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Prólogo
1.
Jimin siempre había sido un buen amigo para Jeon Jungkook, y cuando llegó a su casa,
llorando, no dudó en hacerlo entrar; le sirvió un vaso con agua para lograr calmarlo y así
poder escucharlo. Poder oír todos los balbuceos sin sentido que soltaba.
Namjoon había ingresado minutos después con la pequeña Sohyun en brazos, sin
embrago, al ver a Jungkook llorando sin control alguno, hizo un gesto de sorpresa para
luego llevarse a la niña lo más rápido que pudo de allí.
Sin embargo, Jungkook alcanzó a oír las palabras inocentes de la niña:
- ¿Por qué tío Nochu llora?
Su corazón de quebró un poco más.
Jimin no lo presionó a hablar, esperando en silencio a que se calmara, a que pudiera tener
la suficiente tranquilidad como para poder decir algo; que llegó segundos después, con
Namjoon entrando al comedor quien se sentó al lado de Jimin, tomándole la mano a su
novio, y esa visión lo hizo sentir patético y miserable.
-Taehyung me pidió el divorcio.
Su mejor amigo abrió los ojos por la sorpresa en tanto Namjoon soltaba una maldición,
aturdido.
Por su puesto, nadie se lo esperaba. ¿Quién iba a pensar que Taehyung le pediría aquello
cuando había sido él quien había dado siempre los primeros pasos para todo?
Cuando se conocieron, fue Taehyung quien lo salvó de ser objeto de burlas en la
preparatoria, debido a lo asustadizo y torpe que fue Jungkook el primer día de clases.
Fue Taehyung quien le pidió salir, y quien le dio un beso.
Fue Taehyung quien le dijo que deberían irse a vivir juntos.
Fue Taehyung quien le pidió matrimonio.
Y ahora; parecía ser Taehyung quien quería acabar con todo.
Y, a pesar de que pareciera que era Taehyung quien tenía que tomar esas decisiones, no
era como si Jungkook nunca hubiese puesto de su parte: Jungkook era, como veía todo el
mundo, la persona que podía sacarle una sonrisa enamorada a Taehyung con una acción
tan tonta como un beso sorpresivo, y la única persona que lo hacía bajar sus defensas
totalmente; haciendo que se comportara de una forma infantil, e incluso, caprichosa.
Para todo el mundo, no había Taehyung sin Jungkook, y no había Jungkook sin Taehyung.
Porque hacían una de las parejas más bonitas y honestas que se podían ver.
Pero, al parecer, las cosas no eran tan felices como se mostraban al resto.
- ¿Por qué? -preguntó Jimin en voz baja.
Los labios de Jungkook temblaron.
-Dice que no me ama -su tono se rompió y las lágrimas volvieron a salir-. Ya no me ama,
Mochi. Taehyung ya no me ama.
Jungkook quería negarlo, ver lo inevitable, pero no era tonto, y mucho menos un
adolescente enamorado; si Taehyung lo decía, era cierto.
Porque Taehyung jamás le mentiría con algo tan importante como eso, Jungkook lo sabía.
Taehyung siempre había sido brutalmente honesto con sus sentimientos, tanto, que no se
daba cuenta de que sus palabras le hicieron mucho, mucho daño.
Tomó un poco más de agua.
-Está enamorado de otra persona -barboteó antes de empezar a llorar otra vez, e
inmediatamente, los brazos de Jimin lo rodearon-. Ama a alguien más. Lo perdí, Mochi, lo
perdí…
Su corazón no se había sentido tan roto como en ese momento: saber que la persona que
ama, con quien compartió tantos años de su vida, ya no lo quería como antes, lo había
dejado de lado, se entregó a alguien más, era como una estaca clavándose no sólo en su
corazón, sino también en todo su cuerpo, haciendo que todo doliera y se estremeciera.
Veía todo de un horrible color negro, incapaz de ver un poco de luz en medio de tanta
oscuridad.
…
Taehyung suspiró, leyendo un informe que su secretaria le dejó esa tarde, para luego
bajarlo y dejarlo sobre la mesa, cansado.
Recordó los ojos llenos de lágrimas de Jungkook, su labio temblando, sus mejillas
húmedas por el llanto. Y se sintió culpable y triste por lo que había ocasionado, pero no
arrepentido. Tenía que hacerlo.
¿Cómo podía seguir casado con alguien a quien no amaba?
No era justo para Jungkook ni para él, así que no podía seguir con esa farsa.
Ya no amaba a Jungkook, era un hecho claro, pero lo apreciaba lo suficiente como para no
seguir haciéndole daño con sus acciones.
Tocaron la puerta de su oficina y murmuró un pase lo suficientemente alto como para que
la persona lo escuchara y entrara.
Al verlo, sonrió con relajación.
-Tienes un aspecto horrible -dijo el hombre de cabello rojo con una sonrisa dulce,
cargando un montón de carpetas.
Dejó salir un bufido, recostándose en la silla, y pronto su amante se acercó, comenzando a
hacerle un masaje en los hombros.
-Le pedí el divorcio a Jungkook -le comunicó Taehyung con un tono de pesar.
-Oh, lo siento tanto Taehyung -le dijo de forma honesta-. ¿Estás seguro de esto, de lo que
tenemos nosotros? Llevas tanto tiempo con Jungkook que quizás…
-No digas eso -le interrumpió Taehyung con suavidad- Todavía quiero a Jungkook, claro,
pero es un cariño que le tengo por el tiempo que hemos pasado juntos, así que… tengo
claro lo que siento por ti, Hoseok.
Hoseok asintió, titubeante, para luego inclinarse y darle un pequeño beso en los labios.
-Lo lamento mucho por Kookie -murmuró Hoseok entonces, sin alejarse demasiado-, debe
estar pasándola mal, me siento culpable por hacerle esto, pero…
-Lo va a entender -contestó Taehyung dándole un beso en la mano, serio-. Jungkook lo
entenderá con el tiempo.
Taehyung esperaba eso: que Jungkook pudiera, con el pasar de las semanas, curar esa
herida que le hizo a pesar de haber prometido años atrás, que nunca le rompería el
corazón.
Pero las promesas, al igual que los sueños, parecían destinados a ser rotos de cualquier
forma, y sin posibilidad alguna de poder evitarlo.
2.
Cuando entró, Taehyung vio a Jungkook sentado tras la mesa, mirando a la nada, sus ojos
rojos e hinchados, una copa de vino en su mano.
Fingiendo una tranquilidad que no sentía, cerró la puerta tras de él, y el sonido hizo que
Jungkook le mirara.
Su esposo parpadeó para luego sonreír levemente.
Taehyung llevaba sin verlo tres días, en los que estuvo durmiendo en un hotel para que
cuando se vieran, Jungkook comenzara a llorar y pedirle que se alejara, no que sonriera.
La carta de divorcio en su bolso pesó un poco más. Necesitaba ser firmada para llevar a
cabo el trámite pronto, así que sí o sí tenía que hablar con Jungkook en ese instante.
-Te extrañe mucho -comentó Jungkook de pronto, poniéndose de pie.
Antes de poder decir algo, Jungkook le dio un beso suave en los labios.
Su estómago se contrajo, atónito.
Se alejó, arrugando el ceño en confusión.
-Pensé que no vendrías a cenar -prosiguió Jungkook como si nada, sin dejar de sonreír-,
estaba a punto de llamarte.
Abrió la boca, pero las palabras no salieron de su boca, aturdido.
¿Acaso…?
Miró hacia abajo, viendo los papeles de divorcio.
-Jungkook -dijo con voz suave-, vine para que firmes los papeles.
Y los levantó.
La hermosa sonrisa de conejito que lo había enamorado cuando era más joven se convirtió
en un mohín de dolor, pero no retrocedió. Necesitaba hacer eso pronto. Una vez los
papeles fueran firmados, sacaría sus cosas de la casa para irse a un pequeño
departamento que vio en los últimos días.
Jungkook sacudió la cabeza.
- ¿Qué dices, Taehyung? -preguntó con voz temblorosa-. ¿Papeles de qué?
Suspiró.
Se lo había planteado: cuando los papeles estuvieran listos, pensó que Jungkook podría
reaccionar de distintas formas, y la negación fue una de ellas. La triste, terrible negación.
Taehyung hubiera preferido que Jungkook colapsara, le gritara, le rogara, lo tratara mal y
no quisiera verlo más; pero no que se esforzara en negar lo que era inevitable. Negarlo era
lo peor, porque significaba que Jungkook seguía teniendo esperanza alguna de que lo que
había ocurrido fue sólo una broma, o peor, un invento.
-De divorcio -dijo sin perder el tono suave.
Jungkook parpadeó.
-Oh -fue lo único que dijo.
Se dio vuelta antes de que Taehyung pudiera añadir algo más.
Taehyung percibió entonces, que el más joven estaba pálido, con ojeras bajo sus ojos
hinchados, sus labios resecos y partidos. Incluso pudo notar que su rostro estaba más
delgado. Le preocupó que Jungkook no hubiera comido bien los días anteriores, sin
embargo, no se atrevía a preguntar.
-Prepararé tu plato favorito -dijo Jungkook entonces, sin mirarlo.
-Jungkook -ahora su voz salió más dura-, por favor, no hagas esto más difícil.
-Difícil -repitió Jungkook-. No lo entiendo.
Sintió como se desesperaba, algo se estrujaba al ver los ojos de Jungkook; tan cálidos y
tiernos, pero llenos de un infinito dolor que parecía sacudirlo por dentro, que lo rompía en
mil pedazos. Esos ojos que siempre parecían contentos y felices ahora estaban asustados,
temerosos de él.
-Te lo ruego -murmuró con la voz temblando.
Pero Jungkook sólo se abrazó a si mismo, mordiendo su labio inferior.
- ¿Es… es por qué ya comiste afuera? -preguntó inseguro-. Puedo comprenderlo si-
- ¡Mierda, Jungkook, ya no te amo!
Se odió por haberlo dicho tan bruscamente, con la voz teñida de pena y un poco de rabia
también. ¿Por qué Jungkook tenía que ser tan idiota, tan tonto? ¿Por qué tenía que
adoptar esa actitud? ¿No sabía que él también se sentía mal por tener que hacer eso?
Lo vio tragar saliva, su ceño arrugándose levemente.
-Firma esto, ahora -ordenó mostrando otra vez los papeles.
Jungkook ladeó la cabeza.
-No.
La palabra resonó en el comedor, y de pronto, una fría calma se extendió por el rostro de
su esposo. Exesposo.
Abrió su boca por la incredulidad.
Dio un paso.
-No lo compliques todo -gruño Taehyung sin poder evitarlo-. Fírmalo ahora. Sacaré mis
cosas y-
-No lo firmaré -Jungkook levantó la barbilla, desafiante-. No pienso divorciarme del
hombre que amo, Kim Taehyung. No sin antes pelear.
Apretó su puño, los papeles arrugándose, y sintió odio por Jeon Jungkook, por sus ojos
tristes pero firmes, por su expresión calmada- casi indiferente-, y su presencia
demandante y adsorbente.
¿No fue todo eso lo que lo había enamorado en primer lugar?
-Te estas comportando como un niño caprichoso -advirtió Taehyung con desprecio-. Lo
único que estas haciendo es humillarte -se enderezó, haciendo una mueca-. Jungkook, ya
no te amo, es así de simple, así que terminemos con esto.
- ¿Por qué? -Preguntó Jungkook interrumpiéndolo-. ¿Por qué ya no me amas? ¿Qué
cambió? Estábamos mal, sí, pero ¿Es suficiente para que dejes de amar a la persona con la
que te casaste? – se sentó en la silla-. Teníamos una crisis y te refugiaste en Hoseok, ¿y
dejas de amarme?
Sabía que tuvo que poner una expresión de sorpresa ante la mención de Hobi, pero no
dijo nada, haciendo una pregunta silenciosa con su mirada.
-Pueden ser un poco más discretos con sus salidas -respondió Jungkook amargamente-.
Los vi cuando iba a verte ayer, ¿está bien? Vi como lo mirabas, como lo tocabas, y sí, lo
quieres -se apoyó en el respaldo de la silla, calmo-. Pero Taehyung, no es por presumir,
pero no lo mirabas de la misma forma en la que me has mirado a mí por ocho largos años.
Trató de ignorar sus palabras, de no dejarse amedrentar por la reclamante mirada de
Jungkook, y puso los papeles sobre la mesa.
-Fírmalos, Jungkook -ordenó.
Jungkook los tomó.
Y los rompió.
Taehyung montó en cólera.
- ¡¿Por qué todo tienes que complicarlo, Jungkook!? -le gritó exasperado-. ¡No haces más
que lucir patético y tonto con esa actitud!
Jungkook no se inmutó ante sus gritos.
-Yo sé que tus sentimientos por mí siguen ahí, pero están marchitos -tiró los papeles al
suelo con desprecio-. Lo vamos a intentar una vez más, Taehyung, es así de simple.
- ¡Estás loco! -gruño Taehyung volteándose-. Yo quería hacer toda esta mierda por las
buenas, pero no haces más que arruinarlo como siempre. Haré que mi abogado-
-Treinta días.
Se volteó.
Jungkook seguía sentado, aunque con una nueva expresión de desafío.
- ¿Qué?
-Dame treinta días. Un mes -continuó-. Treinta días para demostrarte que todavía me
amas. Si luego de eso sigues insistiendo en que quieres el divorcio, firmaré sin reclamar -
su voz se volvió baja, suplicante-. Por favor, Taehyung. Sólo treinta días.
Taehyung lo miró, atónito, y retrocedió un paso.
Luego, negó con la cabeza, sintiendo como temblaba ante la insistente mirada de
Jungkook.
-No -fue lo único que dijo antes de salir de allí, cerrando con un portazo.
Jungkook suspiró, solo, sin moverse.
Permaneció unos segundos en silencio para luego mirar su mano izquierda, al dedo
anular, donde el anillo de matrimonio seguía brillando, y recordó brevemente la mano de
Taehyung, el anillo también en su lugar.
-Ah, Taehyung, ¿cómo llegamos a esto? -murmuró sabiendo que nunca habría respuesta
para esa triste, penosa pregunta.
3.
4.
Taehyung frente a él, seguía teniendo la mandíbula apretada y una mirada de molestia a
pesar de que Seokjin se haya marchado minutos atrás y se quedaran solos.
No había dicho nada incluso cuando Jungkook le sirvió un vaso de agua, diciéndole que se
calmara.
Se sentó a su lado, mordiendo su labio inferior.
-No tenías que reaccionar de esa forma, Taehyung -le dijo con voz suave.
Taehyung lo miró con el ceño fruncido.
-Iba a besarte. Ese maldito bastardo iba a besarte y-
-Y tú has besado a Hoseok -le interrumpió Jungkook, ahora con expresión dolida-. ¿No es
eso injusto, Taehyung? ¿Qué tu tengas amante y te estes comportando de esa forma? ¿Ya
te has acostado con él?
Taehyung no dijo algo por varios segundos, bebiendo agua en silencio, y cuando dejó el
vaso sobre la mesita del living, lucía mucho más calmado.
-No -dijo Taehyung-, sabes que no lo he hecho, Jungkook.
Jungkook arrugó los labios, negando con la cabeza.
- ¿Por qué debería creerte?
-Porque sabes que no te mentiría con eso -replicó Taehyung poniéndose de pie-. Por
mucho que quiera el divorcio y este enamorado de Hoseok, sabes que no me acostaré con
él hasta que los papeles estén firmados. Incluso sabes que si lo he besado, ha sido
después de pedirte la separación, de decirte la verdad, ¿no es así?
Sonriendo amargamente, Jungkook asintió, forzándose a no lucir herido a pesar de las
palabras de Taehyung.
Tenía claro que su esposo no le mentiría con eso, que estaba diciendo la verdad, pero no
lo hacía más fácil. De alguna extraña forma, si le hubiera dicho que se acostaba con
Hoseok, no tendría tantas dudas porque habría atribuido los deseos de separación a una
calentura de Taehyung por su asistente, sin embargo… Si no se habían acostada y con
suerte compartieron besos, eso significaba sentimientos más profundos que le aterraban.
- ¿Qué estás haciendo aquí Taehyung? -preguntó Jungkook con voz rota.
Taehyung apuntó su bolso.
-Vengo por los papeles -contestó impasible-, pero también tengo claro que eres una
persona demasiado terca, Jungkook -suspiró, sentándose -Treinta días ¿no es así?
Jungkook asintió en silencio, mirando a los ojos oscuros de su marido.
- ¿Cómo pretendes hacerlo, Jungkook? -Taehyung suavizó su tono-. Comprendes que ya
no te amo, ¿cierto? Sólo te estás haciendo más daño, Kookie.
Que lo llamará con un diminutivo hizo que algo doliera en su interior.
- ¿Más daño? -se burló quebrado-. ¿Cómo me haré más daño Taehyung? El hombre que
amo quiere dejarme porque está enamorado de otro; y lo único que pido son treinta días
para poder demostrarle que aún puedo ser suficiente para él.
La expresión de Taehyung cambió, y el más alto le tomó las manos, llamando su atención,
pidiéndole que se calmara un poco.
-Jungkookie, bebé -murmuró Taehyung-, no digas esas cosas, ¿está bien? Tú eres… tú eres
más que suficiente para cualquier persona, es más, yo diría que… que nadie te merece,
menos yo -Taehyung trató de sonreírle, aunque Jungkook desvió la mirada, sabiendo que
pronto se pondría a llorar-. Jungkookie, todavía te quiero, y porque te aprecio lo suficiente
es que te estoy pidiendo esto. Por favor, firma los papeles, no es necesario que continúes
con esta tontería.
Su labio tembló.
- ¿Tontería? -tragó saliva-. ¿Querer luchar por tu amor te parece una tontería? -se puso de
pie, repentinamente enojado-. ¿Quere salvar nuestro matrimonio, nuestra relación de
ocho años, te parece una tontería?
-Sabes que no me refiero a eso-
-Treinta jodidos días -exigió Jungkook-. Es eso lo que te pido, Taehyung, o tendrás que
llamar a mi abogado para el divorcio.
Taehyung hizo una mueca, molesto también.
-Como quieras -espetó con la voz dura-, pero apenas termines con tu show, entonces
tendrás que firmar todo lo que te exija.
Soltó una risa helada.
-Está bien- dio un paso, inclinándose hasta quedar a la altura de Taehyung-, pero estos
treinta días, Taehyung, serás sólo mío, ¿entendido? No quiero verte de forma romántica
con Hoseok, ni que pases noches fuera diciendo que tienes que trabajar. Para que esto
funcione, tú también tienes que poner de tu parte.
Taehyung apretó los dientes, observando los ojos cafés de Jungkook, y sintió algo extraño
removiéndose en su estómago al ver una mirada tan decidida en el rostro de su esposo.
Pero por sobre todo, algo se estremeció cuando notó lo hermoso que se veía Jungkook tan
cerca suyo.
¿Cuánto tiempo llevaba sin tenerlo de esa forma a su lado?
No podía recordarlo bien.
-Bien -se acercó, su aliento chocando con la respiración de Jungkook-, Pero tampoco
quiero verte cerca de esa cara de llama, Kookie.
Jungkook enarcó una ceja.
- ¿Acaso tú eres perfecto, Kim?
Humedeció sus labios, gruñendo una maldición en voz baja.
-Te he dicho que con mi belleza no, Kookie.
Por primera vez en días, Jungkook sintió como sus labios se curvaban en una sonrisa
tímida y algo temblorosa.
…
-Debes estar de joda, Taehyung.
El de cabello oscuro miró a su mejor amigo, Yoongi, sentado frente a él con una mirada de
incredulidad en su rostro.
Se encogió de hombros, indiferente.
- ¿Y Hoseok aceptó eso? -insistió Yoongi al no oír respuesta alguna de Taehyung.
Taehyung cerró su portátil, bostezando, fingiendo una indiferencia que no sentía ante la
presión de su amigo.
Yoongi, siempre sonriente y dispuesto a bromear, lucía ahora molesto, irritado, y por qué
no decirlo, indignado.
-Peleamos -contestó Taehyung-, no le hizo gracia alguna.
- ¡Claro que no le haría gracia! -exclamó Yoongi poniéndose de pie-. Demonios, Taehyung,
¿cómo se te ocurre aceptar algo así? -el de cabello color menta lo miró furioso- ¿Acaso no
te basto con hacerle daño a Jungkook, ahora planeas destrozarlo? Y no sólo eso, también
le estás rompiendo el corazón a Hoseok…
-Quiero un divorcio tranquilo, Yoon, sin peleas, sin abogados, sin tener que ir a una corte,
y si debo esperar treinta tontos días, lo haré -explicó Taehyung guardando sus cosas-. Sé
que no estás a favor de esto, después de todo, tampoco me apoyaste cuando te conté lo
del divorcio -añadió con rencor en su voz.
Yoongi soltó un bufido.
- ¿Cómo quieres que te apoye cuando sé que estás cometiendo un grave error? -preguntó
con tristeza su amigo-. Taehyung, mierda, somo amigos desde que fuimos al colegio;
conozco a Jungkook y sé que su relación es una de las cosas más bonitas que haya visto, y
que ahora quieras destruirla por un capricho…
Taehyung fulminó con la mirada a su mejor amigo.
-No es un capricho -espetó Taehyung-, realmente quiero a Hoseok.
El de cabello menta soltó una risa carente de diversión.
- ¿Quererlo? Por supuesto que lo haces -Yoongi negó con la cabeza-, pero lo que sientes
por Jungkook va más allá de eso. Siempre ha ido más allá de eso. ¿Por qué eres la única
persona que no lo ve?
Taehyung lo miró en silencio.
Si era sincero consigo mismo, lo que sentía por Jungkook nunca había sido tan claro para
él como todo el mundo solía decir. ¿Lo amaba? Por supuesto que sí, de eso no había duda.
El amor que sentía -o sintió por Jungkook -era tan grande que nunca sintió que unas
simples palabras (Te amo) pudieran expresarlas en su totalidad, pudieran realmente
mostrar lo que sentía por él.
Recordaba a ese torpe chico que llegó a los quince años a su curso, con frenillos, cabello
castaño y una mirada titubeante y nerviosa. Jungkook parecía un chico fácil de molestar e
intimidar, eso se notaba enseguida, por lo que se convirtió en un objeto rápido de los
matones del curso.
Pero cuando empujaron a Jungkook frente a él, haciéndolo caer al suelo, Taehyung no
pudo evitar querer protegerlo de todo lo malo en el mundo.
Desde ese día, Jungkook lo persiguió por todas partes como un cachorrito perdido,
queriendo que su hyung amado le dirigiera siquiera una mirada, le dirigiera una palabra de
orgullo, contento con alguna caricia, con una sonrisa.
Taehyung siempre había sido el que dio los primeros pasos, por supuesto, pero era
Jungkook quien estuvo delante de él todo ese tiempo esperando recibirlo.
Pero ahora…
-No quiero seguir hablando de esto- gruño Taehyung.
Yoongi suspiró, siendo consciente de que no tenía que continuar insistiendo en ese tema.
-Sólo… Taehyung, por favor, piensa bien en tus acciones -suplicó Yoongi-, eres mi mejor
amigo, pero Jungkook también es mi amigo, y no quiero ver cómo sufre por tu culpa. No
Jungkook, Taehyung, Jungkook no se lo merece.
Quiso decirle algo, pero Yoon le hizo un gesto de despedida, aludiendo a que Jisoo lo
esperaba para salir a comer fuera, y se tragó sus palabras.
Media hora más tarde, se detuvo fuera del hospital, con una extraña sensación en el
estómago. Llevaba tanto tiempo sin ir a buscar a Jungkook a su trabajo que incluso los
guardias se notaron sorprendidos por ello, saludando de forma vacilante. Minutos
después, Jungkook estaba saliendo por las puertas del edificio, abrigado a más no poder
debido al frío. Estaban a finales de enero, el invierno azotando a la ciudad de forma cruda
y helada.
Jungkook entró, su nariz colorada, y Taehyung le observó sin saber exactamente por qué.
Jungkook siempre se había visto lindo con las mejillas cubiertas de rojo.
Pero sólo cuando Jungkook se inclinó y le dio un beso a su moflete fue que parpadeó,
reaccionando.
-Hola, Taehyung -saludó con voz tímida.
Taehyung miró al frente, algo sacudiéndose en su interior.
-Hola Jungkookie -contestó en voz baja-. ¿Cómo te fue hoy?
Jungkook comenzó a hablar, y extrañamente, las cosas se sintieron bien.
5.
Cuando Taehyung ingresó a la casa, un delicioso olor a estofado de carne invadió su nariz,
y sintió como su estómago rugía por el hambre.
Parpadeó, sorprendido, porque no recordaba cuándo fue la última vez que Jungkook
decidió cocinar estofado. Los últimos meses, debido a la cantidad de trabajo que ambos
tenían, solían comer fuera o pedir algo para llevar; dejando de lado las comidas caseras,
los almuerzos en conjunto, las conversaciones tontas pero bonitas que solían tener.
-Bienvenido, Taehyung -le gritó Jungkook desde la cocina, y de forma inevitable, se dirigió
a ella como solía hacer antes, sólo que en lugar de abrazarlo por la cintura para hacerlo
reír, dándole después un par de besos en el cuello y los labios; se limitó a quedarse de pie
bajo el marco de la puerta, viendo su rostro colorado por el calor en el lugar, su expresión
relajada y el mandil de girasoles atado a su cintura-. Te extrañe mucho, ¿Cómo te fue hoy?
No podía quitar sus ojos de Jungkook.
No podía desviarlos, no podía dejar de ver esa mirada tan brillante, esa sonrisa de conejito
hermosa que poseía, esos hoyuelos que quería tocar todo el tiempo.
Por un breve instante, quiso abrazar a Jungkook, enterrar su rostro en el pecho de él y
acurrucarse en sus brazos, como hacía meses atrás, cuando las cosas parecían ir bien,
cuando Hoseok era sólo un asistente y no algo más.
Hoseok.
El pobre de Hoseok mirándolo con pena y molestia por la decisión de aceptar la propuesta
de Jungkook, hablándose sólo lo necesario, sin querer tener una conversación privada con
él.
-Bien -respondió con tono lejano, comenzando a quitarse el saco-, cerré un nuevo trato,
voy a dedicarme a diseñar un nuevo centro comercial.
-Felicitaciones -dijo Jungkook girándose, dándole la espalda-, te lo mereces, Tae, trabajas
duro.
(Y tú, Jungkook, te mereces a alguien mejor), pensó Taehyung caminando hacia el cuarto
para cambiarse de ropa.
De forma inevitable, recordó a Jungkook dentro del auto de ese desconocido a quien
llamó uno de sus pacientes, mirándolo con tanta adoración y ternura que su estómago se
encogió por algún motivo que no podía comprender. Y la desesperada necesidad de
alejarlo de él, de impedirle que lo besara, llegó de forma inevitable obligándolo a actuar.
Sonaba como un maldito hijo de puta egoísta, lo sabía, pero no se trataba de eso.
Jungkook podía ilusionarse con facilidad, y ese desconocido sólo lo quería para un
momento, ¿no le estaba evitando entonces más sufrimiento?
Era eso. Sólo eso, lo juraba.
Jungkook, en tanto, suspiraba mientras apagaba la cocina, el estofado ya listo, las papas
salteadas preparadas. Ese día había salido más temprano porque su último paciente
canceló la hora, así que aprovechó para llegar antes a casa y poner sus habilidades
culinarias en acción.
Recordaba que antes, cuando los dos tenían tiempo, podían estar todo el día cocinando
nuevas recetas, muchas veces terminando con una intoxicación porque no solían
preocuparse demasiado de lo que hacían. Sin ir más lejos, mientras algo se cocía o freía o
hervía, hacían el amor sobre la mesita de la cocina, sin importarles si lo que cocinaban
terminaba quemado.
No pudo evitar ruborizarse al pensar en esas ocasiones en las que no resistían para llegar a
su habitación, haciendo el amor donde se encontraban. Toda esa casa estaba marcada.
Así que, al salir, pensó que podía cocinar algo para la cena de esa noche. Después de todo,
llevaban una semana desde que Taehyung aceptó ceder a sus treinta días, y si bien no
habían peleado, tampoco es como si hubiera tenido grandes avances.
Las cosas estaban… estaban igual que siempre. Sí, Taehyung lo iba a buscar luego del
trabajo, conversaban de cómo les había ido en el día, cenaban juntos, y luego se iban a
dormir.
Jungkook quería intentar algo más arriesgado, tal vez hacer el amor con Taehyung, hacerle
ver que ellos seguían conectados, sin embargo, tenía miedo de que Taehyung lo
rechazará.
Y ese rechazo Jungkook no se veía capaz de manejarlo.
Sirvió la comida, llevándola al comedor donde Taehyung estaba llenando las copas con
vino, y se quitó el mandil que se compró cuando recién se mudaron a esa casa.
- ¿Cómo te fue a ti en el trabajo? -preguntó Taehyung con tranquilidad mientras se
sentaba.
Jungkook se encogió de hombros.
-Lo mismo de siempre, niños enfermos y padres asustados -sonrió suavemente-. Sohyun
estaba mucho mejor. Hoy Namjoon y Jimin la acompañaron, me contaron que estaban
pensando en adoptar para que Sohyun no esté sola.
-Es un trámite largo -respondió Taehyung indiferente.
La sonrisa de Jungkook se volvió algo triste y apenada.
-Si…
Taehyung dejó salir el aire de sus pulmones, notando una punzada de dolor en su corazón
al ver la expresión lejana, afectada de Jungkook, y luego mordió su labio inferior.
-Tengo dos entradas para el cine mañana -le dijo entonces, notando como sus ojos se
iluminaban-, ¿quieres ir? Luego podemos cenar fuera, Jungkookie.
Jungkook asintió, contento de ver que Taehyung estaba invitándolo a salir fuera. Había
pensado en hacerlo él, sin embargo, no se le había ocurrido a donde ir. Eso de planificar
citas normalmente no le salía nunca bien.
- ¿Qué película es? -preguntó entusiasmado.
Taehyung sonrió de lado.
-Es una de terror -dijo con cierto tono burlón en su voz.
Su esposo lo miró con incredulidad.
- ¡Taehyung, sabes que no me gustan! -exclamó como un niño pequeño.
-Vamos Nochu, tienes veintiocho años -se quejó Taehyung-, además, no tienes por qué
tener miedo. Hyung estará allí para protegerte.
Su boca no pudo liberar sonido alguno cuando Taehyung dijo esa frase como si nada,
aunque había toda una historia detrás: a los diecisiete años, cuando ambos fueron al
parque de diversiones, Jungkook le tomó la mano como si nada, llamando su atención,
diciéndole aquella frase para que no tuviera miedo, y el juego comenzó.
Por su puesto, Jungkook salió llorando también, prometiendo que nunca más iba a subirse
allí, pero esa frase quedó grabada en la mente de ambos como una promesa secreta entre
los dos.
-Si tengo pesadillas será tu culpa -dijo Jungkook con voz débil.
Taehyung asintió.
-Es una fortuna que durmamos juntos entonces, Jungkookie -replicó Taehyung.
Jungkook se sentía feliz de ver a Taehyung intentarlo, aunque Taehyung estuviera todavía
confundido e indeciso. Aunque le hubiera hecho daño y le hubiera roto el corazón.
Pero prefería verlo intentado a verlo rendido.
Si Taehyung se rendía, entonces Jungkook podía darse por perdido.
6.
7.
8.
Jungkook había llegado diez minutos antes de las ocho de la noche, tarareando en voz
baja mientras se quitaba el abrigo y lo colgaba detrás de su silla. Saludó al dueño del
restaurante, el señor Choi, que le devolvió el saludo con una sonrisa dulce, y Jungkook
miró la carta con desinterés, pensando en lo que podría comer ese día con Taehyung.
Ya tenía algo de hambre, así que ordeno una copa de vino junto a algún aperitivo para
hacer la espera más amena, y se puso a juguetear con su móvil, leyendo los mensajes de
felicitaciones de sus amigos más cercanos, de sus familiares y algunos padres de sus
pequeños pacientes.
A las ocho y cuarto, suspiró porque se dio cuenta de que Taehyung venía retrasado, y no
era la primera vez, así que le hizo un gesto al viejo camarero del lugar, saludándolo
alegremente mientras le ordenaba japchae de batata y fideos porque a Taehyung le
encantaba comer eso, ¡siempre comenzaban con ese plato antes de comer algo más
profundo! Además, así el japchae estaría listo para cuando Taehyung llegara.
A las ocho y media, arrugó el ceño, mirando su móvil, dudando si marcar el número de
Taehyung o no, pero decidió no hacerlo porque de seguro su esposo sólo se había
atrasado más que nunca, ¿no era así?
Un cuarto para las nueve de la noche, su pie comenzó a moverse de forma errática sobre
el piso, un viejo tic nervioso que nunca pudo eliminar.
A las nueve de la noche, el japchae estaba frente a él, y Yoo, el camarero, le preguntó si
iba a querer algo más. Jungkook sacudió la cabeza, tragando saliva mientras podía sentir
algunos ojos puestos en él.
Su dedo, otra vez, se deslizó sobre el número de Taehyung, queriendo marcar para
preguntarle dónde estaba, pero había una parte suya que no quería oírlo porque temía la
respuesta.
Taehyung no se pudo haber olvidado de su cumpleaños, ¿cierto?
A las nueve y media, Jungkook tuvo que sacar la primera servilleta para limpiar sus ojos
húmedos.
A las diez de la noche, Jungkook se encerró en el baño del restaurante, ocultando su
rostro entre sus piernas mientras se derrumbaba por completo, sintiendo como el llanto
atascado en su garganta salía por fin.
A las diez y cuarto, volvió a sentarse y pidió la cuenta, fingiendo no ver la mirada de
compasión y pena del señor Choi.
Cinco minutos después, estaba saliendo bajo una torrencial lluvia que empapó por
completo su cabello y ropa, pero no le podía importar menos, porque había un
entumecimiento en su cuerpo que no podía explicar. Que no podía procesar bien debido
al llanto que escapaba de su boca.
Por lo que comenzó a caminar bajo la lluvia, sin pensar siquiera un poco en tomar algún
taxi que le dejara fuera del departamento ya que no quería llegar allí tan pronto.
No quería abrir la puerta, entrar a esas frías habitaciones y tratar de autoconvencerse de
que no importaba que Taehyung hubiera olvidado su cumpleaños, él aún lo amaba.
Él aún lo amaba, aunque eso, no era más que una tonta, estúpida y patética mentira que
se repetía cada día porque enfrentarse a la dura realidad era algo que rompía su corazón
en miles de pedazos.
Pero ya no podía negarlo. Ya no podía seguir mintiéndose de esa forma porque si seguía
actuando así, lo único que iba a provocar era terminar roto y herido con un vacío tan
enorme en el corazón que no podría repararlo en mucho, mucho tiempo.
Su historia con Taehyung había acabado, había llegado a su fin, era un hecho.
Y aunque lo siguiera amando ya no podía hacer nada, sólo resignarse a firmar esos
papeles, concederle el divorcio y luego desearle lo mejor a Taehyung; aunque se sintiera
miserable y humillado por perder a quién consideraba el amor de su vida.
Se apoyó en la pared, sollozando.
Dolía tanto, tanto…
Y todo el mundo se lo había dicho, se lo había advertido, que al final sólo sería peor, pero
Jungkook no quiso verlo, trató de negárselo porque amaba demasiado a Taehyung y cosas
como el orgullo, como la dignidad, no valían la pena para él si lograba hacer que Taehyung
volviera a quererlo como antes.
Tener el amor de Taehyung, para Jungkook, era mil veces más hermoso que conservar una
dignidad que, a fin de cuentas, no le traería nada más que un breve momento
satisfactorio.
Limpió sus ojos, forzándose a dejar de llorar, porque ahora sólo tenía que asumir las
consecuencias de sus actos y aceptar que todo se había acabado, que ya no había más
Taehyung y Jungkook, que era el momento de seguir adelante, aunque sólo quisiera volver
atrás, a esa época en donde Taehyung le sonreía con total amor y le murmuraba al oído
cuánto lo amaba.
Pero esa época no iba a volver más, claro que no.
Veinte minutos más tarde estaba entrando al departamento, pensando en sus ropas
empapadas, y se encontró frente a Taehyung, que lucía brevemente perdido ante él.
Hubo un instante pequeño en el que se imaginó a Taehyung acercándose, pidiéndole
perdón por dejarlo plantado para luego decirle que lo amaba, que quería seguir toda su
vida junto a él, sin embrago, aquella imagen desapareció cuando su esposo habló:
- ¿Jungkook? ¿Bebé? -preguntó aturdido.
No, Taehyung seguía sin acordarse.
Eso dolió un poco más porque en años anteriores, Taehyung nunca se habría olvidado a
pesar de su volátil memoria. Porque Kim Taehyung solía recordar las fechas más
importantes y significativas para él, y que lo haya olvidado, que no supiera que día era…
Era bastante claro lo que significaba para Jungkook.
-Oh, ¿qué pasa?
Y Jungkook era un cobarde, porque no se sentía capaz de derrumbarse frente a Taehyung.
Pero también, una parte de él, no quería decirle a Taehyung la verdad como una forma de
castigo hacia su esposo, porque Jungkook lo conocía mejor que nadie, y sabía que si
comenzaba a llorar y le contaba lo que ocurría, Taehyung se sentiría mal, se sentiría
culpable, y pediría perdón.
Jungkook no quería su compasión, quería que se diera cuenta sólo, cuando no estuviera
frente a él.
-Nada – Taehyung se acercó-, sólo… ¿dónde estabas?
Se tomó su tiempo para responder, pensando en alguna mentira piadosa, y a su mente
llegó esa invitación que le hizo Jimin.
-Estaba comiendo en casa de Jimin y Namjoon, se me hizo tarde, lo siento mucho -luego,
agregó como si nada-. ¿Acabas de llegar también?
-Sí, el trato con los inversionistas japoneses se extendió bastante -hubo un breve
momento de pausa-. Jungkook, ¿por qué lloraste?
Claro, sus ojos.
Sus tontos e hinchados ojos llorosos.
Una sensación de cansancio se extendió por su cuerpo, de agotamiento por toda la
situación que estaba pasando, y sintió deseos de acurrucarse al lado de Taehyung, llorar
en su pecho, decirle cuánto lo amaba, y quedarse allí todo el día.
Entonces, Jungkook se permitió ser débil una vez más.
-Peleé otra vez con Jimin, insiste en que tú no me amas y eso me puso triste, Taehyung -
sus ojos parpadearon, poniéndose llorosos-, porque es mentira, ¿no es así, Taehyung? Tú
me sigues amando a pesar de todo.
Miénteme, miénteme, por favor, Taehyung, te lo ruego.
Hiéreme una vez más, no me importa, pero si me hace feliz un instante, lo aceptaré con
gusto.
-Por supuesto que sí, Jungkookie.
Sus labios se curvaron en una sonrisa honesta para luego besar suavemente a Taehyung.
-Vamos a la cama. Ha sido un largo día para los dos, ¿no es así? -le miró, su mano
apretando la suya-. Oh, a todo esto, ¿Cómo te fue?
-Bien. Cerré el trato y los inversionistas se fueron satisfechos.
Taehyung era tan inteligente, tan astuto y hermoso.
-Felicidades, Taehyung -dijo para luego besar a Taehyung una vez más, y sus ropas pronto
cayeron al suelo, ambos cuerpos encontrándose esa noche una última vez.
¿De cuantas formas amaba a Taehyung?
Jungkook no sabía con exactitud, así que, muchas veces, trató de contarlas.
Jungkook amaba la forma en la que Taehyung se reía, sus labios separándose, mostrando
sus dientes rectos, formando una sonrisa semejante a un cuadrado, sus ojos cerrándose
mientras en la comisura se formaban unas arruguitas que podía admirar todo el día si eso
significaba tener a Taehyung riéndose a su lado.
Jungkook amaba mucho cuando Taehyung se sentaba frente a un piano, su rostro carente
de expresión, aunque sus ojos reflejaban un amor devoto y absoluto ante el instrumento
que la difunta madre de su esposo le enseño a tocar, dejando que la pasión lo llenara y
tocara canciones capaces de hacerlo llorar porque había un montón de sensaciones que lo
invadían cuando su esposo tocaba.
Jungkook amaba las manos callosas pero suaves también de Taehyung, la manera en la
que sus dedos largos le acariciaban el rostro en mitad de un beso, cuando lo agarraban de
la cintura y lo sostenían cuando hacían el amor, el instante en el que sus manos le tocaban
como si fuera algo frágil y fácil de romper.
Jungkook amaba las noches en las que solían hacer el amor, la forma en la que se
miraban, como si ellos estuvieran en su propio mundo, en su burbuja personal, y nadie
pudiera interrumpirlos, nadie pudiera ingresar a ese pequeño lugar que tenían, tocándose
con total y absoluta devoción, con tanto amor, que a veces no eran necesarias las palabras
para poder decirse realmente lo que sentían por el otro.
Taehyung siempre le murmuraba las gracias a Jungkook por enseñarle a amarlo y
demostrarle que eran el uno para el otro, pero la realidad era que, fue Taehyung quien le
mostró a Jungkook que ambos se pertenecían.
Fue Taehyung quien salvó a Jungkook.
…
A la mañana siguiente, Jungkook despertó cuando Taehyung estaba arreglando su maletín
para irse a trabajar.
Envuelto en una bata, se acercó hacia Taehyung sonriendo, le dio un beso en los labios,
sintiendo como le decía mil cosas con ese gesto.
-Ten un buen día, Taehyung -le murmuró observando sus hermoso ojos oscuros-. Te amo,
adiós.
Taehyung asintió, algo urgido porque iba atrasado, y le dio otro beso.
-Nos vemos, Jungkookie.
Y cuando salió, quedando solo en ese departamento, Jungkook volvió a llorar.
Una hora más tarde, Jungkook estaba terminando de hacer sus maletas con todo los
necesario para irse de allí, incapaz de enfrentar directamente a Taehyung. Y antes de salir
del departamento, buscó la copia de los papeles de divorcio que su esposo había dejado
guardados, semanas atrás.
Con las manos temblando, sin leer lo necesario, y observando la firma de Taehyung,
Jungkook firmó en el espacio que le correspondía para luego dejarlos sobre la mesa del
comedor, saliendo sin mirar atrás.
Tampoco miro atrás cuando tomó un taxi, porque si lo hacía, Jungkook no iba a irse,
finalmente, nunca de allí.
9.