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APEGO

Prólogo

- ¿Qué es esto, Taehyung?


Frente a él, su esposo, con quien llevaba cinco años casado, se limitó a suspirar de forma
cansina, sin alejar el sobre que le tendía sobre la mesa.
Jungkook lo miraba, confundido, sin tomar el sobre. ¿Acaso Taehyung se le había
adelantado?
¡Si se suponía que el tema de la adopción era una sorpresa!
-Jungkook, solo léelo -dijo Taehyung con voz suave.
Arrugó el ceño levemente, un tanto decepcionado de que Taehyung lo hubiera llamado
por su nombre y no por los dulces sobrenombres por los que a veces lo llamaba; y no
usaba desde hace meses. Jungkook sabía que las cosas no estaban bien, no era idiota,
llevaban peleando por lo menos desde hace seis meses por cualquier estupidez, además
de que no habían hecho el amor desde hace dos, y eso lo estaba asustando demasiado.
Porque, por mucho que peleara con Taehyung, Jungkook lo seguía amando, así como
sabía que Taehyung lo amaba. Algunas peleas eran normales en una relación de pareja.
¿No es así?
Aunque claro, pelear cada día hasta porque no había papel higiénico en el baño no era
normal.
Sus manos picaron mientras sostuvo el sobre.
Sumando al tema de las peleas y de que no se habían tocado de forma carnal, estaba la
frialdad, el vacío, la indiferencia. Como Taehyung trabajaba en una empresa de
construcción y Jungkook era pediatra, apenas tenían tiempo para verse o salir juntos para
tener un tiempo a solas.
¿Cuándo fue la ultima vez que salieron a cenar?
No lo recordaba bien.
¡Pero estaba bien! Ya era hora de solucionarlo, y luego de haberlo pensado tanto,
¡Jungkook tenía una idea maravillosa!
Se le había ocurrido mientras jugaba con la hija de Namjoon, Sohyun, y la pequeña le
había dicho que debería darle un primito con el que jugar. Luego había recordado su
época universitaria, cuando estaba saliendo con Taehyung, y ambos habían dicho que una
vez casados, llegaría el momento de adoptar a un niño que alegrara sus vidas.
Con el paso de los años, esa promesa había sido olvidada, sin embargo, Jungkook quería
cumplirla ahora. ¡Un niño podría volver a acercarlos!
Y, al parecer, Taehyung se le había adelantado.
¡Si él también tenía los papeles de adopción que la asistente social le había entregado
para que leyeran y se informaran del proceso!
Tranquilamente, sacó lo que había dentro del sobre.
Arrugó los labios cuando notó que era sólo un papel.
Sus labios temblaron al leer la primera frase, así que levantó la vista.
- ¿Qué es esto, Taehyung? -repitió con la voz quebrada.
Los ojos de Taehyung, su marido por cinco años, su novio durante tres años, el único
hombre que había amado con tal profundidad, eran fríos, helados, indiferentes.
-Una carta de divorcio. Lo siento Jungkook, pero ya no te amo.

1.

Jimin siempre había sido un buen amigo para Jeon Jungkook, y cuando llegó a su casa,
llorando, no dudó en hacerlo entrar; le sirvió un vaso con agua para lograr calmarlo y así
poder escucharlo. Poder oír todos los balbuceos sin sentido que soltaba.
Namjoon había ingresado minutos después con la pequeña Sohyun en brazos, sin
embrago, al ver a Jungkook llorando sin control alguno, hizo un gesto de sorpresa para
luego llevarse a la niña lo más rápido que pudo de allí.
Sin embargo, Jungkook alcanzó a oír las palabras inocentes de la niña:
- ¿Por qué tío Nochu llora?
Su corazón de quebró un poco más.
Jimin no lo presionó a hablar, esperando en silencio a que se calmara, a que pudiera tener
la suficiente tranquilidad como para poder decir algo; que llegó segundos después, con
Namjoon entrando al comedor quien se sentó al lado de Jimin, tomándole la mano a su
novio, y esa visión lo hizo sentir patético y miserable.
-Taehyung me pidió el divorcio.
Su mejor amigo abrió los ojos por la sorpresa en tanto Namjoon soltaba una maldición,
aturdido.
Por su puesto, nadie se lo esperaba. ¿Quién iba a pensar que Taehyung le pediría aquello
cuando había sido él quien había dado siempre los primeros pasos para todo?
Cuando se conocieron, fue Taehyung quien lo salvó de ser objeto de burlas en la
preparatoria, debido a lo asustadizo y torpe que fue Jungkook el primer día de clases.
Fue Taehyung quien le pidió salir, y quien le dio un beso.
Fue Taehyung quien le dijo que deberían irse a vivir juntos.
Fue Taehyung quien le pidió matrimonio.
Y ahora; parecía ser Taehyung quien quería acabar con todo.
Y, a pesar de que pareciera que era Taehyung quien tenía que tomar esas decisiones, no
era como si Jungkook nunca hubiese puesto de su parte: Jungkook era, como veía todo el
mundo, la persona que podía sacarle una sonrisa enamorada a Taehyung con una acción
tan tonta como un beso sorpresivo, y la única persona que lo hacía bajar sus defensas
totalmente; haciendo que se comportara de una forma infantil, e incluso, caprichosa.
Para todo el mundo, no había Taehyung sin Jungkook, y no había Jungkook sin Taehyung.
Porque hacían una de las parejas más bonitas y honestas que se podían ver.
Pero, al parecer, las cosas no eran tan felices como se mostraban al resto.
- ¿Por qué? -preguntó Jimin en voz baja.
Los labios de Jungkook temblaron.
-Dice que no me ama -su tono se rompió y las lágrimas volvieron a salir-. Ya no me ama,
Mochi. Taehyung ya no me ama.
Jungkook quería negarlo, ver lo inevitable, pero no era tonto, y mucho menos un
adolescente enamorado; si Taehyung lo decía, era cierto.
Porque Taehyung jamás le mentiría con algo tan importante como eso, Jungkook lo sabía.
Taehyung siempre había sido brutalmente honesto con sus sentimientos, tanto, que no se
daba cuenta de que sus palabras le hicieron mucho, mucho daño.
Tomó un poco más de agua.
-Está enamorado de otra persona -barboteó antes de empezar a llorar otra vez, e
inmediatamente, los brazos de Jimin lo rodearon-. Ama a alguien más. Lo perdí, Mochi, lo
perdí…
Su corazón no se había sentido tan roto como en ese momento: saber que la persona que
ama, con quien compartió tantos años de su vida, ya no lo quería como antes, lo había
dejado de lado, se entregó a alguien más, era como una estaca clavándose no sólo en su
corazón, sino también en todo su cuerpo, haciendo que todo doliera y se estremeciera.
Veía todo de un horrible color negro, incapaz de ver un poco de luz en medio de tanta
oscuridad.

Taehyung suspiró, leyendo un informe que su secretaria le dejó esa tarde, para luego
bajarlo y dejarlo sobre la mesa, cansado.
Recordó los ojos llenos de lágrimas de Jungkook, su labio temblando, sus mejillas
húmedas por el llanto. Y se sintió culpable y triste por lo que había ocasionado, pero no
arrepentido. Tenía que hacerlo.
¿Cómo podía seguir casado con alguien a quien no amaba?
No era justo para Jungkook ni para él, así que no podía seguir con esa farsa.
Ya no amaba a Jungkook, era un hecho claro, pero lo apreciaba lo suficiente como para no
seguir haciéndole daño con sus acciones.
Tocaron la puerta de su oficina y murmuró un pase lo suficientemente alto como para que
la persona lo escuchara y entrara.
Al verlo, sonrió con relajación.
-Tienes un aspecto horrible -dijo el hombre de cabello rojo con una sonrisa dulce,
cargando un montón de carpetas.
Dejó salir un bufido, recostándose en la silla, y pronto su amante se acercó, comenzando a
hacerle un masaje en los hombros.
-Le pedí el divorcio a Jungkook -le comunicó Taehyung con un tono de pesar.
-Oh, lo siento tanto Taehyung -le dijo de forma honesta-. ¿Estás seguro de esto, de lo que
tenemos nosotros? Llevas tanto tiempo con Jungkook que quizás…
-No digas eso -le interrumpió Taehyung con suavidad- Todavía quiero a Jungkook, claro,
pero es un cariño que le tengo por el tiempo que hemos pasado juntos, así que… tengo
claro lo que siento por ti, Hoseok.
Hoseok asintió, titubeante, para luego inclinarse y darle un pequeño beso en los labios.
-Lo lamento mucho por Kookie -murmuró Hoseok entonces, sin alejarse demasiado-, debe
estar pasándola mal, me siento culpable por hacerle esto, pero…
-Lo va a entender -contestó Taehyung dándole un beso en la mano, serio-. Jungkook lo
entenderá con el tiempo.
Taehyung esperaba eso: que Jungkook pudiera, con el pasar de las semanas, curar esa
herida que le hizo a pesar de haber prometido años atrás, que nunca le rompería el
corazón.
Pero las promesas, al igual que los sueños, parecían destinados a ser rotos de cualquier
forma, y sin posibilidad alguna de poder evitarlo.

2.

Cuando entró, Taehyung vio a Jungkook sentado tras la mesa, mirando a la nada, sus ojos
rojos e hinchados, una copa de vino en su mano.
Fingiendo una tranquilidad que no sentía, cerró la puerta tras de él, y el sonido hizo que
Jungkook le mirara.
Su esposo parpadeó para luego sonreír levemente.
Taehyung llevaba sin verlo tres días, en los que estuvo durmiendo en un hotel para que
cuando se vieran, Jungkook comenzara a llorar y pedirle que se alejara, no que sonriera.
La carta de divorcio en su bolso pesó un poco más. Necesitaba ser firmada para llevar a
cabo el trámite pronto, así que sí o sí tenía que hablar con Jungkook en ese instante.
-Te extrañe mucho -comentó Jungkook de pronto, poniéndose de pie.
Antes de poder decir algo, Jungkook le dio un beso suave en los labios.
Su estómago se contrajo, atónito.
Se alejó, arrugando el ceño en confusión.
-Pensé que no vendrías a cenar -prosiguió Jungkook como si nada, sin dejar de sonreír-,
estaba a punto de llamarte.
Abrió la boca, pero las palabras no salieron de su boca, aturdido.
¿Acaso…?
Miró hacia abajo, viendo los papeles de divorcio.
-Jungkook -dijo con voz suave-, vine para que firmes los papeles.
Y los levantó.
La hermosa sonrisa de conejito que lo había enamorado cuando era más joven se convirtió
en un mohín de dolor, pero no retrocedió. Necesitaba hacer eso pronto. Una vez los
papeles fueran firmados, sacaría sus cosas de la casa para irse a un pequeño
departamento que vio en los últimos días.
Jungkook sacudió la cabeza.
- ¿Qué dices, Taehyung? -preguntó con voz temblorosa-. ¿Papeles de qué?
Suspiró.
Se lo había planteado: cuando los papeles estuvieran listos, pensó que Jungkook podría
reaccionar de distintas formas, y la negación fue una de ellas. La triste, terrible negación.
Taehyung hubiera preferido que Jungkook colapsara, le gritara, le rogara, lo tratara mal y
no quisiera verlo más; pero no que se esforzara en negar lo que era inevitable. Negarlo era
lo peor, porque significaba que Jungkook seguía teniendo esperanza alguna de que lo que
había ocurrido fue sólo una broma, o peor, un invento.
-De divorcio -dijo sin perder el tono suave.
Jungkook parpadeó.
-Oh -fue lo único que dijo.
Se dio vuelta antes de que Taehyung pudiera añadir algo más.
Taehyung percibió entonces, que el más joven estaba pálido, con ojeras bajo sus ojos
hinchados, sus labios resecos y partidos. Incluso pudo notar que su rostro estaba más
delgado. Le preocupó que Jungkook no hubiera comido bien los días anteriores, sin
embargo, no se atrevía a preguntar.
-Prepararé tu plato favorito -dijo Jungkook entonces, sin mirarlo.
-Jungkook -ahora su voz salió más dura-, por favor, no hagas esto más difícil.
-Difícil -repitió Jungkook-. No lo entiendo.
Sintió como se desesperaba, algo se estrujaba al ver los ojos de Jungkook; tan cálidos y
tiernos, pero llenos de un infinito dolor que parecía sacudirlo por dentro, que lo rompía en
mil pedazos. Esos ojos que siempre parecían contentos y felices ahora estaban asustados,
temerosos de él.
-Te lo ruego -murmuró con la voz temblando.
Pero Jungkook sólo se abrazó a si mismo, mordiendo su labio inferior.
- ¿Es… es por qué ya comiste afuera? -preguntó inseguro-. Puedo comprenderlo si-
- ¡Mierda, Jungkook, ya no te amo!
Se odió por haberlo dicho tan bruscamente, con la voz teñida de pena y un poco de rabia
también. ¿Por qué Jungkook tenía que ser tan idiota, tan tonto? ¿Por qué tenía que
adoptar esa actitud? ¿No sabía que él también se sentía mal por tener que hacer eso?
Lo vio tragar saliva, su ceño arrugándose levemente.
-Firma esto, ahora -ordenó mostrando otra vez los papeles.
Jungkook ladeó la cabeza.
-No.
La palabra resonó en el comedor, y de pronto, una fría calma se extendió por el rostro de
su esposo. Exesposo.
Abrió su boca por la incredulidad.
Dio un paso.
-No lo compliques todo -gruño Taehyung sin poder evitarlo-. Fírmalo ahora. Sacaré mis
cosas y-
-No lo firmaré -Jungkook levantó la barbilla, desafiante-. No pienso divorciarme del
hombre que amo, Kim Taehyung. No sin antes pelear.
Apretó su puño, los papeles arrugándose, y sintió odio por Jeon Jungkook, por sus ojos
tristes pero firmes, por su expresión calmada- casi indiferente-, y su presencia
demandante y adsorbente.
¿No fue todo eso lo que lo había enamorado en primer lugar?
-Te estas comportando como un niño caprichoso -advirtió Taehyung con desprecio-. Lo
único que estas haciendo es humillarte -se enderezó, haciendo una mueca-. Jungkook, ya
no te amo, es así de simple, así que terminemos con esto.
- ¿Por qué? -Preguntó Jungkook interrumpiéndolo-. ¿Por qué ya no me amas? ¿Qué
cambió? Estábamos mal, sí, pero ¿Es suficiente para que dejes de amar a la persona con la
que te casaste? – se sentó en la silla-. Teníamos una crisis y te refugiaste en Hoseok, ¿y
dejas de amarme?
Sabía que tuvo que poner una expresión de sorpresa ante la mención de Hobi, pero no
dijo nada, haciendo una pregunta silenciosa con su mirada.
-Pueden ser un poco más discretos con sus salidas -respondió Jungkook amargamente-.
Los vi cuando iba a verte ayer, ¿está bien? Vi como lo mirabas, como lo tocabas, y sí, lo
quieres -se apoyó en el respaldo de la silla, calmo-. Pero Taehyung, no es por presumir,
pero no lo mirabas de la misma forma en la que me has mirado a mí por ocho largos años.
Trató de ignorar sus palabras, de no dejarse amedrentar por la reclamante mirada de
Jungkook, y puso los papeles sobre la mesa.
-Fírmalos, Jungkook -ordenó.
Jungkook los tomó.
Y los rompió.
Taehyung montó en cólera.
- ¡¿Por qué todo tienes que complicarlo, Jungkook!? -le gritó exasperado-. ¡No haces más
que lucir patético y tonto con esa actitud!
Jungkook no se inmutó ante sus gritos.
-Yo sé que tus sentimientos por mí siguen ahí, pero están marchitos -tiró los papeles al
suelo con desprecio-. Lo vamos a intentar una vez más, Taehyung, es así de simple.
- ¡Estás loco! -gruño Taehyung volteándose-. Yo quería hacer toda esta mierda por las
buenas, pero no haces más que arruinarlo como siempre. Haré que mi abogado-
-Treinta días.
Se volteó.
Jungkook seguía sentado, aunque con una nueva expresión de desafío.
- ¿Qué?
-Dame treinta días. Un mes -continuó-. Treinta días para demostrarte que todavía me
amas. Si luego de eso sigues insistiendo en que quieres el divorcio, firmaré sin reclamar -
su voz se volvió baja, suplicante-. Por favor, Taehyung. Sólo treinta días.
Taehyung lo miró, atónito, y retrocedió un paso.
Luego, negó con la cabeza, sintiendo como temblaba ante la insistente mirada de
Jungkook.
-No -fue lo único que dijo antes de salir de allí, cerrando con un portazo.
Jungkook suspiró, solo, sin moverse.
Permaneció unos segundos en silencio para luego mirar su mano izquierda, al dedo
anular, donde el anillo de matrimonio seguía brillando, y recordó brevemente la mano de
Taehyung, el anillo también en su lugar.
-Ah, Taehyung, ¿cómo llegamos a esto? -murmuró sabiendo que nunca habría respuesta
para esa triste, penosa pregunta.

3.

-Jungkook, ¿Qué demonios te pasa?


Jungkook miró a Jimin impasible mientras le introducía un palo de helado a Sohyun en la
boca. La hija de Nam se había enfermado los últimos días debido a la ola de frío que
azotaba la ciudad, y no era la única: ese día, Jungkook tenía la agenda llena, y por lo
menos durante una semana más.
No le importaba demasiado, porque Jungkook amaba a los niños.
Siempre había querido un niño dentro de su familia, y el sueño de adoptar uno seguía ahí
metido en su cabeza, a pesar de la inestabilidad con Taehyung.
Inestabilidad. Como si fuera eso. Como si estuvieran pasando un mal momento y no le
hubiera pedido el divorcio oficialmente tres días atrás.
En esos tres días, Jungkook no había tenido noticias de su todavía marido, pero no lo iba a
llamar para presionarlo.
Jungkook conocía a Taehyung lo suficiente como para saber qué decisión iba a tomar
finalmente.
-Tose, cariño -le pidió dulcemente a Sohyun, quien obedeció.
La hija de Namjoon, que había sido producto de su exnovia Hyejin, era un encanto con
todo el mundo. Era educada, bonita y tierna, criada por sus dos padres a pesar de que no
estuvieran juntos; ya que todavía conservaban una gran amistad aun cuando hubieran
sido novios en el pasado.
Hyejin no tenía problemas en que Sohyun pasara semanas completas con su padre, pues
tenía un trabajo pesado como gerente de una empresa de moda y solía viajar durante
largos periodos de tiempo; sin embargo, no era una madre ausente como muchos solían
pensar. Llamaba a Sohyun cada noche preguntando como le fue en el día, y cuando Hyejin
estaba en casa, le daba toda su atención a su hija. Además, conocía a Jimin también, la
actual pareja de Namjoon, y no tenía reparos en que Jimin fuera como un segundo padre
para Sohyun.
-Has estado comiendo helado a escondidas de tu tío Jimin, ¿no es así, enojona? -se burló
dulcemente Jungkook de la pequeña niña, que enrojeció por la culpa y vergüenza.
-No me cambies el tema -reclamó Jimin detrás de él-. Jungkook, demonios ¿cómo se te
ocurre…? ¡Taehyung no merece ninguna oportunidad! ¡Te engaño con su asistente!
El breve recuerdo de ver a Taehyung tomándole la mano a Hoseok en su oficina,
hablándole al oído mientras provocaba que se riera, causó una punzada de dolor en su
corazón, pero fingió una indiferencia que no sentía para que Jimin no siguiera retándolo.
Jungkook nunca se había considerado a sí mismo como una persona celosa, no así como
Taehyung. Mientras Taehyung era todo posesividad y gruñidos, Jungkook era calma y
silencio, porque Taehyung nunca le había dado motivos para dudar de él en esos ocho
años que estuvieron juntos.
No hasta ahora.
-Bronquitis aguda -le dijo a Jimin-, Sólo descanso, mucho líquido y acetaminofén para
bajar la fiebre.
Jimin murmuró por lo bajo mientras comenzaba a abrigar a Sohyun.
-Deberías firmar sus tontos papeles -regaño Jimin-, y deshacerte de él. Le pides la casa,
dinero, y lo mandas al diablo.
-Jimin -dijo Jungkook con la voz seca-, sigue siendo mi marido y el hombre que amo. Tú no
lo entiendes, así que te lo diré de una forma más sencilla: Taehyung me sigue amando, lo
sé, sólo tiene que darse cuenta de eso y lo ayudaré para que luego no se arrepienta por
haberse divorciado.
- ¿Arrepentirse? -farfulló Jimin con rabia tiñendo su voz-. ¿Cuándo Kim Taehyung se ha
arrepentido de algo?
Nunca. Taehyung era una persona que pensaba bien las cosas antes de hacer algo. Si le
estaba pidiendo el divorcio, no era por una decisión apresurada, sino porque tuvo que
pasar semanas pensando en si era lo correcto o no.
-Y si realmente te ama -agregó Jimin tomando en brazos a Sohyun-, entonces que se dé
cuenta solo y te pida perdón de rodillas. ¡Te ha humillado! ¿Dónde demonios está tu
orgullo, Jungkook?
Jungkook levantó la vista luego de firmar la receta médica de Sohyun.
-Jiminnie -dijo con suavidad ahora-, ¿Sabes que el orgullo no lo es todo en esta vida? Si
nos dejáramos guiar sólo por el orgullo, entonces la vida sería una miseria -sonrió con
tristeza-. La vida no se trata de quien es el más orgulloso, sino de ser capaz de perdonar y
dar segundas oportunidades.
La expresión dura de su mejor amigo se suavizó un poco para dar paso a la pena.
-No quiero verte llorar más -murmuró Jimin-, no te lo mereces, Nochu. No una persona
como tú -tomó aire, arreglándole el gorro a la niña antes de abrir la puerta-. Sigo sin
apoyarte en esto, pero eres mi mejor amigo, así que si las cosas no resultan… bueno,
siempre estaré para que llores en mi hombro.
Jungkook sonrió ahora con más alegría.
-Nos vemos el fin de semana -le dio un pequeño beso en la mejilla a Sohyun-, tú mejórate
y hazle caso a tu tío Chim ¿bien?
-Sí tío Nochu -dijo Sohyun sonriéndole. Cerró la puerta, suspirando para luego decirle a su
secretaria que hiciera pasar al siguiente paciente.
Kim Seokjin y su pequeño hijo de tres años, Kim Changmin, le sonrieron de vuelta.
Jungkook saludó familiarmente a Seokjin, a quién conocía desde que el pequeño
Changmin había nacido, siendo algo así como su médico personal cada vez que el niño
tenía alguna complicación; además de ser un consejero para Jin, ya que la madre de
Changmin murió cuando el bebé tenía sólo un año, y desde entonces Jin lo crio sin ayuda
alguna.
Además…
Bueno, Jungkook no era tonto. Los últimos meses había notado cierto coqueteo y miradas
con dobles intenciones por parte de Jin, pero siempre las había ignorado debido a lo
preocupado que estaba de su matrimonio con Taehyung. Además, Jin sabía que era
hombre casado, ¿no era bastante obvio con el anillo en su dedo anular y las fotografías
que tenía en el escritorio?
La que más destacaba por su puesto era la del día de su matrimonio, donde ambos tenían
trajes blancos y lucían felices ante el juez luego de dar el sí.
Pero a pesar de amar a Taehyung, eso no significaba que Jungkook no pudiera mirar, y era
bastante obvio que miraría a un hombre como Kim Seokjin, con su rostro tan atractivo,
sensual y por sobre todo dulce, como el que tenía.
-Luces un poco cansado -le dijo Jin con expresión preocupada.
Hizo un gesto vago, queriendo quitarle importancia.
-No es nada -apuntó a Changmin, que tenía el rostro colorado y sorbía su nariz-. ¿Cómo se
siente mi paciente favorito?
-Mal -masculló Changmin con los ojos llorosos.
Jin sentó al niño en la camilla, ansioso.
-Estuvo todo el día de ayer tosiendo y apenas durmió algo en la noche por eso, además de
que tiene fiebre y dice que le duele la garganta -explicó.
Jungkook comenzó a atenderlo con diligencia.
Afortunadamente, Changmin era el ultimo niño del día, por lo que no estaba apurado para
terminar pronto y luego podría irse a su casa a descansar un poco.
A su vacía y fría casa ahora.
Mordió su labio inferior, notando sus ojos un poco llorosos ante ese pensamiento.
Decidió concentrarse en el trabajo, no necesitaba ponerse sensible ahora.
Luego de varios minutos revisando al pequeño niño, llegó a su veredicto: amigdalitis. Le
dio una receta con antibióticos a Jin, recomendándole reposo a Changmin y mucho
líquido, viendo su expresión de alivio al ver que no era algo tan grave.
- ¿Te vas para tu casa ahora, Jungkook? -le preguntó Jin mientras abrigaba a su hijo.
Asintió, distraído, guardando las cosas en su bolso.
Normalmente, Taehyung solía ir a buscarlo durante las tardes para irse juntos y cenar en
compañía, aunque las ultimas semanas su marido le enviaba mensajes diciéndole que
tenía trabajo extra así que no lo esperaba para comer.
Se abrigó.
- ¿No quieres que te llevemos? -ofreció Jin con amabilidad.
Miró al de cabello negro, notando el interés en sus ojos, y su primer pensamiento fue
negarse aludiendo a que su esposo lo iría a buscar, que no se preocupara, pero si era
honesto consigo mismo…
Bueno, Jungkook estaba cansado.
-Eso… estaría bien -aceptó sonriendo suavemente.
Sí, estaba agotado de viajar sin nadie a su lado, llegando a una casa vacía y helada,
comiendo algo frío mientras miraba la televisión para hacer algo, luego yéndose a acostar
a esa cama enorme que se sentía ahora incómoda y triste.
Sobre todo, cuando pensaba que Taehyung podía estar compartiendo cama con su
amante.
Trató de desviar ese pensamiento, fingiendo oír la conversación de Jin, contándole sobre
los logros de su hijo en el jardín de infantes, subiendo al asiento del copiloto sin decir otra
cosa.
¿Taehyung disfrutaría de sus encuentros con Hoseok? De seguro que sí, después de todo
¿no lucía enamorado y pendiente de él como lo había sido con él durante tanto tiempo?
Jungkook tenía miedo de perderlo, aunque una parte de él le susurraba que ya era tarde,
que Taehyung se le había ido de las manos y ahora le pertenecía a otra persona.
No quería ser negativo, Jungkook trataba de creer en el amor que Taehyung le tuvo -tenía-
y apelar a ello para volver a conquistarlo, para demostrarle que su amor seguía allí, sólo
había que regarlo, pero luego de eso, ¿qué vendría? Las cosas no volverían a ser iguales, lo
tenía claro.
¿Cómo lo serían cuando Taehyung estaba amando en ese mismo instante a otra persona?
¿Y cómo no amaría a Hoseok? Jungkook lo conocía no solo de vista, había hablado con él
también cuando se lo encontraba al momento de visitar a Taehyung en su oficina. Hoseok
era un hombre guapo, educado, amable, inteligente y gracioso, que solía atraer las
miradas por donde fuera con su porte.
Jungkook, en cambio, no podía competir con él.
Allí donde Hoseok era todo risas, Jungkook era apenas una carcajada. Allí donde Hoseok
era un rosal, Jungkook sólo una margarita. Allí donde Hoseok era una tormenta, Jungkook
era con suerte una llovizna.
Jungkook no culpaba a Taehyung por haberse enamorado de Hoseok.
Pero aún así, dolía, porque Jungkook siempre se había enorgullecido de tener el corazón
de Taehyung sólo para él, y ahora, no le quedaba nada de eso. Sólo una pequeña
esperanza de que Taehyung pudiera notar que ellos estaban destinados, eran almas
gemelas, y que decidiera aceptar esa tonta pero consoladora oferta que podía acabar muy
mal.
Aunque si las cosas fracasaban…
¿Qué haría Jungkook sin Taehyung?
Ocho años de amor no eran fáciles de olvidar, aunque para Taehyung lo hubiera sido.
-Jungkook… ¿Por qué lloras?
Parpadeó, levantando la vista, encontrándose con el preocupado rostro de Jin frente a él.
Se dio cuenta entonces de que Jin estaba estacionado fuera de su cada y Changmin estaba
durmiendo en el asiento trasero, sentado en su silla.
Llevó sus manos a sus mejillas, notándolas húmedas, y abrió la boca para disculparse.
Aunque lo que salió no fue una disculpa, sino un jadeo de dolor mezclado con un sollozo.
Cubrió su boca, derrumbándose por completo, sin saber por qué.
Dolía, dolía tanto ver que Taehyung, la persona a la que consideraba el amor de su vida,
de pronto se diera cuenta de que no lo amaba como decía hacerlo, buscando a otra
persona con la que compartir su vida, y lo hiciera a un lado porque ya no lo quería.
Dolía ser desechado y tirado a la basura.
Dolía ver que era el único enamorado y el único que estaba dando algo por un matrimonio
que parecía perdido desde hace mucho.
-L-lo si-siento… -sollozó entre hipidos.
-No, no, no te disculpes, no pasa nada -se apresuró a decir Jin con pena en la voz-. No
llores, Jungkookie, por favor, me lastima verte así.
Las manos de Jin acariciaron su rostro húmedo e hinchado, pero no vio la repulsión o
disgusto en sus ojos, sólo eterno cariño y ternura, genuina preocupación y afecto que no
veía hace mucho.
No, Taehyung fue le único en mirarlo de esa forma durante tantos años; que había
olvidado lo que era que otra persona se preocupara de esa forma por él.
-Taehyung me… me pidió el divorció… -contó entre lágrimas-, él ya no… no me quiere… Y
está bien, lo ju-juro, yo no… no puedo obligarlo a quererme, pero… pero no lo hace más
fácil, y duele tanto, tanto…
Dejó que los brazos de Jin lo rodearan, atrayéndolo a ese cálido cuerpo desconocido pero
cómodo que parecía sostenerlo tan bien en ese instante, y pronto dejó su hombro
húmedo por las lágrimas mientras seguía sollozando por la tristeza que lo embargaba.
-Tranquilo, mi amor… -murmuró Jin acariciándole el cabello-, sé que duele, no te
avergüences de eso, bebé -sintió unos suaves labios besándole la frente y le miró entre
lágrimas-. Jungkookie, si quieres-
No alcanzó a oírlo porque en ese instante alguien abrió bruscamente la puerta del copiloto
y lo agarró del abrigo, tirando de él, separándolo de forma sorpresiva.
Soltó un grito suave mientras Jin se quejaba, saliendo del auto.
- ¡Oye, idiota!
Jungkook se volteó, encontrándose con el disgustado rostro de Taehyung.
Le miró, sorprendido al notar su mandíbula apretada, sus ojos refulgiendo por la ira.
-Treinta días -concedió Taehyung con la rabia tiñendo su voz.
Pero sus palabras no le sorprendieron.
No, lo que le sorprendió fue ver en el rostro de Taehyung, luego de que le hubiera pedido
el divorcio, con unos irracionales celos que no veía desde que ambos tenían veinte años y
eran unos jóvenes tontos, ilusos, pero por sobre todo, enamorados.

4.

Taehyung frente a él, seguía teniendo la mandíbula apretada y una mirada de molestia a
pesar de que Seokjin se haya marchado minutos atrás y se quedaran solos.
No había dicho nada incluso cuando Jungkook le sirvió un vaso de agua, diciéndole que se
calmara.
Se sentó a su lado, mordiendo su labio inferior.
-No tenías que reaccionar de esa forma, Taehyung -le dijo con voz suave.
Taehyung lo miró con el ceño fruncido.
-Iba a besarte. Ese maldito bastardo iba a besarte y-
-Y tú has besado a Hoseok -le interrumpió Jungkook, ahora con expresión dolida-. ¿No es
eso injusto, Taehyung? ¿Qué tu tengas amante y te estes comportando de esa forma? ¿Ya
te has acostado con él?
Taehyung no dijo algo por varios segundos, bebiendo agua en silencio, y cuando dejó el
vaso sobre la mesita del living, lucía mucho más calmado.
-No -dijo Taehyung-, sabes que no lo he hecho, Jungkook.
Jungkook arrugó los labios, negando con la cabeza.
- ¿Por qué debería creerte?
-Porque sabes que no te mentiría con eso -replicó Taehyung poniéndose de pie-. Por
mucho que quiera el divorcio y este enamorado de Hoseok, sabes que no me acostaré con
él hasta que los papeles estén firmados. Incluso sabes que si lo he besado, ha sido
después de pedirte la separación, de decirte la verdad, ¿no es así?
Sonriendo amargamente, Jungkook asintió, forzándose a no lucir herido a pesar de las
palabras de Taehyung.
Tenía claro que su esposo no le mentiría con eso, que estaba diciendo la verdad, pero no
lo hacía más fácil. De alguna extraña forma, si le hubiera dicho que se acostaba con
Hoseok, no tendría tantas dudas porque habría atribuido los deseos de separación a una
calentura de Taehyung por su asistente, sin embargo… Si no se habían acostada y con
suerte compartieron besos, eso significaba sentimientos más profundos que le aterraban.
- ¿Qué estás haciendo aquí Taehyung? -preguntó Jungkook con voz rota.
Taehyung apuntó su bolso.
-Vengo por los papeles -contestó impasible-, pero también tengo claro que eres una
persona demasiado terca, Jungkook -suspiró, sentándose -Treinta días ¿no es así?
Jungkook asintió en silencio, mirando a los ojos oscuros de su marido.
- ¿Cómo pretendes hacerlo, Jungkook? -Taehyung suavizó su tono-. Comprendes que ya
no te amo, ¿cierto? Sólo te estás haciendo más daño, Kookie.
Que lo llamará con un diminutivo hizo que algo doliera en su interior.
- ¿Más daño? -se burló quebrado-. ¿Cómo me haré más daño Taehyung? El hombre que
amo quiere dejarme porque está enamorado de otro; y lo único que pido son treinta días
para poder demostrarle que aún puedo ser suficiente para él.
La expresión de Taehyung cambió, y el más alto le tomó las manos, llamando su atención,
pidiéndole que se calmara un poco.
-Jungkookie, bebé -murmuró Taehyung-, no digas esas cosas, ¿está bien? Tú eres… tú eres
más que suficiente para cualquier persona, es más, yo diría que… que nadie te merece,
menos yo -Taehyung trató de sonreírle, aunque Jungkook desvió la mirada, sabiendo que
pronto se pondría a llorar-. Jungkookie, todavía te quiero, y porque te aprecio lo suficiente
es que te estoy pidiendo esto. Por favor, firma los papeles, no es necesario que continúes
con esta tontería.
Su labio tembló.
- ¿Tontería? -tragó saliva-. ¿Querer luchar por tu amor te parece una tontería? -se puso de
pie, repentinamente enojado-. ¿Quere salvar nuestro matrimonio, nuestra relación de
ocho años, te parece una tontería?
-Sabes que no me refiero a eso-
-Treinta jodidos días -exigió Jungkook-. Es eso lo que te pido, Taehyung, o tendrás que
llamar a mi abogado para el divorcio.
Taehyung hizo una mueca, molesto también.
-Como quieras -espetó con la voz dura-, pero apenas termines con tu show, entonces
tendrás que firmar todo lo que te exija.
Soltó una risa helada.
-Está bien- dio un paso, inclinándose hasta quedar a la altura de Taehyung-, pero estos
treinta días, Taehyung, serás sólo mío, ¿entendido? No quiero verte de forma romántica
con Hoseok, ni que pases noches fuera diciendo que tienes que trabajar. Para que esto
funcione, tú también tienes que poner de tu parte.
Taehyung apretó los dientes, observando los ojos cafés de Jungkook, y sintió algo extraño
removiéndose en su estómago al ver una mirada tan decidida en el rostro de su esposo.
Pero por sobre todo, algo se estremeció cuando notó lo hermoso que se veía Jungkook tan
cerca suyo.
¿Cuánto tiempo llevaba sin tenerlo de esa forma a su lado?
No podía recordarlo bien.
-Bien -se acercó, su aliento chocando con la respiración de Jungkook-, Pero tampoco
quiero verte cerca de esa cara de llama, Kookie.
Jungkook enarcó una ceja.
- ¿Acaso tú eres perfecto, Kim?
Humedeció sus labios, gruñendo una maldición en voz baja.
-Te he dicho que con mi belleza no, Kookie.
Por primera vez en días, Jungkook sintió como sus labios se curvaban en una sonrisa
tímida y algo temblorosa.

-Debes estar de joda, Taehyung.
El de cabello oscuro miró a su mejor amigo, Yoongi, sentado frente a él con una mirada de
incredulidad en su rostro.
Se encogió de hombros, indiferente.
- ¿Y Hoseok aceptó eso? -insistió Yoongi al no oír respuesta alguna de Taehyung.
Taehyung cerró su portátil, bostezando, fingiendo una indiferencia que no sentía ante la
presión de su amigo.
Yoongi, siempre sonriente y dispuesto a bromear, lucía ahora molesto, irritado, y por qué
no decirlo, indignado.
-Peleamos -contestó Taehyung-, no le hizo gracia alguna.
- ¡Claro que no le haría gracia! -exclamó Yoongi poniéndose de pie-. Demonios, Taehyung,
¿cómo se te ocurre aceptar algo así? -el de cabello color menta lo miró furioso- ¿Acaso no
te basto con hacerle daño a Jungkook, ahora planeas destrozarlo? Y no sólo eso, también
le estás rompiendo el corazón a Hoseok…
-Quiero un divorcio tranquilo, Yoon, sin peleas, sin abogados, sin tener que ir a una corte,
y si debo esperar treinta tontos días, lo haré -explicó Taehyung guardando sus cosas-. Sé
que no estás a favor de esto, después de todo, tampoco me apoyaste cuando te conté lo
del divorcio -añadió con rencor en su voz.
Yoongi soltó un bufido.
- ¿Cómo quieres que te apoye cuando sé que estás cometiendo un grave error? -preguntó
con tristeza su amigo-. Taehyung, mierda, somo amigos desde que fuimos al colegio;
conozco a Jungkook y sé que su relación es una de las cosas más bonitas que haya visto, y
que ahora quieras destruirla por un capricho…
Taehyung fulminó con la mirada a su mejor amigo.
-No es un capricho -espetó Taehyung-, realmente quiero a Hoseok.
El de cabello menta soltó una risa carente de diversión.
- ¿Quererlo? Por supuesto que lo haces -Yoongi negó con la cabeza-, pero lo que sientes
por Jungkook va más allá de eso. Siempre ha ido más allá de eso. ¿Por qué eres la única
persona que no lo ve?
Taehyung lo miró en silencio.
Si era sincero consigo mismo, lo que sentía por Jungkook nunca había sido tan claro para
él como todo el mundo solía decir. ¿Lo amaba? Por supuesto que sí, de eso no había duda.
El amor que sentía -o sintió por Jungkook -era tan grande que nunca sintió que unas
simples palabras (Te amo) pudieran expresarlas en su totalidad, pudieran realmente
mostrar lo que sentía por él.
Recordaba a ese torpe chico que llegó a los quince años a su curso, con frenillos, cabello
castaño y una mirada titubeante y nerviosa. Jungkook parecía un chico fácil de molestar e
intimidar, eso se notaba enseguida, por lo que se convirtió en un objeto rápido de los
matones del curso.
Pero cuando empujaron a Jungkook frente a él, haciéndolo caer al suelo, Taehyung no
pudo evitar querer protegerlo de todo lo malo en el mundo.
Desde ese día, Jungkook lo persiguió por todas partes como un cachorrito perdido,
queriendo que su hyung amado le dirigiera siquiera una mirada, le dirigiera una palabra de
orgullo, contento con alguna caricia, con una sonrisa.
Taehyung siempre había sido el que dio los primeros pasos, por supuesto, pero era
Jungkook quien estuvo delante de él todo ese tiempo esperando recibirlo.
Pero ahora…
-No quiero seguir hablando de esto- gruño Taehyung.
Yoongi suspiró, siendo consciente de que no tenía que continuar insistiendo en ese tema.
-Sólo… Taehyung, por favor, piensa bien en tus acciones -suplicó Yoongi-, eres mi mejor
amigo, pero Jungkook también es mi amigo, y no quiero ver cómo sufre por tu culpa. No
Jungkook, Taehyung, Jungkook no se lo merece.
Quiso decirle algo, pero Yoon le hizo un gesto de despedida, aludiendo a que Jisoo lo
esperaba para salir a comer fuera, y se tragó sus palabras.
Media hora más tarde, se detuvo fuera del hospital, con una extraña sensación en el
estómago. Llevaba tanto tiempo sin ir a buscar a Jungkook a su trabajo que incluso los
guardias se notaron sorprendidos por ello, saludando de forma vacilante. Minutos
después, Jungkook estaba saliendo por las puertas del edificio, abrigado a más no poder
debido al frío. Estaban a finales de enero, el invierno azotando a la ciudad de forma cruda
y helada.
Jungkook entró, su nariz colorada, y Taehyung le observó sin saber exactamente por qué.
Jungkook siempre se había visto lindo con las mejillas cubiertas de rojo.
Pero sólo cuando Jungkook se inclinó y le dio un beso a su moflete fue que parpadeó,
reaccionando.
-Hola, Taehyung -saludó con voz tímida.
Taehyung miró al frente, algo sacudiéndose en su interior.
-Hola Jungkookie -contestó en voz baja-. ¿Cómo te fue hoy?
Jungkook comenzó a hablar, y extrañamente, las cosas se sintieron bien.

5.

Cuando Taehyung ingresó a la casa, un delicioso olor a estofado de carne invadió su nariz,
y sintió como su estómago rugía por el hambre.
Parpadeó, sorprendido, porque no recordaba cuándo fue la última vez que Jungkook
decidió cocinar estofado. Los últimos meses, debido a la cantidad de trabajo que ambos
tenían, solían comer fuera o pedir algo para llevar; dejando de lado las comidas caseras,
los almuerzos en conjunto, las conversaciones tontas pero bonitas que solían tener.
-Bienvenido, Taehyung -le gritó Jungkook desde la cocina, y de forma inevitable, se dirigió
a ella como solía hacer antes, sólo que en lugar de abrazarlo por la cintura para hacerlo
reír, dándole después un par de besos en el cuello y los labios; se limitó a quedarse de pie
bajo el marco de la puerta, viendo su rostro colorado por el calor en el lugar, su expresión
relajada y el mandil de girasoles atado a su cintura-. Te extrañe mucho, ¿Cómo te fue hoy?
No podía quitar sus ojos de Jungkook.
No podía desviarlos, no podía dejar de ver esa mirada tan brillante, esa sonrisa de conejito
hermosa que poseía, esos hoyuelos que quería tocar todo el tiempo.
Por un breve instante, quiso abrazar a Jungkook, enterrar su rostro en el pecho de él y
acurrucarse en sus brazos, como hacía meses atrás, cuando las cosas parecían ir bien,
cuando Hoseok era sólo un asistente y no algo más.
Hoseok.
El pobre de Hoseok mirándolo con pena y molestia por la decisión de aceptar la propuesta
de Jungkook, hablándose sólo lo necesario, sin querer tener una conversación privada con
él.
-Bien -respondió con tono lejano, comenzando a quitarse el saco-, cerré un nuevo trato,
voy a dedicarme a diseñar un nuevo centro comercial.
-Felicitaciones -dijo Jungkook girándose, dándole la espalda-, te lo mereces, Tae, trabajas
duro.
(Y tú, Jungkook, te mereces a alguien mejor), pensó Taehyung caminando hacia el cuarto
para cambiarse de ropa.
De forma inevitable, recordó a Jungkook dentro del auto de ese desconocido a quien
llamó uno de sus pacientes, mirándolo con tanta adoración y ternura que su estómago se
encogió por algún motivo que no podía comprender. Y la desesperada necesidad de
alejarlo de él, de impedirle que lo besara, llegó de forma inevitable obligándolo a actuar.
Sonaba como un maldito hijo de puta egoísta, lo sabía, pero no se trataba de eso.
Jungkook podía ilusionarse con facilidad, y ese desconocido sólo lo quería para un
momento, ¿no le estaba evitando entonces más sufrimiento?
Era eso. Sólo eso, lo juraba.
Jungkook, en tanto, suspiraba mientras apagaba la cocina, el estofado ya listo, las papas
salteadas preparadas. Ese día había salido más temprano porque su último paciente
canceló la hora, así que aprovechó para llegar antes a casa y poner sus habilidades
culinarias en acción.
Recordaba que antes, cuando los dos tenían tiempo, podían estar todo el día cocinando
nuevas recetas, muchas veces terminando con una intoxicación porque no solían
preocuparse demasiado de lo que hacían. Sin ir más lejos, mientras algo se cocía o freía o
hervía, hacían el amor sobre la mesita de la cocina, sin importarles si lo que cocinaban
terminaba quemado.
No pudo evitar ruborizarse al pensar en esas ocasiones en las que no resistían para llegar a
su habitación, haciendo el amor donde se encontraban. Toda esa casa estaba marcada.
Así que, al salir, pensó que podía cocinar algo para la cena de esa noche. Después de todo,
llevaban una semana desde que Taehyung aceptó ceder a sus treinta días, y si bien no
habían peleado, tampoco es como si hubiera tenido grandes avances.
Las cosas estaban… estaban igual que siempre. Sí, Taehyung lo iba a buscar luego del
trabajo, conversaban de cómo les había ido en el día, cenaban juntos, y luego se iban a
dormir.
Jungkook quería intentar algo más arriesgado, tal vez hacer el amor con Taehyung, hacerle
ver que ellos seguían conectados, sin embargo, tenía miedo de que Taehyung lo
rechazará.
Y ese rechazo Jungkook no se veía capaz de manejarlo.
Sirvió la comida, llevándola al comedor donde Taehyung estaba llenando las copas con
vino, y se quitó el mandil que se compró cuando recién se mudaron a esa casa.
- ¿Cómo te fue a ti en el trabajo? -preguntó Taehyung con tranquilidad mientras se
sentaba.
Jungkook se encogió de hombros.
-Lo mismo de siempre, niños enfermos y padres asustados -sonrió suavemente-. Sohyun
estaba mucho mejor. Hoy Namjoon y Jimin la acompañaron, me contaron que estaban
pensando en adoptar para que Sohyun no esté sola.
-Es un trámite largo -respondió Taehyung indiferente.
La sonrisa de Jungkook se volvió algo triste y apenada.
-Si…
Taehyung dejó salir el aire de sus pulmones, notando una punzada de dolor en su corazón
al ver la expresión lejana, afectada de Jungkook, y luego mordió su labio inferior.
-Tengo dos entradas para el cine mañana -le dijo entonces, notando como sus ojos se
iluminaban-, ¿quieres ir? Luego podemos cenar fuera, Jungkookie.
Jungkook asintió, contento de ver que Taehyung estaba invitándolo a salir fuera. Había
pensado en hacerlo él, sin embargo, no se le había ocurrido a donde ir. Eso de planificar
citas normalmente no le salía nunca bien.
- ¿Qué película es? -preguntó entusiasmado.
Taehyung sonrió de lado.
-Es una de terror -dijo con cierto tono burlón en su voz.
Su esposo lo miró con incredulidad.
- ¡Taehyung, sabes que no me gustan! -exclamó como un niño pequeño.
-Vamos Nochu, tienes veintiocho años -se quejó Taehyung-, además, no tienes por qué
tener miedo. Hyung estará allí para protegerte.
Su boca no pudo liberar sonido alguno cuando Taehyung dijo esa frase como si nada,
aunque había toda una historia detrás: a los diecisiete años, cuando ambos fueron al
parque de diversiones, Jungkook le tomó la mano como si nada, llamando su atención,
diciéndole aquella frase para que no tuviera miedo, y el juego comenzó.
Por su puesto, Jungkook salió llorando también, prometiendo que nunca más iba a subirse
allí, pero esa frase quedó grabada en la mente de ambos como una promesa secreta entre
los dos.
-Si tengo pesadillas será tu culpa -dijo Jungkook con voz débil.
Taehyung asintió.
-Es una fortuna que durmamos juntos entonces, Jungkookie -replicó Taehyung.
Jungkook se sentía feliz de ver a Taehyung intentarlo, aunque Taehyung estuviera todavía
confundido e indeciso. Aunque le hubiera hecho daño y le hubiera roto el corazón.
Pero prefería verlo intentado a verlo rendido.
Si Taehyung se rendía, entonces Jungkook podía darse por perdido.

6.

-Hola Jin, ¿Cómo estás?


Kim Seokjin le sonrió a Jungkook como si nada, sentándose frente a él con Changmin en
sus brazos, el niño sorbiendo su nariz llena de mocos, mirándolo con ojos llorosos.
-Changmin no ha mejorado mucho desde la última vez que nos vimos -dijo Jin con pena en
su voz-, ya me está poniendo nervioso, ¿y si empeora, Jungkook?
-Oye, tranquilo, Jinnie -trató de consolar Jungkook poniéndose de pie-. Vamos, Changmin,
¿confías en el tío Kookie?
-Sí -lloriqueó Changmin dejando que Jungkook lo tomara en brazos.
Silenciosamente, Jungkook comenzó a revisar al niño con el ceño fruncido en
concentración, preguntándole dónde le dolía más y consultándole también a Jin ciertas
cosas. Luego de diez minutos examinando al menor, Jungkook suspiró y le dijo a Jin que al
parecer la amigdalitis de Changmin había derivado a una pequeña sinusitis bacteriana
aguda.
-Tendrá que tomar antibióticos por una semana y media -le dijo a Jin anotando los
nombres de los remedios en la receta-, luego volveré a evaluar. Ya te vas a poner mejor,
Changmin, y podrás corretear en el parque.
Jungkook hizo amago de caminar a la puerta para abrirla, sin embargo, antes de poder
hacerlo, Jin tomó su brazo deteniéndolo en el acto. Lo miró, con una ceja enarcada por la
intriga, para luego sentir su garganta seca al notar los ojos suplicantes de Jin.
-Jungkookie, um… -comenzó a decir Jin con timidez-, yo… te quería preguntar sobre lo que
ocurrió con tu exesposo. Sé que no debo meterme, pero…
-Oh -Jungkook se removió, incómodo, mordiendo su labio inferior-. Bueno, Taehyung y
yo… nos estamos dando una nueva oportunidad…
La mirada de Jin pareció apagarse ante las palabras de Jungkook, y sin saber por qué, se
sintió culpable. Quería que Jin no se hiciera ilusiones con él, que no lo esperara, pero
tampoco se sentía capaz de intervenir en su corazón de esa forma, porque, por mucho
que quisiera que Jin no lo mirara de esa forma, él no podía decidir por él.
- ¿Estás seguro? -levantó la vista ante el serio tono de Jin-. Tú dijiste que Taehyung ya no
te amaba. Entonces, ¿estás seguro de que vale la pena darle una oportunidad a alguien
que dejó de amarte?
Sabía que Jin no lo hacía con mala intención, que debía estar preocupado por él, que no
quería verlo pasándola mal -eran, después de todo, las mismas palabras que Jimin y
Namjoon le dijeron días atrás-, pero eso no lo hacía más fácil.
Todo el mundo creía que Taehyung no lo merecía, y puede que tuvieran razón, pero el
mundo no se trataba de dar oportunidades a personas que realmente lo merezcan y
quitárselas a quienes no valían la pena.
No, Taehyung no merecía que estuviera haciendo esto por él, pero Jungkook lo amaba con
tanta fuerza, con tanta desesperación, sentía un amor tan inmenso con él, un apego tan
enorme por ese hombre, que sentía que debía hacerlo.
Por él. Por Taehyung. Por esos ocho años que estuvieron juntos, como novios, casados,
compartiendo días, semanas, meses; compartiendo sueños y anhelos; compartiendo risas,
gritos y llantos.
Y Taehyung estaba poniendo de su parte, eso lo podía jurar por su vida, porque su marido
lo estaba yendo a buscar todos los días, le preguntaba cómo le había ido, desayunaban y
cenaban juntos, conversaban y no permitían que el silencio entre ellos se instalara.
¡Incluso habían salido dos veces el fin de semana pasado! No sólo fueron al cine y después
a cenar, sino que el domingo decidieron ir al zoológico a ver un show de pingüinos recién
inaugurado, y si bien no se besaron, hubo un breve momento en el que ambos se
quedaron observando en silencio, a punto de fundirse en un beso, pero terminaron
desviando la vista, avergonzados, como dos adolescentes tontos en su primera cita.
Jungkook podía sentir que el amor estaba volviendo, ¿por qué el resto no lo podía apoyar
un poco más?
-Jin, por favor, eres mi amigo y apreció tu opinión, pero te pido que en esto no te metas -
le pidió amablemente Jungkook con tono triste-. Si no resulta, entonces está bien, al
menos lo intenté. Pero si llegara a resultar, entonces… ¿no habrá valido todo esto la pena?
Jin desvió la vista, apenado, negando con la cabeza, para luego suspirar.
-Sólo no quiero verte llorando, eso me rompe el corazón -murmuró Jin.
Jungkook sonrió con dulzura.
-Está bien si lloro, eso nos hace humanos, Jin.
Su amigo asintió a regañadientes.
-Supongo entonces que no vale la pena invitarte a que salgamos el día de enamorados o
cuando cumplas años -dijo con tono irónico.
Jungkook sacudió la cabeza.
-Taehyung y yo siempre celebramos las dos fechas juntas con una cena -recordó Jungkook,
de pronto emocionándose al pensar en eso.
Sólo quedaba una semana para su cumpleaños, así que debía ir reservando el restaurante
al que iban a ir, ese viejo lugar donde tuvieron su primera cita, donde iban a cenar cada
fecha especial, y donde Taehyung le había pedido matrimonio también. Ese pequeño
restaurante era su pequeño refugio personal y privado.
Jin soltó un quejido, resignado.
-Espero entonces que la pases bien, Kookie -dijo Jin-, porque te lo mereces.
Jungkook sólo pudo sonreírle, contento, sintiendo que por fin la vida le estaba sonriendo.

Taehyung terminó de guardar un informe en su bolso cuando sintió la conocida presencia
de alguien más en la oficina.
Levantó la vista, tranquilo, chocando con la triste mirada de Hoseok.
- ¿Ocurre algo, Hobi? -le preguntó con calma, aunque podía sentir como su corazón se
rompía cuando su asistente negó con la cabeza.
-Sólo… te extraño -murmuró Hoseok con la voz rota.
El más alto cerró sus ojos un momento, apoyándose en la mesa, y no se movió cuando de
pronto Hoseok lo abrazó por la cintura, enterrando su rostro en su hombro, aferrándose a
él con una desesperación casi dolorosa.
Llevaban dos semanas sin estar juntos, desde que Taehyung aceptó el trato de Jungkook, y
sabía que la separación le estaba afectando a Hoseok un montón, en especial porque
Taehyung estaba cumpliendo su palabra de mantenerse alejado de él ese tiempo.
Taehyung se sentía culpable, se sentía como un hijo de puta, se sentía como un bastardo
por estar jugando con una persona tan hermosa por su maldita indecisión.
¿Y lo peor? Es que no sabía si estaba jugando con Jungkook o con Hoseok.
Porque cuando veía a Hoseok, su corazón parecía acelerarse, no podía evitar bufar y
sonreír ante sus chistes y sentir un calorcito recorriendo su cuerpo al tener cerca a su
asistente. Pero cuando pasaba a buscar a Jungkook, se encontraba con sus ojos, esos
labios le sonreían con esa preciosa sonrisa que poseía; podía sentir como todo parecía
iluminarse a su alrededor, su cuerpo reaccionaba inclinándose hacia su pareja y quería
estar todo el día acurrucado contra él.
No había qué hacer en esa situación, no sabía qué hacer con Jungkook, con Hoseok,
porque dos semanas atrás estaba seguro de su decisión y sus sentimientos, pero en ese
instante, su seguridad parecía haberse ido a la mierda.
-No quiero perderte -susurró Hoseok mientras le acariciaba el cabello.
Quiso decirle que no lo haría, que eso jamás iba a ocurrir, pero Taehyung no quería
mentirle tampoco, porque ahora todo estaba confuso para él.
Empujó con suavidad a Hoseok, alejándose de él, tratando de mantener la calma.
- ¿Ordenaste mi agenda para la próxima semana? -le preguntó con suavidad.
Hoseok asintió, desviando la vista.
-La reunión con los inversionistas de Japón se fijó para el miércoles, a las seis de la tarde -
dijo Hoseok mordiendo su labio inferior-, no querían otro horario, y como dijiste que
coordinara según lo que ellos pidieran…
-Está bien -le dijo asintiendo-, no tienes que preocuparte por eso -le tomó de las mejillas,
llamando su atención-, Ahora anda a casa, Seok, tienes que descansar. Te has estado
exigiendo mucho estos días, ¿crees que no lo he notado?
-Pásalo conmigo -le pidió Hoseok-, te necesito.
Taehyung negó en silencio.
-Sabes que no puedo -le recordó.
Hoseok retrocedió, haciendo una mueca.
-Eres un maldito cobarde, Taehyung -le dijo con furia en su voz, saliendo de la oficina a
paso presuroso.
(¿Crees que no lo sé?), pensó Taehyung con amargura.
Horas más tarde, mientras cenaba con Jungkook, que no dejaba de parlotear sobre su día,
fue cuando le hizo aquella pregunta que durante tantos días lo estuvo atormentando:
- ¿Por qué me amas?
Jungkook enmudeció, volteándose a mirar a Taehyung con la sorpresa pintando su rostro,
aunque su expresión se suavizó cuando notó los ojos tristes de su marido.
Suavemente, le tomó la mano, dándole un apretón.
- ¿Por qué no hacerlo? -su voz era cariñosa-. Bebé, te amo porque simplemente puedo
hacerlo. Lo que siento por ti es tan natural como respirar o pestañear, ¿sabes? Porque
todo puede ir mal, todo puede estar derrumbándose, pero si me miras, si me sonríes…
entonces sé que todo va a estar bien.
Taehyung se sintió miserable, sus ojos llenos de lágrimas.
-No, no lo entiendes -sollozó Taehyung-. ¿Por qué todavía me amas? ¿Por qué dices
necesitarme cuando no me necesitas? ¿Por qué no me odias? -Jungkook quiso hablar,
pero Taehyung continuó-. No deberías amarme, no cuando te desgarré, te rompí, cuando
te hice llorar por mis acciones y te he dicho que ya no te amo. Y aún así, aún después de
todo eso, tú… tú sigues llamándome bebé como si no hubiera hecho nada malo…
Jungkook se puso de pie, y de pronto lo abrazó con fuerza, permitiendo que enterrara su
rostro en su pecho, dejando pequeños besos en su frente con un infinito amor que lo
estremeció por dentro.
Porque no sabía qué era lo que sentía, y eso lo asustaba un montón.
-No hiciste nada malo, Taehyung -le murmuró Jungkook., sólo hiciste lo que creías
correcto. Y está bien, mi amor, lo prometo. No importa lo que hagas, Taehyung, yo jamás
podría odiarte, ¿está bien? -Taehyung sintió, hipando y entonces Jungkook agregó con
broma en su voz-. Anda, bebé, deja de llorar. Limpia esas lágrimas feas y dale mejor un
besito a tu Kookie.
Taehyung soltó una risa entrecorta, observando la sonrisa de Jungkook, y lo hizo.
Taehyung lo besó.
Y por un instante, las cosas se sintieron bien.

7.

- ¡Eres una niña hermosa, Sohyun!


-Por supuesto que lo es, mira a quién tiene de madre.
Jungkook comenzó a reírse cuando Hyejin dijo aquello como si nada, ordenando la
mochila de la niña ya que pasaría esos días con ella, luego de que volviera de su viaje de
negocios. Namjoon, en tanto, estaba arreglando-destruyendo la televisión mientras Jimin
cocinaba algo para la cena.
- ¿Tienes todo, So? -le preguntó Hyejin tomándole la mano.
- ¡Sí, mamá!
-Entonces ve a despedirte de tu padre y tus tíos, ¿dónde están tus modales, ovejita?
Sohyun le sacó la lengua a su madre, ganándose un pellizco en la nariz, y luego corrió a
despedirse de Jimin y Jungkook, dejando a Namjoon para el final.
-Adiós, papá -se despidió Sohyun cariñosamente-, ¡te voy a extrañar! ¡Y por favor, trata de
no destruir algo!
Namjoon comenzó a reírse.
-Pásala bien con tu mamá, princesa -se despidió dándole un beso en la frente-. Nos vemos
en unos días.
Segundos después, la puerta de la casa fue cerrada, quedando sólo ellos tres en el
pequeño hogar de Namjoon y Jimin.
-Oye, Kookie -dijo Jimin desde la cocina-, ven, quiero darte algo en tu día especial.
Jungkook arrugó el ceño, negando con la cabeza, y entró a la habitación, quedándose
quieto mientras una sonrisa enorme se extendía por su rostro.
Unas pantuflas de Snoopy estaban sobre la mesa con una cinta de regalo, así que comenzó
a reírse por la diversión para luego abrazar a su mejor amigo, dándole un beso en la
mejilla.
- ¿Y para mí qué? ¡Jimin gastó mi dinero! -se quejó Namjoon entrando.
Jungkook volvió a carcajearse, abrazando también a Namjoon por la emoción,
agradeciéndole el bonito y simple presente, tratando de obviar la acongojante sensación
en su pecho porque ese día cumplía veintinueve años y Taehyung no lo había saludado en
la mañana.
Aunque tampoco es como si lo hubiera esperado, porque Taehyung nunca solía ser la
primera persona en desearle un feliz cumpleaños; por el contrario, prefería ser siempre el
último, así que cuando era ese día, se juntaban luego del trabajo para ir a cenar sólo los
dos y pasar una maravillosa noche sin que nadie los molestara.
Así que Jungkook estaba preparado, estaba listo, pues ya tenía la reserva del restaurante
al que iban siempre, y esperaba con mucha anticipación esa noche, porque si todo salía
bien, tal vez podría finalizar con ellos dos haciendo el amor y recuperando esa magia que
los rodeaba cuando estaban juntos.
Jungkook sabía, confiaba en Taehyung para ese día, porque nunca antes lo había
decepcionado en algún cumpleaños.
- ¿No quieres cenar con nosotros? -preguntó Jimin con expresión preocupada-. Puedes
invitar a Taehyung si quieres…
Jungkook sacudió la cabeza, emocionado.
- ¡Las cosas están bien! -dijo sonriendo-. Taehyung me besó, Jiminnie, ¡Él tomó la
iniciativa! No pensé que fuera a hacerlo, pero me agarró de sorpresa, y estos días ha
estado más cariñoso y dulce conmigo.
Jimin sonrió débilmente casi a regañadientes, pero no le tomó demasiada importancia
porque sabía cuál era la opinión de Jimin acerca de eso. Seguía doliéndole, sin embargo,
sabía que no podía hacer mucho sobre aquello, sólo le quedaba sumir que su mejor amigo
no lo estaba apoyando por completo.
- ¿Cuánto tiempo queda?
Y, por supuesto, su novio tampoco estaba de acuerdo con él.
Jungkook miró a Namjoon, mordiendo su labio inferior.
-Una semana -respondió vacilante.
Namjoon asintió.
-No deberías ilusionarte hasta el final -contestó Namjoon sin mala intención-, tal vez
Taehyung se está despidiendo a su modo.
Jungkook se crispó, apretando su boca en un rictus de molestia mientras se giraba, herido
por la forma en la que lo trataban, como si fuera un niño tonto e idiota que no podía
entender las cosas que le decían.
Tal vez sí lo era. Tal vez sí era un idiota y un pendejo y un estúpido por haber hecho eso,
por ser tan terco e insistente cuando ya las cosas se habían acabado, pero ¿qué podía
hacer acaso? ¿Cerrar los ojos, asentir, sentirse miserable y luego hacer como si no hubiera
compartido ocho años de su vida con Taehyung? ¿Alejarse, fingir que no lo amaba, tratar
de no llorar al verlo con otro?
Sí, como si eso fuera tan fácil.
Como si pudiera hacer eso con una sonrisa dispuesta en la cara, tratando de ahogar sus
propios sentimientos diciéndole que no fue suficiente para Taehyung que por eso le
abandonó.
Jungkook estaba poniendo todo de sí para que eso funcionara, y si al final no lo hacía,
entonces iba a poder decir sin culpabilidad alguna que se esforzó para que su relación
tuviera una nueva oportunidad. Así no podía acusarse a sí mismo de cobarde por no haber
querido dar un poco más, aunque resultara herido.
Todo el mundo le decía que era una persona que les hacía tener esperanza en que todo
podía ir bien, ¿Cómo podría echarse atrás y luego mirarse al espejo, cuando ya las cosas
hubieran acabado?
La esperanza era para tontos, todo el mundo se lo decía, pero sólo a veces, la esperanza
también podía ser muy poderosa.
-Nos vemos -espetó sin girarse-, gracias por el regalo.
-Jungkook…
-Ya han dicho suficiente -murmuró saliendo de la cocina a paso apresurado, sin querer
mirar los ojos llenos de compasión de sus amigos.
No, ese día, no lo iban a arruinar. Sus esperanzas estaban puestas para ese día, y eso,
ninguno de ellos lo arruinaría.

Taehyung se sentó frente a los inversionistas de Japón, manteniendo una expresión fría y
helada mientras Hoseok sacaba todos los documentos que iban a ser firmados ese día si la
reunión iba bien.
Quería cerrar pronto aquel trato para regresar pronto a casa y echarse a dormir. Poder
lograr aquello significaría que su empresa iba a poder expandirse sin problema alguno;
además de que le daría grandes ingresos extras, y si bien Taehyung no era una persona
ambiciosa, ese trato era demasiado bueno para rechazarlo.
Jungkook de seguro lo iba a felicitar por aquello, después de todo, su esposo siempre se
ponía contento cuando veía lo bien que le iba en el trabajo.
A pesar de que el trabajo fuera uno de los motivos por el que su relación marital se había
deteriorado tanto.
Pero estaba seguro de que a Jungkook no le importaría que ese día llegara un poco más
tarde a casa, ya luego se lo explicaría aprovechando que ese día parecía andar más
animado que de costumbre. Incluso le había mandado un mensaje de apoyo a la hora del
almuerzo, deseándole suerte y diciéndole que estaba emocionado por verlo más tarde
para felicitarlo por haber cerrado ese trato.
Hoseok comenzó a hablar con su japonés fluido, comunicándose con los inversionistas sin
dejar de sonreír encantadoramente, y Taehyung se le quedó mirando un momento.
Sabía que quedaba una semana para tomar su decisión final, pero si era sincero, a estas
alturas no estaba tan seguro de que era lo que realmente quería.
Tener a Jungkook sonriéndole todos los días, hablándole y haciéndole reír, dándole
pequeños pero dulces besos, que hacían que su corazón latiera de forma enloquecida, que
sus mejillas se tornaran rojas y quisiera abrazar a Jungkook durante todo el día
prometiéndole el mundo entero.
Sin embargo, sabía también que Jungkook se merecía a una persona que pudiera
entregarle su corazón completamente, no alguien que le había hecho tanto daño y tuvo
tantas dudas acerca de su amor.
Aunque si era honesto consigo mismo, imaginar a Jungkook con alguien más enviaba una
punzada de ardiente dolor a su cuerpo, creyendo inconcebible que Jungkook estuviera con
alguien más que no fuera él.
Hobi lo miró, traduciendo lo que habían dicho los inversionistas, y Taehyung contestó con
tranquilidad. Sabía muy bien cómo llevar todos esos negocios a pesar de tener su mente
en otro lado.
El trato se alargó por horas, pero ya tenía previsto aquello; sin embargo, le sorprendió un
poco que, al salir del restaurante con la conversación ya cerrada, siendo las diez de la
noche, Jungkook no le hubiera llamado. Se encogió de hombros, restándole importancia,
siendo consciente de que, con toda probabilidad, Jungkook tuvo que haber previsto que
eso iba a alargarse.
- ¿Quieres que te lleve? -le preguntó a Hoseok con calma al verlo buscar en su cartera
dinero para el bus.
Hoseok lo miró de reojo, arrugando los labios, para luego asentir a regañadientes.
Caminaron en silencio hacia el auto de Taehyung, entrando sin decir cosa alguna, y pronto
se pusieron en marcha en dirección al departamento de Hoseok.
Dentro del vehículo, había un silencio tenso y pesado, siendo interrumpido por la
repentina lluvia que comenzó a caer.
- ¿Ya has tomado tu decisión? -preguntó Hoseok luego de varios segundos.
Taehyung apretó el manubrio, sin contestar.
Permanecieron otro momento en silencio.
-Si hubiera sabido que me harías esto, Taehyung -murmuró Hoseok-, jamás me habría
enamorado de ti. Jungkook puede ser un maldito arrastrado, pero yo no soy un mendigo.
Se crispó ante las palabras de Hoseok, deteniéndose bruscamente por el desprecio en su
tono de voz.
No le importaba si lo ofendía a él, si le decía un montón de mierda, pero hablar así de
Jungkook…
Eso no iba a permitirlo.
-Pues ojalá yo tampoco me hubiera enamorado de ti, Hoseok -escupió volviendo a
conducir.
Se detuvo minutos después fuera del edificio de Hoseok.
Más tarde, estaba ingresando a su propio departamento, frunciendo el ceño al ver que
estaba todo apagado y helado, sorprendiéndose a sí mismo cuando notó que Jungkook
tampoco estaba en el cuarto.
¿Dónde estaba? Su vista se paseó por el comedor, atónito, para luego girarse cuando el
pestillo de la puerta sonó, indicando que alguien estaba entrando.
Un empapado Jungkook entró, su cabello y abrigo destilando agua, sus ojos rojos e
hinchados lo miraron.
Parpadeó.
- ¿Jungkook? ¿Bebé? -preguntó con la voz temblando.
Jungkook enfocó sus ojos en él.
-Oh -sacudió la cabeza, sonriendo débilmente-, ¿Qué pasa?
Taehyung arrugó el ceño, acercándose con lentitud.
-Nada, sólo… ¿Dónde estabas?
Jungkook se quitó el abrigo con calma, tomándose su tiempo para responder, y luego se
encogió de hombros.
-Estaba comiendo en casa de Jimin y Namjoon, se me hizo algo tarde, lo siento mucho -se
disculpó Jungkook-. ¿Acabas de llegar también?
Taehyung se sintió culpable por algún extraño motivo, una sensación desagradable
instalándose en su estómago, ansiedad y angustia apretujando su corazón, pero no sabía
por qué.
-Sí, el trato con los inversionistas japoneses se extendió bastante -dijo a modo de disculpa,
mordiendo su labio inferior, sin poder dejar de mirar los rastros de llanto en su rostro, y
antes de acobardarse, decidió preguntar-. Jungkook, ¿por qué lloraste?
Su esposo lució atónito un momento antes de comenzar a reírse de forma despreocupada,
llevando su mano a sus húmedos cabellos, acercándose y dándole un pequeño beso en los
labios como si nada.
-Peleé otra vez con Jimin -respondió de forma desganada-, insiste en que tu no me amas y
eso me puso triste, Taehyung -Jungkook lo miró con pena-, porque es mentira, ¿no es así,
Taehyung? Tu me sigues amando a pesar de todo.
Taehyung lo observó, pasmado por la situación en la que se encontraban, confundido
también, apenas entendiendo lo que estaba pasando, pero cuando leyó la necesidad en
los hermosos ojos de Jungkook, contestó, sin duda alguna:
-Por supuesto que sí, Jungkookie.
Jungkook le sonrió, dándole otro beso.
-Vamos a la cama. Ha sido un largo día para los dos, ¿no es así? -Jungkook le tomó la
mano-. Oh, a todo esto ¿Cómo te fue?
-Bien -su voz sonó satisfecha, mirando sus dedos entrelazados mientras iban hacia la
cama-. Cerré el trato y los inversionistas se fueron satisfechos.
Jungkook asintió, orgulloso.
-Felicidades, Taehyung -dijo antes de sacarse el suéter que llevaba.
Taehyung quiso decirle algo, sin embargo, antes de poder hacerlo, Jungkook le dio un
beso ahora mucho más profundo y dulce, algo necesitado, y sus manos se movieron por el
cuerpo de su esposo, sus dedos acariciando piel y piel.
Así, en medio de la oscuridad, sólo el ruido de la lluvia en el exterior, ambos hicieron el
amor entre besos llenos de confusos y tristes sentimientos que no pudieron ser
expresados.

A la mañana siguiente, todas las cosas resultaron mal para Taehyung.
Comenzando por el hecho de que se quedó dormido y tuvo que salir corriendo de casa
hacia el trabajo, despidiéndose de Jungkook sin conversar sobre lo que ocurrió esa noche.
Luego, se quedó atascado en una congestión vehicular, y para rematar su mal comienzo
de día, cuando llegó, su secretaria derramó su taza de café sobre su camisa blanca.
Lo que acabó ese pésimo día fue cuando llego la hora del almuerzo y se dio cuenta de que
dejó su almuerzo en casa, así que tuvo que partir al comedor de la empresa murmurando
por el mal humor.
Aunque ese mal humor desapareció un poco cuando sus pensamientos volvieron a lo
ocurrido la noche anterior, los besos compartidos, los toques en el cuerpo ajeno, los
jadeos contra su cuello, los ojos llenos de amor de Jungkook sobre él en todo momento.
No hasta que Yoongi se acercó.
-Hey, Taehyung, ¿Cómo te fue ayer? -preguntó su mejor amigo sentándose a su lado-, te
estuve buscando, pero no te encontré -agregó haciendo un puchero.
Frunció el ceño.
-Logré cerrar el trató -contestó con orgullo-, ¿para qué me necesitabas?
Yoon comenzó a rebuscar algo en su maleta, sacando una pequeña cajita envuelta en
papel de regalo.
Su ceño aumentó.
-Ayer llamé a Jungkook y le prometí un regalo, así que le dije que se lo mandaría contigo -
respondió Yoongi-, espero que la hayan pasado bien anoche, Jungkook sonó muy
ilusionado cuando hablé con él.
Algo desagradable comenzó a extenderse por su estómago, sintiendo como la confusión –
y una sensación enfermiza y podrida – se asentaban en su interior.
- ¿De qué estás hablando, Yoongi? -preguntó, y su voz sonó mecánica, sin vida.
Yoon arrugó los labios.
-Del cumpleaños de Jungkook -contestó como si fuera obvio, y pudo notar como su
expresión cambiaba de pronto, tornándose sorprendida y horrorizada-, porque ayer fue su
cumpleaños, Taehyung, lo recordaste, ¿cierto?
Su cumpleaños.
Jungkook cumplía veintinueve años.
Su puso de pie bruscamente, ignorando las palabras balbuceantes de Yoongi, su mano
apretando el regalo, y con una rapidez inexplicable, salió del comedor.
El cumpleaños de Jungkook.
Su maldito y jodido cumpleaños.
Recordó su cuerpo empapado, sus cabellos pegados a su rostro, sus ojos hinchados y
rojos, su expresión ausente al entrar al departamento. Su voz temblorosa cuando hacían
el amor, murmurándole que lo amaba, que lo quería de una forma inexplicable, y que
siempre le iba a querer a pesar de todo.
Recordó todos esos cumpleaños en los que quedaron de verse en ese restaurante viejo sin
hablarlo antes, porque se había convertido en un pactado trato entre ellos; todos los
cumpleaños de Jungkook y Taehyung, a las ocho de la tarde, iban a juntarse en ese lugar
para tener una velada privada, sin nadie más, sólo los dos.
Su mano temblorosa marcó a la oficina de Jungkook, pero no contestó nadie.
Subió al auto, cerrando la puerta bruscamente, y sin importarle si tenía una reunión a la
que asistir después, si tenía algún trato que cumplir, partió al departamento tan rápido
como pudo, sintiendo sus mejillas húmedas cuando recordó la dulce sonrisa de Jungkook
esa mañana, el beso profundo que le dio al despedirse, y las palabras que le dirigió.
Ten un buen día, Taehyung. Te amo, adiós.
Y no se había percatado de ese adiós, cuando Jungkook le decía siempre al despedirse un
hasta pronto.
Nunca le había dicho adiós en todos los años que estuvieron juntos.
Estacionó su auto fuera del edificio, bajando a tropezones, corriendo al departamento,
ignorando la pregunta confundida del conserje.
Su mano temblorosa encajó la llave en la cerradura, girándola, y sin detenerse a mirar
nada, corrió al cuarto matrimonial.
Soltó un jadeo sollozante cuando vio el armario abierto, y entre lágrimas comenzó a
revolver toda la ropa, notando que sólo estaban sus prendas guardadas cuidadosamente
en la cómoda.
Los artículos de Jungkook tampoco estaban en el baño.
Se tambaleó, desesperado, volviendo a marcar el número de su esposo, pero no hubo
respuesta alguna.
Entonces, cuando entró al comedor, lo vio.
Con el corazón rompiéndosele en cientos de pedazos, el alma a sus pies, su boca soltando
sollozos bajos y las lágrimas cayendo por su rostro, Kim Taehyung vio los papeles de
divorcio firmados sobre la mesa del comedor.

8.

Jungkook había llegado diez minutos antes de las ocho de la noche, tarareando en voz
baja mientras se quitaba el abrigo y lo colgaba detrás de su silla. Saludó al dueño del
restaurante, el señor Choi, que le devolvió el saludo con una sonrisa dulce, y Jungkook
miró la carta con desinterés, pensando en lo que podría comer ese día con Taehyung.
Ya tenía algo de hambre, así que ordeno una copa de vino junto a algún aperitivo para
hacer la espera más amena, y se puso a juguetear con su móvil, leyendo los mensajes de
felicitaciones de sus amigos más cercanos, de sus familiares y algunos padres de sus
pequeños pacientes.
A las ocho y cuarto, suspiró porque se dio cuenta de que Taehyung venía retrasado, y no
era la primera vez, así que le hizo un gesto al viejo camarero del lugar, saludándolo
alegremente mientras le ordenaba japchae de batata y fideos porque a Taehyung le
encantaba comer eso, ¡siempre comenzaban con ese plato antes de comer algo más
profundo! Además, así el japchae estaría listo para cuando Taehyung llegara.
A las ocho y media, arrugó el ceño, mirando su móvil, dudando si marcar el número de
Taehyung o no, pero decidió no hacerlo porque de seguro su esposo sólo se había
atrasado más que nunca, ¿no era así?
Un cuarto para las nueve de la noche, su pie comenzó a moverse de forma errática sobre
el piso, un viejo tic nervioso que nunca pudo eliminar.
A las nueve de la noche, el japchae estaba frente a él, y Yoo, el camarero, le preguntó si
iba a querer algo más. Jungkook sacudió la cabeza, tragando saliva mientras podía sentir
algunos ojos puestos en él.
Su dedo, otra vez, se deslizó sobre el número de Taehyung, queriendo marcar para
preguntarle dónde estaba, pero había una parte suya que no quería oírlo porque temía la
respuesta.
Taehyung no se pudo haber olvidado de su cumpleaños, ¿cierto?
A las nueve y media, Jungkook tuvo que sacar la primera servilleta para limpiar sus ojos
húmedos.
A las diez de la noche, Jungkook se encerró en el baño del restaurante, ocultando su
rostro entre sus piernas mientras se derrumbaba por completo, sintiendo como el llanto
atascado en su garganta salía por fin.
A las diez y cuarto, volvió a sentarse y pidió la cuenta, fingiendo no ver la mirada de
compasión y pena del señor Choi.
Cinco minutos después, estaba saliendo bajo una torrencial lluvia que empapó por
completo su cabello y ropa, pero no le podía importar menos, porque había un
entumecimiento en su cuerpo que no podía explicar. Que no podía procesar bien debido
al llanto que escapaba de su boca.
Por lo que comenzó a caminar bajo la lluvia, sin pensar siquiera un poco en tomar algún
taxi que le dejara fuera del departamento ya que no quería llegar allí tan pronto.
No quería abrir la puerta, entrar a esas frías habitaciones y tratar de autoconvencerse de
que no importaba que Taehyung hubiera olvidado su cumpleaños, él aún lo amaba.
Él aún lo amaba, aunque eso, no era más que una tonta, estúpida y patética mentira que
se repetía cada día porque enfrentarse a la dura realidad era algo que rompía su corazón
en miles de pedazos.
Pero ya no podía negarlo. Ya no podía seguir mintiéndose de esa forma porque si seguía
actuando así, lo único que iba a provocar era terminar roto y herido con un vacío tan
enorme en el corazón que no podría repararlo en mucho, mucho tiempo.
Su historia con Taehyung había acabado, había llegado a su fin, era un hecho.
Y aunque lo siguiera amando ya no podía hacer nada, sólo resignarse a firmar esos
papeles, concederle el divorcio y luego desearle lo mejor a Taehyung; aunque se sintiera
miserable y humillado por perder a quién consideraba el amor de su vida.
Se apoyó en la pared, sollozando.
Dolía tanto, tanto…
Y todo el mundo se lo había dicho, se lo había advertido, que al final sólo sería peor, pero
Jungkook no quiso verlo, trató de negárselo porque amaba demasiado a Taehyung y cosas
como el orgullo, como la dignidad, no valían la pena para él si lograba hacer que Taehyung
volviera a quererlo como antes.
Tener el amor de Taehyung, para Jungkook, era mil veces más hermoso que conservar una
dignidad que, a fin de cuentas, no le traería nada más que un breve momento
satisfactorio.
Limpió sus ojos, forzándose a dejar de llorar, porque ahora sólo tenía que asumir las
consecuencias de sus actos y aceptar que todo se había acabado, que ya no había más
Taehyung y Jungkook, que era el momento de seguir adelante, aunque sólo quisiera volver
atrás, a esa época en donde Taehyung le sonreía con total amor y le murmuraba al oído
cuánto lo amaba.
Pero esa época no iba a volver más, claro que no.
Veinte minutos más tarde estaba entrando al departamento, pensando en sus ropas
empapadas, y se encontró frente a Taehyung, que lucía brevemente perdido ante él.
Hubo un instante pequeño en el que se imaginó a Taehyung acercándose, pidiéndole
perdón por dejarlo plantado para luego decirle que lo amaba, que quería seguir toda su
vida junto a él, sin embrago, aquella imagen desapareció cuando su esposo habló:
- ¿Jungkook? ¿Bebé? -preguntó aturdido.
No, Taehyung seguía sin acordarse.
Eso dolió un poco más porque en años anteriores, Taehyung nunca se habría olvidado a
pesar de su volátil memoria. Porque Kim Taehyung solía recordar las fechas más
importantes y significativas para él, y que lo haya olvidado, que no supiera que día era…
Era bastante claro lo que significaba para Jungkook.
-Oh, ¿qué pasa?
Y Jungkook era un cobarde, porque no se sentía capaz de derrumbarse frente a Taehyung.
Pero también, una parte de él, no quería decirle a Taehyung la verdad como una forma de
castigo hacia su esposo, porque Jungkook lo conocía mejor que nadie, y sabía que si
comenzaba a llorar y le contaba lo que ocurría, Taehyung se sentiría mal, se sentiría
culpable, y pediría perdón.
Jungkook no quería su compasión, quería que se diera cuenta sólo, cuando no estuviera
frente a él.
-Nada – Taehyung se acercó-, sólo… ¿dónde estabas?
Se tomó su tiempo para responder, pensando en alguna mentira piadosa, y a su mente
llegó esa invitación que le hizo Jimin.
-Estaba comiendo en casa de Jimin y Namjoon, se me hizo tarde, lo siento mucho -luego,
agregó como si nada-. ¿Acabas de llegar también?
-Sí, el trato con los inversionistas japoneses se extendió bastante -hubo un breve
momento de pausa-. Jungkook, ¿por qué lloraste?
Claro, sus ojos.
Sus tontos e hinchados ojos llorosos.
Una sensación de cansancio se extendió por su cuerpo, de agotamiento por toda la
situación que estaba pasando, y sintió deseos de acurrucarse al lado de Taehyung, llorar
en su pecho, decirle cuánto lo amaba, y quedarse allí todo el día.
Entonces, Jungkook se permitió ser débil una vez más.
-Peleé otra vez con Jimin, insiste en que tú no me amas y eso me puso triste, Taehyung -
sus ojos parpadearon, poniéndose llorosos-, porque es mentira, ¿no es así, Taehyung? Tú
me sigues amando a pesar de todo.
Miénteme, miénteme, por favor, Taehyung, te lo ruego.
Hiéreme una vez más, no me importa, pero si me hace feliz un instante, lo aceptaré con
gusto.
-Por supuesto que sí, Jungkookie.
Sus labios se curvaron en una sonrisa honesta para luego besar suavemente a Taehyung.
-Vamos a la cama. Ha sido un largo día para los dos, ¿no es así? -le miró, su mano
apretando la suya-. Oh, a todo esto, ¿Cómo te fue?
-Bien. Cerré el trato y los inversionistas se fueron satisfechos.
Taehyung era tan inteligente, tan astuto y hermoso.
-Felicidades, Taehyung -dijo para luego besar a Taehyung una vez más, y sus ropas pronto
cayeron al suelo, ambos cuerpos encontrándose esa noche una última vez.
¿De cuantas formas amaba a Taehyung?
Jungkook no sabía con exactitud, así que, muchas veces, trató de contarlas.
Jungkook amaba la forma en la que Taehyung se reía, sus labios separándose, mostrando
sus dientes rectos, formando una sonrisa semejante a un cuadrado, sus ojos cerrándose
mientras en la comisura se formaban unas arruguitas que podía admirar todo el día si eso
significaba tener a Taehyung riéndose a su lado.
Jungkook amaba mucho cuando Taehyung se sentaba frente a un piano, su rostro carente
de expresión, aunque sus ojos reflejaban un amor devoto y absoluto ante el instrumento
que la difunta madre de su esposo le enseño a tocar, dejando que la pasión lo llenara y
tocara canciones capaces de hacerlo llorar porque había un montón de sensaciones que lo
invadían cuando su esposo tocaba.
Jungkook amaba las manos callosas pero suaves también de Taehyung, la manera en la
que sus dedos largos le acariciaban el rostro en mitad de un beso, cuando lo agarraban de
la cintura y lo sostenían cuando hacían el amor, el instante en el que sus manos le tocaban
como si fuera algo frágil y fácil de romper.
Jungkook amaba las noches en las que solían hacer el amor, la forma en la que se
miraban, como si ellos estuvieran en su propio mundo, en su burbuja personal, y nadie
pudiera interrumpirlos, nadie pudiera ingresar a ese pequeño lugar que tenían, tocándose
con total y absoluta devoción, con tanto amor, que a veces no eran necesarias las palabras
para poder decirse realmente lo que sentían por el otro.
Taehyung siempre le murmuraba las gracias a Jungkook por enseñarle a amarlo y
demostrarle que eran el uno para el otro, pero la realidad era que, fue Taehyung quien le
mostró a Jungkook que ambos se pertenecían.
Fue Taehyung quien salvó a Jungkook.

A la mañana siguiente, Jungkook despertó cuando Taehyung estaba arreglando su maletín
para irse a trabajar.
Envuelto en una bata, se acercó hacia Taehyung sonriendo, le dio un beso en los labios,
sintiendo como le decía mil cosas con ese gesto.
-Ten un buen día, Taehyung -le murmuró observando sus hermoso ojos oscuros-. Te amo,
adiós.
Taehyung asintió, algo urgido porque iba atrasado, y le dio otro beso.
-Nos vemos, Jungkookie.
Y cuando salió, quedando solo en ese departamento, Jungkook volvió a llorar.
Una hora más tarde, Jungkook estaba terminando de hacer sus maletas con todo los
necesario para irse de allí, incapaz de enfrentar directamente a Taehyung. Y antes de salir
del departamento, buscó la copia de los papeles de divorcio que su esposo había dejado
guardados, semanas atrás.
Con las manos temblando, sin leer lo necesario, y observando la firma de Taehyung,
Jungkook firmó en el espacio que le correspondía para luego dejarlos sobre la mesa del
comedor, saliendo sin mirar atrás.
Tampoco miro atrás cuando tomó un taxi, porque si lo hacía, Jungkook no iba a irse,
finalmente, nunca de allí.

9.

Jimin estaba realmente irritado mientras arreglaba su camisa y limpiaba la saliva de la


comisura de su boca, caminando hacia la puerta de entrada mientras Namjoon fruncía los
labios, subiendo la bragueta de su pantalón.
Era su primer jodido día de vacaciones y realmente quería tener algo de tiempo con su
conejito, ¿Por qué mierda lo interrumpían en ese instante?
- ¡Ya voy! -chilló Jimin cuando tocaron otra vez la puerta con fuerza-. Imbécil…
Su queja se vio cortada cuando abrió y de pronto un deplorable Taehyung lo tomó de las
solapas de su camisa, empujándolo contra la pared.
-Jungkook -murmuró en un gruñido-, ¿Dónde mierda está Jungkook?
Jimin parpadeó tanto por la sorpresa como por la confusión, su cabeza doliendo
levemente por el golpe que se dio contra la pared, para luego hacer una nueva de
molestia.
- ¿Qué voy a saber yo, idiota? -preguntó con brusquedad, queriendo soltarse.
Sin embargo, aunque no lo parecía por su suave carácter, Taehyung realmente podía
ponerse agresivo y salvaje si estaba molesto o desesperado.
Taehyung lo soltó, empujándolo, y sin decir otra cosa se metió al interior de la casa.
- ¡¿Qué mierda, Taehyung?! -escuchó el grito de Namjoon.
- ¡Jungkook! -gritó Taehyung ignorándolo -. ¡¿Jungkookie, dónde estás?!
No hubo respuesta.
Jimin volvió a entrar al comedor, irritado, enojado y disgustado por la situación, sin
comprender realmente qué estaba haciendo Taehyung en su casa, buscando a Jungkook.
¿Acaso habían peleado?
Que jodida novedad.
Jimin realmente no encontraba nada nuevo al hecho de que pelearan, porque esos
últimos meses se habían acostumbrado a verlos discutir por cualquier nimiedad, se
acostumbró a ser el hombro donde Jungkook sollozaba porque su matrimonio se estaba
arruinando y no sabía cómo rescatarlo.
A Jimin nunca le había gustado por completo Taehyung para Jungkook. No llegó a odiarlo
como ese último tiempo, simplemente, no le terminaba de convencer para pasar el resto
de su vida con su mejor amigo. Quizás se debía a que, como mejor amigo de Jungkook
durante toda su vida, no consideraba a nadie demasiado bueno para que estuviera junto a
alguien que siempre le sonreía a todas las cosas de la vida, fueran buenas o malas.
No, Taehyung se alejaba por completo de lo que consideraba el prospecto ideal de
Jungkook.
Taehyung era… Era alguien demasiado… Bueno, ¿Cómo decirlo?
Taehyung complementaba a Jungkook. Taehyung era tranquilo allí donde Jungkook era un
desorden. Taehyung siempre parecía activarse cuando Jungkook estaba a su lado.
Taehyung parecía comprender de una extraña forma a Jungkook cuando el resto no lo
hacía.
Sin embargo, había algo que Taehyung no percibía de Jungkook, algo que Jimin
consideraba mucho más fundamental que nada en la vida, y era que Jungkook amaba de
una forma tan profunda, tan dolorosa, que, si uno no estaba dispuesto a dar todo por
Jungkook, entonces no lo merecía tampoco. Esa forma de amar provocaba también que
Jungkook se esforzara el doble, el triple, el cuádruple, lo necesario, para salvar algo que
consideraba fundamental en su vida.
En cambio, para Taehyung, si las cosas no funcionaban, simplemente había que acabar
con ello para evitar el daño.
Frunciendo el ceño, Jimin sacó su móvil mientras Namjoon le miraba como pidiendo una
explicación, pero ignorando a su novio, marcó el número de su mejor amigo.
El número que usted marcó se encuentra apagado o temporalmente fuera del área de
servicio, puede dejar un mensaje después del…
-Hey, Kookie -murmuró Jimin con su estómago apretado-, cuando escuches esto, por
favor, llámame. Te quiero, rayito de sol.
Se giró en el momento en el que Taehyung volvía a entrar, y Jimin notó sus ojos rojos, sus
mejillas manchadas, rastros de llanto en su pálida piel, más blanca de lo normal. Incluso su
cabello estaba empapado con la leve llovizna de ese día; y por un breve instante, muy
breve, Jimin sintió pena por Taehyung al verlo tan perdido. Incluso lucía asustado,
aterrado, como un niño pequeño.
Pero fue un breve instante, hasta que vio los papeles medio húmedos que Taehyung
sostenía en su mano.
- ¿Son los papeles del divorcio? -preguntó Namjoon poniéndose de pie.
Taehyung lo observó.
- ¿Dónde está Jungkook? -repitió.
Jimin endureció la mirada.
-Si lo estás buscando para que firme tus jodidos papeles… -comenzó a decir, pero
enmudeció cuando Taehyung le interrumpió con la voz quebrada.
-No, ya los firmó -sollozó, sus ojos poniéndose cristalinos otra vez-, los firmó, desapareció
-tomó aire, desesperado-. Necesito encontrarlo, necesito decirle que… que lo amo, que lo
necesito, que no quiero separarme nunca más de él, necesito pedirle perdón por ser un
imbécil y hacerlo llorar, necesito…
-Taehyung -la voz de Namjoon sonó extraña-, ¿qué demonios hiciste?
Y Jimin lo notó, entonces: Jungkook había desaparecido sin decir nada.
Si hubiera sido una pelea normal, Jungkook habría ido a contarle para desahogarse,
después de todo, era lo que siempre hacía. Pero ahora Jungkook ni siquiera lo llamó,
simplemente pareció desaparecer lo más pronto que pudo, sin querer hablar con nadie, y
su estomago dolió ante el pensamiento de que si hizo eso, fue porque estaba herido,
alterado y hecho un desastre, sin querer que nadie lo viera.
Sin querer acercarse a Jimin para ganarse un “te lo dije”.
Y había firmado los papeles. Si Jungkook firmó los papeles, si se marchó sin decir nada,
significaba que se había rendido, que ya dio todo de sí y no podía seguir entregando más a
una persona que no quería ese más.
Jungkook firmó los papeles porque su corazón fue, finalmente, roto en miles de pedazos,
fue porque se dio cuenta de que seguir teniendo esperanzas en eso, le estaba haciendo
demasiado daño; y Taehyung no merecía eso de él.
-No les interesa -murmuró Taehyung sin mirarlos.
Jimin hizo un ruido de rabia, sus labios convertidos en un rictus de molestia, y sin poder
evitarlo, antes de que Namjoon lo sostuviera, dio unos pasos y empujó a Taehyung,
dándole un golpe en la mejilla que resonó en el comedor.
- ¡¿Qué mierda hiciste, bastardo?! -le gritó queriendo darle otro golpe, pero Namjoon
actuó y lo sostuvo de la cintura, tirando de él para atrás.
Taehyung abrió la boca, pero entonces, el móvil de Jimin sonó.
Jimin miró el número.
- ¿Es Jungkook? -preguntó Taehyung con esperanza en su voz.
- ¡Vete a la mierda! -espetó Jimin-. ¡Fuera de mi casa!
El móvil seguía sonando.
-Jiminnie -Jimin enmudeció cuando notó el tono suplicante, derrotado de Taehyung-, por
favor, por favor, deja que lo oiga. Deja que me diga donde está -dio un paso más, con la
voz quebrada-. Prometo arreglarlo. Prometo hacer que vuelva a sonreír como antes. Pero
por favor, déjame escucharlo.
Jimin miró a Namjoon, sorprendido, porque debía ser la primera vez que oían a Taehyung
suplicar por algo.
Suspirando, Jimin contestó y puso el altavoz.
- ¿Jungkookie? -preguntó con tono inseguro.
Hubo unos segundos de silencio.
-Hola, Mochi… -saludó Jungkook con tono roto-, ¿cómo estás?
Jimin quiso romper a llorar.
-Eso no importa bebé -murmuró Jimin-, ¿Dónde estás tú?
Se escuchó una risa amarga, humillada.
-Tenías razón -sollozó Jungkook-, ¿por qué nunca te hago caso? Tenías la maldita razón -
no dijo nada, escuchándolo llorar al otro lado de la línea-. Taehyung no… no merecía una…
una se-segunda oportunidad, tú me… me lo dijiste…
-Bebé, bebé, eso no importa -se apresuró a decir Jimin respirando aceleradamente-, por
favor, ¿dónde estás? Namjoon y yo estamos preocupados por ti.

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