Está en la página 1de 1144

Prólogo

— ¡Mueve tu maldito trasero y tráeme el condenado café y unas aspirinas!

—De inmediato, Señor —Mordió su labio con fuerza, evitando decir alguna
estupidez de la cual se podría arrepentir luego. Dejó la escoba apoyada en la
pared y buscó las dichosas pastillas en un cajón—. ¿Usted tiene su taza allí?
¿O prefiere un vaso de agua?

Escuchó el sonoro suspiro del hombre. Parecía frustrado por su causa...

—Pedí café. Y ese café es lo que tú me tienes que traer, ¿entiendes?

—Pero su ta...

—Sí, mi taza está justo aquí. Ahora, ¿puedes moverte?

Asintió, tomando las aspirinas en una de sus manos para así poder trasladar el
hervidor también. Caminó con dos pies torpes hasta el escritorio, tropezando
en el camino y ruborizándose hasta las orejas; Jeon masajeó sus sienes
cerrando los ojos. Se sintió apenado, pero es que... No había necesidad alguna
de ser tan imbécil, ¿o sí?

Sirvió el agua en la taza, luego vertió dos cucharadas de café y revolvió.


Simple y amargo. Siempre era lo mismo. Y, solía preguntarse si quizá a Jeon
le faltaba un poco de azúcar en la vena, porque era un completo idiota
mandón la mayor parte del tiempo.

— ¿Algo más, Señor? —Dijo.

—No rompas nada y no hagas alboroto a mí alrededor. Ahora vete.

Apretó sus dientes, volteándose mucho más que cabreado.


Taehyung se sentía como una empleada doméstica. O peor. Debía ordenar
libros, organizar portafolios, limpiar muebles, lavar los trastes, barrer, cocinar
y... ¿A cambio de qué? ¿Era suficiente el dinero que Jeon le pagaba por ser su
pequeño duende de los quehaceres?

Tenía dos opciones: renunciar y conseguir otro empleo, o seguir allí y solo
mantenerse.

Definitivamente, no podía arriesgarse e irse.

Sus padres le ayudaban con un poco menos de la mitad del arriendo, la beca
que había obtenido cubría el resto —y la matrícula universitaria—, y el
dinero de su empleo lo podía invertir en sus gastos personales. Y no podía
darse el lujo de renunciar a ello, solo tendría que soportar los arranques de
obsesión que tenía Jeon por el control y las órdenes. Sólo soportar. Y aunque
no fuese capaz de admitirlo a viva voz, se conformaba con estar ahí junto a
él; no tenía muchos amigos y la mayor parte del tiempo se sentía muy solo.
Odiaba estar solo. Siempre fue muy apegado a su familia, y, cuando se mudó
a Seúl, su vida dio un giro inesperado.

Ahora vivía en un minúsculo departamento donde —con suerte— cabía un


colchón, un escritorio y un "closet". En cambio, la casa de Jeon era grande y
bonita, y siempre estaba ordenada y limpia. Aunque el ambiente era un poco
frío y hostil, cuando preparaba café o té, o cocinaba, el dulzor de sus propias
acciones le recordaba un poco a su hogar y ya no se sentía tan lejos.

Sin embargo, lidiar con las personas era lo más difícil últimamente.

Taehyung sabía que no tenía el mejor acento al ser de Daegu, también sabía
que sus ropas eran humildes y que en la ciudad la apariencia era muy
importante. Y tenía más que clara su naturaleza torpe y sensible, pero eso no
justificaba la insensibilidad con la que estaba lidiando a diario. Desde que
había llegado, hace cinco meses, absolutamente nadie había sido amable con
él. No tenía ningún amigo.

Jeon, su profesor, su jefe, era el único con el que "compartía".

Aun recordaba cuando, por mera casualidad, le oyó decir que necesitaba
ayuda extra debido a tanto ajetreo. Aquel día se ofreció a ayudarle,
claramente le dijo que podría trabajar y aliviarle un poco la carga a ambos;
fue muy gentil al hablarle, pero Jeon le negó y le gritó que no irrumpiera otra
vez en sus monólogos. Uff. Aquel día fue realmente un mal día, se sintió
como si no fuese bienvenido en ningún lugar y lloró, lloró toda la noche.
Hasta que, la semana siguiente el asunto mejoró; Jeon lo llamó a su oficina y
hablaron sobre lo que tendría que hacer al trabajar para él en su casa.

Jamás hubiese imaginado lo cabrón que podría llegar a ser Jeon.

O sea, si en clases ya era un completo cabrón, en su casa el hombre era dueño


de todo. Sí, a veces llegaba a sentirse como su muñeca, siguiendo todas sus
órdenes al pie de la letra.

Encantador, ¿no?

— ¿Por qué sigues ahí? ¿Debería moverte?

—Lo siento, Señor. Ya me voy, eh... yo... este... Nos vemos el lunes, supongo
—Murmuró. Sus manos temblorosas cogieron la mochila que estaba tirada a
un rincón, entre las paredes.

La mochila era de color marrón pastel, tenía un pequeño osito colgando como
llavero. La colgó tras su espalda y, haciendo una reverencia, se retiró del
despacho.

Odiaba aquel sentimiento de vacío en su pecho, la tristeza y la necesidad que


tenía de un abrazo que, nadie estaba dispuesto a darle. Pensando en ello, y
mucho más, caminó entre las muchas personas que transitaban en la fría
noche de otoño.

Pronto sería invierno y estaba segurísimo de que sería el invierno más duro y
crudo que tendría que vivir. Porque no habría nadie para hacerle sentir calor
en su desamparado corazón...

¿O sí?


Ahora sí. Creo que este es el fanfic que seguiré actualizando con
"constancia" al terminar STF.

Espero les haya gustado, y lamento ser tan dispersa y desaparecer (a


veces). El tema es que, últimamente, se me hace difícil por el tema de la
crisis social que se está viviendo en mi país:(

Sin más preámbulos, nos estamos leyendo


01

«¡Ten un buen día, cielito!»

Taehyung relamió sus labios, un atisbo de sonrisa le hizo cosquillas en las


comisuras por vez que leía el mensaje. Sus ojos brillaron con entusiasmo
después de tantos meses; se sintió feliz.

Hoy sería un buen día.

Así que, para no tirarlo por la borda, guardó el celular en el bolsillo de su


hoodie. Debía llegar temprano a su primera clase, ya que los días lunes eran
de los cabrones; Park, Kim y Jeon. Ellos eran bastante conocidos por su...
carácter. De hecho, había escuchado algunos rumores sobre lo duros que
eran. También que, recibían insinuaciones de bastantes estudiantes a cambio
de una nota pero ellos siempre reportaban cualquier caso de «sexo por
calificación».

Eso sonaba escalofriante.

Caminó por el campus a paso lento, pues no iba retrasado. Se dedicó a mirar
las zonas verdes del otro lado de la biblioteca. Era una universidad realmente
estética. Cada detalle parecía estar hecho para el estilo de una película de
adolescentes, casi como en una película. Incluso las estudiantes estudiando en
las bancas del jardín, sus novios vistiendo una chamarra del equipo de
deportes con las iniciales US —Universidad de Seúl—, los grupos de amigos
sentados en el pasto riendo mientras se escondían del antipático sol otoñal
bajo la sombra de un árbol, el olor a flores mezclándose en el aire al igual que
las hojas secas que el viento se llevaba, avisando la humedad del invierno
aproximándose.

Ese era uno de sus momentos favoritos del día.


Suspiró, cerrando los ojos. Era refrescante hasta que, chocó con otro cuerpo.

—¡Maldición!

—Lo siento... Lo s-siento, fue mi culpa —Dijo. Sus mejillas ardieron con
vergüenza mientras veía al otro chico coger del suelo un casco de
motocicleta. Jugó con sus manos nervioso, sin saber qué hacer—. ¿Tu cosa...,
tu casco está bien?

El chico peli-verde gruñó mientras le daba una mirada de desaprobación.

—Mira, pequeño niño del cuento de hadas. Escúchame cuando te digo esto,
porque me has pillado de buenas que no te he metido un buen zarpazo por
despistado. Tú no deberías andar caminando con los ojos cerrados, pedazo de
idiota. ¿Cuántos años tienes?, ¿cinco?

— ¡Oye! No seas maleducado, tú no me conoces y no eres mi padre para


estar regañándome. Tú chocaste conmigo también, y no creo que sea porque
venías demasiado concentrado en tus pies.

—Ya desearías que yo fuese tu padre, mocoso. Te azotaría el culo por


imbécil. Y... Además... ¡Yo sólo estaba quitándome mi casco!

Taehyung sintió que iba a explotar. Sus mejillas seguramente estarían rojas
cual jitomate y sus esperanzas de tener ese buen día iban disminuyendo con
creces mientras seguía su camino, dejando atrás al peli-verde gruñón.

Y se distrajo un poco en el baño, tratando de arreglar sus ropas y su


desordenado cabello ondulado. Cuando se vio a sí mismo un poco más
decente y presentable en su reflejo, decidió irse al salón.

Sólo que, Taehyung no contaba con que el profesor ya hubiese llegado y la


clase ya hubiese comenzado.

Definitivamente, no sería un buen día.

Luego de rogarle al profesor Park que le dejase entrar, éste —finalmente—


cedió entre desagradables comentarios y ¿amenazas? Lo importante es que, le
permitió estar presente en su clase. Y, de inmediato escuchó las risitas
"disimuladas", las miradas despectivas estuvieron en él hasta que se sentó en
el penúltimo banco. Era un martirio.

Bajó la mirada apenado, sacando sus cuadernos y lápices y escribiendo


algunos apuntes de su texto. Escuchó al profesor discutir con otro alumno
pero lo ignoró y siguió concentrado en sus apuntes, hasta que alguien se sentó
a su lado y rió de una forma extraña.

—Veo que existen las casualidades, ¿eh?

Taehyung abrió su boca y ojos exageradamente.

—¿Tú?

—Min Yoongi a tu servicio, mocoso —el peli-verde sonrió con sorna.

Definitivamente sería un día muy largo.

Pero para su sorpresa, Yoongi era un chico agradable y con un muy buen
sentido del humor, aunque un poco grosero y vulgar. Ambos provenían de
Daegu y, ambos, se habían transferido por decisión propia a terminar su
carrera en Seúl. Yoongi era mayor que él, por lo tanto era su hyung. Y,
coincidentemente, había alquilado un apartamento en la fila de apartamentos
cercana a su calle. No evitó pensar que, tal vez, esa era una señal del destino
y le trataba de decir que las cosas mejorarían.

Ahora podría tener un nuevo amigo.

De hecho, en la clase de Kim, quedaron por hacer el trabajo de teoría literaria


en pareja, ya que Yoongi le prometió que tendrían un sobresaliente en aquel
informe. Y, Taehyung hace mucho no tenía un amigo real, de carne y hueso,
y pues se ilusionó de sobre manera con su nuevo compañero. Incluso cuando
almorzaron, ambos oyeron claramente cuando Jong-In —un chico popular—
dijo: "el niño hada y el matón, cliché".

— ¿Y ése qué se cree?

—Hum, Jong-In siempre causa mucho escándalo por aquí. Ya sabes... Es


popular, el mundo cae a sus pies, las chicas babean por él, los chicos dudan
de su sexualidad... Normal, creo.

Yoongi rió.

—Eso no suena nada normal. De hecho, ese bastardo me llamó matón y


recién es mi primer día... ¿Luzco como un chico malo?

Taehyung masticó su kimchi.

—Vamos, mocoso. Dale una palmadita a mi ego, quiero oírte.

—Eh... Sí. Un poco.

Luego de terminar el almuerzo, se despidió de Yoongi, ya que debía irse al


trabajo, pero le aseguró que se volverían a ver en la última clase de la tarde.
Entonces corrió hasta la parada de autobuses, y se dirigió a la casa de Jeon.

Una vez estuvo fuera, vio el Nissan negro de Jeon aparcado. Jeon ya había
llegado a casa.

Tocó la puerta.

—A tiempo. Preparé el almuerzo.

Taehyung le sonrió, pasando por su lado hacia el interior y quitándose los


zapatos.

—Hum, ¿qué quiere que haga por usted hoy?

—Hoy debes ayudarme a corregir algunos apuntes. Ahora, vamos a comer,


tengo hambre.

—Eh... Lo siento, Señor... Yo, yo ya he comido —Dijo.

Jeon lo miró tan mal que se sintió intimidado e incómodo. Pero simplemente
asintió y le señaló el estudio. Maldición.

Estuvo limpiando los muebles, las estanterías, tratando de encender la estufa,


hurgando algunas páginas de los libros favoritos de Jeon; los favoritos
estaban en una repisa de madera refinada con detalles dorados. Todo en el
hombre apestaba a dinero, educación, altura, lujos y algo más que aún no
lograba identificar.

Sabía que su profesor escondía secretos y que mantenía su vida personal en


privado. Porque nunca le comentaba algún detalle al azar, absolutamente
nada, ni siquiera por matar el silencio que muchas veces compartían con
cierta tensión. Y había algo que le causaba mucha curiosidad y no evitaba
preguntarse con frecuencia: ¿Por qué no tenía permitido ir al segundo nivel?
Obviamente, tenía en cuenta que allí estaría su habitación, su baño personal
y... Dios sabe qué otra cosa. O quizá, era solo que él tenía mucha imaginación
y estaba haciéndose las ideas incorrectas cuando Jeon solo quería mantenerlo
alejado de Jeon Jungkook.

Sí, tal vez era sólo eso.

Acarició el cuero de la silla, bajando sus dedos con lentitud por el respaldo.
El olor a café llegó a sus fosas nasales con un ligero olor a menta; el abrigo
de Jeon estaba colgado en el perchero.

Relamió sus labios, acercándose y asegurándose de que él no estuviera


cerca... Sólo tenía curiosidad... Tomó entre sus dedos la tela gruesa color
caqui, y la llevó con cuidado hasta su nariz, inhalando el aroma del perfume
que el hombre usaba. Se sintió acogedor y una corriente eléctrica le recorrió
la espalda con escalofríos; se le erizó la piel y sus pupilas se dilataron. Una
extraña sensación en su boca, comenzó salivar.

— ¿Qué me pasa? —Se rió de sí mismo, alejándose con rapidez del estudio.

En la cocina ya no estaba Jeon, supuso que debía estar lavándose los dientes,
así que limpió la mesa y lavó los trastes, guardó en un pote la comida que
sobró y la metió dentro del frigorífico.

Seguramente le dará hambre luego de terminar la jornada...

Y si no encuentra su condenada cena, me va a regañar y me dejara en claro


lo tonto que soy...
Ugh.

Encendió la tetera y preparó una taza con té verde.

Esperó, apoyado en un costado del lavabo mientras jugaba con la hebra de un


hilo que se había salido de su punto. Necesitaba ropa nueva.

Su cuerpo siempre había sido delgado y menudo, por lo que no fue una
cuestión de peso o altura sino que sus ropas estaban viejas y comenzaban a
deteriorarse. En las noches hace lo que más puede, lavándolas y
planchándolas, pero eso no evita que la mala calidad comience a hacerse
notar.

Suspirando, totalmente agotado. Sirvió el agua caliente en la taza, le agregó


una cucharada de miel y la llevó hacia el despacho. Dejó la taza en un platillo
blanco sobre el escritorio. Ordenó los exámenes en una pila junto a la
computadora.

Jeon se sentó tras el escritorio, bebiendo el té de inmediato e indicándole con


un gesto que se sentara en frente suyo. Tomó la mitad de los exámenes y
comenzó a contar los puntajes con un bolígrafo rojo.

Inhaló y exhaló entre sus labios calientes, sintiéndose friolento y un poco


congestionado. Su cuerpo tembló mientras intentaba acurrucarse en sí mismo.
Sólo pensaba que, en esos precisos instantes hubiese deseado estar en la
comodidad de su cama, dormitando en el calor de sus sábanas. Eso hubiese
sido perfecto, tal vez su madre le hubiese preparado un té con leche con
mucha azúcar y le hubiese repetido el postre... Se sintió triste, de pronto.

Ni siquiera notó que había terminado de contar los puntos y que Jeon le
hablaba, hasta que éste golpeó la madera del escritorio con fuerza.

— ¡Joder, Taehyung! Te quiero aquí, no en tu mente —Le regañó con el ceño


fruncido. Se veía molesto.

Taehyung mordió su labio avergonzado, bajando la mirada.

—Perdón, Señor. Yo... Yo, como que estaba perdido... Discúlpeme.


Jeon emitió un gruñido.

—Terminamos por hoy. Puedes irte.

Dicho aquello fue por sus cosas y se retiró.

Hubiese deseado que por una vez ese hombre se dignara a ser amable y se
ofreciera a llevarlo, teniendo en cuenta que ambos iban al mismo lugar —a la
universidad— y no le costaba mucho ser un poco más amable. Pero no, Jeon
no era amable.

Al menos iba con una hora de sobra, podría irse a la biblioteca y descansar un
rato allí. Aunque debía tomar el autobús y...

Qué mal.

Cuando llegó al campus, faltaban solo unos minutos para ingresar a su última
clase. Y parecía que en cualquier momento comenzaría a llover, y él no
llevaba paraguas ni un abrigo. En serio era un tonto, pero ¿cómo podría
saberlo?

Caminó rápidamente hacia el salón y se sentó en su respectivo banco. No es


que tuviese un puesto fijo, pero solía sentarse allí.

—Ehh —Yoongi entró con dos cafés y dejó uno a su lado—.¿Estás enfermo?
Luces... demacrado.

—Creo que cogí un resfriado... —Rió, tomando el vaso de café caliente entre
sus manos—. Gracias por esto, Sunbae... En serio —se llevó el vaso a los
labios, saboreando el líquido dulce y acogedor, sintiendo sus ojos
humedecerse. Eso no era café—. Es... ¿Té con leche?

Yoongi le sonrió.

—Es una pequeña ofrenda de paz por mi comportamiento en la mañana...


Supuse que te gustaban las cosas suaves, ya que luces como un algodón
andante. Y, además eres de Daegu, somos...

—Gracias, Sunbae —interrumpió, haciendo una reverencia con una gran


sonrisa.

Su corazón en serio se sentía acogido y apretado. Ese pequeño acto, una


pequeña demostración de gratitud. Yoongi era una persona amable. Y, poco a
poco, el frío ya no se sentía tan pesado en su cuerpo mientras ambos
compartieron una sonrisa.

Entonces entró Jeon, mirándolos con una expresión para nada amigable.

Amo mucho a Yoongi, en serio. Y este Taehyung será una cosita toda soft

Perdón, de antemano les aviso que aquí habrá una mezcla entre fluff,
angst, porno dramático y un intento de BDSM (lo básico solamente);
bondage y disciplina, dominación y sumisión. También les aviso que no
daré saltos mortales en el tiempo, todo irá con un orden y estructura.

Espero que les guste porque yo ya me emocioné.

Sean felices~
02

El día martes fue lluvioso y frío, por lo que, Taehyung decidió —finalmente
— comprarse prendas nuevas.

Había recibido una notificación en su cuenta bancaria online sobre el


deposito de su beca y sueldo. Y, para su conveniencia, sus clases comenzaban
en la tarde y tendría toda la mañana para buscar ofertas y pagar los recibos.

Le apenaba un poco gastar dinero innecesariamente, así que tuvo muy claro
qué era lo que realmente le urgía. Por lo mismo, fue a algunas tiendas,
deambulando por entre las personas. Pero todo era demasiado costoso. Así
que, decidió irse a las calles de Myeongdong, sabía que allí encontraría lo que
tenía pensado a precios ventajosos.

Vio a muchas chicas con bolsas, muchas bolsas de tiendas de marcas


conocidas. Los chicos no se quedaban atrás, claramente; ellos, algunos,
vestían outfits que sólo los idols podrían permitirse comprar sin
preocupaciones. Mientras él, llevaba unas bolsitas de tiendas equis y una gran
sonrisa en su rostro. Se había comprado una chaqueta para combatir el
invierno y permanecer calientito, dos suéteres de lana tipo hoodie —uno rosa
pastel y el otro celeste pastel—, un par de jeans holgados, calcetines y ropa
interior.

Decir que estaba muy contento se quedaría a medias.

Si bien no pudo encontrar zapatos baratos, sus zapatillas de lona aún estaban
completas, sólo tendría que limpiarlas y el asunto estaría resuelto. Además
tenía un par de botines que su padre le había obsequiado en la navidad
pasada, le que quedaban un poco grandes pero estaban bien.

Caminó con tranquilidad hacia la fila de apartamentos en la cual quedaba su


lugar, y de paso se compró un vaso de chocolate caliente en una cafetería
nueva que se había instalado en la esquina de su barrio. Hoy se sentía bien, y
eso le relajó bastante... Se sintió como si todo el estrés que había acumulado
durante estos meses, como si todo eso se hubiese esfumado. Y es que, hacia
bastante tiempo ya que no se daba el pequeño gustito de pasar un tiempo
consigo mismo y disfrutarlo.

Sin embargo, cuando llegó a su apartamento se dio cuenta de que la —


pequeña— nevera estaba vacía. O sea, no es como si comiese siempre ahí,
pero en la cena y en el desayuno debían ser leche o un "omelette"; y sólo
quedaba un yogurt de fresa, una cajita de jugo de manzana y una botella de
kétchup.

—Oh Dios... ¿Cómo se supone que debería comerme esto y que sepa bien?
—Murmuró, dejando las bolsas sobre su escritorio. Revisó las fechas de
vencimiento y el yogurt había vencido hace dos meses—. Genial...
Simplemente genial.

Miró la caja de jugo de manzana y luego el kétchup, y suspiró.

Su celular vibró en su bolsillo. Era un mensaje de su hermano.

«No te olvides de tu hyung este sábado... Iré a visitarte.»

«¡Eso es increíble! Estoy muy emocionado... Te extraño, Jinnie hyung.»

Rió suavemente. Su hermano mayor, Jin, vivía y estudiaba su último año de


medicina en Gwangju. Jin era el cabezota de la familia, también era bastante
cariñoso y agradable. Ambos tenían una muy buena relación, eran bastante
hermanables.

No obstante, eran muy demasiado diferentes...

Taehyung se quitó la ropa y se fue a duchar. El agua estaba caliente, y el


champú de vainilla se mezcló con el olor a durazno del jabón, creando un
oloroso vapor un poco espeso. Luego de asearse, se puso los jeans, sus
zapatillas y su nuevo hoodie de lana rosa pastel. Se veía bonito, le gustaba. Se
colocó el abrigo encima y se colgó la mochila al hombro. Estaba listo para un
nuevo día.
Porque...

El sol podía brillar incluso tras las nubes grisáceas, ¿o no?

Fuera, el viento gélido le sopló con burla, haciéndole castañear los dientes. Y,
al igual que casi todos los días, hizo su recorrido habitual: desde su
apartamento al subway, y de allí hacia la universidad.

Hoy esperaba volver a encontrarse con Yoongi, ya que habían coincidido en


la mayor parte de sus asignaturas. Obviamente, también esperaba convertirse
en un buen amigo suyo y que, pudiesen hacerse compañía el uno al otro
mientras se divertían.

Se sumió en sus pensamientos una vez más por vez que cruzaba el pasillo de
la biblioteca hasta que, un tirón del brazo le impidió seguir su camino.

— ¿Hum?

Sus ojos se toparon con los de Jong-In.

—Se te cayó esto —Dijo mostrándole el llavero con el osito que se suponía
colgaba en su mochila. Estuvo un poco sorprendido de que le dijera eso, y
Jong-In pareció notarlo porque no le dejaba de sonreír con suficiencia—.
¿Qué? ¿No me lo vas a agradecer?

Tomó su llavero y se distanció del agarre. Se sintió cohibido.

—Gracias...

Pasó por su lado, sintiéndose extraño. Antes había intercambiado unas


palabras con Jong-In, sin embargo no eran más que un "permiso", "no" o "sí".
Sólo eso. Y, ahora le había devuelto su llavero de osito, acaso él... ¿Él fue
amable?

Taehyung estaba un poco desorientado.

Se dirigió al salón y estuvo presente en las clases en silencio, poniendo


atención a cada palabra que su profesor explicaba, anotando cada detalle que
creía importante. Y en su segunda clase se topó con Yoongi.
— ¡Finalmente! Creo que deberíamos ir a cenar juntos hoy, luego podríamos
ir a beber... ¿No te agradaría eso?

—No bebo muy seguido, pero supongo que eso sería agradable.

— ¡Ya está entonces!

Le devolvió una sonrisa a Yoongi mientras éste jugaba con el casco azul
marino de su motocicleta. Notó un pequeño diseño de unas notas musicales y
un piano, se preguntó si aquello tendría algún significado y quiso
mencionarlo pero el profesor llegó, hablando de un proyecto grupal antes del
fin de semestre.

Lingüística era una materia un tanto difícil. Y el grupo fue escogido por el
profesor, por lo que Yoongi y él no pudieron quedar juntos en un mismo
grupo. Fue una total decepción. Al menos, sus compañeros eran responsables.

Estuvo durante cuarenta y cinco minutos discutiendo con SunJu sobre quién
debía hacerse cargo de organizar la información. Taehyung terminó
aceptando frustrado.

Y cuando el reloj marcó las seis de la tarde, se sintió aliviado.

Fue por un refresco en las máquinas expendedoras, pero no alcanzó a llegar


nuevamente porque alguien lo detenía.

¿Qué demonios tenía la gente por arrastrarlo?

Siguió a Jeon hasta su oficina, y cerró tras entrar.

— ¿Qué es lo que necesita, Señor?

Jeon lo miró.

Sus ojos crueles estuvieron fijos en su cuerpo durante varios segundos, hasta
que finalmente hicieron un incómodo contacto visual.

—No me ayudaste a corregir los apuntes.


¿Qué?

—Cuando lo ayudé a contar los puntajes de los exámenes, usted me dijo que
habíamos terminado y que me retirara. Yo... Supuse que usted ya lo había
hecho.

—Pues no.

Relamió sus labios, bajando la mirada. Maldición.

— ¿Entonces quiere que le ayude ahora?

Jeon suspiró, esbozando una mueca parecida a una media sonrisa. Su cabello
negro azabache contrastó —perfectamente— con su piel pálida bajo la
mínima luz diurna que quedaba de la tarde. El hombre se veía solo quizás un
poco atractivo. Taehyung se regañó mentalmente por desviar sus
pensamientos en aquella dirección tan... retorcida.

Tonto, tonto, tonto...

—Entonces, ¿no?

—De hecho, ahora no tengo ninguna otra clase. Vas a quedarte.

—Disculpe, Señor, pero... Yo sí tengo una última clase y no puedo saltarla


porque...

—Y este es tu trabajo también, ¿no? —lo interrumpió con aquel tono mordaz
y burlón. Idiota.

—Pero usted podría comprender que ya casi es final de semestre y necesito...

—Taehyung.

Mordió su labio inferior con fuerza. Y asintió.

Se sentó de mala gana en la silla de madera frente al escritorio y tomó la


carpeta azul de apuntes. Agarró un bolígrafo azul y anotó algunas cosas en un
post-it antes de comenzar a leer.
Sentía el tic en su ojo izquierdo mientras movía sus piernas. El sabor
metálico en su boca le apretó la garganta, quería llorar. Estaba muy frustrado.
¿Cómo alguien podía ser tan egoísta? ¿Por qué motivo estaba siendo así con
él?

Leyó una y otra vez lo que no comprendía. Tuvo que ayudarse de ciertos
párrafos para comprender la idea central del apunte, ya que con eso Jeon
estaba preparando un ensayo —o algo así— y necesitaba una opinión; su
opinión. Y él estaba ahí, siéndole obediente mientras se perdía una de las
clases más importantes.

A veces, creía que simplemente era un demonio. Jeon demasiado misterioso y


reservado, ciertamente introvertido y muy duro —frío—. O, tal vez, eso era
lo único que el hombre le quería mostrar de sí mismo... Taehyung creía muy
en su interior, sabía muy en su interior que había mucho más que esa simple
fachada de cabrón terco. Porque no podría haber sólo eso, aquello era
imposible.

Hay mucho más en él...

Pero, ¿por qué se comporta de esta forma tan... despiadada?

Pensó un momento en ello, fingiendo analizar unas palabras de las cual no


sabía el significado. Pero no pudo llegar a una conclusión clara. No tenía
muchos argumentos, ni... Nada. Sólo sabía que su nombre era Jeon Jungkook
y que era su profesor y jefe.

Tampoco debería saber más.

No es como si quisiera saber más de él tampoco...

Apretó sus piernas, ahogando un sonoro suspiro. Pero es que, estaba tan
frustrado que quería gritar.

— ¿Ya has terminado?

Relamió sus labios entre abiertos, estaba cansado.

—No. Señor.
Taehyung se atrevió a mirarlo. Lucía casi divertido mientras se acomodaba en
su cómodo sillón de cuero. Bajó la mirada, queriendo hacer una pataleta y
joderlo. Pero no podía, y él no era así tampoco. O quizá sí, pero no era
correcto.

Enderezó su cuerpo, estirando sus músculos rígidos por el asiento. Inhaló,


exhaló y siguió leyendo las últimas dos páginas que le quedaban.

—Esto es... demasiado. No hay nada malo o... Está perfecto.

—Mmh.

Con manos temblorosas le entregó la carpeta y se incorporó, sintió su trasero


y piernas entumecidas así que se sacudió ligeramente.

— ¿Qué haces? —Jeon lo miraba perplejo.

—Hum... ¿Ya me voy?

Jeon asintió, pero antes de que se volteara para irse lo llamó:

—Taehyung ven acá.

Taehyung lo hizo, se acercó. Pero, Jeon le señaló su lugar tras el escritorio.

Un poco avergonzado se paró frente a él.

— ¿Qué..., qué ocurre?

Dicho aquello vio la figura alta incorporarse también. Jeon era más alto que
él y más grande muscularmente. Incluso, por encima de sus ropas se notaba
que asistía a algún gimnasio y bebía batidos de proteína. Bueno... Tal vez eso
era otra cosa que sabía de él: cuidaba de su aspecto físico y alimentación.

Estaba tan atontado viendo la forma en la que su profesor se veía que, sólo
percibió a éste sacar algo de su bolsillo y luego deslizarlo con cuidado por
sus dos mejillas.
—Deja de ser una criatura. Apuesto que ni siquiera notaste lo obvio que fue
tu arrebato...

Taehyung sintió su corazón martillear con fuerza contra su pecho.

¿Eso era real?

Tocó su propia mejilla mojada con... ¿lágrimas?

Oh no...

Dios mío...

Qué vergüenza...

Había llorado. Lloró sin darse cuenta.

—Así es...

Taehyung se alejó con rapidez y se retiró como alma que lleva el diablo de la
oficina de Jeon.

Había llorado.

Y, Jeon Jungkook secó sus lágrimas amablemente...

Él secó sus lágrimas.

Necesitaba beber.

Pucha qué es bonito escribir este fanfic (๑˃ᴗ˂)‫و‬

Y bueno me desahogaré...

Como que últimamente me sentía a mí misma escribiendo por


obligación. O sea, era como uuggh, debo actualizar. Y se supone que no
debe ser así.
Onda, escribir es mi hobby:(

Y siento que con, este fanfic, estoy tan emocionada que, las lluvias de
ideas llegan a cada instante.

Por eso, espero que les guste tanto como a mí (๑˘︶˘๑)

Nos leemos.

Sean felices~
03

Taehyung decidió acompañar a Yoongi a un bar cerca de la universidad.


Aunque, en el trayecto, su compañero no evitó preguntarle por qué no había
entrado a la última clase. Él le contestó —ciertamente desganado— que tuvo
un inconveniente personal y se retrasó un "poco".

Se sentía emocional y psicológicamente agotado, y ya no podía seguir


tratando de convencerse a sí mismo que todo mejoraría. Porque, incluso
cuando bebió, sus pensamientos no se alejaban de lo que para él era
obscuridad. Y por eso, aceptó beber una segunda y una tercera ronda de Soju
hasta que, se emborrachó.

Si su padre se enterara de que él seguía teniendo aquella idea errónea


rondando en su cabeza y atormentándolo cada día más, seguramente lo
castigaría. Y, quizás, no podía olvidar todavía el suceso que le ocurrió a sus
dieciséis años y las duras palabras que escuchó de su progenitor. Por eso, uno
de los motivos por los que era mucho más apegado a su madre; ella jamás le
juzgaría o recriminaría en nada.

Suspiró.

La imagen de Jeon acariciándole la mejilla llegó a su mente como un


agridulce torbellino, pues lo recordó con esa sonrisa de autosuficiencia y un
tacto tibio y calmo que le confundía en demasía. ¿Cómo podía ser tan
contradictorio? En un momento le ordenaba y lo trataba como a un esclavo o
a una mascota o como un muñeco, y luego, de pronto, trataba de ¿consolarlo?

El dilema que se formaba en su cabeza era increíblemente enredado y con un


revoltijo de emociones que no quería comprender porque sabía lo que éstas
significaban; y no era nada bueno para él.

Estos meses con Jeon Jungkook habían sido mucho más que extraños y
confusos. Se suponía que estaba conociéndolo pero a la vez no lo conocía
directamente, era sólo lo que lograba deducir a través de sus acciones y
encantadora personalidad. Aunque tenía claro que, tal vez, el hombre sólo no
quería afianzar confianza con él porque, después de todo, eran profesor y
alumno y tenían una relación laboral, no más que eso.
Pero si Taehyung debía admitir que se sentía raro, no lo haría.

—Oye.

Yoongi mueve una mano frente a sus ojos y lo mira con el entrecejo fruncido.

— ¿Ah? —Despabila, relamiendo sus labios y tratando de enfocar su visión


borrosa.

—Estaba hablándote, pero me has dejado colgado... No me estabas


escuchando.

—Lo siento, yo como que me perdí —Dice con un toque de arrepentimiento.


Estaba ahí para conocer más a Yoongi y él sólo se encerraba en su mente.
Tonto, muy tonto de su parte—. ¿Qué me decías?

—No era nada relevante, en realidad. Sólo que ya deberíamos irnos porque es
tarde y mañana hay clases.

—Sí, tienes razón.

Cuando salen del bar se topan con algunas personas a las cuales le restan
importancia y sólo avanzan hasta la motocicleta de Yoongi, quien se ha
ofrecido llevarlo.

El camino se le hace un poco jocoso debido al alcohol en su sistema y siente


un mareo nauseoso que él mismo cataloga como horrible. Sin embargo, al
haber llegado y estar frente al edificio vuelve a sentirse bien, pensando en no
volver a beber jamás y sabiendo que a la mañana siguiente reafirmaría
aquello.

Se despide de Yoongi con un gesto de mano y entonces sube a su


apartamento.
Cuando enciende la luz ve todo exactamente tal cual lo dejó en la mañana. La
cama está deshecha y su viejo portátil está asomándose entre las sábanas.

Se echa en su colchón, mirando hacia el techo mientras cuenta los paneles,


totalmente aturdido. Entonces, una notificación suena en su celular y le
distrae. Es un número desconocido, pero cuando abre el mensaje, sabe de
quién se trata.

«Mañana no vengas. Hoy fue productivo.»

Jeon, piensa. Y sabe que es él.

De pronto se siente más sobrio.

Jeon Jungkook tenía su número de teléfono porque obviamente era su jefe,


pero él había perdido su contacto, ya que sólo lo anotó en un post-it que
perdió luego. En su defensa lo pillaba desprevenido porque, él nunca le había
enviado un mensaje en todo este tiempo. Nunca fue necesario, ya que podían
hablarse en clases o buscarse y decirlo directamente. Y eso sólo le jodió un
poco más la cabeza.

Dejó de lado su móvil e inhaló y exhaló mientras cerraba los ojos.

[...]

En la siguiente semana no hubo tanto ajetreo. No se saltó ninguna clase, sus


informes y exposiciones estaban al día y seguía pasando sutilmente
desapercibido. A la hora del almuerzo se siguió juntando con Yoongi y
Baekhyun, quien se les había unido con cierta timidez durante los últimos
días. Los tres no se llevaban para nada mal, tenían un sentido del humor
"parecido" y funcionaban bien académicamente hablando.

No obstante, al parecer no todo podía ser completamente rosa.

Jeon lo miraba con una mirada intensa y odiosa durante su asignatura, y le


sacaba al pizarrón preguntándole cosas difíciles. Mientras que en casa, sólo le
daba las órdenes necesarias y dejaba que el silencio incómodo —o tenso—
ganara entre ellos dos. Y, obviamente, ninguno mencionó el incidente en su
oficina porque eso hubiera sido demasiado embarazoso. Aunque Taehyung se
seguía sintiendo avergonzado y molesto al recordarlo, pese a esto tampoco
hizo algo al respecto y pretendió haberlo olvidado incluso cuando en su
interior eso seguía muy, demasiado presente.

Sus nuevos amigos le hicieron algunas preguntas sobre dónde trabajaba y


porqué se urgía tanto a la hora de irse a su trabajo, él evitó dar respuesta a sus
dudas sonriéndoles y excusándose con que él era un poco dramático. Pero
ojalá hubiese sido tan así y no porque Jeon Jungkook le pusiese los pelos de
punta.

Por Dios...

Su profesor —y jefe— era un demonio. O sea no, pero odiaba sentir aquellas
sensaciones que no quería sentir por él. Odiaba que Jeon Jungkook estuviese
presente en sus pensamientos últimamente, pero eso era algo que no diría a
viva voz; ni siquiera para sí mismo sería capaz de admitirlo. Le ponía un
poco enfermo, de hecho.

Y gracias a alguna deidad, Seokjin, su hermano, llegó a su apartamento


sorpresivamente durante el viernes en la noche. Se sintió muy aliviado con su
presencia, sobre todo cuando le contó que se estaría mudando a Seúl.

— ¡Por Dios, Jinnie hyung! ¡Eso es genial, es fantástico! —Dijo emocionado,


levantando sus manos porque sí era dramático y porque la noticia lo hizo
sentirse realmente aliviado.

—Lo es. Ya busqué un lugar y comenzaré a trasladar mis cosas durante estos
días —Jin le sonríe, mostrando su dentadura. Su hermano era realmente
atractivo y pretencioso y sabía usarlo a su favor en comparación a él—.
Además estoy buscando un empleo en el hospital de aquí, ya sabes. Necesito
generar ingresos.

—Confío en ti, Jinnie hyung.

Siente unas leves caricias en su espalda, reconfortándole. Y sólo se da cuenta


de cuánto ha extrañado la calidez familiar.
—Ay, TaeTae, mamá no se pondría feliz al saber que vives aquí...

—Seúl es muy caro, hyung —hace una mueca que no se define exactamente
entre desagrado y tristeza—. Y este lugar es conveniente para mí y cómodo...

—No es cómodo, no te mientas. Y aunque sea conveniente, yo estuve


pensando en que..., podrías venirte conmigo. Digo, si consigo empleo no
estaré mucho en mi apartamento. Podría hacerte un espacio allí.

—Jinnie...

—Sé que eres medio testarudo pero... Piénsalo, Tae. Por favor.

No le queda más remedio que asentir y no rebatirle. Si bien convivir con Jin
sería espectacular en todo ámbito, no podía aceptar porque se sentiría como
una carga para él mientras intenta independizarse en una nueva ciudad,
además no sería bien visto que viviera a cuestas de su hermano sólo porque
éste era médico.

Taehyung quería construir su futuro por sus propios méritos y esfuerzo,


aunque eso no significaba que a veces podría aceptar alguna ayuda como el
apoyo moral.

— ¿Cómo están papá y mamá? ¿Los has visitado?

—No. No he podido. Pero sí he estado en contacto con ellos; están bien.

—Eso es bueno... Yo he estado en contacto con mamá y...

—No te martirices, Tae. Papá es viejo y retrograda. Sólo ignóralo.

—Estuve pensando en ello... Han pasado años que su trato cambió de forma
drástica conmigo... Y pienso como si fuese toda mi culpa, Jinnie —habló en
un murmullo, confesando una de sus tristezas.

—Pues, olvídalo y sigue adelante. Tú no vives por papá, Tae... Tú vives por
ti.

—Lo sé, pero a diferencia de ti... No puedo simplemente.


Escucha a Jin suspirar agotado, tan cansado como él.

— ¿No volviste a saber de Bogum después?

La boca le sabe amarga cuando escucha aquel nombre que no se permitió


volver a repetir mientras estuviese en Daegu, era doloroso; una herida del
pasado que aún le erosionaba en el presente.

—No, hyung. Y... Y... Será mejor que cambiemos de tema, ¿sí? —Se
incorpora con rapidez abriendo su mini frigorífico y sacando dos latas de
bebida—. Mañana podríamos cenar en la cafetería que está en la esquina.
Venden postres exquisitos.

Y la noche la pasa en vela, durmiendo a un costado de la cama por vez que su


hermano ronca a su lado.

Sus pensamientos retornan hacia un tiempo atrás, recordándole a un chico


mayor, unas miraditas indiscretas y un beso. El beso que desató todo.

Llora en silencio, aferrándose a una almohada y mordiéndose el labio inferior


con fuerza para evitar los hipidos y sollozos. Él no es un anormal, no es un
parásito ni un maricón. No. Él no es nada de eso.

No soy un anormal.

Siente el sabor metálico de la sangre y el líquido manchar su mentón, con la


poca luz que recibe indirectamente de los faroles de fuera, puede notar que se
hecho una fisura en el labio. Se ha mordido con demasiada fuerza, rabia.

Jin parece notar que algo anda mal porque se pone inquieto. Así que, sólo
decide dormirse. Pero no puede conciliar el sueño.

Se siente cansado de seguir pretendiendo estar bien o mantenerse en el que


todo mejorara, porque cada día que transcurre se vuelve peor.

Sólo empeora...

Revisa su celular a su lado con la intención de buscar algo en lo que


entretenerse, sin embargo una inquietud nace y la curiosidad le hace entrar al
chat en KKT de Jeon. Relee el mensaje enviado por última vez y luego mira
su foto. Es atractivo, piensa de forma casi inconsciente y se queda un buen de
rato mirando su foto hasta que, cae dormido con el celular sobre su pecho.

Como ya terminé con STF, ahora vengo a por todo con Heal Me ;)

¿Ya pillaron el tema de Tae con su papá? Eso será un tema muy
relevante en la trama de la historia...

Nos estamos leyendo

ʕ ᵔᴥᵔ ʔ
04

El dolor de cabeza no se compara en absoluto con el malestar físico que


siente. Sus músculos se sienten adoloridos y su temperatura corporal
aumenta, haciéndole tiritar de frío incluso cuando su piel está caliente por la
fiebre. Está sudando y su estómago ruge con fatiga debido a la mala
alimentación. Se siente angustiado y débil. Sin embargo, decide ignorar su
muy probable resfriado y sigue ayudando a su hermano a subir las últimas
cajas de la mudanza hasta el noveno piso.

Se había ofrecido por su propia voluntad a ayudar a Jin y no podía dejarlo


plantado sabiendo todo el peso que debería soportar y lo muy estresado que
éste probablemente se sentía con todo el tema del traslado y el contrato de
alquiler, sumándole las entrevistas que tendría para algunos hospitales en
Seúl; estaría haciendo su último año de internado para evaluar sus
conocimientos y habilidades en el área de la medicina que había escogido —
cardiología—.

Taehyung se sentía orgulloso de él por ser tan perseverante con respecto a sus
ambiciones y deseos. Hubiese querido ser así también, pero su desarrollo
laboral iba por un lado más emocional y romántico.

De hecho sus padres los comparaban constantemente, haciéndoles saber cuál


de ellos dos sería el exitoso. Porque, supuestamente, sólo estaba perdiendo su
tiempo estudiando para aprender a escribir cosas irrealistas en un libro —
según su padre—. Pero, lo que el viejo no sabía era que, anhelaba trabajar en
una editorial y por ese motivo se transfirió a la ciudad de Seúl. De todas
formas, tampoco es como si a Kim Sohyun le importara aquello.

Cuando vuelven al apartamento, acomodan un par de cosas como la comida,


los sillones y la cama. Pero Taehyung se siente demasiado cansado y apenas
puede moverse; sin ninguna agilidad. Entonces, Jin se da cuenta de que no se
siente bien y le prepara una sopa de arroz.

— ¿Has cogido un simple resfrío? ¿O gripe? —Pregunta desde la cocina,


revolviendo con un cucharon una mini olla de aluminio.

—No lo sé... Eres tú el doctor, ¿no? —Ríe. Le resulta un poco cómico ver al
mayor hacerse cargo de él como si fuese un niño pequeño. Literalmente lo
dejó recostado en el sofá y lo cubrió con una manta.

— ¿Desde cuándo te sientes así?

—Hum... días, semanas... No lo sé realmente. ¿Eso importa?

—Claro que importa. Porque quizás partió siendo un simple resfrío. Pero mal
cuidado, Tae... Ahora el virus ha tomado fuerza y lo más probable es que,
ahora, sea una gripe.

—Oh... ¿Haces de farmacéutico también? Podrías recetarme algunas píldoras


para...

—Definitivamente tienes fiebre. Estás hablando incoherencias estúpidas; los


farmacéuticos no dan recetas, ellos las reciben y te entregan el medicamento
o algo así. Tonto.

—Ahg, cállate, hyung. Perdóname por no ser tan culto como tú.

Abrazó la almohada contra su pecho y prefirió ignorar los comentarios


absurdos de su hermano porque no estaba de buen humor como para
soportarlo.

Comió la sopa en silencio, esperando recuperarse lo más pronto posible para


irse a su propio apartamento y dormirse un buen rato. Aunque debía estudiar
para sus disertaciones orales... Bueno, tendría que repasar de sus notas y
luego descansar un rato porque no descuidaría sus estudios.

Tal vez, no era un cabezota o un sabelotodo, y tal vez tampoco tenía las
mejores calificaciones, pero se esforzaba en ello.

A veces deseaba un poco de apoyo moral o motivacional, pero casi nunca lo


recibía; muy pocas veces por parte de sus amigos y de su madre. Y eso, a
veces, es muy necesario para seguir adelante.

Yoongi y Baekhyun siempre le hablaban sobre lo fantásticas que eran sus


familias, de sus vacaciones en Japón o simplemente en Ulleungdo. Él nunca
había tenido vacaciones así... Pero había visitado la playa de Busan y ahora
vivía en Seúl. Eso era suficiente para él. Y si tal vez ahorraba, podría viajar a
Japón también; solo.

A pesar de que su familia era muy unida, eran bastante humildes y clásicos.
Ellos no ostentaban de mucho, aunque sus padres sólo alardeaban de Jin...,
porque ya era el médico de la familia y seria su próximo futuro prometedor.
A diferencia de él que, estaba siendo como el "rebelde" por estudiar algo que
a él le gusta que es la literatura.

Suspirando, se incorpora y toma sus cosas.

—Es hora de irme —Dice, colgándose la mochila al hombro.

—Bien. Te estaré llamando para ver cómo sigues.

—Okay.

—Si necesitas algo, medicamentos o lo que sea, envíame un mensaje.

Asiente y hace una reverencia antes de dirigirse a la puerta y retirarse.

Mientras más camina más entumecido se siente, con un nudo en la garganta


que se aprieta aún más. Sus pasos resuenan sobre la cerámica del piso,
nublándole la vista y oprimiéndole el corazón. Quiere llorar.

Se siente muy cansado, muy solo; sin importar cuántas personas le rodeen o
lo bien que se pueda sentir durante unos efímeros instantes, luego viene la
aflicción y sólo quiere hundirse por no saber cómo solucionar los líos en su
cabeza, en su vida. Está viviendo con el tormento de ser juzgado por ser
quién es, temor a seguir siendo rechazado.

Intentó tener sentimientos por una chica. Ella era muy bonita, tierna y
agradable. Pasaban los ratos juntos después de las clases o simplemente iban
al cine o a comer. Pero no era lo mismo. Sólo la pudo ver como a una amiga,
porque ella no removía nada dentro de él como Bogum lo había hecho; sus
brazos delgados jamás se compararon ni por cerca de los fuertes brazos que
lo sostuvieron cuando se estaba derrumbando.

Eso cada día, día a día se volvía un martirio. Porque se había obligado a no
sentirse así de nuevo por nadie más, ni siquiera una simple atracción física y
superficial. No quería volver a ser tratado como una basura, no quería salir
herido ni recibir insultos que no merecía realmente. No quería nada de eso de
nuevo, le había costado mucho trabajo dejar todo atrás como para volver a
sufrirlo y reabrir con creces todas las llagas que se había molestado en cubrir.

No quiere seguir decepcionando a su padre ni avergonzándolo, pero no puede


evitarlo.

La mayoría de sus compañeros en la universidad han deducido rumores sobre


él como el niño hada, Kim el virgencito, princesa y otras estupideces
sinsentido sólo por su apariencia física. No es como si su cuerpo o su rostro
estuviesen gritándole a todo el mundo «soy gay» porque se ha encargado de
ocultarlo muy bien; rechaza tanto a las chicas como a algunos chicos, porque
no se siente capaz de llegar a más con alguien sólo para ver cómo se
desmorona frente a sus ojos.

Enamorarse duele y daña. Y no está dispuesto a pasar por eso otra vez.

O, eso cree él.

Entra al ascensor, secándose las lágrimas acumuladas en sus ojos con la


manga de su hoodie, dispuesto a marcharse e irse a su pequeño champiñón —
como suele llamarle últimamente—. Porque ahí puede llorar y patalear todo
lo que se le venga en gana tranquilo.

[...]

Ha olvidado cerrar la ventana de su cuarto y ahora parece una condenada


nevera.

—Dios —Murmura cerrando la puerta tras de sí.


Cierra la ventana y decide ordenar un poco su propio desorden, porque
últimamente tiene por prioridad el resolver los desastres de los demás que sus
propios desastres. Y eso es bastante idiota de su parte, de hecho. Pero todo
lidiamos de diferentes formas con el dolor, aunque nada le parece suficiente
para dejar de sentir como se siente u olvidar simplemente.

Así que, organiza sus cuadernillos, los libros sobre la repisa, cambia de lugar
la cama y la deja junto a la ventana, deja la ropa sucia en el cesto para llevarla
a la lavandería y saca la basura. No ha sido un gran trabajo pero se siente un
poco más fresco al tener su espacio despejado, limpio y ordenado.

Y justo cuando está preparándose para estudiar, recibe un mensaje de


Baekhyun.

«Hey, Tae. El jueves es el examen de literatura inglesa y tú eres muy bueno


en ello, así que pensé que podríamos estudiar juntos... ¿Qué te parece?»

Respira hondo. No tiene muchas ganas de salir de casa estando enfermo y


con el ánimo por los suelos..., pero tampoco puede colgar a su nuevo amigo.

«Está bien, Sunbae», le responde.

«Podríamos quedar el martes y miércoles, ¿te parece?»

«Sí, eso suena bien para mí», bloquea la pantalla del móvil y lo deja a un
costado, cerrando los ojos.

—Sólo... No te olvides de respirar, Kim Taehyung —Se habla a sí mismo en


un intento de reconfortarse.

Recibe un segundo mensaje, sin embargo.


Y es de Jeon.

«No vengas durante la semana entrante. Estaré demasiado ocupado.»

Bien.

Eso era más que extraño y le provocaba un escalofrío en la espina dorsal.


Jeon últimamente andaba de mal humor y lo ignoraba.

Comenzaba a pensar que, se podría estar aburriendo de él o ya no le


necesitaba más, lo cual era malo en muchos planos diferentes. Si perdía su
empleo con Jeon, tendría que encontrar otro y eso sería difícil teniendo en
cuenta que la mayoría de los estudiantes becados —como él— tenían que
trabajar en alguna cafetería o tiendas a medio tiempo, y la paga no era muy
buena.

Quiso escribirle de vuelta, responderle algo, cualquier cosa. Estuvo tentado a


hacerlo, pero no lo hizo. Ese mensaje no podría ser tan malo, ¿cierto?

Seguramente el profesor Jeon lo llamaría a su oficina y lo recargaría con


papeles o lo mandaría a sacarle algunas copias. Sí, eso pasaría.

Así que, lo tomó con calma y simplemente decidió relajarse en la comodidad


de su cama porque tenía sueño, estaba estresado y necesitaba tomar una siesta
sino andaría por ahí luciendo como un mapache o peor; como un zombie. Y
él no podía verse así. Taehyung era demasiado pretencioso, de hecho. Se
encarga de hacer algunos gastos extras que considera como básicos:
mascarillas para su piel, cremas hidratantes para su cuerpo y aceites para el
cabello. No es como si eso fuese la gran cosa tampoco, la mayoría de los
coreanos cuidaban bastante de su apariencia y él no era la excepción.

Jugó con sus dedos, tratando de relajarse y dormirse y poco a poco le


comenzaron a pesar los ojos, pero otro mensaje llegó y era de su hermano,
quien le avisaba que estaba en camino para dejarle algunos medicamentos.

Definitivamente no podría estudiar o dormirse.

Agarró su osito de peluche y se acomodó abrazándolo.

Durante varios segundos miró de forma fija algún punto de la pared,


aligerándose abatido. Se sentía demasiado pequeño para su gusto.

Sólo necesitaba dejarse ser de alguna forma y no sabía cómo.


¿Ya pillaron cuál es el motivo por el cual Tae tiene aquellos alti-bajos en
su estado anímico?

Es más complicado de lo que parece.

Y, por cierto, todos mis personajes son diferentes en cada historia


(aunque tenga una debilidad por Tae soft y Jungkook hyung; es como mi
kink).

Dato Random: hace demasiado, mucho calor pero está nublado y


pareciera que fuese a llover en cualquier momento. Chile es demasiado
loco con sus climas, en serio.
05

Si Taehyung creyó que Jungkook le llamaría durante la semana, estuvo muy


equivocado; no lo encontró al buscarlo ni lo vio por ahí, tampoco lo llamó
para que fuese a trabajar o porque necesitaba ayuda con la revisión de sus
hojas. Era desconcertante. Y cuando decidió que, si era necesario, iría a su
casa para preguntar qué era lo que ocurría, Jeon apareció en el salón con su
impecable traje negro de dos piezas y un elegante abrigo gris, mirando con
desinterés y cierta arrogancia.

El silencio se prolongó de una forma casi sepulcral mientras todos sacaban


sus textos. Por supuesto, pensó, mirándolo de reojo, y pudo haber creído que,
durante un momento mínimamente efímero hicieron contacto visual. Pero eso
desapareció tan pronto como apareció.

Inhaló suavemente, decidiendo ignorarlo. Él no tenía ningún problema con


sólo escuchar la explicación de la materia o mirar el pizarrón, porque estaba
un poco furioso con Jeon debido al hecho de su falta de información,
teniendo en cuenta de que —de alguna forma u otra— era su empleado y
tenía derecho a saber los motivos por los cual no estaba siendo llamado a
cumplir su labor, su sueldo y su mismo trabajo podían estar en juego y su
enfado era razonable.

En los días en los que estuvo libre "aprovechó" para estudiar y reforzar sus
conocimientos, juntándose con sus amigos y quedándose en la biblioteca para
que entre ellos se explicaran lo que más les costaba. Aunque las cosas no
salieron como lo esperaba y no logró aprender mucho, su cabeza estaba en
otro lugar simplemente. Y debido a eso, no estaba teniendo los mejores
resultados académicos; su agotamiento psicológico, sumándole el estrés de la
situación con Jeon y su decadencia en los resultados de los últimos exámenes,
era demasiado para él solo. Sin embargo, no podía pasar por alto sus estudios.
La beca a la cual había optado, le bonificaba una mensualidad modesta para
sus gastos y durante cada semestre cubría su matrícula. Entonces para obtener
aquellos beneficios, debía mantener su promedio GPA por sobre el ochenta
por ciento. Por lo mismo, no podía arriesgar ningún promedio; a excepción
de gramática textual más allá de la oración, eso sí que le costaba; y era
precisamente la clase de Jeon...

¿Coincidencia o sólo mala suerte?

No podía permitirse tener malas calificaciones, ya que por lo general obtenía


buenos resultados o lo que se consideraba "intermedio". Y no se quejaba de
los esfuerzos que hacía por salir adelante, ni de la sobrecarga estudiantil y
tampoco es capaz de aceptar ayuda sabiendo que él es capaz, puede
soportarlo un poco más; lo ha hecho durante todos estos años, después de
todo.

Así que, cuando se concentró en leer algunos párrafos y encontrar ideas


centrales, estuvo a punto de comenzar a escribir algunos apuntes en un post-
it, pero Jeon habló y dijo: —He traído los resultados de sus exámenes.
Pueden acercarse para chequear qué taaan bien les fue.

Mierda.

— ¿Él ya los trajo? —Baekhyun hace una mueca de desagrado, cerrando la


tapa de su libro pesadamente. En cambio, Yoongi suspira y murmura algo
inteligible que seguramente es un insulto—. ¿Él en serio los trajo?

—Así es... —le susurra, mordiendo su labio con nerviosismo. No pudo no


mirar a su profesor, quien se veía serio e inalcanzable, y frío. Necesitaba
hablar con Jeon; sobre su trabajo y, ahora, sobre su calificación. Y, con
sinceridad, dudó en la idea de acercarse, reconsiderándolo una y otra vez—.
Creo me acercaré cuando acabe la clase —murmura para sí mismo.

— ¿Por qué ahora no, Taehyung-ssi? —Yoongi lo mira de reojo mientras se


yergue en la silla, estirándose con pereza. Al menos, ya tienen la confianza
necesaria como para no hablarse tan formalmente. Y le gusta eso.

—Me sentiría demasiado avergonzado si dice mi nota frente a los demás, o


explica mis errores como algo obvio y estúpido —confiesa. Esa no es toda la
verdad, pero la otra parte es ser irrelevante de decir.
—Él no puede hacer eso.

—Sí puede. Ya lo ha hecho antes —suspira, viendo cómo poco a poco sus
compañeros se retiran del salón con rostros afligidos.

—Yo iré de inmediato. No puedo retrasarme hoy, lo siento chicos. Mi madre


quiere que le ayude en su local de fideos, hoy es la inauguración. Tal vez
mañana puedan venir, yo invito —Baekhyun se cuelga la mochila al hombro
y les sonríe con amabilidad.

—Acerquémonos ahora, Taehyung-ssi. Ya no queda casi nadie y..., Baek, eso


sería genial. Amo comer el ramen tradicional, sobre todo si es gratis —ríen.

Moldea un atisbo de sonrisa con cansancio y se incorpora también, junto con


sus amigos deciden acercarse, por fin, al escritorio de Jeon.

—No tengo toda la tarde —Eso es lo primero que dice, mostrándoles tres
hojas—. Busquen sus nombres y retírense.

Taehyung empuña sus manos en la tela de su suéter mientras busca su


nombre en la lista y cuando lo encuentra se siente inevitablemente
decepcionado y triste porque esperaba que no hubiese sido así, quiso tener un
poco de esperanza y pensar en que las probabilidades —a pesar de ser bajas
— estarían a su favor; pero no fue así.

Sujetó el papel entre sus manos, tratando de comprender por qué en casi
todos los ítems tenía menos de la mitad del puntaje.

—Carencia de información, muy mal argumentado y poca redacción —dice


Jeon a su lado, como si fuese capaz de comprender lo que Taehyung pensaba.
Su voz suena inexpresiva y neutra, pero inexorablemente fría.

— ¿Qué?

Está confundido, siente una presión extraña en su pecho al saber lo que


aquello significa: ha reprobado la materia de Jeon.

—Lo que escuchó, Kim. Usted tuvo resultados horribles y, si no estudia un


poco más, dudo que esto mejore.
Yoongi exhala una sonrisa ácida que claramente dibuja un «hijo de puta», y
Baekhyun lo mira con ojos sorprendidos ante su comentario. Ambos están
atentos.

—Pero...

—No doy segundas oportunidades, Kim. Ahórrese cualquier llanto o pataleta,


no me sensibilizo por eso; su obligación es estudiar, por algo está en la
universidad, ¿no?

Dicho aquello, se voltea y comienza a guardar su portátil en un bolso. Pero


Taehyung sigue ahí, parado viéndolo con amargura. ¿Acaso la piedad no
existe en el diccionario de Jeon? No es como si quisiera que se apiade
exactamente de él o que le tenga lástima, sino que hay demasiados
estudiantes que de verdad merecen una segunda oportunidad como para que
él sea tan cruel e insensible.

— ¿Usted lo dice en serio?

Jeon se para frente a él y asiente.

—He escuchado de todo, Kim. He oído historias sobre padres enfermos,


hermanos pequeños, dos empleos, etcétera. Pero eso no es mi asunto.

—Taehyung-ssi... Vámonos —Yoongi habla con incomodidad y puede sentir


la tensión entre los presentes. Pero no. El asunto no se podía quedar sólo así,
debía haber alguna solución. Además no es lo único que debía discutir.

Suspiró.

—No, Sunbae. Me quedaré a hablar con el profesor Jeon.

— ¿Qué?

Su cuerpo tiembla pero deja atrás el miedo e ignora las preguntas de sus
amigos y su evidente sorpresa.

— ¿Puedo quedarme a discutirlo con usted, profesor?


Jeon lo mira con un ápice de algo lúgubre e incomprensible en sus ojos
oscuros.

—No tengo horas extras ahora, Kim.

— ¿Eso es un sí o un no?

—Sus amigos deberían retirarse si quiere discutir lo indiscutible porque... Me


parece vergonzoso que incluso lo esté intentando a pesar de que sabe que no
conseguirá absolutamente nada conmigo, ¿lo sabe?

Relame sus labios y mira a los chicos que lo miran con pena e intranquilidad.

—Está bien, nos vemos ma-mañana —les dice.

Luego de unos segundos el peli-verde acompaña a la salida a Baekhyun y lo


mira una última vez antes de perderse en el pasillo. Y eso sólo hace que el
silencio se vuelva más pesado.

—Entonces... ¿Ya se rindió?

Taehyung tiembla, sintiéndose intimidado por el repentino escrutiño de Jeon.

—No. Yo necesito hablar con usted, realmente.

— ¿Qué es? Ya le dije que no doy segundas oportunidades, Kim.

De pronto se cohíbe, avergonzándose por no encontrar la manera correcta de


explicar sus malestares.

—No es sólo sobre mi nota, Señor. Es también sobre... Usted no me..., no me


ha llamado... Digo, no me ha avisado nada sobre mi ¿trabajo?

Jeon ríe desganado, causándole escalofríos.

—Estuve dando una conferencia en Incheon esta semana, estaba ocupado y la


casa no estaba tan desastrosa. Y era inútil para mí tenerte rondando por ahí
cuando debía concentrarme. No te necesitaba. Por eso no te llamé o te pedí
que fueras.
—Pero... Yo... este... mi sueldo.

Jeon se cruza de brazos, elevando una de sus cejas.

—Eso no es problema, te pagaré de todas formas. Sólo fijaremos un nuevo


horario, ¿bien?

—Sí, eso es... Bien. Y, en cuanto a mi nota... Usted aún no ha ingresado los
promedios semestrales, ¿cierto?

Taehyung estaba a punto de hacer una tontería de la que, probablemente, se


arrepentiría luego. Pero necesitaba estar por sobre el ochenta por ciento.
Aunque, no sabía cómo abordar a Jeon, tampoco sabía qué ofrecerle; no tenía
dinero y, una de las causas por las que estaba a punto de rogarle era
precisamente eso, tampoco influencias como para sobornarlo, aunque sabía
que Jeon le negaría cualquier oportunidad.

—Yo aún no he ingresado los promedios —le dice.

—Yo... Jamás he hecho esto y aunque usted no dé segundas oportunidades,


yo en verdad puedo..., quiero intentarlo... Hum... Haré lo que sea —ladea su
cabeza, sus mejillas ruborizándose con vergüenza y ansiedad—, puedo
limpiar su auto, organizar su oficina, ser su esclavo, pero... No me repruebe,
por favor...

Ve cómo la mandíbula de Jeon se tensa y la vena en su cuello se hincha. Si


Taehyung lo conociera, podría decir que incluso está enfadado, pero en
cambio lo ve dejar el bolso sobre el escritorio y apoyar su peso en la madera
de éste mientras se mete las manos en los bolsillos del pantalón.

— ¿Qué es lo que me está insinuando, Kim? Explíquese porque, estoy mucho


más que seguro que ninguno de nosotros dos quiere un malentendido.

—Yo... Hum... ¿Qué quiere que haga? No tengo nada que ofrecer, pero puedo
hacer lo que usted quiera...

— ¿Y qué se supone que yo querría de usted, Kim?

Taehyung bajó la mirada apenado, sabiéndose totalmente inútil y


comprendiendo que, quizás, Jeon estaba mal entendiendo su propuesta. Lo
más probable era que Jeon estuviera desviando el camino de su propuesta a
otro lado, pero no podía negar su curiosidad por llegar más allá tampoco.

—No lo sé, Señor... Pero..., debe haber un algo.

Jeon suspira, tensando los músculos que se aprietan bajo su camisa.

—Usted es un crío, Kim. Su actitud, para mí, es digna de un infante. Y a


veces es demasiado torpe e ingenuo.

— ¿Y eso qué? —se atreve a preguntar con recelo, pensando únicamente en


que Dios lo perdonara por estar tratando de convencer a otro hombre para
usarlo a su favor.

Lo escucha respirar con indignación antes de oírlo decir: —En la noche te


enviaré un mensaje con el nuevo horario, me dirás si es conveniente para ti.
Y, sobre lo otro..., mañana en mi casa a las 7pm si quieres buscar otra
solución con respecto a tu promedio. Ahora retírate.

Asintió, obedeciendo rápidamente; tomó su mochila con manos tiritantes y


salió del salón con el corazón agitado. Taehyung sintió como el aire se
atascaba en sus pulmones cuando llegó a la salida, cayendo en cuenta de lo
que acababa de ocurrir, lo que acababa de hacer.

Oh...

Maldición...

Oh, mierda...

¿Jeon acaba de aceptar su propuesta?

¿Qué significaba el "mañana en mi casa a las 7pm si quieres buscar otra


solución"?

Joder...

¿Esa "solución" significaba un encuentro sexual?


O sea, él había sido ciertamente insinuante pero... Era difícil de ingerir lo que
acaba de ocurrir en aquel salón de clases.

La curiosidad amenaza al gato y lo convierte en presa. Y Taehyung sería la


presa de Jeon.

Finalmente.

Estos días me han surgido las ganas de hacer ejericicio y eso es lo que he
estado haciendo últimamente. Necesito desestresarme porque
cofcofútilmoañocofcof. Y el ejercicio y escribir realmente me ayudan
mucho a sacar todo lo que se acumula.

Y en otras, este taecito se está metiendo solito en la boca del lobo...

Creo que podría hacer actualizaciones semanales o tal vez dos veces a la
semana, pero... No sé qué opinan ustedes (? Let me know pls c:

Nos leeemos
06

Jungkook estaba furioso consigo mismo. Quería culpar a la abstinencia y al


estrés, pero nada de eso era una excusa válida para haber aceptado lo que él,
sin ningún escrúpulo, aceptó.

¿Qué se supone que debía hacer ahora que podía razonar conscientemente?

¿Por qué siquiera sólo se dejó llevar por una cara bonita hablándole
suavemente?

Los días de rigidez le tenían al borde de un colapso de ira, suponiendo la


frustración que le provocaba el no poder expresarse libremente cuando sólo
quería liberarse y desatar toda esa acumulación de sentimientos encontrados.
Él nunca antes se había encontrado así de patético, desesperado por atención
y celoso por no poder hacer nada al respecto como quisiera hacerlo. E incluso
cuando pretendía ignorar todo aquello, sólo aumentaba las llamas dentro de
sus entrañas al verlo. Eran bastante opuestos. Pero, a pesar de eso, algo había
en él que lo... ¿descontrolaba?

Quizás era un idiota por no saber lidiar con ese deseo acrecentándose mucho
peor con el paso del tiempo; tres meses de tortura a su libido a causa de un
torpe chico ingenuo. Todavía no entendía la forma en que Taehyung le
provocaba sensaciones tan contradictorias. Porque, definitivamente, el
muchacho era la persona más patosa e ingenua que hubiese conocido. Pero...,
a la vez, lo mira con esos grandes ojos que le gritan «mírame» y se mueve
lentamente con ese aspecto desaliñado e infantil que sólo le hace lucir
estúpidamente adorable. Y, ahora, después de todo, se ofrece a él como si
hubiese estado esperando, queriéndolo.

Y...

No puede dejar pasar aquellas oportunidades que le convienen.


Él no es un adolescente, sino un adulto. No tiene por qué comportarse como
si estuviese necesitado. Aunque debe admitir que le atrae desde hace ya un
buen tiempo y la tensión sexual era una presión constante al tenerle cerca; la
insinuación de Taehyung sólo fue un paso para empezar. Pero, ¿podría
expresar su deseo sexual como él quiere?

Jungkook no se encuentra suspirando ni tiene corazones en los ojos por un


simple e inexperto estudiante. Sólo sabe que, es su tipo; lo desea. Siente una
lamentable atracción por él y no sabe cómo deshacerse de ella. Y lo que
podría considerar en su pensamiento, no es realmente la mejor idea para
solucionarlo... Si bien Taehyung se ofreció a hacer lo que él quiera, no quiere
asustarlo. Porque tiene muy en cuenta que, un tonto como él no sabría nada ni
entendería nada acerca de sus gustos. Posiblemente, lo tacharía como un
pervertido.

Sin embargo, el pequeño castañito necesita aprobar su materia y, al parecer,


está dispuesto a todo por no perder su beca. ¿Cuál será el motivo de su
desesperación? No lo sabe y tampoco le interesa, pero eso será un punto a su
favor para jugar un poco con él. Lo peor que podría pasar, en el peor de los
casos, es que salga corriendo y gritándole que es un imbécil pervertido; y si
se le ocurriese hacer algo más como reportarlo por acoso sexual, nadie le
creería porque fue él quien se insinuó por aprobar su materia y, para ser
sinceros, Taehyung no tenía ninguna relevancia en el mundo; así que, todo
estaba a su favor.

Así es.

Aunque, está un poco desconcertado. Si tuviese que definirlo diría que, le


fastidia su sentido de amabilidad con todos sabiendo que no le agrada a
muchas personas, su actitud de chico bueno y su docilidad...

¿Por qué siquiera se molesta en pensar eso?

Eso no es relevante, piensa, suspirando y quitándose los anteojos que caen


por el puente de su nariz.

Es la una de la mañana y aún no puede conciliar el sueño.


Fantástico.

Es sábado por la madrugada y agradece que sea fin de semana. Odia


desvelarse.

Pero entre el aburrimiento y la falta de sueño, decide chequear algunas


notificaciones en su correo, estirando sus músculos de vez en cuando y
bostezando.

No sabe si aparecerá tal y como acordaron, ya que seguramente él estaría


dudando también sobre lo que aceptó a cambio de un simple "aprobado". No
obstante, sabe también que lo más probable es que, a eso de las 7pm, esté
fuera de su puerta cumpliendo e intentando —como siempre— complacerle
en todo; seguiría cada una de sus órdenes como si intentara demostrarle lo
obediente que puede ser... Qué desastre.

Olvídalo.

Pestañea, suspirando. No quiere que su imaginación se ponga demasiado


vívida.

No. No. No...

El invierno finalmente llegó y con éste la lluvia y el frío.

Las gotas de agua se deslizan por su ventana mientras ve cómo el aire hace
volar hojas de los árboles fuera. Hace frío. Pero él siente un calor abrasador
que lo hace dar vueltas por la cama hasta, finalmente, destaparse de las
sábanas y apagar la luz de la lámpara que, momentos antes, le alumbraba con
una luz tenue en las penumbras.

Tal vez, solo debió negarlo y reportarlo como lo hizo con todos los demás. Y
tal vez, tuvo que considerar la invitación de Namjoon e ir al club a buscar a
alguien más que sí tuviese la experiencia para complacerlo. Pero no hizo nada
de eso porque eso sólo era una suposición de lo que habría sido lo correcto de
hacer.

Idiota.
Pero, ¿qué tendría para ofrecerle un crío inexperto a él?

Sumisión. Candidez. Permitirle tomar el control.

Puede que sea retorcido, pero eso es lo que quiere: dominarlo.

Porque Jungkook tiene gustos peculiares.

Le gusta ostentar de su dinero y lo que posee, pues se lo ha ganado a costas


de su propio esfuerzo. Le fascina tener poder. Y disfruta de ciertos placeres...
Algunos catalogan estos placeres como algo retorcidos, violentos e incluso
enfermos. Aunque, él sabe que no es nada de eso. Todo lo contrario; le gusta
obtener placer sometiendo a alguien que quiere y necesita ser sometido.

Jungkook es parte de un elegante grupo selecto de un club secreto, escondido


en los suburbios de Seúl.

En el Kard conoció lo que le gustaba a la hora de follar. Y para ser sinceros,


tener a un sumiso hecho un desastre y pidiendo por su amo..., era bastante
excitante. Así que sí, le gusta castigar, probar los límites que mezclan dolor y
placer, azotar y utilizar correas de cuero o esposas para estimular y tener en
sus manos a un sumiso. Obviamente, ambas personas obtienen el placer en
este tipo de encuentros, habiendo algunos que incluso se relacionan por
algunos períodos de tiempo más largos.

Un sumiso sólo debe confiar en que su amo no le dañará y sólo le hará sentir
bien, muy bien.

[...]

—Bien, sólo... No te olvides de llamarme cuando vengas. La última vez


interrumpiste mi trabajo —Sostiene con una de sus manos el teléfono celular
y con la otra sostiene una taza de cerámica blanca con café humeante.

—Entonces, supongo que hoy estarás ocupado —Habla la otra voz a través
de la línea, riendo un poco.

—Estoy muy cansado como para salir, hyung. He trabajado mucho


últimamente.
—Lo sé. Creo que escuché algo sobre Incheon... ¿No has considerado tomar
tu lugar en la empresa?

Toma un sorbo del líquido caliente, tensándose al oír aquello después de


tanto tiempo.

—No tienes que volver exactamente ahora mismo. Pero... Deberías


considerarlo, Jungkook. Por último tener en cuenta la editorial de mamá. No
puedo hacerme cargo de todo yo solo, lo sabes. Y, es tu obligación, no lo
olvides.

—Mingyu hyung, no empieces. Por favor. Sabes mi opinión al respecto.


Necesito tiempo, ¿bien? Además soy profesor, no puedo sólo dejar de hacer
lo que me gusta.

—Eres un testarudo —Mingyu, su hermano mayor, ríe con cierta melancolía


que sí nota, incluso cuando ambos están lejos y separados por una
considerable distancia—. Tendrás que volver a Londres algún día,
hermanito. Todo está demasiado cambiado. Tendrías que verlo con tus
propios ojos.

Jungkook inhala mucho más que cabreado.

—Aunque mi estadía en Corea ha sido de sólo unos meses, supongo que


extraño demasiado volver a casa —dice—. Pero antes de irme, quiero
divertirme un poco... ¿Crees que mi hermanito tenga tiempo libre para hyung
durante la próxima semana?

—Claro que sí, hyung. Y no me digas «hermanito», estamos bastante viejos


para esos motes.

—Ugh. Te veo con suerte tres veces al año y en serio a veces me sorprenden
tus cambios...

—Ya, hyung.

—Estamos en contacto, Jungkookie.


Jungkook cuelga y deja el móvil sobre la mesa de la cocina.

El pasado estaba enterrado para él. Y siempre lo estaría.

Algunas remembranzas agridulces amenazan con hacer girar el torbellino de


los recuerdos, pero no se lo permite. En cambio sólo deja su desayuno
servido porque ha perdido el apetito, y se dirige al baño para darse una ducha.

Así que, se desviste, dejando caer su pantalón de pijama al suelo y girando


las manillas para regular el agua antes de entrar a la bañera.

Su cuerpo es mojado apenas entra y sus músculos se relajan de una manera


casi inconsciente. Comienza a jabonarse y la espumilla se desliza por su piel,
bañándolo con un oscuro capricho naciente.

Sólo espera que Taehyung no se eche para atrás. Quiere verlo, después de
todo.

Entonces comienza a pensar en cómo se vería estando allí, expuesto a él y


esperando por complacerlo.

¿Qué le haría?

¿Sería suave?

No...

Él no quería algo suave.

Jungkook, de alguna forma u otra, lo tomaría. Taehyung sería su foco de


descarga esta noche.

Podía tomar lo que quisiera de él, absolutamente todo si él lo jodidamente


deseaba. Y lo tenía que tomar, quería hacerlo. Y esta vez no se contendría.

Era ahora o nunca.

Taehyung estaría bajo su control.


Oh...

Oh no...

Definitivamente, Taehyung no sabía en qué se había metido.

Él lo castigaría por ser un mal niño sin modales, por no haber estudiado lo
suficiente y por ofrecérsele tan fácilmente a cambio de su aprobación.

Lo tendría en sus manos y podría hacerle lo que él quisiera si Taehyung lo


dejaba y le cedía el control.

Y él lo haría sentir tan, demasiado bien que, incluso, quizás Taehyung


volvería por más, por entregarse a él nuevamente.

Sonrió con sorna, acariciando su anticipada erección. Ansioso por verlo, por
poder tocarlo, por poder tenerlo.

Sólo tenía que llegar a él y todas las frustraciones y la tensión desaparecerían.

O eso creía.

Me gasté todo el internet del plan y ahora estoy con el de mi santa madre
jeje...

Pero necesitaba subir este capítulo, de verdad.

:')

pdta: me da un poco de penita ggukie:( al igual que taecito; ambios


tienen algunos problemas bastante complejos...

pdta (2): corregí algunas cosillas eje, y en multimedia un Señor Jeon


para sus sueños ;), de hecho así es como yo me lo imagino al escribirlo.
07

Las luces iluminaban el estudio desde un rincón de la habitación.

— ¿Qué es lo que quiero de ti? —Habló, recostándose en el respaldo


acolchado de su silla y mirando fijamente al chico arrodillado frente a él—,
¿tú lo sabes?

—No... Yo n-no lo sé —Balbucea cabizbajo, relamiendo sus labios. Dios.

Acercó su mano hasta los cabellos ondulados de su alumno y acarició. Era


una caricia superficial y mezquina. Sin embargo, eso provocó un cambio
notable en la respiración del muchachito, volviéndose un poco errática; torció
sus labios, orgulloso de su reacción. Y, Jungkook era un hombre sano, por lo
que eso no tardó en causar una respuesta en su propio cuerpo también.

La forma en la cual se encontraban era bastante prometedora y el ángulo no


dejaba bastante a la imaginación. Era muy obvio lo que estaba a punto de
suceder.

Jungkook se veía completamente dominante mientras Taehyung se veía


concentrado y, ciertamente, expuesto entre sus piernas. Y eso le gustó mucho
más de lo que admitiría admitir.

Si hubiese sabido que Taehyung cumpliría y, con valentía, se presentaría de


todas formas, él no lo hubiese creído porque estuvo dudando durante la tarde
por vez que miraba las agujas del reloj transcurrir en minutos y horas. Pero,
para su sorpresa, Taehyung sí había llegado y justo ahora estaba ahí, junto a
él.

La mayoría de sus amantes lo acusaban de ser demasiado demandante e


intenso a la hora de mantener relaciones coitales, y muchas veces no
soportaban a sus peticiones ni a su "rudeza" y, finalmente, debido a eso y
otros motivos más, ellos siempre se iban. Pero, su alumno no parecía querer
salir corriendo ni, mucho menos, espantado como lo pudo haber esperado.
Más bien, parecía dispuesto a dejarse hacer.

Podría hacer... algo.

No...

Debía ser suave. O, debía intentarlo al menos.

Esto sería un único encuentro; no volvería a negociar sexo por una


calificación otra vez luego de obtener lo que quería; y no quería una demanda
por parte del consejo estudiantil ni perder su maestría por un error irracional.

Así que, obtendría lo que deseaba como recompensa por el tiempo que tuvo
que desearlo en secreto.

Convenciéndose una vez más de que sólo era lujuria, desabrochó el botón de
su pantalón de vestir y se bajó la cremallera.

—Muéstreme cuánto quiere esa aprobación, Kim —Dijo. Sus brazos


apoyados en el reposabrazos, las mangas de su camisa blanca arremangadas
hasta sus codos.

Vio el momento exacto en el que los ojos de Taehyung brillaron con


nerviosismo y un ápice de duda, sus mejillas ruborizándose con violencia.
Quiso reírse.

—Adelante. Puede tocar, si es lo que quiere.

Manos ajenas subieron por sus muslos, delgados dedos curiosos acariciaron
con suavidad el bulto escondido en su bóxer. Eso es, pensó. Y se atrevió a
enfocar su visión en el rostro infantil de su alumno, sus facciones delicadas,
su piel tersa acanelada, algunos rizos cayendo por su frente mientras se
inclinaba cual gatito en su ingle; el aliento cálido de su respiración golpeando
oleadas de deseo en la tensión que los aislaba en algún punto abrumante.

Era insólito.
¿Cómo era posible que alguien pudiese parecer tan inocente al hacer algo tan
obsceno?

Pues, acababa de descubrir que Taehyung poseía ese desequilibro irracional


que lo hacía desearlo aún peor.

Vio la lengüita rosada lamer con timidez la liviana tela de su ropa interior
que, de hecho, ya estaba manchada con algo de presemen.

Frunció el ceño cuando lo escuchó reír suavemente.

¿Qué era ese sonido?

—Perdón. Lo siento... Yo sólo... No, n-no sé... —Confiesa avergonzado,


causándole un repentino shock.

Al principio, al oír aquello se siente un poco desconcertado porque


simplemente no pude creer que esté diciéndole eso cuando están a punto de...

Joder...

— ¿Es ésta su primera polla? —Pregunta con una sonrisa llena de


autosuficiencia y sorna en su voz. A pesar de eso, es ridículamente
estimulante verlo ansioso por comenzar; sigue acariciándolo, masajeando su
erección, aparentemente, sin darse cuenta de lo que hace.

—Síp.

Tal y como lo suponía. Porque él tal vez podría ser un imbécil pero no era un
estúpido.

No es excusa para dar un paso atrás, sin embargo.

—Empiece de todas formas. Algo que aprenda de esto, ¿no? —se burla ya un
poco más ronco por la excitación, liberando su miembro hinchado que rebota
contra su abdomen. Dolía, pero pronto sería aliviado.

Taehyung toma la erección con sus manos, mirándolo con curiosidad y


acercándose tentativamente, oliendo y lamiendo el falo, probando la salada
amargura desde la hendidura, atreviéndose a succionar la cabeza de su pene
bajo su atenta mirada.

Todos sus músculos se tensaron, endureciéndose mucho más si eso era


posible.

Maldito seas, Taehyung...

—Chupa —ordenó, utilizando el tono que sólo utilizaba en clases.

—Tssk...

Aquellos ojitos grandes y felinos lo fulminaron antes de sentir una chupada


en el glande. Y no evitó no apretar los dientes cuando su alumno lo empezó a
masturbar por vez que, seguía lamiendo alrededor del falo y en el saco de sus
testículos sensibles. Para ser su primera vez tratando de mamársela, era
bueno. Aunque a pesar de eso era un desastre; todo codicioso, chorreando
saliva mezclada con sus fluidos incluso en su mentón y haciendo ruiditos que
sonaban, sospechosamente, como gemidos susurrados.

— ¿Así? —pregunta, batiéndole las pestañas. Joder.

—No lo pienses tanto..., ahora no necesita pensar.

El muchacho asiente con una media sonrisa tímida, aún con la polla entre sus
labios sensibles, lamiéndolo con la lascividad de la lujuria.

Suelta un gruñido porque, ¿en qué instante Taehyung había decidido ser tan
coqueto con él?

— ¿Debo meterlo por completo ahora?

Jungkook quería follárselo.

¿Cómo se atrevía a preguntarle algo como eso de esa forma tan... ingenua en
la situación en la que se encontraban?

¿Cómo se suponía que él solo se le había ofrecido en bandeja cuando ni


siquiera había dado una mamada en toda su vida; hasta ahora?
La puta madre...

Su trance quedó inconcluso cuando la cálida humedad de la boca de


Taehyung le envolvió.

—Oh, sí.

La cabecita castaña comenzó a subir y a bajar a un ritmo tortuosamente lento,


ya que obviamente Taehyung estaba tratando de hacerlo bien y,
aparentemente, luchaba contra su reflejo nauseoso, intentando tomar lo que
más pudiese de él. Las fosas nasales de Jungkook se encendieron con esto, y
no evitó jalarlo del cabello con fuerza medida para fijar un ritmo.

— ¡Ay! —se quejó en un maullido por el jalón.

—No seas mediocre. Hazlo bien.

Y dicho aquello, Taehyung bajó lo más que pudo, esforzándose por relajar su
garganta y no hacer arcadas. Luego sólo se escuchaban los sonidos de
Taehyung engulléndose con su polla. La respiración de Jungkook se volvió
pesada ante el espectáculo. Necesitaba más. Por lo mismo, apartó a Taehyung
y se incorporó, acunando su rostro y sonriéndole con superioridad.

—Basta. Voy a follar tu boca ahora —avisó, dando una leve y distante caricia
en su mejilla. Una de sus manos acomodó la cabeza de su polla, dejándola en
la boca de Taehyung antes de posar ambas manos en la nuca de éste.

—Okay —agarrándose de sus muslos, lo miró hacia arriba por entre sus
pestañas largas y espesas.

Algo había en la voz de su alumno que lo hacía escucharse —en sus oídos—
tan inocente que, le hacía querer perder los estribos y el control. Entonces
pensando en todas las inmoralidades y toda la mierda bizarra que quería
hacerle, empujó su polla por completo dentro de esa boquita.

Penetró y empujó con insaciabilidad.

No le importaron las protestas, sólo sentía las vibraciones y le gustaba ver el


alcance de su poder. Y quería reír porque, al parecer, no era el único que lo
disfrutaba; oía los gemiditos amortiguados. Pero no lo hizo, no se rió. En
cambio, mantuvo autocontrol y mantuvo su máscara de desinterés.

Apretó lo suficientemente fuerte como para dejar hematomas en el cuello de


su alumno, porque ese crío debía ser jodidamente ilegal.

Era tan bueno como lo había imaginado en sus fantasías.

Fue más rápido, hasta que no pudo más y terminó enterrando aquella carita
tan bonita contra en su ingle, haciéndolo engullirse todo lo que no cabía por
mérito propio en su boquita, saciándose con la sensación del orgasmo
construyéndose en su vientre bajo.

Las réplicas en su cuerpo lo dejaron estático mientras llenaba la cavidad


bucal de Taehyung.

Suspiró, aflojando su agarre.

—Trágatelo.

El chico lo miró mal, pero finalmente tragó y lamió un poco más, lo cual lo
dejó un poco confundido.

Se sacó la polla ablandada de su boca, emitiendo un divertido 'pop' y se


limpió con la manga de su suéter beige.

—Lo siento, yo sólo estaba... desconcentrado.

—Claro —dijo, guardándose a sí mismo.

Ahora podía verlo mucho más cohibido que antes debido a lo ocurrido,
claramente. Y tal vez eso era lo que más le excitaba de Taehyung: su
sumisión ante él.

—Entonces... —murmuró, empuñando la tela de sus jeans. Adorable—, ¿he


pasado?

Con seguridad podía asegurar que intimidaba a Taehyung, y le encantaba


causarle aquello porque bajaba la mirada con encogimiento, temblando.
—Apenas. Ahora puedes retirarte.

—B-bien.

Jungkook lo ve caminar torpemente por el pasillo y luego sólo escucha la


puerta cerrándose.

No sabe si lo volverá a ver en su casa trabajando para él, o moviéndose de


allá hacia acá cuando él lo quisiera. Pero se ha saciado.

[...]

Definitivamente no se sació.

Dio vueltas por la cama. Acalorado, acariciándose a sí mismo por tercera vez,
cerrando los ojos e imaginándose a un Taehyung desnudo sobre su escritorio,
con sus ojitos de bambi impresionables mientras sus manos están esposadas
tras su espalda y él juega con su agujero, haciéndole gritar por alivio que él
no quiere darle aún.

—Mierda —ruge, corriéndose.

Una mamada no fue suficiente.

Y quizás, sólo quizás, comienza a desear que Taehyung sea su sumiso.

Pero descarta la idea tan pronto como aparece, culpando al orgasmo por aquel
sinsentido.

Bien. Aquí es donde empieza ;)

En unos capítulos más me dirán que personaje les causa más intriga
porque... jeje. Drama is coming.

Tomen agüita para evitar dolores de cabeza (cuando sean lloronxs como
yo) y para mantenerse hidratadxs (sirve mucho para la piel y el regular
la digestión también). Les quiero y cuídense mucho
08

La mandíbula le dolía y se sentía nauseabundo y sucio, muy sucio...

Maricón. Maricón. Maricón.

Puta. Puto.

Suspirando, cerró la puerta tras de sí y sus piernas finalmente cedieron con


cansancio.

— ¿Por qué pasa esto? —Taehyung cayó al suelo mirando a la nada, perdido
en el sentimiento de abatimiento y aflicción.

Quería pensar de una manera razonable, pero eso, justo ahora, no podía ser
más complicado y lamentable; le había practicado sexo oral a su profesor, a
su jodido profesor.

¿Esa calificación aprobatoria había sido lo suficientemente importante como


para hacerle perder los estribos y tirar por la borda la poca cordura que le
quedaba?

Y la verdad es que sí. Aquella nota sí era muy, demasiado importante para él.
No podía sólo volver a Daegu. No era tan simple, después de todo. No podía
ni quería arriesgarse a perder su beca en Seúl, pues le había costado
demasiado trabajo y esfuerzo lograrlo sólo para... irse. Además, tampoco era
como si tuviese una otra opción; odiaba los insultos innecesarios debido a su
orientación sexual, y odiaba la forma despectiva en que su padre lo trataba,
alejándolo de sus hermanitos porque —en sus pensamientos retrogradas—
creía que la homosexualidad era una "enfermedad" contagiosa.

No podía sólo... volver. No quería hacerlo tampoco y, tal vez, por eso se
desesperó. Aunque, no podía evitar enfurecerse con tristeza debido a todo el
asunto. Y en parte, lo más terrible para su cargo de conciencia era que,
cuando Jeon lo sostuvo y le jodió la cabeza, ésta le quedó felizmente vacía y
su cuerpo, instantáneamente, dispuesto a dejarse llevar por las sensaciones de
las que se había privado durante tanto tiempo. Había sido escalofriante lo
abrumador que fue, como si no se perteneciese a sí mismo y estuviese siendo
guiado a perseguir un placer mutuo, sabiendo que debió ser todo menos
íntimo.

Había cedido por propia voluntad el control de su mente y cuerpo y se había


dejado hacer. Eso fue lo más aterrador, y le hizo sentirse enfermo cuando el
encuentro acabó, sintiendo el balde agua fría llamado «realidad», caerle
encima de la espalda.

Y todavía estaba perturbado en demasía por el hecho de habérsela mamado a


Jeon. Podría haber sido gracioso, teniendo en cuenta que era uno de los
profesores más estrictos y exigentes y cabrones, y él había chupado su polla.
Podría haber sido gracioso si eso hubiese sido una muy mala broma..., pero
no lo fue; era una realidad.

¿Cómo incluso podría volver a mirarlo durante las clases?

Peor aún.

¿Cómo se supone que llegaría a trabajar sin morir de vergüenza?

Maldición, pensó, la he cagado pero en grande.

¿Por qué tuvo que ser así?

Recordó el sabor, la presión, la pesadez de la polla de su profesor mientras le


estiraba la boca. El dolor de los hematomas que mañana tomarían color
violáceo y las lágrimas resbalando por sus mejillas por el esfuerzo mientras
veía a un hombre follarle la boca, usándolo y él... disfrutándolo.

Maricón. Puto. Puto maricón.

En su estómago sus tripas se retorcieron, arañándole en las entrañas y


subiéndole la bilis hirviente por el esófago.

Eres un puto maricón, das asco.


Un hijo maricón, no es mi hijo.

Asqueroso.

Jaló de sus rodillas al pecho y envolvió sus bracitos alrededor de ellas,


sollozando asustado.

No tenía ni un motivo por el cual haberse sentido así, eso había sido retorcido
y enfermo. Él no tuvo que haberlo disfrutado ni haber deseado por su propia
liberación en manos de otro hombre que, era un adulto ya y que era su
condenado profesor.

Pero lo deseó... Mucho.

Trató de respirar, sin embargo el aire estaba dolorosamente atascado en sus


pulmones. Luchó con la sensación nauseosa repugnándole en el estómago,
pero el pensamiento de haber hecho algo malo, algo incorrecto, se
acrecentaba horriblemente. Estaba temblando.

¿Qué le había llevado a ofrecérsele a Jeon?, ¿fue sólo una excusa la


aprobación y había algo más oscuro tras ello?

No... No... ¡No!

Nunca antes había deseado tanto hacer algo así y sentirse parte del placer, y
esta vez había sido tan diferente. Lo había excitado, no podía mentirse ni
mentir. Porque antes, nunca dejó que Bogum lo tocara con segundas
intenciones o que siquiera sus besos llegaran a subir de temperatura, nunca.
Y, Bogum fue su primer novio, al que adoró y por el cual se arriesgó.

Y ahora él solo...

Era un estúpido.

No obstante, con Bogum había sido diferente. Habían tenido que esconderse
en alguna habitación o a solas para confesarse algunas palabritas amorosas
por vez que se sostenían de las manos y se miraban. Todo muy "inocente".
Siempre había sido así: oculto, en secreto, como si estuviese prohibido sentir
y compartir placer con y por un hombre. Fue desquiciante al fin y al cabo y
terminó muy mal para él cuando se intentó dejar llevar por el calor de su
ferviente corazón.

Maricones. Eres una puta de pollas.

Se mordió el labio, reprimiendo un gemido de dolor ante todas las imágenes


angustiantes que parpadeaban como una película de terror por su mente; el
día en que todo se arruinó.

Risas. Besos. Miraditas. Manos ajenas recorriendo su piel. Suaves suspiros.


«Te amo».

Gritos. Golpes. Sangre. Llanto. Algo rompiéndose dentro de él. «Aléjate de


mí».

Taehyung jamás quería volver a arriesgarse por alguien. Jamás quería dejarse
llevar tan tontamente. Jamás quería volver a sentirse en el cielo para después
caer y ver cómo le cerraban las puertas del paraíso.

Entonces, era peligroso.

Era demasiado peligroso haberse sentido tan atraído sexualmente.

Era una locura. Fue una locura. No volvería a ocurrir.

Aun así, una vez más, se excusó, repitiéndose que era a causa de todo el
tiempo que tuvo que reprimirse; y podía ser así, de hecho.

Él era virgen y joven e inexperto. Sentía la picazón por experimentar.


Jungkook parecía tener experiencia y lo había guiado mientras él estuvo de
rodillas para él. Ugh. Incluso así, se sentía obsceno.

—Dios...

Se incorporó con lentitud, caminando hacia su cama, quitándose la chaqueta


y los zapatos en el trayecto y metiéndose bajo sus frazadas.

Los ojos le dolían un poco por la irritación al haber llorado, por lo que los
parpados le pesaban y la cabeza le dolía. Era molesto. Pero con todas esas
sensaciones de sensibilidad y pena a flor de piel, le costó mucho menos
dormirse.

[...]

Iba a renunciar.

No había caso ni lógica en quedarse trabajando con Jeon después de...,


después de lo que pasó. Obviamente las cosas ya no volverían a ser iguales
entre ellos luego de lo que había pasado en el estudio de su profesor-jefe. Por
lo mismo, no tenía sentido mortificarse innecesariamente y revisar una y otra
vez su nuevo horario que comenzaba desde el día martes; era domingo
apenas.

Martes, 12pm a 15pm.

Jueves, 9am a 13pm.

Sábado, 19pm a 22pm.

Ok.

Podía encontrar otro empleo. Dos empleos, en realidad. Pero podía hacerlo,
¿cierto?

Tal vez en alguna cafetería y en alguna tienda departamental cerca de su


edificio.

Sí, tal vez eso era...

Pfft.

¿A quién engañaba? Eso sería demasiado sacrificado, no le cuadraría el


tiempo y no podía equilibrar sus "posibles" dos empleos, lo cual significaba
que la paga no sería tan buena y tendría que ajustar sus gastos, y muy
probablemente también estaría acojonado con los estudios. En conclusión, no
tendría ni mucho tiempo ni mucho dinero ni vida social.
Graciosa e irónicamente, pensó que hubiese deseado ser un niño pequeño por
siempre. Vivir en mundo fantasioso y menos complicado no era una mala
idea, ¿o sí?

Si fuese un niño pequeño, de nuevo, todo se resumiría en un alegre día de


verano jugando en el pasto con el resto de sus hermanos y su madre
llevándoles pastel. Tan fácil al principio, concluyó Taehyung, riendo un
poco, apagado.

Inhaló y exhaló, dejando caer el celular sobre el colchón de su cama y


llevándose la cajita de leche achocolatada a los labios. Se rascó la nuca con
incomodidad, sus músculos aun resentidos; el cuello sensible.

No había querido mirarse al espejo porque temía verse y sentirse asqueado al


ver las pruebas evidentes de lo que había hecho la noche anterior. Joder.

Se desnudó, quitándose las prendas del día anterior, ya que había estado tan
mal psicológicamente que, sólo se había querido acostar en su cama y dormir
un buen de rato.

Cuando la ropa estuvo dentro de su cesto, no evitó no sentir curiosidad por


mirarse... Entonces lo hizo.

Habían dos manchas levemente purpuras en los costados de su cuello, eran


apenas visibles pero estaban allí, decorando su cuello. Sus labios estaban un
poco hinchados y sus ojos brillosos.

Un escalofrío le recorrió de pies a cabeza.

Afuera llovía y un poco de aire fresco se filtraba en su cuarto. Atribuyó a eso


su piel erizada, no a la vívida imaginación de manos fuertes recorriendo su
piel caliente.

No. No. No...

Eso era inaceptable. Se negó a sí mismo ponerse demasiado... creativo,


yéndose a la ducha y girando las manillas del agua caliente y fría, regulando
hasta conseguir la tibiez.
Cerró los ojos, dejando que el cálido líquido lo bañara y abrazara todo su
cuerpo con alivio. Pronto la espuma del jabón se deslizó por su pecho,
caderas y largas piernas con suavidad. El cabello castaño alborotado y
húmedo, desprendiendo el olor del Shampoo.

Su erección matutina seguía medio dura.

¿Debería...?

Mordiéndose los labios, bajó su mano con cuidado, deslizándola por su


vientre hasta agarrar su miembro y comenzar a trabajar en él.

Entre jadeos y pequeños gemidos, tocó sus testículos, jalando del falo, de la
base hasta el glande, un poco rápido, cerrando los ojos y pensando casi
inconscientemente en algo que lo estimulara más.

La mirada intensa de Jeon llegó a su mente, su voz arrogante, sus gruñidos,


sus manos acunando su rostro con cierta delicadeza antes de follarle la boca
duro y áspero.

—Ah... Hah... Uhm...

Y se había corrido.

Suspiró a gusto, diciéndose que no tenía motivos para enloquecer o


avergonzarse por haberse masturbado; no quería ni pensar en el motivo de su
estimulación, estaba indignado muy en el interior consigo mismo.

Una vez se enjuagó, salió de la ducha-bañera y se lavó los dientes con


lentitud, sintiéndose agotado y somnoliento de nuevo.

Cuando se puso su pijama y se metió en la cama nuevamente, su celular


vibró. Era Baekhyun.

—Hola, Taehyunggie, ¿por qué no viniste ayer?

Exhaló, sonriendo débilmente.

—Lo siento mucho, Sunbae. Yo en serio quería ir y probar esos deliciosos


fideos que hace tu madre, estoy seguro que así son. Pero..., surgió algo.

—Oye, Taehyunggie, no seas tonto. ¿Por qué no lo mencionaste? Ahgg... Si


estabas triste por lo de tu promedio, era obvio que estarías desganado —Una
risita torpe y algo incómoda resuena a través de la línea, se escucha ruido
exterior de gente hablando, lo cual le hace inferir que Baekhyun estaría, muy
probablemente, en el local.

—No te sientas mal por eso, Sunbae. En serio. Otro día iremos y quizás
llevaría a mi hermano también —dijo. Se acomodó en las almohadas,
acurrucándose.

Si Baek hyung supiera que ya he solucionado mi calificación, pensó. Y no es


como si no quisiese disfrutar pasar el rato con sus amigos, es sólo que, justo
este día no se sentía con ganas de abandonar su camita; dormiría todo el día si
pudiese.

— ¿Qué tal hoy? Podrían venir y hablamos y me presentas a tu hermano,


¿debería llamar a Yoongi también?

—H-hoy...

—Espera, Taehyunggie. Le diré a mi mamá que habrá más clientes.

—Espera y-yo no...

— ¡Mamá vienen Yoongi y Taehyunggie y su hermano! Sí, son mis amigos.


Son más clientes. Baaah. Deberías estar contenta, esto se hará mucho más
conocido. Sólo trato de ayudar, mujer, no seas testaruda. ¡Auch! Lo siento,
mamá...

Taehyung rió un poco, sintiéndose sólo un poco divertido por haber


escuchado aquella conversación ajena.

— ¿Baek? ¿Baek? ¿Hyung?

— ¿Me llamaste «hyung»?

—Hum... Sí, lo lamento, yo...


—Aw, Taehyunggie, eres adorable... Me envías un mensaje cuando vengan,
los estaré esperando. ¡Sí, mamá! Dios... Ya voy...

Y dicho aquello sólo colgó.

Tal vez no era tan mala idea salir y comer un buen ramen caliente y beber un
poco con sus amigos y su hermano, sólo para olvidar por un momento el
estrés y las preocupaciones; y a Jeon.

Había querido actualizar hace días pero no pude, no había tiempo:(


Ahora sí estoy con ganas de nuevo uwu

Nos estamos leyendo


09

Las luces púrpuras y rojas fosforescentes iluminaban únicamente la parte


delantera del bar, en el escenario, donde se estaba llevando a cabo una
escena.

Una canción lenta y sensual sonaba en volumen moderado, mezclándose con


el látigo golpeando la carne y gritos de un doloroso placer. Un dominante
estaba probando a su sumiso frente a, prácticamente, una multitud; cincuenta
personas estaban sentadas en sus asientos mirando atentamente cada
movimiento.

Tras la barra de tragos, un barman preparaba sus bebidas. Era guapo y lo


miraba "disimuladamente" desde hacía unos cuantos minutos.
Lamentablemente, no era su tipo. No sentía atracción física o sexual hacia él,
pero fácilmente le serviría si es que quería rascarse la picazón.

—Creo que es tu noche, colega —Namjoon, su mejor amigo, ríe con burla a
su lado, viendo cómo finalmente el barman decide acercarse hasta su mesa.

—Buenas noches, caballeros. He traído sus bebidas —Avisa, moviendo las


caderas exageradamente, más de lo necesario. Definitivamente no, piensa—.
Por hoy, corre a cuenta de la casa —dice, mirándolo coqueto y dejando un
vaso frente suyo, una pequeña tarjeta se desliza bajo el vidrio del vaso.
Demasiado fácil.

—Gracias —Jungkook le regala una de sus mejores sonrisas de galán y


levanta la fina botella apuntándolo. Educación ante todo—, será en tu honor...

—Soy Yugyom.

—Yugyom —Repite.
Jungkook asiente y vierte el líquido para él y su amigo, guardando el papel en
el bolsillo de su pantalón y viendo con curiosidad cómo el chico se va con
una media sonrisa radiante en su rostro, como si hubiese conseguido lo que
buscaba. Lástima. Jungkook jamás lo llamaría ni follaría con él.

—Eres malo —Namjoon dice sin ningún tono específico en su voz—, te traje
para que buscaras algo que mejorara ese estado anímico. Hombre, estás con
un humor demasiado... intenso. Lo sabes, ¿no es así? Acá puedes buscar lo
que quieres y decidir por cuánto lo quieres. Tienes variedad; cualquiera de
esos sumisos moriría por estar en tus manos.

—Tienes razón. Pero sabes que lo mío no va más allá de un encuentro casual,
Nam.

— ¿Casual?

—No quiero nada serio. Tener un sumiso es demasiada responsabilidad,


demasiada confianza, demasiado compromiso. Y eso no funciona taaan bien
para mí, lo sabes.

—Has tenido a dos sumisos en todos estos años, ¿acaso todavía recuerdas a
Kai y a Sam...? Fueron unos hijos de puta, sobre todo...

Jungkook inconscientemente tensó la mandíbula.

—Fui yo quien fue demasiado lejos y terminé haciéndole más daño del que él
necesitaba recibir; le rompí el corazón y me sentí como un hijo de puta
después de ello al darme cuenta de que, quizás, yo también tuve sentimientos
por él. Pero eso ya pasó. El pasado está enterrado, Nam —Toma un sorbo de
lo que aparenta ser tequila y su vista se pierde durante unos minutos en el
chico que está sentado en el suelo, cabizbajo y semidesnudo al lado de Nam.

Su mente le juega chueco e imagina cómo se vería la cremosa piel de


Taehyung en un conjunto así, algunas correas de cuero negro —o rojo—
cruzando su torso y la delgada cintura, junto a un pequeño hilo cayendo
desde sus caderas y pasando por entre las naglas de su prominente culo.
Precioso, pensó. Se le hizo agua la boca de sólo poder imaginar todo lo que
le haría si lo tuviese así en esos precisos instantes. Y la descabellada idea de
follarle la boca ahí mismo, delante de todas esas personas, le hizo hervir la
sangre hacia el sur.

—De hecho, sí estoy interesado en alguien —le confiesa—. Me perturba


pensar en él mucho más de lo que me gustaría, pero es mi tipo, Nam.

—Vaya. Eso es... Woah. No era algo que me esperaba oír —Namjoon alza
sus cejas, denotando sorpresa mientras una de sus manos acaricia gentilmente
la cabeza del chico, ahora, entre sus piernas.

—Lo sé. Y créeme que yo tampoco me lo esperaba, mucho menos de él.

Incluso se siente indignado hablando de esto. No es un adolescente para


pedirle consejos a su mejor amigo sobre una conquista, pero esto es más
complicado de lo que a él le gustaría admitir.

—Espera, ¿en qué sentidos es tu tipo?

Relame sus labios antes de beber otro sorbo del fuerte licor.

—En todos. No seré un gilipollas y lo negaré; es precioso y posee una


sumisión natural. Es muy... ¿manso? —se ríe de sus propia elección de
palabras, pero así es. Taehyung es tierno, anatómicamente menudo y
accesible, y es demasiado humilde a sus órdenes. Simplemente su tipo—. Al
menos conmigo, es como si yo fuese su dueño. Me obedece.

— ¿Quién es?, ¿tu asistente?

Hubo un silencio.

—No me jodas... ¿Ese pobre muchachito cayó en tus garras?

No puede evitar no reír.

—No. Aún.

—Lo vi una sola vez, hace algunos meses cuando lo mandaste a trapear la
cocina. No lo pude ver bien, sin embargo. Me gustaría conocerlo...
—No lo sé, Nam. Él no es sólo mi asistente, es mi alumno también. Y sería
un problema muy grave si se me escapa el asunto de las manos, por eso es
que me he mantenido a raya con esto.

—Te admiro. El autocontrol del deseo no es una de mis cualidades y, por lo


que sabía, tampoco era una de las tuyas, ¿eh?

Suspira sonoramente, desabotonando uno de los botones de su pulcra camisa


blanca ante un recuerdo efímero de ojos húmedos, una mirada dulce y
avergonzada. La erección en su pantalón se vuelve dolorosa y sus fantasiosas
ideas sobre Taehyung le juegan en contra.

—Podrías probarlo. Lo puedes convencer y tú lo sabes. Pero... ¿por qué no


has hecho nada al respecto?

—No lo sé. Tal vez sólo quiero esperar el momento correcto.

—No me mientas. Sé que temes que te guste más de lo que quieres y eso te
aterra, Jungkook. Te conozco. No quieres líos emocionales y eso bastante
jodido.

—No estoy atrofiado emocionalmente si es lo que insinúas, pero odio los


lazos que te hacen dependiente a una persona. Sabes que soy demasiado
posesivo y cuando algo o alguien quiere ser mío, será mío y de nadie más.

—Eres escalofriante, hombre. Pero sí. Es peligrosa tu falta de control.

Siente un sabor amargo en la boca del estómago ante el comentario y finge


pasarlo por alto, sabiendo que seguirá muy consciente en su memoria.

Posesivo.

Egoísta.

Pasaron minutos más y decidió irse.

Se despidió de algunos de sus amigos y se dirigió a su auto.

Condujo por la carretera de la ciudad. Había poco tránsito debido a la hora,


pero habían algunos locales abiertos durante las veinticuatro horas del día.

El semáforo le indicó que debía detenerse y miró a través de la ventana. Un


par de jóvenes escandalosos caminaban por la calle, riendo, pero uno de ellos
se veía fuera de lugar, iba detrás de los demás, sosteniendo una bolsa blanca
de plástico, tambaleándose en sus propios pies.

Mierda. Debía ser una jodida broma.

Reconoció de inmediato quién era el tonto que tropezaba con sus propios
pies, aparentemente, borracho. Y estuvo a punto de aislar el auto e ir por él...,
pero un joven lo subió sobre su espalda y lo cargó por vez que doblaban en
otra dirección. A los suburbios. Y claro, el deber lo llamaba; no podía dejar a
Taehyung solo en manos de extraños.

Así que, lo siguió de cerca hasta asegurarse de que Taehyung estuviese


dentro de su apartamento sano y salvo. Reconoció a uno de sus otros
alumnos. El peli-verde grosero. Entonces supuso que ninguno de ellos era
realmente un desconocido que quería robar y aprovecharse de la virtud del
ingenuo chiquillo. Y finalmente pudo retirarse más calmado del feo lugar.

[...]

Al día siguiente se preparó para sus clases, debía iniciar su horario a eso de
las diez de la mañana con un curso de novatos y luego tendría una clase de
apenas cuarenta y cinco minutos; con Taehyung.

Jungkook comenzó a notar que tenía como un tipo de extraña obsesión con su
alumno-asistente últimamente. Pero es que, era difícil dejar todo en nada,
después de haber visto esa linda e inocente boquita hacerle una felación.
Estaba excitado por su causa. Eso era; sólo excitación, deseo y lujuria. Nada
más.

Tomó su bolso y caminó por los pasillos fríos y oscuros.

El invierno crudo había llegado y con éste la humedad, el viento y el azul


saturado.
Sus pasos resuenan con un extraño eco.

Los jardines están vacíos debido a la hora y sólo alumbran las luces de la
biblioteca y algunos lejanos faroles.

Metiéndose las manos en los bolsillos de su chaqueta, se siente entumecido y


genuinamente curioso.

¿Cuál sería la reacción que obtendría hoy?

Había muchas posibilidades, y entre ellas estaba una muy posible denuncia
por acoso sexual y negociación de calificación por sexo. Eso en definitiva
arruinaría su carrera y su reputación. Pero algo le decía que Taehyung no
sería capaz de hacer eso cuando había sido evidente que él lo había querido
también; el placer fue mutuo.

A pesar de todo, se sentía muy tenso por cada minuto que transcurría, su
primera clase estaba a punto de comenzar y caminaría a través de la puerta en
cualquier instante para enfrentarse a sus alumnos como cada día. Eso no era
intimidante. Pero cuando la segunda clase llegara, sabía que le costaría
trabajo mantener su habitual postura desinteresada.

Sólo le quedaría pretender desinterés.

Porque tenía en cuenta la distracción que tendría con Taehyung mirándolo y


no evitaría no pensar en follarle la boca de nuevo.

Era un hombre con sangre roja, y se estaba dejando llevar por el estímulo de
una cara bonita y unas fantasías de exuberante lascividad en su deseo sexual.

La primera clase fue fácil de manejar. No había nada interesante en los


novatos, después de todo. Él hablaba y todos ponían una atención demasiado
concentrada para ser real y cuando eligió a algunos alumnos al azar para
realizar algunas preguntas estratégicas, ninguno logró responder totalmente
bien.

No obstante, cuando la segunda clase llegó, su cuerpo estaba tenso como una
cuerda.
Evitó mirar demasiado y lo evitó, de hecho. Explicó algunos puntos de un
informe que debían presentar como parte de un proyecto y luego les dio unos
minutos para responder a sus preguntas y aclarar las dudas. Les dio la opción
de elegir una pareja para realizar una presentación oral del proyecto y ahí fue
cuando sus ojos se desviaron, incómodamente, hacia cierto castañito rizado.

Hicieron contacto visual durante algunos segundos antes de que Taehyung


enrojeciera y abriera sus ojos cómicamente mientras lo miraba. Después de
eso lo vio demasiado avergonzado como para volver a levantar la carita de
entre sus manos.

— ¿Taehyung-ssi? ¡Qué te pasa? ¿Te sientes bien? Estás rojo...

—Sí, ¿te sientes mal?

Jungkook fingió teclear algo en su computadora, pero estaba atento a la


conversación que se mantenía a tres pupitres más lejos de su escritorio.

—No, no... Sólo tengo mucho calor...

Mordió sus labios y con burla pensó: «Es por mí».

—Pero si es invierno, Taehyung-ssi...

Inhaló y exhaló, mirando el reloj en su muñeca.

Estaba curioso por lo que ocurriría al día siguiente en su casa.

Perdón por no estar actualizando taan seguido, pero mi estabilidad


psicológica está recayendo considerablemente y me siento, sinceramente,
mal.

Estoy tratando muy duro que esto no afecte mi forma de desahogarme y


escribir. De escribir y formar esta historia tal y cual lo tenía pensado
desde un principio, y si me demoro algunos días, no es porque no quiera
hacerlo (hay veces donde sé que no lo estoy dando todo y simplemente
apago el computador y pienso).
Quiero que esto les guste tanto como a mí y que lo disfruten tanto como
yo.

Perdón nuevamente:(

Tengo más fanfics en mi perfil por si quieren visitarlos (dos historias


completas).

Cuídense mucho y aprecien a quienes les rodean. El afecto, el amor y el


cariño es lo más puro que a veces, en una situación difícil, desearíamos.

Les quiero, me hacen muy feliz

Nos estamos leyendo


10

Los oídos le zumbaban y el corazón le golpeaba fuerte contra el pecho.

—Entra.

Y eso bastó para acabar con su estabilidad psicológica y sensorial. Quería


echarse a llorar ahí mismo. Sentía que toda la acumulación de emociones
reprimidas, las tristezas y sus miedos, se mezclaban en un revoltijo torcido en
un lugar profundo y muy sensible de su mente. Sin embargo, entró.

Cuando la puerta se cerró tras él, hubo un silencio incómodo. Al parecer, aún
quedaba algo de tensión entre ambos, pero ahora se sentía mucho más pesada
y, de algún modo u otro, diferente. Ni siquiera podía hablar o decir algo para
romper el hielo y huir de la situación. Simplemente no sabía qué decir o
hacer.

—Tengo un invitado. Así que, sé silencioso.

Taehyung asintió, aliviando un poco el malestar que se le había acentuado en


la boca del estómago desde la madrugada debido a los nervios. No había
dejado de pensar en qué iba a ocurrir, y ahora, al saber que no estaban solos,
se sentía mucho más seguro. No es que tuviese miedo de Jeon, pero tenía
miedo de la inevitable atracción que comenzaba a surgir por él y cometer otra
tontería no estaba dentro de sus planes; después de todo, lo que habían hecho
era una falta grave en varios aspectos. Esto no era un juego.

Se había cuestionado su valentía cuando la alarma sonó y le avisó que ya era


hora de afrontar la realidad. Era, básicamente, un "adulto" y debía hacerse
cargo de sus cuestionables decisiones.

Lamentablemente, a sus veintiún años, todavía tenía berrinches penosos


donde sólo ansiaba esconderse bajo su cama y llorar.
Siguió a Jeon hasta la cocina.

—Hoy quiero que cocines Jajangmyeon.

Jugó con sus dedos, desviando la mirada hacia la mesa.

—S-sí... —Susurró, tratando de calmarse a sí mismo. Se avergonzó cuando


sus ojos se encontraron. Era un tonto—. ¿A-algo más?

Jeon suspiró una sonrisa altanera y se olvidó de respirar durante unos


segundos.

—Comienza a moverte rápido. Ya casi es la hora de almorzar.

Y dicho aquello, lo vio retirarse, devolviéndole el aliento.

Joder.

— ¿Qué me está pasando? —Se preguntó a sí mismo, agradeciendo a su


cuerpo que, finalmente, cedía, recobrando la compostura.

Mientras buscaba los ingredientes y cocía los fideos, se preguntaba quién


sería el invitado. No recordaba haber visto a un invitado antes, y mucho
menos uno que se quedaría a comer, lo cual podía significar que podría ser
alguien de confianza. Era un poco sorprendente para él, ya que Jeon casi
siempre lo mantenía fuera de cualquier tipo de posición que involucrara su
vida personal privada.

Últimamente todo estaba siendo, descaradamente, raro.

Estaba cortando las verduras cuando vio una caja de té inglesa junto a una
caja de galletas en un envoltorio anticuado, había otras chucherías también,
pero parecían ser un agradable obsequio. Y la curiosidad aumentaba.

¿Quién sería?

Desde que era pequeño siempre fue muy curioso y solía aventurarse a
resolver "misterios", como cuando alguien se había comido el último trozo de
pastel que quedaba en la nevera o quién fue el culpable de que sus ropas se
tiñeran de rosa. A su madre le encantaba la creatividad de su imaginación y lo
incentivaba a ser un revoltoso juguetón. Ella siempre lo había atesorado. Pero
un día la curiosidad terminó desatando un infierno y se había arrepentido de
experimentar y resolver sus dudas.

Así que, siguió preparando la comida y tarareando una canción por vez que la
comida se cocinaba.

Yoongi le había enviado una playlist con sus canciones favoritas,


recomendándoselas y diciéndole que luego tendría que, por obligación,
decirle cuál fue su favorita para comprobar si las había escuchado o no. Era
un poco gracioso, pero Yoongi era un amante de la música, y lo sabía porque
había visto algunos vídeos de éste tocando el piano como si las notas
musicales, las partituras y su persona, fueran una sola sintonía. Había sido
una experiencia realmente conmovedora, y a Jin le había fascinado.

A decir verdad, ellos se habían divertido bastante juntos y eso le gustaba.

Poco a poco su cuerpo se relajó considerablemente y, por un instante, logró


olvidar la incomodidad..., hasta que el oloroso aroma de la comida avisó su
punto.

Respiró dos veces antes de servir una generosa porción en cada plato. Pero...
¿Debía llevarlo de inmediato o sólo esperar a su llamado? No... Tal vez sería
buena idea preguntar primero.

Se dirigió hacia el despacho de Jeon y antes de tocar, se arregló un poco el


cabello y con sus manos —jabonadas y limpias— alisó la tela de su camisa.

Está mejor así, se dijo, dando un pequeño golpecito.

—Adelante.

Relamió sus labios, abriendo.

Lo primero que sus ojos vieron fue a Jeon, quien se veía bastante serio e
imperturbable. Lucía enojado. Luego su visión se enfocó en otro hombre
bastante parecido a Jeon, quien lo miraba con una sonrisa presumida.
— ¿Quién es éste? —Dijo el desconocido.

Jeon inhaló. —Mi asistente.

Taehyung se retorció bajo el escrutiño de ambos hombres. Se sentía de dos


centímetros, más pequeño de lo que le gustaría.

Apretó el pomo de la puerta en su mano.

—La comida está lista, Señor.

—Bien. Vamos al comedor.

Fue a por los platos y se sintió mareado. Fue intenso tener a dos hombres
realmente intimidantes mirándolo a él solo con tanta... ¿atención? Ellos eran
parecidos físicamente, no en demasía, sino que, compartían algunos rasgos.
Quizás eran parientes, eso era lo más probable.

Entró al comedor, sosteniendo —a duras penas— una bandeja grande con los
platos y cubiertos y vasos. Los dos hombres lo miraron nuevamente, atentos a
cada movimiento, mas sin ofrecerle su ayuda en algo.

Estaba a punto de sentarse también, pero Jeon lo detuvo, carraspeando.

¿Faltaba algo?

—Tú vas a comer en la cocina, Taehyung.

¿Qué?

—Retírate.

Taehyung no lo podía creer.

¿Esto era en serio o sólo una mala broma?

Se sintió avergonzado y mortificado, humillado. Sus palabras, a pesar de ser


lo suficientemente certeras y demandantes, denotaban una superioridad
obvia. Antes, pensaba que no había motivos para ser un imbécil sin tacto, y
ahora comprobaba que Jeon no necesitaba tener motivos para ser degradante
y desagradable.

Sus ojos se humedecieron y no se podía mover bien.

—B-bien... Disculpa... Y-yo pensé que... Lo siento —Murmuró cabizbajo,


sus manos moviéndose con torpeza, tratando de llevarse su almuerzo y de
zafarse lo más pronto posible de ahí.

—Espera, chico. Puedes comer con nosotros, no hay problema —El


desconocido le sonrió apenado, agarrando su muñeca con suavidad,
deteniéndolo.

—No. Realmente, fue mi error pensar... otra cosa. Lo siento... —intentó


sonreír, pero su sonrisa se desvanecía, desapareciendo en una mueca parecida
a un puchero. Estaba triste y avergonzado.

—No has pensado otra cosa, tú puedes comer aquí...

—Mingyu hyung.

—Jungkook sé un poco más cordial e invita a tu bonito asistente a comer con


nosotros, ¿bien?

Taehyung zafó su brazo con cuidado, viendo al tal Mingyu volver a su


asiento.

Jeon lo miró mal y apretó la mandíbula, sus facciones endureciéndose.

Genial.

Comenzaba a enfadarse también.

—Gracias por la cordial invitación, pero no gracias. De todas formas, ya he


perdido el apetito...

—Cállate y siéntate —Jeon le interrumpió, una mirada amenazadora


advirtiéndole que si desobedecía, sería peor.
Se mordió el labio inferior, tentado.

—Disfruten su almuerzo.

Y dicho aquello se retiró del comedor, yéndose directo hacia la cocina. Ya no


le importaba. ¿Qué es lo peor que podría suceder?, ¿ser despedido? Podría
conseguir otro trabajo fácilmente con personas agradables.

Se sentó en una de las sillas y frustrado lloró en silencio, preguntándose por


qué era tan cruel. Estaba cansado de esto, realmente cansado. Y lo peor, lo
que más le pesaba era seguir allí porque tampoco era tan fácil como quería
pensar; había mucho en juego.

Hubo un poco de lástima hacia sí mismo por ser tan tonto. Porque no había
otra explicación posible. A menos que...

O era un tonto o le gustaba ser el foco de las descargas de Jeon.

Su celular vibró en su bolsillo. Maldición. Jin le había enviado un mensaje de


texto contándole que había sido contratado en un hospital público muy cerca
de la ciudad central. Pero, luego respondería, ahora no estaba en condiciones
de hacer absolutamente nada.

Cruzó sus brazos sobre la mesa y recostó la cabecita en ellos, reprimiendo el


llanto e intentando retomar el aire. Tenía que calmarse, no podía dejar que
esto le afectara porque tenía otros problemas más... peores y esto... esto no
era nada realmente. No era nada. Jeon no significaba nada para él. No tenía
por qué afectarle.

Minutos pasaron, algunas horas, y se mantuvo ahí, acalambrado, fatigado y


entumecido. Pero no le importaba tampoco. Sólo esperaba que sonara una de
sus alarmas para irse.

Escuchaba el ruido exterior, totalmente ajeno a ello.

Estaba tan perdido en algún pensamiento vacío que ni siquiera fue consciente
de la otra presencia tras él.

Cerró sus ojos y suspiró.


— ¿Qué se supone que creías hacer?

Abrió sus ojos de golpe y apretó sus labios en una línea fina, conteniendo la
respiración.

—Te estoy hablando, Taehyung. Mírame.

Taehyung se incorporó y lo miró. Vio un ápice de algo indescifrable en sus


ojos tan misteriosos.

— ¿Me estabas desafiando?

Soltó una risa desganada. —Eso es un sinsentido.

—Entonces, ¿por qué no te quedaste incluso cuando yo te lo ordené?

—No puedes obligarme.

Jeon se tensó, elevando una de sus cejas, empujando la lengua contra su


mejilla interna. Amenazante.

— ¿Tú piensas eso?

Frunció el ceño y retrocedió un paso.

Jeon lo tomó con fuerza de los costados, volteándolo y, acto seguido, lo


empujó contra la mesita. Las costillas le dolieron por el golpe brusco y sus
manos se aferraron por instinto en los bordes de la mesa.

—Aghht... ¿Qué crees que haces? —chilló. La furia y el calor se dispararon


por su cuerpo, mezclándose en una extraña y peligrosa combinación.

— ¿Qué es lo que te ha estado atormentando, Taehyung? ¿Por qué necesitas


ser castigado? —preguntó Jeon suavemente.

Taehyung tembló cuando sintió el calor de otro cuerpo emanar contra su


espalda. Jeon estaba sobre él, cubriéndolo e inmovilizándolo. Podría haber
sido aterrorizador, pero no lo era.
Unas manos grandes y fuertes sujetaron las suyas propias por sobre su
cabeza, estirándolo sin cuidado. Fue sorprendentemente confusa la reacción
de su cuerpo; la espalda encorvándose y levantando mucho más las caderas,
exhalando una respiración que había estado ahogada durante mucho. Otra
mano bajó por su vientre hasta su zona íntima y entonces su cabeza quedó
total y completamente vacía.

Se dejó llevar por una sensación nueva que jamás antes había sentido,
notando que así de ensordecedor era el deseo que había estado reprimiendo.

Quería que Jeon hiciera algo, que lo tocara, que aliviara el dolor.

— ¿Quieres que te toque? ¿Mmh?

Sintió otra erección engrosándose contra su trasero y eso lo excitó y lo


asustó.

Comenzó a moverse. Pero Jungkook apretó una de sus nalgas y le azotó el


culo con fuerza.

— ¡Ahh!

¿Qué demonios había sido eso?

Le dolió la zona golpeada, sin embargo otro azote llegó.

Se preguntaba porqué, pero su mente estaba concentrada en sentir y no en


pensar.

Jeon acarició y amasó una de sus nalgas y luego lo golpeó dolorosamente.

Y cuando se encontró queriendo por más fue cuando decidió que debía irse.

[...]

No se podía dormir. No podía conciliar el sueño.

Todavía se preguntaba porqué había dejado que su profesor le azotara el culo


cuando no había sido él el que se había comportado como un maleducado.
Taehyung no merecía un "castigo".

¿O sí?

Dio una vuelta por la cama, destapándose de las frazadas. Recordar aquello
sólo le traía más calor. La experiencia fue rara y fuera de lo común para lo
que él esperaría que le excitara. Pero lo hizo. Y mucho. Y casi se había
dejado llevar por ello, lo cual no era una buena señal, evidentemente.

Pero... Dios lo perdonara. El "castigo" se había sentido tan bien para su


cuerpo que, aún se encontraba medio ido, tratando de dejar de pensar en lo
que experimentó. Era como si hubiese necesitado de aquel hombre
desagradable disipando todos los malestares ocultos, los recuerdos dolorosos
y reemplazándolos por placentero dolor. Una contradicción total.

Jeon lo había inmovilizado con fuerza, no había sido gentil. Ni siquiera le


besó. Pero se apoderó de su cuerpo con una facilidad espeluznante.

Y quería más.

Necesitaba saber qué era eso y por qué se sintió tan bien.

Hola, personitas mágicas

Estos días estaré dando algunas pruebas y decidí actualizar para luego
retomar (?

No sé si se los dije pero la relación de Jungkook y Taehyung será medio


muy tóxica, al principio. Y sí. Lo más probable es que haya algo de
sadismo:)

En fin...

Me hicieron muy feliz sus comentarios, me subieron el ánimo que estaba


por los suelos y gracias por eso. Les deseo lo mejor

Ustedes son personas marvillosas y una existencia muy presiada para mí.
Les quiero

Nos estamos leyendo


11

Jin observó con atención la forma en la cual su hermano comía, desganado y


ajeno a la conversación. Para él fue demasiado fácil saber que Taehyung no
estaba pasando por un buen momento, y que su estabilidad psicológica estaba
muy comprometida. Últimamente lloraba mucho y, o dormía mucho, o en
definitiva no lo hacía; las leves ojeras bajo sus ojos cubiertas con maquillaje
se lo decían.

En algún momento, quiso creer que eran a causa del estrés, teniendo en
cuenta el cambio de ciudad, la mudanza, el trabajo y los estudios, eso era
difícil de afrontar asumiendo la soledad y la nueva independencia por
completo. Pero, a medida que el tiempo transcurría y llamaba a su hermano,
notó que algo andaba mal; se oía apagado y triste. Y ni hablar de cuando lo
vio en persona tras de varios meses. El cambio había sido algo sorprendente a
decir verdad.

Taehyung solía ser una bolita de energía alrededor de todo el mundo. Era un
muchacho adorable, energético y muy de piel. Y no es que ya no lo siguiera
siendo, pero... Algo había cambiado.

Sabía que todo esto podría relacionarse con su padre también, ya que éste fue
el culpable de bastantes actitudes que Taehyung debió reprimir por su causa.
La opinión de padre Kim siempre fue un hecho en la familia, no podían dudar
ni podían alzar la voz ante él. Y eso había sido un detonante a la repentina
triste lejanía que se había creado como un muro entre ellos.

Relamió sus labios, decidiendo alejar el desagradable tema y hacer algo por
relajarlo.

—Cociné lasaña sólo porque querías comer algo italiano, pero no has tocado
tu comida, Taehyung-ssi —Dijo, llevándose el vaso con jugo de naranja a los
labios. Bebió un sorbo sin perderse ni un segundo de la sonrisa forzada de su
hermano.

—Lo siento, Jinnie hyung —Movió el tenedor entre sus dedos y se llevó un
pequeño trozo a la boca, suspirando luego y sonriéndole, por fin,
abiertamente. Eso es lo que quería ver—. Está muy delicioso...

Sintiéndose a gusto, le alentó a comer un poco más.

—Comenzaré a trabajar desde el jueves. Supongo que ya no nos podremos


juntar taaan seguido. Aunque eso no significa que, no estaremos en contacto
que no llegaré de sorpresa a recogerte o a visitarte, ¿bien?

—No tienes que preocuparte, hyung. No hay problema. Es obvio que tu


trabajo es y será algo importante para ti, no tienes por qué...

—No, Tae. Sabes que yo sí me preocupo por ti. Eres mi consentido y lo


sabes. Te cambié los pañales, recuérdalo.

Era un poco melancólico recordar cada momento en los que estuvieron


presentes el uno para el otro, cubriéndose las espaldas a pesar de la diferencia
de edad entre ambos, su lazo siempre había sido importante. Siempre procuró
protegerlo. Pero las cosas se complicaron inevitablemente y terminó
sucediendo lo que había temido.

Aún recordaba ese día. Estaba de vacaciones y había vuelto a Daegu a visitar
y pasar el verano bajo los árboles frutales del campo. Todo parecía estar bien.
Y en un abrir y cerrar de ojos, todo había dado un giro penosamente
inesperado. Fue algo horrible de presenciar.

Suspiró, alejando aquellos amargos recuerdos.

Porque, después de aquello, él no podía interferir, no podía hacer algo más al


respecto a parte de tratar de convencer a Taehyung que no había nada mal
con él. Ojalá pudiese convencerlo.

Miró por el rabillo del ojo las clavículas marcadas, la piel acanelada
palideciendo. La camiseta blanca que Taehyung llevaba puesta exponía su
reciente delgadez. Y a Taehyung le gustaba vestir ropa holgada, pero ahora se
veía increíblemente pequeñito dentro de sus ropas que suponían incluso ser
de su talla. Su mirada médica le hizo analizar con cuidado. Probablemente
tenía anemia debido a la mala alimentación, el esfuerzo físico que conllevaba
trabajar y estudiar, y el indudable cansancio psicológico y emocional.

Tenía que interferir.

—Me gustaría que comenzaras a consumir vitaminas y algún suplemento


alimenticio. ¿Cuánto estás pesando? ¿Estás en alguna dieta o algo? —
Preguntó, tratando de no demostrarse demasiado invasivo. Le costaba un
poco.

Taehyung sacudió su cabeza riendo suavemente.

—No tengo dinero suficiente para permitirme cosas así, hyung. De hecho,
debo privarme de varias cosas si quiero llegar correctamente al mes. Además,
he decidido comenzar a ahorrar para poder tomarme un descanso durante las
próximas vacaciones.

Oh.

—Descansar —repitió, encendiendo el televisor de la sala—. ¿Y a dónde


quieres descansar, Taehyung-ssi?

—No lo sé —rió torpemente—, tal vez sea Busan.

Siguieron hablando y conversando sobre trivialidades del día a día y


conforme pasaban el rato, logró que su hermano se relajara con su compañía
y se desahogara un poco. Sabía que Taehyung no le contaría absolutamente
todo lo que le ocurría y que muy probablemente se estaba guardando lo más
privado e íntimo para él mismo, pero al menos algo era algo y lo apreciaba.
Porque lo que más deseaba en estos momentos era recobrar la confianza que
compartían antes. Y poco a poco podría lograrlo y saber qué era lo que
realmente le estaba comiendo la cabeza a su hermano.

Una vez ambos terminaron la cena, retiró los platos y dejó para después el
lavado de los utensilios.
—Quiero ver una película. Y no quiero estar solo —habló, sosteniendo una
manta entre sus manos cálidas.

— ¿Me estás pidiendo que me quede, hyung? Mañana tengo clases y no traje
nada a parte de mi mochila —hace una mueca, irguiéndose en el sillón
acolchado. Fuera estaba lloviznando.

—No dejaré que te vayas con este clima, tonto. Te puedo pasar algo mío.

—Bien. Bien. Pero no quiero ver algo de terror, tú no querrás ver caricaturas
para equilibrar mi miedo y poder conciliar el sueño.

—Eres una criatura.

—Es eso o la sirenita.

Se recostó a su lado, atrayéndolo en un abrazo. Su hermano necesitaba


confort y él estaba dispuesto a dárselo.

—Bien. Lo que sea. ¿No le temes a los vampiros? Quiero ver crepúsculo.

La sudadera negra deportiva que traía le quedaba grande. Y ni hablar de los


pantalones; había tenido que optar por ponerse los vaqueros que traía el día
anterior. De todos modos, estaba conforme con ello, así que no se acojonó
por la ropa y sólo hizo su rutina normalmente.

Había quedado con Baekhyun para estudiar un poco sobre literatura inglesa
y, por suerte, no había sacado la carpeta con sus resúmenes y esquemas de la
mochila. Podrían estudiar sin ningún problema y podría explicarle cualquier
punto a su amigo sin complicaciones.

Hoy no tenía ninguna clase con Jeon y ese pensamiento le hizo sentirse
extraño después del acontecimiento en la cocina. Y seguía sintiendo una
curiosidad muy inusual y, vergonzosamente, se había encontrado a sí mismo
masturbándose con aquel fantasioso encuentro. Necesitaba descubrir qué era.
Obviamente sabía que era excitación o una inconveniente tensión sexual.
Pero había algo más.
Y no quería pensar que le atraían ese tipo de cosas, ese tipo de hombres;
obsesivamente controladores, antipáticos y desagradablemente crueles. Pero
al parecer, lo hacía; le atraía en demasía esa actitud jodida y no podía explicar
por qué sin siquiera él saber bien el motivo.

Carajo.

Él le había hecho una mamada a su profesor, él había sido azotado por éste. Y
la reacción de su cuerpo estaba en un plano diferente al de su mente. Y eso
jugaba con su cordura, haciéndole sentir asqueado por tener aquellas erróneas
ideas en su cabeza sobre lo que quería que Jeon le hiciera. Pues no era un
estúpido tampoco. El deseo era mutuo, a pesar de que no se agradaran. Jeon
lo deseaba. Lo había visto mientras hacían contacto visual durante la felación,
y luego de que él escapara rápidamente de su casa en busca de aire fresco,
rogando por disipar el calor exasperante de su piel tras la tentadora cercanía.

Era realmente un problema, sin embargo.

Ellos estaban relacionados de formas comprometedoras. Un profesor y un


alumno no podían compartir esa lujuria naciente. No podían enrollarse. Él ni
siquiera podía lidear con las emociones y los sentimientos, con las
enloquecedoras sensaciones que le surgían desde un lugar oscuro y retorcido,
desde las entrañas. Y odiaba seguir dándole vueltas al asunto, pero cuando las
fuertes manos ajenas estuvieron sobre él... Fue como si le arrebataran todo el
control.

Jugó con sus dedos, tamborileando en el escritorio de la biblioteca. El olor a


libros viejos y un suave aroma a café le trajeron de vuelta a la realidad.
Relamió sus labios cuando vio a Baekhyun sosteniendo dos vasos y unas
fotocopias.

—Por favor dime que recién has llegado... —Habló el mayor, entregándole
un vaso y sentándose frente suyo. Las fotocopias descansaron sobre la
superficie de madera al igual que un bolso negro con, seguramente, una
portátil.

—Gracias, hyung. Y no llegué hace mucho, en realidad —sonrió, sacando


algunos lápices de su estuche.

—Yo lo siento, Taehyung-ssi. Quería ofrecerte al menos el desayuno,


teniendo en cuenta que me ayudaras a resolver mis dudas antes del examen...
Pero soy un poco lento y ya sabes... Siempre termino retrasándome.

—Está bien, hyung. ¿Yoongi-ssi no vendrá? —Dijo, deslizando una de sus


hojas con un resumen.

—Uhm, creo que no... Está buscando un trabajo en una cafetería cerca, así
que dijo que lo encontraríamos en la tarde, o en la última clase.

Asintió lentamente. Lo entendía. Pero comenzaba a extrañar a Yoongi, eran


un poco más cercanos. Últimamente hablaban más por KKT, ya que sus
tiempos no se adecuaban mucho y, ahora, si Yoongi conseguía un trabajo,
muy probablemente no coordinarían sus horarios. Aunque eso no era una
excusa para alejarse o dejar de hablarse, por supuesto que no.

Inhaló y exhaló, cerrando sus ojos por un instante antes de volver a


concentrarse y explicarle a Baekhyun cada una de sus dudas, hasta que,
surgió el tema.

—Taehyung-ssi, si tú necesitas ayuda con la asignatura de ya tú sabes quién,


yo puedo ayudarte también. Eso sería lo más justo, ¿no?

—Sí, eso me agradaría, hyung —carraspeó, rogando en su interior porque


Baekhyun no supiera nada de su calificación aprobatoria. No sería algo que
podría explicarle sin la necesidad de mentir.

Bebió un sorbo de café.

—Aún me sorprende el hecho de que te haya pasado, sabes... Cuando yo


revisé la tabla de promedios tú aparecías abajo, pero estabas. Woah... ¿Qué le
dijiste? Él no suele pasar a nadie... Él es un profesor imbécil.

Taehyung tosió.

Joder.
—Ah... —rió con torpeza, avergonzándose—, es que... Yo sólo le hablé y
como que...

Estaba poniéndose nervioso.

— ¿Cómo, qué...?

—Él dijo que sería la primera y la última vez, y me hizo prometer que tendría
que dar todo de mí en su asignatura —mintió, llevándose nuevamente el vaso
con café a los labios. Odiaba mentir, pero era más fácil decir eso a "le hice
una felación a nuestro profesor idiota".

—Sorprendente...

Se mordió el labio inferior, desviando la mirada. —Sí.

El dolor en su mandíbula había desaparecido pero el deseo seguía muy


presente. Comenzaba a sentirse raro, y no quería sentirse así. Nada de esto era
una buena señal y lo sabía. Pero, inconscientemente, seguía deseando por
más.

Tal vez comenzaba a querer experimentar un poco más, y tal vez deseaba que
Jeon pusiera sus manos en él nuevamente.

Actualización sorpresa porque ya rendí dos de los exámenes que tenía


que rendir y mi cabeza está un poco más notablemente vacía. O sea,
menos pesar de estrés ':)

Nos estamos leyendo


12

Suspiró con cansancio, fregándose el rostro mientras sus ojos seguían fijos en
la ventana que daba hacia la calle. Oía los pasos ligeros de su asistente
moviéndose por la planta baja, la voz de su hermano resonando con carisma
desde algún lugar.

Jungkook no comprendía aquel sentimiento desagradable acrecentándose


cada vez peor. Tal vez era incomodidad con algo que no podía comprender
del todo, llevaba sintiéndolo desde hacía ya un par de días; desde que su
hermano había decidido que sería mucho mejor abandonar el hotel y
compartir sus últimas semanas de estadía junto a él. Y, ya no podía aguantar
la sensación de molestia por vez que Taehyung lo evitaba y se zafaba de
cualquier situación que los envolviera a estar solos, teniendo en cuenta la
inconveniente presencia de su hermano.

Sin embargo, no se desesperaría por algo así. Ellos tendrían que hablar en
algún momento, tendrían que aclarar qué era lo que estaba ocurriendo sin
importar lo obvia que fuese la respuesta. Porque jamás haría algo en contra la
voluntad de alguien, y tenía que haber consentimiento previo antes de poner
en marcha su plan para acabar con la abrumadora tensión sexual. Sabía que,
aunque su asistente lo negase y escapase cada que tenía oportunidad, lo
deseaba.

Los opuestos se atraen, ¿no?

Tenía que arriesgarse y dar el primer paso porque, aparentemente, Taehyung


no lo haría. Y él estaba totalmente dispuesto a acabar con todo este jueguito
infantil a cambio de tenerlo. Quizá era muy cliché y trillado, pero cuando él
lo quiere, no descansa hasta conseguirlo.

No obstante, no comprendía la intensidad de la lujuria. Jungkook es un


dominante, un hombre firme que tiene el control. Pero, ha estado perdiendo el
control muy fácilmente en algunos ámbitos. Jungkook quiere apoderarse de
Taehyung sin importar que sea su asistente y su alumno, porque eso ha
dejado de tener relevancia y eso ya es bastante jodido. Pero, él quiere
castigarlo y enseñarle que sus órdenes están para obedecerse. Todo es una
odiosa contradicción que le hace perder los estribos. Y por ese mismo
motivo, debe aclararlo cuanto antes.

Antes de que empeore...

¿Qué es lo peor que podría pasar? No está muy seguro de ello, pero lo que
sabe con certeza es que, sería un rechazo muy poco probable. Y aseguraría
decir que sería sexo solamente, no habría nada más. A menos que... Si
Taehyung aceptaba ser su sumiso, las cosas serían diferentes; la conexión
entre ellos se afianzaría inevitablemente. Y no estaba seguro de querer
aquello, precisamente.

Pero...

Era tentador. Demasiado tentador.

Tendría que resolver este asunto con urgencia.

—Joder...

Incorporándose, decide caminar hasta la puerta, bufando irritado cuando


Mingyu le sonríe en medio de las escaleras.

—Jungkook. ¿Vas a salir?

—No.

—¿Vas a despedirte de Taehyung?

Tensando la mandíbula, pasa por su lado ignorándolo. No es con quien quiere


lidiar ahora. Su privacidad es privada, y sus asuntos son suyos. Y, Mingyu es
demasiado entrometido cuando se lo propone. Por lo mismo, no es una buena
idea que él sepa algo que no debe saber; terminaría interfiriendo tal y como lo
hizo años atrás.
Una vez entra a la cocina, ve a su asistente guardando quién sabe qué cosa en
su mochila. Lleva puesta una polera negra de mangas largas holgada, y no
evita preguntarse cómo se vería dentro de su ropa. Probablemente la
definición de oversize. Entonces, nota que hay una camisa, aparentemente,
mojada sobre la mesa, por lo que supone que ha tenido un accidente con el
agua.

—Ejerciste demasiada presión en la llave del lavabo, ¿no?

Taehyung se sobresalta ante su repentina compañía, volteándose levemente


sobre su eje.

—Sí... Fue un accidente, y no he roto nada si es lo que...

—Ni siquiera lo he mencionado —Dice, metiendo sus manos dentro de los


bolsillos de su pantalón. Ve a Taehyung morder su labio inferior y no evita la
primitiva reacción de su cuerpo; sus músculos endureciéndose con un poco
más de calor—, ¿por qué estás tan a la defensiva?

—Yo no estoy...

—No me mientas.

—No estoy mintiendo...

Jungkook ríe, acercándose lentamente, arrinconándolo contra un mueble y su


propio cuerpo. Le hace cierta gracia que Taehyung se encoja instintivamente,
desviando la mirada con sus mejillas rojas por la fallida inhibición.

—¿Qué...? ¿Qué es lo que haces?

—Tenemos que hablar sobre algo —Murmura. Sus manos rodean la cintura
del muchacho con una intención clara, amoldándolo con suavidad contra su
torso. Se siente inexplicablemente bien la cercanía, y quiere más—, ¿no lo
crees?

Taehyung se remueve con notoria incomodidad entre sus brazos, tratando de


alejarlo. Eso le molesta un poco. Realmente odia la falta de coraje. Odia el
saber que ambos quieren esto y uno de ellos no es capaz de admitirlo por
algún motivo. ¿Sería miedo? O tal vez, sólo... ¿ingenuidad y vergüenza?

Se ha dedicado a observarlo durante todo el lapsus en el que ha sido su


empleador y profesor, y ha logrado descifrar ciertos enigmas de su
característica personalidad. Taehyung quiere dejarse llevar por los instintos,
pero algo lo detiene. Y, ha considerado que el motivo puede ser que, tal vez
no acepta quién es y lo que le gusta. Porque pudo ver el brillo de excitación
en sus ojos aquel día en el que le dio unas amables palmaditas en el culo.

E incluso ahora... Puede ver aquel brillo aparecer con algo de temor y lujuria.

—Yo no sé de qué me está hablando, Señor...

—¿No? —Pregunta con falsa incredulidad. Sus dedos bajan curiosos,


apretándole las caderas con falsa devoción. Es como si hubiese sido moldado
para encajar en su toque, en su hombría.

—Dios... Aléjese de mí... Por favor... —susurra en un jadeo, empujándole de


los hombros, desganado por la atmósfera abrumadora que los envuelve.
Taehyung se siente un cobarde, pero no puede alejarlo, ni alejarse—. ¿Por
qué?

Jungkook duda durante algunos segundos de su respuesta, pero ésta no es una


mentira ni un sinsentido en lo absoluto. Y ya no es un adolescente para no
aceptar sus sentimientos.

Lo más probable es que su respuesta fuese muy inconveniente a su situación,


pero era una verdad y sólo si se rascaban la picazón la tensión acabaría.
Además, finalmente podría sacarse esos odiosos pensamientos que definía
como fantasiosos y atrevidos.

—¿Por qué? —repitió el castaño.

—Porque me gustas.

Chocó sus labios contra los de Taehyung, sus dientes tirando de su labio
inferior, mordiéndolo para luego dejar que su lengua recorriera la boca ajena,
adentrándose sin mucha resistencia. Por fin, pensó, antes de que su lengua se
enredara con la de Taehyung, succionando con lascividad para aumentar la
sensación placentera que se expandía como un cosquilleo por su cuerpo ante
aquel beso.

Las manos de Taehyung que habían estado en sus hombros, masajearon su


cabello, tirándolo de las hebras para acercarlo más en busca de profundidad y
más cercanía. Parecía que, finalmente, sus mentes se habían nublado por las
sensaciones, el deseo y la excitación. Porque la lengua de Jungkook le
recorrió la cavidad bucal como si fuese un dulce exquisito que degustaba tras
tanta amargura.

Taehyung se separó un poco, tratando de retomar su respiración, pero


Jungkook volvió a besarlo una vez más con desesperación y una urgencia que
los consumía en la espesa niebla de placer que los abrazaba cual fuego en las
brasas. Jungkook lamía y succionaba con diferentes ritmos, una de sus manos
se cerró con firmeza en su nuca, evitando que se alejara. Era como si no
pudiesen conseguir suficiente, y eso les jodió la cabeza a ambos.

Tiró una última vez de su labio, deslizando uno de sus dedos desde su
mandíbula hasta el mentón, subiendo a su labio inferior.

Retomó su respiración, extasiado por la expresión de Taehyung, quien sentía


su corazón golpear con violencia su pecho y caja torácica.

—¿Es esta la explicación suficiente para que entiendas el por qué?

—Yo... No sé qué decir...

Jungkook rió, sintiéndose un idiota, una presión en sus costillas debido al


rechazo. Había creído por un momento que, al menos podrían llegar a un
acuerdo. Aparentemente se equivocó.

Estaba a punto de alejarse cuando Taehyung lo atrajo, impidiéndole moverse.

—Espera... Yo... Yo...

Jungkook frunció el ceño, confundido. Comenzaba a enfadarse.


—¿Tú qué?

—Yo... Es...

—¡Dilo de una maldita vez...!

Y sin siquiera pensarlo, Taehyung lo besó una vez más, presionando


castamente sus labios sobre los suyos, callándolo. Y, Jungkook estaba más
que sorprendido, toda la irritación se drenó instantáneamente al verlo con las
mejillas rojas y todo nervioso. Se veía jodidamente adorable.

—Debo irme —Dijo.

En medio de trompicones se zafó del agarre, tomando su mochila y


retirándose rápidamente.

Dios...

¿Qué acabo de hacer?

Taehyung se sentía mareado mientras abandonaba la casa Jeon. Su cuerpo se


sentía demasiado sensible y débil. Estaba temblando aún con la nueva oleada
de emociones liberadas en un beso que, sabía, acababa de desatarlo todo. Y
es que, había visto la expresión de Jeon suavizarse cuando lo besó, y eso
pareció desarmarlo por completo.

Estaba aterrado.

¿Qué era eso?

¿Qué fue ese sentimiento?

Taehyung estaba alterado.

[...]

Yoongi sostuvo el casco de su motocicleta por vez que contestaba la


llamada.
—¿Dónde estás? Estoy a dos cuadras —Dijo.

—Estoy esperándote, donde acordamos...

Relamió sus labios con una sonrisa satisfactoria.

—¿Número y piso?

A través de la línea se escucha una exhalación.

—Noveno piso, número 134.

—Muy bien, ya casi llego.

Y dicho aquello, presiona el botón rojo para colgar.

Faltaba sólo una calle para llegar a aquel edificio que seguramente estaría
muy bien acomodado. Los apartamentos ubicados en la zona central de Seúl
eran los más bonitos y agradables, pero su precio era demasiado elevado. Sin
embargo, si tenías los medios, podías permitírtelo sin preocupaciones.

Era un poco incómodo porque él no podía permitirse más que un pequeño


cuarto en los suburbios, al igual que Taehyung. Pero no se avergonzaba de
ello, en lo absoluto. Tenía todo lo que quería, y vivía plenamente con lo que
tenía. Lamentablemente, no era la misma situación para todos.

Una vez estuvo frente al gigante de cemento grisáceo, entró, sin importar las
despectivas miradas ante su apariencia.

¿Tenía algo malo estar ahí? Por supuesto que sí.

Chamarra de cuero, pelo teñido de verde, piel pálida, tatuajes, motocicleta.


Un típico chico malo, ¿no? Idioteces. Aunque eso diese unas palmaditas a su
ego, estaba harto de los prejuicios, los cánones. Porque ahora vendría la
"peor" parte.

—¿Qué hace aquí, muchacho? —Preguntó el recepcionista con una mirada de


desagrado muy notoria.
—Vengo a visitar a un amigo, Señor.

El hombre lo recorrió de pies a cabeza como si estuviese viendo a un jodido


delincuente. Muy grosero de su parte.

—Dígame el nombre de su supuesto amigo.

Soltó una carcajada, llamando la atención de algunos presentes. —Está bien.


Mi supuesto amigo se llama Kim Seokjin.

El hombre que reconoció como Yongsu por la placa en su bléiser, rodó los
ojos y tomó el teléfono en su costado para confirmar. Una vez tuvo la
respuesta que quería, le señaló el sector de ascensores.

—El Señor Kim le está esperando.

—Gracias.

Quiso reírse por la cara de póquer del tal Yongsu. Jodido imbécil, pensó,
igual que todos.

¡Finalmente! Tenemos el primer beso de la OTP :')

Pensé que sería muy rápido pero ya era hora, después de todo...

Recuerden que Jungkook se sentía atraído por Taehyung desde hacía


meses atrás, ahora sólo están saliendo a flote sus sentimientos; al igual
que las emociones reprimidas de Taehyung.

Y, entrando a otro tema...

Actualicé y me siento muy emocionada porque..., me siento tan bien que


ni siquiera puedo describirlo. O sea, revisé mis fanfics y cada vez tienen
más vistas, más votos y comentarios de personitas a las cuales les gusta lo
que escribo, cómo escribo y... Diosito. Me hicieron muy feliz. En serio.
Estoy muy agradecida y eso es muy preciado para mí
Gracias por todo, el apoyo, sus palabras, todo. Les quiero un montón
13

Sintió un leve estremecimiento cuando sus clases comenzaron. Taehyung aún


se sentía muy consciente de su cuerpo sensible, y de la cantidad de veces que
se masturbó pensando en lo que ocurrió hace un par de días. Le hacía sentir
extraño e incómodo consigo mismo, pero no dejaba de pensar en ello. Una
vez más había querido mandarle un mensaje de texto a Jeon y renunciar
inmediatamente, pero no pudo. Y, en cuanto llegó a su apartamento, se
encerró en el baño y cerró los ojos; mientras su mano vagaba dentro de su
ropa interior, sacándole suspiros y un nombre especifico entre jadeos.

Decir que estaba avergonzado se quedaba corto. Jeon entraría al salón y lo


miraría y adivinaría lo que hizo al tan sólo ver el rubor en sus mejillas, y con
un ápice de sonrisa que nadie más lograría alcanzar, seguiría con la clase. Es
como un juego indirecto. Pero, Taehyung sabe que de los juegos nadie sale
ileso. Y, de todas formas, por primera vez, está dispuesto a jugar y a
quemarse. Porque quiere experimentar y dejarse llevar, olvidar.

Está seguro de que lo vio. Vio cuando la expresión de Jeon se suavizó y la


forma en la cual el toque ajeno se sintió sobre su cuerpo; abrumador y
caliente. Y le gustó. Quiere más de esa sensación que bloqueó todos sus
pensamientos.

Así que, decidido a hablar tal y como Jeon quería, esperaría hasta el final de
jornada para dirigirse hasta su oficina.

El tema era que, las primeras horas de clases pasaron tortuosamente lentas y
los nervios aumentaban en demasía por vez que las horas avanzaban. ¿Qué le
diría? ¿Cómo se lo diría? Estaba más que seguro de que no era tan fácil
decírselo sin sentirse avergonzado de sus propios deseos, y probablemente su
profesor se burlaría de él como casi siempre lo hacía cuando era un torpe
desastre. Baekhyun seguía preguntándole acerca de su comportamiento,
diciéndole que estaba algo así como en "otro lado". Y no era para menos; su
cabeza seguía dándole vueltas al tema, qué ocurriría luego.

— ¿Vas a salir con alguna chica o qué?

— ¿Uh? —Sorprendido, voltea mordiendo su labio inferior. Yoongi y


Baekhyun lo miran con una ceja alzada y notoria curiosidad—. No, nada de
eso. No saldré con nadie.

— ¿Por qué miras tanto al reloj entonces? ¿Debes volver temprano a casa, o
al trabajo? Puedo llevarte en mi motocicleta —Yoongi se acerca un poco
más, sonriéndole con esa característica amabilidad suya.

—No, hyung. No te preocupes, no creo que eso sea necesario. Yo... sólo debo
resolver un asunto...

— ¿Qué es?

Desvío la mirada, sus ojos siguieron el camino de una de las gotas que
resbalaba por la ventana a su lado. —No es nada.

—Tiene que ser algo importante para que estés tan fuera de ti, ¿no? Hemos
estado hablando durante todo el receso e incluso durante las clases y no
estabas prestando atención a nada.

—No es nada tan importante, hyung. En serio. Sólo es que, no me siento del
todo bien. Creo que cogí un resfriado o algo... —mintió, tratado de esbozar
una sonrisa para finalmente desviar el tema—. Mañana podríamos beber un
café en la biblioteca mientras estudiamos sobre nuestra presentación oral,
¿no les gustaría eso?

— ¡Sí, claro! Yo necesito practicar, mi dialecto comienza a sufrir cambios


cuando estoy con ustedes.

Se ríen un poco y el tema por fin pasa desapercibido entre charlas sobre
estudios y exámenes. Pero, para Taehyung.... Él siente náuseas debido a la
anticipación; falta sólo una última clase.

La profesora habla y habla y él puede sólo mirarla sin procesar nada de lo que
explica, y de pronto suena el timbre, avisando el fin de la jornada.

Le duele el estómago debido a los nervios y no sabe bien porqué.

«Porque me gustas» resuena con un eco extraño en su cabeza, haciéndole


sentir mareado y confuso. ¿Cómo puede ser eso posible? ¿Qué hay de
especial en él? ¿Debería preguntárselo a su profesor también? Todas esas
dudas caen como un balde de agua fría, haciéndole cuestionarse si en verdad
quiere ir hasta él y terminar con todo este enredo. De todas formas, le pone
los pelos de punta no hacerlo; no quiere no averiguar lo que podría ocurrir
entre ellos, teniendo en cuenta la abrumadora tensión sexual que sólo le hace
desear y desear por más. Entonces, se arma de valor y decide que sí. Él quiere
ser valiente y afrontar esta situación. Y aunque no sea capaz de admitirlo a
viva voz, quiere ver cómo la mirada de su duro profesor se suaviza una vez
más; por él, sólo por él.

Eso es...

Finalmente, se despide de sus amigos, excusándose de ellos rápidamente y


tomando otro camino —el que da la vuelta al campus— para dirigirse a la
oficina de Jeon.

Cada paso que da se siente como una advertencia incesante de lo que está a
punto de hacer, lo que podría estar a punto de ocurrir. No está seguro de
nada, hay muchas posibilidades. Tal vez no resulte como lo esperaba, o tal
vez sí sea lo que espera. Pero sólo será cosa de sólo una vez, ¿cierto? Por lo
que puede permitirse experimentar un poco...

No obstante, un pensamiento miedoso se hace presente. Y es qué pasaría si su


padre supiera lo que está a punto de hacer, lo que quiere hacer con otro
hombre; lo que quiere que un hombre, que es su profesor —y jefe—, le haga.

Los insultos le comen la cabeza nuevamente, gritos y golpes que habían


quedado en el supuesto pasado.

Pasado.

Sin embargo, antes de que pueda arrepentirse, se encuentra observando en


trance la puerta tosca de la oficina de Jeon.

Olvídalo.

Olvídalo.

Nadie más está aquí...

Nadie tiene que saberlo.

Sólo él y yo...

Inhala y exhala, y aun cuando tiembla, da tres golpes a la madera.

Es ahora o nunca, se repite tirando por la borda la repentina inhibición.

[...]

—Adelante —Dijo, sin apartar la vista de su portátil.

La puerta se abre y Jungkook observa de quién se trata. Sus labios se resecan


apenas ve a Taehyung entrar y cerrar la puerta tras él.

—Tenemos que hablar —Eso es lo primer que dice, con las mejillas
ruborizadas y estrujando sus manos notablemente nervioso—. ¿Podemos
ahora?

Está un poco sorprendido, pero él quiere hablar también.

—Sí. Hablemos.

Ve la forma en la cual Taehyung se acerca cabizbajo hasta él.

—Hum... Yo... este... Como que... Hum...

Jungkook arquea una ceja divertido, sabiendo a pista de balbuceos que se


refiere al beso.

Jungkook quiere montarlo sobre su regazo y dejarlo sin aliento. Y, al parecer,


ambos quieren lo mismo. Así que, se levanta y se acerca con lentitud a él.

—Déjame besarte —Dice sin rodeos, metiendo una de sus manos al bolsillo
de su pantalón; con la otra mano acaricia la mejilla ajena, la piel suave y
tersa, caliente bajo su toque. La mirada avergonzada y coqueta que le dedica
Taehyung le hace sentir tenso y caliente—, déjame besarte.

— ¿Por qué? —Susurra, suspirando.

—Porque me gustas. Ya te lo dije.

Sin poder soportarlo más, acorrala el cuerpo de Taehyung contra el escritorio,


haciendo presión contra su cuerpo y apretándolo de los costados. Quiere
besarlo, pero en cambio sólo besa su mejilla, luego la mandíbula y el mentón.

— ¿Por qué te gusto? Ow... —exhala, aferrándose a los hombros anchos,


mientras siente el aliento cálido de Jeon en el cuello.

—Si me dejas besarte, quizás te lo diga luego... —lame la comisura de su


labio y muerde el belfo inferior—. Eres tan dulce...

—Bésame, por favor... Bésame.

Entonces el autocontrol desaparece.

Jungkook gruñó, jalando del cabello a Taehyung para besarlo; aprovechó la


sorpresa para hacer intromisión dentro de esa linda boquita que últimamente
le volvía loco. Empujó el cuerpito contra el borde del escritorio, sin
importarle que los papeles que tanto demoró en organizar terminaran
desparramándose por la superficie.

Estaba tan hambriento de más contacto que succionó la lengua de su


estudiante, deslizando sus manos por doquier, aprisionando sus caderas para
hacerlo subir sobre el escritorio, haciéndose espacio entre sus piernas.

Quería transmitirle esa sensación intensa, que supiera que el alivio que tanto
anhelaban sólo él podía dárselo.

Taehyung gimió contra su boca, sabiendo que tras aquel arranque había un
motivo. Sin embargo, extendió su cuello cuando su profesor lamió y besó,
tratando de embestirlo sobre la ropa, queriendo por más. Y su respiración se
reducía en débiles jadeos y gemidos agudos, el calor lo recorrió, erizándole la
piel.

—Quiero follarte...

Taehyung se estremeció y le dio suaves empujoncitos, separándolo


ligeramente de sí. —Para... Para... Para.

—Vamos... Tú lo quieres también, ¿cierto? —apretando sus caderas con más


fuerza, besó su mejilla y presionó sus erecciones juntas, friccionando. Esto se
sentía demasiado bueno, tanto que Jungkook no quería parar. En serio
necesitaba tomarlo ahí mismo—. Quieres que te folle, déjame hacerlo...

—Es que... Yo nunca lo he... Yo jamás he tenido sexo con alguien —


confiesa, enrojeciendo.

Mierda.

Entonces ese era uno de los motivos por los cual Taehyung era tan sensible a
su toque, a sus miradas y... Por eso había estado tan preocupado de hacerlo
bien cuando le hizo una mamada; su primera polla. Joder. Esto era halagador
para él. Y, justo ahora, Jungkook quiere ser el primero en tomarlo también.
Pero, no sabe si eso es lo que Taehyung quiere.

—Debiste habérmelo dicho...

—No. Tomémoslo con calma, yo... También quiero esto —murmura,


apretando la tela del traje de su profesor para evitar que se aleje—, ¿tú no?

Jungkook ríe, atrayéndolo para besar castamente sus labios. —Tomémoslo


con calma.

Taehyung suspira y se vuelve dócil ante Jungkook, una reacción que a éste le
fascina.

— ¿Y cómo haremos eso?


—Tú me deseas y yo te deseo. ¿Cuál es el caso?

— ¿Sólo será una vez?

—Quiero prepararte primero.

— ¿Y cómo lo harás?

— ¿Quieres saberlo justo ahora?

— ¿Sí?

Jungkook no supo cómo decirle que tenía el egoísta deseo de ser el dueño de
todas sus primeras experiencias. Y no lo hizo, en cambio le dijo:

—Vamos a ir despacio, ¿bien? Quiero hacerte sentir placer y sentir placer de


ello. ¿Me dejarías tomarte como yo quiero?

Taehyung relamió sus labios. —Sí quiero.

Y así es cómo empieza.

Primero que nada, me ha costado actualizar porque en Chile las clases se


comienzan en marzo, entonces por todo lo que ha estado ocurriendo,
tengo demasiada tarea y mucho estrés:(

Traté de hacer todo en la semana, para hoy poder actualizar y darles el


adelanto de lo que se viene uwu

Les quiero. Cuídense un montón. Respeten la cuarentena (no salgan de


sus casitas, usen mascarillas, vitamina C, alcohol gel, etc)

Así que, nos estamos leyendo~


14

—Taehyungie, ¿has estado comiendo bien? Tu hermano me dijo que habías


perdido algo de peso... ¿Estás haciendo alguna dieta o algo? No me gusta
que no te alimentes, tú debes cuidar de tu salud...

— ¿Por qué te preocupas por él? Es un chico grande, no tiene sentido.

Taehyung muerde su labio, escuchando a su padre a través de la línea.

—Sí, ma... Papá tiene razón —suspira—, no tienes porqué preocuparte tanto.
Estoy bien...

—No me importa lo que él diga, sigues siendo mi hijo. Obviamente estoy


preocupada por ti.

—Sólo he cogido un leve resfrío, nada más.

—Bien, cariño. Te estaré llamando, ¿bien?

—Te quiero, mami...

—Yo también a ti, cariño.

Suspirando, sostiene el móvil entre sus manos frías, sintiendo un ligero


escozor en sus ojos.

¿Por qué su papá tenía que seguir siendo tan hostil con él?

¿Cuál era su problema?

¿Por qué le costaba tanto aceptarlo?


Las preguntas cada vez se vuelven más ruidosas e hirientes, pero prefiere
silenciarlas con algo más, con alguien más.

Últimamente sus pensamientos se han visto invadidos por la presencia de


Jeon. Tan sólo recordar la forma en que lo toca, o la forma en que lo besa...
Todas esas emociones y sensaciones le confunden, le hacen sentirse
demasiado abrumado y cegado; su toque bloquea su mente y le hace sólo
disfrutar el momento.

Le aterra lo que pueda significar Jeon.

Sin embargo, cuando están a solas, todo indicio de dudas se esfuma y sólo
queda un rastro desvanecido de todo ello. Siente como si su cuerpo hubiese
despertado —por fin— después de tanto tiempo estar reprimido por el miedo
y la inhibición. Y entonces, su sangre hierve con el deseo de más contacto,
con las ganas de querer sentir lo incorrecto que es, de disfrutar la forma en la
cual otro hombre lo seduce.

Está seguro de que a su padre no le gustaría saber cómo se siente, no le


gustaría saber lo que ha estado haciendo cuando supuestamente en algún
momento se tendría que "curar" de su homosexualidad. Porque su padre
jamás podría aceptarlo, jamás lo vería como un padre ve a un hijo mientras
tuviese esa furiosa crítica severa en sus ojos que lo miran con nada más que
aversión y asco.

Pero ya no le importa eso.

Él no está justo aquí...

No tiene que saberlo nadie más, tan sólo nosotros dos...

Ya tomó la decisión, su decisión.

Le gusta la forma en la cual Jeon lo toca, le gusta cómo lo besa y también le


gustaría saber cómo se siente dejarse llevar a por más con él. El único
impedimento entre ambos es el ámbito profesional; Jeon seguirá siendo su
profesor y empleador. Pero, eso se puede solucionar de alguna forma,
¿cierto?
Le complica y perturba bastante el hecho de estar relacionándose de una
forma tan comprometedora con su profesor. A ojos ajenos eso es extraño,
loco e incluso podría ser algo sucio y pervertido. No obstante, la atracción, el
deseo... Todo es muy mutuo en ese sentido.

No obstante, si llega a pasar algo más que un manoseo entre ellos, tendrían
que asegurarse de que nadie más lo sepa. Aunque el único que sería muy
perjudicado sería Jeon, ya que un profesor no debe relacionarse con alumno;
supuestamente.

—Dios... ¡Estoy harto!

— ¡Cállate, idiota! Estamos en la biblioteca, ¿no te das cuenta?

—Tú gritaste también, idiota.

Taehyung ve a sus amigos pelearse mientras se dan manotazos en sus


cabezas. Le causa cierta gracia el contraste entre Yoongi y Baekhyun, ya que
son demasiado diferentes pero a la vez tienen casi los mismos intereses, lo
cual los hace, prácticamente, parecidos de algún modo.

—Hey, chicos —Dice, acercándose. Ellos le miran de inmediato, casi


sincronizados, alejándose del otro—, ¿iremos a comer fideos?

—Quiero ir a Hongdae —Yoongi sonríe, guardando sus lápices dentro de su


bolso. Le parece gracioso que entre ellos el más responsable sea Baekhyun. O
sea, Taehyung se esfuerza pero la mayor parte del tiempo no es un cabezota
—. ¿Por qué no vamos al bar nipones o a un karaoke? Necesito canalizar todo
este estrés...

—Yo me apunto —Baekhyun se cuelga la mochila en su espalda, sonriéndole


animado, pasando un brazo por encima de sus hombros con confianza—,
¿qué dices, Taehyungie?

—Yo... Este... Mañana tengo que trabajar, chicos...

—Oh... ¿Cuál es tu turno?

—Hum desde las 19pm a...


—Tienes tiempo suficiente para pasar la resaca. Además no nos iremos de
fiesta, sino que sólo iremos a comer sushi japonés y beber un poco, sólo un
poco...

—Vamos, Taehyungie... Yo puedo beber por ti —Yoongi revuelve sus


cabellos con complicidad, haciéndole reír.

—Bien, vamos...

El transcurso de su día pasa rápidamente en divagues y bromas extrañas,


botellas de Soju, sashimi y viejas canciones de rock de una popular banda
japonesa. Se han tomado fotografías tonteando y se han grabado cantando
como si realmente estuviesen dando un show en Tokio, bailando como si
supieran lo que hacen, pero son sólo tres muchachos que están perdiendo el
rumbo poco a poco entre alcohol fuerte y secretos dolorosos.

En algún instante, sin saber cuándo realmente, se encuentran carcajeándose


en una calle oscura camino al apartamento de alguno de los tres. Yoongi le
hace una llamada a alguien por vez que Baekhyun se sostiene de Taehyung
para poder caminar sin perder la estabilidad, pero ambos dos están demasiado
mareados y nauseosos.

Y, nuevamente, en un abrir y cerrar de ojos, Taehyung se encuentra solo,


echado sobre su cama, sintiendo como todo su alrededor le da vueltas debido
a la cantidad de alcohol en su sistema. Ha bebido demasiado, más de lo que
realmente es capaz de soportar. Por lo mismo, su estómago se sacude
violentamente y antes de lo anticipado, se encuentra a sí mismo de cuclillas
junto a la cama, queriendo vomitar.

—Joder...

Tanteó en los bolsillos de su chaqueta, también en los de su pantalón hasta


que dio con su móvil. Con la vista borrosa y un poco distorsionada, buscó
entre sus contactos el nombre de su hermano. Quiso marcar, pero no pudo. Se
sentiría avergonzado en demasía si lo regañaban al día siguiente, por
descuidado.
Tenía varios mensajes en su chat de KKT. Algunos de sus amigos, otros de
sus compañeros de clase, Jeon también le había enviado... ¿Jeon?
Forzadamente enfocó su visión para poder leer lo que decía. Y sí, eran
mensajes de Jeon.

«Mañana hablaras conmigo, ¿cierto?»

«No me gustan los cobardes, si no apareces lo serás; un cobarde»

Taehyung rió, dejando car su mentón al colchón por vez que acercaba la
pantalla del móvil de forma exagerada a sus ojos. Entonces tuvo una
maravillosa idea.

Con dedos temblorosos texteó algunas palabras, riendo tontamente. Presionó


el botón de enviar, pero después se arrepintió y lo borró, sin notar que
eliminó el mensaje sólo para él y no para el receptor. Estaba borracho,
después de todo.

A veces se sentía demasiado fuera de lugar junto a Jeon, porque éste era
siempre tan impecable, atractivo y ¿limpio? Pero también muy mandón y
arrogante, eso le hacía sentir raro. Él no era nada de eso, más bien se sentía
como un niñato desordenado y pegote de dulces. Pero, le gustaba. Eran
demasiado opuestos, y Jeon olía demasiado bien, tanto que a veces quería
saborearlo.

—A veces quiero lamerte... —Dijo, sin dejar de mirar su fotografía.


Técnicamente ya te lamí antes, pero a veces quiero hacerlo de nuevo, pensó,
tirando el móvil lejos, el cual rebotó en algún lugar.

Se desvistió desganado y se metió debajo de sus sábanas, pestañeando


momentáneamente antes de cerrar sus ojos y dormirse profundamente.

Jungkook bebió un sorbo de café mientras Mingyu le hablaba sobre la


compra de su boleto aéreo. Sinceramente, no le estaba prestando mucha
atención, ya que estaba revisando algunos proyectos con sus colegas.
— ¿Hoy no viene Taehyung?

—Sí viene. ¿Por qué el repentino interés? Es mi asistente, no es tu amigo —


Contestó con cierto recelo. Pero estaba un poco receloso con su hermano,
aunque sabía que éste era heterosexual, Taehyung es demasiado bonito para
hacer dudar a cualquiera que tenga ojos—. Deja de conversarle tanto, él se
distrae fácilmente y no quiero que siga olvidando lo que tiene que hacer
gracias a ti.

Mingyu abrió sus ojos sorprendido y luego comenzó a reír como si le hiciera
mucha gracia lo que acababa de decirle, esto le sacó un poco de quicio. Le
gusta Taehyung, y no quiere ser tan obvio con ello porque no es la gran cosa,
¿cierto? Es sólo una atracción inconveniente, nada más. No debería darle
tanta importancia.

Sólo estoy un poco ansioso por verle esta tarde...

— ¿Se puede saber por qué demonios estás tan a la defensiva? Sólo fue una
pregunta, Jungkook-ah.

—Lo siento. Es sólo que él es muy, demasiado torpe y se distrae fácilmente.


No quiero que se desconcentre de sus labores —mintió, bebiendo de su café
cabizbajo.

—Oh, claro... No queremos los trastes sucios, mi error.

Su mandíbula se tensó ante el comentario burlón.

Ahora tenía en cuenta que debía ser más cuidadoso, no quería que alguien se
enterara y lo arruinara todo.

Tiene la oportunidad de mostrarle y hacerle experimentar placer a Taehyung,


disfrutarlo de la forma que quiere, persuadirlo a complacerlo y a obedecerle.
Incluso cuando no quería tener un sumiso, ha estado fantaseando con ver a
Taehyung totalmente expuesto para él.

Tiene muchos pensamientos egoístas y dominantes. Quiere ser el primero en


tocarlo por todas partes, el primero en besar sus zonas más íntimas, el
primero en hacerle sentir dolor mezclado con placer. Quiere ser el primero en
tomarlo. Y, por eso, tras pensarlo lo suficiente, ha decido que quiere hacer
una especie de pacto con Taehyung. Y es que, joder, le gusta tanto que, de
sólo pensar que lo tendrá toda la tarde para él, le pone los pelos de punta.

Entonces recuerda que la noche anterior le mandó algunos mensajes, por lo


que suspirando, deja de lado la taza y revisa algunas notificaciones en su
móvil; al parecer su mensaje sí fue respondido

Para evitar la sonrisa que le amenaza con dibujarse en sus labios, se vuelve a
llevar la taza a los labios.

«Mi boca no quiere sólo hablarte, hay cosas más interesantes que podemos
probar con ella»

De pronto se encuentra tosiendo exageradamente, enrojecido.

— ¿Se fue por el mal camino?

Jungkook tose aun peor, malentendiendo el significado y golpeando su pecho


ligeramente para aclarar su garganta luego.

— ¿Pasó algo? —Mingyu levanta una ceja, notablemente curioso y


preocupado.

La imagen de Taehyung de rodillas, entre sus piernas, cruza su mente de


forma fugaz, haciéndole recordar la sensación de húmedo calor dentro de esa
boquita. Mierda. Jungkook recuerda la forma en que la lengua de Taehyung
le lamía mientras éste le miraba por entre sus pestañas, ruborizado y coqueto.
Puta madre. Jungkook recuerda la fuerza con la que Taehyung apretó sus
muslos, afirmándose por vez él se encargaba de follarle la boca y... Joder.

Siente el calor expandiéndose hacia su zona baja, y una incómoda erección


abultándose en su pantalón.

— ¿Pasa algo? Te ves como...

Rápidamente se levanta del asiento, abandonando la cocina mientras dice: —


Vuelvo enseguida.
Sin duda alguna, esta tarde pasará algo interesante, pensó Mingyu.

La conchadelalora. Estoy como un poquitito atrasada con un trabajo y


tengo la respuesta y todo, pero aún no puedo escribirlo porque la
procrastinadora está aquí, actualizando sus fanfics...

jeje

Cuídense mucho, les quiero


15

Siempre pensó que, al sentir atracción por alguien, situaciones complejas


surgirían en el futuro. Hay muchos niveles de atracción... Desde lo "sólo
físico" hasta uno más profundo, donde un todo se vuelve mucho más
atrayente. Y, no le parecía justa la idea de pasarse las noches en vela,
preguntándose el porqué, pensando en alguien de una forma mucho más
comprometedora y romántica; no era justo si no iba a ser mutuo.

Alguna vez se arrepintió de romper un corazón y el cargo de consciencia se


encargó de dar vuelta la moneda y tener un taimado prejuicio con respecto a
las relaciones y al amor en sí. Aunque no lo admita a viva voz, cobardemente,
le teme al amor. Y sabe que se está equivocando al aceptar que Taehyung
quiera tener sus experiencias sexuales con él, sabe que se está equivocando al
querer involucrarse más con un muchachito tan tonto como él lo es... Sabe
que se está equivocando porque sabe que, una vez empiece, no podrá
detenerse y querrá más.

Taehyung es prácticamente todo lo que ha buscado —un poco más torpe y


quizá ingenuo— y siente cierto rechazo ante eso. Porque ahora ellos podrán
relacionarse de una forma más personal e íntima. O eso, es lo que tiene
pensado al querer ofrecerle un tipo de pacto donde ambos se beneficien;
ambos se desean y pueden sacarle provecho a eso, ¿no?

Sin embargo, esta situación no se le puede salir de las manos, en ningún


sentido. Tendrían que tener un cuidado absoluto con el tema y dejar en claro
que cualquier palabra en relación a lo sucedido entre ellos, cualquier cosa
podría perjudicarlos enormemente y meterles en un gran lío que, estaba
seguro, ninguno de los dos quería.

Por lo mismo, se aseguró de que Mingyu no estuviera alrededor cuando


inhaló profundamente antes de abrir la puerta.
—Hola... —Taehyung estaba parado, estrujando sus manos con notorio
nerviosismo. Una gran chaqueta holgada de color negro y un gorrito de lana
rosa que le hacía lucir como un tierno querubín—. Yo...

—Entra.

Quiso maldecir cuando lo vio moverse patosamente para dejar la chaqueta en


el perchero. Seguramente, también se estaba preguntando cómo tendría que
empezar o actuar. Adorable.

— ¿Quieres beber un té? ¿Ya comiste? —Preguntó suspirando, tratando de


mostrarse relajado incluso cuando estaba muy lejos de estarlo.

— ¿Huh? No, gracias... Quizás luego.

— ¿Luego? —Rió, acercándose sigilosamente—. ¿Ansioso?

—Yo... no sé... Esto es nuevo para mí, lo siento.

Taehyung estaba enrojecido y apenado, era muy obvio.

—Ven, vamos. Quiero que me ayudes con algunas correcciones.

— ¡Oh! Pero si es Taehyung, ¿cómo estás, chico?

Mingyu caminó escaleras abajo sonriéndole abiertamente.

—Hola, hyung... B-bien, muchas gracias, ¿tú...?

Jungkook odiaba las interrupciones.

—Kim, estamos retrasándonos —dijo.

Taehyung asintió cabizbajo, siguiéndolo hasta el despacho.

A veces, en serio desconfiaba de la heterosexualidad de su hermano.

Una vez estuvieron dentro del despacho, giró el picaporte, cerrando la puerta
tras ellos. Por si es que mi hermanito decide meter sus narices donde no
debe, pensó, guiando a Taehyung a una silla junto a la suya.

—Antes que nada, debo informarte que, el trabajo y la universidad, todo


seguirá igual; no hay tratos especiales, ¿entendido?

—Sí, Señor.

—Luego hablaremos sobre nuestro asunto.

Las mejillas de Taehyung estaban ruborizadas y eso le hizo cierta gracia. No


obstante, algunos minutos más tarde, podría disfrutar de ello. Ahora mismo
debía adelantar su trabajo y centrar su mente en el ámbito profesional y no en
el bonito chico que se encuentra a su lado.

Sorprendentemente, había varios apuntes que había olvidado, contextos


importantes que no tomó en cuenta, frases y citas que olvidó, los párrafos
estaban desorganizados, ya que sólo era un borrador de lo que debía formar.
Les tomó bastante tiempo organizarlo, de hecho. Pero, se tomó la molestia de
explicarle a su asistente-estudiante cada cosa que no entendiese. Y eso le
agradó, Taehyung le ponía atención y trataba de entender rápido.

De vez en cuando, se encontró a sí mismo mirando fijamente a Taehyung. La


forma en que suspiraba, era tan desconcertante para él. ¿Cómo podía ser tan...
lindo? Nunca había conocido a alguien que le hiciera exasperar tan
fácilmente como lo hacía Taehyung con sólo pestañear.

Y en un momento ya no lo soportó y quiso romper el silencio. Ya era hora de


romper el silencio.

—Ya estamos casi listos —habló, soltando el lápiz que cayó sobre una hoja
blanca llena de letras, de caligrafía compleja.

—Eso es bueno —le oyó reír—, espero haber aprendido realmente. En serio
quiero mejorar en su asignatura.

—También yo. Eres terrible y esto no es tan difícil... ¿Cierto?

—Para mí lo es, pero supongo que puede ser fácil para alguien más...
—Sólo debes esforzarte, ponerle empeño.

—Hmm.

Un suspiro.

—Ven aquí. Quiero besarte.

Taehyung enrojeció y torpemente se movió de la silla para detenerse frente


suyo. Le dio risa porque lucía demasiado confundido y ansioso.

Jungkook se levantó de su silla y lo atrajo en un beso lento y parsimonioso.


Acarició la cintura de Taehyung, apretando y amasando por encima de sus
caderas. Le gustaba la forma en la cual Taehyung era tan accesible a él, su
cuerpo parecía encajar perfectamente contra sí. Era una sensación de
hormigueo cosquilloso que le recorría de pies a cabeza, y eso al tan sólo
sentir sus manos inexpertas apretar su camisa, aferrándose a los bíceps de sus
brazos. Taehyung se estaba aferrando al borde del acantilado. Eran
demasiadas emociones y sensaciones nuevas.

Jungkook lamió su boca, succionando sus dulces belfos con una risa
sardónica. Taehyung abrió la boca para suspirar y Jungkook chupó su lengua,
queriendo más. Siempre quería más.

Con cuidado elevó a Taehyung, sentándolo en el borde de su escritorio


mientras repartía besos castos por su mandíbula y cuello. Le sabía suave,
como caramelos; almíbar de canela.

—Ouhnm...

Su cuerpo se tensó, endureciéndose por completo al escuchar el lamentable


gemido.

—Esto es sólo el comienzo —advirtió, sonriéndole y besando su cara


enrojecida. Jungkook sentía como si quisiera comérselo, y no sabía si eso era
bueno o malo—, eres tan adorable...

—No diga eso ahora porque... Oh Dios...


Jungkook había masajeado el bulto en el pantalón de Taehyung, quien tenía
una erección. Y continuó masajeándolo hasta escuchar ruiditos de frustración
por querer el alivio; su propia erección estaba palpitando.

—Sé que esto se siente bien... Aunque pienses que soy Dios, preferiría que
me llamaras de otra forma...

— ¿Cómo? —Taehyung movió su pelvis en círculos, acercándose mucho


más, queriendo friccionarse. Eso hubiese parecido muy desvergonzado si su
bonito rostro no estuviese tan rojo y escondiéndose en el cuello de Jungkook,
dejando besos húmedos en su hombro como un bebé hambriento—. Agh...
Más, más... Por favor... Ahgnm —lloriqueó.

Jungkook se separó levemente, observándolo con excitación, pues era un


espectáculo. Taehyung en serio se veía... Era demasiado, tanto que lo puso
más duro de lo que ya estaba. Vio la forma en la cual cerró sus ojos,
mordiendo su labio mientras echaba su cabeza hacia atrás, parpadeando con
placer por vez que abría más sus piernas y las enrollaba en sus caderas.
Jungkook en serio quería follárselo.

—Bésame, bésame... Vamos —volvió a lloriquear, rozando sus erecciones


juntas, abriendo más su boca. Esperaba que su hermano no oyese lo que
ocurría en el estudio justo ahora—, Señor Jeon...

Jungkook no se resistió y lo recostó sobre el escritorio, levantando la


sudadera de Taehyung. Su piel dorada definitivamente le hizo agua la boca.
Porque lamió su torso con la lengua resbaladiza, mordiendo su pancita y
chupando por sobre el ombligo. El estómago de Taehyung se estremecía
caliente, y pronto se encontraba temblando bajó él, todavía aferrándose a sus
brazos con fuerza.

Tan sensible, pensó.

Y finalmente dejó que su mano se escabullera debajo del pantalón de


Taehyung. Quería hacerlo venirse en su mano, para él y por él.

El pene de Taehyung era promedio y era cálido en su mano, estaba un poco


lubricado por el líquido preseminal. Y entonces jaló. Primero lo hizo
lentamente, escuchando los quejidos en protesta por más. Luego aceleró el
ritmo, besando sus labios con cierta brusquedad.

—Yo... Me voy a... ¡Oh Dios, sí! Ahh, hah, haaa, ohm...

Jungkook rió, sintiendo la corrida de Taehyung mojar su mano. Mordió el


belfo inferior, haciendo una leve fisura en éste y luego lo lamió, alejándose
un poco. Pero, Taehyung lo acercó nuevamente, notablemente avergonzado,
acariciando su bulto por encima del pantalón.

—Quiero tocarte también...

Jungkook gruñó.

—Por favor...

Jungkook dejó que Taehyung jugara con sus dedos, delineándolo. Se correría
muy pronto, todo era simplemente demasiado.

Taehyung se levantó, con piernas temblorosas, y cayó de rodillas.

Sintió cómo el aire se estancaba en sus pulmones cuando le miró por entre
sus pestañas, todo coqueto.

—Puedo chupártela. Quiero hacerlo.

Jungkook liberó su polla y Taehyung se relamió los labios antes de metérsela


en la boca.

—Joder —Agarró los rizos de Taehyung entre sus dedos, fijando él un ritmo,
escuchando arcadas pero sintiendo la garganta cerrarse alrededor de su
miembro—, necesitas hacerlo mejor.

—Mmgmggmg...

Jungkook miró su carita de niño inocente, tomándola entre sus manos,


comenzando a penetrar con fuerza dentro y fuera.

—Joder...
Y le folló la boca.

Taehyung acariciaba sus muslos, apretándolos y agarrándose de ellos debido


a la intensidad de las estocadas. Sintió su vientre arder y prontamente se
corrió. Le tomó unos instantes retomar la respiración. Taehyung seguía
chupándolo incluso cuando su polla se había ablandado dentro de su boca...

—Trágalo —ordenó.

Taehyung sonrió, tragándolo y levantándose.

Jungkook tomó un poco de papel higiénico, una toallita húmeda, y se limpió


antes de guardarse a sí mismo.

—Toma, límpiate; eso será pegajoso e incómodo —le entregó una toallita
húmeda.

—Gracias...

—Tengo algo que proponerte, así que apresúrate.

Volvió a sentarse en su silla acolchada y esperó hasta que Taehyung se sentó,


medio ido aun, a su lado. La nube de placer del post orgasmo estaba
consumiéndolos todavía. Pero, tenían que hablar sobre esto.

—Yo... Esto no es...

—Respira, Taehyung. Déjame hablar a mí.

Taehyung abrió y cerró la boca, asintiendo avergonzado. Y justo en ese


instante Mingyu comenzó a golpear la puerta.

— ¡Jungkook-ah! ¿Por qué has cerrado la puerta? ¿Qué haces allí dentro?
¿Dónde está Taehyung? Tengo hambre, y han llegado algunos amigos a
cenar...

—Joder.


Taehyung se sentía un poco confundido mientras Jeon conducía hacia su
calle. Era la primera vez que se había ofrecido a llevarlo a casa debido a la
"hora". Antes nunca lo había hecho y pensaba que tal vez fue lo que había
ocurrido entre ellos hace tan sólo unas horas atrás, pero no estaba seguro.

Aún se sentía cohibido y extraño. Había sido mejor de lo que había esperado
y tan sólo había sido una masturbación y unos tontos besos. Pero, había sido
increíblemente sorprendente compartir algo tan íntimo con alguien más. Y
quizás, fue la madurez de Jeon lo que le hizo sentirse tan seguro entre el
placer que comenzaba a experimentar. Eso le enloqueció y se había
encontrado queriendo dejarse llevar por sus caricias, lo cual ahora sabía era
muy arriesgado.

De todas formas, Jeon quería hablarle sobre algo y no había podido debido a
la interrupción —los invitados— de Mingyu, su hermano.

— ¿Y sobre qué quiere hablarme? —Se atrevió a preguntar mientras miraba a


través de la ventana.

—Taehyung, quiero ir directo al punto. Me gustas. Y esto, lo que ocurrió


entre nosotros, en mi estudio...

—No le diré a nadie —dijo rápidamente, haciéndole reír por alguna extraña
razón. Su risa removió algo extraño en sus sentidos.

—No es lo que iba a decir, pero me alivia escuchar eso...

—Oh... Lo siento.

— ¿Qué me pides a cambio por dejarme tenerte?

¿Qué?

— ¿Qué?

—Eso. ¿Qué quieres a cambio? Yo quiero tenerte. Te deseo y quiero sacar


esta atracción de mi sistema lo antes posible.

Oh.
Eso era bueno, de hecho. Él también quería experimentar esas sensaciones
que callaban sus dolorosos pensamientos, así que sería justo.

— ¿A qué se refiere con que quiere tenerme?

—Quiero follarte. Quiero tu cuerpo.

Lo suficientemente justo.

No lo quiero a él.

Sólo quiero que me haga olvidar.

—Bien. Pero no seré su puta personal, Señor Jeon. Si le permito que me bese
y si le he permitido tocarme anteriormente, e incluso cuando se la chupe...
Todo eso lo hice porque quise, no porque esperaba algo a cambio de usted.

Jungkook lo miró por el rabillo del ojo.

— ¿Eso qué significa?

—Que si yo quiero me acostare con usted, si yo quiero le permitiré tocarme,


tenerme. Sólo si yo así lo quiero. En serio no espero algo a cambio de usted.
No quiero nada de usted, de hecho. Sólo quiero seguir sintiéndome así.

Hubo silencio.

— ¿Así cómo?

—Usted me hace sentir sensaciones que antes no había sentido, y eso me


gusta... Me hace olvidar y sentir placer... —confesó en voz baja, un poco
avergonzado.

—Bien entonces.

Minutos después estaban fuera de la fila departamental donde vivía


Taehyung.

—Quizá te envíe un mensaje de texto o quizá te llame cuando quiera verte —


dijo Jeon, dejando caer sus manos sobre sus muslos medio abiertos. Tan
varonil, pensó.

—Está bien. No sé cómo funciona esto, es todo muy nuevo para mí... Pero
quiero hacerlo, es... ¿emocionante, excitante?

—Es técnicamente lo mismo.

—Lo siento... Sólo estoy muy... raro.

— ¿No estarás teniendo una crisis de identidad? ¿Cierto?

—Nope. Sólo que usted ha hecho que mi pancita se sienta graciosa.

Jungkook gruñó y lo jaló del brazo para darle otro beso. Sólo era un juego de
labios ambicioso. Era un beso flojo y lleno de adrenalina emocionante.

—Eres un bebé realmente...

Taehyung se ruborizó, besando sus labios castamente antes de abrir la puerta


y agitar su mano, despidiéndose.

—Adiós, Señor Jeon. Gracias por traerme.

Y dicho aquello, literalmente, corrió adentro del edificio, saludando al


recepcionista con alegría y subiendo las escaleras con una sonrisa boba en sus
labios.

Fun fact: mi computador no me permitía enviar el archivo al celular, así


que me hice el medio hack y lo pasé igual.

Otro dato que comienza a asutarme: tengo tos, me duele la garganta y he


estado muy decaída. Espero sólo sea un simple resfrío:)

Estamos a punto de llegar al 1K, estoy muy feliz por eso. Muchas gracias
mis amores, les quiero
16

— ¿Ocurre algo?

Taehyung sacudió su cabeza, sonriéndole ligeramente. Pero, sabía que algo sí


pasaba. Llevaban al menos una hora en aquella cafetería y ni siquiera habían
entablado una conversación como normalmente lo hacían; su hermano sólo le
contestaba con monosílabos y gestos mientras bebía de su jugo.

— ¿En serio no es nada?

—No.

Genial.

Era domingo, su único día libre durante la semana, y no había querido


quedarse descansando en la comodidad de su apartamento y dormir, sino ir
por ahí y respirar aire "fresco" junto a su hermano. Aparentemente, tomó la
decisión incorrecta. Porque esto era incómodo y aburrido, y no podía evitar
no sentirse irritado con la actitud de Taehyung; era muy obvio. Además,
tonto nunca había sido, él notó la mancha púrpura apenas visible,
asomándose en el cuello de su hermano. Aunque quisiera preguntar
directamente sobre ello, no lo hizo. Pero, estaba seguro algo tenía que ver con
su estado anímico; siempre lo hacía.

Suspiró agotado, chequeando algunas notificaciones en su celular por vez que


una canción sonaba de fondo, lejana.

Sintió un nudo en el estómago cuando vio el número desconocido entre sus


contactos, un remordimiento oculto que seguiría así: oculto.

— ¿Te fuiste de fiesta ayer?


— ¿Huh?

— ¿No me oíste? —Inquirió con voz seria.

— ¿Disculpa?

— ¿Qué hiciste ayer?

—Trabajar.

— ¿Seguro fue sólo eso?

Las mejillas de Taehyung se ruborizaron notablemente.

—Tae —Suspiró agotado—, no quiero verte mal de nuevo. No hagas


tonterías de las cual te arrepentirás luego...

Y en ese momento un silencio gélido surgió entre ellos. Era un comentario


pasivo-agresivo que insinuaba una situación dolorosa. Y Seokjin se sintió
como el hijo de puta más hipócrita del mundo.

— ¿Por qué dices eso, hyung?

Una respiración.

— ¿Con quién te enredaste?

—Ese... Eso no es tu asunto.

—Si te vas a ir de fiesta y te vas a enredar con alguien, procura ser


cuidadoso, ¿bien? No queremos que esta mierda te siga propasando y...

— ¿"Esta mierda"?

—A veces pienso que realmente no tienes idea de nada. Haces algo y luego...
Y luego sólo te arrepientes de ello. Entonces te entristeces y lo echas a perder
todo. Sigues teniendo a papá tan presente que...

—Eres igual a él —ladró Taehyung con sus ojos húmedos, llenos de lágrimas
—, eres tan egoísta como él, hyung. Un día me dices... Me dices que viva por
mí y hoy me dices que no haga mierdas de las cual me voy a arrepentir luego.

—No es lo que...

— ¿Cuál es tu maldito problema con eso? Si me enredo con alguien o no, soy
lo suficientemente mayor como para hacerme responsable sobre lo que hago.

Joder.

—Escucha...

—No. Creo que es mejor que me vaya.

—Tae... Espera, no es lo que...

Pero Taehyung parecía no escucharle, dejando unos billetes sobre la mesa y


colgándose la mochila al hombro con rapidez.

—No me llames luego, no creo querer hablar contigo hasta que mi mente no
se despeje de esta mierda.

Y dicho aquello se fue, dejándolo solo y con algunas miradas curiosas de las
que no se percató antes.

Definitivamente, estaba dejando que sus propios secretos lo consumieran en


un terrible cargo de conciencia.

Los ojos le escocían mientras caminaba por la acera en dirección hacia algún
lugar, su vista desenfocándose por cada paso que avanzaba. No quería seguir
llorando por lo mismo, pero le resultaba demasiado difícil no hacerlo cuando
sus cercanos le hacían sentir como un extraño espécimen.

¿Todo esto era por estar viéndose con alguien?

¿Todo esto era por ser homosexual?


Los cuestionamientos se volvían cada vez más amargos y desesperanzadores.
Porque a una persona como él, al parecer, jamás le permitirían ser feliz
normalmente como el resto; lo socialmente aceptado, los prejuicios, los
cánones le están hundiendo. Entonces, las imágenes llegan con agría
consciencia, los besos siguen frescos cosquilleándole los labios, ese
sentimiento que se quiere acrecentar en su pecho con la voz lejana de un
hombre que le ofrece un escape retorcido e indirecto consuelo.

Ya ni siquiera se reconoce a sí mismo, queriendo sólo huir y encontrar un


refugio lejano de las ofensas. Y teme. Teme porque quiere ahogarse en las
sensaciones, en las ilusiones que atormentan su imaginación donde se ve a sí
mismo enfrentándose con valentía a cualquiera. Pero, sabe por experiencia
que, la realidad golpea de la peor forma.

Inconscientemente, piensa en Jeon... Se siente un estúpido por ello, pero sólo


puede preguntarse qué le diría justo en ese instante. También piensa en que lo
mejor sería cortar de raíz toda esta loca aventura; alguien saldrá lastimado y
muy probablemente sea él. Pero entonces, también quiere ir hasta Jeon y
pedirle que lo bese hasta que todo desaparezca. Porque, a pesar de todo, todos
sus sentidos se agudizan cuando tiene las manos de Jeon sobre su cuerpo,
cuando sus respiraciones se mezclan hasta acabar con todo lo demás y
perderse en niebla abrumadora del sólo querer.

¿Está mal sentir?

Él en serio lo había intentado, fijarse en chicas, pero ellas eran agradables y


lindas, y no se sentía como se sentía con respecto a los chicos. Quería que lo
cortejaran, salir y ser tomado de la mano; las chicas no se sentirían a gusto
con eso y, probablemente, muchos chicos se sentirían desagrado por él. Ya
era así, y se desarrolló a lo largo de su niñez y adolescencia sintiéndose así,
por lo que no es algo de lo que él pueda "sanarse" del día a la mañana. Pero,
aparentemente, la gente no entiende eso...

Aparentemente, su familia no ha terminado de entender que él no se siente


incómodo en su propio cuerpo, que él está bien siendo un varón y que no se
siente inmoral o incorrecto sólo por sentir atracción hacia otro hombre. De
hecho, son ellos, sus familiares, quienes le hacen sentir como si estuviera
mal, como si estuviera enfermo y como si tuviese que esconderse del mundo
por ser quien es realmente. Y no evita no llenarse de rencor y resentimiento
por los insultos desagradables, el trato despectivo y más humillaciones de las
que no podría contar con sus dedos.

Por lo mismo, empieza a querer refregarles en la cara que puede dejarse tocar
por otro hombre, que puede disfrutar estando de rodillas por otro hombre y
que puede dejarse besar por él.

Quiere refregarles en la cara a todos que él puede hacer toda esa "mierda
insensata" sin que ellos sepan; sin que nadie pueda detenerlo.

Si lo quieren llamar enfermo por dejarse experimentar el placer sexual con


otro hombre, quiere ser un enfermo por Jeon.

Así que, sin importarle nada más, seca sus mejillas húmedas y sigue su
camino, sabiendo que ha llegado su hora de liberarse del dolor y reemplazarlo
por algo más.

Ha llegado la hora de dejar ir el pasado.

Ellos no tienen que saber, sólo nosotros; él y yo.

Jeon será su nuevo escape, sacará provecho de la atracción que su maestro


siente por él.

Va a demostrarle a su familia que puede hacer esa "mierda insensata" sin que
ellos siquiera lo sepan, Va a demostrarles que puede enamorar a un hombre y
que lo puede volver tan loco y "enfermo" como él lo está. Joder que sí lo
hará, y ellos no lo sabrán. Pero, cuando llegue el momento se los refregara en
la cara porque ellos no saben lo miserable que se ha sentido por su causa.

Sin embargo, su corazón sigue doliendo agitado.

Mami, perdóname.

Se abraza a sí mismo, caminando dentro de una tienda, sacando su móvil para


enviar un mensaje a Jeon.

«¿Cómo funcionara todo esto entre nosotros?»


Minutos pasan y decide comprar un paragua porque ha comenzado a llover
fuera.

Ping.

«Pensaba que podríamos tener un tipo de pacto...»

¿Pacto?

«Si te llamo, ¿me contestarías?»

Sus manos tiemblan.

«Sí»

Bloquea la pantalla del móvil, pero entonces de inmediato el nombre de Jeon


ilumina la pantalla.

Diablos, él habla en serio...

— ¿Sí? —Dice, mordiendo su labio, nervioso.

— ¿Dónde estás? Hay demasiado ruido a tu alrededor.

—Oh, buscaré un lugar calmado. Espere un momento.

Taehyung camina hacia el sector de ascensores donde no hay casi nadie.


Suspirando, se sienta en una banca.

—Listo. Hum... ¿A qué te refieres con "un tipo de pacto"?

Un suspiro se oye a través de la línea y se le eriza la piel.

—Condiciones. Lo normal entre dos personas que han decidido satisfacer sus
necesidades primitivas... Como tú y yo, ¿no? —Ríe ronco—. Quiero decir,
esto deberíamos decidirlo ambos, en persona, ¿no crees?

—Hum, sí, pero es domingo...


—Tonto. Podemos hablarlo el lunes en mi oficina... ¿Hay algo que te esté
causando dudas?

—De hecho, sí... ¿Hay algo que debería saber de usted antes de aceptar
completamente hacer esto?

—Taehyung, me gusta lo que otros podrían considerarían retorcido...

— ¿Qué es?

—Me gustaría dominarte. Soy yo quien manda una vez estemos juntos.

Taehyung sintió su estómago estremecerse. Sabía de lo que hablaba Jeon.

—Acaso tú... ¿Quieres dominarme como... a un sumiso?

Hubo silencio.

—Sólo hasta donde tú me dejes llegar, Taehyung.

El aire se atascó en sus pulmones. Él sabía sobre eso. BDSM. Sabía de lo que
trataba, y jamás se le cruzó por la mente el querer experimentar con ello —
tampoco es como si antes hubiese tenido a alguien para pensar sobre eso—.

—Podemos hablarlo el lunes.

—Sí... Sí, ahora no me siento bien. Hablamos luego, supongo...

Y dicho aquello, sin siquiera esperar una respuesta, colgó. Porque tenía
mucho en lo cual pensar e investigar.

[...]

Las imágenes que se mostraban en su computadora eran un tanto


espeluznantes...

Había un chico colgando de unas cuerdas, con un arnés negro mientras un


hombre tenía un látigo en su mano, aparentando querer golpearlo con éste.
¿Cómo eso se puede sentir bien?

¿De qué forma?

Se preguntó si Jeon querría hacerle eso también; darle latigazos. Aunque, de


todas formas, se sintió extrañamente bien cuando lo medio azotó-inmovilizó
en la mesa de la cocina. Fue excitante, lo reconocía. Pero, sabía eso era sólo
una probadita de lo que podría llegar a ser...

Muy en su interior, se sintió aterrado y dudoso. Pero estaba muy curioso


también.

Entonces le texteó a Jeon.

«¿Sólo hasta donde yo resista?»

No se esperó que su mensaje fuese correspondido de inmediato.

«Sólo hasta donde me dejes llegar, ya te lo dije. Jamás te haría daño.»

Taehyung releyó el mensaje, una sonrisa queriendo asomarse en sus labios.

«Entonces el lunes me tendrá en su oficina. Quiero que me expliques. Yo vi


algunas cosas...»

Inhaló y exhaló, tratando de relajar su nerviosismo.

Relájate.

Jeon ya había respondido.

«Lo que viste no es precisamente lo que quiero hacer contigo, Taehyung. Me


gustas, y quiero follarte. Probablemente quiera probar un poco, y
probablemente tú quieras también...»

—Eso espero, Jeon Jungkook —Susurró.


Me da un poquito de risa pq sé que hay quienes creen que Jungkook
hará que Taecito bebé salga dañado de esto, jeje...

Les quiero, cuídense mucho


17

Observó a sus amigos hablar animadamente, sintiéndose ajeno a la


conversación, mas sin querer ser partícipe de ésta tampoco. El festival
estudiantil navideño sería dentro de dos semanas y la mayoría de los
estudiantes ya estaban organizándolo y haciendo los preparativos, aunque a él
no le emocionaba asistir; habrían actividades durante todo el día y sería
demasiado ajetreo. Sin embargo, sus amigos parecían lo suficientemente
emocionados como para hacerle saber que ellos sí asistirían.

Por su parte, él ya tenía planes para esa semana. Probablemente, vería alguna
serie, cocinaría un pudin dulce o algún pastel, y también compraría algunos
pequeños obsequios para darle a sus cercanos; tenía en sus ahorros algo de
dinero disponible para la ocasión.

Se sentía bastante relajado al saber que hoy, finalmente, terminaría de rendir


sus exámenes y podría despejar su mente del estrés académico y enfocarlo en
la cálida ilusión navideña. Aunque, la primera clase que seguía luego del
almuerzo, era en la cual tendría que exponer su presentación oral junto a su
grupo. Así que, después de eso podría relajarse por completo.

—Oye, Taehyungie, ¿no vendrás con nosotros?

Taehyung despabiló, riendo ligeramente y agregó: —No, no lo creo.

— ¿Y por qué no?

—Ya tengo planes para ese día... —Mintió. Era una mentira piadosa porque
no podía decirles que iría por ahí a buscar algo que darles como obsequio.
Esperaba no lo notaran.

—Oh, ¿iras con Seok Jinnie hyung? —Baekhyun le miraba fijamente, como
si tratara de averiguar la verdad en sus ojos mientras se llenaba la boca con
una cucharada de arroz y kimchi. Eso le puso un poco nervioso.
—Eh, s-sí. Por supuesto... —mintió nuevamente porque, en realidad, no había
hablado sobre eso con su hermano y, además, estaba aún dolido con él por la
discusión que habían tenido hace un par de días. Volver a recordar aquello le
hizo decaer un poco. No obstante, no era ni el momento ni el lugar para
decaerse; trató de sonreír—. Supongo que ustedes sí van a asistir, ¿no? Creo
que oí que Yoongi hyung juega básquetbol, ¿te apuntaras al equipo?

— ¡No! Cómo crees... No me uniría a esos culos engreídos... E incluso si


quisiera, no podría.

— ¿Por qué no?

—Baekhyunie, por si no lo sabes, que, de hecho, es lo que creo... Antes de


apuntarte a un equipo, hay audiciones y entrenamientos previos para calificar
en el equipo; no dejan entrar a cualquier pelagato, en ningún equipo. No es
tan fácil. Además, no creo agradarle mucho al idiota capitán.

Taehyung se recostó en el hombro de Yoongi y, mirándole con un atisbo de


sonrisa, dijo: —Es que eres un chico malo, hyung...

Yoongi pareció comprenderlo y sólo ladeó la cabeza con una sonrisilla


engreída.

—Lo soy... —murmuró.

Al acabar el almuerzo, los nervios ya se hacían palpables en su sistema. No


se sentía muy seguro con respecto a sí mismo. Era su última presentación oral
y la más importante a su juicio. En sus anteriores presentaciones nada salió
mal, pero, precisamente en ésta, quería que todo fuese perfecto. Tal vez era
demasiado presuntuoso al tratar de manejar algo que estaba fuera de sus
manos, pero se había esforzado lo suficiente para tener buenas calificaciones
en casi todo; en serio no quería arruinarlo.

Así que, lavó sus dientes con calma, ya que, eso extrañamente lo relajaba
antes de los exámenes, y luego fue hacia el salón. Sus compañeros estaban
organizándose con enumeración de temas grupales. Era el primero.

Suspiró.
Revisó una y otra vez las carpetas con información de ayuda y respuestas a
preguntas que, probablemente, serían más complicadas de responder porque,
obviamente, había que elaborar una respuesta eficiente y completa.

Poco a poco se sentía exasperar, cada vez más ansioso; los nudos de estrés
enredándose y apretando en su estómago.

Antes de que pudiese hacer algo al respecto, la profesora entró al salón,


taqueando con sus grandes tacones rojos, su perfume hostigoso impregnando
el aire, haciéndole sentir nauseoso.

—El grupo del Señor Kim —Fue lo primero que dijo la profesora, una
sonrisa de altanería apareciendo en sus labios al ver los rostros afligidos de
sus alumnos—, adelante.

Tembló.

SunJu, una de sus compañeras, apretó su hombro antes de conectar el


pendrive a la computadora y proyectar su presentación en el pizarrón.
Entonces los cuatro se pararon en los puntos específicos que habían planeado.

— ¿Listos?

—Sí.

Taehyung escuchó la forma en la cual sus compañeros se explayaban, pero


sus propias manos sudaban y comenzaba a marearse al sentir todas aquellas
miradas sobre él. Era abrumante en un mal sentido. Porque, lentamente, el
espacio se reducía y todo se sentía como demasiado; sus sentimientos eran
excesivos, todo su organismo parecía querer colapsar justo ahí. Era mucha
presión y, pronto, comenzó a costarle mantener respiración.

Sostuvo su vientre con sus dos manos, tratando de estabilizarse y de sonreírle


a sus amigos que le miraban con preocupación desde el otro extremo del
salón. No se quería derrumbar ahí, pero todos aquellos ojos mirándole
expectantes, las palabras que oía resonar entre el silencio, murmurándose con
cierto desagrado.
Pero lo peor apenas empezaba.

Alguien rió, una carcajada de risa llena de burla. La profesora arqueó una de
sus cejas, irguiéndose en su silla con un rostro perplejo, mientras sus labios se
movían hablando algo. Sintió miedo; un pitido por dentro de sus oídos, no
podía escuchar bien lo que sucedía a su alrededor.

Su boca se diluyó y pensó que vomitaría cuando al fin logró escuchar con
claridad, todo el ruido acoplándose en sus oídos.

—Taehyung, vamos... Di tu parte... —SunJu pinchó discretamente su brazo,


con el entrecejo fruncido. Taehyung se tambaleó en sus propios pies—.
Vamos... Comienza ya...

Tragó con dificultad, agitado. Ya no sentía aire en sus pulmones, faltaba el


aire y sentía terror, pánico, en realidad.

— ¿Señor Kim? ¿Su silencio qué es lo que debería indicarme? —habló la


profesora, perdiendo la paciencia.

—Yo... N-no...

— ¿Usted qué? Es un adulto, por el amor de Dios. Deja de balbucear y


explícamelo. Otros grupos deben presentarse también.

Taehyung estaba temblando.

—Yo... Yo... Lo olvidé.

Hubo silencio.

—Bien. Retírate.

[...]

Caminó por el pasillo lo más rápido que su estado le permitía, no sabía bien
qué estaba haciendo, pero necesitaba estar en un lugar tranquilo, necesitaba
respirar.
Subió las escaleras del último departamento que atravesaba el campus,
dejando atrás todo el bullicio. Se sentía tan mal, tan estúpido e inútil. La
profesora sólo le había ignorado, diciéndole que si no se sentía bien que se
retirara y que dejara de desperdiciar el tiempo de ambos. Y él se sintió
rodeado de monstruos sin corazón, ¿acaso no podían comportarse como
humanos y ser empáticos?

Aparentemente, nadie se interesaba por el dolor del otro y sólo dejaban pasar
cualquier asunto que no les fuera relevante en sus vidas. Egoístas. Y eso fue
notable cuando nadie hizo absolutamente nada y siguieron con la clase
normalmente, como si no hubiese ocurrido nada; y él estaba colapsando justo
ahí, frente a todos. Eso fue lo peor.

Trató de ahogar sus hipidos y silenciar su llanto, al menos no lo dejaría salir


hasta llegar...

— ¿Taehyung? —Jeon había abierto la puerta de su oficina con una


expresión de clara confusión y algo más. Sus gafas caían por el puente de su
nariz y no tenía puesto su abrigo, la camisa arremangada hasta sus codos—.
¿Qué ocurre, Taehyung? Háblame.

Quizá fueron las emociones. Quizá fue la frustración, mezclándose con la


desesperación de su crisis de ansiedad. Quizá fue que, muy en su interior,
seguía necesitando alguien de quien aferrarse. Y quizás por eso fue que, se
lanzó a los brazos de Jeon como un bebé llorón que sólo quería contención y
refugio. Por eso fue que se colgó a Jeon como un pequeño koala aterrado del
mundo exterior.

Segundos pasaron y Taehyung se sentía más desesperado al no percibir


reacción por parte de Jeon. Su corazón se encogió aún más y el aire se seguía
sintiendo pesado. Entonces recordó que Jeon no sólo era su profesor y jefe,
sino también un prepotente idiota mandón, un frío e indiferente imbécil.

¿Por qué había recurrido a él?

Estaba a punto de alejarse, sin embargo Jeon Jungkook, su profesor idiota,


abrazó su cintura con uno de sus brazos, rodeándolo con fuerza por vez que
con su otra mano presionaba su nuca, haciéndole recostar su cabeza en su
hombro ya mojado con sus lágrimas.

—Shh... —Susurró Jeon, exhalando.

¿Qué...?

Dios, qué es esto...

Taehyung no lo pensó mucho más y no quiso cuestionarse nada tampoco, así


que volvió a llorar con toda la pena que tenía acumulada en su pecho,
sintiéndose débil.

Los sollozos e hipidos eran más fuertes, pero fueron cesando con el paso de
los minutos.

Jeon respiraba calmo, los latidos de su corazón golpeaban contra los suyos
propios, logrando sincronizar su nivel cardíaco y regulando también su
respiración, lo cual le sorprendió un poco. Pero no dijo nada al respecto de lo
cálido que era, lo bien que olía, la forma en la cual su cuerpo quería seguir así
por más rato del que realmente deberían; el cuerpo grande lo cubría tan bien
que era como si fuesen una pieza.

Sus labios calientes y húmedos rozaron la mandíbula del hombre. Sus


mejillas enrojecieron ante el toque y la íntima cercanía.

—Tranquilo... —Dijo Jeon, como si le estuviese leyendo la mente—,


difícilmente podría juzgarte justo ahora. No acostumbro mucho a consolar a
mis alumnos —habló con poco de burla; él nunca consolaba a sus otros
alumnos—, pero no soy un monstruo, Taehyung.

Taehyung relamió sus labios, escondiendo su rostro rojo, lloroso y húmedo


de lágrimas y moco, en el cuello de su profesor. No quería pensar nada, sólo
sentir lo relajante que era estar refugiándose allí, en la persona que jamás
imaginó.

Era una locura.

—Ven, pasemos dentro. No es seguro que nos vean así afuera de mi oficina
—Jeon lo llevó hacia dentro y no se pudo despegar de él, no quería—.
Taehyung —le llamó—, estarás bien, sólo respira...

Jeon sobó su espalda baja en círculos y luego lo alejó un poco,


inspeccionándolo. Se sintió avergonzado y trató de esconderse nuevamente,
pero Jeon sacó un pañuelo de su bolsillo, limpió sus mejillas y le entregó el
pañuelo para que se sonara.

—Abriré la ventana para que respires aire fresco. Siéntate.

Taehyung obedeció, sintiendo su corazón agitarse y sus piernas flaquear


todavía, pero ahora por otros motivos diferentes.

Observó a Jeon, parecía muy serio, más de lo usual.

— ¿Qué ocurrió?

Taehyung no quería contárselo, pero era lo mínimo que podría justificar su


actuar.

—Hoy era una de mis presentaciones más importantes, yo... Yo tenía que
hacerlo, quería hacerlo perfecto, ¿sabes? Yo practiqué mucho, formé la
presentación solo, distribuí la información y la clasifique... Hice casi todo,
pero... —inhaló, desviando la mirada con vergüenza y decepción—. Yo no
me sentí bien y supongo que los nervios me jugaron en contra y eso hizo que
yo... Yo lo olvidé.

Su profesor se acercó hasta él y levantó su mentón, buscando sus ojos.

— ¿Sólo eso?

—Algunos de mis compañeros se rieron de mí y la profesora... Ella sólo dijo


lo mismo que usted, que no perdiese el tiempo.

—Yo te di una oportunidad.

—Sí, y lo agradezco mucho. Pero, ella... Ella no... —un puchero marcó sus
labios, amenazante; su garganta cerrándose nuevamente—. Y... Y ahora debo
volver y no quiero, siento que me derrumbaré y...
—La clase que sigue es mi clase.

—Lo sé, por eso tengo que ir y...

Jeon negó, robándole un beso dulce, muy dulce —para Taehyung—. Era un
juego de labios sin llegar a profundizar, mas siendo lo suficientemente
extasiante como para querer profundizarlo.

Taehyung agarró el rostro de Jeon con sus manos suavemente, acariciándolo


y succionando el belfo inferior.

—No tienes que asistir esta clase, mañana nos ponemos al día...

Un cosquilleo amenazó su vientre.

—Pero...

—Estas clases sólo serán una introducción a la nueva unidad, casi en todas
las materias será de esa forma, ya que vienen las vacaciones navideñas. No es
tan relevante, pero... Vas a estudiarlo todo luego... —interrumpió Jeon, sin
dejar de mirar sus labios y acariciándolos con su dedo pulgar. Taehyung
asintió lentamente, lamiendo el dedo de Jeon, quien empujó dentro de su
boca y Taehyung chupó—. Joder...

—Mm... —sonrió, dejando un besito en el torso de la mano ajena.

—Quiero ir a mi casa después de clases... —dijo Jeon.

—No puedo hoy, lo siento...

— ¿Por qué no?

Taehyung se acercó con vergüenza a Jeon y lo besó castamente, y otra vez y


otra vez más, encontrándose queriendo lo mismo.

—No me siento bien hoy. Mañana puedes tenerme...

—Hay algunas cosas que quiero mostrarte y... —su mano se interiorizó entre
los muslos de Taehyung, desvergonzado, pellizcando un poquito—, quiero
hacer tantas cosas contigo...

— ¿Se sentirá bien? —susurró.

—Conmigo siempre se sentirá bien —gruñó el hombre—. Y, dame un último


beso antes de irme.

Taehyung rió ligeramente, besándole en los labios con parsimonia y lentitud.


Esta vez sí profundizaron el beso, la mano de Jeon aún entre sus piernas
mientras sus labios se mezclaban entre suspiros y ruiditos de un placer oculto.

—Ya... Ya... Debo irme. Basta...

—Lo siento...

—No importa.

Su profesor se separó con rapidez, poniéndose su abrigo y buscando su bolso.


Taehyung no podía dejar de mirarlo, ahí sentado.

—Taehyung —dijo Jeon, colgando el bolso a su hombro—, puedes quedarte


aquí si necesitas un descanso, luego sólo te aseguras de cerrar con seguro la
puerta.

—Bien. Gracias...

Sonrió al verlo irse, tocando sus labios hormigueantes.

Es sólo una respuesta al estímulo de la situación, trató de convencerse a sí


mismo, sabiendo inconscientemente que no era sólo eso.

Bien, ha salido mi lado soft hoy.

¿Vieron el tiktok que subió Taecito? Yo quedé en el suelo, literalmente.


Me dio tanta ternura verlo moverse así, todo lindo, todo coqueto el
chiquillo. Y además la ropita que llevaba le hacía verse tan... No sé. Me
lo quería comer a besos, pero es el bebé de Ggukie y seguramente él ya se
encargó de hacerlo... ;)

Tengo una teoría con respecto a eso, de hecho. Yo creo que era la
habitación de Jungkook por el parlante y la habitación blanca. Además
creo que estaban juntos porque alguien grababa y alguien estaba
cantando (además de tae), y la otra personita que cantaba
cofcofjungkookcofcof tenía una voz un poco más aguda al hacer aquellas
notas.

No sé.

El taekook es real.

Pdta: las piernas de tae me dejaron babosa Todo su cuerpito en


realidad porque es una cosita tan hdyskaaia no sé cómo explicarlo pero u
know :'u Mi corazón want to explode. Aguante kooktae

Les quiero un montón. Y sólo decirles que me alegran el día con sus
comentarios tan bonitos y mensajitos, el apoyo... Todo. Su existencia
alegra mi existencia. Muchas gracias por todo, en serio:(❤

Cuídense mucho~
18

Si antes le hubiesen dicho que estaría tan inquieto por la presencia de un


chiquillo, no lo habría creído porque él nunca se había comportado así con
nadie. Siempre fue un hombre muy seguro de sí mismo y pocas cosas
lograban inquietarle. Pero, ahora, era diferente. No sabía la cantidad exacta
de veces que le había dicho a Taehyung que le gustaba; y también había
perdido la cuenta de la cantidad de veces que pensó en cuánto le gustaba
Taehyung.

Nunca fue un monstruo insensible tampoco. Con sus parejas sexuales era lo
suficientemente agradable como para permitir ciertos acercamientos después
del sexo, mas nunca fue mimoso con ellos.

No obstante, había notado que Taehyung era diferente, más receptivo, más
sensible. Y por eso, realmente quería dejarle en claro que no le haría daño a
propósito y que sólo le quería hacer disfrutar de nuevas experiencias, y que
también era capaz de consolarlo y hacerse cargo de él emocionalmente.
Porque no era un tonto y sí se había dado cuenta de que Taehyung tenía
muchos pensamientos que lo saturaban y que, aparentemente, le hacían
colapsar; lo vio cuando llegó a su oficina llorando, casi sofocado.

Jungkook no sabía lo que pasaba en la vida de su alumno, no debía


entrometerse ahí porque era su alumno. Pero le daba mucha curiosidad el qué
le hizo colapsar de aquella forma. Taehyung le había dicho que no se quería
derrumbar y eso le dejó pensando en que no pudo haber sido solamente una
simple calificación. Sabía que había algo más profundo tras ello, un claro
trasfondo.

¿Qué sería?

Respiró hondo, hundiéndose en el sillón.


— ¿Qué te pasa? ¿No deberías estar trabajando ahora?

—Hyung, ¿cuánto tiempo llevas acá? —Preguntó, frunciendo el ceño con


mal humor. Su hermano no era para nada indiscreto—. Ya deberías saber mis
horarios, a menos que no te importe.

—Claro que me importa, idiota. El tema es que mi sueño sigue afectado por
el jet lag, y para cuando me despierto tú ya no estás. Además, son mis
merecidas vacaciones...

—Eres un sinvergüenza, hyung.

— ¡Oye! ¿Hoy no es tu día o qué? —Sentándose a su lado, Mingyu se llevó


una cucharada llena de yogurt con cereal a la boca y dijo: —Son mis
merecidas vacaciones por estar haciéndome cargo de todos nuestros negocios
familiares mientras tú sigues aquí, jugando a ser profesor.

Jungkook tensó la mandíbula.

—No quiero ser irrespetuoso contigo, hyung, pero... Estás sobrepasando el


límite de mi paciencia y eso no me gusta. No te metas en mis asuntos, ni en
mi trabajo ni en la forma en la que yo elegí vivir mi vida, ¿bien?

Mingyu se sorprendió y prontamente carraspeó.

—Papá estaría decepcionado —dijo.

—No me haré cargo de su mierda. Y no quiero discutir ahora, no hoy, ¿bien?

Hubo silencio tenso durante algunos segundos.

—No seas soberbio, hermanito. Papá y mamá te amaban, a pesar de todo. Y


te estoy hablando como tu hermano mayor ahora, porque te necesito... No
puedo seguir haciéndome cargo de todo, no por mucho tiempo. No quiero
que la empresa o la editorial quiebren sólo por no tener un jefe que lo dirija...
Tú sabes sobre eso. Amas la literatura, al igual que mamá; por eso la
heredaste tú.

—Mingyu.
—No, Jungkook. Escúchame. Quiero hacer mi vida también, al igual que tú.
Dirigir una empresa no es tan fácil, imagínate tener dos mandos. No seas
egoísta, hermano. Y, si no quieres hacerte cargo de la editorial, véndela. Esa
es una solución. Pero, tendrás que volver a casa quieras o no.

Un nudo de angustia se apretó en su estómago.

—No es fácil para mí tampoco, hyung.

—Siempre te he ayudado en todo, sin importar lo que sea. Pero, Londres es tu


segundo hogar, Jungkook... Y debes volver, sea cual sea la decisión que
tomes.

Suspiró. Malos recuerdos le hicieron sentir amarga la boca.

—Lo sé...

El timbre sonó y Mingyu sonrió, dejando de lado el bol que había estado
sosteniendo en sus manos, yendo rápidamente hacia la puerta.

— ¡Taehyung-ssi! ¡Hola! Preparé el súper desayuno que me recomendaste,


¡exquisito!

— ¡Lo es! Mamá lo preparaba para mí cuando tenía clases de deportes...

— ¡Genial!

No quería ser curioso, pero al oír las risas, se inclinó un poco y observó
dentro del bol. Era un revoltijo de calorías. ¿Quién demonios comía yogurt,
cereal, plátano, manjar y fresas para el desayuno? Hizo una cara, tomando su
taza con café americano y bebiendo un sorbo.

En la televisión transmitían un noticiero matutino, pero no le interesaba


prestar atención a eso ahora. Vio a Taehyung caminar hacia él, sonriéndole
con sus mejillas ruborizadas. Mientras, su hermano seguía hablando sobre su
drástico aumento de apetito, echándole la culpa a lo bien que Taehyung
cocinaba y pidiéndole hacer algo de bibimbap con cerdo agridulce para el
almuerzo.
—Claro que puedo cocinarlo, hyung. No te preocupes.

—Eres increíble. Ya desearía cocinar tan bien como tú. Gracias a Dios sólo
me quedo una semana más, sino saldría rodando de esta casa. Espero no
molestarte demasiado, es sólo que es delicioso.

—Oh, yo en serio no me molesto. Siempre he sido bueno en la cocina y me


gusta cocinar, así que...

—Oye, es mi asistente, no tu chef —agregó, interrumpiendo, levantándose y


estirando sus brazos—, es mío —susurró ininteligiblemente.

—Bien —gruñó Mingyu, echándose en el sillón nuevamente.

Jungkook le sonrió a Taehyung y acarició suavemente el dorso de su mano


por vez que lo dirigía hacia su despacho. Mingyu estaba de espaldas a ellos,
por lo que no pudo haberlos visto.

Cuando entraron, él ya se había encargado de prenderle fuego a la leña de la


estufa, lo cual no hacía frío. El día estaba nublado y húmedo, posiblemente
llovería en la tarde. Su despacho era un lugar cómodo y cálido.

Cerró con seguro la puerta y entonces avanzó hacia Taehyung, besó su


mejilla y luego lamió detrás de su oreja, sintiéndolo suspirar y temblar.

—Así que, eres muuuy bueno cocinando, ¿no?

— ¿Huh? —Taehyung tropezó confundido ante la repentina lejanía.

Jungkook se alejó, sentándose en su silla y, palmeando su rodilla izquierda, le


llamó implícitamente a su regazo. Ahora hablarían en privado.

Taehyung se acercó lentamente, dubitativo y avergonzado. Y, Jungkook no se


perdió ni un segundo de la expresión sumisa en su rostro cuando se sentó en
su regazo, cabizbajo.

—Acordaremos esto —dijo—, cuando tú y yo estemos juntos, soy yo quien


tiene el control. No siempre querré hacer esto. Quiero tener sexo contigo y
quizás experimentar un poco, ¿bien?
—Síp...

—Tu palabra segura será "rojo", ¿entendido? Esa palabra tiene el poder de
detener cualquier cosa que necesites que se detenga.

—Entendido...

—Recuérdalo. Rojo. Tú lo mencionas y yo automáticamente me detendré y


me ocuparé de ti.

—Bien, sí... Tengo que decir "rojo" si quiero que te detengas...

—Si es demasiado para ti, me dices y paramos. Jamás te obligaré a hacer algo
que tú no quieras. Esto debe ser mutuo, sea como sea. Tú te entregas a mí, y
yo te entrego placer. Aunque, casi siempre prefiero follar. Duro.

Taehyung se enrojeció adorablemente, pero asintió.

—Entonces, ¿estás de acuerdo?

—Sí.

—Eso es... —sonrió, besando sus labios ligeramente, deleitándose con el


sabor dulce de su boca, succionando el belfo inferior y mordiéndolo—.
Recuéstate en mi regazo ahora.

El muchacho obedeció, recostando su torso en el regazo de Jungkook, sus


piernas colgando, dándose soporte con sus manos. Mierdita traviesa, pensó,
tirando hacia abajo el pantalón y el bóxer.

Dios Santo.

Silbó.

Su miembro palpitó, despertándose ante la imagen que se ofrecía como


estimulación.

—Joder...
No evitó no acariciar la piel de sus nalgas, tan sedosa y tersa. Pero es que,
Taehyung tenía un culo gordo, esponjoso y, simplemente, precioso. Dios. Él
quería enterrar su cara allí.

Gruñó.

— ¿Qué me hará ahora, Señor? —susurró Taehyung, ladeando su cabeza para


poder mirarlo por entre el flequillo que caía por su frente, sus pestañas
batiéndose para él.

Jungkook no le respondió. En cambio, su palma se estrelló fuertemente


contra una de las nalgas de Taehyung, provocando un ruido sordo en la
habitación.

— ¡Ugh!

El sonidito agudo que emitió Taehyung sólo le estimuló aún más, haciéndole
estrellar su mano nuevamente contra la otra nalga. Viendo con extrema
atención la piel enrojecerse, la forma de su mano amoratándose.

Golpeó otra vez, y otra vez y otra vez, hasta sentir a Taehyung temblar y
removerse en su regazo.

—Ouch... A-ay, duele, hyung...

Sonrió, acariciando entre los muslos de Taehyung, pellizcándolos


suavemente. Ya no era un secreto lo mucho que le gustaba la anatomía del
chico.

— ¿Duele mucho? —preguntó.

—Mmhn...

Jungkook estaba acariciando los testículos de Taehyung ahora.

—Uuh...

—Parece que aquí sí te gusta —se burló, riendo. Su mano libre presionaba
hacia abajo la angosta espalda de Taehyung—. ¿Te gusta cuando te toco
aquí? —Rió ronco, sintiendo a Taehyung moviéndose para hacer que su pene
se friccionara contra la tela de su pantalón—, ¿eso es un sí?

—Mhmmn...

— ¿No sabes hablar o eres un bebé? —preguntó, dando una palmadita en el


centro, la separación de las nalgas apretándose. Su dedo lo delineó con
lentitud—. ¿Esto es tu castigo? Mm...

Si lo veía dentro de la perspectiva del rol play, Taehyung era perfecto para
ser su chico. Era la definición de todo lo que querría y todo lo que le gustaría
en un buen bebé (baby boy*); con sus grandes ojitos de miel impresionables
y su boquita tan dulce, tan tierno y accesible... Quería tenderlo en la cama y
joderlo contra el colchón.

—No, n-no soy un bebé...

—Cállate —ordenó, golpeando una última vez. Le gustó ver cómo ese culito
rebotaba tras el impacto en sus nalgadas. Se sentía muy excitado—. Ven,
siéntate en mí. Quiero masturbarte.

Taehyung se levantó con torpeza, medio acalambrado, pasando sus piernas


con letargo por encima de su regazo, sentándose a horcajadas sobre él. Su
cara estaba roja, sus párpados pesados y sus labios mordidos. Se veía tan
jodidamente apetecible. Jungkook pensaba que quería comérselo.

— ¿Así? Yo... Me duele...

—Shh —dijo. Sus manos se escabulleron bajo el hoodie de Taehyung,


acariciando su vientre caliente en círculos mientras éste se mecía sobre su
pelvis, friccionado su culo contra su erección—, también quiero follarte...
Pero necesito prepararte primero, ¿bien?

—Duele... Haga... Algo... Por... Ahggh... Por favor...

Jungkook no lo soportó por mucho más, y terminó besando sus labios,


lamiéndolos, mordiendo, y pidiendo un permiso implícito para profundizar.
Y, Taehyung abrió su boca, esperando ser besado también.
Era abrumadora la atmosfera que se había creado entre ellos.

Sin embargo, Taehyung era sublime, demasiado receptivo a su toque y,


pronto, se encontró aferrándose a su cintura, tratando de acelerar sus
movimientos; la fricción encargándose de masturbar a ambos. Y, mientras
lamía dentro de la boca, agarró la erección del Taehyung y comenzó a jalarla
de arriba hacia abajo, muy lento.

Su propia erección dolía, pero todo quedó en segundo plano cuando


Taehyung chupó su mandíbula, lamiendo su cuello, besando sus clavículas;
manos ajenas habían sacado su miembro.

— ¿Puedo? —murmuró.

—Hazlo.

Le vio tomar ambas erecciones, encargándose de masturbarlos a ambos.

—Sí... —Jungkook apretó las caderas ajenas, respirando pesado por vez que
Taehyung gemía, echando su cabeza hacia atrás. Supo que la dualidad del
chico era algo de lo cual sorprenderse; un momento era la cosita más dulce
del mundo y luego le provocaba el insano pensamiento de querer follarlo
contra la superficie más cercana.

—Quiero chuparte, déjeme hacerlo... —pidió con voz entrecortada,


relamiendo sus labios.

—No, joder —gruñendo, lo tomó con brusquedad, acercándolo—. Quiero


besarte... Vamos, quiero besarte...—sus manos acariciaron la espalda baja de
Taehyung, deslizándose hacia abajo.

A Jungkook siempre le había gustado tocar, pero con Taehyung se sentía casi
desesperante el deseo de hacerlo; necesitaba consumirlo, fundirse en él.
Quizá le gustaba más de lo que quería creer, pero no quería darle vueltas a
ese asunto. Porque no se sentía capaz de lidiar con ello. Así que, sólo se
dispuso estrujar sus nalgas, separándolas y dando algunas palmaditas.

—Te besaré de todas formas... Acércate... —pidió, buscando sus labios,


besando su mandíbula, chupando para marcar ahí. Taehyung se rendía poco a
poco, queriendo por más.

—Estoy tan cerca, hah... Beso, hmm... Beso, por favor...

¿Era posible que esos ruiditos sonaran tan eróticos en sus oídos?

Sin más preámbulo, Jungkook lo besó con parsimonia. Su lengua lamió el


paladar de Taehyung y luego chasqueó dentro, rastrillando sus dientes en el
mentón mientras sentía el autocontrol drenarse de su sistema.

— ¡Jungkook! ¿Taehyung está contigo? —Mingyu llamó a la puerta.

Jungkook no se quería separar, secretamente le gustó la idea de que los


oyeran... Pero, aparentemente, a Taehyung no. Lo besó castamente en los
labios, riéndose al verle esconderse en el hueco de su cuello— más que
avergonzado— asustado.

—Jungkook, ¿todo bien allí dentro?

—Sí, todo está bien —respondió—; él está conmigo. Estamos trabajando.

Jungkook fingió una embestida, sin dejar de dirigir las caderas de Taehyung
sobre su miembro.

—Oh, bien. Voy a salir un rato. Vuelvo enseguida.

—Bien.

Jungkook fingió otra embestida y entonces se corrió. Un cosquilleo se


expandió en todo su cuerpo al sentir el orgasmo agudizando sus sentidos.

—Eso estuvo cerca —dijo Taehyung en un susurro, besando su hombro, a


punto de correrse—, mmmh... m-más...

— ¿Más? —besó sus mejillas, haciéndose cargo de su erección. Lo masturbó


con rapidez, haciéndolo contorsionarse alrededor de su eje—. Te mueves tan
bien, cariño... —suspiró, sintiendo el orgasmo de Taehyung en su mano—.
Eso es...
Taehyung se dejó caer nuevamente en sus brazos, rodeando su cuello,
besando sus labios lánguidamente. Jungkook quiso reír por lo meloso que
auguraba ser Taehyung post sexo, pero no lo alejó. Le gustó la forma en la
cual sus cuerpos se habían amoldado, así que abrazó su cintura nuevamente,
apretándolo contra su pecho.

— ¿Y qué tal si nos oyó? —cuestiona, besándole el labio inferior.

Hace bastante tiempo que Jungkook no disfrutaba del placer mutuo, así que
se dejó hacer ante esa nueva sensación melosa. Antes nunca se había sentido
cómodo con ello, ahora parecía que algún karma quería pegarle un puñetazo.
Y, por eso, nuevamente, confirmó que Taehyung le gustaba más de lo que
debería.

—Creo que escuchó, pero no dirá nada al respecto. Te lo prometo —le dijo,
masajeando sus rizos castaños. Le gustaba el cabello de Taehyung, sus ricitos
le hacían verse tan bonito.

Ricitos...

— ¿En serio? —Taehyung abrió sus ojos cómicamente—. ¡Qué bochorno!

Se quedaron un rato en silencio. Taehyung seguía acariciando y besando,


pidiéndole —indirectamente— no soltarle.

— ¿Estás bien?

—Eso creo... No fuimos tan lejos...

—No es tan simple. ¿Habías hecho esto antes?

—No...

—Soy el primero.

—Sí...

—No te avergüences de ello. No es malo.


—Me gustaría hacerlo bien, se sintió bien cuando usted me lo dijo...

Jungkook besó su mejilla. —Te lo diré más seguido entonces. Lo hiciste muy
bien, cariño.

Soy Taehyung soft stan, perdónenme...

Les quiero, cuídense.

N/A: Tuve que editar cierto párrafo de este capítulo porque hay lectorxs
que no comprenden el rol play, y aparentemente no leyeron todas las
advertencias previas de la historia. Si no lo hicieron y llegaron hasta
aquí, háganlo. Porque evitaríamos muchos mal entendidos; la naturaleza
del rol play no va mucho más allá de un fetiche/kink.

Si usted tiene la mente en otro lado, en el extremo perverso, le habrá


encontrado la red flag. Aquí es sólo un fetiche: daddy kink; incluso si hay
daddy issues, ni siquiera en ese ámbito se retuerce tanto la situación. Qué
lata tener que explicárselo cuando pensé que quienes me leían tenían la
madurez suficiente para comprender ciertos temas, suponiendo que la
historia es para mayores de edad.

Sólo recalcar que Taehyung ES mayor de edad y Jungkook sólo tiene un


fetiche.
19

Subió las escaleras, saltando escalón por escalón, tratando de que el


cansancio que sentía no interfiriera con su estado anímico. Después de todo,
ya habían acabado sus horas de interno en el hospital, y necesitaba —muy
pronto— un descanso. Porque había atendido a un hombre moribundo,
aparentemente, infartando y a un bebé que había nacido con un soplo
benigno. Además no había dormido nada y el apetito se había desvanecido
rápidamente tras haber estado en urgencias realizando exámenes rectales;
cosa que por cierto, nada tenía que ver con ser cardiólogo.

Su vida volcándose lentamente. Esa sería una buena forma de describirlo.

Realmente había querido llamar a su hermano y preguntarle cómo le estaba


yendo, pedirle perdón por haberse desquitado con él. Pero, aquel día fue un
completo martirio y un gran cargo de consciencia.

Suspiró, pisando el último peldaño, entrando al angosto pasillo. Era un


edificio tan feo, en mal estado y sucio. ¿Cómo alguien podría vivir en
semejante lugar tan antigénico? Pensó que su apartamento sería
definitivamente deslumbrante en comparación a esto; puertas de madera y un
ascensor que no funcionaba.

32B.

¿O 22B?

No, 22B es Taehyung.

Segundos más tarde, estaba debatiéndose entre si debía tocar o no debía


hacerlo. Aún se sentía un poco avergonzado tras las palabras que dejó salir
sin siquiera pensarlo dos veces, sólo lo dijo y he ahí otro remordimiento;
siempre terminaba dejando salir sus frustraciones con personas inofensivas.
Era un idiota. O era un imbécil por genética.

Tocó la puerta dos veces. Casi inmediatamente un peli-verde gruñón le


recibió, y con su mejor cara de póquer.

—Vaya. ¿En serio eres tú? Pareces un holograma... Te ves horrible.

Quiso reírse porque ese comentario sí le causó gracia, y además no podía


enojarse si venía a disculparse.

—Hey —Murmura, sonriéndole suavemente. Sus manos le sudaban un poco


debido al nerviosismo—, no digas eso... ¿Luzco como un zombie?

—Algo así... Pero vamos al punto. ¿Por qué estás aquí? De hecho, ¿qué haces
acá? Tus bonitos zapatos de príncipe se van a ensuciar.

Borde. Sarcástico. Malhumorado.

—Yoongi-ssi —Susurra, tragando saliva sonoramente, anticipándose a lo que


vendría ahora—, perdóname. Fui cruel, mi error. Yo no... No debí cargar mi
rabia con ustedes, perdón. Mi temperamento es muy fuerte.

Yoongi se cruza de brazos, arqueando sus cejas con una expresión de «no me
sorprende». —Eso no es una excusa válida para mí, hyung.

Sus mejillas arden ante la respuesta mordaz que sólo sigue jugando con sus
palabras, un poco de su propia medicina. Y tal vez se lo merece. Quizá se le
subió la fiebre del dinero y el poder a la cabeza; fue arrogante.

—Lo siento. ¿P-podemos hablar adentro? Hace frío y...

— ¿Tú quieres pasar adentro? —interrumpiéndole y riendo, Yoongi se acerca


hasta enfrentarlo, sus respiraciones mezclándose lo suficiente como para
hacerle sentir el calor corporal que emana su pálido cuerpo, la cercanía
mareándole—. ¿Quieres entrar a mi pocilga, hyung? ¿No es demasiado pobre
para un principito como tú?

—No lo dije en serio, lo sabes... Sólo estaba.... c-cabreado —entre balbuceos,


siente la necesidad de acabar con la distancia que los separa, abrumándole
con necesidad.

Cierra sus ojos cuando siente manos ajenas acariciarle las mejillas,
delineándole la mandíbula y deslizándose por sus hombros hasta sus brazos.
Escalofríos le recorren y sólo quiere sentirse cálido.

—Ven, entremos... En algo puede ayudarte este bastardo pobre, ¿no?

[...]

Observó con interés cada movimiento que su profesor realizaba mientras se


desplazaba por el salón, prestando atención a cada una de sus palabras. Jung
explicaba algo sobre una teoría literaria. Sólo era una clase introductora que
serviría para la primera unidad semestral tras las vacaciones navideñas. De
todas formas, importaba, por lo que procuró tomar apuntes para indagar y
tener cierta ventaja.

Sabía que ahora debía esforzarse el triple en sus estudios. Ya no habrían


excusas válidas que pudiesen salvarle de no hacer sus deberes, su penúltimo
año sí era difícil. Y si de per se era distraído, ahora tendría que trabajar al
máximo su concentración y su capacidad intelectual.

Había estado pensando últimamente en pedir tutoría a Jeon, aunque aún no


estaba muy seguro sobre ello todavía. No sabía si eso sería una buena idea.
No obstante, su maestro ya le había ofrecido dinero antes. Entonces, ¿por qué
no podía ofrecerle una enseñanza, —más allá de los placeres carnales—,
enriquecedora para su entendimiento? Eso sonaba fantástico en su cabeza.
Sólo en su cabeza. Porque, a quién engañaba, no era capaz de pararse frente
al hombre sin temblar como una graciosa gelatina.

Había otras opciones, sin embargo. Pero, siendo realistas, las más factibles
eran: conseguir ayuda o conseguir ayuda. Estaba, más o menos, acojonado.
Sus amigos eran inteligentes, mas no brillantes, simplemente se
complementaban el uno al otro. A veces, quedaban en alguna cafetería o en la
biblioteca, pero no eran lo suficientemente coordinados como para lograr el
objetivo principal que era estudiar. Llegaban dos, o llegaba uno. O
sencillamente no llegaba ninguno. Excusas como "me quedé dormido", "el
trabajo" o "que sea lo que Dios quiera" eran comunes entre ellos. De hecho,
estaba seguro de que podría contar con una mano las ocasiones en las que sus
juntas funcionaron bien, y le sobrarían dedos.

La situación le frustraba un poco, quizá se estresaba mucho. Pero, en serio


quería hacerlo mejor. Y, cuando todo se ponía complicado, pensaba en el
trabajo que le gustaría conseguir en un par de años, en una editorial
reconocida, ganando un buen sueldo y siendo feliz. Sí, eso era. Sin dolor, no
hay recompensa. Y, él se aseguraría de hacer que todo su dolor tuviese una
muy buena recompensa. Además, desde algún punto de vista, no faltaba tanto
para que sus ideales fuesen una realidad; trabajar duro era su respuesta. Había
sido difícil antes, mucho más que ahora. Porque tuvo que convencer a sus
padres, luchar contra la opinión del patriarca de la familia, hacer sus
investigaciones y con sus ahorros juntar todos los papeles que necesitaba para
hacer la transferencia; y mudarse por su propia cuenta por primera vez, eso
no era precisamente fácil.

Justo ahora se sentía orgulloso de sí mismo y se recordó que estaba a más de


la mitad del camino, sólo tenía que soportarlo un poco más y entonces su
padre ya no podría interferir en su vida.

El timbre sonó, avisando el receso del almuerzo.

— ¡Finalmente! —Suspiró, guardando sus lápices dentro de su estuche y


luego metiendo su libreta y lo demás dentro de la mochila. Varios de sus
compañeros corrían como animales para aglomerarse en el comedor común
de la universidad. Hoy día había Jeongol y Jjigae, por lo que nadie se quería
quedar sin comer—. ¿Vienes conmigo?

Baekhyun asintió mientras comenzaban a caminar rápidamente, esquivando a


algunos estudiantes que se interponían en su camino. Yoongi no estaba, así
que se les hacía un poco más difícil, teniendo en cuenta que era éste quien
frenaba a los brabucones de no aprovecharse de la docilidad de ambos.

Una vez estuvieron en la fila, esperando su turno, Taehyung sintió su celular


vibrar en su bolsillo.

«¿Vienes luego?»
Inconscientemente, apretó sus labios para reprimir la sonrisilla que se le
quería escapar.

— ¿Con quién hablas?

Taehyung se sobresaltó, bloqueando de inmediato la pantalla del celular,


riendo torpemente mientras sacudía la cabeza. —No, nadie...

Baekhyun arqueó la ceja, recibiendo una de las bandejas y haciendo una


venia hacia las cocineras. Fue notorio que su actuar le delató, no era creíble
no hablar con "nadie" y ponerse así de nervioso.

Apenas estuvieron sentados, masticó una bola de arroz, llevándose otra


cucharada de guisado a la boca. Quería evitar a toda costa ser interrogado y
responder respuestas que no quería responder realmente.

—Entonces, ¿no me contaras con quién hablabas? Vi su nombre. ¿Jungkook


es un amigo?

Taehyung se detuvo, cabizbajo. Baekhyun era realmente lento. Jeon


Jungkook.

—Era mi jefe.

—Oh... ¿Es agradable contigo? Mi mamá me grita todo el tiempo, pero al


menos me da algo de dinero y me deja invitarlos a comer, eso es suficiente
para mí. Los demás chicos solían burlarse de mí por ser tan retraído, o una
estupidez así —riendo un poco, Baekhyun se encoge de hombros, sus
mejillas un poco ruborizadas por lo que estaba a punto de decir—, y sé que
no viene al caso... Pero, ustedes son mis primeros amigos reales. Puedes
confiar en mí, Taehyungie.

Bien. Eso había sido una palmadita en su espalda. Taehyung se sintió


realmente bien al oír aquello, sabiendo que Baek aparentaba ser un chico muy
callado y retraído, pero en realidad era muy enérgico y afable. Eran parecidos
y por eso lograban congeniar tan bien. Pero, no podía precipitarse ni podía
hablar sobre su tema con nadie. Sería muy, demasiado arriesgado.
—Hyung, eres muy dulce —le sonríe, tierno y comprensivo, acariciándole el
antebrazo con suavidad.

—Lo sé... Pero, hoy debo dejarte solo.

— ¿Huh? ¿Por qué?

—Me apunté a la intervención artística. Estaremos pintando los lienzos para


el equipo de soccer y básquetbol. Es bastante divertido, ¿no quieres venir?

—Oh, no. No lo creo, hyung. Está helando y realmente no quiero asistir a mis
últimas clases... ¿Puedes venirte a mi apartamento luego? Podemos beber un
café e ir al centro comersial. Necesito comprar obsequios... —Taehyung
decía la verdad. Terminaría de almorzar e iría hacia Jeon, después directo a
su pequeño champiñón.

— ¡Sí, eso me gustaría mucho! Tampoco asistiré a mis clases, así que apenas
terminemos los lienzos iré por ti, ¿bien?

—Bien.

Terminaron de comer tranquilamente entre charlas triviales y comentaros


sinsentido, hasta que Baekhyun se tuvo que marchar y Taehyung decidió que
era hora de atravesar el campus e ir hacia el ala norte del edificio. Aunque, el
pensamiento del lugar al cual se estaba dirigiendo, le tenía inquieto. No se
culpaba por dejarse llevar, sino que sentía que debía ser más cuidadoso, sobre
todo con sus reacciones. Porque Jeon era su profesor. Jeon Jungkook su jefe.
Y Jungkook era la persona de la cual debía mantenerse alejado.

Definitivamente, sería extraño y preocupante el día en el que empezara a


pensar en Jungkook como Jungkook, o como algo más.

Inhaló y exhaló, abrumándose ante aquel pensamiento porque tampoco era


como si fuesen a seguir viéndose por mucho... ¿O sí?

Dejémoslo ser.

Déjalo ser.
Olvídalo.

Cuando llegó a la oficina, tocó dos veces antes de entrar.

—No habías respondido a mi mensaje —Eso fue lo primero que Jeon le dijo,
medio sonriendo y medio aspirando. Una mirada intensa en sus ojos oscuros
mientras palmeaba su rodilla. Una orden implícita, como siempre.

Taehyung cerró tras él, asegurando la puerta para finalmente sentarse a


horcajadas en el regazo de Jeon, quien de inmediato lo apretó entre sus
brazos, tocándolo. El calor corporal se sentía bien, esas manos eran mágicas.
Pero, una nueva incomodidad le subió a la boca del estómago.

— ¿Cómo debo decirle? —Preguntó, cerrando los ojos al sentir besos


húmedos en la parte posterior de su cuello. No podía hacer más que enredar
sus brazos alrededor del hombre y suspirar—. Respóndame, por... favor.

—Me llamo Jungkook.

—Lo sé...

—Entonces, ¿cuál es el problema? —gruñó, chupándole el hombro,


haciéndole preguntarse en qué momento la chaqueta se había deslizado por
sus brazos hasta casi caer.

—No pienso en usted como Jungkook... Sería extraño, ¿no lo cree?

Jeon rió, acunando su rostro sin dejar de mirarle directo a los ojos.

— ¿Es sólo eso? ¿O temes involucrarte más de lo moralmente aceptable,


teniendo en cuenta nuestra posición de profesor y alumno?

Touché.

Sintió su rostro arder e intentó alejarse porque estaba mortificado. Lo último


que hubiese querido era que Jeon supiera que sería muy susceptible a tener
una pequeña manía con él. Y ahora el hombre lo sabía. Y, al parecer, lo
disfrutaba. Era un idiota.
—Ya, no te taímes conmigo... Ven, olvidémoslo. Nuestros nombres no son
relevantes ahora, ¿sabes?

Y dicho aquello una vez más, entre besos, terminaron sobre el sillón de la
oficina de Jeon.

—Haah, ahhh... Oumn...

Podía oír sus respiraciones entrecortadas, los chasquidos de sus lenguas y las
risitas tontas flotar en el aire junto a sus propios jadeos —pidiendo por más
—.

Las manos de Jeon se escabulleron dentro de su pantalón y estrujo su nalga


izquierda con demasiada fuerza por vez que le mordía la clavícula. Era
doloroso, pero le gustaba sentir la desesperación de querer profundizar.

—Hoy no estoy de humor... Quiero llevarte a casa...

Taehyung comenzó a reír, medio gimiendo. —Tienes clases y yo tengo


planes. Ahora no podemos...

—Sí podemos...

—Noup —Taehyung se levantó rápidamente, arreglándose los pantalones sin


dejar de reír.

—Carajo.

Le causaba gracia esto: saber que Jeon también lo quería tocar y besar. Era
gracioso. Porque uno de los profesores más estrictos se quería meter entre sus
pantalones.

— ¿Qué haces ahora?

—Me voy a casa.

Jeon frunció el ceño, incorporándose. — ¿Por qué? Ahora hay clases.

Cogió su chaqueta del suelo, colocándosela. No evitaba saberse con cierto


poder al ver la erección del hombre frente suyo. Eso era por su causa. Sólo
por él. Y, de verdad hubiese deseado ir con él a su casa. Pero, no podía. Así
que, de puntillas, le robó un casto beso en los labios.

—También quiero ir contigo, pero tengo planes con mi amigo —murmuró


contra su boca, besándolo juguetonamente. Jeon delineaba sus costados,
abrazándole por la cintura. El calor emanando de ambos era muy cálido y
lleno de excitación mutua. Un apretón en su trasero le sobresaltó; Jeon le
lamió la boca, succionando uno de sus belfos, haciéndole tiritar—. M-
mañana, ¿sí?

Hubo una respiración.

—Prepárate. Porque vamos a subir de nivel... —le susurró en el oído,


enviando escalofríos a su piel ya erizada. Le chupó el lateral del cuello y
luego el hombro—. Ahora sí puedes ir con tu amigo. Bebé.

No saben cuánto me la lloré por este capítulo:) Tenía la inspiración, la


idea y todo escrito y... Mi hermanito le sacó la batería al computador y se
borró:) Lloré mucho. Pero bueno, es chiquito y no tuve otra opción más
que hacerlo de nuevo:(

Nos estamos leyendo~


20

Los minutos transcurrían lentos mientras esperaba. Una fina capa de lluvia
bañaba las calles, avisando una nevazón aproximarse. ¿Por eso es que
demora tanto? Se preguntó a sí mismo, tratando de no inquietarse en
demasía. Estaba preocupado porque ya era casi una hora de retraso. Pero, aún
era temprano.

Sólo son las 10am, se repitió a sí mismo, dando vueltas por la sala. Poco a
poco, la inquietud volviéndose una inevitable irritación. Podría haber recibido
un mensaje, pero su alumno no solía tomarse esas molestias con él. Eso le
molestó incluso más, ¿por qué? Quiso llamarlo, reclamarle una explicación.
Sin embargo, cuando lo hizo, era enviado al patético buzón de voz.

Y, sólo concluyó —una vez más— que odiaba las cobardías; odiaba esa
extraña sensación en su pecho, apretándose con una emoción que
últimamente estaba haciéndose muy espesa en su interior, casi nublándole los
sentidos y agudizándolos ante el sonido especifico de una voz en particular,
llenándolo de un deseo intenso al saborear una dulce boca y tocar unos
sedosos rizos. Podría ser un pecado pensar en la forma que llevaba
fantaseando vívidamente con la cantidad de barbaridades que quería hacerle a
su bonito niño. Porque sí. Se dio cuenta de la cantidad de tiempo que
desperdició siendo borde, creyendo que ese afán no era más que una tonta
atracción absurda; se había equivocado. Ahora sabía que, desde el principio,
desde la primera vez que le vio, fue un sórdido anhelo por poseerlo
completamente.

Jungkook ya no lo podía seguir negando, no se podía seguir reprimiendo por


mucho más. Aunque trató una y otra vez de negárselo a sí mismo, queriendo
convencerse de que él no era tan enfermo, no era tan obsesivo. Se dio una y
mil excusas, remembrando sus experiencias pasadas que en nada podrían
compararse a esto que ni siquiera empezaba del todo. Sin embargo, cada día
el impuro desiderátum le carcomía, ansiando consumir al tan inocente y frágil
chiquillo. Sólo un hombre como él podría ser capaz de cuidarlo, atesorarlo y,
prontamente, devorarlo por completo.

Muy dentro de sus entrañas algo comenzaba a rugir; la dominación que


quería imponer sobre su niño, ponerle reglas que tendría que cumplir sí o sí.
Odiaba las desobediencias y la rebeldía, harto de sumisos que sólo quieren
llamar la atención a propósito para recibir un castigo. Su niño sería diferente
a los demás, ni siquiera entraría en la misma categoría que el resto de básicas
zorritas desesperadas por polla. Su niño era más sensible y delicado, tanto en
el ámbito físico, como en el emocional y lo psicológico. Eso fue lo que le
encandeció a tomarse su tiempo con él, ir despacio y hacerle disfrutar del
proceso mientras se ganaba su confianza. Pero, ahora su niño sí se merecía
una pequeña probadita de lo que sería un castigo, a menos que hubiese una
muy buena explicación.

Cuando el timbre sonó, la tensión se disparó como una cuerda. No obstante,


caminó lentamente hacia la entrada de su casa, abriendo la puerta y tirándolo
hacia adentro con brusquedad mientras cerraba.

— ¡Ouch! ¿Qué pasa? —Le oyó refunfuñar tras su espalda, castañeando los
dientes por el frío que ya comenzaba a abandonar su cuerpo debido a la
calefacción de su hogar.

Se volteó hacia él, exhalando cabreado, mas no agotado. Estaba furioso.

Taehyung vestía una gran chaqueta negra afelpada, unos pantalones color
caqui holgados y zapatillas de lona. Sus rizos caían alborotados por su frente
y sus mejillas habían tomado un tierno rubor rosa.

— ¿Qué excusa tienes?

— ¿Huh? ¡Oh! Sí, la excusa... —Dice cabizbajo, estrujando sus manitas


nervioso. Parecía un poco intimidado, por lo que se aseguraría de
amedrentarlo a tal punto, que le quedara claro a quién se debía desde ahora en
adelante.

— ¿Entonces? Habla.
—Volví tarde a casa la noche anterior, y la batería de mi móvil se agotó
porque olvidé cargarlo; la alarma no sonó...

Vaya excusa, pensó, bufando. Tal vez era momento de oficializar y dejarse de
inútiles juegos que sólo los estancaría en los besitos y toquecitos. Jungkook
estaba hartándose de eso, siempre quería mucho más.

—Vamos al comedor. Quiero que leas el contrato.

Dicho aquello, atravesó la puerta de la sala, entrando al acogedor comedor.


La leña crujía en el fuego y una hoja de papel estaba sobre el tosco mesón de
madera refinada.

El día era grisáceo y no había mucha iluminación, probablemente en la noche


se desataría una tormenta de nieve.

—Pensé que, nosotros...

—Léelo. No tenemos toda la mañana. O firmas o te vas, es así de simple,


bebé. Pero... —acercándose peligrosamente hacia él, acaricia su mejilla de
forma superficial, viéndole cerrar los ojos como si quisiera derretirse bajo su
toque. Así es como le gustaba, muy perceptible—, realmente deseo que sólo
firmes...

— ¿Qué es lo q-que dice? Dígamelo, por favor...

—Ese contrato dicta nuestra relación por siete meses, en los cuales serás
solamente mío —susurra justo en su oído, lamiendo el lóbulo—, en los cuales
yo seré tu dueño. ¿Qué te parece? Vivirás conmigo durante ese lapsus y yo
cubriré todos tus gastos, absolutamente todo.

Taehyung muerde su labio, alcanzando el papel y leyéndolo.

Se había asegurado de especificar punto por punto, tan explícito que ni


siquiera cabrían dudas de lo que quería conseguir; Taehyung sería su
muñequito, su niño. Y Jungkook sería quien decidiría desde lo que comería,
hasta la ropa interior que debería usar. Así de posesivo sería, paranoico y
dominante.
Lo que es mío, me pertenece.

—B-bien...

—Recuerda. Rojo. Si quieres parar, sólo dilo.

—Si quiero que te detengas, diré rojo —repitió bajito.

—Así es...

Un suspiro tembloroso le hizo percatarse de ver el rostro rojo de Taehyung,


ardiente, haciéndole considerar haberlo asustado o asqueado, y también
consideró una posible demanda por acoso. Pero, minutos después, Taehyung,
con una lapicera entre sus dedos, firmaba el contrato.

Maldición. Su cuerpo se anticipaba a la emoción, todo lo demás quedando en


segundo plano por vez que recibía una sonrisita tímida y una miradita
coqueta. Desde hoy en adelante, su bonito niño se mostraría vulnerable sólo
para él, quien supliría desde sus necesidades más básicas y materiales, hasta
las degradaciones mentales más complejas, yendo al núcleo de lo que le hacía
a Taehyung aceptar el dolor en busca de placer y olvido. Sí. Se encargaría de
adentrarse profundamente en él, asimismo arriesgándose a entregarse en
cuerpo y alma como sabía que ocurriría.

Fuera de todo, Taehyung era un muchachito encantadoramente cordial y


adorable, y fácilmente lograba calarse en los pensamientos de cualquiera que
tuviese sangre roja. Además, su belleza cegaría a cualquiera que se atreviese
a mirarlo por más de cinco segundos y él lo sabía, lo cual le hacía mucho más
peligroso: el saberse en poder y actuar deliberadamente sin restricciones.

—Qué buen chico —le dijo, rozándole la mandíbula con sus nudillos—, qué
buen chico eres...

— ¿Y ahora qué, Jungkook?

—Ahora es cuando empieza, cariño —murmura, acercándose hasta sus


labios, besándolos con sutileza. La distancia ya no existía entre sus cuerpos y,
en breve, se encontraba empotrándolo sobre la mesa.
No supo en qué instante perdió la noción del tiempo, porque cuando volvió a
abrir sus ojos, Taehyung no tenía sus pantalones ni su chaqueta y estaba
desparramado en el mesón, jadeando y fulminándolo con hambre.

No se pudo contener más.

Sacó un condón de su bolsillo y luego una botella de lubricante.

— ¿Vamos a ha-hacerlo?

—Sí. Ahora voltéate.

Taehyung se veía asustado e indefenso, pero muy sediento de saciar y ser


contenido. Sus piernas largas estaban medio abiertas, colgando hacia abajo.
La angosta espalda estaba arqueada, marcando una estrecha cintura que
alzaba un culito respingón. Realmente disfrutó verlo así. Por lo mismo, le
bajó el bóxer, reconociendo entre sus ansiosas manos las enormes y
esponjosas nalgas, estrujándolas y separándolas violentamente para
inspeccionar la rosada entrada que se ofrecía a él.

—Estás muy cerradito para mí, ¿eh? —rió, bofeteando el interior de los
muslos de su niño, quien temblaba demasiado al ser tan expuesto—. ¿Estás
nervioso, pastelito?

—Sí...

—Podría tomarte justo aquí, ahora. Pero, eso sería muy incómodo para ti. Así
que sólo voy a prepararte, ¿bien?

—Mmmh...

Vertió el líquido aceitoso en sus dedos, tanteando la cerrada rugosidad, un


pequeño orificio que tendría que dilatar. Porque Taehyung tenía un culo
gordo de nene que no podría tragarse su polla sin —al menos— una generosa
cantidad de crema de bebé; introdujo el primer dedo, torciéndolo.

Maldición, pensó, presionando hacia el centro, adentrando tres dedos.

—A-arde... Uuhmm...
—Tranquilo —con una fuerte nalgada, azotó su culo, viendo la mueca de
dolor en su dulce rostro mientras se mordía el labio—, quédate quieto.

—O-okay...

Movió sus dedos con rapidez, encontrando su próstata. Y fue alabado por
ello. Su niño comenzó a empujarse hacia atrás, encontrándose con su mano y
parte de su pelvis. En serio quería joderlo justo ahora. Así que, abrió su
portañuela, sacando su miembro y mojándolo de forma exagerada con
lubricante.

— ¿Estás hambriento? —agarró sus delgados brazos y los juntó, tirándolos


atrás de su espalda mientras se masturbó un poco—, voy a alimentarte...

Quiso reír cuando quitó sus dedos, masajeando una última vez, recibiendo
protestas y quejas entre jadeos. Qué espectáculo, agradeció haberle
encargado a Mingyu realizar las compras de los víveres porque,
definitivamente, esto sería una escena muy evidente entre ambos.

— ¿Estás listo, pastelito? —acarició su espalda baja con parsimonia,


queriendo hacer algunas marcas allí.

—Aquí es incómodo —susurró apenas, pataleando un poco—, me dará un


calambre.

Suspirando, lo tomó entre sus brazos, cargándolo hasta su despacho, donde lo


acomodó sobre el sillón. Posicionándolo bruscamente, una almohada bajo sus
caderas y lo echó sobre su estómago. Lo montaría justo ahí.

Alineó su miembro en el agujero dilatado de su niño y penetró, viendo cómo


se tragaba su falo hasta la base, escuchando a Taehyung gritar, sintiéndolo
removerse ante la intrusión.

— ¡Para! ¡Para! ¡Por favor, me duele!

Jungkook hizo caso omiso a las suplicas y comenzó a moverse lentamente,


sintiendo las paredes de su niño ceñirse a su polla, apretándolo
deliciosamente. Hizo un movimiento circular con sus caderas, empujando
hacia abajo. Se sentía muy bien. Entonces comenzó a buscar el punto P de su
pastelito.

— ¡Por favor! M-me duele... D-duele mucho... ¡Ah, haah, duele! ¡Para!
¡Sácalo, sácalo! Me haces daño, e-está doliendo... Por... favor...

Comenzó a embestirlo. El sonido de sus embestidas provocaba un chasquido


húmedo entre sus cuerpos por vez que se amoldaban. Jungkook vio a
Taehyung morder una de las almohadas mientras sus manitos se aferraban
con fuerza al respaldo del sillón.

— ¡Basta! Duele... D-duele mucho —decía, amortiguando sus gritos,


ahogándolos entre sollozos con lágrimas y sangre que se impregnarían en
aquellas almohadas.

—Bebé. Tranquilo —pellizcó una de sus nalgas, viéndolas rebotar con el


ímpetu de sus penetraciones—, tranquilo... —chupó su hombro, asegurándose
de dejar marcas en su cuello y espalda—. Te haré sentir muy bien.

Entonces empezó. Ásperas estocadas golpearon en lo más recóndito del


interior de Taehyung, haciéndole sentir como si lo estuviese partiendo en dos.
Ya ni siquiera sabía qué sentir, era demasiado dolor, pero le gustaba esa
sensación de estar siendo llenado, expandiendo mucho más su estrechez.
Golpes fuertes azotaban dentro, haciéndole sentir ardor y algo más.

—Ah... Ahh... Oh... Mmgh... —gimió, sollozando.

Y ahí fue cuando Jungkook supo que ya había comenzado a gustarle. Se


aseguró de inspeccionar el rostro bello de Taehyung, quien estaba llorando,
sudando y temblando. Sus espesas pestañas estaban empapadas de lágrimas,
al igual que sus sonrosadas mejillas. Su voz se escuchaba mucho más aguda
entre jadeos y palabras ininteligibles, haciéndole gruñir con guturalidad.

—Vamos, ¿no querías tanto esto? —Dijo, jalando de sus cabellos rizados,
levantándolo hasta hacerlo chocar contra su pecho, abrazándolo por la cintura
sin dejar de sostenerlo. Lo follaría de cuclillas—. Bebé eres tan exquisito...
tan apretado...
— ¡Oh! Hmmnn... ¿Q-qué es eso? —logró formular, echando su cabeza hacia
atrás, apoyándose en su pectoral, exponiendo su cuello—. Está... A-ahí...

Jungkook apretó sus estrechas caderas, sin dejar de embestir, acariciando los
huesos que sobresalían allí, queriendo marcarlos también. —Eso, pastelito, es
tu próstata.

Hizo que la cabeza de su pene rozara el bulto una y otra vez, queriendo ir más
adentro.

—E-es extraño... Se siente muy bien... —Taehyung se contorneó a través del


placentero dolor, empujándose contra las embestidas, abrazándole del cuello.

Jungkook sintió un cosquilleo en su vientre, haciéndole acelerar sus


movimientos, avisándole de su tácito orgasmo aproximándose. Su miembro
se hinchó dentro de la viscosa cavidad anal, tensando sus músculos,
apretando el cuerpito de Taehyung entre sus brazos.

—Tan apretado, mi pastelito... —rugió.

Taehyung lo apretó mucho más, succionándolo y arqueando la espalda,


dejando salir un grito muy agudo. Y eso fue suficiente para que Jungkook se
corriera. Espasmos le hicieron ver borroso, comenzando a besar las mejillas
de su niño. Besó sus labios, adentrándose en su dulce boquita mientras con su
mano libre jalaba de la erección desatendida, dando unas ultimas embestidas,
derramando su esencia adentro.

—Olvidé el condón, bebé. Lo lamento... Pero estoy completamente limpio.

Taehyung pareció no escucharlo, su vista nublándose mientras perseguía su


propio orgasmo hasta que, segundos después, se sintió demasiado abrumado
y se corrió en la mano de Jungkook, desasiéndose entre sus brazos, adolorido
y muy agotado.

Se quedaron abrazados durante algunos minutos. Jungkook mimaba la piel


dorada, saboreándola con aliento cálido, acariciando con delicadeza cada
centímetro que requería ser acariciado justo ahora.
— ¿Estás bien, dulzura? —preguntó, depositando un besito en su frente.

—Un poco adolorido...

— ¿Un poco? —enarcó su ceja, sobando la suave pancita del muchacho. Era
tan suave y caliente. Quería besarlo por completo.

—No, de hecho...

Jungkook se salió de él, ablandado. Había sangre fresca y fluidos en la


almohada. La primera vez. Exhalando, lo llevó hasta el baño. Iba a limpiarlo
y no hacían falta las palabras para saberlo. Lo dejó cuidadosamente dentro de
la bañera, girando las llaves del agua, entibieciendo la temperatura,
metiéndose también tras la figura que yacía estirada de forma lánguida y
estimable.

Taehyung estaba en algún tipo de trance mientras él se encargaba de


acurrucarlo, limpiando cada rastro de su inocencia desvaneciéndose.

— ¿Y ahora qué? —le escuchó susurrar, un deje de miedo en su voz.

—Ahora sólo quiero consentirte... —Jungkook se encargó de repartir más


besitos por su carita, enjabonándolo y esparciendo la espuma del jabón por
sus piernas y muslos.

— ¿Estábamos solos?

No evitó no reír. —Sí. Mingyu hace las compras esta mañana, pero creo que
no tarda en llegar, ¿por qué?

—Hubiese sido mortificante... Y sobre lo otro, ¿es necesario el mudarme con


usted durante estos siete meses?

—Ya firmaste, no puedes retractarte ahora, pastelito.

Taehyung frunció el ceño, cuestionándose la decisión que había tomado.

—Ya está hecho. Eres mío ahora.


Mis condolencias a quienes querían/o pensaron que "la primera vez"


sería sexo vainilla. De hecho, tenía pensado hacer algo mucho más
intenso y explícito (y de hecho lo hice), pero lo guardé para unos
capítulos más adelante pq, si no, me queman XD

N/A: para quienes lo han leído, este tipo de conductas como el abuso o
tener relaciones sexuales no consensuadas por parte de ambos, está
MAL. Es esto lo que no se debe normalizar ni romantizar, ¿entendido?
Espero que mis lectores tengan la madurez sufiente como para saber y
concientizar que esto no está bien, sentir atracción u amor por alguien no
nos puede obligar a hacer algo que no queremos o algo que nos está
haciendo daño.

N/A (2): ESTO ES SADISMO Y MASOQUISMO y fue consensuado, me


encantaría entrar en detalles pero en la misma historia se va explicando
un poco más de ello desde otra perspectiva; Taehyung tenía y sabía su
palabra de seguridad.

N/A (3): USEN PROTECCIÓN, que los personajes hayan cometido un


error al no USAR CONDÓN (que es un método de barrera sumamente
efectivo y que no sólo previene embarazos indeseados, sino ETS también)
es parte de la historia y, obviamente, fue una irresponsabilidad. Estas
cosas pueden pasar en la vida real, sin embargo; este tipo de situaciones
son un tema ciertamente controversial (?, ya que sabemos qué es lo
correcto y que debemos pensar fríamente, cosa que los personajes no
hicieron (sólo quise poner el otro lado del espectro, porque de los errores
se aprende). Espero que a ustedes no les pase y siempre intenten prevenir
cualquier tipo de situación indeseable y riesgosa. RECALCO QUE
ESTO ES SÓLO FICCIÓN. Espero puedan comprender que no fomento
ni incito a nada, en la historia fue una irresponsabilidad debido a la
inexperiencia y lo tabú que era la homosexualidad en el contexto.

Espero haberme explicado bien...


21

Inhaló y exhaló, tratando de relajar sus músculos por vez que se hundía en el
asiento de copiloto. Su interior nuevamente se sentía ser atravesado por un
ardiente dolor, hirviendo amoratado. Nunca fue quejumbroso, pero ahora
estaba tentándose a chillar.

—Oye, ¿estás bien? —Jeon aprieta con suavidad su muslo, acariciándolo


levemente. Hay un claro deje de preocupación en su voz y, cuando el
semáforo marca rojo, le mira con cierto desasosiego. Siente cosquillas
burbujear en su estómago, es esa sensación graciosa que le hace querer
sonreír—. ¿Duele?

—Mmh —Asiente, no molestándose en responder un monosílabo, demasiado


nervioso como para formular una palabra sin titubear. Así que, mira a través
de la ventana las calles del centro de Seúl, luces y decoraciones navideñas,
mucha gente transitando con abrigos y guantes.

Le hubiese gustado tener una cita alguna vez. Con Bogum habían salido, pero
no lo suficiente como para tener una cita romántica, sin miedos de por medio.
Porque, con Bogum, siempre hubo un miedo persistente al «qué pasaría si
nos descubren» y nunca se sintió completamente bien porque siempre estaban
preocupados de ser lo suficientemente cuidadosos y discretos. Tan ingenuos.
Totalmente diferente a como es con Jeon; muy férvido y apasionado.

Aunque, al principio, su maestro fuese borde, sarcástico y siempre tratase de


recalcarle —de alguna forma u otra— lo inútil y estúpido que era, ahora era
obvio que algo había cambiado drásticamente entre ambos. «Pastelito» seguía
resonando una y otra vez en su cabeza, enviándole escalofríos con un
sentimiento intenso y nuevo que no se comparaba a nada de lo que hubiese
sentido antes. ¿Qué es? No lo sabe con claridad, pero teme a que se convierta
en algo más que atracción. Porque el amor quema y lastima desde lo más
profundo cuando algo se rompe. Pero, eso no es en lo que quiere pensar.

Sólo quiere divertirse y disfrutar, lo demás se lo dejaría fluir al tiempo.

Le gusta la adrenalina de la situación, un romance fugitivo o prohibido como


en las películas que había visto en su adolescencia, o en las novelas rosa que
todavía se atrevía a leer cada verano en su tiempo libre por medio de un link
inglés. Y, no es que quisiera admitir que no le molestaría la idea de salir con
su maestro de forma romántica, pero —si se iba a entregar a él— debía
recibir algo a cambio y no sólo sexo. Sería interesante probar mediatamente
con un poco de coquetería. Tal vez lo intentaría.

No obstante, había cosas en las cuales no pensó antes de firmar el contrato.


Porque, ahora, un montón de dudas surgían, empezando a anudar en sus
entrañas.

Se tendría que mudar, pero, ¿qué les diría a sus padres y a su hermano?

¿Cómo se supone que les explicaría el contrato que había firmado? En


definitiva, no podría hacerlo. Y odiaba mentir, pero, tendría que encontrar
una excusa rápidamente. Inventar una historia creíble era difícil, mas era la
única opción que no le metería en problemas. Por lo que, tenía que encontrar
alguna manera de dar una explicación de su imprevista mudanza.

Muy imprevista mudanza. Pensó en los tres días que tenía para resolver todo
el asunto y el estrés amenazó con incrementar si seguía divagando.

Realmente necesitaba una siesta. Despejarse y reflexionarlo calmadamente,


eso es.

—Entonces, ¿no me dirás lo que ocurre?

Taehyung gira sobre su eje ligeramente, observando al hombre que conduce a


su lado. Ve sus facciones endureciéndose mientras se concentra en adentrarse
a su calle, las manos grandes y fuertes —que le sostuvieron— giran el
volante con una costumbre muy viril, e, inconscientemente, desea besar sus
nudillos y deshacerse en su regazo como suele hacerlo cuando es besado. Se
avergüenza de estar fantaseando con aquello incluso después de haber estado
juntos haciéndolo, pero era de esperarse ante la sensibilidad post sexo.

Había notado que era del tipo muy mimón, ya que, tras la ducha que ambos
habían tomado, se había dejado hacer entre besos húmedos y caricias que le
hicieron suspirar más de una vez. De hecho, había estado casi todo el día
acurrucado a Jeon, abrazándose a él cual koala y acicalándose en su pecho
cual gatito en busca de lagotería. Se había sentido muy, demasiado bien.

—Si me miras así, es difícil para mí no sacar conclusiones.

El auto se estacionó fuera de su edificio.

—Disculpa, ¿a qué te refieres? —Sus dígitos dibujaron en la piel del dorso


ajeno, no sabiendo si era normal quererlo encima de él otra vez—. ¿Así
cómo?

Hubo silencio antes de que Jeon dijera: —Me miras como si quisieras que te
lo haga de nuevo.

No evitó no reír, avergonzado por lo directo que fue el comentario. Tenía un


punto ahí: lo quería.

—Creo que también me gustas... —susurró. No era una confesión, pero sí


necesitaba hacérselo saber después de lo que pasó. Ellos habían tenido
relaciones coitales, lo cual ya evidenciaba la atracción mutua, y sería bastante
estulto negarlo.

Jeon le dio una mira incrédula, luego riéndose de él.

— ¿Hablas en serio?

— ¡Es verdad! —alegó, enrojeciendo por vez que se desabrochaba el


cinturón de seguridad.

—Lo sé, lo noté incluso antes que tú.

—No seas arrogante... —frunció el ceño, haciendo un infantil mohín.

Jeon lo miró fijamente para luego besar castamente la muequita divertida en


su boca. Porque Taehyung era una cosita adorable y él a veces quería
comérselo a besos y tocarlo mucho.

—Ouhnm... —inspiró.

—Sé que te gustó, pastelito.

Debía admitir que sí se sintió expuesto cuando escuchó aquello. No esperaba


haber sido muy evidente, pero sabía que comenzaba a costarle reprimirse
cuando tenía a Jeon cerca; su corazón empezaba a latir desbocado como si
supiera de quién se tratara, aun a metros de distancia. De tal forma que, sus
mejillas se ruborizaban casi con violencia. Y, esperaba que esta relación que
habría entre los dos tomase un buen camino, puesto que sólo era un contrato
que no duraría más de siete meses, y él se encariñaba demasiado rápido

— ¿Yo todavía te gustó? —preguntó, un poco dudoso.

Jeon acaricia su nuca en un roce cálido y cercano. — ¿Qué crees tú?

—Cuando estábamos haciéndolo, ¿te gustó? —apenas fue un murmuro


audible, pero quería saberlo para poder hacerlo mejor y sentir el placer
recíproco—. ¿Lo hice bien?

Jeon le sonríe, besando su mentón y luego mordiéndole el labio, pidiéndole


permiso implícito para entrar a su cavidad bucal. Cierra sus ojos, suspirando
una dulce sonrisa cuando Jeon desliza su lengua por entre sus labios,
ahondando en un beso que le hizo sentir una corriente eléctrica naciente en
sus entrañas, recorriéndole hasta la base del cuello. Lamió el paladar de Jeon,
jugando con el interior de sus belfos, succionándolos y ansiando desplazarse
a su regazo.

—Tae... Taehyung, basta... —un hilo de saliva se resbaló por su barbilla,


emitiendo un chasquido en un último morreo—. Óyeme, pastelito... Hoy
estuviste increíble y me encantaría seguir consintiéndote, pero debo ir al
trabajo...

—Oh... Lo siento, perdóname...


— ¿Por qué? No me pidas perdón... Es sólo que, tengo que empezar una clase
en quince minutos y voy retrasado.

—Está bien —asintió, acomodándose en su chaqueta afelpada y colgándose


la mochila en los hombros—, estoy distrayéndolo.

—Una última palabra antes de que te vayas.

— ¿Sí? —Taehyung apretó la manilla.

—Llámame por mi nombre. "Señor Jeon" es demasiado anticuado y formal.

Quiso reír, recordándose a sí mismo que ahora su relación distaba de ser


laboral y/o académica.

—Bien, ten un buen día, Jungkook.

—El mejor de todos, Taehyung.

Compartieron una sonrisa cómplice y entonces Taehyung bajó del auto,


cerrando la puerta tras él e intentando caminar lo más normal posible. Joder.
Caminar se volvería un tema, pero era capaz de soportarlo.

[...]

Su celular había estado vibrando, pero no alcanzó a responder al llamado


porque estaba demasiado ido como para reaccionar. Sólo se sentía muy cálido
de pies a cabeza y estaba muy cómodo. Sin embargo, el más mínimo
movimiento le recordó que su pobre culito se había tenido que engullir una
polla de —al menos— veintidós centímetros; y le dolió con ardor inclusive
en su vientre bajo debido a la anterior intromisión temprana.

Respiró tres veces y se sentó, apretando sus labios para no chillar.

La pantalla de su móvil mostraba varias notificaciones. Había llamadas


perdidas de Seok Jin, mensajes en el grupo que tenía con sus amigos y
algunos mensajes de Jeon.

Jungkook, se recordó a sí mismo, sonriendo.


Marcó a Seok Jin con un poco de amargura. Ellos habían discutido y no
habían hablado desde entonces y eso no le gustaba, aunque creía que debía
escuchar una disculpa.

— ¿Tae? ¿Taehyung-ssi? ¿Cómo estás?

Suspiró.

—Estaba durmiendo, lamento no haber atendida a tu llamada. Estaba un poco


cansado y necesitaba una siesta... ¿Cómo estás tú? ¿Cómo va el internado?

—Agotador —Una risa sin gracia a través de la línea—, muy agotador. Pero
gracias a Dios sí le agrado a mi jefe y me concederá la noche de navidad.
Podríamos cenar juntos... He querido hablar contigo, pero nunca estás
disponible, ¿eh?

—Sí. Tuve mis últimos exámenes y hubo problemas, estuve ocupado —dijo.

— ¿Mamá te ha llamado? Estoy preocupado, no he recibido sus mensajes ni


absolutamente ninguna noticia de ellos.

—No me ha llamado a mí tampoco, pensé que estaría ocupada con los chicos
y por eso lo dejé pasar, pero... La llamaré. —una oleada de preocupación
invadió sus sentidos, tenía un mal presentimiento.

—Bien, yo intentaré contactarme con papá o Jun, ese mocoso siempre me


deja en visto... ¿Qué muchacho de dieciséis años deja a su hyung en visto?
Una falta de respeto...

—Jinnie, déjalo. Es un adolescente, no creo que quiera seguir la conversación


con un adulto que sólo sabe sobre la medicina y los cuidados higiénicos que
debemos tomar para no contagiarnos con algo.

—Oye...

—Lo siento. Llamaré a mamá, estamos hablando, Jinnie hyung.

Colgó, buscando de inmediato el nombre de su madre entre sus contactos,


marcando más de cinco veces hasta que finalmente ella respondió.
— ¿Hola?

— ¡Maaa! ¿Por qué no contestabas? ¿Por qué no has llamado? ¿Estás bien?
¿Qué tal las cosas en casa? Dime, ¿estás bien?

Su madre rió a través de la línea, risas de niños pequeños se escuchaban


lejanas. —Mi TaeTae, mi dulce osito... Estoy bien, un poco resfriada con este
clima tan gélido; mis huesos duelen de tanto madrugar para ir a cosechar.
Pero, no es nada alarmante. Estamos bien, mi cielo.

—Ay no... ¿Estás enfermita, mami? Debes cuidarte. Los chicos también
pueden madrugar, son chicos grandes —alega, enojándose un poco—. ¿Qué
edad tienen?, ¿diecisiete y dieciséis? Seokmin y Jun pueden hacerlo
perfectamente, pueden madrugar y ayudar con las cosechas. Además están de
vacaciones, no tienen excusa, ma...

—Taehyung-ssi, ellos cuidan a tus hermanas mientras yo y tu padre nos


hacemos cargo de lo demás. Tenemos que trabajar mucho para poder
brindarles lo que merecen.

Punzada de dolor en sus costillas, quería llorar. Su madre se oía tan agotada
que le rompía el corazón. Él quería ayudarla, y lo haría.

—Está bien, mami. Pero, prométeme que tendrás mucho cuidados y no te


enfermaras, ¿sí?

— ¿Cómo podría prometerte eso, cielo? —rió—. Haré lo posible por seguir
saludable.

—Eso es...Y y-ya no será necesario que ustedes trabajen tanto...

— ¿Qué dices, TaeTae? Es nuestra obligación, somos padres y debemos


hacernos cargo de ustedes.

—Sólo digo que... —relame sus labios, nervioso de dejar salir lo que está a
punto de decir—, estoy ganando m-más y ya no necesito que me envíen
dinero. A-además, Seok Jinnie ya trabaja, ya somos independientes.

— ¡Felicitaciones! Si te están pagando más es porque estás haciendo bien tu


trabajo. Dios... Estoy tan orgullosa de ti mi TaeTae.

—Sí, hago muuuy bien mi trabajo...

— ¡Mami, mami! Yeri le arrancó la cabeza a mi muñeca...

— ¡Yeri, por qué hiciste eso! Vamos, pídele perdón a tu hermana. Ahora.
Kim Yeri. Ven acá ahora mismo.

— ¿Mamá?

—Lo siento, mi cielo. Te llamaré luego, tus hermanas me están sacando


canas rojas...

Rió ligeramente. —Bien. Mantente saludable, ma.

— ¡JooHyun, no le cortes el pelo a tu hermana! ¡No te atrevas! ¡JooHyun!

Taehyung colgó, preguntándose si su madre estaría bien al seguir trabajando


luego de haber criado a seis niños.

Seok Jin y él eran una carga menos para sus padres al ambos ser adultos.
Pero, tenía cuatro hermanos más que estaban apenas empezando.

Era difícil.

Sin embargo, después de todo, al vivir con Jeon, podría depositar gran parte
de su sueldo a su cuenta de ahorros e ir ahorrando sin requerir ayuda de sus
padres. No se sentía cómodo con ello, pero no quería que su madre se
enfermara trabajando. Así que, intentaría ayudarla de la única forma que
podía.

Pero la pregunta seguía rondando en su mente.

¿Qué le diría a su hermano? No podía no decirle. Seok Jin tenía la costumbre


de visitarlo de improvisto, y no quería pasar un mal rato. Pero, tampoco podía
decirle que se mudaría con su maestro. Aunque, podría decirle la verdad
incompleta...
La verdad incompleta es mi opción.

Se viene la convivencia del kooktae uwu

Se viene lo weno...

:(
22

Seok Jin inhaló el vapor, deleitándose con el fuerte aroma de la cafeína,


revolviendo dentro de la taza para suavizar el amargo sabor del líquido y
disolver el poco de azúcar que se aglomeraba en la parte baja de la cerámica.

—No entiendo a las personas que prefieren beber el café cargado —Dice con
un falso bufido. Había decidido encontrarse con su hermano para almorzar y
hablar un poco. Pero, se sorprendió al volver a verlo.

—Hay personas a las cual no les sienta lo dulce, hyung.

—Eso lo sé.

Frunció el ceño, mirándolo con atención.

Con brillantes ojos marrones, mofletes ruborizados y una expresión apacible,


sonriéndole a dos pequeños niños que discutían por un juguete. Taehyung
lucía sereno y radiante, notablemente mucho más tranquilo que hace un par
de meses atrás. Honestamente, había pensado que, aun habría cierta brecha
entre ambos después de la discusión que habían tenido.

Sin embargo, no había rastro de tensión u incomodidad, lo cual era una muy
buena señal.

—Tu cabello está creciendo, ¿cuándo fue la última vez que lo recortaste? —
Preguntó, doblando una de las servilletas bajo el plato. Todavía esperaban por
la comida.

—Creo que fue antes de llegar a Seúl... —Responde, volteándose hacia él con
una genuina risita mientras los niños corren hacia la mesa de sus padres.
Reconoce de inmediato la gran emoción que le envuelve tras ver a los
infantes, pues Taehyung siempre había sido muy bueno con los niños.
Respira profundamente.

No sabe qué más decir y eso le atonta en demasía. Piensa en cómo poder
comenzar, mas no encuentra las palabras adecuadas. No es tan fácil.

—Oye, Taehyung-ssi... Sobre lo que dije ese día... —empieza, tomándose


unos segundos antes de decir—: Sé que cometí un error contigo y sé que
debo enmendarlo. No hubo excusa para comportarme de esa forma contigo,
lo lamento. Fui grosero y herí tus sentimientos con algo que es importante
para ti.

Taehyung asiente cabizbajo, una mueca en sus labios torcidos.

—Sí, lo hiciste, hyung; heriste mis sentimientos con un tema que es muy
sensible para mí. No pensé que harías eso y me molesté mucho contigo, es
por eso que había decidido no responder tus mensajes o atender a tus
llamadas. Lo lamento también...

Su pecho se apretó al oírlo.

— ¿Por qué lo lamentas?

—Podría haber pasado algo. Podría haber sido importante. Además, ya


admitiste tu error y...

—Estuvo fuera de lugar lo que dije.

—Sí.

—Lo sé...

No obstante, como de costumbre, su hermano le devolvió una sonrisita suave


y ladeó su cabeza, tomando su mano por encima de la mesa, haciendo que en
su estómago ardiera la bilis; el ardor subiéndole por la garganta cuando sintió
la caricia. Él fue hiriente y frío, y, de cierta forma, se desquitó con la persona
más inofensiva del asunto, y a pesar de eso, no había un rencor de por medio.

—Acepto tus disculpas, hyung —murmuró—. Pero, para la próxima, deberías


ser más cuidadoso con tus palabras. Fuiste bastante ofensivo... No es bueno
que te guardes dentro todo eso. Tú sabes que si necesitabas hablar con
alguien, puedes hacerlo conmigo, Jinnie. Puedes hablar conmigo.

—Sé que puedo hablar contigo, Tae. Pero, es difícil... —admitió, tratando de
enmascarar su tristeza porque sabía que no podría hacerlo sin desenmascarar
su hipocresía.

— ¿Qué es tan difícil? Eres en quien más confío, hyung.

La confianza es algo tan frágil, pensó, agradeciendo que la mesera


interrumpiera en la conversación para traerles a cada uno su plato. Eso le dio
tiempo para recomponerse y no echar por la borda lo que dependía del resto
de su día.

—Cuéntame sobre cómo pasaste el smestre. Este es tu penúltimo año, ¿no


estás nervioso?

—La verdad es que sí. Este otro año debo exponer mi tesis y eso me pone
ansioso de tan sólo pensarlo... —castañea sus dientes debido al frío,
tamborileando en la mesa—. Sabes que soy demasiado susceptible con
respecto a mis emociones, y sabes que tampoco sé focalizar correctamente la
manera en la que me siento cuando estoy bajo presión en períodos de estrés
muy sofocantes.

—Lo sé. Aunque, no deberías preocuparte mucho sobre ello. Mientras más
relajado estés, la confianza que tendrás mejorara y todo saldrá perfecto.
Tengo fe en ti.

—Gracias, hyung. Y, sobre eso... ¿Podrías recetarme algunos calmantes?


Digo, no drogas. Pero, necesito algo que estabilice mis niveles de ansiedad
cuando estoy en los finales...

—Lo pensaré... ¿Por qué necesitas calmantes? Sabes que las pastillas
analgésicas no son para todo tipo de personas, Taehyungie. Tendrías que
hacerte un chequeo médico o visitarme en la consulta de urgencias.

— ¿Urgencia? ¿Por qué estás en urgencias si tú eres cardiólogo?


—Me pregunto lo mismo, Taehyung... Mi jefe es todo un caso.... Y, de todas
formas, no respondiste a mi pregunta. ¿Por qué necesitas esos calmantes? No
puedo darte algo sólo por dártelo. Eso sería poco profesional de mi parte.

— ¡Eres tan profesional, hyung! —dijo con sarcasmo para luego echarse a
reír ruidosamente, llamando la atención de algunas personas que estaban a su
alrededor. No entendió el punto de qué era lo gracioso—. Uf... Hum... Tuve
algunos problemas con una de mis presentaciones orales y eso causó que
reprobara esa materia.

—Oh...

No pudo evitar no sentirse un poco más culpable, teniendo en cuenta que


también fue uno de los factores que se sumó al vaso de estrés de su hermano.
Estaba realmente muy arrepentido de haber sido idiota e insinuar un tema que
era demasiado sensible para Taehyung. Pero a la vez se sintió muy cobarde
también. Porque él era quien no enfrentaba la situación, su situación, y ya no
encontraba más formas de seguir evadiendo lo que, prontamente, se volvería
una innegable coacción.

Suspiró. —Ya te lo dije. Es una buena idea que afiches una consulta médica.

—Está bien... Ahora, ¡comamos bien! Estoy hambriento...

Vio a Taehyung levantar sus palillos con emoción mientras soplaba los fideos
calientes. Le causó un poco de gracia cuando empezó a sorber rápidamente.
Para él, aunque le costase admitirlo, Taehyung seguía siendo su hermanito.

—No deberías pensártelo tanto, Tae. Es sólo una materia. No quiero que te
enfermes por pensar y sentir tanto.

—Es inevitable, hyung. Me preocupo por mantener mi promedio en un buen


rango.

¿En que momento todo se había vuelto tan complicado? No lo sabía, pero
pronto se había encontrado a sí mismo viendo cómo todo se complicaba
ponzoñosamente en su entorno.
—Hay cosas que no se pueden evitar y hay cosas que sí. Pero, te dije que no
era necesario que siguieras batallando por esa beca... Puedes venirte a vivir
conmigo y podemos compartir algunos gastos hasta que te gradúes y
encuentres un trabajo estable. No es un gran problema...

—De hecho... —Taehyung interrumpió, dejando de lado los palillos y


relamiendo sus labios. Algo se desvaneció y se volvió neutral y muy serio. Le
hizo sentirse extraño—. Tengo algo sobre lo que hablarte...

—Oh... ¿Qué es? —bebió un sorbo de su café. No se le ocurría de qué podría


tratarse, pero se sintió repentinamente curioso.

—Mi jefe aumentó mi salario y... mi lugar estaba siendo demasiado pequeño.

— ¿Entonces?

—Voy a mudarme, hyung.

— ¿Mudarte? ¿A dónde?

—Es eso sobre lo que quería hablar. Yo... Me mudaré con mi pareja.

Pareja...

Pareja...

¡Pareja!

— ¿Tu pareja? ¡Tu pareja! ¿Tienes pareja?

— ¡Shh! Calla... Calla. Déjame explicarte...

Decir que Seok Jin estaba confundido y sorprendido se quedaba corto.

En ningún momento, desde que Taehyung llegó a Seúl, le había mencionado


sobre alguien. Sólo supo que trabajaba y que no tenía muchos amigos, por no
decir ninguno. Pero, ahora oía sobre una pareja y eso le descolocaba por
completo.
—Por favor, hazlo. Explícame.

Desde que tenía memoria, siempre odió las mentiras y ahora al saberse
mintiendo, sentía una combinación agria. Su sien palpitaba debido al dolor de
cabeza, su estado anímico empeorando con irritabilidad mientras se dirigía
hacia el salón de clases.

No quería estar malhumorado pero era realmente inevitable no estarlo. Le


había contado a su hermano sobre Jeon. Porque hubiese tenido que hacerlo de
todas formas en algún instante. Le contó que era unos años mayor que él y
que era un buen hombre. No se atrevió a hablar sobre cómo se conocieron, ni
sobre sus inexistentes citas, mucho menos se atrevió a decirle dónde viviría,
omitiendo por completo la parte donde decía que Jeon Jungkook era su
maestro.

Aunque, técnicamente, no había mentido, no descaradamente. Sólo había


ocultado parte de la verdad para evitar un problema mayor, teniendo en
cuenta la posición en la que se encontraba con Jeon. No era conveniente, no
quería meterlo en problemas tampoco.

Tengo un aviso importante que darles.

Últimamente he estado teniendo muchos problemas con wattpad. Hace


tan sólo unos minutos no me aparecía ninguna de mis historias y yo con
el corazón en la mano a punto de llorar porque da rabia y pena que te
borren todo tu trabajo y todo el empeño que pones al escribir. Y no es la
primera vez que esto pasa; me han despublicado historias. Hace unos
meses atrás me llegó un mensaje de Wattpad donde se me advertía que el
contenido de una de mis historias no era apto para estar en la plataforma
y que por lo tanto, si yo no lo borraba, ellos eliminarían mi cuenta:)

Tengo mucha rabia y sentimientos encontrados con esto.

Hace poco (como algunxs ya saben) estuve pasando por un muy mal
momento emocional y para mí una buena forma de canalizar todo lo que
siento es escribiendo.

En fin... *sigh*

Nos estamos leyendo, I guess.


23

La pila de papeles seguía ordenada sobre su mesón junto a dos carpetas y un


pasaporte. Él no era quien volvería a Londres, al menos no aún. Pero, para
hacer las paces con su familia, debía empezar a hacerse cargo de la editorial
heredada y, no es que eso fuese una molestia, pues su hermano sería quien se
encargaría de trasladar la editorial hacia Seúl e Incheon.

Sabía que equilibrar su tiempo se volvería todo un tema; su trabajo como


profesor se vería bastante comprometido en cuanto a horas. Aunque, el dinero
nunca había sido un gran asunto para los Jeon, ya que siempre habían tenido
un legado de poder e influencias. El punto estaba en que le gustaba lo que
hacía siendo un maestro, no se sentía como un hombre de negocios o como el
dueño de una gran editorial —cosa que sí era—. Y, tal vez, eso fue lo que
siempre le molestó a su padre: que no fuese lo que él deseaba que fuera. Un
viejo cínico y ególatra jamás pudo haberle dicho qué hacer y quién ser sólo
para satisfacer su anhelo de avaricias.

Sin embargo, nunca fue la oveja negra tampoco. En algún momento había
sido el favorito, candidato a ser el sucesor definitivo de todo el imperio Jeon;
calculador y sagaz, inspirando una dura aura de vigor y dominio. No
obstante, siempre odió someterse, y en un intento desesperado por seguir
luchando contra la autoridad de su padre, quiso controlarlo todo también, lo
cual prontamente se volvió una amarga e insensible rivalidad entre ellos. Su
padre había querido acabar con él de todas las formas posibles, sólo para
convertirlo en el continuador perfecto que todos querían que fuese. Pero, él
no lo había podido soportar y, a pesar de ello, no dio su brazo a torcer. Sin
importar las amenazas que recibió por su decisión, determinó vivir por su
propia cuenta, vivir su propia vida, importándole muy poco si era repudiado
por eso o si era el hazme reír por su "ingenuidad".

Había logrado sobrevivir bajo sus propias reglas por más de ocho años, y
podía seguir haciéndolo perfectamente de no ser por la insistencia de su
hermano mayor.

Después de todo, Mingyu había sido el único que le había tendido la mano
cuando más lo necesitó y, de cierta forma, se lo debía; por lealtad y por
respeto.

Si alguien le hubiese advertido que tendría que hacer esto, lo que tantas veces
se prometió no haría, para devolver el favor, se hubiese reído a carcajadas. Y,
ahora estaba haciéndose cargo de la editorial más exitosa del Reino Unido y
mudándola hasta Corea para manejarla desde cerca.

Una odiosa contradicción, pensó, sabiendo la cantidad de responsabilidades


de las cual tendría que hacerse cargo sí o sí. No era imposible de regir, pero
si era estresante de sólo pensarlo, sería mucho más difícil de manejar.

Suspiró, masajeando sus sienes.

—Me voy esta noche.

Mingyu estaba parado en el umbral de la puerta de su despacho, vistiendo un


elegante traje de dos piezas. El hombre perezoso y divertido que era hace días
había desaparecido hasta convertirse en el mismo espejismo de Jeon Gong
Yoo —su progenitor—, serio y formal, con un ápice de aspereza y audacia.
Un rencoroso reflejo que no compartían.

— ¿Quieres que te acompañe hasta el aeropuerto? —Preguntó con cierta


apatía. Porque, al fin y al cabo, ya era hora de que se fuera y que dejara de
interrumpir en su vida diaria con su característica indiscreción.

—No es necesario. Sólo vine a despedirme y compartirte algunas palabras de


aliento —Burlándose nuevamente, finge estar conmovido por lo que ocurrirá
con proximidad después de su visita.

—No seas idiota, hyung.

—Eres tan grotesco, Jungkookie... —hace una mueca, soltando una risa ácida
luego. Son tan diferentes y a la vez tan iguales, eso es en todo lo que piensa
—. Pero, incluso así, te aprecio, hermanito. Espero sepas dirigir tu nuevo
cargo y entiendas lo difícil que fue para mí hacerme cargo de tus
responsabilidades. Estoy orgulloso de que esta vez sí hayas optado por hacer
lo correcto y representarnos. Mamá... Ella estaría tan contenta de saber que su
adorado Jungkookie está siendo un hombre derecho y maduro, ¿no crees?

El sólo mencionar a su madre tocó una fibra sensible en él y le hizo irritarse.

Su madre era a quien más amó en el mundo, la única que trató de


comprenderlo, la única que no le juzgo, ni siquiera cuando supo de la peor
manera sobre su orientación sexual. Por eso, nadie podía decir el nombre de
su madre sin tocar fibras sensitivas.

—Hyung.

—Cálmate, Jungkookie... Sólo digo que siempre has sido y serás el único e
incomparable Jungkookie... Te extrañaré tanto y... —se acercó lentamente a
su oído a punto de murmurarle lo que parecía ser un secreto—, extrañaré
comer el Jajangmyeon que prepara tu asistente —susurró con fingida
sorpresa para luego echarse a reír y mirar el sillón en su despacho con
venenosa complicidad; Mingyu ya lo había descubierto—. Debo decir que al
principio estaba un poco asombrado. Digo, cuando lo noté... Pensé que sólo
era una cosa mía, pero... ¡Joder! —Estalló en carcajadas, una mofa—. Eso
fue inesperado.

Su vena se hinchó.

—No te metas en mis...

—No. Shh... Si no estás listo, Jungkook, no lo hagas. Él no lo merece. No lo


conozco, pero es bastante estúpido y no tiene porqué caer en tu errónea idea
del amor.

La ira comenzó a hervir desde lo más profundo de sus vísceras.

—No te atrevas a...

—No. No voy a interferir esta vez. Puedes quedarte tranquilo por eso,
Jungkook. Pero, eres mi hermano y te conozco mejor que nadie.

—Tú no tienes idea de lo que...

—Claro que tengo idea —interrumpe—. La última vez, doce horas de vuelo
fueron suficientes para saber que estabas a punto de acabar en un coma etílico
por ahogar tus problemas en un bar de mala muerte. No seas imbécil.

Su corazón se aceleró, la amargura volvió sus latidos erráticos debido a los


malos recuerdos haciendo eco en sus pensamientos una vez más,
remembrándole los episodios más duros de su vida. Fue un golpe bajo que lo
tomó desprevenido y Mingyu seguía mirando la mancha que comprobaba que
tenía razón: estaba cayendo de nuevo.

—Pero no te preocupes, Jungkookie, que para eso está la familia. Yo voy a


volver y esta vez quizá sea para quedarme. Mis raíces nacen aquí también y
podríamos trabajar juntos, ¿no lo crees?

El aire presionaba en su caja torácica, los pulmones inflándose dolorosamente


lento y la ira acumulándose en sus puños apretados, las lágrimas ardiendo en
sus ojos. Mingyu estaba sacando lo peor de él; sus heridas erosionándose,
abiertas aun.

Un abrazo lejano a la cercanía lo atrapó y escuchó el último murmuró


temporal: —Volveré, Jungkookie.

Y dicho aquello, una vez más, su hermano se estaba yendo, desprendiendo el


aura fantasmal de su padre que, desde algún plano existencial, lo seguía
mirando, enfrentándose a él con firme pugna.

Minutos después, la puerta se cerró fuertemente, dejándolo solo en su casa y


con un gran vacío que sintió urgente necesidad de llenar con rapidez.

Con manos temblorosas, tomó su celular, desobedeciendo a todo lo que había


oído, haciendo oídos sordos porque odiaba la manía que tenía Gong Yoo por
seguir torturándolo incluso estando muerto. Y, como siempre, una vez más, le
demostraría que su palabra no valía nada porque era el dueño de su vida y él
ya no podía hacer nada al respecto.
— ¿Jungkook? —Risas y voces lejanas se escuchan a través de la línea,
demasiado ruido para su gusto.

— ¿Dónde estás? Yo iré por ti.

—Estoy en la universidad, espera un minuto —Al parecer Taehyung se está


yendo a un lugar más silencioso para hablarle y esperar le pone inquieto—.
Ahora sí. Estaba en medio del bullicio del festival navideño.

—Pensé que no irías, ¿por qué fuiste?

—Uno de mis amigos presentó arte y me pidió acompañarle... ¿Por qué?

—Quiero ir por ti, ¿puedo ir a buscarte?

Hay silencio durante algunos segundos y eso le pone tenso en demasía. Sólo
quiere olvidar el mal rato y saciarlo con algo que le despeje la mente y quién
mejor para eso que su niño; la mera ilusión de acariciarlo y tenerlo entre sus
brazos, tocarlo en todas partes y besarlo, le hace desesperarse un poco.

—Vamos, en serio quiero ir a buscarte.

—Tranquilo. Yo iré, no quiero que nos vean juntos. Eso sería descuidado.

—Sí, lo que sea. Apresúrate.

Taehyung colgó la llamada y lo dejó estancado en sus pies, no sabiendo qué


hacer. No era un secreto su impulsividad ni su absorbente forma de controlar
a sus parejas, había mucho más que Taehyung no sabía sobre él y que le daba
un poco de nervio que descubriera de la peor forma. Mingyu lo había
insinuado, después de todo. Pero, quería intentarlo esta vez y nadie podría
interferir en ello. La atracción que siente es peligrosamente intensa y eso
también le asusta.

Para calmar a su impaciente mente, decide ordenar el desorden a su


alrededor. Los libros del estante según la letra del abecedario
correspondiente, limpiando algunos restos de polvo que se debe haber
escabullido debido a la leña de la estufa. Odia el desorden. Así que, se dirige
a la segunda planta y organiza la habitación que Mingyu abandonó y la que
Taehyung ocuparía desde hoy en adelante. Y pone sábanas limpias, fundas
nuevas y abre la ventana para que entre un poco de aire fresco, ventilando el
cuarto.

Cuando el timbre suena, prácticamente, corre escaleras abajo y abre la puerta,


tirando a Taehyung hacia adentro y besándolo de inmediato.

—Hey... Hey... —Taehyung se separa un poco, riendo notablemente


confundido. Pero, él no puede alejarse y en cambio, lame una y otra vez sus
labios, succionando el belfo inferior con capricho—. Jungkook, espera...

Jungkook se detiene un poco menos irritado, pero deseoso de seguir y


llevarlo hasta su cuarto. — ¿Qué es ahora?

—Me quitaré la chaqueta.

Observa a Taehyung liberarse de la mochila que colgaba de sus hombros para


luego deslizarse fuera de esas grandes chaquetas que suele usar.

Jungkook no soporta mucho más y lo toma entre sus brazos, besándole el


cuello con su lengua resbalosa, chupando en sus clavículas y hombro
descubierto. Su piel es tan suave y le sabe tan deliciosa.

—Hueles tan bien... —dice, sus manos sosteniéndolo con fuerza de la cintura,
apretándolo con la intención de disminuir mucho más la cercanía; si es que
eso es posible—. Vamos, quiero hacértelo...

—Me duele todavía, creo que deberíamos esperar un... poco.

—Déjame tocarte, por favor...

—Sólo eso; tócame. Lo quiero también —la respiración se vuelve pesada


mientras su cabello es un revoltijo entre los dedos de Taehyung.

Entonces lo dirige hasta la segunda planta, ignorando la curiosidad ajena y


sólo enfocándose en llegar a su cama y empujarlo a ésta. Y, por otro lado, las
piernas de Taehyung tiemblan inestables debido a la anticipada excitación...


Bien, habrá segunda parte de esto XD

Como dije en el capítulo anterior estoy teniendo MUCHOS problemas


con wattpad, así que por favor visiten mi perfil y sigan alguna de mis
cuentas para que sigan el hilo de mis historias en caso de que algo
ocurra. Les he tomado mucho cariño y me gusta leer sus opiniones y
críticas (constructivas), no me gustaría perder a mis maravillosxs
lectorxs :(

Y eso no es todo, hay un punto que quiero tocar y aclarar ahora antes de
que todo esto se prenda en fuego y arda hasta en las llamas del infiero (?
Ok.

Mis ositxs preciosxs, yo he avisado anteriormente el contenido de este


fanfic y ustedes saben que la mayoría de mis historias tienen un
trasfondo psicológico un tanto fuerte. Sé que mis lectores son lo
suficientemente maduros como para saber qué está bien y que no.
Porque obviamente no siempre todo lo que escribo está bien o es
moralmente correcto. Hay cosas que NO están bien y que NO podemos
normalizar o romantizar. Heal me (Curarme o sanarme) la hice con el
propósito de críticar las relaciones tóxicas normalizadas. Además, todxs
aquí sabemos que hay que buscar ayuda profesional cuando hay
problemas mentales y traumas o trofias emocionales.

La actitud de cada uno de mis personajes tiene un propósito al igual que


las situaciones que surgen entre ellos en el cabo que transcurse su propia
historia y el hilo que les une, ¿entendido? No es que yo lo haga porque
"uh soy mala y quiero ver el mundo arder y quiero perturbarles la
mente y manipularles tratando de normalizar la violencia y el abuso".
No. No es así. Yo quiero que noten y se den cuenta que eso NO está bien
y que buscando ayuda profesional siempre se resolverán las cosas.
Sanarse es posible, mis amores.

Les aviso esto para que tengan en consideración que esto se pone más
serio más adelante y que lo lean con responsabilidad y madurez.

Yo sé que hay a quienes les gusta lo que escribo y hay a quienes no, y
todo es válido siempre y cuando sea con respeto hacia a mí y hacia mi
obra.

En fin, les quiero mucho y estoy preparando un nuevo fanfic con una
temática un poco diferente que sé que les gustará (uwudemoniosuwu). Y
no diré na más pq sino sería spoiler de lo que se viene... También visiten
Drug Dealer que es la que seguirá después de Heal Me.

Y...

¿Cuántos capítulos creen que tenga Heal Me?


24

Taehyung estaba desparramado en la cama. Con sus ojos cerrados y


mordiéndose el labio, tratando de reprimir los suspiros llenos de placer que le
hacían contorsionarse mientras apretaba la sábana en puños. No habían
palabras que pudiesen describir lo bien que se sentía, lo mucho que estaba
disfrutando del hombre al cual tenía encima, besándolo como si su aliento
dependiese de ello.

Viento nevoso golpeó la ventana.

Deslizándose hacia arriba entre sus piernas, su profesor se tomó el


atrevimiento de mirarlo por vez que seguía haciendo fricción, embistiéndolo
en falso. Las sensaciones volviéndose abrumadoras para la tortuosa
excitación que les envolvía abrasadoramente. Pensó que el calor del fuego
jamás podría comparase al calor que sentía desde muy adentro de su ser,
quemando a través de su piel.

Nunca se sintió tan agobiado, tan necesitado de saciar lo que urgía ser
saciado.

Suspiró al sentir el tacto cálido de las manos ajenas, caricias parsimonias


apresando sus muslos y prontamente su vientre bajo temblaba. Estaba muy
excitado, retorciéndose sin pudor bajo la atenta observación de Jungkook. Y,
no podía negar estar un poco avergonzado, nunca antes se había dejado llevar
de esta forma que hacía su respiración volverse jadeos, la visión nublándose
debido a la estimulación.

— ¿Te gusta, pastelito? ¿Te gusta así? —Un susurro en su oído, enviando
ondas eléctricas que le recorren desde la parte posterior del cuello hasta su
espalda baja—. Dímelo, cuéntame cuánto te gusta lo que te hago... Vamos,
pastelito...
—Me gusta, ah, m-mucho... Mucho... Huh... —Le cuesta formular las
palabras cuando todo su cuerpo tiembla con algo parecido a la emoción,
queriendo saber qué es lo que hará luego.

Los orbes oscuros de Jungkook tienen un ápice de diversión y picardía, una


sonrisa con sorna sobre la suya propia y entonces los besos húmedos
comienzan descender por su mentón, siguiendo un camino por su torso hasta
su ombligo. Y, se siente ser una gelatina cuando recibe algunas mordidas
juguetonas en los huesos que sobresalen de sus caderas, exhalando el aire con
anticipación, las mejillas enrojeciendo.

—Me gustas tanto, pastelito... —Lo escucha decir antes de que sus
pantalones desaparezcan y caigan en algún lugar de la habitación.

Jungkook besa su pancita, rastrillando con sus dientes suavemente, dejando


marcas muy leves, pero dejándolas. La vergüenza queda atrás porque luego
podrá cuestionarse con profundidad por qué a Jungkook le gustaba tanto
marcarlo de esas formas.

—Voy a probarte ahora, ¿sí? —dijo—. Papi te probara ahora, pastelito.

Debido a la espesa tensión sexual del ambiente, la cual le seguía nublando los
sentidos, no logró escuchar del todo el pronombre que Jungkook se había
asignado. Pero, definitivamente, su piel se erizó cuando su erección fue
sorpresivamente engullida por su boca y sólo pudo disponerse a gemir
palabras ininteligibles.

Pero eso duró demasiado poco.

— ¿Los ratones te comieron la lengua, pastelito? No me gusta que no


respondas a mis preguntas... —hace una mueca de desagrado, irguiéndose,
apretando el bulto en su pantalón; comenzó a salivar, ansiando poder tocar y
restregarse allí—. Así que, te quiero en mi regazo ahora.

—B-bien...

Un poco irritado de no haber podido disfrutar de una muy probable mamada


que desperdició, hizo caso. Se sentó sobre el regazo de su profesor y se
abrazó a él, amoldándose entre sus brazos con comodidad, inhalando su olor
y aspirándolo con gozo. A él le gustaba también.

Jungkook había desabrochado su portañuela, entonces comenzaron a moverse


juntos. Era un vaivén exquisito, apenas los separaba la tela de sus bóxeres.
Taehyung realizaba un delicioso movimiento pélvico circular mientras
Jungkook masajeaba su esponjoso trasero, estrujando sus nalgas entre
gruñidos codiciosos.

—Te mueves tan bien, Tae —murmuró, mordiéndole el lóbulo. Sus dedos
frotaron el esfínter, haciéndole arquearse—. ¿Puedo tocarte aquí?, ¿duele?

—No, no duele... Sí... Tócame, por favor... —pidió, sus labios chupando
como un bebé hambriento en la mandíbula de su profesor.

Jungkook no desaprovechó la oportunidad tampoco. Llevó sus dedos a su


boca, humedeciéndolos con saliva mientras su bonito niño cerraba sus brazos
alrededor de su cuello, abrazándolo como un koalita por vez que su mano se
escabullía dentro de su ropa interior. No evitó sonreír, sabiendo que
Taehyung tenía una leve fijación oral y que además le gustaba en demasía
tocarle.

—Ay... —Taehyung soltó un quejido que no logró reprimir. Un dedo tibio y


húmedo se introdujo dentro de su orificio anal—. Ouhnm...

—No seas tan quejumbroso, pastelito —Jungkook movió su dedo,


inmediatamente añadiendo otro. Su brazo rodeó su cintura y apretó, jalándolo
hacia su pecho para recostarlo sobre su torso y adentrar sus dedos más
profundamente.

—Lo haces tan bien... —murmuró, sus uñas enterrándose en los hombros de
su profesor.

Jungkook silbó, torciendo sus dedos y sintiendo la caliente estrechez


succionarle. Y, completamente amaba los suaves jadeos que Taehyung le
soltaba justo en el oído, gimiéndole como un gatito, tensando los pies. Había
fantaseado tantas veces con esto que aún le parecía algo maravillosamente
vívido estar haciéndolo. Él jodidamente estaba disfrutando esto.
— ¿Quieres follarme?

—Mucho —respondió, metiendo un tercer dedo, todo sintiéndose mucho más


apretado. Curvó su dedo medio en el interior de su bonito niño y tocó un
bulto dentro—. Uuh, ¿ahí?

—Sí, e-es ahí... Oh, sí...

—Lo sé, pastelito —sonrió, amando el tener a Taehyung sentado sobre sus
dedos, complaciéndose y deseoso de más—. Ahora muévelo hacia adelante y
hacia atrás, quiero sentirte...

Encogiéndose un poco, Taehyung se inclina. —L-lo intentaré.

Más pronto de lo que ambos imaginaron, se encontraban sudando y


fregándose con frenesí en el otro. Era algo tan nuevo y tan placentero para
Taehyung que, aunque doliese un poco, podía sentirse lleno y eso le gustaba.
Se sentía al borde y su agujero palpitaba, haciéndole jadear casi sollozando.

Su primera vez había sido un tanto dolorosa debido a que sólo había tenido la
preparación necesaria, pero ahora sentía que podría perfectamente tenerlo
dentro de él de nuevo. Podía soportarlo.

Los diferentes ritmos le hacían perder la cordura hasta que Jungkook curvó
sus dedos y Taehyung sintió como si algo explotase dentro de su estómago,
apretando los músculos de sus paredes anales alrededor de los dedos ajenos y
chillando un "joder"; su agujero ardía.

— ¡Hmmn, hmmn! —jadeó muy bajito, contorneándose a través de las


réplicas del orgasmo sin dejar de hacer contacto visual con su profesor
mientras éste se masturbaba con rapidez.

—Carajo, ven y bésame, pastelito —gruñó, a punto de correrse.

Riendo torpemente, se acercó a su boca y besó su mejilla, luego lamió sus


labios, besándolo superficialmente.

Sólo comenzaba a gustarle compartir esa intimidad.


[...]

Una vez anocheció, la lluvia se había desatado con fiereza.

Aún se sentía atontado y adormilado tras haber tomado una larga siesta en la
cama de quien jamás pudo haber siquiera considerado estar.

Por primera vez alguien se estaba haciendo cargo de él, alguien estaba
teniendo el control sobre él. Por primera vez esos sentimientos encontrados y
toda la presión que tuvo que soportar en sus hombros, todo eso finalmente
había hecho tregua. Quizás sólo era instantáneamente, pero cuando Jeon
Jungkook, su profesor y ahora "dueño", le tocaba y ejercía ese poder sobre su
cuerpo y mente, le hacía sentir exhausto, liviano y satisfecho. Se sentía
tranquilo.

Él era un desastre y lo sabía. Débil, ciertamente torpe y demasiado


manipulable. Sus problemas, los recuerdos dolorosos, las peleas y su pasado,
inclusive su familia era un factor que había sido muy dañino. Cada día era
difícil sabiendo que no era aceptado, y repudiado por su propio padre. Vivía
con el constante miedo de ser rechazado por sus amigos, por quienes le
rodeaban, temiendo asquearles por algo tan mínimo, por una pequeña parte
de él que no quería dejar salir al mundo exterior por miedo a ser dañado; su
orientación sexual. Y, tenía en cuenta que Jungkook sí lo había notado.
Porque algo de él le seguía rogando implícitamente por ser sostenido e,
inconscientemente, seguía muy jodido debido a todas las heridas y el odio.

Sin embargo, ahora se sentía tan increíblemente feliz..., tanto que le resultaba
inquietante.

Todavía estaba entre las sábanas de Jungkook, sintiéndolo respirar


calmadamente tras su espalda.

No acostumbraba a compartir la cama con nadie, nunca había tenido una


pareja antes... Pero, no estaba mal y, aunque no lo diría a viva voz, estaba
siendo muy cómodo.

Tal vez es la dopamina, pensó, bostezando y volteándose.


En la gran cama matrimonial, el edredón los envolvía con gracia. Miró a su
alrededor, encontrándose con nada más que lo necesario; no había cuadros
con fotografías familiares o con amigos, o... nada. La habitación se sentía un
poco vacía sin algo cálido, pues sólo estaba organizada y muy limpia. Era
extraño. Había sentido mucha curiosidad por saber cómo era, y ahora sólo no
encontraba nada interesante.

Estaba decepcionado.

De todas formas, no quiso pensar mucho en ello y en cambio deseó despertar


a Jungkook, pero sintió que no debía, así que lo observó durante algunos
segundos. Su rostro se veía mucho más apacible dormido, una persona con
una gran dualidad.; despierto se veía mucho más serio y reservado en
comparación a otras situaciones.

No es tan malo, es lindo...

Relamiendo sus labios, acarició su mejilla con suavidad en un somero toque.


Si antes le hubiese dicho que esto ocurriría, no se lo habría podido imaginar
porque en ese entonces hubiese sido una muy mala broma. Pero, ahora era...
diferente.

Mi pareja.

Sus propias palabras hicieron ecos en el interior de su consciencia,


haciéndole enrojecer por lo estúpido que eso había sido y, sin duda alguna,
desecharía ese pensamiento sinsentido porque esto era un contrato y tenía que
recordarse a sí mismo no mezclar las cosas y complicarlas luego; estaban
bien si seguían así, sólo sexo. Pero, no podía eludir el miedo si recién estaba
aprendiendo cómo funcionaba esto, y no sabía si podría evitar no confundir
las cosas.

La atracción los había llevado al sexo y, aunque el sexo era muy diferente a
hacer el amor, a veces también trae sentimientos.

Minutos más tarde, Jungkook comenzó a abrir sus ojos con pesadez, su
mirada esclareciéndose mientras suspiraba una sonrisa dormilona. Taehyung
sintió su corazón acelerarse y sus ojos se humedecieron con esa emoción que
Jungkook le transmitía después de haber estado enredados el uno en el otro.
Y, no sabía qué debía decir ahora, pero estaba poniéndose demasiado
nervioso.

—Supongo que me miras así porque tienes hambre, ¿deberíamos cenar? —


Habló con su mejilla aún aplastada contra la almohada, su cabello era un
revoltijo divertido.

Todavía le costaba acostumbrarse a este tipo de cercanía, a escuchar esos


tontos apodos y a la forma en la cual le consentiría después de haber estado
haciéndolo. Y, aunque era muy raro y diferente a como era antes, le gustaba.
Sentía que ahora empezaría a conocer no a su profesor ni a su jefe, sino al
real Jeon Jungkook.

Frunció el ceño. —Sí... Y-yo podría preparar algo para...

—No es necesario, hay algo de ramen instantáneo en la alacena.

Hubo un silencio antes de que la mano de Jungkook, por debajo de las


sábanas, masajeara su cadera en una caricia mimosa.

Hicieron un íntimo contacto visual durante un breve momento.

— ¿Duele?

—No, fuiste amable...

Jungkook asintió, riendo ligeramente por vez que se incorporaba y se ponía lo


que parecía ser ropa interior limpia.

—Mientras dormías, me bañé. Puedes tomar una ducha también.

Entonces fue más consciente de que no estaba en su apartamento y que era de


noche y que debería volver pronto a su apartamento para evitar que se le
hiciera más tarde.

Se sentó rápidamente, diciendo: —Oh, es que... no tengo ropa limpia... Y,


¿qué hora es? Ya debería irme...
—Eso no tiene sentido, Tae. Despues de todo, tendras que vivir conmigo.
Puedes quedarte, no hay problema.

Su cara enrojeció y se sintió tembloroso de nuevo.

—No te pongas así, Mingyu ya no está.

— ¿No?

—Ya volvió a Londres. Así que, no... No te escucharon.

Muy mala broma.

—Oye.

—Ya, está bien... —rió, arrugando su naricita—. Prepararé la cena, así que
sólo ve. Te prestaré algo mío —dijo, abandonando la habitación, dejándolo
con esa burbujeante sensación en su estómago que le hacía sentir gracioso.

Taehyung se dio cuenta de que le gustaba la nariz de Jungkook, al igual que


la forma de sus ojos y su sonrisa, también sus dientes y el lunar que había
descubierto bajo su labio inferior tras muchos besos.

Taehyung sintió que le gustaba demasiado lo que hacían y eso le hizo sentir
la repentina necesidad de querer sonreír como un bobo.

He aquí mi ofrenda antes de que comience ya saben qué;)

¿A tete le gusta koo? ¿Qué creen? XD

Nos estamos leyendo, nubecitas


25

Dos cuerpos semidesnudos estaban enmarañados en el edredón. Un poco de


luz azul incandescente filtrándose por entre las cortinas mientras fuera había
una neblina espesa bañando las calles nevadas, una leve llovizna.

La víspera de navidad finalmente había llegado y se sentía como un déjá vu


de la noche anterior, aunque las diferencias eran notorias.

Taehyung estaba abrazándolo y respirando con calma, escabulléndose bajo


uno de sus brazos. No quería moverse, sólo seguir viéndolo. Y, hay muchas
cosas que a su consideración no se pueden evitar, como la muerte o el
enamorarnos. Cosas inevitables, pensó, ya enterado de que sus sentimientos
estaban llegando a ese conocido alcance del éxtasis donde pronto no habría
un punto de retorno.

Suspiró.

Él no era ese tipo de cliché que le diría no acostumbrar a dormir con nadie en
su cama sólo para ilusionarlo con un falso comentario que serviría meramente
para hacerlo sentir especial. Porque habían muchas otras formas de hacer
sentir especial a alguien especial.

Por primera vez, quería hacerse responsable totalmente de su pareja.

Taehyung era su tipo en muchos ámbitos, y le gustaría creer que esa


compatibilidad no existía sólo en la intimidad donde se sabía en poder con
respecto a su cuerpo. Había algo mucho más profundo e íntimo que estaba
totalmente dispuesto a suplir; la necesidad de confort, protección y control.
Porque había podido notar que, en muchas ocasiones, el estado de sumisión
que Taehyung alcanzaba, no era solamente físico. Se dio cuenta de que cada
vez que le ordenaba y lo manejaba para guiarlo, inconscientemente, tocaba
algunas fibras que lo sensibilizaban y le hacían querer contenerlo; su instinto
le decía que debía tener más cuidados.

Debo hacerme cargo y cuidarlo.

Cuidarlo.

—Es muy cómodo abrazarte... —Taehyung bostezó, removiéndose, despacio


y flojo.

—Me di cuenta, eres como una pegatina...

—Soy del tipo mimón, ¿no lo notaste? Y, es sólo que, estoy agotado de tanto
ajetreo...

—Eres un exagerado... ¿Qué tanto ajetreo? —Le hizo un poco de gracia que
estuviese cansado, ya que no habían hecho nada de otro mundo a
comparación a lo que estaba planeando para esta noche.

—Ayer ayudé a los chicos con su presentación de arte y hoy mi hermano


preparará una cena navideña, a la cual nos invitó. A mí y a los chicos.

Jungkook frunció el ceño, queriendo reír, pero no haciéndolo. Después de


todo, no quería incomodarlo. —Entonces, ¿no vendrás?

— ¿Estarás solo?

—No, iré a un bar con mis amigos. Pero volveré a casa a eso de la media
noche.

Hubo silencio.

—Nuestro contrato, eso... ¿Ya empezó?, ¿cierto?

—Sí.

—Oh... ¿Debería traer mis cosas?

—Eso sería lo ideal, ¿quieres que te acompañe?


—No. No... ¿Podrías sólo recogerme cuando esté listo?

—Claro que sí.

—Jungkook.

¿Cómo era posible que la tensión se siguiese acrecentando, acalorándose y


pesando en el ambiente?

— ¿Hmm? —Un ligero hormigueo cosquilleó en su vientre, y sonrió.

—Volveré a media noche también.

—Volverás.

Taehyung sólo se hundió mucho más en su costilla y, quizás, era buena idea
que descansara y durmiera bien. Ellos necesitarían esa energía.

Las horas que pasaba en el hospital eran una carga de estrés constante. Todo
estaba pasando frente a sus ojos como si fuese parte de una película o alguna
dramática serie americana sobre la vida de un doctor. Se había enamorado de
la medicina, no lo negaría ni rebatiría lo contrario. No obstante, jamás se le
pasó por la mente lo que sentiría al estar viviendo ochenta horas semanales en
un hospital, diagnosticando y tratando de solucionar los enigmas de las
enfermedades más agravantes en un quirófano.

Parte del agobio y del nerviosismo era el sentir la presión sobre sus hombros.
Nunca había sido algo fácil hablar con los familiares tras una muerte, siempre
había complicaciones sin importar lo mínimo que fuese el caso. Las
probabilidades se habían vuelto una de sus angustias.

007.

Código azul.

Hora de la muerte.
No tenía tiempo de dormir, apenas lograba comer un poco a la hora del
almuerzo, yendo de allá hacia acá todo el día, corriendo y subiendo escaleras.
No se quería quejar. Desde un principio lo supo, su profesión le dictaba pasar
siete años entre libros, dos años de interno, luego licenciarse en una
especialidad y seguir así.

Sabía que la vida de un doctor dependería de pasarse casi toda la semana en


un hospital, estudiando la ciencia, la anatomía, descubriendo soluciones,
pensando rápido y poniéndolo en práctica.

Nunca nada había sido fácil.

Nunca tendría una vida completamente normal fuera del hospital.

Jamás sería capaz de formar una familia. Y no es que estuviese siendo


pesimista, sólo veía a sus superiores y temía exponerlos, a sus cercanos, a la
distancia y a la frialdad que debía emplear sí o sí a diario.

Estas semanas se convertirían en meses, próximamente en años. Esto estaba


siendo su futuro, lo que había elegido por elección propia y, a pesar de eso, él
no podía negar que seguía estancado en los diecisiete años. Tendría diecisiete
años toda la vida. Porque su carrera le hizo posponer su juventud para poder
centrarse en los estudios, en ser el mejor de la clase, en sobresalir, en tener
más oportunidades, buscar mejores opciones y aspirar en ser el mejor
cardiólogo del país. Pero, no podía evitar querer llorar cada vez que los
nervios le jugaban en contra y colapsaba sin saber qué hacer o sin
cuestionarse todas las decisiones que había tomado.

Había reanimado a un paciente, le había rogado que se quedase con él. Era su
segunda vez dentro de un quirófano, se lo había ganado y sin importar su
desesperación, había muerto en sus manos. Nunca pensó que podía estar más
errado el dicho "jugamos a ser dioses" o el conocido "somos carniceros y
nuestros pacientes la carne"; lo vio morir y lloró y corrió hacia afuera a
vomitar, empapándose y obligándose a reponerse para seguir.

Era duro.

Por eso, entendía a los niños que apreciaban la navidad como una fecha
emocionante. También le urgía pasar un buen rato y disfrutar su noche libre
en algo que no fuese la sala de emergencias, un quirófano o casos
paroxítonos en los cual tendría que pelear con sus colegas para ser asignado a
cargo de alguno.

Esta noche podría relajarse y pasar un buen rato. Eso es todo lo que creía
necesitar. Por lo mismo, cuando entró a su apartamento y vio las luces que
iluminaban el oscuro espacio, se sintió tranquilo y en paz.

Estuvo varios segundos mirando al árbol navideño junto al gran ventanal con
vista a las calles centrales de Seúl. No podía apartar la vista, sintiéndose
lejano a la realidad por un breve instante antes de decidirse a preparar la cena.

Sería una gran noche.

La habitación era una simple habitación.

Había una cama en el centro, una mesita de noche y un closet. Eso era
suficiente. Pero, era demasiado gélida y le inquietaba dormir en un lugar así.
Probablemente, la decoraría con sus cosas para así lograr que fuese un poco
más... ¿reconfortante? Viviría más de seis meses allí, debía volverlo un lugar
en el cual estar lo suficientemente cómodo.

—Este será tu cuarto, Tae, ¿te gusta?

—Es... agradable —Relame sus labios, asintiendo y sentándose en la


superficie del colchón. A su alrededor las paredes son de color beige y hacen
juego con las cortinas con estampado de ¿ositos? Al igual que el cobertor
amarillo que también tiene aquellas figuritas infantiles. Su ceño se frunce con
confusión—. ¿Esta habitación era de alguien más?

Jungkook suspira una sonrisa llena de arrogancia mientras se acerca,


caminando hacia él lentamente.

—Esta era la habitación extra... —Dice, empujando la lengua contra su


mejilla. Se siente repentinamente intimidado cuando acuna su rostro y
acaricia sus labios suavemente con su dedo pulgar—. Me gusta tu boca,
pastelito...

El aire se estanca en sus pulmones y no puede respirar bien hasta que ese
dedo hace presión dentro de su boca, permitiéndole chupar y temblando
como si estuviese siendo condicionado a ello.

La piel le sabe salada y siente la inapropiada necesidad de tener algo más


pesado adentro de su boca, sobre todo ahora que ha comenzado a salivar
ansioso.

Se siente avergonzado, pero no evita sentir placer cuando los dedos de


Jungkook juegan adentro de su cavidad bucal.

—De rodillas.

Obediente y rápidamente cae de rodillas, apretando los muslos de Jungkook


mientras lo mira hacia arriba, pidiéndole implícitamente que lo use, que lo
deje chuparlo.

—Tu carita está toda roja... ¿Quieres usar tu sucia boquita para satisfacerme?

—Mmh... —jadea.

Jungkook ríe y lo levanta de un tirón brusco, chupando con fuerza en su


mejilla. —No podemos, bebé. Jugaremos en la noche, ¿entendido? Pero,
ahora tienes que ir a la fiesta de tu hermano y portarte bien para mí.

Taehyung asiente aturdido, se había estado dejando llevar y ahora tenía una
casi erección por culpa de Jungkook quien no dejaba de sonreírle.

—Ten una buena noche, Taehyung.

Dicho aquello, se queda solo en el cuarto, queriendo que la tierra se lo


tragase.

—Idiota —farfulla.


Yoongi bebe un largo sorbo de su lata de cerveza, viendo desde lejos la forma
en la cual Seok Jin habla con uno de sus amigas, médico. Le pone bastante
inquieto ver la distancia entre ambos, la forma en la que se sonríen y preparan
el pavo, rellenándolo con alguna porquería que parece ser verduras y fruta
mientras él está sentado al otro lado de la sala, mirándolos, fingiendo que eso
no le importa, pretendiendo no sentir celos.

Escucha a sus amigos charlar sobre algo y escucha el sonido de la televisión,


pero todo queda en segundo plano cuando ve a Seok Jin abrazar la cintura de
esa chica con una cercanía aterradora.

Siente la repentina necesidad de irse, pero no puede hacerlo porque, después


de todo, sabía que eso ocurriría en algún momento.

¿Por qué un importante doctor querría salir del closet sólo por un bastardo
pobretón que tenía para ofrecer nada más que problemas?

Todo este tiempo ha sido un ingenuo, creyendo que unos "revolcones" no le


harían daño. Y ahora qué tiene por decir aparte de que terminó extrañando a
ese chico vulnerable que tuvo bajo su cuerpo, sabiendo que a escondidas sólo
se desnudaba de esa forma con él.

¿En qué instante permitió que se colara en sus pensamientos?

Seok Jin le llamaba cada vez que quería tener sexo con él durante el lapsus en
el que todo había comenzado. Llamaba cada vez que algo salía mal en su
trabajo, y lo contactaba de una y mil maneras últimamente. Porque seguía
creyendo que al sólo ser amigos que se satisfacen, no pasaría nada. Y, debido
a eso se comportaba como si ya no le importase si le hacía daño a él con ese
estúpido trato.

Yoongi ya no podía ver como un amigo a Seok Jin. Yoongi quería salir con
él.

Sin embargo, todo le indicaba que eso sería imposible.

Toda su ilusión se vio destruida cuando vio a Seok Jin y a la chica besarse en
frente suyo como si él no existiera; su pulso acelerándose y sus ojos ardiendo.
— ¡Yoongi hyung! —Taehyung cayó entre sus brazos, abrazándolo con
fuerza—. Háblanos, ¿adónde te estabas metiendo? Casi no te hemos visto,
apenas y nos saludamos... ¿Qué te pasa?

No sabe qué decir, no sabe qué hacer. Sólo que sus ojos siguen fijos en Seok
Jin, quien también le mira mientras besa a otra persona que no es él.

—Lo siento, Tae. Debo irme. Te llamaré luego... Y-yo... Recordé que tenía
algo que hacer.

— ¿Ah?

Ignora a sus amigos y sólo toma su chaqueta, disponiéndose a salir


rápidamente de ese lugar, tirando la lata de cerveza a un basurero.

Hola, mis amorecitos, en el capítulo pasado olvidé decirles que visitaran


mi nuevo fanfic, así que me haré auto-spam...

La tristesse du diablo es kookv, trata de demonios y es el primer au así


que me atrevo a hacer. Denme un poco de amor at least :'u

En otras...

Jinnie con su profesión es yo en la vida, jUas...

Pero (nada que ver, por cierto), me gusta mucho el capítulo que sigue,
estoy emocionada don't judge me.

Les quiero mucho, nubecitas:(


Nos estamos leyendo~
26

Sin importar cuánta gente estuviese divirtiéndose a su alrededor, él no estaba


disfrutando la cena que creyó sería familiar y cercana. Se sentía como un pez
fuera del agua al ver a todos esos extraños con complejo de superioridad y
una arrogancia increíblemente molesta. Sus amigos se habían marchado
porque lo habían notado también; Seok Jin no se estaba comportando como
lo hacía habitualmente.

¿Engreimiento o altanería? Eran palabras demasiado parecidas que jamás


pensó podría utilizar para describir el comportamiento de su hermano. La
decepción se acrecentó mucho más cuando lo vio alardearse con una chica,
fingiendo ser alguien que no era realmente. Porque, ¿adónde se supone que
habían escondido al modesto y humilde chico soñador? Aparentemente, lo
habían guardado en el dimorfismo de lo que le había formado antes.

Estaba seguro de que su presencia era algo irrelevante, así que ni siquiera
esperó que llegara la media noche para abandonar aquel lugar lleno de
fariseísmo. Quiso haberse sorprendido cuando sólo fue despedido con una
señal cortante, pero, de alguna forma u otra, después de haberle visto
interactuar con sus compañeros, se lo había estado esperando.

Tomó su abrigo y se dispuso a caminar hasta la parada de autobuses más


cercana. Tendría que esperar un buen de rato por un bus, ya que al ser un día
festivo, no muchos trabajadores estaban disponibles las veinticuatro horas. Y,
a pesar de que hacía bastante frío debido a la nevazón temprana, no quería
interrumpir a Jungkook, quien, muy probablemente, debía estar divirtiéndose
con sus colegas. Además, tampoco quería ser inoportuno y pedirle el aventón.

Sin embargo, comenzó a cambiar de opinión cuando una tormenta se desató y


el próximo bus pasaría en treinta minutos y ni siquiera le serviría para llegar a
su dirección sin tener que caminar cinco cuadras.
No obstante, no era una damisela en apuros a la cual le urgía un rescate.

Siempre había sido un nudito de nervios y muchas cosas que otros podrían
considerar como simples o fáciles, a él le acomplejaban un montón. No
admitiría que había considerado que esto se podría deber a que era muy
sensible emocionalmente. Por lo mismo, definitivamente, entraba en la
categoría de personas a las cual todo le afectaba un poco más, lo cual no
significaba que fuese débil o un enclenque. Y, aunque así fuese, jamás se
dejaría humillar o subestimar por eso.

Así que, esperó aquellos treinta minutos y caminó esas cinco cuadras,
pretendiendo no sentir el frío que calaba en sus huesos y le hacía castañear
los dientes con constancia por vez que se acercaba a la morada de Jeon.

Sus piernas ardían ante la mísera resistencia que le impedía apresurarse, pero
cuando llegó...

Exhaló el vaho, abrazándose a sí mismo.

Nunca se había tomado el tiempo de observar con detención la casa de su


maestro, hasta ahora. De dos pisos, con diseño victoriano y algunos arbustos
rodeándola. Era bonita y lucía acogedora. Le gustaba mucho, a pesar de que
por dentro se sintiese un tanto sola y sin vida.

Esto es mi nuevo hogar, o, al menos lo será durante los últimos siete meses,
concluyó, decidiéndose a entrar, agradeciendo profundamente cuando las
luces del auto parpadearon mientas se estacionaba en el aparcamiento.

Relamió sus labios con nerviosismo, acomodando su flequillo con un poco de


ansia. Se quería ver bien, no mentiría, no después de haber estado intimando
con ese hombre autoritario que le hacía sentir deshacerse con una simple
mirada.

Cuando estuvieron casi frente a frente, su sistema pareció colapsar.

Taehyung abrió su boca y dejó salir el aire de forma entrecortada. —H-hola.

Jungkook caminó lentamente hacia él, mirándolo fijamente como lo haría un


audaz depredador con su presa. Era muy predecible que se supiera superior
ante su menuda complexión y la expresión de encogimiento, intimidado.

Inhala hondo y agita las llaves en su mano con diversión maliciosa. —No
pensé que volverías tan temprano, pastelito.

—Y-yo... no estaba de humor... —Mintió en un murmuró casi inaudible. Su


cuerpo comenzaba a sentirse más tenso y cohibido. Se volvía mucho más
consciente de los sucios pensamientos que había estado teniendo, y trató de
pensar con claridad—. ¿Cómo f-fue tu noche?

Jungkook giró la manilla, abriendo la puerta. —Bebí un poco.

La madera rechinó una vez que estuvieron dentro. El calor de la calefacción


le hizo sentir un escalofrío, avisándole que el calor artificial sería
prontamente reemplazado por lo que sea que estuviese pensando hacerle
Jungkook.

Y así es como sería.

Recibió un sobre celeste con una cinta rosa, un regalo.

—No debiste molestarte...

—Ábrelo.

Con cuidado, abrió el sobre, encontrando una tela blanca dentro. Su ceño se
frunció, pero decidió averiguar qué es lo que era. Oh, maldición. Sus ojos se
abrieron con amplitud, sus mejillas tiñéndose de un rosa carmesí.

—Quiero que lo uses para mí. Ahora.

Jungkook estaba actuando a base de sus instintos. Su deseo, la excitación le


estaba nublando los sentidos. Se sentía orgulloso de ver la reacción de su
bonito niño, quien parecía asombrado y aturdido.

—Ve a la habitación y prepárate porque cuando suba... Será mejor que estés
listo.
Su corazón palpitó feliz cuando vio a su niño correr escaleras arriba. Porque
sabía que ahora ya no habría vuelta atrás, Taehyung no se volvería a negar a
nada de lo que él ordenase y él podría aprovecharse y jugar con ello. Quería
intentar satisfacerse sexualmente con sus propias carencias afectivas, al
menos así lograría llenar el doloroso vacío de afecto; y quién mejor para eso
que su dócil pastelito.

Imaginó un placentero escenario donde la imagen del chico se hizo presente,


sollozando y contorsionándose. Una oleada de efervescencia ascendió por su
columna, calentándolo.

Subió hasta su cuarto, escalón por escalón, pisando con fuerza imponente.

Sus músculos se tensaron cuando lo vio. Echado sobre su estómago, su piel


dorada desnuda y sus largas piernas flexionadas por vez que lo miraba por
encima de su hombro con su precioso rostro ruborizado.

Las panties de algodón cubrían lo justo y necesario, enviándole una corriente


de electricidad con hervor hacia su miembro, endureciéndose.

Taehyung le miró por entre sus pestañas y succionó ruidosamente el chupetín


de dulce que le había conseguido; lo había dejado en la mesita de noche junto
a un condón.

—Mírate, pastelito... Fue tan fácil decir unas palabritas y ya estabas


obedeciéndome como el buen nene que eres, ¿huh? —Dijo, gruñendo, sin
dejar de sonreír y acercándose —. Has sido un buen niño, ¿no es así?

La angosta espalda de Taehyung se arquea, levantando un poco más el trasero


y meneándolo con lentitud, luciendo avergonzado. Quiso reírse.

—Pero qué cosita tan cachonda eres, mi TaeTae. Mírate. Meneándome el


culo de esa forma, ¿qué es lo que pretendes?

La mirada de Jungkook era tan intensa que Taehyung sentía su cuerpo arder,
lágrimas acumulándose en sus ojitos debido al calor y a esas palabras que le
hacían querer llorar, y no precisamente de pena. Lo veía a él también, los
contrastes y la sombra tétrica en su aura dominante. Era peligroso. Sabía que
esta vez no sería igual que las otras veces, no habría tal suavidad y compasión
por su inexperiencia.

Había jugado con fuego, y es ahora cuando comenzarían a quemarse.

Jungkook llegó hasta él y olor mentoso inundó sus fosas nasales, haciéndole
temblar; una de sus traviesas manos apretó una de sus nalgas y luego la azotó
bruscamente.

— ¡Mmhn! —Empuñó la sábana. El chupetín silenció su jadeo.

Jungkook lo levantó, sus manos ciñéndose en su cintura, las yemas de sus


dedos estirando el elástico de la pantie mientras lo abrazaba, apretándolo
entre sus brazos.

Un beso se presionó en su mejilla.

—Te ves tan jodidamente adorable, pastelito —susurró Jungkook, contra sus
labios, erizándole la piel debido al contacto. Mientras abrazaba sus hombros,
percibía sus músculos rígidos como una piedra—, ¿es esto mi regalo de
navidad? —le quitó el chupetín, lamiéndole los labios.

— ¿Y-yo soy el regalo? —pregunta, alejándose y riendo un poco. Su cuerpo


parece comenzar a perder la fuerza al sentirse expuesto y repentinamente
tímido.

—Eres una cosita tan estúpida y desquiciante —gruñe, irguiéndose en su


altura, pareciendo mucho más alto y grande de lo que realmente pudo haber
notado antes—; me encantas.

No supo qué hacer con sus manos cuando fue empujado al colchón y
Jungkook subiéndose encima de su cuerpo, cubriéndolo. Respiró con
pesadez, inconscientemente, buscando ser sostenido y ese fue el límite que
los hizo adentrarse en aquella sofocante burbuja que los terminaría por
consumir.

Jungkook pegó sus labios con agresividad, mordiéndole y haciéndole una


fisura en el belfo inferior. Gimió de dolor, pero esa fue la oportunidad
perfecta para que el beso se profundizara con ligeras gotas de sangre
mezclándose en sus bocas.

El sabor era dulce y metálico, y el chasquido era audible. El beso era


sinónimo de descontrol, lleno de sentimientos y muchas frustraciones de por
medio. Sus cuerpos se fundían como un solo molde. Y, sin embargo, para
Jungkook eso no era suficiente. Quería tener el control absoluto, le
desesperaba poder tomarlo por completo y por eso no quiso ser amable.

Las manos de Taehyung acunaban su mandíbula con suavidad mientras él


dejaba un camino de besos por su cuello, recorriendo el cuerpo ajeno con
exasperación. Podía escuchar los latidos desenfrenados de Taehyung y eso
sólo le impulsaba a chupar y morder su piel. Jamás sintió tanto despecho por
marcar y evidenciar su pertenencia, pero saborearlo era algo totalmente
sublime.

El primer gemido fue una advertencia.

Taehyung tironeaba su cabello con lenidad, dejando salir suspiros


anticipados, haciéndole saber que pronto comenzaría a lloriquear.

—Jeonggu...kie...

Jungkook no evitó sonreír en el hueco de su cuello, mordiéndolo, sus dientes


apretando con fuerza un breve instante sólo para hacerle gimotear.
Seguramente, eso dejaría una marca violácea, pero le importaba que fuese
una evidencia de lo mucho que le hacía desesperar.

—Serás todo mío, ¿entiendes? —dijo, entre cada beso y chupón que se
atrevía a dejar. Su aliento cálido causaba repeluzno—. Serás todo mío, dilo.
Di que me perteneces. Dilo.

Taehyung soltó un alarido cuando las manos ajenas apretaron su trasero con
demasiada rudeza.

—Seré tuyo, sí... Pero no... ¡Auuuhhmn!

— ¿Pero no qué? —Jungkook se irguió sobre Taehyung, mirando a su niño


insolente con el ceño fruncido. Algo oscuro brillaba en sus ojos, un ápice de
perversidad—. ¿Pero no qué? —repitió, jalando al chico con brusquedad de
sus ricitos, haciéndolo levantar la cabeza hacia él—. Respóndeme.

—E-estás... siendo muy duro...

Le hizo gracia pensar que esto fuese demasiado. Así que, le demostraría que
eso era nada a lo que quería hacerle. Por lo mismo, se acercó y lamió la fisura
en el labio inferior, mordiéndolo con violencia. Taehyung sollozó, tratando
de zafarse.

—Oh, mi amor... Esto no es tanto para ti... —metió una de sus piernas entre
las ajenas y presionó hacia abajo para inmovilizarlo. Jaló con más fuerza su
cabello—. ¿Estás asustado ahora, pastelito?

Taehyung se quedó quieto, mirándolo con sus llorosos ojitos inocentones.

Jungkook, ago furioso de no recibir respuesta y con su excitación


incrementándose, mordió el puchero de Taehyung, rastrillando sus dientes
por el mentón. Desde ahora los lloriqueos serían audibles.

—Bebé... Cuando yo te haga una pregunta, tú debes responderme —dice,


fingiendo una embestida que excitó mucho más al cuerpo tembloroso de
Taehyung, quien estaba embelesado ante la actitud autoritaria de Jungkook.

—S-sí...

Taehyung se sentía vulnerable e indefenso, temblando bajo el poder que


Jungkook ejercía sobre él. No podía moverse y se sabía descoordinado si no
recibía una orden. Esperaba ser manejado, ser controlado. Y, al parecer,
Jungkook estaba fascinado por ello; la escena que presenciaba era digna de
satisfacción. Taehyung estaba débil y resumiéndose a él.

—Eres tan obediente, mi pastelito —dijo, acariciando su mejilla y secando


algunas lágrimas rebeldes que habían surcado de sus ojitos. Lo depositó con
suavidad en la cama, acostándolo sobre su espalda, aun sobre él, y chupó uno
de sus pezones—. Eres muy sabroso sólo para papi, ¿no es así?
El cuerpo de Taehyung se estremeció por completo, dejándolo ido y
haciéndolo cerrar los ojos por vez que se arqueaba.

Papi, papi, papi, resonó en su cabeza varias veces. Pero, el tacto de aquellos
dedos jugando con sus pezones, pellizcándolo y haciéndole jadear
desvergonzadamente, aferrándose a los hombros de Jungkook, quien se
arrancó el cinturón y la camisa entre besos interrumpidos.

—Vamos a follar, pastelito.

Jungkook levantó sus piernas, deslizándolo fuera de las panties de algodón y


dejando mordisqueos en sus muslos, desnudándolo por completo. Ya no se
sentía tan avergonzado, pero sí un poco tímido debido a la luz que les
iluminaba.

—Quédate quieto —ordenó Jungkook, volteándolo y posicionándolo sobre


sus manos y rodillas. Se sintió nervioso y ansioso.

El torso desnudo de Jungkook rozó su espalda por vez que lo montaba por
detrás, una de sus manos haciéndose cargo de su erección. Dolía un poco
pero era deleitable el sentirlo haciéndose cargo de él.

— ¿Te gusta lo que papi te está haciendo? ¿Serás un buen niño para papi,
TaeTae? ¿Huh?

Taehyung reprimió un gemido cuando húmedos besos se deslizaron por su


columna hacia sus glúteos, los cual Jungkook separó y estrujo con demasiada
fuerza.

— ¿Serás el buen niño de papi, pastelito? —insistió, azotando el lateral


exterior de sus muslos.

Un fuerte latigazo golpeó justo en su glúteo izquierdo, haciéndole tiritar; el


ardor cosquilleante, la vibración tras el golpe no debió haberle gustado tanto.

— ¡S-sí!

— ¿Sí qué?
Miró por sobre su hombro, avergonzado y humillado. —S-sí, papi.

No quiso pensar mucho en lo que acaba de decir ni en el juego de rol en el


que acaba de formar parte. Porque, oyó el cinturón de Jungkook, luego el
primer gemido mientras que detrás de él, se estimulaba a sí mismo,
mirándolo fijamente, disfrutando el tenerlo a su merced.

Finalmente, Taehyung había terminado de ceder ante él.

—Compré tu crema de bebé, mi amor. Es de vainilla. ¿Te gusta la vainilla?


Tendremos que ser generosos porque ese culito tuyo querrá tragarse mi polla
tan goloso, pero no queremos ser muy ansiosos y dañarlo, ¿cierto?

El leve aroma fresco a vainilla le hizo saber que era lubricante, se sintió
aliviado cuando los dedos de Jungkook entraron a su estrechez, dispuesto a
lubricarlo.

—Ouhm... Sí... —enterró las uñas en la almohada, sintiendo las caricias en su


entrada volverse más firmes.

Jungkook pensó que Taehyung era la cosita más caliente que hubiese
conocido antes y le eso hizo sentir cálido de pies a cabeza. Todo mío, dictó al
verlo impacientarse; metió dos dedos y siguió jalándose a sí mismo.

Tomó el envoltorio plateado y lo rasgó, deslizándolo por su adolorido


miembro. Entonces, se agarró de la cintura de su niño para poder acomodarse
adentro de éste.

— ¿Quieres jugar con papi, pastelito? —cuestionó en un gruñido, frotando su


miembro contra la rosada y sensible entrada de su bonito niño, el cual no
dejaba de gemir entrecortadamente—. ¿Vas a dejar que papi juegue contigo?

La excitación apenas le permitía respirar erráticamente, estaba casi


inconsciente, desesperado por sentirlo muy profundo sin importar en lo que
tuviese que pensar luego para tratar de justificar su conducta.

—Por favor... —rogó, meciéndose cuando la intromisión le hizo arder.

Jungkook se introdujo lentamente, rugiendo roncamente debido a la


sensación de succión, el canal caliente y estrecho que lo tragaba tan bien. Su
niño era quien lo ceñía tan bien.

Esperó unos segundos a que se amoldara, no quería dañarlo ni hacer que


doliese tanto como la primera vez. Pero, después de un rato, comenzó a
moverse, tanteando y decidiéndose a dejar lado la condescendencia.

Las penetraciones se volvieron constantes, chocando sus pieles y el chapoteo


de la humedad que les conectaba, hilos de lubricante producían chasquidos
empapados. El vaivén de caderas y los gemidos resonando casi con
obscenidad. Y, no evitó mirar donde se unían, sintiéndose dueño de esa cosita
traviesa que se dejaba follar tan duro.

Los esponjosos glúteos rebotaban debido al ímpetu de las penetraciones. En


la espalda baja, los hoyuelos marcándose y el sudor bañándoles la piel;
cepilló la próstata de su pastelito y eso le volvió loco. Él era el causante del
desastre de gemidos inhumanos que Taehyung gritaba ruidosamente.

— ¡Oh, Jungkook-ah! ¡Ahh, haah, haaa! ¡Ay, jod...er!

—Dile a papi cómo se siente, Tae. Dile a papi cuán bien te folla, pastelito.
Vamos, dímelo.

— ¡Tan bien! Oh... No... No te detengas... Papi, sigue... Oh, joder, ¡kook-ah!
—lloriqueó entre sollozos.

—Sí, mi amor. ¿Es tan bueno, bebé? ¿Huh? Dímelo —rugió.

—Tan bueno, tan muy bueno... Hhmmn, hmmm...

— ¿A quién le perteneces, TaeTae?

—Ah... Ah... A papi...

—Sí, así es.

Jungkook se sintió abrumado con las sensaciones, los sentimientos y las


emociones que le sumergían en lo que le estaba dando un balance a su
controlada vida. Por lo mismo, embistió con rudeza, aumentando la velocidad
y el ritmo, el movimiento pélvico y el roce.

Su mano se escabulló hacia abajo y comenzó a jalar de la erección de


Taehyung, pero le susurró: —No quiero que te corras, no hasta que YO lo
decida.

La respiración se volvía errante, sus suspiros agitados y los lloriqueos


agudos, la conocida sensación de un cosquilleo construyéndose en su vientre
bajo.

Taehyung amaba la textura, la intromisión, el dolor y el placer mezclándose


deliciosamente. Se sentía bien tener a Jungkook dentro, rugiéndole órdenes e
imponiéndose ante él.

Su libido comenzaba a derretirse, haciéndoles perder la noción del tiempo,


cercanos al orgasmo. Sobre todo cuando Jungkook abrazó el torso de
Taehyung, levantándolo y besando en sus omoplatos por vez que lo rodeaba
por la cintura. Porque no negaría que la piel dorada de Taehyung le incitaba a
besar y morder y saborear, con el ligero aroma a dulces y a durazno. Sólo
quería probar más allá de lo humanamente posible.

Tan intenso.

Y tan jodidamente bueno.

Se sentía cansado, pero no podía parar.

En algún punto, sus gemidos empezaron a intercalarse al unísono. El sexo era


candente, sus pulsos acelerándose mientras más cerca estaban de llegar al
éxtasis del orgasmo.

Jungkook chupó el hombro de Taehyung, rastrillando sus dientes para


finalmente morder con fuerza cuando alcanzó el orgasmo. Y, su mundo se
redujo a Taehyung, penetrándolo lenta y parsimoniosamente, cerrando sus
ojos a través de los espasmos.

Taehyung lloriqueaba un poco exasperado, hiperventilándose por la


desesperación de sentirse tan cerca y tan reducido a la sumisión. Quería
correrse, el placer le dolía y lo estaba sobre estimulando.

—Tan... apretado...

Entonces, Jungkook masajeó su erección tres veces y eso bastó para hacerle
gritar agudo y correrse, su semen manchando parte de su abdomen mientras
arqueaba la espada y se corneaba hacia atrás, cerrando los ojos con cansancio
y alivio.

Finalmente, la habitación se sumió en un silencio casi ensordecedor.

Sus respiraciones estaba retomando la normalidad, pero hubo uno que otro
jadeo debido a las réplicas y a las temblorosas extremidades de Taehyung
que, ya no podía sostenerse por sí mismo. Se desplomaría o se desmayaría en
cualquier momento, y Jungkook lo notó al percibirlo tambalearse.

Con sumo cuidado, Jungkook sobó su vientre y salió de él, tomándolo entre
sus brazos como si realmente fuese un bebé y depositándolo bajo las sábanas,
acomodándolo entre las almohadas blandas para recompensar el esfuerzo
físico. Mientras, se deslizó fuera del condón, lo anudó y lo tiró al pequeño
basurero que había en su cuarto.

Se limpió con una toalla húmeda, dándose cuenta de que Taehyung se había
dormido demasiado rápido y no había logrado tener la energía para limpiarse
a sí mismo.

Suspiró.

Taehyung lucía deshuesado y frágil. Su carita aun ruborizada y llorosa, sus


gruesas y largas pestañas empapadas todavía de lágrimas y su boca roja e
hinchada. Pudo ver su cuerpo delgado lleno de las marcas que había hecho;
chupones y mordidas por doquier, enrojeciéndose. Los ricitos castaños
formándose debido al sudor que se pegaba a su frente.

¿Cómo incluso después de haber hecho algo tan obsceno podía ser tan
jodidamente tierno?

Sólo deseaba consumirlo.


No obstante, tomó un par de toallitas húmedas y con ellas limpió entre sus
muslos y la pegajosidad del lubricante que descendía desde su entrada. Luego
botó al basurero las toallitas y se acostó junto a él, dudando en si es que debía
mimarlo tras haberlo dejado exhausto.

A la mierda.

Besó su boquita castamente y entonces lo atrajo hasta su costado,


delineándolo con caricias que distaban del plano sexual. Sabía que Tae era
querendón y podía inferir que se sentiría luego si no despertaba entre sus
brazos.

Hoy es un buen día para la nación Taekook.

Y, ya que hubo selca y momentos que sólo nos alimentaron (they always
feed us, don't complain), actualicé este intento de daddy kink (don't
judge me), trato de hacerlo mejor:(

Les quiero, nubecitas y nos estamos leyendo~☁


27

Taehyung observó al hombre a su lado durante varios segundos, tratando de


comprender qué era lo que le pasmaba tanto. Tal vez era su comportamiento
y su prepotencia. Quizá era la facilidad con la que, al poseerlo, lo absorbía en
un trance que los resumía a sólo ambos en algún punto del espacio y la
noción del tiempo se volvía desconcertante. O, ¿acaso era la forma en la cual
su cuerpo le obedecía, nublándole la razón? No lo sabía con claridad.

Jeon, su jefe, era mandón y obseso. Jeon Jungkook, su maestro, era arrogante
y déspota. Jungkook le sabía ciertamente amable y serio, un poco
egocéntrico. Pero, papi... ¿Cómo era papi? El juego del cual había sido
partícipe la noche anterior distaba de cualquier experiencia sexual que antes
se hubiese atrevido a pensar experimentar; era un rol retorcido y sucio,
poniéndote en el lugar de complacer a quien fingía ser tu padre sólo para
satisfacer un fetiche o más. Y, no es que fuese tan ingenuo para desconocer
los juegos de roles, sabía de ello, mas era ajeno a todo lo que abarcaban y, a
pesar de eso, había formado parte, había sido el niño bueno de «papi».

En su estómago se hacían nudos de tan sólo pensar en lo que había hecho, le


hacía sentirse un poco perturbado. Su padre era un hombre estricto, machista
y homofóbico. Tampoco sabía porque estaba haciendo las comparaciones,
pero el asunto le resultaba algo extraño. Definitivamente, había muchas
facetas que desconocía sobre la persona a la cual había decidido entregarse,
casi como una posesión.

¿Por qué lo hizo? No tenía mucho sentido el arrepentirse de sus acciones y/o
decisiones después de ya haberlas ejecutado. Sin embargo, sí podía permitirse
pensar a fondo en ellas y cuestionarse. Porque, después de todo, siempre hay
un porqué, incluso cuando nosotros no lo sepamos de inmediato; hay algo
que nos lleva a cometer actos para descubrirnos, quiénes somos en verdad; y
ellos no eran la excepción.
Sus dedos se movieron con cuidado hacia arriba, tocando la piel, delineando
la mandíbula firme de un rostro varonil que desprendía la virilidad masculina.
Su propio corazón latía al compás de los latidos ajenos, compartiendo cálido
calor corporal matutino.

Las piernas entrelazadas estaban enredadas, y no se podría lograr identificar


bien dónde es que comenzaba uno y dónde es que terminaba el otro. Hubiese
sido muy romántico si hubiesen sido una pareja común y corriente como las
demás parejas que salían, tenían citas y hacían el amor rodeados de velas y
pétalos de rosas a eso de la media noche, entre suspiros y palabras melosas.

No quería confundir su relación sin nombre, mas tenía un contrato con fecha
de caducidad y ya estaba teniendo sentimientos encontrados con respecto al
sexo y lo que todo esto conllevaba... No podía mentir. Se sentía atraído, muy
atraído y no sólo en el ámbito sexual, lo cual era un impedimento para él.

Le gustaba ser acariciado, mimado y ser tratado con suavidad. Le gustaban


los besos y los abrazos apretados. Le encantaban los motes cursis y el
coqueteo que hacían indudable el cortejo.

No obstante, la noche anterior, había descubierto que le gustaba que le jalaran


del cabello y le hablaran sucio. Descubrió que, le encantó ser reducido al
poder que imponía su papi sobre él. También le sentó bien el ser manoseado
con semejante fervencia fogosa, sentir los manotazos estrellarse contra la piel
sensible de sus nalgas, ser marcado por quien lo reclamaba con dominio.

No debió haberle gustado tanto lo que se había dejado hacer, no debió decidir
ceder por completo porque descubriría las consecuencias, y porque Jungkook
estaba dividido en facetas que tendría que conocer, y quizá no las conocería
de la mejor forma.

— ¿Por qué me miras tanto? —Un bostezó y un achuchón de saludo—.


Buenos días, pastelito.

La sonrisilla le delata y entonces se encuentra con su mejilla aplastada contra


la almohada y Jungkook encima, aplastándolo como un dormilón gigante.

El peso le hace sentirse un poco adolorido, pero es bastante agradable el


sentirse el centro de atención.

Suspira al sentir algunos besos perezosos sobre sus hombros, cuello y la


humedad asciende hasta encontrar su boca.

—Buenos días —Dice, besándolo superficialmente debido a la incómoda


posición—, Jeonggukie.

— ¿Debería prepararte el desayuno? ¿Tienes mucha hambre?

—Yo prepararé el desayuno... —Se incorpora y se sienta, estirándose, sus


músculos están sensibles aún.

Jungkook no le rebate, al contrario se voltea y se acomoda en la colcha,


cubriéndose casi por completo y cerrando los ojos, demasiado holgazán o
demasiado cansado. El pensamiento le divierte un poco, mucho más al oírle
refunfuñar algo acerca del frío, la navidad y su trabajo.

Entonces, debido a que ahora ya viven juntos, sus cosas están en la habitación
contigua, lo cual no le toma mucho tiempo ir hacia allí por ropa limpia e ir
hasta el baño para darse una ducha caliente.

Una vez está listo, baja las escaleras y prepara el "desayuno". Café y té con
tostadas y mermelada. Nada demasiado pretencioso u ostentoso. Jungkook
era demasiado maníaco con respecto a la nutrición y las comidas. Si iban a
vivir juntos, tendrían que adaptarse al otro. O al menos eso creía.

— ¡Oh... Eso huele bien!

—Es lo normal, no pude preguntarte qué es lo que deseabas comer, pero...


puedo hacerlo si me lo pides.

Ya con la bandeja a un lado, Jungkook da dos palmaditas en el colchón,


invitándole de forma implícita a acompañarlo en la cama y él no se puede
negar, no cuando lleva puesto su pijama navideño.

— ¿Eres Rodolfo el reno o qué? Te ves ridículamente...

—Cállate.
—Lindo.

Sus mejillas retoman el rubor rosa y sólo se dispone a tomar una de las tazas
y beber un sorbo de su té.

—No me ignores, Tae. Tendrás que acostumbrarte a esto.

— ¿Esto?

—Tú y yo. Juntos.

Hacen contacto visual durante algunos segundos, permitiéndose acortar la


distancia lentamente hasta afianzar en un beso deliciosamente placentero y
tranquilizador. Jungkook lame y succiona sus belfos con suavidad, chupando
resbalosamente.

—Eres tan... yummy...

La voz ronca le eriza la piel y le hace apretar las piernas. Sus sentidos se
agudizan, haciéndole mucho más perceptible al tacto; la mano de Jungkook le
sostiene de la nuca, acercándolo más, queriendo afianzar y profundizar en el
jugueteo.

—Quiero comer, Gguk-ah —Taehyung lame su boca y le sonríe dulcemente


antes de acicalarse a su lado, riendo levemente avergonzado—. ¿Me dejaras
prender la televisión al menos?

—Creo que el ser mi pastelito te da ciertos derechos, ¿no?

No evita la repentina timidez que le invade. Se mueve torpemente hasta


esconderse breves momentos en el hueco del cuello ajeno, inhalando un poco
y luego atreviéndose a besar su mejilla.

—Déjame ver la tele, ¿sí? Hoy es día de películas festivas, no seas el grinch,
Gguk-ah.

Los lentes resbalaban por el puente de su nariz mientras terminaba de corregir


algunos apuntes para sus próximas clases. Se sentía notablemente más liviano
en cuanto a trabajo se tratase, ya que había adelantado gran parte de lo que, se
supone, ejercería en el nuevo semestre. Además, eso le daría una ventaja más
que considerable con respecto a los asuntos que debía atender de la editorial,
de la cual Mingyu ya estaba encargándose.

Muy... considerado.

La luz de la lámpara estaba encendida, iluminando lo suficiente para


permitirle leer los párrafos y asegurarse de abarcar lo suficiente sobre la
materia que tendría que ejecutar.

Había pasado casi gran parte del día en su cuarto, revisando su trabajo y
escuchando moralejas clichés sobre Papá Noel.

Taehyung estaba echado sobre su estómago, acunando su rostro mientras veía


con suma atención una película de terror navideño. Sí. Terror navideño.

Le hacía gracia la forma en la que empezaban a congeniar.

Su niño se portaba obediente y también tenía la confianza necesaria como


para bromear un poco, o tomar iniciativa; había compartido algunos besos,
algunas caricias muy estimulantes y su coquetería natural que le trastornaba
en demasía.

—Casi no has charlado conmigo hoy, y me aburro fácilmente...

— ¿Qué es lo que quieres charlar? —Su pecho se infla con diversión


mientras cierra su libreta, dejándola sobre la mesita de noche, dispuesto a
escuchar sus quejas, algo a lo cual tendría que acostumbrarse—. ¿En serio
crees que el hermano malvado de Papá Noel vendrá a castigar a los que no
poseen el espíritu navideño?

Le escucha reír mientras gatea hasta su regazo y se recuesta sobre su torso


cómodamente. Le gusta el contacto físico y la naturalidad con la cual
Taehyung parece a condicionarse a él. Le gusta demasiado.

—No soy tan estúpido, Jungkook. Sé que es una película y lo que sale ahí no
es real, a menos que esté basado en hecho verídicos —Murmura, sus manos
acariciando en sus bíceps mientras se relame los labios.

— ¿Te gusta lo que tocas, pastelito? —le susurra al oído, sabiendo la


reacción que causa en el contrario y, sabiéndose orgulloso de ello, aprieta sus
muslos con parsimonia, deleitándose con las caderas sobre su eje pélvico—.
¿Quieres explorar?

—S-sí... ¿Puedo...?

Una sonrisa ladeada. —Adelante.

Taehyung le levanta la camisa y acaricia en su abdomen, casi embelesado,


detallando y dibujando en su eight pack, descendiendo lentamente con uno de
sus dedos hasta el borde del elástico de su pantalón de chándal. Se siente
exótico cuando su travieso niño deja ver un poco de la mata de vello púbico
de su zona íntima; sus ojos lujuriosos húmedos, los labios hinchándose
mojados debido a la fijación oral.

Se comienza sólo tocando, pero luego se encuentran frotándose sin dejar de


mirarse con intimidad abrumadora. La intimidad que sólo dos amantes que se
desean con anhelo podrían compartir. Y, es desquiciante. No evita la
primitiva reacción de querer seguir a por eso.

—Yo sólo quería charlar, Gguk-ah... —jadea con respiración errática,


deteniéndose—, ¿no quieres charlas conmigo?

—Preferiría aprovechar las habilidades de tu boca en otra... cosa.

Taehyung se ríe como si fuese divertido y salta fuera de su regazo, retomando


su postura sobre el colchón con una almohada entre sus brazos, dejándolo
medio desconcertado y un poco, muy acalorado.

— ¿Quieres que te cante? Me han dicho que lo hago muy bien. De hecho,
hasta podría recitarte un poema. Tengo una memoria increíble para
memorizar cosas irrelevantes —mumura. El camisón descubriendo parte de
su espalda baja.
— ¿Estás bromeando conmigo, Tae? Acabas de hacer que yo... Oh, joder...
No lo puedo creer —exhala frustrado, debatiéndose entre la molestia por la
anticipación o la diversión que le propone la situación—. Recítame un
poema, o cuéntame un chiste, no lo sé.

— ¿Quieres que te haga reír? No sé contar chistes, pero puedo hacerte


cosquillas...

— ¿Puedes cantar pero no puedes contar chistes?

— ¿Sí?

— ¿Qué canción me cantaras?, ¿villancicos?

—Noup. Pero, dime alguna canción que te guste y podría cantarla para ti. En
serio lo hago bien.

Las risas son instantáneas y siente una sensación extraña, parecido a la


emoción sobre algo que le pone ansioso de una buena manera.

—Tienes un buen sentido del humor —estirando su mano y masajeando en su


tobillo con los labios abultados—, no me lo esperaba de ti.

Jungkook ignora su casi erección y en cambio ríe debido a las leves


cosquillas en sus pies. Su niño es demasiado agradable y eso le fascina.

—Jungkook.

— ¿Sí?

—Puedes explorarme también.

— ¿A qué te refieres?

— ¿No quieres conocerme más?

Enarca sus ceja curioso, la insinuación en sus ojos, ferviente.

—No me refería a eso, Gguk-ah.


Jungkook lo entiende, sabe a qué se refiere. Y, aunque no está del todo
seguro de dejar que Taehyung lo conozca por completo, la tentación y esos
ojitos pestañeantes le hacen ceder.

— ¿Qué quieres saber de mí?

—Todo.

Hoy...

Decirles que es la segunda vez que Wattpad me envía un mensaje para


advertirme sobre mi contenido. En pocas palabras si no eliminaba la foto
del capítulo 7, ellos eliminarían Heal Me. Esto pasó hace algunos minutos
y debía hacérselos saber:(

Como ya avisé en mi perfil ando medio ocupadita y es por eso que no he


estado actualizando taaan seguido como suelo hacerlo a veces. Sé que
ustedes entenderán mis motivos, pero les prometo eso no interferirá en
forma de escribir.

Les quiero mucho, gracias por todo el apoyo que recibo de ustedes.
¿Saben que son muy especiales para mí y que leerlas me hace muy feliz?
Ya sean sus votos u comentarios, mensajes a mi buzón o en mi tablero,
diciéndome cosas tan bonitas y motivadoras.

Se han ganado desde hace mucho un trocito de mi corazón, nubecitas:(


Pdta: parece que no querían la actualización XD


28

— ¿Dónde estás? Llevo más de media hora esperándote, necesito saber si al


menos te dignaras a aparecer, ¿no crees?

Una risa sardónica amenaza con burbujear hacia arriba, el rencor, sólo dejarlo
salir. Piensa que sería una muy buena forma de hacerle saber lo imbécil que
se sintió. Sin embargo, nunca habían acordado la exclusividad y, sus
encuentros, no eran nada más que casuales. Se supo a sí mismo haciendo el
ridículo y por eso decidió abandonar la dichosa fiesta que sólo sirvió para
darle una señal de que estaba siendo un estúpido.

De todas formas, no evitaba comenzar a anhelar algo que quizás no quería.

— ¿Yoongi-ssi? ¿Me estás oyendo?

—Sí, te escucho.

— ¿Por qué no me respondes? ¿No vendrás? Es importante que vengas, tú


sabes que significas mucho para él. Eres su amigo, ¿no? Estoy seguro de que
no nos quieres dejar plantados, ¿o sí?

Suspira un poco irritado. —No sabía que debía darte explicaciones a ti,
mucho menos que podías regañarme como a un niño. Eres mi hyung pero no
pases la línea, ¿entendido?

Su respuesta crea un silencio denso a través de la línea y sabe que no se oyó


nada bien. No quería ser rudo ni borde, pero le había sobrepasado un poco el
hecho de que le hablara como si fuesen algo que no eran realmente. Después
de todo, no se habían molestado en darse ciertas confianzas.

Está molesto y le es inevitable no estarlo. Aún sigue muy presente el


recuerdo de la fantástica navidad que presenció, sólo faltó un muérdago para
completar la tradición. Fue una burda idiotez. Había ido con la intención de
pasar un rato agradable con sus amigos y, tal vez, esperó que al ellos irse,
pasara algo más. No se imaginó que un mínimo segundo todo se
desmoronara, desenmascarando una total farsa.

—Yoongi-ssi, p-podemos esperar... Yo... En serio quiero verte...

Y ahí está. Aquellas palabras causan un efecto agridulce para sus oídos y es
lo que, muy en su interior, deseaba oír. Es como una manipulación indirecta a
su sistema que afecta directamente en sus decisiones y en su actuar. Si él le
habla así es como una bofetada a su orgullo, ya que hace algunos días atrás,
lo había escuchado, aquel tono agudizándose con algo cercano a la
desesperación. Fue quien causó un desastre, una pelea y eso era lo que les
enloquecía durante el sexo.

Inhala y exhala con cansancio. —Estoy retrasado.

Le sorprende lo calma que suena su voz, transmitiendo una neutralidad fría.


Si quiso sacarle en cara lo patético que se vio besando a una chica y
fingiendo el disfrutarlo, ya le resulta insignificante. Quizá, ya es hora de que
Seokjin se dé cuenta por sí solo de su cuestionable actuar.

—Oh, yo... Lo entiendo. ¿Dónde vienes? Puedo decirle a Baek que...

—Vas a esperar, ¿no es así?

Como un acto involuntario, muerde su labio con nerviosismo, queriendo


correr hacia el otro lado de la calle, mas no haciéndolo por desilusión y cierto
resentimiento. Y es que, no entiende su lógica. Pueden desearse, besarse,
tener sexo... Pero, no pueden admitirlo abiertamente porque eso asumiría que
una parte de ellos es homosexual. No entiende el problema, según su
perspectiva de la vida, nadie vive de las opiniones ajenas, cada quien debería
vivir su vida libremente y como le plaza. Lamentablemente, para Seokjin no
es lo mismo.

Desde donde está puede verlo, vistiendo un costoso abrigo mientras sostiene
el celular con el ceño fruncido. Es muy probable que se esté cuestionando
qué es lo que ocurre, qué va mal con él, por qué está tan a la defensiva. Y
nunca goza de tiempo extra como para estar desperdiciándolo en una
conversación que no posee importancia alguna.

— ¿Estás dentro del tráfico? ¿Has comprado el pastel? ¿Cierto? Te pedí un


café, pero creo que ya se enfrió. ¿Debería pedir otro?

—Otro café entonces.

Su corazón se agita al verle sonreír de forma discreta y eso logra disipar el


revoltijo en su interior.

¿Cómo alguien tan farisaico podía ser tan hermoso? Porque así era él; lleno
de hipocresía y mentiras, pero increíblemente llamativo y atrayente. Seok Jin
no era ingenuo y distaba de serlo, por eso es que entendía el juego a pesar de
no ser consciente de la manera en la cual sus sentimientos tomaban forma,
pero sí se atrevía a ilusionarlo y romper sus expectativas sin soltarlo.

La brisa fresca le golpeaba el rostro mientras caminaba hacia las escaleras del
subway, había un montón de jóvenes transitando por las calles,
aglomerándose en tiendas y callejones de comida rápida. El ambiente era
muy festivo y eso le hacía ilusión a pesar de las bajas temperaturas. Su
cabello, notablemente más largo, se removía con la gélida ventisca, algunos
rizos cayendo con diversión por su frente.

Había salido de casa rápidamente, no sin antes avisarle a Jungkook que


saldría y que no tardaría mucho en regresar. Habían progresado un poco
últimamente, ya no había tanta incomodidad ante la repentina presencia del
otro. Taehyung había estado pensando seriamente en reconsiderar la idea del
contrato, le hacía sentir indispuesto el hecho de estar viviendo juntos y ser
pagado por ello. Era denigrante en muchos sentidos el haber aceptado,
prácticamente, prostituirse a sí mismo sin ningún escrúpulo. Necesitaba el
dinero y quizá no había tenido el valor suficiente como para negarse. Le
empezaba a gustar Jungkook y eso era lo que le había terminado haciendo
razonar con respecto a sus actos. Desde un principio, algo en su interior le
advirtió esto ocurriría; no estaba sorprendido.
Exhaló el vaho de su boca, retomando la respiración normalmente en busca
de un asiento libre.

—Kim.

Una voz conocida tras su espalda le alertó. Jong-In estaba ahí, sonriéndole
con una simpatía aterradora. Nunca le había agradado y siempre creyó que
era más que recíproco. Ambos no eran nada amigables el uno con el otro, y le
era una opción válida el ignorar su presencia por completo.

— ¿No me vas a saludar? ¿Adónde vas?

Suspirando con irritabilidad, le sonríe. —Hola.

—Creo que no te gusta hablar conmigo, yo sólo quiero ser cortés contigo y tú
eres tan... —Una mueca se dibuja en su rostro, transmitiéndole un
sentimiento para nada agradable—. ¿Apático?

—Vaya, en serio conoces los sinónimos... Estoy asombrado de que uses


palabras nuevas que no sean insultos o sandeces. Eres grotesco.

—Y tú un mojigato.

Su sien palpitó. —Me vuelvas a insultar y no me importara denunciarte o,


mejor aún, borrarte la sonrisita esa con un...

— ¿Con un qué, Kim?, ¿con un golpe? ¿Me vas a golpear? —La risa del
idiota le irrita en demasía, y se ríe como si fuese gracioso, lo cual le confunde
—Vaya, sacaste garras... Estoy asombrado de ti también. Creo que el tener
amigos te sentó bien, uh.

—Oh, joder, cállate. No arruines mi día, ¿sí?

Dicho aquello se dirige hacia el otro extremo del vagón para sentarse en uno
de los únicos asientos libres que hay. No puede negar estar un poco alucinado
de su valentía, pero simplemente se hartó de ser intimidado con burlas debido
a su forma de ser. Jamás ha sido un matón y jamás ha creído que la violencia
es una forma de solucionar los conflictos, pero tampoco cree volver a dejar a
alguien insultarlo con semejante libertinaje.
Unos minutos más tarde, se encuentra caminando rápidamente hacia la tienda
de fideos de los Byun. Supuestamente, tendrían un almuerzo tranquilo por
vez que beberían Soju y charlarían un poco. La vuelta a clase estaba casi de
vuelta a la esquina y debían organizarse con respecto a sus obligaciones.

Una vez atraviesa la puerta de cristal, ve a Yoongi sosteniendo un pastel y a


su hermano encendiendo las velas de éste. Ambos le miran estupefactos por
un instante y entonces gritan: — ¡Feliz cumpleaños!

Con el ceño fruncido, estornuda bruscamente.

—Tú no te has estado tomando las vitaminas que te compré, Tae...

—Vamos, Jinnie hyung. Enciende las velas para él, es su cumpleaños.

Baekhyun corre hacia él. — ¡Taehyung-ssi! ¡Feliz cumpleaños, mi dongsaeng


favorito!

Inevitablemente, se siente cálido y agradecido, muy conmovido.

No acostumbraba a celebrar sus cumpleaños porque le parecía un sinsentido.


En realidad, a veces, cenaba con su familia y con eso bastaba. Pero, ahora, le
transmitía una sensación diferente y eso era reconfortante para él.

—No debieron molestarse, muchas gracias por esto, chicos —Dice, un ligero
rubor se hace visible en sus mejillas mientras se acerca a soplar las velas con
forma de números «23».

La mamá de Baekhyun, la señora Byun, les ha dejado usar una de las mesas
traseras de la tienda de fideos, lo cual les permite tener un espacio más
privado, teniendo en cuenta la cantidad de clientes que están llegando.

El tiempo se hace muy cómodo y agradable cuando reparten el pastel y la


conversación comienza a fluir entre ellos. La primera y segunda ronda de
Soju trata sobre la celebración de su cumpleaños, pero la tercera y cuarta
ronda va más por todo lo que guardan dentro de ellos y sólo hablan sobre
trivialidades.
Unas horas más tarde, poco a poco, su sistema se nubla debido a los efectos
del alcohol y se siente risueño y coqueto, y se encuentra a sí mismo deseando
por la compañía de Jungkook.

Ve a sus amigos reír debido a algún comentario que alguien hizo, lo que le
parece gracioso también; su boca hormiguea mientras muerde su labio con
manía.

No sabe bien desde cuándo está medio echado sobre el cuerpo de Yoongi,
tratando de explicarle qué ha estado haciendo, pero Yoongi sólo le quita el
vaso y le dice lo mal que está beber tanto, sabiendo que tiene una resistencia
horrible con el alcohol.

—P-pero, hyung, tú no entiendes... —Un hipido le interrumpe su propia voz


quebrada—. Me siento tan extraño...

—Ya es suficiente Soju para ti, Tae. Suficiente, ¿sí? Has bebido demasiado y
ya está atardeciendo.

No entiende a qué se refiere hasta que ve la hora en el reloj de su celular y las


llamadas pérdidas de Jungkook.

Mierda, piensa, incorporándose en medio de tambaleos y preocupación.

— ¿Quieres que te lleve a tu apartamento? No estás en las condiciones de


irte solo...

—No, no. A mi apartamento no, ya no vivo allí... Y no puedes ir a su casa, si


lo haces nos matará a ambos y se enojara conmigo por ser un descuidado...

— ¿De qué hablas, Tae? ¿Desde cuándo ya no vives allí?

—Me deja sintiéndome mareado, hyung. No podía no aceptar, ¿sabes? Soy


más idiota de lo que creí —riendo camina hacia la salida, los trompicones le
advierten una muy posible caída mientras escucha las quejas de sus demás
amigos, borrachos también, pero no le importa—. Sí, sí, debo irme...
¡Gracias, mamá Byun!

Logra caminar una cuadra solo hasta que Yoongi lo alcanza y lo acompaña
hasta la parada de autobuses.

—Déjame acompañarte, Tae... No me sentiré bien conmigo mismo si te pasa


algo.

—No soy una damisela en apuros, hyung. Puedo irme solo.

—Déjame comprarte un café al menos para despertarte, ¿bien?

Yoongi le deja en el paradero y va a la tienda de conveniencia que está tras


ellos. Cierra sus ojos adormecidos y piensa que Yoongi es un buen amigo,
es una buena persona y es amable. Amable y cariñoso, aunque a veces suele
ser un poco gruñón y poseedor de un sentido del humor inusual, pero es
agradable y simpático.

Pasan algunos minutos y Yoongi le entrega un café y unas aspirinas.

— ¿Tú no? —le pregunta.

—No, yo no porque tengo más resistencia al alcohol que tú, Tae.

—Cierto, cierto —bebe el café caliente y amargo y hace una mueca de


desagrado, entonces procede a tragarse las pastillas.

—Creo que la próxima vez, será un jugo para ti...

Hace un mohín, pero ve un bus aproximándose y se levanta rápidamente.

—Gracias, hyung. Me llevaré esto para el camino y... Te enviaré un mensaje


luego, ¿sí?

—Te llamaré.

Y dicho aquello, agita su mano, despidiéndose para finalmente subir al bus.

[...]

Los efectos del alcohol han disminuido y se siente mucho más consciente de
sí mismo durante el trayecto que lo acerca a su parada, pero se siente mucho
más intranquilo a medida que cualquier efecto de alcohol lo abandona.
Porque esas llamadas pérdidas sólo pueden significar una cosa, y no sabe si
eso es algo bueno.

Bebe el último sorbo de café y siente un mal sabor en su boca, le urge lavarse
los dientes y escupir la hiel.

Está un poco, demasiado nervioso y se cuestiona el mandarle un mensaje de


texto explicándole el motivo de su retraso, pero se dice a sí mismo que
tampoco es como si le tuviese que rendir cuentas a él.

Una vez entra a la casa, Jungkook está esperándolo con los brazos cruzados y
el ceño fruncido, una mirada oscura en sus ojos y la tensión en el ambiente
parece poder cortarse con tijeras.

Relame sus labios. —Y-yo... Lo siento...

Jungkook se acerca a paso lento hasta él y le hace sentirse repentinamente


intimidado y encogido.

— ¿Tú lo sientes? —Sus palabras resuenan en la habitación, su tono suave a


cambiado por completo a uno mucho más bajo y rasposo; una corriente de
aire le provoca un escalofrío en la espalda y la piel se le eriza ante la cercanía
—. Dijiste que no tardarías, ¿dónde estabas?

—Estaba en Hongdae c-con mis amigos y bebimos un poco para pasar el


rato...

Una caricia sobre su mejilla le interrumpe y huele el aroma de su perfume en


el tacto. —No me pediste permiso para eso, pastelito.

— ¿Debo pedirte permiso? —se atreve a decir en un susurro que dista del
atrevimiento, sino más cercano a la duda. No sabe qué es lo que le ocurre que
se siente como un niño pequeño nuevamente. Frágil e inseguro.

—Siempre. Yo doy órdenes y es a mí a quien obedeces.

—P-pero... Yo creí que...


—No. Tú no crees, sólo obedeces. Y te debes únicamente a mí, Tae. Eres
mío.

Sus ojos se humedecen y su cuerpo está temblando bajo la presencia de


Jungkook. Se siente reducido ante la dominación que le transmite su postura,
asimismo, reduciéndolo a la sumisión.

—Es mi cumpleaños, ellos sólo querían celebrarlo...

— ¿Por qué no me has dicho que ibas con ellos? Debes decírmelo todo.

Está a punto de hablar cuando su celular vibra, la verificadora muestra el


nombre de Yoongi y eso hace que Jungkook suelte un gruñido lleno de
irritación, quitándole el celular de las manos y dejándolo sobre la mesa.

— ¿Qué haces, Jungkook? Déjame contestarle, es mi amigo —Taehyung


toma el celular con manos temblorosas y contesta—. ¿Sí?

Por entre sus pestañas, logra divisar a Jungkook empujar su lengua contra su
pómulo interno, haciéndole saber que está molesto.

— ¿Estás en tu casa?

—Sí, yo ya llegué. Hum... Ahora estoy ocupado, hyung. Hablamos luego.

El contacto visual le es abrumador.

—Está bien.

La llamada termina.

Cohibido, avanza un paso, dejando de lado el celular y sabiéndose en


problemas.

—Voy a castigarte.

¿Me extrañaban?
Les voy a ser sincera. No estaba actualizando Heal Me porque, aparte de
estar ocupada, me sentía muy insegura con respecto a esto. No me sentía
bien escribiendo con inseguridad, no me gusta y me molesta, de hecho.

Yo escribo porque me gusta. Para mí escribir es una buena forma de


canalizar el estrés y mis emociones. No lo hago por obligación y supongo
que debía recordármelo.

En fin...

Mi jinnie en HM es un tanto especial, no me lo juzguen aunque se lo


merezca a veces. Y, por cierto, Jong-In tiene relevancia.

Les dejaré con las ganas de saber qué va a pasar en el próximo cap;)

Sean felices~
29

Un sentimiento desagradable se expandió en su pecho al ser espectador de la


primera desobediencia, sabiéndose molesto e irritado ante la rebeldía que se
impuso ante su palabra porque, ¿acaso era esa llamada más importante?

—Voy a castigarte.

Ve eso ojitos ampliarse con algo que le causa diversión y cierta picazón en su
cuerpo debido a la antelación de lo que ocurrirá. No puede negar que no le ha
gustado ver aquella reacción de temor y ansia, demostrándole abiertamente
no saber qué esperar y se siente orgulloso de ello.

Finalmente, podrá demostrarle que esto va mucho más allá de unas simples
nalgaditas.

Tener el control de todo lo que le rodeaba siempre había sido una buena
forma de mantener el orden de sus pensamientos y emociones. No le gustaba
la idea de perder el poder que amaba ejercer sobre otros, y eso no era una
cuestión de superioridad. Jamás le gustó el desorden y el desacato. El balance
de su vida le daba la tranquilidad que necesitaba para no perder los estribos y,
prontamente, colapsar. Por lo mismo, sólo trataba de conservar el equilibrio,
y, para evitar malentendidos, su niño debía comprender que no sería la
excepción.

Jungkook ponía las reglas y esas reglas estaban para seguirse sin quejas, lo
cual, su tierno pastelito, tendría que aprender.

No obstante, aunque al principio fuese tan dócil y sumiso, comenzaba a dudar


si es que podría soportarlo. Este estilo de vida que había escogido llevar con
él, no sólo requería tener una mente abierta y fuerte, sino también de una
capacidad corporal saludable que le ayudara a no dañarlo; obviamente, había
fijado ciertos puntos que debían respetarse en el contrato. Porque la disciplina
y la obediencia no eran el único requisito para seguir adelante; la confianza es
una de las bases en este tipo de relaciones.

La postura de repentino encogimiento le hace inferir recelo, está casi


alarmado.

— ¿Qué vas a hacerme? —Murmura en un susurro que le es apenas audible.

—Voy a castigarte —Repite, inclinándose con lentitud hacia él, suspirando


justo en su oído, inhalando el aroma jabonoso que emanaba. Tan tierno,
taaan exquisito, pensó—. ¿Debo repetírtelo una vez más o correrás lejos de
mí?

Extrañamente, el cuerpo de Taehyung no se mueve, pero parece estremecerse


con su cercanía y la mínima distancia que les separa.

Quiere besarlo tan mal, pero a la vez quiere nalguearlo y eso es simplemente
una locura.

—Hace tan sólo algunos segundos atrás, parecías tan decidido y valiente, así
que... Respóndeme ahora, pastelito —Su voz suena agridulcemente rasposa,
tres tonos más bajo y sus ojos se oscurecen deseosos. Por primera vez, siente
que le cuesta mantenerse alejado y eso le provoca una inusual amargura que
prefiere ignorar—. ¿Quieres que te lo repita, mierdita desobediente?

—N-no... Y-yo lo... L-lo siento...

No puede evitar no reír, cerca de su oído, enviándole ondas eléctricas a su


cuerpo como una advertencia. Su risa suena maliciosa. — ¿Lo sientes?
Hmm... No lo creo. Pero, debes aprender modales y ser un buen niño para mí.

—Está bien, y-yo sí lo seré...

Su mano acarició la mejilla ruborizada y no le sorprendió que se recostara en


su toque con tal vergüenza, casi como un nene tras ser regañado. Sin
embargo, sabe que ahora es un buen momento para prepararlo y saber si es
que está listo.

—Tu palabra segura es rojo. Si duele y quieres que me detenga, grítalo y yo


me detendré de inmediato, ¿entendido? —le escucha tragar sonoramente
mientras asiente notablemente asustado y dudoso—. Jamás te haría daño a
propósito, eres tú quien manda en esto. Rojo es la clave.

—Bien...

El ápice de incertidumbre es innegable, por lo que decide sostener su mirada


y robarle un besito en la mejilla antes de dirigirlo hasta su habitación.

Taehyung comienza a divagar por cada escalón que sube, sonrojándose con
violencia debido a su propia falta de coraje. Su cuerpo no es consciente de
ello, sin embargo sólo la necesidad que comienza a surgir desde muy
profundo en sus entrañas. Jungkook estaba siendo severo y firme, y eso le
causaba estragos en la mente.

Definitivamente, algo debía andar mal con él si aquella predominancia y


prepotencia le hacían sentirse débil y expuesto; corrientes de excitación
expandiéndose hacia arriba, recorriéndolo. Y, quizás, era necesario leer el
contrato una vez más porque su raciocinio ha quedado en blanco desde el
momento en el que le oyó nombrar la palabra «castigo».

No esperó que esto desatara un conflicto de emociones en su sistema, pero


ahora comenzaba a sentirse mareado y podría esperar cualquier cosa.

El deseo y la excitación se volvieron abrumantes y densos en el ambiente.

Y, una vez se detuvieron frente a la puerta, Jungkook le dio un beso brusco


que le hizo lloriquear, lo cual deleitó los oídos de éste. Entonces, no le costó
mucho esfuerzo llevarlo hasta adentro de su habitación y recostarlo sobre su
cama.

—Vas a gritar a quién le perteneces cuando yo te lo diga —dijo, arrancándole


los pantalones hasta tirarlos al suelo junto con los calzoncillos con estampado
de caricaturas. Se sintió enternecido y excitado.

Las piernas de su niño se cerraron con vergüenza por la desnudez de su zona


íntima, su rostro enrojecido mientras trataba de cubrirse con una de esas feas
poleras holgadas que solía usar que, justo ahora, no puede parecerle más
mono.

Esa acción infantil que finge una inocencia tímida le enciende desde la fibra
más sensible en su interior hasta sus pensamientos más indecorosos.

—No te cubras para papi, bebé —le abre las piernas con rudeza y sus manos,
de forma inconsciente, se deslizan por la bronceada piel suave, ascendiendo
hasta sus muslos rechonchos; una evidente erección formándose ahí—.
Mírate, pastelito... ¿Has estado queriéndome adentro de nuevo? —La
pregunta llena de sorna suena sucia mientras su dedo penetra el orificio bajo
sus bolas—. Muy apretado...

—¡Ngh! Hngh...

Su propia erección palpita cuando siente el canal tan caliente y blando


succionarle el dedo con hambre de más, un poco de jugueteo previo. Pero,
sus ojos siguen fijos en su niño, quien se muerde el labio inferior con fuerza
mientras se agarra del edredón.

Se siente mucho más caliente al verle así, tan necesitado y urgido de él. Pero,
se recuerda esto es un castigo. Así que, saca su dedo y, frente a Taehyung, se
yergue sobre su altura, desabotonando los primeros tres botones de su camisa
para finalmente deslizar la hebilla del cinturón de cuero ruidosamente.

—Sé bueno para mí... —susurra en una sonrisilla.

Recorre el cuerpo de su muy asustado pastelito. Su Tae le mira con impresión


y algo lejano a la ilusión en sus ojitos de bambi. Demasiado lindo, concluye
con el cuero entre sus dedos.

Su sombra se volvió tétrica y eso causó que Taehyung se encogiera en la


cama, su pancita contrayéndose mientras los nervios amenazaban con
retorcerlo en el colchón. Sin embargo, Jungkook se abrió paso entre sus
piernas con naturalidad, apoyándose en sus rodillas, haciéndole sentir
inseguro e indefenso.

Aunque, en teoría, podría debatir, quejarse y detenerlo, no lo quería hacer. Se


sentía casi nublado por las sensaciones, sobre todo cuando el cuero comenzó
a rozar su piel dulcemente, trazando círculos en su vientre, rodeando su
obligo.

Todos los pensamientos se callaron, quedaron mudos cuando Jungkook


decidió hacerse cargo de él, pidiéndole tomar el control de sí casi
implícitamente, haciéndole ceder física y mentalmente; todas sus cargas
desaparecen cuando le mira a los ojos y siente su toque, nebulizándole la
razón.

No sabe a qué se enfrenta con exactitud, pero en ese momento exacto decide
dejarse hacer, entregándose a su voluntad por completo.

Jungkook inhala y exhala, su pecho inflándose con dominancia. Un gruñido


cuando no puede apartar la vista de esa boquita roja e hinchada, el cuerpito
tembloroso le hace respirar pesadamente.

—Si papi te dice que no, es no, mi amor... —dice, besándole la frente, la sien
y luego la mandíbula. Los besos le saben a poco, así que decide chupar en su
cuello y luego en su nombro—. Cuando yo diga no, es no. Debes hacerme
caso y contármelo todo. Debo saberlo todo si estás bajo mi cuidado.

Sus manos acariciaron las caderas con notoria posesión y, con una mirada
desafiante, apretó donde los huesos de las caderas sobresalen, oyendo un
gemido que le es muy estimulante.

—A mí debes obedecerme, Tae... —insiste en un murmuró, sus pulgares


acarician los moratones de su cintura. Un roce en su pelvis y le ve perder la
poca cordura que le quedaba—. ¿A quién le perteneces?

—A ti —lloriquea casi sin aliento y ni siquiera ha comenzado.

—¿Quién soy yo? —lo reta.

—Jungkook.

El primer azote cae en el muslo derecho y el cosquilleo arde, dejándole salir


un alarido adolorido ante el golpe sorpresivo. Se remueve en el edredón ante
el impacto, buscando de qué agarrarse.
—¿Quién soy? —con su mano, Jungkook aprieta la erección de Taehyung,
provocándole una sensación de placer muy confusa. Se siente un poco
desesperado y no sabe si está lloriqueando o gimiendo—. Quédate quieto y
respóndeme.

—¡Papi, papi! Ahhg, haah, ahw...

—Así es, soy papi, por lo que a mí debes hacerme caso... —lo empieza a
masturbar con tortuosa lentitud, sintiéndose orgulloso de las reacciones que
causa en el muchachito, encantado de poder aturdirlo con tan sólo unos
toquecitos—. Te hubiese dado un regalo de cumpleaños si me lo hubieses
dicho, pero como no lo has hecho... Ahora sólo debo castigarte por
esconderme cosas que yo debería saber, pastelito. ¿Sabes que eso estuvo muy
mal? —azota el muslo izquierdo y le ve arquearse debido a la estimulación.

—S-sí, papi...

No sólo el rostro de Taehyung estaba enrojecido, su cuerpo también debido al


calor y, cuando el tercer azote llegó, enroscó los dedos de los pies mientras se
sentía agitado y sudando.

De pronto, sentía su boca resecarse con sed de beber o de saborear, lo cual le


hizo cerrar los ojos, sintiéndose demasiado ido.

La mano que lo masturbaba aceleró el ritmo con agilidad y eso le hizo


sollozar mientras elevaba las caderas con la intención de buscar a por más.
Pero sólo podía sentir sus músculos rígidos y su cuerpo con una ligera capa
de sudor que contrastaba con la frescura de las sábanas limpias.

Era desquiciantemente enloquecedor.

¿Qué me haces?

Abrió sus ojos para poder conectar con los de Jungkook que le miraba con
algo más intenso que la fascinación, era alucinante reflejarse en ellos cuando
sólo deseaba acelerar el ritmo si es que eso era humanamente posible.

Los azotes llegaron con dolor agudo en su cintura y luego en su abdomen,


quitándole el aliento por un segundo.

Había sido muy doloroso y se sintió ahogarse por los sollozos que comenzó a
emitir como un bebé llorón.

—¡Ohw, ouhnm!

—Quieto.

Incluso cuando se retorció, moviéndose como acto involuntario para poder


escapar, Jungkook lo volteó, echándolo sobre su estómago y levantándole las
caderas mientras presionaba su espalda hacia abajo.

—Quédate quieto.

Un azote brusco azotó en su nalga izquierda, luego fue su mano la que azotó
repetidas veces en su glúteo derecho.

—¡Papi, papi! ¡Gguk-ah, p-por favor! ¡Ahhg, haaa, haaah!

Y como si de una orden se tratase, el castigo cesó.

Una suave caricia le hizo temblar como una gelatina, podía sentir la sangre
hirviendo en cada lugar golpeado, unos muy probables moratones.

—Ya, está bien, Tae. Hemos acabado, ¿sí? —sintió su espalda ser besada con
una parsimonia que hizo a sus piernas sentirse endebles—. Fuiste tan bueno,
pastelito. Lo hiciste de maravilla, pero tengo una duda...

Lo mira por sobre su hombro hacia atrás, sus pestañas húmedas por el llanto
le hacen sentir los párpados pesados; el miembro erecto de Jungkook está
rojo e hinchado y le hace cuestionarse en qué momento se desabrochó el
pantalón.

— ¿Huh?

—¿Por qué estás tan mojado? No eres una chica y entre tus muslos estás todo
húmedo...
Se siente avergonzado ante el juego de palabras sucias que Jungkook escoge,
pero no puede apartar la vista de verlo masturbarse tras de sí y, nuevamente,
su erección se siente dolorosa.

—N-no sé de qué hablas —dice, gateando para voltearse y quedar frente a


frente a la erección de Jungkook; eleva aún más las caderas y las sacude casi
juguetonamente a pesar de haber sido azotado—, déjame hacerlo...

Jungkook se siente extasiado al verle como a un gatito desesperado por polla,


por su polla. Entonces, presiona en su labio inferior, incitándole a abrir la
boca para introducirse.

Taehyung saliva en exceso debido a su fijación oral y la polla de Jungkook ya


está húmeda debido al presemen. Pero, se le hace adorable verlo casi gotear
mientras lo mete a su boca sin mayor dilación.

Un silvido y lo hace con suavidad, tragándose su longitud con lentitud, hasta


el fondo.

—¡Oh, joder! —suspira Jungkook cuando lo ve liberarlo con un sonido


divertido.

Taehyung mueve sus caderas de un lado a otro fingiendo un vaivén mientras


juega con su polla, chupándola y acariciándola con el interior de su mejilla,
lubricándolo con su propia saliva, lo cual le es mucho más explícito de lo que
pudiese haber imaginado.

Siente sus músculos tensarse ante la vista que su nene le da, su mano
haciéndose camino hacia ese culito respingado. Quiere cogérselo, pero sus
dedos curiosos quieren aventurarse a jugar con su entrada, robándole uno que
otro gemidito; por dentro es cálido y mojado y se amolda a sus dedos,
pidiendo por más.

—Carajo... Lo haces tan bien, pastelito —le halaga, torciendo sus esfinges en
busca de cepillar aquel bultito y, cuando le da, siente una succión en su
miembro que le hace embestir en su boca. Es enloquecedor—. Quiero follarte
el culo tan mal, gatito...
Sus gruñidos se vuelven constantes y siente el calor acumulándose en la parte
posterior de su ingle cuando ve su prepucio marcarse en la mejilla de su niño,
un hilo de saliva deslizándose por su mentón.

—Es tan, muy bueno... —con su mano libre, acaricia sus ricitos, tentado a
jalarlo del cabello y embestirle en la boca hasta correrse—. Mírate, pastelito,
disfrutando de tener tu boquita llena de la polla de papi.

Echa su cabeza hacia atrás cuando Taehyung le hace una garganta profunda,
haciendo algunas arcadas en el proceso, pero logrando tragarlo por completo.

Siente como si todo el placer se acumulara en su eje, el pitido de la presión


acoplándose en sus oídos por vez que tres de sus dedos penetran con rapidez
el orificio de Taehyung, haciéndole abrir más las piernas mientras presiona su
cabeza contra su miembro para que no se aleje de él.

—Mmmhn... Oh, joder... Sí, mi amor, así, tan bueno...

Taehyung libera su polla y le sonríe con sensualidad mientras bombea en ella,


mirándola rojiza, hinchada y babosa.

—Está cremoso... ¡Ohw...! Mmngnnh... ¡Justo ahí!

Jungkook apunta contra la próstata de su pastelito porque se lo merece y sus


gemidos le hacen querer cometer una locura, siendo totalmente desesperante
y anhelando correrse.

La lengua de Taehyung le lame los testículos, succionando en ellos con una


mirada traviesa.

Escucha el ruido lejano. La lluvia, fuera, azota con viento en una tormenta
que se desata con furia.

El calor dentro de su estómago comienza a derretirse cuando su bonito niño


chupa en su glande, su orgasmo disparándose violentamente dentro de su
cavidad bucal.

Sus dedos presionan con fuerza dentro y Taehyung bombea su propio


miembro, corriéndose sobre su vientre y una almohada.
—Oh, ohw... haaa... aaah... haaa...

Las réplicas del orgasmo son abrumadoras, dejándolos inestables y saciados.

Jungkook cae junto a Taehyung y siente la repentina necesidad de besarlo por


completo y darle su regalo tras esta increíble sesión de sexo y lo hace,
tirándolo sobre su pecho como a un muñequito, lánguido y sensible.

—Ha sido increíble —le escucha decir mientras se esconde en su cuello,


besándole perezosamente—, ha sido realmente fantástico...

No evita no reírse un poco sorprendido y aturdido, pero lo aprieta entre sus


brazos, buscando su boca para besarlo correctamente y hacerle saber lo bien
que lo hizo, lo muy bien que se sintió.

El beso es tranquilo y lleno de un sentimiento gratificantemente cálido. Sus


labios se acarician mimosos y comparten el aliento mientras tratan de
profundizar y disfrutarlo.

Sin embargo, entre dientes, Jungkook mumura un susurro casi inaudible: —


Quiero consumirte por completo, Taehyung.

Hola, ¿qué tal?

Este capítulo es puro smut pseudo sádico y lo revisé medio quedándome


dormida, así que perdónenme si encuentran algún error ortográfico o
gramatical.

Hay segunda parte de este capítulo;)

¿Cómo vamos, mis nubecitas? ¿Todo bien? ¿Todo okei? ¿Lo estoy
haciendo bien?

Este capítulo lo tenía guardado desde hace una semana más o menos, y
cuando lo revisé, ahora, me di cuenta de que me había reprimido mucho
con mi forma de escribir e incluso eso había afectado mi inspiración y
mis ganas de querer actualizar. Fue loco. Así que, como volví a dar yo,
agárrense la peluca que volví con todo;)

Desactivé las notificaciones:(, pero estaré respondiéndoles cuando ande


por aquí, mis amores.

Sean felices, les tkm~

Pdta: como que wttpd no me actualiza los comentarios :(


30

No cualquier persona podría apreciar cuidadosamente el arte de una escena.


No cualquier hombre podría detenerse a detallar, minuciosamente, cada lugar
antes de besar y marcar con un férvido deseo de posesión. Y, claramente, era
digno de hombría quien tuviese el poder de contener la oleada de
sentimientos desbordantes ante el espectáculo que se mostraba frente a sus
ojos.

Para él, ser el causante de aquellas reacciones, del contorneo corporal, ver las
facciones torciéndose con satisfacción debido al goce de poder mezclar placer
y dolor; cada marca en su torso, bajo las costillas, descendiendo en las
caderas para emprender camino entre sus muslos y aventurar en el más
privado lugar que pudiese permitirse llevarlo a éxtasis.

Los centímetros se disminuían acorde los segundos transcurrían, los suspiros


y jadeos flotando en el aire mientras profundizaba cada embestida sin cortar
el contacto visual, atreviéndose a crear un vínculo mucho más que íntimo.
Aun podía experimentar la sensación de calor acoplándose en la parte inferior
de su pelvis, y se sabía perdido en la complacencia de estar dejando que ese
bonito rostro fuera el causante de su locura instantánea.

Había algo en su niño que le hacía querer perder cualquier rastro de cordura
con tal de estar uniéndose a él, dentro de él por vez que lo veía abrir su boca
y morder sus labios con semejante lujuria; incluso si era rudo, era espectador
de las deleitosas expresiones que su bonito nene le regalaba sin vergüenza
alguna.

Subsistían en algún punto del espacio, perdiendo el aliento y tratando de


aferrarse al otro, inundándose de emociones. Cada defecto e inseguridad
logró desgastarse en el trayecto que las uñas rasparon en su espalda, bajando
hasta dejarse caer a los costados y empuñar las sábanas.
Jungkook estaba encantado, fascinado y casi hechizado de ser quien estuviese
mirándole con tanta transparencia, dejándole saber que quería más y, sin
preocuparse realmente de ello. Porque no quería perderse ni un solo segundo
de la explosión que colisionaba en sus pensamientos con una sinceridad que
debería afrontar sí o sí cuando la cúspide del clímax les hiciera volver a la
realidad momentánea.

Se apresuró a robarle uno que otro beso, disfrutando de saborear la piel


suave, y tan suave como un terciopelo. No sabía si era posible el amar el
sabor tras degustar su boca, lamiendo en sus afelpados belfos y chupando
cuando le era necesario ir a por más. Entonces, concluía que Taehyung era
delicioso de todas las maneras existentemente posibles.

—Gguk-ah... Ggukie... M-más fuert-eh... Nmmnhg...

El impulso le llevó a enterrarse con profundidad y, aunque eso debió ser un


poco doloroso para su adorable pastelito, eso no significaba que no le gustara
lo que él le hacía. Por lo mismo, sujetó sus manos por encima de su cabeza,
inmovilizándolo por completo y deteniéndose repentinamente, presionando
en la próstata.

— ¡Hngh! Ggukie... Por... favor... Muévelo, muévelo... —Lloriquea con voz


aguda, removiéndose con desesperación bajo su cuerpo, su espalda
arqueándose mientras actúa de forma casi infantil por conseguir lo que
quiere; una buena follada—. Jungkook-ah... yo... Hmnnn... Ouhghnmn...

Observa los cabellos ondeados pegándose a su frente debido al sudor, su


carita toda roja y respirando de forma errática. Es el causante de aquel
precioso desastre, su desastre.

—Pídemelo bien, Tae —Le dice, sonriéndole suavemente, su mano soba su


pancita en círculos, estimulando la nueva zona erógena caliente que ha
descubierto. Siente su estómago estremecerse y eso le causa ternura y una
confusa excitación. O, tal vez es sólo que le ha comenzado a gustar su
pancita.

Escucha su medio gemido medio risa, muy ligero y eso le causa gracia.
— ¿Papi?
—No así, no seas tonto.

Ambos ríen, pero le arranca un gemido al embestirle de improvisto.

—Awh... Tan bueno...

Jungkook mira hacia abajo y vuelve a hacerlo, vuelve a embestir.

El canal estrecho de Taehyung lo succiona a la perfección, por dentro es


caliente y húmedo y le hace querer hundirse por completo, incluyendo sus
testículos.

Otra embestida y luego comienza con un movimiento tipo pistón constante,


emitiendo un sonido de chapoteo mojado.

—Tan sucio, mi gatito... —Ruge sin dejar de sobar en su pancita, sintiendo


un bulto en su vientre bajo; ha llegado muy adentro—. ¿Te gusta así, Tae?,
¿huh?

Taehyung comienza a sollozar y patalea con exasperación, hiperventilándose


debido a la cantidad de sensaciones que se acoplan en su sistema. Lo sabe.

—Nhgwaaa... Mmngnh... ¡Ahhw... Haah!

Se siente como un bastardo egoísta, pero para este punto ya sabe que el punto
de retorno —desde la primera vez— se quedó lejos. Quiere marcarlo de todas
las formas existentes.

Hace un tiempo que se ha sentido mucho más codicioso, más avariento de


poder adueñarse de lo que siente ahora le pertenece. Taehyung es suyo.

Él es mío.

Lo tengo, él lo ha dicho.

Es sólo de mí.

Mío.
Desde que lo vio con esos chicos, tambaleándose por la calle, borracho y
torpe, e incluso cuando lo espiaba de reojo en las clases al verle distraído,
jamás pudo evitar no sentirse envidioso de ellos. Esos otros chicos que
parecían ser bastante cercanos a él. No los quería cerca de su Tae, de su niño.
Porque, quizás, de algún modo u otro, siempre deseó ser el centro de su
atención.

—M-más... Ggukie... Gguk-ah... Hyung...

Se acuclilla entre sus piernas, apoyando las rodillas en el colchón e


irguiéndose un poco para dejar sólo la cabeza de su polla adentro.

—Voy a darte lo que deseas, mi pastelito.

Y las embestidas comienzan con brutalidad. Es áspero y los gritos, está


seguro, podrían escucharse en las casas de sus vecinos laterales. Y, le fascina
la idea de ser oído, de que le escuchen cogerse a su inocente pastelito que
ama ser follado como una puta.

— ¿Te gusta cómo te follo el culo, bebé?

— ¡Sí! N-no pares... Aggh... N-no lo hagas...

Poco a poco la voz de su Tae se va desgastando hasta sólo escuchar los


gemidos lastimosos y eso es la estimulación necesaria para que, prontamente,
en su interior, el orgasmo empiece a fundirse hasta conseguir derramar su
esperma dentro.

Los espasmos le hacen apretar las muñecas de su alumno, quedándose muy


quieto, y a punto de desplomarse sobre él.

Cierra sus ojos un instante, moviéndose con lentitud para exprimir el líquido
seminal. Luego, al abrir sus ojos, ve a Tae mirándolo con sus ojos perezosos
y su cuerpito lánguido, manchado de semen, moratones, sudor y totalmente
expuesto.

Sus ojitos brillan llenos de lágrimas mientras abulta los labios. —Mañana,
aparte de que no podré caminar bien, no sé si podré llamar a mi mamá para
desearle un feliz año nuevo.

— ¿Bromeas? —ríe, saliéndose con lentitud de su apretado orificio. Se queda


medio embobado viendo cómo los fluidos se deslizan hacia afuera—. Eso
es...

— ¿Qué miras? —Taehyung frunce el ceño, cerrando las piernas y poniendo


una de las almohadas entre ellas, notablemente avergonzado—. Eres un
cerdo... ¡No puedes sólo mirar ahí!

— ¿Por qué no? Ese es mi...

— ¡No lo digas!

Se queda callado e intenta abrirle las piernas, pero su resultado es recibir un


manotazo en el brazo por mirón. La situación le divierte un poco, sin
embargo se inclina para besarlo y tomarse su tiempo haciéndolo.

El beso es eufórico y causa un efecto de lascividad mientras sus anatomías se


rozan con melosa fricción. Levanta el cuerpo de Tae con sus manos, entre sus
brazos,invirtiendo las posiciones, haciéndole reír y a la vez echándolo sobre
su torso para abrazarlo y acariciarlo cómo desea hacerlo.

—Si tu mami pregunta, ¿qué es lo que le dirás? —pregunta, delineando la


cintura y masajeando en sus caderas con una mirada traviesa en sus orbes. Le
gusta más de lo que hubiese esperado el hacerse cargo de recompensarlo por
la gran capacidad de soporte que tuvo—. Quiero bañarte y limpiarte.
También quiero...

—Jungkook, podrás hacerlo luego. Ahora estoy un poco adolorido y siento


como si me fuese a desmayar... Y... Sobre mi mami, le diré que sólo es un
resfriado —bosteza, acomodándose en el hueco de su cuello con familiaridad,
sus brazos lo rodean con ligereza y le hacen cariño también.

Esas pequeñas muestras de afecto comienzan a hacerle ilusión


inevitablemente.

—Eso no suena muy convincente —dice, las yemas de sus dedos hacen
presión en su espalda baja, en los hoyuelos sacro, venus—, y me gusta tocarte
aquí...

—Has tocado todo mi cuerpo, ya no me sorprende después de que quisieras


ver cómo yo... Ay, eso fue asqueroso, Jungkook-ah —se queja, riendo y
presionando un beso en su hombro, luego en su mandíbula y luego acuna su
rostro para presionar sus labios juntos y picotear varias veces en su boca. Su
pecho se infla con afección—. Decirle a mi mami que estoy resfriado es
mucho más convincente que decirle: "hola, mamá, mi profesor me cogió
hasta dejarme afónico", ¿no lo crees?

Su ceño se frunce, ocultando la diversión que le quiere hacer carcajearse.

—Para ser tan lindo, tienes una boca muy grosera.

— ¿Qué esperabas? Me diste confianza para hacerlo, ¿no?

Después de una sonrisa, le da una nalgadita y entonces lo recuerda.

—Recuéstate sobre tu estómago, voy a... hacer algo.

— ¿Qué cosa?

—No seas desconfiado, no haré nada "malo".

Taehyung obedece y le mira por sobre su hombro, expectante de su próximo


movimiento. No obstante, él toma un bote de crema analgésica de su mesita
de noche y esparce un poco en la palma de sus manos para fregar en las zonas
lastimadas.

Jungkook se encarga de frotar una generosa cantidad de crema en sus nalgas,


entre sus muslos y en su abdomen. Con cuidado de no ser muy brusco, amasa
en su piel. Sabe que tras una escena, se producen emociones demasiado
fuertes y sabe que es necesario hacerle caer en cuenta de la realidad —fuera
de su rol— de la mejor forma posible; quiere relajarlo y hacerlo sentir seguro
de que, estando bajo su cuidado, estará bien.

Hay quienes no necesitan contención, pero Taehyung de por sí es querendón,


lo cual le hace completamente inferible el querer contenerlo y envolverlo en
sus brazos. Si bien ha sido el causante de despejar su mente de cualquier
problema y/o preocupación, es su deber como buen dom querer amortiguar la
sensación de bajón emocional que viene luego.

—Lo hiciste increíble, Tae. Para ser tu primera vez en esto, has sido
fantástico.

— ¿E-en serio?

—Claro que sí, pastelito... Y... Quiero que sepas que cuando probemos más
y, si en algún momento es demasiado para ti, realmente espero que uses tu
palabra de seguridad para detenerme, ¿bien?

—Bien...

Una sonrisilla dormilona se dibuja en su rostro, mostrándolo apacible y casi


como un osito dormilón. Jungkook siente un estrago en su mente y, a pesar
de eso, se recuesta a su lado y lo atrae entre sus brazos, abrazándolo con
delicadeza y cubriéndolos con el cobertor.

—Feliz cumpleaños atrasado —susurra en su oído.

— ¿Podemos cambiar las sábanas? Eso sería un buen regalo, me siento


incómodo cuando estoy todo pegajoso...

—Lo que tú quieras, pero déjame limpiarte, ¿sí? No me sentiré bien conmigo
mismo hasta que no me dejes hacerlo...

—Oye, entiendo tu comportamiento y que te guste oírme decirte papi, pero


puedo limpiarme solo, ¿bien? —ríe, arrutando la naricita, lo cual le parece un
gesto estúpidamente adorable—. Además, algo me dice que sólo es un fetiche
tuyo por ver lo que...

—Nunca lo hice con los demás, sólo lo hago contigo. Así que, cállate y
déjame hacerlo.

Y, con esa interrupción bastaba para dejar en claro la situación entre ambos.


Baekhyun bebió un sorbo de su té por vez que guardaba sus apuntes dentro
de una carpeta.

Pronto volvería a clases y necesitaba repasar el contenido y buscar


información por su cuenta, ya que no quería estar desconcertado en su último
semestre antes de ingresar a su último año. Le resultaba un poco difícil,
teniendo en cuenta que siempre trataba de buscar más opciones para generar
ingresos y ayudar a sus padres con los gastos.

La vida era un poco, demasiado injusta a su consideración, ya que, mientras


él se mata estudiando para alcanzar los resultados que desea, a pesar de los
esfuerzos extras que debe hacer para seguir con su carrera adelante, hay
quienes lo tienen fácil y sólo lo desperdician entre excesos y fiestas.

—Oye, Baekkie, ¿sigues estudiando?

Suspira con frustración, fulminándolo al verlo sentarse frente suyo con


semejante superioridad. Idiota.

—No, imbécil. Estoy..., sólo juego a ver las hojas.

—Qué agresivo, ¿habrá sido Kim quien causó este comportamiento


inhabitual en tu conducta?

—Detente, Kim Jong-In. Que seas mi medio hermano no te da derecho para


acercarte a mí como si fuésemos amigos. Tú y yo no somos nada, entiéndelo,
¿sí?

— ¿No somos nada? ¿Estás seguro de eso?

Esa simple pregunta toca una de sus fibras más sensibles y le hace sentir el
pecho apretado. Rabia y rencor mezclándose y nublándole los sentidos.

—Fue un error. No te atrevas a insinuar que tú y yo... —Los recuerdos llegan


a su mente sin filtro alguno y le hace sentir nauseabundo debido a una
escalofriante verdad que incluso trató de enterrar muchas veces—. Yo
jamás...—quiso vomitar cuando le vio sonreír como si esta situación fuese
divertida, como si todo lo que hizo para tratar de olvidar lo que ocurrió hace
un par de años atrás fuese inválido y un simple juego; sus padres jamás
podrían saberlo—. Eres un cerdo... Déjame solo...

—Me sorprende que me pidas que te deje solo, ese día yo sólo te oía rogar...

Esas palabras bastan para que se rompa en llanto, llorando y desbordándose


de miedo.

Pánico y terror inunda en su sistema mientras tiembla y trata de alejarse de él


para sentirse seguro.

Se abraza a sí mismo, sintiéndose colapsar.

—Te odio... ¡Vete de aquí! ¡Aléjate de mí! ¡Vete! ¡Mantente lejos de mí!

Hola, mis bebés preciosxs

Les dije que volvería y volví. Vengo con todo mi gente hermosa, I was
not kidding ehe...

Agradecerles por los más de 5k que tiene Heal Me, estamos creciendo
mucho y eso me alegra demasiado. Les quiero ❤

Les extrañaba:(

Sean felices~
31

Siempre se supo a sí mismo como una persona autónoma, incapaz de recurrir


a alguien más cuando un problema surgía. Hubo muchas veces donde se vio
realmente urgido, entre espada y pared, tratando de tomar la decisión
correcta. Y, ahora sólo quedaban las consecuencias de la soledad que adoptó
como solución al rechazo. Mal querer.

Sus miedos regurgitaban hacia arriba, haciéndole sentir nauseoso e inseguro,


y muy inestable. Había sido sostenido en un mar de pensamientos vacilantes,
en la cúspide de un arrebatamiento momentáneo cuando la realidad se
distorsiona hasta lograr hacerle sentir en un cosmos paralelo. Su mundo podía
llenarse de colores instantáneamente al ser parte de un acto voluntario de
escape, entonces sería aliviador el poder respirar y estaría agradecido de
sentirse ligero bajo las manos de alguien más. Porque había descubierto que,
ceder absolutamente, no era algo por lo cual sentirse menos digno.

Sin embargo, cuando todo acababa, no evitaba no deprimirse, amargándose al


ponerse tan mal e intentar olvidarlo y pasarlo por alto. No quería generarle
una baldía preocupación a quien no hacía más que tratar de quitarle el peso
de los hombros a través de sexo espontáneo y contención psicofísica.

Quizás era su culpa causar ese efecto en él. Antes no se hubiese imaginado a
Jungkook como un hombre tan dulce y pendiente de su pareja, pero ahora le
era casi gracioso el giro que había dado la situación. No mentiría, mas no lo
mencionaría tampoco, pero había podido notar la forma en la que él
empezaba a mirarle; condensando una ilusión muy visible dentro, sin filtro
alguno.

Incluso ahora, percibiendo un lejano sol filtrándose por entre las cortinas con
gélida humedad invernal, el calor corporal ajeno que se emanaba tras su
espalda, creaba un contraste tibio, haciéndole ser consciente del brazo que lo
aprisionaba desde un costado, atrapándolo.

Estaba siendo abrazado y algunas de las almohadas —desparramadas a su


alrededor— les rodeaban con una que otra pluma por doquier.

Suspiró, queriendo moverse, aunque el mínimo trasiego le hizo discernir un


dolor agudo en su trasero.

Joder, pensó, apretando los glúteos como reflejo ante las pupas en variadas
partes de su cuerpo. Algunas de las lesiones escocieron, provocándole un
ardor debido al roce y, si bien la noche anterior Jungkook le había fregado
con una crema analgésica en las zonas lesionadas, también le había puesto un
poco de hielo en cierta zona para desinflamar y aliviar el dolor.

Y, no es como si fuese capaz de quejarse por algo que le había hecho


disfrutar en demasía, porque había sido simplemente increíble liberarse de
cada una de sus cargas, cualquier palabra que le hubiese acomplejado había
terminado por desgastarse y desaparecer; a cambio de placer.

Se había entregado por completo y eso hizo que su cabeza quedara felizmente
vacía de todo, excepto Jungkook.

Su mundo se había reducido al control y al dominio que alguien más podía


ejercer sobre él.

— ¿Duele? —La piel se le eriza al sentir el aliento cálido en su nuca, un


escalofrío amenaza con recorrer su espina dorsal al oír la suave aspereza de
su voz matutina, justo en su oído—. ¿Debería poner un poco más de crema
aquí? —Pregunta, amasando en sus caderas con manos traviesas y muy
codiciosas—. ¿Duele mucho? —Un beso húmedo tras su oreja le hace
exhalar el aire que no sabía había estado soportando, regocijándose de una
sensación corporal exquisita.

—Definitivamente, deberías poner un poco más de crema —Responde


risueño, volteándose para poder mirarlo desde una postura menos incómoda.
Puede ver su propio reflejo en aquel brillo inusual y, aunque sabe pude
deberse al post-coito, no evita querer saber qué es lo que lo causa, deseando
ser la respuesta porque su ego lo grita—, ¿vas a ponerlo en mí de nuevo?
Oye su risa con un deje de diversión ante el doble sentido de sus propias
palabras y sólo puede observarlo con atención, sintiendo su corazón palpitar
con emoción sin un motivo ansioso.

—Quiero comerme una hamburguesa gigantesca y papas fritas y una gaseosa


extra grande —Dice, riendo un poco también, apoyándose en uno de sus
codos para darse soporte—, pero ni siquiera sé si podré levantarme de esta
cama...

Jungkook ríe nuevamente como si la situación fuese graciosa, sentándose


mientras acomoda su flequillo y estira sus brazos. Y, Taehyung no puede
perderse ni un solo segundo de eso, mirando atentamente cómo los músculos
se flexionan y se contraen; los bíceps, el abdomen y la espalda, entre sus
omoplatos, haciéndole sentir repentinamente sediento.

—Quiero llevarte a comer lo que quieras dónde quieras, a menos que tengas
planes. Será mi regalo de cumpleaños atrasado, ¿no quieres un presente?

—Oh...

La indirecta le toma ciertamente desprevenido, pero cuando nota el contexto


de ésta, sabe a qué se refiere; salir a comer, solos, como en una cita. Se sabe
muy torpe cuando no tiene idea alguna sobre qué debe responder ante su muy
precipitada conclusión. De todas formas, es la primera vez que alguien le
insinúa querer salir con él, directamente y sin ningún preámbulo.

No evita la sonrisa que se dibuja en sus labios, un poco triste y nervioso sin
saber el porqué.

—C-claro que sí.

Jungkook le mira durante algunos segundos, presionando su lengua contra su


mejilla interna, reprimiendo una sonrisilla. —Mírate, pastelito, estás todo
rojo.

Taehyung desliza con lentitud su mano y sus pestañas se baten con


coquetería.
— ¿Es una cita?

Jungkook vuelve a reír, sabe que ahí hay algo más.

Siente un poco de nervio de su propia pregunta, teme sobre la respuesta, pero


qué es lo podría salir mal en una simple salida a comer. Sólo quiere comenzar
a vivir su vida normalmente.

—Tal vez, sí...

Por un instante, sólo desea olvidarse de los paradigmas a los cual sus padres
le obligaron amarrarse como una soga en el cuello, asfixiándole como
amenaza constante de no poder ser él mismo por vez que se anhela
descubrirse y disfrutar de ello. Quiere convencerse de que no está mal sentir.

Porque, los cánones que la sociedad había impuesto se mantendrían hasta el


punto de quiebre. Entonces todo lo que siempre debió ser tan natural como el
pensar, se volvería a normalizar. Porque, al fin y al cabo, somos humanos con
piel y huesos, y un corazón vivo. Porque es imposible que exista un Dios que
juzgue a quienes deciden ser simplemente un humano.

¿Está bien sentir atracción por otro hombre, por alguien de su mismo sexo?,
¿necesita demostrárselo a ellos, demostrárselo a sí mismo?

Su mirada se desvía con atención hacia Jungkook. Puede ver sus facciones
con un aire de laxitud, cada gesto que hace le es tan varonil que le enloquece
de la forma más desesperante en cada una de sus fibras más sensibles. La piel
pálida posee uno que otro lunar y su anatomía parece estar construida como
un viril definido, cada una de sus extremidades parece estar muy bien
definidas y eso le es alucinante. E incluso si desciende desde su torso hasta la
mata de vello púbico que nace en su ingle, el miembro medio erecto entre sus
muslos gruesos le causa un estremecimiento mientras lo ve caminar hacia la
cómoda en busca de ropa limpia.

Es entonces cuando la duda nace.

¿Por qué es él?


¿Qué tiene de especial?

Levantándose con cuidado de pasar desapercibido, se incorpora y sus pies le


dirigen hacia el espejo que hay en un rincón de la habitación casi con
voluntad propia, y como una tortura hacia su subconsciente, se ve a sí mismo.

Sus hombros son angostos a diferencia de sus anchas caderas, y su trasero


creció un poco más de cómo lo recordaba, mostrándole sus abastecidas
nalgas, los glúteos lucen esponjosos y rellenitos al igual que sus muslos. La
cintura no es definida por completo, pero es muy delgada y sus piernas son
largas a pesar de su estatura promedio.

Su piel trigueña le hace lucir exótico junto a todas las marcas que fueron
talladas con detención la noche pasada.

Se siente inseguro y un sollozo amenaza con formar un nudo en su garganta,


el complejo haciéndole dudar. Él no es una chica.

No obstante, como si de leer su mente se tratase, Jungkook le abraza por la


espalda, presionando un beso en su hombro izquierdo.

— ¿Qué ocurre, Tae? —Musita con delicadeza, como si pudiese leer cada
una de las señales de fragilidad en su muy triste inestabilidad emocional—.
¿Quieres ir a la ducha conmigo? ¿O prefieres quedarte un rato más en la
cama? Hoy es día festivo, tenemos el día...

Siente las yemas de los dedos ajenos apretar levemente en los huesos de sus
costillas y, a través del espejo, encuentra su mirada oscurecida, pero muy
dulce.

Taehyung inevitablemente quiere echarse a llorar ahí mismo, sintiéndose


dependiente y atado al inconsciente, deseando escalar en él y anhelando
comprender la naturaleza de ese sentimiento, colmándose a sí mismo de
defectos.

Prefiere que todo lo demás desaparezca, excepto Jungkook.

Le duele el no poder soportar el «qué vendrá luego» sin aferrarse a la única


persona que le ha ofrecido un escape momentáneo de la tortura que le
erosiona con recriminación. Tiene miedo de comenzar a creer que Jungkook
será su vía de escape cuando todo se derrumbe, pero es lo único que
realmente acortara su tiempo en este lapso.

¿Cómo le podrá mirar cuando sabe que Jungkook caerá antes que él?

¿Cómo le mirará cuando Jungkook quiera más de él?

Tiene miedo pero, a pesar de eso, se voltea hasta enfrentarlo y acuna su rostro
para besarlo de forma efusiva, desesperado por conseguir más, por poder
nebulizar la tormenta que tiene dentro justo ahora.

Le es muy triste y se dará por vencido, dejará que Jungkook tome todo de él a
cambio de esto; un pilar que se mantenga firme para hacerle sentirse ligero
cuando los muros que creó a su alrededor terminen de derrumbarse.

Siente los labios tibios de Jungkook dirigir el beso mientras lo alza entre sus
brazos con brusquedad y le obliga a colgarse en sus caderas, amando aquel
sentimiento de consuelo que éste le ofrece con tan solo un movimiento
mientras lo llevaba, a tientas, hacia la cama.

Escucha reír a Jungkook cuando caen al edredón y cierra sus ojos para
suspirar al verle ascender por su cuerpo en un camino de besos codiciosos.

—Dile a papi cómo lo quieres, mi amor.

Hazme olvidar.

—Que duela.

Lo escucha hablarle sucio, dañándole un poco, pero haciéndole olvidar que su


padre le había enviado un mensaje en la madrugada donde le avisaba haber
escuchado la noticia sobre su reciente pareja, esperando que no fuese otro
maricón como él.

Ya no puedo soportarlo más...

Y, pronto, Taehyung se haya gritando su nombre con necesidad, sintiéndose


preso, pero satisfaciendo las fantasías de Jungkook sabe encontrará su
libertad.

Una respiración bastó para culminar con su gran soporte antes de que
terminara rompiendo en llanto por lo que había hecho, tratando de huir de sí
mismo, sintiéndose el ser más hipócrita del mundo por delatar a su hermano.
Porque era egoísta, no había otra palabra que lo describiese.

Había vivido bajo la aceptación de sus padres durante toda su vida, eso era
importante para su ego y su salud mental; mientras más orgullosos de él
estuviesen sus padres, menos preocupados estarían de su vida personal.

Lamentablemente, acabaría rompiéndose en cualquier momento debido a sus


propias mentiras que había posicionado como un castillo de cartas que tendrá
su derrumbe sí o sí.

Su hermano no merecía ninguna de las cosas que él le había hecho; lo amaba


más que a nadie en el mundo, pero necesitaba salvarse a sí mismo también a
pesar de todo.

Después de todo, las apariencias siempre habían sido más importantes que
todo.

Creo que hice algo bastante estúpido.

Este capítulo es como la pt.4 del capítulo 28, pero es la última parte. Y,
siendo sincera, yo tengo un lío con eso de ir por parte y me frustra, y por
eso es que son capítulos aparte:)

Jeje...

Random fact: Estoy tratando de editar mis portadas más aesthetic de


acuerdo al tema que tratan. Estoy tratando de aprender cosas nuevas y
eso me gusta. Tal vez no lo hago taaan bien, pero allá es la dirección;)
Spam Time! Visiten Close as strangers, está en mi perfil;)

Les quiero, no lo olviden, y sean felices ☁


32

Nunca se hizo un gran lío por tener una preferencia sexual diferente a la que
ha sido normalizada durante años por la colectividad de la sociedad,
realmente no se dejó cohibir o avergonzar sólo por ser gay. Obviamente, esto
no significó que su primera infancia y su época pre púber, incluyendo a su
pronta adolescencia, fuese fácil.

Había sido difícil irse en contra de las expectativas de su familia, y lo había


sido mucho más el romper por completo el estereotipo que ellos querían que
siguiese. Y, a pesar de todo, jamás se dejó guiar por los egoístas intereses de
otros.

Hubo más veces de las que le gustaría recordar donde recibió castigos que —
en realidad— no merecía, siendo esto una cruel forma de martirizarle para
lograr causar en él algún cambio a nivel de "razonamiento" que nunca llegó;
habiendo una culpabilidad que no tenía por qué asumir.

La situación había sido más que compleja, claramente, lo cual le hizo tener
más que en cuenta que, a sus progenitores, comenzaban a acabárseles las
ideas sobre un cambio radical de "opinión" con respecto a su orientación
sexual.

Cuando tenía quince años tuvo una aventura con otro chico de su clase. Había
sido un secreto e inglés fue la excusa "perfecta" para llevarlo a su casa, o eso
se creyó ingenuamente. Cliché e inexpertos, en ese momento ninguno de los
dos sabía sobre la forma en la cual el mundo se movía, —no del todo—.
Tuvieron que experimentar, a base de sus torpes instintos primitivos, su
primer beso real. Ambos hubiesen querido cruzar la línea, indagar un poco
más allá sólo para saber cómo se sentía, pero... Su familia era realmente
adinerada y el dinero es un sinónimo de poder entre clases, entonces jamás
pudo llegar a oficializar una relación con alguien que no estuviese aprobado
por los Jeon.

En algún instante, tal vez fue una inconsciente rebeldía de su parte; querer
acabar con cualquier indicio de terco prejuicio, le hizo sentir estúpido más de
una vez al saber que aquéllo estaba arraigado en las raíces de antaño en su
consanguinidad.

O quizá fue la mera ilusión que se origina a causa del primer amor, el que es
más conocido por ser candoroso e inmaduro.

Sin embargo, su padre había sido un factor esencial en sus etapas de


crecimiento. Jeon Gong Yoo fue un hombre terrible. Y, casi insensatamente,
se renegó a ser como él, causándole adoptar de éste ciertas conductas que,
hasta el día de hoy, se aferraron a sus fibras más sensibles; como la
dominación. Tuvo que arraigarse al fuerte temperamento que venía en su
sangre, desde sus genes pudo heredar esa preponderancia inusual que le hizo
convertirse en un altanero imperativo y serio. Desde entonces que ha sido
capaz de solucionar en absoluto cada uno de sus problemas, siendo muy
crítico con las decisiones que tomaba, astuto en demasía con las convenientes
más importantes.

Tener el control de lo que le rodea siempre ha sido un método efectivo que le


ha ayudado a mantener un equilibrio, un balance para que su vida no pierda la
sólida base que moldeó gracias al dolor y al desapego.

Había aprendido a vivir bajo sus propios términos, a trazar un límite marcado
bajo la obediencia, el orden y el sometimiento.

Entonces, es capaz de concluir por qué la atracción que siente por su alumno
—desde que lo conoce— se vuelve tan densa y abrumante acorde transcurre
el tiempo. Y es que, Taehyung, dócilmente puede sumarse a su balance con
un peso ligero sin siquiera darse cuenta de ello.

No obstante, siempre le ha parecido bastante complicado el hecho de saberse


atraído completamente por una persona tan inusual como lo es Taehyung, y, a
pesar de eso, desea conocerlo más a fondo inevitablemente; el tiempo que
han compartido juntos ha sido realmente prometedor para su alcance
emocional, y eso le hace querer hacer o decir alguna tontería.
Porque sabe en cualquier instante, tras unos meses, tendrán que enfrentar una
realidad tras el rol que ambos simulan jugar. Esto ha pasado antes. Pero,
ahora quiere permitir que todo suceda; la ilusión de una imagen en diferentes
escenas donde se ve a sí mismo sosteniendo otra mano, eso se ha vuelto un
sueño que empieza a perturbarle con constancia.

Según su razonamiento, hay diferentes maneras de ir en la dirección que él


quiere ir sin importar lo arriesgado que eso sea. Se sabe medio, muy
ilusionado y cegado con la hermosura de las sensaciones que renacen desde
la profundidad de su ser. Porque, desde dondequiera que se le mire a su
alumno, es definitivamente precioso y le hace alucinar despierto con una
ferviente codiciosa de poseerlo como suyo.

¿Insinuarle una cita ha sido una mala idea?

Su mirada se desvía de forma disimulada hacia su derecha, observando con


suma atención la suavidad en la expresión de su acompañante y piensa; por
supuesto que no.

Ve una sonrisa tímida mientras abraza sus piernas, mirándole con una dulce
expresión. Esas cómplices miradas deben significar algo, ¿no? Y nunca sintió
tan adecuada la frase guarra del «aquí te pillo, aquí te follo».

Ahora se sentía tan necesario un poco de contacto físico, el anhelo de verlo


desnudarse y besar cada centímetro de su piel, saborearlo en su boca y no
sólo en ella...

Simplemente, ya no podía cansarse de quererlo bajo su peso y perseguir el


amanecer hasta alcanzar el clímax mutuo.

Juntos.

Taehyung poseía ese balance irracional que le hacía enloquecer a su voluntad,


teniendo la capacidad de provocar estragos en su mente y deshacer los nudos
más enredados hasta lograr hacer desaparecer todo lo demás, a excepción de
él.

Porque ambos tienen una conexión innegable, y podría apostar que no es el


único que tiene en cuenta la existencia de la química naciente entre ambos.

—Sigues mirándome... —Le oye murmurar con una muequilla graciosa, el


peculiar sonido de su voz aterciopelada irrumpe con gracia en su
pensamiento, haciéndole caer en el consciente de la cantidad de tiempo que
se quedó así, simplemente viéndolo—. ¿Por qué me miras? ¿Tengo algo en la
cara o...?

Jungkook no evita la risa nerviosa al haber sido pillado, pero la verdad de su


motivo sale con naturalidad en un susurro: — ¿Debo tener una buena razón
para hacerlo? Es sólo que me gusta mirarte.

La repentina confesión causa un estremecimiento en el contrario que logra


percibir, por completo, incluso cuando están sentados junto al otro, las luces
externas de otros autos pasan casi inadvertidas a su parecer.

Le gusta el ambiente que se empieza a crear; un poco de tensión al verle


lamer su labio inferior como un tic delicioso. Quiere echarlo sobre la fila de
asientos trasera de su auto-móvil y recostarse entre sus piernas y besarlo
hasta saciarse de esa sed insaciable que se hace presente con firmeza cada vez
que lo siente sólo respirar o...

— ¿Me llevaras a ver los fuegos artificiales? —Dice, desprendiendo una


calma llena de cosquillas que le hacen suspirar con agrado, se da cuenta de
que si se lo pregunta de esa forma podría aceptar a cualquier petición.

— ¿Quieres que te lleve ahí?

— ¿Quieres llevarme...? Cancelé a mis amigos por esto, ¿no tienes planes
con alguien más?

Su pecho se infla con un sentimiento demasiado agradable para su propio


bien y se haya a sí mismo insinuándole una situación próxima, arqueando las
cejas por vez que su lengua empuja su pómulo interior.

—Eres mi único plan para esta noche.

[...]
Escucha la risa de Tae resonar melódicamente, provocándole aquella
felicidad instantánea que burbujea desde su interior, considerando seriamente
la idea de poder acostumbrarse a ello.

— ¡Eres un tramposo, Gguk-ah!

Después de haber decidido comer comida —rápida— basura dentro del auto,
habían estado compitiendo por quién podía dar la mascada más grande a la
hamburguesa; la idea fue de Taehyung y él siempre había sido muy
competitivo, por lo que no pudo negarse a semejante reto.

— ¿Es hacer trampa saber comer?

— ¡Claro que no! Pero has dejado menos de la mitad con sólo una mascada
y eso es...

— ¿Talento?

— ¡No, Gguk-ah! Eso es ser un...

— ¿"Un"?

Hay silencio durante un par de segundos y sigue tratando de ocultar la


diversión hasta que Taehyung habla y dice: —La última vez que propuse
jugar a esto, me oriné. Ha sido una terrible id-

Jungkook explota en carcajadas. — ¿Eres jodidamente un niño? Joder... Eres


adorable...

—Oye —Tae frunce el ceño con las mejillas rojas, dejando la hamburguesa
en la bolsa de papas fritas, aparentemente con pérdida de apetito,
avergonzado—, yo tenía seis años. Era una criatura.

— ¿Usabas pañales?, ¿necesitas uno ahora? —se mofa.

Taehyung esconde su rostro entre sus manos, su rostro enrojeciendo cada vez
peor, pero también se ríe.

—Eres un pesado, Gguk-ah... —abulta sus labios, fingiendo gruñir enojado.


Qué cosita más caliente, piensa, tensando sus músculos sin borrar la
sonrisilla—. Es normal que un niño se orine de la risa, yo ya soy un adulto
ahora; y no me orinaré.

— ¿No? —relame sus propios labios, buscando su muslo y apretando allí,


ascendiendo con confianza, haciéndole temblar y aspirar el aire con
melosidad, viéndolo morderse el labio inferior.

Carajo...

Se acerca con lentitud hacia su costado, inclinándose cerca de su lóbulo,


respirando en su cuello.

La tensión podría cortarse con tijeras, pero sabe qué hacer y, por sobre todo,
sabe qué decir.

—Es que —empieza, murmurando lentamente—, incluso si me rebates ser un


niño grande... —lame y muerde un poco, su mano traviesa adentrándose
hacia la zona íntima de Tae, masajeando ahí con parsimonia—, yo puedo
hacer que te orines por mí como la cosita cachonda que eres, pastelito...

Puede sentir entre sus dedos un bulto creciendo bajo su toque, y, sin
embargo, lo deja. Justo cuando Tae ya había recostado su espalda contra el
respaldo del asiento de copiloto, su respiración un poco quebrada por la
adrenalina que le causaron sus sucias palabras; él no bromeaba, después de
todo.

—Quiero llevarte a ver los fuegos artificiales. El río Han tiene una vista que
te dejará realmente estupefacto, amarás verlo desde ahí —agrega, volviendo a
su posición en el asiento, cruzando el cinturón de seguridad por su torso.

Luego de una larga exhalación, y nuevamente riendo un poco, Tae sacude su


cabeza. —Bien, vamos...

[...]

Sorprendentemente, no habían tantas personas desde su ubicación, aunque sí


una que otra pareja en el puente, y ellos estaban mirando en dirección a éste.
No mentiría al decir que tenían una vista privilegiada del espectáculo, pero
hace algunos días había nevado y eso lo hacía mágico mientras esperaban que
el evento comenzara.

Se suponía que el año nuevo era una fiesta con una celebración mucho más
privada y familiar, pero él desde hacía años que pasaba el año nuevo solo o
con alguno de sus amigos festejándolo en algún bar de la ciudad. Asimismo,
ahora le era un tanto inusual el haber traído a alguien especial con él para no
estar tan solo como solía estarlo.

Miró por sobre su hombro a Tae, quien se abrazaba a sí mismo, exhalando el


vaho de su boca mientras miraba a su alrededor con ojos impresionables.

— ¡Aquí es maravilloso! En Daegu, no hay nada parecido a esto...

— ¿No?

Taehyung se acerca con lentitud. Su naricita está enrojecida debido al frío y


se ha puesto la capucha de su abrigo, sonriéndole tiernamente. Aún no es
tiempo de dar el saludo, pero le urge que el conteo comience sólo para sacar
provecho del contexto.

—No hay un lugar parecido a éste, pero hay muchos muy bellos también y...
La verdad es que, deberías visitar Daegu algún día, por ejemplo el
Palgongsan o... ¡el parque Duryu!

— ¿Tú crees?

—Estoy seguro, te encantará.

La sangre hierve circulando por su cuerpo completo, entonces tira a


Taehyung hasta su costado, rodeándolo por la cintura. Ha sido una reacción
instantánea debido al ambiente romántico que les rodea; la nieve, los pétalos
de cerezo y las luces neón que alumbran desde las lejanías, e incluso los
faroles de la calle en la cual están aparcando.

Pasan algunos minutos donde sólo se dedican a disfrutar de la vista y


escuchar el bullicio de quienes están cerca, una que otra canción sonando
desde algún pub cercano y las voces de los interlocutores que animan un
festival a tan sólo unos metros más allá.

Mientras deben esperar, se dedican a reír por las estúpidas anécdotas sin
sentido que deciden contar para matar el silencio entre ambos. Y, es entonces
cuando descubre que Taehyung proviene de una familia numerosa y bastante
humilde, también que ha crecido en una parte del campo hasta mudarse a otro
lado más urbano.

La conversación entre los dos es bastante fluida y natural.

Se sorprende de lo agradable que es entablar una plática con su alumno, el


tema ni siquiera debe ser importante para que la atención esté fija en cada
palabra y movimiento. No podría definir bien el momento en el cual han
comenzado a coquetearse, pero le sienta bien el sentimiento que experimenta
con una cálida emoción.

Su pulso se acelera cuando escucha el conteo resonar en la ciudad como un


gran «boom», su corazón golpea fuerte contra su pecho sin dejar de ver la
forma en la cual Taehyung sonríe excitado y expectante de lo que pronto
comenzará.

10... 9...

Los nervios entorpecen su pensamiento y no sabe si sería correcto o no


hacer... algo.

8... 7...

Rasca su cabeza, desviando la mirada hacia algunas parejas que se graban a sí


mismos con máscaras divertidas, riendo y gritando.

6... 5...

Y si...

4... 3...

Taehyung se voltea ligeramente, mirándolo con un poco de confusión.


2... 1...

Jungkook tira de Taehyung hasta él, empujándolo contra sí y, acunando su


carita, le da una mirada llena de nervio e ilusión, y es cuando lo besa.

Los fuejos aritificiales explotan en el cielo, al igual que las mariposas que
revolotean dentro de su sistema.

Sus labios se acarician con dulzura y adrenalina, tratando de profundizar sin


prisa, sino más bien queriendo disfrutar del momento; Jungkook lame los
belfos con ternura, sonriendo contra su boca.

Y sí.

Muy probablemente es esto lo que quiere.

— ¡Feliz año nuevo!

Creo que hice algo estúpido. Nuevamente.

Cuando en el capítulo pasado dije que sería la última parte, pues... No


podía no narrarles la primera salida de nuestra parejita:(

Así que, ahora sí que sí es la última parte xD

Para quienes se hayan soprendido (o no sé) con respecto al tema de la


orina... Esto es BDSM, se juega mucho con los sentidos, las sensaciones y
la sobre-estimulación. Un aviso pa que lo tengan en cuenta y no les
desagrade más adelante cualquiera de esas situaciones donde se ven
involucrados en ello.

¿Todo ok?

Les extrañaba:(

Sean felices~
33

Un sollozo y tres segundos bastaron para que sus brazos se abrieran, de forma
casi automática, con la intención congénita de contener. Sus propios latidos
se volvieron erráticos mientras trataba de concentrarse en estar ahí,
momentáneo, mientras se esforzaba en disipar la repentina confusión que, en
algún punto, le nubló el sentido del tacto.

El hombre al cual sostiene entre sus brazos está llorando casi sofocado,
apenas y puede mantenerse de pie con las réplicas de su sistema en colapso.
Escucha sus palabras entre hipidos por vez que se aleja e intenta sostenerse
de la pared, su rostro empalidecido y casi inconsciente de que es él quien está
en frente, y desesperado por no saber qué hacer.

— ¿Jinnie hyung? ¿Jin? —Empieza, hablando lentamente, acercándose con


cuidado para poder hincarse a su lado. Es un pasillo del hospital frío, y no
hay gente alrededor—. ¿Jinnie? ¿Qué ocurre? ¿Qué te ocurre?

La desesperación se hace presente cuando no recibe respuesta alguna, sino


mas una súplica de confort; es capaz de notar los súbitos escalofríos que se
hacen presentes como una advertencia, temblando y perdiendo el aliento.

Su cuerpo se mueve de forma autómata hasta acunar sus mejillas y tratar de


tomar el control de la situación. Pero, Jin no reacciona y, de hecho, comienza
a creer que está ido y totalmente perdido en un trance terrorífico de
sensaciones.

—Por el amor de Dios, Jinnie... —Dice, sosteniéndolo con un poco de


brusquedad al no recibir ninguna señal. Puede sentir su pulso palpitando en
sus oídos con un zumbido molesto—. ¡Háblame! Dime algo, por favor... ¡No
llores más! Te lo suplico...

—Yo... Yo... Murió... M-murió... Fue m-mi culpa...


Y, es entonces, cuando Jin se hiperventila y, moviéndose mareado hacia su
costado izquierdo, vomita; su visión desenfocándose con distorsión producto
del mareo y las incesantes taquicardias que le causan una dolorosa opresión
en la caja torácica.

No evita no entrar en un estado de shock. Había presenciado esto una vez, fue
el espectador de una crisis de ansiedad en Taehyung, pero esto parecía tener
otro nivel; el pánico se podía transmitir fácilmente.

— ¿Quién murió, Jinnie? ¿Quién? Jinnie, por favor, háblame... ¡Dime algo,
por favor!

— ¡No! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡No puedo respirar! ¡No puedo!

Se queda inmóvil viéndole arrastrarse un poco hacia un rincón y cubrirse con


sus manos, aparentemente, tratando de confortarse. Quiere buscar ayuda, pero
no quiere dejarlo solo tampoco. No sabe qué hacer y se queda en blanco.

Respira tres veces y entonces, naturalmente, lo abraza ligeramente. No quiere


alterarlo u hostigarlo en una situación que no sabe cómo manejar, pero es lo
primero que se le ocurre después de sus intentos fallidos.

Transcurren algunos minutos, no sabe cuántos para ser sincero. Sólo sabe que
lo único que desea es calmarlo y hacerle saber que no está solo, que él está
justo ahí con él; acurrucándolo contra su cuerpo mientras acaricia su espalda
siguiendo un patrón en círculos.

Le escucha retomar el aliento con más calma, su cabeza está apoyada en el


hueco entre su cuello e inhala ahí, sintiéndose como si estuviese
reconociendo quién es. Finalmente, se recuesta con la obvia intención de
sosegarse.

—Era una cirugía cardiotorácica... —Susurra. Su voz suena rasposa y rota,


tan lamentable que le duele escucharlo así—. Me llamaron para asistir a un
titular, uno de los mejores... No podía negarme —ríe sin gracia y le inquieta
el desvanecimiento que surge mientras su voz se pierde en un murmullo que
le es apenas audible—, pero papá llamó...
—Tranquilo, Jinnie, tranquilo. No es tu culpa, realmente no lo es. Eres un
médico y estás comenzando, e-esto es normal; la gente, mucha gente muere a
diario y-

—Es diferente, Yoongi-ssi... Estudié años para esto, más años de los que
realmente me hubiese gustado —mirándolo por entre sus pestañas húmedas,
le regala una sonrisa suave que le hace desear protegerlo de absolutamente
todo—, ¿y qué si he desperdiciado mi tiempo en esto?

—No, Jinnie, no lo has hecho. Eres un interno aún, pero sé que serás el mejor
cardiólogo del país. Y no dudes en mí, yo siempre digo la verdad —le
devuelve la sonrisilla, muy blando.

—Para ti siempre seré el mejor ¿no? Pero... No soy superior a nadie, soy lo
más bajo en estos momentos, Yoongi-ssi. Soy un parásito.

La forma en la cual eso suena le hace sentir irritado y molesto, pero prefiere
dejarlo pasar y sólo pensar en ello después.

—No vuelvas a decir eso frente mío, ¿oíste?

Ha habido más veces de las que realmente puede contar en esta especie de
relación, que ambos mantienen, en las cual ha oído comentarios que le han
hecho preguntarse si es que hay algo más, y sabe que lo hay. Después de
todo, no es estúpido.

Seokjin está siendo afectado por algo que concierne a su familia y a sí


mismo, y lo ha concluido tras cada sesión de sexo en las cual evita hablar
sobre ello.

Yoongi no quiere ser sólo su amigo, quiere algo más serio y formal. Ambos
son adultos, pero hay algo que se ha estado interponiendo en sus planes y no
quiere abandonarlo..., a pesar de que eso sea dañino y tóxico para él. No
puede hacerlo, simplemente.

Y, ahora es muy tarde para considerar sólo dejarlo.

Un suspiro.
La frustración se disipa y, de todas formas, lo atrae mucho más, presionando
un beso en su frente. Aunque no suele demostrarlo a menudo, siempre ha sido
un querendón y se ha encariñado con este torpe hombre que no hace más que
atraparlo y soltarlo sin dejarlo escapar.

—Eres tan divertido, Yoongi-ssi... —Jin acaricia con sus dedos entumecidos
en su mandíbula, con algo muy parecido al cariño. Se siente cegado ante el
roce y no puede dejar de mirar esos ojos tristes e indefensos. No está
acostumbrado a hacer esas demostraciones fuera de la habitación y eso le es
extraño—. No llores por mí, ni por esto. Sabes que conmigo no saldrá bien...

Una carcajada nerviosa y airada le hace sentir sus labios adormecidos: —Yo
no-

—Perdóname, Yoongi-ssi...

Toca su propia mejilla, lágrimas inconscientes que se habían deslizado sin su


permiso.

Después de iniciar la semana de nuevo año, Taehyung estaba seguro todo


sería mucho más complejo que el semestre anterior. Sus estudios serían un
tema tan primordial para él que, ya había creado un horario en el cual se
organizaba su tiempo entre clases; estaba a sólo meses de graduarse, y no lo
quería arruinar siendo un cabeza hueca irresponsable.

Sus ganas de poder encontrar un buen trabajo y tener la oportunidad de


ejercer su profesión, la emoción de saber que estaba a un paso de que cada
esfuerzo y cada lágrima que hubo derramado para que esto finalmente diera
frutos, todo eso sólo se incrementaba en su orgullo.

Tuvo que atravesar un túnel oscuro, ahora suponía estaba llegando al final.

O eso creía.

Porque su vida había tenido cambios bastante bruscos durante un lapso


efímero que no había tenido tiempo de notar en aquel instante. El temple que
mantenía el balance momentáneo, le había hecho florecer un sentimiento en
su interior, su palpitación se volvía constante debido a ese goce que nos
provoca la pronta e inevitable atracción por lo nuevo.

La diferencia entre el experimentar, el ceder al cambio y quedarse, es más


grande de lo que ha podido considerar y sabe que lo tendrá que razonar más
adelante... Porque, aunque ahora todo sea confuso y extraño, presiente que ya
nada será igual.

Entre el sexo y las risas, entre conversaciones burdas y temas profundos, en


el transcurso que el toque se vuelve un roce tenaz de piel erizada mientras
cada suspiro se mezcla con un murmuro lleno de desbordante afecto... Ha
logrado concluir que, ineludiblemente, comienza a crear un lazo con
Jungkook, y no sabe del todo si eso es conveniente para ambos. Sólo sabe
que, muy pronto, ese contrato sólo será un trozo de papel inútil.

[...]

La primera semana fue complicada, casi distante con una nueva incomodidad
ante la repentina lejanía. Incluso en la casa, apenas y pudieron saludarse y, si
tuvieron que compartir una comida, fue en un fastidioso silencio.

¿Qué estaba pasando? Ni siquiera él lo sabía. Después del dichoso festejo de


años nuevo, la situación se volvió, cómicamente, extraña y confusa. Por lo
mismo, se haya sintiéndose raro.

Mastica un trozo de carne con más fuerza de la necesaria y se dedica a


observar que, en la cafetería hay más estudiantes de lo que creyó podrían
caber. Todos van de allá hacia acá con sus bandejas de comida, sonriéndose
entre sí y hablando con la mujer que atiende la caja con la evidente intención
de obtener un descuento que, claramente, no recibirán.

Estúpidos, piensa. Y sí, está molesto.

—Definitivamente —Comenta Baekhyun, con una bombilla entre sus dientes


y fulminando hacia quién-sea-que-mire. El comentario que, de la nada ha
dado con el blanco, le resulta gracioso—. ¿De qué te ríes, tonto?
—De ti... —Dice, en medio de una débil risita por vez que juega con la sopa
de su plato. Su apetito comienza a desvanecerse tan rápido como hubo
aparecido anteriormente—. ¿Qué es eso de "definitivamente"?

—Es que, ¿no lo has visto? Después de la charla que dio el idiota presidente
del centro de alumnos, se convocó a un primer mes de convivencia entre
docentes y estudiantes para así lograr una armonía "agradable".

— ¿Qué es esa mierda, hyung? Suena realmente estúpido...

— ¡Exacto! ¿Cuál es la idea de eso?

—Supongo que tienen el propósito de crear un ambiente menos hostil...

—Dile eso al amargado de Jung, o a Jeon...

— ¿Qué? —Taehyung casi escupe el poco de sopa en su boca.

—Sé discreto, por favor...

Nervioso y entorpecido, se voltea con rapidez hacia la parte posterior de la


cafetería. Sus ojos recorren el lugar, buscando a por su maestro con
preocupación hasta dar con él.

Sosteniendo un vaso con café y botando el envoltorio de algo, Jungkook está


a tan sólo cuatro metros de distancia y luce, aterradoramente, indiferente.

Su corazón golpea fuerte contra su pecho, sintiendo la repentina necesidad de


ir hacia él con la misma naturalidad que ha adoptado fuera de la vista de
todas estas personas que, ahora mismo, no pueden ser más ajenas al
momento.

Entonces, se recuerda a sí mismo que no han tenido una conversación


civilizada durante más de un par de días y le urge ir hasta él para encararlo y
preguntarle qué es lo que pasa porque, sinceramente, él no podría responderse
eso a sí mismo sin el complemento; quiere la respuesta de Jungkook.

Tal vez podría haberlo encarado antes, pero a veces la inhibición llega a
causa de la vergüenza de saberse más como sólo una adquisición y eso le
hace enfardarse consigo mismo por ser un idiota. Aunque, eso no es algo por
lo cual sorprenderse, ya que sus inseguridades viven escondidas en los
recónditos más inestables de su mente.

No obstante, se ha quedado casi estático, considerando sus opciones.

Quiere seguirlo e ir hasta su oficina para tener una conversación privada.

Porque ahí está él...

—Míralo; bebe esa porquería como si fuese una parte esencial de su vida y-

—Es una parte esencial de su dieta... —interrumpe, lamiendo sus labios antes
de darse cuenta de lo que acaba de decir—. ¿Me darías un poco de tu
gaseosa? Hoy me siento realmente sediento...

—Oh, sí, claro. Pero... ¿No que a ti no te gustaba la gaseosa? —Baekhyun


frunce el ceño confundido.

[...]

¿Qué es lo que ha estado ocurriendo? No es una pregunta de las


complicadas; si consideras no responderla, obviamente. Pero, no ha podido
cuestionarse a sí mismo como querría hacerlo, ya que lo primordial se volvió,
simplemente, el pretender no dar en cuenta de lo que está pasando.

Sin embargo, Taehyung sabe de un asunto que no han discutido en lo


absoluto, y que deben tratar lo antes posible. Después de todo, es confidencial
lo que hay entre ellos dos.

—Necesito que me digas por qué me has estado ignorando.

Jungkook ladea su cabeza con una mueca de sorpresa y frustración. — ¿Qué?

Su ego se siente herido por eso, es casi como un rechazo hacia su presencia y,
gracias a ello, siente una gran irritación hacia él y siente que podría gritarle
en la cara sobre este drástico cambio.

Había ido a su oficina con la excusa de ir al baño sólo para recibir un gesto de
molestia. Era increíble, y no entendía absolutamente nada.

— ¡Me has estado evitando! —Reclama como si fuese la obviedad más


evidente en el asunto.

Su maestro suspira, masajeándose las sienes, transmitiéndole un extraño


pesar que le presiona en el pecho.

—Taehyung, creo que no hablamos antes... Lo siento, ¿sí? Es sólo que... No


quiero que confundas las cosas y estaba buscando la forma de decirte esto
adecuadamente...

Hay silencio durante un minuto. Por lo mismo, decide tomar las riendas y
captar el chance para hablar.

—Estoy viviendo en tu casa, contigo... —dice—. No consideraste lo


incómodo que fue para mí el hecho de que, después de besarme de esa
manera y... hacerme sentir... cosas... Tú... —relamiéndose los labios,
Taehyung cierra la puerta tras él con seguro, dispuesto a escuchar lo que sea
—. Tú simplemente me empezaste a evitar...

Jungkook mueve la silla lejos de su escritorio y se acerca con lentitud,


exhalando. —Hablemos en casa, Tae. Aquí no... Para mí es diferente ahora,
¿bien?

— ¿Qué es tan diferente?

—Que ya no eres sólo mi alumno, Tae. Me gustas, seriamente.

Ahora todo se pondrá TAN entretenido que estoy escribiendo como loca,
jeje...

Les repetiré la pregunta que hice hace algunas notas atrás, es como la
pregunta del millón. Ok no.

Pero, ¿quién es su personaje favorito?


Muchísimas gracias por los 7K

Les quiero, sean felices~


34

Suspiró, recostando su espalda en el respaldo del sillón. Su cuerpo había


terminado por ceder después de un día agotador, y sólo quería detenerse para
descansar durante un minuto; cerró sus ojos, exhalando e inhalando el aroma
del perfume de su amante.

Sí, ahora se sentía mucho más liviano.

Escuchó la madera de la puerta rechinar, los pasos de las zancadas de él por


vez que, aparentemente, se acercaba en su dirección. Y, quiso sonreír al sentir
los fuertes brazos arrullándole en un reconfortante abrazo. Se sintió un poco
avergonzado por desear hundirse en su pecho y ser acariciado en todos lados,
pero lo pasó por alto.

— ¿Quieres hablar ahora, Gguk-ah? —Decide susurrar, sin abrir sus ojos u
apartarse. De hecho, se remueve hasta quedar acostado sobre su regazo, con
su cabeza escondida en el hueco de su cuello.

Definitivamente, podría acostumbrarse a eso y, aunque no desea admitirlo


abiertamente, la sensación de estar siendo tomado por alguien mucho más
maduro y elocuente, trasmitiéndole un sentimiento de paz y ligereza... Eso
puede hacerle borrar cualquier pensamiento intruso, permitiéndole poder
concentrarse sólo en sus sentidos primitivos; el tacto de la piel entre roces, el
gusto de su boca al poder unirse en un beso lento y lleno de exasperación.

Dios, cómo extrañaba Taehyung ser reducido y estar bajo la dominación de


su "papi".

—Déjame disfrutar de este momento también, Tae... —Le oye musitar en el


lateral de su hombro, su aliento cálido y húmedo le eriza la piel. Y, Jungkook
siempre sabe lo que hace—. Podemos hablar en un rato más de todo y de
nada, pero ahora... Sólo... Anhelo disfrutarte.
—Sí, hazlo...

Pasan algunos segundos en los cual la excitación se hace palpable en el aire


con una abrumadora intensidad. Sin embargo, ambos están necesitados de un
poco de contacto físico. Estúpidamente, piensa que una de las mejores formas
de combatir el estrés es teniendo sexo, y se cohíbe de su propio razonar. Pero,
incluso así, lentamente, empieza a mover sus caderas por sobre la pelvis de su
maestro.

Le resulta un poco torpe de su parte estar haciéndolo como si fuesen a ser


pillados por alguien más, pero su respiración se vuelve trabajosa acorde más
lo intenta disimular.

Sus brazos delgados envuelven los hombros de Jungkook y, con fuerza débil,
trata de sostenerse de él por vez que éste comienza a guiarlo, sujetando su
cintura, haciéndole fregarse contra su bulto acrecentándose.

—Oh, joder... —Es un murmuro apenas audible, pero suena como un gruñido
justo detrás de su oreja, la lengua ajena rozándole el lóbulo—. Muévelo un...
poco más rápido, Tae...

Tan obediente —como siempre lo es— al recibir una orden por parte de él,
comienza un tortuoso vaivén. Es desordenado y traza círculos sobre su eje,
deseando hacer desaparecer la ropa que se interpone entre ambos que, ahora,
sólo es un estorbo incómodo.

Puede sentir su piel ardiendo con calor, la sangre hirviendo hacia el sur al
estar ambos frotándose como sólo dos adolescentes lo harían.

— ¿Así? —Pregunta con falso tono de inocencia, su respiración se vuelve


errática mientras trata de sacar el mayor provecho de esto—. Uh...

—Eres tan desquiciante...

Quiere reír, pero Jungkook le arranca un gemido cuando mete sus manos por
debajo de su pantalón, estrujando sus nalgas con un agarre sucio. Puede sentir
su entrada contrayéndose cuando uno de sus dedos juega en el borde,
tentándole por conseguir algo más allí.
La excitación se vuelve casi insoportable, por lo que los movimientos se
aceleran casi con desesperación. Podría parecer que están follando con ropa,
pero la sensación es diferente, y Taehyung todavía no ha sido capaz de abrir
sus ojos. Porque es demasiado, y toda la presión se acopla en sus oídos por
vez que siente su orgasmo construirse en su vientre bajo. Duele, pero quiere
más.

—Ah... A-abrázame, abrázame... —Su gemido suena distorsionado y agudo,


pero puede sentir la humedad entre sus muslos mojando la tela de su pantalón
junto con el sudor. Se siente pegote y no evita querer llevar su mano en busca
de conseguir su liberación—. Ow, uhmn, déjame, d-déjame hacerlo, déjame
tocarme...

Jungkook ríe un poco ronco, su voz suena rasposa cuando le dice: —No te
vas a correr hasta que yo lo decida, ¿oíste?

Y dicho aquello, una de sus manos le agarra por las muñecas y la otra saca a
rebote su pene erecto. Por fin abre sus ojos llorosos, sus mejillas enrojecidas
y sus labios hinchados de tanto morderlos. Ve a Jungkook tan sereno como lo
es él, su expresión fresca y llena de seguridad; su excitación se expresa en
una sonrisa que le hace estremecerse.

—No dejes de moverte, pastelito. Quiero que te corras mientras me miras a


mí, ¿entendido?

Taehyung asiente rápidamente, sin dejar de fregarse, con la intención de


poder conseguir lo más pronto posible su orgasmo. No obstante, Jungkook lo
mira con tanta pasión y deseo que le hace sentir algo cosquilleante en su
pancita, un escalofrío le hace vibrar de anticipación.

—Eres jodidamente hermoso... Sigue así, bebé...

Relamiendo sus belfos, reprime un sollozo retorcido antes de eyacular y, por


fin, se desploma, pegando su frente a la de Jungkook, todavía agitado.

—Eso es... Carajo, justo así, pastelito. Qué buen chico eres... —un apretón en
uno de sus glúteos y el tono sucio en un murmullo.
Su cuerpo tiembla durante un par de segundos debido a las réplicas del
éxtasis, los nudos de tensión se deshacen finalmente, dejándole exhausto y
lánguido y no sabe qué decir o hacer.

—Vaya... Ni siquiera te has tocado esta vez... —Con voz áspera, Jungkook le
muerde la mejilla, rastrillándole los dientes por la mandíbula. Le hace exhalar
el aire que no sabía estaba conteniendo—. Bésame, voy a masturbarme ahora.

Ríe suavemente, presionando sus labios contra los ajenos, deteniéndose para
lamer y degustar el instante. Le gustan los besos con Jungkook, y podría estar
un día completo sobre su regazo sólo siendo besado. Ama la forma en la cual
pueden transmitir lo que desean con tan sólo fijar un ritmo.

Le gustan las huellas del tacto de Jungkook sobre su piel y eso le hace
sentirse —quizás— un poco afortunado de que sea él quien le haga
experimentar esto. Porque, hace algún tiempo atrás, se hubiese resignado y,
muy probablemente, hubiese terminado siendo un tipo emocionalmente
atrofiado. Ahora le es más fácil aceptar sus sentimientos, pero quiere
aprender a poder admitirlos y dominarlos.

Los dedos de Jungkook le hacen impacientarse, anhelando profundizar el


beso, y lo hace; acunando su rostro con dulzura, empujándolo mansamente
sobre su espalda, le dice implícitamente que le siga también.

Taehyung no sabía antes la cantidad de hormonas que podían liberarse al


tener este tipo de intimidad y, ahora, con sólo escuchar a su amante hablarle
sucio, le hace sonreír como un bobo, derritiéndole.

—Oh...

Entreabriendo sus ojos para poder espiar, se encuentra con Jungkook también
mirándole, lo cual le hace gracia y no evita sonreír en medio del beso,
mordiéndole el labio. Ve su mano bombear el falo, creando un sonido
chicloso, viéndose obsceno al estar jalándose a sí mismo cuando lo tiene
sobre su regazo repartiendo besos por doquier.

—Sabes tan bien...


— ¿Sí?

—Súper sí...

Se haya sonriendo cuando desciende con picardía, chupando en su cuello


para dejar su marca ahí. No puede admitir que se aprovechó del momento,
pero a la vez se siente orgulloso de haberse atrevido a hacerlo. Pero, eso no es
todo...

Justo cuando está a punto de saltar fuera de su regazo y caer sobre sus
rodillas, Jungkook eyacula entre sus muslos, haciéndole cuestionarse en qué
instante sus pantalones terminaron en sus pantorrillas.

—Eso fue...

— ¿Jodidamente caliente?

—Aparte —se ríe, subiéndose los pantalones, todavía adormecido por la


cantidad de sensaciones—, has manchado mi ropa...

—Puedes lavarla luego... Fuiste un bien chico, pastelito —dándole una


nalgada, con cuidado, le deja sentado a su otro lado para que ambos puedan
limpiarse.

Después de unos minutos, los dos están en la habitación. Taehyung está con
el control de la televisión, cambiando de canal por vez que Jungkook revisa
algo en su computadora. Parecen muy concentrados en lo que hacen, pero la
verdad es que están pensando en cómo sacar a flote su tema pendiente.

Fuera comienza a anochecer, las nubes grisáceas se vuelven oscuras por vez
que una espesa neblina cae en la ciudad. Hace frío y la calefacción ha estado
encendida desde que llegaron de la jornada universitaria.

Había sido un día realmente cansador, lleno de ajetreo y discusiones.


Entonces, al llegar a casa, lo único por lo que podían ansiar era un poco de
descanso.

Pero, ¿por qué su vista no podía dejar de enfocarse en él cada cinco


segundos, estresándose al no poder ir directo al tema?
Su mente seguía reproduciendo aquella frase «me gustas, seriamente», y aún
no podía descubrir el trasfondo real de ello, lo cual seguía provocándole
curiosidad.

Así que, decidió, de manera silenciosa, gatear hasta Jungkook, acostándose


tras de él y viéndolo teclear en su portátil, muy concentrado. Pensó que lucía
adorable y, sin pensarlo dos veces, se hincó y empezó a masajear en su
espalda.

— ¿Oh?

— ¿Qué haces? —Pregunta. Su voz suena aterciopelada y se sabe


seduciéndolo. Otra vez.

—Estoy resolviendo algunos asuntos por correo electrónico con Mingyu...


Oh, un poco a la izquierd- ¡Ahí! —Jungkook se recuesta contra su torso
mientras sus manos siguen amasando algunos nodos para lograr deshacerlos.
Era una buena habilidad que le permitía tocar lo que quisiera, y además le
gustaba la cercanía que les propinaba—. ¿Tú no deberías estar estudiando?

—Hoy no es necesario... Adelanté un poco en clases, y terminé mis tareas


mientras tú terminabas tu papeleo —Dice, orgulloso de escucharlo exhalar
con satisfacción—. ¿Por qué estás tan tenso de nuevo?

— ¿Quieres buscar otra forma de eliminar esta tensión?

Ambos ríen, la complicidad condensándose muy adentro. Era demasiado


íntimo, lo sabían y, aparentemente, eso empezaba a gustarles en demasía.

— ¿De qué quieres hablarme? Podemos... hablarlo ahora...

Jungkook se voltea, dejando el portátil sobre la mesita de noche a un costado.


Pero, cuando se sienta frente a él le da una mirada seria e impenetrable. Los
nervios le hacen dejar caer su cabeza, mirando hacia otro lado, intimidado.

—Si no quieres, está bien, podemos...

—No —le interrumpe, con voz firme, alcanzando su mentón para hacerle
hacer contacto visual—, ahora está bien. Hablaremos...

Asintiendo, una sonrisa tiembla en sus labios. Está dispuesto a escuchar.

—Creo que todo quedó un poco más que claro desde el año nuevo, ¿no? Esto
es más que una simple atracción y supongo que tú lo notaste también...
Quizá, fue mi error no habértelo hecho saber hasta ahora, pero necesito saber
si esto es mutuo. ¿Tú sientes lo mismo por mí? Quiero estar seguro.

La pregunta le pilla desprevenido y sólo balbucea: — ¿L-lo mismo cómo?

Jungkook suspira con frustración y no se molesta en fingir que no está


molesto. — ¿Qué sientes por mí, Taehyung? Necesito que me hagas saber si
para ti es esto sólo un auto-descubrimiento, o si en realidad te gusto con
seriedad. Ve al grano.

Un inminente terror se hace presente, inundándole los sentidos y haciéndole


sentirse mareado. Se siente inseguro de sí mismo, no de sus sentimientos, y
eso le hace considerar situaciones que no le gustan para nada.

— ¿Por qué dices eso? Y-yo n-no sería capaz de jugar contigo, con nadie. Y-
yo me siento bien contigo, tú me haces sentir bien... Tú me gustas también.
Seriamente.

Jungkook sonríe, acercándolo al notar su fragilidad y el repentino pánico que


se hace presente.

Un montón de pensamientos se enredan en un revoltijo, haciéndole sentirse


inestable y confuso. Hay un montón de pensamientos abrumadores que
atacan con carcomer en su psiquis. Pero, sólo puede moverse como un robot
hacia un lado, perdido en sus pensamientos.

Sus ojos se llenan de lágrimas al recordar viejas y amargas memorias. Hubo


una palabra clave que le ha insinuado que lo que puede sentir no es real, y él
sabe que lo que siente justo ahora lo es. Él es real. Sus sentimientos son tan
reales como su persona. Esto no es una fase de auto-descubrimiento, esto no
es una etapa.
La estructura que había logrado construir se quiebra y sólo queda confusión y
tristeza; su garganta se aprieta con incomodidad, doliéndole cuando suelta un
gemido de aflicción.

—Tae...

Pero, ya es demasiado tarde...

Taehyung esconde sus lágrimas, limpiándolas rápidamente con la manga de


su camisa.

—Me gustas, ¿eso es malo? —Murmura despacio, temiendo que su voz le


vaya en contra—. Si necesitabas dejar en claro que esto es mutuo, sólo...
Debías decírmelo, pero no insinúes que esto es una etapa para mí, Jungkook.
Porque no lo es. Tengo veintitrés años, no dieciséis. Sé lo que quiero. Sé lo
que me gusta... —su mirada se desvía hacia la ventana, el viento mueve las
ramas de un árbol—. No quiero adelantarme, ¿sabes? Me gusta disfrutar el
momento y lo que llegue sólo va a llegar... Si querías saber lo que siento por
ti, sólo debías preguntármelo... —su corazón palpita tardo antes de decir: —
Sólo eres tú.

Hay un minuto de silencio por vez que una delgada rama golpea la ventana
debido a la ventisca fuera.

Jungkook reparte besos en sus mejillas, en su cuello y hombros desnudos,


haciendo a su camisa deslizarse por sus brazos.

—Entonces, prométeme que, desde ahora en adelante, sólo seré yo.

Porque el público lo pedía, he aquí lo que querían. Espero hayan notado


qué es lo que ha hecho aparición notoria, jeje...

Tengo los capítulos adelantados y de verdad que esto se va a


DESCONTROLAR, y saben a lo que voy aunque lo tengan que pensar
otra vez. Prepárense.

Leí algunos mensajitos que me han estado dejando y de verdad que me


hacen muy feliz. A veces, creo que saben que sufro de ansiedad y
altibajos emocionales fuertes. Perdónenme si a veces soy muy dispersa o
demoro en responder:(

Últimamente, hago lo posible por equilibrar mi salud mental con lo que


me auto-exijo y lo que me gusta hacer. Es difícil.

En fin, cuídense mucho, les quiero, busquen motivos para ser felices

35

Sus dedos descendieron con curiosidad por la piel desnuda del otro hombre a
su lado, aventurándose a querer saber qué hay bajo las sábanas. Pero, incluso
si sabe la respuesta, no se siente satisfecho ni saciado. No ha podido tener
suficiente de él, y quiere tomar y abarcar cuanto más sea posible.

Tiene en cuenta que, en estas instancias, ya no puede dar un paso atrás y


pretender que nada de esto ocurrió; es incapaz de fingir ser indiferente a algo
que sí le está afectando. Yoongi puede afrontarlo sin importar qué tan malo
sea, porque tiene una efímera esperanza en que la situación mejorara, aunque
eso sea ingenuo. Pero, mientras tanto, el daño seguirá carcomiendo poco a
poco en su esencia, queriendo sacar lo peor de sí; Seokjin, y todo lo que
conlleva su compañía, le deteriora de forma agría.

Hay una grieta interponiéndose entre ambos y, a pesar de ella, persistirá en


cruzar la línea.

—Jinnie... —Susurra con suavidad, besando en uno de sus deltoides. Le


escucha murmurar algo que no puede comprender y le hace gracia lo bueno
que es consiguiendo lo que quiere—. Sé que estás despierto, no finjas haberte
dormido...

La dulce risa apagada, y sin ápice de gracia, suena melancólica, haciéndole


sentirse repentinamente entristecido. Es como un recordatorio de que todo en
su vida parece ir cayendo en picada desde que llegó a Seúl.

— ¿Tan malo soy en ello? —La pregunta es casi una ironía, pero lo ve
voltearse, recostándose sobre su costado para devolverle un beso cercano a la
comisura. El cosquilleo surge desde su pecho y quiere postergar los besos
durante algunos minutos, pero no puede—. ¿Quieres quedarte un poco más?
Me siento muy solo últimamente y..., c-contigo me siento tan bien...
—Oh... Yo... Lo lamento, Jinnie... Hoy no puedo —Dice, temiendo una mala
reacción de su parte. Puede ver el vago brillo de sus ojos difuminarse hasta
desaparecer por completo debido a su rechazo—. Pero... Quizá pueda venir
en la noche, o...

—No —le interrumpe, sonriéndole con un agotamiento notorio, a tal punto


que se vuelve cada vez más y más preocupante—, está bien. Tú debes
estudiar e ir a la universidad y asistir a tus clases, eso está bien... Yoongi-ssi,
es parte de tus obligaciones como un adulto responsable el cumplir con tu
agenda diaria. Eso está bien.

En sus entrañas, siente un repentino pesar cuando oye aquello. Piensa que es
sólo la fatiga al despertar con el estómago vacío, y por eso no le da
importancia. No puede importar nada más, no cuando tiene a este maravilloso
hombre recostado dócilmente, luciendo tan hermoso como siempre lo es bajo
su mirada.

—Yo le prometí a Baek tener una comida, pero... —incorporándose, el


edredón rodea sus caderas, sentándose y fregando sus ojos con frustración. Se
sentía, graciosamente, entre la espada y la pared—. Sin duda alguna, Tae se
enojara conmigo, pero yo podría cancelar... Y, supongo, no es necesario
asistir a la primera clase...

—No, Yoongi-ssi... —Seokjin deja un camino de besos en su espalda. Sus


besos son afables y tiernos, llenos de indulgencia. El deseo de poder voltearlo
sobre su espalda y no soltarlo, protegerlo de cualquier sea el problema que le
pone terriblemente mal. Quiere que el miedo desaparezca, reemplazarlo con
su presencia y el amor que sabe puede ofrecerle sin término de condición—.
Oye, mírame...

Se hubiese hecho a un lado para evitar que su decisión sea influenciada por
su persuasión, pero su rostro es acunado entre esas manos con toque cálido y
entonces no puede evitar besar el dorso de una de ellas, dejándose hacer.
Recibe una mirada compasiva y decide ignorar el trasfondo de ésta.

— ¿Qué?

—Yoongi-ssi, no importa si yo estoy triste o si me siento solo. No quiero que


eso influya en tus decisiones, ¿sabes? No puedes abandonar tus prioridades
por mí, por esto...

—Jinnie, no es eso...

— ¡Es tu último año! Dios... Es tu deber estudiar y obtener esos buenos


resultados que yo sé deseas obtener... —exhala, mucho más despierto que
hace un minuto—. Créeme que adoro cuando te pones todo ambicioso por
conseguir lo que quieres. Me gusta cuando me cuentas sobre tus aspiraciones,
cuando realmente sé que anhelas expandir tu horizonte. Yoongi-ssi, éste es tu
último año. Estás a sólo un paso de cumplir tus metas, no lo eches a perder
por mí.

—No tenías que decirlo de esa forma, Jinnie...

Si bien sabe que Seokjin tiene razón y que sus palabras no se alejan de su
idiotez, después de ver la forma en la cual está empeorando, las opciones se
vuelven muy variables.

—Sólo es una comida, Jin. El desayuno no es taaan importante...

—El desayuno sí es importante, te lo dice un médico, Yoongi-ssi. No seas un


testarudo, ¿sí? —picoteando sus labios en medio de una sonrisilla muy
cómplice, le abraza, tratando de transmitirle a toda costa que está bien, a
pesar de que eso sea una de sus frecuentes mentiras—. De hecho, me estaba
preguntando si podrías preguntarle a Tae cómo le está yendo... Sé que esto
sonará raro, pero... él ni siquiera contesta mis mensajes o responde a mis
llamados. No sé qué le pasa y eso me preocupa. Presiento que me está
evitando...

— ¿Huh? ¿Qué? ¿Por qué Taehyungie te evitaría?

—Teníamos que hablar, yo debía hacerle unas preguntas sobre su... Sólo dile
sobre mí.

—Tae no sabe que estoy contigo.

—Tampoco sabe sobre lo que ocurrió el otro día. No debes contarle sobre
eso..., ni sobre esto...

—Bien, no lo haré. Pero, le haré saber que no puede sólo olvidarse de ti.

—Eres mi divertido brabucón, Yoongi-ssi...

— ¿Sí? —sonríe, apretando su agarre alrededor de su cintura, inhalando su


aroma para poder convencerse de que sí estaba haciendo lo correcto—. Yo
puedo ser lo que tú quieras, Jinnie hyung... Yo puedo hacer lo que tú
quieras...

—Si es así, entonces deberías empezar tomando tus cosas e irte —ríe—.
Recuerda que debes obtener aquellas calificaciones aprobatorias para luego
conseguir un buen trabajo y llevarme a una cita real.

— ¿Una cita real?

— ¿Crees que seguiré acostándome contigo sin que siquiera me hayas


ofrecido una cita? Te equivocas...

Sus palabras con picardía le hacen saber de antemano que eso es todo lo que
desea. Una cita "normal" como en las películas románticas donde los
personaje tienen un picnic al aire libre, en un parque anticuado con copas de
un vino costoso y siendo espectadores del anaranjado atardecer. O, eso se
repetía a sí mismo cada vez que Jin le hablaba sobre lo mucho que algún día
le gustaría ser partícipe de algo parecido. Entonces, Yoongi se había
encontrado cayendo en sus garras por voluntad propia, deseoso de poder ser
aquel que pudiese brindarle algo así, lo cual le hacía predecible con respecto
a sus sentimientos. Pero sí, está muy ilusionado con el «qué pasaría si».

Poco a poco ya no puede importarle menos el enamorarse de este hombre que


es mucho más frágil y vulnerable de lo que parece, a pesar de esa caparazón
de hostilidad que sólo dicta un mecanismo de defensa para no salir herido.

—Yo te llevaré a una cita, Jinnie hyung...

Porque si Seokjin se estaba dejando hundir por ese oscuro abismo, él no


soltaría su mano. No dejaría que Seokjin se hundiera.

Su cabeza dolía y su visión se desenfocaba cada cierto tiempo por vez que
tecleaba en su portátil, escribiendo una respuesta al correo electrónico que
había recibido por parte de Mingyu con respecto a la empresa Jeon y la
editorial. Estaba mucho más que estresado debido a la situación del traslado y
el montón de papeleo que tenía que resolver para empezar a hacerse cargo de
sus "obligaciones" de legado, lo cual le irritaba en demasía.

Cada día su estado anímico empeora, haciéndole volverse mucho más tosco y
desagradable. Porque, simplemente, está asumiendo una constricción que no
quería ni deseaba asumir.

A distancia pudo ver cómo algunos de sus colegas eran ascendidos como
jefes de unidad en su departamento, y él solo podía acumular la frustración de
no haber podido permitirse postular a algún cargo autoritario. Pero, no podía,
ya que, durante estas últimas semanas, había logrado concluir más de un par
de cosas que tendría que afrontar porque, además de que se convertiría en el
dueño y jefe de la editorial Eunwha, también tendría que disminuir sus horas
de clase semanales; su trabajo como maestro se veía comprometido y no le
gustaba la idea de sólo dejarlo como una segunda opción.

La conspiración de Mingyu había sido un éxito, finalmente estaba logrando


su objetivo. Sabía que esta nueva realidad, en algún momento, le haría
abandonar por completo su profesión de vocación y todo aquello sólo por
mantener su apellido en el pedestal que sus raíces habían construido con
cimientos tercos y sólidos.

Sin embargo, cuando todos esos amargos pensamientos vienen a su mente, de


forma casi inconsciente, la imagen de Taehyung llega vívidamente a su
mente, haciéndole ilusiones sobre los recuerdos que han creado; la manera en
la cual le mira se ha quedado grabada, incitándole a querer hacer alguna
locura y ni mencionar sobre cómo su expresión se distorsiona en placer al
estar bajo su dominio.

Al final de cada jornada, su cuerpo comienza a picar con la excitación


anticipándose al poder volver a casa y encontrarse con él y tomarlo entre sus
brazos y acariciarlo en cada lugar que le hace contornearse y besarlo hasta
hacerle perder el aliento. Y es que, Taehyung se ha convertido en su dosis de
dopamina diaria; escuchar su voz tararear mientras cocina o verlo echado en
su sillón viendo la televisión, acciones tan triviales le hacen sentir su pecho
inflado con un sentimiento cálido.

Jungkook es consciente de lo que siente, de alguna forma u otra siempre lo ha


sabido y, quizás ahora, no es capaz de admitirlo abiertamente, pero es obvio
que ya no se siente solo y mucho menos vacío con la testarudez de no querer
una responsabilidad y un compromiso tan serio fuera de una relación
dom/sub. Sabe lo que quiere y sabe lo fácil que Taehyung se mete bajo su
piel con una simple sonrisa o un comentario absurdo y su risa tonta.

No obstante, es inevitable no sentirse inseguro cuando la diferencia de edad


les pone una barrera de posibilidades. Su bonito Tae es precioso desde donde
sea que se le mire, su personalidad es exquisita y en la cama es enloquecedor
con su sumisión innata, y le preocupa que otro hombre comience a verlo
como sólo quiere hacerlo él.

Sí, definitivamente debe visitar a su mejor amigo cuanto antes para pedirle
algunos consejos.

Mira hacia la ventana que da al campus y ve a varios estudiantes saliendo en


grupos. Automáticamente piensa que, como es la hora de almuerzo, podría
llamar a Taehyung y pedirle que venga hasta su oficina, sólo porque hoy no
comparten horario y no se han visto. Pero, también tiene en cuenta que,
seguramente, debe estar en la cafetería de la universidad con sus amigos y no
cree que sea conveniente interrumpirlos; nadie puede enterarse de que están
relacionados fuera del ámbito académico, eso les traería problemas
perjudiciales.

Entonces sólo decide enviarle un mensaje de texto.

«Hoy termino a las 7pm, ¿te espero en el auto?»

Relame sus labios, esperando la respuesta que, claramente, no tarda en llegar.

«Por favor, no quiero tomar el metro y el autobús demora demasiado en


llegar...»
«Estoy agotado y sólo deseo dormir...»

«Te llevaré a cenar lo que quieras, así que debes aguantar sólo un poco más,
¿bien?», le escribe.

«¡UNA GRAN HAMBURGUESA Y POLLO FRITO AGRIDULCE!»

Sonríe con diversión. Al menos la confianza que surge es un gran avance.


Antes temía que Taehyung no fuese capaz de expresarse como se sentía, pero
ahora que lo hace libremente es un alivio.

Horas más tarde cuando ya está anocheciendo debido a la hora invernal,


organiza sus carpetas de evaluaciones programadas y su agenda de la clase
que tendría al día siguiente. Y, una vez abandona su oficina, va directamente
hacia el estacionamiento. Porque Taehyung estaría a tan sólo minutos de salir
de su clase de análisis de discurso y le había prometido esperar por él y
llevarlo a comer debido a su ajetreado día. Y estaba cómodo con eso.

Acostumbrarse a Taehyung comenzaba a ser algo sorprendentemente fácil, y


eso le hacía desear indagar mucho más sobre él. En serio comenzaba a querer
saber cuáles eran sus aspiraciones, su pasatiempo favorito e incluso sus
metas. Quizás era a causa de su buen carisma y afabilidad. O tal vez es su
calidez lo que le mueve a querer envolverlo entre sus brazos y simplemente
abrazarlo.

Antes, siempre supo separar su vida amorosa personal de la relación BDSM


con sus compañeros sexuales sumisos, pero con Taehyung había sido
claramente diferente. Desde un comienzo, aunque deseó ser sólo su dom por
la fuerte atracción físico-sexual, no fue capaz de presionarlo a nada. Con
Taehyung está yendo despacio, con el anhelo de disfrutarlo por completo al ir
lento por decisión propia. Realmente desea que esta relación evolucione, ya
que es obvio que ni siquiera se está basando en el término sexual de su
contrato.

Suspira profundamente cuando lo ve acercarse con rapidez, sus zancadas le


parecen graciosas mientras se pone la capucha de su chaqueta. Entonces,
cuando está dentro del auto le sonríe con un poco de timidez.
—Hum... ¿Hola?

— ¿Quieres comida tradicional o realmente deseas esa hamburguesa y pollo


frito agridulce? —Pregunta, encendiendo el motor del automóvil para salir
del estacionamiento—. Pollo frito y algo de dumplings me vendría bien...

—Eso está bien para mí.

El trayecto hacia un local de comida tradicional es bastante corto, lo cual no


les da mucho tiempo para conversar. Sin embargo, apenas entran al lugar y se
sientan en un lugar apartado, Taehyung comienza a morder su labio inferior
como señal implícita de querer matar el silencio y entablar un diálogo.

— ¿Cómo estuvo tu día? —Cuestiona, bebiendo un sorbo de su vaso de


agua, mirándolo detenidamente—. A pesar de que te ves cansado, luces
ansioso.

— ¿Oh? Sí... Es que, hoy me enteré de que el idiota de JongIn es hermanastro


de Baekhyun, mi amigo... —Apoya sus codos sobre la mesa y acuna su
rostro, haciendo una mueca de desagrado divertida y adorable—. Y además
Park nos estrujo con el examen de análisis. Pero, creo que estuvo bien...

— ¿JongIn es el idiota que se cree superior a todos sólo por las muchas
chicas que ha tenido?

— ¡Sí! ¿Cómo lo sabes?

—Intento chantajear a la profesora Nam. Y tuvo calificaciones deplorables el


semestre pasado. Está al borde de repetir su último año, a menos que tenga
excelentes calificaciones a partir de ahora —Dice, sintiéndose orgulloso de la
sorpresa que ha causado en su alumno.

—Es un engreído imbécil, y Baek es muy diferente a él... No puedo creer que
sean familia...

—Hay familias que no funcionan bien, Tae.

—Lo sé... —murmura, desviando la mirada con sus mejillas ruborizadas.


Jungkook deseó morder una de sus mejillas—. ¿Cómo estuvo tu día,
Jungkook-ah?

Te extrañé.

—Aburrido. No hubo más que mucho trabajo y muy poco descanso.

—Ow... ¿Estás muy cansado, Jungkookie?

Sus rodillas se acarician bajo la mesa y sólo puede exhalar.

—No lo suficiente...

Taehyung ríe como si hubiese oído el mejor chiste del mundo. —Esta
deliciosa comida te terminará de dejar con el mal del puerco, así que podrás
quedarte dormido fácilmente.

—Eres un tonto...

— ¿Por qué has decidido comer pollo frito agridulce y lo demás? —pregunta,
mirándolo con sus ojitos brillantes y melosos. Hay una pizca de algo más en
su mirada, lo cual le hace una ineludible ilusión—. Sé que suena estúpido,
pero tú no sueles comer "comida basura"...

Estuvo a punto de responder cuando la mesera trajo sus platos,


depositándolos sobre la mesa junto a sus bebestibles.

Después de que ambos hubieron comido una gran porción de sus pedidos y
después de varios comentarios al azar, Jungkook decidió responder a la
pregunta de Taehyung.

—Tenía un ligero sobrepeso. Mis compañeros de clase solían burlarse de eso


en las clases de deportes y fui constantemente comparado con la construcción
corporal de mi hermano —el vaso de agua está vacío, pero decide echarle un
poco más de líquido, tratando de evitar la mirada de Taehyung—, así que un
día decidí comenzar una dieta y ejercitar mi cuerpo en un gimnasio. Mi
familia era adinerada, por lo cual no tenía problemas con las restricciones que
me propuse tener.

Taehyung soltó el ala de pollo que estaba a punto de morder y la dejó sobre
su plato, con una expresión apagada. Obviamente se había sentido un poco
mal de sacar un tema que es sensible.

—Hum, lo siento... Yo sólo... —entre murmuros, le dedica una muequita con


sus labios abultados—. Gracias por haber respondido, yo no sabía que era
algo... así. Perdóname.

—No es importante ahora, pero es uno de los motivos por los cual he
decidido dejar de comer comida rápida o comida callejera. Mantener una
buena alimentación e ir al gimnasio es importante para mí, ya que, digamos
que me devuelve un poco de paz corporal al saber que puedo mantener la
forma que he demorado en construir —Jungkook no se perdió ni un instante
del suspiro de Taehyung, parecía muy apenado por haberle hecho tocar el
tema—. Está bien, Tae... No te pongas así, sólo fue mi respuesta a una de tus
curiosidades.

—Lo sé... Es sólo que, eres atractivo y tienes un cuerpo fenomenal. Para mí
eres, en serio, muy atractivo, inteligente y maduro ¿y atractivo?

—Vaya... Dijiste tres veces atractivo, supongo que soy súper atractivo —
agrega, riendo con diversión al ver las mejillas rojas de su alumno, quien trata
de hacerle cumplidos, aparentemente.

—Lo eres... —confiesa con notoria timidez.

—Hace años no lo hubiera sido. Tenía acné y sobrepeso. Y tú eres el chico


más lindo que haya visto; a tu edad realmente no te habrías fijado en mí.

— ¿Por qué dices eso? —frunce el ceño, molesto y con ese tono más agudo
y quejoso que le empieza a gustar más de lo que debería; se logra distorsionar
en sus oídos perfectamente—. Yo no soy superficial, Jungkook. Para mí
seguirías siendo atractivo a pesar de un ligero sobrepeso y acné.

— ¿Seríamos como la princesa y el sapo?

— ¡Idiota! No seas tonto, Jungkook-ah. Hay muchas cualidades de ti a nivel


intelectual que hacen que yo me sienta tan atraído por ti, y el físico es sólo
una envoltura, ¿sabes? Para mí seguirías siendo increíble...
Jungkook definitivamente se había sacado la lotería.

— ¿Quieres ir a casa ahora?

Y su mirada lo dijo todo. —Llévame a casa ahora, Gguk-ah.

Una ración de sexo frustrado podría solucionar aquella angustia que


Taehyung le transmitió con su expresión dolida. Porque éste hubiese deseado
decirle, directamente, que haría lo que fuese para hacerle saber lo mucho que
necesitaba sentirlo y adorarlo.

Taehyung le haría saber a Jungkook que era merecedor de todo lo que estaba
dispuesto a entregarle.

Este capítulo me deja muy soft. Porque los sentimientos comienzan a


florecer desde otra perspectiva :')

Gracias por los 8k

Hum, ya saben que estoy en todos lados (no si la Dios), pero tengo un
nuevo fanfic... Les va a gustar y les dejará con muchos feelings... Hehe

Sean felices~

Pdta: me enojé un poco porque wttpad me borró los guiones y se me


pierden los comentarios : - (

Pdta 2: usualmente actualizo a las 10:30pm (hora chilena), so aquí el


aviso para que les llegue la notificación uwu
36

A la mañana siguiente, cuando la alarma sonó, Taehyung ya estaba despierto


desde hacía dos horas, aproximadamente. No había dejado de pensar en la
evaluación que tendría que rendir en su primera clase del día, y su mente se
seguía viendo perturbada por la cita que había fijado con su hermano; el mal
presentimiento seguía persistente dentro de sus entrañas, retorciéndose con
un nervio incómodo.

Apenas amaneció supo no sería un buen día. No se sentía bien y había


trasnochado debido al malestar que le suponía la ansiedad constante de
situaciones que aún no acostumbraba del todo; su habitación estaba medio
obscura y el otro lado de la cama estaba vacío y frío, haciéndose notable la
soledad que tenía que atravesar con sus tortuosos pensamientos. Odiaba la
forma en la cual sus emociones le sobrepasaban con tan sólo una
desagradable idea que surgía desde una de sus más dolorosas inseguridades.
Porque, a pesar del tiempo transcurrido, la aflicción era uno de sus más
terribles pesares.

Jungkook seguramente estaba en la habitación contigua, durmiendo o


preparándose para ir al trabajo. Pues, ambos dormían en habitaciones
separadas, a excepción de cuando tenían relaciones coitales y los dos
terminaban con sensibilidades necesarias de suplir. Pero, normalmente, debía
dormir en la habitación que se le había asignado. Aunque, a veces, no evitaba
cuestionarse si podría ir a él y escabullirse dentro de su cama y, prontamente,
dentro de sus brazos. Era una duda insistente. Y, no era fácil de garantizar
cualquier tipo de reacción que recibiría como respuesta, tampoco de asumirla,
ya que, si bien la atracción era más que recíproca, eso no significaba que los
sentimientos lo fueran.

Taehyung no sabía la dirección de esto que estaba teniendo con su maestro,


no tenía idea de adónde llegaría la ilusión que se estaba haciendo con algo
que ni siquiera podía identificar qué era.

El enredo en su cabeza no tardaba en hacer aparición cuando comenzaba a


ponerse ansioso con absolutamente todo lo que le rodeaba, inclusive su
propia persona. Y es que era nuevo y primerizo en tener una vida sexual
activa, entonces podía considerar una confusión entre lo que significa sólo
sexo por conveniencia y sentimientos involucrados. Después de todo, había
firmado un contrato en el cual le pagan por entregarse únicamente (en todos
los sentidos) a su "dueño" temporal.

La noche anterior, luego de darse cuenta de lo estúpido y bobo que había sido
en la cena, se dio cuenta de que inevitablemente estaba implicándose mucho
más de lo que quizás debería, lo cual le drenó cualquier tipo de energía que
hubo tenido; se sintió auto-denigrado al saberse, prácticamente,
prostituyéndose.

Cuando firmó, lo hizo, lamentablemente, sin pensar. Fue un estulto y se dejó


llevar por sus sentidos primitivos carnales en vez de detenerse a racionalizar
sobre lo que estaba a punto de hacer. Con sinceridad, podría admitir que lo
hizo porque no podía sólo negarse a lo que su maestro le hacía experimentar;
la excitación de poder probar sensaciones que antes jamás pudo permitirse
experimentar por miedo a ser expuesto ante una necia sociedad que le
recriminaría con repudio por algo tan mínimo como ser un humano. Y, si se
negaba a firmar ese contrato, muy probablemente, hubiese sido despedido de
su trabajo temporal, el cual apenas le ayudaba a subsistir y mantenerse y,
también, su maestro hubiese cortado de raíz cualquier tipo de relación entre
ambos. O, quizá era que sólo no había tenido el valor suficiente para negarse.

De todas formas, al mirar su móvil y verificar que en su cuenta de banco


(online) ya se había depositado el dinero correspondiente a su beca y su
"sueldo", no evitó que la angustia hiciera presión en su pecho, pero se obligó
a reprimir el llanto.

Sin embargo, cuando ya estuvo listo para poder marcharse, se recordó a sí


mismo comer algo, ya que necesitaba energía para poder concentrarse
durante su evaluación.

—Has despertado temprano, Tae... —Saludó Jungkook, sosteniendo una taza


de café en una de sus manos y sonriéndole con carisma. Aquella sonrisa se
desvaneció lentamente al leer la expresión de tristeza en su rostro—. ¿Oh?
¿Qué ocurre?

Taehyung no se atreve a responder, mas no atina a hacer algún gesto


tampoco. Quiere evitar a toda costa contestar con incomodidad sin saber
cómo abordar un tema tan delicado como el que tendría que tratar, y que
nunca ha tratado con su maestro. Con Jungkook.

Jamás se han detenido a conocerse el uno al otro, no han hecho más que darse
datos al azar tras algún momento espontáneo donde la emoción les rebosaba,
y terminaban cegándose sin pensar en las consecuencias de sus actos.

— ¿Me estás ignorando? ¿Estás bien? ¿Es por lo de anoche? —Pregunta,


acercándose despacio. Su mirada oscura es cálida, al igual que el calor que
emana su cuerpo, haciéndole sentir deshaciéndose. Muy sensitivo ante la
cercanía—. Si es por eso, no importa realmente, Tae... Si no quieres, lo
entiendo. Quizá hoy estés de humor para que nosotros...

— ¡No! —Interrumpe con su voz medio quebrándose. Trata de pasar


desapercibido, pero el nudo en la garganta se aprieta y duele. Intenta sonreír
para evitar la tensión, pero es casi imposible—. No es eso, Gguk-ah —ríe sin
gracia—, no es eso...

— ¿Entonces qué es?

Hay silencio durante algunos segundos, sus miradas transmiten diferentes


estados anímicos. Uno de ellos está a punto de llorar y el otro está más
molesto de lo que le gustaría admitir al no saber por qué.

—Joder... En serio, Tae... Si fue porque no querías hacerlo, no es taaan


relevante. Es entendible. Estabas cansado y hoy podemos volver a-

Taehyung, en un intento por callarle, se abalanza sobre Jungkook, acunando


sus mejillas y besándolo.

El beso es un choque de labios brusco y torpe, y es uno de los peores besos


que han compartido. Aun así, es divertido y Jungkook termina abrazando la
cintura de Tae y arrinconándolo contra la encimera para profundizar.

Un poco sorprendido por la rudeza del movimiento, Taehyung se haya


jadeando y, en un parpadeo, Jungkook aprovecha la oportunidad para
introducir su lengua dentro de su boca y lamer en su paladar.

El beso se torna sucio y mojado, un ruido obsceno entre suspiros que se


distorsionan con la excitación que, ahora, inunda el ambiente.

Es abrumadora la manera en la cual sus labios juegan entre succiones, y la


risa grave de Jungkook le provoca escalofríos, erizándole la piel con un
estremecimiento tímido.

Las ganas de llorar comienzan a disiparse cuando Jungkook comienza a


descender besos por sus mejillas, mandíbula y cuello, diciéndole: —No estés
triste, ¿sí?

— ¡Woah! Me has dicho eso y me siento mágicamente mucho mejor... —le


dice en un jadeo sarcástico, mas riéndose por la torpeza del instante—. No te
preocupes, Gguk-ah.... Estaré bien.

Jungkook lo mira con seria obviedad y luego picotea sus labios una vez más
para poder retomar su desayuno, no sin antes guiñarle un ojo y advertirle: —
Esta noche haré que te olvides de absolutamente todo, salvo yo. Seré en lo
único que pienses, pastelito.

Y eso sonaba bien para él. De hecho, era todo lo que necesitaba: olvidarse de
todo, a excepción de Jungkook.

[...]

El frío calaba en sus huesos mientras caminaba en dirección a la cafetería en


la cual había acordado juntarse con su hermano para charlar. El rumbo estaba
siendo mucho más tedioso de lo que hubo imaginado, porque no estaba yendo
hacia allá porque le nacía querer pasar el rato con Jin, sino porque sabía que
éste le recalcaría un tema pendiente del cual no quería hablar precisamente
con él.
Lamentablemente, comenzaba a dudar sobre la confianza que se suponía su
hermano debía trasmitirle; sus verdades ocultas habían salido más de una vez
a flote a causa de la confianza que, equivocadamente, le expresó. Ya no se
sentía seguro de hablarle a su hermano sobre sus asuntos privados e íntimos,
y eso se le hizo amargo.

Una vez llegó al lugar, logró visualizar de inmediato a Jin, quien estaba
sentado en un rincón apartado. Se pasmó un poco de verlo tras algunas
semanas, y no podía creer que su apariencia se hubiese deteriorado con tal
obviedad que, le hizo sentir una preocupación culposa de no haberlo
contactado antes. Algo malo estaba ocurriendo.

— ¿Jinnie hyung? —Dice, sentándose en la silla opuesta de la pequeña


mesita. Su voz suena apacible y suave. Desea poder disculparse—. Hola,
disculpa no haber atendido a tus llamadas...

En contraste, Jin le sonríe con amabilidad y le señala una taza de Latte. —


Oh... No te preocupes, no tiene mucha importancia. ¿Has estado ocupado con
tus clases?

Taehyung se detuvo a observarlo con detención disimulada por vez que le


daba un sorbo al Latte. Su hermano estaba mucho más delgado y sus ojeras
delataban un muy probable insomnio. Se veía realmente deprimido y eso le
hizo cuestionarse la razón del por qué. Teorizó que podría deberse a la
cantidad de tiempo que focalizaba únicamente a su trabajo como médico,
pero también pensó que, si su hermano amaba su profesión, no tendría por
qué estar tan deprimido.

No obstante, se decidió por no indagar directamente en el trasfondo; los Kim


tenían algo en común y eso era la terquedad en ciertas situaciones. Por lo
mismo, prefiere no insistir mucho en ello y averiguarlo por sus medios.

— ¿Estás seguro?

—Sí, ¡estoy perfectamente! —Sonríe abiertamente, pero sabe que no es un


acto sincero—. ¿Cómo van tus estudios? ¿Empezaste bien?

—Sí, sí... Estudio a diario un poco para no olvidar lo que he estado


aprendiendo, pero ya sabes... Es lo normal, ¿no?

—Claro, debes hacer tu mejor intento en ser el mejor... —hay un suspiro


antes de que Jin se acerque un poco más y susurre: — ¿Cómo van las cosas
con tu novio, hmm?

Taehyung tose con brusquedad, casi exageradamente.

Claramente, no se había esperado aquella pregunta capciosa.

Sabía que Jin no le dejaría tranquilo hasta no huronear en lo que había tenido
que contarle casi por obligación y, ahora, prácticamente estaba
aprovechándose de ello para dejar en segundo plano su propia situación. Era
injusto.

— ¿Qué? Sí.... Estamos.... bien. Todo perfecto, por supuesto... Mi pareja y yo


estamos bien... —suspirando, juega con una servilleta, doblándola y
estirándola. Su propia inquietes le podría delatar, y es eso lo que teme.

— ¿Cuánto tiempo llevan? ¿Viven bien juntos? Nunca me diste detalles.

— ¿A-ah?

Quiere huir, pero no puede escapar. Se siente sumamente mortificado y


avergonzado, y no se le viene ninguna excusa a la mente al no poder recordar
con exactitud lo que hablaron la vez pasada. Sólo sabe que está yendo de mal
en peor.

—Él y yo vivimos bien. Nos llevamos muy bien.

—Oh... Me alegro. ¿Qué edad tiene él? ¿Cómo se llama? Quiero conocerlo.

Y ese es el balde de agua fría.

Taehyung rompe en llanto justo ahí.

La presión se hace tan fuerte que los sollozos le hiperventilan y trata de cubrir
su rostro avergonzado de los ojos ajenos. Su corazón palpita demasiado
fuerte contra su pecho, haciéndole contraer la caja torácica y siente como si
ya no pudiese respirar del todo bien. Duele, y eso es lo único en lo que logra
penar mientras llora.

Tiene miedo.

El miedo es inevitable en este punto. Porque cómo podría decirle a su


hermano que estaba relacionado con su maestro y que, más o menos, se
estaba prostituyendo a cambio de dinero con éste. No tenía el valor ni la
valentía para confesarle eso a su hermano, de decirle que se dejaba azotar por
su maestro sin importar la marca que quedase. Su honor estaba denigrándose
poco a poco, su orgullo estaba mucho más que herido tras poder razonar
sobre la cruda realidad.

Jin está a su lado, abrazándole sin importar que algunas personas observen su
colapso. Pero, lo peor de todo, es que Jin también llora silenciosamente por
vez que trata de consolarlo.

—Está bien, Tae... Está bien... Estoy aquí —susurra—, estoy junto a ti. No
importa si aún no estás listo para hablar de eso conmigo. Entiendo si no te
sientes preparado para dar ese paso. Sé que todo esto ha sido una presión
constante para ti durante todos estos años... Lo sé, tranquilo.

—Perdóname, perdóname... Pero es sólo que, es demasiado para mí...

Entonces, en un momento tan frágil y deplorable, decide que no es capaz de


seguir con eso. Él no quiere recibir más dinero a cambio de entregarse a
alguien.

Taehyung no quiere recibir dinero por entregarle a Jungkook lo que sabe está
dispuesto a entregarle por voluntad propia; su mente, cuerpo y alma.

Creo que el siguiente capítulo tiene dos partes. Creo. Hehe. Les gustará...

¿Cómo han estado? ¿Cómo se han sentido? Desahogarse es bueno, no lo


olviden. Yo últimamente he estado muy feliz, y varias personitas de aquí
son parte de ello. Gracias por sus mensajitos y buena vibra ☺
Tengo un nuevo fanfic, se llama Décalcomanie. Vayan a visitarlo si es
que les da curiosidad. Es un five-shot. Y también tengo otro fic por ahí,
que no sé si hacerlo un OS o un fanfic como tal. Necesito opiniones xD.
Díganme qué les gustaría... uwu

Sean felices, bye~

Pdta: ¿wttpd les envía las notificaciones de mis actualizaciones?


P

dta 2: emperradísima pq wttpd me borró los guiones y se me perdieron


sus comentarios:-(
37

Las nubes grisáceas eran teñidas por los colores saturados de un egoísta sol
invernal que, ocultándose entre los cerros, daba paso a un ocaso
atardecer frío. Los pasillos de la institución universitaria eran manchados con
rastros de la incandescente luz amarilla que, entre rayos de segundos
inestables, se filtraba por entre las ramas de los árboles que eran mecidos con
la fresca ventisca.

Fue tranquilizador respirar aire limpio, y prontamente sus pasos se volvieron


ligeros por vez que avanzaba hasta adentrarse en un rincón de las barandillas
que facilitaba la vista hacia el campus trasero, directamente a los jardines;
prefería oír el sonido natural del espacio en el balcón, en comparación al
pitido continuo de la llamada que se volvía angustiante.

Pip... Pip... Pip...

— ¿Aló?

La voz de su madre resonó en sus oídos con ese típico tono materno que logra
transmitir paz y calma, como si todo estuviese bien.

—Mamá... Hola, mamá... ¿Cómo has estado? —Pregunta, en medio de un


suspiro lleno de agotamiento. Teme que su voz tiemble, por lo que espera que
ella conteste.

— ¡Tae, cariño! ¿Cómo has estado tú, mi osito de miel? Te he extrañado


tanto a ti y a tu hermano que, no te imaginas lo triste que ha de ser para un
madre tener a sus hijos lejos... ¿Por qué no me has llamado? Me he sentido
muy triste desde que no he oído tu voz... —Dice, denotando lo desanimada
que se siente. Le hace sentirse melancólico y distante de lo que una vez fue
parte; una familia sin diferencias.
— ¡Estoy bien, ma! En serio..., estoy fantástico... No he llamado porque he
estado un poco ocupado; este es mi último año y ya sabes tengo que
organizar mis estudios para tener un tiempo provechoso y tener buenos
resultados. Quiero que te sientas orgullosa de mí, mami.

Espera que su respuesta no haya dejado en evidencia el abatimiento que


siente, es una emoción aflictiva con la cual ha estado lidiando estos días y no
desea que su madre sepa sobre aquello. No necesita saberlo.

— ¿Cómo no podría estar orgullosa de ti, cariño? Siempre estaré orgullosa


de que hayas escogido por ti mismo lo que tú deseabas hacer por el resto de
tu vida. Ya sabes... Un trabajo es algo que, no importa lo mucho que ganes,
si no te gusta lo que haces, no podrás sentir provecho de ello ni alcanzar tus
verdaderas metas.

Aquellas palabras tan reconfortantes eran las que siempre le habían alentado
a seguir adelante, habían sido un apoyo constante que se mantuvo a través del
tiempo y las dudas; sus decisiones se habían visto influencias por lo que
debería hacer y lo que quería hacer.

—Gracias, mamá... En serio, me hace muy feliz escucharte decir aquello... —


Sus ojos se humedecieron con ardor, pero reprimió cualquier indicio de pena,
tratando de pretender que no le afectaba—. ¿Cómo han estado los chicos?
¿Cómo ha estado papá...?

—Los chicos ya volvieron a sus clases, están teniendo clases privadas


después de la secundaria. Estamos teniendo muchos gastos, por lo que tu
padre ha estado de mal genio al tener que partirse el lomo trabajando. Yo
también lo hago, pero la situación se está poniendo complicada... Hemos
tenido que reducir algunos gastos, porque ya no podemos permitirnos ciertas
cosas.

Taehyung relamió sus labios, sabiendo que era la oportunidad perfecta para
dar paso a sacar el tema que quería tratar.

—Ese es uno de los motivos por los cual te llamé, ma... —Comienza. El
repentino dolor de cabeza le hace punzar en las sienes con molestia—. Hum,
yo te hablé sobre mi trabajo. Mi jefe me está pagando bien. En serio. Ya no
necesito que me envíen dinero o... nada. Además, al ser mi último año, el
arancel ya no es tan exigente con respecto a los pagos.

—Tae...

—No, ma. Es en serio. Ustedes no están en la posición económica como para


seguir haciéndose cargo de mí y de algunos de mis gastos. Tal vez, antes n-no
tenía el mejor trabajo del mundo, pero ahora me es diferente.

— ¿Estás seguro?

—Claro que sí. Además, faltan tan sólo unos meses para mi graduación. Ya
no es necesario. Mi jefe me da algunas comodidades...

— ¿En qué trabajas específicamente, corazón? Porque ese jefe tuyo ha de


ser muy bueno, y me hace muy feliz que sea así.

Su corazón se apretó.

—Ya te lo conté antes. Trabajo para mi profesor de literatura. Él es m-muy


bueno conmigo y sólo s-soy su..., su ayudante.

— ¡Vaya! Si eres su ayudante, tus calificaciones deben ser muy buenas


también.

—No. O sea, sí. Estoy en un rango promedio, ma...

La conversación terminó de fluir con temas triviales, y por eso no pudo notar
que alguien había logrado escuchar parte de la conversación que se suponía
mantenía en privado.

Una vez, la llamada acabó, Taehyung fue directamente hacia la oficina de


administración. No había muchos otros estudiantes alrededor, ya que la
mayoría de ellos estaban en clases aún. Por lo mismo, se le hizo mucho más
fácil solucionar el problema de inmediato; la secretaria le saludó
amablemente y le preguntó qué es lo que deseaba consultar.

—Hum, necesito que el depósito de mi beca se descuente de forma directa al


pago de mi matrícula semestral; sé que los abonos mensuales generan la
cantidad necesaria para completar el pago.

—Oh, claro que se puede, pero... Generalmente, algunos estudiantes toman la


mitad del dinero para sus gastos personales o, simplemente, para
despilfarrar... Y, se supone que los padres completan la otra parte de la
cantidad. En el caso de que quieras optar por no recibir el dinero y que éste se
te descuente directamente de tu tarjeta, estarías rechazando parte de un
sustento económico que la universidad acomoda a darte, ¿lo sabes?

Es mucho más fácil así, piensa. —Sí, lo sé.

—Bien. Debes firmar algunos papeles y, supongo que ya pagaste al contado


este mes, ¿cierto? —Taehyung asiente por vez que la secretaria busca algo en
un cajón del escritorio—. Oh... Desde el próximo mes se te descontaría el
depósito y se abonaría a tu cuenta de pagos. No tendrías problemas con tu
beca y te ahorrarías el trabajo de venir hasta la oficina y realizar el trabajo de
pagar. De todas formas, seguirás recibiendo el pago en tu tarjeta de
alimentos.

— ¿Tarjeta de alimentos?

— ¿No sabías sobre eso? Es una tarjeta que el gobierno le proporciona a


estudiantes becados para facilitarles el sustento alimenticio a los padres. La
mayor parte de estudiantes puede optar a ella, ¿no la has solicitado? Puedo
verificar tu nombre y solicitarla para ti.

— ¡Oh, claro! ¡Por supuesto!

La mujer vieja le sonríe de forma agradable y le tiende un par de hojas y un


lápiz. —Lee esto y luego, si estás de acuerdo, lo firmas. Mientras haces eso,
dime tu nombre completo. Tramitaré de forma inmediata el asunto de la
tarjeta.

—Muchas gracias, soy Kim Taehyung.

«No me esperes, llegaré unos minutos tarde...»


Leyó el mensaje de texto con el ceño fruncido, encendiendo el motor de su
automóvil y dejando caer el celular en el asiento contiguo. No se sentía
molesto, sino extraño. Porque ya no le gustaba que Taehyung se fuese por su
cuenta a casa, solo; se había vuelto cómodo hablar sobre cómo estuvo el día
del otro mientras compartían un espacio privado. Sin embargo, entendía que
Taehyung tenía una vida igualmente y que quizás había surgido algo.

Por lo mismo, decidió que, dado el contexto, la situación ameritaba que


resolviese sus propios asuntos también.

Hace algunos días, su hermano le comunicó estar buscando un buen lugar


para comprar un edificio donde ubicar la editorial, por lo que él le había
enviado imágenes sobre algunas de las calles más transitadas. Por lo mismo,
su trabajo era buscar algún edificio en venta para conversar los términos con
el vendedor y Mingyu. De todas formas, últimamente, no se encontraba de
humor como para estar lidiando con tanto peso sobre sus hombros; había
muchas responsabilidades de las cual tenían que encargarse en este proceso y
eso lo estresaba en demasía. Así que, aventurándose a tomar otro rumbo,
comenzó con su búsqueda.

Las calles de Seúl comenzaban a ser iluminadas por las luces de la vida
nocturna, llenándose de transeúntes fiesteros y estudiantes que recién salían
de sus clases; el pronto fin de semana se hacía presente con algunos festivales
y discotecas en inauguración; el olor callejero de las frituras y dulces, el
bullicio y las risas le hicieron querer fumar.

Había un tema que no había dejado de rondarle por la cabeza, y no entendía


por qué le inquietaba tanto el no poder resolver el lío que se había enredado
en su psiquis desde que vio la mueca de tristeza en su bonito chico durante la
mañana; no dejó de cuestionarse el motivo por el cual estaba así. En la
relación que estaban manteniendo era de gran importancia la confianza
mutua, conocerse el uno al otro para aprender sus fuertes y sus debilidades y,
a pesar de que aquello significase que tendrían que entrar al núcleo de algo
más, no soportaba la idea de no tener respuestas.

Jungkook comenzaba a querer indagar más.

¿Por qué mi pastelito tenía esa mueca?


Encendió un cigarrillo y, llevándoselo entre los labios, lo aspiró.

No podía concentrarse en lo que tenía que buscar, por lo que, en un arranque,


cambió de dirección.

Porque, en ese instante, era mucho más importante hacerse cargo de su Tae
que buscar un edificio para alquilar un lugar del cual no se quería hacer
cargo.

Condujo por la carretera, acelerando.

Tenía planes diferentes para esta noche.

Quería que Taehyung aprendiese a confiar en comunicarle sus necesidades,


en pedir y en saber cuál era su soporte. Quería ponerlo a prueba, saber si es
esto lo que quiere o no.

Una vez hubo llegado a su casa y estacionó su automóvil en el aparcamiento,


buscó las llaves en su bolsillo, viendo a Taehyung sentado fuera de la puerta
jugando con un pequeño gato anaranjado.

—Tae... —Dice, llamando su atención. Taehyung lo mira hacia arriba,


relamiendo sus labios con una sonrisilla tierna que le hace querer besarlo. Sus
mejillas se encuentran ruborizadas y su nariz enrojecida debido al frío. Luce
adorable—. ¿Cuánto rato me has esperado? —Pregunta, tendiéndole la mano
para ayudarlo a levantarse y, cuando lo hace, rápidamente le roba un beso que
le hace reír—. Hola...

—Hola, Gguk-ah, no esperé mucho... Creo...

—Hum, tendremos que solucionar esto... No quiero que termines cogiendo


un resfriado si sigues esperando, ya sabes...

Jungkook metió la llave en la cerradura, un poco tenso después de haber


demostrado abiertamente su preocupación.

— ¿Abstinencia por virus?

Frunciendo el entrecejo, le mira de reojo. —Claro, sí, por eso...


Cuando entran a la casa, ve a Taehyung quitarse los zapatos con rapidez para
dirigirse al sillón y acurrucarse junto a la estufa.

—Préndela por mí, por favor... —Dice con su voz aniñada que le causa gracia
mientras deja su abrigo colgado en el perchero.

—No soy tu sirviente.

Taehyung infla sus mejillas y abulta sus labios, abrazando una almohada.

—Papi, préndelo por mí, por favor...

Sus músculos se ponen rígidos como cuerdas y, suspirando una sonrisa, se


dirige hacia la estufa. No podía negarse si se lo pedía de esa forma, era una de
sus debilidades y lo había descubierto.

Después de hacer que el fuego comenzara a quemar la leña, se dirigió al


sillón también, sentándose junto a Tae y acariciando en su cadera con
suavidad. Apenas y habían podido verse entre recesos y la presencia de
Taehyung se hacía entrañable para él.

— ¿Cómo estuvo tu día?

—Estuvo bien, un poco ajetreado... Pero, estuvo bien... —murmura,


acomodando su cabeza por sobre su muslo, apretando un poco con una
caricia reconfortante—. ¿Cómo estuvo tu día?

Pasan algunos segundos hasta que afloja su corbata. —Pensé en ti todo el


día.

Ve cómo Taehyung enrojece, por lo que se decide a acercarlo para besar sus
mejillas y su mentón, y cuando lo tiene sobre su regazo, esperando por más,
se detiene.

— ¿Huh?

— ¿Te gusta cuando hago esto?

Taehyung se remueve avergonzado antes de decir: —Sí...


Eso logra hacer que su corazón comience a latir con fuerza contra su pecho,
no sabiendo distinguir entre la emoción o la ilusión que le ha causado su
palabra.

—Hoy haremos algo diferente, Tae... Sabes que, tras cada sesión de sexo, te
voy a consentir muy bien. Me gusta hacerlo. Pero, hoy... será algo mucho
más diferente de lo que hemos hecho, ¿bien? —Comienza, acomodando las
piernas de Tae alrededor de sus caderas para transmitirle confianza,
abrazando su cintura, atreviéndose a entablar un poco de contacto físico—.
¿Quieres hacerlo?

— ¿Será muy duro?

—Sólo lo que puedas soportar, Tae. Recuerda que tienes tu palabra segura y
esa es «rojo». En cuanto lo digas, yo me detendré de inmediato, ¿entendido?

—Síp...

—En este tipo de sesiones, quiero que me digas papi o Señor. Porque
estaremos en una sesión, y eso es diferente a cuando tenemos sexo
espontáneo; no seremos sólo Taehyung y Jungkook, estaremos jugando un
rol. En estas sesiones te haré experimentar dolor y placer, y te llevaré al
límite de las sensaciones. Quiero que lo disfrutes, y quiero que me dejes
disfrutarte también... —su voz suena suave por vez que sus dedos cosquillean
en las caderas de su chico, quien escucha atentamente—. ¿Lo harás?

—Sí... Digo, intentémoslo...

Jungkook besa la comisura de sus labios repetidas veces, sacándole algunas


risitas que sabe son producto del nerviosismo. Quiere calmarlo, así que se
toma su tiempo en abrazarlo y mirarlo a los ojos mientras le sonríe.

—Sólo vas a pensar en mí, te lo prometo.

— ¿Tú pensarás en mí?

—Absolutamente.

—Está bien...
—Eso es, bebé. Tranquilo. Ahora, quítate la ropa y espérame aquí. Iré por
algunas cosas.

Jungkook se incorpora y va hasta su cuarto en busca de lubricante, un condón


y los juguetes que ocuparían.

Se siente emocionado y sólo quiere que la confianza se logre fortalecer. Le


hace ilusión que Tae se atreva a experimentar esto con él, a entregarle todas
sus primeras veces. Por lo mismo, se entregaría completamente a ese torpe
chiquillo de sonrisa cuadrada si éste se lo pidiera.

En este punto, ya no hay algo que pueda perder al intentar.

Una vez baja, ve a Taehyung desnudo, abrazando uno de los almohadones del
sillón que lo cubre casi por completo mientras muerde su labio inferior con
notorio nervio.

Se ve exquisitamente adorable.

— ¿Estás listo, precioso? —Pregunta, acercándose y dejando las cosas a un


lado, acunando sus mejillas para presionar un beso en su frente.

—Sí, estoy listo.

Entonces, en medio de una sonrisa cómplice, Jungkook se aventura a vendar


sus ojos.

Ya. Aquí esta el capítulo de la semana xD

Cuando escribí este capítulo, tenía MUCHA tarea y por eso no quise
profundizar en demasía con respecto a las emociones de los personajes.
No quería cagarla. Pero, en la segunda parte (la que sigue), ya había
mandado algunas de mis guías pendientes.

So...
Supongo que saben lo que significa :-)

Nos estamos leyendo, bye~


38

Observó la forma en la cual Taehyung soltaba el almohadón, exponiéndose


por completo bajo su mirada mientras se dejaba vendar los ojos. Su postura
sumisa le hizo tensarse, aunque para él era obvio que el chico estaba nervioso
al no saber qué es lo que harían, sobre todo cuando estaba privándolo
sensorialmente. Sin embargo, quería fortalecer la confianza que había en su
relación dom/sub. Necesitaba hacerle saber que el poder lo tenían ambos, y
que, si bien le haría disfrutar, también se detendría de inmediato si algo se
volvía desagradable.

Se siente un poco ansioso al ir subiendo los niveles, pero está disfrutando de


ir paso a paso. Cada situación ha ameritado que vayan a por más, lo cual lo
hace extasiante en demasía. Porque había sido capaz de notar que algo estaba
perturbando la calma mental de su Tae, jodiéndole un poco en su psiquis y
afectando en su actitud, volviéndole un poco más retraído y haciéndole lucir
un poco más triste. Y, sinceramente, no quería que su chico estuviese triste,
eso le ponía un poco gruñón, y su estrés no cooperaba para nada en su actuar.
Así que, qué mejor forma de alivianarse ambos —juntos— a través de placer
psicofísico.

— ¿Por qué has estado tan afligido últimamente? —Pregunta. Su voz suave
se ha vuelto rasposa por vez que se detiene a mirar la piel de miel, limpia,
olorosa y sedosa. Cada centímetro parece ser bendecido con proporciones
agraciadas y seductivas; es tan precioso, piensa—. ¿Qué es lo que te ha
estado afligiendo? —Lo guía sobre el almohadón, haciéndole inclinarse sobre
sus rodillas y codos.

—Tengo problemas familiares, asuntos personales...

— ¿Te sentirías cómodo para hablar de eso ahora? Coloca tus manos detrás
de tu espalda.
Su propia mano comenzó a delinear el camino de la columna de Taehyung,
provocando un escalofrío cuando llegó a la espalda baja, sobre su trasero.

—La verdad es que no... No me sentiría cómodo al hablar de eso justo ahora.

—Bien... —Dice, dejando caer el peso de su mano derecha, permitiéndose


explorar con libertad. Los pezones de Taehyung estaban erectos, al igual que
su pene. Supuso que era producto de la emoción y el nervio, pues estaba muy
ruborizado; eso le divirtió—. No es nada que no haya visto antes, pastelito.
Voy a tocarte como se me plazca, ¿entendido?

—Está b-bien, sí...

— ¿Sí qué, bebé? —Acarició la aureola de uno de sus pezones, haciéndole


exhalar profundamente. Sentía que tenía el control absoluto, el poder de
doblegar con tan sólo una simple palabra, con tan sólo un toque; tendría a su
nene vulnerable y expuesto, dispuesto a su voluntad—. Respóndele a papi, mi
amor... No querrás que te castigue, ¿o sí?

—No, n-no, papi... Tócame, p-por favor... Yo s-seré obediente.

—Hmm.

Siempre le había gustado mirar, tocar y castigar a sus parejas sexuales. Era
curioso y le gustaba ser un amante sucio y sagaz. Pero, con ninguno de ellos
pudo sentirse tan al borde del confín como con Taehyung, quien le hace
aferrarse de sí hasta el último segundo en cada uno de sus encuentros
sexuales.

Taehyung es tan diferente a todos, que es enloquecedor.

— ¿Estás asustado, bebé? —Su palma se desliza hacia abajo, frotando la


curvatura de su trasero bien formado y firme, palmeando el glúteo izquierdo.
Golpeó para que fuese sólo un poco doloroso, mas no para causarle daño—,
¿huh?

— ¡No, no!

Percibió el estremecimiento ante su tono, suave y áspero. — ¿Estás seguro de


eso?

—Pa...

Pudo ver cómo su corazón se agitaba a través del movimiento bajo su


garganta, fue consciente de cómo su respiración se aceleró ante el mínimo
roce. Estaba orgulloso de ser quien causara aquello, pues tenía a un
muchacho hermoso en el sillón de su sala, arrodillado y desnudo;
completamente accesible a su minuciosa exploración.

—Pa... Papi...

— ¿Sí, mi amor? Dile a papi lo que quieres, no temas...

Uno de sus dedos delineó con parsimonia en el borde del ceñido agujero
sobre sus bolas, tentándolo y avisándole qué es lo él quería. Necesitaba
follarlo tan mal y tan rudo, que dolía en su hombría la necesidad tan fiera de
joder. Entonces, su dedo siguió jugando ahí, viéndolo contraerse debido a la
anticipación.

— ¡Mmgh!

— ¿Te gusta cuando te tocó allí? —Cuestionó, no evitando sonreír cuando


dio en cuenta de la antelación a sus acciones, causando una sensación de
calor espeso en el ambiente—. Sabes que haría lo que fuese por hacerte sentir
bien, ¿no? Pero no sabes cómo me pone poder verte ansiándome... —su dedo
presionó en el agujero palpitante, causando un estremecimiento; su propio
miembro palpitó—. ¿También me quieres adentro, bebé?, ¿huh?

Taehyung se sentía tan mínimo en comparación al hombre que lo tenía,


prácticamente, en la palma de su mano, disfrutándolo como si fuese su
pequeño muñeco. Y no es como si no le gustara aquéllo, porque amaba sentir
toda la atención sobre él y ser liberado de todos los matices oscuros que se
habían arraigado a su mente con crueldad. Asimismo, cumplir las fantasías de
Jungkook le ayudaba a liberarse de un terrible dolor en su desvalido corazón.

—Sí, s-sí, por favor... —pide jadeando, arqueándose excitado y aterrado a la


vez sin saber qué es lo que está pidiendo.
No sabe qué esperar, pero, una vez, más se deja hacer, entregándose en todo
ámbito. Porque su mente queda vacía de todo lo exterior cuando es su papi
quien toma todo el control de su mente, cuerpo y alma.

—Bien, si me lo pides con buenos modales, puedo acceder a complacerte...


—acaricia la erección ajena con lentitud, deslizando el líquido preseminal y
viéndolo moverse con inquietud ante el placer tortuoso que le da con calma,
esperando llevarlo al límite; y lo hará.

—Ouhnm... Más, m-más... Por favor...

Jungkook no entendía el desequilibrio irracional que su TaeTae le transmitía,


entre el infantilismo y lo erótico, era algo que le hacía trastornar. No había
palabras que existiesen para describir lo mucho que le encantaba ser
espectador de cada una de las respuestas de Taehyung a sus estímulos, sus
reacciones eran algo que le hacía cuestionarse dónde había estado durante
todo este tiempo y por qué no pudo verlo antes. Porque, quizás, era algunos
años mayor que él, pero los chicos de su edad no sabrían cómo tratarlo, y
tampoco cómo cuidarlo y tocarlo... O, amarlo como se merecía ser amado.

Taehyung merecía un buen hombre y en todo el sentido que abarcaba el


término; le hacía querer fundirse por completo, muy adentro de una manera
muy intensa. Y quería ser ese hombre, ya que, muy probablemente, lo quería
todo para él, y sin importar si eso era demasiado egoísta.

Jungkook no quiere que nadie más toque o se acerque a quien cree ha


comenzado a pertenecerle. Se siente ser dueño de aquella cosita tan hermosa
y trastornante, de aquel torpe chiquillo que tiene acento campesino, que gusta
de tomar té con leche y cree ser un monstruo abrazador cada vez que se
acurruca en su costado.

Jungkook no quiere que nadie más sobrepase la línea con su chico. Así que,
inhalando y exhalando, su pecho se infla con superioridad, irguiéndose sobre
su altura para comenzar.

— ¿Se siente bien? —Pensó que seguramente Taehyung debía sentirse


desorientado al estar vendado, por lo que besó en su nuca, rastrillando
suavemente en el posterior de su cuello—. ¿Cómo te sientes, bebé?
—No lo sé... Es... extraño..., pero se siente bien.

—Se sentirá mucho mejor, y me gusta cómo luces justo ahora... —Notó un
ligero temblor al susurrar en su oído, decidiéndose a pellizcar el interior de
uno de sus muslos para poder darle otra palmada justo encima de sus
testículos. Taehyung estaba tiritando y tratando de cerrar sus piernas,
apretándose—. Quería utilizar esposas, pero ahora quiero usar los
separadores.

— ¿Uh? ¿Qué e-es eso? —Le oye musitar en un susurro apenas audible,
viéndolo sonrojándose violentamente. Pero, Taehyung se siente perdido en
medio de las sensaciones y la oscuridad. Sacude su cabeza, tratando de
estabilizar sus sentidos y la sangre acoplándose en sus oídos palpitantes.

Jungkook toma los utensilios que había tirado a un costado y entonces


sostiene las piernas de Taehyung, acariciándolas con parsimonia, disfrutando
de la caricia en sí. No podía mentir, le fascinaban las piernas de Taehyung, ya
que éstas eran largas y estilizadas y se afirmaban bien de sus caderas cuando
lo embestía. De hecho, le fascinaba el cuerpo de Taehyung por completo y
sólo Taehyung, porque todo de él era algo fenomenal y deslumbrante bajo su
criterio. Pero, de todas formas, ató los grilletes de los separadores a sus
tobillos

—No quiero que cierres tus piernas mientras te follo, así que usaremos los
separadores... —Dice, viendo la postura de repentino encogimiento que
denota está alarmado—. Vamos, intenta moverte, resistirá al movimiento.

—Hum... —Taehyung hizo caso e intentó cerrar sus piernas, pero no lo logró
y eso le asustó un poco debido a que, después de haberse sentido tan
acalorado, comenzaba a sentirse frío.

No podía ver nada y no sabía lo que Jungkook hacía, lo cual le ponía muy
ansioso, y ahora estaba completamente privado a las órdenes. Estaba asustado
y Jungkook lo notó.

—Bebé... —Dijo, besando su frente, tratando de calmarlo antes de empezar.


No quería que su pastelito estuviese temeroso de lo que estuviesen a punto de
hacer, y tendría que disminuir la intensidad de todo lo que hubo pensado con
tal de no dañarlo si es que eso era necesario—. No temas, se sentirá bien.
Jamás te haría daño a propósito, ¿lo sabes? Déjame hacerte sentir muy bien,
¿sí? —Escuchó un gimoteo y sintió una leve caricia en su antebrazo. Le
causó ternura que Taehyung estuviese tirando de su manga para tratar de
exigir más mimos; y quién era él para negarse—. Voy a cuidar de ti, mi
amor... Y me encargaré de ti...

—Puedes empezar ahora, papi...

Aspiró una oleada de orgullo y estimación, jalando con gentileza de su


cabello hacia atrás para besarlo castamente en sus labios.

— ¿Harás lo que yo diga?

—Sí...

— ¿Por qué?

—Porque papi me lo ordenó...

—Así es. Correcto.

Comparten otro beso antes de que Jungkook se aleje y comience a masajear


en sus pezones. Taehyung lo sintió succionarlo con su lengua húmeda,
aprisionando el sensible botón entre sus dientes. Se sentía demasiado bien,
tanto que le hizo arquearse en espera de algo más, sin saber qué esperaba
realmente; estiró su trasero hacia atrás, en un ángulo que seguramente debió
ser muy obsceno, mas no sabía dónde estaba Jungkook con exactitud; lo
sentía en todos lados y a la vez en ninguno. Era exasperante.

Su piel se erizó cuando sintió su aliento recorrerle en un murmullo mudo que


gritaba algo que los dos sabían y que, ahora, ninguno se atrevería a
pronunciar abiertamente. Quizá no eran capaces de ser totalmente conscientes
de ello, pero algo estaba formándose y condensándose en una promesa justo
en el núcleo de su naciente romance.

—Eres tan jodidamente hermoso, y sólo mío... —Jungkook desliza sus manos
por su cintura, amasando en sus caderas y tres azotes llegaron, escociendo la
piel de sus nalgas con ardor—. ¿Eres mío, bebé?, ¿huh? Respóndeme.

Taehyung rió un poco, medio divertido/medio adolorido.

—Sí, sí soy todo tuyo... —exhala con agitación, tratando de disipar los
temblores de su cuerpo ante la cantidad de sensaciones haciendo aparición en
su organismo. La excitación hizo que sintiese cosquillas en su vientre.

—Sí, eres mío...

Era casi increíble la forma en la cual la temperatura comenzó a subir,


haciendo que el ambiente fuese abrumador para ambos. Sus corazones
estaban latiendo con fuerza, comenzando a hacerlos sudar.

—Vamos a jugar, bebé... —Jungkook esparció un poco de lubricante en sus


dedos, sonriendo con sorna cuando tuvo lo que consideró una fantástica idea
—. Vamos a poner un poco directo aquí... —apretó la botella de lubricante
justo en el ceñido agujero, exprimiendo un poco para poder hacer una pronta
intromisión allí.

— ¡Ah! ¡Auum! —gritó, removiéndose con incomodad, agitando sus


caderas, tratando de cerrar sus piernas, pero no podía debido a los
separadores—. ¿Qué carajos fue eso?

Oh no, muy malo. Jungkook azotó tres veces en su culo, provocando un ruido
sordo.

—Sin decir groserías, no me gustan los bebés con boquita sucia.

Y, sin responder a su pregunta, metió dos de sus dedos dentro de la apretada


entrada, disfrutando de esa suavidad; caliente y muy mojada. Podía imaginar
a la perfección cómo ese culito lo engulliría, podía recordar perfectamente la
sensación de su polla estando apresada por la estrechez. Por lo mismo, sus
dedos buscaron expandir sólo un poco en el interior, embistiendo con
tortuosa gentileza.

La estimulación en su próstata y la masturbación hicieron que Taehyung


comenzara a sentirse hiperventilado, sobre todo cuando sabía que empezaba a
necesitar por algo más.

— ¡Ahmn! ¡Humn! ¡Hah! —jadeó sonoramente cuando los dedos salieron de


su interior.

— ¿Te gustó eso? ¿Un poco más, bebé? —Jungkook volvió a meter sus
dedos en su agujero, abriendo y cerrándolos de forma ocasional, sintiendo la
calidez blanda. Quería meter su verga ahí de una vez, y hacerlo suyo durante
toda la noche.

— ¡Sí! ¡Oh, por Dios! —Gritó, agitándose y exasperándose. Sentía como se


si fuese a morir. Era demasiado. Y, la presión en su vientre y vejiga le
provocó un poco de dolor en el estómago, y entonces sintió algo más—.
¡Jungkook para! ¡No sigas! ¡No sigas, por favor! ¡Para!

Jungkook hizo caso omiso a las suplicas al pensar que su actuar era producto
de la sobre-estimulación. Sin embargo...

— ¡Rojo! ¡Rojo!

Apenas escuchó aquella palabra, se detuvo, sacando sus dedos con cuidado,
pero fue entonces cuando Taehyung se orinó.

Joder...

Desató los grilletes de sus tobillos, quitándole la venda de los ojos de


inmediato y asegurándose de verificar si se encontraba bien. Pero, Taehyung
estaba mojado, temblando y sollozando con sus ojos aun cerrados.

— ¿Qué pasa, Tae? —Dijo con suavidad, acunando su rostro lloroso, pero
éste se hizo a un lado, evitando el contacto—. Tae, mi amor, ¿qué ocurre?

— ¡Te dije que pararas! ¡Te pedí que te detuvieras!

— ¡Y lo hice! —Respondió con un deje de preocupación, tratando de buscar


su mirada, aparentemente, avergonzada—. Tae, bebé, está bien... No tienes de
qué avergonzarte, eso es normal.

— ¡No, no lo es! Fue a-asqueroso, me oriné sobre ti prácticamente... —Hipó,


tratando de encogerse en un rincón del sillón, cubriéndose apenado. Casi
como un cachorrito—. Me siento muy mal, p-perdóname...

Jungkook se sentó a un lado, ignorando la humedad en su pantalón y


tomando entre sus brazos el cuerpito tembloroso de Taehyung, abrazándolo y
cubriéndolo con la camisa que estuvo sobre la mesa de centro. Necesitaba
darle contención, transmitirle afecto y hacerle sentir bien.

La confianza es importante, se repitió, besando una de sus sienes.

—Estoy tan orgulloso de ti, lo hiciste muy bien... Fue tu primera vez y, si no
te agradó, no lo volveremos a hacer otra vez... —Susurró en su oído, dando
caricias reconfortantes en su espalda—. Dijiste rojo y eso significó mucho
para mí, Tae. Yo me detuve, y si te orinaste fue porque te sentías muy bien...
No te mortifiques por eso.

—Me siento muy avergonzado, Gguk-ah... Mojé tu pantalón, eso debió verse
muy asqueroso, debió ser incómodo para ti y... —Dice, aferrándose a la
camisa de Jungkook, sabiendo que no podrá verlo a la cara sin echarse a
llorar avergonzadísimo.

—Tae... Tae, mírame... —Acuna su rostro y ve esos ojitos grandes y llorosos,


la boquita salivada e hinchada. Se siente culpable al ver reflejada la pena en
su inocente expresión. Sin pensarlo dos veces, lo besa, lame sus labios
dulcemente, acariciando con su pulgar el moflete izquierdo—. Todo está
bien, precioso... Todo está bien, te tengo, ¿sí?

Taehyung rompe en llanto de nuevo, pensando en momentos de su infancia


en los cual su padre le hizo sentir avergonzado de absolutamente cada parte
de su ser; las reminiscencias de sus insultos vuelven con un ruido casi
ensordecedor, pudiendo ver los torbellinos de su dolorosa juventud junto a su
secreto amor, sintiendo en cada fibra el duro golpe de la realidad. Por lo
mismo, se aferra a Jungkook como si su vida dependiera de ello, abrazándolo
casi desesperadamente.

—Está bien, bebé... Está bien...

Pasan unos minutos en los cual Jungkook trata de calmarlo y hacerle saber
que estará para él, que puede aferrarse a su corazón en ese instante. Entonces,
cuando termina de hacer catarsis y el llanto cesa, decide llevarlo al baño para
poder limpiarlo.

Sabe que justo ahora debe estar colmándose de defectos, atascado en su


subconsciente y en los recuerdos que le atormentan... Pero, en serio, quiere
que sepa que no le importa cubrirlo en sus momentos más vulnerables, que
no le importa ser quien le haga olvidar aquello que le hace daño de forma
inconsciente. Quiere ser su apoyo y arrancar de cuajo todo lo demás.

Pero, lo ve...

Taehyung se encuentra en un rincón de la bañera, recostado en las baldosas,


mirando algún punto fijo de los azulejos por vez que algunas lágrimas
inconscientes se deslizan por sus mejillas. El agua cae tibia por su cuerpo, y
Jungkook se deshace de su propia ropa para entrar con él.

Taehyung le da una miradita tímida con sus ojitos brillantes antes de


acercarse y unir sus labios en un beso tierno y lleno de azúcar. Adorable y
segundas intenciones, al principio.

—Perdóname...

—Sí, no hay nada que perdonar... —Le dice, saboreando la deleitable boquita
de su chico, asegurándose de lamer, chupar y marcar. Era suyo. Todo de él le
pertenecía—. Me encantas...

Entonces, se permitió profundizar, quitándole el aire y sofocándolo. Así era


el amor que le estaba prometiendo Jungkook: sofocante. Por lo que, el beso
se volvió más demandante y desordenado, muy necesitado.

Cualquier ápice de pensamiento o duda quedó rápidamente en el olvido, pues


los dos querían mucho más de ese nuevo sentimiento.

Estoy adorándote, quiso decir, pero aquellas palabras murieron en su


garganta por vez que se aventuraba a acariciar en los lugares más íntimos y
privados de Taehyung, sin importar lo que hubo pasado anteriormente; apretó
sus piernas esbeltas, amasando las prominentes glúteos y estrujándolos en sus
manos.

—Hmm...

Jungkook fregó en los costados de su cintura, sonriéndole con parsimonia,


mordiéndole el belfo inferior con una sonrisa suave, causando que Taehyung
escabullera su mano hacia abajo para poder masturbar su erección medio
dura.

—No es necesario ahora...

—Yo quiero, Ggukie...

Jamás se le ocurrió que un apodo tan tonto y aniñado pudiese sonar tan
jodidamente adorable, pero era la magia que sólo los labios de Tae podían
hacer. Se sintió enternecido y endurecido al instante.

—Hazme sentir bien, Ggukie... Por... Por favor...

Ggukie.

Jungkook asintió, obedeciendo de inmediato y levantando a Taehyung sobre


sus brazos, sosteniéndolo de los muslos y ordenándole implícitamente que
enredara sus piernas alrededor de sus caderas. Se sentía tan bien, que le
sonrió en medio del beso, empujando su erección contra la abertura de ese
culito que ya le tenía loco.

—Me encantas tanto, pastelito...

—Ya, Jungkook-ah, prepárame...

—Bien —Llevó dos de sus dedos a la boquita de Taehyung—, chúpalos.

Taehyung obedeció cabizbajo y succionó con lascividad en su lengua,


soltando leve gemiditos por vez que se abrazaba de su cuello, colgándose a él
como un adorable koalita.

—Mierda... Eso es suficiente... —Metió un dedo en el agujero, luego dos y


tres, sintiendo cómo el culo de Taehyung lo succionaba muy bien. Era un
culito tan obsceno y delicioso, y era todo suyo—. Me estás volviendo loco,
Tae...

—Lo sé... Pero, sólo, hazme olvidar... Odio este sentimiento tan
desagradable, siento que voy a llorar de nuevo... Hazlo rápido, Ggukie...

—Lo haré, mi amor, lo haré... Sólo... Aférrate a mí.

Se masturbó un poco antes de alinearse en la entrada de su pastelito, no era


necesario usar más lubricante después de ya haber tenido un poco de jugueteo
previo. Porque Taehyung ya había sido preparado, así que metió la cabeza de
su polla dentro suyo, viendo cómo ese agujero se tragaba su pene por
completo. Era exquisitamente estrecho y caliente. Las paredes anales de
Taehyung se ceñían en su eje, apretándolo con suavidad, siendo envuelto por
la calidez.

—Huh, te sientes tan bien, pastelito...

—Ggukie, empieza, por favor, quiero... Hmm...

Jungkook obedeció y penetró por completo, dando una estocada lenta y


certera, luego otra y otra y otra, porque no quería dañarlo tampoco. Pero no
era suficiente, y ambos parecían estar de acuerdo en ello.

—Más rápido, Ggukie...

Entonces empezó a embestir.

— ¡Oh! ¡Oh, sí! Ahh... ¡Gguk-ah! Hah... Ahh... Ah... Ahh...

La cadena constante de gemidos le estimuló en demasía, haciéndole ir más


rápido y golpear ese punto que hacía a su lindo alumno tensarse y poner los
ojos en blanco debido al extasiante placer que le hacía experimentar.

— ¡Oh, Dios mío!

— ¡Argh! —Gruñó Jungkook, roncamente.

El sonido del agua cayendo de la regadera, golpeando la cerámica del suelo y


los embistes mojados, sumándole los gruñidos y gritos agudos, lo hacía todo
mucho más obsceno.

—Eres... tan hermoso -halagó Jungkook, chupando la piel del cuello


acanelado, en las clavículas y luego en uno de sus hombros—. Eres tan
jodidamente delicioso, pastelito...

—Más fuerte... Quiero... Quiero correrme... —Taehyung abrió más su boca y


un hilo de saliva se deslizó por su mentón, cerrando los ojos mientras movía
las caderas para encontrarse con las embestidas de Jungkook—. Por favor...
—lloriquea haciendo esos ruiditos agudos que hacen tensar sus músculos por
la frustración, apretándolo aún más y haciéndole casi correrse debido a la
estimulación que le provocó la imagen.

—Sí, bebé, lo que tú quieras; yo lo haré...

Jungkook lo vio masturbarse y le sonrió, joder. Le encantaba la cosita


caliente que era su chico. Le urgía hacerlo sentir tan, muy bien, que se volvía
casi desesperante. Así que, sin poder evitarlo comenzó a penetrar
desordenadamente y muy fuerte.

—Oh... Sí... ¡Así! Ahh... Ah... Jungkook, mi... Ggukie... Oh, dios mío... Oh...
¡Me voy a correr! Hum... Ouhnm...

Jungkook no pudo quitarle la mirada de encima por ni un solo segundo,


estaba cegado. Su mundo se redujo a Taehyung en cámara lenta por vez que
le veía blanquear los ojos y tratar de sostenerse de sus hombros, arañándolo y
mordiendo sus labios con una expresión que afirmaba estaba en la cúspide
del éxtasis; la espalda arqueándose a través de los espasmos.

— ¿Te gusta cuando papi te folla así, TaeTae?

—Joder... ¡Sí!

—Eres una cosita tan cachonda, mi bebé... —gruñó, mordiéndole una de las
mejillas ruborizadas, haciéndole lloriquear debido a la desesperación de estar
casi en el punto máximo, moviéndose y jadeando desvergonzadamente.
Jungkook se estimuló mucho más con la imagen de su tierno TaeTae siendo
un desastre por él, y eso le hizo empujar dentro de él con aspereza, sintiendo
las paredes anales ceñirse en su polla, apretándolo exquisitamente y
haciéndole apretar las caderas de Taehyung para, finalmente, poder correrse.

— ¡Oh, joder! Maldición... —Suspiró, sabiéndose en medio de una oleada


de satisfacción, abrazando a Taehyung con fuerza, temblando por las réplicas
del orgasmo—. No me sueltes...

Porque empiezo a sentir más de lo que el contrato me permitiría, y aún así


no me importa porque eres tú...

Hola, ¿qué tal? Sé que he estado un poco desaparecida, pero ya les


expliqué que ando con mis trabajos y eso. Además tengo una compañía
de teléfonos horrible y no podía actualizar, había tratado durante
HORAS el lunes y hoy, y lo haría que funcionara. Por lo que no me
quedó otro recurso más que entrar desde mi computador y actualizar
por aquí, Dios quiera y esto funcione, si no lo hace me arrancaré los
pelos :-) Okay, no. Sin embargo, les traigo una propuesta~

¿Les gustaría una maratón? Si es así, demuéstrenme cuánto lo quieres


porque estoy dispuesta a darles lo que piden :-) Digamos que será una
recompensa por la espera ;-)

En fin, espero les haya gustado el capítulo y les quiero. Cuídense mucho,
mis nubecitas ☁

Pdta: les dejé un gif del tete que imaginé para basarme en este fic :-(
39

El olor a café estaba impregnado en cada una de las paredes del local grisáceo
con diseño minimalista y decoraciones anticuadas. Las lámparas que
colgaban del techo iluminaban las mesas vacías con tazas sucias, restos de
pastelillos y un poco de propina mientras el último cliente del día se
marchaba.

Su segunda jornada laboral acaba de terminar, y se sentía realmente exhausto.

En medio del cansancio y el mal humor, se recordó sobre la investigación que


debía terminar y también del nuevo departamento que debía buscar debido a
su reciente aviso de desalojo. Por la misma razón era que había tenido que
optar por tener dos empleos; no tenía la facilidad de ostentar de privilegios
económicos, y la beca del gobierno apenas y cubría su matrícula. En las
mañanas hacía tutorías para los nuevos estudiantes universitarios y durante
las tardes corría hacia su nuevo empleo: la cafetería. Y, si en algún momento
consideró pedir un poco de ayuda a sus padres o hermano, descartó la idea de
inmediato. Ellos no podían ser una simple solución a sus problemas.

Yoongi siempre se había regido por sus valores y principios, siendo la


madurez y la rectitud la base de los cimientos de los cual sus padres se habían
dado el trabajo de formar con fundamento de estrictez. Por lo mismo, a pesar
de su humildad, nunca había sido un "insulso chico de campo" como los
demás le apodaban sólo por el prejuicio y la ignorancia. Porque sabía
desenvolverse con actitud en el día a día y, obviamente, sabía resolver sus
asuntos.

Sin importar lo difícil que fuese, no dudaría en rebuscar de una y de otra


manera para poder concluir con sus objetivos. Después de todo, tenía metas y
ambiciones como cada persona; quizá trabajar en alguna editorial y dar clases
de piano, ahorrar dinero y viajar, o tomar el té en su casa con un gran patio
verdoso y con una increíble vista natural del horizonte; simplemente vivir una
vida tranquila. Cosas tan comunes como la trivialidad, pero encontrando
buenos momentos en un efímero segundo, no permitiendo caer en la
monotonía de una vida vacía.

Suspirando con resignación, ya notablemente más relajado, decidió dirigirse a


la sala que se empleaba para el personal, ya que debía recoger sus cosas antes
de irse.

Su chaqueta estaba colgando de un perchero y uno de sus compañeros estaba


sentado en la banca, escribiendo algo en su celular. Quiso pasarlo por alto,
pero cuando éste dirigió su mirada hacia él, supo que no podría hacerlo.

—Fue un largo día, ¿no? —Dice, sonriéndole simpáticamente por vez que sus
ojos forman dos líneas. Una bonita sonrisa, pensó, distinguiéndolo de
inmediato. Habían hablado un par de veces esa semana, mas no lo suficiente
para entablar una conversación.

—Sí.

Tal vez su respuesta suena cortante, pero, sinceramente, se sentía tan


desgastado que no tenía ganas de dialogar con nadie. Entre sus anhelos,
persistían las ganas de tomar una larga siesta y luego comer algo de ramen.
No había nada más. O quizás sí había algo más; quería visitar a Seok Jin y
envolverlo en sus brazos y besarlo, y dormir aunque fuese una hora a su lado.

Sí, eso sería perfecto...

Observando sus propios pensamientos, se dio cuenta de la constancia con la


cual los estaba teniendo, sabiendo que lo inevitable comenzaba a tomar
forma. Ahora era inevitable retractarse, porque cada vez ese sentimiento se
hace mucho más perceptible y mucho más fuerte, tanto que le presiona el
pecho con angustia. El enamoramiento no debería sentirse así.

—Eres muy callado, ¿o sólo muy serio? —Preguntó nuevamente su


compañero. Park. No recordaba su nombre y le apenaba volver a
preguntárselo.
—Es sólo que, no somos amigos ni conocidos. Somos compañeros de trabajo,
y actuaré como un compañero de trabajo. Se supone que sólo servimos café y
muffins...

—Oh, ¡eres de ese tipo entonces!

Escucha su carcajada y frunce el ceño con confusión, ¿de qué se supone que
está hablando este tipo?

—No sé a qué te refieres, pero no hables de tipos. No creo en esas porquerías.

Sacudiendo su chaqueta para ponérsela, algo cae al suelo. Es un dulce, una


barra de chocolate. Ignora los comentarios de su compañero y se apresura a
recoger el envoltorio del suelo, observándolo con extrañez para tratar de
recordar quién lo puso en su bolsillo, porque definitivamente no fue él.

Ve una pequeña calcomanía de una ranita junto a un mensaje que sólo dice
«para ti».

— ¿Tú pusiste esto en mi bolsillo? —Le pregunta a Park, pasando sus brazos
por las mangas de su chaqueta y a la vez mostrándole la barra de chocolate.

— ¿Hum, no?

Entonces, ¿quién?

Hacía dos días que no veía a Seok Jin, quien estaba a favor de consumir un
déficit de calorías de un treinta por ciento y amaba comer frutas y verduras, y
nada de comida basura. Pensó en Baekhyun, pero le resultaba difícil creerlo,
a sabiendas de que éste andaba escaso de dinero. Y Taehyung...

—Oh... Bien, disculpa.

Cogiendo su mochila del suelo, cabeceando en su dirección como un tajante


adiós, se apresura a salir rápidamente hacia el pasillo para poder retirarse del
lugar. Necesitaba ir a por Seok Jin. Así que, le envió un mensaje de texto
donde le explicaba que estaba yendo a su apartamento justo ahora.

Por lo mismo, emprendió camino en medio de las calles aún muy transitadas.
Vio a una que otra pareja ir tomados de la mano, charlando y riendo por el
comentario que alguno de los dos hacía. Eso lo extrañó porque, ¿por qué no
podía hacer eso con él? Pensó que, tal vez, lo hubiese invitado al cine o a un
parque y hubiesen pasado uno bueno rato, juntos. Le gustaba la idea de
cortejar a Seok Jin. No era muy cliché, sin embargo. Pero, lo haría a su
forma; un poco tradicional y clásico.

A veces, cuando sabía se estaba ilusionando más de lo que debería, se


permitía imaginar escenarios en los cual la sociedad no estaba sujeta a los
paradigmas, donde el mundo no se regía por cánones. Deseaba pasear por la
calle, con quien sería su pareja, libremente. Pero, entonces, llegaba el golpe
de realidad y sólo quedaban los insultos humillantes y despectivos de una
población retrógrada. No obstante, ni siquiera eso había causado un efecto de
rechazo hacia su vívida creatividad; seguiría sintiendo, distinguiendo en sus
latidos la realidad de sus sentimientos.

Suspiró.

¿Por qué pasa esto?

Con sus manos en los bolsillos, caminó por el borde de la acera, entrando a
una calle solitaria y bien ponderada. Cada paso que dio, lo dio con lentitud,
acercándose sin prisa al gigante edificio al cual se estaba dirigiendo
nuevamente. Ahí, los recepcionistas siempre lo miraban con esa expresión en
sus caras... Quizá era desconfianza, o quizá era recelo debido a su apariencia.
De hecho, apenas puso un pie dentro de la recepción, el viejo arrugado y
desagradable le dio una muy mala mirada.

—Sólo ve. Llamaré a Kim para avisarle que ya llegaste.

Una risa llena de acidez subió por su garganta, haciéndole cuestionarse el


verdadero motivo de su desagrado. Realmente no entendía a este tipo de
personas.

¿Por qué?

¿Era su cabello teñido?


¿Su motocicleta (la cual dejó por hoy)?

¿Acaso no era digno de la compañía de Seok Jin?

Eran preguntas sin respuesta que no quería averiguar. Así que, sólo fue
directo al ascensor e inhaló y exhaló antes de quedar en el piso que hubo
marcado anteriormente.

Y, una vez tocó a la puerta de Seok Jin, éste le recibió con un abrazo apretado
y sorpresivo.

—Jinnie...

Su corazón palpitó con fuerza contra su pecho cuando aquellos brazos le


rodearon hasta aferrarse de su cuerpo, haciéndole percibir los temblores del
llanto ajeno.

¿Qué estaba pasando?

¿Era otro ataque de pánico?

Entró con rapidez dentro del apartamento, cerrando tras de sí y sin soltar a
Seok Jin. Se dirigió hasta el sillón de la sala y le hizo sentarse ahí para poder
acunar su rostro y ver sus ojos llorosos e hipando.

— ¿Qué ocurre? —Su voz sonó fuerte y rasposa, entre la preocupación y la


confusión. Con aspereza y brusquedad, sacudió sus hombros, desesperado
por captar su atención y tomar el control—. Vamos, Jinnie hyung,
respóndeme.

—Estoy... tan... aburrido. Tan... mal... Odio esto... ¡Odio sentirme así! —Dice
con un notorio deje de rabia y tristeza mezcladas, totalmente roto por eso que
le hace culpa con constancia en su interior—. Ya no quiero, n-no puedo más,
Yoongi-ssi... Estoy... harto.

Le escucha sollozar y se queda inmóvil, viéndolo esconderse en su costado,


pidiéndole de forma indirecta que le dé confort, que le brinde eso que tanto
necesita: un refugio. Pero, está cansado también de ver cómo pasa por esto
sin saber cómo ayudarle atravesar el camino.
—Bien, está bien, Jinnie... Estoy aquí, estoy justo aquí. No estás solo, estoy
contigo... —Susurra en su oído, acomodándose para recostarlo contra el
respaldo del sillón y cubrirlo con la calidez de su cuerpo, transmitiéndole
privacidad e intimidad. Quiere que se calme y está dispuesto a darle esa
calma, aun sin saber cómo; buscara la solución—. Respira, hyung, respira.
Sólo no te olvides de respirar. Vamos, hazlo conmigo... A la cuenta de uno,
dos y tres. Inhala, exhala. De nuevo. Hazlo de nuevo.

Seok Jin obedece, empuñando su camiseta con más fuerza de la necesaria. Y


aun así, lo hace. Respira tres veces y entonces, naturalmente, las lágrimas
comienzan a cesar con fluidez.

— ¿Ves? Eso era todo... Ahora cierra tus ojos y relájate; hablaremos luego
de esto y te vas a desahogar, ¿bien? —sonriéndole suavemente, anhelando
protegerlo de todo eso que le hace daño. Hay humedad entre sus pestañas
debido a la sorpresa, pero eso no es lo que importa ahora.

Yoongi le da un abrazo flojo y cálido, no queriendo abrumarlo u alterarlo de


nuevo. Sabe que Seok Jin necesita unos minutos de respiración para volver a
componerse, y hostigarlo no sería una buena idea en una situación que
todavía no sabe manejar del todo. Pero, se quedara hasta que el mal rato pase.

Se queda ahí, justo en esa posición, observándolo con detenimiento y


apreciando cada detalle de su triste rostro, acariciándolo con ternura,
queriendo desaparecer cualquier ápice de angustia. Pero, las dudas rondan en
su cabeza, los porqué siguen siendo inevitables en este punto.

Transcurre al menos una hora, cuando le ve abrir sus ojos somnolientos y


brillantes. Sabe que ya es tarde para volver a su apartamento y que tendrá que
partir muy temprano en la mañana, pero no le importa tanto. Sólo sabe que lo
único que desea es hacerle sentir bien, hacerle saber que no está solo. Quiere
calmarlo y lo está haciendo a su forma otra vez; acurrucándolo contra su
pecho por vez que soba su espalda siguiendo un patrón en círculos.

—Esta vez tenías la calefacción encendida, ¿por qué? —Murmura, riendo


ligeramente, presionando un beso en su frente con la intención de dejar pasar
todo lo demás.
—Sé que has estado trabajando, y hace frío... Quería que te sintieras cálido
cuando llegaras... —Musitó, sorbiendo su nariz con un sonido divertido.

Comparten un cómodo silencio durante algunos segundos hasta que decide


romper el silencio.

— ¿Es por lo de Tae?

Seok Jin sonríe y asiente antes de agregar: —Él ha estado muy ocupado con
los estudios y su novio...

¿Novio? ¿Con terminación en «o»?

— ¿Hablaste con él? —arqueando una de sus cejas con curiosidad, se


incorpora un poco. Tal vez podría averiguarlo ahora, ya que sólo se dio.

—Sí, hablamos, pero no fue taaan bien... Él ha estado muy preocupado por su
reciente noviazgo y todo eso. Además es su último año y también trabaja para
subsistir —empieza, contándole—, yo insistí en ayudarle pero se negó. Y la
verdad es que lo extraño mucho, a pesar de todo...

— ¿En qué trabaja Tae, Jinnie? Digo, a él le va muy bien en clases a


excepción de...

—Para uno de sus profesores, es como su ayudante/pseudo empleado o algo


así... —le interrumpe, limpiando la mucosidad de su nariz con la manga de su
camiseta—. Aun así, yo pienso que no es excusa. Él debería vivir conmigo y
deberíamos ser... c-como la familia que éramos antes de...

Yoongi sintió un mal sabor en la boca del estómago al oír aquello.

— ¿Antes de qué Jinnie?

—Antes de que papá decidiera que no podíamos serlo más, Yoongi-ssi...

Yoongi apoyó su cabeza en el antebrazo del sillón.

Acaba de recibir más información de la que creyó podría recibir a sus


cuestionamientos. Taehyung era gay al igual que Seok Jin. Y... Entonces es
verdad, pensó. Porque era verdad lo que había escuchado. Taehyung
trabajaba para Jeon. Y tenía un muy mal presentimiento sobre eso.

[1/2]

Como es mi primera vez haciendo maratón y es Heal me, sólo serán dos
capítulos. Lo sé. No es mucho, pero si se portan bien, yo les daré
recompensa. O sea, más maratones y más capítulos;)

En un rato estaré subiendo el otro capítulo...


40

Era un jueves nuboso cuando recibió una notificación de la universidad en su


correo electrónico, habían aceptado su solicitación a la beca de alimentos y
ésta ya estaba lista para ser retirada con un saldo activo. No era una gran
cantidad de dinero, pero, en consideración a los gastos mensuales de un
estudiante, significaba un gran alivio financiero. Y, en su celular, ya tenía una
lista de las cosas que necesitaba para sobrevivir durante un mes, ya que, si
bien tenía las comodidades de vivir prácticamente gratis, no quería ser un
mantenido; hacía el aseo completo cada dos días y cocinaba casi a diario, y
ahora podría aportar un poco más, teniendo en cuenta su nuevo comodín.

Últimamente, sentía mucha más calma en su interior tras buscar diferentes


maneras de hacerse saber a sí mismo que no estaba prostituyéndose. Porque,
si había aceptado acostarse con su maestro, era porque lo realmente lo
deseaba. Tal vez el remordimiento seguiría escondido en algún lugar de su
mente, rasguñando con un ápice de culpa en sus entrañas. Sin embargo, se
aseguraría de callarlo hasta que finalmente desapareciera por completo
porque ahora el tiempo ha transcurrido como un pestañeo, y sabe con claridad
qué es lo que quiere. Y, por lo mismo, ha decidido intentar buscar por ese
algo más.

Quizá sea un tonto. O quizá sea un iluso. Pero, tiene una gran oportunidad de
ir más allá y descubrir todas esas nuevas emociones románticas de las cual se
privó durante —casi— toda su vida, y sólo por satisfacer el egoísta deseo de
su padre homofóbico. Lamentablemente, es una verdad que quiere enterrar
porque con Jungkook se siente seguro; estar en sus brazos es como un
salvavidas momentáneo que le vuelve ajeno a todo el caos que le rodea, pero
no sabe las consecuencias de aferrarse a él.

Así que, ignorando aquello que consumía su mente en un prometedor


divague, su celular vibró dentro de su pantalón, sacándole de inmediato de su
nube de distracción. Por lo que, leyó el mensaje de forma disimulada,
tratando de no llamar la atención de sus amigos quienes murmuraban
quejumbres a su lado.

«Tengo reunión de colegas, no creo que sea conveniente que me esperes esta
vez... A menos que quieras hacerlo en el auto, esperarme».

«Oh, bien. Tengo que ir a un lugar de todos modos :)», respondió, tecleando
en su pantalla y atrayendo la atención de dos pares de ojos.

— ¿Con quién te estás texteando? —Preguntó Baekhyun, con sus dos cejas
alzadas e interpretando una mirada "inocente" que denotaba una muy obvia
curiosidad.

Taehyung tosió un poco. De pronto, su garganta se había secado y dolía.

— ¿Huh? ¿Yo? —Se apunta a sí mismo, aparentando confusión, ya que, no


es como si quisiera hablarle a sus amigos sobre quién se trata. Realmente no.

—No, él habla de mí, Tae... —Yoongi está tornando los ojos con sarcasmo y
hace una mueca que le parece graciosa, pero no lo suficiente como para que
le cause gracia. Todo lo contrario—. Obviamente habla de ti, cabeza hueca.
Eres el único que ha estado mirando cómo Hong se pasea de allá para acá
todo el puto rato; y que, además, ahora tiene el celular en la mano...

Instantáneamente, bloquea la pantalla de su móvil, guardándolo en el bolsillo


de su chaqueta y pretendiendo que no era nada importante cuando, en
realidad, sí lo era. La anticipación que la situación le provocaba, le causó una
impaciencia nerviosa que nació en la base de la boca. Una sensación muy
desagradable.

—No era nada importante... —Dice, riendo sin gracia. Le es incómodo en


demasía hablar sobre esto y, por esa misma razón, prefiere evitarlo a toda
costa—. Hyung, te ves muy atractivo últimamente, ¿a qué se debe eso? —le
pregunta, sonriéndole con un coqueteo innato. Es sólo una broma, sin
embargo.

—Sé que soy atractivo, y ya no caigo en tus trucos baratos...


Pero ni siquiera eso pudo hacerle desviar la atención del tema.

—Taehyung-ssi, cuéntanos... —Baekhyun pica en su estómago con


insistencia, y ya no le resulta tan divertido—. ¿Estás saliendo con alguien?

—Sí, Tae. Cuéntanos.

De manera repentina cae un silencio incómodo entre los tres y puede notar las
miradas serias en los rostros de sus amigos, quienes lucen muy extrañamente
a comparación de hace tan sólo unos segundos atrás. Por lo mismo, quiso
taparse el rostro con las dos manos con la urgencia de poder evadir el tema, y
por no saber cómo hacerlo.

—Tú... ¿En serio?

—No. Para, por favor. Estoy harto de eso.

Su respuesta quizá fue demasiado tajante y quizá no fue algo que hizo a
propósito, de todos modos no tenía ganas de seguir con ello.

Se sentía exhausto, fatigado y ansioso debido al saber que se había metido en


un gran lío al liarse con su maestro. Y, al final del día no tenía ganas de lidiar
con ningún otro asunto. Además estaba en la última clase del día y había
escrito apuntes al azar en su cuaderno mientras el profesor Hong se daba el
tiempo de explicar —detalladamente— la materia que entraría en una de las
evaluaciones que fijarían próximamente.

No obstante, pudo ver una mueca de resignación decepcionante en las


facciones de Yoongi, que se hacía a un lado y seguía con su tarea de
estructura gramatical.

Inconscientemente, su corazón se apretó con angustia. Si bien los tres eran


amigos, tenía un cariño especial por el peli-verde "gruñón", que en realidad
era un hombre dulce y maduro. De una forma casi inconsciente, sintió la
necesidad de contarle todo. Pero, no podía hacer eso. No podía traicionar a
Jungkook, no quería meterlo en problemas; y temía ser juzgado por su mejor
amigo.
Respiró hondamente, sosteniendo su respiración, pretendiendo olvidar y
pasar por alto esa vibra rara espesándose en el ambiente. Era más fácil así.

Minutos más tarde, la clase se dio por terminada y, en un gesto cortante,


Yoongi cabeceó hacia él, retirándose del salón con rapidez.

—Creo que él está enojado... —Baekhyun se colgó el bolso y apretó sus


labios. La alegría que siempre irradiaba se había esfumado. Quizá también
estaba un poco molesto, y Taehyung lo comprendía porque, ¿quién no se
molestaría si uno de sus amigos le respondía de tal forma?

—Lo siento, Baekkie hyung... Creo que fui grosero con ustedes y... No hay
una excusa para eso. Discúlpame, ¿por favor?

Baekhyun relamió sus labios y asintió. —Sí, lo que sea... Nos vemos luego,
supongo...

Y dicho aquello se fue.

Vio cómo la mayoría de sus compañeros se retiraba y se iban, dejándolo


completamente solo dentro de un salón vacío. ¿Lo que estaba haciendo valía
la pena realmente? Mordiendo su labio inferior con manía, apretó los tirantes
de su mochila y decidió irse, sintiendo todas sus emociones seguir el camino
de una montaña rusa.

Los pasillos de la universidad estaban oscurecidos debido al horario de


invierno, donde el atardecer se convierte prontamente en el anochecer. Había
pocos alumnos deambulando por ahí debido a la hora, y aun así logró
distinguir a JongIn entre un grupo de chicas, sonriéndole con falsa simpatía y
mucha sorna. Qué idiota, pensó, haciéndose paso por entre ellos e
ignorándolos olímpicamente.

Cuando finalmente pudo salir a las calles, se apresuró a esquivar algunas


personas lentas, apresurándose para poder dirigirse a un supermercado
cercano a la estación a la estación de autobuses.

Tenía una última oportunidad para mejorar su noche, y no la desaprovecharía.


[...]

Sentado fuera de la puerta y con algunas bolsas rodeándole, le hizo cariño al


pequeño gato anaranjado que se acicalaba contra su pierna, ronroneándole
con gracia y maullando agudamente con cada una de las caricias que recibía
en su pelaje afelpado. Le parecía lindo y le recordaba a una de sus mascotas
de infancia. Yunki había sido un gato amarillo, gordo y malhumorado, y le
había rasguñado más de un par de veces; no le gustaban los gatos debido a
Yunki, pero igualmente se entristeció cuando éste murió.

Muchas veces, en su antiguo apartamento, deseó tener una mascota para no


sentirse tan solo y para no aburrirse tanto. Pero no hubiese sido cómodo tener
una mascota, sabiendo que pasaría la mayor parte del día fuera y que, en esos
momentos, no le sobraba el dinero como para estar asumiendo más
responsabilidades. Porque una mascota no es un juguete, sino es una pequeña
responsabilidad de la cual hay que cuidar y hacerse cargo.

— ¡Miau! —Maulló el felino, meneando su cola peluda, haciéndole


cosquillas en la mano.

— ¿Eres muy lindo no es así? ¡Ow...!

Una luz molesta le dio en los ojos y entonces cayó en cuenta del Nissan negro
que entraba en el aparcamiento.

Automáticamente una sonrisa tembló en sus labios, anticipándole con una


sensación de cosquilleo nervioso.

Perdería la cuenta de la cantidad de veces que tendría que esperar afuera de la


puerta, a la vez esperando a que Jungkook llegara mientras sentía que se
congelaba mirando hacia el aburrido vecindario que le rodeaba. Pero no se
quejaba. Era un lugar tranquilo y las casas eran bonitas, y caras por lo demás
al ser un sector bien acomodado. Y, eso, definitivamente se adecuaba a lo
anticuado que era el Señor Jeon.

Dios.

Cuando vio Jungkook caminar en zancadas hacia él, con una sonrisilla de
galán formándose en su boca por vez que se acercaba y cogía las bolsas del
suelo, se sintió endeble y, crónicamente, tonto

— ¿Qué es esto? —Preguntó Jungkook, levantando una de las bolsas con el


ceño fruncido. La pregunta suena neutra a pesar de que sus ojos le transmitan
una calidez fogosa, erizándole la piel.

—Es que, compré algunas cosas para la cena... ¿No te molesta o...?

—Claro que no, ¿por qué lo haría? Mejor levántate, entremos.

Taehyung se incorpora de la pequeña grada que formaba parte de unos


escalones bajo la puerta, pero, apenas está parado, Jungkook rodea su cintura,
arrinconándolo contra la madera y robándole un beso brusco.

—Ya...

Intenta moverse, riendo avergonzado. Sin embargo, le resulta difícil cuando


tiene a un hombre que es corporalmente mucho más grande que él encima y
presionando sus bocas con humedad, tratando de besarle con desesperación;
estaba confundido y entrañado ante la espontaneidad con la cual comenzaba a
actuar.

—Oye, aquí no... —Pidió, murmurando bajito, sus dedos descendiendo con
un toque tierno por la piel de la mandíbula del otro hombre. Le gustaba
mucho—. Estoy hambriento..., déjame ir a cocinar la cena, ¿sí?

—Prefiero cenarte a ti...

—Hyung...

Otro beso.

—Jungkook-ah.

—Sí. Bien. Cenar comida primero.

Quiso reír pero mantuvo la seriedad hasta entrar a la casa, quitarse los zapatos
e ir hacia la cocina. Jungkook siguiéndolo, obviamente.
Le resultaba graciosa esta actitud melosa que hacía poco había descubierto,
pues era como si Jungkook no pudiese tener suficiente de esto, y como si
quisiera tomar y abarcar cuanto más sea posible de él. Quizá era un poco,
demasiado intenso. Pero, le gustaba la forma en la que ambos comenzaban a
demostrar su interés por el otro. Y, sí tiene en cuenta que es incapaz de fingir
ser indiferente a algo que sí ha comenzado a importarle.

Tal vez está ilusionándose en demasía, pero eso es inevitable después de


todo. Porque tiene una efímera esperanza en que esto, lo que sea que esté
naciendo entre ambos, saldrá a flote. Aunque eso sea ingenuo.

— ¿Qué es lo que cenaremos?

—Naengmyeon y un poco de Bulgogi.

—Eso suena rico... ¿Cómo sabes prepararlo?

—Mi mamá nos enseñó a cocinar a mí y a mis hermanos, entonces siempre


estábamos haciendo comidas diferentes y nos turnábamos para cocinar. En
realidad, nos dividíamos todas las tareas en ese entonces... —Responde con
una risita ligera, recordando con nostalgia aquellos días; entre las
reminiscencias puede oír las risas de sus hermanos jugando y las discusiones
de Seok Jin con Seokmin—. Era agradable.

— ¿Y qué pasó después?

—Hum... Seok Jin se fue a una universidad en Gwangju y entonces ya no nos


sentíamos iguales... —Taehyung se lavó las manos, evitando contar la
historia completa—. Pero, supongo que esas cosas pasan siempre en las
familias numerosas, ¿cierto? —trató de sonreír, pero no pudo debido a un
sabor amargo que ascendía por su garganta.

—No lo sé. Supongo. Yo sólo me crié con Mingyu y muchas niñeras... Por
cierto, ¿Seok Jin es tu hermano mayor?

— ¡Hum sí! Es el cabezota, médico y el orgullo de la familia... ¡Ah! Y


también fue mi primer mejor amigo. Él es muy agradable —comenzó a picar
las verduras, preparando a la vez la olla con agua hirviendo para cocer la
carne.

La conversación pudo fluir de forma natural mientras Taehyung preparaba la


cena y Jungkook, con los ojos lagrimeantes, le ayudaba a cortar las cebollas.
Incluso, consideró que existía la posibilidad de que fuese agradable mantener
una intimidad doméstica y civilizada, casi como una pareja normal cuando...

Taehyung detuvo el rumbo de sus pensamientos con un retorcijón de


estómago. Había sido estúpido decirle a su hermano sobre su "pareja", pero
eso seguía haciendo ecos en su mente cada vez que decidía torturarse
vergonzosamente con sus propias palabras. Pues, había sido sólo una mentira
después de todo. Pero, a quién demonios engañaba tras haberse propuesto
intentar buscar a por algo más con la persona que, el contexto exigía, era la
incorrecta.

Y aun sabiendo lo que estaba buscando era peligroso en varios niveles, estaba
dispuesto a aceptar el riesgo.

Así que, pretendió que todo estaba en orden. Inclusive cuando sentía el calor
del cuerpo ajeno emanar hacia su propio cuerpo, casi quemándolo con deseos
y anhelos contenidos.

Minutos después, los dos estaban en el comedor.

Había dos copas de vino, algunos platos sucios; satisfechos de comida, pero
no de contención y aun excitados.

Sentado uno junto al otro, Taehyung recostaba su cabeza en el hombro de


Jungkook, enrollando sus piernas por debajo de la mesa y fregando su
moflete izquierdo en uno de sus bíceps.

El momento era mucho más que íntimo y privado, inundándose en un silencio


somnoliento y muy cómodo. Sus cuerpos calentándose mutuamente, siendo
inconscientes de las emociones que, tras haberse desbordado, se mezclaban
entre el vino y el apetito. Era casi como si finalmente se hubiese cegado con
ese sentimiento abrumador que colisionaba en sus sistemas, haciéndoles
explotar en una batalla de sensaciones exquisitas; poco a poco, la parsimonia
de los movimientos implícitos se volvía muy estimulante.
En medio del adormecimiento y la necesidad que les había provocado el
alcohol, ambos habían encontrado la mirada del otro como un imán de
atracción adyacente. Se sentían como si estuviesen casi en el clímax del
placer naciendo en sus entrañas, la vulnerabilidad de hundirse en una cama y
dejarlo salir todo a través de suspiros y besos que sólo ellos podrían
compartir.

—Ggukie... —hipó en un susurro, mordiendo ligeramente en su brazo.

Juguetón.

— ¿Mmh?

Un apretón en su bulto.

— ¿Qué esperas para llevarme a la cama?

[...]

Taehyung cayó al colchón, rebotando de forma graciosa y levantando sus


piernas como si fuese un chiste infantil, riendo sonoramente por vez que
Jungkook le devolvía una sonrisa muy torpe debido a la antelación; mientras
se desabotonaba los botones de su camisa.

— ¡Sí, dámelo, papi!

[2/2]

Suficiente por hoy.

Quiero agradecerles por los 10K, en serio me hace muy feliz recibir su
apoyo y saber que les gusta la historia y mi forma de escribir. En serio,
¡muchas gracias! ❤ Porque, a pesar de que yo entré a wttpd el 2015
(estoy vieja, don't mind xD), yo comencé a escribir de forma fluida y más
mejor, por así decirlo, recién a finales del 2019. Y este 2020 me lancé.
Entonces, me hace muy feliz que, de un tirón, las cosas estén funcionando
tan bien para mí en cuanto a mis obras En fin, ya me pongo
sentimental y ya di vuelta mi bebida y rompí un vaso, así que nada más
de lloriqueos :')

Pdta: el gif es tete en la historia :((

Les quiero y espero que sean felices~


41

Taehyung rodó por la cama con pereza, fregándose los ojos con somnolencia
y bostezando ferozmente. Sus rechonchos mofletes quedaron medio inflados
cuando abultó sus labios con molestia debido a la luz del sol mañanero que
impactó por toda la habitación, iluminando el espacio por completo.

—Tienes un examen hoy, debes comer algo antes de que nos vamos, Tae.

Escuchó el gruñido agudo y estrangulado que se ahogó en una de las


almohadas en protesta implícita a sus órdenes. No estaba de humor para hacer
de niñero, así que deslizó el cobertor hacia abajo y vio aquellos grandes ojos
marrones mirarle con enfado. Pero no se dejó manipular por aquella
expresión.

—Tienes que levantarte, ni tú ni yo podemos llegar tarde hoy.

—Oye, Jungkookie... —Incorporándose levemente con una sonrisilla


adormecida, Taehyung se sentó a un costado de la cama, estirándose y
haciendo muecas como si sus músculos estuviesen muy tensos—. Un ratito
más; ni siquiera cinco, sólo dos minutos...

—No.

—Gguk-ah...

—Levántate ahora, o me voy sin ti. Ya sabes, no hay preferencias.

Y es que, Jungkook odiaba la "flojera" y mirar la carita dormilona e hinchada


de Tae le inspiraba cansancio y eso no le gustaba. No quería llegar atrasado
otra vez, y menos en un día lunes donde comenzaría practicando un examen.
Tenía una reputación que mantener.
—Bien...

Taehyung sentía que la cantidad de exámenes y exposiciones e


interrogatorios orales estaban siendo demasiado para su pobre cabeza que
sólo exigía un poco de descanso. Sin embargo, y de todas formas, se levantó
y se dirigió con rapidez al baño para darse una ducha y lavarse los dientes.

Tenía que apresurarse para poder alcanzar a releer sus apuntes antes de entrar
al salón y estrujar sus conocimientos. Porque no tenía ninguna excusa por
obtener un mal resultado, y necesitaba mínimo noventa puntos para mantener
la remuneración máxima de su beca y así seguir cubriendo su matrícula
tranquilamente. Aunque, si lo pensaba bien, no tenía motivos para obtener un
mal resultado, pues, durante las últimas dos semanas se había puesto a
estudiar como un loco, pasando la mayor parte del tiempo entre libros,
buscando información que pudiese servirle como anticipación al período de
preparación de tesis, que por cierto se acercaba con creces.

Su último año contaba sólo con dos semestres, y aquéllos se acortaba cada
vez más acorde pasaban los días.

Una vez estuvo listo, corrió escaleras abajo y tomó la taza que Jungkook le
había dejado. Era café. No era un gran fan del café, pero entendía que
Jungkook lo quisiera despierto en su clase. Después de todo, su profesor
seguía siendo un pendejo y la flexibilidad, desde la última vez, había
terminado por desaparecer de su diccionario. A veces, le divertía el contraste
que había entre quién era en su vida privada y quién era en sus asuntos
profesionales; el cambio era ridículamente drástico. Había muchas fases que
había descubierto en un período de más de nueve meses.

A diferencia de otros maestros, Jeon no tenía favoritos ni privilegiados. Jeon


era demasiado demandante y su estrictez bordeaba lo irracional. E,
increíblemente, a los ojos del consejo académico, Jeon era una eminencia
debido a la gran cantidad de investigaciones que había realizado. Pero, debía
darle un punto a Jeon por eso: el respeto que merecía para tan sólo tener
treinta y uno —o treinta y dos— años.

Jeon era estúpidamente inteligente, y todos lo sabían; tenía una rigurosa


pasión por su vocación y eso lo hacía, de una forma u otra, admirable. Y no
es que, estuviese dándole el crédito por sólo ser su amante, sino que sabía
discernir que Jeon estaba enamorado de su carrera y que quería ser respetado
por mantener los estándares en lo alto. Quizá no había podido negarse a su
insinuación, pero tenía en cuenta que, desde que llegó a ser su duende de los
quehaceres y asistente a media jornada, el hombre formó una debilidad por
él. Además, se había aprovechado, tal vez, sólo un poquito de eso.

Había estado tirando de la manga de Jungkook cada vez que alguna


conclusión le inquietaba o que alguna duda le perturbaba la mente, y éste no
se molestaba en explicarle detalladamente una y otra vez hasta que,
finalmente, comprendía lo que desde un principio debía comprender.

Sabía que no era correcto sacar provecho de la situación, asimismo no estaba


dispuesto a insinuársele de nuevo y sólo se refería hacia él como un alumno
más; había generado mucho cargo de conciencia después de haber
intercambiado sexo por una nota y no quería volver a sentirse así de indigno
y bajo.

La verdad era que, análisis del discurso le resultaba un poco más complejo en
comparación a otros de sus ramos y optativos, pues abarcaba un ámbito
mucho más profundo y analítico. Por la misma razón, en cada una de las
clases que tenía, trataba de tomar apuntes y poner mucha atención, a pesar de
que le resultase difícil porque terminaba concentrándose en otras cosas; ver a
la persona que le gustaba frente suyo, explayándose libremente y con tanta
confianza, le hacía retorcerse en un agradable cosquilleo.

Aparte de todo, quería enorgullecerlo y hacerle saber que esta vez lo haría
bien y tendría una buena calificación. Estaba decidido a dejar de lado la
mediocridad y tratar de sobresalir.

— ¿Estás listo? —Le escucha preguntar mientras deja sobre la mesa su taza
ya vacía. Luce serio y su voz sigue ronca por el despertar matutino, suena
suavemente áspero y le gusta esa mezcla.

—Sí, eso creo... —Susurra, mordiendo su labio con la incertidumbre.

Jungkook ríe ligeramente, presionando sus labios contra una de sus mejillas y
mordiéndole. —No estés nervioso, te preparaste lo suficiente. Te irá bien.
Su estómago se sacudió con una sensación ansiosa a la cual se ha
condicionado ante la cercanía, que sí causa estragos en su sistema. Es grato y
le gusta que sea así.

[...]

Las nubes se volvieron grisáceas en el cielo, dando paso al pronto anochecer


que dejaba a la tarde caer entre las montañas.

Taehyung miraba hacia el cielo con admiración, sintiendo la brisa fresca


golpearle de frente, dejándose relajar por vez que recostaba su cabeza en el
hombro de Baekhyun.

Estaban en el campus de la universidad. Sentados en el pasto por vez que


estudiaban en conjunto antes de entrar a la última clase del día y al último
examen. Era obvio que todos estaban más que un poco nerviosos, y por eso
habían decidido repasar sus esquemas con resúmenes.

—Después de esto, quiero ir a beber. Creo que nos hace falta salir.

—No estoy seguro de eso, Yoongi hyung... Ya sabes que me pongo mal
cuando bebo...

—Tae es un muy mal bebedor, pero practicando tu soporte podrías mejorar...

—No quiero terminar en un coma etílico... Pero gracias por el consejo,


Baekkie. Muy útil.

Los tres ríen. Taehyung les había pedido una disculpa por haberles
respondido mal y las cosas habían estado un poco tensas los primeros días, y
después todo volvió a la normalidad. O eso creía en la ignorancia de sus
pensamientos, en desemejanza a los ajenos.

Cuando el timbre sonó, tuvieron que dirigirse como siempre al salón donde se
llevaría a cabo la evaluación y se hicieron camino hacia sus asientos
habituales, ahora muy cercanos al podio delantero. Las hojas fueron
repartidas por un inspector que se aseguraba de registrar que todos guardaran
sus móviles, era algo que se hacía para evitar una posible copia entre
alumnos.

Taehyung estaba concentrado, relamiendo sus labios mientras su pierna se


movía con un molesto tic a causa de los nervios. Sólo deseaba que el día
terminara lo antes posible para salir de la bola de estrés que se enjambraba en
su subconsciente, enredándose entre inseguridades; escuchaba los murmullos
de las conversaciones que habían a su alrededor, pero se le hacía un ruido
molesto y lejano. Pero, cuando Jungkook entró al salón, sus ojos se enfocaron
sólo en él, sintiéndose estremecer cuando hicieron un breve contacto visual.

Mala suerte que Taehyung no pudiese disimular tan bien como Jungkook; no
podía pretender ser indiferente, ya que su pastosidad le jugaba en contra.

No estés nervioso, te preparaste lo suficiente. Te irá bien.

Dio un suspiro profundo y empuñó sus manos sobre el banco, tratando de


disipar el ansia.

—Bien, Tae, ¡es hora de sobresalir! —Dijo Baekhyun, sacándolo de su trance


de forma brusca. Se veía bastante energético a comparación de la mayoría de
sus compañeros, quienes tenían una cara pálida e irritante. Y, a decir verdad,
era un estado anímico en común.

—Sí, sí... Eso...

—Silencio, por favor. —Pidió Jungkook, llamando la atención de los


presentes como usualmente lo hacía, y sin siquiera elevar su tono.
Instantáneamente, hubo un silencio absoluto en la sala de conferencias—.
Debo recordarles que este examen no es un sumativo, por lo que deben ser
serios y responder las preguntas de forma responsable. Esa es su obligación.
Y no olviden que, cualquier sospecha en sus actitudes hará que se les quite el
examen, y que me veré en la obligación de evaluarles con el puntaje mínimo.
¿Alguna duda?

—No.

—Bien, comiencen.
Le dio una última mirada a Yoongi a su otro lado y le sonrió tímidamente,
murmurándole con sus labios un silencioso «suerte».

Taehyung percibió una vibración extraña en su cuerpo, era algo como un


escalofrío constante. No obstante, lo pasó por alto y, respirando hondamente,
comenzó a escribir su nombre en la parte superior de la hoja. Cualquier ápice
de algún asunto que no fuese relevante al contexto en el que se encontraba, se
esfumó. Se convenció de que podía divagar en otro momento, mas no justo
ahora en plena evaluación. Luego podría irse a pasar el rato con sus amigos y
divertirse. Y eso sonaba como una muy buena recompensa, ya que hacía un
buen de tiempo que no salían a entretenerse y, en realidad, emborracharse.

Por ende, cuando ya hubo pasado una hora, las expresiones afligidas en los
alumnos se habían acentuado por vez que los minutos seguían transcurriendo
en el reloj.

Todos estaban yendo contra el tiempo, y se les agotaba con insistente rapidez.

Las dudas se hacían persistentes, pero pocos tenían la valentía de levantar su


mano y hacer que Jeon se les acercara para aclarar cualquier cuestionamiento
con respecto a la evaluación. Y, Taehyung no era la excepción; estaba
armándose de paciencia para atreverse a sólo hacerlo. No pudo evitar no
soltar una exhalación, sacudiendo su cabeza en honor al despeje y,
simplemente, lo hizo.

Jungkook caminó a zancadas hacia él, con una mueca de fría seriedad. De
forma inconsciente, consideró que, en serio, su reputación quedaría intacta
después de todo.

— ¿Qué es? —Dijo muy despacio, agachándose muy cerca, tanto que su voz
le erizó el vello de la piel de la nuca. Respiró su aroma y se sintió
notoriamente más reconfortado.

—Es esta pregunta, creo que no está bien formulada... Hum, no tiene mucha
relevancia con las alternativas que hay para realizar en el desarrollo...

Apuntó la pregunta y Jungkook exhaló su aliento mentoso, emitiendo un


medio gruñido en afirmación. Eso significaba que había entendido el sentido
de su pregunta. Pero, ¿por qué sentía su rostro tan caliente entonces?

—Debes leer con cuidado el texto en la página tres, haz un análisis de los
párrafos y reflexiónalo.

—P-pero, ya casi no queda tiempo...

Jungkook le tocó el dorso de la mano de una manera disimulada para captar


su atención.

—Lee con cuidado los párrafos, no es la gran cosa. Lee con detención.

Taehyung elevó su mirada, encontrándose directamente con aquellos ojos


oscuros que brillaban con intensidad en su dirección; probablemente, su cara
estaba muy enrojecida. Porque, por algún motivo, se sentía muy avergonzado
y mortificado.

—Bien, gracias...

Apartó su mirada, bajándola hacia el examen y jugando con sus dedos de


modo que la torpeza se transmitía fácilmente en sus acciones.

Sintió que Jungkook lo siguió mirando durante un breve segundo, pero


rehuyó de éste con la intención de no acaparar el interés de otros.

Esperó con paciencia a que volviese a su podio, y mordió su labio con fuerza,
obedeciendo al consejo que le habían dado y, tras leer dos veces el mismo
texto, encontró rápidamente la respuesta, sintiéndose gratificado.

Miró hacia adelante, encontrándose con que Jungkook seguía mirándolo,


mirándole la boca durante unos segundos antes de desviar su vista hacia otro
sector del salón de conferencias.

Sus labios se curvaron hacia arriba, pero reprimió el indicio de sonrisa que
quiso escapársele, siguiendo con su examen a sabiendas de que nadie más
había sido consciente del intercambio que hubo entre ambos.

Sin embargo, Yoongi sintió un mal sabor en la boca del estómago al haber
sido espectador de la forma en la cual su maestro, y uno de los más temidos
del departamento, rozaba el dorso de la mano de su mejor amigo con lo que,
creyó y podría asegurar, era una evidente intención.

Sólo... Yo siempre les doy pistas.

Por cierto, si es que llega a haber alguna personita que estudie literatura,
mis disculpas porque yo no me manejo mucho en eso y busco info e
invento el contenido de la mayor parte de la historia porque es ficción (?
Perdón, hago lo mejor que puedo:((

Y, también me di cuenta de que ando medio atrasada con las


actualizaciones de Heal Me, así que me pondré las pilas xD

Pdta: adivinen quién tuvo que recurrir nuevamente a su computador


para poder actualizar porque tiene una compañía de teléfonos horrible :)
42

El local de comida de los Byun quedaba cerca del paradero universitario y


nunca estaba demasiado lleno ni muy vacío, casi siempre asistían unas
cuantas personas y el ambiente era cálido; el olor a la comida tradicional
junto con la decoración rústica, hacían del lugar un contraste agradable para
pasar el rato tras la jornada de clases. Por lo mismo, apenas todos estuvieron
encaminándose fuera del establecimiento universitario, Baekhyun decidió que
era una buena idea invitar a sus amigos a comer algo y beber un poco.

Conscientemente, podía asegurar que necesitaban un tiempo para hablar, reír


o hacer lo que fuese necesario para disipar ese ápice de algo que no sabía
identificar en medio del claro disgusto y la evidente molestia. Ya que, si bien
la incomodidad entre los tres había desaparecido después de que Taehyung se
disculpara, no era ajeno a que aún había algo de brecha y tensión oculta en
medio de las sonrisas que pretendían todo estaba "bien". Algo estaba pasando
y, aunque la amistad había hecho que Yoongi y Taehyung tuviesen un lazo
especial, lo sabía; y, ciertamente, se sentía como la tercera rueda entre los
dos.

Obviamente, no culparía nadie por sus conclusiones apresuradas, pero, no por


ningún motivo había comenzado a sentirse mal y, sinceramente, excluido. Y,
había pensado que quizás era su culpa el no saber cómo llegar a formar esa
conexión con ellos, pero tampoco podía forzarse a sí mismo a ser hostigoso y
hastiarlos con la insistencia de querer formar parte de ello cuando sabía eso
no es adecuado; tenía que ser honesto ante todo, y estaba considerando
hablarles sobre eso.

Por otro lado, se había tomado el tiempo de observarlos con detención a cada
uno y por separado, pues cuando se juntaban de tanto en tanto y, en los pocos
momentos que compartían, notó que Yoongi se veía mucho más serio y
preocupado. Al menos era eso en comparación a Taehyung, que parecía
ensimismado en su mundo interno, yendo de allá para acá con un misterio
que le causaba más curiosidad de lo que realmente le gustaría admitir.

Algo estaba ocurriéndoles a sus "mejores amigos" y ni siquiera podía


averiguar qué era porque apenas hablaban, y eso le sienta muy mal. Tampoco
sabe cómo debería sentirse al respecto debido a que, nunca ha sido realmente
bueno abordando ciertos temas que no sabe manejar; como la ansiedad y la
benevolencia. Y, digamos que también tiene sus propios problemas de los
cual preocuparse como para absorber lo que sea que esté pasando; eso no
quiere decir que no quiera interferir en lo que se ha estado interponiendo
como una barrera limitada a la confianza que, aparentemente, los está
poniendo a prueba.

Sin embargo, y a pesar de todo, sólo desea poder tener una buena y muy
cómoda charla en conjunto para poder aclarar todo el asunto. Sabe que los
chicos no lo están haciendo a propósito y por lo mismo quiere hacerles saber
que pueden contar con su ayuda y apoyo pase lo que pase. Después de todo,
son sus amigos y quiere que sepan que cuentan con él, aunque aparentemente
no lo necesiten.

Apenas entraron al local, su madre los recibió con un efusivo saludo,


invitándoles a la mesa de inmediato y prometiéndoles un sabroso ramen
caliente como recompensa a la realización de sus evaluaciones. Yoongi debió
haber pensado que estaban abusando de su consideración y decidió encargar
Gogigui y Soju, prometiendo pagar y dejándose mimar por los extravagantes
cariños de su madre. Ella era todo un caso. Pero la ama, de todas formas.

—Ven, hijo, ven y ayúdame a traerles la comida a mis clientes favoritos...

—Oh, señora Byun, no tiene que molestarse en...

—Claro que sí y es mi última palabra. Vamos, Baekkie.

—Sí, mamá...

Avergonzándose sobre la actitud de su madre, quien lo sigue tratando como a


un niñito, la sigue hacia la cocina donde el vapor y la diversidad de olores de
las verduras fermentadas y cociéndose le hace sentirse, considerablemente,
mejor; siempre asoció la cocina como una imagen esencial que fue parte de
su infancia al estar viendo, con constancia, a sus padres cocinar y alegrarse en
las horas de la comida.

Eran buenos recuerdos. Muy buenos...

Procurando tomar una bandeja para llevar banchan y los vasos y las botellas,
se encuentra frente a frente con su desagradable medio-hermano. Qué
fastidio, piensa, tambaleándose y tratando de esquivarlo para poder seguir su
camino, pero...

— ¡Baekkie! Veo que trajiste a tus amigos; el matón y el niño hada... Vaya,
no esperaba encontrármelos aquí, ¿no planeas invitarme a unírmeles?

No puede ser.

Volteando con desagrado, se mueve hacia su costado izquierdo para hacer su


camino hacia la mesa, queriendo evitarlo. —No.

Su brazo fue detenido por un agarre brusco y doloroso. Su respiración se


estancó en sus pulmones; el toque fue un segundo de reminiscencias que
prefería olvidar debido a la repulsión.

—Vamos, Baekkie... Invítame, sé que quieres que...

— ¡Cállate por una maldición! —Grita, alterándose y alejándose con rapidez


y medio mareado. Odiaba ser tocado por él, lo odiaba a él—. Vuelves a
ponerme un puto dedo encima y te juró que te los arrancare...

Dicho aquello, se zafó con aspereza y, sin siquiera mirarlo, se apresuró a


caminar por el pasillo sin tambalearse. Pero, su corazón latía dolorosamente
fuerte contra su pecho y sentía una angustiante presión en el pecho, aun
percibiéndolo tras su sombra, parado al final del corredor. Quiso convencerse
todo estaba bien, pero conscientemente sabía que no lo estaba; ya no se sentía
bien.

E incluso cuando llegó a la mesa y vio a los chicos preparar la carne en la


asadera, hablando animadamente... Les devolvió una sonrisa que tiritó en sus
labios.

No obstante, ya no se sentía bien y sólo deseaba echarse a llorar. O


emborracharse hasta poder olvidar.

El alcohol se inundó en su sistema y, poco a poco, perdía la cuenta de cuánto


tiempo había pasado y cuánto había bebido.

Escuchaba las risas de los otros clientes y las voces escandalosamente altas
acoplándose a su alrededor. Todo hacía un raro eco en su cabeza, que ya
comenzaba a sufrir los efectos de distorsión debido a la cantidad de Soju que
ingirió sin siquiera tomar en cuenta su poca resistencia; estaba mareándose y
sus sentidos estaban adormeciéndose acorde trascurrían los minutos.

En medio de la ebriedad, sus pensamientos desenmascarados le delataban con


la imagen de Jungkook hablándole y explicándole algo que ya había olvidado
porque sólo podía crear imaginarios inapropiados, transformando la situación
y poniéndola en otro contexto.

— ¡Quiero ir con mi novio! —Musitó en un gruñido, infantilmente,


malhumorado. La palabra novio había hecho cosquillas en su boca y ahora no
podía evitar no reírse, tratando de ocultar su torpeza con la palma de su mano
—. Ustedes no escucharon nada...

— ¡Yo sí te escuché! —Baekhyun lo apuntó con su dedo, entrecerrando los


ojos con una molestia que le causó gracia; había volteado algunos vasos con
el movimiento brusco y, por consecuente, había derramado un poco de
líquido en su pantalón—. ¡Tú dijiste novio! Novio, con terminación en la "o"
—repitió con lentitud, haciendo muecas que le parecían aún más graciosas.

— ¡No! ¡Yo no dije eso!

—Sí, lo dijiste, tonto... Así que, cuéntanos sobre tu... novio...

— ¿Qué novio? —Rió, hipando. Le causaba una burbujeante diversión


escuchar las palabras arrastradas de Baekhyun y ver su cara borrosa tomar
diferentes formas. Pero, eso, quizás, era debido a la posición en la que se
encontraba. Porque su cabeza yacía recostada en uno de los bíceps de
Yoongi.

— ¡Sí sabes de qué te hablo! Deja de desplazarme a un lado, me haces sentir


mal, Tae...

— ¡Bieeeen! Mi novio no es mi novio, pero sí lo es... Es complicado...

Y de pronto, cualquier indicio de alegría, fue reemplazado por otra emoción


completamente contradictoria. Era triste. Pero, la inhibición se había
terminado de esfumar, absorbida por el alcohol. Entonces el filtro
desapareció.

—Guki... Ggukie es tan imbécil... O sea, se ve como un imbécil que te


mataría con solo una mirada, ¡pero él es realmente dulce! Yo..., cuando lo
veo me hace sentir tan feliz y quiero besarlo... Me gusta mucho, pero a él no
le gusta su nariz... ¡y a mí me gusta su nariz!

—Tae...

—Su nariz es grande y bonita, y cuando hace ese gesto y arruga su naricita,
yo no puedo, hyung... —lloriquea, sintiéndose lleno de aquel sentimiento que
ha estado percibiendo últimamente; es extraño y le hace sentir satisfecho y
feliz.

—Tae...

— ¿Sí? —pregunta, haciendo el amago de tomar otro vaso que le que


arrebatado por Yoongi—. Ah, eres malo con tu dongsaeng favorito, hyung...

— ¿Tae...?

— ¿Sí?

Baekhyun se acerca con discreción y, riendo un poco, le dice: — ¿Sabes lo


que dicen acerca de los hombres que tienen la nariz grande?

Antes de que pueda preguntarle acerca de lo que habla, se ven interrumpidos


por la abrupta incorporación de Yoongi.

—Bien, creo que es hora de irnos.

—Pero, hyung...

—Ahora mismo.

En menos de un par de minutos se encuentran en la oscura calle con Yoongi,


quien está llamando un taxi mientras él busca entre sus contactos el nombre
de Jungkook para pedirle que lo rescate antes de vomitar en plena vía
pública. Pero, al no ser atendido, decide enviarle un mensaje, pidiéndole que
venga a buscarlo, y cayendo en cuenta también de la cantidad de mensajes
que tenía de éste.

[16 mensajes no leídos]

«¿Dónde estás?»
19:01 pm.

«¿A dónde fuiste?»


19:23 pm.

«¿Por qué no me contestas el teléfono? ¿Se agotó la batería?»


19:46 pm.

«¿Estás con tus amigos? Podrías haberme avisado.»


19:58 pm.

«Oye, en serio, respóndeme...»


20:09 pm.

«¿Estás en tu apartamento?»
20:20 pm.

«Estoy preocupado por ti, por favor responde a mis mensajes cuando los
veas.»
20:31 pm.
«Por dios, ¿a dónde fuiste?»
20:49 pm.

«Es tarde, realmente tarde y tú deberías estar durmiendo.»


23:47 pm.

«En serio voy a azotarte el culo cuando vuelvas.»


23:56 pm.

«¿En serio tan difícil era avisar?»


00:35 pm.

«Taehyung»
01:14 am.

«Dime que fuiste con tus amigos y que estás bien, no me gusta que estés solo
en la calle tan tarde »
01:27 am.

«Tae, en serio me molesta cuando me ignoras :)»


01:59 am.

«¿No escuchas tu teléfono?»


01:59 am.

«Estoy muy preocupado, y te azotaré el culo cuando te tenga en mis manos.»


02:15 am.

Oh. Joder.

Su estómago se sacudió violentamente y el vértigo le hizo buscar algo de lo


cual aferrarse mientras vaciaba todo lo poco y nada que había comido durante
el día. Se sintió muy enfermo y las caricias en su espalda le instaron a botar la
amargura de la bilis, lágrimas surcando de sus ojos somnolientos.

— ¿Quieres que te lleve a casa? Puedo llevarte hasta allí y...

—No, no... Está bien así, hyung... Alguien vendrá por mí... —Murmuró,
limpiando su boca con su manga. Odiaba beber y cada vez que bebía se
recordaba por qué odiaba esta sensación que le hace sentirse fuera de sí.

—Bien. El taxi demorara unos minutos, iré a traerte algo de agua para que te
limpies la boca. Apestas.

Quiso reír, pero no estaba en condiciones de hacerlo cuando, en un abrir y


cerrar de ojos, Yoongi estaba ayudándole nuevamente y abriendo una botella
de agua gasificada.

Qué buen amigo, pensó, acariciando la cálida mano que sostenía el recipiente
de plástico.

—Gracias...

No podía no sentirse un poco avergonzado, aun borracho y siendo cuidado


como un crío que no sabía contenerse ni controlarse. Y cuando estuvo, a
punto de decir algo más, vio el auto negro de Jungkook aparcarse en una
esquina, con las luces parpadeando y la bocina sonó dos veces. Era él.

—Creo que vinieron por mí, hyung... —Dijo, sintiéndose extrañamente más
despierto e incómodo—. Te llevaría, pero no sé si sea conveniente...

—Oh, sí... No importa, tú... ve.

Asintiendo, ve la expresión seria en el rostro de su amigo. Es una mezcla de


curiosidad, preocupación y molestia. No entiende a qué se debe aquel
drástico cambio de humor, pero se despide con torpeza para ir hacia
Jungkook e irse a casa, ignorando su gran despiste.

—Adiós, hyung...

Yoongi se sintió extraño. No había estado ocupando su motocicleta por un


par de días, pero de repente hubo querido ser más receptivo y recordar; su
cabeza palpitó con dolor al tratar de buscar entre sus recuerdos, pero estaban
dispersos y nebulosos. Por lo mismo, quiso convencerse de que había muchos
automóviles con el mismo estilo en Seúl, que no tenía de qué preocuparse
porque podía ser sólo una coincidencia.

¿Cierto?

Les cuento algo que nadie quiere saber. Pues la primera vez que yo bebí,
se me durmió la boca y terminé hablando puras tonterías y empecé a
mandarle audios sensitivos a mi mejor amiga :-) Cosas que pasan xD

En fin, subí un OS que tenía guardado hace tiempo (AKA Entertainer) y


también terminé Décalcomanie por si quieren pasearse por ahí uwu.
También voy a estar actualizando DD, LTDD y CAS para poder nivelar
todo pq ando atrasadísima en la vida xD

Nos estamos leyendo, sean felices


43

Las últimas lluvias invernales se hacían notar con obviedad en el transcurso


que el invierno abandonaba su estación, y el sonido fresco de la ventisca
junto con el gorgoteo bullicioso cayendo sobre el tejado provocaban una
apreciación de relajo instantáneo en el ambiente generalizado del sector. Sin
embargo, el ruido causó en Taehyung una sensación de profundo malestar y,
francamente, cierta molestia; al saberse despertando, y de mal humor, logró
percibir un indicio de lo quería una muy probable jaqueca y, sumándole el
desagradable efecto secundario de la resaca, eso sería la combinación
perfecta para tener un mal día.

Su cabeza palpitaba con fuerza opresora, punzando en sus cienes y


haciéndole gruñir malogrado por la irritable situación de sentir cómo todo su
sistema le reclamaba haberse emborrachado, inclusive cuando sabía que era
un muy mal bebedor. Pero la peor parte vino cuando tuvo la valentía de abrir
los ojos, recibiendo bruscamente la luz del día que iluminaba el cuarto por
completo y que, ahora, daba justo en su demacrado rostro.

Joder, pensó, bostezando e incorporándose sobre el colchón, fregando sus


ojos con frustración. Tenía en cuenta cuánto odiaba sentirse fatigado y su
estómago ardiendo vacío con retorcijones que, claramente, avisaban las
prontas náuseas aproximándose con creces. Quizá estaba un poco enojado
con sus amigos por haberlo convencido de ir a beber, pero no podía ser tan
hipócrita y quejarse por lo que hubo hecho. Nadie le había obligado a
beberse, en lo que consideraba su exageración innata, dos litros de Soju. Y, le
tomó más de un minuto volver a la realidad fuera de la somnolencia; él no
estaba durmiendo en la habitación de Jungkook, y Jungkook definitivamente
no estaba en la habitación.

De inmediato el pánico se esparció por cada fibra de su cuerpo, ¿había hecho


o dicho algo inapropiado?
Trató de recordar el momento después de pedirle que lo recogiese, mas sólo
había imágenes nebulosas en las que no podía distinguir más que oscuridad y
muecas borrosas. Aun así, algo en su interior, más que el fastidio de su
cuerpo tratando de buscar una forma de poder desintoxicarse de la excesiva
ingesta de alcohol, le advertía un mal presentimiento.

Sabía que había hecho o dicho algo, pero no podía recordar con precisión qué
fue.

No es como si se hubiese acostumbrado a escabullirse en su cama durante


este lapsus de tiempo, donde los sentimientos encontrados y confusos le
hacían retorcerse en afán e ilusiones que, una vez más, consideraba
infructuosas... O sea, tampoco podría negarlo, mas tampoco admitirlo; eso se
conservaba oculto en sus más privados pensamientos, y no planeaba
plantearse la gran cuestión en estos inadecuados e indecorosos imaginarios
que alucinaba, discretamente, entre el edredón mientras dormía con otro
hombre, y fantaseando con ideas que, dentro de lo que cabe, se considerarían
morbosamente pervertidas. Sólo que, no le gustó haberse despertado
totalmente solo y con nada más que un silencio ensordecedor que se
camuflaba en el aguacero.

Repentinamente, se le ocurrió sentarse para aclarar su mente, empero fue


cuando su vientre vibró, sacudiéndose con tal dolor que le hizo aguantar la
respiración por un par de segundos antes de vomitar.

Genial.

Arrugó un puñado de las sábanas por vez que las arcadas le hacían encogerse,
transpirando sudor frío mientras el asco disminuía hasta desaparecer y
dejándole totalmente mortificado. Jamás volveré a beber, concluyó con
repugnancia. Porque no sólo se tendría que dar el trabajo de saber qué era lo
que había ocurrido la noche anterior, sino que también tendría que lavar la
ropa de cama; y no ignoraría sus instintos y presagios, por eso se sentía tan
inquieto después de todo.

Esperaba que Jungkook no estuviese tan molesto con él, ya que no sólo
estaba siendo un desastre esta mañana, podía recordar la cantidad de
mensajes que no se molestó en verificar y la hora a la cual llegó y, peor aún,
tuvo la ocurrencia de pedir que le fuesen a buscar. Por una maldición, si fuera
otro el contexto de la situación, no se preocuparía de buscar excusas o
explicaciones porque no tenía por qué hacerlo, pero firmó un papel donde
especificaban los términos de acuerdo mutuo entre ambas partes y, hasta el
momento, ha incumplido la mayoría de los puntos fijados en el contrato;
Taehyung no se arrepentía de esto, pero sí de eso.

Repentinamente, se sintió tan estúpido y avergonzado de sí mismo que, quiso


llorar.

¿Estaba haciendo el ridículo?

Qué apenado estaba, sobre todo cuando su mirada vagó a su alrededor


intentando buscar alguna señal o algo, pero no... Había una muda de ropa,
aparentemente, limpia encima de la cómoda y un vaso de agua. Estupendo, él
ya debía haberlo visto.

Se levantó, con cuidado de no seguir estropeando la colcha, y fue directo


hacia el vaso de agua, bebiendo un poco del líquido para refrescar su
garganta, sorpresivamente, seca y ácida, y encontrándose con dos pastillas.

¿Había alguna otra forma de hacerlo sentirse más mortificado?

Se tragó las aspirinas y escuchó el crujir de la madera de las escaleras.

Aparentemente no.

Jungkook abrió la puerta, entrando a la habitación, erguido e intimidante.


Con el ceño fruncido y una expresión indescifrable, le provocó un escalofrío
al notar la temperatura que parecía haber descendido un par de grados cuando
hicieron contacto visual; discernió que sí estaba molesto.

—Lo siento.

Eso fue lo primero que dijo y, al parecer, fueron las palabras incorrectas
porque, con sólo aquella frase, la expresión de Jungkook se transformó en
una de obviedad y enojo.

— ¿Por qué lo sientes? —Su voz era suave pero fuerte y espesa, y notó que
sus ojos ardían con intensidad, fulminándolo y transmitiéndole la culpa que
debía sentir y que ahora sentía con pesar y vergüenza. Entonces comprobó de
inmediato sí había hecho algo, y tenía razón.

Estaba a punto de hablar y tratar de decir algo que fuese conveniente, pero
apenas abrió su boca para formular una respuesta, Jungkook le interrumpió.

— ¿Por qué lo sientes? —Repitió con una vena hinchándose en su cuello y


un gesto que se mezclaba entre la rabia y la decepción. Taehyung comenzaba
a sentirse peor al no saber qué había hecho que lo había molestado tanto—.
¿Por qué lo sientes? ¿Por haberme plantado? ¿Por hacerme esperar una hora
más en el estacionamiento, pensando que habías olvidado algo? ¿O por qué
ignoraste el constante vibrar de tu celular sin siquiera considerar que quizá
pudo haber sido una emergencia?

—Jungkook, no seas idiota, déjame...

— ¿Dices que no sea idiota? —Murmuró, volteando ligeramente y fregando


en su rostro con notorio enfado. Taehyung se sentía mareado sobre sus pies,
sus piernas endebles por vez que su mano reposaba sobre la superficie de
madera de la cómoda, se sobresaltó cuando Jungkook gritó—. ¡Me estás
diciendo que yo soy un idiota!

Tambaleándose y tropezando hacia atrás por el susto que le transmitió este


arranque, también comenzó a irritarse. No permitiría que le hablara así, no
importaba qué hubiese hecho. No podía ser tan malo.

¿O sí?

— ¡No me grites! —Dijo, alzando la voz y enfrentándolo a medida que lo


veía reírse sin ápice de gracia. La situación distaba de ser graciosa. Pero, ¿por
qué estaba pasando esto? Todo era tan repentino e inesperado que, incluso,
estaba confundido. Porque, ¿a qué se debía esta terrible actitud? —. ¿Qué es
lo que te pasa? Si es que hice algo, dímelo directamente y sin rodeos. No
necesitas comportarte como un imbécil...

Jungkook se voltea hacia él nuevamente, haciéndole retroceder un paso. Pero,


su mirada..., luce como si estuviese dolido...
— ¿Qué me pasa a mí? —Susurra, entrecerrando sus ojos y acercándose con
lentitud y deteniéndose para inhalar y exhalar, entonces le dice: — ¿Por qué
lo sientes? ¿No lo recuerdas?

— ¡No, joder! ¡No lo recuerdo! Recién desperté, demonios... —Taehyung se


desesperó aún más, exasperándose un poco por la frustración densa en medio
de la discusión—. Dímelo, por favor...

Silencio.

—Firmaste un contrato conmigo. Pero yo te gustó, me lo dijiste tú... Me lo


has dicho muchas veces, pero entonces, ¿por qué...? —Callándose con
brusquedad, desvía su mirada hacia otro lado, evitándolo.

— ¡Entonces qué! ¿Por qué te callas? —Taehyung revuelve su cabello


enmarañado con exacerbación, pensando en seguir la discusión debido al
estúpido argumento del contrato. ¿Por qué siquiera tenía que nombrarlo? Qué
jodido imbécil.

Pero lo que vino luego estuvo totalmente fuera de lo que pudo haber
considerado entre las posibilidades de lo hubo "hecho".

La había cagado.

—Entonces, ¿por qué nombraste a tu mejor amigo mientras yo te besaba?

¿Qué?

Su corazón palpitó con fuerza contra su pecho, sintiéndose entumecerse y


empalideciendo. Ahora entendía, ahora recordaba. Había sido un error, no
fue lo que, quizás, Jungkook podía estar pensando. Pero, entendía que lo
estuviese considerando después de...

—Jungkook no fue..., no fue lo que quise decir... Y-yo estaba borracho, lo


cual no me justifica, pero yo jamás he p-pensado en alguien más cuando
estoy contigo, déjame e-explicarte, por favor...

—Cállate. Por favor, no... No quiero seguir discutiendo ahora. Son las cuatro
de la tarde, tengo asuntos que atender y esto... Esto me desagrada.
— ¡No! Espera, hablemos... —tirando de su manga, sintiendo lágrimas
aunarse en los surcos de sus ojos y tratando de detenerlo. No quiere verlo
salir e irse. Pero, Jungkook se zafa con brusquedad del agarre, haciéndole
tropezar con sus pies de nuevo.

—No me esperes para cenar, puedes salir o hacer lo que quieras. No estaré en
casa. Pero, asegúrate de lavar lo que ensuciaste y bañarte, apestas.

Su voz le hizo congelarse en su lugar mientras lo veía caminar a zancadas por


el pasillo hasta bajar las escaleras. La dureza con la que le habló y la frialdad
con la que se dirigió a él, le hicieron querer ponerse a llorar ahí mismo.

Ni siquiera le había dado el tiempo de explicarse, ni siquiera le dejó acercarse


o...

¿Cómo pudo haberle dicho que no pensaba en nada ni nadie más cuando
estaba con él?

¿Cómo no pudo haberle dicho que su mundo se reducía a solo él cuando


estaban juntos?

¿Por qué no le dijo que no tenía ningún motivo para sentir celos, que él era el
único al que quería cuando se sentía vulnerable?

Tenía sentimientos encontrados con respecto a todo lo que había descubierto


en un lapsus, en realidad, muy corto.

Primeramente, Seok Jin le había dado las pistas y lo demás sólo vino de
forma inconsciente y entre palabras y acciones metódicas que supo cómo
idéntica con facilidad; la atracción entre dos personas que están teniendo
algo, por muy cuidadosos que sean, si te detienes a mirar con precaución,
prestando atención a las palabras y acciones cómplices, es fácil distinguirlo.

Taehyung era su mejor amigo. Siempre pensó ambos tenían muchas cosas en
común. Ni siquiera congeniaba tanto con Seok Jin, a quien sabe adorar con
un cariño naciente y cálido. Pero, es claramente diferente. Seok Jin es la
persona que le gusta y con la cual se comenzó a proyectar, a pesar de todo. Y,
Taehyung... Taehyung, para él había sido su dongsaeng consentido, su nuevo
hermano menor. Qué idiota.

Pensó en respuestas a sus cuestiones, pero no encontraba nada que justificara


sus conclusiones. Porque todo parecía ser muy, estúpidamente, obvio, y eso
le carcomía con repulsión y furia.

¿Quién tendría el morbo de...?

Yoongi jamás consideró optar por el camino fácil, ni siquiera cuando las
cosas en su vida empeoraron muy mal. Entonces, pensaba que su egoísta
juicio y crítica tenían justificación por lo indebido que sabía ellos estaban
haciendo.

Descarados, ¿cómo pueden...?

En más de una ocasión durante los últimos días quiso no haber notado nada,
quiso no haberse enterado de lo que ahora parecía muy obvio. No podía negar
lo furioso que se sentía, lo desilusionado que se estaba. Por lo mismo, cuando
vio a Jungkook bajar de aquel auto, con la misma matrícula que había visto
aquella noche, quiso hacer una locura.

Bueno, estoy un poco decepcionada y desilusionada pero aquí estoy,


actualizando porque me hace feliz interactuar con ustedes :-(

¿Cómo están, mis nubecitas? ☁ ¿Cómo va su vida, su día a día?


Espero estén yendo bien

Bueno, contarles que, con todo el escándalo que está ocurriendo, me sentí
bajonearme, pero tomé las medidas de precaución de inmediato, cosa
que debía hacer hace mucho para evitarme varios dolores de cabeza xd.
Así que, les informo que ahora TODAS mis obras están registradas en el
Safe Creative Commons. Porque, hay que tener un respaldo en caso de.

En fin... *sigh*
Si están sufriendo de ansiedad, cuadros depresivos, enfermedades o si,
simplemente, están pasando por un mal momento, no se rindan. Sé que
no es fácil cuando sentimos que aquello nos está calando en los huesos,
pero recuérdense que ustedes son más fuertes que todo, y tengan en
cuenta que siempre habrá alguien pensando en ustedes. No están solxs.
Les adoro demasiado y es en serio cuando les deseo que sean felices. ❤

Nos estamos leyendo~


44

Un par de días habían pasado, y el fin de semana se esfumó con rapidez en


medio de tristes divagues y palabras vacías. Porque cuando surge un
problema es obvio que querremos buscar una solución inmediata con tal de
resolver lo que nos acompleja, ya sea mediante una hipótesis o mediante un
diálogo que busque hallar una forma de llegar a una conclusión que
determine cuál es la respuesta y qué debemos hacer. Por lo mismo, Taehyung
trató de entablar una conversación y acercarse a Jungkook para explicarle el
malentendido ocurrido aquella noche, mas no pudo conseguir que éste
quisiera escuchar; y por intentos, jamás se quedaría corto.

Abiertamente, podía admitir que lo que hubo pasado no era su culpa y por eso
es que necesitaba ser oído para ser comprendido a lo que sea que se hubiese
inferido de la situación. Pues, era sólo eso; un tonto malentendido. Sin
embargo, desde que puso un pie en la cocina y su mirada fue evadida, desde
que la taza de té le supo amargo mientras lo bebía a sorbos con la garganta
apretada por el ambiente denso de resentimiento, desde ese instante tuvo en
cuenta que lo que había pasado no había sido tan insignificante como creyó
que era; Jungkook, por algún muy deducible motivo, estaba dolido y, quizás,
decepcionado. Y, aunque le dio los buenos días y le miró dulcemente, con la
esperanza de poder tener una conversación, no recibió más que un gesto
cortante, que le advertía su maestro no tenía ganas de hablarle aún.

¿Por qué estás tan enfadado? Se cuestionó a sí mismo mientras le observaba


abotonarse la camisa y ajustarse la corbata, e inconscientemente pensó que, si
hubiese sido otra mañana, él hubiese terminado entre sus brazos queriendo
conseguir cinco minutos que, realmente, no tenían.

Era irónico y hasta gracioso que una sola palabra le hubiera revelado otra
faceta que desconocía de quien parecía tener más matices de los que creía
fuesen posibles. E, incluso si a veces concluía que sólo se trataba de una
personalidad completa y bastante característica regida por la dominación y el
control absoluto, entendía que esto también se debía a un algo que lo había
causado; sinceramente, no quería indagar en el «por qué» debido a que no le
correspondía buscar una justificación, pero no podía negar que no deseaba
saber a qué se debía; la idea de poder conocerlo mejor le hacía una inevitable
ilusión, y no sabe si eso sea conveniente.

Tal vez, si estuvieran en otra ocasión dentro del temple de su pseudo-


relación, definitivamente hubiese averiguado un poco más al respecto y
hubiese hallado una que otra forma de conseguir saber más sobre absorbente
y preponderante temperamento de Jungkook. Pero, justo ahora, no se
encuentran precisamente en los mejores términos. Y, aun así, de alguna
forma u otra, podía presentir que esto sólo era un indicio, una probadita del
alcance de su carácter amoroso.

¿Debería preocuparse sobre eso?

Sus emociones se sentían como un formidable acantilado, sus sentimientos


desbordándose con la angustia que le provocaba el abatimiento del romance
que había surgido a pesar de las advertencias que percibió desde un principio
en su raciocinio y a las cual desobedeció, atrevido. Porque, la abrumadora
venda llamada cegadora de falsías ideas que nos causa la fantasía de un
perfecto sueño que no podremos alcanzar, aquella venda, lamentablemente,
había terminado por cubrir su capacidad de discernir cuál es el camino
correcto y cuál no lo es; solo, decidió caminar en dirección a un hombre que
le ofrecía ser su salvación y al cual, prontamente, necesitaba para dejar ir sus
tortuosas condenas, entregándose completamente a él y permitiéndose ser
asfixiado con sus afecciones y castigados.

Taehyung había comenzado a ver a Jungkook. Lo veía de verdad, percibiendo


un extraño sentido de pertenencia hacia quien era su jodido maestro, como si
supiese y pudiese sentir alguna marca profunda muy en su interior, rugiendo
en sus entrañas el pertenecerle... Y no podía denegar o disimular su temor por
saber lo que eso significaba, lo que eso conlleva.

Entonces, últimamente, ha comenzado a desear poder expresarse libremente


para poder desatar su aflicción y cargo de conciencia, porque ya no le importa
cómo lo hará para no saberse a sí mismo comprometido cuando sabe que lo
está, pero sólo quiere dejar ir todo lo que le hace querer estallar en lamentos y
angustia.

Hubiese querido culpar a Jungkook de haber cometido un error, hubiese


querido echarle en cara que no era tan estúpido y no se dejaría llevar tan
fácilmente por una mierda de lo que hiciese. Hubiese querido culparlo,
culpar a Jungkook por causar aquello que le hacer arder con fuego rojo en sus
deseos prohibidos.

Hubiese querido no aceptar la culpa de haberse permitido comenzar a caer en


el alucinante delirio de sus latidos, y a quién se debía el rubor en sus mejillas.

Quién lo viese ahora, tan jodido.

Al parecer esta mínima distancia había servido para hacerle reflexionar


porque, más de una vez, se encontró distinguiendo el verdadero significado
del motivo tras su pasiva sumisión con respecto a las órdenes que,
gustosamente, obedecía.

Ya no importaba cuántos azotes recibiera o lo que sea que Jungkook


decidiera hacerle; amaba liberarse de la tortura mental de sus terribles
desvaríos gracias a la línea que limitaba el dolor y el placer; cumpliendo las
fantasías de Jungkook encontraba su ansiada liberación, su libertad.

Incluso es sarcástico, concluye. Porque odió ser privado sensorialmente, odió


estar vendado y tener miedo y, aun así, sin dudarlo o pensarlo dos veces, le
permite a Jungkook cubrir sus ojos con anhelos ocultos y un ápice de apego.

Sí, completamente jodido.

Suspirando, deja que su mirada siga el camino ascendiente por su torso hasta
sus labios. Él quisiera...

—Me voy, ¿vienes conmigo o tomas el metro?

Su pecho se aprieta.

Si la situación fuese al revés, hubiese dejado que su orgullo ganara y, por el


enfado, hubiese decidido optar por el metro. Pero tenía muy en claro que esto
era sólo un malentendido y que su maestro estaba sentido por haberle herido
su ego, y algo más. Por lo que, apenas oyó le dirigía la palabra, por primera
vez tras su mini discusión, dijo:

—Voy contigo.

Notó con claridad el deje de molestia en su ceño fruncido, pero, muy en sus
adentros, sonrió por vez que cogía la mochila y la colgaba en su hombro,
siguiendo los pasos que los dirigían hacia el aparcamiento.

Por supuesto que había sido la alternativa correcta. Definitivamente, lo había


sido.

—Sostén esto por mí, ¿puedes? —Dijo Jungkook, ofreciéndole una pila de
papeles que parecían ser... ¿las evaluaciones?

Taehyung asintió y lo recibió torpemente mientras entraba al auto y tomaba


asiento en el lado correspondiente al copiloto, hundiéndose en el acolchado y
dejando descansar las evaluaciones en su regazo para poder ponerse el
cinturón de seguridad.

Sintió un retorcijón en el estómago cuando vio los puntajes definidos con


color rojo y la duda naciendo con inseguridad constante.

¿Lo había hecho bien?

—Lo sabrás junto a los demás. No te pongas ansioso, ten confianza en tus
capacidades. Te lo dije ese día.

La voz de Jungkook sonó forzada y molesta en sus oídos y sintió sus labios
temblar, pero apartó su rostro del escrutinio para mirar a través de la ventana
y se enojó al darse cuenta de que, ni siquiera eso haría que Jungkook
reaccionase de la misma forma que lo hubiese hecho antes.

Algo había cambiado.

Pero, el camino seguía siendo el mismo.

Vio las nubes despejar el cielo azul durante algunos segundos para dar cabida
a un brillante atardecer que, pronto, daría cabida a la primavera. Y alguna
canción anticuada y de moda sonaba con un volumen apenas oíble en la
radio, el ambiente era extraño.

El silencio era incómodo y denso, y Taehyung prefería eso con tal de estar
por algunos minutos a su lado sin ser apartado con frustración. Esta vez sabía
que la culpa no era de nadie, sino de la irresponsabilidad por no haber sido
cuidadosos y necesitaba aclarar eso y seguía buscando una forma de
hacérselo saber a Jungkook, que parecía no querer aflojar después de haberse
creído una probabilidad que no era exacta.

Así que, tampoco le rogaría un poco de su atención y sólo para aclarar un


malentendido.

También estaba enojándose.

Inhaló y exhaló suavemente, cerrando sus ojos por un instante cuando supo el
transcurso se había acortado enormemente y ya se encontraban entrando a la
zona de estacionamientos de la universidad.

Esperó unos segundos hasta que el motor se apagó y le permitió desatarse del
cinturón y dejar la pila de papeles en el regazo ajeno.

—Te veré a la hora de la cena y hablaremos, tienes que escucharme.

—Taehyung...

—Vas a escucharme, dije.

Y eso bastó para darle un último vistazo y cerrar la puerta para encaminarse
hacia el campus en dirección al departamento de literatura.

A lo lejos pudo distinguir a sus amigos y les sonrió acercándose a zancadas


hacia ellos, al menos podría tener un buen momento. O eso creyó.

Horas más tarde, todos se encontraban en la penúltima clase del día; con
Jeon.

Taehyung jugaba nerviosamente con sus manos, que sudaban debido a la


ansiedad por querer saber sus resultados, tratando convencerse de haberlo
hecho bien pero dudando de sus capacidades.

Quizá, si hubiese cambiado esa alternativa...

Si hubiese especificado en el desarrollo, hubiese sido más claro...

Pero no quería ser muy redundante...

Miró fijamente hacia el sector delantero del salón de conferencias. Jungkook


sostenía una lista con una expresión neutra y casi aburrida, como si no
estuviese sorprendido de ninguno de los resultados que había allí. Y cuando
comenzó su voz sonaba suave y llena de sorna dirigida hacia los demás
estudiantes.

—Debo destacar que la mayoría de los resultados de sus evaluaciones fueron


paupérrimos. Una total vergüenza. Claro, dejando fuera a uno o tres de sus
compañeros que, al parecer, sí tuvieron el tiempo de dedicarse algunas horas
de estudio —Habló, causando un silencio casi sepulcral entre todos los
estudiantes que estaban presentes. Era ciertamente aterrador cuando hablaba
de esa forma—. De todas formas comenzaré. Seung Yoo, 34/100. Park
Chaeyoung, 39/100. Kim JongIn, 46/100.

Taehyung sintió a su corazón palpitar con fuerza contra su pecho, su


respiración agitándose cada vez que oía los horribles resultados de sus
compañeros, sintiéndose inútil y aterrado de haberse equivocado.

Vio a Baekhyun apretar el lápiz entre sus dedos, sus manos temblaban.

Y Yoongi...

Él se veía molesto; su mandíbula estaba apretada mientras miraba fijamente a


Jungkook, su pierna moviéndose con un tic que lo ponía peor, más nervioso.

—Kim Sun Hee, 76/100. Hwang Yeji 50/100. Byun Baekhyun, 89/100. Min
Yoongi 62/100. Kim Taehyung, 97/100.

Taehyung exhaló el aire que no sabía estaba conteniendo y entonces se sintió


agitado cuando su mirada conectó con la de Jungkook y éste le regaló un
parpadeo.

Había sido el puntaje más alto.

—Felicitaciones.

Él lo había hecho.

Quiso sonreír y escuchó a Baek alardearlo y abrazarlo por los hombros.

Oh Dios mío...

Vio a sus compañeros salir del aula entre llantos y quejas, vio a Jungkook
darle una última mirada antes de retirarse porque tenía media jornada,
excusándose con quienes le pedían charlar en busca de alguna oportunidad y
negándoles con brusquedad.

Vio a Yoongi dirigirle una mirada llena de rabia y desagrado.

¿Qué demonios?

— ¡Hey, Yoon-ssi! ¿No vas a felicitar a nuestro TaeTae? ¡Tuvo el mejor


resultado de la clase, casi perfecto! —Baekhyun gritó en medio de la
conmoción.

Taehyung se ruborizó, encogiendo los hombros, un poco tímido hasta que lo


escuchó.

— ¿Por qué debería felicitarlo, Baek? —Rió, burla llenando una risa ácida y
furiosa. Era obvio que toda esa furia estaban dirigidas hacia él, y se lo hizo
saber de una forma horrorosamente dolorosa—. ¿Debería felicitarlo por
meterse con nuestro profesor imbécil?, ¿por ofrecérsele a Jeon a cambio de
una calificación?

Taehyung se sintió entumecer, congelándose en el asiento.

¿Cómo...?

— ¿Qué es lo que dices, Yoongi-ssi?


Yoongi vuelve a reír y Taehyung agradece que el salón esté vacío porque
sabe que lo que viene no tiene morfina.

Sabía que esto pasaría.

Tarde o temprano...

— ¿Acaso tú no lo notaste, Baekkie?

Silencio.

— ¿Acaso no sabías que nuestro queridísimo amigo se acuesta con nuestro


profesor?

El balde de agua fría cae y la mano que estuvo rodeando sus hombros con
calidez, se aleja, cayendo sobre él una mirada de sorpresa y confusión.

— ¿Qué? Eso no es...

Para ese momento, las lágrimas que han comenzando a surcar sus ojos
enrojecidos, le hacen arder la vista por vez que mira a Baek con culpabilidad.
Sí, es cierto; eso es lo que transmite la transparencia en su rostro, olvidándose
de la emoción que ni siquiera alcanzó a percibir.

—No puede ser...

— ¿Aún crees que debería felicitarlo por eso?

—Tae...

—Yoongi-ssi, Baekkie... Chicos, yo... Déjenme explicarles, no es así, yo no...


—Su voz se quiebra al incorporarse, pero se ve interrumpido con un gruñido.

—Podrías comenzar explicando por qué no todos tuvimos la misma


oportunidad... ¿Sabías que dos de nuestros compañeros tuvieron que retirarse
porque no pasaron el semestre? ¿Qué fue lo que tú hiciste para aprobarlo?
Porque, fuiste el único al que aprobó, ¿o no?

—Yo...
Taehyung sintió su vista borrosa y su respiración malograrse cuando no supo
qué más decir.

— ¿Por qué no tuvimos la misma oportunidad, todos? ¿Por qué eres tú el


especial, Taehyung? ¿Acaso teníamos que chuparle la polla también?

Taehyung quiso hablar, detenerlo, pero no pudo y sólo apretó sus labios,
reprimiendo el sollozo.

— ¡Así que eso fue! ¡Eso es lo que Kyung-soo y Jong-dae debieron hacer!
Pfft, quién diría que chuparle la polla a Jeon sería la respuesta, estoy
sorprendido... —Sus palabras rebasan el sarcasmo, la ira y la decepción,
haciéndole sentirse mareado y aterrado. Esto es demasiado, más de lo que
cree poder soportar—. ¿Por qué tuviste que hacer eso, Tae? ¿Por qué? Todos
estábamos esforzándonos y aceptamos dignamente tener aquel resultado y
tú... Tú estabas dejando que ese imbécil te hiciera eso...

— ¡No digas eso! Y-yo acepté, yo lo hice porque...

— ¿Porque eres diferente? ¿Porque has conseguido un trato especial a


cambio de hacer esas mierdas con ese cerdo hijo de puta? No tienes excusa...

— ¡Cállate! ¡Por una maldición, cállate! No digas eso, no opines si no sabes


mis motivos... ¡Tú no tienes un padre homofóbico que te amenaza todo el
tiempo con lo que ocurrirá si regresas a casa! ¡Tú no tienes un padre
homofóbico que desconfía de ti, incluso cuando sabes que jamás serías capaz
de ponerle un dedo encima a tus hermanos pequeños! ¡Tú no tienes un padre
que te trata como un pervertido enfermo! —Sus gritos se vuelven
desgarradores, pero sólo está explotando y no le puede importar menos el
dolor en su garganta o su rostro lloroso y enrojecido. Está hecho un desastre
y, después de todo, Yoongi le pidió decirle sus motivos—. Tú no sabes por lo
que he tenido que pasar, no sabes por qué yo no puedo volver a casa, hyung.
No estoy orgulloso de lo que hice, y ahora me doy cuenta de que me
equivoqué en muchas cosas... Pero, por sobre todo, me equivoqué en pensar
que eras diferente, Yoongi-ssi. Eras mi mejor amigo y me acabas de tratar
como la puta personal de nuestro profesor. Y, ¿sabes qué? Estoy con él. Lo
que me hace diferente a los demás, como tú dices, es que yo estoy con él. Te
guste o no.
Una carcajada hace trizas el gélido hielo.

— ¿Y ahora qué? ¿Tienes sexo con él a cambio de seguir en la universidad?


—Yoongi sonríe, pero es una sonrisa de resignación y un sentimiento
desagradable. Mientras, Baekhyun a su lado trata de entender lo que está
pasando, recibiendo toda la información con un golpe drástico—. No hay
excusas, Tae. Tú no puedes hacer eso... No puedes tener sexo con él. No
puedes estar con él. No importa cuál sea el motivo, simplemente no puedes...

—Yo lo quiero.

Por fin las miradas de sus amigos con seriedad se posan sobre él, quien
cabizbajo, aprieta la tela de su pantalón en un puño.

—Yo lo quiero —repite, sorbiendo la mucosidad de su nariz que, en otro


sollozo, le hace temblar; es hora de oír la verdad, piensa—, yo lo quiero y no
recuerdo haberte pedido permiso o pedirte una autorización para eso. No te
he permitido interferir en mis asuntos, así que no te tomes la autoridad de
hacerlo. Te guste o no, seguiré con él. Me importa una mierda los demás.

—Tae...

—Taehyung-ssi, no... No está bien, no entiendes en qué te estás metiendo...

Taehyung muerde su labio con tanta fuerza que, cree que se ha herido; el
sabor metálico se hace fuerte en su boca. Pero, mira directo hacia sus mejores
amigos. De pronto, siente que le han roto el corazón, con toda la mierda que
salió de su boca en un arranque de envidia y celos.

La ha cagado, esta no era la forma.

Repentinamente, se siente hiperventilándose con indices de una crisis.

Tiene miedo, mucho miedo.

Un dolor apretándole la caja torácica con angustia y quiere romper en llanto.

Las direcciones disminuyen en cuanto a las opciones, y sólo le queda un


camino por el cual optar.
Jungkook. Jungkook. Jungkook.

El pánico enciende las alarmas en su mente.

Necesita salir de ahí lo antes posible.

—Claro que lo entiendo. Sé en lo que me estoy metiendo, así como también


sé que tú y Baek lo saben... Pero... —Coge sus cosas, con manos temblorosas,
sus piernas endebles y su voz quebrándose por cada palabra que deja salir—,
has lo que se te dé la maldita gana. Al fin y al cabo, lo has dicho todo.

¿Hola? Bueno, contarles que me he sentido muy emocional estos días y


no estoy en mi mejor momento. Estoy triste y qué crimge expresarlo,
pero debía dejarlo salir por algún lugar xD. De todas formas, estoy
dando cara, así que, tienen para rato de Dystxpian

Y, creo que acabo de predecir algunos comentarios dirigidos a Yoongi...

En fin, les quiero, tomen agüita, comanse toda la comidita, besos en la


cola y sean felices, mis nubecitas preciosas~
45

Un suspiro y la frustración se hacen perceptibles en la arruga que se forma


entre las cejas, profundizando en una expresión de fastidio e irritabilidad con
el molesto punzar latiente en sus sienes. E, ignorando el malestar que siente
en su cabeza debido a la naciente jaqueca, sus ojos analizan con
concentración cada uno de los párrafos escritos en su portátil, examinando
minuciosamente la redacción de su texto de investigación. Sin embargo,
aunque leía una y otra vez las palabras que hubo escrito, no se sentía
conforme con el resultado de la composición final. Era como si, a pesar de
todo el estudio que realizó, ya no encontrase el sentido del propósito
principal.

Quizá estaba siendo muy exigente consigo mismo. O quizá, aun, sentía una
mezcla agridulce haciéndose terriblemente ácida tras todo lo ocurrido; en su
mente seguía muy presente la imagen del salón de conferencias casi lleno y
su visión enfocada en sólo una persona, en su persona.

Sí, tal vez estaba siendo muy exigente consigo mismo y por eso no quería
admitir abiertamente los sentimientos encontrados que tenía con respecto a lo
que había pasado. Porque había sido muy amargo oír otro nombre filtrarse de
aquellos labios que sabía cómo sólo suyos, y había sido conmocionante ser el
informante de la sabiduría que yacía oculta en aquel querubín de apariencia
desmañada y ropas holgadas que lo cubrían del escrutinio crítico del ruin
interés de los infames. No obstante, él no era tan diferente a los demás en
comparación a lo que su niño significaba; un ángel al que está corrompiendo
desde la médula.

Contraproducente es la situación en la que se ha visto expuesto últimamente,


queriendo enmascarar la clara definición de lo que le ha estado perturbando a
causa del sentimiento que no desaparece y se acentúa con terquedad y rabia
muy dentro de sus entrañas. Haciéndole saber que, aunque lo hubiese
intentado evitar a toda costa, hubiese seguido siendo inevitable. Entonces no
le quedaba más remedio que tomar responsabilidad de lo que les había hecho
a ambos desde un inicio, de todo lo que conllevaría haberse permitido ver
más allá de la pastosidad de esas piernas endebles que tropezaban por doquier
a su alrededor con timidez y un ápice de gracia, travieso.

¿Cómo fue que llegaron a ese punto? La naturalidad que se adoptó con
rapidez al transcurrir de los días y semanas y meses, fue algo que ni siquiera
le dio el tiempo de notar lo que estaban haciendo. Y, oh, claro que sabía lo
que hacían, correteándose mutuamente para tratar de conseguir más de aquel
frenesí.

Sinceramente, extasiante se quedaba corto en contraste a la euforia de


experimentar aquella sensación de calidez en su pecho cada que lo veía
merodear por la cocina, moviéndose con lentitud y somnolencia; o cuando le
pedía que lo lavara porque todavía podía sentir sus músculos adormecidos y
la sensibilidad en sus caderas. Pero, ver aquella sonrisa... La singularidad en
aquella sonrisa geométrica que le hacía querer acortar cualquier indicio de la
distancia que, humanamente posible, no tenía permitido cruzar; porque esa
voz aterciopelada que se disfrazaba con gemidos en el acto de placer que
llevaban a cabo y que, sin consentimiento, se inspiraba contra su oído, le
tenía hipnotizado a delinear sus delirios en las curvas que le hacían
resbalarse, totalmente hechizado, por un romance abrumadoramente espeso.

Él no negaría nada de lo que sintiese, él no era un cobarde que se dejaría


llevar por las inhibiciones. Pero, el miedo por experimentar, finalmente, la
intensidad de lo que tantas veces se privó sentir, ese miedo le hace idear
inseguridades que antes nunca dejó surgir. Habiendo condiciones que idea
con falsos escenarios hipotéticos de lo mal que podría salir, del temor al
mañana de un compromiso incierto.

Obviamente todas sus dudas habían salido a flote mucho antes del
inconveniente alejamiento que hubo decidido para aclarar su psiquis, el
incidente del nombre fue sólo un detonante al hondo cuestionamiento que
supo debía reflexionar.

Pero, qué idiota había sido.


¿Cuál era la diferencia que se interponía entre los dos?

¿Qué era lo que los diferenciaba?

Jungkook tiene a Taehyung, lo tiene.

Podría preguntárselo incluso enojado y muy malhumorado, podría haberle


gritado, exigiéndole responderle qué era lo que los diferenciaba, y sabía que,
aun así, Taehyung le hubiese respondido lo que él quería oír; no habría nadie
más.

Simplemente se habían dejado llevar, los dos.

Así que, ahora, ya no hay nada más que los pueda detener.

Ni un freno, ni una vía de escape.

Dio una espiración.

La ventana de su oficina estaba entreabierta y el aire fresco se colaba por ella;


la vista complaciente de los jardines del campus, los árboles meciéndose en
son a la ventisca y las regaderas rociando las flores del patio con estilo
japonés.

Jungkook se dejó caer contra el respaldar de su silla, volteándose ligeramente


para tomar un respiro. Necesitaba un poco de calma, y cuando consideró
podría tomarse algunos minutos para seguir luego...

La puerta se abrió bruscamente y estuvo a punto de quejarse sobre ello; nadie


podía invadir su privacidad sin siquiera tocar a la puerta y consultar por una
afirmación o excusa. En serio quiso quejarse y protestar sobre ello hasta que
pudo ver quién era, de quién se trataba.

Y, en un segundo todo pareció ir en cámara lenta.

Taehyung apretaba el pomo de la puerta, su puño comprimiéndose por vez


que parecía estar hiperventilándose; su respiración sonaba agitada y cansada
mientras le miraba como si algo malo, muy malo le hubiese ocurrido. Pero lo
primero de lo cual pudo ser consciente, fue de la particular forma en la cual
trepidaba, sofocándose con el aire y empalideciendo; el breve contacto visual
le permitió ver que sus pupilas estaban dilatándose y lucía mareado,
perdiendo la estabilidad con un sollozo que salió asfixiado de su garganta, un
silencioso alarido que, en sus oídos, se oyó desgarrador.

Taehyung estaba casi desmayándose.

¿Taehyung estaba teniendo una crisis?

— ¡Tae!

En menos de lo que hubiese podido creer, se levantó con rapidez y caminó


hacia él, recibiéndolo entre sus brazos para asegurarse de que no cayera y
apretándolo, ofreciéndole confort cubriéndolo por completo.

— ¿Qué es lo que pasó, Tae? —Murmura, sabiéndose ofuscado por el estado


en el cual Taehyung está. Siente cómo tiembla, y puede asomar su vista por
un costado y verificar cómo sus facciones se contraen en medio del llanto. Se
siente mal verlo así, pero comienza a removerse inquieto, obviamente,
tratando de alejarse—. Tae... ¿Qué pasa? Tae...

Taehyung logra escabullirse de su agarre y mirarlo con su preciosa carita


llorosa, furioso. — ¡Suéltame! ¡Te dije que teníamos que hablar! Te dije
que... Yo necesitaba explicarte, yo realmente necesitaba explicártelo... ¡Pero
tú no me escuchaste, Jungkook! Y, lo que pasó esa noche, lo que pasó no fue
como tú creías que fue y ahora... ¡Ahora todo está en juego!

—Pero qué...

¿Qué ha ocurrido? Es lo único en lo que puede pensar, observándolo con


cuidado, tratando de discernir en su actuar qué es lo que debe hacer y cómo
debe actuar, pero sin saber cómo poder abordarlo cuando sabe que está hecho
un enjambre enredado producto de su desastrosa psique. Aunque, los gritos y
el trasfondo de ellos le confunden, sabe que debe tomar el control.

—Tae, dime qué fue lo que...

— ¡Ahora todo está en juego! Todo... —repite, ensimismado con lo que sea
que esté pasando por su mente y que no puede lograr identificar o detener, lo
que es mucho más frustrante de lo que le gustaría admitir—. Mi vida, mi
carrera...

¿Qué?

La duda nace como un desagradable cosquilleo en su garganta, porque lo que


acaba de escuchar no es precisamente tranquilizador, oyéndose casi como una
catástrofe y sumándole el nudo de nervios que lo llevaron a tener aquella
reacción.

— ¿Qué?

El alboroto le hace irritarse por este comportamiento tan incontrolable y


repentino. Le preocupa lo alterado que Tae demuestra estar; antes no lo había
visto de tal manera y eso le desconcierta.

— ¿"Qué"? ¿Eso es todo lo que tienes por decir? ¿"Qué"? —Su voz suena
despacio mientras lo fulmina porque, por supuesto, su molestia va en una
clara dirección ahora; y es él. Taehyung está molesto con él—. ¡Por una
maldición, Jungkook! Traté de explicarte, pero no me dejaste y, ¿sabes qué
fue lo que pasó?

— ¡No, no lo sé! —Responde, interrumpiéndolo porque está exasperándose


también. No sabe qué es lo que realmente está pasando y eso le molesta en
demasía—. No sé qué demonios fue lo que pasó porque entraste en un muy
mal estado a mi oficina y, cuando traté de hacer algo al respecto, ¡empezaste
a gritar y a culparme!

—Porque tú...

— ¿Porque yo qué?

El silencio cae, abrupto y causante gélido de la culpabilidad por haber estado


siendo tan cortante e indiferente después de un suceso que supo no sería
excusa para tomar discrepancia que eligió como opción; le hace entrar en una
desesperación incógnita del asunto.
Ambos se miran el uno al otro durante un instante, y es cuando Taehyung le
dice:

—Ese día Yoongi nos vio. Yoongi lo sabe todo, sobre tú y yo... —La crudeza
de sus propias palabras le llevan a desatar un hipido lleno de agobio, pero a la
vez le hace saber, una vez más, que están metidos dentro de un gran lío.

Lo ve ocultarse el rostro con las manos para evitar su mirada y ahogarse en el


bochorno de todo lo que está abarcando el contexto.

Jungkook sabía lo que pasaría ahora.

—Él dijo que..., que yo era prácticamente una puta, ¿sabes? Dijo q-que no
podíamos hacer esto, que estaba muy mal ¡y yo lo sé! Pero tú no me has dado
ningún otro tratamiento especial, tú... —aprieta sus puños, mirándolo con la
obvia expectación de que le diga lo que quiere, lo que necesita oír—. ¿No lo
has hecho?

Cuando ve sus labios abultarse, queriendo reprimir el temblor de su mentón


ante los constantes y lastimosos gimoteos, su mundo nuevamente se reduce
entorno a él; de una forma diferente, nace la necesidad de estabilizarlo y
equilibrar su estado anímico. Debe hacerse cargo antes de que esto empeore.

—Tú te merecías esa calificación. Yo no te di un trato especial en ninguna


evaluación, y todos los resultados que obtuviste fueron fruto de tu estudio. Tú
realmente te merecías aquella calificación.

—Yo...

—Tú estudiaste más de un par de días, te esforzaste. Querías demostrarte a ti


mismo lo bueno que eras y lo hiciste, yo sólo pude resolver tus dudas y eso
fue todo. Te lo juro, Tae —dice, acercándose con lentitud, queriendo sólo
empujarlo contra su pecho y asegurarle su bienestar, pero necesita ir con la
calma necesaria para devolverle el aliento—, yo no te di ningún tratamiento
especial. Quizás, sí cometí un error al dejarte pasar el semestre a cambio de...
Maldición, no puedo negarlo..., estaba interesado en ti desde hacía mucho
antes y no tuve la valentía de hacer algo al respecto directamente. Pero... Eso
ya no es así, estamos juntos ahora.
—Pero hay mucho en juego, Jungkook-ah... M-mi carrera, tu carrera... No sé
si Yoongi-ssi hable sobre esto, pero después de lo que me dijo... Me siento
tan mal y tan... estúpido... Estoy aterrado de perjudicarte y perjudicarme por
una tontería... No fuimos lo suficientemente cuidadosos... —habló, limpiando
sus lágrimas con torpeza para evitar la expresión de tristeza que se dibujaba
en su expresión, un adorable puchero que le derretía y que,
inconscientemente, le hacía querer acabar con cualquiera que le hubiese
provocado aquella angustia—. ¿Qué pasa si él dice algo? Yo no podría
graduarme y tú no podrías seguir ejerciendo como profesor, estaríamos
perdidos y y-yo, y-yo no puedo lidiar con eso... Ni siquiera puedo pensar en
que...

¿Qué pasa si él dice algo?

Las palabras resonaron con un eco extraño en su mente, y de inmediato


concluyó una solución...

—Shh, está bien, bebé... Está bien, shh... —le detiene. Quizá sea demasiado
frío y cruel actuar de esta forma, pero él por ningún motivo dejaría que
mancharan sus papeles y los de Taehyung injustamente; si es que cometió un
error, lo asumía abiertamente, pero no podría permitir que se les acusara de
forma injustificada porque no le dio un trato preferente a nadie y no volvería
a cometer el mismo error que ya hubo cometido anteriormente—. Estamos
juntos, Tae... Y te prometo que no dejaré que esto afecte tu carrera ni la mía,
¿entendido?

Su corazón palpitó fuerte contra su pecho cuando lo vio encogerse y tirar de


su manga tímidamente, con los sonrosados mofletes mojados de su llanto y
preocupación, le pedía implícitamente algo de confortamiento.

— ¿Y qué pasara si algo sucede? Yo no quiero perder mi carrera, tampoco


quiero perjudicarte a ti... En serio espero que él no diga nada, en serio... —
continuó llorando, apenas audible, muy bajito con su muequita tiritando.

—Te prometo que haré lo que sea para que esto no afecte tu titulación, yo
hablaré con él; y si es necesario haré que cierre la boca... —Jungkook deslizó
sus brazos por entre la chaqueta medio abierta de Taehyung, envolviendo su
cintura con delicadeza y acercándolo con suavidad y cautela. Lo apegó
apretadamente y de forma cariñosa, dejándolo enterrar su carita en su pecho
mientras sus bracitos, de forma automática, buscaban rodear su cuello. Estaba
tan, muy preocupado—. Estamos juntos en esto, tú y yo.

—Prométemelo... —susurra con un deje de vergüenza que es perceptible en


su aguda audición—. Sé que es estúpido, pero prométeme que seremos más
cuidadosos desde ahora... No quiero que alguien lo sepa y lo arruine todo, no
quiero eso...

—Claro, te lo prometo...

Definitivamente, estaba enojado; se suponía que ese imbécil era el mejor


amigo de Tae, hasta que había terminado apuñalándolo por la espalda por lo
que, podía suponer, era envidia y algo más.

Y, definitivamente resolvería el problema. Porque nadie tenía derecho a


insultar a su niño, nadie tenía el derecho de hacerle sentir avergonzado por
tener una excelente calificación por la cual trabajó tan duro y sólo porque
fuese, de algún modo u otro, su pareja. Él había dejado en un aparte su
relación laboral de su relación íntima, y nunca le dio una salida fácil. Por lo
mismo, no dejaría que alguien afectara la carrera de Tae, ni que mancharan
sus propios papeles sólo porque se debía a que mantenían una relación; en ese
punto, perdería la paciencia.

Se cumplió la profecia. Dystxpian actualizó tres veces esta semana,


¿quién me invocó? No, ya xD Ahora en serio, ¿ustedes saben lo que
significa cuando yo actualizo seguido?

Si no lo saben, bien, les cuento un secreto... Hay capítulos adelantados, y


estoy segura de que saben qué significa eso. Manifiestense si quieren
más.

Se viene...

En fin, me voy a terminar de escribir el cap de Drug Dealer pq por ahí


está desolador el desierto xD
Nos estamos leyendo~
46

Las yemas de sus dedos acariciaron suavemente la piel de la mandíbula ajena,


delineando con lentitud mientras cerraba sus ojos y se dejaba mimar por las
caricias que recorrían su espalda por debajo de su camisa, causándole una que
otra risa torpe debido a las cosquillas. No había nada obsceno u vulgar en la
forma en la cual estaba siendo consentido y, de hecho, se atrevería a decir que
era algo muy cómodo y agradable; no es que se sintiese raro o que sospechara
algún tipo de malicia en aquello, sino que se sorprendía de que fuese su
maestro quien aparentaba necesitar tocarlo.

Se encontró a sí mismo cuestionándose a qué se debía todo esto. Los besos en


el cuello, los brazos apretados a su alrededor y el manoseo constante, le
hacían sentirse gracioso y receptivo a cada movimiento. Pero, su sentido de la
moral le dictaba no era correcto demostrar su afecto tan descuidadamente
después de lo ocurrido. Entonces, no había permitido que su lagotería
reluciera en el lugar menos adecuado y que, obviamente, los mimos cruzaran
el límite.

No podía negar que no le gustaba saberse fundir en el calor que emanaba el


cuerpo contrario, porque realmente le gustaba, pero el tema estaba en que la
oficina podría ser abierta en cualquier instante por algún miembro del
personal o por alguno de los inspectores del ala; obviamente no eran tan
descuidados como para no poner la traba, pero ellos habían acordado no
hacerlo ahí y, evidentemente, estaban rompiendo su acuerdo. Sin embargo,
tras la discusión, se había pillado a sí mismo no queriendo ir a otro lugar que
no fuese aquel cuarto alejado del campus, y no quería estar con nadie más
que no fuese él.

No estaba impresionado, al menos no teniendo en cuenta que, una vez más,


había encontrado un refugio en su maestro, aunque sus semanas no
coincidían y el horario no les estaba ayudando a coordinarse. Aun así, se
había estado sintiendo tan solo teniendo que dejar atrás la costumbre de pasar
el rato con sus amigos, que no había tenido otra opción más que recurrir a
quien le hacía sentirse tan bien y contento. Así que, no se sentía interesado en
lidiar con otras personas y su corazón le exigía la compañía constante de
quien se estaba volviendo una parte esencial de su día a día. Y, si bien la
importancia que le estaba dando le hacía comportarse como un chiquillo terco
e inmaduro, se excusaba con el sentimiento que había comenzado a
experimentar y que no podía negar que no le asustaba porque, a pesar de
todo, sí sabe de qué se trata.

Por otro lado, las pesadillas se habían vuelto recurrentes; horribles escenarios
donde se veía a sí mismo viendo cómo su padre se burlaba y reía de forma
asquerosa mientras él, llorando, trataba de taparse los oídos. Por esta razón,
en las noches sólo puede escabullirse en la habitación de su maestro,
escurriéndose bajo las sábanas y dejándose aplastar con tal de sentirse
cubierto. Incluso, entre sueños, se descubrió lloriqueando y sofocándose, una
aflicción que había vuelto a atormentarle en el corto, muy corto período que
se quedó durmiendo solo. Por lo mismo, dormirse sobre el pecho de su
maestro, sintiéndole respirar calmadamente mientras le hace disipar el llanto
con silencio y cariños, se había vuelto una mejor idea que darle vuelta al
tema.

No obstante, cuando sintió que todo se estaba cayendo debido a la pelea con
Yoongi, las pesadillas y la repentina carencia de comunicación con su
familia, fue cuando su maestro, Jeon Jungkook, se transformó en su
salvavidas.

No importaba cuánto tiempo pasaran juntos últimamente, —que de hecho era


muy poco a su consideración—, siempre quería y necesitaba más. Pues, había
encontrado un amparo en aquel hombre que había descubierto era realmente
dulce y amable, en aquellas acciones que le hacían querer derretirse de
ternura; la preocupación y las atenciones que dirigía hacia él eran algo que no
podía pasar por alto, realmente era un caballero. Pese a que fuese dominante
en demasía y le gustase la estrictez y el orden, una miradita bastaba para que
le dejase ser empalagoso y juguetón a su alrededor. Porque sabía que
Jungkook tenía una debilidad por él, y le gustaba eso.

—Ggukie...
Y sí, se ha dado cuenta también de ello.

Ha empezado a desarrollar un afecto diferente, una afección que le hace


sentir el vientre lleno de mariposas con el surgir de su apego romántico hacia
él.

La evolución de sus sentimientos y emociones han tomado un giro drástico


en contraste a como hubo pensado la primera vez que lo vio, es un cambio
que le ha hecho conocer pequeñas cosas que antes no se tomó el tiempo de
saber a causa de la situación; no se conocen como deberían y eso es algo que
le inquieta más de lo que debería, teniendo en cuenta que anhela saber más,
descubrir cada una de sus facetas, incluyendo las sombreadas de tonos
oscuros.

—Ggukie...

Tal vez sí esté cayendo en picada, pero no es totalmente consciente de ello.

—Ggukie...

Sintió los labios calientes presionarse en su hombro izquierdo, trazando un


camino de ligeros besitos en sus clavículas y mejillas. Quiso reírse ante el
desequilibrio del momento, siendo, literalmente, una mezcolanza de
sensaciones. Primeramente, había sido algo "inocente" y sin segundas
intenciones, pero luego se había transformado en una clara invitación a algo
más...

—Mmnn... ¡Mmph...!

—Joder.

Un gruido y Jungkook le había volteado bruscamente, pegándolo a la madera


del escritorio para besar su nuca y apretarse detrás de sus caderas, sus fuertes
y codiciosas manos estaban ascendiendo por su torso hasta sus pezones,
tentándolo por vez que empujaba su miembro abultado contra sus glúteos.

Ring, ring...

Y al escuchar el sonido del timbre, se recordó que no podían hacerlo en la


oficina cuando cualquier estudiante u otro maestro podrían tocar a la puerta y
se perderían en la explicación del suceso; sin importar las mil y una excusas
que se les podrían ocurrir, sería difícil de explicar la forma en la que
Jungkook lo dejaba cada vez que ellos intimaban. De todas formas, y salvado
por la campana, Taehyung soltó unas torpes risitas.

—Oopsie... —Dijo, zafándose con los mofletes sonrosados y una miradita


aguada que fácilmente dictaba él estaba disfrutando de la cercanía y que no se
estaba quejando del acuerdo que, precisamente, casi rompen.

—Vamos, Tae, han pasado unos días desde la última vez...

La convicción que esas palabras aseguraban querer tener un efecto de


convencimiento en él le causó gracia, pero se metió la blusa dentro del
pantalón y, encogiéndose de hombros, miró hacia la ventana.

—Te estoy extrañando mucho estos días, ¿lo sabes?

El tono de resignación y frustración le causó un escalofrío al volver a tenerlo


tras su espalda, tratando de fregarse contra él sin importar nada. Era
ciertamente gracioso, en serio lo era. Y sabía que habían pasado algunos días
desde que habían intimado, pero eso sólo sumaba un poco de tensión al
asunto y les prometía una buena ración de sexo esporádico e intenso.

Él estaba siendo un niño travieso, simplemente.

—Hoy tengo que estudiar y ahora tienes que empezar una clase en menos de
quince minutos, no podemos...

—Sí podemos.

La risa burbujeo en su garganta, pero trató de mantenerse serio.

Jungkook era adorable intentando convencerlo, pero él no lo haría en su


oficina.

—Ya, Ggukie, debes irte...

—Entonces, déjame... —Los besos cayeron en la parte posterior de su cuello,


las caricias se deslizaron hacia abajo con un toque insano que le hizo querer
acabar la tregua y dejarse hacer. Inconscientemente, sus caderas se movieron
hacia atrás, friccionando sin importar que estuviesen frente a una ventana—.
Sólo será un momento, no seas mezquino...

— ¿Qué ganaría yo con eso? —Pregunta con sorna, sabiéndose en poder y


coqueto. En realidad, está provocándolo y recibe su merecido con una
palmadita y un chasquido.

—Sé obediente para papi y te haré sentir muy bien, mi amor...

Taehyung suspira.

—Bien, permiso concebido para manosear la mercancía.

Jungkook se ríe. —Suena tonto cuando lo dices así, pero sabes que me gusta
tocarte. Mucho.

— ¿Mejora tu estado anímico? ¡Claro que lo he notado!

Pero en vez de recibir ese "manoseo" que esperó recibir, Jungkook sólo le
abraza como si eso fuese lo que hubo deseado todo el día, causándole un
mareo con la sensación de estremecimiento surgiendo desde sus entrañas.

—Eres un tonto, TaeTae...

En el cielo grisáceo, los rayos de luz se filtran por entre las nubes,
iluminando ciertos sectores del jardín estilo japonés en medio del cálido
ocaso que estaba dando paso al último y mejor receso del día.

Pasan algunos segundos.

— ¿Te gusta el cielo?

Volteándose levemente, asiente con lentitud, perimiéndose entablar el


eufórico contacto visual característico de dos corazones que, latientes, se
aceleran en espera de sincronizar sus ritmos con los del otro.

— ¿Por qué?
Un pestañeo y, finalmente, juego perdido.

—Para mí es una expresión de fe, un reflejo de la pureza del universo que se


nos permite apreciar y que no posee respuesta. Es un tipo de conexión que me
hace creer firmemente, todo pasa por algo.

Los ojos de Jungkook brillan.

—Eres un hermoso tontito, Taehyung.

Y dicho aquello, sellando una íntima promesa implícita con un beso,


Jungkook se retira de su oficina, dándole espacio a Taehyung para recoger
sus cosas tranquilamente. Pero no sin antes despedirse y decirle:

—Espérame en casa.

[...]

Taehyung presionó la palma de su mano mojada contra su frente, sintiéndose


un poco molesto y un poco afiebrado tras haber esperado dos horas para el
inicio de una clase que nunca comenzó.

Pues, el profesor Jung no había asistido ese día por motivos personales y uno
de los inspectores les había informado que estaban siendo despachados más
temprano. Por lo que, antes de poder marcharse, decidió pasar por el baño y
tratar de refrescar su cabeza.

Su mochila estaba sobre el lavabo y el agua seguía corriendo ruidosamente.

Inevitablemente, miró su reflejo en el espejo y, de inmediato, notó su


apariencia desaliñada; dos grandes ojeras bajo sus ojos, un poco más pálido y
los moratones sombreándose en su cuello. Él siempre había sido pretencioso,
por lo cual decidió que debía hacer algo al respecto y, esta tarde, sería la
ocasión perfecta para hacerlo.

En medio de sus divagues, distraído, no logró percibir la presencia de alguien


más junto a él, hasta que una mano pesada cayó en su hombro.

—Debemos hablar.
Sobresaltándose, miró el reflejo de la otra persona tras suyo, sorprendiéndose.

¿Qué?

Tuvo un rápido flashback de confusión antes de coger sus cosas y hacer el


amago de irse.

—Tae, por favor, escúchame... No te vayas, ¡dame un minuto!

Sus piernas se movieron torpemente por el baño, sintiéndose avergonzado y


recordando el deje de humillación en las palabras de Yoongi, lo mortificado
que se sintió teniendo que explicarle sus motivos, incluso cuando no tenía por
qué hacerlo.

No quería lidiar con eso nuevamente.

No se sentía listo, no estaba preparado para que desglosaran su verdad parte


por parte, haciéndole saber lo desgraciado que se hubo sentido. No quería que
su otro mejor amigo hiciera lo mismo.

No podía lidiar con eso nuevamente.

Pero, se detuvo en seco cuando Baekhyun gritó:

— ¡Tae, yo no te juzgaré!

¿Qué?

—Sólo quiero charlar, sólo un momento... Y-yo no te juzgaré, yo quiero


escucharte.

Y eso fue suficiente para que se detuviese.

Una hora más tarde, Taehyung suspiraba, sacándose un gran peso de encima
y con Baekhyun a su lado, abrazándole y prometiéndole estaría para apoyarlo
en todo.

—Realmente no esperaba que Yoongi-ssi actuara así, a mí me sorprendió


mucho también y no me dio tiempo de absorber toda la información porque...
Vamos, este tipo de cosas sólo pasan en los dramas, y ni siquiera... —Agregó
el pelirrojo, riendo un poco y sorbiendo en la pajilla de la cajita de jugo que
sostenía.

—Me resulta un tanto perturbador que compares con un drama con mi... ¿r-
romance? —Titubeando, pasa los tirantes de su mochila por sus brazos,
acomodándose para esperar el autobús que, supuestamente, pasara en dos
minutos.

Se siente un poco avergonzado de que Baekhyun acepte su relación con Jeon,


quien es su maestro y quien también es un pendejo dentro del aula; ya sea
cuando se trata de evaluaciones e interrogaciones orales, es de conocimiento
masivo que Jungkook es brutal. Taehyung no puede evitar sentir una pequeña
oleada de orgullo cuando piensa que, el hombre más respetado y temido entre
los estudiantes de su departamento, es su pseudo pareja.

—Fuera de todo eso, Tae. Creo que trataré de buscar indicios de evidencia en
su comportamiento, creo que hacen una bonita pareja...

—Ni siquiera nos has visto juntos y no creo que lo hagas, Baekkie... Él es...,
bueno... Yo soy un tanto paranoico con eso, hyung...

—También soy tu mejor amigo, ¿qué te crees? —Frunce el ceño de forma


adorable, haciéndole saber sólo ha sido una broma y entonces le da unas
palmaditas de confortamiento en la espalda—. No te preocupes por eso, te
cubriré las espaldas... E hice que Yoongi-ssi se mantuviese en silencio sobre
esto, él no le dirá nada a nadie, Tae. No tienes de qué preocuparte, más que
ser cuidadoso y hacer que esto siga siendo un secreto. Manténgalo privado.

No había palabras que describiesen lo aliviado y agradecido que se sintió al


oír aquello. Baekhyun había reparado un poco el daño que Yoongi había
causado aquel día, Baekhyun realmente le había escuchado sin interrupciones
y le había brindado su apoyo moral en cualquier caso que se presentase.

—Gracias, hyung. Sinceramente. Gracias.


19:57 pm.

El motor de la motocicleta se apagó.

Jungkook exhaló una última calada del humo del cigarrillo que estaba
fumando y lo tiró al piso, aplastándolo con su zapato para caminar algunas
zancadas hacia adelante; sus definidas facciones se tornaron duras y tétricas
por vez que su visión se enfocaba en el tipo que caminaba distraídamente
mirando a su celular.

Ahí estaba.

Había estado esperando por este momento, pensó, haciendo que la molestia
se acrecentara en demasía cuando vio un ápice de sonrisa e,
inconscientemente, recordó la forma en la cual su chico se había puesto
debido a ese imbécil que tenía el descaro de sonreír. Jodido idiota, todo su
enojo se estaría desatando en cuestión de instantes y realmente no tendría
problema alguno con manifestarlo. Porque Taehyung se había sentido muy
mal y, aunque trató de mejorar su estado anímico e intentó convencerle de
que no dejaría que nada ocurriera, no pudo evitar que no se enfermara con la
paranoia del cuidado y la disimulación.

A veces le frustraba que su niño fuese tan vulnerable con respecto a la moral
y los cánones, y le gustaría saber el porqué, pues, a él le gusta marcar su
territorio sin importar qué tan estúpido sea eso. Y, si fuese por él, claramente,
estaría haciéndole saber a todos que Kim Taehyung le pertenece, que es suyo
y que nadie tiene el puto derecho de dirigirle la palabra con algún tipo de
insinuación u hostigamiento; él lo haría, sigue queriendo hacerlo. Sin
embargo, todo el asunto "paranoico" sí es lógico cuando se lo piensa dos
veces. Porque Min Yoongi es, desde su perspectiva, una clara prueba de que
deben ser más disimulados e indiscretos.

— ¡Oye, bastardo loco, qué demonios! —Yoongi ha perdido el equilibrio


debido al empujón, tambaleándose en su motocicleta y mirándolo con una
expresión de notorio degradado y rabia. Está, aparentemente, sorprendido de
encontrárselo—. ¿Qué mierda? —gruñe, bajándose de la motocicleta y
pasándose con rapidez hacia el costado para enfrentarlo.
Una risa ácida asciende por su garganta.

—Sabes por qué estoy aquí, no te hagas el estúpido... ¿O necesito


explicártelo? —Le dice, frunciendo el ceño y soportando la impulsividad,
frenándose a sí mismo de no optar por la violencia. Pero el tipo se lo pone
difícil cuando tiene esa maldita expresión de gracia, él no es un puto payaso y
quiere molerlo a golpes—. Escucha, vengo a advertirte que, si tú vuelves..., si
te atreves a joder su carrera, te prometo que me encargaré de arruinar la tuya,
¿entiendes? Juro que haré que te arrepientas si te atreves a hablar sobre esto,
y haré que te arrepientas de haberlo hecho.

El peli-verde suelta un bufido en medio de una carcajada llena de sorna.

Definitivamente está poniendo a prueba su debilidad ante el impulso en su


terrible temperamento, lo está tentando a cometer una tontería de la cual,
quizá, no se arrepienta tanto.

—Vaya... No pensé que se tomaría tantas molestias, pero veo que... Esto no
se lo está tomando a la ligera, ¿o sí? —Su mirada le desafía con riña dentro
de sus orbes. Sabe lo que está haciendo, un maldito—. ¿Debería hacer algo al
respecto también?, ¿qué tal si le chupo la polla? Eso parece hacer magia en
tipos como usted, profesor.

Apretó sus puños, sintiendo la furia corriendo con las sangre en sus venas.

Se estaba burlando de él, obviamente.

—Hijo de perra...

—Tal vez lo sea... Sí, lo soy... Porque, digamos que yo podría arruinar su
carrera también, Señor Jeon —tratando de mantener un tono serio en su voz,
se ríe—, y lo sabe, ¿cierto? —Yoongi enarca una ceja, implacable y
manteniéndose firme al frente suyo y enfureciéndolo aún peor—. Imagínese,
¿qué dirían los miembros del consejo si se enteraran de que usted negocia
calificaciones por sexo, abusa de su poder y se atreve de amenazar a uno de
sus alumnos con tal de no expandir el rumor? Eso sería el fin de su carrera
como maestro. Pero, lo debe tener claro, ¿cierto? De otro modo, no le veo
sentido el que esté aquí siendo un imbécil ridículo.
Jungkook frunce el ceño.

—No me subestimes, tengo más dinero y poder del que tú crees, y te


equivocas en pensar que alguien le creería a un estudiante envidioso que se
ha dedicado a inventar falsos rumores sólo porque su mejor amigo obtuvo
una mejor calificación que su pobre y paupérrima mediocridad... —Directo al
blanco—. Soy capaz de dejarte como un puto farsante, ¿lo comprendes?

Es el turno de Yoongi, quien ahora parece mucho más tosco con el ahíto.

—Claro. Usted es un pendejo frívolo y maquiavélico. Y por eso es que no te


quiero cerca de Taehyung. Tú no mereces a alguien tan hermoso y puro como
lo es Taehyung; él merece algo mejor que un hombre que lo está
persuadiendo a hacer cualquiera sea la mierda bizarra que le hagas a cambio
de...

— ¡No te atrevas a decirlo, hijo de perra! —explotando, lo toma por la


chaqueta, levantándolo y a punto de tirarlo al piso o pegarle hasta noquearlo.
Su vista se nubla con el espesor de la mezcolanza de emociones negativas
que quieren estallar en la cara contrario—. Él no es una puta, ¿lo
comprendes? Él no es mi puta y yo no le di ningún puto trato especial, si es
eso lo que te ha estado perturbando... —sus dientes se aprietan mientras
murmulla, apretando sus músculos anticipados a una pelea—. Taehyung
estudió toda una maldita semana, sin descanso alguno y partiéndose la cabeza
para cerrarles la boca a perros traicioneros como tú...

Y dicho aquello, lo suelta con brusquedad, empujándolo contra la motocicleta


que casi cae.

—Mira, Jeon, yo no diré nada sobre esto.

Jungkook sonríe de forma arrogante, por supuesto.

—Pero ten en cuenta que no lo hago por ti, sino por él... Me dijo que te
quiere. Pero, si le tocas un solo pelo fuera de su consentimiento a través de
convicciones, o si jodes conmigo, te juro que me importara un carajo todo.

—Yo estoy con él, y eso no es tu asunto. No trates de interferir en lo nuestro,


no lo intentes. Yo lo quiero, y puedo asegurarte que él me quiere de la misma
manera a mí también.

Yoongi se sube a su moto y dice: —Más te vale que lo quieras en serio...,


porque si no es así y le haces daño, te partiré la cabeza con mi puto casco. Me
importa una mierda lo demás.

Me da risa que en el capítulo anterior les insinúe una maratón y nadie lo


captó, la indirecta quedó intacta xD

Well, supongo que no...

¿O sí?

En fin, me gusta mucho cómo va todo y un tic nervioso. Pero, realmente


amo leer sus comentarios con teorías y reflexiones... Me hacen sentir muy
feliz, y hasta me hacen reír. Realmente les adoro ☁

Pdta; algo está pasando pero no entiendo por qué pasa...


47

Su estado anímico era una nube oscura y espesa a su alrededor, todavía muy
molesto tras la discusión que tuvo con el mejor amigo de su chico y el
desagradable encuentro del cual fueron partícipes por una rivalidad que se
hizo muy obvia en medio de la disputa. No podía negar lo mucho que le
había encolerizado que el tipo fuese un pedazo de imbécil arrogante y que,
quizá, no evitó teorizar también tenía un flechazo por Taehyung; sus celos
tenían cierta justificación desde que le soltó toda esa mierda del
consentimiento y las convicciones que supuestamente lograban persuadirlo
para acostarse con él, y le amenazó sin siquiera un ápice de duda. Además, no
encontraba otros tantos motivos y razones, más que lo esencial del asunto,
para que se entrometiera en lo que no le correspondía y, en su consideración
hay, o hubo, algo extraño en aquella amistad platónica.

El tema estaba en que, Taehyung poseía esa cualidad insana de atraer todo el
interés con tan sólo hacer acto de presencia. Porque nadie podía ser ajeno a
aquellos ojos almendrados con pestañas curvadas y espesas, a aquellos ojos
que se mostraban transparentes con la afabilidad de la esencia en su alma y
que lo habían capturado y hechizado como el canto de una sirena en la
efímera frecuencia de un frágil segundo.

Taehyung era un dulce encantamiento, como todo lo que quería y todo lo que
alguna vez hubo soñado anhelar; y a la vez también era todo lo que le
asustaba tener por su impulsivo temperamento e inseguridades que yacían
escondidas en cicatrices de un pasado que se obligó a "olvidar".

Nunca aceptó propuestas indecorosas de ninguno de sus alumnos y, por muy


cliché que fuese, cuando recibió la insinuación de Kim, no pudo negarse ante
el desiderátum y se dejó llevar por la atracción que sentía hacia éste. No
podía mentir; desde un comienzo su mirada estuvo, inevitablemente, siempre
sobre aquel chiquillo de sonrisa peculiar y fue un imán de atención. Asumía
que, desde la primera vez que lo vio entrar al salón y saludando
amablemente, tuvo un enamoramiento instantáneo por él.

Obviamente, se había negado rotundamente a la idea de sentirse así por un


muchacho que era diez años menor y que, muy probablemente, no lo vería ni
a la altura de poder darle una posibilidad de cotejamiento. Por lo mismo fue
que trató de ocultar lo que sentía, incluso de sí mismo. Y, tal vez, a eso se
debía su tosquedad cuando Taehyung comenzó a trabajar como su asistente y
pseudo-duendecillo de los quehaceres. Pero para ese entonces fue demasiado
tarde, ya que lo tenía en todos lados, por doquier tarareando y haciendo
preguntas o monólogos sobre cosas de las que prefería no ser consciente.
Quiso ser duro y desagradable, lo intentó y, de todas formas, fracasó y nada
pudo evitar que no cayera por él. Y, quizás, no estaba listo aun para dar el
gran paso y hacérselo saber.

Por lo mismo, necesitaba despejar su mente con urgencia antes de llegar a


casa y estar muy malhumorado por la suma de pensamientos que le hacían
tener una carga ansiosa en su problemática cabeza.

No podía culpar a nadie más por el lío en sus divagues, tenía que resolver por
sí mismo cada uno de los asuntos que le hacían enojar.

Así que, con la intención de no dar reversa en el camino y ocuparse de algo


más que no fuese el cabrón de Min, aprovechó el instante para ir hacia el
edificio que Mingyu había escogido para el traslado de la editorial y también
para juntarse con su inversionista y el agente inmobiliario, quienes le
esperaban para firmar los papeles de la compra y posesión; era el último paso
que necesitaba completar para dar paso a la reconstrucción del nuevo lugar
del cual sería dueño.

Y, una vez estuvo ahí, los dos hombres hicieron una reverencia en modo de
saludo y le indicaron el procedimiento, guiándole en orden y mando de su
hermano, que, por supuesto, se había dado el trabajo de interferir en la mayor
parte del trámite.

Leyó una y otra vez el documento, analizándolo con detención para


asegurarse de la formalidad y legalidad de cada uno de los puntos que se
habían acordado, y entonces firmó.
Finalmente, después de tantos años de haber sido incapaz de aceptar algo de
sus progenitores, después de la soberbia que impuso ante su apellido y el
desdén que le hizo mostrarse orgulloso y altanero, sólo para no obedecer a
sus obligaciones de progenie...

Finalmente aceptaba ser un sucesor de la herencia de los Jeon, y finalmente


aceptaba ser uno de los dueños de un poderoso legado.

—Su padre estaría muy complacido con su decisión, Señor.

Jungkook soltó un bufido.

La sola idea de complacer a su padre le hizo sentir un poco enfermo y


disgustado con ello, ya que, para él, su padre siempre fue un fastidio que
complicó su vida sin siquiera un ápice de culpabilidad por sus crueles
palabras y/o acciones.

—Seguro que sí.

Tras su áspera respuesta, recibió una carpeta color marrón con los papeles
originales.

—Por lo que tengo entendido, su hermano estará llegando a Seúl muy pronto
para seguir con la remodelación y los asuntos legales. Me alegra saber que
han decidido volver. Realmente espero tengan éxito con sus proyectos.

¿Mingyu está proyectando la empresa de papá en Seúl?, se cuestionó, con el


ceño fruncido ante la información que no tenía para nada prevista.

—Sí, claro. Muchas gracias, caballeros.

Dicho aquello, haciendo una leve reverencia, se retira con un índice de mal
presentimiento que prefiere pasar por alto hasta no averiguar bien qué es lo
que Mingyu está tramando. Siendo así, y consciente de la hora que da cabida
al anochecer, se dirige a casa.

Condujo por la ciudad nocturna, fumando un cigarrillo y tratando de


reflexionar acerca de todo lo que estaba sucediendo, porque, con sinceridad,
podía admitir que era demasiado para procesar; su vida había dado un giro
que pronto completaría los 360° y recién la sensatez le permitía ser
consciente de eso.

¿Cuándo fue que dejó que se bloqueara su raciocinio a cambio de una


ilusión?

Con ese pensamiento muy presente en su psiquis, el transcurso que recorrió


por la carretera se hizo realmente corto en medio de sus vacíos divagues. Y,
lo único que podía anhelar era ver a su chico y hacer que, por tan sólo un
momento, le hiciera olvidar todo lo que ahora le quería hacer perder la razón
y transformarlo en un desquiciado; estaba dispuesto a permitírselo, ya lo
hacía, dejando que bloqueara abiertamente la razón y lo nublara con
abrumantes sentimientos, de los cual ya no se puede retractar.

Sólo lo quiero a él...

Seguiré queriéndolo, sin importar lo que haga...

Entró a su calle y se aparcó fuera de su casa, sintiéndose un poco más ligero


al haber llegado y disipándose la ansiedad apenas puso un pie dentro; la
estufa estaba encendida, crujiendo la madera e iluminando con el fuego la
sala del recibidor.

Hace mucho tiempo que volver a casa no se sentía tan cálido como lo era
ahora que sabía Taehyung estaría esperándolo y ellos podrían hablar del
primer tema que les cruzara la mente sin inhibiciones; aunque ahora no
tuviese precisamente pensado hablar, sino más que disfrutarlo.

Con un peso menos, se quitó los zapatos y el bléiser de vestir, arremangando


las mangas de su camisa y aflojándose la corbata por vez que sube las
escaleras, yendo directamente a su habitación a sabiendas de que él estará ahí.

Y no se equivocó.

Taehyung estaba en su cama, echado sobre su estómago mientras balanceaba


sus piernas hacia arriba y hacia abajo, divirtiéndose mientras leía un libro.
Llevando uno de sus pijamas de chándal de tela ligera y pareciendo haberse
bañado hace poco, porque sus mechones ondulados lucían húmedos y había
una toalla tirada sobre la silla que está entre las paredes en un rincón de su
cuarto junto al clóset.

Su mirada desciende, minucioso por vez que se acerca con cautela, respirando
pesado con la anticipación de sus deseos. Porque, por fin lo tiene libre, lo
tiene sin excusas interponiéndose entre el desideriúm. Y, todo en lo que
puede pensar es en cuánto lo necesita sentir, en cuánto quiere formar esa
inexplicable conexión que le hace perderse en él tan mal, que podría olvidar
hasta su propio nombre. Por lo mismo, la exasperación quiere jugarle en
contra, pero logra concentrarse e ir con calma.

Taehyung tiene puestos unos auriculares, por lo que sabe no le debe haber
escuchado llegar, internalizado en la música que fluye en sus oídos.

Se ve tan bonito, piensa, hurgando con su mirada en los atributos de su chico,


que muy bien sabe de lo que es poseedor con ese cuerpo que le hace delirar
con tan sólo un roce.

—Hey... —Murmura, mirándolo por sobre su hombro con una sonrisilla


tímida, dejando caer los auriculares a un lado. Pillado—. Llegaste.

Cuando Jungkook lo ve haciendo el amago de incorporarse para saludarlo,


presiona su espalda baja con cuidado, besándole la frente y haciéndole seguir
en la misma posición. —Llegué...

—Jungkook-ah, ya te dije que tengo que estudiar...

—Quédate ahí, yo resolveré tus dudas... —Le dice, posicionándose entre sus
piernas y haciéndole un masaje entre sus muslos internos, robándole un
gemido quejumbroso ante la fuerza con la cual ha presionado sus dedos—.
Me hiciste esperar mucho estos días, no es justo...

Sus manos curiosean entre sus piernas, anticipándose con un pulso acelerado
y acariciándole los testículos por sobre el pantalón, ascendiendo rápidamente
por su trasero, tratando de ahuecar sus nalgas, agarrándolas con una naciente
excitación y jugueteando con la sensación de unas palmaditas.

— ¡Ow! ¿Quieres dejar marcas? —Riéndose, con los mofletes ruborizados,


Taehyung percibe sus muslos internos temblar ante el nerviosismo de tenerlo
justo entre sus piernas. Eso le pone inquieto—. A ti en serio te gusta
manosearme...

Jungkook frunce el ceño, estirando el elástico del pantalón y soltándolo para


ver cómo el golpe provoca un movimiento al momento de impactar la piel, se
detiene durante algunos segundos a observar lo poco y nada que le deja a la
imaginación ese bendito pijama que Tae suele usar para dormir y que, ahora,
no puede parecerle más excitante.

—Joder, sí... —Gruñe, arrancándole el pantalón hacia abajo y desnudando


aquel culito que se le ofrece para su deguste. Los glúteos esponjosos se
estremecen con la brusquedad de sus acciones, pero sólo puede acariciar la
suavidad de su piel mientras trata de exprimir lo que más puede entre sus
dedos codiciosos—. Oh, carajo...

— ¡Ouch! —Se queja, removiéndose, travieso bajo suyo—. ¡Oye!

Jungkook ríe, divertido, dándole otro azote y separando sus glúteos para
observar la rugosidad del orificio apretado de su niño, y la idea que ha estado
queriendo llevar a cabo con éste parece ser irresistible en demasía.

— ¿Estás limpio, bebé? —Le pregunta, besando su glúteo izquierdo,


rastrillando sus dientes con lentitud hasta el borde, exhalando un aliento
caliente justo allí.

— ¡Mmgh! Sí, y-yo me limpio frecuentemente desde que... —se arquea un


poco debido al calor que comienza a sentir en su zona, cosa que le resulta
muy vergonzosa—. ¡Mmh! Prepárame antes de ponerlo dentro...

—Eso es lo que haré, mi amor... —susurra, mordiéndole juguetonamente y


con evidente ansía por querer probar, teniendo en cuenta que su bebé no sabe
qué es lo que hará—. Voy a comerte, pastelito...

Y sin darle espacio a la duda, sus manos separan la separación entre sus
glúteos, exponiendo su pequeño agujero y lamiéndolo.

— ¡Jungkook!
Taehyung trata de alejarse, obviamente avergonzado de que él haya hecho
eso en su zona íntima. Pues, si bien estaba limpio y se había preocupado de
tener los cuidados necesarios en esa zona, no evitaba no sentirse mortificado
con su culo totalmente expuesto frente a la cara de su amante.

—No, Gguk-ssi... No...

Jungkook voltea los ojos, lamiendo otra vez, apuntando al centro con su
lengua y forzándolo a mantenerse quieto, aunque fracasa un poco con ello.

— ¡Shh! Te gustara... —mirando directamente a los ojos de Taehyung,


buscando de su consentimiento, y sabe una vez más entraran en ese juego
retorcido de placer; su chico asiente, aceptando y dejándose doblegar—. Eres
una cosita tan pervertida, mírate, todo cachondo y esperando que papi te
coma el culo como en un festín, ¿eso te gustaría?

Siente la forma en la cual Taehyung se estremece por completo, hundiendo su


rostro en la almohada y elevando sus caderas, entregándose a la disposición
de sus más oscuros deseosos delirios; los azotes llegan como un latigazo,
tratando de enrojecer aquellas zonas antes de empezar.

Jungkook se sujeta de su cintura, apretando fuertemente hasta sentir sus


huesos y hacerlo temblar mientras sigue dando mordiscos por doquier,
jugando con la antelación de lo que sabe ocurrirá sí o sí en cualquier instante.

— ¡Ugh! Duele... —le escucha decir bajito, sacudiéndose con un extraño


nerviosismo que le hace vibrar el estómago.

Jungkook asiente y comienza a besar su agujero, moviendo su lengua


alrededor de éste, delineándolo y mojándolo para poder tener un acceso
dilatado cuando quiera penetrarlo con su verga, lo cual no será tan pronto
aparentemente. Realmente quiere tomarse su tiempo haciéndoselo; quiere
comerle el culo tan, muy bien, que quiere hacerle rogar.

—Quédate quieto. Es una orden.

Con tan sólo su voz y el contraste de su boca justo en su orificio,


humedeciéndolo y causando un desequilibrio en la respiración de su chico,
pudo hacer que Taehyung obedeciera de inmediato.

—Sé lo que hago, y serás obediente para mí, bebé.

—Bien...

Taehyung sintió la forma en la cual aquella lengua rozaba su esfínter con


suavidad y luego acelerando el ritmo, haciéndole perder la cordura con la
sensación de insuficiencia y mucho placer. ¿Cómo podía ser posible que algo
se sintiese tan jodidamente bien? No lo comprendía, pero estaba luchando
con sus gimoteos de desesperación por tratar de conseguir más; sentía su
rostro arder contra el almohadón mientras se empujaba hacia atrás, su orificio
palpitante calentándose con ardor también.

Taehyung trataba de discernir entre la cantidad de percepciones que no podía


distinguir del todo, porque en su mente todo se volvía una mancha borrosa y
espesa de sólo muchas sensaciones corporales. La lengua de su maestro se
sentía muy húmeda y caliente, y él se sentía resbaloso ahí.

Jungkook cambiaba de ritmo, a veces succionándolo, a veces chupando y a


veces mordisqueando a su alrededor. Era desquiciante, y se sentía a sí mismo
delirando entre alaridos y quejas llenas de exasperación.

— ¡Ouhnm! ¡Awh! Ha... Ah...

Dos dedos tantearon en su entrada, introduciéndose con tortuosa lentitud,


haciéndole soltar gemidos que suenan más como quejas exhaladas ante los
dígitos que se mueven en su interior con un movimiento constante tipo
pistón. Piensa que no lo necesita tan suave justo ahora, pero no logra formar
las palabras más que algún sinsentido que se filtra de sus labios sin su
permiso; y la lengua sigue en su interior, haciéndole aferrarse al borde del
acantilado, mareado y perdido entre las emociones que se mezclan
confusamente.

Jungkook, con su mano libre, le da una palmada fuertísima que lo hace casi
gritar, su orgasmo construyéndose rápidamente en su vientre bajo y
haciéndole contraer sus paredes anales en torno a los dedos ajenos, hipando
con clemencia.
—Papi... ¡Papi, papi! Oh, mierda, Gguk...

Jungkook aleja su rostro, sonriendo y sorprendiéndose al no ver ningún rastro


de la corrida de Tae; su pene seguía un poco erecto y con gotas de presemen
escurriendo por él. Pero, frunciendo el ceño, se da cuenta que su chico
todavía se está estremeciendo y jadeando ante las réplicas del orgasmo.
Entonces cómo...

Oh...

— ¿Te corriste en seco, pastelito? —cuestiona, con arrogancia, acariciándose


a sí mismo por sobre el pantalón. Su erección le exige algo de atención tras el
tremendo espectáculo del cual ha sido causante. Una vez más lo ha sobre-
estimulado.

Taehyung levanta su cabecita, con sus cabellos revueltos y un poco


desorientado, aun tratando de recuperarse y débil, se voltea ligeramente,
relamiéndose la boquita roja y sonriéndole adormecido.

—Eso fue... Dios, se sintió tan bien... Pero, ¿por qué no...?

Jungkook desata la hebilla de su cinturón sonoramente, acrecentando su bulto


con el paso de los segundos. —Lo sé, amor... Te dije que sabía lo que hacía,
y no te preocupes; eso pasa muy pocas veces y es muy extraño, pero cuando
pasa es a causa de la sobreestimulación. Hice que mi pastelito se sintiese muy
bien aquí atrás, y ahora harás que papi se sienta bien también, ¿no es así?

Vio los ojitos de Tae abrirse cómicamente.

—Trataré de ser gentil...

Antes de cualquier movimiento, Taehyung alcanzó el lubricante desde la


mesita de noche y se lo pasó.

—Ow, realmente te gustó tu crema de bebé... ¿Te gusta cremoso, pastelito


bebé?

Taehyung mordió sus labios, abriendo sólo un poco sus piernas en espera de
la intromisión porque suponía que, tras el jugueteo previo, estaba listo para
ser penetrado.

—Mmmh, sí...

Vio cómo Jungkook se desabotonaba la camisa, botón por botón y sin


despegar su mirada de él. Era como si le estuviese avisando que el tiempo en
el que no habían podido intimar les estaba dando una recompensa esta
noche. Era una jodida advertencia, y lo supo en cuanto Jungkook estuvo
encima de él, besando su cuello agresivamente; su maestro quería sexo rudo y
sucio, se lo susurró al oído mientras le lamía el lóbulo de la oreja.

Taehyung tomó su erección y lo masturbó lentamente mientras le escuchaba


hablarle con lascividad, friccionándose contra su mano y empujando la
cabeza de su polla en su entrada, haciéndole saber lo mucho que ansiaba estar
adentro.

—Sólo mételo, Jungkook-ah... —Dijo, mordiendo la punta de su lengua con


una sonrisa traviesa. Le gustaba tener a este hombre tan estricto y obseso
volviéndose loco por él. Se sentía como el puto amo del mundo, teniéndolo
tan impaciente e insaciable. Le gusta todo esto—. Vamos...

Jungkook observó la exotiquez del cuerpo de Taehyung, oloroso a jabón y


sedoso, reluciente debido al sudor y bajo las luces cálidas de la habitación
viéndose con piel dorada de miel y una curvatura perfecta entre la cintura y
ese culito precioso que tenía reservado sólo para él; y mordió su boquita con
un tarascón juguetón, escuchándole pedir por más en un medio susurro/medio
gemido.

—Lo haré... —Avisó, besando un costado de su sien, acomodando su


miembro y alineándolo en la rugosidad del esfínter de su bonito y dócil niño.
Su muy bien portado bebé. Su nene consentido y retozón—. Oh, carajo...
Sigue sintiéndose tan bien, joder...

Su miembro se amoldó dentro, las paredes anales ciñéndose a su alrededor en


medio de la blanda cavidad que lo absorbía deliciosamente. El lubricante
había ayudado a que se sintiese más mojado y cremoso, y eso lo dilató un
poco más para darle facilidad a la intrusión. Y, esperó un minuto, sintiendo
las caderas de Taehyung mecerse, pidiéndole implícitamente que empezara
con lo suyo; y lo hizo.

Al principio, fue lento, queriendo sentir cada fibra del interior de su bonito
TaeTae, pero cuando la succión debido a la excitación se volvió como una
invitación a dejarse llevar por el impulso, perdió el juego.

—Sí puedes, Gguk-ah, hazlo...

Y eso fue suficiente para que empezara a embestir rápidamente, necesitando


liberarse de ese enorme calor concentrado en su pelvis con un espesor y
cosquilleo extasiante. El sonido de la humedad entre sus cuerpos que se
movían acelerados en busca de encontrarse y obtener más placer, eso causó
un sonido muy obsceno; el chapoteo mojado y los hilos de presemen y
lubricante salpicando fuera de los glúteos de Taehyung, que se movían como
si estuviese haciéndole un jodido twerk mientras se lo follaba.

— ¡Carajo, cómo haces eso! —Preguntó, apretando los dientes, concentrado


en la forma en la cual sus cuerpos se unían abajo. Podía ser algo pervertido,
pero admitía era muy caliente de ver.

—N-no lo sé... ¿T-te gusta a-así? —entre jadeos, lo miró por sobre su
hombro, apoyando su torso en el colchón y elevando las caderas a la altura
del eje de su maestro para adoptar una mejor posición y poder ver qué
sucedía allí.

—Eso es lo más caliente que he visto, mi amor...

Y dicho aquello, Jungkook jaló de su cabello y pegó su espalda a su pecho,


dándole un beso muy duro, ansioso y bestial para luego voltearlo y empujarlo
contra el colchón; sus piernas fueron levantas y Jungkook se clavó dentro de
él, dándole directo en su punto de próstata y haciéndole lloriquear de puro
placer.

— ¡Ouh! ¡Dame más! ¡No pares! ¡Oh, mierda! ¡Aah, haaah, ahw... awh...!

Taehyung sentía toda su anatomía arder y estaba llorando muy mal hasta que
nuevamente se corrió. El semen se disparó en su estómago y le hizo temblar e
hiperventilarse ante la cantidad de sensaciones que le dejaron sintiéndose
mareado y casi desmayándose.

Jungkook siguió embistiéndolo, besó su tobillo y fue cuando Taehyung se dio


cuenta del extraño ángulo al cual habían llegado. No evitó no reír en medio
de un jadeo ante las constantes penetraciones que se volvían más brutales,
avisándole el orgasmo de Jungkook; y sus piernas seguían medio estiradas
por sus pectorales, sobre sus hombros.

— ¡Oh, carajo!

Y llegó al clímax, moviéndose con lentitud, aun dentro de él, con las mejillas
enrojecidas y su flequillo pegándose a su frente, muy sudado y, sinceramente,
muy sexy.

— ¿Valió la pena la espera? —rió un poco, acunando su rostro y acercándolo


para que se recostara sobre él y lo cubriese; sin salirse de él. Quería mimos y
ya no le importaba el calor que seguía sintiendo, ni lo pegotes que estaban o
lo empapados del sudor. Nada de eso importaba tanto, sólo lo quería sobre sí
—. Ven y acaríciame, yo también te he estado extrañando mucho estos días.

Jungkook sonrió como un bobo, arrugando su naricita y dejándose caer entre


el hueco entre su cuello y su hombro. Sintió sus cuerpos fundirse con la
condensación, sus fuertes latidos sincronizados y sus respiraciones
nivelándose en un mismo ritmo; los ligeros besitos cayendo en su frente,
mejillas y por todo su rostro. Se sentía tan cálido como un hogar, su hogar. Su
lugar seguro estaba ahí.

Hoy es un día muy loco, pero en fin... Ya actualicé, ¡sorpresa! Espero que
les haya gustado el capítulo, le puse imaginación al smut xD No les puedo
mentir, mi creatividad me hizo sentir orgullosa de lo vívida que fue...

En fin, ¿cómo se han sentido?

Espero estén muy bien:(, y sé que la nota pasada no me despedí bien.


Pero fue porque andaba medio, muy poquito enojada y yo cuando me
enojo soy un demonio. En serio. Perdónenme x eso, Dystxpian es un
satansio a veces...

Ahora lo haré, mis amores. Cuídense mucho, tomen agüita, comanse


toda la comida y, si se portan bien, quizás vuelva a considerar hacer una
maratón pronto. Les adoro demasiado, sean felices~
48

Namjoon sonrió con suavidad, sentándose en la banqueta y pasando sus


brazos por sobre la barra. El chico mesero le devolvió el gesto de amabilidad
e hizo una leve venia en su dirección, de inmediato acercándose para pedir su
orden.

—Un mojito y un whiskey, sin hielo —Dijo, sintiéndose un poco más


cansado acorde transcurrían los minutos porque era consciente de la hora y,
aunque le parecía un sinsentido, había tenido una larga jornada laboral.
Además, había pasado un buen de tiempo que no veía a su mejor amigo y
entonces, apenas surgió la ocasión, decidieron encontrarse en uno de sus
bares más visitados: el Epiphany.

Su mirada cayó un par de veces en las personas que había por doquier, riendo
o simplemente charlando, y notó que la variedad entre los clientes no era para
nada obvia, teniendo en cuenta que en su mayoría eran sólo empresarios; uno
que otro acompañado de alguna señorita, pero muy pocos. Siempre había sido
muy observador e introvertido. Su personalidad y temperamento le hacían ser
uno en un millón, o al menos eso le decía su madre y su pareja. Por lo mismo,
el contraste que había entre quienes le rodeaban y quién era, era un tanto,
muy drástico. Lo sabía. Pero, había una excepción; Jeon Jungkook.

Había visto a su mejor amigo hace algunas semanas atrás, pero había pasado
más de un par de meses desde que habían tenido un encuentro como tal,
donde habían podido hablar y ponerse al día con ciertos asuntos. Ellos tenían
un lazo de confianza muy fuerte dado a todo lo que habían compartido a
través de los años y eran como casi hermanos, y estaban en contacto
constantemente desde que sus trabajos y sus vidas sociales no habían podido
coincidir; tenía una empresa que dirigir junto a su padre y Jungkook tenía un
profundo amor por su vocación, cosa que suponía había heredado de su
difunta madre.
Si bien ambos habían optado por tomar diferentes rumbos después del
camino por el cual habían ido, mediante etapas concluyentes y situaciones
complejas, eso no pudo ser una excusa para cortar de raíz la bonita devoción
que habían construido. Pues, había un gran historial que habían grabado y
que los había marcado con alegrías y aflicciones, y en cada una de sus
decisiones habían escogido el apoyo incondicional hacia el otro. Y, si bien
podría parecer que no tuviesen mucho en común, lo que, de cierta forma era
cierto, había mucho más de lo que parecía a simple vista.

Su amistad se basaba en la complementación; lo que sea que dificultara a


uno, el otro podría guiarlo y dar el ápice de duda para hacer entrar en razón a
ideas descabelladas o supuestas derrotas. Y hoy no sería la exceptuación.

—He aquí su pedido —Habló el muchacho, distrayéndolo y dejando en frente


suyo los dos vasos con los respectivos tragos—, ¿esperas a alguien más?

Estuvo a punto de responder la pregunta, cuando alguien interrumpió tras


suyo y dijo: —Sí, me esperaba mí y este whiskey es mío, ¡muchas gracias!

—Tssk... —Murmuró, suspirando para darle dos golpecitos en el hombro en


modo de saludo. Estaba muy feliz de volver a verlo y tener la oportunidad de
beber algo juntos y tener una conversación civilizada después de tanto, y
sabía que eso era mutuo porque, carajo, eran colegas desde que tenían
memoria.

—Nam, perdóname la demora... —Dice, excusándose con una expresión de


alivio y cierto agotamiento. Oh, le dio un vistazo al flequillo húmedo por lo
que suponía fue una ducha rápida, la camisa celeste que llevaba bajo ese gran
abrigo negro estaba muy bien planchada y, siendo consciente del moratón
que adornaba un costado de su cuello, supo de qué se trataba la demora—.
Tuve..., tuve que terminar un trabajo antes de venir.

Namjoon rió.

—Veo que no perdiste el tiempo, Jeon.

—Nunca lo hago —dice, haciendo un gesto de aquella arrogancia que le


caracteriza, lo cual le divierte en demasía—, tenía que terminar de corregir
las evaluaciones de mis alumnos y también tuve que entrenar. Ya sabes, me
gusta estar en forma.

— ¿Cómo va tu trabajo? Falta la nada misma para que comience el período


de evaluaciones y el anuncio de las fechas para las exposiciones de tesis. Mi
chico dijo que estaba muy estresado con respecto a eso, le ofrecí mi ayuda y
se negó porque su orgullo es más grande que mi casa...

—Ya lo creo, pero, ¿qué es lo que él estudia? Podría darte algunos consejos
para que tú se los des a él y así te haces un galardón...

—No me galardono con él, me gusta que sea independiente y que tenga la
capacidad de cumplir con sus deberes.

— ¿Es tu sumiso? ¿Sigue siendo tu sumiso?

—Más que ser mi sumiso, es mi novio. Y, de hecho, él es súper responsable


en cuanto a sus estudios. Su hermano mayor se ha titulado como médico hace
tan sólo unos meses, y tiene esa presión constante de forjar su propio camino
—exhalando e inhalando, su pecho se infla con orgullo.

—Tal vez lo aprendió de ti, ¿no le das un aventón? Ya sabes, una motivación
para que cumpla con lo suyo. Tú puedes guiarlo, ¿no es así?

—Eres un idiota.

—Sabes que un poco de ayuda nunca viene mal...

—Imbécil... ¿Eres así con tus estudiantes? Porque, por lo que sé, no me creo
que seas tan generoso... —y era verdad, incluso cuando eran dos adolescentes
y querían divertirse, Jungkook siempre trataba de ser estricto con los horarios
y con el estudio. Muchas veces consideró que aquel control obseso y regido
por el orden sobre sus asuntos era debido a su padre, y lo sigue considerando
sin críticas porque sabe sobre lo que hubo atrás, todos y cada uno de los
motivos y las razones por las que su amigo se volvió un hombre tan
demandante—. ¿Tu asistente sigue contigo? Por lo que tengo entendido, es tu
alumno también, ¿no es así?
Jungkook hace una mueca, llevándose el vaso a sus labios y tomando un
sorbo y haciendo una mueca con la peculiaridad del ardor del fuerte alcohol
ingerido.

—Lo es. Mi alumno, mi asistente, mi amante... Tampoco es que tenga mucha


flexibilidad con él. A veces resuelvo sus dudas y le aconsejo, a veces yo dejo
que el practique sus disertaciones orales frente a mí y a veces acepto hacerle
interrogaciones orales para hacerle mejorar.

—Vaya... No eres para nada flexible con él —comenta con un claro deje de
sarcasmo porque, aunque no es nada de lo ya no se haya enterado, la sorpresa
por escucharlo de su boca tan a la ligera, le hace incomodarse con una obvia
evidencia en su expresión—, ¿es en serio?

Jungkook sonríe con desagrado y cierta molestia, parece estar enojado


consigo mismo. Pide otra ronda de whiskey, y eso es una conclusión explícita
a sus cuestionamientos.

Va muy en serio.

— ¿Por qué lo haces? ¿Le das un tratamiento especial? —pregunta con un


poco de cargo de consciencia porque, después de todo, él lo había incitado a
esto—. No pensé que te gustara tanto, ¿sabes? El chico es lindo y es muy
agradable, lo cual me hace ser indudable que también es inteligente y posee
esa gracia natural de coquetería, pero...

—Me gusta en serio, Nam. Más que mucho, y no sé cuántas veces lo he


dicho. Pero, yo no le doy ningún trato especial. Sólo quiero que sea el mejor
y que le cierre el pico a los que hablan porquerías sobre él. Quiero que se dé
cuenta de su potencial y sólo... La vida es así, ¿no? Él tuvo la oportunidad de
adquirirlo, todos los tips y esa mierda.

—Claro, te entiendo. Estás comprometido con lo que sea que tienen, pero, le
hiciste firmar un contrato que realmente están pasando por alto, ¿lo sabes?

—Claro que lo sé... No hemos tocado ni la mitad de los puntos que aparecen
en ese puto papel, Nam... —musita con voz suave y raposa por la tercera
ronda de whiskey que le acaba de llegar con tan sólo una seña.
Namjoon guarda silencio durante algunos instantes, bebiendo su mojito.

Trata de pensar con la cabeza fría, atrayendo, inevitablemente, un torbellino


de recuerdos del incidente que ocurrió alguna vez y que odia con un
desagrado rencoroso. Y no quiere ser un pájaro de mal augurio, pero el
asunto no ha podido abandonar su cabeza desde que supo que algo estaba
surgiendo en la vida romántica de su mejor amigo, y no se oponía a eso ni
nada por el estilo, al contrario; quería que fuese feliz con la persona
adecuada.

Por lo mismo, y ahora que sabe con certeza que ese tal Taehyung es amante
de Jungkook, no puede evitar no preparar su armadura de hierro y querer
buscar la verdad tras la naturaleza de esa naciente relación. Porque sabe que
cuando Jungkook se entrega totalmente a alguien, cosas malas ocurren. Y la
última vez terminó con Jungkook encerrado en un bar, a punto de tener un
coma etílico y sus padres, quienes iban camino al aeropuerto, fallecidos.

No, él no soportaría que eso ocurriera nuevamente y por eso trataría de


ayudar o intervenir.

—Entonces, ¿lo quieres?

—Creo que esta vez es diferente, esta vez es demasiado diferente...

— ¿Cuál es la diferencia?

—Estoy enamorándome de él, y lo sé... Eso es especial. Él hace la diferencia,


Nam...

Lo ve sonreír con un ápice de dulzura, sus oscuros ojos brillantes mientras


juega con el vaso entre sus manos.

— ¿Él hace la diferencia? —Le dice, llamando su atención y ofreciéndole un


apretón en su brazo. No quiere ponerlo emocional o hacer que entre en uno
de los muchos episodios de ira e impulsividad que ha tenido cuando cierto
tema logra alterarlo y descolocarlo por completo—. No lo conozco mucho,
pero puedo decirte que es mucho más lindo.
—Lo sé. Taehyungie es precioso. Y tiene esa cualidad de ser tan dulce y tan
dócil a mí, pero también es muy maduro y juguetón. Quizá no deba contarte
esto, pero él hace que mi corazón se acelere. Me hace sentir tan bien y todo se
vuelve tan tranquilo cuando está entre mis brazos, él me da una armonía tan...
¿irreal? —unos segundos pasan, y la espiración se oye llena de resignación
—. Y eso me asusta...

Namjoon sintió un retorcijón en el estómago.

—Me asusta lo que siento, Nam... Me asusta mezclar mis sentimientos con la
peor parte de mí...

Yo les doy pistas siempre. En serio. Me gusta hacer tensión e intriga,


espero hacerlo bien:(

Bueno, esta autora ama mucho a Kim Namjoon y eso lo verán retratado
en la mayoría de mis obras ;-)

En fin, estoy muy inactiva en mi perfil (igual que antes xd) pero les
informo por aquí que quizá me tome unos días.

Sean felices~
49

Sus manos trazaron de forma cuidadosa, sosteniendo la aguja quirúrgica por


vez que hacía dos lazadas alrededor del extremo distal, pasando el hilo por
encima y luego por debajo del porta-agujas; repitió el proceso dos veces, con
la memoria fresca reflejada en los movimientos que llevaba a cabo con
calma.

El hombre al cual estaba atendiendo se había cortado un brazo cocinando con


una tijera, lo que le parecía sumamente descuidado y estúpido. Porque, según
sus criterios, ¿quién se podría cortar un brazo cocinando con una maldita
tijera?

Inconscientemente pensó que, por culpa de idiotas negligentes como el Señor


Park, existía la sala de emergencias/urgencias. Y por el mismo motivo era
que los titulares les hacían competir entre quién merecía ir a quirófano y
quién no merecía más que quedarse haciendo exámenes rectales y suturas.
Era algo que todavía consideraba como indigno e injusto. Pero, admitía que
era egoísta una gran parte del tiempo. Quería ser el mejor y era mucho más
que bueno en la especialización que sabía escogería y a la cual ya había
optado elegir. Por lo que, sólo quería tener las horas suficientes en pabellón
para que sus papeles estuviesen impecables a la hora de terminar el internado
y dar el examen un par de años más tarde con una indudable confianza en sus
conocimientos, y la experiencia necesaria para aprobar y ser llamado por los
mejores hospitales del país.

Quizá estaba siendo un poco ambicioso, pero se sentía bien y le hacía feliz la
idea de ser un muy buen doctor. Aunque le seguía haciendo enojar que, a
causa de la somnolencia, su ronda se basara en atender una gastroenteritis e ir
box por box, suturando, tratando con enfermedades estomacales y resfríos.

El afortunado de hoy había sido uno de los residentes recién ingresados al


programa del hospital, y había escuchado que éste estaba en el grupo que
tenía a cargo el Doctor Jun, el mejor en medicina general. La verdad de la
que ninguno de sus compañeros era ajeno, era que sí había subdivisiones
entre grupos con ciertos titulares y las horas en cada especialidad les tenían
casi en una competencia por ganar el favoritismo de alguno de los jefes.

Maldición.

No es como si estuviese enfadado con uno de sus colegas por recibir una
oportunidad o por tener el día de suerte...

Es sólo que le faltaban horas en general y en neurocirugía, y, sinceramente,


aún se encontraba algo enfadado al estar atendiendo en urgencias cuando, se
suponía, debería estar realizando complejos e interesantes procedimientos en
quirófano junto a otro titular del cual podría adquirir más habilidades y
mejorar su destreza.

Una verdadera iniquidad...

— ¡Auch! ¡No sea tan brusco!

—Vaya, ¿eso le dolió? No parecía quejarse cuando se hizo ese corte con una
tijera... —Seok Jin fulminó al hombre y se quitó los guantes esterilizados,
dejándolos a un lado antes de suspirar e ingresar los último datos de la
atención—. ¿Y qué se supone que estaba cocinando?

El tipo ríe con gracia, sentándose erguido y mirándola con una ceja alzada. —
¿Es eso de su incumbencia, Doctor Kim? ¿O es necesario para la ficha?

—Claro que no —Le dice, riendo también ante la intensa mirada del hombre,
cosa que sí le puso más que un poco nervioso—, de todas formas fui yo quien
hizo esa sutura. Para la próxima, debería dejar que su esposa sea la que
cocine, no quiero volver a verlo y tener que cocerle los dedos porque los
perdió dentro de la olla...

—Usted no tiene filtro..., es gracioso —Murmura, tomando su chaqueta y


pasándola con cuidado por sus brazos—. Y estaba cocinando samgyeopsal,
tenía que cortar algunos trozos de carne para ponerlo a freír.
—Eso es una delicia, acaba de hacerme querer que mi turno acabe lo antes
posible... —Seok Jin tecleó una última vez en la computadora para mirar al
hombre de cabello grisáceo que, realmente, sí era guapo, a pesar de sus tontas
exigencias; le sonrió amablemente—. Y, esto ha sido todo. Usted ya puede
irse, Señor Park.

—Claro, lo haré. Gracias.

Seok Jin asiente ligeramente, mirando la hora en el reloj. Se suponía que hoy
terminaría un poco antes y podría irse a casa.

—Doctor Kim.

— ¿Mmh? —Una vez más dirige su mirada hacia el hombre, quien le


devuelve la complicidad con una sonrisilla—. ¿Qué ocurre?

—No estaba cocinando para mi esposa, nos estamos separando y sólo quería
recibir a mi hijo con la cena; hoy consiguió su primer procedimiento en
quirófano y creo que se lo merece.

Seok Jin alza sus cejas, concentrándose en las facciones del hombre y lo que
acaba de decirle. ¿Acaso su hijo trabaja aquí? Se cuestionó a sí mismo, pero
queriendo pasar desapercibido con sus cuestionamientos sinsentido y que no
serán para nada relevantes de expresar, mucho menos con un paciente,
decidió pasarlo por alto.

—Vaya, es... fantástico, supongo. Pero creo que eso no es de mi incumbencia


tampoco, Señor Park.

—Claro que no... —ríe suavemente, deteniéndose a su lado durante un breve


momento—. Aunque, espero volver a verlo, Doctor Kim.

—Oh, por supuesto...

Al principio quiso reírse porque, ¿cuántos minutos fueron los que estuvieron
compartiendo? Casi nada, pensó, pero, le llamó la atención la forma en la
que el hombre lo miró por última vez antes de retirarse. Podría haber jurado
que se le hacía conocido, que alguna vez lo había visto antes. Sin embargo,
una vez más, tuvo que persuadirse a seguir con lo suyo y con lo que
importaba; tenía que atender a dos pacientes más y su turno acabaría, aunque
a regañadientes.

Las horas transcurrieron rápidamente cuando los casos que le tocó asistir eran
simples y distaban de una complejidad interesante en su labor u observación
constante. Conversó durante un instante con una de sus colegas sobre el fin
de semana que les habían asignado como descanso, pero que de todas formas
les llamarían en caso de necesitar más "refuerzos", y entonces pudo dirigirse
a los vestidores y cambiarse.

Se sentía realmente agotado y somnoliento, y lo único que podía desear era


una almohada y estar cubierto con su cobertor, durmiendo una larga siesta.

Muy larga y merecida siesta. Sí, eso sonaba como todo lo que podría desear
querer en estos precisos instantes. Pero, cuando estuvo saliendo del hospital
se encontró con aquella motocicleta del demonio en frente y su pálido amante
que, ahora, se había teñido el cabello pelinegro y vestía un atuendo negro,
con su motocicleta negra y casco negro.

Se veía jodidamente guapo y caliente, muy varonil dentro de sus parámetros.

Mientras caminaba con lentitud hacia él para encontrarlo, se descubrió a sí


mismo pensando en lo ligero que se sentía yendo en su dirección. Estaba feliz
de poder compartir aunque sea sólo un rato e ir a donde sea que le llevase con
tal de estar un momento a solas; su estómago burbujeaba cosquilleante
cuando le vio hacer esa típica muequita arrogante que le erizaba la piel de una
forma muy comprometedora.

Consideró que su jornada no podía haber acabado de mejor forma.

Tenía a Min Yoongi ahí, esperándolo para hacerle montar en esa jodida
motocicleta que tanto odia y a la cual no puede esperar subir para abrazarse a
él y sentir cómo, con el viento, todas sus cargas se esfuman junto a la
adrenalina que le haría sentir esos viajes esporádicos, que tal vez no son tan
grandes trayectos, pero que le hacen sentir como si estuviese más vivo de lo
que pareciera.
—Mírate, Doctor. Luces tan sexy con esa ropa, que...

—Cállate, Yoongi-ssi. Sólo, hazme el favor y llévame a casa. Tenemos


planes allí... —Dice, pasando una de sus piernas hacia el extremo para poder
sentarse tras el mencionado, quien le coloca su casco y luego le deja rodear
su cintura, haciéndole descansar su cabeza en su espalda, inhalando su aroma
durante un brevedad. Dios. Esto es todo lo que quería.

Pasa un segundo. —Me temo que estamos yendo a otro lado, así que... Trata
de mantenerte despierto, ¿sí?

— ¿Huh? ¿Adónde?

—Tenemos una cita.

— ¿Una cita?

—Así es.

Y dicho aquello, sin previo aviso, Yoongi enciende la motocicleta y


comienza a conducir por la carretera.

Ni siquiera podía pensar, sólo se sentía muy nervioso por vez que veía a los
autos quedar atrás debido a la velocidad con la cual Yoongi conducía. El
vigor y la fuerza de la velocidad no le permitían pensar claramente y asimilar
sus palabras. Pero, todo se hizo un frágil santiamén cuando estuvieron
entrando a un lugar que parecía ser un parque.

La luz del ocaso caía con colores cálidamente saturados entre las montañas,
las nubes al revolar y los árboles meciéndose con tenuidad por vez que la
ventisca fresca llamaban los primeros días de primavera con proximidad.

Ambos bajaron en silencio, analizando el maravilloso espectáculo que se


mostraba en el cielo; y en el ambiente en sí, y los labios de Yoongi,
presionándose en su mejilla izquierda le hicieron tener un ápice de idea de a
lo que venían.

—Cierra tus ojos durante un momento, por favor... —Le escucha decir, con
su voz ronca y grave, una melodía que le recorre la espina dorsal con una
corriente eléctrica imposible de no percibir.

—Para qué...

—Sólo ciérralos, ¿bien?

Seok Jin ríe entre diente y asiente, tapándose los ojos con ambas manos y
esperando. No sabe qué esperar, incluso sí sabe lo que es. Una contradicción
que le hace entrar en un colapso momentáneo cada vez en que se atreve a
pensar en ello. Su alma se empieza a fundir cuando oye el ruido tras suyo y la
soledad impresionante del lugar.

¿Cómo Yoongi podría haber...?

—Ábrelos, Jinnie hyung. Abre tus ojos.

Riendo ligeramente se voltea, encontrándose con todo lo que una vez deseó
como un sueño, como la fantasiosa idea de cita perfecta bajo su percepción.

Había una manta blanca en el pasto verdoso, una botella de vino y dos copas,
una canasta de enjambre marrón; y las mejillas de Yoongi sonrosadas por vez
que lo veía expectante de su reacción, un poco tímido y notablemente
nervioso.

Su corazón se apretó y luego comenzó a latir con fiereza, sus ojos llenándose
de lágrimas y una palabra rota muriendo en su garganta.

— ¿Qué es esto? —Preguntó en un susurro apenas audible, sus manos


temblando al igual que su cuerpo.

Silencio se prolonga durante unos segundos, hasta que Yoongi lo rompe y


dice:

—Una confesión, Seok Jinnie hyung... Decidí que no soy más tu jodido
amigo.

Taehyung se recostó en el respaldo del asiento, exhalando un suspiro.


Se sentía agotado y la comida que Baekhyun le había invitado a la hora de
almuerzo le había dejado sintiéndose totalmente satisfecho. Pero, admitía le
había pasado por ser un glotón. Porque, incluso cuando ya había comido con
Jungkook en su oficina, aceptó volver a almorzar junto a su amigo con la
excusa de no poder ser capaz de declinar una invitación a un KFC. Y, ahora
en clases, siente cómo su cuerpo está a punto de colapsar, enfermo tras haber
ingerido tanta comida sólo por gula; y ve a Baekhyun sujetarse el estómago
mientras aprieta sus facciones con notorio malestar.

Su mirada se posa en Jungkook, quien explica un texto que se debe analizar


para obtener algo de puntuación para el próximo examen, y no evita no
relamer sus labios con culpa. Quiere retirarse de su clase porque no se siente
bien, y puede saber con obviedad que Baekhyun tocó la peor parte. Ellos no
pueden seguir en ese salón sin ir a enfermería y conseguir algún
medicamento o algo por el estilo. Pero, es la última clase del día y es Jeon...

Es Jungkook... Jungkook lo entenderá si se trata sobre mí, concluye.


Entonces, la duda nace y surge con inasistencia, tanta insistencia que sólo ve
cómo su maestro formula palabras que no puede entender, mas escuchar sí.

— ¿Kim, le ocurre algo? ¿Por qué me mira con tal aflicción? —Le pregunta
con un ápice de preocupación que, para él, se hace evidente en su tono. Pero,
Taehyung sólo puede mirarlo en espera de que pueda leer sus pensamientos,
cosa que sabe no es posible, pero que espera con firmeza porque siente que
vomitara todo y su conciencia en cualquier instante debido a las náuseas—.
¿Y? ¿Es algo sobre la materia?

Sus compañeros le miran con suma atención, inclusive volteándose hacia él.

—Yo quiero irme. Yo... necesito irme ahora... —Dice, empalideciendo y


sintiendo su boca diluida, todo su cuerpo entumeciéndose—. No me siento
bien y mi..., mi compañero tampoco.

Jungkook carraspea, mirándolo con enfado y Taehyung sabe por qué.

—Todos queremos irnos, Kim. Y entiendo que usted y su compañero no se


sientan bien, pero tan sólo faltan unos cuantos minutos para que...
—Por favor.

Jungkook lo mira con intensidad y clara inquietud, tensándose al verle


estremecerse con la advertencia de las próximas arcadas que sufrirá frente a
todos sus compañeros si no le deja irse ahora.

Taehyung le mira una última vez antes de dejar caer su mirada, cabizbajo.

Jungkook parece meditarlo durante un par de segundos.

—Por favor, Señor Jeon... —Dice, Baekhyun, retorciéndose en su asiento.

—Vayan a enfermería, pero no les puedo permitir retirarse.

Jungkook le da una última mirada a Taehyung por vez que éste y su amigo se
retiran con rapidez del salón de conferencias. La incertidumbre le hace
torturarse preguntándose qué es lo que ocurrió, a sabiendas de que tendrá que
interrogarles la próxima clase para no demostrar ni un ápice de favoritismo o
conducta sospechosa.

Minutos después, Taehyung se sujeta de los bordes del lavabo, viendo cómo
el agua corre y sintiéndose un poco más fresco y deslavado.

Sentía como si hubiese vomitado todo el soporte de su estómago.

—No debí comer tanto...

—Quizás estás embarazado... —Dice Baekhyun, tomando otro gran sorbo de


agua, mirándolo por el rabillo del ojo con curiosidad y fingida sorpresa.
Estúpido—. Sólo digo que no debí aceptar esa porción de pollo con salsa
extra picante... Siento que en mi estómago hay un demonio desgarrándome
las entrañas...

Taehyung frunce el ceño con una expresión de desagrado y gracia a la vez,


tomando un poco de papel y limpiándose la boca mojada.

—Vaya... Tienes imaginación, eso no puede pasar. Yo soy un hombre, y no


creo que un demonio se haya metido dentro de tu cuerpo a través de un pollo
rostizado... Pero, eso sólo me hace comprobar que te sientes mejor... —Se ríe,
escuchando la risa torpe de Baek y oyendo el crujir de la puerta del baño,
abriéndose repentinamente cuando Jeon entra y camina hacia él, alcanzándolo
con un par de zancadas—. ¿Jungkook-ah?

Jungkook mira a Baek de soslayo antes de acercarse a Taehyung y presionar


su mano suavemente en su frente, comprobando algún índice de temperatura
y besando su frente húmeda y fría; sabía que el otro chico sabía sobre su
pseudo-relación con Tae, y no quería ser taaan obvio.

— ¿Qué pasa? ¿Te sientes mejor? —Murmura, con su voz sonando apacible
en los oídos de su niño y una leve caricia dejándose caer en su mejilla con
afección.

—Sí, es sólo que comimos demás y se nos pasó la cuenta... —Su carita se
enrojeció con adorabilidad mientras se dejaba hacer por las atenciones de su
maestro.

—Pero si tú ya habías comido, Taehyung. Te compré el almuerzo que querías


e incluso postre... —Jungkook frunció el ceño, regañando a Taehyung, quien
se mostraba un poco mortificado por ello.

— ¡Oye! Tú dijiste que debía comer bien, y además no podía declinar una
invitación de Baek..., mucho menos si era pollo frito...

Baekhyun podría haberse sentido incómodo y hasta molesto, pero sólo se


encontró a sí mismo tratando de reprimir una sonrisa, enternecido de ver a
uno de sus profesores más pendejos preocupándose de su mejor amigo como
si fuese una criatura. Definitivamente, lo molestaría por eso.

Volví.

Espero que se encuentren súper bien, ustedes y su familia y que tenga un


buen fin de semana. Cuídense mucho, disfruten de estar con sus cercanos
y coman bien. No olviden tomar agua porque es súper importante, y
desinfectarse las manitos. Les quiero
Acá en Chile se viene el 18 y se respira el aire de 18 :( Y yo re deprimida
porque, weon, será 18 de septiembre. Fecha icónica. Empandas, cueca,
terremotos, juntas familiares y con amigos, el tagada' :(

Okay, sean felices, mis nubecitas preciosas~


50

Taehyung emitió una exhalación llena de cansancio por vez que se sentaba en
el asiento acolchado, dejándose caer contra el respaldo y hundiéndose en la
comodidad que le otorgaba el sillón ejecutivo de la oficina de su maestro; sus
ojos se cerraron inconscientemente por vez que se concentraba en retomar
una respiración que le permitiera sentir descanso por tan sólo algunos
minutos, y se sentía familiarizado en aquel ambiente, por lo que no fue tan
difícil lograrlo.

Sólo un relajo...

Aunque se sentía agotado, fatigado y su cabeza dolía, no había querido irse a


casa debido a que —todavía— tenía varios informes pendientes que entregar
y una que otra tarea simple, cosa que, obviamente, realizaría en clases para
ponerse en práctica antes de realizar la interrogación oral que tenía fichada
junto a Baekhyun en análisis del discurso.

Además, su tesis era otro tema que le tenía casi neurótico y muy estresado,
suponiendo que tenía que tener todo preparado y bajo control antes de hacer
las últimas revisiones. Y para este punto, sólo estaba deseando que el
semestre acabara lo antes posible porque la presión le hace sentir muy
limitado con respecto al tiempo y la organización de todo lo que abarca su
estudio. De todas formas, se encontró a sí mismo, en más de una ocasión,
agradeciendo por tener a Jungkook y que éste accediera, sin ningún
preámbulo, a resolver sus muchas dudas y cuestionamientos. Eso le parecía
muy dulce, y sexy.

Sin embargo, el asunto no era como parecía ser e inevitablemente quiso reír
ante el primer pensamiento que vino a su mente. Porque Taehyung estudiaba
en el comedor y Jungkook hacía su trabajo en su despacho, solos. Claramente
si surgía alguna duda ellos lo hablarían y tratarían de resolverlo. Pero, eso era
sólo cuando urgía una reflexión estrictamente necesaria que le iluminase y
que le hiciese comprender lo que le acomplejaba de forma definitiva.

Y, si lo divaga en profundidad, era como si su maestro hubiese hecho algún


tipo de magia en él. Porque, pese al estrés que la situación académica
concernía, podía sentirse mucho más motivado que antes y de buena forma,
pues ahora en serio quería ser el mejor; tenía los motivos suficientes y los
incentivos que le hacían aspirar a esa anhelada preeminencia.

Era extraño, pero últimamente se sentía en poder de lograr lo que quería y


cumplir sus objetivos.

Ser el mejor.

Después de todo, tenía a sus metas y a sus ambiciones por sobre todo, y muy
presentes aún en sus planes futuros. Porque sus sueños de niño, los anhelos
de la adolescencia, incluso ahora en su juventud, todo eso todavía sigue
fresco y presente en sus consideraciones. Quiere ser exitoso y tener una
buena vida, y ser muy feliz. Entonces, sabe estar a un solo paso de poder
comenzar a hacer una realidad de sus proyecciones. Sólo tiene que seguir
adelante y no ponerse marcha atrás, sino acelerar el motor a todo o nada. Y,
cada vez que se siente deprimido o desmotivado con relación a su
preparación académica, ahí es cuando se vuelve un recordatorio constante
todo lo que tenía planificado, lo quiere ser y todo lo que quiere tener; no
necesariamente material, pero manteniendo sus expectativas altas sobre sus
ideales. Porque poder cumplir cada uno de los puntos en su agenda era algo
importante para él, y algo muy esencial para convertirse en el hombre que
siempre soñó ser.

No importa qué tan cansado esté, o qué tan mal se sienta. O al menos eso
piensa Taehyung, cada vez que se ha empeñado en aferrarse a esa chispa de
esperanza que conserva como a un pequeño tesoro. Aún tras lo que le ocurrió
y las amarguras que saboreó en su boca, nunca se rindió antes y no lo haría
ahora.

Sin dolor, no hay propina.

Estaba casi dormitándose de tanto meditar sobre sus ilusiones y la escala que
tendría que subir para alcanzar la prosperidad, hasta que Jungkook entró de
forma ruidosa y haciéndole sobresaltarse, asustado.

— ¡Oh! Dios... —Musitó, exhalando el aire que le hizo contener el repentino


susto. Su mano presionó su pecho como un reflejo, y su corazón latía fuerte
contra su pecho. Pudo divisar a Jungkook cerrar la puerta mientras sostenía
una pila de carpetas entre sus brazos—. Me asustaste. Dios. Casi me das un
infarto.

Jungkook sonríe ligeramente, pero denotando estar también muy cansado.

—Lo siento... —Dice, caminando a zancadas hacia él y dejando las carpetas


sobre el escritorio con una espiración que le hace inferir no ha sido un gran
día para ninguno de los dos; eso significa habrá mucho trabajo por hacer—.
No sabía que estabas aquí, de todos modos..., y de haberlo sabido hubiese
sido más cuidadoso y más discreto.

—Oh... Sobre eso, yo lamento no haberte avisado que vendría aquí —Con un
bostezo que interrumpe su propia oración, yergue su espalda con la intención
de disipar la somnolencia. El día no ha acabado todavía y no puede dormirse
en ninguna de sus últimas clases—. Es el receso del almuerzo, son dos horas
y Baek no vino a clases... Así que, estaba solo y no sabía a dónde ir...

Jungkook se acerca con lentitud, arremangándose las mangas de la camisa y


aflojándose un poco la corbata, riendo suavemente y mirándolo por el rabillo
del ojo con un ápice de diversión a sabiendas de que cada movimiento que
hace es capturado con detención por su mirada.

— ¿Fui tu primera opción entonces?

— ¿Quieres que acaricie a tu ego?

—Vaya, estás siendo todo un gruñón hoy... —Besando su cabeza, Jungkook


masajea su cuello.

Es el efecto de la muy mini siesta, se intenta convencer, apoyando su cabeza


en el abdomen del hombre y abrazándose de él durante un muy breve minuto.
Podría haberse sentido avergonzado de su actitud melosa, pero es que,
después de una jornada tan ajetreada, sólo deseaba inhalar el olor de
Jungkook y sentir su calor emanar hacia su cuerpo, cubriéndolo y...

—Quiero ir contigo a casa... —Sus ojos, aguados producto de la


somnolencia, lo miraron con una mezcla de deseo ardiente de querer lagotería
y mucha piel, contacto físico y contención. Sí, eso es todo lo que podía
desear, sintiendo sus extremidades pesadas y urgiéndole recostarse en un nido
—. Tu cama es taaan, muy jodidamente cómoda...

Jungkook rió, alejándolo con detención para acunar su carita y besar sus
labios rápidamente, luego sus mofletes sonrosados y susurrarle: — ¿Sólo
quieres ir a mi cama? ¿Sólo mi cama es cómoda?

— ¡No seas sucio! —enrojeciendo, y separándose con el entrecejo fruncido


ante la vívida imagen mental que captó en menos de un segundo con
vergüenza y un poco de molestia—. ¿Por qué siempre terminas insinuándome
querer tener sexo conmigo?

—Oye, yo estaba insinuándote tener conocimiento de que te gusta que yo te


haga sentir cómodo y cálido. Porque te gusta ser mimando, incluso cuando no
estamos en la cama, tonto... —Jungkook busca algo en su bolsillo, riendo al
ser espectador de su, muy seguramente, cómica expresión. Y a Taehyung le
gusta verlo reír y hacerle gracia, pero no lo admitiría abiertamente—. Yo en
ningún instante te mencioné algo sobre el sexo. No dije nada. Tú eres el
malpensado que lo malinterpretó. Y si quieres tener sexo, sólo debes
decírmelo. Podemos hacerlo en mi auto, o buscamos una forma de...

— ¡Oh, por favor, cállate, Jungkook! Eres un idiota.

—Oh, por supuesto. Pero, admite que sí lo pensaste...

Ambos comparten una mirada llena de complicidad antes de carcajearse.

Obviamente él estaba bromeando, y lo supo en cuanto sacudió su cabeza con


ligereza. Pero, con mayor razón, eso no evitó que no se sintiese predecible al
comenzar a hacerse ideas creativas y muy comprometedoras sobre eso, y de
forma completamente involuntaria; su carita ardía y sus ojos siguieron con
atención a Jungkook, quien estaba contando el efectivo de su billetera.

Tan tonto...

Taehyung se incorporó, estirándose para poder tener mayor flexibilidad e


intentar despertarse a través del movimiento.

—Ve a comprar el almuerzo, Taehyung-ssi. Elige lo que quieras, yo quiero


un sándwich y leche de banana.

Taehyung no evitó no reírse. Dios, estas cosas eran las que le hacían adorar
los contrastes.

— ¿Por qué siempre debo ir yo? ¿Por qué no puedes ir tú? Yo puedo buscar
en la cafetería mi almuerzo...

Ve a Jungkook voltearse hacia él, arqueando una ceja y con una mirada seria
e impenetrable. Estaba retándolo a seguir. Y Taehyung quería probarlo un
poco.

—Digo, tú pagas mi comida y casi todo, pero yo no quiero eso... Puedo pagar
mi comida, no quiero que lo hagas... —se atreve a decir, negándose a recibir
el dinero que su maestro sostenía en su mano.

—Si hablas en serio, simplemente no lo recibas. Pero si estás jugando...

Taehyung sonríe, relamiendo sus labios con la punta de su lengua. Es un


juego.

—Tal vez, sólo hoy no lo quiero así... —susurra, acercándose al otro hombre
con una evidente intención; con un pestañeo y esa aura de sensualidad que
inspiraba su apariencia al tan sólo caminar con el porte de la elegancia en su
construcción corporal, haciéndole denotar que sabía lo que hacía y por qué lo
hacía. Estaba jugando con fuego y, prácticamente, lo estaba seduciendo.

Ya despertó, pensó Jungkook embobado y con cierta diversión. Entonces se


tensó debido al instinto, y se acercó para sujetar sus caderas.

—No me gusta que me desafíes, Tae. Porque, si estás jugando, me encargaré


de castigarte y no creo que quieras eso, ¿o sí? —Pregunta, palmeándole con
cariño en el glúteo izquierdo, besando su sien y descendiendo levemente para
morder su cuello—. Sé obediente para papi, bebé.

Y dicho aquello, deslizó el dinero dentro de su bolsillo, besando su boca en


un beso casto y haciéndole inhalar hondo.

—Ahora ve y compra el almuerzo. Tengo hambre y mi estado anímico va en


decadencia —murmura, dirigiéndose a su escritorio y dándole la mirada—; y
sí es una advertencia.

Joder.

[...]

El cielo estaba despejado, muy soleado y claro.

A pesar del calor primaveral que se hacía notar con viento fresco, era un
clima agradable y eso hacía que la mayor parte de las personas se mostraran
amables y no tan serias e inescrutables como él lo había notado en el
invierno. Además, en los puestos de la calle ya se podían ver los dulces
veraniegos y helados. Eso atraía a muchos niños pequeños y estudiantes de
primaria. Y, sinceramente, le encantaba ver a aquellos bebés que, caminando
de la mano de alguno de sus padres, sonreían felices mientras sostenían un
helado o simplemente sonreían porque estaban felices.

Le gustaban mucho los niños, no podía mentir. Pero, también le gustaba la


primavera porque eso significaba que el frío e implacable invierno se había
marchado finalmente. Aunque, esta vez no se podía quejar; no después de
tener, de algún modo u otro, a quien aferrarse. Taehyung suspiró, mirando a
través de la ventana del local y sintiéndose, sorpresivamente, tranquilo.

La cajera llamó su número y él pidió dos "almuerzos improvisados", como


solía decirle Jungkook últimamente, también pidió servilletas extras y le dijo
a la muchacha que era para llevar. Así que, saliendo con su bolsita, caminó
por la acerca hacia su derecha para cruzar la calle, pero una servilleta se voló
y, con la intención de cogerla del suelo, se volteó y fue en ese entonces
cuando se encontró frente a frente con Yoongi.
— ¿Podemos hablar? —Dijo. Su expresión era sombría y lucía demacrado.
Se veía incluso más pálido con el cabello teñido de negro.

Taehyung se sintió sorprendido de encontrárselo tan de repente, después de


las semanas en las que ni siquiera se habían mirado el uno al otro.

— ¿Estabas siguiéndome?

—No tenía otra forma de hablar contigo en la universidad porque tu...

Taehyung se sintió amargado, claro que podía inferir a qué se refería con lo
que no se atrevió a completar.

— ¿Mi qué? Yo no quiero hablar contigo, no me importa dónde sea.

Se volteó, tratando de caminar, pero fue detenido de inmediato por el agarre


de su otro mejor amigo. ¿Qué demonios le pasaba? Él no lo podía
comprender, pero estaba enojándose.

—Déjame ir.

—No. Necesito hablar contigo, necesitamos hablar. Sólo un minuto, sólo


serán un par de minutos. Lo prometo... —Yoongi sonaba afligido y,
aparentemente, con mucho cargo de consciencia, lo cual le hizo preguntar por
qué. Pues, para él, era sospechoso este repentino urgir por hablar—. Necesito
pedirte perdón.

No evitó no alzar sus cejas con asombro.

¿Esto es real?

— ¿Hablas en serio?

—Sí, por favor. Sólo un momento.

Taehyung lo pensó dos veces, realmente lo consideró antes de asentir, arisco


antes de acceder a acompañarlo por el camino hasta la universidad. Él no iría
a ningún otro lugar con él, ya que de por sí se sentía incómodo teniéndolo a
su lado después de toda la mierda que le dijo. No podía imaginar lo
mortificante que sería ir a otro sitio y estar a solas con él; no sin decirle lo
mal que se sintió por su culpa.

—Tae... Yo... Realmente estaba muy enojado aquel día, yo no sabía lo que
estaba pasando entre tú y él. Yo no pensé que fuese algo tan serio, y creí que
él te estaba usando u obligando a hacerlo a fuerza de tu voluntad. No pensé
que tú y él estaban en una relación, y me sentí molesto contigo porque no me
dijiste nada... —Yoongi inhala y Taehyung eleva sus cejas, luciendo casi
aburrido al escuchar aquellas absurdas disculpas. Él quería escuchar algo real,
y aquí algo faltaba—. Sé que no es tu deber contármelo todo a mí, pero yo
estaba tan molesto contigo por estar metiéndote con ese imbécil que ni
siquiera pude pensar antes de hablar y sí, ¡lo lamento! Pero no me retracto,
ese tipo es un jodido idiota y no te merece.

Un suspiro.

—Yoongi-ssi, tú ni siquiera lo conoces. No sabes de quién hablas, te aseguro


que él es diferente a como tú lo percibes con tan sólo dos o tres clases. Y si es
que yo me estoy "metiendo" con ese imbécil, es mi asunto; no el tuyo, y nada
de esto es de tu incumbencia.

Yoongi lucía sorprendido y molesto. Taehyung lo sabía, lo podía ver.

—Tae, él es nuestro jodido profesor. Por favor, reacciona. Él es quien te


traerá problemas, no yo. ¿Acaso no puedes pensar en la cantidad de líos en
los que estás metiéndote por estar con él? Y a eso iba yo desde aquella vez,
no puedes ser tan es...

Silencio.

— ¿Estúpido? —Pregunta, tratando de mantenerse firme. Pero, esto le


afecta, y en más niveles de los que le gustaría. Porque no es un circo de
historietas, pero al parecer Yoongi sí quiere escucharlo todo—. Yo sí me
insinué a Jeon para pasar el semestre, fue sólo una vez y fue sólo conmigo
porque yo le gustaba y él me conocía a mí. Yo trabajaba como su asistente,
estaba con él en su oficina e incluso estaba con él en su casa. Nada es como
tú crees, Yoongi-ssi. Esto no es algo reciente. Llevamos meses en esto, e
incluso podría decirte que casi ha pasado un año desde que tenemos
sentimientos por el otro. Porque él fue la primera persona a la cual yo me
allegue. Yo no me acuesto con él por una calificación...

—Jamás dije eso...

—Sí lo dijiste, y estoy respondiendo a tus falsas percepciones sobre mí. Yo


no soy una puta, yo no soy un tonto cabeza hueca que sólo se aprovechó de
sus atributos y del deseo de otro hombre para sacar provecho de ello —Su
voz se mantiene estable y trata de ser lo más transparente posible, porque no
quiere seguir lidiando con este drama—; yo me vi en la necesidad de hacerlo,
hacer algo al respecto porque no podía ni quería irme a casa. Yo soy gay, y
mi padre es homofóbico. Lo descubrió de la peor forma posible, y desde
entonces me ha humillado y me ha tratado como a un parásito. Mis hermanos
no tienen su permiso para acercarse mucho a mí porque él en su mierda
retrograda cree que la homosexualidad se pega, ¡y qué mal para él sería tener
a dos o tres hijos gays!

Yoongi le mira con culpabilidad, su labio inferior estremeciéndose un poco.

—Tae, lo siento, sé que eso es un tema sensible para ti. Me equivoqué, y no


debí haber dicho nada de eso. Yo dije cosas que estuvieron fuera de lugar.

Taehyung suspira, asintiendo y respirando despacio.

—Sí, te equivocaste mucho ese día. Pero estoy hartándome de masificar esto,
no quiero exagerar esto y llegar a otro nivel. Sé que te equivocaste y para mí
es válido que lo aceptes y que sepas que lo hiciste. Pero, yo sólo quiero
aclarar algo y es que yo quiero a Jungkook. Yo estoy con él, y no quiero
terminarlo sólo porque los demás no lo aprueban. Esa mierda ya dejó de
importarme.

Su corazón se aceleró de tan sólo escucharse a sí mismo, dejando atrás las


inhibiciones y olvidándose del miedo que sabía antes pudo haber sentido.
Porque hoy había descubierto un nuevo avance, sabiendo, finalmente, que se
había olvidado de ciertos paradigmas que le hubieron atormentado.

Esto, era una muestra de su pequeño progreso.


—Tae, lo lamento. Sólo quiero que me perdones y quiero estar contigo y con
Baek de nuevo, estar los tres. Ya no quiero sentir esta distancia entre
nosotros, no más. Por favor, perdóname... —en su tono logra distinguir la
sinceridad. Sus ojos están húmedos y se escucha más serio de lo que
usualmente se oiría—. Te prometo que, después de esto, voy a escucharte. Te
apoyaré en todo lo que quieras hacer, incluso si lo que quieres hacer es estar
con ese imbécil. Él me desagrada, y no tengo un buen presentimiento sobre
él. Pero, te apoyaré y sólo me mantendré al margen. Sólo no te alejes de mí.

Taehyung se detuvo.

Pasaron algunos segundos en los que trató de distinguir algún rastro de


malicia que no encontró, y entonces dio un paso hacia adelante.

—Yoongi-ssi, yo te perdono —dice, sonriéndole suavemente—, yo te


perdono. Podemos estar los tres juntos nuevamente y compartir como
solíamos hacerlo..., pero no te puedo asegurar que todo volverá a ser lo
mismo. Porque yo necesito estar seguro de haber hecho lo correcto, y algo me
dice que sí lo hice... Pero, por ahora, yo no confío en ti, Yoongi-ssi... Y
necesito que me demuestres que puedo hacerlo.

No odien a Yoongi-ssi, todos cometemos errores.

Y sí, hay segunda parte de este capítulo...


51

Jungkook había vuelto a checar la hora, con el entrecejo fruncido y la


molestia acrecentándose. 13:06 pm. Se suponía el receso del almuerzo
terminaría en un poco más de cuarenta y cinco minutos, pero había pasado
más de una hora en la que había enviado a su estudiante a por la comida y
éste no llegaba aún. Por lo mismo no podía evitar no sentirse preocupado y
molesto, pues no sabía qué era lo que le había pasado como para que se
retrasara tanto y ni siquiera había recibido un texto por ello. También se había
tomado el tiempo de llamarlo, un par de veces para comprobar que todo
estuviese en orden, mas sus llamadas no fueron atendidas y sólo fue enviado
al buzón de voz. Tenía motivos para estar enojado.

Sentía el dolor en su cabeza punzarle en las sienes, y la fatiga junto con el


café sólo lo empeoraba y no ayudaba a disuadir el malestar en su estómago.
Y en el instante en que su móvil vibró sobre la mesa, y el nombre de
Taehyung estaba en él, avisándole que había surgido un "pequeño" percance
pero que ya estaba entrando a la universidad, no pudo sentirse más aliviado.
Sin embargo, todavía estaba de mal humor debido al cansancio y el hambre.
Entonces esperó, con la paciencia que realmente no tenía, pero que estaba
dispuesto a encubrir con tal de no arruinar lo poco que quedaba del receso.

Inhaló y exhaló, tres veces, cerrando sus ojos y sintiendo la fresca ventisca
del aire primaveral. El olor a las flores, mezclado con la humedad y tierra de
hojas de los jardines, eso le recordó a casa y aquello fue lo que hizo que los
nervios y el enfado disminuyeran, sintió un relajo casi instantáneo. Porque,
desde que Taehyung llegó a vivir con él, pasó algo que nunca antes hubiese
considerado que pasaría, era como si todo se empezara a asociar con su
presencia; aromas, sonidos, e incluso cosas tan pequeñas y específicas como
un llavero de osito que colgaba de su mochila color marrón.

Enamorado y estúpido, eso era lo que pensaba últimamente. Porque el amor


puede ser tan cegador y tan destructivo como un gran incendio que crepita y
arde, así también puede ser tan hermoso e increíble cómo podría llegar a serlo
un ocaso en una tarde frente al mar. Pero el atardecer es inevitable
decadencia, y el fuego quema cuando las llamas arrasan con todo a su paso.
Y eso le aterra.

No puede mentirse a sí mismo, nunca le ha gustado; y en las veces que trató


de hacerlo, nunca funcionó como se suponía debería haber "funcionado".

Está enamorándose, muy mal, y le hace estremecer que por primera vez haya
sido capaz de decidir enfrentar lo ineludible. Porque, a pesar de todo, no sabe
a lo que está haciendo frente. Y, por la misma razón, está buscando formas de
lidiar con ello; antes nunca lo hizo y lo evitó a tal punto que su vida se
terminó por transformar drásticamente tras un terrible desastre y no quiere
que ocurra lo mismo nuevamente, —no, otra vez—. Además, Taehyung es
especial, es todo lo que quiere y lo que podría querer. Quiere estar con él,
pero a la vez le asusta en demasía lo que pueda llegar a pasar en el camino. Y
aun así, quiere estar con él y sigue queriéndolo, tanto.

Pero entonces, luego están los espectadores e involucrados. Y cree saber por
qué Namjoon pretende haber olvidado el suceso que le cambió la vida
después de una terrible serie de incidentes que se vieron desencadenados a
causa de su conducta, de su actuar. Siendo así, no puede no tener en cuenta
que gran parte de lo que hubo ocurrido hace años atrás, de forma inevitable y
con mucha sinceridad, podía admitir había sido su culpa; el punto que unía lo
que había conformado su impulsividad, siempre le hacía conocer, de una
manera u otra, que aquel remordimiento seguiría muy presente, desgarrándole
con la verdad de quién era y juzgándole por sus errores. Por eso es que, en
cuanto su mejor supo que se estaba interesando en alguien más, de nuevo, le
hizo recordar el significado de lo que aquello conllevaba. Pero, y cómo
podría olvidarlo cuando el eco todavía comienza a hacerse presente cada vez
que la ansiedad y la angustia le atacan con tormentosa presión y lamentable
negatividad.

Porque esa cualidad, parte de su personalidad, ese terrible temperamento que


se caracteriza, obviamente, por ser obseso y controlador, eso se ha vuelto a
manifestar sin importar por cuánto intentó mantenerlo al margen; tan fuerte y
tan intenso que comprendió a que se referían sus cercanos.
E incluso su hermano le había hecho saber abiertamente, y mucho más
directo, su errónea idea del amor, con lo que quiso pronunciarle también su
equívoco término sobre una relación. Pero, ellos no entenderían que nunca
antes había estado tan dispuesto como lo está ahora, sólo por afianzarse
mucho más con su alumno. Porque, a pesar de su evidente enamoramiento
por el chico, sabe que esta vez es diferente a las otras; es capaz de
reconocerlo y lo puede identificar fácilmente con cada una de sus emociones
y sentimientos cuando lo tiene a su alrededor, y es precisamente eso lo que le
asusta; nunca había caído tan rápido y con tanta pasión, y claro libre albedrío.

Pasó sus manos por su rostro con frustración, sintiéndose como un estúpido al
saberse tan furioso consigo mismo por algo que no podría haberse evitado ni
con toda la precaución del mundo. Y quizás su "equivocación" fue evitarlo de
tal manera, que había terminado por hacer todo lo contrario; enamorarse de
él.

Su mente es un desastroso divague, sus pensamientos son un confuso lío


lleno de amargos recuerdos y malas memorias. Es como si todo su sistema
estuviese advirtiéndole que debería dar marcha atrás, pero inclusive así, y
aunque sea en demasía egoísta, no lo hará. No quiere hacerlo. No quiere
alejarse.

— ¡Jungkook-ssi! —Taehyung abre la puerta ruidosamente, su voz agitada


por el cansancio de lo que supone fue el trayecto. La bolsa, que debiese
contener su almuerzo improvisado, cuelga de su mano con gracia mientras se
acerca hasta el escritorio—. Gguk-ssi, yo lamento la demora...

Su mirada se pierde en cada movimiento que Taehyung hace, desde la forma


en la que camina hacia él, hasta en cómo relame sus labios con un tic
nervioso por vez que desempaca los sándwiches.

— ¿Ocurrió algo? —Pregunta, ingenuamente, mientras se acomoda en su


silla para poder mirarlo mejor. Sus cabellos ondulados, las hebras doradas
que se ven así debido a los reflejos de las luces, hacen que el viento mueva
con gracia varios mechones ondeados que caen por su frente—. Te ves
mucho más bonito que el segundo anterior.

Taehyung se detiene y lo mira por debajo de sus pestañas, tímidamente y en


silencio.

—No me mires así, vamos... Te lo he dicho tantas veces que ya no puedo ni


siquiera ser consciente de cuándo lo pienso y cuándo te lo estoy diciendo.

Su confesión parece haber presionado los botones correctos porque cuando se


da cuenta de aquel parpadeo y de esos dos bonitos mofletes sonrosados, sabe
que a Taehyung le encantan los halagos, sus halagos; le gusta cuando le dicen
qué hacer, cómo lo está haciendo y cuán bien lo hace.

—Gracias... —Dice, sonriéndole y mordiéndose el belfo inferior con tontería.


Se pone tan tonto cuando le dice esas cosas, y eso le fascina. De hecho, tiene
una debilidad por ello. Entonces, el contacto visual se prolonga entre ambos,
vehemente y focalizado en esos grandes ojitos—. Hum... ¿Deberíamos
comer?

Jungkook ríe ligeramente y toma uno de los sándwiches. —Sí, sí debemos.

Los minutos transcurren rápidamente, ya que ninguno se molesta en entablar


una conversación, mas sólo hacen uno que otro comentario al azar sobre las
series que se recomendaban y que se prometían podrían ver en algún
momento. Eso le hacía ilusión a Jungkook porque «en algún momento» o
«después», para él era un sinónimo de que había un más adelante, un futuro
incierto que empieza a tomar forma y posibilidades. Y él quiere esas
posibilidades a toda costa.

Cada cierto momento se toma el atrevimiento de mirar a Taehyung, se supone


que ambos están comiendo solamente, pero no puede no centrar su atención
en éste. Le parece tan hermoso, tan bonito, tan irreal... Inclusive si sus
mejillas se ven adorablemente esponjosas mientras mastica, sólo desea
abalanzarse en Tae y morderlo, lamerlo y comérselo de forma bestial. Es un
poco espantoso, e inevitable. Pero, en serio, sólo lo quiere todo para él.

A veces se pone muy ideoso en el lugar menos adecuado, y le gustaría


intentar hacer algo más al respecto. Persuadirlo un poco para que afloje con
eso de la paranoia y no querer ser descubiertos, está de acuerdo con eso, pero
le causa el interés que no debería el tratar de convencerlo mediante bromas
que no lo son y chistes de mal gusto. Y recientemente se ha encontrado a sí
mismo deseando poder cumplir algunas de sus fantasías, y en todas ellas
estaba incluido su muy bonito niño. Aun cuando sabe que no será tan fácil
convencerlo, está en la disposición de hacer lo que desee que haga, ya que
eso sería justo. Aunque, Taehyung parece estar muy callado en comparación
a como suele ser cuando están juntos y es demasiado patoso y hostigoso, y
exigente.

Quiere hablarle un poco sobre ello, sobre sus caprichos sexuales y las cosas
en las que ha estado pensando que podrían hacer. Pero, su alumno estaba
mucho más concentrado en teclear algo en su móvil que prestarle atención.

Y cuando el timbre suena, se encuentra acorralándolo contra la puerta.

— ¡Oye!

—Shh... —Jungkook le sonríe antes de robarle un beso duro, que no dura más
de un par de segundos pero que sí logra robarle el aliento a causa de la
rudeza.

Es un choque de labios abusivo que, en el empoderamiento demandante que


le caracteriza, con una mordida para dar cabida dentro de su cavidad bucal, lo
tiene gimiendo de dolor. Sus manos aprietan su mandíbula para sujetarlo y no
permitirle una escapatoria mientras lame su paladar y el lado posterior de sus
dientes, chasqueando sus lenguas salivosas y descendiendo por su mentón.

— ¿Eres mío? —Cuestiona, esperando una respuesta que se ve contestada


por el estímulo de su brutalidad y un jadeo, entonces algo arde en su interior
y el instinto primitivo por querer marcarlo se hace casi insoportable; su boca
resbalosa se desliza por su cuello y en un lugar visible, sin importar qué, lo
succiona.

— ¡Mmph! ¡Gguk-ah!

El timbre suena por segunda vez y es entonces cuando lo deja ir, viéndolo
salir de su oficina torpemente y con pasos de bebé endeble. Ese era su chico,
suyo.

Su primera clase del día no estuvo mal, sólo aclarar algunos puntos
necesarios en los que sus estudiantes tenían complejidades y alguna tarea
para reforzar lo aprendido. Para eso de la segunda clase, faltaba un poco
menos de la mitad de sus estudiantes, lo cual le hizo enojarse en demasía y
fijar un examen mucho más complejo porque se habían tomado el
atrevimiento de excusarse con nada más y nada menos que una farsa. Porque
los imbéciles no habían tenido ni el ingenio de inventar excusas diferentes
para irse a dónde sea que se hayan ido, y era imposible que las madres de
todos se hayan enfermado el mismo día y de lo mismo. Después de eso, su
humor se volvió una espesa nube negra en el ambiente sobre su cabeza y, de
forma fría e impotente, entró a su última clase.

Como solía ser, con su persona haciendo acto de presencia, hubo un


inmediato silencio en el salón de conferencias. La mayoría estaba mirándolo
a él, la otra parte estaba con la vista fija en el reloj porque sabían que había
sido un mal día y que eso le haría ser brutal. Y no se equivocaban.

—La interrogación se hará treinta minutos antes de que la clase acabe.


Saquen sus apuntes. Ahora.

Dicho aquello, todos obedecieron. O la mayoría de ellos, porque, por vez que
explicaba, sus ojos no evitaron buscar a por Taehyung. Y cuando lo encontró
le vio sonreír suavemente, sus manos acunaban su pequeño rostro de
muñequito y asentía ligeramente a las palabras que Byun le murmuraba en el
oído.

Su ceño se frunció.

¿Esa no era demasiada proximidad?

La peor parte vino cuando el imbécil de Min le entregó un lápiz y extendió el


roce entre sus manos durante largos segundos antes de reírse como el imbécil
que era y mirarlo de soslayo. Qué hijo de pu... Pero, ¿por qué Taehyung había
recibido un lápiz de ese imbécil, si se suponía que estaban enojados?

La molestia se acrecentó cuando Taehyung palmeó su brazo con simpatía


para volver a escribir algo en su cuaderno. Eso sólo podía significar una cosa,
y esa era que Taehyung había hablado con Min.
Alejó su mirada, enfurecido. Apenas y podía concentrarse en lo que tenía que
decir y hacer, contando los minutos mentalmente para poder aclarar el asunto.
Tenía mucha rabia, porque no tenía sentido y no le parecía justo que alguien
tan estúpido e idiota como Min mereciera una segunda oportunidad.

No quería a Min cerca de Taehyung, y al parecer tendría que hacérselos


saber.

—Byun, Kim. De pie para la interrogación.

— ¿Es eso necesario? —Cuestionó Byun, con una vocecilla titubeante. Todo
parecía empeorar su estado anímico.

— ¿Qué cree usted? Si yo estoy de pie, ustedes también. Es eso


simplemente.

Taehyung frunció el ceño ante su desagradable respuesta, y no le dio el


tiempo para dudar sobre algo cuando comenzó a hacer preguntas.

Sus preguntas eran de cuidado, podía ser o muy específicas o de reflexión.


Pero, esta vez, se las ingenió para ser feroz.

Fue cruel y desagradable, y Byun apenas alcanzó los cincuenta puntos. Y lo


que más le molestó, y que en otra ocasión no le hubiese hecho sentir así, fue
que Taehyung tuviese noventa puntos. Casi perfecto, con indudable confianza
y seguridad sobre sus conocimientos. Tenía tanta rabia, porque Min le sonreía
a Taehyung con tanta cordialidad y un ápice de algo más en su mirada.

Jodido estúpido.

¿Por qué lo miraba así? Jungkook tenía sus teorías, sin embargo se volteó y
se concentró en dejar registro de la interrogación y con la respectiva
calificación que sus estudiantes habían tenido, porque tenía que mantenerse al
borde por tan sólo unos minutos más.

Y cuando el último timbre del día sonó, le dio la mirada a Taehyung mientras
salía y éste lo tuvo que seguir de inmediato, cabizbajo, y unos pasos por
detrás.
Llegar al estacionamiento nunca se había sentido tan tenso e incómodo. O al
menos eso fue lo que percibió en Taehyung, porque, en lo que a él concernía,
estaba muy molesto; apenas Taehyung se abrochó el cinturón, puso en
marcha el auto, acelerando con gran velocidad para salir del solitario
estacionamiento.

Sus dedos apretaron el volante con más fuerza de la necesaria, su mirada fija
en la carretera. Pasaron algunos minutos y encendió un cigarrillo, en su lado,
la ventana estaba abierta y llenando el espacio de un aire gélido y humo
grisáceo.

Aspiró la primera calada y exhaló.

— ¿Hablaste con él? —Dijo, queriendo distinguir algo más en su expresión


por el rabillo del ojo, pero sólo veía una expresión neutra y fastidiosa. Eso le
molestó mucho más.

Tras largos segundos de silencio, con un suspiro Taehyung decidió hablar.

—Sí, me pidió un minuto y se lo di. Yoongi-ssi se disculpó conmigo.

Jungkook sonrió de forma antipática.

—Tssk. Claro.

—Él se arrepentía, y tampoco podía hacerle la ley del hielo de por vida...

— ¿Después de lo que te dijo? —Le interrumpe, su voz suena dura y fuerte.


Quizás, se esté enfadando demasiado después de ver lo que vio, y recordar su
no tan agradable conversación con el amiguito de la discordia—. Dios. Tú
realmente lo perdonaste. Eso es... sorprendente.

— ¿Por qué es tan sorprendente? Él era mi amigo y cometió un error, ¿acaso


no tiene la oportunidad de demostrarme su sinceridad y lo arrepentido que
está? —Habla, sus palabras suenan serias y también con molestia. Y quiere
mirarlo, mirarlo a la cara y desahogar todo el malestar que siente, porque
parte de su ira va dirigida a él.

—No puedes permitir que él te trate mal y luego sólo piense que con unas
palabritas y una sonrisita de falsa modestia bastará para reparar lo que hizo.
Te trató como mi puta y tú... —Otra calada a su cigarrillo mientras la bocina
de otro auto le avisa que va con más velocidad de la necesaria, pero le
importa un carajo realmente y sólo se apresura a tomar delantera de los otros
autos.

— ¿Por qué estás tan molesto, Jungkook? Él es sólo mi amigo, lo sabes. Él


me dijo eso porque tú... Porque cree que me estoy metiendo en problemas
con esto que hay entre tú y yo, por eso se enojó y sólo...

—No lo quiero cerca de ti, Tae.

Taehyung alza sus cejas con evidente sorpresa y confusión.

— ¿Debo repetirlo? No quiero que ese jodido imbécil haga algo que te
perjudique, o que nos perjudique a ti y a mí.

Taehyung frunce el ceño y con una mirada acusatoria le dice: — ¿Estás fuera
de ti?

Dicho aquello acaba la conversación, pero cuando están aparcándose fuera de


casa, Jungkook toma a Taehyung y, a pesar de sus quejidos, lo dirige hacia el
comedor de la casa.

—Tienes tu palabra de seguridad, úsala si crees que es necesario.

— ¿Qué? ¿Vas a castigarme por eso? Jungkook estás siendo un pendejo, y


no usaré mi palabra de seguridad porque no soy un cobarde y no merezco un
castigo sólo por haber perdonado a mi jodido amigo.

Jungkook lo voltea bruscamente y lo empuja contra la mesa, presionándose


tras de él y apretándolo.

— ¿Qué mierda te pasa?

—Me importa una mierda, tú no viste cómo ese hijo de perra te sonreía
incluso cuando yo estaba ahí... —Susurra tras su oído, su respiración
espesándose acorde los minutos pasan, pero jalándole el cabello para
obligarle a mirarlo y se encuentra con un espejismo—. No lo quiero cerca de
ti, Tae.

—Gguk-ssi...

Pero entonces Jungkook muerde su hombro y le hace recostar el torso contra


la superficie de la mesa, arrancándole los pantalones y presionando su
espalda baja para evitar el movimiento.

— ¿Vas a castigarme por eso, Gguk-ssi? —Musita Taehyung, sus ojitos


húmedos brillando en su dirección con una expresión de resignación.

Jungkook acaricia la piel de sus glúteos desnudos y aprieta, toda su ira está
convirtiéndose en frustración sexual.

—Usa tu palabra de seguridad si crees que es necesario.

Y entonces los azotes caen de forma salvaje contra el trasero de Taehyung,


sonando con golpes secos y haciendo enrojecer la piel dorada de inmediato.
El ardor se esparce por el músculo, provocando una sensación de escozor y
dolor punzante en las zonas mientras el grito de dolor que nace en su
garganta muere entre sus dientes, dejándolo sin aliento y con lágrimas
resbalando por su carita.

—Mm... —logra gemir, llorando y comenzando a exasperarse por el sofoco


que los golpes causaron. Porque no hubo excitación, no hubo una erección ni
una preparación. Ni siquiera pudo contar las veces en las que fue azotado
porque esto era un castigo real. Era un castigo por celos.

Taehyung se desorientó por completo porque Jungkook lo había reventado.

Creo que no tengo nada por hacerles saber. Así que sólo eso para que
esta parte no se vea tan vacía.

Nos estamos leyendo~


52

«Estoy casi allí. Estoy deseando por mi americano...»


08:02 am.

Una ínfima sonrisa tiró de sus labios, mientras leía el mensaje de texto y
hacía presión en la tapa de la taza de papel de café. Se sentía tonto y quizás
un poco extraño tomándose el tiempo de darle ciertas atenciones a Jin, y con
la idea de comenzar a mostrarle aquellos detalles mucho más seguido.

Claro, ahora que sí están saliendo.

Increíble.

La sola mención, o el pensamiento, del giro no tan drástico que decidieron


dar, le hace sentir escalofríos. Pues sabía que elegir darle un nombre a la
"relación" que estaban teniendo podía ser un tanto difícil, eso teniendo en
cuenta todo lo que pasaba por la mente del otro.

Y, aunque al principio pensó en la cantidad de probabilidades que tendría de


ser rechazado, las posibilidades no le detuvieron y preparó su confesión con
el corazón en la mano; no recibió un no ni un sí, sólo un susurro de sorpresa
ante la "repentinidad" de sus palabras, y después de todo habían decidido
intentarlo.

Intentarlo.

Sabía que aquello sería un tanto difícil, pero estaba dispuesto a hacerlo
porque no perdería nada en el intento, ¿o sí?

Por suerte no había tantas personas en el café debido a la temprana hora, pero
pronto comenzarían a llegar más clientes y ya se encontraba un poco
distraído y desganado. Había tenido que hablar con su jefe porque necesitaba
un poco de dinero extra, y eso significaba obviamente horas extra. Así que
había tenido que ajustar su horario, y logró encontrar un "balance".

Sin embargo, esto no significaba que no estuviese acojonándose a causa de la


auto-exigencia que estaba proponiéndose tener; peor aún era cuando sabía
que pronto llegarían los finales y tendría que estudiar una cierta cantidad de
horas que no sabía si tenía. Yoongi se siente agotado mentalmente, porque su
vida no es precisamente fácil en estos instantes de la vida.

Y sólo quiere un poco de calma.

Calma. Sólo eso.

Calma e imperturbabilidad.

Porque cada día piensa en la renta que debe pagar del reducido apartamento
en el que ha estado viviendo desde que llegó, también en sus gastos
personales y en las facturas de la luz, agua y gas. Además, el departamento se
encuentra en una sección ciertamente apartada de la ciudad central, y Seúl es
enorme. Y los estudios no pueden quedarse atrás; prueba de ello son los
punzones que hacen aparición constante cada vez que el estrés le hace
frustrarse en demasía, y es lo mismo que ha causado las ojeras violáceas bajo
sus ojos. Porque escuchar las cátedras de los maestros le ha quitado noches
de sueño, y la estrictez con la que se toman todo tan en serio, con cada una de
las evaluaciones, le ha dejado corriendo contra el reloj.

Y sólo cree firmemente que eso es injusto. Muchas cosas lo son.

— ¿Yoongi-ssi? —Una mano tibia sujeta su hombro, e instantáneamente le


ha hecho salir del trance. Su compañero le sonríe ligeramente por vez que da
unos pasos hacia la caja registradora—. ¿Estás bien? —Pregunta, sus ojos
pequeños mirándole curiosos y con una ceja arqueándose hacia arriba. Muy
indiscreto.

Suspiró y miró una vez más su celular, ahora con la pantalla bloqueada.

—Estoy bien... —Dice, acercándose para retomar su trabajo y seguir con lo


suyo. No es justo que por causa de sus divagues alguien más tenga que hacer
su labor, pero el insistente pelirrubio sacude su cabeza con diversión,
negando implícitamente sus intenciones—. Jimin, está bien. Estoy bien.
Puedo seguir y hacer...

—No, Yoongi-ssi. Ve al baño y mírate a ti mismo. Te sorprenderás... —Se


ríe, como si la situación fuese graciosa. Eso le molesta un poco,
estúpidamente, es esa alegría la que le ha estado causando cierta amargura.
Todos a su alrededor parecen ir bien, y él se siente estar quedando atrás;
como un simple espectador.

Frunciendo el ceño, se asegura de arreglar su camisa dentro de su pantalón e


intentar hacer que su lamentable y desdeñada apariencia luzca un poco,
mucho más decente. Porque no podía mentir. Apenas y había tenido unos
minutos en la mañana debido a que su alarma no sonó cuando debería y casi
se retrasa, y fue el motivo por el cual con suerte pudo vestirse y lavar sus
dientes antes de salir al trabajo.

—Créeme que eso no ayuda mucho, pero sólo un poco mejor; sigues luciendo
como un maldito zombie, pero uno con mucho estilo... —Le escucha decir, su
voz suena camuflada por una suave risa que sabe quiere ser el detonante de
unas carcajadas. Un niñato. Se estaba riendo de él.

—Yo tengo mucho estilo y aunque me vea como un zombie, seguiré luciendo
bien. En cambio, tú eres feo y con eso no podrías hacer que...

— ¡Oh por Dios! Tienes una alta opinión sobre ti mismo y eso sólo
demuestra que eres un culo engreído y egocéntrico...

Chistando para responder algo ingenioso a su pequeño pleito, uno de los que
se han estado volviendo usuales últimamente, se ve interrumpido por una
voz.

— ¡Yoongi-ssi!

Su mirada se enfoca inmediatamente en Seok Jin, quien cerrando la puerta de


cristal tras suyo, entra al café. Vistiendo su traje de residente y una chaqueta,
su cabello castaño claro cayendo por su frente con gracia mientras sonreía
con amabilidad hacia ellos.
Yoongi sintió su estómago cosquillear.

Estaba un poco sorprendido.

—Yoongi-ssi —Dice otra vez, frente suyo—, vine por mi café y a recordarte
que tenemos planes para esta tarde. Recuerda que hoy salgo temprano...

Tendiéndole el vaso plástico de café, sus mejillas se ruborizan


inevitablemente.

—Te dije que tendría tu café listo, necesitas comenzar bien hoy. Es tu
primera whipple¹ y deberías estar allí ya, ¿no lo crees? —Pregunta,
notoriamente más tímido y riendo con nerviosismo ante la presencia de
Jimin, quien mira el intercambio con el ceño fruncido y demostrando obvia
curiosidad—. En serio, sé que lo harás bien.

Seok Jin asiente y bebe un sorbo de café, cerrando sus ojos instantáneamente
para establecer un juguetón contacto visual con él. Le gusta mucho, no podría
negarlo. Le encanta esta nueva faceta, el verdadero Kim Seok Jin.

—Yo también creo eso, pero no puedo seguir retrasándome porque se supone
tengo que prepararme ¡y aún hay muchos pacientes por atender! —Jin roza su
mano y aprieta sus labios mirándolo de soslayo para alejarse del mesón.
Claro. No podía despedirse, ni saludarse. No frente a un público más abierto.
Y él lo entendía y había accedido a ello porque lo respetaba y no haría algo
que le molestase o que le hiciese sentir mal o incómodo—. Deséame toda la
suerte de la fuente, hoy la necesitaré...

Sus piernas se sienten inestables porque sigue sintiendo la atención y la


mirada de Jimin sobre ambos, y eso le pone más ansioso de lo que debería.
De todas formas, con tal de no incomodar a Seok Jin, pretende estar
pasándolo por alto.

—Eso, eso. Deberías irte ahora y te deseo mucho toda esa suerte, aunque sé
que lo harás de maravilla y serás el mejor médico de ese hospital. Nos vemos
luego...

Jin le da una última mirada antes de ir hacia la puerta nuevamente, su mano


aprieta el pomo de la puerta, deteniéndose y diciéndole: — ¿Me recogerás?

Un segundo y una espiración.

—Claro que sí. Te enviaré un mensaje cuando esté ahí.

Y dicho aquello lo ve irse con rapidez y perderse entre las calles en dirección
a la parada de autobuses. Mira a su alrededor y no hay muchos clientes, aún.
Por lo que, sólo se apoya en el mostrador durante un instante, tratando de ser
consciente y absorber todo lo que ha estado ocurriendo en un lapso tan corto.
O sólo fue él quien no lo quiso ver antes..

—Entonces... ¿No me contarás sobre tu amigo? —Cuestiona Jimin, tecleando


unos botones de la caja registradora y mirándolo de reojo con la intención de
obtener respuestas—. Sólo digo que ustedes se veían realmente cercanos y...

—No seas entrometido... —le interrumpe, carcajeándose un poco ante su tan


mala indiscreción, tan mala que le parece sumamente graciosa. Jimin es un
chismoso. Y lo sabe porque le ha contado casi todos los chismes del jefe y su
esposa—. De hecho, sí; él y yo somos cercanos.

—Vaya, tu amigo parece ser alguien importante; y hará una whipple. ¿Qué es
eso? Es algo así como un doctor y hará un procedimiento médico, eso me
dejó bastante sorprendido.

Yoongi lo mira detenidamente mientras recoge una bandeja de muffins y la


acomoda dentro del mostrador. —Sí, es un médico. Un residente de
medicina.

—Eso es grandioso, y en mi consideración, una muy comprometida y difícil


carrera. Mi hermano estudió medicina, sé un poco sobre ello. El pobre se
mata, y se mataba estudiando.

—Lo sé, debe ser complicado. Pero, como toda carrera, ¿no?

— ¡Claro! —sonríe, guardando una pequeña llave en el delantal que cuelga


de su cuello—. Yo estudio ingeniería, ni me lo digas. También muy difícil,
pero me gusta y eso es lo que vale... —comenta, apoyando sus brazos sobre
el mesón, jugando con sus dedos traviesos. Otra duda—. Por cierto, ambos
tienen un acento un poco peculiar... ¿Nativos de Daegu?

— ¡Sí! —Dice Yoongi, viendo cómo el pastelero deja más pasteles en


bandejas para que los acomode en la vitrina. El olor dulce le resulta mucho
más familiar de lo que le gustaría, y eso le hace sentirse un poco triste—. Me
mudé este año porque sé sobre las oportunidades académicas, laborales que
ofrece la ciudad. Y bueno, Jinnie decidió hacer su internado acá.

—Eso es fantástico, Yoongi-ssi y... ¿Ves que eres más agradable cuando no
te portas como un idiota conmigo? —Ambos se ríen un poco y comparten
una mirada para seguir la conversación durante una brevedad antes de que
más de los clientes típicos aglomeren el lugar—. Era una broma, sólo trato de
ser... ¿amigable? Sé lo que se siente mudarse y me sentí muy solo muchas
veces porque siempre eran lugares diferentes y papá trabajaba mucho, y yo
no tenía muchos amigos. Pero, tú me agradas. Y creo que mi estadía en Seúl
es, muy probablemente, definitiva.

—También me gradas, pero nunca me mudé tantas veces, sino sólo me fui de
Seúl y abrí mis horizontes.

—Escogiste bien. Mi padre fue el que decidió abrir mis horizontes durante
toda mi niñez y fueron cambios bastante bruscos la mayor parte del tiempo;
yo nací en Busan, me mudé a Daegu, viví un tiempo en Daejeon y
finalmente, por mi propia elección, decidí mudarme a Seúl. Llevo un buen de
tiempo aquí y me gusta la ciudad —Confiesa, encogiéndose de hombros con
una expresión desinteresada y liviana. Se oía sincero mientras le compartía
esos datos de su vida privada. Ellos realmente podrían ser amigos, él estaba
demostrándole un ápice de confianza. Así era como empezaban las amistades.
Aunque, su primer mejor amigo fue la excepción. Taehyung.

Un suspiro y un asentimiento.

Los rayos del sol matutino se filtraban por entre las persianas del baño, había
un sol dorado bañando e iluminando todo con el aire primaveral que hacía
brotar las flores y las hojas verdosas que comenzaban a rellenar los pomposos
arboles de la avenida. Aun así, el ambiente seguía siendo un poco frío debido
a la ventisca característica de esta estación.

Taehyung respiró hondo.

Relamió sus labios con un poco de nervio, y con los reflejos que iluminaban
ciertas zonas de su piel, se miró al espejo de cuerpo completo ligeramente
volteado y mirando la parte lateral de su cadera; el pantalón cayendo por sus
rodillas le hacía sentirse como un niño reprendido y molesto mientras veía la
mancha rojiza con la perfecta forma de una gran mano en sus glúteos. No
sabía si era posible sentirse tan entristecido y furioso. Y no estaba enojado
con Jungkook, lo cual sólo empeoraba la situación; estaba enojado consigo
mismo por no haber hecho algo al respecto.

Maldición, pensó, untando un poco de crema en sus dedos y fregando en la


tersa piel de sus nalgas con cuidado y suavidad. Era la misma crema que su
maestro usaba después de... Lo importante era que era la misma crema que
usó con él la noche anterior antes de llevarlo a la cama e intentar "consolarlo"
con nada más y nada menos que silencio. Muy considerado de su parte,
concluyó, sus dedos empapados sintiéndose cremosos mientras enjuagaba su
mano con agua del lavabo.

Tenía una clase muy temprano y por eso es que había decidido levantarse
más temprano, además de que tampoco quería lidiar con discusiones en la
mañana y arruinar su desayuno y, muy probablemente, el resto de su día.

Inhalando y exhalando, subió sus pantalones y salió del baño.

Cuando entró a la habitación Jungkook dormía profundamente y no evitó no


mirarlo durante algunos segundos. No lucía tranquilo y sereno como las otras
veces en las que lo observó dormir; su ceño estaba fruncido y tenía una
mueca con sus labios entreabiertos. Taehyung quiso abrazarlo y llorar en sus
brazos porque hoy no parecía ser un buen día para él, pero también quería
gritarle y discutir. Todo se sentía contradictorio y confuso, y eso le hacía
experimentar un sentimiento ansioso que le oprimía el pecho con una
angustia avasalladora. Y nunca le gustó sentirse así, y eso le hizo sentir
ápices de amargura en sus sentidos.
Desvió su mirada y se sentó al borde la cama para ponerse sus zapatillas y
atarse los cordones. Y, aunque no solían ponerse los zapatos adentro de la
casa, esta vez era diferente porque la noche anterior no había tenido el tiempo
para poder hacer lo que usualmente hacía. Jungkook sólo se había
preocupado de arrastrarlo y azotarle el culo como si fuese un jodido niñito
mal portado y sólo por sus estúpidos celos. Porque no era un tonto, él sabía
los motivos de ese arranque y no sabía cómo debería sentirse o cómo debió
haber actuado. Todo era nuevo y muy confuso, su mente estaba entrando en
un colapso que no sabía si quería desglosar sus pensamientos en el lío; todas
sus ideas estaban desordenadas y sólo podía querer a Jungkook abrazándolo y
mimándolo, hablándole con suavidad y cariño; y eso le asustaba.

—Tae... ¿Qué haces?

Su corazón palpitó con fuerza contra su pecho y se quedó inmóvil durante un


minuto, mordiendo su labio con fuerza para tratar de reprimir los instintos
que le habían condicionado a esperar algo más, alguna otra reacción.

—Estoy preparándome para la universidad, ¿no es obvio? —Dijo, apretando


el nudo en sus cordones y sacudiendo sus manos para incorporarse y abotonar
los botones del cárdigan color crema que llevaba puesto. Prefería
concentrarse en cada uno de sus movimientos que mirar a su maestro a la
cara, no quería enfrentarse a él y sentirse débil. Necesitaba esclarecer su
mente.

Hubo silencio hasta que escuchó la cama crujir y, prontamente, las manos de
Jungkook estaban sujetando su mandíbula y buscando su mirada con recelo.

— ¿Qué quieres? —Preguntó, mostrando desinterés al toque.

—Hoy es mi día libre...

Taehyung quiso reír y la situación distaba de ser graciosa, sino muy


incómoda.

— ¿Y? —Volvió a decir, alejándose para coger su mochila del suelo y


colgarla a uno de sus hombros, mirándolo con una expresión neutra en espera
de algún otro comentario que tardó en llegar.
—Nada, nada. Sólo que tengo cosas que hacer, pero yo creí que...

—Perfecto. De todas formas, no tenía pensado en volver a casa hoy. Seok...


Mi hermano quiere que me quede en su apartamento por esta noche, y yo
accedí a ello.

— ¿Tu hermano? —Cuestionó, con el ceño fruncido y comenzando a ser


vagamente consciente de la distancia que había provocado su actuar la noche
pasada. Se sentía arrepentido y un poco amargado.

— ¿Tengo que darte una explicación sobre eso también? —Taehyung le


miró por sobre el hombro, sus labios un poco abultados con cierta arrogancia
y su voz sonando fría y con un claro deje de molestia.

—No, él es tu hermano y supongo que es tu deber ir con él cuando te lo


pida...

Y dicho aquello vio cómo Taehyung caminaba hacia el pasillo, bajando las
escaleras; iba tras él, obviamente. Sin embargo, cuando llegaron a la planta
baja, Taehyung se volteó y le dijo:

—Hum, sí... Yo me estoy yendo. Nos vemos mañana, supongo.

Su corazón latió dolorosamente afligido, entristeciéndose al verle salir sin


siquiera... nada.

¹ La duodenopancreatectomía o whipple es una es una operación


quirúrgica que implica al páncreas, al duodeno y a otros órganos.
53

La biblioteca de la universidad estaba semivacía debido a la hora, y los


pocos estudiantes que había en el lugar comenzaron a retirarse cuando sonó
el último timbre que anunciaba el término de la jornada de los docentes y
auxiliares del establecimiento. Los faroles se encendieron para dar
luminosidad en las zonas más oscuras del campus, y todos se estaban yendo.
A excepción de él.

Era ciertamente melancólico ver cómo a la distancia aquellos adultos se iban


y se sonreían con cortesía, y con tanta monotonía que resultaba ser
escalofriante.

Pudo distinguir las manchas grises en las personas, ningún rastro de emoción
en sus rostros inexpresivos y serios. Lucían tan gélidos e irreversibles, que
sus conclusiones se hicieron firmes con respecto a la visión de una vida
sinsentido y regida por un estándar. La apariencia se mantenía firme en esas
sombras que se remilgaban a la fineza y una moral superior que realmente no
tenían; lo ve, la forma en la cual pretenden que esa vocación se transforme en
un gigante de acero. Fríos.

Obviamente, sólo estaba teorizando sus ideas de acuerdo a lo que se muestra


y no afirmándolo como si fuese un conocedor máximo de la verdad. Porque
no lo es. Lo que se ve a simple vista muchas veces puede ser una idea
errónea. Pero puede ver, y bien sabe que el aspecto engaña y que el
semblante sí cambia cuando se empieza a conocer a alguien. Entonces, las
perspectivas dan un cambio que marca el contrastes del antes y el después. Y
eso es especial.

Tan especial...

Inconscientemente su mirada se dirigió hacia el sector de los


estacionamientos, la repentinidad de volver a tomar el viejo camino otra vez
y la obviedad que la costumbre había marcado con un sentimiento de alivio
que no puede encontrar justo ahora; su corazón se apretó con angustia,
sintiéndose solo y odiándolo.

Sólo un poco de distancia, se recordó, sólo para esclarecer. Necesitaba


pensar.

Taehyung respiró profundamente, mirando a su alrededor y sintiéndose de


tres pulgadas. En una de sus manos seguía sosteniendo la taza de té plegable
y reutilizable que su amigo le había obsequiado, la mochila que holgada caía
de sus hombros angostos y su flequillo cayendo con gracia por su frente,
aquellas hebras castañas que se sacudían con el viento golpeando la ciudad
nocturna; el brillo de sus ojos se mantuvo expectante hasta oír una
notificación de su móvil.

«Claro, TaeTae. Puedes quedarte conmigo esta noche, y hay una llave bajo el
macetero. Llegaré un poco tarde, pero llegaré. De todas formas, ya di aviso
de que estarías yendo a mi apartamento. La comida está en el horno, puede
cenar eso:)»
21:01pm.

Miró la pantalla durante varios segundos, mordiéndose el labio y pensando en


qué hubiese pasado si su hermano no hubiese podido recibirlo.
Probablemente no hubiese tenido otra opción más que volver a casa. Pero no
se sentía extraño, sino apenado por eso. Quería ir a casa, y eso pareció
afectarle en otro nivel; en un nivel ligado al ámbito amoroso. Porque no sólo
quería volver a casa, quería volver a Jungkook. Y, una vez más, se hacían
obvios los motivos por los que necesitaba esclarecer sus pensamientos. Se
sentía estar confundiéndose.

Así que, decidido a tomar el otro camino, dio un paso y se detuvo. Necesitaba
algo de calma y relajo para mirar cuidadosamente sus pensamientos sin verse
afectado por la influencia de exteriores. Por lo mismo, exhaló el cálido vaho
de su boca y apagó su móvil. Ya que, por contradictorio que fuese, necesitaba
un momento a solas para poder contemplar el silencio e intentar desglosar el
lío en su mente. Pues hoy no había tenido un buen día, y la somnolencia, el
estrés y la tensión habían sido los causantes de que su cuerpo se sintiese mal,
y sólo debido al cansancio y a la sobre exigencia académica que anunciaban
los finales comenzarían la próxima semana.

De todas formas, tomó rumbo hacia la parada de autobuses porque también


quería dormir un poco, y no tenía pensado asistir a clases al día siguiente; sus
extremidades se sentían ciertamente acalambradas y muy pesadas mientras
bajaba las gradas para poder salir directamente hacia la calle. No obstante, sin
duda alguna, lo peor era ese irritable dolor de cabeza que se había provocado
por la irritabilidad cuando la ansiedad se incrementó acorde los pensamientos
enredosos se anudaban con angustia y aflicción en su psique, sumándole otra
carga extra con la cual lidiar. Finalización de semestre y una pronta
titulación.

Su graduación se acercaba con creces, y por ende la entrega de su tesis.

No sabía si era posible sentirse con los nervios de punta de tan sólo pensar en
todo a lo que tendría que enfrentarse, era algo grande y nuevo y tenía un gran
significado para él; una independencia total, en lo que cabía libertad
financiera y crecimiento. Claramente, se había estado preparando para esto
durante toda su adolescencia y prematura juventud, pero aún se sentía
increíble y próximo, muy próximo.

E incluso si a veces se sentía inseguro con respecto a la incertidumbre sobre


el futuro, la emoción podía opacar a los ápices de duda y reemplazarlo con
ideas sobre una vida plena y llena de prosperidad, amor y felicidad. O al
menos eso fue lo que su madre siempre le repitió debía desear y agradecer
por ello, por lo que naturalmente su gratitud se vería recompensada. Su
madre. Él realmente amaba a su madre, con la pureza de todo su corazón. Y
cómo le gustaría poder contarle todo por lo que ha estado pasando y sentirse
pequeño entre sus brazos y sin miedo de nada. Pero no puede contárselo, ella
no merece angustiarse por su causa. Tampoco quiere que sus padres tengan
una discusión por su culpa.

Y pensó sobre eso durante la corta trayectoria que el autobús recorrió hasta la
fila departamental en la cual su hermano vivía, pensó en lo mucho que la ha
extraño durante todo este tiempo y en lo mucho que quiere visitarla, a ella y
a sus hermanos y compartir una comida y pasar el día juntos como antes.
Antes.

Los recuerdos de antes resultaban, desde luego, un poco melancólicos y


agridulces. Aun así, no se podía permitir dejar que las tristes reminiscencias
prevalecieran por sobre las alegrías de las memorias doradas. Lo bueno
estaba por encima de lo malo, siempre. O, en la mayor parte de los casos, las
tristezas serían siempre pasajeras. Asimismo, realmente conservaba una
ínfima gota de esperanza para que su situación familiar mejorara en algún
instante y que nada se volviese a ver afectado por quién era, qué es lo que
desea hacer por el resto de su vida y con quién quería estar para compartirla.
No es tan ingenuo y no se podría engañar a sí mismo esperando un cuento de
hadas para vivir una utopía falsa y cliché de un mundo que realmente no
existe, porque este es el mundo real y no espera que los demás lo entiendan.
Sólo espera que lo dejen vivirlo tal y como los demás, disfrutar de la felicidad
y del amor en todas sus formas.

Entonces, sabe que tarde o temprano tendrá que contarles a su madre y a su


hermano que ha comenzado a querer a otro hombre; que lo está queriendo en
serio, y que se siente seguro con él. Y sí, es uno de los temas en los que debe
pensar. Por consiguiente, cuando llegó al apartamento de su hermano,
demoró en buscar la llave bajo el tapete hasta que se acordó del macetero y
finalmente pudo entrar, quitarse sus zapatillas, dejar su mochila a un lado e ir
hacia la sala.

Una vez se lanzó al sillón y cerró sus ojos, dejando caer todo su peso entre
los cojines, aliviando el cansancio que sentía y pensando en absolutamente
nada por unos segundos, se sintió instantáneamente más blando y laxo. Y
concluyó que tendría que comprarse un sillón tan cómodo como ese, y
también cenar.

Así que, incorporándose se dirigió al horno encontrando una fuente con


lasaña y decidió calentarlo en el microondas mientras iba al frigorífico y
buscaba una caja de jugo o una botella de agua. Cuando su cena improvisaba
estuvo en su punto, se dirigió al sillón y comenzó a comer frente al ventanal
que daba justo a la ciudad nocturna; muchas luces encendidas, autos y gente
transitando. Era una buena vista, inclusive el sonido, que pensó le parecería
molesto, era algo que logró tranquilizarle y hacerle saber que ya estaba solo y
en un lugar y que podría disfrutar de su silencio y reflexionar.
Pero, algo le hacía falta.

[...]

Para cuando despertó, era de madrugada aún.

Su cuerpo se sentía cálido y lánguido, y su moflete izquierdo estaba aplastado


contra el almohadón por vez que un hilo de saliva resbalaba por la comisura
de su boca mientras, adormecido aun, entreabría sus ojos para discernir entre
la oscuridad dónde estaba. Pero, todo era borroso debido al enfoque matutino.

Tenía mucho sueño todavía y, apenas consciente de sí mismo, cayó en cuenta


de que estaba en el sillón y rodeado por cojines y una manta que gris
enredada entre sus piernas. Se sentía como un bebé gigante y eso le divirtió,
también le recordó las cosas que él le decía. E intentó seguir durmiendo
pensando en eso, recordando su voz entre sueños para sentirse más
confortado y no tener tan presente la inseguridad que sintió aquel día. Pero
aquella inseguridad era real.

Y despertó.

Abrió sus ojos y miró hacia el ventanal, pronto amanecería y quería verlo.
Por lo tanto, se removió un poco y se acurrucó en posición fetal, admirando
los reflejos de los primeros rayos de luz aparecer por entre las montañas. Y
pensó que sería un buen momento para tratar de comprender sus
pensamientos más agobiantes con la calma de un hermoso amanecer. Podría
comprender qué era eso que estaba sintiendo tan abrumador, eso que le estaba
presionando en la garganta con acidez y que le sofocaba.

Cuando descubrió que a él le gustaba ser castigado, que realmente le gustaba


cuando su maestro lo castigaba, se sintió un poco confundido y extraño. Pero
fue algo que, a pesar de que le perturbó, pudo entender. Porque había muchas
cosas que le gustaba hacer cuando intimaba, muchas cosas que eran nuevas y
que experimentaba con las sensaciones a flor de piel gracias a Jungkook. Y es
por eso que todo se reducía al sentir, al percibir y al dejarse llevar por sólo
sus instintos. Todo se reducía a Jungkook y a él, los dos subsistiendo en un
mismo plano.
Pero, ¿por qué ese día fue diferente?

¿Fue porque Jungkook estaba enojado?

¿Fue porque Jungkook estaba celoso?

¿Fue porque, tal vez, se sintió deprimido?

¿O fue por las palabras que se atascaron en su garganta?

No lo sabía con claridad, pero, quizás, todas eran razones válidas; y tenía
sentido, porque, cuando creyó tener entendimiento de lo que ocurría y tener
todo bajo control con respecto a su propio auto-control, algo sucedió.

[6 mensajes no leídos]

«No volviste a casa...»


20:45 pm.

«Pensé en ir por ti, pero supuse que no querrías eso. Me lo hubieras pedido,
¿cierto?»
21:15 pm.

«Buenas noches, descansa.»


23:59 pm.

«A veces me sofocaba que durmieses sobre mí, debajo de mí o abrazado a mí


como un koala. Sin despegarte. Pero la cama se siente fría y vacía sin ti, ¿esto
no es permanente?»
03:07 am.

«Tú me importas. Y lo lamento, sé que es tu amigo... Pero no puedo confiar


en él.»
03:10 am.

«Ten un buen día. Quiero verte.»


07:03 am.

Taehyung suspiró, su pecho sintiéndose oprimido; él tenía que volver a casa.


So, este es un capítulo con un spoiler súper capcioso. No hubo diálogo,


pero hubo algo más. En fin, también hay segunda parte de este capítulo
xd, y la iba a subir ahora pero mi cuerpo está colapsando en un nivel que
me es escalofriante y prefiero actualizar en un rato, o después. Y sobre
eso, no he estado pasando por un buen momento últimamente y a eso se
debe mi desmotivación en notas o ni siquiera xD

Espero puedan entenderlo, no es como que esté mostrando desinterés por


la obra o por ustedes, sino que, sinceramente, si lo hacía, no hubiese sido
sincero ni para mí ni para ustedes. Y yo soy una persona bastante
transparente cuando debo serlo.

Así que..., es sólo eso.

Espero que se encuentren bien y nos estamos leyendo~


54

Taehyung. Ese es el nombre del único pensamiento que podía admitir llenó
su cabeza con una mezcolanza de emociones, y con un lío que le aturdía no
saber cómo solucionar sin volver a estropearlo todo. Porque, en lo que cabe y
dentro de lo que sabe son sus egoístas consideraciones, podría haberlo
justificarlo con el asunto que le llevó a molestarse, pero no puede hacerlo a
sabiendas de que nunca se caracterizó realmente por ser un descarado. Tiene
entendimiento, y la capacidad para saber cuándo ha cometido un error
también; y, aun así, todavía le cuesta en demasía poder lidiar con su
temperamento.

Simplemente somos dos polos opuestos, concluye, sabiendo tener razón en


ello. Y eso tiene sentido, porque los eléctricos choques de contradicciones se
han vuelto predecibles, y entonces sabe que sí son muy probables esos
encuentros teóricos que surgirán más adelante; es una deducción que
considera como una obviedad, teniendo en cuenta el drástico tono en sus
personalidades, cosa que les hace ser muy diferentes. Por la misma razón,
resulta trillado que lo que les hace ser tan distintos al uno del otro, de cierta
forma, les hace ser parecidos. O sólo es que se han encontrado mutuamente.
Por lo que, no obstante a lo cliché que esto sea, son esas las desigualdades
que hacen encajar cada arista en cada uno de los moldes que necesitan para
poder encontrar un equilibrio interno, un balance entre las complejidades que
se hayan ocultas en sus mentes; y así para poder complementar aquellas
carencias, que sólo ambos podrían confiarse con plenitud. Era ciertamente
melancólico si se atrevía a profundizar en aquellos temas delicados, pero era
una de sus verdades.

Antes podría haberse reído de sí mismo y haber planteado esta situación


como una cómica idea fantasiosa, porque se había prometido en más de una
ocasión no volver a ilusionarse y exponerse a que le jugaran chueco y
arrasaran con él y con cada una de sus piezas rotas. Sinceramente, y después
de sus muy malas experiencias, no esperó volver a encontrar a alguien que le
hiciese revivir todo ese frenesí por querer arriesgarse y volver a amar
nuevamente. No pudo haber esperado encontrarlo a él, y experimentar todo
eso otra vez. Por lo que, podría negar que se siente aterrado de las
consecuencias. Pero, tiene la valentía de ser capaz de admitirlo. Está total y
perdidamente enamorado, cada día mucho más.

Taehyung es todo lo que siempre pudo haber soñado vívidamente, todo lo


que cualquier hombre, con sangre roja corriendo por las venas, podría querer.

¿Cómo alguien podía ser tan perfecto dentro de sus exigentes objeciones?
Tan humilde y tan amable, muy dulce y afable como sólo pudo haberlo
imaginarlo en sus sueños. Un chico que le tomó desprevenido ante la firme
idea de no creer poder encontrarlo alguna vez, y que sabe llegó en el
momento en el que menos se lo esperó; y no es como si sus esperanzas se
hubiesen perdido ante la propia negación por tener algo con alguien más,
porque tener algo casual no se compararía con buscar el amor que en algún
instante creyó no era conveniente para él y por el mismo motivo tenía un
claro temor por volver a salir dañado y caer en el mismo juego injusto. De
imprevisto, Taehyung lo sorprendió y todo dio un drástico giro de 360°.

Desde entonces, desde que comenzó a conocerlo e indagar en los detalles que
podían parecer mínimos, Taehyung es increíble e incomparable con los
demás, y no puede evitar sentir ese sentimiento amargo que le indica no ser
suficiente, no puede sentirse merecedor de tal jovencito. Seriamente,
Taehyung es todo lo que siempre quiso y todo lo que siempre deseó. Con esa
característica sonrisa adorablemente geométrica, y con esos ojitos grandes e
impresionables que le transmiten una mirada de miel llena de ternura y...
¿compasión?

No, no puede ser eso. Es algo más. Lo sabe, lo ha escuchado en aquella suave
voz aterciopelada, en aquellas palabras meticulosas y simples que se
esconden en los diálogos que suponen ser parte de una comunicación diaria.
No quiere ser lamentable, y no necesita lástima o amor de caridad, pero
podría asegurar que no se está equivocando. Esta vez puede distinguirlo, y no
sólo en cómo le hace enloquecerse en la cama, sino en la forma en la que un
sencillo abrazo le hacer anhelar fundirse en él y eliminar cualquier tipo de
distancia hunamente posible; existía un ápice de algo que le hacía querer
derribar cualquier barrera, y de eso se trataba. Sus debilidades se encuentran
afianzándose con el tiempo que transcurre y del cual no parecen ser realmente
conscientes.

La perdición en la que se ha vuelto su cuerpo, la tersidad de su piel exótica...


El tacto que se le permite recorrer en cada uno de sus lugares más privados y
la intimidad de descubrir aquellos lunares ocultos que se han vuelto un punto
de referencia para hacerle jadear su nombre... Y con sus movimientos que, en
el acto, no son para nada cohibidos, pero que fingen timidez vergonzosa para
poder ponerle al máximo del límite con aquellas acciones que le derriten por
completo. Y, su olor, ese deleitable aroma a flores que es propio de su chico,
parte de su esencia propia y que se mezcla con las frutas enlechadas debido al
champú/acondicionador, pero que, sin duda alguna, le fascina esa fragancia.

Y... Es todo, en realidad. Cada uno de sus detalles, cada detalle de él le aterra.
Sí, le aterra. Porque es todo lo que podría desear tener junto a él por el resto
de su vida.

Por eso, su pastelito no podría entender sus miedos. Él no podría entender la


única y peculiar forma en la que sabía demostrar amor y mostrarse a sí
mismo, y no podría entender el miedo por echarlo a perder todo como había
pasado en sus "relaciones" anteriores y ser cruelmente roto. No quiere
perderlo, y de eso se trata. Porque, después de sus fracasos amorosos y
después de todo el daño que sufrió en su triste pasado, la desconfianza y su
temor son justificables. Es eso lo que le hace justificable.

—Jungkook.

Despabilando se encuentra con otra presencia en frente suyo.

¿En qué momento...? Jungkook frunció el ceño, mirando a través de sus gafas
en dirección al hombre que había irrumpido libremente y sin su permiso en su
oficina. Claro, jefe de departamento.

— ¿Sí? —Pregunta con un deje de irritación por la repentina compañía que


se hizo presente sin previo aviso, lo que considera una jodida falta de respeto
a su privacidad—. ¿Qué es lo que quieres, colega?
El hombre ríe con arrogancia mientras cruza sus manos detrás de su espalda.

—Tu clase está a punto de comenzar, y sigues aquí... ¿Ocurre algo?

Maldición, espirando con molestia, cierra su portátil. —No, no... Yo estaba a


punto de ponerme en marcha.

—Ya veo. Y... ¿Cómo vas con el asunto de Jeju? —Chasquea la lengua con
un irritante sonido húmedo, le hace mirarlo de muy mal y molesto—.
Supongo que el rector de la universidad ya te contactó, ¿no? Ah, yo hubiese
querido ir en tu lugar... Pero, aunque pude convertirme en el jefe de
departamento, es muy lamentable que el tiempo no me haya concebido el
privilegio...

Bien. Ese es el detonante.

—Porque no te lo mereces. Sigo siendo el mejor, y lo sabes.

El tipo se encogió de hombros con desinterés, como si su capcioso insulto


fuese tan obvio, que inclusive le restaba importancia.

—Entonces, ¿sí hablaste con el director de la universidad de Jeju? —Dijo,


atento a cada uno de sus movimientos mientras ordenaba sus carpetas para
poder largarse—. Tú vas a ser quien dé esa conferencia, ¿no?

Jungkook se detuvo. Joder, casi lo olvida.

—Es la próxima semana, ¿verificaste tu correo?

Jungkook le dio una última mirada antes de pasar por su lado con frialdad y
responderle con un gesto de asentimiento muy cortante. —Sí.

Con todo el asunto de la empresa, sumándole la reciente noticia de su


hermano mudándose de vuelta a Seúl y la frescura de la mini-discusión con
Tae, eso fue lo que le hizo pasar por alto aquella conferencia que debía dar en
una de las mejores universidades de Jeju.

Se sentía irritado, tenía que arreglar su equipaje, tenía que verificar el correo
que el rector debió haberle enviado con esa información de último minuto
para poder resolver la cuestión del viaje y preparar el contenido que dejaría
para sus estudiantes con otro colega que se hiciese cargo, un profesor
reemplazante.

Sólo podía esperar volver ver a Taehyung y hablar con él, aunque no sabía
del todo cómo poder abordarlo. Así que, se dedicó a concentrarse en sus
primeras clases para poder poner en práctica su seriedad y estrictez ética. Era
el mejor y tenía que demostrarlo, él realmente merecía ser jefe del
departamento. Pero, en cambio conseguía ser dueño y jefe de la editorial que
había heredado. Y ya, sorpresivamente, no se quejaba tanto de ello.
Finalmente había comprendido que eso le brindaría una oportunidad para
crecer en términos laborales.

Y las horas pasaron, y en la hora del almuerzo sólo tomó un café americano y
esperó recibir un mensaje, una llamada, algo...., mas no recibió nada. Por lo
que, su humor se volvió azulado. No se sentía bien como para seguir
haciendo una clase, y estaba siendo un "sin compasión" y completamente
brutal.

También decidió fumar un cigarrillo en su corto receso. Después de todo, la


nicotina poseía esa cualidad de disipar el estrés y la tensión de su cuerpo, y le
hacía desenredar los líos que se formaban en su mente encapsulándolo en una
nube de hálito; durante toda su vida trató de acabar con malos hábitos, porque
siempre surgían situaciones que le inclinaban a hacerlo, pero algunos de ellos
fueron más persistentes y no pudo deshacerse por completo de estos.
Cuando tuvo sobrepeso, dejó de lado la comida basura o comida rápida, por
lo que comenzó a comer de forma saludable y, con el pasar de algunos meses,
se convenció de asistir a un gimnasio para poder trabajar su resistencia y
formar su musculatura. Trabajó tanto en sí mismo que logró tener el cuerpo
que pudo haber codiciado tras palabras humillantes y despectivas, y su acné
comenzó a desvanecerse y prontamente se hizo menos recurrente hasta
desaparecer. Eso fue una obvia muestra de que podía cumplir con sus metas y
objetivos, por lo que también se propuso finalidades exigentes que logró
cumplir. Pero la vida le jugó una mala partida y no pudo deshacerse de
ciertos comodines para tratar de lidiar con el estrés, la ansiedad y las tristezas;
no tenía buena experiencia con sus comodines, pero vaya que le servían
cuando los necesitaba en medio de una crisis.
Por lo tanto, una vez más, colocó el cigarrillo entre sus labios, lo encendió
con el encendedor de bolsillo que volvía a estar guardado en sus pantalones,
y luego le dio una larga calada, sosteniéndolo entre sus dedos y, cinco
segundos, después exhalando el humo grisáceo con una arruga formándose
entre sus cejas; pendiente de su móvil, ansiando el sonido especifico de una
notificación y sin recibir ningún mensaje de texto, ni una llamada y ni
siquiera una señal de parte de Taehyung.

Genial. O estaba molesto, o estaba ignorándolo, y ambas juntas tenían


sentido.

Y cuando su última clase llegó fue lo peor, porque su chico no estaba allí y la
preocupación le inundó con desasosiego e inquietud.

Hizo su clase con un estado anímico de desazón, con la espera y expectante


de verlo llegar atrasado a la clase con alguna excusa tonta que le regañaría.
Pero los minutos pasaron, y él no llegó.

El imbécil de Min estaba sentado en el mismo banco que Byun, quien parecía
estar discutiendo sobre algo mientras ordenaba algunas hojas en una carpeta
marrón oscura. Ellos no se percataban de su mirada, pero realmente comenzó
a sentirse urgido y necesitaba hacer y saber algo al respecto. Pero, realmente
le desagradaba Min y no confiaba en él y...

Miró su libreta y luego a Byun. Excusa.

—Byun, acérquese. Es sobre su interrogación.

Byun le miró afligido y asintió lentamente antes de acercarse; Min le hizo


una mueca de sorna y desagrado, el disgusto era mutuo.

— ¿Sí? —Dijo, mirando su libreta con nada de disimulo. Su puntaje estaba


ahí y él estaba a punto de darle una facilidad—. ¿Hum, ocurre algo?

—Próxima clase —Responde, su voz sonando dura y suave, muy despacio


para mantener el volumen bajo por vez que los metiches miraban con
atención qué era lo que ocurría—. Te interrogaré, con el doble de dificultad.
Tendrás la oportunidad de hacerlo mejorar, puedes pedirle ayuda a Tae... A
Kim.

—Oh, Dios mío... Oh, Dios mío... No sé si me está ayudando o si me quiere


hacer sentir como un estúpido frente a toda la clase, pero gracias... ¡Muchas
gracias! Yo...

—Silencio. Yo no doy segundas oportunidades. Sólo estoy informándotelo...


—Le interrumpe, cerrando la libreta y mirándolo por el rabillo del ojo—. Y
sobre eso... ¿Por qué Tae...? Taehyung... ¿Por qué Kim no está en clases?

Byun sonrió con un ápice de complicidad oculto. Jodido tonto, no era como si
ser amigo de Taehyung les hiciese cercanos. Pero, ahí estaba, rompiendo
barreras por él...

—Él me dijo que pasaría el día con su hermano, dijo que se sentía muy
ansioso y que no quería estar tan pendiente del móvil cuando había pasado un
buen de tiempo que no compartía con Jinnie hyung.

— ¿Jinnie hyung? —miró la hora en el reloj de su muñeca, el timbre debería


sonar en cualquier instante, haciéndole sentirse inquieto por volver a casa.

—El hermano de TaeTae.

—Oh, bien. Gracias. Eso es todo.

Jungkook tomó sus cosas y las ordenó, permitiéndoles a sus estudiantes poder
retirarse algunos pocos minutos antes de que el timbre sonase, y se dirigió
con rapidez al estacionamiento para tomar su auto y marcharse a casa.

Condujo por la ciudad que veía caer el ocaso de colores anaranjados,


saturados y primaverales, que con ese color rosáceo y romántico, dejaba volar
algunos pétalos en el viento. Esa era una muy buen época para salir y visitar
lugares y él tenía la oportunidad de... Quizás podría invitarlo a algún lugar y
tener una cita. Pero, cuando comenzó a adentrarse más en la carretera y se
perdió de la ciudad para llegar al condominio en el que vivía, se sintió mucho
más aturdido.

Se aparcó fuera de casa y bajó de su auto, suspirando con cansancio y, en su


mente, considerando los posibles lugares que podrían ser interesantes y a la
vez discretos para salir con él sin miedo a algún ataque homofóbico o
miradas desdeñosas; no es como si eso le importase mucho, él podría
defender a ambos, pero querría que Taehyung se sintiese cómodo y tranquilo.
Quería ir a un lugar bonito con él y hablar, quería atreverse.

Entonces lo vio.

Tae estaba sentado en las gradas junto a la puerta, jugando con un gato gordo
y anaranjado que creía era de uno de sus vecinos y riendo ligeramente por las
gracias que el minino le hacía.

Se detuvo un momento sin saber qué hacer.

Se veía tan bonito, vistiendo esa ropa holgada que escondía su delgada figura,
que por cierto adoraba envolver entre sus brazos y sentirlo como sólo suyo
y...

— ¿Jungkook?

Una sonrisa torpe se dibuja en su boca mientras se acerca hacia él sin saber
qué hacer o qué decir. Sí lo sabe, pero no sabe por dónde empezar porque es
confuso.

—Tae, yo...

Apenas comienza, Taehyung se incorpora y le mira de una forma en la que


jamás antes le miró... Esa mirada que le hizo acelerar el corazón por vez que
se acercaba hacia él con confianza, acunando su rostro y besándolo.

El beso es repentino. Es un beso dulce y tierno, donde Taehyung le pide


poder afianzar y seguir, moviendo sus labios con lentitud, acariciando su
mandíbula y jugueteando con sus belfos, pidiéndole permiso para más.

Jungkook obviamente no puede negarse y le permite tomar el control, control


que después de unos segundos le quita para besar su boca con ganas de más,
queriendo conseguirlo todo, mordiendo sus labios y lamiéndole el paladar, la
parte posterior de sus dientes, deslizándose por su lengua y chupando,
atrevido y sin importarle nada más, pues están fuera de su casa.

Los brazos de Jungkook rodean naturalmente la cintura de Taehyung, y éste


rodea su cuello para atraerlo mucho más cerca, —si es que eso es posible. Y
sigue rastrillando sus dientes por su mentón, dejando marcas y anhelándolo
tan mal, desquitándose de esa sensación de abatimiento que le torturó durante
todo el día; escucha los suaves jadeos y quejidos entre los chasquidos que sus
bocas producen ante la intensidad del apasionado beso que le tiene buscando
a tientas entre sus pantalones, las llaves para abrir y...

— ¡Oh, mierda! —Taehyung dice en medio del beso, riéndose con torpeza
por haberse tropezado con sus propios pies cuando, de un momento a otro, le
pilló desprevenido abriendo la puerta—. Eres un desquiciado, Gguk-ah... Y
eso me encanta, joder...

Y dicho aquello, Jungkook sonriéndole con excitación lo tomó en sus brazos,


agarrándolo de los muslos para hacerle enredar sus piernas alrededor de sus
caderas para llevarlo adentro; lo sujeto de sus caderas, sin dejar de besar su
cuello, su pie trastabillando para cerrar la puerta.

Taehyung masajeó su cabello, tirando de algunos mechones por vez que él se


disponía a besar y morder su cuello, sus clavículas y su boca. Dios, jamás
pensó que podría sentir tanta tensión sexual acumulada y toda dirigida hacia
su única persona. Y lo dejó caer en el sillón, aun sobre él, moviéndose y
restregándose y...

—Ggukie, castígame, castígame...

¿Qué?

Jungkook se detuvo de inmediato, lentamente le miró con el ceño fruncido y


cierta confusión. — ¿Qué?

Taehyung relamió sus labios mojados, mirándolo con coquetería innata por
entre sus pestañas. Lucía muy exquisito con la ropa desaliñada y las marcas
de sexo anticipándose.

—Quiero que me castigues. Quiero que lo hagas. Realmente.


— ¿Por qué, Tae? Eso sería muy brusco ahora, digo... Nunca cumplimos esa
parte del contrato y ahora, sólo hacer eso... No creo que sea conveniente, te
podría poner...

—Yo confío en ti, ¿por qué no? —refunfuña con esa vocecilla gruñona e
infantil, mientras sus dedos presionan en su espalda baja para hacerle
moverse y friccionar de adrede. Jodido astuto—. Sólo un poquito, Ggukie...

—Sólo un poquito, bebé... Lo que tú quieras, te lo daré todo... Ahora sólo...


—Dice, repartiendo besos por su rostro, viéndole sonreír con suavidad y
dejándose hacer, muy dócil para él—. Ahora sólo déjame llenarte de mí, te
extrañé tanto...

Bueno, sólo decirles que les extrañaba y que tengo varios capítulos
adelantados y x eso he estado actualizando tan seguido xD

Ya que ando de buen humor, las cosas han comenzado a mejorar.


Muchas gracias por su compresión y por su apoyo, ustedes son una
partecita muy importante en todo esto y me emociona que les guste tanto
Heal Me, me da ternura leerles y sus comentarios siempre me sacan más
de una risa o reflexión... Gracias por todo

Cuídense, tomen agüita y piensen en positivo porque siempre hay que


ver el lado bueno de las cosas; aunque crean que no hay, si lo buscan, lo
encontrarán

Sean felices~

Pdta; quizá se me haya escapado más de alguna falta ortográfica en


algún capítulo, y lo sé, soy consciente de ellos porque a veces con suerte
me da el tiempo de actualizar xD
55

Dos brazos le rodearon con suavidad para, posteriormente, apretarlo


alrededor de un cálido y formidable abrazo, uno lleno cercanía. Pero, las
gélidas sábanas, limpias y olorosas a detergente, contrastaban por completo
con el calor que los dos cuerpos se transmitían el uno al otro para poder
mantener la temperatura, eran las frías primeras noches de primavera y no se
podría quejar de aquello; se sentía bastante cómodo, a pesar de la nueva
sensación que, inundándose en su pecho, le advertía esta era la primera vez
que estaba aceptando ser parte de algo serio y como las aventuras casuales
que tuvo sin ataduras.

No se consideraba ser como alguien ingenuo e inmaduro, de hecho, era todo


lo contrario. Dentro de lo que cabe, sabía todo lo que conllevaba una
relación, y también cree saber los muchos motivos por los que saldría mal
con respecto a él. Al menos, sabe que no sería algo bueno, sino más que un
tormento que ya aceptó con tal de interponerse en la distancia a la cual no
quiere poner como la barrera de separación; aunque no estuviese de acuerdo,
desde un principio se negó a la idea de dejar que Yoongi cruzara su límite y,
en algún momento, ya no pudo detenerse y perdió la cuenta de la cantidad de
veces en las que le dejó derribar sus muros. Sólo, no pudiendo negarse y
terminaron dejándose llevar por la adrenalina de las emociones y el sentir.

Convirtiéndose en el más grande hipócrita, aceptó tratar de comenzar algo


con la persona que sabía podría ser la correcta para él en cualquier sentido
posible, alguien que contribuiría en su vida.

Sin embargo, el insomnio, la amargura y el torpe temor tienen causas, tanto


internas como externas. La primera de ellas, la primera causa es el saber
poder romper a ese hombre que sólo le ofrece un amor sincero y sin cadenas,
—como si fuesen a sobrevivir a ello. Y la segunda causa es la que más le
preocupa y la que le ha estado carcomiendo por dentro con culpa y
abatimiento, y significa que su hermano sabría en cualquier instante sobre lo
que hizo años atrás y sólo lo vería como lo que es; un traidor.

Su mente no puede descansar, sabiendo lo que ha hecho, recordándolo con


una insistencia aterradora últimamente. El pasado, que con cargo de
conciencia, le ha estado siguiendo para desatar el nudo del enredo que
comenzó, y que fue el que provocó varias de las lamentables trizas que casi
rompen a su hermano en mil pedazos.

¿Somos iguales? Ya no...

Su corazón late con fuerza contra su pecho. Las palpitaciones son fuertes, y le
hacen sentir desagradable, oprimiéndole con una ansiedad angustiante.
Porque, inclusive si tiene a Yoongi cubriéndole la espalda y prometiéndole
protegerlo sin importar qué, y a pesar de todo, la imagen de los ojos de su
hermano sigue muy presente en su cabeza. No puede olvidarlo, no podría
olvidar a aquellos ojitos impresionables y sinceros que ahora se le empiezan a
mostrar con recelo, con cautela de cualquier palabra u movimiento.

Y las razones son más que suficientes para justificar la desconfianza, y


cuando Taehyung se enterase... Toda esa base de mentiras que construyó se
rompería.

Sobre todo ahora que él ha vuelto, pensó, ahogando un inevitable sollozo.

—Te traje un té con leche, ¡tú favorito! —En medio de un susurro


escandaloso, Baekhyun le sonríe mientras deja una taza en frente suyo y se
sienta a su lado.

—Gracias... No debiste molestarte, no era necesario, hyung... —Sus mejillas


se ruborizan ligeramente por vez que mira en dirección hacia la caja, donde la
madre Byun le devuelve una muy agradable y tierna sonrisa—. No quiero que
ella piense que sólo te ayudo por su exquisita comida, o su muy dulce té con
leche. Esto no es por conveniencia...

Después de que Jungkook interfiriera un poco, Taehyung había acordado


serle útil a su amigo y ayudarle a prepararse para la interrogación que tendría
en las próximas clases. Aunque, al principio, no evitó sorprenderse porque
Jungkook no daba segunda oportunidades. Siempre lo reiteraba. Pero, al fin y
al cabo, se alegró de que hubiese sido más flexible con respecto a su estrictez.
Además, él nunca había sido precisamente egoísta con sus amigos cercanos,
siempre les estaba deseando lo mejor. Y sólo le tendería una mano.

Mirándolo por el rabillo del ojo, Baekhyun hace un ademán con timidez.

—No te preocupes, TaeTae. A ella le agradas, y cree que eres un buen chico.

Okay, captado.

—Bien, ¡ya para con eso! —Ríe, tomando el lápiz entre sus dedos,
escribiendo algunos apuntes en la orilla de una hoja en blanco para formar un
esquema que pudiese servirle como resumen explicativo—. En serio, todavía
no puedo creer que Jungkookie te diese esa conveniencia. Él nunca lo hace.
Ya sabes por qué.

—Es un pendejo. Uno muy estricto y duro, y al que si tú, TaeTae, le dices
que te duele el estómago, él vendrá a socorrerte porque es un pendejo muy
blando cuando se trata de ti... —Baek suspira, echándose hacia atrás en el
acolchado del asiento—. Sólo me hace gracia que sea tan... ¿diferente? —
Frunce el ceño, mirándolo como si él pudiese saber la respuesta a su oración,
cosa que le hace reír nuevamente—. No te rías de mí, ni siquiera debería
hacerte gracia, sabes mejor que nadie que el culo engreído de tu arrogante
Jungkookie es alguien totalmente diferente cuando se trata de ti. Pero,
aparentemente, eres el único que...

Por supuesto que lo sé, piensa tristemente antes de interrumpirle, diciéndole:


—Debemos estudiar, hyung. Y no te atrevas a completar esa frase.

—Eres el único que no ha podido notar el enorme flechazo que ese hombre
ha sufrido. Dios... ¿No has visto la forma en cómo te mira? Incluso si
estamos en clases, él busca tu mirada a ratos como si esperara que tú...

—Oh, cállate... —Taehyung siente una risa burbujeante cosquilleándole en la


garganta, y sólo es a causa de los nervios por el tema que quiere tocar y que
no sabe cómo hacerlo porque tiene miedo de meter la pata—. ¿Cómo sabes
eso? Se supone que todos debemos estar pendientes de la clase.

Hay silencio durante un par de segundos, mientras se dispone a sacar su lápiz


destacador, buscando palabras claves en una de las guías que imprimió como
objeto de estudio; quiere creer que no le está insinuando que han estado
siendo demasiado obvios, porque lo último que desea es que toda la clase se
entere de lo que hay/lo que ocurre entre ambos.

—Baek.

—TaeTae. Ya te dije, no tienes de qué preocuparte. Yo lo vi, sólo porque él...


Sólo porque nosotros nos sentamos en la fila delantera del salón y a veces me
es inevitable no verlos... Hay mucha tensión entre ustedes... Y, quizás, puedo
verlo porque yo lo sé; lo que hay entre ustedes. Sólo es eso.

— ¡Bien! Eso es suficiente, hyung. Busca esa hoja y comencemos a


resolverla. Esto no se resolverá solo, ¿lo sabes? —interrumpe, tomando la
taza entre sus manos para beber un sorbo del sabroso té con leche y canela
que mamá Byun preparó para él, y también para relajarse un poco—. Hyung,
tu madre es un ángel. Y presiento que ella y mi madre podrían congeniar muy
bien, y me gustaría que algún día se conociesen; ellas se llevarían muy bien...

Dicho aquello, y entre torpes comentarios sinsentido de temas


contradictorios, ambos se internalizan en el silencio para poder resolver
aquellos análisis de un texto que buscó por internet.

El sonido de las voces bulliciosas de los clientes, camufladas y suaves, le


hace sentirse distraído, pero logra responder a las dudas que su amigo le
manifiesta, y las resuelve especificando con simpatía cada detalle que cree
será necesario, teniendo en cuenta lo que sabe Jungkook preguntara: análisis
complejos.

Dos horas pasan con rapidez, y más tarde, aunque Baekhyun le invita cenar
en su casa y con su familia, Taehyung se niega a quedarse, excusándose con
tener planes con alguien más y postergándolo con humildad para cualquier
otro día. Porque sí tenía planes y, aunque no era algo sumamente importante,
a él le gustaba en demasía cenar con ese alguien especial. Y estaba un poco
retrasado, lo sabía. No obstante, en el camino, se detuvo para comprar dos
hamburguesas y dos refrescos con tal de llevarle a Jungkook, sabiendo estaría
cansando tras sus horas extras de papeleo en la oficina y que también estaría
gruñón, y muy hambriento. Por lo que, no quería que se comportase como un
imbécil otra vez, y prefería satisfacer su muy probable fatiga con comida, y
quizás algo más...

Porque sí. Baekhyun tenía razón. Había mucha tensión entre ellos
últimamente.

Y, con sinceridad podría admitir que llevaba queriendo intimar con


Jungkook, y lo pensaba mucho frecuentemente, y muy vívidamente. Y, lo que
quería era mucho más. No quería sólo intimar, quería algo de sexo rudo y
sucio; un poco de aspereza, y ser reducido al poder como un sumiso, sentir el
dominio que su maestro le impondría como su "papi". Ya no se podía
avergonzar de su rol, no después de saber lo mucho que le gustaba perderse
en el mar de sensaciones hasta no pensar en nada más que no fuese el hombre
que lo cubriría, y que le prometería cuidarlo con palabras tiernas susurradas
en su oído, y motes cursis.

Porque los castigos y la necesidad de querer probar su límite, le convencían


que sería una buena forma de comprobar si lo que sentía era real o no con
respecto a ese pensamiento de inseguridad que le atormentaba la cabeza, y
podría saber fácilmente si lo que siente es realmente lo que cree saber qué es.

Entonces, sólo puede anhelar. Querer intentarlo, y poder conseguir mucho


más para finalmente terminar con esa ansiedad naciente, la cual le desgasta,
la que le oprime el pecho y que le hace sentir como si un cuchillo se
presionara en su garganta; como si necesitase ser liberado de esa angustia que
le estanca, y que le hace sofocarse cada vez más.

Estas palabras me están ahogando, concluye, porque él lo sabe, pero necesita


aceptarlo.

Suspirando, cruza la calle con rapidez para ir directo hacia el aparcamiento de


la universidad, donde Jungkook le estará esperando en su auto para ir a casa.
Y así fue, justo como lo esperó, y justo como lo sabía; el Nissan negro de su
maestro estaba aparcado entre las sombras, esperando, válgase la
redundancia, por él.

Las luces de la camioneta se encendieron y parpadearon, luego sonó dos


veces el típico sonido de la bocina. Estaba ahí, probablemente queriendo irse
cuanto antes posible.

Por supuesto. Taehyung corrió el tramo de distancia, riéndose y sosteniendo


la bolsa entre sus brazos, la mochila colgando de sus hombros; sus mechones
ya crecidos moviéndose con la ventisca primaveral. Y, una vez llegó allí y,
como pudo, tocó el vidrio polarizado, golpeándolo tres veces.

Trató de mirar hacia adentro, pero entonces fue cuando el seguro de la puerta
se desbloqueó para que entrase. Y lo hizo, por vez que se sentaba en el
asiento de copiloto, Jungkook lo miró con una de sus miradas matadoras y de
pocos, muy pocos amigos. Eso le divirtió.

— ¡Hola! —Saludó, cerrando la puerta tras suyo, viéndole fregarse el rostro


con frustración y somnolencia, y sumándole la fatiga y las largas horas de
trabajo y adolescentes jóvenes que sólo querían diversión, no era nunca una
buena combinación. Así que, con una sonrisa dibujándose en su boquita, le
tendió la bolsa y la sacudió un poco para que la recibiera—. Nos compré la
cena, no me lo agradezcas y sólo toma la bolsa, ya conozco esa expresión.

Jungkook le miró con cansancio y una sonrisa de resignación, tomando una


de las hamburguesas que había adentro. —Dios, eres tan increíble...
Gracias...

Taehyung quiso reírse al verle mirar la hamburguesa, tomándola con una de


sus manos antes de darle una gran mordida. Mientras lo veía masticar, dejó
las bebidas en el portavasos, dejando su hamburguesa a un lado para dejarse
llevar por el impulso y cruzar desde su asiento hasta el regazo de su maestro
y riéndose al ver sus ojos abriéndose cómicamente debido a la repentinidad
de sus acciones.

—Eres tan atractivo... —Dijo, viéndole masticar y reírse, asintiéndole—. Lo


sabes entonces, vaya, eso es...

— ¿Estás en la pesca de cumplidos? —Le preguntó, dejando la hamburguesa


con cuidado en el otro asiento para quitarse el cinturón de seguridad, para
poder rodear su cintura y atraerlo más hacia él. La adrenalina estuvo a nada
de convencerle proponer una locura—. Hoy estuviste todo el día yendo de
allá para acá, casi no te vi... ¿Estás cansado?

—No lo suficiente... —dice, con un claro deje de picardía que se hace muy
notable y entendible para Jungkook, quien sólo se ríe.

Taehyung sólo podía mirarlo, hipnotizado y relamiéndose los labios con tanto
deseo, queriéndolo tanto sin importar dónde estuvieran. Y viendo su camisa
abierta en los primeros dos botones, el bléiser del traje abierto y los
pantalones ajustados y abultados en cierta zona; sintió cómo empezaba a
salivar debido a su fijación oral, considerando tener otras opciones también.

Yo podría descender y...

—Ya no eres sólo como un monstruo abrazador, creo que te transformé en un


pequeño bebé monstruito del...

Interrumpiéndole con excitación, Taehyung comenzó a besarlo, con lentitud.


Nada de prisas, se convenció, aún con los ojos abiertos, lamiéndole los labios
a Jungkook como si fuese todo lo que hubiese querido hacer durante el día, y
era eso lo que quería: saborearlo.

Taehyung lamió sus labios, sonriendo, mordiéndolos suavemente para


pedirle, implícitamente, un beso más profundo. Y entonces abrazó los
hombros de su maestro, acariciándolos y deslizando sus dedos por sus bíceps
mientras dejaba que Jungkook lamiera su lengua, su paladar, en su mentón,
rastrillándole con sus dientes y chupando su boca como si esa fuese su
comida favorita. Y no se podría mentir, porque Taehyung amó la idea.

—Eres tan exquisito, joder... —Le escuchó decir, sintiendo las manos ajenas
jugar con el elástico de su pantalón, advirtiéndole querer escabullirse adentro
y...

—Sabes a hamburguesa —se ríe, separándose un poco para desabotonarle los


botones de la camisa con lentitud y buscando una mirada de aprobación que,
claramente, no tardó en llegar—, me gusta.
Jungkook dejó que Taehyung le besara en el cuello y que le tocara por sobre
el pantalón, porque sabía qué era lo que quería y él se lo daría... Pero antes
tenía que preguntarle algo muy importante que no sabía cómo preguntarle y
que le inquietaba en demasía; había estado pensando en eso durante todo el
día, y de hecho, desde que se le presentó la oportunidad lo había estado
considerando.

—Me voy a Jeju... —Dijo de repente, haciendo que Taehyung se detuviese de


inmediato, con lentitud, sentándose un poco más recto y tenso, removiéndose
un poco y riéndose levemente y con cierto nerviosismo.

— ¿Qué? ¿Cómo? —aprieta sus labios, limpiándose con la manga la


humedad que en ellos provocó el beso—. ¿Te vas de... irte? ¿Así como para
siempre? O, ¿te vas de ir a una conferencia a algún lugar?

—Es sólo una conferencia, son sólo cinco días...

Taehyung sintió un retorcijón en el estómago y se sintió repentinamente más


deprimido, sus ganas por querer tener jugueteo y algo más se desvanecieron.

—Oh, lo entiendo... ¿Quieres que me vaya con mi hermano durante esos


días? —dice, empuñando su camisa, viendo a Jungkook devolverle una
sonrisa.

Él no quería quedarse con Seok Jin, aunque era su hermano y lo adoraba, su


apartamento era muy grande, espacioso y frío. Pero no podía sólo quedarse
en la casa de Jungkook, después de todo esa no era su casa.

—A eso iba.

Taehyung sintió una punzada en sus costillas.

—No quiero que vayas con tu hermano, o que te quedes en mi casa... Es sólo
que, sólo estaba considerando que... —sus manos cálidas se escabulleron por
dentro de su sudadera, y comenzaron a vagar por su ropa hasta dar con la piel
desnuda de su pancita; inevitablemente mordió su labio inferior, sintiendo las
caricias circulares sobajear su vientre bajo. Eran mimos, y él no entendía a
qué iba todo esto—. Quiero que vengas conmigo.
Oh...

¿Qué?

— ¿Qué? —su voz a la defensiva sonó un poco arrogante, pero era una
emoción desconocida por lo que aquellas palabras significaban—. ¿Quieres
que yo vaya contigo? ¿A tu conferencia?

— ¿Sí? —Jungkook presionó sus dedos pulgares en el hueso de sus caderas


y le sonrió con dulzura—. Si no quieres venir, está bien. Puedes quedarte en
mi casa, pero... Realmente quiero que vengas conmigo.

Taehyung se paralizó durante un par de segundos, su estómago cosquilleó y


su mirada le delataba con la obvia emoción que aquella propuesta le había
causado.

— ¡Sí! ¡Claro que quiero ir contigo, Gguk-ah! —Dijo, dejándose caer otra
vez contra su torso, apretándose a él y abrazándolo, riendo un poco—. A
veces siento que eres mi papi rico, ¿debería lamentarlo?

Jungkook apretó uno de sus glúteos, haciéndole sobresaltarse. —Me gusta ser
tu papi rico, así eres como mucho más mío...

Taehyung quiso reír y hacerle algunas preguntas sobre el viaje, pero entonces
Jungkook ya estaba besándole. Y sólo tuvo un corto tiempo para pensar en el
presentimiento que le avisaba ese viaje a Jeju significaría muchas cosas.

No saben lo mucho que me divierto yo escribiendo Heal Me...

En fin, ¿querían smutt? No sean tímidxs, cuéntenle a la tía Dystxpian...

Bueno, decirles que les quiero y que espero tengan un buen fin de
semana.

Sean felices
56

«Hay un millón de cosas que no se pueden evitar », esas eran las palabras que
su madre le decía cuando, por accidente, quebraba algún jarrón o rompía
algún vaso. Al principio, no podía comprender la lógica de aquellas palabras
que, en su mente de niño, consideraba inentendibles. Porque, a la misma vez,
siempre le decían que todo pasaba por algo, y entonces no sabía cómo
interpretar y/o relacionar el significado oculto tras aquellos refranes. Sin
embargo, ahora que sí es consciente de ciertos trasfondos, finalmente puede
entender a lo que estos se referían; todo terminaba teniendo un porqué.

Y, aun así, su mente sufría un triste y confuso divague.

Por lo mismo, entre sus reminiscencias y percepciones, los contrastes del


antes y del después se hallaban condensándose a tal punto, que estaban
volviéndose una mezcla espesa y gris, sólo de recuerdos dolorosos y
situaciones teóricas de pesimismo. De manera que, los porqués, los cómos, y
todas esas preguntas que no quería cuestionarse, tomaban una forma abstracta
que manchaban su psique con colores obscuros, matizándose.

Su maleta seguía en un rincón entre las dos paredes de su habitación,


transmitiéndole un algo que le tenía inquieto, y muy malhumorado también.

Pero es que, con la preparación de los boletos de avión y su pasaporte, e


inclusive cuando armó su maleta con las mudas de ropa que llevaría, de un
momento a otro, la realidad recayó sobre sus hombros y le hizo sentirse
angustiado. Y no podría mentirse. Aunque se atreviera a bromear sobre ello,
no se sentía cómodo consigo mismo aceptando ir de balde. Porque la verdad
de los hechos resultaba ser tan obvia que, claramente, él no tocaba ni tocaría
un solo won del dinero que se le depositaba por el contrato. Y, si bien no
había tenido el orgullo necesario como para declinarlo, tampoco lo podría
considerar como algo que hubiese ganado por mérito propio, porque no era
así. Por esta razón, no ocuparía aquel dinero que, de todas formas, no se veía
en necesidad de recibir. Simplemente, no recibiría un pago de su maestro por
la relación que mantenía con éste; no podría tratarse a sí mismo como a una
puta porque todavía conservaba su dignidad. Además, lo que estaba haciendo,
lo hacía por voluntad propia.

Estaba con Jungkook porque quería, y no por lo que éste le daba.

Esa era la verdad, su verdad.

Instantáneamente, se formó una nube imaginaria, grumosa y grisácea, sobre


su cabecita colapsada de estrés debido a la imprevista inseguridad que había
surgido una vez que se detuvo a examinar lo que le estaba ocurriendo. Y
claro que él lo sabía, pero, seguir dándole vueltas al asunto, le hacía sentirse
ansioso y caótico, mucho más de lo que le hubiese gustado. Después de todo,
las ideas que podrían considerarse estúpidamente insignificantes y mínimas,
él no las podía pasar por alto tan fácilmente. Y, era por ese mismo motivo es
que terminó sintiéndose repentinamente mucho más presionado con la sola
mención que suponía tener todos esos pensamientos que se encontraban
girando en torno al tema de la dichosa conferencia en la isla de Jeju, lo que el
viaje significaría y lo que, muy probablemente, le haría olvidarse de cualquier
filtro. Es un hecho, pensó, sonriendo con un ápice de emoción indescifrable.

¿Por qué se siente así?

Era una sensación muy parecida al querer llorar y no poder hacerlo, con aquel
tedioso nudo que se apretaba en la garganta y que dolía y frustraba.

Muy parecido.

Taehyung inhaló y exhaló, notoriamente agotado y echándose hacia atrás


para poder recostar su espalda entre los almohadones del sillón de la sala.

La televisión estaba encendida. En el canal nacional se estaba transmitiendo


el noticiero nocturno, donde se hablaba sobre el alza de precios en los
productos de pesca y también sobre una nueva corporación euro-coreana que
se había instalado y afianzado con otro grupo, uno de los más poderosos del
país.
Pura basura, consideró, mordiéndose la punta de la lengua con acidez.
Estaba molesto todavía y eso le pareció aburrido y muy monótono, cansado
de eso. Y, su humor estaba empeorando con el paso de los segundos, y no
tenía algo más que hacer que lidiar con el dolor de estómago y la fatiga; había
terminado de ver la mayor parte de series habidas y por haber, y las noticias
no eran un gran panorama para una muy probable noche en vela.

Porque sentía demasiada aflicción, unidireccional hacia sí mismo.

Así que, decidiéndose a hacer zapping entre los diferentes canales, buscó a
por algo que le mantuviese despierto. Pero, para su mala suerte, no había
mucha variedad aparte de los programas de belleza y estética, los
aburridísimos de los comediantes y el noticiero. Entonces, un documental
histórico, sobre algo que no sabía que había ocurrido en la segunda guerra
mundial, resultaba mucho más interesante. Eso hasta rendirse y entregarse a
los brazos de Morfeo. Pues, Jungkook seguía encerrado en su despacho, y ya
llevaba más de dos horas ahí. Y, en serio esperaba que sólo fuese un rato
hasta poder dormirse y descansar.

No obstante, apenas la madera de la puerta rechinó, supo que sus planes no se


llevarían a cabo tan sencillamente.

Miró por sobre su hombro en dirección a Jungkook, quien se acercaba hasta


él, sonriéndole perezosamente y soltando la hebilla del cinturón de sus
pantalones de vestir.

¡Tssk!

Con desgano, se volteó, y su atención se enfocó en los platillos con pasteles y


las dos tazas con sus respectivas bebidas, frías ya. Por algún motivo, más que
sentirse dolido, se sentía desplazado. Y sabía que eso era un sinsentido, que
no podía exigirle... Nada.

Oyó las pisadas, y un minuto bastó para que la luz de la lámpara se


encendiera y sus piernas se deslizaran hacia abajo, pateando la manta. Estaba
más molesto ahora, e intentó evadirlo porque no quería que fuese obvio; el
sillón se hundió en un costado a sus pies y sintió las cálidas manos ajenas
masajeando uno de sus tobillos, luego ascendiendo.
Tan astuto, él sabía que estaba molesto.

— ¿Estás cansado? —Le escuchó preguntar, adivinando aquella expresión


en su rostro cada vez que logra percibir algo anda mal con su estado anímico
y con la disposición de hacer lo que sea al respecto para mejorarlo; lo que él
también ha comenzado a hacer últimamente. Como magnetos—. ¿No vas a
responderme, bebé? —dijo, dándole dos tiernas palmaditas en su cadera.

Taehyung sacudió su cabeza, emitiendo un sonidito de queja mientras, con su


mano libre, cubría su espalda con la polera holgada que se le había terminado
por escurrir hacia arriba de tanto movimiento ante la inquietud.

— ¿Estás molesto?

Taehyung escuchó su voz suave camuflando una risa ronca y, de un momento


a otro, los pantaloncillos cortos que, ingenuamente, se había decidido a usar
para esta noche, comenzaban a erizarle la piel debido al frío.

— ¿No vas a responderme? —volvió a insistir, sus dedos apretándole el


muslo izquierdo, alejando el malestar y cualquier otro pensamiento intruso
que se quisiese colar en el momento inadecuado—. Óyeme, Tae, mírame.

Oh, bien.

Taehyung obedeció con fingida inocencia, volteándose ligeramente y


abriendo un poco más sus piernas para poder acomodarlas sobre el regazo de
Jungkook; la mano de éste aun en su muslo y el dedo pulgar dibujando
círculos, le daban una intensidad de deseo obscurecido a esa mirada que
seguía fija en su cara.

— ¿Y bien? Sigues mirándome... —Dijo, cruzándose de brazos y abultando


sus labios. Porque claro que seguiría mirándolo, siempre lo hacía. Así que,
con un mohín de desinterés, pretendiendo no inmutarse al estímulo de sus
tiernas caricias, miró hacia el televisor—. Alcánzame un pastelillo, Ggukie.

Silencio.

—Está bien.
Por el rabillo del ojo, observó la forma en la cual Jungkook estiraba su brazo
y alcanzaba el pastelillo de uno de los platillos para entregárselo. Pues,
después del buen resultado en la segunda interrogación de Baek, la señora
Byun había insistido en darle un pequeño dulce obsequio. Y, obviamente, no
había podido negarse a recibir su presente porque ella cocinaba muy bien y
no le cabía duda alguna de que la repostería no era una excepción. Por lo
mismo había decido, justamente, compartir con Jungkook el obsequio. Pero,
apenas llegaron a casa, su maestro se encerró en su despacho a solucionar los
últimos pendientes. O sea que, prácticamente, ¡lo había plantado! Y no estaba
molesto por eso, sino que estaba molesto porque comenzó a desazogarse, a
pensar en demasía y eso le pasó la cuenta muy rápidamente.

—Tómalo —Musitó, tendiéndole el pastelillo que no tardó en recibir.

Taehyung le dio una mordida al pastelillo, haciendo que la crema superior se


rebosara por los bordes y ensuciara su boca. Él masticó gustosamente y sin
dejar de sonreírle.

—Gracias —dijo, con picardía, lamiéndose los labios y sin despegar su


mirada de la mueca que Jungkook hacía; su lengua empujaba su pómulo
interior y se veía casi divertido por lo que él consideraba esto era un
berrinche—, Gguk-ah.

Fue totalmente inesperado cuando Jungkook estaba sobre él, entre sus
piernas, moviéndose para conseguir su boca. Quiso reírse de ello, pero no
tuvo mucho tiempo para pensar cuando sintió un mordisco en su cuello.

— ¡Ouch!

— ¿Estás cansado? —Jungkook le sonrió, lamiendo sus labios una vez,


luego otra y de nuevo. Delicioso—. Debo darme una ducha...

—Yo ya lo hice... —respondió, abrazando sus caderas para conseguir un


poco de fricción en cierta zona, y un escalofrío recorriéndole la espalda
cuando lo hizo—. Pero, podemos ser rápidos...

Claro.
Jungkook se detuvo y comenzó a reírse, una de sus manos acunó su carita
para acariciar uno de sus mofletes ruborizados y decirle: —No podemos,
bebé. Nos quedaríamos despiertos hasta tarde y tenemos que salir temprano
al aeropuerto.

Maldición. Taehyung frunció el ceño. Tenía razón, un punto importante.

[...]

La brisa fresca mecía a los árboles, sincronizándose con el sonido de las olas
rompiendo contra los roqueríos.

El cielo despejado, con un gran sol brillando en lo alto, le transmitió una


enorme alegría.

Era un lugar demasiado hermoso y todo parecía ser parte de un sueño o de


una fantasía. Porque, a través de la ventana del taxi, podía ver los hermosos
jardines naturales floreciendo en la cúspide de la primavera. Se sentía
realmente fascinado y maravillado siendo el principal espectador de
semejante paisaje, agradecido con Jungkook.

Antes, pensó en los muchos escenarios en los que se había imaginado


viajando y disfrutando de visitar diferentes lugares, siempre había
considerado ahorrar para poder cumplir ese deseo y poder viajar... Era una
parte de sus sueños.

En más de una ocasión se sintió excitado por poder probar y se imaginó


yendo con sus amigos, con su familia y hasta solo. Viajar era un privilegio
que deseó sentir durante mucho tiempo, pero considerando sus ingresos
también tuvo que ser realista y postergarlo para un tiempo hasta ahorrar lo
suficiente. Pero, sin duda alguna, jamás se le pasó por la cabeza, o imaginó,
que su primer viaje sería junto a su maestro.

¡Era una locura!

El avión había sido una parte un poco escalofriante, pero no se asustó ni


pensó en accidentes teóricos y pesimistas sobre alguna película que hubiese
visto. Él sólo había disfrutado de la emoción y con nerviosismo había
hablado mucho con Jungkook hasta que el avión despegó; su mano en ese
entonces buscó, casi inconscientemente, para poder sostener la de Jungkook
ante el nerviosismo.

Estaba muy feliz. Y, aunque fuese sólo una conferencia y se quedasen por
más de un par de días, tenía la dicha de estar en el lugar y regocijarse de
felicidad.

— ¿Nunca antes habías viajado? —Cuestionó Jungkook a su lado,


acariciando superficialmente su rodilla, disimulando lo mucho que quería
besarlo y lo mucho que tenían pendiente.

—Nunca salí del país —Responde—, sólo visité algunas ciudades.

—Esta es tu primera vez entonces.

Todas mis primeras veces han sido contigo, quiso responderle, pero se limitó
a sólo sonreírle con timidez y asentir. Pero, no vio la forma en la cual
Jungkook se le quedó mirando por varios segundos, con una expresión de
satisfacción y algo más.

— ¡Jeju es la mejor isla! —Gritó el taxista, haciéndoles sobresaltarse un


poco.

Después de algunos minutos, llegaron al hotel en el cual se hospedarían y se


dirigieron directamente hacia la recepción donde Jungkook tenía que recibir
la llave de la habitación que compartirían.

Finalmente.

Taehyung seguía anonadado, mirando absolutamente todo, mientras


Jungkook hablaba con la recepcionista que, en más de una ocasión, les miró
con una complicidad implícita, como si ella comprendiese que no se trataba
sólo de un profesor y un estudiante. Y no le hizo sentirse incómodo o
extraño, para nada, inclusive, eso le divirtió; porque él era gay y no tenía de
qué avergonzarse —o sentirse mal por ello—.

De todas formas, cuando esa mujer preguntó sobre la naturaleza de su


relación, indiscretamente, él no pudo decirle que ellos estaban juntos-juntos,
respetando la privacidad de Taehyung y porque, sinceramente, su "relación"
no tenía un nombre. Todavía.

—Sólo soy su maestro, y él es mi estudiante estrella.

Jungkook le sonrió a la recepcionista antes de tomar su maleta, acercándose a


Taehyung para pedirle la suya, pero Taehyung se mostró indiferente y
caminó hacia adelante, mordiendo su labio inferior con fuerza.

— ¡Tengan un buen día!

"Sólo soy su maestro, y él es mi estudiante estrella."

Eso fue lo que le respondió, no percatándose de que Taehyung, en ese


instante, ya estaba atento a la conversación, sintiéndose insignificante por lo
que creyó era coqueteo; y con la esperanza de una ilusión rompiéndose tras,
tal vez, haber esperado oír algo diferente.

So, iba a publicar esto el día de ayer. Porque, esto es like ¿más privado?
Pero, en fin, tuve que hacerme algunos exámenes y no me sentía nada
bien... Sin embargo, hoy sí:-)

¿Quieren maratón? Cuéntenle a la tía Dystxpian ;-)

Spoiler sobre el cap anterior: lo prometido es deuda...

Dato random: Aquí en Chile es primavera también y yo ando


estornudando hasta por si acaso, y el otro día me dio por estornudar en
un negocio y toda la gente me miraba con la mirada :-) En fin, RIP para
nosotrxs lxs que somos alérgicxs xD

Sean felices
57

La habitación en la cual se hospedarían era grande y espaciosa, y tenía un


gran ventanal que permitía disfrutar de una vista —casi privilegiada— de la
playa y los jardines. Pero, lo mejor de todo era que el día era cálido y la brisa
fresca. Y él quería quedarse e ir a algún lugar, con la obvia intención de
poder mostrarle algo interesante a su acompañante y pasar un buen rato,
juntos. Con sinceridad podría admitir que quería impresionarlo, mas tampoco
podía salirse de la línea y olvidar por qué estaba allí; por trabajo.

Sin embargo, si fuese por él, pondría al mundo de cabeza con tal de borrar
cualquier límite.

El tema era que, a pesar de sus intenciones amorosas, sabía que su estudiante
estaba molesto. Lo conocía, había tenido la oportunidad de verlo antes, y con
sus propios ojos cuando la recepcionista le sonrió con picardía; su chico
estaba celoso y, aunque la idea le parecía ciertamente tierna, no era
precisamente una dulzura que buscaría por su atención luego —de hecho,
todo lo contrario—. Y, por lo mismo, no sería del todo fácil cortejarlo; habían
sido más de sólo un par de veces en las que se habían visto interrumpidos por
diferentes situaciones, y claramente era comprensible que ambos necesitaran
un momento a solas para templar sus emociones e igualar el desequilibrio
interno de éstas. Lamentable era que no pudiese quedarse a pasar el resto de
la tarde, pues tenía que ir a esa condenada primera conferencia y ser
profesional allí. Después de todo, tendría que llegar a su chico durante la
noche y tomar cartas en el asunto con respecto a su comportamiento. Porque
tal vez, sólo tal vez, éste se había acostumbrado a la docilidad de sus tratos y
tendría que refrescarle la memoria, recordándole quién era el que mandaba.

Tal y como lo planeó.

Recostándose en un costado del umbral de la puerta, observó con detención la


forma en la cual su alumno doblaba una muda de ropa, dejándola en una
orilla de la cama, desempacando. Durante varios segundos miró su bonita y
pequeña carita de muñequito, sus facciones definidas con delicadeza, con
ápices de luz manchando sus cabellos castaños dorados debido a los
contrastes. Vio aquella desquiciante manera que tenía por enloquecerlo,
ignorándolo de adrede como una manía, sabiéndose en poder de poder
envolverlo en su dedo meñique si es que así lo deseaba —y si es que fuese
consciente de ello, obviamente.

Tan bonito, pensó, y tan mío.

—Tengo que irme un poco más temprano, tengo una reunión con el consejo
de la universidad antes de comenzar con la conferencia... —Dijo, sujetándose
el puente de la nariz, a sabiendas de la cantidad de trabajo que tendría que
hacer.

Y no es como si se estuviese quejando de sus responsabilidades laborales,


sino que el estrés se ha ido acumulando acorde el tiempo transcurre y
mientras se le presentan más asuntos que debe resolver o que se le
relacionan.

—Oh, bien. Yo trabajaré en mi tesis para no perder el tiempo.

¿Sólo eso?

Inconscientemente, su lengua empujó el interior de su pómulo.

—Entonces, yo me voy.

Esperó algo más, pero sólo recibió un ligero asentimiento acompañado de


una sonrisa suave antes de verlo darle la espalda para cerrar una de las
cortinas.

— ¿No vas a despedirte de mí? —Preguntó. Quiso reírse a causa de su


actitud que, inevitablemente, le causaba una gracia que no admitiría.

Taehyung lo miró por sobre su hombro, bateando sus pestañas y dijo: —


¿Adiós?
Bien, si así lo quería.

—Taehyung. Ven aquí y despídete de mí. No lo diré tres veces. De hecho, ni


siquiera debería estarlo repitiendo dos veces —Advirtió, guardando sus
manos en los bolsillos de su pantalón de vestir, captando el momento exacto
en el que sus ojitos de miel impresionables brillaron con emoción—, ¿no
crees?

Taehyung se volteó a regañadientes y, aun cruzado de brazos, fingiendo una


molestia que realmente no sentía, caminó hacia él y le dio un beso flojo y
torpe en la boca, prolongándolo un poco más. Como un bebé enojón, sonrió.

—Espero que, cuando vuelva, tengas tu tarea lista y que... —murmuró contra
sus labios, reprimiéndose a sí mismo con la prometedora anticipación por lo
que ocurriría esta tarde—, estés listo para mí, ¿entendido?

—Sí...

«Siempre debes pensar antes de actuar», eso era lo que su madre le


aconsejaba, sabiendo sobre su debilidad emocional, cosa que le hacía
rebalsarse en aquella caótica y nebulosa cumulonimbo con tal de dejar ir de
alguna forma el colapso de sus inevitables sentimientos. Pues, desde una muy
temprana edad, su dulce y muy sabia madre, notó que era demasiado
inofensivo cuando se trataba de lo que sea que le afectase en un ámbito
sensitivo; el desastre no era su alrededor, y naturalmente él terminaba
convirtiéndose en un enjambre enredado, lleno de nudos.

Por lo mismo, dentro de sus consideraciones, para él, su maestro era algún
tipo de salvador. Un hombre maduro, un hombre tan bueno e imperioso, que
podía dominarle con tan sólo algunas palabritas. Alguien que, evidentemente,
podía manejarlo y contemplar cada uno de sus pensamientos a través del
control y el castigo que estimase conveniente; la recompensa sería mantener
su mente en equilibrio, templando a la ansiedad y a las ideas invasivas que le
amenazaban con temor a desbordarse en pánico —y desesperación—. Todo
era aterrador, y a la vez tan suficiente, que esa obsesión compartida por
conseguir la plenitud hasta saciarse se volvía avasalladora. Y, por supuesto
que sí tenía en cuenta lo que entendía por dominación y sumisión. Pero,
lamentablemente, él no notaba que, prontamente, confundiría aquellos
términos.

Durante todo este período en el que pudo compartir con su maestro y, de una
u otra manera, conocerlo un poco más a fondo, pudo comprender que éste
tenía una extraña manía por separar diferentes aspectos y facetas de su vida.
Y no es como si eso estuviese mal, sino que a veces se siente demasiado
abrumado con respecto a quien cree conocer y a quien, por mera sorpresa,
conoce. Sabe no le incumbe entrometerse en sus asuntos personales, mas se
le hace muy difícil no querer saber qué es lo que se esconde tras esa máscara
de ecuanimidad.

¿Quién es él realmente?

¿Quién soy yo realmente?

Estas extrañas dudas y cuestiones no son un simple sinsentido, no después de


que, de pronto, le hayan empezado a hacer un ruido constante en la cabeza,
volviéndose cada vez más recurrente.

No es una casualidad. Sabe que, quizás, no sea sólo por trabajo de oficina.

Esto tiene un porqué, pensó, tras lo que hubo surgido con aquellas repentinas
y misteriosas salidas a ciertos sectores de la ciudad, o inclusive con la
cantidad de correos que se preocupa de responder sin falta alguna. ¿Por qué?
¿Qué es lo que esconde? No lo sabe con claridad y no le correspondería
interrogarle sobre ello, pero sí tiene derecho a saber más sobre el hombre con
el cual ha estado viviendo. Él no se imagina siendo un amante. O, peor aún,
el experimento que salió mal. Simplemente, ahora, tiene mucho miedo de
salir herido.

Suspirando con resignación, escribe el último par de palabras en su portátil y


se detiene durante algunos segundos, retomando su respiración, temiendo
perder la idea —o la concentración—, sabiendo que, una vez el párrafo pierde
dos letras, la idea central sale a correr por su mente hasta desaparecer y
hacerle tener un martirio de divague para poder recordar. Así que, terminó
parte de lo que había tenido planeado terminar y, de inmediato, guardó el
archivo y cerró el portátil.

Finalmente, concluyó, dejando sus cosas encima de la silla que tenía a su


lado, estirando sus músculos tensos tras haber estado durante al menos, dos
horas en la misma posición. Él se había tomado muy en serio la investigación
requerida para su tesis, y obviamente había obedecido a las palabras de su
maestro. Pero, de tan sólo pensar en aquello que le había dicho antes de
marcharse, sentía un escalofrío recorrerle la espalda.

Dios, tenía que darse una ducha.

Sin embargo, apenas se incorporó, una notificación hizo vibrar su móvil.

¿Qué?

«Tengo algo que compartir contigo, en veinte minutos estoy allí.»

Excelente, tendría tiempo para darse un baño antes de que llegara al hotel, y
lo hizo rápidamente. Por lo que, tuvo tiempo para arreglarse, sólo un poco,
hasta que llegase; hidrató su cuerpo con crema y utilizó un sutil bálsamo
labial. No entendía el motivo por el cual estaba tan emocionado, pero le
gustaba sentirse de esa forma.

No obstante, en menos de lo que esperó, el peculiar sonido de la perilla


siendo girada le erizó el vello.

Todavía envuelto en la toalla, buscó por su pijama que, para su mala suerte,
no recordaba en qué lugar lo había puesto y las mudas de ropa estaban
ordenadas en una de sus maletas y...

—Vaya. Realmente estabas esperando esto, ¿no es así? —Le escuchó decir,
en el umbral de la puerta de la habitación. La camisa blanca que traía puesta
tenía las mangas remangadas hasta los codos y dos botones abiertos. Qué
forma tan desconcertante que tenía por acaparar toda su atención con algo tan
simple.

Relamiéndose los labios, pestañeó repetidas veces en su dirección, sabiendo


lo que ocurriría pero sin saber qué decir o hacer. Estaba paralizado y mudo en
su inspección.

—Y bien, bebé... ¿No vendrás a saludar a papi? —Comentó riendo


levemente, como si tratara de una gracia que a él le hizo ruborizarse con
enojo por ser tan jodidamente receptivo a su lenguaje y a sus caricias y a su
atractivo; y a su todo en realidad—. ¿Tengo que ir yo por ti? —Pregunta, con
notorio sarcasmo para acercarse con lentitud, cosa que le hace ponerse mucho
más nervioso de lo que le hubiese gustado. Era en serio muy intimidante
cuando se comportaba así, y no se quejaría porque esa actitud preponderante
le encendía como fuego en las entrañas. Y una vez que estuvo justo en frente
suyo, se inclinó en su costado y lamió su lóbulo para susurrarle justo en el
oído: —Fue un día realmente largo, pero pensé en ti y en tu cuerpito y yo
sólo quería venir hasta ti y follarte tan mal...

Esas palabras presionaron todos los botones incorrectos, porque su piel y su


cuerpo se erizaron, expandiendo un calor inmenso a lo largo de sus
extremidades y miembro. Él percibió la humedad de su aliento caliente,
precisamente, en su cuello. Y quería más.

—Yo quiero... Sí, q-quiero también... —Pidió, torpemente, cerrando sus ojos
por vez que sentía cómo la toalla se deslizaba hasta caer al suelo y exponerlo
por completo bajo la vista y el criterio de su profesor. Y no era como si no lo
hubiese visto desnudo antes, pero por alguna razón era expectante estar así y
ser admirado como si fuese algo que sus ojos jamás antes hubiese visto. Eso
le hacía sentirse especial y, sinceramente, único—. Por favor, yo s-sí q-
quiero...

Los dedos ajenos se escurrieron por su cintura y rozaron su pelvis.

Abrió sus ojos lentamente, sólo para mirar directo a los ojos de su profesor.
Él también lo miraba, con una intensidad abrumadora y con sus músculos
rígidos bajo la camisa; en el pantalón se ajustaba un gran bulto. Claro, ellos
llevaban más de un par de días prolongando esto. Tenía que sentirse así de
bien.

—Mi amor, esta vez usaras algo diferente, ¿sí? —Dijo, acariciando su mejilla
con cariño, haciéndole sentirse como un gatito exigiendo por más lagotería; a
pesar de lo extraño que eso fuese, los roles le gustaban porque, lo que venía
después, era una de los mejores momentos que podría tener—. Esta vez
quiero que seas el muñequito de papi, ¿sí?

Asintiendo ligeramente, dejó que Jungkook se alejara en busca de algo en una


de sus maletas. Obviamente, puso atención a qué era lo que buscaba y qué era
lo que le haría, ya que la última vez cuando le vendó no le gustó para nada.

—Cierra los ojos, mi amor.

— ¡No quiero vendas! —Tratando de persuadirlo, sólo logró que le


devolviese una sonrisa llena de picardía. Su flequillo negro descubría gran
parte de su frente y lucía fresco con esa brillante sonrisilla matadora que le
hacía sentir muy, realmente ansioso por querer besarlo.

—No, mi amor. Confía en mí. Yo te daré sólo lo que tú necesites, lo que yo


considere suficiente, ¿entendido?

Titubeante, asintió, obedeciéndole y cerrando sus ojos.

Escuchó el sonido de algo, un segundo pasó, y luego la maleta cerrándose.

Su profesor comenzó a enredar algo en su cuerpo, estaba colocándole un tipo


de correa alrededor de su cuerpo y luego... Sus manos fueron apresadas tras
su espalda y él abrió sus ojos instintivamente, pasmado.

Oh Dios mío, pensó.

—Qué curioso eres, mi gatito... —Musitó, seductivamente.

Su maestro le había puesto un arnés de cuero negro, que tenía unas franjas
que se ajustaban perfectamente a sus muslos y cintura, con una correa que
sujetaba la parte delantera para cruzar la parte superior e inferior de sus
glúteos. Pero, eso no era todo. Su maestro le había esposado, y él
definitivamente había oído el click de las esposas, cerrándose con un seguro
alrededor de sus muñecas.

—Pero, yo no te di permiso para abrir los ojos.

Por inercia, intentó separar sus brazos con tal de moverse, pero no pudo y
sólo terminó sintiendo un resentir con ardor. — ¿Huh?

Rodeándole con aura de superioridad, Jungkook le miró con altanería. Porque


era un gran espectáculo el que tenía en frente y no podría estar disfrutándolo
más. Taehyung era realmente una obra de arte. Su chico hermoso, su bebé
muy mimado. Taehyung le tenía sintiéndose como si fuese a perder el
autocontrol y tan sólo por una miradita de esos ojos marrón ámbar. Era una
locura. Pero, él quería disfrutar lo que quedaba de la tarde, y el resto de la
noche junto al único que podría hacerle sentir bien, como si todo estuviese en
orden.

—Has estado siendo muy desobediente y atrevido últimamente... Y, tú sabes


que a mí no me gustan los niños que se portan mal y desafían a papi con un
mal comportamiento, lo sabes, ¿cierto? —Cuestionó con un ápice de
diversión oculto, presionando sus hombros hacia abajo, arrodillándolo bajo su
sombra y haciéndole lucir tan pequeño y tan inocente, con una posición tan
sugerente; a la vez, cuidadosamente, separó sus rodillas con uno de sus pies.
Lo miró con aquella expresión que dictaba la tensión entre cada una de las
cosas que quería hacerle, y lo comprobó apenas, con una voz suave y rasposa,
le dijo: —Quiero hacerte tantas cosas que son potencialmente crueles, pero
también tengo tanto miedo de dañarte, que no sabes cuánto temo destruirte...

Taehyung tiritó. Escuchar aquellas palabras debería haberle asustado, y —de


hecho— lo hizo, pero una extraña emoción por querer que probara su punto
se hizo presente en las profundidades de sus entrañas, eso que le hizo tiritar
cual gelatina mientras lo veía hacia arriba.

Miró su rostro varonil y cuidadosamente afeitado, el lunar bajo su labio y el


puente alto de su nariz... Miró sus ojos obscurecidos por el desideriúm. Tenía
esa extraña cualidad de hacerle querer ceder a cualquier cosa que le quisiese
hacer mientras fuese él.

—Quiero que me destruyas, Jungkookie. No importa cuánto duela, sólo


quiero hacerte sentir bien y que me hagas olvidar. Haz de mí lo que t-tú
desees. P-por favor.

Y esas palabras fueron suficientes para dar cabida a su extasiante encuentro.


—Tan bonito, mi tierno bebé... —murmuró, su pelvis dando justo contra su
carita mientras, desatándose la hebilla del cinturón sonoramente, le advertía
un muy probable castigo.

Jungkook miró atento cómo era que la respiración de su alumno se volvía


cada vez más errática con el paso de los segundos, y quiso reírse por ser el
causante de aquello. Y apretó su bulto, dentro de su bóxer, para finalmente
sacarlo y, con cierto fetiche, mostrárselo a su bebé porque, Dios le librara,
sus mamadas eran una de las mejores cosas que hacía con esa boquita de
angelito inocentón; su miembro estaba erecto, endureciéndose con el objetivo
de poder saciar la fijación oral de su chico.

— ¿Estás hambriento, bebito? —se burló, exprimiendo un poco de presemen


a lo largo de su falo para lubricarlo. De todas formas, la saliva de su bebé era
mucho mejor poniéndolo mojado—. Vamos, bebé... Ponlo adentro de esa
boquita tuya...

Cuando Taehyung le obedeció, sintió el placer acumulándose con tensión.


Pues, esa bonita boquita en forma de corazón, chupó el glande de su polla
como si fuese un chupetín; la lengua trazando una línea en la hendidura y
luego justo alrededor, succionando y rastrillando levemente con sus dientes
para delinear las venas exaltándose debido a la sangre que, yéndose hacia el
sur, se acoplaba ahí.

— ¿Te gusta cuando papi te alimenta con su polla, mi amor?, ¿huh? —Su
mano se cerró entre los cabellos castaños ceniza de su chiquillo, y jaló un
poco para motivarlo y hacerle saber lo muy bien que lo hacía—. Ponlo así
como te gusta, pastelito... Cremoso. Oh, carajo.

Taehyung miró hacia arriba y se sintió excitado de ver a Jungkook totalmente


tenso por conseguir más, y él no podría negarle algún deseo a su papi. Así
que, como pudo, engulló toda la longitud hasta la base y succionó, aunque
aquello le costase una que otra arcada, pero lo mamó tan bien que, de un
momento a otro, Jungkook lo tenía empotrado contra la cama.

—Voy a cambiarte esas jodidas esposas de lugar.

— ¿Qué? —Preguntó, sonando un poco arrogante.


Pero su pregunta no fue respondida, sino que sus manos fueron desatadas
para, posteriormente, volver a ser esposadas y no era tan incómodo así,
porque sus brazos quedaron justo donde tenían que estar. Sin embargo,
repentinamente y de nuevo, fue acomodado por Jungkook, quien pegó su
torso al colchón y le tomó de las caderas para elevarlas.

—Ese culo tuyo, bebé, me vuelve jodidamente loco... —Le oyó decir por vez
que besaba sus glúteos con parsimonia, amasando y apretando la masa como
si fuese a estrujarle. Sintió los mordiscones, fuertes y salvajes. Eso era lo que
él quería—. Todo esto es mío, bebé... Todo tú, todo mío, mío y mío...

Taehyung, inevitablemente, rió en medio de un gemido, abriendo su boca


para ver como la polla de Jungkook se levantaba en su entrepierna, roja y
goteante.

— ¿Estás ansioso, bebito? —rió, azotándole una de sus nalgas, viendo cómo
se estremecía con ello. Por la misma razón y, a sabiendas de los mucho que
eso le gustaba, tomó su cinturón y lo estrelló contra su piel—. Vas a contar.

El primer golpe llegó. Luego el segundo y el tercero. Después el cuarto, con


el quinto hasta llegar a los diez golpes, donde la piel de sus nalgas se
enrojeció de inmediato con la marca visible del castigo. Todo ardía con picor
doloroso.

— ¿Cuántos fueron? —Le preguntó, dejando el cinturón a un lado,


quitándose la camisa y posteriormente el pantalón y los zapatos. Estaba muy
ansioso también.

— ¿Diez?

Él tenía un plan.

—Muy bien, gran trabajo.

Y dicho aquello, jaló a su tierno chico bebé del cabello e invirtió las
posiciones. Le hizo sentarse sobre su abdomen y acarició sus antebrazos con
una mirada llena de complicidad. Esta sería la primera vez, pero llevaba
pensando en eso demasiado y en serio quería hacerlo; habían probado varias
posiciones menos esa. Y él en serio quería ver a su pastelito montándolo
como si fuese su jodido vaquerito. Joder, de tan sólo pensar en ello, su pene
se endurecía mucho más.

— ¿P-papi? —Cuestionó, con esos dos mofletes súper ruborizados. Dios.

Jungkook lo miró directamente a los ojos, sonriéndole con parsimonia. —Vas


a montar a papi, mi amor.

Taehyung abrió sus ojos cómicamente, luego miró sus manitos esposadas y
se removió con inquietud. Tan estúpidamente adorable. — ¿C-cómo?

—Tranquilo, mi amor. Papi lo acomodara por ti —guiñándole, se medio


sentó para poder alinear su miembro en la entrada de su chico, pero, primero
alcanzó el lubricante que había en el bolsillo de su pantalón y lo exprimió
hacia adentro, masajeando un poco antes de penetrarlo e introduciéndolo
lentamente—. Oh, mierda... Oh, joder...

La cálida y abrasadora sensación del interior de Taehyung era exquisitamente


placentera, sus paredes anales blandas y lubricadas, ciñéndose alrededor de
su pene tan apretado y tan bueno que luchó por no embestirlo de forma
brutal.

—Ugh... Huh, haaa... Mmngh, a-arde... —jadeó Taehyung, luchando por


mantenerse ahí, sentado sobre su polla y quieto hasta que el dolor pasara—.
Oh, entró p-por completo...

— ¿Te gusta así?, ¿mmh? —preguntó, besando sus clavículas con


parsimonia, luego sus tetillas, chupándolo como si fuese a conseguir algo más
de eso—. Dios, querría tener mi polla en ti todo el maldito día... —mordió el
pezón y luego le besó el mentón hasta sentirlo moviéndose levemente,
girando sus caderas con cuidado—. Eso es, mi amor...

Sintió su pene ser abducido por el agujero de su chico y no había alguna otra
sensación que se comparara con esa. Ese orificio era una jodida delicia para
él. Y cuando las caderas comenzaron a trazar círculos en torno a su eje,
perdió el juego y cayó rendido a lo que sea que le pidiese.
—Oh, bebé, puedes ir probando... Ve un poco más rápido —pidió, dirigiendo
su cintura para ayudarlo, viéndolo morderse el labio inferior con manía por
vez que trataba de buscar apoyo, con sus manos esposadas, en su abdomen—,
apóyate en mí...

Jungkook miró totalmente cegado la forma en la cual, por primera vez, su


TaeTae lo montaba. Qué jodido espectáculo; esas caderas parecían haber sido
hechas para moverlas de esa forma, lentamente y luego rápido y luego trataba
de brincar, pero la fuerza en sus bracitos no era lo suficientemente firme,
claro porque estaba esposado. Pero, qué bien se veía así. Así que, acunó lo
que más podía de sus glúteos entre sus manos y lo levantó, haciéndole
sobresaltarse por el repentino impulso antes de comenzar a embestir en él con
rapidez y casi una desesperación bestial.

— ¡Haa, aah, haah! ¡Oh, joderrr! ¡Paapi, huh, hmmn! ¡Oh, Dios, ooh!

Definitivamente, esos gemidos le sobre estimularon, porque las nalgas de su


TaeTae eran suaves y esponjosas y tenía un culo redondo y bonito y él lo
hubiese comido de no ser porque lo estuviese montando. Pero, en definitiva,
la experiencia era increíble. Tenía a Kim Taehyung, su bebito, a su bonito
estudiante saltando sobre su polla como si fuese un jodido experto. Jungkook
se detuvo a mirar un poco, porque le gustaba mirar en demasía y no lo podía
evitar; al menos, no cuando los glúteos de su bonito chico se movían como si
estuviese haciéndole un twerk sobre su polla. Amaba cuando hacía eso.

—Carajo...

Los sonidos húmedos se intensificaron, pues del agujero de Taehyung caían


hilos de presemen y lubricante, y sus gemidos y jadeos agudizándose con el
paso de los minutos... Era una cosita desquiciante.

—Vamos, pastelito, brinca para papi... —Le dijo, sin dejar de mirarlo hacer
esas eróticas expresiones. Buscó sus pezones y los masajeó un poco antes de
azotar su culo travieso y besarlo en los labios.

Su lengua se deslizó de inmediato adentro de su boca, lamiéndole el paladar,


los dientes y chasqueando por querer más. Era un beso desordenado y lleno
de lujuria. Sus bocas buscaban por más hasta desgastar los labios del otro.
Ellos se mordían y se besaban de una forma que hubiese sido realmente muy
excitante de ver.

Pero, de pronto, Taehyung sintió todo el calor acumulándose en su vientre


bajo, sus muslos temblaban y Jungkook le sonreía como si eso le excitara;
como si le excitara saber que le tenía con las piernas temblando y sin saber
qué hacer con sus manitos, desesperado y muy necesitado.

— ¡Ohw, ow! ¡Haaa, Ggukie, awh!

Muy necesitado de papi...

—Quieres correrte pastelito, ¿huh? Eso es lo que quieres... —gimió, con una
voz letalmente sucia—. Quieres que te llene de crema por dentro, quieres
tener a todos mis bebés adentro y en tu pancita, ¿huh? —dijo, presionando la
protuberancia en su vientre bajo, el pequeño bulto que su polla lograba mover
en su adorable pancita, dando una caricia cariñosa que a Taehyung le hizo
sentirse ardiendo por dentro, mucho más excitado ante la ilógica idea de tener
los bebés de su maestro. Era una jodida locura, pero ellos perdían la cordura
cuando estaban en intimando. Y eso, inevitablemente, le gustó; y le hizo
sentirse extasiado, cosa que Jungkook no pasó por alto—. Quieres tener a
unos mini-pastelitos dentro de ti, bebé... Quieres que te llene de mis bebés,
¿huh?

— ¡Mhwaaa! ¡Haa, haaa, haa, mhwaa! ¡S-sí, p-orr favooo-oh! ¡N-no


puedo! ¡P-por favorr!

Taehyung comenzó a llorar, sollozando mientras sus manitos, empuñadas, le


arañaban el abdomen a su papi con fiereza. Sentía que se iba a venir tan mal,
que iba a explotar y todas esas sensaciones seguían acumulándose y ya no
sabía si estaba llorando, sollozando o gritando. Sólo podía brincar y girar sus
caderas con rapidez.

—Dios, muévelo así, mi amor... Te correrás cuando papi te llene de sus


bebés, te correrás cuando te llene de mí y de mi polla, ¿entendido?

Y apenas dijo aquello, Jungkook lo masturbó con rapidez y perdió el juego,


sentía que en serio explotaría, y su próstata sintiéndose sensitiva con el
constante roce ahí; sus paredes anales se contrajeron en demasía y apretó a
Jungkook a tal punto, que ambos estaban sudados y temblando, pero no se
detuvieron.

— ¡Abrázame! ¡Abrázame! ¡Por favor! ¡Por favor! —pidió entre lastimosos


gemidos y quién era Jungkook para negarse. Ellos estaba follando y, a la vez,
abrazándose, y a la vez follando muy mal; Tae seguía moviéndose en el
regazo de Jungkook, montándolo de forma desesperada mientras su maestro,
lo apretaba entre sus brazos, amasando sus glúteos y besando su cuello y sus
hombros y mordiendo y tocándolo por todas partes. Nunca era suficiente y
sentía que podría dejarse hacer ante los sórdidos anhelos por conseguir más
—. ¡Huh!

—Oh, bebé... Oh, Tae... Lo haces tan bien... No pares, hazlo por papi... Eres
mío, mi ángel... ¡Oh, carajo! Mi pastelito, te sientes tan bien que... Ow...
¡Mierda!

Taehyung sintió que iba a morir cuando el líquido se esparció en su cavidad


anal, manchando todo su interior y haciéndole correrse finalmente. Y él, en lo
vago de su pobre y degastada consciencia, en lo que cabe, pensó antes de
actuar, y sólo mordió con fuerza el hombro de Jungkook, apretando sus
dientes ahí para evitar las palabras que, anudadas, presionaban en su
garganta.

[1/2]

Lo prometido es deuda.
58

Las luces del local se apagaron y él finalmente cerró la puerta, dándole el fin
a la agotadora jornada laboral, y a la rutina también.

Todo su sistema —fatigado— volvía a hacerle sentir tanto agotamiento, que


ni siquiera supo cuándo es que comenzó a deteriorarse tanto anímicamente y
con respecto a un nivel psicológico; como si todo empezase a desvanecerse y
todos los colores perdieran intensidad, ya nada se sentía igual y volvía a caer
en una terrible y aterradora monotonía. Sin embargo, cuando el
presentimiento llega a su mente de improvisto y con la amenaza de poder
colapsarse, es entonces que tiene a Seok Jin, aferrándose a él y no
permitiéndole dejarse ahogar por aquel constante y amargo deprimir. Ese era
su balde de agua fría. Porque, realmente, no importaba si su mundo se estaba
derrumbando, él era el único pilar para su casi novio y, por consecuente, no
se podía olvidar de eso y tendría que pasarlo por alto; dejar de lado, sino no
podría sostenerse. Las cosas estaban yendo mal, y lo que se encontraba
coloreando eran las sombras de una habitación obscura en la cual perdió el
control.

Nada estaba bien, de hecho. Él podría tomar toda su mierda y marcharse,


pero, simplemente no podía hacer eso; por Taehyung, por Baekhyun y por
Seok Jin. No podía sólo escapar del dolor y la tristeza que, a veces, no
parecen tener un sentido y forman de su cabeza un lío abstracto con sus
cuerdas enredadas. Las cosas que antes le motivaban se habían vuelto un
recordatorio de cómo es que se había vuelto la situación, ya no podía
motivarse con aquellos sueños. Sólo quería terminar de hundirse y eso era
una advertencia para tocar fondo.

Suspirando con abatimiento, la mochila colgando de sus hombros, y


sujetando el casco de su motocicleta en una de sus manos, caminó por el
callejón hacia el final abierto a la calle. Porque su motocicleta estaba
estacionada en el mini-aparcamiento, justo en el extremo posterior de la
tienda, donde había un lugar para que los empleados dejaran sus bicicletas o
cualquiera que fuese su medio de transporte.

— ¡Hey, Yoongi-ssi!

Frunciendo el ceño y entrecerrando sus ojos para tratar de divisar de quién se


trataba el llamado, una vez llegó a la esquina se topó con su compañero de
turno. Jimin.

—Vaya —Dice, fingiendo desinterés y hasta un poco de molestia, era un total


fastidio para ese chico de sonrisa bonita—, te me apareces hasta en la sopa...

Ambos comparten una risilla cómplice para luego apoyarse contra el barandal
de la calle y mirar hacia los autos y autobuses que transitaban en busca de
más pasajeros, teniendo en cuenta la hora —claro—.

Hay silencio entre ambos durante algunos segundos. Y, Yoongi mira


fijamente a su compañero, con un ápice de diversión al notar la repentina
vergüenza que éste muestra por la atención recibida. Aunque, al principio no
se llevaran del todo bien, ahora las cosas habían cambiado bastante; ellos, al
compartir gran parte de los turnos juntos, inconscientemente, habían
entablado más conversaciones de las que deberían y eso les había llevado a
profundizar cierta una confianza muy reciente. Eso le agradaba.

—Entonces, ¿qué es esto? —Le pregunta, chasqueando la lengua para acabar


con el ruido incesante del tráfico—. ¿Estás esperando bus para ir a casa?

—Eres un pensado, Min. Pero, para tu información, es una mera


coincidencia que nos hayamos encontrado aquí porque, si mal no lo recuerdo,
trabajamos en lo mismo y en el mismísimo lugar, gran cerebro. Y, aparte...
Yo estoy esperando a mi chico.

Yoongi elevó sus cejas con cansancio. —Eso es genial.

— ¡Ya! Yoongi-ssi...

Por algún motivo u otro, Jimin sentía como si supiese de qué se trataba toda
esta actitud tan, repentinamente, apagada. Y, lo sabía, de hecho. Pues,
después de, quizás un poco más de cuatro semanas y varias charlas, él era un
metiche y sentía como si algo le dictase necesitar interferir en la complicada
naturaleza de las relaciones y líos amorosos de su compañero. Aunque, no
debía hacerlo porque era muy rápido y ellos recién habían comenzado a
conocer al otro, y a él no le podía importar menos porque, según su opinión,
el tiempo estaba lleno de variables, y Yoongi era si nuevo amigo. Por lo que,
le apenaba en demasía su triste situación. Él no podría imaginarse cómo se
sentiría estar en su lugar, y de sólo imaginar que había recurrido a él, un casi
completo desconocido que ahora es su amigo, para desahogar su angustia, le
hacía sentirse amargo.

Jimin sabe que Yoongi no merece ese martirio.

—Hyung, sé que todo eso del Doctor Kim, y de los Kim, es complicado para
ti, pero no te deprimas tanto, ¿sí? —Aprieta su hombro con ligereza y
calidez. Sí, quiere hacerle sentir cómodo y cálido, transmitirle su
comprensión, cosa que sabe él necesita mucho ahora—. Yoongi-ssi, tal vez
debas tomarte un tiempo, estás muy mal, hombre.

— ¡Jimin! —riéndose, le mira con tanta transparencia, que puede notar cuál
es el motivo de sus intenciones—. Lo sé, es sólo que... Esto me quema,
¿sabes? Incluso si suena estúpido, o esto es algo desgraciado... Yo siento
como si ya no pudiese más con esta confusión, porque sé lo que es y estoy
haciéndome daño a mí mismo y a Seok Jinnie, y probablemente Tae me
repudie por eso.

—Oye, Yoongi-ssi... El amor es tan loco, estúpido y raro, que a veces sólo es
una aceptación de que las cosas pasan por algo. Y, por lo que me hablaste de
ese tal Tae, no creo que te repudie. Quizá necesite distancia un tiempo, pero
lo más importante es que tú te tomes tu tiempo para asimilar toda esta
situación y poner las cartas sobre la mesa. Porque esto está muy claro para
mí, y el punto es que tú te lo cuestiones.

Yoongi sintió un retorcijón en el estómago. Porque todas las fantasías de las


que quiso convencerse estaban desenmascarando la verdad, capa por capa. Y,
sinceramente, no sabía cómo podría lidiar con ello o si realmente podría tratar
de lidiar con algo sobre eso.
— ¿Estás enamorado de Seok Jin o de su hermano?

La pregunta resonó en sus oídos con un eco ruidoso y su corazón se aceleró.


Se sentía tan mal, tan frustrado. Y, de pronto, una bocina sonó,
distrayéndolos a ambos de su conversación. Yoongi deseó que Jimin se
quedara un rato más con él y que le diese alguno de sus "brillantes" consejos,
que le escuchara para tratar de aclararse a sí mismo. Pero, eso no sucedió.

— ¡Joonie! —Saludó al automóvil, de repente rebosante de alegría y fue


cuando supuso que ese debía ser su novio; el grandioso empresario del cual le
habló antes—. Adiós, hyung. Ten una buena noche y te veo el lunes.

Y dicho aquello también se marchó.

Los primeros rayos de sol traspasaron las persianas con una débil luz
matutina, y el viento fresco ondeaba la delgada tela de la cortina del ventanal.
El sonido de las olas rompiendo contra los roqueríos, el mecer de los árboles
tropicales y sus hojas, uno que otro pájaro trinando una canción y la peculiar
melodía que causaban dos respiraciones, templándose en una onda al compás
del desliz de las sábanas. Era algo totalmente relajante.

Abrió sus ojos lentamente, sintiéndose tan cómodo y cálido y tan satisfecho,
y con una de sus piernas colgando en la cadera de Jungkook por vez que le
hacía cucharita —como cual koala colgando de su ancha espalda. El
pensamiento le hizo sonreír, pero se sentía muy bien. Y, aunque su cuerpo
aún se encontrase tan lánguido y adolorido, amanecer abrazando a Jungkook
definitivamente era una recompensa. Pues, su maestro era tan grande y
formidable, y a la vez cariñoso y suave... Como un osito de felpa enorme,
pensó, todavía adormecido por la somnolencia.

La noche anterior había sido una noche bastante intensa, y ni siquiera podía
ser capaz de recordar en qué momento se había dormido ni cómo. Sólo
entendía las señales que sus extremidades amoratadas le brindaban y el dolor
ardiente en su —aún— sensible orificio, por supuesto.

De lo poco que recordaba, sobre los últimos minutos en la segunda ronda,


todo se resumía en Jungkook mordiendo por doquier, marcándolo y
hablándole tan sucio mientras le follaba, que había sido totalmente
enloquecedor. Así que, probablemente, se había desmayado. Y es que, esa
ración de sexo duro y sucio había sido lo suficientemente bueno, a tal punto
como para dejarlo saciado.

Removiéndose para disfrutar de la cercanía y del contacto físico, escuchó uno


de los roncos gruñidos mañaneros de Jungkook. Luego, también sintió el
tacto de una de sus manos recorriendo con ternura su pantorrilla, lo que,
claramente, de inmediato le hizo despertarse; él quería mimos y quería que le
consintieran. Sí, un momento íntimo era lo que necesitaban. Pero, con otro
tipo de intimidad.

—Oye, Ggukie... —Murmuró con su voz aterciopelada, incrustándose en uno


de los costados de su maestro. Literalmente, estaba bajo una de sus axilas y
su cabeza recostándose lentamente en uno de sus pectorales, cayendo al otro
lado del colchón—. Ow...

Jungkook le miró con una sonrisa dormilona antes de aplastarlo. Y Taehyung


descubrió que no le importaba tanto estar bajo su peso. Aunque, a pesar de la
buena condición física que su maestro tenía, su construcción corporal
ameritaba tener más peso debido a los músculos. O eso pensaba Taehyung,
mientras que, con movimientos torpes, trataba de escabullirse.

— ¿Adónde vas, pastelito? —Le oyó decir con gracia tiñendo su tono de
voz.

—Me duele... —Respondió, teniendo en cuenta la cantidad de moratones en


variadas parte de su cuerpo, y sumándole su piel sensible. Inmediatamente, su
maestro se quitó de encima y se acuclilló para mirarlo con detención—. Hum,
está bien, Ggukie... Sólo que estabas aplastando mis costillas...

—Oh, lo siento... —Dice, acercándose con lentitud para tomar una crema de
la mesita de noche y exprimir una generosa cantidad en una de sus manos
para, posteriormente, esparcirla en sus caderas, entre sus muslos—. Date la
vuelta...

Taehyung obedece y siente las manos ajenas masajear en su cintura, luego en


su espalda baja y...

—Tienes un culo precioso, pastelito. Y todo mío... —Le oye decir antes de
sentir su aliento contra la piel de sus glúteos, y pierde la batalla cuando besó
cada una de sus nalgas. Con sus labios calientes y esa lengua húmeda
trazando camino hasta su agujero rugoso, contrayéndose por la emoción
naciente—. ¿Es esta una buena forma de despertar a papi, pastelito?

—Hmm, sí...

Las caricias se vuelven parsimoniosas, con segundas intenciones y con ronces


en sus zonas más íntimas. De pronto, Jungkook se empieza a mover sobre su
trasero como si le estuviese penetrando muy lentamente, pero sin siquiera
hacer intromisión.

— ¿Así?

—Sí... —Taehyung muerde su labio al sentir la boca, ahora, atacando su


cuello con lamidas y mordiscos juguetones. Y, tal vez, no se sentía tan
saciado, después de todo—. Quiero hacerlo de nuevo —rió en medio de un
jadeo, dejándose llevar por la cantidad de sensaciones placenteras que aún
invadían su sistema—, ¿tú..., tú quieres?

—Obvio, obviamente. Siempre lo quiero... —Jungkook acomodó su miembro


erecto, debido a la gloria matutina y también debido a la estimulación, entre
las nalgas de Taehyung, y lo deslizó repetidas veces, masturbándose a sí
mismo con la ayuda del delicioso pastelito de su bebé—. Dios. Quiero
comerte...

Taehyung rió, buscando a tientas el pene de su maestro para poder meterlo en


su... Celular sonando y ambos sobresolándose. Joder. Él quería tener sexo
mimoso, y no quería hablar por llamada y estaba decidido a pasarlo por alto
hasta que...

—Contesta la llamada, bebé. Puede ser importante —Jungkook le alcanzó el


móvil para pasárselo, incorporándose una vez se lo entregó—, y yo pediré
servicio a la habitación mientras tú respondes esa llamada. Necesitas comer
bien después de haber gastado tanta energía...
Taehyung mordió su labio y frunció el ceño. —Entonces, ¿no lo haremos?

Jungkook se rió y Taehyung miró su miembro erecto entre sus muslos pálidos
y musculosos; la mata de vello púbico oscuro en la zona, el abdomen tenso y
definido, apretándose.

Él definitivamente quería tener sexo.

—Si me sigues mirando así... ¿Quieres que te desayune a ti?

—Es una opción... —respondió, sonriendo con coquetería por vez que
relamía sus labios, olvidándose de la inhibición y contestando a la llamada—.
¿Hola?

Jungkook sacudió su cabeza riendo y salió de la habitación.

— ¿TaeTae? ¿Taehyungie?

Joder.

— ¿Mamá? —Preguntó un tanto sorprendido y avergonzado, sus mejillas


ruborizándose ferozmente.

— ¡Osito de miel! ¿Por qué no contestabas la llamada? ¿Estás ocupado?

[2/2]

Well, debo confesar que la última vez que hice maratón no me gustó el
resultado y... :-) En fin, espero quedar satisfecha con esta casi maratón.
Porque 2/2 es algo, ¿o no?

Lo otro es que, me divierte mucho escribir Heal Me, muchas cosas van a
pasar y... Aunque nos falta un poco, estamos a nada de llegar a los 20K.
Estoy triste y feliz, OK. Pero, gracias por todo. En serio. Ver sus votos y
comentarios, sobre todo sus comentarios xD Muchas veces me hacen el
día...
En fin, cuídense mucho y sean felices
59

Los días siguientes fueron una mancha de estrés y tensión para ambos, pues
la universidad de Jeju había reorganizado el horario de las conferencias y,
debido a ello, su maestro había estado arrastrándolo a cada una de éstas junto
a él. Por consecuente, también había tenido que poner la atención necesaria a
lo que se explicaba en aquellas cátedras, ya que, después de todo, por algo
estaba ahí; su asistencia se basaba en el aporte que le hacía a su maestro,
echándole una que otra ojeada a sus apuntes explicativos y señalándole en
qué debiese especificar con un poco más de claridad. Y, por lo mismo, había
tenido una cantidad de tiempo my limitada para trabajar en su tesis, cosa que
estaba carcomiéndole en la cabeza con pensamientos nerviosos e inseguros.

Aunque tratase de ignorarlo, y aunque tratase de evitar el tema a toda costa, la


verdad era que pensar en el futuro era algo totalmente ineludible, después de
todo, éste va volviéndose una incertidumbre recurrente que persiste a través
de los años. Por el mismo motivo, la titulación de su carrera sería el primer
paso para su adultez definitiva, dentro de los primeros muchos pasos que nos
trae consigo la vida. Sin embargo, ahora que sí es consciente de los nuevos
detalles que le complementan, y que sabe son parte de su día a día, ha
comenzado a cuestionarse qué viene luego.

La cosa es que el asunto, finalmente, ha terminado por tornarse serio; él no se


podría mentir a sí mismo, no al menos teniendo en cuenta la naturaleza de sus
emociones y sentimientos. Y estaba al tanto de lo que le ocurría obviamente,
y empezaba a hacérsele difícil pasarlo por alto. Porque, entre toda la ansiedad
de los exámenes finales, su titulación y entrega de tesis, había algo que hacía
que, de cierta forma, se sintiese tranquilo; no era como si no pudiese entender
de qué se trataba, ya que, estar entre los brazos de su maestro, de Jungkook,
era como un placebo, así era como funcionaba. Dentro de sus
consideraciones, eso era fascinante para él. Lo había descubierto hace más de
un par de meses, pero ahora podía ponerle un nombre a aquella sensación de
seguridad y confort.

Sólo era Jungkook. Y no podía dejar de pensar en lo mucho que le


maravillaba sentirse de tal manera cada vez que lo miraba o sólo... Lo sentía.
Muy adentro, y muy profundo. Era algo que le dejaba sintiéndose lleno,
cosquilleándole con ese ápice de algo más, ese algo que burbujeaba hacia
arriba y se transformaba en una evidente y dulce sonrisa.

Muchas veces le preocupaba ser tan estúpidamente obvio. Pero, a veces, no


se podía detener y sólo podía actuar bajo sus instintos más primitivos, en
busca de mucho más contacto, necesitándolo y necesitando completar esos
vacíos, rellenando los ecos y dejándose ir lentamente. Y esto sólo
comprobaba qué tan espectacular podría llegar a ser la naturaleza humana; la
atracción que había surgido suplementaba a la química que hubo desde la
primera vez, y entonces el tiempo ayudó a afianzar aquello que, desde un
principio, estuvo destinado a ser.

Si ahora se ponía a analizar la situación y el contexto de las cosas, todo


estuvo muy claro desde la primera vez que lo vio; fue inevitable. Su madre le
repitió muchas veces que había un millón de cosas que no se podían evitar, y
tenía un argumento muy válido para comprobar aquello porque todo se fue
dando, paso por paso, para llegar a este momento. Y eso, definitivamente, no
podía ser sólo una coincidencia. Creía en eso firmemente y lo puede sentir,
tanto que resulta abrumador de afrontar cada cierto lapsus de enfoque: la
realidad.

Este sentir tiene dos palabras y mucho en juego, y eso es un balde de agua
fría. Porque, aquella noche, en la que decidió quedarse en el apartamento de
su hermano, tras la discusión que ambos habían tenido, ahí pudo examinar
sus ideas y observar sus pensamientos para poder ponerlos en orden, y tener
una percepción clara de qué era lo que pasaba realmente. Y, en ese preciso
instante pudo darse cuenta de la evolución que había tenido lo que se suponía
no debía avanzar más allá de sólo sexo; había algo que les hacía dar el
siguiente paso y borrar las limitaciones, olvidándose por completo de todo lo
demás.

Como si lo demás no importase en lo absoluto, eso sí que tenía sentido para


Taehyung, ya que, sí sabía que esto se había convertido en algo mucho más
grande que sólo una "pseudo-relación" con acuerdos mutuos y un papel de
por medio que habían ignorado desde el día 1, porque no se trataba y nunca
se trató de sólo sexo. Siempre hubo algo más y no podía pretender estar
sorprendido por ello o entrar en pánico por eso, porque, de algún modo u
otro, siempre lo supo; ese apego se había ido adhiriendo como una
calcomanía, y se había casi transformado en una adicción, teniendo en cuenta
la sumisión con la que podía someterse por completo a él, a lo que sea que él
desease. Quizá fuese patético, pero ya no podía retractarse de ello. Jungkook
era su contención primordial.

Jungkook se había convertido en su pilar, y sentía que sin él las cosas no iban
a funcionar como deberían; sin él, sin su control ni su dominación, no se
sentía funcionar. Jungkook era su salvación. Pero, ¿y quién salvaría a
Jungkook?

Ellos sólo estaban aferrándose al borde del acantilado. Sin embargo, no


podían caer en cuenta de ello. Al menos, no todavía. Por lo que, los
siguientes días les pasaron por el tope y en el calendario todo estaba yendo
muy rápido. Habían asistido a las conferencias y habían visitado la
universidad y sus jardines, también se habían tomado el tiempo de reunirse
con las jefaturas del departamento. Todo había sido mucho trabajo y estudio
durante esos días, hasta que el último día finalmente llegó.

Debían irse temprano a casa para empacar y visitar algún sector de la isla, si
es que así lo querían. Y así fue como lo hicieron. Llegaron temprano al
departamento, desayunaron y empacaron sus pertenencias en sus respectivas
maletas.

Digamos que el silencio les acompañaba, pues no habían tenido mucho


tiempo de tener una conversación, dentro de lo que cabe, más privada; sólo
había compartido un par de simples comentarios delante de los demás
docentes, sólo antes y después de las cátedras. Ya que, cuando llegaban a la
habitación, los dos estaban demasiado agotados como para tener el humor de
soportar el cansancio.

Así que, esa mañana, cuando Jungkook le avisó sobre ir a retirar los boletos
de avión, Taehyung consideró sus opciones en la habitación. Sentado justo
frente a la venta, relamió sus labios con ese tic nervioso que le caracterizaba
en este tipo de situaciones, y miró a Jungkook a través del cristal, yendo de
allá para acá en busca de su billetera.

— ¿Sabes dónde puse mi billetera? —Preguntó Jungkook, frunciendo el


ceño y con una expresión molesta que, a Taehyung, le pareció realmente
tierna. Él se sentía tan estúpidamente tímido mirándolo, pero le parecía tan
guapo y tan atractivo, y ya no se le ocurrían más sinónimos para poder
describir lo impresionado que se siente cada vez que lo ve haciendo cualquier
cosa, no importa lo que sea; sólo piensa que él es tan increíble—. No
recuerdo en dónde demonios la dejé...

Despabilando, miró por sobre su hombro y le sonrió.

—Está en tu bolsillo... —Respondió, con un deje de diversión.

Jungkook sacudió su cabeza en negativa, mientras tanteaba en su bolsillo


para decirle: —Oh.

—Oh, sí...

Jungkook se acercó en dos zancadas y picoteó sus labios, acariciándole una


de sus mejillas para prolongar durante algunos segundos el corto beso. —
Gracias, bebé... ¿No quieres venir conmigo?

Taehyung mordió su labio inferior, mirándole directo a los ojos y sintiéndose


un poco avergonzado antes de decidirse a murmurar lo que quería contra su
boca: —Tengamos una cita.

Jungkook le miró incrédulo durante un segundo y luego sólo sonrió,


besándole otra vez y otra vez. Eran besos dulces y distaban de segundas
intenciones, sólo sabía que a su pastelito le gustaba ser mimado de todas las
formas posibles, y no podía negarse a ello.

—Haremos lo que tú desees, ¿bien? —Susurró, enternecido de ver sus


mejillas ruborizadas levemente tras pedirle una cita. Su chico tenía iniciativa
y adoraba eso, totalmente—. Y... ¿Seguro no quieres venir conmigo?

—No, quiero ver un par de cosas...


Jungkook no evitó la sonrisa.

—Claro. Entonces, ¿a dónde me llevaras? —cuestionó con cierta diversión,


recostándolo contra el colchón de la cama y posándose sobre él con notoria
picardía. Porque, vamos, él se enloquecía por su TaeTae; su mano se
escabulló bajo la polera delgada y sujetó el hueso de su cadera, su pulgar
acariciando la piel de esa zona—. Tan suave...

Taehyung rió, pasando una de sus piernas alrededor de las caderas ajenas
para acercarlo mucho más, tirando de su corbata y enredándola entre sus
dedos de forma seductiva.

—Mmh... —emitió ese ruidito que, a pesar de ser un sonido de pensamiento,


sonó sorpresivamente como un ronroneo—. Dame una pista... Dime, ¿adónde
te gustaría llevarme?

Definitivamente, Kim Taehyung era la perdición de Jeon Jungkook. Así que,


él se movió encima y, aplastándolo un poco, mordió su hombro y luego en
sus clavículas y cuello, sacándole una que otra sonrisa a su muy bonito
chiquillo.

—Te llevaría a la playa a dar un paseo y entonces tú querrías ir al mar y yo te


acompañaría —besó su mandíbula con lentitud—, por lo que tú te
desnudarías y yo también, y nos meteríamos al agua... —besó el lóbulo de su
oreja con un par de palabras sensuales—. Nadaríamos durante un rato y luego
yo te querría secar, y nos iríamos a la arena y te haría..., te haría mío toda la
noche...

Taehyung se estremeció, pero rió suavemente.

—Eso suena muy bien, pero... —relamiéndose los labios, abrazó los hombros
de su maestro y jugó con el dobladillo de su camisa, planchando con sus
manos la tela, la cual se había arrugado un poco ante el repentino ajetreo—.
¿No es muy temprano para estar encendiendo los motores?

Jungkook se carcajeó haciendo un ruido nasal, pues Taehyung tenía un


humor tan peculiar, que le resultaba gracioso y adorable a la vez. — ¿Qué
dices?
— ¡Si sabes a qué voy! —reclamó, abriendo sus ojos cómicamente,
regañando su supuesta ineptitud. Tan jodidamente exquisito, pensó,
mordiéndole esa muequita en su boca—. Hey...

—Claro que sé, pero acabas de matar el momento... —concluyó, besándole


en los labios una última vez, incorporándose para poder ir a retirar los boletos
—. En fin, ¿de verdad no quieres ir conmigo? —Reitera, viéndolo
acomodarse y a la vez buscando el control de la televisión; mostrándoselo le
avisa que necesita descansar un momento—. Claro que no... Está bien,
volveré en seguida.

—Síp, eso espero.

Jungkook sonrió y caminó hacia el pasillo, pero la voz de su chico le detuvo.

— ¡Jungkook!

Volteándose con curiosidad, esperó expectante a lo que Taehyung tuviese que


decirle. Con sus dos mofletes teñidos de rosa y con esos ojitos
impresionables, con toda esa dualidad transformándose en inocencia y
sinceridad pura, titubeó.

—Ve con cuidado, ¿sí?

Su corazón palpitó contra su pecho. Una emoción inigualable e inexplicable


se hizo presente en su sistema, entorpeciéndolo durante un momento antes de
ser capaz de captar el mensaje. Sólo pudo sonreír y asentir lentamente.

—Lo haré.

Si descifraba el asunto, eso significaba algo más. Y no era sólo una ilusión, o
una idea suya. Él lo sabía, pero, ¿podría afrontarlo y aferrarse a ello?

So, esta noche no ha sido mi mejor noche y tengo muchos sentimientos


encontrados últimamente con respecto a HM. De todas maneras, espero
tengan una buena noche/tarde/mañana y gracias.
Este capítulo me da un poco de cringe porque, incluso si lo estoy
corrigiendo, me arden los ojos y no sé... Me siento muy cansada (like
psicológicamente). Lit que he llorado un río xD, parece chiste pero es
anécdota...

En fin, el próximo capítulo es uno de mis capítulos favoritos y... ¿Les


conté que tengo muchos capítulos adelantados? Pues sí, jijí

Les quiero
60

Inhaló y exhaló, dos veces, sintiéndose mareado al ver cómo su maestro hacía
una mueca que, sospechosamente, parecía ser una sonrisa nostálgica mientras
atravesaba la puerta de la habitación para irse. Lo había dejado ahí,
haciéndole sentirse como un estúpido y muy apenado; no se sentía
avergonzado por tener el coraje de haber tomado la iniciativa, porque eso
significaba mucho para él, mas no se sentía conforme con aquella normalidad
desinteresada en el estado anímico ajeno.

Taehyung se sintió como un tonto durante algunos minutos, sin embargo


tampoco dejaría que ese sentimiento extraño y ansioso determinara el plan
que tenía... Por lo que tomó su móvil y buscó en internet por algún lugar
interesante que visitar.

Cascada de Cheonjiyeon, Isla Udo, Seongsan Ilchulbong...

Observó —maravillado— las fotografías de ciertos lugares, cuestionándose si


es que habría algún costo adicional por pagar, ya que todo lucía muy natural
y fresco. Él tenía sus ahorros, y tenía el dinero suficiente como para pagar.
Pero, el tema era que, lamentablemente, aquellos lugares estaban demasiado
lejos de su alojamiento en el hotel y no podrían trasnochar tanto yendo de allá
para acá, teniendo en cuenta que al día siguiente emprendían viaje a Seúl
nuevamente.

Así que, era simplemente genial. Visitaba Jeju por primera vez y sólo conocía
una universidad. Además, le había ofrecido una cita a su maestro con la
mejor de las intenciones y ahora no tenía idea de a dónde demonios ir; no
conocía la isla e internet sólo sugería lugares que se hallaban a kilómetros de
distancia, y otros que eran muy demasiado costosos. La verdad se sintió
bastante amargo a falta de opciones, mas no dejó que eso irrumpiera en su
apreciado positivismo. Porque, dentro de lo que cabía en sus pensamientos
esperanzados, debía haber más lugares, otros lugares que fuesen cercanos
claramente.

Así que, lógicamente y rebuscando, encontró el panorama perfecto para su


cita. Y, se sintió muy afortunado de encontrar algo que fuese un poco cliché y
a la vez tradicional y normal; según el GPS, la playa estaba muy cerca, habría
una feria con muchas luces y gente, y un lugar tranquilo para ir a comer.
Claro que no sería nada lujoso ni ostentoso, pero era algo decente y en las
películas eso siempre lucía romántico y... Estaba temblando por el
nerviosismo.

Él llevaría a Jungkook a una cita. Eso había pasado, él lo había invitado a


salir.

Joder... Era real. Había tenido la valentía suficiente para ofrecerle tener una
cita a otro hombre. Antes jamás hubiese considerado tener los cojones y
poder olvidarse del miedo, pero ahora las cosas habían cambiado.
Finalmente, había decidido cambiar... Eso era real, tan real como que por fin
estaba olvidándose de todos esos paradigmas que lo tuvieron encadenado
durante tanto tiempo, y sufriendo por sólo ser capaz de sentir; por ser un ser
humano. Y, a pesar de ese sentimiento de incredulidad siguiese presente, aun
así, de un momento a otro, una gran ola de emoción se expandió por todo su
sistema y él sólo pudo gritar contra una almohada porque se sentía tan
extasiado, que sentía a su estómago estremecerse.

Quería que fuese una noche maravillosa y especial.

Quería que fuese especial; sin ataduras, sin temor...

Ahí nadie les conocía, ni tendrían que entenderlo y, aunque ya no le


importaba qué les dijeran por las suposiciones, no se sentía ansioso por oír
alguna crítica o algún otro tipo de comentario. Ya que, se había convencido a
sí mismo de que esta noche les pertenecería sólo a ambos y no permitiría que
los demás les arruinaran aquello, que nadie interfiriera; nadie podría
entrometerse en ello, ni siquiera sus pensamientos porque no dejaría que nada
arruinara su noche.

Entonces, las horas transcurrieron con una lentitud agobiante, aumentando su


ansia y poniéndole inquieto por cada minuto que avanzaba en el reloj. Ya
que, aparentemente, por algún motivo que desconocía, su maestro estaba
retrasado y no le había dejado otra opción más que insistir con llamadas;
estaba un poco preocupado e inseguro, sumándole toda la excitabilidad, no se
sentía del todo bien. Así que, intentó convencerse de que todo estaría bien e
ignorar la fatiga, vistiéndose con ropa cómoda y abriendo el ventanal de la
habitación para dejar entrar el aire fresco del atardecer y tratar de relajar los
nudos de nervios que se enredaban en su psique.

Había pensado en salir e ir hacia algún lugar, y buscarlo. Pero, lo último que
quería era perderse, pues estaba solo y no quería más confusiones. Por lo que,
creó un orden mental de las cosas que había hecho durante todo ese rato; se
había afeitado, había depilado sus piernas, se había limpiado a sí mismo,
había humectado su cuerpo y había hecho su rutina facial. Prácticamente, se
había ocupado de lucir resplandeciente para su cita que, hasta el momento, se
estaba yendo por la borda. Y, ya no sabía si podría conservar sus
expectativas. Era inevitable, después de todo.

No quiso pensar que algo malo había pasado y comenzar a crear ideas que,
por más allá de lo fantasioso, serían terriblemente pesimistas. De todas
maneras, verificó su móvil cada ciertos minutos para comprobar si es que
recibía algún mensaje de texto... Pero no había nada.

Su maestro había salido de casa durante la mañana, y la tarde estaba cayendo


colores saturados entre los cerros y dando ápices cálidos en el océano. Habían
pasado más de un par de horas y eso le alarmó mucho más; ni siquiera había
recibido una excusa, un llamado o... Nada.

Okay, ¿qué estaba pasando?

Estaba a punto de entrar en pánico cuando la puerta se abrió tras sus espaldas
y Jungkook entró a la habitación con una expresión apagada y una mueca en
sus labios.

Él parecía sentirse culpable.

—Yo... Me encontré con un viejo amigo y él me distrajo durante un


momento, me invitó a almorzar y no pude negarme... Él es insistente y... —
Relamió sus labios, dejando que un segundo, lleno de silencio incómodo y
tenso, pasara. La situación era por lejos desagradable—. Yo debí haberte
avisado, lo iba a hacer pero la batería de mi móvil murió y no me sé tú
número...

Taehyung escuchó con atención, desviando la mirada hacia la calle, mirando


a través del ventanal. Maldición, suspiró hondamente porque sentía un alivio
enorme, pero también se sentía muy molesto.

—Eres un imbécil, en serio —Dijo, volteándose y sentándose en una orilla de


la cama. Sorprendentemente, ya no quería ir a ningún lado, sólo quería volver
a Seúl—. Si viniste conmigo, ¿por qué me dejaste solo? Digo, sabías que yo
me quedé aquí esperándote y tú... Tú te fuiste con un viejo amigo, dejándome
solo en un lugar que desconozco por completo... Jodido imbécil.

—Perdóname, yo de haberlo sabido hubiera...

—Dios... Sólo cállate, ¿sí? —interrumpió, en su voz denotándose la molestia.

Su cabeza dolió, pero sentía una presión en su pecho parecida a la aflicción,


al menos se sentía mucho más ligero tras haber evitado ciertos escenarios.
Bueno, él está bien, concluyó, mirándolo por el rabillo del ojo. Jungkook
seguía ahí, sujetando el pomo de la puerta.

—No sabes lo preocupado que me sentí —confesó—, pensé en ir por ti


pero... No tengo idea de dónde estamos y de dónde estabas tú, no tenía cómo
saberlo y eso me frustró... Estaba a punto de entrar en pánico.

Jungkook sonrió, mostrándose jodidamente estúpido y adorable mientras se


le acercaba con una clara intención; en menos de dos segundos, Taehyung
estaba entre sus brazos y su maestro besaba su mejilla con lentitud.

— ¿Acaso estabas preocupado por papi, pastelito? —cuestionó,


acariciándole el labio inferior con su dedo pulgar, sin dejar de mirarlo con
una intensidad escalofriante. Taehyung se sintió tan necesitado, que tembló
—. Tae, sabes que jamás te hubiese dejado solo con una mala intención. Era
un amigo de mi hermano y me pidió hablar ciertos temas que no podía dejar
pasar, así que sólo tuve que ir. En serio quería avisarte, pero mi batería murió
y... Yo te pregunté si es que querías venir conmigo, y créeme que la próxima
vez te arrastraré de la mano.

—Claro, como quieras... —Taehyung se rió y le dio un suave manotón en


uno de sus bíceps, escabulléndose de su regazo repentinamente—. Bueno,
vamos a salir, así que... Por favor, vístete con algo menos formal... Me gustas
con camisa pero...

— ¿Quieres decir te gusto más sin camisa? —terminó la frase,


incorporándose y desabotonándose los botones. Su mirada seguía totalmente
fija en el cuerpo de Taehyung, quien vestía un delgado pantalón blanco y una
camisa rosa; su figura le estaba invitando con una advertencia—. Te ves tan
bien...

Y claro que su chico había captado el mensaje.

Riéndose, le respondió: —Tonto.

Jungkook se puso una camisa a cuadros, una chaqueta de cuero y jeans.


Claro, bajo la atenta mirada de su TaeTae. — ¿Así está mejor?

Taehyung guardó silencio y, con sus mejillas ruborizadas, asintió lentamente.

—Te ves bien —musitó, encogiéndose de hombros con notoria timidez. Sólo
pudo pensar en cuánto adoraba esas reacciones—, con todo lo que te pongas.

—Por supuesto que sí.

Y entonces, una vez ambos estuvieron listos, dejó que Taehyung lo dirigiera
hacia donde quisiese ir para tener su dichosa cita.

Jungkook sentía haberse retrasado, pero el abogado de Mingyu había


insistido en tener una conversación sobre las empresas que ya estaba
moviéndose hacia Seúl, incluyendo a su hermano. Obviamente, la noticia le
había sorprendido y no había podido negarse a saber más sobre los negocios,
parte de sus negocios familiares; desde hacía mucho tiempo que no se ponía
al día con parte de su herencia, después de todo.

Antes siempre se negó a aceptar algo de su padre, ya que la brecha que hubo
entre ambos fue tal, que llegó a un punto donde Jungkook había detestado
con odio a su apellido. No había tenido una buena relación con él y, por
consecuente, desde temprana edad creció y maduró por sí solo,
endureciéndose con el paso de los años y no necesitando de alguien más para
sobrevivir. Inclusive cuando sabía que a su madre le afectaba la rivalidad que
había surgido entre padre e hijo, él no se mostraría indefenso y sumiso ante
él, sino todo lo contrario; dejó que toda prepotencia y preponderancia se
arraigaran en su esencia y trató a su padre con la misma hostilidad que éste lo
trató a él cuando era sólo un niño.

Mingyu le había dicho en más de una ocasión que debería haber sido
diferente, que no debería haber dejado que eso interfiera en su persona. Pero,
esas cosas que su hermano consideraba, con indiferencia, como mínimas,
sabía que eran muy importantes para definir a un hombre. Y sólo deseaba ser
diferente a él en todos los aspectos posibles, sin importar el gran parecido que
había entre los dos. No quería ser como su padre. Pero, ahora, tras tantos
años, comenzaba a convencerse de ser partícipe de lo que le correspondía por
legitimidad.

No necesitaba ser como su padre para aceptar las conveniencias de su familia


y seguir prosperando.

Espirando hondo, vio cómo Taehyung caminaba por delante mirando las
luces que daban la bienvenida a una feria artesanal. Instantáneamente, sonrió
al ver toda esa molestia difuminarse hasta desaparecer de ese bello rostro,
iluminado por luces de colores fucsia y rojo. Pues, resultaba ser que su
alumno le había traído a una feria donde habían un montón de personas
transitando y mirando los mini-shows que se montaban en las calles,
vendiendo comidas típicas y los que vendían artesanías y dulces.

Había muchos jóvenes y familias, lo que parecía ser viajes de estudiantes. Y,


eso le convenció de la cantidad de tiempo que llevaba sin siquiera tener
alguna otra distracción que no fuese el trabajo. Taehyung era algo diferente,
él no lo nombraría en una categoría. Taehyung era parte de su vida. Él era el
color que necesitaba en sus días monótonos y grises.

— ¡Mira, Jungkook-ah! ¿Quieres un llavero? —Apuntó hacia un lugar que


no fue capaz de discernir, porque sólo estaba muy concentrado en su
presencia, en su cara y en su cuerpo, y él se sentía tan enamorado—. El tuyo
está feo, de hecho ni siquiera tienes uno... No seas aburrido.

— ¿Oh? Claro, claro —aceptó con torpeza, sin saber qué hacer con sus
manos que sudaban por el nerviosismo. No sabía si a Taehyung le molestaría
estar más cerca de él, ya que la gente coreana veía mal ese tipo de relación
entre hombres y a él eso no le importaba. Pero, claramente, le importaba lo
que pensara Taehyung sobre eso.

Vio a Taehyung pagar y él sólo no podía dejar de mirarlo, dudando durante


un ínfimo segundo antes de que su mano acariciara su espalda baja de una
forma disimulada. Tenía tantas ganas de tomarlo de la mano o demostrarle
cuánto...

— ¡Mira! ¡Es un coco feliz! Dios, qué tierno es esto —sus ojitos grandes e
impresionables se fijaron en los suyos mientras sacudía el llavero que le
había comprado—, ¿habías visto un coco feliz antes? —susurró muy cerca de
su rostro para luego reír.

Jungkook sólo quería que toda esa gente desapareciera y besarlo.

—No, jamás había visto uno. Muchas gracias —le sonrió, aceptando el
detalle y mirando con gracia el coco que tenía una cara adorable,
pretendiendo ser esa felicidad de la que le objetaba ver Taehyung—, ¿tú
quieres algo?

—No lo sé, pero ¡sigamos mirando! —encogiéndose de hombros, agradeció


al señor de la tienda con una reverencia y caminó junto a él, muy cerca sin
dejar de ver por doquier, mostrándose jodidamente asombrado y tierno.

Jungkook también comenzó a mirar porque, a pesar de la cantidad de veces


en las que había viajado a Jeju, muy pocas veces se había tomado el tiempo
de visitar ferias o lugares interesantes, ya que viajaba sólo por trabajo u otros
asuntos concernidos a esa índole.

Así que, en algún instante, ambos se separaron y Jungkook terminó mirando


y hablando con una mujer que vendía joyas artesanales y dulces, y claro que
lo persuadió para que le comprase dulces a esa "chica" especial. Jungkook
había hablado de su cita, refiriéndose a él con término formal y como una
persona a la cual respetaba. Pero, obviamente, la mujer había escuchado lo
que ella quería escuchar. Y, de todas formas, se encontró a sí mismo
comprándole una pulsera artesanal también.

Buscó por Taehyung, quien estaba mirando cómo dos chicos cantaban una de
esas canciones de pop de algún grupo y tocando la guitarra a la vez. Sólo,
llegó a su lado y lo miró, totalmente concentrado en la canción que aquellos
muchachos cantaban.

—Te ves bonito —susurró en su oído, haciéndole sobresaltarse y reír—, ¿a


qué otro lugar quieres ir?

Taehyung lo miró por sobre su hombro y le guiñó con coquetería antes de


decir: —De hecho, ya sé a dónde iremos y te llevaré a comer. No es un lugar
ostentoso ni de lujo, no es algo a lo que el Señor Jeon esté acostumbrado,
pero a mí me pareció muy... fresco.

Jungkook rió, todavía sosteniendo aquella bolsa en sus manos. — ¿Fresco?

—Así es, sígueme.

Y dicho aquello, emprendieron una "travesía", como le llamó Taehyung,


hacia un local que se encontraba cerca de la playa y al aire libre. Había
muchas parejas y familia con niños pequeños y grupos de amigos, y todos
parecían estar pasando un buen rato. Y Taehyung tenía razón, ese era un buen
lugar.

Ambos se sentaron y ordenaron lo que querían comer, mirando en silencio


hacia el tempestuoso mar. Luego ellos comieron y bebieron y hablaron cosas
que no tenían sentido alguno, bebieron hasta reírse del nerviosismo que les
inundaba los sentidos y que, poco a poco, les nublaba la razón conforme las
emociones se iban condensando.

— ¿Te he dicho lo hermoso que eres? —habló de repente, su mano rozando


su rodilla con un toque suave por debajo de la mesa, sin dejar de mirar sus
facciones iluminadas por tonos azules.
— ¿Estás en la pesca de cumplidos, Gguk-ah? —cuestionó, sus dedos
jugando con los suyos mientras una disimulada sonrisa se reprimía en esos
dulces belfos—. Sigues mirándome...

—No quiero dejar de hacerlo... No me importa la cantidad de personas que


esté justo aquí, yo no podido dejar de pensar en cuánto quiero besarte y tomar
de tu mano —reconoció.

Taehyung lo miró con una mirada que no supo identificar, pero lo siguiente
que supo fue que estaba pagando la cuenta y riéndose como un tonto mientras
caminaban por la calle en busca de un taxi.

Ambos estaban un poco tomados, y eso significaba que sí estaban bajo los
efectos del alcohol, mas no estaban inconscientes.

—Ahora vamos al hotel —rió, tomándolo de la cintura sin poder evitarlo y


suspirando mientras disfrutaba de la cercan—, eres como mi guía turístico.
Creo que te traeré aquí más seguido...

—Con mucho gusto... ¡Taxi! —gritó, señalando a uno de esos autos y a la


vez separándose de él con brusquedad, haciéndole tambalearse.

— ¡Oye!

El auto se detuvo y ellos siguieron tonteando disimuladamente en la


oscuridad de la parte posterior, sus piernas rozándose y las manos traviesas
de Jungkook escabulléndose entre los muslos de Taehyung, repartiendo
caricias que volvían a hacerle querer acabar con el martirio.

Minutos después, ambos estaban en el hotel y en la habitación.

Jungkook besó a Taehyung con lentitud, lamiendo sus labios y mordiendo


con suavidad durante un buen de rato, empujándolo contra la puerta y
presionando hacia atrás para besar su mandíbula y su cuello, chupando con
ternura ahí.

Taehyung abrazaba sus hombros, aferrándose a él y jadeando, con sus ojos


cerrados mientras Jungkook lo tomaba entre sus brazos y lo cargaba hacia el
cuarto sin dejar de besarlo.

Era una sensación de agonía pura, como si se estuviese derritiendo por dentro
y como si sus entrañas rogasen por el alivio de su cuerpo, mente y corazón.
Él lo necesitaba tanto y tan mal, que estaba dejándose hacer por completo
ante el delirio de su más puro deseo, anhelándolo mientras le desvestía; con
cada beso, la lengua húmeda se encargaba de ir marcando cada lugar como
suyo. La frescura de las sábanas contrastó con la temperatura de sus cuerpos
ardientes y podía sentir su piel quemar contra la de Jungkook.

Abrió sus ojos, inundados por lágrimas que no sabía estaba soportando, y vio
la forma en la que Jungkook besaba sus muslos y el hueso sobresaliente en
sus caderas con tanta adoración que sintió a su corazón apretarse en su pecho;
vio cómo besaba su pancita, acariciándolo con suavidad y tomándose su
tiempo antes de absorber su erección entre sus labios y prestarle aquellas
atenciones a su cuerpo.

Se sentía tan bien y tan lleno de emociones que su vista se nublaba entre el
querer y el desideriúm, todo era como una mancha muy vívida; el espesor del
aroma a sexo, las curvas formándose entre los despliegues y los insaciables
besos que arrasaban con todo a su paso, marcándolo con un sonrojo rosado
por toda su anatomía. Era consciente de la humedad produciéndose en su
entrada debido al aliento de Jungkook y debido a su saliva que lo estaba
mojando a propósito, y era consciente de la forma en la cual lamía su
erección; sin prisa mientras uno de sus dedos jugueteaba en su orificio,
presionando en el esfínter.

Se sentía a punto de correrse, todo ese calor acoplándose, pero entonces fue
cuando sus labios chocaron. Repentinamente, Jungkook buscaba su boca y
con sus dientes tironeaba de su labio inferior, mordiéndolo con cuidado para
darse el permiso concebido hacia su cavidad bucal. La lengua ajena recorrió
en su boca, adentrándose sin resistencia alguna mientras sus lenguasn por fin
se enredaban.

Era un beso tan placentero que logró expandir las sensaciones como un desliz
cosquilleante hacia sus lugares más privados e íntimos. Porque la lascividad
de las succiones, los quejidos que emitía por vez que uno que otro gruñido se
unía a su lucha, era una locura.
Taehyung acarició la piel de la espalda de Jungkook, tratando de separarse
para poder retomar la respiración, pero Jungkook volvió a besarlo de nuevo y
con mucha más pasión e intensidad; dos de sus dedos se movían todavía en
su interior, expandiéndolo y preparándolo para lo que vendría. La espesa
niebla que se hacía presente era extasiante, los gemidos flotando en el aire
mientras la urgencia les exigía consumirse cual fuego en las brasas.

Taehyung se concentró en el rostro de Jungkook, en sus mejillas enrojecidas


y en el sudor de su frente cuando le vio hacer un movimiento brusco para
seguir posicionado entre sus piernas y sobre él; su pecho inflándose y sus
músculos flexionándose por vez que la primera penetración tocaba fondo,
muy adentro.

Taehyung abrió su boca y soltó un gemido agudo, dejándose llenar, sintiendo


su interior húmedo, caliente y apretado, ciñéndose en el miembro hinchado
de Jungkook. Ambos sólo pudieron mirarse a los ojos mientras sus cuerpos se
unían y comenzaban un baile en vaivén, estocadas lentas y parsimoniosas en
busca de costumbre; una de las manos fuertes de Jungkook se cerró en su
nuca y lo atrajo en otro beso, evitando que pudiese alejarse y sólo para
conseguir lo que esta noche parecía ser suficiente.

Taehyung jadeó agudamente mientras sus manos se aferraban a la espalda,


sus uñas enterrándose en la piel mientras la distancia desaparecía. Las
embestidas provocaron una sensación de ardor en sus paredes anales, tocando
aquel bulto en su interior, rozándolo y haciéndole arquearse hacia atrás. Veía
a Jungkook mirarlo fijamente, incluso cuando se estaban besando; él no
dejaba de mirar.

Sus grandes ojos miel brillaban aguados, sus pestañas húmedas batiéndose en
su dirección mientras trataba de buscar algo a lo que aferrarse, sus puños
arrugando la sábana y Jungkook besaba sus mejillas, boqueando con la
intención de encontrar su boca y besarlo más, besando sus hombros,
inclinándose y acomodándose un poco más abajo para besar sus pezones y
abrazarlo, porque en sus brazos Taehyung siempre sería un molde perfecto.

Taehyung se arqueó otra vez cuando la mano tanteó entre sus cuerpos y lo
masturbó a la misma velocidad de las penetraciones, haciéndoles deslizar sus
manos hacia arriba y agarrándose de la marquesa de la cama mientras mordía
su labio, a ratos suspirando suavemente por vez que Jungkook comenzaba a
moverse con más fuerza e ímpetu.

La luz amarillenta caía en ápices sombreados sobre el blanco crema del juego
de sábanas, manchándolas con la intimidad de la noche que caía junto a ellos
y que, entre gemidos y jadeos, se hallaban, por primera vez, entregándose en
todo el sentido posible.

Taehyung acunó el rostro de Jungkook, quien no se podía detener y quien le


miraba con tanto cariño que le hacía desear que se fundiese para siempre de
esta forma; sus labios rojos y húmedos, su piel caliente y el sudor marcando
sus músculos que se contraían debido a los movimientos, despacio pero
yendo fuerte, luego abrazándolo y apretándose a él sin importar el calor que
sintiesen.

Nada más importaba porque todo se reducía sólo a ellos, estaban disfrutando
su noche y el momento, uniéndose y dejando el calor de todas esas
emociones y sentimientos que ahora tenían un nombre muy claro, acoplando
el calor muy adentro y en aquel punto caluroso y lleno de placer y adrenalina
por conseguir más.

Taehyung abrazó a Jungkook por los hombros, sosteniéndose de él, de su


pilar, por vez que sus piernas se deslizaban alrededor de su cintura para darle
un mayor acceso a la sensación y a la movilidad, percibiendo más placer en
las penetraciones; sus dedos se enredaron tiernamente en los cabellos
azabaches de Jungkook y masajearon en su cuero cabelludo por vez que los
besos en sus labios lo desgastaban.

Jungkook sobó la protuberancia en su pancita, como siempre lo hacía cada


vez que intimidaban y Taehyung ni siquiera pudo pensar otro segundo más,
sólo dejó que sus palabras no se ahogaran por la inhibición y se dejó fundir
por la densidad de la temperatura romántica del ambiente, ya que, después de
todo, esta era la primera vez que se sentía realmente especial.

Era la primera vez que Jungkook le hacía el amor y eso tocó todos los
botones correctos, dejando que sus fibras más sensibles salieran, finalmente,
a flote con una palabra. Y, fue entonces cuando, en medio del éxtasis, se
liberó de las cadenas y le dijo: —Te amo.

So, ahora ya saben porque éste es uno de mis capítulos favoritos... Okay,
andaba yo viendo algunos comentarios y me sentí un poco... No sé cómo
explicarlo, pero ya vamos allí.

¿Cómo andan? ¿Todo bien? Espero que sí, les quiero mucho y no se
olviden de cuidarse a sí mismxs, eso es importantísimo, ¿bien?

La tía Dystxpian anda mejorándose, y no sé por qué hablo de mí en


segunda persona (es raro, i know) pero that's how is it :-) Aunque mis
estudios me dejen agotada, tratando de organizarme para seguir
actualizando ¿okay?

En fin...

Outfist inspirados en la cita...


Primero lo primero, esto es el sexo vainilla que prometí tener guardado
para la ocasión especial (hace como cuarenta capítulos atrás uwu). Este
smut me costó idearlo porque era like ¿más romántico? Y tuve que
pensarlo re bien antes de dejarlo salir de mi imaginación y escribirlo.
¿Les ha gustado? Hope so...

Gente, andaba leyendo comentarios y revisando mis mensajes privados


y... ¿Ustedes saben por qué yo borré y edité tantas veces Stepfather
(otras de mis obras)? Bueno, no borraré Heal Me porque lit que es una
de las obras que más trabajo y tiempo me ha costado. Sólo decirles eso

Nos andamos leyendo e intenten buscar la felicidad~

Pdta; me acabo de dar cuenta de que los outfits lucen como la versión
masculina de Gumlee... I'm a freaky don't mind me...
61

A la mañana siguiente, cálidos ápices de luz se filtraban por entre las


persianas de la habitación, la delgadez de la tela ondeándose hacia adentro y
afuera con suavidad por causa del viento que se escabullía por un hueco de la
ventana. La temperatura del clima, aumentando con el transcurrir de las
horas, causaba que los ruidos del exterior comenzaran a acoplarse con
molestia entre las paredes; olas rompiendo contra los roqueríos, pasando
desapercibidas por el tránsito en las calles, haciéndose oír una que otra
bocina, esos sonidos avisaban que el día ya había comenzado hacía más de un
par de horas. No obstante, eso no podría tener mayor importancia en una
mente somnolienta y un cuerpito deshuesado.

En medio del sopor de lo que estaba siendo un profundo sueño, de forma casi
inevitable, éste se vio perturbado por una corriente de aire fresco que se
ondeó hacia adentro de la habitación, erizándole la piel canela y haciéndole
trepidar, sintiéndose más despierto que el segundo anterior. Anheló volver a
dejarse ir en los brazos de Morfeo, mas no pudo porque, a regañadientes, en
su espalda descubierta sentía los escalofríos por los contrastes del ambiente.

Taehyung se removió entre las sábanas, escurriéndose perezosamente en


busca de cercanía. Movió su mano, estirando los dedos flojamente en busca
del calor corporal ajeno. Pero, aparentemente, el otro lado de la cama estaba
vacío. Eso le hizo acabar por despertarse abruptamente, sintiendo la molesta
incomodidad que causaba la presión en su cabeza tras haber dormido varias
horas, también debido al sudor pegajoso y los fluidos que no pudo limpiar la
noche anterior por la inhibición de su consciencia y el fluir de sus sentidos
fusionándose; el lado primitivo y emocional habían hecho una mágica
colisión, dentro de sus consideraciones, haciendo relucir aquellas palabras
que, totalmente despierto, no se hubiese atrevido a pronunciar.
Repentinamente, se sintió risueño. Porque recordar lo ocurrido la noche
pasada era casi surrealista.
Sus músculos se sentían un poco doloridos, pero era una sensación agradable
y, sumando aquellos besos que se habían encargado de marcar cada uno de
sus lugares más privados, que se hacían ver con tonos rojizos y púrpura, todo
era un borrón de dulzura. No podía evitar no repasar las imágenes que
llegaban a su mente como un torbellino, y se sentía muy especial; aquellas
remembranzas frescas del rubor, las pestañas humedecidas y los jadeos
flotantes, sus caderas resistiendo la fuerza de los embistes del vaivén de dos
cuerpos desplegándose y los pies encorvándose de puro placer, el cual sólo
una mirada podría haber causado con una caótica explosión de sentimientos
revelados. Sin duda alguna, había sido una de las noches más importantes de
su vida, porque inclusive se había sentido mucho más especial que su primera
vez. Obviamente, esta vez había sido diferente, pues había sido la primera
vez que había hecho el amor, y eso significaba mucho más que el coito del
placer sexual. Eso significaba cuán grande era la conexión entre ambos.

Eso fue más importante, concluyó, reprimiendo una sonrisa adormecida.

Se levantó un poco, apoyándose en su codo y mirando a su alrededor en


busca de Jungkook, e hizo una mueca por vez que, sintiendo a la fatiga hacer
ecos en su estómago, se retorcía, tratando de encontrarlo o de saber dónde
podría estar. Porque, se suponía que debía despertar acompañado después de
una noche tan maravillosa y característica de los amantes, no debió haber
despertado solo...

Encogiéndose de hombros, arrugó un poco su naricita, percibiendo, inhalando


el aroma del café recién hecho. Claro, pensó. Jungkook debía estar
preparando el desayuno porque su vuelo saldría durante la tarde hacia Seúl, y
ellos debían comenzar a preparase para no llegar retrasados. Eso fue lo único
que, ingenuo, pensó. Sin embargo, no era nada de eso y lo supo en cuanto lo
vio entrar a la habitación, sin siquiera mirarle y pasando de largo hacia su
maleta, con una expresión fría.

—Levántate y vístete rápido, nos vamos al aeropuerto.

Eso fue lo que le dijo, letalmente y con una voz filosa y tan aguda, que
podría haberle hecho sentirse aterrado u dominado, mas esta vez sólo le hizo
sentirse herido y muy confundido. ¿Qué se suponía que había pasado? ¿Qué
le estaba pasando y por qué se comportaba así? Esos pensamientos inundaron
su mente con preocupación, negándose inconscientemente a la idea del
rechazo.

— ¿Gguk-ah? —Musitó, suavemente, arrugando las sábanas entre sus puños.


A él jamás se le hubiese pasado por la cabeza verlo así de descompuesto, y lo
único en lo que podía pensar era en algún problema con la recepción o algo
así. No quería pensar que su —obvia— molestia iba con una dirección; a él.

Jungkook lo miró y, durante un segundo, Taehyung no pudo distinguir qué


era lo que transmitía su mirada. Pero, de lo único que estaba seguro, aquellos
ojos jamás lo habían mirado de esa forma y eso, inevitablemente, le hizo
sentir una angustiante presión en el pecho. Era aflicción.

— ¿No me oíste? Tenemos que apresurarnos, ya estamos lo


suficientemente... —Le dirigió una mirada que pareció realmente mordaz, al
menos así era como se pudo haber interpretado. Porque, interiormente,
Jungkook sólo se sintió entristecido al ver su carita llena de confusión,
cabellos enmarañados, y mirándolo como si fuese a rogarle implícitamente
por no decir nada más—, estamos lo suficientemente retrasados —terminó,
desviando la mirada—. Ve a la ducha y sé rápido con lo que sea que tengas
que hacer, tenemos que irnos.

Taehyung inhaló profundamente, y se inmutó a murmurar muy bajito: —Ya.

Sé rápido con lo que sea que tengas que hacer, tenemos que irnos. Aquello
se repitió como un eco, torturándole y haciéndole sentirse avergonzado, como
un tonto. Porque esas palabras cayeron como un balde de agua fría en su
cuerpo desnudo, y eso dolió. No podía mentirse a sí mismo; por mucho que le
hubiese gustado hacerlo en esta situación, no buscaría una excusa. La verdad
era la verdad, por muy triste y fea que fuese. Triste verdad. Pero, es sólo que
le dolió tanto, que fue muy capaz de sentir cómo se encogía y se hacía más
pequeño, ahogando el apretado nudo en su garganta. Y, apenas fue consciente
de cómo se incorporó y caminó hasta el baño, con sus dos pies izquierdos y
piernas endebles.

Sintiéndose mareado, se sostuvo en los azulejos de la pared, sintiendo


náuseas y su corazón latiendo dolorosamente fuerte ante lo que ahora parecía
ser obvio rechazo. Amaba a Jungkook y había tenido el valor de decírselo, no
había sido sólo un acto impulsivo y palabras vacías por el clímax del
grandioso sexo.

Quizás, si él cree que...

Quiso pensar que todo era un muy mal entendido o una muy mala broma,
mas algo, —su instinto—, le decía que no se trataba de eso y una vez estuvo
dentro de la ducha reprimió los sollozos que, triste, gimió y los camufló con
el sonido de la regadera.

Minutos después, todo estaba listo. La habitación estaba vacía, la cama estaba
desecha y las ventanas abiertas de par en par. Eso le hizo sentirse realmente
amargo. Por lo que, Taehyung decidió que no quería seguir ni un minuto más
allí, así que se vistió rápidamente con un conjunto delgado que constaba en
un pantalón de chándal negro y una holgada polera blanca. Y, por otro lado,
sería su segunda vez viendo a Jungkook vistiendo otra cosa que no fuese un
costoso traje; el hombre vestía ropa deportiva y lucía condenadamente bien
en ella. A pesar de estar muy sentido y furioso con él, no podía negar que su
maestro era un jodido adonis. Pero bueno, tampoco podía negar cuánto
deseaba llorar por su idiotez, cuánto deseaba gritarle, contarle lo frustrado y
avergonzado que se sentía. Estaba realmente muy apenado, y muy dolido.

Por lo mismo, sumando todas sus emociones contradictorias y revueltas en un


caótico y angustioso lío, Taehyung decidió que ya no tenía hambre como para
desayunar algo, el apetito se había esfumado y Jungkook no insistió. Así que,
sólo fueron a la recepción y entregaron las llaves.

Ellos sólo arrastraron sus maletas, y a la vez sus corazones desgarrándose.

Y, si hay quienes dicen que cuando llueve diluvia, el transcurso al aeropuerto


estuvo lleno de tensión e incomodidad. Pero, una vez estuvieron en el avión,
el viaje fue doloroso a tal punto de que ni siquiera se atrevían a dirigirse la
palabra.

Jungkook estaba furioso y ya ni siquiera podía distinguir hacia quién dirigía


su molestia. Podría hacer un escándalo porque se sentía tan estúpidamente
mal, que percibir la respiración de Taehyung a su lado le irritaba. Miedo
inundó en su sistema ante la idea de perder el control de la situación que el
contexto ameritaba, de perder los estribos y se sintió desequilibrado con
reminiscencias pasadas que amenazaban con volver a romperse a sí mismo y,
a su paso, como un huracán, destruir a Taehyung. Porque, para Jungkook, el
amor significaba muchas cosas, y éstas en su mayoría eran avasalladoras.

Jungkook teme a la idea de perder a Taehyung, porque éste es todo lo que


esperó encontrar alguna vez y no quiere dejarlo ir, incluso cuando sabe que
su chico merece mucho más que a un hombre dañado que juega con el
equilibrio de sus emociones para no destrozar todo. Taehyung merece mucho
más que eso, y él es un egoísta al saberse como el hombre al cual él ama; no
lo dejara ir.

Al principio, pensó que sólo había sido parte del orgasmo... Pero, eso perdió
sentido cuando supo estar haciéndole el amor y pensando en cuánto lo
adoraba, en cuánto quería fundirse en él y cuán hermoso era, tal y como su
existencia lo proponía ante el desideriúm que causaba su afabilidad y
agraciada eteriedad. E, inclusive cuando ambos se desplomaron agotados,
enredándose uno en el otro, no pudo no seguir despierto, pensando en lo que
conllevaría aquel «te amo», y tampoco pudo no carcomerse la cabeza con
escenarios pesimistas por culpa de todo lo ocurrido en sus anteriores
relaciones.

Simplemente, no quiere que sólo vuelvan a herirle de tal forma...

—Gguk-ah...

Despabilando, su cuerpo se tensa como una cuerda ante la repentina mención.

— ¿Sí?

—Gracias por el viaje —Taehyung le mira con aquellos ojitos llenos de miel
y tristeza, sus pestañas encorvadas y espesas se baten, húmedas, con lentitud
en su dirección. Y eso termina de romper el cristal.

Jungkook desvía la mirada, sintiéndose terriblemente culpable de por haberlo


arruinado, por haber estropeado todo lo que en algún punto parecía estar bien.
Se suponía que debía ser un momento agradable, se suponía que debería
haber sido realmente mágico. Pero, él no pudo soportar haber querido
contestarle su verdad y cuánto lo quería, porque la verdadera intensidad de
sus sentimientos no se podría haber expresado correctamente sin asustarlo.
En su consideración, el amor es como un gran incendio; crepita, dejándote
consumir en las llamas.

Inhaló y exhaló, tratando de reprimir el malestar, aunque eso no funcionó.

Una hora más tarde, se encontraban ambos en un taxi dirigiéndose a la casa


de Jungkook.

El silencio seguía siendo un arma de doble filo entre los dos porque el ceño
fruncido en Taehyung le advertía lo muy furioso que éste estaba, y la muy
probable discusión que habría entre ambos. Por lo que, al entrar a casa,
suspiró agotadamente y dejó ir lo que sentía que le oprimía el pecho:

—Estoy aterrado.

Taehyung se volteó ligeramente, dejando a un lado su maleta y levantando


una ceja con curiosidad.

— ¿Qué? —Dijo. Su voz aterciopelada sonó arrogante e inevitablemente


fría, como cada vez que procesaba de forma astuta alguna pregunta o algún
comentario.

Jungkook aspiró hondo. El olor de su casa seguía impregnado por el adictivo


aroma de Taehyung; flores, lavanda, tal vez té y algo más. Aspirar su aroma
le hizo calmarse un poco más, logrando difuminar la frustración y la tensión
en sus músculos.

—Antes, mi casa estaba vacía, se sentía tan jodidamente vacía... —Murmuró,


cerrando la puerta tras suyo, soltando su maleta y dejándola a un lado
también para poder centrarse en su chico; sus manos temblaban—. Pero,
entonces tú viniste... Viniste y me encontraste, y luego comenzó a sentirse
más cómodo; tu presencia, tu olor..., es como si estuviese en todos lados.
Apenas empezaste a vivir conmigo, y siempre quiero volver a casa... Porque,
sin ti, no se siente igual y siempre quiero encontrarte justo aquí, de otra
forma esta casa no se sentiría como mi hogar. Tú haces la diferencia.
Los ojos de Taehyung brillaron con ápices de una mezcolanza de emociones;
confusión, enfado, tristeza y amor incondicional. Parecía abrumado y como si
fuese a llorar. ¿Qué tan difícil es ser rechazado?, recordó aquellas palabras y
sintió como si en cualquier momento fuese a sofocarse e hiperventilarse ante
la amargura del recuerdo.

Nunca serás amado realmente.

Jungkook sintió una dolorosa presión en su pecho.

¿Creíste que alguien te amaría?

Su visión se distorsionó con imágenes de aquel día; su dinero no estaba, todo


se había ido por la borda y su padre le gritaba a través de la línea telefónica.
Él se mareó.

— ¡Gguk-ah! —Taehyung se acercó alarmado e inevitablemente asustado,


no entendía este extraño cambio de actitud y la abrupta vulnerabilidad que se
desprendía de la mirada de Jungkook—. Dios, Ggukie... ¿Estás bien? —Le
preguntó, su mano apoyándose en su hombro, ejerciendo presión.

Jungkook, de un momento a otro, rodeó su cintura y lo abrazó tan fuerte, que


ejerció demasiada fuerza alrededor de sus costillas. Eso dolía, pero no estaba
siendo un buen día y la actitud de Jungkook le estaba desquiciando.

—Jungkookie... Tranquilo, está bien si no puedes corresponderme, yo lo


entenderé. No necesitas tenerme compasión o algo, puedo sobrellevarlo —
Sonrió, con un poco de melancolía en sus palabras sinceras. Porque él podría
entenderlo.

Pasaron algunos segundos en los que sólo se dedicó a dejarse envolver entre
los brazos de su maestro, dejándose abrazar por él y acariciando su espalda
con la intención de relajarlo, trazando círculos suaves. Porque Jungkook se
veía realmente mal y eso, de cierta forma, le devastó. Así que, sus dedos se
movieron en la raíz de su cuero cabelludo, masajeando y sintiéndolo respirar
en su cuello con el aliento húmedo y cálido. Taehyung lo amaba,
sinceramente, y él en serio respetaría sus sentimientos sin importar qué. Sin
embargo, las palabras que Jungkook le susurró, le hicieron sentirse frívolo.
—Estoy aterrado de amarte.

Taehyung frunció el ceño, tratando de comprender el significado de aquellas


palabras, queriendo entender, mas no queriendo separarse de él.

— ¿Por qué? —cuestionó, un poco dolido y desorientado; su cuerpo tembló.

Jungkook inhaló en su cuello y cerró sus ojos. Definitivamente, era algo más
dulce. Era olor a lavanda, a flores; aquello es un ligero de manzanilla y
jazmín. Se dejó hacer, aferrándose a su TaeTae por vez que trataba de dejar
de pensar y de recordar malos momentos en su vida. Además, el delicioso
aroma de su chico siempre sería la mejor terapia para relajarlo. Y entonces,
habló:

—Porque cuando yo me enamoro y amo... cosas malas pasan; no sólo me


olvido de absolutamente todo lo demás, incluyéndome, te amaría tanto que
podría romperte y es eso lo que no quiero.

Taehyung se sintió peor y molesto.

— ¿Por qué generalizas? ¿Por qué me dices esto ahora incluso cuando sabías
desde el primer momento que esto estaba destinado a pasar? ¿Por qué no
fuiste capaz de detenerlo antes de que comenzara? —reclamó, queriendo
alejarse a toda costa, mas no pudiendo luchar con la fuerza de Jungkook que
lo retuvo apretadamente.

— ¡Porque te quería! Yo te quise desde el primer día en el que te vi entrar a


mi clase, y me negué a ello; por eso fui tan hostil y despiadado contigo.
Desde el primer momento, me negué a quererte. Pero ya no puedo parar,
Tae... No puedo parar de quererte y querer más de ti... Y si tú me amas, me
estarás dando permiso para amarte..., de la única forma que sé.

Taehyung sintió en sus palabras una enorme tristeza, y eso le hizo mal... Pero
se detuvo y escuchó atentamente; su corazón latía rápido.

—Todo hubiese sido más fácil si yo no me hubiese enamorado de ti, porque


sólo así no me amarías y verías lo que realmente soy; sabrías que no soy el
hombre al que necesitas para construir una vida, la vida que tú te mereces. No
deberías amar a un hombre tan roto como yo, Tae...

Porque te terminaras rompiendo conmigo, pensó, sus ojos humedeciéndose


con lágrimas silenciosas que fueron imperceptibles para Taehyung.

Este capítulo fue uno de las capítulos que me puso más triste a la hora de
escribirlo porque ya sabrán... Las concepciones de amor en el caso de
ambos de nuestros bebés (KookTae) es muy diferente y creo que ya lo
notaron ;-(

En fin, aquí las cosas toman un giro divertido y estoy muy emocionada
por comenzar a publicar los capítulos que siguen porque esto irá
evolucionando y progresando y OMG-

Nos vamos como avión ahora ;-) Y, ahora voy yo con mi sentimentalismo,
decirles que hace tiempo que no me expreso hacia ustedes de esta forma
y contarles que realmente les aprecio mucho. En serio, leerles me hace
muy feliz y les quiero un montón, sea cuando sea que estén leyendo esto,
yo adoro a todas mis nubecitas (y nubecitos) por igual y sepan que no
están solxs ☁ Si ustedes necesitan desahogarse, háganlo. Si quieren
hablar un ratito, mi buzón esta activo. Aunque responda tarde, lo haré;
yo siempre ando respondiéndoles

Nos estamos leyendo muy seguido uwu, cuídense mucho y sean


felices~
62

Era un día martes por la tarde cuando las nubes grisáceas decidieron cubrir
por completo el cielo, escondiendo a aquellos finos y efímeros rayos de luz
solar que se escabullían por los bordes de una enorme cumulonimbo.

El clima se había abochornado desde hacía muy temprano con el transcurrir


de las horas, lo cual fue uno de los principales motivos por los que la
temperatura descendió, haciéndose sentir una frescura muy leve y, casi,
imperceptible en el ambiente; en el noticiero se había dado un previo aviso de
que, en medio de la húmeda calidez que se había provocado por causa de la
llegada de la esperada primavera, una tormenta estaba aproximándose. Sin
embargo, la mayoría de la gente seguía transitando con normalidad por entre
las calles de la ciudad.

Gran parte de los estudiantes salían de sus clases escolares y varios de ellos
se dirigían hacia sus respectivas instituciones privadas para seguir con el
estudio, incluyendo a los estudiantes universitarios que parecían estar en hora
de receso, dirigiéndose a tiendas cercanas para comer algo y resguardarse de
la lluvia. O, finalmente, ellos iban en dirección a los trenes subterráneos para
irse a casa. Y, ver todo eso sólo le hacía concluir que el mundo se seguía
moviendo, que sólo era una gota más entre las miles que caían debido al
aguacero. Porque toda su tristeza estaba inundándolo en un mar de emociones
que había tratado reprimir a toda costa con tal de no romperse frente a los
ojos ajenos, pero que, de todas formas, había llorado interminablemente
durante la noche, a escondidas.

Su corazón se oprimía cada vez más, ahogándolo en un sentimiento del que


ya no se podía retractar. Por lo mismo, desde aquella discusión que habían
tenido en la sala, desde ese entonces que no hablaba con su maestro, y así era
mucho más fácil. Pues, lamentablemente, ya no se sentía capaz de lidiar con
algo más de no ser consigo mismo y sus caóticos pensamientos, ya que, al
parecer, éste tampoco quería verlo u hablarlo; pasándolo por alto e ignorando
su presencia, le hacía sentir como si fuese inservible y, sinceramente, como
una mierda.

Qué tan injusto tiene que ser, pensó inevitablemente, últimamente y en más
de solo una ocasión por vez que se cubría con las cobijas de la cama que no
había acostumbrado a ocupar anteriormente, retorciéndose en llanto y
escuchándolo golpear la pared tras haber bebido en demasía después de lo
sucedido, mucho más bebido de lo que le hubiese gustado presenciar. Había
sido muy duro y no podía comprender por qué tenía que ser tan agridulce y
ácido, tan difícil.

Es sólo que, comenzaba a sentir como si ya no pudiese afrontar algo que no


debería haber sido tan abrupto e inmanejable con su característica
sensibilidad e incontrolable persona. Realmente odiaba sentirse tan indefenso
y frágil, pero se había condicionado a ser manejado como un muñeco por el
control y por el dominio; le gustaba el dolor y sentía que necesitaba recobrar
las sensaciones para poder equilibrar su caótico interior mediante las órdenes.
Le gustaba sentirse en el tope, y ahora no podía sentirse más acongojado por
la urgencia de volver a ser regulado por el verdadero Señor Jeon, ser
castigado por su papi y ser una criatura dichosa por lagotería luego. Eso era
todo lo que deseaba. Porque, muy en lo profundo de sus entrañas, presentía
que esto sólo estaba siendo el desate del tormento.

Los anhelos sólo le hacían comprobar que, al haber sido rechazado,


necesitaba tomar distancia y dar marcha atrás. Los primeros dos días sí
habían sido duros, su corazón encogiéndose como una uva exprimida,
inclusive cuando se trató de convencer de haber hecho lo correcto al confesar
la verdad de lo que no era más que una verdad y sin ninguna excusa de por
medio; él amaba a Jungkook y seguiría en la búsqueda de una explicación
que le fuese coherente de todo lo que le había dicho aquella tarde.
Simplemente, Taehyung no lo quería perder, pero también sabía que debía
alejarse.

Así que, a sabiendas de que el contrato expiraría en menos de tres semanas,


decidió poner en marcha algún plan que se le ocurriese e ir con su hermano
en busca de asilo, hasta encontrar un apartamento lo antes posible por lo
menos.
Y solamente, la verdad sea dicha, Taehyung no había asistido a clases desde
que habían llegado de la isla de Jeju. Se sentía triste, desganado,
desinteresado y no sabía si podría lidiar con las preguntas de sus amigos
sobre cómo habría estado el viaje, o estar presente en una clase de Jeon sin
echarse a llorar por su estupidez. De hecho, quiso convencerse de que, al
menos en esos dos días, era necesario tomarse un descanso para despejarse y
desconectarse de lo que hubo ocurrido. Porque, sorprendentemente, no había
podido importarle menos aquel deber que le imponía como obligación asistir
a sus clases en la universidad; no era sólo el hecho de que se sintiese
repentinamente súper presionado, sino que se sabía estar siendo presionado
con respecto a todo, cada ámbito de su vida.

Todo parecía ser surrealista en algún punto.

Sin contar el hecho de que faltaba muy poco para su graduación y, a


sabiendas de tener que defender su tesis, sumándole el hecho de que también
ya debería comenzar a ver por un trabajo y, ahora, un apartamento, todo
parecía ameritar que, de pronto, su vida parecía querer desestabilizarse y
romper el equilibrio.

No había algo que sintiese poder rescatar de toda la situación; de no haber


sido por ser sumamente consciente del estrés que le rodeaba, en definitiva,
hubiese seguido con los pies sobre una nube. Su entrada a la adultez era una
gran cosa, y el rechazo de Jungkook había hecho de él una grieta; había sido
un chapuzón en agua gélida que le dejó caer del dulce algodón de ilusiones.
Con sinceridad, podría admitir que había sido una caída tan dolorosa, que
todavía no se sentía capaz de poder asimilarlo completamente.

Como si sólo hubiese sido un sueño, como si en realidad todo hubiese sido un
sueño y como si todo hubiese pasado demasiado rápido, era como si cada
cosa que hubo ocurrido entre ellos no hubiese sido más que parte de sus ideas
ilusas.

Taehyung era totalmente inconsciente de la venda alrededor de sus ojos.


Pero, de todas maneras, decidió ir hacia Seok Jin y pedir su ayuda... Aunque,
hacía un buen de tiempo desde que no hablaban o se veían. Antes, en algún
instante, habían sido tan cercanos, tan cómplices... Y, todo lo que eran ahora,
eran sólo los restos de lo que fue antes de que su relación comenzase a
deteriorarse.

No obstante, se dirigió hacia el hospital en donde su hermano mayor


trabajaba y esperó por él durante varios minutos. Sentía un desagradable
punzón en sus sienes y su cabeza le dolía tras haber llorado tanto, y
sintiéndose enfermo con ese molesto bullicio silencioso, se recostó en el
respaldo del asiento acolchado, mirando a través del cristal del gran ventanal
mientras oscurecía.

Los pasillos blancos y los doctores yendo de allá hacia acá, prácticamente
iban corriendo junto a las enfermeras, los pacientes que eran trasladados a
alguno de los pabellones o eran hospitalizados... Se sintió amargo viendo los
rostros inexpresivos en comparación a la aflicción que se hacía espesa y
pesada en la sala de espera.

Inclusive cuando hubiese preferido no encender su móvil, tuvo que hacerlo,


ya que debía enviarle un mensaje de texto a su hermano para avisarle que
estaba esperándolo para hablar algo importante. Por eso, ignoró todo lo
demás.

— ¿Taehyungie? —Escuchó por lo bajo, el murmuro cercano del hombre


que caminaba hacia él, a zancadas y con una expresión seria y pálida. Seok
Jin vestía su traje de interno y lucía realmente demacrado con dos bolsas bajo
sus ojos y con aquellas manchas púrpuras haciéndose notar—. Tae...

Una vez Seok Jin estuvo frente a suyo, Taehyung se incorporó del asiento y
se acercó a él para encontrarlo, yéndose ambos en dirección a un rincón
cercano a la máquina expendedora. No podían sólo hablar delante de toda esa
gente.

— ¿Cómo estás? —Preguntó Taehyung con su voz titubeante, mirándolo a


los ojos y sabiendo que algo andaba mal, era muy notorio. Jugó, nervioso,
con sus dedos—. Ha pasado un tiempo...

— ¿Qué es lo que ocurre? —le interrumpió su hermano, un timbre de


molestia obvio en su tono—. Recibí tu mensaje, gracias por ignorar todos los
que yo te he enviado.
Entonces lo comprendió, y sintió una pesadez en su estómago.

—Lo siento, hyung... Es sólo que estoy muy disperso, y realmente ya no sé lo


que ocurre conmigo... Lo lamento —dijo, bajando la mirada después de
sentir, por algún motivo, mucha vergüenza—, pero yo necesito pedirte
alojamiento...

Seok Jin suspiró con cansancio, fregando su rostro con frustración. —Sí,
bien, lo que sea... Puedes quedarte en mi apartamento cuánto tiempo lo
necesites. Pero, no entiendo esto, Tae... ¿Qué pasó con tu novio? ¿No estabas
viviendo con él?

Su estómago se retorció dolorosamente.

—Sí, sí... Es s-sólo que... peleamos.

Seok Jin se alarmó y lo miró con un ápice de advertencia en su mirada dura.

— ¿Te hizo daño?

—No, n-no... Él no haría algo así, hyung. Es sólo que, yo necesito un tiempo
a solas.

Seok Jin asintió lentamente, aspirando con irritación antes de agregar un muy
importante detalle: —Papá y mamá estarán llegando a Seúl en una semana.

Taehyung tembló. Por supuesto que no sabía nada sobre eso. Y no era la
mejor idea del mundo quedarse en un mismo lugar con sus padres después de
todas las numerosas discusiones que habían tenido antes de que abandonara
su casa en Daegu.

—Joder... —murmuró, mordiéndose el belfo inferior con fuerza. El escalofrío


que recorrió su cuerpo se sintió incómodo—. Está bien, lo s-solucionaremos
y quizá encuentre algo estos días y...

—No te preocupes, veré como solucionarlo. Sólo tranquilízate, ¿bien?

Inhaló y exhaló, sus mejillas ruborizadas delataban su inexplicable


vergüenza.
Tendría que afrontar aquella situación de todas formas. Así que, lo aceptó.

—Está bien, hum... Debo irme... Estaré en contacto contigo, lo prometo.

—Sí, como sea.

No pudo no sentir esa vibra espesa entre ambos, la brecha que había surgido
y, sin importarle nada más, abrazó a su hermano rápidamente, sintiendo el
calor de su cuerpo traspasarse al suyo propio, sus brazos rodeándolo con
suavidad.

—Te quiero, no lo olvides.

Y dicho aquello, se marchó.

Seok Jin sintió una angustiante presión en su pecho, en su corazón, al verle


atravesar el pasillo hasta perderse. Yo también, quedó en sus labios amargos.

— ¿Kim Seok Jin?

Repentinamente, la sola mención, escuchar aquella voz, como si se tratase de


un fantasma, le heló la sangre.

— ¿Seok Jin? ¿Ese era Kim Taehyung? ¿Taehyung-ssi?

Seok Jin sintió como todo su cuerpo se entumecía al voltearse ligeramente. Y


no podía creer que, después de tanto, estuviese a punto de enfrentarse a aquel
fantasma que formó gran parte de su pasado y se encontraba con él tras años.

Finalmente...

— ¿Bogum?

Por supuesto que nada podía ser sólo una coincidencia, él había vuelto.

[...]

Taehyung dejó caer su cabecita muy suavemente en el marco de madera de la


puerta, el gato meneándose entre sus piernas, fregándose en busca de calor,
ya que la lluvia había comenzado a caer desde hacía un rato. Y,
lamentablemente, no podía entrar a la casa porque Jungkook, suponía, debía
estar saliendo de su jornada laboral en la universidad. Así que, de tanto en
tanto, acariciaba con su mano la peluda cabecita del minino anaranjado que le
maullaba exigiéndoselo.

— ¡Miau!

—Shh... Está bien... —Susurró, ignorando el trepidar de su cuerpo y tratando


de acurrucarse en el espacio arrinconado que quedaba en la puerta. Había más
de un par de cosas que le tenían intranquilo y angustiado; la repentina llegada
de sus padres a Seúl, la evidente preocupación en Seok Jin, todo eso le hacía
mal.

Observó los árboles ser mecidos con violencia por el viento, la lluvia drástica
desbordándose por el alfeizar de las ventanas y los charcos acrecentándose en
medio de la calle con rapidez. No quería montar una escena ni ser dramático,
pero era sólo que la idea de irse y dejar a Jungkook le ponía peor con
respecto a su estado anímico. No quería eso, quería a Jungkook. Realmente lo
quería. Y no quería separarse de él, por mucho que supiese cuánto necesitaba
eso.

Se sentía desorientado y perdido, apenas consciente de estar fuera de su casa


y sin siquiera notar el hecho de que estaba empapándose debido a la tormenta
que se aproximaba con creces. Sólo podía pensar en cuánto le urgía hablar
con Jungkook.

Los minutos pasaron y siguieron pasando, hasta una hora y media más tarde
cuando, por fin, vio el auto de Jungkook estacionarse en el aparcamiento. Lo
miró y se sintió totalmente expuesto ante su mirada. Él de nuevo parecía estar
bebido; sus cabellos, negro azabache, caían por su frente, húmedos, como un
contraste con su piel pálida y la expresión en su rostro.

Ggukie...

Cuando se incorporó para recibirlo e intentar hablar con él un momento, pudo


ver la complexión de su cuerpo hacerse enorme con el traje y los músculos
apretándose antes de que lo cubriese por completo en el instante en el que,
abruptamente, lo empujó contra la puerta y lo tomó entre sus brazos.

— ¡Hey! ¿Qué te pasa? —Gritó un poco asustado, porque no era estúpido; si


bien ambos eran hombres, no ignoraba el hecho de que Jungkook tuviese la
fuerza que él no tenía. Podría defenderse, claramente, pero un hombre que
estaba tomado, obviamente no mediría sus consecuencias—. ¡Suéltame!

Jungkook lo miró con sus ojos obscurecidos con algo más que furia y deseo,
él pudo notar que había algo más cuando siguió sosteniéndolo y
presionándolo hacia abajo para retenerlo de cualquier movimiento.

—D-debo irme, ya hablé con m-mi hermano, así q-que, suéltame, por favor...
Yo me estoy yendo —Dijo, casi como un nudito de nervios, inevitablemente,
desviando la mirada hacia el gatito que corría por entre las plantas del jardín
para atravesar a su casa. Traidor.

— ¿Qué? —Jungkook, con su mano libre, sujetó su mandíbula, dirigiendo su


pequeña carita en su dirección. Taehyung se sintió tan intimidado que no se
resistió a cerrar los ojos mientras el dedo pulgar ajeno acariciaba sus labios.

— ¿Me sueltas? —susurró, ya que la idea era irse, no rendirse ante sus
propios deseos retorcidos de ser forzado; el dedo se escabulló entre sus
labios, casi con obscenidad acariciando sus dientes y masajeando su lengua,
jugando adentro de su boca—. Mmh...

—No te vayas...

Dicho esto, Jungkook asaltó su boca sin remordimiento, besándolo


lentamente, saboreándolo y haciéndole saborear el alcohol en su boca,
embriagándolo en todos los sentidos posibles. Su lengua lamía y chupaba la
suya propia, luego estaba acariciando la parte posterior de su garganta y en su
paladar, haciéndole gemir y empujarse hacia adelante en busca de fricción
entre sus cuerpos que, todavía, estaban empapados por la lluvia.

Era una sensación extasiante. Taehyung sentía la forma en la que su cuerpo


entraba en un calor abrumador, sin importarle estar, prácticamente, a la vista
de los vecinos metiches. Poco le importaba lo demás a decir verdad, sólo
quería que Jungkook lo dejara en blanco, que ocupara toda su mente y que le
diese a su cuerpo lo que necesitase, lo que estimase conveniente para él.

En un movimiento brusco, Jungkook comenzó a apretarse contra su menudo


cuerpito, empujándose y friccionando sus intimidades con tortuosidad por
vez que mordía sus labios desgastados, rastrillando sus dientes en su mentón.

Taehyung echó su cabeza hacia atrás, jadeando, exponiendo su cuello


mientras sus piernas eran levantadas y posteriormente enredadas alrededor de
la cintura de su maestro, quien lo cargaba mientras seguía chupando su cuello
de manera violenta. Taehyung sólo podía desear por más, quería olvidar el
rechazo, todo lo que conllevaba su desastrosa vida y su caótica existencia.
Quería, no... Él estaba necesitando sentir dolor real, quería ser castigado.

Sin embargo, de un minuto a otro, el beso comenzaba a volverse flojo y podía


sentir como una de las manos ajenas vagaba suavemente por su vientre y por
su torso, acariciándolo con ternura. Él se sintió extrañado, pero no se negó a
ello tampoco.

Jungkook abrazó su cintura y comenzó a besar sus mejillas. —Perdóname...

Okay, eso era suficiente.

Taehyung trató de zafarse del agarre, pero no lo logró; la fuerza de Jungkook


volvió a retenerlo en la misma posición. Y, de pronto, entre el ajetreo en el
que lo movió, sacó una llave de su bolsillo y se la mostró.

— ¿Qué? —dijo, frunciendo el ceño molesto y mirándolo muy mal.

Jungkook sonrió tristemente y eso causó estragos en el sistema de Taehyung.

Ay, no...

—Es una propuesta, Tae... —Dice, murmurando bajito, casi íntimamente, el


sonido de la lluvia viéndose camuflado por sus palabras dulces—. Quiero que
te quedes conmigo, quiero que lo intentemos...

Creo que desde ahora en adelante los capítulos podrían ser un poco más
largos porque, como ya lo deben saber, drama is coming... Aunque,
sorprendentemente, aún no he procesado del todo cómo es que de un
momento a otro ya vamos en el capítulo 62 y me siento realmente
eufórica porque Heal Me es mi healer :-(

Además, si es que ya lo notaron también xD, el triángulo amoroso


principal entre los dos personajes es, capciosamente, el tiempo. Y OMG-
En serio estoy emocionada porque hay muchos caps adelantados y estoy
ansiosa x publicarlos!!!

En fin, espero que se encuentren bien ustedes y sus


familias/cercanos/amigos, espero tmbn que anden comiendo bien y que
estén alegres porque cosas mejores y un mejor tiempo está viniendo. Así
que, sean felices y nos estamos leyendo, tal vez, más seguido ;-)
63

La habitación se veía manchada por las sombras de los edificios vecinos y


por algunos árboles de la calle que se veían sacudidos por la fresca ventisca
que se colaba al cuarto por un hueco de la ventana, ondeando las persianas
con típica frialdad húmeda y de ápices de un azul saturado que, después de la
nubosidad lluviosa, había cubierto gran parte de una ciudad que nunca
descansaba; todas las luces encendidas en cada una de las filas
departamentales cercanas, aquella neblina espesa causando estragos en el
tránsito, todo empezándose a sentir en sincronía como en una película.
Demasiado surrealista.

Últimamente, no podía evitar no sentirse extraño e incómodo en su propia


piel, y eso le ponía mucho más que un poco ansioso e irritable. Yoongi nunca
tuvo que considerarse a sí mismo como una persona inmadura o cobarde. De
hecho, siempre intentó tomar cada una de sus decisiones responsablemente y
hacerse cargo de su libertad adulta. Sin embargo, estos días, por más que
trataba de no pensar en sus sentimientos y emociones, tratando al mismo
tiempo de evitar ser demasiado creativo y pensar en escenarios que, por lo
lejos, eran ideosos y comprometedores... Mucho más se incrementaba su
ansiedad; sin importar lo mucho que se esforzó en ignorar las primeras
señales de ésta y lo difícil que se volvía tener que lidear con ella, terminó
enviciándose con el tabaco y con una desagradable presión en su pecho. Se
sentía sumamente ácido. Y, por supuesto que tenía los motivos suficientes
por los cual sentirse así.

Por un lado, tenía a Seok Jin, y sabía que lo quería. Sus sentimientos por
Seok Jin eran totalmente sinceros, a pesar de que éste tuviese un gran lío
emocional con respecto a su relación y sus propios sentimientos hacia él.
Entonces, podía concluir que lo quería tanto que podía respetar sus límites y
no presionarlo con tal de oficializar completamente la relación que estaban
tratando de tener y de llevar a cabo un romance dentro de lo que cabe la
palabra. El problema estaba en que, las cosas ya no se sentían de la misma
forma, las excusas terminaban radicando en el trabajo y los estudios, como si
eso fuese a compensar el tiempo y el interés que se había perdido. No era un
tonto; había caído en cuenta de lo que hizo inconscientemente, una reacción
de lejanía porque sabía que no era bueno estar pensando en alguien más
cuando se suponía estaba compartiendo con su pareja. Además, lo peor de
todo, era que pareciese que a Jin no le importase en lo absoluto, pues él
seguía súper pendiente de su trabajo y ni siquiera se daba el tiempo en
molestarse a preguntar sobre él, sino ocuparse de sus propios líos.

Estaba dolido, estaba desilusionado. No podría mentir sobre eso, pero los dos
estaban jugando chueco con el otro... Y eso no era justo. O, quizás, era sólo
una idea suya. Porque, por otro lado, tenía todo este desquiciante asunto con
Taehyung, quien era sólo su mejor amigo, y suponía serlo, pero que estaba
confundiéndolo hasta la médula.

Entre las probabilidades de lo que hubo considerado como una posibilidad,


así pudiendo saber la naturaleza de sus verdaderos sentimientos: era sólo una
muy inconveniente atracción. Claro, él siempre había tenido ojos; y una muy
buena vista, a decir verdad. Desde la primera vez que divisó a Taehyung se
sintió tan atraído por él, que no pudo evitar no querer acercarse un poco más,
queriendo convencerse de que sólo se trataba de un cariño especial hacia esa
naturaleza torpe que lo caracterizaba. Pero, es que ese rostro era el de un
jodido muñeco de porcelana; los Kim, en sí, tenían un buen parecer. Por lo
mismo, lo ignoró durante bastante tiempo, pasándolo por alto en medio de la
amistas que surgió, y cuando se les unió Baek las cosas cambiaron
notablemente. No podía negar que no sintió un poco de apatía las primeras
semanas con respecto a Baekhyun, mas no podía negar que ahora lo adora
casi tanto como a un hermano; mismo caso con Taehyung, sólo que esa
hermandad se distorsionó desde que empezó a verlo con otra mirada.

De todas maneras, Yoongi no arriesgaría su maravillosa amistad con su


TaeTae, y dongsaeng favorito, por un intento que estaría claramente
destinado al fracaso, si es que no era rechazado apenas la primera indirecta
fuese hecha. Lo quería, sí. Quería al chico lo suficiente para no interferir en
sus propias emociones y, prácticamente, confundirlo también; si bien no
estaba de acuerdo con aquella extraña y retorcida relación que éste tenía con
el profesor pendejo, ya no podía hacer más para evitar lo inevitable. Aunque,
sigue sintiéndose molesto con él y mucho más que furioso con ese imbécil
que tiene por novio, o la mierda que sea.

Quiso reír por sus tardías ocurrencias, lo que —ahora— parecía ser tan fácil
de hacer y decir, pero que en su momento no pudo hacerlo por la brusquedad
y la violencia de la situación; todavía podía sentir el ardor en su mejilla
mientras oía sus quejidos, hijo de puta.

Yoongi suspiró con molestia, sin dejar de sonreír con frustración, apagando
su cigarrillo.

La pantalla del móvil seguía estando encendida, los mensajes de texto, por
fin, habían sido recibidos, mas no leídos; la agitación, la inquietud y toda esa
ansia que le atormentaba con desagrado, lograron expandirse por todo su
estómago, causándole una sensación nauseosa que no pudo controlar. Sintió a
su corazón burbujear con acidez en cuanto miró la hora que se mostraba en
una de las esquinas superiores del móvil, sabiendo que era tarde apenas aquel
cero, que se ocupaba de dictar la media noche, se transformó en un tres.

Jodida maldición, aspiró profundamente, sintiendo un calor pegajoso,


dándose más de una vuelta en la cama al esperar, ingenuamente, una
respuesta que pudiese calmar su angustia. Necesitaba, aunque fuese una única
señal, para saber que él estaba bien. Pues, durante los días en los que
Taehyung no asistió a clases, no les dio pista alguna sobre cómo estuvo su
viaje, cómo fueron las dichosas conferencias de Jeon o qué fue lo que hizo;
Baekhyun también había tratado de comunicarse con él cuando se suponía ya
debía haber estado de vuelta, pero tampoco obtuvo respuesta alguna.

Carajo, pateó las sábanas con frustración, bloqueando la pantalla y tirando su


móvil a un lado de su minúscula cama. Simplemente estaba preocupado.

La ropa húmeda estaba tirada a un lado del piso. La madera crujía y la calidez
de la débil luz amarillenta, que iluminaba el espacio, les brindaba un
ambiente de intimidad; dos cuerpos desnudos y enredados en un sillón,
cubiertos por la tela de una manta. Jungkook estaba acostado plácidamente
sobre Taehyung, su torso entre sus delgadas piernas y sus brazos alrededor de
su cintura, piel con piel. Totalmente dormido. Pero, Taehyung seguía estando
despierto, sus dedos escabulléndose entre los mechones de su pelo negro
azabache y masajeando.

No sabía cómo sentirse, sólo sabía que sentía un revoltijo de emociones justo
inundándose en su garganta; a pesar de que la sensación de cercanía y cariño
fuese tan reconfortante, agradable, se sentía sumamente triste y no lo
entendía. Sólo tenía en cuenta que había logrado calmar la ira y el caos.
Porque, todavía, podía sentir un rastro de baba mojando parte de su vientre
mientras la mejilla ajena se aplastaba justo ahí, sintiéndolo inflar y desinflar
su estómago por vez que estaba respirando. Y, no podía mentir sobre cuánto
odió sentir a Jungkook tan triste y degastado mientras se suponía estaban
teniendo sólo sexo, otra vez había sido algo más que sólo eso y sabía que
Jungkook lo sabía. Pero no podía comprender por qué le costaba tanto
aceptarlo, esto le molestaba.

Inevitablemente.

Se quejó, molesto, tensándose.

—No te muevas, bebé... —Pidió Jungkook, con su voz adormilada y


haciendo masajes circulares en su piel, presionándole sus dedos pulgares en
la cintura y carraspeando suavemente. Él debe estar cansado, pensó
Taehyung—. ¿Te pasa algo?

Taehyung quiso ignorarlo y hacerse el dormido, mas no pudo porque los


ojitos dormilones de Jungkook ya estaban sobre él, mirándolo con ternura y
dándole besitos en su pancita. Jodido idiota, sabe cómo derretirme, concluyó
un poco enojado, ruborizándose levemente.

—No es nada... —Mintió, con un deje de obviedad y molestia tiñendo su voz


aterciopelada. Pero, seguía muy tenso bajo el gran cuerpo del hombre que no
tenía gran dificultad para leerlo—. Creo que quiero irme a la cama. Es eso.

— ¿Quieres hablar? —Preguntó, esta vez notablemente más despierto, pero


no dejándose hacer por su comportamiento, sino continuando con las caricias.
Taehyung negó con su cabeza, entrando en pánico con una triste sensación en
su pecho instalándose con firmeza hasta amenazarlo con echarse a llorar ahí
mismo y para ser contenido.

—Taehyung, dime la verdad —le exigió Jungkook con aspereza, sin dejar de
mirarlo fijamente, fijándose en cada una de sus facciones, tratando de leer
esta nueva expresión de trance y divague momentáneo. Él se preocupó,
sintiéndose terriblemente culpable—. Taehyung te hablé.

Taehyung desvió la mirada nuevamente, la mueca que hubo fingido


desagrado en sus labios tembló, transformándose lentamente en un
pronunciado puchero; su mentón se sacudía con réplicas de un llanto en su
punto culminante.

Joder.

—No, pastelito... —Jungkook, apenas Taehyung intentó cubrir su carita con


sus manitos, se ocupó de retenerlo suavemente para hacerle saber que no
tenía por qué sentirse avergonzado o aterrado. Él nunca jamás lo juzgaría o se
reiría de él, al contrario; haría lo que fuese por aliviarlo, aunque eso le costase
su propia estabilidad mental—. Ven aquí, mi amor... —le llamó,
acomodándose justo en el espacio que quedaba tras su angosta espalda y
contra el respaldar del sillón. Taehyung obedeció y Jungkook lo abrazó
apretadamente—. ¿Qué es lo que ocurre? ¿Es por mi causa?

Hubo silencio y un sollozo estrangulado muy bajito. Eso le rompió el corazón


a Jungkook. Claro que era por su causa. Siempre lo era.

—Tae, mi amor, sabes que puedes decirme lo que quieras... —le dijo.

Acariciando su vientre con la cálida palma de sus manos, frotando en círculos


hasta que Taehyung pudiese tranquilizarse y desahogarse un poco más. Besó
su hombro, queriendo reconfortarlo pero sin dejar de sentirse como una
basura.

—Es sólo q-que... —sorbió su naricita, sonriendo ligeramente, volteándose


en su dirección para mirarlo a los ojos; sus propios ojitos de miel estaban
llenos de lágrimas todavía, sus largas y espesas pestañas humedecidas y con
esas tan adorables mejillas sonrosadas... Jungkook sentía como si su corazón
pudiese explotar en cualquier instante—. No sé quién te hizo daño, no sé por
qué dejó los trozos rotos y odio sentirte tan... Mal.

Ahora fue Jungkook quien desvió la mirada, queriendo evitar el tema a toda
costa, pero sin saber cómo hacerlo con el conocimiento de que sería lo mejor
que Taehyung supiese a qué se estaría enfrentando.

—Durante toda mi vida, sólo tuve dos parejas oficiales... El primero fue más
importante que el segundo, pero ambos me marcaron. Cosas horribles
pasaron durante este período de mi vida, y también se relaciona en demasía
con mi familia... Y no creo que este sea el momento adecuado para hablar
sobre esto, Tae... No me es... ¿Cómodo? —murmura, mordiendo su labio
inferior al recordar tal amargura.

Taehyung tardó en procesar la información; algo que recibiese corroboraba


en su relación, pero era eso lo que no comprendía todavía...

—Está bien, Ggukie... Podemos hablar sobre esto en otro momento, pero... —
Taehyung buscó las palabras adecuadas, mordiéndose el labio inferior con un
nerviosismo casi palpable—. ¿Qué es lo que quieres intentar conmigo? Yo
necesito saber si no soy sólo simple atracción física y sexo...

— ¡No, Tae! —Jungkook se alarmó, interrumpiéndolo antes de que


Taehyung dijese algo más—. Por Dios, no... Yo te quiero conmigo, tú me
importas y yo estoy dispuesto a entablar una relación seria contigo; para mí
nunca has sido sólo sexo... Siempre hubo algo más que me empujaba hacia ti,
nunca pude detener ese sentimiento acrecentándose y no me arrepiento de
nada de esto... Quiero seguir contigo, pase lo que pase y es esto lo que me
aterra...

— ¿Qué cosa? —susurró bajito, relamiendo sus labios y acunando el rostro


de Jungkook para disminuir aún más la cercanía—. ¿Qué es lo que te aterra?

Jungkook escondió parte de su rostro entre el hueco del hombro de Taehyung


e inhaló su olor, tratando de calmarse nuevamente, aspirando toda su esencia
y abrazándolo con fuerza.
—Que me abandones... —murmuró con una sinceridad escalofriante—. Eres
todo lo que siempre esperé encontrar, absolutamente cada parte de ti fue
como un deseo hecho realidad; poder hacer realidad mi vívida imaginación...
Y, la primera vez que ti vi, fue eso lo que pensé; estabas totalmente fuera de
mi imaginación, y lo sigues estando... Por lo mismo, eres todo lo que siempre
he deseado con tanto anhelo..., que temo perderte.

Taehyung se sentía ciertamente halagado y también sentía cosquillas en su


oído porque, tal y como dicen, hay sordos que sólo oyen lo que quieren oír, y
aquellas dulces palabras eran todo lo que hacía falta para dopar cada uno de
sus sentidos y caer rendido ante el desideriúm de ser totalmente amado.

—Jungkookie... —dice, besando el dorso de una de sus manos, fregándose en


él nuevamente y con lagotería de querer recibir mucho más, tan ambicioso
por poder sentir ese prometido y peculiar amor.

Taehyung suspiró satisfecho al sentir las caricias. Como un gatito muy


saciado, pensó Jungkook antes de rastrillar sus dientes por su piel, haciéndole
jadear.

—Jungkookie, no me perderás... No me iré a ningún lado... —prometió, con


una bonita sonrisa adormecida y ojitos perezosos, masajeando el dorso de su
mano con indudable cariño.

Jungkook comenzó a sentir el calor vibrar en su cuerpo y de pronto, también,


comenzaba a desear por más; su chico se rió cuando sus caricias se volvieron
más codiciosas.

—Tienes todo de mí para disfrutar, Ggukie... —canturreó seductor, jugando


con fuego mientras batía sus pestañas para él, claramente, coqueteándole.

Jungkook suspiró y gruñó un poco.

—Lo digo en serio, Tae... —comentó, volteándolo con cierta brusquedad para
posarse, una vez más, sobre su menudo cuerpito; acomodándose nuevamente
y sin preámbulos entre sus largas piernas, presionándose hacia abajo con una
de esas miradas que eran una advertencia—. Si eres mío, estás aceptando ser
sólo mío; no te dejaré ir, te lo prometo.
—Soy todo tuyo —Taehyung cerró sus ojos, riéndose y haciendo ruiditos de
satisfacción ante el roce, sin saber que Jungkook hablaba muy en serio.

—Todo mío.

¡Actualización sopresa porque estoy de buen humor! Incluso yo me


sorprendí xD, porque, digamos que estas cosas no pasan seguido...

En fin, estuve leyendo una cosa que escribí... Y también estuve leyendo
algunos de sus comentarios en Heal Me, especialmente en los smuts, y he
concluido que muchxs de utds tienen un belly/tummy kink. Dystxpian
está vigilándoles *eye*

Bueno, tengan una buena tarde/noche, en la hora que sea que lo estén
leyendo y desearles un buen fin de semana a mis nubecitas uwu Les
quiero, no lo olviden, sean muy felices y nos estamos leyendo~
64

Había dos tazas de cerámica sobre el robusto mesón de madera tosca. El olor
a café cargado era apreciable en el ambiente junto con un ligero aroma, pero
no menos perceptible, a jazmines y lavanda. Eso le causó una sensación
agridulce, pues, apenas y había entrado, la casa le permitió respirar un
sentimiento muy característico de la entrañabilidad que —antes— no había
podido notar.

Algo había cambiado.

Y, al principio, pensó que se trataba de la decoración o de las macetas fuera


de la puerta, inclusive de las flores nacientes en la cúspide de la primavera
que se mostraban frescas en el jardín delantero. Porque había apreciado la
diferencia, sí había algo que había cambiado, pero no podía saber qué era y se
sintió muy curioso, tomándose su tiempo para admirar —durante un minuto
— el exterior.

Definitivamente, no era algo relacionado a un ornamento. Sólo se trataba de


la inexplicable emoción que le transmitía estar ahí nuevamente. Así que, se
tuvo que convencer de estar dándole demasiadas vueltas a una simple
corazonada suya, y que sólo se trataba de la magia de la nueva estación que
hacía que todo se volviese más romántico y cliché. Sin embargo,
aparentemente, eso no fue lo suficientemente convincente. Por lo que, luego
se retractó y tuvo que pensarlo dos veces más para intentar identificar qué
era.

¿Qué es?

Divagó un poco más, observando todo a su alrededor con suma atención. Los
cuadros estaban intactos, las persianas seguían siendo del mismo color crema
y los libros seguían ordenados en el estante de la pared, según su porte y
letras en el abecedario. Sin embargo, presentía mucho más allá de la
subjetividad de la visión de que no era un sólo presentimiento suyo. Estaba
más que seguro de eso, debido a que, desde la última vez que había estado en
Seúl, la casa de su hermano menor tenía una vibra totalmente diferente a la
que tenía ahora; antes era frío, muy hostil y, francamente, aterrador; —en su
consideración, claro—.

Empero, justo hoy, en el comedor cercano a la cocina y al pasillo que daba


una salida al patio, podía sentirse más cómodo de lo usual, sintiéndose a
gusto con aquella agradable atmósfera hogareña que se había adquirido
recientemente.

Y, a decir verdad, Mingyu se sentía realmente curioso.

No obstante, a pesar de que se preguntara de qué se trataba, podía suponer


qué era. Porque, por supuesto que había visto a Taehyung, quien en algún
instante había sido el asistente y pseudo duendecillo de los quehaceres de su
hermano, merodeando por ahí. Y, no podría negarlo: el chico era de sangre
liviana, y le caía bien. Pero, a pesar de ello, se movía tan sagaz, yendo de allá
hacia acá tan libremente, haciendo lo que sólo un anfitrión haría, y cosa que a
Jungkook esta vez parecía no molestarle en lo absoluto en comparación a la
última vez; había encendido la tetera y les había ofrecido amablemente el
café antes de irse a la cocina para prepararles algo de desayunar.

Tan afable, pensó, sonriéndole apaciblemente.

Taehyung era humilde, y no había tenido la oportunidad de conocer a muchos


chicos humildes durante su vida porque sus padres nunca les habían
permitido relacionarse con personas que no consideraran "influyentes". Por
ende, habían sido criados con ciertos paradigmas sobre qué era conveniente,
lo que sería lo correcto y raíces tercas. Entonces estaban acostumbrados a
lidiar con personas arrogantes y desagradables, quienes no tenían un punto.
Por lo mismo era que entendía completamente el inusual atractivo que poseía
Taehyung; más allá de su indudable belleza física, lo que le hacía parecer ser
hecho a mano y con un pincel, él era atractivo personalmente. Había algo de
este chico, algo que hacía que la costumbre no fuese un gran tema para
familiarizarse con su particular sonrisa, o con sus comentarios. Porque, sólo
era, naturalmente, muy llamativo.
Taehyung era diferente, y Mingyu había podido ver eso.

Las relaciones que Jungkook —su hermano— había tenido, habían sido por
lo lejos muy complicadas. Todos esos chicos habían sido "influyentes", y
típicos niñatos ricachones, ambiciosos y engreídos. Durante esa triste época,
Mingyu sabía que Jungkook estaba complaciendo cierta parte de sus padres al
querer realizar ese retorcido deseo por demostrarles que podía estar con
alguien de su nivel, incluso si esta persona era un hombre al igual que él. Y
su padre, si bien los había amado a su manera, había sido una serpiente que
les susurraba cosas terribles al oído, convenciéndoles de sus propias
convicciones. Sin embargo, la peor parte se la había llevado Jungkook; sólo
por su orientación sexual, fue totalmente desplazado de la familia, enviado
incontables veces a un psicólogo y a incontables terapias que nunca aceptó.

Por su parte, también trató de convencer a sus padres de que su hermano no


estaba enfermo, que lo dejaran amar y ser quién quería ser. Pero, para ellos, la
vocación que éste quisiera escoger, con quién escogiera estar y todo lo que
les afectara en su imagen pública, sólo era un asunto que a ellos les concernía
con la excusa de ser sus padres. Pero ni siquiera eso funcionó, y sólo
desencadenó una serie de situaciones muy desafortunadas.

Todos esos chicos con los que Jungkook estuvo causaron un daño unilateral
en él, sumándole la mala relación que tuvo con su padre y las convicciones de
las que fue cruelmente convencido jamás sería amado por otro hombre
porque eso era anti-natura. Mingyu lo había visto quebrarse de la peor
manera. Lo habían machacado desde el núcleo, tanto sus amantes como su
propio progenitor.

Sin embargo, ahora venía su inevitable miedo, porque tenía un


presentimiento muy ácido y nostálgico.

Jungkook, hace algunos meses atrás, le había confesado que conocerlo a


fondo, a Taehyung, era realmente impresionante e interesante; lo recordaba
desde una llamada telefónica, presintiendo que ellos estaban, prácticamente,
destinados a tener algo más que una relación académica o laboral; lo había
visto después de haber estado conviviendo junto a ellos, y había mucha
química espesa y tensa entre los dos, tanto que resultaba imposible de
ignorar. Y, claro que los huevos del desayuno no eran lo único que se estaba
cocinando allí; lo sabía y lo había visto, y lo entendía perfectamente tras
haber pasado por eso antes.

Eran muy obvios y todavía, concluyó, mirando la cortina ondearse


suavemente por la ligera ventisca que se colaba por un hueco destinado a
ventilar, también esperando a que la comida estuviese lista porque tenía un
gran apetito.

Había llegado a Seúl muy temprano por la mañana. Por lo que, había
decidido hacerle una visita matutina a Jungkook para saludarlo y hablar
algunos de sus asuntos pendientes. Pero, grande había sido la sorpresa que se
llevó cuando, al tocar dos veces el timbre, no fue recibido con una buena
cara, sino con una de esas expresiones llenas de molestia en un hombre
gruñón, en paños menores y una facha que le advertía haber interrumpido un
casi "mañanero". O, algo así supuso, conociéndolo. Y, justo en ese instante,
fue cuando se enteró de lo que ya venía sospechando de hacía un buen de
tiempo; había visto a Taehyung con los ojos muy abiertos, sin parpadear y un
poco atónito, en la parte posterior de las escaleras, cubriéndose con un gran
hoodie, husmeando disimuladamente.

Casi como un pequeño niño, había querido reírse cuando notó sus cabellos
ser un revoltijo enmarañado de ondas y rizos, en contraste con Jungkook que,
con su cabello negro y lacio, le miraba con una mueca de desagrado,
demostrando ser menos inflexible, más duro.

Una combinación interesante, sin duda alguna.

Pero, cambiando el tema, su llegada había sido tan repentina, que había
tenido que pasar por alto la mala cara y los comentarios, mientras esperaba en
la sala a que estuviesen listos y más presentables. Obviamente, no había
mencionado nada sobre la cuestión principal de lo que vio porque, —en su
cabeza—, todos los cables habían hecho conexión. Sabía que muy
probablemente ellos estaban juntos, o sólo estaban acostándose. Y, aunque
esto último era mucho más que obvio, no evitaba sentir una inevitable
curiosidad por la compleja naturaleza de las relaciones ajenas; necesitaba los
detalles para llegar al fondo de adónde estarían yendo con todo aquello.
Porque, si bien sabía que su hermano ya era adulto, también sabía que éste no
tenía un pasado catalogado como algo sano con respecto a sus relaciones en
el ámbito amoroso, y eso es lo que más le preocupaba.

Ineludiblemente.

Por lo tanto, echándose hacia atrás para sentarse correctamente y darse apoyo
en el respaldo de la silla, acomodándose para tomarse el atrevimiento de
mirar la expresión de molestia en Jungkook, tratando de saber qué era lo que
pasaba por la mente de éste. Posiblemente, estaba enfadado por el hecho de
que debía suponer que su presencia estaba estrictamente ligada a los asuntos
que les concernían por la empresa y a ésta en sí, y no se equivocaba;
consideraba que su hermano ya era un hombre lo suficientemente viejo, con
sus treinta y dos años, como para saber en qué dirección iba con respecto a
los asuntos de clara importancia. Y, por lo que sabía y lo que le habían
informado, todo estaba casi listo, sólo faltaba cumplir con algunos detalles y
que Jungkook no diera un pie atrás ahora que, literalmente, estaba formando
su propia empresa en Seúl.

Lo demás, en su consideración y aunque no le restaba tal importancia, era


algo secundario y tendría que recordárselo a toda costa, porque su hermano
tenía una gran facilidad para perder toda la puta cabeza por una cara bonita y
mucha pérdida de tiempo.

Taehyung le gustaba y creía que podía ser diferente o marcar una diferencia,
y realmente quería creer firmemente eso porque, si las cosas se complicaban,
no dudaría en sacarlo del camino. No quería ver a Jungkook romperse a sí
mismo, o que rompieran de él lo poco y nada que quedaba de su frágil
persona...

Volver a verlo perderlo todo sería sumamente egoísta e injusto y, a diferencia


de sus padres, esta vez él no se quedaría como espectador. Porque estaba muy
seguro de que, si estaba pasando lo que creía que estaba pasando,
seguramente, Jungkook estaría creando los muros más altos a su alrededor
sólo para luego ver cómo se derrumban sobre él mismo. Y no quería eso. No
de nuevo. Pues, ya era hora de que, por una jodida vez, Jeon Jungkook se
olvidara de la brecha existente entre su propio ser, su pasado y lo que
significaba su apellido; lo que conllevaba era un hombre lleno de estigmas.

Así que, Mingyu había llegado para quedarse y para mantenerse al tanto de lo
que estaba ocurriendo. Se iría lentamente, porque todavía era muy temprano
para hablar de negocios y de los trapos sucios sobre sus falencias familiares.
Y, quería pasar un buen rato y tener un agradable desayuno junto a su
hermano y su, algo más que sólo un asistente, Taehyung.

—No me lo esperaba, a decir verdad —Comentó, uno de sus dedos


delineando el borde de la taza humeante con fingido desinterés. Necesitaba
introducirse a ambos temas que necesitaba tocar poco a poco, porque, en
definitiva, no eran algo que se pudiesen tomarse a la ligera y eso sólo
demostraba cuánto empezó a importarle todo esto—. Pensé que ya habrías
comenzado con la apertura del edificio, tu edificio... Pero, aparentemente, me
equivoqué. Aunque, ahora que yo me estoy moviendo hacia Seúl, podría
hacerlo por ti, ¿no? —Musitó con un silencio espeso formándose en un deje
de persuasión—. Sé que todo está listo, sólo falta la inauguración, las
entrevistas y algunos contratos.

Jungkook le devolvió una mirada por el rabillo y bufó.

—Puedo hacer eso por ti, Gguk-ah —Dijo otra vez, decidiéndose a beber un
sorbo de su café, que por cierto estaba exquisito—. Mm, no sabía que TaeTae
preparara tan bien el café... Según yo recuerdo, él no era un gran fan de estas
bebidas... Creo que gracias a ti adquirió la costumbre, ¿o me equivoco?

—Claro. Taehyung y yo solemos cocinar muy a menudo últimamente, ya no


pedimos comida a la casa o compramos comida basura —Jungkook inhaló
con frustración, tratando de no demostrar el alcance de su molestia,
empuñando su mano apretadamente por vez que masticaba un trozo de pan y
miraba su taza fijamente.

—Vaya, cocinan juntos y muy a menudo... ¿Eso significa algo? O es sólo que
Taehyung ha estado pasando más tiempo aquí del que realmente debería...

Seguramente él no quería hablar de ello, y sabía cuánto eso le molestaba.


Pero, cuando pensó que recibiría una respuesta de su parte, Taehyung entró a
la sala y caminó hacia ellos, entrando abruptamente al comedor, sosteniendo
en sus manos una bandeja con platos con comida y sonriéndoles.

—Deberían tomarse sus cafés, van a enfriarse si los siguen los siguen
mirando como si fuesen a salir corriendo —Opinó riendo ligeramente, y
ubicando los platos en sus respectivos puestos—. Hum, Jungkook y yo
solemos tomar té o café en las mañanas, o comer fideos picantes pero... Hoy
es una excepción.

—Vaya —comentó sorprendido, malinterpretando la referencia y haciendo de


Taehyung un jitomate.

Jungkook volvió a mirarlo mal y simplemente le indicó a Taehyung que se


sentara.

—Hyung, al parecer tu mente se pone demasiado creativa por las mañanas.

—Creo que les interrumpí algo, ¿o me equivoco? —rió, ocultando parte de la


verdad de lo que sabía con certeza estaba pasando. Podía identificar
vergüenza rápidamente y cierto pudor.

—La verdad es que sí, hyung. Interrumpiste muchas cosas, como siempre.

Taehyung miró el intercambio con incomodidad, decidiéndose a hablar.

—Hum, Jungkook me ayudaba a estudiar para una interrogación y yo...

Y, sinceramente, Mingyu se perdió en sus palabras, no prestándole demasiada


atención a lo que decía, sino que, inmediatamente, toda su visión se enfocó
completamente en éste.

Estaba asombrado.

Taehyung seguía viéndose tan bonito como le era usual, vistiendo un


pantalón beige oscuro, una camisa con detalles floreados y zapatillas; era
ropa bastante agradable, ropa que se acentuaba a esa figura alta y delgada que
no sabía había estado ocultando bajo esas anticuadas ropas holgadas que solía
usar hace un buen de tiempo atrás. Él se veía muy bien, no podía negarlo y
eso le causó una gran impresión; su intención claramente no era cuestionar
absolutamente nada en la actitud de Taehyung y mucho menos en su
apariencia, era sólo que lucía radiante y sumamente bonito. Realmente le
gustó verlo así.
Él se hacía notar, luciendo diferente...

Sin embargo, el motivo principal por el que se tomó su tiempo en


escudriñarlo fue porque lo primero que captó su atención fueron aquellas
manchas púrpuras en su cuello.

Se sintió un poco alarmado cuando fue capaz de notar una mancha rojiza en
su muñeca izquierda y, aunque no lo pudiese juzgar ni a él ni a su hermano ni
a nada de lo que sea que estuviesen teniendo o practicando, porque no era
quién para hacerlo, no evitó sentirse preocupado.

—No sabía que estuvieras hospedando a Taehyung aquí, Gguk-ah... —Volvió


a decir, logrando llamar la atención de ambos—. Digo, ¿desde cuándo es...?

— ¿Desde cuándo eso es tu incumbencia? No lo sé, pero Taehyung se queda


conmigo desde hace más de siete meses y podrá seguir haciéndolo por todo el
tiempo que él estime conveniente, hyung —Respondió Jungkook, con un
falso tono de cortesía y respeto, haciendo una mueca y bebiendo enseguida
un sorbo de su café.

Taehyung a su lado se veía un poco incómodo y más sonrosado de lo


habitual, esperaba no haberlo incomodado porque esa no era su finalidad.
Pero, claro le había hecho sentirse tímido, por eso Jungkook había respondido
a la defensiva, lo estaba "defendiendo" de un inexistente insulto.

—Como sea... Me gustaría conocerte más, Tae —le dijo, sonriéndole con una
obviedad amistosa porque tampoco quería otro malentendido entre los
muchos que estaban habiendo—. Digo, ahora que te hospedas o vives aquí,
sería muy grato conocerte más.

Taehyung asintió con una expresión amable mientras bebía un sorbo de su té.

— ¿Para qué quieres conocerlo más? La última vez lo trataste,


prácticamente, como a un...

—Ggukie —interrumpió repentinamente—, ya se me está haciendo muy


tarde y necesito que revises mi hoja antes de irme... ¿Podrías hacerlo ahora...?
Genial. Aparentemente todos querían zafarse de la situación.

Taehyung se removió en la silla y alcanzó una carpeta que había dejado en la


mesa anteriormente, mostrándole unas hojas a Jungkook. Mingyu supuso que
debía de tratarse de algo así como su tarea, pero entonces Jungkook se
demoró más de unos minutos en revisarla, con el ceño fruncido y una mueca
gruñona; vio cómo señalaba un par de cosas mientras Taehyung obedecía a
sus palabras, correspondiendo a sus miradas y afirmaciones muy obediente.

Okay, entonces no sabía si era sólo algo suyo, pero, con su vista fija en
ambos, vio un deje de irritación en la expresión de Jungkook y no podía
entender por qué él se veía tan jodidamente molesto todavía. Hubiese querido
reírse de no ser porque, muy en su interior, sabía lo que eso significaba.

Lo había visto antes, así que, sólo reprimió aquella burbuja nerviosa.

— ¿Qué piensas? —Le oyó decir, cuestionando y abultando sus labios por
vez que hacía una muequita graciosa, acomodando con sus finos dedos varias
de sus ondas desordenadas—. ¿Está bien?

Mingyu movió con lentitud su taza, analizando su comportamiento.

¿Él estaba tratando de ser más bonito para Jungkook? O, sólo era su idea y él
era así en su estado natural.

Porque, claramente, podría discernir entre el coqueteo y la química existente


entre ellos, y le hacía sentirse ajeno sin saber por qué; no es como si fuese
cómodo tener a su hermano mirándolo como si quisiera clavarle un tenedor
en el cuello mientras su estudiante, y algo más, era todo un bonito con sus
ojos y labios.

Se sentía tan raro. Pero, lo único que sabía con claridad, era que estaban ahí.

Jungkook estaba con Taehyung, y lo comprobó cuando su mano acarició con


suma ternura los dedos de Taehyung que sostenían la hoja que le entregaba.

—Estaría casi perfecto de no ser por los detalles que te señale, Tae —
respondió Jungkook, devolviéndole una sonrisa cariñosa junto a una caricia
en la mejilla que, definitivamente, no pasaron inadvertidas bajo su ojo crítico
y que sólo le demostró lo que ya temía; iban en serio.

—Excelente, voy a corregirlo en tanto esté allí. No puedo retrasarme de


nuevo, lo sabes... —Taehyung se incorporó y ordenó los papeles dentro de la
carpeta marrón oscuro—. Así que, debo irme ahora mismo porque los chicos
me están esperando y no puedo plantarlos de nuevo sin que se enojen —hizo
una mueca, evitando encontrarse su mirada mientras se relamía los labios
—.Bien, es hora de irme... Hum, hyung... Nos veremos luego, supongo.

—Adiós —se despidió amablemente, mas no vio el momento exacto en el


que Jungkook tironeó a Taehyung por la mano y lo arrastró en un beso
lascivo, y muy demostrativo. Ya que, aparentemente, quería mostrar algún
punto. Pero, él no necesitaba saberlo, o ver cómo era que lo hacían; eso era lo
que menos le importaba—, vaya...

Jungkook sujetó a Taehyung por la nuca, profundizando un momento antes


de dejarlo ir y cuando el beso acabó, finalmente, Taehyung abandonó el
comedor con las mejillas rojas y torpemente.

— ¡Adiós! —gritó desde la puerta, ya que luego se escuchó el suave portazo.

Hubo un silencio incomodísimo apenas quedaron solos, y frío gélido cayó en


el ambiente.

—Si eso es un sinónimo de "ten un buen de día", no querría poder


imaginarme cómo...

—No vuelvas a decir ese tipo de cosas o a mirarlo de esa forma, hyung. Estás
en mi puta casa y te prohíbo hacer ese tipo de comentarios de nuevo. Él no
tiene por qué sentirse avergonzado por tu culpa.

— ¿Disculpa? —preguntó con confusión, dejando la taza en el platillo—.


¿Qué tipo de comentarios le hice? ¿De qué forma lo mire? Dímelo, Gguk.

—Él y yo estamos juntos. Estamos intentándolo, hyung. Así que, no quiero...

— ¿No quieres que le hable o que lo mire?


Hubo silencio. Jungkook bajó la mirada a su taza y Mingyu se sintió
incrédulo.

—Por Dios, Jungkook... No puedo creer que...

— ¡Lo miraste todo el puto rato, hermano! Desde que te abrí la maldita
puerta hasta que se fue por el pasillo, ¿qué demonios te pasa? Entiendo que,
no sé, te esté dando esa crisis de búsqueda después de tanto, pero él está
conmigo.

Mingyu se quedó estupefacto, viendo el rostro de Jungkook distorsionarse en


una mancha que no supo identificar como... algo.

—Jungkook, por favor dime que es una broma y que toda esa mierda no salió
de tu boca... Porque realmente fue una basura —dice, sintiéndose incómodo e
incluso entristecido de la ridiculez que su hermano está hablando,
literalmente dispuesto a pelear por algo inexistente—. Jungkook,
escúchame... Ni siquiera hablamos, él estaba cocinando, intercambiamos
algunas palabras... Y lo miré, no sé, porque tengo ojos, supongo.

Incluso él mismo se sentía ridículo explicándolo.

—No. La última vez que estuviste aquí lo mirabas de la misma forma, hyung.
No soy un imbécil, lo sé; incluso si no es en un término amoroso, él te llama
la atención.

— ¿Qué mierda, Jungkook-ssi? ¿Estás loco? Yo no... No soy como tú.

Los ojos de Jungkook de inmediato se clavaron sobre él, coléricos.

— ¿Cómo yo? —enarcó una ceja—. ¿Quisiste decir que no eres "gay" como
yo o como Taehyung? —sus puños palidecieron cuando los apretó con más
fuerza de la necesaria—. Hyung, desde que entraste lo estuviste mirando o yo
estoy muy paranoico y sólo fue una idea mía. Pero, eso no me convence
cuando miraste sus putas manos por un minuto entero. Quizás, no te diste
cuenta, pero incluso lo seguiste con la mirada todo el rato a dónde fuese que
se moviera —argumentó, mirándolo de reojo para evitar sentirse más enojado
de lo que ya lo tenía el comportamiento excesivo de Mingyu; se había parado
fuera de su puerta a las 7am y, peor aún, había incomodado a Taehyung con
su constante atención en lo que sea que hiciese, incluso él se había sentido
incómodo por la forma en la que lo estuvo mirando todo el rato—. O, mejor
dime, ¿a las chicas también las miras de esa forma, tan detalladamente?

Y ahí estaban los muros. Porque, lo único que había hecho durante estos años
había sido esconderse de la avasalladora verdad, pero la verdad lo buscaría en
algún minuto hasta encontrarlo. Y, aparentemente, su momento, de revelar
que seguía siendo el mismo hombre roto, había llegado; Taehyung sería su
verdad.

Okay so, ¿a quién le creen: a Mingyu o a Jungkook? Jijí, muchas cosas


comenzarán a tener sentido desde ahora (de hecho desde hace muchos
capítulos hacia atrás pq lo hice muy capciosamente uwu). Además, van a
pasar muchas cosas también...

La historia de Jungkook es una incógnita al igual que la de Taehyung y,


aunque les di muchas pistas, pronto comenzarán a saberse más cosas...
Y, estoy muy emocioanda por ello...

!!

Espero que estén súper bien, que estén teniendo una buena semana y que
tengan unos muy buenos días/noches/ tardes, lo que sea xD, y decirles
que les quiero mucho y que espero sean muy felices estos días~
65

Hace algunos años atrás, hubo un verano caluroso en medio de la hierba alta
y el trigo. Los inmensos árboles sombreaban parte de los terrenos de la
familia Kim, donde los hijos solían tomarse un descanso después de las
cosechas, y la olorosa ventisca, que traía la esencia frutal de la producción en
sus matas, todo aquello concluía con un relajo instantáneo mientras dos
chicos estaban tirados en el suelo disfrutando de sus vacaciones.

Las palabras en clave y las sonrisas reprimidas, junto con el jugo de damasco
y la melodía de una canción antigua sonando en su reproductor de música
barato, todo eso había formado parte de uno de sus veranos más inolvidables.

En ese entonces, le habían invitado a salir más de un par de veces;


incontables chicas le habían llamado para hablar con él, y darle su número
telefónico en la búsqueda de una oportunidad inexistente. Pero, secretamente,
su corazón latía y se agitaba en otra dirección, y por otros motivos.

En su clase había un chico, Park. Ojos muy pequeños, carita muy regordeta y
mejillas muy sonrosadas. Ellos se sentaban juntos, les había tocado hacer más
de algún proyecto juntos y habían formado una bonita amistad; solían
sentarse juntos en la cafetería y compartir el almuerzo, o ir al patio y hablar
sobre todo y nada a la vez. Se llevaban bien.

Hasta que conoció a su hermano.

Taehyung todavía podía recordar la forma en la que comenzó su tan


dramático primer romance juvenil. Esto le divertía porque, claro, antes era un
tanto, muy teatral y trágico. Sin embargo, lo que vino después de que su
padre se enterara de su noviazgo secreto, sin duda alguna, no podría haber
sido algo que pudiera considerar como una exageración suya, sino todo lo
contrario; había sido poco comprensible, abusivo y humillante.
Prácticamente, lo habían apartado de sus hermanos menores por el simple
hecho de ser gay, y peor aún: lo habían hecho sentirse como si él fuese el que
estaba mal, que merecía ser desplazado por su propia familia y como si fuese
el único culpable de la horrible situación. Y, en definitiva, no había sido una
buena época para él, teniendo en cuenta cada uno de los desaires e insultos de
los cual fue receptor obviamente.

Sin embargo, aunque el pensamiento de lo que pudo haber sido y no fue, o de


las veces en las que las remembranzas de lo que creyó eran sólo momentos
tan agridulces, llegaban con tonos grisáceos y convenciéndole sólo había sido
una triste amargura innecesaria; en algún punto, aquellos recuerdos distantes
ya no eran más que sólo memorias muy lejanas.

Porque la comparación existente entre quién fue hace años y quién es hoy en
día sigue existiendo, y con una gran brecha de diferencia. Y definitivamente
él ya no era más aquel niñito inocentón y vulnerable que se dejaba hacer por
las culpas de las creencias retrogradas de los adultos. Firmemente, había
decidido ceder al cambio. Y por el mismo motivo es que también había
emprendido un camino solo, tratando de seguir adelante incluso cuando sabía
sobre la tristeza a la cual se había impregnado muy deprimidamente. Porque
había estado muy deprimido y no veía una solución o una salida de esa
avasalladora obscuridad.

Bueno, eso fue hasta que finalmente pudo conocer a su maestro de literatura,
pues éste, inconscientemente, le había hecho querer cambiar. No de una mala
manera, sino que comenzó a ayudarlo y a hacerle notar ciertos aspectos de sí
mismo que no conocía, y que no hubiera conocido de no ser por él; aún podía
recordar los primeros duros meses en los que había llegado a Seúl y lo único
a lo que pudo aferrarse fue al detalle que, en ese instante, consideró tan
mínimo; su compañía y lo mucho que significó tener a un lugar donde llegar
cuando su minúsculo departamento estaba demasiado húmedo y frío tras las
lluvias del inminente invierno.

Aunque al principio pensó que lo detestaba, su maestro había sido el único


que lo esperaba en casa con una taza de té caliente y que le ordenaba dejar la
ropa húmeda cerca de la estufa para que ésta no mojara su piso. También
había sido el único que le había esperado con comida y que, a pesar del
silencio, siempre esperaba para comer junto a él. E incluso cuando le advertía
no estropear todo a su alrededor o ser más cuidadoso, siempre mantenía un
ojo sobre él, atento a cualquier movimiento que pudiese causarle daño.

Todo eso, habían sido detalles que, por muy mínimos que le hubiesen
parecido, le habían hecho cambiar lentamente su perspectiva con respecto a
Jeon. Pues, su maestro, definitivamente, fue un salvavidas que antes no pudo
notar al cegarse con esa facha de hombre pendejo e idiota mandón, pero que
claramente había volteado su mundo de una forma incomparable.

Y, ahora, con seguridad puede decir que el enamoramiento que está viviendo
por él, los sentimientos que le han hecho surgir con una emoción inefable y
en una catarsis de amor desbordante, definitivamente puede afirmar que ha
sido él quien le ha hecho olvidar todo lo que pudo haber entendido como
"amor" anteriormente, porque le ha regalado, dulcemente, una definición
diferente de lo que aquello significa; Jungkook, en todo sentido, es totalmente
inigualable.

Así que, con el término del contrato, sólo puede pensar en lo todo lo que pasó
entre los dos; todo lo que ha pasado entre ambos es casi surrealista de
admitir, —en su consideración, por supuesto.

¿Cómo fue que terminó enamorándose de su profesor? Y, ¿cómo fue que éste
terminó enamorándose de él? Suena extraño y, tal vez, sumamente alarmante,
pero, ellos sólo se dejaron llevar por la atracción, por el inevitable desideriúm
que surgió con abrumadora densidad y porque, obviamente, eran adultos;
ellos sabían lo que estaban haciendo desde el primer momento, y claramente
habían considerado todos los riesgos que todo eso conllevaría y lo habían
tomado con la seriedad necesaria. Por esta razón habían decidido firmar un
contrato, y éste expiraba hoy.

Taehyung se sentía un poco nostálgico y a la vez también se sentía raro.


Había estado intentando animar a Jungkook después de su probable discusión
con su hermano, él lo sabía porque, aunque no se lo hubiese contado
directamente, lo había visto en sus ojos aquella mañana. Y, a pesar de haberle
insinuado querer hacer algo divertido por el término del contrato, para su
sorpresa, ni siquiera eso había funcionado y su mal humor se mantenía y sólo
se incrementaba.
No obstante, aun cuando Jungkook se estuviese comportando ciertamente
muy distante, y aun cuando se estuviese sobrepasando con sus clases y
llegando al alcance de su personalidad con respecto a la exigencia que pedía
en sus tareas, comprendía que Jungkook estuviese enfadado con su hermano;
Mingyu había hecho algunos comentarios muy fuera de lugar y que eran,
fácilmente, muy mal interpretables. De igual manera, aquello no significaba
que tenía que portarse como un pendejo con él porque no tenía la culpa de
eso. Además, había estado buscando algunas cosas por internet y se había
sentido emocionado por probar aquellas cosas con Jungkook, y sólo sabía que
quería probarlo al máximo.

Sabía que, quizás, era demasiado arriesgado ir al límite cuando ellos no


habían intentado ninguna de esas cosas antes, no a tal nivel al menos. Pero,
confianza era lo principal, y él confiaba plenamente en Jungkook.

—Oye, Ggukie —Habló suavemente, sus manos deslizándose


cuidadosamente por sus hombros y bajando hasta sus apretados bíceps.
Jungkook vestía una de sus camisas de oficina y tenía las mangas
arremangadas hasta los codos y más de un par de botones desabrochados; tres
para ser exactos—. ¿Tú todavía estás molesto?

Jungkook movió su cuello hacia un lado para voltearse ligeramente y mirarlo.

— ¿Qué? —Dijo, recostándose en el respaldo de la silla acolchada, elevando


una de sus cejas para mirarlo con curiosidad y cierta arrogancia.

Se veía sexy, o eso fue lo primero que cruzó por la mente de Taehyung
cuando hicieron contacto visual. Él se sintió un poco entorpecido cuando
Jungkook le dio la señal, palmeándose la rodilla. Pero, él no lo haría. Quería
jugar un poco, así que pretendió no haberlo entendido.

—No debería decirte esto... Pero, los chicos me dijeron que fuiste un imbécil.

Escuchó el bufido y luego le vio voltear los ojos con molestia, tensándose.

Jungkook todavía estaba molesto.

—Gguk-ssi... —Insistió con su voz aniñada y mimosa, pasando una de sus


piernas sensualmente por entre las de Jungkook para que éste, de inmediato,
lo sujetara por las caderas. Apenas lo vio suspirar con cansancio supo que,
más que enfado, era agotamiento; acunó su rostro y acarició su mandíbula
con una suavidad cariñosa. Definitivamente, Taehyung sabía cómo jugar—.
Dime...

—Tengo mucho trabajo que hacer, Tae... Y, sumando la llegada de Mingyu y


las exigencias que éste me impone... —guardó silencio durante un segundo,
el flequillo negro que caía por su frente cubrió sus expresivos y dulces ojitos,
y Taehyung se encargó de despejar su hermoso rostro—. No estoy de
humor...

Lo quería tanto, que no quería, y no le gustaba, verlo desanimado y gruñón.

Taehyung mordió su belfo inferior, tentándolo mientras que su dedo índice se


encargaba de repasar los labios de su maestro con sensualidad. —Yo sé cómo
ponerte de buen humor, ¿no es así?

Jungkook sonrió desganado, suspirando y presionando sus dedos en su


cintura para abrazarlo durante un momento, regalando una sonrisa mucho
más sincera, notablemente más ligero. Le gustaba verlo sonreír así.

—Tú puedes —le respondió con voz de cuna, somnoliento y besando el dorso
de su mano con una dulzura que le hizo sentir derretirse—, me tienes entre
tus bonitas manos y lo sabes, ¿no?

Taehyung sonrió a sabiendas de ello, sintiéndose como el dueño del mundo al


tener a este hombre duro e inflexible envuelto en su dedo meñique; Taehyung
sólo lo amaba, y su corazón se volvía loco por él.

—Claro que lo sé, harías todo lo que yo te pidiera...

Su estómago, repentinamente, crujió con un retorcijón y se sintió un poco, tan


avergonzado que se ruborizó, cuestionándose si Jungkook lo habría
escuchado.

— ¿Tae, no has comido? —Jungkook rió, su dedo pulgar acariciándole la


parte inferior de su vientre, enternecido por algo que le había hecho
encogerse.

—No... Estuve ocupado enseñándole algunas cosas a Yoongi-ssi...

Jungkook frunció el ceño, desviando la mirada hacia su portátil, sujetándose


el puente de la nariz por un segundo. — ¿Por qué? ¿Acaso él no pone
atención?

— ¡Jungkook-ah! —Taehyung comenzó a reírse, sintiéndose más que un


poco divertido por el abrupto cambio de humor—. Claro que pone atención,
pero le cuesta un poco más tu materia y no lo culpo... Tú eres el mejor, y se
hace difícil...

—Taehyung tienes fatiga y no comiste por enseñarle algunas cosas a tu


amigo, ¿cómo quieres que no me moleste? —una arruga se formó entre sus
cejas, con una expresión dura le dio un vistazo a la puerta y luego volvió a
mirarlo con el rostro pálido—. ¿Acaso Yoongi-ssi no podía venir hasta aquí y
preguntármelo a mí? —le soltó una carcajada sin ápice de gracia, con cierta
burla en sus ojos.

—Jungkook, él te... desprecia. No te odia, pero no le agradas... Y, tú deberías


de ser más amable con tus estudiantes —le recriminó, molestándose un poco
porque no faltaba mucho para la graduación y ya sólo faltaban algunos
finales para que todo el período universitario finalmente acabara—.
Jungkookie, yo te amo a ti, ¿bien?

Jungkook lo miró con aquella mirada vulnerable y su mentón se sacudió


antes de tartamudear algo ininteligible... ¿Acaso él se ponía triste cuando
Taehyung le decía "te amo"?

—Ggukie... —Taehyung volvió a buscar acunar su rostro entre sus manos, y


lo hizo; acarició su piel con bondad, y se fijó en aquella cicatriz que adornaba
su pómulo en la parte superior—. No importa tanto si aún no estás preparado
para decírmelo a mí, por mí está bien mientras no me mientas... Cuando me
lo digas, quiero que sea porque realmente lo sientes, ¿bien? —Buscó su
mirada y besó su mejilla con ternura—. Yo te amo y, por ahora, eso para mí
es más que suficiente.
Jungkook acarició su cadera y le dio dos palmaditas, asintiendo, mostrándose
mucho más que sereno, y dándole una sonrisita adorable mientras arrugaba su
nariz.

—Realmente me saqué la lotería contigo... —le confiesa con voz profunda,


ya sintiéndose un poco más relajado, volviendo a besar el dorso de la mano
de su adorable y precioso chico—. Te llevaré a algún lugar después de
clases...

—Quiero comer helado, y también quiero visitar algún lugar interesante y tú


no me has llevado a una cita y yo estoy de humor para hacerte mejorar tu
humor —canturreó, sonriendo como el niñito muy mimado de papi que él
era.

— ¿Estás insinuando que quieres que te lleve a una cita y que después te
lleve a mi auto y yo...? —su mano se escabulló dentro de su pantalón y
sonrió, moviendo sus dedos tortuosamente alrededor de su miembro—.
¿Quieres que papi se meta entre tus piernas, pastelito?

—Mmh... —Taehyung jadeó, empujando su pelvis hacia adelante de manera


involuntaria en busca de más contacto.

Jungkook se incorporó repentinamente y cerró su portátil, Taehyung se quejó


con un sonido agudo y exigente, cosa que a Jungkook le divirtió en demasía.

—Compra algo para comer y adelántate a tus clases... —le susurró en el oído,
metiendo algunos billetes en el bolsillo izquierdo de su pantalón, y besando el
lóbulo de su oreja; no le gustaba recibir dinero de Jungkook, pero éste
siempre encontraba una manera de persuadirlo a recibirlo—. Te esperaré en
mi auto.

Taehyung asintió a regañadientes y caminó hacia la puerta, despidiéndose


con un gesto.

—Hazlo bien, Taehyung —ordenó Jungkook, más que divertido nuevamente.

Taehyung lo miró por sobre su hombro y pestañeó ingenuamente, negándole.


—Taehyung. —advirtió Jungkook.

Taehyung se volteó y giró el pomo, y Jungkook lo alcanzó sólo para azotarle


el culo con una fuerte palmada que lo tomó por sorpresa.

— ¡Ay!

[...]

El profesor Jung era, especialmente, lento y muy poco didáctico explicando,


y eso causaba que la mayor parte de sus estudiantes terminaran dormitándose
en sus respectivos bancos mientras él solo hablaba y anotaba cosas en el
pizarrón, y se perdía del tema principal de clase. Era realmente desordenado y
ese día él era quien terminaba la última clase de la jornada de Taehyung.

La clase había comenzado hace más de media hora, y el profesor Jung seguía
dándoles la misma cátedra. Por lo mismo, muy fácilmente se podía distinguir
la pereza entre los estudiantes; Yoongi estaba, prácticamente, durmiendo a su
lado y Baekhyun estaba dibujando cosas en uno de sus cuadernos. Por su
parte, él sólo deseaba que la condenada clase acabara lo antes posible para
poder irse e ir con Jungkook hacia algún lugar y divertirse. Pero, mientras
más deseaba irse, más lento pasaban los minutos en el reloj.

Y, eso era realmente frustrante.

Quiso bostezar pero, tratando de reprimirlo, sólo hizo una mueca divertida y
su amigo le tomó una foto y comenzó a ahogar la risa cubriéndose la boca.

—Sí te vi, hyung. Borra eso.

—No... —Dijo Baekhyun, ahogándose la risa con un gracioso sonido nasal


—. De hecho, la pondré de fondo de pantalla.

—Hyung.

Baekhyun negó y entonces movió su dedo por la pantalla y luego le mostró la


foto.

Taehyung quiso reírse, pero se sintió un tanto extraño y eso le recordó lo que
había visto durante la mañana. Pues, Jungkook había estado vistiéndose y
tenía su móvil en su mano mientras lo miraba fijamente y él medio
dormitaba, pero había estado medio despierto también y por eso lo había
notado.

Quizás podía ser muy despistado y, definitivamente, no le molestaría que él


le tomase fotos, pero, ¿le habría sacado una foto?

Aunque el pensamiento le hacía un poco de ilusión, no evitó sentirse más que


un poco inseguro...

Últimamente, quería verse mucho más bonito y quería que los ojos de
Jungkook estuvieran sólo en él. Se sentía estar siendo pretencioso, pero no se
podía sentir culpable por eso; le gustaba sentirse bien con él mismo y,
claramente, le fascinaba que Jungkook le hiciera cumplidos y le halagara.

Así que, sólo podía pensar en el tipo de fotos que le gustaría que Jungkook
viera y tuviese de él, y no se sentía avergonzado por su creativa imaginación,
porque quería enloquecerlo, tanto como le fuese posible.

—Oye, Tae —Baek sacudió su brazo ligeramente para hacerlo despabilar de


su divague—, Yoongi-ssi y yo iremos a cenar en el restaurante de mi madre,
¿vienes con nosotros?

Taehyung comprendió que sus amigos querían ir a beber y a pasar el rato,


pero él no podía porque ya tenía planes. Así que, sonrió desanimado.

—Hum, Baekkie hyung... —abultó sus labios—. Jungkookie me llevara a una


cita improvisada, y ya acepté encontrarme con él en el estacionamiento, así
que... Me temo que no puedo aceptar tu invitación esta vez.

—Tranquilo, está bien. Para la próxima será entonces...

Taehyung notó el desgano en el timbre de Baekhyun y no evitó sentirse mal.

Pero, ya tenía sus planes con Jungkook. Y, cuando el timbre sonó, se despidió
de sus amigos con una desanimada venia, porque todavía se sentía culpable;
ni siquiera pudo entablar un corto diálogo con ellos y salió del salón
cabizbajo.

Los pasillos de la universidad estaban casi llenos debido a la temprana hora


de salida, en honor a las últimas semanas de clases, y varios de los docentes
iban en dirección a las oficinas para hacer sus reuniones y juntas. Por otro
lado, en el estacionamiento todavía estaban los automóviles de los otros
profesores, y Jungkook estaba esperándole en su Nissan, en el mismo lugar
que ocupaba siempre; las luces parpadeando como una afirmación que le
diese la señal para que se acercara.

Quiso sonreír porque podría dejarse caer entre sus brazos y ser besado toda la
noche, y eso sonaba como todo lo que quería hacer. Por lo que, corrió hacia
él, importándole muy poco todas las personas que le estaba viendo subirse al
auto de uno de los maestros más odiados del departamento de literatura.
Bueno, de todas formas, él era su chico y sería el buen niñito de papi sin
importar qué.

Actualización sorpresa en hora sorpresa porque sólo quería actualizar y


tuve que dividir este capítulo en dos partes porque hubiese sido muy
largo y me dije que les dejaría con las ganas del smutt...

Ups, spoiler~

En fin, ¿se acuerda del Tae de los primeros capítulos? Él estaba muy,
demasiado deprimido... :-( Me dio nostalgia recordar aquello también, y
por supuesto al mandón Señor Jeon que era un total pendejo mandón y
desagradable, ugh. Y confesarles que yo amo mucho el personaje de
Jungkook, ¡no puedo mentirles!

Quise auto-traducir (?) el good baby boy pero lo único que se me ocurrió
que sonara más decente era buen niñito:-) No me juzguen, estoy
agotadísima y apenas me puedo mi peso, pero quise actualizar porque
quería simplemente y hacerlas entrar al mundito HM.

En fin, tengan una buena noche, madrugada, día, tarde, lo que sea.
Cuídense mucho, les quiero mucho, sueñen con los angelitos y besos en el
popín~
66

El anochecer estaba cayendo lentamente, con la obscuridad cubriendo el


cielo, las luces comenzaban a iluminar gran parte de la transitada ciudad de
Seúl. La tenue brisa fresca golpeaba, suavemente, con aquel perceptible aire
primaveral, sacudiendo ligeramente a los árboles que adornaban las avenidas
y parte de los bosques que se hacían notar por detrás de los grandes edificios,
e inclusive a la distancia.

Muchas personas transitaban por las calles, riendo en compañía, dirigiéndose


a los diferentes festivales que se organizaban especialmente por la primavera
en algún sector público para aprovechar la hora y la audiencia, porque la
mayoría de los transeúntes eran universitarios o un poco más jóvenes para
serlo y, muy probablemente, cursaban la secundaria todavía. No obstante,
había parejas y familias también, porque era una ocasión especial e
interesante y alegre, y eso les aseguraba a la mayoría de los presentes que
sería una noche agradable.

El Festival de las Linternas de Loto era un festival sumamente conocido y


uno muy especial. Y, por lo mismo, había una multitud de personas
transitando por los alrededores, visitando diferentes lugares o simplemente
disfrutando de una inigualable vista; para su sorpresa y por coincidencia, la
fecha y la idea, junto con el momento instantáneo, habían coincidido y no
había podido negarse a la repentina sugerencia de tener una cita para mejorar
su estado anímico. Y, pese a que hubiese traído a su chico a la dichosa
celebración, y con la ocurrencia de la casualidad y con la mejor intención —
claramente—, no habían podido estar presentes en la mayor parte de la
peculiar puesta en escena. Jungkook se había desanimado en demasía cuando
vio la expresión decepcionada en la carita de Taehyung, que realmente había
estado emocionado por poder encender una de las linternas de loto.

Al principio, había indagado un poco sobre qué podría hacer, o a dónde


podría llevarlo para que su cita fuese un poco más dinámica y especial. Sin
embargo, no se le había ocurrido mucho más que considerar llevarlo al cine
para ver una película o al acuario, mas tampoco había comprado los boletos
para el cine ni el ticket para ir al acuario porque debido a las clases no había
tenido el tiempo necesario para programar nada, y se sentía terrible por ello;
en Jeju, Taehyung se había esforzado por llevarlo a un lugar decente y,
aunque no conociera en sí la isla, había sido realmente espectacular y muy
detallista de su parte.

Le resultaba totalmente inevitable el querer hacerlo sentir maravillado,


porque realmente quería asombrarlo y hacerle saber, a través de acciones y no
sólo las palabras, lo muy especial que era para él; era su niño cuando se
levantaba por las mañanas, descalzo y hambriento, y era su chico cuando
respondía a cada una de sus preguntas en clases, obteniendo buenos
resultados en sus estudios.

Taehyung causaba en él un impacto a niveles exorbitantes, porque todo en él


le era no sólo llamativo, sino enloquecedor. Desde el desequilibrio irracional
que le prometía su apariencia, hasta la forma en la que actuaba, firmemente y
muy dócil a la vez, siendo el buen niñito de papi.

Jungkook no podía pasar por alto cuánto lo quería, cuánto lo adoraba. Claro
es que no podría ser capaz de definirlo tampoco, porque no sería capaz de
poder expresar correctamente una descripción que lograse abarcar el alcance
real de sus sentimientos desbordantes, teniendo en cuenta que su TaeTae
había puesto un sinfín de emociones en su organismo que, en definitivo, no
podría sacárselo de su sistema tan fácilmente; se había impregnado tan
profundamente, como un molde perfecto, muy adentro de sus entrañas,
tallando su nombre con fuego rojo en su corazón. Era como si hubiese
llegado para quedarse y hacerle saber, por todos los medios, que era el
indicado para su vida y quien merecía su todo, que era a quien siempre debió
entregarse por completo, que era el correcto.

A veces, el miedo surgía y se regurgitaba hacia arriba con inseguridad,


porque era demasiado bueno para ser verdad, demasiado hermoso para ser
suyo y para ser su merecedor. Y, si bien se mostraba entregándose
completamente a cada una de sus voluntades, sabía que había otros hombres
que querrían llevárselo y cegarlo con falsas promesas persuasivas para sólo
corromper a un ángel cuales atributos eran únicos e inigualables; ningún
hombre con sangre roja se podría resistir los encantos de Taehyung, a sus
sonrisas y a su naturaleza coqueta, o a la peculiar belleza etérea de la cual era
poseedor. Era una perdición desde sus pies torpes, hasta las hebras ondeadas
de sus cabellos rubios ceniza. Y le había hecho rendirse por albedrío propio,
totalmente expuesto con la relevación de su amor y la singular declaración
que le había dado un muy inesperado giro en sus pensamientos y en su vida;
le había hecho recobrar sus ganas, a toda costa, por amar nuevamente y sin
importar qué. Jungkook veía a Taehyung, y se veía a través de sus preciosos
ojitos como un loco enamorado, sediento de anhelos.

Antes, se sentía enfermo, carente, agonizante por las tortuosas pesadumbres


de su pasado. Antes, se negaba a la idea del amor y volver a caer por alguien
para ver cómo sus cenizas se derrumbaban sobre un charco de desgracias y
terribles mentiras y engaños. Antes, inconscientemente, había querido
terminar con el hombre iluso e inútil que había sido, y se había transformado
en alguien que le desagradaba y que, claramente, no coincidía con su
verdadero yo, tanto que se había olvidado de lo que hubo sido alguna vez.
Pero, los años pasaron, y pasó lo inevitable; un día, cualquier día, las cadenas
que lo envolvían, con culpas y vergüenzas, habían aflojado y la cerradura del
candado se hubo abierto.

La llegada de aquel tonto muchachito de Daegu, que había sido transferido


por mera coincidencia, había desencadenado las cosas otra vez. Y, lo
recordaba a la perfección, llegando atrasado a su clase, disculpándose
tontamente con esta sonrisilla de la cual se ha enamorado, y causándole un
escalofrío que descargó una onda de corriente a través de su columna,
paralizándolo por unos breves segundos mientras se cuestionaba la realidad
de estar viendo a aquel precioso muchacho sentándose en la fila delantera del
salón de conferencias como si no fuese la gran cosa. Él era como su sueño
hecho realidad, literalmente.

Jamás se hubiese imaginado que, tras muchos meses y casi un año, terminaría
oyéndole decir «te amo» con una sinceridad devastadora y con una expresión
suave que le dejó desolado en un desierto de una singular euforia al saberse el
dueño de aquellas palabras. Porque Taehyung lo amaba con todo el término
de la palabra; suavemente mientras se había dejado hacerle el amor,
salvajemente cuando le decía "papi" y lo miraba con vil picardía oculta en sus
insinuantes ojitos inocentones, divertidamente cuando dejaba caer los
pantaloncillos y, sin dejar de mirarlo, mientras se balanceaba rápidamente
sobre su regazo, jodido y muy amoroso cuando terminaba tocándolo y
besándolo por doquier en busca de más, como un bebito hambriento. Pero, lo
mejor era cuando le hacía saber cuánto lo amaba en las mañanas al
despedirse, cariñosamente y preparándole el café. O, cuando le ayudaba con
su camisa y su corbata sin que siquiera se lo hubiese pedido, inclusive en los
días en lo que no se podía soportar a sí mismo por el mal humor y la ira y, en
silencio, se disponía a respetar su espacio.

Había muchos motivos por los que Jungkook temía lo que estaba sintiendo,
por lo que también se contradecían sus propios deseos de amar y ser amado.
Pero, en definitiva, estaba dispuesto a ceder ante esta nueva oportunidad. Y,
se aferraría a la esperanza de poder salvar su corazón en las manos de
Taehyung.

Jungkook quería jugar con fuego y está dispuesto a arriesgarlo todo, porque,
si era por Taehyung, iría la mismísimo averno con tal de ser merecedor de su
amor; el problema radicaba en su avaricia y en su egoísmo, en saberse como
el dueño de ese desquiciante chico que lo tenía alrededor de su dedo
meñique. Y, eso significaba sacar a flote muchas facetas de su avasalladora
personalidad.

Taehyung lo era todo e inconscientemente su presencia estaba poniéndole


una venda alrededor de los ojos, cegándolo de un amor que bajo toda
conclusión le tomaría el alma con posesión y abrumador desiderátum. Pues,
sólo una simple coincidencia los había llevado por el camino que les
conduciría a un destino próximo: su pasado.

Porque, el seguir nuestros instintos, o el simple hecho de hacerle caso a una


corazonada e inclusive a los deseos primitivos, puede marcar la diferencia
con una señal implícita pero muy específica y, sin importar cuánto esto te
duela, la vida seguirá su curso hasta llevarte por el camino correcto.

Así que, tras tanto ajetreo, habían terminado justo frente a todas esas
personas que observaban las linternas en formas de flor de loto flotar en el
cielo, con su corazón cosquilleándole en el pecho mientras veía los bonitos y
grandes ojitos de miel brillando en su dirección, con un ápice de duda.

— ¿Nos bajaremos o...? —Le escuchó decir con un deje titubeante, y su


dulce voz definitivamente había causado estragos en su mente porque se le
había quedado mirando por un buen de rato, y sólo divagando.

Carraspeó un poco avergonzado de lo que consideraba era una idiotez.

—Hum, sí. Hay que bajarnos.

Taehyung rió ligeramente, sacudiendo su cabeza como si sólo le hiciera


gracia el repentino comportamiento con el que actuaba, pero es que cuando se
trataba de él, Jungkook no podía no sentirse entorpecido o idiotizado.

—Podemos sentarnos por aquí, podrías comprarme ese helado del que te
hablé hace rato y podríamos escuchar esas bonitas, y muy interesantes
canciones que se están reproduciendo en el estéreo... No necesitas estresarte,
lo sabes, ¿cierto? —Tarareó con una expresión risueña en su rostro pequeño.
Y Jungkook pensó que, en definitiva, Taehyung causaba un efecto enorme en
él, porque lo podría dejar con facilidad sintiéndose mareado sobre sus propios
pies con una simple sonrisilla coqueta, completamente idiotizado—. Vamos,
Ggukie, rechacé a mi mejor amigo por ti... Al menos, consiénteme... —abultó
sus labios, formando un bonito puchero en esa boquita que le estaba tentando
a probar para disfrutar durante toda la noche; él lo haría.

—Bien —Aceptó, dejándose hacer por las sensaciones de adormecimiento


que le dejaban sintiéndose como un bobo nuevamente. Sólo podía desear
tenerlo entre sus brazos y, si se lo pidiera, bajarle la luna—, haremos lo que
tú desees.

Taehyung sonrió con esa gracia infantil, contrastando con un deje de


picardía, moviéndose rápidamente para acercarse y robarle un beso, con las
mejillas tan adorablemente ruborizadas y sin ninguna vergüenza le guiñó y
bajó del auto.

Jungkook inhaló y exhaló, con una mueca llena de satisfacción por vez que se
echaba en el respaldo del asiento para posteriormente sólo quitarse el
cinturón, sacar sus llaves y bajarse para seguir a Taehyung hacia donde
estaban las otras personas, y ya había encontrado el lugar en el que se
sentarían.

— ¿Está bien aquí, Ggukie? —Cuestionó, señalando el piso con pasto fresco
y verdoso, una arruga formándose entre sus cejas mientras parecía pensar tan
duro sobre sentarse ahí o no. Le pareció realmente tierno.

—Aquí es una buena ubicación —Le contestó, metiéndose las manos en los
bolsillos por vez que se acercaba hasta donde él estaba; había estacionado el
auto entre unos árboles que habían tras el monte donde se montaba el show
de las linternas flotantes—. Podrías esperarme aquí para ir por tu helado... ¿O
tal vez podrías venir conmigo?

Taehyung volvió a abultar sus labios con una muequita, desviando la mirada
hacia algún lugar en busca de algo. Se veía tan bien con esos pantalones color
marrón que abrazaban la forma de su trasero a la perfección y hacían notar
sus largas y esbeltas piernas, y aquella polera holgada que solía dejarse
puesta por entretenimiento cuando ellos...

—Te esperaré justo aquí, Ggukie —interrumpió sus pensamientos, cortado el


hilo de su divague abruptamente—. No queremos perder nuestro lugar, ¿o sí?

—Claro... Hum, entonces... ¿Algún sabor en específico?

Taehyung pretendió relamer sus labios, trazando superficialmente sus dientes


con su lengua de forma juguetona. Él jodidamente sabía qué carajos hacía
con él, y Jungkook lo tenía muy en cuenta.

—Fresas y crema.

Jungkook quiso reír y sólo asintió con diversión, luego sacudiendo su cabeza,
sabiendo lo loco y juguetón que se ponía su niño a veces. Pero, eso estaba
bien.

Le gustaba. Mucho.

—Lo tendré en cuenta —elevando una ceja, se volteó, murmurando un poco


a la distancia y ocupando cierto tono de advertencia para hacerle saber a su
niño sobre qué estaban tratando.

Caminó algunas cuadras más abajo y encontró una tienda. Había una gran
fila, pero avanzaba sorprendentemente rápido, por lo que no tardó mucho en
estar en la parte delantera pidiendo un helado grande de sabor frutos rojos a
base de crema y con fresas, arándanos y frambuesas. Pensó que había
exagerado sobre el tamaño porque era un pote para dos personas y él no solía
comer calorías de ese tipo, pero sabía que Taehyung se lo comería sin
rechistar así que sólo pagó.

— ¿Es para tu cita? —Preguntó la chica pelinegra tras la caja, recibiendo el


pagó y a la vez registrándolo en la misma. Se mostraba agradable y parecía
no tener malas intenciones con respecto a su pregunta.

—Sí —le dijo, mirando a su alrededor para evitar responder más dudas.

—Debe ser una chica muy afortunada... —Le sonrió con cierto rubor. Oh no.

Jungkook recibió el cambio de su dinero, sonriendo y lo guardó en su


billetera, la cual también metió al bolsillo de su chaqueta, esperando un
segundo antes de tomar el bote de helado entre sus manos.

—Es para mí chico —le dijo—, y sí; él es muy afortunado. Muchas gracias.

Y, dicho aquello, la muchacha se pasmó durante algunos segundos, mas no


respondió con un insulto ni nada parecido, sólo le sonrió con ternura y le hizo
una reverencia antes de que saliera de la fila y se dirigiera al mote, devuelta al
lugar donde Taehyung le estaría esperando.

A él no le importaba demostrar cuánto quería a su muchacho en público, y de


hecho le gustaba hacerlo. El tema es que, a veces, pensaba que a Taehyung
no le gustaba exponerse en demasía y Jungkook respetaba eso totalmente.

Algunas canciones se escuchaban en el ambiente, conjunto a los murmullos


de toda la gente que estaba presente, y pudo distinguir a la distancia donde
Tae le miraba un poco melancólico y rodeado de chicos jóvenes en grupos; él
se veía muy solito y eso le enterneció.
A grandes zancadas, lo alcanzó y se sentó a su lado, entregándole su helado y
un par de servilletas y una cuchara de color verde oscuro.

—Gracias, Ggukie —con una sonrisita tímida recibió lo que le hubo


entregado y también acarició su mano con dulzura—. Se ve delicioso, pero
sólo trajiste una cuchara...

—Es que yo...

— ¡Compartiremos! —enterró la cuchara en el helado y rápidamente la


acercó a su sus labios y Jungkook sintió su estómago cosquillear—. Abre la
boca.

Frunció el ceño inevitablemente cuando vio la cuchara muy cerca de su rostro


y a Taehyung abriendo su boquita como si le hiciese una señal para imitar su
acción. Un jodido nene. Pero no pudo resistirse y aceptó el bocado.

Minutos pasaron y las canciones se volvían lentas y el espectáculo del cielo


se iluminaba por luces que, con el transcurso de las horas anteriores, se
alejaban cada vez más.

Ellos dos estaban en silencio y, a ratos, Taehyung le daba una que otra
cucharada de helado mientras recostaba su cabecita en su hombro.

Jungkook lo adoraba y le fue ineludible no pasar su brazo alrededor de su


fina cintura y disfrutar de la cercanía y de la puesta.

Sorprendentemente, su cita no había sido un completo fiasco.

—Jungkookie, quiero ir al auto —Taehyung dijo de repente, mirándolo.

— ¿Sí?

Taehyung volteó los ojos con un deje de obviedad y sonrió lamiendo de


forma muy sugerente la cuchara de helado. Oh.

Y Jungkook no se negó a ello.

La camioneta Van de Jungkook era grande, lucía tosca y muy era espaciosa.
Y, la primera y tercera línea de asientos estaban vacíos e intactos, pero la
segunda línea estaba presionada hacia abajo y todos los vidrios estaban
polarizados; en aquel espacio los jadeos flotaban, escuchándose la respiración
jadeante y los soniditos agudos que su niñito soltaba con dulzura, mientras él
gruía uno que otro gemido áspero.

La fricción constante causó un sonido de agitación y desesperación por poder


conseguir mucho más por la necesidad de más, siempre era mucho más.
Quizá había sido su tensión o el estrés, pero definitivamente Taehyung era
salvación en un tortuoso lío de ansiedad. Adorarlo se quedaba sumamente
corto cuando, sin preámbulo alguno, le escuchaba gemir su nombre, tan
necesitado como un bebito mimado y exigente.

Las piernas de Taehyung, en algún punto, habían llegado hasta sus hombros y
sus pantalones marrones estaban tirados en el piso entre el asiento delantero y
la segunda línea en la que se encontraban, al borde de comerse el uno al otro.

El sudor había hecho que el cabello de Taehyung se pegara a su frente un


poco desparramado por todos lados mientras empuñaba sus grandes y finas
manos y mordía su belfo inferior, apretándolo entre sus dientes con una
expresión muy satisfactoria y llena de placer; su polera se había subido hacia
arriba, y pancita se mostraba con ternura contrastando con el momento pre-
coital. Su pecho se inflaba, exponiendo la crueldad que le ponía al límite de
las sensaciones de las que era privado por vez que probaban su punto
juguetonamente.

Jungkook estaba entre sus piernas, chupándolo como si tratase de un


caramelo, saboreándolo mientras que, codicioso, arremetía con tres dedos
mojados con su cremita de bebé en su apretado y muy necesitado agujero.

Taehyung jamás podía negarse a sus caricias y, de tanto en tanto, sujetaba sus
cabellos, intentando guiarle a través del placer que estaba experimentando,
sus falanges enredándose en las hebras de su flequillo mientras levantaba su
pelvis involuntariamente hacia arriba, tratando de conseguir más
profundidad.

Taehyung se había perdido en él y eso, retorcidamente, le fascinaba.


—Va a ensuciarse... Va a e-ensuciarse —repetía entre quejidos, refiriéndose
a la chaqueta de oficina que Jungkook había puesto bajo sus caderas para que
no manchase el asiento.

Jungkook chupó la cabeza rojiza de su miembro, delineando la hendidura y


su dedo medio torciéndose con burla haciéndolo estremecerse y arquearse;
notó que sus pies se encorvaban y lloriqueaba, apretando sus labios.

No evitó sonreír.

—Tengo más de un par de estas, mi amor —susurró, sacando sus dedos de


una forma que hizo a Taehyung sollozar como un nene llorón—, ¿qué pasa,
bebé?

—M-más... M-más... —pidió, sintiendo su agujero contraerse por la abrupta


ausencia que lo había llenado, pero que no le era suficiente—. Quiero, m-
más.

— ¿Acaso los dedos de papi ya no son más suficientes para este culito
goloso?

Taehyung se estremeció e intentó cerrar sus piernas cuando Jungkook dio una
palmada sugerente en su entrada, fingiendo el golpe de una brutal embestida.

— ¿Qué me dices, bebé?, ¿huh? —su mano volvió a estrellarse con una
fuerza medida entre los gorditos glúteos húmedos—. ¿Quieres la polla de
papi?

— ¡Mmmhg! ¡Sí! ¡P-por faaa-ah! —gimió agudamente al sentir las caricias


en sus muslos, sugerentes, tentativas mientras volvía a acercarse a su
erección.

Jungkook metió sus dedos nuevamente, moviéndolos despacio, disfrutando


en demasía de las expresiones que Taehyung le regalaba, arqueándose y
abriendo su boquita roja e hinchada y mirándole por debajo de sus pestañas,
gimiéndole.

—Mmmhg, Ggukie... Mmm —se empujó hacia abajo, encontrándose con sus
dedos y apretándose alrededor de ellos, caliente y blandito por dentro, con
una humedad viscosa debido al lubricante que había metido adentro porque
había exigido su cremita de bebé y Jungkook sentía que su polla iba a
reventar. Muy apretado—. D-dame... Mm... D-dame...Mm, Ggukie...

La mirada que le dio, abriendo su boquita y mostrándole su lengüita rosadita


con un poco de saliva escurriendo por su mentón, le calentó hasta sentir que
su pantalón le molestaba y ya no lo podía soportar.

Jodidamente coqueto.

Jungkook se bajó la cremallera del pantalón y le mostró su miembro


hinchado.

— ¿Es esto por lo que lloras, huh?

Taehyung relamió sus labios hambriento y asintiendo por vez que hacía un
gesto con sus manos para que se acercara a él y se ocupara de su fijación oral.

Jungkook pasó sus piernas por los costados de su torso y se acercó un poco
más arriba para que la carita de niñito travieso de Taehyung quedara entre sus
muslos y se riera en medio de un gemido sugerente cuando la cabeza
hinchada de su pene golpeó sus labios como castigo, tentándolo.

—Ggukie... —dijo, haciendo un ruidito obsceno por vez que engullía su pene
y enterraba su carita entre sus piernas, tal y como él lo había hecho hace unos
momentos antes.

Lo envolvió tan bien, lamiendo la hendidura, succionando el glande, tomando


diferentes velocidades mientras intentaba meterlo completamente en su boca
y eso le hizo exhaló gentilmente. Su chico sí que sabía cómo volverlo loco.

Tensando sus músculos por la sensación, recordó aquella vez que le dijo que
lo había mamado muy patéticamente, pero Taehyung hacía maravillas cuando
de sexo se tratase y lo comprobaba mientras el prepucio se marcaba muy
claro en su moflete derecho y luego tocaba su garganta y lo contraía ahí; su
polla lo estaba disfrutando, palpitando con la tensión acumulándose en su
vientre bajo, advirtiéndole el pronto orgasmo.
—Cómo te gusta chupar la polla de papi, eres el príncipe chupa pollas de papi
y eres jodidamente consciente de ello, ¿no es así? —jaló de su cabello hacia
atrás, escuchando como emitía un divertido "pop" y le sonreía adormecido
por todo el placer. Maldición—. Vamos, aliméntate con la polla de papi y
trágalo.

Taehyung le dio una mirada retadora y entonces lo engulló por completo.

—Jodida mierda.

Y vio cómo su cabecita subía y bajaba con rapidez, lagrimas surcando de sus
bonitos ojitos de miel, batiendo sus pestañas y succionándolo tan mal.

—Mmmmgh —gimió, atragantado de polla y eso fue suficiente para que ya


no fuese capaz de soportarlo; Jungkook acunó su rostro con cuidado, y le
folló la boquita.

—Dios, Tae... Joder, oh... ¡Carajo! —gruñó ásperamente, sintiendo su


lengua moverse en contraste a las embestidas para su mayor satisfacción. Lo
hacía a propósito; Taehyung sabía lo caliente que era, se sabía en poder de
enloquecer a cualquiera, pero Jungkook era el único—. Oh, joder, joder,
joder... ¡Mmgh!

Taehyung apretó sus labios alrededor de su polla y Jungkook sintió aquel


muy característico ardor construyéndose en su vientre bajo mientras una
corriente de electricidad le recorría, haciéndole correrse en su boca,
llenándolo de su crema.

Las réplicas del orgasmo lo dejaron moviéndose un poco más y con los ojos
cerrados por el placer y, claro, Taehyung lo seguía chupando gustosamente y
sin desperdiciar una jodida gota de su esperma. Era un jodido encanto. Su
Tae follaba jodidamente bien.

Cuando miró hacia abajo, Taehyung se sacaba su polla ablandada de la boca


y le besaba el dorso de su mano, sonriéndole tan dulcemente que le hizo en
serio cuestionarse si éste chiquillo era el mismo que lo había mamado como
un maldito profesional.
—Algún día me vas a matar...

—Ggukie, cariño —lo llamó con su voz aterciopelada raposa después de su


gran trabajo oral—, quiero que me comas con helado...

Jungkook captó la referencia de inmediato y en vez de responder, lo volteó.

Sonrió, inconscientemente, sosteniendo su pancita, oyéndolo quejarse con la


obvia sorpresa que le había causado el repentino movimiento; Jungkook sobó
el bulto en su pancita con cariño y besó su espalda por vez que lo presionaba
hacia abajo, acostando su torso en el asiento por vez que mantenía sus
caderas elevadas para él.

Taehyung lo miró por el rabillo del ojo, con una sonrisita tonta por vez que su
moflete izquierdo se aplastaba contra el acolchado del asiento.

—Te voy a comer tan bien, bebé... —murmuró, alcanzando el pote de helado
que hace unos momentos hubo descansado en el portavasos delantero—. Esto
es lo que quieres, esto es lo que tienes —volvió a decir, esparciendo el helado
con su dedo, delineando la separación entre sus glúteos y agradeció haber
traído algunas toallitas húmedas, porque esto sería un puto desastre—.
¿Cómo se siente?

Taehyung se estremeció, el helado, derritiéndose con el calor del cuerpo que


estaba caliente debido a la excitación, se resbaló hacia su botón rugoso
todavía húmedo por el lubricante.

Jungkook masajeó alrededor de su ano, y lo miró contraerse mientras


meneaba el culo como un gatito travieso. Quiso reírse y su dedo empujó un
poco de la crema rosa hacia su interior.

—Oh, mierda...

—No digas malas palabras, bebé —azotó su glúteo izquierdo, viendo cómo
se movía debido a la fuerza del impacto, una mancha rojiza con la forma de
su mano formándose justo en el centro. Delicioso, pensó antes de dar algunas
palmadita en el centro de su entrada, escuchándolo quejarse—. ¿Qué es,
bebé?, ¿huh? Vamos, dile a papi... ¿Qué es?
— ¡Oh, joder! ¡Oh! ¡Papi, papi, paaa-ah! Papá-ah, por favo-oh...

Jungkook se sintió endurecerse de nuevo y entonces enterró su cara en ese


culito perfecto y sólo suyo y lo comió y lo saboreó con el helado tan
jodidamente bien.

Taehyung inhaló y exhaló calmado, sentando a una orilla de la cama,


peinando su cabello mojado hacia un lado por la ducha que había tomado
hace un rato y con sus pies cubiertos por unos calcetines celestes, encorvados
en el piso con sus piernas cruzadas mientras se miraba al espejo, queriendo
lucir bien para ir a encontrarse con sus padres y hermano; a través del espejo
vio a Jungkook. Y, reprimió una sonrisa cuando vio que la mirada de su
amante también estaba puesta sobre él por vez que se abotonaba la camisa de
oficina para irse a clases, ya que él tenía que trabajar desde muy temprano
hasta muy tarde y el horario de Taehyung era diferente.

Lamentablemente, pensó.

—Desearía irme contigo —Le dijo, aun con las emociones a flor de piel tras
la intensa noche anterior. Había sido una locura, y se había sentido al límite y
sin poder reprimir los gritos, teniendo en cuenta que habían estado en un
lugar tan accesible a otras personas como lo era un estacionamiento.

—Desearía que vinieras conmigo —Jungkook se acercó y caminó hasta


quedar justo en frente suyo, mirándolo con cariño y acercándose con lentitud
para dar un tierno besito en su frente, cosa que le derritió por completo e hizo
que su corazón cosquilleara—. Pero, eso no se puede porque tienes que cenar
con tus padres... Me llamas en caso de cualquier cosa, mi amor. Ten un buen
día.

—Te amo —Le susurró, poniendo sus ojitos de cachorrito y recibiendo una
de esas bonitas y galantes sonrisas de Jungkook, quien arrugaba su nariz,
dándole una dulce caricia en la mejilla; él todavía no estaba listo, y eso a
veces le hacía sentir vacío pero lo respetaba.

Y dicho aquello, Taehyung lo vio irse, dejándolo sólo con sus propios
temores e inseguridades. Tenía un algo que le revolvía el estómago y no
quería ir, pero su hermano había insistido en demasía porque asistiera e
incluso ya le había la dirección del restaurante en el que estaban esperándolo.

Así que, se puso sus zapatillas y ató sus cordones correctamente,


arreglándose el cárdigan color beige que había escogido para la ocasión y
repitiéndose por una última vez que todo estaría bien, inclusive cuando ni
siquiera él mismo podía creérselo.

Taehyung sentía muchos retorcijones en el estómago, pero de todas formas se


fue en la dirección que Seok Jin le había enviado, totalmente desanimado.
Los nervios estaban jugándole una mala pasada y sus manos sudaban
mientras más se acercaba al restaurante. No quería asistir y, por lo mismo, el
viaje pareció ser aún más rápido, como si todo ameritase la mala decisión que
había tomado.

Desde que se había marchado de la casa, que no hablaba formalmente con su


padre y eso le hacía muy mal y lo ponía muy ansioso. Por la misma razón
que, apenas entró al restaurante su corazón latió fuerte contra su pecho,
buscando con la mirada a quienes encontró demasiado rápido.

Su mamá sonreía en grande y notablemente emocionada, tan dulce como ella


lo era. Mientras que Seok Jin vestía una sudadera negra y le miraba con una
expresión demacrada... Por otro lado, su padre lo miraba con desagrado. Ahí
estaba.

Su estómago dolió.

Taehyung se aceró y su madre lo recibió inmediatamente con un gran abrazo.

— ¡Mi bebé! —Dijo, acunando sus mejillas y besándolo con cariño, ella era
tan especial que no evitó no dejarse ser envuelto por sus dulces y delgados
bracitos. Su mami—. Te extrañé tanto, osito de miel...

—Yo también, ma... —Respondió, sonriéndole adorablemente una vez que lo


soltó, mirando de reojo a su padre que lo miraba con el ceño profundamente
fruncido y una expresión de tanta rabia y desagrado que Taehyung se
preguntó qué era lo que andaba mal con él—. Hyung... —hizo una venia a su
hermano y luego miró a su progenitor, sintiéndose repentinamente encogido
—. Hola, papá.

— ¡Tú no me llames así! —Rugió ferozmente, sorprendiéndolos a todos, e


incluso a quienes estaban alrededor. El estómago de Taehyung se retorció
con miedo—. ¿Qué es esa mierda que tienes en el cuello?

Joder...

La atención de su madre y hermano se dirigió a él y Taehyung intentó hacer


algo con el cuello de su camisa, avergonzándose.

—Eres un jodido animal, cerdo...

— ¡Oye, papá! —pidió Seok Jin, tratando de detenerlo.

Taehyung sintió su corazón agitarse y el miedo removiendo sus entrañas.

Estaba paralizado.

—Cállate, Seok —rugió de nuevo, golpeando la mesa y llamando la atención


de todos los presentes, Taehyung se sentía hiperventilarse si le decía algo
más.

—Cariño...

—Sigues siendo un jodido anormal, un parásito —le dijo con burla, sabiendo
lo mucho que eso le afectaba y dándole al blanco. Su madre se sentó al lado
de su padre y retuvo su mano, queriendo detenerlo—. Eres un puto maricón
aún, das asco... O, dime, ¿esas marcas las hizo un mosquito o una chica?

La atención de todos estaba focalizada en ellos, y Taehyung sintió que era


una muy mala pesadilla; se sentía irreal y muy mal. El rubor atacó sus
mejillas con la vergüenza culposa de los hechos que revelaba su padre ante
todo el público y se sentía tan mortificado que no se podía mover del sitio en
el que se había quedado parado.

—C-cállate... —logró musitar, sus ojos llenándose de lágrimas.


—Papá... —insistió Seok Jin, dando un paso hacia él.

— ¡Dime! —golpeó la mesa, incorporándose del asiento y enfrentándolo y


Taehyung sintió como el aire se atascaba en sus pulmones—. Es el jodido
perro con el que acuestas el que te hace todas esas mierdas pervertidas que,
peor aún, luces con orgullo. Desvergonzado. No vuelvas a llamarme padre
cuando eres un jodido anormal...

— ¡Cállate! —el grito surgió desde sus entrañas con miedos e inhibiciones y
sentía que volvía al comienzo de la historia, sintiéndose como un niño muy
vulnerable y desprotegido. Pero, eso no era lo peor.

— ¡Taehyung! —advirtió su madre, totalmente azorada y mortificada por la


situación. Taehyung la entendía, sin embargo.

— ¡Cállate, mujer! ¿Cómo vas a permitir que este engendro me falte el


respeto de esa forma? —le gritó a su madre, haciéndola encogerse y Seok
puso una de sus manos en su hombro.

Taehyung sintió cómo su mentón se sacudía, pero dijo:

—Sí, es cierto. Estas marcas que ves en mi cuello las hizo el hombre al que
amo y tú j-jamás vas a c-cambiar eso o la f-forma en la que me s-siento... Yo
lo amo.

La furia pintó de rojo en el rostro de su padre y su cara se volteó cuando


recibió una gran bofetada que resonó en el espacio y que le hizo tambalearse
en sus propios pies, sintiéndose ahogado y escuchando a lo lejos como uno de
los camareros le pedía que se calmara. Pero, Taehyung podía pensar en que
su padre lo había humillado públicamente, que lo había expuesto delante de
todas esas personas y que le había golpeado.

Y en su mente se encendieron todas las alarmas, su pecho se infló y sólo


quería correr.

Sentía miedo y una terrible vergüenza y culpabilidad y sólo veía las miradas
ajenas, sintiéndose apenado y sumamente humillado.
Miró por última vez a su mamá y salió corriendo con toda la fuerza que su
endebles piernas le permitían, sólo quería escapar y se sentía temblar de
miedo y vergüenza y una mezcla de emociones repugnantes. Porque, cuando
el miedo nos controla y reaccionamos buscando donde sentirnos seguros, es
donde nos aferramos a un pilar; cuando se detuvo en un lugar que ni siquiera
conocía, buscó su móvil y llamó a la única persona que podía llenar su mente,
buscando una salvación.

Todo había sido horriblemente rápido.

Sollozó dolorsamente.

—Gguk-ah, n-no estoy b-bien... ¿Puedes venir por mí?

Éste es uno de los más largos y disculpen alguna falta ortográfica, a veces
no alcanzo a corregir todo ;-(

Nos leemos~
67

Jungkook estaba preocupándose en demasía y, a la vez, se sentía muy


molesto.

En el ambiente, la tensión se volvía espesa e incómoda.

El silencio era doloroso.

Por lo mismo, sujetó el volante con más fuerza de la necesaria, mirando por
el rabillo del ojo a su acompañante —copiloto— y apretando sus labios
mientras conducía por las calles, dirigiendo el auto hacia la carretera para
poder tomar camino hacia la universidad.

Sus dedos se presionaron alrededor del manubrio y sus puños palidecieron.

Su estado anímico se veía fácilmente afectado, y el mal humor empeoraba.

A su lado, Taehyung estaba echado contra el respaldar acolchado del asiento


y hundiéndose en éste con notorio abatimiento por vez que abrazaba sus
piernas con sus delgados bracitos. Vestía la misma ropa del día anterior,
luciendo muy demacrado con dos manchas púrpuras bajo sus ojos hinchados
y, el cabello con ondas desparramadas cubriéndole parte de la frente, se veía
enmarañado. Él lo sabía, que había llorado casi todo el día y que no había
dicho una sola palabra tras el incidente; desde que había ido por él que tenía
un mal presentimiento y un extraño y muy ruidoso eco en su cabeza. No
entendía qué era lo que estaba ocurriendo y sólo sabía que esa junta-pseudo-
cena-familiar había ido muy mal.

Apenas había recibido el llamado, en cuanto vio su nombre en el


identificador de llamadas, salió en dirección a la ubicación que Taehyung le
había señalado, tomándole poca importancia al hecho de que su primera clase
había empezado y olvidándose de todo lo demás en un lapso de minutos.
Obviamente, luego se había excusado con su jefe por su repentina ausencia y
le explicó que se había tratado de una emergencia. Porque, cuando de
Taehyung se tratase, primordial era la palabra que podría describir, en lo que
cabe, la importancia del asunto.

Todo lo que concernía a su chico se había vuelto, poco a poco, una prioridad.

Taehyung lo tenía.

Realmente lo tenía.

Jungkook estaría para Taehyung sin importar qué.

Pero, aparentemente, el tema era mucho más complejo de lo que parecía ser,
porque, incluso si le había preguntado qué era lo que le había pasado y por
qué lloraba, Taehyung ni siquiera se había inmutado; sólo había guardado
silencio, sin pronunciar palabra alguna, ahogando el llanto hasta llegar a su
casa, donde claramente se había desplomado.

Había sido muy confuso e inquietante verlo correr escaleras arriba sin
siquiera darle la oportunidad de reaccionar mientras, entre trompicones con
sus piernas endebles, subía los peldaños a toda prisa para hacerle escuchar el
portazo que le había dado a la puerta de su cuarto, encerrándose
inmediatamente con tal de evitarlo. Lo sabía. Pero pensó, conscientemente,
que necesitaría su espacio por un par de horas hasta calmarse, por lo menos, y
por la misma razón no había insistido en un buen de rato. Sin embargo, con el
transcurrir de las horas, la preocupación se había hecho perceptible y no
había podido evitar ir y tocar a su puerta con la intención de tener una charla
o sólo confortarlo, mas no le abrió hasta la mañana siguiente, donde le había
insistido en hacerle quedarse en casa, pero Taehyung se había negado a
escucharlo, ignorándolo olímpicamente.

Jungkook no entendía el cambio drástico en la conducta de su chico; sabía


que quizás había tenido un mal día, pero eso no era una excusa para que
estuviera, prácticamente, haciéndole la ley del hielo. Si fuese por él, habría
hecho algo al respecto para aliviar el dolor emocional o proveer alguna
carencia, lamentable era que ni siquiera sabía lo que había ocurrido realmente
y tampoco conocía a la familia Kim como para suponer una idea; ellos ni
siquiera habían tenido esa charla donde se suponía debían conocer el historial
familiar, por ejemplo.

La verdad era que sabían muy poco el uno del otro, pero,
desafortunadamente, ninguno de los dos estaba listo para admitir aquello.

Y, el silencio perduró, gélido, hasta que estuvieron fuera del aparcamiento de


la universidad.

En su cabeza, las cosas no tenían mucho sentido, pero supo que él podría
estar relacionado con el motivo de su tristeza u abatimiento en cuanto lo vio
desviar la mirada hacia otro lado para evitar por completo el contacto visual.

Era serio, y lo estaba evitando a propósito.

Taehyung estaba ignorándolo y haciéndole la ley del hielo a propósito.

Una desagradable sensación se expandió en su pecho y sintió que la garganta


le ardía horriblemente y con una insoportable acidez. Ineludiblemente, la
extraña y engorrosa emoción que produce la estresante ansiedad junto con la
molestia, se le instalaron en la boca del estómago, irritándolo más de lo que
debería porque, al menos, había tenido la decencia de esperar que, si
Taehyung tenía un problema con él, se lo dijera; —que estaba enojado o que,
simplemente, no necesitaba su atención.

Y, en definitiva, odió la forma en la cual un ápice de aflicción le hizo sentirse


como si estuviera, de cierta forma, hartándolo.

Su intención no era hostigarlo ni mucho menos, pero estaba preocupado, y se


cuestionaba quién lo estaría cuando, de manera repentina, recibía un mensaje
de alguien tan importante como lo era Taehyung para él. Prácticamente, había
dejado todo por ir a él y sólo recibía una mueca y ni siquiera una mirada; Tae,
su pequeño, su niño bonito y consentido, TaeTae era sus ojos, y la causa de
su dolor era el imprevisto desprecio hacia su enorme interés por él.

Las paredes de tonalidades grises en su mente, recordándole la insuficiencia y


las dolorosas remembranzas de sus tortuosas y tormentosas relaciones
pasadas, aquel malestar volvía a hacerle una advertencia que no quería
entender ni oír y mucho menos ver.

Todo estará bien, se convenció, forzándose a relajar la ira calentándose en


sus venas con fuego rojo, diciéndose a sí mismo que sólo se trataba de una
mala semana y que, por los mismos motivos, se había ameritado dar cabida a
ciertas inconvenientes situaciones, que no era más que eso.

Así que, inhalando y exhalando, un poco más calmado, Jungkook se detuvo


un par de segundos.

Sentía a su corazón latir con fuerza contra su pecho mientras dirigía su


mirada hacia Taehyung, quien con sus dedos torpes se desataba del cinturón
de seguridad, demasiado apresurado como para pasar desapercibido.

Jungkook levantó una de sus cejas, espirando y mordiéndose la uña del dedo
índice con una expresión de cansancio, porque estaba cabreándose tratando
de evitar que la burbuja de rabia en su interior explotara en el peor momento.

—Maldición... —Le escuchó musitar entre dientes, fracasando y haciendo de


él sólo una bolita llena de frustración al no poder liberarse del cinturón de
seguridad.

Jungkook, volteándose hacia él con molestia y sujetando sorpresivamente la


franja de tela áspera del cinturón con fuerza, tironeando de ésta para que Tae
lo soltara, bufó por vez que se encargaba de desatarlo del cinturón.

Taehyung empuñó sus manos suavemente por los costados de sus hombros,
mirándolo con torpeza y un poco aturdido al estar mirándolo por primera vez
tras horas.

—G-gracias —Volvió a murmurar bajito, sonando apenado. Su carita


pequeña estaba hinchada todavía por el llanto y sus labios estaban rojos al
igual que sus sonrosadas mejillas, que contrastaban por completo con el color
canela pálido de su piel—. Gracias —repitió, carraspeando al saberlo
mirando su boca.

Taehyung se separó bruscamente, cogiendo su mochila del asiento trasero


para colgarla en sus brazos, tras su espalda. Jungkook fue quien se frustró
esta vez.

Estaba ahí, inmóvil, mirándolo a punto de irse, queriendo abrazarlo y besarlo


y decirle que todo estaría bien, que podría seguir aferrándose a él sin importar
qué.

Sin embargo, lo vio voltearse y abrir la puerta, no pudiendo evitar detenerlo y


sólo viéndolo salir del auto, yéndose y dejándolo ahí sin siquiera despedirse.

Jungkook sintió una dolorosa presión en el pecho.

No sabía qué había ocurrido, pero claramente tendría que averiguarlo sí o sí.

[...]

Buscó adentro del cajón de su escritorio por alguna aspirina mientras el vaso
de agua reposaba junto al portátil. Su cabeza parecía querer estallar, y
escuchar la voz de su hermano a través del móvil sólo empeoraba su migraña.

—Entonces, ¿consideraste la renuncia? —Cuestionó Mingyu, titubeante y


con un deje de interés en su tono porque, claro, era sumamente conveniente
que se encargara de atender sus asuntos y, al final del día, debía admitir que
lo estaba considerando seriamente.

Suspirando con un notorio agotamiento, fregó su rostro y sostuvo la pastilla


en su mano, pensando en qué responder para acabar con el tema lo antes
posible.

—Así es. Últimamente he tenido mucho trabajo y, como podrás hacerte la


idea, ya casi no tengo tiempo para organizarme y organizar todo lo que tengo
que hacer y mis pendientes de la empresa. Es mucho, teniendo en cuenta que
debo preparar mis clases, revisar exámenes, corregir exámenes y preparar
exámenes, y un montón de otras cosas relacionadas a mi profesión. Claro,
sumándole el hecho de que ahora, obviamente, tendré más trabajo al ser el
dueño y el jefe de la editorial —Dijo, sintiendo su voz degastada y rasposa,
mientras acercaba el vaso de agua a su boca, tragándose un par de aspirinas
para evitar esa molesta migraña que sólo se acrecentaba con el pasar de las
horas—. Creo que, en este punto, es necesario tomarme un descanso. O
renunciar a algo.

Hubo silencio en la línea durante un par de segundos.

Jungkook bebió otro sorbo de agua, viendo cómo el sol comenzaba a


ocultarse tras las montañas. Había sido un día realmente malo desde el inicio
hasta, muy probablemente, el final; no estaba de humor y sólo quería que irse
a su casa.

—Okay, básicamente, me estás diciendo que vas a renunciar a tu trabajo


para hacerte cargo total y completamente de la empresa y la editorial...

—Oye —Le interrumpió, frunciendo el ceño y deteniendo el rumbo de hacia


adónde quería llegar su hermano—, yo te dije que podría ayudarte con
respecto a la empresa, mas no me haría cargo totalmente de ella; yo puedo
manejar mi editorial y tú sigues con lo tuyo. Nosotros podemos trabajar
juntos, no pienses en arruinarlo.

—Bien, bien —rió ligeramente, poniéndole los pelos de punta con tensión. A
veces le disgustaba su hermano; era tan estúpidamente ambicioso y
persuasivo, que le ponía mal—, no sabes cuán feliz me pone que finalmente
accedas a las ventajas que trae el cambio.

Por supuesto, pensó. Esta vez fue el turno de Jungkook para reír.

—Vaya, era esto lo que querías, ¿no? —había cierta sorna en su mensaje.

Pronto sería su última clase del día y se sentía nostálgico. Esperaba con
ansias terminar, porque no había visto a Taehyung durante todo el día y no
tenía una idea clara sobre cómo estaría ahora.

Sólo esperaba que su estado anímico hubiese mejorado.

—Sólo piénsalo, Gguk-ah —la voz de su hermano le saca del momentáneo


trance en el que había entrado por causa del constante divague con relación a
Taehyung y su actitud—. Es una buena oportunidad de crecimiento, tanto en
el ámbito laboral como lo es en el económico y lo social; la herencia de
nuestros padres es una memoria de nuestro apellido y nuestro deber es
mantenerlo en lo alto.

—Hyung, sabes que realmente me importa muy poco nuestro apellido, sólo...

—Además, si mal no me equivoco y disculpa mi discreción, Taehyung está a


punto de graduarse —interrumpió, dejando a medias su oración y llamando
su atención inmediatamente en cuanto dijo la palabra clave—, ¿no crees que
esto también sería una buena oportunidad para él?

Una buena oportunidad para él, sonó ruidosamente en sus oídos.

Alguien tocó a la puerta.

—Debo irme, luego te llamo.

Por algún peculiar motivo, pudo escuchar la sonrisa de su hermano antes de


decirle:

—Puedo asegurarte que no te arrepentirás de esta decisión.

Jungkook apretó sus labios y sintió un retorcijón en el estómago y colgó.

Miró la pantalla de su móvil durante un breve segundo, bloqueándolo.

—Adelante —Dijo a quién sea que estuviese esperado por su afirmación.

Se incorporó, cerrando su portátil y ordenando las carpetas dentro de una


caja, sintiéndose exhausto cuando vio la cantidad de papeleo que le faltaba
por terminar aún.

—Con permiso.

Jungkook había querido escuchar otra voz, mas no escuchó otra voz que no
fuese la de un desconocido y uno de sus emblemáticos y enclenques alumnos
y eso le hizo retomar su postura tensa y firme.

—Kim.

Mirándolo por sobre su altura, siguió estructurando correctamente el orden de


las hojas en un folio, despreocupado por lo que tuviese que decir porque,
claro, lo estudiantes "estrella" solían llegar lloriqueando a su oficina con una
que otra mala excusa durante estas fechas, cuando se suponía estaban a tan
sólo un par de semanas antes de la graduación.

—Señor Jeon, sólo quería excusarme con usted por mis calificaciones
porque, como usted sabrá, todos hemos tenido que lidiar con mucho trabajo y
yo estoy ayudando a mis padres con su negocio de fideos... Ellos son viejos y
apenas y pueden atender la caja. Mi hermano y yo nos hemos estado
haciendo cargo...

— ¿Entonces qué es lo que quiere que yo haga por usted, Kim? —Preguntó,
yéndose al grano de inmediato para no perder tiempo con excusas burdas y
baratas—. No lo vi participar en ninguna de mis clases y, por consecuente,
tuvo pésimos resultados en mis interrogaciones, dejando fuera el hecho de
sus paupérrimas calificaciones en los exámenes y su desastroso promedio.

El chico, que había reconocido como Jong-In, puso una mala cara.

—Por favor, hombre... —pidió, acercándose con lentitud y jugando con sus
dedos—. No sea tan jodidamente duro con sus otros estudiantes, ¿acaso no
tiene alguna fibra de amabilidad?

Jungkook se pasmó.

— ¿Tan duro con mis otros estudiantes? ¿Acaso yo tengo clasificaciones,


Kim? —Frunció el ceño, realmente curioso por su elección de palabras.

Los ojos de Jong-In brillaron con un ápice de diversión oculta en ellos.

—Claro, porque todo el mundo sabe que usted no reprobó a Kim Taehyung y
que, aparentemente, tiene un trato privilegiado hacia él... —Dijo como si
nada, mostrándose como el verdadero imbécil descarado que sabía que era—.
Por lo mismo, nosotros, los otros estudiantes, deberíamos merecer una
segunda...

Pero, claro, Jeon Jungkook jamás se dejaría llevar por un par de palabritas.
Él no tenía miedo y sabía qué hacer al respecto, por muy malo que eso fuese.

Simplemente, había perdido la paciencia.

—Cállate y sal ahora mismo de mi oficina —advirtió—, voy a reportarte al


consejo por lo que estás tratando de hacer; chantaje y calumnias graves en
contra de un profesor y sólo por no aprobar su materia, ¿en serio? Tan
estúpido, ¿qué crees que haces? No tengo miedo de su porquería, Kim —se
mofó, mirándolo encogerse al saber que su estrategia no había tenido el
resultado que creyó tendría—. Tenga más decencia y no se avergüence a sí
mismo por su bajo coeficiente intelectual y sus pocas ganas de ponerle
empeño al estudio. Si usted es un bruto, Taehyung no tiene porqué cargar con
sus frustraciones y mucho menos yo. Así que, sólo váyase. Porque está
excusado y, por lo pronto, suspendido.

—Señor, yo...

— ¿Acaso usted tiene pruebas, Kim? —entrecerró sus ojos, amenazantes por
vez que lo fulminaba; toda la ira estaba desencadenándose—. Pruebas que
justifiquen lo que está diciendo, que comprueben el tamaño de sus palabras.

Jong-In había perdido todo color de la cara.

—No...

—Entonces, dígame, ¿a qué se refiere con toda esa basura que soltó aquí?

Jong-In lo encaró.

—Usted sabe que es verdad lo que yo digo, Señor Jeon. No se haga el


imbécil, todos lo sabemos; se le ha visto a Taehyung entrar más aquí que al
salón, y no lo niegue porque antes de ayer más de la mitad de la clase lo vio
subiéndose a su auto.

Jungkook empuñó su mano y se retuvo a sí mismo de no cometer el mismo


error que había cometido con Min hace tan sólo unas semanas atrás. Él no lo
resolvería de esa forma otra vez, esto era diferente y no le daría el poder de la
duda a nadie. Por lo que, tomó su bolso y metió sus manos a los bolsillos de
su pantalón antes de decirle:

—Usted, Kim, se ha quedado sin graduación y sin título.

Jong-In lo detuvo.

—Y usted sin licencia, Jeon.

Jungkook sonrió con sorna.

—Kim Taehyung es mi asistente, y no veo en qué le incumbe a usted si él y


yo...

—Es que, en ese caso, más de la mitad de sus estudiantes estarían abriendo
sus piernas para usted...

—Detente —se acercó de forma intimidante, haciéndolo dar un paso atrás, se


sentía realmente tentado por caerle a puñetazos—, no vuelvas a faltarle el
respeto así a tu compañero y mucho menos a mí. Ya te dije, si tú eres un
menso, la culpa no es de nadie más que tuya...

Y dicho aquello, se retiró, con seguridad, a sabiendas de que nada de lo que


el tipo dijese le afectaría. Pero todavía sumamente molesto. Y, sin embargo
cuando pensó que el día no podía seguir empeorando, claro que podía.

Apenas entró al salón de conferencia se topó con una característica escena


que le tomó por sorpresa. Taehyung y sus amigos esta vez estaban sentados
en la parte posterior del salón, muy lejos de su vista, más no completamente
lejos.

Empezó con la clase de la peor forma posible. Estaba enojadísimo y el


silencio era sepulcral por vez que sus estudiantes le miraban con recelo,
huyendo de él y de su ojo de águila.

Los minutos pasaban y Taehyung ni siquiera le había mirado una sola vez.

No obstante, cuando lo vio sonreírle con gracia al supuesto hermano de Kim


y luego dejarse abrazar por el cabrón de Min mientras se cuchicheaban cosas,
él no pudo seguir soportando la cantidad de emociones que tenía revueltas.
—Kim, discúlpeme un momento.

Todo el salón se pasmó, inclusive Taehyung, quien perdió todo color de la


cara.

—Un minuto —Dijo, esperándolo junto a la puerta del salón mientras lo veía
fijamente y sin ningún interés en ser disimulado.

Taehyung se estremeció, nervioso, mientras salía de su puesto con la mirada


de todos puesta en él. Jungkook lo supo y, en cuanto salieron, cerró la puerta.

— ¿Qué demonios te pasa? —Fue lo primero que le dijo Taehyung en


cuanto estuvieron un poco alejados del salón, junto a la baranda del pasillo
que daba hacia los jardines. Tenía el ceño fruncido y estaba enojado también.

— ¿Que qué me pasa a mí? —desvió la mirada, realmente enojado ahora, tan
molesto que ni siquiera sentía que podría controlar su enojo—. Estoy harto,
ha sido un día horrible y sigue empeorando, pero te veo a ti, que, claro, no te
interesa hablarme o mirarme, pero por algún motivo te dejas abrazar por el
hijo de puta de Min...

Taehyung lo miró sorprendido y a la vez sumamente ofendido.

— ¿Por quién me tomas, Jungkook?

— ¿Acaso no sabes que ese imbécil está enamorado de ti? —Preguntó, lleno
de sorna mientras buscaba sus llaves adentro de los bolsillos de su pantalón.

Taehyung desvío la mirada ahora.

—No hables estupideces...

—Me importa una mierda, vas a enterarte de ello en cualquier momento, pero
podrías preguntárselo, ya que vino reclamando su derecho de "mejor amigo
hipócrita" y buscando pleito después del viaje a Jeju —Jungkook le pasó las
llaves del auto, con mala cara y totalmente desagradable—. Ve y espérame en
el auto.

Taehyung rascó su frente y luego exhaló.


—Jungkook... Sólo estás exagerando y no puedo esperarte en tu auto, apenas
entramos a clases y yo no puedo...

—Te dije que lo hicieras.

Jungkook lo miró antes de entrar al salón.

Y, después de aquello, Jungkook se las arregló para que no fuera tan obvio su
arrebato. Claramente, Taehyung no le dirigió la mirada en ningún momento
en cuanto puso el motor en marcha, haciéndole saber, implícitamente, que
estaba tan enojado o más que él.

Le había dicho que tenía que ir al supermercado como una excusa para
zafarse de él, Jungkook lo sabía y por ende lo acompañó, mas Taehyung
parecía sentir desagrado hacia su presencia y eso lo descolocaba; caminando
adelante como si no quisiera estar cerca de él y apenas respondiéndole con
monosílabos.

Jungkook realmente se sentía frustrado y desesperado. Había pasado tan sólo


un día de esta situación de mierda y él ya no lo soportaba, no entendía por
qué se comportaba así. Pero, cuando llegó el momento de pagar, sin duda
alguna, fue lo peor.

Porque la muchacha que era cajera estaba pasando los productos por la caja
registradora cuando se le quedó mirando.

—Vaya, qué casualidad, no esperaba volver a verlo —Le dijo, sonriendo con
amabilidad, sus pálidas manos ahora con esmalte rosa pálido en sus uñas y un
anillo en su dedo anular, siguieron pasando los productos—. ¿Cómo estuvo el
helado?

Jungkook se tardó un poco en reconocerla, pero lo hizo.

—Muy bueno, gracias —Respondió, tratando de sonar y verse más liviano en


comparación a los últimos minutos de avasalladora tensión. Además, aquella
chica no tenía la culpa de sus malentendidos—. Veo que trabajas aquí a la
vez.
La muchacha tenía las mejillas ruborizadas e hizo un sonido de afirmación.

Los ojitos grandes y color miel de Taehyung, que desconocían la situación


por completo, se ampliaron aún más y la miró con cierto recelo.

Una sensación de profundo desagrado e incomodidad se instaló en su pecho


que, ahora, se estaba alarmando por esa instantánea charla con quien se
suponía debería haber sido una desconocida.

—La verdad es que la belleza no paga mucho y terminé trabajando de cajera


en un montón de lugares para poder sostenerme, pero puedo afirmarte que los
helados son lo mío.

Taehyung la miró de arriba abajo, mordiéndose la punta de la lengua.

¿Acaso esa no era más información de la necesaria?

—Bueno —Dijo Jungkook, sonriéndole con aquella sonrisa que sólo ocupaba
para ser amable con él, eso descompuso por completo a Taehyung—, ellos se
pierden tu visual atractivo, pero había una gran fila que prueba los helados sí
son lo tuyo...

La muchacha bajó la mirada avergonzada y riendo tontamente.

Qué molesto, pensó Taehyung.

— ¿Quién es ella, Jungkook-ah? —Preguntó de repente—. Y no me digas


que no la conoces porque, para ser una simple cajera, parece que ya la habías
visto antes, ¿no?

—Taehyung. —Advirtió Jungkook, exhalando cabreado porque ya no podía


entender las contradicciones en Taehyung.

—No, dímelo. Porque así suenas tú cuando ofendes a mis amigos por tus
celos.

La muchacha enrojeció.

—Y-yo n-no...
—No estoy hablando contigo, hermosa... —la interrumpió venenosamente y
llamando la atención de algunas personas, totalmente cegado por la molestia
y el revoltijo en su interior—. Ya veo que no pierdes el tiempo tampoco...

Taehyung dijo aquello y sintió un punzar en su estómago, dolido. Y estaba


tan molesto, que ni siquiera podía saber qué era lo que estaba sintiendo
porque era capaz de sentirse como un enredo y un desastre a la vez y, por lo
mismo, salió rápidamente de ahí, evitando a toda costa la vergüenza y las
inhibiciones.

—Lo lamento, no fue mi intención traerte problemas —se disculpó la chica,


notablemente apenada, él sólo pudo asentir con incomodidad—. ¿Va a pagar
su factura?

Suspirando, Jungkook asintió y sacó su billetera

Se sentía avergonzado de estar pasando por esta situación y "gracias" fue lo


último que dijo antes de salir e ir hacia su auto, echando las bolsas a la
cajuela y entrando al auto y arrancando con brusquedad. Taehyung se
sobresaltó, mas no dijo nada al respecto.

Ambos estaban enojados. Pero, Jungkook mucho más, sin embargo. Así que,
ninguno de los dos dijo palabra alguna mientras conducían por la carretera a
gran velocidad.

Y, cuando llegaron a casa, Jungkook pegó un portazo a la puerta, furioso por


vez que Taehyung se abrazaba a sí mismo, dándole la espada.

—Taehyung... Estás colmando mi paciencia, tómatelo con calma y explícame


qué fue lo que ocurrió —le pidió, tratando de mantenerse al borde—; necesito
saber si el problema fue con tu familia o el problema es conmigo. Ahora.

—Déjame solo.... —Taehyung se volteó repentinamente, mirándolo con rabia


y con su carita mojada de lágrimas.

Jungkook ya no lo soportaba.

—Vas a decirme de una vez por todas qué mierda es lo que te pasa, o vas a
dejarme hacer algo al respecto.

Taehyung volvió a mirarlo con rabia mientras su mentón se sacudía, sus


labios encorvados hacia abajo con un pronunciado puchero mientras lloraba y
lo veía a él fijamente, expresándole algo que no podía descifrar.

Y pasaron algunos segundos antes de que, con las mejillas ruborizadas y


cierta vergüenza, se dejara caer de rodillas bajo su sombra, cabizbajo.

—Haz algo al respecto, Jungkook. Por favor.

Eso fue lo que le pidió. Porque, por alguna razón, el dicho que prometía
hablar del propio dolor era de mala educación y siendo una mejor opción
pasarlo por alto, escondiéndolo y escondiéndose de éste, como si tuviese
algún sentido esta fea mentira popular, pero esta mentira nos puede
reconfortar y a la vez destruir.
68

Algunos segundos pasaron.

Jungkook miró con sumo detenimiento la forma en la que un tenue rubor rosa
adornaba la pequeña y entristecida carita sonrosada de Taehyung. Vio,
atento, cómo el camino de espesas lágrimas, silenciosas, descendía por la
tersa piel de sus mofletes, denotando cómo, al parpadear tres veces seguidas,
sus pestañas gruesas y largas se curvaban hacia arriba, humedeciéndose por
el llanto que se intentaba reprimir a toda costa; aquella muequita deplorable
que se le dibujaba en los labios indicaba el esfuerzo que hacía por vez que
abultaba su boquita en señal de pena, marcándosele un muy pronunciado
puchero que hacía sacudirse su mentón. Había un deje de angustia en su
respiración pausada.

«Haz algo al respecto», resonó en su mente con un melancólico eco.

Antes pensó que no podría haber sido peor, pero, aparentemente, las cosas, de
algún modo u otro, hallaban una forma de decirle que claramente las cosas sí
podían seguir empeorando, haciéndole sentirse desgraciado.

Jungkook sentía cómo su corazón le oprimía el pecho con desazón. Y ya no


le importaba cuán molesto hubiese estado anteriormente, lo había podido
olvidar fácilmente cuando toda aquella molestia desapareció y se convirtió en
algo mucho más infausto, y resultaba ser que no sólo se deprimió por la
situación, sino que todo aquello había tocado en él algunas fibras tan
importantes y tan sensitivas, que le hizo compadecerse del contexto sin saber
cómo abordarlo.

Pero, ¿cómo abordar una situación de la cual ni siquiera está al tanto?

Es difícil.
Y no sabe del todo cómo dar el primer paso sin hacer el primer movimiento
de convicción. Porque, internamente, en su pensamiento de dom, e incluso
siendo él mismo, tiene en cuenta que debe ser quien debe asumir el control
completo para poder regularlo y equilibrar el probablemente caótico lío en su
interior, y también sabe que, para lograr todo aquello, debe someterlo a todo
su dominio, mostrarse firme con su postura y ser predominante con su rol.
Sin embargo, el tema radicaba en que, la angustiante sensación de cuán frágil
podía llegar a ser Taehyung, definitivamente, era lo que le descomponía en
demasía, notándose con claridad cuán indefenso podría llegar a sentirse su
chico tras el misterioso motivo causante de sus cuerdas enredadas.

Por la misma razón, a pesar de la gran cantidad de veces que había causado
un temple en las emociones de su niño, no sabía totalmente cómo era el
funcionar de la mente de éste; sin importar lo que hubo hecho para
compensar el alcance de su personalidad, no podía entender las réplicas de
oposición en las acciones que había podido notar bajo su conducta. La psique
de su niñito, su historial y sus estigmas, todo aquello seguía siendo un enigma
para él y eso no le sentaba de buena forma. Sabía cuán necesario era conocer
a fondo a quien se ha vuelto necesario en tu día a día, a tu pareja. Ya que,
después de todo, la base de una relación siempre sería la confianza y el
respeto, y ellos se habían saltado más de un par de pasos. Y no tenía un buen
presentimiento.

Ambos estaban llenos de refutaciones e incógnitas, y, ahora, que recién podía


caer conscientemente en cuenta de ello, sabe que sí debe hacer algo al
respecto.

Por lo que, apenas le oyó suspirar, titubeando un murmullo ininteligible, supo


qué hacer con exactitud y entonces tomó una decisión para darle el alivio que
él tanto necesitaba.

Jungkook estaba totalmente dispuesto a ser su contención, su pilar.

Y Taehyung podría seguir aferrándose de sus anclas. Porque, en el mar


oscuro, el faro sigue propiciando un rayo de luz, inclusive cuando la tormenta
tienta a desatarse en medio del abismo.

Así que, resistiéndose ante sus propias inhibiciones y culpas, espirando, dejó
que la tensión se disipara de sus músculos rígidos y, a la misma vez, dejó
que su mano despejara con ferviente amabilidad la frente cubierta por el
flequillo de su chico, muy suavemente y mirándolo con cariño desbordante
por vez que removía su pelo y despejaba su preciosa carita.

Tan jodidamente precioso, pensó con tristeza.

La belleza de Taehyung, en todo ámbito, para él siempre sería inigualable.

Taehyung, su buen niñito, su chico, TaeTae, su dulce pastelito... Siempre iba


a ser quien tendría el poder de enredarlo en su dedo meñique. Lo adoraba.

Simplemente, era todo suyo.

— ¿Es esto lo que quieres? —Preguntó, mirándolo hacia abajo, acariciando


su mejilla con la intención de disminuir su ansiedad y estrés, reconfortándolo,
adorándolo—. ¿Es esto lo que realmente tú quieres, Taehyungie?

Hubo un largo silencio antes de que, por fin, hicieran contacto visual,
entonces Jungkook pudo saber, a través de su mirada vulnerable, que estaba
afirmando. Pero eso no era lo que quería para él, todo lo contrario. Se sintió
decepcionado.

—Sí... —Susurró en respuesta, nuevamente cabizbajo debido a la caricia que,


instantáneamente, se volvió superficial y lejana, hasta desaparecer—. No es
lo que quiero, es lo que yo necesito. Por favor, Ggukie.

Una profunda exhalación abandonó el aliento de Jungkook.

Esas palabras habían causado un efecto que, en otra ocasión, hubiese sido
todo lo contrario en comparación hasta hace unos días atrás. No era lo que
debería haber sido, no se había sentido igual, sino muy mal. Había sido
realmente muy incómodo el idearse solucionar la cuestión de aquella forma;
por mucho que le fascinara engañarse con la carita de ángel de su bebé,
totalmente seducido por sus encantos y hasta el más ínfimo de sus sensuales y
hermosos detalles, no quería que solucionaran el problema de esa forma esta
vez.
Esta vez se sentía diferente.

—Bien, vamos arriba —Chasqueó la lengua con un molesto sonido húmedo y


con un deje de irritación ante la repentina confirmación del consentimiento de
alguna mierda bizarra que su bebé creyese necesitar para despejar su cabecita,
cosa que, aunque él estuviese metido en el mundo del BDSM, no quería hacer
y con el único motivo de no dañarlo ni asustarlo, porque su nene era tan
suave y tan jodidamente dócil, que no necesitaba ser denigrado de esa forma.

Jungkook sabía por experiencia propia que el S&M podía ser demasiado para
algunas personas, que aquella práctica no se podía llevar a cabo simplemente
con todo tipo de personas. Eran tácticas que podían llegar a ser muy
peligrosas, claro, y eso dependiendo de con quién se practicase, porque eran
cuestiones de sumo cuidado y conllevaban mucha confianza y propio auto-
control en el sumiso.

Muchas veces había oído y había visto cómo era que la falta de propio
control en los subordinados los terminaba destruyendo porque ellos a veces
llegaban a creer que podían resistir más, y sólo para complacer a su amo, y
terminaban en pésimas condiciones tras haber excedido su límite, y he ahí
también la gracia de la palabra de seguridad; se suponía que la palabra de
seguridad cumplía la función de informar al dom de detenerse de inmediato o
ir más lento o seguir, y eso dependía del dolor que en algún punto dejara de
ser satisfactorio o que le estuviese haciendo daño a la persona en el papel de
sumiso. Pero, para Jungkook, no existía el "ir más lento" o el "sigue
adelante", para él "detente" era detente.

Y Taehyung desde que firmó el contrato supo que su palabra de seguridad era
el color rojo, y él siempre respetaría sus límites. Siempre.

—Iremos arriba... —Le volvió a decir, sonando, inevitablemente, desanimado


por lo que se le estaba pidiendo hacer y lo que él esta vez no quería hacer. No
quería recurrir a un castigo, quería hablar—. Si es lo que crees necesitar.

—Lo hago.

El tono de voz que llegó a sus oídos le hizo sentirse extrañamente


entristecido.
—Levántate.

Aquellas palabras fueron suficientes para que su TaeTae se incorporara con la


torpeza del adormecimiento en sus piernas endebles y lo siguiera
sumisamente, dejándose ser guiado hasta las escaleras y, prontamente, a la
habitación.

Si Jungkook hubiese tenido que definir con exactitud cómo se sintió en tanto
caminaba con Taehyung, a su lado, encogiéndose casi tan vergonzosamente
como la primera vez que habían decidido tener algo más que una relación del
ámbito académico/laboral, definitivamente, no hubiera encontrado las
palabras que, con toda la precisión de la definición, pudiesen explicar lo que
le causó un triste y confuso estrago en su mente. Y, aunque quiso pensar que
no pudo comprender por qué estaba ocurriendo aquello, muy en su interior,
sabía el por qué. Ya que, si bien él no acostumbraba a someterlo de la manera
en que lo había dictado el contrato que ya había expirado, no era como si
nunca antes no le hubiese hecho probar ciertas cosas, asumir su rol en el
juego y adaptarse a ciertas conductas que implicaban un comportamiento
específico.

Ellos jugaban. Él sería su papi en la cama y Taehyung sería su buen bebito.


Y, se suponía que su muchacho debería saber sobre qué se trataba todo
aquello, sobre todo lo que abarcaba; se suponía que no debería sentirse, en lo
absoluto, tímido. Por lo que, la curiosidad se hizo tan presente, que no evitó
no sentirse muy sorprendido, cuestionándose qué era lo que le atormentaba la
cabecita.

Era evidente que Taehyung se sentía, ciertamente, cohibido y mortificado.

Creía que podía entender su actitud, pero a la vez era una contradicción.

Con sinceridad podría haber admitido, e inclusive en voz alta, que tenía
miedo de lo que sea que estuviese carcomiéndole tan silenciosamente, ya que
eso era, obviamente, una advertencia peligrosa de inseguridad.

Y, por experiencia propia, sabía que las inseguridades nunca serían una buena
señal. Pero, persistir siempre había sido una de sus mejores cualidades.
Porque no quería perder a Taehyung, y persistiría por él sin importar qué.
Simplemente, no lo quería perder.

Pero, la verdad sea dicha...

Desde un principio, supo que esta relación existente entre los dos sería difícil,
eso lo tuvo claro desde el momento en el que, inducido en un agridulce
trance, se dio cuenta de cuán entrañable se había vuelto para él su estudiante
y pseudo asistente. Y, por el mismo motivo, a pesar de que se había intentado
negar a la idea de volver a caer enamorado por alguien de nuevo, le había
sido inevitable no enamorarse tanto del chiquillo tontuelo que daba color a
sus días.

Todavía podía recordar aquellos días en los que se negó total y


completamente a confundir sus deseos sexuales primitivos, con los
sentimientos que se había prohibido a sí mismo sentir. Pero, al fin y al cabo,
se negó tanto a ello, que fue lo que acabó por ocurrirle de todas formas e
inevitablemente.

Estaba tan, muy enamorado, que estaba jodido.

No importaba cuánto se hubiese negado a la idea del amor, porque cuando


éste llegó a su vida fue en un efímero segundo instantáneamente
impredecible.

Podría apostarlo todo, el doble y el triple, Taehyung era el amor de su vida.

Su amor platónico.

Su todo.

Y lo quería tanto que, últimamente, sentía cómo aquella emoción desbordante


le llenaba desde las entrañas hasta los sesos y le hacía querer explotar el
pecho con un sentimiento avasallador, acoplándose con una palabra que se
atascaba en su garganta y que podría gritar por un millón de años.

La verdad era que se había enamorado perdidamente del chico al cual él una
vez consideró como muy torpe y patoso, indiscreto e infantil, y,
estúpidamente, adorable, enterneciéndolo con cada una de sus cualidades y
satisfaciéndolo de una manera que le sería muy difícil de explicar.

No obstante, lo que más temía era que comenzaba a sentirse listo para dejar ir
su amor y poder corresponderle y, prácticamente, volvía a sentirse seguro de
entregarle su corazón a alguien. Y, después de todo, Taehyung era quien
había hecho que ese cálido nerviosismo y aquella excitante e incomparable
emoción de sentirse enamorado volviera; se había transformado en su lugar
seguro.

Sin embargo, eso no significaba que el miedo no le embargase desde la


médula.

Entonces, cuando el interruptor encendió la luz que iluminó el cuarto,


mirando con un ápice de duda a su alrededor, su mirada volvió a encontrarse
con la de Taehyung.

—Desnúdate —Le pidió, dando un paso hacia adentro, dirigiéndose al


armario para buscar la caja en la cual tenía sus juguetes. Él no lo quería de
esa manera, pero Taehyung lo "necesitaba"—. ¿Crees que es esto lo que tú
necesitas? No, no lo es... Pero te pondré a prueba.

Eso fue suficiente cuando dejó una fusta, una pala y un látigo, y al voltearse
se encontró con la vulnerabilidad de su hermoso chico en su máximo
esplendor y le apretó el corazón verlo así; arrodillado agraciadamente,
cabizbajo, llorando, como si fuese un secreto, silenciosamente.

Lo que haría a continuación, seguramente, no se lo esperaría.

Pero los dos estaban en esto y tenían que entregarse mutuamente.

Así que, Jungkook lo miró.

Totalmente desnudo con su piel limpia bajo las luces amarillentas débiles que
manchaban cada uno de los rincones de la habitación, su deliciosa piel de
miel se vio bañada de un hipnotizante color dorado y las ondas rubio ceniza
de sus cabellos, con reflejos más claros y otros más oscuros debido a los
contrastes que la luz causaba en el cuarto, se desordenaron en los rizos que le
informaban su cabello había crecido otra vez. Y sus facciones, pinceladas se
marcaban de una manera suave, denotándose con un claro deje de obviedad la
hermosura de la cual podría haberse permitido presumir.

Se veía tan precioso como siempre, y tan suyo.

—Escoge qué es lo que quieres usar, elige cuidadosamente —Musitó y


señaló los objetos que había sacado de su caja. Estaba a punto de hacer algo
que antes jamás hubiese pensado haría, algo que consideraba una total locura,
pero algo que estaba dispuesto a hacer para demostrarle que su compromiso
iba mucho más allá de un rol y de un simple contrato; Taehyung señaló el
látigo—. Está bien, ese será entonces... —susurró, quitándose los zapatos y
desabotonando los botones de su camisa de oficina—. Levántate.

Taehyung lo miró dubitativo y estremeciéndose por la brusquedad de su voz.

Jungkook inhaló y exhaló, totalmente decidido, y armándose de valor antes


de desviar la mirada y desnudarse justo frente a sus ojos; sus músculos
volvieron a endurecerse, rígidos ante el cambio de temperatura de su piel, y
se apretaron en cuanto las últimas prendas de su vestimenta cayeron al suelo.

Él iba en serio.

Y, una vez estuvo totalmente desnudo, se arrodilló frente a Taehyung.

Taehyung lo miró con sorpresa y se acercó a él con curiosidad.

— ¿Q-qué haces, Gguk-ah? —murmuró bajito, notablemente abochornado.

—Castígame a mí, Taehyungie. Dame lo que crees que necesites para sacarlo
de tu mente. Hazlo. Toma ese látigo y golpéame hasta que creas que ha sido
suficiente. Golpéame. Es eso lo que tú me estás pidiendo hacer, y yo no
quiero.

Cualquier índice de color abandonó el rostro de Taehyung, dejándolo con una


expresión desfigurada por la sorpresa y el terror que había inundado sus
venas y lo que habían causado sus palabras.

—N-no... N-no, yo n-no puedo... —tartamudeó, cogiendo sus ropas del suelo
y entregándoselas con sus manos tiritando por el nerviosismo y lo que parecía
ser un muy probable ataque de pánico o crisis nerviosa—. Gguk-ah, v-
vamos...

Jungkook intentó mirarlo a los ojos con insistencia, pero Taehyung huía de su
mirada mientras espesas gotas se escabullían de sus ojos.

—Hazlo. Ya te lo dije, Taehyung. Hazme lo que quieres que te haga.


Golpéame.

—N-n...

—Golpéame con el látigo hasta que sientas que es suficiente... Yo tomaré el


castigo por ti.

— ¡No! ¡N-no! ¡No p-puedo! ¡J-jamás te haría d-daño de esa forma! ¡Yo n-
no te golpearé!

Ahí estaba.

Taehyung corrió como pudo hasta sus brazos, desnudo y endeble, y cayó en
su regazo mientras se aferraba a su cuello, intentaba abrazarlo
desesperadamente mientras sollozaba como si le faltase el aire.

—Te amo, t-te amo... —dijo, hipando y apretándolo. Jungkook sintió cómo
su corazón se trizaba cuando las lágrimas mojaron parte de sus hombros y sus
dedos se enterraron en su cuero cabelludo con la intención de acortar la poca
distancia existente entre sus cuerpos—. Te amo t-tanto q-que me s-sofoca,
que ya no q-quiero nada más si no e-eres t-tú...

Jungkook lo separó con brusquedad y acunó su rostro.

—Entonces no vuelvas a forzarme a hacerte daño, porque jamás sería capaz


de hacerlo, mucho menos de poder perdonármelo. Eres mi todo, Taehyung. Y
no necesitas convencerte de absolutamente nada justo ahora, sólo necesitas
dejarlo salir. Llora, golpéame y desquítate. Pero no te golpearé hasta dejarte
destruido sólo porque crees que lo necesitas bajo las convicciones de mierda
de las cual fuiste convencido por ese viejo bastardo.

Taehyung tembló y sus hombros angostos se dejaron caer mientras trataba de


no sollozar, intentando retomar su respiración tras haberse hiperventilado por
sus propias emociones negativas.

—P-perdóname... —gimoteó, su mentón estremeciéndose con más llanto y de


lo poco que podía contener mientras trataba de aferrarse a su cuerpo con toda
la fuerza que su pésimo y deplorable estado le permitía—. Yo te amo, yo sí te
amo... Y-yo... Él dijo e-esa basura porque no quiere que te ame como lo hago,
es eso...

Jungkook escuchó atentamente las palabras ininteligibles que decía a través


del llanto y lo contuvo en sus brazos, abrazándolo y sosteniéndolo,
soportando el arranque con comprensión y haciéndose cargo de él. De su
pequeño, y de su pequeñito desastre.

Jungkook no podría soltarlo.

Varios minutos pasaron y Taehyung siguió enredado con su cuerpito tibio y


enfriándose por el tiempo transcurriendo, trepidando y dormitando entre uno
que otro sollozo inconsciente ante el mal rato. Era como un verdadero bebé,
era su personita especial a punto de quebrarse por los estigmas que lo seguían
encadenando al dolor y a su búsqueda alternativa de liberarlo de su sistema.

Jungkook lo tomó ente sus brazos con cuidado y se metió a la cama junto a
él, sin liberarlo de su agarre y fortaleciéndolo una vez estuvieron bajo las
sábanas.

La pena que tuvo adentro se condensó muy en las profundidades mientras lo


cubría con todo su cuerpo para transmitirle la seguridad que tanto necesitaba
y lo abrazó y besó su cabecita con amor puro.

Quizás había sido demasiado brusco y demasiado imprevisto, pero, de alguna


manera u otra, fue necesario hacerle entrar en razón sobre lo que pensaba que
necesitaba y lo que le estaba pidiendo hacer. Sólo había querido hacerle saber
que no necesitaba ser terriblemente azotado por latigazos y golpeado hasta
ser inconsciente de todo y quedar devastado y desolado por el dolor físico y,
claro, emocional. Taehyung nunca antes ha entrado en el sub-espacio porque
él sabe que no es eso lo que necesita; lo que es necesario es contenerlo y
tomarse los cuidados necesarios para hacerle sentir que no necesariamente
necesita hacer aquellas cosas. Jungkook no quiere que Taehyung se dañe de
esa forma.

Así que, masajeó sus caderas, deshizo los nudos de tensión en su espalda
baja, acarició con ternura sus costados, su pulgar trazando círculos en sus
costillas y se movió un poco para permitirse verlo todavía en trance.

—Le dije a mi padre que te amaba —comentó bajito, aplastando con cariño
su moflete izquierdo en su pectoral, dejándose hacer por las caricias que no
iban más allá de eso; sólo caricias y sin segundas intenciones—, le dije a mi
padre que te amaba y me dio una bofetada delante de todas esas personas...

Jungkook sintió ira y apretó su mandíbula.

Qué hijo de puta podría...

—Me dijo que era un parásito anormal, un maricón... —su voz rota sonó muy
degastada por vez que buscaba más lagotería de su parte, suspirando con
abatimiento y ahora dejándole saber el verdadero motivo de su actitud: tenía
un padre homofóbico. Podría haber sido irónica la coincidencia, pero sólo fue
una muy deprimente conjunción—. Pero incluso si me dijo eso, lo único que
podía pensar era en lo mucho que te quería a ti... En cuánto te amaba y-

Jungkook lo miró y su hermosa carita llorosa se mostró ante sus ojos, tocando
todos los botones incorrectos...

Él quería buscar a ese hijo de puta y sacarle los ojos.

—Yo...

—Pastelito, no...

—Mientras y-yo corría pensé que nada más i-importaría si éramos sólo tú y
yo c-contra el mundo... Tú y yo para siempre.

Jungkook sintió que sus ojos ardían mientras Taehyung buscaba su mano,
con su propia manito tiritona, y le daba un beso en el dorso con aquella
promesa que él nunca jamás podría rechazar.
Porque, a veces, anhelamos el amor sin importar el daño que se sufre por
éste.

Tal vez, sólo eran emociones que surgían debido a la cabida que había dado
el contexto, mas no sabía realmente cuál era el camino sin rumbo al que
estaban siendo guiados. Pero, eso no importaba realmente. Jungkook sólo
sabía que lo necesitaba en su vida, que necesitaba a Taehyung en su vida.

—Mi amor, pastelito...

—Jungkook-ah, tú eres todo lo que necesito, incluso si duele...

Bueno este capítulo no lo quería actualizar porque me gusta pero me


asusta, al igual que el capítulo que sigue (plus que me he sentido súper
insegura lately)... En fin, estamos casi a nada de los 25K de votos y yo
estoy triste;(

Estoy muy agradecida de todo su apoyo y les quiero mucho la verdad,


me hace feliz todo el apoyo que está recibiendo Heal me y-

*cries in pastelito*

Okay, iba a actualizar la semana pasada pero fue mi cumpleaños y me


tomé un descanso, pero me pongo las pilas de nuevo xD Claro, si udts
tmbn se las ponen...

En fin...

Les quiero mucho, nubecitas, y nos estamos leyendo~


69

Los días siguientes fueron mucho más ligeros.

Las cosas finalmente habían retomado su curso natural y el ambiente ya no


era tan abrumadoramente tenso como aquel desastroso día, sino mucho más
calmo.

El arrepentimiento de no haber pensado bien las cosas y no solucionarlas


cómo se debían solucionar, debidamente y a través del diálogo, seguía muy
adentro con un ápice de angustia. Y, aunque Taehyung sí se arrepentía de
haberse dejado llevar por el caótico lío de su desolado sentir, se sentía
agradecido de que esta vez Jungkook tomara, de algún modo u otro, la
iniciativa para traerlo de vuelta a la realidad. Con sinceridad, podría admitir
que se sentía agradecido de haber hablado con Jungkook y haberle contado
en aquella íntima y triste madrugada sobre la dolorosa situación por la que
había tenido que pasar, hacerle inferir el dramático contexto que embarcaba a
su compleja situación familiar.

Taehyung no podía negar que no se había estresado ante la surgente y


negativa inseguridad que había terminado por colapsarle los nervios debido al
muy mal rato que se había llevado por causa de las convicciones retrogradas
de su papá, sumándole el hecho de que, inclusive, se había sentido indeciso
con respecto a la forma de sus sentimientos por Jungkook, los que se habían
transformado en una masa inconsistente que le había presionado la garganta
con aflicción.

La incertidumbre que se había desencadenado tras la discusión lo había


vuelto un pequeño enredo de cuerdas apretadas por el temor y la amargura de
saberse enamorado de alguien que no era aprobado bajo el ojo crítico de sus
padres, se había dado como causante de la insistencia machista y homofóbica
de su padre, quien sin importar el tiempo transcurrido todavía quería
obligarlo a ocultarlo; como si estuviese enfermo, quería forzarlo a esconder
quién era realmente, no mostrarse abiertamente por algo tan natural como lo
es la dirección y la atracción natural de un ser humano. Su padre quería que
pretendiera ser alguien más que, claramente, nunca sería.

Y no importaba cuánto lo renegara por ello, lo seguiría amando; a Jungkook,


por supuesto.

No obstante, el problema había causado que aquella desagradable mezcolanza


de emociones, negativas y liosas, se anudaran en su interior, en lo profundo
de sus entrañas, lamentablemente, causando un efecto en él; había sentido
pésimo el sentirse inconscientemente asqueado por lo que estaba haciendo
con quien, en algún punto, había sido su maestro y jefe.

Una puta de pollas, eso era lo que su padre le había dicho una vez que le
había descubierto con su ex novio, Bogum, hace muchos años atrás. Y,
después del enfrentamiento no había evitado recordarlo con empecinamiento,
como si esas ofensivas y denigrantes palabras fuesen ciertas. Se había odiado
a sí mismo de tal forma que se sintió sofocado de amor por Jungkook y odió
amarlo tanto, y recibir tantos insultos por ello; se odió por amarlo con tanta
fervencia.

Porque esa era la verdad de todo: amaba a Jungkook, y no refutaba de


aquello.

Lastimosamente, a sus padres todavía les costaba asimilarlo.

Sobre todo a su padre.

Pero...

En aquel instante, donde la bofetada había impactado de lleno contra su


rostro, no pudo pensar en algo más que no fuese lo mucho que le enorgullecía
amarlo y habérselo hecho saber; aunque fuese una contradicción en su mente,
le había hecho tener muy en cuenta que absolutamente nada de lo que hubiese
hecho antes le haría cambiar y mucho menos lo haría ahora.

Seguiría amándolo con o sin su aprobación, porque Jungkook era su pilar.


Sin embargo, su padre había llegado como un trueno ruidoso y violento, y
sólo había sido un recordatorio de que él continuaba teniendo inhibiciones y
culpas vergonzosas que se suponía que no debería tener sólo por una idea de
lo que suponía ser "biológicamente correcto" ante los ojos cristianos de los
Kim. Y, sin duda alguna, lo peor había sido el miedo que había inundado sus
sentidos al embargarse de esa terrible emoción que lo saturó de una actitud
que sabía no era suya en lo absoluto; quería sentir dolor físico para poder
olvidarse del dolor emocional que lo tenía descolocado, y eso le había hecho
creer merecer y querer un castigo.

Quizás, se había desorientado por completo debido a la abrumante cantidad


de sentimientos y afecciones que causaron un embrolloso estrago en su
sistema, dejándolo sintiéndose como si él no pudiese salir de aquel agridulce
trance y como si no fuese válido el querer a Jungkook y el tener una obvia
preferencia con respecto a él en sus prioridades.

Tal vez, sólo había sido un muy mal e improvisto momento.

Por el mismo motivo era que se había permitido despejarse un poco más.

Y por eso es que dejó atrás todo el martirio que había concluido al asunto
para descansar de éste, ya que sus semanas, de por sí, eran estresantes por la
última entrega de calificaciones de los exámenes finales y también por la
espera de la mayor parte de los estudiantes con respecto a la aprobación de
sus tesis para poder graduarse y egresar exitosamente de la universidad. Y, si
bien las clases habían sido mucho más tranquilas en comparación de lo
anteriormente habitual, no se podría negar la tensión y el nerviosismo que los
estudiantes compartían por la tortuosa espera de resultados.

Taehyung sabía que lo había hecho bien porque se había esforzado mucho y
él había estudiado lo suficiente como para egresar con calificación
aprobatoria.

No obstante, las cosas se habían puesto un poco raras en relación a sus


amigos.

Más bien, se trataba sobre Baek...


Lo había visto más que un poco decaído y, sinceramente, muy amargado.

Le preocupó que casi no hablara con ellos, sólo se disponía a observarlos y de


vez en cuando le respondía con monosílabos.

Al principio, pensó que podría ser que estuviese pasando por alguna situación
personal, mas Yoongi le negó que se tratase sobre eso y habían discutido las
posibilidades. Pero nada se acercaba a lo que postulaban como teorías sobre
lo que ocurría. Pues, Baekhyun muy pocas veces compartía información
sobre su vida más privada y además mostró un peculiar comportamiento
hacia él, como si estuviese enojado por algún motivo...

Taehyung no entendía qué era lo que estaba pasando realmente, porque ya no


podía tener una idea totalmente clara sobre el tema. Pero, luego tuvo muy en
cuenta sobre qué debía tratarse porque, hacía algunos días atrás, habían
estado hablando muy animadamente, riéndose y compartiendo como solían
hacerlo antes; había sido un instante muy entrañable. Claro, hasta que vio a
Jungkook mirándolo de vuelta con aquella mirada llena de advertencia que le
dictaba no acercarse tanto ni mucho más de lo estrictamente necesario; se
había alejado disimuladamente de Yoongi y se había sentado un poco más
allá, tomando una distancia prudente a sabiendas de aquellas ideas sinsentido
que tenía por ese supuesto flechazo que tenía su mejor amigo. Y, en ese
momento, no evitó no sentirse un poco triste y molesto, pero no quería que
Jungkook se enfadara de nuevo por causa de Yoongi y lo odiara aún más. Así
que, tuvo que ignorarlo.

Podía entender por qué Baek estaba molesto.

No obstante, no quería seguir discutiendo con Jungkook sobre los incesantes


celos que tenía por sus mejores amigos. Eso le hartaba, pero, no podía hacerle
entrar en razón sobre su amistad. Y, en serio, no quería discutir con él. Así
que, sólo prefirió pasarlo por alto e intentar mimar a Baekhyun, quien no se
negó a ello y sólo correspondió a sus invitaciones a la cafetería,
recostándosele en las piernas y divagando momentáneamente sobre algún
problema del que no sabía.

Estaba notoriamente más tranquilo, pero, de todas maneras, tampoco había


podido dejar de pensar en Jungkook tras lo ocurrido; su comportamiento y su
actuar habían cambiado y lo había pillado más de sólo una vez mirándolo con
una extraña expresión en su rostro, a veces, incluso cuando se despertaba. Era
como si algo anduviese mal, y le transmitía un sentimiento de desesperación
y frustración por querer saber qué era.

Se sentía inevitablemente curioso y, durante los días en los que las cosas se
habían calmado, ellos sólo hablaban sobre otras cosas, conversando hasta la
madrugada, mimándose el uno al otro con peculiares caricias que distaban del
ámbito sexual. Literalmente, se metían debajo de las sábanas sólo para buscar
el calor corporal del otro. Porque, incluso si estaban desnudos, o si Taehyung
intentaba seducirlo tímidamente y queriendo convencerlo por más, Jungkook
no lo tocaba de la forma en la que quería que lo hiciera e inconscientemente
todo se volvía más suave, y no lo quería menospreciar porque era muy
romántico.

Pero, las dudas y los porqués seguían muy presentes.

Entonces, todo el estrés volvía sumándose con todo el lío de su graduación,


su muy mala situación familiar y la repentina distancia de sus amigos.

Todo volvía a formarse una masa que se le regurgitaba hacia arriba con
acidez.

Las cuerdas de sus pensamientos se enredaban nuevamente.

Y volvía a sentirse muy inseguro.

En la subsistencia de algún punto en el infinito espacio, disminuyéndose con


creces acorde el tiempo concurría su curso, efímeros segundos haciendo
magia cuando los centímetros se desplazaban con una llama encendida y
aquel calor irremplazable mientras los despliegues de las curvas junto al
contorneo que, en un mar de anhelos que habían surgido ante un desideriúm
insoportable, los había llevado a la completa inhibición, cegados por el
hambre de más cuando el deseo ardía en el alma con fuego rojo; el frenesí de
la adrenalina, las feromonas y un desastre de sentimientos caóticos e intensos
cuando a las emociones se les permite colapsar con avasalladora verdad en la
garganta, colisionando en el paladar para caer y deslizarse por la lengua y
formar dos palabras.

Durante meses, años, el plazo del tempo había causado un sonido de ritmo
tan constante en el latir de su corazón que con sus movimientos se aceleraba
de un ágape que le había hecho aterrizar en un nuevo mundo, causando un
aterrizaje en un cielo de colores cálidos y acogedores por vez que le habían
hecho, por su propia voluntad, emigrar en su boca, descubriendo luego sus
vergüenzas y sus complejidades cuando se permitió aventurarse entre sus
piernas, ascendiendo hacia sus costillas, rodeando sus caderas y acelerando el
flujo de la sangre cuando se permitía subir por su delgada cintura hasta su
espalda, su hogar en su pecho y a sus anchas codicioso por aventurarse a más.

En su ruin pasado la dolorosa verdad había ocultado sus heridas y el llanto


con incesante tristeza que había rogado por una salvación que, años después,
había llegado de la forma menos imprescindible.

Había destruido todo a su alcance, había trizado su propio ser debido a la


mala racha y al mal augurio que había causado su primer amor que lo había
dañado desde la fibra más sensible, un causante que había vuelto su piel
gruesa debido al daño.

Sin embargo, escampando del aguacero e ileso en los ojitos de miel del que
había llegado como un amante y que, poco a poco, se había revelado como el
que sería el amor de su vida, con el que sentía sus propios ojos obscuros,
lleno de desbordante sentir, brillar.

Jungkook no lo había buscado y tampoco había cerrado todas la puertas para


evitar su llegada, las cadenas alrededor de su corazón aflojaron cuando se le
plantó en frente como si nada, siendo un chico tan bonito y tan jodidamente
afable, hermoso y deslumbrante, que con un par de palabritas subyació en su
mente para erizarle la dermis cada noche con pensamientos vacilantes, poco a
poco metiéndose en su piel como si ese fuese su derecho natural.

Si bien en un inicio se negó y trató de convencerse, auto obligándose a todas


las posibilidades que le planteaba el inevitable destino, a toda costa, y sin ser
capaz de palpar en sus puntos débiles que había encontrado con tan sólo un
beso, causándole cosquillas, surcando en sus huesos para encontrar el
candado y girar la llave, dejándolo a su merced, atravesando los terrenos que
consideró como más tenebrosos y sin un retorno, decidido, lo tomó por
completo y puso su nombre ahí; en su corazón talló su nombre con fuego
encandecido por la fervencia que le había propiciado el título que sabía
merecía.

Entonces, paso por paso, en una arena movediza y con el ápice de duda que
lo había amenazado con mostrar la parte más indefensa de él y de su
vulnerable corazón, se mostró la transparencia de una verdad anunciada, muy
pura, muy precisa; su cruda realidad que, en el juego sadismo y masoquismo
que habían estado jugando en un todo por todo, le advertía no podría poder
pasar una otra noche sin ser acurrucado, arropado, guardado en los bracitos
delgados, tiernos, de quien era su lugar seguro.

Y, si existía algo de lo que Jungkook podía estar completamente seguro, era


que conocía cada ínfima parte de su chiquillo, el que se encontraba
durmiendo justo a su lado en ese instante.

Su dulce pastelito, tan suave y calmo, con su olor enviciante que sería capaz
de volverlo un adicto. Su TaeTae, con sus poleras holgadas cuando trataba de
cubrirse con vergüenza mientras él se levantaba sobre su altura, grande y alto,
y lo miraba con adorabilidad cuando abultaba sus labios y cerraba sus ojitos.

Jadeante.

Jungkook, luego de tantos momentos compartidos, podría adivinar con tanta


facilidad cómo lograr que su piel se erizase con un simple roce. Sabía
también sobre cada uno de los lunares que se encontraban repartidos en todo
su cuerpo, dónde se encontraban y, sin importar qué tan desvergonzado fuese,
por hacer de sí mismo un hombre cegado por amor e ilusión, había besado
cada uno de ellos sin falta y en sus lugares más íntimos, marcando a su paso
lascivo por cada lunar que, como un cometa, se volvía su favorito.

Jungkook ahora sabía sobre las cosas que podían irritarlo y sacar lo peor de
él, pero también conocía cada una de las que lo hacían feliz a través de
diálogos que se habían formado instantáneamente, equilibrándose con
emociones y un par de acciones que habían causado sensaciones que lo
habían mantenido al borde, y el chaleco a prueba de balas fuera.
Jungkook podría desnudarlo a él, que a veces las palabras se volvían simples
e innecesarias, con tan sólo una mirada.

Y era así como Taehyung también había aprendido a desnudarlo de la forma


más transparente posible, haciendo una mella en la profundidad de su
corazón con la sola idea de dejarlo, dejando su huella en todo su ser
existencial.

Dios.

Cuando pensó que Taehyung estaba fuera de su imaginación era porque de


verdad lo estaba, porque, a veces, creía que parecía haber salido corriendo de
uno de sus sueños, tan perfecto y hermoso como sólo pudo haberlo
imaginado alguna vez.

Tenía miedo de perderlo, de no merecerlo y de romperlo. Pero, todo aquello


se quedaba atrás cuando Taehyung lo sostenía entre sus brazos, abrazándolo
o haciéndole ser su cucharita pequeña —como si se viese en la obligación de
protegerlo de sí mismo— y lo observaba con aquel amor rebosante,
regresándolo a la realidad que le prometía todo sucedía y no era sólo un
temor de estar en la vida de algún sueño; aquella realidad era mucho mejor
que cualquier sopor.

—De nuevo estás mirándome —Le escuchó musitar, interrumpiendo


cualquier otro pensamiento intruso, sobresaltándolo un poco al haber sido
pillado con las manos en la masa tras tanto; su voz sonando amortiguada por
la posición en la que se encontraban le causó un adormecimiento que le hizo
reír como un tonto, sin embargo también era capaz de distinguir a la
perfección la diversión en su carita dormilona—, ¿por qué has estado
mirándome mientras duermo?

Riéndose con suavidad, deslizando la yema de sus dedos por sobre su


espalda, tetando a sabiendas de saberlo haber bajado la guardia con sus
defensas muy somnolientas, con sutileza, trazando un camino por su columna
con lentitud mientras disfrutaba de la abrasadora sensación de su piel bajo su
tacto.

Taehyung siempre era tan cálido bajo su toque, tan sensitivo a sus caricias y
tan familiar junto a él...

— ¿Acaso no puedo hacerlo? Me gusta saber que estás aquí conmigo, ¿no es
ese un motivo suficiente, pastelito? —Preguntó con ternura, sabiendo haber
quebrado su fuente de inocencia hace muchos meses atrás y escuchando la
risa de Taehyung resonar melódicamente suave en sus oídos, causándole
aquella sensación de burbujeante cosquilleo y felicidad en la parte posterior
de su pecho a la que jamás podría acostumbrarse del todo.

Le fascinaba desde los pies torpes hasta los cabellos castaños enmarañados.

— ¿Tan bonito soy? —Contraatacó en un murmullo, moviéndose para


quedar echado sobre su espalda y acomodarse de una forma que pudiesen
quedar frente a frente. Las hebras onduladas de sus cabellos caían
desordenadas y sus labios se abultaban un poco con una muequita de oculta
satisfacción al saberse dueño de su atención; Jungkook confirmó, asintiendo
—. Tú puedes deleitarte con mi belleza entonces —susurró en un canturreo
aniñado.

—Son las 4am... —comentó Jungkook como si fuese gracioso—. ¿No te estás
molestando por ello?, ¿o sí?

—Acabas de decirme que son las 4am, por Dios... Es de madrugada todavía y
yo no debería estar despierto —Taehyung frunció el ceño y Jungkook
masajeó su frente con gracia—, ¿lo sabes?

—Lo sé... Es sólo que no me podía dormir y tú siempre eres mi única opción
y yo sólo quería admirarte a ti en vez de mirar el techo...

Taehyung volvió a reír.

—Eso es muy dulce, gracias... —dijo, con un tenue rubor adornando su carita
mientras curvaba sus pecaminosos labios en una sonrisita adorable que le
hizo sentirse mareado—. Buenos días, Ggukie... —saludó, extendiendo sus
manos y bracitos para que Jungkook se acercase a él, lo cual no tardó en
hacer y, de hecho, en realidad permitiéndose tener aquella cercanía que tanto
le gustaba.
— ¿Dormiste bien? —le preguntó, besándolo de manera fugaz en sus labios
y comenzando a repartir besitos en sus mofletes y por toda su preciosa carita,
satisfecho con las reacciones que conseguía en su pastelito con cada caricia y
muestra de afecto—. Lamento haberte despertado, en serio...

Taehyung bostezó, causándole ternura y acurrucándose en su cuello mientras


sus manos, curiosas, recorrían de manera codiciosa el cuerpito de su alumno,
como si no pudiesen desperdiciar ni una sola gota del tiempo que compartían,
llenándose de devoción y afecto en cuanto los falanges de Taehyung
buscaban un camino desde su nuca, enredándose en sus cabellos negros con
diferentes ritmos, masajeando su cuero cabelludo. Y, aunque aquellas caricias
distaban mucho de la pasión férvida y desbordante, contenían la misma
intimidad en la que eran envueltos cada vez que se encontraban juntos, sólo
disfrutándose.

—Dormí bien, Ggukie... —le tranquilizó, hablando bajito—. Después de la


clase, vine directamente a casa y tomé una siesta y luego preparé la cena para
esperarte a ti... Así que, no es una molestia que me despertaras de esta forma.

—Eres una cosita tan desquiciante —picoteó sus labios—, aunque yo quisiera
dormirme justo aquí...

Taehyung abrió un poco más sus piernas para dejarlo deslizarse más
accesible entre ellas y optar por una posición más cómoda. Era relajante y
satisfactorio.

—Podríamos seguir haciéndolo... Recuerda que hoy es mi graduación y yo en


serio necesito despejar mi mente de todo ese asunto —Taehyung dijo, riendo
y jadeante cuando sintió los dientes de Jungkook tirar con suavidad de su
lóbulo antes de que éste pusiera distancia para observarlo—. Oye...

Sus ojos, que a opinión de Taehyung parecían resplandecer, se suavizaron de


manera inevitable al encontrar su mirada que parecía denotar cuán deplorable
se sentía por toda la angustiante y compleja situación, acariciando con
cuidado su rostro hasta acunarlo.

—Podemos seguir durmiendo... —murmuró bajito, dejándose mimar.


—O podríamos hacer algo mucho más divertido que sólo dormir, ¿no lo
crees? Yo también puedo relajarte de otras formas mucho más entretenidas...
—dijo con una sonrisa se galán, arqueando una de sus cejas de forma
sugestiva.

—Todos estos días fuiste un total romántico, y me hiciste sentir como si


fuese un chico muy sucio por quererte más —Bromeó, mas sin negarse
cuando su maestro lo besó sin reparos, tirando de sus labios y permitiéndose
profundizar en su boca apenas Taehyung así se lo consintió.

—Fui un total romántico porque simplemente me encantas y... Siento que me


es necesario consentirte más allá del ámbito sexual. Por lo que, justo hoy, la
simple idea de tenerte aquí vulnerable, tierno y luciendo tan mío... Y perder
el tiempo durmiendo, me parece absurdo —se justificó con un índice de
picardía en su mirada porque, aunque las palabras de Taehyung pudiesen
sonar como una crítica, la sonrisilla coqueta, que no trataba de reprimir en lo
absoluto, le dejaba en claro que también deseaba aquello—. Pero si quieres
dormir, puedo abrazarte para que te sientas seguro y yo soy un hombre que
puede sacrificarse por su pareja, ¿sabes? Todo lo que mi pastelito bebé
quiera...

Taehyung abultó sus labios adorablemente, enternecido y estremeciéndose,


dejándose hacer por las caricias que condensaron sus sentimientos con
dulzura.

—Eso es tan injusto, no deberías darme a escoger ese tipo de opciones, sabes
que siempre quiero más de ti y te aprovechas de eso... Mmmh...

Una risa seductiva sonó aterciopelada y grave cuando la boca de Jungkook


fue abriéndose paso por cada centímetro de piel expuesta en su chico,
perdiéndose en sus encantos más íntimos bajo las sábanas mientras su
respiración, poco a poco, empezaba a perder el ritmo calmo que lo
caracterizaba. Y, si Taehyung lo deseaba, él era capaz de tomar la decisión
fácilmente por él, así que podía encargarse de hacerlo sentir como si no
hubiese nada más importante en aquel instante porque, al fin y al cabo, sólo
eran ellos y ese momento.

—Jungkookie... Te amo.
Esas palabras que había escuchado antes, pero que seguían causando un eco
en el latir de su corazón, le hicieron detenerse como si supiera lo especial que
era escucharlo, moviéndose con lentitud hasta salir de entre las sábanas para
poder verlo directamente los ojos; las mejillas enrojecidas de su chico y sus
labios regalándole aquella sonrisita que era capaz de transportarlo al mismo
cielo si ese fuese el propósito.

Jungkook fue incapaz de retener su propia sonrisa, deslizándose hacia arriba


hasta quedar completamente sobre el cuerpo de su TaeTae, apoyándose en
sus antebrazos para mover su nariz contra la suya, suspirando profundo
porque, Dios, cómo no sentir todo aquello que lo consumía en un dichoso
frenesí por saberse amado y por amar con la misma efervescencia que le
prometían sus sentimientos más puros, presionando luego su frente contra la
de Taehyung para extender un poco más aquel instante por todo el tiempo
que pudiese.

Nunca era y nunca sería suficiente.

—También te amo, más que todo, Tae; siempre...

Uff, hoy siento que no sé cómo comenzar con la nota... xD I know, es raro
pero sólo es como es. I mean, este capítulo era muy largo y tuve que
dividirlo en dos partes :-( Además, es uno de mis favs sólo porque nos
adentramos y un poquito más al amor de Jungkook y cómo se siente
para él, aah~

Siento que este es el momento fluff que se necesitaba para sacar un poco
de tensión y, claro, para que los personajes tuviesen un poco más de
"libertad". Hoy día he repetido tanto la palabra "poco", que ni idea...
Perdón.

En fin, ¿spoiler del próximo capítulo?, ¿no?

Okay... *sighs in pastelito*

No estamos leyendo, les quiero y sean felices y coman perdices~


70

Silencio.

Eso era todo lo que podía oír por vez que sostenía el móvil entre sus dedos,
las manos sudándole con entumecimiento y tiritando ligeramente con el
punzar de las cienes, molesto debido a la preocupación y la amargura. Muy
angustiante.

Entre las paredes de color azul deslavado y blanco sin vida, se hallaba
sentado en un viejo y deteriorado sillón acolchado, hundiéndose con
abatimiento sobre el respaldar para permitirse descansar del agotamiento
físico y mental. Pero, la mirada lo delataba; no era sólo eso.

El cargo de consciencia seguía haciéndose espeso hasta dejarlo sintiéndose


mareado y sumamente ansioso, causándole un estrago problemático que ya
no podía seguir posponiendo o ignorando.

Todo se había estado acumulando, y sabía muy pronto todo eso se


desbordaría.

Sin embargo, él había hecho las cosas mal desde un principio y lo que
vendría enseguida sólo sería una consecuencia de sus erradas acciones; un
hecho había desencadenado a otro hecho mucho más inconveniente, y así fue
continuamente por un buen de tiempo hasta que mentir se volvió una
costumbre aterradoramente habitual. Entonces sí tenía en cuenta que todo lo
que estaba sucediendo, y todo lo que sucedería luego, sólo sería el desastroso
resultado natural de las cosas.

Pero...

No podía no tener miedo de la forma en la cual se desenlazaría el enredo.


Pues, no importaba cuánto tiempo hubiese pasado, le había mentido a su
hermano, le había apuñalado por la espalda y lo había traicionado de la peor
forma; no sólo con la palabra, el actuar y la hipocresía, sino con la confianza
que Taehyung le había dado y de lo cual él se había aprovechado. Y, ahora
finalmente se podría decir que, fuera de la hermandad que les prometía la
consanguinidad, ellos ya habían perdido la amistad que en algún momento
habían tenido, y eso sólo por su causa.

Un suspiro abandonó sus labios mientras que, con malogro, fregaba su rostro
demacrado, la frustración haciéndose obvia cuando el móvil comenzó a
vibrar con insistencia.

Lo siento, ya no puedo seguir con esto...

Ese fue el único mensaje que pudo dejarle tras haberlo rechazado por trabajo
y Yoongi seguramente querría una explicación.

Pero, en medio de la oscuridad, la puerta de la habitación de descanso se


abrió, y él sólo pudo recaer en el mismo error que había cometido hace
algunos años atrás; otra vez.

—Después de tanto alboroto y tantos insultos, no pensé que vendrías...

La burla en su tono de voz...

La sonrisa socarrona que se dibujaba en sus labios torcidos...

Definitivamente no había extrañado nada de él...

E incluso así, apenas la puerta se cerró, Seok Jin se incorporó con rapidez y
se abalanzó con desesperación al hombre que, sin perder el tiempo, lo tomó
entre sus brazos y lo estampó contra la pared, besándolo inmediatamente.

¿De qué le serviría retractarse ahora?

08:04 am.

Nubes grisáceas cubrieron la tempestad del cielo por completo, el amanecer


se mostró abochornado con escasos colores anaranjados que se escondían
entre la grumosa aglomeración de las nubes espesas, escabulléndose por los
bordes del confín en algún horizonte entre las montañas, bañando a la ciudad
con una luz especial que desapareció en cuestión de efímeros minutos para
dejar la sombra de la primavera como a un triste retrato desvaneciéndose en
los contrastes de la triste mañana; gris verdoso acompañado de pálidos tonos
rosa.

El día apenas estaba comenzando, pero una extraña e inquietante sensación se


hacía muy perceptible en el ambiente con desazón y angustia; había tratado
de ignorar el mal augurio, mas no había podido pasar por alto presión en el
pecho.

Una mezcolanza de emociones negativas, y tantas inseguridades, se


mezclaron y se anudaron en su estómago apretadamente, dejándolo
nauseabundo y con el característico retorcijón de tripas que provocaban los
nervios y la ansiedad.

Se sentía incómodo con el malestar estomacal y la tensión en su cuerpo. Pues,


al parecer, todos sus músculos estaban tan adoloridos como si hubiese corrido
una maratón o como si estuviese contracturado, cosa que era poco probable
en ambos casos, ya que, si bien sí se había desvelado gran parte de la
madrugada, no había sido ejercitando o teniendo acción; aunque no se podría
quejar de los motivos por los cual se desveló, porque había sido un alba
mágica.

Sin embargo, de tan sólo recordar la ternura de las caricias de Jungkook, su


voz suave y masculina susurrándole en el oído, palabras dulces que le habían
hecho derretirse en los movimientos que los dos contorneaban para disfrutar
la deliciosa percepción de la cercanía y que sólo podía causar el tacto, la
huella de su amante marcándose en cada parte de sus lugares más íntimos,
atrevido y aventurándose a oler, besar y admirar... De tan sólo recordar
aquello, recobrar los escalofríos y la piel erizada no resultaba dificultoso.

Lo había amado desde el amanecer, perduraría en el atardecer y caerían


juntos en el anochecer, contándose los mismos secretos entre besos
enviciantes y una vez más entregándose a la codicia del frenesí que causaba
la eufórica emoción del enamoramiento. Taehyung lo había escuchado decir
«te amo» por primera vez y en su única dirección, y eso había sido un
detonante para su corazón; sin siquiera saberlo, eso había sido todo lo que
había necesitado oír para calmar el caos en su interior y templar la
temperatura. Jungkook lo amaba también, y no había otro sentimiento tan
jodidamente gratificante como el sentir la afabilidad de un amor que es
correspondido.

Así que, con la naciente felicidad que surgía desde sus entrañas, se volvió a
un lado para poder mirar con detención al hombre que, todavía, lo tenía
enredado entre sus brazos, como si no lo quisiera dejar escapar. Eso le hizo
gracia y, a la vez, se sintió sumamente enternecido; su rostro pálido, con
facciones definidas, se veía sereno y varonil bajo las luces obscuras de la
habitación, lucía relajado con el moflete izquierdo aplastado en el almohadón
y babeando en éste con un suave ronquido que le hizo cosquillas en la panza;
la mandíbula marcada sin ningún esfuerzo, las espesas cejas y pestañas
azabaches que acompañaban a su cara de hombre adulto, el lunar bajo su
labio inferior...

Justo en el centro...

El dedo índice de Taehyung presionó casi inconscientemente el pequeño


lunar y se sintió gracioso, entorpecido, acercándose más y dejándose apretar
por los brazos de un dormilón y hermoso Jungkook; las manos ajenas
sujetándolo, sus falanges presionándose en la piel desnuda de su espalda baja
por vez que en su cintura lo rodeaba en un cálido y somnoliento abrazo.

Por su propia parte, en un parpadeo, se encontró a sí mismo deslizándose para


poder posicionarse cómodamente en su pectoral y refregó su mejilla ahí como
si se tratase de un gatito en busca de lagotería, resbalándose por su cuerpo y,
a la vez, dejando escurrir las sábanas hacia abajo.

Juguetonamente, más despierto, con sus cabellos castaños ceniza


enmarañados y la polera holgada cayéndose por uno de sus hombros con
gracia aniñada, fue cuando se sentó a un costado de Jungkook, observándolo
dormir. Apacible.

Los músculos apretados por el ejercicio, poderosos, sin siquiera un gramo de


grasa demás, la piel casi lívida luciendo cremosa en juego de cada ángulo que
parecía haber sido esculpido con elegancia porque, cada parte, dónde sea que
se atreviese a mirar, era extremadamente viril; el abdomen y el torso parecían
tallados por un escultor, al igual que los pectorales y los firmes muslos, todo
era mucho mejor que sus más increíbles y vívidos sueños. Jungkook siempre
estaba en buena forma, lo cual era impresionante e increíble.

Era una perdición.

Por lo que, con cautela, pasó un dedo por un pezón, maravillado al sentir que
se endureció en respuesta al estímulo, deslizando su dedo placenteramente
por el centro del cuerpo del hombre mayor, esquivando la mata de vello
púbico en su entrepierna y delineando la pronunciada línea del torso
ejercitado hacia el muslo, acariciando los tendones con ternura y algo más.

—Vaya... ¿Quién está mirando y tocando ahora?

Taehyung relamió sus labios mientras una corriente de electricidad causaba


un escalofrío a lo largo de su espina dorsal, levantando la mirada para toparse
con los ojos abiertos y obscuros de Jungkook, que estaba notablemente
mucho más despierto que hace algunos minutos atrás.

— ¿Me estabas explorando, pastelito? —Su voz matutina, áspera y dos tonos
más baja de lo habitual, contrastando con la suavidad que acostumbraba oír,
pero que definitivamente le encantaba de todas maneras cuando causaba las
reacciones que lo dejaban sintiéndose temblar—. Te he pillado.

Aquellas palabras, que suenan un poco roncas, le erizan la piel y siente cómo
es que su corazón late fuertemente contra su pecho, cosquilleándole mientras
lo ve acomodarse sobre su espalda, estirándose durante algunos pocos
segundos para finalmente cruzar sus brazos detrás de su cabeza, y mirándolo
con aquella expresión de ternura que lo deja creyéndose la mierdita
desquiciante que es.

— ¿Acaso no crees que me lo merezca? —Murmura con un deje de


arrogancia, sonriéndole adorablemente y a sabiendas de su poder,
apoyándosele en las rodillas cuidadosamente para pasar sus propias piernas
por entre los muslos ajenos, con la intención de gatear hasta él y recostarse
sobre su torso y ser mimado—. Siempre te dejo tocarme, en el lugar que tú
desees... Siempre.

Jungkook estuvo totalmente pendiente de la forma en la cual gateaba hasta él,


era hipnotizante verlo moviendo sus piernas largas y esbeltas con sensualidad
para dejarse deslizar por su abdomen y recostar su carita caliente y ruborizada
en su pectoral; sus manos grandes y fuertes, inconscientemente, se dieron
paso por su cintura, estrechándola, descendiendo por su gordito trasero de
burbuja y acunando con codicia sus glúteos esponjosos, amasándolo con
satisfacción.

Su pecho se infló con una sensación de gratitud y placer incontenible cuando


vio a su bonito nene mirándolo con sus ojitos impresionables hacia arriba y la
forma en la cual abultaba sus labios mientras sus manos grandes y delicadas
se dedicaban a delinear su mandíbula, trazando un probable corazón amorfo
que le hizo reír.

Estaba tan feliz.

— ¡Te amo jodidamente mucho, Tae! —Dijo, volteándolo sobre su espalda


de forma repentina y atacándolo con un abrazo invasivo y repentino, besando
su cuello y repartiendo besos castos en su carita mientras lo escuchaba reír
escandalosamente por las cosquillas.

Jungkook siempre se sentía maravillado por la preciosura insaciable de su


Tae.

— ¡Te amo t-también, pero p-para! ¡Gguk-ah, d-detente! ¡Gguk-ah, ya! —


Con sus ojitos de miel cariñosos y dulces, brillantes por las lágrimas de la risa
acumulándose, Taehyung lo miró por entre sus pestañas, enamorándose un
poco más de él si es que eso era posible.

Removiéndose con más de lascividad, los movimientos se ralentizaron y,


poco a poco, se volvieron más insinuantes y con una obvia segunda
intención. Pues, Jungkook estaba desnudo y Taehyung pronto estaría en
proceso de estarlo.

—Eres tan dulce, mi pastelito —acariciando con dulzura la piel desnuda de


su vientre bajo y el adorable bulto en su pancita, sus dedos se hicieron
camino en el pantaloncillo, jugando con la pretina hasta escabullir sus dedos
adentro y un jadeo flotó en el aire—. Tan bonito... —le dijo, besando su
mentón y luego su boquita.

Taehyung, instantáneamente, se relajó, dejándose hacer por las caricias y


besos, encariñándose en demasía con los motes cursis que sólo él podía
decirle.

—No sabes cuánto me encantas, pastelito —susurró, sus dedos masajeando la


parte interior de sus muslos y haciéndolo arquearse por los estímulos que
sabía eran con la intención de ser más sensitivos y perceptibles en ciertas
áreas.

Jungkook lamió sus labios con parsimonia, sin detenerse mientras le mordía
el belfo inferior con la intención de hacer una ligera fisura, para tener el
permiso de entrar a su cavidad bucal y comérselo a besos.

Por otro lado, los pensamientos de Taehyung se fueron corriendo muy lejos
sólo para entregarse por completo.

—Mmmm... —gimió con satisfacción, chasqueando su lengüita para dejar que


Jungkook lo besara adecuadamente y como correspondía, claro—.
¿Rapidito?

En medio del beso, Jungkook no evitó no fruncir el ceño y separarse un poco,


sólo un poco, para mirarlo con diversión y confusión mezclándose, le tomó
un minuto entender la referencia y comenzó a reír.

— ¡Dios! No sé de dónde es que me has salido tú, pero eres tan jodidamente
adorable, mi cosita cachonda —medio gruñó, y medio rió, volviendo a su
posición de galante, tanteando con su mano entre sus cuerpos para poder
bajarle el pantaloncillo; no había algo que comparase lo excitante que era ver
a Taehyung sonriendo gustoso y anticipándose para poder hacer el amor.

—Sácalo —se quejó, levantando las caderas con facilidad para darle un mejor
acceso y hacer más fácil el trabajo, con sus propias manos agarrando el borde
de la polera, su polera, para subírsela y sacársela; Jungkook lo detuvo—,
¿hm?
—Déjatela, te ves muy mío en ella... —susurró bajito y con sinceridad, rubor
en sus mejillas delatándolo.

—Lo que Ggukie quiera, papi... —alcanzó sus labios para darle una mordida
juguetona, ya completamente fuera del pantalón, acariciando su erección de
la gloria matutina y llamándolo con la palabra clave. Él estaba excitado en
serio.

Jungkook estaba recostándose levemente sobre Taehyung, con la intención de


hacerlo más lento y poder disfrutar de la mañana...

Sin embargo, el móvil de su chico sonó y, bueno, Taehyung saltó hacia el


otro lado de la cama para alcanzarlo y Jungkook cayó sobre su costado; se le
quedó mirando, sorprendido por su atrevimiento y luego golpeó la almohada
con resignación.

Ya no habrá rapidito, pensó enfurruñado.

— ¡Mamá! ¡Buenos días! —Contestó la aparente llamada porque, claro,


todos tenían una cosa por interrumpir sus mañanas más interesantes.
Taehyung le sonrió con timidez y apretó un botón en su móvil, acercándose a
él otra vez.

Jungkook lo abrazó nuevamente porque, obviamente, no podría resistirse a su


chico semi-desnudo y siendo un pastelito muy dulce y cariñosito, y besó uno
de sus hombros con ternura.

—Buenos días, osito de miel —Saludó una mujer con una voz tan serena
como la de Taehyung, sonaba a calma y mucho amor maternal.

Era su mamá.

Jungkook abrió sus ojos cómicamente porque no se esperaba para nada hablar
con su suegra por primera vez a través de una llamada y en paños menores,
sin paños de hecho.

—Te llamaba para felicitarte por tu graduación, mi osito de miel. Eres mi


bebé y estoy sumamente orgullosa de todo lo que eres y todo lo que tienes y
todo lo que sé vas a lograr...

La voz de la mujer sonaba un poco apagada, y no fue el único en notarlo.

— ¿Estás bien, mamá? —Taehyung le preguntó, mordiéndose la uña del


dedo meñique con la mirada perdiéndose en alguna fibra de la cama.

Jungkook acarició su cadera con unas palmaditas.

—Sí, mi bebé. Es sólo que yo estoy muy feliz de tener la oportunidad de


poder verte en tu graduación y ser una espectadora y partícipe de tus logros,
siempre estaré orgullosa de ti.

—Mami...

Jungkook sintió el cuerpo de Taehyung estremecerse, entonces lo vio


volverse y sonreírle con su miradita de nene consentido y llena de
amabilidad.

—De hecho, estoy con alguien muy importante para mí y que probablemente
conocerás luego...

Jungkook se sobresaltó un poco y entonces enrojeció hasta las orejas, estaban


hablando con la madre Kim y él, que tenía al hijito de los Kim con ese
gordito trasero desnudo contra su polla medio dura, se sintió como un
completo idiota y un desvergonzado; la verdad era que había estado a punto
de hacerle el amor a su pastelito y esa pobre señora no debía ni siquiera
imaginarse la forma en la cual tenía a su osito de miel.

—Es mi pareja... Jungkook.

—Tae... —Fue todo lo que pudo murmurar, su cara en el hueco que había en
su cuello, inhalando su olor exquisito a jazmines, manzanilla y lo amaba.

— ¿Hola?

Jungkook carraspeó y se acercó al móvil que Taehyung sostenía.

—Hola, Señora Kim... —sonrió tontamente, haciendo a Taehyung reír como


si eso fuese gracioso. Tonto—. Soy Jeon Jungkook, ¿cómo está?

Hubo silencio en la línea y Jungkook escuchó al estómago de Tae crujir,


pensó que ella no le respondería o colgaría, o le diría algo mordaz según lo
que había oído del padre Kim, pero...

Ocurrió algo totalmente diferente.

—Hola, Señor Jeon Jungkook. Yo estoy perfectamente, dentro de lo que


cabe, y espero que usted esté cuidando muy bien de mi hijo. —Contestó con
un falso tono de seriedad e iluminando el rostro de su pastelito, alegrándolo
mucho con tan sólo decir aquello.

Taehyung se volvió a mirarlo asombrado, casi como si no pudiese creer que


eso en realidad estaba sucediendo. No era mucho, pero era un gran algo; sería
la primera pareja que presentaría oficialmente a su madre y eso significaba un
montón.

—Bien, Señora Kim —ocupó el mismo tono de falsa seriedad y rivalidad—,


déjeme decirle que yo tengo a su hijo en perfectas condiciones y que yo estoy
total y completamente enamorado de él.

La mirada de Taehyung se ablandó y él solo soltó una risita, cabizbajo.

—Eso me alegra mucho, hijo. TaeTae es un chico muy especial y humilde, es


un tanto torpe a veces..., y también es un tanto desastroso, pero supongo que
son esas las cosas que lo vuelven entrañable —Comentó la mujer con una
voz llena de serenidad, parecía estar sola.

—Estoy completamente de acuerdo, Señora Kim.

La mujer rió y Taehyung le dio un golpecito juguetón en el brazo.

Pero un ruido se escuchó de fondo, era un ruido un tanto ajetreado.

—Bueno, hijos míos... Ha sido un gusto hablar con ustedes, espero verlos en
la graduación y, en serio, deseo conocerte personalmente, Jeon Jungkook.
Pero, debo colgar.
—El deseo es mutuo, Señora Kim. Ha sido un gusto hablar con usted de igual
forma —comentó, escuchando un leve risita por parte de ella. Parecía ser una
mujer muy dulce.

— ¿Me prometes que vendrás, ma? Podríamos ir a cenar juntos o... No lo sé.

Jungkook miró a Taehyung de nuevo. Lucía indefenso y dubitativo.

—Lo prometo, es sólo que... Tú padre no está de humor debido a Seok Jin,
no le entregó un dinero y ahora está... Bien, nos veremos allá, mi cielito.

Y la llamada finalizó.

Taehyung ni siquiera pudo despedirse.

Hubo un gran silencio entre los dos hasta que Jungkook se decidió a romper
el hielo, dándole un ligero besito en la mejilla.

—Eres precioso —dijo.

Y dicho aquello, se incorporó, sentándose en la orilla de la cama y


alcanzando la ropa interior que estaba perfectamente doblada sobre una silla
que había en el rincón de las paredes junto al armario. Se puso sus
calzoncillos en silencio y fue apenas consciente de cuando Taehyung estaba
colgando de su espalda.

—Volvamos a la cama, ¿sí? —susurró bajito, notablemente cohibido.

Lo comprendió.

—Bebé, amaría volver a la cama contigo, pero... Tu madre espera que yo esté
cuidando bien de ti y es eso lo que tengo que hacer, ¿no?

Taehyung le dio un beso en su bícep y entonces alcanzó su pantaloncillo, y se


lo puso.

Jungkook se quejó.

—Pero no era necesario que te lo pusieras...


—Oye... No seas pervertido —entrecerró sus ojos con fingida indignación.

Tan presumido, pensó antes de darle una nalgada.

—Iré a hacer el desayuno.

Después de compartir una risita de complicidad, ambos bajaron a la cocina.

Taehyung bostezó mientras se sentaba en una silla tras la mesita que había en
medio, todavía un poco somnoliento por la aparente falta de sueño y, a la vez,
fatigado, esperando que Jungkook preparara el desayuno por vez que pensaba
en todo lo que tenía que hacer durante el día; no era mucho en realidad, sólo
se trataba de su graduación y tener que empezar a buscar un trabajo.

— ¿Tú estarás en mi graduación como mi maestro? —Preguntó de repente.

Jungkook apretó sus labios, guardando silencio un momento en búsqueda de


las palabras adecuadas mientras revolvía los huevos en una sartén, suspirando
con un deje de frustración.

—Renuncié. Así que, prácticamente, iré a tu graduación como tu pareja.

Taehyung casi se atora con su propia saliva.

— ¿Qué?

—Es un cuento largo. Pero, básicamente, soy dueño de algunas corporaciones


y algunas empresas, y heredé una editorial; Mingyu era quien se hacía cargo
de todo y por eso viene e insiste tanto para que me haga cargo de algo,
aunque sea solo una cosa.

Taehyung se sintió abrumado, divertido y confundido. No entendía nada.


Toda la información lo había tomado del pelo, pillándolo desprevenido.

—Puedo explicártelo mañana, ¿bien? Hoy quiero que estés fuera de cualquier
enredo y sólo te concentres en ti y en tu graduación.

—Claro, pero vas a tener que contármelo porque si renunciaste te devolveré


el dinero del contrato de inmediato.
—No seas gruñón, es tu día, relájate.

Jungkook rió porque pensó que se trataba de una broma, que Taehyung
estaba ahorrando aquella cantidad proveniente del contrato y que por la
misma razón no lo ocupaba. Ya que, de todas formas, ese dinero era suyo,
pero, literalmente, Taehyung había estado pensando desde hacía mucho en
entregarle su dinero lo antes posible.

[...]

El espejo de cuerpo completo le mostró su reflejo en cuidadoso detalle, con


un toque de preocupación mientras trataba de convencerse de su apariencia
en él, una vez más sintiendo el ansia hacer aparición.

Inhaló y exhaló, un par de veces, intentando despejarse, sacudiendo su cabeza


ligeramente para poder vaciar sus pensamientos más invasivos.

Estaba preocupado y tenía un mal presentimiento; sin importar el esfuerzo


que había hecho por pasarlo por alto, eso no había desaparecido. Se sentía
terrible, y se suponía que debía ser todo lo contrario. Así que, una vez más
pretendió el interés cuando se halló a sí mismo alisando la tela del bléiser de
color beige de nuevo. Al menos la ropa le quedaba bien, los pantalones de
vestir negros que le quedaban un sólo poco grandes, a los que había tenido
que hacerle agujeros adicionales para que se ajustaran a su cintura, le hacían
lucir más alto conjunto a los zapatos que Seok Jin le había regalado. Y había
peinado su cabello hacia un lado para que no se viese tan desparramado por
las ondas, se veía ordenado y muy decente. La verdad, bastante formal.

Pero, se veía bien y muy bonito. O, eso era lo que Jungkook le había repetido
varias veces cuando estaba detrás de su espalda, sonriéndole en grande por
vez que se abotonaba las mangas de la camisa. Aquello, ineludiblemente, le
había puesto un poco nervioso. Porque, si bien Jungkook había renunciado, él
se iba a presentar en la graduación y se sentaría muy probablemente junto a
su madre, y eso sería muy raro y les daría muchas ideas conclusivas a sus
compañeros. Y no era como si eso no importara en lo absoluto porque
Jungkook no había sido cualquier maestro, sino que había sido Jeon
Jungkook; el maestro.
Bueno, pero si ya había renunciado, lo que había entre los dos no era el
asunto de nadie más que de ambos y, por lo mismo, nadie podría
entrometerse.

¿Cierto?

Con ese pensamiento en mente, se pusieron en marcha hacia la universidad,


en silencio.

18:50 pm.

Ellos estaban conduciendo por la despejada carretera con la música de la


radio sonando en un volumen bajo.

Taehyung estaba sumamente nervioso y apenas era consciente de estar


sentado en el asiento de copiloto, hundiéndose en éste encogido, con
deducible ansia y jugando con sus dedos. Le dolía el estómago, el aire
acondicionado parecía ser muy frío y era todo lo que podía concluir.

Jungkook comenzaba a inquietarse, y no podía comprender el


comportamiento de Taehyung. Sólo podía mirarlo de reojo y tratar de
entender. Pensaba que, tal vez, podría tratarse del asunto de sus padres, o de
su reciente decisión por presentárselo a su madre. Quizás sí estaba un poco
ansioso por ello.

—Tranquilo, pastelito —Su mano buscó el muslo ajeno y le dio un apretón


de reconfortamiento, acariciándolo con ternura mientras lo miraba por el
rabillo del ojo—, todo saldrá bien.

Taehyung asintió y sus cálidos dedos se entrelazaron con las falanges de


quien había sido su maestro, levantándola hasta sus labios para besar el dorso
de la mano ajena con dulzura.

—Confío en ti —Dijo, bajito.

Y, aparentemente, eso fue suficiente para que el trayecto no fuese tan pesado
como lo había estado siendo.

Algunos minutos más pasaron y, cuando finalmente llegaron a la universidad,


Jungkook se estacionó en el aparcamiento; ambos bajaron del auto juntos, y
en dirección al lugar del evento.

En el campus de la universidad había muchos padres, familiares y parejas, la


mayoría de los estudiantes vestía la túnica y el birrete de graduación.

Taehyung no evitaba sentirse un poco abrumado por la cantidad de gente que


había, pero a la vez se alegró de ver a sus amigos con sus familiares hablando
animadamente.

Por otro lado, Jungkook le había murmurado algo acerca de ir a saludar a sus
colegas y que "por mientras" fuera por su birrete y la túnica, pero él estaba
preocupado por la llegada de su madre y apenas pudo prestarle atención.

¿Se habría retrasado?

¿Acaso Seok Jin había tenido una emergencia y por eso no llegaban todavía?

No sabía, no tenía idea de qué podría estar pasando. Quizá eran los nervios
los que estaban jugándole chueco, pero, en cuanto recibió sus cosas, decidido
que sería una buena idea llamarla.

Así que, buscó un lugar más callado para poder hablar tranquilamente con
ella, preguntarle qué pasaba y por qué no llegaba todavía.

Un retorcijón le apretó las tripas.

Más que sólo un poco preocupado y más que sólo un poco deprimido, llamó a
su madre; mientras cerraba la puerta del baño sorprendentemente vacío, logró
escuchar el buzón de mensajes sólo dos veces hasta que a la tercera llamada
le contestó.

Lamentablemente, la pizca de emoción que le quedaba se desvaneció.

— ¿Mamá? ¿Qué pasa? ¿Por qué no has llegado?

Hubo silencio en la otra línea.

—Tae, bebé... Lo siento...


— ¿Qué? ¿Por qué? —Preguntó, frunciendo el ceño y mirando a través de la
ventana; la avenida vacía, un poco de viento cálido mecía los árboles—.
¿Estás retrasada?

Un silencio gélido se escuchó y lo sacudió por completo.

Quiso reír por el nerviosismo, pero su boca se adormecía y le ardían los ojos.

— ¿Ma? Dime que estás retrasada...

—Taehyung, ya no estoy en Seúl... Tu padre y yo nos regresamos a Daegu.

¿Qué?

— ¿Qué? —dice con indignación, se siente incrédulo y su cuerpo se


entumece; apoyándose en el lavabo, mordió su labio inferior con fuerza—.
Pero... Es mi g-graduación y... Se s-suponía que c-conocerías a Jungkook...

Un trueno suena en lo alto del cielo y la capa de nubes grisáceas se empieza a


condensar.

—Lo sé... Perdóname, hijo... Y-yo... —Su voz se oye apagada, mas no es
quien está sintiéndose terriblemente mal justo ahora—. Tu padre oyó parte de
la conversación de esta m-mañana y está m-más furioso que el día de la
cena.

El corazón de Taehyung se apretó dolorosamente.

Se sentía tan jodidamente solo.

— ¿Por qué me dices esto ahora? Ya estoy aquí... Mami, por favor... Es m-
mi graduación... Q-quiero que estés conmigo, por favor... —sus dedos
temblaron mientras apretaba, con la poca fuerza que le quedaba, la tela de la
túnica entre sus brazos; él se sentía estúpidamente pequeño. Sus ojos le
ardían tanto que no notó el momento en el cual empezó a limpiar lágrimas
inconscientes, anestesiadas por la amargura—. Mami, p-por favor, te lo
ruego... Regresa.

—Taehyung, no puedo... Tu padre está molesto. Puedo conocer a tu novio en


otra ocasión, ahora estoy a nada de llegar a Daegu... Estoy en el baño del
bus, no puedo hablar contigo delante de tu padre... Por favor, entiéndelo,
hijo.

—Yo hice muchos esfuerzos por e-estar aquí, quiero que tú estés conmigo,
que estés presente el día de mi graduación —murmuró tan bajito, porque la
garganta le dolía, apretada por el nudo apunto de desatarse. Se sentía mal,
muy angustiado y solo, y sólo quería llorar e irse—. Mami... Te lo ruego,
todos mis compañeros están con su f-familia, si t-tú no vienes estaré solo...

—Taehyung, ya te dije que no puedo... No alcanzaría a llegar a tiempo y no


puedo hacer nada al respecto ahora. Tu padre... No puedo seguir hablando
contigo, hijo... Necesito volver a mi asiento.

— ¡No! ¡No me cuelgues! M-mami... Por favor, ¡soy tu hijo! —gritó, ya sin
poder retener el llanto y la angustia que le oprimía el pecho con desazón; las
lágrimas brotando de sus ojos con rabia, frustración y pena. Él se sentía
dolido y decepcionado—. ¡Estoy solo! Mami, por favor... ¡Si no vienes yo
estaré solo! ¡No puedes dejarme solo! Es mi graduación, mami...

—No puedo, Tae. Perdóname...

— ¡No! ¡Mamá, no me cuelgues! —el desgarrador sonido de su voz


rompiéndose cuando la llamada finalizó abruptamente, sin siquiera notar que
Jungkook estaba abriendo la puerta y viéndolo—. ¿Cómo...?

Fue lo único que Jungkook le escuchó decir antes de que se derrumbara entre
sollozos en el lavabo.

Nadie de su familia vendría a su graduación.

Entonces, no dudó un segundo en ir hacia él y acunarlo en sus brazos;


Taehyung lloró aún más.

—Nadie v-vendrá...

—Shh —le interrumpió, sobando su espalda en círculos, compadeciéndose de


la situación y de su niño que sabía se sentía indefenso y tan solo—, estoy
aquí.

—Me he sentido tan solo toda mi vida... ¿Por qué debo seguir estándolo?

—No estás solo, mi amor... —con sus manos acunó su pequeña carita llorosa
y triste—. Me tienes a mí y yo te tengo a ti, te estoy sosteniendo. Yo estaré
ahí, presente. Te quiero ver. Te estaré viendo recibir ese diploma, estaré
orgulloso de ti y estaré para ti. No estarás solo. Yo seré quien esté presente.

Y esas palabras fueron las correctas en todos los sentidos posibles.

—Bien... —Taehyung limpió sus lágrimas, estremeciéndose un poco más con


sus labios abultados—. ¿Lo prometes?

—Sí, te lo prometo; te dije que te amo y ahora te digo que no iré a ningún
lado.

Taehyung soltó el móvil y asintió, sonriendo débilmente pero con poco más
de estabilidad.

Se había mantenido fuerte durante mucho, había soportado todo lo que


muchos no soportarían por mucho y se había mantenido de pie incluso
cuando todo a su alrededor parecía estarse derrumbando. Entonces, con la
presencia de su madre o sin ésta, en soledad, él recibiría su diploma porque lo
merecía y porque ese era el fruto de sus esfuerzos.

Él no se podía rendir ahora, sin importar el dolor que sintiera por causa de sus
padres; él se pondría esa túnica y el birrete para recibir su diploma y se
graduaría.

—Bien, iré.

Y horas después, Taehyung estaba recibiendo su diploma y Jungkook estaba


aplaudiéndole mientras lo veía, totalmente orgulloso e importándole muy
poco las miradas de sorpresa de varios de sus estudiantes cuando lo vieron
ocupar el lugar que deberían haber ocupado los Kim.

Porque ese día, y en todos los días que siguieran, —en los más importantes y
en los más amargos—, estaría ahí; presente.
Simplemente lo sabía, lo presentía en el fondo de su ser.

Jungkook era su familia y Taehyung era su única persona.

Okay so, iba a publicar este capítulo ayer pero Dystxpian anda de
babysitter y no tenía mucho tiempo :-( Además hacía un caloraso e hice
un cardio enorme recorriendo todo un pueblo sólo para comer pizza y ni
siquiera me la comí :,( En fin, volviendo a lo importante...

Realmente, se me hizo muy bonita y especial la evolución que tuvieron


Kook y Tae desde los primeros capítulos hasta este capítulo:,). Si es que
ya lo notaron, su relacion ha tenido un gran avance, mas no lo suficiente
para que la tía Dystxpian lo aliñe un poco más...

Jijí

Este cap es uno de los más largos y por eso tuve que dividirlo en dos :-),
lo hubiera dividido en tres pero no quiero retrasarme tanto... Estoy
planeando hacer un parkour.

...

Estoy feliz y me gustaría actualizar más seguido, pero, seré transparente


con utds; yo tengo tiempos limitados y por eso a veces me demoro en
actualizar, adelanto harto apenas tengo tiempo y me gusta actualizar
porque siento que es, de cierta forma, un escape instantáneo de la
realidad cuando me hacen saber que se meten en la historia conmigo y
que logro transmitirles absolutamente todo lo que quiero UwU.

Pero...

Últimamente, no sé qué pasa y no estamos teniendo buenos resultados y


eso igual me bajonea porque es como lo que pasó con las maratones, pero
calm down que yo las ofrecía. Sin embargo, todo esto claramente
también toma una parte de mi tiempo y no puedo ser egoísta conmigo
misma.
*sigh*

Espero que estén súper bien, que estén comiéndose toda la comidita, que
estén teniendo una muy buena semana, les quiero mucho y les deseo
mucha felicidad~
71

Era una tarde cálida y serena cuando los últimos rayos de sol se comenzaron
a caer por entre los cerrillos del horizonte.

Aire fresco sacudía ligeramente a los árboles que se encontraban en la


avenida y el ruido del exterior era casi nulo, y era realmente tranquilizante.

Había sido uno de esos días donde parecía que en el exterior no había nadie
más que sólo ellos. Y, bueno, claramente, Taehyung se había aprovechado de
eso y había pasado la mayor parte del día en pijama y enredado entre las
sábanas mientras Jungkook trabajaba en su despacho. Pues, le había dado un
día de descanso para que sólo se relajara y lograra salir de su mente, cosa que
lamentablemente no había pasado.

Después del lío con sus padres, y después del desaire que sintió le había
hecho su familia, no había evitado no sentirse deprimido y un poco triste, y
tenía sus motivos para estarlo porque había sido algo importante para él; el
único que sí había estado presente había sido Jungkook y, a pesar de todo el
lío, aún quería presentárselo a su madre y a sus hermanos. Digamos que
desde hacía un buen de tiempo que Taehyung realmente había empezado a
considerar a su relación como algo relevante, serio y de importancia. Por lo
que, también él necesitaba claridad para saber con exactitud de que estaban
en la misma página. Porque, sea dicha la verdad, todavía seguía habiendo
muchas incertidumbres entre los dos y, si bien Jungkook difuminaba todo el
caos en su interior rápidamente, no podía ignorar el hecho de que, poco a
poco, su sistema había empezado a subyacer en las manos del hombre,
totalmente dependiente de cada uno de sus movimientos; la mala racha la
echaba hacia atrás, lo tapaba pasándolo por alto porque había sido así incluso
cuando no había nada entre ambos, y ahora todos los cables se empezaban a
cruzar.
Algo le sabía mal. Y la incertidumbre siempre había sido la madre de todas
las torturas de su mente cuando decidía enredar su mente con cuerdas
apretadas y un montón de inseguridades que, espesas, no tenían forma
alguna. Porque él sí había mirado durante varios minutos aquel bolso azul
con todo el efectivo que, finalmente, había optado por transferir de su cuenta
bancaria; no tenía ninguna culpa, ningún pudor o algún miedo, sólo se había
decidido por hacer lo que sentía que era lo correcto. Ya que, si quería
avanzar, tenía que mover los obstáculos que seguían interponiéndose en el
confín.

Esta vez, en serio quería que funcionara.

Solamente, lo amaba demasiado como para querer arriesgarse y oficializarlo.

Sin embargo, el estrés y la ansiedad llegaban sin previo aviso y pensamientos


que antes jamás había tenido comenzaban a regurgitarse sin sentido. Porque
lo que calla la razón siempre será todo lo que pide el corazón, inclusive
cuando, conscientemente inconsciente, Taehyung trataba de no hallarle la
quinta pata al asunto por susto a la verdad. Pues, claramente, creemos lo que
queremos creer y, en ocasiones, nos mentimos tanto a nosotros mismos que,
al cabo de un tiempo, las mentiras vuelven a retomar su camino y retoman la
verdad.

Y había estado divagando en demasía porque prefería divagar en cualquiera


de sus pensamientos oscilantes a saturar su visión con las obscuras
tonalidades saturadas que causaba un miedo ansioso por sacar conclusiones
apresuradas, y eso era triste pero era verdad.

[...]

Taehyung vertió el agua hervida en la taza de cerámica de estilo inglés, —


uno de los anticuados obsequios que Mingyu le había traído desde el Reino
Unido de alguna tienda atávica—, luego echó dos cucharadas de café y
revolvió.

Simple y amargo. Así era cómo les gustaba.

Sorprendentemente, a pesar de la brecha que parecía haber entre los


hermanos Jeon, ellos eran increíblemente parecidos; desde la peculiar
personalidad y ese inusual temperamento, hasta las muecas y gestos que los
caracterizaba cuando algo no les gustaba en lo absoluto. Había sido
ciertamente divertido verlos con aquella expresión en sus rostros que
anunciaba el desagrado que sentían en ese preciso instante después de la
discusión que sí sabía que habían tenido, y resultaba ser obvio que las cosas
entre los dos seguían un poco tensas; no era ajeno a las palabras e indirectas
que se decían con la obvia intención de molestar al otro.

Apenas Mingyu había llegado, mencionando haberle traído algunos


obsequios, Jungkook se había puesto de muy mal humor y lo había recibido
en la sala del despacho para poder charlar aquellos asuntos que no habían
querido nombrar en su presencia por alguna razón que desconocía. Y,
sinceramente, él se sentía desplazado por aquel inquietante misterio que los
envolvía en una discusión, y eso era siempre por cada vez que se encontraban
por si no fuera menos. Pero, por supuesto, ahí no radicaba el ruido que hacía
ecos en su cabeza, porque he ahí otra razón más para sentirse desplazado:
¿Qué se suponía que eran?

A Taehyung no le gustaban los secretos y no le gustaba la inquietud, ni


mucho menos sentirse tan jodidamente inseguro como llevaba sintiéndose en
cada vez que esa sensación angustiante se regurgitaba hacia arriba por
cualquier motivo que lo ameritase, y no era sólo una cosa suya... Porque ya se
habían dicho "te amo" y habían aclarado sus evidentes sentimientos por el
otro. Pero, entonces, si todo ya estaba esclarecido, sólo les faltaba ponerle un
nombre a su relación.

Desde que la duda comenzó a cosquillearle el estómago, pensó que quizás era
que estaba yendo muy rápido y que, probablemente, estaba adelantándose
con algunos pasos. Pero, en cuanto tuvo toda la considerable cantidad de
dinero en sus manos, —la que correspondía al contrato—, Taehyung supo
que estaban yendo a tiempo.

Los meses que habían compartido habían sido lo suficientemente cercanos al


año, e incluso podría concluir que había sido un año y un poco más, desde
que se conocían. Por lo que, ya no se sentía tan conforme con nombrar su
relación como si sólo fuesen una pareja. Él no quería asumir nada, quería que
esta vez fuese Jungkook quien tomase la iniciativa, o que, por lo menos, le
contara algo más sobre su vida porque no sabía las cosas básicas; aquella
noche en la cual se había derrumbado en los brazos de Jungkook por causa de
su padre, había decidido abrirse a él puramente y con todo su corazón, y le
había contado más de un par de cosas personales. Por lo mismo, era que se
sentía molesto.

Jungkook sólo le daba una que otra pista o algunos datos, y eso no era justo;
lo que había entre los dos no era un juego. Y ya no se sentía conforme; él
quería más. Quería sentirse totalmente seguro con lo que estaban teniendo
porque por cada día que pasaba el lazo entre ambos se afianzaba más y a tal
punto, que ya se sentía como si fuesen sólo uno y, si bien al principio eso le
hubiese aterrado y le hubiese crispado los nervios, ya no lo hacía más; había
perdido el miedo y todo lo que estaba deseando era que Jungkook también lo
hiciera. Pues, quería tener el derecho a saber e indagar más; quería ponerle un
nombre a su relación.

Y el asunto había surgido desde aquel día en el que se había comportado


como si él fuese todo lo que necesitase para que todo estuviese bien,
tomándose todo el control de la situación para despojarlo de los nervios y
caótico sistema.

Así que, ahora comenzaba a pensarlo seriamente; en planteárselo.

Taehyung quería tener esa confianza cegadora por la intimidad y seguridad,


un punto a favor para hacerse llamar su novio con todo el derecho que la
palabra le prometería. Era eso todo lo que podía estar anhelando con ansia
abrumante.

Por otro lado, también había varios asuntos que le tenían con más que un
poco de estrés, como por ejemplo comenzar a buscar un empleo rápidamente
y, tal vez, un apartamento porque, por si no fuese suficiente con todo, ellos
tampoco habían hablado sobre su convivencia.

Simplemente, estaba empezando a pensar y reconsiderar todos los asuntos


que le tenían sintiéndose curioso y que, poco a poco, e inconscientemente,
también empezaban a incomodarle.

No obstante, tampoco era como si ellos se llevaran mal o tuviesen problemas


conviviendo, porque no era así, sino que todo lo contrario; no tenían ningún
problema y se llevaban muy bien debido a que se dividían las tareas del
hogar, aunque, la mayor parte del tiempo por ajustes de horario, era
Taehyung quien cocinaba casi siempre. Pero, todo lo que concernía a su
convivencia encajaba perfectamente bien en aquel ámbito, y simplemente
había cosas que Taehyung sabía que necesitaban conversar, ya que, de alguna
forma u otra, era esencial: la comunicación. Por ende, mientras inhalaba el
olor del café, fuerte y espeso, decidió que le entregaría el dinero a Jungkook
para hacerle saber que lo que él sentía siempre había ido mucho más allá.

Sólo tenía que encontrar la forma adecuada de hacerlo.

—Felicitaciones por tu graduación —Una mano pesada presionó su hombro y


dándole un ligero apretón le hizo sobresaltarse.

Mingyu le sonreía de manera cordial por vez que pasaba por su lado,
tomando una de las tazas de café.

Taehyung rió ligeramente y asintió.

—Gracias.

—Jungkook me dijo que habían tenido una cena privada, ¿no fuiste a celebrar
con tus amigos?

Aquella mención le hizo sentir un retorcijón, porque no quería hacer mención


del tema íntimo que Jungkook le había prometido mantendrían en privado.

—Hum, preferí ir con Jungkook y pasar el rato, juntos...

—Oh, claro... —Mingyu elevó las cejas denotando un deje de sorpresa que,
de hecho, se parecía más una mueca, y le hizo sentirse ciertamente extraño—.
Bien, déjame ayudarte con todo eso. Jungkook atiende una llamada y me
pidió que te ayudara para que no vayas a derramarte el café encima.

—Oh, está bien.

Taehyung le entregó la bandeja con las tazas y él mismo tomó la otra bandeja
con platillos y postre. Sólo estaba siendo amable, como siempre. Pero,
algunos comentarios de Mingyu siempre iban en direcciones que no podía
identificar.

Una vez llegaron al living, Jungkook les miró de soslayo y finalizó la


llamada.

—Entonces, tienes que empezar a buscar un trabajo o algo así por lo pronto...

Taehyung asintió un poco emocionado, a punto de contestarle, pero fue


jalado de su cadera por el brazo de Jungkook, quien lo sentó a su lado y lo
atajó en su costado con recelo.

—No es necesario —Le interrumpió, tomando una de las tazas y


recostándose en el respaldar del sillón; Taehyung frunció el ceño de repente,
pues, le había parecido un tanto presuntuosa la respuesta de Jungkook—. Yo
renuncié a mi trabajo en la universidad para trabajar en la empresa, ¿no es eso
lo que querías?

—Oye —Taehyung se sintió molesto porque no le gustaba para nada el


rumbo que las cosas estaban tomando.

—Claro, pero no pensé que te lo tomarías tan en serio —La respuesta era, en
definitiva, muy desafiante y, claramente, iba con la intención de denotar la
evidente pasivo agresividad de la hermandad Jeon—. De todas formas, ¿qué
es lo que estás considerando hacer? Porque, yo creo que no me ha quedado
totalmente clara tu intervención en la pregunta que iba dirigida a Tae; no a ti.

Taehyung se sintió tensar, entonces vio cómo Jungkook apretaba la


mandíbula y desviaba la mirada hacia su taza para tomar un sorbo de su café.
Se sintió, de forma inevitable, muy incómodo en la disputa.

—Es mi empresa, es mi editorial y yo sé lo que hago con la jefatura de


ambas, ¿no es así? Estuviste insistiendo por esto más tiempo del que creo que
podría ser suficiente y ahora que finalmente lo hago... ¿Qué es lo que
pretendes, hyung?

—Que hagas lo correcto, Jungkookie.


Taehyung se removió en el asiento, inquieto, mordiéndose el labio con cierto
nerviosismo. Sabía que Jungkook estaba molesto, podía presentirlo en el
toque que ejercía en su cadera, apretándolo con fuerza medida pero posesiva.
Temía que la discusión empeorara.

—Y... Según tú, ¿qué es lo correcto? —Contraatacó de nuevo, su mirada era


dura y se volvía aguda por cada segundo que pasaba; Taehyung se recostó en
su hombro y acarició su muslo con suavidad.

—Tranquilízate, Ggukie...

—Taehyung era tu alumno, Jungkook-ah... —una sonrisa sardónica se dibujó


en sus labios y le hizo sentirse ciertamente avergonzado—. Cuéntale porqué
lo hiciste, porqué renunciaste a tu trabajo y con qué idea.

Taehyung se alejó un poco y frunció el ceño, no entendía nada y eso lo tenía


más que sólo un poco frustrado.

—Okay, ¿qué demonios está sucediendo entre ustedes, imbéciles? —Dijo,


con sus mejillas ruborizadas por la molestia y el malogro que le causaba su
muy mala relación—. ¿Qué es lo que están hablando? ¿Cuál es el misterio?

Jungkook se fregó el rostro y desvió la mirada.

—Renuncié porque tuve la oportunidad de hacerlo, y de hacerme cargo de mi


empresa... Yo sé que la editorial de mamá es una de las mejores y sólo pensé
que sería una buena oportunidad para ti trabajar ahí.

Taehyung lo comprendió y se sintió cansado, realmente cansado. Todo lo que


había estado pensando últimamente tenía sentido y se desembocaba en el río.

—En conclusión, Taehyung... Jungkook quiere que vuelvas a trabajar para él.

—No.

Jungkook levantó la mirada y se vio molesto también. Pero, no era justo; él


ya no quería seguir estando involucrado laboralmente con quien era su pareja,
y quien también había sido su profesor. No quería caer en el mismo juego
para sentirse como la prostituta del jefe otra vez. Él quería ser su pareja
oficial.

—No, Gguk-ah. Eres mi pareja, no voy a trabajar para ti de nuevo; buscaré


un trabajo y éste no será en tu empresa.

Primera vez que Dystxpian publica a esta hora y sí, le tengo miedo al
éxito... xD

Bueno, mi gente. Quiero decirles que este capítulo me gusta pero me


asusta, y yo no me sentía muy segura de cómo quedó y aunque lo edité
varias veces... Bueno, es lo que hay. Pero, el siguiente capítulo... Ese me
gusta.

Jijí. Quiero hacerme un parkour, pero... ¿Están conmigo?

Porque, si es un sí, créanme que tendrán a la Tía Dystxpian poniéndose,


finalmente, al día con todas sus historias 7u7

Y lo otro... No sé si se los mencioné en anteriormente, pero, quizás, es


una buena idea que vayan preparando sus pañuelitos.

Pdta; he tenido algunos problemas personales estos días, muy feos a


decir verdad, y no me sentía lo suficientemente animada como para estar
escribiendo o editando o inclusive publicando. Creo que las cosas van a
mejorar para todos nosotros, pero a la vez estoy con la incertidumbre.

En fin, nos estamos leyendo, les adoro mucho, espero que sean muy
felices, que tengan una semana llena de cosas bonitas y especiales y que
estén rodeadxs de amor~
72

Después de estudiar por tantos años, después de haber leído y analizado


tantos libros de antaño, e incluso después de haber trabajado durante bastante
tiempo para quien en ese entonces era su maestro —y uno de los más
estrictos de todo el departamento del área de artes—, para Taehyung fue
inevitable no concluir que el mundo ficticio, a pesar de estar disfrazado por el
capullo de una flor, en realidad era una jaula fría y obscura; no todo es
romántico, cliché o trillado, ya que, a veces, sólo es la ilusión de una dulce
mentira para convencernos de que ciertas situaciones dan cabida a algunas
conductas, mas no se puede justificar por ningún medio dentro del raciocinio.
Y, por ende, Taehyung también puede deducir que no podemos mentirnos a
nosotros mismos por tanto tiempo y, aun cuando todavía es ciertamente
inconsciente de ello, sabe que, tarde o temprano, terminara cediendo, y
dejando a un lado la negación y la forzada inconsciencia que se ve causada
por la cegadora venda de la fantasía. Porque, en algún punto, es necesario
enfrentar el mundo real cara a cara. Muy violentamente.

Un par de días habían pasado, pero seguía sintiéndose indispuesto, inclusive


el día en el que su madre le había marcado incontables veces y en el que
Seokjin le había pedido hablar urgentemente. Claro, aún estaba sentido, y
sólo prefirió ignorarlos hasta que su cabeza se refrescara un poco del asunto.

Sin embargo, las cosas estaban poniéndose cada vez más tensas.

Recordaba hace algunos meses atrás cuando la incertidumbre le había


causado más de un par de estragos en la psique y enredándolo entre sus
propias cuerdas, tomándolo inadvertido sobre sus carencias y sobre sus
complejos más íntimos, llevándolo al borde del acantilado para aceptar la
liberación de sus cadenas. Y, sinceramente, no importaba cuánto hubiese
luchado contra las convicciones de su padre homofóbico y retrogrado, no
podría cambiar sus paradigmas tras años de acérrima costumbre patriarca; las
chicas seguirían siendo tan suaves, lindas, pero jamás causarían el efecto que
se suponía "deberían" haber causado.

Siempre había mirado a sus compañeras de secundaria desde lejos, con


nervio, había analizado su comportamiento y había querido entender por qué
no sentía nada, ni siquiera un índice de atracción por ellas; no importaba qué
tan bellas fuesen, o la cantidad de maquillaje que ocupaban, ninguna de ellas
nunca pudo llamarle la atención como lo habían hecho los chicos.

A veces, se sentía desconcertado y descoordinado sobre sus pensamientos


más íntimos. Las chicas eran bonitas y suaves y lindas y tiernas, o al menos
aquella era la percepción que tenía de las chicas que él había conocido a lo
largo de su vida. Pero a través de los años también logró comprender que las
chicas tenían una fortaleza peculiar y que no necesariamente tenían que ser
femeninas y que tampoco debían seguir los estándares que la sociedad
imponía. Los tiempos sí estaban cambiando y estaba orgulloso de ello.

No obstante, él, dentro de todas sus inseguridades y dudas, seguía haciendo


de las comparaciones un agrío paralelismo.

Era inevitable el seguir atado en el inconsciente, habitando en el complejo lío


de sus emociones y agridulces divagues, subsistiendo en la dependencia de
un amor que sabía, poco a poco, había terminado por consumirlo con un
carácter, cegadora y tristemente, resiliente; aquellas apretadas cadenas de
dependencia que había descubierto lo ataban a Jungkook y comenzaban a
erosionarle la piel, llevándose sus miedos a la cama y aceptando sus secretos
con vacilante duda.

Él era torpe, patoso y ciertamente enclenque, un tanto risueño y la ternura que


sus cercanos le hacían saber poseía, lo convertía en un chico dócil y
agraciado, adorablemente manejable y cariñoso. Era un chico un tanto
particular y, bueno, desde un principio Jungkook había sido capaz de notar
aquello. Él era su chico, con sus ojitos de miel y palabras implícitamente
indulgentes, bondadoso y tan afable. Era suyo de todas las formas
existentemente posibles. Porque se había metido bajo su piel, corrompiendo
su médula y deteriorándolo poco a poco del querubín que estaba dejando
atrás toda la inocencia. Manchado y sin culpas.
En medio del placer y escalando en base a cada uno de sus alientos
suspirados, consumándose en la pasión que logró enredarlos entre las sábanas
color crema, con la esencia de sus sentimientos, impregnándose en las
cavilaciones de estos profundos designios, inundándolo de un romántico y
agridulce afecto aflictivo, colmándose con desesperación y frustración por
conseguir lo que jamás podría ser suficiente: todo su amor, intenso,
enviciante, grotesco, e impetuoso en un mar de apegos y aflicción. E incluso
así, lo seguiría amando y sin importar qué. Lo ama con la fibra más sensible
de su ser, y se puede cargar sus temores.

Los problemas con su familia parecen mínimos y puede dejarlo todo por él;
ha perdido cierta cordura, pues se sentía embriagado, completo de emociones
que, saturadas, no le permiten ver los contrastes entre el antes y después.

Jungkook ha estado ahí cuando nadie más ha estado, y eso es suficiente para
él.

Jungkook es esa parte esencial de su vida. La parte esencial de su día a día


que le hace querer seguir adelante. Y sabe que podría dejarlo todo por él.

Pero, sus ojos mirando con transparencia sí logran percatarse de la sonrisa


que le regala a esa mujer que, con un aire de sensualidad oculto, le sonríe de
vuelta; la bilis le arde con amargura en la garganta y se le sube con acidez
hacia arriba, llenándolo de un desagrado y molestia ansiosa que le oprime el
pecho.

Entre sus dedos sujeta el frasco de mermelada, baja la mirada mientras lo deja
dentro del carrito de supermercado, mordiéndose el labio con más fuerza de
la necesaria, producto de la incomodidad engorrosa, sintiéndose molesto.

Jungkook a su lado, despabilando, le dice sobre algo acerca de las frambuesas


y la mermelada de calabazas. No lo entiende, y lo pasa por alto, ignorándolo
al saber que ya han terminado de completar los víveres, que necesitan ir a la
caja.

Se siente pesado y cansado, pero aun enojado le dice: —No iremos a esa caja.

Su voz suena vinagre, jodido, y advirtiéndole su enfado a través de esta


ínfima acción. Simplemente, ella no le agrada y no tiene que agradarle
tampoco. Él lo sabe.

Al parecer, Jungkook se sorprende, alza las cejas con asombro por el


repentino cambio de humor y le mira con un ápice de confusión y un ápice de
duda. Está actuando como si no supiera de qué se trata y Taehyung lo sabe.
Pero, no dice nada más y sólo se disponen a ir en busca de otra caja para
pagar.

Sin embargo, la suerte no está a su favor cuando la última caja con menos
personas en la fila se cierra y entonces no les queda otra opción más que ir
hacia la caja que está más vacía.

Jungkook se ve un poco nervioso y le mira en todo momento, tratando de leer


su expresión. Pero, Taehyung evita su mirada, enojadísimo, y sólo se
apresura a sacar las cosas del carrito.

—Buenas tardes —Saluda la chica con su voz fresca y suave. Lleva una
coleta, las uñas con esmalte color escarlata y poco maquillaje. Se ve joven.
Veintiséis años debe tener, tal vez. Quizás, veintiocho. Pero, es bonita;
transmite un aura de sensualidad femenina con su rostro ovalado. Se llama Ji
Eun. Está en placa dorada en su bléiser—. Ha pasado un tiempo, ¿eh?

Taehyung la mira con obviedad, un deje de superioridad que sólo para él pasa
desapercibido, empero, para los demás es muy notorio mientras deja las cosas
sobre la caja para pasar los productos.

—Buenas tardes —Escucha decir a Jungkook, con voz apacible y esa


estúpida sonrisa en su rostro de galán. Su rostro se ve imperturbable y
bondadoso—. Sí, ha pasado un tiempo... Hoy decidimos hacer las compras
del mes y...

—Gguk. —Taehyung frunce el ceño porque, ¿por qué se está molestando en


entablar una conversación con ella? No necesita darle explicaciones. Se
siente cada vez peor y odia sentirse así porque antes jamás se sintió de esta
forma tan fastidiosa y repulsiva.

—Taehyung.
— ¿Qué? —Responde con arrogancia e irritación, dándole un vistazo
receloso a la chica, que se mantiene muy pendiente del intercambio entre los
dos.

Jungkook lo mira nuevamente, ahora irritado por su actitud que no


comprende en lo que supone demostrar, pero que, muy en su interior, sí lo
hace. Sabe por qué le pone tan mal y, aun así, sigue esmerándose en entablar
diálogo con esta desconocida. O eso es lo que piensa Taehyung.

—Es bueno verte por aquí, Jungkook... ¿Cómo has estado? —Cuestiona con
una sonrisa llena de algo que no puede identificar en medio de sus molestias
y desagrados nacientes en el fondo de sus entrañas—. Al final, no volví a
verte y me despidieron de la tienda de helados... Fue una pena...

— ¿Por qué habrá sido eso...? —Comentó con sarcasmo, sin siquiera
pensarlo dos veces, dejando que el pensamiento se filtrara por sus labios y
siendo un poco, demasiado, obvia la antipatía injustificada que tenía con
respecto a la chica. Sólo le desagradaba en demasía.

—Taehyung. Basta.

El aviso de Jungkook sólo le hizo bufar, esperando que sólo hiciera su trabajo
rápidamente para largarse de ahí.

—Qué molesto... —Murmuró a regañadientes, rodando los ojos con hastío y


lo que más le sorprendió, incluso aunque le molestara admitirlo para sí
mismo, fue que aquella chica le mirara con evidente disgusto.

Sintió un nudo en su estómago, apretándose y ardiéndole muy en su interior.

Se sentía mal, con una presión inexplicable que le hacía rabiar y querer llorar.

Jungkook se alejó de su lado, sacando la billetera de su bolsillo y chocando


su hombro antes de pasar al otro lado para pagar e, incluso si Taehyung se
negó a ello, éste sólo le miró mal y le ignoró.

Genial.

Taehyung se sintió avergonzado y la chica lo miró de reojo, elevando una


ceja, demostrando comprender lo que sentía. Eso le jodió, mucho, porque
Jungkook estaba parado a su lado, mostrándose alto y serio, imponente sobre
él y con un claro deje de dominancia por sobre su persona. Y sintió sus
mejillas teñirse de rojo, con vergüenza, cuando lo vio recibir la boleta y
tomar las bolsas.

—Gracias, Ji Eun. Supongo que hablaremos en otra ocasión cuando


Taehyung no se sienta tan evidentemente indispuesto. Excúsalo.

Okay, el comentario había sido tajante y rotundo.

Probablemente, se había enojado también.

Por lo mismo, cuando Jungkook se despidió de la chica, sin siquiera


esperarlo, Taehyung se puso furioso. ¿Qué mierda estaba pasando? No
entendía, no tenía idea, pero esa chica sí le desagradaba. Estaba seguro,
mucho más que seguro, de que la chica se sentía atraída hacia Jungkook. Era
obvio. Le hablaba de una forma sugestiva y lo tuteaba. Eso no era justo. No
para él.

Se sentía en serio muy amargo y frustrado.

Y no le sentaba bien ese sentimiento.

Una vez en el auto, Jungkook encendió el motor y aceleró, trayéndole


aquellos aflictivos recuerdos de una de las primeras discusiones que habían
tenido hace algunas semanas atrás. Era como un dèjá vu. Otra vez. Y, eso le
amargó. No le gustaba pelear ni discutir, pero, sus personalidades eran
demasiado opuestas y eso causaba un contraste de tonalidades en sus
parámetros.

—Okay, pero... ¿De dónde se supone que vino toda esa actitud de mierda?

Taehyung suspiró con abatimiento, mirando el paisaje a través de la ventana


con atención antes de dirigir su mirada a él. Jungkook mostró su expresión
con dureza mientras conducía con brillo severo en sus ojos obscuros, sus
músculos rígidos mientras apretaba el volante entre sus dedos. Sus manos
grandes con la piel nívea se contraponían con la tela de la camisa negra que
llevaba puesta.

—Te estoy hablando, maldición.

Jungkook era atractivo. Era jodidamente caliente y podía entender a esa


chica, después de todo, también había caído por sus encantados masculinos y
aquella actitud de Señor; su madurez era un inusual atractivo que podría
poner prueba a cualquiera que se atreviese a negar lo llamativo que él era con
esa crueldad y severidad que lo caracterizaba. Pero, era Taehyung quien se
había enamorado de aquel hombre cruel que le fascinaba con cada uno de sus
defectos y que se suavizaba sólo cuando se trataba de él.

—Joder, Taehyung, respóndeme.

Jungkook era suyo, tanto como él le pertenecía.

— ¿Por qué dejas que esa chica coquetee contigo? —Le dijo. Directamente y
sin preámbulos—. ¿Crees que soy estúpido, Gguk-ah? Yo sé que le gustas, es
obvio.

—No hables así. No eres así, Tae. Esa mierda no calza en tu boca. Ji Eun
tiene pareja, ella no gusta de mí y sólo es amable conmigo. Nada más.

Taehyung rodó los ojos, espirando una exhalación.

—Claro...

Jungkook apretó la mandíbula, lo miró por el rabillo del ojo mientras giraba
el manubrio del auto para salir hacia la autopista e inhaló con pesadez. Él
estaba molesto. Taehyung lo sabía. Pero, tenía sus motivos.

—Sólo nos encontramos un par de veces, Tae. Ella me atiende y


conversamos un poco. Ji Eun es sociable.

Touché.

—Así que, ese es el motivo por el cual ya saben sus nombres y todo, ¿no?

—Puedo tener amigas y amigos. Cuando yo quiera.


—Apenas la conoces, ¿no es lo que dijiste?

—Sí, pero es mi asunto; no el tuyo.

Taehyung ahogó una risa ácida.

—Entonces, yo también puedo tener amigos y amigas cuando yo quiera.

Jungkook apretó los labios y sólo guardó silencio hasta llegar a la casa.

Ahora ambos estaban indispuestos con el otro.

[...]

Taehyung se sentía deprimido y nauseoso. Estaba echado en el sillón de la


sala, estirado y recostado contra los almohadones por vez que veía algún
programa en la televisión mientras la noche descendía sobre la ciudad.

Estaba triste y tenía un mal sabor en la boca del estómago. Era molesto y tan
agrío como la hiel del acre; sentía un nudo incómodo apretándole la garganta
e insuficiencia inestable acechándole la bilis.

Desde que había llegado a casa, habían pasado un par de horas y para el peor
de sus lamentares culposos, no habían intercambiado ni una sola palabra; con
Jungkook las cosas se ponían tensas, y no le gustaba eso. No entendía cuál
fue el momento en el que las cosas se habían empezado a poner raras. Quizá
había sido desde la llegada de Mingyu. Quizá sólo eran sus inseguridades, y
aquellos temores que Jungkook ocultaba. Quizá era todo mezclándose de
forma incierta.

Tras la discusión, ambos habían separado sus caminos. Jungkook sólo se


había dispuesto a ir hacia su despacho, pegar un portazo significativo
mientras iba a resolver los asuntos que concernían con su empresa y editorial.
Y, claro, como estaban enojados, no se dirigían ni la mirada. Así que, él
había decidido ver la televisión. Por su parte, ver una serie, o una película,
sonaba mejor que estar pendiente de lo que no podía tener bajo control.
Porque debía intentar despejar su cabeza y no quería seguir martirizándose
con sus hesitaciones. Y, aunque le costaste la opresión en el pecho, lo pasó
por alto.

Estaba pendiente de lo que Leela iba a hacer con la súper nave espacial y los
mini marcianitos que aparecían en aquel episodio cuando un mensaje le sacó
de su mente, distrayéndolo. Y, bueno, aparentemente, sus amigos y algunos
de sus compañeros de clase se habían ido de parranda y se la estaban pasando
en grande para celebrar su evidente libertad académica.

Taehyung se sintió un poco divertido por lo que Yoongi le texteaba y,


después de un rato, habían terminado por planear salir a beber juntos a otro
lado.

«Podemos ir a ese pub cercano a Hongdae, me dijeron que tienen


descuentos», leyó, riendo levemente por lo bajo. Se sentía ciertamente
eufórico y nostálgico, porque hacía un buen de tiempo que no salía con
Yoongi o Baek.

Tecleó: «Claro que voy si hay descuentos, planeo emborracharme hasta


perder la consciencia, ¿deberíamos llevar a Baek? ¡No tiene filtro!»

«Baek se fue con SunJu y su hermanastro pendejo. Creo que seremos sólo tú
y yo, lo siento... Pero, en el trayecto nos alcanzan. Baek en serio quiere verte:

Taehyung lo sabía: «Bah, cómo que sólo Baek quiere verme, ¿tú no?»

«Eres un culo arrogante, Kim Taehyung.»

Taehyung rió suavemente.

«Secretamente sé que me adoras, chico malo:)»

Sintió una sensación cálida que duró un par de segundos; era entrañable.

Estaba planeando bañarse e ir a cambiarse, porque aún estaba en pijama,


pero...

En el instante en el que pensó hacerle una llamada a Yoongi para preguntarle


dónde estaban exactamente y pedirle que le recogiese, Jungkook llegó a la
sala y se sentó en uno de los sillones a su lado, mirándolo de reojo, con las
mangas de la camisa arremangadas hasta los codos y bebiendo whiskey
directamente de una botella. Se veía más serio de lo normal y tenía una
extraña expresión en su rostro. Se veía imperturbable e imponente. Y le causó
un escalofrío.

Mirándolo por el rabillo del ojo, mordiéndose el belfo inferior con fuerza,
notó que sus facciones varoniles lucían tétricas en la oscuridad de la
habitación, las luces de la televisión les iluminaba vagamente; le vio hacer
una mueca cuando el whiskey atravesó su garganta con otro sorbo áspero
que, considerablemente, disminuyó el líquido en la botella.

Se preguntó cómo era que las cosas habían dado este giro tan brusco, y era
que tampoco entendía qué estaba pasando; habían tantas razones y a la vez
éstas lo rebasaban, dejándolo vacío y con un sinsentido de cuestiones a las
que no se le daba una explicación lógica en medio de sus divagues. Pero,
muchas veces las cosas no salen cómo queremos y hay un detonante que
irrumpe, dando paso al ineludible caos.

—Entonces qué, ¿estás haciéndome la ley del hielo o algo?

Tan sólo aquella mención hizo que Taehyung temblara, percatándose apenas
y percibiéndose ser el foco de su intensa mirada, que estaba llena de algo que
no sabía cómo identificar. Era parecida a una advertencia, así que trató de
pasarla por alto e intentó concentrarse en la conversación del chat grupal que
estaban teniendo en chat con sus amigos y ex compañeros de la universidad,
mas él no pudo seguir ignorándolo cuando aquella mirada impenetrable
seguía fija en sí.

—Se supone que yo debería estar enojado, no tú... —Le dijo Jungkook,
riendo sin ningún ápice de gracia mientras le daba un vistazo a la televisión,
todavía e indudablemente borracho, haciéndole sentirse cohibido e inquieto.
Había visto a Jungkook beber y lo había sentido tomado, pero jamás había
lidiado con él o contendido en medio de la embriaguez—. Vamos, deja esa
mierda y háblame.

Taehyung exhaló y deslizó sus piernas por la superficie del sillón, haciéndose
un ovillo lentamente, cuando Jungkook se sentó en el espacio desocupado
con confianza mientras le miraba con una ceja alzada.

Taehyung bufó y volvió a tratar de concentrarse en su móvil, pero, las manos


grandes y cálidas de Jungkook se escurrieron por sus piernas con suavidad...
Y, de pronto, él estaba poniendo sus piernas sobre su regazo y masajeando
sus tobillos; la botella estaba sobre la mesita de centro, en la televisión
pasaban un anuncio y el viento ondeaba la cortina de la ventana que había
quedado abierta.

—Siempre he amado tus piernas... —Susurró, su voz apaciblemente áspera y


dos tonos más baja debido al alcohol, llamando su atención de inmediato con
las caricias que distaban de la sobriedad de un amor desbordante—. Siempre.

Su estómago se estremeció. Porque sentía una extraña sensación conflictiva


en su interior. No sabía qué era lo que sentía y eso lo ponía muy mal, porque,
a la vez, no sabía qué hacer ni cómo abordarlo.

Sin embargo, Yoongi texteó y la notificación iluminó su rostro.

«Entonces, ¿estás viniendo?», boop (sonido de notificación).

«Si quieres puedo recogerte:)», boop.

Jungkook afianzó el agarre y frunció el ceño; Taehyung sintió que su corazón


latió fuerte contra su pecho.

— ¿Con quién estás hablando, Tae?

Taehyung tragó duro e intentó bloquear la pantalla, mas no pudo hacer nada
al respecto cuando Jungkook ya había alcanzado su móvil para verificar de
quién se trataba.

He vuelto. Sí, gente. Dystxpian's back, finalmente... Pasaron algunos


días, ¿cómo les va? Espero que bien, mis nubecitas preciosas UwU. Yo
ando un poco cansada pero retomando mis cosas y pendientes UwU,
aunque ya salí de vacaciones 7u7
Bueno, este capítulo tiene dos partes y estén atentxs a las actualizaciones
UnU

Les quiero y les deseo mucha felicidad y saludo y amor y muy buena
energía~
73

Taehyung tragó duro e intentó bloquear la pantalla, mas no pudo hacer nada
al respecto cuando Jungkook ya había alcanzado su móvil para verificar de
quién se trataba.

— ¿Qué es esto...?

Carajo, pensó, sintiendo un mal sabor en la boca del estómago,


retorciéndose.

Pasaron más de un par de segundos en los cual se quedó paralizado en su


lugar sin saber qué hacer o decir, después de todo, sabía que Jungkook se
molestaría y muy probablemente no podría rebatirle; el volumen de la
televisión disminuyó considerablemente en su percepción auditiva cuando le
oyó gruñir por lo bajo, evidentemente enojado.

—Debes estar de joda... Estás jodiéndome, ¿no es así? —Le escuchó bufar,
su rostro desfigurándose por el disgusto. Pero, claro, Taehyung
lamentablemente sabía que era malinterpretarle lo que él había escrito por
chat anteriormente—. ¿Qué se supone que es esta mierda? ¿Una idea de
venganza o qué?

Apenas pudo reaccionar cuando el apretón en su tobillo se hizo doloroso y


sus piernas cayeron a un costado mientras Jungkook se incorporaba del
asiento del sillón. Él en serio estaba molesto, y no sabía cómo poder
abordarlo.

— ¿Qué? N-no... No es n-nada de eso, déjame... —Intenta hablar, mas su


voz se apaga y se desgasta en el trayecto, silencioso, cuando lo ve caminando
hacia un costado con el entrecejo fruncido y una mueca de desagrado ácida.

Maldición, las imágenes se reproducen en su mente como una amarga tortura,


las palabras hacen eco y arrepintiéndose de haberse dejado llevar por los
celos.

Fue una mala idea.

— ¿Dejarte qué? En serio eres tan estúpido como para... —Lo ve deslizar su
dedo hacia abajo con rapidez por vez que sabe está leyendo la conversación,
haciéndole entumecer con una sensación de ardor corporal muy extraña; no
quiere hacer algo al respecto porque no ha hecho nada malo y quiere que él lo
comprenda. Pero es demasiado y no puede evitar no entrar en pánico—. Dios,
en serio no entiendo qué es lo que está pasando por tu cabeza...

Levantándose del asiento, camina hacia él con una expresión de agotamiento


y frustración, queriendo alcanzarlo para entablar una conversación civilizada;
en su culpabilidad por las palabras que escogió escribir como forma de
desahogo, sabe que muy probablemente ha cometido un error.

—Sólo estaba molesto, y en serio no lo escribí en ese sentido... Tú sabías que


ella a mí no me agradaba, no la quería volver a ver y tú solo...

Taehyung hizo el amago de tomar su mano, mas Jungkook se alejó, brusco.

—Entonces, tu idea de vengarte de mí fue utilizando al imbécil ese, ¿no?


Pues, claro, tú bien que sabes que ese bastardo a mí tampoco me agrada —
Jungkook apretó la mandíbula con los ojos humedecidos y oscuros,
tosquedad definía su rostro maduro y audaz, intimidándolo con facilidad
escalofriante mientras sus manos sostenían el móvil con determinación y las
venas marcándose; la obvia irritación que sentía le sentaba mal con el alcohol
ingerido, causando el efecto secundario efectivo, algo destructivo con veneno
exaltante producto de la vehemencia del mal querer que la situación les
prometía; los celos—. Te dije que no quería verte cerca de ese hijo de perra
otra vez, ¿no? Y, ahora, qué es lo que haces... Tratas de vengarte, ¿es eso
lógico?

El malogro que el contexto regurgitaba con efervescencia sólo provocó


mucha tensión, más de la que era necesaria. El punzar en sus cienes golpeó,
constante, machacando su soporte endeble, haciéndole exaltarse con el fiasco
bochornoso del contexto en el que se veían envueltos, otra vez, por un
estúpido y equívoco error.

— ¡Respóndeme por una mierda! —Gritó, haciéndole sobresaltarse,


causando un dolor profundo cuando la característica mirada de dulzura,
aquella que había acostumbrado a recibir de su parte, se deformó grotesca, y
se transformó de forma repentina en un inigualable gesto de desagrado e ira
—. Joder, es que no lo puedo comprender... ¿Por qué querrías hacer eso?
¿Por qué le dijiste esas mierdas específicamente a él? ¿Por qué, Taehyung?

La presión de querer hablar y no poder hacerlo por desesperación, lo envolvió


en exasperación y le causó un ápice de disgustosa ansiedad en el pecho. No le
gustaba sentirse así, y tampoco podía retroceder el tiempo atrás; sólo afrontar.

—No, absolutamente no. Sólo... Sólo surgió, ¿bien? —Su propia voz sonó
con un deje de inestabilidad porque, de pronto, le dolía la garganta. Y
Jungkook se veía molesto y amargado, imponente y alto sobre sus pies,
inmenso, dejándolo sintiéndose pequeño y realmente mínimo después de
haberle gritado; no podía culparlo, pero, quizás, ambos habían cometido un
error sumamente estúpido y tan pequeño, que ahora sólo se estaba
masificando debido a la angustia. Tenía que darle una explicación—. No fue
una idea de venganza ni nada por el estilo, Gguk-ah. Sólo estaba
descompuesto. No me sentía bien, y estaba triste porque estábamos molestos
y... No es lo que crees. Te lo prometo.

— ¿No? —Preguntó con una risa sardónica, mordiéndose el labio inferior


con fuerza mientras lo miraba con un índice de dolor en su mirada—.
Entonces, cuéntame a mí sobre tu día porque, al parecer, yo fui el problema
que hizo de éste una mierda nefasta, ¿no?

Taehyung sintió un retorcijón en las tripas; la hiel en su saliva resecándole los


labios con acre en la bilis.

—No es lo que quise decir, lo sabes. Tú no eres el problema, es sólo que...

—Te sientes inseguro sobre mí, ¿no? —Susurró, desviando la mirada—. Si


no es eso lo que quisiste decir, entonces el problema es que no confías en
mí... Pero, dime, ¿qué es lo que quieres que haga para demostrarte que a mí
no me gustan las mujeres? Dilo. Porque, contrario a tu idea, esa zorra no se
ha estado viendo conmigo a tus espaldas, Taehyung.

Touché.

Sus viseras se removieron con incomodidad y la inseguridad le hizo dudar,


las manos le sudaron y empuñó la tela de su pantaloncillo de pijama.

—Sólo nos encontramos un par de veces en la calle y charlamos. Como


gente.

Taehyung quiso decir algo, mas no sabía qué decir. Después de todo, no
sabría cómo decirle a Jungkook que para él no eran sólo celos, o algún
problema que no estaba tomando a la ligera por inseguridad. Era uno de sus
líos más complejos y algo de lo que no podría hablarle a otra persona tan
libremente; era sensible, le costaba asimilarlo y no lo podría aceptar sin
echarse a llorar con rabia y pena.

Todo se mezclaba terriblemente.

—Ella... Ella no me hace sentirme cómodo.

—Pero, Yoongi sí, ¿no?

El aire se sentía demasiado espeso y apenas podía respirarlo bien.

—Ggukie, mi amor, vamos, fue una estupidez. Tú jamás harías de mi día una
mierda nefasta... Lo sabes. Todo lo que pasó fue lo que descompuso mi
ánimo, y sólo necesitaba desahogarme con alguien...

Jungkook se rió y tiró el móvil bruscamente a la mesa, apretando los dientes.

—Le pides consejos al mejor amigo del año. Te desahogas con el mejor
amigo del año y le cuentas las falencias de tu relación y tus inseguridades al
mejor amigo que podría existir. Corriste a él cuando lo necesitabas —veneno
en la punta de su lengua y la cólera, siempre era una mala combinación.

—No, no digas eso... Por favor, déjalo ir —Taehyung fregó su rostro con una
molestia penosa, estaba enojado pero estaba entristecido, y lo peor era que no
podía tener aquellos sentimientos por Jungkook, sino por sí mismo—. Te lo
juro, fue sólo eso, que no era por ti. Sólo estaba molesto, estábamos molestos.
Tú jamás harías de mi día una mierda nefasta, sólo fui yo el que lo arruinó y
es en serio, lo lamento... —La expresión en su rostro dictaba cuán
mortificado se sentía; con los mofletes ruborizados, los ojos grandes e
impresionables todavía húmedos, brillando con gracia infantil en la luz tenue
de la sala mientras sus espesas pestañas se batían, tupidas, debido a las
lágrimas acumulándose, y un ápice de urgir para Jungkook—. Ggukie,
Ggukie, yo te amo. Sólo estaba en la sala, triste y solo, y tú estabas allá y
yo... Estaba resentido y sólo...

Taehyung nuevamente hizo el amago de tirar de su manga, pero cuando tuvo


la tela entre sus dedos, Jungkook lo apartó con brusquedad.

— ¡Joder, no!

—Jungkook... —Taehyung dejó caer sus manos a los costados, abultando sus
labios y respirando pausadamente, a punto de llorar. Había cometido un error
y se arrepentía. Por eso Jungkook estaba siendo tan duro.

—Joder, cállate. No quiero oírte hablar ahora, no te quiero cerca, no ahora;


no me siento bien y no quiero hacer una estupidez —Interrumpió
reiteradamente, en uno de sus intentos por no explotar con sus agrios delirios.
Taehyung, tal vez, la había cagado con haberle comentado el tema a Yoongi,
no debería haberlo hecho y quizás no lo volvería a hacer—. Te comportaste
como un imbécil con esa muchacha en el supermercado y, siendo que tú no la
conoces, tuviste el valor de tratarla como a una zorra con tu estúpido mejor
amigo y, de paso, me trataste a mí como un maldito infiel o un casanova,
cosa que no soy porque te amo a ti y no a alguien más. No sé cómo puedo
demostrártelo, lo que me es sumamente ilógico porque me entregas tu cuerpo
y te fías en que jamás te haré daño, pero, tienes razón... No sé cómo hacer
que confíes en mí plenamente.

—Jungkook no es lo que quise decir, por Dios... Confío en ti, no en ella...

— ¡Joder, escúchate! ¡Estás celoso de una desconocida, de una mujer a la


que ni siquiera conoces! ¡Ni siquiera yo la conozco, por una maldición!

— ¡Es que acaso no has visto cómo te mira, Jungkook! ¡Es que acaso no has
escuchado cómo ella te habla! ¡Joder, sí! —Taehyung eleva su voz con un
camino de lágrimas deslizándose por sus mejillas; una expresión dolida—.
Nos hemos encontrado sólo un par de veces y, aun así, ella me ha hecho
sentirme como una mierda, ¿no lo entiendes?

Repentinamente hubo silencio, un silencio gélido y ensordecedor durante más


de un par de segundos, aquellos segundos que sujetaron su corazón con
manos temblorosas y resbaladizas, con vértigo. Porque, a pesar de todo lo
ocurrido, él seguía desesperándose con la idea de perder a Jungkook y no
podía permitirse que algo así pasara, y mucho menos por nada más y nada
menos que un burdo mal entendido.

—Jungkookie... Me duele... —Dijo, acercándose, trepidando, abrazándolo de


forma débil, un abrazo que le hizo sentir un escalofrío helado en la espalda;
no era para nada cómodo u alentador—. No quiero que ella se nos acerque...

Jungkook no lo miraba, de hecho, estaba cabizbajo y tenso, su agarre era


flojo y su mandíbula todavía estaba tensa. Parecía estar decepcionado y tan
enojado.

—Es que no lo entiendes, Taehyung, ella no importa... ¡Ella no importa,


joder! ¿Cómo no puedes comprender que no me interesa una puta mierda
sobre ella?

Sobresaltándose, logró percibir cómo el calor corporal de Jungkook le


causaba una mala sensación y nudos de estrés, era una muy mala sensación, y
le dolió en los músculos rígidos de su espalda baja; se alejó lentamente
porque supo el abrazo, su abrazo no había sido correspondido.

—Entonces, dices que el problema soy yo...

— ¡Es tu mejor amigo el problema! —gritó, haciéndole doler la garganta con


una conocida y exhausta aflicción—. ¡Deja de involucrarlo entre nosotros,
deja de permitirle meter ideas absurdas en tu cabeza! ¡Entiende que él no te
quiere conmigo, él está enamorado de ti! Maldición...

—Yoongi n-no está enamorado de mí, es sólo mi mejor amigo...


— ¡No te quiero cerca de él, joder! —repitió, señalándolo, acusador y
furioso.

—Me acusas a mí de tener celos sin sentido y tú estás siendo paranoico...

—Lo suficientemente justo, ¿no lo crees?

—Él es mi mejor amigo, ella es sólo una desconocida que conociste un día.

Jungkook lo miró tan mal que le hizo ahogar el sollozo.

—Pues ese mejor amigo del que tanto hablas, no olvides que fue él quien
estuvo envidioso de tus logros, no olvides que te trató tan despectivamente
por venderte por una calificación. Ese mejor amigo del que tanto hablas, ese
jodido bastardo te trató como una prostituta, inclusive cuando era yo quien
pagaba el contrato.

Las palabras llegaron como cuchillos... Y ya no pudo reprimir el sollozo, y su


mano se estrelló en la mejilla de Jungkook con fuerza y dolor, sollozando con
un sonido lamentable y muy doloroso; el sonido de la bofetada causó un
ruido sordo en la sala.

—Puedo soportar que me trates como a un estúpido o que me tomes por tonto
—dijo, señalándolo, viéndolo acariciar su mejilla con ojos que delataban
haber comprendido sus propias palabras, lo que le había dicho—. Y puedo
soportar que galardones de tu dinero y de ser un gran señor, de toda esa
mierda... Pero, noticia de último momento, Señor Jeon, ¡el dinero no lo
compra todo! —se ríe, limpiando sus lágrimas y el moco con su antebrazo
mientras sus fracciones se contraen de forma triste y aflictiva—. Y mi cuerpo
jamás lo pudiste comprar, porque jamás fue una transacción para mí,
Jungkook... Así que, no me trates como a una prostituta, porque jamás te
cobraría un monto por darte lo que yo decidí entregarte por voluntad propia.
Imbécil.

—Tae, n-no... Taehyung, no fue lo q-que quise d-decir, no d-de esa forma...

Taehyung, ignorándolo, corrió a las escaleras con rapidez, aguantando el


dolor y el llanto, dirigiéndose al baño para encerrarse ahí y no verlo. Porque
le dolía.

Mucho...

Escuchó el estruendo que causó un golpe en la pared y gimió.

Jungkook se sentía frustrado y no podía comprender qué era lo que les estaba
sucediendo. Todo parecía ser repentino y abrupto, como si las heridas
hubiesen estado reabriéndose y erosionando la carne expuesta. Desde un
principio, supo que el amor dolía y por sus propias falencias y carencias
despechadas, él había decidido no buscar más por el dichoso amor que la vida
les prometía tener a todos, mas no pudo negarse a aquel que se presentó en su
puerta y lo llamó, e insistió en su puerta junto a dos ojitos color miel que lo
cautivaron a dejarse hipnotizar. Ahora no podía hacer más que amar con
intensidad ferviente a sus ojitos de miel grandes e inocentones,
impresionables y afables, desbordantes y dulces, sólo para él. Porque si le
pidiesen escoger a quién querría amar por el resto de su vida, escogería mil
millones e incontables veces por amar a su TaeTae.

Pero, dime, ¿quién te amara a ti?, aún puede oír su risa burlesca a la
distancia de los años, sardónica y letal, venenoso como sólo él lo había sido.
Aquel ruin y despiadado amante, aquel que lo arruinó y que lo dejó parado
sobre una vara de medición para calcular cuán fuerte era su suporte contra el
dolor que hubo causado; el hombre puro y sincero al cual aquel infame que lo
había destruido, con sus ambiciones, con sus mentiras, con sus palabras
hirientes y manipular.

Al principio, había comenzado como una ilusión dulce, un enamoramiento


que le tomó poco a poco desde la médula y el que le hizo entregar su todo y
querer arriesgarse y arriesgarlo todo. Una estupidez. Pero, cómo podría haber
sabido a qué se enfrentaba cuando aquel que, como serpiente se deslizaba por
su piel, lo manipulaba a base de mentiras endulzadas y engaños.

Por ende, terminó mal.

Dentro de lo que podía recordar, y dentro de lo que sus memorias inhibidas le


mostraban en torbellinos, Kai había sido una ilusión que lo había llevado a
las nubes y luego lo había dejado caer de forma brutal a la realidad. Y,
quizás, por eso fue que sus padres no los quisieron juntos. Y, tal vez, no
haber sido por su rebeldía, les hubiera hecho caso, mas fue demasiado tarde
cuando pudo caer en cuenta de la venda que cubría sus ojos; Kai se mostraba
sumiso en todas sus sesiones, luego le gritaba ser un cerdo pervertido que le
hacía mierdas que él no quería hacer, pero que aceptaba sólo por "amarlo".

Había dejado su hogar en Londres por aquel desalmado, había dejado ir toda
su vida en la capital inglesa sólo para mudarse con él a Sur Corea y formar su
vida de la forma en la cual se habían prometido hacerlo. Tan iluso. Había
sido un tanto alentador en ese entonces escuchar sus palabras reconfortantes y
toda esa mierda barata en sus falsas promesas. Había comprado una casa y le
había dado la mitad de sus ahorros propios para pagar sus estudios, había
comprado un anillo y había preparado una boda, habían hablado con una casa
de niños y se había ilusionado con la perfecta vida que no tenía ni tendría a su
lado. Y sus padres no se rindieron e insistieron en que lo dejara, sólo fue él
quien no quiso oír... Kai sólo tenía una profunda ensoñación con la cantidad
de dígitos en su cuenta bancaria y a tan sólo dos días de la boda, Kai lo había
abandonado y había escapado con el dinero que le había dado para pagar sus
estudios, dinero que fue parte de sus ahorros, y con el dinero con el cual se
suponía adoptarían un niño en un futuro cercano. Había escapado con todo su
dinero y con aquel que suponía haber sido sólo su mejor amigo.

Le habían jugado muy chueco en verdad.

Hace doce años no hubo boda, no hubo matrimonio, no hubo hijo y no hubo
la vida perfecta que había imaginado tener en sus apenas veintiún ingenuos
años.

Pero la historia dolorosa de sus romances no acabó con la desgracia que


causó en él Kai, porque al volver a Londres, con el pasar de los años, conoció
a Sam, y éste fue quien terminó de hacer de su vida un calvario.

Sam le convenció de hacer cosas que no quería por la idea de querer. Él había
hecho de sus inseguridades un nudo enredado y apretado de incertidumbres y,
entonces, como una ironía, lo encontró en la cama con el que también había
sido o supuso ser su maldito mejor amigo.
Pero, en ese entonces, ya había tenido más dudas de las necesarias y rompió
con él. Para su mala racha, había sido un muchacho de élite al que sus padres
habían aceptado al ser hijo de uno de sus grandes socios y, lamentablemente,
al ellos oír la noticia se formó un escándalo de tamaño enorme; querían
forzar una relación a la que no quería volver. Per se, para ese momento,
Jungkook ya había vuelto a Sur Corea, a su casa; estuvo bien hasta que le
llamaron urgente sobre Sam, quien había intentado suicidarse y
machacándole el corazón con la idea de su muerte y la culpa, sumándole la
amarga noticia de sus padres que, camino al aeropuerto y con la intención de
hacerle entrar en razón, habían tenido un trágico accidente.

Sus padres murieron y él casi termina con un coma etílico.

Entonces...

Se arrepentía de haberse enamorado, de haber querido. Con ellos se


arrepentía.

No obstante, jamás se arrepentiría de amar a Taehyung.

Taehyung era el amor de su vida, apostaría la desnudez de su alma que lo era.

Empero, el daño que su pasado había causado en él, lo había convertido en el


hombre cruel que podía llegar a ser hoy en día.

Las palabras hirientes que le había dicho, haberle gritado, haberse alejado,
sólo había sido una señal de resignación ante su propio ego; no podía lidiar
con las ideas que venían a su mente advirtiéndole con alarmas rojas sobre la
presencia del mejor amigo de Taehyung.

Había sido un hijo de perra, le había herido y, aunque sabía no era excusa, era
un borracho de lo peor cuando dolía demasiado. No había querido decirle
nada de lo que le dijo anteriormente ni ser tan frío, pero en realidad estaba
furioso y nunca había aprendido a manejar su temperamento del todo. Sólo
quería pedir disculpas, quería rogarle sus disculpas y quería explicarle los
porqués y todas sus dudas, pero era algo tan íntimo, algo que tocaba tantas
fibras en él, que no sabía cómo hacerlo y le desesperaba el no saber cómo,
teniendo en cuenta que lo único que puede desear es entregarle su corazón, su
confianza y su piel.

Aterradoramente tiene su verdad, y ésta es que ama a Taehyung con su vida.

Podría dar su vida porque el alcance y la intensidad de sus sentimientos se


han visto superados en un nivel que, caótico, lo deja mareado en lo alto y
dentro de un huracán, justo en el ojo del huracán, con las emociones a tope,
viendo el caos a su alrededor ser la nada misma y sabiendo que nada podría
remover el fuego en sus interiores o hacerlos caer de lo alto.

Porque así es como realmente se siente amar a Kim Taehyung: es como estar
en lo alto de la cima y tener suficiente, ser suficiente y tenerlo todo.

Y quiere amar a Kim Taehyung como se lo merece, pero se siente débil y ya


no está seguro de poder hacer aquello, no después de lo que le dijo en medio
y dentro de la ira y el veneno que no pudo retener.

Observó sus nudillos ensangrentados tras haber golpeado la pared, observó la


palidez de su mano fría, sosteniendo la botella de vodka mientras se recostaba
en la pared de su despacho. Porque, ahí, en su despacho, siempre podría
respirar a Tae, a su TaeTae, en todo el lugar, invadiéndolo con su presencia
difuminada en el sexo esporádico, risas, besos, palabras, abrazos, amor...

— ¿Jungkook...?

Abriendo sus ojos ante la mención, su voz sonando tan suave como la seda en
sus oídos, la mirada buscó su figura en medio de la oscuridad de la
madrugada.

Lo pudo distinguir en medio de la oscuridad, con un rayo de luz de los


faroles de la calle que se filtraba por entre las persianas de la ventana, él era
su luz...

—Tae...

Caminó con sus piernas largas y desnudas, a zancadas de bebé torpe hasta él
y se inclinó a su costado, agachándose a su lado, respirándolo, tratando de
saber cuán borracho estaba.
Le hizo querer reír con amargura.

—Has bebido más de la cuenta, pásame esa botella.

Jungkook no obedeció de inmediato; con una sonrisa triste esperó un


segundo.

—Ahora, Jungkook.

Eso bastó, y Taehyung, un poco adormecido por el agotamiento que causó la


situación en él, pasó una de sus piernas por sobre su regazo y se sentó en éste,
cruzando sus brazos por su cuello y abrazándolo, como si mereciera aquello.

—No... No...

Jungkook no lo soportó y trató de alejarlo, mas Taehyung lo abrazó más


fuerte y terminó rompiendo en llanto y aferrándose a él con todos sus
desvaríos.

El pasado, sus afecciones y el dolor en las heridas frescas...

—L-lo siento, lo siento tanto, Tae... No quise decirte eso, soy horrible, yo n-
no te merezco... Jamás... Yo no quise decirte eso...

El suspiro de Taehyung le erizó la piel, sonaba exhausto y triste, pero,


acarició su espalda con cariño, besó su cabeza suavemente mientras lo dejaba
apretarlo entre sus brazos, dejándolo aferrarse a él.

—Dios, no sabes cuánto me merezco esa bofetada...

—No, no lo haces. Lamento haberlo hecho, pero me ofendiste. Eso me hirió,


y de todas formas no es la excusa para haberlo hecho... Sólo..., perdóname a
mí...

Jungkook se separó un poco y acomodó a Tae sobre su regazo de modo que


éste pudiese recostarse sobre su torso, y podría haber jurado que Taehyung
también tenía sus ojitos hinchados por el llanto; lo percibió por el rubor en
sus mejillas.
—Te perdono... ¿Me perdonaras a mí? —preguntó, casi en un susurro, dando
una leve caricia en su piel caliente, su preciosa carita estaba roja y caliente.
Lo amaba tanto que apenas podía contener ese amor a momentos.

—Explícame, por qué pasa todo esto... ¿Por qué me trataste así?

Jungkook contuvo su respiración y ocultó su propio rostro en el pecho cálido


de Taehyung, inhalando y exhalando su olor, calmándose con su olor
favorito, su olor que lo llenaba de sensaciones que por lejos se describirían
como calma.

Jungkook contuvo la respiración por un momento antes de besarlo levemente


por sobre la delgada tela de la polera.

—Sólo tuve dos novios importantes durante toda mi vida antes de ti. Me
temo que para ellos sólo fui siempre un gran montón de dinero... —confesó,
dando caricias en su espalda baja, recostando su rostro en el hueco entre su
cuello y hombro, relajándose para dejarlo ir; el cuerpo de Taehyung encajaba
siempre en sus brazos, por lo que abrazaba su cintura e inhalaba su olor y lo
besaba, en el costado de su cuello, en su hombro desnudo—. A veces tengo
tanto miedo y sé que es estúpido y soy paranoico, pero me resulta una ironía
que los mejores amigos de mis novios siempre terminen siendo algo más que
sólo eso...

— ¿A qué te refieres, Ggukie? —preguntó, sus dedos jugando con su


cabello, masajeándole en el cuero cabelludo, y Jungkook sólo puede saber
cuánto lo ama y sorber los mocos en su nariz tras el llanto—. Para mí,
sinceramente, Yoongi no es más que un amigo. Yo jamás podría verlo de otra
manera.

Espiró con cansancio.

—Mi primer novio Kai, él siempre quiso mi dinero, no a mí; sólo quería todo
mi dinero. Y, bueno, me embaucó haciendo sexo bdsm, luego diciéndome
que era un cerdo asqueroso y pervertido, diciéndome cuán terrible era para él
y, a la vez, diciéndome que sólo lo aceptaba por mí... Me embaucó con su
mierda, con su falso amor y me quitó mis ahorros propios... Nos íbamos a
casar, yo... Incluso, teníamos planes para adoptar un niño... Cuán patético es
eso —rió, emitiendo un sonido que se escuchó sospechosamente como un
sollozo.

Taehyung escuchaba en silencio, atento a sus palabras. Pero, Jungkook podía


sentir su corazón latiendo fuerte.

—Él se escapó con todo mi dinero, y se fue con el que pretendió ser su mejor
amigo. Luego, repitió la historia con Sam, mi segundo novio. Já... Es trágico
e irónico, pasar por tanto y sólo por una decisión que no pensé dos veces...

— ¿A qué te refieres...?

Inconscientemente buscó afianzar el abrazo con su chico, besando


suavemente su mejilla y su mentón.

Amaba sentir a Taehyung dócil entre sus brazos, sentirlo todo suyo mientras
le calmaba de una forma psico-emocional increíble, sosteniéndolo.

—Después de la traición de Kai, decidí volver a Londres, y con el pasar de


los años, conocí a Sam; a él le importaban las apariencias y era un chico de
élite, y mis padres querían que saliera con él también. Tuvimos una relación
bonita, y lo quise... Él me gustaba, pero no me enamoré de él como lo hice
con Kai, y cuando lo encontré en la cama con su mejor amigo, irónicamente,
otra vez yo no pude soportarlo y me fui —suspirando, capta un escalofrío
recorrer la piel erizada de su chico—; volví a casa y me llamaron diciéndome
que él estaba... Que él estaba prácticamente muriéndose porque había
intentado suicidarse, y yo... Yo no lo soporté y empecé a beber de nuevo, y
mis padres... —algunas lágrimas vuelven a surcar por sus ojos con ardor,
duele tanto—. Mis padres, ellos eran tan buenos amigos de los padres de
Sam, que necesitaban hacer algo al respecto y hacerme entrar en razón sobre
lo que hacía, aunque, en el fondo siempre supe que sólo lo hacían por la
ambición de conseguir más finanzas... Entonces, yo estaba acá y ellos tenían
un vuelo hasta acá...

Taehyung se tensó.

— ¿Y qué pasó?
Suspirando un aliento agrío, susurró con voz degastada:

—Mis padres murieron en un accidente automovilístico aquel día.

Taehyung buscó su rostro, repentinamente, como si tratara de comprobar


algo, algún indicio de dolor, y lo besó, besó sus ojos llorosos y lo abrazó con
fuerza.

—Jungkookie, me tienes a mí...

Y entonces Jungkook sintió como su corazón cosquilleaba mientras lloraba


en los brazos de su dulce chiquillo; inhaló su olor y exhaló toda la tristeza
que lo mantuvo atado en un mar obscuro de sentimientos excesivos.

—Lo siento tanto..., que hayas tenido que pasar por tanto.

Con Taehyung se sentía tan expuesto en todos los sentidos, que la


transparencia se quedaba corta con lo que podía sentir era la pureza del amor
que compartía con Taehyung: la pureza de un amor desbordante.

—Sólo no me dejes, no me abandones...

—No lo haré...

Minutos pasaron y Jungkook sólo disfrutó inundar sus sentidos con su


TaeTae, inundó sus sentidos con su olor, con el tacto de su piel, con su huella
marcar el lado más tierno y completo de su corazón. Y, entonces, lo supo...
Jungkook supo la diferencia que le había atado al pasado, pero sólo le faltaba
entenderla y descifrarla; se pasmó un poco cuando Taehyung se removió en
su regazo y saltó fuera.

— ¿Uh?

—Espérame un momento, necesito entregarte algo.

Fue lo último que escuchó antes de oír sus pasos alejarse con rapidez y luego
de vuelta. Taehyung tardó muy poco en ir a la habitación y volver al
despacho, sosteniendo un bolso azul que sí pudo distinguir.
— ¿Qué es eso? —Preguntó, sentándose un poco más recto.

Taehyung encendió la luz y se hincó sobre sus rodillas abriendo el bolso.

—Es una prueba... —Dijo, revelando una gran cantidad de dinero adentro del
bolso azul. Jungkook se paralizó al principio con su corazón latiendo a mil
con el ápice de una idea equívoca—, es una prueba de que para mí, tú nunca
jamás serás un gran montón de dinero; tu amor no tiene precio, Jungkook;
amarte no tiene un costo. Yo te amo, sinceramente.

Porque, quizás, en el gran clásico que había sido Romeo y Julieta, tal vez, los
dos sí estaban predestinados a estar juntos, pero, probablemente, sólo por un
tiempo y, entonces, después de su dolorosa y hermosa historia de amor puro,
su tiempo se acabó. Pero, si ellos hubiesen podido saberlo con anticipación, si
hubieran podido saberlo de forma antelada, quizás las cosas hubiesen salido
bien para ellos porque, después de todo, el amor depende en demasía de las
decisiones que tomamos. Y el dolor... Hay que esperar que el dolor pase, que
desaparezca por sí solo, o que la herida que lo causó finalmente sane.

A veces, el dolor se puede controlar, y en otras ocasiones el dolor te


sorprende cuando menos lo esperas y te da un golpe que te deja sin aliento,
muy bajo, te quita la respiración...

El dolor...

Muchos acostumbramos a ignorar el dolor, sobrellevarlo, acogerlo e incluso a


anestesiarlo con presencias efímeras. Pero, tarde o temprano, hay que
afrontar el dolor. Pues, quizás disfrutamos el dolor, porque tal vez está en
nuestras conexiones o porque lo necesitamos para vivir... Porque, sin dolor,
¿qué sentido tiene recibir la propina del sanar?

Okay, buenas noches, ha pasado un tiempo, lo sé. Yo dije que iba a


actualizar más seguido y que me iba a hacer un parkour (cosa que
todavía quiero y planeo hacer), el tema es que estaba yo escribiendo y
déjeme contarles mi triste historia... Yo estaba editando el 2do capítulo
de Twsited Lovers y, bueno, dejé el capítulo abierto y se borró todo.
Cómo sabrán, eso me deprimió mucho porque en mi consideración
estaba muy bueno y yo quería llorar porque se borró todo xd, y bueno
me agarró un mental breakdown que me dejó sin querer hacer nada por
días bc la frustración.

En fin, creo que ya me recuperé de eso:(, ¿cómo andan? Espero que muy
bien , y también espero que no les haya agarrado mal la historia de
kook, porque a mí me dio mucha pena y eso explica muchos aspectos de
la personalidad de Jungkook y todavía faltan algunas cositas que se van
a ir esclareciendo en los siguientes capítulos... Así que, esperen que falta
contar la historia de Tae... UwU

En fin, les quiero mucho y espero sean muy felices, mis bebés~
74

04:12 am.

El sonido específico de la ventilación del aire acondicionado, las voces


lejanas y camufladas por las gruesas paredes que, en medio de la obscuridad
absoluta del cuarto, se rebasan con la absorción de jadeos flotantes y risas
espiradas, y suspiros llenos de codicia que se ahogan en una almohada,
reprimidos.

Como si fueses capaz de tomar sus culpas y liberarlo de ellas...

Aquellas palabras se han quedado grabadas en su psique y que, con


constancia, se repiten en algún recóndito de su mente, torturándolo con
molestia y culpas, causando que la distorsión del rostro de quien, bajo todo
término, es el hombre correcto, se transforma poco a poco en una advertencia
y una bravía acusación.

La mirada dolida y furiosa de Yoongi sigue clara, mirándolo fijamente por


vez que le habla con frialdad; la gélida voz puede oírse, sentirse como
cuchillos en su corazón, clavándose y rasgándolo debido a sus propios
desvaríos por seguir una aventura pendiente que el recorrido desgastó su
trayecto por coincidencia.

Alguna vez había abandonado por decisión propia y miedo a quien suponía
ser su loco y estúpido primer enamorado, y luego le había tocado ver cómo
éste se mostraba indiferente a su rechazo y evidenciaba obvio interés por su
hermano; los celos, la bilis ardiente ascendiendo por la garganta, anudándose
mientras le oía hablar con ferviente ilusión de aquel que primero lo había
conquistado y le había susurrado dulces palabras venenosas, aquel que
alimentaba su amor, uno que había sido inmaduro y tóxico; le había tocado
oír cómo su hermano, sin el arrepentimiento que a él le caracterizó, hablaba
de su enamorado; había tenido que verlos y tragarse el nudo en la garganta
pretendiendo no estar al tanto.

Hasta que un día ya no pudo más, y entonces la fantasiosa burbuja de


mentiras, y llena de secretos, finalmente se reventó...

La traición se marcó en él y, lamentablemente, sí causó un gran impacto a su


alrededor en un nivel caótico. Y, había sido devastador ver cómo la simpleza
de un impulso había terminado por rasgar el manto que cubría a su familia;
ver cómo la amorosa relación familiar que tenían se degastaba a tal punto que
sólo quedaban las humillaciones, tratos despectivos y abusos; todo eso
focalizado y dirigido hacia su hermano, quien sólo fue una víctima ante la
mala racha.

Todo había sido su culpa, desde un principio... Y durante tantos años tuvo
que ver cómo su hermano era apartado por una verdad incompleta de la
historia de su pasado egoísta, había sido halagado por su padre mientras éste
dejaba fuera a Taehyung de la mesa; tuvo que cargar con la culpa de haber
hablado algo de lo que no le correspondía hablar a él, por celos y envidia, por
haber mentido y por haberle causado tantas penas y amarguras a su hermano,
que ahora estaba lleno de estigmas, inseguridades e inhibiciones; todo por su
culpa.

Perdóname, perdóname...

No obstante, un camino de besos húmedos presionan en la piel de su espalda,


por entre sus omóplatos, provocándole aquella sensación de escalofrío a la
que se ha acostumbrado mientras le ha dejado filtrarse por entre sus labios
con uno, dos y un sinfín de jadeos, con culposo placer durante el último par
de semanas.

Y nuevamente recae en el mismo error que durante tanto tiempo le ha


causado una enorme aflicción, demostrándole que el veneno sigue en la
herida...

Y esa herida no logra sanar.

Debió haberse negado, haberle contado toda la verdad a Taehyung y aceptar


todas y cada una de sus culpas en la primera oportunidad que se le concibiera,
mas no pudo negarse cuando el reencuentro con aquel agridulce fantasma del
pasado lo dejó devastado.

Todos los recuerdos, las risas, la adrenalina del primer amor y aquella
canción, su canción... Todo volvía a reproducirse en su mente tan
vívidamente, que no evitó no volver a caer en aquel maligno querer por
revivir aquellas emociones que pretendió haber enterrado hace muchísimos
años atrás en el matorral tras la cosecha.

Su única excusa podría ser el haberse quedado estancado en lo que pudo ser y
no fue, por sus propias aterradas convicciones y decisiones tercas. Pues,
querer evitarlo, negarse a ello y pretender que no le importaba, sólo había
traído más consecuencias de las que creía obtendría.

Seok Jin ya no puede liberarse de sus cadenas, sólo cargar con el peso que
sus pensamientos, y la consciencia sucia, le prometen; como un triste ególatra
con sus falencias retorcidas sólo puede aferrarse a la emoción momentánea.

¿Cuánto tiempo esto perdurará...?

El aroma de Yoongi se ha quedado impregnado en su nariz, su olor siempre


tendría el poder de tranquilizarlo, pero ni siquiera eso compensa el dolor de
su forzada ausencia; fue él quien lo apartó.

No tenía nada que ofrecerle, Yoongi merecía a alguien mejor...

Estaba mucho más que convencido de que no merecía a un hombre tan


increíble como él era, que merecía a alguien que lo tomara y no lo soltara,
que no lo dejara caer en el limbo de la indecisión y las complejidades;
merecía a alguien que no lo tratara como una mercancía, con lástima o con
pudor, con vergüenza, merecía a quien estuviese orgulloso de tomar su mano
en público; no a alguien como él, quien sólo se avergonzaría de anhelar
quererlo.

Así que, relamiéndose los labios con amargura, entrecerró sus ojos para poder
divisar y asegurarse de que el seguro de la puerta estuviese trabado y,
mientras sus pantalones se deslizan por sus piernas desnudas, el cuerpo
pesado sobre el suyo hace presión hacia abajo entre parsimoniosos deslices.

Simplemente, ya no se puede liberar de la culpa ni del impulso, mas tampoco


de la pasión prohibida que le propone aquel encuentro fugaz que,
nuevamente, se repite con constancia tras tantos años.

Otra y otra y otra vez...

La montaña rusa que, a pesar de la impresión de las sensaciones que le


dejaron asolado, subió una y otra y otra y otra vez, siguen haciéndole querer
sentarse y, en primera fila, ser espectador egoísta de los altibajos de sus
propias carencias emocionales impregnadas en la liberación instantánea de un
amor destructivo.

Pero, se lo merece. Él se saber ser merecedor de ese amor tóxico y


destructivo, ese que lo tiene atrapado en un ciclo de remembranzas suplidas
que sólo logró llenar el vacío con su presencia y actitud jodida. O, eso es lo
que él cree tomar como castigo por lo que le hizo a su hermano. Después de
todo, no ha podido olvidar su mirada dolida y llena de recelo, dubitativo.

Taehyung no era estúpido, y Seok Jin sabía que Taehyung algo sabía.

O algo sentía con respecto a él, una mala vibra constante...

Mi culpa...

Sin embargo, la culpa, a punto de esfumarse cuando los besos llegan al tope
en su espalda baja, tentándolo con la característica emoción que la primera
vez le trajo de recuerdo con las hormonas y el calor a flor de piel... Aquello
sólo trae de vuelta la cegadora y espesa agría verdad del día en el que decidió
hacer de la vida de su hermano un mal martirio, sólo a causa de los celos y la
innegable envidia.

Porque eso fue.

Fue mi culpa...

De pronto, la náuseas ascienden con bilis por su garganta hasta anudarse ahí.
—Mmgh... No... No...

A sabiendas de tener que saber confesar la verdad absoluta, no se siente


capaz de poder lidiar con el cargo de conciencia que acostumbró a cargar
durante los años en los que la presencia de aquel fantasma que había
desteñido los colores de sus paredes, desvaneciéndose con los recuerdos de
un excitante y pasional romance juvenil, se había llevado cierta parte de él y
sólo había dejado lo peor.

—No, n-no... Basta, basta...

"Te quiero, Seok Jinnie hyung..."

—No, basta. No quiero. No...

No sabía si podría enfrentarse a su hermano y decirle lo que había ocurrido,


de contarle lo que realmente había pasado y, sin amargos vacíos, poder
admitir que él había sido el traidor, el culpable de sus tristes remembranzas
pasadas; y que había sido él quien había hecho de su vida un infierno, y de su
padre un chacal.

—Para, Bogum... —Le dijo, bruscamente y molesto, removiéndose inquieto


bajo la fuerza de la coacción para atraparlo bajo su cuerpo y seguir
haciéndolo, seguir acariciándolo con avaricia y aspereza. Estaba harto—.
Déjame, imbécil.

Saliéndose por su costado, zafándose de la incomodidad, cae al otro extremo


de la cama, subiéndose el pantalón con rapidez para evitar otro bochorno.

Bogum se guarda a sí mismo con el entrecejo fruncido y golpea el


almohadón.

Él se veía molesto.

—Maldición, ¿cuál es tu maldito problema...? —Le debate, sentándose a una


orilla de la cama mientras sube la portañuela del pantalón—. No entiendo una
jodida cosa de ti, todo tú... Eres un maldito problema andante, jódete.

—Eres una mierda. —Seok Jin siente sus mejillas ruborizándose con
malestar, mas sólo hace el amago de salir, sin ser consciente de cuando su
compañero lo tira de vuelta a la cama y le roba un beso duro y castigador—.
¡Mmph!

— ¿Quién mierda te crees, huh? ¿Qué mierda es lo que te pasa?

Yoongi-ssi... Perdóname, piensa.

— ¿Eres tan estúpido como para preguntármelo? —Pregunta, riéndose sin un


ápice de gracia. Es una risa ácida y llena de rencor; Bogum apresa su mano y
la aprieta con un agarre doloroso—. Taehyung sigue siendo mi hermano.

— ¿Tanto te duele la idea de que siga pensando en él? No me jodas, Jinnie.


Tu hermanito sólo me trajo dolores de cabeza con su enorme bocota... Ojalá,
si no hubiese sido tan mojigato y le hubiese dado un buen uso...

— ¡Cállate! —Murmuró, dolido, ahogando el nudo en su garganta.

Ya no reconocía a quien había sido su primer amor...

Y, ahora...

Ahora, ese primer amor se había convertido en sólo un bastardo; en un hijo


de puta con un evidente complejo de superioridad, y arrogante egocéntrico al
que ya no reconocía más.

Porque, claro, el tiempo había pasado y ellos habían cambiado.

Y el cambio es inevitable, sea para bien o sea para mal.

—Sólo pienso en mi hermano, en qué le diré... —Forcejeó, mirándolo con un


ápice de peligro en su mirada, torciendo sus dedos con fuerza y realizando
por qué había cambiado a Yoongi; como si fuese una cosa, se sintió aún más
peor y superficial—. No puedo revolcarme contigo, no sin dejar de pensar en
lo que tú y yo le hicimos... Fuimos crueles, y lo seguimos siendo...

Bogum lo dejó zafarse y se sentó bruscamente al otro lado. Estaba enojado.


Lo sabía.
Estaba molesto también.

—No necesitas pensar en él, no ahora...

Seok Jin mordió su labio inferior y luego desvió la mirada.

—Nunca se lo dije... —confesó, sintiendo una presión dolora en el pecho—.


Yo no se lo dije nunca, nunca le conté toda la verdad de lo que ocurrió.

Y, eso fue suficiente como para que Bogum se volteara hacia él,
fulminándolo con una mirada acusatoria y, frunciendo el ceño con confusión,
apretó su boca en un gesto agrío.

— ¿Cómo es eso de que nunca se lo dijiste...?

Hubo silencio gélido.

Seok Jin sintió que iba a colapsar con la garganta apretada.

—Tú eres en serio el peor hijo de perra que he conocido, Jinnie... —


Murmuró, fregándose el rostro con frustración porque no podía creer que el
ciclo, todavía después de tanto tiempo, no se cerrara—. Joder...

— ¿Cómo mierda se supone que le diga a mi hermano que fuiste mío


primero y que, después, me acosté con su novio mientras él me hablaba todo
el puto día de él y de lo especial que era? Imbécil... Así que, por favor, tú
dime, ¿cómo se supone que le debo contar a mi hermanito, al que tanto quise,
que su vida fue un maldito infierno por mi culpa?

Bogum rió con una risa agresiva y sardónica, llena de burla oculta.

—Eres un jodido bastardo egoísta. Te mereces todo esto.

—Tú fuiste egoísta, yo no hice ninguna de esas mierdas solo...

—No es mi hermano y mi padre no es homofóbico, ni abusador...

Seok Jin se sintió mareado y sus ojos ardieron, sintió la boca adormecida.
Este era su karma.

—F-fue tu culpa también... No sólo y-yo...

Bogum lo miró tan mal que no evitó encogerse; de pronto sentía miedo de él.

—Jinnie, si tú temes decírselo, estate tranquilo... Que para eso estoy yo, y ten
por seguro que en la primera oportunidad que tenga... En la primera ocasión
que se me dé, le contaré absolutamente toda la verdad...

— ¡Cállate! —incorporándose repentinamente, le da un empujón brusco—.


Te prohíbo acercarte a él, no tienes el derecho... ¡Él hizo su vida y no tienes
el maldito derecho de aparecer de repente y jodérselo! ¡Te lo prohíbo, idiota!

Bogum se dejó hacer ante sus zamarreos y, en cambio, no dejó de sonreírle


con tanta burla, que estuvo tentándolo a perder los estribos y golpearlo.

— ¿Qué es lo que tú me puedes prohibir a mí? Mmh... —fingió pensarlo, una


arruga formándose en su frente, le causó asco la lascividad en su lengua en
cuanto pronunció su respuesta: —Nada.

—No te acerques a él otra vez, no lo puedes encontrar... No te lo diré.

Seok Jin sabía que el momento de afrontar la verdad se acercaba con creces,
y todo apuntaba que esta vez la casa de cartas se desplomaría terriblemente.

Bogum tenía un propósito.

—Sólo le diré la verdad de los hechos, no te alarmes... —su voz sonó ácida
en sus oídos y le causó un malestar estomacal ante los nervios—. Verás,
tampoco quiero que te pongas celoso. Así que, esta vez no necesitas llamar a
tu papá... La última vez me apuntó con un jodido rifle, ¡es un viejo
desquiciado! Quizás, deberías sentirte avergonzado por su causa... Yo sentiría
vergüenza de él, no te puedo mentir...

Touché.

—Calla...
—Entonces a Taehyungie le diré la verdad, le diré que quería estar contigo; tú
me rechazaste y luego sólo me gustó más él. Porque, seamos sinceros,
siempre fue menos cobarde que tú y más valiente...

Seok Jin en serio sentía como si fuese a colapsar en cualquier segundo.

—Calla...

—Aunque, Taehyungie tenía un solo defecto, y ese era: demasiado


presuntuoso con su preciada virtud. En cambio, tú... A ti no te importó nada,
ni siquiera que estuviera con tu hermano —riéndose, le da un leve mordisco
en la mejilla, burlándose de su estado deplorable y de su miedo, disfrutando
de él como si eso fuese lo mejor de todo el espectáculo que estaba
montándole—. Así que, cuando lo convencí de ser normales y toda esa
mierda que él creía importaba y que éramos como todas las parejas... Tú,
jodido idiota, tú y con tus arranques de celos, nos delataste... ¡Y tu
desgraciado padre me apuntó con un arma en la cabeza si no salía de encima
de su hijito! ¡Ni te lo imaginas! —gritó riéndose, su rostro deformándose en
una expresión desquiciada y distorsionada—. Y no pudiste ver lo feo que fue
para Tae... Aunque..., recuerdo que también fuiste un espectador de lo que le
hizo a tu hermano, y ni siquiera reaccionaste a eso.

Seok Jin ni siquiera podía pensar, estaba pasmado y sentía náuseas.

En grandes términos, todo había sido su culpa.

—Calla...

Tenía muchas culpas, al igual que él...

—Si él te odia, sólo será tu culpa, Jinnie. Porque, en tanto yo me encuentre


con él, le contaré toda la verdad de lo que le hiciste, recuérdalo muy bien...
Recuerda tus palabras; eres mejor que él, ¿cierto?

—C-cállate....

Porque Bogum significaba muchas cosas.

—Tal vez sí eres mejor que él... Todavía eres el preferido de tu papi, ¿no?
Pero, al final del día, Jinnie, nadie está contigo... Nadie te querrá y te
quedarás sólo, y ahora sólo me tienes a mí.

Pero, ¿cómo podría decirle a su hermano que compartieron el primer amor y


que éste los destruyó a ambos?

—Y esto es un tómalo o déjalo, Jinnie... Porque te aseguro de que, sólo por tu


ambición y por querer quedarte con todo... Con tu familia, con el novio de tu
hermanito y alimentarte con las amarguras de la humillación y la inhibición,
la pena que tuvo tu hermano... Ahora te quedarás sin nada, Jinnie.


75

Taehyung pestañeó con lentitud mientras miraba su reflejo a través del


espejo, sintiéndose un poco adormecido todavía tras haber tomado una siesta.
Y logró ver que su rostro, hinchado y ruborizado, lucía bastante decaído.
Bueno, no es como si no tuviese motivos para no estarlo; de hecho, le
sobraban razones por las que estar deprimido porque, al parecer, su vida
estaba cayéndose en picada.

Nuevamente.

De un modo implícitamente agresivo, las cosas habían empezado a empeorar


y, de una forma realmente considerable, la energía a su alrededor se
deterioraba a tal punto, que el estado anímico caía en una lamentable
decadencia concorde los días transcurrían. Y, poco a poco, se volvía cada vez
notable cómo era que las cosas estaban evolucionando y cómo su dinamismo
perdía vigor hasta sólo ser consciente de cómo era que su luz se iba
apagando; todos sus temores y su ansiedad mezclándose con la angustia, sólo
eran parte de la agría mezcolanza.

¿Qué era? No lo sabría definir con exactitud. Era una emoción imprecisa, una
de esas sensaciones desagradables que se instalan en el pecho, oprimiéndolo
con una presión abrumante, causando un revoltijo nervioso en las entrañas.
Era un mal sentir con ápices de profundo abatimiento, haciendo advertencia
previa de lo que pasaría si no se atrevía a resolver adecuadamente el puzle
que había en sus pensamientos desordenados. En serio necesitaba pensar con
claridad, y era necesario despejar su mente durante un momento; después de
la discusión con Jungkook, luego de haberle entregado su dinero y haberle
permitido hacer una penosa e inevitable catarsis, se había sentido realmente
agotado, físicamente y psicológicamente muy agotado. Últimamente, sólo
deseaba descansar, en todo ámbito, ya que, desdichadamente, las últimas
semanas llevaban siendo mucho más de lo que podría soportar.
De manera lamentable, el asunto con Jungkook había culminado en una rara
y muy tensa brecha. Y, si bien los dos habían cedido ante el cansancio que
causó la discusión en ambos, eso no evitaba que no siguieran sintiéndose
exhaustos e indudablemente desanimados; seguía habiendo una extraña y
mínima distancia que, letal, se interponía entre ellos y los limitaba a sentirse
infaustos; apenas y habían podido mirarse a los ojos al día siguiente e
intercambiar más de un par de palabras, y eso les estaba machacando
dolorosamente desde muy adentro.

Le resultaba indudable el querer arreglar las cosas o, más bien, el querer que
las cosas volvieran a ser como "antes". Era un anhelo mutuo y no sabían
cómo abordarlo para hacérselo saber al otro, aunque muy en el fondo tenían
en cuenta que sabían perfectamente cómo era la situación y el pensamiento
que ambos sí compartían; era obvio que algo había cambiado y eso se hacía
cada vez mucho más perceptible.

Así que, definitivamente, tenían que encontrar una forma de hacer que todo el
asunto mejorara. No podían seguir así, se estaba degastando en demasía.
Pues, las inseguridades básicas y los temores, que también se consideran
básicos, se convierten en heridas que no importa realmente cuánto perduren
en el tiempo, porque ellas maduran con nosotros en el camino y, cuando
pensamos que la vida y las circunstancias han hecho que éstas se cierren,
bloqueándose ante los repentinos altibajos emocionales de la inestabilidad,
tapándose con una costra, siempre surge algo que amerita la herida que se ha
bloqueado erosione abierta otra vez; no podemos reprimir el dolor por mucho
tiempo, pues en algún punto éste se va acumulando, apilándose hasta rebasar
el límite y no dar cabida para nada más; hasta que el dolor se desemboca, y
nos deja devastados y expone la herida real, la herida abierta con ácida y
asolada verdad.

Sin seguir aplazándolo durante más tiempo, Taehyung se apresuró a lavar sus
dientes mientras revisaba los mensajes de texto que tenía pendientes desde un
par de días. Aparentemente, Seok Jin necesitaba hablarle urgentemente y
Baek necesitaba charlar sobre un tema que ya no podía seguir posponiéndose.
Aquel último le urgió y le hizo sentirse intrigado debido a que nunca había
recibido o percibido a Baek tan serio como lo había sentido en aquel mensaje
de texto tan cortante y rotundo. Entonces lo único que le podía pasar por la
mente, era que necesitaba ir con él y ser el buen amigo que necesitaba para
charlar. Y, aunque se sintió un poco inquieto por el motivo de la charla, no
dejó que eso definiera sus expectativas con respecto a pasar un buen rato con
su amigo para aliviar su cabeza durante un buen de rato para después llamar a
su hermano.

Por algún motivo, le entusiasmaba más ir a por Baek, que por su hermano,
con quien todavía estaba molesto y sentido debido al incidente de su
graduación, a la cual ningún miembro de su familia asistió, porque lo
plantaron; a diferencia de la graduación de su hyung, a la cual sí había
asistido, poco y menos, todo el clan de los Kim para celebrarlo. Y no podría
negar su molestia, porque para él ahora era evidente el desinterés que
mostraba su familia hacia sus logros; todo lo relacionado a él en sí. Era
bastante triste de aceptar, pero era verdad. Podría ser algo lastimoso de
admitir y declarar, pero lamentablemente los desaires, la despectividad y la
humillación, no eran cosa que se haya repetido una sola vez; tenía un montón
de anécdotas que distaban de la diversión en donde su propia familia lo había
hecho sentir como si fuese lo más insignificante del mundo. Y, por suerte,
podía decir que hoy en día tiene a Jungkook y, a pesar de todo, éste se ha
vuelto su soporte.

Sin importar qué.

Espirando, dejó ir un aliento suspirado mientras echaba una generosa


cantidad de pasta dental en su cepillo de dientes. Desde el baño, podía oír a
Jungkook y saber que estaba hablando por llamada; la incómoda presencia
del silencio ensordecedor que recientemente les hacía angustiosa compañía.
Era probable que estuviesen resolviendo sus propios asuntos, pues había
caído en cuenta de la forma en la que ambos estaban tratando de escapar del
lío y pasarlo por alto de la forma menos invasiva posible; incluso cuando
sabían era necesario, pretendían ignorarlo.

Sin embargo, Taehyung cepilló sus dientes y bajó las escaleras rápidamente
y, aunque lo dudó durante un par de segundos, fue hacia Jungkook y esperó.

Él no se iría sin despedirse, no importaba cuán extrañas las cosas se


estuvieran poniendo, él lo seguía amando tanto..., que era realmente doloroso
a ratos.
Se detuvo justo frente al umbral de la puerta del despacho, recostándose en el
marco con lentitud por vez que lo observaba expresarse, explayar sus ideas de
una forma atractivamente madura y audaz, serio e impenetrable; sus
facciones varoniles marcándose perfectamente con los matices de luz y
sombras, su piel pálida contrastando con el color de su cabello negro
azabache... Taehyung no evitó no sentir los labios resecos cuando notó que
sus músculos se apretaban y la camisa se ajustaba a sus bíceps y torso.

Jungkook se veía increíble, e incluso cuando no estaba de humor... Y, aunque


podía verlo con ápices de evidente melancolía y tristeza, Taehyung sólo
podía desear lanzarse a sus brazos y aliviar sus aflicciones y amarlo,
demasiado.

Era un sentimiento que se intensificó acorde los segundos pasaron y


entonces, cuando sintió un doloroso vacío en el pecho, no pudo retener el
impulso y fue directamente hacia él y se abrazó a su espalda,
sorprendiéndolo.

—Tae... —Susurró, sobresaltándose un poco; sinceramente, no esperaba


aquel acercamiento porque también tenía en cuenta que estaban
enfrentándose con un gran problema, y sabía que la razón no necesariamente
les conduciría a la solución que sabía ellos tanto necesitaban encontrar para
acabar con la naciente agonía de no querer acabar perdidos en un mar de
inesperadas confusiones. En cambio, Taehyung sólo besó su hombro con
sumo cariño, disipando todos los divagues momentáneos que se apoderaron
de su cabeza de manera invasiva y tan sólo un minuto—. Sí, es eso. Claro,
está bien. Y lo entiendo perfectamente. En algunos minutos estaré
devolviéndote la llamada, ajá. Estoy algo ocupado ahora... Bien, adiós.

Taehyung apenas esperó que finalizara su llamada, desesperado por


escurrirse entre sus brazos y acunar su rostro con ternura; Jungkook lucía
sorprendido y abatido, Taehyung pudo notarlo con tanta facilidad, que eso le
dolió, mas sólo pudo acariciar su mandíbula antes de besarlo.

Y volvieron a caer en aquel retorcido juego de nuevo, de nuevo y de nuevo.

—Tae, mi amor... —Le oyó decir, suspirando contra su boca. Exasperación sí


era la palabra correcta para definir el sentimiento que se apoderó de su pecho
e inundándolo de ferviente necesidad por terminar con aquella limitación, y
sin siquiera poder aguantar los nudos de nervios y emociones en su punto
culmine; Taehyung no pudo evitar reprimir la característica emoción de sentir
cómo su corazón latía fuerte por el creciente apetito de sólo ser un tonto
necesitado de sus caricias, de sus besos, de todo su avasallador e intenso
amor; lamiendo sus labios con dulzura, las manos de Jungkook,
acostumbradas e implícitamente, se estrecharon en su cintura con posesión y
minimizaron la distancia entre sus cuerpos, pegándose como una calcomanía
—. Te extraño tanto...

Una sonrisilla se escapó mientras le permitía morder, degastar sus labios y ser
el causante de muchas reacciones.

Sólo necesitaba más.

—Lo sé, te amo... —Apenas murmuró aquello, sintiéndose mucho más ligero
del peso, sus belfos fueron apresados por los ajenos con codicia e inclusive
en el instante en el que se trató de separar un poco, Jungkook no se lo
permitió.

Sus labios esta vez chocaron con desesperación, los dientes tironeando de su
labio inferior, mordiéndolo con fuerza medida para luego exigirle dejar que
su lengua recorriera su boca con la propiedad que sabía tener sobre ella, en
medio del beso, Jungkook le estaba haciendo saber que seguía siendo tan
suyo como la primera vez que habían intimado en el sillón de una esquina.
Era una locura, la sensación seguía sintiéndose tan vívida y la cantidad de
sentimientos que lo colmaron desde los pies hasta la cabeza, lo dejó
sintiéndose mareado.

— ¡Mmph!

Adentrándose en su cavidad bucal sin mucha resistencia, por fin, sus lenguas
se enredaron, succionándose con una lascividad ardiente en sentido del deseo
insoportable; aquella simple acción y el manoseo en su piel desnuda, caliente,
no pudo retener los jadeos ante la agresividad de la pasión que los envolvía.

—Eres mío, joder... Eres todo mío —Gruñó Jungkook, sonando gutural y,
una vez más, rotundo. Definitivamente autoritario, muy posesivo sobre su
persona; la percepción de la huella que su amante iba dejando sobre su piel
con aquella embelesadora posesividad, le hizo estremecerse y temblar,
reduciéndose ante sus propios delirios por dejarlo ir todo y volver a
entregarle hasta la fibra más sensible de su ser—. Di que eres mío, dilo.

Taehyung abrió su boca con la intención de responderle, mas no pudo soltar


las palabras que quería, sino un chillido cuando fue empotrado en el
escritorio y obligado a abrir las piernas, envolviéndolas sobre sus caderas
para ser recostado sobre el mesón de madera tosca mientras Jungkook,
posicionándose sobre él con dominancia, lo tomaba.

Era una locura.

Era una jodida locura.

Y las sensaciones a flor de piel, intensificándose cada vez más, se


expandieron como un cosquilleo por todo su cuerpo, erizándole la piel y
haciéndole arquear la espalda deliciosamente cuando Jungkook se hallaba
chupando en su cuello.

—Ow...

Urgencia les consumió en una especie de espesa niebla de frustraciones,


amarguras y goce... Y el huracán volvía a elevarlos justo en el centro, en lo
que llaman es el ojo del tornado para ser conscientes de cuán enviciante se
volvió para ellos el sostenimiento y la dependencia; el placer los abrazó, una
vez más, cual fuego a las brasas, con todas sus falencias y malogros
quemándose en medio de un mar de sensaciones y relevos.

—Te amo... Te amo, joder... Eres todo mío, Taehyung... Todo tú.

Jungkook lamió su boca, una de sus manos cerrándose alrededor de su cuello


con fuerza medida, evitando que se alejara y presionándolo hacia abajo
porque no podían conseguir suficiente; eso les jodió la cabeza a ambos con
un fascinante frenesí.

—Soy tuyo, Ggukie...


Taehyung volteó los ojos cuando los roces se volvieron sugerentes...

—Vamos a follar, bebé, ¿sí?

Taehyung sonrió bobamente, adormecido y con la cabeza vacía por completo,


mas no por mucho tiempo cuando recordó que no podían sólo follar ahí y ser
desconsiderados.

Porque debía ir a juntarse con sus inversionistas y él con su amigo.

Baek...

—Oh, maldición... Jungkook, Ggukie... Para, para... —Se removió, dejando


caer unas cuantas hojas al suelo por accidente y riendo torpemente cuando
vio a Jungkook enfurruñado por haber interrumpido el juego previo—. Tú
vas a ir a una reunión con tus inversionistas, yo tengo que discutir un asunto
con Baek. N-no podemos hacerlo ahora, lo siento...

Jungkook frunció el ceño; pudo sentir un ligero nudo de nervios


retorciéndose en su estómago con la mirada que se oscureció en sus ojos
crueles.

—Luego iré a recoger unas cosas a la casa de mi hermano, es sólo eso.

Pasaron unos segundos en los cual estuvo siendo examinado bajo la mirada
de Jungkook, escalofriantemente intensa; el cuerpo grande, pesado, todavía
sobre el suyo mientras se encargaba de chupar su mandíbula, cuello y
clavículas con fuerza, asegurándose de dejar marcas que tomarían un color
violáceo, evidente.

Taehyung lo comprendió. Él sabía lo que eso significaba, mas no quería


seguir discutiendo y no rebatió en su actuar.

—Me llamas para recogerte.

Y dicho aquello, finalmente, un último beso selló la última palabra. Porque,


si bien hay quienes al sentir la más mínima conexión con alguien que el
presentir les indica será especial, huyen; también hay quienes que, al
encontrarlo, algo o alguien a quien aferrarse, ese sentimiento se transforma
en algo tan importante como lo es el aire, que les aterra la idea de perderlo...
Por lo mismo es que la mayoría de las personas prefiere agarrarse de esto,
sostenerse de eso como si su vida pendiera de aquello. Porque todo es mejor
cuando tienes a alguien que te cubra con sensaciones cálidas al final del día,
sin importar cómo; aunque, a veces, lo que se supone debería ayudarnos,
termina lastimándonos...

[...]

Un jugo natural de frambuesa y un té de duraznos, frío; un pastel de fresa


para compartir y la inquietud acrecentándose por vez que cada minuto
avanzaba.

Taehyung dobló una de las servilletas que se disponían en un cajita y la metió


debajo del platillo de su jugo mientras miraba con ansia hacia la puerta,
donde se suponía su amigo debería cruzar en cualquier instante.

Baekhyun estaba retrasándose y eso le preocupó de forma inevitable.

Le había marcado un par de veces. Pero, no recibió respuesta alguna, no más


que la de aquel molesto tono en el buzón de voz. Y, en algún punto, pensó
que iba a ser plantado, ya que, había pasado por lo menos media hora desde
que había llegado y Baekhyun aún no le daba una señal de vida que le
indicase que estaba retrasado o que, simplemente, no podría llegar.

Se sintió ciertamente molesto.

Pudo distinguir la mirada "disimulada" de algunas personas sobre él, como si


estuvieran cuestionándose por qué estaba solo, qué hacía ahí sin siquiera
tocar su comida y juzgándolo con un escrutinio estúpidamente crítico desde
que lo habían visto despedirse de Jungkook anteriormente.

Había intentado pasar por alto aquellas miradas llenas de reproche y


curiosidad, mas no pudo seguir haciéndolo cuando una mujer le hizo un gesto
de desagrado al concluir correctamente; y no podía hacer algo al respecto más
que ser odioso también, y la miró de forma grosera.

Suspirando, estuvo a punto de llamar a la mesera y pedir la cuenta, pero Baek


entró y caminó hacia él con una expresión neutra, sentándose
inmediatamente.

—Vaya... —Saludó con sorpresa, un poco pasmado ante su actitud


indiferente. Miró la mueca en sus labios y se sintió un tanto extrañado. Algo
ocurría, ahora era mucho más que obvio que sí; algo había pasado—. Pensé
que me dejarías plantado... —comentó con cierta sorna y con la única
intención de aligerar un poco el ambiente frívolo y distante que se hizo
perceptible entre los dos.

—Vaya, ¿qué se siente? —Le dijo, bebiendo un sorbo del té helado, elevando
las cejas con desinterés. Se veía enojado y pálido, notoriamente más delgado
y preocupado; la camisa guayabera era más holgada de lo que pretendía ser y
su rostro lucía demacrado—. Yo no pensé que vendrías... Digo, ya es habitual
en ti dejarnos plantados o cancelarnos.

Taehyung relamió sus labios con culpabilidad, comprendiéndolo de


inmediato.

—Baek...

—No, Tae. Te pedí juntarnos para charlar, pero necesito decirte un par de
cosas. Claramente.

Inhalando y exhalando, se sintió un poco presionado por la culpa y el ansia.

—Adelante. —Dijo, decidiéndose a acercar la pajilla del vaso para beber un


sorbo de su jugo, ya que repentinamente sintió la boca seca y las mejillas
rojas por la vergüenza. Tenía un presentimiento de que Baekhyun
recriminaría algo con respecto a Jeon y, si era así, no podría contrarrestar con
aquello.

— ¿Qué es lo que está pasando contigo, Taehyung-ah? No lo entiendo... Yo


y Yoongi hemos tratado de contactarte, pero aparentemente tus tiempos con
nosotros son súper reducidos; siempre nos cancelas y apenas y hablas con
nosotros, a menos que tenga un problema, claro.

Taehyung sintió una punzada dolorosa en las costillas cuando oyó aquello.
—Baek... —Trató otra vez, sintiéndose mal por el signficado de sus palabras
e intentando no alarmarse por éstas aun cuando sabía que sí debía hacerlo.

—No, Taehyung... Cállate. Soy tu hyung y necesito que me dejes hablar a mí


—demandó, mucho más molesto de lo que creyó podría estar, pero sabía que,
en parte, muchas cosas de las que le diría serían nada más que la pura y triste
verdad; asintió, apenado—. ¿Sabes por lo que he pasado estos días? No... ¿Tú
sabes lo que está pasando Yoongi ahora? ¡Absolutamente no! ¿Por qué es
eso? Te alejaste de nosotros y ahora ya ni siquiera nos vemos. Por el amor de
dios, ya ni siquiera puedo recordar cuándo fue la última vez que nos
reunimos...

Touché.

—Lo siento...

— ¿Lo sientes? —cuestionó con obviedad, encorvando una ceja con un


bufido por vez que le daba una mirada de seriedad—. Taehyung ni siquiera te
arrepientes, eso es lo peor...

Taehyung sintió que las cienes le dolían y mordió su labio con fuerza. No
pudo negarlo; no se arrepentía del tiempo que había compartido con
Jungkook. Quizá eso era injusto, pero el tiempo siempre había sido egoísta.

—Sí lo siento, hyung. Es sólo que... Yo sé que he estado lejos, pero...

—Pero Jungkook es más importante, ¿no es así? —Dijo directamente, sin


preámbulos y tajante, haciéndole sentirse vulnerable ante sus palabras
acertadas—. Todo es Jungkook, todo se reduce a Jungkook. Incluso en la
universidad... Demonios Tae... Estoy tan enojado contigo, toda la maldita
universidad sabía sobre ti y Jungkook, ¿lo sabes?

Taehyung quiso haber pretendido que no oía porque, por primera vez, se
quedaba en blanco ante la verdad y se sintió vulnerable e indefenso ante ella;
empalideció, desviando la mirada, cohibido.

—El rumor llegó a los oídos de todos... Y, antes de ayer, tú no viniste porque,
claro, seguro el pendejo de Jeon Jungkook era más importante que nosotros
y, bueno, todos hablaron sobre ti, Tae... Sobre las preferencias y sobre tus
notas "regaladas". Yoongi intentó defenderte, incluso yo lo intenté también...
Pero, no pudimos hacer nada al respecto más que recibir insultos por apoyarte
y tratar de negarlo.

Sintió que su corazón se encogió con aflicción.

—Lo siento, ustedes no tenían porqué... Fue mi error, lo lamento, hyung, yo...

Taehyung ni siquiera podía mirar a su mejor amigo a la cara, el balde de agua


le caía encima y sólo se sentía tan increíblemente estúpido y pasmado, que ni
siquiera podía defenderse a sí mismo de aquellas acusaciones. Después de
todo, Baekhyun sólo estaba diciéndole la verdad. Así que, guardó silencio.
Tal vez, en serio necesitaba escuchar.

—Apoyaba tu relación con él porque lo querías, Tae... Porque pensé que era
un buen tipo para ti —una de sus comisuras se alzó con amargura, su dedo
delineaba el borde del vaso mientras lo miraba por entre sus pestañas con sus
ojos cansados—, creo que me equivoqué.

—Baek hyung, yo... No...

Hubo silencio por varios segundos.

Baekhyun sonrió sin un ápice de gracia, más bien con desilusión.

Taehyung ni siquiera sabía qué decir.

—Cuando volviste de Jeju, hace algunas semanas atrás, Yoongi y yo


estábamos preocupados por ti; sobre todo Yoongi... Te enviamos más
mensajes de los que podría recordar, e intentamos llamarte muchas veces para
saber sobre ti y cómo había sido, y no nos contestaste... —soltó una carcajada
amarga que templó sus oídos—, para variar, ¿no? Bueno, optamos por ir a la
oficina de Jeon Jungkook para saber sobre ti...

Taehyung miró directamente a los ojos fríos de Baek, y se sintió expuesto.

— ¿Sabías que Yoongi tiene sentimientos por ti, Taehyungie?


Taehyung sintió cómo su corazón se desembocaba y latía sumamente rápido
ahora; rubor furioso tiñó su rostro mortificado porque, muy en el fondo, sí lo
sabía.

—Bueno, Taehyungie, resulta que sí fuimos a su oficina y le preguntamos


con buenas palabras, de buen modo... "¿Qué estaba pasando?"

... (Varias semanas atrás)

Baekhyun había entrado tras Yoongi aquel día a la oficina, los dos se sentían
ciertamente intimidados porque, vamos, era el profesor más cruel y pendejo
de todo el departamento de literatura y el pseudo-algo de uno de sus mejores
amigos. E incluso así, era raro.

Baekhyun recordaba haber cerrado la puerta tras de sí y quedarse ahí mientras


Yoongi empezaba.

— ¿Cómo fue el viaje? ¿Dónde está Taehyung? —Había preguntado Yoongi


y, con un tono que distaba del mal término, se había metido las manos en los
bolsillos de los vaqueros con su mejor expresión de póquer face para no
demostrar abiertamente su obvio disgusto hacia su maestro.

Jungkook los había mirado con desdén y una muy mala cara desde un
principio.

—Eso no es de su incumbencia. Excúsense de mi oficina. Ahora.

—Mire, Señor Jeon... —Yoongi había suspirado con frustración y él se había


sentido incómodo e inquieto. Alarmado—. Mi intención no es entrometerme
en sus temas porque, realmente, son lo que menos me interesa o incumbe. A
mí me importa y me preocupa mi mejor amigo. Taehyung. Y, claro, es usted
quien se acuesta con él. Por lo que, yo y mi compañero, inferimos que usted
es el único que en estos momentos debe saber algo sobre su paradero...

Baekhyun había visto cómo la mirada de su maestro se obscurecía con furia


por vez que se incorporaba de su escritorio y se mostraba alto e imponente
sobre la presencia de ambos, inclusive se había preguntado qué era lo que
Taehyung encontraba atractivo en un hombre tan increíblemente mordaz y
cruel.

—No sean entrometidos, no es su asunto. Y si me acuesto con él o no, es mi


tema.

En ese instante las cosas se habían puesto aún más tensas. Había notado
cómo Yoongi tensaba la mandíbula por vez que su maestro los miraba con
una obvia expresión de burla. Baekhyun sintió que necesitaba intervenir, y lo
hizo.

—Señor, es sólo que nos preocupa en demasía que no sepamos nada de él...

Jeon había alzado las cejas con molestia y le rebatió, interrumpiéndole.

— ¿Tanto como le preocupan sus calificaciones? ¿O las de su desastroso


hermano...?

—Oiga, ese es otro asunto totalmente diferente, no confunda las cosas —Le
había dicho, defendiéndose de los insultos disfrazados de moral vocacional e
interés por el aprendizaje de sus estudiantes.

El tipo era un hombre cruel y frívolo.

—Señor Jeon, no necesita atacarnos, sólo decirnos qué hay sobre Taehyung.

—No les diré absolutamente nada.

—Hijo de puta...

Para ese momento, había sentido miedo inundar sus sentidos cuando Yoongi
no pudo dejar de lado la preocupación y la ira contra su maestro; hace
algunos días atrás le había contado sobre su lamentable confusión de
sentimientos y su amistad por Tae y, bueno, Baekhyun no había sabido cómo
ayudarlo, más que aconsejarle aclarar su mente rápidamente. Ahora podía
comprender que la competencia radicaba en Taehyung y, si bien Yoongi no
estaba compitiendo, sí estaba tratando de demostrar que su interés por
Taehyung era real; ya sea por la amistad o por los sentimientos involucrados,
Yoongi era un buen partido. Y, aparentemente, eso era lo que a Jungkook
tanto le molestaba.
—Si te atreviste a hacerle algo, te juro que...

— ¿Que qué? —Los puños cerrados, apretados, le causaron un muy mal


sabor en la boca del estómago. Y los pasos que, para ser completamente
sinceros, parecían ser una horda furiosa, se acercaron de forma repentina y
brutal.

—Ya te dije que soy capaz de pasarte mi puta moto por encima, hijo de perra.
Dinos, ¿por qué no nos quieres decir algo sobre él, huh? —Preguntó Yoongi
y Baekhyun se sintió más nervioso de lo que le gustaría—. ¿Qué mierda fue
lo que le hiciste? ¿Por qué él no está aquí? ¿Por qué no nos responde el
maldito celular?

Baekhyun apenas fue consciente de cuando Yoongi estaba pegado contra la


pared con dos pares de manos rodeándole el cuello y Jeon Jungkook luciendo
como el más grande hijo de puta que podría conocer.

— ¡Suéltalo! —logró gritar—. ¡Suéltalo!

Yoongi había intentado removerse, pero había sido tomado por sorpresa, y las
manos feroces de de su maestro estaban apretándose alrededor de su cuello.

— ¡Suéltalo, por favor! ¿Qué demonios es lo que haces? —Baek intentó ser
su mediador, ubicándose, incluso cuando era considerablemente más
pequeño, tras la espalda de su maestro para alejarlo de su compañero y hacer
que lo soltara. Sin embargo, el hombre tenía una fuerza brutal, que de un
codazo, lo dejó tambaleándose hacia atrás. Totalmente cegado por la ira.

— ¿Eso es todo lo que tienes, hijo de perra? ¡Dios, te juro que haré que él te
deje! ¡No lo volverás a ver!

Lo que había comenzado como un empujón violento para dar una


advertencia, pronto se había convertido en una disputa por quien tendría el
poder de lanzar el primer golpe letal.

Baek estaba en medio tratando de separarlos, fracasando con frustración.

— ¡Yoongi! ¡Por favor, sé razonable! —Pidió ante las amenazas que le


decía, sin ningún pudor haciendo evidente un punto que no sabía tenía.

—Si sigues interfiriendo, te juro que tú serás quien no lo volverá a ver...

—Eso es lo que crees, imbécil...

— ¡Suéltelo! ¡Suéltelo! —Volvió a pedir. Esta vez con más desesperación en


cuanto, con un movimiento ajetreado que su maestro hizo y que lo volvió a
empujar hacia atrás, hizo fuerza para detener la mano de Yoongi y le clavó un
puñetazo en la cara—. ¡Hyung!

... (Actualidad)

—No, no es cierto... No puede ser cierto... —Taehyung se sintió mareado y


mortificado, sudando frío y apretando sus facciones con pesadumbre después
de todo lo que Baekhyun acababa de soltarle.

Se sentía tan mal, tan decepcionado, mas no sorprendido...

—Así es, Taehyungie. Tu jodido no-sé-lo-que-sea se comportó como un


idiota. Como un jodido neandertal.

Baekhyun suspiró decepcionado y, sin tener nada más que decir, dejó algunos
billetes sobre la mesa y se incorporó. Sólo deseaba que Taehyung pudiera ser
inteligente y que se quitara la venda de sus ojos, porque estaba evidentemente
cegado y esperaba que reaccionara.

Todo color había abandonado la triste carita de Taehyung, quien jugaba con
sus dedos nervioso y mordía su labio con manía; sus ojos cristalizados
advertían algo de lo que él no se sentía capaz de ser partícipe esta vez.

—Dios... Yo, Baek... Lo siento, Yoongi-ssi...

—Debo irme —interrumpió, sintiendo lástima por la situación de su amigo,


mas sin poder hacer nada al respecto—. Pero, en serio, deberías considerar
mis palabras; él te está absorbiendo tanto que te terminara por hundir, Tae...
Estoy seguro de que ni siquiera tú puedes reconocerte ahora y, por lo pronto,
tampoco a él.

Okay, perdónenme si hay algún error ortográfico o algo, es tarde y tengo


mucho sueño y problemas para dormir... Como podrán entender,
algunas cosas se me pasan:(, y decirles que no quería dejarles sin una
actualización;( Literalmente, no me importó qué tan tarde fuera y lo que
estaba haciendo xD, sólo dije: voy a actualizar.

Les quiero mucho y espero sean felices y tengan los dulces sueños que se
merecen y besos en el popin de mí parte~
76

La decepción le arañó la garganta, trayendo consigo el resentimiento y la


rabia.

Mientras pretendía pasar por alto la forma en la cual la jaqueca y la presión


en su garganta se anudaban de manera molesta y hasta sólo hacer que el dolor
de cabeza se incrementara, pasó la agujeta hacia el lado contrario y por
debajo de la otra, apretando los cordones. Y, para ser sinceros, no le importó
en demasía las miradas que las personas a su alrededor le daban tras oír
indiscretamente la discusión que había tenido con su amigo; estaba molesto,
estaba frustrado y no podía hacer algo más al respecto que sentirse
exasperado por anhelar una clara solución a su problema. Porque, realmente,
es vagamente consciente de cómo es que las cosas empiezan a deteriorarse de
forma inevitable.

A la mierda todo.

Haciendo una mueca de desagrado debido al disgusto después de haber


dejado el efectivo sobre la mesa en la cual había quedado solo y observando
cómo su amigo se iba molesto, intentó mantener su rostro imparcial porque
necesitaba sobrellevar sus problemas y, bueno, echarse a llorar ahí, sabía que
no le traería ninguna de las alternativas que le urgían para resolver sus líos.
No existía otra manera más que asumir sus falencias y las de su entorno, el
degaste emocional que éste le estaba provocando; la impotencia de ser quien
está en medio de sus deseos, de sus carencias y de lo que los demás dicen es
incorrecto y dañino, es algo que se ha estado calando en sus huesos
dolorosamente porque no debería influenciarse con tanta facilidad por la
opinión de los ajenos. Estaba harto y no podía negar que, poco a poco,
comenzaba a importarle mucho menos lo que se suponía estaba tan mal para
él.
Y, aunque la ira no se disipó de su sistema, no fueron las palabras de Baek las
que hicieron eco en su mente, sino las palabras suaves de Jungkook y su
rostro triste; la necesidad que había surgido, la aflicción que le había hecho
entrar en una clara exasperación por poder hacer algo que lo hiciera sentir
mejor, que lo hiciera sentir bien. Porque le había machacado en el alma ver a
quien siempre trataba de aliviarlo de todas sus tortuosas cargas,
deprimiéndose, mostrándose tan mal, que le había resultado ineludible el
hecho de no caer en sus redes para dejarse apresar por sus más obscuras
emociones y dejarse tomar por sus demonios con la intención de liberarlo de
las cadenas que erosionaban su piel. La verdad era que no podía soportar
verlo así: dañado con el ardor de sus heridas abiertas.

Antes, cuando Jungkook era sólo su maestro, e inclusive antes de haber sido
su jefe —y él su asistente—, sólo lo había visto como a un tipo jodido por el
control y obseso por el acatamiento de sus órdenes. Pero, inconscientemente,
siempre se había sentido atraído por esa característica fuerza en la
dominancia transmitida en sus acciones y sabias palabras acertadas. La
atracción fue inevitable desde la primera vez que entró al salón y se había
perdido en sus labios; fue totalmente indiferente ante la cátedra que estaba
dando, mas sus ojos sí lo siguieron cual imán, magnetizados con su presencia
preponderante. Y las cosas escalaron con lentitud, de una forma
imprescindible e inexorable. Mientras, poco a poco, las cosas iban tomando
otro curso, sus carencias terminaron por arraigarse a las raíces de una dulce
ilusión debido al sostenimiento y la dependencia.

A veces había sido mordaz. A veces había sido cruel y frío. A veces había
sido quien hacía de sus días un completo martirio. Pero ninguna de las
anteriores se podría comparar con la cálida sensación que llenaba su pecho
cuando no tenía a dónde ir y entonces el Señor Jeon llamaba y le pedía
reorganizar sus apuntes, y hacerle un café simple y amargo. Nada se podría
comparar a no tener a nadie y, de pronto, tenerlo solo a él; cubriéndolo con
sus manos grandes, fuertes, tan abrasadoras y reconfortantes con la seguridad
de sus toques y caricias tiernas.

Su maestro había sido el primero en secar sus lágrimas.

Su maestro había acunado su rostro y había besado su frente con afecto.


Su maestro había sido el único en ampararlo.

Y si le daban a escoger, siempre lo escogería a él. Sin importar qué o quién;


de alguna forma u otra, Jungkook siempre había estado cuando nadie estuvo,
y no lo abandonaría por la intromisión de los demás.

No importaba cuánto comenzara a doler, e incluso si sabe que están entrando


a ese punto sin retorno donde van a toda velocidad y llega el golpe del
choque y, de improvisto, entran en la agonía de no querer volcarse y pisar el
freno. No le puede importar menos la marca, la mella o la huella que sabe
quedara marcada en todo su cuerpo, sólo quiere conservar el mínimo de
esperanza que le queda porque sabe que el agua se les escurre de las manos y
que ésta está rebasando el vaso; y sólo falta que el vaso se rebalse.

Simplemente presiente, lo sabe.

Las trizas han comenzado a remarcarse en ambos. El pasado los compromete


a ambos y, aun así, su escape instantáneo es la compañía del otro. Porque, en
sus mentes, siempre seguirían reproduciéndose los momentos juntos y ese
romance que no todos pueden encontrar al desgastarse en el trayecto de la
búsqueda en el transcurso de la carretera; cuando la emoción y las
sensaciones juegan con el sentir amoroso del azúcar algodón de los besos y la
cura efímera de sus errores, las heridas tapándose con la delgada dermis de
dos cuerpos fusionándose en el refugio del sexo esporádico y el alivio de la
salvación al hallar un lugar seguro en sus brazos en viceversa.

Entonces, Taehyung concluye que, aunque se esté quedando sin vías de


salida, su amor por Jungkook es más fuerte, mal que lo debilite. Sólo quiere
persistir, y quiere quedarse sin importar que el mal augurio le esté dictando, y
arañándole en las entrañas, esta vez dolerá más que nunca. Pues, a pesar de
todo, no puede y no quiere creer que el confín tenga un límite; quiere
quedarse con Jungkook.

Así que, salió del pequeño café en el cual se había juntado con su amigo, y
con un ligero malestar estomacal de compañía. Su estado anímico se
oscureció, un mal sabor le quedó en la punta de la lengua después de haber
bebido un último sorbo de su jugo y sus músculos se sentían rígidos por la
tensión naciente tras haberse abrochado los cordones de las zapatillas para
emprender camino de vuelta a casa; y no se sentía lo suficientemente
animado como para ir y charlar con su hermano, —charla que sabía no
saldría bien—. Además se sentía cansado y había estado enviado solicitudes
de trabajo a varias editoriales que le gustaban, teniendo en cuenta que tenía
que empezar a trabajar y su currículum era bueno.

Había rechazado la oportunidad de trabajar en la editorial Eunwha, claro,


cual era perteneciente a los Jeon. Por lo mismo, se había preocupado de
enviar una cantidad considerable de solicitudes a las editoriales que él
consideraba como las mejores después de Jeon Eunwha, —que suponía había
sido de la madre de Jungkook y Mingyu. Por lo mismo, también había estado
estresándose y sabía que Jungkook querría que volviera a trabajar para él, y
eso no le parecía justo; y no era sólo porque fuese su pseudo pareja (porque
tampoco han oficializado su relación todavía), sino porque no quería que
rumores estúpidos sobre él, sobre haberse ganado un puesto de trabajo, que se
expandieran con relación al sexo.

Así que, sólo esperaba que las cosas quedaran claras entre ellos en ese
sentido.

No quería volver a ser denigrado como un cualquiera, y mucho menos como


alguien que lo quería todo fácil a cambio de favores sexuales. Ese no era él;
valía mucho más que eso. Se merecía trabajar con el orgullo en alto para
llegar lejos. Y, mientras Jungkook respetara aquéllo, no habría problema
alguno.

Sólo radicaba en respetar sus intereses desvanecidos y sus metas desteñidas.

Por lo que, dejaría que su cabeza se enfriara hasta llegar, y también para saber
qué hacer con la información que Baek le había otorgado de manera brusca.

Su ansiedad por querer hacer algo al respecto rápidamente, le ganaba. Sin


embargo, decidió tomar el camino largo.

Buscó su móvil y marcó.

Cuatro pitidos, y su llamada fue atendida.


— ¿Hola? —Se escuchó al otro lado de la línea. La voz llegó a sus oídos y
sus preocupaciones se congelaron durante un segundo ante el sonido gutural,
y áspero, que antes no había oído en su tono. Se sintió inquieto—. ¿Tae?

Despabilando, mordió su labio con fuerza antes de responder.

—Yoongi-ssi, ¿cómo estás? —Sus propias palabras sonaron inestables, con


un temblor inusual ante el nervio y el ansia de hablar con él tras tantos días
—. No había podido llamarte antes, lo lamento.

Una risa gélida, que distaba de la gracia, se oyó tajante y dolida.

—Estoy bien. Estoy jodidamente bien —Le dijo. Claramente sentido, lo


sabía.

—Yoongi-ssi, estuve un poco enfermo del estómago y me sentía mal, no


podía ir —Mintió, a sabiendas de que mentir no estaba bien, pero la discusión
que se formó ese día fue un tema demasiado íntimo y privado entre él y
Jungkook; se suponía que nadie más tenía que saberlo y él lo sabía—.
Luego... Luego yo lo olvidé.

Un automóvil tocó la bocina y la calle se sintió repentinamente más vacía.

Viento fresco sacudió las hojas de un árbol junto a la acera.

Yoongi volvió a reír, pero esta vez era una risa sardónica.

—Fue tu novio idiota el que no dejó que vinieras, Tae. No necesitas mentir.
Y, está claro que tampoco necesitas darme explicaciones; si no quieres
decírmelo, no me lo digas. Sólo no mientas.

Medio punto, cercano al blanco.

Taehyung apresó su labio inferior entre sus dientes con más fuerza e
inhalando hondo.

—Sé que tienes sentimientos por mí, Yoongi hyung... —Murmuró, y se


sentía repentinamente cohibido e incómodo por lo que había dicho,
arrepintiéndose de habérselo hecho saber, de que sabía. Hubo silencio
cargado de tensión, y aquél le obligó a hablar nuevamente—. Sea confusión o
sea algo más... No quisiera que esto fuera embarazoso entre nosotros.

— ¿Crees que la mención de Jeon me hace sentir avergonzado, Taehyung-


ah?

—No es eso lo que dije... —frunció el ceño, una arruga formándose entre sus
cejas; un poco molesto, un poco frustrado—. Sólo decía que no quisiera que
te sintieras incómodo cuando yo te esté hablando de él... Digo...

—No necesitas decir nada más —interrumpió malhumorado y,


evidentemente, enojado—. No necesito que me tengas lástima por ser el
estúpido mejor amigo enamorado, Taehyung... Cosa que no soy; no estoy
enamorado de ti. Maldición.

Deteniéndose durante un minuto, quiso agregar algo más, pero no sabía


cómo.

Y, bueno, aprovechándose de aquéllo, Yoongi volvió a hablar.

—Tal vez sí confundí nuestra amistad, no puedo negarlo... Todavía me siento


jodidamente confundido, de hecho. Pero, no estoy enamorado de ti,
Taehyung. Y no necesitas tenerme lástima por haber confundido las cosas.

Taehyung suspiró aliviado.

—Vaya... Bien, hum, es sólo que, últimamente, ustedes dos, Baek hyung y tú,
interfieren en demasía en mi relación con Jungkook, y no quisiera que nuestra
amistad se eche a perder por ello...

Yoongi gruñó. Touché. Le había dado al blanco. Quizás no era solo


confusión.

¿Era rivalidad...?

—No es interferir, Taehyung. Yo ya no pienso hacerlo, ¿bien? Es sólo que


ese imbécil es... Jeon te consume y no me digas que no, porque sabes que es
así; él te consume desde los pies hasta la cabeza...
—Ese no es su asunto, tu asunto... Ustedes son mis amigos, deberían
entender.

—Claro que entiendo, si no fuera porque el tipo es un jodido imbécil...

—Yoongi-ssi —interrumpió, su voz dura y firme para expresarle su molestia.

Un suspiro abandonó los labios del otro hombre.

— ¿Qué?

—No quisiera distanciarme de ti... No quisiera que las cosas se pusieran raras
entre nosotros. No necesitamos poner un nuevo límite, ¿cierto? —Dijo, su
voz sonando sigilosa y con ápices de recelo por su propia elección de
palabras. No quería distanciarse de sus amigos, aunque sabía que ya estaban
distanciados.

Simplemente, Taehyung no quería que sus amigos siguieran con esa manía de
querer hacerle saber que su relación con Jungkook estaba destinada al
fracaso; eso le dolía, le hacía daño y ellos no lo comprendían. No obstante,
tampoco es como que quisiera que se distancien por ello, es sólo que sabe
necesitan saber que hay asuntos en los que no pueden entrometerse. Y no
quiere que Jungkook se meta en problemas; en realidad, no quiere que los
celos sigan jugando con los traumas de su amante, ni con su mente para sólo
sacar la peor parte de él.

Y Yoongi pareció comprender el trasfondo de sus palabras, porque sólo le


dijo:

—Bien. Como sea.

Y finalizó la llamada.

Taehyung se sintió un poco amargo cuando la pantalla de su móvil se


bloqueó, mas siguió su camino hasta la parada de autobuses y esperó el de la
línea en la que lo dejaban más cerca del condominio donde vivía.

Sólo esperó unos minutos y ya estaba en camino a casa.


Miró el atardecer a través de la ventana, colores saturados cayéndose por
entre los cerros, escondiéndose tras ellos, tiñendo el cielo con los últimos
colores del día para dar cabida a la estrellada obscuridad de la noche.

Cerró sus ojos durante un momento, queriendo dispersar el desagradable


sabor de la decepción, el malogro y la angustia. Él no lo podría explicar, sólo
quería llegar y tomar una ducha fría. Quizás con Jungkook lavando su
cuerpo, disipando la temperatura del agua entre caricias y besos... Sí, eso
sonaba mucho mejor.

Y claro que cualquier cosa hubiera sido mejor que llegar a casa a discutir.

Otra vez.

No era justo que de pronto todo ameritara una discusión que estaba
condenada a llevar a cabo un pleito. Claro que no era justo. Pero, muchas
cosas no lo eran.

Y, dejando caer su espalda en el plástico grueso del asiento, resintió la falta


de costumbre ante el transporte público desde que lo llevaban a la
universidad y le esperaban para recogerlo de sus clases. Era ciertamente
tierno si lo pensaba así y no evitó que una sonrisa suave se dibujara en sus
labios, sólo notando por milésima vez cuán enamorado estaba de Jungkook.
Era sorprendente y dejaba a su corazón latiendo fuertemente contra su pecho,
sintiéndose mareado por la cantidad de sensaciones emocionantes y amorosas
que lo dejaban sensible. Era una locura, pero era todo lo que necesitaba: el
avasallador amor de Jungkook e invadiéndolo de su esencia, inundando su
sistema por completo de sólo él.

Todavía podía sentir el dolor de las marcas en su cuello, clavículas y


hombros.

Todavía podía sentirlo...

La permanencia se mantendría.

Entonces, bajándose del autobús, caminó a casa.


Con las manos en los bolsillos y observando a algunos niños jugar fuera de
sus casas.

Antes no se había detenido a mirar completamente el vecindario, no era como


si hubiese tenido tiempo de sobra tampoco, pero era una acción que no le
hubiera tomado más de algún par de segundos.

Era un buen vecindario, a decir verdad.

Y las casas eran bonitas y, claramente, costosas.

Pensó que Jungkook debió haber ahorrado mucho por esa casa. Luego
recordó que su familia era rica. Pero no cambió de opinión. Jungkook le
había contado que había trabajado mucho desde que se tituló como maestro,
así que nunca se dejó llevar por la cantidad de números en la cuenta bancaria
de herencia.

Recordó le había contado aquella noche en medio de la oscuridad.

Él se había enamorado de ese chico.

Kai...

Había querido ayudarlo, aportando de su dinero para que concluyera con sus
estudios y se había querido casar con él, e incluso tener un hijo y formar una
familia, lo cual era... Inimaginable en su considerar.

Pensó que ese chico debió ser una víbora.

Y se preguntó si Jungkook, algún día, querría tener eso con él también...

Se sintió un tanto precipitado al tener aquel pensamiento, y también se sintió


un poco estúpido... Pero le fue inevitable ante la ilusión y la solidificación de
su sentir; lo amaba y comenzaba a sentirse inseguro sin que Jungkook ni
siquiera mencionara algo sobre ponerle un nombre a su relación,
abiertamente.

Sintió una presión en el pecho al pensar en aquello.


Por lo tanto, cuando entró al jardín delantero, se encontró con la presencia del
gatito anaranjado que suponía debía ser de algún vecino; el minino jugaba
con la hierba del pasto, bajo un árbol, mientras le maullaba, sacándole una
sonrisa.

Y buscó la llave de casa en su bolsillo y abrió la puerta, cerrando de


inmediato tras de sí, siendo recibido por nada más que silencio.

Se sintió un poco apagado por vez que se quitaba las zapatillas y las dejaba
en el mueble destinado a ello, pero caminó, torpemente, con sus pies
envueltos en calcetines de caricaturas, dirigiéndose al pasillo que llevaba
hacia el despacho, donde la puerta estaba abierta.

Sonrió inmediatamente, apoyándose en el umbral de la puerta con sus brazos


caídos y empuñando las mangas de su hoodie mientras abultaba los labios.

Jungkook estaba sentado tras su escritorio, escribiendo algo en su portátil,


con unos lentes delgados que caían por el puente de su nariz, el entrecejo
fruncido y la notable concentración en sus facciones duras. Se veía atractivo;
su mirada recorrió su torso apretado y los botones abiertos de su camisa,
dejándose ver la piel pálida...

— ¿Cómo te fue con tu hermano? —Preguntó de repente, sobresaltándolo


con gracia. Taehyung supo que lo hacía a propósito, observando la cantidad
de papeles sobre su escritorio y su propia computadora que había olvidado
ahí; tal vez necesitaba ordenar su escritorio para que pudiera trabajar con
facilidad.

— ¿Cómo te fue con los inversionistas? —Cuestionó de vuelta.

Jungkook lo miró.

Pensó que veía estúpidamente adorable con esos calcetines de Mickey


Mouse.

Vio sus ojitos grandes, de miel cálida, con pestañas largas, curvadas y
espesas, parpadeando hacia él con dos mejillas ruborizadas y esa deliciosa y
comestible boquita abultada.
—Estoy trabajando —Dijo.

— ¿Quieres que me vaya al cuarto? —Taehyung le preguntó, suavemente—.


¿No quieres que despeje tu área para que puedas organizarte? ¿O un café?

Jungkook sintió su rostro caliente, un ligero rubor y su pecho satisfecho.

Lo amaba tanto.

—Taehyung —le llamó, palmeándose la rodilla—, ven aquí.

Su niño reprimió una sonrisita presumida.

—Pero estás trabajando-

—Puedo trabajar contigo en mi regazo.

Taehyung esta vez no pudo reprimir más su sonrisa y caminó con rapidez
hacia él para dejarse caer a horcajadas sobre sus piernas y abrazarlo
fuertemente. Jungkook ni siquiera desperdició un segundo para
corresponderle de inmediato.

Lo había extrañado tanto...

Sus brazos se ciñeron a la cintura de su niño e inhaló su aroma, suavizándose.

—Pastelito —susurró en su oído, besando la parte posterior de su cuello con


la característica dulzura que sólo estaba disponible para él; Taehyung tembló
—, tú eres todo lo que siempre quiero tener al final del día...

Taehyung asintió y se acomodó en el hueco de su cuello, inhalando su aroma


y sintiéndose como un bebé: relajado, sereno y somnoliento. Después de
todo, no era mala idea estar sobre Jungkook, esperando que terminara el
papeleo.

—Podría dormirme en tus brazos, Ggukie... Eres mi nueva almohada... Estoy


seguro de que, si me cantaras una canción, me dormiría —rió, separándose
levemente, mirándolo con dulzura por vez que acunaba su rostro con sus
manos bondadosas...
—Puedes hacerlo, realmente amo la idea —confesó, sintiéndose idiotizado
por la hermosura de su tierno TaeTae, de su dulce chico, de su pastelito—;
puedes dormirte en mis brazos...

Taehyung se ruborizó violentamente y sonrió como un bobo.

—Eres todo un galán, Ggukie... —dijo, presionando su frente contra la suya y


robándole un ligero y tierno besito sobre los labios—. Vamos a quedarnos así
durante un momento, ¿bien?

Jungkook asintió y dejó que el impulso ganara. Entonces sus manos, de


forma inconsciente, se escabulleron bajo el hoodie de Taehyung y sus dedos,
curiosos, se dieron el permiso de recorrer su espalda baja, sus caderas y
prontamente su pancita. Porque, vamos, no lo podía negar: él se sentía
maravillado por Tae, le encantaba acariciarlo y tenerlo entre sus brazos, sobre
su regazo y bajo suyo.

Y, bueno, Jungkook ya conocía todos los enigmas y misterios de la anatomía


de Taehyung...

El frenesí era simplemente fascinante.

—Amo que me toques así...

Jungkook espiró en su cuello.

—Te amo a ti.

—Mm... Tú eres todo mío, Ggukie —rió, de nuevo tontamente; sintió un


cosquilleo en su pecho.

Observó su pequeña carita de muñeco y besó su mejilla, susurrándole: —


Eres tan hermoso...

Porque esa sensación de sostenimiento seguro y cálido, eso que pocos pueden
gozar al final del día, se volvía necesario para ellos; y temían perderlo.


Bueno, como habrán notado, he estado teniendo algunos problemas con
wattpad con respecto a la notificación de actualizaciones... Por lo que,
recomendarles que, en caso de, sigan mi cuenta secundaria; hoy en la
mañana, mis historias no aparecían y en las notificaciones salía todo
blanco... La verdad, sí me asusté porque no quisiera que me eliminen la
cuenta y casos se han visto :-)

Okay, dejando ese tema de lado, se supone que aquí en Chile es verano,
pero ha estado lloviendo torrencial cual invierno xD. Ayer, escribir este
capítulo con lluvia de fondo y tecito, fue lo máximo. Además, como
habrán notado, los días lluviosos y grises son mis favoritos UwU

Y... Falta poquito ;-)

Sean felices, les quiero y cuídense mucho~


77

1... 2... 3...

¡Click!

Taehyung frunció el ceño profundamente concentrado, mientras mordía la


uña de su dedo meñique y reiniciaba la página por tercera vez consecutiva;
con los nervios crispados y la ansiedad aumentando considerablemente,
pareciera que la señal del Wifi se ralentizaba aún más cuando la urgencia por
necesitar saber sus resultados se acrecentaba.

De nuevo nada...

Se sintió frustrado cuando no observó ningún cambio en su bandeja de


entrada, no había ningún correo nuevo ni absolutamente nada cuando se
suponía que, a la fecha, ya debería haberle llegado una respuesta de las
editoriales a las que él postuló como candidato óptimo al puesto que deseaba
y, claro, al que sí estaba disponible.

Si su currículum había calificado —y esperaba que sí— con lo necesario y


con lo suficiente, figuraba que un reclutador debería llamarlo para avisarle
sobre el segundo paso del proceso, el cual radicaba en la entrevista formal de
solicitud.

Sí tenía en cuenta que, después de Jeon Eunwha, la editorial de Yoon Sung


era conocida y renombrada por ser la segunda mejor editorial a nivel nacional
y la segunda mejor alternativa en la lista de opciones; la primera llevaba años
en competencia al ser internacionalmente famosa. Y en su opinión, era una
buena oportunidad para demostrarse a sí mismo que, ser un poco más
ambicioso con respecto a sus expectativas, no era algo por lo que temer y que
podía asumir el desafío.
Le habían asegurado que le enviarían un correo para confirmarle su transición
a la segunda etapa e informarle sus requerimientos para poder ir a la
entrevista totalmente capacitado sobre sus conocimientos, y seguro de sí
mismo. Ya que, en la misma entrevista, sería evaluado por un examinador y
luego sólo sería la capacitación para estar finalmente dentro. Y bueno, no
podía mentir, eso era lo que más deseaba: demostrarse a sí mismo que sí
podía asumir el desafío y salir victorioso de éste, orgulloso.

Estar dentro.

Pronto el anhelo de poder recibir rápidamente el correo se volvió tan


insistente, que el pensamiento ansioso e inseguro se volvió persistente y se
definió en sus divagues como un lío achacoso e incierto por las nacientes
dudas.

Era inevitable.

Y se sentía cada vez más inquieto porque en serio quería conseguir ese
trabajo, era algo importante para él: completar y concluir sus metas y
aspiraciones; por mérito propio.

Entonces, los ojos le ardían, sentía un malestar desagradable e incómodo en


la boca del estómago y las sienes le punzaban hasta lograr conseguir la
fastidiosa jaqueca que llevaba acentuándose acorde los días transcurrían. Era
molesto, no podía no sentir malestar físico concorde el malestar emocional y
psicológico se iban desbaratando cada día más y de la peor forma posible. No
se sentía bien, lo sabía pero, aun así, no comprendía por qué; no podía lograr
entender qué se estaba desestabilizando en su psique, simplemente muchas
cosas comenzaban a tomar otro rumbo y aquél comenzaba a disgustarle.

Es inevitable...

Sus semanas no estaban siendo nada fáciles últimamente y, teniendo en


cuenta que la situación con sus amigos estaba tajándose con una rotunda línea
y cómo era que su madre había sonado cuando le había llamado para decirle
que no se preocupara, que siguiera adelante, todo emporaba; muy en su
interior, él sabía que su padre no cambiaría en absoluto su forma de pensar de
antaño y mucho menos sus homofóbicos y machistas paradigmas. En su
percepción, de no ser por Jungkook, estaría —muy probablemente— solo; si
consideraba el no tener contacto directo y definitivo con sus familiares, la
situación era evidentemente desalentadora.

Se sentía desmotivado e inseguro en muchos aspectos.

Ya ni siquiera hablaba con su hermano porque había una brecha espesa y


llena de tensión entre ambos, algo a lo que ninguno de los dos quería ceder
por libre albedrío.

Con Yoongi, quien había sido su mejor amigo, las cosas se tornaban
molestas.

Y Baekhyun sólo parecía estar harto de tanto lío... Y él lo comprendía.

También estoy jodidamente harto, pensó, exhalando con cierta decepción


todo el aire que no sabía que había estado conteniendo tras la tensión de
esperar los correos de respuesta, que parecían tampoco llegar hoy; el día
anterior lo había revisado un par de veces durante la mañana, pero como no
había nada nuevo y se suponía que los correos empezarían a llegar desde
entonces, sí se convenció de que quizás al día siguiente algo tendría que
llegarle...

Tal vez había sido ingenuo, pero no perdería las esperanzas todavía.

La esperanza es lo último que se pierde, se dijo a sí mismo, recostándose en


el respaldo de la minúscula silla de madera rústica e inhalando lentamente, y
con calma para tratar de retomar su respiración; concentrarse en ésta en vez
de los pensamientos invasivos que prometían tener un efecto negativo en su
mente, le pareció una mejor idea, ya que sólo le tomó algunos minutos.

Algunos pájaros se oían cantar en el patio, entre los árboles y el pasto


verdoso.

La repentina tranquilidad pacífica, ocasionada por el silencio natural, causó


en él una serenidad entrañable y que hacía un buen de tiempo que no podía
sentir.
Simplemente disfrutó de aquellos segundos de catarsis, y de aquel
sentimiento que logró dejarlo en sincronía con todo su sistema,
desincronizándolo de todo el estrés, convenciéndolo de repasar por última
vez la conclusión de la jornada.

El día había sido realmente extenuante debido al ajetreo y el alboroto de tener


que lidiar con dos hermanos que, empeorando la tensión del ambiente, tenían
opiniones bastante radicales y dos puntos de vista demasiado diferentes; el
ver cómo trataban de trabajar en conjunto, intentando no fracasar en el
intento, no podía ser más "divertido". Porque estaba un poco molesto,
cabreado, no podía negarlo tras ser mediador de una casi —y muy probable
— discusión.

A ratos, podía ver que había una naciente competitividad entre los Jeon, no
era como si no fuese obvio que en aquella relación pasivo-agresiva y la rara
hermandad estaba surgiendo un juego de poder; de hecho, era muy obvio.
Pero, también podía notar a través de actos implícitamente demostrativos que
ambos se preocupaban en demasía por el bienestar del otro, eran unidos; así
como lo hacían también por mantener el honor y el reconocimiento de su
apellido en lo alto. Porque, pesar de todo, ellos eran buenos hermanos en lo
que cabe.

Sin embargo, nada podía pasar por alto que los dos Jeon fueran ciertamente
muy fastidiosos cuando en serio se lo proponían. Y, vamos, aquéllo se podría
explicar fácilmente debido a que tenían el mismísimo temperamento, mas no
explicaba por qué eran tan estúpidamente irritantes cuando, al involucrarlo en
temas que no le concernían en lo absoluto, le pedían escoger.

Sinceramente, no lo entendía.

Una cosa es dar una opinión...

Y otra cosa, totalmente diferente, es interferir en un asunto en el cual sabe


que no debería interferir, porque, aunque le importe, sabe que no le incumbe.

Por aquellas mismas razones, —y en cuanto tuvo los primeros síntomas que
le indicaban estaba hartándose de su requerida intervención—, se dijo a sí
mismo que era mejor abandonar e ir a hacer algo más. Porque, sumando todo
el estrés que conllevaba el estar esperando los correos sobre sus solicitudes
de trabajo y el hecho de que aún no recibía nada, le hacía sentirse mucho más
ansioso de lo que debería estar, y necesitaba hacer algo al respecto para
distraer su cabeza; y estar en medio de una batalla de poder, no ayudaba en
nada.

Aunque, últimamente, le resultaba mucho más que difícil el despejar su


mente, porque era como si cada situación ameritase un desgaste enorme y en
muchos ámbitos que, sin importar qué, ya no podía seguir dejando pasar por
alto...

Y por lo mismo era que le resultó sumamente necesario ese pequeño


momento de desconexión; había sido inesperado pero muy importante para
poder sacarle del trance en su asfixiante burbuja de cuestiones y tormentos.

Finalmente.

Taehyung miró por última vez la pantalla de su portátil, y lo cerró.

Espiró hondamente cuando sus pies hicieron contacto con la cerámica fría.

Dios...

Había un pocillo con uvas verdes sobre la mesa de la cocina, frescas y


lavadas; la ventana —proyectante monolítica de madera— estaba abierta,
aire fresco se escabullía hacia adentro y enfatizaba el caluroso clima
veraniego.

Estaba atardeciendo.

Y, quizás, ya era hora de que descansara un poco.

Por lo que, se incorporó de la mesita y cogió su merienda.

Apoyándose en el mueble del lavaplatos, sostuvo el pocillo y comió sus uvas


y, con la mirada perdida, observó los contrastes de la luz oscurecer en el
trayecto que el sol interponía en su escondite entre los cerros.

19:54 pm.
El aburrimiento y la exasperación llegaron a él como dos balas, contratiempo
que le hizo sentirse cansado e infausto. Las horas parecían haber ido tan
lentas, y ahora parecía como si en segundos la noche fuese a caer sobre él; sin
sentido alguno, se sintió abatido apreciando los colores saturados del
crepúsculo y tres minutos bastaron para que decayera en su mal sentir.

Joder, pensó y, dándose cuenta de lo que había causado en él el breve


instante de soledad, se dirigió hacia la sala para ver algo de televisión; en vez
de seguir torturándose con sus carencias dependientes, prefirió encender el
televisor.

Y pasó de canal varias veces, tratando de ignorar su necesidad, buscando algo


entretenido que ver y no encontrando nada más interesante que sus
placenteros escenarios, donde Jungkook lo envolvía desde los pies hasta la
cabeza y hacía que todo lo demás desapareciera; quedándose en su mente e
impregnándolo de sus afectos amorosos, Taehyung sintió un hueco en el
pecho cuando empezó a ser desesperante el necesitarlo tanto.

Quiso haber culpado al estrés, a la ansiedad y a la inseguridad... Él quiso


haber culpado al aburrimiento, porque estaba más aburrido que una ostra...
Pero, no tenía ninguna excusa válida más que sólo la verdad: necesitaba a su
amante, y lo necesitaba haciéndose cargo de lo que él no podía manejar por sí
mismo.

A veces le daba susto sentir que no podía moverse o seguir sin él...

A veces le aterraba la idea de no sentirse más protegido por él, le


desesperaba.

A veces sólo sentía que era su sostenimiento, y eso le ponía mal.

Había estado la mayor parte del día en silencio, y un poco aislado; Jungkook
y su hermano estaban en la oficina resolviendo sus asuntos, y sabía que no
debía perturbar su concentración con su pastosidad.

Sabía que su presencia era innecesaria en ese despacho y por eso se había ido,
mas sólo podía desear quedar a solas con Jungkook y que lo marcara por
todos lados, sentirlo mientras le inundaba de sensaciones y sentimientos...
Sólo él.

Estaba muy jodido, pero lo amaba jodidamente mucho.

Tal y como él se lo había dicho hace algún tiempo...

Así que, sentándose en el asiento acolchado del sillón de la sala y estirándose


en éste con pereza, más que un poco enfurruñado por sus propias
necesidades, se echó a comer uvas y a ver un programa de embarazos
juveniles que pasaban por algún canal que había escogido al azar.

Qué deprimente, casi se echa a reír cuando se dio cuenta de lo que veía a falta
de opciones; siempre prefería estar con Jungkook, eso no era ni siquiera una
vacilación.

—Vaya, ¿todavía tienes esa cara?

Taehyung se sobresaltó un poco y miró a Mingyu acercándose a él. Lucía


muy cansado después de haber estado desde temprano metido en el despacho
junto a Jungkook y solucionando sus asuntos familiares. Sintió empatía por
él, hasta que robó sus uvas.

— ¿Siempre haces eso? —Se quejó, enfurruñándose nuevamente por causa


de esa actitud que, no podía negar, le parecía un tanto confianzuda y metiche.

— ¿Qué? ¿Qué cosa? —Cuestionó, masticando algunas uvas grotescamente


y haciendo un gesto vulgar, haciéndole pasmarse en demasía. A Taehyung no
le molestaba tanto, a veces. Pero, no podía negar que era un tanto invasivo la
mayor parte del tiempo; todo se resumía en la manera en la cual hablaba, se
expresaba y se movía, como si no hubiese algún problema con su actitud tan
estúpidamente intensa—. No te preocupes, Jungkook me lo ha dicho...

Frunciendo el ceño, sintió un nudo en el estómago.

— ¿Qué cosa?

—Que estás deprimido y desmotivado, que esperas tus resultados y que no


sabe cómo ayudarte para que te sientas mejor y aceptes trabajar para él.
El comentario le tomó un poco desprevenido. Pues, no esperaba que
Jungkook hablara de él con su hermano y sobre sus preocupaciones. Pero la
idea le gustó bastante, no lo podía negar; le pilló desprevenido.

—Oh, así es. Espero que me llamen de la editorial Yoon Sung. Es muy
buena.

Mingyu se removió un poco, sentándose a su lado, haciendo una mueca.

—Pero Jungkook quiere que trabajes para nosotros, ¿por qué no aceptas?

Taehyung relamió sus labios repentinamente resecos, sentándose también.

La pregunta sonaba como si pretendiese tener una respuesta realmente ligera


y como si fuese sólo un tema más, cuando no lo era; aparentemente, Mingyu
no sabía que para él era todo un tema decidir dónde quería trabajar.

Jungkook fue su maestro en la universidad y había sido su jefe cuando


todavía era su estudiante. En ese entonces una cosa llevó a la otra, lo cual los
arriesgó en demasía y en muchos ámbitos, teniendo en cuenta sus posiciones;
no quería eso de nuevo, no sería justo para nadie. Y, bueno, quería ganarse el
derecho de decir que todo lo que era y todo lo que sería se lo había ganado
por sí mismo.

En realidad, lo que quería era que Jungkook le dejara tomar sus decisiones
sin tratar de persuadirlo a cambiar de opinión. Y mientras Jungkook
comprendiera que no podía interferir en eso, todo estaría bien.

—Porque simplemente no lo quiero todo tan fácilmente. Quiero trabajar


dónde yo quiero, y por el momento no quiero volver a trabajar con Jungkook.
Eso no sería profesional por parte de ninguno de los dos. No quiero
malentendidos, no quiero que él interfiera en mis decisiones; también sé lo
que me conviene. Si puedo pensar por mí mismo, claramente puedo
conseguir un empleo. Para eso estudié, ¿no lo crees?

He ahí un punto.

Se auto-felicitó por su respuesta, era la mejor forma de esclarecerlo.


No obstante, la tensión no se disipó en el ambiente cuando pensó que lo
haría, sino que aumentó cuando fue consciente de que hubo una extraña
brecha entre sus comentarios; Mingyu había alzado las cejas con sorpresa,
claramente no se esperaba esa respuesta.

—Pero es sólo una buena oferta, Taehyung... Deberías considerar su ayuda


—Le dijo en un murmuro silencioso, dejando el pocillo sobre la mesita de
centro; había algo extraño en su voz rasposa, era como si estuviese
malhumorado.

—Hyung, sé que es una buena oferta y sé que sería una gran oportunidad para
mí, pero no es lo que necesito —murmuró, sonando exhausto por el extraño y
abrupto cambio en el tema de conversación que le tenía inexplicablemente
inquieto; le hubiese gustado saber qué era lo que estaba pasando—. No
quiero que Jungkook me haga sentir como un inútil, porque no lo soy. Es sólo
un reto conmigo mismo. Tengo mis metas, tengo mis sueños; sí, Jeon Eunwha
es reconocida incluso internacionalmente, pero si mi amante me contrata,
¿qué caso tiene? Yoon Sung es la segunda mejor opción y podré asumir el
desafío.

De pronto la temperatura en la sala pareció descender terriblemente, mientras


observaba por el rabillo del ojo a su amante, quien haber llegado en el
instante preciso y que, ahora, le ponía atención desde un rincón de la sala.

Hubo un minuto de silencio y Taehyung divisó un destello de culpa en los


ojos de Jungkook, quien, cabizbajo, se acercaba directamente hasta ellos.

¿Qué fue eso?

—Comprendo —Mingyu desvió la mirada hacia el televisor y rió


ligeramente, había que hallar una manera de no seguir profundizando en el
tema; al parecer nadie quería discusiones innecesarias—. Pero, no sigas
frunciendo el ceño así, eso le hace daño a tu piel... —riéndose
simpáticamente, y fuera de la seriedad que había conllevado el tema anterior,
Mingyu masajeó la arruga en su frente y se comió el resto de sus uvas;
Jungkook carraspeó fuertemente y le miró con frialdad. Oh no, maldición—.
¿Dónde compran esta fruta? Dios, esto es...
Mordiéndose el labio inferior con incomodidad y cierta vergüenza, Taehyung
tuvo la intención de responder a su pregunta sin segundas intenciones. Pero,
apenas hizo el amago de querer hacerlo, Jungkook interfirió.

—En el supermercado, ¿dónde más? —Habló, con la voz de hiel que


prometía haber estado pendiente del intercambio, haciéndole encogerse
avergonzado y con incomodidad. Sus celos eran realmente dañinos,
tomándolo desprevenido y dejándolo inhibido con convicciones ajenas—.
¿No tenías que ir a tu cena?

La forma en la cual la temperatura siguió descendiendo, fue impresionante.

La brecha aumentó y ninguno de los dos parecía querer aflojar nuevamente.

Bueno, eso fue hasta que Mingyu se incorporó y asintió cortantemente como
si supiera que las cosas no estaban yendo bien, haciendo un gesto de
despedida; sólo en su dirección.

—Nos estaremos viendo, Tae... Suerte con tu trabajo.

Joder.

Su corazón palpitó fuertemente contra su pecho.

—Sí, gracias... Adiós...

Una sonrisa débil curvó sus labios mientras lo veía irse.

Segundos después, el contacto de sus pies en la cerámica le dio repeluzno.

— ¿Qué fue todo eso, Gguk-ah? —cuestionó en un susurro, bajito.

Jungkook lo miró una última vez antes de murmurar un casi inaudible "nada"
para irse de la sala, evidentemente enojado.

Excelente.


El sentimiento se expandió por su pecho con desagrado y le supo amargo en
la punta de la lengua, y la molestia se acrecentó a tal punto, que comenzó a
sentir todos sus músculos totalmente rígidos; los pensamientos acumulados
tomaban forma y ya no eran más abstractos, y estaba frustrado por eso.

Quiso convencerse de que sólo se trataba del estrés que conllevaba una vida
ajetreada, sobre la nueva presión de manejar una empresa, una editorial y
todo el peso en sus hombros al convertirse próximamente en un jefe.

En serio quiso creer que era sólo eso.

Empero, no pudo.

Lamentablemente, no pudo convencerse de que sus excusas eran válidas, no


al menos cuando sabía el verdadero motivo real por el cual estaba tan molesto
y desagradado, era por sus propios celos y su propia posesividad que
comenzaba a inquietarle; sabía muy bien que no era normal sentir necesidad
primitiva por acaparar a su pareja por completo y querer consumirlo,
guardarlo de que nadie más pudiese siquiera mirarlo. Joder, era suyo. La
intensidad, el alcance de sus emociones y su temperamento, no le permitían
no enloquecer cuando él ya era un hombre jodido por la dominancia y el
control. Y Taehyung lo era todo, y su más grande tesoro. Jungkook no
soportaba la idea de perderlo por la mirada de otros tipos. Sabía que su chico
era naturalmente llamativo y muy hermoso, por eso le costaba trabajo confiar
en los ajenos. Él estaba jodidamente molesto, no quería que nadie más lo
mirara. Y eso le ponía enfermo.

Sólo necesitaba asegurarse.

Y en su consideración, nadie era o sería jamás lo suficientemente bueno


como para estar cerca de los radares de su dulce muchachito. O nadie más
que sólo él: el merecedor de su docilidad, de su afabilidad y de su preciosura.

Taehyung, definitivamente, se había metido bajo su piel.

Estaba jodido.

Taehyung había endulzado, con lentitud, la esencia de su médula, metiéndose


dentro de ella, impregnándose para adueñarse hasta de sus huesos; con la voz,
sutilmente aterciopelada, le había susurrado el significado real del ágape.

Taehyung, con aquella pasión intensa y fogosa de sus besos y caricias


cálidas, le transmitió una corriente eléctrica que movió la vaina de mielina y
le generó impulsos que, antes y en la desolación que no esperó volver a
sentir, avivó el fuego en sus entrañas e hizo que el flujo de sangre escurriera
por sus venas y hacia el sur, acelerándole el pulso con un corazón torpe que
le bombeaba a gusto, regocijándose con aquella sonrisita rectangular y
piernitas endebles; de tanto amor que sentía por él, tan sólo en su
imaginación, se le erizaba la piel y se endurecía; era indescriptible el efecto
que causaba.

Como si quisiera arrasarlo todo..., pensó, espirando hondo.

A pesar de haber descansado un rato después de su trabajo, sus ojeras seguían


siendo dos manchas violáceas, oscuras y profundas; su mirada obscurecida
por el cansancio, los labios resecos por la sed que le causaba pensar en
Taehyung.

Hacía días, algún par de semanas en realidad, que ellos no intimaban debido
al estrés y, bueno, la abstinencia proponía algunos síntomas de anticipación
con tan sólo poner en marcha un poco de su vívida imaginación que se
encendía con la chispa de aquella excitación abrumante que sólo su chico le
transmitía; su mano de manera inconsciente apretó en su bulto, masajeando
levemente por encima.

Él lo quería...

Dios...

Él lo necesitaba.

Y, como si en serio pudiera leerle la mente, el dueño de todo su ser y sus


fantasías, apareció por el pasillo y se recostó en el marco de la puerta,
mirándolo con su gracia natural y adorabilidad; con los hombros encogidos y
labios abultados, pestañeó hacia él, parpadeando con somnolencia y
notablemente exhausto.
Mío...

Todo mío...

La posesión le tomó por completo cuando lo miró, tierno y ruborizado. Ese


era únicamente su pequeño niñito; la idea le hizo endurecerse mucho más con
esta mezcolanza de emociones que le llevaba carcomiendo desde hacía unos
días.

Y Jungkook sabía que Taehyung estaba cansado. Por ende, la culpa se


acentuó de forma inevitable.

— ¿Estás enojado conmigo? —Le escuchó decir, su voz sonaba como


siempre: suave, serena y melodiosa. Quizás, un poco más degastada y
apagada, pero el cariño y la ternura seguían ahí; conservando su chispa—.
Ggukie...

Su mirada conectó con la de Taehyung, primero en sus mofletes rosados y


luego en sus ojitos de miel: se veía un poco dubitativo mientras mordía con
manía su belfo inferior, y quería morderlo también...

—Ggukie...

Frunciendo el entrecejo, sus facciones se endurecieron. Pero, bueno, él jamás


había podido con esos ojitos de miel, mucho menos resistirse a esa boquita...

—No, no estoy enojado contigo, Tae... Bebé... Ven aquí —Dijo, palmeándose
la rodilla. Su voz sonaba gutural, áspera mientras lo miraba intensamente, y
no podía evitar no pensar en cuánto tiempo había pasado desde la última vez.
Eso era todo lo que podía pensar, en cuánto tiempo había pasado...

Taehyung pareció entenderlo, porque le dio una mirada juguetona y se


acercó; se detuvo algunos segundos, bajándose los pantaloncillos, dejándolos
caer por sus pantorrillas y, saliéndose de ellos, corrió hasta su papi para
montarse sobre su regazo; a horcajadas. Y Jungkook se enloqueció
totalmente, recibiéndolo en sus brazos a gusto y con sus manos comenzando
a tocarlo por todos lados.
Qué buen chico, pensó, de inmediato abrazándolo por su cintura y sobando
en su espalda baja.

—Te extraño tanto estos días... —Admitió en un susurro, ahogando aquellas


palabras en su cuello, inhalando ahí con un aliento cálido y besando
levemente, cerca de su clavícula, con la intención de poder marcar. Sentía
que necesitaba cogerlo con urgencia por vez que el contacto de su piel
desnuda aumentaba; se movía suavemente, deslizándose un poco mientras
repartía besitos en su oreja y luego en su mandíbula—. Joder... Me tienes
jodidamente duro, pastelito...

—Sí... —Escuchó su ligera risita; y erizándole el vello y haciéndole


apretarse, lo presionó hacia abajo—. Sólo estás estresado, Jungkook-ah. Está
bien. Estoy estresado también. Pero, estamos bien.

Sus manos curiosas apretaron la piel con desesperación de anhelo ardiente,


sus dedos descendieron hasta sus hoyuelos sacro, venus, presionando,
disfrutando de la sensación que tanto extrañaba.

Joder, qué maravilla...

Las manos grandes, finas, de Taehyung, se escabulleron por entre medio y


con confianza se tomaron el atrevimiento de masajear su erección y,
concibiéndole permiso también, las propias manos de Jungkook bajaron aún
más; y la línea que se interponía entre la separación, hizo que su anhelo se
volviera codicioso cuando sus dedos índice y medio se presionaron en el
apretado botón rugoso.

—Estamos bien... —repitió antes de buscar sus labios y lamerlos, pidiéndole


en una orden totalmente implícita corresponderle y ahondar en un beso que,
se podría decir, los consumiría a ambos justo en aquel momento que les daba
una advertencia de llegar a eso que tanto estaban necesitando: un relevo—.
Vamos a follar, mi pastelito...

Taehyung gimió y sacudió sus caderas con gracia por la antelación,


asintiendo.

—Por favor... Sí.


—Te voy a follar justo aquí, mi amor... —le advirtió, buscando torpemente la
botella de lubricante en algún cajón y, una vez la encontró, sólo esparció una
cantidad considerable en sus tres dedos; buscó de inmediato el esfínter de su
bebé y lo masajeó con cuidado, disfrutándolo y lamiéndole los labios
mientras éste le desabrochaba la portañuela, juguetón y ansioso—. Eres
delicioso, bebé...

—Voy a montarte, Ggukie —susurró, riendo levemente y como si se tratara


de algún chiste infantil que sabía le haría desbalancear su raciocinio por culpa
de ese insano desequilibrio que lo enloquecía a tal punto de dejarlo luchando
por tratar de mantener el auto-control de los impulsos bizarros que llegaban a
su mente y que le dejaban totalmente al borde del acantilado—. Quiero
montarte muy mal, papi...

Cuando fue plenamente consciente de que su inocente chico le estaba


tratando de hablar sucio, casi por inercia, su mano se estrelló fuerte en su
nalga derecha y, con una fuerza casi desmedida, se aseguró de dejar su palma
tallada en esa piel de dorada que le traspasaba con fuego en ondas ante la
emoción; la sangre yendo hacia el sur y acoplándose en su miembro
hinchado; le urgía marcarlo de todas las maneras existentemente posibles, a
pesar del límite que inculcaba la moral, con una desesperación
aterradoramente primitiva.

Para Jungkook, Taehyung era sinónimo de avasalladora perdición celestial.

— ¡Haah, awh! —gimió, sobresaltándose y trepidando ante el golpe que


causó un fuerte impacto en su nalga, haciéndole ruborizarse con enojo
después de haberlo tomado desprevenido. Y para él era vergonzoso que —sin
importar cuánto tiempo hubiese pasado realmente— se siguiera sintiendo
como un pequeño mocosito entre sus brazos, resguardado por su enorme
presencia y preponderancia y que, aunque aquello fuese algo cruel, tenía un
gusto retorcido por ser dominado de tal forma—. N-no seas tan rudo,
hmmm... Duele...

Sólo por gusto retorcido y dominancia acérrima, él le volvió a estrellar su


otra nalga, haciéndola mecer y haciéndolo estremecerse entre gimoteos
debido a lo que causó el impacto. Porque su nene era todo un espectáculo
cuando así lo decidía.
Sus dedos se escurrieron por sus nalgas con ansia e hicieron intromisión en su
agujero; dos dedos fueron amoldados por su viscosa calidez anal, presionaron
hacia adelante y se doblaron, expandiéndolo. Prontamente, su propio fetiche
le dictó juguetear en su interior; y lo hizo.

— ¡Oh, eso se siente muy bien! —gritó, arqueando la espalda para enterrarse
en sus dedos con desesperación por poder conseguirlo adentro, cosa que le
hizo sentir que la polla le chorreaba con tan sólo estar tocándolo como sólo él
quería y podía; era suyo, joder—. Awh, haa...

—Voy a hacerte llegar muy fuerte, pastelito... —Ignorando sus lloriqueos,


sus dedos comenzaron a penetrarlo rápidamente con la ansiedad y el
sentimiento de querer destruirlo—. Voy a llenarte de mí hasta que no quede
nada más que yo, eres mío... Todo mío, y voy a llenarte con mi crema... ¿Te
gusta así, huh? —le susurró al oído, letalmente sucio mientras sus dedos se
movían con una crueldad extasiante, hiperventilándolo con la fuerza que
arremetía con su puño contra las esponjosas nalgas que lo querían tragar casi
por completo—. Mírate, joder... Mi ángel, te conviertes en una pequeña
putita por papi, ¿no es así?

—Hum... —Taehyung frunció el ceño, abultando su boquita entre lloriqueos


y gemidos que se agudizaban acorde los minutos pasaban, apretó sus labios
rojos e hinchados y un hilo de saliva se deslizó por su mentón. Y con sus
mofletes enrojecidos por el calor, un poco de sudor comenzó a mojar su
frente, pegando el cabello y sus ojos llorosos y húmedos por conseguir más;
Jungkook le metió cuatro dedos, tomándolo desprevenido y con fuerza,
haciéndolo casi caer; los sonidos se volvieron mojados y chiclosos, y de su
entrada rosa se deslizaban los fluidos viscosos, manchando la mano de
Jungkook—. ¡Haaah! ¡Aah! ¡Mmmn!

Hubiese querido reír de no ser por lo ridículamente duro que se encontraba,


de tal manera que su polla comenzaba a doler terriblemente y terminó
apartando su mano bruscamente del agujero dilatado de su precioso chico;
apenas fue consciente de cómo sacó su polla enrojecida y mojada, y la metió
rápidamente dentro de la cavidad anal, que lo recibió con una succión
exquisita debido a contracción de las paredes anales alrededor de su eje.

—Huuh... Umm... Ahmnn... —los gemidos de Taehyung se oían lastimeros y


quejumbrosos por vez que trataba de girar sus caderas con rapidez sin
importar el dolor de la primera intromisión de su miembro, queriendo
tomarlo por completo... Y eso le volvió loco porque, joder, amaba a este
chiquillo que lo jodía como un puto profesional. Era increíblemente bueno
cogiendo—. Koo, Kook-ah... Mmmng... Gguk-aawh...

Taehyung sentía como si fuese a morir. Estaba excitado y se sentía caliente, y


no en el término del doble sentido, sino que realmente sentía una gran ola de
calor recorrer su cuerpo; desde sus pies hasta su cabeza, la onda se expandía
y le hacía decir y hacer cosas que no podía controlar bajo los impulsos de
aquel deseo insano y las feromonas flotando en el aire junto a los gruñidos y
jadeos.

Por lo mismo, sintiendo los besos mojados de fuego, quemándole en la piel


de su cuello, de sus clavículas, descendiendo... Sus caderas comenzaron a
trazar círculos sobre el miembro hinchado que lo expandía apuntando en su
nudo de nervios; cerrando sus ojos, sintió su esfínter arder cuando se enterró
casi hasta las bolas y entró por completo...

—Ow... Jungkookie... Mmngh... Gguk... Aaa, duele... Duele —sollozó, con


sus ojitos mirándolo por debajo de sus pestañas humedecidas por las lágrimas
que aún se resbalaban por sus mejillas; su polera oversize de plaza sésamo
caía con gracia por su hombro mientras seguía moviendo sus caderas con una
gracia abrumante por vez que estiraba sus brazos hacia Jungkook para
pedírselo como el buen bebé que era—. Abrázame, paa-awh... Mmnhg...

—Mírate, mi bebé... Todo desesperadito por tener la polla de papi adentro, y


en serio... Si lo pides así, te daría el puto mundo en tus manos, mi amor, te lo
daría todo... ¡Joder que sí! —Jungkook lo recibió en sus brazos y lo apretó y
lo besó en la mejilla mientras lo sentía exasperarse por seguir follándose
solito sobre su pene. Pero qué bueno se sentía eso—. Eres mío, carajo... Mi
ángel.

Taehyung temblaba, su cuerpito trepidaba y sentía que perdía la fuerza de sus


brazos mientras se sostenía de los hombros de su papi, presionándose hacia
abajo y dejándose marcar y morder; Jungkook estrujaba sus nalgas y les daba
cachetadas como si mercería un castigo, y él sólo intentaba hacerlo mejor,
pero sentía que iba a morir... Eran demasiadas sensaciones acoplándose en su
sistema.

Por algunos minutos, inconsciente de los gruñidos y de Jungkook hablándole


sucio, recordó aquel día en Jeju, cuando habían follado y había querido
dejarse destruir por Jungkook... Volvía a sentir aquel sentimiento que le
aterraba y que, a la vez, le fascinaba por el sentido de pertenencia que la
dependencia le había condicionado adoptar en base al enamoramiento, al
amor que lo tomaba desde las entrañas y quemaba con fuego rojo en su alma
desvalida y la pureza de su corazón de cristal.

Taehyung observó a Jungkook y, aún moviéndose sobre su regazo, acarició


su rostro con adoración... Lo amaba incluso cuando tenía esa mirada
obscurecida que, en cualquier otro caso, le hubiese atemorizado por la
intensidad... Vio en sus ojos el brillo en su única dirección y con un deje de
algo más; vio sus facciones endurecer bajo las sombras del atardecer
desapareciendo y la poca luz que les brindaba el sol escondiéndose entre los
cerros.

Vio un suspiro de amor suspirarse por entre sus belfos codiciosos...

—Te amo —susurró en un gemido, siendo consciente de la mano grande y


fuerte que sobaba en su pancita mientras el miembro hinchado repercutía en
su piel estomacal; tan grande, pensó, apretándose y queriendo más—.
Mmmh...

Jungkook besó su mentón y lo mordisqueó antes de descender por sus


clavículas y apegarse a su tetilla; el color marrón fue apresado por el rojo y,
de pronto, Jungkook chupaba su pezón con ahínco, chupándolo, jugueteando
con él y con su lengua resbaladiza.

Poco a poco, Taehyung comenzaba a perder la cordura y gemía palabras


incoherentes ante el abrumante sentimiento de todas las sensaciones
acoplándose hasta sentir que sus piernas temblaban.

—Se va a hinchar... Se va-awh... Haaah... Se va a hinchar, Gguk-aah... Va a


doler luego, mmnnhg... —gimió entre sollozos, tratando de despegarlo de su
tetilla y, aunque dolía un poco, le gustaba el placer retorcido que causaban los
cosquilleos; cerró sus piernas, arqueándose mientras Jungkook lo masturbaba
con rapidez, apretando la cabeza de su pene y presionando en la hendidura.

—Es suficiente para papi, bebé... Vamos, sé un buen chico y alimenta a


papi...

En otra ocasión, Taehyung hubiese reído por la ridiculez que Jungkook


estaba diciéndole, pero la idea fantasiosa superó sus expectativas y le hizo
excitarse a tal punto, que comenzó a llorar; abrazándose de los hombros de
quien todavía estaba pegado en su tetilla derecha, siguió tratando de follarse
con la polla de su papi, pero perdía las fuerzas porque era demasiado...

—Ya n-no p-puedo... por faa-aaahw... —lloró, tironeando débilmente de sus


cabellos azabaches, sintiendo sus piernas mojadas por el sudor y por los
fluidos que de él escurrían. Se sintió un poco avergonzado cuando Jungkook
lo sentó bien sobre su regazo y siguió chupando sus pezones, sin siquiera
follarlo aún—. Uuhmmngh... Por faaa...

Taehyung lloró más fuerte, respirando pesado y tratando de moverse con la


poca energía que las emociones y hormonas a flor de piel le arrebataban; en
serio estaba temblando y llorando extasiado, ya sin saber qué hacer con sus
manos que buscaban apoyo en algo.

—Joder... Tan delicioso, mi pastelito...

—Por favor... Por favor... Ggukie... —sollozó, su mentón sacudiéndose con


las réplicas del llanto mientras sentía que incluso su interior se sacudía por el
placer enviciante y el dolor; Jungkook besó sus labios y, con una caricia
lejana, volvió a adoptar su papel de dominante.

—Vamos bebé, brinca para papi... —susurró en su oído, chupando levemente


y con un poco de ahínco mientras acunaba sus gorditos glúteos y le ayudaba a
adoptar una mejor posición para que brincara y lo montara adecuadamente;
su culito de burbuja comenzó a rebotar sobre su polla y él esperó unos
segundos antes de follarlo duro, sin poder resistirse un poco más, empujando
hacia arriba con su pelvis y apuntándole a su punto P—. Tae, joder, mi
amor... Mira eso... Mira cómo se mueve...

Taehyung sentía que sus glúteos se separaban mientras rebotaban, subiendo y


bajando, deslizándose alrededor de la polla dura y enrojecida de Jungkook.

—Ya n-no puedo, es d-demasiado... —gimió, con la voz desgastada, rogando


implícitamente por ser sostenido y follado, se abrazó del cuello de Jungkook
y, chupando ahí sin fuerzas y como un bebito hambriento, éste se incorporó;
aún tomándolo como un pequeño bebé koala, un brazo fuerte y musculoso se
posicionó alrededor de su delgada cintura mientras tiraba todo lo que había
sobre el escritorio lejos y sólo para dejarlo ahí y cogerlo cómo se lo merecía
—. Haaah... Awh... Haaaa...

Jungkook observó cómo era que su TaeTae abría sus piernas para él,
arqueándose un poco sobre la madera robusta de su escritorio, mientras la
polera de plaza sésamo se seguía cayendo con gracia de su hombro; el
impulso ganó y expuso su pecho ruborizado y marcado, acomodando su pene
erecto en su entrada y dándole lo que pedía de inmediato.

—Estabas hambriento, bebé, ¿hmm? —Cuestionó, presionando adentro lo


que sobraba de su falo; aún más adentro, viéndolo abrir aún más las piernas
que le temblaban cual gelatina. Lo obligó a sostener sus piernas arriba por
vez que se acomodaba sobre él—. Sólo por la polla de papi, así es... Mírate...

Jungkook comenzó a embestir fuertemente, viendo como hilos de presemen y


lubricante chorreaban de su entrada y se pegaban como chicle a su ingle,
causando aquel sonido de chapoteo mojado acorde las embestidas
aumentaban; el bulto que su pene causaba, levantaba una protuberancia en su
pancita y eso le enternecía en demasía aunque no debiera.

Jodidamente caliente... Y tierno...

—Ggukie... Mmngg, Ggukie...

Taehyung finalmente podía sentir cómo su interior se amoldaba totalmente a


las penetraciones bruscas y rápidas de Jungkook, mientras por el rabillo del
ojo apenas podía ver un montón de papeles y lápices desparramados por
doquier. Todo era un desastre, así que dejó de sostener sus piernas y se
abrazó a Jungkook, quien de inmediato buscó su boca y su erección
desatendida.
—Awh, haaa... Hmmn.... M-me voy a v-venir... —dijo, suplicándole ir más
rápido; todo su cuerpo se estremecía terriblemente y sentía presión en su
vejiga y un ardor construyéndose por vez que los gemidos se transformaban
en gritos de placer que, seguramente, los vecinos sí oirían—. ¡Oh, maldición!
¡Jungkook! ¡Jungkook!

Jungkook se sentía aún más endurecido observando a su chico bajo suyo con
la boca gastada mientras gritaba de placer y se contorneaba a través de éste y
los espasmos que le hacían arquearse y encontrarse con sus embistes; veía la
ruborizada carita llorosa, el cabello pegándose a su frente mientras lo miraba
por debajo de sus espesas y largas pestañas húmedas por el llanto, veía cómo
miraba con atención cómo se lo follaba y lo masturbaba, y le fascinaba.

Sentía su camisa de trabajo mojada por el sudor y sus pantalones manchados


con los fluidos de Taehyung y los suyos, mezclándose. Sentía sus músculos
rígidos y apretados mientras se seguía moviendo sobre él encima del
escritorio, y se sentía en el cielo cuando el orgasmo se construía y lo tomaba
con rapidez, cuando ya no era más suficiente hasta tenerlo llorando y
temblando, hasta saber que de nuevo lo tenía casi orinándose debido a la
sobre-estimulación.

—Joder, voy a llenarte de mis bebés, pastelito... Vas a tomar toda mi crema y
vas a tomar a todos nuestros pastelitos dentro de tu pancita, vas a cargar a los
mini-pastelitos de papi, ¿bien? —preguntó, tomándolo por la mandíbula y
mordiéndole la boquita abultada mientras se corría y manchaba todo su
interior.

—Mmmnhh, sí... M-más, más r-rápido, por faaaawh... Yo me siento... Todo


resbaloso y estirado, por favor... Mmn... —Taehyung trató de sonreírle, y la
ternura con esos jodidos gritos de placer, hicieron que Jungkook lo follara
con rudeza en medio del orgasmo, haciendo que Taehyung se desplomara
entre sus brazos y sollozando de puro placer—. ¡Aaahw! ¡Haa! ¡Jungkookie!

—Joder, sí... —Jungkook se terminó de correr y se movió con parsimonia


mientras veía a su bebé, todo mojado y llorando, a punto de desmayarse por
el cansancio y la buena follada que le había dado—. Eres precioso, mi amor...
—boqueó hacia abajo y besó su tetilla con dulzura, lamiendo su pezón y
apretándolo entre sus dientes con suavidad, sin salirse de él, todavía
moviéndose lentamente.

—Ggukie... —Taehyung empuñó la tela de su polera y, con su pecho


subiendo y bajando, respirando pesado, se desmayó.

Okay so... En este capítulo no me sentí muy conforme pero luego le hice
mil ediciones y salió decente, creo...

Mis disculpas por andar tan desaparecida, por eso traté de compensarles
con el smut que no teníamos desde el capítulo sesenta y tantos xD, y
espero que les haya gustado:(

En fin, les extrañaba mucho:(, recuerden que les quiero, cuídense y


tomen agüita UnU. Coman bien, espero que tengan un buen fin de
semana y sean muy felices~
78

Una sensación cálida se expandió como una onda por todo su cuerpo y, poco
a poco, Taehyung comenzó a despertarse.

Con el particular, y muy agradable, cosquilleo al que estaba acostumbrado


después de que el tacto sí dejara marcada una huella peculiar en la fibra más
ínfima de su piel, se sintió acunado por las tiernas caricias con las que su
cuerpo deshuesado era mimado; lánguido y fatigado por la síntesis de energía
que dos anatomías causaron al colisionar violentamente en un acto de placer
puro, todo lo que le rodeaba ahora parecía ser un algodón sobre plumas.

Las sábanas eran cálidas, suaves. Estaban limpias. Ese fue uno de los
primeros pensamientos que cruzó por su mente, y lo sabía porque podía
respirar el olor fresco de la lavanda del detergente por vez que comenzaba a
ser consciente de que estaba envuelto en el deleitoso edredón. Era cómodo y
Taehyung se sentía adormecido, finalmente muy reconfortado después de
todo el cansancio que se había desencadenado por causa del goce corporal de
dos cuerpos fundiéndose en el éxtasis que se les había prometido: dejarlos en
el divague de algún plano existencial en donde el roce no bastaría, sino hasta
convertirse en algo mucho más íntimo y privado.

La dermis escurriéndose de las curvas desplegándose, el camino de besos y


las embestidas, tomando ímpetu por poder conseguir más de aquello que no
sería jamás suficiente, empezó a recordar las expresiones distorsionándose
con esas palabras sucias que, haciendo eco, dañaban su mente, jugando con él
hasta el punto de llevarlo al clímax; y los gritos y los gruñidos, los jadeos
acoplándose en el espacio mientras las manos, codiciosas, trataban de tomar
más de él con cierta desesperación por sostenimiento; las sonrisas y el llanto,
aferrándose del último aliento que compartieron con aquel asolador
sentimiento de intensidad, una vez más, la escena surrealista le hacía
recobraba el sentido.
El dolor que había sentido que le machacaba en el pecho con aflicción,
rugiendo en sus entrañas con la desolación por aquel sentir que jamás sería
suficiente, e incluso cuando las sensaciones lo tenían al límite, tal como los
adictos con una adicción muy peligrosa, deseó morir en sus brazos si él lo
seguía tomando y si le seguía elevando al mismísimo cielo con sus caricias
tan amorosas. Había un sentimiento intenso que se hacía presente con
frecuencia cuando, estando en la cama, todas sus inhibiciones se iban por la
borda y se exponía completamente.

En algún punto instantáneo, no importaba cuánto le podría llegar a doler,


porque sólo podía desear que se vaciara hasta la médula en su interior, que lo
llenara y que se apoderara de su mente, de su cuerpo y de su alma, que lo
tomara con el dominio que él le había concebido sobre su persona; la
preponderancia y su malhumor, el sexo rudo, con crueldad no eran nunca una
buena combinación y ellos lo sabían cuando las emociones se intensificaban
con vehemencia.

Pero, incluso si el verdadero trasfondo que había en el anhelo de sus


carencias era retorcido, era mucho más alarmante cuánto amaba cuando dolía
tanto, que sabía que, luego, ni siquiera podría recordar su propio nombre
dejándose ir en los desvaríos de su amante; los moratones evidenciaban la
exasperación y todo lo que podrían llegar a hacer por conseguir más de esa
desesperante sensación que les enloquecía impetuosamente.

Su psique viéndose saturada de emociones abrumadoras, colmándose debido


a las percepciones que se vieron causadas por el efecto que tuvieron las
caricias que le embargaron hasta la más mínima parte de su ser, el que era
inundado por las afecciones que su maduro, bondadoso, amante le concedió
con dominancia, le hicieron rendirse por completo ante él. Entonces, se había
desmayado entre sus brazos. Eso era lo que había sucedido: habían tenido
sexo esporádico y tan rudo, que su cuerpo había cedido ante la
sobreestimulación y el cansancio. No se quejaba de ello, mas no podía no
admitir que había sido descontrol absoluto.

Joder...

Estirándose, todos sus músculos se sintieron notablemente más relajados,


pues, aunque aquel característico dolor siguiese presente, se sentía como si
todo el estrés y la ansiedad hubieran desaparecido, —como si hubieran
corrido lejos.

No fue plenamente consciente de que se encontraba solo en la cama hasta que


estiró los dedos en busca del calor de Jungkook, y sólo se encontró con uno
de los enormes almohadones bloqueando el confín del colchón como si fuese
una criatura con el riesgo de caer de la cama.

Seguro se está dando una ducha, pensó.

Apoyándose en uno de sus codos con pereza, se levantó un poco; al


dormitorio entraba algo de luz procedente del cuarto del baño, así que pudo
ver su sombra.

Escuchó el sonido del secador disminuir hasta desaparecer, un poco de


ajetreo y la puerta del baño abriéndose hasta finalmente dejarlo ver salir de
allí.

Jungkook cerró la puerta del baño y encendió la luz de la habitación.

—Vaya... Estás despierto —Dijo, con su voz gutural y rasposa después de sus
momentos en el despacho. Se oía sereno y cansado, dormilón y relajado;
como era usual, le robó un suspiro apenas le sonrió y deslizó una toalla
alrededor de sus caderas, ajustándola para caminar hacia la cómoda e ir en
busca del pijama.

Taehyung abultó sus labios y empuñó el edredón al darse cuenta de que él


aún estaba desnudo, pero no se sentía pegajoso...

—Síp, acabo de despertar... —Murmuró, su mirada perdiéndose en las gotitas


de agua que se deslizaban por su espalda trabajada, sus músculos apretados y
contrayéndose mientras flexionaba sus bíceps para buscar ropa en un cajón;
la piel nívea, limpia y húmeda, le hacía sentir los labios resecos—. Debo...
Yo...

Las palabras murieron en su garganta cuando Jungkook gruñó un poco y sus


ojos inconscientemente siguieron, con suma atención, el perfecto camino de
una gota descendiendo por sus omóplatos.
Él se sentía embobado, adormecido y muy satisfecho.

Y, bueno, Jungkook pensó que lo miraba como un gatito tan bien follado, que
el impulso por subírsele encima y seguir mimándolo era casi irresistible; ya
lo había hecho por un buen de rato mientras su chico dormía. Y lo haría
nuevamente, porque amaba mimarlo.

— ¿Qué debes hacer, hmm? —Preguntó, acunando su cuerpo entre sus


brazos y recostándolo bajo su peso. De forma natural se sintió totalmente
cómodo y una sensación de confort le inundó los sentidos, dejándolo
sintiéndose en sincronía con los relajantes latidos de su corazón; Taehyung se
sentía muy liviano y menudito, tan ligero y mansito, que siempre le volvía
loco—. Te limpié, no es necesario que tomes una ducha ahora... Es tarde,
puedes resfriarte...

Los dedos de Taehyung se escabulleron en su cabello y jalaron un poquito,


un masaje que, sumando la percepción de su estómago inflándose y
desinflándose, le hizo querer dormirse ahí mismo; cerró sus ojos durante
algunos segundos y sus labios cálidos buscaron piel por besar, alrededor de la
aureola.

Sí se hinchó..., pensó, besando ahí con lascividad mimosa, descendiendo


hasta sus costillas y refregando su mejilla en su pancita abultada. Joder, nadie
podría imaginarse cuánto amaba a su TaeTae. Quería que todo el mundo
supiera que es únicamente suyo.

Suspiró a gusto cuando escuchó a su chico riendo ligeramente mientras


jugaba con sus mechones y acariciaba su mandíbula y luego presionaba su
lunar bajo su labio inferior. Y Jungkook no se resistió a tomar su mano,
entrelazando sus dedos y besando su dorso con adoración, observando su
expresión y mansito, tan jodidamente hermoso y dulce.

Las caricias siguieron porque, después del sexo rudo, siempre hacían el amor
de una manera que podría superar el plano de la intimidad más pura, era
como una conexión inexplicable y a la vez como un fuerte lazo que los unía
en todo el sentido de la palabra: mente, cuerpo y alma. Y Jungkook podría
apostarlo y absolutamente todo lo que tenía, que Taehyung era el amor de su
vida; y él lo sabía; lo confirmó una vez que sus ojitos color miel se
iluminaron y su boquita le tentó.

Tal vez...

— ¿Qué hora es? —le escuchó preguntar, bajito.

Jungkook observó el reloj que colgaba en la pared y dijo: —23:16 pm.

Taehyung pareció confundido un par de segundos, y luego miró las persianas


cerradas.

— ¿Cuánto tiempo dormí, Ggukie? —volvió a preguntar en un susurro, con


el entrecejo fruncido. Eso le divirtió.

Jungkook ascendió hasta apoyarse sobre sus codos y robarle un piquito.

—Un par de horas.

Removiéndose con acidia, se acomodó hasta que su espalda pudo descansar


en los almohadones. Un poco erguido, con Jungkook entre sus piernas y
recostado en su vientre mientras masajeaba su cuero cabelludo; le gustaba
eso, le fascinaba.

Hubo silencio cómodo hasta que Jungkook, recordando algo, le volvió a


mirar.

—Había olvidado decírtelo, hum... —empezó, sus dedos trazando círculos en


la piel que envolvía el hueso de sus caderas—. Mi mejor amigo está
planeando una fiesta sorpresa para su chico, que está de cumpleaños. Es algo
así como un cumpleaños sorpresa, y nos invitó...

En el breve contacto visual, Taehyung sintió un cosquilleo en las entrañas.

—No conozco a tus amigos...

Sonriéndole como el galán que era, Jungkook ascendió un poco y acarició,


con dulzura, su mejilla regordeta. Tan adorable, pensó antes de moverse y
sentarse a su lado correctamente. Porque no era como que no los conociera,
sino que ya era momento de hacerlo, ¿no?
—A decir verdad, no tengo un montón de amigos. Sólo Namjoon es mi mejor
amigo desde hace años —le dijo, tornándose un poco serio. Observó con
suma detención la forma en la cual las sábanas envolvían con gracia la
cintura de su chico; era una vista romántica y demasiado íntima. Él se veía
tan suyo ahí.

—Creo que sí lo conozco, su nombre me es conocido...

—Sí. Nam vino alguna vez cuando eras mi asistente. Y, pensaba que eras
muy bonito como para estar con este hombre tan pendejo y retorcido —
confesó con una sonrisa que a Taehyung le hizo derretir el corazón por vez
que arrugaba su naricita y escabullía su mano juguetonamente por dentro de
la sábana.

Oh, no...

—Jungkookie... —advirtió, en un suspiro exhausto, tomando con suavidad


las manos que, siempre tan codiciosas, querían tomarlo una vez más y
estrujarlo y consumirlo, abrumadoramente—. ¿Quieres presentarme a tus
amigos...?

—Sí. Quiero que todos conozcan a mi novio.

Las palabras sonaron más bajas de lo usual y se sintió mareado.

Taehyung sintió como si le hubieran apretado el corazón con fuerza dolorosa.

Se sintió extraño e incómodo mientras también se sentaba, erguido,


desviando la mirada insegura y mortificante; el tiempo se ralentizó en su
percepción por vez que trataba de buscar las palabras correctas para hablar y
pasar las espinas que se clavaron en su garganta.

— ¿Somos novios? —Preguntó, cabizbajo. La mirada se le obscureció


cuando la incertidumbre le atacó horriblemente y le hizo pensar que, tal vez,
no era lo suficientemente importante como para oficializar de una manera
mucho más formal; eso le causó un retorcijón en las tripas.

La preocupación y el miedo embargaron a Jungkook al ser un espectador de


su reacción lejana y distante. En serio sintió miedo y se sintió inquieto,
incómodo y apenado. Muy avergonzado.

— ¿N-no lo somos? —la fatiga atacó el nudo de nervios y lo apretó,


haciendo que el dolor de estómago naciera desde la base y dejándolo
sintiéndose tan mortificado, que los ojos le ardieron; no quería volver al
pasado y todas las malas experiencias que siguieron teniendo repercusión
incluso hasta hoy en día—. Tae...

Jungkook se sintió indefenso y tan frágil.

Sólo por un comentario que amenazaba con coger el hilo y deshacer el tejido.

Taehyung no era así...

—No me lo has pedido... No que yo recuerde —dijo, relamiéndose los labios;


tenía una expresión apagada y amarga en su bonita cara de nene, pero era
suyo.

¿Cierto?

—Tae... —quiso sonreír, pero sentía los labios un poco adormecidos—. Digo,
estamos juntos... Tú y yo.

Taehyung, finalmente, le miró. El brillo en sus ojos había desaparecido y no


se veía como solía verse reflejado en sus ojos húmedos, no... Esta vez había
algo diferente, y eso le aterró.

—Tú me amas —carraspeó, sintiéndose malhumorado y ácido. Pues no


quería que terminaran discutiendo por una estupidez, pero todo apuntaba que
esa era la dirección de la "conversación"—, yo te amo... ¿Cuál es el punto?
Estamos juntos, juntos.

—Sí —exhaló con frustración, saliéndose de la cama y tomando de inmediato


su polera holgada para cubrir su desnudez expuesta a sus ojos anhelantes—,
lo sé. Pero, no me lo has pedido, Jungkook-ah... Sólo lo asumiste y somos
novios.

Taehyung quiso haberle agradecido de forma sarcástica por su consideración


y habérselo informado, ya que, de no ser por el cumpleaños de su mejor
amigo y la fiesta sorpresa a la cual éste les invitó, no se hubiera enterado de
que tenían una relación de noviazgo oficial, o siquiera de que ya eran novios.

Carajo, a él le había dolido.

Porque Jungkook había pensado en casarse y formar una familia con sus exs,
quienes habían sido una completa basura con él y... Taehyung se consideraba
a sí mismo como un buen chico y conveniente para formalizar lo que
quisieran. Empero, aparentemente, no se merecía lo suficiente y el cien por
ciento de las querencias de Jungkook; consideró la idea de que tal vez no era
suficiente para él. Pensó que, quizás, no era tan importante como había creído
que era. Porque, incluso si trataba de excusarlo y creer que estaba exagerando
un poco, tenía el derecho a saber y de decidir en conjunto lo que le
convendría a su relación. De alguna u otra manera, eso les estaba jodiendo:
las dudas y la distorsión.

Él no quería discutir, no quería llorar en sus brazos porque había esperado


más; era su culpa haber tenido altas expectativas de una relación que había
iniciado sólo por el deseo insano de una posesión, por un estúpido pedazo de
papel que dictó una cantidad de tiempo que ahora parecía no haber bastado.

En algún momento había considerado pedírselo, pero, ¿qué caso tenía si sería
él quien siempre daría el primer paso y Jungkook siempre se quedaría con las
excusas? No podía ser tan egoísta consigo mismo.

—Pero... Pensé que era obvio. Sólo... Quizás no te lo pedí adecuadamente...

—Ni siquiera esperaste a que yo decidiera darte una respuesta, Jungkook... Y,


¿no crees que eso sea demasiado presuntuoso de tu parte? —Dijo, mirándolo
por el rabillo del ojo. Sentía su mirada humedecerse y sus pies entumecerse
en el piso frío; tocando tierra, bajo la nube—. Yo puedo ser tu novio... Ahora
sé, finalmente, qué es lo que somos. Gracias. Por informármelo, supongo.

Jungkook se removió incómodo en la cama, viendo a Taehyung cruzándose


de brazos mientras se detenía. De pronto hacía mucho calor en la habitación,
y un punzar desagradable le atacó las sienes con el dolor de cabeza
aproximándose.
Taehyung inhaló y exhaló.

Bien, olvídalo, se dijo a sí mismo, un poco molesto y tratando de pasarlo por


alto.

Quiso convencerse de que quizá había exagerado un poco, que estaba


molesto por una estupidez... Pero, ¿realmente era una estupidez?

Se sentía decepcionado, —y más que nada—, muy desilusionado.

Y, bueno, una estupidez no debería haberle hecho sentir así de mal siendo
sólo eso: una estupidez "sinsentido".

Espirando, malhumorado, decidió que olvidar el tema y tomar una ducha


helada, sería mucho mejor que seguir machacándose los nervios. Por lo
mismo, ignorando la mirada que tenía clavada en la espalda, y
completamente atenta a cada uno de sus movimientos, buscó una muda de
ropa limpia.

La intención superó a la razón y se convenció de no llegar a la misma


instancia de la última vez.

Estuvo a punto de entrar al cuarto del baño, con su mano envolviendo el


pomo de la puerta, cuando la voz de Jungkook le detuvo; gélida y áspera,
indefensa, le erizó el vello de la nuca.

—Taehyung, ¿acaso no lo somos? —Murmuró, había algo extraño en su


tono; le hizo sentirse culpable mientras la pena tiñó con amargura las paredes
de aquel dormitorio que compartían hacía más de un año—. ¿Acaso no
querías?

Taehyung trepidó y su corazón se encogió con angustia por vez que lo miraba
por sobre su hombro, con ojitos delatores. E incluso si era egoísta para él, no
le hubiera importado hacer lo que creyese que fuera necesario para borrar el
dolor en su mirada. Y eso le seguía aterrando, porque le dolía mucho más y
no podría soportar cargar con las cruces de ambos; se quebraría en sus manos
por voluntad propia con tal de aliviar su tomento.
— ¿Por qué me lo preguntas ahora, mi amor? Ya tomaste esa decisión por
mí, ¿no? —musitó, bajito, pestañeando lentamente en su dirección; ecos
vacíos y algunas palabras retumbaron en sus oídos, el silencio ensordecedor
—. Yo te amo, nada cambiara eso. Lo quiero todo contigo, pero yo...
Olvídalo. Voy a darme una ducha y...

No alcanzó a terminar la oración cuando Jungkook ya lo había alcanzado en


la puerta, arrinconándolo e intimidándolo con una expresión tétrica y, su
enorme altura, imponiéndose por sobre su menuda sombrita.

—Te haré el amor y te lo pediré adecuadamente, lo que tú quieras —le


susurró justo en el oído, haciéndole temblar y lejano a la excitación sexual; su
respirar le inundó los sentidos, le hizo estancar su aliento cuando lo miró a
los ojos con adoración—. Por favor...

Jungkook, con su mano grande y fuerte, le tomó por la nuca; Taehyung le


besó el brazo y Jungkook no soportó el impulso. Tomándolo como cuán
liviano era, lo estampó contra la puerta y sostuvo sus piernas y cintura con las
manos más codiciosas que jamás le podrían haber tocado.

Jungkook quería estrujarlo y Taehyung quería ser estrujado.

Ambos necesitaban saberse amados.

En un par de segundos la tensión disminuyó y aumentó, como la


contradicción más necesaria y más peligrosa.

Los labios chocaron con fiereza y lascividad y pasión pura. El chasquido de


las lenguas, cerrando los ojos, arqueando la espalda, embistiendo en falso
hacia arriba, con necesidad primitiva, afirmándose del único respaldo que les
quedaba: una puerta sin seguro.

—Se trata de lo que tú y yo queramos, Gguk... —susurró Taehyung, en


medio del beso, sintiéndose apresado por aquella sensación que le volvía tan
jodido y loco; sus belfos suaves y esponjosos fueron mordidos con fiereza,
callándolo y quitándoselo todo—. ¡Mmph!

—Eres mío, eres mío... ¡Joder, sólo mío! Vas a ser mi novio, tú eres todo
mío...

Incluso cuando oyó aquello, Taehyung echó su cabeza hacia atrás,


exponiendo su cuello cuando los besos atacaron la piel de allí, perdiendo el
juego y con la mirada perdida; sus brazos lánguidos se aferraron a su
espalda, disponiéndose a jadear levemente y con sus ojitos de miel
derritiéndose tristemente mientras esperaba que su amante hiciera lo que
necesitara para desbordarse en él.

¿Acaso tú lo quieres todo conmigo?, pensó, con aquellas palabras muriendo


en su garganta por vez que se dejaba hacer como un muñequito de trapo,
frágil.

Seok Jin había aprendido que, si cedía a la envidia y al incipiente orgullo,


sólo se terminaría lastimando a sí mismo. Pues, no era necesario contar las
anécdotas o muchas de las verdades de lo mal que había salido en algún
momento ceder ante esa mezcla de emociones negativas; había perdido más
de lo que había conseguido, y eso era un hecho. Era lamentable, pero era
verdad.

La culpa se arraigó a sus entrañas, y las raíces se querían arrancar con fuerza.

Un suspiro lleno de abatimiento se filtró por entre sus labios, observándolo


del otro lado de la cama, durmiendo pacíficamente como si no tuviera
ninguna de las culpas que tenía él rodeándole la cabeza. Se sintió
desgraciado; su desnudo cuerpo helado sufrió las consecuencias y los
moratones tomando color, fluidos impregnándose en su agria esencia.

Taehyung era tan dulce, tan dócil y humilde. Taehyung era fácil de amar;
eran tan diferentes, que resultaba graciosa la manía que tenía este hombre
imbécil, y lleno de mentiras y con el que se acostaba, por aferrarse a los
contrastes que evidenciaban la diferencia entre los dos.

Sus ojos cansados, y manchados con dos bolsas violáceas, siguieron fijos en
el movimiento del anticuado reloj en la mesita de noche; el péndulo que
oscilaba de un lado a otro, le avisaba con insistencia que el tiempo seguía
avanzando y que, finalmente, la hora de saber la verdad se aproximaba con
creces.

Él amaba a Taehyung, era su hermanito... Su tontorrón TaeTae con dos ojitos


enormes y espesas pestañas largas, TaeTae mirando con asombro y regalando
su hermosa sonrisita infantil.

Él apagaría el brillo de los ojitos de Taehyung y borraría su sonrisita cuando


supiera que, tristemente, él había sido el motivo principal de su sufrimiento
durante tantos años y sólo para salvarse el pellejo; el peso cayó al doble en
los angostos hombros de su hermano que no merecía tal suplicio.

Recordó las humillaciones, el desplazamiento, el maltrato y la violencia...

Recordó el llanto a través de la línea telefónica y su cuerpo demostrando


vivas evidencias de un muy mal pasar y mucha angustia: mucha culpa que
nunca le correspondió asumir...

Seok Jin sabía que, en algunos casos, todos hacemos lo que esté a nuestro
alcance para reconstruir la confianza que se perdió y con la intención de
probar el único punto que se necesita probar.

Sin embargo, Seok Jin también sabe que hay algunas heridas..., algunas
traiciones que causan más daño del que se puede reparar. Porque aquellas
heridas erosionadas son tan hondas y tan profundas, que no hay manera de
arreglarlas y poder remendar lo que ya se perdió tajantemente... Y cuando eso
sucede, no queda otra cosa más que hacer que esperar.

Uy, ya me tienen con ansiedad las discusiones xD, pero sí... La verdad es
que sí me dio pena escribir aquella escena del kooktae:(, porque están
psicológicamente muy indefensos.

Seok Jin también me da pena porque cometió un error por miedo y eso
le cayó todo a Tae:[

En fin...
En una relación, lo normal y lo debido es la comunicación. Y, si estás en
una relación, es obvio necesitar saber en qué página están ambas partes
para poder seguir adelante... Entonces, si bien aquí Jungkook y
Taehyung sí quieren lo mismo, ellos no se comunican muy bien... xD Y,
por el mismo motivo, tienen tantos malentendidos y discusiones.

Nos estaremos leyendo, cuídense y no olviden que, aquí, esta personita


les quiere mucho UwU. Así que, coman bien e hidratarse es importante,
y sólo desearles un buen fin de semama y que sean muy felices~
79

En una sociedad cínica, altanera y pretenciosa, las apariencias lo valen todo;


la mayor parte del tiempo se trata sobre tener lo mejor, ser lo mejor con el fin
de demostrar un punto innecesariamente válido a base de falsos aspectos. Eso
fue lo primero que consideró Taehyung, mientras observaba a través de la
ventana la enorme mansión del mejor amigo de su, recientemente
confirmado, novio.

Se sintió un poco inquieto cuando, por el rabillo del ojo, notó el costoso traje
y el Rolex que Jungkook había escogido para la ocasión; su pantalón de
cotelé, la camisa oscura y las zapatillas de lona, se sentían humildes en
contraste a aquel olor lujurioso que exudaba el atuendo que evidenciaba el
dinero de su pareja.

Extravagante era una buena forma de describir, comparativamente, la


dualidad que se acentuaba con creces entre los dos; los matices en su relación
se volvían de un tono grisáceo obscuro y resultaba cada vez más difícil
ignorarlo, ellos lo sabían. Inclusive si aquel silencio que llevaban
compartiendo en el trayecto no era incómodo, había una extraña y dolorosa
tensión que les rigidizaba justo en los nódulos crispados por los nervios. Tal
vez, probablemente, sí había sido un gran cambio. Y uno muy brusco al
decidir repentinamente que lo que tenían sí tenía un nombre y que,
aparentemente, siempre lo tuvo.

Pfft, sí se había sentido como un tonto con sus expectativas e ideas


fantasiosas sobre las mismas nubes. Él no podía mentir sobre eso. No cuando,
en realidad, había esperado más de lo que —al parecer— podía recibir.

Demonios, seguía sintiéndose estúpidamente dolido sobre el tema del reciente


noviazgo. Era inevitable; se había hecho muchas ilusiones con respecto a
todo lo que conllevaría aquel momento especial donde dejarían atrás los
estigmas y los parámetros de sus limitaciones emocionales para finalmente ir
a por todo.

Empero, nada había salido como lo había imaginado.

Aquel nudo de decepción seguía atado muy apretado en su garganta y


entendía que podría estar exagerando un poco, pero también sabía qué era lo
que quería y que, tristemente, había esperado mucho más que una palabra
asumida. Pues, no se sentiría culpable por tener una perspectiva clara de la
relación que quería tener; no esperaba ser parte de un cuento de hadas o tener
una libreta cliché de alguna novela rosa, esperaba poder hablar las cosas y
tener la certeza absoluta de estar en la misma página.

No quería que la incertidumbre y las dudas se siguieran regurgitando, con


acre, hacia arriba.

No quería sentirse tan jodidamente inseguro de sí mismo, y era lamentable


que no pudiese cortar el hilo de sus pensamientos enredados en tristes
paralelismos; se sentía insuficiente y eso se evidenció en el reflejo cristalino
de su mirada.

Estacionándose en el aparcamiento dispuesto para los invitados, Jungkook


dio un suspiro cabreado y perceptible a su sensitivo y agudo instinto de
audición.

Con atención, se dispuso a mirar la forma en la cual sujetaba el volante con


un deje de brusquedad y más fuerza de la necesaria, con la mandíbula tensa y
una mueca torcida en sus labios. Hubiera sido tonto si no hubiese caído en
cuenta de que sus ojos ya no desbordaban cariño y dulzura; se habían tornado
crueles.

Algo estaba pasándoles. Algo había cambiado, y ya no había retorno. Él sí


fue capaz de saberlo la noche anterior cuando "hacer el amor" había
terminado en una demostración de poder absoluto y moratones violáceos por
todo su cuerpo; no había sido amoroso en lo absoluto, había sido doloroso y
enviciante.

Y, cuando las imágenes del día y noche anterior se hicieron presentes, no


pudo evitar no sentirse machacado, mordiendo su labio inferior, cuando las
palabras sucias y cariñosamente dañinas hicieron ecos en su psique.

Había algo...

Un presentimiento se hacía presente, persistiendo y retorciéndole las tripas.

Se suponía que la discusión se había quedado escondida en medio del


edredón. Como siempre, concluyó inconscientemente. Sin embargo, las cosas
se sentían aun peor con aquella brecha extenuante y rígida que, tirante,
amenazaba con cortarse en cualquier momento. Esta vez parecía ser diferente
a todas las veces, las otras veces en las que el vaso de agua se llenó; ahora se
estaban rebasando, pero ni siquiera podían ser totalmente conscientes de ello.

Entonces, removiéndose en el asiento, un poco encogido ante la mirada aguda


que Jungkook le dio con frialdad, supo que la temperatura del entorno que les
envolvía seguiría descendiendo. Estaban molestos, dolidos y amargos. Esto
no sería nunca una buena combinación entre las muchas mezclas que
probaron.

Hiel dejó un mal sabor en la punta de su lengua cuando le oyó carraspear.

— ¿Qué pasa con esa carita? —Preguntó, sujetando el puente de su nariz y,


espirando con oculta frustración, apagando el motor del automóvil. Una
mueca se dibujó en sus labios apretados en una fina línea—. ¿Pasa algo?

Un deje de culpa le pesó en las entrañas; sus dedos jugaron con un hilo que se
había desenhebrado y, cabizbajo, ladeó la cabeza.

—Es sólo que... Es un lugar enorme —Dijo, alzando sus cejas con sorpresa y
humildad, porque, claro, quién no se sentiría humilde en una puta mansión;
se preguntó a sí mismo en qué trabajaba el mejor amigo de Jungkook, porque
no parecía ser en lo absoluto sólo un poco adinerado, sino lo contrario. Y
también recordó que Jungkook, asimismo, era muy adinerado. Y por el
mismo motivo, no evitó no sentirse como un pez fuera del agua; no
acostumbraba tanto lujo.

— ¿Y eso qué? —Masajeando su cien levemente, sonrió exhausto—. Quizá


te parezca intimidante, pero ahí no hay malas personas. Sólo algunos, de
hecho varios... Muchos idiotas que se dejan guiar por fajos —rió con un
timbre extraño, tal vez era sorna, pero le hizo sentirse incómodo—. Sólo
preocúpate de ser mi chico bonito y quédate a mí lado siempre, en todo
momento y sin importar qué; habrán muchos tipos del KARD y sólo... No
serán desagradables, sólo muy arrogantes y persistentes.

Frunciendo el ceño y estremeciéndose un poco, Taehyung se preguntó por


qué le decía todo eso justo ahora. Porque no se sintió tranquilo, se sintió
inquieto y las ganas de no estar ahí se esclarecieron y él lo entendió; ese no
sería un lugar que solía frecuentar y, por lo que Jungkook acaba de decirle, se
toparía varios pendejos.

¿Qué se supone que haría durante toda la noche hasta que llegara el dichoso
festejado? No lo sabía, y aquello se dibujó en su expresión.

—Pensé que era una fiesta sorpresa, no una reunión de imbéciles


adinerados... —Musitó bajito, llamando la atención de Jungkook ante sus
palabras.

—Los imbéciles adinerados se divierten al igual que todas las personas, Tae.

—Sí, lo sé, Gguk-ah... Pero creo que, seguramente, no estaré al nivel de todas
esas personas... Y... Bueno, después de todo ya estamos aquí, ¿no?

Ambos compartieron una mirada escéptica antes de que pudiesen notar que la
molestia burbujeó brevemente.

Viéndose ácido, más serio de lo usual cuando, por inercia, se quedó quieto en
su lugar y mirándole fijamente, Jungkook denotó su malestar mientras trataba
de pretender que sólo era una contradicción de emociones en polos opuestos.

—No debiste venir, si no querías —Le dijo, su voz sonando dura y neutra,
con un acento marcado que le erizó el vello de la nuca; guardó las llaves en
uno de sus bolsillos y, mirándolo por última vez, bajó del auto.

Taehyung pestañeó un par de veces, en trance por lo que acababa de ocurrir


y, relamiéndose los labios, bajó del auto también.
—Hey, no es lo que quise decir... Me refería a que siento nervios por conocer
a tus amigos. En serio. Quiero conocerlos, pero... —suspiró, alcanzándolo y
tomándolo por su brazo con suavidad; tiró de su manga con una mirada
tímida y, de inmediato, consiguió toda su atención—. Quizás me preocupa no
encajar en tu círculo... Y, quizás, me siento gracioso estando aquí, como tu
novio.

Quiso sonreír torpemente, degastado y desanimado, cuando Jungkook le


tomó por la mano y le robó un beso en la mejilla, diciéndole: —Tae, bebé, no
tienes de qué preocuparte o avergonzarte...

El alivio fue instantáneo pero un ápice de remordimiento, y culpas amargas,


se mantuvo estancado en su garganta, sin aflojar el nudo. Inclusive si
acababa de escuchar que no tenía por qué estar tan desasosegado, sintió una
rara opresión en el pecho que le advertía un mal presentimiento y una pizca
de ansiedad que no podía ignorar. Se sentía extraño, y eso le inquietó en
demasía. Porque, desde que era pequeño, siempre había creído en los
presentimientos; habían ocurrido muchas cosas que, en una corta edad, se le
avisaron con ciertas premoniciones emocionales. Entonces, Taehyung no lo
pasaría por alto tan fácilmente.

No obstante, sonrió débilmente hacia el hombre a su lado y espiró, y


docilidad denotándose en su agotamiento e infausto machacar; se sentía estar
estancado, y eso no le gustaba para nada. Pues el recorrido que, fugaces,
habían recorrido, se sentía estar desgastándose cada vez más, hasta llegar al
punto donde ya ni si quiera sabían dónde estaban; o qué seguiría luego.

La incertidumbre se volvía deprimente mientras se arraigaba a sus apegos, los


huesos les dolían y el calvario de las dudas les tenían con más de algún lío en
el recóndito oculto y más expuesto de sus mentes, colmándolos con preguntas
que, lamentablemente, ya no podían seguir silenciando.

Sólo por una última vez...

Así que, sus dedos cálidos se entrelazaron con fuerza medida y, con un
suspiro compartido, caminaron juntos hacia la entrada. Porque ahí estaban: en
la fiesta sorpresa de un desconocido, fiesta a la cual realmente no había
querido asistir, pero fiesta a la cual asistió de todas formas, y sólo porque
sabía que eso haría feliz a su novio.

Okay, está bien, pensó. Porque conocer a los amigos de Jungkook estaba bien
para Taehyung. De hecho, a él le gustaba la idea de poder pasar el rato,
juntos. Pero quizás, sólo quizás, hubo deseado que fuese diferente...

Qué ironía.

El contexto se distorsionó increíblemente cuando consideró la cantidad de


días que llevaba sin saber nada de sus propios amigos, y eso le entristeció.
Ellos ya no tenían mucho contacto, casi no hablaban y cuando lo hacían
siempre hacían comentarios sobre su "absorbente" relación, recriminándole
su tiempo. Pero, e incluso así, Taehyung los extrañaba; ellos no eran malas
personas y, a veces, él comprendía su punto, porque era válido.

Por lo mismo, una vez entraron y se encontró con un espacioso lugar fino, sus
expectativas fueron insuficientes en comparación a lo que había imaginado;
lo que realmente veía era alcohol finísimo, personas refinadas y música baja.

¿Qué mierda?, pensó, reprimiendo la risa.

Pero es que, ¿acaso se habían equivocado de dirección?

—Dios... Esto está lejos de ser la fiesta para un cumpleaños sorpresa... —


dijo, carcajeándose levemente y recibiendo una mala mirada por parte de su
novio.

—Taehyung... Para las burlas.

—No me estoy burlando... Es sólo que... ¿Qué edad cumple el festejado?

Jungkook entrecerró los ojos, captando la burla en sus palabras nuevamente.

—Sigues burlándote. Y sí. Es una fiesta sorpresa, diferente a las que tú has
ido porque, aunque no lo creas, no todos los chicos de tu edad se
emborrachan hasta perder la consciencia...

Taehyung rodó los ojos y bufó.


—La indirecta fue totalmente innecesaria...

Estaba a punto de terminar la oración para expresar su molestia y explayarse,


y la voz de un hombre acercándose le interrumpió.

— ¡Jungkook! —Dijo el tipo con una enorme sonrisa brillante. Era muy alto
y vestía un traje de dos piezas casual, aparentemente de marca, y mucho oro;
Taehyung tuvo que pestañear. Tenía facciones virilmente definidas, el pelo
corto y una expresión amable. Era sutilmente atractivo—. Vaya, qué grato es
tenerte aquí con compañía, eh...

— ¡Nam, hyung! Qué grato es estar aquí, ¡muchas gracias por recibirnos!

—El gusto es mío, gracias por asistir... A mí chico le viene bien sociabilizar.

—Lo sé —Jungkook rió, afianzando el agarre de forma instintiva en su mano,


apegándolo más a él ante la indiscreta atención de algunos otros invitados—,
y déjame presentarte a mí chico también... —sonrió con orgullo que no evitó
le inflara en el pecho con una sensación emotiva; quiso reír tontamente
cuando sintió rubor tiñendo sus mejillas ante las palabras de su novio y la
observación de Namjoon—. Este es Kim Taehyung, mi novio. Taehyung este
es mi mejor amigo. Namjoon.

Taehyung lo había visto antes, lo recordaba, y le sonrió con humildad y le


tendió la mano.

—Es un gusto conocerlo finalmente.

— ¡Oh! El gusto es mío, muchacho... —estrecharon el saludo—. Me gustaría


invitarlos a beber una copa para charlar.

—Claro —respondió Jungkook, tirando de su mano para seguir al anfitrión.

Siendo dirigidos a lo que aparentaba ser el segundo piso de la morada, cayó


en cuenta de que había una considerable cantidad de personas y el festejado
debía tener muchos amigos porque, vamos, eran muchos invitados. Y,
Namjoon se encargaba de llevarlos a un lugar un poco más "reservado" en la
terraza. Él no podía mentir. Era un lugar hermoso y le dejó estupefacto;
habían unos sillones junto a un barandal de vidrio con una mesa de centro
con tragos y cosas para picotear. La vista daba hacia un enorme patio verdoso
y con piscina.

Taehyung se sentó junto a Jungkook y aceptó una copa de un trago que


estaba seguro no podría pronunciar del todo bien; tenía un nombre extraño
pero sabía bien, consideró.

Namjoon les hizo algunas preguntas sobre su convivencia, teniendo en cuenta


el evidente contraste que evidenciaban sus personalidades, y luego ellos sólo
hablaron sobre negocios y empresas y trabajo.

Taehyung se sintió chistosamente irrelevante porque, claro, Namjoon hacía


un comentario o una pregunta en su dirección y Jungkook respondía por él.
No lo comprendía y se sintió confundido y frustrado. Por ejemplo cuando
Namjoon dijo:

—Hace algún par de meses fueron las graduaciones, ¿cómo fue eso? Sé que
la Universidad de Seúl está muy bien renombrada, y que la mayor parte de
todos los alumnos que cursan allí son parte de la excelencia académica.

Estuvo a punto de formar la oración para responder, se vio interrumpido.

—En la graduación se hizo un gran evento y asistieron todos los padres de los
alumnos. O la mayoría... Se dieron premios por honor, excelencia, respeto y
perseverancia. Y, según mi experiencia, los estándares se han mantenido por
la exigencia académica que han impuesto los docentes con el alumnado.

En ese momento, fue cuando conectó una mirada con el otro hombre, que
tuvo que carraspear para hacer notar que la situación le había generado algo;
quizás fue incomodidad o tal vez fue molestia, pero había sido evidente.

Se sintió un poco apenado cuando un brazo le rodeó con dominio,


apegándolo a su costado derecho mientras le depositaba un ligero besito en la
cien.

La contradicción de la acción no justificaba las palabras que tomó de su boca.


Notoriamente desanimado, se desconectó de la charla y se quedó mirando
con suma atención el contenido de su copa.

El alcohol le dejó un gusto amargo en la punta de la legua y sintió la hiel del


acre subirle por la garganta.

Una burbuja se reventó dentro de la copa y su móvil comenzó a vibrar.

Con su mano libre, buscó torpemente dentro de su bolsillo, luego dejó la copa
sobre la mesa y miró el verificador de llamadas; era un número desconocido.

—Con permiso —Dijo, excusándose e incorporándose para buscar un lugar


en el cual poder contestar la llamada telefónica. Caminando hacia un rincón
en el otro extremo de la terraza, presionó el botón para atender la llamada—.
¿Aló?

—Buenas tardes, ¿tengo el gusto de hablar con el joven Kim Taehyung?

La voz femenina de una mujer resonó con un timbre marcado a través de la


línea telefónica.

Taehyung aclaró su garganta.

—Sí, así es... Disculpe, ¿con quién tengo el gusto de hablar?

—Soy Zue Yong, lo llamo desde la editorial Yoon Sung —aquellas palabras sí
tuvieron un gran efecto, ya que Taehyung contuvo la respiración por un par
de segundos y su corazón palpitó fuertemente contra su pecho—. Joven Kim,
para nuestro equipo usted fue uno de los mejores candidatos seleccionados
para pasar al siguiente...

Una ráfaga de viento golpeó su rostro y Taehyung perdió un poco el sentido.

—Se le notificó por email la aceptación a la siguiente etapa. Pero, como no


hubo respuesta alguna, nuestro equipo siempre se asegura de verificar si
todo está bien con respecto a la consideración de una editorial tan buena y
conocida como lo es Yoon Sung... Sólo esperamos que pueda considerarlo,
entonces no faltaría más que confirmar su asistencia a la entrevista formal.
Su cuerpo trepidó y sintió que las palabras se le trabarían.

—Disculpe, señorita... Pero, yo no recibí el correo por parte de la empresa...


Estuve revisando durante los días en las fechas correspondientes, pero no
hubo nada nuevo en mi bandeja de entrada. ¿Usted está segura de que esto no
es una falla en el sistema?

—No, joven Kim. Nosotros le enviamos un correo hace exactamente dos


días, a las 18:50pm. ¿Está usted seguro de que no lo borró accidentalmente?

—No, no, ese día... —Ese día, a esa hora estaba de camino a casa y su
portátil lo había dejado en el despacho de Jungkook. Taehyung suspiró. No
necesitó pensárselo dos veces—. Quizá si fue un accidente. Lo lamento. Pero,
de todas formas, quiero confirmar mi asistencia a la entrevista formal.

Sus tripas se torcieron y se sintió amargado y triste, molesto.

—Martes de la próxima semana, a las 18:15pm. ¿Está bien ese horario para
usted, joven Kim?

—Sí, muchas gracias...

—Gracias a usted por considerarnos, joven Kim. De todas maneras, le


llamaré para recordarle y evitar malentendidos. Tenga una buena tarde.

—Igualmente, adiós...

La llamada finalizó y Taehyung se quedó observando la pantalla de su móvil.

Él no sería capaz de...

¿O sí?

Sus ojos miraron transparentes, vulnerables, hacia la dirección de Jungkook;


sus pupilas cubrieron miel y Jungkook no dudó en acercársele cuando se lo
pidió.

Soltó un suspiro lleno de agotamiento cuando el hombre llegó a su lado;


quiso darle un beso pero no se lo permitió, no estaban en igualdad de
condiciones.

— ¿Qué es lo que ocurre? —Le preguntó, frunciendo el ceño con un ápice


de confusión. Odiaba cuando lo miraba de esa forma, se sentía débil—. ¿Tae?

Taehyung lo miró directamente a los ojos, qué frágil se sentía cuando se


trataba sobre él...

—Me llamaron de la editorial Yoon Sung.

Y esas fueron las palabras suficientes para que la expresión de confusión se le


borrara del rostro y fuese reemplazada por algo mucho más oscuro y denso,
un secreto; culpabilidad manchó la mueca en sus labios.

—Yo dejé mi portátil en tu despacho, antes de ir con Baek. Y me notificaron


a las 18:50pm. Yo no estaba en casa a esa ahora... —musitó, serio y con su
voz evidentemente exhausta.

Hubo silencio un par de segundos que parecieron muy extensos, y esos


gélidos segundos congelaron su corazón dolorosamente, apretándolo.

— ¿Acaso tú tomaste mi portátil, Jungkook?

Jungkook mordió labio, cabizbajo, apoyándose en la baranda.

Él guardó silencio...

— ¿Acaso tú borraste el email de la editorial? Si fue por accidente, yo...

—Sólo quería ayudarte —interrumpió, haciéndole ahogar un sollozo que no


le dio razón del porqué dolía tanto escuchar aquéllo—. Yo sólo pensé en qué
era lo mejor para ti, pensé en beneficiarte. Podrías haber conseguido...

La ira volvió a burbujear y esta vez mucho más definida cuando


prácticamente acababa de admitir que lo había hecho a consciencia, que había
tomado una de las decisiones que no le correspondía tomar.

— ¿Por qué hiciste eso? Yo no te lo pedí... ¿Por qué decidiste por mí? Eso
no te corresponde... —cuestionó, frunciendo el ceño y elevando la voz espesa
de una mezcla de emociones contradictorias; el lío, las incertidumbres y lo
que se suponía lo enredaba en sus cuerdas apretadas, todo amenazaba con
romperse—. ¿Acaso no estoy capacitado para tomar mis propias decisiones?
Invadiste mi privacidad sin mi consentimiento, Jungkook.

—Tae...

—Lo peor de todo es que tú me mentiste... No soy un estúpido.

—Yo no te mentí, acabo de admitirlo. Y deja de gritar, estás llamando la...

—Me importa una puta mierda. Y, perdóname si te avergüenzo, pero aquí...

— ¡Lo hice por tu bien, joder!

Taehyung se sobresaltó y observó su expresión retorcida tomar una forma


rara.

Se sentía mareado y colmado, estaba agotándose su paciencia.

—No lo hiciste por mí bien, no me mientas más. Tú no confías en mí, ese es


el problema...

—Confío en ti, pero tú no me escuchas... Sólo quiero lo mejor para ti.

—Si confiaras en mí, si tan sólo eso sí fuera verdad... No me perjudicarías —


Taehyung apretó sus labios, curvándose hacia abajo. Jungkook se veía ácido
y enorme frente suyo; se sintió pequeño, pero podía enfrentarlo. Quería dejar
las cosas claras, pero Jungkook siempre lo estaba frenando a someterse en
todo el puto sentido a él. Y eso era sumamente agotador.

— ¡No lo hice, carajo! Sólo traté de ayudarte a que tuvieras un trabajo


decente, ¡podía hacerte llegar a la puta cima!

Taehyung sintió una punzada en su pecho, sintiéndose insignificante mientras


observaba cómo su expresión se seguía distorsionando por todos sus
marcados estigmas; la piel de las entrañas se desgarró cuando lo comprendió.

—Me perjudicarías con tal de conseguir tus propósitos egoístas, ¿no es así?
— ¡Maldición, Taehyung! No entiendes una puta mierda de lo que estoy
tratando de decirte.

— ¡No, es que créeme que me quedó clarísimo! —respondió con sarcasmo,


haciendo el amago de irse a otro lado. Estaban llamando la atención de un par
de personas en la primera planta, así que no era una opción arruinarle la fiesta
al festejado; prefería seguir con la discusión en casa.

— ¿A dónde vas? Nos iremos a la mierda de este lugar... —Jungkook tironeó


de su brazo con un agarre doloroso, tentando a arrastrarlo; se veía molesto y,
sinceramente, aterrador.

— ¡No! No iré a ningún lado contigo... —frenó sus pasos y trató de zafarse,
y el dolor en su brazos cuando la dermis fue aprisionada con el desgarre. Era
posible que le doliera todo, sin embargo el dolor emocional sobrepasó todo el
límite—. Vete tú, yo no me iré. No necesito pedirte permiso.

Quizás, sí sintió miedo.

La mirada que lo fulminó con ojos obscuros lo clavó en su lugar, soltándolo y


mirándolo con sorna sarcástica; su mentón se sacudió pero trató de reprimir
el llanto con una mirada de determinación.

— ¿Por qué te quedarías? Tú no eres un invitado, sólo un acompañante.

Touché.

Sus ojos difuminaron su vista hasta que su rostro, apático y agudo, se volvió
considerablemente borroso. Un profundo dolor llegó a su pecho como una de
las estacas más dañinas, y sintió que sus piernas, endebles, flaquearían.

Esas palabras... Las palabras que había escogido fueron sumamente hirientes
y, una vez más, lo dejaron sintiéndose como una mierda insuficiente. Porque,
claro, él no era ajeno al dicho que dictaba "el dinero mueve montañas",
nunca pudo pasarlo totalmente por alto y agradeció haber recapacitado;
recordó sus palabras y se detuvo, retrocediendo dos pasos más lejos de él,
sintiéndose peor, totalmente humillado y dolido.
"Te trató como una prostituta, inclusive cuando era yo quien pagaba", el eco
y el aire que ahogó en sus pulmones se sintió ardiente e increíblemente
doloroso, le dolía hasta la más ínfima fibra de su cuerpo cuando se sintió
estúpidamente ordinario e insignificante.

—De todas formas me quedaré —murmuró, apretando los dientes e


ignorando las lágrimas calientes que se deslizaban por sus mejillas; la piel
tersa de canela y porcelana se trisó en una expresión que a Jungkook
repercutió y en todo mal sentir—; no quiero arruinarle la fiesta al novio de tu
mejor amigo. No es justo. Es egoísta, pero, vamos, que de eso tú bien sabes,
¿no?

—Taehyung... —Jungkook tomó su brazo, pero Taehyung se zafó, ahora, con


brusquedad, dejándolo sintiéndose como la peor mierda del mundo que,
claro, sabía que era después de haber dicho tanta mierda absurda.

—Iré a por un trago —le interrumpió con voz quebrada, tratando de sonreír
de lleno ante la infausta tristeza que le embargó hasta la médula—, porque
quizás deba aprovechar que es tu amigo quien paga, ¿no?

—Tae, no es lo que...

—No, cállate —le pidió, su expresión a punto de apretar sus facciones; sentía
que, si seguía allí, se derrumbaría horriblemente y delante de todos y, vamos,
no quería seguir avergonzando a su novio—. Ya has demostrado antes que no
tengo el orgullo suficiente como para negarme a ciertas oportunidades y, si es
tu adinerado amigo quien lo paga, quizás deba aprovechar... Después de todo,
beber hasta perder la consciencia es lo mío. Jodido imbécil.

Dicho aquello pasó de Jungkook rápidamente y limpiándose las lágrimas que


no paraban de brotar de sus deplorables ojitos de miel; él limpió las lágrimas
reprimidas con su manga, evitándolas a toda costa por vergüenza, inhibición
y por la manera en la que Jungkook lo humilló en todo el término posible.

Nunca se había sentido tan abatido y arruinado.

Pero, aparentemente, el caparazón había revelado el verdadero monstruo.


Pues, Jungkook seguía siendo el mismo pendejo frívolo que había conocido
alguna vez. Eso no había cambiado, y lo supo mientras corría por las
escaleras hasta encontrar un lugar donde esconderse para que no lo
encontrara.

Sólo quería beber y, si había alcohol gratis, debía aprovechar, ¿no? Pues,
claro, su novio había dejado en claro que él era muy bueno aceptando ciertas
cosas fácilmente. Como el sexo, el dinero y el alcohol; incluso si sólo había
estado con él en todas sus primeras veces, se sentía sucio... Como una
prostituta.

Quizás, sí debía beber hasta perder la consciencia y darle motivos por los
cual molestarse o sentirse avergonzado, podría formarle un escándalo frente a
sus colegas remilgados y hacer que le pagara por arruinar su arduo trabajo
con las postulaciones laborales... Pero no sería capaz de hacer eso, él no era
así.

Incluso si Jungkook lo había humillado con su elección de palabras, él jamás


sería capaz de hacerle lo mismo. Ni siquiera por haberle mentido o por
hacerle saber implícitamente que no confiaba en él.

¿Cuán doloroso era eso?

Se había entregado en todo el sentido de la palabra para qué: para darle una
puta instrucción de cómo destruirlo y romperlo en pedazos; para que le
hiciera sentir que valía menos que un puto estropajo.

Carajo. Él tenía todos los motivos para beberse hasta la última gota del
alcohol en esa jodida mansión. Y lo hizo, sacó algunas botellas y se escondió
en uno de los rincones entre las paredes del patio, lejos de donde pudiesen
verlo.

No quería ser encontrado.

No quería que Jungkook lo encontrara.

Y, si lo hacía, le vaciaría la condenada botella encima.

Sin embargo, pasaron incontables minutos en los que inundó su sistema con
el agridulce sabor de su pena e inseguridad, dejando que el ardor atravesara
por su garganta con libre albedrío.

Incluso le hizo gracia. Estaba emborrachándose, a escondidas, en una


supuesta fiesta sorpresa de un pendejo remilgado. Cuán patético era eso.

Tal vez él no se equivocaba... Tal vez, en serio, no encajaba ahí.

Sollozó audiblemente, apretando su manito empuñada contra su boca


mientras sus facciones se contraían con pura aflicción, sintiéndose tan
estúpidamente pequeño y frágil, necesitando tanto a alguien después de
haberse olvidado a sí mismo...

Lo quería a él, pero acababa de demostrarle que no era lo que necesitaba


ahora.

No ahora, porque se rompería entre sus brazos.

Y su noche no podía seguir empeorando.

Pero alguien más lo vio desde las lejanías del jardín, con latidos ralentizados
ante la sorpresa de la llegada del momento... Y, de inmediato, algunos pasos
aplastaron el pasto y la hierba, acercándose con rapidez mientras la oscuridad
de la noche se apoderaba del cielo y la brisa fresca le caló los huesos pesados.

Un poco de viento enfrió las lágrimas que trató de ahogar en una copa de
vino fino que no se pudo tragar por el nudo apretado en su garganta
adolorida.

Una sombra cubrió su pequeño bulto acomodado en posición fetal.

— ¿Taehyung?

—Si v-vienes a s-seguir haciéndome llorar, te juro q-que... —Hipó, moviendo


su brazo en una señal que dictaba se alejara. Pero, cuando la sombra lo siguió
cubriendo, miró hacia arriba y no fue Jungkook quien estaba ahí: un fantasma
estaba justo frente suyo, con el ceño fruncido y una expresión de
preocupación.
El aire se estancó en sus pulmones y se sintió empalidecer, adormecido.

No podía ser posible, pero claro que la noche podía seguir empeorando.

— ¿B-bogum? —Las palabras abandonaron sus labios como si realmente no


pudiese ser posible lo que sus ojos veían. Porque cuando el vaso termina de
rebasarse y se desborda, no queda más que nadar.

Pt.1
80

— ¿B-Bogum?

Cuando el aire se atascó en sus pulmones, se sintió mareado y empalidecido,


y su corazón comenzó a latir fuertemente contra su pecho; aún sin poder creer
lo que veía, e ingenuo sobre lo que sus confusos ojitos grandes presenciaban,
una brusca impresión le dejó el pulso acelerado, pensando que no se podría
tratar de más que un fantasma al cual había dejado atrás y en algún recóndito
del tan tormentoso pasado que parecía querer seguir jugándole chueco. E,
incluso si el reencuentro simulaba ser algo surrealista y shockeante, no afectó
y más que en la repentinidad del esperado choque que desencadenó la
colisión que causó la fortuita coincidencia.

Sin embargo, de todos los lugares en los que pudiesen haberse topado, de
cada situación que hubiese ameritado —después de años— un cruce, nunca
se pudo haber concretado hasta ahora: uno de los peores momentos, en cada
ámbito de la palabra y cuando su rostro ya se hallaba manchado de lágrimas,
apestando a alcohol.

Tal vez si el contexto hubiese sido otro…

Si, al menos, hubiese sido otra circunstancia… Sólo quizás, el momento no


los hubiera puesto en la posición de mirarse fijamente como si el mundo
estuviera de cabeza. Porque, al ser tomados de improviso en el instante
menos esperado, la simpleza de un efímero segundo pudo marcar una rotunda
diferencia.

Y helándosele la sangre, el batir de sus pestañas al parpadear trajo consigo


uno de los flashbacks dentro del torbellino de su vida; los recuerdos de los
besos y, eufóricos, las caricias del desliz, oyó un ligero eco de suspiros y risas
y jadeos; el crujir de la madera y las manos curiosas, con timidez,
escabulléndose dentro de las holgadas ropas escolares; el chirrido de la puerta
casi imperceptible ante la desconcentración y los sentidos agudizados en las
sensaciones del romance; luego fueron sólo gritos y su padre golpeando
ferozmente a su enamorado; las gotas de sangre salpicando en la camisa
blanca y su propio llanto exasperado y la desesperación por detener lo que
nunca estuvo en sus manos; la escopeta se dirigió hacia la frente de Bogum, y
Taehyung se puso en medio con valentía y miedo; «aléjate de mí», algo
rompiéndose dentro suyo cuando vio aquel rostro hinchado y con sangre
escurriendo; el golpe del arma contra su sien cuando se cayó inconsciente;
luego sólo supo el dolor no bastaría para culminar con sus miedos e
inhibiciones cuando Bogum se había ido de Daegu con su familia sin dejarle
ninguna aclaración, sólo un montón de culpa y vergüenza.

Una parte de él se sintió como si hubiese retrocedido siete años, y eso le


aterró.

Porque volvía ser consciente de que el hombre que tenía justo en frente era
un fantasma de su pasado, el fantasma de una persona que, quizás, conoció y
que, después, sólo desapareció y se desvaneció sin explicación alguna.

Lo recordó; no supo nada de él tras el violento y trágico incidente que los


tomó precarios y, peor aún, tuvo que enfrentarse a las consecuencias de su
relación oculta y todo lo que conllevó la pérdida de su primer amor,
totalmente solo.

Había sido sumamente injusto, y tenerlo justo en frente no ayudaba en nada.

—Taehyung —Volvió a repetir, con más seguridad y su voz sonando firme.


El entrecejo fruncido por la confusión y su rostro denotando la conmoción, le
hizo saber que el escenario en el que se encontraban súbitamente era inaudito,
algo insólito que les tomó por sorpresa a ambos—. Yo… No esperaba
encontrarte.

No, no lo esperaba…

¿Qué es lo que te mantiene de pie cuando sientes que todo tu sistema tiene
una especie de colapso y se te adormecen las extremidades, cuando te
congelas y, de pronto, sabes que estás cerca de desmoronarte por completo?
Taehyung tragó duro.

—Yo tampoco… —Musitó, sintiéndose entumecido. Mientras lo miraba


hacia arriba, pudo caer en cuenta de que los años sí habían pasado entre
ambos, que los dos habían cambiado, obviamente, en todos los sentidos
posibles. Empero, en tanto le observó tendiéndole la mano, se sintió
estremecer, extrañado aun si había aceptado por mera educación;
incorporándose, el tacto se sintió muy frío y ajeno, distante por su propia
parte—. Gracias.

Cuando sus rodillas se flexionaron, pudo estirar las piernas, mezquino, alejó
su mano entumecida, desviando la mirada y percibiendo la atención
recorrerlo de una manera letalmente minuciosa: desde las torpes zapatillas de
lona, hasta sus cabellos ondulados.

Bogum seguía transmitiéndole aquella onda de calor hilarante, incómodo ante


el pendiente que jamás llegaron —ni llegarían— a concretar.

Quiso comprender qué marcaba la diferencia, y lo entendió perfectamente…

Ya no había arrepentimiento, ni culpa ni vergüenza, ya no quedaban más que


las sobras de los recuerdos que tiró a la basura como un desecho cuando llegó
lo bueno; el aroma de Jungkook se siente estar difuminándose en su persona,
apreciándolo en sus fosas nasales, sintiéndose dopado con su característico
olor, que sabe que se ha impregnado en él. En cambio, los flashbacks que trae
consigo su primer amor, bruscamente, sólo le causan un profundo desagrado
que se hace presente de forma abrupta, pesándole en el estómago débil por
las malas tomas y cargado del mal rato, mezclándose en alcohol.

Sin duda alguna, ha resultado ser una mala combinación...

Se siente un poco mareado al principio, pero abrazándose a sí mismo, eleva


un poco la mirada hacia el segundo piso, un poco preocupado, sintiéndose
raro; la embriaguez destila al dirigir su mirada hacia la terraza; de pronto se
siente tan jodidamente sobrio.

Por mientras, Bogum no se pierde un solo segundo de su presencia, lo envicia


con su mirada y siente un extraño frenesí que le recorre con euforia por las
venas llenas de anhelo olvidado que retoma toda la fuerza que se obligó a
reprimir en el momento en el que tuvo que tomar su maleta y emprender
camino. Inclusive si consideró la teoría sobre un sentimiento marchito, jamás
pensó que se sentiría tan jodidamente cautivado por la espontánea casualidad;
todas las emociones y el ansia se juntaron en una mezcolanza que le
entorpeció cuando observó cada cambio que había tenido su Taehyung.

Ya no es más aquel chiquillo tontuelo que se tropieza con sus cordones,


pensó, mirando la belleza acentuada en cada uno de sus rasgos lucir
estúpidamente bien, aun cuando en sus facciones se dibujaba la tristeza.

Qué bien le sienta el dolor a la hermosura, concluyó secretamente.

—Entonces… —Dice Taehyung, denotando la brecha de distancia obvia


entre ambos y la incomodidad que siente; tuerce sus labios esponjosos e
hinchados en una mueca que pretende ser una sonrisa amigable—. Es la fiesta
de Jimin…

—Sí, a-así es… —Responde, sintiendo una sensación peculiarmente parecida


a la impresión apasionada que le hirvió en la sangre con calor que se escurrió
por su espina dorsal, tensándole los músculos—. Jimin-ah no me lo
mencionó, que tú y él se estaban viendo de nuevo... —se siente perdido en el
brillo de los ojos de Taehyung y se siente como un verdadero hijo de puta,
porque si él tuviese la posibilidad… No, realmente es un hijo de puta; Seok
Jin no puede estar más lejos de sus pensamientos ahora mismo, está
totalmente ausente.

—Ni siquiera sabía que esta fiestecita era para el cumpleaños de tu


hermano… —Rodando los ojos con molestia, Taehyung comienza a pensar
que, tal vez, él debería haberse marchado junto a Jungkook en el momento
adecuado, ya que, lamentablemente, la situación que le tiene envuelto en una
charla forzada, no le puede parecer más engorrosa.

—E-es… Esto es una gran sorpresa para mí, en serio… Desde que llegué a
Seúl pensé en buscarte y, vaya, te encuentro cuando me tomo un descanso.

Taehyung rió, totalmente desganado y queriendo salir de ahí rápidamente.


Muy en su interior, le pareció gracioso el contraste que había entre su yo del
ahora y su yo del pretérito; de haber querido tanto que llegara el día en el que
se reencontraran para retomar todas las cosas que habían quedado pendientes
entre los dos, ahora sólo lo veía como a una persona con la cual no deseaba
volver a tener contacto alguno.

—Discúlpame, pero… ¿Por qué me buscarías? —cuestionó, elevando sus


cejas con evidente sorpresa porque, vamos, realmente no lo entendía: por qué
razón su ex lo buscaría tras tantos años, para qué y con qué fin; y no lo podía
negar, ahora le parecía increíblemente estúpido malgastar su tiempo en un
romance inmaduro e infantil que jamás estuvo destinado a ser.

Bogum pareció un poco atónito al oír sus palabras, ignorándole la voz un


poco gangosa con el cesar del llanto que Taehyung conservó muy en sus
adentros para soltarlo con quien debía hacerlo porque, después de todo, era su
privacidad. Empero, Bogum se sintió mortificado.

—Ya pasó mucho tiempo, ¿no es así? —Sintiéndose inevitablemente muy


melancólico, sostuvo su copa y miró el contenido de adentro, moviéndolo
como si sólo fuese agua—. Pero yo seguí pensando en ti cada maldito día.

—Oh…

La confesión le toma peor aún, y sólo le hace retorcerse en culpa por sentir
tanto desinterés hacia él y hacia su voz. Pues, todo lo que puede llenar su
mente en aquel preciso instante son las palabras clavadas en un cuchillo que
le dijo su pareja, la discusión que tuvieron y la cual, por primera vez, le ha
herido terriblemente; sólo quiere irse a casa.

—Me arrepentí de no haber hecho… algo… De haber perdido el contacto.

Cruzándose de brazos, encogiéndose producto de una corriente de aire frío,


Taehyung pasa el peso, apoyándose en su otra pierna, con la mirada fija en el
piso. Qué bochorno.

—Yo… Lo siento, Bogum... —se sintió apenado de que la frialdad en su


pronunciación sonara como hielo en la hiel amarga, pero él no lo sentía; ya
no lo podía sentir más…
Y dicho aquello, hizo el amago de irse, pasando por su lado haciéndole un
vacío que no pasó desapercibido ante las percepciones del otro hombre, quien
lo tomó del brazo para detener el rumbo que emprendía su camino, y lejos de
él nuevamente.

—Seok Jin no quiso decirme sobre ti antes... Por eso no pude encontrarte y
hablar. Sólo quiero charlar contigo.

Taehyung frunció el ceño confundido.

¿De qué se supone que charlarían? El pasado se había quedado atrás.

—No veo de qué podríamos charlar. Por favor, déjame tranquilo. Ya basta.

Lamentó si sonó muy borde, pero quería irse a casa. Además, tampoco era
como si tuviesen una cita para tomar el té; por su parte, no sentía ningún
interés por aclarar absolutamente nada, ya no había necesidad alguna de
hacerlo. Taehyung había avanzado, y lamentaba que Bogum no. Pero, bien
dicho sea que el tiempo hace su magia sin importar cuánto dure el proceso:
no sólo cambió, sino que también comprendió muchas cosas.

Pero… Había algo que no comprendía.

¿Seok Jin sabía que Bogum estaba en Seúl?

Eso retumbó en sus oídos con un eco ruidoso y se quedó atrapado dentro de
sus paredes mentales.

No supo qué pensar sobre ello.

—Tae, vamos… Sólo un minuto…

—Ahora no es un buen momento. Ya te lo dije, lo lamento. Pero no quiero


hablar contigo; me es sumamente incómodo… —intentó zafarse, pero su
brazo fue apresado con más fuerza por el agarre demandante que le exigía
quedarse a toda costa y lleno de egoísmo.

—Vamos, Tae… Sólo te tomara unos minutos, vamos a otro lugar…


Bien, ese era el colmo. —No iré a ningún lugar contigo, ahora suéltame.

Moviéndose inquieto, trató de zafarse otra vez.

—No lo haré hasta que aceptes… No te soltaré.

Qué insistente, joder, pensó molesto.

—Bogum. En serio. Ahora no es un buen momento, estoy pasado de copas y


realmente no quiero hablar contigo. Déjame ir… —pidió, combatiendo y
agitando su brazo para soltarse. Se sentía incómodo y molesto y, al parecer,
no era el único que estaba pasado de copas.

—Por favor, sólo será un momento… Sólo eso.

—No… ¡No quiero! ¡Suéltame!

Cuando la cercanía comenzó a disminuir con creces por la intensidad de lo


que el requerimiento egoísta pedía, tratar de zafarse no se volvió más que un
intento vago cuando la brusquedad que aprisionó su brazo delgado con
hostilidad, le hizo tropezar hacia atrás y derramarse el alcohol ajeno en sus
pantalones.

—Joder —Taehyung finalmente se soltó, sintiendo aquel desagrado por la


sensación de humedad fría mojar la tela de cotelé, el interior de sus muslos y
escurriéndose por sus rodillas. Toda la frustración causó la empedernida
insistencia que terminó por sacarle de quicio; sintió miedo, desesperación e
histeria, definitivamente no era una buena combinación—. ¿Por qué…?

El llanto apretó su garganta otra vez, anudándose en la parte posterior de su


garganta y haciéndole sentir una necesidad escalofriante por huir de ahí.

Se sentía acosado, intimidado e indefenso.

Y todo le sentaba horriblemente.

—Oh, lo siento, Tae… Yo no quería…

Bogum sacó rápidamente un pañuelo de su bolsillo, se le acercó para tratar de


ayudarlo y secar su pantalón, pero Taehyung se negó con pavor.

—No, d-deja… —dijo, poniendo una mano sobre su hombro para alejarlo,
porque le molestaba que le siguiera insistiendo tanto e invadiendo todo su
puto espacio personal de una forma tan invasiva—. Está bien. Sólo, aléjate de
mí, ¿b-bien?

—No, espera… Déjame ayudarte…

Taehyung se quedó a medias, sintiéndose trepidar y formulando la palabra en


su boca para decirle que se detuviera... No obstante, se vio interrumpido por
otra presencia, una que se mostró feroz e imponente con una inmensa sombra
tétrica, acercándose como un huracán de furia y tomando a Bogum por el
cuello para estamparlo en la pared.

Taehyung se quedó inmóvil cuando vio la rabia teñir el rostro de Jungkook,


mostrándolo con crueldad y peligro mientras los músculos se notaban muy
tensos bajo su camisa. Se veía rígido, y Taehyung sabía de qué era capaz.

— ¡Qué te alejes de él, hijo de puta! ¿Acaso no lo oíste? —Le gritó y, casi
como una advertencia, le miró por el rabillo del ojo, inspeccionándolo.

— ¡Oye, métete en tus asuntos! ¡Esto no te incumbe, imbécil! —Con ello,


Bogum trató de zafarse del agarre al ser consciente de que la situación estaba
llamando la atención de varias personas que se acercaban con un evidente
indicio de curiosidad y preocupación—. Joder, hombre, que…

— ¡Qué no entiendes un “no”, hijo de puta! Mira cómo lo has dejado…

Taehyung tembló, sintiéndose nauseabundo y entumecido.

¿Qué demonios está pasando esta noche? Ese fue su último pensamiento
antes de sentir cómo algunas lágrimas cálidas se deslizaban, sin su permiso,
por sus mejillas frías.

—Jungkook —habló, sintiendo cómo si los segundos empezaran a pasarse


con molesta lentitud; sus extremidades se sentían fatigadas por vez que se les
acercaba con pasos inestables, pues sabía que estaban a punto de irse al
carajo y por la borda; el desastre se aproximaba—, Jungkook —le llamó otra
vez.

— ¡Te dijo todo el puto rato que lo dejaras tranquilo! ¡¿A dónde lo querías
llevar, maldito depravado?! ¡¿Crees que no te oí, bastardo asqueroso?!

Ay, no…

La mirada de Bogum se distorsionó y, repentinamente, sí le hizo lucha a


Jungkook, empujándolo y queriendo enfrentarse a él también.

Taehyung sí era consciente de lo que estaba ocurriendo: eran dos hombres


borrachos e iracundos que querían pelear, y tenían todas las ganas de desatar
su vehemencia el uno en el otro.

— ¡¿Y eso en qué carajos te incumbe a ti, idiota?! ¡¿Eres su perro acaso?!
¡¿De dónde has salido tú, puto payaso?! —tirándole la copa en la cabeza y
Jungkook esquivándola, Taehyung supo que la discusión saldría mal.

— ¡Oigan paren! —su voz tiritó por vez que trataba de ponerse en medio, ya
ni siquiera podía reconocer a ninguno más que perdidos por la ira y la
confusión rabiosa que les tenía en un duelo de agresividad notoria, y con la
vena hinchándoseles en el cuello por vez que se fulminaban con odio—. Tú
no tienes nada que ver aquí, Bogum… Él es mi novio.

— ¡Un puto, payaso, joder! ¿Acaso él sabe quién soy yo? —tentó Bogum,
señalándose a sí mismo con una sonrisa llena de sorna.

Palabras incorrectas.

Taehyung trastabilló cuando Jungkook pasó de él.

Apenas fue consciente del momento en el que Jungkook flexionó su brazo y


empuñó su mano para darle un puñetazo directamente en la boca a su ex,
quien se desestabilizó y cayó al piso, y luego fue apresado por el cuello;
Jungkook empezó a golpear su rostro, totalmente fuera de sí.

— ¡Es mi novio al que has estado acosando todo el puto rato, bastardo!
— ¡Jungkook, detente, por favor! —Taehyung corrió, con la poca fuerza que
sus piernas endebles le prometían, hacia ellos y trató de separarlos junto a
otro tipo que también parecía querer ayudarlo a frenar la escena con tal de
que ésta no llegara a más; claro, eso teniendo en cuenta la violencia con la
cual ambos actuaban—. ¡Por Dios, suéltalo! ¡Paren, por favor!

No sabía cómo podía sentirse tan ensimismado y a la vez tan externo en la


situación, sólo era consciente de que el desconocido había logrado separar a
Jungkook de Bogum, quien ahora se limpiaba la cara ensangrentada con la
manga de su saco mientras trataba de comprender todo lo que estaba pasando
en un lapso de tiempo que le estaba colapsando.

Taehyung escuchaba los murmuros y cómo era que la discusión seguía en el


ambiente, condensándose y masificándose cuando Namjoon, el anfitrión,
llegó; se sintió transparente por la mortificación.

— ¿Qué demonios ha pasado aquí? —Dijo el empresario, con el entrecejo


fruncido y una expresión sumamente agria mientras su mirada recorría el
rostro ensangrentado de su cuñado y, bueno, la evidente furia en su mejor
amigo. Era una jodida locura—. ¿Qué carajos han hecho?

— ¡A la mierda con todo esto! —Jungkook se limpió la nariz con la manga


de su saco y entonces se volteó, zafándose con brusquedad del tipo que lo
retenía y dirigiéndose como un tornado que quiere arrasar con todo hacia él;
al ser tomado por el brazo, inconscientemente, se encogió y se dejó hacer por
sus intenciones de destruir todo a su alcance.

— ¿Adónde me estás llevando, Ggukie? —Preguntó, siendo arrastrado por la


fuerza. No se sentía bien, era demasiado por procesar—. Espera…

Escuchó algunos murmullos mientras se retiraban de la terraza, atravesando


los terrenos fanganosos con pasos firmes.

— ¡¿Por esto querías estar solo, huh?! ¡¿Para estar a solas con otro imbécil
que sólo deseaba aprovecharse de ti, maldición?!

Taehyung se sentía desenfocado y, honestamente, mareado.


— ¿Qué mierda estás diciendo? —cuestionó, tratando de zafarse y oyendo
las palabras de Namjoon, quien los seguía, protestando hacia la actitud que
estaba demostrando Jungkook—. ¿Acaso crees que quería estar solo para
estar con otro hombre, idiota? ¿Acaso crees que esa fue mi intención? ¡Eres
un imbécil! —enfadándose en demasía por sus palabras que, nuevamente,
eran hirientes y tenían un trasfondo celoso, Taehyung comprendió que la
actitud de Jungkook otra vez estaba desencadenándose a causa de la
posesividad; y le dolió profundamente el índice de desconfianza que dejó
notar hacia él, incluso después de lo que acababa de ocurrir—. ¡Quería estar
lejos de ti porque me has tratado como la mierda toda la puta noche! Y sigues
haciéndolo, ¡joder!

— ¿Por qué no rechazaste a ese hijo de puta desde el principio entonces? Tú


hablabas con él, mientras yo te veía sintiéndome como la mierda por todo lo
que pasó... Y aun así quieres que no intervenga en tus decisiones cuando, de
no ser por mí, ese hijo de perra podría haberte hecho daño…

— ¡Eso no es verdad! ¡No te tomes el derecho de decir que puede decidir por
mí lo que es mejor para mí! Y, ¿acaso no puedo socializar con otras
personas?

Deteniéndose repentinamente, en el estacionamiento, Jungkook zafó el agarre


de Taehyung bruscamente, haciéndolo tastabillar hacia atrás. — ¿Acaso
estabas socializando con ese animal? ¿Acaso tú realmente querías ir a otro
sitio con él? ¡Joder, no lo creo! Ese hijo de puta tenía otras intenciones
contigo...

Taehyung sintió su corazón apretándose dolorosamente.

La actitud de Jungkook le dolía.

— ¡Jungkook, espera! —Namjoon venía corriendo hacia él junto a otros dos


tipos. Al parecer, el escándalo había llamado la atención de muchas personas.

— ¡A la mierda! —gritó hacia Namjoon, abriendo la puerta del auto con una
rudeza que le advertía que esta vez la discusión ya había perdido fuerzas y
había terminado por convertirse en una feroz pelea.
— ¡Ya te dije que no iré a ningún lugar contigo! —trató de negarse
Taehyung, sollozando nuevamente porque no quería ir con Jungkook, estaba
demasiado alterado y obviamente fuera de sí; estaba borracho y, peor aún,
celoso, furioso con toda la tensión acumulada desbordándose.

— ¿No puedes venir conmigo pero con ese bastardo animal…?

— ¡Eres tú el que se está comportando como un animal justo ahora!

La interrupción de Taehyung, su grito de dolor desorientado se ahogó en su


garganta hasta que no evitó sollozar, desesperado por esta actitud que le
tomaba totalmente desprevenido y que le tenía asustado; en sus ojos pudo ver
algo más, sus irises se tornaron aún más oscuros y algo se rompió dentro de
él cuando volvió a tomarlo del brazo y lo metió dentro del auto.

Namjoon no alcanzó a llegar cuando Jungkook ya había dado la vuelta y se


había subido al auto, arrancando a toda velocidad y saliéndose del
estacionamiento.

Taehyung comenzó a llorar histéricamente.

¿Qué era esto?

¿Un ataque de ira?

¿Por qué estaba actuando así?

—Por favor, detente… Gguk-ah, baja la velocidad —pidió, tratando de


ponerse el cinturón torpemente, pues seriamente la velocidad con la cual iba
conduciendo le parecía sumamente peligrosa, y la ira que estaba
desembocándose era descomunal; parecía ser como si estuviese sacando de
adentro todo lo que había reprimido por años, sacando a la luz todo el daño
que tenía acumulado, todas las toxinas que se habían acoplado en su pecho
durante años por el amor dañino que le causaron sus ex amantes.

Empero, Jungkook no pareció querer oírle... Y entonces supo que no podía ir


a casa con él, no en estas condiciones, no ahora.

Buscó, con sus manos temblorosas, dentro de sus bolsillos hasta dar con su
móvil, y entonces buscó rápidamente por la primera persona que cruzó por su
mente que podría ayudarle a pesar de todo.

— ¿Qué estás haciendo ahora? ¿Huh? —con un aspecto tétrico, mirándolo


por el rabillo del ojo, bocinas se escucharon tras ellos de la gente que iba
conduciendo y a la cual ya habían pasado.

Taehyung sintió un apretón doloroso en el estómago, y empezó a llorar aún


peor.

—N-no iré c-contigo a casa, ni lo pienses…

Taehyung trató de escribir el mensaje de texto con la dirección y un “ven por


mí ahora” rápidamente antes de que Jungkook, con un manotazo, tirara su
móvil al suelo.

—Déjame adivinar, ¿estás contactando a tu mejor amigo? ¿Estás seguro de


que con él estarás a salvo? Yo no…

— ¡Cállate por una maldición! ¡Ya no te soporto! ¡Sólo cállate, me haces


daño! —su voz se desgarró terriblemente y eso dolió en el pecho de
Jungkook, que dobló por una calle con algunas lágrimas inconscientes
desbordándose de sus ojos con ardor a sabiendas de estar colapsando y de
estar fuera de sí mismo. Taehyung tenía razón: tenía que alejarse de él ahora.

Los pocos minutos en los que fue espectador de cómo Taehyung trataba de
hacerse bolita en el asiento, llorando con histeria, jalando de sus cabellos y
tratando de reprimir el llanto, mordiendo sus labios por vez que apretaba sus
facciones dolorosamente.

Jungkook se sintió aún más roto.

Pero ya estaba hecho.

Esto era lo que siempre le advirtió, y no pudo haberlo retenido por más
tiempo.

El amor daña…
Cuando llegaron a casa, vio cómo su chico abría la puerta y corría hacia la
adentro; él lo siguió…

Joder, se arrepentía tanto, que quería llorar, quería implorarle su perdón.

La había cagado, pero en grande esta vez.

El humo del incendio crepitando, el fuego rojo de la ira subiéndose en


llamaradas hacia arriba, aumentando cuando quema y se mete en las heridas,
difuminándose cuando Taehyung corrió escaleras arriba y pegó un portazo en
la puerta de la habitación, haciéndole saber que había llegado a su límite.

Joder, no…

—Tae… ¡Taehyung, espera! —Jungkook se desesperó al verle salir con la


carita enrojecida y mojada, y una mochila—. No… ¿A dónde vas?

Taehyung le miró por una fracción de segundo, roto.

—Lejos de ti —murmuró, pasando de él, su voz sonando a la distancia, tan


degastada y dolida, tan desgarrada que le trizó los pocos trozos que lo tenían
sangrando; la herida había salido a la luz y estaba exponiéndolo de la peor
forma posible.

—Tae, no, e-espera… No estaba siendo yo mismo, p-perdóname…

Taehyung bajó las escaleras y se detuvo en seco, con rabia y tristeza tiñendo
su expresión desvalida.

—Que te perdone… —repitió en silencio, apretando sus labios mientras su


mentón se sacudía con las réplicas de un llanto deplorable aproximándose;
sus defensas bajaron y se sintió avergonzado de sí mismo, de ser un idiota, un
hombre roto que había dañado a un chico tan dulce y puro como lo era su
TaeTae—. Que te perdone qué… ¿Que te hayas metido a mi laptop y hayas
borrado el correo de aceptación de la editorial en la cual quería trabajar? ¿O
que te perdone que me hayas humillado por haber aceptado un contrato de
sexo a cambio de dinero contigo? ¿Tal vez que te perdone por haberme
inferiorizado de mil y una formas esta noche frente a tus amigos y conocidos,
o que ya lo hayas hecho antes?

—Tae…

—No, Jungkook. Por Dios… ¿Qué crees que haces? ¿Qué creías que estabas
haciendo? ¿Acaso creías que soy tan estúpido como para no darme cuenta de
las cosas que están pasando a mí alrededor? —cuestionó, dolido, mirándolo
directamente a los ojos, desnudándose ambos en la verdad de lo que estaba
ocurriéndoles desde hacía mucho; estaban demasiado dañados como para
haber funcionado—. ¿Acaso creías que, si borrabas ese correo, yo jamás lo
vería y entonces no tendría más opción que volver a trabajar para ti? Claro,
así podrías tener un ojo sobre mí todo el puto día, ¿no es así?

—Tae, no es lo que tú crees… Yo sólo trataba de…

— ¿Tratabas de ayudar? —interrumpió, denotando su cansancio con un


suspiro mientras se limpiaba las lágrimas de la carita con la manga de su
camisa—. Tratabas de ayudarte a ti mismo. Lo sé. Sólo así podrías estar
seguro de que lo tienes todo bajo control, que no pasaría nada si seguías
teniéndome en la palma de tu mano porque… Tú no te sientes inseguro sobre
ellos, te sientes inseguro sobre mí —mordió su labio con tanta fuerza que una
fisura le hizo degustar sangre amarga, pero era verdad—. Y no me digas que
no, porque esta noche me lo has dejado clarísimo…

— ¡Dios! Perdóname, ¡lo siento! Yo no puedo, me carcome en la cabeza


pensar que alguien te puede quitar de mí… Eres demasiado bueno para ser
real… Yo n-no quiero perderte, Tae —haciendo el amago de acercarse,
Taehyung le hizo una seña para que se detuviera y, joder, cuánto dolía eso.

—Yo te entregué mi cuerpo, te expuse la parte más vulnerable de mi ser... Te


entregué todas mis primeras veces y me fié en ti plenamente… Yo no…
Jamás pensé que esto nos pasaría… ¿Y sabes qué es lo peor? —preguntó,
sollozando; Jungkook se moría de ganas por acercársele, pero lo mínimo que
podía hacer ahora era respetar su espacio personal tal y como se lo había
pedido—: lo peor es que no me siento especial ni diferente… Siento como si
sólo fuera otro chico, ¿sabes? Este noviazgo no se siente bien, no se siente
diferente ni espcial… Se siente mal.
Jungkook emitió un sonido grave que rompió su garganta, y sollozó porque la
verdad duele cuando es dicha con tanta sinceridad y él no esperó oír aquéllo,
incluso cuando sabía que algo iba mal.

—Tae, mi amor, yo te amo… Te he amado como no he amado a nadie, por


favor no… No m-me digas esto… No vayas por e-ese camino… Tú me lo
prometiste, Tae —le recordó, sintiéndose debilitado en medio del llanto que
le presionaba el pecho; de pronto se sentía más sobrio y la necesidad por
beber se volvía casi insoportable cuando le urgía olvidar.

Sin embargo, el silencio cayó con una capa pesada de hielo en el ambiente,
envolviéndoles entorno a una gelidez de tonos azulados y deprimentes.

—Sé que me amas, pero… Incluso si lo haces, en tus ojos lo vi… En aquel
momento, una parte de ti seguía perteneciéndole a ese chico que te dejó sin
nada, que se llevó lo todo, incluyéndote… —dijo, su voz sonando con una
sinceridad escalofriante—. Y esa parte de ti seguía correspondiéndole, y no
puedes negarme que esa parte de ti todavía sigue pidiendo el corresponder de
su parte, de ese maldito hombre que te dejó así: roto en mil pedazos, que
ahora me están cortando en trozos a mí… —Jungkook hizo el amago de
hablar, de negar absolutamente todo lo que estaba diciéndole, que la persona
a la que amaba era él; a nadie más. Pero, Taehyung siguió—. Y, yo tengo el
derecho de ser amado de la misma manera en la que puedo amar… Yo jamás
te robaría tu dinero o haría algo para perjudicarte, no me hubiese
aprovechado de ti de ninguna manera… Y traté de convencerte de que podías
confiar en mí plenamente, que era totalmente tuyo, e incluso me alejé de mis
amigos y de mi hermano por no perjudicar tu maestría o tu salud mental;
nunca quise que te sintieras celoso o inseguro por mí, nunca fue mi
intención… —sollozando, trató de seguir sin dejar de llorar, le resultaba
difícil, sin embargo—. Pero, me has hecho sentir jodidamente inútil e
infausto…

—Tae, mi amor, espera… —pidió, acercándosele, llorando y queriendo ir a


sus brazos para calmarse, inhalar su olor y quedarse arropado en sus brazos
durante toda la noche... Lamentablemente la situación se sentía tan
jodidamente desalentadora, que aquella idea se veía lejana.

—No, Jungkook-ah… Me hiciste sentir insuficiente de todas las maneras


posibles en cada jodida discusión que hemos tenido, en las mentiras que
creíste que me beneficiarían…. No has cumplido tu cometido y sólo has
hecho lo contrario, y estoy harto —confesó, apretando con fuerza el tirante de
la mochila que colgaba de su hombro; sus piernas se sentían endebles y sentía
que perdía la fuerza viendo la expresión de Jungkook, tan decaído y
lamentado, tan roto—. Me tienes sintiéndome mal, porque no soy una cosa.
No soy tu cosa, Jungkook… No soy tu posesión… Soy una persona, y mis
sentimientos son válidos… Y hoy… Hoy has acabado de herir mis
sentimientos; no vuelvas a buscar un reflejo de tu ex en mí, Jungkook; yo no
soy él.

—No, Tae, mi amor, espera, podemos arreglar eso, podemos…

Tratando de acercarse nuevamente, se ve detenido por los temblores


corporales que le hacen saber que Taehyung está al borde del colapso.

—Para, no te acerques a mí, por favor…

—Taehyung, yo te amo, no me hagas esto… No me pidas que me aleje…

Taehyung lo miró, sus labios curvándose hacia abajo tristemente.

Jungkook podría haber caído de rodillas, sentía que le estaban arrancando el


corazón de forma cruda y sin anestesia; se estaba arrancando el corazón por
su propia mano impulsiva.

—Estoy cansado… Hoy estoy cansado… Siento que fue demasiado, y no


logro procesarlo… Fue suficiente.

Aquellas palabras encendieron todas las alarmas y el pánico se apoderó de su


mente y cuerpo; él dio otro paso.

—Rojo.

Taehyung sólo tenía permitido decir esa palabra cuando sintiese que era más
de lo que podría procesar, cuando se sintiera inseguro, cuando sintiera miedo
y no quisiera seguir avanzando, cuando querría que se detuvieran.

Jungkook ahogó el sollozo y sus ojos se cristalizaron, sintiéndose como si


todos sus sentimientos angustiantes le apretaran una cuerda alrededor de la
garganta.

— ¿Qué? ¿Por qué lo dices ahora, Tae? —su voz sonó tan indefensa y frágil,
que Taehyung pudo escuchar el sonido mutuo de algo rompiéndose adentro
de ambos.

Pastelito… Ricitos… Bebé… Mi amor…

No me dejes, no me abandones ahora…

—Ya hemos tenido suficiente por hoy, ¿no lo crees?

— ¡No! ¡No, joder! ¡No es suficiente! ¡Nunca lo es! —gritó, desesperándose,


fregando su rostro con exasperación, jalando de sus cabellos con
desesperación por hacer algo sin siquiera saber qué hacer.

—No… No quiero verte así, ya no lo soporto… No soporto cuando lloras,


Jungkookie…

Un silencio ensordecedor y el llanto compartido, el motor de una motocicleta


aproximándose.

— ¿A qué te refieres? —preguntó, acercándose sin importar nada, rozando la


piel del dorso de su mano fría y entumecida.

Taehyung se veía pálido y tenía su hermosa carita tan llorosa, y temblaba


bajo su sombra y él sintió ganas de cubrirlo, de protegerlo de sí mismo,
incluso cuando sabía que no podría… No ahora.

—Creo que es momento de detenernos…

—No… No, joder… No, tú me prometiste, me prometiste que no te irías…

—Esto se ha tornado trastornante. Lo nuestro se ha transformado en una


burbuja, y me asfixia; lo nuestro me está sofocando a tal punto que siento que
me asfixia.

Jungkook entró en desesperación y comenzó a llorar. —No, no me puedes


dejar… No puedes dejarme… Me prometiste que no me abandonarías, lo
prometiste… ¿Quieres tiempo? Podemos tomarnos unos días y…

— ¿Y volver a lo mismo? —la resignación se evidenció en la suavidad de su


tono, en el susurro quebrado.

—Taehyung, por favor… —le rogó, empuñando su mano y apretando los


ojos, deseando que la situación sólo fuera producto de un mal sueño, que
nada de esto fuera real—. ¿Quieres espacio? Puedo irme esta noche e ir…

Taehyung se acercó y acarició su mejilla con dulzura, llorando también; era


doloroso porque un detalle había quebrado el presuntuoso esquema con el
cual habían fantaseado la relación que no tenían. Por lo mismo, Taehyung
acarició su mejilla y trató de secar sus lágrimas con su propia manga,
acunando su rostro con el amor más puro y sincero que nunca podría recibir.

—No, mi Jungkookie, no es nada de eso…

— ¿Entonces qué es? —Jungkook se recostó en el toque cálido de su palma,


sollozando cuando escuchó:

—Estoy rompiendo contigo.

Volví. Bueno, hum... Les quiero mucho, desearles un buen fin de semana
y... ¿Sean felices?
81

Saliendo rápidamente de casa, entre trompicones por la vista borrosa y con


las lágrimas acumulándose en sus ojos, Taehyung se limpió la nariz con la
manga de su camisa y apretó sus facciones tristemente mientras ahogaba un
sollozo.

Podía escuchar cómo dejaba atrás un gran desastre: cosas estrellándose contra
las paredes, losa quebrándose en el suelo estruendosamente, el motor de una
motocicleta aproximándose con creces y el sonido de sus propios pasos con
un zumbido molesto que se ralentizaba en sus tímpanos.

Todo pareció haber sucedido en un lapso de tiempo muy corto y el golpe


había sido inesperado. Por lo mismo, se estrellaron repentinamente en los
muros que creyeron los salvarían de afrontarse a la realidad de los hechos, y
por ende sus acciones repercutieron en ellos mismos hasta derribar el muro;
y, ahora, con todo el polvo de los recuerdos pasando rápidamente por sus
pensamientos, con toda la adrenalina adormeciendo el dolor por el shock, los
escombros estaban justo encima de sus cuerpos inertes y entumecidos,
esperando que el corazón acabe por desgarrarse junto con la carne, que los
huesos terminen de romperse donde ambos calaron hondo sin detenerse hasta
exponer la médula.

Entonces, apenas, sólo apenas, puede comprender lo que acaba de hacer:


había terminado con él.

Pero, ¿cuánto tiempo hubiese durado?

Se preguntó a sí mismo, con los ojos escociendo por el llanto incesante, ¿cuál
hubiese sido el costo que tendrían que haber asumido a pagar si no se
detenían cuando, amargamente, estaban a tiempo de hacerlo?

Su pecho se oprimió con aflicción cuando pudo recapacitar que, tal vez,
nunca estuvieron yendo por el camino correcto; todas las agridulces
remembranzas y las emociones, que le hicieron perder el sentido, llegaron a
su mente como uno de esos ataques que te toman desprevenido y te hacen
bajar la guardia.

Y si no había hecho lo correcto, entonces, ¿por qué seguía divagando que, si


le hubiese dejado ganar la batalla, probablemente lo hubiese dañado aún
más??

Si bien Jungkook siempre terminaba cargando con su dolor, como una pesada
cruz en su espalda y que le amenazaba con romperle la espina dorsal, no hubo
ni un solo día en el que Jungkook no asumiera el peso de ésta, rezándole a esa
cruz para alivianar sus cargas, digno de un cristiano que no puede soltar su
fe.

¿Quién lo haría después de esto si no era él?

Cada una de sus heridas parecían tener una curita con sus nombres pegados a
la dermis que se les estaba rasgando, destrozándoles hasta la fibra más ínfima
de su piel, haciéndoles saber, y explícitamente, que esto sólo era el inicio del
rumbo que habían escogido dar.

¿Había hecho lo correcto?

No podía pensar del todo bien.

Sólo tenía un lío achacoso y apretado de cuerdas enredadas que, finalmente,


se estaban desenredando.

Y, por la misma razón, cuando un presentimiento peligroso apareció y le


avisó que las probabilidades de que Jungkook fuera tras él eran enormemente
altas y que debía prevenir ese retorcijón de tripas retorciéndose en su
estómago, paró en seco cuando logró divisar un lujoso auto frenar
bruscamente afuera de casa.

Namjoon…

Con las piernas temblando, sintió un vacío revolviéndole la bilis.


El hombre bajaba del auto rápidamente y se acercaba a casa con zancadas que
sólo evidenciaban la gravedad del asunto; mordiéndose el labio inferior,
dudó, pero decidió alcanzar al tipo.

Había logrado avanzar un par de cuadras, pero no fue suficiente.

Con la poca fuerza que le quedaba, corrió hasta él, cogiéndolo del brazo con
la desesperación que sus sentimientos rebasados demostraban, recibiendo una
de esas miradas que muchas veces recibió y que poco le importó ahora.

Así que, dejando de lado toda la inseguridad, la desconfianza y el desagrado


que le demostró Namjoon en su expresión de confusión y rabia, sólo apresó
su agarre y le dijo:

—No lo dejes solo. Llama a Mingyu.

Dicho aquello, pudo ver un destello de algo más, algo ininteligible en sus
ojos antes de que lo apartara con brusquedad hacia un lado y siguiera su
camino.

Taehyung tragó duro y sintió que el nudo en su garganta comenzaba a doler


un poco más cuando decidió pasar el otro tirante de la mochila por su otro
brazo, listo para marcharse y caminar hacia la esquina de la calle con la vista
nublada.

El motor de la motocicleta acercándose se hizo cada vez más ruidoso dentro


de sus percepciones auditivas, y sólo supo que pronto estaría yendo en
camino a otro lado, donde, tal vez, podría llorar y derrumbarse libremente; en
un lugar seguro.

Sólo eso quería ahora. Y lo quería tan desesperadamente, porque los brazos
de Jungkook ya no estaban más disponibles para protegerlo del mundo
exterior, y ni siquiera podría protegerlos de ellos mismos justo ahora; el sexo
esporádico ya no podría callar los gritos de la discusión ni podría frenar
aquellos cuchillos hirientes que decidió escupirle como un dragón lanzando
su fuego por la boca, el placebo perdía su efecto después de un tiempo; no
importaba la intensidad y no importaba cuán bien y cuán placentero se
sintiera, la última vez les había pasado la cuenta, desequilibrándolos con la
idea de conseguir más y más, a tal punto que Taehyung aterrorizó por las
sensaciones embargando su cuerpo; ese momento en el cual le quitó el aliento
y lo dejó deshuesado sobre el mesón de su despacho, cuando sentía que
podría morir en sus brazos.

¿Cómo podía arrancarse del pecho todas esas toxinas impregnadas con el luto
de su abrupta ruptura? ¿Cómo podría sólo… retroceder?

«Te amo jodidamente mucho, Tae», sonó con un eco en su mente, y casi pudo
volver a sentir ese día de nuevo; casi pudo sentirse atrapado por su cuerpo,
ver su sonrisa de hombre feliz y quedarse envueltos (ambos) en las sábanas
durante todo el día, con su cabeza recostada en su barriga y jugando con su
cabello; no se pudo concentrar hasta sentir un dolor angustiante retumbándole
en el tórax.

Taehyung apenas fue sensato de cómo es que llegó hasta la acera del otro
lado del condominio, siendo vagamente consciente de, finalmente, haber
cruzado la calle. Y, sintiendo extraña la forma en la cual sus extremidades
comenzaban a ser acalambradas, fatigándose y estremeciéndose por el frío de
la noche que había terminado de caer para dar paso a la pronta madrugada,
lamentándose de cada una de sus decisiones en un penoso torbellino, con sus
músculos tensos e incómodos por los nudos de estrés, su cuerpo trepidaba
constantemente de una manera deplorable.

Incluso cuando la motocicleta se detuvo justo en frente suyo, las palabras de


Jungkook surgieron haciendo ecos, atascadas en su cabeza y rasguñándole las
paredes de su desgastada psique, que, en medio del tormentoso amor que
había acabado por transformarse en un huracán, sentía que estaba cayendo en
un oscuro mar de pensamientos tan invasivos, que le tenían total y
completamente saturado.

Ideas sin solución y muy pocas alternativas en la lista de opciones, concluyó


y lo repitió varias veces hasta ver cómo Yoongi ya estaba frente a él,
hablándole y pregúntale cosas que no podía procesar del todo.

¿En qué momento…?

—Tae, Taehyung… ¿Estás escuchándome? —Las manos pálidas de Yoongi


le sujetaron por los hombros y le sacudieron un poco para poder hacer
reaccionar su cuerpo y mente, inertes. Todavía sentía que tenía todo el aire
terriblemente atascado en los pulmones; pestañeó hacia su mejor amigo—.
¡Taehyung-ssi!

Yoongi se veía preocupado, asustado, y tenía una expresión de amargura.

Y la verdad es que apenas había sacado un casco de repuesto y se había


puesto una chaqueta en cuanto recibió su mensaje.

Lo había dejado a todo porque era una emergencia, él no sabía qué había
pasado y, bueno, no quería dejarlo solo; aunque se sintiera frío por lo que sus
ojos presenciaban. La boca le supo a hiel cuando se encontró con Taehyung
luciendo… roto.

No necesitaba cuestionar mucho para saber qué había pasado.

—Sólo… —Taehyung relamió sus labios resecos, heridos de tanto torturarse


a sí mismo con tal de reprimirse un poco más; su voz sonó oxidada y
desgarrada, destrozada—. Llévame con mi hermano, hyung…

—Tae…

En cuanto vio cómo el cuerpo de Taehyung trepidaba y su mentón se sacudía,


sinceramente, no supo qué hacer, sólo pudo ponerle el casco y asegurarlo
para que no luchara con la inestabilidad que evidenciaba estar teniendo su
sistema.

—Ven, vamos, te ayudaré a subir… —Le dijo, tomándolo con firmeza por
los costados y, no sabiendo de dónde es que sacó aquella fuerza, montándolo
en la parte posterior de su motocicleta—. Tae, escucha, escúchame… —
pidió, esta vez acomodando el seguro de su propio casco; habló suavemente,
pero impuso dureza para que los ojos rojizos y cristalizados se enfocaran en
él—. Tae, si no te estás sintiendo bien en el camino, me dices y paramos de
inmediato, ¿bien? —Taehyung asintió, a duras penas—. Recuerda agarrarte,
porque el impulso es fuerte —advirtió, subiéndose a su motocicleta y
encendiendo el motor; cuando los brazos de Taehyung le envolvieron con
fuerza, enredándose en su torso, su mano se posicionó en las frías ajenas.
Sólo era una demostración de afecto, no quería verlo así; ni siquiera podía
suprimir el dolor que le causaba verlo tan mal—. No te sueltes por nada del
mundo, ¿entendido?

Taehyung asintió levemente, entonces Yoongi se acomodó y arrancó a toda


velocidad por la desviación hacia la carretera.

Lo llevaría con Seok Jin, incluso si tuviera un muy mal presentimiento con
respecto a eso; no sabía qué era y, aun así, temía una mala reacción de su
parte.

Simplemente, lo conozco, pensó, concentrándose en conducir la motocicleta.

Taehyung sintió cómo el impulso de la velocidad logró arrancarle todo el aire


contenido, tensándole los nudos de estrés y enfriando su cuerpo; las mejillas
sonrosadas y las lágrimas calientes contrastando con la temperatura, producto
del fuerte viento golpeando parte de su cara.

Y se agarró con fuerza sólo porque sentía que necesitaba aferrarse a algo.

Sorbiendo un poco, cerró sus ojos y aflojó el agarre.

Sentía como si fuese a salir volando: su cuerpo se volvió tan ligero como una
pluma, las corrientes de viento golpeando en ondas parecían ser una masa
más fuerte y pesada, la voz de Jungkook lograba silenciarse en ruido
ensordecedor, pero, lo seguía viendo.

«Eres mi todo, Taehyung. Y no necesitas convencerte de absolutamente nada


justo ahora, sólo necesitas dejarlo salir», la vívida imagen del recuerdo y
todas sus palabras sonando, su timbre de voz, la suavidad…

Todo parece ser un motivo más que suficiente para no poder aguantarse más
los sollozos, y, acorde avanzan, se acercan con creces al hospital de Seúl.

Lo único que puede desear en estos momentos es ir al apartamento de Seok


Jin y descansar allí por un par de días, eso al menos hasta que aclare su mente
y sea capaz de tomar algunas decisiones, de esperar cómo va todo.

Porque no puede volver a Daegu ni aunque lo desee, no podría enfrentarse a


la furia de su padre ni al desconsuelo de su madre, ni a las interrogaciones
ni… a nada.

Sólo necesita buscar un lugar cómodo en el cual acomodarse, y pensar bien


las cosas que, en estos momentos, cree que no tienen solución alguna.

Las manos, entumecidas por el frío, siente que se le resbalan por el cuero de
la chaqueta de Yoongi. Se siente mareado y sólo puede ver cómo pasan a
todo auto que les hubiese llevado ventaja anteriormente; ve a Yoongi mirarlo,
por una fracción de segundo, a través del espejo mientras acelera aún más.

— ¡No te atrevas a soltarte, mocoso! —Le grita por sobre el ruido,


advirtiendo con una mirada furiosa que obedeciera sus palabras. «Déjalo salir
y agárrate» parecían ser palabras contraponientes y confusas, pero acató la
orden con el suspiro de abatimiento compartido abandonando sus alientos.

Estaban a nada de llegar al hospital de Seúl.

Tenía que aguantar un poco más.

La bocina de un camión retumbó en sus oídos cuando Yoongi lo esquivó y


descendió por la autopista, haciéndole sentir como si se le saliese el alma del
cuerpo por vez que bajaban a toda velocidad para adentrarse a las calles de la
ciudad e ir en dirección hacia el hospital en el cual Seok Jin trabajaba.

Dios mío, apretó sus ojos, estremeciéndose.

Pocos minutos más bastaron para que Yoongi estuviese estacionándose fuera
del enorme edificio hospitalario, ayudando a Taehyung a bajar de la moto y, a
la vez, quitándole el casco y quitándose el suyo propio; analizó el rostro que
se veía más demacrado de lo podría haber imaginado, y acarició con tristeza
su moflete izquierdo.

—Oye, mocoso… ¿Estás bien? —preguntó, quitándole el peso de la mochila


y, con un mal presagio que le avisaba no debía dejarlo solo, ignoró el quejido
de protesta, colgándosela en el hombro; más tarde podría preguntarle qué le
había ocurrido, cuando se calmara un poco—. Vamos, te acompaño adentro.
—Hyung…

—Vamos, te dejo con tu hermano y me voy.

Taehyung le dio una mirada llena de cansancio y resignación, asintiendo.

—Está bien…

Yoongi miró sus zapatillas de lona mientras torcía los pies infantilmente
antes de darse la vuelta y caminar patosamente hacia la entrada. Sonrió solo
un poco, sintiéndose tan estúpidamente deprimido por verle así. No muchas
veces había sido capaz de empatizar y sintonizar con las tristezas de alguien
más, y por ese mismo motivo le resultaba tan angustiante ver a su mejor
amigo así.

Sin embargo, entendía que no quisiera contarle nada o que quisiera estar solo.
E ineludiblemente comprendía todos los porqués, porque ahora no parecía ser
un buen momento para recriminarle absolutamente nada; no lo volvería a
hacer, de hecho.

Se sintió sumamente culpable, y sabía que esa culpa empeoraría si Taehyung


le hacía saber algo que él probablemente no querría escuchar.

Entonces, lo vio de nuevo; se veía pequeño, indefenso, empuñando sus manos


mientras avanzaba y, con una, se limpiaba la carita llorosa y, con la otra,
abría la puerta de cristal.

No, no lo podría dejar solo. Sin importar qué.

Metiéndose las llaves de su moto al bolsillo, dejó que Taehyung se


adelantara, casi escoltándolo.

Por otro lado, Taehyung pasó desapercibido hasta que se dirigió hacia la
mesa en la que se encontraba una secretaria. Ella le miró con preocupación,
dejando de inmediato lo que estaba haciendo para prestarle su servicio.

— ¿Disculpa? ¿Qué necesitas? —Le preguntó la mujer con un tono amable.

—Estoy buscando al Doctor Kim Seok Jin... Es mi hermano.


La mujer esperó unos segundos antes de revisar una agenda, haciéndole sentir
un poco inquieto con la incertidumbre; otra vez le dolía el estómago, se sentía
enfermo al escuchar los murmullos en la sala de espera y con el pasar de
algún médico, al inhalar el olor a café y al sudar frío.

—Sala de emergencias, box 7.

Taehyung asintió y agradeció con una leve reverencia, mirando a Yoongi por
el rabillo del ojo, quien pareció comprenderlo implícitamente y lo siguió
hasta la sala de emergencias.

Sentía los nervios anudándose en sus entrañas con una sensación


desagradable por cada paso que daba, sus manos sudando y sus vías
respiratorias un poco obstruidas por el moco tras haber llorado tanto.

En su mente silenció todo. Quiso dejar de pensar en todo. Y, de hecho, sí


logró hacerlo; aunque su corazón seguía llamando por Jungkook
desesperadamente.

Una vez se dio paso en la sala de urgencias, una enfermera se le aceró.

—Hey, no pueden entrar aquí... —Dijo la muchacha—. Si no les han


llamado, deben quedarse en la sala de espera hasta que les llamen, ¿se
agendaron en el mesón?

—No. Sólo vengo por mi hermano —Jugando con sus dedos nerviosamente
e, inconscientemente, mordiendo su belfo inferior con fuerza—, ¿puedo
pasar?

—No, lo siento, chico. Tienes que esperar tu turno, porque no se les permite
la entrada a quienes no sean parte del personal o pacientes, con su respectivo
nu…

—Kim Seok Jin es mi hermano…

Estaba a punto de seguir hablando para dar una explicación, hasta que una
voz a sus espaldas le interrumpió y, en definitiva, esa no era la de Yoongi.

— ¿Taehyung?
Volteándose con confusión para verificar si efectivamente la voz se refería a
él, se encontró con Jimin acercándoseles con una expresión de preocupación
y un poco de sorpresa.

—Jimin… —Musitó, a la par de Yoongi, quien tenía el entrecejo fruncido.

—Chicos, ¿qué sucede? —Cuestionó, llamándolos hacia el box 7.

La enfermera suspiró con frustración y les dejó pasar con mala cara.

Taehyung se encogió un poco, pero Yoongi se posicionó a su lado y


agradeció implícitamente por ello.

—No… n-no esperaba encontrarnos después de tanto, lamento esto —Le


dijo.

—No te preocupes, Taehyung. Bogum nos contó un poco sobre lo que


ocurrió, no necesitas explicarte —sonriéndole con un poco de lástima, quiso
acercarse, pero se vio retenido por la dura y fría mirada de Yoongi. Agachó la
cabeza.

Taehyung reprimió sus ganas de maldecir cuando, al abrir la cortina del box
7, se encontró con Bogum recostado en la camilla y Seok Jin sentado a su
lado; él tenía un kit de suturas en su regazo y traía los guantes quirúrgicos
puestos.

Seok Jin le fulminó con evidente desagrado y Taehyung no evitó preguntarse


por qué, ¿qué es lo que había dicho Bogum?

—Hyung, ¿podemos hablar? —cuestionó, sonando gangoso. De pronto,


sentía ganas de llorar de nuevo.

Seok Jin le miró fijamente y sin inmutarse, luego miró a Yoongi y siguió
dando ligeros toquecitos con un algodón en la mejilla ajena.

— ¿De qué quieres hablar? —Preguntó, con un tono duro, sin siquiera
mirarlo a la cara y, de nuevo, haciéndole sentirse estúpidamente consciente
de todo lo que había pasado—. Puedes hablar. No creo que a alguien le
moleste escucharte. A menos que necesites un cambio de pantalón.

Bogum murmulló un “tssk” y desvió la mirada.

Taehyung se sintió avergonzado y a la vez enfurecido, ¿de qué se trataba toda


esta actitud de mierda?

—Yo… No me oriné.

Yoongi miró sus pantalones y pudo caer en cuenta, recién, de que lucían un
poco húmedos. Incluso si era lo que Seok Jin había dicho, no había necesidad
de humillar a Taehyung por algo así y tratarlo tan despectivamente cuando
era evidente que éste estaba pasando por un mal momento.

¿Qué clase de…?

Se sintió enfurecido por la actitud de Seok Jin, porque es que era realmente
un hijo de puta cuando se lo proponía.

—Oye. —Le advirtió amargamente.

— ¿Qué acaso no te lo dijo este hipócrita? —Respondió con rabia. Sentía


que había colmado su paciencia. El tema de Bogum. El misterio. Todo—.
Oye, ¿acaso Bogum no te contó la historia completa?

—Taehyung, cálmate… —Jimin se acercó a Taehyung y le dio una palmadita


en el hombro, tratando de transmitirle un poco de paz, porque el ambiente se
cargaba de espesa tensión entre los presentes.

—No. No me calmaré. Porque este cretino estuvo acosándome toda la noche


y, peor aún, invitándome a ir a un lugar más privado hasta que tuve que
retenerlo y me dio vuelta su copa encima. Pero, esa copa se la estrellaste en la
cabeza a mi novio, ¿no es así, Bogum? —Habló con frialdad, con la turbia
necesidad de aclarar los hechos, dejando boquiabierto a Jimin, quien fruncía
el ceño. Pero le parecía sumamente injusto y tenía rabia y mucha pena, si no
se hubiese topado con semejante imbécil, tal vez, las cosas hubiesen sido
diferentes.

—Hijo de puta —escupió Yoongi.


— ¿Y ese es el motivo suficiente para que tu novio bestia se le lanzara
encima y le rompiera el tabique nasal y le hiciera una fisura de cuatro
centímetros en el pómulo superior?

Taehyung sintió un dolor en el pecho.

¿Qué demonios…?

—Pues ojalá hubiesen sido diez —le interrumpió Yoongi a su lado,


señalándolo con su dedo acusador—, tú te mereces otros diez. Joder, qué
hijos de la gran puta son ustedes.

Pasaron unos segundos y la mirada venenosa de Seok Jin se enfocó, agria, en


su hermano. Taehyung no comprendía esta actitud, y se sentía frustrado.

—Puedes dejar de comportarte así…

— ¿Qué?

Jimin se puso en medio cuando Seok Jin se incorporó y se acercó a


Taehyung; él comprendía que Bogum no era una blanca paloma y que estaba
más tomado de lo que debería, sabía que la actitud de su hermano no era
agradable. Estaba de parte de Taehyung en cualquier caso, porque la versión
de Bogum cuadraba sólo con sus propias palabras; Namjoon le había dicho lo
que había pasado y, hasta ahora, eso sí concordaba con lo poco que Taehyung
había dicho.

—Deja de comportarte como si fueses la víctima de toda esta situación. Estoy


harto de eso, de ti —su corazón palpitó fuerte contra su pecho y se le aguaron
los ojos, sentía que no conocía esta versión de su hermano—. Taehyung, todo
el tiempo tú. Taehyung, Taehyung, Taehyung —repitió, simulando cansancio
y tornando los ojos, una mirada de odio reflejándose en sus ojos—. El
mundo, lamentablemente, no gira a tu alrededor, ¿lo sabes?

—Jinnie…

—Nada de esto se trata sobre ti y, aun así, te esmeras en protagonizarlo todo.


La atención de todos se enfocó en Seok Jin; sonaba como otra persona.

Como una persona diferente, concluyó, susurrando: —Hyung…

—No. Estoy harto de que siempre seas el centro de todo. Tienes problemas,
yo los tengo también. Pero, estoy jodidamente harto de que, incluso,
protagonices mis putos problemas —apretando los dientes, se quitó los
guantes y los tiró a la camilla. Jimin tragó duro, mirándolo sin poder
reconocerlo; Taehyung lucía afectado, aún más afectado.

— ¿A qué te refieres? No entiendo…

— ¿No entiendes? ¿Seguro que no? —preguntó con evidente sorna, riéndose
y mirándolo hacia abajo con repudio, y su expresión distorsionándose en una
de desagrado total—. Veamos, estás aquí con Yoongi-ssi, quien seguro está
aquí acompañándote por otros intereses, ¿no? Por algo dejó de buscarme y, la
verdad, es que no me sorprendería que fueses tú el motivo por el cual me dejó
y dejó de insistir. Aunque, me retracto. Yo lo dejé a él —rió, dejando a
Taehyung mucho más que shockeado por la confesión que acaba de soltar.

—No te…

—Estuvimos durante meses juntos, me sorprende que Yoongi-ssi no te lo


haya dicho, teniendo en cuenta que son “mejores amigos”.

— ¡Hijo de puta! —Jimin detuvo a Yoongi, empujándolo hacia atrás—. Por


ti, fue por ti que no le dije nada… ¡Porque decías toda esa mierda de no ser
un maldito gay! ¡Porque te avergonzabas de salir con un pobretón como yo!

—Seok Jin, ¿qué mierda te pasa? En serio, ¿te estás escuchando?

Taehyung sintió un escalofrío, su estómago se revolvía horriblemente al


oírlo.

—Bueno, Yoongi-ssi, no estás alejado de la realidad. Y sí, la verdad es que


me arrepentí durante mucho de haberme acostado contigo porque, aunque
valieses la pena, ¿qué gano yo con eso? —Preguntó, pestañeando hacia él con
fingida inocencia; todos estaban totalmente fuera de sí—. ¡Nada! Pero ya
superé todo el drama de ser gay, después de todo, Bogummy me convenció
de que no hay de qué temer…

Su corazón comenzaba a latir lentamente contra su pecho, se sentía muy mal.

Yoongi y Jimin estaban pálidos, rodeándolo y mirando hacia Seok Jin con
una mirada de disgusto y sorpresa absoluta. Era como un maldito camaleón
con su piel cambiante. Era un puto farsante.

— ¿Qué…?

—Taehyung, lo lamento… —interrumpió Bogum, con una voz cargada y


llena de arrepentimiento, al parecer, real y la cabeza gacha.

—Taehyung, yo fui el primer novio de Bogum y fui su amante por años.

Taehyung sintió un calambre estomacal que le retorcía las tripas. —No…

—Taehyungie, fui yo quien le dijo a papá que estabas en el cuarto del granero
con otro chico…

Taehyung sintió su boca diluida, balde frío de realidad cayéndole en la


espalda y haciéndole estremecerse, negando con la cabeza porque eso no
podía ser…

¿Cierto…?

Entonces la mirada sincera de Seok Jin, con un ápice de dolor mientras baja
la mirada, Bogum sujetándose las cienes y todos los recuerdos que llegando a
su mente y cobrando sentido; las palabras, los pocos consejos, la traición…

Taehyung ve manchas oscuras que tapan su visión mientras la boca se le llena


de saliva y siente que pierde el equilibrio por las náuseas y el sudor frío. Con
su cuerpo trepidando, siente que respirar arde y recuerda cuando, por tratar de
salvar la vida de Bogum, dejó que su padre le apuntara en la cabeza con un
arma; recuerda cuando, por tratar de detenerlo de cometer una locura, recibió
el impacto del golpe fuertemente en su sien y perdió la conciencia durante
horas.
Seok Jin… ¿Seok Jin había sido el causante de aquello?

Taehyung sintió que se iba a desmayar.

Todas las humillaciones y los golpes que recibió por parte de su padre, todos
los desaires y el mal trato, las diferencias, el asco y el repudio… La ansiedad
y el deseo tormentoso de irse de casa sólo por… ¿Por su hermano?

Taehyung sintió una oleada de vértigo atacarle y se sintió enfermo, tratando


de cubrirse la boca, sintiéndose nauseabundo, haciendo arcadas hasta ser
apenas consciente de que un par de manos le sujetaron cuando cayó a un lado
por vez que su estómago se vaciaba, abrumado, colapsando y vomitando.

Su hermano había hecho de su vida un infierno sólo por… ¿Por un hombre?

Su propio hermano lo había traicionado.


82

Distinguir entre sus demonios y él mismo se volvía un reto.

Sólo podía oír sus palabras retumbando en sus oídos con surrealismo y todo
parecía ser parte de un mal sueño, un muy mal sueño; una pesadilla que se
acentuaba a su realidad, transmitiéndole ira, reactivando inseguridades y
llenándolo de miedo.

¿Qué era lo que había pasado realmente?

¿Había sido ese el motivo real de su ruptura?

¿Quién era ese otro hombre y por qué le había dicho eso?

«¿Acaso él sabe quién soy yo?», resonó con un ruido sordo en su memoria; la
sonrisa asquerosa de aquel tipo llegó a su mente, con la burla en sus palabras
y la forma en la cual miraba a Taehyung.

Taehyung…

Su corazón dolió profundamente y su puño se estrelló contra la pared otra


vez, oyendo el peculiar sonido del motor de una motocicleta a la distancia.
Más del peso, más de la cuenta, le sacó de quicio y se dirigió hacia la puerta
para ir tras él. No podía dejarlo ir tan fácilmente. Taehyung tenía que
quedarse, Taehyung se lo había prometido, que no lo abandonaría. Pero,
entonces, ¿por qué estaba huyendo de él?

Ahogando el sollozo y el grito desorientado que atrapó su garganta, se


tropezó con la alfombra de la entrada, haciendo que uno de sus pies se
enredara en la tela de ésta y cayera.

Se sentía como un estúpido; como un idiota, y se maldecía a sí mismo por


vez que se incorporaba y trataba de abrir la puerta con torpeza.

De esa manera nunca podría ir a por Taehyung…

Dios, la sola idea de ser consciente de que todo lo ocurrido era


completamente real le revolvía el estómago.

Jungkook sentía como si sus sentidos se hubiesen desestabilizado, como si


sus extremidades se hubiesen adormecido producto de los calambres, los
nudos de estrés y el mareo. Se sentía mal; una parte de él se le había
arrebatado terriblemente, y sentía como si Taehyung hubiese cortado su
corazón en pedazos —con tijeras— con tan sólo tres palabras que seguían
repercutiendo dolorosamente en su tórax.

Su mente todavía no lograba procesar que Taehyung acaba de irse y dejarlo.

Los minutos seguían transcurriendo en el reloj y sólo podía querer que se


detuviera.

Entonces, se deslizó por la puerta, con la cabeza entre las piernas y las
manos, lastimosamente, cerradas alrededor de la nuca mientras sollozaba,
esperando y sin esperanzas, contradiciéndose —una vez más— entre sus
deseos y sabiendo que la realidad fantasiosa no lo traería de vuelta.

Taehyung se había ido.

Y no podía creer que, nuevamente, estaba pasándole lo mismo y lo mismo


una y otra y otra vez, trastornándose con la mala racha y las palabras que su
padre le dijo alguna vez; «jamás podrás ser totalmente amado», recordó con
amargo sabor en la punta de su lengua, la bilis ascendiendo hacia arriba con
el hedor del alcohol que hubo ingerido anteriormente.

Y si… ¿Y si su padre tenía razón?

Pero Taehyung lo amaba.

¿Cierto?

Sí. Taehyung siempre se lo decía cuando tenía la oportunidad de hacerlo.


Entonces, quizás el error fue suyo; de no haber correspondido al primer te
amo, de no haberlo hecho a tiempo, de no habérselo repetido lo suficiente.

Entonces, tal vez Taehyung se sentía inseguro de él… Tal vez por eso se
había ido. Pero lo amaba, tanto que dolía y se suponía que el amor no tenía
que doler, entonces también su parte racional comprendía porqué se había
ido. Taehyung, quizás, estaba exhausto. Él, asimismo, a veces lo estaba de la
misma manera.

Cansado de que duela, inclusive cuando trataban de pasarlo por alto,


inclusive en los momentos en los que trataban de suprimir la herida con sexo
esporádico, era como si, en algún punto, necesitasen desesperadamente ser
absorbidos por esa burbuja enviciante; era consciente de que ellos
funcionaban como una rara especie de placebo, como si fuese la anestesia
indicada para aletargar el dolor hasta que éste desapareciera por completo.

Pero, ahora que Taehyung había decidido irse y dejarlo a la deriva a él y a sus
recuerdos, incluso cuando le había prometido no hacerlo, la herida estaba más
expuesta que nunca. Y se sentía atado de pies y manos, sentía un dolor
hondo; le dolían los besos, las risas, sus miraditas, sus pasos ligeros, su
presencia, sus decisiones y su huida.

Las cuchillas que se habían tatuado con su nombre, se dirigieron hacia el


reloj.

Tic, tac.

Con la garganta seca supo que esta vez el duelo sería su guía, y lo perseguiría
hasta que así las heridas dejaran de escocer, abiertas y frescas; sentía que
todas las caricias quemaban, sentía que la huella se había quedado marcada
en él; un infortunio que pudiese sentirlo removiéndole desde adentro, en las
entrañas el fuego que había dejado encendido, crepitando en su interior.

Se sentía derrotado.

Quería rendirse.

Porque el karma les cayó encima por haberlo reprimido todo.


Entonces, él podría beberse hasta la última puta gota de alcohol hasta perder
la consciencia y dejar de pensarlo, dejar de matarse con la idea de su pérdida;
sus roces y el miedo salían a flote con los temores y las inseguridades, los
gritos y los secretos mudos, los errores y los besos.

Le dolía hasta la más ínfima fibra de su ser.

Había perdido la puta cabeza otra vez.

Había sido elevado al mismísimo cielo, y había caído mucho más bajo que
antes.

Se había dejado cegar, se había dejado llevar y no se arrepentía de ello. Pero,


lo había arriesgado todo: su empleo, su maestría, su corazón…

Él había renunciado a todo por… Por estar junto a él.

Odió a Taehyung y lo amó al mismo tiempo, preguntándose porqué mientras


se odiaba a sí mismo por ser un hombre roto y por haber destrozado a su
chico con sus actitudes, porque lo había dañado y él era consciente de ello.
Entonces, concluía que no odió nunca a Taehyung, que nunca podría hacerlo,
sino que odió que toda esta situación no se hubiese detenido a tiempo. Pero,
joder, no le podría mentir a nadie, porque él quería conservar cada segundo a
su lado; era una mezcolanza de emociones espesas y agrías que pesaban en su
cabeza con la recapacitación nublada.

Así que, levantándose, se dirigió hacia la mini-despensa de la sala y su mano


azotó la fila de licores desde la primera repisa hasta la última, dejando una
que otra botella, causando un estruendo sordo cuando el cristal de algunos
vasos se estrelló contra el suelo; vio los pedazos de vidrio quebrarse en mil
pedazos, y sintió que sus músculos dolían.

Necesitó tanto retroceder en el tiempo, que una sensación de exasperación tan


fuerte le tomó desprevenido y, de pronto, sentía que le costaba mucho
respirar.

Taehyung… Taehyung…
Taehyung… Por favor, vuelve…

Entre sus dedos tomó algunos trozos de vidrio, y los apretó mientras trataba
de reprimir los sollozos que querían romper su garganta. Luego sólo pudo
tomar una botella y bebérsela en un par de segundos. Sólo para tragarse el
nudo que él había dejado en la parte posterior de su boca.

Su cabeza retumbó y las sienes le punzaron, y sintió que perdía el equilibrio,


pero tenía una buena resistencia y muy malas experiencias con el alcohol.
Qué contradicción puede llegar a ser, pensó, deteniéndose a descifrar el
nombre de la botella con su vista borrosa por el efecto etílico y el llanto.
Pero, cuando no pudo conseguir su cometido, sólo lanzó la botella con rabia
contra la puerta, la misma puerta por la cual Taehyung se había ido.

Quiso reír y lo hizo, se rió y se rió de sí mismo, empero sólo pudo llorar y
pegar su frente contra la pared porque el trago había sido demasiado amargo.

Taehyung era el amor de su vida, pero, ¿y si él no era el amor de vida de


Taehyung?

Un montón de preguntas inseguras y llenas de distorsión le atacaron con una


cruda crueldad e hicieron zumbidos molestos en sus tímpanos. Porque había
perdido tanto, tanto, que ahora se encontraba llorando; había perdido y
dañado lo más valioso que podría haber encontrado. Entonces, quizás,
metafóricamente, no moriría de amor, pero podría morir ahogándose en la
pena de su carencia; el alcohol acompañándolo como fiel compañero de
noches solitarias.

Entonces lloró.

Y cuando vio a Namjoon entrando, agitado, como si necesitase ser socorrido


y cerrando la puerta tras él, supo que la imagen resultaba ser comprometedora
y alarmante.

Con los ojos hinchados e inyectados en sangre, una expresión desolada y piel
más pálida de lo habitual, Jungkook estaba apoyado contra una de las paredes
de la sala; tenía la camisa arremangada hasta los codos y la tela estaba un
poco mojada por el hedor del alcohol que se hallaba tirado por el piso bajo
sus pies, y le regaló una sonrisa torcida que podría haberle partido el alma a
cualquiera; era una demostración de dolor puro.

Pasó un segundo y Jungkook apretó sus facciones, rompiendo en llanto por


vez que trataba de cubrir su rostro, reprimiendo sollozos que causaban
sonidos estrangulados y dolorosos, lágrimas mojando sus mejillas y sangre
manchando sus manos heridas.

Namjoon sintió una presión dolorosa en su pecho, sintió que los ojos le
ardían.

—Estoy mostrándote algo que no quieres ver, hyung… ¿No es así? —Le
dijo, su voz sonaba como terciopelo, un poco rasposa, gangosa mientras
sorbía y se acercaba hacia él—. Esto me hace daño, colega, pero me sigue
adormeciendo los sentidos… —le mostró una botella de whiskey, y la
destapó justo frente a sus ojos a sabiendas de que alguna vez le había
prometido no caer en el mismo juego de nuevo. Pero, vamos, las promesas se
rompían y lo tenía muy en cuenta—. Y es que otra vez subí a lo más alto sólo
para caer, hyung. Y, aunque quiera creer que es mala racha, que mi
Taehyungie volverá, yo no puedo creer en nada justo ahora porque ni mi
padre me supo querer…

Namjoon se aceró más y le quitó la botella, y le dio un gran sorbo.

—Tu padre no te supo querer, pero yo sí y Mingyu también —sus palabras se


resbalaron por su boca y sintió unas ganas inmensas de llorar también al ver a
Jungkook tan mal—. Taehyung no te supo querer porque te amó Jungkook.
Te lo podría asegurar por la forma en la que me miró cuando me detuvo y me
dijo que no te dejara solo.

Jungkook se rompió.

— ¿Qué? —murmuró bajito, mordiéndose el labio inferior, mirándolo con


un índice de aquella fragilidad que había tenido la desdicha de presenciar y
cada una de las veces que la vida le daba el mal trago a su mejor amigo—.
¿Él está afuera? ¿Él estaba ahí? ¡Maldición! Debí haber ido por él, d-debí,
joder, si no me hubiese t-tropezado yo p-podría haber…
—No, Jungkook… Él se estaba yendo cuando me detuvo.

—Pero e-estaba ahí, ¿no? Estaba quedándose hasta q-que no pude ir por él…

—No…

—Si lo hubiese d-detenido, si n-no me hubiese t-tropezado… Yo podría… Él


se hubiera quedado, hyung… Pero y-yo me t-tropecé y me q-quedé ahí sin
hacer nada como un estúpido…

—Jungkook, no… Él… no se iba a quedar.

No quería romper más a Jungkook, pero tampoco quería mentirle cuando


tenía esa mirada de corderito, aquella mirada que le daba desde los quince
años y no cuando cosas buenas pasaban.

Inhaló hondo cuando lo vio pasar por su lado con dolor, chocándole el
hombro y cruzando el corredor para ir a su despacho y encerrarse allí con un
portazo.

No pasó más de un minuto cuando escuchó más ruido, ruidos que le


alarmaron y entonces volvió a marcarle a Mingyu.

— ¿Dónde vienes? —Preguntó con la voz cargada, algunas lágrimas


deslizándose por los rabillos de sus ojos sin su permiso, pero no pudiendo
evitar no verse afectado por una situación que evidentemente lo hacía; a él le
afectaba—. Es… Es peor de lo que imaginé.

—Lo sé, Nam… Lo sé, estoy a cinco cuadras, voy llegando. Salí en cuanto
me enviaste un mensaje; si Jungkook arranca en la carretera con Tae
abordo, no es sólo una preocupación, sino dos. Estoy desecho también por
todo esto, pero aguanta, que estoy casi allí.

Dicho aquello, la llamada finalizó.

Él le había mandado un mensaje a Mingyu por el mal presagio en cuanto vio


a Jungkook meter a Taehyung dentro de su automóvil y arrancar
violentamente; había sido un mal augurio y había sido inevitable no
alarmarse, entonces sólo lo había hecho y no se arrepentía. Por lo mismo,
cuando se topó afuera con el chico, Taehyung, y éste le dijo que no lo dejara
solo y que llamara a Mingyu, aunque le desagradó mucho la idea de que
nuevamente Jungkook lo estuviese pasando mal por culpa de uno de sus
noviecitos, no evitó entender que Taehyung no era como los demás;
Taehyung se había ido roto de la casa de Jungkook, quien estaba igualmente
roto también.

Un estruendo sonó y Mingyu entró, haciendo una leve reverencia, yéndose de


inmediato hacia el despacho, lugar desde donde provenía todo el ruido.

—Cerró con llave —Susurró Mingyu, con el susto pesado en el corazón; era
su hermano, y él no era indiferente a todo el daño que ya había sufrido antes,
no podía ignorar el amor fraternal hacia éste y cuánto le importaba—. Tráeme
esa silla de allí, Nam, por favor —volvió a susurrar; Namjoon tomó la silla
sin hacer mucho ruido y se la pasó—. Jungkook, soy Mingyu, ábreme la
puerta.

Sólo más ruido y más ruido.

Adentro estaba Jungkook tirándolo todo, sus libros, todos los apuntes y viejas
evaluaciones, llorando mientras se apoyaba en el mesón, recordándolo desde
el primer día hasta el último; las risas, los gritos y los jadeos flotaron por todo
el lugar, hasta que visión le jugó una mala pasada y casi puede verlo de
nuevo; tendido sobre su escritorio, deshuesado y sonriéndole en honor a su
último día en aquel despacho.

Dios, cuánto dolía.

Él lo quería de vuelta, lo quería allí como aquella madrugada en la que lo vio,


cuando vio lo que realmente era…

Quería que volviera y cumpliera su promesa.

Entonces aquel sillón y aquel mesón, la silla de escritorio y los apuntes, él


estaba en cada lugar de esa habitación y le oprimió el pecho, asfixiándolo
porque lo sentía en todas partes y dolía y no le permita respirar, no del todo,
no adecuadamente.
Jungkook sentía que el pecho le iba a explotar. Comenzaba a sentir que se iba
a morir, le dolía, dolía mucho.

La perilla de la puerta fue rota y Mingyu entró al despacho.

Un sollozo, que sonó más cómo un deplorable alarido desgarrado, rompió por
fin su garganta, y cinco segundos bastaron para que sus brazos se abrieran, de
forma casi automática y con la intención congénita de contener a su hermano.

Mingyu no lo evitó, le dolía tanto verlo así de nuevo, que preferiría asumir él
sus dolores con tal de no verlo así. Y, sus propios latidos se volvieron
erráticos mientras trataba de concentrarse en estar ahí: en el momento y para
él. Por vez que, Namjoon se esforzaba en disipar la repentina confusión y el
estado de shock evidente que, en algún punto, le nubló el sentido del tacto.

Sostiene a su hermano entre sus brazos, con un abrazo cálido; lo escucha


llorar casi sofocado, apenas y puede mantenerse de pie con las réplicas de su
sistema en colapso. Escucha sus palabras entre hipidos por vez que se aleja e
intenta sostenerse del mesón; su rostro empalidecido y casi inconsciente de
que es él quien está en frente, y no es quien quiere que esté.

—Soy yo, Jungkookie… Soy yo —Le dice, tratando de calmarlo, pero es que
él es capaz de notar los súbitos escalofríos que se hacen presentes como una
advertencia, haciéndole temblar y perder el aliento—. Soy Mingyu.

—No p-puedo, hyung… No p-puedo, yo n-no p-puedo…

—Está bien, Jungkookie. Sólo, lento. Vamos, escúchame. Mi voz,


concéntrate en mi voz, ¿bien? —Su cuerpo se mueve de forma autómata
hasta acunar sus mejillas frías y tratar de tomar el control de la situación.
Pero, él no reacciona y, de hecho, comienza a creer que está ido en su mente,
y totalmente perdido en un trance terrorífico de sensaciones que le embargan
desde el interior de su mente en colapso, transmitiendo esa señal a su cuerpo.

Jungkook está teniendo un ataque de pánico.

Y lo comprueba en cuanto se hiperventila y comienza a sofocarse y,


moviéndose desesperado, siente cómo su visión se desenfoca con distorsión
producto del mareo y las incesantes taquicardias que le causan una dolorosa
opresión en la caja torácica, con punzadas en el pecho que le hacen creer que
su corazón va a explotar, que va a morir.

Mingyu es quien ahora no evita no entrar en un estado de shock.

Había presenciado esto una vez, fue el espectador de una crisis de ansiedad
en una de sus novias, pero esto parecía tener otro nivel; el pánico y la
desesperación transmitiéndose fácilmente.

—Jungkook… Jungkookie, vamos… Inhala y exhala, repítelo, inténtalo por


mí, ¿sí?

— ¡No! ¡No puedo respirar! ¡No puedo!

—Sí, sí puedes, vamos… Inténtalo.

Se queda inmóvil viéndolo ir a duras penas hacia el sillón de la esquina,


tomando uno de los cojines y apretándolo contra su pecho mientras se encoge
y se cubre el rostro con sus manos, aparentemente, tratando de confortarse y
haciéndose bolita.

—Respira tres veces —le aconseja, respetando su espacio personal sin querer
sofocarlo con su presencia hasta que no acabe. No quiere alterarlo u
hostigarlo en una situación que no sabe cómo manejar del todo, pero es lo
primero que se le ocurre después de sus intentos fallidos: ir, sentarse a su lado
y esperar para, naturalmente, abrazarlo.

Transcurren algunos minutos, no sabe cuántos para ser sincero.

Sólo sabe que lo único que desea es calmarlo y hacerle saber que no está
solo, que él está justo ahí con él; ahora acurrucándolo contra su cuerpo como
cuando era un pequeño bebé.

—Muy bien, Jungkookie. Muy bien, lo estás haciendo muy bien —acaricia su
espalda, siguiendo un patrón en círculos.

Le escucha retomar el aliento con más calma, su cabeza está apoyada en uno
de sus hombros y sigue apretando flojamente el cojín entre sus brazos, viendo
algún punto fijo del suelo, sintiéndose como si estuviese reconociendo quién
es.

Finalmente, se recuesta en el abrazo con la obvia intención de sosegarse.

—Él se fue… Él se ha ido, hyung…

—Lo sé, lo sé… Shh, tranquilo —Mingyu sintió sus propias lágrimas mojar
su cara, pero las ignoró hasta que Jungkook se separó un poco para decirle:

—El dolor que siento en el pecho llega a tal punto, que siento la necesidad de
arrancármelo con las manos, hyung… Porque… ¿Para qué…? Si él acaba de
irse y yo me he quedado… Si se ha llevado una parte de mí… Hubiera sido
menos doloroso que me arrancara el corazón con las manos, ¿no?

Namjoon, en un rincón, emite un sonido estrangulado. Y, eso basta para que


el abrazo vuelva y sea él quien intente reprimir los sollozos.


83

Sofocado.

Paralizado.

Sin habla.

Muchas imágenes pasaron justo por sus ojos, como una película nostálgica
del momento preciso en el cual su vida comenzó a desbaratarse; la verdad
siempre estuvo en frente, pero él fue demasiado ingenuo como para poder
divisar aquel comportamiento cínico del fraternal que prometía una
preocupación que ahora le quedaba claro nunca existió.

Sin embargo, inconscientemente, con el pasar del tiempo pudo empezar a


caer en cuenta de que había algunas acciones, habían algunos
comportamientos que no encajaban con lo que pretendían demostrar. Y, en
algún momento, como un fiel creedor de los presentimientos, decidió que
había un límite, y que algunas cosas le pertenecían sólo a él; como su vida
íntima, sus amistades y su pareja.

Ahora que la oportunidad le permitía pensarlo adecuadamente, tal vez


siempre fue el simple hecho del favoritismo que su padre recalcó con cruel
diferencia y el ápice de desconfianza que se comenzaba a hacer presente con
una peligrosa frecuencia; jamás podría olvidar la mirada de desaprobación en
su padre como la mirada avergonzada de su madre, quienes trataban de
pretender que nada le estaba ocurriendo a su familia mientras le apartaban
despiadadamente de toda escena familiar en la cual se requiriera la presencia
de algún otro chico; jamás podría olvidar la sospecha en el ojo que,
inhumano, se fijaba en cada cosa que hiciera junto a sus hermanos y primos.
Había pasado por mucho. Pero le dolía tener que haber pasado por tanto sólo
por el deseo hiriente de perjudicarlo a él, por la cobardía y el egoísmo de su
propio hermano.

Nunca debió confiar en Seok Jin.

Pero, ¿cómo podría haberlo sabido? Había un fuerte lazo sanguíneo, había
una amistad reforzada por las experiencias y el amor hermanal. Pensó que
siempre se habían querido mucho. Qué equivocado estaba. Tal vez por eso
nunca pudo ser plenamente consciente de la envidia y los celos ocultos en
falsa llaneza.

Muchas cosas, finalmente, cobraban sentido.

Por el mismo motivo, un día solo supo que era una buena idea ocultarle
ciertas cosas a su hermano. Había sido un sentimiento incómodo y
desagradable, pero decidió que la respuesta a ciertas incógnitas en las
actitudes ajenas era un poco alarmante, ya que eran inconclusas y, además,
terminaban con su homofóbico padre enterado de cosas que no tendría cómo
haber sabido; en algún punto, un sabor avinagrado le había quedado en la
punta de la lengua. Incluso, se había sentido receloso de su madre. Luego,
había concluido que no le contaba tanto como para que ella supiera con
exactitud los detalles de sus aventuras.

Ahora podía saber que siempre había sido Seok Jin, que siempre había sido él
quien le divulgaba a su padre cada minucia de sus deslices y descuidos, ahora
se sentía asqueado de su hipocresía y su doble moral.

En serio nunca debió confiar en su hermano.

¿Cuántas cosas hubieran salido bien si no lo hubiese hecho, si no hubiera sido


un tonto ingenuo que creyó que la fidelidad por hermandad existía?

No se arrepentía de sus decisiones, no de las cuales le llevaron a llegar a Seúl,


porque sólo podía sentirse agradecido por haber escapado de un hogar herido,
de un hogar que, frecuentemente, le dio indicios de traición. Cuánto podía
doler aquello, pero cuánta verdad había en ello: su familia había decidido
apartarlo.

Y hubo un contexto que le llevó a no volver a confiar en su hermano; lo


sabía.

Y, quizás, sólo obedeció al instinto.

Le habían clavado un puñal por la espalda en el momento menos esperado, la


persona de la cual menos se lo pudo haber esperado.

Pero, aunque le dañase la psique pensar en la alevosía de sus falencias, supo


que aquellos jamás supieron valorarlo como persona, solamente denigrarlo.

Entonces agradecía haber dejado de confiar en quienes no hacían más que ver
sus pormenores y criticarlos injustificadamente, haciéndole sentirse solo con
el evidente recorte que hicieron de él en el cuadro del marco familiar.

Realmente agradecía haberse escapado, haber salido de ahí antes de que fuese
el blanco de más odio y daño. En serio agradecía haber tomado la decisión y
la determinación de mudarse a Seúl. Sólo podía pensar en cuanto agradecía
cada decisión que le llevó por un camino hacia su verdadero hogar, a
Jungkook: los brazos de quien siempre serían cálidos y le harían sentirse a
salvo de todo.

Pero cuánto dolía caer en cuenta de que sus brazos ya no estarían más para él,
que ya no estarían para acogerlo ahora cuando más lo necesitaba, porque él se
había cansado del sentimiento que le apretaba el pecho cada vez que su daño
dejaba una herida que se exponía dolorosamente en aquellos momentos más
vulnerables de su relación.

Porque Jungkook siempre suprimía su dolor con tal de cargar el suyo,


dándole poca importancia a sus propias cargas sólo por cargar las suyas.

¿Cuán egoísta fue eso de su parte también?

Desearía poder haberse quedado, desearía poder haberle ayudado…

Pero, ¿cómo se ayuda a alguien que continuamente reprime su dolor y oculta


sus heridas con el fin de no exponer lo hondo que han calado éstas?

¿Cómo podría haberlo ayudado siendo que él, en sí, estaba igualmente
dañado?
Dos personas rotas juntan sus trozos y tratan de hacerlos encajar para que
cada pieza de lo que se hubo quebrado encaje. Lamentablemente, los
escombros no son más que ruinas. Y, a veces, es necesario rompernos para
poder reconstruir la persona que queremos ser y la vida que queremos tener;
la felicidad que nos merecemos.

Entonces, en aquel preciso instante, cuando creemos que todo se desmorona


justo frente a nosotros y no podemos hacer nada al respecto, cuando todo se
vuelve más de lo que podemos soportar, no importa cuánto duela…

No importa realmente porque, si la cicatriz es profunda, tenemos que llegar al


fondo y hacer una nueva herida para que se pueda cerrar correctamente.

Por lo que, sentirse sofocado, paralizado y sin habla, es como suele


describirse el instante en el cual la mente se desactiva y queda en blanco, en
espera de las señales de la vaina de mielina para generar un impulso-reacción,
el cual tiene el fin de ser emitido con tal de activar el cuerpo nuevamente y
descongelarse.

Ya que, no importa realmente cuánto te prepares ante el «qué pasa si…»,


pues, de alguna forma u otra, cuando el momento de paralizarse llega y te
ataca, sin una advertencia previa, desprevenido y con la guardia baja, no
quedara otra opción más que esperar a que pase.

A veces es necesario entrar al ojo del huracán.

A veces es necesario ir a través de la tormenta.

Así que, Taehyung lloró, lloró y lloró, inclusive cuando su organismo ya no


lo soportaba; ignoró la fatiga, ignoró la sensación nauseabunda que lo tenía
como un cervatillo inestable, ignoró el vértigo que lo tenía desestabilizado,
mareado y colapsando, ignoró el profundo dolor de su corazón apretado.

Taehyung sólo fue consciente de la velocidad del impulso y golpe del


impacto.

Tenía pena. Tenía rabia. Tenía una mezcolanza agría de emociones.


Se sentía desilusionado, decepcionado, arrepentido, culpable y enojado.
Sentía arrepentimientos arraigándose a la parte posterior de su garganta, y
anudándose ahí los pesares.

Podía escuchar las palabras a su alrededor.

Podía escuchar la discusión entre los dos hombres a su lado.

Y no quería ser consciente de la presencia de ninguno de los dos.

No lo quería ver, no ahora cuando sólo podía detestarlos y condenarlos tal


cual lo habían hecho con él.

Pensaba en las soluciones, las pocas alternativas que ahora tendría.

No podía volver a Daegu, pero no tenía dónde quedarse, no tenía un lugar


para vivir. Por otro lado, tampoco tenía un sueldo si no tenía un trabajo, y
sabía que, si iba a la entrevista y le hacían una evaluación psicológica
completa, era más que seguro que no le darían el puesto.

No tenía opciones. O eso pensaba dentro de su pesimismo.

Él…

Sentado en una orilla de la cama del minúsculo apartamento de Yoongi,


estaba Taehyung, abrazándose a sí mismo y trepidando; de vez en cuando
cerraba los ojos y trataba de recobrar el aliento, pero se hacía difícil.

Por otro lado, Jimin y Yoongi estaban apoyados en un rincón de la pared;


ellos lucían demacrados y se veían peor con cada segundo que transcurría,
mientras veían a Taehyung demostrar cuán desgraciado se sentía. Era
doloroso, podían empatizar con el dolor ajeno y le concibieron silencio
cuando notaron que sus discusiones sobre dónde debía de quedarse, o lo que
debía hacer, sólo lograba alterarlo más.

—Debo volver… Debo volver, yo d-debo… —Repitió, fregándose el rostro y


secándose las lágrimas que, abundantes, mojaban sus mejillas ruborizadas por
el llanto; ahogó un sollozo cuando el dolor en el pecho le recordó que nada de
lo que estaba pasándole era un sueño—. No p-puedo más… Yo d-debo
volver.

—No, Tae… No puedes irte, no puedes volver… No ahora... —


Acercándosele con lentitud, Yoongi se sentó a su lado y sobó su espalda en
círculos; con toda la dulzura que prometía su tacto, con su mano libre, secó
sus lamentos.

—No, hyung, no puedo quedarme contigo… No quiero verte, no puedo verte,


no cuando tú y Baek interfirieron en mi relación, no cuando me trataste como
la prostituta de nuestro profesor… No puedo quedarme contigo, Yoongi-
ssi…

Si hubiera negado que le sorprendían sus palabras, hubiese mentido, porque


él sabía que esto pasaría, que se lo diría en algún momento y que se
arrepentía de lo que hizo y de lo que dijo.

—Tae, lo lamento, en serio… Yo en ese momento sólo fui un idiota


egoísta…

—Sí, lo fuiste, hyung… ¿Por qué todos se oponían tanto a lo nuestro? ¿Ahora
están felices? —Susurró, mirándolo por el rabillo del ojo con una miradita tan
empequeñecida por vez que se encogía tiritando—. ¡Ahora que rompimos!
—su cara se tornó de un color rojo cuando le gritó, sus ojos inyectados en
sangre y sus labios hinchados de tanto torturarlos entre mordidas que le
causaron una que otra fisura; Yoongi sintió que le clavaba un cuchillo en la
garganta.

—Tae, yo…

Apretando sus labios, no supo qué decir. Sólo pudo recordar las pocas veces
en las cual “vio” a Taehyung compartir con Jungkook. Ellos no se veían mal;
siempre pensó que se veían estúpidamente cómplices y eso le molestaba.

Ahora, se arrepentía de haber actuado tan impulsivamente, de no haber estado


ahí para él, de no haberle escuchado, de no haberle aconsejado, de no haberle
apoyado cuando lo necesitó.

Sabía muy poco de Jeon, casi nada a decir verdad, y, aunque fuera un hijo de
puta prepotente, sabía que no lo podía condenar en su rol de maestro siendo
que nunca llegó a conocer al Jeon Jungkook que Taehyung amaba con cada
fibra de su ser.

Quizás si lo hubiese escuchado hablar de él, quizás si hubiese escuchado de


su romance o de su “aventura secreta con el profesor”, quizás él hubiese
podido entender y podría haber comprendido su enamoramiento.

Pero sólo se puede quedar con la culpa de no haberle querido escuchar


cuando fue necesario.

—Si pudiese volver atrás, te juro que haría las cosas bien… Perdóname, Tae.

Taehyung se alejó del abrazo con brusquedad, y comenzó a dar vueltas por la
habitación, respirando agitado y con el pecho subiendo y bajando otra vez por
la alteración.

Murmuraba cosas inteligibles mientras lloraba y se quejaba, mientras se


odiaba a sí mismo.

Era devastador.

Jimin observaba todo con inquietud, sin saber qué hacer ni cómo actuar. Él se
sentía culpable también y sin siquiera saber por qué, solo quería ir y
consolarle, quería, no… Necesitaba eliminar esa brecha de distancia entre
ambos, pero no era ajeno a lo que Taehyung en estos momentos podría
pensar de él.

De todas formas, quería intentarlo. Quería ser servicial y quería verlo un poco
más tranquilo o, en lo que cabe, calmado. En serio quería hacerlo, porque sus
arrebatos y sus colapsos, todo lo que veía era desesperanzador y angustiante.

—Tae… ¿Necesitas a-algo? No sé, en lo que pueda ayudarte… —Se atrevió.


Sus palabras sonaron suaves y despacio, sereno. Esperó que la reacción fuese
adecuada a su intención, pero, aparentemente, se equivocó.

Taehyung entrecerró los ojos y se le acercó como una horda de furia; con
rabia y lágrimas de por medio, juzgó sus verdaderas intenciones.
— ¡¿Qué haces aquí todavía, eh?! ¡¿Por qué no te has ido con tu hermano?!

—Tae, no… Yo sé qué es lo que estás pensando, pero déjame decirte que no
es así… —Trató de continuar, pero Taehyung le encaraba con tanta furia, que
se sintió realmente incómodo—. Sólo quiero ayudarte, puedes q-quedarte en
mi departamento c-conmigo… Yo te escucharé y p-podríamos…

Taehyung se volteó, dándole la espalda por un par de segundos, sollozando


peor, pero con la mirada llena de desagrado e ira.

Cuando lo miró de nuevo, sólo pensó que era un mal momento.

—No necesito tu ayuda. No necesito que me hagas sentir mejor. No necesito


tu simpatía, ni una mierda. Este tipo de cosas pasan todo el tiempo, y puedo
soportarlo... Estoy bien. Déjame en paz y vete. Yo no soy tu amigo.

Dicho aquello, Taehyung abrió la puerta de la habitación con brusquedad.

Yoongi lo miró haciendo una mueca, y él entendió.

Simplemente, no era un buen momento.

Pero…

Jimin sintió un vacío en el pecho cuando salió, sobresaltándose cuando


Taehyung le cerró la puerta en la cara prácticamente.

Bueno, amores, es ésta la parte final del maratón que hice xD Pero algo
es algo, ¿no? Este capítulo es uno de mis favoritos la verdad, no sé por
qué pero a mí me gusta mucho hciwnzbskq. Y, espero que les guste a
ustedes también UnU

Les amo un montonazo, besos en el popin, tomen agüita, coman bien y


sean felices~
84

Jungkook recostó su rígida espalda en el respaldo de la silla, exhaló de forma


abatida y miró a través de la botella que sostenía en su mano derecha; estaba
medio vacía ya, y apenas eran las 18pm. La cabeza le dolía un montón, igual
que cada uno de sus músculos y la garganta, porque, por cada trago que
bebió, el alcohol le atravesó el garguero con ardor y un camino de fuego.

Como un recordatorio cruel, pensó tristemente.

El despacho seguía siendo un desastre oscuro y caótico, pero Jungkook no lo


quería abandonar. Inclusive cuando el olor vicioso del cigarrillo se expandió
como una nubecilla de vaho a su alrededor, incluso cuando el fuerte hedor de
las bebidas alcohólicas mezcladas se desprendía de su sistema, él sólo podía
pensar que había un rastro de su sombra desvanecida, que parte de su esencia
seguía impregnada en aquel sillón a la esquina de su visión periférica y que,
por muy enfermizo que eso fuese, era lo único con lo que podía conformarse
mientras volvía. Porque volvería, ¿no?

Jungkook ya no se sentía seguro sobre nada; habían pasado días, un montón


de días que parecían ser interminables en medio de la engorrosa espera que
tenía que afrontar con la melancolía como su fiel compañera de copas, y el
dolor en la herida abierta.

Su mente se sentía debilitada y, asimismo, sentía que no le quedaban fuerzas,


sino una enrome carga emocional que se descargaba como una de las peores
lluvias a cántaros; sentía que algo le faltaba, se sentía incompleto en falta de
Taehyung.

Todos sus pesares le habían rasgado la carne de las costillas y todo el daño se
relucía en su palidez, las grandes manchas violáceas bajo sus ojos, de los que
los parpados pesados obligaban a mantenerse despiertos en la expectativa, en
la falsa ilusión que le prometía que Taehyung entraría por esa puerta en algún
instante y él tendría que recibirlo entre sus brazos y dejarlo secar sus
lágrimas.

Cuán jodido tenía que estar para sentirse cada vez más indispuesto porque,
por cada minuto que transcurría, nadie abría esa puerta cerrada y él sentía que
se le acaba el tiempo.

Carajo.

Terminaría de beberse la despensa de licores, pero ¿Taehyung estaría ahí para


detenerlo?

Ya no podía pensar con claridad, no al menos con los sentidos nublados por
el efecto etílico. Sólo podía anhelar con ansia que esa puerta fuese abierta y
ver a su chico; verlo con su carita roja y mojada por lágrimas, corriendo a su
regazo para complacer no sólo las primitivas necesidades más básicas de un
hombre, sino para complacer su necesidad de afecto y aprovecharse de sus
carencias.

Jungkook realmente podría inundarse las venas en alcohol, pero ¿Taehyung


no estaría para quitarle la botella y remplazar el veneno por sus tiernos besos?

No, quizás ya no, pensó, observando el reloj que colgaba de la pared. Tic tac,
y las horas seguían pasando y él seguiría esperando. Pero, ¿Taehyung
volvería?

Consideró la idea de llenar sus pulmones con el humo del tabaco, pero se dijo
a sí mismo que entonces ya no sería capaz de respirar el indicio de su aroma
y eso le dolió. Porque aún podía respirar el ligero toque de jazmines y
lavanda, su olor era dulce, pero no demasiado dulce, se recordó; su olor era
como una especie de calmante.

Sin embargo, mientras el tiempo no se detenía por nadie, cada segundo era un
martirio. Porque el característico olor de Taehyung se difuminaba en el aire, y
él, durante esta tortuosa semana, lo había respirado —consumido— todo.

Entonces, la idea de que Taehyung no volviese, se volvía aterradora.


No podía lidiar con aquello, con que Taehyung ya no estuviese más ahí para
decirle que estaba bien, que ellos estarían bien. Lamentablemente, parecía ser
que ya no habría vuelta atrás, y sólo le quedaban las memorias; todavía podía
escucharlo en sus remembranzas, pues todo el asunto aún le resultaba algo
tan surrealista, que no lo podía asumir adecuadamente.

Durante las noches trataba de consolarse con la fantasiosa creencia de


haberse dado un tiempo, trató de convencerse que esto sería pasajero, que no
duraría mucho para que todo volviese a ser como antes. Pero ahí nacía otra
duda a su vez: ¿Acaso Taehyung querría volver a lo mismo?

Jungkook recordaba sus palabras a la perfección, y por eso le dolía tanto.

Él, muy en el fondo, sabía que en estos momentos no era lo que su Taehyung
necesitaba, sabía que éste no querría volver a lo mismo y sentirse sofocado
por su errónea idea del amor: uno que estaba lleno de pertenencia,
posesividad y cruda dependencia.

¿Quién querría eso después de todo?, concluyó, riéndose melancólicamente


en medio de su embriaguez cuando un sollozo débil se abrió paso por su
garganta herida, emitiendo un sonoro ruido ahogado que se repitió con
constancia en su prevenido llanto.

Jungkook se sentía terriblemente mal, y no supo cuándo se había desplomado


sobre su escritorio; sólo sabía que sentía un profundo dolor en el pecho, justo
donde tenía las toxinas desbordándose con el golpe de la realidad.

Ahora podía notar, podía sentir en carne abierta cada fragmento roto de lo
que había sido en contraste a lo que había terminado por transformarlo en
alguien que ya no reconocía… Pues siempre había sido, en sus percepciones,
un buen amante. Empero, en algún punto, se había olvidado de sí mismo. Y
ahora qué más le quedaba aparte del quiebre: sólo la avasalladora verdad que
sabía que tenía que afrontar.

Podía oír a Mingyu hablar por teléfono desde la sala. Sabía que su hermano
había estado moviéndose de allá para acá durante todo el día, organizando su
horario, posponiendo todas sus reuniones y la apertura de la editorial. Mingyu
se había estado quedando con él, haciéndose cargo de él incluso cuando ya no
podía batallar con sus arranques momentáneos. Sabía que luchar contra él a
ratos podía volverse algo, por lejos, complicado. Pues, al parecer, Taehyung
había sido un detonante que sacó a flote todo el daño reprimido. Pero,
Mingyu se mantenía a su lado porque él sabía que, si lo dejaba como la
última vez, las cosas empeorarían con creces.

Él estaba empeorando.

Y tampoco era ajeno a eso.

Pero la necesidad que sentía por su chico, por su TaeTae, era desoladora y,
recientemente, desesperante; el anhelo y su entrañable presencia se volvían
desgarradoras.

Porque la primera semana fue un martirio total: la realidad golpeó con fuerza
en cada ámbito de su vida cuando pudo notar que el sol seguía brillando en lo
alto; con cruel esplendor, se lucía en medio de la tempestad y le hacía sentir
infausto.

Desgraciado, concluyó muchas veces, mirando con melancolía a través de las


persianas de su habitación vacía, sin vida; podía escuchar los recuerdos, todas
las conversaciones durante la madrugada, su voz aterciopelada ahogándose
en una de sus almohadas y las paredes como testigos de sus excesos.

Angustiado, se sentía así porque a su alrededor todo seguía igual: el edredón


de las sábanas revueltas en el color crema que aún conservaba su olor, su
ropa limpia sobre aquella silla al rincón del clóset, y en la televisión seguía
puesto aquel canal de documentales históricos.

Sentía como si estuviese muerto en vida, le dolía todo y se sentía tan frío.

Cada cosa que conocía le llevaba hacia ellos en cualquier situación, haciendo
cualquier cosa o diciendo… algo.

Cada cosa que conocía le llevaba devuelta a él, y le hacía extrañarlo como si
el dolor de su pérdida no fuese suficiente…

Necesitaba tenerlo entre sus brazos y dejarse ir de sus pensamientos, sentirlo


e inhalar su aroma y volver a creer que todo podría volver a estar bien.
Necesitaba aferrarse de lo poco que le quedaba de su presencia. Porque sabía
que no habría vuelta atrás. Y su pecho se oprime dolorosamente cada vez que
es totalmente consciente de ello y se atreve a ir al despacho, donde su sombra
se ha tallado en cada recoveco del cuarto y puede, poco menos, percibir algo
de la calidez de su persona; y eso duele.

El despacho es su refugio para el mal sentir y la mala racha.

Jungkook sólo sabe que le cuesta, que le está costando afrontar todo esto otra
vez. Aunque, la diferencia recalca en que, esta vez, ha decidido enfrentar a
sus demonios, al pasado y a la situación. Por la misma razón es que es capaz
de sentir cómo es que la vida sigue avanzando sin problema alguno, mientras
él está sintiendo miedo y mucha tristeza, vergüenza e inhibiciones; el mundo
no se detiene por nada ni por nadie, y recién trata de comprender los
patrones en su mente para poder procesar aquello.

—Jungkook... —Mingyu golpeó la puerta, su voz sonó seria cuando volvió a


tocar—. Jungkook, voy a entrar.

Incluso si sabe que Mingyu sólo intenta ayudar, posponiendo absolutamente


todo sólo con tal de quedarse, a veces le resulta difícil entrar en discusión con
él y sus crecientes ganas de ir a por Taehyung.

—Jungkook... —Murmura su hermano, esta vez entrando al despacho con sus


pasos lentos y cuidadosos, exhalando un suspiro de cansancio mientras acerca
su mano a su hombro y lo masajea con devoción—. Vamos, Jungkookie...
Pon atención, vamos a conversar.

Levantando su cabeza, lo mira con ojos exhaustos. — ¿Vamos a charlar o vas


a informarme algo?

Mingyu aprieta sus labios en una línea fina y asiente a medias, ladeando la
cabeza por vez que sostiene un papel blanco entre sus dedos.

—No me he contactado con Taehyung, pero estoy seguro que él querría esto.

De inmediato su atención se agudiza y enfoca su visión en el papel.


— ¿Qué? —Susurra con un tono rasposo; algo rasgando en sus entrañas y
una acidez desagradable burbujeando hacia arriba, le hacen sentirse nervioso
con el repentino malestar estomacal.

—Jungkookie, tú no estás bien; tú lo sabes y yo lo sé. Y no podemos permitir


que esta situación se siga masificando hasta que ocurra un desastre y te
pierda, no quiero perderte de ninguna manera. No otra vez —le dice con voz
dura, sus ojos analizando de forma crítica y contando en silencio la cantidad
de botellas esparcidas por el cuarto; Jungkook siente como si le presionarán
desde adentro el tórax, y siente ganas de llorar, así que muerde su labio con
fuerza—. Quiero ayudarte y esta vez lo haré... Te voy a ayudar de la única
forma que siempre fue una opción viable.

Jungkook se echó hacia atrás y se fregó el rostro con frustración, se comenzó


a sentir exasperado y sintió más ganas de llorar.

— ¿Él no volverá? —Dijo, asumiendo una respuesta cuestionada, tan


dolorosa.

Mingyu guardó silencio, sin saber qué decir o qué hacer.

Pero, cuando Jungkook cayó abatido, escondiendo la mueca de dolor entre


sus manos, le dolió el corazón y se relamió los labios antes de decir:

—No lo sé, Jungkookie… Pero te prometo que me pondré en contacto con él,
¿sí?

Jungkook asintió, apretando sus labios mientras se secaba las lágrimas con la
manga de su camisa; las venas hinchadas por la cortisona y la pena.

—Sólo lo quiero de vuelta… —musitó, espirando.

Yo lo amo tanto, quiso decir, pero guardó sus palabras para llorarlas en la
nostálgica noche que se aproximaba.

—Lo sé, hermano. Lo sé. Y por lo mismo debes tomar acción ahora; ahora es
cuando puedes tomar cartas en el asunto. En serio, Jungkook, si quieres que
él vuelva, si de verdad quieres que Taehyung vuelva, debes hacer esto —le
dijo, resignación en su voz cargada de pesadumbre y lamentos. Le seguía
doliendo tanto ver a su hermano menor así: sufriendo por el amor dañino que
otros le dejaron en los poros que, ahora, relucían abiertos—. Si quieres que
Taehyung vuelva, necesitas ser un mejor hombre para él… Pero por sobre
todo para ti, necesitas avanzar, Jungkookie.

Jungkook observó el papel que su hermano sostenía nuevamente,


mostrándose dubitativo durante algunos segundos; él no estaba
acostumbrado, no quería sentirse tan débil. Pero, pensó que, si Taehyung
volvía, podría olvidar todas y cada una de las maneras en las cual estaba roto,
sin embargo también consideró la otra posibilidad, la posibilidad más
dolorosa justo en este instante…

Si no estuviera tan roto, si él tampoco lo estuviera… Podríamos hacer que


esto funcione… Quizás, los dos podríamos…

—Jungkook, sé que las probabilidades no son muy alentadoras justo en este


instante, pero créeme que las posibilidades aumentaran con creces si esta vez
haces las cosas bien, si haces lo correcto; por ti, principalmente —Mingyu le
tendió el papel para que estuviera a su alcance y pudiese leerlo y reflexionar
un poco de lo mucho que significaba lo que había ahí—. Esta es tu
oportunidad para sanar, Kook-ah.

Relamiendo sus labios, Jungkook notó cómo era que sus manos tiritaban
mientras sostenía el papel. Con los músculos rígidos bajo la camisa ajustada,
se inclinó hacia adelante para leer la única frase que había escrita allí; sintió
la boca reseca y la sed por terminar su botella de whisky.

Dr. Yoon Gong, Martes 18hrs.


Atención psicológica, terapia personal, de pareja, etc.

Jungkook miró hacia el sillón y se imaginó que Taehyung estaba sentado


justo en frente, observándolo con esos grandes ojitos de miel aguados…

Su corazón latió fuertemente.

Pero pensó: ¿Qué tal si Tae se quedara, no por una obligación ligada a la
dependencia de nuestra relación, sino porque que me ve como el hombre con
el cual quiere realizar su vida?, si él realmente me viera como el hombre con
el cual se quiere quedar...

En su interior sintió un cosquilleo doloroso.

—Bien, yo… Yo lo intentaré.

Perdónenme la demora, realmente lo siento. Es sólo que a veces el peso


de todo me rompe la espalda y, si les soy sincera, no me he sentido muy
bien. Y sé que es injusto que tengan que esperar tanto, pero se los
prometo, la espera valdrá la pena:(. Por favor, sean pacientes conmigo,
sé que no es fácil pero sólo falta un poquito más, ¿okay?

Comentarles que les he extrañado tanto, que son una parte tan especial y
bonita de mi vida. Por lo mismo, les doy las gracias por seguir leyéndome
a pesar de todo alto y bajo, les aprecio mucho :')

Bueno, Jungkookie por fin ha aceptado intentar seguir adelante y hacer


un cambio, lo cual es un gran avance. Él realmente cree que Taehyung es
el amor de su vida, pero, ¿y Taehyung? ¿Qué estará pasando con
Taehyung?

Más bien, ¿qué estará pasando por la cabeza de nuestro Tete?

Descubranlo en el siguiente capítulo~


85

Taehyung miró a través de la pequeña ventana del apartamento de Yoongi, se


sintió amargo cuando una ráfaga de viento frío le golpeó el rostro mientras él
suspiraba y sentía su piel erizarse; la camisa holgada se ondeó en su cuerpo y
se sintió frágil, podría caer tan fácilmente.

Asustándose de su propio pensamiento, relamiendo sus labios, decidió ir


hacia la minúscula cama en un rincón de la habitación y sentarse en la orilla
con una expresión apagada por vez que se abrazaba a sí mismo. Sentía mucho
frío; las horas de verano se iban acabando y consigo comenzaban a traer la
gelidez del viento otoñal. Los días pasaban pero sentía una monotonía
aterradora; él ya no podía hacer algo diferente, no más que sentarse
arrinconado y observar algún punto inerte de la pared.

Su vida se había derrumbado horriblemente en el momento menos esperado,


y era totalmente consciente de ello, porque la caída del golpe lo destrozó de
una forma desgarradora y ahora no sabía cómo seguir adelante.

Taehyung se siente congelado en hielo que quema, se siente paralizado.

Y tiene muy en cuenta que su vida, después de todos los sucesos que se
fueron desencadenando, no volverá a ser la misma otra vez.

Por lo mismo, sus ganas por sólo seguir han ido en decadencia y,
últimamente, con mucha frecuencia se ha estado cuestionando cada una de
sus decisiones: si haber rompido con Jungkook fue realmente lo correcto,
más concretamente.

Ggukie, mi Ggukie...

Él no puede negar cuánto lo extraña, cuán necesario se vuelve para sus días
estar entre sus brazos y refugiarse en su pecho. Jungkook es todo lo que
puede tener en su mente, volver a él es lo único en lo que puede pensar; le
aprieta el pecho extrañarlo tanto y cuestionarse en demasía la impulsividad
que le llevó a irse.

Yoongi solía repetirle que había hecho lo correcto, al igual que Baekhyun y
al igual que Jimin, quien se la pasaba yendo a visitarlo cada que podía para
“sólo verificar su estado”. Pero, si realmente había hecho lo correcto, ¿por
qué todas sus opciones se reducían a querer volver a casa, a su verdadero
hogar?

Algo debió haber hecho mal, lo sabía y, bueno, tampoco es como si no


tuviese presente que había abandonado al hombre que más amaría en toda su
vida; no importaba si sonaba cliché o tonto para los ajenos, Jungkook era su
hombre. E incluso si él creía que había roto su promesa, Taehyung seguía
pensando en él y en su bienestar, seguía amándolo con la misma fiereza, con
la misma fuerza de un huracán.

Lo seguía amando, porque hasta la fibra más ínfima de su ser le pertenecía a


él.

Y quisiera poder volver con la mirada en alto y acunarlo en sus brazos, que
su cabeza se recostara en su pecho y acariciarlo. Quisiera protegerlo, pensó
con el dolor de su alma devastada por el dolor emocional y psicológico; no
sólo pudo soportar durante tanto tiempo el aislamiento que forzó su familia,
también era que ahora tenía que afrontar la traición del hipócrita cínico que se
hacía llamar su hermano y el asolador golpe de la ruptura de su relación.

Dos años, casi tres, divagó con una exhalación llena de sofocamiento y pesar.

De todos modos, no es como si no hubiera sabido que tener una relación con
su profesor no le traería consecuencias, porque, desde un principio, supo que
no era conveniente. Pero, incluso así, nunca sería capaz de arrepentirse de lo
que le llevó a conocer al verdadero Jeon Jungkook, a aquel hombre inflexible
y al que sus compañeros tachaban de pendejo frívolo, pero aquel que en su
piel siempre dejaría huella, aquel hombre que siempre se convertía en un
terrón de azúcar con él, por él.

No importaba cuántas discusiones hubo entre ambos, simplemente no podía


ni quería dejar de amarlo. No podía parar, nunca había sido bueno para
frenarse a sí mismo de saciar sus anhelos y carencias cuando tenía al hombre
que amaba —y lo completaba— justo en frente suyo. El hombre que ya no
estaba, ese hombre al que decidió dejar.

Taehyung ya no podía soportar esa carga, él se lo había prometido.

Pero ya no podía quedarse para ver cómo se destrozaba y cómo, prontamente,


los destrozaría, a ambos; a él, por dejarse hacer entre sus desvaríos con tal de
no verlo atravesar el dolor de sus inseguridades y falencias solo, y a
Jungkook.

Porque ellos hubiesen sido veneno letal el uno para el otro y eso,
probablemente, les hubiese dejado mucho peor de lo que ya estaban.

Y estaba seguro de que los dos lo sabían.

No quería pensar demasiado en ello, pero era inevitable cuando los demonios
de su mente buscaban jugar con él al quién es quién y con amargas culpas.

Sin importar que sus amigos le repitieran continuamente que todo estaba
bien, seguía sintiendo el ardor de las heridas erosionadas sin ya poder
reconocer ninguno de los matices de lo que hubo sido antes de esta locura; su
piel había cambiado, asimismo él lo había hecho también. Pero,
lamentablemente, ya no es capaz de reconocer lo que hubo sido; lo que fue
después del tiempo contigo, concluyó.

Sus sueños, aspiraciones, su viejo yo se desvanecía en una mácula.

Taehyung sabía que se estaba quedando atrás mientras esperaba a Namjoon.

Él solo… Él estaba desesperado, necesitaba saber algo sobre él; habían


pasado unos días, semanas, no lo sabía con claridad, se sentía demasiado
desorientado como para concretar el calendario.

Taehyung estaba preocupado por Jungkook, y no lamentaba pensar que, si se


tenía que enfrentar a su mejor amigo o a su hermano con tal de saber sobre él,
lo haría sin dudarlo dos veces; la idea de ir directamente hacia él, la consideró
más de lo que podría admitir, pero, muy en su interior, sabía que eso sólo les
afectaría a los dos en demasía y estropearía todo.

Porque, sin importar el daño que causó el pasado, su relación siempre estuvo
definida por una intensidad escalofriante y, además, nunca fueron solo dos;
contando las desinhibiciones, el miedo y los paradigmas, todo lo que se
mezcló en un espesor sin forma, quizás siempre fueron tres y, tal vez, eso
siempre interfirió en sus limitaciones emocionales.

Taehyung sabía un poco sobre qué se trataba todo esto.

Tenía muy en claro que algo les había pasado, individualmente, y eso se hizo
evidente concorde su relación avanzó.

Exhalando con pesadez, relamió sus labios resecos.

Se sentía desorientado, desconectado.

No lo podía evitar tampoco…

Estaba solo en el departamento de Yoongi, mordiéndose las uñas debido a los


inminentes nervios que le causaba ver la hora en el reloj.

Namjoon le había dicho que llegaría a las 20pm a encontrarlo, pero todavía
no llegaba y la ansiedad se incrementaba con falsos escenarios hipotéticos
sobre los temas que abarcarían en la conversación que se habían prometido
tener.

Ellos tenían que hablar, realmente. Era necesario.

Así que, cuando el teléfono sonó y se le avisó que Kim Namjoon estaba
yendo hacia el apartamento, Taehyung se incorporó un poco agitado,
arreglándose la camisa y alisándose el pelo por encima mientras iba hacia la
puerta para abrir.

Jugó con sus dedos un minuto antes de abrir la puerta y ver al empresario ahí,
con el ceño fruncido y un gran abrigo negro, luciendo como un señor maduro,
exudando lujo en su apariencia ostentosa y en su robusta expresión fina.
—Jimin me dijo que Yoongi llegaría en quince minutos más; eso significa
que debo cuidarte hasta que él llegue —Fue lo primero que le dijo, con una
mirada altiva, pasando de él hacia adentro. Se veía serio, apagado, un poco
molesto, y le hizo sentirse mal del estómago—. El recepcionista me dijo que
chequeara si todo estaba bien contigo… Al parecer estuviste por lo menos
una hora parado frente al ventanal —musitó bruscamente, dándole un vistazo
de desaprobación y cansancio; Taehyung comprendió a lo que se refería y
pensó que podría, tal vez, explicárselo—. No quiero hacer supociones
incorrectas, pero si esto se te está yendo de las manos, no te sientas cohibido
de hacérmelo saber. Yo puedo ayudarte, Taehyung.

—No necesito tu devoción —Le respondió, sintiéndose molesto y, a la vez,


no pudiendo evitar demostrar cuánto le afectaba estar tan evidentemente mal
tras su ruptura con Jungkook y la carta bajo la manga de su “hermano”.

Namjoon suspiró ciertamente frustrado mientras Taehyung cerraba la puerta


y se dirigía hacia la cama, sentándose de nuevo con la cabeza gacha.

—No se trata de lástima, Taehyung… Así que, puedes dejar tu orgullo atrás y
dejar de ser tan jodidamente desagradable con Jimin y conmigo. Nosotros
sólo queremos ayudarte a superar esto, y eso no es algo por lo cual sentirse
avergonzado o…

Taehyung se sintió sumamente molesto de sus palabras.

Él en serio se sentía jodidamente malogrado, y Namjoon no le cooperaba.

—No. —interrumpió rotundamente. Estaba cabreado, fatigado, con falta de


sueño y un muy mal humor, y, si tuviese que calificar su estado anímico, lo
calificaría probablemente con un -10—. Si quieren ayudarme, dejen de…
Dejen de tratarme como si fuese a saltar de la azotea en cualquier instante.
Porque no lo haré, ¿bien? Estoy harto de eso, no me miren como si fuese el
pobre chico al cual le arrebataron todo lo poco y nada que le quedaba…

Namjoon lo miró.

Taehyung se veía notablemente más delgado y descolorido, tenía dos grandes


ojeras violáceas y una expresión demacrada, y el ambiente a su alrededor no
le ayudaba en nada, sólo lo hacía verse más triste y desamparado; sintió una
rara sensación de desazón burbujeando en su interior, y se sintió incómodo.

—Tae, escúchame —Le pidió, removiéndose inquieto sobre sus pies; estaba
acostumbrado a desplazaras por lugares más espaciosos—. Yo no siento nada
de lástima por ti. Yo quiero ayudarte a salir de este hoyo; Yoongi encontró un
empleo, y este lugar es demasiado pequeño para ambos.

— ¿Qué tratas de insinuar…? —murmuró suavemente, empuñando sus


manos en la camisa holgada que traía puesta. Tenía la mirada de un
cachorrito con esos dos grandes ojos cristalizados, eso le conmovió—. Yo sé
que no conseguí el empleo…

Namjoon lo comprendió.

Después de todo, quizás sí tenía razón en algo: sentía compasión por él, y no
por el tema netamente deplorable por el que estaba pasando, sino porque, en
estos momentos, era evidente que no tenía las herramientas necesarias como
para seguir adelante.

—Y aun así, le dije a Yoongi hyung que sí lo había hecho… No tengo dónde
quedarme, y no quería que él me aceptara aquí sólo por compromiso —
siguió, mordiendo su labio inferior, reprimiendo las ganas de llorar y tratando
de no mostrar la mueca pronunciada de la pena que tenía.

Todavía recordaba el día de la entrevista. Se había bañado y perfumado,


Jimin le había alaciado el cabello y le había puesto algo de maquillaje para
esconder la evidencia de sus peores noches, donde el dolor se volvía
insoportable. Él no había podido pensar correctamente mientras intentaba
concentrarse en la, muy probable, discusión con la evaluadora; sólo había
podido pensar en cuánto tiempo se desveló durante la madrugada, acunado
entre los brazos de su mejor amigo, sollozando sin esperanzas y buscándolo,
inclusive cuando ya no encontraba ni un rastro de su presencia. Ese día,
Taehyung se había sentido maldecido, había sentido un sufrimiento agudo,
tan profundo, que le presionaba la caja torácica y no le permitía respirar bien;
sufrimiento que le hubo costado el puesto de sus sueños.

Recordó las palabras que le dijo la muchacha cuando el encuentro terminó:


—Muy bien, Kim Taehyung, le estaremos llamando para confirmar cualquier
decisión que tome nuestro equipo.

Apenas había escuchado aquello, Taehyung supo, muy en su interior, que lo


había estropeado, y que la culpa no era de nadie más que suya.

Porque se había quedado un rato más aquel día. Había ido por una botella de
agua a una de las máquinas expendedoras al rincón final de la sala de espera
del enorme piso del edificio; el último chico había salido con una sonrisa
radiante por vez que sacaba su móvil del bolsillo y parecía marcarle a
alguien.

Taehyung había bajado la mirada disimuladamente, con un poco de


vergüenza, mientras escuchaba la conversación ajena del tipo.

—Sí, creo que lo conseguí —Había dicho al teléfono, aflojándose la corbata


y caminando hacia el ascensor; presionó un botón antes de decir: —Me dijo
que me llamarían para confirmar mi horario de capacitación.

Y luego de eso, había desaparecido y le había dejado con unas enormes ganas
de llorar.

Él había fracasado, y se había sentido sumamente inferior y ridículo; en aquel


instante, odió no poder ser frívolo, porque, tal vez, si hubiese sido así, él
podría haber conseguido el empleo y tener al menos un punto por el cual
estar agradecido de su miserable vida.

Ahora, el punto radicaba en cómo le diría a Yoongi que no había conseguido


el empleo y que, por lo mismo, no podría colaborar con los gastos de su lugar
hasta que no consiguiera otro empleo.

Toda la situación era, por lejos, muy desalentadora.

No tenía ganas ni siquiera de respirar...

—Yo no quiero volver a Daegu... Necesito encontrar algo ahora. Yo no


puedo volver con mis padres, no podría mirarlos a la cara sin sentir tanto…
asco y… ¿vergüenza? —confesó, bajito, y sintiéndose de un centímetro bajo
la sombra del otro hombre.

Namjoon inhaló y exhaló, mirando a través de la ventana. Él estaba molesto.

—Tu vida no ha acabado, Taehyung —le dijo, llamando su atención por el


tono que empleó para sacarlo de esa pequeña burbuja de desesperación—.
Fuiste a la universidad, una de las mejores universidades de Sur Corea y te
graduaste ahí. Tienes un título, y tienes una cabecita: con un cerebro. Tú sí
puedes conseguir otro empleo. Quizás no va a ser el empleo que quieres, o
aquel empleo que tanto soñabas tener; quédate con lo bueno, quédate con
haber sido seleccionado dentro de los posibles candidatos. Por ahora, tú sí
puedes trabajar en otra editorial. Tú sí puedes seguir adelante.

Taehyung se sintió machacado, hundiéndose en el colchón con pesadumbre


cuando esas palabras sonaron ridículamente parecidas a las que Jungkook le
hubiese dicho en tal caso de estar juntos pasando por eso.

Sintió pena y mucha vergüenza por hacer la inevitable comparación, porque,


aparentemente, todo le llevaba de vuelta a Jungkook y eso le seguía calando
muy hondo; los huesos le dolían después del quiebre.

—Yo…

—Taehyung puedes buscar un empleo en otra editorial y trabajar ahí al


menos hasta que puedas restablecerte. Hasta que puedas ganar un sueldo
estable y no necesites vivir de “amparo”, como le dijiste a Jimin. Si decides
avanzar, puede que puedas moverte rápidamente y conseguir tus cosas. Pero,
definitivamente, no puedes seguir estancado.

Taehyung sonrió débilmente, limpiándose las lágrimas que habían surcado de


sus ojos. Se sentía como si hubiese sido regañado, —de buena forma, claro.
Y le comprendió a Jungkook el porqué de su confianza y cariño hacia
Namjoon, el tipo era un muy buen hombre —en todo el sentido de la palabra;
él ya lo había comprobado con cada acción que había ejecutado estos días, y
la preocupación y sus consejos eran uno de sus mejores atributos.

Se preguntó a sí mismo si alguna vez podría escuchar a Jungkook hablarle


con tanta madurez y realidad, dejando de lado su relación, sin querer
acapararlo; él siempre comprendió que Jungkook quería lo mejor para él, los
términos (quizás) se habían distorsionado un poco, pero él lo amó en cada
una de sus facetas.

Sus matices desteñidos y difuminados por los años y las heridas, contrastaban
con tanta melancolía los tonos vivos y enérgicos de Namjoon.

Taehyung cubrió su rostro y trepidó en medio del llanto. Joder. Se sentía tan
estúpidamente sensible, pero lo necesitaba tanto.

—Taehyung —habló Namjoon, caminando hacia él con dos grandes


zancadas.

Él tiene razón, pensó, recordando la sonrisa adorable de Jungkook, arrugando


la naricita mientras él delineaba el lunar bajo su labio con tiernos besos en las
madrugadas, tras incontables horas de caricias enviciantes y amor
desbordante...

—Tae, tú puedes… Estamos contigo —volvió a decir Namjoon, más suave y


dándole una compasiva caricia en la cabeza—. Tú puedes con esto. No es la
primera vez que lidias con algo así, ya lo has hecho antes. Tú eres fuerte.

—Lo sé, lo sé —susurró con un hipido, sorbiendo su nariz, recordando todas


las palabras de Jimin; eran una réplica de las palabras de Namjoon, eso le
ablandó un poco—. Sé que puedo conseguir un empleo, sólo tengo que
buscarlo y salir adelante, pero… Es sólo que a veces el dolor es tan grande,
que me hace una mella y no me permite respirar… Y entonces, y-yo sólo
quiero correr hacia él y refugiarme en sus brazos, sólo q-quiero volver a casa
—sollozó otra vez.

Namjoon se sintió insufrible viendo a Taehyung y recordando a Jungkook,


era como si no pudiesen funcionar sin el otro y eso le dolía; estaban
fracasando. Y recordó que ellos, desde el principio, habían funcionado como
placebos, y ahora sólo estaban enfrentando la realidad sin ningún remedio, tal
y como era.

La herida estaba fresca aún.


—Sólo quiero volver a casa —repitió Taehyung, llorando con más fuerza.

Jungkook y Taehyung tendrán que aprender a cicatrizar sus heridas y sanar,


de otra forma las ruinas no podrían mezclarse, pensó con tristeza,
acariciando los cabellos de Taehyung mientras lloraba.

Namjoon suspiró con pesadumbre y resignación antes de decirle:

—Taehyung, si tú le pides a Jungkook que venga por ti, créeme, él vendrá


por ti sin pensárselo dos veces… Pero, escúchame bien cuando te digo que,
eso, es una pésima idea; sólo empeoraría las cosas entre los dos, para ambos.
Por otro lado, si decides volver a casa, él te recibirá con los brazos abiertos y
volverán a lo mismo pero con el triple de dolor: más celos, dependencia y
posesividad acérrima. No puedo mentirte, Taehyung: eres todo lo que él tiene
en la cabeza, pero necesitan distancia justo ahora. Él, muy en el fondo
también lo sabe, y yo estoy seguro de que tú también… Pero estaría bien que
pudieses afrontarlo de igual manera. Porque Jungkook accedió a ir a terapia.
Sólo por ti.

Taehyung sintió que el corazón se le apretaba, estrujado.

— ¿Y eso es bueno o malo? —dijo, bajito, el llanto cesando mientras jugaba


con sus dedos, con la mirada pérdida.

—No estoy seguro sobre eso, Taehyung. Él sólo quiere ser un buen hombre
para ti y que vuelvas con él. Lo entiendo, ustedes rompieron hace muy poco.
Esto es reciente. Pero en un par de semanas, ya no lo será y caerá en cuenta
de ello...

Taehyung se desesperó cuando miró hacia Namjoon: — ¿Él no está solo?


Mi… Él n-no puede estar solo, y-yo…

—Shh, calma —lo tranquilizó Namjoon, con el pecho apretado de tanto tratar
de ayudar en esta angustiosa y lamentable situación—, calma —dijo de
nuevo, viendo cómo las pupilas de Taehyung se dilataban—. Mingyu está
con él.

Taehyung soltó una respiración que no supo había estado aguantando.


—Tranquilo…

—Pero me duele tanto, ya no puedo más con este sufrimiento... Ya n-no


puedo sosportarlo.

Namjoon espiró una calada de aire, y le aconsejó muy sabiamente: —


Taehyungie, el dolor, a veces, es algo inevitable... En cambio, el sufrimiento
puede ser opcional.

Palabras acertadas, touché.

Hubo silencio un par de segundos.

Taehyung relamió sus labios, asintiendo levemente, su cabeza doliendo.

— ¿Podrías hacerme un favor?

— ¿Sí? —Dijo Namjoon, aclarándose la garganta.

Taehyung lo miró hacia arriba, apretando sus labios como un niño pequeño.

—Yo sólo… Yo sólo quiero que sepa que nunca lo he abandonado, que no he
roto la promesa… Incluso si estoy aquí y él allá, sigue tan dentro de mí… Yo
sólo… Quiero que sepa que lo sigo amando, lo prometo.

Viene un gran cambio ahora.


Les prometo que todo valdrá la pena.
86

Jungkook se dio paso por el pasillo con una mirada dura e inflexible. No iba
con el humor para enfrentarse a lo que él consideraba como uno de sus
peores cursos, —académicamente hablando, claro. Y tampoco tenía muchas
ganas de lidiar con la estupidez de sus alumnos "estrella" y sus preguntas
obvias, que lo único que hacían era empeorar su estado anímico; él siempre
se aseguraba de pasar toda la materia y de explicar punto por punto
detalladamente, inclusive cuando se daba el tiempo de emplear un horario de
consulta especial para las interrogativas.

Entonces, definitivamente, no era su culpa que sus alumnos no se tomaran la


molestia de prestar atención a sus clases y no hacer sus respectivas
preguntas en la misma, o cuando él les ofrecía un horario para deliberarse
de éstas todos los martes a las 17:45pm.

Maldición. Él no podía comprender el atrevimiento que tenían aquellos que


se acercaron a su oficina para acusarlo de ser egoísta, poco realista y cruel.
Él no podía comprender el descaro de aquellos que osaron a acercársele y
pedir más tiempo para la realización de su examen final, no cuando ellos
eran los que se perjudicaban a sí mismos con su falta de interés por la clase
y su evidente mal desempeño en el desarrollo de sus tareas y trabajos de
curso. Ellos no estaban siendo más que patéticos e ilusos al creer que él les
cedería "un poco" más de tiempo si iban a contarle historias tristes sobre sus
vidas, lo que era algo que a él no le concernía ni le importaba; siempre
estaban los alumnos que, a pesar de todo, rendían y destacaban en ello.

Quizás él sí era duro e inflexible. Quizás sí era egoísta y cruel. Incluso,


podría considerar la idea de que sus estándares eran demasiado altos. Pero
él no podía darle una oportunidad a quienes, en su mayoría, no se tomaban
la molestia de asistir a sus conferencias, y que tampoco se tomaban la
mortificación de pedir una clase extra por nada más y nada menos que
flojera.

Porque Jungkook lo sabía: los había visto más de sólo una vez irse de fiesta
en la semana, y sin importar qué día fuese. Por la misma razón no podía no
pensar que, si tenían tiempo para irse de parranda, tenían tiempo de sobra
para realizar sus deberes y ponerse al día en las materias que sabía que ellos
sabían que estaban fallando.

Sin duda alguna, era una situación, por lejos, muy irritante. Y por lo mismo,
él concluía que ellos no tenían motivos para reclamar, ni estaban en
condiciones de pedir. No se habían ganado el derecho, y el resultado de sus
calificaciones sólo definiría su nulo interés por aprender.

Y, obviamente, Jungkook les haría saber que, si no estaban lo


suficientemente enfocados en mejorar, tendrían que hacerse un favor a ellos
mismos y dejar su clase. Aunque, claro, él sabía que su clase, más
específicamente, era una obvia correlatividad para la mayoría de sus otras
clases. Y, en ese caso, tenían sólo dos opciones, y éstas eran bastante
radicales.

Pero, estaba más que seguro de que ellos también sabían eso.

Exhalando con irritación, sus facciones se endurecieron por vez que


distinguía un pequeño grupo de estudiantes afuera del salón, aparentemente
ellos estaban conversando de la fantástica fiesta que organizaría un tal Eun
Woo; Jungkook se tomaría la molestia de distinguir sus caras cuando tuviese
que entregarles el resultado de los finales. Se sintió aún más molesto, sobre
todo cuando vio que sus espaldas se doblaban de la risa de algún chiste sin
gracia. Bola de inútiles.

El ring sonó ruidosamente, y su sombra obscureció el vago reflejo de luz del


atardecer reflejado en la puerta.

Sus estudiantes guardaron silencio inmediatamente sin siquiera rechistar


sobre su presencia o insistir con sus paupérrimas excusas para pedirle
piedad (como si lo merecieran)... Ellos despejaron la entrada, dándose paso
adentro del aula de inmediato y murmurando lloriqueos nerviosos; apenas
entró, se dirigió a su escritorio, dejó encima su maletín con su portátil y la
carpeta con los exámenes, y les hizo saber, implícitamente, que no habría
compasión bajo ningún pretexto.

Pudo escuchar el suspiro de clemencia deambulando por el tenso silencio.

Él no se conmovió por eso. De hecho, ni siquiera se inmutó con el obvio deje


de desesperación en sus patéticos rostros.

El salón de clases estaba lleno. Bueno, casi lleno; la mayoría de sus alumnos
ya habían entrado y ya estaban sentados en sus respectivos bancos usuales,
organizando sus apuntes en un folio y con agravantes expresiones afligidas.

Qué molesto, pensó seriamente.

Un aire de desolación marcaba la peculiar escena antes del examen que él sí


se había tomado el tiempo de fijar en el calendario de evaluaciones para este
día sí o sí, y con lápiz rojo.

Jungkook acomodó su abrigo y les miró con frialdad antes de ir hacia la


puerta nuevamente.

—Tienen cinco minutos de repaso. —Avisó para todos, causando un poco de


confusión pero, dejando de lado la sorpresa, la mayoría sacaron sus tarjetas
de apuntes para ojear ciertos puntos importantes de la materia. Jungkook,
quizás, sí se había compadecido un poco por sus miradas insufribles. Sin
embargo, el motivo por el cual les concedió cinco miserables minutos era
completamente diferente: corriendo por los pasillos con la mochila medio
abierta, ropas muy desaliñadas y un desorden de ondas, Kim le rogaba con
la mirada no cerrar la puerta—. Debí despacharlo antes... —musitó para sí
mismo, bajito, viéndolo acercarse con rapidez; ejerciendo presión con sus
dedos, miró el reloj pulsera de su muñeca y apretó el pomo de la puerta,
haciendo el amago de cerrarla.

— ¡No! —Dice el muchacho, respirando pesadamente justo en frente suyo,


mirándolo con esa estúpida miradita fastidiosa. Sus mofletes están rojos, uno
de ellos abultado por el caramelo que envuelve su boca; él juega con sus
manos, los dedos pellizcándose nerviosamente—. ¿Puedo pasar?
Espirando pesado, mueve su cabeza con un gesto cortante para indicarle que
sólo entre. De todas formas, en parte, era su culpa que estuviese llegando
tarde; habían estado trabajando la mayor parte de la mañana, apenas
habían tenido el tiempo suficiente para comer. Y, si se sentía un poco
culpable por eso, él no lo admitiría abiertamente.

—Gracias —Exhaló una pequeña sonrisita, se veía exhausto después de su,


no muy disimulada, maratón por los pasillos. Era un tanto exagerado, muy
torpe y patoso. Pero, secretamente, eso no le molestaba tanto—. Gracias —
repitió con más seguridad, pasando por su lado.

— ¿Kim? —Lo detuvo.

Taehyung le sonrió tímidamente, deteniéndose y mirándolo por sobre su


hombro.

— ¿Sí?

Jungkook estiró su mano con una expresión de arrogancia. —El caramelo.

Taehyung emitió un quejido de protesta y, antes de acercársele, chupó el


dulce de forma sonora para sacárselo de la boca; todos sus músculos se
tensaron y su mandíbula se apretó por la rigidez que esa simple acción le
causó.

Taehyung lo miró, desanimado, y cerró sus ojos cuando le entregó la paleta


de dulce.

—Recuerde que en mi clase no se come —Le dijo con molestia, percibiendo


el olor almizclado de cerezas de cerca. Demasiado dulce, consideró, botando
el caramelo a la basura y sintiéndose ligeramente más animado...

—Sí, Señor... —murmuró Taehyung, abultando sus labios con un puchero de


manera disimulada por vez que se volteaba y avanzaba hasta su puesto.

Jungkook sintió una extraña sensación en el estómago cuando vislumbró los


esponjosos y suaves labios rojizos, —edulcorados de cereza—, sintiéndose
muy brevemente desorientado.
¿Cómo una estúpida paletita flipi-flopi podía inquietarle tanto?

—Bien, clase, guarden todo lo que no corresponda para la evaluación; sólo


su lapicera y un destacador pueden estar sobre su mesa. —Dijo, con tono de
hiel.

El alumnado, como de costumbre, obedeció. Y él finalmente les dio el chance


para que fuesen a buscar la hoja de evaluación, observando con ojo de
halcón cada movimiento que ellos hicieron.

Entonces, una vez que se aseguró de que todos tenían en su poder el examen,
se dirigió hacia ellos:

—Ya saben. Cualquier indicio, o cualquier actitud que a mí me cause


sospecha, sólo tendrán una objeción y ésta será la que le tendrán que dar al
departamento de literatura, o al director. No tolero faltas. No tolero la
deshonestidad. Quiero creer que son lo suficientemente inteligentes como
para no arriesgarse a ser el hazme reír de la universidad por repetir el
semestre. Porque les aseguro que, si comenten el más mínimo error de
copiarse entre ustedes, serán suspendidos; y si piensan que no soy capaz de
hacerlos repetir el año, créanme y tengan por seguro que, sin mi clase, no
podrán seguir su correlatividad para las otras. En fin, yesperando que lo
tengan claro, ¿alguna otra duda?

Un silencio sepulcral se hizo presente en el salón, casi pudo oír el sonido de


las persianas ondeándose debido al hueco de las ventanas abiertas. Bien.

—Supongo que ese silencio es mi respuesta... —comentó con burla, una


mueca torcida en sus labios, ácida, que pretendía ser una sonrisa sardónica
—. Pueden comenzar a realizar su evaluación. Desde ahora, cuentan con 2
horas hasta que acabe el período de la clase.

Dicho aquello, comenzó a pasearse por el salón, por el espacio que quedaba
libre entre los bancos, evitando cualquier oportunidad para pasarse
papelitos, mirar la hoja de su compañero o hacerse muequitas. Jungkook era
demasiado duro cuando se trataba de los deshonrados irresponsables que
copiaban, él no soportaba la cobardía ni la flojera; todavía recordaba a
aquellos dos alumnos que habían ideado todo un plan para pasar los finales
y se habían pegado dos post-its con las alternativas en la suela de los
zapatos; uno tras el otro, había sido demasiado obvio que algo se traían
cuando el que estaba atrás miraba el suelo cada dos segundos.

Estúpidos, ni para eso sirven, consideró con gracia, recordando todas y cada
una de las consecuencias de porqué copiar era una tan mala idea.

Cuando se convenció de que ninguno de ellos tendría los cojones para hacer
algo, fue hacia su escritorio y se sentó un rato, mirándolos todo el rato hasta
que, por lo menos, pasó una hora.

No obstante, después de vagar con su mirada por varios minutos, vio algo
que no le gustó y "algo" se removió en su interior, haciéndole sentirse
incómodo.

Uno de sus estudiantes "estrella" tenía los ojos fijos en Kim, o en su hoja... Él
no lo supo distinguir, pero le molestó de todas maneras cuando vio que el
tipo ni siquiera pestañeaba al mirar el perfil de Kim; amargo acre saboreó
en la punta de su lengua, ascendiendo por su esófago con ardor.

El tipo miraba a Kim Taehyung.

¿Por qué hacía eso?

Frunciendo el ceño profundamente, esperó que dejara de mirarlo y se


concentrara en el examen que le pedía a gritos aprobar su materia; él,
completamente perdido, pareció no inmutarse a su fría mirada.

Joder, ni siquiera lo disimulaba.

Incorporándose de su escritorio, se dirigió hacia el tipo, Jong-In. Con


lentitud, caminó hasta su banco y se paró junto a él. Podía sentir la atención
de más de medio salón en su imponente presencia levantándose sobre uno de
los chicos que más escándalo causaba por el sector de literatura, artes y
comunicación.

—Señor Kim —Le llamó, haciéndole despabilar de inmediato; el tipo lo miró


con una mirada de pocos amigos, tenía las agallas—, usted podría
molestarse en poner sus ojos en la hoja que tiene por delante en vez de mirar
toda la hora a... —se detuvo un par de segundos, acercándose de manera
amenazante hasta él, queriendo decir algo más, y arrepintiéndose—, en vez
de mirar toda la hora a la mosca que vuela por sobre su cabeza vacía.

Hueca quiso decir.

El tipo pestañeó por fin, desviando la mirada y asintiendo cortantemente.

—Entendido, Señor —dijo, a regañadientes.

Jungkook lo miró mal antes de voltearse y toparse con la mirada de Kim


Taehyung, quien, con dos grandes ojitos de miel y unos labios azucarados,
tenía una cara de sorpresa, impresionable. El cabello estaba un poco más
ordenado, pero esa boca se seguía viendo jodidamente apetitosa... Usaba
una camisa blanca, muy holgada con pantalones negros, ajustados; había
sido muy consciente de ellos durante la mayor parte del día. Y tenía esa
carita de ángel que le desconcertaba, y que no importaba cuánto tiempo
pasase, sabía que lo seguiría haciendo. Era demasiado hermoso, pero él no
sería capaz de admitirlo a viva voz.

Al ser consciente de su mirada, Taehyung mordió su belfo inferior y agachó


la cabeza, volviendo a concentrarse en resolver el examen, avergonzado.

Jungkook pretendió ignorarlo, pero, cuando se dio la vuelta, reprimió una


sonrisa.

Jungkook inhaló hondo, respirando el olor a café cargado, varios libros viejos
y un ligero toque a menta. Tamborileando los dedos en la madera del asiento,
miró a su alrededor por tercera vez consecutiva; las paredes de color beige, el
cuadro que colgaba en la pared lateral mostraba una pintura abstracta y todas
las plantas parecían haber sido regadas recientemente.

Era un buen lugar, muy cómodo.

Apretando sus labios, hizo una mueca cuando se topó con la mirada fija de su
terapeuta.

—Señor Jeon, ya pasaron los treinta minutos de su consulta, y no me dijo una


sola palabra sobre por qué usted está aquí —Dijo el hombre, irguiéndose en
la silla para mirarlo de frente, directamente. Era un hombre simpático, ya
viejo, y, aunque estaba seguro de que era muy sabio, le daba cierto recelo;
tenía un aire muy ligero a su padre, y eso le perturbaba—. Esta es nuestra
tercera sesión, usted me está pagando una considerable cantidad de dinero
por algo, ¿no es así? Su hermano me contactó porque usted necesita que le
preste mis servicios, ¿no puede sólo decirme algo? Quizás, cómo está el día
de hoy o qué comió en la...

—Mi novio rompió conmigo porque soy demasiado celoso y posesivo,


porque nunca se lo pedí directamente y, aparentemente, él quería eso. Y,
también fue porque no fui lo suficientemente serio con él como lo fui con los
demás; él no necesitaba compararse con ellos porque era mucho mejor que
cualquiera, pero sus inseguridades me jodían la cabeza y me comportaba
como un "neandertal" —Soltó de repente, relamiéndose los labios e
incorporándose. Estaba mucho más que agotado de repetir el guión en su
cabeza y le resultaba extenuante el tener que hacerle saber esa información a
otra persona, teniendo en cuenta el dolor por el que tenía que pasar; la herida
estaba fresca y, aún, le ardía. Pero, teóricamente, todo esto era un avance que
tenía que ejecutar. Él no se sentía bien, pero ahí estaba—. ¿Es eso lo que
usted necesitaba saber? Porque si me pregunta cómo estoy, estoy más que
seguro que usted sabe que estoy como, con todo respeto, la mierda. Aunque
estoy de seguro de que usted lo notó en estas tres sesiones, porque así es
cómo me veo, ¿no?

El hombre, Gong, le miró con las cejas alzadas por la sorpresa. Pero, él no
pudo ni quiso inmutarse a eso porque sentía una mezcla de emociones tan
contradictorias, que no sabía si estaba haciendo lo correcto o lo incorrecto.

La cabeza le dolía demasiado y sólo podía tener en cuenta que los días
seguían pasando, y él seguía esperando... Y Taehyung todavía no llegaba a
casa. Él no se sentía muy bien tratando de convencerse de que Namjoon sí le
había dicho que había aceptado ir a terapia porque, si lo había hecho, ¿por
qué Taehyung no llegaba a casa aún? Él lo extrañaba, y le dolía.
Lo peor de todo es que no era sólo la dolorosa espera de Taehyung lo que le
tenía tan mal, tampoco que todavía no pudiese asimilar su pérdida ni que en
serio habían rompido, que no había vuelta atrás, sino que tenía que cargar el
peso de la asimilación de todo su pasado, de todas las heridas viejas.

Era demasiado por procesar y, a veces, sentía que se hiperventilaba con toda
la cantidad de información que tenía que encausar; y le costaba respirar.

Sentía como si le hubiesen quitado lo único que podía hacerle olvidar todo lo
demás, lo sentía incrustado muy adentro, rompiéndole el corazón, irritándole
la dermis, desgarrando el tejido con crudeza y crueldad.

El mar de emociones seguía estando tan confuso con marejadas y mucha


confusión, y una mezcolanza de sentimientos y emociones que se
contradecían terriblemente y que le hacían sentirse tan desgraciado y
detestable, amargo, incapaz de ser un hombre amado.

Si me amabas tanto, ¿por qué rompiste tu promesa? ¿Por qué me


abandonaste?

Jungkook pensaba en la respuesta de un montón de preguntas que, al parecer,


todavía no podían ser respondidas.

Siempre pensó que el tiempo era relativo, pero, teóricamente, todavía no


pasaba la cantidad de tiempo suficiente para ellos. Y lo quería. Lo quería
tanto, que a veces el sentimiento de angustia se volvía insoportable y sentía
que le iba a explotar el pecho mientras lloraba desesperadamente, pidiéndole
llamar a su puerta y acunarlo entre sus brazos para sentirse a salvo de su
desafortunado pasado. No obstante, no importaba cuánto llorara o cuánto
pidiera que volviera -que volvieran-, Taehyung parecía no querer volver aún.

Aún.

Esa palabra se volvía tan fastidiosa. Porque Taehyung pronto volvería, pero
no aún.

Escuchó el sonoro suspiro de su terapeuta, y le vio escribir algo en una


libretita.
—Muy bien, Jeon Jungkook. Te espero la próxima sesión. Puedes retirarte.

Jungkook se sintió un poco mareado durante algunos segundos, pero asintió y


salió del cuarto de consulta del Doctor Yoon Gong, dirigiéndose a la salida.

Él quería irse a casa y gritarle a todos sus recuerdos por quedarse, por herirlo
aún más con la nostalgia y su olor...

El único aroma que tendría la capacidad de calmarlo y tranquilizarlo, sería el


de Taehyung. Porque no puede no asociarlo a la calma, a la serenidad, al
amor, a la dulzura y el cariño que necesita: a su lugar seguro.

Entonces, cuando apenas es consciente de que ya está en su auto, tratando de


ponerse el cinturón de seguridad, observando fijamente el llavero que tiene la
llave de su auto, se queda quieto, inmóvil antes de encender el motor.

¿En qué momento lo hizo?

¿En qué momento lo puso?

No lo puede recordar. Pero, sus dedos tiemblan por vez que sostienen la
figura de un coco feliz. Un jodido llavero de un coco feliz. Él quiso reír, y lo
hizo por vez que los ojos, automáticamente, le empezaron a arder con un muy
conocido picor. Él estaba llorando, sosteniendo la figurita con manos
temblorosas.

«¡Mira, es un coco feliz!»

Los recuerdos viajaron por su mente con rapidez, trayendo de vuelta aquella
mágica noche en Jeju, las sonrisas, el nerviosismo y la emoción alojándose en
su pecho cada vez que lo miró lucir tan hermoso y coqueto; recordó su cita en
aquel lugar frente al mar, el jugueteo cuando avanzaron por la calle entre
risas y besos anticipados que, en el taxi, le pusieron inquieto.

Jungkook lo recordó: la primera vez que hicieron el amor, naturalmente, sin


palabras sucias, sin palabras en lo absoluto, sólo jadeos y caricias enviciantes
por conseguir más; el amor desbordante cuando mimó cada detalle de su
cuerpo y se sintió tan amado bajo las luces amarillentas de su habitación de
hotel.

Jungkook recordó el «te amo» más sincero que podría oír en su vida.

Porque eso era lo único que le quedaba ahora.

Porque los días seguirían pasando, las semanas transcurrirían con una rapidez
violenta y pronto ya había pasado más de un mes, y él lo sabía.

Empero, todavía no podía acostumbrarse a la vehemencia de la soledad que le


acompañaba últimamente. Y lo único que podía encontrarse necesitando era
la fuerza para retomar el control de su persona, de su vida. Para volver a
buscar una oportunidad, para que Taehyung regresara con él, para que
volviera a casa.

Con el llavero entre sus manos, Jungkook se exaspera por poder encontrar
una manera de encontrar el control, de poder llegar a casa y entrar a su
habitación sin sentir todo el caos golpearle con ímpetu y franca realidad, de
no sentir que la presencia de Taehyung sigue ahí: como un tornado asolador,
causando un desastre y, como un doloroso alboroto, revolviendo todos los
recuerdos en su botella de alcohol.

Jungkook se siente mareado y, a sabiendas de que Taehyung sigue tan


adentro, se limpia las lágrimas y trata de convencerse, nuevamente, de que
Taehyung sí va a volver.

Pero no aún, se repite mentalmente, encendiendo el motor del auto, dejando


el llavero meciéndose.

Las remembranzas frescas son como limón en la herida, les hacen arder y le
causan náuseas cuando avanza por la carretera. Porque piensa que, si tal vez
Taehyung se cansó de ser la intermisión de su dolor, ¿qué remedio le queda
más que esperar encontrar otro remedio para que sea lo suficiente como para
que vuelva? Taehyung merece algo mucho mejor que un hombre jodido, pero
él sigue queriendo que vuelva con tanta vehemencia, que le duele hasta la
más ínfima fibra de su pecho.

Sólo quería que estuvieras aquí cuando esto sucediera...


Como ya saben y pueden notar, Jungkook está pasando por un proceso
de negación con respecto a su relación con Taehyung. Además tiene que
aprender a abrir su corazoncito para sanar:(.

Espero que estén bien, nos estamos leyendo~


87

Si había algo para lo cual Jungkook era realmente malo, era para mentirse a
sí mismo. Incluso si antes no admitió abiertamente que ciertas cosas tuvieron
un efecto en él, nunca pudo negarse a pensar en las cosas que le daban
vueltas por la cabeza; sus anhelos yacían muy adentro, en las profundidades
y, condensándose como fuego, en las entrañas. Por lo mismo, cada vez que él
fue capaz de detenerse y mirar a Kim Taehyung a los ojos, serio,
pretendiendo no inmutarse a su evidente atractivo físico, no pudo negarse a
sí mismo que había algo de él que lo ponía tenso y de mal humor; a veces se
había detenido sólo a mirarlo, y había visto lo hermoso que el chico era.
Entonces, Jungkook no era ajeno al poder que comenzaba a tener su
alumno/asistente sobre él.

Kim Taehyung era la definición ridículamente precisa y correcta de todo lo


que Jungkook deseaba en un compañero, en un amante.

El chico tenía todo lo que él deseaba poseer.

Y, por más que tratase de frenarse de ser consciente de Taehyung y de sus


muchos atributos estúpidamente encantadores, eso le seguía poniendo tan
rígido como una cuerda. Porque le sobraban las razones por las que no era
precisamente adecuado desearlo u sentir atracción como tal por él. No era
conveniente, y no era tanto porque fuese su asistente, sino porque seguiría
siendo su alumno y eso, claramente, podría complicar las cosas.

Por el mismo motivo era que llevaba días pensando en una opción viable que
le permitiese optar por una decisión que les beneficiara a ambos. Si bien
sabía que Taehyung pensaba que era un tipo cruel, desagradable y hasta
egoísta, no podría ser jamás un hombre sin sentido y sin falta de empatía por
alguien que conocía; no era cabalmente un amigo suyo, pero creía que sabía
lo suficiente del muchacho como para sentir algo de lástima y simpatía por
él.

Y es que Taehyung hacía bien su trabajo, se destacaba en su honradez, sobre


todo con respecto a los exámenes que le ayudaba a revisar y con los apuntes
que le ofrecía para leer y orientarse; de los tres meses que llevaba
trabajando para él, jamás había filtrado ningún tipo de información sobre
sus métodos o sobre él. Taehyung, inclusive, se esforzaba en hacer lo que
más podía con las tareas del hogar, y cocinaba riquísimo; siempre disfrutaba
de comer con él, y parecía querer estar en su casa muy a menudo.

Por lo que, no podía sólo echarlo y quitarle el único ingreso que tenía.

Por otro lado, eso que comenzaba a sentir, removiéndole las vísceras cual
miel derritiéndose en fuego, empezaba a inquietarle más de lo que debería, y
eso le causaba ser aún más hostil con el muchacho, quien culpa no tenía en
el asunto. Pero no podía evitarlo.

Porque Taehyung no sólo era increíblemente hermoso y carismático, también


era amable, tierno y estúpidamente noble. Siempre se preocupaba de él como
si realmente tuviese el derecho de hacerlo y, bueno, él nunca se negó a ello, y
era más que suficiente la razón para no hacerlo cuando el chico se ocupaba
de él como si fuese alguien importante. Aparte de obedecer sus órdenes al
pie de la letra, lo leía a la perfección y tomaba medidas para cada uno de sus
estados anímicos: si estaba molesto, evitaba estar a su alrededor para hacer
preguntas, y, si estaba enfermo, se ocupaba de organizar correctamente el
papeleo de las revisiones y de prepararle té o darle las medicinas a la hora
que correspondía.

Jungkook últimamente pensaba de sobremanera en Taehyung, no de la forma


en la cual debería y, aunque tratara de evitar el pensamiento a toda costa, él
no podía ignorar su presencia vagando de allá para acá, mirándolo con su
timidez característica cuando esperaba ser regañado por haber chocado con
alguno de sus muebles o por haber quebrado un vaso.

Taehyung lo miraba por entre sus espesas pestañas y con un tenue rubor en
sus mejillas cuando creía que estaba despistado. Pero, la verdad era que él
no podía ser más consciente de lo que se veía desencadenado por causa de
su presencia.
Las ropas de Taehyung se veían un poco viejas y degastadas, al principio,
pero, después de recibir su tercer sueldo —el cual decidió aumentar un poco
más—, Taehyung se vio diferente y, por ende, empezó a detallarlo de forma
diferente también.

Por ejemplo, descubrió que su pelo ondeado era suave, que su piel
acanelada era cual almíbar, que bajo esas ropas holgadas había un cuerpo
menudo y tan dócil, que se le hacía agua la boca de tan sólo imaginarse
escabulléndose por entre sus camisas y por esos pantalones de tela delgada;
sus manos picaban de tan sólo pensar cómo debía sentirse el tacto ante el
roce, el sabor al degustarlo y la sensación de poder saciar su necesidad…

Taehyung olía bien, siempre andaba limpio, un poco desaliñado y torpe, pero
se había encontrado soñando con tenerlo sentado en su regazo mientras
debía terminar sus horas de oficina. Se había encontrado soñando con él con
más frecuencia de la que debería; en diferentes situaciones, era su docilidad
y su ternura las que le hacían querer cuidar de él.

En serio tenía que estar muy jodido.

Sin embargo, era por aquellas mismas razones que él tuvo que considerar la
idea de despedirlo. Aunque, sabía muy bien que no sería capaz de hacerlo.

Entonces sólo le quedaba enojarse con sí mismo por ser tan descuidado de
no trazar un límite cuando tuvo que hacerlo, ahora sólo podía joderse la
cabeza, tratando de pensar en una solución.

Él había sido el culpable de toda esta mortificante situación y estaba seguro


de que Taehyung no tenía idea del efecto que causaba en él, y eso le tenía
mucho más que enojado; sabía que, al parecer, era el único que estaba
sintiéndose de esa forma, así que no le quedaba más que bloquear aquel
sentimiento y pasarlo por alto a toda costa.

Estaba decepcionado de sí mismo, no lo podía negar.

— ¿Señor...? —Le llamó Taehyung, con voz suave, haciéndole despabilar.

Jungkook lo miró de repente.


Sus ojos grandes lo miraban con curiosidad mientras se relamía los labios,
con la cabecita llena de ondas desordenadas asomándose por un hueco de la
puerta de su despacho.

¿Cómo se atrevía?

Jungkook frunció el ceño, enojado.

— ¿Sí? —Dijo, devolviendo su atención al libro que estaba leyendo. No


podía corresponder el contacto visual sin pensar tortuosos escenarios que
eran un martirio para su libido.

—El Señor Kim quiere verlo, está esperando por usted...

Esas palabras fueron suficientes para que Jungkook se incorporara y fuera a


recibir a su mejor amigo. De tanto pensar, había olvidado que habían
quedado.

Y, a sabiendas de que Kim lo seguía, su ego se sintió un poco acariciado por


vez que sentía su sombra tras su espalda, siguiendo sus pasos. Su sumisión le
causaba estragos en el cerebro y no podía pensar bien cuando se
comportaba así: respetuoso, dócil y obediente para él.

Estaba muy jodido.

Y lo supo en cuanto vio a Namjoon mirando a Kim con una expresión que él
sabía era de diversión por lo que sus ojos presenciaban; todos sus músculos
se apretaron cuando casi pudo oír su sonrisa.

— ¿Desea un café? —Cuestionó Taehyung, livianito.

Jungkook sintió que una nube negra cubría su cabeza mientras miraba al
otro hombre, ignorando a su asistente.

—Sí, por favor —Había aceptado su mejor amigo con su mejor sonrisa.

Después de aquello, ellos se habían dirigido a su despacho para conversar


más privadamente.
Pero, bueno, siendo completamente sincero, Jungkook no pudo concentrarse
en la conversación cuando sólo podía pensar en que Taehyung debía estar en
la cocina preparándoles un café, pensando en que, tal vez, podría observarlo
haciéndolo... Pero no, él no podía. Se negaba a ello.

Tenía que encontrar una forma de dejar que eso siguiese acrecentándose.

No obstante, cuando Taehyung entró con una bandeja, con una sonrisita
radiante mientras decía:

— ¿Querían café?

Jungkook había estado a punto de hacer un comentario mordaz y obvio, pero


Namjoon se había adelantado.

—Oh, claro que sí. Muchas gracias —Agradeció, con una leve reverencia y,
a la vez, recibiendo una de las tazas de café que Taehyung le entregó;
Namjoon le volvió a mirar con una expresión de burla.

Taehyung dejó una taza frente suyo, con ojitos dormilones y suspirando.

—Ve a descansar —Le dijo, mirándolo por el rabillo del ojo, cogiendo su
taza y tomando un sorbo, tratando de no inmutarse a esa carita perezosa—,
después de todo, hoy entras más tarde, ¿no?

—Sí, Señor... Muchas gracias.

Y dicho aquello, se retiró torpemente.

Sin embargo, Jungkook pudo sentir cada rastro de su presencia ardiendo en


su piel con un frenesí que, muy en su interior, sabía que no podría frenar.

Él tenía que resistir, tenía que bloquear aquel erróneo sentir. Él lo haría.

—No sé cómo puedes concentrarte con el aquí, estando en todo el lugar —se
había reído Namjoon, negando con la cabeza y haciéndole sentirse evidente.

Intentó ignorarlo, encogiéndose de hombros cortantemente, pero sintiéndose


molesto de nuevo, él no evitó preguntarle:
—Pfft, ¿a qué te refieres?

Namjoon volvió a reír.

—Jungkook, si hablamos de tipos, ese chico es completamente tu tipo, y no


sólo por lo bonito que sea, sino por la forma en la que se comporta y por lo
tenso que estás —comentó, bebiendo luego otro sorbo de su café—. Si tú lo
quieres, puedes, ya sabes, convencerlo, ¿no? Además se ve como el tipo de
chico que preferiría a un hombre dominante haciéndose cargo de él...

Los cables conectados en su cabeza explotaron con chispas.

Maldición.

—Cállate la boca. Eso es repugnante. Taehyung es… —relamiéndose los


labios, pensó en las palabras adecuadas para responder—. Si lo quisiera, y
lo quisiera él también... No necesariamente tendría que ser una sesión como
aquellas de dom/sub; con un chico como Taehyung eso sería un ademán.

—Si tú lo dices...

—Y no me gusta estar hablando de esta forma acerca de mi alumno, Nam.


Me parece sumamente irrespetuoso. Para él y para mí. —Se dirigió hacia él
con una mirada dura, hablaba muy en serio.

—Claro, lo entiendo. Es sólo que... Un poco de dolor y agonía a cambio de


un placer inigualable, no es una mala idea... —musitó, sabiendo lo que
Jungkook podía estar pensando—. Al menos deberías ir al club —intentó
convencerlo.

Jungkook pensó que debía dejar las cosas claras.

—Sí. Taehyung es hermoso y es todo lo que cualquier hombre querría para


su vida; él tiene el potencial de ser un compañero y un amante por
excelencia, el tema es que yo no quiero ni puedo verlo de esa manera,
¿entendido?

Namjoon había enarcado una ceja con curiosidad.


—Entonces... ¿Me estás diciendo que el muchacho ese está...?

—No.

Hubo silencio ante la rotunda respuesta.

— ¿Sabes, Jungkookie? —Empezó de nuevo Namjoon—. Pienso que eso


podría ser fantástico. Pienso que, por cómo lo describes, sería algo que
ambos disfrutarían. Y, con cualquier chico en sí; todos los chicos del club
siguen preguntando por ti. Claro, si no tuvieses tanto miedo de quemarte...

Jungkook sintió sus sienes punzar cuando se le apretó el pecho.

—Solía ser un buen hombre, Nam. Solía querer entregarlo todo. Solía ir y
conseguirlo con orgullo —le dijo, con una expresión indescifrable; su dedo
trazando el borde de cerámica de la taza—. Hasta que conocí a Kai, quien
me arrebató aquella idea de la ilusión previa y las expectativas, quien me
arrebató mi dinero y me hizo sentir como eso: un signo peso en su cuenta
bancaria...

—Jungkook...

—Y luego conocí a Sam —su mirada se obscureció—, quien me quitó aquella


seguridad de ser suficiente como para ser amado sin ser una opción.
Entonces, mis ganas de volver a caer en eso son nulas.

—Jungkook-ah...

—La humillación, el egoísmo, la inseguridad y los trozos de un hombre roto


no son algo que Taehyung o cualquier otro chico querría. No sería justo ni
para él ni para mí. Así que sí, todo eso te hace sentirte más indeciso. Por lo
que tienes razón, Nam: tengo miedo de salir quemado otra vez, tengo miedo
de que me lastimen de nuevo; temo dañar a alguien de la misma manera en
la que lo hicieron conmigo.

Namjoon asintió con una mueca amarga, pero ellos siguieron hablando de
otra cosa completamente diferente porque ese tema seguía siendo intocable
para él después de todo el dolor que tuvo que atravesar por causa de sus
rupturas, que siempre parecían venir con tragedias.

No obstante, cuando Namjoon se fue, Jungkook se quedó pensando en lo que


éste le había dicho, y se convenció de que tenía razón, que no tenía que lidiar
con algo así.

No ahora, pensó.

Pero, de todas formas, se quedó mirando con pesadez y cansancio cómo era
que Taehyung dormía cómoda y plácidamente en su sillón, cubierto por
almohadas, en posición fetal mientras se cubría parte de las piernas con su
abrigo.

Jungkook pensó que eso le molestaría, pero, vamos, no era para tanto... Si el
chico tenía frío por sus ropas livianas y la siesta que estaba tomando en la
sala de su casa, con la estufa apaga en pleno otoño y la humedad de afuera,
él tenía el deber de ser considerado con él.

Después de todo, tenía por lo menos unos quince minutos de siesta todavía.

No podía despertarlo, no a sabiendas de que estaba exhausto.

Así que, tomó el abrigo y lo tapó adecuadamente con éste, viendo cómo él se
acurrucaba de inmediato a la prenda, suspirando con satisfacción en el
sueño.

Jungkook no pudo reprimir la sonrisa debido a que la acción causó una


sensación que le cosquilleó en el pecho y le hizo sentirse complacido.

¿Por qué Taehyung tenía que amenazar con presionar ciertos botones en él?

Taehyung estaba sentado con las piernas cruzadas en el colchón de la cama


de Yoongi, con Jimin a su lado y Baekhyun al otro. Ellos le ayudaban a
mandar su currículum a otras editoriales cercanas a la zona, dentro de Seúl.
Porque le habían convencido de que, simplemente, no podía seguir
hundiéndose en sus sentimientos deprimidos; tenía que avanzar, pero todavía
le resultaba difícil adaptarse al tiempo que concurría con violencia y le
presionaba el pecho con dolor.

Así que, apenas era consciente de que había pasado más de un mes, casi dos
meses... Y a él le costaba aún acostumbrarse a vivir en un apartamento que,
aparentemente, se seguiría sintiendo tan ajeno; no como casa, pensó.

Taehyung extrañaba su hogar, extrañaba a Jungkook... Extrañaba estar en su


hogar con Jungkook.

Tan solo ese pensamiento trajo de vuelta un sentimiento cálido que se instaló
en su pecho, sentimiento que luego se vio remplazado por una nostalgia y un
asolador y doloroso sentir. Lo seguía extrañando tanto, que a veces le
resultaba insoportable... A veces le dolía hasta respirar sin poder correr hacia
él, de ser su consuelo, de proteger a su Jungkookie tal y como él lo hizo
cuando más lo necesitó; solo quería acunarlo entre sus brazos y besar su
cabeza para que él pudiese dormir y descansar de todas las noches que sabía
se quedó despierto, esperándolo, buscándolo incluso cuando él no estaba.

La monotonía de sus días seguía acrecentándose sin la presencia del hombre


que amaba, haciéndole notar cuán dependiente era de él y cuánto lo amaba.

Y es que Taehyung, hace un par de semanas, había decidido apagar su móvil


porque no quería lidiar con absolutamente nada, y desde entonces era que no
sabía nada de Jungkook o de su “familia”. Sólo sabía que necesitaba un gran
descanso de todos ellos, y que no quería volver a ver a Seok Jin porque sentía
un profundo rechazo hacia éste.

Sobre su familia, no se sorprendía de su desinterés y la abrupta falta de


contacto. Se sentía solo, pero al menos tenía nuevos amigos y una nueva
esperanza de un trabajo para poder acceder e ir a un psicólogo.

Aunque, Jimin le había dicho que él conocía al indicado para ayudarlo.

Al menos los tengo a ellos, pensó mientras veía los pequeños dedos de Jimin
teclear el portátil y oía a Baekhyun alegando por la mala calidad del wifi en
el edificio. De haber sido otro el contexto y la ocasión, hubiese reído. Pero la
verdad sea dicha, no había ningún motivo por el cual reír justo ahora.
Él tenía que conseguir ese trabajo, tenía que buscar un lugar para vivir y para
poder tratar ese sentimiento angustiante que se apoderaba de él, cosa que no
podía ignorar y que comenzaba a aterrarle.

Temía que incluso el conserje pensara que se lanzaría de la azotea en


cualquier instante.

Y pensó en cuánto eso destruiría a Jungkook si supiera que la gente


empezaba a mirarlo de esa forma...

—En serio necesito encontrar otro lugar —Comentó de repente, con los ojos
ardiéndole por las lágrimas que contuvo de tan sólo pensar en Jungkook. Era
su único escape de la realidad antes, entonces con él podía sentirse a salvo y
seguro. Nadie nunca podría decirle que él no merecía sus lágrimas. Porque él
era dueño de todo; lo que construyeron se había desplomado y sólo quedó la
base de su casa, y ahora ambos sólo extrañaban tanto volver a su hogar.

—Si entras a Yeona, no sólo seríamos compañeros, Taehyungie —Comentó


Baekhyun, con complicidad que le causó un sonido quebrado; era una risita
burbujeante, un poco oxidada tras haber llorado tanto, por tanto—. Tenemos
un compañero que busca roomies. Él dice que la casa que sus muy generosos
padres le concedieron es demasiado grande y que puede rentar las
habitaciones que están disponibles...

— ¿En serio? —Dijo, un poco sorprendido e ilusionado con la idea de poder


rentar en otro lugar.

Quería mucho a Yoongi, ambos se llevaban bien y él respetaba su amistad


como debía ser. Pero, quería cambiar de ambiente, lo necesitaba; cambiar de
aire para poder respirar bien y retomar bien su vida.

—Ajá...

— ¿Por qué te vas de tu casa, Baek? —Interrumpió Jimin, con curiosidad y


mirándolo por el rabillo de sus pequeños ojitos rasgados.

—Mi hermanastro es un imbécil que odiaré toda la vida, es un cerdo y un tipo


pendejo, muy prepotente y arrogante. No me agrada, me molesta y, como
debe repetir el semestre por bruto, papá no quiere echarlo de casa hasta que
éste no pueda comportarse como una persona normal y ponerle empeño para
concretar sus estudios.

Taehyung estaba triste y tal vez deprimido, pero le hizo gracia que Baekhyun
fuese tan expresivo con su lenguaje, y eso le robó otra risita. Aunque, no
evitó no cuestionarse por qué se llevaba tan mal con su hermanastro.

— ¿Y se puede saber por qué lo odias tanto? —Jimin preguntó otra vez, sin
parecer muy discreto, mirándolo por vez que presionaba el botón de enviar en
la laptop.

— ¿Por qué tendría que responder a esa pregunta? —dijo Baekhyun, a la


defensiva.

—Porque estamos genuinamente curiosos —se atrevió a completar


Taehyung.

Baekhyun entrecerró los ojos, emitiendo un quejido cuando se dejó caer


dramáticamente sobre un cojín.

—Sólo contaré esta triste historia para compensar el chisme que merece saber
mi querido Taehyungie... —murmuró con un deje de cansancio, parecía que
él no quería recordar lo que vino a su mente, porque su expresión se tornó
más oscura y demacrada—. Bueno, puedo contarles parte de la historia.

Jimin frunció el ceño, un poco alertado.

—Por favor dime que no es lo que pienso que es... —Dijo.

Hubo silencio.

— ¿Baek? —Taehyung se irguió, sentándose derecho y preocupado.

Baekhyun sonrió sin querer hacerlo.

—Nunca tuve una buena relación con Jong-In. Siempre lo odié —musitó, la
mirada pérdida en algún punto inerte de la pared.
Jungkook había llamado más de un par de veces a Taehyung, le había dejado
más de un par de mensajes. Antes. Porque ya había dejado de insistir.

Porque, si Taehyung se había ido porque necesitaba darse un tiempo, él no lo


podría ignorar; respetaría su espacio, no querría seguir perturbando su calma,
no querría que él prolongara esto mucho más por su culpa.

Sin embargo, no había un solo día en el que no pudiese pensar en su TaeTae.

—Dale tiempo al tiempo —Dijo Mingyu, interrumpiendo sus pensamientos


de repente, tras de él, parado en el umbral de la puerta de la cocina con los
brazos cruzados sobre su pecho y una sonrisa suave.

Jungkook volvió a mirar su taza.

— ¿Qué se supone que significa eso, hyung? —Rió ligeramente.

Mingyu suspiró y levantó las cejas mientras se encogía de hombros,


avanzando hasta la mesa y sentándose en frente suyo.

—No lo sé.

Jungkook se sintió un poco divertido. —Entonces, ¿por qué dices algo que no
sabes qué significa?

—Porque mi suegra solía decírmelo cuando iba a la casa de mi novia después


de haber rompido, un poco borracho, a veces llorando, a veces haciendo
algunas estupideces mientras le rogaba por volver...

— ¿Por qué yo no sabía eso, hyung? —Jungkook se carcajeó, no pudo


evitarlo, porque no conocía aquella faceta de su hermano.

—Porque no estabas en Londres, y porque no conociste a Nancy...

—Entonces, ¿qué crees que quiso decirte tu suegra con esa frase icónica? —
Musitó, bebiendo un sorbo de su licuado de proteínas; seguía entrenando tras
todo el incidente porque necesitaba mantener su mente enfocada en otra cosa.
Además de que el ejercicio le ayudaba a canalizar el estrés. Su psico-
terapeuta le había dicho que tenía que seguir adelante, buscar formas para
motivarse y hacer las cosas que hacía antes; no podía dejar que la situación le
consumiera, no podía olvidarse de su vida sólo por estar deprimido.

—Supongo que fue porque quería que dejara de fastidiar e ir a molestar a su


hija a las 3am, y borracho. Qué cliché, me avergüenzo de mí mismo cada que
lo recuerdo.

—Tienes tus motivos —corroboró con una mueca graciosa, incorporándose


para irse a seguir su rutina.

Dicho aquello, Jungkook se dirigió hacia el patio de la casa y se preguntó por


qué nunca había estado en el patio con Taehyung, se preguntó a sí mismo por
qué Taehyung nuca visitó el patio; cuando se lavaba ropa, ellos solían usar la
secadora, y cuando cocinaban Taehyung solía mirar por la ventana hacia allá
pero nunca salió al patio; o al menos él nunca lo vio allí.

Jungkook observó el pasto verde podado, los árboles pomposos amarillentos


por la cercanía del otoño y pensó en cuán vacía se sentía su casa sin TaeTae.

Jungkook tomó su móvil y lo observó en su fondo de pantalla; Taehyung era


dormilón, y en aquella fotografía se veía medio despierto, con los ojitos muy
perezosos cerrados y su moflete izquierdo aplastado contra la almohada.

Tiempo al tiempo, recordó.

Pero él lo seguía extrañando tanto, que el hueco en su pecho seguía doliendo


con el pasar de los días. Y sabía que tenía que esperar un poco más. Porque
Taehyung volvería. No aún, sin embargo.

Estaba escuchando mi playlist triste para editar este capítulo y sólo pude
sentir mucha nostalgia. Así que les daré un spoiler: recuerden que me
gustan los finales felices.

¿Les están gustando los detalles de los flashbacks?


Espero que sí, eso es algo que quise agregar (de último momento) para
que pasaran la penita o la angustia de estos capítulos de separación xD.
En fin, les amo, cuídense mucho~
88

Taehyung observó, con detención, cada movimiento que su profesor hizo.

Miró con suma atención la comunicación gestual que utilizaba y esa peculiar
forma en la que su mirada expresaba desinterés e intensidad al mismo
tiempo.

Era increíble...

Sintiéndose totalmente absorto en las palabras que dejaba salir con una
fluidez oratoria casi envidiable mientras daba una cátedra para la clase,
Taehyung usó su lápiz como distractor para no ser tan obvio, pues él era
consciente de que le estaba poniendo más atención que el resto de sus
compañeros. Y no era como si fuese un crimen querer aprender, pero
tampoco podía mentir sobre eso y, mucho menos, no lo podría ocupar como
excusa. Porque Taehyung no miraba a Jeon con fines precisamente
educativos, y esa era una verdad aterradora incluso para sí mismo. No
obstante, nunca podría admitirlo abiertamente y, una vez más, tuvo que
negarse a pensar en ello mucho más de lo que tenía permitido.

Pero, aun así, a veces se perdía en el contraste de su voz suave y formal, en


su traje de dos piezas, comparándolo, casi inconscientemente, con cómo
lucía en casa.

No podía negar que había algo en Jeon que lo magnetizaba terriblemente,


porque se encontró pensando que no le importaba tanto si el tipo era mandón
y duro y hasta un poco cruel -como el estricto profesor que era-, porque él le
había encontrado un sabor agridulce a su personalidad, y supo haber
generado un gusto muy retorcido por ésta.

Porque, secretamente, no le fastidiaba tanto Jeon.


Pues, su voz, hablándoles con un timbre sereno y letalmente amenazante, aún
le causaba aquellos escalofríos de dudosa procedencia que prefería pasar
por alto, de hecho; más de una vez se sintió un poco raro, incómodo, al tener
esos pensamientos inadecuados. Además eso no era lo único que le tenía
inquieto, sino que el hecho de encontrarse a sí mismo pensando en Jeon, su
profesor, y con más frecuencia de la que debería, le tenía un poco mal de la
cabeza.

Seguramente algo debía ir mal con su creativa e imaginativa mente...

Vamos, él se había encontrado a sí mismo inhalando su aroma como si fuese


necesario después de un día estresante. Y, aunque, al principio, pensó que no
era tan extraño que su maestro oliera jodidamente bien, se retractó cuando
se encontró a sí mismo con el abrigo del hombre entre sus dedos. Porque eso
sí era raro. Definitivamente. Por la misma razón, decidió reprimir ese
terrible e insano deseo por inhalar al tipo como si fuese... alguna cosa rarita
que fuese dependiente del olor de sus camisas y abrigos.

Era extraño, lo sabía.

Y trató de no seguir dándole vueltas al asunto, reprimiendo por completo ese


desideriúm que ardía como fuego rojo en sus entrañas, haciéndole sentirse
tan estúpidamente necesitado, que trató de retenerlo a toda costa.

Sin embargo, cuando, semanas después -y después de un día muy difícil-, se


encontró a sí mismo con su camisa entre sus dedos, abrazándola como si el
peculiar aroma de Jeon tuviese el sorprendente poder de tranquilizarlo y,
peor aún, consolarlo. Taehyung tuvo que evitar entrar en pánico porque,
trayéndole la calma y ese sosiego que los exámenes le habían arrebatado, la
presencia tan dominante de su maestro rellenó cada espacio vacío, cada
espacio que debió ser llenado con su prepotente semblante; y eso le asustó
más que sólo un poco.

Y Jungkook pudo darse cuenta de ello.

Lo supo en el instante en el cual su alumno comenzó a rehuir su mirada de la


suya, con la cabeza gacha, evitándolo, un poco avergonzado, un poco tímido.
Era tierno.

Jungkook pensaba que Taehyung era tierno.

No obstante, sabía que no podía pensar en su alumno de esa manera.

Empero, después de convivir durante tanto tiempo por él, ya le resultaba casi
inevitable no condicionar la ternura de un tierno e inocente corderito con
Tae.

Taehyung, se rectificó de inmediato. Kim.

Y es que Jungkook sabía que Taehyung era un sumiso innato. Él no


necesitaba una demostración para comprobarlo. Era más que obvio. Pero, la
sumisión que lo caracterizaba distó de serlo cuando el recelo se mostró al
acecho por cada una de sus acciones, mostrándose suspicaz con respecto a
él.

Kim se comportaba como un gatito arisco, y eso le divertía a veces.

Porque Jungkook sí era de filtro duro y, aunque era bastante difícil lograr
una reacción de su parte, Taehyung presionaba todos los botones correctos
en él y era estúpidamente consciente de cada una de las reacciones que le
causaba.

Porque cuando vio a Taehyung tropezarse con sus propios pies -con la única
intención de evadirlo en el pasillos- y maldecir groserías por lo bajo, con el
entrecejo fruncido y esa bonita carita enojada, Jungkook realmente tuvo que
reprimir una sonrisa.

Él sabía que, últimamente, Taehyung estaba actuando a la defensiva y,


aunque no sabía el por qué, le divertía que se comportase como aquel chico
mimado y molesto que realmente no era. Y sólo Dios sabrá cuánto quiso
corregir ese mal humor dirigido en su dirección. Porque la picazón no se
disipó, la sangre viajó hacia el sur con ávida rapidez y la tensión que se
acumuló fue demasiada, ésta siendo el detonante definitivo para su propio
martirio.
Porque los siguientes días sólo pudo ver a Kim Taehyung moviéndose de allá
para acá, obligándolo a aguantarse las ganas que tenía de montarlo en su
regazo y acunarlo contra su pecho mientras terminaba su trabajo, explicarle
y enseñarle las caricias que, espontáneas, lo llevarían al mismísimo cielo si
tan sólo pudiese decir que «sí» libremente.

Si no fuese mi jodido alumno, pensó con más rabia de lo que imaginó sentir.

Él tenía que sacarse esas ideas de la cabeza lo más pronto posible, antes de
que fuese demasiado tarde como para que la atracción se concentrara más
adentro de sus entrañas, fundiéndose ahí, dejando la esencia en su sistema.

Porque Jungkook, muy en el fondo, sabía que si llegaba a pasar algo más,
Taehyung sería su debilidad. Y eso era principalmente porque su alumno
poseía aquella habilidad de meterse bajo la piel de cualquiera fácilmente;
después de un tiempo era obvio que incluso había tenido un efecto en él.

Maldición, lo sabía.

Y lo sabía tan bien como sabía que, si el chico hacía algo, él no podría
negarse.

Taehyung tecleó rápidamente en la computadora y anotó algunos detalles en


el post-it azul que había comprado la semana anterior. Inhaló y exhaló dos
veces antes de seguir, reteniendo la idea y plasmándola en uno de los párrafos
que le habían pedido organizar para un artículo de una revista; todavía no
estaba tan entusiasmado por haber conseguido trabajo en Yeona, pero eso era
mejor que no haber conseguido nada y haber seguido hundiéndose en su
miseria.

Así que, una vez más, agradeció haber conseguido el empleo y se irguió en la
silla cuando la tensión en sus músculos rígidos dolió. Estaba demasiado tenso
aún, ya que con todo lo que hubo sucedido no podía canalizar el estrés de una
forma correcta y por completo. Le costaba. Pero estaba tratando de seguir, no
quería quedarse estancado. Y, cada vez que sentía que no tenía fuerzas, le era
inevitable no pensar en Jungkook. Entonces se convencía de que tenía que ir
hacia adelante y pensar en el futuro que quería, la vida que quería retomar.

No quería pretender que todo estaba bien porque las cosas todavía no estaban
totalmente bien, pero, poco a poco, estaba mejorando y ya no se sentía taaan
deprimido. Al menos sabía que eso lo estaba sabiendo llevar, porque, incluso
si extrañaba a Jungkook, sabía que él estaba yendo a terapia y que pronto las
cosas mejorarían para ambos; esa era su motivación.

Además, no todo estaba siendo malo. Porque Taehyung se dio cuenta de que
el espesor del huracán se estaba difuminando, alejándose. Y, aquellas nuevas
oportunidades que tanto esperó, le calzaron como zapato nuevo.

Había conocido a sus compañeros de trabajo y se llevaba bien con ellos,


sobre todo con Choi San, su superior, y Seong Hwa, su, próximamente,
roomie. Era increíble pasar el rato con ellos: eran muy amables, empáticos y
graciosos, y Taehyung en poco tiempo descubrió que ellos eran personas
maravillosas.

Baekhyun y Yoongi seguían siendo sus amigos, obviamente, pero los tres se
hallaban mirando en diferentes direcciones y Taehyung era consciente de que
cada uno de ellos estaba demasiado ocupado haciendo su vida; ellos habían
cambiado, estaban creciendo. Y lo bueno era que pronto se estaría mudando
con Baek y que, claro, tampoco dejaría de mantener el contacto con Yoongi.

Esos chicos habían sido parte de su vida a pesar de todo, y él les apreciaba en
demasía y les perdonó sus errores tal y como ellos perdonaron los suyos.

Sólo estaban fluyendo en lo que tuviese que ser y lo que fuese que pasara de
ahora en adelante; Taehyung había agendado una hora en una clínica
particular que Jimin le había recomendado y, no podía mentir, su ayuda
realmente le estaba haciendo bien.

Estaba agradecido de haber encontrado a las personas correctas en el


momento correcto, porque sólo de esa forma no se sentía tan solo. Y, bueno,
al final del día, conocer otros lugares y otras personas, convivir con todos
ellos y pasar un buen momento en cualquier lugar con la inigualable
compañía de sus amigos... Esa era una de las mejores terapias que pudo
necesitar.
—Taehyung.

Su móvil sonó.

Taehyung elevó la mirada de la computadora, sosteniendo su móvil entre los


dedos mientras observaba a su superior recostarse contra el marco de la
puerta, haciendo una señal que afirmaba sí podía coger la llamada.

—Sólo un minuto —Musitó bajito para él, llevándose el móvil a la oreja—.


¿Hola?

De inmediato se escuchó el ruido del tránsito, la muchedumbre y unas


bocinas.

—Taehyungie, ¿estás ocupado? —Dijo Yoongi a través de la línea, con la


voz gruesa y lo que pareció ser una sonrisa suspirada.

—Hum, no... Es mi hora de colación... ¿Por qué, hyung? ¿Ocurre algo?

—No, no es nada de eso —Riendo ligeramente, Yoongi carraspeó luego—.


Es sólo que estaba pensando comprar pollo frito y algunas cervezas, y
también de aquellos Dumplings que te gustan, para cenar. Juntos... ¿No
tienes planes, o sí?

Taehyung sintió un retorcijón de tripas.

San suspiró mientras le mostraba el reloj de pulsera en su muñeca.


Apresúrate.

—No. Me encantaría cenar contigo, hyung —Dijo, sonriendo sinceramente.

Hubo silencio un par de segundos.

Taehyung se incorporó, yendo hacia el otro hombre que lo esperaba a unos


pocos metros de distancia.

—Está bien entonces, pasaré por ti —Yoongi le avisó, su voz sonando


amable.
—Eso está bien, te esperaré.

—Bien.

Taehyung mordió su labio inferior. —Nos vemos, hyung...

Y dicho aquello la llamada finalizó.

—Eso fue raro —Dijo San, riéndose y contagiándolo con su risa. Él era uno
de esos hombres difíciles de encontrar: amable, carismático, romántico,
maduro y serio, era sinceramente muy dulce. Choi San era su superior,
escribía algunos relatos bajo un nombre anónimo y aquellos se hacían cada
vez más conocidos en los artículos que más se vendían, inclusive en blogs
por internet; de hecho, San le había contado que varias editoriales
reconocidas lo estaban contactando para ofrecerle un puesto muy bien
remunerado. Choi san era una eminencia—. Tenía demasiado trabajo, y ya
envié mis solicitudes de traslado... Así que, vamos a comer antes de que la
hora del almuerzo acabe, ¿sí?

—Sí, vamos. Lamento la demora, Sunbae. Es sólo que... Yoongi está un poco
emocional con todo este asunto de mi mudanza y me dice que sólo quiere
pasar sus últimos días conmigo. Como antes. Y yo lo entiendo, pero...

—Taehyung-ah, él era tu mejor amigo, estoy seguro de que sólo quiere que
las cosas vayan bien entre ustedes de nuevo. Y supongo que quiere que esa
brecha de distancia entre ambos desaparezca. Debe ser difícil para él... He
escuchado que, después de que uno de los mejores amigos tenga sentimientos
platónicos por el otro, las cosas cambian radicalmente una vez que se hace
obvio... Pero, no lo estoy juzgando porque, por lo que me han contado
Baekhyun y tú, estoy seguro de que él sólo quiere que esa incomodidad
quede en el olvido.

Taehyung abrió su boca y espiró hondo, sonriéndole con cansancio.

—San Sunbae, eres increíble. Se te va a extrañar por aquí cuando te vayas...

—Lo sé, soy entrañable...


Taehyung se carcajeó adorablemente porque San le agradaba demasiado, y
esperaba que su superior pudiese encontrar eso que tanto buscaba en aquella
editorial a la que se estaba transfiriendo.

Estaba seguro de que lo haría.

Jungkook tamborileó los dedos con nerviosismo sobre la mesa de escritorio,


su terapeuta le miraba con el ceño fruncido y una mueca torcida.

—Entonces —Empezó Gong, los lentes colgando por el puente de su nariz y


la libreta entre sus manos; se veía serio con una expresión amarga—, ¿tú no
sentías nada? —dijo.

Jungkook sacudió su cabeza lentamente.

—No...

La mirada que el hombre le dirigió era intensa, y parecía que intentaba


descifrar algo. Y Jungkook se sintió genuinamente incómodo. Miró la hora en
el reloj que colgaba de la pared y suspiró hondamente; aún faltaban quince
minutos para que su sesión terminara, pero ya estaba harto.

—Ni miedo, ni culpa, ni tristeza... ¿Nada? —Insistió, colmando poco a poco


su paciencia; Jungkook negó cortantemente con una mueca—. ¿Ni siquiera la
culpa de sus relaciones anteriores?

—No.

—Jungkook, no necesitas negarlo. Es algo bastante común en el trauma,


sobre todo teniendo en cuenta que tus relaciones estuvieron destinadas al
fracaso desde un principio y, claro, teniendo en cuenta también que, con el
fin de cada una de éstas, siempre se desencadenó algún evento
desafortunado...

Jungkook sintió su pecho apretarse, las costillas se contrajeron y él inhaló,


una vez más, profundamente.
—No, no es tanto por... No, no es... No. —Negó con molestia, desviando la
mirada hacia la madera del escritorio. El olor espeso del café y vainilla le
hizo sentirse molesto y le causó náuseas. En realidad, era jaqueca porque se
sentía mareado.

—Jungkook, escúchame —pidió Gong, mostrando una expresión compasiva


acompañada de su tono suave. Jungkook sabía que estaba tratando de no ir
por más, de no alterarlo, pero él ya se estaba sintiendo un poco sofocado—.
Usted hizo a un lado sus sentimientos por demasiado tiempo, los negó y los
ocultó y trató de enterrarlos muy adentro para que nadie más pudiese verlo...
¿No cree que ya es hora, después de tanto, de aceptarlos?

Jungkook relamió sus labios, empuñando los puños con dedos fríos. De
pronto la cabeza le dolía en demasía, las cienes le punzaban con dolor agudo
y seguía moviendo su pierna izquierda compulsivamente.

—Yo... Yo no lo sé, no comprendo a qué va.

Gong inhaló y se inclinó hacia adelante, mirándolo con la mirada de un


adulto, le recordó a su padre... Pero Gong le transmitía amabilidad y
compasión, esto era lo que le molestaba a veces; no necesitaba demostrar
lástima, no quería eso.

—Jungkook, te estoy pidiendo que puedas admitirlo. Te estoy pidiendo que


tú dejes atrás esa etapa de tu vida, que puedas sentirlo y que lo proceses, y
que lo puedas dejar atrás. Te estoy pidiendo que reclames tu dolor, que
reclames toda esa pérdida, que reclames tu duelo y que lo sientas para que,
finalmente, pueda haber un cambio en ti. Para que puedas seguir adelante sin
todos esos estigmas.

Apretando los puños, los nudillos pálidos y la mandíbula tensa, Jungkook


tuvo que mirar hacia otro lado de nuevo. No era capaz de hacer contacto
visual. Se sentía mal consigo mismo, se sentía confundido y se negaba,
aunque, muy en el fondo, sabía que Gong tenía razón.

—Y esto sí se trata sobre sus relaciones, también se trata sobre su padre, todo
esto está conectado... Usted sólo necesita comprenderlo y procesarlo, vivir el
dolor y dejar de reprimirlo. Porque su mecanismo de defensa es ocultar todas
sus heridas y para cargar las cruces de sus amantes: con el fin de ser amado,
tú te olvidas de ti mismo, Jungkook.

Gong observó la palidez de Jungkook, toda la ira manchando sus ojos negros.

Pero siguió: —Todo esto, Jungkook, tenía que pasar en algún momento. Era
obvio que esto pasaría. No lo sigas negando, avanza.

Jungkook lo miró con furia.

— ¿Todo esto tiene que ver con que el amor de mi vida me haya dejado, con
que yo le haya humillado y le haya hecho sentirse insignificante, Doctor? En
serio, dígamelo, si todo esto tiene que ver con que lo haya hecho sentirse
como una posesión, como una cosa mía... —Le echó en cara su molestia, de
pronto su rostro se teñía de furia por los recuerdos de todos los años y una
mezcolanza de emociones, risas, gritos, llantos, discusiones, un sinfín de
ruegos y mucho alcohol—. ¿Está intentando decirme que lo que todos mis
novios me hicieron a mí tiene que ver con lo que yo le hice a mi Tae? Porque
créame que no fue lo mismo. Taehyung fue diferente en todos los sentidos
posibles.

—Jungkook, entiende que tú no puede definir ni limitar tus sentimientos, no


fuiste totalmente consciente de que sí tuvo que ver. Porque tú seguías ahí; la
parte de lo que fuiste, las partes de lo que fuiste se quedaron con una parte de
cada uno de ellos. Quizás fue un daño colateral. Era inevitable, Jungkook.

Jungkook se sentía exasperado, frustrado y muy cansado.

Una oleada de inseguridad atacándole.

Tenía sentimientos contradictorios.

—No, no es... No... No es lo que yo... No. No lo sé.

Gong suspiró, mirándolo con cariño; después de tres meses de terapia sabía
que, aunque Jungkook aparentase ser un hombre hostil, era un buen hombre.

—Jungkook, si volvemos al inicio, tú nunca evitaste esto. Tú sabes que tú no


te negaste jamás a sentir cosas por Taehyung. Tú, muy en el fondo sabes que,
sin importar la relación académica que tuviesen, jamás te negaste a sentir lo
que sentías por él. Porque tu trauma era tan grande, que te impedía ver que
siempre caminaste por sus pasos... Y los seguiste para que te encontrara.

Jungkook guardó silencio, recordando la primera vez que vio los ojitos de
miel de Taehyung...

Recordó el cosquilleo en su estómago y el fuerte palpitar de su pecho.

—Yo... Lo amé incluso antes de poder darme cuenta de cuánto me gustaba.

—Ese sentimiento de protección, de posesividad... De cierta forma,


Jungkook, tú estuviste enamorado de Taehyung desde hace mucho antes que
comenzaran su relación. Sé que en estos momentos puedes sentir un revoltijo
de emociones, y sé que después de esta sesión vas a experimentar más
sensaciones de las que podrías imaginar. Pero debes saber que —haciendo
una pausa, Gong le miró y le sonrió con algo parecido a la piedad—:
Taehyung te buscó y caminó hacia ti, porque tú lo buscaste y lo encontraste
en el camino. Ustedes se encontraron mutuamente, y sí: hicieron un desastre,
lo estropearon y fue caótico y asolador.

Jungkook inhaló una bocanada de aire porque le ardían los ojos y su cuerpo
tiritaba. No se sentía bien, era demasiado.

Sin embargo, siguió escuchando cuando Gong le dijo:

—Todo ese dolor les impulsó a llegar aquí. Para seguir adelante. Todo eso
fue un empujón a buscar ayuda para sacarse todas esas toxinas de raíz, para
poder sanar todas las heridas que el pasado dejó como una mella en ustedes.
Ustedes no bloquearon ni reprimieron nada, lo dejaron salir... De la única
forma en que conocían la espontaneidad, ustedes usaron su dolor como un
placebo. Y por lo mismo, ustedes colisionaron en el momento adecuado, en el
momento exacto. Por eso se estrellaron, por eso no pudieron pisar el pedal.
Porque no había un tiempo, porque necesitaban saber que esto pasaría tarde o
temprano. La ruptura, su ruptura es real, Jungkook. Y necesitas afrontarlo.
Jungkook sintió que le iba a sangrar la nariz.

—Yo... Tengo que irme.

No obstante, no importó lo mucho que trató de olvidar las palabras que Gong
le había dicho, porque todo aquello permaneció en su mente hasta que llegó a
casa y se encontró parado en el umbral de su habitación, mirando el desastre
que no se atrevía a tocar; aún podía escuchar los gritos de amor, las risas y el
huracán de emociones que sintió mientras sostuvo a su Taehyung entre sus
brazos.

Él no podía dejarlo ir.

Tenía que hacerlo volver.

Se negaba a la idea de... No. Taehyung no podía haberlo dicho en serio. Ellos
no podían romper, podían hacerlo mejor, podían... Ellos podían.

Pero... ¿Por qué Taehyung ni siquiera recibía sus llamadas o mensajes?

No.

No.

Taehyung todavía tenía sus cosas en casa. Eso debía significar algo, ¿no?

Pero él seguía sosteniendo una botella en su mano derecha.

—Joder, Jungkook, deja eso.

Mingyu le arrebató la botella de la mano y le dio un empujón, él estaba muy


molesto; Jungkook lo sabía, él lo estaba también.

— ¿Puedes comenzar a asimilar esto? ¿Tres meses no son suficientes acaso?


¡Por Dios! ¡Tienes una vida, Jungkook-ah! —Mingyu se mostró furioso y
estrelló la botella contra la pared; seguramente sabía que estaba recayendo en
la misma mierda otra vez, el hedor lo podría demostrar fácilmente.

Jungkook sonrió como si fuese divertido, inclusive cuando algunas lágrimas


se deslizaban por sus mejillas.

Él se negaba porque la pérdida había sido tan repentina e inimaginable, que


no podía caer en cuenta aún de que fuese cierto. Por lo mismo estaba
enojado, no podía soportarlo. Estaba enojado con todos. Estaba enojado con
su padre, con su pasado, con su hermano. Estaba enojado con Taehyung.
Empero, el asunto y la rabia no acababan ahí: estaba enojado consigo mismo.

Era insoportable

Y la rabia seguía aumentando hasta que caía en cuenta de que tenía su celular
en la mano, marcando el número de Taehyung desesperadamente, esperando
oír su voz una vez más.
89

Un trueno sonó estrepitosamente y la lluvia se desató con furor.

Taehyung corrió rápidamente por la acera, empapándose en aquel trayecto


que, conocido, tuvo que recorrer para llegar hasta la otra cuadra. Se había
retrasado, otra vez, gracias al profesor Jung, quien le había pedido quedarse
un rato junto a otros cuatro de sus compañeros para planear la semana del
café literario; una idea que había surgido durante la clase para realizar un
proyecto calificado, el que también tendría el fin de reunir al ala de arte y
comunicación para crear lo que el profesor Jung llamaba “un ambiente
cálido” con la diversidad de lo que abarcaba el departamento: desde los
músicos ingeniosos, artistas innatos hasta aquellos escritores que quisieran
presentar algún relato o poesía. Taehyung no se quejaba de ello. De hecho,
la idea le entusiasmaba. Pero, no sabía si a Jeon le entusiasmaría su
demora.

Así que, resbalándose por el asfalto, evitó caer cuando cruzó la calle y saltó
un charco de agua cual niño pequeño. Porque, a Taehyung, le encantaban
los días lluviosos. Pero no le emocionaba la idea de llegar embarrado a la
casa de Jeon.

Por lo mismo, a él no le importaba tanto recurrir a cualquier tipo de


acrobacia con tal de no ser regañado por aquel malévolo ser que se
comportaba como un idiota la mayor parte del tiempo, cada vez que se
enojaba con él; casi siempre, de hecho.

Generalmente, aguantaba el mal humor de su profesor, y le daba su espacio.


Y, discretamente, trataba de funcionar con él, dependiendo de su estado
anímico.

Taehyung, a veces, pensaba que tenía que ser tonto como para callar todas
sus frustraciones con tal de no empeorar el ambiente. Sin embargo, sabía
que sólo lo hacía para no perder empleo. Porque, vamos, él le servía su café,
lavaba sus ropas y había aprendido a usar esa estúpida secadora que le
costó más de unos días aprender a manejar. Y, tampoco podía olvidarse de
que cocinaba para los dos y comía junto a él y disfrutaba la comida junto a
él porque, inclusive si es que había silencio entre los dos, siempre fue
extrañamente cómodo. Tampoco podría negar que no le molestaba preparar
su té verde después del almuerzo u ordenar sus evaluaciones por orden de la
calificación, ni leer sus apuntes para las clases o limpiar cuidadosamente su
repisa dorada.

Sí, tenía que ser muy tonto.

De otra forma, no pensaría que ese idiota envuelto en papel amargo podría
ser realmente dulce. Si alguien supiera cómo desenvolverlo, pensó,
sonriendo un poco antes de entrar por el jardín de la casa.

Sacudiendo un poco su chaqueta, él tocó la puerta.

Apenas vio el rostro maduro, serio, inescrutable y con el entrecejo fruncido,


la molestia se hizo perceptible en sus facciones definidas por la masculinidad
tan estúpidamente atractiva; sus piernas flaquearon y su sonrisa tembló.

—Señor —Dijo, de repente e interrumpiendo cualquier palabra que Jeon


haya querido decirle. Taehyung sólo estaba tratando de evitar una discusión
donde, muy probablemente, él sería el blanco del regaño—, necesito que me
explique una tarea. Por favor.

Jeon lo miró con profundos ojos oscuros, dándole una mirada analítica que
le hizo estremecer mientras le veía encorvar una ceja con curiosidad; los
lentes caían por el puente de su nariz, dándole una apariencia centrada y
atractiva y, discretamente, notó que tenía la corbata floja.

Taehyung se relamió los labios.

Debió haber preguntado.

Jeon suspiró y abrió más la puerta, moviendo su cabeza con un gesto


cortante para indicarle que podía pasar adentro.

La estufa estaba prendida con leña crujiendo en fuego y el calor lo recibió


bien para lo frío que pudo llegar a sentirse con la intensa lluvia fuera, y se
encontró tiritando con satisfacción por vez que se quitaba las zapatillas.

—Te retrasaste. —Dijo su profesor, sonando un poco agrío, irguiéndose con


una tensión bastante obvia; se veía más alto, más mesurado. Taehyung no se
pudo sentir más nervioso—. Quince minutos.

Guardó silencio algunos segundos, tratando de pensar qué decir y tratando


de descubrir por qué se le ocurrió una excusa tan estúpida, a sabiendas de
que el idiota podía leerlo fácilmente con esas habilidades increíblemente
mañosas.

Taehyung no comprendía qué era lo que estaba mal con él últimamente.

—Sí, es sólo que... Tuve algunos problemas con mis carpetas y Jung me pidió
ayudarle con la organización del café literario —Empezó, mordiendo su
belfo inferior mientras Jeon recibía su chaqueta y la colgaba en el perchero,
al igual que hizo lo mismo con su mochila, que también recibió—, y yo no
pude decir que no...

Jeon lo miró con obviedad, bufando.

—No pudo decir que no —repitió.

Taehyung se sintió como un niño pequeño siendo reprendido, encogiéndose


de hombros y apresando su labio inferior entre sus dientes con una muy
repentina timidez abrumante.

Vamos, él se sentía de cinco centímetros frente a su profesor luciendo... así.

—Lo lamento —musitó, haciendo una ligera venia en su dirección,


mirándolo con ojitos brillantes que Jungkook no pudo ignorar; Taehyung se
veía bonito y él jamás podría negar aquello, menos para sí mismo—. No
volverá a ocurrir.

Jeon suspiró hondo y desvió la mirada hacia el reloj en su muñeca.


—Dejé un vaso de leche en la cocina. Para usted. Recuerde calentarlo
porque, de seguro, ya se enfrió. Y, si tiene hambre, recuerde que puede
comer algo de la alacena; hay galletas, pan y... más cosas.

Taehyung quiso entrar en pánico cuando su corazón latió fuertemente contra


su pecho. Él no sabía qué decir o qué hacer. Y no quiso procesar su atención
hacia él. Principalmente porque no quería entrar en pánico. Empero, estuvo
a punto de hacerlo de no ser porque lo volvió a escuchar, con su arrogancia
decirle:

—Tiene ocho minutos. No se demore mucho ahora. Lo espero en mi


despacho.

Y dicho aquello, Taehyung lo vio caminar a zancadas por el pasillo, con una
expresión sombría y un semblante retorcido… Y luchó por controlar el rubor
en sus mejillas, seguramente, muy rojas; su corazón seguía retumbando con
vigor.

Jungkook estaba molesto. Él estaba realmente furioso.

Namjoon le miraba por el rabillo del ojo, creyendo firmemente que haberse
juntado en el bar que solían frecuentar, antes, había sido una pésima idea; y
era porque le había contado ya, por lo menos, cuatro vasos de whiskey.

Jungkook estaba evidentemente borracho mientras aspiraba una calada de su


cigarrillo, y Namjoon se arrepentía enormemente de haber quedado en aquel
lugar. Había cometido un error terrible: a sabiendas de que a su mejor amigo
tenía un pésimo control con el alcohol, había aceptado beber una copa con él.

¿Cómo se supone que ahora debería decirle lo que se suponía debía escuchar
sobrio?

Namjoon sabía que Jungkook reaccionaría muy mal ahora. Era evidente. Él
no estaba bien, estaba molesto y con un humor muy oscuro mientras
escuchaba la música del bar y los murmullos del gentío.
Y, por lo poco que le había dicho, no fue difícil adivinar que la terapia le
había arrancado otra bandita a una de sus heridas.

—Jungkook-ah —Le llamó, alejando la botella medio vacía a un costado, con


ello logrando llamar su atención de inmediato—, ya basta. Es suficiente.

— ¿Ah, sí? —Jungkook elevó sus cejas sorprendido, gruñendo y quitándole


la botella con brusquedad; Namjoon tragó amargo, sintiéndose culpable—. Y,
¿por qué estamos aquí entonces? Pensé que este era nuestro lugar. Aquí, tú y
yo, solíamos ahogar nuestra soledad, ¿no?

Namjoon se sintió sumamente fastidiado. Jungkook no jodería con él. Porque


no querría ni podría volverlo a ver en un hospital, casi muriéndose producto
de un coma etílico. Él no permitiría que eso pasara otra vez. Él no permitiría
que eso sucediera de nuevo, y mucho menos por su culpa; por su negligencia.

—No, Jungkook. No eres estúpido, no actúes como tal. Sabes por qué
estamos aquí. Sabes que las cosas fueron mal. Sabes que no quieres aceptarlo
y por eso estamos aquí.

Jungkook golpeó su vaso contra la mesa después de beber su quinto shot;


hizo una mueca vinagre y lo miró con una expresión oscura. Se veía
escalofriante.

— ¿Qué es, Nam hyung? ¿Vas a decirme la misma mierda que me dijo mi
terapeuta…? —Preguntó, con una sonrisa que distaba en demasía de la
felicidad. Era una sonrisa forzada, una sonrisa rabiosa y desagradable.

Namjoon suspiró con abatimiento, sujetando su frente con frustración.

—Jungkook, sabes que todo esto es por tu bien… Sólo tienes que aceptar las
cosas como son y no negarte a ello. Sólo debes hacerlo por ti mismo y…

—Por un momento un momento no sabía si era mi terapeuta o mi padre, Nam


hyung —le interrumpió, revelando su voz críticamente dolida y triste, su voz
más solitaria y llena de ecos; aquella voz que sólo escuchó en el funeral de
sus padres—. Por un momento no supe si me molestaba más el hecho de que
él se pareciera a mi padre o que hablara como mi padre pero que, ahora,
tratara de ayudarme, ¿me entiendes? Mi padre me amó, pero odió que
estuviese enfermo y amara a los hombres.

Dicho aquello, pidió otra botella al barman y bebió directamente de ésta. Sus
ojos estaban inyectados en sangre, Namjoon supuso que debió haber llorado
mucho antes de ir; era la primera vez que lo miraba a los ojos desde que hubo
llegado, y se arrepintió de no haberlo hecho antes.

—Jungkook, tu padre te aceptó… Tu padre cometió errores, todos los seres


humanos lo hacemos…

— ¿Papá hubiese querido a Taehyung?

Namjoon calló.

No sabía cómo responder a eso.

Sin embargo, sabía sobre qué se trataba.

El proceso de sanación comienza con un corte, contradictoriamente con un


cierre.

—Jungkook-ah, debes aceptar que ustedes dos no…

— ¡No, hyung! No. No digas la misma mierda que dijo mi terapeuta, no


digas que tengo que asumir nuestra ruptura porque… Porque Taehyung
todavía tiene sus cosas en casa y eso debe significar algo, ¿no?

Namjoon observó a Jungkook en silencio, y comprendió por qué tenía tanta


rabia. Lo sabía, sabía que su ruptura era real, que Taehyung realmente había
rompido con él... Jungkook sólo estaba buscando más excusas para creer lo
contrario y retroceder, y no podía hacerlo. Porque Taehyung realmente se lo
había dicho; Taehyung realmente rompió con él.

Y debes dañar la piel sana para exponer y revelar la capa de dermis que no
lo está, eso le dijo una vez su cuñado. Por lo mismo, respondió a Jungkook
con voz dura:

—Jungkook-ah, Taehyung rompió contigo. Y yo sé que eso te duele, pero


debes aceptarlo. Es momento de que lo aceptes.

— ¡No! —negó con rabia, con furor, estrellando la botella contra la pared de
la estantería, sobresaltando al barman y a varios de los clientes presentes,
incluso a Namjoon—. ¡Él tiene sus cosas en casa! ¡Todo está igual! Él no
puede abandonarlo todo, ¡se lo prohíbo!

Namjoon se enojó. — ¿Cómo le puedes prohibir algo a alguien que ya no está


contigo, Jungkook-ah? ¿Olvidas por qué pasó todo esto? Tú estás pasando
por etapas… Primero la negación, ahora la rabia… Jungkook vas bien, no lo
eches a perder. No estrelles las botellas vacías de nuevo.

—Me da lo mismo, no… No puedo creer que me hayas dicho esto. Eres mi
mejor amigo… Se supone que…

—No quiero que dejes la terapia, no quiero que empeores y llegues a una
depresión situacional que agrave tu situación con el alcohol. No quiero que te
conviertas en un alcohólico —Namjoon le miró con seriedad y tomó una
botella al azar sobre la barra; la gente seguía mirando expectante—. No
puedes recurrir a estas malditas botellas cada vez que algo salga mal,
Jungkook.

—Estoy harto de esto —Jungkook se incorporó bruscamente, buscando sus


llaves en uno de sus bolsillos, los ojos lagrimeantes y las facciones apretadas
por el naciente llanto sofocado, reprimido—. Taehyung me dejó, lo sé... Lo
sé mejor que nadie, Nam hyung. Pero, gracias por volver a recordármelo.

Y Namjoon sintió pena cuando vio el dolor expuesto en su mejor amigo.


Empero, no quería que tirara la toalla ahora. Porque Jungkook debía
prepararse para lo que vendría. Jungkook debía prepararse para el
reencuentro.

aRe yOu rEaDy?!!!!


90

Taehyung observó con atención el camino que seguía una gota de lluvia por
el cristal de su ventana, suspirando con profundo abatimiento cuando se
diluyó al llegar al borde de la puerta; el automóvil seguía avanzando por la
autopista, su corazón palpitaba con fuerza contra su pecho, una tormenta
otoñal se desataba con fuerza y él solo podía pensar en su nueva habitación.

A su lado, por el rabillo del ojo, notaba la tensión en su acompañante.


Porque, lamentablemente, el silencio no sólo era incómodo, sino doloroso.
Pero, ¿qué es lo que podría decirle? No era quién para decir o hacer
absolutamente nada, no estaban en igualdad de condiciones; inclusive si
había tratado de encontrar el equilibrio en su decisión por un bienestar mutuo,
Taehyung estaba velando por su propio bien con el fin de avanzar. Sin
embargo, aquello no significaba que él no simpatizara con la situación en la
cual se veía envuelto Namjoon, y que no sintiera una angustiosa ansiedad por
saber sobre Jungkook. Porque sí. Taehyung sentía una necesidad casi
infortuita, algo que estaba más allá de lo achacoso le atacaba el corazón con
un sentimiento asolador por la pena y por la precisión de saber sobre el
estado del hombre al cual tanto amó. Y al que, con seguridad, podría jurar
todavía ama con la misma intensidad y fervor.

Su psicólogo le había dicho que estaba haciendo las cosas bien, que él podría
esperar lo suficiente hasta que ambos pudiesen aceptar los acontecimientos y
las heridas que acontecían, frescas y viejas, desde hace años atrás. Incluso, le
había dicho que comenzaba a procesar la situación de la forma correcta, si lo
comparaba con cómo estuvo cuando ocurrió su ruptura; todavía podía
recordar cómo sus pulmones dolían al respirar, cómo se oprimía su caja
torácica, y la forma en la cual su esencia se apagaba.

Y, aunque le costaste admitirlo abiertamente, en algún punto sintió que todo


lo que fue su vida anteriormente, incluyendo cada uno de los días que
compartió junto a Jungkook, le arrebataban abruptamente una parte muy
frágil de sí; sus falanges desgarraban la piel desde adentro hacia afuera,
sacando el daño para mostrar la herida erosionada e infectada por el daño.

Porque se aterrorizó al saberse perdiendo el sentido de su vida y la dirección


de sus pasos. Él se aterrorizó cuando escuchó la conversación que mantenían
Yoongi y Jimin en la sala, susurrando con expresiones agudas y amargas:

"Él me dijo que quería morir como si me estuviese contando qué fue lo que
desayunó el día anterior", eso había confesado Jimin, cabizbajo y con la voz
ronca. Yoongi había suspirado y se había sujetado la frente con frustración.

Desde ese día entonces tuvo que forzarse a sí mismo a seguir adelante, pues
no importaba si no tenía a su familia ahí junto a él para sobar su espalda, no,
no importaba porque había encontrado un apoyo aún más fuerte y sólido en
sus amigos; su madre había llamado un par de veces para preguntarle qué tal
iba en la editorial y sobre el Señor Jeon, y desde aquel día Taehyung prefirió
evitar responder a sus llamados porque no estaba listo para tocar el tema aún.

Taehyung le había preguntado a su psicólogo cómo podría lidiar con su padre


si en algún futuro próximo tomaba la decisión de formalizar una relación, sus
preguntas siempre radicaban en ello después de todo. Porque, incluso si
alguna vez él dijo que no le importaba nada más si lo tenía a él, muy en el
fondo, sus temores se hallaban regurgitándose con vigor hacia arriba. Las
comparaciones que había hecho, inconscientemente, habían creado un
paralelismo en su mente; si él hubiese sido una chica las cosas hubiesen sido
más "fáciles", eso pensó y su psicólogo se tomó el derecho de corregir aquel
erróneo pensamiento.

"Hay dos cosas completamente diferentes, Taehyung. Si tú crees que el haber


nacido como chica te hubiera facilitado las cosas con respecto a las creencias
ambiguas de tu padre, déjame decirte que te equivocas. Porque tu padre... Él
no hubiese cambiado en lo absoluto su pensamiento. Y no es bueno para ti el
hecho de que creas que ser una chica te hubiera ahorrado toda esta situación."

Taehyung se había sentido avergonzado al oír aquello. Porque, finalmente,


uno de sus secretos más íntimos se revelaba incluso para sí mismo; aquella
inhibición quedaba al descubierto y él se sentía estigmatizado.
"En cambio... Si tú te sientes como una chica o te identificas con el género
femenino, eso está bien. Aunque, sé que no es el caso, debo hacértelo saber
porque nunca está demás que sepas que amar a un hombre no es algo por lo
cual sentirse culpable; no necesitas cambiar nada de ti para amar, sólo ser tú
mismo. Tienes derecho a amar, y a escoger a quién quieres amar."

En ese preciso instante, había comprendido muchas cosas que llegaron a su


mente como un golpe fuerte, y fue abrumador para sí mismo tener que retener
toda esa información y procesarla correctamente, pero lo hizo.

Él comenzaba a hacerlo bien.

Aún le faltaba un gran camino que recorrer, y lo sabía, pero estaba orgulloso
de haber aceptado la ayuda y de haber puesto de su parte para comenzar a
sanar desde cero lo que jamás creyó que podría hacerlo.

Por lo mismo, empezaba a recobrar la esperanza de mejorar.

Conservaba la esperanza de poder volver a casa y ver a Jungkook, de ir hacia


él sin sentirse atado a ninguna cadena para poder volver a ser rodeado por sus
brazos y corresponderle completamente.

Porque Taehyung era un tipo cliché y anticuado, y él, secretamente, todavía


creía en los cuentos de hadas y en los finales felices: él creía en el amor
verdadero y en el príncipe azul.

Y ya no se avergonzaba de ello, ni siquiera de admitirlo para sí mismo.

Él estaba cambiando y estaba conforme con eso.

No obstante, sólo habían pasado cinco meses y la separación... Su ruptura se


sentía como si hubiera sido reciente y como si hubiera pasado más tiempo del
que realmente había pasado. Era contradictorio. Pero seguía necesitándolo.

Tanto, pensó.

Pero...

Jimin le había dicho que siguiera adelante sin importar qué.


Y Yoongi le había dicho, antes de trasladarse a Incheon, que siempre estaría
esperando por una respuesta definitiva y que su amistad estaría ahí cuándo
sea que lo necesitara; Baekhyun había estado muy desanimado después de la
noticia de mudanza y, a decir verdad, él también se había entristecido en
demasía cuando Yoongi se lo dijo.

Aquel día habían comido pollo frito agridulce y habían tomado mucha
cerveza, y Taehyung había notado el cambio en la mirada de su mejor amigo.

"En un momento, en mi mente todo se confundió y yo no quise aceptarlo. Y,


cuando supe que tú estabas con Jeon, toda esa confusión se volvió agría y yo
sólo... Me enojé en demasía, y no me preguntes porqué porque ni siquiera yo
sabía la verdadera razón en ese entonces; sólo sabía que era nuestro profesor,
que era un imbécil y que, bueno, muy probablemente, tú estabas haciendo
cosas con él, cosas que no harías conmigo..."

Taehyung se había reído, inevitablemente, como un tonto al escucharlo


porque sabía que Yoongi necesitaba esclarecer todas las cosas antes de irse
porque sus discusiones estaban llenas de incógnitas que él quería revelar
ahora; con tal de que su amistad no se tensara aún más, Yoongi esa noche le
explicó todo lo que sentía por él y le hizo saber que sabía que sus
sentimientos eran unilaterales y que lo aceptaba.

Taehyung se sentía agradecido de esa charla porque, finalmente, habían


cerrado ese ciclo, y porque le estaba permitiendo a Yoongi avanzar y no
quedarse estancado en una ilusión que no llegaría a los parámetros que él
esperaba. Taehyung lo lamentaba, pero sabía que había alguien mejor que
podría corresponder los sentimientos de Yoongi, y que ese alguien llegaría
cuando él menos lo esperase.

Porque Taehyung no quería perder las esperanzas.

Taehyung quería seguir creyendo que Jungkook era su indicado, y que él lo


era para éste.

Y por lo mismo necesitaba hacer un cierre de la etapa oscura que tuvieron


que atravesar juntos, aquel cierre era necesario para ambos incluso cuando
sabía lo doloroso que sería de afrontar. Aquel cierre significaría un abrir de
ojos que le abriría los ojos a él mismo y a Jungkook, sería el golpe de
realidad que los dos necesitaban para poder llegar a ese punto de encuentro y
colisión. Y Taehyung quería trabajar realmente duro para lograr sus objetivos
y, si es que se les daba la oportunidad en futuro cercano, volver.

Pero, primero es lo primero.

— ¿Ya estamos ahí? —Cuestionó, mordiendo su labio inferior, recostándose


en el respaldo del asiento y dejando salir una exhalación de cansancio.

Namjoon le miró fugazmente antes de doblar por la avenida indicada por el


GPS. —Creo que sí... Deberíamos estar llegando.

—Seong Hwa sunbae dijo que veríamos un gran árbol y que era... ¡Es ahí! —
Dijo, señalando una casa en la esquina izquierda del automóvil, recordando la
foto que Seong Hwa le había enviado por Kakao Talk, y era la misma casa
que le había mostrado anteriormente cuando le ofreció "asilo". Bueno, él ya
podía comenzar a imaginarse cómo serían sus días con la novedad de tener
roomies.

Joder, ni siquiera en la universidad había tenido roomies...

Jamás pensó que el día que encontrara un trabajo, por ajustes de salario, no le
quedaría otra opción más que rentar un cuarto con acceso a toda la casa y con
los gastos básicos compartidos y, claro, haciéndose cargo de sus necesidades.

De cualquier manera, era una increíble oportunidad. Le gustaba compartir


con Seong Hwa y con Baekhyun, la casa era enorme y era bonita y, al
parecer, era un barrio tranquilo. Estaba satisfecho.

—Bien... Bienvenido a casa, supongo —Namjoon murmuró, estacionando el


automóvil en frente de la residencia y quitándose el cinturón al igual que él.

Taehyung abrió y cerró la puerta del automóvil, y observó en frente suyo la


casa en la cual viviría los próximos meses, eso al menos hasta que pudiese
encontrar un apartamento decente y que no costara el triple de su salario.

Suspirando hondo, cerró sus ojos y casi pudo sentir un deje de desequilibrio
que le amenazó con una conocida presión en el pecho.

—No es como... —Susurró inconscientemente, entristecido y apagándose.


Había sido una reacción involuntaria que le fue casi imposible de retener.

Una mano pesada cayó en su hombro con tres palmaditas de empatía que le
hicieron abrir los ojos nuevamente e intentar sonreír, aunque tímidamente.

—No importa. Aquí estarás bien, Taehyung-ssi... Recuerda que sólo serán
algunos meses.

Apresando su belfo inferior entre sus dientes, asintió ligeramente, haciendo


un gesto de desinterés que prometía que lo que pensó no tenía tanta
importancia.

Sin embargo, lo hacía. A él le seguía importando.

[...]

La habitación era mediana. Y había una gran ventana que daba vista hacia el
patio trasero, aunque no dejaba entrar mucha luz diurna debido a la sombra
de los árboles. También había una cama de dos plazas en el centro, un clóset
en el frente izquierdo y una mesa de noche con una lámpara anticuada y
vieja.

Eso está bien, concluyó.

Cuando dio algunos pasos para llegar hasta su nueva cama, la madera del
piso crujió y él se sintió ajeno al lugar. Empero, de inmediato, se recordó de
que él tenía que acostumbrarse al cambio. Esta casa sería su casa, y por más
de un par de meses. Tenía que empezar a hacerse la idea de acostumbrarse
desde ya.

— ¿Necesitas ayuda para desempacar o sólo piensas?

Taehyung miró hacia Seong Hwa, quien estaba parado en el umbral de la


puerta, comiendo lo que parecía ser un trozo de pastel. Eso le hizo gracia.

—Sólo tengo dos maletas y una mochila... —Comentó, queriendo reírse por
el nerviosismo que burbujeó en su garganta; su cuerpo vibró como si
estuviese tratando de recordarle lo inevitable—. No tengo tantas cosas, así
que está bien.

Seong Hwa le miró y pestañeó tres veces, asintiendo y desviando la mirada


para avanzar hasta él y sentarse a su lado. Ambos se quedaron en silencio y
observaron la pared adornada por un espejo de cuerpo completo, en el cual
ambos se reflejaban.

Taehyung rompió en una carcajada nerviosa.

—Qué raro se siente todo esto —Musitó bajito, ruborizándose.

— ¿Por qué? Sólo es una casa, Taehyung-ssi... Además, Baekhyun está en


camino y San llamó para avisarnos que compró carne y cerveza.

—Oh... ¿Él vendrá a comer con nosotros?

—Sí, dijo que quiere comer agradablemente con nosotros antes de irse y... Ya
sabes, San siempre ha sido muy formal y... anticuado. Bueno, eso es parte de
él —comentó Seong, encogiéndose de hombros como si pensara un poco más
sobre eso, mas dejándolo pasar—. Por cierto, ¿quieres pastel?

Taehyung sacudió su cabeza levemente.

Y, ¡pum!

Jungkook había entrado a su mente otra vez.

"Me gusta saber que estás aquí conmigo, ¿no es ese un motivo suficiente,
pastelito?"

—Definitivamente.

Taehyung se dejó caer en el colchón, y apretó sus labios.

— ¿Qué es? —Preguntó Seong Hwa, encorvando una ceja con curiosidad
mientras le miraba hacia atrás, sus mejillas abultadas por el pastel que comía.
Taehyung hizo un puchero, emitiendo un quejido gracioso.

—Que esta semana debo ir por el resto de mis cosas a la casa de mi... —
Taehyung se mordió la punta de la lengua y se sintió afligido, no era como si
el pudiese superar el hecho de que tendría que volver a su verdadero hogar, y
verlo a él, al hombre que amaba (y al que sigue amando)—. De Jungkook.

Al corregirse a sí mismo sólo pudo darse cuenta de cuán ansioso se siente por
volver, de cuán necesario es para él volver a verlo y de cuánto desea sentirlo
cerca... Pero, por sobre todo, de cuánto anhela saber que él está bien, que su
Ggukie lo está haciendo bien.

— ¿Todavía lo amas? —Cuestionó Seong Hwa, un deje de misterio en su


voz.

Taehyung rió bajito, encogiéndose pequeño.

¿Cómo podría dejar de hacerlo?

—Nunca he dejado de amarlo, sunbae...

Pt.1

Taehyung, finalmente, comenzó a hacerlo bien también... Pero, ahora


sólo falta ver/leer cómo será el reencuentro entre Ggukie y TaeTae UwU
91

Jungkook miró a Namjoon con recelo, su actitud tensa e incómoda le tenía


inquieto. Ellos eran mejores amigos desde hacía años y, por lo mismo, podía
deducir fácilmente que algo estaba ocultándole y no sabía cómo decírselo; lo
conocía como a la palma de su mano, no podía pasar por alto el desasosiego y
el ansia que demostraba mientras bebía de su café y movía su pierna con
insistencia.

Supuestamente, el motivo de su visita era cordial y amistoso, sólo para


comprobar cómo le estaba yendo, si ya se había animado a abrir la editorial
como Mingyu le había mencionado y cómo iba con su terapia. Pero algo no le
sabía bien. Jungkook no era un idiota. Namjoon, sentado en el sillón de su
sala, recto, y tan rígido como una cuerda, le estaba dando señales de
advertencia confusas. Y eso era porque algo estaba tratando de decirle y
porque, tal vez, no sabía cómo decírselo. Y nuevamente se preguntaba el
porqué de eso, tratando de leer su lenguaje corporal y fallando, sin embargo.

No entendía qué era lo que estaba pasando, lo que había pasado o lo que
pasaría. Pero, él lo presentía. Jungkook sentía el pecho apretado como si le
costase respirar y, por el nervio que se le había crispado tras la mala racha, le
resultaba casi inevitable no sentirse preocupado y, obviamente, encender sus
alarmas mentales. Namjoon estaba ahí por otras razones. De otra manera, no
veía necesario que Mingyu estuviese parado en el umbral de la puerta
principal como un jodido halcón.

Sumando el silencio ensordecedor que se había hecho presente abruptamente,


el ambiente estaba cargado de una frialdad asoladora, la que le hacía doler en
demasía todos los nudos de los músculos en sus hombros torturados por el
estrés.

Casi podía oír el peculiar sonido de las agujetas del reloj avanzar con ese
odioso tictac.
¿En qué momento su amistad se había vuelto una vacilación llena de
dubitación?

No lo sabía, pero comenzaba a molestarle todo el asunto del misterio.

Así que, espirando con frustración, chasqueó la lengua y miró hacia su mejor
amigo con un deje de molestia y seriedad. Porque, vamos, él sería sincero:
¿Cuál era el verdadero motivo de su visita? ¿A qué había venido realmente?
Porque, "sólo" a tomarse una maldita taza de café no le hacía sentido después
de tanto.

—Okay, ¿alguien va a tomarse la jodida molestia de decirme qué demonios


está pasando aquí? —Dijo, con un ruido nasal que sonó, sospechosamente,
como una risa oxidada, sin ápice de gracia. La camisa gris se ciñó a su cuerpo
y sus bíceps se apretaron cuando tuvo que inclinarse hacia Namjoon para
decirle: —Eres mi mejor amigo, pero no sé qué es lo que has hecho. O, qué
es lo que me estás escondiendo. Porque, joder, tengo más que claro que tú no
has venido sólo a beber un café conmigo.

Tal y como pudo haberlo imaginado, Namjoon apretó los labios y sujeto su
frente, cerrando los ojos malogrado cuando su móvil captó una notificación
en el momento exacto en el que Jungkook comenzó a sospechar la cuestión
de esta fastidiosa reunión.

—Es complicado, Jungkook-ah... —Interrumpió su hermano, antes de que


pudiera decir lo primero que se le había cruzado la mente y lo que, hasta el
momento, empezaba a cobrar más sentido para él—. Sólo tienes que calmarte
y abrir tu mente. No te exasperes antes de...

— ¡¿Es por Taehyung?! —Respondió inmediatamente, casi por inercia,


alterándose, como si una parte de él no pudiese controlar el impulso debido a
la cantidad de escenarios que pasaron por su mente como un torbellino de
desolación tras haber estado justo en el ojo del huracán; su corazón comenzó
a latir rápidamente contra su pecho, y él se sentía muy ansioso—. ¿Es sobre
Taehyung? ¿Algo le sucedió? ¿Qué es lo que pasó? ¡Maldición, respondan!

La mano de su hermano cayó pesada sobre su hombro y le dio un apretujón


antes de decir:
—Cálmate. No es lo que tú crees, Jungkook-ah. Sólo abre tu mente. Vamos a
explicártelo, pero, primero, necesitas calmarte y pensar con claridad.

Su mirada se perdió en algún punto de algo, procesando lo que acababa de


oír, tratando de encontrar el sentido del asunto que empezaba a irritarle en
demasía antes de reaccionar, ser consciente de encontrarse a sí mismo
mirando hacia Namjoon. Fijamente y con ira. Mucha ira, confusión e
inevitable resentimiento.

Y ya era demasiado tarde. Estaba alterado.

— ¿Qué es lo que está pasando? ¿Qué fue lo que hicieron? —Y su rostro se


distorsionó en los matices de las facetas por las cual había estado pasando
últimamente, todo se volvió un revoltijo amargo y él no sabía qué carajos
estaba pasando realmente, y el solo hecho de que ninguno de los dos se
molestaran en explicárselo, lo irritaba aún más—. ¿Qué?

—No hicimos nada, Jungkook-ah... Por favor, cálmate, porque, créeme, que
si reaccionas mal, no podrás...

Jungkook se zafó bruscamente del agarre de su hermano y, con un notorio


desquite, se incorporó del sitial en el que se hallaba sentado para caminar en
círculos por su lugar.

Escuchó las palabras de su mejor amigo y de su hermano, entre monosílabos,


sin sentido y con muy poca coherencia en su consideración. Se sintió
molesto, masajeándose las sienes por vez que pensaba en todo lo que podría
pasar o en todo lo que podría estar pasando con una fatalidad que el
infortunio aumentó porque nadie tenía el puto vigor de decirle qué era lo que
sucedía.

El nerviosismo y la tensión aumentaban considerablemente, y él se sentía


mortificado y tan abrumado, que no sabía cómo reaccionar ante el secreto que
ambos, Mingyu y Namjoon, le escondían.

Porque, claro, tenía conocimiento de que Namjoon, desde su ruptura con


Taehyung, había comenzado a mantener un estrecho contacto con éste, y no
podía negar que él no se sentía cómodo con ello.
Al igual que también sabía que Mingyu preguntaba sobre Taehyung para
asegurarse de que él estuviese bien. Aunque, ahora, Jungkook comprendía
que lo hacía porque le preocupaba y porque, según su ideología, sabía que
volverían.

Él esperaba eso también...

Sin embargo, justo en este preciso instante, su mente se hallaba en blanco,


aterrado y lleno de rencor, intentando captar el sentido de sus palabras hasta
que escuchó el peculiar sonido de la cerradura siendo desbloqueada por una
llave, el pomo girando dubitativo antes de oír el timbre.

No podía ser.

No...

Era imposible.

¿Es imposible?, pensó, frunciendo el ceño, alarmado y un poco exasperado,


mirando hacia Namjoon y Mingyu...

La expresión urgida de lamento y resignación cuando, cabizbajos,


respondieron a una pregunta que ni siquiera fue necesaria de nombrar
literalmente.

Jungkook caminó por el pasillo con rapidez y grandes zancadas, sus sentidos
alterados y más sensitivos que nunca mientras llegaba; sentía el retumbar de
sus latidos justo en sus oídos, sudando frío y con las tripas retorcidas por la
expectación y el miedo repentino.

El sentimiento era tan abrumador, que, cuando llegó a la puerta, se detuvo en


seco.

Sintió una corriente eléctrica recorrer su espina dorsal, enviando una ola de
calor cuando, con ansiedad, apretó el pomo de la puerta y cerró sus ojos
apretadamente, decidiéndose y respirando todo el aire que podría caber en sus
pulmones cuando giró el pomo y abrió...

Si recapitulamos hacia unas semanas o meses atrás, Jungkook pensaba en


muchas maneras de reencontrarse con Taehyung, pensaba en muchos
escenarios dramáticos, pensaba en sus propias reacciones. Quizás pensó que,
al verle después de tanto, correría hasta sus brazos y lo aprisionaría hasta
sentir que toda su carencia volvía a ser llenada por su dulce presencia.

Jungkook pensó que el día en que se volvería a reencontrar con Taehyung


sería algo muy, estúpidamente, dramático. En serio. Él pensó que Taehyung
correría hasta él como si sus vidas dependieran de ese reencuentro, y que no
lo soltaría.

Jungkook jamás esperó quedarse congelado frente a ese metro setenta y


nueve de menudez, con dos grandes ojitos de miel cristalizados y mejillas
ruborizadas. Jungkook jamás pensó que se quedaría paralizado frente al amor
de su vida. Jamás pensó que se cortaría, él jamás pensó que el aliento se le
quedaría estancado en los pulmones frente a quien había sido uno de sus
motores esenciales para seguir haciéndolo, para seguir respirando.

Jungkook podía verlo por fin, pero, ¿por qué no podía hacer nada?

Sólo podía mirarlo, analizarlo, comprobando que cada parte de él siguiera


estando en él, rememorando cada detalle de su chico. Pero, al parecer, ya no
lo seguía siendo.

Jungkook supo que algo había cambiado y eso le rompió el corazón un poco
más, pero como el tonto iluso que era, prefirió cegarse una vez más, a
consciencia del cambio en ambos.

Era evidente.

Los ricitos se habían convertido en ondas lacias, la piel canela dorada estaba
notoriamente más pálida, el brillo en sus ojitos de cervatillo inocentón se
debía a su presencia, porque él no era un estúpido, las ojeras y el hueco en
sus mejillitas —anteriormente abultadas— sólo evidenciaban la drástica
diferencia corporal; una holgada camiseta que parecía ser tres veces más
grande a su talla y los huesos marcados en sus clavículas, los labios afelpados
resecos.

Jungkook sintió que caería de rodillas.


Esta versión de Taehyung ya no le rompía el corazón, sino los huesos.

¿Qué era lo que le había sucedido?

¿Por qué no había podido estar por y para él?

¿Por qué no había podido perder la cobardía e ir por él?

¿Qué lo frenó de ir hasta él y buscarlo y salvarlo?

Sólo podía mirarlo y sentirse fatal.

Finalmente, su Taehyung estaba ahí, pero presentía que ya no era su


Taehyung.

Mismo caso para Taehyung.

Veía al hombre que tanto amaba verse vulnerable por él una vez más, y sentía
que nadie lo dañaría tanto como él lo había hecho, pero también se sabía
necesitándolo tanto como nadie más lo podría hacer. Porque lo seguía
amando tanto, que sentía que sus piernas flaqueaban con tan sólo tenerlo en
frente. Y sentía que el mundo se había detenido. Todo su alrededor se había
ralentizado, y él sólo podía mirarlo y asegurarse de que todo estuviera bien
con él.

Jungkook conservaba su complexión sólida, su palidez fresca y su expresión


dura. Ahora lucía un poco menos inflexible y su cabello estaba un poco más
largo, y sus facciones se habían definido por una madurez adulta muy
repentina. Y el peso de la situación parecía haber causado un efecto en él,
como si tuviese cinco años más. Pero seguía siendo como podría recordarlo:
atractivo, hermoso y casi escultural.

Una débil sonrisa tembló en sus labios cuando los oscuros orbes de Jungkook
se redujeron a los suyos, con las pupilas dilatándose y las cejas encorvándose
con una sensación que le transmitió vulnerabilidad.

Cuánto lo amaba, que hubiera caído a sus pies una vez más.

Respirar el mismo aire que él se sentía tan gratificante, que pudo sentir una
satisfacción casi incomparable debido a ese placer mundano de saberlo y
saberse a sí mismo respirando a tan solo un metro de distancia. Se sentía tan
bien estar vivo, se sentía tan bien sentir su corazón latir como si quisiera salir
corriendo a encontrarse con el de su Ggukie.

Taehyung se sintió vivo de nuevo.

Taehyung pudo recobrar la esperanza.

No obstante, tenía que dar el primer paso.

Y en los primeros pasos de bebés, siempre hay un tropiezo.

—Estás aquí —Exhaló Jungkook, con voz temblorosa.

Su garganta se sentía inestable al igual que el equilibrio que mantenía sobre


sus pies. Porque sentía que podría caer. O que podría salir corriendo por toda
la cuadra, gritando a los cuatro vientos la emoción que su corazón contenía y
la que quería explotar en risas y lágrimas de felicidad.

Y eso fue como una gran bofetada para Taehyung, quien, relamiéndose los
labios, recordó: pasitos de bebé hacen grandes cambios.

Así que, dio un paso al frente y percibió el cambio en la respiración de


Jungkook.

—Sí... —Musitó. Su voz sonó un poco tímida, un poco cohibida por el


tiempo en el cual no habían mantenido contacto alguno. Sus voces parecían
hacer ecos en sus oídos, como aquel sonido que siempre quisieran
rememorar, provocando una paz mental que les dejó exhalando una
respiración que les hizo soltar una enorme carga emocional—. Sí, yo vine por
mis cosas.

Y esa fue la bofetada para Jungkook.

— ¿Qué? ¿No? —Negándose a ello, Jungkook se acercó y la distancia


acortándose pareció encender aquella fibra de calor que les dejaba sintiendo
una necesidad de afección casi insana por el otro, cruzando esa línea una vez
más; Jungkook se negaba a dejarlo ir.
Mirándolo por entre sus pestañas, Taehyung relamió sus labios con aquel tic
nervioso que él tanto amaba, aquel que tanto extrañaba.

—Sí, Jungkook... Volví por mis cosas.

Otra bofetada que se sintió aun más dolorosa que una herida física.

El estómago de Jungkook se revolvió y le causó náuseas, y la bilis ascendió


con acidez dolorosa por el esófago, quemando y provocándole un malestar
incómodo y él rogó para sus adentros "no, otra vez". Empero, no lo dejaría ir
tan fácil de nuevo. Le daría motivos para quedarse y, si fallaba, se esforzaría
en hacerlo volver.

Pero necesitaba, necesitaba tanto disminuir esa cercanía y respirar su aire...

Y ni siquiera sabía cómo abordarlo, porque no quería hacer ningún


movimiento brusco, no quería espantarlo, no quería hacerlo correr lejos de
nuevo.

Así que, recordó, en un lapso corto de tiempo, todo lo que su terapeuta le


había dicho.

—Ven, pasa —Le dijo, abriendo la puerta un poco más y haciéndose a un


lado para que él pudiese entrar cómodamente, queriendo ser caballero y
atento, y no queriendo sofocarlo y, aunque la ansiedad por acapararlo no
disminuía, trató de calmarse a sí mismo.

Taehyung lo miró un poco sorprendido y luego caminó, apretando en su puño


su llave.

Taehyung sintió un escalofrío con la sensación de estar en su hogar de nuevo.


Era como respirar aire limpio, como respirar comodidad y amor desbordante.
Y, se cuestionó a sí mismo porqué se sentía tan estúpidamente adormecido,
como si todos sus problemas y preocupaciones se hubiesen apartado con tan
sólo estar ahí, con Jungkook cubriendo su espalda.

— ¿Quieres q-que te acompañe? —Cuestionó Jungkook, tras suyo,


inhalando con ligereza su característico olor; jazmines, manzanilla y algo
suave, tan exquisito. Jungkook puso sus manos con cautela y cuidado sobre
sus caderas para guiarlo fuera del ojo de halcón de su hermano y mejor
amigo, que ahora, estaba seguro, sabían sobre esto.

—Está bien... —murmuró Taehyung, estremeciéndose levemente antes de


llegar a las escaleras, su piel ardiendo con fuego rojo, quemándose desde
adentro hacia fuera. Sus dedos se clavaron con un poco más de fuerza en el
sacro, venus seguía allí y los dígitos ajenos de Jungkook seguían siendo la
clave para generar esa respuesta. Cinco meses y, aparentemente, sólo algunas
cosas habían cambiado—. Puedo ir por mí mismo —sintió aquella necesidad
intuitiva de aclarar.

—Oh... Sí, claro.

Dicho aquello, Taehyung sintió una tortura al subir cada escalón con
Jungkook siguiéndolo por detrás, moviéndose ambos como magnetos, imanes
por fuerza de la gran atracción, que les seguía haciendo crepitar en fuego cual
brasas en un gran incendio.

Mi amor, estoy justo aquí, casi pudo oír cuando llegaron al último peldaño y
Taehyung se quedó petrificado observando la puerta de aquella habitación
que por tanto tiempo fue un foco de conversaciones nocturnas, risas y llanto,
peleas y placer, tanto placer y gritos, y muchos besos...

Jungkook mantuvo firme su agarre y le instó a seguir, movámonos, sigue


adelante.

Taehyung agradeció en silencio y, sin saberlo, ambos entraron por primera


vez tras mucho tiempo a su habitación. Y, por fin, ambos pudieron
contemplar, con abrumadora verdad, el surrealismo de estar ahí: uno junto al
otro, sus manos rozándose con chispas de fuego.

Ambos pudieron sentir el aire escabullirse a través de la ventana, la tela de la


cortina color crema ondeándose hacia adentro y hacia afuera, el edredón
revuelto tras su desastre y unas almohadas esparcidas desordenadamente... El
olor de su esencia impregnado en esa cama.

Las cuatro paredes se sentían tan abiertas si lo tenía a él ahí: Jungkook


apoyando su frente en la angosta espalda de Taehyung durante algunos
minutos, sintiendo su delgadez y todo su calor esparciéndose como una
crema de amor para sus labios calientes; Taehyung cerró sus ojos y se quedó
quieto, exhalando todo el sufrimiento que había llevado adentro.

De pronto, los dos podían escuchar sus murmuros, las charlas contra el
almohadón y todos los incontenibles suspiros, las risas y las discusiones, y el
placer en cada grito reprimido y en cada escándalo que hicieron sin importar
quién pudiese escucharlos.

—Te extraño, lo siento —Dijo Jungkook, con la voz distorsionada antes de


separarse y salir de la habitación con los ojos más húmedos de lo usual,
dejándolo solo, parado sobre sus propios pies inestables y casi sofocado.

Bien.

Él tenía que sacar sus cosas.

Buscando en el clóset su vieja mochila, con brusquedad la sacó y metió


rápidamente todo lo que encontró sin importar que se le quedara algo, sólo
sabía que debía macharse, porque no podría soportar ver a Jungkook llorar.
No otra vez. No por él. No de nuevo. Y, como un vil ladrón, tomó una de sus
camisas en su mochila e inhaló todo el aire que pudo de ese cuarto y se
prometió a sí mismo volver.

Él volvería.

Este es nuestro cuarto, Jungkookie, pensó, mirando alrededor de la


habitación y tomando la decisión de hacer algo que le diría a Jungkook una
acción implícita del futuro; aun con toda su tristeza reprimiéndole el llanto,
rápidamente, se tomó el tiempo y el lujo de ventear las sábanas, las frazadas y
el cobertor, de forma que organizó la cama y la ordenó.

Esa era su pequeña dosis de morfina.

Esa cama seguiría perteneciéndoles sin importar qué.

Así que, mordiendo con fuerza su labio, cerró la puerta y corrió escaleras
abajo, respirando con dificultad durante un momento, recordando las palabras
de Baekhyun y Jimin.

Es cosa de tiempo, se dijo a sí mismo antes de ir a la sala y saludar a los


presentes con una ligera venia.

—Es un gusto volver a verte, Taehyung —Saludó Mingyu, educadamente.

Él estuvo a punto de corresponder hasta que fue interrumpido por Jungkook.

—Taehyung... —Le miró directamente a los ojos, con aquella vulnerabilidad


que le hacía sentirse débil. Pero Jungkook sentía que tenía que jugársela a
todo por todo. Si no lo hacía ahora, no podría hacerlo luego—. Un minuto...
Por favor...

—No, Jungkook, Taehyung tiene que-

—No. —Interrumpió Taehyung, firmemente, haciendo un profundo contacto


visual con Jungkook, como si nuevamente fueran sólo ellos dos en una
habitación. Sólo los dos—. Yo hablaré con él. Está bien. Nam hyung, Mingyu
hyung. No vengan. Sólo él y yo —comentó suavemente, dirigiendo sus pasos
hacia Jungkook, a sabiendas de que, quizás, era una mala idea—. No nos
interrumpan, por favor —les dijo, mirándolos por sobre su hombro una vez
que llegó junto a Jungkook, robándole una frágil sonrisa a éste.

Una vez entraron a la cocina, Taehyung se apoyo contra el mesón del lavabo,
sus manos agarrándose de los bordes mientras veía a Jungkook acercársele
hasta quedar frente suyo y tan cerca, que podía sentir su respiración
abrumándolo y debilitándolo.

No había nada mejor como eso.

Jungkook avanzó decidido hacia él y sus manos fuertes se ajustaron a su


delgada cintura, amasando la piel y sus dedos pulgares presionándose en el
hueso sobresaliente de sus caderas. Y Taehyung se estremecía y enrojecía,
porque se sentía como en un sueño, era un sueño del cual no quisiera
despertar.
Jungkook dejó caer su frente contra la suya suavemente, y Taehyung sintió
sus labios rozarse por tan solo un milímetro que hizo la diferencia cuando
decidió apartar su rostro, delicadamente, hacia un lado.

Porque así no era como quería que fueran las cosas.

Sin embargo, parecía ser el único que pensaba aquéllo.

Pues, en menos de lo que esperó, la distancia acabó por disminuir aún más.

Y Jungkook sujetó con cuidado su carita y la dirigió hacia él, mirándolo con
hambre, con una necesidad primitiva, con una necesidad que nacía desde las
entrañas, desde el corazón.

Taehyung miró sus labios y tuvo que reprimir su propio impulso cuando
Jungkook trató de besarlo nuevamente, negándoselo y apartándose un poco.

—Vamos... —Musitó, urgido, relamiéndose los labios con ansia y una


expresión que sólo demostraba la lamentable resignación que sentía en
aquellos instantes en los que sólo podía pensar que tener a Taehyung entre
sus brazos era como un sueño—. Por favor, Tae...

Hubo silencio un par de segundos, Taehyung, con exasperado sufrimiento


oculto, le susurró: —Jungkookie... Por favor, no lo hagas más difícil...

Pero Jungkook se negaba a escuchar aquellas palabras, se negaba a ser


rechazado de esa forma tan... cruel. Así que, acorraló a Taehyung contra la
isla de la cocina, sintiendo su cuerpo temblar, observando su carita enrojecida
mientras rehuía de su mirada y él sabía sobre su vívida fantasía y cuánto le
estaba costando escapar de ella.

Trataban de esquivar una bala, pero a él siempre le costaba alejarse.

No se podía apartar cuando, después de tanto, lo tenía justo allí.

Sólo estaba tratando de estar ahí, ¿pero él lo estaba intentando?

—Vamos, por favor, por favor... —pidió, con la voz rasposa, sintiéndose
como si se le estuviese desgarrando la garganta, sus cuerdas vocales
quebrándose cuando no lo pudo pensar dos veces más y le rogó: —Sólo
uno... Sólo u-uno... Por favor...

Sus manos fuertes y ásperas sujetaron su cuello con tierna firmeza,


trepidando un poco por vez que lo atraía un poco más, forzando un poco el
contacto. Y Taehyung quiso llorar, una presión dolorosa se instaló en su
pecho, oprimiéndole las costillas por vez que tomaba una gran bocanada de
aire; algunas lágrimas inconscientes se deslizaron por sus mejillas, y era
porque le era inevitable volver a mirarle directamente a los ojos.

—Jungkookie... —sacudiendo su cabeza suavemente, besando el dorso de su


mano con belfos derretidos en la miel que siempre amó fundirse—. No —
logró musitar, bajito.

Jungkook se sintió débil, se sintió roto, se sintió exasperado.

La desesperación le hizo sofocarse con aire y sus pulmones se llenaron


dolorosamente del aire que no quería volver a soltar, pensando que esto no
podía ser real. No era así como se suponía que debía ser, pensaba una y otra
vez, mirándolo a los ojos, presionándose contra Taehyung con tanta fuerza,
con tanto dolor. Entonces sollozó y, no pudiendo reprimir más el impulso,
escondió su rostro en el hueco entre el hombro y el cuello de Taehyung, de su
Taehyung.

Abrazándolo de forma repentina y brusca, Jungkook apretó a su Taehyung


entre sus brazos con ímpetu, acaparándolo, y sintiendo cómo era que su
menuda figura volvía a acomodarse en cada uno de sus moldes. Él sollozó
fuertemente mientras inhalaba y exhalaba su aroma.

Quería calmarse, lo tenía todo y lo podía perder todo y él solo quería


quedárselo y cuidarlo y hacerse cargo de él. Incluso, cuando todos le decían
que tener aquellos pensamientos tan intrusivos eran malos, él seguiría
queriendo proteger a su chico. Su dulce chico. Su TaeTae.

Pero le faltaba el aire. Necesitaba aún más. Siempre necesitaría más.

—No m-me dejes, p-por favor... Haré lo q-que sea, te lo prometo. Te lo daré
todo y haré lo que quieras, sólo pídemelo. Si es... No lo sé, lo que sea lo haré,
pero por favor no me dejes.

Taehyung exhaló hondamente y correspondió a su abrazo, masajeando su


cuello y su cuero cabelludo, mimándolo en medio de la catarsis, sobando su
espalda en círculos y besando el lóbulo de su oreja. Lo amaba tanto, que
apenas podía soportar sus propios límites.

—No me dejes, Tae... —Le escuchó decir con una voz grave y tosca, el llanto
casi oxidado, y sus manos avarientas tocándolo y apretándolo casi
violentamente, pero Taehyung siempre había amado que Jungkook dejara su
huella marcada en él porque, aunque su psicólogo una vez le había dicho que
no era sano, a él nunca le había importado la mella—. No lo soporto más...
Te amo. Te amo tanto, joder.

Taehyung, con manos tersas y suaves, acunó el rostro lloroso de Jungkook y


lo miró con un deje de compasión, sintiéndose roto al ver al hombre que tanto
amaba sufriendo por él y por todo lo que conllevó su tormentoso pasado. Le
dolía. Pero, no le importaba cuánto costara y no importaba cuál fuese el
precio que tendría que pagar si su plan no resultaba; él lo podría hacer
funcionar.

—También te amo, lo sigo haciendo... Te lo prometo. —Le dijo, con una


seguridad que logró transmitir serenidad a los oídos de Jungkook. Y acarició,
con dedos temblorosos, las hebras de cabello azabache. Le gustaba cómo le
sentaba el cabello largo a Jungkook—. Sé que ahora es difícil para ti, y para
mí... Pero estamos haciendo las cosas bien, Ggukie...

—Pero te quiero aquí con-

—No, Ggukie... Ahora estamos haciéndolo bien. Tú y yo. Y no podemos


desperdiciar eso.

Jungkook volvió a esconder su rostro en el cuello de Taehyung, sollozando


ligeramente y besando implícitamente el costado de su cuello, sus labios
saboreando un poco de su piel antes de dejarlo ir. —Te he amado como jamás
podré amar a alguien, Taehyung. Te amo. Te amo desesperadamente, te amo
como un maníaco, te amo como un hombre insano, te amo tan
primitivamente... Pero te aseguro que te amo hasta con la fibra más ínfima de
todo mi ser.

Taehyung suspiró una débil sonrisa, sintiendo el aliento húmedo de Jungkook


en su cuello y sintiendo sus labios chupar una vez más, muy suavemente. Lo
dejó. Porque sintió parte de sus lágrimas mojar su hombro izquierdo.

—También te amo. Te amé desde la primera vez que te vi. Te he amado


desde que fui tu alumno y tú mi maestro. Te he amado con egoísmo. Te he
amado en tus peores momentos, y te he amado cuando te comportas como ese
primitivo maníaco que afirma su pertenencia sobre mí. Te he amado incluso
cuando, incluso cuando me has dañado. Y te prometo que lo seguiré
haciendo.

Jungkook se separó un poco y acarició su mejilla, juntando sus frentes una


vez más, pero ahora suspirando una sonrisa triste.

—Lo siento —Dijo Jungkook, con una sinceridad que revelaba un corazón
puro y tierno.

—Lo sé —respondió Taehyung, besando su mejilla durante largos segundos;


los brazos de Jungkook seguían ceñidos con fuerza alrededor de su cintura—.
Volveré a ti, Jungkook...

Jungkook siguió respirando su olor, calmándose, relajándose y sintiéndose


repentinamente adormecido.

—Cuando vuelvas a mí, quiero verte bien... Quiero estar bien cuando vuelvas
a mí.

Taehyung quiso llorar ahora: Jungkook lo había comprendido.

—Eres tan especial, Ggukie... —susurró, riendo ligeramente, reprimiendo el


ardor de sus lágrimas acumulándose—. Sigues inhalando en mí como si fuese
tu olor favorito.

—Lo es... —susurró devuelta Jungkook—. Todo tú es mi... favorito.

— ¿Ah? —cuestionó Taehyung, confundiéndose tras estar en esa burbuja


soñadora donde sintió que muchas cosas estaban cambiando drásticamente y
algunas seguían siendo las mismas.

Jungkook rió y Taehyung le permitió un beso en la frente.

—Tú me sanas.

Cuando escribí este capítulo, me dije a mí misma "ya es momento", y


bueno, prepárense. Espero no haberles hecho sufrir... Mucho, jí. Les
amo.
92

El día después de aquella tarde de reencuentro y catarsis, Taehyung se vio


invadido por una emoción nostálgica que le dejó sintiéndose,
psicológicamente, muy cansado. De pronto, sus articulaciones se sentían
pesadas y sentía que el hueco en su corazón se llenaba al igual que un reloj de
arena: muy lentamente, ejerciendo una aflictiva presión que lo desintonizó de
su realidad y lo dejó varado en el momento. Taehyung sentía cada cosa, pero
aún más. Dentro de sus convicciones, era como si la burbuja de monotonía se
hubiese reventado y de pronto la noche se sentía fresca de nuevo. Taehyung
no sabía si se sentía triste, o vivo. Pero a él le gustaba la sensación de volver
a sentir. Y le agradecía a Jungkook, porque su evolución les había
contribuido algo a ambos.

Entonces, cuando el día viernes llegó y la noche cayó sobre la ciudad,


Taehyung terminó su trabajo y fue directamente hacia la oficina en la cual
estaba Seong Hwa y Baekhyun, ya que habían quedado para cenar, como una
pequeña recompensa por el gran paso que finalmente había decidido dar por
elección propia; aparentemente, ir a por sus cosas había sido todo un
acontecimiento en su círculo amistoso, que últimamente trataba de
consentirlo como si él se tratara de un chiquillo con el corazón roto por
primera vez (cosa que sí era).

Pero, sin duda alguna, lo mejor de toda la situación, en su consideración, era


que, tras haber hablado un par de cosas con Yoongi y Baekhyun, ellos habían
comprendido finalmente que estaba mejorando y que ellos también habían
cometido algunos errores al ser tan rudos para hacerle saber que algo no iba
bien. Así que, con el ambiente mejorando a su alrededor, todo pareció calzar
con su naciente amistad y conexión con Seong Hwa y San. Porque ahora, no
sólo él congeniaba con sus superiores, sino que tenía un grupo más grande de
amigos, en el cual todos eran amigos. Eso le hacía feliz y le hacía sentir que
estaba rodeándose con gente correcta, con gente que aportaba positividad y
buena vibra en su vida.

Definitivamente, algo había cambiado.

Por lo mismo, cuando se recostó en el umbral de la puerta, sonriéndoles


tímidamente, no se sorprendió al ver sus rostros alegres devolviéndole el
gesto.

Oh, ellos pagarían. Bueno, Taehyung tampoco podía negar que ser el
dongsaeng favorito de sus superiores y el consentido de sus hyungs tenía sus
ventajas.

Oh, en serio, él se estaba transformando en una pequeña mierdita


manipuladora por la culpa de sus amigos. Aunque, él les cocinaba a diario el
desayuno y, a veces, cuando la ocasión lo ameritaba, les preparaba almuerzo.
Él les recompensaba su generosidad. Y, claro, pagaba el Soju; su sueldo
seguía siendo un poco bajo debido a que apenas y llevaba dos meses y para
su consecuencia, lamentablemente, eso significaba que seguiría ganando el
sueldo mínimo.

Taehyung ya quería comenzar a ganar el sueldo que ganaban sus superiores...

— ¿Qué tal KFC? —Sugirió, mordiendo su belfo inferior cuando vio a


Seong Hwa sacudir su abrigo antes de ponérselo, abriendo su billetera y
chequeando algo, asintiendo. Eso sí le había hecho gracia, y no evitó reír—.
Yo también puedo pagar, sunbae...

—No... Está bien, Tae —Le dijo, suspirando suavemente, con una expresión
apacible. Eso le gustaba mucho de Seong Hwa: siempre era tan sereno y
calmado, era realmente relajante y atractivo—. Es sólo que quería pasar por
los víveres. Ya sabes, viernes de descuentos...

—Pero, podemos hacerlo —Contribuyó Baek, interrumpiéndolo con una


sonrisita tierna y demasiado dulce. Demasiado dócil. Mismo motivo por el
cual Taehyung se detuvo, y tuvo que mirarlo un poco más, con el entrecejo
levemente fruncido—. Tae y yo, digo... Yo sólo digo que Tae y yo podemos
darte nuestra parte mensual para los víveres e ir todos juntos.
Antes de volver su atención a Seong Hwa, quien miraba a su amigo también,
encorvó una de sus cejas con curiosidad y con un ligero deje de diversión
cuando notó el rubor; tiñendo las mejillas de Baekhyun, un color rosa
amenazó con expandirse por todo su avergonzado rostro con evidencia.

Vaya, pensó Taehyung.

—No tengo problemas con el dinero chicos, de hecho me es suficiente.


Traigo mis tarjetas. Sólo estaba checando si había girado efectivo para
pagarle al Señor Dong su propina...

—Oh, lo sentimos mucho, sunbae... Sólo queríamos ser de tu ayuda si lo


necesitabas así... —Dijo Baekhyun rápidamente, y Taehyung se sorprendió
aun más. Porque, claro, él no lo había visto actuar de esta forma. Esta faceta
era nueva y empezaba a tener sus dudas sobre esa platónica nueva amistad
con Seong Hwa. Le gustaba, sin embargo.

—Como tú desees, Seong Hwa sunbae... ¿Pediremos para llevar? —preguntó,


recordando que él traía efectivo para pagarle su aporte de propina al Señor
Dong. Ya que, Seong Hwa también los llevaba de ida y de vuelta en su auto.
Porque San ya se estaba yendo y eso era cada vez más real y un hecho. Y, a
Taehyung, San le agradaba en demasía. Y por ende, se sentía un poco
deprimido. Era inevitable; él le agradaba—. San sunbae podría venir a casa
esta noche, podríamos invitarlo... ¿Cierto, chicos?

—Claro que sí.

Dicho aquello, los tres salieron de la oficina y se dirigieron hacia el ascensor.


Pero, en el trayecto, Baekhyun se sintió inquieto y la curiosidad le cosquilleó
la punta de la lengua y no pudo evitar no buscar las palabras correctas para
saciar su necesidad de cuestionar las preguntas que se formaron en su cabeza
revuelta por confusión.

—Tae, en tu hora de colación... ¿A dónde fuiste? —preguntó en un murmuro


suave, no queriendo sonar entrometido porque esa no era la intención, sino
que, sólo quería saber.

A veces en serio necesitaba asegurarse de que Taehyung siguiera haciéndolo


bien; él, Jimin y Yoongi se habían preocupado en demasía la vez que
Taehyung habló sobre querer morir.

Todavía cuando lo recordaba sentía una profunda angustia instalándose en su


pecho.

Baekhyun se seguía preocupando.

Porque sabía que Taehyung todavía estaba dentro de Jungkook, y así en


viceversa; eso sí le entristecía, no podía negarlo.

—Oh —murmuró Taehyung, abriendo un poco su boca, sorprendido por la


repentinidad de la pregunta y a lo que hacía alusión. A él, sinceramente, no le
molestaba contarles cómo es que estaba yéndole con su terapia porque quería
hacerles saber que, poco a poco, comenzó a retomar su vida y que se sentía
bien—. Fui con mi psicólogo. No tenía mucho apetito, así que comí un
sándwich por el camino mientras iba hacia su consulta. Hablamos, luego
volví.

Seong Hwa carraspeó, presionando los botones del ascensor con insistencia.
Era incómodo.

—Oh, ya veo... Y, por cierto, TaeTae, ¿cómo te fue con él? —preguntó
Baekhyun, con un deje de suavidad mientras acariciaba el costado de su
brazo, apretujando con algo parecido a la confortación.

Taehyung exhaló hondo. Sus ojos picándole cuando mordió con fuerza su
belfo inferior.

—Fue bien. Él me dijo que había dado un gran paso, y que había hecho lo
correcto.

Su voz, su respuesta, debió haber sonado tan cortante, que Taehyung apenas
fue consciente de cómo descendió la temperatura a su alrededor. Para él no
era molesto, sino triste. Porque incluso si su psicólogo le decía que había
hecho lo "correcto", él empezaba a sentir algunas repercusiones de su
reencuentro con Jungkook; no podía dejar de pensar en él ahora, mucho
menos en cuánto quería que las cosas cambiaran para volver con él y que
Jungkook no le olvidara.

Para Taehyung era importante.

Quería que estas tortuosas semanas pasaran.

Quizás así podría olvidar su rostro lloroso pidiéndole que se quedara porque
él lo sanaba.

Lamentablemente, ese no fue el caso.

Porque semanas después, Taehyung había tenido una recaída.

Sin molestarse por el foco del farol de la calle, recostado sobre su cama,
únicamente con la camisa puesta, su camisa, afirmó la botella con tacto débil,
probando en exceso el sabor del alcohol que tanto se intoxicó su desbordante
amor mientras caían por el abismo. Lo recordó y lo volvió a recordar: sus
lágrimas mojando sus mejillas y descendiendo por el filo de sus facciones
masculinas, la marcada mandíbula y la miel de afecto derretida en sus labios
para quemarle la dermis del cuello.

Él no podría olvidar; lo había marcado y no quería que aquel moratón


desapareciera de la parte lateral de su cuello.

¿Había hecho lo correcto?

Si les digo que no estoy un poco molesta, mentiría. Porque sí lo estoy. I


mean, ustedes están leyendo mi historia que YO he ido construyendo
para que todo, o la mayor parte de un todo, calce. Creo que, ustedes que
han llegado hasta acá conmigo en cada paso o en cada avance, la gran
mayoría al menos, sabe que todo pasa por algo y que no se pueden dar
saltos mortales en el tiempo y dejar vacíos y una historia inconclusa,
¿no?

Okay so :-)

Yo estaba leyendo algunos comentarios de mis nuevxs lectorxs y, si hay


algo que me molesta, definitivamente son las críticas maliciosas y con
evidente pasivo-agresividad. No puedes comparar dos historias que no se
relacionan en nada la una con la otra lol. Esto no es Las 60 luces de
juanito. Ni siquiera se centró tanto en el romance profesor y estudiante
que hubo porque el tema principal era el romance; el BDSM fue sólo un
plus, por así decirlo, porque hubo más roleplay y sadomasoquismo que
BDSM como tal. No soy profesional escribiendo pero intento escribir de
forma coherente y que mi forma de narrar destaque. Pero no me jodan,
porque de verdad no hay algo más sinceramente ridículo que asumir
cosas en base a argumentos inexistentes xD

La historia fue avanzando, los personajes fueron afianzándose y fueron


conociendo sus propias historias personales (lo que había en sus cabezas,
en sus corazones y en su alma). Y ahora estoy haciendo que ellos
evolucionen. Así que, que NO cunda el pánico, que en la maratón se
quedarán flipando ;-)

Yo amo que comenten, que se expresen, cuenten sus experiencias y que


den a saber sus teorías o sus conclusiones al final de cada capítulo acorde
vamos avanzando, absolutamente todo. Les amo un montón, tienen una
parte de mi corazón.

Pero bueno, para lxs maliciosxs, quienes comentaron esa clase de


comentarios, si te gusta, te gusta... Y si no, go and make your own story
:-)
93

La madera del piso crujió cuando algunos pasos se oyeron cercanos en la


segunda planta de la casa, haciéndole saber la presencia de alguien más
dirigiéndose, muy probablemente, a la habitación de alguno de sus roomies, o
a la suya; si bien, no creía que fuese posible que esta persona se estuviese
dirigiendo a su cuarto, escondió la botella casi vacía a un costado de su cama
sólo para prevenir la alerta que sabía que podría encenderse muy fácilmente
si se veía tan mal como se sentía.

Sin embargo, cuando ya no escuchó ni el más mínimo ruido, sino el eco del
silencio que sólo retumbó en sus oídos con molestia, dejándole sabor de hiel
acre en la punta de la lengua cuando decidió que quizás ya había sido
suficiente, se planteó una vez más toda la situación y dudó sobre delimitar el
borde del cristal de aquella dañina botella.

Pero sus delgados dedos fríos se presionaron en la colcha y apretó con un


hueco de dolor en su pecho hasta que los pasos retomaron su camino, y el
corazón latiendo fuertemente contra sus costillas, ejerciendo presión en la
caja torácica y pareciendo querer hacerle saber que él quería salir corriendo
por la avenida hasta ir en la dirección contraria a sus pasos. Por aquel viejo
camino a casa que tanto rememoraba últimamente.

Pues, aunque apenas llevara un par de semanas viviendo con los chicos y se
acostumbrara a ellos naturalmente debido a la amistad que tomaba fuerzas y
aquel sentimiento fraternal que nacía entre ellos, eso no significaba que no
extrañase su hogar —la confortación que éste le brindaba—; y a Jungkook,
obviamente.

Dios. Pareciera ser que, esta noche, su mente no le quería dejar pasar ni un
solo segundo.
Pero, entonces podría beber en honor a la memoria, ¿no?

Sólo un poco más, se dijo a sí mismo, pensando en hacer oídos sordos a los
murmuros que oía desde el final del pasillo y porque la aguda audición nunca
fallaba, dubitativo, se quedó quieto, tratando de descifrar de quién se trataba;
desilusionándose cuando la expectativa se quedó como una idea fantasiosa, y
solo oyó un tropezón estruendoso y risas torpes a través del corredor.

Y otra vez; una vez más los escuchó.

Cosas cayeron estrepitosamente de alguno de los muebles, tal vez eran


cuadros y el jarrón de florero que había traído Jimin como regalo. Escuchó
risas ahogadas, mientras la puerta de alguna de las habitaciones contiguas se
cerraba abruptamente y las respiraciones llenas de ansiedad y exceso de
alcohol.

Un suspiro lleno de abatimiento abandonó sus labios, y Taehyung miró con


ojos nublados los paneles del techo, pensando en que probablemente en eso
había culminado la noche de copas de Seong Hwa y Baekhyun: muchos
suspiros a paso de convertirse en audibles jadeos.

Quiso maldecir mientras, exhalando profundamente y cogiendo la botella,


cerraba sus ojos y, apretándolos, de un sorbo se bebía el último poco de
vodka que contenía la botella.

No obstante, al día siguiente, Taehyung una vez más prometió no volver a


beber jamás, porque la resaca parecía querer reventarle la cabeza y se sentía
nauseabundo por la fatiga de tener su estómago vacío y por su propio aliento
fermentado por todo el alcohol ingerido. No podía ser más idiota. Ni siquiera
había caído en cuenta del momento en el que se durmió, ni cómo es que había
terminado en el piso. O siquiera de haberse percatado de lo que ocurrió a su
alrededor en medio de su deplorable estado de inconsciencia etílica.

Joder, Yoongi se hubiese reído de él; su resistencia a las bebidas alcohólicas


seguía siendo increíblemente patética. Y definitivamente le hubiese
reprendido su irresponsabilidad ante situaciones que no ameritaban una
solución ligada a una borrachera. Él, tal vez, le hubiese dicho algo para
hacérselo saber, y él habría discutido para llevarle la contraria. O quizás él le
hubiese dado un consejo y le habría facilitado la catarsis. Aunque Taehyung
no lo sabía con claridad, sólo sabía que necesitaba a su mejor amigo y que
éste estaba a kilómetros de distancia.

La melancolía le dio otro golpe y él se incorporó, mareado y adolorido.


Sentía que apestaba en todo el sentido de la palabra, y que ésta podría
adecuarse para abarcar cada ámbito de su vida en estos precisos instantes. Por
lo mismo, y luchando contra sus emociones conflictivas y la profunda tristeza
que procedía a los recuerdos de las personas a las que más amaba, sus pasos
pesados fueron a dar hasta el baño, donde terminó de rodillas frente al váter y
con las náuseas causándole terribles arcadas hasta que se vació y vomitó la
bilis.

Sin duda alguna, su último día de fin de semana se lo pasaría en grande.

Así que, mientras se lavaba los dientes, decidió que echaría su ropa al lavado
y se daría una larga y muy necesaria ducha. Porque no podía ir a trabajar
luciendo tan demacrado como lo llevaba haciendo últimamente. Estaba
cansado de eso, y también necesitaba hablarlo con su psicólogo y, muy
probablemente, con alguno de sus mejores amigos. Porque volvía a sentir y
no quería dejar de hacerlo, misma razón por la cual no podía retroceder ni un
solo paso de los que tanto le había costado avanzar. Sería estúpido si lo
hiciera. No quería perder la poca estabilidad que había conseguido para
equilibrarse nuevamente, y estaba más que seguro de que no quería ver a
Jungkook llorar otra vez por su causa; no podía imaginarse llamándolo.

Porque sí. Taehyung, con el agua caliente bañando su cuerpo y la espuma del
jaboncillo del shampoo y el jabón mezclándose, deslizándose suavemente por
sus extremidades, caía en la cuenta de sus casi decisiones ebrias: la noche
anterior llegaba a su psique de manera brusca y le hacía saber tener que
procesarlo, sobrio.

Entonces, concluía, tras recordar vívidamente cómo sujetaba con fuerza el


móvil contra su pecho y con la pantalla encendida, brillante y mostrando su
número de contacto, que había estado tentándolo y dejándolo a punto de
arriesgarlo todo para llamarlo.

¿Debería haberlo hecho? No... No así.


Así que, apoyándose en las frías baldosas de la bañera, se sintió frustrado y
apenado por ser tan incongruente y haber considerado llamarlo incluso
después de haber ido a por sus cosas.

No debí hacer eso, pensó, mordiéndose el labio inferior con fuerza,


rememorando su mirada oscura, como café caliente; su voz rasposa aún
conservaba aquel efecto tan particular que le hacía estremecer por insano
deseo que se expandía como una onda eléctrica por su cuerpo y avisaba
necesidad de afecto, de sus afectos.

Porque sí. Las heridas estaban sanando y, efectivamente, él estaba


entendiendo todas y cada una de sus carencias. No obstante, e inclusive si
estaba saliendo beneficiado a través de este proceso, Taehyung seguía
sintiendo que una pieza de él seguía allí, vagando en alguna parte del cuerpo
de su amante, quien, de hecho, se hallaba incrustado en su corazón también.
Aun cuando a veces creía que no podría sacárselo de la cabeza, —o del pecho
—, le resultaba un tanto inevitable no comenzar a pensar en que ahora
conocía mucho más sobre sí mismo que antes y que, por ende, ahora podía
decir con una certeza absoluta quién era y qué era lo que quería para su vida.

Taehyung tenía muchas cosas claras desde que había comprendido todo lo
que abarcaba su historial de vida, todos los factores familiares y sociales en
los que se había visto envuelto desde sus prematuros inicios. Y, ahora podía
decir que gracias a ello, podía comprender sus cicatrices y lidiar con ellas.

Jungkook le había contribuido mucho, pequeños detalles que marcaron una


gran diferencia en él y que le hicieron crecer; maduró de una forma bastante
peculiar en manos de quien, en aquel lejano instante, fue su maestro y,
gracias a él, pudo explorar un nuevo mundo, conocer y experimentar cosas
que antes jamás habían cruzado por su cabeza.

Lamentablemente, todo el mundo tiene sus debilidades y él fue la debilidad


de su maestro, y por lo mismo resultó dañado por éste; se supo ser la droga
más perfecta y nociva para él, el perfecto placebo que en conjunto de sus
carencias siendo suplidas por el afecto carnal y el dolor del placer, fue una
bomba de tiempo antes del estallido. Porque Taehyung siempre supo que
Jungkook lo veía con adoración, lo supo incluso antes de darse cuenta de ello.
Y él decidió amarlo y lo amó incluso cuando supo que eso estaba destinado a
dañarlo, porque no le importó en ese entonces; luego, el daño colateral los
golpeó a ambos.

Pero ni siquiera así me arrepiento.

Reviviría cada segundo contigo, Ggukie.

Porque incluso si Jungkook le había dicho "tú me sanas", Taehyung sabía que
esas palabras nacían desde el amor más puro que su amante conservaba en su
tierno corazón, porque él le podría haber dicho "tú me sanas también"... Sin
embargo, la cura venía desde las acciones que ellos habían tomado y seguían
tomando por decisión propia; por eso ellos estaban sanando.

Así que, una ligera sonrisa se dibujó en sus labios mojados cuando lo
recordó.

"Tú me sanas", se oía tan suave en sus oídos, que deseaba volverlo a oír y ser
acunado en sus brazos por vez que, muy probablemente, le susurraría la
promesa casi eterna de todos aquellos sentimientos inalterables e
intensificados, y eso sería como una canción de cuna para él.

Deseaba eso. Lo seguía y lo seguiría deseando. Tanto, tanto, joder. Quería a


Jungkook, lo amaba demasiado como para sólo... ¿Rendirse?

No.

Taehyung tenía que reconsiderar las cosas.

Él tenía que pensarlo racionalmente una vez más, y buscar una solución
razonable y pasiva que acabara con lo que estaba seguro ambos consideraban
era un martirio: la distancia.

[...]

Más tarde, después de haber tomado una cómoda siesta para recuperar la
energía gastada por causa del insomnio, y sólo porque era día domingo y el
atardecer ya caía en el cielo y sus colores saturados le alentaban a beber un té
caliente, Taehyung se dirigió a la cocina.
Sorpresa fue la que se llevó cuando vio a Seong Hwa y Baekhyun sentados
en cada una de las esquinas de la mesa, con la cabeza gacha y un evidente
silencio incómodo mientras San comía un sándwich en medio, con la mirada
perdida en algún punto del plato.

Taehyung estuvo a punto de estallar en carcajadas ante la escena que se


presentaba frente a sus ojos, pero se sintió alegre de ver a San ahí y sólo entró
a la cocina con una gran y radiante sonrisa, sintiéndose repentinamente
mucho más contento y aliviado al ir hacia los brazos de su hyung para
saludarlo y, claro, también por el hecho de que ya no se sentía tan
"resacado".

—Tae... —Dijo San, capturándolo de inmediato y con una dulzura que hizo
que Taehyung suspirara satisfecho mientras cerraba los ojos. De alguna
forma u otra, a veces sentía que él le recordaba a Jungkook. Sólo un poco.
Pero lo hacía; era inevitable cuando San tenía aquel toque suave que
inconscientemente compartía con su examante—. ¿Cómo estás?

Pasando por alto el obvio deje de preocupación en su voz, y mirando por el


rabillo del ojo a sus roomies, dijo: —Estoy bien, ¿cómo estás tú, hyung?
¿Qué haces aquí?

Baekhyun carraspeó un poco y él lo supo. Maldición.

Él no había querido preocuparlos y por eso había seguido con lo suyo en su


cuarto. Además que, en aquel instante, pareció haber estado interrumpiendo
muchas cosas, y no quiso sentir tan fuertemente que estaba siendo la tercera
rueda de la situación...

—Ya que tú y San hyung se llevan tan bien... Sólo le avise que tal vez...

—Sólo venía a pasar la tarde contigo. O, más bien, quería preguntarte si


querías ir conmigo a buscar algunas cosas a mi antiguo departamento, son
sólo algunas cajas. Pero, como Baek y Seong parecen estar cansados, supuse
que tú también lo estarías. Así que está bien si no te sientes animado. Al
parecer, anoche se lo pasaron bien —Rió un poco, interrumpiéndolo con un
poco de gracia, sin embargo Seong Hwa parecía estar más que absorto en su
mente que al tanto de sus cometarios y Baekhyun... Baekhyun lucía
avergonzado.

— ¿Huh? ¿A ellos dos te refieres? —Taehyung comentó, confundido.


Porque, vamos, él había estado emborrachándose en su cuarto, ahogándose en
sus propias lágrimas y en memoria de su amado Jungkook cuando escuchó
parte del muy probable encuentro de Baek y Seong Hwa y, por como estaba
de espeso el ambiente, sólo podía confirmar lo que había pasado la noche
anterior entre ellos. Pero San abrió los ojos cómicamente y Baekhyun
enrojeció hasta las orejas—. Oh, carajo... Oh, carajo. Oh, Dios... ¡Tú no lo
sabías!

— ¿Qué? ¿Qué cosa? —cuestionó San, frunciendo el ceño, mirando entre


todos los que estaban allí y cuestionándose internamente qué era lo que
estaba pasando.

— ¿Que la fiesta fue entre ellos dos anoche? —respondió Taehyung, su voz
sonando un poco suave mientras abría y cerraba la boca rápidamente al darse
cuenta de lo que él había dicho realmente.

Por Dios, qué bocazas.

— ¿Qué...?

Okey, ya la había cagado.

— ¡Taehyung! —Baek se volteó hacia la cocina, enfurruñado y poco menos


echando humos por las orejas debido al enfado y Seong Hwa...

—Fue sólo un exceso de copas —Seong Hwa se pegó las palmas de las
manos en la frente, y Taehyung se sintió de lo peor—, fue... Fue una
irresponsabilidad de mi parte, yo no debí y Baek... Perdóname si esto te es
mortificante... —Seong Hwa lucía realmente miserable y la pena que sintió
Taehyung por el contexto fue empática.

—Pero, sunbae, parecía ser que los dos se estaban divirtiendo, no es como
si... ¡Oh, maldición! ¡Lo jodí de nuevo!

Taehyung enrojeció y se pegó la mano en la boca, malogrado.


San se mordía el labio para reprimir la risa y sólo tironeó a Taehyung a su
lado.

—Bueno, de todos modos, fue suficiente. Ambos son adultos y no le deben


explicaciones a nadie sobre ninguna de sus acciones, no tienen a quién
rendirle cuentas; ambos se divertían. Y creo que estoy retrasándome, así que
me llevo a Taehyung y lo traigo a las 9pm.

Eso fue lo último que les dijo San antes de sacar a Taehyung de la cocina y
murmurarle: —Ve a cambiarte rápido.

[...]

Sentado en el piso, con las piernas cruzadas y un pote de helado entre sus
manos, Taehyung observaba a San acomodar un par de cajas en una pila. El
apartamento estaba casi vacío y el ambiente era tranquilo y cómodo. A
Taehyung le gustaba el lugar. Y, en su consideración y humilde opinión, era
mucho más agradable que el antiguo lugar que San ocupaba; el otro le resultó
más frío y hostil, y aquello no conjeturaba con las vibras alegres que su
amigo tenía.

— ¿Por qué te mudaste, hyung? —Cuestionó de pronto, llevándose una


cucharada de helado a la boca y mirándolo con grandes ojos curiosos. Al
recibir una mirada que, obviamente, fue fugaz y dubitativa. Taehyung aclaró
de inmediato: —No es que yo quiera incomodarte, sólo estoy genuinamente
curioso.

— ¿Tú? ¿Genuinamente curioso? —San rió ligeramente, haciéndole


ruborizarse con el recuerdo fresco de su pequeño, muy pequeño desliz en el
comedor; en serio le debía unas disculpas a los chicos, porque había metido
la pata pero hasta el fondo—. Tae.

— ¿Qué? ¿Acaso no puedo cometer un simple y accidental error? Tssk.

San suspiró una sonrisa y se apoyó al borde del mesón de madera, cruzando
los brazos y ladeando la cabeza, observador.

—Me mudé porque este lugar se me hace más cómodo, más despejado, tiene
una buena vista y la localización es perfecta con respecto a mi trabajo; la
editorial en la cual estoy queda cerca. También hay supermercados,
farmacias, bares... Estamos en la ciudad y yo necesito algo que me saque de
mi vida, normalmente, muy aburrida.

—Pero eres escritor, hyung... ¿No deberías querer algo más romántico, como,
no lo sé, una casita en la pradera y mucho trigo? —bromeó y San no evitó
soltar un ruido nasal—. Ese es el típico prejuicio, ¿no? He leído tus escritos.
Seong Hwa hyung quería mostrarme tu magia y vaya que acertó... —
Taehyung sonrió amablemente, sabía que era información privada y sabía que
era algo de lo cual no podía hablar abiertamente con otras personas. Pero, él
era San, y Taehyung ya se declaraba su fan—. Escribes realmente hermoso,
yo...

—No le puedes contar a nadie. Es anónimo. Se supone que sólo son...


escritos que se están haciendo "famosos", y prefiero quedarme en el
anonimato con respecto a eso —le dijo, más que un poco incómodo.
Taehyung lo notó. Ni siquiera le había dejado terminar.

—Tranquilo, que no le contaré a nadie. Tampoco es para tanto, no eres tan


famoso —bromeó de nuevo, San bufó y enarcó una ceja, desafiante y a la vez
bromista. Ellos se estaban llevando bien. Así que, queriendo relajar el
ambiente, Taehyung le comentó: —Durante todo este tiempo, hyung, y
teniendo en cuenta tus evidentes encantos y dulzura, ¿no se te ha dado por
conocer a alguien?

Taehyung pudo escuchar el sonido de las bocinas y el ruido de la


muchedumbre caminando por las calles de la ciudad. Ese silencio no era para
nada mortificante ni tenso, sino que era deprimente.

Él se sintió desintonizado.

San se aclaró la garganta y caminó a zancadas hacia él, sentándose a su lado y


quitándole el pote de helado y llevándose una gran cucharada de éste a la
boca, le respondió:

—Nada más que encuentros casuales. No he encontrado a esa persona


especial, y por eso a veces siento que me estoy quedando atrás cuando veo a
mis amigos realizando su vida con tanta felicidad y amor, que me siento fuera
de lugar y solo... Tan solo.

Taehyung guardó silencio un par de segundos, mirándolo fijamente y sin


saber qué decir, sólo recostando su cabeza en su hombro y abultando sus
labios mientras pensaba en algo que decir, algo que no se le ocurría porque su
mente estaba demasiado saturada de amor desbordante por Jungkook, que
apenas se sentía estar presente ahí; eran lapsos en los que todo volvía con
fuerzas, como una palpitación dolorosa en el pecho que le avisaba que el
tiempo corría y que, con el presentimiento insufrible, se le acababa por cada
segundo que transcurría.

E incluso estando en esta situación, la culpa cargaba sus hombros y se sentía


egoísta. De nuevo tan ensimismado e internalizado en su propio mundo, que
ni siquiera se sentía en igualdad de condiciones para darle un buen consejo a
una persona a la que había tomado gran cariño y confianza.

—Hyung... —musitó suavemente, relajándose contra su costado


cómodamente, queriendo entrar aun más en confianza; sabía que muy
probablemente ellos se estaban encaminando a ser muy buenos amigos,
porque ambos parecían querer seguir afianzando esa amistad—. Es necesario
que te diga que la persona especial y correcta la encuentras cuando menos
podrías esperártelo; no le encontraras buscándole o queriéndole encontrar
desesperadamente. Yo no busqué a Jungkook, ni él a mí. Nosotros sólo...
Empezamos a conocernos y, en algún punto, sólo supimos que éramos el
correcto del otro...

San inhaló profundamente y asintió, mirando hacia las sombras oscuras que
contrastaban con los colores cálidos del atardecer reflejándose en las paredes.

—Cuando te escucho hablar así de Jungkook, sólo pienso que me gustaría


que alguien me amara tanto —murmuró, muy bajo, y con un tono áspero que,
con una mueca entristecida, hizo que a Taehyung le dolieran hasta los huesos
—. Pero luego también te veo tan mal y tan deprimido, que me siento un
poco asustado de encontrar a mi correcto.

Taehyung se mordió el belfo inferior, sintiéndose malogrado.


—Lo siento.

Emitiendo un gruñido ligero, San le dio un apretujón reconfortante en la


cintura y ambos se sintieron aún más apagados debido a todo el caos que
había quedado atrás pero, quizás, sí le había dolido en demasía el golpe de
realidad. Sin embargo, las consecuencias a veces rasgan aun más profundo,
aun más adentro, que el sonido de la destrucción alrededor suena ligero en
comparación al escozor de la dermis erosionada.

—No tienes que hacerlo, está bien. Ambos cometieron sus errores, pero son
refutables. No fue algo grave, y ahora están dando grandes pasos como
personas y... Creciendo. Y, bueno, ustedes fueron bastante, wow...
Impresionantes por lo que me ha contado Baek.

Taehyung se alejó un poco y enarcó una ceja, haciendo reír a San. — ¿Eso
significa que estamos en 1-1?

—Sí.

Taehyung rió bajito también, acomodándose acurrucado en un costado de San


otra vez. Era cómodo, y le recordaba a Jungkook. Pero Jungkook era
incomparable, Jungkook era... Sólo Jungkook.

—A veces le extraño tanto, hyung... A veces siento que cometimos tantos


errores, entonces recuerdo mis errores y los suyos y siento una mezcolanza de
emociones... Y me siento tan confundido y tan mal. Porque sé que, según lo
que he hablado con mi psicólogo, tenía unos evidentes problemas de
autoestima y seguridad, y dependencia y carencias paternales, otros tantos
complejos de los cual no me gustaría contarte porque son demasiado privados
y...

—Shh... —poniendo su dedo índice sobre sus labios, San le tranquilizó—.


Está bien, Tae. No es tu culpa. Y no es culpa de Jungkook. Sólo fue que
ambos colisionaron. Ambos no lo supieron manejar correctamente, y
cometieron errores. Porque los dos son humanos. Tae, no sigas mirando el
pasado; deja de pensar en lo que hiciste y lo que no. No te tortures a ti
mismo; no tortures a Jungkook con eso.
Un profundo hueco se caló en su pecho, y Taehyung mordió su labio con
fuerza. Entonces se mantuvieron en silencio durante largos segundos,
pestañeando hacia las sombras que se alejaban de la pared y caían por el
suelo con la puesta del atardecer afuera y el ruido en el fondo, sin vacilar
siquiera un segundo.

Qué ruidosa ciudad, pensó Taehyung, empuñando la tela de su hoodie


mientras recordaba el festival al cual había asistido con Jungkook y el lugar
en el cual lo habían terminado celebrando: en su auto, chorreando helado y
risas por todas partes. Y Taehyung pensó en que le gustaría cumplir treinta
años y estar junto a él y reír mientras chorreaban experiencias y amor en una
celebración privada mientras seguían compartiendo esa conexión tan mágica,
tan inigualable; aquella que, con la peculiar euforia del enamoramiento, le
hizo sentir que tocaba las nubes.

Pero apenas y estaba a punto de cumplir veinticuatro.

Y Jungkook...

— ¿Crees que él me siga queriendo, que me perdone? Porque yo puedo


perdonarlo a él. Yo sé que podemos dejar todo ese desastre atrás y mirar
hacia el frente, hacia el futuro...

San relamió sus labios y dejó el pote a un lado, pensando en qué decirle para
que Taehyung pudiese comprenderlo mejor.

—Tae... Sinceramente, pienso que necesitas, o necesitamos, a alguien que


nos ayude a crecer cada día, a alguien que te admire y a alguien a quien tú
admires, alguien que te ayude a ser el mejor y que te haga querer ser el mejor
por ti mismo. Pienso que debe ser alguien que te haga sentir suficiente y que
celebre tus logros junto a ti, contigo; alguien con el que puedas celebrar a la
vez sus victorias y sentirte pleno por ello. El amor, desde mi perspectiva, es
un trabajo mutuo: si los dos están totalmente comprometidos con el otro, con
ayudarse a crecer y superar los desafíos, entonces, podrán asumir cualquier
período tormentoso. Juntos.

Taehyung miró fijamente el perfil de San y se sintió encantado por sus


palabras. Él realmente se merecía a esa persona correcta.
Por Dios.

Inclusive, Taehyung había sentido mariposas en el estómago al escucharle


hablar.

—Me haces cuestionarme muchas cosas, hyung... —musitó, exhalando—.


Hice algo tan estúpido al no aceptar trabajar para Jungkook... Después de
mucho tiempo, me di cuenta de que sólo lo hice para demostrarle algo... Sólo
era un trabajo, aunque sé que Jungkook lo hacía para poder mantenerme bajo
su ojo. Pero, supongo que ese también fue un error de ambos.

—Así es, Tae. Pero no te culpes ni lo culpes, fue el contexto. Porque, estoy
mucho más que seguro de que, si volviésemos a ese punto y ustedes
estuviesen yendo tan bien como ahora, no caerían en ese juego. Y, de hecho,
un filosofo decía que: "la persona correcta para ti no es sólo la que te acepta,
sino la que te hace desarrollar tu máximo potencial."

Taehyung abrazó a San, rodeándolo con sus brazos de forma cariñosa y


necesitando liberarse cuando le dijo: —Lo amo tanto, hyung. Jungkook sigue
siendo para mí alguien totalmente esencial. Jungkook es un motor que me
hace querer seguir avanzando. Pero me da un poco de miedo eso... Hemos
mejorado en muchos aspectos, lo sé, pero esto...

—Lo sé, lo sé... Shh... Calma —le tranquilizó, meciéndole cuidadosamente


como a un niño pequeño, pero sabiendo que, para su lamentar, Taehyung no
contaba con su familia; aquello le dolía en el corazón y por eso todos se
estaban esforzando en ser buenos amigos, porque ellos podrían ser los hyungs
de Tae siempre cuando éste lo necesitara—. Quizás tu psicólogo me deteste
por lo que voy a decirte, pero, desde mi punto de vista, hay muchísimas
soluciones y bueno... Qué mejor que una pareja atenta, ¿no? Que si has
estado comiendo bien, que te abrigues para evitar un resfrío o que si tienes
todavía ese dolor, que te cuide, que se preocupe... Eso, para mí, no es ser tan
intenso... Sino estar presente.

Taehyung rió con labios temblorosos, y una burbuja nerviosa reventándose en


su garganta.

— ¿Qué dices, hyung?


—Que pienso que ustedes pueden volver a estar juntos sin dejar de ir a
terapia. E incluso pienso que pueden ir juntos —directo al punto, San le miró
a los ojos con sinceridad y la bonita sonrisa que poseía, tan dulce y caballero.
San se merecía a un buen chico.

Taehyung se tapó la cara con ambas manos, llorando silenciosamente después


de oír lo que tanto quiso escuchar sin siquiera saberlo. Y, quizás, Taehyung
quería intentarlo; y San no le dejó solo, sobando su espalda en círculos,
dándole su espacio durante algunos minutos. Taehyung sentía una mezcla de
tristeza y felicidad, que su corazón apenas soportaba.

—Seguramente mi psicólogo también me va a detestar... —susurró de


repente.

— ¿Huh? ¿Por qué?

Taehyung apretó los labios graciosamente, aun con la carita llorosa, para
reprimir la risa antes de decir: —Porque anoche estuve a punto de llamarlo
para decirle que me quedaré. Que me quedaré con él, y que puede venir y
arroparse en mi pecho cuando más sea que lo necesite, cuando lo quiera. O
que puedo ir y tocar a su puerta y podemos... No lo sé, yo estaba borracho y
mi mente y corazón no tenían filtro alguno. Pero todo lo que quería era él.

Porque lo prometido es deuda...


94

Después de su efímero reencuentro con Taehyung hace un par de semanas


atrás, Jungkook se siguió sintiendo deprimido y desilusionado. Decepcionado
de él por romper su promesa, decepcionado de sí mismo por no haber hecho
lo suficiente como para que se quedara. Tal vez pensar en aquello le hacía
sentirse un tanto enfermo. Pero no lo pensaba con una doble intención, sino
que consideraba que, con la cantidad de tiempo concurrido, después de todo
lo que había sucedido, era suficiente como para darle momento a una
conversación seria, o formal, entre ellos. Pensaba que, quizás, necesitaban
hablar las cosas sinceramente y tomar una decisión: ¿Qué era lo que pasaría
entre los dos después de esto?

Jungkook le había dado vueltas al asunto durante más de una semana. Había
buscando en la situación los pros y los en contra, había calculado cada arista
y cada ángulo. E incluso si se sintió entristecido por cada una de las
respuestas que encontró a lo largo de su historia, y las incógnitas que ahora
parecían tener respuestas, se vio en la necesidad de ponerse en el lugar del
otro. Porque necesitaba respuestas. Él era un hombre adulto ya y, ahora,
después de malos tragos e hilos enredados, quería una conclusión. Pues sí. Se
sentía mejor, se sentía renovado, se sentía y se sabía estar sanando. Y, por
ende, necesitaba una respuesta por parte de Tae.

¿Su reencuentro había sido un punto final, o había sido un "sólo espera un
poco más"?

Porque, después de haber sufrido tanto por la abstinencia de su contacto y de


sus carencias, tras haber llorado al verle irse nuevamente sin siquiera aclarar
esa constante incertidumbre, pensó con profundidad sobre la naturaleza de las
cosas y de su relación. Porque sí. Incluso si habían terminado, se sentía como
si sólo fuesen dos hombres que estaban tratando de no volver a caer en las
redes del otro y fracasando en ello, lo cual sólo significaba que sí había algo
que no estaba esclarecido entre ellos. Y Jungkook quería, necesitaba, saber si
después de todos estos meses y terapias ellos realmente podrían volver e
intentarlo. O sólo llegarían a encontrarse en una cafetería para después
desaparecer de la vida del otro; aquella idea no podría resultarle ser más
dolorosa, pero era necesario ser realista; él, en el fondo, lo sabía.

Había conversado con su hermano y, después de ello, concluyó que ya era


hora de que él también comenzara a seguir con su propia vida, tomando las
riendas de ésta y dejando de lado y muy lejos, muy atrás el pasado. Lo había
decidido. Era un hecho: enterraría todo el daño, cada mala experiencia y,
finalmente, dejaría ir todo aquello que le causó perjuicio.

Después de todo, no podía seguirse postergando a sí mismo. Pues, tenía una


editorial de la cual hacerse cargo y una empresa que manejar junto a su
hermano. Y, de hecho, sería muy egoísta e injusto para él seguir esperando
eternamente, ya que su chaleco a prueba de balas se había mantenido fuera de
peligro durante todo este lapso y, por ende, no quería que de la noche a la
mañana llegara aquel tiro inesperado en un punto débil y le diera en aquel
tejido expuesto que tanto le costó sanar.

Jungkook seguía amando a Taehyung, pero realmente tenía que afrontarlo;


esta vez quería hacer las cosas bien desde un principio.

[...]

Mingyu observó a su hermano durante breves instantes, se fijó en su postura


rígida y en la expresión seria en su rostro mientras fruncía el ceño
profundamente y bebía un sorbo de su café americano. Le resultó un tanto
gracioso que, después de tantos años, a él finalmente se le diera por sentarse
tras el mesón grande: en aquel puesto que le perteneció a su padre. Sus
estándares se vieron por sobre el límite cuando lo vio asumir su deber, como
siempre debió ser. Y se sintió orgulloso, aunque sabía que su hermanito
siempre había amado su título de maestro; y, si veía que todo este asunto
empresario no funcionaba para él, no estaba demás decirle que lo apoyaría si
decidía volver a ello, y retomar en otra universidad. Pero, quería que
Jungkook al menos lo intentara.

Así que, ese sentimiento cálido en su pecho se intensificó cuando le vio


sonreír con cierta arrogancia a algún archivo presentado en la computadora.

Presentía que a Jungkook no le desagradaría tanto este nuevo trabajo.

Mingyu pensó que, tal vez, era que sólo estaba dándose cuenta de todo lo que
poseía y todo lo que podría seguir consiguiendo, construyendo, controlando y
manejando con tan sólo un gesto o una seña. Jungkook estaba al mando y con
algunas órdenes, poco más de papeleo y varias juntas con inversionistas,
podría llegar a ser tan grande e incluso mejor que su padre.

La empresa iba bien, Mingyu lo había supervisado durante las primeras


semanas. Y, bueno, le había guiado desde hacía mucho antes de que
realmente asumiera su papel, y consideraba que había hecho un gran trabajo,
—o que en serio lo llevaban en la sangre Jeon.

Por otro lado, en la editorial, Jungkook tenía algunos subordinados y él,


siendo el dueño y a la vez el jefe, sólo pasaba algunas horas allí durante dos
días de la semana: los martes y los miércoles, Jungkook se encargaba de
supervisar que todo estuviese correctamente y que sus empleados estuviesen
haciendo su trabajo como debían hacerlo; dejaba las órdenes hacia su primer
subordinado y era éste quien se encargaba de que todo estuviese bajo control
en su ausencia, mientras coordinaba horas y juntas junto con su secretaria
antes de marcharse.

Su vida estaba moviéndose notoriamente y estaba yendo de allá hacia acá


durante la mayor parte del día, y eso le ayudaba a despejar su mente y
mantenerse calmo.

El estrés y la sobre-exigencia eran algo a lo cual estaba tratando de


acostumbrarse aún, ya que siempre había sido un hombre organizado y
estricto, muy disciplinado... Sin embargo, no podía negar que últimamente le
estaba sacando la cuenta, y se sentía un poco culpable de haberle dejado caer
todo el peso a su hermano mayor durante tantos años. Jungkook se sentía aún
más unido a Mingyu por lo mismo: su relación había mejorado notablemente.

Por fin, sentía que su familia se había unido. La memoria de sus padres la
dejó descansar en paz y, tras varios meses de terrible tormento que
rememoraron el padecimiento del cargo de conciencia desde hacía años atrás,
finalmente les perdonó y se perdonó a sí mismo.

Jungkook comprendió que hay un millón de cosas en este mundo que no se


pueden evitar, y comprendió que las casualidades desencadenan hechos,
situaciones y personas nuevas. Y él no se arrepentía de absolutamente nada
entonces, y su pasado se quedaba allí: muy lejos, en lo que ya ocurrió, en lo
que no tiene vuelta atrás, en lo inevitable, No obstante, su nuevo yo, su "yo
sano", su "yo curando", agradecía cada pequeño detalle. Pues las heridas,
finalmente, se sellaban naturalmente y su psique se hallaba en temple, en
aquel equilibrio que no quería volver a perder.

Y, no podría mentir tampoco, se seguía sintiendo un poco deprimido por la


decisión de Tae, sin embargo la respetaba. Respetaba las decisiones de
Taehyung. Aunque, aquello le hiciera sentir apagado, Jungkook podía
aceptarlo y, si Taehyung lo consideraba, él podría dejarlo ir.

"A veces es mejor aceptar que una etapa de nuestras vidas ha llegado a su fin,
junto con las personas que conocimos, los lugares que visitamos o lo que
llegamos a sentir, Jungkook. Y, sinceramente, pienso que es lo mejor en
cierto punto. ¿Por qué querrías postergar esto más? No tiene sentido, quizás
no valga la pena. Has pasado por etapas: la negación, toda la rabia, la
depresión, la negociación cuando me contaste que intentaste hacer que se
quedara, y que podías dárselo todo... Y, por último, la aceptación. Creo que
vas por un buen camino, y no pierdas el rumbo de aquel."

Esas fueron las palabras que su terapeuta le había dicho hace un par de
semanas atrás, y él comenzaba a pensar que su terapeuta tenía razón; estaba
aceptándolo incluso cuando sabía que sus deseos resultaban ser demasiado
fantasiosos e irreales, su hermoso cuento de hadas tendría un final feliz pero,
muy probablemente, por caminos separados.

— ¿Se puede saber qué es lo que piensas tanto, Gguk-ah? —Mingyu le dio
una palmadita en el hombro, amable, mientras tomaba un folio entre sus
manos para revisar lo que se suponía debía ser el informe de ventas anuales.
Jungkook ya lo había revisado también.

—Pienso en que, si termino esto lo antes posible, quizás pueda irme a casa, y
dormir cinco horas —Le contestó, mirando fijamente los nombres, el número
telefónico y la hora de sus reuniones con los inversionistas de Moscú e
Irlanda. Pensó que en la editorial no había eso de tener que tratar de
convencer sus propios términos a hombres tercos e inflexibles, como él
probablemente.

— ¿Sólo eso? —Mingyu encorvó una ceja con una media sonrisa—. Pft, te
falta costumbre, hermanito.

Jungkook suspiró y dejó de teclear en el portátil, apretó sus labios con la


mirada escuálida fija en la pantalla antes de decir: —Pienso en Taehyung. Y,
pienso en nuestro improbable cuento de hadas... No es como que yo quiera
sonar cliché y esa mierda, pero con él... Tú sabes que con él siempre he
querido todo.

Su hermano guardó silencio durante segundos, bebiendo un sorbo de café


amargo y caliente.

— ¿Y qué? ¿Planeas rendirte?

Jungkook consideró reírse, pero es que tampoco le hacía gracia. Porque él


sabía que podían intentarlo otra vez, haciendo las cosas bien y, quizás,
podrían apoyarse en sus terapias hasta que ambos mejoraran lo
suficientemente como para dejar de temer a tener una relación más seria y
formal. Podrían intentarlo. Pero, tenía sentimientos encontrados.

No quería forzar a Taehyung a intentarlo nuevamente si éste no se sentía listo


o si es que se sentía inseguro, mucho menos si no quería.

—No soy yo el que quiere rendirse; fue él quien volvió sólo por sus cosas y
se fue de nuevo.

—Jungkook...

—No, hyung. —Dijo, firmemente—. Creo que ya es suficiente, y creo que es


algo que ya no se puede seguir forzando a ser si, quizás, el destino no quiere
que así sea. Taehyung es especial para mí. Lo amo locamente. Él para mí
fue... Sigue siendo importante. Pero...
Jungkook mordió su labio con fuerza y guardó silencio, cabizbajo, pensando
en las palabras correctas para describir lo que realmente sentía sin sonar
indiferente o, incluso, resentido.

Quería tanto a Taehyung, que, mientras más parecía quererlo, más parecía
alejarse. Y eso le dolía, obviamente. Por lo mismo, prefería quedarse con
todos los hermosos recuerdos que le había dejado y con los que habían
construido juntos; no quería forzar su relación para luego sólo ver cómo era
que volvía a destruirse y desmoronarse.

Jungkook pensaba que, si volvían, o si consideraban hacerlo e intentarlo,


quería que fuese un encuentro natural e instantáneo, una decisión mutua y
discutida razonablemente con la verdad que tuviesen que enfrentar para
empezar sin sombras, sin secretos e incógnitas. Y, eso era lo que le hacía
ilusión en parte: pensar que las cosas podían ser mucho más fáciles si ellos
conversaban y definían su relación.

¿Qué pasaría realmente? Esa era la pregunta culminante que, de hecho,


desembocaba a las más importantes también: ¿Quedarían como amigos?
¿Irían por diferentes caminos? ¿O lo decidirían e irían a por todo para
intentarlo otra vez? Jungkook necesitaba saberlo.

— ¿Pero? —insistió Mingyu, irrumpiendo repentinamente en sus


pensamientos, sacándolo del trance y haciéndole despabilar mientras sacudía
su cabeza ligeramente, como si eso pudiese lograr que se aligerara el peso—.
¿Pero? —repitió Mingyu.

Él quería una respuesta, y Jungkook también. Qué irónico resultaba ser a


veces.

—Necesito sacarme este peso de encima, hyung —respondió, exhalando


profundamente, denotando el evidente cansancio físico y mental que sentía
—, necesito hablar con él y, lo más importante, que me diga qué es lo que
quiere: qué espera de esto, por ejemplo.

— ¿A qué te refieres? ¿Vas a llamarlo para quedar o...? —le preguntó, con
una arruga en el entrecejo formándose de forma molesta. Jungkook se dio
cuenta de eso, y le dio una mirada—. Mira, yo sé que tú estás mejor y sé que
Taehyung lo está también. Por mí, si tú eres feliz, yo te apoyo totalmente.
Pero, ahora más que nunca, te pido que vayas con calma. Sea cuál sea la
decisión que tú tomes o que él tome, todo estará bien. Así que...

—Lo sé, hyung. Lo sé. Pero... Antes, traté de llamarle, le envié cantidades de
mensajes y él no respondió a ninguno, no sólo porque tenía el móvil apagado,
sino porque después supuse que no quería coger el móvil, y lo comprendo —
sintiendo cómo su voz se apagaba un poco, con tan sólo mencionar aquel
tema, se vio en la necesidad de carraspear un poco para poder aclararse el
nudo en la garganta—. Pero no puedo quedarme con el "volveré", porque no
sé si pueda vivir con ello por mucho más tiempo. Yo podría esperarlo
eternamente, pero no sé si eso sea justo para mí si es él quien, quizás, ahora
se sienta inseguro sobre mí.

Mingyu se sintió orgulloso de escuchar a su hermano hablando de esa forma,


algo en él había cambiado y ahora era diferente, más maduro. Jungkook había
crecido, él se había aprovechado en buen término de la situación para
aprender algo y entender lo que antes pareció ser incomprensible. Y, claro,
escucharlo expresarse así, de esa forma, le llenaba; estaba feliz de que su
hermano, finalmente, se estuviese priorizando a sí mismo sin dejar siquiera
de priorizar a la persona que quería; Jungkook estaba considerando un
bienestar mutuo, una decisión que se tenía que tomar en conjunto.

—Creo que deberías llamarlo una vez más y preguntárselo directamente, o


quedar para conversar. Tal vez Taehyung necesite tiempo, Jungkook-ah —le
dijo suavemente—; si nosotros salimos de esta situación en conjunto fue
porque tenías a quien aferrarte en el proceso... Taehyung sólo tenía a sus
amigos, y le sobraban dedos de una mano para...

—Lo sé —interrumpió tristemente, porque él lo sabía y eso le deprimía en


demasía. Su TaeTae debió haberse sentido muy solo durante los primeros
meses, y en serio hubiese deseado estar para él... Lamentablemente, el rumbo
de las cosas no lo permitió. Pero le gustaría charlar tranquilamente sobre
cómo fue. Quería escucharlo.

—Deberías llamarlo. Podrían quedar en algún lugar tranquilo y...

—No lo sé, hyung —dijo, con la mirada perdiéndose en algún punto fijo otra
vez—. Tal vez tengas razón... Tal vez él necesite un poco más de tiempo aún.
Para él, esto fue muy difícil también... Lamentablemente, TaeTae no tenía un
Mingyu en su vida... —comentó desanimadamente, recordando lo que pasó
cuando sus padres llegaron a la ciudad, cómo fue que llegó Taehyung
después del encuentro con su padre.

Mingyu tomó su taza y bebió un sorbo de café mientras escribía un número


telefónico en un post-it. — ¿Y qué sobre su familia? Papá y mamá están
descansando en alguna dimensión y estoy seguro de que si pudieran estar
aquí para ti, lo estarían. Pero no pueden.

—Taehyung tiene un padre abusivo que le creía ser la oveja negra de la


familia por ser gay, misma razón por la que le maltrataba psicológicamente y
físicamente, una madre sumisa al patriarca que se dejaba llevar por cada una
de sus órdenes, un hermano médico que... Hijo de puta más grande no puede
haber; es un hipócrita que con sus mentiras hizo de la vida de Taehyung un
infierno. Y también muchos hermanitos menores de los que no supe mucho.

Jungkook se sintió molesto de decir aquello porque, de tan sólo recordarlo,


sentía que había una gran injusticia y pena de por medio en la crianza de los
Kim. Y él detestaba al padre de Taehyung. Porque sabía todo lo que había
pasado y, claramente, no podía detestarlo más.

—Vaya... Le salió pesado. Pobre Tae...

—No. Él no necesita lástima, hyung. Taehyung es admirable. Aguantó esa


mierda durante años hasta poder irse de casa y transferirse a Seúl; Taehyung
era de Daegu. Él hizo todo lo que más pudo para lograr todo lo que es y lo
que tiene ahora: su título, un lugar, un trabajo... No puedo negártelo:
Taehyung es increíblemente perseverante, noble y... fuerte.

—Lo viste en sus momentos más débiles, supongo.

—En algunos de ellos, no en todos. Pero sé que trabajó muy duro para poder
hacer todo lo que fuera necesario para conseguir las calificaciones, los
papeles, el dinero suficiente para poder buscar un lugar y... Taehyung es
increíble —suspiró con satisfactoria melancólica, él se seguía sintiendo
orgulloso de su TaeTae.
Mingyu sonrió cariñosamente; su hermano seguía enamorado de Taehyung
hasta la médula, sólo un tonto no se daría cuenta de ello. Le resultaba
adorable que, sin importar la cantidad de tiempo transcurrido, siguiera
conservando ese amor tan especial y único por el chico.

— ¿Y cómo sabes todo eso, Gguk-ah? O sea, sé que suena obvio pero...
Nunca hablamos de esto y ahora siento curiosidad.

Jungkook apretó sus labios y cerró la pantalla de su laptop, mirándolo.

—Tae me contó algunas cosas sobre su familia, sobre su padre... —murmuró


con la mirada oscurecida ante la mención del último, le seguía molestando—.
Namjoon me corroboró otro poco de información porque fue necesario, ya
sabes; Jimin, el novio de Namjoon, fue el ex compañero de Taehyung durante
la secundaria, y fue ex mejor amigo también. Creo que lo siguen siendo, o
que retomaron su amistad... Una cosa así. No lo sé.

—Oh, ya veo... —musitó Mingyu, haciendo una mueca que resultó ser
empática—. Qué pena que las cosas hayan sido tan difíciles para Taehyung...
Me alegra que ahora le esté yendo bien, que esté retomando su vida y que...
No lo sé. Ustedes deberían volver. Son, serían un gran equipo juntos.

Jungkook no evitó reprimir una sonrisa. Eso era verdad.

[...]

La oscuridad nubosa cubrió el cielo nocturno, las luces de la ciudad se


encendieron y, con ellas, aumentaron el ruido de la muchedumbre
aglomerada en las calles y el tráfico.

Jungkook se hallaba apenas acabando con su jornada de trabajo y ahora sólo


deseaba irse a casa para descansar y dormir. Se sentía cansado y se sabía
tener que pensar muy bien sobre la decisión que tendría que tomar en un par
de días, en un par de semanas; eso le degastaba enormemente al saber que las
probabilidades eran del 50% y 50%, con respecto a todas las posibles
alternativas que consideraba.

Así que, en su automóvil, respiró el aire novedoso de lo nuevo y salió del


estacionamiento subterráneo del edificio hacia las calles llenas de Seúl y
condujo, con lentitud, por las vías; debido al tráfico todo parecía estarse
retrasando y demorando en demasía, y ni siquiera era viernes.

Jungkook odiaba los tráficos, ya que debido a uno de ellos había estrellado a
otro auto y un auto a él y se había generado un accidente que, por poco, pudo
haber sido grave. Y menos mal que no lo fue. Aun así, y a pesar de la
indemnización encadenada, tuvo que cambiar su Nissan por otro auto. Y,
como estaba ganando bien y aceptando heredar las finanzas de sus padres
junto con los ingresos de las empresas y la editorial que compartía con su
hermano, un Mercedes había sido una buena opción; el modelo del auto era
bueno, conveniente, muy cómodo y lujoso.

No podría reprimirlo más: le gustaba aceptar llevar la sangre Jeon, y ya no se


negaba a ello. Sin embargo, aquello no significaba que se hubiese olvidado
de quién era realmente y de la humildad que adquirió a través de los años, lo
cual era algo completamente ajeno a su carácter; él seguía teniendo un
temperamento fuerte. Aunque, con el tiempo transcurrido, se sentía más
viejo, más entrado en años. Y aquello le recordó que cuando su hermano
cumplió los treinta y seis, él creyó firmemente que se convertía en un
espejismo de su padre. Qué irónico debió ser, que ahora él se hallaba mirando
su reflejo y también veía a su padre, pero, ahora lo veía sonriendo a través de
éste con armonía y orgullo.

Jungkook también comenzaba a ser feliz por sí mismo. Por fin sentía que su
vida volvía a ser plena, se sentía sereno y sano. Y por eso, si miraba hacia
atrás, había decidido avanzar rotundamente; había sido el momento perfecto
para hacerlo, después de todo. Y no podría arrepentirse de ello. Él seguía
sintiendo tristeza y dolor por su ruptura. Pero, ya no era tan intenso porque
sabía que todo pasaba por algo y que lo que sea que fuese a pasar, pasaría por
mejor y para el bien de ambos. Y en serio esperaba que los dos salieran bien
de esto.

Y, por mera casualidad, Jungkook pensó que las coincidencias de la vida no


podían ser más perfectas y sincronizadas. Porque, atascado en el tráfico, sus
ojos brillaron en dirección al chico que cruzaba la calle con un gran abrigo
marrón mientras sonreía alegremente.
Jungkook observó su cabello ondulado un poco más esponjoso mientras
algunas hebras se movían con el frío viento de la noche, su piel morena
luciendo brillante como la porcelana y riendo ligeramente mientras hablaba
con otro hombre a su lado.

El corazón de Jungkook se apretó.

Lo vio llegar hacia la otra esquina y perderse por entre la muchedumbre, y él


se sintió un poco, demasiado mareado y mal; la presión en su pecho le seguía
haciendo saber que a él no podía dejar de importarle, que él todavía
conservaba aquella ilusión del cuento de hadas y su final feliz.

Joder. No podría soportar mucho tiempo más, no era justo; era doloroso.

Y Mingyu tenía razón: ya era hora de que tomaran un café. Ellos tenían que
responder a sus respuestas y dejar todo claro para acabar con el martirio de la
incertidumbre: ¿Ellos no iban a cortar esa conexión y lo intentarían
nuevamente, haciendo las cosas bien? ¿O sólo, tras un café, seguirían sus
caminos?
95

Taehyung dio una gran mascada a su sándwich de pavo mientras miraba a


Baekhyun hablar de lo mal que se sentía después de su encuentro con Seong
Hwa y, no era porque haya sido malo o se haya sentido mal —según lo que
había escuchado—, sino que era por la evidente incomodidad que había entre
ambos ahora; Taehyung le había dicho que, para él, era obvio que, tras el
primer encuentro sexual, no lo volvería a ver con los mismos ojos otra vez
pero Baekhyun le había acusado de ser "inexperto" en aquellos temas como
para opinar; misma razón por la cual Taehyung prefería comer su enorme
sándwich de pavo en silencio.

—Entonces, no sé si debería decirle que lo siento y pedirle que nos


olvidemos de esto, pues sé que no se olvidara de eso tan fácilmente... Yo lo
intenté y no pude, joder —Baekhyun se veía demasiado nervioso como para
ser aquello sólo la follada de un encuentro casual de un tipo borracho. Él se
veía preocupado, se veía mortificado y avergonzado—. Pero es que era tan
diferente antes, y esa noche fue el cambio drástico de nuestra amistad o... Lo
que sea.

—Vaya —Taehyung levantó las cejas, sorprendido, terminando de masticar


su comida para finalmente tragar y, con picante burla, decirle: —Lo que sea
terminó con ustedes dos en, ya sabes, festejándose, eh.

Baekhyun se ruborizó y le dio una mirada de molestia, haciéndole reír.

—Tienes una mente muy sucia, Taehyung... ¿Qué fue lo que te hizo, Jeon,
huh?

Taehyung se llevó la bombilla de su agua entre los labios y sorbió un poco.

—Supieras tú, hyung... —musitó bajito, sintiendo un escalofrío recorrerle la


columna como una onda eléctrica expandiéndose con un calor fogoso por
todo su cuerpo ante los recuerdos que su cuerpo todavía conservaba; la
memoria corporal nunca fallaba y, por ende, cada parte de su anatomía
parecía recordarlo cada que hacía el amago de pensar un poco más en ello, y
él no podía hacerlo. Últimamente trataba de no pensar mucho en esas
referencias—. Pero si volvemos a tu tema, hyung, creo que deberías ampliar
tus horizontes y permitirte, no lo sé...

— ¿Qué insinúas, mocoso? —entrecerrando los ojos y llamándole por ese


apodo que su amoroso hyung mayor les pegó, Baekhyun no podía creer lo
que escuchaba. O sea sí. Pero eso no se esperaba que Taehyung tuviese una
mente tan abierta para sólo haber tenido un novio y, lo que él consideraba un
poco peor, quien fue su maestro. Pero en serio, siendo sinceros, Jeon había
sido un pendejo como su profesor, cómo se supone que, Dios... Baekhyun ni
siquiera podía imaginarlo—. No puedo permitirme tener... nada con Seong
Hwa hyung, TaeTae. Eso haría que las cosas se pusieran más raras.

Taehyung asintió, haciendo un gesto de comprensión y abultando sus labios


mientras buscaba a por algún lugar accesible para mascar su sándwich de
pavo. Pero qué difícil resultaba comerse aquellos sándwiches monstruosos...
De todas maneras, él no podría perder su dinero, así que lo comería de todas
formas.

Pero meditó un poco más sobre el tema de Baekhyun mientras saboreaba un


poco de salsa de barbacoa en sus labios y encontró la pregunta perfecta para
su mejor amigo.

—Hyung, ¿acaso tú crees que tener sexo con Seong Hwa hyung afectara
nuestra relación de roomies? —fue directo al punto e hizo que Baekhyun se
atorara un poco con su papafrita—. ¡Ay, hyung, tampoco es para tanto! Sería
sólo sexo, además no es como si ya no les hubiera escuchado. Gracias a Dios
estaba ebrio... —musitó mirándolo enrojecido hasta las orejas.

—Tae, por la forma en la que me lo dices, sólo me deja en claro que no


podemos volver a hacerlo. Qué incómodo debió de haber sido para ti... —
hizo una mueca, encogiéndose un poco y viéndose adorable. A Taehyung le
enterneció—. Lo siento.

—No lo lamentes, hyung. Es normal. Además, no deberías sentirte


mortificado por tener esta conversación conmigo. Esto no debería ser un tema
tabú, ¿sabes? Yo creo que debería tomar mis audífonos y ustedes pueden, ya
sabes, festejar...

— ¡Taehyung!

—Okey, sólo digo que deberían hablarlo, ¿no? Quizás, hasta puedan llegar a
un acuerdo. Pero mi consejo es que dejen las cosas claras desde un inicio; ya
sabes de mi experiencia personal... —comentó entristecido, mirando hacia su
móvil, que acababa de vibrar.

Baekhyun asintió y le dio dos palmaditas en el hombro. Quizás Taehyung


tenía razón. No debería enloquecer tanto por el tema, quizás sólo debía
disfrutarlo.

¿Qué podía salir mal?

No tenía nada que perder. Así que, consideraría hablar con Seong Hwa... Tal
vez así podían llegar a un acuerdo u olvidarse del asunto.

— ¿Y qué sobre ti? ¿No planeas conocer a alguien más?

Taehyung sintió un retorcijón de tripas con la sola mención de alguien más;


no es como si eso estuviese mal o algo, porque él ya no estaba con Jungkook,
pero no podría hacerlo; no ahora.

—Jungkook es especial para mí, hyung. No lo podré olvidar de la noche a la


mañana, y yo espero, no lo sé —cabizbajo, jugó con sus dedos de forma
avergonzada y nerviosa, porque se sentía torpe y apenado—, que quizás las
cosas mejoren y podamos volver... Porque esa chispa aún está, y no quiero
que se apague.

—Oh, entiendo... Pero, ni siquiera para... ¿Rascarte la picazón? —comentó,


haciendo reír a Taehyung. Qué diablos, pensó—. Lo siento pero sólo digo
que puedes conseguir otras chispas, con otras personas...

Taehyung, a decir verdad, no lo había pensado. Pues su libido estaba


demasiado azul como para querer satisfacerse y no sentía apetito sexual por
auto-complacerse, o buscar a alguien más. Pero, incluso si ahora se hacía
mención al tema, Taehyung no lo consideraba como un escape de placer para
su mente o una vía viable para nada. Él no quería a alguien más.

—La verdad es que Jungkook hacía magia con su varita —comentó de


repente, echándose en el respaldo de su silla y haciendo trapicar a su amigo
ante la comparación—, sí. Lo digo en serio. Congeniábamos demasiado
bien... No quiero darte más detalles, hyung, porque sé que no necesitas
saberlos, pero...

—Gracias por la consideración y...

Taehyung no escuchó completamente lo que Baekhyun le decía porque su


móvil volvía a vibrar, pero esta vez era una vibración continúa. Alguien le
estaba llamando, y Taehyung estaba pasmado mirando la pantalla y la
llamada entrante, leyendo el nombre del número que le estaba marcando; su
corazón se detuvo durante algunos segundos, su mente sufrió alguna especie
de colapso y su cuerpo quedó inmóvil.

Taehyung no sabía qué hacer.

¿Por qué Jungkook estaba llamándole?

— ¿Tae? —Baekhyun frunció el ceño, su voz llena de confusión mientras


dejaba de lado su sándwich y se inclinaba para darle un vistazo a su móvil. Él
soltó un grito ahogado, llevándose una de sus manos a su frente con
frustración y sorpresa mezclándose—. Es Jeon... Jodida mierda... No puede
ser... ¡Taehyung coge el teléfono antes de que cuelgue!

—S-sí —Taehyung con manos temblorosas cogió el móvil y presionó el


botón de «aceptar». Se mantuvo en silencio un par de segundos, y Baekhyun
lo vio tiritar, empalidecido y casi a punto de ponerse llorar; lo vio en sus ojos
enrojecidos y le dio pena—. ¿Aló? —dijo, bajito.

Al otro lado de la línea se escuchó un suspiro entrecortado. — ¿Taehyung?

Taehyung pudo retomar su respiración y sintió su corazón bombear con


fuerza en su pecho, relamiéndose los labios mientras se sentaba derecho y
respondía:

—Sí... —En su mente, pudo ver a Jungkook sonreír excitado por poder oírle
nuevamente y eso le causó un ardor en los ojos que no pudo evitar; Taehyung
sintió una emoción, aquella emoción que no podría describir con palabras. De
pronto, tuvo que morder su labio con una fuerza dolorosa para evitar la
mueca de tristeza.

Baekhyun vio a Taehyung desde fuera, sintiéndose ajeno, pero pudiendo


sentir al tan sólo verle cómo era que se tenía que estar sintiendo en este
preciso instante. Porque él, después de tantos meses, sabía que, para
Taehyung, Jungkook era su soporte, un pilar fundamental. Baekhyun sabía
que ambos se seguían amando. Lo comprobaba cada vez que Taehyung le
daba algún detalle de algo que había hecho junto a él y la forma en que
sonreía con aquel par de mejillas sonrosadas y abultadas por la comida de la
cena. O cuando defendía cada una de sus actitudes como maestro, o su
seriedad y su madurez. O cuando le decía que él sólo había sido espectador
de una parte del hombre que él conocía, y esa parte sólo era la parte
profesional de éste. Para Taehyung, Jungkook seguía siendo su "Jungkookie".

—Taehyung, creo que tenemos que conversar —Dijo Jungkook a través de la


línea, con voz seria y firme, y repentinamente una oleada de miedo inundó
los sentidos de Taehyung, y un nudo de nervios se apretó en su estómago; él
se había sentido tan feliz tras su conversación con San, que no evitó
deprimirse en demasía al recordar que le había dicho que quizás ellos podían
intentarlo, juntos. Y esto no sonaba como una posibilidad—. ¿Tienes tiempo
hoy?

Taehyung inhaló, sintiendo lágrimas ardientes acumulándose en sus ojos


cuando todas sus ilusiones se derrumbaron. Y la felicidad que hubo sentido
durante esta semana, después de haber considerado que quizás podría ir hacia
Jungkook y comentarle que podían retomarlo, se esfumó.

—Hum, estoy libre a las 8pm —le dijo, su belfo inferior temblando,
curvándose aún más cuando le escuchó musitar una afirmación—. ¿Dónde
quieres que nos encontremos? Acá cerca hay un bar que se abrió
recientemente, o...
—No. Prefiero que tomemos un café. O que nos juntemos en uno al menos —
respondió con su voz dura e inflexible, sonaba extraño. Su voz era más grave
que antes—. La idea, Taehyung, es dejar las cosas claras.

El corazón se le encogió y empuñó sus manos sin fuerza, espirando


hondamente. Bien, él lo había hecho una vez ya. Algunas decisiones dolían,
lo sabía. Lo tuvo muy en cuenta cuando fue a por sus cosas y le dijo "volveré
a ti", dejando una incertidumbre en sus pasos mientras que salía por la puerta,
dejándolo atrás.

Ahora...

Ahora sólo tenía que seguir adelante.

Ahora, sabía, la decisión la tomarían ambos.

—Bien, s-sí. Lo comprendo... —susurró en medio de un suspiro, mirando


hacia arriba y sintiendo las lagrimas calientes mojar sus mejillas por vez que
se deslizaban por ellas, él sintió un pésame en la base de su vientre cuando
reprimió el llanto—. Dime dónde y qué hora te conviene a ti también.

Escuchó la respiración de Jungkook y unos murmullos ininteligibles de


fondo. Luego sólo le escuchó decir el nombre del lugar en el que quería que
se encontraran y la hora, con una voz dolorosamente neutra y cortante.

Tal vez está ocupado, yo también lo estaba, pensó.

Y la sonrisa de Baekhyun decayó cuando vio a Taehyung, cabizbajo, tomar


un lápiz con los dedos temblorosos y una agitación titubeante mientras que
asentía y anotaba algo en uno de sus post-its.

—Está bien entonces —musitó—, te veré allí.

—Sí. Bien.

Y dicho aquello la llamada finalizó y Taehyung trató de no llorar, trató de no


moverse pero su cuerpo falló y él comenzó a trepidar, y se llevó las manos a
la cara mientras empezaba a sollozar. Porque incluso si él estaba bien,
inclusive si estaba yendo a terapia, e incluso si él aceptaba los consejos de su
psicólogo y también corroboraba con sus propias decisiones, él no podía
negar cuánto amaba a Jungkook. Taehyung lo amaba intensamente y
puramente y, si tenía que dejarlo ir, lo haría. Pero eso no significaba que ya
no le doliera pensar en aquel muy probable "es momento de separar nuestros
caminos".

— ¿Tae? ¿Taehyung-ssi? ¿Qué ocurre? —Baekhyun le habló suavemente,


acercándosele lentamente y abrazando sus hombros—. Tranquilo, tranquilo...
Shh, todo estará bien. Sólo calma, ve despacio...

Taehyung sorbió su nariz y se secó las lágrimas de la carita llorosa con las
mangas largas del bléiser que le quedaba enorme, y luego intentó sonreír.

—Sí, está bien... Esto... Él quiere que hablemos, quiere tomar un café... —
encogiéndose de hombros, rió un poco, aún secándose las lágrimas.

— ¿Y eso qué, Tae?

—Que llegó la hora, hyung... —dijo—. Tenemos que tomar una decisión
sobre qué pasara después de este período de separación: si seguiremos juntos,
o no.

[...]

Taehyung se sentía un poco ansioso, un poco nervioso, un poco apagado. Su


día, después de aquella inesperada llamada, no pudo haber sido peor: había
recibido ordenes de su jefe durante todo el día, apenas y había podido acabar
con su almuerzo, desde entonces que le fue casi imposible encontrarse con
Baek o Seong Hwa, porque había estado yendo de allá hacia acá y tratando de
culminar con una investigación que su jefe le había asignado.

Al menos así, su mente se había mantenido ocupada en otra cosa que no fuese
Jungkook y su cita. Encuentro, se corrigió, en el café. Pero, vamos, le había
resultado algo inevitable y casi no pudo retenerlo. Se sentía agotado, y su
psique le insistía en recordar cada detalle.

Y por cada vez que miró el reloj, el día se le hizo aun más eterno. Como si
cada minuto demorase una hora más de lo que debería, y eso le hacía sentirse
peor, malogrado.

Sin embargo, cuando las 20pm se marcaron el reloj, y Taehyung se encontró


caminando hacia el café, exhalando vaho frío por su boca y con los nervios
de punta, pensó que todo estaría bien; se convenció de ello cuando recordó
que San le había dicho que nada se perdería con intentarlo. Porque ellos
hablarían y podrían conversar muchas cosas. La noche era larga y, aunque se
sentía mucho más que inquieto por cómo fuese a ir su encuentro, estaba
seguro de que podrían lograr que el ambiente fuese cómodo entre ambos.

Así que, se dijo a sí mismo que no podría ser algo malo, que las cosas no
irían mal. Porque ambos habían mejorado y habían madurado. E incluso la
decisión de juntarse en un café era un gran paso para ellos, y algo de lo cual
sentirse satisfecho debido al crecimiento que los dos habían logrado tener
personalmente.

Así que, sólo tenía que ver el lado positivo de la situación.

Sí, eso es.

Taehyung cruzó la calle y cuando dio tres pasos, sintió que su corazón iba a
salir corriendo. Otra vez. Pues, con un gran abrigo negro, el cabello un poco
más largo y la piel pálida, casi reluciente bajo las sombras del techo del local,
Jungkook estaba ahí. Su expresión serena y su porte robusto,
misteriosamente, causaban un buen equilibrio en él. A Taehyung le gustó
cómo se veía, porque se veía bien; le robó un sonrisita cuando le vio,
castañear los dientes y exhalar vaho por vez que se frotaba las manos y se
volteaba, inconscientemente, hacia él.

Jungkook le miró y se quedó muy quieto, casi paralizado, mirándolo


fijamente mientras Taehyung avanzaba hacia él, un poco cohibido y
avergonzado, sonriéndole dulcemente.

—Hola —Dijo bajito, su sonrisa debilitándose por los nervios y sus mejillas
enrojeciendo cuando Jungkook tragó sonoramente sin dejar de mirar su
rostro: sus ojos, sus labios y su mentón tembloroso por el frío. Era como si
estuviera asegurándose una vez más de que él estuviese perfectamente bien.
Y Taehyung hizo lo mismo. Observó sus ojos brillantes pestañear en su
dirección y fue testigo de cómo se suavizó su expresión al verle... Y, una vez
más, Taehyung supo que Jungkook había bajado las defensas por él; sus
hombros cayeron suavemente y con una lentitud satisfactoria, abandonando
la postura rígida que quizás pudo haber adoptado anteriormente.

—Viniste —Susurró, devolviéndole la sonrisa. Se le veía feliz, no podía


ocultarlo y eso le hizo pensar a Taehyung que, quizás, Jungkook había
pensado que él no iría a su encuentro y, bueno, eso hizo que su corazón se
encogiera un poco—. En serio viniste —dijo otra vez, acercándose hasta
quedar frente a él; Taehyung tuvo que contener la respiración para evitar
lanzarse a sus brazos y besarlo.

—Yo... Quería verte. —Respondió con sinceridad. Porque él que ambos


estuviesen ahí, ya significaba algo y eso sólo hizo que el corazón de ambos se
llenara de afecto e ilusión.

Bueno, cometarles que he estado muy ocupada y por lo mismo me he


demorado en actualizar. Lo otro, y no menos importante, estamos a nada
de los 50k!!! Y me comprenderán que quiero llorar de felicidad, porque
me hace muy feliz que Heal Me esté siendo tan valorada y, bueno,
reconocida :')

¡Muchas gracias por todo! Les amo muchísimo


96

Cuando Taehyung entró a la cafetería, seguido de Jungkook e inhalando de


inmediato aquel peculiar aroma a café cargado, sintió el atisbo de una
sensación que bastaba decir conocía a la perfección. Era la emoción de un
afecto titubeante: muy suave y dulce, pero, a la vez, siendo éste muy lánguido
y condensado. Porque todavía era capaz de sentir aquella onda de calor. E
incluso, expandiéndose por su organismo, como si su cuerpo ya estuviese
condicionado a tal reacción generada con el más mínimo indicio de cercanía;
se sentía cálido desde los pies hasta la cabeza.

Sin embargo, aún seguía sintiéndose endeble sobre sus pies, mareado por las
nociones que se acoplaban en su sistema y le dejaban con las piernas
flaqueando debido a la ansiedad, y esos perjudiciales nervios que le jugaban
en contra. Porque, delatores, le hacían saber que la presencia de Jungkook
seguía teniendo un gran efecto en él. Y eso era algo inevitable.

Después de todo el tiempo que habían compartido, en su opinión, era más que
obvio que él le volvería a sentir hasta en los huesos, derritiéndole hasta la
médula en el primer encuentro real. Pues, removiéndole las entrañas, muy
adentro las brasas seguían encendidas. Su fuego no había manera de apagarlo,
era inextinguible y, tras la primera palabra, trajo consigo esos recuerdos que
saturaron su mente de forma abrumadora; llenos de pasión, el torbellino hizo
que su corazón se volviera a agitar en su dirección y, una vez más, sincronizó
sus latidos.

Taehyung no era ajeno a esos sentimientos. Él los reconocía perfectamente


bien, y no halló incomodidad dolorosa o amarga brecha como creyó que lo
encontraría en su encuentro. Le resultó bastante agradable, algo necesario y
reconfortante. Era bueno.

Así que, olvidándose un poco de lo cohibido que se sentía al saber que sería
la primera charla que tendrían como adultos maduros que debían decidir qué
hacer con su futuro y con ellos mismos, y reuniendo la confianza suficiente
después de relajarse con las sabias palabras de San grabadas en su memoria,
Taehyung dirigió sus pasos hacia una de las mesas en una de las esquinas
junto al ventanal que daba hacia la calle. Tenía una buena vista, y eso lo haría
más cómodo si había huecos de silencio en la conversación, aunque dudaba
que eso pasara.

— ¡En seguida! —Escuchó decir a la camarera, mientras ellos se sentaban


uno frente al otro. Era un tanto cómico que aun después de tanto se siguiera
sintiendo tan chistoso, pequeño en contraste a su postura que denotaba
preponderancia.

Por lo mismo, empuñando sus manos sobre su regazo, relamió sus labios con
el tic nervioso haciéndose obvio por vez que, disimuladamente, observaba a
su alrededor. Seguía sintiendo los nervios tan crispados como la primera vez
que tuvieron una conversación personal, pues esta era la primera vez que la
llamaban por lo que realmente era y eso le gustaba. Porque, al fin, estaban
queriendo dejar las cosas claras, en definitiva. Y eso era un gran avance.

Sin embargo, sintió un ligero retorcijón de melancolía sentándose en la parte


posterior de su estómago cuando se recordó a sí mismo cuál era el verdadero
motivo por el cual estaban ahí y cuál era la razón sincera de su "charla".

Era ahora o nunca: lo intentarían, o cada quien seguiría por su propio camino.

Taehyung mordió su belfo inferior, inconscientemente, con fuerza.

De tan sólo pensar en ello, sentía que se le anudaban las tripas dolorosamente
y la ansiedad le carcomía la cabeza, provocándole náuseas, sacudiéndole el
corazón con cada posibilidad que podría presentarse en cada escenario.

Fuera pudo percibir una corriente de viento gélido, y se encogió mejor dentro
de su abrigo.

Carraspeando un poco, Jungkook llamó su atención. Se veía diferente. La piel


pálida y tersa cual porcelana relucía bajo los toques de la débil luz anaranjada
y el cabello negro azabache se veía casi tan oscuro como el petróleo,
contrastando y acompañando de forma varonil a su expresión mesurada, que
denotaba cierto ápice de intensidad en sus facciones definidas con aquel
toque cruel que tanto le fascinaba.

Él...

Jungkook seguía siendo increíble e indudablemente atractivo.

Pero de repente, pillándole embobado, Jungkook volvió a carraspear,


frunciendo el ceño.

— ¿Qué vas a querer? —Le preguntó. La seriedad en su voz le causó


escalofríos y le hizo despabilar, sacándolo abruptamente de su divague; de
pronto podía oír el murmurar de las personas, los ruidos de los servicios y el
característico sonido de la cafetera—. ¿Y?

Sería un mentiroso si negase que aquella voz autoritaria no tuvo un efecto en


él. Porque lo hizo: sus mejillas se ruborizaron casi escandalosamente cuando
se sintió apenado de haber sido pillado, de haber estado tan distraído
detallando su rostro y lo hermoso que éste era.

—Sólo un té —Logró musitar, avergonzado y cabizbajo.

No obstante, su estómago vacío y fatigado no estuvo de acuerdo con ello y


crujió de forma audible. Pues, luego de la llamada con Jungkook, Taehyung
ni siquiera pudo acabar con su sándwich de pavo, y durante el resto del día
estuvo demasiado absorto de la realidad como para considerar la idea de
comer algo.

— ¿Estás seguro? —Preguntó de nuevo, levantando una de sus cejas con una
mirada aguda que le avisaba saber conocerlo mejor de lo que creía; él lo
seguía haciendo también. Por lo mismo no se sorprendió cuando él se aclaró
la garganta y le dijo: —Tranquilízate.

Jungkook no planeaba sonar tan arrogante, pero también se sentía un poco


inquieto con Tae justo en frente suyo y luciendo éste como un querubín de
invierno. Le causó ternura que sus mofletes estuviesen más rellenitos y
rosados, que su piel recuperase un poco su color canela y que la punta de su
nariz respingona estuviese roja por el frío. Sin embargo, Jungkook tuvo que
considerarse perdido, otra vez, cuando todo lo que acaparó su atención fueron
sus ojitos grandes; parpadeando y revoloteando sus largas y espesas pestañas,
sus orbes de miel veían en su dirección con dulce afecto y algo de modestia
oculta. Jungkook se sintió cautivado.

—Sí, lo siento... —Murmuró Taehyung, haciendo el amago de poner sus


manos sobre la mesa, mas dejándolas sobre su regazo y desviando la mirada
nuevamente, abochornado.

Jugó con sus dedos torpemente, mirando a través de la ventana cuando se


encontró a sí mismo casi trepidando ante su aspecto que exudaba dominación
y pulcritud. Taehyung pensó que casi había olvidado aquella faceta de su
personalidad, hasta que volvió a ser estúpidamente consciente de ella. Quizás,
se debía a que hacía bastante tiempo no eran cercanos como solían serlo antes
y, por ende, sólo estaban mostrando una apariencia.

Porque ellos se conocían, y ellos sabían que este comportamiento era un


comportamiento afectado por otros factores.

Dentro de sus consideraciones, cabía la posibilidad de que su conducta


estuviese siendo manejada por el desasosiego, y de hecho sí era efectivo.

Por lo que, ambos agradecieron mentalmente cuando la mesera se acercó


hacia ellos y les sonrió de forma agradable mientras sostenía un pequeña
libreta entre sus manos.

—Buenas noches —Saludó la muchacha—. ¿Ya saben qué es lo que desean?

Jungkook miró de reojo a Taehyung y relamió su labio inferior antes de decir:


—Sí. Es un café americano, un té y... ¿Te molesta si pido algo más? —Se
dirigió a Taehyung, un tono de voz más bajo y grave se hizo perceptible en su
murmuro.

—No, está bien, adelante.

Y esa fue la primera sonrisa que le regaló Jungkook durante la noche, e hizo
que el corazón de Taehyung se sintiera desbordante y lleno de un sentimiento
cálido. Y, de hecho, se sintió tan bien, que le resultó un poco difícil reprimir
su propia sonrisa.

—Bien. Entonces, un americano, un té y dos rollitos de canela.

La muchacha anotó en su libreta, asintiendo lentamente antes de decirles que


esperaran un momento y que en seguida traería sus bebidas. Pero, después de
eso, su mirada se conectó con la de Jungkook y los dos se quedaron
mirándose por varios segundos.

Era... intenso.

Y él decidió desviar su mirada con fingido interés por lo que ocurría afuera, e
incluso a su alrededor, mostrándose torpemente notable cuando sus ojos
volvieron a atraparse en aquel segundo que de nuevo los delató a ambos.
Taehyung se sintió enrojecer aún más cuando, a causa de su patosidad, una
burbuja de risa nerviosa se reventó en su garganta.

Jungkook le seguía mirando fijamente, tan intensamente, que le causaba tener


sensaciones que ni siquiera podría describir sin sonar excitable ante el mar de
pasiones fogosas que les fundía nuevamente en aquel fuego rojo, crepitante
de deseo y afecto; de necesidad y amor.

Y Taehyung volvía a mirar con un interés casi irreal la vitrina de los pasteles,
detallando los la diferenciación en los colores de los cupcakes, la variedad de
pasteles con sus precios y la lista de ingredientes y...

Taehyung se dio cuenta de que Jungkook seguía, con su mirada y una


sonrisilla guapa, cada movimiento que él hacía; lo pilló cuando volvieron a
mirarse y fue inevitable no caer en sus encantos otra vez.

—Lo lamento, yo... —Taehyung mordió su belfo inferior apenado, bajando la


mirada con una expresión dócil y dejando caer los hombros, encogiéndose
pequeñito—. Ni siquiera sé qué decir, lo siento.

—Está bien, Taehyung-ssi, no quiero que te sientas incómodo o te cohíbas.


Sólo quiero que seas sincero —de forma suave y considerada, logró que sus
músculos tensos se relajaran. Él seguía teniendo aquellos atributos, aquella
preferencia; Taehyung lo confirmó cuando le vio recostar su espalda en el
respaldo acolchado de la silla mientras se acomodaba el abrigo y le sonreía
con ternura—. ¿Cómo estás? Te ves mejor.

—Hum, estoy bien dentro de lo que cabe —susurró con mansedumbre,


apoyando de pronto su mentón en su mano, acto que para Jungkook fue
adorable y no evitó sonreír un poco con aquellos gestos que seguían siendo,
repentinamente, tan monos; él pareció pensar un poco a pesar de que los
nervios le delataban con obviedad—. Aunque tú... Tú sigues siendo tú.

Jungkook, sorprendentemente, captó el mensaje.

Sin embargo, la muchacha mesera volvió, dejando a Jungkook con las


palabras en la boca. Posicionó dos platillos con lo que Taehyung supuso eran
los rollitos de canela, y luego les entregó una taza a cada uno, murmurándoles
un "provecho" antes de retirarse.

Taehyung, con manos frías, alcanzó el azucarero y echó tres cucharadas de


azúcar en su taza de té, todo bajo la atenta mirada risueña de Jungkook y
luego no aguantó más.

—Sigues mirándome... —dijo, mirándolo por entre sus pestañas mientras


alzaba la taza y se la acercaba a los labios para soplar un poco. Se quejó,
causándole una risa.

Jungkook bebió un sorbo de su café y jugó con el dobladillo de una servilleta


mientras le decía: —Me es inevitable. Me gusta saber que estás aquí
conmigo. Que viniste.

—Quería verte también —confesó Taehyung, su expresión decaída demostró


que él seguía sintiéndose tan nervioso, que apenas podía sostener su taza sin
que se le derramara encima.

Jungkook sentía que estaba soñando, no podía dejar de mirarlo. Se sentía tan
irreal, que apenas era consciente de las personas que les rodeaban y del
bullicio que éstas hacían.

—Y, bueno, ¿qué has estado haciendo durante este tiempo? Digo, la última
vez que nos vimos, no tuvimos la oportunidad de conversar y... hablar
correctamente —rascando su nuca con un poco de incomodidad ante el
recuerdo que seguía causándole abatimiento y algo de culpa, Jungkook fue
quien desvió su mirada esta vez.

—He estado trabajando, saliendo con mis amigos últimamente y también


aprendiendo de mis superiores. Lo trivial, no hay nada interesante que contar
supongo... Pero, ¿qué hay sobre ti? Te ves tan... bien, que me hace muy feliz
verte. Sinceramente —le dice, su mano temblando un poco cuando levanta
una servilleta para limpiar su boca, y para Jungkook es imposible no percibir
aquello.

—De mí... —Jungkook suspira, exhalando una sonrisa atractiva y


despreocupada cuando oye una ligera risa que proviene de Taehyung y, muy
en su interior, piensa que esta noche es un hombre muy feliz—. Abrí la
editorial de mi madre y manejo, junto a Mingyu, una de las empresas de mi
padre, y he estado recapacitando sobre nosotros últimamente.

Taehyung le miró con ojos débiles y Jungkook se sintió, asimismo, muy


endeble.

Oh, diablos, pensó, dándose cuenta de que realmente había dicho eso.

Taehyung apretó sus labios con una muequita triste; Jungkook sentía que su
propio corazón quedaba al descubierto mientras le veía, pero, después de
todo, por eso estaban allí. Así que esperó alguna reacción, alguna respuesta
que realmente le confirmara que esto que él sentía no era sólo una ilusión,
que realmente estaba pasando. Que había venido.

No obstante, Taehyung parecía adormecido, apretando sus puños sin fuerzas


y bajando la guardia. Y Jungkook se sintió fuera de lugar y, pensando que tal
vez le había incomodado, estuvo a punto de decir algo. Sin embargo,
Taehyung se lo impidió.

—He pensado mucho sobre nosotros también, Jungkookie... Pero, en parte,


me aterra saber que existe la posibilidad de que n-no estemos pensando en el
otro de la misma forma y yo... Yo quiero ser completamente sincero contigo
—directo al punto, Taehyung le hizo sentirse desvalido e indefenso; los
dedos de sus pies fríos se encogieron con fuerza—. Por lo mismo es que
acepté venir y juntarnos aquí: quiero acabar con la incertidumbre y la espera.

Jungkook pensó lo peor, y sintió que su corazón se encogía por una brevedad
de segundos mientras buscaba las palabras correctas para formular alguna
oración coherente. Pero en el instante se sentía tan decaído y frágil, que
apenas fue capaz de caer en cuenta de cómo fue que su expresión cayó y se
transformó en algo lúgubre.

Él sabía que tenía que afrontar esta situación como fuese, sabía que tenía que
enfrentar la decisión que Taehyung y él tomaran en conjunto, pero no
mentiría diciendo que no sentía que un balde de agua fría le caía encima con
un golpe de realidad. Tenía que afrontar esto, sin embargo. Tenía que seguir
adelante, y no pondría marcha atrás.

Vio a Taehyung mover el rollito de canela, mirándolo con tristeza y esa


muequita tiritando en sus belfos. Adorable, pensó de igual forma, bebiendo
otro sorbo de café, para desatarse de aquel nudo apretado en la base de su
garganta.

—Taehyung yo te amo, por favor, d-dime si tú me sigues amando también —


Dijo, bajando sus defensas totalmente y dejando al descubierto sus
sentimientos más puros expuestos, sus latidos ralentizándose cuando su
mirada se conectó con la de Taehyung, quien le miraba con su mirada más
desvalida y ojos brillantes—. Mira, no quiero que nos volvamos dos extraños
y no quiero olvidarte... Siendo sincero, Taehyung, quiero que dejemos el
pasado atrás y, sólo si tú estás de acuerdo, empecemos de cero. Y, si... Y si
sientes que ya no..., que ya no hay chance entre nosotros, yo respetaré tu
decisión y me alejaré. Lo prometo. Sólo, por favor, sé sincero conmigo.

Una lágrima se deslizó por la mejilla derecha de Taehyung y de pronto más


acompañaron su camino mientras éste medio reía, medio sollozaba, tratando
de limpiarlas con las mangas largas de su exagerado abrigo.

—Dios, siempre me pones tan emocional, cuánto te detesto —musitó,


preocupando un poco al Jungkook, que expectante, esperaba con ansiedad
una respuesta sólida y definitiva—. Yo en serio, tssk, qué jodido estoy, ¿no?
Supongo que ahora podré comerme tranquilo el rollito de canela... —
Taehyung fregó sus ojitos y su puchero de bebé llorón se acentuó aún más.

—Taehyung —le llamó Jungkook, esperando preocupado, queriendo ir hasta


él y consolar su pena, pero sin saber si sí podía dar el primer paso con su
consentimiento. Estaba jodido. Sentía que le dolía todo, pero en un nivel
emocional. Pero jamás sería capaz de sentir algo más que amor por su
TaeTae; no podría sentir rencor u odio después de todo lo que habían vivido
juntos—. Taehyung...

Jungkook tuvo un ligero torbellino de recuerdos, momentos triviales, sonrisas


y, llenos de sensaciones, caricias; su voz suave susurrándole al oído... Sus
primeros besos, torpes y el sexo esporádico en la sala, en su despacho, en su
habitación y en el baño, el lío cuando se miraban con hambre de más incluso
en un salón de clases.

Aun así, Jungkook necesitaba su corazón devuelta porque le dolía muchísimo


y, si tenía que seguir adelante, lo haría. Pero no roto.

Porque entre el dolor y el placer hay una línea muy fina y, cuando esa línea se
cruza, todo se mezcla hasta nublar por completo parte de la razón, y
reemplazarla por el espontáneo y naciente amor que surge por aquel singular
sentimiento eufórico, que resulta inexplicable cuando consume como miel
espesa en fuego; podría olvidarse de todo, podría tenerlo todo, a excepción de
quien sostiene y quien es sostenido en aquel trance momentáneo de unión.

La conexión resulta ser algo increíblemente fuerte y especial, porque no


podrían olvidarse del sentimiento de subyacer en algún punto existencial y de
lo que se sintió ser consciente de las sensaciones desbordándose de ellos,
fundiéndolos en la parte más expuesta y frágil de sus almas; la huella
quedándose marcada en su pecho, y en cada centímetro de su piel había un
beso.

Y Taehyung sonrió tímidamente cuando se encontró con sus ojos fijos en él.

—Jungkook —dijo suavemente, su mano estirándose con amabilidad hacia


él, buscando alcanzar su rostro y Jungkook, instintivamente, se aceró y se
recostó en el toque tibio de afabilidad en su piel; su corazón latía
dolorosamente rápido mientras se sentía cegado—, Jungkookie... Sé que
sabes que ya es el momento, ¿no?

—Dímelo directamente, por favor... Yo quiero, necesito una respuesta.

Taehyung sonrió y limpió una lágrima del rabillo de su ojo, ladeando su


cabeza.

Porque, ¿qué pasa si arriesgamos todo lo que tenemos y dejamos que, por fin,
nuestros muros cedan?

—Empecemos de cero, Jungkookie.

Y eso bató para que Jungkook exhalara el aire que no sabía que había estado
conteniendo, sintiéndose aliviado y sorprendentemente dichoso, sonriendo
también y dejando salir uno de sus gruñidos quejumbrosos.

Joder, él quería besarlo, quería abrazarlo, él quería...

Pero...

—Así que, hay que intentar, no lo sé, ¿salir?

Desde cero, claro.

Taehyung quitó su mano con suavidad y tomó su taza, bebiendo un sorbo de


su té.

—Eso está bien por mí —susurró, un tanto atontado por la felicidad que le
embargaba en el momento; se sentía dopado por la cantidad de emociones
amorosas y alegres explotando en su interior—, si quieres que te lleve a citas,
lo haré. Podemos trabajar juntos en esto.

Taehyung rió y, con sus manos aún tiritando por el nervio crispado y su
excitación, cogió el rollito de canela y le dio una mordida. Él estaba tan feliz,
que en serio esperaba que esta vez les funcionara. Ya era momento de dejar el
pasado atrás y enfocarse en el futuro, juntos.

Y empezar de cero era una buena idea.


Bueno, no sé ni qué decir...
97

Jungkook miró a través del ventanal y frunció el ceño profundamente. Afuera


parecía que la temperatura había bajado aun más de lo que habían
pronosticado en el noticiero y pudo observar que las nubes espesas se
revolvían con la ventisca que traía el temporal. Era más que probable que la
tormenta de nieve se diera durante la media noche o pasado de ésta, y lo supo
en cuanto notó la decadencia de personas transitando por las calles. Incluso,
podía decir que la cafetería ya se hallaba medio vacía debido a la hora.

—Hum, ¿pasa algo? —Cuestionó Taehyung, en un susurro mientras le


miraba con evidente curiosidad y jugaba con el dobladillo de una servilleta.
Habían charlado durante un buen de rato después de su prometida
reconciliación, y se podía decir que el trato se había afianzado acorde las
horas transcurrieron; las miradas cómplices, y el aura romántico entre ellos,
daba a inferir la estrecha confianza que tenían y el lazo íntimo que los
caracterizaba—. ¿Qué es?

Jungkook se relamió los labios y dirigió toda su atención nuevamente hacia


él, sonriéndole con dulzura. Taehyung se veía tan jodidamente bonito con la
carita rosada por el rubor, los mofletes abultados y los labios de cereza
esponjosos, que le causó cosquillas en el pecho e intensas ganas de besarlo.
Sin embargo, se controló a sí mismo y reprimió su entusiasmo.

—Ya es tarde —Le dijo, carraspeando cuando se encontró mirándole la boca


fijamente otra vez. Era impresionante, la vehemencia con la cual la sangre le
hervía y viajaba rápidamente hacia el sur por cada vez que se dedicó a
detallarlo y rememorar cómo se sentía, la emoción que sintió cada vez que se
supo ser el causante de ciertas reacciones, de ciertas sensaciones;
acomodándose el abrigo, Jungkook sonrió torpemente—, creo que ya es hora
de irnos...
Taehyung se sorprendió un poco, pretendiendo morderse las uñas
ansiosamente y luciendo adorable cuando, asombrado, se volteó a ver el reloj
que colgaba en la pared tras ellos. Era muy tarde ya, pero apenas y sintió cada
minuto a su lado. Así que Jungkook le comprendió: también quería un ratito
más.

—Oh... —Le oyó quejarse, haciendo un tierno mohín—. Supongo que tienes
razón —dijo antes de llamar amablemente con su mano a la mesera,
pidiéndole que se acercara. Y él no evitó quedarse con las palabras en la boca
cuando Taehyung se hallaba pagando la cuenta e incorporándose—. Gracias,
ten una buena noche. —Se dirigió a la mesera.

Jungkook apenas pudo reaccionar, levantándose también para seguirlo y


agradecerle, ya que ni siquiera habían tenido el tiempo de discutir quién
pagaría o algo. Jungkook era el tipo de amante bondadoso al cual le gustaba
atender a su pareja lo mejor que pudiese; no era partidario de que sus amantes
pagaran por él, teniendo en cuenta la cantidad de ceros que habían en su
cuenta bancaria. Empero, no le molestaba que su pareja le diera atenciones, y
que se mostrara interesado recíprocamente en dar lo mismo que recibía.

Se sintió un poco torpe.

— ¿Por qué estás tan apurado? ¿Tenías algo que hacer? —Le preguntó,
siguiéndolo hasta la salida y haciendo una leve reverencia en dirección a la
mesera antes de salir y toparse de un golpe brusco con el cambio de
temperatura—. ¿Qué pasó?

Sus preguntas iban con un obvio deje de interés y preocupación, ya que no


habría querido irrumpir sus planes. Sin embargo, Taehyung soltó una risita
tonta y miró a su alrededor y, de pronto, se veía urgido y patoso, jugando con
sus dedos, nervioso.

—No hay casi nadie en la calle, probablemente ya pasó mi bus y... Creo que
tendré que...

Y Jungkook no podía dejar pasar la oportunidad, así que le interrumpió: —


Entonces déjame llevarte a casa.
Taehyung apretó sus labios, enrojeciendo. Y Jungkook miró hacia arriba, el
cielo ya oscuro lo calmó, e inhaló una bocanada de aire frío. Sonriéndole
apaciblemente cuando le volvió a dirigir una mirada de complicidad, vio a
Taehyung ladear su cabeza y reprimir una burbuja de risa nerviosa. Joder.
Qué jodido estaba.

—Ya, está bien —aceptó.

—Bien. Vámonos.

Dicho aquello, partieron camino cuesta abajo, escuchando un trueno retumbar


en la tempestad y, acompañado de un rayo partiendo la mitad de ésta,
apuraron sus pasos.

Baekhyun estaba enfadado. Estaba más que molesto. Estaba irritado y se


sentía exasperado, frustrado. Apenas había salido del trabajo, había recibido
una llamada por parte de su papá, como siempre, diciéndole que fuera a por
Jong-In; él, por su parte, había tenido que pedirle a Seong Hwa que le llevase
para buscar a su hermano y dejarlo en casa.

Baekhyun se sentía mortificado, avergonzado y, en serio, muy ácido.

Estaba malditamente cansado de tener que hacerse cargo de su hermano,


quien, claro, todo el tiempo estaba haciendo el ridículo por tratar de encajar y
seguir siendo la cereza del pastel.

Cómo le jodía, perdiendo siempre el tiempo que no tenía en fiestas, drogas y


alcohol y lo que él le solía decir que consideraba "la emoción del momento
más hermoso de la vida". Estúpido. Cómo si sus padres no tuviesen
suficientes problemas como para lidiar con él.

Y, por supuesto, Baekhyun no se podía permitir que sus padres, estando


viejos y llenos de trabajo y deudas, se tuviesen que hacer cargo de un idiota
que no tenía ni siquiera un poco de mísera consideración con ellos. Entonces,
lamentablemente, terminaba él asumiendo la responsabilidad de un tipo
adulto que, estaba seguro, ni siquiera se quería a sí mismo.
Pero, claro, eso Baekhyun siempre lo pensaba desde su propia rabia para
camuflarse a sí mismo tras el trago amargo de la vida.

—Vamos, hermanito, ¿estás enojado conmigo? —Jong-In arrastró sus


palabras y se acercó más a su rostro. El olor a alcohol en su aliento le hizo
sentirse mareado también.

—Estoy rebosante de alegría, así que puedes cerrar la puta boca... —


Respondió cortante, sosteniéndolo entre sus brazos y mirando a través de la
ventana a dónde es que había ido Seong Hwa—. Eres un jodido perdedor, en
serio me hartas. Eres un puto fracaso.

—Hey, para ahí, que si no fuera por la culpa de tu amiguito hada, jodido
Cristo, yo ni de joda estaría repitiendo mi último año, lo sabes, ¿cierto? —
Dijo, mirándolo a los ojos con una sobriedad que hizo que Baekhyun apartara
la mirada mucho más que molesto—. Tú y yo sabemos que si no hubiese sido
porque ese hijo de puta se follaba a nuestro profesor...

Baekhyun le interrumpió, acunando su barbilla con sus dedos, apretándole


con fuerza en su mandíbula para detenerlo. Tenía rabia, estaba hasta harto de
él, de esto. —Vas a cerrar tu... Si vuelves a hablar así de Taehyung, te juro
que te arrancaré la lengua... O mejor aún...

— ¿Qué? ¿Qué más se te ocurre? —se unió al juego, apretándole la muñeca


con dolorosa fuerza por vez que su otra mano apretaba su muslo—. ¿Vas a
tirarme del auto con éste en marcha? Joder, te daría un premio si lo hicieras y
acabaras con esto de una puta vez.

Baekhyun se zafó del agarre con brusquedad, entornando los ojos. —Te
prometo que si me vuelves a poner un puto dedo encima, lo haré...

Jong-In rió como si fuese gracioso.

—Qué hipócrita me siento, ¿sabes? Te entiendo, Baek. Siempre tengo la


culpa de todo y yo siempre seré el malo, lo sé. Es por causa de toda esa
mierda que te metiste en la cabeza. Yo al menos soy lo suficientemente
valiente como para afrontarlo, pero tú... —riéndose sin un ápice de gracia,
hizo un ruido nasal desagradable; Baekhyun estaba nervioso—. El mojigato
era estúpido y, joder, era bellísimo... —Baekhyun sintió un retorcijón en el
estómago—, él me gustaba...

—Lástima que a Tae no le vayan los pendejos descerebrados como tú —


musitó, desviando la mirada otra vez.

—Pero no me gustaba más que tú, Baek...

Baekhyun quiso llorar, sintiéndose culpable, reprimiéndose a sí mismo con su


camuflaje de odio; odio por él, odio por sí mismo.

—Jódete. Yo te detesto. Eso no va a cambiar. Además... ¿No decías que "el


niño hada" era lo suficientemente homo como para no gustarte? Eso es una
mierda, Jong-In. Muy propia de ti, claramente.

—Puedes seguir culpándome de todo, Baek... Pero me gustaba porque tenía


un aire a ti...

Baekhyun sintió una onda de calor exasperante, y necesitaba que el jodido


Seong Hwa llegara pronto; guardó silencio, pretendiendo no haber escuchado
aquello incluso cuando las tripas se le torcieron en el estómago.

—Baek...

—Basta con eso. Eres mi hermano y eso es asqueroso, Jong-In. No es


normal; es asqueroso y es repulsivo. Así que, por favor... Sólo, detente.

Hubo silencio doloroso entre ellos.

— ¿Conociste a alguien más? ¿Es el idiota que nos tiene aquí varados?

—Ese no es tu asunto. Eres mi hermano, no mi amigo ni mi padre.

—Medio hermano —corrigió Jong-In, causándole una punzada de dolor en


las costillas.

Jungkook sintió una sensación inexplicablemente cálida cuando observó, por


el rabillo del ojo, a su acompañante. Se veía un poco nervioso, demasiado
adorable con la punta roja de su nariz respingona y con el vaho filtrándose
por entre sus labios de cereza mientras, para matar el silencio, tarareaba
suavemente una canción dulce; iban caminando por la avenida en dirección a
la parada de autobuses, ya que su automóvil estaba estacionado cerca.

Con sinceridad, y abiertamente, Jungkook podría admitir que aún sentía que
la situación era ciertamente surrealista. Porque tener a Taehyung caminando a
su lado, con aquella sonrisita tímida, reavivando aquel sentimiento abrasador
que se hubo encontrado inactivo desde su separación, aún le resultaba ser
algo eufórico. Pues, en algún instante, tal vez, consideró dar por hecho que
las cosas no volverían a ser iguales y dar por perdida la oportunidad de sentir
nuevamente aquello. Sin embargo, una vez más, el destino parecía querer
hacérselo saber, y a toda costa, que Taehyung era el indicado, que las brasas
seguían ardiendo en sus entrañas.

Porque donde hubo fuego, no siempre sólo quedan las cenizas, sino las
ascuas...

Y Jungkook lo comprobó la primera vez que le vio después de el tiempo que


transcurrió, y lo volvió a comprobar una segunda vez cuando le escuchó
dirigirse a él con tanto cariño al decirle que podían empezar de cero e
intentarlo otra vez, que su corazón se agitó y supo su amor estaba destinado a
renacer y florecer nuevamente; sin importar que fuese invierno, ni el frío que
hacía, Jungkook sentía una calidez embargarle desde los pies hasta la cabeza.
Él sabía que se trataba de lo que se conoce como la singular euforia
apasionante que se da una sola vez en la vida con el enamoramiento que
promete un único amor por la eternidad; casi tan intenso y casi tan motivador
como lo son los votos del matrimonio, Jungkook sentía esa emoción instalada
en su pecho.

Así que, cautivado por su hermosura, se le acercó un poco más,


disminuyendo la distancia entre sus cuerpos que, al caminar, se sobrepasaban.
Ya que, de esa forma podía sentir, con la brisa, su olor destilando de su
cuerpo y, al mismo tiempo, podían compartir el calor que de ambos emanaba.

Jungkook extrañaba esa sensación, ese aroma.


La gélida ventisca, que avisaba que alguna tormenta se aproximaba, sacudió
ligeramente el flequillo ondulado de Taehyung, haciéndole estremecer entre
el frío y el nervio crispado, y Jungkook lo apegó a su lado, escuchándole reír
por lo que suponía había causado su acción.

— ¿Qué? —Le dijo, suavemente. Le causaba gracia que Taehyung estuviese


tan cohibido, ellos habían hecho esto muchísimas veces. Siempre le había
gustado tenerlo cerca, que se acurrucara contra él y que se comportase como
un chico consentido y ahora le hacía ilusión la idea de poder volver a ello, de
poder volver a sostenerlo entre sus brazos.

Taehyung mordió su labio inferior, recostándose mansa y ligeramente contra


su costado, el mentón sacudiéndose un poco con los dientes castañeando y a
Jungkook le recordó aquella sensación que tuvo la primera vez que cedieron
a tener una cita, y de pronto podían percibir una vibra especial.

—Extrañaba esto... —Musitó, confesándole lo que él también pensaba, pero


directamente y sin ningún preámbulo, causando estragos en su interior; todo
su organismo pareció haber reaccionado debido a esas simples palabras que,
para él, significaban todo—. Te extrañaba, Jungkookie —susurró, bajito.

Jungkook casi pudo sentir que su corazón saldría corriendo, pero en cambio
posó su mano en la cintura ajena y afianzó el agarre allí mientras lo dirigía
hacia el estacionamiento, y se sintió estúpidamente correcto; cada
movimiento, cada roce, cada palabra parecía calzar, se sentía como si su vida
recién comenzara y podía asegurar lo haría con quien amaba.

Por lo mismo fue que supo que se le haría difícil olvidar todo lo que conocía
de él, y todo lo que le gustaba de él y todo lo que les quedaba por descubrir y
experimentar. Porque todavía sentía que se pertenecían mutuamente, y
aquello se debía a que Jungkook se proyectaba con Taehyung; en realidad,
siempre lo había hecho.

Y ahora, que habían decidido empezar de cero y retomar su relación paso a


paso, se le haría tan jodidamente complicado tratar de pasarlo por alto. Sobre
todo cuando sabía que ambos querían oficializar un noviazgo serio con una
certeza absoluta. Jungkook lo quería.
Así que, una vez se encontraron frente al Mercedes, y Taehyung masticando
su labio con ansias, tratando de manifestar alguna duda o alguna palabra,
Jungkook le interrumpió.

—Siempre existe la posibilidad de retomarlo, Taehyung-ssi... Sólo que,


ahora, podemos ir lento y hacerlo como siempre debió ser; ir paso por paso e
ir con seriedad... —tanteando en su bolsillo, buscó las llaves de su automóvil
y lo miró a los ojos con inocente sinceridad—. Sé que siempre quisiste eso y,
tiempo después, yo me di cuenta de que yo también lo quise. E incluso, que
lo sigo queriendo ahora, tanto...

En ese instante fue cuando se detuvieron, el uno frente al otro, mirándose


directamente para sólo mirarse y...

—No pensé que me pedirías volver a ser tu novio en nuestra reconciliación, y


justo frente a tu nuevo auto, Jungkookie... —Taehyung dijo, pretendiendo ser
serio, sin embargo el tonito bromista no pasó desapercibido en sus oídos y le
hizo reír también—. Sabes que sí. Aunque he considerado que podemos
retomarlo desde cero, volver a la propuesta y... Te amo tanto, que apenas
soporto la idea de lanzarme a tus brazos y besarte...

Jungkook sintió que Taehyung le volvería loco. Sentía que le amaba tanto,
que le regló una gran sonrisa mientras se movía sin saber qué hacer hasta que,
en un impulso, lo tomó entre sus brazos y lo elevó de sus pies para apretarlo
y, en modo de celebración, demostrarle cuán feliz y enamorado estaba.

— ¡Jungkook-ah! —Se quejó Taehyung, riendo y afirmándose de sus


hombros, mirándolo hacia abajo con tanto amor, que Jungkook se juró a sí
mismo no volver a dejarlo ir.

—Te amo, Kim Taehyung. Y, quizás, no te pida que seas mi novio hoy,
frente a mi nuevo auto... Pero eso no significa que no lo haré mañana, o
pasado, y que te haré el hombre más feliz del jodido planeta —le confesó, sin
dejar de sonreír bobamente mientras lo bajaba y lo acorralaba contra la
puerta, acariciando su mejilla y juntando sus frentes, cerrando los ojos.

—Esto es tan mágico, Jungkookie... Siento que esta vez todo esta a nuestro
favor, ¿sabes? —susurró, besando el dorso de su mano con labios cálidos y
una mirada dócil y tierna que le hizo sentir cómo su corazón latía fuerte
contra su pecho.

—Esta noche, te quiero más que nunca, Tae... —haciendo contacto visual,
Jungkook, con su pulgar, presionó el belfo inferior de Taehyung—. Gracias
por darme esta oportunidad.

Taehyung se acercó con lentitud y el tiempo pareció ralentizarse cuando sus


labios hicieron contacto. Cerrando los ojos, se dejó besar dulcemente. Porque
aquel beso era el que él tanto esperó, y finalmente estaba sucediendo. Era un
beso tímido, un beso poco lascivo y un beso lleno de lagotería, entrañable.
Le causó un ligero escalofrío; satisfacción cuando escuchó el chasquido que
provocaron sus bocas al profundizar de forma, ciertamente, pusilánime.

Más que una caricia corporal, un roce, era una caricia al alma. Tan amable y
cálido cuando, entreabriendo sus bocas, encajaron y se aventuraron a ir más
allá; las manos de Jungkook se ciñeron en la cintura ajena con firmeza,
presionando y afianzando el agarre. Pudo jurar que escuchó el jadeo de alivio
y gozo que salió desde la base de la garganta de su Tae, ahogándose el sonido
en su boca cuando se decidió a abrazarlo con más fuerza, apretándolo contra
su pecho.

Lamiendo su belfo superior, Taehyung tomó las riendas y se aventuró a


saborear su boca, a probarlo mientras su lengua se deslizaba de forma suave
en su paladar y chupaba, lánguido, su propia lengua, sonriendo cuando
Jungkook no se contuvo de succionar su boca; tuvo que recordarse a sí
mismo que estaba bien, que tenían tiempo.

—Este es el de buenas noches... —Le susurró Taehyung, separándose con las


mejillas rojas y la boquita hinchada. Si Jungkook pensó que no era posible
que pudiese verse más bonito, se equivocó. Porque ahí, en el estacionamiento
y contra la puerta de su auto nuevo, su TaeTae lucía como un jodido ángel—.
Ahora puedes llevarme a casa.

Y Jungkook asintió, besando su frente con adoración antes de moverlo


amenamente hacia un lado para abrir la puerta del auto y ayudarle a entrar.

Taehyung entró y le agradeció en silencio, sintiéndose reconfortado cuando


cerró la puerta y le vio pasar por el frente, hacia el asiento de piloto.

Una vez ambos estuvieron adentro y con sus cinturones de seguridad puestos,
Jungkook encendió la calefacción y miró a Taehyung. — ¿Dónde? —Le
preguntó, bajito, encendiendo el auto y, a la vez, poniéndose en marcha para
salir hacia la carretera.

Taehyung le murmuró la dirección y jugó con sus dedos mientras miraba por
la ventana del automóvil y recostaba su cabeza en el asiento acolchado; en el
reflejo del vidrio logró ver el llavero que le regaló, colgando de las llaves y
causándole una sonrisita.

— ¿Por qué lo cambiaste? —Preguntó en cambio, refiriéndose al Mercedes.

Jungkook se relamió los labios, dándole una miradita por el rabillo del ojo,
cuestionándose si contarle o no el motivo real de su cambio de auto, ya que
no quería preocuparle de forma innecesaria. Sin embargo, quería ser sincero,
y empezar de cero significaba ir sin más secretos de por medio.

—Tuve un accidente de tráfico. No fue nada grave.

Taehyung se volteó, obviamente, con preocupación. — ¿Nada grave? ¿Estás


bien? ¿Qué...? ¿Cómo fue que pasó?

Jungkook pudo distinguir el deje de exasperación en su tono y, para calmarlo,


le dio una palmadita en la rodilla, acariciando un poco antes de decirle: —
Estoy aquí, Tae, ¿bien?

—Sí, pero...

—No fue nada grave, Taehyung. Sólo fue un accidente y mi auto ya estaba
viejo, sólo decidí cambiarlo... ¿No te gusta?

—No me cambies el tema, Jungkook-ah. ¿Cómo fue que eso pasó? —le
preguntó, con sus dedos trazando, torpemente, círculos imaginarios en el
dorso de su mano.

—Sólo iba distraído, no tienes de qué preocuparte... En serio, está bien.


Taehyung asintió y se le quedó mirando fijamente por varios minutos, sin
dejar de acariciar su mano sobre su rodilla. Su corazón volvía a sentirse tan
acogido. Tanto, que apenas y fue consciente de cómo transcurrió el viaje en
silencio cuando ya se encontraban entrando a su calle y cómo era que la
lluvia comenzaba a caer, mojando el pavimento y la acera.

—Está oscuro allí adentro... Parece que no hay nadie en casa... —Susurró,
buscando las llaves dentro del bolsillo de su abrigo mientras observaba la
casa. Jungkook le dirigió una mirada de curiosidad—. Tengo roomies, y se
supone que ellos ya deberían haber llegado.

—Oh, ¿estarás bien con eso?

—Sí —le sonrió—, ¿tú me avisaras cuando llegues a casa?

Asintiendo con cansancio, Jungkook cerró sus ojos por un momento;


Taehyung se mordió el labio con fuerza, el estómago le cosquilleaba. Así
que, soltándose del cinturón de seguridad, se acercó rápidamente y le robó un
picoteo en los labios.

—Ve con cuidado entonces, y no te olvides de avisarme al llegar, ¿bien? —le


dijo, bajito.

Y, treinta minutos más tarde, Taehyung estaba bajo sus sábanas, mirando el
techo con su móvil a un lado, esperando impacientemente mientras escuchaba
la tormenta desatarse con más furia fuera.

Boop (sonido de notificación).

El corazón de Taehyung latió contra su pecho fuertemente cuando abrió el


chat de inmediato.

[6 mensajes no leídos]

«Ya he llegado...»
23:48pm.

«Hace muchísimo frío, deberías abrigarte más »


23:48pm.

«Quizás ya estés acostado, yo iré a la cama también. Hoy fue un gran día
»
23:48pm.

«Gracias por todo, en serio. Estoy muy feliz, tú me haces muy feliz.»
23:49pm.

«Espero verte mañana otra vez... Avísame si es que puedo recogerte, no


quiero ser agobiante.»
23:49pm.

«En fin, esperaré tu mensaje.


Buenas noches, pastelito. Duerme bien ❤»
23:49pm.

¿Están listxs para los crossovers de las nuevas historias?


Obvio serán KookTae. As always, pffft. También les debo comentar que
estamos entrando a recta final UwU

Pdta: aún faltan algunos detalles, so... Falta un poquito más y los extras,
jijí~

pdta: wttpd me quitó los guiones y lo tuve que corregir y ahora se fueron
los comentarios de sus respectivos párrafos, me pego tres tiros:-(
98

—Entonces, ¿cómo estuvo?

Taehyung emitió un quejido gracioso por vez que espiraba profundamente y


se dejaba caer en el respaldo acolchado del asiento de copiloto. —Estuvo...
bien. Ya sabes... —Sus dedos abrocharon flojamente el cinturón de seguridad
mientras Jungkook reía y echaba a andar el auto.

—Quiero detalles, Tae —Musitó, girando el volante con agilidad para doblar
en una de las esquinas de la calle principal e interiorizarse en otra dirección,
hacia su reserva—, tenemos tiempo.

—En resumen —Empezó Taehyung, cerrando sus ojos perezosamente—,


dijo que nuestra relación radicaría en la decisión que tomáramos. Ya sabes,
empezando de cero e inclusive retomándolo, está bien. Se supone que
maduramos y sabemos qué camino escoger, juntos.

—Pero... Hay más.

—Síp. Así es.

Jungkook exhaló un poco malogrado porque aún quedaban algunas trabas en


las cual tenían que trabajar, sin embargo no se quejaba; tener a Taehyung a su
lado, sonriéndole con cariño y cierta devoción, era la mejor parte del proceso.

Ellos llevaban saliendo durante un par de semanas y tenían la dinámica de


juntarse después del trabajo, o en las tardes de los fines de semana.
Generalmente estaban yendo a comer, se encaminaban por algún parque y
luego charlaban más íntimamente dentro del auto, un rato.

Aunque, sinceramente, la tensión entre ambos era demasiado obvia como


para seguir aquel jueguito de posponer las cosas un poco más y sólo tomarse
de las manos, y mirarse la boca muy fijamente mientras el otro hablaba —no
precisamente concentrado en las palabras que salían de ésta. Y tenía claro que
no debía impacientarse. Pero, de todas maneras, en el caso de ambos, era
mucho más que seguro que los dos sabían qué era lo que querían: Jungkook
anhelaba comportarse como el novio de Taehyung, y quería que éste también
lo hiciera.

No obstante, sabía cuán importante era para Taehyung ir paso por paso y,
bueno, para él era importante también. Y se estaba esmerando en demostrar
con hechos que había cambiado y que, ahora, las cosas entre ellos estaban
claras: desde cuáles eran sus proyecciones como profesionales, hasta cuál era
el futuro de su relación. Taehyung era bueno para Jungkook; a él le hacía
bien tenerlo en su día a día aunque fuesen pocas las horas que podían
compartir por causa del trabajo, pero absolutamente amaba escuchar su voz a
través del móvil, contándole lo que había almorzado o preguntándole cómo
había estado su día. Y Jungkook, después de cada ajetreada reunión o junta
con sus inversionistas, se había encontrado queriendo más de él.

No podría mentir diciendo que, justo ahora, no le importaba tanto... O que no


pensaba en demasía sobre su vida sexual. Porque, desde que había vuelto con
Taehyung, su libido se había encendido como la mecha de un fósforo. Pero,
estaba tratando de contenerse.

E incluso así, mesurado, pensaba en ello con frecuencia: lo quería tocar


codiciosamente con cada uno de sus abrazos hostigosos, quería besarlo
durante horas ante el más mínimo roce y hasta soñaba con él cada noche; con
tenerlo entre sus brazos y acariciarlo por todos lados.

Porque sí. Taehyung seguía siendo su más grande perdición, enviándolo tan
directamente a la fuente de los deseos con cada miradita que le dirigía
coqueto, que era abrumador. Todos sus recuerdos aparecían en destellos
durante las noches en vela, muy vívidamente, caliente; y, como siempre,
Jungkook terminaba exasperado, dando vueltas por la cama, enviándole a su
móvil mensajes de texto, donde le expresaba lo feliz que le hacía, cuánto le
amaba, entre otros delirios que se le pasaban por la cabeza debido a la
desinhibición de la hora y, con las hormonas a flor de piel, cuánto quería
disfrutarlo.
Sin embargo, Jungkook pensaba constantemente en que quería ir
directamente a casa con su chico, que quería llegar a cocinar la cena y
arroparlo en su cama y susurrarle cosas dulces al oído para adormecerlo
contra su pecho. Pensaba también que quería llegar y verlo, quizás le
esperaría en la sala, echado en su sillón cómodamente, vistiendo su pijama, o
viendo alguno de esos aburridos programas de televisión que tanto le
gustaban.

Sí, esos pensamientos le reconfortaban muchísimo.

Hoy, por ejemplo, Jungkook se había comprometido a recogerlo para ir a


cenar juntos en un restaurant italiano donde, de hecho, se encontrarían con
Namjoon y Jimin; para pasar el rato y charlar como forma de distracción de
los negocios y el estrés laboral.

—Ggukie —Le llamó Taehyung, jugando con una hebra de su chaleco


marrón de hilos con sus delgados falanges. Se veía un poco nervioso,
Jungkook lo notó—, mi psicólogo me dijo que la base de toda relación es el
respeto, la confianza y la comunicación... Y tiene razón. Por lo mismo, yo
quería preguntarte si tú y yo vamos a oficializarlo-oficializarlo... Como si
nosotros, ¿volveremos a ser novios pronto?

Jungkook le miró por el rabillo del ojo con el ceño fruncido, y Taehyung
enrojeció hasta las orejas.

—Yo creo que...

—No, no es como que quiera sonar muy ansioso o intenso, pero, ya sabes...
—Interrumpió, riéndose tontamente porque, muy seguramente, sí estaba muy
nervioso y por ende se sentía, o se comportaba, torpemente; Jungkook lo
conocía bien y sabía leerlo con facilidad—. Pero como que me siento tan, tan
cómodo contigo, que pienso frecuentemente en volver-volver.

Jungkook sonrió y arrugó la nariz complacido con sus palabras, mientras su


mano buscaba el muslo ajeno para darle un apretujón cómplice... Porque su
TaeTae era tan adorable, que su corazón se llenaba de amor y una emoción
cálida le embargaba por todo el cuerpo.
Taehyung seguía siendo su pequeña tierna cosita.

—Lo sé, pastelito, cálmate. Te pediré ser mi novio, pero quiero que sea
especial —le dijo, trazando círculos con su dedo pulgar al interior de su
muslo; Taehyung se mordió el labio, bajando la mirada y posando su propia
mano sobre la suya—. Y, sobre lo otro, pastelito... No sabes cuánto anhelo
hacerte el amor... —susurró roncamente, sorprendiéndose incluso a sí mismo
de la cantidad de tonos que bajó su voz al mencionar aquello; la aspereza en
la lengua le hizo sentir la boca seca y deseó besarlo.

Taehyung volvió a removerse en su asiento, y Jungkook se estacionó a un


lado de la calle. El restaurant no parecía estar muy lleno y las luces estaban
encendidas; Jungkook supuso que Namjoon y Jimin ya habían llegado
cuando oyó el sonido de una notificación.

Así que, carraspeó un poco para aclararse la garganta por vez que se
desataba, al igual que su acompañante, del cinturón de seguridad. Sin
embargo, Taehyung se sentía más mimoso de lo usual y Jungkook le había
incitado a seguir con sus caricias y, precisamente ahora, él quería más
caricias.

—Está bien, pastelito. Haremos que esto funcione, avanzaremos juntos y


seremos felices, lo merecemos... —siguió Jungkook. Con un deje de seriedad
en su expresión, acompañado de una determinación en su voz que hizo que
las piernas de Taehyung flaquearan, la seguridad de sus palabras le hizo
estremecer—. Esta vez sólo somos tú y yo. Es nuestra relación.

Taehyung se sintió dichoso con la emoción que se instaló en su pecho con


aquellas palabras y entonces, sólo entonces, volvió a ser plenamente
consciente de que la mano de Jungkook, otra vez, estaba en su muslo;
sintiendo la fuerza del agarre, la tosquedad y la aspereza de su toque, aquella
dulzura conocida que venía con sus caricias mientras trazaba círculos que no
podía distinguir.

Y Jungkook le dio un apretujón reconfortante que pareció ser direccionado


para llamar su atención, y Taehyung relamió sus labios con lujuria, deseoso.

—Ggukie, te quiero... Te quiero muchísimo, por favor —dirigiéndose hacia


él con aquella peculiar docilidad que le caracterizaba, Taehyung le dio su
mejor mirada de cachorrito apaleado—. Te extrañé tanto, te extraño tanto...
Por favor.

—Tae... —cabizbajo, Jungkook desvió la mirada, sintiéndose un poco


melancólico y frágil, exponiéndose con las palabras que él también sentía
tanto; las remembranzas quemaban por su dermis y le hacían beber del ardor
del fuego asolado, sin refresco—. Me vas a volver un loco por ti, ¿lo sabes,
no es así?

Notando aquello, Taehyung rió suavemente, ocultando una sonrisilla en la


comisura de sus labios. Claro que lo sabía, y sabía que Jungkook también
sabía sobre el efecto que causaba en él. Así que pensó rápido para no
desaprovechar la oportunidad. Y se montó con cuidado sobre su regazo,
acomodando sus piernas, lentamente, a sus costados.

—Oye, Jungkookie —tomándolo por sorpresa, Taehyung le molestó,


apoyando las manos en sus hombros anchos y masajeándolos un poco—, no
estés tan tenso. Estoy contigo. Yo no iré a ningún lado. Lo sabes, ¿cierto?
Estamos juntos —estuvo de acuerdo, mostrándole una sonrisita de
complicidad llena de azúcar, muy tímida. Mientras disminuía la distancia
entre sus cuerpos, las manos de Jungkook, por inercia, se aventuraron a
hurguetearlo; bajo su suéter de rombos, desabrocharon los botones de su
camisa arrugándose por la ansiedad del movimiento—. Te amo muchísimo,
joder...

Jungkook sintió satisfacción con sus palabras y sonrió, besando su mentón y


luego en su mandíbula, volviéndose más lascivo cuando descendió por su
cuello y su lengua húmeda trazó figuras ininteligibles antes de chupar con
ahínco allí. —Carajo, me encantas...

Arqueando la espalda por reacción al instinto, Taehyung jaló un poco del


cabello azabache de la nuca, sintiendo el incomparable placer de estar siendo
tocado por el hombre que ama.

—Se siente tan bien... —murmuró, casi inconscientemente, entrecerrando los


ojos un poco adormecido por el goce de las sensaciones acoplándose en su
vientre bajo como un caliente cosquilleo que hacía ebullición en sus entrañas
—. Mm... —se quejó deliciosamente, aquel sonido oxidado y agudo que
Jungkook tanto extrañó—. La cena puede esperar, ¿cierto?

Jungkook estuvo a punto de decir algo. Pero la mejor parte vino cuando
Taehyung se relajó completamente en su regazo, sentándose bien; su trasero
de burbuja aplastó su bulto por vez que decidía sus movimientos. Jodida
mierda.

Trazando circunferencias en forma de ocho, muy lentamente, Taehyung


decidió comenzar un vaivén delicioso que parecía quemarle la ropa; el calor
le hizo sentirse incómodo con el traje de dos piezas, y trató de deshacerse del
veston porque sintió que la ropa estaba demás.

Sin embargo, Taehyung le desabrochó los primeros tres botones de la camisa


y Jungkook se dejó caer contra el respaldo del asiento, concibiéndole el
permiso de endurecer su miembro, sintiendo la sangre bombear con fuerza
hacia el sur, enviando ondas de calor exasperante hacia su polla.

Su corazón palpitaba con vigor contra su pecho.

—Abrázame, Ggukie... Apriétame... —le pidió en un susurro agitado, con el


aliento cálido y haciéndole percibir los temblores de su cuerpo excitado
debido al tacto de sus dedos en el arco de su espalda mientras se
contorsionaba sobre su regazo.

—Mierda, mierda... —Jungkook descendió aún más debajo de su espalda


baja, sus manos curiosas escabulléndose dentro de su pantalón de chándal.

—Mañoso —le regañó Taehyung, fingiendo molestia, pero sabía que


Jungkook quería que lo montara tanto como él mismo lo estaba deseando
ahora: quería montarlo como un jodido vaquerito—, ¡awh...!

Jungkook se rió y mordió su mejilla, rastrillando sus dientes por ésta para
decirle: —Eres tan delicioso, mi pastelito...

Taehyung sonrió felizmente cuando Jungkook escondió su rostro en el hueco


entre su hombro y cuello, sintiendo su respiración calurosa ahí, erizándole el
vello y humedeciendo; por otro lado, Jungkook sentía el calor de Taehyung
traspasarle.

—No quiero hacerlo en el auto —dijo Jungkook, sintiendo la piel de la


pancita que había desnudado rozando contra la tela de su camisa de oficina
—, en serio, no en el auto...

Sus palabras quedaron en el viento cuando se encontró a sí mismo


acariciando con avaricia la piel de las nalgas de Taehyung, separándolas con
hambre por el libido que parecía haber contenido por tanto; sus manos
estrujaron con rudeza los glúteos gorditos de Taehyung, los sintió tan
esponjosos y suaves y comestibles...

Joder, tal vez si quería follar en el auto.

—Creo que no podemos hacerlo en el auto, e-eso sería demasiado voyerista...


—Taehyung bromeó con él, pretendiendo seriedad, moviéndose más lento
pero más duro. Carajo, sentía que podría correrse así. Estaba a punto de
venirse.

—Es de noche y la calle está oscura, además los vidrios están polarizados;
nadie nos vería...

Taehyung trató de reír, sin embargo gimió cuando el dedo medio de


Jungkook presionó el botón rugoso de su apretado esfínter, y tuvo que taparse
la boca para evitar ser ruidoso...

—Sigues siendo mi niño, TaeTae. Haremos lo que quieras —le dijo con
seriedad—: está bien si quieres parar, puedo esperar.

Taehyung le miró a los ojos, mostrándose un poco nervioso.

Sin embargo, la decisión fue tomada cuando se acicaló en el pecho de


Jungkook, elevando las caderas adecuadamente para que Jungkook pudiese
bajarle los pantalones de una forma más sencilla. Y ambos agradecieron
mentalmente con un suspiro, acompañado de un jadeo cuando la tela de
chándal cedió a los movimientos torpes porque, de otra manera, sabía que se
hubieran rasgado.
Así que, con los pantalones hasta los tobillos, Taehyung se dejó hacer
lánguidamente por los deseos compartidos con Jungkook, quien se
desabrochaba la hebilla del cinturón; hizo lo mismo con la portañuela y luego
Taehyung lo tomó en su mano, robándole un gemido áspero mientras
presionaba la hendidura, esparciando el presemen para masturbar el falo.

—Ggukie, ha pasado mucho tiempo... Perdóname, pero no creo que pueda


tomarlo aquí...

Taehyung pensó que Jungkook se decepcionaría o se frustraría, sin embargo


le sorprendió su reacción.

—Está bien —murmuró con una sonrisa adormecida, muy torpe—, sólo mis
dedos y un trabajo manual. Eso... suena bien... Joder.

Taehyung sonrió contra su boca y le lamió los labios, distorsionando su


expresión cuando un dedo se clavó en su interior. —Sí, eso... Mm, suena m-
muy bien...

Jimin y Namjoon compartieron una mirada de complicidad cuando


observaron entrar a la parejita por la puerta de entrada, riendo tontamente
mientras se acomodaban en sus ropas.

—Ya no me siento tan culpable por haberme pedido el postre —Comentó


Jimin, llevándose una cucharada de helado a la boca, viendo a su novio
asentir mientras suspiraba con un deje de resignación que le resultó gracioso
—. ¡Nam, no pongas esa cara! No finjas, sabemos que estamos felices por
ellos. Se ven bonitos juntos.

—Claro que estoy feliz por ellos, pero no crees que Taehyung se ve
demasiado ob... ¡Ouch!

Jimin le pellizcó el brazo cuando los mencionados se sentaron frente a ellos,


sonriéndoles y pidiéndoles disculpas por la demora debido a un supuesto
asunto surgido.
Seguramente fue el tráfico, pensó Jimin, burlón, pretendiendo sorprenderse y
molestándolos a propósito.

—Entonces, ¿en qué calle había tráfico? —Preguntó con ingenuidad—. Digo,
para que Monnie y yo tomemos un atajo.

Jungkook sonrió y pareció pensar mucho en su respuesta por vez que miraba
a Taehyung, esperando que a éste se le ocurriera alguna respuesta.

—Ah, ¡ah! —Taehyung se ruborizó, riendo ligeramente—. Sí, fue por esa
calle, cerca de... ¿Insadong?

—Oh, claro, claro —asintió Jimin, con fingida seriedad, y con Namjoon
sacudiendo su cabeza cuando su travieso novio dio indicio de otra de sus
creativas preguntitas: —Por cierto, Tae, ¿tienes alergia?

— ¿Oh? —preguntó, avergonzado, ya mortificado al sentirse tan obvio.

Jimin decidió parar, dándole una miradita dulce.

—Estás rosadito, te ves bonito.

Jungkook le miró con los ojos entrecerrado, y luego besó la sien de


Taehyung. —Él siempre es bonito. Hermoso.

—Ustedes se ven bien —Namjoon se sintió feliz por ellos, mientras apegaba
a Jimin más a su costado, sintiéndose muy enamorado también.

Una semana más tarde, Jungkook se encontraba en la casa donde Taehyung


vivía. Estaba en su cuarto, en un sábado por la tarde, echado en su cama
cómodamente mientras le veía ir de allá para acá; le había traído refresco,
palomitas y le había dicho que verían una serie, o una película, pero que tenía
que esperarle un poco porque debía ducharse.

Jungkook estaba bien con Taehyung, aunque eso ya no era suficiente. Ya que,
después de su cita doble en el restaurante italiano, él no había dejado de
pensar y en diferentes formas creativas de pedirle que fuese su novio.
Porque quería que fuese especial, que fuese romántico y memorable.

Sabía que a Taehyung le encantaban los detalles y la dedicación. Así que, tal
vez, estaba considerando seriamente ser un tipo cliché y hacer toda una
cursilería para pedirle que le concediera el placer de ser su novio.

Y sabía que podía hacerlo, porque estaba pensando en pedirle un poco de


ayuda al tipo que le alquilaba la habitación a su chicom. O en llevarlo a su
propia casa. Claro... ¡Eso era!, lo anotó mentalmente cuando vio a Taehyung
llegar del baño, sonriéndole y envuelto en una toalla.

—Ggukie, también compré helado —Le comentó, dejando caer la toalla al


suelo deliberadamente en frente suyo, robándole el aliento a propósito
mientras Jungkook sentía que su corazón saldría a correr. Y, quizás, sus ojos
también; siguió el camino de una gota deslizándose por la curvatura de su
espalda de forma benevolente por vez que los matices de las cinco en punto
trazaban las sombras en los lugares correctos de su piel acanelada; los
hoyuelos sacro, venus, dándose a notar con la atención que merecían;
Jungkook quiso enterrar sus dedos allí—. Ggukie, mi cara~

—Tae... —se quejó Jungkook, mirándole esa muequita burlona mientras le


veía ponerse unos pequeños pantaloncillos de color verde musgo y una polera
oversize de color negro; él ya conocía esa polera con estampado de plaza
sésamo—. Háblame del helado...

—Es helado de té verde, con manzana verde —comentó Taehyung,


inocentemente, mientras se secaba el cabello con la toalla frente al espejo.

—Hoy comeremos todo verde —bromeó Jungkook, riéndose.

Taehyung frunció el ceño, riéndose ligeramente sin entender.

—Eso no es gracioso, Jungkook-ah.

Jungkook se relamió los labios, miró sus piernas y luego...

— ¿Estás seguro?

Entonces, Taehyung lo captó y se ruborizó violentamente.


¡Ding, dong!

¡Ding, dong!

¡Ding, dong!

Taehyung se frustró un poco.

—Mi amor, ¿podrías poner la película desde mi portátil, por favor? —Le
dijo, poniéndose unas pantuflas y encaminándose hacia la puerta de su cuarto,
que estaba cerrada por obvias razones—. Tengo que ir a ver a cuál de mis
brillantes roomies se le quedaron las llaves. Otra vez.

Jungkook se rió y asintió animadamente mientras se estiraba para alcanzar la


laptop.

Mientras Taehyung bajaba por las escaleras, sintió una extraña sensación de
incomodidad en la parte posterior de su vientre bajo, como un nudo apretado
al ver que Baekhyun ya estaba frente a la puerta con el ceño fruncido y la
cara distorsionada por el evidente malestar.

Taehyung, con curiosidad, se acercó y sintió el estómago revuelto.

—Tienes agallas, ¿por qué estás aquí? —Preguntó Baekhyun, fríamente.

Seok Jin relamió nerviosamente sus labios resecos, y Taehyung sintió una
punzada de dolor clavársele en el pecho. —Quiero hablar con mi hermano.

Que no cunda el pánico.


Recuerden que cerrar ciclos tóxicos es bueno.
99

Jungkook se relamió los labios con un deje de ansiedad mientras la


curiosidad ascendía por su garganta con un burbujeo de preocupación;
dejando de lado el portátil y la película, toda la inquietud se manifestó en sus
pasos dirigiéndose hacia el primer piso. Porque, vamos, un par de llaves no
debería de tomar más de un par minutos, ¿cierto?

No quería ser paranoico, pero aún le costaba un poco despegarse de


Taehyung.

Así que, bajando por los escalones con lentitud, se dio cuenta de que algo
más pasaba; al él detenerse justo en el último peldaño, Baekhyun le dirigió
una mirada llena de tensión. Supo que era serio cuando logró escuchar las
voces afuera, altas y con un evidente deje de enojo: era una discusión.

¿Qué demonios?, pensó, yendo directamente hacia la puerta principal.

—Espera —Le dijo Baekhyun. Jungkook le miró con prepotencia,


deteniéndose—, es algo que ellos deben resolver; fue decisión de Taehyung,
Jeon.

Exhalando una respiración furiosa, asintió cortantemente. Sin embargo, la


curiosidad ganó y el ápice de duda se hizo persistente cuando, con pasos
firmes y una postura arrogante, se asomó por un costado de la ventana. Y,
claro, decir que Jungkook no se sentía ciertamente consternado hubiese sido
un eufemismo. Pues él no sólo se hallaba sintiéndose sorprendido, tan
confundido, sino molesto. Muy molesto.

Porque, maldición, ¿qué carajos estaba pasando y por qué aquel tipo insistía
tanto en lo que sea que estuviese diciéndole a su chico? Jodida mierda.
Jungkook estaba ensimismado, y se quedó inmóvil mientras examinaba la
forma en la cual se llevaba a cabo el intercambio.

Muy pendiente de que las manos de aquel alterado imbécil no tocaran a su


Taehyung, y que ni siquiera tuvieran la dicha de acercársele, se mantuvo
rígido frente al ventanal; con recelo, y debido a la amarga conclusión que
sacó del encuentro, analizó los rasgos faciales de aquel hombre que no había
visto antes pero que, aun así, se le hacía conocido.

Así que, tensándose, con una expresión de severidad tallándose en su rostro


repentinamente arrogante y frívolo, frunció profundamente el ceño mientras
buscaba el sentido.

Bilis de acre ascendió por su garganta y le hirvió en la boca cuando observó


con atención la manera en la que el extraño discutía con Taehyung, quien
cruzándose de brazos, enrojecido y con un obvio malestar manchando su
bonita carita disgustada. Y podría asegurar que Tae sentía un profundo
desagrado justo ahora, porque mantenía su boca cerrada y lo miraba con algo
parecido a la enemistad.

—Es el hermano de Taehyung. Supongo que no sabes esa historia, ¿o sí? —


Jungkook miró por el rabillo del ojo, con soberbia oculta, a Baekhyun
acercarse—. Ese hipócrita arruinó la adolescencia de Taehyung; parte de su
vida se marchitó por su culpa. Y tiene que pedirle perdón por ello, por todo el
daño que causó cuando sus mentiras se derrumbaron sobre él.

Frunciendo el ceño, Jungkook miró fijamente al supuesto hermano de


Taehyung. Y, a decir verdad, sí compartían cierto parecido. Muy leve, sin
embargo. Porque el tipo era más alto y, claramente, mayor que Taehyung; sus
facciones estaban definidas por la madurez y tenían la peculiaridad de ser
agudas y un poco escuálidas, afiladas. Taehyung parecía un tierno niñito de
diecisiete años a su lado; su cara de bebé con mejillas regordetas y su
expresión de enojo sólo le hacían saber que seguía siendo su chico, su niño.

Su TaeTae, su pastelito.

No obstante, ni siquiera aquel pensamiento pudo hacer que la vena nerviosa


de Jungkook se deshinchara de la rabia que sintió cuando oyó a Baekhyun
decir:
—Muy probablemente, luego Taehyung te lo cuente todo en detalle... Pero,
en resumen, ese imbécil se acostaba con su novio y lo siguió haciendo
durante años y sin siquiera declararse como homosexual; jugó con la cabeza
de todos, y traicionó a su propio hermano para cubrir lo que no podría ocultar
por mucho.

Jungkook exhaló con frustración, mirando con preocupación a su TaeTae,


quien cruzándose de brazos, con el ceño profundamente fruncido, trataba de
retener el llanto furioso y de retener, a toda costa, el desate del nudo que tenía
apretado en la garganta.

¿Estaba molesto? Sí. Pero, sus ojos furiosos no podían conservar el


resentimiento y la ira en contra su hermano. Taehyung no era esa clase de
persona, él no caería tan bajo porque valía mucho más que eso.

—Lo siento, ¿se supone que debo creer todo lo que acabas de decirme? —Le
preguntó a su hermano, con una expresión de incredulidad confusa,
distorsionándose en matices de enojo; su corazón se apretó en su pecho y de
pronto sintió frío, recordando que sus ropas eran muy ligeras para el clima
que había —. ¿Se supone que debo volver a confiar en ti, hyung? Porque yo
no te creo... No creo nada de lo que dices.

—No espero que me perdones, Taehyung. Joder. Sé lo que hice, sé que te


hice daño y, por lo mismo, sólo me queda lamentar lo que hice. En serio lo
lamento. Me tomó algunos días decidirme a venir, pero me tomó meses
darme cuenta de todos los errores que cometí; uno por uno. Ningún tipo
debió haber interferido en nuestra...

—Me alegra que te hayas dado cuenta y, bueno, acepto tus disculpas. Pero,
también espero que puedas comprender que no quiero volver a estar cerca de
ti, Seok Jin —le interrumpió, sus escudos subiendo otra vez, sintiendo su piel
erizarse por las ráfagas de viento helado.

—Tae...

—No. No vuelvas a venir ni aquí ni a... —apretando los labios, Taehyung


desvió su mirada hacia el patio verdoso del jardín—. Simplemente deja de
buscarme en lugares en los que no te corresponde, ¿bien?
Seok Jin, cabizbajo, asintió en silencio. Se sentía mortificado y hundido, muy
mal.

—Si necesitas hablar conmigo o decirme algo, o no lo sé, lo que sea, dile a
mamá y a través de ella nos comunicamos y nos ponemos de acuerdo. Ya que
siempre te ha gustado tanto la transparencia con nuestros padres sobre mis
asuntos, espero que los tuyos no se queden atrás esta vez.

Y dicho aquello, Taehyung se dio la vuelta para entrar y poder refugiarse en


sus mantas del entumecimiento que sentía; para decaer tranquilo y cesar el
probable llanto en los brazos de Jungkook, Taehyung contuvo la respiración
un par de segundos, con la espalda recta.

Sin embargo, Seok Jin lo detuvo.

—Yo les diré —le escuchó murmurar, helándole la sangre—, les diré todo lo
que pasó.

Taehyung miró fijamente su propia mano sujetando el pomo de la puerta, y se


sintió tiritar por una extraña sensación al oír aquello. Si Seok Jin sabía las
consecuencias de sus malas decisiones, y de sus acciones erradas, muy
probablemente también debía tener en cuenta lo que ocurriría si hacía lo que
tenía decidido hacer; cavaría el calvario de su propia vida.

—Les diré lo que hice, les diré la verdad —continuó su hermano—. Yo, sea
lo que sea que pase, jamás me perdonaré haberte causado tanto dolor a lo
largo de todos estos años, yo no olvidaré nada, Taehyung. Pero espero que tú
sí lo hagas, porque mereces... ser feliz.

Taehyung sintió su garganta apretarse aún más, sin embargo ignoró las
lágrimas acumulándose por los rabillos de sus ojos y enalteció la mirada
hacia el frente.

—Gracias —susurró suavemente, mirándolo por sobre el hombro con el


atisbo de una dulce sonrisa—. Espero que puedas perdonarte a ti mismo por
todo esto, y ser feliz también, con un buen hombre; no con un hijo de puta
que te quiere sólo para matar sus tiempos de soledad, o para reemplazar las
presencias de otras personas contigo. Encuentra tu camino, Jinnie.
Seok Jin sonrió en medio del llanto, limpiándose las lágrimas con la manga
de su camiseta, arrepintiéndose de haber dejado ir al único hombre que estaba
seguro que realmente lo amó a pesar de todos sus fallos y defectos,
arrepintiéndose tan profundamente que le dolía hasta el corazón recordarlo.

—Adiós, Tae...

—Nos estamos viendo, hyung.

Eso fue lo último que Taehyung le dijo antes de entrar a la casa y dejarlo ahí,
parado sobre sus pies inestables.

Por otro lado, Taehyung cerró la puerta tras él y se recostó en ésta mientras se
abrazaba a sí mismo, sintiéndose expuesto. Apenas y fue consciente de que
Jungkook y Baekhyun, frente suyo, le miraban con desazón; dejando caer sus
hombros, aceptó el abrazo de Jungkook, se recostó en su pecho y suspiró con
abatimiento allí.

—Yo... No sé, yo...

—Está bien, Tae, shh... —Susurró Jungkook, cerca de su oreja, besando su


sien y sobando en su espalda baja para consolarlo con su afecto, lo cual, justo
ahora, no podía haber sido una mejor idea—. No necesitas decir nada. Está
bien.

Escuchó a su mejor amigo musitar algunas groserías hacia su hermano,


también le escuchó decir maldecir algo entre dientes por vez que se iba hacia
la cocina alegando con sí mismo, y con el teléfono sonando. No obstante,
Taehyung se sentía un poco desintonizado todavía; sólo era consciente de
estar entre los brazos de Jungkook, y de éste meciéndolo con dulzura.

—Vamos arriba, hay que abrigarte —le escuchó decir.

Taehyung se mordió los labios y abrazó a Jungkook por los hombros,


cruzando sus manos detrás de su nuca, mientras Jungkook comprendía el
mensaje implícito, sujetándolo por la cintura y levantándolo para hacerle
enrollar sus piernas alrededor de su torso.
Era su bebé koala, después de todo.

Así que, lo que restó de la tarde no fue de ninguna manera como lo habían
pensando en un principio, cuando idearon su tarde de relajo y películas. Ellos
no habían visto la película que se mostraba en el portátil, no habían comido
por falta de apetito y Jungkook sólo había decidido quedarse para cuidarle el
sueño a Taehyung, quien había llorado en silencio contra su almohada por lo
menos una hora mientras Jungkook besaba su espalda y hombros.

Había sido triste, pero Jungkook agradeció haber estado para él durante ese
lapsus.

Asimismo, también agradeció que, cuando Taehyung despertase de su siesta,


le dijese que tenía que contarle algo importante que, muy probablemente, le
ayudaría a comprender las cosas que antes no pudo.

Toda la información y los detalles habían sido un poco abrumadores cuando


le golpearon como una gran bofetada en la cara, y se halló a sí mismo
entendiendo porqué el padre de Taehyung era todo un tema para él.

—Entonces, en resumen, fue mi hermano el que le dijo a mi papá que yo


estaba con Bogum aquel día en el granero y me enteré el día en que tú y yo...
Ya sabes, me enteré de todo; fue horrible tener que, en parte, atribuir mis
desgracias al lomo de quien se suponía que no sólo era mi hermano, sino mi
mejor amigo... —Comentó, echándose hacia atrás, hundiéndose en el
almohadón.

Jungkook asintió con una expresión de seriedad, su mirada fija en las piernas
de Taehyung enredadas en el edredón blanco, contrastando con el color
canela de su piel, dándole ese... Ese toque suave que siempre le recordaba a
aquella noche de estadía en la isla de Jeju.

—Mm, la verdad es que me sorprende y me aflige saber que pasaste por tanto
y que esto te lo guardaste durante tantos años. Ese dolor, esa pena...
Soportaste mucho por mucho, Tae. Eres muy fuerte, lo sabes, ¿cierto? —
Dijo, masajeando levemente su muslo desnudo, pues la calefacción estaba
encendida y la habitación estaba cálida, y Taehyung seguía entre sus sábanas
con aquellas telas delgadas; Jungkook, debido a la luz apagada, apenas y lo
podía ver apretando sus facciones en una expresión de concentración y
divague—. Eres increíble.

Taehyung rió ligeramente con un sonido de resignación, cansancio,


asintiendo ligeramente.

Pasaron algunos segundos y Jungkook miró a través de la ventana, el cielo


grisáceo oscuro y los árboles estremeciéndose debido a la hora y el clima. Y
supuso que Taehyung adivinó lo que estaba pensando porque, en menos de lo
que hubiese esperado, éste estaba tironeándole flojamente entre sus piernas,
sobre su pecho.

Y, bueno, Jungkook se resignó.

Escabullendo sus manos por debajo de su polera, frotó en círculos con sus
dedos en los huesos de sus caderas mientras le miraba hacia arriba; todo
ojitos brillantes y nariz roja, TaeTae seguía siendo tan suyo como él mismo le
podía pertenecer sólo a él.

—Supongo que no soy el único que tiene que hacer las paces con su pasado
—robándole un pequeño jadeo, Jungkook se escurrió de manera ágil por
entre sus piernas y, con su boca, tanteó en su pelvis; sus labios pegajosos
lamieron en el vientre bajo de Taehyung y luego estaba besando su pancita
con cariño, ascendiendo camino por sus costillas y cosquilleando por doquier
hasta escuchar su risa.

Sí, para qué seguir en guerra con el pasado si tenía todo un futuro para
compartir con Taehyung y en perfecta armonía con su presente. Por fin estaba
vivo, más vivo que nunca.

Algunas semanas habían pasado.

Taehyung se hallaba cómodamente echado en el respaldo de su silla mientras


pensaba qué era eso tan importante que se le estaba olvidando. Él no lo sabía
y eso le frustraba.
Jungkook y él habían quedado de juntarse otra vez durante el fin de semana
porque, durante la misma, Jungkook no tenía mucho tiempo libre. Ni un solo
hueco, lo recordó diciéndole y automáticamente una gran sonrisa disipó la
frustración. Porque Taehyung también tenía sus arranques de estrés, y
prefería que ambos estuviesen totalmente libres para despejarse.

A decir verdad, le resultaba un poco molesto que, cuando estuviesen juntos,


alguien llamara y les interrumpiera; durante la semana, muy rara vez podían
juntarse y pasar más de una hora juntos hasta que cada uno tenía que irse a su
casa y hablar por KKT. Taehyung extrañaba a Jungkook constantemente y,
cada vez que el domingo caía por entre los cerros, se hallaba queriendo
arroparse junto a él y abrazarlo hasta dormirse.

Como sea, pensó, haciendo una mueca triste ante el pensamiento.

Taehyung intentó seguir con lo suyo, escribiendo algunos datos y detalles en


su libreta y buscando más información para seguir con su investigación, sin
embargo su mente no le seguía la corriente. Él sólo sabía que había olvidado
algo importante.

No importaba cuántas veces mirara los post-its con malogro para asegurarse
de que no fuese algo relacionado a la editorial y la investigación que su jefe
le había asignado, él simplemente no lo podía recordar.

Esperaba que no fuese algo realmente importante, o tan importante al menos.

Así que, antes de que el día culminara, Taehyung se aseguró de terminar


todos sus asuntos pendientes y manifestarle todas y cada una de sus dudas a
su jefe y a su secretario, aunque ellos le dijeron que no se preocupara y que
disfrutase de su fin de semana largo tranquilo.

Sin embargo, Taehyung, inquieto, no pudo conformarse con eso... Y llamó a


Jungkook para contarle todo el tema de lo que le tenía tan desasosegado y la
verdad es que, a pesar de todo este asunto del nervio por algo que olvidó, se
sintió bastante bien y cómodo contándole ese tipo de cosas.

—Oye, pastelito —Jungkook interrumpió su risa y charla sobre los buses que
tardaban más de lo que deberían para decirle—: mi batería esta agonizando y
tengo que llamar a mi hermano para que me diga dónde demonios está;
pronto llegaran sus inversionistas y no logro encontrarlo por ningún lado.

Taehyung asintió, mordiéndose el labio y gimiendo una respuesta afirmativa.


—Está bien, ¿me llamaras cuando llegues a casa? Estaré preocupado...

—Sí, envíame un mensaje cuando llegues, ¿bien?

—Síp.

—Te extrañaré esta noche —dijo Jungkook con su voz extrañamente


melancólica—, quizás te llame si no estás dormido.

—Hazlo, por favor. Todo lo que quiero últimamente es escuchar tu voz —


susurró, tierno.

—Lo haré —Taehyung adivinó una sonrisa—, y también estaré temprano


recogiéndote. Te daré una sorpresa.

Taehyung mordió su labio inferior y trató de reprimir la sonrisa torpe en sus


labios.

—Bien, te amo. Ve con cuidado.

—Te amo también. Adiós, Taehyung-ssi.

San miró a Baekhyun y a su hermano mirarse con tensión que no supo


distinguir. Mientras, Seong Hwa pasaba uno de sus brazos por los hombros
de Baekhyun y recibía un poco de la cerveza que Jimin estaba sirviendo, ya
que Namjoon y Yoongi cocinaban la carne afuera, en el patio.

Resultaba que los chicos habían decidido hacer un asado para celebrar la
llegada de Yoongi y también el hecho de que éste hubiese conseguido una
mejor oferta laboral muy cerca de la zona en la cual vivían en Seúl.
San le había oído decir algo acerca de que le había costado adaptarse al
ambiente y también a las personas, ya que la soledad era agotadora; el hecho
de vivir en un departamento vacío le había causado cierta melancolía cuando
no tenía con quien compartirlo o no tenía a quien recurrir cuando algo
sucedía, y San había comprendido mejor de lo que le gustaría aquello.

Así que, ellos habían conversado un poco y se llevaban bien. San pensó que
podrían llegar a ser casi tan cercanos como lo eran él y el resto de los chicos,
y Taehyung, quien por cierto todavía no llegaba.

Se suponía que Taehyung sabía que habían quedado, pero San creía que lo
había olvidado puesto a todo el drama de la aparición de su hermano Seok
Jin, y tampoco podía pasar por alto el gran factor que abarcaba su relación
con Jungkook, porque Taehyung ahora pasaba mucho tiempo con éste. San se
sentía ciertamente abandonado por su amigo; Yoongi había estado de acuerdo
con él, y Jimin sólo le había dicho que Taehyung sólo quería estar lo que más
pudiese junto a Jungkook debido al extenuante trabajo de éste.

San lo comprendía y, de hecho, le agradaba la idea de Namjoon de llamar a


Jungkook para que todos almorzaran el domingo juntos y se conocieran
mejor. Le había escuchado decirle algo como "es una buena idea que
Jungkook conozca a tus amigos y se lleve bien con ellos, ¿no lo crees
Taehyung-ssi?", y todos estuvieron de acuerdo, incluyendo Taehyung.

San se sentía un poco extraño, fuera de lugar.

El tema estaba en que el ambiente estaba un poco frío y oscuro entorno a


Baekhyun y su hermano, que había llegado de repente para decirle que tenía
que pasar la noche con él porque su padre estaba molesto y habían discutido
terriblemente; Seong Hwa no le prestó mucha atención, pero, discretamente,
él lo hizo porque era muy observador y había oído un par de cosas...

En poco menos de media hora sabía que Namjoon y Jimin habían discutido,
porque el aura de tristeza y decepción les rodeaba como un manto azul, sabía
también que el hermano de Baekhyun estaba cayendo por el acantilado y que
éste no sabía qué hacer para ayudarlo porque Seong Hwa pensaba que ya era
mayor como para pensar en las consecuencias de sus actos y, aparentemente,
Baekhyun tenía en cuenta su opinión porque ellos estaban saliendo.
—Mirando tan intensamente todo... Me das un poco de miedo, ¿sabes? —
Comentó Yoongi, riéndose mientras se sentaba a su lado y bebía un poco de
cerveza de su vaso.

—Soy bastante observador —complementó, mirando, por el rabillo, la forma


en la cual veía con ansias la hora en su reloj de pulsera—. Quieres verlo, ¿no
es así?

Yoongi se carcajeó e hizo un sonido ácido mientras la cerveza bajaba por su


garganta.

—Así es, de hecho. Lo he extrañado más de lo que te imaginas.

San hizo una mueca graciosa en su dirección.

—Qué jodido, ¿sabes que Tae volvió con Jungkook, cierto?

—Incluso si soy sólo su mejor amigo, lo quiero, ¿sabes? —La expresión de


Yoongi se apagó un poco, pero asintió, haciéndole sentirse un poco culpable
por sus palabras.

La curiosidad le hizo sentir un cosquilleo en la parte posterior de su garganta


y sólo se encontró preguntando lo obvio.

—O sea que... ¿Todavía sientes... eso por él?

Yoongi guardó silencio por un par de segundos y luego sólo miró hacia la
puerta para murmurarle: —Lo estoy superando.

Pero su voz apagada confirmaba un poco lo contrario...

— ¡Yoongi-ssi! ¡Sannie hyung! —Gritó Taehyung, con evidente sorpresa en


su voz por vez que corría con emoción hacia el sillón y se abalanzaba sobre
los brazos de quien, claro, seguía siendo su mejor amigo.

— ¡Oye, Taehyung-ah! ¿Dónde carajos estabas? No quiero pensar que me


estabas olvidando.

Y sus actos seguían confirmando lo contrario. Porque San sintió un poco de


lástima cuando la expresión de Yoongi se suavizó y se tornó ciertamente
torpe mientras sus ásperas manos se ceñían en la delgada cintura de
Taehyung, quien con emoción sujetaba su rostro para ver mejor la madurez
que había adquirido su amigo en todo este lapsus.

—Quizás olvidé esta reunión, ¡pero no me he olvidado de ustedes, chicos! —


Hizo un puchero adorable, alcanzando su hombro para masajearlo un poco—.
Sannie hyung tenía el móvil encendido y, cuando lo llamé —porque por
supuesto todos estaban demasiado ocupados como para contestar—, me dijo
que estaban aquí. Pero, no esperaba verte a ti, hyung...

—Sí, fue una sorpresa. Conseguí otro trabajo y un nuevo apartamento. Cerca
de aquí, por cierto. Aquí es más cómodo, pagan mejor y, bueno, ustedes están
más cerca, ¿no?

—Sí, eso es bueno... —le sonrió Taehyung, separándose tímidamente de su


abrazo para abrazar a San y saludarlo, como siempre, con tanto cariño. Pero
San estaba más que seguro de que Taehyung muy probablemente también se
había dado cuenta de que Yoongi todavía no superaba sus sentimientos por él
—. Oh, por cierto, en seguida vuelvo para charlar un poco. Debo ir a dejar
estas cosas a mi cuarto —dijo riéndose.

San, prudentemente, se aclaró la garganta y esperó que Taehyung


desapareciera escaleras arriba para decirle a Yoongi:

—Creo que es mejor que sepas ahora que Taehyung y Jungkook son como
chicle últimamente: no se separan en ningún momento. Y no los culpo, pero
creo también que es mejor que sepas que Jungkook vendrá a almorzar el
domingo y que mañana vendrá a por Tae. Sé que esto suena un poco rudo.
Pero a lo que voy, colega, es que, quizás, deberían hacer las paces; tú y Jeon.

Al día siguiente, Taehyung bebió un poco de jugo y miró, por sobre su


hombro, a Yoongi y a Baekhyun, quienes estaban acurrucados en el sillón de
la sala viendo una película; los vio tan cómodos que eso logró disipar un
poco su nerviosismo, sin embargo no lo suficiente.

En algunos minutos Jungkook vendría por él y se encontraría con todos sus


amigos ahí, eso le ponía un poco ansioso porque sabía que las cosas entre su
mejor amigo y su casi-novio eran por lejos muy tensas cuando los ponía en
una misma habitación, juntos. Así que, Taehyung estaba pensando qué hacer
para que las cosas no fuesen tan incómodas. Aunque no lograba conseguir
una idea clara de algo. Estaba un poco estresado.

Por lo mismo, sintió un cosquilleo en la parte posterior de su vientre bajo


cuando escuchó el sonido de su móvil; en el identificador de llamadas se
mostraba el nombre de Jungkook con muchos emoticones de corazones.

Taehyung quiso reír un poco por su propia bobería.

—Hola —Contestó, sonriendo incluso con el timbre adormecido de su voz


dulce. Sabía que Jungkook amaba su voz, se lo había dicho varias veces ya.
Así que cuando él le canturreaba era porque estaba feliz; y Jungkook le decía
que su tono suave y aterciopelado era único.

—Estoy afuera, ven a abrir, por favor... Ya no soporto esta agonía llamada
"no puedo estar cinco días sin abrazar a mi muchacho".

Taehyung se sacudió alegremente, haciendo un ruidito de satisfacción al


escuchar aquello.

Todo ese queso, Dios, pensó.

—Estoy yendo.

Y colgó sin más, corriendo hasta la sala y abriendo la puerta para lanzarse a
los brazos de Jungkook, quien, obviamente, lo recibió de inmediato,
abrazándolo.

—Te extrañé mucho —Susurró Jungkook contra la piel de su cuello,


respirando allí por vez que ahuecaba su gordito trasero en sus manos para no
dejarlo caer al suelo, porque su chico había recuperado un poco de peso y
estaba muy feliz por ello, codicioso—, te extrañé tanto.
Taehyung le sonrió con esa sonrisita cuadrada y Jungkook perdió el juego
cuando le miró. Una vez más era juego perdido para él; Taehyung había
acunado su rostro con cariño y le miraba con amor desbordante.

En menos de dos segundos Taehyung picoteó sus labios y luego besó la punta
de su nariz, haciéndole sentir su rostro ligeramente más caliente.

—Vamos, amor, bájame —le dijo con suavidad, removiéndose un poco—; no


quiero que se te acalambren los brazos.

Jungkook asintió, riéndose cuando Taehyung se acercó otra vez y se colgó de


su cuello para pegar sus frentes mientras le miraba con ojitos soñadores. Sus
manos se ciñeron a su cuerpo y, de pronto, estaba pegándolo más a él. Joder,
quería llevárselo a casa y abrazarlo y besarlo toda la tarde.

—En serio, ya no soporto no tenerte por ahí todo el día, todos los días... —le
dijo, besando su mejilla y luego su sien—. Dime, ¿qué hago sin mi niño
animándome? Me pongo gruñón sin mi dosis diaria de TaeTae... —su voz
causó un efecto muy perceptible en el cuerpito de Taehyung, quien se
estremeció entre sus brazos y refregó su rostro en su pecho. Tímido.

—Ya... Debo admitir que, quizás, muy probablemente también quiera volver
a nuestro cálido champiñón...

Jungkook rió, separándose un poco. — ¿Qué? ¿Cuál champiñón? ¿De qué


hablas, Tae?

—Nuestro, digo, tu champiñón. Me gustaba estar ahí, siempre se sintió como


un hogar para mí, supongo —comentó, cabizbajo, con un poco de notoria
vergüenza por sus palabras. No pudo verse más adorable ante los ojos de
Jungkook, quien le siguió la mirada con dominio, mientras su mano buscó
acunar su rostro bonito y ruborizado—. Ya... No te aproveches de eso...

Jungkook rió y besó su frente, diciéndole: —Mi champiñón es tu champiñón,


así que sí; es nuestro champiñón.

Taehyung suspiró de alivio, con una satisfacción impresionable por vez que
recostaba su mejilla izquierda en la palma de Jungkook, mirándolo por entre
sus pestañas con una de esas expresiones dormilonas que le regalaba en
ocasiones especiales.

—Eres hermoso —le dijo, tan intensamente concentrado, que Taehyung


quiso reír.

—Dios, sé mi novio pronto, por favor; que quiero gritarle al mundo entero
que te tengo.

Jungkook estuvo a punto de decir algo cuando ambos escucharon un


carraspeo proveniente del umbral de la puerta; Yoongi les miraba con las
cejas alzadas y una sonrisa ladilla.

—Vaya, vaya... No esperaba verte tan pronto, Jeon.

Oh, joder.

El cuerpo de Taehyung se tensó sólo un poco, un tanto incómodo por la


situación, sintiéndose un poco tenso por lo que no sabía que podría pasar y
Jungkook ya estaba levemente rígido contra él.

—Debo admitir que tampoco esperaba... volver a verte. Min.

—Uy, todavía te sabes mi apellido... —Desafió Yoongi, burlón, con un claro


tono sardónico.

Taehyung le miró expectante, con algo de nervio mientras sacudía su cabeza


ligeramente en dirección de Yoongi. Cierra la boca, hyung, pensó. Pero,
claro, Jungkook le devolvió el tiro con otro comentario.

—Claro que me sé tu apellido, por eso tú te sabes el mío también, ¿no?

—Oigan, yo creo que... —empezó Taehyung.

Sin embargo, una acción hizo que la boca de Taehyung se abriera y se


cerrara. Ni siquiera sabía qué carajos decir; Yoongi había dado un paso
adelante y le había tendido la mano a Jungkook con una obvia intención que
ni siquiera debía explicarse.
—Joder —dijo Jungkook con arrogancia, desviando su mirada hacia un lado
con las cejas alzadas y una sonrisa altanera; Taehyung empuñó su camisa con
fuerza y luego aflojó el agarre. Jungkook se separó un poco para dar un paso
adelante y estrechar la mano de su amigo—, supongo que hay cosas que
deben cambiar... ¿Tregua?

Yoongi lo miró y exhaló, asintiendo. —Tregua.

Perdónenme la demora, me he estado comiendo la cabeza un poquito


estos días. Pero, bueno, aquí estoy~
100

Observando con cautela a su alrededor, Jungkook tuvo que asegurarse una


vez más de que todo estuviese en orden: las luces bajas, los platillos sobre la
mesa y la comida caliente. Él se había preocupado de que su plan saliese al
pie de la letra, porque se había esforzado por hacer de la cena que había
preparado algo especial e importante. Era algo romántico y, por cierto,
también algo serio; tenía un par de cosas que esclarecer ante Taehyung, pues
quería que éste pudiese entender mejor sus sentimientos y sus expectativas
sobre su relación.

Dentro de sus parámetros, creía firmemente que ya era momento de tener una
conversación más formal con Taehyung. En su consideración, era importante
charlar sobre sus asuntos y, claramente, Jungkook no podría pasar por alto
sus ilusiones durante más tiempo. Tenía que hacerle saber a Taehyung que
sus intenciones eran verdaderamente positivas y serias. Él lo quería
seriamente, y le urgía que Taehyung supiera sobre sus proyecciones. Porque,
vamos, era algo sumamente necesario; las cosas pintaban bien para los dos,
además de que estaban en la misma página y todo parecía ir, finalmente, por
el buen camino.

Era el momento correcto, simplemente.

Así que, le había comentado a su hermano que estaría preparando una cena
para Taehyung y le pidió —por favor— que no los interrumpiese tan
ingeniosamente como siempre en los momentos más interesantes porque,
claro, eso era un clásico. Típico de Mingyu.

—De todas formas estaré viniendo el domingo por la noche —Le había
dicho, con una de esas sonrisas picantes que insinuaban sus pensamientos con
notoria doble índole—. Sabes que tenemos que preocuparnos de los detalles
y, bueno, yo sé que Tae se quedara por más rato...
Hubo silencio durante un par de segundos hasta que Jungkook carraspeó y
giró la manilla del gas de la cocina para apagar el fuego.

—Tae siempre puede quedarse el rato que quiera, hyung... —Volviendo al


tema, se desató del delantal de cocina y lo dejó colgando de una de las sillas
rústicas porque en la mesa ya no había espacio para más cosas; era un
desastre de restos de verduras, carne, sobres vacíos y su vino, y los cubiertos
que había ocupado para cocinar, claro—. La reunión será el lunes por la
tarde, de todas formas.

—Oh... ¿Acaso estás tratando de decirme algo más? —Preguntó, arqueando


una ceja y, a la vez, llevándose una aceituna a la boca—. Vamos, dilo.

Jungkook quiso reír.

—Estoy tratando de decirte que no quiero que interrumpas mi fin de semana


con Taehyung, y que podemos ocuparnos de cualquier detalle durante la
mañana del día lunes, hyung. Quiero pasar el fin de semana con Taehyung-
ssi. Ya sabes... Todo el día, relajarnos mientras vemos una película; en la
cama.

Su hermano arqueó las cejas con evidente sorpresa, muy seguidamente,


dándole esa mirada y esa sonrisa otra vez.

—Y eso es... Vaya... Demasiada información, hermanito —Levantó ambas


manos en señal de resignación y fingió una sorpresa ofensiva al reír por su
mala actuación—. Al menos yo espero que esa comida sea contundente —
señaló las ollas con su dedo índice—; a menos... que Taehyung sea la cena...

Jungkook se quemó un poco las yemas de los dedos cuando el comentario


hizo que la olla se tambaleara de su agarre al dejarla sobre la mesa.

—Maldición... —musitó a regañadientes, fulminando en su dirección por su


desfachatez y su molesta desinhibición—. ¡Cierra la boca, hyung!

—Ya, pero no te enojes, Jungkookie. Ya sé yo que sólo quieres tener a ese


muchacho todo el día viendo "la televisión" después de pasar la noche en tu
casa...
Jungkook no evitó sonreír esta vez.

Sin embargo, le indicó amablemente a su hermano que ya era hora de que se


retirara, porque Taehyung llegaría en cualquier instante y lo que ellos tenían
que hablar era más privado que trivial como para que hubiesen más invitados.

Demasiado privado como para que él estuviese presente, pensó.

Así que, tan sólo diez minutos después de que su hermano se retirara,
Taehyung había llegado y, apenas le abrió, el nerviosismo se disipó y una
oleada de satisfacción y calidez embargó su cuerpo.

Después de todo el tiempo que había transcurrido desde que volvieron, esta
era la primera vez que le traía a casa.

Y Jungkook pudo notar que, apenas éste puso un pie adentro, una sensación
reconfortante y cálida se desplazó por todo su sistema. Fue lo mismo para él.
Lo supo porque, en cuanto sus brazos lo recibieron estrechamente en un
abrazo, y besó con suavidad en su sien, Taehyung se estremeció e inhaló
profundamente. Era como si él hubiese llegado a casa, a su verdadero hogar.
Y Jungkook se sintió un tanto eufórico al ver a su hermoso TaeTae ahí: todo
bonito, con sus ojitos impresionables brillando con emoción por haber
regresado al lugar al que sólo él podría pertenecer junto a Jungkook.

Todo estaba tal cual como antes, pero su presencia le hizo recobrar una
emoción de añoranza que no sabía que había conservado, pero intentó
desecharla rápidamente una vez estuvo con su chico; rodeándolo por detrás,
apresando sus caderas y dirigiéndolo al comedor.

—Te va a gustar esta sorpresa... —Le informó, riéndose un poco


avergonzado. Sabía que sus dotes culinarios no eran tan específicamente
buenos como los de Taehyung, pero al menos lo había intentado.

— ¿No necesitas ayuda con la comida...? —Le preguntó, entrelazando sus


dedos cuando le tomó la mano; Jungkook le sonrió y sacudió la cabeza—.
Bien, traje un vino.

Con suerte, pudo reaccionar a sus movimientos instantáneos cuando le vio


sacudir una botella de vino. Por su propia parte, no fue totalmente consciente
de sus palabras o acciones.

—Sí, vamos.

Demonios, relájate, se aconsejó a sí mismo una vez que ya estaban en el


comedor y tuvo que servir la comida en sus respectivos platillos y, claro, una
vez que los dos ya estaban sentados en sus respectivos lugares también.

Jungkook no podía hacer mucho consigo mismo cuando tenía a Taehyung


viéndose mucho más bonito que siempre. Todo ojitos brillantes y mejillas
ruborizadas dulcemente; su carita reflejaba ternura cuando buscaba su mirada
con cariño a falta de atención.

¿Cómo podría explicarle? ¿Por dónde podría empezar?

Él no lo sabía con claridad después de haber olvidado las palabras que se le


habían ocurrido la noche anterior. De todas formas, quería que fuese algo que
surgiera naturalmente, pues lo que él le diría a Taehyung no era parte de un
guión perfectamente elaborado.

Era todo lo contrario, de hecho.

Entonces, después de concluir que se estaba preocupando por algo que


realmente estaba fuera de su control, al llegar al momento, se permitió a sí
mismo bajar los escudos y disfrutar de la cena y de todo en realidad; tanto de
la presencia de su chico, como del sabor de la comida y la comodidad de la
cual los dos estaban disfrutando plenamente al beber aquel vino viejo en
plena velada, mirándose a los ojos con una sinceridad confortante.

—Extrañaba estar aquí, Jungkookie —Comentó de pronto Taehyung,


ladeando su cabeza y dejando que algunas ondas de cabello castaño cayeran
por su frente y, cuando le sonrió con ternura, Jungkook sintió que su corazón
era llenado con una sensación cálida—. Y no puedo negar que mi corazón no
se acojonó un poquito al observar que cada cosa sigue en su lugar, tal y como
lo recordaba. Era entrañable, y es ciertamente... lindo.

Buscando con lentitud por la superficie de la mesa, encontró la mano de


Taehyung y la tomó, afianzando el agarre con ésta antes de devolverle la
sonrisa y confesarle: —Taehyung-ssi, a mí me gusta tenerte aquí de nuevo...
Te extrañaba mucho más, siempre. Créeme que sí. Pues, tenerte aquí, por
todo el lugar, en todos lados, sólo tú... Para mí es... Se siente correcto.

—Ggukie...

—Lo sé, es sólo que... Quiero que sepas que puedes volver aquí cuando
quieras, ¿bien?

Taehyung le sonrió con ternura y se incorporó, caminando con lentitud


agonizante hacia él mientras sostenía su copa, deteniéndose durante algunos
segundos para darse espacio entre la mesa y la silla y mirar, por sobre su
hombro, dónde dejaría su copa. Jungkook sonrió con torpeza, en cambio.
Pero, sus manos se ciñeron en las caderas de Taehyung automáticamente una
vez que éste estuvo sentado sobre su regazo.

— ¿Qué ocurre, Jungkook-ah? —Sus palabras sonaron tan suaves cuando las
caricias en el lóbulo de su oreja izquierda se hicieron perceptibles, que
Jungkook sólo pudo cerrar sus ojos y exhalar un gran suspiro mientras dejaba
caer su frente en el hombro de Taehyung—. Vamos, mi amor, cuéntame...
¿Qué es lo que pasa? ¿Qué es lo que quieres decirme?

Las caricias se deslizaron hasta su mejilla y, por inercia, él abrió sus ojos y le
miró.

—Anoche pensé demasiado en nosotros, en ti... —susurró, besando su


mentón con dulzura y acariciando su cuello con una de sus manos; sintió a
Taehyung estremecerse un poco, por lo que afianzó el agarre—. Hice esta
cena e intenté que todo saliese perfecto, pero aún así...

—Está perfecto, Gguk-ah, no te preocupes por eso... —interrumpió


Taehyung, con evidente nervio crispado por el latir ansioso de su corazón. La
incertidumbre le hizo sentirse un poco mal, no lo pudo evitar, y Jungkook lo
notó—. Esto ha sido muy romántico, y en serio es...

—Tae, dulzura, escúchame, ¿sí? —le dijo, observando sus ojitos expresivos
brillar con miel condensada y sus labios esponjosos apretarse un poco
mientras le indicaba su respuesta con un asentimiento dubitativo—. Yo
quería sorprenderte con algo que estuviese al alcance de... Lo que tú mereces,
Taehyung; una cena se me ha quedado corta contigo, porque tú mereces más
que eso, ¿entiendes? —le sonrió, pellizcando un poco su moflete derecho—.
Y por eso tengo que decirte que yo sé que tú querías que te lo pidiese
correctamente, recuerdo aquella vez que te molestaste porque asumí lo que
éramos y, antes de que digas algo, te entiendo. Y yo quiero hacer las cosas
correctamente esta vez, pero... Después de todo lo que pasamos tú y yo,
juntos, Taehyung-ssi, ¿crees que pedirte ser mi novio es suficiente?

Taehyung relamió sus labios compulsivamente y desvió la mirada.

Los ojos le ardían y, de pronto, sentía sus manos frías.

— ¿Qué quieres decir con eso, Jungkook-ah? —musitó bajito.

—Quiero decir que siento que tú y yo somos novios desde hace mucho... Te
conozco desde hace mucho tiempo y lo que tuvimos... Lo que tuvimos fue
demasiado intenso como para no ser... real. —Tomando con delicadeza su
mentón, Jungkook le hizo mirarlo a los ojos—. Tras lo que pasó con nuestra
separación, luego de nuestra ruptura, llegué a la conclusión de que no fue
necesario pedirte que fueses mi novio cuando nosotros ya habíamos asumido
aquel rol de pareja, Taehyung-ssi.

Taehyung respiró con cautela, oyendo muy bien las palabras que Jungkook le
decía con una suavidad tranquilizadora, que, de hecho, logró calmar el
burbujeo de ansiedad que ascendía por su garganta ante la incertidumbre de
la situación.

—Dices... ¿Dices que ya no somos casi novios, sino novios?

Jungkook besó su mejilla con melosidad, riendo un poquito cuando lo llamó a


acurrucarse en su pecho porque, obviamente, él ya sabía leerlo a la perfección
como para saber que su chico se sentía un tanto desorientado con sus
palabras.

—Sí, así es. —Confirmó, acariciando con su pulgar en el labio inferior de


Taehyung, quien respiraba un aliento cálido contra la piel de su dedo pulgar
—. Si quieres que te lo proponga, yo lo haré. En serio. Pero... Incluso así, las
cosas no cambiaran entre nosotros porque desde hace mucho antes asumimos
ese rol; seremos los mismos, y haremos casi lo mismo.

Taehyung lo meditó un momento en medio del silencio y pensó que, quizás,


Jungkook tenía razón. Porque, incluso cuando no tenían un nombre
establecido, ellos se comportaban como si lo tuviesen y, bueno, tiempo
después ya es historia lo que ocurrió entre ellos.

—Entonces, ¿eres mi novio asumido? —preguntó, riéndose suavemente


contra su cuello. Su rostro hizo contacto con el calor de la piel de su pecho y
tuvo que quedarse contra éste para satisfacer su necesidad de afecto naciente
en sus entrañas—. Esperé muchísimo para llamar a mi Ggukie como mi
novio —abultando sus labios, sus dedos juguetones jugaron con esos
molestos botones de su camisa de oficina.

—Soy tan tuyo como tú eres mío, Tae... —le susurró cerca, tan cerca, que su
aliento húmedo le erizó la piel y le hizo jadear mientras las burbujas de
nerviosismo y tensión se reventaban.

—Ya que estamos hablando de esto, debo decirte que me haces muy feliz
siendo mío y, claro, conmigo siendo tuyo. Me gusta esto, se siente...
diferente. No es como antes... Saber eso me hace sentir tranquilo, me hace
sentir confiado de que pertenecemos... plenamente a nuestra relación, y que
no tengo de qué preocuparme porque estamos juntos-juntos. Confío en ti. Lo
hago. Y te amo, y siento que ahora todo es tan diferente...

— ¿Cuál es la diferencia? ¿Qué hace la diferencia?

Taehyung musitó unas palabras ininteligibles, dubitativo, mientras hacía el


amago de arreglar el cuello de la camisa de Jungkook cuando, en realidad,
estaba desordenándola exitosamente.

—Tú y yo somos la diferencia —dijo—, y eso hace que seamos un gran


equipo: cuando yo estoy para ti, tú estás para mí. Estamos juntos en esto.

Jungkook le devolvió una sonrisa enamoradiza, arrugando la nariz mientras


acunaba el bonito rostro de su novio.
—Eso es muy tierno, Tae, y, ¿ves que tenía razón cuando te dije que éramos
pareja incluso antes de decidirlo? —riéndose, pellizcó los mofletes de su
ruborizado TaeTae—. Yo sí voy serio cuando te digo que si quieres que te lo
proponga, lo haré. Pero... —acariciándole esos labios de cereza y perdición
para su cordura, Jungkook miró fijamente la boca de Taehyung, presionando
un poco entre sus belfos—. Quiero que sepas que la siguiente propuesta que
vas a recibir de mi parte va a ser por lejos la más importante, dulzura.

— ¿Huh? ¿Qué estás insinuando ahora, Jeon Jungkook? —Cuestionó,


frunciendo el ceño y haciendo una expresión que pretendía hacerle saber que
estaba un poco a la defensiva.

—Estoy insinuando que, justo ahora, estoy tratando de proponerte llevar este
asunto a otro lado...

— ¿A dónde? ¿A qué te refieres? —la ingenuidad infantil le hizo sentir


cosquillas en la parte inferior del estómago—. ¿Deberíamos ir a la cocina y
fregar los platos juntos? —rió.

—Taehyung. —Advirtió Jungkook, con obviedad.

Sonriéndole con diversión, Taehyung se recostó en su pecho y le miró hacia


arriba, tierno.

—Lo sé —murmuró bajito—, hemos esperando mucho por esto, ¿no?

—Sí, ha sido un martirio... Y supongo que consentirte es mi debilidad.

De pronto, la conversación se sentía tan íntima y estrechamente cercana, que


ambos sintieron un tipo de excitación diferente a lo que nunca sintieron antes.
O quizás sí...

—Me gusta eso... —dijo, presionando sus labios en su mentón, besando con
cariño allí—. Extraño tu charla de almohada —admitió.

Sobando en la espalda baja de Taehyung, Jungkook lo presionó un poco más


contra su cuerpo y besó su frente con cariño antes de indicarle que enrollara
sus piernas a su alrededor porque irían directamente a su habitación.
—Esta noche habrá menos charla y más amor, ¿sí? —dijo, y las risas ligeras
de Taehyung le alentaron a incorporarse repentinamente y caminar con él en
sus brazos como si fuese su bebé gigante, dirigiéndose hacia las escaleras y a
punto de subir escalón por escalón con emoción y calidez, le dijo: —Esto fue
lo que siempre quise hacer, Tae. Desde un inicio.

Taehyung refregó su moflete contra el rastrojo de la mejilla ajena y cerró sus


ojos.

—Lo sé. Te quiero muchísimo.

—Yo te amo.

Taehyung abrió sus ojos con sensualidad, un poco más aguados por la lujuria.

—También te amo, pero te quiero muchísimo ahora, Ggukie.

La mirada de complicidad que compartieron durante algunos segundos fue


suficiente para hacerles relajarse y afianzar la conexión que, con las defensas
bajas, les tomaba desde las plantas de los pies hasta la nuca, donde un
impulso eléctrico recorría su columna y les hacía colisionar.

Y, de pronto, Jungkook pegó su boca con fuerza contra la de Taehyung,


empujando su lengua entre sus labios suaves, casi gruñendo por la dulzura
que saboreó en su interior, la embriaguez por causa del vino en su paladar era
altamente fascinante. Todas las hormonas, feromonas de deseo y pasión,
hicieron que besarlo se sintiera tan satisfactorio y que, de hecho, él apenas
fuese capaza de percibir por dónde iba, sosteniéndose con suerte, con una de
sus manos libres, del barandal de la escalera por vez que trataba de llegar al
segundo piso.

Besar a su TaeTae —de esta forma específicamente— era todo lo que había
estado anhelando durante todo este tiempo. Todo su cuerpo se sentía
acalorado y un tanto desequilibrado. Tan increíblemente bien y tan
contradictoriamente necesitado de más; tener a Taehyung tratando de
conseguir más de él, acunando su rostro y dejándolo que devorara su boca
deliberadamente no era sano para su juicio, él quería consumirlo.
Sus manos se sentían un poco, demasiado inestables mientras sostenía el
trasero de Taehyung y llegaba al tope. La sangre, hirviendo, había viajado al
sur rápidamente y su miembro latió desesperadamente cuando Taehyung
tanteó entre sus cuerpo a propósito. Era como si tuviese un afrodisiaco
corriendo por sus venas, donde se suponía que debería correr sangre, no todo
este intenso e insano deseo exorbitante que sentía por Taehyung, quien, de
hecho, le devolvía el beso con entusiasmo agravante para su salud mental.

Con pasos duros y a la vez inestables, la madera del piso crujió y Jungkook
pegó a Taehyung contra la puerta de su habitación, tratando de buscar el
pomo para girarlo y entrar y...

Taehyung jaló de su cabello y entonces se hallaba chupando su lengua con


avidez y haciendo pequeño ruiditos quejumbrosos que sonaban
distorsionadamente como gemidos anticipados de lo que ocurriría muy
pronto, y aquellos sonidos se fueron, obviamente, directo a su polla.

La necesidad de follar fue tan inmensa, que estar dentro de aquella pequeña
cosita cachonda resultó ser casi abrumante; estaba temblando, caliente. Pensó
que podría tomarlo justo ahí, contra la puerta, pero no podían hacer eso. No
podía ser desconsiderado, tenía que tratar con cariño el cuerpo de Taehyung,
tenía que adorarlo incluso cuando quería follarlo duramente.

Así que, giró el pomo de la puerta y entró, aún sosteniendo a Taehyung; con
su brazo rodeó la cintura ajena con posesividad, apretadamente, mientras se
dirigía hacia la cama que tantas veces compartieron antes y la cual volverían
a compartir muchas veces más.

—Ggukie, Ggukie... —Llamó Taehyung, gimiendo, con las manos agarradas


con firmeza de sus hombros, empuñando su camisa y arrugándola entre sus
dedos. Y Jungkook se detuvo un momento y miró su boca enrojecida e
hinchada por los besos hambrientos y sus ojos húmedos por el deseo. Con
dificultad, Jungkook lo dejó varado a una orilla de la cama.

—Desvístete para mí, pastelito —ordenó.

Taehyung lloriqueó un poco, pero sin duda alguna obedeció.


Se bajó los pantalones bajo su atenta mirada y luego se quitó los zapatos y,
mirándolo por entre sus pestañas, comenzó con los botones de su camisa; el
pene de Jungkook palpitó.

La piel de Taehyung le dejó una sensación de sequedad en la boca y le causó


sed barrer con su mirada su torso plano y tenuemente definido, su erección
sobresaliendo de sus panties...

Panties...

Oh, joder.

Qué cosita tan traviesa, pensó Jungkook sonriendo.

—Date la vuelta.

Taehyung sonrió y lo hizo, apoyando sus manos en el colchón para recostarse


en la cama. Su corazón latía rápidamente y Jungkook lo supo en cuanto lo
presionó hacia abajo y observó la manera obscena en la cual aquella panties
se amoldaban perfectamente a sus glúteos gorditos; Jungkook quería azotarlo,
morderlo, comerlo...

Quitándose el cinturón, los pantalones junto con su ropa interior, los zapatos
y calcetines, se preocupó de buscar en un cajón el lubricante, sacándose la
camisa con brava brusquedad para abrazar a su TaeTae y presionarse contra
él.

—Mm —gimió Taehyung, haciendo que su culo buscara restregarse contra su


eje—, vamos, Ggukie... Por favor... vamos...

Jungkook lo ignoró, en cambio sus manos se presionaron en la piel caliente


de su estómago y besó con lascividad en su nuca. Y se sintió un poco
avergonzado de lo ansioso que se sentía, de lo necesitado que estaba por tocar
a Taehyung por todos lados, de enterrarse en él tanto y tan profundamente, de
hacerle el amor durante horas; sus manos descendieron y bajaron las panties
negras por sus piernas, Jungkook descendiéndose hacia abajo con ellas y
dejando que la tela cayera entre los pies de Taehyung, porque tenía su culo
justo frente a su cara.
—Joder, eres todo mío —dijo antes de besar su nalga derecha, amando la
sensación de la piel suavemente pulida; su otra mano amasaba y apretaba
codiciosamente el glúteo esponjoso. La emoción llenó sus sentidos cuando se
encontró besando las caderas de su chico—. Sube.

Taehyung se acomodó mejor en la cama, ruborizado y agitado, mirándolo con


hambre. Podía ver a este hermoso hombre frente suyo luciendo inmenso y
caliente, su piel nívea cremosa y sus músculos flexionados con tensión,
apretándose mientras gateaba por entre sus piernas y, entre la mata de vello
púbico en su ingle, su miembro hinchado y enrojecido mojándose con
presemen; su entrada se contrajo instantáneamente y deseó ser llenado
duramente.

Cuando el cuerpo alto y musculoso de Jungkook comenzó a treparse con


agilidad encima y sobre suyo, Taehyung sintió que le temblaban las piernas y
apenas fue consciente de que sus muslos estaban mojados, apenas pudo
percibir que los dedos de Jungkook estaban haciendo algo con el lubricante.
Sólo fue consciente de que Jungkook besaba su cuello, mordía en sus
clavículas, chupaba sus tetillas y rastrillaba sus dientes en sus pezones.

—Awh... Ggukie... Ponlo adentro, ponlo adentro de mí —le pidió,


abrazándose a su espalda ancha, arañando un poco cuando los dedos de
Jungkook acariciaron superficialmente el borde de su entrada—. Por favor, te
necesito... Te... ¡Ngh!

Jungkook lo miró a los ojos y mordió sus labios, empujando su lengua


adentro de su boca y, con lascividad y lagotería, mimando su lengua con
lamidas, acariciando su paladar y con los dedos enterrándose, de pronto,
profundamente en el culito de burbuja de su buen chico.

— ¡Ah! ¡Awh! ¡Gguk-ah! —gimió Taehyung, besando su mentón, chupando


en su mandíbula con hambre y su mano tanteando hacia la polla de Jungkook
—. Ponlo dentro de mí... Por... ¡Mmgh!

Callándolo con un beso furioso y lleno de amor extasiante, Jungkook acunó a


Taehyung en sus brazos y se las arregló para embestir en él; su miembro fue
succionado apretadamente en la cavidad anal de su chico; las paredes anales
se contrajeron a su alrededor y el interior se sintió viscoso y blando, muy
jodidamente cálido.

—Tae, bebé, apenas podré moverme... Estás apretándome mucho... Relájate


un poco, Tae... —comentó, abrazándolo, pegando aún más sus cuerpos—.
Tranquilo, si quieres iré despacio.

—No, no... Está bien así... —Taehyung se sintió un poco apenado porque
sabía que ambos lo querían rápido y duro. Querían que fuese como antes.
Pero su cuerpo, aparentemente, no se adaptaría de inmediato a la fuerza y con
el ímpetu que acostumbraban antes. Aun así, trató de negarlo, sacudiendo su
cabeza—. No te retractes ahora, sabes que me gusta que duela...

Jungkook le miró con dulzura ahora, y besó su frente, soltándose un poco y


deslizando una de sus manos por el costado de la delgada cintura de
Taehyung hasta el hueso sobresaliente en su cadera... Y entonces embistió
una vez más, y observó como la expresión de Taehyung se contraía un poco,
y él se detuvo, besando su rostro.

—Óyeme, pastelito, tu cuerpo no está totalmente preparado. Iremos lento,


¿bien? —le dijo, acariciando con parsimonia el bulto en su pancita; estaba
lleno—. Haremos el amor el tiempo que tome, pero haremos que tu cuerpo
me recuerde, ¿bien? No quiero dañarte.

Taehyung quiso llorar, sin embargo escondió su rostro en el hueco entre el


cuello y el hombro de Jungkook, pidiéndole implícitamente que lo abrazara
más fuerte. Y lo hizo.

Jungkook besó a Taehyung con lentitud, lamiendo en sus labios y


mordiéndolos con suavidad durante algunos largos minutos, empujándolo
contra el colchón delicadamente, presionando su erección hacia dentro para
besar su mandíbula y su cuello, chupando con ternura ahí para que el dolor
pasara a segundo plano.

Taehyung abrazaba sus hombros, su espalda, aferrándose a él con anhelo y


jadeando, con sus ojos cerrados mientras Jungkook lo acunaba entre sus
brazos sin dejar de besarlo. Era una sensación de desesperación desoladora en
medio de un mar de deseos incontrolables. Y, como si se estuviesen
derritiendo por dentro, sus entrañas rogaron por el alivio de sus cuerpos,
mente y corazón; una unión del alma.

Jungkook lo necesitaba tanto, tan mal, que estaba dejándose hacer por
completo por el delirio de su más puro e incontenible deseo, anhelándolo
mientras le embestía lentamente; y en cada uno de sus besos, su lengua
húmeda se encargó de ir rememorando cada lugar como suyo, rememorando
la marca.

La frescura de las sábanas contrastó con la temperatura de sus cuerpos


ardientes; podía sentir su piel quemándose contra la de Taehyung, quien
gemía débil y necesitadamente.

Jungkook besó a Taehyung con lentitud, lamiendo sus labios y mordiendo


con suavidad durante un buen de rato, empujando y presionando hacia atrás
para besar su mandíbula y su cuello, chupando con ternura ahí.

—Ggukie, m-mi amor, p-por favor...

Abriendo sus ojos, inundados por lágrimas de miel espesa que no sabía estaba
soportando, vio la forma en la cual Jungkook descendía, besando sus muslos,
el hueso que sobresalía en sus caderas, por sobre su obligo... Lo besaba con
tanta adoración, que sintió su corazón latir con fuerza contra su pecho; vio
cómo Jungkook besaba su pancita con una adorabilidad que le resultó ser
encantadora mientras lo acariciaba con suavidad, tomándose su tiempo antes
de absorber su erección entre sus labios para prestarle aquellas atenciones que
su cuerpo tanto estaba necesitando.

Taehyung se sentía tan bien y tan lleno de emociones, que su vista se nublaba
entre el deseo de amar y el deseo de follar. Todo se volvía una mancha muy
vívida; el espesor del aroma a sexo como feromonas flotando en el aire
abrumadoramente, las curvas desplegándose de una forma exquisita para los
ojos codiciosos de Jungkook, y los insaciables besos que marcaban todo a su
paso, dejándole algunos hematomas y un sonrojo rosado por todo su cuerpo
que, trepidante, se arqueaba hacia él. Taehyung empezaba a ser muy
consciente de la humedad produciéndose en su entrada debido al aliento de
Jungkook, debido a su saliva que lo estaba mojando a propósito. Taehyung
era consciente de la forma en la cual lamía su erección, como si fuese una de
sus tareas favoritas; sin prisa por vez que dos de sus dedos jugueteaba en su
orificio, presionando en el rugoso esfínter contrayéndose, pidiendo ser
dilatado.

Todo el calor se acopló en la base de su vientre, ardiendo y haciéndole gemir


de una manera casi incontrolable, pero entonces fue cuando sus labios
chocaron otra vez. Repentinamente, Jungkook besaba su boca, con sus
dientes tironeando de su labio inferior, mordiéndolo con cuidado para darse
el permiso concebido hacia su cavidad bucal. Esta vez era más suave; la
lengua ajena recorría su boca con cuidado, adentrándose sin resistencia
alguna mientras sus lenguas se enredaban juntas, acariciándose
deliciosamente.

Era un beso tan increíblemente placentero, que logró expandir las sensaciones
amablemente por todo su cuerpo; un cosquilleo excitante hacia sus lugares
más privados e íntimos. Porque la lascividad de las succiones en su pene, los
quejidos que él mismo emitía por vez que uno que otro gruñido de Jungkook
se unía a su encuentro colisionante. Era una locura.

— ¡Jungkook-ah! Jungkook-ah, bebé... —Taehyung jaló un poco del cabello


azabache ajeno, acarició la piel de la espalda de Jungkook con desesperación
y arañó, tratando de separarse para poder retomar la respiración. Sin
embargo, Jungkook volvió a besarlo, con mucha más pasión e intensidad que
antes; dos de sus dedos se seguían moviendo en su interior, como si estuviese
acariciando sus paredes anales resbalosas y calientes, expandiéndolo y, de
hecho, dilatándolo para prepararlo correctamente—. Ya... Estoy listo,
Jungkookie...

Cuando aquellas palabras se oyeron, la neblina borrosa que se hacía presente


fue extasiante, los gemidos flotaron en el aire mientras la urgencia se hacía
presente, exigiendo consumir el fuego en las brasas.

Taehyung se concentró en el rostro de Jungkook, en sus facciones definidas,


en su expresión de madurez y en sus mejillas enrojecidas... El sudor de su
frente le resultó tan atractivo cuando le vio hacer un movimiento súbito,
acomodándose a sí mismo para seguir posicionado entre sus piernas, sobre él;
su pecho se infló con una emoción que se distinguía fácilmente como amor,
sus músculos se flexionaron apretados cuando volvió a penetrarlo con
cuidado.
Taehyung abrió su boca y soltó un gemido oxidado, dejándose llenar,
sintiendo su interior húmedo, caliente y apretado, ciñéndose en el miembro
hinchado de Jungkook.

Entonces, se dejó relajar.

Los dos se miraron a los ojos, en lo que cabe, fijamente, porque Taehyung a
ratos cerraba sus ojitos adormecidos por el placer de estar siendo llenado y
ofreciéndose a brindarle placer a su novio. Mientras sus cuerpos se unían y
comenzaban un vaivén lascivo, estocadas lentas y parsimoniosas en busca de
costumbre se hicieron presentes; una de las manos fuertes y dulces de
Jungkook, se cerraron en su nuca y lo llamó para otro beso.

Taehyung jadeó contra su boca, sonriendo, acariciando sus mejillas, su


mandíbula, besando en su mentón y luego en su frente. Necesitaba amarlo
tanto... Joder, este hombre era suyo.

—Mi Jungkookie, mi Jungkookie, mío... —Sus manos se sujetaron de su


espalda y sus uñas se enterraron en su piel cuando la distancia desapareció y
las embestidas se volvieron un poco más erráticas y fuertes, provocando una
sensación de ardor en sus paredes anales, tocando aquel bulto, rozándolo con
constancia y haciéndole arquearse contra el colchón y espirando una onda de
placer hacia Jungkook.

Sobre él, Jungkook lo miraba intensamente, a punto de enloquecer; incluso


cuando se estaban besando, él no dejaba de mirarlo, y a Taehyung le
encantaba eso. Amaba tener la atención de Jungkook en él, amaba ser el
centro de su mundo, su foco de atención. Amaba ser su centro de gravedad y
amaba amarlo tanto, amaba necesitarlo, amaba necesitarlo tan adentro, sobre
él, tan grande, tan correcto, tan suyo...

Sus grandes ojos miel brillaron aguados, sus pestañas se humedecieron por
las lágrimas que sí sabía estaba conteniendo, batiéndolas en su dirección
mientras trataba de buscar algo, de atraerlo más cerca, de pedir que entrara
aún más en él, si es que eso era posible... No importaba nada más que ser
uno, que estar siendo llenado por el amor de su vida, de volverlo tan loco y
de volverse tan loco por él.
Taehyung trató de aferrarse, sus dedos estirándose, buscando algo, sus puños
arrugando la sábana y Jungkook besando sus mejillas, su mentón y sus
comisuras, boqueando con la intención de encontrar su boca otra vez para
besarlo, y besando sus hombros, inclinándose y acomodándose un poco más
abajo para besar sus pezones y abrazarlo, porque en sus brazos Taehyung
siempre sería todo su mundo; eran sólo Taehyung y Jungkook, y mucho
amor.

—Mi Jungkookie, mi Jungkookie... Mío, mío... Te amo tanto, mi amor... Te


amo, te amo... —repitió, casi lloriqueando por el placer y los sentimientos
que hacían ebullición en la parte posterior de su vientre, en el interior de sus
entrañas derritiéndose por el afecto crepitante.

—Te amo, Taehyung, te amo tanto, mi bebé... Te amo tanto, carajo... —


Taehyung se arqueó otra vez cuando la mano de Jungkook tanteó entre sus
cuerpos y lo masturbó con rapidez por vez que arremetía con fuerza; sus
penetraciones desordenadas haciéndoles deslizar sus manos hacia arriba,
buscando ese toque especial, entrelazando sus dedos y, de pronto, Taehyung
lo abrazaba por el cuello y besaba su cuello y Jungkook se agarraba de la
marquesa de la cama mientras mordía su labio—. Ow... Haaah... —Jungkook
comenzó moverse con más fuerza e ímpetu, y Taehyung sonrió contra su
boca, amándolo y dejándose hacer.

Las luces tenues apenas les alumbraron, pero, definitivamente, las sombras se
dibujaron con el reflejo de dos hombres haciendo el amor en las paredes,
impregnándose en el espejismo de un amor puro y afectuoso, un amor sano y
lleno de nobleza. El blanco crema del juego de sábanas de la cama
manchándose con la intimidad de la noche en la cual, por primera vez, entre
gemidos y jadeos extasiados de pasión embriagadora, hacían el amor en su
habitación, en su cama; sobrios y sinceros.

Las palabras sólo fueron un ademán, innecesarias entre los sonidos de placer.

Taehyung acunó el rostro de Jungkook, alentándolo a seguir mientras lo


acariciaba, porque éste no se podía detener y le miraba con tanto cariño, que
le hacía desear que se fundiese para siempre de esta forma, más profundo; sus
labios rojos y húmedos, su piel caliente y el sudor marcando sus músculos
que se contraían debido a los movimientos lentos, arremetiéndolo con fuerza
y luego abrazándolo, apretándolo sin importar el calor que sintiesen.

Y nada más importaba, porque todo se reducía sólo a ellos.

Estaban disfrutando de su primera noche juntos como pareja, haciendo el


amor y uniéndose, dejando que el calor de todas esas emociones y
sentimientos que ahora ambos sabían muy bien, lo que tenían muy claro
mientras el orgasmo se acoplaba en la base del punto caluroso y lleno de
placer y adrenalina que se intensificaba.

Taehyung abrazó a Jungkook por los hombros, dependiendo de él en aquel


sostenimiento; de su pilar, del centro de su mundo. Sus piernas se deslizaron
alrededor de su cintura para darle un mayor acceso a la movilidad,
percibiendo más placer en las penetraciones debido a las sensaciones a tope;
sus dedos se enredaron tiernamente en los cabellos azabaches, y se encontró
masajeando su cuero cabelludo por vez que los besos en sus labios lo
desgastaban con dulzura. Era cariñoso.

Tan hermoso... Pensó Taehyung, presionando el lunar bajo su belfo inferior y


sus ojitos tan brillantes, que parecía tener una galaxia dentro de ellos; la
flecha clavada en su pecho se hizo notable cuando se halló repartiendo besos
por su rostro.

Jungkook sobó la protuberancia en su pancita, recobrando esa vieja


costumbre que tenía por cada vez que ellos intimaban, sólo para sentir cuán
dentro llegaba, cómo llenaba a su pastelito. Sentía todo el calor acoplarse en
su pelvis y, de repente, un golpe de adrenalina le hizo penetrar más rápido,
más fuerte y se corrió; su esperma se liberó adentro, con tibios chorros
líquidos que mancharon el interior de Taehyung, dejándolo un poco viscoso.

Jungkook tembló sobre Taehyung por las réplicas del orgasmo y lo abrazó
con fuerza mientras éste también se corría, lloriqueando y fundiéndose por la
densidad de la temperatura romántica del ambiente y del orgasmo en el punto
exacto del clímax.

Taehyung jadeó un poquito, casi lloriqueando contra el pecho de Jungkook,


abrazándolo con fuerza y pidiéndole, implícitamente, que lo abrazara
también. Quería ser arrullado con cariño en sus brazos y besado, quería ser
mimado y quería mimar. Quería besar a Jungkook por completo; sus fibras
más sensibles salieron a flote después del encuentro y, en serio, quería tener a
su novio contra su pecho y cuidar de él.

—Eres mi vida, Taehyung... —susurró Jungkook contra su boca—. Lo eres


todo, mi amor. Te amo — Jungkook sonrió y se dejó caer sobre el cuerpo
lánguido de su chico, escuchándolo suspirar con satisfacción, aplastándolo un
poco, sin salirse de él, besando su cuello.

—Te amo más, Jeon Jungkook. Eres mi mundo entero, eres mi... Todo.

[...]

Seis meses después.

Caminando por la acera con un poco de ilusión y nerviosismo, Jungkook


llegó al lugar que tanto había estado viendo por un sitio en internet. Se
suponía que éste era uno de los mejores. Se suponía que era uno de los más
refinados y costosos, de hecho. Se sentía un poco ansioso. En el buen sentido,
claro.

Lo mejor sólo puede conseguir lo mejor, recordó, mordiéndose los labios sólo
para reprimir una sonrisa. Así que, Jungkook entró a la pequeña tienda
distinguida, que, de hecho, era muy elegante y anticuada; las paredes eran
blancas, los mesones de vidrios y el lugar brillaba, era muy limpio y estaba
lleno de cristales.

Observando a la mujer tras la vitrina, con figura delgada, traje negro y una
melena canosa, él sonrió y la señora llegó hasta él, devolviéndole la sonrisa y
tamborileando sus finos dedos en el gran mesón.

—Buenas noches, caballero. ¿Puedo ayudarle en algo? —Le dijo


amablemente.

Jungkook exhaló con evidente nerviosismo, pero su mirada recorrió la


variedad de anillos de promesa bajo el cristal del mesón, y sonrió enamorado
para decir: —De hecho, sí.

Bueno, estaba procesando un poco mi crisis de: HEAL ME ENTRA A


FINALES, MIS AMORES. Sí, gente. Heal Me acaba de entrar a recta
final, y yo estaba casi llorando haciendo las últimas revisiones de todo.
Soy sentimental, okey... Les amo muchísimo~ ❤
101

Cuando Taehyung observó el identificador de llamadas, sonrió


instantáneamente.

—Ggukie —Dijo en tanto atendió la llamada, espirando una sonrisa atontada


por vez que se recostaba en el respaldo acolchado de su silla de oficina. Se
sentía exhausto. Sin embargo, si se trataba de su novio, siempre tendría un
espacio libre, un momento de descanso. Él volvería a respirar con alivio en
cuanto escuchara su voz a través de la línea.

—Ya tengo los boletos. —Fue lo primero que escuchó en medio de todo el
bullicio que había a su alrededor. Taehyung frunció un poco el ceño,
riéndose. ¿De qué hablaba Jungkook esta vez? Durante los últimos meses,
estaba llamándolo constantemente para soltarle información repentina y
abrumadora que, casi siempre, le tomaba por sorpresa—. No te rías,
Taehyungie. En serio conseguí los boletos.

—Jungkook, mi amor, soy yo, Taehyung. ¿No te habrás equivocado de


número otra vez...? —Musitó con suavidad, abultando los labios
inconscientemente. Después de escuchar su risa intermediando la línea de la
llamada, junto con el ruido a su alrededor, Taehyung sintió algo extraño en la
boca del estómago y, de pronto, también se sintió genuinamente curioso—.
Hay mucho alboroto ahí. ¿Dónde estás, Gguk-ah? —le preguntó
inocentemente, mordiéndose los labios con compulsión.

A lo lejos, Taehyung vio a Baekhyun desempacar sus sándwiches de una


bolsa marrón. Pero, extrañamente, y a pesar de que ya casi era la hora de
colación, ya no sentía tanto apetito.

—En el aeropuerto —respondió.

Taehyung pudo adivinar la sonrisa oculta tras sus palabras. Y, apretando el


entrecejo con una mirada consternada, espalda recta y un sentimiento ansioso
haciéndose presente en su pecho con un cosquilleo peculiar, Taehyung se
mordió interior de la mejilla y jugó con uno de sus lápices. Estaba nervioso
por lo que sea que Jungkook tuviese que decir.

Resultaba ser que, hace tan sólo unos días, le había dicho que tendría
vacaciones y, bueno, si el trabajo de Jungkook ya les resultaba algo agotador
a ambos debido a sus extenuantes horas de oficina, Taehyung se sentiría muy
triste si es que éste se fuese del país la semana que él tendría disponible. Sus
intentos habían resultado ser poco efectivos cuando trató de hacer que
Jungkook se volviese un poco holgazán y le dejara la mitad del trabajo a
Mingyu. Pero sólo culminó en un no; claro que Taehyung había hecho todo
lo que estuvo en sus manos para que su novio no terminara siendo un hombre
trabajólico, pero, de cualquier manera, así fue como se sintió durante los
últimos meses. Y la idea de ver a Jungkook encerrado en una oficina o, peor,
a través de una pantalla cuando éste estuviese al otro lado del mundo y él
solo, le resultó más que irritante y angustiante.

—Y... ¿Qué haces allí? —La inquietud se hizo perceptible en su voz


titubeante y un poco, quizás, molesta. Con el ceño fruncido, observó su
sándwich de camarón con mayonesa antes de hacer una mueca en dirección a
su mejor amigo, quien, muy probablemente, ya sabía qué era lo que ocurría;
Baekhyun le regaló un asentimiento empático antes de salir de la oficina para
que pudiesen discutir en privado—. ¿Gguk-ah? ¿Qué haces en el aeropuerto?
—insistió, con un deje de resignación y algo de tristeza.

Cuando el silencio se perpetuó durante más de un par de segundos, Taehyung


no evitó sentir más nervios e impaciencia mientras torturaba su rechoncho
belfo inferior entre sus dientes y, con compulsión, oprimía con fuerza. Él,
simplemente, necesitaba una respuesta.

— ¿Jungkook? —machacó, notoriamente deprimido y fastidiado.

—Taehyungie, bebé, lo lamento... —Empezó, usando su voz suave y melosa,


silenciosa. Casi como un susurro culposo que le apretó el pecho—. No quise
arruinar tus planes, lo siento... —dijo, muy lentamente, haciendo que su
garganta se apretara con cierta desilusión debido a la frustración; aquellas
palabras le daban a entender que tendría que interrumpir en el espacio de
Seong Hwa y Baek, y él no quería ser la tercera rueda entre ambos, porque su
mejor amigo se veía deprimido últimamente y sabía que él quería tiempo con
su pareja; e incluso con sus familiares. Sin embargo, sujetándose la frente con
su mano fría, dejó caer sus hombros—. Yo adelanté el papeleo, pero aún
así... He cambiado un poco los planes, y creo que una semana no será
suficiente.

El eco de sus palpitaciones llegó a sus oídos y sintió que su expresión se


distorsionaba entre la sorpresa y la confusión. ¿Qué? ¿Qué significaba eso?

¿Acaso...?

— ¿Qué es lo que dices ahora, Jeon Jungkook...? —Susurró suavemente,


abultando los labios casi inconscientemente en un muy pronunciado mohín.
Se estaba haciendo muchas ilusiones y no quería leer entre líneas, necesitaba
que su novio fuese claro y se lo dijera correctamente.

Y, como si éste estuviese escuchando sus pensamientos, como si supiera


leerlo tan bien, soltó un gran suspiro y luego usó su voz desinteresada para
decirle: —Digo que será mejor que te vayas retirando porque ahora mismo
voy para allá a recogerte. Mañana nos vamos a un lugar especial y tenemos
que empacar rápidamente. No queremos perder nuestro vuelo, ¿no es así?

— ¿Tú y yo..., iremos a un lugar especial? —preguntó, riéndose


nerviosamente, casi con algo de histeria. Él no lo podía creer. Jungkook era
increíble. Jungkook era siempre tan increíble e impresionante, que a veces
sentía que ya no podría impresionarlo más y entonces lo hacía, y él siempre
terminaba encantado; con grandes ojos inocentes, siempre lo vio como alguna
especie de héroe, su héroe—. ¿Me estás llevando a Jeju? —intentó.

—Más lejos.

Taehyung sintió un burbujeo cosquilleante en su vientre bajo.

— ¿Cómo es eso? ¿Tan de repente, Gguk-ah?

—Lo llevo planeando desde hace muchísimo tiempo, había olvidado el


detalle de los boletos porque mi mente estaba demasiado excitada, pero
alcancé a negociarlo antes de... Antes de decirte que nos estamos yendo del
país por dos semanas.

Bueno, en definitiva, él no esperaba oír eso y, por lo mismo, sintió que su


mandíbula se aflojó hasta que se sintió estar con la boca abierta y con una
gran sonrisa hormigueándole en los labios.

—Jungkook, oh mi... ¡Oh mi Dios, Jungkook! —chilló con alegría,


comenzando a reírse y a mover sus piernas con emoción extasiante—. ¿A
dónde me estás llevando? ¿A Japón?

—Absolutamente no. Nos estamos yendo a mi casa.

Taehyung se detuvo, un latido pasó.

— ¿A tu casa...?

—Síp, nos vamos a Londres y nos alojaremos en mi casa. Bueno, en la casa


de mis padres.

Oh, Dios mío, pensó.

Jungkook se sintió mucho más ligero una vez que estuvo sentado en su
asiento asignado junto a Taehyung, quien había recostado su cabeza en su
hombro mientras delineaba las venas en sus manos. Con las mejillas
ruborizadas, una tierna sonrisa empalagosa grabada en sus labios y los
grandes ojitos impresionables, notablemente más dormilones y espesos,
Jungkook sabía que Taehyung estaba nervioso. Era la primera vez que salía
del país y Jungkook lo sabía.

Por lo mismo, se había encargado de sostener su mano desde el despegue


hasta que el avión hubo estabilizado el equilibrio en el aire. Desde entonces le
había tenido casi sobre él, besando sus manos, acariciando su rostro y
dejándose hacer sumisamente cuando Jungkook se lo ordenó.

Ya que habían abordado durante la tarde, llegarían a la capital de Londres


durante la noche, lo cual significaba que irían sí o sí directo a casa. Jungkook
hubiese planeado llevarlo a algún lugar, pero comprendió que no estaba mal
enseñarle su casa y prepararle la cena. Sabía que muy probablemente
Taehyung llegaría cansado y no querría nada más que acostarse en una gran
cama y dormir y, ciertamente, no le molestaba la idea de atenderlo. Eso era
todo lo que podía desear, de hecho; casi doce horas de viaje no estaban mal
para él, estaba acostumbrado a eso, pero Taehyung no.

De todas formas, era importante para él poder reconfortar a Taehyung


después de sus arduos meses de trabajo. Quería consentirlo, mimarlo y
hacerle saber que estaba dispuesto a cuidar de él, asistiendo sus necesidades
básicas y supliendo cualquier atisbo de carencia. Quería asegurarse de que su
niño quedase satisfecho, que descansara y que se distrajera. Quería hacerle
saber, implícitamente, que era muy capaz de ser un buen hombre para él.

En realidad, estaba un poco nervioso porque sus planes tenían una estructura
y había estado trabajando muchísimo en idear todo para que fuese algo
especial, y no sólo lo principal; sabía que tenían que discutir los detalles
próximos luego, pero no quería estresarlo con algo que él y su hermano
podían manejar, así que, Taehyung no tendría nada más de lo cual
preocuparse.

Nada más que de ser sólo mío, pensó casi territorialmente, pasando su brazo
suavemente por sus hombros y atrayéndolo hacia él. Naturalmente, Taehyung
recostó su rostro, ruborizado y dormilón, en su pecho e inhaló allí con
comodidad y calidez.

Así que, después de una película y una siesta, cuando estaban a punto de
aterrizar, Taehyung le dio una mirada que Jungkook nunca antes había
recibido de su parte; mientras apretaba sus dedos entre los suyos, sus manos
empalidecieron cuando contuvo el aliento y tembló por la sensación que le
causó el avión aterrizando. Jungkook sintió que lo mataba lentamente vez que
Taehyung le dio esas miradas; era algo demasiado íntimo, le hablaba a través
de sus ojos.

—Tranquilo, estoy aquí —Le susurró con suavidad, manteniéndose en su


lugar. Viendo que Taehyung parecía mostrarle cada vez más nuevos aspectos
de su persona, se sintió afortunado porque eso sólo le comprobaba que ese
chico hermoso era su tesoro, su persona correcta.
—Sí, lo sé... Estás conmigo —Musitó bajito, apretando los ojos de repente
ante la brusquedad del movimiento que causó el avión al tocar tierra firme.
Jungkook notó su rigidez pero apretó su agarre, debían mantenerse en su
lugar hasta bajar del avión.

Misma razón por la cual una vez, respiraron el aire fresco de la ciudad
londinense, Taehyung se mostró emocionado y contento a pesar de todo,
sujetando su mano mientras daba algunos saltos infantiles. Estaba
emocionado, y eso se le hizo adorable a Jungkook.

— ¡Esto es increíble, Jungkook-ah! —Dijo, sonriendo con esa peculiar


sonrisa que le removía hasta los huesos. Lo vio mirar a todos lados antes de
acercarse y picotear sus labios—. Antes pensé mucho en viajar, y nunca pude
hacerlo... Si lo hacía, siempre pensé que sería solo. Tú eres mi primero en
casi todo, qué cliché —musitó bajito, con un ligero deje de vergüenza que le
hizo sonreír bobamente.

—No sabes lo feliz que me hace ser tu primero en casi todo, conmigo
siempre espero que sea así para ti —Confesó, atrayéndolo mucho más y
masajeando en su cuello, transmitiéndole confianza y un tanto de privacidad
—. No importa lo cliché que sea, quiero ofrecerte todo lo que sé que puedo
darte. Y nunca ha sido cuestión de arrogancia, Tae. Tengo mucho más dinero
del que necesito y, si puedo compartirlo contigo, es lo que haré. Quiero
compartir toda mi vida contigo.

Taehyung enrojeció y luego besó sonoramente su mejilla. — ¡Mwah!

Minutos más tarde, después de haber pasado por seguridad, y con su equipaje
en mano, ambos estaban montando un taxi; Taehyung se mantuvo en todo
momento muy pegado a Jungkook, quien parecía haberlo impresionado con
su acento inglés.

—Deberías hablar en inglés más seguido —le susurró en el oído, sonando


jodidamente sexy y jodidamente tierno; todo al mismo tiempo explotó
chispas en los cables de su mente. Eso debió de ser ilegal, fue todo lo que
pudo pensar.

Jungkook endureció su mirada hacia el frente, en dirección al hombre viejo


que conducía el automóvil hasta el lugar que se le había indicado.

—Puedo darte lecciones cuando quieras —musitó sólo para sus oídos, luego
su mano se hizo camino por la oscuridad y escaló hacia el interior de su
muslo; le dio un apretón ahí.

Taehyung se mordió los labios y encendió su celular, diciéndole algo como


que quería hacerle saber a los chicos que había llegado bien y, claro, que
primero que nada debía establecer su conexión a alguna red de wifi.

Obviamente, Jungkook tuvo que encargarse de restablecer su móvil porque


Taehyung no sabía qué hacer. Aunque, sabía que en su casa había una
conexión más estable que la que le estaba compartiendo; se había preocupado
de contactar a una de sus tías lejanas para que observara la casa antes de
llegar y de que ésta tuviese lo necesario para recibirlos; ella les esperaría ahí,
después de todo.

—Oh, wow... Oh, vaya, es... Wow... —Escuchó decir a Taehyung una vez el
auto comenzó a detenerse frente a su casa. Jungkook sintió una oleada de
añoranza y melancolía al estar ahí de nuevo, al regresar a casa. Si bien en su
pecho ya no se hallaba aquel hueco vacío y oscuro, él seguiría recordando los
cálidos brazos de mamá recibiéndolo y las palabras de papá. A él no le
importaba realmente cuánto tiempo pasara, sus padres seguirían estando
presente en su vida incluso si ya no estaban presentes en su plano terrenal—.
Jungkookie, tu casa es wow...

—Espera que te muestre el interior —Comentó, riendo y sacando dinero de


su billetera para pagar el taxi; de no ser por Mingyu, también se hubiese
olvidado hacer el cambio de wons a libras. Su hermano había insistido en
querer acompañarlos, pero luego le había dicho que ese era su espacio y que
necesitaban privacidad, además de que alguien debería hacerse cargo de la
empresa durante esos días—. Te encantara este lugar, Tae.

—Te creo.

Taehyung miró por la ventana y observó, a lo lejos, a una mujer con una
melena canosa esperando en el umbral de la puerta.
Una vez ambos bajaron, Taehyung buscó su mano tímidamente y se pegó a
su lado. Y él sólo seguía siendo un hombre territorial, por lo que era de
esperarse que su pecho se inflara con orgullo ante el acto de su pareja. Esa
cosita adorable era suya, era su TaeTae... También pensó que,
inevitablemente, su madre hubiese adorado a Taehyung. Eso le deprimió un
poco, pero pensó en ella con tanto cariño, que sólo sintió sus ojos arder y se
sintió flaquear cuando arrastró sus maletas hacia las escaleras que dirigían
hacia la entrada principal del interior de la casa.

— ¿Quién es ella, Ggukie? —Taehyung sonrió amablemente hacia la mujer


que se encontraba cada vez más cerca por vez que avanzaban con sus
respectivas maletas.

—Es una tía lejana. Ella nos está entregando la casa. La cuida cada cierto
tiempo y, de hecho, se preocupa de su mantención.

—Oh...

Cuando se detuvieron frente a ella, Jungkook la miró durante un par de


segundos y luego la abrazó. Hacía muchísimos años que no veía a alguien de
su familia, a excepción de Mingyu. Y creía que ella se veía un poco como su
mamá ahora que estaba más vieja.

—Eres todo un adulto ya, Jungkook-ah —Fue lo primero que dijo la mujer,
correspondiendo el abrazo y palmeando su espalda. Si era posible, incluso su
voz sonaba degastada por los años—. Tus padres estarían tan orgullosos de ti,
de la persona en la que te has convertido. Dios... Tu hermano me habla de ti
como si fueses un gran empresario y un hombre grandioso, digno de un Jeon.
Tu hermano está tan orgulloso de ti, que no te imaginas.

—Lo sé —Respondió, alejándose brevemente—, Mingyu aún tiene el


síndrome del hermano mayor. Siempre está tratando de seguir mis pasos...
Eso es algo admirable, sin embargo.

—Es tu hermano, él te ama —comentó la mujer, haciendo un gesto con su


mano para enfocar su mirada en Taehyung. Sus ojos curiosos destellaban con
diversión y algo más—. Supongo que este bonito muchacho es Taehyung,
¿no es así?
Taehyung lo miró y luego miró a su tía con una sonrisa cohibida, acercándose
para ofrecerle su mano educadamente.

—Hola, soy Taehyung. Mucho gusto —La saludó, con sus mofletes
tiernamente ruborizados después de presentarse en un idioma en el cual él no
tenía mucha práctica. A Jungkook se le hizo adorable. Como cada cosa que se
relacionara con Taehyung, de hecho.

—Mucho gusto, Taehyung. Soy Soon Yu, tía de Jungkook y Mingyu. Tú eres
su novio, ¿no es así?

— ¡Sí! Soy su novio —Le respondió animadamente, sonriéndole con dulzura


y asintiendo. A Jungkook le sorprendió lo animado que sonó Taehyung, sin
inhibición, sin miedo... Él sintió orgullo de su chico.

—Ustedes se ven muy bien juntos, chicos. Muy dulces, ambos.

Y, después de una breve charla, su tía decidió dejarles para que descansaran,
avisándoles que estaría visitándolos durante el fin de semana para ponerse al
día sobre todo y nada. Y ellos estuvieron de acuerdo, así que, cuando se
despidieron, Jungkook hizo entrar a Taehyung a su casa.

—Llevaremos esto arriba y te cocinaré algo, mañana puedo mostrarte la casa


—Comentó, subiendo las escaleras con Taehyung siguiéndole—. Nos
estaremos quedando en mi cuarto, la cama es cómoda para nosotros dos —
dijo, mirándolo por el rabillo del ojo.

—Es todo lo que quiero, gracias.

Cuando llegaron a la habitación, les recibió un cuarto medianamente grande.


La cama King Size en medio, un gran armario frente a ésta y un gran ventanal
a un costado que, estaba seguro, daba hacia el patio. Era tan acogedor como
lo recordaba, y vio a Taehyung echarse en su cama cómodamente, gimiendo
con cansancio.

—Hey, no seas un bebé... —le regañó Jungkook, palmeándole el trasero—.


Ponte el pijama al menos.
Taehyung se incorporó rápidamente y buscó su atención. Jungkook lo recibió
a gusto, claro; sus brazos envolvieron, de forma automática, la cintura de
Taehyung mientras lo abrazaba.

—Te acompañaré a hacer la cena.

—Bien —rió, besando su sien—, vamos.

Taehyung caminó a su lado, mirando todo a su alrededor con fascinación.


Porque la casa era, sinceramente, maravillosamente anticuada y hermosa y,
siendo sincero, él sí podía imaginar a Jungkook creciendo allí; de hecho,
muchas cosas cobraban sentido con respecto a sus gustos refinados y
arcaicos. Le hacía gracia, no podía negarlo. Sin embargo, le gustaba mucho.
Todo era realmente sorprendente ante sus ojos. Pues, en comparación y en
contraste con su crianza, nunca había visto tanto lujo. Sabía que los padres de
Jungkook habían tenido mucho dinero, pero, aun así, era un tanto shockeante
todavía.

—Algo de pasta estaría bien, ¿cierto? —Dijo Jungkook, con su mano


posándose en la espalda baja de Taehyung, con la intención de dirigirlo hacia
la cocina. Trató de ignorar la forma en la cual su novio se comportó
extremadamente cuidadoso una vez le permitió sentarse sobre la encimera,
como si fuera un niño pequeño asustadizo—. ¿Quieres beber algo?

Escuchando una ligera risita divertida tras él, Jungkook consiguió una olla y
los ingredientes para cocinar la pasta.

— ¿Qué te causa tanta gracia?

—Según mis recuerdos, nunca te ha gustado lidiar conmigo bebido...

—No especifiqué la bebida —mirándolo por sobre sus hombros robustos,


Jungkook le regaló una sonrisa torcida; Taehyung había enrojecido—. Pero
me alegra que lo hayas asumido.

—Entonces, ¿sí quieres darme algo de licor esta noche?

—Quizás.
—Nunca me dijiste porqué no te gustó cuando bebí.

Jungkook encendió el fuego de la cocina, sus ojos brillaron con diversión.

—Te lo diré cuando estés borracho.

El resto de la noche fue un borrón de risas, Jungkook alimentando a


Taehyung en la boca, su mano sujetándolo de la cadera mientras, entre sus
piernas, se encargaba de mirarlo a los ojos por cada bocado, cada comentario;
él bebió del vino costoso, que había sacado de la alacena, directamente de sus
labios.

Francamente, podría decir que una hora después ambos estaban ciertamente
tomados, torpes y ansiosos.

Jungkook no logró captar el momento en el cual terminó con Taehyung entre


sus brazos, llevándolo a su cuarto mientras charlaban sobre algo. Era
gracioso.

—Entonces, ¿qué es?

Jungkook observó el rostro ruborizado de Taehyung, observó sus labios


afelpados y luego el lunar bajo su ojo y también el que había en la punta de
su nariz y... Qué bonito era. Taehyung puso una cara divertida cuando lo
depositó sobre la cama, sacudiéndose los mechones rizados de la frente. Y
Jungkook otra vez no entendió cómo es que eso podía ser ridículamente sexy
y, a la vez, tan ridículamente adorable; miró esos labios rojizos y húmedos
fijamente.

— ¿Sobre qué?

— ¿Por qué me hacías tanto lío al verme borracho? Sé lo obvio, pero quiero
profundidad.

Riéndose, Jungkook le ayudó a quitarse los pantalones. Lentamente. La tela


se deslizó por sus piernas suavemente y el tacto resultó ser satisfactorio.
Pronto lo tuvo estremeciéndose. Él en serio quería y prefería ser sincero, así
que pellizcó el interior de sus muslos y luego le besó en la cadera.
— ¿No es obvio?

—No —Taehyung lo miró hacia abajo. Las pestañas barriendo sus mejillas
rojas mientras se relamía los labios con ese tic nervioso que le volvía loco, le
encantaba.

—Te ves vulnerable. Te ves vulnerable y, obviamente, borracho. Te ves


borracho de deseo e inquietantemente hermoso. Luces inocente y
desinhibido. Te ves dulcemente dócil, pastelito.

Su chico pareció enrojecer aún más, riéndose nerviosamente mientras lo


atraía hacia él. Cosa que Jungkook sí hizo; se trepó por su cuerpo hábilmente
como el hombre primitivo en el cual se volvía siempre con Taehyung,
estando enrollado en su dedo meñique.

—Aw, eso es... Tierno —escuchó a Tae responderle, acariciándole sus


mejillas y el rastrillo de barba áspera que comenzaba a crecerle de nuevo,
presionando el lunar bajo su labio—. Me gustas tanto, te amo tanto... —
comentó, pegando su propio moflete suave contra su rostro; sus piernas
desnudas le rodearon la cintura con la doble índole de apegarlo más y eso le
causó cosas; su estómago cosquilleó con un burbujeo de anticipación—.
Vamos a tener sexo, Ggukie.

Jungkook quiso morderle la boca.

—Estás borracho —se quejó—, y probablemente te quedes dormido.

—Te estoy dando permiso, Gguk-ah. Además es mejor así, me gusta


dormirme con tu-

—Tú... ¿En serio estás tratando de provocarme, incluso cuando tus ojos
dormilones se están cerrando? —comenzó, riéndose, palmeándole
juguetonamente la pierna—. Mírate, estás casi babeándome y tratas de
seducirme...

—Ya te dije que te estoy dando permiso, además... Fue un largo vuelo, y ya
te extraño...
—Viajamos juntos, bebé... —le recordó sin inflexión, pretendiendo no saber
el significado tras aquellas palabras—. Y, ¿desde cuándo me das permiso? —
preguntó con diversión.

Taehyung acomodó su cabeza en las almohadas y, con sus cabellos


desordenados, le regaló una bonita sonrisa perezosa, rindiéndose cuando lo
consiguió sobre su cuerpo como una gran manta o un enorme oso de peluche.

—Siempre lo he hecho, no finjas haberlo olvidado.

Correcto.

Jungkook se desnudó y se encargó de meterlos a ambos bajo las sábanas para


descansar.

La boca de Taehyung era suave, dulce y exquisita y estaba amoldada para él.
Eso era todo en lo que Jungkook podía pensar mientras lo besaba. Ellos
estaban disfrutando de sus cálidos y cómodos días en Londres, aunque sus
días eran bastante ajetreados porque Jungkook se había encargado de
preparar toda una agenda con el fin de ser el "guía turístico" de Taehyung.

Desde el famoso Big Ben, el palacio de Buckingham, el London Eye o


Trafalgar Square, hasta la cafetería con tema de biblioteca favorita de
Jungkook. Su primera semana había sido muy movida; habían estado yendo
de allá para acá constantemente y, en la noche, ambos llegaban demasiado
cansados como para sólo lanzarse a la cama y dormir profundamente.

El tiempo que habían pasado en casa había sido bastante reducido, ya que
Jungkook preparaba los días para mostrarle lugares a Taehyung y visitar
tiendas con él; le había parecido en serio muy adorable que Taehyung se
esforzara en buscar chucherías bonitas para sus hermanos y, de hecho,
tratando de comprarle cosas a él. Jungkook se sentía mimado a su lado. Se
suponía que era un hombre dominante, no un tonto babeando sobre su chico.
Pero, bueno, después de todo, eso era lo que era.

Por lo mismo, esa reconfortante mañana supuso que era la oportunidad


perfecta para quedarse con Taehyung en la cama, y luego decírselo...

—Dios mío, acabaras desayunándome a mí... —Musitó Taehyung, con un


deje ronco y algo perezoso. Una sonrisa adormecida y tímida apareció en su
boca húmeda cuando Jungkook le dio un besito en la punta de la nariz—.
Buenos días, finalmente...

Riéndose ligeramente y acomodándose entre las piernas ajenas, Jungkook


dejó caer el peso de sus abdomen sobre el vientre y la ingle de Taehyung,
acunando su rostro y aplastando sus mejillas suavemente para decirle: —
Buenos días, pastelito. ¿No quieres ser mi desayuno?

—Bueno, la verdad es que... Me tendrías sin energías por el resto del día.
Prefiero sacrificar mi comodidad y prepararnos el desayuno real, ¿qué te
parece eso? —moviéndole el flequillo lacio de la frente, uno de sus dedos
delineó una de sus cejas arqueadas con diversión—. Estás viejo.

— ¿Qué?

Taehyung se empezó a reír y enrolló sus piernas apretadamente a su alrededor


por vez que lo atraía hacia arriba. Jungkook sabía que los años estaban
pasando y que, bueno, él empezaba a verse más maduro que antes. Eso no le
preocupaba, sin embargo. Sabía que, aún así, a Taehyung sí que le gustaba el
contraste. Así que se burló de él por su atrevimiento cuando intentó besarlo.

—No deberías besar a un hombre viejo.

—No estás viejo —murmuró Taehyung, en un jadeo y con una expresión


picante—, estás tan maduro, que estás tan jugoso como una fruta...

—Hace tan sólo un momento dijiste que era viejo, Tae. Supongo que no soy
el único que está notando la contradicción aquí, ¿no? —Jungkook se rió
inevitablemente ante las palabras escogidas por Taehyung, quien, causando
fricción entre sus pieles desnudas, le robó un gruñido. Jodido travieso—.
Cuidado.

—Tú eres mi papi, ¿no?


Hubo silencio durante un segundo, aquel segundo que le proporcionó
creatividad a la vívida imaginación de Jungkook, quien apretándole los
muslos, repentinamente, lo presionó contra el colchón.

—Carajo, extiende las piernas, pastelito.

Taehyung miró hacia el ocaso difuminarse en el cielo con colores


anaranjados y espesos, tan hermoso, que le resultó ser cautivador mientras se
recostaba en el pecho de su novio. Ambos estaban en el jardín de la casa, y
habían muchas flores coloridas y suaves rodeándolos. Algo bastante
romántico, de hecho. Después de haber pasado tantos días saliendo y
conociendo, habían decidido quedarse en la casa. Y era bastante reconfortante
respirar el aire fresco desde el hermoso jardín de la casa de los Jeon.

Incluso si había visto el álbum familiar de fotografías y se había quedado aún


más embobado con la apariencia de su Jeon favorito con tan sólo cuatro años
y luego con dieciséis, ni siquiera eso se comparó a la sensación eufórica que
experimentó al estar ahí: frente al mirador que se encontraba en el centro del
enorme sitio como si fuese una especie de templo.

Muy en el fondo, sabía que para Jungkook era especial estar ahí y que por
algo lo había traído a esta parte en específica de la casa por primera vez desde
que llegaron. Si bien él había visto el jardín desde la ventana de la habitación,
Jungkook había estado más entusiasmado con el hecho de llevarlo a conocer
las principales atracciones turísticas y llevarlo a comer en lugares anticuados.
No podía negar que se hallaba sintiéndose encantado con absolutamente todo,
enamorado de la forma en la que su novio parecía sorprenderlo cada vez más;
los detalles y sus acciones le habían hecho sentirse ruborizado, le había
alborotado las mariposas en el estómago como el alborotador que era.

Taehyung amaba a este hombre, amaba a Jungkook.

Asimismo, cuando percibió su mano grande y fuerte, cálida contra la piel de


su mejilla, besó suavemente el dorso de ésta y le miró por el rabillo del ojo
con dulzura. Sabía que Jungkook quería decirle algo, esa era la razón por la
cual estaban ahí; Jungkook se lo había dicho cuando estaban comiendo
helado frente al televisor, que reproducía una de las películas favoritas de
Jungkook. Y decir que se sentía un poco curioso hubiese sido un eufemismo.

Por su parte, había logrado percibir que, específicamente durante las noches,
Jungkook había estado muy absorto en sus pensamientos. Al principio, pensó
que era porque ya no estaba tan estresado como lo estuvo en corea, pero
luego se dio cuenta de que era otro asunto; a ratos, con la cara enrojecida,
Jungkook se le quedaba mirando fija y entorpecidamente, y eso seguía
causándole timidez. Le parecía adorable, sin embargo.

Estaba muy a gusto, había sido todo lo que había deseado: pasar tiempo a
solas, juntos.

Y estaba agradecido de que Jungkook lo hubiese sorprendido con el viaje,


porque él no se lo había esperado, ni siquiera se le pasó por la cabeza. Él no
le daba mucha importancia a lo material, a lo superficial. No obstante, no
podía negar que esta vez se hallaba encantado, al igual que siempre, con todo
lo que Jungkook había planeado para sorprenderlo y hacerle sentirse especial.

—Gracias, Ggukie —Dijo, suspirando con satisfacción al sentir una ráfaga de


aire veraniego contra su rostro sereno. Se sentía tan relajado, tan bien, tan
amado... Esto era perfecto, más que todo—. Este lugar es realmente
encantador. Es mi atracción favorita —bromeó un poco, ladeando su cabeza
en busca de esconderse en el cuello de su novio, quien afianzó el agarre
alrededor de su cintura y besó su frente—. Me hubiese encantado conocer a
tus padres aquí.

Percibió un estremecimiento en el cuerpo ajeno, y buscó su mirada.

—Ellos te hubiesen adorado. Más mi mamá. Sobre todo mi mamá —comentó


Jungkook con una risita suave que le hizo estremecer; había un obvio deje
cariño y añoranza en su voz que, repentinamente, se volvió más melancólica
—. De hecho, por eso te traje aquí. Allí están mis padres.

Taehyung no evitó tensarse, pero se obligó a relajarse de inmediato, mirando


hacia donde Jungkook miraba: el mirador. No necesitó preguntar más
cuando, agudizando su vista, logró ver dos jarras doradas en lo que parecía
ser un estante de cristal con seguro.
—Oh —un susurro se suavizó en sus labios, dejándose guiar hasta el lugar.

Jungkook lo guió a través del camino hasta el mirador y le ayudó a subir las
escaleras de la mano, con sus dedos entrelazados y una mirada de
vulnerabilidad expuesta en su rostro.

Todo su cuerpo pareció sensibilizarse ante ello, su corazón latió fuertemente


cuando vio de cerca el nombre de los padres de Jungkook tallados en esos
jarrones.

—El motivo principal por el que hice este viaje, Taehyung, fue porque quería
que tú pudieses conocerlos. Quizás ellos ya no estén en nuestro plano
existencial, pero es un acto simbólico que quise hacer para demostrarte mi
compromiso contigo en frente de su recuerdo —le dijo.

Taehyung se sintió tan conmovido, que sonrió suavemente hacia las jarras.
Quizás los padres de Jungkook no lo conocerían ni lo verían, pero le hubiese
encantado hacerles saber que era un buen chico y que podría cuidar tan bien
de su hijo, como éste cuidaba de él.

—Esto es muy dulce, Jungkookie —comentó, sintiendo que Jungkook dejaba


ir su mano para que pudiese ubicarse adecuadamente frente al estante de
cristal. Había una placa en la mesita que sostenía las jarras—. Con el amor
infinito de sus hijos y...

Cuando escuchó el carraspeo titubeante de Jungkook, Taehyung se volteó


cuidadosamente y sintió que todo su mundo se detenía.

De todo el tiempo que conocía a Jeon Jungkook, de cada parte que conocía
de Jungkook, sólo hubieron dos veces en las cual cayó de rodillas ante él y
por motivos íntimos. La primera vez que le vio, fue con una mezcolanza agría
de emociones para demostrarle que se equivocaba. La segunda vez que lo
hizo fue cuando Taehyung rompió con él y le hizo caer débilmente para
implorarle que se quedara. En los recuerdos dolía ardientemente lo que eso
significaba, pero las complicaciones del pasado componían la felicidad de la
cual podían gozar hoy en día. Todo había valido la pena, porque ahora, la
tercera vez que veía a Jungkook de rodillas, era para verle sostener una caja
de terciopelo azul entre sus dedos.
—Cuando te conocí no pensé que llegarías hasta aquí, no pensé que
pasaríamos por tanto ni que me enamoraría perdidamente de ti. Aunque sé
que en el fondo lo sabía, nunca me imaginé realmente que tú serías parte de
mi cuento de hadas —se rió, con las mejillas enrojeciendo y las puntas de las
orejas igualmente enrojecidas. Taehyung sintió que estaba temblando. Sentía
una emoción agitada en su pecho y sentía que lloraría—. Yo quiero...
Siempre quise en realidad, desde el día en que te conocí, que fueses parte de
mí, de mi vida, de mi futuro y de mi vejez. Por lo mismo, siempre esperé que
fueras tú el que me acompañara a protagonizar nuestro final feliz... —
confesó, relamiéndose los labios y abriendo la cajita con dedos que le
temblaban ante el evidente nerviosismo. Taehyung sentía las piernas endebles
y las mejillas mojadas con lágrimas de felicidad—. Así que, hoy, frente a la
presencia de mis padres, te pido a ti, Kim Taehyung, que te cases conmigo.

Taehyung observó el anillo en la cajita y procesó las palabras de Jungkook,


observó directo al brillo en sus ojos emocionados y asintió efusivamente. —
¡Sí! Yo m-me casaré contigo, lo haré, Dios, ¡te amo!

Jungkook sonrió y ubicó el anillo en su dedo anular con suavidad, besando el


falange con labios cálidos y un rastro de lágrimas dulces. Taehyung sintió
que estaba en el paraíso y que estaba trayendo a su hombre con él. Era feliz.
Cuando Jungkook se incorporó celestialmente con la gracia que sólo él
poseía, Taehyung sintió que ser elevado y sostenido entre sus brazos nunca
podría haberse sentido tan correcto como ahora.

—Sé mío hasta que nuestros días terminen, sé mío por la eternidad, Kim
Taehyung —esas palabras sentaron tan bien en su boca mientras pegaban sus
frentes cariñosamente, que pudo sentir el reflejo de sus lágrimas brillar con
los destellos del ocaso.

—Seré tuyo siempre, Jungkook. Incluso cuando llegue al paraíso, le pediré al


gran señor traerte conmigo.

Hola, mis amores, perdón por la demora. He estado muy ocupada y, si es


que se puede, trataré de terminar HM la semana que viene :(
¿Cómo están? Espero que muy bien ❤ Últimamente me surgió la idea de
conocerles un poquito más, así que, ¿desde dónde me leen?

Nos estamos leyendo~


102

Estirando su brazo con suavidad, Taehyung desempuñó su mano en lo alto y,


lentamente, fue separando sus dedos. Observando con dicha el anillo que
decoraba su dedo anular, sonrió en grande mientras Jungkook lo acurrucaba
contra su cuerpo y murmuraba algo acerca del viaje y los boletos. Taehyung
no lo escuchaba con claridad. Porque estaba demasiado ensimismado en la
fantasía del matrimonio; él ya quería contarles la noticia a sus amigos y
familia, de que se estaría casando muy pronto. Así que, tal vez, sí estaba un
poco ansioso por volver a Seúl.

Su última semana en Londres se la habían pasado en casa con la tía de


Jungkook, y también habían estado yendo a la estación de trenes de London
Waterloo con South West para visitar la playa en la localización de
Bournemouth. Aunque el clima era un poco frío para las fechas, había sido
muy agradable y cálido. Además, los últimos días se habían sentido casi
como una pre luna de miel; Jungkook y él se habían sentido más
acaramelados de lo usual y estuvieron pegados como chicle con la emoción
de su nueva etapa y la propuesta de crecimiento mutuo.

Ellos estaban felices, se sentían llenos de amor y satisfacción. Y, la idea de


formar una familia juntos, logró definir aun más las expectativas de su
relación. Porque ellos realmente estaban esclareciendo el futuro que querían
formar juntos, y eso era una de las mejores sensaciones que ambos podrían
haber experimentado; la dulce ilusión se condensaba en sus estómagos y les
hacía sentir un dulce cosquilleo cómplice.

—Entonces, ¿nos estamos yendo en dos días? —Preguntó en un susurro


cuando Jungkook se acomodó sobre su codo y le miró con una expresión de
consternación seria. Graciosamente, Taehyung rodó un poco más abajo,
aplastando su mejilla abultada en uno de los musculosos pectorales pálidos
—. Oye... ¿En qué piensas? —preguntó otra vez, llamando su atención por
vez que sus labios cálidos besaban parte de la piel expuesta con dulzura.

Jungkook finalmente lo miró, su mano acarició la tersidad de uno de sus


pómulos y le sonrió con ternura. El tacto cálido de su mano grande, fuerte,
logró hacer que Taehyung temblara y se ruborizara; el anillo dorado en su
dedo anular le daba el toque para hacer que sus hormonas revolotearan. Este
hombre era suyo y sería suyo para siempre, y eso le encantaba. Él lo sabía,
tenía la absoluta certeza y seguridad de que así sería.

—Pienso en el trabajo, ya sabes... —Respondió, su mirada cayendo un poco


—. Quiero estar contigo para los preparativos y todo lo relacionado a nuestra
boda, aunque sé que dijiste que querías que fuese algo sólo nuestro y
privado... Se me dificultara un poco el tiempo, a menos que sepa balancearlo
y-

—Ggukie —le interrumpió, frunciendo el ceño e incorporándose sobre su


codo también—, no te estreses por esto. Lo solucionaremos, sólo tenemos
que coordinarnos y estará bien. No es necesario que pospongas tus asuntos
pendientes o que postergues tus reuniones, yo puedo hacerlo y... Sólo serán
nuestros amigos y familia, ¿no?

Jungkook se rascó la nuca y Taehyung entrecerró los ojos.

—Es que Mingyu como que se anticipó un poco a los hechos y comenzó a
planear y ayudar, y el tema es que... Se encargó de la mitad de las
invitaciones (que aún no han sido enviadas) y también buscó algunos lugares
para que visitemos.

Taehyung tardó algunos segundos en procesarlo. Algo de ayuda no estaba


mal, Así que, eso no le molestaba. Lo que le preocupaba era el estrés de
Jungkook.

—Okay, eso está bien por mí. Pero... ¿Tú estás bien con eso?

—Estoy pensando en alguna manera de modificar mi agenda y algunas fechas


porque quiero estar contigo, pero aun así...

— ¿No has pensado en dejar la empresa y volver a ser maestro? Digo, sería
bueno que...

—No puedo hacer eso, Tae...

— ¿Por qué no? —Taehyung abultó los labios de forma casi inconsciente.
Sabía que su novio, ahora prometido, había sido muy apasionado con
respecto a su vocación. También sabía que, de hecho, era un gran maestro; no
importaba tanto cuán terrible pudiese llegar a ser, Jungkook siempre había
sido muy estricto, exigente y dominante, también un poco inflexible, pero
claro que perfecto no podía ser—. Si es lo que realmente te hace feliz,
deberías considerar...

—A mí me gusta mi puesto en la empresa, Taehyungie... —dijo,


recostándose nuevamente, con los brazos detrás de su cabeza y mirando hacia
el techo; su pecho subía y bajaba debido a la calma de su respiración.
Taehyung lo adoró con la mirada—. Me gusta mi trabajo. Y me gusta ayudar
con el negocio de mi familia, después de todo me enorgullece al estar
conforme con lo que hago; soy feliz con eso. El tema es que... Incluso si
considerara ser un maestro, no es lo mismo ahora...

— ¿Por qué es tan diferente ahora? —cuestionó, recostándose sobre su


pecho con los brazos cruzados sobre éste y una mirada suave—. Sea lo que
sea que decidas, yo te apoyaré. Yo sólo deseo verte feliz y haciendo lo que
amas.

Jungkook le devolvió una sonrisa nostálgica y suspiró con agrado.

—Unos días antes de tu graduación, yo sabía ya que te quería en serio... Te


amaba tanto, que, en ese entonces, me enteré de que el único que podría
apoyarte y acompañarte era yo... Todo se puso difícil y lo único que podía
pensar era en cómo te sentirías si algo ocurría aquel día, y me marcó no
haberme equivocado con respecto a mis asunciones... —empezó, lentamente.

— ¿Mm?

Jungkook alcanzó uno de sus mechones y lo onduló en su dedo. —Eres tan


inocente, ricitos.
—Te gusta mi cabello... ¿Esa es la respuesta? —bromeó, dejándose hacer y
recostándose en el toque.

—Sería poco ético si volviese a hacer clases, Taehyungie. Porque yo me


enamoré de quien fue mi alumno y, hoy en día, me estoy casando con él —le
guiñó un ojo, dándole un toquecito en la nariz—. Cometí bastantes errores al
trastornarme un poco con mi enamoramiento por ti y yo no debí dejar que eso
pasara, soy consciente de que me salté bastantes puntos del protocolo y siento
un gran cargo de consciencia por eso. Y ese es uno de los motivos principales
por los que sé que no puedo volver a ejercer como maestro.

—Ggukie... —sintiéndose un tanto conmocionado, sus huellas se presionaron


en la piel ajena.

—Además —empezó, otra vez, con las mejillas tenuemente sonrosadas—,


para poder asistir a tu graduación y sentarme en el puesto que debieron
ocupar tus padres... Digamos que tuve que renunciar a mi puesto no sólo
porque tenía una nueva oferta laboral, sino porque estaba tan enamorado de
ti, que sabía que esto, en definitiva, no sería temporal... —su dedo pulgar se
presionó con suavidad en el lunar bajo su ojo y luego descendió hasta su
mejilla para darle un ligero pellizco—. Así que le pedí autorización a tu jefe
de carrera para asistir al evento y, claramente, para poder salir contigo. Él
dijo que sí tras una larga y bonita historia, así que no hubo mayor escándalo.

Taehyung se quedó boquiabierto por un par de segundos.

Así que eso fue, pensó, queriéndose reír por la cantidad de escenarios que
había imaginado hace un par de años por lo que podría haberles ocurrido no
sólo en término laboral y académico, sino legalmente.

Pero, como siempre, Jungkook había ido un paso por delante.

—Dios... Tú, en serio... Eres increíble —musitó, rodando por el colchón y


dejándose caer de espaldas en la comodidad del edredón. En un abrir y cerrar
de ojos ya tenía a Jungkook sobre su cuerpo; mirándolo con vulnerabilidad,
se posicionó entre sus piernas y dejó caer su peso; torso con torso, se sentía
íntimo—. Hey...
—Te amo.

—Lo sé. Te amo también —acariciando en su nuca, sus delgados falanges


masajearon en el músculo y prontamente pudo sentir la cálida y húmeda
respiración de Jungkook contra parte de su pecho y entre sus costillas—,
tanto.

— ¿No te apena tener que decírselo a tu familia, cierto?

Eso había sonado dubitativo. Taehyung sabía a qué se refería Jungkook.


Después de todo, él había estado presente el día de su graduación, cuando sus
padres no asistieron. Entonces pudo inferir que estaban tratando de llegar al
matrimonio y su familia. Taehyung lo entendía.

—Yo se los diré, Jungkookie. En cuanto lleguemos, quizás durante el fin de


semana o algo.

Jungkook lo miró y abrazó sus caderas.

— ¿Quieres que vaya contigo?

—Vas a ser mi esposo —le regañó con voz mimosa, haciéndole reír—,
obviamente debes ir a Daegu conmigo.

—Está bien, futuro esposo.

Llegar a corea había sido difícil. Primero, Taehyung sabía que debía pedir
algunos días libres para salir durante el fin de semana. Segundo, porque se
sentía un poco ansioso por tener que contarle a sus amigos y cercanos sobre
su propuesta y próxima boda. Y tercero, porque los nervios junto con un
sentimiento de ansiedad comenzaron a hacerse presentes; en serio iría a
Daegu, directamente a su casa para enfrentar a sus padres y hermanos y
contarles la noticia.

La única calma que tenía era tener a Jungkook a su lado.

Porque la situación era un poco, bastante desalentadora. Él no hablaba mucho


con su madre, mucho menos con su padre. La excepción eran sus hermanos
que seguían de él, que a veces le escribían para saber cómo estaba y para
informarle que pronto estarían tratando de seguir sus pasos y transferirse a
Seúl desde el primer año de universidad. Eso le enorgullecía, sentía a sus
hermanos más cercanos que a sus padres y ellos sólo le demostraban
preocupación y su afecto hacia él, eso le hacía feliz. Por ese lado se sentía
aliviado. Pero, por el otro, no quería que Jungkook se sintiera mal o
incómodo en el viaje.

No quería que Jungkook se sintiese molesto o enfadado.

Así que, Taehyung estaba preocupado.

Misma razón por la cual decidió advertir a su madre de su visita con


antelación; no charló de su matrimonio con ella, ni le contó sobre qué sería la
visita, sólo le dijo lo que ella necesitaba saber; llevaría a alguien importante y
le diría algo importante. Desde entonces había podido sentirse un poco más
calmado, pero había notado que Jungkook se ponía cada vez más tenso y
rígido al recordarle su próxima visita.

Taehyung conocía muy bien el temperamento de Jungkook, por lo que días


después de haber llegado, decidió organizar una pequeña reunión en casa.
Sólo era para decirle a sus amigos y a los de Jungkook que estaban
comprometidos. Taehyung se sentía como un cliché, pero era feliz con eso.

Las palabras "Jungkook y yo nos casaremos" nunca podrían haberse sentido


más adecuadas cuando tomó de su mano y les mostró a su publico sus anillos;
todos gritaron de euforia y los felicitaron, y Taehyung comprendió que ese
era sólo el comienzo.

Entonces, cuando el día finalmente hubo llegado, Taehyung pudo lidiar con
el nervio y logró transmitirle calma a su prometido, quien conducía por la
carretera con sus ojos fijos en aquel camino que los llevaba a Daegu. Sabía
que el encuentro con su padre sería gélido como hielo.

—Jungkookie, relájate, ¿sí? —Habló, acariciando su brazo y masajeando uno


de sus bíceps.
—Sí, estoy relajado pero... Es sólo que... No quiero que él diga nada que
pueda herirte, no lo soportaría... Y no quiero discutir la primera vez que
conozca a tu familia, Tae.

Riéndose, le dio un leve apretujón.

—No te anticipes, Gguk-ah. Todo irá bien. Estate tranquilo, mi padre es un


viejo inflexible y terco y terrible y... No es nada con lo que no puedas lidiar.

Jungkook le miró por el rabillo del ojo y volteando los ojos, bufó: —Tssk,
por supuesto que no.

El viaje transcurrió rápido con la música ligera y conversaciones triviales.

Sin embargo, cuando empezó a faltar mucho menos para llegar a la casa en la
cual Taehyung había crecido, la tensión volvió a nacer desde las entrañas
para anudarse en sus gargantas. E incluso si no querían ser pesimistas al
respecto, fue inevitable cuando estuvieron en frente de la casa; su madre
estaba sentada en una pequeña banca mientras pelaba una manzana para su
hermana menor y su padre..., él estaba parado justo tras su madre, con una
expresión dura.

Sus padres miraron en su dirección con curiosidad y sorpresa, un poco de filo


en sus miradas.

—Creo que ya entiendo muchas cosas... —Murmuró Jungkook, espirando


con frustración.

Taehyung asintió apenado, inhalando profundamente antes de tomar la mano


de Jungkook y, queriendo buscar seguridad en su mirada, besó el dorso de su
mano. Estoy listo, quiso decirle, pero no fue capaz de pronunciar esas
palabras.

Así que, armándose de valor y tragó con dureza cuando se desató del cinturón
de seguridad y bajó primero del automóvil.

Lo primero que percibió en el ambiente fue la sonrisa de su madre y la alegría


de su hermana, luego sintió frío y vio a su padre tan rígido como una cuerda a
punto de cortarse. Entonces, él se preparó. Porque todo lo que vio después
fue una mancha de colores y furia en el rostro sepulcral de su padre. Pues
Jungkook ya estaba a su lado, sujetándolo de la cintura y besando su sien,
desafiando las defensas.

— ¿Cómo te atreves? —Ladró su padre, avanzando hacia ambos como una


horda andante de rabia y violencia. Sus manos empuñadas casi le hacen
sentirse amenazado, de no ser porque, a su lado, Jungkook detuvo cualquier
movimiento al erguirse sobre toda su estatura y masa corporal—. ¿Qué crees
que es esto? ¿Un circo? ¿Quién te crees que eres para avergonzarnos de esta
manera? Eres un puto fiasco, par de maricones...

—No te vuelvas a dirigir a él de esta manera o te juro que yo te cerraré la


boca y eso no te va a gustar para nada —Interrumpió Jungkook, dejándolo
atrás de su espalda y enfrentando a su padre con frialdad—. Quizás usted
tenga problemas con el honor, pero el de su hijo y el mío le aseguro están
intactos. Y, si hay alguien que está haciendo el ridículo aquí, es usted, Señor.

Su padre escupió a un lado espuma espesa y Taehyung tembló, agarrándose


con fuerza de la camisa de Jungkook, llamándolo a calmarse.

Incluso si Jungkook se portaba frío y cortés con sus palabras perfectamente


calculadas, sabía demasiado bien que podría ponerse peor si su padre hacía
algún movimiento.

—Unos putos maricones los dos —rió ácidamente, sin ápice de gracia—,
supongo que estuve en lo correcto todo el puto tiempo... Tú eres el otro
bastardo come pollas... Supongo que este estúpido muchacho es tu puta
personal, mira ese auto... ¿Cuánto dinero te da por prestarle culo?

—Cuida tu boca, en serio. No estoy bromeando... Puedo dejar que me


ofendas a mí porque tus palabras vacías e ignorancia no me afectan, pero te
aseguro que si le haces algo o te diriges a él, te romperé la cara.

— ¿Tú? ¿Romperme la cara a mí? —su padre se acercó y le pegó un dedo al


pecho—. Claro, rómpeme la cara, pero te olvidas para siempre de volver a
ver a ese tonto y enfermo anormal. Aquel bicho raro que escondes tras tu
espalda, por desgracia, es mi hijo. Algo malo debí haber hecho.
Taehyung sintió náuseas y rabia. Él no podría contra las convicciones
retrogradas de su padre, a él le seguía afectando un poco eso, pero su
terapeuta le había enseñado a lidiar con ello de la forma más sana posible.
Por lo que, saliéndose de la guarida en forma de muro de su novio, Taehyung
se interpuso entre ambos.

—Pues entérese de que sí hizo varias cosas mal, porque no sólo usted es un
insecto, espere a lo que le depara el futuro y verá... Todos sus errores le
caerán en la puta cara. Da asco, Señor.

—Oigan, paren, paren —Intervino su madre, demasiado pálida, demasiado


delgada y tan, en demasía demacrada... Taehyung sintió pena por ella, pero
entonces vio a su hermana pequeña mirarlos con pánico reflejándose en sus
pequeños e inocentes ojos y sintió que se le rompería el corazón; no era la
primera vez que ella veía a su padre actuar de esta manera—. Cariño,
detente...

—Ggukie, está bien, shh... Detente... —Taehyung le llamó en un susurro sin


alejar la mirada de su hermanita y agitando con nerviosismo su manga.
Jungkook vio lo que él y se relajó, sin dejar de cubrirlo.

Taehyung miró a su mamá y luego ella le hizo una seña a la niña para que
entrara a la casa.

—Me arrepiento de haberte dejado nacer, debería haberte dejado caer de la


cuna o algo de haber sabido que estarías corriendo tras la polla de otro
hombre. Me das asco —le escupió su padre, con tanto odio, que le estremeció
los huesos y le hizo sentirse enfermo a tal punto, que pensó que le vomitaría
encima—. Gasté mi dinero dignamente en ti. Deje que te cubrieras con las
mantas de mi hogar y que te abrigaras del invierno. Te di de mi comida y te
cuidé. Él me dice de partirme la cara y tú te detienes tras sus espaldas como
la puta mariquita que eres.

Taehyung sintió el estómago revuelto, su madre bajó la mirada sumisamente


y eso evidenció muchas cosas para él que antes no estaban esclarecidas; un
padre abusivo que empeora cada día más.

No obstante, estaba mudo.


No sentía nada más que incomodidad y repudio.

—Si usted le dio comida, abrigo y protección, estaba en su deber como


progenitor. No creo que sea tan ignorante como para no saber que tener un
hijo es una gran responsabilidad, y no un juego. Así que, si usted suplió sus
necesidades básicas, estuvo en lo correcto. Algo bueno que haya hecho.
Porque no lo hace ser un buen padre el haberse hecho cargo de sus
responsabilidades, no le hace ser un héroe el haber gastado su dinero en lo
que le correspondía: techo, comida, educación y protección. Eso es lo
mínimo requerido por la ley, después de todo.

Y dicho aquello, Jungkook prácticamente lo arrastró devuelta al auto.

Se suponía que iba a actualizar la semana pasada, pero olvidé que era la
semana patriota en Chile, so... Esta semana sí que es, mis disculpas UnU.
En fin, espero que tengan un buen comienzo de semana
103

Vencido por la amargura y el cansancio que la situación causó en él,


Taehyung se recostó en el respaldo del asiento de copiloto y se colocó el
cinturón de seguridad con dedos torpes. Sus movimientos aletargados eran un
tanto trepidantes y se veía saturado. En silencio, se acurrucó hacia un lado,
disponiéndose a divagar mientras miraba a través de la ventana. Era obvio
que se sentía más que un poco apenado y entristecido, para este punto era
obvio que él no se había esperado que su primer encuentro, después de tanto,
se diera realmente tan mal; la manera en la cual jugaba con una hebra salida
de su punto le hizo sentirse extrañamente asolado.

Jungkook se sentía inevitablemente culpable por haberse dejado llevar, por


haber actuado de forma tan imprudente y desafiante en un contexto indebido.
Pues era consciente de que no se suponía de ninguna manera que la primera
vez que conociera a la familia de su prometido él se pelease con su suegro.

Sin embargo, en su consideración y en su sano juicio sobre el acontecimiento,


ellos no habían sido bien recibidos y, bueno, él siempre defendería a
Taehyung con dientes y garras si alguna situación lo ameritaba; y la situación
definitivamente lo había ameritado. Por lo que, si él lo pensaba racionalmente
otra vez, no se arrepentía en lo absoluto de todo lo que le dijo al señor Kim.

En serio Jungkook no quería ser presuntuoso u arrogante, pero él siempre


había sido un muy buen observador y, en cuanto llegaron, lo que había
observado no le gustó para nada. Porque, según su perspectiva de las cosas, la
sumisión de la madre de Taehyung era un tanto extraña y el pánico que
evidenció tener su pequeña hermanita también era francamente preocupante.

Ellas habían estado muy quietas y expectantes, y eso le permitió analizar su


comportamiento; había sido muy alarmante la forma en la cual atacó a su
propio hijo y una bandera roja cuando, con una fugaz indagación de la forma
en la cual se enfrentó a él, pudo inferir que ese hombre podría ser un
abusador en potencia.

Carajo. Se le erizaba la piel de tan sólo recordar la manera en la cual escupió


a su lado, justo cuando cubrió a Taehyung de su feroz mirada reflejante de
amenazante repudio. Y Jungkook quiso sacarle los ojos porque no era un
estúpido y se había dado cuenta de ello. Sabía mucho más que bien lo que el
viejo había querido conseguir al humillar y avergonzar a su hijo frente a él
por su orientación sexual, su relación amorosa y por la naturaleza de ésta.

Jungkook podría haber apostado que el señor Kim sólo quiso lograr un cargo
de consciencia en Taehyung con sus insultos atroces e ignorantes palabrotas
llenas de vacío. Lamentable fue que a él esa mierda dejase de importarle hace
años atrás y que, obviamente, no permitiría que volviese a dañar a su chico o
que le hiciera retroceder todo lo que costó avanzar; Taehyung se había
esforzado muchísimo en sus terapias y tratamientos, y Jungkook lo sostuvo
en cada quiebre. Salir de aquel hoyo negro en el que su propia familia lo
había sucumbido, había sido doloroso y difícil. Y, por lo mismo, no se
arrepentía de nada de lo que había dicho. De hecho, su arrepentimiento era no
haberle dicho unas cuantas verdades...

Pero pensó en el bienestar de Taehyung primero, y retrocedió.

Aun así, tan sólo rememorar sus asquerosas palabras le causaba un


sentimiento violento que no le permitía seguir el hilo de sus pensamientos
porque él en serio no podría imaginarse qué pasaría si alguien intentase
llevarse lejos a su...

No. No y no. Pensó en la negación rotundamente y un sentimiento primitivo


se apoderó de él y se acentuó en su pecho, aquella primigenidad le hizo sentir
que podría transformarse en un hombre de las cavernas con la más mínima
advertencia. Siempre querría acoger a Taehyung entre sus brazos y
protegerlo, siempre estaría en su disposición porque Taehyung era suyo; y
sus pensamientos ya no nacían de la posesividad, sino de aquella emoción de
pertenencia que se había arraigado en sus entrañas mutuamente.

Si bien habían trabajado mucho en conjunto e individualmente, aún quedaban


algunas cosas en las cual tendrían que seguir trabajando porque algunos
procesos tomarían un poco más de tiempo y, por la misma razón, no se
rendiría tan fácilmente. Después de todo, era un hombre más y en su sangre
corría la herviente dominancia con un fuerte temperamento que Taehyung
había logrado suavizar con éxito a través de los años. Carajo, el chico lo
tenía donde quería.

Jungkook amaba tanto a Taehyung, que no podía soportar la idea de pensar


en todo lo que su hermoso TaeTae había tenido que pasar hace algunos años
cuando era tan sólo un adolescente y la vida se puso difícil. Su terapeuta le
había hecho comprender muchas cosas y, después de este encuentro, había
comprendido muchas otras que le oprimieron la caja torácica con dolor: ahora
entendía por qué Taehyung buscaba protección y refugio en él, y no era
ignorante sobre porqué le gustaba retorcidamente ser dominado. Muchas
cosas cobraron sentido, y Jungkook sintió que podría llorar mientras se
devolvía a golpear a ese estúpido “hombre”.

Así que, sí.

Taehyung era suyo. Se sentía como suyo y agradecería eternamente que éste
hubiese llegado a él; a sus brazos y a su casa, donde realmente pertenecía con
él; los dos, juntos.

Pero, carajo, sentía tanta rabia, tanta impotencia aún, que apenas podía ser
consciente de que, con la mandíbula tensa y los músculos rígidos, llevaba
más de media hora conduciendo con la mirada fija en el rumbo de la
carretera. Estaba muy tentado a girar e ir hacia ese imbécil.

No podía hacer eso, sin embargo. Por lo mismo, con malestar y mucha
necesidad, se atrevió a mirar a Taehyung por el rabillo del ojo. Se veía
lánguido y abatido, se veía muy consternado y eso no le gustaba para nada.
Quería verlo bien, sonriente y satisfecho; no así...

Así que, sin darle más vueltas al asunto, giró bruscamente y se salió de la
pista para adentrarse a una de las praderas a su costado. Sólo pudo escuchar
el grito ahogado de Taehyung ante la repentinidad de sus acciones mientras
los pastizales verdes rodeaban el auto, que frenó justo junto a un gran árbol.

El cálido clima de verano le hizo apreciar una ráfaga de viento templado que
se coló por uno de los huecos de las ventanas. Jungkook respiró
profundamente y cerró los ojos durante unos segundos. Necesitaba
concentrarse, pero las nubes oscurecidas, con rayos de luz infiltrándose entre
ellas, anunciaban una pronta tormenta tropical; probablemente, ya era
demasiado tarde para volver a Seúl y muy seguramente tendrían que buscar
algún motel u hostal para pasar la noche e irse por la mañana.

Sin embargo, de pronto, Jungkook los había varado a propósito en medio de


la nada sólo por sus temores infundados y sus ansiosos pensamientos
intrusivos.

— ¿Qué demonios, Gguk-ah? —Habló Taehyung. Con la respiración agitada


y una expresión afligida en su cara, buscó signos de algo más en su mirada
confusa.

—Yo... No puedo con esta mierda —Empuñando sus manos con fuerza
desmedida, pegó su frente en el volante y emitió un feo y oxidado quejido de
malestar. Se sentía malogrado, y se separó bruscamente para rehuir de la
dulce preocupación de Taehyung; debido a la culpa que sus pensamientos le
causaron, se sujetó la frente con frustración, adivinando las lágrimas de ira en
sus ojos. En serio estaba tan enojado—. Perdóname, Taehyungie.

— ¿Jungkook? —Empezó Taehyung otra vez, su mano cálida buscando su


rostro con algo de impaciencia. Sin pensarlo más, Jungkook le devolvió la
mirada, recostándose en el toque casi instantáneamente—. ¿Qué pasa, mi
amor?

Entonces, no soportó más y él buscó, con su mano grande y cálida, sujetar la


nuca de su Tae. Qué rabia sentía. Era una de las pocas veces que se permitía
dejarse llevar deliberadamente por el agobio. Porque cuando estaba enojado,
y Taehyung lo sabía, le concebía su espacio y compartían silencio. Pero, esta
vez, era diferente.

Esta vez el foco de enojo, a la vez, era un foco de alarma.

Y necesitaba calma.

Entonces, sujetándose de la nuca de Taehyung, lo atrajo más cerca de él.


—Yo sólo... ¿No estás enojado conmigo, verdad? —Preguntó. Su voz sonaba
cargada de algo espeso, áspera, notablemente más baja. No se sentía bien,
sólo quería a Tae—. ¿Hm?

—No... ¿Por qué lo estaría? —Musitó suavemente, entendiendo de inmediato


a lo que él se refería. Y Jungkook supo que no tenía de qué preocuparse
cuando, ladeando la cabeza con su boca formando un pronunciado mohín,
Taehyung se desató del cinturón de seguridad con rapidez para acortar la
distancia que le estaba pidiendo—. Está bien. No estoy enojado, no tengo
porqué estarlo, Ggukie... Y, si hay alguien que tiene que pedir disculpas, es
mi padre; no tú.

Presionando la yema de sus dedos en la tersa piel del cuello ajeno, Jungkook
masajeó durante algunos segundos, emitiendo un gruñido de frustración.
Estaba de muy mal humor. Todo lo que quería era Taehyung; lo necesitaba
tanto como sabía que éste lo estaba necesitando a él.

—No permitiré que alguien vuelva a osar de herirte, no permitiré que nadie se
atreva a hacer algo que te dañe, ¿entendido? —su cuestión con dureza dio en
el blanco y desmanteló aquella expresión de neutralidad para evidenciar la
vulnerabilidad del trauma—. Ya no me interesa, me importa una mierda de
quién se trate. Tú vas primero siempre, ¿entendido?

Taehyung se encogió y la pena y el miedo se mezclaron y estuvieron a punto


de salir a la luz.

—Yo... No quiero volver a verlo... —confesó, la muequita tembló y


Jungkook prácticamente rugió como un animal. Rememorar las palabras “te
olvidas para siempre de volver a ver a ese tonto” le causó un sentimiento
peligroso que se transformó rápidamente en furia.

—Ten por seguro que así será, porque tú eres mío.

Y dicho aquello, Jungkook disminuyó el resto de distancia que quedaba entre


ellos y lo besó en los labios, metiendo su lengua casi instantáneamente Y, a
pesar de que Taehyung estuvo sorprendido por una breve fracción de
segundos, él cerró sus ojos y se dispuso a disfrutar del beso y de la sensación
de hormigueo en sus sensibles belfos.
— ¡Mmnph! —gimió, sintiéndose adormecido y ladeando la cabeza para
brindarle un mejor acceso a su boca hambrienta. Taehyung se sujetó de la
camisa de Jungkook y se escuchó a sí mismo gimotear quejumbroso; el beso
era duro, caótico y necesitado, era un beso rudo. Amó profundamente la
crudeza de un amor tan intenso como el que ambos compartían—. Nngh...

Jungkook chasqueó adentro de su boca y lo saboreó, lamiendo su paladar, la


parte posterior de sus dientes y mordisqueando sus labios. Rastrillando sus
dientes por su mentón de forma salvaje, con una de sus manos, con fuerza
medida, acunó el rostro de Taehyung y con la otra comenzó a masajear el
interior de uno de sus muslos. Y Taehyung chupó su lengua sin darle
demasiada importancia a estar haciendo un desastre de saliva, porque le
encantaba ser caótico y conseguir más, y todo lo que ambos necesitaban era
eso: saciar la necesidad.

—Te quiero, te quiero tanto... —le dijo de pronto, separándose en busca de


aire, viéndolo tan jodidamente agitado y bien besado, que fue capaz de sentir
cómo el flujo de tensión levantaba su erección. Taehyung tenía la carita
enrojecida y los labios hinchados, mordidos y besados, y Jungkook quiso
follarle la boca—. Quiero atiborrarte con mi polla justo ahora, pastelito.

El contacto visual logró aumentar e intensificar las feromonas aún más y


Taehyung acunó su pene duro con una sonrisita juguetona mientras se
relamía los labios. Pequeña mierdita, pensó Jungkook, sujetándole la muñeca
y deteniendo el masaje de estimulación en sus bolas.

—Quiero —pidió Taehyung, bajito. En sus ojos se veía tan tímido e inocente,
que el concepto de esta ternura le seguía causando estragos en la mente. Era
demasiado—, por fis...

Por fis. ¿De dónde demonios le había salido esta cosita trastornante?
Jungkook a veces seguía cuestionándose si era sano para su juicio, si todo
esto era real... Y lo era, este hermoso chico que se apodaba TaeTae y lo
trataba como un tesoro sería su esposo, ellos se estarían casando.

—No aquí, pastelito —quiso reír al verlo fruncir el ceño y fulminarlo con la
mirada; lo apretó lo suficientemente brusco como para hacerlo gemir—,
vamos... Pronto comenzara a llover y estamos aquí varados por mi culpa,
quiero llevarte a algún lugar y quedarnos ahí.

Taehyung quitó su mano desprevenidamente y tiritó, asintiendo un poco más


animado.

—Tienes razón. Por aquí cerca hay un motel llamado “Euforia”, podemos
quedarnos ahí.

Jungkook suspiró y se inclinó para ponerse en marcha.

— ¿Estás bien? —le preguntó, sujetando su rodilla y dejando caricias


reconfortantes allí.

Taehyung alcanzó su mano y besó el dorso de ésta, llevándola a su mejilla


roja y caliente; se fregó contra ésta y cerró los ojos. Él se sentía a salvo y no
necesitaba demostrárselo, no necesitó palabras para hacérselo saber.
Jungkook era todo lo que tenía en su mente, nada más.

—Lo estoy. ¿Tú te sientes mejor?

Sonriendo, Jungkook se puso finalmente en marcha.

—Mucho mejor.

Al día siguiente, Jungkook se despertó debido al sonido insistente de un


móvil.

Removiéndose con adormecimiento, estiró sus dedos en busca de Taehyung


para decirle que su móvil estaba sonando, sin embargo Taehyung no estaba
en la cama; eso fue lo que le hizo despertarse y ver, borrosamente, sus
piernas desnudas moverse hasta el otro lado del cuarto.

Le escuchó decir algo que no logró oír del todo bien. Así que, bostezando, se
incorporó sobre su codo y se fregó uno de sus ojos con somnolencia. Debían
ser eso de las ocho de la mañana y seguía lloviendo afuera debido al sistema
frontal que azotaba la zona de Daegu, por lo que Jungkook deseó un café
caliente y un abrazo de buenos días. Pero Taehyung se veía tan serio con el
móvil pegado a la oreja, que le causó un mal sabor en la boca.

— ¿Qué ocurre? —Susurró en su dirección al ver la mueca de disgusto en su


rostro hinchado por el sueño y, a pesar de esa llamada, se veía bonito recién
despertado.

Taehyung le regaló una sonrisita y le indicó que esperara un minuto.

—Sí, está bien. Yo le preguntaré, sí. Antes del medio día. En serio, Seokmin-
ah, yo te avisaré, quédate tranquilo —Dijo, entornando los ojos y caminando
hacia la cama nuevamente.

Jungkook lo observó sentarse a la orilla de la cama y, mientras le escuchaba


despedirse, buscó su cercanía, acercándose y besando su hombro, luego su
sien.

—Era mi hermano... Quiere que vamos a almorzar a casa... —Comentó


Taehyung, dejándose hacer y recostando su espalda en su pecho. Okay. Él no
sabía cómo reaccionar a eso—. Papá no estará en casa y mamá quiere
conocerte, quiere saber qué es lo que tengo que decirle. Está bien si dices que
no quieres ir, lo comprenderé... Puedo ir yo y luego puedes recogerme.

A veces le resultaba un tanto cómico y muy tierno que Taehyung actuara


como un cachorrito apaleado cuando le molestaba algo o cuando se sentía
preocupado por algo. Obviamente, no podría decir que no a esos bonitos y
adorables ojitos de miel. Jungkook amaba esos ojitos.

Así que, respirando en su cuello, inhaló un poco más cerca su aroma.


Taehyung siempre olía bien, no usaba perfumes fuertes ni muchas lociones,
de hecho solía usar más cremas y jabones con olores frutales y cremosos, al
igual que shampoo. El olor suave de almizcle acanelado y té remojado, clavo
de olor y azúcar... Taehyung olía exquisitamente; como un hogar cálido, olía
como su lugar seguro.

—Está bien si no te sientes cómodo, Ggukie... No estás obligado a ir —


volvió a decir, suave mientras inhalaba profundamente. Su mano se posó en
su vientre, sosteniéndolo y sobándolo con ternura. Jungkook adoraba su
pancita. Y, de pronto, se cuestionó cómo se vería Taehyung sosteniendo un
bebé en sus brazos, un bebé que sería suyo. Y la idea mental lo dejó
totalmente fascinado y, sinceramente, bobo.

—Tú te casaras conmigo. Obviamente voy a ir contigo. Debo estar ahí


cuando le digamos a tu madre que soy yo el hombre que te estará llevando al
“altar”, además... Me quiere conocer, ¿no? —presionando sus dedos con
ligereza, frotó círculos alrededor de su ombligo, de nuevo pensando en la
idea de Taehyung con un pequeño bebé con grandes ojitos color miel y
cabello negro. Jungkook, de pronto, se preguntó cómo serían sus bebés—.
Quiero saludar a tu familia correctamente, pastelito.

— ¡Te amo! —volteándose con una gran sonrisa, Taehyung le abrazó y les
hizo volver a caer en la superficie del colchón, haciéndoles enredarse en el
edredón otra vez—. Oh, por cierto, buenos días... —susurró, sonriendo y
besando castamente sus labios.

—Buenos días, dulzura —lo saludó, acariciando uno de sus mofletes con
cariño—. Eres tan hermoso por las mañanas, Tae...

— ¿Sólo por las mañanas? —preguntó, con voz seductiva por vez que
abultaba sus labios.

—Siempre.

Taehyung sonrió y recostó su cabeza en su pecho.

Y Jungkook dejó que su imaginación corriera otra vez.

Antes jamás se hubiese imaginado queriendo cosas como éstas tan


apasionadamente, pero él se equivocó al creer que quería algo antes con
alguien que no fuese este precioso chico. Pues Jungkook quería que
Taehyung fuese el padre de sus niños, quería que fuese él quien tuviese a su
bebé. Por otro lado, se imaginaba a rechonchos bebés adorables gateando por
la sala, sus gordos deditos pequeños jugando con los suyos... Pensó en ser
recibido, después de un largo día de trabajo, por Taehyung y un pequeño
revoltoso juguetón. Imaginó olor a dulces y risas infantiles, pensó en ligeros
pasitos e inocencia. Jungkook pensó en un niño que se veía,
sospechosamente, como él y Taehyung: grandes ojitos de miel, cabello negro
ondulado y piel pálida. Y entonces supo y reafirmó que él quería ser padre y
que quería formar una familia con Taehyung.

[...]

La casa de los Kim no era significativamente grande, pero espaciosa y bonita.


Habían muchos árboles frutales y flores, también animales y la alegría juvenil
de los hermanos de Taehyung, quien tenía dos hermanitas pequeñas y dos
hermanos intermedios. A Jungkook le sorprendió la buena genética de la
familia Kim, ya que todos eran muy bien parecidos; desde la madre hasta los
hijos, tenían facciones definidas y suaves, caracterizadas por pieles doradas y
rostros de querubín.

Jungkook observó cuidadosamente a Taehyung convivir con sus hermanos,


parecían quererlo mucho debido a su dulzura y su tacto. Los había visto
desenvolver las chucherías que Tae les había traído de su viaje y les había
visto abrazarlo como si fuese un osito de peluche. Si bien los hermanos
varones de Taehyung eran unos cuantos años menor que él, eran más altos y
se veían como unos niñitos juguetones a su alrededor; Jungkook los identificó
como Jun y Seok Min.

Por otro lado, las hermanitas de Taehyung eran más dispersas, le habían
dicho sus nombre, con una voz tan baja, que apenas le fue audible, y luego
salieron corriendo entre risas. Quizás era porque lucía un poco intimidante,
según lo que había escuchado de Jun. O quizás porque eran tímidas, según
Taehyung. Pero fuese lo que fuese, Jungkook frunció el ceño cuando las vio
pelearse por una muñeca; la niña de melena le pegó a la otra niña de trenzas
en la cabeza.

—Siempre son así —Interrumpió la señora Kim, con una sonrisa amable y
una voz profunda y suave. Sonaba casi como la voz de Taehyung. Era
tranquilizante—, ellas se pelean y luego lloran porque las separamos.

—Ya veo... —Respondió, riéndose un poco. La señora Kim le sirvió un poco


de té y él miró en dirección a Taehyung, quien entre los brazos del chico que
reconoció como Jun, se reía y le hablaba sobre algo que no lograba oír bien.
Y Jungkook comprendió porqué Taehyung era tan querendón: todos los niños
Kim parecían serlo—. Son muy hermanables, ¿no?

—Sí. Taehyung siempre ha querido mucho a sus hermanos y ellos a él, es


sólo que la relación con... —la señora Kim relamió sus labios y guardó
silencio durante un instante, su expresión de felicidad decayó un poco—.
Desde que eran muy pequeños, siempre se llevaron muy bien. Taehyung
siempre ha sido muy bueno con los niños, siempre me ayudó con ellos al
igual que Seok Jin.

— ¿Seok Jin...? —repitió, haciéndose el desentendido. Sólo quería saber la


percepción de la madre de Taehyung sobre su otro hijo.

Obviamente Jungkook lo había conocido, sólo de vista aquel día en el que fue
a pedirle disculpas a Taehyung; aún recordaba la charla que habían tenido
durante la tarde después de ese encuentro.

La señora Kim se veía un poco amargada, pero le sonrió de todas formas.

—Es mi hijo mayor. Es médico y, probablemente, por eso no le conoces —


rió—; ni siquiera nosotros hablamos tanto con él. Extraña vez nos llama,
supongo que está muy ocupado. Para él no debe ser fácil. Seok Jin, desde
muy pequeño, fue muy apegado a su padre. Mi esposo... Él siempre trató de
hacer que Seok Jin fuese el mejor en todo, porque veía potencial en él.

— ¿Y qué hay sobre Taehyung y sobre sus otros hijos...? —Jungkook no


había querido sonar descortés, pero las cosas se volvían mucho más saladas
en esta familia—. La preferencia me deja un tanto estupefacto. Lamento
decírselo, señora, pero su esposo es un tanto... egoísta.

—Lo sé, señor Jeon. Lo sé mucho mejor de lo que me gustaría... Fue bastante
difícil para mí cuando... Supongo que Taehyung le ha contado porqué decidió
transferirse a Seúl, ¿no?

—Sí.

Hubo silencio un par de segundos mientras ambos miraban la convivencia


entre los hermanos por vez que se disponían a preparar las cosas para el
almuerzo.
Taehyung ahora estaba riendo por vez que pelaba una manzana y la picaba en
pequeños trozos en un platillo para sus hermanas. Seok Min sacaba algunas
verduras y las ponía sobre la mesa mientras Jun estaba buscando algo en el
frigorífico. Pero sus ojos volvieron a seguir a Taehyung. Se veía hermoso y
fresco, se veía joven y feliz.

—Él es bueno con los niños... —Volvía a decir la madre de Taehyung, con
una sonrisa llena de complicidad que se sintió como alguna especie de déjà
vu—. Cuando tenía quince años y las niñas eran pequeñas, él siempre estaba
pendiente de ellas, siempre quería aliviar la carga y siempre estaba
preocupado de los chicos y de mí. Tiene un corazón muy puro y noble.

Jungkook lo miró y asintió. Estaba de acuerdo con eso. Taehyung era


maravilloso.

—Al parecer sí le gustan los niños...

—Le fascinan. Él será un gran padre —comentó la señora Kim, con orgullo.

Jungkook mordió sus labios para reprimir la sonrisa.

Taehyung llegó hasta ellos y se acercó para acariciar su hombro, con una
gran sonrisa.

— ¿No quieres ayudarnos con la carne?

Y, dicho aquello, se dirigió hacia ellos, disculpándose con la señora Kim con
una reverencia e incorporándose.

Este requerimiento para cocinar en conjunto le dio la oportunidad perfecta


para conocer un poco mejor a los hermanos de Taehyung, quienes en poco
estaban contándole experiencias vergonzosas sobre Taehyung, y
preguntándole sobre su vida en Londres; en qué trabajaba específicamente.

Aparentemente, Jun le había hecho una apuesta de siete años para tener un
auto como el suyo y él, claramente, había aceptado.

Los chicos eran graciosos.


Taehyung lo miraba de tanto en tanto con sus ojitos brillantes y una sonrisa
reprimida en sus labios, se veía notoriamente más contento y eso le sentó
bien. Le hacía feliz que, finalmente, el trago amargo del día anterior se
hubiese digerido.

Y una hora más tarde, cuando todos estaban en la mesa y terminando sus
comidas, Taehyung le miró por una breve fracción de segundos y un poco de
nerviosismo. Jungkook se preguntó si estaba listo para darles la noticia.

Pero entonces Taehyung se recostó tímidamente en uno de sus hombros, y


Jungkook supo que estaba listo.

—Tengo... Tenemos algo que decirles... —Dijo de repente, creando un gran


silencio con sus palabras.

Jungkook suspiró y, automáticamente, se sentó derecho; Taehyung copió su


acción y tomó su mano sobre la mesa.

— ¿Sí, cariño? ¿Qué es lo que ocurre?

Jungkook buscó la mirada de Taehyung, queriendo transmitirle seguridad y


hacerle sentirse más cómodo. Y eso pareció funcionar, porque la postura
rígida se relajó y él volvió a mirar a su madre.

—Jungkook y yo nos vamos a casar —Informó.

Jungkook vio la forma en la cual los ojos de la señora Kim se abrían


sorpresivamente mientras miraba sus manos unidas y los anillos dorados
brillando en sus dedos anulares. Luego vio la forma en la cual sus hermanos
comenzaron a sonreír.

— ¡Woah! ¿En serio te vas a casar, hyung? —preguntó Seok Min, su boca
abriéndose con sorpresa mientras intentaba taparse, aún en shock.

Taehyung se soltó de su mano suavemente y mostró su anillo con orgullo y


una sonrisita.

—Así es —dijo, el orgullo tiñó su voz con algo que hizo que el pecho de
Jungkook se inflara.
— ¡Oh, chicos, felicitaciones!

Decir que Jungkook no se sorprendía de la actitud de los hermanos de


Taehyung hubiese sido un completo eufemismo porque él lo hacía, se
sorprendía porque, al criarse ellos con un padre homofóbico, lo más probable
hubiese sido que ellos también compartieran ese pensamiento; y
aparentemente no lo hacían. Ellos realmente estaban felices por su hermano.

¿Se imaginan lo loco que hubiese sido si Heal Me hubiese sido un M-


Preg?

Por cierto, ya no falta casi nada:(


104

Las cosas estaban empezando a complicarse. O al menos era eso lo que


Taehyung pensaba.

Mientras observaba distraídamente a los vehículos transitar por el asfalto, el


peculiar sonido de un pitido le hizo despabilar y fijarse en el tablero digital
que señalaba que el autobús que iba hacia Myeong-dong estaba a punto de
pasar. Con ese pensamiento en mente, pudo caer en cuenta de que había
pasado más de media hora desde que estaba ahí: sentado en la banca del
paradero fuera del edificio en el cual trabajaba, esperando pacientemente.

Sin embargo, ya estaba atardeciendo y comenzaba a oscurecerse y, por lo


mismo, Taehyung terminaba de perder la fe en que su prometido llegase a
recogerlo. Si hubiese sido cualquier otro día, fácilmente podría haber tomado
el autobús en vez de seguir allí. Pero, específicamente hoy, no era cualquier
otro día, lo cual le causaba más molestia aún. Porque, inclusive, había sido
Jungkook quien había insistido en recogerlo para que fuesen ambos a visitar
el hermoso recinto en el cual quería que se llevase a cabo la ceremonia de su
boda; era importante porque se suponía que era ahí donde se encontrarían con
el hombre que llevaría a cabo el evento.

Taehyung no era poco empático ni malhumorado, misma razón por la cual él


sí entendía que Jungkook estuviese estresado y preocupado, que estaba
saturado de trabajo y reuniones, que estaba al borde con toda la tensión y que
probablemente lo había olvidado. De hecho, había estado experimentando esa
misma presión porque, a decir verdad, los dos estaban matándose con el
trabajo durante las últimas semanas y sólo con el fin de ahorrar tiempo, estar
totalmente disponibles los días previos a su boda en caso de cualquier
inconveniente y tener una luna de miel sin papeleo de por medio. Pero, a tan
sólo un mes del tan esperado y dichoso día, todavía tenían que resolver
algunos asuntos, planear algunas cosas y preparar otras tantas. Así que él
realmente comprendía que Jungkook lo hubiese olvidado. Pero, ciertamente,
iban en contra del reloj y eso le ponía muy mal.

Con sinceridad podía admitir que estaba muy molesto.

No obstante, comenzaba a preocuparse. Pues las reuniones de Jungkook


nunca tomaban tanto tiempo, como máximo una hora y ya estaba retrasado
por más de treinta minutos. Entonces, ¿qué había ocurrido? Taehyung evitó
pensar lo peor, por lo que, con dedos tiritones, buscó su móvil y marcó su
número con insistencia.

—Lo sentimos, la persona a la cual usted está llamando no se encuentra


disponible. Deje su mensaje en el buzón de voz si desea...

Taehyung colgó y repitió el proceso por lo menos cinco veces, hasta que la
voz programada de la contestadora le hizo frustrarse tanto, que terminó
gruñendo y dejando pasar el bus que, posiblemente, le hubiese servido para ir
hasta su oficina.

—Maldición —Murmuró entre dientes, incorporándose rápidamente y


tratando de llamar un taxi que, para su suerte, iba limitado. Taehyung se
enojó consigo mismo. Porque en serio les había costado encontrar a ese
hombre que los recibiría en el recinto y ahora, probablemente, tendrían que
buscar a otra persona para que diera paso a la ceremonia—. Carajo...

Sentándose nuevamente, decidió enviarle un mensaje de texto a Jungkook,


aunque, se sintió terriblemente mal al verlo en línea y darse cuenta de que
éste había estado ignorando sus llamadas a propósito.

«¿Pasó algo? ¿Estás bien?», escribió y presionó el botón para enviar.

«¿Debo tomar el autobús e ir casa o...?», tecleó otra vez, el “en línea”
poniéndolo nervioso.

«Estoy preocupado, ¿sigues en reunión?», una burbuja de ansiedad ascendió


por su garganta y se reventó cuando Jungkook vio los mensajes y Taehyung
se sintió, en parte, aliviado, pero, cuando esperó más de un minuto que
Jungkook le diese una respuesta, vio que el “en línea” había desaparecido y él
se había desconectado.
¿Qué demonios?

Tal vez sólo está ocupado, se dijo a sí mismo, tratando de ignorar aquella
sensación amarga en su boca. Empero, nunca había sido muy paciente, así
que volvió a escribirle.

«Al menos podrías haberme avisado. Iré a casa.»

No mentiría, se sintió dolido por muchas razones y ninguna de ellas validaba


que...

Jungkook le envió un mensaje.

«Bien.»

Taehyung sintió la boca repentinamente seca y el pecho le dolió. Una parte de


él le dijo que algo no andaba bien y la otra parte le dijo que Jungkook no
estaba bien, y ninguno de aquellos mensajes le hizo tranquilizarse. Así que,
repentinamente enojado, decidió llamar a su cuñado.

— ¿Aló? —Dijo, su voz áspera sonaba un poco fría y muy formal. De haber
sido otra ocasión, le hubiese hecho reír y burlarse un poco.

—Hola, hyung, soy yo... Tae.

Mingyu rió a través de la línea y pareció relajarse.

— ¿Sí, Tae? ¿Ocurre algo? ¿Qué necesitas?

Taehyung sintió un nudo en la base de su estómago.

—Hum, de hecho sí. Yo me preguntaba si Jungkook está contigo, yo


quisiera...

— ¿Jungkook no está contigo? —Dijo de repente, interrumpiéndolo y


haciéndolo sentirse tan mareado, que se preguntó si realmente le había
ocurrido algo malo—. ¿Tae?

—No. Quedó en venir a buscarme pero... no llegó —sintiendo su expresión


decaer, Taehyung se sintió amargo—. Pensé que estaba en una reunión
importante y que por eso me había... Y que por eso no me respondía las
llamadas o mensajes, quería recordarle que debíamos ir hacia la reservación
porque pensé que lo había olvidado pero...

—Taehyung... Jungkook salió hace dos horas del edificio.

El aire se atascó en sus pulmones por un momento y se relamió los labios con
un tic nervioso, pasmado todavía por lo que Mingyu le decía. Porque, si
Jungkook había salido hace dos horas del edificio y del trabajo, ¿a dónde
había ido? Taehyung infería que no lo había olvidado, no después de la
respuesta cortante a sus mensajes y después de que, claramente, los había
visto.

Pero entonces... ¿Por qué Jungkook lo había plantado a consciencia y no le


había avisado que no iría por él? ¿Por qué...?

Taehyung pensó que algo le había ocurrido, pensó que... Era una posibilidad,
después de todo y, aún así, no se sentía bien. Quizás había ido con algún
inversionista, quizás había surgido algo o... Taehyung no lo sabía realmente,
pero esperaba que hubiese una explicación para el tema, porque empezaba a
entrar en pánico.

— ¿Tae? ¿Estás bien? —le escuchó decir a su cuñado, sin embargo apenas
quería y podría seguir ahí después de lo que acababa de decirle—. Espera,
¿dónde estás?

—Estoy fuera del edificio en el que trabajo. Mis compañeros se fueron hace
media hora atrás y aún no pasa el bus. Ya es muy tarde y estoy solo. El
próximo bus llega en aproximadamente quince minutos.

—Bien, ¿puedes esperarme? Iré por ti, quédate tranquilo.

—Bien... Gracias, hyung.

—Está bien, voy saliendo.

Y dicho aquello la llamada finalizó, y Taehyung pensó en volver a llamar a


Jungkook... Sin embargo, consideró la idea de que quizás estaba de mal
humor por algún empresario o por alguna de sus reuniones o por algo
relacionado a la empresa o a la editorial o...

Taehyung pensó muchas explicaciones para evitar entrar en pánico ahí


mismo, porque, no es que fuese exagerado o dramático, él estaba a punto de
casarse con este hombre y estaba en todo el derecho de pedirle explicaciones
y preocuparse.

Dios sabrá lo que podría haberle ocurrido y él estaba ahí sin saber nada, con
las tripas torcidas y los nervios crispados.

Más tarde mientras seguía jugando con sus dedos y con la mirada retraída,
escuchó el sonido de la bocina del lujoso auto negro de su cuñado, tan
parecido al modelo de su propio prometido, que pensó, por una breve
fracción de segundos, que sería él.

Tonto.

Taehyung conocía mejor que nadie el fuerte temperamento de Jungkook y,


sin importar que éste fuese dulce y obediente con él y sus necesidades,
también sabía lo duro y cruel que podía llegar a ser cuando no estaba de
humor. La idea le causaba escalofríos. Digamos que se había acostumbrado a
ser un poco mimado y también a dominar ese fuerte temperamento. Entonces
cuando Jungkook se volvía a comportar como aquel idiota mandón y
petulante, Taehyung, o se calentaba como el infierno, o se molestaba también
y lo ignoraba.

— ¡Hey, Tae! —Llamó Mingyu, con el vidrio de la ventana de copiloto bajo,


sonriéndole con suavidad al llamarle a subir al auto. Taehyung le devolvió
una sonrisa chiquita y caminó a él para abrir la puerta y subirse; al cerrar y
ponerse el cinturón bajo la atenta mirada de Mingyu, se sintió pequeño—. No
estés triste, seguramente hay una explicación para esto. Así que, no pongas
esa carita de animal vagabundo.

Taehyung frunció el ceño.

—Eso no es nada sutil, hyung.


—Lo sé. ¿Comiste algo? —preguntó en cambio, poniendo en marcha el
automóvil. Taehyung le dio una mirada de obviedad y luego desinfló sus
mejillas cómicamente mientras se hundía en el asiento—. ¿Eso es una
respuesta...?

—No tengo apetito. Sólo llévame a casa, hyung.

Asintiendo, Mingyu guardó silencio y condujo por las calles con


concentración.

Taehyung pensó que Jungkook le llamaría y le diría algo, o que le enviaría un


mensaje. Sin embargo, se equivocó porque Jungkook no le contestó
absolutamente nada a parte de su muy cortante “bien” y tampoco le devolvió
las llamadas. Y fue ahí cuando Taehyung comenzó a ponerse un tanto
histérico y no aguantó la desesperación; su cuerpo comenzó a temblar y sus
respiraciones se volvieron más erráticas y dolorosas.

— ¿Tae? ¿Estás bien? —preguntó Mingyu, con el ceño fruncido mientras


bajaba la velocidad y se estacionaba en la orilla de una calle. Mingyu sabía
que Taehyung estaba nervioso, porque su hermano también lo estaba. Pero
ver a Taehyung así... Le era desconcertante y a la vez no le sentaba; si bien
Jungkook había estado en cada mal momento para Tae, él nunca había visto
un quiebre en aquel gracioso y dulce chico. Ahora se sentía un tanto
surrealista—. ¿Tae...?

Taehyung apretó sus manos temblorosas sin saber qué hacer con ellas
mientras se afligía.

— ¿Y si se arrepintió...? —cuestionó de repente, mirando a su cuñado con


desesperación triste en sus ojos húmedos—. ¿Y si él se arrepintió, hyung?

Mingyu chasqueó decaídamente y se acercó a él. Aun con el cinturón puesto,


acercó su mano hacia su rostro y le acarició la mejilla para tranquilizarlo. Eso
funcionaba con Jungkook.

—No, Tae, no... —intentó—. Quizás tuvo un mal día. Quizás incluso tuvo un
inconveniente con la reservación... No te preocupes, estoy seguro de que algo
pasó y por eso está así.
—Pero, ¿cómo está, hyung? Ni siquiera sé lo que le pasó, no sé cómo se
siente ni nada. Y no sé si está molesto conmigo, porque me está ignorando;
no respondió a mis llamadas ni a mis mensajes. Un “bien” no es una
respuesta adecuada. No, no quise pensar lo peor, pero me es inevitable.

—Tae, sabes que Jungkook te ama. No te preocupes tanto. Si algo le hubiese


ocurrido, ambos lo sabríamos ya. Así que, probablemente, haya tenido algún
inconveniente o está enojado por algo; él se ha estado matando en el trabajo
con las empresas para alivianar la carga cuando...

—Lo sé, soy un tonto... No debería preocuparme, pero aún así...

—Shh —Mingyu le dio una mirada dulce y acarició su rodilla con gentileza
—, vamos a casa y lo llamaremos y hablaremos con él, ¿bien? Todo estará
bien, Tae.

Asintiendo lentamente, Taehyung se recostó en el asiento y se regañó a sí


mismo por ser tan paranoico, pero le fue realmente ineludible. Supuso que
eran los nervios de novio, porque un mes no es mucho tiempo y su ceremonia
de boda estaba a la vuelta de la esquina. También se dijo que por lo mismo
Jungkook estaba con un humor volátil, pues el matrimonio gay en sur corea
no era legal y ellos tenían que hacer del evento algo privado e íntimo y buscar
a la persona correcta para que les guiase en la unión.

Así que, un poco más tranquilo, divagó en sus pensamientos hasta que
Mingyu se adentró en su calle y le dolió el estómago al ver que Jungkook ya
estaba en casa y no había ninguna luz encendida. Muy en su interior, pudo
adivinar que no estaba de humor. De hecho, pensó que tendría que lidiar con
él y este humor oscuro al día siguiente. Aún así, volvió a preocuparse.

— ¿Quieres que entre...? —Mingyu se estacionó fuera de casa e hizo una


mueca que le causó gracia. Sabía que él había estado tratando de
tranquilizarlo por todo este desastroso asunto de los nervios pre-boda, y
estaba agradecido por ello. Mingyu era un buen cuñado y un muy buen
hermano.

—No, está bien así... —susurró, con una sonrisita mientras se desataba del
cinturón—. Muchas gracias por todo, hyung. Te estaré llamando.
—Sí, bien. Te lo recordaré para decirte que te lo dije; no hay de qué
preocuparse.

Taehyung rió bajito y salió del auto, despidiéndose con su mano y cerrando la
puerta luego para ir directamente hacia la puerta de su casa.

Respiró profundamente cuando sacó la llave de su bolsillo y entró


cuidadosamente, cerrando la puerta de su casa y quitándose los zapatos justo
en la entrada. Se quitó el veston de oficina y caminó descalzo por el pasillo a
oscuras, desabotonándose los botones de las mangas largas que hacían que la
camisa de oficina le quedara jodidamente holgada. Se sintió extraño cuando
vio la televisión encendida en la sala; Jungkook estaba ahí.

Tembló ligeramente, acercándose con lentitud para verlo frente a la televisión


con los muslos separados y una mirada desafiante en su hermoso rostro
maduro. Tenía la mandíbula tensa y los músculos rígidos. Taehyung se quedó
unos segundos bajo el umbral entre las paredes, su peso pasándose a una
pierna mientras se cruzaba de brazos.

Estaba un poco a la defensiva.

Sin embargo, estudió a Jungkook silenciosamente. Se veía enojado, triste,


preocupado y muy cansado. Eso le alivianó un poco la psique, aunque no le
gustaba verlo así.

— ¿Te vas a quedar ahí toda la noche? —Manifestó Jungkook, sonriendo,


aún sin mirarlo. Se veía tétrico y enorme; y a Taehyung le causó un
cosquilleo en el vientre bajo. Puso los ojos en blanco y bufó, sin saber qué
responder realmente, pero sin acercársele tampoco; su cuerpo se tensó otra
vez—. ¿No vas a hablarme?

— ¿Qué quieres que te diga?

—No lo sé, tal vez que me hagas preguntas de por qué yo...

Taehyung no pensó que eso le molestaría, sin embargo sí lo hizo.

—Mañana hablaremos de eso —interrumpió.


—Quiero hablarlo ahora.

Taehyung no quería, tenía miedo, sentía ganas de vomitar y quería llorar al


pensar lo peor de la situación incluso cuando Mingyu le había dicho que no
tenía de qué preocuparse. Confiaba en Jungkook, pero aún así estaba un poco
aterrado si las cosas se echaban a perder. Así que, titubeante, se acercó más y
se sentó en el sillón del otro lado.

— ¿Qué?

Jungkook lo miró un par de segundos y luego se fregó el rostro, inclinándose,


malogrado.

—El hombre no nos va a casar y tampoco nos va a reservar el recinto —dijo


de repente. Sus palabras sonaron tan abruptas y tajantes, que Taehyung dejó
caer los hombros y sus defensas.

— ¿Ah? ¿Cómo? ¿Cómo sabes eso? ¿Hablaste con él?

—Precisamente —respondió Jungkook, algo desagradable y sombrío en su


tono de voz.

—Pero tú no fuiste por mí, tú saliste dos horas antes del…

—Fui directamente al lugar, Taehyung. Porque pensé que después de hablar


con el hombre y el dueño del lugar podría llevarte a cenar y decirte que tenía
todo solucionado.

Taehyung se enojó un poco más, porque no se había equivocado cuando


pensó que tendrían que buscar a otro hombre para la ceremonia. Porque
tendrían que hacerlo.

— ¿Y por qué pensaste que no quería ir? No conozco el lugar más que por
fotos, Jungkook-ah.

Jungkook desvió la mirada con molestia y empujó su lengua contra su


pómulo interno.

—Porque el hombre es un idiota intolerante que no nos permitirá reservar el


lugar y tampoco realizara la ceremonia de unión, Taehyung. Por eso preferí ir
yo. Porque sé que esa mierda... No quería que escucharas eso, mucho menos
cuando discutí con ellos —sujetándose la frente, elevó la voz, haciéndole
estremecerse con sus palabras duras.

Oh, por eso...

Taehyung lo entendió. Se relamió los labios y pensó durante algunos


segundos qué decir.

—Podemos buscar a otra persona para que realice la ceremonia de la boda,


podemos buscar otro lugar y ya sabes... Lo importante es no buscar otro
novio —bromeó, tratando de aligerar la tensión y sus propios sentimientos.
Quería ir a Jungkook y hacerlo sentir mejor, pero sabía que debía concederle
su espacio cuando se sentía así. Por lo que se quedó sentado en el sillón
contrario.

—Taehyung, esto es serio, por el amor de Dios… —se quejó, suspirando


cabreado.

—No, no lo es. ¿Tú realmente deseas casarte allí? Es un lugar muy bonito y
lujoso, pero, ¿tú realmente deseas que ese hombre intolerante realice nuestra
boda? —preguntó suavemente.

—Sí —contratacó, sus facciones endureciéndose cuando lo enfrentó—,


deseaba que nuestra boda fuese algo memorable, en un lugar decente y que
fuese lo más cercano a lo que... deseábamos tener, como cualquier otra
pareja.

—Jungkook...

—No. ¿Qué caso tiene? No tenemos sacerdote ni pastor, no tenemos un


ministro, no es legal... ¿Qué jodido caso tiene, Taehyung? Ahora no tenemos
un lugar reservado ni alguien que nos una. ¡No tenemos nada! ¿Y sabes por
qué? ¡Porque somos dos hombres que se aman! Carajo, estoy tan molesto...
—dijo, cubriéndose la cara con sus manos venosas. Taehyung divisó sus ojos
rojos y se mordió el labio con fuerzas—. Yo quería que esto fuese especial.
Taehyung se incorporó del sillón y se sentó junto a Jungkook, acariciando su
espalda con sus dedos de forma mansa. Era peor de lo que creía.

—Oye, Jungkookie, no necesitamos un sacerdote ni un pastor ni un jodido


ministro, ni siquiera necesitamos un lugar, mucho menos a ese estúpido
hombre —dijo, besando su hombro—. Si nos amamos, nuestra boda tendrá
todo lo que otras parejas que se aman tienen: un vínculo, una conexión,
respeto, amor puro y... será real. Nuestra boda no necesita adherirse al
prototipo de boda que todos tienen. Podemos casarnos en nuestro hogar y
créeme que será mejor que cualquier reciento privado u iglesia...

Jungkook cerró sus ojos apretadamente y algunas lágrimas se deslizaron por


sus mejillas magras de forma apagada. Taehyung sintió que se le rompía el
corazón.

—Jungkook, bebé, podemos casarnos ahora mismo y puedo yo decir cuánto


te amo y jurarte (ante tu presencia) que estaré contigo en las buenas y en las
malas, y en la riqueza y la pobreza o en la salud y la enfermedad... Diré lo
que quieras, pero no tires la toalla por esto... Esto es...

—Pero, Tae... —dijo, dejándose caer contra su pecho, interrumpiéndolo con


un llanto amargo.

—No todos van a entender nuestro compromiso, mi amor... —susurró en su


oreja, suavecito y bajito, dejándolo respirar su aliento cálido y su llanto triste
en su hombro mientras lo abrazaba e intentaba calmarlo—. No lo entenderá
ese hombre intolerante, ni el dueño del recinto, no lo entenderá mi padre ni...
No importa, ¿sabes? —rió—. Porque yo entiendo mi amor por ti, sé que tú
entiendes tu amor por mí y sé que nuestros amigos y familia también lo
hacen. Así que no está mal. Está muy bien, de hecho. Porque mientras ellos
estén presentes, mientras tú estés a mi lado, en frente de mí, todo estará
perfectamente bien.

Jungkook suspiró hondo y se dejó caer sobre Taehyung, mientras éste se


recostaba contra el brazo del sillón. —Nos casaremos...

—Lo haremos sin duda alguna —respondió, jugando con algunos mechones
de su cabello.
— ¿Y cómo...? —levantó su mirada, con sus ojos hinchados mientras
Taehyung despejaba su rostro y limpiaba sus lágrimas con cariño,
sonriéndole con tanto amor, que Jungkook sintió que el corazón le dolía. Él
no se imaginaba un mundo sin su TaeTae.

—Mira, tu hermano siempre puede ser nuestro pastor personal y nuestros


amigos siempre pueden ser nuestros caballeros de honor. Vendrá mi mamá y
mis hermanos y estoy seguro de que tu tía también vendrá con el señor Jung.
Podemos casarnos en el patio de nuestra casa o rentar cualquier otro lugar,
incluso podemos casarnos en el campo o en la playa —dijo, riendo mientras
Jungkook lo miraba con ojitos de enamorado y de adoración. Se veía ahora
mucho más tranquilo y relajado. Se veía seguro y confiado.

— ¿Quieres que mi hermano nos una? —cuestionó, riéndose.

—Sí. ¿Tú no? —preguntó, con falsa sorpresa—. Mingyu supo sobre nuestra
historia de amor desde el día uno, sería bueno que él dijese algo bonito sobre
nuestra amorosa relación.

—Al principio no fue tan así, era un idiota.

—Aún lo sigues siendo a veces, pero mucho menos, bebé... —le tranquilizó
Taehyung—. Eres mi idiota y eres hermoso, así que ya no llores —besando
sus mejillas mojadas, Taehyung dejó que todo el peso de Jungkook le cayera
encima, aplastándolo un poco. Pero eso no importaba.

Porque lo que realmente importaba era que ambos estarían uniendo sus almas
y como seres humanos se comprometerían con lealtad y amor puro, profundo
y sincero hacia el otro.

Bueno, no se alarmen, que ya no hay más drama. Este capítulo es el


penúltimo capítulo de Heal Me :')
105

Jungkook observó con fascinación la manera en la cual el viento movió las


hebras del cabello castaño ceniza de Taehyung, quien —con los ojos cerrados
— inhalaba profundamente y, con una gran sonrisa en sus bonitos labios
mientras se relajaba, entrelazó sus dedos con suavidad.

—Soy feliz —Le escuchó decir. Sus ojos de miel desbordándose en aquella
peculiar emoción de la cual le hablaba, con una mezcla de cariño y cierta
nostalgia. Finalmente.

Frente a ellos, el mar se mostraba imperioso y enorme. Las olas rompían


contra los roqueríos y llegaban hasta las costas con una armonía casi irreal.
Pues, el olor salado y fresco que traía la marea era majestuosamente
tranquilizante: sus pies fundidos en la arena cálida por el calor de los rayos de
sol contrastaban con la sensación fría del agua mojándoles, apenas, los
dedos.

Jungkook sonrió.

—Si así es cómo se siente la felicidad, también lo soy.

Ambos compartieron una íntima mirada de vulnerabilidad y dicha antes de


que sus hombros se rozaran con suavidad y la cabeza de Taehyung cayera
dulcemente contra su hombro. Ellos sabían la respuesta al leer entre líneas,
porque por fin los dos eran felices.

A tan sólo tres días de su boda, habían decidido visitar la playa de Naksan y
disfrutar del día juntos. Porque Jungkook era bastante anticuado y creía que
estar separados hasta el día de la boda aumentaría la tensión y sumaría la
entrañable distancia para su luna de miel. Decía estar acumulando energías y
Taehyung pensaba que eso era adorable y que, probablemente, ellos no
saldrían de su habitación de hotel una vez llegaran a Hawái. Él simplemente
lo presentía, y Jungkook no podía negar que eso le hacía ilusión.

Todo estaba listo, sólo faltaba llevar a cabo la ceremonia y ellos serían
oficialmente esposos y estarían dando un paso más adelante para formar su
vida juntos, su propia familia. Inclusive si ambos tenían sus anillos en
aquella caja azul marino de terciopelo, que Jungkook le había sugerido
después de pensar que tendría que volver a ponérselo en la boda, se sentía
como una mera formalidad; con o sin anillo, ambos se pertenecían
mutuamente y esa era la mejor parte.

Sólo... Era increíblemente maravilloso.

La vida se sentía ser como una película; cada día era diferente y cada día
había algo especial, pequeños detalles que hacían una gran diferencia. Desde
el café caliente en las mañanas o el pan tostado con mermelada de frutillas y
mantequilla, hasta los bostezos matutinos contra la piel de su espalda. Él
sentía que cada sonrisa cuadrada era significativamente necesaria para
comenzar su semana con el pie derecho y no descartaba las discusiones y el
silencio, porque cada encuentro de oposición no duraba más que un par de
horas o un día; y no negaría que el sexo de reconciliación era una de sus
actividades favoritas.

Aún le resultaba algo surrealista el hecho de que, después de haberse negado


durante tantos años a la idea de que esto le sucediera, realmente estuviese
casándose, totalmente enamorado y dispuesto a crecer con su pareja en todo
el ámbito de la palabra; preparado para asumir las responsabilidades de un
matrimonio y lo que conllevaría formar su propia familia.

Carajo, el impacto emocional todavía le resultaba ser algo significativo.

Sus amigos felicitaban su compromiso y su hermano se enorgullecía de su


crecimiento, pero lo que más le gustaba era haber concebido un nivel de
madurez psicológica y sentimental un más superior de lo que fue antes de
conocer a Taehyung. Porque cada situación que le hubo llevado al quiebre
ameritó estar un paso más cerca de la sanación de su persona, por lo que
agradecía haberlo conocido y haberle hecho abrir los ojos para ver en su
interior; tomar la iniciativa de asistir a terapia y expandir los horizontes de su
mente le llevó a comprenderse a sí mismo y a entender el acertijo a resolver
para desbloquear cada trauma y desinfectar todas las heridas que debía dejar
sanar naturalmente.

Jungkook agradecía todo lo que fue, todo lo que es hoy en día y todo lo que
sería en el futuro.

Volvía a amar con efervescencia la idea del amor en sus diferentes


perspectivas. Volvía a ser consciente de cuánto le gustaba sentir las hormonas
a flor de piel debido a la excitación de la sensación causada por el afecto y la
impresión. Jungkook volvía a amar el recuerdo de lo que fue su familia; de su
padre y de su madre. Jungkook reconoció el pasado como los pasos del
sendero de su destino y, aunque todavía sentía cierto rechazo hacia las
personas que dejó entrar en su vida para causar un asolador caos, superó el
infortunio y decidió seguir adelante. Porque la vida de eso se trataba: de
superar obstáculos, conseguir un punto de equilibrio y, lo mejor, seguir
adelante.

Y no había mejor forma de conseguir avanzar que ir a través de los años con
su compañero de vida. Con Taehyung. No había mejor forma de adquirir
nuevas experiencias, de conocer nuevos lugares y de pensar en nuevas metas
y en nuevas propuestas... Siempre y cuando en cada una de éstas estuviese
incluido su esposo Taehyung y, prontamente, su familia.

Y si bien él había crecido personalmente, responsabilizándose de la editorial


y, junto con su hermano, haciéndose cargo de las empresas Jeon, Taehyung
también lo había hecho y estaba muy orgulloso de ello. Hace tan sólo un par
de semanas atrás, cuando Taehyung se armó en valentía para contarle que
había sido promovido y que sus largas tareas de investigación (en el sector
público y organizador) habían culminado en un pronto ascenso para ser parte
de un importante medio de comunicación que le permitiría realizar guiones
para televisión y reportajes, él sintió la felicidad externa interiorizarse bajo su
piel con tanta facilidad, que las felicitaciones terminaron en besos y desnudez
sobre el comedor.

Así que, ambos estaban ansiosos y expectantes al estar a tan sólo un paso de
la nueva etapa en sus vidas. Porque, después de la tormenta, el sol siempre
brillaría. Y ellos sabían que, a pesar de todo, de sus temperamentos y
discusiones y el silencio, siempre estarían ahí para el otro, cubriéndose las
espaldas y protegiéndose. Porque, afortunadamente, en los brazos del otro
habían encontrado aquel amor que tanto habían esperado encontrar; y de una
manera muy peculiar, de hecho.

¿Quién hubiese pensado que el desagradable maestro Jeon se terminaría


enamorando de su patoso y animoso alumno Kim? ¿Quién se hubiese
esperado que se terminaría casando con éste? Era ciertamente surrealista. En
serio. Cuando lo pensaba a profundidad, se sorprendía.

— ¿Qué es lo que piensas tanto? —Preguntó Taehyung, masajeando su ceño


fruncido y riendo debido a la expresión concentrada en su rostro mientras
veía el sol ahondarse en el espejismo del mar con sus reflejos cálidos—. No
me gusta cuando frunces tanto el ceño, te ves enojado.

Relajándose, soltó una risa nasal y afirmó a Taehyung por las caderas para
acercarlo un poco más y besar cariñosamente su sien.

—No estoy enojado, sólo estaba pensando... —Consiguió decir, cerrando sus
ojos un instante para disfrutar de la cercanía, el calor emanando del cuerpo
ajeno y el exquisito aroma suave a té y lavanda, con un toque ligero de
almizcle. Olía tan bien, que él se encontró suspirando con satisfacción—.
Estaba reflexionando sobre esto —confesó en un susurro.

— ¿Sobre esto?

Sus dedos presionaron con fuerza medida bajo la camisa de Taehyung, en la


tersa piel de sus caderas y masajeó con la yema de sus falanges hasta robarle
un suspiro.

—En cómo el desagradable, frívolo y pendejo maestro Jeon terminó


proponiéndose ante su torpe asistente y alumno Kim.

Casi pudo adivinar el intenso rubor en las mejillas de Taehyung, tan


adorable. Por lo mismo, se aseguró de mirarlo directamente a los ojos para
entablar una conversación más privada.

—Sé que era así como me percibías al principio —volvió a decir, ocupando
esa arrogancia a su favor—, ¿quién se imaginaría que terminarías todo
baboso por mí?

Taehyung trató de reprimir una sonrisita.

—Según mi perspectiva de los hechos, es al revés: tú estás babeando por mí,


Jeon.

Azotando su mano contra el esponjoso trasero, lo desafió con una mirada


dominante; no fue ajeno al estremecimiento que causó su acción. Taehyung
se relamió los labios y los mordió ligeramente. Pero Jungkook no dejó de
mirarlo a los ojos, a él le gustaba intensificar aquello; la anticipación
volviéndose tortuosa.

—Lo hago, Kim. Siempre he babeado por usted, y espero que lo tenga claro.

Taehyung pareció derretirse en sus brazos y él rió por eso. Amaba que fuese
tan suyo.

Y la tarde se fue en minutos de charlas sobre cómo se conocieron hasta cómo


sería la boda y si Mingyu tendría sus palabras pensadas para la ceremonia, ya
que él sería su “pastor”, lo que aún era un tanto cómico para Jungkook.

Sin embargo, estaba feliz de tenerlo. Su hermano era un gran apoyo para él,
lo había sostenido cuando estaba cayendo y lo ayudó cuando se sintió en su
punto de no retorno, se parecía cada vez más a su padre y lo amaba. Mingyu
era mejor hermano, mejor compañero, mejor amigo y mejor en todo ámbito,
inclusive para Taehyung.

Estaba feliz de que su hermano quisiera formar parte de sus vidas de una
forma u otra.

También estaba feliz porque vendrían su tía y su tío directamente del Reino
Unido, y porque sus familias se conocerían y eso le hacía ilusión. Además de
que Jungkook empezaba a tener un sentimiento fuerte en el pecho de amor
desbordante que le dictaba desear una familia unida, y quería tener muchos
hijos con Taehyung...

No habían hablado de eso aún, pero Jungkook quería hacérselo saber en la


luna de miel. Claro que sabía que tomaría un par de años para que Taehyung
estuviese listo, aunque eso dependería. Y si Taehyung quería un bebé en
meses, Jungkook movería continentes si era necesario.

Así que, los días siguientes, en medio del ajetreo, el nerviosismo y la


preocupación, Jungkook y Taehyung se prepararon para su boda y sólo
hablaron por video llamada y llamadas, y todo por el pensamiento anticuado
de Jungkook, que decía que si se veían antes sería mala suerte y él sólo quería
mucha dicha y prosperidad para su matrimonio.

Por otro lado, Mingyu y Namjoon se habían encargado de encontrar el lugar


perfecto para el día de su boda. Obviamente, ellos les habían acompañado a
visitar el lugar que ambos amigos habían propuesto, y se habían decidido por
aceptar.

Su boda sería al aire libre, en un recinto privado lo suficientemente grande


para que estuviesen todos sus invitados. También era algo lujoso, porque
Mingyu no soportó la idea de Taehyung y realizarlo en el campo o en el patio
de su casa sólo con sus familiares y amigos, el tipo realmente había
enloquecido acusándolo de ser demasiado conformista; —claramente, como
broma.

Entonces ambos habían terminado por aceptar y había sido una buena idea,
de hecho. Porque el lugar tenía un muy buen servicio; les sería entregado
hasta un poco más de la media noche e incluso incluía un cóctel. Y Taehyung
había estado de acuerdo con Mingyu; era perfecto.

Asimismo, todo estaba preparado, todo estaba en orden, todo era como debía
ser. Sólo faltaba que dijesen “acepto” y estarían oficialmente casados.
Taehyung todavía estaba un poco, muy conmocionado. Y Jungkook no era
ajeno; los dos habían estado casi llorando de la emoción una noche antes del
esperado día.

—Debes dormir bien —Le había dicho a Taehyung, reprimiendo una sonrisa
masculina y tan madura, que vio el deseo en los ojos del chico a través de la
pantalla; Taehyung estaba en su casa y Jungkook había aceptado quedarse
con Mingyu—, no me mires así. Sabes que tengo razón.
—Pero no quiero... —Debatió Taehyung, abultando sus labios en un puchero.
Mueca mimada que sería su perdición; él no podía negarse a nada cuando
veía esa bonita boquita formar un consentido mohín—. Yo sólo... desearía
que estuvieres aquí conmigo, en nuestra cama...

Tensado la mandíbula y empujando su lengua contra el interior de su pómulo,


Jungkook pudo saber lo que su chico intentaba hacer y no estaba seguro de
querer hacerlo. Él se había dicho a sí mismo que estaba reservando energía
para la luna de miel, pero apenas y podía resistir.

—Tae —advirtió—, ya te dije: mañana tendrás sueño. Además, supongo que


sabes que...

—La ceremonia durara un par de horas y luego tendremos nuestro tiempo a


solas sólo para asegurarnos de no olvidar nada antes de tomar nuestro vuelo
—repitió, rodando los ojos con una expresión de obviedad.

—Exacto —felicitó, un poco más divertido.

—Si tú no quieres hacerlo, está bien. Siempre puedes observarme mientras lo


hago... —dijo, relamiéndose los labios—, no puedes detenerme.

Sus músculos se tensaron y se apretaron con rigidez. Joder.

—Si te atreves a hacer algo e incluso por desafiarme...

— ¿Qué? ¿Qué es lo que vas a hacerme...? —preguntó con un deje de


inocencia. Jungkook sabía que estaba jugando con él. Taehyung estaba
sumando tensión y agregándole picante a la situación de abstinencia. Lo
hacía muy bien, de hecho. Porque lo había estado haciendo, ingeniosamente,
desde la semana pasada.

Jungkook se recostó contra las almohadas y pasó uno de sus brazos por detrás
de su cabeza, respirando una inhalación antes de mirar fijamente a Taehyung,
quien, sospechosamente, se hundía muy cómodamente entre las almohadas.

—Si me desobedeces, te amarraré contra la cama y te follaré tan lentamente,


que rogaras por venirte. Pero no te dejaré, voy a jugar contigo de la misma
forma en la que tú lo estás haciendo conmigo, bebé —susurró roncamente, su
voz volviéndose áspera al notar los ojos brillosos y los labios húmedos
mientras Taehyung se fregaba contra el colchón. Carajo, él realmente lo
estaba haciendo—. Cuando estemos ahí, cuando estemos allí, en serio... te
voy a coger como nunca antes lo he hecho.

Taehyung sonrió contra la funda de la almohada y se dejó caer laciamente.

—Eso es todo lo que quiero, así que... espero ser oficialmente tu esposo para
que tomes toda mi virtud como se te plazca.

—Lo haré, pastelito. Lo haré.

Y dicho aquello, tras tiernas palabras y charla suave, la llamada culminó y


ambos quedaron, aparte de emocionales, mirando el techo de la habitación en
la que se encontraban con una gran sonrisa en sus rostros y el corazón
latiéndoles fuertemente contra el pecho.

Sincronizados.

Entonces, al día siguiente, con los nervios crispados y la ansiedad previa


burbujeándoles en las entrañas, ambos se prepararon para terminar lo que
habían comenzado, para, finalmente, unirse y ser uno; no tan sólo física o
psicológicamente, sino en sociedad.

Porque los dos pensaban que era ciertamente romántico que se les
considerara como los Jeon.

A Jungkook, sinceramente, no le molestó la idea de que los hubiesen


llamados por el apellido Kim. Pero Taehyung había insistido en que él quería
ser suyo y ser un Jeon, y que consentía la firma en el papel para pasar a ser
parte de su consanguinidad. Y no podía negar que aquellas palabras le habían
acelerado el pulso, porque sí lo habían hecho; habían causado una reacción
impresionantemente afectuosa en él.

Cada día se enamoraba mucho más de su hermoso TaeTae. Se enamoraba de


él al verlo reír mientras veía sus programas de embarazos juveniles o los
aburridos documentales históricos que tanto le gustaban durante los viernes
nocturnos. O cuando le pedía abrazarlo y apretarlo porque había visto una
película de terror y no tenía miedo, pero decía necesitar compensar su estado
anímico. Le gustaba quererlo cuando lo veía cocinarle lo que él quisiera
comer con tanto cariño, que sus comidas quedaban sabrosas. O cuando
abrazaba su espalda y se dormía haciéndole cucharita. Adoraba ver sus pies
descalzos y torpes moviéndose por su hogar, pero amó mucho más verlo
adaptarse a él con tanta naturalidad, que podía asegurar conocerlo tan bien
como él se conocía a sí mismo y al revés; su adorable TaeTae podría
desnudarlo con tan sólo una mirada.

Porque Jungkook conocía a Taehyung. Él realmente lo hacía. Después de


todo el tiempo que hubo transcurrido, sabía cuántos lunares tenía y dónde era
que se encontraban repartidos los más íntimos y besables. Después de tanto
tiempo, sabía cómo tocarlo para derretir, cual miel en fuego lento, la
menudez de su cuerpo tierno. Asimismo, también sabía qué cosas podrían
sacar lo peor y lo mejor de él. Sabía cada detalle, por más ínfimo que fuese,
de su persona y de sus atributos. Jungkook sabía cuáles eran sus metas y sus
proyecciones. Sabía lo que para él era importante y lo que disfrutaba. Y
Taehyung lo conocía a él tan bien también, como era seguro que las palabras
eran vanas y con una sola mirada sabría leer qué era lo que le ocurría o cómo
estaba y cómo se sentía; Taehyung lo arropaba contra su pecho y le susurraba
melodías dulces al oído, lo confortaba con palabras dulces y lo animaba
efusivamente por cada triunfo, también escuchaba sus monólogos y lo
calmaba con sus palabras adecuadas y tan comedidas, lo calmaba con su
aroma y con sus abrazos necesarios, tan correcto que Jungkook sabía que era
él lo que quería por el resto de su vida; a Taehyung.

Y definitivamente no se arrepentía de nada y, por aterrador o intenso que se


oyera, él no sería capaz de cambiar ni un día de los que hubieron compartido
en el inicio; no cambiaría nada.

Absolutamente nada.

Así que, inhalando hondamente, miró su reflejo en el espejo de cuerpo


completo y sonrió.

Se iba a casar.
Realmente él se iba a casar.

Se casaría con el amor de su vida.

Y eso le hacía ser sumamente afortunado.

Porque después de todo el dolor y el esfuerzo, ahora tenía su mejor


recompensa.

Él era y sería feliz con el hombre que amaba, y eso valía todo lo que se
considera invaluable en el mundo. Porque estaba ahí el secreto: se habían roto
para poder reconstruirse y mejorar, procesar los momentos y la vida desde
otra perspectiva y sanarse con amor y dedicación. Y, ahora, esto estaba
siendo parte del final feliz que siempre quiso tener, del final feliz que deseó
siempre; las cosas habían seguido su curso, quizás Taehyung no volvería a
hablar con su papá o quizás sí, y tal vez no volvería a tener contacto con su
hermano Seok Jin o tal vez sí, no lo sabían, pero no habían falsas utopías,
sólo era la vida, pero la mejor que podrían tener. Porque este final feliz era
uno real para ellos, Jungkook lo sabía. Tenía todo lo que deseó y todo lo que
querría siempre, lo que al final del día siempre sería necesario: Taehyung, sus
brazos y, muy probablemente, unos dos o tres niños llamándolo “papá”.

Eso era lo que él añoraba.

Y cuando vio a Taehyung colarse, silenciosamente, en la habitación, una


sonrisita se coló de sus labios.

—Bebé, ya te extraño muchísimo, quiero ir contigo a nuestro “altar” —


Informó, corriendo a sus brazos con emoción y cierto dramatismo. Se veía
precioso con su cabello castaño ceniza lacio y perfectamente peinado, y sus
labios afelpados con algo de bálsamo transparente. Todo era ligero y sutil, se
veía como su TaeTae, pero más hermoso que nunca con su traje de dos piezas
negro—. ¿Me llevaras?

Jungkook se volteó lentamente y lo recibió con un abrazo apretado,


sonriéndole abiertamente y acariciando su mejilla izquierda con cariño,
presionando su mano cálida y su dedo pulgar en el centro de su labio inferior.
—Te llevaré de la mano entonces.

Taehyung, si era posible, le devolvió una sonrisa con los ojitos afectuosos.
Sus pestañas tupidas y largas rozaron sus pómulos y le coqueteó
descaradamente, su expresión volviéndose mucho más bonita y pícara.

—Te ves jodidamente apuesto, Jungkookie.

—Y tú te ves jodidamente hermoso, Taehyungie.

Ambos compartieron una risita y Jungkook volvió a acercarse lentamente a


sus labios.

— ¿Puedo besar al novio?

—Sí —Susurró Taehyung, bajito, cerrando los ojos instantáneamente cuando


sus labios por fin se rozaron; Jungkook lamió sus belfos con hambre,
reteniéndose de profundizar porque, bueno, tenían una infinidad de besos por
compartir de ahora en adelante—, mm... No seas tacaño... —reclamó,
sujetando su mandíbula con sus manos grandes, tan finas y suaves...

Jungkook mordió su labio, pidiéndole permiso implícito para ahondar dentro


de su boca.

Sin embargo, Mingyu entró casi en pánico.

— ¡¿Qué debo decir?! —Dijo, haciéndoles sobresaltarse de repente y mirarlo


en su dirección en el umbral de la puerta—. No preparé nada, no sé qué decir
y no quiero arruinar su día, ay, dios... ¿Me perdonaran si la cago?

Jungkook respiró profundamente, dejando que Taehyung se separara con el


ceño fruncido.

—Hyung —le dijo—, está bien. La idea es que digas algo que realmente
piensas, ¿no? Quiero que seas sincero, así que está bien sea lo que sea
mientras no expongas nuestros momentos más...

—Pero, Taehyung, no es justo que sea el único que les haya...


— ¿Visto o escuchado? —preguntó su hermano, Jun, apareciendo detrás de
Mingyu, con una sonrisa divertida. Taehyung se puso rojo y Jungkook se
sintió chistoso al recordar de lo que su hermano hablaba—. Vi la escena en
primera fila, señor...

Pues, resultaba ser que la familia de Taehyung había llegado hace unos días
atrás y se habían estado quedando en su casa. Por lo mismo, Jungkook, antes
de decidir quedarse con Mingyu hasta el día de la boda, había tenido su
momento privado e íntimo con Taehyung. Ellos habían sido, aparentemente,
un poco obvios. Porque se habían encerrado en el cuarto de baño y, claro,
que habían sido un tanto parsimoniosos; Jungkook aún recordaba las
contorsiones del cuerpo ajeno contra el suyo mientras lo tomaba
desesperadamente y recordaba lo quejumbroso que había sido Taehyung.
Bueno, todo había sido muy caliente y divertido hasta que la puerta del baño
se abrió, porque ninguno respondió cuando tocaron dos veces, y vieron a Jun.

Pobre chico.

— ¿Tú crees que yo no los he escuchado? —corroboró Mingyu, con una


mueca—. Desde que fue su asistente, pequeño.

Jun se ruborizó un poco y Taehyung no se lo perdió y encorvó una ceja,


tomando del brazo a su hermano y sacándolo de la habitación.

—Te espero en la sala, mi amor. Tranquiliza a tu hermano primero. Está


entrando en pánico... —dijo antes de salir, su hermano podía ser más alto
pero por centímetros y habían niveles—. Tú y yo hablaremos después de la
ceremonia.

— ¿Por qué? —se quejó Jun, haciendo un puchero—. No te enojes el día de


tu boda, tienes que brillar...

—Mingyu es mucho mayor que tú, Jun. —Advirtió.

—Tú y Jeon se llevan por nueve años.

Taehyung no creyó lo que estaba escuchando.


—Tú y el Jeon mayor se llevan por casi quince años, niño —contraatacó—.
Eres muy joven aún y Mingyu es heterosexual, y tú también...

Espera.

—La novia de Seok Min tiene tres años más que él... Y los primeros novios
sólo sirven para la experiencia.

— ¿Seok Min tiene novia?

—No se lo digas a nadie. Es un secreto... Y además, el señor Jeon es muy


caballero y lindo.

Aparentemente su padre había sido castigado por sus propias palabras. Seok
Jin, Taehyung y ahora Jun... Santo Dios, su pequeño Jun... Era tan pequeño,
no podía gustarle Mingyu...

—Óyeme cuando te digo que está bien que te guste lo que sea que te guste,
pero el hermano de mi esposo no... Es demasiado mayor para ti y tú lo has
dicho: necesitas experiencia. No hay nada malo en eso, pero... No quiero que
salgas dañado.

Jun hizo una mueca triste y luego volvió a sonreír.

—Sólo pensé que era lindo, nada más, hyung.

—Sí, eso espero.

Y dicho aquello, ambos bajaron por las escaleras y Taehyung dirigió a Jun al
auto de Yoongi, quien se había ofrecido a llevar a su familia en su nueva
camioneta. Taehyung lo adoraba.

— ¡Mírate, novio! Te ves, wow, estupendo.

Taehyung rió, viendo a su hermano sentarse en el asiento trasero junto a Seok


Min. Las niñas irían con Jungkook y él en su auto, y su madre…

—Gracias, hyung... Te ves guapo tú, de hecho... Pero, ¿dónde está mi mamá?
—Por ahí —respondió Seok Min, asomándose por entre los asientos.

—Excelente respuesta, hermano, muchas gracias.

Minutos después finalmente estaban en camino al lugar. Los nervios


acrecentándose por cada segundo que transcurría en el reloj y el corazón
latiendo de forma errática contra su pecho y un poco de cosquilleo en las
entrañas al pensar que realmente nunca había pensado que podía llegar a
sentirse así de ansioso por estar ahí y decir “acepto”.

Por lo mismo, cuando llegaron y Jungkook y él volvieron a encontrarse en un


cuarto apartado, se sintió aún más consciente de la situación y sintió que le
sudaban las manos.

Por un hueco de la ventana, logró ver que el patio de ceremonia estaba lleno
por sus invitados y familiares. La decoración era simple y anticuada, muy
fina y... Era totalmente del estilo de Jungkook, quien, abrazándolo por la
cintura, se veía exquisito en su traje y beetle negro, que contrastaba
deliciosamente con su piel pálida. El vestuario lo abrazaba como un guante y
le hacía verse proporcionalmente muy bien construido: grande, alto y
musculoso.

Taehyung, quien era de la misma estatura que Jungkook, e incluso podría


decir que por un centímetro era más grande, se veía diminuto a su lado.
Taehyung pensó que podría quebrarse entre sus brazos y pensó que lo quería
sobre él lo antes posible, y lo quería con su anillo.

—Ya casi no puedo esperar... Espero que Mingyu...

—Ya está ahí, ya está ahí... —repitió, relamiéndose los labios—.


¿Deberíamos bajar ya?

Jungkook besó su mejilla y asintió.

Taehyung apretó sus puños y se sintió endeble. Tuvo que respirar


profundamente dos veces.

—Dame tu mano —le pidió Jungkook, y él aceptó.


Bien, ellos se iban a casar.

Ya era hora.

Caminaron lentamente fuera del cuarto y salieron de la casona, saliendo al


patio de ceremonia y yendo por el sendero con sus manos agarradas y
apretadas. Taehyung se apegó más al brazo de Jungkook, mirando a los
amigos empresarios de los Jeon, a sus amigos personales, a sus negociantes y
a sus familiares. Todos sonreían con dulzura y emoción. Mingyu se veía bien
y no se veía tan nervioso ahora, se veía más relajado, esperándoles; y
Taehyung quiso reír, pero no se rió.

Habían flores blancas, pequeñas flores amarillas y rosadas, algunos pétalos


por ahí de forma natural en el pasto verdoso que podía ver de todas formas a
pesar de la hora tardía.

Este es sólo el inicio, pensó. Pero, cuando Jungkook y él llegaron hasta el


pedestal donde se encontraba Mingyu y tuvieron que pararse uno frente al
otro, sintió que podría caer; Namjoon se acercó con la cajita azul marino de
terciopelo en la cual habían depositado sus anillos hace una semana atrás;
ahora esos anillos volverían a donde pertenecían.

—Bueno, damas y caballeros —Empezó Mingyu, ocupando su voz de


empresario con una bonita sonrisa formal—, estamos aquí para ser partícipes
de la unión matrimonial de nuestro querido Jungkook y nuestro adorado
Taehyung. Me es un honor realmente dedicar estas palabras para mi hermano
y para mi cuñado, quienes se merecen totalmente la felicidad y la compañía
mutua por el resto de sus días; para compartir la vida, la dicha y el amor —
confesó, haciendo sonreír a Jungkook y, a la vez, robándole a él una sonrisita
también—. Así que, este día celebramos el amor, la lealtad y la magia de unir
en matrimonio a dos increíbles y excepcionales seres humanos; a dos grandes
hombres. Así que, unan sus manos y repitan después de mí.

Jungkook le pidió sus manos implícitamente y con suavidad, mirándolo a los


ojos fijamente con una hermosa sonrisa en sus labios.

—Yo, Jeon Jungkook, te tomo a ti, Kim Taehyung como mi esposo para bien
o para mal.
—Yo, Kim Taehyung, te tomo a ti, Jeon Jungkook, como mi esposo en las
riquezas y en las pobrezas.

—En la salud y en la enfermedad...

—Para compartir y pasar el resto de mis días contigo.

—Te amo —dijo Jungkook, mirándolo con aquella vulnerabilidad que


siempre le erizaba la piel y le hacía estremecerse.

—Te amo —le respondió con dulzura, sin dejar de mirarlo a los ojos; porque
en ese instante sólo eran ellos dos. Este era su momento. Aquí empezaba su
matrimonio, su nueva vida, su familia.

—Y ahora, por el poder que me han concebido muy sabiamente los novios,
yo les declaro... —Mingyu dijo, relamiéndose los labios, dubitativo—.
Esposo y esposo.

Riéndose ligeramente, Namjoon se acercó más y abrió la cajita frente a ellos,


guiñándoles al escuchar cómo todos aplaudían y murmuraban felicitaciones.

Taehyung tomó un anillo y se lo colocó cuidadosamente a su esposo, y su


esposo Jungkook hizo lo mismo al colocarle su anillo oficialmente.

Entonces, esperando con ansiedad que Mingyu dijese algo más y terminara,
movió sus piernas de manera divertida e inquieta, y Jungkook le sonrió como
un bobo.

—Ya pueden besarse.

— ¡Ya era hora!

Y, sin duda alguna, la propuesta de matrimonio había un salto de fe definitivo


que Jungkook y Taehyung se encargarían de hacer valer preciadamente hasta
el final de sus días. Y, claro, como de costumbre, mientras se besaban, el
mundo que los rodeaba desapareció y sólo fueron Jungkook y Taehyung, y
ellos eran todo lo que importaba.

Sólo él. Sólo ellos. Para siempre.


[ Fin ]

Si les digo que no quiero llorar, les estaría mintiendo descaradamente


porque siento una presión en el pecho enorme y tengo los ojos
lagrimeando porque soy bien emocional :')

Bueno, gracias por ser parte de esto. Por cada voto, por cada
comentario, por cada opinión, idea, teoría, por sus palabras que me
alentaron a seguir y culminar esto. Fue un gran viaje hasta aquí y les
agradezco su estadía. Casi dos años ya desde que me están leyendo y
soportando mis actualizaciones lentas, perdón por eso (espero que haya
valido la pena). Así que, voy a llorar un ratito para asimilar que he
terminado Heal Me, y que les amo un montón por apoyarme y seguir la
historia conmigo.

¡Muchísimas gracias, nubecitas, pastelitos, solcitos! ❤

Nos estaremos leyendo en el epílogo y en un extra, jeje...


Epílogo

Existía algo de lo cual Kim Taehyung tenía una certeza absoluta, existía ese
algo que le hacía sentirse completamente seguro de que conocía cada parte,
por más ínfima que fuese, del hombre que dormía a su lado y al cual podía
llamar como suyo, porque lo era; su esposo.

Existía algo que Taehyung no sabía si llamar destino o casualidad o


coincidencia, pero aquel sentimiento gratificante del mismo agradecimiento
por haber conocido a este hombre era tan inmenso, que a veces sentía que le
dolía el pecho de amarlo tanto. Porque, incluso si era más primitivo o más
posesivo, lo había conocido y sostenido en sus peores y mejores momentos, y
eso le hacía sentirse ciertamente especial; Taehyung conocía todos sus
secretos, lo conocía.

Después del tiempo transcurrido —de cuando fue su alumno, su asistente y su


compañero— se dio cuenta de que siempre había sido él, no hubo nadie más
a pesar de todos los obstáculos.

Taehyung sabía que Jungkook era suyo, no sólo por los anillos que se
mostraban con orgullo en sus dedos anulares, sino por la seguridad que tenía
de la pertenencia mutua. Taehyung en serio conocía a Jungkook. Muy a
profundidad, lo había estudiado detalladamente. Y concluía que amaba su
pasión por las cosas que le fascinaban, cómo se expresaba tan educadamente,
e incluso la manera en la cual ideaba a la perfección sus insultos modificados
cuando discutía con alguno de sus socios. Porque Taehyung lo conocía tan
bien, que podía identificar qué era lo que podía sacar lo mejor y lo peor de él;
sin palabras de por medio, Taehyung podía saber en qué momento necesitaba
espacio o silencio, o simplemente un abrazo y mucho cariño.

Sí, definitivamente habían tantos detalles, características y cualidades de su


personalidad, de su persona, de su intelecto y de sus atributos, que era su
héroe. Jungkook era su héroe, no era sólo su esposo, su compañero de
aventuras o su sabio hombre, era mucho más que eso. Siempre. Era increíble
que, después de tanto, siguiese sintiéndose tan ameno, tan a gusto, tan...
suficiente, que a veces le parecía estar viviendo un sueño.

El mejor de todos, pensó con inocencia, despejando algunos mechones de


cabello de su rostro y acariciando su mejilla con dulzura. Era el día después
de su luna de miel y la verdad es que no podría sentirse más amado y
complacido. Se sentía simplemente satisfecho y perfecto; sus músculos
estaban adoloridos y aún podía sentir a su esposo en cada marca, en cada
beso y en cada gemido rebasado en el mismo almohadón en el cual aplastaba
su mejilla; Taehyung lo seguía sintiendo muy adentro, y por aquella misma
razón estaba despierto.

Jungkook y él habían disfrutado en demasía la noche anterior, pero se les


había ido el hilo y, bueno, Taehyung sentía que no podía moverse y presentía
que tampoco podría caminar. Era un tanto, muy sincero... Pero era lo que era:
habían hecho el amor de diferentes formas, más rudo o más cariñoso, el acto
coital en sí había sido un acto de pura pasión, sentimientos claros y una
conexión única, un poco de rudeza también y mucho primitivismo. Había
sido hermoso, sin embargo.

Se había sentido tan entregado, tan desinhibido y borracho de deseo,


desbordándose de amor y emociones, sensaciones a flor de piel mientras
recibía a Jungkook, mientras recibía su amor y su rudeza, sus mordidas, sus
penetraciones y su constante afecto... Sus palabras y sus besos habían sido de
miel acaramelada, pero lo que le demostró a su cuerpo fue diferente. Fue algo
excepcionalmente mágico e increíble, fue maravilloso e intenso, y algo raro
incluso.

A Taehyung le encantó y, aunque sintiera que no podía moverse


correctamente, había valido la pena. Sabía que Jungkook siempre lo cuidaría,
que jamás le haría daño, que se preocuparía y lo amaría. ¿Y era su placer
culposo ser adorado y mimado por el hombre que amaba? Quizá.

Pero Jungkook lo amaba también, y eso era lo mejor de todo.

— ¿Qué haces despierto tan temprano, Taehyungie? —Preguntó de pronto,


su voz áspera por el sueño y un poco más baja después de los incontables
gruñidos que había rugido mientras lo tomaba. Se veía tan varonil, tan
maduro y tan hermoso, que sintió cosquillas en su vientre bajo—. ¿Bebé?
¿Por qué me miras así?

—Porque quiero besarte, pero no puedo moverme... —Respondió, una risita


oxidada se coló de sus labios de forma divertida cuando vio que aquellas
palabras terminaron por despertarlo; Jungkook se apoyó en su codo y le dio
una caricia en la mejilla—. Además, tengo hambre...

Asintiendo, Jungkook le dio una miradita somnolienta antes de bostezar y


señalarle que diese media vuelta y cayera sobre su estómago. Taehyung
podría haberse sentido divertido, tal vez avergonzado e incluso apenado, pero
como era su esposo, se negó a sí mismo sentir cualquier índice de inhibición.
Después de todo, a él le gustaba ser cuidado y protegido, le gustaba más de lo
que le gustaría admitir.

Por lo mismo, una vez se acomodó suavemente sobre su vientre, miró por
sobre su hombro la forma en la cual, cuidadosamente, Jungkook deslizaba la
sábana hacia abajo y lo revisaba.

Relamió sus labios con cierto nerviosismo cuando se encontró con la mirada
de Jungkook en él, había cierto reproche allí.

—Tae, ¿por qué no me dijiste? —Preguntó, acariciando la piel de sus nalgas


con cariño; tras un besito en su cadera, se encogió de hombros, restándole
importancia. La verdad es que a él no le dolía tanto, sino que sólo pensaba
que le habían dado rienda suelta a la imaginación en vez de pensar
racionalmente—. Traeré algo de hielo y un poco de crema analgésica, espera.

Incorporándose, Jungkook estiró sus extremidades y observó algo atontado a


su precioso TaeTae sobre la cama. Se veía tan sublime ahí: en medio del
edredón color crema, con su piel de miel dorada haciendo contraste con el
juego de la ropa de cama y sus cabellos cayendo en la funda del almohadón,
el arco en la curva de su espalda hasta su delgada cintura se volvía un camino
benevolente hacia sus gorditos y esponjosos glúteos de burbuja. Taehyung se
veía celestial.
Joder...

Se sentía un poco mal por sentirse tan bien, mientras su adorable pastelito
estaba más quieto que nunca debido al dolor muscular después de una noche
un tanto salvaje e intensa. Quizás, no... Definitivamente, habían perdido la
hebra. Podría haber sido divertido, pero, después de observar la hinchazón
enrojecida, se sintió un culpable; no importaba si Taehyung le restaba
importancia, para él era importante cuidarlo y protegerlo.

Así que, caminando hacia una de sus maletas, se apresuró para encontrar la
crema analgésica, y luego se dirigió a la cocina para ir por los hielos y llamar
a servicio a la habitación para que les trajesen el desayuno. Algo de frutas,
pan tostado, algunos pasteles, y un café y un té.

Daría su propia ración de desayuno a su chico si era necesario.

Entrando a la habitación, encontró a Taehyung con su móvil en la mano


viendo una película.

—Creí que no te podías mover... —Comentó, bromeando. Y, subiéndose a la


cama, se acomodó a horcajadas frente al trasero de su novio y masajeó un
poco en su espalda baja. Sintiéndolo gemir con satisfacción por los masajes,
le dio una cariñosa palmadita—. Pedí el desayuno.

—Gracias, Ggukie... —musitó Taehyung, cerrando los ojos y dejando caer el


móvil mientras Jungkook reía—. No está mal, sólo es un poco de hinchazón.
No tienes de qué preocuparte.

—Incluso si es así, me gusta cuidarte. Así que no me digas que lo deje, eres
mi bebé grande.

Observando cómo Taehyung asentía dócilmente y se dejaba hacer por las


caricias, Jungkook esparció una generosa cantidad de crema analgésica entre
sus nalgas y luego masajeó —con sumo cuidado— sobre el botón rugoso.
Mientras escuchaba que Taehyung se quejaba a gusto, aprovechó de frotar el
hielo, erizándole la piel y haciéndole arquear la espalda; una sonrisa
inconsciente tiró de sus comisuras.
— ¿Crees que podamos tener...?

—Taehyung. —Advirtió, interrumpiendo el hilo de sus fantásticas ideas.

—Eres aburrido —abultando los labios, Taehyung se quejó y empujó,


cuidadosamente, hacia arriba su culito respingón; Jungkook capturó uno de
sus glúteos y lo estrujó con cariño—. El desayuno... Tengo hambre... —
batiendo sus pestañas con coquetería, Taehyung le miró por sobre su hombro
y le sonrió con dulzura.

—Eres realmente un bebé mimado —comentó Jungkook, descendiendo bajo


su atenta mirada y depositando un camino de besos sobre la piel de su
espalda hasta sus nalgas y muslos. Sus sentidos e instintos le exigían mimar,
le exigían contener, besar...

Y Taehyung se volteó y esa fue la oportunidad perfecta para que Jungkook


ascendiera sobre él y se acomodara entre sus piernas, recostándose en su
pancita para besar el adorable bulto y mimarlo con caricias. Amaba su
pancita, carajo.

— ¿Quieres ver una película, Ggukie? —Le escuchó decir, mientras juagaba
con sus cabellos y acariciaba la piel de su nuca y sus orejas... Jungkook se
estremeció por la satisfacción que le causó la cercanía.

—Lo que tú desees, pastelito —murmuró, tratando de meterse bajo las


sábanas y acomodarse en la misma posición. Taehyung rió adorablemente
cuando Jungkook decidió aplastarlo y sus besos llegaron como una lluvia
fugaz por todo su rostro—. Te amo, te amo, te amo —repitió, y Taehyung se
dejó hacer, lánguido por vez que Jungkook lo abrazaba y lo besaba.

Oh, qué bien se sentía... Porque Jungkook estaba seguro de que este chico era
suyo, estaba seguro de que con él, desde ahora en adelante y con sus argollas
matrimoniales, la vida sería un peso más ligero; no descartaba discusiones u
obstáculos, pero apostaba con un salto de fe que podrían superarlo todo,
porque sus barreras de amor no tenían límite.

Después de tantos años, Jungkook podría decir que era este hermoso ser
humano el que le había alentado a seguir adelante y moverse, a expresar lo
que sentía, a volver a amar y a sentir, a ser vulnerable por él y a querer ir por
el camino correcto; a ser un hombre bueno para él, a ser un hombre sano, a
ser el hombre que necesitaba y a encontrar, muy dentro de sí, el hombre que
realmente deseaba ser.

Per se, besando sus lunares, aquellos que se encontraban repartidos en


lugares privados y muy íntimos de su cuerpo, Jungkook se aseguró de
adorarlo, de admirarlo como sólo él podría. Porque Jungkook sabía que
Taehyung lo amaba. Su amor se sentía puro; sentía la emoción de un
sentimiento gratificante y recomponedor cada vez que le veía sonreír por su
causa, después de oír un te amo, algún detalle, e incluso de la mera
preocupación. Porque, si bien Jungkook tenía un gran conocimiento de las
cosas que podían frustrarlo y molestarlo, también conocía cada una de las
pequeñas cosas que lo hacían feliz y que lo volvían fascinante, eso que lo
volvía todo lo que era y todo lo que Jungkook amaba.

Por ejemplo ahora, Jungkook no necesitaba recitar idóneas palabras bonitas


para que Taehyung supiese cuánto lo amaba, porque sabía que lo sabía.
Entonces las palabras se sentían simples y vanas en ciertas circunstancias,
donde las acciones hablaban más que todo; con un roce, una caricia o una
mirada, Jungkook quedaba a merced de su TaeTae, y entonces pensaba que,
asolador como podría parecer, no cambiaría absolutamente nada.

Jungkook aún recordaba que, la primera vez que vio a Taehyung, pensó que
éste había salido corriendo de alguna de sus más perfectas fantasías, que
había salido de su imaginación y que estaba ahí como una especie de sueño.
Aún recordaba que, al verlo presentarse en su clase, se sintió tan molesto por
no poder ir hasta él y saludarlo, que se sintió torpe e inútil. Recordaba
también, que aquella vez que se presentó en su oficina, se sintió tan tenso y
atraído, que pensó que Taehyung era una especie de imán; todos lo miraban
porque era hipnotizante y hermoso y humilde e inteligente, sacrificado y
amable...

Joder, en ese entonces creía que Taehyung había salido del sueño más
perfecto, y por eso fue un idiota; porque no sabía qué hacer para que
Taehyung lo mirara con los mismos ojitos soñadores con los cual él lo veía a
escondidas. Pero, entonces, Taehyung se presentó justo en su oficina y le dijo
de trabajar para él y luego todo fue por el camino que, ahora entendía, había
sido el correcto.

Porque, ahora mismo, con Taehyung entre sus brazos, podía verse a sí mismo
reflejado en sus preciosos ojitos de miel mientras lo observaba con aquel
amor desbordante, sacándolo de sus profundos divagues y regresándolo a la
realidad; aquella que sopesaba cualquier sueño y que siempre sería mucho
mejor, su realidad deseada.

— ¿Qué ocurre? —le escuchó decir, interrumpiendo cualquier otro


pensamiento intruso, con su voz aterciopelada sonando un tanto amortiguada
por la posición en la que se encontraban; aplastado bajo suyo y muy bien
besado—. ¿Por qué me miras así?

Riendo con ternura, Jungkook deslizó la yema de sus dedos por sus labios
afelpados, trazando con cuidado su belfo inferior, luego lo tomó del mentón y
besó sus labios de una forma casta, sonriendo contra ellos.

—Sólo estoy feliz de haberte conocido, de que hayas decidido transferirte a


Seúl y de que hayas tenido la valentía de pararte en mi oficina para decirme
que querías trabajar para mí... Sólo estoy feliz de que seas mío, de que seas
mi esposo... —contestó, haciendo un prolongado contacto visual, observando,
de reojo y un poco embobado, la peculiar y adorable sonrisa de Taehyung—.
Eres mi ángel, Kim Taehyung —dijo, haciendo reír a Taehyung, quien le
causó una sensación de felicidad que le burbujeó en la base de la garganta.

—Eres increíble, Ggukie... —susurró, acunando sus mejillas y acariciando


con sus pulgares en sus sienes. Su cabello volvió a caer por sobre su frente,
desordenado, pero aún así no se perdió ni un solo segundo de las expresiones
ajenas; los labios de Taehyung se encontraban curvados en una dulce sonrisa
somnolienta—. Tú eres mi héroe, esposo... —comentó, con un tono de voz
manso por vez que se removía cuidadosamente bajo su peso.

— ¿También tendrás motes cursis para mí, pastelito?

Taehyung rió y asintió efusivamente, extendiendo sus manos y brazos para


que Jungkook se acercara y lo abrazara, cosa que —de hecho— no tardó
mucho en hacer; permitiéndose a sí mismo acunar entre sus fornidos brazos a
su Taehyung, volvió a disminuir cualquier centímetro que se interpusiera
entre sus cuerpos desnudos.

— ¿Dormiste bien, Ggukie? No te escuché roncar esta noche, aunque sí


respirabas profundo... ¿Estás cansado? —le preguntó, besando de manera
fugaz sus labios, comenzando a besar sus mejillas y su mandíbula
cariñosamente, complacido con las reacciones que conseguía de él.

—Estaba tan cansado después de nuestra salvaje noche, que dormí


profundamente —dijo, apoyándose en uno de sus brazos para mirarlo a la
cara—. Tú no dormiste bien, ¿o sí? Puedes dormir un ratito más y yo recibiré
el desayuno, está bien.

—O podríamos tener un rapidito —desafió Taehyung, relamiéndose los


labios. Jungkook se negó, aunque quería—. Era broma, hoy descansaremos
en cama y comeremos bien —dijo con una sonrisita, mientras se disponía a
tantear el móvil para mostrárselo—. Y veremos una serie que me gusta
muchísimo —Jungkook le dio una mirada intensa, amaba mirarlo a los ojos y
ponerlo nervioso, le encantaba verlo enrojecer y ponerse tímido—. O
podemos ver alguna de las que te gustan a ti.

—Claro, tú amas las películas de investigación y acción —bromeó, mas no se


negó cuando Taehyung hizo un movimiento para alcanzar el control de la
televisión y configuró la pantalla para poder ver la aburrida serie que estaba
siguiendo ahora; era de un romance inglés sobre el matrimonio y los bailes
reales. Jungkook saltó a su lado y lo apegó a su costado, besando su hombro
y su cuello—. Realmente te gustan este tipo de historias...

— ¿A ti no? —dijo, ya inmerso en lo que transcurría por esos años, sin


embargo sin negarse cuando Jungkook buscó su boca y lo besó sin reparos,
tirando de sus labios y pidiéndole su permiso para profundizar en su
deleitable cavidad bucal. Era un beso flojo y deseoso, era un beso
sinceramente delicioso y ciertamente torpe—. Mmnph...

Y cuando sintió el estómago de Taehyung —inflarse por la respiración—


contra el suyo, sus manos de manera inconsciente abrazaron sus costados
mientras chupaba su belfo interior y... Luego estaba tratando otra vez de
empujar su polla contra los muslos de Taehyung. Dios.
—Tranquilo, mi amor... Estoy bien —respondió Taehyung—, sólo debes ser
un poquito más suave, ¿sí?

Jungkook abrazó a Taehyung con fuerza medida y hundió su rostro en el


hueco de su cuello, la escena de la película cambió y Taehyung reía, aún
pendiente de lo que ocurría en la serie; había un grupo de niños corriendo por
un palacio.

— ¿Te gustaría tener niños? —Le preguntó, separándose levemente mientras


Taehyung casi por inercia buscaba su calor corporal y cercanía.

—Hum... La verdad es que no lo pienso muy a menudo, pero sí... —contestó,


mirando hacia la televisión y luego buscando su mano para entrelazar sus
dedos y comenzar a besarlos, y eso en serio eso no estaba ayudando a la
erección matutina de Jungkook—. ¿Tú quieres niños?

Jungkook ni siquiera se esforzó en reprimir una sonrisa cuando ya se


encontraba sonriendo como un bobo y asintiendo entusiasmadamente. Porque
él quería niños, quería muchos niños con Taehyung. Quería una familia
grande, incluso cuando antes pensó que con uno estaría bien. Quizá dos, o
tres... Bueno, en un par de años ellos discutirían la cantidad exacta, pero
tenían tanto amor, que podrían compartirlo con un pequeñito... O pequeñita.

—Mírate, te pusiste todo bobo, Jungkookie —Entre risas torpes, la boca de


Jungkook volvió a buscar de la de Taehyung con una desesperación casi
eufórica. Besó sus labios con melosidad y luego descendió por su cuello,
tomándose su tiempo para ir por sus clavículas y luego sus hombros—.
Jungkookie... —suspiró Taehyung, recostándose sobre el colchón,
arqueándose cuando Jungkook volvió a perderse bajo las sábanas—. Nngh...

La respiración de Taehyung se volvió más cansada y sus ojos se llenaron de


lágrimas cuando Jungkook comenzó a besar entre sus muslos, mordisqueando
con ternura. Y, como Taehyung ya le había ordenado que tenía que ser suave
y le había dicho que lo deseaba, Jungkook le haría el amor de una forma
suave y lenta; en serio se encargaría de hacerlo sentir como si no hubiese
nada más importante en aquel preciso instante que sólo ellos, porque, después
de todo, sólo eran ellos y este era su momento; su luna de miel.
— ¿Quieres tener b-bebés conmigo, Jungkookie? —jadeó Taehyung,
separando las piernas y flexionándolas para que Jungkook pudiese
acomodarse mejor entre ellas y cogerlo, y esta vez con más delicadeza—.
Porque yo quiero una familia contigo.

Jungkook se detuvo al escucharlo, incorporándose para poder mirarlo a los


ojos. Taehyung tenía sus mejillas ruborizadas, su rostro estaba enrojecido, y
sus labios —regalándole aquella cautivante sonrisita adormilada— mojados e
hinchados por todos los besos. Se veía como todo lo que Jungkook siempre
querría. Por lo que, fue incapaz de retener su propia sonrisa, deslizándose
hacia arriba hasta quedar completamente sobre el cuerpo de su esposo.

—No sabes cuánto me llena escucharte decir eso —le susurró en la oreja,
besando su lóbulo y luego, con su mano libre, acomodando las piernas de
Taehyung alrededor de su cintura—. Te amo, Tae —volvió a decir, moviendo
su nariz contra el moflete de su pastelito y suspirándole un aliento
reconfortante hondamente.

—También te amo, Jungkookie...

Sí, definitivamente aquella realidad sopesaba cualquier sueño y siempre sería


mucho mejor que cualquier sueño. Esa era su realidad deseada y su final
feliz, aquel final feliz que ambos esperaron por tanto.

También podría gustarte