pensado a precios ventajosos.
Si bien no pudo encontrar zapatos baratos, sus zapatillas de lona aún estaban
completas, sólo tendría que limpiarlas y el asunto estaría resuelto. Además
tenía un par de botines que su padre le había obsequiado en la navidad
pasada, le que quedaban un poco grandes pero estaban bien.
—Oh Dios... ¿Cómo se supone que debería comerme esto y que sepa bien?
—Murmuró, dejando las bolsas sobre su escritorio. Revisó las fechas de
vencimiento y el yogurt había vencido hace dos meses—. Genial...
Simplemente genial.
Fuera, el viento gélido le sopló con burla, haciéndole castañear los dientes. Y,
al igual que casi todos los días, hizo su recorrido habitual: desde su
apartamento al subway, y de allí hacia la universidad.
Se sumió en sus pensamientos una vez más por vez que cruzaba el pasillo de
la biblioteca hasta que, un tirón del brazo le impidió seguir su camino.
— ¿Hum?
—Se te cayó esto —Dijo mostrándole el llavero con el osito que se suponía
colgaba en su mochila. Estuvo un poco sorprendido de que le dijera eso, y
Jong-In pareció notarlo porque no le dejaba de sonreír con suficiencia—.
¿Qué? ¿No me lo vas a agradecer?
—Gracias...
—No bebo muy seguido, pero supongo que eso sería agradable.
Le devolvió una sonrisa a Yoongi mientras éste jugaba con el casco azul
marino de su motocicleta. Notó un pequeño diseño de unas notas musicales y
un piano, se preguntó si aquello tendría algún significado y quiso
mencionarlo pero el profesor llegó, hablando de un proyecto grupal antes del
fin de semestre.
Lingüística era una materia un tanto difícil. Y el grupo fue escogido por el
profesor, por lo que Yoongi y él no pudieron quedar juntos en un mismo
grupo. Fue una total decepción. Al menos, sus compañeros eran responsables.
Estuvo durante cuarenta y cinco minutos discutiendo con SunJu sobre quién
debía hacerse cargo de organizar la información. Taehyung terminó
aceptando frustrado.
Jeon lo miró.
Sus ojos crueles estuvieron fijos en su cuerpo durante varios segundos, hasta
que finalmente hicieron un incómodo contacto visual.
—Cuando lo ayudé a contar los puntajes de los exámenes, usted me dijo que
habíamos terminado y que me retirara. Yo... Supuse que usted ya lo había
hecho.
—Pues no.
Jeon suspiró, esbozando una mueca parecida a una media sonrisa. Su cabello
negro azabache contrastó —perfectamente— con su piel pálida bajo la
mínima luz diurna que quedaba de la tarde. El hombre se veía solo quizás un
poco atractivo. Taehyung se regañó mentalmente por desviar sus
pensamientos en aquella dirección tan... retorcida.
—Entonces, ¿no?
—Y este es tu trabajo también, ¿no? —lo interrumpió con aquel tono mordaz
y burlón. Idiota.
—Taehyung.
Leyó una y otra vez lo que no comprendía. Tuvo que ayudarse de ciertos
párrafos para comprender la idea central del apunte, ya que con eso Jeon
estaba preparando un ensayo —o algo así— y necesitaba una opinión; su
opinión. Y él estaba ahí, siéndole obediente mientras se perdía una de las
clases más importantes.
Apretó sus piernas, ahogando un sonoro suspiro. Pero es que, estaba tan
frustrado que quería gritar.
—No. Señor.
Taehyung se atrevió a mirarlo. Lucía casi divertido mientras se acomodaba en
su cómodo sillón de cuero. Bajó la mirada, queriendo hacer una pataleta y
joderlo. Pero no podía, y él no era así tampoco. O quizá sí, pero no era
correcto.
—Mmh.
Dicho aquello vio la figura alta incorporarse también. Jeon era más alto que
él y más grande muscularmente. Incluso, por encima de sus ropas se notaba
que asistía a algún gimnasio y bebía batidos de proteína. Bueno... Tal vez eso
era otra cosa que sabía de él: cuidaba de su aspecto físico y alimentación.
Estaba tan atontado viendo la forma en la que su profesor se veía que, sólo
percibió a éste sacar algo de su bolsillo y luego deslizarlo con cuidado por
sus dos mejillas.
—Deja de ser una criatura. Apuesto que ni siquiera notaste lo obvio que fue
tu arrebato...
Oh no...
Dios mío...
Qué vergüenza...
—Así es...
Taehyung se alejó con rapidez y se retiró como alma que lleva el diablo de la
oficina de Jeon.
Había llorado.
Necesitaba beber.
Y bueno me desahogaré...
Y siento que con, este fanfic, estoy tan emocionada que, las lluvias de
ideas llegan a cada instante.
Nos leemos.
Sean felices~
03
Suspiró.
Estos meses con Jeon Jungkook habían sido mucho más que extraños y
confusos. Se suponía que estaba conociéndolo pero a la vez no lo conocía
directamente, era sólo lo que lograba deducir a través de sus acciones y
encantadora personalidad. Aunque tenía claro que, tal vez, el hombre sólo no
quería afianzar confianza con él porque, después de todo, eran profesor y
alumno y tenían una relación laboral, no más que eso.
Pero si Taehyung debía admitir que se sentía raro, no lo haría.
—Oye.
Yoongi mueve una mano frente a sus ojos y lo mira con el entrecejo fruncido.
—No era nada relevante, en realidad. Sólo que ya deberíamos irnos porque es
tarde y mañana hay clases.
Cuando salen del bar se topan con algunas personas a las cuales le restan
importancia y sólo avanzan hasta la motocicleta de Yoongi, quien se ha
ofrecido llevarlo.
[...]
Por Dios...
Su profesor —y jefe— era un demonio. O sea no, pero odiaba sentir aquellas
sensaciones que no quería sentir por él. Odiaba que Jeon Jungkook estuviese
presente en sus pensamientos últimamente, pero eso era algo que no diría a
viva voz; ni siquiera para sí mismo sería capaz de admitirlo. Le ponía un
poco enfermo, de hecho.
—Lo es. Ya busqué un lugar y comenzaré a trasladar mis cosas durante estos
días —Jin le sonríe, mostrando su dentadura. Su hermano era realmente
atractivo y pretencioso y sabía usarlo a su favor en comparación a él—.
Además estoy buscando un empleo en el hospital de aquí, ya sabes. Necesito
generar ingresos.
—Seúl es muy caro, hyung —hace una mueca que no se define exactamente
entre desagrado y tristeza—. Y este lugar es conveniente para mí y cómodo...
—Jinnie...
—Sé que eres medio testarudo pero... Piénsalo, Tae. Por favor.
No le queda más remedio que asentir y no rebatirle. Si bien convivir con Jin
sería espectacular en todo ámbito, no podía aceptar porque se sentiría como
una carga para él mientras intenta independizarse en una nueva ciudad,
además no sería bien visto que viviera a cuestas de su hermano sólo porque
éste era médico.
—Estuve pensando en ello... Han pasado años que su trato cambió de forma
drástica conmigo... Y pienso como si fuese toda mi culpa, Jinnie —habló en
un murmullo, confesando una de sus tristezas.
—Pues, olvídalo y sigue adelante. Tú no vives por papá, Tae... Tú vives por
ti.
—No, hyung. Y... Y... Será mejor que cambiemos de tema, ¿sí? —Se
incorpora con rapidez abriendo su mini frigorífico y sacando dos latas de
bebida—. Mañana podríamos cenar en la cafetería que está en la esquina.
Venden postres exquisitos.
No soy un anormal.
Jin parece notar que algo anda mal porque se pone inquieto. Así que, sólo
decide dormirse. Pero no puede conciliar el sueño.
Sólo empeora...
Como ya terminé con STF, ahora vengo a por todo con Heal Me ;)
¿Ya pillaron el tema de Tae con su papá? Eso será un tema muy
relevante en la trama de la historia...
ʕ ᵔᴥᵔ ʔ
04
Taehyung se sentía orgulloso de él por ser tan perseverante con respecto a sus
ambiciones y deseos. Hubiese querido ser así también, pero su desarrollo
laboral iba por un lado más emocional y romántico.
—No lo sé... Eres tú el doctor, ¿no? —Ríe. Le resulta un poco cómico ver al
mayor hacerse cargo de él como si fuese un niño pequeño. Literalmente lo
dejó recostado en el sofá y lo cubrió con una manta.
—Claro que importa. Porque quizás partió siendo un simple resfrío. Pero mal
cuidado, Tae... Ahora el virus ha tomado fuerza y lo más probable es que,
ahora, sea una gripe.
—Ahg, cállate, hyung. Perdóname por no ser tan culto como tú.
Tal vez, no era un cabezota o un sabelotodo, y tal vez tampoco tenía las
mejores calificaciones, pero se esforzaba en ello.
A pesar de que su familia era muy unida, eran bastante humildes y clásicos.
Ellos no ostentaban de mucho, aunque sus padres sólo alardeaban de Jin...,
porque ya era el médico de la familia y seria su próximo futuro prometedor.
A diferencia de él que, estaba siendo como el "rebelde" por estudiar algo que
a él le gusta que es la literatura.
—Okay.
Se siente muy cansado, muy solo; sin importar cuántas personas le rodeen o
lo bien que se pueda sentir durante unos efímeros instantes, luego viene la
aflicción y sólo quiere hundirse por no saber cómo solucionar los líos en su
cabeza, en su vida. Está viviendo con el tormento de ser juzgado por ser
quién es, temor a seguir siendo rechazado.
Intentó tener sentimientos por una chica. Ella era muy bonita, tierna y
agradable. Pasaban los ratos juntos después de las clases o simplemente iban
al cine o a comer. Pero no era lo mismo. Sólo la pudo ver como a una amiga,
porque ella no removía nada dentro de él como Bogum lo había hecho; sus
brazos delgados jamás se compararon ni por cerca de los fuertes brazos que
lo sostuvieron cuando se estaba derrumbando.
Eso cada día, día a día se volvía un martirio. Porque se había obligado a no
sentirse así de nuevo por nadie más, ni siquiera una simple atracción física y
superficial. No quería volver a ser tratado como una basura, no quería salir
herido ni recibir insultos que no merecía realmente. No quería nada de eso de
nuevo, le había costado mucho trabajo dejar todo atrás como para volver a
sufrirlo y reabrir con creces todas las llagas que se había molestado en cubrir.
Enamorarse duele y daña. Y no está dispuesto a pasar por eso otra vez.
[...]
Así que, organiza sus cuadernillos, los libros sobre la repisa, cambia de lugar
la cama y la deja junto a la ventana, deja la ropa sucia en el cesto para llevarla
a la lavandería y saca la basura. No ha sido un gran trabajo pero se siente un
poco más fresco al tener su espacio despejado, limpio y ordenado.
«Sí, eso suena bien para mí», bloquea la pantalla del móvil y lo deja a un
costado, cerrando los ojos.
Bien.
☁
¿Ya pillaron cuál es el motivo por el cual Tae tiene aquellos alti-bajos en
su estado anímico?
En los días en los que estuvo libre "aprovechó" para estudiar y reforzar sus
conocimientos, juntándose con sus amigos y quedándose en la biblioteca para
que entre ellos se explicaran lo que más les costaba. Aunque las cosas no
salieron como lo esperaba y no logró aprender mucho, su cabeza estaba en
otro lugar simplemente. Y debido a eso, no estaba teniendo los mejores
resultados académicos; su agotamiento psicológico, sumándole el estrés de la
situación con Jeon y su decadencia en los resultados de los últimos exámenes,
era demasiado para él solo. Sin embargo, no podía pasar por alto sus estudios.
La beca a la cual había optado, le bonificaba una mensualidad modesta para
sus gastos y durante cada semestre cubría su matrícula. Entonces para obtener
aquellos beneficios, debía mantener su promedio GPA por sobre el ochenta
por ciento. Por lo mismo, no podía arriesgar ningún promedio; a excepción
de gramática textual más allá de la oración, eso sí que le costaba; y era
precisamente la clase de Jeon...
Mierda.
—Sí puede. Ya lo ha hecho antes —suspira, viendo cómo poco a poco sus
compañeros se retiran del salón con rostros afligidos.
—No tengo toda la tarde —Eso es lo primero que dice, mostrándoles tres
hojas—. Busquen sus nombres y retírense.
Sujetó el papel entre sus manos, tratando de comprender por qué en casi
todos los ítems tenía menos de la mitad del puntaje.
— ¿Qué?
—Pero...
Suspiró.
— ¿Qué?
Su cuerpo tiembla pero deja atrás el miedo e ignora las preguntas de sus
amigos y su evidente sorpresa.
— ¿Eso es un sí o un no?
Relame sus labios y mira a los chicos que lo miran con pena e intranquilidad.
—Sí, eso es... Bien. Y, en cuanto a mi nota... Usted aún no ha ingresado los
promedios semestrales, ¿cierto?
—Yo... Hum... ¿Qué quiere que haga? No tengo nada que ofrecer, pero puedo
hacer lo que usted quiera...
Oh...
Maldición...
Oh, mierda...
Joder...
Finalmente.
Estos días me han surgido las ganas de hacer ejericicio y eso es lo que he
estado haciendo últimamente. Necesito desestresarme porque
cofcofútilmoañocofcof. Y el ejercicio y escribir realmente me ayudan
mucho a sacar todo lo que se acumula.
Creo que podría hacer actualizaciones semanales o tal vez dos veces a la
semana, pero... No sé qué opinan ustedes (? Let me know pls c:
Nos leeemos
06
¿Qué se supone que debía hacer ahora que podía razonar conscientemente?
¿Por qué siquiera sólo se dejó llevar por una cara bonita hablándole
suavemente?
Quizás era un idiota por no saber lidiar con ese deseo acrecentándose mucho
peor con el paso del tiempo; tres meses de tortura a su libido a causa de un
torpe chico ingenuo. Todavía no entendía la forma en que Taehyung le
provocaba sensaciones tan contradictorias. Porque, definitivamente, el
muchacho era la persona más patosa e ingenua que hubiese conocido. Pero...,
a la vez, lo mira con esos grandes ojos que le gritan «mírame» y se mueve
lentamente con ese aspecto desaliñado e infantil que sólo le hace lucir
estúpidamente adorable. Y, ahora, después de todo, se ofrece a él como si
hubiese estado esperando, queriéndolo.
Y...
Así es.
Olvídalo.
Las gotas de agua se deslizan por su ventana mientras ve cómo el aire hace
volar hojas de los árboles fuera. Hace frío. Pero él siente un calor abrasador
que lo hace dar vueltas por la cama hasta, finalmente, destaparse de las
sábanas y apagar la luz de la lámpara que, momentos antes, le alumbraba con
una luz tenue en las penumbras.
Tal vez, solo debió negarlo y reportarlo como lo hizo con todos los demás. Y
tal vez, tuvo que considerar la invitación de Namjoon e ir al club a buscar a
alguien más que sí tuviese la experiencia para complacerlo. Pero no hizo nada
de eso porque eso sólo era una suposición de lo que habría sido lo correcto de
hacer.
Idiota.
Pero, ¿qué tendría para ofrecerle un crío inexperto a él?
Un sumiso sólo debe confiar en que su amo no le dañará y sólo le hará sentir
bien, muy bien.
[...]
—Entonces, supongo que hoy estarás ocupado —Habla la otra voz a través
de la línea, riendo un poco.
—Ugh. Te veo con suerte tres veces al año y en serio a veces me sorprenden
tus cambios...
—Ya, hyung.
Sólo espera que Taehyung no se eche para atrás. Quiere verlo, después de
todo.
¿Qué le haría?
¿Sería suave?
No...
Oh no...
Él lo castigaría por ser un mal niño sin modales, por no haber estudiado lo
suficiente y por ofrecérsele tan fácilmente a cambio de su aprobación.
Sonrió con sorna, acariciando su anticipada erección. Ansioso por verlo, por
poder tocarlo, por poder tenerlo.
O eso creía.
Me gasté todo el internet del plan y ahora estoy con el de mi santa madre
jeje...
:')
No...
Así que, obtendría lo que deseaba como recompensa por el tiempo que tuvo
que desearlo en secreto.
Convenciéndose una vez más de que sólo era lujuria, desabrochó el botón de
su pantalón de vestir y se bajó la cremallera.
Manos ajenas subieron por sus muslos, delgados dedos curiosos acariciaron
con suavidad el bulto escondido en su bóxer. Eso es, pensó. Y se atrevió a
enfocar su visión en el rostro infantil de su alumno, sus facciones delicadas,
su piel tersa acanelada, algunos rizos cayendo por su frente mientras se
inclinaba cual gatito en su ingle; el aliento cálido de su respiración golpeando
oleadas de deseo en la tensión que los aislaba en algún punto abrumante.
Era insólito.
¿Cómo era posible que alguien pudiese parecer tan inocente al hacer algo tan
obsceno?
Vio la lengüita rosada lamer con timidez la liviana tela de su ropa interior
que, de hecho, ya estaba manchada con algo de presemen.
Joder...
—Síp.
Tal y como lo suponía. Porque él tal vez podría ser un imbécil pero no era un
estúpido.
—Empiece de todas formas. Algo que aprenda de esto, ¿no? —se burla ya un
poco más ronco por la excitación, liberando su miembro hinchado que rebota
contra su abdomen. Dolía, pero pronto sería aliviado.
—Tssk...
El muchacho asiente con una media sonrisa tímida, aún con la polla entre sus
labios sensibles, lamiéndolo con la lascividad de la lujuria.
Suelta un gruñido porque, ¿en qué instante Taehyung había decidido ser tan
coqueto con él?
¿Cómo se atrevía a preguntarle algo como eso de esa forma tan... ingenua en
la situación en la que se encontraban?
—Oh, sí.
Y dicho aquello, Taehyung bajó lo más que pudo, esforzándose por relajar su
garganta y no hacer arcadas. Luego sólo se escuchaban los sonidos de
Taehyung engulléndose con su polla. La respiración de Jungkook se volvió
pesada ante el espectáculo. Necesitaba más. Por lo mismo, apartó a Taehyung
y se incorporó, acunando su rostro y sonriéndole con superioridad.
—Basta. Voy a follar tu boca ahora —avisó, dando una leve y distante caricia
en su mejilla. Una de sus manos acomodó la cabeza de su polla, dejándola en
la boca de Taehyung antes de posar ambas manos en la nuca de éste.
—Okay —agarrándose de sus muslos, lo miró hacia arriba por entre sus
pestañas largas y espesas.
Algo había en la voz de su alumno que lo hacía escucharse —en sus oídos—
tan inocente que, le hacía querer perder los estribos y el control. Entonces
pensando en todas las inmoralidades y toda la mierda bizarra que quería
hacerle, empujó su polla por completo dentro de esa boquita.
Fue más rápido, hasta que no pudo más y terminó enterrando aquella carita
tan bonita contra en su ingle, haciéndolo engullirse todo lo que no cabía por
mérito propio en su boquita, saciándose con la sensación del orgasmo
construyéndose en su vientre bajo.
—Trágatelo.
El chico lo miró mal, pero finalmente tragó y lamió un poco más, lo cual lo
dejó un poco confundido.
Ahora podía verlo mucho más cohibido que antes debido a lo ocurrido,
claramente. Y tal vez eso era lo que más le excitaba de Taehyung: su
sumisión ante él.
—B-bien.
[...]
Definitivamente no se sació.
Dio vueltas por la cama. Acalorado, acariciándose a sí mismo por tercera vez,
cerrando los ojos e imaginándose a un Taehyung desnudo sobre su escritorio,
con sus ojitos de bambi impresionables mientras sus manos están esposadas
tras su espalda y él juega con su agujero, haciéndole gritar por alivio que él
no quiere darle aún.
Pero descarta la idea tan pronto como aparece, culpando al orgasmo por aquel
sinsentido.
En unos capítulos más me dirán que personaje les causa más intriga
porque... jeje. Drama is coming.
Tomen agüita para evitar dolores de cabeza (cuando sean lloronxs como
yo) y para mantenerse hidratadxs (sirve mucho para la piel y el regular
la digestión también). Les quiero y cuídense mucho
08
Puta. Puto.
— ¿Por qué pasa esto? —Taehyung cayó al suelo mirando a la nada, perdido
en el sentimiento de abatimiento y aflicción.
Quería pensar de una manera razonable, pero eso, justo ahora, no podía ser
más complicado y lamentable; le había practicado sexo oral a su profesor, a
su jodido profesor.
Y la verdad es que sí. Aquella nota sí era muy, demasiado importante para él.
No podía sólo volver a Daegu. No era tan simple, después de todo. No podía
ni quería arriesgarse a perder su beca en Seúl, pues le había costado
demasiado trabajo y esfuerzo lograrlo sólo para... irse. Además, tampoco era
como si tuviese una otra opción; odiaba los insultos innecesarios debido a su
orientación sexual, y odiaba la forma despectiva en que su padre lo trataba,
alejándolo de sus hermanitos porque —en sus pensamientos retrogradas—
creía que la homosexualidad era una "enfermedad" contagiosa.
No podía sólo... volver. No quería hacerlo tampoco y, tal vez, por eso se
desesperó. Aunque, no podía evitar enfurecerse con tristeza debido a todo el
asunto. Y en parte, lo más terrible para su cargo de conciencia era que,
cuando Jeon lo sostuvo y le jodió la cabeza, ésta le quedó felizmente vacía y
su cuerpo, instantáneamente, dispuesto a dejarse llevar por las sensaciones de
las que se había privado durante tanto tiempo. Había sido escalofriante lo
abrumador que fue, como si no se perteneciese a sí mismo y estuviese siendo
guiado a perseguir un placer mutuo, sabiendo que debió ser todo menos
íntimo.
Peor aún.
Asqueroso.
No tenía ni un motivo por el cual haberse sentido así, eso había sido retorcido
y enfermo. Él no tuvo que haberlo disfrutado ni haber deseado por su propia
liberación en manos de otro hombre que, era un adulto ya y que era su
condenado profesor.
Nunca antes había deseado tanto hacer algo así y sentirse parte del placer, y
esta vez había sido tan diferente. Lo había excitado, no podía mentirse ni
mentir. Porque antes, nunca dejó que Bogum lo tocara con segundas
intenciones o que siquiera sus besos llegaran a subir de temperatura, nunca.
Y, Bogum fue su primer novio, al que adoró y por el cual se arriesgó.
Y ahora él solo...
Era un estúpido.
No obstante, con Bogum había sido diferente. Habían tenido que esconderse
en alguna habitación o a solas para confesarse algunas palabritas amorosas
por vez que se sostenían de las manos y se miraban. Todo muy "inocente".
Siempre había sido así: oculto, en secreto, como si estuviese prohibido sentir
y compartir placer con y por un hombre. Fue desquiciante al fin y al cabo y
terminó muy mal para él cuando se intentó dejar llevar por el calor de su
ferviente corazón.
Taehyung jamás quería volver a arriesgarse por alguien. Jamás quería dejarse
llevar tan tontamente. Jamás quería volver a sentirse en el cielo para después
caer y ver cómo le cerraban las puertas del paraíso.
Aun así, una vez más, se excusó, repitiéndose que era a causa de todo el
tiempo que tuvo que reprimirse; y podía ser así, de hecho.
—Dios...
Los ojos le dolían un poco por la irritación al haber llorado, por lo que los
parpados le pesaban y la cabeza le dolía. Era molesto. Pero con todas esas
sensaciones de sensibilidad y pena a flor de piel, le costó mucho menos
dormirse.
[...]
Iba a renunciar.
Ok.
Podía encontrar otro empleo. Dos empleos, en realidad. Pero podía hacerlo,
¿cierto?
Pfft.
Se desnudó, quitándose las prendas del día anterior, ya que había estado tan
mal psicológicamente que, sólo se había querido acostar en su cama y dormir
un buen de rato.
¿Debería...?
Entre jadeos y pequeños gemidos, tocó sus testículos, jalando del falo, de la
base hasta el glande, un poco rápido, cerrando los ojos y pensando casi
inconscientemente en algo que lo estimulara más.
Y se había corrido.
—No te sientas mal por eso, Sunbae. En serio. Otro día iremos y quizás
llevaría a mi hermano también —dijo. Se acomodó en las almohadas,
acurrucándose.
—H-hoy...
Tal vez no era tan mala idea salir y comer un buen ramen caliente y beber un
poco con sus amigos y su hermano, sólo para olvidar por un momento el
estrés y las preocupaciones; y a Jeon.
—Creo que es tu noche, colega —Namjoon, su mejor amigo, ríe con burla a
su lado, viendo cómo finalmente el barman decide acercarse hasta su mesa.
—Soy Yugyom.
—Yugyom —Repite.
Jungkook asiente y vierte el líquido para él y su amigo, guardando el papel en
el bolsillo de su pantalón y viendo con curiosidad cómo el chico se va con
una media sonrisa radiante en su rostro, como si hubiese conseguido lo que
buscaba. Lástima. Jungkook jamás lo llamaría ni follaría con él.
—Eres malo —Namjoon dice sin ningún tono específico en su voz—, te traje
para que buscaras algo que mejorara ese estado anímico. Hombre, estás con
un humor demasiado... intenso. Lo sabes, ¿no es así? Acá puedes buscar lo
que quieres y decidir por cuánto lo quieres. Tienes variedad; cualquiera de
esos sumisos moriría por estar en tus manos.
—Tienes razón. Pero sabes que lo mío no va más allá de un encuentro casual,
Nam.
— ¿Casual?
—Has tenido a dos sumisos en todos estos años, ¿acaso todavía recuerdas a
Kai y a Sam...? Fueron unos hijos de puta, sobre todo...
—Fui yo quien fue demasiado lejos y terminé haciéndole más daño del que él
necesitaba recibir; le rompí el corazón y me sentí como un hijo de puta
después de ello al darme cuenta de que, quizás, yo también tuve sentimientos
por él. Pero eso ya pasó. El pasado está enterrado, Nam —Toma un sorbo de
lo que aparenta ser tequila y su vista se pierde durante unos minutos en el
chico que está sentado en el suelo, cabizbajo y semidesnudo al lado de Nam.
—Vaya. Eso es... Woah. No era algo que me esperaba oír —Namjoon alza
sus cejas, denotando sorpresa mientras una de sus manos acaricia gentilmente
la cabeza del chico, ahora, entre sus piernas.
Relame sus labios antes de beber otro sorbo del fuerte licor.
Hubo un silencio.
—No. Aún.
—Lo vi una sola vez, hace algunos meses cuando lo mandaste a trapear la
cocina. No lo pude ver bien, sin embargo. Me gustaría conocerlo...
—No lo sé, Nam. Él no es sólo mi asistente, es mi alumno también. Y sería
un problema muy grave si se me escapa el asunto de las manos, por eso es
que me he mantenido a raya con esto.
—No me mientas. Sé que temes que te guste más de lo que quieres y eso te
aterra, Jungkook. Te conozco. No quieres líos emocionales y eso bastante
jodido.
Posesivo.
Egoísta.
Reconoció de inmediato quién era el tonto que tropezaba con sus propios
pies, aparentemente, borracho. Y estuvo a punto de aislar el auto e ir por él...,
pero un joven lo subió sobre su espalda y lo cargó por vez que doblaban en
otra dirección. A los suburbios. Y claro, el deber lo llamaba; no podía dejar a
Taehyung solo en manos de extraños.
[...]
Al día siguiente se preparó para sus clases, debía iniciar su horario a eso de
las diez de la mañana con un curso de novatos y luego tendría una clase de
apenas cuarenta y cinco minutos; con Taehyung.
Jungkook comenzó a notar que tenía como un tipo de extraña obsesión con su
alumno-asistente últimamente. Pero es que, era difícil dejar todo en nada,
después de haber visto esa linda e inocente boquita hacerle una felación.
Estaba excitado por su causa. Eso era; sólo excitación, deseo y lujuria. Nada
más.
Los jardines están vacíos debido a la hora y sólo alumbran las luces de la
biblioteca y algunos lejanos faroles.
Había muchas posibilidades, y entre ellas estaba una muy posible denuncia
por acoso sexual y negociación de calificación por sexo. Eso en definitiva
arruinaría su carrera y su reputación. Pero algo le decía que Taehyung no
sería capaz de hacer eso cuando había sido evidente que él lo había querido
también; el placer fue mutuo.
A pesar de todo, se sentía muy tenso por cada minuto que transcurría, su
primera clase estaba a punto de comenzar y caminaría a través de la puerta en
cualquier instante para enfrentarse a sus alumnos como cada día. Eso no era
intimidante. Pero cuando la segunda clase llegara, sabía que le costaría
trabajo mantener su habitual postura desinteresada.
Era un hombre con sangre roja, y se estaba dejando llevar por el estímulo de
una cara bonita y unas fantasías de exuberante lascividad en su deseo sexual.
No obstante, cuando la segunda clase llegó, su cuerpo estaba tenso como una
cuerda.
Evitó mirar demasiado y lo evitó, de hecho. Explicó algunos puntos de un
informe que debían presentar como parte de un proyecto y luego les dio unos
minutos para responder a sus preguntas y aclarar las dudas. Les dio la opción
de elegir una pareja para realizar una presentación oral del proyecto y ahí fue
cuando sus ojos se desviaron, incómodamente, hacia cierto castañito rizado.
Perdón nuevamente:(
—Entra.
Cuando la puerta se cerró tras él, hubo un silencio incómodo. Al parecer, aún
quedaba algo de tensión entre ambos, pero ahora se sentía mucho más pesada
y, de algún modo u otro, diferente. Ni siquiera podía hablar o decir algo para
romper el hielo y huir de la situación. Simplemente no sabía qué decir o
hacer.
Joder.
Estaba cortando las verduras cuando vio una caja de té inglesa junto a una
caja de galletas en un envoltorio anticuado, había otras chucherías también,
pero parecían ser un agradable obsequio. Y la curiosidad aumentaba.
¿Quién sería?
Desde que era pequeño siempre fue muy curioso y solía aventurarse a
resolver "misterios", como cuando alguien se había comido el último trozo de
pastel que quedaba en la nevera o quién fue el culpable de que sus ropas se
tiñeran de rosa. A su madre le encantaba la creatividad de su imaginación y lo
incentivaba a ser un revoltoso juguetón. Ella siempre lo había atesorado. Pero
un día la curiosidad terminó desatando un infierno y se había arrepentido de
experimentar y resolver sus dudas.
Así que, siguió preparando la comida y tarareando una canción por vez que la
comida se cocinaba.
Respiró dos veces antes de servir una generosa porción en cada plato. Pero...
¿Debía llevarlo de inmediato o sólo esperar a su llamado? No... Tal vez sería
buena idea preguntar primero.
—Adelante.
Lo primero que sus ojos vieron fue a Jeon, quien se veía bastante serio e
imperturbable. Lucía enojado. Luego su visión se enfocó en otro hombre
bastante parecido a Jeon, quien lo miraba con una sonrisa presumida.
— ¿Quién es éste? —Dijo el desconocido.
Fue a por los platos y se sintió mareado. Fue intenso tener a dos hombres
realmente intimidantes mirándolo a él solo con tanta... ¿atención? Ellos eran
parecidos físicamente, no en demasía, sino que, compartían algunos rasgos.
Quizás eran parientes, eso era lo más probable.
Entró al comedor, sosteniendo —a duras penas— una bandeja grande con los
platos y cubiertos y vasos. Los dos hombres lo miraron nuevamente, atentos a
cada movimiento, mas sin ofrecerle su ayuda en algo.
¿Faltaba algo?
¿Qué?
—Retírate.
—Mingyu hyung.
Genial.
—Disfruten su almuerzo.
Hubo un poco de lástima hacia sí mismo por ser tan tonto. Porque no había
otra explicación posible. A menos que...
Estaba tan perdido en algún pensamiento vacío que ni siquiera fue consciente
de la otra presencia tras él.
Abrió sus ojos de golpe y apretó sus labios en una línea fina, conteniendo la
respiración.
Se dejó llevar por una sensación nueva que jamás antes había sentido,
notando que así de ensordecedor era el deseo que había estado reprimiendo.
Quería que Jeon hiciera algo, que lo tocara, que aliviara el dolor.
— ¡Ahh!
Y cuando se encontró queriendo por más fue cuando decidió que debía irse.
[...]
¿O sí?
Dio una vuelta por la cama, destapándose de las frazadas. Recordar aquello
sólo le traía más calor. La experiencia fue rara y fuera de lo común para lo
que él esperaría que le excitara. Pero lo hizo. Y mucho. Y casi se había
dejado llevar por ello, lo cual no era una buena señal, evidentemente.
Y quería más.
Necesitaba saber qué era eso y por qué se sintió tan bien.
Estos días estaré dando algunas pruebas y decidí actualizar para luego
retomar (?
En fin...
Ustedes son personas marvillosas y una existencia muy presiada para mí.
Les quiero
En algún momento, quiso creer que eran a causa del estrés, teniendo en
cuenta el cambio de ciudad, la mudanza, el trabajo y los estudios, eso era
difícil de afrontar asumiendo la soledad y la nueva independencia por
completo. Pero, a medida que el tiempo transcurría y llamaba a su hermano,
notó que algo andaba mal; se oía apagado y triste. Y ni hablar de cuando lo
vio en persona tras de varios meses. El cambio había sido algo sorprendente a
decir verdad.
Taehyung solía ser una bolita de energía alrededor de todo el mundo. Era un
muchacho adorable, energético y muy de piel. Y no es que ya no lo siguiera
siendo, pero... Algo había cambiado.
Sabía que todo esto podría relacionarse con su padre también, ya que éste fue
el culpable de bastantes actitudes que Taehyung debió reprimir por su causa.
La opinión de padre Kim siempre fue un hecho en la familia, no podían dudar
ni podían alzar la voz ante él. Y eso había sido un detonante a la repentina
triste lejanía que se había creado como un muro entre ellos.
Relamió sus labios, decidiendo alejar el desagradable tema y hacer algo por
relajarlo.
—Cociné lasaña sólo porque querías comer algo italiano, pero no has tocado
tu comida, Taehyung-ssi —Dijo, llevándose el vaso con jugo de naranja a los
labios. Bebió un sorbo sin perderse ni un segundo de la sonrisa forzada de su
hermano.
—Lo siento, Jinnie hyung —Movió el tenedor entre sus dedos y se llevó un
pequeño trozo a la boca, suspirando luego y sonriéndole, por fin,
abiertamente. Eso es lo que quería ver—. Está muy delicioso...
Aún recordaba ese día. Estaba de vacaciones y había vuelto a Daegu a visitar
y pasar el verano bajo los árboles frutales del campo. Todo parecía estar bien.
Y en un abrir y cerrar de ojos, todo había dado un giro penosamente
inesperado. Fue algo horrible de presenciar.
Miró por el rabillo del ojo las clavículas marcadas, la piel acanelada
palideciendo. La camiseta blanca que Taehyung llevaba puesta exponía su
reciente delgadez. Y a Taehyung le gustaba vestir ropa holgada, pero ahora se
veía increíblemente pequeñito dentro de sus ropas que suponían incluso ser
de su talla. Su mirada médica le hizo analizar con cuidado. Probablemente
tenía anemia debido a la mala alimentación, el esfuerzo físico que conllevaba
trabajar y estudiar, y el indudable cansancio psicológico y emocional.
—No tengo dinero suficiente para permitirme cosas así, hyung. De hecho,
debo privarme de varias cosas si quiero llegar correctamente al mes. Además,
he decidido comenzar a ahorrar para poder tomarme un descanso durante las
próximas vacaciones.
Oh.
Una vez ambos terminaron la cena, retiró los platos y dejó para después el
lavado de los utensilios.
—Quiero ver una película. Y no quiero estar solo —habló, sosteniendo una
manta entre sus manos cálidas.
— ¿Me estás pidiendo que me quede, hyung? Mañana tengo clases y no traje
nada a parte de mi mochila —hace una mueca, irguiéndose en el sillón
acolchado. Fuera estaba lloviznando.
—No dejaré que te vayas con este clima, tonto. Te puedo pasar algo mío.
—Bien. Bien. Pero no quiero ver algo de terror, tú no querrás ver caricaturas
para equilibrar mi miedo y poder conciliar el sueño.
—Bien. Lo que sea. ¿No le temes a los vampiros? Quiero ver crepúsculo.
Había quedado con Baekhyun para estudiar un poco sobre literatura inglesa
y, por suerte, no había sacado la carpeta con sus resúmenes y esquemas de la
mochila. Podrían estudiar sin ningún problema y podría explicarle cualquier
punto a su amigo sin complicaciones.
Hoy no tenía ninguna clase con Jeon y ese pensamiento le hizo sentirse
extraño después del acontecimiento en la cocina. Y seguía sintiendo una
curiosidad muy inusual y, vergonzosamente, se había encontrado a sí mismo
masturbándose con aquel fantasioso encuentro. Necesitaba descubrir qué era.
Obviamente sabía que era excitación o una inconveniente tensión sexual.
Pero había algo más.
Y no quería pensar que le atraían ese tipo de cosas, ese tipo de hombres;
obsesivamente controladores, antipáticos y desagradablemente crueles. Pero
al parecer, lo hacía; le atraía en demasía esa actitud jodida y no podía explicar
por qué sin siquiera él saber bien el motivo.
Carajo.
Él le había hecho una mamada a su profesor, él había sido azotado por éste. Y
la reacción de su cuerpo estaba en un plano diferente al de su mente. Y eso
jugaba con su cordura, haciéndole sentir asqueado por tener aquellas erróneas
ideas en su cabeza sobre lo que quería que Jeon le hiciera. Pues no era un
estúpido tampoco. El deseo era mutuo, a pesar de que no se agradaran. Jeon
lo deseaba. Lo había visto mientras hacían contacto visual durante la felación,
y luego de que él escapara rápidamente de su casa en busca de aire fresco,
rogando por disipar el calor exasperante de su piel tras la tentadora cercanía.
—Por favor dime que recién has llegado... —Habló el mayor, entregándole
un vaso y sentándose frente suyo. Las fotocopias descansaron sobre la
superficie de madera al igual que un bolso negro con, seguramente, una
portátil.
—Uhm, creo que no... Está buscando un trabajo en una cafetería cerca, así
que dijo que lo encontraríamos en la tarde, o en la última clase.
Taehyung tosió.
Joder.
—Ah... —rió con torpeza, avergonzándose—, es que... Yo sólo le hablé y
como que...
— ¿Cómo, qué...?
—Él dijo que sería la primera y la última vez, y me hizo prometer que tendría
que dar todo de mí en su asignatura —mintió, llevándose nuevamente el vaso
con café a los labios. Odiaba mentir, pero era más fácil decir eso a "le hice
una felación a nuestro profesor idiota".
—Sorprendente...
Tal vez comenzaba a querer experimentar un poco más, y tal vez deseaba que
Jeon pusiera sus manos en él nuevamente.
Suspiró con cansancio, fregándose el rostro mientras sus ojos seguían fijos en
la ventana que daba hacia la calle. Oía los pasos ligeros de su asistente
moviéndose por la planta baja, la voz de su hermano resonando con carisma
desde algún lugar.
Sin embargo, no se desesperaría por algo así. Ellos tendrían que hablar en
algún momento, tendrían que aclarar qué era lo que estaba ocurriendo sin
importar lo obvia que fuese la respuesta. Porque jamás haría algo en contra la
voluntad de alguien, y tenía que haber consentimiento previo antes de poner
en marcha su plan para acabar con la abrumadora tensión sexual. Sabía que,
aunque su asistente lo negase y escapase cada que tenía oportunidad, lo
deseaba.
¿Qué es lo peor que podría pasar? No está muy seguro de ello, pero lo que
sabe con certeza es que, sería un rechazo muy poco probable. Y aseguraría
decir que sería sexo solamente, no habría nada más. A menos que... Si
Taehyung aceptaba ser su sumiso, las cosas serían diferentes; la conexión
entre ellos se afianzaría inevitablemente. Y no estaba seguro de querer
aquello, precisamente.
Pero...
—Joder...
—No.
—Yo no estoy...
—No me mientas.
—Tenemos que hablar sobre algo —Murmura. Sus manos rodean la cintura
del muchacho con una intención clara, amoldándolo con suavidad contra su
torso. Se siente inexplicablemente bien la cercanía, y quiere más—, ¿no lo
crees?
E incluso ahora... Puede ver aquel brillo aparecer con algo de temor y lujuria.
—Porque me gustas.
Chocó sus labios contra los de Taehyung, sus dientes tirando de su labio
inferior, mordiéndolo para luego dejar que su lengua recorriera la boca ajena,
adentrándose sin mucha resistencia. Por fin, pensó, antes de que su lengua se
enredara con la de Taehyung, succionando con lascividad para aumentar la
sensación placentera que se expandía como un cosquilleo por su cuerpo ante
aquel beso.
Tiró una última vez de su labio, deslizando uno de sus dedos desde su
mandíbula hasta el mentón, subiendo a su labio inferior.
—Yo... Es...
Dios...
Estaba aterrado.
[...]
—¿Número y piso?
Faltaba sólo una calle para llegar a aquel edificio que seguramente estaría
muy bien acomodado. Los apartamentos ubicados en la zona central de Seúl
eran los más bonitos y agradables, pero su precio era demasiado elevado. Sin
embargo, si tenías los medios, podías permitírtelo sin preocupaciones.
Una vez estuvo frente al gigante de cemento grisáceo, entró, sin importar las
despectivas miradas ante su apariencia.
El hombre que reconoció como Yongsu por la placa en su bléiser, rodó los
ojos y tomó el teléfono en su costado para confirmar. Una vez tuvo la
respuesta que quería, le señaló el sector de ascensores.
—Gracias.
Quiso reírse por la cara de póquer del tal Yongsu. Jodido imbécil, pensó,
igual que todos.
Pensé que sería muy rápido pero ya era hora, después de todo...
Así que, decidido a hablar tal y como Jeon quería, esperaría hasta el final de
jornada para dirigirse hasta su oficina.
El tema era que, las primeras horas de clases pasaron tortuosamente lentas y
los nervios aumentaban en demasía por vez que las horas avanzaban. ¿Qué le
diría? ¿Cómo se lo diría? Estaba más que seguro de que no era tan fácil
decírselo sin sentirse avergonzado de sus propios deseos, y probablemente su
profesor se burlaría de él como casi siempre lo hacía cuando era un torpe
desastre. Baekhyun seguía preguntándole acerca de su comportamiento,
diciéndole que estaba algo así como en "otro lado". Y no era para menos; su
cabeza seguía dándole vueltas al tema, qué ocurriría luego.
— ¿Por qué miras tanto al reloj entonces? ¿Debes volver temprano a casa, o
al trabajo? Puedo llevarte en mi motocicleta —Yoongi se acerca un poco
más, sonriéndole con esa característica amabilidad suya.
—No, hyung. No te preocupes, no creo que eso sea necesario. Yo... sólo debo
resolver un asunto...
— ¿Qué es?
Desvío la mirada, sus ojos siguieron el camino de una de las gotas que
resbalaba por la ventana a su lado. —No es nada.
—Tiene que ser algo importante para que estés tan fuera de ti, ¿no? Hemos
estado hablando durante todo el receso e incluso durante las clases y no
estabas prestando atención a nada.
—No es nada tan importante, hyung. En serio. Sólo es que, no me siento del
todo bien. Creo que cogí un resfriado o algo... —mintió, tratado de esbozar
una sonrisa para finalmente desviar el tema—. Mañana podríamos beber un
café en la biblioteca mientras estudiamos sobre nuestra presentación oral,
¿no les gustaría eso?
Se ríen un poco y el tema por fin pasa desapercibido entre charlas sobre
estudios y exámenes. Pero, para Taehyung.... Él siente náuseas debido a la
anticipación; falta sólo una última clase.
La profesora habla y habla y él puede sólo mirarla sin procesar nada de lo que
explica, y de pronto suena el timbre, avisando el fin de la jornada.
Eso es...
Cada paso que da se siente como una advertencia incesante de lo que está a
punto de hacer, lo que podría estar a punto de ocurrir. No está seguro de
nada, hay muchas posibilidades. Tal vez no resulte como lo esperaba, o tal
vez sí sea lo que espera. Pero sólo será cosa de sólo una vez, ¿cierto? Por lo
que puede permitirse experimentar un poco...
Pasado.
Olvídalo.
Olvídalo.
Sólo él y yo...
[...]
—Tenemos que hablar —Eso es lo primer que dice, con las mejillas
ruborizadas y estrujando sus manos notablemente nervioso—. ¿Podemos
ahora?
—Sí. Hablemos.
—Déjame besarte —Dice sin rodeos, metiendo una de sus manos al bolsillo
de su pantalón; con la otra mano acaricia la mejilla ajena, la piel suave y
tersa, caliente bajo su toque. La mirada avergonzada y coqueta que le dedica
Taehyung le hace sentir tenso y caliente—, déjame besarte.
Quería transmitirle esa sensación intensa, que supiera que el alivio que tanto
anhelaban sólo él podía dárselo.
Taehyung gimió contra su boca, sabiendo que tras aquel arranque había un
motivo. Sin embargo, extendió su cuello cuando su profesor lamió y besó,
tratando de embestirlo sobre la ropa, queriendo por más. Y su respiración se
reducía en débiles jadeos y gemidos agudos, el calor lo recorrió, erizándole la
piel.
—Quiero follarte...
Mierda.
Entonces ese era uno de los motivos por los cual Taehyung era tan sensible a
su toque, a sus miradas y... Por eso había estado tan preocupado de hacerlo
bien cuando le hizo una mamada; su primera polla. Joder. Esto era halagador
para él. Y, justo ahora, Jungkook quiere ser el primero en tomarlo también.
Pero, no sabe si eso es lo que Taehyung quiere.
Taehyung suspira y se vuelve dócil ante Jungkook, una reacción que a éste le
fascina.
— ¿Y cómo lo harás?
— ¿Sí?
Jungkook no supo cómo decirle que tenía el egoísta deseo de ser el dueño de
todas sus primeras experiencias. Y no lo hizo, en cambio le dijo:
—Sí, ma... Papá tiene razón —suspira—, no tienes porqué preocuparte tanto.
Estoy bien...
¿Por qué su papá tenía que seguir siendo tan hostil con él?
Sin embargo, cuando están a solas, todo indicio de dudas se esfuma y sólo
queda un rastro desvanecido de todo ello. Siente como si su cuerpo hubiese
despertado —por fin— después de tanto tiempo estar reprimido por el miedo
y la inhibición. Y entonces, su sangre hierve con el deseo de más contacto,
con las ganas de querer sentir lo incorrecto que es, de disfrutar la forma en la
cual otro hombre lo seduce.
No obstante, si llega a pasar algo más que un manoseo entre ellos, tendrían
que asegurarse de que nadie más lo sepa. Aunque el único que sería muy
perjudicado sería Jeon, ya que un profesor no debe relacionarse con alumno;
supuestamente.
—Bien, vamos...
—Joder...
Taehyung rió, dejando car su mentón al colchón por vez que acercaba la
pantalla del móvil de forma exagerada a sus ojos. Entonces tuvo una
maravillosa idea.
A veces se sentía demasiado fuera de lugar junto a Jeon, porque éste era
siempre tan impecable, atractivo y ¿limpio? Pero también muy mandón y
arrogante, eso le hacía sentir raro. Él no era nada de eso, más bien se sentía
como un niñato desordenado y pegote de dulces. Pero, le gustaba. Eran
demasiado opuestos, y Jeon olía demasiado bien, tanto que a veces quería
saborearlo.
Mingyu abrió sus ojos sorprendido y luego comenzó a reír como si le hiciera
mucha gracia lo que acababa de decirle, esto le sacó un poco de quicio. Le
gusta Taehyung, y no quiere ser tan obvio con ello porque no es la gran cosa,
¿cierto? Es sólo una atracción inconveniente, nada más. No debería darle
tanta importancia.
— ¿Se puede saber por qué demonios estás tan a la defensiva? Sólo fue una
pregunta, Jungkook-ah.
Ahora tenía en cuenta que debía ser más cuidadoso, no quería que alguien se
enterara y lo arruinara todo.
Para evitar la sonrisa que le amenaza con dibujarse en sus labios, se vuelve a
llevar la taza a los labios.
«Mi boca no quiere sólo hablarte, hay cosas más interesantes que podemos
probar con ella»
jeje
—Entra.
Una vez estuvieron dentro del despacho, giró el picaporte, cerrando la puerta
tras ellos. Por si es que mi hermanito decide meter sus narices donde no
debe, pensó, guiando a Taehyung a una silla junto a la suya.
—Sí, Señor.
—Ya estamos casi listos —habló, soltando el lápiz que cayó sobre una hoja
blanca llena de letras, de caligrafía compleja.
—Eso es bueno —le oyó reír—, espero haber aprendido realmente. En serio
quiero mejorar en su asignatura.
—Para mí lo es, pero supongo que puede ser fácil para alguien más...
—Sólo debes esforzarte, ponerle empeño.
—Hmm.
Un suspiro.
Jungkook lamió su boca, succionando sus dulces belfos con una risa
sardónica. Taehyung abrió la boca para suspirar y Jungkook chupó su lengua,
queriendo más. Siempre quería más.
—Ouhnm...
—Sé que esto se siente bien... Aunque pienses que soy Dios, preferiría que
me llamaras de otra forma...
—Yo... Me voy a... ¡Oh Dios, sí! Ahh, hah, haaa, ohm...
Jungkook gruñó.
—Por favor...
Jungkook dejó que Taehyung jugara con sus dedos, delineándolo. Se correría
muy pronto, todo era simplemente demasiado.
Sintió cómo el aire se estancaba en sus pulmones cuando le miró por entre
sus pestañas, todo coqueto.
—Joder —Agarró los rizos de Taehyung entre sus dedos, fijando él un ritmo,
escuchando arcadas pero sintiendo la garganta cerrarse alrededor de su
miembro—, necesitas hacerlo mejor.
—Mmgmggmg...
—Joder...
Y le folló la boca.
—Trágalo —ordenó.
—Toma, límpiate; eso será pegajoso e incómodo —le entregó una toallita
húmeda.
—Gracias...
— ¡Jungkook-ah! ¿Por qué has cerrado la puerta? ¿Qué haces allí dentro?
¿Dónde está Taehyung? Tengo hambre, y han llegado algunos amigos a
cenar...
—Joder.
☁
Taehyung se sentía un poco confundido mientras Jeon conducía hacia su
calle. Era la primera vez que se había ofrecido a llevarlo a casa debido a la
"hora". Antes nunca lo había hecho y pensaba que tal vez fue lo que había
ocurrido entre ellos hace tan sólo unas horas atrás, pero no estaba seguro.
Aún se sentía cohibido y extraño. Había sido mejor de lo que había esperado
y tan sólo había sido una masturbación y unos tontos besos. Pero, había sido
increíblemente sorprendente compartir algo tan íntimo con alguien más. Y
quizás, fue la madurez de Jeon lo que le hizo sentirse tan seguro entre el
placer que comenzaba a experimentar. Eso le enloqueció y se había
encontrado queriendo dejarse llevar por sus caricias, lo cual ahora sabía era
muy arriesgado.
De todas formas, Jeon quería hablarle sobre algo y no había podido debido a
la interrupción —los invitados— de Mingyu, su hermano.
—No le diré a nadie —dijo rápidamente, haciéndole reír por alguna extraña
razón. Su risa removió algo extraño en sus sentidos.
—Oh... Lo siento.
¿Qué?
— ¿Qué?
Oh.
Eso era bueno, de hecho. Él también quería experimentar esas sensaciones
que callaban sus dolorosos pensamientos, así que sería justo.
Lo suficientemente justo.
No lo quiero a él.
—Bien. Pero no seré su puta personal, Señor Jeon. Si le permito que me bese
y si le he permitido tocarme anteriormente, e incluso cuando se la chupe...
Todo eso lo hice porque quise, no porque esperaba algo a cambio de usted.
Hubo silencio.
— ¿Así cómo?
—Bien entonces.
—Está bien. No sé cómo funciona esto, es todo muy nuevo para mí... Pero
quiero hacerlo, es... ¿emocionante, excitante?
Jungkook gruñó y lo jaló del brazo para darle otro beso. Sólo era un juego de
labios ambicioso. Era un beso flojo y lleno de adrenalina emocionante.
Estamos a punto de llegar al 1K, estoy muy feliz por eso. Muchas gracias
mis amores, les quiero
16
— ¿Ocurre algo?
—No.
Genial.
— ¿Disculpa?
—Trabajar.
Una respiración.
— ¿"Esta mierda"?
—A veces pienso que realmente no tienes idea de nada. Haces algo y luego...
Y luego sólo te arrepientes de ello. Entonces te entristeces y lo echas a perder
todo. Sigues teniendo a papá tan presente que...
—Eres igual a él —ladró Taehyung con sus ojos húmedos, llenos de lágrimas
—, eres tan egoísta como él, hyung. Un día me dices... Me dices que viva por
mí y hoy me dices que no haga mierdas de las cual me voy a arrepentir luego.
—No es lo que...
— ¿Cuál es tu maldito problema con eso? Si me enredo con alguien o no, soy
lo suficientemente mayor como para hacerme responsable sobre lo que hago.
Joder.
—Escucha...
—No me llames luego, no creo querer hablar contigo hasta que mi mente no
se despeje de esta mierda.
Y dicho aquello se fue, dejándolo solo y con algunas miradas curiosas de las
que no se percató antes.
Los ojos le escocían mientras caminaba por la acera en dirección hacia algún
lugar, su vista desenfocándose por cada paso que avanzaba. No quería seguir
llorando por lo mismo, pero le resultaba demasiado difícil no hacerlo cuando
sus cercanos le hacían sentir como un extraño espécimen.
Por lo mismo, empieza a querer refregarles en la cara que puede dejarse tocar
por otro hombre, que puede disfrutar estando de rodillas por otro hombre y
que puede dejarse besar por él.
Quiere refregarles en la cara a todos que él puede hacer toda esa "mierda
insensata" sin que ellos sepan; sin que nadie pueda detenerlo.
Así que, sin importarle nada más, seca sus mejillas húmedas y sigue su
camino, sabiendo que ha llegado su hora de liberarse del dolor y reemplazarlo
por algo más.
Va a demostrarle a su familia que puede hacer esa "mierda insensata" sin que
ellos siquiera lo sepan, Va a demostrarles que puede enamorar a un hombre y
que lo puede volver tan loco y "enfermo" como él lo está. Joder que sí lo
hará, y ellos no lo sabrán. Pero, cuando llegue el momento se los refregara en
la cara porque ellos no saben lo miserable que se ha sentido por su causa.
Mami, perdóname.
Ping.
¿Pacto?
«Sí»
—Condiciones. Lo normal entre dos personas que han decidido satisfacer sus
necesidades primitivas... Como tú y yo, ¿no? —Ríe ronco—. Quiero decir,
esto deberíamos decidirlo ambos, en persona, ¿no crees?
—De hecho, sí... ¿Hay algo que debería saber de usted antes de aceptar
completamente hacer esto?
— ¿Qué es?
—Me gustaría dominarte. Soy yo quien manda una vez estemos juntos.
Hubo silencio.
El aire se atascó en sus pulmones. Él sabía sobre eso. BDSM. Sabía de lo que
trataba, y jamás se le cruzó por la mente el querer experimentar con ello —
tampoco es como si antes hubiese tenido a alguien para pensar sobre eso—.
Y dicho aquello, sin siquiera esperar una respuesta, colgó. Porque tenía
mucho en lo cual pensar e investigar.
[...]
Relájate.
☁
Me da un poquito de risa pq sé que hay quienes creen que Jungkook
hará que Taecito bebé salga dañado de esto, jeje...
Por su parte, él ya tenía planes para esa semana. Probablemente, vería alguna
serie, cocinaría un pudin dulce o algún pastel, y también compraría algunos
pequeños obsequios para darle a sus cercanos; tenía en sus ahorros algo de
dinero disponible para la ocasión.
—Ya tengo planes para ese día... —Mintió. Era una mentira piadosa porque
no podía decirles que iría por ahí a buscar algo que darles como obsequio.
Esperaba no lo notaran.
—Oh, ¿iras con Seok Jinnie hyung? —Baekhyun le miraba fijamente, como
si tratara de averiguar la verdad en sus ojos mientras se llenaba la boca con
una cucharada de arroz y kimchi. Eso le puso un poco nervioso.
—Eh, s-sí. Por supuesto... —mintió nuevamente porque, en realidad, no había
hablado sobre eso con su hermano y, además, estaba aún dolido con él por la
discusión que habían tenido hace un par de días. Volver a recordar aquello le
hizo decaer un poco. No obstante, no era ni el momento ni el lugar para
decaerse; trató de sonreír—. Supongo que ustedes sí van a asistir, ¿no? Creo
que oí que Yoongi hyung juega básquetbol, ¿te apuntaras al equipo?
Así que, lavó sus dientes con calma, ya que, eso extrañamente lo relajaba
antes de los exámenes, y luego fue hacia el salón. Sus compañeros estaban
organizándose con enumeración de temas grupales. Era el primero.
Suspiró.
Revisó una y otra vez las carpetas con información de ayuda y respuestas a
preguntas que, probablemente, serían más complicadas de responder porque,
obviamente, había que elaborar una respuesta eficiente y completa.
Poco a poco se sentía exasperar, cada vez más ansioso; los nudos de estrés
enredándose y apretando en su estómago.
—El grupo del Señor Kim —Fue lo primero que dijo la profesora, una
sonrisa de altanería apareciendo en sus labios al ver los rostros afligidos de
sus alumnos—, adelante.
Tembló.
— ¿Listos?
—Sí.
Alguien rió, una carcajada de risa llena de burla. La profesora arqueó una de
sus cejas, irguiéndose en su silla con un rostro perplejo, mientras sus labios se
movían hablando algo. Sintió miedo; un pitido por dentro de sus oídos, no
podía escuchar bien lo que sucedía a su alrededor.
Su boca se diluyó y pensó que vomitaría cuando al fin logró escuchar con
claridad, todo el ruido acoplándose en sus oídos.
—Yo... N-no...
Hubo silencio.
—Bien. Retírate.
[...]
Caminó por el pasillo lo más rápido que su estado le permitía, no sabía bien
qué estaba haciendo, pero necesitaba estar en un lugar tranquilo, necesitaba
respirar.
Subió las escaleras del último departamento que atravesaba el campus,
dejando atrás todo el bullicio. Se sentía tan mal, tan estúpido e inútil. La
profesora sólo le había ignorado, diciéndole que si no se sentía bien que se
retirara y que dejara de desperdiciar el tiempo de ambos. Y él se sintió
rodeado de monstruos sin corazón, ¿acaso no podían comportarse como
humanos y ser empáticos?
Aparentemente, nadie se interesaba por el dolor del otro y sólo dejaban pasar
cualquier asunto que no les fuera relevante en sus vidas. Egoístas. Y eso fue
notable cuando nadie hizo absolutamente nada y siguieron con la clase
normalmente, como si no hubiese ocurrido nada; y él estaba colapsando justo
ahí, frente a todos. Eso fue lo peor.
¿Qué...?
Los sollozos e hipidos eran más fuertes, pero fueron cesando con el paso de
los minutos.
Jeon respiraba calmo, los latidos de su corazón golpeaban contra los suyos
propios, logrando sincronizar su nivel cardíaco y regulando también su
respiración, lo cual le sorprendió un poco. Pero no dijo nada al respecto de lo
cálido que era, lo bien que olía, la forma en la cual su cuerpo quería seguir así
por más rato del que realmente deberían; el cuerpo grande lo cubría tan bien
que era como si fuesen una pieza.
—Ven, pasemos dentro. No es seguro que nos vean así afuera de mi oficina
—Jeon lo llevó hacia dentro y no se pudo despegar de él, no quería—.
Taehyung —le llamó—, estarás bien, sólo respira...
— ¿Qué ocurrió?
—Hoy era una de mis presentaciones más importantes, yo... Yo tenía que
hacerlo, quería hacerlo perfecto, ¿sabes? Yo practiqué mucho, formé la
presentación solo, distribuí la información y la clasifique... Hice casi todo,
pero... —inhaló, desviando la mirada con vergüenza y decepción—. Yo no
me sentí bien y supongo que los nervios me jugaron en contra y eso hizo que
yo... Yo lo olvidé.
— ¿Sólo eso?
—Sí, y lo agradezco mucho. Pero, ella... Ella no... —un puchero marcó sus
labios, amenazante; su garganta cerrándose nuevamente—. Y... Y ahora debo
volver y no quiero, siento que me derrumbaré y...
—La clase que sigue es mi clase.
Jeon negó, robándole un beso dulce, muy dulce —para Taehyung—. Era un
juego de labios sin llegar a profundizar, mas siendo lo suficientemente
extasiante como para querer profundizarlo.
—No tienes que asistir esta clase, mañana nos ponemos al día...
—Pero...
—Estas clases sólo serán una introducción a la nueva unidad, casi en todas
las materias será de esa forma, ya que vienen las vacaciones navideñas. No es
tan relevante, pero... Vas a estudiarlo todo luego... —interrumpió Jeon, sin
dejar de mirar sus labios y acariciándolos con su dedo pulgar. Taehyung
asintió lentamente, lamiendo el dedo de Jeon, quien empujó dentro de su
boca y Taehyung chupó—. Joder...
—Hay algunas cosas que quiero mostrarte y... —su mano se interiorizó entre
los muslos de Taehyung, desvergonzado, pellizcando un poquito—, quiero
hacer tantas cosas contigo...
—Lo siento...
—No importa.
—Bien. Gracias...
Tengo una teoría con respecto a eso, de hecho. Yo creo que era la
habitación de Jungkook por el parlante y la habitación blanca. Además
creo que estaban juntos porque alguien grababa y alguien estaba
cantando (además de tae), y la otra personita que cantaba
cofcofjungkookcofcof tenía una voz un poco más aguda al hacer aquellas
notas.
No sé.
El taekook es real.
Les quiero un montón. Y sólo decirles que me alegran el día con sus
comentarios tan bonitos y mensajitos, el apoyo... Todo. Su existencia
alegra mi existencia. Muchas gracias por todo, en serio:(❤
Cuídense mucho~
18
Nunca fue un monstruo insensible tampoco. Con sus parejas sexuales era lo
suficientemente agradable como para permitir ciertos acercamientos después
del sexo, mas nunca fue mimoso con ellos.
No obstante, había notado que Taehyung era diferente, más receptivo, más
sensible. Y por eso, realmente quería dejarle en claro que no le haría daño a
propósito y que sólo le quería hacer disfrutar de nuevas experiencias, y que
también era capaz de consolarlo y hacerse cargo de él emocionalmente.
Porque no era un tonto y sí se había dado cuenta de que Taehyung tenía
muchos pensamientos que lo saturaban y que, aparentemente, le hacían
colapsar; lo vio cuando llegó a su oficina llorando, casi sofocado.
¿Qué sería?
—Claro que me importa, idiota. El tema es que mi sueño sigue afectado por
el jet lag, y para cuando me despierto tú ya no estás. Además, son mis
merecidas vacaciones...
—Mingyu.
—No, Jungkook. Escúchame. Quiero hacer mi vida también, al igual que tú.
Dirigir una empresa no es tan fácil, imagínate tener dos mandos. No seas
egoísta, hermano. Y, si no quieres hacerte cargo de la editorial, véndela. Esa
es una solución. Pero, tendrás que volver a casa quieras o no.
—Lo sé...
El timbre sonó y Mingyu sonrió, dejando de lado el bol que había estado
sosteniendo en sus manos, yendo rápidamente hacia la puerta.
— ¡Genial!
No quería ser curioso, pero al oír las risas, se inclinó un poco y observó
dentro del bol. Era un revoltijo de calorías. ¿Quién demonios comía yogurt,
cereal, plátano, manjar y fresas para el desayuno? Hizo una cara, tomando su
taza con café americano y bebiendo un sorbo.
—Eres increíble. Ya desearía cocinar tan bien como tú. Gracias a Dios sólo
me quedo una semana más, sino saldría rodando de esta casa. Espero no
molestarte demasiado, es sólo que es delicioso.
—Tu palabra segura será "rojo", ¿entendido? Esa palabra tiene el poder de
detener cualquier cosa que necesites que se detenga.
—Entendido...
—Si es demasiado para ti, me dices y paramos. Jamás te obligaré a hacer algo
que tú no quieras. Esto debe ser mutuo, sea como sea. Tú te entregas a mí, y
yo te entrego placer. Aunque, casi siempre prefiero follar. Duro.
—Sí.
Dios Santo.
Silbó.
—Joder...
No evitó no acariciar la piel de sus nalgas, tan sedosa y tersa. Pero es que,
Taehyung tenía un culo gordo, esponjoso y, simplemente, precioso. Dios. Él
quería enterrar su cara allí.
Gruñó.
— ¡Ugh!
El sonidito agudo que emitió Taehyung sólo le estimuló aún más, haciéndole
estrellar su mano nuevamente contra la otra nalga. Viendo con extrema
atención la piel enrojecerse, la forma de su mano amoratándose.
Golpeó otra vez, y otra vez y otra vez, hasta sentir a Taehyung temblar y
removerse en su regazo.
—Mmhn...
—Uuh...
—Parece que aquí sí te gusta —se burló, riendo. Su mano libre presionaba
hacia abajo la angosta espalda de Taehyung—. ¿Te gusta cuando te toco
aquí? —Rió ronco, sintiendo a Taehyung moviéndose para hacer que su pene
se friccionara contra la tela de su pantalón—, ¿eso es un sí?
—Mhmmn...
Si lo veía dentro de la perspectiva del rol play, Taehyung era perfecto para
ser su chico. Era la definición de todo lo que querría y todo lo que le gustaría
en un buen bebé (baby boy*); con sus grandes ojitos de miel impresionables
y su boquita tan dulce, tan tierno y accesible... Quería tenderlo en la cama y
joderlo contra el colchón.
—Cállate —ordenó, golpeando una última vez. Le gustó ver cómo ese culito
rebotaba tras el impacto en sus nalgadas. Se sentía muy excitado—. Ven,
siéntate en mí. Quiero masturbarte.
— ¿Puedo? —murmuró.
—Hazlo.
—Sí... —Jungkook apretó las caderas ajenas, respirando pesado por vez que
Taehyung gemía, echando su cabeza hacia atrás. Supo que la dualidad del
chico era algo de lo cual sorprenderse; un momento era la cosita más dulce
del mundo y luego le provocaba el insano pensamiento de querer follarlo
contra la superficie más cercana.
A Jungkook siempre le había gustado tocar, pero con Taehyung se sentía casi
desesperante el deseo de hacerlo; necesitaba consumirlo, fundirse en él.
Quizá le gustaba más de lo que quería creer, pero no quería darle vueltas a
ese asunto. Porque no se sentía capaz de lidiar con ello. Así que, sólo se
dispuso estrujar sus nalgas, separándolas y dando algunas palmaditas.
¿Era posible que esos ruiditos sonaran tan eróticos en sus oídos?
Jungkook fingió una embestida, sin dejar de dirigir las caderas de Taehyung
sobre su miembro.
—Bien.
Hace bastante tiempo que Jungkook no disfrutaba del placer mutuo, así que
se dejó hacer ante esa nueva sensación melosa. Antes nunca se había sentido
cómodo con ello, ahora parecía que algún karma quería pegarle un puñetazo.
Y, por eso, nuevamente, confirmó que Taehyung le gustaba más de lo que
debería.
—Creo que escuchó, pero no dirá nada al respecto. Te lo prometo —le dijo,
masajeando sus rizos castaños. Le gustaba el cabello de Taehyung, sus ricitos
le hacían verse tan bonito.
Ricitos...
— ¿Estás bien?
—No...
—Soy el primero.
—Sí...
Jungkook besó su mejilla. —Te lo diré más seguido entonces. Lo hiciste muy
bien, cariño.
N/A: Tuve que editar cierto párrafo de este capítulo porque hay lectorxs
que no comprenden el rol play, y aparentemente no leyeron todas las
advertencias previas de la historia. Si no lo hicieron y llegaron hasta
aquí, háganlo. Porque evitaríamos muchos mal entendidos; la naturaleza
del rol play no va mucho más allá de un fetiche/kink.
32B.
¿O 22B?
—Algo así... Pero vamos al punto. ¿Por qué estás aquí? De hecho, ¿qué haces
acá? Tus bonitos zapatos de príncipe se van a ensuciar.
Yoongi se cruza de brazos, arqueando sus cejas con una expresión de «no me
sorprende». —Eso no es una excusa válida para mí, hyung.
Sus mejillas arden ante la respuesta mordaz que sólo sigue jugando con sus
palabras, un poco de su propia medicina. Y tal vez se lo merece. Quizá se le
subió la fiebre del dinero y el poder a la cabeza; fue arrogante.
Cierra sus ojos cuando siente manos ajenas acariciarle las mejillas,
delineándole la mandíbula y deslizándose por sus hombros hasta sus brazos.
Escalofríos le recorren y sólo quiere sentirse cálido.
[...]
Había otras opciones, sin embargo. Pero, siendo realistas, las más factibles
eran: conseguir ayuda o conseguir ayuda. Estaba, más o menos, acojonado.
Sus amigos eran inteligentes, mas no brillantes, simplemente se
complementaban el uno al otro. A veces, quedaban en alguna cafetería o en la
biblioteca, pero no eran lo suficientemente coordinados como para lograr el
objetivo principal que era estudiar. Llegaban dos, o llegaba uno. O
sencillamente no llegaba ninguno. Excusas como "me quedé dormido", "el
trabajo" o "que sea lo que Dios quiera" eran comunes entre ellos. De hecho,
estaba seguro de que podría contar con una mano las ocasiones en las que sus
juntas funcionaron bien, y le sobrarían dedos.
«¿Vienes luego?»
Inconscientemente, apretó sus labios para reprimir la sonrisilla que se le
quería escapar.
—Era mi jefe.
—Oh, no. No lo creo, hyung. Está helando y realmente no quiero asistir a mis
últimas clases... ¿Puedes venirte a mi apartamento luego? Podemos beber un
café e ir al centro comersial. Necesito comprar obsequios... —Taehyung
decía la verdad. Terminaría de almorzar e iría hacia Jeon, después directo a
su pequeño champiñón.
— ¡Sí, eso me gustaría mucho! Tampoco asistiré a mis clases, así que apenas
terminemos los lienzos iré por ti, ¿bien?
—Bien.
Dejémoslo ser.
Déjalo ser.
Olvídalo.
—No habías respondido a mi mensaje —Eso fue lo primero que Jeon le dijo,
medio sonriendo y medio aspirando. Una mirada intensa en sus ojos oscuros
mientras palmeaba su rodilla. Una orden implícita, como siempre.
—Lo sé...
Jeon rió, acunando su rostro sin dejar de mirarle directo a los ojos.
Touché.
Y dicho aquello una vez más, entre besos, terminaron sobre el sillón de la
oficina de Jeon.
Podía oír sus respiraciones entrecortadas, los chasquidos de sus lenguas y las
risitas tontas flotar en el aire junto a sus propios jadeos —pidiendo por más
—.
—Sí podemos...
—Carajo.
Le causaba gracia esto: saber que Jeon también lo quería tocar y besar. Era
gracioso. Porque uno de los profesores más estrictos se quería meter entre sus
pantalones.
Los minutos transcurrían lentos mientras esperaba. Una fina capa de lluvia
bañaba las calles, avisando una nevazón aproximarse. ¿Por eso es que
demora tanto? Se preguntó a sí mismo, tratando de no inquietarse en
demasía. Estaba preocupado porque ya era casi una hora de retraso. Pero, aún
era temprano.
Sólo son las 10am, se repitió a sí mismo, dando vueltas por la sala. Poco a
poco, la inquietud volviéndose una inevitable irritación. Podría haber recibido
un mensaje, pero su alumno no solía tomarse esas molestias con él. Eso le
molestó incluso más, ¿por qué? Quiso llamarlo, reclamarle una explicación.
Sin embargo, cuando lo hizo, era enviado al patético buzón de voz.
Y, sólo concluyó —una vez más— que odiaba las cobardías; odiaba esa
extraña sensación en su pecho, apretándose con una emoción que
últimamente estaba haciéndose muy espesa en su interior, casi nublándole los
sentidos y agudizándolos ante el sonido especifico de una voz en particular,
llenándolo de un deseo intenso al saborear una dulce boca y tocar unos
sedosos rizos. Podría ser un pecado pensar en la forma que llevaba
fantaseando vívidamente con la cantidad de barbaridades que quería hacerle a
su bonito niño. Porque sí. Se dio cuenta de la cantidad de tiempo que
desperdició siendo borde, creyendo que ese afán no era más que una tonta
atracción absurda; se había equivocado. Ahora sabía que, desde el principio,
desde la primera vez que le vio, fue un sórdido anhelo por poseerlo
completamente.
— ¡Ouch! ¿Qué pasa? —Le oyó refunfuñar tras su espalda, castañeando los
dientes por el frío que ya comenzaba a abandonar su cuerpo debido a la
calefacción de su hogar.
Taehyung vestía una gran chaqueta negra afelpada, unos pantalones color
caqui holgados y zapatillas de lona. Sus rizos caían alborotados por su frente
y sus mejillas habían tomado un tierno rubor rosa.
— ¿Entonces? Habla.
—Volví tarde a casa la noche anterior, y la batería de mi móvil se agotó
porque olvidé cargarlo; la alarma no sonó...
Vaya excusa, pensó, bufando. Tal vez era momento de oficializar y dejarse de
inútiles juegos que sólo los estancaría en los besitos y toquecitos. Jungkook
estaba hartándose de eso, siempre quería mucho más.
—Ese contrato dicta nuestra relación por siete meses, en los cuales serás
solamente mío —susurra justo en su oído, lamiendo el lóbulo—, en los cuales
yo seré tu dueño. ¿Qué te parece? Vivirás conmigo durante ese lapsus y yo
cubriré todos tus gastos, absolutamente todo.
—B-bien...
—Así es...
—Qué buen chico —le dijo, rozándole la mandíbula con sus nudillos—, qué
buen chico eres...
— ¿Vamos a ha-hacerlo?
—Estás muy cerradito para mí, ¿eh? —rió, bofeteando el interior de los
muslos de su niño, quien temblaba demasiado al ser tan expuesto—. ¿Estás
nervioso, pastelito?
—Sí...
—Podría tomarte justo aquí, ahora. Pero, eso sería muy incómodo para ti. Así
que sólo voy a prepararte, ¿bien?
—Mmmh...
—A-arde... Uuhmm...
—Tranquilo —con una fuerte nalgada, azotó su culo, viendo la mueca de
dolor en su dulce rostro mientras se mordía el labio—, quédate quieto.
—O-okay...
Movió sus dedos con rapidez, encontrando su próstata. Y fue alabado por
ello. Su niño comenzó a empujarse hacia atrás, encontrándose con su mano y
parte de su pelvis. En serio quería joderlo justo ahora. Así que, abrió su
portañuela, sacando su miembro y mojándolo de forma exagerada con
lubricante.
Quiso reír cuando quitó sus dedos, masajeando una última vez, recibiendo
protestas y quejas entre jadeos. Qué espectáculo, agradeció haberle
encargado a Mingyu realizar las compras de los víveres porque,
definitivamente, esto sería una escena muy evidente entre ambos.
— ¡Por favor! M-me duele... D-duele mucho... ¡Ah, haah, duele! ¡Para!
¡Sácalo, sácalo! Me haces daño, e-está doliendo... Por... favor...
—Vamos, ¿no querías tanto esto? —Dijo, jalando de sus cabellos rizados,
levantándolo hasta hacerlo chocar contra su pecho, abrazándolo por la cintura
sin dejar de sostenerlo. Lo follaría de cuclillas—. Bebé eres tan exquisito...
tan apretado...
— ¡Oh! Hmmnn... ¿Q-qué es eso? —logró formular, echando su cabeza hacia
atrás, apoyándose en su pectoral, exponiendo su cuello—. Está... A-ahí...
Jungkook apretó sus estrechas caderas, sin dejar de embestir, acariciando los
huesos que sobresalían allí, queriendo marcarlos también. —Eso, pastelito, es
tu próstata.
Hizo que la cabeza de su pene rozara el bulto una y otra vez, queriendo ir más
adentro.
— ¿Un poco? —enarcó su ceja, sobando la suave pancita del muchacho. Era
tan suave y caliente. Quería besarlo por completo.
—No, de hecho...
— ¿Estábamos solos?
No evitó no reír. —Sí. Mingyu hace las compras esta mañana, pero creo que
no tarda en llegar, ¿por qué?
N/A: para quienes lo han leído, este tipo de conductas como el abuso o
tener relaciones sexuales no consensuadas por parte de ambos, está
MAL. Es esto lo que no se debe normalizar ni romantizar, ¿entendido?
Espero que mis lectores tengan la madurez sufiente como para saber y
concientizar que esto no está bien, sentir atracción u amor por alguien no
nos puede obligar a hacer algo que no queremos o algo que nos está
haciendo daño.
Inhaló y exhaló, tratando de relajar sus músculos por vez que se hundía en el
asiento de copiloto. Su interior nuevamente se sentía ser atravesado por un
ardiente dolor, hirviendo amoratado. Nunca fue quejumbroso, pero ahora
estaba tentándose a chillar.
Le hubiese gustado tener una cita alguna vez. Con Bogum habían salido, pero
no lo suficiente como para tener una cita romántica, sin miedos de por medio.
Porque, con Bogum, siempre hubo un miedo persistente al «qué pasaría si
nos descubren» y nunca se sintió completamente bien porque siempre estaban
preocupados de ser lo suficientemente cuidadosos y discretos. Tan ingenuos.
Totalmente diferente a como es con Jeon; muy férvido y apasionado.
Se tendría que mudar, pero, ¿qué les diría a sus padres y a su hermano?
Muy imprevista mudanza. Pensó en los tres días que tenía para resolver todo
el asunto y el estrés amenazó con incrementar si seguía divagando.
Había notado que era del tipo muy mimón, ya que, tras la ducha que ambos
habían tomado, se había dejado hacer entre besos húmedos y caricias que le
hicieron suspirar más de una vez. De hecho, había estado casi todo el día
acurrucado a Jeon, abrazándose a él cual koala y acicalándose en su pecho
cual gatito en busca de lagotería. Se había sentido muy, demasiado bien.
Hubo silencio antes de que Jeon dijera: —Me miras como si quisieras que te
lo haga de nuevo.
— ¿Hablas en serio?
—Ouhnm... —inspiró.
[...]
Suspiró.
—Agotador —Una risa sin gracia a través de la línea—, muy agotador. Pero
gracias a Dios sí le agrado a mi jefe y me concederá la noche de navidad.
Podríamos cenar juntos... He querido hablar contigo, pero nunca estás
disponible, ¿eh?
—Sí. Tuve mis últimos exámenes y hubo problemas, estuve ocupado —dijo.
—No me ha llamado a mí tampoco, pensé que estaría ocupada con los chicos
y por eso lo dejé pasar, pero... La llamaré. —una oleada de preocupación
invadió sus sentidos, tenía un mal presentimiento.
—Oye...
— ¡Maaa! ¿Por qué no contestabas? ¿Por qué no has llamado? ¿Estás bien?
¿Qué tal las cosas en casa? Dime, ¿estás bien?
—Ay no... ¿Estás enfermita, mami? Debes cuidarte. Los chicos también
pueden madrugar, son chicos grandes —alega, enojándose un poco—. ¿Qué
edad tienen?, ¿diecisiete y dieciséis? Seokmin y Jun pueden hacerlo
perfectamente, pueden madrugar y ayudar con las cosechas. Además están de
vacaciones, no tienen excusa, ma...
Punzada de dolor en sus costillas, quería llorar. Su madre se oía tan agotada
que le rompía el corazón. Él quería ayudarla, y lo haría.
— ¿Cómo podría prometerte eso, cielo? —rió—. Haré lo posible por seguir
saludable.
—Sólo digo que... —relame sus labios, nervioso de dejar salir lo que está a
punto de decir—, estoy ganando m-más y ya no necesito que me envíen
dinero. A-además, Seok Jinnie ya trabaja, ya somos independientes.
— ¡Yeri, por qué hiciste eso! Vamos, pídele perdón a tu hermana. Ahora.
Kim Yeri. Ven acá ahora mismo.
— ¿Mamá?
Seok Jin y él eran una carga menos para sus padres al ambos ser adultos.
Pero, tenía cuatro hermanos más que estaban apenas empezando.
Era difícil.
Sin embargo, después de todo, al vivir con Jeon, podría depositar gran parte
de su sueldo a su cuenta de ahorros e ir ahorrando sin requerir ayuda de sus
padres. No se sentía cómodo con ello, pero no quería que su madre se
enfermara trabajando. Así que, intentaría ayudarla de la única forma que
podía.
Se viene lo weno...
:(
22
—No entiendo a las personas que prefieren beber el café cargado —Dice con
un falso bufido. Había decidido encontrarse con su hermano para almorzar y
hablar un poco. Pero, se sorprendió al volver a verlo.
—Eso lo sé.
Sin embargo, no había rastro de tensión u incomodidad, lo cual era una muy
buena señal.
—Tu cabello está creciendo, ¿cuándo fue la última vez que lo recortaste? —
Preguntó, doblando una de las servilletas bajo el plato. Todavía esperaban por
la comida.
—Creo que fue antes de llegar a Seúl... —Responde, volteándose hacia él con
una genuina risita mientras los niños corren hacia la mesa de sus padres.
Reconoce de inmediato la gran emoción que le envuelve tras ver a los
infantes, pues Taehyung siempre había sido muy bueno con los niños.
Respira profundamente.
No sabe qué más decir y eso le atonta en demasía. Piensa en cómo poder
comenzar, mas no encuentra las palabras adecuadas. No es tan fácil.
—Sí, lo hiciste, hyung; heriste mis sentimientos con un tema que es muy
sensible para mí. No pensé que harías eso y me molesté mucho contigo, es
por eso que había decidido no responder tus mensajes o atender a tus
llamadas. Lo lamento también...
—Sí.
—Lo sé...
—Sé que puedo hablar contigo, Tae. Pero, es difícil... —admitió, tratando de
enmascarar su tristeza porque sabía que no podría hacerlo sin desenmascarar
su hipocresía.
—La verdad es que sí. Este otro año debo exponer mi tesis y eso me pone
ansioso de tan sólo pensarlo... —castañea sus dientes debido al frío,
tamborileando en la mesa—. Sabes que soy demasiado susceptible con
respecto a mis emociones, y sabes que tampoco sé focalizar correctamente la
manera en la que me siento cuando estoy bajo presión en períodos de estrés
muy sofocantes.
—Lo sé. Aunque, no deberías preocuparte mucho sobre ello. Mientras más
relajado estés, la confianza que tendrás mejorara y todo saldrá perfecto.
Tengo fe en ti.
—Lo pensaré... ¿Por qué necesitas calmantes? Sabes que las pastillas
analgésicas no son para todo tipo de personas, Taehyungie. Tendrías que
hacerte un chequeo médico o visitarme en la consulta de urgencias.
— ¡Eres tan profesional, hyung! —dijo con sarcasmo para luego echarse a
reír ruidosamente, llamando la atención de algunas personas que estaban a su
alrededor. No entendió el punto de qué era lo gracioso—. Uf... Hum... Tuve
algunos problemas con una de mis presentaciones orales y eso causó que
reprobara esa materia.
—Oh...
Suspiró. —Ya te lo dije. Es una buena idea que afiches una consulta médica.
Vio a Taehyung levantar sus palillos con emoción mientras soplaba los fideos
calientes. Le causó un poco de gracia cuando empezó a sorber rápidamente.
Para él, aunque le costase admitirlo, Taehyung seguía siendo su hermanito.
—No deberías pensártelo tanto, Tae. Es sólo una materia. No quiero que te
enfermes por pensar y sentir tanto.
¿En que momento todo se había vuelto tan complicado? No lo sabía, pero
pronto se había encontrado a sí mismo viendo cómo todo se complicaba
ponzoñosamente en su entorno.
—Hay cosas que no se pueden evitar y hay cosas que sí. Pero, te dije que no
era necesario que siguieras batallando por esa beca... Puedes venirte a vivir
conmigo y podemos compartir algunos gastos hasta que te gradúes y
encuentres un trabajo estable. No es un gran problema...
—Mi jefe aumentó mi salario y... mi lugar estaba siendo demasiado pequeño.
— ¿Entonces?
— ¿Mudarte? ¿A dónde?
—Es eso sobre lo que quería hablar. Yo... Me mudaré con mi pareja.
Pareja...
Pareja...
¡Pareja!
Desde que tenía memoria, siempre odió las mentiras y ahora al saberse
mintiendo, sentía una combinación agria. Su sien palpitaba debido al dolor de
cabeza, su estado anímico empeorando con irritabilidad mientras se dirigía
hacia el salón de clases.
Hace poco (como algunxs ya saben) estuve pasando por un muy mal
momento emocional y para mí una buena forma de canalizar todo lo que
siento es escribiendo.
En fin... *sigh*
Sin embargo, nunca fue la oveja negra tampoco. En algún momento había
sido el favorito, candidato a ser el sucesor definitivo de todo el imperio Jeon;
calculador y sagaz, inspirando una dura aura de vigor y dominio. No
obstante, siempre odió someterse, y en un intento desesperado por seguir
luchando contra la autoridad de su padre, quiso controlarlo todo también, lo
cual prontamente se volvió una amarga e insensible rivalidad entre ellos. Su
padre había querido acabar con él de todas las formas posibles, sólo para
convertirlo en el continuador perfecto que todos querían que fuese. Pero, él
no lo había podido soportar y, a pesar de ello, no dio su brazo a torcer. Sin
importar las amenazas que recibió por su decisión, determinó vivir por su
propia cuenta, vivir su propia vida, importándole muy poco si era repudiado
por eso o si era el hazme reír por su "ingenuidad".
Había logrado sobrevivir bajo sus propias reglas por más de ocho años, y
podía seguir haciéndolo perfectamente de no ser por la insistencia de su
hermano mayor.
Después de todo, Mingyu había sido el único que le había tendido la mano
cuando más lo necesitó y, de cierta forma, se lo debía; por lealtad y por
respeto.
Si alguien le hubiese advertido que tendría que hacer esto, lo que tantas veces
se prometió no haría, para devolver el favor, se hubiese reído a carcajadas. Y,
ahora estaba haciéndose cargo de la editorial más exitosa del Reino Unido y
mudándola hasta Corea para manejarla desde cerca.
—Eres tan grotesco, Jungkookie... —hace una mueca, soltando una risa ácida
luego. Son tan diferentes y a la vez tan iguales, eso es en todo lo que piensa
—. Pero, incluso así, te aprecio, hermanito. Espero sepas dirigir tu nuevo
cargo y entiendas lo difícil que fue para mí hacerme cargo de tus
responsabilidades. Estoy orgulloso de que esta vez sí hayas optado por hacer
lo correcto y representarnos. Mamá... Ella estaría tan contenta de saber que su
adorado Jungkookie está siendo un hombre derecho y maduro, ¿no crees?
—Hyung.
—Cálmate, Jungkookie... Sólo digo que siempre has sido y serás el único e
incomparable Jungkookie... Te extrañaré tanto y... —se acercó lentamente a
su oído a punto de murmurarle lo que parecía ser un secreto—, extrañaré
comer el Jajangmyeon que prepara tu asistente —susurró con fingida
sorpresa para luego echarse a reír y mirar el sillón en su despacho con
venenosa complicidad; Mingyu ya lo había descubierto—. Debo decir que al
principio estaba un poco asombrado. Digo, cuando lo noté... Pensé que sólo
era una cosa mía, pero... ¡Joder! —Estalló en carcajadas, una mofa—. Eso
fue inesperado.
Su vena se hinchó.
—No. No voy a interferir esta vez. Puedes quedarte tranquilo por eso,
Jungkook. Pero, eres mi hermano y te conozco mejor que nadie.
—Claro que tengo idea —interrumpe—. La última vez, doce horas de vuelo
fueron suficientes para saber que estabas a punto de acabar en un coma etílico
por ahogar tus problemas en un bar de mala muerte. No seas imbécil.
Hay silencio durante algunos segundos y eso le pone tenso en demasía. Sólo
quiere olvidar el mal rato y saciarlo con algo que le despeje la mente y quién
mejor para eso que su niño; la mera ilusión de acariciarlo y tenerlo entre sus
brazos, tocarlo en todas partes y besarlo, le hace desesperarse un poco.
—Tranquilo. Yo iré, no quiero que nos vean juntos. Eso sería descuidado.
—Hueles tan bien... —dice, sus manos sosteniéndolo con fuerza de la cintura,
apretándolo con la intención de disminuir mucho más la cercanía; si es que
eso es posible—. Vamos, quiero hacértelo...
☁
Bien, habrá segunda parte de esto XD
Y eso no es todo, hay un punto que quiero tocar y aclarar ahora antes de
que todo esto se prenda en fuego y arda hasta en las llamas del infiero (?
Ok.
Les aviso esto para que tengan en consideración que esto se pone más
serio más adelante y que lo lean con responsabilidad y madurez.
Yo sé que hay a quienes les gusta lo que escribo y hay a quienes no, y
todo es válido siempre y cuando sea con respeto hacia a mí y hacia mi
obra.
En fin, les quiero mucho y estoy preparando un nuevo fanfic con una
temática un poco diferente que sé que les gustará (uwudemoniosuwu). Y
no diré na más pq sino sería spoiler de lo que se viene... También visiten
Drug Dealer que es la que seguirá después de Heal Me.
Y...
Nunca se sintió tan agobiado, tan necesitado de saciar lo que urgía ser
saciado.
— ¿Te gusta, pastelito? ¿Te gusta así? —Un susurro en su oído, enviando
ondas eléctricas que le recorren desde la parte posterior del cuello hasta su
espalda baja—. Dímelo, cuéntame cuánto te gusta lo que te hago... Vamos,
pastelito...
—Me gusta, ah, m-mucho... Mucho... Huh... —Le cuesta formular las
palabras cuando todo su cuerpo tiembla con algo parecido a la emoción,
queriendo saber qué es lo que hará luego.
—Me gustas tanto, pastelito... —Lo escucha decir antes de que sus
pantalones desaparezcan y caigan en algún lugar de la habitación.
Debido a la espesa tensión sexual del ambiente, la cual le seguía nublando los
sentidos, no logró escuchar del todo el pronombre que Jungkook se había
asignado. Pero, definitivamente, su piel se erizó cuando su erección fue
sorpresivamente engullida por su boca y sólo pudo disponerse a gemir
palabras ininteligibles.
—B-bien...
—Te mueves tan bien, Tae —murmuró, mordiéndole el lóbulo. Sus dedos
frotaron el esfínter, haciéndole arquearse—. ¿Puedo tocarte aquí?, ¿duele?
—No, no duele... Sí... Tócame, por favor... —pidió, sus labios chupando
como un bebé hambriento en la mandíbula de su profesor.
—Lo haces tan bien... —murmuró, sus uñas enterrándose en los hombros de
su profesor.
—Lo sé, pastelito —sonrió, amando el tener a Taehyung sentado sobre sus
dedos, complaciéndose y deseoso de más—. Ahora muévelo hacia adelante y
hacia atrás, quiero sentirte...
Su primera vez había sido un tanto dolorosa debido a que sólo había tenido la
preparación necesaria, pero ahora sentía que podría perfectamente tenerlo
dentro de él de nuevo. Podía soportarlo.
Los diferentes ritmos le hacían perder la cordura hasta que Jungkook curvó
sus dedos y Taehyung sintió como si algo explotase dentro de su estómago,
apretando los músculos de sus paredes anales alrededor de los dedos ajenos y
chillando un "joder"; su agujero ardía.
Aún se sentía atontado y adormilado tras haber tomado una larga siesta en la
cama de quien jamás pudo haber siquiera considerado estar.
Por primera vez alguien se estaba haciendo cargo de él, alguien estaba
teniendo el control sobre él. Por primera vez esos sentimientos encontrados y
toda la presión que tuvo que soportar en sus hombros, todo eso finalmente
había hecho tregua. Quizás sólo era instantáneamente, pero cuando Jeon
Jungkook, su profesor y ahora "dueño", le tocaba y ejercía ese poder sobre su
cuerpo y mente, le hacía sentir exhausto, liviano y satisfecho. Se sentía
tranquilo.
Sin embargo, ahora se sentía tan increíblemente feliz..., tanto que le resultaba
inquietante.
Estaba decepcionado.
Mi pareja.
La atracción los había llevado al sexo y, aunque el sexo era muy diferente a
hacer el amor, a veces también trae sentimientos.
Minutos más tarde, Jungkook comenzó a abrir sus ojos con pesadez, su
mirada esclareciéndose mientras suspiraba una sonrisa dormilona. Taehyung
sintió su corazón acelerarse y sus ojos se humedecieron con esa emoción que
Jungkook le transmitía después de haber estado enredados el uno en el otro.
Y, no sabía qué debía decir ahora, pero estaba poniéndose demasiado
nervioso.
— ¿Duele?
— ¿No?
—Oye.
—Ya, está bien... —rió, arrugando su naricita—. Prepararé la cena, así que
sólo ve. Te prestaré algo mío —dijo, abandonando la habitación, dejándolo
con esa burbujeante sensación en su estómago que le hacía sentir gracioso.
Taehyung sintió que le gustaba demasiado lo que hacían y eso le hizo sentir
la repentina necesidad de querer sonreír como un bobo.
Suspiró.
Él no era ese tipo de cliché que le diría no acostumbrar a dormir con nadie en
su cama sólo para ilusionarlo con un falso comentario que serviría meramente
para hacerlo sentir especial. Porque habían muchas otras formas de hacer
sentir especial a alguien especial.
Cuidarlo.
—Soy del tipo mimón, ¿no lo notaste? Y, es sólo que, estoy agotado de tanto
ajetreo...
—Eres un exagerado... ¿Qué tanto ajetreo? —Le hizo un poco de gracia que
estuviese cansado, ya que no habían hecho nada de otro mundo a
comparación a lo que estaba planeando para esta noche.
— ¿Estarás solo?
—No, iré a un bar con mis amigos. Pero volveré a casa a eso de la media
noche.
Hubo silencio.
—Sí.
—Jungkook.
—Volverás.
Taehyung sólo se hundió mucho más en su costilla y, quizás, era buena idea
que descansara y durmiera bien. Ellos necesitarían esa energía.
Las horas que pasaba en el hospital eran una carga de estrés constante. Todo
estaba pasando frente a sus ojos como si fuese parte de una película o alguna
dramática serie americana sobre la vida de un doctor. Se había enamorado de
la medicina, no lo negaría ni rebatiría lo contrario. No obstante, jamás se le
pasó por la mente lo que sentiría al estar viviendo ochenta horas semanales en
un hospital, diagnosticando y tratando de solucionar los enigmas de las
enfermedades más agravantes en un quirófano.
Parte del agobio y del nerviosismo era el sentir la presión sobre sus hombros.
Nunca había sido algo fácil hablar con los familiares tras una muerte, siempre
había complicaciones sin importar lo mínimo que fuese el caso. Las
probabilidades se habían vuelto una de sus angustias.
007.
Código azul.
Hora de la muerte.
No tenía tiempo de dormir, apenas lograba comer un poco a la hora del
almuerzo, yendo de allá hacia acá todo el día, corriendo y subiendo escaleras.
No se quería quejar. Desde un principio lo supo, su profesión le dictaba pasar
siete años entre libros, dos años de interno, luego licenciarse en una
especialidad y seguir así.
Había reanimado a un paciente, le había rogado que se quedase con él. Era su
segunda vez dentro de un quirófano, se lo había ganado y sin importar su
desesperación, había muerto en sus manos. Nunca pensó que podía estar más
errado el dicho "jugamos a ser dioses" o el conocido "somos carniceros y
nuestros pacientes la carne"; lo vio morir y lloró y corrió hacia afuera a
vomitar, empapándose y obligándose a reponerse para seguir.
Era duro.
Por eso, entendía a los niños que apreciaban la navidad como una fecha
emocionante. También le urgía pasar un buen rato y disfrutar su noche libre
en algo que no fuese la sala de emergencias, un quirófano o casos
paroxítonos en los cual tendría que pelear con sus colegas para ser asignado a
cargo de alguno.
Esta noche podría relajarse y pasar un buen rato. Eso es todo lo que creía
necesitar. Por lo mismo, cuando entró a su apartamento y vio las luces que
iluminaban el oscuro espacio, se sintió tranquilo y en paz.
Estuvo varios segundos mirando al árbol navideño junto al gran ventanal con
vista a las calles centrales de Seúl. No podía apartar la vista, sintiéndose
lejano a la realidad por un breve instante antes de decidirse a preparar la cena.
Había una cama en el centro, una mesita de noche y un closet. Eso era
suficiente. Pero, era demasiado gélida y le inquietaba dormir en un lugar así.
Probablemente, la decoraría con sus cosas para así lograr que fuese un poco
más... ¿reconfortante? Viviría más de seis meses allí, debía volverlo un lugar
en el cual estar lo suficientemente cómodo.
El aire se estanca en sus pulmones y no puede respirar bien hasta que ese
dedo hace presión dentro de su boca, permitiéndole chupar y temblando
como si estuviese siendo condicionado a ello.
—De rodillas.
—Tu carita está toda roja... ¿Quieres usar tu sucia boquita para satisfacerme?
—Mmh... —jadea.
Taehyung asiente aturdido, se había estado dejando llevar y ahora tenía una
casi erección por culpa de Jungkook quien no dejaba de sonreírle.
—Idiota —farfulla.
☁
Yoongi bebe un largo sorbo de su lata de cerveza, viendo desde lejos la forma
en la cual Seok Jin habla con uno de sus amigas, médico. Le pone bastante
inquieto ver la distancia entre ambos, la forma en la que se sonríen y preparan
el pavo, rellenándolo con alguna porquería que parece ser verduras y fruta
mientras él está sentado al otro lado de la sala, mirándolos, fingiendo que eso
no le importa, pretendiendo no sentir celos.
¿Por qué un importante doctor querría salir del closet sólo por un bastardo
pobretón que tenía para ofrecer nada más que problemas?
Seok Jin le llamaba cada vez que quería tener sexo con él durante el lapsus en
el que todo había comenzado. Llamaba cada vez que algo salía mal en su
trabajo, y lo contactaba de una y mil maneras últimamente. Porque seguía
creyendo que al sólo ser amigos que se satisfacen, no pasaría nada. Y, debido
a eso se comportaba como si ya no le importase si le hacía daño a él con ese
estúpido trato.
Yoongi ya no podía ver como un amigo a Seok Jin. Yoongi quería salir con
él.
Toda su ilusión se vio destruida cuando vio a Seok Jin y a la chica besarse en
frente suyo como si él no existiera; su pulso acelerándose y sus ojos ardiendo.
— ¡Yoongi hyung! —Taehyung cayó entre sus brazos, abrazándolo con
fuerza—. Háblanos, ¿adónde te estabas metiendo? Casi no te hemos visto,
apenas y nos saludamos... ¿Qué te pasa?
No sabe qué decir, no sabe qué hacer. Sólo que sus ojos siguen fijos en Seok
Jin, quien también le mira mientras besa a otra persona que no es él.
—Lo siento, Tae. Debo irme. Te llamaré luego... Y-yo... Recordé que tenía
algo que hacer.
— ¿Ah?
En otras...
Pero (nada que ver, por cierto), me gusta mucho el capítulo que sigue,
estoy emocionada don't judge me.
Estaba seguro de que su presencia era algo irrelevante, así que ni siquiera
esperó que llegara la media noche para abandonar aquel lugar lleno de
fariseísmo. Quiso haberse sorprendido cuando sólo fue despedido con una
señal cortante, pero, de alguna forma u otra, después de haberle visto
interactuar con sus compañeros, se lo había estado esperando.
Siempre había sido un nudito de nervios y muchas cosas que otros podrían
considerar como simples o fáciles, a él le acomplejaban un montón. No
admitiría que había considerado que esto se podría deber a que era muy
sensible emocionalmente. Por lo mismo, definitivamente, entraba en la
categoría de personas a las cual todo le afectaba un poco más, lo cual no
significaba que fuese débil o un enclenque. Y, aunque así fuese, jamás se
dejaría humillar o subestimar por eso.
Así que, esperó aquellos treinta minutos y caminó esas cinco cuadras,
pretendiendo no sentir el frío que calaba en sus huesos y le hacía castañear
los dientes con constancia por vez que se acercaba a la morada de Jeon.
Sus piernas ardían ante la mísera resistencia que le impedía apresurarse, pero
cuando llegó...
Esto es mi nuevo hogar, o, al menos lo será durante los últimos siete meses,
concluyó, decidiéndose a entrar, agradeciendo profundamente cuando las
luces del auto parpadearon mientas se estacionaba en el aparcamiento.
Inhala hondo y agita las llaves en su mano con diversión maliciosa. —No
pensé que volverías tan temprano, pastelito.
—Ábrelo.
Con cuidado, abrió el sobre, encontrando una tela blanca dentro. Su ceño se
frunció, pero decidió averiguar qué es lo que era. Oh, maldición. Sus ojos se
abrieron con amplitud, sus mejillas tiñéndose de un rosa carmesí.
—Ve a la habitación y prepárate porque cuando suba... Será mejor que estés
listo.
Su corazón palpitó feliz cuando vio a su niño correr escaleras arriba. Porque
sabía que ahora ya no habría vuelta atrás, Taehyung no se volvería a negar a
nada de lo que él ordenase y él podría aprovecharse y jugar con ello. Quería
intentar satisfacerse sexualmente con sus propias carencias afectivas, al
menos así lograría llenar el doloroso vacío de afecto; y quién mejor para eso
que su dócil pastelito.
Subió hasta su cuarto, escalón por escalón, pisando con fuerza imponente.
La mirada de Jungkook era tan intensa que Taehyung sentía su cuerpo arder,
lágrimas acumulándose en sus ojitos debido al calor y a esas palabras que le
hacían querer llorar, y no precisamente de pena. Lo veía a él también, los
contrastes y la sombra tétrica en su aura dominante. Era peligroso. Sabía que
esta vez no sería igual que las otras veces, no habría tal suavidad y compasión
por su inexperiencia.
Jungkook llegó hasta él y olor mentoso inundó sus fosas nasales, haciéndole
temblar; una de sus traviesas manos apretó una de sus nalgas y luego la azotó
bruscamente.
—Te ves tan jodidamente adorable, pastelito —susurró Jungkook, contra sus
labios, erizándole la piel debido al contacto. Mientras abrazaba sus hombros,
percibía sus músculos rígidos como una piedra—, ¿es esto mi regalo de
navidad? —le quitó el chupetín, lamiéndole los labios.
No supo qué hacer con sus manos cuando fue empujado al colchón y
Jungkook subiéndose encima de su cuerpo, cubriéndolo. Respiró con
pesadez, inconscientemente, buscando ser sostenido y ese fue el límite que
los hizo adentrarse en aquella sofocante burbuja que los terminaría por
consumir.
—Jeonggu...kie...
—Serás todo mío, ¿entiendes? —dijo, entre cada beso y chupón que se
atrevía a dejar. Su aliento cálido causaba repeluzno—. Serás todo mío, dilo.
Di que me perteneces. Dilo.
Taehyung soltó un alarido cuando las manos ajenas apretaron su trasero con
demasiada rudeza.
Le hizo gracia pensar que esto fuese demasiado. Así que, le demostraría que
eso era nada a lo que quería hacerle. Por lo mismo, se acercó y lamió la fisura
en el labio inferior, mordiéndolo con violencia. Taehyung sollozó, tratando
de zafarse.
—Oh, mi amor... Esto no es tanto para ti... —metió una de sus piernas entre
las ajenas y presionó hacia abajo para inmovilizarlo. Jaló con más fuerza su
cabello—. ¿Estás asustado ahora, pastelito?
—S-sí...
Papi, papi, papi, resonó en su cabeza varias veces. Pero, el tacto de aquellos
dedos jugando con sus pezones, pellizcándolo y haciéndole jadear
desvergonzadamente, aferrándose a los hombros de Jungkook, quien se
arrancó el cinturón y la camisa entre besos interrumpidos.
El torso desnudo de Jungkook rozó su espalda por vez que lo montaba por
detrás, una de sus manos haciéndose cargo de su erección. Dolía un poco
pero era deleitable el sentirlo haciéndose cargo de él.
— ¿Te gusta lo que papi te está haciendo? ¿Serás un buen niño para papi,
TaeTae? ¿Huh?
— ¡S-sí!
— ¿Sí qué?
Miró por sobre su hombro, avergonzado y humillado. —S-sí, papi.
El leve aroma fresco a vainilla le hizo saber que era lubricante, se sintió
aliviado cuando los dedos de Jungkook entraron a su estrechez, dispuesto a
lubricarlo.
Jungkook pensó que Taehyung era la cosita más caliente que hubiese
conocido antes y le eso hizo sentir cálido de pies a cabeza. Todo mío, dictó al
verlo impacientarse; metió dos dedos y siguió jalándose a sí mismo.
—Dile a papi cómo se siente, Tae. Dile a papi cuán bien te folla, pastelito.
Vamos, dímelo.
— ¡Tan bien! Oh... No... No te detengas... Papi, sigue... Oh, joder, ¡kook-ah!
—lloriqueó entre sollozos.
Tan intenso.
—Tan... apretado...
Entonces, Jungkook masajeó su erección tres veces y eso bastó para hacerle
gritar agudo y correrse, su semen manchando parte de su abdomen mientras
arqueaba la espada y se corneaba hacia atrás, cerrando los ojos con cansancio
y alivio.
Sus respiraciones estaba retomando la normalidad, pero hubo uno que otro
jadeo debido a las réplicas y a las temblorosas extremidades de Taehyung
que, ya no podía sostenerse por sí mismo. Se desplomaría o se desmayaría en
cualquier momento, y Jungkook lo notó al percibirlo tambalearse.
Con sumo cuidado, Jungkook sobó su vientre y salió de él, tomándolo entre
sus brazos como si realmente fuese un bebé y depositándolo bajo las sábanas,
acomodándolo entre las almohadas blandas para recompensar el esfuerzo
físico. Mientras, se deslizó fuera del condón, lo anudó y lo tiró al pequeño
basurero que había en su cuarto.
Se limpió con una toalla húmeda, dándose cuenta de que Taehyung se había
dormido demasiado rápido y no había logrado tener la energía para limpiarse
a sí mismo.
Suspiró.
¿Cómo incluso después de haber hecho algo tan obsceno podía ser tan
jodidamente tierno?
A la mierda.
Y, ya que hubo selca y momentos que sólo nos alimentaron (they always
feed us, don't complain), actualicé este intento de daddy kink (don't
judge me), trato de hacerlo mejor:(
Jeon, su jefe, era mandón y obseso. Jeon Jungkook, su maestro, era arrogante
y déspota. Jungkook le sabía ciertamente amable y serio, un poco
egocéntrico. Pero, papi... ¿Cómo era papi? El juego del cual había sido
partícipe la noche anterior distaba de cualquier experiencia sexual que antes
se hubiese atrevido a pensar experimentar; era un rol retorcido y sucio,
poniéndote en el lugar de complacer a quien fingía ser tu padre sólo para
satisfacer un fetiche o más. Y, no es que fuese tan ingenuo para desconocer
los juegos de roles, sabía de ello, mas era ajeno a todo lo que abarcaban y, a
pesar de eso, había formado parte, había sido el niño bueno de «papi».
¿Por qué lo hizo? No tenía mucho sentido el arrepentirse de sus acciones y/o
decisiones después de ya haberlas ejecutado. Sin embargo, sí podía permitirse
pensar a fondo en ellas y cuestionarse. Porque, después de todo, siempre hay
un porqué, incluso cuando nosotros no lo sepamos de inmediato; hay algo
que nos lleva a cometer actos para descubrirnos, quiénes somos en verdad; y
ellos no eran la excepción.
Sus dedos se movieron con cuidado hacia arriba, tocando la piel, delineando
la mandíbula firme de un rostro varonil que desprendía la virilidad masculina.
Su propio corazón latía al compás de los latidos ajenos, compartiendo cálido
calor corporal matutino.
No quería confundir su relación sin nombre, mas tenía un contrato con fecha
de caducidad y ya estaba teniendo sentimientos encontrados con respecto al
sexo y lo que todo esto conllevaba... No podía mentir. Se sentía atraído, muy
atraído y no sólo en el ámbito sexual, lo cual era un impedimento para él.
No debió haberle gustado tanto lo que se había dejado hacer, no debió decidir
ceder por completo porque descubriría las consecuencias, y porque Jungkook
estaba dividido en facetas que tendría que conocer, y quizá no las conocería
de la mejor forma.
Entonces, debido a que ahora ya viven juntos, sus cosas están en la habitación
contigua, lo cual no le toma mucho tiempo ir hacia allí por ropa limpia e ir
hasta el baño para darse una ducha caliente.
Una vez está listo, baja las escaleras y prepara el "desayuno". Café y té con
tostadas y mermelada. Nada demasiado pretencioso u ostentoso. Jungkook
era demasiado maníaco con respecto a la nutrición y las comidas. Si iban a
vivir juntos, tendrían que adaptarse al otro. O al menos eso creía.
—Cállate.
—Lindo.
Sus mejillas retoman el rubor rosa y sólo se dispone a tomar una de las tazas
y beber un sorbo de su té.
— ¿Esto?
La voz ronca le eriza la piel y le hace apretar las piernas. Sus sentidos se
agudizan, haciéndole mucho más perceptible al tacto; la mano de Jungkook le
sostiene de la nuca, acercándolo más, queriendo afianzar y profundizar en el
jugueteo.
—Déjame ver la tele, ¿sí? Hoy es día de películas festivas, no seas el grinch,
Gguk-ah.
Muy... considerado.
Había pasado casi gran parte del día en su cuarto, revisando su trabajo y
escuchando moralejas clichés sobre Papá Noel.
—No soy tan estúpido, Jungkook. Sé que es una película y lo que sale ahí no
es real, a menos que esté basado en hecho verídicos —Murmura, sus manos
acariciando en sus bíceps mientras se relame los labios.
—S-sí... ¿Puedo...?
— ¿Quieres que te cante? Me han dicho que lo hago muy bien. De hecho,
hasta podría recitarte un poema. Tengo una memoria increíble para
memorizar cosas irrelevantes —mumura. El camisón descubriendo parte de
su espalda baja.
— ¿Estás bromeando conmigo, Tae? Acabas de hacer que yo... Oh, joder...
No lo puedo creer —exhala frustrado, debatiéndose entre la molestia por la
anticipación o la diversión que le propone la situación—. Recítame un
poema, o cuéntame un chiste, no lo sé.
— ¿Sí?
—Noup. Pero, dime alguna canción que te guste y podría cantarla para ti. En
serio lo hago bien.
—Jungkook.
— ¿Sí?
— ¿A qué te refieres?
—Todo.
Hoy...
Les quiero mucho, gracias por todo el apoyo que recibo de ustedes.
¿Saben que son muy especiales para mí y que leerlas me hace muy feliz?
Ya sean sus votos u comentarios, mensajes a mi buzón o en mi tablero,
diciéndome cosas tan bonitas y motivadoras.
Una risa sardónica amenaza con burbujear hacia arriba, el rencor, sólo dejarlo
salir. Piensa que sería una muy buena forma de hacerle saber lo imbécil que
se sintió. Sin embargo, nunca habían acordado la exclusividad y, sus
encuentros, no eran nada más que casuales. Se supo a sí mismo haciendo el
ridículo y por eso decidió abandonar la dichosa fiesta que sólo sirvió para
darle una señal de que estaba siendo un estúpido.
—Sí, te escucho.
Suspira un poco irritado. —No sabía que debía darte explicaciones a ti,
mucho menos que podías regañarme como a un niño. Eres mi hyung pero no
pases la línea, ¿entendido?
Y ahí está. Aquellas palabras causan un efecto agridulce para sus oídos y es
lo que, muy en su interior, deseaba oír. Es como una manipulación indirecta a
su sistema que afecta directamente en sus decisiones y en su actuar. Si él le
habla así es como una bofetada a su orgullo, ya que hace algunos días atrás,
lo había escuchado, aquel tono agudizándose con algo cercano a la
desesperación. Fue quien causó un desastre, una pelea y eso era lo que les
enloquecía durante el sexo.
Desde donde está puede verlo, vistiendo un costoso abrigo mientras sostiene
el celular con el ceño fruncido. Es muy probable que se esté cuestionando
qué es lo que ocurre, qué va mal con él, por qué está tan a la defensiva. Y
nunca goza de tiempo extra como para estar desperdiciándolo en una
conversación que no posee importancia alguna.
¿Cómo alguien tan farisaico podía ser tan hermoso? Porque así era él; lleno
de hipocresía y mentiras, pero increíblemente llamativo y atrayente. Seok Jin
no era ingenuo y distaba de serlo, por eso es que entendía el juego a pesar de
no ser consciente de la manera en la cual sus sentimientos tomaban forma,
pero sí se atrevía a ilusionarlo y romper sus expectativas sin soltarlo.
La brisa fresca le golpeaba el rostro mientras caminaba hacia las escaleras del
subway, había un montón de jóvenes transitando por las calles,
aglomerándose en tiendas y callejones de comida rápida. El ambiente era
muy festivo y eso le hacía ilusión a pesar de las bajas temperaturas. Su
cabello, notablemente más largo, se removía con la gélida ventisca, algunos
rizos cayendo con diversión por su frente.
—Kim.
Una voz conocida tras su espalda le alertó. Jong-In estaba ahí, sonriéndole
con una simpatía aterradora. Nunca le había agradado y siempre creyó que
era más que recíproco. Ambos no eran nada amigables el uno con el otro, y le
era una opción válida el ignorar su presencia por completo.
—Creo que no te gusta hablar conmigo, yo sólo quiero ser cortés contigo y tú
eres tan... —Una mueca se dibuja en su rostro, transmitiéndole un
sentimiento para nada agradable—. ¿Apático?
—Y tú un mojigato.
— ¿Con un qué, Kim?, ¿con un golpe? ¿Me vas a golpear? —La risa del
idiota le irrita en demasía, y se ríe como si fuese gracioso, lo cual le confunde
—Vaya, sacaste garras... Estoy asombrado de ti también. Creo que el tener
amigos te sentó bien, uh.
Dicho aquello se dirige hacia el otro extremo del vagón para sentarse en uno
de los únicos asientos libres que hay. No puede negar estar un poco alucinado
de su valentía, pero simplemente se hartó de ser intimidado con burlas debido
a su forma de ser. Jamás ha sido un matón y jamás ha creído que la violencia
es una forma de solucionar los conflictos, pero tampoco cree volver a dejar a
alguien insultarlo con semejante libertinaje.
Unos minutos más tarde, se encuentra caminando rápidamente hacia la tienda
de fideos de los Byun. Supuestamente, tendrían un almuerzo tranquilo por
vez que beberían Soju y charlarían un poco. La vuelta a clase estaba casi de
vuelta a la esquina y debían organizarse con respecto a sus obligaciones.
—No debieron molestarse, muchas gracias por esto, chicos —Dice, un ligero
rubor se hace visible en sus mejillas mientras se acerca a soplar las velas con
forma de números «23».
La mamá de Baekhyun, la señora Byun, les ha dejado usar una de las mesas
traseras de la tienda de fideos, lo cual les permite tener un espacio más
privado, teniendo en cuenta la cantidad de clientes que están llegando.
Ve a sus amigos reír debido a algún comentario que alguien hizo, lo que le
parece gracioso también; su boca hormiguea mientras muerde su labio con
manía.
No sabe bien desde cuándo está medio echado sobre el cuerpo de Yoongi,
tratando de explicarle qué ha estado haciendo, pero Yoongi sólo le quita el
vaso y le dice lo mal que está beber tanto, sabiendo que tiene una resistencia
horrible con el alcohol.
—Ya es suficiente Soju para ti, Tae. Suficiente, ¿sí? Has bebido demasiado y
ya está atardeciendo.
Logra caminar una cuadra solo hasta que Yoongi lo alcanza y lo acompaña
hasta la parada de autobuses.
—Te llamaré.
[...]
Los efectos del alcohol han disminuido y se siente mucho más consciente de
sí mismo durante el trayecto que lo acerca a su parada, pero se siente mucho
más intranquilo a medida que cualquier efecto de alcohol lo abandona.
Porque esas llamadas pérdidas sólo pueden significar una cosa, y no sabe si
eso es algo bueno.
Bebe el último sorbo de café y siente un mal sabor en su boca, le urge lavarse
los dientes y escupir la hiel.
Una vez entra a la casa, Jungkook está esperándolo con los brazos cruzados y
el ceño fruncido, una mirada oscura en sus ojos y la tensión en el ambiente
parece poder cortarse con tijeras.
— ¿Debo pedirte permiso? —se atreve a decir en un susurro que dista del
atrevimiento, sino más cercano a la duda. No sabe qué es lo que le ocurre que
se siente como un niño pequeño nuevamente. Frágil e inseguro.
— ¿Por qué no me has dicho que ibas con ellos? Debes decírmelo todo.
Por entre sus pestañas, logra divisar a Jungkook empujar su lengua contra su
pómulo interno, haciéndole saber que está molesto.
— ¿Estás en tu casa?
—Está bien.
La llamada termina.
—Voy a castigarte.
¿Me extrañaban?
Les voy a ser sincera. No estaba actualizando Heal Me porque, aparte de
estar ocupada, me sentía muy insegura con respecto a esto. No me sentía
bien escribiendo con inseguridad, no me gusta y me molesta, de hecho.
En fin...
Les dejaré con las ganas de saber qué va a pasar en el próximo cap;)
Sean felices~
29
—Voy a castigarte.
Ve eso ojitos ampliarse con algo que le causa diversión y cierta picazón en su
cuerpo debido a la antelación de lo que ocurrirá. No puede negar que no le ha
gustado ver aquella reacción de temor y ansia, demostrándole abiertamente
no saber qué esperar y se siente orgulloso de ello.
Finalmente, podrá demostrarle que esto va mucho más allá de unas simples
nalgaditas.
Tener el control de todo lo que le rodeaba siempre había sido una buena
forma de mantener el orden de sus pensamientos y emociones. No le gustaba
la idea de perder el poder que amaba ejercer sobre otros, y eso no era una
cuestión de superioridad. Jamás le gustó el desorden y el desacato. El balance
de su vida le daba la tranquilidad que necesitaba para no perder los estribos y,
prontamente, colapsar. Por lo mismo, sólo trataba de conservar el equilibrio,
y, para evitar malentendidos, su niño debía comprender que no sería la
excepción.
Jungkook ponía las reglas y esas reglas estaban para seguirse sin quejas, lo
cual, su tierno pastelito, tendría que aprender.
Quiere besarlo tan mal, pero a la vez quiere nalguearlo y eso es simplemente
una locura.
—Hace tan sólo algunos segundos atrás, parecías tan decidido y valiente, así
que... Respóndeme ahora, pastelito —Su voz suena agridulcemente rasposa,
tres tonos más bajo y sus ojos se oscurecen deseosos. Por primera vez, siente
que le cuesta mantenerse alejado y eso le provoca una inusual amargura que
prefiere ignorar—. ¿Quieres que te lo repita, mierdita desobediente?
—Bien...
Taehyung comienza a divagar por cada escalón que sube, sonrojándose con
violencia debido a su propia falta de coraje. Su cuerpo no es consciente de
ello, sin embargo sólo la necesidad que comienza a surgir desde muy
profundo en sus entrañas. Jungkook estaba siendo severo y firme, y eso le
causaba estragos en la mente.
Esa acción infantil que finge una inocencia tímida le enciende desde la fibra
más sensible en su interior hasta sus pensamientos más indecorosos.
—No te cubras para papi, bebé —le abre las piernas con rudeza y sus manos,
de forma inconsciente, se deslizan por la bronceada piel suave, ascendiendo
hasta sus muslos rechonchos; una evidente erección formándose ahí—.
Mírate, pastelito... ¿Has estado queriéndome adentro de nuevo? —La
pregunta llena de sorna suena sucia mientras su dedo penetra el orificio bajo
sus bolas—. Muy apretado...
—¡Ngh! Hngh...
Se siente mucho más caliente al verle así, tan necesitado y urgido de él. Pero,
se recuerda esto es un castigo. Así que, saca su dedo y, frente a Taehyung, se
yergue sobre su altura, desabotonando los primeros tres botones de su camisa
para finalmente deslizar la hebilla del cinturón de cuero ruidosamente.
No sabe a qué se enfrenta con exactitud, pero en ese momento exacto decide
dejarse hacer, entregándose a su voluntad por completo.
—Si papi te dice que no, es no, mi amor... —dice, besándole la frente, la sien
y luego la mandíbula. Los besos le saben a poco, así que decide chupar en su
cuello y luego en su nombro—. Cuando yo diga no, es no. Debes hacerme
caso y contármelo todo. Debo saberlo todo si estás bajo mi cuidado.
Sus manos acariciaron las caderas con notoria posesión y, con una mirada
desafiante, apretó donde los huesos de las caderas sobresalen, oyendo un
gemido que le es muy estimulante.
—Jungkook.
—Así es, soy papi, por lo que a mí debes hacerme caso... —lo empieza a
masturbar con tortuosa lentitud, sintiéndose orgulloso de las reacciones que
causa en el muchachito, encantado de poder aturdirlo con tan sólo unos
toquecitos—. Te hubiese dado un regalo de cumpleaños si me lo hubieses
dicho, pero como no lo has hecho... Ahora sólo debo castigarte por
esconderme cosas que yo debería saber, pastelito. ¿Sabes que eso estuvo muy
mal? —azota el muslo izquierdo y le ve arquearse debido a la estimulación.
—S-sí, papi...
¿Qué me haces?
Abrió sus ojos para poder conectar con los de Jungkook que le miraba con
algo más intenso que la fascinación, era alucinante reflejarse en ellos cuando
sólo deseaba acelerar el ritmo si es que eso era humanamente posible.
Había sido muy doloroso y se sintió ahogarse por los sollozos que comenzó a
emitir como un bebé llorón.
—¡Ohw, ouhnm!
—Quieto.
—Quédate quieto.
Un azote brusco azotó en su nalga izquierda, luego fue su mano la que azotó
repetidas veces en su glúteo derecho.
Una suave caricia le hizo temblar como una gelatina, podía sentir la sangre
hirviendo en cada lugar golpeado, unos muy probables moratones.
—Ya, está bien, Tae. Hemos acabado, ¿sí? —sintió su espalda ser besada con
una parsimonia que hizo a sus piernas sentirse endebles—. Fuiste tan bueno,
pastelito. Lo hiciste de maravilla, pero tengo una duda...
Lo mira por sobre su hombro hacia atrás, sus pestañas húmedas por el llanto
le hacen sentir los párpados pesados; el miembro erecto de Jungkook está
rojo e hinchado y le hace cuestionarse en qué momento se desabrochó el
pantalón.
— ¿Huh?
—¿Por qué estás tan mojado? No eres una chica y entre tus muslos estás todo
húmedo...
Se siente avergonzado ante el juego de palabras sucias que Jungkook escoge,
pero no puede apartar la vista de verlo masturbarse tras de sí y, nuevamente,
su erección se siente dolorosa.
Siente sus músculos tensarse ante la vista que su nene le da, su mano
haciéndose camino hacia ese culito respingado. Quiere cogérselo, pero sus
dedos curiosos quieren aventurarse a jugar con su entrada, robándole uno que
otro gemidito; por dentro es cálido y mojado y se amolda a sus dedos,
pidiendo por más.
—Carajo... Lo haces tan bien, pastelito —le halaga, torciendo sus esfinges en
busca de cepillar aquel bultito y, cuando le da, siente una succión en su
miembro que le hace embestir en su boca. Es enloquecedor—. Quiero follarte
el culo tan mal, gatito...
Sus gruñidos se vuelven constantes y siente el calor acumulándose en la parte
posterior de su ingle cuando ve su prepucio marcarse en la mejilla de su niño,
un hilo de saliva deslizándose por su mentón.
—Es tan, muy bueno... —con su mano libre, acaricia sus ricitos, tentado a
jalarlo del cabello y embestirle en la boca hasta correrse—. Mírate, pastelito,
disfrutando de tener tu boquita llena de la polla de papi.
Echa su cabeza hacia atrás cuando Taehyung le hace una garganta profunda,
haciendo algunas arcadas en el proceso, pero logrando tragarlo por completo.
Escucha el ruido lejano. La lluvia, fuera, azota con viento en una tormenta
que se desata con furia.
¿Cómo vamos, mis nubecitas? ¿Todo bien? ¿Todo okei? ¿Lo estoy
haciendo bien?
Este capítulo lo tenía guardado desde hace una semana más o menos, y
cuando lo revisé, ahora, me di cuenta de que me había reprimido mucho
con mi forma de escribir e incluso eso había afectado mi inspiración y
mis ganas de querer actualizar. Fue loco. Así que, como volví a dar yo,
agárrense la peluca que volví con todo;)
Para él, ser el causante de aquellas reacciones, del contorneo corporal, ver las
facciones torciéndose con satisfacción debido al goce de poder mezclar placer
y dolor; cada marca en su torso, bajo las costillas, descendiendo en las
caderas para emprender camino entre sus muslos y aventurar en el más
privado lugar que pudiese permitirse llevarlo a éxtasis.
Había algo en su niño que le hacía querer perder cualquier rastro de cordura
con tal de estar uniéndose a él, dentro de él por vez que lo veía abrir su boca
y morder sus labios con semejante lujuria; incluso si era rudo, era espectador
de las deleitosas expresiones que su bonito nene le regalaba sin vergüenza
alguna.
Escucha su medio gemido medio risa, muy ligero y eso le causa gracia.
— ¿Papi?
—No así, no seas tonto.
Se siente como un bastardo egoísta, pero para este punto ya sabe que el punto
de retorno —desde la primera vez— se quedó lejos. Quiere marcarlo de todas
las formas existentes.
Él es mío.
Lo tengo, él lo ha dicho.
Es sólo de mí.
Mío.
Desde que lo vio con esos chicos, tambaleándose por la calle, borracho y
torpe, e incluso cuando lo espiaba de reojo en las clases al verle distraído,
jamás pudo evitar no sentirse envidioso de ellos. Esos otros chicos que
parecían ser bastante cercanos a él. No los quería cerca de su Tae, de su niño.
Porque, quizás, de algún modo u otro, siempre deseó ser el centro de su
atención.
Cierra sus ojos un instante, moviéndose con lentitud para exprimir el líquido
seminal. Luego, al abrir sus ojos, ve a Tae mirándolo con sus ojos perezosos
y su cuerpito lánguido, manchado de semen, moratones, sudor y totalmente
expuesto.
Sus ojitos brillan llenos de lágrimas mientras abulta los labios. —Mañana,
aparte de que no podré caminar bien, no sé si podré llamar a mi mamá para
desearle un feliz año nuevo.
— ¡No lo digas!
—Eso no suena muy convincente —dice, las yemas de sus dedos hacen
presión en su espalda baja, en los hoyuelos sacro, venus—, y me gusta tocarte
aquí...
— ¿Qué cosa?
—Lo hiciste increíble, Tae. Para ser tu primera vez en esto, has sido
fantástico.
— ¿E-en serio?
—Claro que sí, pastelito... Y... Quiero que sepas que cuando probemos más
y, si en algún momento es demasiado para ti, realmente espero que uses tu
palabra de seguridad para detenerme, ¿bien?
—Bien...
—Lo que tú quieras, pero déjame limpiarte, ¿sí? No me sentiré bien conmigo
mismo hasta que no me dejes hacerlo...
—Nunca lo hice con los demás, sólo lo hago contigo. Así que, cállate y
déjame hacerlo.
Y, con esa interrupción bastaba para dejar en claro la situación entre ambos.
☁
Baekhyun bebió un sorbo de su té por vez que guardaba sus apuntes dentro
de una carpeta.
Esa simple pregunta toca una de sus fibras más sensibles y le hace sentir el
pecho apretado. Rabia y rencor mezclándose y nublándole los sentidos.
—Me sorprende que me pidas que te deje solo, ese día yo sólo te oía rogar...
—Te odio... ¡Vete de aquí! ¡Aléjate de mí! ¡Vete! ¡Mantente lejos de mí!
Les dije que volvería y volví. Vengo con todo mi gente hermosa, I was
not kidding ehe...
Agradecerles por los más de 5k que tiene Heal Me, estamos creciendo
mucho y eso me alegra demasiado. Les quiero ❤
Les extrañaba:(
Sean felices~
31
Quizás era su culpa causar ese efecto en él. Antes no se hubiese imaginado a
Jungkook como un hombre tan dulce y pendiente de su pareja, pero ahora le
era casi gracioso el giro que había dado la situación. No mentiría, mas no lo
mencionaría tampoco, pero había podido notar la forma en la que él
empezaba a mirarle; condensando una ilusión muy visible dentro, sin filtro
alguno.
Incluso ahora, percibiendo un lejano sol filtrándose por entre las cortinas con
gélida humedad invernal, el calor corporal ajeno que se emanaba tras su
espalda, creaba un contraste tibio, haciéndole ser consciente del brazo que lo
aprisionaba desde un costado, atrapándolo.
Joder, pensó, apretando los glúteos como reflejo ante las pupas en variadas
partes de su cuerpo. Algunas de las lesiones escocieron, provocándole un
ardor debido al roce y, si bien la noche anterior Jungkook le había fregado
con una crema analgésica en las zonas lesionadas, también le había puesto un
poco de hielo en cierta zona para desinflamar y aliviar el dolor.
Se había entregado por completo y eso hizo que su cabeza quedara felizmente
vacía de todo, excepto Jungkook.
—Quiero llevarte a comer lo que quieras dónde quieras, a menos que tengas
planes. Será mi regalo de cumpleaños atrasado, ¿no quieres un presente?
—Oh...
No evita la sonrisa que se dibuja en sus labios, un poco triste y nervioso sin
saber el porqué.
Por un instante, sólo desea olvidarse de los paradigmas a los cual sus padres
le obligaron amarrarse como una soga en el cuello, asfixiándole como
amenaza constante de no poder ser él mismo por vez que se anhela
descubrirse y disfrutar de ello. Quiere convencerse de que no está mal sentir.
¿Está bien sentir atracción por otro hombre, por alguien de su mismo sexo?,
¿necesita demostrárselo a ellos, demostrárselo a sí mismo?
Su mirada se desvía con atención hacia Jungkook. Puede ver sus facciones
con un aire de laxitud, cada gesto que hace le es tan varonil que le enloquece
de la forma más desesperante en cada una de sus fibras más sensibles. La piel
pálida posee uno que otro lunar y su anatomía parece estar construida como
un viril definido, cada una de sus extremidades parece estar muy bien
definidas y eso le es alucinante. E incluso si desciende desde su torso hasta la
mata de vello púbico que nace en su ingle, el miembro medio erecto entre sus
muslos gruesos le causa un estremecimiento mientras lo ve caminar hacia la
cómoda en busca de ropa limpia.
Su piel trigueña le hace lucir exótico junto a todas las marcas que fueron
talladas con detención la noche pasada.
— ¿Qué ocurre, Tae? —Musita con delicadeza, como si pudiese leer cada
una de las señales de fragilidad en su muy triste inestabilidad emocional—.
¿Quieres ir a la ducha conmigo? ¿O prefieres quedarte un rato más en la
cama? Hoy es día festivo, tenemos el día...
Siente las yemas de los dedos ajenos apretar levemente en los huesos de sus
costillas y, a través del espejo, encuentra su mirada oscurecida, pero muy
dulce.
¿Cómo le podrá mirar cuando sabe que Jungkook caerá antes que él?
Tiene miedo pero, a pesar de eso, se voltea hasta enfrentarlo y acuna su rostro
para besarlo de forma efusiva, desesperado por conseguir más, por poder
nebulizar la tormenta que tiene dentro justo ahora.
Le es muy triste y se dará por vencido, dejará que Jungkook tome todo de él a
cambio de esto; un pilar que se mantenga firme para hacerle sentirse ligero
cuando los muros que creó a su alrededor terminen de derrumbarse.
Siente los labios tibios de Jungkook dirigir el beso mientras lo alza entre sus
brazos con brusquedad y le obliga a colgarse en sus caderas, amando aquel
sentimiento de consuelo que éste le ofrece con tan solo un movimiento
mientras lo llevaba, a tientas, hacia la cama.
Escucha reír a Jungkook cuando caen al edredón y cierra sus ojos para
suspirar al verle ascender por su cuerpo en un camino de besos codiciosos.
Hazme olvidar.
—Que duela.
Una respiración bastó para culminar con su gran soporte antes de que
terminara rompiendo en llanto por lo que había hecho, tratando de huir de sí
mismo, sintiéndose el ser más hipócrita del mundo por delatar a su hermano.
Porque era egoísta, no había otra palabra que lo describiese.
Había vivido bajo la aceptación de sus padres durante toda su vida, eso era
importante para su ego y su salud mental; mientras más orgullosos de él
estuviesen sus padres, menos preocupados estarían de su vida personal.
Después de todo, las apariencias siempre habían sido más importantes que
todo.
Este capítulo es como la pt.4 del capítulo 28, pero es la última parte. Y,
siendo sincera, yo tengo un lío con eso de ir por parte y me frustra, y por
eso es que son capítulos aparte:)
Jeje...
Nunca se hizo un gran lío por tener una preferencia sexual diferente a la que
ha sido normalizada durante años por la colectividad de la sociedad,
realmente no se dejó cohibir o avergonzar sólo por ser gay. Obviamente, esto
no significó que su primera infancia y su época pre púber, incluyendo a su
pronta adolescencia, fuese fácil.
Hubo más veces de las que le gustaría recordar donde recibió castigos que —
en realidad— no merecía, siendo esto una cruel forma de martirizarle para
lograr causar en él algún cambio a nivel de "razonamiento" que nunca llegó;
habiendo una culpabilidad que no tenía por qué asumir.
La situación había sido más que compleja, claramente, lo cual le hizo tener
más que en cuenta que, a sus progenitores, comenzaban a acabárseles las
ideas sobre un cambio radical de "opinión" con respecto a su orientación
sexual.
Cuando tenía quince años tuvo una aventura con otro chico de su clase. Había
sido un secreto e inglés fue la excusa "perfecta" para llevarlo a su casa, o eso
se creyó ingenuamente. Cliché e inexpertos, en ese momento ninguno de los
dos sabía sobre la forma en la cual el mundo se movía, —no del todo—.
Tuvieron que experimentar, a base de sus torpes instintos primitivos, su
primer beso real. Ambos hubiesen querido cruzar la línea, indagar un poco
más allá sólo para saber cómo se sentía, pero... Su familia era realmente
adinerada y el dinero es un sinónimo de poder entre clases, entonces jamás
pudo llegar a oficializar una relación con alguien que no estuviese aprobado
por los Jeon.
En algún instante, tal vez fue una inconsciente rebeldía de su parte; querer
acabar con cualquier indicio de terco prejuicio, le hizo sentir estúpido más de
una vez al saber que aquéllo estaba arraigado en las raíces de antaño en su
consanguinidad.
O quizá fue la mera ilusión que se origina a causa del primer amor, el que es
más conocido por ser candoroso e inmaduro.
Había aprendido a vivir bajo sus propios términos, a trazar un límite marcado
bajo la obediencia, el orden y el sometimiento.
Entonces, es capaz de concluir por qué la atracción que siente por su alumno
—desde que lo conoce— se vuelve tan densa y abrumante acorde transcurre
el tiempo. Y es que, Taehyung, dócilmente puede sumarse a su balance con
un peso ligero sin siquiera darse cuenta de ello.
Ve una sonrisa tímida mientras abraza sus piernas, mirándole con una dulce
expresión. Esas cómplices miradas deben significar algo, ¿no? Y nunca sintió
tan adecuada la frase guarra del «aquí te pillo, aquí te follo».
Juntos.
— ¿Quieres llevarme...? Cancelé a mis amigos por esto, ¿no tienes planes
con alguien más?
[...]
Escucha la risa de Tae resonar melódicamente, provocándole aquella
felicidad instantánea que burbujea desde su interior, considerando seriamente
la idea de poder acostumbrarse a ello.
Después de haber decidido comer comida —rápida— basura dentro del auto,
habían estado compitiendo por quién podía dar la mascada más grande a la
hamburguesa; la idea fue de Taehyung y él siempre había sido muy
competitivo, por lo que no pudo negarse a semejante reto.
— ¡Claro que no! Pero has dejado menos de la mitad con sólo una mascada
y eso es...
— ¿Talento?
— ¿"Un"?
—Oye —Tae frunce el ceño con las mejillas rojas, dejando la hamburguesa
en la bolsa de papas fritas, aparentemente con pérdida de apetito,
avergonzado—, yo tenía seis años. Era una criatura.
Taehyung esconde su rostro entre sus manos, su rostro enrojeciendo cada vez
peor, pero también se ríe.
Carajo...
La tensión podría cortarse con tijeras, pero sabe qué hacer y, por sobre todo,
sabe qué decir.
Puede sentir entre sus dedos un bulto creciendo bajo su toque, y, sin
embargo, lo deja. Justo cuando Tae ya había recostado su espalda contra el
respaldo del asiento de copiloto, su respiración un poco quebrada por la
adrenalina que le causaron sus sucias palabras; él no bromeaba, después de
todo.
—Quiero llevarte a ver los fuegos artificiales. El río Han tiene una vista que
te dejará realmente estupefacto, amarás verlo desde ahí —agrega, volviendo a
su posición en el asiento, cruzando el cinturón de seguridad por su torso.
[...]
Se suponía que el año nuevo era una fiesta con una celebración mucho más
privada y familiar, pero él desde hacía años que pasaba el año nuevo solo o
con alguno de sus amigos festejándolo en algún bar de la ciudad. Asimismo,
ahora le era un tanto inusual el haber traído a alguien especial con él para no
estar tan solo como solía estarlo.
— ¿No?
—No hay un lugar parecido a éste, pero hay muchos muy bellos también y...
La verdad es que, deberías visitar Daegu algún día, por ejemplo el
Palgongsan o... ¡el parque Duryu!
— ¿Tú crees?
Mientras deben esperar, se dedican a reír por las estúpidas anécdotas sin
sentido que deciden contar para matar el silencio entre ambos. Y, es entonces
cuando descubre que Taehyung proviene de una familia numerosa y bastante
humilde, también que ha crecido en una parte del campo hasta mudarse a otro
lado más urbano.
10... 9...
8... 7...
6... 5...
Y si...
4... 3...
Los fuejos aritificiales explotan en el cielo, al igual que las mariposas que
revolotean dentro de su sistema.
Y sí.
¿Todo ok?
Les extrañaba:(
Sean felices~
33
Un sollozo y tres segundos bastaron para que sus brazos se abrieran, de forma
casi automática, con la intención congénita de contener. Sus propios latidos
se volvieron erráticos mientras trataba de concentrarse en estar ahí,
momentáneo, mientras se esforzaba en disipar la repentina confusión que, en
algún punto, le nubló el sentido del tacto.
El hombre al cual sostiene entre sus brazos está llorando casi sofocado,
apenas y puede mantenerse de pie con las réplicas de su sistema en colapso.
Escucha sus palabras entre hipidos por vez que se aleja e intenta sostenerse
de la pared, su rostro empalidecido y casi inconsciente de que es él quien está
en frente, y desesperado por no saber qué hacer.
No evita no entrar en un estado de shock. Había presenciado esto una vez, fue
el espectador de una crisis de ansiedad en Taehyung, pero esto parecía tener
otro nivel; el pánico se podía transmitir fácilmente.
— ¿Quién murió, Jinnie? ¿Quién? Jinnie, por favor, háblame... ¡Dime algo,
por favor!
Transcurren algunos minutos, no sabe cuántos para ser sincero. Sólo sabe que
lo único que desea es calmarlo y hacerle saber que no está solo, que él está
justo ahí con él; acurrucándolo contra su cuerpo mientras acaricia su espalda
siguiendo un patrón en círculos.
—Es diferente, Yoongi-ssi... Estudié años para esto, más años de los que
realmente me hubiese gustado —mirándolo por entre sus pestañas húmedas,
le regala una sonrisa suave que le hace desear protegerlo de absolutamente
todo—, ¿y qué si he desperdiciado mi tiempo en esto?
—No, Jinnie, no lo has hecho. Eres un interno aún, pero sé que serás el mejor
cardiólogo del país. Y no dudes en mí, yo siempre digo la verdad —le
devuelve la sonrisilla, muy blando.
—Para ti siempre seré el mejor ¿no? Pero... No soy superior a nadie, soy lo
más bajo en estos momentos, Yoongi-ssi. Soy un parásito.
La forma en la cual eso suena le hace sentir irritado y molesto, pero prefiere
dejarlo pasar y sólo pensar en ello después.
Ha habido más veces de las que realmente puede contar en esta especie de
relación, que ambos mantienen, en las cual ha oído comentarios que le han
hecho preguntarse si es que hay algo más, y sabe que lo hay. Después de
todo, no es estúpido.
Yoongi no quiere ser sólo su amigo, quiere algo más serio y formal. Ambos
son adultos, pero hay algo que se ha estado interponiendo en sus planes y no
quiere abandonarlo..., a pesar de que eso sea dañino y tóxico para él. No
puede hacerlo, simplemente.
Un suspiro.
La frustración se disipa y, de todas formas, lo atrae mucho más, presionando
un beso en su frente. Aunque no suele demostrarlo a menudo, siempre ha sido
un querendón y se ha encariñado con este torpe hombre que no hace más que
atraparlo y soltarlo sin dejarlo escapar.
—Eres tan divertido, Yoongi-ssi... —Jin acaricia con sus dedos entumecidos
en su mandíbula, con algo muy parecido al cariño. Se siente cegado ante el
roce y no puede dejar de mirar esos ojos tristes e indefensos. No está
acostumbrado a hacer esas demostraciones fuera de la habitación y eso le es
extraño—. No llores por mí, ni por esto. Sabes que conmigo no saldrá bien...
Una carcajada nerviosa y airada le hace sentir sus labios adormecidos: —Yo
no-
—Perdóname, Yoongi-ssi...
Tuvo que atravesar un túnel oscuro, ahora suponía estaba llegando al final.
O eso creía.
[...]
La primera semana fue complicada, casi distante con una nueva incomodidad
ante la repentina lejanía. Incluso en la casa, apenas y pudieron saludarse y, si
tuvieron que compartir una comida, fue en un fastidioso silencio.
—Es que, ¿no lo has visto? Después de la charla que dio el idiota presidente
del centro de alumnos, se convocó a un primer mes de convivencia entre
docentes y estudiantes para así lograr una armonía "agradable".
Tal vez podría haberlo encarado antes, pero a veces la inhibición llega a
causa de la vergüenza de saberse más como sólo una adquisición y eso le
hace enfardarse consigo mismo por ser un idiota. Aunque, eso no es algo por
lo cual sorprenderse, ya que sus inseguridades viven escondidas en los
recónditos más inestables de su mente.
—Míralo; bebe esa porquería como si fuese una parte esencial de su vida y-
—Es una parte esencial de su dieta... —interrumpe, lamiendo sus labios antes
de darse cuenta de lo que acaba de decir—. ¿Me darías un poco de tu
gaseosa? Hoy me siento realmente sediento...
[...]
Su ego se siente herido por eso, es casi como un rechazo hacia su presencia y,
gracias a ello, siente una gran irritación hacia él y siente que podría gritarle
en la cara sobre este drástico cambio.
Había ido a su oficina con la excusa de ir al baño sólo para recibir un gesto de
molestia. Era increíble, y no entendía absolutamente nada.
Hay silencio durante un minuto. Por lo mismo, decide tomar las riendas y
captar el chance para hablar.
Ahora todo se pondrá TAN entretenido que estoy escribiendo como loca,
jeje...
Les repetiré la pregunta que hice hace algunas notas atrás, es como la
pregunta del millón. Ok no.
— ¿Quieres hablar ahora, Gguk-ah? —Decide susurrar, sin abrir sus ojos u
apartarse. De hecho, se remueve hasta quedar acostado sobre su regazo, con
su cabeza escondida en el hueco de su cuello.
Sus brazos delgados envuelven los hombros de Jungkook y, con fuerza débil,
trata de sostenerse de él por vez que éste comienza a guiarlo, sujetando su
cintura, haciéndole fregarse contra su bulto acrecentándose.
—Oh, joder... —Es un murmuro apenas audible, pero suena como un gruñido
justo detrás de su oreja, la lengua ajena rozándole el lóbulo—. Muévelo un...
poco más rápido, Tae...
Tan obediente —como siempre lo es— al recibir una orden por parte de él,
comienza un tortuoso vaivén. Es desordenado y traza círculos sobre su eje,
deseando hacer desaparecer la ropa que se interpone entre ambos que, ahora,
sólo es un estorbo incómodo.
Puede sentir su piel ardiendo con calor, la sangre hirviendo hacia el sur al
estar ambos frotándose como sólo dos adolescentes lo harían.
Quiere reír, pero Jungkook le arranca un gemido cuando mete sus manos por
debajo de su pantalón, estrujando sus nalgas con un agarre sucio. Puede sentir
su entrada contrayéndose cuando uno de sus dedos juega en el borde,
tentándole por conseguir algo más allí.
La excitación se vuelve casi insoportable, por lo que los movimientos se
aceleran casi con desesperación. Podría parecer que están follando con ropa,
pero la sensación es diferente, y Taehyung todavía no ha sido capaz de abrir
sus ojos. Porque es demasiado, y toda la presión se acopla en sus oídos por
vez que siente su orgasmo construirse en su vientre bajo. Duele, pero quiere
más.
Jungkook ríe un poco ronco, su voz suena rasposa cuando le dice: —No te
vas a correr hasta que yo lo decida, ¿oíste?
Y dicho aquello, una de sus manos le agarra por las muñecas y la otra saca a
rebote su pene erecto. Por fin abre sus ojos llorosos, sus mejillas enrojecidas
y sus labios hinchados de tanto morderlos. Ve a Jungkook tan sereno como lo
es él, su expresión fresca y llena de seguridad; su excitación se expresa en
una sonrisa que le hace estremecerse.
—Eso es... Carajo, justo así, pastelito. Qué buen chico eres... —un apretón en
uno de sus glúteos y el tono sucio en un murmullo.
Su cuerpo tiembla durante un par de segundos debido a las réplicas del
éxtasis, los nudos de tensión se deshacen finalmente, dejándole exhausto y
lánguido y no sabe qué decir o hacer.
—Vaya... Ni siquiera te has tocado esta vez... —Con voz áspera, Jungkook le
muerde la mejilla, rastrillándole los dientes por la mandíbula. Le hace exhalar
el aire que no sabía estaba conteniendo—. Bésame, voy a masturbarme ahora.
Ríe suavemente, presionando sus labios contra los ajenos, deteniéndose para
lamer y degustar el instante. Le gustan los besos con Jungkook, y podría estar
un día completo sobre su regazo sólo siendo besado. Ama la forma en la cual
pueden transmitir lo que desean con tan sólo fijar un ritmo.
Le gustan las huellas del tacto de Jungkook sobre su piel y eso le hace
sentirse —quizás— un poco afortunado de que sea él quien le haga
experimentar esto. Porque, hace algún tiempo atrás, se hubiese resignado y,
muy probablemente, hubiese terminado siendo un tipo emocionalmente
atrofiado. Ahora le es más fácil aceptar sus sentimientos, pero quiere
aprender a poder admitirlos y dominarlos.
—Oh...
Entreabriendo sus ojos para poder espiar, se encuentra con Jungkook también
mirándole, lo cual le hace gracia y no evita sonreír en medio del beso,
mordiéndole el labio. Ve su mano bombear el falo, creando un sonido
chicloso, viéndose obsceno al estar jalándose a sí mismo cuando lo tiene
sobre su regazo repartiendo besos por doquier.
—Súper sí...
Justo cuando está a punto de saltar fuera de su regazo y caer sobre sus
rodillas, Jungkook eyacula entre sus muslos, haciéndole cuestionarse en qué
instante sus pantalones terminaron en sus pantorrillas.
—Eso fue...
— ¿Jodidamente caliente?
Después de unos minutos, los dos están en la habitación. Taehyung está con
el control de la televisión, cambiando de canal por vez que Jungkook revisa
algo en su computadora. Parecen muy concentrados en lo que hacen, pero la
verdad es que están pensando en cómo sacar a flote su tema pendiente.
Fuera comienza a anochecer, las nubes grisáceas se vuelven oscuras por vez
que una espesa neblina cae en la ciudad. Hace frío y la calefacción ha estado
encendida desde que llegaron de la jornada universitaria.
— ¿Oh?
—No —le interrumpe, con voz firme, alcanzando su mentón para hacerle
hacer contacto visual—, ahora está bien. Hablaremos...
—Creo que todo quedó un poco más que claro desde el año nuevo, ¿no? Esto
es más que una simple atracción y supongo que tú lo notaste también...
Quizá, fue mi error no habértelo hecho saber hasta ahora, pero necesito saber
si esto es mutuo. ¿Tú sientes lo mismo por mí? Quiero estar seguro.
— ¿Por qué dices eso? Y-yo n-no sería capaz de jugar contigo, con nadie. Y-
yo me siento bien contigo, tú me haces sentir bien... Tú me gustas también.
Seriamente.
—Tae...
Hay un minuto de silencio por vez que una delgada rama golpea la ventana
debido a la ventisca fuera.
En fin, cuídense mucho, les quiero, busquen motivos para ser felices
☁
35
Sus dedos descendieron con curiosidad por la piel desnuda del otro hombre a
su lado, aventurándose a querer saber qué hay bajo las sábanas. Pero, incluso
si sabe la respuesta, no se siente satisfecho ni saciado. No ha podido tener
suficiente de él, y quiere tomar y abarcar cuanto más sea posible.
— ¿Tan malo soy en ello? —La pregunta es casi una ironía, pero lo ve
voltearse, recostándose sobre su costado para devolverle un beso cercano a la
comisura. El cosquilleo surge desde su pecho y quiere postergar los besos
durante algunos minutos, pero no puede—. ¿Quieres quedarte un poco más?
Me siento muy solo últimamente y..., c-contigo me siento tan bien...
—Oh... Yo... Lo lamento, Jinnie... Hoy no puedo —Dice, temiendo una mala
reacción de su parte. Puede ver el vago brillo de sus ojos difuminarse hasta
desaparecer por completo debido a su rechazo—. Pero... Quizá pueda venir
en la noche, o...
En sus entrañas, siente un repentino pesar cuando oye aquello. Piensa que es
sólo la fatiga al despertar con el estómago vacío, y por eso no le da
importancia. No puede importar nada más, no cuando tiene a este maravilloso
hombre recostado dócilmente, luciendo tan hermoso como siempre lo es bajo
su mirada.
Se hubiese hecho a un lado para evitar que su decisión sea influenciada por
su persuasión, pero su rostro es acunado entre esas manos con toque cálido y
entonces no puede evitar besar el dorso de una de ellas, dejándose hacer.
Recibe una mirada compasiva y decide ignorar el trasfondo de ésta.
— ¿Qué?
—Jinnie, no es eso...
Si bien sabe que Seokjin tiene razón y que sus palabras no se alejan de su
idiotez, después de ver la forma en la cual está empeorando, las opciones se
vuelven muy variables.
—Teníamos que hablar, yo debía hacerle unas preguntas sobre su... Sólo dile
sobre mí.
—Tampoco sabe sobre lo que ocurrió el otro día. No debes contarle sobre
eso..., ni sobre esto...
—Bien, no lo haré. Pero, le haré saber que no puede sólo olvidarse de ti.
—Si es así, entonces deberías empezar tomando tus cosas e irte —ríe—.
Recuerda que debes obtener aquellas calificaciones aprobatorias para luego
conseguir un buen trabajo y llevarme a una cita real.
Sus palabras con picardía le hacen saber de antemano que eso es todo lo que
desea. Una cita "normal" como en las películas románticas donde los
personaje tienen un picnic al aire libre, en un parque anticuado con copas de
un vino costoso y siendo espectadores del anaranjado atardecer. O, eso se
repetía a sí mismo cada vez que Jin le hablaba sobre lo mucho que algún día
le gustaría ser partícipe de algo parecido. Entonces, Yoongi se había
encontrado cayendo en sus garras por voluntad propia, deseoso de poder ser
aquel que pudiese brindarle algo así, lo cual le hacía predecible con respecto
a sus sentimientos. Pero sí, está muy ilusionado con el «qué pasaría si».
Su cabeza dolía y su visión se desenfocaba cada cierto tiempo por vez que
tecleaba en su portátil, escribiendo una respuesta al correo electrónico que
había recibido por parte de Mingyu con respecto a la empresa Jeon y la
editorial. Estaba mucho más que estresado debido a la situación del traslado y
el montón de papeleo que tenía que resolver para empezar a hacerse cargo de
sus "obligaciones" de legado, lo cual le irritaba en demasía.
Cada día su estado anímico empeora, haciéndole volverse mucho más tosco y
desagradable. Porque, simplemente, está asumiendo una constricción que no
quería ni deseaba asumir.
A distancia pudo ver cómo algunos de sus colegas eran ascendidos como
jefes de unidad en su departamento, y él solo podía acumular la frustración de
no haber podido permitirse postular a algún cargo autoritario. Pero, no podía,
ya que, durante estas últimas semanas, había logrado concluir más de un par
de cosas que tendría que afrontar porque, además de que se convertiría en el
dueño y jefe de la editorial Eunwha, también tendría que disminuir sus horas
de clase semanales; su trabajo como maestro se veía comprometido y no le
gustaba la idea de sólo dejarlo como una segunda opción.
Sí, definitivamente debe visitar a su mejor amigo cuanto antes para pedirle
algunos consejos.
«Te llevaré a cenar lo que quieras, así que debes aguantar sólo un poco más,
¿bien?», le escribe.
— ¿JongIn es el idiota que se cree superior a todos sólo por las muchas
chicas que ha tenido?
—Es un engreído imbécil, y Baek es muy diferente a él... No puedo creer que
sean familia...
Te extrañé.
—No lo suficiente...
Taehyung ríe como si hubiese oído el mejor chiste del mundo. —Esta
deliciosa comida te terminará de dejar con el mal del puerco, así que podrás
quedarte dormido fácilmente.
—Eres un tonto...
— ¿Por qué has decidido comer pollo frito agridulce y lo demás? —pregunta,
mirándolo con sus ojitos brillantes y melosos. Hay una pizca de algo más en
su mirada, lo cual le hace una ineludible ilusión—. Sé que suena estúpido,
pero tú no sueles comer "comida basura"...
Después de que ambos hubieron comido una gran porción de sus pedidos y
después de varios comentarios al azar, Jungkook decidió responder a la
pregunta de Taehyung.
Taehyung soltó el ala de pollo que estaba a punto de morder y la dejó sobre
su plato, con una expresión apagada. Obviamente se había sentido un poco
mal de sacar un tema que es sensible.
—No es importante ahora, pero es uno de los motivos por los cual he
decidido dejar de comer comida rápida o comida callejera. Mantener una
buena alimentación e ir al gimnasio es importante para mí, ya que, digamos
que me devuelve un poco de paz corporal al saber que puedo mantener la
forma que he demorado en construir —Jungkook no se perdió ni un instante
del suspiro de Taehyung, parecía muy apenado por haberle hecho tocar el
tema—. Está bien, Tae... No te pongas así, sólo fue mi respuesta a una de tus
curiosidades.
—Lo sé... Es sólo que, eres atractivo y tienes un cuerpo fenomenal. Para mí
eres, en serio, muy atractivo, inteligente y maduro ¿y atractivo?
—Vaya... Dijiste tres veces atractivo, supongo que soy súper atractivo —
agrega, riendo con diversión al ver las mejillas rojas de su alumno, quien trata
de hacerle cumplidos, aparentemente.
— ¿Por qué dices eso? —frunce el ceño, molesto y con ese tono más agudo
y quejoso que le empieza a gustar más de lo que debería; se logra distorsionar
en sus oídos perfectamente—. Yo no soy superficial, Jungkook. Para mí
seguirías siendo atractivo a pesar de un ligero sobrepeso y acné.
Taehyung le haría saber a Jungkook que era merecedor de todo lo que estaba
dispuesto a entregarle.
Hum, ya saben que estoy en todos lados (no si la Dios), pero tengo un
nuevo fanfic... Les va a gustar y les dejará con muchos feelings... Hehe
Sean felices~
La noche anterior, luego de darse cuenta de lo estúpido y bobo que había sido
en la cena, se dio cuenta de que inevitablemente estaba implicándose mucho
más de lo que quizás debería, lo cual le drenó cualquier tipo de energía que
hubo tenido; se sintió auto-denigrado al saberse, prácticamente,
prostituyéndose.
Jamás se han detenido a conocerse el uno al otro, no han hecho más que darse
datos al azar tras algún momento espontáneo donde la emoción les rebosaba,
y terminaban cegándose sin pensar en las consecuencias de sus actos.
Jungkook lo mira con seria obviedad y luego picotea sus labios una vez más
para poder retomar su desayuno, no sin antes guiñarle un ojo y advertirle: —
Esta noche haré que te olvides de absolutamente todo, salvo yo. Seré en lo
único que pienses, pastelito.
Y eso sonaba bien para él. De hecho, era todo lo que necesitaba: olvidarse de
todo, a excepción de Jungkook.
[...]
Una vez llegó al lugar, logró visualizar de inmediato a Jin, quien estaba
sentado en un rincón apartado. Se pasmó un poco de verlo tras algunas
semanas, y no podía creer que su apariencia se hubiese deteriorado con tal
obviedad que, le hizo sentir una preocupación culposa de no haberlo
contactado antes. Algo malo estaba ocurriendo.
— ¿Estás seguro?
Sabía que Jin no le dejaría tranquilo hasta no huronear en lo que había tenido
que contarle casi por obligación y, ahora, prácticamente estaba
aprovechándose de ello para dejar en segundo plano su propia situación. Era
injusto.
— ¿A-ah?
—Oh... Me alegro. ¿Qué edad tiene él? ¿Cómo se llama? Quiero conocerlo.
La presión se hace tan fuerte que los sollozos le hiperventilan y trata de cubrir
su rostro avergonzado de los ojos ajenos. Su corazón palpita demasiado
fuerte contra su pecho, haciéndole contraer la caja torácica y siente como si
ya no pudiese respirar del todo bien. Duele, y eso es lo único en lo que logra
penar mientras llora.
Tiene miedo.
Jin está a su lado, abrazándole sin importar que algunas personas observen su
colapso. Pero, lo peor de todo, es que Jin también llora silenciosamente por
vez que trata de consolarlo.
—Está bien, Tae... Está bien... Estoy aquí —susurra—, estoy junto a ti. No
importa si aún no estás listo para hablar de eso conmigo. Entiendo si no te
sientes preparado para dar ese paso. Sé que todo esto ha sido una presión
constante para ti durante todos estos años... Lo sé, tranquilo.
Taehyung no quiere recibir dinero por entregarle a Jungkook lo que sabe está
dispuesto a entregarle por voluntad propia; su mente, cuerpo y alma.
Creo que el siguiente capítulo tiene dos partes. Creo. Hehe. Les gustará...
Las nubes grisáceas eran teñidas por los colores saturados de un egoísta sol
invernal que, ocultándose entre los cerros, daba paso a un ocaso
atardecer frío. Los pasillos de la institución universitaria eran manchados con
rastros de la incandescente luz amarilla que, entre rayos de segundos
inestables, se filtraba por entre las ramas de los árboles que eran mecidos con
la fresca ventisca.
— ¿Aló?
La voz de su madre resonó en sus oídos con ese típico tono materno que logra
transmitir paz y calma, como si todo estuviese bien.
Aquellas palabras tan reconfortantes eran las que siempre le habían alentado
a seguir adelante, habían sido un apoyo constante que se mantuvo a través del
tiempo y las dudas; sus decisiones se habían visto influencias por lo que
debería hacer y lo que quería hacer.
Taehyung relamió sus labios, sabiendo que era la oportunidad perfecta para
dar paso a sacar el tema que quería tratar.
—Ese es uno de los motivos por los cual te llamé, ma... —Comienza. El
repentino dolor de cabeza le hace punzar en las sienes con molestia—. Hum,
yo te hablé sobre mi trabajo. Mi jefe me está pagando bien. En serio. Ya no
necesito que me envíen dinero o... nada. Además, al ser mi último año, el
arancel ya no es tan exigente con respecto a los pagos.
—Tae...
— ¿Estás seguro?
—Claro que sí. Además, faltan tan sólo unos meses para mi graduación. Ya
no es necesario. Mi jefe me da algunas comodidades...
Su corazón se apretó.
La conversación terminó de fluir con temas triviales, y por eso no pudo notar
que alguien había logrado escuchar parte de la conversación que se suponía
mantenía en privado.
— ¿Tarjeta de alimentos?
Las calles de Seúl comenzaban a ser iluminadas por las luces de la vida
nocturna, llenándose de transeúntes fiesteros y estudiantes que recién salían
de sus clases; el pronto fin de semana se hacía presente con algunos festivales
y discotecas en inauguración; el olor callejero de las frituras y dulces, el
bullicio y las risas le hicieron querer fumar.
Porque, en ese instante, era mucho más importante hacerse cargo de su Tae
que buscar un edificio para alquilar un lugar del cual no se quería hacer
cargo.
—Préndela por mí, por favor... —Dice con su voz aniñada que le causa gracia
mientras deja su abrigo colgado en el perchero.
Taehyung infla sus mejillas y abulta sus labios, abrazando una almohada.
Ve cómo Taehyung enrojece, por lo que se decide a acercarlo para besar sus
mejillas y su mentón, y cuando lo tiene sobre su regazo, esperando por más,
se detiene.
— ¿Huh?
—Hoy haremos algo diferente, Tae... Sabes que, tras cada sesión de sexo, te
voy a consentir muy bien. Me gusta hacerlo. Pero, hoy... será algo mucho
más diferente de lo que hemos hecho, ¿bien? —Comienza, acomodando las
piernas de Tae alrededor de sus caderas para transmitirle confianza,
abrazando su cintura, atreviéndose a entablar un poco de contacto físico—.
¿Quieres hacerlo?
—Sólo lo que puedas soportar, Tae. Recuerda que tienes tu palabra segura y
esa es «rojo». En cuanto lo digas, yo me detendré de inmediato, ¿entendido?
—Síp...
—En este tipo de sesiones, quiero que me digas papi o Señor. Porque
estaremos en una sesión, y eso es diferente a cuando tenemos sexo
espontáneo; no seremos sólo Taehyung y Jungkook, estaremos jugando un
rol. En estas sesiones te haré experimentar dolor y placer, y te llevaré al
límite de las sensaciones. Quiero que lo disfrutes, y quiero que me dejes
disfrutarte también... —su voz suena suave por vez que sus dedos cosquillean
en las caderas de su chico, quien escucha atentamente—. ¿Lo harás?
—Absolutamente.
—Está bien...
—Eso es, bebé. Tranquilo. Ahora, quítate la ropa y espérame aquí. Iré por
algunas cosas.
Una vez baja, ve a Taehyung desnudo, abrazando uno de los almohadones del
sillón que lo cubre casi por completo mientras muerde su labio inferior con
notorio nervio.
Se ve exquisitamente adorable.
Cuando escribí este capítulo, tenía MUCHA tarea y por eso no quise
profundizar en demasía con respecto a las emociones de los personajes.
No quería cagarla. Pero, en la segunda parte (la que sigue), ya había
mandado algunas de mis guías pendientes.
So...
Supongo que saben lo que significa :-)
— ¿Por qué has estado tan afligido últimamente? —Pregunta. Su voz suave
se ha vuelto rasposa por vez que se detiene a mirar la piel de miel, limpia,
olorosa y sedosa. Cada centímetro parece ser bendecido con proporciones
agraciadas y seductivas; es tan precioso, piensa—. ¿Qué es lo que te ha
estado afligiendo? —Lo guía sobre el almohadón, haciéndole inclinarse sobre
sus rodillas y codos.
— ¿Te sentirías cómodo para hablar de eso ahora? Coloca tus manos detrás
de tu espalda.
Su propia mano comenzó a delinear el camino de la columna de Taehyung,
provocando un escalofrío cuando llegó a la espalda baja, sobre su trasero.
—La verdad es que no... No me sentiría cómodo al hablar de eso justo ahora.
—Hmm.
Siempre le había gustado mirar, tocar y castigar a sus parejas sexuales. Era
curioso y le gustaba ser un amante sucio y sagaz. Pero, con ninguno de ellos
pudo sentirse tan al borde del confín como con Taehyung, quien le hace
aferrarse de sí hasta el último segundo en cada uno de sus encuentros
sexuales.
— ¡No, no!
—Pa...
—Pa... Papi...
Uno de sus dedos delineó con parsimonia en el borde del ceñido agujero
sobre sus bolas, tentándolo y avisándole qué es lo él quería. Necesitaba
follarlo tan mal y tan rudo, que dolía en su hombría la necesidad tan fiera de
joder. Entonces, su dedo siguió jugando ahí, viéndolo contraerse debido a la
anticipación.
— ¡Mmgh!
Jungkook no quiere que nadie más sobrepase la línea con su chico. Así que,
inhalando y exhalando, su pecho se infla con superioridad, irguiéndose sobre
su altura para comenzar.
—Se sentirá mucho mejor, y me gusta cómo luces justo ahora... —Notó un
ligero temblor al susurrar en su oído, decidiéndose a pellizcar el interior de
uno de sus muslos para poder darle otra palmada justo encima de sus
testículos. Taehyung estaba tiritando y tratando de cerrar sus piernas,
apretándose—. Quería utilizar esposas, pero ahora quiero usar los
separadores.
— ¿Uh? ¿Qué e-es eso? —Le oye musitar en un susurro apenas audible,
viéndolo sonrojándose violentamente. Pero, Taehyung se siente perdido en
medio de las sensaciones y la oscuridad. Sacude su cabeza, tratando de
estabilizar sus sentidos y la sangre acoplándose en sus oídos palpitantes.
—No quiero que cierres tus piernas mientras te follo, así que usaremos los
separadores... —Dice, viendo la postura de repentino encogimiento que
denota está alarmado—. Vamos, intenta moverte, resistirá al movimiento.
—Hum... —Taehyung hizo caso e intentó cerrar sus piernas, pero no lo logró
y eso le asustó un poco debido a que, después de haberse sentido tan
acalorado, comenzaba a sentirse frío.
No podía ver nada y no sabía lo que Jungkook hacía, lo cual le ponía muy
ansioso, y ahora estaba completamente privado a las órdenes. Estaba asustado
y Jungkook lo notó.
—Sí...
— ¿Por qué?
—Eres tan jodidamente hermoso, y sólo mío... —Jungkook desliza sus manos
por su cintura, amasando en sus caderas y tres azotes llegaron, escociendo la
piel de sus nalgas con ardor—. ¿Eres mío, bebé?, ¿huh? Respóndeme.
—Sí, sí soy todo tuyo... —exhala con agitación, tratando de disipar los
temblores de su cuerpo ante la cantidad de sensaciones haciendo aparición en
su organismo. La excitación hizo que sintiese cosquillas en su vientre.
Oh no, muy malo. Jungkook azotó tres veces en su culo, provocando un ruido
sordo.
— ¿Te gustó eso? ¿Un poco más, bebé? —Jungkook volvió a meter sus
dedos en su agujero, abriendo y cerrándolos de forma ocasional, sintiendo la
calidez blanda. Quería meter su verga ahí de una vez, y hacerlo suyo durante
toda la noche.
Jungkook hizo caso omiso a las suplicas al pensar que su actuar era producto
de la sobre-estimulación. Sin embargo...
— ¡Rojo! ¡Rojo!
Apenas escuchó aquella palabra, se detuvo, sacando sus dedos con cuidado,
pero fue entonces cuando Taehyung se orinó.
Joder...
— ¿Qué pasa, Tae? —Dijo con suavidad, acunando su rostro lloroso, pero
éste se hizo a un lado, evitando el contacto—. Tae, mi amor, ¿qué ocurre?
—Estoy tan orgulloso de ti, lo hiciste muy bien... Fue tu primera vez y, si no
te agradó, no lo volveremos a hacer otra vez... —Susurró en su oído, dando
caricias reconfortantes en su espalda—. Dijiste rojo y eso significó mucho
para mí, Tae. Yo me detuve, y si te orinaste fue porque te sentías muy bien...
No te mortifiques por eso.
—Me siento muy avergonzado, Gguk-ah... Mojé tu pantalón, eso debió verse
muy asqueroso, debió ser incómodo para ti y... —Dice, aferrándose a la
camisa de Jungkook, sabiendo que no podrá verlo a la cara sin echarse a
llorar avergonzadísimo.
Pasan unos minutos en los cual Jungkook trata de calmarlo y hacerle saber
que estará para él, que puede aferrarse a su corazón en ese instante. Entonces,
cuando termina de hacer catarsis y el llanto cesa, decide llevarlo al baño para
poder limpiarlo.
Pero, lo ve...
—Perdóname...
—Sí, no hay nada que perdonar... —Le dice, saboreando la deleitable boquita
de su chico, asegurándose de lamer, chupar y marcar. Era suyo. Todo de él le
pertenecía—. Me encantas...
—Hmm...
Jamás se le ocurrió que un apodo tan tonto y aniñado pudiese sonar tan
jodidamente adorable, pero era la magia que sólo los labios de Tae podían
hacer. Se sintió enternecido y endurecido al instante.
Ggukie.
—Lo sé... Pero, sólo, hazme olvidar... Odio este sentimiento tan
desagradable, siento que voy a llorar de nuevo... Hazlo rápido, Ggukie...
—Oh... Sí... ¡Así! Ahh... Ah... Jungkook, mi... Ggukie... Oh, dios mío... Oh...
¡Me voy a correr! Hum... Ouhnm...
—Joder... ¡Sí!
—Eres una cosita tan cachonda, mi bebé... —gruñó, mordiéndole una de las
mejillas ruborizadas, haciéndole lloriquear debido a la desesperación de estar
casi en el punto máximo, moviéndose y jadeando desvergonzadamente.
Jungkook se estimuló mucho más con la imagen de su tierno TaeTae siendo
un desastre por él, y eso le hizo empujar dentro de él con aspereza, sintiendo
las paredes anales ceñirse en su polla, apretándolo exquisitamente y
haciéndole apretar las caderas de Taehyung para, finalmente, poder correrse.
En fin, espero les haya gustado el capítulo y les quiero. Cuídense mucho,
mis nubecitas ☁
Pdta: les dejé un gif del tete que imaginé para basarme en este fic :-(
39
El olor a café estaba impregnado en cada una de las paredes del local grisáceo
con diseño minimalista y decoraciones anticuadas. Las lámparas que
colgaban del techo iluminaban las mesas vacías con tazas sucias, restos de
pastelillos y un poco de propina mientras el último cliente del día se
marchaba.
—Fue un largo día, ¿no? —Dice, sonriéndole simpáticamente por vez que sus
ojos forman dos líneas. Una bonita sonrisa, pensó, distinguiéndolo de
inmediato. Habían hablado un par de veces esa semana, mas no lo suficiente
para entablar una conversación.
—Sí.
Escucha su carcajada y frunce el ceño con confusión, ¿de qué se supone que
está hablando este tipo?
Ve una pequeña calcomanía de una ranita junto a un mensaje que sólo dice
«para ti».
— ¿Tú pusiste esto en mi bolsillo? —Le pregunta a Park, pasando sus brazos
por las mangas de su chaqueta y a la vez mostrándole la barra de chocolate.
— ¿Hum, no?
Entonces, ¿quién?
Hacía dos días que no veía a Seok Jin, quien estaba a favor de consumir un
déficit de calorías de un treinta por ciento y amaba comer frutas y verduras, y
nada de comida basura. Pensó en Baekhyun, pero le resultaba difícil creerlo,
a sabiendas de que éste andaba escaso de dinero. Y Taehyung...
Por lo mismo, emprendió camino en medio de las calles aún muy transitadas.
Vio a una que otra pareja ir tomados de la mano, charlando y riendo por el
comentario que alguno de los dos hacía. Eso lo extrañó porque, ¿por qué no
podía hacer eso con él? Pensó que, tal vez, lo hubiese invitado al cine o a un
parque y hubiesen pasado uno bueno rato, juntos. Le gustaba la idea de
cortejar a Seok Jin. No era muy cliché, sin embargo. Pero, lo haría a su
forma; un poco tradicional y clásico.
Suspiró.
Con sus manos en los bolsillos, caminó por el borde de la acera, entrando a
una calle solitaria y bien ponderada. Cada paso que dio, lo dio con lentitud,
acercándose sin prisa al gigante edificio al cual se estaba dirigiendo
nuevamente. Ahí, los recepcionistas siempre lo miraban con esa expresión en
sus caras... Quizá era desconfianza, o quizá era recelo debido a su apariencia.
De hecho, apenas puso un pie dentro de la recepción, el viejo arrugado y
desagradable le dio una muy mala mirada.
¿Por qué?
Eran preguntas sin respuesta que no quería averiguar. Así que, sólo fue
directo al ascensor e inhaló y exhaló antes de quedar en el piso que hubo
marcado anteriormente.
Y, una vez tocó a la puerta de Seok Jin, éste le recibió con un abrazo apretado
y sorpresivo.
—Jinnie...
Entró con rapidez dentro del apartamento, cerrando tras de sí y sin soltar a
Seok Jin. Se dirigió hasta el sillón de la sala y le hizo sentarse ahí para poder
acunar su rostro y ver sus ojos llorosos e hipando.
—Estoy... tan... aburrido. Tan... mal... Odio esto... ¡Odio sentirme así! —Dice
con un notorio deje de rabia y tristeza mezcladas, totalmente roto por eso que
le hace culpa con constancia en su interior—. Ya no quiero, n-no puedo más,
Yoongi-ssi... Estoy... harto.
— ¿Ves? Eso era todo... Ahora cierra tus ojos y relájate; hablaremos luego
de esto y te vas a desahogar, ¿bien? —sonriéndole suavemente, anhelando
protegerlo de todo eso que le hace daño. Hay humedad entre sus pestañas
debido a la sorpresa, pero eso no es lo que importa ahora.
Seok Jin sonríe y asiente antes de agregar: —Él ha estado muy ocupado con
los estudios y su novio...
—Sí, hablamos, pero no fue taaan bien... Él ha estado muy preocupado por su
reciente noviazgo y todo eso. Además es su último año y también trabaja para
subsistir —empieza, contándole—, yo insistí en ayudarle pero se negó. Y la
verdad es que lo extraño mucho, a pesar de todo...
[1/2]
Como es mi primera vez haciendo maratón y es Heal me, sólo serán dos
capítulos. Lo sé. No es mucho, pero si se portan bien, yo les daré
recompensa. O sea, más maratones y más capítulos;)
Quizá sea un tonto. O quizá sea un iluso. Pero, tiene una gran oportunidad de
ir más allá y descubrir todas esas nuevas emociones románticas de las cual se
privó durante —casi— toda su vida, y sólo por satisfacer el egoísta deseo de
su padre homofóbico. Lamentablemente, es una verdad que quiere enterrar
porque con Jungkook se siente seguro; estar en sus brazos es como un
salvavidas momentáneo que le vuelve ajeno a todo el caos que le rodea, pero
no sabe las consecuencias de aferrarse a él.
«Tengo reunión de colegas, no creo que sea conveniente que me esperes esta
vez... A menos que quieras hacerlo en el auto, esperarme».
«Oh, bien. Tengo que ir a un lugar de todos modos :)», respondió, tecleando
en su pantalla y atrayendo la atención de dos pares de ojos.
— ¿Con quién te estás texteando? —Preguntó Baekhyun, con sus dos cejas
alzadas e interpretando una mirada "inocente" que denotaba una muy obvia
curiosidad.
—No, él habla de mí, Tae... —Yoongi está tornando los ojos con sarcasmo y
hace una mueca que le parece graciosa, pero no lo suficiente como para que
le cause gracia. Todo lo contrario—. Obviamente habla de ti, cabeza hueca.
Eres el único que ha estado mirando cómo Hong se pasea de allá para acá
todo el puto rato; y que, además, ahora tiene el celular en la mano...
De manera repentina cae un silencio incómodo entre los tres y puede notar las
miradas serias en los rostros de sus amigos, quienes lucen muy extrañamente
a comparación de hace tan sólo unos segundos atrás. Por lo mismo, quiso
taparse el rostro con las dos manos con la urgencia de poder evadir el tema, y
por no saber cómo hacerlo.
Su respuesta quizá fue demasiado tajante y quizá no fue algo que hizo a
propósito, de todos modos no tenía ganas de seguir con ello.
—Lo siento, Baekkie hyung... Creo que fui grosero con ustedes y... No hay
una excusa para eso. Discúlpame, ¿por favor?
Baekhyun relamió sus labios y asintió. —Sí, lo que sea... Nos vemos luego,
supongo...
Una luz molesta le dio en los ojos y entonces cayó en cuenta del Nissan negro
que entraba en el aparcamiento.
Dios.
Cuando vio Jungkook caminar en zancadas hacia él, con una sonrisilla de
galán formándose en su boca por vez que se acercaba y cogía las bolsas del
suelo, se sintió endeble y, crónicamente, tonto
—Es que, compré algunas cosas para la cena... ¿No te molesta o...?
—Ya...
—Oye, aquí no... —Pidió, murmurando bajito, sus dedos descendiendo con
un toque tierno por la piel de la mandíbula del otro hombre. Le gustaba
mucho—. Estoy hambriento..., déjame ir a cocinar la cena, ¿sí?
—Hyung...
Otro beso.
—Jungkook-ah.
Quiso reír pero mantuvo la seriedad hasta entrar a la casa, quitarse los zapatos
e ir hacia la cocina. Jungkook siguiéndolo, obviamente.
Le resultaba graciosa esta actitud melosa que hacía poco había descubierto,
pues era como si Jungkook no pudiese tener suficiente de esto, y como si
quisiera tomar y abarcar cuanto más sea posible de él. Quizá era un poco,
demasiado intenso. Pero, le gustaba la forma en la que ambos comenzaban a
demostrar su interés por el otro. Y, sí tiene en cuenta que es incapaz de fingir
ser indiferente a algo que sí ha comenzado a importarle.
—No lo sé. Supongo. Yo sólo me crié con Mingyu y muchas niñeras... Por
cierto, ¿Seok Jin es tu hermano mayor?
Y aun sabiendo lo que estaba buscando era peligroso en varios niveles, estaba
dispuesto a aceptar el riesgo.
Así que, pretendió que todo estaba en orden. Inclusive cuando sentía el calor
del cuerpo ajeno emanar hacia su propio cuerpo, casi quemándolo con deseos
y anhelos contenidos.
Había dos copas de vino, algunos platos sucios; satisfechos de comida, pero
no de contención y aun excitados.
Juguetón.
— ¿Mmh?
Un apretón en su bulto.
[...]
[2/2]
Quiero agradecerles por los 10K, en serio me hace muy feliz recibir su
apoyo y saber que les gusta la historia y mi forma de escribir. En serio,
¡muchas gracias! ❤ Porque, a pesar de que yo entré a wttpd el 2015
(estoy vieja, don't mind xD), yo comencé a escribir de forma fluida y más
mejor, por así decirlo, recién a finales del 2019. Y este 2020 me lancé.
Entonces, me hace muy feliz que, de un tirón, las cosas estén funcionando
tan bien para mí en cuanto a mis obras En fin, ya me pongo
sentimental y ya di vuelta mi bebida y rompí un vaso, así que nada más
de lloriqueos :')
Taehyung rodó por la cama con pereza, fregándose los ojos con somnolencia
y bostezando ferozmente. Sus rechonchos mofletes quedaron medio inflados
cuando abultó sus labios con molestia debido a la luz del sol mañanero que
impactó por toda la habitación, iluminando el espacio por completo.
—Tienes un examen hoy, debes comer algo antes de que nos vamos, Tae.
—No.
—Gguk-ah...
Tenía que apresurarse para poder alcanzar a releer sus apuntes antes de entrar
al salón y estrujar sus conocimientos. Porque no tenía ninguna excusa por
obtener un mal resultado, y necesitaba mínimo noventa puntos para mantener
la remuneración máxima de su beca y así seguir cubriendo su matrícula
tranquilamente. Aunque, si lo pensaba bien, no tenía motivos para obtener un
mal resultado, pues, durante las últimas dos semanas se había puesto a
estudiar como un loco, pasando la mayor parte del tiempo entre libros,
buscando información que pudiese servirle como anticipación al período de
preparación de tesis, que por cierto se acercaba con creces.
Su último año contaba sólo con dos semestres, y aquéllos se acortaba cada
vez más acorde pasaban los días.
Una vez estuvo listo, corrió escaleras abajo y tomó la taza que Jungkook le
había dejado. Era café. No era un gran fan del café, pero entendía que
Jungkook lo quisiera despierto en su clase. Después de todo, su profesor
seguía siendo un pendejo y la flexibilidad, desde la última vez, había
terminado por desaparecer de su diccionario. A veces, le divertía el contraste
que había entre quién era en su vida privada y quién era en sus asuntos
profesionales; el cambio era ridículamente drástico. Había muchas fases que
había descubierto en un período de más de nueve meses.
La verdad era que, análisis del discurso le resultaba un poco más complejo en
comparación a otros de sus ramos y optativos, pues abarcaba un ámbito
mucho más profundo y analítico. Por la misma razón, en cada una de las
clases que tenía, trataba de tomar apuntes y poner mucha atención, a pesar de
que le resultase difícil porque terminaba concentrándose en otras cosas; ver a
la persona que le gustaba frente suyo, explayándose libremente y con tanta
confianza, le hacía retorcerse en un agradable cosquilleo.
Aparte de todo, quería enorgullecerlo y hacerle saber que esta vez lo haría
bien y tendría una buena calificación. Estaba decidido a dejar de lado la
mediocridad y tratar de sobresalir.
— ¿Estás listo? —Le escucha preguntar mientras deja sobre la mesa su taza
ya vacía. Luce serio y su voz sigue ronca por el despertar matutino, suena
suavemente áspero y le gusta esa mezcla.
Jungkook ríe ligeramente, presionando sus labios contra una de sus mejillas y
mordiéndole. —No estés nervioso, te preparaste lo suficiente. Te irá bien.
Su estómago se sacudió con una sensación ansiosa a la cual se ha
condicionado ante la cercanía, que sí causa estragos en su sistema. Es grato y
le gusta que sea así.
[...]
—Después de esto, quiero ir a beber. Creo que nos hace falta salir.
—No estoy seguro de eso, Yoongi hyung... Ya sabes que me pongo mal
cuando bebo...
Los tres ríen. Taehyung les había pedido una disculpa por haberles
respondido mal y las cosas habían estado un poco tensas los primeros días, y
después todo volvió a la normalidad. O eso creía en la ignorancia de sus
pensamientos, en desemejanza a los ajenos.
Cuando el timbre sonó, tuvieron que dirigirse como siempre al salón donde se
llevaría a cabo la evaluación y se hicieron camino hacia sus asientos
habituales, ahora muy cercanos al podio delantero. Las hojas fueron
repartidas por un inspector que se aseguraba de registrar que todos guardaran
sus móviles, era algo que se hacía para evitar una posible copia entre
alumnos.
Mala suerte que Taehyung no pudiese disimular tan bien como Jungkook; no
podía pretender ser indiferente, ya que su pastosidad le jugaba en contra.
—No.
—Bien, comiencen.
Le dio una última mirada a Yoongi a su otro lado y le sonrió tímidamente,
murmurándole con sus labios un silencioso «suerte».
Por ende, cuando ya hubo pasado una hora, las expresiones afligidas en los
alumnos se habían acentuado por vez que los minutos seguían transcurriendo
en el reloj.
Todos estaban yendo contra el tiempo, y se les agotaba con insistente rapidez.
Jungkook caminó a zancadas hacia él, con una mueca de fría seriedad. De
forma inconsciente, consideró que, en serio, su reputación quedaría intacta
después de todo.
— ¿Qué es? —Dijo muy despacio, agachándose muy cerca, tanto que su voz
le erizó el vello de la piel de la nuca. Respiró su aroma y se sintió
notoriamente más reconfortado.
—Es esta pregunta, creo que no está bien formulada... Hum, no tiene mucha
relevancia con las alternativas que hay para realizar en el desarrollo...
—Debes leer con cuidado el texto en la página tres, haz un análisis de los
párrafos y reflexiónalo.
—Lee con cuidado los párrafos, no es la gran cosa. Lee con detención.
—Bien, gracias...
Esperó con paciencia a que volviese a su podio, y mordió su labio con fuerza,
obedeciendo al consejo que le habían dado y, tras leer dos veces el mismo
texto, encontró rápidamente la respuesta, sintiéndose gratificado.
Sus labios se curvaron hacia arriba, pero reprimió el indicio de sonrisa que
quiso escapársele, siguiendo con su examen a sabiendas de que nadie más
había sido consciente del intercambio que hubo entre ambos.
Sin embargo, Yoongi sintió un mal sabor en la boca del estómago al haber
sido espectador de la forma en la cual su maestro, y uno de los más temidos
del departamento, rozaba el dorso de la mano de su mejor amigo con lo que,
creyó y podría asegurar, era una evidente intención.
Por cierto, si es que llega a haber alguna personita que estudie literatura,
mis disculpas porque yo no me manejo mucho en eso y busco info e
invento el contenido de la mayor parte de la historia porque es ficción (?
Perdón, hago lo mejor que puedo:((
Por otro lado, se había tomado el tiempo de observarlos con detención a cada
uno y por separado, pues cuando se juntaban de tanto en tanto y, en los pocos
momentos que compartían, notó que Yoongi se veía mucho más serio y
preocupado. Al menos era eso en comparación a Taehyung, que parecía
ensimismado en su mundo interno, yendo de allá para acá con un misterio
que le causaba más curiosidad de lo que realmente le gustaría admitir.
Sin embargo, y a pesar de todo, sólo desea poder tener una buena y muy
cómoda charla en conjunto para poder aclarar todo el asunto. Sabe que los
chicos no lo están haciendo a propósito y por lo mismo quiere hacerles saber
que pueden contar con su ayuda y apoyo pase lo que pase. Después de todo,
son sus amigos y quiere que sepan que cuentan con él, aunque aparentemente
no lo necesiten.
—Sí, mamá...
Procurando tomar una bandeja para llevar banchan y los vasos y las botellas,
se encuentra frente a frente con su desagradable medio-hermano. Qué
fastidio, piensa, tambaleándose y tratando de esquivarlo para poder seguir su
camino, pero...
— ¡Baekkie! Veo que trajiste a tus amigos; el matón y el niño hada... Vaya,
no esperaba encontrármelos aquí, ¿no planeas invitarme a unírmeles?
No puede ser.
Escuchaba las risas de los otros clientes y las voces escandalosamente altas
acoplándose a su alrededor. Todo hacía un raro eco en su cabeza, que ya
comenzaba a sufrir los efectos de distorsión debido a la cantidad de Soju que
ingirió sin siquiera tomar en cuenta su poca resistencia; estaba mareándose y
sus sentidos estaban adormeciéndose acorde trascurrían los minutos.
—Tae...
—Su nariz es grande y bonita, y cuando hace ese gesto y arruga su naricita,
yo no puedo, hyung... —lloriquea, sintiéndose lleno de aquel sentimiento que
ha estado percibiendo últimamente; es extraño y le hace sentir satisfecho y
feliz.
—Tae...
— ¿Tae...?
— ¿Sí?
—Pero, hyung...
—Ahora mismo.
«¿Dónde estás?»
19:01 pm.
«¿Estás en tu apartamento?»
20:20 pm.
«Estoy preocupado por ti, por favor responde a mis mensajes cuando los
veas.»
20:31 pm.
«Por dios, ¿a dónde fuiste?»
20:49 pm.
«Taehyung»
01:14 am.
«Dime que fuiste con tus amigos y que estás bien, no me gusta que estés solo
en la calle tan tarde »
01:27 am.
Oh. Joder.
—No, no... Está bien así, hyung... Alguien vendrá por mí... —Murmuró,
limpiando su boca con su manga. Odiaba beber y cada vez que bebía se
recordaba por qué odiaba esta sensación que le hace sentirse fuera de sí.
—Bien. El taxi demorara unos minutos, iré a traerte algo de agua para que te
limpies la boca. Apestas.
Qué buen amigo, pensó, acariciando la cálida mano que sostenía el recipiente
de plástico.
—Gracias...
—Creo que vinieron por mí, hyung... —Dijo, sintiéndose extrañamente más
despierto e incómodo—. Te llevaría, pero no sé si sea conveniente...
—Adiós, hyung...
¿Cierto?
☁
Les cuento algo que nadie quiere saber. Pues la primera vez que yo bebí,
se me durmió la boca y terminé hablando puras tonterías y empecé a
mandarle audios sensitivos a mi mejor amiga :-) Cosas que pasan xD
Sabía que había hecho o dicho algo, pero no podía recordar con precisión qué
fue.
Genial.
Arrugó un puñado de las sábanas por vez que las arcadas le hacían encogerse,
transpirando sudor frío mientras el asco disminuía hasta desaparecer y
dejándole totalmente mortificado. Jamás volveré a beber, concluyó con
repugnancia. Porque no sólo se tendría que dar el trabajo de saber qué era lo
que había ocurrido la noche anterior, sino que también tendría que lavar la
ropa de cama; y no ignoraría sus instintos y presagios, por eso se sentía tan
inquieto después de todo.
Esperaba que Jungkook no estuviese tan molesto con él, ya que no sólo
estaba siendo un desastre esta mañana, podía recordar la cantidad de
mensajes que no se molestó en verificar y la hora a la cual llegó y, peor aún,
tuvo la ocurrencia de pedir que le fuesen a buscar. Por una maldición, si fuera
otro el contexto de la situación, no se preocuparía de buscar excusas o
explicaciones porque no tenía por qué hacerlo, pero firmó un papel donde
especificaban los términos de acuerdo mutuo entre ambas partes y, hasta el
momento, ha incumplido la mayoría de los puntos fijados en el contrato;
Taehyung no se arrepentía de esto, pero sí de eso.
Aparentemente no.
—Lo siento.
Eso fue lo primero que dijo y, al parecer, fueron las palabras incorrectas
porque, con sólo aquella frase, la expresión de Jungkook se transformó en
una de obviedad y enojo.
— ¿Por qué lo sientes? —Su voz era suave pero fuerte y espesa, y notó que
sus ojos ardían con intensidad, fulminándolo y transmitiéndole la culpa que
debía sentir y que ahora sentía con pesar y vergüenza. Entonces comprobó de
inmediato sí había hecho algo, y tenía razón.
Estaba a punto de hablar y tratar de decir algo que fuese conveniente, pero
apenas abrió su boca para formular una respuesta, Jungkook le interrumpió.
¿O sí?
Silencio.
Pero lo que vino luego estuvo totalmente fuera de lo que pudo haber
considerado entre las posibilidades de lo hubo "hecho".
La había cagado.
¿Qué?
—Cállate. Por favor, no... No quiero seguir discutiendo ahora. Son las cuatro
de la tarde, tengo asuntos que atender y esto... Esto me desagrada.
— ¡No! Espera, hablemos... —tirando de su manga, sintiendo lágrimas
aunarse en los surcos de sus ojos y tratando de detenerlo. No quiere verlo
salir e irse. Pero, Jungkook se zafa con brusquedad del agarre, haciéndole
tropezar con sus pies de nuevo.
—No me esperes para cenar, puedes salir o hacer lo que quieras. No estaré en
casa. Pero, asegúrate de lavar lo que ensuciaste y bañarte, apestas.
¿Cómo pudo haberle dicho que no pensaba en nada ni nadie más cuando
estaba con él?
¿Por qué no le dijo que no tenía ningún motivo para sentir celos, que él era el
único al que quería cuando se sentía vulnerable?
Primeramente, Seok Jin le había dado las pistas y lo demás sólo vino de
forma inconsciente y entre palabras y acciones metódicas que supo cómo
idéntica con facilidad; la atracción entre dos personas que están teniendo
algo, por muy cuidadosos que sean, si te detienes a mirar con precaución,
prestando atención a las palabras y acciones cómplices, es fácil distinguirlo.
Taehyung era su mejor amigo. Siempre pensó ambos tenían muchas cosas en
común. Ni siquiera congeniaba tanto con Seok Jin, a quien sabe adorar con
un cariño naciente y cálido. Pero, es claramente diferente. Seok Jin es la
persona que le gusta y con la cual se comenzó a proyectar, a pesar de todo. Y,
Taehyung... Taehyung, para él había sido su dongsaeng consentido, su nuevo
hermano menor. Qué idiota.
Yoongi jamás consideró optar por el camino fácil, ni siquiera cuando las
cosas en su vida empeoraron muy mal. Entonces, pensaba que su egoísta
juicio y crítica tenían justificación por lo indebido que sabía ellos estaban
haciendo.
En más de una ocasión durante los últimos días quiso no haber notado nada,
quiso no haberse enterado de lo que ahora parecía muy obvio. No podía negar
lo furioso que se sentía, lo desilusionado que se estaba. Por lo mismo, cuando
vio a Jungkook bajar de aquel auto, con la misma matrícula que había visto
aquella noche, quiso hacer una locura.
Bueno, contarles que, con todo el escándalo que está ocurriendo, me sentí
bajonearme, pero tomé las medidas de precaución de inmediato, cosa
que debía hacer hace mucho para evitarme varios dolores de cabeza xd.
Así que, les informo que ahora TODAS mis obras están registradas en el
Safe Creative Commons. Porque, hay que tener un respaldo en caso de.
En fin... *sigh*
Si están sufriendo de ansiedad, cuadros depresivos, enfermedades o si,
simplemente, están pasando por un mal momento, no se rindan. Sé que
no es fácil cuando sentimos que aquello nos está calando en los huesos,
pero recuérdense que ustedes son más fuertes que todo, y tengan en
cuenta que siempre habrá alguien pensando en ustedes. No están solxs.
Les adoro demasiado y es en serio cuando les deseo que sean felices. ❤
Abiertamente, podía admitir que lo que hubo pasado no era su culpa y por eso
es que necesitaba ser oído para ser comprendido a lo que sea que se hubiese
inferido de la situación. Pues, era sólo eso; un tonto malentendido. Sin
embargo, desde que puso un pie en la cocina y su mirada fue evadida, desde
que la taza de té le supo amargo mientras lo bebía a sorbos con la garganta
apretada por el ambiente denso de resentimiento, desde ese instante tuvo en
cuenta que lo que había pasado no había sido tan insignificante como creyó
que era; Jungkook, por algún muy deducible motivo, estaba dolido y, quizás,
decepcionado. Y, aunque le dio los buenos días y le miró dulcemente, con la
esperanza de poder tener una conversación, no recibió más que un gesto
cortante, que le advertía su maestro no tenía ganas de hablarle aún.
Era irónico y hasta gracioso que una sola palabra le hubiera revelado otra
faceta que desconocía de quien parecía tener más matices de los que creía
fuesen posibles. E, incluso si a veces concluía que sólo se trataba de una
personalidad completa y bastante característica regida por la dominación y el
control absoluto, entendía que esto también se debía a un algo que lo había
causado; sinceramente, no quería indagar en el «por qué» debido a que no le
correspondía buscar una justificación, pero no podía negar que no deseaba
saber a qué se debía; la idea de poder conocerlo mejor le hacía una inevitable
ilusión, y no sabe si eso sea conveniente.
Suspirando, deja que su mirada siga el camino ascendiente por su torso hasta
sus labios. Él quisiera...
Su pecho se aprieta.
—Voy contigo.
Notó con claridad el deje de molestia en su ceño fruncido, pero, muy en sus
adentros, sonrió por vez que cogía la mochila y la colgaba en su hombro,
siguiendo los pasos que los dirigían hacia el aparcamiento.
—Sostén esto por mí, ¿puedes? —Dijo Jungkook, ofreciéndole una pila de
papeles que parecían ser... ¿las evaluaciones?
—Lo sabrás junto a los demás. No te pongas ansioso, ten confianza en tus
capacidades. Te lo dije ese día.
La voz de Jungkook sonó forzada y molesta en sus oídos y sintió sus labios
temblar, pero apartó su rostro del escrutinio para mirar a través de la ventana
y se enojó al darse cuenta de que, ni siquiera eso haría que Jungkook
reaccionase de la misma forma que lo hubiese hecho antes.
Vio las nubes despejar el cielo azul durante algunos segundos para dar cabida
a un brillante atardecer que, pronto, daría cabida a la primavera. Y alguna
canción anticuada y de moda sonaba con un volumen apenas oíble en la
radio, el ambiente era extraño.
El silencio era incómodo y denso, y Taehyung prefería eso con tal de estar
por algunos minutos a su lado sin ser apartado con frustración. Esta vez sabía
que la culpa no era de nadie, sino de la irresponsabilidad por no haber sido
cuidadosos y necesitaba aclarar eso y seguía buscando una forma de
hacérselo saber a Jungkook, que parecía no querer aflojar después de haberse
creído una probabilidad que no era exacta.
Inhaló y exhaló suavemente, cerrando sus ojos por un instante cuando supo el
transcurso se había acortado enormemente y ya se encontraban entrando a la
zona de estacionamientos de la universidad.
Esperó unos segundos hasta que el motor se apagó y le permitió desatarse del
cinturón y dejar la pila de papeles en el regazo ajeno.
—Taehyung...
Y eso bastó para darle un último vistazo y cerrar la puerta para encaminarse
hacia el campus en dirección al departamento de literatura.
Horas más tarde, todos se encontraban en la penúltima clase del día; con
Jeon.
Vio a Baekhyun apretar el lápiz entre sus dedos, sus manos temblaban.
Y Yoongi...
—Kim Sun Hee, 76/100. Hwang Yeji 50/100. Byun Baekhyun, 89/100. Min
Yoongi 62/100. Kim Taehyung, 97/100.
—Felicitaciones.
Él lo había hecho.
Oh Dios mío...
Vio a sus compañeros salir del aula entre llantos y quejas, vio a Jungkook
darle una última mirada antes de retirarse porque tenía media jornada,
excusándose con quienes le pedían charlar en busca de alguna oportunidad y
negándoles con brusquedad.
¿Qué demonios?
— ¿Por qué debería felicitarlo, Baek? —Rió, burla llenando una risa ácida y
furiosa. Era obvio que toda esa furia estaban dirigidas hacia él, y se lo hizo
saber de una forma horrorosamente dolorosa—. ¿Debería felicitarlo por
meterse con nuestro profesor imbécil?, ¿por ofrecérsele a Jeon a cambio de
una calificación?
¿Cómo...?
Tarde o temprano...
Silencio.
El balde de agua fría cae y la mano que estuvo rodeando sus hombros con
calidez, se aleja, cayendo sobre él una mirada de sorpresa y confusión.
Para ese momento, las lágrimas que han comenzando a surcar sus ojos
enrojecidos, le hacen arder la vista por vez que mira a Baek con culpabilidad.
Sí, es cierto; eso es lo que transmite la transparencia en su rostro, olvidándose
de la emoción que ni siquiera alcanzó a percibir.
—Tae...
—Yo...
Taehyung sintió su vista borrosa y su respiración malograrse cuando no supo
qué más decir.
Taehyung quiso hablar, detenerlo, pero no pudo y sólo apretó sus labios,
reprimiendo el sollozo.
— ¡Así que eso fue! ¡Eso es lo que Kyung-soo y Jong-dae debieron hacer!
Pfft, quién diría que chuparle la polla a Jeon sería la respuesta, estoy
sorprendido... —Sus palabras rebasan el sarcasmo, la ira y la decepción,
haciéndole sentirse mareado y aterrado. Esto es demasiado, más de lo que
cree poder soportar—. ¿Por qué tuviste que hacer eso, Tae? ¿Por qué? Todos
estábamos esforzándonos y aceptamos dignamente tener aquel resultado y
tú... Tú estabas dejando que ese imbécil te hiciera eso...
—Yo lo quiero.
Por fin las miradas de sus amigos con seriedad se posan sobre él, quien
cabizbajo, aprieta la tela de su pantalón en un puño.
—Tae...
Taehyung muerde su labio con tanta fuerza que, cree que se ha herido; el
sabor metálico se hace fuerte en su boca. Pero, mira directo hacia sus mejores
amigos. De pronto, siente que le han roto el corazón, con toda la mierda que
salió de su boca en un arranque de envidia y celos.
Quizá estaba siendo muy exigente consigo mismo. O quizá, aun, sentía una
mezcla agridulce haciéndose terriblemente ácida tras todo lo ocurrido; en su
mente seguía muy presente la imagen del salón de conferencias casi lleno y
su visión enfocada en sólo una persona, en su persona.
Sí, tal vez estaba siendo muy exigente consigo mismo y por eso no quería
admitir abiertamente los sentimientos encontrados que tenía con respecto a lo
que había pasado. Porque había sido muy amargo oír otro nombre filtrarse de
aquellos labios que sabía cómo sólo suyos, y había sido conmocionante ser el
informante de la sabiduría que yacía oculta en aquel querubín de apariencia
desmañada y ropas holgadas que lo cubrían del escrutinio crítico del ruin
interés de los infames. No obstante, él no era tan diferente a los demás en
comparación a lo que su niño significaba; un ángel al que está corrompiendo
desde la médula.
¿Cómo fue que llegaron a ese punto? La naturalidad que se adoptó con
rapidez al transcurrir de los días y semanas y meses, fue algo que ni siquiera
le dio el tiempo de notar lo que estaban haciendo. Y, oh, claro que sabía lo
que hacían, correteándose mutuamente para tratar de conseguir más de aquel
frenesí.
Obviamente todas sus dudas habían salido a flote mucho antes del
inconveniente alejamiento que hubo decidido para aclarar su psiquis, el
incidente del nombre fue sólo un detonante al hondo cuestionamiento que
supo debía reflexionar.
Así que, ahora, ya no hay nada más que los pueda detener.
— ¡Tae!
—Pero qué...
— ¡Ahora todo está en juego! Todo... —repite, ensimismado con lo que sea
que esté pasando por su mente y que no puede lograr identificar o detener, lo
que es mucho más frustrante de lo que le gustaría admitir—. Mi vida, mi
carrera...
¿Qué?
— ¿Qué?
— ¿"Qué"? ¿Eso es todo lo que tienes por decir? ¿"Qué"? —Su voz suena
despacio mientras lo fulmina porque, por supuesto, su molestia va en una
clara dirección ahora; y es él. Taehyung está molesto con él—. ¡Por una
maldición, Jungkook! Traté de explicarte, pero no me dejaste y, ¿sabes qué
fue lo que pasó?
—Porque tú...
— ¿Porque yo qué?
—Ese día Yoongi nos vio. Yoongi lo sabe todo, sobre tú y yo... —La crudeza
de sus propias palabras le llevan a desatar un hipido lleno de agobio, pero a la
vez le hace saber, una vez más, que están metidos dentro de un gran lío.
—Él dijo que..., que yo era prácticamente una puta, ¿sabes? Dijo q-que no
podíamos hacer esto, que estaba muy mal ¡y yo lo sé! Pero tú no me has dado
ningún otro tratamiento especial, tú... —aprieta sus puños, mirándolo con la
obvia expectación de que le diga lo que quiere, lo que necesita oír—. ¿No lo
has hecho?
—Yo...
—Shh, está bien, bebé... Está bien, shh... —le detiene. Quizá sea demasiado
frío y cruel actuar de esta forma, pero él por ningún motivo dejaría que
mancharan sus papeles y los de Taehyung injustamente; si es que cometió un
error, lo asumía abiertamente, pero no podría permitir que se les acusara de
forma injustificada porque no le dio un trato preferente a nadie y no volvería
a cometer el mismo error que ya hubo cometido anteriormente—. Estamos
juntos, Tae... Y te prometo que no dejaré que esto afecte tu carrera ni la mía,
¿entendido?
—Te prometo que haré lo que sea para que esto no afecte tu titulación, yo
hablaré con él; y si es necesario haré que cierre la boca... —Jungkook deslizó
sus brazos por entre la chaqueta medio abierta de Taehyung, envolviendo su
cintura con delicadeza y acercándolo con suavidad y cautela. Lo apegó
apretadamente y de forma cariñosa, dejándolo enterrar su carita en su pecho
mientras sus bracitos, de forma automática, buscaban rodear su cuello. Estaba
tan, muy preocupado—. Estamos juntos en esto, tú y yo.
—Claro, te lo prometo...
Se viene...
Por otro lado, las pesadillas se habían vuelto recurrentes; horribles escenarios
donde se veía a sí mismo viendo cómo su padre se burlaba y reía de forma
asquerosa mientras él, llorando, trataba de taparse los oídos. Por esta razón,
en las noches sólo puede escabullirse en la habitación de su maestro,
escurriéndose bajo las sábanas y dejándose aplastar con tal de sentirse
cubierto. Incluso, entre sueños, se descubrió lloriqueando y sofocándose, una
aflicción que había vuelto a atormentarle en el corto, muy corto período que
se quedó durmiendo solo. Por lo mismo, dormirse sobre el pecho de su
maestro, sintiéndole respirar calmadamente mientras le hace disipar el llanto
con silencio y cariños, se había vuelto una mejor idea que darle vuelta al
tema.
No obstante, cuando sintió que todo se estaba cayendo debido a la pelea con
Yoongi, las pesadillas y la repentina carencia de comunicación con su
familia, fue cuando su maestro, Jeon Jungkook, se transformó en su
salvavidas.
—Ggukie...
Y sí, se ha dado cuenta también de ello.
—Ggukie...
—Ggukie...
—Mmnn... ¡Mmph...!
—Joder.
Ring, ring...
—Hoy tengo que estudiar y ahora tienes que empezar una clase en menos de
quince minutos, no podemos...
—Sí podemos.
Taehyung suspira.
Jungkook se ríe. —Suena tonto cuando lo dices así, pero sabes que me gusta
tocarte. Mucho.
Pero en vez de recibir ese "manoseo" que esperó recibir, Jungkook sólo le
abraza como si eso fuese lo que hubo deseado todo el día, causándole un
mareo con la sensación de estremecimiento surgiendo desde sus entrañas.
En el cielo grisáceo, los rayos de luz se filtran por entre las nubes,
iluminando ciertos sectores del jardín estilo japonés en medio del cálido
ocaso que estaba dando paso al último y mejor receso del día.
— ¿Por qué?
Un pestañeo y, finalmente, juego perdido.
—Espérame en casa.
[...]
Pues, el profesor Jung no había asistido ese día por motivos personales y uno
de los inspectores les había informado que estaban siendo despachados más
temprano. Por lo que, antes de poder marcharse, decidió pasar por el baño y
tratar de refrescar su cabeza.
—Debemos hablar.
Sobresaltándose, miró el reflejo de la otra persona tras suyo, sorprendiéndose.
¿Qué?
— ¡Tae, yo no te juzgaré!
¿Qué?
Una hora más tarde, Taehyung suspiraba, sacándose un gran peso de encima
y con Baekhyun a su lado, abrazándole y prometiéndole estaría para apoyarlo
en todo.
—Me resulta un tanto perturbador que compares con un drama con mi... ¿r-
romance? —Titubeando, pasa los tirantes de su mochila por sus brazos,
acomodándose para esperar el autobús que, supuestamente, pasara en dos
minutos.
—Fuera de todo eso, Tae. Creo que trataré de buscar indicios de evidencia en
su comportamiento, creo que hacen una bonita pareja...
—Ni siquiera nos has visto juntos y no creo que lo hagas, Baekkie... Él es...,
bueno... Yo soy un tanto paranoico con eso, hyung...
☁
19:57 pm.
Jungkook exhaló una última calada del humo del cigarrillo que estaba
fumando y lo tiró al piso, aplastándolo con su zapato para caminar algunas
zancadas hacia adelante; sus definidas facciones se tornaron duras y tétricas
por vez que su visión se enfocaba en el tipo que caminaba distraídamente
mirando a su celular.
Ahí estaba.
Había estado esperando por este momento, pensó, haciendo que la molestia
se acrecentara en demasía cuando vio un ápice de sonrisa e,
inconscientemente, recordó la forma en la cual su chico se había puesto
debido a ese imbécil que tenía el descaro de sonreír. Jodido idiota, todo su
enojo se estaría desatando en cuestión de instantes y realmente no tendría
problema alguno con manifestarlo. Porque Taehyung se había sentido muy
mal y, aunque trató de mejorar su estado anímico e intentó convencerle de
que no dejaría que nada ocurriera, no pudo evitar que no se enfermara con la
paranoia del cuidado y la disimulación.
A veces le frustraba que su niño fuese tan vulnerable con respecto a la moral
y los cánones, y le gustaría saber el porqué, pues, a él le gusta marcar su
territorio sin importar qué tan estúpido sea eso. Y, si fuese por él, claramente,
estaría haciéndole saber a todos que Kim Taehyung le pertenece, que es suyo
y que nadie tiene el puto derecho de dirigirle la palabra con algún tipo de
insinuación u hostigamiento; él lo haría, sigue queriendo hacerlo. Sin
embargo, todo el asunto "paranoico" sí es lógico cuando se lo piensa dos
veces. Porque Min Yoongi es, desde su perspectiva, una clara prueba de que
deben ser más disimulados e indiscretos.
—Vaya... No pensé que se tomaría tantas molestias, pero veo que... Esto no
se lo está tomando a la ligera, ¿o sí? —Su mirada le desafía con riña dentro
de sus orbes. Sabe lo que está haciendo, un maldito—. ¿Debería hacer algo al
respecto también?, ¿qué tal si le chupo la polla? Eso parece hacer magia en
tipos como usted, profesor.
Apretó sus puños, sintiendo la furia corriendo con las sangre en sus venas.
—Hijo de perra...
—Tal vez lo sea... Sí, lo soy... Porque, digamos que yo podría arruinar su
carrera también, Señor Jeon —tratando de mantener un tono serio en su voz,
se ríe—, y lo sabe, ¿cierto? —Yoongi enarca una ceja, implacable y
manteniéndose firme al frente suyo y enfureciéndolo aún peor—. Imagínese,
¿qué dirían los miembros del consejo si se enteraran de que usted negocia
calificaciones por sexo, abusa de su poder y se atreve de amenazar a uno de
sus alumnos con tal de no expandir el rumor? Eso sería el fin de su carrera
como maestro. Pero, lo debe tener claro, ¿cierto? De otro modo, no le veo
sentido el que esté aquí siendo un imbécil ridículo.
Jungkook frunce el ceño.
Es el turno de Yoongi, quien ahora parece mucho más tosco con el ahíto.
—Pero ten en cuenta que no lo hago por ti, sino por él... Me dijo que te
quiere. Pero, si le tocas un solo pelo fuera de su consentimiento a través de
convicciones, o si jodes conmigo, te juro que me importara un carajo todo.
¿O sí?
Su estado anímico era una nube oscura y espesa a su alrededor, todavía muy
molesto tras la discusión que tuvo con el mejor amigo de su chico y el
desagradable encuentro del cual fueron partícipes por una rivalidad que se
hizo muy obvia en medio de la disputa. No podía negar lo mucho que le
había encolerizado que el tipo fuese un pedazo de imbécil arrogante y que,
quizá, no evitó teorizar también tenía un flechazo por Taehyung; sus celos
tenían cierta justificación desde que le soltó toda esa mierda del
consentimiento y las convicciones que supuestamente lograban persuadirlo
para acostarse con él, y le amenazó sin siquiera un ápice de duda. Además, no
encontraba otros tantos motivos y razones, más que lo esencial del asunto,
para que se entrometiera en lo que no le correspondía y, en su consideración
hay, o hubo, algo extraño en aquella amistad platónica.
El tema estaba en que, Taehyung poseía esa cualidad insana de atraer todo el
interés con tan sólo hacer acto de presencia. Porque nadie podía ser ajeno a
aquellos ojos almendrados con pestañas curvadas y espesas, a aquellos ojos
que se mostraban transparentes con la afabilidad de la esencia en su alma y
que lo habían capturado y hechizado como el canto de una sirena en la
efímera frecuencia de un frágil segundo.
Taehyung era un dulce encantamiento, como todo lo que quería y todo lo que
alguna vez hubo soñado anhelar; y a la vez también era todo lo que le
asustaba tener por su impulsivo temperamento e inseguridades que yacían
escondidas en cicatrices de un pasado que se obligó a "olvidar".
No podía culpar a nadie más por el lío en sus divagues, tenía que resolver por
sí mismo cada uno de los asuntos que le hacían enojar.
Y, una vez estuvo ahí, los dos hombres hicieron una reverencia en modo de
saludo y le indicaron el procedimiento, guiándole en orden y mando de su
hermano, que, por supuesto, se había dado el trabajo de interferir en la mayor
parte del trámite.
Tras su áspera respuesta, recibió una carpeta color marrón con los papeles
originales.
—Por lo que tengo entendido, su hermano estará llegando a Seúl muy pronto
para seguir con la remodelación y los asuntos legales. Me alegra saber que
han decidido volver. Realmente espero tengan éxito con sus proyectos.
Dicho aquello, haciendo una leve reverencia, se retira con un índice de mal
presentimiento que prefiere pasar por alto hasta no averiguar bien qué es lo
que Mingyu está tramando. Siendo así, y consciente de la hora que da cabida
al anochecer, se dirige a casa.
Hace mucho tiempo que volver a casa no se sentía tan cálido como lo era
ahora que sabía Taehyung estaría esperándolo y ellos podrían hablar del
primer tema que les cruzara la mente sin inhibiciones; aunque ahora no
tuviese precisamente pensado hablar, sino más que disfrutarlo.
Y no se equivocó.
Su mirada desciende, minucioso por vez que se acerca con cautela, respirando
pesado con la anticipación de sus deseos. Porque, por fin lo tiene libre, lo
tiene sin excusas interponiéndose entre el desideriúm. Y, todo en lo que
puede pensar es en cuánto lo necesita sentir, en cuánto quiere formar esa
inexplicable conexión que le hace perderse en él tan mal, que podría olvidar
hasta su propio nombre. Por lo mismo, la exasperación quiere jugarle en
contra, pero logra concentrarse e ir con calma.
Taehyung tiene puestos unos auriculares, por lo que sabe no le debe haber
escuchado llegar, internalizado en la música que fluye en sus oídos.
—Quédate ahí, yo resolveré tus dudas... —Le dice, posicionándose entre sus
piernas y haciéndole un masaje entre sus muslos internos, robándole un
gemido quejumbroso ante la fuerza con la cual ha presionado sus dedos—.
Me hiciste esperar mucho estos días, no es justo...
Sus manos curiosean entre sus piernas, anticipándose con un pulso acelerado
y acariciándole los testículos por sobre el pantalón, ascendiendo rápidamente
por su trasero, tratando de ahuecar sus nalgas, agarrándolas con una naciente
excitación y jugueteando con la sensación de unas palmaditas.
Jungkook ríe, divertido, dándole otro azote y separando sus glúteos para
observar la rugosidad del orificio apretado de su niño, y la idea que ha estado
queriendo llevar a cabo con éste parece ser irresistible en demasía.
Y sin darle espacio a la duda, sus manos separan la separación entre sus
glúteos, exponiendo su pequeño agujero y lamiéndolo.
— ¡Jungkook!
Taehyung trata de alejarse, obviamente avergonzado de que él haya hecho
eso en su zona íntima. Pues, si bien estaba limpio y se había preocupado de
tener los cuidados necesarios en esa zona, no evitaba no sentirse mortificado
con su culo totalmente expuesto frente a la cara de su amante.
Jungkook voltea los ojos, lamiendo otra vez, apuntando al centro con su
lengua y forzándolo a mantenerse quieto, aunque fracasa un poco con ello.
—Bien...
Jungkook, con su mano libre, le da una palmada fuertísima que lo hace casi
gritar, su orgasmo construyéndose rápidamente en su vientre bajo y
haciéndole contraer sus paredes anales en torno a los dedos ajenos, hipando
con clemencia.
—Papi... ¡Papi, papi! Oh, mierda, Gguk...
Oh...
—Eso fue... Dios, se sintió tan bien... Pero, ¿por qué no...?
Taehyung mordió sus labios, abriendo sólo un poco sus piernas en espera de
la intromisión porque suponía que, tras el jugueteo previo, estaba listo para
ser penetrado.
—Mmmh, sí...
Al principio, fue lento, queriendo sentir cada fibra del interior de su bonito
TaeTae, pero cuando la succión debido a la excitación se volvió como una
invitación a dejarse llevar por el impulso, perdió el juego.
—N-no lo sé... ¿T-te gusta a-así? —entre jadeos, lo miró por sobre su
hombro, apoyando su torso en el colchón y elevando las caderas a la altura
del eje de su maestro para adoptar una mejor posición y poder ver qué
sucedía allí.
— ¡Ouh! ¡Dame más! ¡No pares! ¡Oh, mierda! ¡Aah, haaah, ahw... awh...!
Taehyung sentía toda su anatomía arder y estaba llorando muy mal hasta que
nuevamente se corrió. El semen se disparó en su estómago y le hizo temblar e
hiperventilarse ante la cantidad de sensaciones que le dejaron sintiéndose
mareado y casi desmayándose.
— ¡Oh, carajo!
Y llegó al clímax, moviéndose con lentitud, aun dentro de él, con las mejillas
enrojecidas y su flequillo pegándose a su frente, muy sudado y, sinceramente,
muy sexy.
Hoy es un día muy loco, pero en fin... Ya actualicé, ¡sorpresa! Espero que
les haya gustado el capítulo, le puse imaginación al smut xD No les puedo
mentir, mi creatividad me hizo sentir orgullosa de lo vívida que fue...
Su mirada cayó un par de veces en las personas que había por doquier, riendo
o simplemente charlando, y notó que la variedad entre los clientes no era para
nada obvia, teniendo en cuenta que en su mayoría eran sólo empresarios; uno
que otro acompañado de alguna señorita, pero muy pocos. Siempre había sido
muy observador e introvertido. Su personalidad y temperamento le hacían ser
uno en un millón, o al menos eso le decía su madre y su pareja. Por lo mismo,
el contraste que había entre quienes le rodeaban y quién era, era un tanto,
muy drástico. Lo sabía. Pero, había una excepción; Jeon Jungkook.
Había visto a su mejor amigo hace algunas semanas atrás, pero había pasado
más de un par de meses desde que habían tenido un encuentro como tal,
donde habían podido hablar y ponerse al día con ciertos asuntos. Ellos tenían
un lazo de confianza muy fuerte dado a todo lo que habían compartido a
través de los años y eran como casi hermanos, y estaban en contacto
constantemente desde que sus trabajos y sus vidas sociales no habían podido
coincidir; tenía una empresa que dirigir junto a su padre y Jungkook tenía un
profundo amor por su vocación, cosa que suponía había heredado de su
difunta madre.
Si bien ambos habían optado por tomar diferentes rumbos después del
camino por el cual habían ido, mediante etapas concluyentes y situaciones
complejas, eso no pudo ser una excusa para cortar de raíz la bonita devoción
que habían construido. Pues, había un gran historial que habían grabado y
que los había marcado con alegrías y aflicciones, y en cada una de sus
decisiones habían escogido el apoyo incondicional hacia el otro. Y, si bien
podría parecer que no tuviesen mucho en común, lo que, de cierta forma era
cierto, había mucho más de lo que parecía a simple vista.
Namjoon rió.
—Ya lo creo, pero, ¿qué es lo que él estudia? Podría darte algunos consejos
para que tú se los des a él y así te haces un galardón...
—No me galardono con él, me gusta que sea independiente y que tenga la
capacidad de cumplir con sus deberes.
—Tal vez lo aprendió de ti, ¿no le das un aventón? Ya sabes, una motivación
para que cumpla con lo suyo. Tú puedes guiarlo, ¿no es así?
—Eres un idiota.
—Imbécil... ¿Eres así con tus estudiantes? Porque, por lo que sé, no me creo
que seas tan generoso... —y era verdad, incluso cuando eran dos adolescentes
y querían divertirse, Jungkook siempre trataba de ser estricto con los horarios
y con el estudio. Muchas veces consideró que aquel control obseso y regido
por el orden sobre sus asuntos era debido a su padre, y lo sigue considerando
sin críticas porque sabe sobre lo que hubo atrás, todos y cada uno de los
motivos y las razones por las que su amigo se volvió un hombre tan
demandante—. ¿Tu asistente sigue contigo? Por lo que tengo entendido, es tu
alumno también, ¿no es así?
Jungkook hace una mueca, llevándose el vaso a sus labios y tomando un
sorbo y haciendo una mueca con la peculiaridad del ardor del fuerte alcohol
ingerido.
—Vaya... No eres para nada flexible con él —comenta con un claro deje de
sarcasmo porque, aunque no es nada de lo ya no se haya enterado, la sorpresa
por escucharlo de su boca tan a la ligera, le hace incomodarse con una obvia
evidencia en su expresión—, ¿es en serio?
Va muy en serio.
—Claro, te entiendo. Estás comprometido con lo que sea que tienen, pero, le
hiciste firmar un contrato que realmente están pasando por alto, ¿lo sabes?
—Claro que lo sé... No hemos tocado ni la mitad de los puntos que aparecen
en ese puto papel, Nam... —musita con voz suave y raposa por la tercera
ronda de whiskey que le acaba de llegar con tan sólo una seña.
Namjoon guarda silencio durante algunos instantes, bebiendo su mojito.
Por lo mismo, y ahora que sabe con certeza que ese tal Taehyung es amante
de Jungkook, no puede evitar no preparar su armadura de hierro y querer
buscar la verdad tras la naturaleza de esa naciente relación. Porque sabe que
cuando Jungkook se entrega totalmente a alguien, cosas malas ocurren. Y la
última vez terminó con Jungkook encerrado en un bar, a punto de tener un
coma etílico y sus padres, quienes iban camino al aeropuerto, fallecidos.
— ¿Cuál es la diferencia?
—Me asusta lo que siento, Nam... Me asusta mezclar mis sentimientos con la
peor parte de mí...
Bueno, esta autora ama mucho a Kim Namjoon y eso lo verán retratado
en la mayoría de mis obras ;-)
En fin, estoy muy inactiva en mi perfil (igual que antes xd) pero les
informo por aquí que quizá me tome unos días.
Sean felices~
49
Quizá estaba siendo un poco ambicioso, pero se sentía bien y le hacía feliz la
idea de ser un muy buen doctor. Aunque le seguía haciendo enojar que, a
causa de la somnolencia, su ronda se basara en atender una gastroenteritis e ir
box por box, suturando, tratando con enfermedades estomacales y resfríos.
Maldición.
No es como si estuviese enfadado con uno de sus colegas por recibir una
oportunidad o por tener el día de suerte...
—Vaya, ¿eso le dolió? No parecía quejarse cuando se hizo ese corte con una
tijera... —Seok Jin fulminó al hombre y se quitó los guantes esterilizados,
dejándolos a un lado antes de suspirar e ingresar los último datos de la
atención—. ¿Y qué se supone que estaba cocinando?
El tipo ríe con gracia, sentándose erguido y mirándola con una ceja alzada. —
¿Es eso de su incumbencia, Doctor Kim? ¿O es necesario para la ficha?
—Claro que no —Le dice, riendo también ante la intensa mirada del hombre,
cosa que sí le puso más que un poco nervioso—, de todas formas fui yo quien
hizo esa sutura. Para la próxima, debería dejar que su esposa sea la que
cocine, no quiero volver a verlo y tener que cocerle los dedos porque los
perdió dentro de la olla...
Seok Jin asiente ligeramente, mirando la hora en el reloj. Se suponía que hoy
terminaría un poco antes y podría irse a casa.
—Doctor Kim.
—No estaba cocinando para mi esposa, nos estamos separando y sólo quería
recibir a mi hijo con la cena; hoy consiguió su primer procedimiento en
quirófano y creo que se lo merece.
Seok Jin alza sus cejas, concentrándose en las facciones del hombre y lo que
acaba de decirle. ¿Acaso su hijo trabaja aquí? Se cuestionó a sí mismo, pero
queriendo pasar desapercibido con sus cuestionamientos sinsentido y que no
serán para nada relevantes de expresar, mucho menos con un paciente,
decidió pasarlo por alto.
Al principio quiso reírse porque, ¿cuántos minutos fueron los que estuvieron
compartiendo? Casi nada, pensó, pero, le llamó la atención la forma en la
que el hombre lo miró por última vez antes de retirarse. Podría haber jurado
que se le hacía conocido, que alguna vez lo había visto antes. Sin embargo,
una vez más, tuvo que persuadirse a seguir con lo suyo y con lo que
importaba; tenía que atender a dos pacientes más y su turno acabaría, aunque
a regañadientes.
Las horas transcurrieron rápidamente cuando los casos que le tocó asistir eran
simples y distaban de una complejidad interesante en su labor u observación
constante. Conversó durante un instante con una de sus colegas sobre el fin
de semana que les habían asignado como descanso, pero que de todas formas
les llamarían en caso de necesitar más "refuerzos", y entonces pudo dirigirse
a los vestidores y cambiarse.
Muy larga y merecida siesta. Sí, eso sonaba como todo lo que podría desear
querer en estos precisos instantes. Pero, cuando estuvo saliendo del hospital
se encontró con aquella motocicleta del demonio en frente y su pálido amante
que, ahora, se había teñido el cabello pelinegro y vestía un atuendo negro,
con su motocicleta negra y casco negro.
Tenía a Min Yoongi ahí, esperándolo para hacerle montar en esa jodida
motocicleta que tanto odia y a la cual no puede esperar subir para abrazarse a
él y sentir cómo, con el viento, todas sus cargas se esfuman junto a la
adrenalina que le haría sentir esos viajes esporádicos, que tal vez no son tan
grandes trayectos, pero que le hacen sentir como si estuviese más vivo de lo
que pareciera.
—Mírate, Doctor. Luces tan sexy con esa ropa, que...
Pasa un segundo. —Me temo que estamos yendo a otro lado, así que... Trata
de mantenerte despierto, ¿sí?
— ¿Huh? ¿Adónde?
— ¿Una cita?
—Así es.
Ni siquiera podía pensar, sólo se sentía muy nervioso por vez que veía a los
autos quedar atrás debido a la velocidad con la cual Yoongi conducía. El
vigor y la fuerza de la velocidad no le permitían pensar claramente y asimilar
sus palabras. Pero, todo se hizo un frágil santiamén cuando estuvieron
entrando a un lugar que parecía ser un parque.
La luz del ocaso caía con colores cálidamente saturados entre las montañas,
las nubes al revolar y los árboles meciéndose con tenuidad por vez que la
ventisca fresca llamaban los primeros días de primavera con proximidad.
—Cierra tus ojos durante un momento, por favor... —Le escucha decir, con
su voz ronca y grave, una melodía que le recorre la espina dorsal con una
corriente eléctrica imposible de no percibir.
—Para qué...
Seok Jin ríe entre diente y asiente, tapándose los ojos con ambas manos y
esperando. No sabe qué esperar, incluso sí sabe lo que es. Una contradicción
que le hace entrar en un colapso momentáneo cada vez en que se atreve a
pensar en ello. Su alma se empieza a fundir cuando oye el ruido tras suyo y la
soledad impresionante del lugar.
Riendo ligeramente se voltea, encontrándose con todo lo que una vez deseó
como un sueño, como la fantasiosa idea de cita perfecta bajo su percepción.
Había una manta blanca en el pasto verdoso, una botella de vino y dos copas,
una canasta de enjambre marrón; y las mejillas de Yoongi sonrosadas por vez
que lo veía expectante de su reacción, un poco tímido y notablemente
nervioso.
Su corazón se apretó y luego comenzó a latir con fiereza, sus ojos llenándose
de lágrimas y una palabra rota muriendo en su garganta.
—Una confesión, Seok Jinnie hyung... Decidí que no soy más tu jodido
amigo.
— ¿Kim, le ocurre algo? ¿Por qué me mira con tal aflicción? —Le pregunta
con un ápice de preocupación que, para él, se hace evidente en su tono. Pero,
Taehyung sólo puede mirarlo en espera de que pueda leer sus pensamientos,
cosa que sabe no es posible, pero que espera con firmeza porque siente que
vomitara todo y su conciencia en cualquier instante debido a las náuseas—.
¿Y? ¿Es algo sobre la materia?
Sus compañeros le miran con suma atención, inclusive volteándose hacia él.
Taehyung le mira una última vez antes de dejar caer su mirada, cabizbajo.
Jungkook le da una última mirada a Taehyung por vez que éste y su amigo se
retiran con rapidez del salón de conferencias. La incertidumbre le hace
torturarse preguntándose qué es lo que ocurrió, a sabiendas de que tendrá que
interrogarles la próxima clase para no demostrar ni un ápice de favoritismo o
conducta sospechosa.
Minutos después, Taehyung se sujeta de los bordes del lavabo, viendo cómo
el agua corre y sintiéndose un poco más fresco y deslavado.
— ¿Qué pasa? ¿Te sientes mejor? —Murmura, con su voz sonando apacible
en los oídos de su niño y una leve caricia dejándose caer en su mejilla con
afección.
—Sí, es sólo que comimos demás y se nos pasó la cuenta... —Su carita se
enrojeció con adorabilidad mientras se dejaba hacer por las atenciones de su
maestro.
— ¡Oye! Tú dijiste que debía comer bien, y además no podía declinar una
invitación de Baek..., mucho menos si era pollo frito...
Volví.
Taehyung emitió una exhalación llena de cansancio por vez que se sentaba en
el asiento acolchado, dejándose caer contra el respaldo y hundiéndose en la
comodidad que le otorgaba el sillón ejecutivo de la oficina de su maestro; sus
ojos se cerraron inconscientemente por vez que se concentraba en retomar
una respiración que le permitiera sentir descanso por tan sólo algunos
minutos, y se sentía familiarizado en aquel ambiente, por lo que no fue tan
difícil lograrlo.
Sólo un relajo...
Además, su tesis era otro tema que le tenía casi neurótico y muy estresado,
suponiendo que tenía que tener todo preparado y bajo control antes de hacer
las últimas revisiones. Y para este punto, sólo estaba deseando que el
semestre acabara lo antes posible porque la presión le hace sentir muy
limitado con respecto al tiempo y la organización de todo lo que abarca su
estudio. De todas formas, se encontró a sí mismo, en más de una ocasión,
agradeciendo por tener a Jungkook y que éste accediera, sin ningún
preámbulo, a resolver sus muchas dudas y cuestionamientos. Eso le parecía
muy dulce, y sexy.
Sin embargo, el asunto no era como parecía ser e inevitablemente quiso reír
ante el primer pensamiento que vino a su mente. Porque Taehyung estudiaba
en el comedor y Jungkook hacía su trabajo en su despacho, solos. Claramente
si surgía alguna duda ellos lo hablarían y tratarían de resolverlo. Pero, eso era
sólo cuando urgía una reflexión estrictamente necesaria que le iluminase y
que le hiciese comprender lo que le acomplejaba de forma definitiva.
Ser el mejor.
Después de todo, tenía a sus metas y a sus ambiciones por sobre todo, y muy
presentes aún en sus planes futuros. Porque sus sueños de niño, los anhelos
de la adolescencia, incluso ahora en su juventud, todo eso todavía sigue
fresco y presente en sus consideraciones. Quiere ser exitoso y tener una
buena vida, y ser muy feliz. Entonces, sabe estar a un solo paso de poder
comenzar a hacer una realidad de sus proyecciones. Sólo tiene que seguir
adelante y no ponerse marcha atrás, sino acelerar el motor a todo o nada. Y,
cada vez que se siente deprimido o desmotivado con relación a su
preparación académica, ahí es cuando se vuelve un recordatorio constante
todo lo que tenía planificado, lo quiere ser y todo lo que quiere tener; no
necesariamente material, pero manteniendo sus expectativas altas sobre sus
ideales. Porque poder cumplir cada uno de los puntos en su agenda era algo
importante para él, y algo muy esencial para convertirse en el hombre que
siempre soñó ser.
No importa qué tan cansado esté, o qué tan mal se sienta. O al menos eso
piensa Taehyung, cada vez que se ha empeñado en aferrarse a esa chispa de
esperanza que conserva como a un pequeño tesoro. Aún tras lo que le ocurrió
y las amarguras que saboreó en su boca, nunca se rindió antes y no lo haría
ahora.
Estaba casi dormitándose de tanto meditar sobre sus ilusiones y la escala que
tendría que subir para alcanzar la prosperidad, hasta que Jungkook entró de
forma ruidosa y haciéndole sobresaltarse, asustado.
—Oh... Sobre eso, yo lamento no haberte avisado que vendría aquí —Con un
bostezo que interrumpe su propia oración, yergue su espalda con la intención
de disipar la somnolencia. El día no ha acabado todavía y no puede dormirse
en ninguna de sus últimas clases—. Es el receso del almuerzo, son dos horas
y Baek no vino a clases... Así que, estaba solo y no sabía a dónde ir...
Jungkook rió, alejándolo con detención para acunar su carita y besar sus
labios rápidamente, luego sus mofletes sonrosados y susurrarle: — ¿Sólo
quieres ir a mi cama? ¿Sólo mi cama es cómoda?
Tan tonto...
Taehyung no evitó no reírse. Dios, estas cosas eran las que le hacían adorar
los contrastes.
— ¿Por qué siempre debo ir yo? ¿Por qué no puedes ir tú? Yo puedo buscar
en la cafetería mi almuerzo...
Ve a Jungkook voltearse hacia él, arqueando una ceja y con una mirada seria
e impenetrable. Estaba retándolo a seguir. Y Taehyung quería probarlo un
poco.
—Digo, tú pagas mi comida y casi todo, pero yo no quiero eso... Puedo pagar
mi comida, no quiero que lo hagas... —se atreve a decir, negándose a recibir
el dinero que su maestro sostenía en su mano.
—Tal vez, sólo hoy no lo quiero así... —susurra, acercándose al otro hombre
con una evidente intención; con un pestañeo y esa aura de sensualidad que
inspiraba su apariencia al tan sólo caminar con el porte de la elegancia en su
construcción corporal, haciéndole denotar que sabía lo que hacía y por qué lo
hacía. Estaba jugando con fuego y, prácticamente, lo estaba seduciendo.
Joder.
[...]
A pesar del calor primaveral que se hacía notar con viento fresco, era un
clima agradable y eso hacía que la mayor parte de las personas se mostraran
amables y no tan serias e inescrutables como él lo había notado en el
invierno. Además, en los puestos de la calle ya se podían ver los dulces
veraniegos y helados. Eso atraía a muchos niños pequeños y estudiantes de
primaria. Y, sinceramente, le encantaba ver a aquellos bebés que, caminando
de la mano de alguno de sus padres, sonreían felices mientras sostenían un
helado o simplemente sonreían porque estaban felices.
— ¿Estabas siguiéndome?
Taehyung se sintió amargado, claro que podía inferir a qué se refería con lo
que no se atrevió a completar.
—Déjame ir.
¿Esto es real?
— ¿Hablas en serio?
—Tae... Yo... Realmente estaba muy enojado aquel día, yo no sabía lo que
estaba pasando entre tú y él. Yo no pensé que fuese algo tan serio, y creí que
él te estaba usando u obligando a hacerlo a fuerza de tu voluntad. No pensé
que tú y él estaban en una relación, y me sentí molesto contigo porque no me
dijiste nada... —Yoongi inhala y Taehyung eleva sus cejas, luciendo casi
aburrido al escuchar aquellas absurdas disculpas. Él quería escuchar algo real,
y aquí algo faltaba—. Sé que no es tu deber contármelo todo a mí, pero yo
estaba tan molesto contigo por estar metiéndote con ese imbécil que ni
siquiera pude pensar antes de hablar y sí, ¡lo lamento! Pero no me retracto,
ese tipo es un jodido idiota y no te merece.
Un suspiro.
Silencio.
—Sí, te equivocaste mucho ese día. Pero estoy hartándome de masificar esto,
no quiero exagerar esto y llegar a otro nivel. Sé que te equivocaste y para mí
es válido que lo aceptes y que sepas que lo hiciste. Pero, yo sólo quiero
aclarar algo y es que yo quiero a Jungkook. Yo estoy con él, y no quiero
terminarlo sólo porque los demás no lo aprueban. Esa mierda ya dejó de
importarme.
Taehyung se detuvo.
Inhaló y exhaló, tres veces, cerrando sus ojos y sintiendo la fresca ventisca
del aire primaveral. El olor a las flores, mezclado con la humedad y tierra de
hojas de los jardines, eso le recordó a casa y aquello fue lo que hizo que los
nervios y el enfado disminuyeran, sintió un relajo casi instantáneo. Porque,
desde que Taehyung llegó a vivir con él, pasó algo que nunca antes hubiese
considerado que pasaría, era como si todo se empezara a asociar con su
presencia; aromas, sonidos, e incluso cosas tan pequeñas y específicas como
un llavero de osito que colgaba de su mochila color marrón.
Está enamorándose, muy mal, y le hace estremecer que por primera vez haya
sido capaz de decidir enfrentar lo ineludible. Porque, a pesar de todo, no sabe
a lo que está haciendo frente. Y, por la misma razón, está buscando formas de
lidiar con ello; antes nunca lo hizo y lo evitó a tal punto que su vida se
terminó por transformar drásticamente tras un terrible desastre y no quiere
que ocurra lo mismo nuevamente, —no, otra vez—. Además, Taehyung es
especial, es todo lo que quiere y lo que podría querer. Quiere estar con él,
pero a la vez le asusta en demasía lo que pueda llegar a pasar en el camino. Y
aun así, quiere estar con él y sigue queriéndolo, tanto.
Pero entonces, luego están los espectadores e involucrados. Y cree saber por
qué Namjoon pretende haber olvidado el suceso que le cambió la vida
después de una terrible serie de incidentes que se vieron desencadenados a
causa de su conducta, de su actuar. Siendo así, no puede no tener en cuenta
que gran parte de lo que hubo ocurrido hace años atrás, de forma inevitable y
con mucha sinceridad, podía admitir había sido su culpa; el punto que unía lo
que había conformado su impulsividad, siempre le hacía conocer, de una
manera u otra, que aquel remordimiento seguiría muy presente, desgarrándole
con la verdad de quién era y juzgándole por sus errores. Por eso es que, en
cuanto su mejor supo que se estaba interesando en alguien más, de nuevo, le
hizo recordar el significado de lo que aquello conllevaba. Pero, y cómo
podría olvidarlo cuando el eco todavía comienza a hacerse presente cada vez
que la ansiedad y la angustia le atacan con tormentosa presión y lamentable
negatividad.
Pasó sus manos por su rostro con frustración, sintiéndose como un estúpido al
saberse tan furioso consigo mismo por algo que no podría haberse evitado ni
con toda la precaución del mundo. Y quizás su "equivocación" fue evitarlo de
tal manera, que había terminado por hacer todo lo contrario; enamorarse de
él.
Quiere hablarle un poco sobre ello, sobre sus caprichos sexuales y las cosas
en las que ha estado pensando que podrían hacer. Pero, su alumno estaba
mucho más concentrado en teclear algo en su móvil que prestarle atención.
— ¡Oye!
—Shh... —Jungkook le sonríe antes de robarle un beso duro, que no dura más
de un par de segundos pero que sí logra robarle el aliento a causa de la
rudeza.
— ¡Mmph! ¡Gguk-ah!
El timbre suena por segunda vez y es entonces cuando lo deja ir, viéndolo
salir de su oficina torpemente y con pasos de bebé endeble. Ese era su chico,
suyo.
Su primera clase del día no estuvo mal, sólo aclarar algunos puntos
necesarios en los que sus estudiantes tenían complejidades y alguna tarea
para reforzar lo aprendido. Para eso de la segunda clase, faltaba un poco
menos de la mitad de sus estudiantes, lo cual le hizo enojarse en demasía y
fijar un examen mucho más complejo porque se habían tomado el
atrevimiento de excusarse con nada más y nada menos que una farsa. Porque
los imbéciles no habían tenido ni el ingenio de inventar excusas diferentes
para irse a dónde sea que se hayan ido, y era imposible que las madres de
todos se hayan enfermado el mismo día y de lo mismo. Después de eso, su
humor se volvió una espesa nube negra en el ambiente sobre su cabeza y, de
forma fría e impotente, entró a su última clase.
Dicho aquello, todos obedecieron. O la mayoría de ellos, porque, por vez que
explicaba, sus ojos no evitaron buscar a por Taehyung. Y cuando lo encontró
le vio sonreír suavemente, sus manos acunaban su pequeño rostro de
muñequito y asentía ligeramente a las palabras que Byun le murmuraba en el
oído.
Su ceño se frunció.
— ¿Es eso necesario? —Cuestionó Byun, con una vocecilla titubeante. Todo
parecía empeorar su estado anímico.
Jodido estúpido.
¿Por qué lo miraba así? Jungkook tenía sus teorías, sin embargo se volteó y
se concentró en dejar registro de la interrogación y con la respectiva
calificación que sus estudiantes habían tenido, porque tenía que mantenerse al
borde por tan sólo unos minutos más.
Y cuando el último timbre del día sonó, le dio la mirada a Taehyung mientras
salía y éste lo tuvo que seguir de inmediato, cabizbajo, y unos pasos por
detrás.
Llegar al estacionamiento nunca se había sentido tan tenso e incómodo. O al
menos eso fue lo que percibió en Taehyung, porque, en lo que a él concernía,
estaba muy molesto; apenas Taehyung se abrochó el cinturón, puso en
marcha el auto, acelerando con gran velocidad para salir del solitario
estacionamiento.
Sus dedos apretaron el volante con más fuerza de la necesaria, su mirada fija
en la carretera. Pasaron algunos minutos y encendió un cigarrillo, en su lado,
la ventana estaba abierta y llenando el espacio de un aire gélido y humo
grisáceo.
—Tssk. Claro.
—Él se arrepentía, y tampoco podía hacerle la ley del hielo de por vida...
—No puedes permitir que él te trate mal y luego sólo piense que con unas
palabritas y una sonrisita de falsa modestia bastará para reparar lo que hizo.
Te trató como mi puta y tú... —Otra calada a su cigarrillo mientras la bocina
de otro auto le avisa que va con más velocidad de la necesaria, pero le
importa un carajo realmente y sólo se apresura a tomar delantera de los otros
autos.
— ¿Debo repetirlo? No quiero que ese jodido imbécil haga algo que te
perjudique, o que nos perjudique a ti y a mí.
Taehyung frunce el ceño y con una mirada acusatoria le dice: — ¿Estás fuera
de ti?
—Me importa una mierda, tú no viste cómo ese hijo de perra te sonreía
incluso cuando yo estaba ahí... —Susurra tras su oído, su respiración
espesándose acorde los minutos pasan, pero jalándole el cabello para
obligarle a mirarlo y se encuentra con un espejismo—. No lo quiero cerca de
ti, Tae.
—Gguk-ssi...
Jungkook acaricia la piel de sus glúteos desnudos y aprieta, toda su ira está
convirtiéndose en frustración sexual.
Creo que no tengo nada por hacerles saber. Así que sólo eso para que
esta parte no se vea tan vacía.
Una ínfima sonrisa tiró de sus labios, mientras leía el mensaje de texto y
hacía presión en la tapa de la taza de papel de café. Se sentía tonto y quizás
un poco extraño tomándose el tiempo de darle ciertas atenciones a Jin, y con
la idea de comenzar a mostrarle aquellos detalles mucho más seguido.
Increíble.
Intentarlo.
Sabía que aquello sería un tanto difícil, pero estaba dispuesto a hacerlo
porque no perdería nada en el intento, ¿o sí?
Por suerte no había tantas personas en el café debido a la temprana hora, pero
pronto comenzarían a llegar más clientes y ya se encontraba un poco
distraído y desganado. Había tenido que hablar con su jefe porque necesitaba
un poco de dinero extra, y eso significaba obviamente horas extra. Así que
había tenido que ajustar su horario, y logró encontrar un "balance".
Calma e imperturbabilidad.
Porque cada día piensa en la renta que debe pagar del reducido apartamento
en el que ha estado viviendo desde que llegó, también en sus gastos
personales y en las facturas de la luz, agua y gas. Además, el departamento se
encuentra en una sección ciertamente apartada de la ciudad central, y Seúl es
enorme. Y los estudios no pueden quedarse atrás; prueba de ello son los
punzones que hacen aparición constante cada vez que el estrés le hace
frustrarse en demasía, y es lo mismo que ha causado las ojeras violáceas bajo
sus ojos. Porque escuchar las cátedras de los maestros le ha quitado noches
de sueño, y la estrictez con la que se toman todo tan en serio, con cada una de
las evaluaciones, le ha dejado corriendo contra el reloj.
Suspiró y miró una vez más su celular, ahora con la pantalla bloqueada.
—Créeme que eso no ayuda mucho, pero sólo un poco mejor; sigues luciendo
como un maldito zombie, pero uno con mucho estilo... —Le escucha decir, su
voz suena camuflada por una suave risa que sabe quiere ser el detonante de
unas carcajadas. Un niñato. Se estaba riendo de él.
—Yo tengo mucho estilo y aunque me vea como un zombie, seguiré luciendo
bien. En cambio, tú eres feo y con eso no podrías hacer que...
— ¡Oh por Dios! Tienes una alta opinión sobre ti mismo y eso sólo
demuestra que eres un culo engreído y egocéntrico...
Chistando para responder algo ingenioso a su pequeño pleito, uno de los que
se han estado volviendo usuales últimamente, se ve interrumpido por una
voz.
— ¡Yoongi-ssi!
—Yoongi-ssi —Dice otra vez, frente suyo—, vine por mi café y a recordarte
que tenemos planes para esta tarde. Recuerda que hoy salgo temprano...
—Te dije que tendría tu café listo, necesitas comenzar bien hoy. Es tu
primera whipple¹ y deberías estar allí ya, ¿no lo crees? —Pregunta,
notoriamente más tímido y riendo con nerviosismo ante la presencia de
Jimin, quien mira el intercambio con el ceño fruncido y demostrando obvia
curiosidad—. En serio, sé que lo harás bien.
Seok Jin asiente y bebe un sorbo de café, cerrando sus ojos instantáneamente
para establecer un juguetón contacto visual con él. Le gusta mucho, no podría
negarlo. Le encanta esta nueva faceta, el verdadero Kim Seok Jin.
—Yo también creo eso, pero no puedo seguir retrasándome porque se supone
tengo que prepararme ¡y aún hay muchos pacientes por atender! —Jin roza su
mano y aprieta sus labios mirándolo de soslayo para alejarse del mesón.
Claro. No podía despedirse, ni saludarse. No frente a un público más abierto.
Y él lo entendía y había accedido a ello porque lo respetaba y no haría algo
que le molestase o que le hiciese sentir mal o incómodo—. Deséame toda la
suerte de la fuente, hoy la necesitaré...
—Eso, eso. Deberías irte ahora y te deseo mucho toda esa suerte, aunque sé
que lo harás de maravilla y serás el mejor médico de ese hospital. Nos vemos
luego...
Y dicho aquello lo ve irse con rapidez y perderse entre las calles en dirección
a la parada de autobuses. Mira a su alrededor y no hay muchos clientes, aún.
Por lo que, sólo se apoya en el mostrador durante un instante, tratando de ser
consciente y absorber todo lo que ha estado ocurriendo en un lapso tan corto.
O sólo fue él quien no lo quiso ver antes..
—Vaya, tu amigo parece ser alguien importante; y hará una whipple. ¿Qué es
eso? Es algo así como un doctor y hará un procedimiento médico, eso me
dejó bastante sorprendido.
—Lo sé, debe ser complicado. Pero, como toda carrera, ¿no?
—Eso es fantástico, Yoongi-ssi y... ¿Ves que eres más agradable cuando no
te portas como un idiota conmigo? —Ambos se ríen un poco y comparten
una mirada para seguir la conversación durante una brevedad antes de que
más de los clientes típicos aglomeren el lugar—. Era una broma, sólo trato de
ser... ¿amigable? Sé lo que se siente mudarse y me sentí muy solo muchas
veces porque siempre eran lugares diferentes y papá trabajaba mucho, y yo
no tenía muchos amigos. Pero, tú me agradas. Y creo que mi estadía en Seúl
es, muy probablemente, definitiva.
—También me gradas, pero nunca me mudé tantas veces, sino sólo me fui de
Seúl y abrí mis horizontes.
—Escogiste bien. Mi padre fue el que decidió abrir mis horizontes durante
toda mi niñez y fueron cambios bastante bruscos la mayor parte del tiempo;
yo nací en Busan, me mudé a Daegu, viví un tiempo en Daejeon y
finalmente, por mi propia elección, decidí mudarme a Seúl. Llevo un buen de
tiempo aquí y me gusta la ciudad —Confiesa, encogiéndose de hombros con
una expresión desinteresada y liviana. Se oía sincero mientras le compartía
esos datos de su vida privada. Ellos realmente podrían ser amigos, él estaba
demostrándole un ápice de confianza. Así era como empezaban las amistades.
Aunque, su primer mejor amigo fue la excepción. Taehyung.
Un suspiro y un asentimiento.
Los rayos del sol matutino se filtraban por entre las persianas del baño, había
un sol dorado bañando e iluminando todo con el aire primaveral que hacía
brotar las flores y las hojas verdosas que comenzaban a rellenar los pomposos
arboles de la avenida. Aun así, el ambiente seguía siendo un poco frío debido
a la ventisca característica de esta estación.
Relamió sus labios con un poco de nervio, y con los reflejos que iluminaban
ciertas zonas de su piel, se miró al espejo de cuerpo completo ligeramente
volteado y mirando la parte lateral de su cadera; el pantalón cayendo por sus
rodillas le hacía sentirse como un niño reprendido y molesto mientras veía la
mancha rojiza con la perfecta forma de una gran mano en sus glúteos. No
sabía si era posible sentirse tan entristecido y furioso. Y no estaba enojado
con Jungkook, lo cual sólo empeoraba la situación; estaba enojado consigo
mismo por no haber hecho algo al respecto.
Tenía una clase muy temprano y por eso es que había decidido levantarse
más temprano, además de que tampoco quería lidiar con discusiones en la
mañana y arruinar su desayuno y, muy probablemente, el resto de su día.
Hubo silencio hasta que escuchó la cama crujir y, prontamente, las manos de
Jungkook estaban sujetando su mandíbula y buscando su mirada con recelo.
Y dicho aquello vio cómo Taehyung caminaba hacia el pasillo, bajando las
escaleras; iba tras él, obviamente. Sin embargo, cuando llegaron a la planta
baja, Taehyung se volteó y le dijo:
Pudo distinguir las manchas grises en las personas, ningún rastro de emoción
en sus rostros inexpresivos y serios. Lucían tan gélidos e irreversibles, que
sus conclusiones se hicieron firmes con respecto a la visión de una vida
sinsentido y regida por un estándar. La apariencia se mantenía firme en esas
sombras que se remilgaban a la fineza y una moral superior que realmente no
tenían; lo ve, la forma en la cual pretenden que esa vocación se transforme en
un gigante de acero. Fríos.
Tan especial...
«Claro, TaeTae. Puedes quedarte conmigo esta noche, y hay una llave bajo el
macetero. Llegaré un poco tarde, pero llegaré. De todas formas, ya di aviso
de que estarías yendo a mi apartamento. La comida está en el horno, puede
cenar eso:)»
21:01pm.
Así que, decidido a tomar el otro camino, dio un paso y se detuvo. Necesitaba
algo de calma y relajo para mirar cuidadosamente sus pensamientos sin verse
afectado por la influencia de exteriores. Por lo mismo, exhaló el cálido vaho
de su boca y apagó su móvil. Ya que, por contradictorio que fuese, necesitaba
un momento a solas para poder contemplar el silencio e intentar desglosar el
lío en su mente. Pues hoy no había tenido un buen día, y la somnolencia, el
estrés y la tensión habían sido los causantes de que su cuerpo se sintiese mal,
y sólo debido al cansancio y a la sobre exigencia académica que anunciaban
los finales comenzarían la próxima semana.
No sabía si era posible sentirse con los nervios de punta de tan sólo pensar en
todo a lo que tendría que enfrentarse, era algo grande y nuevo y tenía un gran
significado para él; una independencia total, en lo que cabía libertad
financiera y crecimiento. Claramente, se había estado preparando para esto
durante toda su adolescencia y prematura juventud, pero aún se sentía
increíble y próximo, muy próximo.
Y pensó sobre eso durante la corta trayectoria que el autobús recorrió hasta la
fila departamental en la cual su hermano vivía, pensó en lo mucho que la ha
extraño durante todo este tiempo y en lo mucho que quiere visitarla, a ella y
a sus hermanos y compartir una comida y pasar el día juntos como antes.
Antes.
Una vez se lanzó al sillón y cerró sus ojos, dejando caer todo su peso entre
los cojines, aliviando el cansancio que sentía y pensando en absolutamente
nada por unos segundos, se sintió instantáneamente más blando y laxo. Y
concluyó que tendría que comprarse un sillón tan cómodo como ese, y
también cenar.
[...]
Y despertó.
Abrió sus ojos y miró hacia el ventanal, pronto amanecería y quería verlo.
Por lo tanto, se removió un poco y se acurrucó en posición fetal, admirando
los reflejos de los primeros rayos de luz aparecer por entre las montañas. Y
pensó que sería un buen momento para tratar de comprender sus
pensamientos más agobiantes con la calma de un hermoso amanecer. Podría
comprender qué era eso que estaba sintiendo tan abrumador, eso que le estaba
presionando en la garganta con acidez y que le sofocaba.
No lo sabía con claridad, pero, quizás, todas eran razones válidas; y tenía
sentido, porque, cuando creyó tener entendimiento de lo que ocurría y tener
todo bajo control con respecto a su propio auto-control, algo sucedió.
[6 mensajes no leídos]
«Pensé en ir por ti, pero supuse que no querrías eso. Me lo hubieras pedido,
¿cierto?»
21:15 pm.
Taehyung. Ese es el nombre del único pensamiento que podía admitir llenó
su cabeza con una mezcolanza de emociones, y con un lío que le aturdía no
saber cómo solucionar sin volver a estropearlo todo. Porque, en lo que cabe y
dentro de lo que sabe son sus egoístas consideraciones, podría haberlo
justificarlo con el asunto que le llevó a molestarse, pero no puede hacerlo a
sabiendas de que nunca se caracterizó realmente por ser un descarado. Tiene
entendimiento, y la capacidad para saber cuándo ha cometido un error
también; y, aun así, todavía le cuesta en demasía poder lidiar con su
temperamento.
¿Cómo alguien podía ser tan perfecto dentro de sus exigentes objeciones?
Tan humilde y tan amable, muy dulce y afable como sólo pudo haberlo
imaginarlo en sus sueños. Un chico que le tomó desprevenido ante la firme
idea de no creer poder encontrarlo alguna vez, y que sabe llegó en el
momento en el que menos se lo esperó; y no es como si sus esperanzas se
hubiesen perdido ante la propia negación por tener algo con alguien más,
porque tener algo casual no se compararía con buscar el amor que en algún
instante creyó no era conveniente para él y por el mismo motivo tenía un
claro temor por volver a salir dañado y caer en el mismo juego injusto. De
imprevisto, Taehyung lo sorprendió y todo dio un drástico giro de 360°.
Desde entonces, desde que comenzó a conocerlo e indagar en los detalles que
podían parecer mínimos, Taehyung es increíble e incomparable con los
demás, y no puede evitar sentir ese sentimiento amargo que le indica no ser
suficiente, no puede sentirse merecedor de tal jovencito. Seriamente,
Taehyung es todo lo que siempre quiso y todo lo que siempre deseó. Con esa
característica sonrisa adorablemente geométrica, y con esos ojitos grandes e
impresionables que le transmiten una mirada de miel llena de ternura y...
¿compasión?
No, no puede ser eso. Es algo más. Lo sabe, lo ha escuchado en aquella suave
voz aterciopelada, en aquellas palabras meticulosas y simples que se
esconden en los diálogos que suponen ser parte de una comunicación diaria.
No quiere ser lamentable, y no necesita lástima o amor de caridad, pero
podría asegurar que no se está equivocando. Esta vez puede distinguirlo, y no
sólo en cómo le hace enloquecerse en la cama, sino en la forma en la que un
sencillo abrazo le hacer anhelar fundirse en él y eliminar cualquier tipo de
distancia hunamente posible; existía un ápice de algo que le hacía querer
derribar cualquier barrera, y de eso se trataba. Sus debilidades se encuentran
afianzándose con el tiempo que transcurre y del cual no parecen ser realmente
conscientes.
Y... Es todo, en realidad. Cada uno de sus detalles, cada detalle de él le aterra.
Sí, le aterra. Porque es todo lo que podría desear tener junto a él por el resto
de su vida.
—Jungkook.
¿En qué momento...? Jungkook frunció el ceño, mirando a través de sus gafas
en dirección al hombre que había irrumpido libremente y sin su permiso en su
oficina. Claro, jefe de departamento.
—Ya veo. Y... ¿Cómo vas con el asunto de Jeju? —Chasquea la lengua con
un irritante sonido húmedo, le hace mirarlo de muy mal y molesto—.
Supongo que el rector de la universidad ya te contactó, ¿no? Ah, yo hubiese
querido ir en tu lugar... Pero, aunque pude convertirme en el jefe de
departamento, es muy lamentable que el tiempo no me haya concebido el
privilegio...
Jungkook le dio una última mirada antes de pasar por su lado con frialdad y
responderle con un gesto de asentimiento muy cortante. —Sí.
Se sentía irritado, tenía que arreglar su equipaje, tenía que verificar el correo
que el rector debió haberle enviado con esa información de último minuto
para poder resolver la cuestión del viaje y preparar el contenido que dejaría
para sus estudiantes con otro colega que se hiciese cargo, un profesor
reemplazante.
Sólo podía esperar volver ver a Taehyung y hablar con él, aunque no sabía
del todo cómo poder abordarlo. Así que, se dedicó a concentrarse en sus
primeras clases para poder poner en práctica su seriedad y estrictez ética. Era
el mejor y tenía que demostrarlo, él realmente merecía ser jefe del
departamento. Pero, en cambio conseguía ser dueño y jefe de la editorial que
había heredado. Y ya, sorpresivamente, no se quejaba tanto de ello.
Finalmente había comprendido que eso le brindaría una oportunidad para
crecer en términos laborales.
Y las horas pasaron, y en la hora del almuerzo sólo tomó un café americano y
esperó recibir un mensaje, una llamada, algo...., mas no recibió nada. Por lo
que, su humor se volvió azulado. No se sentía bien como para seguir
haciendo una clase, y estaba siendo un "sin compasión" y completamente
brutal.
Y cuando su última clase llegó fue lo peor, porque su chico no estaba allí y la
preocupación le inundó con desasosiego e inquietud.
El imbécil de Min estaba sentado en el mismo banco que Byun, quien parecía
estar discutiendo sobre algo mientras ordenaba algunas hojas en una carpeta
marrón oscura. Ellos no se percataban de su mirada, pero realmente comenzó
a sentirse urgido y necesitaba hacer y saber algo al respecto. Pero, realmente
le desagradaba Min y no confiaba en él y...
Byun sonrió con un ápice de complicidad oculto. Jodido tonto, no era como si
ser amigo de Taehyung les hiciese cercanos. Pero, ahí estaba, rompiendo
barreras por él...
—Él me dijo que pasaría el día con su hermano, dijo que se sentía muy
ansioso y que no quería estar tan pendiente del móvil cuando había pasado un
buen de tiempo que no compartía con Jinnie hyung.
Jungkook tomó sus cosas y las ordenó, permitiéndoles a sus estudiantes poder
retirarse algunos pocos minutos antes de que el timbre sonase, y se dirigió
con rapidez al estacionamiento para tomar su auto y marcharse a casa.
Entonces lo vio.
Tae estaba sentado en las gradas junto a la puerta, jugando con un gato gordo
y anaranjado que creía era de uno de sus vecinos y riendo ligeramente por las
gracias que el minino le hacía.
Se veía tan bonito, vistiendo esa ropa holgada que escondía su delgada figura,
que por cierto adoraba envolver entre sus brazos y sentirlo como sólo suyo
y...
— ¿Jungkook?
Una sonrisa torpe se dibuja en su boca mientras se acerca hacia él sin saber
qué hacer o qué decir. Sí lo sabe, pero no sabe por dónde empezar porque es
confuso.
—Tae, yo...
— ¡Oh, mierda! —Taehyung dice en medio del beso, riéndose con torpeza
por haberse tropezado con sus propios pies cuando, de un momento a otro, le
pilló desprevenido abriendo la puerta—. Eres un desquiciado, Gguk-ah... Y
eso me encanta, joder...
¿Qué?
Taehyung relamió sus labios mojados, mirándolo con coquetería innata por
entre sus pestañas. Lucía muy exquisito con la ropa desaliñada y las marcas
de sexo anticipándose.
—Yo confío en ti, ¿por qué no? —refunfuña con esa vocecilla gruñona e
infantil, mientras sus dedos presionan en su espalda baja para hacerle
moverse y friccionar de adrede. Jodido astuto—. Sólo un poquito, Ggukie...
Bueno, sólo decirles que les extrañaba y que tengo varios capítulos
adelantados y x eso he estado actualizando tan seguido xD
Sean felices~
Su corazón late con fuerza contra su pecho. Las palpitaciones son fuertes, y le
hacen sentir desagradable, oprimiéndole con una ansiedad angustiante.
Porque, inclusive si tiene a Yoongi cubriéndole la espalda y prometiéndole
protegerlo sin importar qué, y a pesar de todo, la imagen de los ojos de su
hermano sigue muy presente en su cabeza. No puede olvidarlo, no podría
olvidar a aquellos ojitos impresionables y sinceros que ahora se le empiezan a
mostrar con recelo, con cautela de cualquier palabra u movimiento.
Mirándolo por el rabillo del ojo, Baekhyun hace un ademán con timidez.
—No te preocupes, TaeTae. A ella le agradas, y cree que eres un buen chico.
Okay, captado.
—Bien, ¡ya para con eso! —Ríe, tomando el lápiz entre sus dedos,
escribiendo algunos apuntes en la orilla de una hoja en blanco para formar un
esquema que pudiese servirle como resumen explicativo—. En serio, todavía
no puedo creer que Jungkookie te diese esa conveniencia. Él nunca lo hace.
Ya sabes por qué.
—Es un pendejo. Uno muy estricto y duro, y al que si tú, TaeTae, le dices
que te duele el estómago, él vendrá a socorrerte porque es un pendejo muy
blando cuando se trata de ti... —Baek suspira, echándose hacia atrás en el
acolchado del asiento—. Sólo me hace gracia que sea tan... ¿diferente? —
Frunce el ceño, mirándolo como si él pudiese saber la respuesta a su oración,
cosa que le hace reír nuevamente—. No te rías de mí, ni siquiera debería
hacerte gracia, sabes mejor que nadie que el culo engreído de tu arrogante
Jungkookie es alguien totalmente diferente cuando se trata de ti. Pero,
aparentemente, eres el único que...
—Eres el único que no ha podido notar el enorme flechazo que ese hombre
ha sufrido. Dios... ¿No has visto la forma en cómo te mira? Incluso si
estamos en clases, él busca tu mirada a ratos como si esperara que tú...
—Baek.
Dos horas pasan con rapidez, y más tarde, aunque Baekhyun le invita cenar
en su casa y con su familia, Taehyung se niega a quedarse, excusándose con
tener planes con alguien más y postergándolo con humildad para cualquier
otro día. Porque sí tenía planes y, aunque no era algo sumamente importante,
a él le gustaba en demasía cenar con ese alguien especial. Y estaba un poco
retrasado, lo sabía. No obstante, en el camino, se detuvo para comprar dos
hamburguesas y dos refrescos con tal de llevarle a Jungkook, sabiendo estaría
cansando tras sus horas extras de papeleo en la oficina y que también estaría
gruñón, y muy hambriento. Por lo que, no quería que se comportase como un
imbécil otra vez, y prefería satisfacer su muy probable fatiga con comida, y
quizás algo más...
Porque sí. Baekhyun tenía razón. Había mucha tensión entre ellos
últimamente.
Trató de mirar hacia adentro, pero entonces fue cuando el seguro de la puerta
se desbloqueó para que entrase. Y lo hizo, por vez que se sentaba en el
asiento de copiloto, Jungkook lo miró con una de sus miradas matadoras y de
pocos, muy pocos amigos. Eso le divirtió.
—No lo suficiente... —dice, con un claro deje de picardía que se hace muy
notable y entendible para Jungkook, quien sólo se ríe.
Taehyung sólo podía mirarlo, hipnotizado y relamiéndose los labios con tanto
deseo, queriéndolo tanto sin importar dónde estuvieran. Y viendo su camisa
abierta en los primeros dos botones, el bléiser del traje abierto y los
pantalones ajustados y abultados en cierta zona; sintió cómo empezaba a
salivar debido a su fijación oral, considerando tener otras opciones también.
—Eres tan exquisito, joder... —Le escuchó decir, sintiendo las manos ajenas
jugar con el elástico de su pantalón, advirtiéndole querer escabullirse adentro
y...
—A eso iba.
—No quiero que vayas con tu hermano, o que te quedes en mi casa... Es sólo
que, sólo estaba considerando que... —sus manos cálidas se escabulleron por
dentro de su sudadera, y comenzaron a vagar por su ropa hasta dar con la piel
desnuda de su pancita; inevitablemente mordió su labio inferior, sintiendo las
caricias circulares sobajear su vientre bajo. Eran mimos, y él no entendía a
qué iba todo esto—. Quiero que vengas conmigo.
Oh...
¿Qué?
— ¿Qué? —su voz a la defensiva sonó un poco arrogante, pero era una
emoción desconocida por lo que aquellas palabras significaban—. ¿Quieres
que yo vaya contigo? ¿A tu conferencia?
— ¡Sí! ¡Claro que quiero ir contigo, Gguk-ah! —Dijo, dejándose caer otra
vez contra su torso, apretándose a él y abrazándolo, riendo un poco—. A
veces siento que eres mi papi rico, ¿debería lamentarlo?
Jungkook apretó uno de sus glúteos, haciéndole sobresaltarse. —Me gusta ser
tu papi rico, así eres como mucho más mío...
Taehyung quiso reír y hacerle algunas preguntas sobre el viaje, pero entonces
Jungkook ya estaba besándole. Y sólo tuvo un corto tiempo para pensar en el
presentimiento que le avisaba ese viaje a Jeju significaría muchas cosas.
Bueno, decirles que les quiero y que espero tengan un buen fin de
semana.
Sean felices
56
«Hay un millón de cosas que no se pueden evitar », esas eran las palabras que
su madre le decía cuando, por accidente, quebraba algún jarrón o rompía
algún vaso. Al principio, no podía comprender la lógica de aquellas palabras
que, en su mente de niño, consideraba inentendibles. Porque, a la misma vez,
siempre le decían que todo pasaba por algo, y entonces no sabía cómo
interpretar y/o relacionar el significado oculto tras aquellos refranes. Sin
embargo, ahora que sí es consciente de ciertos trasfondos, finalmente puede
entender a lo que estos se referían; todo terminaba teniendo un porqué.
Era una sensación muy parecida al querer llorar y no poder hacerlo, con aquel
tedioso nudo que se apretaba en la garganta y que dolía y frustraba.
Muy parecido.
Así que, decidiéndose a hacer zapping entre los diferentes canales, buscó a
por algo que le mantuviese despierto. Pero, para su mala suerte, no había
mucha variedad aparte de los programas de belleza y estética, los
aburridísimos de los comediantes y el noticiero. Entonces, un documental
histórico, sobre algo que no sabía que había ocurrido en la segunda guerra
mundial, resultaba mucho más interesante. Eso hasta rendirse y entregarse a
los brazos de Morfeo. Pues, Jungkook seguía encerrado en su despacho, y ya
llevaba más de dos horas ahí. Y, en serio esperaba que sólo fuese un rato
hasta poder dormirse y descansar.
¡Tssk!
— ¿Estás molesto?
Oh, bien.
Silencio.
—Está bien.
Por el rabillo del ojo, observó la forma en la cual Jungkook estiraba su brazo
y alcanzaba el pastelillo de uno de los platillos para entregárselo. Pues,
después del buen resultado en la segunda interrogación de Baek, la señora
Byun había insistido en darle un pequeño dulce obsequio. Y, obviamente, no
había podido negarse a recibir su presente porque ella cocinaba muy bien y
no le cabía duda alguna de que la repostería no era una excepción. Por lo
mismo había decido, justamente, compartir con Jungkook el obsequio. Pero,
apenas llegaron a casa, su maestro se encerró en su despacho a solucionar los
últimos pendientes. O sea que, prácticamente, ¡lo había plantado! Y no estaba
molesto por eso, sino que estaba molesto porque comenzó a desazogarse, a
pensar en demasía y eso le pasó la cuenta muy rápidamente.
Fue totalmente inesperado cuando Jungkook estaba sobre él, entre sus
piernas, moviéndose para conseguir su boca. Quiso reírse de ello, pero no
tuvo mucho tiempo para pensar cuando sintió un mordisco en su cuello.
— ¡Ouch!
Claro.
Jungkook se detuvo y comenzó a reírse, una de sus manos acunó su carita
para acariciar uno de sus mofletes ruborizados y decirle: —No podemos,
bebé. Nos quedaríamos despiertos hasta tarde y tenemos que salir temprano
al aeropuerto.
[...]
La brisa fresca mecía a los árboles, sincronizándose con el sonido de las olas
rompiendo contra los roqueríos.
Estaba muy feliz. Y, aunque fuese sólo una conferencia y se quedasen por
más de un par de días, tenía la dicha de estar en el lugar y regocijarse de
felicidad.
Todas mis primeras veces han sido contigo, quiso responderle, pero se limitó
a sólo sonreírle con timidez y asentir. Pero, no vio la forma en la cual
Jungkook se le quedó mirando por varios segundos, con una expresión de
satisfacción y algo más.
Finalmente.
So, iba a publicar esto el día de ayer. Porque, esto es like ¿más privado?
Pero, en fin, tuve que hacerme algunos exámenes y no me sentía nada
bien... Sin embargo, hoy sí:-)
Sean felices
57
Sin embargo, si fuese por él, pondría al mundo de cabeza con tal de borrar
cualquier límite.
El tema era que, a pesar de sus intenciones amorosas, sabía que su estudiante
estaba molesto. Lo conocía, había tenido la oportunidad de verlo antes, y con
sus propios ojos cuando la recepcionista le sonrió con picardía; su chico
estaba celoso y, aunque la idea le parecía ciertamente tierna, no era
precisamente una dulzura que buscaría por su atención luego —de hecho,
todo lo contrario—. Y, por lo mismo, no sería del todo fácil cortejarlo; habían
sido más de sólo un par de veces en las que se habían visto interrumpidos por
diferentes situaciones, y claramente era comprensible que ambos necesitaran
un momento a solas para templar sus emociones e igualar el desequilibrio
interno de éstas. Lamentable era que no pudiese quedarse a pasar el resto de
la tarde, pues tenía que ir a esa condenada primera conferencia y ser
profesional allí. Después de todo, tendría que llegar a su chico durante la
noche y tomar cartas en el asunto con respecto a su comportamiento. Porque
tal vez, sólo tal vez, éste se había acostumbrado a la docilidad de sus tratos y
tendría que refrescarle la memoria, recordándole quién era el que mandaba.
—Tengo que irme un poco más temprano, tengo una reunión con el consejo
de la universidad antes de comenzar con la conferencia... —Dijo, sujetándose
el puente de la nariz, a sabiendas de la cantidad de trabajo que tendría que
hacer.
¿Sólo eso?
—Entonces, yo me voy.
—Espero que, cuando vuelva, tengas tu tarea lista y que... —murmuró contra
sus labios, reprimiéndose a sí mismo con la prometedora anticipación por lo
que ocurriría esta tarde—, estés listo para mí, ¿entendido?
—Sí...
Por lo mismo, dentro de sus consideraciones, para él, su maestro era algún
tipo de salvador. Un hombre maduro, un hombre tan bueno e imperioso, que
podía dominarle con tan sólo algunas palabritas. Alguien que, evidentemente,
podía manejarlo y contemplar cada uno de sus pensamientos a través del
control y el castigo que estimase conveniente; la recompensa sería mantener
su mente en equilibrio, templando a la ansiedad y a las ideas invasivas que le
amenazaban con temor a desbordarse en pánico —y desesperación—. Todo
era aterrador, y a la vez tan suficiente, que esa obsesión compartida por
conseguir la plenitud hasta saciarse se volvía avasalladora. Y, por supuesto
que sí tenía en cuenta lo que entendía por dominación y sumisión. Pero,
lamentablemente, él no notaba que, prontamente, confundiría aquellos
términos.
Durante todo este período en el que pudo compartir con su maestro y, de una
u otra manera, conocerlo un poco más a fondo, pudo comprender que éste
tenía una extraña manía por separar diferentes aspectos y facetas de su vida.
Y no es como si eso estuviese mal, sino que a veces se siente demasiado
abrumado con respecto a quien cree conocer y a quien, por mera sorpresa,
conoce. Sabe no le incumbe entrometerse en sus asuntos personales, mas se
le hace muy difícil no querer saber qué es lo que se esconde tras esa máscara
de ecuanimidad.
¿Quién es él realmente?
No es una casualidad. Sabe que, quizás, no sea sólo por trabajo de oficina.
Esto tiene un porqué, pensó, tras lo que hubo surgido con aquellas repentinas
y misteriosas salidas a ciertos sectores de la ciudad, o inclusive con la
cantidad de correos que se preocupa de responder sin falta alguna. ¿Por qué?
¿Qué es lo que esconde? No lo sabe con claridad y no le correspondería
interrogarle sobre ello, pero sí tiene derecho a saber más sobre el hombre con
el cual ha estado viviendo. Él no se imagina siendo un amante. O, peor aún,
el experimento que salió mal. Simplemente, ahora, tiene mucho miedo de
salir herido.
¿Qué?
Excelente, tendría tiempo para darse un baño antes de que llegara al hotel, y
lo hizo rápidamente. Por lo que, tuvo tiempo para arreglarse, sólo un poco,
hasta que llegase; hidrató su cuerpo con crema y utilizó un sutil bálsamo
labial. No entendía el motivo por el cual estaba tan emocionado, pero le
gustaba sentirse de esa forma.
Todavía envuelto en la toalla, buscó por su pijama que, para su mala suerte,
no recordaba en qué lugar lo había puesto y las mudas de ropa estaban
ordenadas en una de sus maletas y...
—Vaya. Realmente estabas esperando esto, ¿no es así? —Le escuchó decir,
en el umbral de la puerta de la habitación. La camisa blanca que traía puesta
tenía las mangas remangadas hasta los codos y dos botones abiertos. Qué
forma tan desconcertante que tenía por acaparar toda su atención con algo tan
simple.
—Yo quiero... Sí, q-quiero también... —Pidió, torpemente, cerrando sus ojos
por vez que sentía cómo la toalla se deslizaba hasta caer al suelo y exponerlo
por completo bajo la vista y el criterio de su profesor. Y no era como si no lo
hubiese visto desnudo antes, pero por alguna razón era expectante estar así y
ser admirado como si fuese algo que sus ojos jamás antes hubiese visto. Eso
le hacía sentirse especial y, sinceramente, único—. Por favor, yo s-sí q-
quiero...
Abrió sus ojos lentamente, sólo para mirar directo a los ojos de su profesor.
Él también lo miraba, con una intensidad abrumadora y con sus músculos
rígidos bajo la camisa; en el pantalón se ajustaba un gran bulto. Claro, ellos
llevaban más de un par de días prolongando esto. Tenía que sentirse así de
bien.
—Mi amor, esta vez usaras algo diferente, ¿sí? —Dijo, acariciando su mejilla
con cariño, haciéndole sentirse como un gatito exigiendo por más lagotería; a
pesar de lo extraño que eso fuese, los roles le gustaban porque, lo que venía
después, era una de los mejores momentos que podría tener—. Esta vez
quiero que seas el muñequito de papi, ¿sí?
Su maestro le había puesto un arnés de cuero negro, que tenía unas franjas
que se ajustaban perfectamente a sus muslos y cintura, con una correa que
sujetaba la parte delantera para cruzar la parte superior e inferior de sus
glúteos. Pero, eso no era todo. Su maestro le había esposado, y él
definitivamente había oído el click de las esposas, cerrándose con un seguro
alrededor de sus muñecas.
Por inercia, intentó separar sus brazos con tal de moverse, pero no pudo y
sólo terminó sintiendo un resentir con ardor. — ¿Huh?
— ¿Te gusta cuando papi te alimenta con su polla, mi amor?, ¿huh? —Su
mano se cerró entre los cabellos castaños ceniza de su chiquillo, y jaló un
poco para motivarlo y hacerle saber lo muy bien que lo hacía—. Ponlo así
como te gusta, pastelito... Cremoso. Oh, carajo.
—Ese culo tuyo, bebé, me vuelve jodidamente loco... —Le oyó decir por vez
que besaba sus glúteos con parsimonia, amasando y apretando la masa como
si fuese a estrujarle. Sintió los mordiscones, fuertes y salvajes. Eso era lo que
él quería—. Todo esto es mío, bebé... Todo tú, todo mío, mío y mío...
— ¿Estás ansioso, bebito? —rió, azotándole una de sus nalgas, viendo cómo
se estremecía con ello. Por la misma razón y, a sabiendas de los mucho que
eso le gustaba, tomó su cinturón y lo estrelló contra su piel—. Vas a contar.
— ¿Diez?
Él tenía un plan.
Y dicho aquello, jaló a su tierno chico bebé del cabello e invirtió las
posiciones. Le hizo sentarse sobre su abdomen y acarició sus antebrazos con
una mirada llena de complicidad. Esta sería la primera vez, pero llevaba
pensando en eso demasiado y en serio quería hacerlo; habían probado varias
posiciones menos esa. Y él en serio quería ver a su pastelito montándolo
como si fuese su jodido vaquerito. Joder, de tan sólo pensar en ello, su pene
se endurecía mucho más.
Taehyung abrió sus ojos cómicamente, luego miró sus manitos esposadas y
se removió con inquietud. Tan estúpidamente adorable. — ¿C-cómo?
Sintió su pene ser abducido por el agujero de su chico y no había alguna otra
sensación que se comparara con esa. Ese orificio era una jodida delicia para
él. Y cuando las caderas comenzaron a trazar círculos en torno a su eje,
perdió el juego y cayó rendido a lo que sea que le pidiese.
—Oh, bebé, puedes ir probando... Ve un poco más rápido —pidió, dirigiendo
su cintura para ayudarlo, viéndolo morderse el labio inferior con manía por
vez que trataba de buscar apoyo, con sus manos esposadas, en su abdomen—,
apóyate en mí...
— ¡Haa, aah, haah! ¡Oh, joderrr! ¡Paapi, huh, hmmn! ¡Oh, Dios, ooh!
—Carajo...
—Vamos, pastelito, brinca para papi... —Le dijo, sin dejar de mirarlo hacer
esas eróticas expresiones. Buscó sus pezones y los masajeó un poco antes de
azotar su culo travieso y besarlo en los labios.
—Quieres correrte pastelito, ¿huh? Eso es lo que quieres... —gimió, con una
voz letalmente sucia—. Quieres que te llene de crema por dentro, quieres
tener a todos mis bebés adentro y en tu pancita, ¿huh? —dijo, presionando la
protuberancia en su vientre bajo, el pequeño bulto que su polla lograba mover
en su adorable pancita, dando una caricia cariñosa que a Taehyung le hizo
sentirse ardiendo por dentro, mucho más excitado ante la ilógica idea de tener
los bebés de su maestro. Era una jodida locura, pero ellos perdían la cordura
cuando estaban en intimando. Y eso, inevitablemente, le gustó; y le hizo
sentirse extasiado, cosa que Jungkook no pasó por alto—. Quieres tener a
unos mini-pastelitos dentro de ti, bebé... Quieres que te llene de mis bebés,
¿huh?
—Oh, bebé... Oh, Tae... Lo haces tan bien... No pares, hazlo por papi... Eres
mío, mi ángel... ¡Oh, carajo! Mi pastelito, te sientes tan bien que... Ow...
¡Mierda!
[1/2]
Lo prometido es deuda.
58
Las luces del local se apagaron y él finalmente cerró la puerta, dándole el fin
a la agotadora jornada laboral, y a la rutina también.
— ¡Hey, Yoongi-ssi!
Ambos comparten una risilla cómplice para luego apoyarse contra el barandal
de la calle y mirar hacia los autos y autobuses que transitaban en busca de
más pasajeros, teniendo en cuenta la hora —claro—.
— ¡Ya! Yoongi-ssi...
Por algún motivo u otro, Jimin sentía como si supiese de qué se trataba toda
esta actitud tan, repentinamente, apagada. Y, lo sabía, de hecho. Pues,
después de, quizás un poco más de cuatro semanas y varias charlas, él era un
metiche y sentía como si algo le dictase necesitar interferir en la complicada
naturaleza de las relaciones y líos amorosos de su compañero. Aunque, no
debía hacerlo porque era muy rápido y ellos recién habían comenzado a
conocer al otro, y a él no le podía importar menos porque, según su opinión,
el tiempo estaba lleno de variables, y Yoongi era si nuevo amigo. Por lo que,
le apenaba en demasía su triste situación. Él no podría imaginarse cómo se
sentiría estar en su lugar, y de sólo imaginar que había recurrido a él, un casi
completo desconocido que ahora es su amigo, para desahogar su angustia, le
hacía sentirse amargo.
—Hyung, sé que todo eso del Doctor Kim, y de los Kim, es complicado para
ti, pero no te deprimas tanto, ¿sí? —Aprieta su hombro con ligereza y
calidez. Sí, quiere hacerle sentir cómodo y cálido, transmitirle su
comprensión, cosa que sabe él necesita mucho ahora—. Yoongi-ssi, tal vez
debas tomarte un tiempo, estás muy mal, hombre.
— ¡Jimin! —riéndose, le mira con tanta transparencia, que puede notar cuál
es el motivo de sus intenciones—. Lo sé, es sólo que... Esto me quema,
¿sabes? Incluso si suena estúpido, o esto es algo desgraciado... Yo siento
como si ya no pudiese más con esta confusión, porque sé lo que es y estoy
haciéndome daño a mí mismo y a Seok Jinnie, y probablemente Tae me
repudie por eso.
—Oye, Yoongi-ssi... El amor es tan loco, estúpido y raro, que a veces sólo es
una aceptación de que las cosas pasan por algo. Y, por lo que me hablaste de
ese tal Tae, no creo que te repudie. Quizá necesite distancia un tiempo, pero
lo más importante es que tú te tomes tu tiempo para asimilar toda esta
situación y poner las cartas sobre la mesa. Porque esto está muy claro para
mí, y el punto es que tú te lo cuestiones.
Los primeros rayos de sol traspasaron las persianas con una débil luz
matutina, y el viento fresco ondeaba la delgada tela de la cortina del ventanal.
El sonido de las olas rompiendo contra los roqueríos, el mecer de los árboles
tropicales y sus hojas, uno que otro pájaro trinando una canción y la peculiar
melodía que causaban dos respiraciones, templándose en una onda al compás
del desliz de las sábanas. Era algo totalmente relajante.
Abrió sus ojos lentamente, sintiéndose tan cómodo y cálido y tan satisfecho,
y con una de sus piernas colgando en la cadera de Jungkook por vez que le
hacía cucharita —como cual koala colgando de su ancha espalda. El
pensamiento le hizo sonreír, pero se sentía muy bien. Y, aunque su cuerpo
aún se encontrase tan lánguido y adolorido, amanecer abrazando a Jungkook
definitivamente era una recompensa. Pues, su maestro era tan grande y
formidable, y a la vez cariñoso y suave... Como un osito de felpa enorme,
pensó, todavía adormecido por la somnolencia.
La noche anterior había sido una noche bastante intensa, y ni siquiera podía
ser capaz de recordar en qué momento se había dormido ni cómo. Sólo
entendía las señales que sus extremidades amoratadas le brindaban y el dolor
ardiente en su —aún— sensible orificio, por supuesto.
— ¿Adónde vas, pastelito? —Le oyó decir con gracia tiñendo su tono de
voz.
—Oh, lo siento... —Dice, acercándose con lentitud para tomar una crema de
la mesita de noche y exprimir una generosa cantidad en una de sus manos
para, posteriormente, esparcirla en sus caderas, entre sus muslos—. Date la
vuelta...
—Tienes un culo precioso, pastelito. Y todo mío... —Le oye decir antes de
sentir su aliento contra la piel de sus glúteos, y pierde la batalla cuando besó
cada una de sus nalgas. Con sus labios calientes y esa lengua húmeda
trazando camino hasta su agujero rugoso, contrayéndose por la emoción
naciente—. ¿Es esta una buena forma de despertar a papi, pastelito?
—Hmm, sí...
— ¿Así?
Jungkook se rió y Taehyung miró su miembro erecto entre sus muslos pálidos
y musculosos; la mata de vello púbico oscuro en la zona, el abdomen tenso y
definido, apretándose.
—Es una opción... —respondió, sonriendo con coquetería por vez que
relamía sus labios, olvidándose de la inhibición y contestando a la llamada—.
¿Hola?
— ¿TaeTae? ¿Taehyungie?
Joder.
[2/2]
Well, debo confesar que la última vez que hice maratón no me gustó el
resultado y... :-) En fin, espero quedar satisfecha con esta casi maratón.
Porque 2/2 es algo, ¿o no?
Lo otro es que, me divierte mucho escribir Heal Me, muchas cosas van a
pasar y... Aunque nos falta un poco, estamos a nada de llegar a los 20K.
Estoy triste y feliz, OK. Pero, gracias por todo. En serio. Ver sus votos y
comentarios, sobre todo sus comentarios xD Muchas veces me hacen el
día...
En fin, cuídense mucho y sean felices
59
Los días siguientes fueron una mancha de estrés y tensión para ambos, pues
la universidad de Jeju había reorganizado el horario de las conferencias y,
debido a ello, su maestro había estado arrastrándolo a cada una de éstas junto
a él. Por consecuente, también había tenido que poner la atención necesaria a
lo que se explicaba en aquellas cátedras, ya que, después de todo, por algo
estaba ahí; su asistencia se basaba en el aporte que le hacía a su maestro,
echándole una que otra ojeada a sus apuntes explicativos y señalándole en
qué debiese especificar con un poco más de claridad. Y, por lo mismo, había
tenido una cantidad de tiempo my limitada para trabajar en su tesis, cosa que
estaba carcomiéndole en la cabeza con pensamientos nerviosos e inseguros.
Este sentir tiene dos palabras y mucho en juego, y eso es un balde de agua
fría. Porque, aquella noche, en la que decidió quedarse en el apartamento de
su hermano, tras la discusión que ambos habían tenido, ahí pudo examinar
sus ideas y observar sus pensamientos para poder ponerlos en orden, y tener
una percepción clara de qué era lo que pasaba realmente. Y, en ese preciso
instante pudo darse cuenta de la evolución que había tenido lo que se suponía
no debía avanzar más allá de sólo sexo; había algo que les hacía dar el
siguiente paso y borrar las limitaciones, olvidándose por completo de todo lo
demás.
Jungkook se había convertido en su pilar, y sentía que sin él las cosas no iban
a funcionar como deberían; sin él, sin su control ni su dominación, no se
sentía funcionar. Jungkook era su salvación. Pero, ¿y quién salvaría a
Jungkook?
Debían irse temprano a casa para empacar y visitar algún sector de la isla, si
es que así lo querían. Y así fue como lo hicieron. Llegaron temprano al
departamento, desayunaron y empacaron sus pertenencias en sus respectivas
maletas.
Así que, esa mañana, cuando Jungkook le avisó sobre ir a retirar los boletos
de avión, Taehyung consideró sus opciones en la habitación. Sentado justo
frente a la venta, relamió sus labios con ese tic nervioso que le caracterizaba
en este tipo de situaciones, y miró a Jungkook a través del cristal, yendo de
allá para acá en busca de su billetera.
—Oh, sí...
Taehyung rió, pasando una de sus piernas alrededor de las caderas ajenas
para acercarlo mucho más, tirando de su corbata y enredándola entre sus
dedos de forma seductiva.
—Eso suena muy bien, pero... —relamiéndose los labios, abrazó los hombros
de su maestro y jugó con el dobladillo de su camisa, planchando con sus
manos la tela, la cual se había arrugado un poco ante el repentino ajetreo—.
¿No es muy temprano para estar encendiendo los motores?
— ¡Jungkook!
—Lo haré.
Si descifraba el asunto, eso significaba algo más. Y no era sólo una ilusión, o
una idea suya. Él lo sabía, pero, ¿podría afrontarlo y aferrarse a ello?
Les quiero
60
Inhaló y exhaló, dos veces, sintiéndose mareado al ver cómo su maestro hacía
una mueca que, sospechosamente, parecía ser una sonrisa nostálgica mientras
atravesaba la puerta de la habitación para irse. Lo había dejado ahí,
haciéndole sentirse como un estúpido y muy apenado; no se sentía
avergonzado por tener el coraje de haber tomado la iniciativa, porque eso
significaba mucho para él, mas no se sentía conforme con aquella normalidad
desinteresada en el estado anímico ajeno.
Así que, era simplemente genial. Visitaba Jeju por primera vez y sólo conocía
una universidad. Además, le había ofrecido una cita a su maestro con la
mejor de las intenciones y ahora no tenía idea de a dónde demonios ir; no
conocía la isla e internet sólo sugería lugares que se hallaban a kilómetros de
distancia, y otros que eran muy demasiado costosos. La verdad se sintió
bastante amargo a falta de opciones, mas no dejó que eso irrumpiera en su
apreciado positivismo. Porque, dentro de lo que cabía en sus pensamientos
esperanzados, debía haber más lugares, otros lugares que fuesen cercanos
claramente.
Joder... Era real. Había tenido la valentía suficiente para ofrecerle tener una
cita a otro hombre. Antes jamás hubiese considerado tener los cojones y
poder olvidarse del miedo, pero ahora las cosas habían cambiado.
Finalmente, había decidido cambiar... Eso era real, tan real como que por fin
estaba olvidándose de todos esos paradigmas que lo tuvieron encadenado
durante tanto tiempo, y sufriendo por sólo ser capaz de sentir; por ser un ser
humano. Y, a pesar de ese sentimiento de incredulidad siguiese presente, aun
así, de un momento a otro, una gran ola de emoción se expandió por todo su
sistema y él sólo pudo gritar contra una almohada porque se sentía tan
extasiado, que sentía a su estómago estremecerse.
Había pensado en salir e ir hacia algún lugar, y buscarlo. Pero, lo último que
quería era perderse, pues estaba solo y no quería más confusiones. Por lo que,
creó un orden mental de las cosas que había hecho durante todo ese rato; se
había afeitado, había depilado sus piernas, se había limpiado a sí mismo,
había humectado su cuerpo y había hecho su rutina facial. Prácticamente, se
había ocupado de lucir resplandeciente para su cita que, hasta el momento, se
estaba yendo por la borda. Y, ya no sabía si podría conservar sus
expectativas. Era inevitable, después de todo.
No quiso pensar que algo malo había pasado y comenzar a crear ideas que,
por más allá de lo fantasioso, serían terriblemente pesimistas. De todas
maneras, verificó su móvil cada ciertos minutos para comprobar si es que
recibía algún mensaje de texto... Pero no había nada.
Estaba a punto de entrar en pánico cuando la puerta se abrió tras sus espaldas
y Jungkook entró a la habitación con una expresión apagada y una mueca en
sus labios.
—Te ves bien —musitó, encogiéndose de hombros con notoria timidez. Sólo
pudo pensar en cuánto adoraba esas reacciones—, con todo lo que te pongas.
Y entonces, una vez ambos estuvieron listos, dejó que Taehyung lo dirigiera
hacia donde quisiese ir para tener su dichosa cita.
Antes siempre se negó a aceptar algo de su padre, ya que la brecha que hubo
entre ambos fue tal, que llegó a un punto donde Jungkook había detestado
con odio a su apellido. No había tenido una buena relación con él y, por
consecuente, desde temprana edad creció y maduró por sí solo,
endureciéndose con el paso de los años y no necesitando de alguien más para
sobrevivir. Inclusive cuando sabía que a su madre le afectaba la rivalidad que
había surgido entre padre e hijo, él no se mostraría indefenso y sumiso ante
él, sino todo lo contrario; dejó que toda prepotencia y preponderancia se
arraigaran en su esencia y trató a su padre con la misma hostilidad que éste lo
trató a él cuando era sólo un niño.
Mingyu le había dicho en más de una ocasión que debería haber sido
diferente, que no debería haber dejado que eso interfiera en su persona. Pero,
esas cosas que su hermano consideraba, con indiferencia, como mínimas,
sabía que eran muy importantes para definir a un hombre. Y sólo deseaba ser
diferente a él en todos los aspectos posibles, sin importar el gran parecido que
había entre los dos. No quería ser como su padre. Pero, ahora, tras tantos
años, comenzaba a convencerse de ser partícipe de lo que le correspondía por
legitimidad.
Espirando hondo, vio cómo Taehyung caminaba por delante mirando las
luces que daban la bienvenida a una feria artesanal. Instantáneamente, sonrió
al ver toda esa molestia difuminarse hasta desaparecer de ese bello rostro,
iluminado por luces de colores fucsia y rojo. Pues, resultaba ser que su
alumno le había traído a una feria donde habían un montón de personas
transitando y mirando los mini-shows que se montaban en las calles,
vendiendo comidas típicas y los que vendían artesanías y dulces.
— ¿Oh? Claro, claro —aceptó con torpeza, sin saber qué hacer con sus
manos que sudaban por el nerviosismo. No sabía si a Taehyung le molestaría
estar más cerca de él, ya que la gente coreana veía mal ese tipo de relación
entre hombres y a él eso no le importaba. Pero, claramente, le importaba lo
que pensara Taehyung sobre eso.
— ¡Mira! ¡Es un coco feliz! Dios, qué tierno es esto —sus ojitos grandes e
impresionables se fijaron en los suyos mientras sacudía el llavero que le
había comprado—, ¿habías visto un coco feliz antes? —susurró muy cerca de
su rostro para luego reír.
—No, jamás había visto uno. Muchas gracias —le sonrió, aceptando el
detalle y mirando con gracia el coco que tenía una cara adorable,
pretendiendo ser esa felicidad de la que le objetaba ver Taehyung—, ¿tú
quieres algo?
Buscó por Taehyung, quien estaba mirando cómo dos chicos cantaban una de
esas canciones de pop de algún grupo y tocando la guitarra a la vez. Sólo,
llegó a su lado y lo miró, totalmente concentrado en la canción que aquellos
muchachos cantaban.
Taehyung lo miró con una mirada que no supo identificar, pero lo siguiente
que supo fue que estaba pagando la cuenta y riéndose como un tonto mientras
caminaban por la calle en busca de un taxi.
Ambos estaban un poco tomados, y eso significaba que sí estaban bajo los
efectos del alcohol, mas no estaban inconscientes.
— ¡Oye!
Era una sensación de agonía pura, como si se estuviese derritiendo por dentro
y como si sus entrañas rogasen por el alivio de su cuerpo, mente y corazón.
Él lo necesitaba tanto y tan mal, que estaba dejándose hacer por completo
ante el delirio de su más puro deseo, anhelándolo mientras le desvestía; con
cada beso, la lengua húmeda se encargaba de ir marcando cada lugar como
suyo. La frescura de las sábanas contrastó con la temperatura de sus cuerpos
ardientes y podía sentir su piel quemar contra la de Jungkook.
Abrió sus ojos, inundados por lágrimas que no sabía estaba soportando, y vio
la forma en la que Jungkook besaba sus muslos y el hueso sobresaliente en
sus caderas con tanta adoración que sintió a su corazón apretarse en su pecho;
vio cómo besaba su pancita, acariciándolo con suavidad y tomándose su
tiempo antes de absorber su erección entre sus labios y prestarle aquellas
atenciones a su cuerpo.
Se sentía tan bien y tan lleno de emociones que su vista se nublaba entre el
querer y el desideriúm, todo era como una mancha muy vívida; el espesor del
aroma a sexo, las curvas formándose entre los despliegues y los insaciables
besos que arrasaban con todo a su paso, marcándolo con un sonrojo rosado
por toda su anatomía. Era consciente de la humedad produciéndose en su
entrada debido al aliento de Jungkook y debido a su saliva que lo estaba
mojando a propósito, y era consciente de la forma en la cual lamía su
erección; sin prisa mientras uno de sus dedos jugueteaba en su orificio,
presionando en el esfínter.
Se sentía a punto de correrse, todo ese calor acoplándose, pero entonces fue
cuando sus labios chocaron. Repentinamente, Jungkook buscaba su boca y
con sus dientes tironeaba de su labio inferior, mordiéndolo con cuidado para
darse el permiso concebido hacia su cavidad bucal. La lengua ajena recorrió
en su boca, adentrándose sin resistencia alguna mientras sus lenguasn por fin
se enredaban.
Era un beso tan placentero que logró expandir las sensaciones como un desliz
cosquilleante hacia sus lugares más privados e íntimos. Porque la lascividad
de las succiones, los quejidos que emitía por vez que uno que otro gruñido se
unía a su lucha, era una locura.
Taehyung acarició la piel de la espalda de Jungkook, tratando de separarse
para poder retomar la respiración, pero Jungkook volvió a besarlo de nuevo y
con mucha más pasión e intensidad; dos de sus dedos se movían todavía en
su interior, expandiéndolo y preparándolo para lo que vendría. La espesa
niebla que se hacía presente era extasiante, los gemidos flotando en el aire
mientras la urgencia les exigía consumirse cual fuego en las brasas.
Sus grandes ojos miel brillaban aguados, sus pestañas húmedas batiéndose en
su dirección mientras trataba de buscar algo a lo que aferrarse, sus puños
arrugando la sábana y Jungkook besaba sus mejillas, boqueando con la
intención de encontrar su boca y besarlo más, besando sus hombros,
inclinándose y acomodándose un poco más abajo para besar sus pezones y
abrazarlo, porque en sus brazos Taehyung siempre sería un molde perfecto.
Taehyung se arqueó otra vez cuando la mano tanteó entre sus cuerpos y lo
masturbó a la misma velocidad de las penetraciones, haciéndoles deslizar sus
manos hacia arriba y agarrándose de la marquesa de la cama mientras mordía
su labio, a ratos suspirando suavemente por vez que Jungkook comenzaba a
moverse con más fuerza e ímpetu.
La luz amarillenta caía en ápices sombreados sobre el blanco crema del juego
de sábanas, manchándolas con la intimidad de la noche que caía junto a ellos
y que, entre gemidos y jadeos, se hallaban, por primera vez, entregándose en
todo el sentido posible.
Nada más importaba porque todo se reducía sólo a ellos, estaban disfrutando
su noche y el momento, uniéndose y dejando el calor de todas esas
emociones y sentimientos que ahora tenían un nombre muy claro, acoplando
el calor muy adentro y en aquel punto caluroso y lleno de placer y adrenalina
por conseguir más.
Era la primera vez que Jungkook le hacía el amor y eso tocó todos los
botones correctos, dejando que sus fibras más sensibles salieran, finalmente,
a flote con una palabra. Y, fue entonces cuando, en medio del éxtasis, se
liberó de las cadenas y le dijo: —Te amo.
☁
So, ahora ya saben porque éste es uno de mis capítulos favoritos... Okay,
andaba yo viendo algunos comentarios y me sentí un poco... No sé cómo
explicarlo, pero ya vamos allí.
¿Cómo andan? ¿Todo bien? Espero que sí, les quiero mucho y no se
olviden de cuidarse a sí mismxs, eso es importantísimo, ¿bien?
En fin...
Pdta; me acabo de dar cuenta de que los outfits lucen como la versión
masculina de Gumlee... I'm a freaky don't mind me...
61
En medio del sopor de lo que estaba siendo un profundo sueño, de forma casi
inevitable, éste se vio perturbado por una corriente de aire fresco que se
ondeó hacia adentro de la habitación, erizándole la piel canela y haciéndole
trepidar, sintiéndose más despierto que el segundo anterior. Anheló volver a
dejarse ir en los brazos de Morfeo, mas no pudo porque, a regañadientes, en
su espalda descubierta sentía los escalofríos por los contrastes del ambiente.
Eso fue lo que le dijo, letalmente y con una voz filosa y tan aguda, que
podría haberle hecho sentirse aterrado u dominado, mas esta vez sólo le hizo
sentirse herido y muy confundido. ¿Qué se suponía que había pasado? ¿Qué
le estaba pasando y por qué se comportaba así? Esos pensamientos inundaron
su mente con preocupación, negándose inconscientemente a la idea del
rechazo.
Sé rápido con lo que sea que tengas que hacer, tenemos que irnos. Aquello
se repitió como un eco, torturándole y haciéndole sentirse avergonzado, como
un tonto. Porque esas palabras cayeron como un balde de agua fría en su
cuerpo desnudo, y eso dolió. No podía mentirse a sí mismo; por mucho que le
hubiese gustado hacerlo en esta situación, no buscaría una excusa. La verdad
era la verdad, por muy triste y fea que fuese. Triste verdad. Pero, es sólo que
le dolió tanto, que fue muy capaz de sentir cómo se encogía y se hacía más
pequeño, ahogando el apretado nudo en su garganta. Y, apenas fue consciente
de cómo se incorporó y caminó hasta el baño, con sus dos pies izquierdos y
piernas endebles.
Quiso pensar que todo era un muy mal entendido o una muy mala broma,
mas algo, —su instinto—, le decía que no se trataba de eso y una vez estuvo
dentro de la ducha reprimió los sollozos que, triste, gimió y los camufló con
el sonido de la regadera.
Minutos después, todo estaba listo. La habitación estaba vacía, la cama estaba
desecha y las ventanas abiertas de par en par. Eso le hizo sentirse realmente
amargo. Por lo que, Taehyung decidió que no quería seguir ni un minuto más
allí, así que se vistió rápidamente con un conjunto delgado que constaba en
un pantalón de chándal negro y una holgada polera blanca. Y, por otro lado,
sería su segunda vez viendo a Jungkook vistiendo otra cosa que no fuese un
costoso traje; el hombre vestía ropa deportiva y lucía condenadamente bien
en ella. A pesar de estar muy sentido y furioso con él, no podía negar que su
maestro era un jodido adonis. Pero bueno, tampoco podía negar cuánto
deseaba llorar por su idiotez, cuánto deseaba gritarle, contarle lo frustrado y
avergonzado que se sentía. Estaba realmente muy apenado, y muy dolido.
Al principio, pensó que sólo había sido parte del orgasmo... Pero, eso perdió
sentido cuando supo estar haciéndole el amor y pensando en cuánto lo
adoraba, en cuánto quería fundirse en él y cuán hermoso era, tal y como su
existencia lo proponía ante el desideriúm que causaba su afabilidad y
agraciada eteriedad. E, inclusive cuando ambos se desplomaron agotados,
enredándose uno en el otro, no pudo no seguir despierto, pensando en lo que
conllevaría aquel «te amo», y tampoco pudo no carcomerse la cabeza con
escenarios pesimistas por culpa de todo lo ocurrido en sus anteriores
relaciones.
—Gguk-ah...
— ¿Sí?
—Gracias por el viaje —Taehyung le mira con aquellos ojitos llenos de miel
y tristeza, sus pestañas encorvadas y espesas se baten, húmedas, con lentitud
en su dirección. Y eso termina de romper el cristal.
El silencio seguía siendo un arma de doble filo entre los dos porque el ceño
fruncido en Taehyung le advertía lo muy furioso que éste estaba, y la muy
probable discusión que habría entre ambos. Por lo que, al entrar a casa,
suspiró agotadamente y dejó ir lo que sentía que le oprimía el pecho:
—Estoy aterrado.
Pasaron algunos segundos en los que sólo se dedicó a dejarse envolver entre
los brazos de su maestro, dejándose abrazar por él y acariciando su espalda
con la intención de relajarlo, trazando círculos suaves. Porque Jungkook se
veía realmente mal y eso, de cierta forma, le devastó. Así que, sus dedos se
movieron en la raíz de su cuero cabelludo, masajeando y sintiéndolo respirar
en su cuello con el aliento húmedo y cálido. Taehyung lo amaba,
sinceramente, y él en serio respetaría sus sentimientos sin importar qué. Sin
embargo, las palabras que Jungkook le susurró, le hicieron sentirse frívolo.
—Estoy aterrado de amarte.
Jungkook inhaló en su cuello y cerró sus ojos. Definitivamente, era algo más
dulce. Era olor a lavanda, a flores; aquello es un ligero de manzanilla y
jazmín. Se dejó hacer, aferrándose a su TaeTae por vez que trataba de dejar
de pensar y de recordar malos momentos en su vida. Además, el delicioso
aroma de su chico siempre sería la mejor terapia para relajarlo. Y entonces,
habló:
— ¿Por qué generalizas? ¿Por qué me dices esto ahora incluso cuando sabías
desde el primer momento que esto estaba destinado a pasar? ¿Por qué no
fuiste capaz de detenerlo antes de que comenzara? —reclamó, queriendo
alejarse a toda costa, mas no pudiendo luchar con la fuerza de Jungkook que
lo retuvo apretadamente.
Taehyung sintió en sus palabras una enorme tristeza, y eso le hizo mal... Pero
se detuvo y escuchó atentamente; su corazón latía rápido.
Este capítulo fue uno de las capítulos que me puso más triste a la hora de
escribirlo porque ya sabrán... Las concepciones de amor en el caso de
ambos de nuestros bebés (KookTae) es muy diferente y creo que ya lo
notaron ;-(
En fin, aquí las cosas toman un giro divertido y estoy muy emocionada
por comenzar a publicar los capítulos que siguen porque esto irá
evolucionando y progresando y OMG-
Nos vamos como avión ahora ;-) Y, ahora voy yo con mi sentimentalismo,
decirles que hace tiempo que no me expreso hacia ustedes de esta forma
y contarles que realmente les aprecio mucho. En serio, leerles me hace
muy feliz y les quiero un montón, sea cuando sea que estén leyendo esto,
yo adoro a todas mis nubecitas (y nubecitos) por igual y sepan que no
están solxs ☁ Si ustedes necesitan desahogarse, háganlo. Si quieren
hablar un ratito, mi buzón esta activo. Aunque responda tarde, lo haré;
yo siempre ando respondiéndoles
Era un día martes por la tarde cuando las nubes grisáceas decidieron cubrir
por completo el cielo, escondiendo a aquellos finos y efímeros rayos de luz
solar que se escabullían por los bordes de una enorme cumulonimbo.
Gran parte de los estudiantes salían de sus clases escolares y varios de ellos
se dirigían hacia sus respectivas instituciones privadas para seguir con el
estudio, incluyendo a los estudiantes universitarios que parecían estar en hora
de receso, dirigiéndose a tiendas cercanas para comer algo y resguardarse de
la lluvia. O, finalmente, ellos iban en dirección a los trenes subterráneos para
irse a casa. Y, ver todo eso sólo le hacía concluir que el mundo se seguía
moviendo, que sólo era una gota más entre las miles que caían debido al
aguacero. Porque toda su tristeza estaba inundándolo en un mar de emociones
que había tratado reprimir a toda costa con tal de no romperse frente a los
ojos ajenos, pero que, de todas formas, había llorado interminablemente
durante la noche, a escondidas.
Qué tan injusto tiene que ser, pensó inevitablemente, últimamente y en más
de solo una ocasión por vez que se cubría con las cobijas de la cama que no
había acostumbrado a ocupar anteriormente, retorciéndose en llanto y
escuchándolo golpear la pared tras haber bebido en demasía después de lo
sucedido, mucho más bebido de lo que le hubiese gustado presenciar. Había
sido muy duro y no podía comprender por qué tenía que ser tan agridulce y
ácido, tan difícil.
Como si sólo hubiese sido un sueño, como si en realidad todo hubiese sido un
sueño y como si todo hubiese pasado demasiado rápido, era como si cada
cosa que hubo ocurrido entre ellos no hubiese sido más que parte de sus ideas
ilusas.
Los pasillos blancos y los doctores yendo de allá hacia acá, prácticamente
iban corriendo junto a las enfermeras, los pacientes que eran trasladados a
alguno de los pabellones o eran hospitalizados... Se sintió amargo viendo los
rostros inexpresivos en comparación a la aflicción que se hacía espesa y
pesada en la sala de espera.
Una vez Seok Jin estuvo frente a suyo, Taehyung se incorporó del asiento y
se acercó a él para encontrarlo, yéndose ambos en dirección a un rincón
cercano a la máquina expendedora. No podían sólo hablar delante de toda esa
gente.
Seok Jin suspiró con cansancio, fregando su rostro con frustración. —Sí,
bien, lo que sea... Puedes quedarte en mi apartamento cuánto tiempo lo
necesites. Pero, no entiendo esto, Tae... ¿Qué pasó con tu novio? ¿No estabas
viviendo con él?
—No, n-no... Él no haría algo así, hyung. Es sólo que, yo necesito un tiempo
a solas.
Seok Jin asintió lentamente, aspirando con irritación antes de agregar un muy
importante detalle: —Papá y mamá estarán llegando a Seúl en una semana.
Taehyung tembló. Por supuesto que no sabía nada sobre eso. Y no era la
mejor idea del mundo quedarse en un mismo lugar con sus padres después de
todas las numerosas discusiones que habían tenido antes de que abandonara
su casa en Daegu.
No pudo no sentir esa vibra espesa entre ambos, la brecha que había surgido
y, sin importarle nada más, abrazó a su hermano rápidamente, sintiendo el
calor de su cuerpo traspasarse al suyo propio, sus brazos rodeándolo con
suavidad.
Finalmente...
— ¿Bogum?
Por supuesto que nada podía ser sólo una coincidencia, él había vuelto.
[...]
— ¡Miau!
Observó los árboles ser mecidos con violencia por el viento, la lluvia drástica
desbordándose por el alfeizar de las ventanas y los charcos acrecentándose en
medio de la calle con rapidez. No quería montar una escena ni ser dramático,
pero era sólo que la idea de irse y dejar a Jungkook le ponía peor con
respecto a su estado anímico. No quería eso, quería a Jungkook. Realmente lo
quería. Y no quería separarse de él, por mucho que supiese cuánto necesitaba
eso.
Los minutos pasaron y siguieron pasando, hasta una hora y media más tarde
cuando, por fin, vio el auto de Jungkook estacionarse en el aparcamiento. Lo
miró y se sintió totalmente expuesto ante su mirada. Él de nuevo parecía estar
bebido; sus cabellos, negro azabache, caían por su frente, húmedos, como un
contraste con su piel pálida y la expresión en su rostro.
Ggukie...
Jungkook lo miró con sus ojos obscurecidos con algo más que furia y deseo,
él pudo notar que había algo más cuando siguió sosteniéndolo y
presionándolo hacia abajo para retenerlo de cualquier movimiento.
—D-debo irme, ya hablé con m-mi hermano, así q-que, suéltame, por favor...
Yo me estoy yendo —Dijo, casi como un nudito de nervios, inevitablemente,
desviando la mirada hacia el gatito que corría por entre las plantas del jardín
para atravesar a su casa. Traidor.
— ¿Me sueltas? —susurró, ya que la idea era irse, no rendirse ante sus
propios deseos retorcidos de ser forzado; el dedo se escabulló entre sus
labios, casi con obscenidad acariciando sus dientes y masajeando su lengua,
jugando adentro de su boca—. Mmh...
—No te vayas...
Ay, no...
Creo que desde ahora en adelante los capítulos podrían ser un poco más
largos porque, como ya lo deben saber, drama is coming... Aunque,
sorprendentemente, aún no he procesado del todo cómo es que de un
momento a otro ya vamos en el capítulo 62 y me siento realmente
eufórica porque Heal Me es mi healer :-(
Por un lado, tenía a Seok Jin, y sabía que lo quería. Sus sentimientos por
Seok Jin eran totalmente sinceros, a pesar de que éste tuviese un gran lío
emocional con respecto a su relación y sus propios sentimientos hacia él.
Entonces, podía concluir que lo quería tanto que podía respetar sus límites y
no presionarlo con tal de oficializar completamente la relación que estaban
tratando de tener y de llevar a cabo un romance dentro de lo que cabe la
palabra. El problema estaba en que, las cosas ya no se sentían de la misma
forma, las excusas terminaban radicando en el trabajo y los estudios, como si
eso fuese a compensar el tiempo y el interés que se había perdido. No era un
tonto; había caído en cuenta de lo que hizo inconscientemente, una reacción
de lejanía porque sabía que no era bueno estar pensando en alguien más
cuando se suponía estaba compartiendo con su pareja. Además, lo peor de
todo, era que pareciese que a Jin no le importase en lo absoluto, pues él
seguía súper pendiente de su trabajo y ni siquiera se daba el tiempo en
molestarse a preguntar sobre él, sino ocuparse de sus propios líos.
Estaba dolido, estaba desilusionado. No podría mentir sobre eso, pero los dos
estaban jugando chueco con el otro... Y eso no era justo. O, quizás, era sólo
una idea suya. Porque, por otro lado, tenía todo este desquiciante asunto con
Taehyung, quien era sólo su mejor amigo, y suponía serlo, pero que estaba
confundiéndolo hasta la médula.
Quiso reír por sus tardías ocurrencias, lo que —ahora— parecía ser tan fácil
de hacer y decir, pero que en su momento no pudo hacerlo por la brusquedad
y la violencia de la situación; todavía podía sentir el ardor en su mejilla
mientras oía sus quejidos, hijo de puta.
Yoongi suspiró con molestia, sin dejar de sonreír con frustración, apagando
su cigarrillo.
La pantalla del móvil seguía estando encendida, los mensajes de texto, por
fin, habían sido recibidos, mas no leídos; la agitación, la inquietud y toda esa
ansia que le atormentaba con desagrado, lograron expandirse por todo su
estómago, causándole una sensación nauseosa que no pudo controlar. Sintió a
su corazón burbujear con acidez en cuanto miró la hora que se mostraba en
una de las esquinas superiores del móvil, sabiendo que era tarde apenas aquel
cero, que se ocupaba de dictar la media noche, se transformó en un tres.
La ropa húmeda estaba tirada a un lado del piso. La madera crujía y la calidez
de la débil luz amarillenta, que iluminaba el espacio, les brindaba un
ambiente de intimidad; dos cuerpos desnudos y enredados en un sillón,
cubiertos por la tela de una manta. Jungkook estaba acostado plácidamente
sobre Taehyung, su torso entre sus delgadas piernas y sus brazos alrededor de
su cintura, piel con piel. Totalmente dormido. Pero, Taehyung seguía estando
despierto, sus dedos escabulléndose entre los mechones de su pelo negro
azabache y masajeando.
No sabía cómo sentirse, sólo sabía que sentía un revoltijo de emociones justo
inundándose en su garganta; a pesar de que la sensación de cercanía y cariño
fuese tan reconfortante, agradable, se sentía sumamente triste y no lo
entendía. Sólo tenía en cuenta que había logrado calmar la ira y el caos.
Porque, todavía, podía sentir un rastro de baba mojando parte de su vientre
mientras la mejilla ajena se aplastaba justo ahí, sintiéndolo inflar y desinflar
su estómago por vez que estaba respirando. Y, no podía mentir sobre cuánto
odió sentir a Jungkook tan triste y degastado mientras se suponía estaban
teniendo sólo sexo, otra vez había sido algo más que sólo eso y sabía que
Jungkook lo sabía. Pero no podía comprender por qué le costaba tanto
aceptarlo, esto le molestaba.
Inevitablemente.
—Taehyung, dime la verdad —le exigió Jungkook con aspereza, sin dejar de
mirarlo fijamente, fijándose en cada una de sus facciones, tratando de leer
esta nueva expresión de trance y divague momentáneo. Él se preocupó,
sintiéndose terriblemente culpable—. Taehyung te hablé.
Joder.
—Tae, mi amor, sabes que puedes decirme lo que quieras... —le dijo.
Ahora fue Jungkook quien desvió la mirada, queriendo evitar el tema a toda
costa, pero sin saber cómo hacerlo con el conocimiento de que sería lo mejor
que Taehyung supiese a qué se estaría enfrentando.
—Durante toda mi vida, sólo tuve dos parejas oficiales... El primero fue más
importante que el segundo, pero ambos me marcaron. Cosas horribles
pasaron durante este período de mi vida, y también se relaciona en demasía
con mi familia... Y no creo que este sea el momento adecuado para hablar
sobre esto, Tae... No me es... ¿Cómodo? —murmura, mordiendo su labio
inferior al recordar tal amargura.
—Está bien, Ggukie... Podemos hablar sobre esto en otro momento, pero... —
Taehyung buscó las palabras adecuadas, mordiéndose el labio inferior con un
nerviosismo casi palpable—. ¿Qué es lo que quieres intentar conmigo? Yo
necesito saber si no soy sólo simple atracción física y sexo...
—Lo digo en serio, Tae... —comentó, volteándolo con cierta brusquedad para
posarse, una vez más, sobre su menudo cuerpito; acomodándose nuevamente
y sin preámbulos entre sus largas piernas, presionándose hacia abajo con una
de esas miradas que eran una advertencia—. Si eres mío, estás aceptando ser
sólo mío; no te dejaré ir, te lo prometo.
—Soy todo tuyo —Taehyung cerró sus ojos, riéndose y haciendo ruiditos de
satisfacción ante el roce, sin saber que Jungkook hablaba muy en serio.
—Todo mío.
En fin, estuve leyendo una cosa que escribí... Y también estuve leyendo
algunos de sus comentarios en Heal Me, especialmente en los smuts, y he
concluido que muchxs de utds tienen un belly/tummy kink. Dystxpian
está vigilándoles *eye*
Bueno, tengan una buena tarde/noche, en la hora que sea que lo estén
leyendo y desearles un buen fin de semana a mis nubecitas uwu Les
quiero, no lo olviden, sean muy felices y nos estamos leyendo~
64
Había dos tazas de cerámica sobre el robusto mesón de madera tosca. El olor
a café cargado era apreciable en el ambiente junto con un ligero aroma, pero
no menos perceptible, a jazmines y lavanda. Eso le causó una sensación
agridulce, pues, apenas y había entrado, la casa le permitió respirar un
sentimiento muy característico de la entrañabilidad que —antes— no había
podido notar.
¿Qué es?
Divagó un poco más, observando todo a su alrededor con suma atención. Los
cuadros estaban intactos, las persianas seguían siendo del mismo color crema
y los libros seguían ordenados en el estante de la pared, según su porte y
letras en el abecedario. Sin embargo, presentía mucho más allá de la
subjetividad de la visión de que no era un sólo presentimiento suyo. Estaba
más que seguro de eso, debido a que, desde la última vez que había estado en
Seúl, la casa de su hermano menor tenía una vibra totalmente diferente a la
que tenía ahora; antes era frío, muy hostil y, francamente, aterrador; —en su
consideración, claro—.
Las relaciones que Jungkook —su hermano— había tenido, habían sido por
lo lejos muy complicadas. Todos esos chicos habían sido "influyentes", y
típicos niñatos ricachones, ambiciosos y engreídos. Durante esa triste época,
Mingyu sabía que Jungkook estaba complaciendo cierta parte de sus padres al
querer realizar ese retorcido deseo por demostrarles que podía estar con
alguien de su nivel, incluso si esta persona era un hombre al igual que él. Y
su padre, si bien los había amado a su manera, había sido una serpiente que
les susurraba cosas terribles al oído, convenciéndoles de sus propias
convicciones. Sin embargo, la peor parte se la había llevado Jungkook; sólo
por su orientación sexual, fue totalmente desplazado de la familia, enviado
incontables veces a un psicólogo y a incontables terapias que nunca aceptó.
Todos esos chicos con los que Jungkook estuvo causaron un daño unilateral
en él, sumándole la mala relación que tuvo con su padre y las convicciones de
las que fue cruelmente convencido jamás sería amado por otro hombre
porque eso era anti-natura. Mingyu lo había visto quebrarse de la peor
manera. Lo habían machacado desde el núcleo, tanto sus amantes como su
propio progenitor.
Había llegado a Seúl muy temprano por la mañana. Por lo que, había
decidido hacerle una visita matutina a Jungkook para saludarlo y hablar
algunos de sus asuntos pendientes. Pero, grande había sido la sorpresa que se
llevó cuando, al tocar dos veces el timbre, no fue recibido con una buena
cara, sino con una de esas expresiones llenas de molestia en un hombre
gruñón, en paños menores y una facha que le advertía haber interrumpido un
casi "mañanero". O, algo así supuso, conociéndolo. Y, justo en ese instante,
fue cuando se enteró de lo que ya venía sospechando de hacía un buen de
tiempo; había visto a Taehyung con los ojos muy abiertos, sin parpadear y un
poco atónito, en la parte posterior de las escaleras, cubriéndose con un gran
hoodie, husmeando disimuladamente.
Casi como un pequeño niño, había querido reírse cuando notó sus cabellos
ser un revoltijo enmarañado de ondas y rizos, en contraste con Jungkook que,
con su cabello negro y lacio, le miraba con una mueca de desagrado,
demostrando ser menos inflexible, más duro.
Pero, cambiando el tema, su llegada había sido tan repentina, que había
tenido que pasar por alto la mala cara y los comentarios, mientras esperaba en
la sala a que estuviesen listos y más presentables. Obviamente, no había
mencionado nada sobre la cuestión principal de lo que vio porque, —en su
cabeza—, todos los cables habían hecho conexión. Sabía que muy
probablemente ellos estaban juntos, o sólo estaban acostándose. Y, aunque
esto último era mucho más que obvio, no evitaba sentir una inevitable
curiosidad por la compleja naturaleza de las relaciones ajenas; necesitaba los
detalles para llegar al fondo de adónde estarían yendo con todo aquello.
Porque, si bien sabía que su hermano ya era adulto, también sabía que éste no
tenía un pasado catalogado como algo sano con respecto a sus relaciones en
el ámbito amoroso, y eso es lo que más le preocupaba.
Ineludiblemente.
Por lo tanto, echándose hacia atrás para sentarse correctamente y darse apoyo
en el respaldo de la silla, acomodándose para tomarse el atrevimiento de
mirar la expresión de molestia en Jungkook, tratando de saber qué era lo que
pasaba por la mente de éste. Posiblemente, estaba enfadado por el hecho de
que debía suponer que su presencia estaba estrictamente ligada a los asuntos
que les concernían por la empresa y a ésta en sí, y no se equivocaba;
consideraba que su hermano ya era un hombre lo suficientemente viejo, con
sus treinta y dos años, como para saber en qué dirección iba con respecto a
los asuntos de clara importancia. Y, por lo que sabía y lo que le habían
informado, todo estaba casi listo, sólo faltaba cumplir con algunos detalles y
que Jungkook no diera un pie atrás ahora que, literalmente, estaba formando
su propia empresa en Seúl.
Taehyung le gustaba y creía que podía ser diferente o marcar una diferencia,
y realmente quería creer firmemente eso porque, si las cosas se complicaban,
no dudaría en sacarlo del camino. No quería ver a Jungkook romperse a sí
mismo, o que rompieran de él lo poco y nada que quedaba de su frágil
persona...
Así que, Mingyu había llegado para quedarse y para mantenerse al tanto de lo
que estaba ocurriendo. Se iría lentamente, porque todavía era muy temprano
para hablar de negocios y de los trapos sucios sobre sus falencias familiares.
Y, quería pasar un buen rato y tener un agradable desayuno junto a su
hermano y su, algo más que sólo un asistente, Taehyung.
—Puedo hacer eso por ti, Gguk-ah —Dijo otra vez, decidiéndose a beber un
sorbo de su café, que por cierto estaba exquisito—. Mm, no sabía que TaeTae
preparara tan bien el café... Según yo recuerdo, él no era un gran fan de estas
bebidas... Creo que gracias a ti adquirió la costumbre, ¿o me equivoco?
—Vaya, cocinan juntos y muy a menudo... ¿Eso significa algo? O es sólo que
Taehyung ha estado pasando más tiempo aquí del que realmente debería...
—Deberían tomarse sus cafés, van a enfriarse si los siguen los siguen
mirando como si fuesen a salir corriendo —Opinó riendo ligeramente, y
ubicando los platos en sus respectivos puestos—. Hum, Jungkook y yo
solemos tomar té o café en las mañanas, o comer fideos picantes pero... Hoy
es una excepción.
—La verdad es que sí, hyung. Interrumpiste muchas cosas, como siempre.
Estaba asombrado.
Se sintió un poco alarmado cuando fue capaz de notar una mancha rojiza en
su muñeca izquierda y, aunque no lo pudiese juzgar ni a él ni a su hermano ni
a nada de lo que sea que estuviesen teniendo o practicando, porque no era
quién para hacerlo, no evitó sentirse preocupado.
—Como sea... Me gustaría conocerte más, Tae —le dijo, sonriéndole con una
obviedad amistosa porque tampoco quería otro malentendido entre los
muchos que estaban habiendo—. Digo, ahora que te hospedas o vives aquí,
sería muy grato conocerte más.
Taehyung asintió con una expresión amable mientras bebía un sorbo de su té.
Okay, entonces no sabía si era sólo algo suyo, pero, con su vista fija en
ambos, vio un deje de irritación en la expresión de Jungkook y no podía
entender por qué él se veía tan jodidamente molesto todavía. Hubiese querido
reírse de no ser porque, muy en su interior, sabía lo que eso significaba.
Lo había visto antes, así que, sólo reprimió aquella burbuja nerviosa.
— ¿Qué piensas? —Le oyó decir, cuestionando y abultando sus labios por
vez que hacía una muequita graciosa, acomodando con sus finos dedos varias
de sus ondas desordenadas—. ¿Está bien?
¿Él estaba tratando de ser más bonito para Jungkook? O, sólo era su idea y él
era así en su estado natural.
Se sentía tan raro. Pero, lo único que sabía con claridad, era que estaban ahí.
—Estaría casi perfecto de no ser por los detalles que te señale, Tae —
respondió Jungkook, devolviéndole una sonrisa cariñosa junto a una caricia
en la mejilla que, definitivamente, no pasaron inadvertidas bajo su ojo crítico
y que sólo le demostró lo que ya temía; iban en serio.
—No vuelvas a decir ese tipo de cosas o a mirarlo de esa forma, hyung. Estás
en mi puta casa y te prohíbo hacer ese tipo de comentarios de nuevo. Él no
tiene por qué sentirse avergonzado por tu culpa.
— ¡Lo miraste todo el puto rato, hermano! Desde que te abrí la maldita
puerta hasta que se fue por el pasillo, ¿qué demonios te pasa? Entiendo que,
no sé, te esté dando esa crisis de búsqueda después de tanto, pero él está
conmigo.
—Jungkook, por favor dime que es una broma y que toda esa mierda no salió
de tu boca... Porque realmente fue una basura —dice, sintiéndose incómodo e
incluso entristecido de la ridiculez que su hermano está hablando,
literalmente dispuesto a pelear por algo inexistente—. Jungkook,
escúchame... Ni siquiera hablamos, él estaba cocinando, intercambiamos
algunas palabras... Y lo miré, no sé, porque tengo ojos, supongo.
—No. La última vez que estuviste aquí lo mirabas de la misma forma, hyung.
No soy un imbécil, lo sé; incluso si no es en un término amoroso, él te llama
la atención.
— ¿Cómo yo? —enarcó una ceja—. ¿Quisiste decir que no eres "gay" como
yo o como Taehyung? —sus puños palidecieron cuando los apretó con más
fuerza de la necesaria—. Hyung, desde que entraste lo estuviste mirando o yo
estoy muy paranoico y sólo fue una idea mía. Pero, eso no me convence
cuando miraste sus putas manos por un minuto entero. Quizás, no te diste
cuenta, pero incluso lo seguiste con la mirada todo el rato a dónde fuese que
se moviera —argumentó, mirándolo de reojo para evitar sentirse más enojado
de lo que ya lo tenía el comportamiento excesivo de Mingyu; se había parado
fuera de su puerta a las 7am y, peor aún, había incomodado a Taehyung con
su constante atención en lo que sea que hiciese, incluso él se había sentido
incómodo por la forma en la que lo estuvo mirando todo el rato—. O, mejor
dime, ¿a las chicas también las miras de esa forma, tan detalladamente?
Y ahí estaban los muros. Porque, lo único que había hecho durante estos años
había sido esconderse de la avasalladora verdad, pero la verdad lo buscaría en
algún minuto hasta encontrarlo. Y, aparentemente, su momento, de revelar
que seguía siendo el mismo hombre roto, había llegado; Taehyung sería su
verdad.
!!
Espero que estén súper bien, que estén teniendo una buena semana y que
tengan unos muy buenos días/noches/ tardes, lo que sea xD, y decirles
que les quiero mucho y que espero sean muy felices estos días~
65
Hace algunos años atrás, hubo un verano caluroso en medio de la hierba alta
y el trigo. Los inmensos árboles sombreaban parte de los terrenos de la
familia Kim, donde los hijos solían tomarse un descanso después de las
cosechas, y la olorosa ventisca, que traía la esencia frutal de la producción en
sus matas, todo aquello concluía con un relajo instantáneo mientras dos
chicos estaban tirados en el suelo disfrutando de sus vacaciones.
Las palabras en clave y las sonrisas reprimidas, junto con el jugo de damasco
y la melodía de una canción antigua sonando en su reproductor de música
barato, todo eso había formado parte de uno de sus veranos más inolvidables.
En su clase había un chico, Park. Ojos muy pequeños, carita muy regordeta y
mejillas muy sonrosadas. Ellos se sentaban juntos, les había tocado hacer más
de algún proyecto juntos y habían formado una bonita amistad; solían
sentarse juntos en la cafetería y compartir el almuerzo, o ir al patio y hablar
sobre todo y nada a la vez. Se llevaban bien.
Porque la comparación existente entre quién fue hace años y quién es hoy en
día sigue existiendo, y con una gran brecha de diferencia. Y definitivamente
él ya no era más aquel niñito inocentón y vulnerable que se dejaba hacer por
las culpas de las creencias retrogradas de los adultos. Firmemente, había
decidido ceder al cambio. Y por el mismo motivo es que también había
emprendido un camino solo, tratando de seguir adelante incluso cuando sabía
sobre la tristeza a la cual se había impregnado muy deprimidamente. Porque
había estado muy deprimido y no veía una solución o una salida de esa
avasalladora obscuridad.
Bueno, eso fue hasta que finalmente pudo conocer a su maestro de literatura,
pues éste, inconscientemente, le había hecho querer cambiar. No de una mala
manera, sino que comenzó a ayudarlo y a hacerle notar ciertos aspectos de sí
mismo que no conocía, y que no hubiera conocido de no ser por él; aún podía
recordar los primeros duros meses en los que había llegado a Seúl y lo único
a lo que pudo aferrarse fue al detalle que, en ese instante, consideró tan
mínimo; su compañía y lo mucho que significó tener a un lugar donde llegar
cuando su minúsculo departamento estaba demasiado húmedo y frío tras las
lluvias del inminente invierno.
Todo eso, habían sido detalles que, por muy mínimos que le hubiesen
parecido, le habían hecho cambiar lentamente su perspectiva con respecto a
Jeon. Pues, su maestro, definitivamente, fue un salvavidas que antes no pudo
notar al cegarse con esa facha de hombre pendejo e idiota mandón, pero que
claramente había volteado su mundo de una forma incomparable.
Y, ahora, con seguridad puede decir que el enamoramiento que está viviendo
por él, los sentimientos que le han hecho surgir con una emoción inefable y
en una catarsis de amor desbordante, definitivamente puede afirmar que ha
sido él quien le ha hecho olvidar todo lo que pudo haber entendido como
"amor" anteriormente, porque le ha regalado, dulcemente, una definición
diferente de lo que aquello significa; Jungkook, en todo sentido, es totalmente
inigualable.
Así que, con el término del contrato, sólo puede pensar en lo todo lo que pasó
entre los dos; todo lo que ha pasado entre ambos es casi surrealista de
admitir, —en su consideración, por supuesto.
¿Cómo fue que terminó enamorándose de su profesor? Y, ¿cómo fue que éste
terminó enamorándose de él? Suena extraño y, tal vez, sumamente alarmante,
pero, ellos sólo se dejaron llevar por la atracción, por el inevitable desideriúm
que surgió con abrumadora densidad y porque, obviamente, eran adultos;
ellos sabían lo que estaban haciendo desde el primer momento, y claramente
habían considerado todos los riesgos que todo eso conllevaría y lo habían
tomado con la seriedad necesaria. Por esta razón habían decidido firmar un
contrato, y éste expiraba hoy.
Se veía sexy, o eso fue lo primero que cruzó por la mente de Taehyung
cuando hicieron contacto visual. Él se sintió un poco entorpecido cuando
Jungkook le dio la señal, palmeándose la rodilla. Pero, él no lo haría. Quería
jugar un poco, así que pretendió no haberlo entendido.
—No debería decirte esto... Pero, los chicos me dijeron que fuiste un imbécil.
Escuchó el bufido y luego le vio voltear los ojos con molestia, tensándose.
—Tú puedes —le respondió con voz de cuna, somnoliento y besando el dorso
de su mano con una dulzura que le hizo sentir derretirse—, me tienes entre
tus bonitas manos y lo sabes, ¿no?
— ¿Estás insinuando que quieres que te lleve a una cita y que después te
lleve a mi auto y yo...? —su mano se escabulló dentro de su pantalón y
sonrió, moviendo sus dedos tortuosamente alrededor de su miembro—.
¿Quieres que papi se meta entre tus piernas, pastelito?
—Compra algo para comer y adelántate a tus clases... —le susurró en el oído,
metiendo algunos billetes en el bolsillo izquierdo de su pantalón, y besando el
lóbulo de su oreja; no le gustaba recibir dinero de Jungkook, pero éste
siempre encontraba una manera de persuadirlo a recibirlo—. Te esperaré en
mi auto.
— ¡Ay!
[...]
La clase había comenzado hace más de media hora, y el profesor Jung seguía
dándoles la misma cátedra. Por lo mismo, muy fácilmente se podía distinguir
la pereza entre los estudiantes; Yoongi estaba, prácticamente, durmiendo a su
lado y Baekhyun estaba dibujando cosas en uno de sus cuadernos. Por su
parte, él sólo deseaba que la condenada clase acabara lo antes posible para
poder irse e ir con Jungkook hacia algún lugar y divertirse. Pero, mientras
más deseaba irse, más lento pasaban los minutos en el reloj.
Quiso bostezar pero, tratando de reprimirlo, sólo hizo una mueca divertida y
su amigo le tomó una foto y comenzó a ahogar la risa cubriéndose la boca.
—Hyung.
Taehyung quiso reírse, pero se sintió un tanto extraño y eso le recordó lo que
había visto durante la mañana. Pues, Jungkook había estado vistiéndose y
tenía su móvil en su mano mientras lo miraba fijamente y él medio
dormitaba, pero había estado medio despierto también y por eso lo había
notado.
Últimamente, quería verse mucho más bonito y quería que los ojos de
Jungkook estuvieran sólo en él. Se sentía estar siendo pretencioso, pero no se
podía sentir culpable por eso; le gustaba sentirse bien con él mismo y,
claramente, le fascinaba que Jungkook le hiciera cumplidos y le halagara.
Así que, sólo podía pensar en el tipo de fotos que le gustaría que Jungkook
viera y tuviese de él, y no se sentía avergonzado por su creativa imaginación,
porque quería enloquecerlo, tanto como le fuese posible.
Pero, ya tenía sus planes con Jungkook. Y, cuando el timbre sonó, se despidió
de sus amigos con una desanimada venia, porque todavía se sentía culpable;
ni siquiera pudo entablar un corto diálogo con ellos y salió del salón
cabizbajo.
Quiso sonreír porque podría dejarse caer entre sus brazos y ser besado toda la
noche, y eso sonaba como todo lo que quería hacer. Por lo que, corrió hacia
él, importándole muy poco todas las personas que le estaba viendo subirse al
auto de uno de los maestros más odiados del departamento de literatura.
Bueno, de todas formas, él era su chico y sería el buen niñito de papi sin
importar qué.
Ups, spoiler~
En fin, ¿se acuerda del Tae de los primeros capítulos? Él estaba muy,
demasiado deprimido... :-( Me dio nostalgia recordar aquello también, y
por supuesto al mandón Señor Jeon que era un total pendejo mandón y
desagradable, ugh. Y confesarles que yo amo mucho el personaje de
Jungkook, ¡no puedo mentirles!
Quise auto-traducir (?) el good baby boy pero lo único que se me ocurrió
que sonara más decente era buen niñito:-) No me juzguen, estoy
agotadísima y apenas me puedo mi peso, pero quise actualizar porque
quería simplemente y hacerlas entrar al mundito HM.
En fin, tengan una buena noche, madrugada, día, tarde, lo que sea.
Cuídense mucho, les quiero mucho, sueñen con los angelitos y besos en el
popín~
66
Jungkook no podía pasar por alto cuánto lo quería, cuánto lo adoraba. Claro
es que no podría ser capaz de definirlo tampoco, porque no sería capaz de
poder expresar correctamente una descripción que lograse abarcar el alcance
real de sus sentimientos desbordantes, teniendo en cuenta que su TaeTae
había puesto un sinfín de emociones en su organismo que, en definitivo, no
podría sacárselo de su sistema tan fácilmente; se había impregnado tan
profundamente, como un molde perfecto, muy adentro de sus entrañas,
tallando su nombre con fuego rojo en su corazón. Era como si hubiese
llegado para quedarse y hacerle saber, por todos los medios, que era el
indicado para su vida y quien merecía su todo, que era a quien siempre debió
entregarse por completo, que era el correcto.
Jamás se hubiese imaginado que, tras muchos meses y casi un año, terminaría
oyéndole decir «te amo» con una sinceridad devastadora y con una expresión
suave que le dejó desolado en un desierto de una singular euforia al saberse el
dueño de aquellas palabras. Porque Taehyung lo amaba con todo el término
de la palabra; suavemente mientras se había dejado hacerle el amor,
salvajemente cuando le decía "papi" y lo miraba con vil picardía oculta en sus
insinuantes ojitos inocentones, divertidamente cuando dejaba caer los
pantaloncillos y, sin dejar de mirarlo, mientras se balanceaba rápidamente
sobre su regazo, jodido y muy amoroso cuando terminaba tocándolo y
besándolo por doquier en busca de más, como un bebito hambriento. Pero, lo
mejor era cuando le hacía saber cuánto lo amaba en las mañanas al
despedirse, cariñosamente y preparándole el café. O, cuando le ayudaba con
su camisa y su corbata sin que siquiera se lo hubiese pedido, inclusive en los
días en lo que no se podía soportar a sí mismo por el mal humor y la ira y, en
silencio, se disponía a respetar su espacio.
Había muchos motivos por los que Jungkook temía lo que estaba sintiendo,
por lo que también se contradecían sus propios deseos de amar y ser amado.
Pero, en definitiva, estaba dispuesto a ceder ante esta nueva oportunidad. Y,
se aferraría a la esperanza de poder salvar su corazón en las manos de
Taehyung.
Jungkook quería jugar con fuego y está dispuesto a arriesgarlo todo, porque,
si era por Taehyung, iría la mismísimo averno con tal de ser merecedor de su
amor; el problema radicaba en su avaricia y en su egoísmo, en saberse como
el dueño de ese desquiciante chico que lo tenía alrededor de su dedo
meñique. Y, eso significaba sacar a flote muchas facetas de su avasalladora
personalidad.
Así que, tras tanto ajetreo, habían terminado justo frente a todas esas
personas que observaban las linternas en formas de flor de loto flotar en el
cielo, con su corazón cosquilleándole en el pecho mientras veía los bonitos y
grandes ojitos de miel brillando en su dirección, con un ápice de duda.
—Podemos sentarnos por aquí, podrías comprarme ese helado del que te
hablé hace rato y podríamos escuchar esas bonitas, y muy interesantes
canciones que se están reproduciendo en el estéreo... No necesitas estresarte,
lo sabes, ¿cierto? —Tarareó con una expresión risueña en su rostro pequeño.
Y Jungkook pensó que, en definitiva, Taehyung causaba un efecto enorme en
él, porque lo podría dejar con facilidad sintiéndose mareado sobre sus propios
pies con una simple sonrisilla coqueta, completamente idiotizado—. Vamos,
Ggukie, rechacé a mi mejor amigo por ti... Al menos, consiénteme... —abultó
sus labios, formando un bonito puchero en esa boquita que le estaba tentando
a probar para disfrutar durante toda la noche; él lo haría.
Jungkook inhaló y exhaló, con una mueca llena de satisfacción por vez que se
echaba en el respaldo del asiento para posteriormente sólo quitarse el
cinturón, sacar sus llaves y bajarse para seguir a Taehyung hacia donde
estaban las otras personas, y ya había encontrado el lugar en el que se
sentarían.
— ¿Está bien aquí, Ggukie? —Cuestionó, señalando el piso con pasto fresco
y verdoso, una arruga formándose entre sus cejas mientras parecía pensar tan
duro sobre sentarse ahí o no. Le pareció realmente tierno.
—Aquí es una buena ubicación —Le contestó, metiéndose las manos en los
bolsillos por vez que se acercaba hasta donde él estaba; había estacionado el
auto entre unos árboles que habían tras el monte donde se montaba el show
de las linternas flotantes—. Podrías esperarme aquí para ir por tu helado... ¿O
tal vez podrías venir conmigo?
Taehyung volvió a abultar sus labios con una muequita, desviando la mirada
hacia algún lugar en busca de algo. Se veía tan bien con esos pantalones color
marrón que abrazaban la forma de su trasero a la perfección y hacían notar
sus largas y esbeltas piernas, y aquella polera holgada que solía dejarse
puesta por entretenimiento cuando ellos...
—Fresas y crema.
Jungkook quiso reír y sólo asintió con diversión, luego sacudiendo su cabeza,
sabiendo lo loco y juguetón que se ponía su niño a veces. Pero, eso estaba
bien.
Le gustaba. Mucho.
Caminó algunas cuadras más abajo y encontró una tienda. Había una gran
fila, pero avanzaba sorprendentemente rápido, por lo que no tardó mucho en
estar en la parte delantera pidiendo un helado grande de sabor frutos rojos a
base de crema y con fresas, arándanos y frambuesas. Pensó que había
exagerado sobre el tamaño porque era un pote para dos personas y él no solía
comer calorías de ese tipo, pero sabía que Taehyung se lo comería sin
rechistar así que sólo pagó.
—Sí —le dijo, mirando a su alrededor para evitar responder más dudas.
—Debe ser una chica muy afortunada... —Le sonrió con cierto rubor. Oh no.
—Es para mí chico —le dijo—, y sí; él es muy afortunado. Muchas gracias.
Ellos dos estaban en silencio y, a ratos, Taehyung le daba una que otra
cucharada de helado mientras recostaba su cabecita en su hombro.
— ¿Sí?
La camioneta Van de Jungkook era grande, lucía tosca y muy era espaciosa.
Y, la primera y tercera línea de asientos estaban vacíos e intactos, pero la
segunda línea estaba presionada hacia abajo y todos los vidrios estaban
polarizados; en aquel espacio los jadeos flotaban, escuchándose la respiración
jadeante y los soniditos agudos que su niñito soltaba con dulzura, mientras él
gruía uno que otro gemido áspero.
Las piernas de Taehyung, en algún punto, habían llegado hasta sus hombros y
sus pantalones marrones estaban tirados en el piso entre el asiento delantero y
la segunda línea en la que se encontraban, al borde de comerse el uno al otro.
Taehyung jamás podía negarse a sus caricias y, de tanto en tanto, sujetaba sus
cabellos, intentando guiarle a través del placer que estaba experimentando,
sus falanges enredándose en las hebras de su flequillo mientras levantaba su
pelvis involuntariamente hacia arriba, tratando de conseguir más
profundidad.
No evitó sonreír.
— ¿Acaso los dedos de papi ya no son más suficientes para este culito
goloso?
Taehyung se estremeció e intentó cerrar sus piernas cuando Jungkook dio una
palmada sugerente en su entrada, fingiendo el golpe de una brutal embestida.
— ¿Qué me dices, bebé?, ¿huh? —su mano volvió a estrellarse con una
fuerza medida entre los gorditos glúteos húmedos—. ¿Quieres la polla de
papi?
—Mmmhg, Ggukie... Mmm —se empujó hacia abajo, encontrándose con sus
dedos y apretándose alrededor de ellos, caliente y blandito por dentro, con
una humedad viscosa debido al lubricante que había metido adentro porque
había exigido su cremita de bebé y Jungkook sentía que su polla iba a
reventar. Muy apretado—. D-dame... Mm... D-dame...Mm, Ggukie...
Jodidamente coqueto.
Taehyung relamió sus labios hambriento y asintiendo por vez que hacía un
gesto con sus manos para que se acercara a él y se ocupara de su fijación oral.
Jungkook pasó sus piernas por los costados de su torso y se acercó un poco
más arriba para que la carita de niñito travieso de Taehyung quedara entre sus
muslos y se riera en medio de un gemido sugerente cuando la cabeza
hinchada de su pene golpeó sus labios como castigo, tentándolo.
—Ggukie... —dijo, haciendo un ruidito obsceno por vez que engullía su pene
y enterraba su carita entre sus piernas, tal y como él lo había hecho hace unos
momentos antes.
Tensando sus músculos por la sensación, recordó aquella vez que le dijo que
lo había mamado muy patéticamente, pero Taehyung hacía maravillas cuando
de sexo se tratase y lo comprobaba mientras el prepucio se marcaba muy
claro en su moflete derecho y luego tocaba su garganta y lo contraía ahí; su
polla lo estaba disfrutando, palpitando con la tensión acumulándose en su
vientre bajo, advirtiéndole el pronto orgasmo.
—Cómo te gusta chupar la polla de papi, eres el príncipe chupa pollas de papi
y eres jodidamente consciente de ello, ¿no es así? —jaló de su cabello hacia
atrás, escuchando como emitía un divertido "pop" y le sonreía adormecido
por todo el placer. Maldición—. Vamos, aliméntate con la polla de papi y
trágalo.
—Jodida mierda.
Y vio cómo su cabecita subía y bajaba con rapidez, lagrimas surcando de sus
bonitos ojitos de miel, batiendo sus pestañas y succionándolo tan mal.
Las réplicas del orgasmo lo dejaron moviéndose un poco más y con los ojos
cerrados por el placer y, claro, Taehyung lo seguía chupando gustosamente y
sin desperdiciar una jodida gota de su esperma. Era un jodido encanto. Su
Tae follaba jodidamente bien.
Taehyung lo miró por el rabillo del ojo, con una sonrisita tonta por vez que su
moflete izquierdo se aplastaba contra el acolchado del asiento.
—Te voy a comer tan bien, bebé... —murmuró, alcanzando el pote de helado
que hace unos momentos hubo descansado en el portavasos delantero—. Esto
es lo que quieres, esto es lo que tienes —volvió a decir, esparciendo el helado
con su dedo, delineando la separación entre sus glúteos y agradeció haber
traído algunas toallitas húmedas, porque esto sería un puto desastre—.
¿Cómo se siente?
—Oh, mierda...
—No digas malas palabras, bebé —azotó su glúteo izquierdo, viendo cómo
se movía debido a la fuerza del impacto, una mancha rojiza con la forma de
su mano formándose justo en el centro. Delicioso, pensó antes de dar algunas
palmadita en el centro de su entrada, escuchándolo quejarse—. ¿Qué es,
bebé?, ¿huh? Vamos, dile a papi... ¿Qué es?
— ¡Oh, joder! ¡Oh! ¡Papi, papi, paaa-ah! Papá-ah, por favo-oh...
Lamentablemente, pensó.
—Desearía irme contigo —Le dijo, aun con las emociones a flor de piel tras
la intensa noche anterior. Había sido una locura, y se había sentido al límite y
sin poder reprimir los gritos, teniendo en cuenta que habían estado en un
lugar tan accesible a otras personas como lo era un estacionamiento.
—Te amo —Le susurró, poniendo sus ojitos de cachorrito y recibiendo una
de esas bonitas y galantes sonrisas de Jungkook, quien arrugaba su nariz,
dándole una dulce caricia en la mejilla; él todavía no estaba listo, y eso a
veces le hacía sentir vacío pero lo respetaba.
Y dicho aquello, Taehyung lo vio irse, dejándolo sólo con sus propios
temores e inseguridades. Tenía un algo que le revolvía el estómago y no
quería ir, pero su hermano había insistido en demasía porque asistiera e
incluso ya le había la dirección del restaurante en el que estaban esperándolo.
Su estómago dolió.
— ¡Mi bebé! —Dijo, acunando sus mejillas y besándolo con cariño, ella era
tan especial que no evitó no dejarse ser envuelto por sus dulces y delgados
bracitos. Su mami—. Te extrañé tanto, osito de miel...
Joder...
Estaba paralizado.
—Cariño...
—Sigues siendo un jodido anormal, un parásito —le dijo con burla, sabiendo
lo mucho que eso le afectaba y dándole al blanco. Su madre se sentó al lado
de su padre y retuvo su mano, queriendo detenerlo—. Eres un puto maricón
aún, das asco... O, dime, ¿esas marcas las hizo un mosquito o una chica?
— ¡Cállate! —el grito surgió desde sus entrañas con miedos e inhibiciones y
sentía que volvía al comienzo de la historia, sintiéndose como un niño muy
vulnerable y desprotegido. Pero, eso no era lo peor.
—Sí, es cierto. Estas marcas que ves en mi cuello las hizo el hombre al que
amo y tú j-jamás vas a c-cambiar eso o la f-forma en la que me s-siento... Yo
lo amo.
Sentía miedo y una terrible vergüenza y culpabilidad y sólo veía las miradas
ajenas, sintiéndose apenado y sumamente humillado.
Miró por última vez a su mamá y salió corriendo con toda la fuerza que su
endebles piernas le permitían, sólo quería escapar y se sentía temblar de
miedo y vergüenza y una mezcla de emociones repugnantes. Porque, cuando
el miedo nos controla y reaccionamos buscando donde sentirnos seguros, es
donde nos aferramos a un pilar; cuando se detuvo en un lugar que ni siquiera
conocía, buscó su móvil y llamó a la única persona que podía llenar su mente,
buscando una salvación.
Sollozó dolorsamente.
Éste es uno de los más largos y disculpen alguna falta ortográfica, a veces
no alcanzo a corregir todo ;-(
Nos leemos~
67
Por lo mismo, sujetó el volante con más fuerza de la necesaria, mirando por
el rabillo del ojo a su acompañante —copiloto— y apretando sus labios
mientras conducía por las calles, dirigiendo el auto hacia la carretera para
poder tomar camino hacia la universidad.
Todo lo que concernía a su chico se había vuelto, poco a poco, una prioridad.
Taehyung lo tenía.
Realmente lo tenía.
Pero, aparentemente, el tema era mucho más complejo de lo que parecía ser,
porque, incluso si le había preguntado qué era lo que le había pasado y por
qué lloraba, Taehyung ni siquiera se había inmutado; sólo había guardado
silencio, sin pronunciar palabra alguna, ahogando el llanto hasta llegar a su
casa, donde claramente se había desplomado.
Había sido muy confuso e inquietante verlo correr escaleras arriba sin
siquiera darle la oportunidad de reaccionar mientras, entre trompicones con
sus piernas endebles, subía los peldaños a toda prisa para hacerle escuchar el
portazo que le había dado a la puerta de su cuarto, encerrándose
inmediatamente con tal de evitarlo. Lo sabía. Pero pensó, conscientemente,
que necesitaría su espacio por un par de horas hasta calmarse, por lo menos, y
por la misma razón no había insistido en un buen de rato. Sin embargo, con el
transcurrir de las horas, la preocupación se había hecho perceptible y no
había podido evitar ir y tocar a su puerta con la intención de tener una charla
o sólo confortarlo, mas no le abrió hasta la mañana siguiente, donde le había
insistido en hacerle quedarse en casa, pero Taehyung se había negado a
escucharlo, ignorándolo olímpicamente.
La verdad era que sabían muy poco el uno del otro, pero,
desafortunadamente, ninguno de los dos estaba listo para admitir aquello.
En su cabeza, las cosas no tenían mucho sentido, pero supo que él podría
estar relacionado con el motivo de su tristeza u abatimiento en cuanto lo vio
desviar la mirada hacia otro lado para evitar por completo el contacto visual.
Jungkook levantó una de sus cejas, espirando y mordiéndose la uña del dedo
índice con una expresión de cansancio, porque estaba cabreándose tratando
de evitar que la burbuja de rabia en su interior explotara en el peor momento.
Taehyung empuñó sus manos suavemente por los costados de sus hombros,
mirándolo con torpeza y un poco aturdido al estar mirándolo por primera vez
tras horas.
No sabía qué había ocurrido, pero claramente tendría que averiguarlo sí o sí.
[...]
Buscó adentro del cajón de su escritorio por alguna aspirina mientras el vaso
de agua reposaba junto al portátil. Su cabeza parecía querer estallar, y
escuchar la voz de su hermano a través del móvil sólo empeoraba su migraña.
—Bien, bien —rió ligeramente, poniéndole los pelos de punta con tensión. A
veces le disgustaba su hermano; era tan estúpidamente ambicioso y
persuasivo, que le ponía mal—, no sabes cuán feliz me pone que finalmente
accedas a las ventajas que trae el cambio.
Por supuesto, pensó. Esta vez fue el turno de Jungkook para reír.
—Vaya, era esto lo que querías, ¿no? —había cierta sorna en su mensaje.
Pronto sería su última clase del día y se sentía nostálgico. Esperaba con
ansias terminar, porque no había visto a Taehyung durante todo el día y no
tenía una idea clara sobre cómo estaría ahora.
—Hyung, sabes que realmente me importa muy poco nuestro apellido, sólo...
—Con permiso.
Jungkook había querido escuchar otra voz, mas no escuchó otra voz que no
fuese la de un desconocido y uno de sus emblemáticos y enclenques alumnos
y eso le hizo retomar su postura tensa y firme.
—Kim.
—Señor Jeon, sólo quería excusarme con usted por mis calificaciones
porque, como usted sabrá, todos hemos tenido que lidiar con mucho trabajo y
yo estoy ayudando a mis padres con su negocio de fideos... Ellos son viejos y
apenas y pueden atender la caja. Mi hermano y yo nos hemos estado
haciendo cargo...
— ¿Entonces qué es lo que quiere que yo haga por usted, Kim? —Preguntó,
yéndose al grano de inmediato para no perder tiempo con excusas burdas y
baratas—. No lo vi participar en ninguna de mis clases y, por consecuente,
tuvo pésimos resultados en mis interrogaciones, dejando fuera el hecho de
sus paupérrimas calificaciones en los exámenes y su desastroso promedio.
El chico, que había reconocido como Jong-In, puso una mala cara.
—Por favor, hombre... —pidió, acercándose con lentitud y jugando con sus
dedos—. No sea tan jodidamente duro con sus otros estudiantes, ¿acaso no
tiene alguna fibra de amabilidad?
Jungkook se pasmó.
—Claro, porque todo el mundo sabe que usted no reprobó a Kim Taehyung y
que, aparentemente, tiene un trato privilegiado hacia él... —Dijo como si
nada, mostrándose como el verdadero imbécil descarado que sabía que era—.
Por lo mismo, nosotros, los otros estudiantes, deberíamos merecer una
segunda...
Pero, claro, Jeon Jungkook jamás se dejaría llevar por un par de palabritas.
Él no tenía miedo y sabía qué hacer al respecto, por muy malo que eso fuese.
—Señor, yo...
— ¿Acaso usted tiene pruebas, Kim? —entrecerró sus ojos, amenazantes por
vez que lo fulminaba; toda la ira estaba desencadenándose—. Pruebas que
justifiquen lo que está diciendo, que comprueben el tamaño de sus palabras.
—No...
—Entonces, dígame, ¿a qué se refiere con toda esa basura que soltó aquí?
Jong-In lo encaró.
Jong-In lo detuvo.
—Es que, en ese caso, más de la mitad de sus estudiantes estarían abriendo
sus piernas para usted...
Los minutos pasaban y Taehyung ni siquiera le había mirado una sola vez.
—Un minuto —Dijo, esperándolo junto a la puerta del salón mientras lo veía
fijamente y sin ningún interés en ser disimulado.
— ¿Que qué me pasa a mí? —desvió la mirada, realmente enojado ahora, tan
molesto que ni siquiera sentía que podría controlar su enojo—. Estoy harto,
ha sido un día horrible y sigue empeorando, pero te veo a ti, que, claro, no te
interesa hablarme o mirarme, pero por algún motivo te dejas abrazar por el
hijo de puta de Min...
— ¿Acaso no sabes que ese imbécil está enamorado de ti? —Preguntó, lleno
de sorna mientras buscaba sus llaves adentro de los bolsillos de su pantalón.
—Me importa una mierda, vas a enterarte de ello en cualquier momento, pero
podrías preguntárselo, ya que vino reclamando su derecho de "mejor amigo
hipócrita" y buscando pleito después del viaje a Jeju —Jungkook le pasó las
llaves del auto, con mala cara y totalmente desagradable—. Ve y espérame en
el auto.
Y, después de aquello, Jungkook se las arregló para que no fuera tan obvio su
arrebato. Claramente, Taehyung no le dirigió la mirada en ningún momento
en cuanto puso el motor en marcha, haciéndole saber, implícitamente, que
estaba tan enojado o más que él.
Le había dicho que tenía que ir al supermercado como una excusa para
zafarse de él, Jungkook lo sabía y por ende lo acompañó, mas Taehyung
parecía sentir desagrado hacia su presencia y eso lo descolocaba; caminando
adelante como si no quisiera estar cerca de él y apenas respondiéndole con
monosílabos.
Porque la muchacha que era cajera estaba pasando los productos por la caja
registradora cuando se le quedó mirando.
—Vaya, qué casualidad, no esperaba volver a verlo —Le dijo, sonriendo con
amabilidad, sus pálidas manos ahora con esmalte rosa pálido en sus uñas y un
anillo en su dedo anular, siguieron pasando los productos—. ¿Cómo estuvo el
helado?
—Bueno —Dijo Jungkook, sonriéndole con aquella sonrisa que sólo ocupaba
para ser amable con él, eso descompuso por completo a Taehyung—, ellos se
pierden tu visual atractivo, pero había una gran fila que prueba los helados sí
son lo tuyo...
—No, dímelo. Porque así suenas tú cuando ofendes a mis amigos por tus
celos.
La muchacha enrojeció.
—Y-yo n-no...
—No estoy hablando contigo, hermosa... —la interrumpió venenosamente y
llamando la atención de algunas personas, totalmente cegado por la molestia
y el revoltijo en su interior—. Ya veo que no pierdes el tiempo tampoco...
Ambos estaban enojados. Pero, Jungkook mucho más, sin embargo. Así que,
ninguno de los dos dijo palabra alguna mientras conducían por la carretera a
gran velocidad.
Jungkook ya no lo soportaba.
—Vas a decirme de una vez por todas qué mierda es lo que te pasa, o vas a
dejarme hacer algo al respecto.
Eso fue lo que le pidió. Porque, por alguna razón, el dicho que prometía
hablar del propio dolor era de mala educación y siendo una mejor opción
pasarlo por alto, escondiéndolo y escondiéndose de éste, como si tuviese
algún sentido esta fea mentira popular, pero esta mentira nos puede
reconfortar y a la vez destruir.
68
Jungkook miró con sumo detenimiento la forma en la que un tenue rubor rosa
adornaba la pequeña y entristecida carita sonrosada de Taehyung. Vio,
atento, cómo el camino de espesas lágrimas, silenciosas, descendía por la
tersa piel de sus mofletes, denotando cómo, al parpadear tres veces seguidas,
sus pestañas gruesas y largas se curvaban hacia arriba, humedeciéndose por
el llanto que se intentaba reprimir a toda costa; aquella muequita deplorable
que se le dibujaba en los labios indicaba el esfuerzo que hacía por vez que
abultaba su boquita en señal de pena, marcándosele un muy pronunciado
puchero que hacía sacudirse su mentón. Había un deje de angustia en su
respiración pausada.
Antes pensó que no podría haber sido peor, pero, aparentemente, las cosas, de
algún modo u otro, hallaban una forma de decirle que claramente las cosas sí
podían seguir empeorando, haciéndole sentirse desgraciado.
Es difícil.
Y no sabe del todo cómo dar el primer paso sin hacer el primer movimiento
de convicción. Porque, internamente, en su pensamiento de dom, e incluso
siendo él mismo, tiene en cuenta que debe ser quien debe asumir el control
completo para poder regularlo y equilibrar el probablemente caótico lío en su
interior, y también sabe que, para lograr todo aquello, debe someterlo a todo
su dominio, mostrarse firme con su postura y ser predominante con su rol.
Sin embargo, el tema radicaba en que, la angustiante sensación de cuán frágil
podía llegar a ser Taehyung, definitivamente, era lo que le descomponía en
demasía, notándose con claridad cuán indefenso podría llegar a sentirse su
chico tras el misterioso motivo causante de sus cuerdas enredadas.
Por la misma razón, a pesar de la gran cantidad de veces que había causado
un temple en las emociones de su niño, no sabía totalmente cómo era el
funcionar de la mente de éste; sin importar lo que hubo hecho para
compensar el alcance de su personalidad, no podía entender las réplicas de
oposición en las acciones que había podido notar bajo su conducta. La psique
de su niñito, su historial y sus estigmas, todo aquello seguía siendo un enigma
para él y eso no le sentaba de buena forma. Sabía cuán necesario era conocer
a fondo a quien se ha vuelto necesario en tu día a día, a tu pareja. Ya que,
después de todo, la base de una relación siempre sería la confianza y el
respeto, y ellos se habían saltado más de un par de pasos. Y no tenía un buen
presentimiento.
Así que, resistiéndose ante sus propias inhibiciones y culpas, espirando, dejó
que la tensión se disipara de sus músculos rígidos y, a la misma vez, dejó
que su mano despejara con ferviente amabilidad la frente cubierta por el
flequillo de su chico, muy suavemente y mirándolo con cariño desbordante
por vez que removía su pelo y despejaba su preciosa carita.
Hubo un largo silencio antes de que, por fin, hicieran contacto visual,
entonces Jungkook pudo saber, a través de su mirada vulnerable, que estaba
afirmando. Pero eso no era lo que quería para él, todo lo contrario. Se sintió
decepcionado.
Esas palabras habían causado un efecto que, en otra ocasión, hubiese sido
todo lo contrario en comparación hasta hace unos días atrás. No era lo que
debería haber sido, no se había sentido igual, sino muy mal. Había sido
realmente muy incómodo el idearse solucionar la cuestión de aquella forma;
por mucho que le fascinara engañarse con la carita de ángel de su bebé,
totalmente seducido por sus encantos y hasta el más ínfimo de sus sensuales y
hermosos detalles, no quería que solucionaran el problema de esa forma esta
vez.
Esta vez se sentía diferente.
Jungkook sabía por experiencia propia que el S&M podía ser demasiado para
algunas personas, que aquella práctica no se podía llevar a cabo simplemente
con todo tipo de personas. Eran tácticas que podían llegar a ser muy
peligrosas, claro, y eso dependiendo de con quién se practicase, porque eran
cuestiones de sumo cuidado y conllevaban mucha confianza y propio auto-
control en el sumiso.
Muchas veces había oído y había visto cómo era que la falta de propio
control en los subordinados los terminaba destruyendo porque ellos a veces
llegaban a creer que podían resistir más, y sólo para complacer a su amo, y
terminaban en pésimas condiciones tras haber excedido su límite, y he ahí
también la gracia de la palabra de seguridad; se suponía que la palabra de
seguridad cumplía la función de informar al dom de detenerse de inmediato o
ir más lento o seguir, y eso dependía del dolor que en algún punto dejara de
ser satisfactorio o que le estuviese haciendo daño a la persona en el papel de
sumiso. Pero, para Jungkook, no existía el "ir más lento" o el "sigue
adelante", para él "detente" era detente.
Y Taehyung desde que firmó el contrato supo que su palabra de seguridad era
el color rojo, y él siempre respetaría sus límites. Siempre.
—Lo hago.
Si Jungkook hubiese tenido que definir con exactitud cómo se sintió en tanto
caminaba con Taehyung, a su lado, encogiéndose casi tan vergonzosamente
como la primera vez que habían decidido tener algo más que una relación del
ámbito académico/laboral, definitivamente, no hubiera encontrado las
palabras que, con toda la precisión de la definición, pudiesen explicar lo que
le causó un triste y confuso estrago en su mente. Y, aunque quiso pensar que
no pudo comprender por qué estaba ocurriendo aquello, muy en su interior,
sabía el por qué. Ya que, si bien él no acostumbraba a someterlo de la manera
en que lo había dictado el contrato que ya había expirado, no era como si
nunca antes no le hubiese hecho probar ciertas cosas, asumir su rol en el
juego y adaptarse a ciertas conductas que implicaban un comportamiento
específico.
Creía que podía entender su actitud, pero a la vez era una contradicción.
Con sinceridad podría haber admitido, e inclusive en voz alta, que tenía
miedo de lo que sea que estuviese carcomiéndole tan silenciosamente, ya que
eso era, obviamente, una advertencia peligrosa de inseguridad.
Y, por experiencia propia, sabía que las inseguridades nunca serían una buena
señal. Pero, persistir siempre había sido una de sus mejores cualidades.
Porque no quería perder a Taehyung, y persistiría por él sin importar qué.
Simplemente, no lo quería perder.
Desde un principio, supo que esta relación existente entre los dos sería difícil,
eso lo tuvo claro desde el momento en el que, inducido en un agridulce
trance, se dio cuenta de cuán entrañable se había vuelto para él su estudiante
y pseudo asistente. Y, por el mismo motivo, a pesar de que se había intentado
negar a la idea de volver a caer enamorado por alguien de nuevo, le había
sido inevitable no enamorarse tanto del chiquillo tontuelo que daba color a
sus días.
Su amor platónico.
Su todo.
La verdad era que se había enamorado perdidamente del chico al cual él una
vez consideró como muy torpe y patoso, indiscreto e infantil, y,
estúpidamente, adorable, enterneciéndolo con cada una de sus cualidades y
satisfaciéndolo de una manera que le sería muy difícil de explicar.
No obstante, lo que más temía era que comenzaba a sentirse listo para dejar ir
su amor y poder corresponderle y, prácticamente, volvía a sentirse seguro de
entregarle su corazón a alguien. Y, después de todo, Taehyung era quien
había hecho que ese cálido nerviosismo y aquella excitante e incomparable
emoción de sentirse enamorado volviera; se había transformado en su lugar
seguro.
Eso fue suficiente cuando dejó una fusta, una pala y un látigo, y al voltearse
se encontró con la vulnerabilidad de su hermoso chico en su máximo
esplendor y le apretó el corazón verlo así; arrodillado agraciadamente,
cabizbajo, llorando, como si fuese un secreto, silenciosamente.
Totalmente desnudo con su piel limpia bajo las luces amarillentas débiles que
manchaban cada uno de los rincones de la habitación, su deliciosa piel de
miel se vio bañada de un hipnotizante color dorado y las ondas rubio ceniza
de sus cabellos, con reflejos más claros y otros más oscuros debido a los
contrastes que la luz causaba en el cuarto, se desordenaron en los rizos que le
informaban su cabello había crecido otra vez. Y sus facciones, pinceladas se
marcaban de una manera suave, denotándose con un claro deje de obviedad la
hermosura de la cual podría haberse permitido presumir.
Él iba en serio.
—Castígame a mí, Taehyungie. Dame lo que crees que necesites para sacarlo
de tu mente. Hazlo. Toma ese látigo y golpéame hasta que creas que ha sido
suficiente. Golpéame. Es eso lo que tú me estás pidiendo hacer, y yo no
quiero.
—N-no... N-no, yo n-no puedo... —tartamudeó, cogiendo sus ropas del suelo
y entregándoselas con sus manos tiritando por el nerviosismo y lo que parecía
ser un muy probable ataque de pánico o crisis nerviosa—. Gguk-ah, v-
vamos...
Jungkook intentó mirarlo a los ojos con insistencia, pero Taehyung huía de su
mirada mientras espesas gotas se escabullían de sus ojos.
—N-n...
— ¡No! ¡N-no! ¡No p-puedo! ¡J-jamás te haría d-daño de esa forma! ¡Yo n-
no te golpearé!
Ahí estaba.
Taehyung corrió como pudo hasta sus brazos, desnudo y endeble, y cayó en
su regazo mientras se aferraba a su cuello, intentaba abrazarlo
desesperadamente mientras sollozaba como si le faltase el aire.
—Te amo, t-te amo... —dijo, hipando y apretándolo. Jungkook sintió cómo
su corazón se trizaba cuando las lágrimas mojaron parte de sus hombros y sus
dedos se enterraron en su cuero cabelludo con la intención de acortar la poca
distancia existente entre sus cuerpos—. Te amo t-tanto q-que me s-sofoca,
que ya no q-quiero nada más si no e-eres t-tú...
Jungkook lo tomó ente sus brazos con cuidado y se metió a la cama junto a
él, sin liberarlo de su agarre y fortaleciéndolo una vez estuvieron bajo las
sábanas.
Así que, masajeó sus caderas, deshizo los nudos de tensión en su espalda
baja, acarició con ternura sus costados, su pulgar trazando círculos en sus
costillas y se movió un poco para permitirse verlo todavía en trance.
—Le dije a mi padre que te amaba —comentó bajito, aplastando con cariño
su moflete izquierdo en su pectoral, dejándose hacer por las caricias que no
iban más allá de eso; sólo caricias y sin segundas intenciones—, le dije a mi
padre que te amaba y me dio una bofetada delante de todas esas personas...
—Me dijo que era un parásito anormal, un maricón... —su voz rota sonó muy
degastada por vez que buscaba más lagotería de su parte, suspirando con
abatimiento y ahora dejándole saber el verdadero motivo de su actitud: tenía
un padre homofóbico. Podría haber sido irónica la coincidencia, pero sólo fue
una muy deprimente conjunción—. Pero incluso si me dijo eso, lo único que
podía pensar era en lo mucho que te quería a ti... En cuánto te amaba y-
Jungkook lo miró y su hermosa carita llorosa se mostró ante sus ojos, tocando
todos los botones incorrectos...
—Yo...
—Pastelito, no...
—Mientras y-yo corría pensé que nada más i-importaría si éramos sólo tú y
yo c-contra el mundo... Tú y yo para siempre.
Jungkook sintió que sus ojos ardían mientras Taehyung buscaba su mano,
con su propia manito tiritona, y le daba un beso en el dorso con aquella
promesa que él nunca jamás podría rechazar.
Porque, a veces, anhelamos el amor sin importar el daño que se sufre por
éste.
Tal vez, sólo eran emociones que surgían debido a la cabida que había dado
el contexto, mas no sabía realmente cuál era el camino sin rumbo al que
estaban siendo guiados. Pero, eso no importaba realmente. Jungkook sólo
sabía que lo necesitaba en su vida, que necesitaba a Taehyung en su vida.
*cries in pastelito*
En fin...
Una puta de pollas, eso era lo que su padre le había dicho una vez que le
había descubierto con su ex novio, Bogum, hace muchos años atrás. Y,
después del enfrentamiento no había evitado recordarlo con empecinamiento,
como si esas ofensivas y denigrantes palabras fuesen ciertas. Se había odiado
a sí mismo de tal forma que se sintió sofocado de amor por Jungkook y odió
amarlo tanto, y recibir tantos insultos por ello; se odió por amarlo con tanta
fervencia.
Pero...
Por el mismo motivo era que se había permitido despejarse un poco más.
Y por eso es que dejó atrás todo el martirio que había concluido al asunto
para descansar de éste, ya que sus semanas, de por sí, eran estresantes por la
última entrega de calificaciones de los exámenes finales y también por la
espera de la mayor parte de los estudiantes con respecto a la aprobación de
sus tesis para poder graduarse y egresar exitosamente de la universidad. Y, si
bien las clases habían sido mucho más tranquilas en comparación de lo
anteriormente habitual, no se podría negar la tensión y el nerviosismo que los
estudiantes compartían por la tortuosa espera de resultados.
Taehyung sabía que lo había hecho bien porque se había esforzado mucho y
él había estudiado lo suficiente como para egresar con calificación
aprobatoria.
Al principio, pensó que podría ser que estuviese pasando por alguna situación
personal, mas Yoongi le negó que se tratase sobre eso y habían discutido las
posibilidades. Pero nada se acercaba a lo que postulaban como teorías sobre
lo que ocurría. Pues, Baekhyun muy pocas veces compartía información
sobre su vida más privada y además mostró un peculiar comportamiento
hacia él, como si estuviese enojado por algún motivo...
Se sentía inevitablemente curioso y, durante los días en los que las cosas se
habían calmado, ellos sólo hablaban sobre otras cosas, conversando hasta la
madrugada, mimándose el uno al otro con peculiares caricias que distaban del
ámbito sexual. Literalmente, se metían debajo de las sábanas sólo para buscar
el calor corporal del otro. Porque, incluso si estaban desnudos, o si Taehyung
intentaba seducirlo tímidamente y queriendo convencerlo por más, Jungkook
no lo tocaba de la forma en la que quería que lo hiciera e inconscientemente
todo se volvía más suave, y no lo quería menospreciar porque era muy
romántico.
Todo volvía a formarse una masa que se le regurgitaba hacia arriba con
acidez.
Durante meses, años, el plazo del tempo había causado un sonido de ritmo
tan constante en el latir de su corazón que con sus movimientos se aceleraba
de un ágape que le había hecho aterrizar en un nuevo mundo, causando un
aterrizaje en un cielo de colores cálidos y acogedores por vez que le habían
hecho, por su propia voluntad, emigrar en su boca, descubriendo luego sus
vergüenzas y sus complejidades cuando se permitió aventurarse entre sus
piernas, ascendiendo hacia sus costillas, rodeando sus caderas y acelerando el
flujo de la sangre cuando se permitía subir por su delgada cintura hasta su
espalda, su hogar en su pecho y a sus anchas codicioso por aventurarse a más.
Sin embargo, escampando del aguacero e ileso en los ojitos de miel del que
había llegado como un amante y que, poco a poco, se había revelado como el
que sería el amor de su vida, con el que sentía sus propios ojos obscuros,
lleno de desbordante sentir, brillar.
Entonces, paso por paso, en una arena movediza y con el ápice de duda que
lo había amenazado con mostrar la parte más indefensa de él y de su
vulnerable corazón, se mostró la transparencia de una verdad anunciada, muy
pura, muy precisa; su cruda realidad que, en el juego sadismo y masoquismo
que habían estado jugando en un todo por todo, le advertía no podría poder
pasar una otra noche sin ser acurrucado, arropado, guardado en los bracitos
delgados, tiernos, de quien era su lugar seguro.
Su dulce pastelito, tan suave y calmo, con su olor enviciante que sería capaz
de volverlo un adicto. Su TaeTae, con sus poleras holgadas cuando trataba de
cubrirse con vergüenza mientras él se levantaba sobre su altura, grande y alto,
y lo miraba con adorabilidad cuando abultaba sus labios y cerraba sus ojitos.
Jadeante.
Jungkook ahora sabía sobre las cosas que podían irritarlo y sacar lo peor de
él, pero también conocía cada una de las que lo hacían feliz a través de
diálogos que se habían formado instantáneamente, equilibrándose con
emociones y un par de acciones que habían causado sensaciones que lo
habían mantenido al borde, y el chaleco a prueba de balas fuera.
Jungkook podría desnudarlo a él, que a veces las palabras se volvían simples
e innecesarias, con tan sólo una mirada.
Dios.
Taehyung siempre era tan cálido bajo su toque, tan sensitivo a sus caricias y
tan familiar junto a él...
— ¿Acaso no puedo hacerlo? Me gusta saber que estás aquí conmigo, ¿no es
ese un motivo suficiente, pastelito? —Preguntó con ternura, sabiendo haber
quebrado su fuente de inocencia hace muchos meses atrás y escuchando la
risa de Taehyung resonar melódicamente suave en sus oídos, causándole
aquella sensación de burbujeante cosquilleo y felicidad en la parte posterior
de su pecho a la que jamás podría acostumbrarse del todo.
Le fascinaba desde los pies torpes hasta los cabellos castaños enmarañados.
—Son las 4am... —comentó Jungkook como si fuese gracioso—. ¿No te estás
molestando por ello?, ¿o sí?
—Acabas de decirme que son las 4am, por Dios... Es de madrugada todavía y
yo no debería estar despierto —Taehyung frunció el ceño y Jungkook
masajeó su frente con gracia—, ¿lo sabes?
—Lo sé... Es sólo que no me podía dormir y tú siempre eres mi única opción
y yo sólo quería admirarte a ti en vez de mirar el techo...
—Eso es muy dulce, gracias... —dijo, con un tenue rubor adornando su carita
mientras curvaba sus pecaminosos labios en una sonrisita adorable que le
hizo sentirse mareado—. Buenos días, Ggukie... —saludó, extendiendo sus
manos y bracitos para que Jungkook se acercase a él, lo cual no tardó en
hacer y, de hecho, en realidad permitiéndose tener aquella cercanía que tanto
le gustaba.
— ¿Dormiste bien? —le preguntó, besándolo de manera fugaz en sus labios
y comenzando a repartir besitos en sus mofletes y por toda su preciosa carita,
satisfecho con las reacciones que conseguía en su pastelito con cada caricia y
muestra de afecto—. Lamento haberte despertado, en serio...
—Eres una cosita tan desquiciante —picoteó sus labios—, aunque yo quisiera
dormirme justo aquí...
Taehyung abrió un poco más sus piernas para dejarlo deslizarse más
accesible entre ellas y optar por una posición más cómoda. Era relajante y
satisfactorio.
—Eso es tan injusto, no deberías darme a escoger ese tipo de opciones, sabes
que siempre quiero más de ti y te aprovechas de eso... Mmmh...
—Jungkookie... Te amo.
Esas palabras que había escuchado antes, pero que seguían causando un eco
en el latir de su corazón, le hicieron detenerse como si supiera lo especial que
era escucharlo, moviéndose con lentitud hasta salir de entre las sábanas para
poder verlo directamente los ojos; las mejillas enrojecidas de su chico y sus
labios regalándole aquella sonrisita que era capaz de transportarlo al mismo
cielo si ese fuese el propósito.
Uff, hoy siento que no sé cómo comenzar con la nota... xD I know, es raro
pero sólo es como es. I mean, este capítulo era muy largo y tuve que
dividirlo en dos partes :-( Además, es uno de mis favs sólo porque nos
adentramos y un poquito más al amor de Jungkook y cómo se siente
para él, aah~
Siento que este es el momento fluff que se necesitaba para sacar un poco
de tensión y, claro, para que los personajes tuviesen un poco más de
"libertad". Hoy día he repetido tanto la palabra "poco", que ni idea...
Perdón.
Silencio.
Eso era todo lo que podía oír por vez que sostenía el móvil entre sus dedos,
las manos sudándole con entumecimiento y tiritando ligeramente con el
punzar de las cienes, molesto debido a la preocupación y la amargura. Muy
angustiante.
Entre las paredes de color azul deslavado y blanco sin vida, se hallaba
sentado en un viejo y deteriorado sillón acolchado, hundiéndose con
abatimiento sobre el respaldar para permitirse descansar del agotamiento
físico y mental. Pero, la mirada lo delataba; no era sólo eso.
Sin embargo, él había hecho las cosas mal desde un principio y lo que
vendría enseguida sólo sería una consecuencia de sus erradas acciones; un
hecho había desencadenado a otro hecho mucho más inconveniente, y así fue
continuamente por un buen de tiempo hasta que mentir se volvió una
costumbre aterradoramente habitual. Entonces sí tenía en cuenta que todo lo
que estaba sucediendo, y todo lo que sucedería luego, sólo sería el desastroso
resultado natural de las cosas.
Pero...
Un suspiro abandonó sus labios mientras que, con malogro, fregaba su rostro
demacrado, la frustración haciéndose obvia cuando el móvil comenzó a
vibrar con insistencia.
Ese fue el único mensaje que pudo dejarle tras haberlo rechazado por trabajo
y Yoongi seguramente querría una explicación.
E incluso así, apenas la puerta se cerró, Seok Jin se incorporó con rapidez y
se abalanzó con desesperación al hombre que, sin perder el tiempo, lo tomó
entre sus brazos y lo estampó contra la pared, besándolo inmediatamente.
08:04 am.
Así que, con la naciente felicidad que surgía desde sus entrañas, se volvió a
un lado para poder mirar con detención al hombre que, todavía, lo tenía
enredado entre sus brazos, como si no lo quisiera dejar escapar. Eso le hizo
gracia y, a la vez, se sintió sumamente enternecido; su rostro pálido, con
facciones definidas, se veía sereno y varonil bajo las luces obscuras de la
habitación, lucía relajado con el moflete izquierdo aplastado en el almohadón
y babeando en éste con un suave ronquido que le hizo cosquillas en la panza;
la mandíbula marcada sin ningún esfuerzo, las espesas cejas y pestañas
azabaches que acompañaban a su cara de hombre adulto, el lunar bajo su
labio inferior...
Justo en el centro...
Por lo que, con cautela, pasó un dedo por un pezón, maravillado al sentir que
se endureció en respuesta al estímulo, deslizando su dedo placenteramente
por el centro del cuerpo del hombre mayor, esquivando la mata de vello
púbico en su entrepierna y delineando la pronunciada línea del torso
ejercitado hacia el muslo, acariciando los tendones con ternura y algo más.
— ¿Me estabas explorando, pastelito? —Su voz matutina, áspera y dos tonos
más baja de lo habitual, contrastando con la suavidad que acostumbraba oír,
pero que definitivamente le encantaba de todas maneras cuando causaba las
reacciones que lo dejaban sintiéndose temblar—. Te he pillado.
Aquellas palabras, que suenan un poco roncas, le erizan la piel y siente cómo
es que su corazón late fuertemente contra su pecho, cosquilleándole mientras
lo ve acomodarse sobre su espalda, estirándose durante algunos pocos
segundos para finalmente cruzar sus brazos detrás de su cabeza, y mirándolo
con aquella expresión de ternura que lo deja creyéndose la mierdita
desquiciante que es.
Jungkook lamió sus labios con parsimonia, sin detenerse mientras le mordía
el belfo inferior con la intención de hacer una ligera fisura, para tener el
permiso de entrar a su cavidad bucal y comérselo a besos.
Por otro lado, los pensamientos de Taehyung se fueron corriendo muy lejos
sólo para entregarse por completo.
— ¡Dios! No sé de dónde es que me has salido tú, pero eres tan jodidamente
adorable, mi cosita cachonda —medio gruñó, y medio rió, volviendo a su
posición de galante, tanteando con su mano entre sus cuerpos para poder
bajarle el pantaloncillo; no había algo que comparase lo excitante que era ver
a Taehyung sonriendo gustoso y anticipándose para poder hacer el amor.
—Sácalo —se quejó, levantando las caderas con facilidad para darle un mejor
acceso y hacer más fácil el trabajo, con sus propias manos agarrando el borde
de la polera, su polera, para subírsela y sacársela; Jungkook lo detuvo—,
¿hm?
—Déjatela, te ves muy mío en ella... —susurró bajito y con sinceridad, rubor
en sus mejillas delatándolo.
—Lo que Ggukie quiera, papi... —alcanzó sus labios para darle una mordida
juguetona, ya completamente fuera del pantalón, acariciando su erección de
la gloria matutina y llamándolo con la palabra clave. Él estaba excitado en
serio.
—Buenos días, osito de miel —Saludó una mujer con una voz tan serena
como la de Taehyung, sonaba a calma y mucho amor maternal.
Era su mamá.
Jungkook abrió sus ojos cómicamente porque no se esperaba para nada hablar
con su suegra por primera vez a través de una llamada y en paños menores,
sin paños de hecho.
—Mami...
—De hecho, estoy con alguien muy importante para mí y que probablemente
conocerás luego...
—Tae... —Fue todo lo que pudo murmurar, su cara en el hueco que había en
su cuello, inhalando su olor exquisito a jazmines, manzanilla y lo amaba.
— ¿Hola?
—Bueno, hijos míos... Ha sido un gusto hablar con ustedes, espero verlos en
la graduación y, en serio, deseo conocerte personalmente, Jeon Jungkook.
Pero, debo colgar.
—El deseo es mutuo, Señora Kim. Ha sido un gusto hablar con usted de igual
forma —comentó, escuchando un leve risita por parte de ella. Parecía ser una
mujer muy dulce.
— ¿Me prometes que vendrás, ma? Podríamos ir a cenar juntos o... No lo sé.
—Lo prometo, es sólo que... Tú padre no está de humor debido a Seok Jin,
no le entregó un dinero y ahora está... Bien, nos veremos allá, mi cielito.
Y la llamada finalizó.
Hubo un gran silencio entre los dos hasta que Jungkook se decidió a romper
el hielo, dándole un ligero besito en la mejilla.
Lo comprendió.
—Bebé, amaría volver a la cama contigo, pero... Tu madre espera que yo esté
cuidando bien de ti y es eso lo que tengo que hacer, ¿no?
Jungkook se quejó.
Taehyung bostezó mientras se sentaba en una silla tras la mesita que había en
medio, todavía un poco somnoliento por la aparente falta de sueño y, a la vez,
fatigado, esperando que Jungkook preparara el desayuno por vez que pensaba
en todo lo que tenía que hacer durante el día; no era mucho en realidad, sólo
se trataba de su graduación y tener que empezar a buscar un trabajo.
— ¿Qué?
—Puedo explicártelo mañana, ¿bien? Hoy quiero que estés fuera de cualquier
enredo y sólo te concentres en ti y en tu graduación.
Jungkook rió porque pensó que se trataba de una broma, que Taehyung
estaba ahorrando aquella cantidad proveniente del contrato y que por la
misma razón no lo ocupaba. Ya que, de todas formas, ese dinero era suyo,
pero, literalmente, Taehyung había estado pensando desde hacía mucho en
entregarle su dinero lo antes posible.
[...]
Pero, se veía bien y muy bonito. O, eso era lo que Jungkook le había repetido
varias veces cuando estaba detrás de su espalda, sonriéndole en grande por
vez que se abotonaba las mangas de la camisa. Aquello, ineludiblemente, le
había puesto un poco nervioso. Porque, si bien Jungkook había renunciado, él
se iba a presentar en la graduación y se sentaría muy probablemente junto a
su madre, y eso sería muy raro y les daría muchas ideas conclusivas a sus
compañeros. Y no era como si eso no importara en lo absoluto porque
Jungkook no había sido cualquier maestro, sino que había sido Jeon
Jungkook; el maestro.
Bueno, pero si ya había renunciado, lo que había entre los dos no era el
asunto de nadie más que de ambos y, por lo mismo, nadie podría
entrometerse.
¿Cierto?
18:50 pm.
Y, aparentemente, eso fue suficiente para que el trayecto no fuese tan pesado
como lo había estado siendo.
Por otro lado, Jungkook le había murmurado algo acerca de ir a saludar a sus
colegas y que "por mientras" fuera por su birrete y la túnica, pero él estaba
preocupado por la llegada de su madre y apenas pudo prestarle atención.
¿Acaso Seok Jin había tenido una emergencia y por eso no llegaban todavía?
No sabía, no tenía idea de qué podría estar pasando. Quizá eran los nervios
los que estaban jugándole chueco, pero, en cuanto recibió sus cosas, decidido
que sería una buena idea llamarla.
Así que, buscó un lugar más callado para poder hablar tranquilamente con
ella, preguntarle qué pasaba y por qué no llegaba todavía.
Más que sólo un poco preocupado y más que sólo un poco deprimido, llamó a
su madre; mientras cerraba la puerta del baño sorprendentemente vacío, logró
escuchar el buzón de mensajes sólo dos veces hasta que a la tercera llamada
le contestó.
Quiso reír por el nerviosismo, pero su boca se adormecía y le ardían los ojos.
¿Qué?
—Lo sé... Perdóname, hijo... Y-yo... —Su voz se oye apagada, mas no es
quien está sintiéndose terriblemente mal justo ahora—. Tu padre oyó parte de
la conversación de esta m-mañana y está m-más furioso que el día de la
cena.
— ¿Por qué me dices esto ahora? Ya estoy aquí... Mami, por favor... Es m-
mi graduación... Q-quiero que estés conmigo, por favor... —sus dedos
temblaron mientras apretaba, con la poca fuerza que le quedaba, la tela de la
túnica entre sus brazos; él se sentía estúpidamente pequeño. Sus ojos le
ardían tanto que no notó el momento en el cual empezó a limpiar lágrimas
inconscientes, anestesiadas por la amargura—. Mami, p-por favor, te lo
ruego... Regresa.
—Yo hice muchos esfuerzos por e-estar aquí, quiero que tú estés conmigo,
que estés presente el día de mi graduación —murmuró tan bajito, porque la
garganta le dolía, apretada por el nudo apunto de desatarse. Se sentía mal,
muy angustiado y solo, y sólo quería llorar e irse—. Mami... Te lo ruego,
todos mis compañeros están con su f-familia, si t-tú no vienes estaré solo...
— ¡No! ¡No me cuelgues! M-mami... Por favor, ¡soy tu hijo! —gritó, ya sin
poder retener el llanto y la angustia que le oprimía el pecho con desazón; las
lágrimas brotando de sus ojos con rabia, frustración y pena. Él se sentía
dolido y decepcionado—. ¡Estoy solo! Mami, por favor... ¡Si no vienes yo
estaré solo! ¡No puedes dejarme solo! Es mi graduación, mami...
Fue lo único que Jungkook le escuchó decir antes de que se derrumbara entre
sollozos en el lavabo.
—Nadie v-vendrá...
—Me he sentido tan solo toda mi vida... ¿Por qué debo seguir estándolo?
—No estás solo, mi amor... —con sus manos acunó su pequeña carita llorosa
y triste—. Me tienes a mí y yo te tengo a ti, te estoy sosteniendo. Yo estaré
ahí, presente. Te quiero ver. Te estaré viendo recibir ese diploma, estaré
orgulloso de ti y estaré para ti. No estarás solo. Yo seré quien esté presente.
—Sí, te lo prometo; te dije que te amo y ahora te digo que no iré a ningún
lado.
Taehyung soltó el móvil y asintió, sonriendo débilmente pero con poco más
de estabilidad.
Él no se podía rendir ahora, sin importar el dolor que sintiera por causa de sus
padres; él se pondría esa túnica y el birrete para recibir su diploma y se
graduaría.
—Bien, iré.
Porque ese día, y en todos los días que siguieran, —en los más importantes y
en los más amargos—, estaría ahí; presente.
Simplemente lo sabía, lo presentía en el fondo de su ser.
Okay so, iba a publicar este capítulo ayer pero Dystxpian anda de
babysitter y no tenía mucho tiempo :-( Además hacía un caloraso e hice
un cardio enorme recorriendo todo un pueblo sólo para comer pizza y ni
siquiera me la comí :,( En fin, volviendo a lo importante...
Jijí
Este cap es uno de los más largos y por eso tuve que dividirlo en dos :-),
lo hubiera dividido en tres pero no quiero retrasarme tanto... Estoy
planeando hacer un parkour.
...
Pero...
Espero que estén súper bien, que estén comiéndose toda la comidita, que
estén teniendo una muy buena semana, les quiero mucho y les deseo
mucha felicidad~
71
Era una tarde cálida y serena cuando los últimos rayos de sol se comenzaron
a caer por entre los cerrillos del horizonte.
Había sido uno de esos días donde parecía que en el exterior no había nadie
más que sólo ellos. Y, bueno, claramente, Taehyung se había aprovechado de
eso y había pasado la mayor parte del día en pijama y enredado entre las
sábanas mientras Jungkook trabajaba en su despacho. Pues, le había dado un
día de descanso para que sólo se relajara y lograra salir de su mente, cosa que
lamentablemente no había pasado.
Después del lío con sus padres, y después del desaire que sintió le había
hecho su familia, no había evitado no sentirse deprimido y un poco triste, y
tenía sus motivos para estarlo porque había sido algo importante para él; el
único que sí había estado presente había sido Jungkook y, a pesar de todo el
lío, aún quería presentárselo a su madre y a sus hermanos. Digamos que
desde hacía un buen de tiempo que Taehyung realmente había empezado a
considerar a su relación como algo relevante, serio y de importancia. Por lo
que, también él necesitaba claridad para saber con exactitud de que estaban
en la misma página. Porque, sea dicha la verdad, todavía seguía habiendo
muchas incertidumbres entre los dos y, si bien Jungkook difuminaba todo el
caos en su interior rápidamente, no podía ignorar el hecho de que, poco a
poco, su sistema había empezado a subyacer en las manos del hombre,
totalmente dependiente de cada uno de sus movimientos; la mala racha la
echaba hacia atrás, lo tapaba pasándolo por alto porque había sido así incluso
cuando no había nada entre ambos, y ahora todos los cables se empezaban a
cruzar.
Algo le sabía mal. Y la incertidumbre siempre había sido la madre de todas
las torturas de su mente cuando decidía enredar su mente con cuerdas
apretadas y un montón de inseguridades que, espesas, no tenían forma
alguna. Porque él sí había mirado durante varios minutos aquel bolso azul
con todo el efectivo que, finalmente, había optado por transferir de su cuenta
bancaria; no tenía ninguna culpa, ningún pudor o algún miedo, sólo se había
decidido por hacer lo que sentía que era lo correcto. Ya que, si quería
avanzar, tenía que mover los obstáculos que seguían interponiéndose en el
confín.
[...]
Desde que la duda comenzó a cosquillearle el estómago, pensó que quizás era
que estaba yendo muy rápido y que, probablemente, estaba adelantándose
con algunos pasos. Pero, en cuanto tuvo toda la considerable cantidad de
dinero en sus manos, —la que correspondía al contrato—, Taehyung supo
que estaban yendo a tiempo.
Jungkook sólo le daba una que otra pista o algunos datos, y eso no era justo;
lo que había entre los dos no era un juego. Y ya no se sentía conforme; él
quería más. Quería sentirse totalmente seguro con lo que estaban teniendo
porque por cada día que pasaba el lazo entre ambos se afianzaba más y a tal
punto, que ya se sentía como si fuesen sólo uno y, si bien al principio eso le
hubiese aterrado y le hubiese crispado los nervios, ya no lo hacía más; había
perdido el miedo y todo lo que estaba deseando era que Jungkook también lo
hiciera. Pues, quería tener el derecho a saber e indagar más; quería ponerle un
nombre a su relación.
Por otro lado, también había varios asuntos que le tenían con más que un
poco de estrés, como por ejemplo comenzar a buscar un empleo rápidamente
y, tal vez, un apartamento porque, por si no fuese suficiente con todo, ellos
tampoco habían hablado sobre su convivencia.
Mingyu le sonreía de manera cordial por vez que pasaba por su lado,
tomando una de las tazas de café.
—Gracias.
—Jungkook me dijo que habían tenido una cena privada, ¿no fuiste a celebrar
con tus amigos?
—Oh, claro... —Mingyu elevó las cejas denotando un deje de sorpresa que,
de hecho, se parecía más una mueca, y le hizo sentirse ciertamente extraño—.
Bien, déjame ayudarte con todo eso. Jungkook atiende una llamada y me
pidió que te ayudara para que no vayas a derramarte el café encima.
Taehyung le entregó la bandeja con las tazas y él mismo tomó la otra bandeja
con platillos y postre. Sólo estaba siendo amable, como siempre. Pero,
algunos comentarios de Mingyu siempre iban en direcciones que no podía
identificar.
—Entonces, tienes que empezar a buscar un trabajo o algo así por lo pronto...
—Claro, pero no pensé que te lo tomarías tan en serio —La respuesta era, en
definitiva, muy desafiante y, claramente, iba con la intención de denotar la
evidente pasivo agresividad de la hermandad Jeon—. De todas formas, ¿qué
es lo que estás considerando hacer? Porque, yo creo que no me ha quedado
totalmente clara tu intervención en la pregunta que iba dirigida a Tae; no a ti.
—Tranquilízate, Ggukie...
—En conclusión, Taehyung... Jungkook quiere que vuelvas a trabajar para él.
—No.
Primera vez que Dystxpian publica a esta hora y sí, le tengo miedo al
éxito... xD
En fin, nos estamos leyendo, les adoro mucho, espero que sean muy
felices, que tengan una semana llena de cosas bonitas y especiales y que
estén rodeadxs de amor~
72
Sin embargo, las cosas estaban poniéndose cada vez más tensas.
Los problemas con su familia parecen mínimos y puede dejarlo todo por él;
ha perdido cierta cordura, pues se sentía embriagado, completo de emociones
que, saturadas, no le permiten ver los contrastes entre el antes y después.
Jungkook ha estado ahí cuando nadie más ha estado, y eso es suficiente para
él.
Entre sus dedos sujeta el frasco de mermelada, baja la mirada mientras lo deja
dentro del carrito de supermercado, mordiéndose el labio con más fuerza de
la necesaria, producto de la incomodidad engorrosa, sintiéndose molesto.
Se siente pesado y cansado, pero aun enojado le dice: —No iremos a esa caja.
Sin embargo, la suerte no está a su favor cuando la última caja con menos
personas en la fila se cierra y entonces no les queda otra opción más que ir
hacia la caja que está más vacía.
—Buenas tardes —Saluda la chica con su voz fresca y suave. Lleva una
coleta, las uñas con esmalte color escarlata y poco maquillaje. Se ve joven.
Veintiséis años debe tener, tal vez. Quizás, veintiocho. Pero, es bonita;
transmite un aura de sensualidad femenina con su rostro ovalado. Se llama Ji
Eun. Está en placa dorada en su bléiser—. Ha pasado un tiempo, ¿eh?
Taehyung la mira con obviedad, un deje de superioridad que sólo para él pasa
desapercibido, empero, para los demás es muy notorio mientras deja las cosas
sobre la caja para pasar los productos.
—Taehyung.
— ¿Qué? —Responde con arrogancia e irritación, dándole un vistazo
receloso a la chica, que se mantiene muy pendiente del intercambio entre los
dos.
—Es bueno verte por aquí, Jungkook... ¿Cómo has estado? —Cuestiona con
una sonrisa llena de algo que no puede identificar en medio de sus molestias
y desagrados nacientes en el fondo de sus entrañas—. Al final, no volví a
verte y me despidieron de la tienda de helados... Fue una pena...
— ¿Por qué habrá sido eso...? —Comentó con sarcasmo, sin siquiera
pensarlo dos veces, dejando que el pensamiento se filtrara por sus labios y
siendo un poco, demasiado, obvia la antipatía injustificada que tenía con
respecto a la chica. Sólo le desagradaba en demasía.
—Taehyung. Basta.
El aviso de Jungkook sólo le hizo bufar, esperando que sólo hiciera su trabajo
rápidamente para largarse de ahí.
Se sentía mal, con una presión inexplicable que le hacía rabiar y querer llorar.
Genial.
—Okay, pero... ¿De dónde se supone que vino toda esa actitud de mierda?
— ¿Por qué dejas que esa chica coquetee contigo? —Le dijo. Directamente y
sin preámbulos—. ¿Crees que soy estúpido, Gguk-ah? Yo sé que le gustas, es
obvio.
—No hables así. No eres así, Tae. Esa mierda no calza en tu boca. Ji Eun
tiene pareja, ella no gusta de mí y sólo es amable conmigo. Nada más.
—Claro...
Jungkook apretó la mandíbula, lo miró por el rabillo del ojo mientras giraba
el manubrio del auto para salir hacia la autopista e inhaló con pesadez. Él
estaba molesto. Taehyung lo sabía. Pero, tenía sus motivos.
Touché.
—Así que, ese es el motivo por el cual ya saben sus nombres y todo, ¿no?
Jungkook apretó los labios y sólo guardó silencio hasta llegar a la casa.
[...]
Estaba triste y tenía un mal sabor en la boca del estómago. Era molesto y tan
agrío como la hiel del acre; sentía un nudo incómodo apretándole la garganta
e insuficiencia inestable acechándole la bilis.
Desde que había llegado a casa, habían pasado un par de horas y para el peor
de sus lamentares culposos, no habían intercambiado ni una sola palabra; con
Jungkook las cosas se ponían tensas, y no le gustaba eso. No entendía cuál
fue el momento en el que las cosas se habían empezado a poner raras. Quizá
había sido desde la llegada de Mingyu. Quizá sólo eran sus inseguridades, y
aquellos temores que Jungkook ocultaba. Quizá era todo mezclándose de
forma incierta.
Estaba pendiente de lo que Leela iba a hacer con la súper nave espacial y los
mini marcianitos que aparecían en aquel episodio cuando un mensaje le sacó
de su mente, distrayéndolo. Y, bueno, aparentemente, sus amigos y algunos
de sus compañeros de clase se habían ido de parranda y se la estaban pasando
en grande para celebrar su evidente libertad académica.
«Baek se fue con SunJu y su hermanastro pendejo. Creo que seremos sólo tú
y yo, lo siento... Pero, en el trayecto nos alcanzan. Baek en serio quiere verte:
(»
Taehyung lo sabía: «Bah, cómo que sólo Baek quiere verme, ¿tú no?»
Sintió una sensación cálida que duró un par de segundos; era entrañable.
Mirándolo por el rabillo del ojo, mordiéndose el belfo inferior con fuerza,
notó que sus facciones varoniles lucían tétricas en la oscuridad de la
habitación, las luces de la televisión les iluminaba vagamente; le vio hacer
una mueca cuando el whiskey atravesó su garganta con otro sorbo áspero
que, considerablemente, disminuyó el líquido en la botella.
Se preguntó cómo era que las cosas habían dado este giro tan brusco, y era
que tampoco entendía qué estaba pasando; habían tantas razones y a la vez
éstas lo rebasaban, dejándolo vacío y con un sinsentido de cuestiones a las
que no se le daba una explicación lógica en medio de sus divagues. Pero,
muchas veces las cosas no salen cómo queremos y hay un detonante que
irrumpe, dando paso al ineludible caos.
Tan sólo aquella mención hizo que Taehyung temblara, percatándose apenas
y percibiéndose ser el foco de su intensa mirada, que estaba llena de algo que
no sabía cómo identificar. Era parecida a una advertencia, así que trató de
pasarla por alto e intentó concentrarse en la conversación del chat grupal que
estaban teniendo en chat con sus amigos y ex compañeros de la universidad,
mas él no pudo seguir ignorándolo cuando aquella mirada impenetrable
seguía fija en sí.
—Se supone que yo debería estar enojado, no tú... —Le dijo Jungkook,
riendo sin ningún ápice de gracia mientras le daba un vistazo a la televisión,
todavía e indudablemente borracho, haciéndole sentirse cohibido e inquieto.
Había visto a Jungkook beber y lo había sentido tomado, pero jamás había
lidiado con él o contendido en medio de la embriaguez—. Vamos, deja esa
mierda y háblame.
Taehyung exhaló y deslizó sus piernas por la superficie del sillón, haciéndose
un ovillo lentamente, cuando Jungkook se sentó en el espacio desocupado
con confianza mientras le miraba con una ceja alzada.
Taehyung tragó duro e intentó bloquear la pantalla, mas no pudo hacer nada
al respecto cuando Jungkook ya había alcanzado su móvil para verificar de
quién se trataba.
Les quiero y les deseo mucha felicidad y saludo y amor y muy buena
energía~
73
Taehyung tragó duro e intentó bloquear la pantalla, mas no pudo hacer nada
al respecto cuando Jungkook ya había alcanzado su móvil para verificar de
quién se trataba.
— ¿Qué es esto...?
—Debes estar de joda... Estás jodiéndome, ¿no es así? —Le escuchó bufar,
su rostro desfigurándose por el disgusto. Pero, claro, Taehyung
lamentablemente sabía que era malinterpretarle lo que él había escrito por
chat anteriormente—. ¿Qué se supone que es esta mierda? ¿Una idea de
venganza o qué?
— ¿Dejarte qué? En serio eres tan estúpido como para... —Lo ve deslizar su
dedo hacia abajo con rapidez por vez que sabe está leyendo la conversación,
haciéndole entumecer con una sensación de ardor corporal muy extraña; no
quiere hacer algo al respecto porque no ha hecho nada malo y quiere que él lo
comprenda. Pero es demasiado y no puede evitar no entrar en pánico—. Dios,
en serio no entiendo qué es lo que está pasando por tu cabeza...
—No, absolutamente no. Sólo... Sólo surgió, ¿bien? —Su propia voz sonó
con un deje de inestabilidad porque, de pronto, le dolía la garganta. Y
Jungkook se veía molesto y amargado, imponente y alto sobre sus pies,
inmenso, dejándolo sintiéndose pequeño y realmente mínimo después de
haberle gritado; no podía culparlo, pero, quizás, ambos habían cometido un
error sumamente estúpido y tan pequeño, que ahora sólo se estaba
masificando debido a la angustia. Tenía que darle una explicación—. No fue
una idea de venganza ni nada por el estilo, Gguk-ah. Sólo estaba
descompuesto. No me sentía bien, y estaba triste porque estábamos molestos
y... No es lo que crees. Te lo prometo.
Touché.
Taehyung quiso decir algo, mas no sabía qué decir. Después de todo, no
sabría cómo decirle a Jungkook que para él no eran sólo celos, o algún
problema que no estaba tomando a la ligera por inseguridad. Era uno de sus
líos más complejos y algo de lo que no podría hablarle a otra persona tan
libremente; era sensible, le costaba asimilarlo y no lo podría aceptar sin
echarse a llorar con rabia y pena.
—Ggukie, mi amor, vamos, fue una estupidez. Tú jamás harías de mi día una
mierda nefasta... Lo sabes. Todo lo que pasó fue lo que descompuso mi
ánimo, y sólo necesitaba desahogarme con alguien...
—Le pides consejos al mejor amigo del año. Te desahogas con el mejor
amigo del año y le cuentas las falencias de tu relación y tus inseguridades al
mejor amigo que podría existir. Corriste a él cuando lo necesitabas —veneno
en la punta de su lengua y la cólera, siempre era una mala combinación.
—No, no digas eso... Por favor, déjalo ir —Taehyung fregó su rostro con una
molestia penosa, estaba enojado pero estaba entristecido, y lo peor era que no
podía tener aquellos sentimientos por Jungkook, sino por sí mismo—. Te lo
juro, fue sólo eso, que no era por ti. Sólo estaba molesto, estábamos molestos.
Tú jamás harías de mi día una mierda nefasta, sólo fui yo el que lo arruinó y
es en serio, lo lamento... —La expresión en su rostro dictaba cuán
mortificado se sentía; con los mofletes ruborizados, los ojos grandes e
impresionables todavía húmedos, brillando con gracia infantil en la luz tenue
de la sala mientras sus espesas pestañas se batían, tupidas, debido a las
lágrimas acumulándose, y un ápice de urgir para Jungkook—. Ggukie,
Ggukie, yo te amo. Sólo estaba en la sala, triste y solo, y tú estabas allá y
yo... Estaba resentido y sólo...
— ¡Joder, no!
—Jungkook... —Taehyung dejó caer sus manos a los costados, abultando sus
labios y respirando pausadamente, a punto de llorar. Había cometido un error
y se arrepentía. Por eso Jungkook estaba siendo tan duro.
— ¡Es que acaso no has visto cómo te mira, Jungkook! ¡Es que acaso no has
escuchado cómo ella te habla! ¡Joder, sí! —Taehyung eleva su voz con un
camino de lágrimas deslizándose por sus mejillas; una expresión dolida—.
Nos hemos encontrado sólo un par de veces y, aun así, ella me ha hecho
sentirme como una mierda, ¿no lo entiendes?
—Él es mi mejor amigo, ella es sólo una desconocida que conociste un día.
—Pues ese mejor amigo del que tanto hablas, no olvides que fue él quien
estuvo envidioso de tus logros, no olvides que te trató tan despectivamente
por venderte por una calificación. Ese mejor amigo del que tanto hablas, ese
jodido bastardo te trató como una prostituta, inclusive cuando era yo quien
pagaba el contrato.
—Puedo soportar que me trates como a un estúpido o que me tomes por tonto
—dijo, señalándolo, viéndolo acariciar su mejilla con ojos que delataban
haber comprendido sus propias palabras, lo que le había dicho—. Y puedo
soportar que galardones de tu dinero y de ser un gran señor, de toda esa
mierda... Pero, noticia de último momento, Señor Jeon, ¡el dinero no lo
compra todo! —se ríe, limpiando sus lágrimas y el moco con su antebrazo
mientras sus fracciones se contraen de forma triste y aflictiva—. Y mi cuerpo
jamás lo pudiste comprar, porque jamás fue una transacción para mí,
Jungkook... Así que, no me trates como a una prostituta, porque jamás te
cobraría un monto por darte lo que yo decidí entregarte por voluntad propia.
Imbécil.
—Tae, n-no... Taehyung, no fue lo q-que quise d-decir, no d-de esa forma...
Mucho...
Jungkook se sentía frustrado y no podía comprender qué era lo que les estaba
sucediendo. Todo parecía ser repentino y abrupto, como si las heridas
hubiesen estado reabriéndose y erosionando la carne expuesta. Desde un
principio, supo que el amor dolía y por sus propias falencias y carencias
despechadas, él había decidido no buscar más por el dichoso amor que la vida
les prometía tener a todos, mas no pudo negarse a aquel que se presentó en su
puerta y lo llamó, e insistió en su puerta junto a dos ojitos color miel que lo
cautivaron a dejarse hipnotizar. Ahora no podía hacer más que amar con
intensidad ferviente a sus ojitos de miel grandes e inocentones,
impresionables y afables, desbordantes y dulces, sólo para él. Porque si le
pidiesen escoger a quién querría amar por el resto de su vida, escogería mil
millones e incontables veces por amar a su TaeTae.
Pero, dime, ¿quién te amara a ti?, aún puede oír su risa burlesca a la
distancia de los años, sardónica y letal, venenoso como sólo él lo había sido.
Aquel ruin y despiadado amante, aquel que lo arruinó y que lo dejó parado
sobre una vara de medición para calcular cuán fuerte era su suporte contra el
dolor que hubo causado; el hombre puro y sincero al cual aquel infame que lo
había destruido, con sus ambiciones, con sus mentiras, con sus palabras
hirientes y manipular.
Había dejado su hogar en Londres por aquel desalmado, había dejado ir toda
su vida en la capital inglesa sólo para mudarse con él a Sur Corea y formar su
vida de la forma en la cual se habían prometido hacerlo. Tan iluso. Había
sido un tanto alentador en ese entonces escuchar sus palabras reconfortantes y
toda esa mierda barata en sus falsas promesas. Había comprado una casa y le
había dado la mitad de sus ahorros propios para pagar sus estudios, había
comprado un anillo y había preparado una boda, habían hablado con una casa
de niños y se había ilusionado con la perfecta vida que no tenía ni tendría a su
lado. Y sus padres no se rindieron e insistieron en que lo dejara, sólo fue él
quien no quiso oír... Kai sólo tenía una profunda ensoñación con la cantidad
de dígitos en su cuenta bancaria y a tan sólo dos días de la boda, Kai lo había
abandonado y había escapado con el dinero que le había dado para pagar sus
estudios, dinero que fue parte de sus ahorros, y con el dinero con el cual se
suponía adoptarían un niño en un futuro cercano. Había escapado con todo su
dinero y con aquel que suponía haber sido sólo su mejor amigo.
Hace doce años no hubo boda, no hubo matrimonio, no hubo hijo y no hubo
la vida perfecta que había imaginado tener en sus apenas veintiún ingenuos
años.
Sam le convenció de hacer cosas que no quería por la idea de querer. Él había
hecho de sus inseguridades un nudo enredado y apretado de incertidumbres y,
entonces, como una ironía, lo encontró en la cama con el que también había
sido o supuso ser su maldito mejor amigo.
Pero, en ese entonces, ya había tenido más dudas de las necesarias y rompió
con él. Para su mala racha, había sido un muchacho de élite al que sus padres
habían aceptado al ser hijo de uno de sus grandes socios y, lamentablemente,
al ellos oír la noticia se formó un escándalo de tamaño enorme; querían
forzar una relación a la que no quería volver. Per se, para ese momento,
Jungkook ya había vuelto a Sur Corea, a su casa; estuvo bien hasta que le
llamaron urgente sobre Sam, quien había intentado suicidarse y
machacándole el corazón con la idea de su muerte y la culpa, sumándole la
amarga noticia de sus padres que, camino al aeropuerto y con la intención de
hacerle entrar en razón, habían tenido un trágico accidente.
Entonces...
Las palabras hirientes que le había dicho, haberle gritado, haberse alejado,
sólo había sido una señal de resignación ante su propio ego; no podía lidiar
con las ideas que venían a su mente advirtiéndole con alarmas rojas sobre la
presencia del mejor amigo de Taehyung.
Había sido un hijo de perra, le había herido y, aunque sabía no era excusa, era
un borracho de lo peor cuando dolía demasiado. No había querido decirle
nada de lo que le dijo anteriormente ni ser tan frío, pero en realidad estaba
furioso y nunca había aprendido a manejar su temperamento del todo. Sólo
quería pedir disculpas, quería rogarle sus disculpas y quería explicarle los
porqués y todas sus dudas, pero era algo tan íntimo, algo que tocaba tantas
fibras en él, que no sabía cómo hacerlo y le desesperaba el no saber cómo,
teniendo en cuenta que lo único que puede desear es entregarle su corazón, su
confianza y su piel.
Porque así es como realmente se siente amar a Kim Taehyung: es como estar
en lo alto de la cima y tener suficiente, ser suficiente y tenerlo todo.
— ¿Jungkook...?
Abriendo sus ojos ante la mención, su voz sonando tan suave como la seda en
sus oídos, la mirada buscó su figura en medio de la oscuridad de la
madrugada.
—Tae...
Caminó con sus piernas largas y desnudas, a zancadas de bebé torpe hasta él
y se inclinó a su costado, agachándose a su lado, respirándolo, tratando de
saber cuán borracho estaba.
Le hizo querer reír con amargura.
—Ahora, Jungkook.
—No... No...
—L-lo siento, lo siento tanto, Tae... No quise decirte eso, soy horrible, yo n-
no te merezco... Jamás... Yo no quise decirte eso...
—Explícame, por qué pasa todo esto... ¿Por qué me trataste así?
—Sólo tuve dos novios importantes durante toda mi vida antes de ti. Me
temo que para ellos sólo fui siempre un gran montón de dinero... —confesó,
dando caricias en su espalda baja, recostando su rostro en el hueco entre su
cuello y hombro, relajándose para dejarlo ir; el cuerpo de Taehyung encajaba
siempre en sus brazos, por lo que abrazaba su cintura e inhalaba su olor y lo
besaba, en el costado de su cuello, en su hombro desnudo—. A veces tengo
tanto miedo y sé que es estúpido y soy paranoico, pero me resulta una ironía
que los mejores amigos de mis novios siempre terminen siendo algo más que
sólo eso...
—Mi primer novio Kai, él siempre quiso mi dinero, no a mí; sólo quería todo
mi dinero. Y, bueno, me embaucó haciendo sexo bdsm, luego diciéndome
que era un cerdo asqueroso y pervertido, diciéndome cuán terrible era para él
y, a la vez, diciéndome que sólo lo aceptaba por mí... Me embaucó con su
mierda, con su falso amor y me quitó mis ahorros propios... Nos íbamos a
casar, yo... Incluso, teníamos planes para adoptar un niño... Cuán patético es
eso —rió, emitiendo un sonido que se escuchó sospechosamente como un
sollozo.
—Él se escapó con todo mi dinero, y se fue con el que pretendió ser su mejor
amigo. Luego, repitió la historia con Sam, mi segundo novio. Já... Es trágico
e irónico, pasar por tanto y sólo por una decisión que no pensé dos veces...
— ¿A qué te refieres...?
Amaba sentir a Taehyung dócil entre sus brazos, sentirlo todo suyo mientras
le calmaba de una forma psico-emocional increíble, sosteniéndolo.
Taehyung se tensó.
— ¿Y qué pasó?
Suspirando un aliento agrío, susurró con voz degastada:
—Lo siento tanto..., que hayas tenido que pasar por tanto.
—No lo haré...
— ¿Uh?
Fue lo último que escuchó antes de oír sus pasos alejarse con rapidez y luego
de vuelta. Taehyung tardó muy poco en ir a la habitación y volver al
despacho, sosteniendo un bolso azul que sí pudo distinguir.
— ¿Qué es eso? —Preguntó, sentándose un poco más recto.
—Es una prueba... —Dijo, revelando una gran cantidad de dinero adentro del
bolso azul. Jungkook se paralizó al principio con su corazón latiendo a mil
con el ápice de una idea equívoca—, es una prueba de que para mí, tú nunca
jamás serás un gran montón de dinero; tu amor no tiene precio, Jungkook;
amarte no tiene un costo. Yo te amo, sinceramente.
Porque, quizás, en el gran clásico que había sido Romeo y Julieta, tal vez, los
dos sí estaban predestinados a estar juntos, pero, probablemente, sólo por un
tiempo y, entonces, después de su dolorosa y hermosa historia de amor puro,
su tiempo se acabó. Pero, si ellos hubiesen podido saberlo con anticipación, si
hubieran podido saberlo de forma antelada, quizás las cosas hubiesen salido
bien para ellos porque, después de todo, el amor depende en demasía de las
decisiones que tomamos. Y el dolor... Hay que esperar que el dolor pase, que
desaparezca por sí solo, o que la herida que lo causó finalmente sane.
El dolor...
En fin, creo que ya me recuperé de eso:(, ¿cómo andan? Espero que muy
bien , y también espero que no les haya agarrado mal la historia de
kook, porque a mí me dio mucha pena y eso explica muchos aspectos de
la personalidad de Jungkook y todavía faltan algunas cositas que se van
a ir esclareciendo en los siguientes capítulos... Así que, esperen que falta
contar la historia de Tae... UwU
En fin, les quiero mucho y espero sean muy felices, mis bebés~
74
04:12 am.
Alguna vez había abandonado por decisión propia y miedo a quien suponía
ser su loco y estúpido primer enamorado, y luego le había tocado ver cómo
éste se mostraba indiferente a su rechazo y evidenciaba obvio interés por su
hermano; los celos, la bilis ardiente ascendiendo por la garganta, anudándose
mientras le oía hablar con ferviente ilusión de aquel que primero lo había
conquistado y le había susurrado dulces palabras venenosas, aquel que
alimentaba su amor, uno que había sido inmaduro y tóxico; le había tocado
oír cómo su hermano, sin el arrepentimiento que a él le caracterizó, hablaba
de su enamorado; había tenido que verlos y tragarse el nudo en la garganta
pretendiendo no estar al tanto.
Todo había sido su culpa, desde un principio... Y durante tantos años tuvo
que ver cómo su hermano era apartado por una verdad incompleta de la
historia de su pasado egoísta, había sido halagado por su padre mientras éste
dejaba fuera a Taehyung de la mesa; tuvo que cargar con la culpa de haber
hablado algo de lo que no le correspondía hablar a él, por celos y envidia, por
haber mentido y por haberle causado tantas penas y amarguras a su hermano,
que ahora estaba lleno de estigmas, inseguridades e inhibiciones; todo por su
culpa.
Perdóname, perdóname...
Todos los recuerdos, las risas, la adrenalina del primer amor y aquella
canción, su canción... Todo volvía a reproducirse en su mente tan
vívidamente, que no evitó no volver a caer en aquel maligno querer por
revivir aquellas emociones que pretendió haber enterrado hace muchísimos
años atrás en el matorral tras la cosecha.
Su única excusa podría ser el haberse quedado estancado en lo que pudo ser y
no fue, por sus propias aterradas convicciones y decisiones tercas. Pues,
querer evitarlo, negarse a ello y pretender que no le importaba, sólo había
traído más consecuencias de las que creía obtendría.
Seok Jin ya no puede liberarse de sus cadenas, sólo cargar con el peso que
sus pensamientos, y la consciencia sucia, le prometen; como un triste ególatra
con sus falencias retorcidas sólo puede aferrarse a la emoción momentánea.
Así que, relamiéndose los labios con amargura, entrecerró sus ojos para poder
divisar y asegurarse de que el seguro de la puerta estuviese trabado y,
mientras sus pantalones se deslizan por sus piernas desnudas, el cuerpo
pesado sobre el suyo hace presión hacia abajo entre parsimoniosos deslices.
Taehyung no era estúpido, y Seok Jin sabía que Taehyung algo sabía.
Mi culpa...
Sin embargo, la culpa, a punto de esfumarse cuando los besos llegan al tope
en su espalda baja, tentándolo con la característica emoción que la primera
vez le trajo de recuerdo con las hormonas y el calor a flor de piel... Aquello
sólo trae de vuelta la cegadora y espesa agría verdad del día en el que decidió
hacer de la vida de su hermano un mal martirio, sólo a causa de los celos y la
innegable envidia.
Fue mi culpa...
De pronto, la náuseas ascienden con bilis por su garganta hasta anudarse ahí.
—Mmgh... No... No...
Él se veía molesto.
—Eres una mierda. —Seok Jin siente sus mejillas ruborizándose con
malestar, mas sólo hace el amago de salir, sin ser consciente de cuando su
compañero lo tira de vuelta a la cama y le roba un beso duro y castigador—.
¡Mmph!
Y, ahora...
Y, eso fue suficiente como para que Bogum se volteara hacia él,
fulminándolo con una mirada acusatoria y, frunciendo el ceño con confusión,
apretó su boca en un gesto agrío.
Bogum rió con una risa agresiva y sardónica, llena de burla oculta.
Seok Jin se sintió mareado y sus ojos ardieron, sintió la boca adormecida.
Este era su karma.
Bogum lo miró tan mal que no evitó encogerse; de pronto sentía miedo de él.
—Jinnie, si tú temes decírselo, estate tranquilo... Que para eso estoy yo, y ten
por seguro que en la primera oportunidad que tenga... En la primera ocasión
que se me dé, le contaré absolutamente toda la verdad...
Seok Jin sabía que el momento de afrontar la verdad se acercaba con creces,
y todo apuntaba que esta vez la casa de cartas se desplomaría terriblemente.
—Sólo le diré la verdad de los hechos, no te alarmes... —su voz sonó ácida
en sus oídos y le causó un malestar estomacal ante los nervios—. Verás,
tampoco quiero que te pongas celoso. Así que, esta vez no necesitas llamar a
tu papá... La última vez me apuntó con un jodido rifle, ¡es un viejo
desquiciado! Quizás, deberías sentirte avergonzado por su causa... Yo sentiría
vergüenza de él, no te puedo mentir...
Touché.
—Calla...
—Entonces a Taehyungie le diré la verdad, le diré que quería estar contigo; tú
me rechazaste y luego sólo me gustó más él. Porque, seamos sinceros,
siempre fue menos cobarde que tú y más valiente...
—Calla...
—Calla...
—C-cállate....
—Tal vez sí eres mejor que él... Todavía eres el preferido de tu papi, ¿no?
Pero, al final del día, Jinnie, nadie está contigo... Nadie te querrá y te
quedarás sólo, y ahora sólo me tienes a mí.
⛈
75
Nuevamente.
¿Qué era? No lo sabría definir con exactitud. Era una emoción imprecisa, una
de esas sensaciones desagradables que se instalan en el pecho, oprimiéndolo
con una presión abrumante, causando un revoltijo nervioso en las entrañas.
Era un mal sentir con ápices de profundo abatimiento, haciendo advertencia
previa de lo que pasaría si no se atrevía a resolver adecuadamente el puzle
que había en sus pensamientos desordenados. En serio necesitaba pensar con
claridad, y era necesario despejar su mente durante un momento; después de
la discusión con Jungkook, luego de haberle entregado su dinero y haberle
permitido hacer una penosa e inevitable catarsis, se había sentido realmente
agotado, físicamente y psicológicamente muy agotado. Últimamente, sólo
deseaba descansar, en todo ámbito, ya que, desdichadamente, las últimas
semanas llevaban siendo mucho más de lo que podría soportar.
De manera lamentable, el asunto con Jungkook había culminado en una rara
y muy tensa brecha. Y, si bien los dos habían cedido ante el cansancio que
causó la discusión en ambos, eso no evitaba que no siguieran sintiéndose
exhaustos e indudablemente desanimados; seguía habiendo una extraña y
mínima distancia que, letal, se interponía entre ellos y los limitaba a sentirse
infaustos; apenas y habían podido mirarse a los ojos al día siguiente e
intercambiar más de un par de palabras, y eso les estaba machacando
dolorosamente desde muy adentro.
Le resultaba indudable el querer arreglar las cosas o, más bien, el querer que
las cosas volvieran a ser como "antes". Era un anhelo mutuo y no sabían
cómo abordarlo para hacérselo saber al otro, aunque muy en el fondo tenían
en cuenta que sabían perfectamente cómo era la situación y el pensamiento
que ambos sí compartían; era obvio que algo había cambiado y eso se hacía
cada vez mucho más perceptible.
Así que, definitivamente, tenían que encontrar una forma de hacer que todo el
asunto mejorara. No podían seguir así, se estaba degastando en demasía.
Pues, las inseguridades básicas y los temores, que también se consideran
básicos, se convierten en heridas que no importa realmente cuánto perduren
en el tiempo, porque ellas maduran con nosotros en el camino y, cuando
pensamos que la vida y las circunstancias han hecho que éstas se cierren,
bloqueándose ante los repentinos altibajos emocionales de la inestabilidad,
tapándose con una costra, siempre surge algo que amerita la herida que se ha
bloqueado erosione abierta otra vez; no podemos reprimir el dolor por mucho
tiempo, pues en algún punto éste se va acumulando, apilándose hasta rebasar
el límite y no dar cabida para nada más; hasta que el dolor se desemboca, y
nos deja devastados y expone la herida real, la herida abierta con ácida y
asolada verdad.
Sin seguir aplazándolo durante más tiempo, Taehyung se apresuró a lavar sus
dientes mientras revisaba los mensajes de texto que tenía pendientes desde un
par de días. Aparentemente, Seok Jin necesitaba hablarle urgentemente y
Baek necesitaba charlar sobre un tema que ya no podía seguir posponiéndose.
Aquel último le urgió y le hizo sentirse intrigado debido a que nunca había
recibido o percibido a Baek tan serio como lo había sentido en aquel mensaje
de texto tan cortante y rotundo. Entonces lo único que le podía pasar por la
mente, era que necesitaba ir con él y ser el buen amigo que necesitaba para
charlar. Y, aunque se sintió un poco inquieto por el motivo de la charla, no
dejó que eso definiera sus expectativas con respecto a pasar un buen rato con
su amigo para aliviar su cabeza durante un buen de rato para después llamar a
su hermano.
Por algún motivo, le entusiasmaba más ir a por Baek, que por su hermano,
con quien todavía estaba molesto y sentido debido al incidente de su
graduación, a la cual ningún miembro de su familia asistió, porque lo
plantaron; a diferencia de la graduación de su hyung, a la cual sí había
asistido, poco y menos, todo el clan de los Kim para celebrarlo. Y no podría
negar su molestia, porque para él ahora era evidente el desinterés que
mostraba su familia hacia sus logros; todo lo relacionado a él en sí. Era
bastante triste de aceptar, pero era verdad. Podría ser algo lastimoso de
admitir y declarar, pero lamentablemente los desaires, la despectividad y la
humillación, no eran cosa que se haya repetido una sola vez; tenía un montón
de anécdotas que distaban de la diversión en donde su propia familia lo había
hecho sentir como si fuese lo más insignificante del mundo. Y, por suerte,
podía decir que hoy en día tiene a Jungkook y, a pesar de todo, éste se ha
vuelto su soporte.
Sin embargo, Taehyung cepilló sus dientes y bajó las escaleras rápidamente
y, aunque lo dudó durante un par de segundos, fue hacia Jungkook y esperó.
Una sonrisilla se escapó mientras le permitía morder, degastar sus labios y ser
el causante de muchas reacciones.
—Lo sé, te amo... —Apenas murmuró aquello, sintiéndose mucho más ligero
del peso, sus belfos fueron apresados por los ajenos con codicia e inclusive
en el instante en el que se trató de separar un poco, Jungkook no se lo
permitió.
Sus labios esta vez chocaron con desesperación, los dientes tironeando de su
labio inferior, mordiéndolo con fuerza medida para luego exigirle dejar que
su lengua recorriera su boca con la propiedad que sabía tener sobre ella, en
medio del beso, Jungkook le estaba haciendo saber que seguía siendo tan
suyo como la primera vez que habían intimado en el sillón de una esquina.
Era una locura, la sensación seguía sintiéndose tan vívida y la cantidad de
sentimientos que lo colmaron desde los pies hasta la cabeza, lo dejó
sintiéndose mareado.
— ¡Mmph!
Adentrándose en su cavidad bucal sin mucha resistencia, por fin, sus lenguas
se enredaron, succionándose con una lascividad ardiente en sentido del deseo
insoportable; aquella simple acción y el manoseo en su piel desnuda, caliente,
no pudo retener los jadeos ante la agresividad de la pasión que los envolvía.
—Eres mío, joder... Eres todo mío —Gruñó Jungkook, sonando gutural y,
una vez más, rotundo. Definitivamente autoritario, muy posesivo sobre su
persona; la percepción de la huella que su amante iba dejando sobre su piel
con aquella embelesadora posesividad, le hizo estremecerse y temblar,
reduciéndose ante sus propios delirios por dejarlo ir todo y volver a
entregarle hasta la fibra más sensible de su ser—. Di que eres mío, dilo.
—Ow...
—Te amo... Te amo, joder... Eres todo mío, Taehyung... Todo tú.
Baek...
Pasaron unos segundos en los cual estuvo siendo examinado bajo la mirada
de Jungkook, escalofriantemente intensa; el cuerpo grande, pesado, todavía
sobre el suyo mientras se encargaba de chupar su mandíbula, cuello y
clavículas con fuerza, asegurándose de dejar marcas que tomarían un color
violáceo, evidente.
[...]
—Vaya, ¿qué se siente? —Le dijo, bebiendo un sorbo del té helado, elevando
las cejas con desinterés. Se veía enojado y pálido, notoriamente más delgado
y preocupado; la camisa guayabera era más holgada de lo que pretendía ser y
su rostro lucía demacrado—. Yo no pensé que vendrías... Digo, ya es habitual
en ti dejarnos plantados o cancelarnos.
—Baek...
—No, Tae. Te pedí juntarnos para charlar, pero necesito decirte un par de
cosas. Claramente.
Taehyung sintió una punzada dolorosa en las costillas cuando oyó aquello.
—Baek... —Trató otra vez, sintiéndose mal por el signficado de sus palabras
e intentando no alarmarse por éstas aun cuando sabía que sí debía hacerlo.
Touché.
—Lo siento...
Taehyung sintió que las cienes le dolían y mordió su labio con fuerza. No
pudo negarlo; no se arrepentía del tiempo que había compartido con
Jungkook. Quizá eso era injusto, pero el tiempo siempre había sido egoísta.
Taehyung quiso haber pretendido que no oía porque, por primera vez, se
quedaba en blanco ante la verdad y se sintió vulnerable e indefenso ante ella;
empalideció, desviando la mirada, cohibido.
—El rumor llegó a los oídos de todos... Y, antes de ayer, tú no viniste porque,
claro, seguro el pendejo de Jeon Jungkook era más importante que nosotros
y, bueno, todos hablaron sobre ti, Tae... Sobre las preferencias y sobre tus
notas "regaladas". Yoongi intentó defenderte, incluso yo lo intenté también...
Pero, no pudimos hacer nada al respecto más que recibir insultos por apoyarte
y tratar de negarlo.
—Lo siento, ustedes no tenían porqué... Fue mi error, lo lamento, hyung, yo...
—Apoyaba tu relación con él porque lo querías, Tae... Porque pensé que era
un buen tipo para ti —una de sus comisuras se alzó con amargura, su dedo
delineaba el borde del vaso mientras lo miraba por entre sus pestañas con sus
ojos cansados—, creo que me equivoqué.
Baekhyun había entrado tras Yoongi aquel día a la oficina, los dos se sentían
ciertamente intimidados porque, vamos, era el profesor más cruel y pendejo
de todo el departamento de literatura y el pseudo-algo de uno de sus mejores
amigos. E incluso así, era raro.
Jungkook los había mirado con desdén y una muy mala cara desde un
principio.
En ese instante las cosas se habían puesto aún más tensas. Había notado
cómo Yoongi tensaba la mandíbula por vez que su maestro los miraba con
una obvia expresión de burla. Baekhyun sintió que necesitaba intervenir, y lo
hizo.
—Señor, es sólo que nos preocupa en demasía que no sepamos nada de él...
—Oiga, ese es otro asunto totalmente diferente, no confunda las cosas —Le
había dicho, defendiéndose de los insultos disfrazados de moral vocacional e
interés por el aprendizaje de sus estudiantes.
—Señor Jeon, no necesita atacarnos, sólo decirnos qué hay sobre Taehyung.
—Hijo de puta...
Para ese momento, había sentido miedo inundar sus sentidos cuando Yoongi
no pudo dejar de lado la preocupación y la ira contra su maestro; hace
algunos días atrás le había contado sobre su lamentable confusión de
sentimientos y su amistad por Tae y, bueno, Baekhyun no había sabido cómo
ayudarlo, más que aconsejarle aclarar su mente rápidamente. Ahora podía
comprender que la competencia radicaba en Taehyung y, si bien Yoongi no
estaba compitiendo, sí estaba tratando de demostrar que su interés por
Taehyung era real; ya sea por la amistad o por los sentimientos involucrados,
Yoongi era un buen partido. Y, aparentemente, eso era lo que a Jungkook
tanto le molestaba.
—Si te atreviste a hacerle algo, te juro que...
—Ya te dije que soy capaz de pasarte mi puta moto por encima, hijo de perra.
Dinos, ¿por qué no nos quieres decir algo sobre él, huh? —Preguntó Yoongi
y Baekhyun se sintió más nervioso de lo que le gustaría—. ¿Qué mierda fue
lo que le hiciste? ¿Por qué él no está aquí? ¿Por qué no nos responde el
maldito celular?
Yoongi había intentado removerse, pero había sido tomado por sorpresa, y las
manos feroces de de su maestro estaban apretándose alrededor de su cuello.
— ¡Suéltalo, por favor! ¿Qué demonios es lo que haces? —Baek intentó ser
su mediador, ubicándose, incluso cuando era considerablemente más
pequeño, tras la espalda de su maestro para alejarlo de su compañero y hacer
que lo soltara. Sin embargo, el hombre tenía una fuerza brutal, que de un
codazo, lo dejó tambaleándose hacia atrás. Totalmente cegado por la ira.
— ¿Eso es todo lo que tienes, hijo de perra? ¡Dios, te juro que haré que él te
deje! ¡No lo volverás a ver!
... (Actualidad)
Baekhyun suspiró decepcionado y, sin tener nada más que decir, dejó algunos
billetes sobre la mesa y se incorporó. Sólo deseaba que Taehyung pudiera ser
inteligente y que se quitara la venda de sus ojos, porque estaba evidentemente
cegado y esperaba que reaccionara.
Todo color había abandonado la triste carita de Taehyung, quien jugaba con
sus dedos nervioso y mordía su labio con manía; sus ojos cristalizados
advertían algo de lo que él no se sentía capaz de ser partícipe esta vez.
Les quiero mucho y espero sean felices y tengan los dulces sueños que se
merecen y besos en el popin de mí parte~
76
A la mierda todo.
Antes, cuando Jungkook era sólo su maestro, e inclusive antes de haber sido
su jefe —y él su asistente—, sólo lo había visto como a un tipo jodido por el
control y obseso por el acatamiento de sus órdenes. Pero, inconscientemente,
siempre se había sentido atraído por esa característica fuerza en la
dominancia transmitida en sus acciones y sabias palabras acertadas. La
atracción fue inevitable desde la primera vez que entró al salón y se había
perdido en sus labios; fue totalmente indiferente ante la cátedra que estaba
dando, mas sus ojos sí lo siguieron cual imán, magnetizados con su presencia
preponderante. Y las cosas escalaron con lentitud, de una forma
imprescindible e inexorable. Mientras, poco a poco, las cosas iban tomando
otro curso, sus carencias terminaron por arraigarse a las raíces de una dulce
ilusión debido al sostenimiento y la dependencia.
A veces había sido mordaz. A veces había sido cruel y frío. A veces había
sido quien hacía de sus días un completo martirio. Pero ninguna de las
anteriores se podría comparar con la cálida sensación que llenaba su pecho
cuando no tenía a dónde ir y entonces el Señor Jeon llamaba y le pedía
reorganizar sus apuntes, y hacerle un café simple y amargo. Nada se podría
comparar a no tener a nadie y, de pronto, tenerlo solo a él; cubriéndolo con
sus manos grandes, fuertes, tan abrasadoras y reconfortantes con la seguridad
de sus toques y caricias tiernas.
Así que, salió del pequeño café en el cual se había juntado con su amigo, y
con un ligero malestar estomacal de compañía. Su estado anímico se
oscureció, un mal sabor le quedó en la punta de la lengua después de haber
bebido un último sorbo de su jugo y sus músculos se sentían rígidos por la
tensión naciente tras haberse abrochado los cordones de las zapatillas para
emprender camino de vuelta a casa; y no se sentía lo suficientemente
animado como para ir y charlar con su hermano, —charla que sabía no
saldría bien—. Además se sentía cansado y había estado enviado solicitudes
de trabajo a varias editoriales que le gustaban, teniendo en cuenta que tenía
que empezar a trabajar y su currículum era bueno.
Así que, sólo esperaba que las cosas quedaran claras entre ellos en ese
sentido.
Por lo que, dejaría que su cabeza se enfriara hasta llegar, y también para saber
qué hacer con la información que Baek le había otorgado de manera brusca.
Yoongi volvió a reír, pero esta vez era una risa sardónica.
—Fue tu novio idiota el que no dejó que vinieras, Tae. No necesitas mentir.
Y, está claro que tampoco necesitas darme explicaciones; si no quieres
decírmelo, no me lo digas. Sólo no mientas.
Taehyung apresó su labio inferior entre sus dientes con más fuerza e
inhalando hondo.
—No es eso lo que dije... —frunció el ceño, una arruga formándose entre sus
cejas; un poco molesto, un poco frustrado—. Sólo decía que no quisiera que
te sintieras incómodo cuando yo te esté hablando de él... Digo...
—Vaya... Bien, hum, es sólo que, últimamente, ustedes dos, Baek hyung y tú,
interfieren en demasía en mi relación con Jungkook, y no quisiera que nuestra
amistad se eche a perder por ello...
¿Era rivalidad...?
— ¿Qué?
—No quisiera distanciarme de ti... No quisiera que las cosas se pusieran raras
entre nosotros. No necesitamos poner un nuevo límite, ¿cierto? —Dijo, su
voz sonando sigilosa y con ápices de recelo por su propia elección de
palabras. No quería distanciarse de sus amigos, aunque sabía que ya estaban
distanciados.
Simplemente, Taehyung no quería que sus amigos siguieran con esa manía de
querer hacerle saber que su relación con Jungkook estaba destinada al
fracaso; eso le dolía, le hacía daño y ellos no lo comprendían. No obstante,
tampoco es como que quisiera que se distancien por ello, es sólo que sabe
necesitan saber que hay asuntos en los que no pueden entrometerse. Y no
quiere que Jungkook se meta en problemas; en realidad, no quiere que los
celos sigan jugando con los traumas de su amante, ni con su mente para sólo
sacar la peor parte de él.
Y finalizó la llamada.
Y claro que cualquier cosa hubiera sido mejor que llegar a casa a discutir.
Otra vez.
No era justo que de pronto todo ameritara una discusión que estaba
condenada a llevar a cabo un pleito. Claro que no era justo. Pero, muchas
cosas no lo eran.
La permanencia se mantendría.
Pensó que Jungkook debió haber ahorrado mucho por esa casa. Luego
recordó que su familia era rica. Pero no cambió de opinión. Jungkook le
había contado que había trabajado mucho desde que se tituló como maestro,
así que nunca se dejó llevar por la cantidad de números en la cuenta bancaria
de herencia.
Kai...
Había querido ayudarlo, aportando de su dinero para que concluyera con sus
estudios y se había querido casar con él, e incluso tener un hijo y formar una
familia, lo cual era... Inimaginable en su considerar.
Se sintió un poco apagado por vez que se quitaba las zapatillas y las dejaba
en el mueble destinado a ello, pero caminó, torpemente, con sus pies
envueltos en calcetines de caricaturas, dirigiéndose al pasillo que llevaba
hacia el despacho, donde la puerta estaba abierta.
Jungkook lo miró.
Vio sus ojitos grandes, de miel cálida, con pestañas largas, curvadas y
espesas, parpadeando hacia él con dos mejillas ruborizadas y esa deliciosa y
comestible boquita abultada.
—Estoy trabajando —Dijo.
Lo amaba tanto.
Taehyung esta vez no pudo reprimir más su sonrisa y caminó con rapidez
hacia él para dejarse caer a horcajadas sobre sus piernas y abrazarlo
fuertemente. Jungkook ni siquiera desperdició un segundo para
corresponderle de inmediato.
Porque esa sensación de sostenimiento seguro y cálido, eso que pocos pueden
gozar al final del día, se volvía necesario para ellos; y temían perderlo.
⛈
Bueno, como habrán notado, he estado teniendo algunos problemas con
wattpad con respecto a la notificación de actualizaciones... Por lo que,
recomendarles que, en caso de, sigan mi cuenta secundaria; hoy en la
mañana, mis historias no aparecían y en las notificaciones salía todo
blanco... La verdad, sí me asusté porque no quisiera que me eliminen la
cuenta y casos se han visto :-)
Okay, dejando ese tema de lado, se supone que aquí en Chile es verano,
pero ha estado lloviendo torrencial cual invierno xD. Ayer, escribir este
capítulo con lluvia de fondo y tecito, fue lo máximo. Además, como
habrán notado, los días lluviosos y grises son mis favoritos UwU
¡Click!
De nuevo nada...
Estar dentro.
Era inevitable.
Y se sentía cada vez más inquieto porque en serio quería conseguir ese
trabajo, era algo importante para él: completar y concluir sus metas y
aspiraciones; por mérito propio.
Es inevitable...
Con Yoongi, quien había sido su mejor amigo, las cosas se tornaban
molestas.
Tal vez había sido ingenuo, pero no perdería las esperanzas todavía.
A ratos, podía ver que había una naciente competitividad entre los Jeon, no
era como si no fuese obvio que en aquella relación pasivo-agresiva y la rara
hermandad estaba surgiendo un juego de poder; de hecho, era muy obvio.
Pero, también podía notar a través de actos implícitamente demostrativos que
ambos se preocupaban en demasía por el bienestar del otro, eran unidos; así
como lo hacían también por mantener el honor y el reconocimiento de su
apellido en lo alto. Porque, pesar de todo, ellos eran buenos hermanos en lo
que cabe.
Sin embargo, nada podía pasar por alto que los dos Jeon fueran ciertamente
muy fastidiosos cuando en serio se lo proponían. Y, vamos, aquéllo se podría
explicar fácilmente debido a que tenían el mismísimo temperamento, mas no
explicaba por qué eran tan estúpidamente irritantes cuando, al involucrarlo en
temas que no le concernían en lo absoluto, le pedían escoger.
Sinceramente, no lo entendía.
Por aquellas mismas razones, —y en cuanto tuvo los primeros síntomas que
le indicaban estaba hartándose de su requerida intervención—, se dijo a sí
mismo que era mejor abandonar e ir a hacer algo más. Porque, sumando todo
el estrés que conllevaba el estar esperando los correos sobre sus solicitudes
de trabajo y el hecho de que aún no recibía nada, le hacía sentirse mucho más
ansioso de lo que debería estar, y necesitaba hacer algo al respecto para
distraer su cabeza; y estar en medio de una batalla de poder, no ayudaba en
nada.
Finalmente.
Espiró hondamente cuando sus pies hicieron contacto con la cerámica fría.
Dios...
Estaba atardeciendo.
19:54 pm.
El aburrimiento y la exasperación llegaron a él como dos balas, contratiempo
que le hizo sentirse cansado e infausto. Las horas parecían haber ido tan
lentas, y ahora parecía como si en segundos la noche fuese a caer sobre él; sin
sentido alguno, se sintió abatido apreciando los colores saturados del
crepúsculo y tres minutos bastaron para que decayera en su mal sentir.
A veces le daba susto sentir que no podía moverse o seguir sin él...
Había estado la mayor parte del día en silencio, y un poco aislado; Jungkook
y su hermano estaban en la oficina resolviendo sus asuntos, y sabía que no
debía perturbar su concentración con su pastosidad.
Sabía que su presencia era innecesaria en ese despacho y por eso se había ido,
mas sólo podía desear quedar a solas con Jungkook y que lo marcara por
todos lados, sentirlo mientras le inundaba de sensaciones y sentimientos...
Sólo él.
Qué deprimente, casi se echa a reír cuando se dio cuenta de lo que veía a falta
de opciones; siempre prefería estar con Jungkook, eso no era ni siquiera una
vacilación.
— ¿Qué cosa?
—Oh, así es. Espero que me llamen de la editorial Yoon Sung. Es muy
buena.
—Pero Jungkook quiere que trabajes para nosotros, ¿por qué no aceptas?
En realidad, lo que quería era que Jungkook le dejara tomar sus decisiones
sin tratar de persuadirlo a cambiar de opinión. Y mientras Jungkook
comprendiera que no podía interferir en eso, todo estaría bien.
He ahí un punto.
—Hyung, sé que es una buena oferta y sé que sería una gran oportunidad para
mí, pero no es lo que necesito —murmuró, sonando exhausto por el extraño y
abrupto cambio en el tema de conversación que le tenía inexplicablemente
inquieto; le hubiese gustado saber qué era lo que estaba pasando—. No
quiero que Jungkook me haga sentir como un inútil, porque no lo soy. Es sólo
un reto conmigo mismo. Tengo mis metas, tengo mis sueños; sí, Jeon Eunwha
es reconocida incluso internacionalmente, pero si mi amante me contrata,
¿qué caso tiene? Yoon Sung es la segunda mejor opción y podré asumir el
desafío.
Bueno, eso fue hasta que Mingyu se incorporó y asintió cortantemente como
si supiera que las cosas no estaban yendo bien, haciendo un gesto de
despedida; sólo en su dirección.
Joder.
Jungkook lo miró una última vez antes de murmurar un casi inaudible "nada"
para irse de la sala, evidentemente enojado.
Excelente.
⛈
El sentimiento se expandió por su pecho con desagrado y le supo amargo en
la punta de la lengua, y la molestia se acrecentó a tal punto, que comenzó a
sentir todos sus músculos totalmente rígidos; los pensamientos acumulados
tomaban forma y ya no eran más abstractos, y estaba frustrado por eso.
Quiso convencerse de que sólo se trataba del estrés que conllevaba una vida
ajetreada, sobre la nueva presión de manejar una empresa, una editorial y
todo el peso en sus hombros al convertirse próximamente en un jefe.
Empero, no pudo.
Estaba jodido.
Hacía días, algún par de semanas en realidad, que ellos no intimaban debido
al estrés y, bueno, la abstinencia proponía algunos síntomas de anticipación
con tan sólo poner en marcha un poco de su vívida imaginación que se
encendía con la chispa de aquella excitación abrumante que sólo su chico le
transmitía; su mano de manera inconsciente apretó en su bulto, masajeando
levemente por encima.
Él lo quería...
Dios...
Él lo necesitaba.
Todo mío...
—Ggukie...
—No, no estoy enojado contigo, Tae... Bebé... Ven aquí —Dijo, palmeándose
la rodilla. Su voz sonaba gutural, áspera mientras lo miraba intensamente, y
no podía evitar no pensar en cuánto tiempo había pasado desde la última vez.
Eso era todo lo que podía pensar, en cuánto tiempo había pasado...
— ¡Oh, eso se siente muy bien! —gritó, arqueando la espalda para enterrarse
en sus dedos con desesperación por poder conseguirlo adentro, cosa que le
hizo sentir que la polla le chorreaba con tan sólo estar tocándolo como sólo él
quería y podía; era suyo, joder—. Awh, haa...
Jungkook observó cómo era que su TaeTae abría sus piernas para él,
arqueándose un poco sobre la madera robusta de su escritorio, mientras la
polera de plaza sésamo se seguía cayendo con gracia de su hombro; el
impulso ganó y expuso su pecho ruborizado y marcado, acomodando su pene
erecto en su entrada y dándole lo que pedía de inmediato.
Jungkook se sentía aún más endurecido observando a su chico bajo suyo con
la boca gastada mientras gritaba de placer y se contorneaba a través de éste y
los espasmos que le hacían arquearse y encontrarse con sus embistes; veía la
ruborizada carita llorosa, el cabello pegándose a su frente mientras lo miraba
por debajo de sus espesas y largas pestañas húmedas por el llanto, veía cómo
miraba con atención cómo se lo follaba y lo masturbaba, y le fascinaba.
—Joder, voy a llenarte de mis bebés, pastelito... Vas a tomar toda mi crema y
vas a tomar a todos nuestros pastelitos dentro de tu pancita, vas a cargar a los
mini-pastelitos de papi, ¿bien? —preguntó, tomándolo por la mandíbula y
mordiéndole la boquita abultada mientras se corría y manchaba todo su
interior.
Okay so... En este capítulo no me sentí muy conforme pero luego le hice
mil ediciones y salió decente, creo...
Mis disculpas por andar tan desaparecida, por eso traté de compensarles
con el smut que no teníamos desde el capítulo sesenta y tantos xD, y
espero que les haya gustado:(
Una sensación cálida se expandió como una onda por todo su cuerpo y, poco
a poco, Taehyung comenzó a despertarse.
Las sábanas eran cálidas, suaves. Estaban limpias. Ese fue uno de los
primeros pensamientos que cruzó por su mente, y lo sabía porque podía
respirar el olor fresco de la lavanda del detergente por vez que comenzaba a
ser consciente de que estaba envuelto en el deleitoso edredón. Era cómodo y
Taehyung se sentía adormecido, finalmente muy reconfortado después de
todo el cansancio que se había desencadenado por causa del goce corporal de
dos cuerpos fundiéndose en el éxtasis que se les había prometido: dejarlos en
el divague de algún plano existencial en donde el roce no bastaría, sino hasta
convertirse en algo mucho más íntimo y privado.
Joder...
—Vaya... Estás despierto —Dijo, con su voz gutural y rasposa después de sus
momentos en el despacho. Se oía sereno y cansado, dormilón y relajado;
como era usual, le robó un suspiro apenas le sonrió y deslizó una toalla
alrededor de sus caderas, ajustándola para caminar hacia la cómoda e ir en
busca del pijama.
Y, bueno, Jungkook pensó que lo miraba como un gatito tan bien follado, que
el impulso por subírsele encima y seguir mimándolo era casi irresistible; ya
lo había hecho por un buen de rato mientras su chico dormía. Y lo haría
nuevamente, porque amaba mimarlo.
Las caricias siguieron porque, después del sexo rudo, siempre hacían el amor
de una manera que podría superar el plano de la intimidad más pura, era
como una conexión inexplicable y a la vez como un fuerte lazo que los unía
en todo el sentido de la palabra: mente, cuerpo y alma. Y Jungkook podría
apostarlo y absolutamente todo lo que tenía, que Taehyung era el amor de su
vida; y él lo sabía; lo confirmó una vez que sus ojitos color miel se
iluminaron y su boquita le tentó.
Tal vez...
—Sí. Nam vino alguna vez cuando eras mi asistente. Y, pensaba que eras
muy bonito como para estar con este hombre tan pendejo y retorcido —
confesó con una sonrisa que a Taehyung le hizo derretir el corazón por vez
que arrugaba su naricita y escabullía su mano juguetonamente por dentro de
la sábana.
Oh, no...
Sólo por un comentario que amenazaba con coger el hilo y deshacer el tejido.
¿Cierto?
—Tae... —quiso sonreír, pero sentía los labios un poco adormecidos—. Digo,
estamos juntos... Tú y yo.
Porque Jungkook había pensado en casarse y formar una familia con sus exs,
quienes habían sido una completa basura con él y... Taehyung se consideraba
a sí mismo como un buen chico y conveniente para formalizar lo que
quisieran. Empero, aparentemente, no se merecía lo suficiente y el cien por
ciento de las querencias de Jungkook; consideró la idea de que tal vez no era
suficiente para él. Pensó que, quizás, no era tan importante como había creído
que era. Porque, incluso si trataba de excusarlo y creer que estaba exagerando
un poco, tenía el derecho a saber y de decidir en conjunto lo que le
convendría a su relación. De alguna u otra manera, eso les estaba jodiendo:
las dudas y la distorsión.
En algún momento había considerado pedírselo, pero, ¿qué caso tenía si sería
él quien siempre daría el primer paso y Jungkook siempre se quedaría con las
excusas? No podía ser tan egoísta consigo mismo.
Y, bueno, una estupidez no debería haberle hecho sentir así de mal siendo
sólo eso: una estupidez "sinsentido".
Taehyung trepidó y su corazón se encogió con angustia por vez que lo miraba
por sobre su hombro, con ojitos delatores. E incluso si era egoísta para él, no
le hubiera importado hacer lo que creyese que fuera necesario para borrar el
dolor en su mirada. Y eso le seguía aterrando, porque le dolía mucho más y
no podría soportar cargar con las cruces de ambos; se quebraría en sus manos
por voluntad propia con tal de aliviar su tomento.
— ¿Por qué me lo preguntas ahora, mi amor? Ya tomaste esa decisión por
mí, ¿no? —musitó, bajito, pestañeando lentamente en su dirección; ecos
vacíos y algunas palabras retumbaron en sus oídos, el silencio ensordecedor
—. Yo te amo, nada cambiara eso. Lo quiero todo contigo, pero yo...
Olvídalo. Voy a darme una ducha y...
—Eres mío, eres mío... ¡Joder, sólo mío! Vas a ser mi novio, tú eres todo
mío...
La culpa se arraigó a sus entrañas, y las raíces se querían arrancar con fuerza.
Taehyung era tan dulce, tan dócil y humilde. Taehyung era fácil de amar;
eran tan diferentes, que resultaba graciosa la manía que tenía este hombre
imbécil, y lleno de mentiras y con el que se acostaba, por aferrarse a los
contrastes que evidenciaban la diferencia entre los dos.
Sus ojos cansados, y manchados con dos bolsas violáceas, siguieron fijos en
el movimiento del anticuado reloj en la mesita de noche; el péndulo que
oscilaba de un lado a otro, le avisaba con insistencia que el tiempo seguía
avanzando y que, finalmente, la hora de saber la verdad se aproximaba con
creces.
Seok Jin sabía que, en algunos casos, todos hacemos lo que esté a nuestro
alcance para reconstruir la confianza que se perdió y con la intención de
probar el único punto que se necesita probar.
Sin embargo, Seok Jin también sabe que hay algunas heridas..., algunas
traiciones que causan más daño del que se puede reparar. Porque aquellas
heridas erosionadas son tan hondas y tan profundas, que no hay manera de
arreglarlas y poder remendar lo que ya se perdió tajantemente... Y cuando eso
sucede, no queda otra cosa más que hacer que esperar.
Uy, ya me tienen con ansiedad las discusiones xD, pero sí... La verdad es
que sí me dio pena escribir aquella escena del kooktae:(, porque están
psicológicamente muy indefensos.
Seok Jin también me da pena porque cometió un error por miedo y eso
le cayó todo a Tae:[
En fin...
En una relación, lo normal y lo debido es la comunicación. Y, si estás en
una relación, es obvio necesitar saber en qué página están ambas partes
para poder seguir adelante... Entonces, si bien aquí Jungkook y
Taehyung sí quieren lo mismo, ellos no se comunican muy bien... xD Y,
por el mismo motivo, tienen tantos malentendidos y discusiones.
Se sintió un poco inquieto cuando, por el rabillo del ojo, notó el costoso traje
y el Rolex que Jungkook había escogido para la ocasión; su pantalón de
cotelé, la camisa oscura y las zapatillas de lona, se sentían humildes en
contraste a aquel olor lujurioso que exudaba el atuendo que evidenciaba el
dinero de su pareja.
Había algo...
Un deje de culpa le pesó en las entrañas; sus dedos jugaron con un hilo que se
había desenhebrado y, cabizbajo, ladeó la cabeza.
—Es sólo que... Es un lugar enorme —Dijo, alzando sus cejas con sorpresa y
humildad, porque, claro, quién no se sentiría humilde en una puta mansión;
se preguntó a sí mismo en qué trabajaba el mejor amigo de Jungkook, porque
no parecía ser en lo absoluto sólo un poco adinerado, sino lo contrario. Y
también recordó que Jungkook, asimismo, era muy adinerado. Y por el
mismo motivo, no evitó no sentirse como un pez fuera del agua; no
acostumbraba tanto lujo.
¿Qué se supone que haría durante toda la noche hasta que llegara el dichoso
festejado? No lo sabía, y aquello se dibujó en su expresión.
—Los imbéciles adinerados se divierten al igual que todas las personas, Tae.
—Sí, lo sé, Gguk-ah... Pero creo que, seguramente, no estaré al nivel de todas
esas personas... Y... Bueno, después de todo ya estamos aquí, ¿no?
Ambos compartieron una mirada escéptica antes de que pudiesen notar que la
molestia burbujeó brevemente.
Viéndose ácido, más serio de lo usual cuando, por inercia, se quedó quieto en
su lugar y mirándole fijamente, Jungkook denotó su malestar mientras trataba
de pretender que sólo era una contradicción de emociones en polos opuestos.
—No debiste venir, si no querías —Le dijo, su voz sonando dura y neutra,
con un acento marcado que le erizó el vello de la nuca; guardó las llaves en
uno de sus bolsillos y, mirándolo por última vez, bajó del auto.
Así que, sus dedos cálidos se entrelazaron con fuerza medida y, con un
suspiro compartido, caminaron juntos hacia la entrada. Porque ahí estaban: en
la fiesta sorpresa de un desconocido, fiesta a la cual realmente no había
querido asistir, pero fiesta a la cual asistió de todas formas, y sólo porque
sabía que eso haría feliz a su novio.
Okay, está bien, pensó. Porque conocer a los amigos de Jungkook estaba bien
para Taehyung. De hecho, a él le gustaba la idea de poder pasar el rato,
juntos. Pero quizás, sólo quizás, hubo deseado que fuese diferente...
Qué ironía.
Por lo mismo, una vez entraron y se encontró con un espacioso lugar fino, sus
expectativas fueron insuficientes en comparación a lo que había imaginado;
lo que realmente veía era alcohol finísimo, personas refinadas y música baja.
—Sigues burlándote. Y sí. Es una fiesta sorpresa, diferente a las que tú has
ido porque, aunque no lo creas, no todos los chicos de tu edad se
emborrachan hasta perder la consciencia...
— ¡Jungkook! —Dijo el tipo con una enorme sonrisa brillante. Era muy alto
y vestía un traje de dos piezas casual, aparentemente de marca, y mucho oro;
Taehyung tuvo que pestañear. Tenía facciones virilmente definidas, el pelo
corto y una expresión amable. Era sutilmente atractivo—. Vaya, qué grato es
tenerte aquí con compañía, eh...
— ¡Nam, hyung! Qué grato es estar aquí, ¡muchas gracias por recibirnos!
—El gusto es mío, gracias por asistir... A mí chico le viene bien sociabilizar.
—Hace algún par de meses fueron las graduaciones, ¿cómo fue eso? Sé que
la Universidad de Seúl está muy bien renombrada, y que la mayor parte de
todos los alumnos que cursan allí son parte de la excelencia académica.
—En la graduación se hizo un gran evento y asistieron todos los padres de los
alumnos. O la mayoría... Se dieron premios por honor, excelencia, respeto y
perseverancia. Y, según mi experiencia, los estándares se han mantenido por
la exigencia académica que han impuesto los docentes con el alumnado.
En ese momento, fue cuando conectó una mirada con el otro hombre, que
tuvo que carraspear para hacer notar que la situación le había generado algo;
quizás fue incomodidad o tal vez fue molestia, pero había sido evidente.
Con su mano libre, buscó torpemente dentro de su bolsillo, luego dejó la copa
sobre la mesa y miró el verificador de llamadas; era un número desconocido.
—Soy Zue Yong, lo llamo desde la editorial Yoon Sung —aquellas palabras sí
tuvieron un gran efecto, ya que Taehyung contuvo la respiración por un par
de segundos y su corazón palpitó fuertemente contra su pecho—. Joven Kim,
para nuestro equipo usted fue uno de los mejores candidatos seleccionados
para pasar al siguiente...
—No, no, ese día... —Ese día, a esa hora estaba de camino a casa y su
portátil lo había dejado en el despacho de Jungkook. Taehyung suspiró. No
necesitó pensárselo dos veces—. Quizá si fue un accidente. Lo lamento. Pero,
de todas formas, quiero confirmar mi asistencia a la entrevista formal.
—Martes de la próxima semana, a las 18:15pm. ¿Está bien ese horario para
usted, joven Kim?
—Igualmente, adiós...
¿O sí?
Él guardó silencio...
— ¿Por qué hiciste eso? Yo no te lo pedí... ¿Por qué decidiste por mí? Eso
no te corresponde... —cuestionó, frunciendo el ceño y elevando la voz espesa
de una mezcla de emociones contradictorias; el lío, las incertidumbres y lo
que se suponía lo enredaba en sus cuerdas apretadas, todo amenazaba con
romperse—. ¿Acaso no estoy capacitado para tomar mis propias decisiones?
Invadiste mi privacidad sin mi consentimiento, Jungkook.
—Tae...
—Me perjudicarías con tal de conseguir tus propósitos egoístas, ¿no es así?
— ¡Maldición, Taehyung! No entiendes una puta mierda de lo que estoy
tratando de decirte.
— ¡No! No iré a ningún lado contigo... —frenó sus pasos y trató de zafarse,
y el dolor en su brazos cuando la dermis fue aprisionada con el desgarre. Era
posible que le doliera todo, sin embargo el dolor emocional sobrepasó todo el
límite—. Vete tú, yo no me iré. No necesito pedirte permiso.
Touché.
Sus ojos difuminaron su vista hasta que su rostro, apático y agudo, se volvió
considerablemente borroso. Un profundo dolor llegó a su pecho como una de
las estacas más dañinas, y sintió que sus piernas, endebles, flaquearían.
Esas palabras... Las palabras que había escogido fueron sumamente hirientes
y, una vez más, lo dejaron sintiéndose como una mierda insuficiente. Porque,
claro, él no era ajeno al dicho que dictaba "el dinero mueve montañas",
nunca pudo pasarlo totalmente por alto y agradeció haber recapacitado;
recordó sus palabras y se detuvo, retrocediendo dos pasos más lejos de él,
sintiéndose peor, totalmente humillado y dolido.
"Te trató como una prostituta, inclusive cuando era yo quien pagaba", el eco
y el aire que ahogó en sus pulmones se sintió ardiente e increíblemente
doloroso, le dolía hasta la más ínfima fibra de su cuerpo cuando se sintió
estúpidamente ordinario e insignificante.
—Iré a por un trago —le interrumpió con voz quebrada, tratando de sonreír
de lleno ante la infausta tristeza que le embargó hasta la médula—, porque
quizás deba aprovechar que es tu amigo quien paga, ¿no?
—Tae, no es lo que...
—No, cállate —le pidió, su expresión a punto de apretar sus facciones; sentía
que, si seguía allí, se derrumbaría horriblemente y delante de todos y, vamos,
no quería seguir avergonzando a su novio—. Ya has demostrado antes que no
tengo el orgullo suficiente como para negarme a ciertas oportunidades y, si es
tu adinerado amigo quien lo paga, quizás deba aprovechar... Después de todo,
beber hasta perder la consciencia es lo mío. Jodido imbécil.
Sólo quería beber y, si había alcohol gratis, debía aprovechar, ¿no? Pues,
claro, su novio había dejado en claro que él era muy bueno aceptando ciertas
cosas fácilmente. Como el sexo, el dinero y el alcohol; incluso si sólo había
estado con él en todas sus primeras veces, se sentía sucio... Como una
prostituta.
Quizás, sí debía beber hasta perder la consciencia y darle motivos por los
cual molestarse o sentirse avergonzado, podría formarle un escándalo frente a
sus colegas remilgados y hacer que le pagara por arruinar su arduo trabajo
con las postulaciones laborales... Pero no sería capaz de hacer eso, él no era
así.
Se había entregado en todo el sentido de la palabra para qué: para darle una
puta instrucción de cómo destruirlo y romperlo en pedazos; para que le
hiciera sentir que valía menos que un puto estropajo.
Carajo. Él tenía todos los motivos para beberse hasta la última gota del
alcohol en esa jodida mansión. Y lo hizo, sacó algunas botellas y se escondió
en uno de los rincones entre las paredes del patio, lejos de donde pudiesen
verlo.
Sin embargo, pasaron incontables minutos en los que inundó su sistema con
el agridulce sabor de su pena e inseguridad, dejando que el ardor atravesara
por su garganta con libre albedrío.
Pero alguien más lo vio desde las lejanías del jardín, con latidos ralentizados
ante la sorpresa de la llegada del momento... Y, de inmediato, algunos pasos
aplastaron el pasto y la hierba, acercándose con rapidez mientras la oscuridad
de la noche se apoderaba del cielo y la brisa fresca le caló los huesos pesados.
Un poco de viento enfrió las lágrimas que trató de ahogar en una copa de
vino fino que no se pudo tragar por el nudo apretado en su garganta
adolorida.
— ¿Taehyung?
No podía ser posible, pero claro que la noche podía seguir empeorando.
Pt.1
80
— ¿B-Bogum?
Sin embargo, de todos los lugares en los que pudiesen haberse topado, de
cada situación que hubiese ameritado —después de años— un cruce, nunca
se pudo haber concretado hasta ahora: uno de los peores momentos, en cada
ámbito de la palabra y cuando su rostro ya se hallaba manchado de lágrimas,
apestando a alcohol.
Porque volvía ser consciente de que el hombre que tenía justo en frente era
un fantasma de su pasado, el fantasma de una persona que, quizás, conoció y
que, después, sólo desapareció y se desvaneció sin explicación alguna.
No, no lo esperaba…
¿Qué es lo que te mantiene de pie cuando sientes que todo tu sistema tiene
una especie de colapso y se te adormecen las extremidades, cuando te
congelas y, de pronto, sabes que estás cerca de desmoronarte por completo?
Taehyung tragó duro.
Cuando sus rodillas se flexionaron, pudo estirar las piernas, mezquino, alejó
su mano entumecida, desviando la mirada y percibiendo la atención
recorrerlo de una manera letalmente minuciosa: desde las torpes zapatillas de
lona, hasta sus cabellos ondulados.
—E-es… Esto es una gran sorpresa para mí, en serio… Desde que llegué a
Seúl pensé en buscarte y, vaya, te encuentro cuando me tomo un descanso.
—Oh…
La confesión le toma peor aún, y sólo le hace retorcerse en culpa por sentir
tanto desinterés hacia él y hacia su voz. Pues, todo lo que puede llenar su
mente en aquel preciso instante son las palabras clavadas en un cuchillo que
le dijo su pareja, la discusión que tuvieron y la cual, por primera vez, le ha
herido terriblemente; sólo quiere irse a casa.
—Seok Jin no quiso decirme sobre ti antes... Por eso no pude encontrarte y
hablar. Sólo quiero charlar contigo.
—No veo de qué podríamos charlar. Por favor, déjame tranquilo. Ya basta.
Lamentó si sonó muy borde, pero quería irse a casa. Además, tampoco era
como si tuviesen una cita para tomar el té; por su parte, no sentía ningún
interés por aclarar absolutamente nada, ya no había necesidad alguna de
hacerlo. Taehyung había avanzado, y lamentaba que Bogum no. Pero, bien
dicho sea que el tiempo hace su magia sin importar cuánto dure el proceso:
no sólo cambió, sino que también comprendió muchas cosas.
Eso retumbó en sus oídos con un eco ruidoso y se quedó atrapado dentro de
sus paredes mentales.
—No, d-deja… —dijo, poniendo una mano sobre su hombro para alejarlo,
porque le molestaba que le siguiera insistiendo tanto e invadiendo todo su
puto espacio personal de una forma tan invasiva—. Está bien. Sólo, aléjate de
mí, ¿b-bien?
— ¡Qué te alejes de él, hijo de puta! ¿Acaso no lo oíste? —Le gritó y, casi
como una advertencia, le miró por el rabillo del ojo, inspeccionándolo.
¿Qué demonios está pasando esta noche? Ese fue su último pensamiento
antes de sentir cómo algunas lágrimas cálidas se deslizaban, sin su permiso,
por sus mejillas frías.
— ¡Te dijo todo el puto rato que lo dejaras tranquilo! ¡¿A dónde lo querías
llevar, maldito depravado?! ¡¿Crees que no te oí, bastardo asqueroso?!
Ay, no…
— ¡¿Y eso en qué carajos te incumbe a ti, idiota?! ¡¿Eres su perro acaso?!
¡¿De dónde has salido tú, puto payaso?! —tirándole la copa en la cabeza y
Jungkook esquivándola, Taehyung supo que la discusión saldría mal.
— ¡Oigan paren! —su voz tiritó por vez que trataba de ponerse en medio, ya
ni siquiera podía reconocer a ninguno más que perdidos por la ira y la
confusión rabiosa que les tenía en un duelo de agresividad notoria, y con la
vena hinchándoseles en el cuello por vez que se fulminaban con odio—. Tú
no tienes nada que ver aquí, Bogum… Él es mi novio.
— ¡Un puto, payaso, joder! ¿Acaso él sabe quién soy yo? —tentó Bogum,
señalándose a sí mismo con una sonrisa llena de sorna.
Palabras incorrectas.
— ¡Es mi novio al que has estado acosando todo el puto rato, bastardo!
— ¡Jungkook, detente, por favor! —Taehyung corrió, con la poca fuerza que
sus piernas endebles le prometían, hacia ellos y trató de separarlos junto a
otro tipo que también parecía querer ayudarlo a frenar la escena con tal de
que ésta no llegara a más; claro, eso teniendo en cuenta la violencia con la
cual ambos actuaban—. ¡Por Dios, suéltalo! ¡Paren, por favor!
— ¡¿Por esto querías estar solo, huh?! ¡¿Para estar a solas con otro imbécil
que sólo deseaba aprovecharse de ti, maldición?!
— ¡Eso no es verdad! ¡No te tomes el derecho de decir que puede decidir por
mí lo que es mejor para mí! Y, ¿acaso no puedo socializar con otras
personas?
— ¡A la mierda! —gritó hacia Namjoon, abriendo la puerta del auto con una
rudeza que le advertía que esta vez la discusión ya había perdido fuerzas y
había terminado por convertirse en una feroz pelea.
— ¡Ya te dije que no iré a ningún lugar contigo! —trató de negarse
Taehyung, sollozando nuevamente porque no quería ir con Jungkook, estaba
demasiado alterado y obviamente fuera de sí; estaba borracho y, peor aún,
celoso, furioso con toda la tensión acumulada desbordándose.
Buscó, con sus manos temblorosas, dentro de sus bolsillos hasta dar con su
móvil, y entonces buscó rápidamente por la primera persona que cruzó por su
mente que podría ayudarle a pesar de todo.
Los pocos minutos en los que fue espectador de cómo Taehyung trataba de
hacerse bolita en el asiento, llorando con histeria, jalando de sus cabellos y
tratando de reprimir el llanto, mordiendo sus labios por vez que apretaba sus
facciones dolorosamente.
Esto era lo que siempre le advirtió, y no pudo haberlo retenido por más
tiempo.
El amor daña…
Cuando llegaron a casa, vio cómo su chico abría la puerta y corría hacia la
adentro; él lo siguió…
Joder, no…
Taehyung bajó las escaleras y se detuvo en seco, con rabia y tristeza tiñendo
su expresión desvalida.
—Tae…
—No, Jungkook. Por Dios… ¿Qué crees que haces? ¿Qué creías que estabas
haciendo? ¿Acaso creías que soy tan estúpido como para no darme cuenta de
las cosas que están pasando a mí alrededor? —cuestionó, dolido, mirándolo
directamente a los ojos, desnudándose ambos en la verdad de lo que estaba
ocurriéndoles desde hacía mucho; estaban demasiado dañados como para
haber funcionado—. ¿Acaso creías que, si borrabas ese correo, yo jamás lo
vería y entonces no tendría más opción que volver a trabajar para ti? Claro,
así podrías tener un ojo sobre mí todo el puto día, ¿no es así?
Sin embargo, el silencio cayó con una capa pesada de hielo en el ambiente,
envolviéndoles entorno a una gelidez de tonos azulados y deprimentes.
—Sé que me amas, pero… Incluso si lo haces, en tus ojos lo vi… En aquel
momento, una parte de ti seguía perteneciéndole a ese chico que te dejó sin
nada, que se llevó lo todo, incluyéndote… —dijo, su voz sonando con una
sinceridad escalofriante—. Y esa parte de ti seguía correspondiéndole, y no
puedes negarme que esa parte de ti todavía sigue pidiendo el corresponder de
su parte, de ese maldito hombre que te dejó así: roto en mil pedazos, que
ahora me están cortando en trozos a mí… —Jungkook hizo el amago de
hablar, de negar absolutamente todo lo que estaba diciéndole, que la persona
a la que amaba era él; a nadie más. Pero, Taehyung siguió—. Y, yo tengo el
derecho de ser amado de la misma manera en la que puedo amar… Yo jamás
te robaría tu dinero o haría algo para perjudicarte, no me hubiese
aprovechado de ti de ninguna manera… Y traté de convencerte de que podías
confiar en mí plenamente, que era totalmente tuyo, e incluso me alejé de mis
amigos y de mi hermano por no perjudicar tu maestría o tu salud mental;
nunca quise que te sintieras celoso o inseguro por mí, nunca fue mi
intención… —sollozando, trató de seguir sin dejar de llorar, le resultaba
difícil, sin embargo—. Pero, me has hecho sentir jodidamente inútil e
infausto…
—Rojo.
Taehyung sólo tenía permitido decir esa palabra cuando sintiese que era más
de lo que podría procesar, cuando se sintiera inseguro, cuando sintiera miedo
y no quisiera seguir avanzando, cuando querría que se detuvieran.
— ¿Qué? ¿Por qué lo dices ahora, Tae? —su voz sonó tan indefensa y frágil,
que Taehyung pudo escuchar el sonido mutuo de algo rompiéndose adentro
de ambos.
Volví. Bueno, hum... Les quiero mucho, desearles un buen fin de semana
y... ¿Sean felices?
81
Podía escuchar cómo dejaba atrás un gran desastre: cosas estrellándose contra
las paredes, losa quebrándose en el suelo estruendosamente, el motor de una
motocicleta aproximándose con creces y el sonido de sus propios pasos con
un zumbido molesto que se ralentizaba en sus tímpanos.
Se preguntó a sí mismo, con los ojos escociendo por el llanto incesante, ¿cuál
hubiese sido el costo que tendrían que haber asumido a pagar si no se
detenían cuando, amargamente, estaban a tiempo de hacerlo?
Su pecho se oprimió con aflicción cuando pudo recapacitar que, tal vez,
nunca estuvieron yendo por el camino correcto; todas las agridulces
remembranzas y las emociones, que le hicieron perder el sentido, llegaron a
su mente como uno de esos ataques que te toman desprevenido y te hacen
bajar la guardia.
Si bien Jungkook siempre terminaba cargando con su dolor, como una pesada
cruz en su espalda y que le amenazaba con romperle la espina dorsal, no hubo
ni un solo día en el que Jungkook no asumiera el peso de ésta, rezándole a esa
cruz para alivianar sus cargas, digno de un cristiano que no puede soltar su
fe.
Cada una de sus heridas parecían tener una curita con sus nombres pegados a
la dermis que se les estaba rasgando, destrozándoles hasta la fibra más ínfima
de su piel, haciéndoles saber, y explícitamente, que esto sólo era el inicio del
rumbo que habían escogido dar.
Namjoon…
Con la poca fuerza que le quedaba, corrió hasta él, cogiéndolo del brazo con
la desesperación que sus sentimientos rebasados demostraban, recibiendo una
de esas miradas que muchas veces recibió y que poco le importó ahora.
Dicho aquello, pudo ver un destello de algo más, algo ininteligible en sus
ojos antes de que lo apartara con brusquedad hacia un lado y siguiera su
camino.
Sólo eso quería ahora. Y lo quería tan desesperadamente, porque los brazos
de Jungkook ya no estaban más disponibles para protegerlo del mundo
exterior, y ni siquiera podría protegerlos de ellos mismos justo ahora; el sexo
esporádico ya no podría callar los gritos de la discusión ni podría frenar
aquellos cuchillos hirientes que decidió escupirle como un dragón lanzando
su fuego por la boca, el placebo perdía su efecto después de un tiempo; no
importaba la intensidad y no importaba cuán bien y cuán placentero se
sintiera, la última vez les había pasado la cuenta, desequilibrándolos con la
idea de conseguir más y más, a tal punto que Taehyung aterrorizó por las
sensaciones embargando su cuerpo; ese momento en el cual le quitó el aliento
y lo dejó deshuesado sobre el mesón de su despacho, cuando sentía que
podría morir en sus brazos.
¿Cómo podía arrancarse del pecho todas esas toxinas impregnadas con el luto
de su abrupta ruptura? ¿Cómo podría sólo… retroceder?
«Te amo jodidamente mucho, Tae», sonó con un eco en su mente, y casi pudo
volver a sentir ese día de nuevo; casi pudo sentirse atrapado por su cuerpo,
ver su sonrisa de hombre feliz y quedarse envueltos (ambos) en las sábanas
durante todo el día, con su cabeza recostada en su barriga y jugando con su
cabello; no se pudo concentrar hasta sentir un dolor angustiante retumbándole
en el tórax.
Taehyung apenas fue sensato de cómo es que llegó hasta la acera del otro
lado del condominio, siendo vagamente consciente de, finalmente, haber
cruzado la calle. Y, sintiendo extraña la forma en la cual sus extremidades
comenzaban a ser acalambradas, fatigándose y estremeciéndose por el frío de
la noche que había terminado de caer para dar paso a la pronta madrugada,
lamentándose de cada una de sus decisiones en un penoso torbellino, con sus
músculos tensos e incómodos por los nudos de estrés, su cuerpo trepidaba
constantemente de una manera deplorable.
Lo había dejado a todo porque era una emergencia, él no sabía qué había
pasado y, bueno, no quería dejarlo solo; aunque se sintiera frío por lo que sus
ojos presenciaban. La boca le supo a hiel cuando se encontró con Taehyung
luciendo… roto.
—Tae…
—Ven, vamos, te ayudaré a subir… —Le dijo, tomándolo con firmeza por
los costados y, no sabiendo de dónde es que sacó aquella fuerza, montándolo
en la parte posterior de su motocicleta—. Tae, escucha, escúchame… —
pidió, esta vez acomodando el seguro de su propio casco; habló suavemente,
pero impuso dureza para que los ojos rojizos y cristalizados se enfocaran en
él—. Tae, si no te estás sintiendo bien en el camino, me dices y paramos de
inmediato, ¿bien? —Taehyung asintió, a duras penas—. Recuerda agarrarte,
porque el impulso es fuerte —advirtió, subiéndose a su motocicleta y
encendiendo el motor; cuando los brazos de Taehyung le envolvieron con
fuerza, enredándose en su torso, su mano se posicionó en las frías ajenas.
Sólo era una demostración de afecto, no quería verlo así; ni siquiera podía
suprimir el dolor que le causaba verlo tan mal—. No te sueltes por nada del
mundo, ¿entendido?
Lo llevaría con Seok Jin, incluso si tuviera un muy mal presentimiento con
respecto a eso; no sabía qué era y, aun así, temía una mala reacción de su
parte.
Y se agarró con fuerza sólo porque sentía que necesitaba aferrarse a algo.
Sentía como si fuese a salir volando: su cuerpo se volvió tan ligero como una
pluma, las corrientes de viento golpeando en ondas parecían ser una masa
más fuerte y pesada, la voz de Jungkook lograba silenciarse en ruido
ensordecedor, pero, lo seguía viendo.
Todo parece ser un motivo más que suficiente para no poder aguantarse más
los sollozos, y, acorde avanzan, se acercan con creces al hospital de Seúl.
Las manos, entumecidas por el frío, siente que se le resbalan por el cuero de
la chaqueta de Yoongi. Se siente mareado y sólo puede ver cómo pasan a
todo auto que les hubiese llevado ventaja anteriormente; ve a Yoongi mirarlo,
por una fracción de segundo, a través del espejo mientras acelera aún más.
Pocos minutos más bastaron para que Yoongi estuviese estacionándose fuera
del enorme edificio hospitalario, ayudando a Taehyung a bajar de la moto y, a
la vez, quitándole el casco y quitándose el suyo propio; analizó el rostro que
se veía más demacrado de lo podría haber imaginado, y acarició con tristeza
su moflete izquierdo.
—Está bien…
Yoongi miró sus zapatillas de lona mientras torcía los pies infantilmente
antes de darse la vuelta y caminar patosamente hacia la entrada. Sonrió solo
un poco, sintiéndose tan estúpidamente deprimido por verle así. No muchas
veces había sido capaz de empatizar y sintonizar con las tristezas de alguien
más, y por ese mismo motivo le resultaba tan angustiante ver a su mejor
amigo así.
Sin embargo, entendía que no quisiera contarle nada o que quisiera estar solo.
E ineludiblemente comprendía todos los porqués, porque ahora no parecía ser
un buen momento para recriminarle absolutamente nada; no lo volvería a
hacer, de hecho.
Por otro lado, Taehyung pasó desapercibido hasta que se dirigió hacia la
mesa en la que se encontraba una secretaria. Ella le miró con preocupación,
dejando de inmediato lo que estaba haciendo para prestarle su servicio.
Taehyung asintió y agradeció con una leve reverencia, mirando a Yoongi por
el rabillo del ojo, quien pareció comprenderlo implícitamente y lo siguió
hasta la sala de emergencias.
—No. Sólo vengo por mi hermano —Jugando con sus dedos nerviosamente
e, inconscientemente, mordiendo su belfo inferior con fuerza—, ¿puedo
pasar?
—No, lo siento, chico. Tienes que esperar tu turno, porque no se les permite
la entrada a quienes no sean parte del personal o pacientes, con su respectivo
nu…
Estaba a punto de seguir hablando para dar una explicación, hasta que una
voz a sus espaldas le interrumpió y, en definitiva, esa no era la de Yoongi.
— ¿Taehyung?
Volteándose con confusión para verificar si efectivamente la voz se refería a
él, se encontró con Jimin acercándoseles con una expresión de preocupación
y un poco de sorpresa.
La enfermera suspiró con frustración y les dejó pasar con mala cara.
Taehyung reprimió sus ganas de maldecir cuando, al abrir la cortina del box
7, se encontró con Bogum recostado en la camilla y Seok Jin sentado a su
lado; él tenía un kit de suturas en su regazo y traía los guantes quirúrgicos
puestos.
Seok Jin le miró fijamente y sin inmutarse, luego miró a Yoongi y siguió
dando ligeros toquecitos con un algodón en la mejilla ajena.
— ¿De qué quieres hablar? —Preguntó, con un tono duro, sin siquiera
mirarlo a la cara y, de nuevo, haciéndole sentirse estúpidamente consciente
de todo lo que había pasado—. Puedes hablar. No creo que a alguien le
moleste escucharte. A menos que necesites un cambio de pantalón.
—Yo… No me oriné.
Yoongi miró sus pantalones y pudo caer en cuenta, recién, de que lucían un
poco húmedos. Incluso si era lo que Seok Jin había dicho, no había necesidad
de humillar a Taehyung por algo así y tratarlo tan despectivamente cuando
era evidente que éste estaba pasando por un mal momento.
Se sintió enfurecido por la actitud de Seok Jin, porque es que era realmente
un hijo de puta cuando se lo proponía.
¿Qué demonios…?
— ¿Qué?
—Jinnie…
—No. Estoy harto de que siempre seas el centro de todo. Tienes problemas,
yo los tengo también. Pero, estoy jodidamente harto de que, incluso,
protagonices mis putos problemas —apretando los dientes, se quitó los
guantes y los tiró a la camilla. Jimin tragó duro, mirándolo sin poder
reconocerlo; Taehyung lucía afectado, aún más afectado.
— ¿No entiendes? ¿Seguro que no? —preguntó con evidente sorna, riéndose
y mirándolo hacia abajo con repudio, y su expresión distorsionándose en una
de desagrado total—. Veamos, estás aquí con Yoongi-ssi, quien seguro está
aquí acompañándote por otros intereses, ¿no? Por algo dejó de buscarme y, la
verdad, es que no me sorprendería que fueses tú el motivo por el cual me dejó
y dejó de insistir. Aunque, me retracto. Yo lo dejé a él —rió, dejando a
Taehyung mucho más que shockeado por la confesión que acaba de soltar.
—No te…
Yoongi y Jimin estaban pálidos, rodeándolo y mirando hacia Seok Jin con
una mirada de disgusto y sorpresa absoluta. Era como un maldito camaleón
con su piel cambiante. Era un puto farsante.
— ¿Qué…?
—Taehyungie, fui yo quien le dijo a papá que estabas en el cuarto del granero
con otro chico…
¿Cierto…?
Entonces la mirada sincera de Seok Jin, con un ápice de dolor mientras baja
la mirada, Bogum sujetándose las cienes y todos los recuerdos que llegando a
su mente y cobrando sentido; las palabras, los pocos consejos, la traición…
Todas las humillaciones y los golpes que recibió por parte de su padre, todos
los desaires y el mal trato, las diferencias, el asco y el repudio… La ansiedad
y el deseo tormentoso de irse de casa sólo por… ¿Por su hermano?
⛈
82
Sólo podía oír sus palabras retumbando en sus oídos con surrealismo y todo
parecía ser parte de un mal sueño, un muy mal sueño; una pesadilla que se
acentuaba a su realidad, transmitiéndole ira, reactivando inseguridades y
llenándolo de miedo.
¿Quién era ese otro hombre y por qué le había dicho eso?
«¿Acaso él sabe quién soy yo?», resonó con un ruido sordo en su memoria; la
sonrisa asquerosa de aquel tipo llegó a su mente, con la burla en sus palabras
y la forma en la cual miraba a Taehyung.
Taehyung…
Entonces, se deslizó por la puerta, con la cabeza entre las piernas y las
manos, lastimosamente, cerradas alrededor de la nuca mientras sollozaba,
esperando y sin esperanzas, contradiciéndose —una vez más— entre sus
deseos y sabiendo que la realidad fantasiosa no lo traería de vuelta.
¿Cierto?
Entonces, tal vez Taehyung se sentía inseguro de él… Tal vez por eso se
había ido. Pero lo amaba, tanto que dolía y se suponía que el amor no tenía
que doler, entonces también su parte racional comprendía porqué se había
ido. Taehyung, quizás, estaba exhausto. Él, asimismo, a veces lo estaba de la
misma manera.
Pero, ahora que Taehyung había decidido irse y dejarlo a la deriva a él y a sus
recuerdos, incluso cuando le había prometido no hacerlo, la herida estaba más
expuesta que nunca. Y se sentía atado de pies y manos, sentía un dolor
hondo; le dolían los besos, las risas, sus miraditas, sus pasos ligeros, su
presencia, sus decisiones y su huida.
Tic, tac.
Con la garganta seca supo que esta vez el duelo sería su guía, y lo perseguiría
hasta que así las heridas dejaran de escocer, abiertas y frescas; sentía que
todas las caricias quemaban, sentía que la huella se había quedado marcada
en él; un infortunio que pudiese sentirlo removiéndole desde adentro, en las
entrañas el fuego que había dejado encendido, crepitando en su interior.
Se sentía derrotado.
Quería rendirse.
Había sido elevado al mismísimo cielo, y había caído mucho más bajo que
antes.
Taehyung… Taehyung…
Taehyung… Por favor, vuelve…
Entre sus dedos tomó algunos trozos de vidrio, y los apretó mientras trataba
de reprimir los sollozos que querían romper su garganta. Luego sólo pudo
tomar una botella y bebérsela en un par de segundos. Sólo para tragarse el
nudo que él había dejado en la parte posterior de su boca.
Quiso reír y lo hizo, se rió y se rió de sí mismo, empero sólo pudo llorar y
pegar su frente contra la pared porque el trago había sido demasiado amargo.
Entonces lloró.
Con los ojos hinchados e inyectados en sangre, una expresión desolada y piel
más pálida de lo habitual, Jungkook estaba apoyado contra una de las paredes
de la sala; tenía la camisa arremangada hasta los codos y la tela estaba un
poco mojada por el hedor del alcohol que se hallaba tirado por el piso bajo
sus pies, y le regaló una sonrisa torcida que podría haberle partido el alma a
cualquiera; era una demostración de dolor puro.
Namjoon sintió una presión dolorosa en su pecho, sintió que los ojos le
ardían.
—Estoy mostrándote algo que no quieres ver, hyung… ¿No es así? —Le
dijo, su voz sonaba como terciopelo, un poco rasposa, gangosa mientras
sorbía y se acercaba hacia él—. Esto me hace daño, colega, pero me sigue
adormeciendo los sentidos… —le mostró una botella de whiskey, y la
destapó justo frente a sus ojos a sabiendas de que alguna vez le había
prometido no caer en el mismo juego de nuevo. Pero, vamos, las promesas se
rompían y lo tenía muy en cuenta—. Y es que otra vez subí a lo más alto sólo
para caer, hyung. Y, aunque quiera creer que es mala racha, que mi
Taehyungie volverá, yo no puedo creer en nada justo ahora porque ni mi
padre me supo querer…
Jungkook se rompió.
—Pero e-estaba ahí, ¿no? Estaba quedándose hasta q-que no pude ir por él…
—No…
Inhaló hondo cuando lo vio pasar por su lado con dolor, chocándole el
hombro y cruzando el corredor para ir a su despacho y encerrarse allí con un
portazo.
—Lo sé, Nam… Lo sé, estoy a cinco cuadras, voy llegando. Salí en cuanto
me enviaste un mensaje; si Jungkook arranca en la carretera con Tae
abordo, no es sólo una preocupación, sino dos. Estoy desecho también por
todo esto, pero aguanta, que estoy casi allí.
—Cerró con llave —Susurró Mingyu, con el susto pesado en el corazón; era
su hermano, y él no era indiferente a todo el daño que ya había sufrido antes,
no podía ignorar el amor fraternal hacia éste y cuánto le importaba—. Tráeme
esa silla de allí, Nam, por favor —volvió a susurrar; Namjoon tomó la silla
sin hacer mucho ruido y se la pasó—. Jungkook, soy Mingyu, ábreme la
puerta.
Adentro estaba Jungkook tirándolo todo, sus libros, todos los apuntes y viejas
evaluaciones, llorando mientras se apoyaba en el mesón, recordándolo desde
el primer día hasta el último; las risas, los gritos y los jadeos flotaron por todo
el lugar, hasta que visión le jugó una mala pasada y casi puede verlo de
nuevo; tendido sobre su escritorio, deshuesado y sonriéndole en honor a su
último día en aquel despacho.
Un sollozo, que sonó más cómo un deplorable alarido desgarrado, rompió por
fin su garganta, y cinco segundos bastaron para que sus brazos se abrieran, de
forma casi automática y con la intención congénita de contener a su hermano.
Mingyu no lo evitó, le dolía tanto verlo así de nuevo, que preferiría asumir él
sus dolores con tal de no verlo así. Y, sus propios latidos se volvieron
erráticos mientras trataba de concentrarse en estar ahí: en el momento y para
él. Por vez que, Namjoon se esforzaba en disipar la repentina confusión y el
estado de shock evidente que, en algún punto, le nubló el sentido del tacto.
—Soy yo, Jungkookie… Soy yo —Le dice, tratando de calmarlo, pero es que
él es capaz de notar los súbitos escalofríos que se hacen presentes como una
advertencia, haciéndole temblar y perder el aliento—. Soy Mingyu.
Había presenciado esto una vez, fue el espectador de una crisis de ansiedad
en una de sus novias, pero esto parecía tener otro nivel; el pánico y la
desesperación transmitiéndose fácilmente.
—Respira tres veces —le aconseja, respetando su espacio personal sin querer
sofocarlo con su presencia hasta que no acabe. No quiere alterarlo u
hostigarlo en una situación que no sabe cómo manejar del todo, pero es lo
primero que se le ocurre después de sus intentos fallidos: ir, sentarse a su lado
y esperar para, naturalmente, abrazarlo.
Sólo sabe que lo único que desea es calmarlo y hacerle saber que no está
solo, que él está justo ahí con él; ahora acurrucándolo contra su cuerpo como
cuando era un pequeño bebé.
—Muy bien, Jungkookie. Muy bien, lo estás haciendo muy bien —acaricia su
espalda, siguiendo un patrón en círculos.
Le escucha retomar el aliento con más calma, su cabeza está apoyada en uno
de sus hombros y sigue apretando flojamente el cojín entre sus brazos, viendo
algún punto fijo del suelo, sintiéndose como si estuviese reconociendo quién
es.
—Lo sé, lo sé… Shh, tranquilo —Mingyu sintió sus propias lágrimas mojar
su cara, pero las ignoró hasta que Jungkook se separó un poco para decirle:
—El dolor que siento en el pecho llega a tal punto, que siento la necesidad de
arrancármelo con las manos, hyung… Porque… ¿Para qué…? Si él acaba de
irse y yo me he quedado… Si se ha llevado una parte de mí… Hubiera sido
menos doloroso que me arrancara el corazón con las manos, ¿no?
⛈
83
Sofocado.
Paralizado.
Sin habla.
Muchas imágenes pasaron justo por sus ojos, como una película nostálgica
del momento preciso en el cual su vida comenzó a desbaratarse; la verdad
siempre estuvo en frente, pero él fue demasiado ingenuo como para poder
divisar aquel comportamiento cínico del fraternal que prometía una
preocupación que ahora le quedaba claro nunca existió.
Pero, ¿cómo podría haberlo sabido? Había un fuerte lazo sanguíneo, había
una amistad reforzada por las experiencias y el amor hermanal. Pensó que
siempre se habían querido mucho. Qué equivocado estaba. Tal vez por eso
nunca pudo ser plenamente consciente de la envidia y los celos ocultos en
falsa llaneza.
Por el mismo motivo, un día solo supo que era una buena idea ocultarle
ciertas cosas a su hermano. Había sido un sentimiento incómodo y
desagradable, pero decidió que la respuesta a ciertas incógnitas en las
actitudes ajenas era un poco alarmante, ya que eran inconclusas y, además,
terminaban con su homofóbico padre enterado de cosas que no tendría cómo
haber sabido; en algún punto, un sabor avinagrado le había quedado en la
punta de la lengua. Incluso, se había sentido receloso de su madre. Luego,
había concluido que no le contaba tanto como para que ella supiera con
exactitud los detalles de sus aventuras.
Ahora podía saber que siempre había sido Seok Jin, que siempre había sido él
quien le divulgaba a su padre cada minucia de sus deslices y descuidos, ahora
se sentía asqueado de su hipocresía y su doble moral.
Entonces agradecía haber dejado de confiar en quienes no hacían más que ver
sus pormenores y criticarlos injustificadamente, haciéndole sentirse solo con
el evidente recorte que hicieron de él en el cuadro del marco familiar.
Realmente agradecía haberse escapado, haber salido de ahí antes de que fuese
el blanco de más odio y daño. En serio agradecía haber tomado la decisión y
la determinación de mudarse a Seúl. Sólo podía pensar en cuanto agradecía
cada decisión que le llevó por un camino hacia su verdadero hogar, a
Jungkook: los brazos de quien siempre serían cálidos y le harían sentirse a
salvo de todo.
Pero cuánto dolía caer en cuenta de que sus brazos ya no estarían más para él,
que ya no estarían para acogerlo ahora cuando más lo necesitaba, porque él se
había cansado del sentimiento que le apretaba el pecho cada vez que su daño
dejaba una herida que se exponía dolorosamente en aquellos momentos más
vulnerables de su relación.
¿Cómo podría haberlo ayudado siendo que él, en sí, estaba igualmente
dañado?
Dos personas rotas juntan sus trozos y tratan de hacerlos encajar para que
cada pieza de lo que se hubo quebrado encaje. Lamentablemente, los
escombros no son más que ruinas. Y, a veces, es necesario rompernos para
poder reconstruir la persona que queremos ser y la vida que queremos tener;
la felicidad que nos merecemos.
Él…
—Sí, lo fuiste, hyung… ¿Por qué todos se oponían tanto a lo nuestro? ¿Ahora
están felices? —Susurró, mirándolo por el rabillo del ojo con una miradita tan
empequeñecida por vez que se encogía tiritando—. ¡Ahora que rompimos!
—su cara se tornó de un color rojo cuando le gritó, sus ojos inyectados en
sangre y sus labios hinchados de tanto torturarlos entre mordidas que le
causaron una que otra fisura; Yoongi sintió que le clavaba un cuchillo en la
garganta.
—Tae, yo…
Apretando sus labios, no supo qué decir. Sólo pudo recordar las pocas veces
en las cual “vio” a Taehyung compartir con Jungkook. Ellos no se veían mal;
siempre pensó que se veían estúpidamente cómplices y eso le molestaba.
Sabía muy poco de Jeon, casi nada a decir verdad, y, aunque fuera un hijo de
puta prepotente, sabía que no lo podía condenar en su rol de maestro siendo
que nunca llegó a conocer al Jeon Jungkook que Taehyung amaba con cada
fibra de su ser.
—Si pudiese volver atrás, te juro que haría las cosas bien… Perdóname, Tae.
Taehyung se alejó del abrazo con brusquedad, y comenzó a dar vueltas por la
habitación, respirando agitado y con el pecho subiendo y bajando otra vez por
la alteración.
Era devastador.
Jimin observaba todo con inquietud, sin saber qué hacer ni cómo actuar. Él se
sentía culpable también y sin siquiera saber por qué, solo quería ir y
consolarle, quería, no… Necesitaba eliminar esa brecha de distancia entre
ambos, pero no era ajeno a lo que Taehyung en estos momentos podría
pensar de él.
De todas formas, quería intentarlo. Quería ser servicial y quería verlo un poco
más tranquilo o, en lo que cabe, calmado. En serio quería hacerlo, porque sus
arrebatos y sus colapsos, todo lo que veía era desesperanzador y angustiante.
Taehyung entrecerró los ojos y se le acercó como una horda de furia; con
rabia y lágrimas de por medio, juzgó sus verdaderas intenciones.
— ¡¿Qué haces aquí todavía, eh?! ¡¿Por qué no te has ido con tu hermano?!
—Tae, no… Yo sé qué es lo que estás pensando, pero déjame decirte que no
es así… —Trató de continuar, pero Taehyung le encaraba con tanta furia, que
se sintió realmente incómodo—. Sólo quiero ayudarte, puedes q-quedarte en
mi departamento c-conmigo… Yo te escucharé y p-podríamos…
Pero…
Bueno, amores, es ésta la parte final del maratón que hice xD Pero algo
es algo, ¿no? Este capítulo es uno de mis favoritos la verdad, no sé por
qué pero a mí me gusta mucho hciwnzbskq. Y, espero que les guste a
ustedes también UnU
Todos sus pesares le habían rasgado la carne de las costillas y todo el daño se
relucía en su palidez, las grandes manchas violáceas bajo sus ojos, de los que
los parpados pesados obligaban a mantenerse despiertos en la expectativa, en
la falsa ilusión que le prometía que Taehyung entraría por esa puerta en algún
instante y él tendría que recibirlo entre sus brazos y dejarlo secar sus
lágrimas.
Cuán jodido tenía que estar para sentirse cada vez más indispuesto porque,
por cada minuto que transcurría, nadie abría esa puerta cerrada y él sentía que
se le acaba el tiempo.
Carajo.
Ya no podía pensar con claridad, no al menos con los sentidos nublados por
el efecto etílico. Sólo podía anhelar con ansia que esa puerta fuese abierta y
ver a su chico; verlo con su carita roja y mojada por lágrimas, corriendo a su
regazo para complacer no sólo las primitivas necesidades más básicas de un
hombre, sino para complacer su necesidad de afecto y aprovecharse de sus
carencias.
No, quizás ya no, pensó, observando el reloj que colgaba de la pared. Tic tac,
y las horas seguían pasando y él seguiría esperando. Pero, ¿Taehyung
volvería?
Consideró la idea de llenar sus pulmones con el humo del tabaco, pero se dijo
a sí mismo que entonces ya no sería capaz de respirar el indicio de su aroma
y eso le dolió. Porque aún podía respirar el ligero toque de jazmines y
lavanda, su olor era dulce, pero no demasiado dulce, se recordó; su olor era
como una especie de calmante.
Sin embargo, mientras el tiempo no se detenía por nadie, cada segundo era un
martirio. Porque el característico olor de Taehyung se difuminaba en el aire, y
él, durante esta tortuosa semana, lo había respirado —consumido— todo.
Él, muy en el fondo, sabía que en estos momentos no era lo que su Taehyung
necesitaba, sabía que éste no querría volver a lo mismo y sentirse sofocado
por su errónea idea del amor: uno que estaba lleno de pertenencia,
posesividad y cruda dependencia.
Ahora podía notar, podía sentir en carne abierta cada fragmento roto de lo
que había sido en contraste a lo que había terminado por transformarlo en
alguien que ya no reconocía… Pues siempre había sido, en sus percepciones,
un buen amante. Empero, en algún punto, se había olvidado de sí mismo. Y
ahora qué más le quedaba aparte del quiebre: sólo la avasalladora verdad que
sabía que tenía que afrontar.
Podía oír a Mingyu hablar por teléfono desde la sala. Sabía que su hermano
había estado moviéndose de allá para acá durante todo el día, organizando su
horario, posponiendo todas sus reuniones y la apertura de la editorial. Mingyu
se había estado quedando con él, haciéndose cargo de él incluso cuando ya no
podía batallar con sus arranques momentáneos. Sabía que luchar contra él a
ratos podía volverse algo, por lejos, complicado. Pues, al parecer, Taehyung
había sido un detonante que sacó a flote todo el daño reprimido. Pero,
Mingyu se mantenía a su lado porque él sabía que, si lo dejaba como la
última vez, las cosas empeorarían con creces.
Él estaba empeorando.
Pero la necesidad que sentía por su chico, por su TaeTae, era desoladora y,
recientemente, desesperante; el anhelo y su entrañable presencia se volvían
desgarradoras.
Porque la primera semana fue un martirio total: la realidad golpeó con fuerza
en cada ámbito de su vida cuando pudo notar que el sol seguía brillando en lo
alto; con cruel esplendor, se lucía en medio de la tempestad y le hacía sentir
infausto.
Sentía como si estuviese muerto en vida, le dolía todo y se sentía tan frío.
Cada cosa que conocía le llevaba hacia ellos en cualquier situación, haciendo
cualquier cosa o diciendo… algo.
Cada cosa que conocía le llevaba devuelta a él, y le hacía extrañarlo como si
el dolor de su pérdida no fuese suficiente…
Jungkook sólo sabe que le cuesta, que le está costando afrontar todo esto otra
vez. Aunque, la diferencia recalca en que, esta vez, ha decidido enfrentar a
sus demonios, al pasado y a la situación. Por la misma razón es que es capaz
de sentir cómo es que la vida sigue avanzando sin problema alguno, mientras
él está sintiendo miedo y mucha tristeza, vergüenza e inhibiciones; el mundo
no se detiene por nada ni por nadie, y recién trata de comprender los
patrones en su mente para poder procesar aquello.
Mingyu aprieta sus labios en una línea fina y asiente a medias, ladeando la
cabeza por vez que sostiene un papel blanco entre sus dedos.
—No me he contactado con Taehyung, pero estoy seguro que él querría esto.
—No lo sé, Jungkookie… Pero te prometo que me pondré en contacto con él,
¿sí?
Jungkook asintió, apretando sus labios mientras se secaba las lágrimas con la
manga de su camisa; las venas hinchadas por la cortisona y la pena.
Yo lo amo tanto, quiso decir, pero guardó sus palabras para llorarlas en la
nostálgica noche que se aproximaba.
—Lo sé, hermano. Lo sé. Y por lo mismo debes tomar acción ahora; ahora es
cuando puedes tomar cartas en el asunto. En serio, Jungkook, si quieres que
él vuelva, si de verdad quieres que Taehyung vuelva, debes hacer esto —le
dijo, resignación en su voz cargada de pesadumbre y lamentos. Le seguía
doliendo tanto ver a su hermano menor así: sufriendo por el amor dañino que
otros le dejaron en los poros que, ahora, relucían abiertos—. Si quieres que
Taehyung vuelva, necesitas ser un mejor hombre para él… Pero por sobre
todo para ti, necesitas avanzar, Jungkookie.
Relamiendo sus labios, Jungkook notó cómo era que sus manos tiritaban
mientras sostenía el papel. Con los músculos rígidos bajo la camisa ajustada,
se inclinó hacia adelante para leer la única frase que había escrita allí; sintió
la boca reseca y la sed por terminar su botella de whisky.
Pero pensó: ¿Qué tal si Tae se quedara, no por una obligación ligada a la
dependencia de nuestra relación, sino porque que me ve como el hombre con
el cual quiere realizar su vida?, si él realmente me viera como el hombre con
el cual se quiere quedar...
Comentarles que les he extrañado tanto, que son una parte tan especial y
bonita de mi vida. Por lo mismo, les doy las gracias por seguir leyéndome
a pesar de todo alto y bajo, les aprecio mucho :')
Y tiene muy en cuenta que su vida, después de todos los sucesos que se
fueron desencadenando, no volverá a ser la misma otra vez.
Por lo mismo, sus ganas por sólo seguir han ido en decadencia y,
últimamente, con mucha frecuencia se ha estado cuestionando cada una de
sus decisiones: si haber rompido con Jungkook fue realmente lo correcto,
más concretamente.
Ggukie, mi Ggukie...
Él no puede negar cuánto lo extraña, cuán necesario se vuelve para sus días
estar entre sus brazos y refugiarse en su pecho. Jungkook es todo lo que
puede tener en su mente, volver a él es lo único en lo que puede pensar; le
aprieta el pecho extrañarlo tanto y cuestionarse en demasía la impulsividad
que le llevó a irse.
Yoongi solía repetirle que había hecho lo correcto, al igual que Baekhyun y
al igual que Jimin, quien se la pasaba yendo a visitarlo cada que podía para
“sólo verificar su estado”. Pero, si realmente había hecho lo correcto, ¿por
qué todas sus opciones se reducían a querer volver a casa, a su verdadero
hogar?
Y quisiera poder volver con la mirada en alto y acunarlo en sus brazos, que
su cabeza se recostara en su pecho y acariciarlo. Quisiera protegerlo, pensó
con el dolor de su alma devastada por el dolor emocional y psicológico; no
sólo pudo soportar durante tanto tiempo el aislamiento que forzó su familia,
también era que ahora tenía que afrontar la traición del hipócrita cínico que se
hacía llamar su hermano y el asolador golpe de la ruptura de su relación.
Dos años, casi tres, divagó con una exhalación llena de sofocamiento y pesar.
De todos modos, no es como si no hubiera sabido que tener una relación con
su profesor no le traería consecuencias, porque, desde un principio, supo que
no era conveniente. Pero, incluso así, nunca sería capaz de arrepentirse de lo
que le llevó a conocer al verdadero Jeon Jungkook, a aquel hombre inflexible
y al que sus compañeros tachaban de pendejo frívolo, pero aquel que en su
piel siempre dejaría huella, aquel hombre que siempre se convertía en un
terrón de azúcar con él, por él.
Porque ellos hubiesen sido veneno letal el uno para el otro y eso,
probablemente, les hubiese dejado mucho peor de lo que ya estaban.
No quería pensar demasiado en ello, pero era inevitable cuando los demonios
de su mente buscaban jugar con él al quién es quién y con amargas culpas.
Sin importar que sus amigos le repitieran continuamente que todo estaba
bien, seguía sintiendo el ardor de las heridas erosionadas sin ya poder
reconocer ninguno de los matices de lo que hubo sido antes de esta locura; su
piel había cambiado, asimismo él lo había hecho también. Pero,
lamentablemente, ya no es capaz de reconocer lo que hubo sido; lo que fue
después del tiempo contigo, concluyó.
Porque, sin importar el daño que causó el pasado, su relación siempre estuvo
definida por una intensidad escalofriante y, además, nunca fueron solo dos;
contando las desinhibiciones, el miedo y los paradigmas, todo lo que se
mezcló en un espesor sin forma, quizás siempre fueron tres y, tal vez, eso
siempre interfirió en sus limitaciones emocionales.
Tenía muy en claro que algo les había pasado, individualmente, y eso se hizo
evidente concorde su relación avanzó.
Namjoon le había dicho que llegaría a las 20pm a encontrarlo, pero todavía
no llegaba y la ansiedad se incrementaba con falsos escenarios hipotéticos
sobre los temas que abarcarían en la conversación que se habían prometido
tener.
Así que, cuando el teléfono sonó y se le avisó que Kim Namjoon estaba
yendo hacia el apartamento, Taehyung se incorporó un poco agitado,
arreglándose la camisa y alisándose el pelo por encima mientras iba hacia la
puerta para abrir.
Jugó con sus dedos un minuto antes de abrir la puerta y ver al empresario ahí,
con el ceño fruncido y un gran abrigo negro, luciendo como un señor maduro,
exudando lujo en su apariencia ostentosa y en su robusta expresión fina.
—Jimin me dijo que Yoongi llegaría en quince minutos más; eso significa
que debo cuidarte hasta que él llegue —Fue lo primero que le dijo, con una
mirada altiva, pasando de él hacia adentro. Se veía serio, apagado, un poco
molesto, y le hizo sentirse mal del estómago—. El recepcionista me dijo que
chequeara si todo estaba bien contigo… Al parecer estuviste por lo menos
una hora parado frente al ventanal —musitó bruscamente, dándole un vistazo
de desaprobación y cansancio; Taehyung comprendió a lo que se refería y
pensó que podría, tal vez, explicárselo—. No quiero hacer supociones
incorrectas, pero si esto se te está yendo de las manos, no te sientas cohibido
de hacérmelo saber. Yo puedo ayudarte, Taehyung.
—No se trata de lástima, Taehyung… Así que, puedes dejar tu orgullo atrás y
dejar de ser tan jodidamente desagradable con Jimin y conmigo. Nosotros
sólo queremos ayudarte a superar esto, y eso no es algo por lo cual sentirse
avergonzado o…
Namjoon lo miró.
—Tae, escúchame —Le pidió, removiéndose inquieto sobre sus pies; estaba
acostumbrado a desplazaras por lugares más espaciosos—. Yo no siento nada
de lástima por ti. Yo quiero ayudarte a salir de este hoyo; Yoongi encontró un
empleo, y este lugar es demasiado pequeño para ambos.
Namjoon lo comprendió.
Después de todo, quizás sí tenía razón en algo: sentía compasión por él, y no
por el tema netamente deplorable por el que estaba pasando, sino porque, en
estos momentos, era evidente que no tenía las herramientas necesarias como
para seguir adelante.
—Y aun así, le dije a Yoongi hyung que sí lo había hecho… No tengo dónde
quedarme, y no quería que él me aceptara aquí sólo por compromiso —
siguió, mordiendo su labio inferior, reprimiendo las ganas de llorar y tratando
de no mostrar la mueca pronunciada de la pena que tenía.
Porque se había quedado un rato más aquel día. Había ido por una botella de
agua a una de las máquinas expendedoras al rincón final de la sala de espera
del enorme piso del edificio; el último chico había salido con una sonrisa
radiante por vez que sacaba su móvil del bolsillo y parecía marcarle a
alguien.
Y luego de eso, había desaparecido y le había dejado con unas enormes ganas
de llorar.
—Yo…
Sus matices desteñidos y difuminados por los años y las heridas, contrastaban
con tanta melancolía los tonos vivos y enérgicos de Namjoon.
Taehyung cubrió su rostro y trepidó en medio del llanto. Joder. Se sentía tan
estúpidamente sensible, pero lo necesitaba tanto.
—No estoy seguro sobre eso, Taehyung. Él sólo quiere ser un buen hombre
para ti y que vuelvas con él. Lo entiendo, ustedes rompieron hace muy poco.
Esto es reciente. Pero en un par de semanas, ya no lo será y caerá en cuenta
de ello...
—Shh, calma —lo tranquilizó Namjoon, con el pecho apretado de tanto tratar
de ayudar en esta angustiosa y lamentable situación—, calma —dijo de
nuevo, viendo cómo las pupilas de Taehyung se dilataban—. Mingyu está
con él.
Taehyung lo miró hacia arriba, apretando sus labios como un niño pequeño.
—Yo sólo… Yo sólo quiero que sepa que nunca lo he abandonado, que no he
roto la promesa… Incluso si estoy aquí y él allá, sigue tan dentro de mí… Yo
sólo… Quiero que sepa que lo sigo amando, lo prometo.
Jungkook se dio paso por el pasillo con una mirada dura e inflexible. No iba
con el humor para enfrentarse a lo que él consideraba como uno de sus
peores cursos, —académicamente hablando, claro. Y tampoco tenía muchas
ganas de lidiar con la estupidez de sus alumnos "estrella" y sus preguntas
obvias, que lo único que hacían era empeorar su estado anímico; él siempre
se aseguraba de pasar toda la materia y de explicar punto por punto
detalladamente, inclusive cuando se daba el tiempo de emplear un horario de
consulta especial para las interrogativas.
Porque Jungkook lo sabía: los había visto más de sólo una vez irse de fiesta
en la semana, y sin importar qué día fuese. Por la misma razón no podía no
pensar que, si tenían tiempo para irse de parranda, tenían tiempo de sobra
para realizar sus deberes y ponerse al día en las materias que sabía que ellos
sabían que estaban fallando.
Sin duda alguna, era una situación, por lejos, muy irritante. Y por lo mismo,
él concluía que ellos no tenían motivos para reclamar, ni estaban en
condiciones de pedir. No se habían ganado el derecho, y el resultado de sus
calificaciones sólo definiría su nulo interés por aprender.
Pero, estaba más que seguro de que ellos también sabían eso.
El salón de clases estaba lleno. Bueno, casi lleno; la mayoría de sus alumnos
ya habían entrado y ya estaban sentados en sus respectivos bancos usuales,
organizando sus apuntes en un folio y con agravantes expresiones afligidas.
— ¿Sí?
Entonces, una vez que se aseguró de que todos tenían en su poder el examen,
se dirigió hacia ellos:
Dicho aquello, comenzó a pasearse por el salón, por el espacio que quedaba
libre entre los bancos, evitando cualquier oportunidad para pasarse
papelitos, mirar la hoja de su compañero o hacerse muequitas. Jungkook era
demasiado duro cuando se trataba de los deshonrados irresponsables que
copiaban, él no soportaba la cobardía ni la flojera; todavía recordaba a
aquellos dos alumnos que habían ideado todo un plan para pasar los finales
y se habían pegado dos post-its con las alternativas en la suela de los
zapatos; uno tras el otro, había sido demasiado obvio que algo se traían
cuando el que estaba atrás miraba el suelo cada dos segundos.
Estúpidos, ni para eso sirven, consideró con gracia, recordando todas y cada
una de las consecuencias de porqué copiar era una tan mala idea.
Cuando se convenció de que ninguno de ellos tendría los cojones para hacer
algo, fue hacia su escritorio y se sentó un rato, mirándolos todo el rato hasta
que, por lo menos, pasó una hora.
No obstante, después de vagar con su mirada por varios minutos, vio algo
que no le gustó y "algo" se removió en su interior, haciéndole sentirse
incómodo.
Uno de sus estudiantes "estrella" tenía los ojos fijos en Kim, o en su hoja... Él
no lo supo distinguir, pero le molestó de todas maneras cuando vio que el
tipo ni siquiera pestañeaba al mirar el perfil de Kim; amargo acre saboreó
en la punta de su lengua, ascendiendo por su esófago con ardor.
Jungkook inhaló hondo, respirando el olor a café cargado, varios libros viejos
y un ligero toque a menta. Tamborileando los dedos en la madera del asiento,
miró a su alrededor por tercera vez consecutiva; las paredes de color beige, el
cuadro que colgaba en la pared lateral mostraba una pintura abstracta y todas
las plantas parecían haber sido regadas recientemente.
Apretando sus labios, hizo una mueca cuando se topó con la mirada fija de su
terapeuta.
El hombre, Gong, le miró con las cejas alzadas por la sorpresa. Pero, él no
pudo ni quiso inmutarse a eso porque sentía una mezcla de emociones tan
contradictorias, que no sabía si estaba haciendo lo correcto o lo incorrecto.
La cabeza le dolía demasiado y sólo podía tener en cuenta que los días
seguían pasando, y él seguía esperando... Y Taehyung todavía no llegaba a
casa. Él no se sentía muy bien tratando de convencerse de que Namjoon sí le
había dicho que había aceptado ir a terapia porque, si lo había hecho, ¿por
qué Taehyung no llegaba a casa aún? Él lo extrañaba, y le dolía.
Lo peor de todo es que no era sólo la dolorosa espera de Taehyung lo que le
tenía tan mal, tampoco que todavía no pudiese asimilar su pérdida ni que en
serio habían rompido, que no había vuelta atrás, sino que tenía que cargar el
peso de la asimilación de todo su pasado, de todas las heridas viejas.
Era demasiado por procesar y, a veces, sentía que se hiperventilaba con toda
la cantidad de información que tenía que encausar; y le costaba respirar.
Sentía como si le hubiesen quitado lo único que podía hacerle olvidar todo lo
demás, lo sentía incrustado muy adentro, rompiéndole el corazón, irritándole
la dermis, desgarrando el tejido con crudeza y crueldad.
Aún.
Esa palabra se volvía tan fastidiosa. Porque Taehyung pronto volvería, pero
no aún.
Él quería irse a casa y gritarle a todos sus recuerdos por quedarse, por herirlo
aún más con la nostalgia y su olor...
No lo puede recordar. Pero, sus dedos tiemblan por vez que sostienen la
figura de un coco feliz. Un jodido llavero de un coco feliz. Él quiso reír, y lo
hizo por vez que los ojos, automáticamente, le empezaron a arder con un muy
conocido picor. Él estaba llorando, sosteniendo la figurita con manos
temblorosas.
Los recuerdos viajaron por su mente con rapidez, trayendo de vuelta aquella
mágica noche en Jeju, las sonrisas, el nerviosismo y la emoción alojándose en
su pecho cada vez que lo miró lucir tan hermoso y coqueto; recordó su cita en
aquel lugar frente al mar, el jugueteo cuando avanzaron por la calle entre
risas y besos anticipados que, en el taxi, le pusieron inquieto.
Jungkook recordó el «te amo» más sincero que podría oír en su vida.
Porque los días seguirían pasando, las semanas transcurrirían con una rapidez
violenta y pronto ya había pasado más de un mes, y él lo sabía.
Con el llavero entre sus manos, Jungkook se exaspera por poder encontrar
una manera de encontrar el control, de poder llegar a casa y entrar a su
habitación sin sentir todo el caos golpearle con ímpetu y franca realidad, de
no sentir que la presencia de Taehyung sigue ahí: como un tornado asolador,
causando un desastre y, como un doloroso alboroto, revolviendo todos los
recuerdos en su botella de alcohol.
Las remembranzas frescas son como limón en la herida, les hacen arder y le
causan náuseas cuando avanza por la carretera. Porque piensa que, si tal vez
Taehyung se cansó de ser la intermisión de su dolor, ¿qué remedio le queda
más que esperar encontrar otro remedio para que sea lo suficiente como para
que vuelva? Taehyung merece algo mucho mejor que un hombre jodido, pero
él sigue queriendo que vuelva con tanta vehemencia, que le duele hasta la
más ínfima fibra de su pecho.
Si había algo para lo cual Jungkook era realmente malo, era para mentirse a
sí mismo. Incluso si antes no admitió abiertamente que ciertas cosas tuvieron
un efecto en él, nunca pudo negarse a pensar en las cosas que le daban
vueltas por la cabeza; sus anhelos yacían muy adentro, en las profundidades
y, condensándose como fuego, en las entrañas. Por lo mismo, cada vez que él
fue capaz de detenerse y mirar a Kim Taehyung a los ojos, serio,
pretendiendo no inmutarse a su evidente atractivo físico, no pudo negarse a
sí mismo que había algo de él que lo ponía tenso y de mal humor; a veces se
había detenido sólo a mirarlo, y había visto lo hermoso que el chico era.
Entonces, Jungkook no era ajeno al poder que comenzaba a tener su
alumno/asistente sobre él.
Por el mismo motivo era que llevaba días pensando en una opción viable que
le permitiese optar por una decisión que les beneficiara a ambos. Si bien
sabía que Taehyung pensaba que era un tipo cruel, desagradable y hasta
egoísta, no podría ser jamás un hombre sin sentido y sin falta de empatía por
alguien que conocía; no era cabalmente un amigo suyo, pero creía que sabía
lo suficiente del muchacho como para sentir algo de lástima y simpatía por
él.
Por lo que, no podía sólo echarlo y quitarle el único ingreso que tenía.
Por otro lado, eso que comenzaba a sentir, removiéndole las vísceras cual
miel derritiéndose en fuego, empezaba a inquietarle más de lo que debería, y
eso le causaba ser aún más hostil con el muchacho, quien culpa no tenía en
el asunto. Pero no podía evitarlo.
Taehyung lo miraba por entre sus espesas pestañas y con un tenue rubor en
sus mejillas cuando creía que estaba despistado. Pero, la verdad era que él
no podía ser más consciente de lo que se veía desencadenado por causa de
su presencia.
Las ropas de Taehyung se veían un poco viejas y degastadas, al principio,
pero, después de recibir su tercer sueldo —el cual decidió aumentar un poco
más—, Taehyung se vio diferente y, por ende, empezó a detallarlo de forma
diferente también.
Por ejemplo, descubrió que su pelo ondeado era suave, que su piel
acanelada era cual almíbar, que bajo esas ropas holgadas había un cuerpo
menudo y tan dócil, que se le hacía agua la boca de tan sólo imaginarse
escabulléndose por entre sus camisas y por esos pantalones de tela delgada;
sus manos picaban de tan sólo pensar cómo debía sentirse el tacto ante el
roce, el sabor al degustarlo y la sensación de poder saciar su necesidad…
Taehyung olía bien, siempre andaba limpio, un poco desaliñado y torpe, pero
se había encontrado soñando con tenerlo sentado en su regazo mientras
debía terminar sus horas de oficina. Se había encontrado soñando con él con
más frecuencia de la que debería; en diferentes situaciones, era su docilidad
y su ternura las que le hacían querer cuidar de él.
Sin embargo, era por aquellas mismas razones que él tuvo que considerar la
idea de despedirlo. Aunque, sabía muy bien que no sería capaz de hacerlo.
Entonces sólo le quedaba enojarse con sí mismo por ser tan descuidado de
no trazar un límite cuando tuvo que hacerlo, ahora sólo podía joderse la
cabeza, tratando de pensar en una solución.
¿Cómo se atrevía?
Y lo supo en cuanto vio a Namjoon mirando a Kim con una expresión que él
sabía era de diversión por lo que sus ojos presenciaban; todos sus músculos
se apretaron cuando casi pudo oír su sonrisa.
Jungkook sintió que una nube negra cubría su cabeza mientras miraba al
otro hombre, ignorando a su asistente.
—Sí, por favor —Había aceptado su mejor amigo con su mejor sonrisa.
Tenía que encontrar una forma de dejar que eso siguiese acrecentándose.
No obstante, cuando Taehyung entró con una bandeja, con una sonrisita
radiante mientras decía:
— ¿Querían café?
—Oh, claro que sí. Muchas gracias —Agradeció, con una leve reverencia y,
a la vez, recibiendo una de las tazas de café que Taehyung le entregó;
Namjoon le volvió a mirar con una expresión de burla.
Taehyung dejó una taza frente suyo, con ojitos dormilones y suspirando.
—Ve a descansar —Le dijo, mirándolo por el rabillo del ojo, cogiendo su
taza y tomando un sorbo, tratando de no inmutarse a esa carita perezosa—,
después de todo, hoy entras más tarde, ¿no?
Él tenía que resistir, tenía que bloquear aquel erróneo sentir. Él lo haría.
—No sé cómo puedes concentrarte con el aquí, estando en todo el lugar —se
había reído Namjoon, negando con la cabeza y haciéndole sentirse evidente.
Maldición.
—Si tú lo dices...
—No.
—Solía ser un buen hombre, Nam. Solía querer entregarlo todo. Solía ir y
conseguirlo con orgullo —le dijo, con una expresión indescifrable; su dedo
trazando el borde de cerámica de la taza—. Hasta que conocí a Kai, quien
me arrebató aquella idea de la ilusión previa y las expectativas, quien me
arrebató mi dinero y me hizo sentir como eso: un signo peso en su cuenta
bancaria...
—Jungkook...
—Jungkook-ah...
Namjoon asintió con una mueca amarga, pero ellos siguieron hablando de
otra cosa completamente diferente porque ese tema seguía siendo intocable
para él después de todo el dolor que tuvo que atravesar por causa de sus
rupturas, que siempre parecían venir con tragedias.
No ahora, pensó.
Pero, de todas formas, se quedó mirando con pesadez y cansancio cómo era
que Taehyung dormía cómoda y plácidamente en su sillón, cubierto por
almohadas, en posición fetal mientras se cubría parte de las piernas con su
abrigo.
Jungkook pensó que eso le molestaría, pero, vamos, no era para tanto... Si el
chico tenía frío por sus ropas livianas y la siesta que estaba tomando en la
sala de su casa, con la estufa apaga en pleno otoño y la humedad de afuera,
él tenía el deber de ser considerado con él.
Después de todo, tenía por lo menos unos quince minutos de siesta todavía.
Así que, tomó el abrigo y lo tapó adecuadamente con éste, viendo cómo él se
acurrucaba de inmediato a la prenda, suspirando con satisfacción en el
sueño.
¿Por qué Taehyung tenía que amenazar con presionar ciertos botones en él?
Así que, apenas era consciente de que había pasado más de un mes, casi dos
meses... Y a él le costaba aún acostumbrarse a vivir en un apartamento que,
aparentemente, se seguiría sintiendo tan ajeno; no como casa, pensó.
Tan solo ese pensamiento trajo de vuelta un sentimiento cálido que se instaló
en su pecho, sentimiento que luego se vio remplazado por una nostalgia y un
asolador y doloroso sentir. Lo seguía extrañando tanto, que a veces le
resultaba insoportable... A veces le dolía hasta respirar sin poder correr hacia
él, de ser su consuelo, de proteger a su Jungkookie tal y como él lo hizo
cuando más lo necesitó; solo quería acunarlo entre sus brazos y besar su
cabeza para que él pudiese dormir y descansar de todas las noches que sabía
se quedó despierto, esperándolo, buscándolo incluso cuando él no estaba.
Al menos los tengo a ellos, pensó mientras veía los pequeños dedos de Jimin
teclear el portátil y oía a Baekhyun alegando por la mala calidad del wifi en
el edificio. De haber sido otro el contexto y la ocasión, hubiese reído. Pero la
verdad sea dicha, no había ningún motivo por el cual reír justo ahora.
Él tenía que conseguir ese trabajo, tenía que buscar un lugar para vivir y para
poder tratar ese sentimiento angustiante que se apoderaba de él, cosa que no
podía ignorar y que comenzaba a aterrarle.
—En serio necesito encontrar otro lugar —Comentó de repente, con los ojos
ardiéndole por las lágrimas que contuvo de tan sólo pensar en Jungkook. Era
su único escape de la realidad antes, entonces con él podía sentirse a salvo y
seguro. Nadie nunca podría decirle que él no merecía sus lágrimas. Porque él
era dueño de todo; lo que construyeron se había desplomado y sólo quedó la
base de su casa, y ahora ambos sólo extrañaban tanto volver a su hogar.
—Ajá...
Taehyung estaba triste y tal vez deprimido, pero le hizo gracia que Baekhyun
fuese tan expresivo con su lenguaje, y eso le robó otra risita. Aunque, no
evitó no cuestionarse por qué se llevaba tan mal con su hermanastro.
— ¿Y se puede saber por qué lo odias tanto? —Jimin preguntó otra vez, sin
parecer muy discreto, mirándolo por vez que presionaba el botón de enviar en
la laptop.
—Sólo contaré esta triste historia para compensar el chisme que merece saber
mi querido Taehyungie... —murmuró con un deje de cansancio, parecía que
él no quería recordar lo que vino a su mente, porque su expresión se tornó
más oscura y demacrada—. Bueno, puedo contarles parte de la historia.
Hubo silencio.
—Nunca tuve una buena relación con Jong-In. Siempre lo odié —musitó, la
mirada pérdida en algún punto inerte de la pared.
Jungkook había llamado más de un par de veces a Taehyung, le había dejado
más de un par de mensajes. Antes. Porque ya había dejado de insistir.
—No lo sé.
Jungkook se sintió un poco divertido. —Entonces, ¿por qué dices algo que no
sabes qué significa?
—Entonces, ¿qué crees que quiso decirte tu suegra con esa frase icónica? —
Musitó, bebiendo un sorbo de su licuado de proteínas; seguía entrenando tras
todo el incidente porque necesitaba mantener su mente enfocada en otra cosa.
Además de que el ejercicio le ayudaba a canalizar el estrés. Su psico-
terapeuta le había dicho que tenía que seguir adelante, buscar formas para
motivarse y hacer las cosas que hacía antes; no podía dejar que la situación le
consumiera, no podía olvidarse de su vida sólo por estar deprimido.
Estaba escuchando mi playlist triste para editar este capítulo y sólo pude
sentir mucha nostalgia. Así que les daré un spoiler: recuerden que me
gustan los finales felices.
Miró con suma atención la comunicación gestual que utilizaba y esa peculiar
forma en la que su mirada expresaba desinterés e intensidad al mismo
tiempo.
Era increíble...
Sintiéndose totalmente absorto en las palabras que dejaba salir con una
fluidez oratoria casi envidiable mientras daba una cátedra para la clase,
Taehyung usó su lápiz como distractor para no ser tan obvio, pues él era
consciente de que le estaba poniendo más atención que el resto de sus
compañeros. Y no era como si fuese un crimen querer aprender, pero
tampoco podía mentir sobre eso y, mucho menos, no lo podría ocupar como
excusa. Porque Taehyung no miraba a Jeon con fines precisamente
educativos, y esa era una verdad aterradora incluso para sí mismo. No
obstante, nunca podría admitirlo abiertamente y, una vez más, tuvo que
negarse a pensar en ello mucho más de lo que tenía permitido.
Empero, después de convivir durante tanto tiempo por él, ya le resultaba casi
inevitable no condicionar la ternura de un tierno e inocente corderito con
Tae.
Porque Jungkook sí era de filtro duro y, aunque era bastante difícil lograr
una reacción de su parte, Taehyung presionaba todos los botones correctos
en él y era estúpidamente consciente de cada una de las reacciones que le
causaba.
Porque cuando vio a Taehyung tropezarse con sus propios pies -con la única
intención de evadirlo en el pasillos- y maldecir groserías por lo bajo, con el
entrecejo fruncido y esa bonita carita enojada, Jungkook realmente tuvo que
reprimir una sonrisa.
Si no fuese mi jodido alumno, pensó con más rabia de lo que imaginó sentir.
Él tenía que sacarse esas ideas de la cabeza lo más pronto posible, antes de
que fuese demasiado tarde como para que la atracción se concentrara más
adentro de sus entrañas, fundiéndose ahí, dejando la esencia en su sistema.
Porque Jungkook, muy en el fondo, sabía que si llegaba a pasar algo más,
Taehyung sería su debilidad. Y eso era principalmente porque su alumno
poseía aquella habilidad de meterse bajo la piel de cualquiera fácilmente;
después de un tiempo era obvio que incluso había tenido un efecto en él.
Maldición, lo sabía.
Y lo sabía tan bien como sabía que, si el chico hacía algo, él no podría
negarse.
Así que, una vez más, agradeció haber conseguido el empleo y se irguió en la
silla cuando la tensión en sus músculos rígidos dolió. Estaba demasiado tenso
aún, ya que con todo lo que hubo sucedido no podía canalizar el estrés de una
forma correcta y por completo. Le costaba. Pero estaba tratando de seguir, no
quería quedarse estancado. Y, cada vez que sentía que no tenía fuerzas, le era
inevitable no pensar en Jungkook. Entonces se convencía de que tenía que ir
hacia adelante y pensar en el futuro que quería, la vida que quería retomar.
No quería pretender que todo estaba bien porque las cosas todavía no estaban
totalmente bien, pero, poco a poco, estaba mejorando y ya no se sentía taaan
deprimido. Al menos sabía que eso lo estaba sabiendo llevar, porque, incluso
si extrañaba a Jungkook, sabía que él estaba yendo a terapia y que pronto las
cosas mejorarían para ambos; esa era su motivación.
Además, no todo estaba siendo malo. Porque Taehyung se dio cuenta de que
el espesor del huracán se estaba difuminando, alejándose. Y, aquellas nuevas
oportunidades que tanto esperó, le calzaron como zapato nuevo.
Baekhyun y Yoongi seguían siendo sus amigos, obviamente, pero los tres se
hallaban mirando en diferentes direcciones y Taehyung era consciente de que
cada uno de ellos estaba demasiado ocupado haciendo su vida; ellos habían
cambiado, estaban creciendo. Y lo bueno era que pronto se estaría mudando
con Baek y que, claro, tampoco dejaría de mantener el contacto con Yoongi.
Esos chicos habían sido parte de su vida a pesar de todo, y él les apreciaba en
demasía y les perdonó sus errores tal y como ellos perdonaron los suyos.
Sólo estaban fluyendo en lo que tuviese que ser y lo que fuese que pasara de
ahora en adelante; Taehyung había agendado una hora en una clínica
particular que Jimin le había recomendado y, no podía mentir, su ayuda
realmente le estaba haciendo bien.
Su móvil sonó.
—Bien.
—Eso fue raro —Dijo San, riéndose y contagiándolo con su risa. Él era uno
de esos hombres difíciles de encontrar: amable, carismático, romántico,
maduro y serio, era sinceramente muy dulce. Choi San era su superior,
escribía algunos relatos bajo un nombre anónimo y aquellos se hacían cada
vez más conocidos en los artículos que más se vendían, inclusive en blogs
por internet; de hecho, San le había contado que varias editoriales
reconocidas lo estaban contactando para ofrecerle un puesto muy bien
remunerado. Choi san era una eminencia—. Tenía demasiado trabajo, y ya
envié mis solicitudes de traslado... Así que, vamos a comer antes de que la
hora del almuerzo acabe, ¿sí?
—Sí, vamos. Lamento la demora, Sunbae. Es sólo que... Yoongi está un poco
emocional con todo este asunto de mi mudanza y me dice que sólo quiere
pasar sus últimos días conmigo. Como antes. Y yo lo entiendo, pero...
—Taehyung-ah, él era tu mejor amigo, estoy seguro de que sólo quiere que
las cosas vayan bien entre ustedes de nuevo. Y supongo que quiere que esa
brecha de distancia entre ambos desaparezca. Debe ser difícil para él... He
escuchado que, después de que uno de los mejores amigos tenga sentimientos
platónicos por el otro, las cosas cambian radicalmente una vez que se hace
obvio... Pero, no lo estoy juzgando porque, por lo que me han contado
Baekhyun y tú, estoy seguro de que él sólo quiere que esa incomodidad
quede en el olvido.
—No...
—No.
Jungkook relamió sus labios, empuñando los puños con dedos fríos. De
pronto la cabeza le dolía en demasía, las cienes le punzaban con dolor agudo
y seguía moviendo su pierna izquierda compulsivamente.
—Y esto sí se trata sobre sus relaciones, también se trata sobre su padre, todo
esto está conectado... Usted sólo necesita comprenderlo y procesarlo, vivir el
dolor y dejar de reprimirlo. Porque su mecanismo de defensa es ocultar todas
sus heridas y para cargar las cruces de sus amantes: con el fin de ser amado,
tú te olvidas de ti mismo, Jungkook.
Gong observó la palidez de Jungkook, toda la ira manchando sus ojos negros.
Pero siguió: —Todo esto, Jungkook, tenía que pasar en algún momento. Era
obvio que esto pasaría. No lo sigas negando, avanza.
— ¿Todo esto tiene que ver con que el amor de mi vida me haya dejado, con
que yo le haya humillado y le haya hecho sentirse insignificante, Doctor? En
serio, dígamelo, si todo esto tiene que ver con que lo haya hecho sentirse
como una posesión, como una cosa mía... —Le echó en cara su molestia, de
pronto su rostro se teñía de furia por los recuerdos de todos los años y una
mezcolanza de emociones, risas, gritos, llantos, discusiones, un sinfín de
ruegos y mucho alcohol—. ¿Está intentando decirme que lo que todos mis
novios me hicieron a mí tiene que ver con lo que yo le hice a mi Tae? Porque
créame que no fue lo mismo. Taehyung fue diferente en todos los sentidos
posibles.
Gong suspiró, mirándolo con cariño; después de tres meses de terapia sabía
que, aunque Jungkook aparentase ser un hombre hostil, era un buen hombre.
Jungkook guardó silencio, recordando la primera vez que vio los ojitos de
miel de Taehyung...
Jungkook inhaló una bocanada de aire porque le ardían los ojos y su cuerpo
tiritaba. No se sentía bien, era demasiado.
—Todo ese dolor les impulsó a llegar aquí. Para seguir adelante. Todo eso
fue un empujón a buscar ayuda para sacarse todas esas toxinas de raíz, para
poder sanar todas las heridas que el pasado dejó como una mella en ustedes.
Ustedes no bloquearon ni reprimieron nada, lo dejaron salir... De la única
forma en que conocían la espontaneidad, ustedes usaron su dolor como un
placebo. Y por lo mismo, ustedes colisionaron en el momento adecuado, en el
momento exacto. Por eso se estrellaron, por eso no pudieron pisar el pedal.
Porque no había un tiempo, porque necesitaban saber que esto pasaría tarde o
temprano. La ruptura, su ruptura es real, Jungkook. Y necesitas afrontarlo.
Jungkook sintió que le iba a sangrar la nariz.
No obstante, no importó lo mucho que trató de olvidar las palabras que Gong
le había dicho, porque todo aquello permaneció en su mente hasta que llegó a
casa y se encontró parado en el umbral de su habitación, mirando el desastre
que no se atrevía a tocar; aún podía escuchar los gritos de amor, las risas y el
huracán de emociones que sintió mientras sostuvo a su Taehyung entre sus
brazos.
Se negaba a la idea de... No. Taehyung no podía haberlo dicho en serio. Ellos
no podían romper, podían hacerlo mejor, podían... Ellos podían.
No.
No.
Taehyung todavía tenía sus cosas en casa. Eso debía significar algo, ¿no?
Era insoportable
Y la rabia seguía aumentando hasta que caía en cuenta de que tenía su celular
en la mano, marcando el número de Taehyung desesperadamente, esperando
oír su voz una vez más.
89
Así que, resbalándose por el asfalto, evitó caer cuando cruzó la calle y saltó
un charco de agua cual niño pequeño. Porque, a Taehyung, le encantaban
los días lluviosos. Pero no le emocionaba la idea de llegar embarrado a la
casa de Jeon.
Taehyung, a veces, pensaba que tenía que ser tonto como para callar todas
sus frustraciones con tal de no empeorar el ambiente. Sin embargo, sabía
que sólo lo hacía para no perder empleo. Porque, vamos, él le servía su café,
lavaba sus ropas y había aprendido a usar esa estúpida secadora que le
costó más de unos días aprender a manejar. Y, tampoco podía olvidarse de
que cocinaba para los dos y comía junto a él y disfrutaba la comida junto a
él porque, inclusive si es que había silencio entre los dos, siempre fue
extrañamente cómodo. Tampoco podría negar que no le molestaba preparar
su té verde después del almuerzo u ordenar sus evaluaciones por orden de la
calificación, ni leer sus apuntes para las clases o limpiar cuidadosamente su
repisa dorada.
De otra forma, no pensaría que ese idiota envuelto en papel amargo podría
ser realmente dulce. Si alguien supiera cómo desenvolverlo, pensó,
sonriendo un poco antes de entrar por el jardín de la casa.
Jeon lo miró con profundos ojos oscuros, dándole una mirada analítica que
le hizo estremecer mientras le veía encorvar una ceja con curiosidad; los
lentes caían por el puente de su nariz, dándole una apariencia centrada y
atractiva y, discretamente, notó que tenía la corbata floja.
—Sí, es sólo que... Tuve algunos problemas con mis carpetas y Jung me pidió
ayudarle con la organización del café literario —Empezó, mordiendo su
belfo inferior mientras Jeon recibía su chaqueta y la colgaba en el perchero,
al igual que hizo lo mismo con su mochila, que también recibió—, y yo no
pude decir que no...
Y dicho aquello, Taehyung lo vio caminar a zancadas por el pasillo, con una
expresión sombría y un semblante retorcido… Y luchó por controlar el rubor
en sus mejillas, seguramente, muy rojas; su corazón seguía retumbando con
vigor.
Namjoon le miraba por el rabillo del ojo, creyendo firmemente que haberse
juntado en el bar que solían frecuentar, antes, había sido una pésima idea; y
era porque le había contado ya, por lo menos, cuatro vasos de whiskey.
¿Cómo se supone que ahora debería decirle lo que se suponía debía escuchar
sobrio?
Namjoon sabía que Jungkook reaccionaría muy mal ahora. Era evidente. Él
no estaba bien, estaba molesto y con un humor muy oscuro mientras
escuchaba la música del bar y los murmullos del gentío.
Y, por lo poco que le había dicho, no fue difícil adivinar que la terapia le
había arrancado otra bandita a una de sus heridas.
—No, Jungkook. No eres estúpido, no actúes como tal. Sabes por qué
estamos aquí. Sabes que las cosas fueron mal. Sabes que no quieres aceptarlo
y por eso estamos aquí.
— ¿Qué es, Nam hyung? ¿Vas a decirme la misma mierda que me dijo mi
terapeuta…? —Preguntó, con una sonrisa que distaba en demasía de la
felicidad. Era una sonrisa forzada, una sonrisa rabiosa y desagradable.
—Jungkook, sabes que todo esto es por tu bien… Sólo tienes que aceptar las
cosas como son y no negarte a ello. Sólo debes hacerlo por ti mismo y…
Dicho aquello, pidió otra botella al barman y bebió directamente de ésta. Sus
ojos estaban inyectados en sangre, Namjoon supuso que debió haber llorado
mucho antes de ir; era la primera vez que lo miraba a los ojos desde que hubo
llegado, y se arrepintió de no haberlo hecho antes.
Namjoon calló.
Y debes dañar la piel sana para exponer y revelar la capa de dermis que no
lo está, eso le dijo una vez su cuñado. Por lo mismo, respondió a Jungkook
con voz dura:
— ¡No! —negó con rabia, con furor, estrellando la botella contra la pared de
la estantería, sobresaltando al barman y a varios de los clientes presentes,
incluso a Namjoon—. ¡Él tiene sus cosas en casa! ¡Todo está igual! Él no
puede abandonarlo todo, ¡se lo prohíbo!
—Me da lo mismo, no… No puedo creer que me hayas dicho esto. Eres mi
mejor amigo… Se supone que…
—No quiero que dejes la terapia, no quiero que empeores y llegues a una
depresión situacional que agrave tu situación con el alcohol. No quiero que te
conviertas en un alcohólico —Namjoon le miró con seriedad y tomó una
botella al azar sobre la barra; la gente seguía mirando expectante—. No
puedes recurrir a estas malditas botellas cada vez que algo salga mal,
Jungkook.
Taehyung observó con atención el camino que seguía una gota de lluvia por
el cristal de su ventana, suspirando con profundo abatimiento cuando se
diluyó al llegar al borde de la puerta; el automóvil seguía avanzando por la
autopista, su corazón palpitaba con fuerza contra su pecho, una tormenta
otoñal se desataba con fuerza y él solo podía pensar en su nueva habitación.
Su psicólogo le había dicho que estaba haciendo las cosas bien, que él podría
esperar lo suficiente hasta que ambos pudiesen aceptar los acontecimientos y
las heridas que acontecían, frescas y viejas, desde hace años atrás. Incluso, le
había dicho que comenzaba a procesar la situación de la forma correcta, si lo
comparaba con cómo estuvo cuando ocurrió su ruptura; todavía podía
recordar cómo sus pulmones dolían al respirar, cómo se oprimía su caja
torácica, y la forma en la cual su esencia se apagaba.
"Él me dijo que quería morir como si me estuviese contando qué fue lo que
desayunó el día anterior", eso había confesado Jimin, cabizbajo y con la voz
ronca. Yoongi había suspirado y se había sujetado la frente con frustración.
Desde ese día entonces tuvo que forzarse a sí mismo a seguir adelante, pues
no importaba si no tenía a su familia ahí junto a él para sobar su espalda, no,
no importaba porque había encontrado un apoyo aún más fuerte y sólido en
sus amigos; su madre había llamado un par de veces para preguntarle qué tal
iba en la editorial y sobre el Señor Jeon, y desde aquel día Taehyung prefirió
evitar responder a sus llamados porque no estaba listo para tocar el tema aún.
Aún le faltaba un gran camino que recorrer, y lo sabía, pero estaba orgulloso
de haber aceptado la ayuda y de haber puesto de su parte para comenzar a
sanar desde cero lo que jamás creyó que podría hacerlo.
Tanto, pensó.
Pero...
Aquel día habían comido pollo frito agridulce y habían tomado mucha
cerveza, y Taehyung había notado el cambio en la mirada de su mejor amigo.
—Seong Hwa sunbae dijo que veríamos un gran árbol y que era... ¡Es ahí! —
Dijo, señalando una casa en la esquina izquierda del automóvil, recordando la
foto que Seong Hwa le había enviado por Kakao Talk, y era la misma casa
que le había mostrado anteriormente cuando le ofreció "asilo". Bueno, él ya
podía comenzar a imaginarse cómo serían sus días con la novedad de tener
roomies.
Jamás pensó que el día que encontrara un trabajo, por ajustes de salario, no le
quedaría otra opción más que rentar un cuarto con acceso a toda la casa y con
los gastos básicos compartidos y, claro, haciéndose cargo de sus necesidades.
Suspirando hondo, cerró sus ojos y casi pudo sentir un deje de desequilibrio
que le amenazó con una conocida presión en el pecho.
Una mano pesada cayó en su hombro con tres palmaditas de empatía que le
hicieron abrir los ojos nuevamente e intentar sonreír, aunque tímidamente.
—No importa. Aquí estarás bien, Taehyung-ssi... Recuerda que sólo serán
algunos meses.
[...]
La habitación era mediana. Y había una gran ventana que daba vista hacia el
patio trasero, aunque no dejaba entrar mucha luz diurna debido a la sombra
de los árboles. También había una cama de dos plazas en el centro, un clóset
en el frente izquierdo y una mesa de noche con una lámpara anticuada y
vieja.
Cuando dio algunos pasos para llegar hasta su nueva cama, la madera del
piso crujió y él se sintió ajeno al lugar. Empero, de inmediato, se recordó de
que él tenía que acostumbrarse al cambio. Esta casa sería su casa, y por más
de un par de meses. Tenía que empezar a hacerse la idea de acostumbrarse
desde ya.
—Sólo tengo dos maletas y una mochila... —Comentó, queriendo reírse por
el nerviosismo que burbujeó en su garganta; su cuerpo vibró como si
estuviese tratando de recordarle lo inevitable—. No tengo tantas cosas, así
que está bien.
—Sí, dijo que quiere comer agradablemente con nosotros antes de irse y... Ya
sabes, San siempre ha sido muy formal y... anticuado. Bueno, eso es parte de
él —comentó Seong, encogiéndose de hombros como si pensara un poco más
sobre eso, mas dejándolo pasar—. Por cierto, ¿quieres pastel?
Y, ¡pum!
"Me gusta saber que estás aquí conmigo, ¿no es ese un motivo suficiente,
pastelito?"
—Definitivamente.
— ¿Qué es? —Preguntó Seong Hwa, encorvando una ceja con curiosidad
mientras le miraba hacia atrás, sus mejillas abultadas por el pastel que comía.
Taehyung hizo un puchero, emitiendo un quejido gracioso.
—Que esta semana debo ir por el resto de mis cosas a la casa de mi... —
Taehyung se mordió la punta de la lengua y se sintió afligido, no era como si
el pudiese superar el hecho de que tendría que volver a su verdadero hogar, y
verlo a él, al hombre que amaba (y al que sigue amando)—. De Jungkook.
Al corregirse a sí mismo sólo pudo darse cuenta de cuán ansioso se siente por
volver, de cuán necesario es para él volver a verlo y de cuánto desea sentirlo
cerca... Pero, por sobre todo, de cuánto anhela saber que él está bien, que su
Ggukie lo está haciendo bien.
Pt.1
No entendía qué era lo que estaba pasando, lo que había pasado o lo que
pasaría. Pero, él lo presentía. Jungkook sentía el pecho apretado como si le
costase respirar y, por el nervio que se le había crispado tras la mala racha, le
resultaba casi inevitable no sentirse preocupado y, obviamente, encender sus
alarmas mentales. Namjoon estaba ahí por otras razones. De otra manera, no
veía necesario que Mingyu estuviese parado en el umbral de la puerta
principal como un jodido halcón.
Casi podía oír el peculiar sonido de las agujetas del reloj avanzar con ese
odioso tictac.
¿En qué momento su amistad se había vuelto una vacilación llena de
dubitación?
Así que, espirando con frustración, chasqueó la lengua y miró hacia su mejor
amigo con un deje de molestia y seriedad. Porque, vamos, él sería sincero:
¿Cuál era el verdadero motivo de su visita? ¿A qué había venido realmente?
Porque, "sólo" a tomarse una maldita taza de café no le hacía sentido después
de tanto.
Tal y como pudo haberlo imaginado, Namjoon apretó los labios y sujeto su
frente, cerrando los ojos malogrado cuando su móvil captó una notificación
en el momento exacto en el que Jungkook comenzó a sospechar la cuestión
de esta fastidiosa reunión.
—No hicimos nada, Jungkook-ah... Por favor, cálmate, porque, créeme, que
si reaccionas mal, no podrás...
No podía ser.
No...
Era imposible.
Jungkook caminó por el pasillo con rapidez y grandes zancadas, sus sentidos
alterados y más sensitivos que nunca mientras llegaba; sentía el retumbar de
sus latidos justo en sus oídos, sudando frío y con las tripas retorcidas por la
expectación y el miedo repentino.
Sintió una corriente eléctrica recorrer su espina dorsal, enviando una ola de
calor cuando, con ansiedad, apretó el pomo de la puerta y cerró sus ojos
apretadamente, decidiéndose y respirando todo el aire que podría caber en sus
pulmones cuando giró el pomo y abrió...
Jungkook podía verlo por fin, pero, ¿por qué no podía hacer nada?
Jungkook supo que algo había cambiado y eso le rompió el corazón un poco
más, pero como el tonto iluso que era, prefirió cegarse una vez más, a
consciencia del cambio en ambos.
Era evidente.
Los ricitos se habían convertido en ondas lacias, la piel canela dorada estaba
notoriamente más pálida, el brillo en sus ojitos de cervatillo inocentón se
debía a su presencia, porque él no era un estúpido, las ojeras y el hueco en
sus mejillitas —anteriormente abultadas— sólo evidenciaban la drástica
diferencia corporal; una holgada camiseta que parecía ser tres veces más
grande a su talla y los huesos marcados en sus clavículas, los labios afelpados
resecos.
Veía al hombre que tanto amaba verse vulnerable por él una vez más, y sentía
que nadie lo dañaría tanto como él lo había hecho, pero también se sabía
necesitándolo tanto como nadie más lo podría hacer. Porque lo seguía
amando tanto, que sentía que sus piernas flaqueaban con tan sólo tenerlo en
frente. Y sentía que el mundo se había detenido. Todo su alrededor se había
ralentizado, y él sólo podía mirarlo y asegurarse de que todo estuviera bien
con él.
Una débil sonrisa tembló en sus labios cuando los oscuros orbes de Jungkook
se redujeron a los suyos, con las pupilas dilatándose y las cejas encorvándose
con una sensación que le transmitió vulnerabilidad.
Cuánto lo amaba, que hubiera caído a sus pies una vez más.
Respirar el mismo aire que él se sentía tan gratificante, que pudo sentir una
satisfacción casi incomparable debido a ese placer mundano de saberlo y
saberse a sí mismo respirando a tan solo un metro de distancia. Se sentía tan
bien estar vivo, se sentía tan bien sentir su corazón latir como si quisiera salir
corriendo a encontrarse con el de su Ggukie.
Y eso fue como una gran bofetada para Taehyung, quien, relamiéndose los
labios, recordó: pasitos de bebé hacen grandes cambios.
Otra bofetada que se sintió aun más dolorosa que una herida física.
Dicho aquello, Taehyung sintió una tortura al subir cada escalón con
Jungkook siguiéndolo por detrás, moviéndose ambos como magnetos, imanes
por fuerza de la gran atracción, que les seguía haciendo crepitar en fuego cual
brasas en un gran incendio.
Mi amor, estoy justo aquí, casi pudo oír cuando llegaron al último peldaño y
Taehyung se quedó petrificado observando la puerta de aquella habitación
que por tanto tiempo fue un foco de conversaciones nocturnas, risas y llanto,
peleas y placer, tanto placer y gritos, y muchos besos...
De pronto, los dos podían escuchar sus murmuros, las charlas contra el
almohadón y todos los incontenibles suspiros, las risas y las discusiones, y el
placer en cada grito reprimido y en cada escándalo que hicieron sin importar
quién pudiese escucharlos.
Bien.
Él volvería.
Así que, mordiendo con fuerza su labio, cerró la puerta y corrió escaleras
abajo, respirando con dificultad durante un momento, recordando las palabras
de Baekhyun y Jimin.
Una vez entraron a la cocina, Taehyung se apoyo contra el mesón del lavabo,
sus manos agarrándose de los bordes mientras veía a Jungkook acercársele
hasta quedar frente suyo y tan cerca, que podía sentir su respiración
abrumándolo y debilitándolo.
Pues, en menos de lo que esperó, la distancia acabó por disminuir aún más.
Y Jungkook sujetó con cuidado su carita y la dirigió hacia él, mirándolo con
hambre, con una necesidad primitiva, con una necesidad que nacía desde las
entrañas, desde el corazón.
Taehyung miró sus labios y tuvo que reprimir su propio impulso cuando
Jungkook trató de besarlo nuevamente, negándoselo y apartándose un poco.
—Vamos, por favor, por favor... —pidió, con la voz rasposa, sintiéndose
como si se le estuviese desgarrando la garganta, sus cuerdas vocales
quebrándose cuando no lo pudo pensar dos veces más y le rogó: —Sólo
uno... Sólo u-uno... Por favor...
—No m-me dejes, p-por favor... Haré lo q-que sea, te lo prometo. Te lo daré
todo y haré lo que quieras, sólo pídemelo. Si es... No lo sé, lo que sea lo haré,
pero por favor no me dejes.
—No me dejes, Tae... —Le escuchó decir con una voz grave y tosca, el llanto
casi oxidado, y sus manos avarientas tocándolo y apretándolo casi
violentamente, pero Taehyung siempre había amado que Jungkook dejara su
huella marcada en él porque, aunque su psicólogo una vez le había dicho que
no era sano, a él nunca le había importado la mella—. No lo soporto más...
Te amo. Te amo tanto, joder.
—Lo siento —Dijo Jungkook, con una sinceridad que revelaba un corazón
puro y tierno.
—Cuando vuelvas a mí, quiero verte bien... Quiero estar bien cuando vuelvas
a mí.
—Tú me sanas.
Oh, ellos pagarían. Bueno, Taehyung tampoco podía negar que ser el
dongsaeng favorito de sus superiores y el consentido de sus hyungs tenía sus
ventajas.
—No... Está bien, Tae —Le dijo, suspirando suavemente, con una expresión
apacible. Eso le gustaba mucho de Seong Hwa: siempre era tan sereno y
calmado, era realmente relajante y atractivo—. Es sólo que quería pasar por
los víveres. Ya sabes, viernes de descuentos...
Seong Hwa carraspeó, presionando los botones del ascensor con insistencia.
Era incómodo.
—Oh, ya veo... Y, por cierto, TaeTae, ¿cómo te fue con él? —preguntó
Baekhyun, con un deje de suavidad mientras acariciaba el costado de su
brazo, apretujando con algo parecido a la confortación.
Taehyung exhaló hondo. Sus ojos picándole cuando mordió con fuerza su
belfo inferior.
—Fue bien. Él me dijo que había dado un gran paso, y que había hecho lo
correcto.
Su voz, su respuesta, debió haber sonado tan cortante, que Taehyung apenas
fue consciente de cómo descendió la temperatura a su alrededor. Para él no
era molesto, sino triste. Porque incluso si su psicólogo le decía que había
hecho lo "correcto", él empezaba a sentir algunas repercusiones de su
reencuentro con Jungkook; no podía dejar de pensar en él ahora, mucho
menos en cuánto quería que las cosas cambiaran para volver con él y que
Jungkook no le olvidara.
Quizás así podría olvidar su rostro lloroso pidiéndole que se quedara porque
él lo sanaba.
Sin molestarse por el foco del farol de la calle, recostado sobre su cama,
únicamente con la camisa puesta, su camisa, afirmó la botella con tacto débil,
probando en exceso el sabor del alcohol que tanto se intoxicó su desbordante
amor mientras caían por el abismo. Lo recordó y lo volvió a recordar: sus
lágrimas mojando sus mejillas y descendiendo por el filo de sus facciones
masculinas, la marcada mandíbula y la miel de afecto derretida en sus labios
para quemarle la dermis del cuello.
Okay so :-)
Sin embargo, cuando ya no escuchó ni el más mínimo ruido, sino el eco del
silencio que sólo retumbó en sus oídos con molestia, dejándole sabor de hiel
acre en la punta de la lengua cuando decidió que quizás ya había sido
suficiente, se planteó una vez más toda la situación y dudó sobre delimitar el
borde del cristal de aquella dañina botella.
Pues, aunque apenas llevara un par de semanas viviendo con los chicos y se
acostumbrara a ellos naturalmente debido a la amistad que tomaba fuerzas y
aquel sentimiento fraternal que nacía entre ellos, eso no significaba que no
extrañase su hogar —la confortación que éste le brindaba—; y a Jungkook,
obviamente.
Dios. Pareciera ser que, esta noche, su mente no le quería dejar pasar ni un
solo segundo.
Pero, entonces podría beber en honor a la memoria, ¿no?
Sólo un poco más, se dijo a sí mismo, pensando en hacer oídos sordos a los
murmuros que oía desde el final del pasillo y porque la aguda audición nunca
fallaba, dubitativo, se quedó quieto, tratando de descifrar de quién se trataba;
desilusionándose cuando la expectativa se quedó como una idea fantasiosa, y
solo oyó un tropezón estruendoso y risas torpes a través del corredor.
Así que, mientras se lavaba los dientes, decidió que echaría su ropa al lavado
y se daría una larga y muy necesaria ducha. Porque no podía ir a trabajar
luciendo tan demacrado como lo llevaba haciendo últimamente. Estaba
cansado de eso, y también necesitaba hablarlo con su psicólogo y, muy
probablemente, con alguno de sus mejores amigos. Porque volvía a sentir y
no quería dejar de hacerlo, misma razón por la cual no podía retroceder ni un
solo paso de los que tanto le había costado avanzar. Sería estúpido si lo
hiciera. No quería perder la poca estabilidad que había conseguido para
equilibrarse nuevamente, y estaba más que seguro de que no quería ver a
Jungkook llorar otra vez por su causa; no podía imaginarse llamándolo.
Porque sí. Taehyung, con el agua caliente bañando su cuerpo y la espuma del
jaboncillo del shampoo y el jabón mezclándose, deslizándose suavemente por
sus extremidades, caía en la cuenta de sus casi decisiones ebrias: la noche
anterior llegaba a su psique de manera brusca y le hacía saber tener que
procesarlo, sobrio.
Taehyung tenía muchas cosas claras desde que había comprendido todo lo
que abarcaba su historial de vida, todos los factores familiares y sociales en
los que se había visto envuelto desde sus prematuros inicios. Y, ahora podía
decir que gracias a ello, podía comprender sus cicatrices y lidiar con ellas.
Porque incluso si Jungkook le había dicho "tú me sanas", Taehyung sabía que
esas palabras nacían desde el amor más puro que su amante conservaba en su
tierno corazón, porque él le podría haber dicho "tú me sanas también"... Sin
embargo, la cura venía desde las acciones que ellos habían tomado y seguían
tomando por decisión propia; por eso ellos estaban sanando.
Así que, una ligera sonrisa se dibujó en sus labios mojados cuando lo
recordó.
"Tú me sanas", se oía tan suave en sus oídos, que deseaba volverlo a oír y ser
acunado en sus brazos por vez que, muy probablemente, le susurraría la
promesa casi eterna de todos aquellos sentimientos inalterables e
intensificados, y eso sería como una canción de cuna para él.
No.
Él tenía que pensarlo racionalmente una vez más, y buscar una solución
razonable y pasiva que acabara con lo que estaba seguro ambos consideraban
era un martirio: la distancia.
[...]
Más tarde, después de haber tomado una cómoda siesta para recuperar la
energía gastada por causa del insomnio, y sólo porque era día domingo y el
atardecer ya caía en el cielo y sus colores saturados le alentaban a beber un té
caliente, Taehyung se dirigió a la cocina.
Sorpresa fue la que se llevó cuando vio a Seong Hwa y Baekhyun sentados
en cada una de las esquinas de la mesa, con la cabeza gacha y un evidente
silencio incómodo mientras San comía un sándwich en medio, con la mirada
perdida en algún punto del plato.
—Tae... —Dijo San, capturándolo de inmediato y con una dulzura que hizo
que Taehyung suspirara satisfecho mientras cerraba los ojos. De alguna
forma u otra, a veces sentía que él le recordaba a Jungkook. Sólo un poco.
Pero lo hacía; era inevitable cuando San tenía aquel toque suave que
inconscientemente compartía con su examante—. ¿Cómo estás?
—Ya que tú y San hyung se llevan tan bien... Sólo le avise que tal vez...
— ¿Que la fiesta fue entre ellos dos anoche? —respondió Taehyung, su voz
sonando un poco suave mientras abría y cerraba la boca rápidamente al darse
cuenta de lo que él había dicho realmente.
— ¿Qué...?
—Fue sólo un exceso de copas —Seong Hwa se pegó las palmas de las
manos en la frente, y Taehyung se sintió de lo peor—, fue... Fue una
irresponsabilidad de mi parte, yo no debí y Baek... Perdóname si esto te es
mortificante... —Seong Hwa lucía realmente miserable y la pena que sintió
Taehyung por el contexto fue empática.
—Pero, sunbae, parecía ser que los dos se estaban divirtiendo, no es como
si... ¡Oh, maldición! ¡Lo jodí de nuevo!
Eso fue lo último que les dijo San antes de sacar a Taehyung de la cocina y
murmurarle: —Ve a cambiarte rápido.
[...]
Sentado en el piso, con las piernas cruzadas y un pote de helado entre sus
manos, Taehyung observaba a San acomodar un par de cajas en una pila. El
apartamento estaba casi vacío y el ambiente era tranquilo y cómodo. A
Taehyung le gustaba el lugar. Y, en su consideración y humilde opinión, era
mucho más agradable que el antiguo lugar que San ocupaba; el otro le resultó
más frío y hostil, y aquello no conjeturaba con las vibras alegres que su
amigo tenía.
San suspiró una sonrisa y se apoyó al borde del mesón de madera, cruzando
los brazos y ladeando la cabeza, observador.
—Me mudé porque este lugar se me hace más cómodo, más despejado, tiene
una buena vista y la localización es perfecta con respecto a mi trabajo; la
editorial en la cual estoy queda cerca. También hay supermercados,
farmacias, bares... Estamos en la ciudad y yo necesito algo que me saque de
mi vida, normalmente, muy aburrida.
—Pero eres escritor, hyung... ¿No deberías querer algo más romántico, como,
no lo sé, una casita en la pradera y mucho trigo? —bromeó y San no evitó
soltar un ruido nasal—. Ese es el típico prejuicio, ¿no? He leído tus escritos.
Seong Hwa hyung quería mostrarme tu magia y vaya que acertó... —
Taehyung sonrió amablemente, sabía que era información privada y sabía que
era algo de lo cual no podía hablar abiertamente con otras personas. Pero, él
era San, y Taehyung ya se declaraba su fan—. Escribes realmente hermoso,
yo...
Él se sintió desintonizado.
San inhaló profundamente y asintió, mirando hacia las sombras oscuras que
contrastaban con los colores cálidos del atardecer reflejándose en las paredes.
—No tienes que hacerlo, está bien. Ambos cometieron sus errores, pero son
refutables. No fue algo grave, y ahora están dando grandes pasos como
personas y... Creciendo. Y, bueno, ustedes fueron bastante, wow...
Impresionantes por lo que me ha contado Baek.
Taehyung se alejó un poco y enarcó una ceja, haciendo reír a San. — ¿Eso
significa que estamos en 1-1?
—Sí.
Y Jungkook...
San relamió sus labios y dejó el pote a un lado, pensando en qué decirle para
que Taehyung pudiese comprenderlo mejor.
—Así es, Tae. Pero no te culpes ni lo culpes, fue el contexto. Porque, estoy
mucho más que seguro de que, si volviésemos a ese punto y ustedes
estuviesen yendo tan bien como ahora, no caerían en ese juego. Y, de hecho,
un filosofo decía que: "la persona correcta para ti no es sólo la que te acepta,
sino la que te hace desarrollar tu máximo potencial."
Taehyung apretó los labios graciosamente, aun con la carita llorosa, para
reprimir la risa antes de decir: —Porque anoche estuve a punto de llamarlo
para decirle que me quedaré. Que me quedaré con él, y que puede venir y
arroparse en mi pecho cuando más sea que lo necesite, cuando lo quiera. O
que puedo ir y tocar a su puerta y podemos... No lo sé, yo estaba borracho y
mi mente y corazón no tenían filtro alguno. Pero todo lo que quería era él.
Jungkook le había dado vueltas al asunto durante más de una semana. Había
buscando en la situación los pros y los en contra, había calculado cada arista
y cada ángulo. E incluso si se sintió entristecido por cada una de las
respuestas que encontró a lo largo de su historia, y las incógnitas que ahora
parecían tener respuestas, se vio en la necesidad de ponerse en el lugar del
otro. Porque necesitaba respuestas. Él era un hombre adulto ya y, ahora,
después de malos tragos e hilos enredados, quería una conclusión. Pues sí. Se
sentía mejor, se sentía renovado, se sentía y se sabía estar sanando. Y, por
ende, necesitaba una respuesta por parte de Tae.
¿Su reencuentro había sido un punto final, o había sido un "sólo espera un
poco más"?
[...]
Mingyu pensó que, tal vez, era que sólo estaba dándose cuenta de todo lo que
poseía y todo lo que podría seguir consiguiendo, construyendo, controlando y
manejando con tan sólo un gesto o una seña. Jungkook estaba al mando y con
algunas órdenes, poco más de papeleo y varias juntas con inversionistas,
podría llegar a ser tan grande e incluso mejor que su padre.
Por fin, sentía que su familia se había unido. La memoria de sus padres la
dejó descansar en paz y, tras varios meses de terrible tormento que
rememoraron el padecimiento del cargo de conciencia desde hacía años atrás,
finalmente les perdonó y se perdonó a sí mismo.
"A veces es mejor aceptar que una etapa de nuestras vidas ha llegado a su fin,
junto con las personas que conocimos, los lugares que visitamos o lo que
llegamos a sentir, Jungkook. Y, sinceramente, pienso que es lo mejor en
cierto punto. ¿Por qué querrías postergar esto más? No tiene sentido, quizás
no valga la pena. Has pasado por etapas: la negación, toda la rabia, la
depresión, la negociación cuando me contaste que intentaste hacer que se
quedara, y que podías dárselo todo... Y, por último, la aceptación. Creo que
vas por un buen camino, y no pierdas el rumbo de aquel."
Esas fueron las palabras que su terapeuta le había dicho hace un par de
semanas atrás, y él comenzaba a pensar que su terapeuta tenía razón; estaba
aceptándolo incluso cuando sabía que sus deseos resultaban ser demasiado
fantasiosos e irreales, su hermoso cuento de hadas tendría un final feliz pero,
muy probablemente, por caminos separados.
— ¿Se puede saber qué es lo que piensas tanto, Gguk-ah? —Mingyu le dio
una palmadita en el hombro, amable, mientras tomaba un folio entre sus
manos para revisar lo que se suponía debía ser el informe de ventas anuales.
Jungkook ya lo había revisado también.
—Pienso en que, si termino esto lo antes posible, quizás pueda irme a casa, y
dormir cinco horas —Le contestó, mirando fijamente los nombres, el número
telefónico y la hora de sus reuniones con los inversionistas de Moscú e
Irlanda. Pensó que en la editorial no había eso de tener que tratar de
convencer sus propios términos a hombres tercos e inflexibles, como él
probablemente.
— ¿Sólo eso? —Mingyu encorvó una ceja con una media sonrisa—. Pft, te
falta costumbre, hermanito.
—No soy yo el que quiere rendirse; fue él quien volvió sólo por sus cosas y
se fue de nuevo.
—Jungkook...
Quería tanto a Taehyung, que, mientras más parecía quererlo, más parecía
alejarse. Y eso le dolía, obviamente. Por lo mismo, prefería quedarse con
todos los hermosos recuerdos que le había dejado y con los que habían
construido juntos; no quería forzar su relación para luego sólo ver cómo era
que volvía a destruirse y desmoronarse.
— ¿A qué te refieres? ¿Vas a llamarlo para quedar o...? —le preguntó, con
una arruga en el entrecejo formándose de forma molesta. Jungkook se dio
cuenta de eso, y le dio una mirada—. Mira, yo sé que tú estás mejor y sé que
Taehyung lo está también. Por mí, si tú eres feliz, yo te apoyo totalmente.
Pero, ahora más que nunca, te pido que vayas con calma. Sea cuál sea la
decisión que tú tomes o que él tome, todo estará bien. Así que...
—Lo sé, hyung. Lo sé. Pero... Antes, traté de llamarle, le envié cantidades de
mensajes y él no respondió a ninguno, no sólo porque tenía el móvil apagado,
sino porque después supuse que no quería coger el móvil, y lo comprendo —
sintiendo cómo su voz se apagaba un poco, con tan sólo mencionar aquel
tema, se vio en la necesidad de carraspear un poco para poder aclararse el
nudo en la garganta—. Pero no puedo quedarme con el "volveré", porque no
sé si pueda vivir con ello por mucho más tiempo. Yo podría esperarlo
eternamente, pero no sé si eso sea justo para mí si es él quien, quizás, ahora
se sienta inseguro sobre mí.
—No lo sé, hyung —dijo, con la mirada perdiéndose en algún punto fijo otra
vez—. Tal vez tengas razón... Tal vez él necesite un poco más de tiempo aún.
Para él, esto fue muy difícil también... Lamentablemente, TaeTae no tenía un
Mingyu en su vida... —comentó desanimadamente, recordando lo que pasó
cuando sus padres llegaron a la ciudad, cómo fue que llegó Taehyung
después del encuentro con su padre.
—En algunos de ellos, no en todos. Pero sé que trabajó muy duro para poder
hacer todo lo que fuera necesario para conseguir las calificaciones, los
papeles, el dinero suficiente para poder buscar un lugar y... Taehyung es
increíble —suspiró con satisfactoria melancólica, él se seguía sintiendo
orgulloso de su TaeTae.
Mingyu sonrió cariñosamente; su hermano seguía enamorado de Taehyung
hasta la médula, sólo un tonto no se daría cuenta de ello. Le resultaba
adorable que, sin importar la cantidad de tiempo transcurrido, siguiera
conservando ese amor tan especial y único por el chico.
— ¿Y cómo sabes todo eso, Gguk-ah? O sea, sé que suena obvio pero...
Nunca hablamos de esto y ahora siento curiosidad.
—Oh, ya veo... —musitó Mingyu, haciendo una mueca que resultó ser
empática—. Qué pena que las cosas hayan sido tan difíciles para Taehyung...
Me alegra que ahora le esté yendo bien, que esté retomando su vida y que...
No lo sé. Ustedes deberían volver. Son, serían un gran equipo juntos.
[...]
Jungkook odiaba los tráficos, ya que debido a uno de ellos había estrellado a
otro auto y un auto a él y se había generado un accidente que, por poco, pudo
haber sido grave. Y menos mal que no lo fue. Aun así, y a pesar de la
indemnización encadenada, tuvo que cambiar su Nissan por otro auto. Y,
como estaba ganando bien y aceptando heredar las finanzas de sus padres
junto con los ingresos de las empresas y la editorial que compartía con su
hermano, un Mercedes había sido una buena opción; el modelo del auto era
bueno, conveniente, muy cómodo y lujoso.
Jungkook también comenzaba a ser feliz por sí mismo. Por fin sentía que su
vida volvía a ser plena, se sentía sereno y sano. Y por eso, si miraba hacia
atrás, había decidido avanzar rotundamente; había sido el momento perfecto
para hacerlo, después de todo. Y no podría arrepentirse de ello. Él seguía
sintiendo tristeza y dolor por su ruptura. Pero, ya no era tan intenso porque
sabía que todo pasaba por algo y que lo que sea que fuese a pasar, pasaría por
mejor y para el bien de ambos. Y en serio esperaba que los dos salieran bien
de esto.
Joder. No podría soportar mucho tiempo más, no era justo; era doloroso.
Y Mingyu tenía razón: ya era hora de que tomaran un café. Ellos tenían que
responder a sus respuestas y dejar todo claro para acabar con el martirio de la
incertidumbre: ¿Ellos no iban a cortar esa conexión y lo intentarían
nuevamente, haciendo las cosas bien? ¿O sólo, tras un café, seguirían sus
caminos?
95
—Tienes una mente muy sucia, Taehyung... ¿Qué fue lo que te hizo, Jeon,
huh?
—Hyung, ¿acaso tú crees que tener sexo con Seong Hwa hyung afectara
nuestra relación de roomies? —fue directo al punto e hizo que Baekhyun se
atorara un poco con su papafrita—. ¡Ay, hyung, tampoco es para tanto! Sería
sólo sexo, además no es como si ya no les hubiera escuchado. Gracias a Dios
estaba ebrio... —musitó mirándolo enrojecido hasta las orejas.
— ¡Taehyung!
—Okey, sólo digo que deberían hablarlo, ¿no? Quizás, hasta puedan llegar a
un acuerdo. Pero mi consejo es que dejen las cosas claras desde un inicio; ya
sabes de mi experiencia personal... —comentó entristecido, mirando hacia su
móvil, que acababa de vibrar.
No tenía nada que perder. Así que, consideraría hablar con Seong Hwa... Tal
vez así podían llegar a un acuerdo u olvidarse del asunto.
—Sí... —En su mente, pudo ver a Jungkook sonreír excitado por poder oírle
nuevamente y eso le causó un ardor en los ojos que no pudo evitar; Taehyung
sintió una emoción, aquella emoción que no podría describir con palabras. De
pronto, tuvo que morder su labio con una fuerza dolorosa para evitar la
mueca de tristeza.
—Hum, estoy libre a las 8pm —le dijo, su belfo inferior temblando,
curvándose aún más cuando le escuchó musitar una afirmación—. ¿Dónde
quieres que nos encontremos? Acá cerca hay un bar que se abrió
recientemente, o...
—No. Prefiero que tomemos un café. O que nos juntemos en uno al menos —
respondió con su voz dura e inflexible, sonaba extraño. Su voz era más grave
que antes—. La idea, Taehyung, es dejar las cosas claras.
Ahora...
—Sí. Bien.
Taehyung sorbió su nariz y se secó las lágrimas de la carita llorosa con las
mangas largas del bléiser que le quedaba enorme, y luego intentó sonreír.
—Sí, está bien... Esto... Él quiere que hablemos, quiere tomar un café... —
encogiéndose de hombros, rió un poco, aún secándose las lágrimas.
—Que llegó la hora, hyung... —dijo—. Tenemos que tomar una decisión
sobre qué pasara después de este período de separación: si seguiremos juntos,
o no.
[...]
Al menos así, su mente se había mantenido ocupada en otra cosa que no fuese
Jungkook y su cita. Encuentro, se corrigió, en el café. Pero, vamos, le había
resultado algo inevitable y casi no pudo retenerlo. Se sentía agotado, y su
psique le insistía en recordar cada detalle.
Y por cada vez que miró el reloj, el día se le hizo aun más eterno. Como si
cada minuto demorase una hora más de lo que debería, y eso le hacía sentirse
peor, malogrado.
Así que, se dijo a sí mismo que no podría ser algo malo, que las cosas no
irían mal. Porque ambos habían mejorado y habían madurado. E incluso la
decisión de juntarse en un café era un gran paso para ellos, y algo de lo cual
sentirse satisfecho debido al crecimiento que los dos habían logrado tener
personalmente.
Taehyung cruzó la calle y cuando dio tres pasos, sintió que su corazón iba a
salir corriendo. Otra vez. Pues, con un gran abrigo negro, el cabello un poco
más largo y la piel pálida, casi reluciente bajo las sombras del techo del local,
Jungkook estaba ahí. Su expresión serena y su porte robusto,
misteriosamente, causaban un buen equilibrio en él. A Taehyung le gustó
cómo se veía, porque se veía bien; le robó un sonrisita cuando le vio,
castañear los dientes y exhalar vaho por vez que se frotaba las manos y se
volteaba, inconscientemente, hacia él.
—Hola —Dijo bajito, su sonrisa debilitándose por los nervios y sus mejillas
enrojeciendo cuando Jungkook tragó sonoramente sin dejar de mirar su
rostro: sus ojos, sus labios y su mentón tembloroso por el frío. Era como si
estuviera asegurándose una vez más de que él estuviese perfectamente bien.
Y Taehyung hizo lo mismo. Observó sus ojos brillantes pestañear en su
dirección y fue testigo de cómo se suavizó su expresión al verle... Y, una vez
más, Taehyung supo que Jungkook había bajado las defensas por él; sus
hombros cayeron suavemente y con una lentitud satisfactoria, abandonando
la postura rígida que quizás pudo haber adoptado anteriormente.
Sin embargo, aún seguía sintiéndose endeble sobre sus pies, mareado por las
nociones que se acoplaban en su sistema y le dejaban con las piernas
flaqueando debido a la ansiedad, y esos perjudiciales nervios que le jugaban
en contra. Porque, delatores, le hacían saber que la presencia de Jungkook
seguía teniendo un gran efecto en él. Y eso era algo inevitable.
Después de todo el tiempo que habían compartido, en su opinión, era más que
obvio que él le volvería a sentir hasta en los huesos, derritiéndole hasta la
médula en el primer encuentro real. Pues, removiéndole las entrañas, muy
adentro las brasas seguían encendidas. Su fuego no había manera de apagarlo,
era inextinguible y, tras la primera palabra, trajo consigo esos recuerdos que
saturaron su mente de forma abrumadora; llenos de pasión, el torbellino hizo
que su corazón se volviera a agitar en su dirección y, una vez más, sincronizó
sus latidos.
Así que, olvidándose un poco de lo cohibido que se sentía al saber que sería
la primera charla que tendrían como adultos maduros que debían decidir qué
hacer con su futuro y con ellos mismos, y reuniendo la confianza suficiente
después de relajarse con las sabias palabras de San grabadas en su memoria,
Taehyung dirigió sus pasos hacia una de las mesas en una de las esquinas
junto al ventanal que daba hacia la calle. Tenía una buena vista, y eso lo haría
más cómodo si había huecos de silencio en la conversación, aunque dudaba
que eso pasara.
Por lo mismo, empuñando sus manos sobre su regazo, relamió sus labios con
el tic nervioso haciéndose obvio por vez que, disimuladamente, observaba a
su alrededor. Seguía sintiendo los nervios tan crispados como la primera vez
que tuvieron una conversación personal, pues esta era la primera vez que la
llamaban por lo que realmente era y eso le gustaba. Porque, al fin, estaban
queriendo dejar las cosas claras, en definitiva. Y eso era un gran avance.
Era ahora o nunca: lo intentarían, o cada quien seguiría por su propio camino.
De tan sólo pensar en ello, sentía que se le anudaban las tripas dolorosamente
y la ansiedad le carcomía la cabeza, provocándole náuseas, sacudiéndole el
corazón con cada posibilidad que podría presentarse en cada escenario.
Fuera pudo percibir una corriente de viento gélido, y se encogió mejor dentro
de su abrigo.
Él...
— ¿Estás seguro? —Preguntó de nuevo, levantando una de sus cejas con una
mirada aguda que le avisaba saber conocerlo mejor de lo que creía; él lo
seguía haciendo también. Por lo mismo no se sorprendió cuando él se aclaró
la garganta y le dijo: —Tranquilízate.
Y esa fue la primera sonrisa que le regaló Jungkook durante la noche, e hizo
que el corazón de Taehyung se sintiera desbordante y lleno de un sentimiento
cálido. Y, de hecho, se sintió tan bien, que le resultó un poco difícil reprimir
su propia sonrisa.
Era... intenso.
Y él decidió desviar su mirada con fingido interés por lo que ocurría afuera, e
incluso a su alrededor, mostrándose torpemente notable cuando sus ojos
volvieron a atraparse en aquel segundo que de nuevo los delató a ambos.
Taehyung se sintió enrojecer aún más cuando, a causa de su patosidad, una
burbuja de risa nerviosa se reventó en su garganta.
Y Taehyung volvía a mirar con un interés casi irreal la vitrina de los pasteles,
detallando los la diferenciación en los colores de los cupcakes, la variedad de
pasteles con sus precios y la lista de ingredientes y...
Jungkook sentía que estaba soñando, no podía dejar de mirarlo. Se sentía tan
irreal, que apenas era consciente de las personas que les rodeaban y del
bullicio que éstas hacían.
—Y, bueno, ¿qué has estado haciendo durante este tiempo? Digo, la última
vez que nos vimos, no tuvimos la oportunidad de conversar y... hablar
correctamente —rascando su nuca con un poco de incomodidad ante el
recuerdo que seguía causándole abatimiento y algo de culpa, Jungkook fue
quien desvió su mirada esta vez.
Oh, diablos, pensó, dándose cuenta de que realmente había dicho eso.
Taehyung apretó sus labios con una muequita triste; Jungkook sentía que su
propio corazón quedaba al descubierto mientras le veía, pero, después de
todo, por eso estaban allí. Así que esperó alguna reacción, alguna respuesta
que realmente le confirmara que esto que él sentía no era sólo una ilusión,
que realmente estaba pasando. Que había venido.
Jungkook pensó lo peor, y sintió que su corazón se encogía por una brevedad
de segundos mientras buscaba las palabras correctas para formular alguna
oración coherente. Pero en el instante se sentía tan decaído y frágil, que
apenas fue capaz de caer en cuenta de cómo fue que su expresión cayó y se
transformó en algo lúgubre.
Él sabía que tenía que afrontar esta situación como fuese, sabía que tenía que
enfrentar la decisión que Taehyung y él tomaran en conjunto, pero no
mentiría diciendo que no sentía que un balde de agua fría le caía encima con
un golpe de realidad. Tenía que afrontar esto, sin embargo. Tenía que seguir
adelante, y no pondría marcha atrás.
Porque entre el dolor y el placer hay una línea muy fina y, cuando esa línea se
cruza, todo se mezcla hasta nublar por completo parte de la razón, y
reemplazarla por el espontáneo y naciente amor que surge por aquel singular
sentimiento eufórico, que resulta inexplicable cuando consume como miel
espesa en fuego; podría olvidarse de todo, podría tenerlo todo, a excepción de
quien sostiene y quien es sostenido en aquel trance momentáneo de unión.
Y Taehyung sonrió tímidamente cuando se encontró con sus ojos fijos en él.
Porque, ¿qué pasa si arriesgamos todo lo que tenemos y dejamos que, por fin,
nuestros muros cedan?
Y eso bató para que Jungkook exhalara el aire que no sabía que había estado
conteniendo, sintiéndose aliviado y sorprendentemente dichoso, sonriendo
también y dejando salir uno de sus gruñidos quejumbrosos.
Pero...
—Eso está bien por mí —susurró, un tanto atontado por la felicidad que le
embargaba en el momento; se sentía dopado por la cantidad de emociones
amorosas y alegres explotando en su interior—, si quieres que te lleve a citas,
lo haré. Podemos trabajar juntos en esto.
Taehyung rió y, con sus manos aún tiritando por el nervio crispado y su
excitación, cogió el rollito de canela y le dio una mordida. Él estaba tan feliz,
que en serio esperaba que esta vez les funcionara. Ya era momento de dejar el
pasado atrás y enfocarse en el futuro, juntos.
—Oh... —Le oyó quejarse, haciendo un tierno mohín—. Supongo que tienes
razón —dijo antes de llamar amablemente con su mano a la mesera,
pidiéndole que se acercara. Y él no evitó quedarse con las palabras en la boca
cuando Taehyung se hallaba pagando la cuenta e incorporándose—. Gracias,
ten una buena noche. —Se dirigió a la mesera.
— ¿Por qué estás tan apurado? ¿Tenías algo que hacer? —Le preguntó,
siguiéndolo hasta la salida y haciendo una leve reverencia en dirección a la
mesera antes de salir y toparse de un golpe brusco con el cambio de
temperatura—. ¿Qué pasó?
—No hay casi nadie en la calle, probablemente ya pasó mi bus y... Creo que
tendré que...
—Bien. Vámonos.
—Hey, para ahí, que si no fuera por la culpa de tu amiguito hada, jodido
Cristo, yo ni de joda estaría repitiendo mi último año, lo sabes, ¿cierto? —
Dijo, mirándolo a los ojos con una sobriedad que hizo que Baekhyun apartara
la mirada mucho más que molesto—. Tú y yo sabemos que si no hubiese sido
porque ese hijo de puta se follaba a nuestro profesor...
Baekhyun se zafó del agarre con brusquedad, entornando los ojos. —Te
prometo que si me vuelves a poner un puto dedo encima, lo haré...
—Baek...
— ¿Conociste a alguien más? ¿Es el idiota que nos tiene aquí varados?
Con sinceridad, y abiertamente, Jungkook podría admitir que aún sentía que
la situación era ciertamente surrealista. Porque tener a Taehyung caminando a
su lado, con aquella sonrisita tímida, reavivando aquel sentimiento abrasador
que se hubo encontrado inactivo desde su separación, aún le resultaba ser
algo eufórico. Pues, en algún instante, tal vez, consideró dar por hecho que
las cosas no volverían a ser iguales y dar por perdida la oportunidad de sentir
nuevamente aquello. Sin embargo, una vez más, el destino parecía querer
hacérselo saber, y a toda costa, que Taehyung era el indicado, que las brasas
seguían ardiendo en sus entrañas.
Porque donde hubo fuego, no siempre sólo quedan las cenizas, sino las
ascuas...
Jungkook casi pudo sentir que su corazón saldría corriendo, pero en cambio
posó su mano en la cintura ajena y afianzó el agarre allí mientras lo dirigía
hacia el estacionamiento, y se sintió estúpidamente correcto; cada
movimiento, cada roce, cada palabra parecía calzar, se sentía como si su vida
recién comenzara y podía asegurar lo haría con quien amaba.
Por lo mismo fue que supo que se le haría difícil olvidar todo lo que conocía
de él, y todo lo que le gustaba de él y todo lo que les quedaba por descubrir y
experimentar. Porque todavía sentía que se pertenecían mutuamente, y
aquello se debía a que Jungkook se proyectaba con Taehyung; en realidad,
siempre lo había hecho.
Jungkook sintió que Taehyung le volvería loco. Sentía que le amaba tanto,
que le regló una gran sonrisa mientras se movía sin saber qué hacer hasta que,
en un impulso, lo tomó entre sus brazos y lo elevó de sus pies para apretarlo
y, en modo de celebración, demostrarle cuán feliz y enamorado estaba.
—Te amo, Kim Taehyung. Y, quizás, no te pida que seas mi novio hoy,
frente a mi nuevo auto... Pero eso no significa que no lo haré mañana, o
pasado, y que te haré el hombre más feliz del jodido planeta —le confesó, sin
dejar de sonreír bobamente mientras lo bajaba y lo acorralaba contra la
puerta, acariciando su mejilla y juntando sus frentes, cerrando los ojos.
—Esto es tan mágico, Jungkookie... Siento que esta vez todo esta a nuestro
favor, ¿sabes? —susurró, besando el dorso de su mano con labios cálidos y
una mirada dócil y tierna que le hizo sentir cómo su corazón latía fuerte
contra su pecho.
—Esta noche, te quiero más que nunca, Tae... —haciendo contacto visual,
Jungkook, con su pulgar, presionó el belfo inferior de Taehyung—. Gracias
por darme esta oportunidad.
Más que una caricia corporal, un roce, era una caricia al alma. Tan amable y
cálido cuando, entreabriendo sus bocas, encajaron y se aventuraron a ir más
allá; las manos de Jungkook se ciñeron en la cintura ajena con firmeza,
presionando y afianzando el agarre. Pudo jurar que escuchó el jadeo de alivio
y gozo que salió desde la base de la garganta de su Tae, ahogándose el sonido
en su boca cuando se decidió a abrazarlo con más fuerza, apretándolo contra
su pecho.
Una vez ambos estuvieron adentro y con sus cinturones de seguridad puestos,
Jungkook encendió la calefacción y miró a Taehyung. — ¿Dónde? —Le
preguntó, bajito, encendiendo el auto y, a la vez, poniéndose en marcha para
salir hacia la carretera.
Taehyung le murmuró la dirección y jugó con sus dedos mientras miraba por
la ventana del automóvil y recostaba su cabeza en el asiento acolchado; en el
reflejo del vidrio logró ver el llavero que le regaló, colgando de las llaves y
causándole una sonrisita.
Jungkook se relamió los labios, dándole una miradita por el rabillo del ojo,
cuestionándose si contarle o no el motivo real de su cambio de auto, ya que
no quería preocuparle de forma innecesaria. Sin embargo, quería ser sincero,
y empezar de cero significaba ir sin más secretos de por medio.
—Sí, pero...
—No fue nada grave, Taehyung. Sólo fue un accidente y mi auto ya estaba
viejo, sólo decidí cambiarlo... ¿No te gusta?
—No me cambies el tema, Jungkook-ah. ¿Cómo fue que eso pasó? —le
preguntó, con sus dedos trazando, torpemente, círculos imaginarios en el
dorso de su mano.
—Está oscuro allí adentro... Parece que no hay nadie en casa... —Susurró,
buscando las llaves dentro del bolsillo de su abrigo mientras observaba la
casa. Jungkook le dirigió una mirada de curiosidad—. Tengo roomies, y se
supone que ellos ya deberían haber llegado.
Y, treinta minutos más tarde, Taehyung estaba bajo sus sábanas, mirando el
techo con su móvil a un lado, esperando impacientemente mientras escuchaba
la tormenta desatarse con más furia fuera.
[6 mensajes no leídos]
«Ya he llegado...»
23:48pm.
«Quizás ya estés acostado, yo iré a la cama también. Hoy fue un gran día
»
23:48pm.
«Gracias por todo, en serio. Estoy muy feliz, tú me haces muy feliz.»
23:49pm.
Pdta: aún faltan algunos detalles, so... Falta un poquito más y los extras,
jijí~
pdta: wttpd me quitó los guiones y lo tuve que corregir y ahora se fueron
los comentarios de sus respectivos párrafos, me pego tres tiros:-(
98
—Quiero detalles, Tae —Musitó, girando el volante con agilidad para doblar
en una de las esquinas de la calle principal e interiorizarse en otra dirección,
hacia su reserva—, tenemos tiempo.
No obstante, sabía cuán importante era para Taehyung ir paso por paso y,
bueno, para él era importante también. Y se estaba esmerando en demostrar
con hechos que había cambiado y que, ahora, las cosas entre ellos estaban
claras: desde cuáles eran sus proyecciones como profesionales, hasta cuál era
el futuro de su relación. Taehyung era bueno para Jungkook; a él le hacía
bien tenerlo en su día a día aunque fuesen pocas las horas que podían
compartir por causa del trabajo, pero absolutamente amaba escuchar su voz a
través del móvil, contándole lo que había almorzado o preguntándole cómo
había estado su día. Y Jungkook, después de cada ajetreada reunión o junta
con sus inversionistas, se había encontrado queriendo más de él.
Porque sí. Taehyung seguía siendo su más grande perdición, enviándolo tan
directamente a la fuente de los deseos con cada miradita que le dirigía
coqueto, que era abrumador. Todos sus recuerdos aparecían en destellos
durante las noches en vela, muy vívidamente, caliente; y, como siempre,
Jungkook terminaba exasperado, dando vueltas por la cama, enviándole a su
móvil mensajes de texto, donde le expresaba lo feliz que le hacía, cuánto le
amaba, entre otros delirios que se le pasaban por la cabeza debido a la
desinhibición de la hora y, con las hormonas a flor de piel, cuánto quería
disfrutarlo.
Sin embargo, Jungkook pensaba constantemente en que quería ir
directamente a casa con su chico, que quería llegar a cocinar la cena y
arroparlo en su cama y susurrarle cosas dulces al oído para adormecerlo
contra su pecho. Pensaba también que quería llegar y verlo, quizás le
esperaría en la sala, echado en su sillón cómodamente, vistiendo su pijama, o
viendo alguno de esos aburridos programas de televisión que tanto le
gustaban.
Jungkook le miró por el rabillo del ojo con el ceño fruncido, y Taehyung
enrojeció hasta las orejas.
—No, no es como que quiera sonar muy ansioso o intenso, pero, ya sabes...
—Interrumpió, riéndose tontamente porque, muy seguramente, sí estaba muy
nervioso y por ende se sentía, o se comportaba, torpemente; Jungkook lo
conocía bien y sabía leerlo con facilidad—. Pero como que me siento tan, tan
cómodo contigo, que pienso frecuentemente en volver-volver.
—Lo sé, pastelito, cálmate. Te pediré ser mi novio, pero quiero que sea
especial —le dijo, trazando círculos con su dedo pulgar al interior de su
muslo; Taehyung se mordió el labio, bajando la mirada y posando su propia
mano sobre la suya—. Y, sobre lo otro, pastelito... No sabes cuánto anhelo
hacerte el amor... —susurró roncamente, sorprendiéndose incluso a sí mismo
de la cantidad de tonos que bajó su voz al mencionar aquello; la aspereza en
la lengua le hizo sentir la boca seca y deseó besarlo.
Así que, carraspeó un poco para aclararse la garganta por vez que se
desataba, al igual que su acompañante, del cinturón de seguridad. Sin
embargo, Taehyung se sentía más mimoso de lo usual y Jungkook le había
incitado a seguir con sus caricias y, precisamente ahora, él quería más
caricias.
Jungkook estuvo a punto de decir algo. Pero la mejor parte vino cuando
Taehyung se relajó completamente en su regazo, sentándose bien; su trasero
de burbuja aplastó su bulto por vez que decidía sus movimientos. Jodida
mierda.
Jungkook se rió y mordió su mejilla, rastrillando sus dientes por ésta para
decirle: —Eres tan delicioso, mi pastelito...
—Es de noche y la calle está oscura, además los vidrios están polarizados;
nadie nos vería...
—Sigues siendo mi niño, TaeTae. Haremos lo que quieras —le dijo con
seriedad—: está bien si quieres parar, puedo esperar.
—Está bien —murmuró con una sonrisa adormecida, muy torpe—, sólo mis
dedos y un trabajo manual. Eso... suena bien... Joder.
—Claro que estoy feliz por ellos, pero no crees que Taehyung se ve
demasiado ob... ¡Ouch!
—Entonces, ¿en qué calle había tráfico? —Preguntó con ingenuidad—. Digo,
para que Monnie y yo tomemos un atajo.
Jungkook sonrió y pareció pensar mucho en su respuesta por vez que miraba
a Taehyung, esperando que a éste se le ocurriera alguna respuesta.
—Ah, ¡ah! —Taehyung se ruborizó, riendo ligeramente—. Sí, fue por esa
calle, cerca de... ¿Insadong?
—Oh, claro, claro —asintió Jimin, con fingida seriedad, y con Namjoon
sacudiendo su cabeza cuando su travieso novio dio indicio de otra de sus
creativas preguntitas: —Por cierto, Tae, ¿tienes alergia?
—Ustedes se ven bien —Namjoon se sintió feliz por ellos, mientras apegaba
a Jimin más a su costado, sintiéndose muy enamorado también.
Jungkook estaba bien con Taehyung, aunque eso ya no era suficiente. Ya que,
después de su cita doble en el restaurante italiano, él no había dejado de
pensar y en diferentes formas creativas de pedirle que fuese su novio.
Porque quería que fuese especial, que fuese romántico y memorable.
Sabía que a Taehyung le encantaban los detalles y la dedicación. Así que, tal
vez, estaba considerando seriamente ser un tipo cliché y hacer toda una
cursilería para pedirle que le concediera el placer de ser su novio.
— ¿Estás seguro?
¡Ding, dong!
¡Ding, dong!
—Mi amor, ¿podrías poner la película desde mi portátil, por favor? —Le
dijo, poniéndose unas pantuflas y encaminándose hacia la puerta de su cuarto,
que estaba cerrada por obvias razones—. Tengo que ir a ver a cuál de mis
brillantes roomies se le quedaron las llaves. Otra vez.
Mientras Taehyung bajaba por las escaleras, sintió una extraña sensación de
incomodidad en la parte posterior de su vientre bajo, como un nudo apretado
al ver que Baekhyun ya estaba frente a la puerta con el ceño fruncido y la
cara distorsionada por el evidente malestar.
Seok Jin relamió nerviosamente sus labios resecos, y Taehyung sintió una
punzada de dolor clavársele en el pecho. —Quiero hablar con mi hermano.
Así que, bajando por los escalones con lentitud, se dio cuenta de que algo
más pasaba; al él detenerse justo en el último peldaño, Baekhyun le dirigió
una mirada llena de tensión. Supo que era serio cuando logró escuchar las
voces afuera, altas y con un evidente deje de enojo: era una discusión.
Porque, maldición, ¿qué carajos estaba pasando y por qué aquel tipo insistía
tanto en lo que sea que estuviese diciéndole a su chico? Jodida mierda.
Jungkook estaba ensimismado, y se quedó inmóvil mientras examinaba la
forma en la cual se llevaba a cabo el intercambio.
Su TaeTae, su pastelito.
—Lo siento, ¿se supone que debo creer todo lo que acabas de decirme? —Le
preguntó a su hermano, con una expresión de incredulidad confusa,
distorsionándose en matices de enojo; su corazón se apretó en su pecho y de
pronto sintió frío, recordando que sus ropas eran muy ligeras para el clima
que había —. ¿Se supone que debo volver a confiar en ti, hyung? Porque yo
no te creo... No creo nada de lo que dices.
—Me alegra que te hayas dado cuenta y, bueno, acepto tus disculpas. Pero,
también espero que puedas comprender que no quiero volver a estar cerca de
ti, Seok Jin —le interrumpió, sus escudos subiendo otra vez, sintiendo su piel
erizarse por las ráfagas de viento helado.
—Tae...
—Si necesitas hablar conmigo o decirme algo, o no lo sé, lo que sea, dile a
mamá y a través de ella nos comunicamos y nos ponemos de acuerdo. Ya que
siempre te ha gustado tanto la transparencia con nuestros padres sobre mis
asuntos, espero que los tuyos no se queden atrás esta vez.
—Yo les diré —le escuchó murmurar, helándole la sangre—, les diré todo lo
que pasó.
—Les diré lo que hice, les diré la verdad —continuó su hermano—. Yo, sea
lo que sea que pase, jamás me perdonaré haberte causado tanto dolor a lo
largo de todos estos años, yo no olvidaré nada, Taehyung. Pero espero que tú
sí lo hagas, porque mereces... ser feliz.
Taehyung sintió su garganta apretarse aún más, sin embargo ignoró las
lágrimas acumulándose por los rabillos de sus ojos y enalteció la mirada
hacia el frente.
—Adiós, Tae...
Eso fue lo último que Taehyung le dijo antes de entrar a la casa y dejarlo ahí,
parado sobre sus pies inestables.
Por otro lado, Taehyung cerró la puerta tras él y se recostó en ésta mientras se
abrazaba a sí mismo, sintiéndose expuesto. Apenas y fue consciente de que
Jungkook y Baekhyun, frente suyo, le miraban con desazón; dejando caer sus
hombros, aceptó el abrazo de Jungkook, se recostó en su pecho y suspiró con
abatimiento allí.
Así que, lo que restó de la tarde no fue de ninguna manera como lo habían
pensando en un principio, cuando idearon su tarde de relajo y películas. Ellos
no habían visto la película que se mostraba en el portátil, no habían comido
por falta de apetito y Jungkook sólo había decidido quedarse para cuidarle el
sueño a Taehyung, quien había llorado en silencio contra su almohada por lo
menos una hora mientras Jungkook besaba su espalda y hombros.
Había sido triste, pero Jungkook agradeció haber estado para él durante ese
lapsus.
Jungkook asintió con una expresión de seriedad, su mirada fija en las piernas
de Taehyung enredadas en el edredón blanco, contrastando con el color
canela de su piel, dándole ese... Ese toque suave que siempre le recordaba a
aquella noche de estadía en la isla de Jeju.
—Mm, la verdad es que me sorprende y me aflige saber que pasaste por tanto
y que esto te lo guardaste durante tantos años. Ese dolor, esa pena...
Soportaste mucho por mucho, Tae. Eres muy fuerte, lo sabes, ¿cierto? —
Dijo, masajeando levemente su muslo desnudo, pues la calefacción estaba
encendida y la habitación estaba cálida, y Taehyung seguía entre sus sábanas
con aquellas telas delgadas; Jungkook, debido a la luz apagada, apenas y lo
podía ver apretando sus facciones en una expresión de concentración y
divague—. Eres increíble.
Escabullendo sus manos por debajo de su polera, frotó en círculos con sus
dedos en los huesos de sus caderas mientras le miraba hacia arriba; todo
ojitos brillantes y nariz roja, TaeTae seguía siendo tan suyo como él mismo le
podía pertenecer sólo a él.
—Supongo que no soy el único que tiene que hacer las paces con su pasado
—robándole un pequeño jadeo, Jungkook se escurrió de manera ágil por
entre sus piernas y, con su boca, tanteó en su pelvis; sus labios pegajosos
lamieron en el vientre bajo de Taehyung y luego estaba besando su pancita
con cariño, ascendiendo camino por sus costillas y cosquilleando por doquier
hasta escuchar su risa.
Sí, para qué seguir en guerra con el pasado si tenía todo un futuro para
compartir con Taehyung y en perfecta armonía con su presente. Por fin estaba
vivo, más vivo que nunca.
No importaba cuántas veces mirara los post-its con malogro para asegurarse
de que no fuese algo relacionado a la editorial y la investigación que su jefe
le había asignado, él simplemente no lo podía recordar.
—Oye, pastelito —Jungkook interrumpió su risa y charla sobre los buses que
tardaban más de lo que deberían para decirle—: mi batería esta agonizando y
tengo que llamar a mi hermano para que me diga dónde demonios está;
pronto llegaran sus inversionistas y no logro encontrarlo por ningún lado.
—Síp.
Resultaba que los chicos habían decidido hacer un asado para celebrar la
llegada de Yoongi y también el hecho de que éste hubiese conseguido una
mejor oferta laboral muy cerca de la zona en la cual vivían en Seúl.
San le había oído decir algo acerca de que le había costado adaptarse al
ambiente y también a las personas, ya que la soledad era agotadora; el hecho
de vivir en un departamento vacío le había causado cierta melancolía cuando
no tenía con quien compartirlo o no tenía a quien recurrir cuando algo
sucedía, y San había comprendido mejor de lo que le gustaría aquello.
Así que, ellos habían conversado un poco y se llevaban bien. San pensó que
podrían llegar a ser casi tan cercanos como lo eran él y el resto de los chicos,
y Taehyung, quien por cierto todavía no llegaba.
Se suponía que Taehyung sabía que habían quedado, pero San creía que lo
había olvidado puesto a todo el drama de la aparición de su hermano Seok
Jin, y tampoco podía pasar por alto el gran factor que abarcaba su relación
con Jungkook, porque Taehyung ahora pasaba mucho tiempo con éste. San se
sentía ciertamente abandonado por su amigo; Yoongi había estado de acuerdo
con él, y Jimin sólo le había dicho que Taehyung sólo quería estar lo que más
pudiese junto a Jungkook debido al extenuante trabajo de éste.
En poco menos de media hora sabía que Namjoon y Jimin habían discutido,
porque el aura de tristeza y decepción les rodeaba como un manto azul, sabía
también que el hermano de Baekhyun estaba cayendo por el acantilado y que
éste no sabía qué hacer para ayudarlo porque Seong Hwa pensaba que ya era
mayor como para pensar en las consecuencias de sus actos y, aparentemente,
Baekhyun tenía en cuenta su opinión porque ellos estaban saliendo.
—Mirando tan intensamente todo... Me das un poco de miedo, ¿sabes? —
Comentó Yoongi, riéndose mientras se sentaba a su lado y bebía un poco de
cerveza de su vaso.
Yoongi guardó silencio por un par de segundos y luego sólo miró hacia la
puerta para murmurarle: —Lo estoy superando.
—Sí, fue una sorpresa. Conseguí otro trabajo y un nuevo apartamento. Cerca
de aquí, por cierto. Aquí es más cómodo, pagan mejor y, bueno, ustedes están
más cerca, ¿no?
—Creo que es mejor que sepas ahora que Taehyung y Jungkook son como
chicle últimamente: no se separan en ningún momento. Y no los culpo, pero
creo también que es mejor que sepas que Jungkook vendrá a almorzar el
domingo y que mañana vendrá a por Tae. Sé que esto suena un poco rudo.
Pero a lo que voy, colega, es que, quizás, deberían hacer las paces; tú y Jeon.
—Estoy afuera, ven a abrir, por favor... Ya no soporto esta agonía llamada
"no puedo estar cinco días sin abrazar a mi muchacho".
—Estoy yendo.
Y colgó sin más, corriendo hasta la sala y abriendo la puerta para lanzarse a
los brazos de Jungkook, quien, obviamente, lo recibió de inmediato,
abrazándolo.
En menos de dos segundos Taehyung picoteó sus labios y luego besó la punta
de su nariz, haciéndole sentir su rostro ligeramente más caliente.
—En serio, ya no soporto no tenerte por ahí todo el día, todos los días... —le
dijo, besando su mejilla y luego su sien—. Dime, ¿qué hago sin mi niño
animándome? Me pongo gruñón sin mi dosis diaria de TaeTae... —su voz
causó un efecto muy perceptible en el cuerpito de Taehyung, quien se
estremeció entre sus brazos y refregó su rostro en su pecho. Tímido.
—Ya... Debo admitir que, quizás, muy probablemente también quiera volver
a nuestro cálido champiñón...
Taehyung suspiró de alivio, con una satisfacción impresionable por vez que
recostaba su mejilla izquierda en la palma de Jungkook, mirándolo por entre
sus pestañas con una de esas expresiones dormilonas que le regalaba en
ocasiones especiales.
—Dios, sé mi novio pronto, por favor; que quiero gritarle al mundo entero
que te tengo.
Oh, joder.
Dentro de sus parámetros, creía firmemente que ya era momento de tener una
conversación más formal con Taehyung. En su consideración, era importante
charlar sobre sus asuntos y, claramente, Jungkook no podría pasar por alto
sus ilusiones durante más tiempo. Tenía que hacerle saber a Taehyung que
sus intenciones eran verdaderamente positivas y serias. Él lo quería
seriamente, y le urgía que Taehyung supiera sobre sus proyecciones. Porque,
vamos, era algo sumamente necesario; las cosas pintaban bien para los dos,
además de que estaban en la misma página y todo parecía ir, finalmente, por
el buen camino.
Así que, le había comentado a su hermano que estaría preparando una cena
para Taehyung y le pidió —por favor— que no los interrumpiese tan
ingeniosamente como siempre en los momentos más interesantes porque,
claro, eso era un clásico. Típico de Mingyu.
—De todas formas estaré viniendo el domingo por la noche —Le había
dicho, con una de esas sonrisas picantes que insinuaban sus pensamientos con
notoria doble índole—. Sabes que tenemos que preocuparnos de los detalles
y, bueno, yo sé que Tae se quedara por más rato...
Hubo silencio durante un par de segundos hasta que Jungkook carraspeó y
giró la manilla del gas de la cocina para apagar el fuego.
Así que, tan sólo diez minutos después de que su hermano se retirara,
Taehyung había llegado y, apenas le abrió, el nerviosismo se disipó y una
oleada de satisfacción y calidez embargó su cuerpo.
Después de todo el tiempo que había transcurrido desde que volvieron, esta
era la primera vez que le traía a casa.
Y Jungkook pudo notar que, apenas éste puso un pie adentro, una sensación
reconfortante y cálida se desplazó por todo su sistema. Fue lo mismo para él.
Lo supo porque, en cuanto sus brazos lo recibieron estrechamente en un
abrazo, y besó con suavidad en su sien, Taehyung se estremeció e inhaló
profundamente. Era como si él hubiese llegado a casa, a su verdadero hogar.
Y Jungkook se sintió un tanto eufórico al ver a su hermoso TaeTae ahí: todo
bonito, con sus ojitos impresionables brillando con emoción por haber
regresado al lugar al que sólo él podría pertenecer junto a Jungkook.
Todo estaba tal cual como antes, pero su presencia le hizo recobrar una
emoción de añoranza que no sabía que había conservado, pero intentó
desecharla rápidamente una vez estuvo con su chico; rodeándolo por detrás,
apresando sus caderas y dirigiéndolo al comedor.
—Sí, vamos.
—Ggukie...
—Lo sé, es sólo que... Quiero que sepas que puedes volver aquí cuando
quieras, ¿bien?
— ¿Qué ocurre, Jungkook-ah? —Sus palabras sonaron tan suaves cuando las
caricias en el lóbulo de su oreja izquierda se hicieron perceptibles, que
Jungkook sólo pudo cerrar sus ojos y exhalar un gran suspiro mientras dejaba
caer su frente en el hombro de Taehyung—. Vamos, mi amor, cuéntame...
¿Qué es lo que pasa? ¿Qué es lo que quieres decirme?
Las caricias se deslizaron hasta su mejilla y, por inercia, él abrió sus ojos y le
miró.
—Tae, dulzura, escúchame, ¿sí? —le dijo, observando sus ojitos expresivos
brillar con miel condensada y sus labios esponjosos apretarse un poco
mientras le indicaba su respuesta con un asentimiento dubitativo—. Yo
quería sorprenderte con algo que estuviese al alcance de... Lo que tú mereces,
Taehyung; una cena se me ha quedado corta contigo, porque tú mereces más
que eso, ¿entiendes? —le sonrió, pellizcando un poco su moflete derecho—.
Y por eso tengo que decirte que yo sé que tú querías que te lo pidiese
correctamente, recuerdo aquella vez que te molestaste porque asumí lo que
éramos y, antes de que digas algo, te entiendo. Y yo quiero hacer las cosas
correctamente esta vez, pero... Después de todo lo que pasamos tú y yo,
juntos, Taehyung-ssi, ¿crees que pedirte ser mi novio es suficiente?
—Quiero decir que siento que tú y yo somos novios desde hace mucho... Te
conozco desde hace mucho tiempo y lo que tuvimos... Lo que tuvimos fue
demasiado intenso como para no ser... real. —Tomando con delicadeza su
mentón, Jungkook le hizo mirarlo a los ojos—. Tras lo que pasó con nuestra
separación, luego de nuestra ruptura, llegué a la conclusión de que no fue
necesario pedirte que fueses mi novio cuando nosotros ya habíamos asumido
aquel rol de pareja, Taehyung-ssi.
Taehyung respiró con cautela, oyendo muy bien las palabras que Jungkook le
decía con una suavidad tranquilizadora, que, de hecho, logró calmar el
burbujeo de ansiedad que ascendía por su garganta ante la incertidumbre de
la situación.
—Soy tan tuyo como tú eres mío, Tae... —le susurró cerca, tan cerca, que su
aliento húmedo le erizó la piel y le hizo jadear mientras las burbujas de
nerviosismo y tensión se reventaban.
—Ya que estamos hablando de esto, debo decirte que me haces muy feliz
siendo mío y, claro, conmigo siendo tuyo. Me gusta esto, se siente...
diferente. No es como antes... Saber eso me hace sentir tranquilo, me hace
sentir confiado de que pertenecemos... plenamente a nuestra relación, y que
no tengo de qué preocuparme porque estamos juntos-juntos. Confío en ti. Lo
hago. Y te amo, y siento que ahora todo es tan diferente...
—Estoy insinuando que, justo ahora, estoy tratando de proponerte llevar este
asunto a otro lado...
—Me gusta eso... —dijo, presionando sus labios en su mentón, besando con
cariño allí—. Extraño tu charla de almohada —admitió.
—Yo te amo.
Taehyung abrió sus ojos con sensualidad, un poco más aguados por la lujuria.
Besar a su TaeTae —de esta forma específicamente— era todo lo que había
estado anhelando durante todo este tiempo. Todo su cuerpo se sentía
acalorado y un tanto desequilibrado. Tan increíblemente bien y tan
contradictoriamente necesitado de más; tener a Taehyung tratando de
conseguir más de él, acunando su rostro y dejándolo que devorara su boca
deliberadamente no era sano para su juicio, él quería consumirlo.
Sus manos se sentían un poco, demasiado inestables mientras sostenía el
trasero de Taehyung y llegaba al tope. La sangre, hirviendo, había viajado al
sur rápidamente y su miembro latió desesperadamente cuando Taehyung
tanteó entre sus cuerpo a propósito. Era como si tuviese un afrodisiaco
corriendo por sus venas, donde se suponía que debería correr sangre, no todo
este intenso e insano deseo exorbitante que sentía por Taehyung, quien, de
hecho, le devolvía el beso con entusiasmo agravante para su salud mental.
Con pasos duros y a la vez inestables, la madera del piso crujió y Jungkook
pegó a Taehyung contra la puerta de su habitación, tratando de buscar el
pomo para girarlo y entrar y...
La necesidad de follar fue tan inmensa, que estar dentro de aquella pequeña
cosita cachonda resultó ser casi abrumante; estaba temblando, caliente. Pensó
que podría tomarlo justo ahí, contra la puerta, pero no podían hacer eso. No
podía ser desconsiderado, tenía que tratar con cariño el cuerpo de Taehyung,
tenía que adorarlo incluso cuando quería follarlo duramente.
Así que, giró el pomo de la puerta y entró, aún sosteniendo a Taehyung; con
su brazo rodeó la cintura ajena con posesividad, apretadamente, mientras se
dirigía hacia la cama que tantas veces compartieron antes y la cual volverían
a compartir muchas veces más.
Panties...
Oh, joder.
—Date la vuelta.
Quitándose el cinturón, los pantalones junto con su ropa interior, los zapatos
y calcetines, se preocupó de buscar en un cajón el lubricante, sacándose la
camisa con brava brusquedad para abrazar a su TaeTae y presionarse contra
él.
—No, no... Está bien así... —Taehyung se sintió un poco apenado porque
sabía que ambos lo querían rápido y duro. Querían que fuese como antes.
Pero su cuerpo, aparentemente, no se adaptaría de inmediato a la fuerza y con
el ímpetu que acostumbraban antes. Aun así, trató de negarlo, sacudiendo su
cabeza—. No te retractes ahora, sabes que me gusta que duela...
Jungkook lo necesitaba tanto, tan mal, que estaba dejándose hacer por
completo por el delirio de su más puro e incontenible deseo, anhelándolo
mientras le embestía lentamente; y en cada uno de sus besos, su lengua
húmeda se encargó de ir rememorando cada lugar como suyo, rememorando
la marca.
Abriendo sus ojos, inundados por lágrimas de miel espesa que no sabía estaba
soportando, vio la forma en la cual Jungkook descendía, besando sus muslos,
el hueso que sobresalía en sus caderas, por sobre su obligo... Lo besaba con
tanta adoración, que sintió su corazón latir con fuerza contra su pecho; vio
cómo Jungkook besaba su pancita con una adorabilidad que le resultó ser
encantadora mientras lo acariciaba con suavidad, tomándose su tiempo antes
de absorber su erección entre sus labios para prestarle aquellas atenciones que
su cuerpo tanto estaba necesitando.
Taehyung se sentía tan bien y tan lleno de emociones, que su vista se nublaba
entre el deseo de amar y el deseo de follar. Todo se volvía una mancha muy
vívida; el espesor del aroma a sexo como feromonas flotando en el aire
abrumadoramente, las curvas desplegándose de una forma exquisita para los
ojos codiciosos de Jungkook, y los insaciables besos que marcaban todo a su
paso, dejándole algunos hematomas y un sonrojo rosado por todo su cuerpo
que, trepidante, se arqueaba hacia él. Taehyung empezaba a ser muy
consciente de la humedad produciéndose en su entrada debido al aliento de
Jungkook, debido a su saliva que lo estaba mojando a propósito. Taehyung
era consciente de la forma en la cual lamía su erección, como si fuese una de
sus tareas favoritas; sin prisa por vez que dos de sus dedos jugueteaba en su
orificio, presionando en el rugoso esfínter contrayéndose, pidiendo ser
dilatado.
Era un beso tan increíblemente placentero, que logró expandir las sensaciones
amablemente por todo su cuerpo; un cosquilleo excitante hacia sus lugares
más privados e íntimos. Porque la lascividad de las succiones en su pene, los
quejidos que él mismo emitía por vez que uno que otro gruñido de Jungkook
se unía a su encuentro colisionante. Era una locura.
Los dos se miraron a los ojos, en lo que cabe, fijamente, porque Taehyung a
ratos cerraba sus ojitos adormecidos por el placer de estar siendo llenado y
ofreciéndose a brindarle placer a su novio. Mientras sus cuerpos se unían y
comenzaban un vaivén lascivo, estocadas lentas y parsimoniosas en busca de
costumbre se hicieron presentes; una de las manos fuertes y dulces de
Jungkook, se cerraron en su nuca y lo llamó para otro beso.
Sus grandes ojos miel brillaron aguados, sus pestañas se humedecieron por
las lágrimas que sí sabía estaba conteniendo, batiéndolas en su dirección
mientras trataba de buscar algo, de atraerlo más cerca, de pedir que entrara
aún más en él, si es que eso era posible... No importaba nada más que ser
uno, que estar siendo llenado por el amor de su vida, de volverlo tan loco y
de volverse tan loco por él.
Taehyung trató de aferrarse, sus dedos estirándose, buscando algo, sus puños
arrugando la sábana y Jungkook besando sus mejillas, su mentón y sus
comisuras, boqueando con la intención de encontrar su boca otra vez para
besarlo, y besando sus hombros, inclinándose y acomodándose un poco más
abajo para besar sus pezones y abrazarlo, porque en sus brazos Taehyung
siempre sería todo su mundo; eran sólo Taehyung y Jungkook, y mucho
amor.
Las luces tenues apenas les alumbraron, pero, definitivamente, las sombras se
dibujaron con el reflejo de dos hombres haciendo el amor en las paredes,
impregnándose en el espejismo de un amor puro y afectuoso, un amor sano y
lleno de nobleza. El blanco crema del juego de sábanas de la cama
manchándose con la intimidad de la noche en la cual, por primera vez, entre
gemidos y jadeos extasiados de pasión embriagadora, hacían el amor en su
habitación, en su cama; sobrios y sinceros.
Las palabras sólo fueron un ademán, innecesarias entre los sonidos de placer.
Jungkook tembló sobre Taehyung por las réplicas del orgasmo y lo abrazó
con fuerza mientras éste también se corría, lloriqueando y fundiéndose por la
densidad de la temperatura romántica del ambiente y del orgasmo en el punto
exacto del clímax.
—Te amo más, Jeon Jungkook. Eres mi mundo entero, eres mi... Todo.
[...]
Lo mejor sólo puede conseguir lo mejor, recordó, mordiéndose los labios sólo
para reprimir una sonrisa. Así que, Jungkook entró a la pequeña tienda
distinguida, que, de hecho, era muy elegante y anticuada; las paredes eran
blancas, los mesones de vidrios y el lugar brillaba, era muy limpio y estaba
lleno de cristales.
Observando a la mujer tras la vitrina, con figura delgada, traje negro y una
melena canosa, él sonrió y la señora llegó hasta él, devolviéndole la sonrisa y
tamborileando sus finos dedos en el gran mesón.
—Ya tengo los boletos. —Fue lo primero que escuchó en medio de todo el
bullicio que había a su alrededor. Taehyung frunció un poco el ceño,
riéndose. ¿De qué hablaba Jungkook esta vez? Durante los últimos meses,
estaba llamándolo constantemente para soltarle información repentina y
abrumadora que, casi siempre, le tomaba por sorpresa—. No te rías,
Taehyungie. En serio conseguí los boletos.
Resultaba ser que, hace tan sólo unos días, le había dicho que tendría
vacaciones y, bueno, si el trabajo de Jungkook ya les resultaba algo agotador
a ambos debido a sus extenuantes horas de oficina, Taehyung se sentiría muy
triste si es que éste se fuese del país la semana que él tendría disponible. Sus
intentos habían resultado ser poco efectivos cuando trató de hacer que
Jungkook se volviese un poco holgazán y le dejara la mitad del trabajo a
Mingyu. Pero sólo culminó en un no; claro que Taehyung había hecho todo
lo que estuvo en sus manos para que su novio no terminara siendo un hombre
trabajólico, pero, de cualquier manera, así fue como se sintió durante los
últimos meses. Y la idea de ver a Jungkook encerrado en una oficina o, peor,
a través de una pantalla cuando éste estuviese al otro lado del mundo y él
solo, le resultó más que irritante y angustiante.
¿Acaso...?
—Más lejos.
— ¿A tu casa...?
Jungkook se sintió mucho más ligero una vez que estuvo sentado en su
asiento asignado junto a Taehyung, quien había recostado su cabeza en su
hombro mientras delineaba las venas en sus manos. Con las mejillas
ruborizadas, una tierna sonrisa empalagosa grabada en sus labios y los
grandes ojitos impresionables, notablemente más dormilones y espesos,
Jungkook sabía que Taehyung estaba nervioso. Era la primera vez que salía
del país y Jungkook lo sabía.
En realidad, estaba un poco nervioso porque sus planes tenían una estructura
y había estado trabajando muchísimo en idear todo para que fuese algo
especial, y no sólo lo principal; sabía que tenían que discutir los detalles
próximos luego, pero no quería estresarlo con algo que él y su hermano
podían manejar, así que, Taehyung no tendría nada más de lo cual
preocuparse.
Nada más que de ser sólo mío, pensó casi territorialmente, pasando su brazo
suavemente por sus hombros y atrayéndolo hacia él. Naturalmente, Taehyung
recostó su rostro, ruborizado y dormilón, en su pecho e inhaló allí con
comodidad y calidez.
Así que, después de una película y una siesta, cuando estaban a punto de
aterrizar, Taehyung le dio una mirada que Jungkook nunca antes había
recibido de su parte; mientras apretaba sus dedos entre los suyos, sus manos
empalidecieron cuando contuvo el aliento y tembló por la sensación que le
causó el avión aterrizando. Jungkook sintió que lo mataba lentamente vez que
Taehyung le dio esas miradas; era algo demasiado íntimo, le hablaba a través
de sus ojos.
Misma razón por la cual una vez, respiraron el aire fresco de la ciudad
londinense, Taehyung se mostró emocionado y contento a pesar de todo,
sujetando su mano mientras daba algunos saltos infantiles. Estaba
emocionado, y eso se le hizo adorable a Jungkook.
—No sabes lo feliz que me hace ser tu primero en casi todo, conmigo
siempre espero que sea así para ti —Confesó, atrayéndolo mucho más y
masajeando en su cuello, transmitiéndole confianza y un tanto de privacidad
—. No importa lo cliché que sea, quiero ofrecerte todo lo que sé que puedo
darte. Y nunca ha sido cuestión de arrogancia, Tae. Tengo mucho más dinero
del que necesito y, si puedo compartirlo contigo, es lo que haré. Quiero
compartir toda mi vida contigo.
Minutos más tarde, después de haber pasado por seguridad, y con su equipaje
en mano, ambos estaban montando un taxi; Taehyung se mantuvo en todo
momento muy pegado a Jungkook, quien parecía haberlo impresionado con
su acento inglés.
—Puedo darte lecciones cuando quieras —musitó sólo para sus oídos, luego
su mano se hizo camino por la oscuridad y escaló hacia el interior de su
muslo; le dio un apretón ahí.
—Oh, wow... Oh, vaya, es... Wow... —Escuchó decir a Taehyung una vez el
auto comenzó a detenerse frente a su casa. Jungkook sintió una oleada de
añoranza y melancolía al estar ahí de nuevo, al regresar a casa. Si bien en su
pecho ya no se hallaba aquel hueco vacío y oscuro, él seguiría recordando los
cálidos brazos de mamá recibiéndolo y las palabras de papá. A él no le
importaba realmente cuánto tiempo pasara, sus padres seguirían estando
presente en su vida incluso si ya no estaban presentes en su plano terrenal—.
Jungkookie, tu casa es wow...
—Te creo.
Taehyung miró por la ventana y observó, a lo lejos, a una mujer con una
melena canosa esperando en el umbral de la puerta.
Una vez ambos bajaron, Taehyung buscó su mano tímidamente y se pegó a
su lado. Y él sólo seguía siendo un hombre territorial, por lo que era de
esperarse que su pecho se inflara con orgullo ante el acto de su pareja. Esa
cosita adorable era suya, era su TaeTae... También pensó que,
inevitablemente, su madre hubiese adorado a Taehyung. Eso le deprimió un
poco, pero pensó en ella con tanto cariño, que sólo sintió sus ojos arder y se
sintió flaquear cuando arrastró sus maletas hacia las escaleras que dirigían
hacia la entrada principal del interior de la casa.
—Es una tía lejana. Ella nos está entregando la casa. La cuida cada cierto
tiempo y, de hecho, se preocupa de su mantención.
—Oh...
—Eres todo un adulto ya, Jungkook-ah —Fue lo primero que dijo la mujer,
correspondiendo el abrazo y palmeando su espalda. Si era posible, incluso su
voz sonaba degastada por los años—. Tus padres estarían tan orgullosos de ti,
de la persona en la que te has convertido. Dios... Tu hermano me habla de ti
como si fueses un gran empresario y un hombre grandioso, digno de un Jeon.
Tu hermano está tan orgulloso de ti, que no te imaginas.
—Hola, soy Taehyung. Mucho gusto —La saludó, con sus mofletes
tiernamente ruborizados después de presentarse en un idioma en el cual él no
tenía mucha práctica. A Jungkook se le hizo adorable. Como cada cosa que se
relacionara con Taehyung, de hecho.
—Mucho gusto, Taehyung. Soy Soon Yu, tía de Jungkook y Mingyu. Tú eres
su novio, ¿no es así?
Y, después de una breve charla, su tía decidió dejarles para que descansaran,
avisándoles que estaría visitándolos durante el fin de semana para ponerse al
día sobre todo y nada. Y ellos estuvieron de acuerdo, así que, cuando se
despidieron, Jungkook hizo entrar a Taehyung a su casa.
Escuchando una ligera risita divertida tras él, Jungkook consiguió una olla y
los ingredientes para cocinar la pasta.
—Quizás.
—Nunca me dijiste porqué no te gustó cuando bebí.
Francamente, podría decir que una hora después ambos estaban ciertamente
tomados, torpes y ansiosos.
— ¿Sobre qué?
— ¿Por qué me hacías tanto lío al verme borracho? Sé lo obvio, pero quiero
profundidad.
—No —Taehyung lo miró hacia abajo. Las pestañas barriendo sus mejillas
rojas mientras se relamía los labios con ese tic nervioso que le volvía loco, le
encantaba.
—Tú... ¿En serio estás tratando de provocarme, incluso cuando tus ojos
dormilones se están cerrando? —comenzó, riéndose, palmeándole
juguetonamente la pierna—. Mírate, estás casi babeándome y tratas de
seducirme...
—Ya te dije que te estoy dando permiso, además... Fue un largo vuelo, y ya
te extraño...
—Viajamos juntos, bebé... —le recordó sin inflexión, pretendiendo no saber
el significado tras aquellas palabras—. Y, ¿desde cuándo me das permiso? —
preguntó con diversión.
Correcto.
La boca de Taehyung era suave, dulce y exquisita y estaba amoldada para él.
Eso era todo en lo que Jungkook podía pensar mientras lo besaba. Ellos
estaban disfrutando de sus cálidos y cómodos días en Londres, aunque sus
días eran bastante ajetreados porque Jungkook se había encargado de
preparar toda una agenda con el fin de ser el "guía turístico" de Taehyung.
El tiempo que habían pasado en casa había sido bastante reducido, ya que
Jungkook preparaba los días para mostrarle lugares a Taehyung y visitar
tiendas con él; le había parecido en serio muy adorable que Taehyung se
esforzara en buscar chucherías bonitas para sus hermanos y, de hecho,
tratando de comprarle cosas a él. Jungkook se sentía mimado a su lado. Se
suponía que era un hombre dominante, no un tonto babeando sobre su chico.
Pero, bueno, después de todo, eso era lo que era.
—Bueno, la verdad es que... Me tendrías sin energías por el resto del día.
Prefiero sacrificar mi comodidad y prepararnos el desayuno real, ¿qué te
parece eso? —moviéndole el flequillo lacio de la frente, uno de sus dedos
delineó una de sus cejas arqueadas con diversión—. Estás viejo.
— ¿Qué?
—Hace tan sólo un momento dijiste que era viejo, Tae. Supongo que no soy
el único que está notando la contradicción aquí, ¿no? —Jungkook se rió
inevitablemente ante las palabras escogidas por Taehyung, quien, causando
fricción entre sus pieles desnudas, le robó un gruñido. Jodido travieso—.
Cuidado.
Muy en el fondo, sabía que para Jungkook era especial estar ahí y que por
algo lo había traído a esta parte en específica de la casa por primera vez desde
que llegaron. Si bien él había visto el jardín desde la ventana de la habitación,
Jungkook había estado más entusiasmado con el hecho de llevarlo a conocer
las principales atracciones turísticas y llevarlo a comer en lugares anticuados.
No podía negar que se hallaba sintiéndose encantado con absolutamente todo,
enamorado de la forma en la que su novio parecía sorprenderlo cada vez más;
los detalles y sus acciones le habían hecho sentirse ruborizado, le había
alborotado las mariposas en el estómago como el alborotador que era.
Por su parte, había logrado percibir que, específicamente durante las noches,
Jungkook había estado muy absorto en sus pensamientos. Al principio, pensó
que era porque ya no estaba tan estresado como lo estuvo en corea, pero
luego se dio cuenta de que era otro asunto; a ratos, con la cara enrojecida,
Jungkook se le quedaba mirando fija y entorpecidamente, y eso seguía
causándole timidez. Le parecía adorable, sin embargo.
Estaba muy a gusto, había sido todo lo que había deseado: pasar tiempo a
solas, juntos.
Jungkook lo guió a través del camino hasta el mirador y le ayudó a subir las
escaleras de la mano, con sus dedos entrelazados y una mirada de
vulnerabilidad expuesta en su rostro.
—El motivo principal por el que hice este viaje, Taehyung, fue porque quería
que tú pudieses conocerlos. Quizás ellos ya no estén en nuestro plano
existencial, pero es un acto simbólico que quise hacer para demostrarte mi
compromiso contigo en frente de su recuerdo —le dijo.
Taehyung se sintió tan conmovido, que sonrió suavemente hacia las jarras.
Quizás los padres de Jungkook no lo conocerían ni lo verían, pero le hubiese
encantado hacerles saber que era un buen chico y que podría cuidar tan bien
de su hijo, como éste cuidaba de él.
De todo el tiempo que conocía a Jeon Jungkook, de cada parte que conocía
de Jungkook, sólo hubieron dos veces en las cual cayó de rodillas ante él y
por motivos íntimos. La primera vez que le vio, fue con una mezcolanza agría
de emociones para demostrarle que se equivocaba. La segunda vez que lo
hizo fue cuando Taehyung rompió con él y le hizo caer débilmente para
implorarle que se quedara. En los recuerdos dolía ardientemente lo que eso
significaba, pero las complicaciones del pasado componían la felicidad de la
cual podían gozar hoy en día. Todo había valido la pena, porque ahora, la
tercera vez que veía a Jungkook de rodillas, era para verle sostener una caja
de terciopelo azul entre sus dedos.
—Cuando te conocí no pensé que llegarías hasta aquí, no pensé que
pasaríamos por tanto ni que me enamoraría perdidamente de ti. Aunque sé
que en el fondo lo sabía, nunca me imaginé realmente que tú serías parte de
mi cuento de hadas —se rió, con las mejillas enrojeciendo y las puntas de las
orejas igualmente enrojecidas. Taehyung sintió que estaba temblando. Sentía
una emoción agitada en su pecho y sentía que lloraría—. Yo quiero...
Siempre quise en realidad, desde el día en que te conocí, que fueses parte de
mí, de mi vida, de mi futuro y de mi vejez. Por lo mismo, siempre esperé que
fueras tú el que me acompañara a protagonizar nuestro final feliz... —
confesó, relamiéndose los labios y abriendo la cajita con dedos que le
temblaban ante el evidente nerviosismo. Taehyung sentía las piernas endebles
y las mejillas mojadas con lágrimas de felicidad—. Así que, hoy, frente a la
presencia de mis padres, te pido a ti, Kim Taehyung, que te cases conmigo.
—Sé mío hasta que nuestros días terminen, sé mío por la eternidad, Kim
Taehyung —esas palabras sentaron tan bien en su boca mientras pegaban sus
frentes cariñosamente, que pudo sentir el reflejo de sus lágrimas brillar con
los destellos del ocaso.
—Es que Mingyu como que se anticipó un poco a los hechos y comenzó a
planear y ayudar, y el tema es que... Se encargó de la mitad de las
invitaciones (que aún no han sido enviadas) y también buscó algunos lugares
para que visitemos.
—Okay, eso está bien por mí. Pero... ¿Tú estás bien con eso?
— ¿No has pensado en dejar la empresa y volver a ser maestro? Digo, sería
bueno que...
— ¿Por qué no? —Taehyung abultó los labios de forma casi inconsciente.
Sabía que su novio, ahora prometido, había sido muy apasionado con
respecto a su vocación. También sabía que, de hecho, era un gran maestro; no
importaba tanto cuán terrible pudiese llegar a ser, Jungkook siempre había
sido muy estricto, exigente y dominante, también un poco inflexible, pero
claro que perfecto no podía ser—. Si es lo que realmente te hace feliz,
deberías considerar...
— ¿Mm?
Así que eso fue, pensó, queriéndose reír por la cantidad de escenarios que
había imaginado hace un par de años por lo que podría haberles ocurrido no
sólo en término laboral y académico, sino legalmente.
—Vas a ser mi esposo —le regañó con voz mimosa, haciéndole reír—,
obviamente debes ir a Daegu conmigo.
Llegar a corea había sido difícil. Primero, Taehyung sabía que debía pedir
algunos días libres para salir durante el fin de semana. Segundo, porque se
sentía un poco ansioso por tener que contarle a sus amigos y cercanos sobre
su propuesta y próxima boda. Y tercero, porque los nervios junto con un
sentimiento de ansiedad comenzaron a hacerse presentes; en serio iría a
Daegu, directamente a su casa para enfrentar a sus padres y hermanos y
contarles la noticia.
Entonces, cuando el día finalmente hubo llegado, Taehyung pudo lidiar con
el nervio y logró transmitirle calma a su prometido, quien conducía por la
carretera con sus ojos fijos en aquel camino que los llevaba a Daegu. Sabía
que el encuentro con su padre sería gélido como hielo.
Jungkook le miró por el rabillo del ojo y volteando los ojos, bufó: —Tssk,
por supuesto que no.
Sin embargo, cuando empezó a faltar mucho menos para llegar a la casa en la
cual Taehyung había crecido, la tensión volvió a nacer desde las entrañas
para anudarse en sus gargantas. E incluso si no querían ser pesimistas al
respecto, fue inevitable cuando estuvieron en frente de la casa; su madre
estaba sentada en una pequeña banca mientras pelaba una manzana para su
hermana menor y su padre..., él estaba parado justo tras su madre, con una
expresión dura.
Así que, armándose de valor y tragó con dureza cuando se desató del cinturón
de seguridad y bajó primero del automóvil.
—Unos putos maricones los dos —rió ácidamente, sin ápice de gracia—,
supongo que estuve en lo correcto todo el puto tiempo... Tú eres el otro
bastardo come pollas... Supongo que este estúpido muchacho es tu puta
personal, mira ese auto... ¿Cuánto dinero te da por prestarle culo?
—Pues entérese de que sí hizo varias cosas mal, porque no sólo usted es un
insecto, espere a lo que le depara el futuro y verá... Todos sus errores le
caerán en la puta cara. Da asco, Señor.
Taehyung miró a su mamá y luego ella le hizo una seña a la niña para que
entrara a la casa.
Se suponía que iba a actualizar la semana pasada, pero olvidé que era la
semana patriota en Chile, so... Esta semana sí que es, mis disculpas UnU.
En fin, espero que tengan un buen comienzo de semana
103
Jungkook podría haber apostado que el señor Kim sólo quiso lograr un cargo
de consciencia en Taehyung con sus insultos atroces e ignorantes palabrotas
llenas de vacío. Lamentable fue que a él esa mierda dejase de importarle hace
años atrás y que, obviamente, no permitiría que volviese a dañar a su chico o
que le hiciera retroceder todo lo que costó avanzar; Taehyung se había
esforzado muchísimo en sus terapias y tratamientos, y Jungkook lo sostuvo
en cada quiebre. Salir de aquel hoyo negro en el que su propia familia lo
había sucumbido, había sido doloroso y difícil. Y, por lo mismo, no se
arrepentía de nada de lo que había dicho. De hecho, su arrepentimiento era no
haberle dicho unas cuantas verdades...
Taehyung era suyo. Se sentía como suyo y agradecería eternamente que éste
hubiese llegado a él; a sus brazos y a su casa, donde realmente pertenecía con
él; los dos, juntos.
Pero, carajo, sentía tanta rabia, tanta impotencia aún, que apenas podía ser
consciente de que, con la mandíbula tensa y los músculos rígidos, llevaba
más de media hora conduciendo con la mirada fija en el rumbo de la
carretera. Estaba muy tentado a girar e ir hacia ese imbécil.
No podía hacer eso, sin embargo. Por lo mismo, con malestar y mucha
necesidad, se atrevió a mirar a Taehyung por el rabillo del ojo. Se veía
lánguido y abatido, se veía muy consternado y eso no le gustaba para nada.
Quería verlo bien, sonriente y satisfecho; no así...
Así que, sin darle más vueltas al asunto, giró bruscamente y se salió de la
pista para adentrarse a una de las praderas a su costado. Sólo pudo escuchar
el grito ahogado de Taehyung ante la repentinidad de sus acciones mientras
los pastizales verdes rodeaban el auto, que frenó justo junto a un gran árbol.
El cálido clima de verano le hizo apreciar una ráfaga de viento templado que
se coló por uno de los huecos de las ventanas. Jungkook respiró
profundamente y cerró los ojos durante unos segundos. Necesitaba
concentrarse, pero las nubes oscurecidas, con rayos de luz infiltrándose entre
ellas, anunciaban una pronta tormenta tropical; probablemente, ya era
demasiado tarde para volver a Seúl y muy seguramente tendrían que buscar
algún motel u hostal para pasar la noche e irse por la mañana.
—Yo... No puedo con esta mierda —Empuñando sus manos con fuerza
desmedida, pegó su frente en el volante y emitió un feo y oxidado quejido de
malestar. Se sentía malogrado, y se separó bruscamente para rehuir de la
dulce preocupación de Taehyung; debido a la culpa que sus pensamientos le
causaron, se sujetó la frente con frustración, adivinando las lágrimas de ira en
sus ojos. En serio estaba tan enojado—. Perdóname, Taehyungie.
Y necesitaba calma.
Presionando la yema de sus dedos en la tersa piel del cuello ajeno, Jungkook
masajeó durante algunos segundos, emitiendo un gruñido de frustración.
Estaba de muy mal humor. Todo lo que quería era Taehyung; lo necesitaba
tanto como sabía que éste lo estaba necesitando a él.
—No permitiré que alguien vuelva a osar de herirte, no permitiré que nadie se
atreva a hacer algo que te dañe, ¿entendido? —su cuestión con dureza dio en
el blanco y desmanteló aquella expresión de neutralidad para evidenciar la
vulnerabilidad del trauma—. Ya no me interesa, me importa una mierda de
quién se trate. Tú vas primero siempre, ¿entendido?
—Quiero —pidió Taehyung, bajito. En sus ojos se veía tan tímido e inocente,
que el concepto de esta ternura le seguía causando estragos en la mente. Era
demasiado—, por fis...
Por fis. ¿De dónde demonios le había salido esta cosita trastornante?
Jungkook a veces seguía cuestionándose si era sano para su juicio, si todo
esto era real... Y lo era, este hermoso chico que se apodaba TaeTae y lo
trataba como un tesoro sería su esposo, ellos se estarían casando.
—No aquí, pastelito —quiso reír al verlo fruncir el ceño y fulminarlo con la
mirada; lo apretó lo suficientemente brusco como para hacerlo gemir—,
vamos... Pronto comenzara a llover y estamos aquí varados por mi culpa,
quiero llevarte a algún lugar y quedarnos ahí.
—Tienes razón. Por aquí cerca hay un motel llamado “Euforia”, podemos
quedarnos ahí.
—Mucho mejor.
Le escuchó decir algo que no logró oír del todo bien. Así que, bostezando, se
incorporó sobre su codo y se fregó uno de sus ojos con somnolencia. Debían
ser eso de las ocho de la mañana y seguía lloviendo afuera debido al sistema
frontal que azotaba la zona de Daegu, por lo que Jungkook deseó un café
caliente y un abrazo de buenos días. Pero Taehyung se veía tan serio con el
móvil pegado a la oreja, que le causó un mal sabor en la boca.
—Sí, está bien. Yo le preguntaré, sí. Antes del medio día. En serio, Seokmin-
ah, yo te avisaré, quédate tranquilo —Dijo, entornando los ojos y caminando
hacia la cama nuevamente.
— ¡Te amo! —volteándose con una gran sonrisa, Taehyung le abrazó y les
hizo volver a caer en la superficie del colchón, haciéndoles enredarse en el
edredón otra vez—. Oh, por cierto, buenos días... —susurró, sonriendo y
besando castamente sus labios.
—Buenos días, dulzura —lo saludó, acariciando uno de sus mofletes con
cariño—. Eres tan hermoso por las mañanas, Tae...
— ¿Sólo por las mañanas? —preguntó, con voz seductiva por vez que
abultaba sus labios.
—Siempre.
[...]
Por otro lado, las hermanitas de Taehyung eran más dispersas, le habían
dicho sus nombre, con una voz tan baja, que apenas le fue audible, y luego
salieron corriendo entre risas. Quizás era porque lucía un poco intimidante,
según lo que había escuchado de Jun. O quizás porque eran tímidas, según
Taehyung. Pero fuese lo que fuese, Jungkook frunció el ceño cuando las vio
pelearse por una muñeca; la niña de melena le pegó a la otra niña de trenzas
en la cabeza.
—Siempre son así —Interrumpió la señora Kim, con una sonrisa amable y
una voz profunda y suave. Sonaba casi como la voz de Taehyung. Era
tranquilizante—, ellas se pelean y luego lloran porque las separamos.
Obviamente Jungkook lo había conocido, sólo de vista aquel día en el que fue
a pedirle disculpas a Taehyung; aún recordaba la charla que habían tenido
durante la tarde después de ese encuentro.
—Lo sé, señor Jeon. Lo sé mucho mejor de lo que me gustaría... Fue bastante
difícil para mí cuando... Supongo que Taehyung le ha contado porqué decidió
transferirse a Seúl, ¿no?
—Sí.
—Él es bueno con los niños... —Volvía a decir la madre de Taehyung, con
una sonrisa llena de complicidad que se sintió como alguna especie de déjà
vu—. Cuando tenía quince años y las niñas eran pequeñas, él siempre estaba
pendiente de ellas, siempre quería aliviar la carga y siempre estaba
preocupado de los chicos y de mí. Tiene un corazón muy puro y noble.
—Le fascinan. Él será un gran padre —comentó la señora Kim, con orgullo.
Taehyung llegó hasta ellos y se acercó para acariciar su hombro, con una
gran sonrisa.
Y, dicho aquello, se dirigió hacia ellos, disculpándose con la señora Kim con
una reverencia e incorporándose.
Aparentemente, Jun le había hecho una apuesta de siete años para tener un
auto como el suyo y él, claramente, había aceptado.
Y una hora más tarde, cuando todos estaban en la mesa y terminando sus
comidas, Taehyung le miró por una breve fracción de segundos y un poco de
nerviosismo. Jungkook se preguntó si estaba listo para darles la noticia.
— ¡Woah! ¿En serio te vas a casar, hyung? —preguntó Seok Min, su boca
abriéndose con sorpresa mientras intentaba taparse, aún en shock.
—Así es —dijo, el orgullo tiñó su voz con algo que hizo que el pecho de
Jungkook se inflara.
— ¡Oh, chicos, felicitaciones!
Taehyung colgó y repitió el proceso por lo menos cinco veces, hasta que la
voz programada de la contestadora le hizo frustrarse tanto, que terminó
gruñendo y dejando pasar el bus que, posiblemente, le hubiese servido para ir
hasta su oficina.
«¿Debo tomar el autobús e ir casa o...?», tecleó otra vez, el “en línea”
poniéndolo nervioso.
Tal vez sólo está ocupado, se dijo a sí mismo, tratando de ignorar aquella
sensación amarga en su boca. Empero, nunca había sido muy paciente, así
que volvió a escribirle.
«Bien.»
— ¿Aló? —Dijo, su voz áspera sonaba un poco fría y muy formal. De haber
sido otra ocasión, le hubiese hecho reír y burlarse un poco.
El aire se atascó en sus pulmones por un momento y se relamió los labios con
un tic nervioso, pasmado todavía por lo que Mingyu le decía. Porque, si
Jungkook había salido hace dos horas del edificio y del trabajo, ¿a dónde
había ido? Taehyung infería que no lo había olvidado, no después de la
respuesta cortante a sus mensajes y después de que, claramente, los había
visto.
Taehyung pensó que algo le había ocurrido, pensó que... Era una posibilidad,
después de todo y, aún así, no se sentía bien. Quizás había ido con algún
inversionista, quizás había surgido algo o... Taehyung no lo sabía realmente,
pero esperaba que hubiese una explicación para el tema, porque empezaba a
entrar en pánico.
— ¿Tae? ¿Estás bien? —le escuchó decir a su cuñado, sin embargo apenas
quería y podría seguir ahí después de lo que acababa de decirle—. Espera,
¿dónde estás?
—Estoy fuera del edificio en el que trabajo. Mis compañeros se fueron hace
media hora atrás y aún no pasa el bus. Ya es muy tarde y estoy solo. El
próximo bus llega en aproximadamente quince minutos.
Dios sabrá lo que podría haberle ocurrido y él estaba ahí sin saber nada, con
las tripas torcidas y los nervios crispados.
Más tarde mientras seguía jugando con sus dedos y con la mirada retraída,
escuchó el sonido de la bocina del lujoso auto negro de su cuñado, tan
parecido al modelo de su propio prometido, que pensó, por una breve
fracción de segundos, que sería él.
Tonto.
Taehyung apretó sus manos temblorosas sin saber qué hacer con ellas
mientras se afligía.
—No, Tae, no... —intentó—. Quizás tuvo un mal día. Quizás incluso tuvo un
inconveniente con la reservación... No te preocupes, estoy seguro de que algo
pasó y por eso está así.
—Pero, ¿cómo está, hyung? Ni siquiera sé lo que le pasó, no sé cómo se
siente ni nada. Y no sé si está molesto conmigo, porque me está ignorando;
no respondió a mis llamadas ni a mis mensajes. Un “bien” no es una
respuesta adecuada. No, no quise pensar lo peor, pero me es inevitable.
—Shh —Mingyu le dio una mirada dulce y acarició su rodilla con gentileza
—, vamos a casa y lo llamaremos y hablaremos con él, ¿bien? Todo estará
bien, Tae.
Así que, un poco más tranquilo, divagó en sus pensamientos hasta que
Mingyu se adentró en su calle y le dolió el estómago al ver que Jungkook ya
estaba en casa y no había ninguna luz encendida. Muy en su interior, pudo
adivinar que no estaba de humor. De hecho, pensó que tendría que lidiar con
él y este humor oscuro al día siguiente. Aún así, volvió a preocuparse.
—No, está bien así... —susurró, con una sonrisita mientras se desataba del
cinturón—. Muchas gracias por todo, hyung. Te estaré llamando.
—Sí, bien. Te lo recordaré para decirte que te lo dije; no hay de qué
preocuparse.
Taehyung rió bajito y salió del auto, despidiéndose con su mano y cerrando la
puerta luego para ir directamente hacia la puerta de su casa.
—No lo sé, tal vez que me hagas preguntas de por qué yo...
— ¿Qué?
— ¿Y por qué pensaste que no quería ir? No conozco el lugar más que por
fotos, Jungkook-ah.
—No, no lo es. ¿Tú realmente deseas casarte allí? Es un lugar muy bonito y
lujoso, pero, ¿tú realmente deseas que ese hombre intolerante realice nuestra
boda? —preguntó suavemente.
—Jungkook...
—Lo haremos sin duda alguna —respondió, jugando con algunos mechones
de su cabello.
— ¿Y cómo...? —levantó su mirada, con sus ojos hinchados mientras
Taehyung despejaba su rostro y limpiaba sus lágrimas con cariño,
sonriéndole con tanto amor, que Jungkook sintió que el corazón le dolía. Él
no se imaginaba un mundo sin su TaeTae.
—Sí. ¿Tú no? —preguntó, con falsa sorpresa—. Mingyu supo sobre nuestra
historia de amor desde el día uno, sería bueno que él dijese algo bonito sobre
nuestra amorosa relación.
—Aún lo sigues siendo a veces, pero mucho menos, bebé... —le tranquilizó
Taehyung—. Eres mi idiota y eres hermoso, así que ya no llores —besando
sus mejillas mojadas, Taehyung dejó que todo el peso de Jungkook le cayera
encima, aplastándolo un poco. Pero eso no importaba.
Porque lo que realmente importaba era que ambos estarían uniendo sus almas
y como seres humanos se comprometerían con lealtad y amor puro, profundo
y sincero hacia el otro.
—Soy feliz —Le escuchó decir. Sus ojos de miel desbordándose en aquella
peculiar emoción de la cual le hablaba, con una mezcla de cariño y cierta
nostalgia. Finalmente.
Jungkook sonrió.
A tan sólo tres días de su boda, habían decidido visitar la playa de Naksan y
disfrutar del día juntos. Porque Jungkook era bastante anticuado y creía que
estar separados hasta el día de la boda aumentaría la tensión y sumaría la
entrañable distancia para su luna de miel. Decía estar acumulando energías y
Taehyung pensaba que eso era adorable y que, probablemente, ellos no
saldrían de su habitación de hotel una vez llegaran a Hawái. Él simplemente
lo presentía, y Jungkook no podía negar que eso le hacía ilusión.
Todo estaba listo, sólo faltaba llevar a cabo la ceremonia y ellos serían
oficialmente esposos y estarían dando un paso más adelante para formar su
vida juntos, su propia familia. Inclusive si ambos tenían sus anillos en
aquella caja azul marino de terciopelo, que Jungkook le había sugerido
después de pensar que tendría que volver a ponérselo en la boda, se sentía
como una mera formalidad; con o sin anillo, ambos se pertenecían
mutuamente y esa era la mejor parte.
La vida se sentía ser como una película; cada día era diferente y cada día
había algo especial, pequeños detalles que hacían una gran diferencia. Desde
el café caliente en las mañanas o el pan tostado con mermelada de frutillas y
mantequilla, hasta los bostezos matutinos contra la piel de su espalda. Él
sentía que cada sonrisa cuadrada era significativamente necesaria para
comenzar su semana con el pie derecho y no descartaba las discusiones y el
silencio, porque cada encuentro de oposición no duraba más que un par de
horas o un día; y no negaría que el sexo de reconciliación era una de sus
actividades favoritas.
Jungkook agradecía todo lo que fue, todo lo que es hoy en día y todo lo que
sería en el futuro.
Y no había mejor forma de conseguir avanzar que ir a través de los años con
su compañero de vida. Con Taehyung. No había mejor forma de adquirir
nuevas experiencias, de conocer nuevos lugares y de pensar en nuevas metas
y en nuevas propuestas... Siempre y cuando en cada una de éstas estuviese
incluido su esposo Taehyung y, prontamente, su familia.
Así que, ambos estaban ansiosos y expectantes al estar a tan sólo un paso de
la nueva etapa en sus vidas. Porque, después de la tormenta, el sol siempre
brillaría. Y ellos sabían que, a pesar de todo, de sus temperamentos y
discusiones y el silencio, siempre estarían ahí para el otro, cubriéndose las
espaldas y protegiéndose. Porque, afortunadamente, en los brazos del otro
habían encontrado aquel amor que tanto habían esperado encontrar; y de una
manera muy peculiar, de hecho.
Relajándose, soltó una risa nasal y afirmó a Taehyung por las caderas para
acercarlo un poco más y besar cariñosamente su sien.
—No estoy enojado, sólo estaba pensando... —Consiguió decir, cerrando sus
ojos un instante para disfrutar de la cercanía, el calor emanando del cuerpo
ajeno y el exquisito aroma suave a té y lavanda, con un toque ligero de
almizcle. Olía tan bien, que él se encontró suspirando con satisfacción—.
Estaba reflexionando sobre esto —confesó en un susurro.
— ¿Sobre esto?
—Sé que era así como me percibías al principio —volvió a decir, ocupando
esa arrogancia a su favor—, ¿quién se imaginaría que terminarías todo
baboso por mí?
—Lo hago, Kim. Siempre he babeado por usted, y espero que lo tenga claro.
Taehyung pareció derretirse en sus brazos y él rió por eso. Amaba que fuese
tan suyo.
Sin embargo, estaba feliz de tenerlo. Su hermano era un gran apoyo para él,
lo había sostenido cuando estaba cayendo y lo ayudó cuando se sintió en su
punto de no retorno, se parecía cada vez más a su padre y lo amaba. Mingyu
era mejor hermano, mejor compañero, mejor amigo y mejor en todo ámbito,
inclusive para Taehyung.
Estaba feliz de que su hermano quisiera formar parte de sus vidas de una
forma u otra.
También estaba feliz porque vendrían su tía y su tío directamente del Reino
Unido, y porque sus familias se conocerían y eso le hacía ilusión. Además de
que Jungkook empezaba a tener un sentimiento fuerte en el pecho de amor
desbordante que le dictaba desear una familia unida, y quería tener muchos
hijos con Taehyung...
Entonces ambos habían terminado por aceptar y había sido una buena idea,
de hecho. Porque el lugar tenía un muy buen servicio; les sería entregado
hasta un poco más de la media noche e incluso incluía un cóctel. Y Taehyung
había estado de acuerdo con Mingyu; era perfecto.
Asimismo, todo estaba preparado, todo estaba en orden, todo era como debía
ser. Sólo faltaba que dijesen “acepto” y estarían oficialmente casados.
Taehyung todavía estaba un poco, muy conmocionado. Y Jungkook no era
ajeno; los dos habían estado casi llorando de la emoción una noche antes del
esperado día.
—Debes dormir bien —Le había dicho a Taehyung, reprimiendo una sonrisa
masculina y tan madura, que vio el deseo en los ojos del chico a través de la
pantalla; Taehyung estaba en su casa y Jungkook había aceptado quedarse
con Mingyu—, no me mires así. Sabes que tengo razón.
—Pero no quiero... —Debatió Taehyung, abultando sus labios en un puchero.
Mueca mimada que sería su perdición; él no podía negarse a nada cuando
veía esa bonita boquita formar un consentido mohín—. Yo sólo... desearía
que estuvieres aquí conmigo, en nuestra cama...
Jungkook se recostó contra las almohadas y pasó uno de sus brazos por detrás
de su cabeza, respirando una inhalación antes de mirar fijamente a Taehyung,
quien, sospechosamente, se hundía muy cómodamente entre las almohadas.
—Eso es todo lo que quiero, así que... espero ser oficialmente tu esposo para
que tomes toda mi virtud como se te plazca.
Sincronizados.
Porque los dos pensaban que era ciertamente romántico que se les
considerara como los Jeon.
Absolutamente nada.
Se iba a casar.
Realmente él se iba a casar.
Él era y sería feliz con el hombre que amaba, y eso valía todo lo que se
considera invaluable en el mundo. Porque estaba ahí el secreto: se habían roto
para poder reconstruirse y mejorar, procesar los momentos y la vida desde
otra perspectiva y sanarse con amor y dedicación. Y, ahora, esto estaba
siendo parte del final feliz que siempre quiso tener, del final feliz que deseó
siempre; las cosas habían seguido su curso, quizás Taehyung no volvería a
hablar con su papá o quizás sí, y tal vez no volvería a tener contacto con su
hermano Seok Jin o tal vez sí, no lo sabían, pero no habían falsas utopías,
sólo era la vida, pero la mejor que podrían tener. Porque este final feliz era
uno real para ellos, Jungkook lo sabía. Tenía todo lo que deseó y todo lo que
querría siempre, lo que al final del día siempre sería necesario: Taehyung, sus
brazos y, muy probablemente, unos dos o tres niños llamándolo “papá”.
Taehyung, si era posible, le devolvió una sonrisa con los ojitos afectuosos.
Sus pestañas tupidas y largas rozaron sus pómulos y le coqueteó
descaradamente, su expresión volviéndose mucho más bonita y pícara.
—Hyung —le dijo—, está bien. La idea es que digas algo que realmente
piensas, ¿no? Quiero que seas sincero, así que está bien sea lo que sea
mientras no expongas nuestros momentos más...
Pues, resultaba ser que la familia de Taehyung había llegado hace unos días
atrás y se habían estado quedando en su casa. Por lo mismo, Jungkook, antes
de decidir quedarse con Mingyu hasta el día de la boda, había tenido su
momento privado e íntimo con Taehyung. Ellos habían sido, aparentemente,
un poco obvios. Porque se habían encerrado en el cuarto de baño y, claro,
que habían sido un tanto parsimoniosos; Jungkook aún recordaba las
contorsiones del cuerpo ajeno contra el suyo mientras lo tomaba
desesperadamente y recordaba lo quejumbroso que había sido Taehyung.
Bueno, todo había sido muy caliente y divertido hasta que la puerta del baño
se abrió, porque ninguno respondió cuando tocaron dos veces, y vieron a Jun.
Pobre chico.
Espera.
—La novia de Seok Min tiene tres años más que él... Y los primeros novios
sólo sirven para la experiencia.
Aparentemente su padre había sido castigado por sus propias palabras. Seok
Jin, Taehyung y ahora Jun... Santo Dios, su pequeño Jun... Era tan pequeño,
no podía gustarle Mingyu...
—Óyeme cuando te digo que está bien que te guste lo que sea que te guste,
pero el hermano de mi esposo no... Es demasiado mayor para ti y tú lo has
dicho: necesitas experiencia. No hay nada malo en eso, pero... No quiero que
salgas dañado.
Y dicho aquello, ambos bajaron por las escaleras y Taehyung dirigió a Jun al
auto de Yoongi, quien se había ofrecido a llevar a su familia en su nueva
camioneta. Taehyung lo adoraba.
—Gracias, hyung... Te ves guapo tú, de hecho... Pero, ¿dónde está mi mamá?
—Por ahí —respondió Seok Min, asomándose por entre los asientos.
Por un hueco de la ventana, logró ver que el patio de ceremonia estaba lleno
por sus invitados y familiares. La decoración era simple y anticuada, muy
fina y... Era totalmente del estilo de Jungkook, quien, abrazándolo por la
cintura, se veía exquisito en su traje y beetle negro, que contrastaba
deliciosamente con su piel pálida. El vestuario lo abrazaba como un guante y
le hacía verse proporcionalmente muy bien construido: grande, alto y
musculoso.
Ya era hora.
—Yo, Jeon Jungkook, te tomo a ti, Kim Taehyung como mi esposo para bien
o para mal.
—Yo, Kim Taehyung, te tomo a ti, Jeon Jungkook, como mi esposo en las
riquezas y en las pobrezas.
—Te amo —le respondió con dulzura, sin dejar de mirarlo a los ojos; porque
en ese instante sólo eran ellos dos. Este era su momento. Aquí empezaba su
matrimonio, su nueva vida, su familia.
—Y ahora, por el poder que me han concebido muy sabiamente los novios,
yo les declaro... —Mingyu dijo, relamiéndose los labios, dubitativo—.
Esposo y esposo.
Entonces, esperando con ansiedad que Mingyu dijese algo más y terminara,
movió sus piernas de manera divertida e inquieta, y Jungkook le sonrió como
un bobo.
Bueno, gracias por ser parte de esto. Por cada voto, por cada
comentario, por cada opinión, idea, teoría, por sus palabras que me
alentaron a seguir y culminar esto. Fue un gran viaje hasta aquí y les
agradezco su estadía. Casi dos años ya desde que me están leyendo y
soportando mis actualizaciones lentas, perdón por eso (espero que haya
valido la pena). Así que, voy a llorar un ratito para asimilar que he
terminado Heal Me, y que les amo un montón por apoyarme y seguir la
historia conmigo.
Existía algo de lo cual Kim Taehyung tenía una certeza absoluta, existía ese
algo que le hacía sentirse completamente seguro de que conocía cada parte,
por más ínfima que fuese, del hombre que dormía a su lado y al cual podía
llamar como suyo, porque lo era; su esposo.
Taehyung sabía que Jungkook era suyo, no sólo por los anillos que se
mostraban con orgullo en sus dedos anulares, sino por la seguridad que tenía
de la pertenencia mutua. Taehyung en serio conocía a Jungkook. Muy a
profundidad, lo había estudiado detalladamente. Y concluía que amaba su
pasión por las cosas que le fascinaban, cómo se expresaba tan educadamente,
e incluso la manera en la cual ideaba a la perfección sus insultos modificados
cuando discutía con alguno de sus socios. Porque Taehyung lo conocía tan
bien, que podía identificar qué era lo que podía sacar lo mejor y lo peor de él;
sin palabras de por medio, Taehyung podía saber en qué momento necesitaba
espacio o silencio, o simplemente un abrazo y mucho cariño.
Por lo mismo, una vez se acomodó suavemente sobre su vientre, miró por
sobre su hombro la forma en la cual, cuidadosamente, Jungkook deslizaba la
sábana hacia abajo y lo revisaba.
Relamió sus labios con cierto nerviosismo cuando se encontró con la mirada
de Jungkook en él, había cierto reproche allí.
Se sentía un poco mal por sentirse tan bien, mientras su adorable pastelito
estaba más quieto que nunca debido al dolor muscular después de una noche
un tanto salvaje e intensa. Quizás, no... Definitivamente, habían perdido la
hebra. Podría haber sido divertido, pero, después de observar la hinchazón
enrojecida, se sintió un culpable; no importaba si Taehyung le restaba
importancia, para él era importante cuidarlo y protegerlo.
Así que, caminando hacia una de sus maletas, se apresuró para encontrar la
crema analgésica, y luego se dirigió a la cocina para ir por los hielos y llamar
a servicio a la habitación para que les trajesen el desayuno. Algo de frutas,
pan tostado, algunos pasteles, y un café y un té.
—Incluso si es así, me gusta cuidarte. Así que no me digas que lo deje, eres
mi bebé grande.
— ¿Quieres ver una película, Ggukie? —Le escuchó decir, mientras juagaba
con sus cabellos y acariciaba la piel de su nuca y sus orejas... Jungkook se
estremeció por la satisfacción que le causó la cercanía.
Oh, qué bien se sentía... Porque Jungkook estaba seguro de que este chico era
suyo, estaba seguro de que con él, desde ahora en adelante y con sus argollas
matrimoniales, la vida sería un peso más ligero; no descartaba discusiones u
obstáculos, pero apostaba con un salto de fe que podrían superarlo todo,
porque sus barreras de amor no tenían límite.
Después de tantos años, Jungkook podría decir que era este hermoso ser
humano el que le había alentado a seguir adelante y moverse, a expresar lo
que sentía, a volver a amar y a sentir, a ser vulnerable por él y a querer ir por
el camino correcto; a ser un hombre bueno para él, a ser un hombre sano, a
ser el hombre que necesitaba y a encontrar, muy dentro de sí, el hombre que
realmente deseaba ser.
Jungkook aún recordaba que, la primera vez que vio a Taehyung, pensó que
éste había salido corriendo de alguna de sus más perfectas fantasías, que
había salido de su imaginación y que estaba ahí como una especie de sueño.
Aún recordaba que, al verlo presentarse en su clase, se sintió tan molesto por
no poder ir hasta él y saludarlo, que se sintió torpe e inútil. Recordaba
también, que aquella vez que se presentó en su oficina, se sintió tan tenso y
atraído, que pensó que Taehyung era una especie de imán; todos lo miraban
porque era hipnotizante y hermoso y humilde e inteligente, sacrificado y
amable...
Joder, en ese entonces creía que Taehyung había salido del sueño más
perfecto, y por eso fue un idiota; porque no sabía qué hacer para que
Taehyung lo mirara con los mismos ojitos soñadores con los cual él lo veía a
escondidas. Pero, entonces, Taehyung se presentó justo en su oficina y le dijo
de trabajar para él y luego todo fue por el camino que, ahora entendía, había
sido el correcto.
Porque, ahora mismo, con Taehyung entre sus brazos, podía verse a sí mismo
reflejado en sus preciosos ojitos de miel mientras lo observaba con aquel
amor desbordante, sacándolo de sus profundos divagues y regresándolo a la
realidad; aquella que sopesaba cualquier sueño y que siempre sería mucho
mejor, su realidad deseada.
Riendo con ternura, Jungkook deslizó la yema de sus dedos por sus labios
afelpados, trazando con cuidado su belfo inferior, luego lo tomó del mentón y
besó sus labios de una forma casta, sonriendo contra ellos.
—No sabes cuánto me llena escucharte decir eso —le susurró en la oreja,
besando su lóbulo y luego, con su mano libre, acomodando las piernas de
Taehyung alrededor de su cintura—. Te amo, Tae —volvió a decir, moviendo
su nariz contra el moflete de su pastelito y suspirándole un aliento
reconfortante hondamente.