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Claro que era un hombre común y corriente, salvo por el pequeñísimo gran
detalle de ser un metódico y casi perfeccionista asesino. Pero bueno, para él era
simplemente un pasatiempo cualquiera como coleccionar estampas o ir de
pesca pero mucho más interesante que los anteriores. Y es que no había nada
más relajante que ver el rostro aterrado de un joven chico segundos antes de
morir o escuchar la forma suplicante en la que ruega por su vida mientras el
dolor de la tortura se abre paso a través de sus venas y lo único que deseea es
que todo se detenga.
Pero eso es ser demasiado poético, incluso para alguien como Jungkook, por lo
que es necesario agregar que simplemente lo hace por diversión.
El otoño de ese año no sólo había llevado consigo el frío, las lluvias y la neblina
intensa sino además la llegada de un tierno y adorable joven a las puertas de su
casa, como si alguien hubiese decidido simplemente servirlo en bandeja de
plata.
Taehyung.
Incluso su nombre era bonito. Parecía tan tierno, adorable e inocente. Jungkook
debía, necesitaba corromperlo, tomarlo y destruirlo de todas las formas
humanamente posibles. Lo deseaba tanto que incluso estaba temblando.
Taehyung sonreía tímido y nervioso, sus ojos eran un reflejo de alma puritana y
Jungkook decidió que ese muchacho sería su próximo juguete favorito.
—Entonces, ¿desea donar para la causa?– preguntó inseguro luego de haber
soltado toda la propuesta.
Jungkook ni siquiera había puesto atención a lo que fuera que hubiera dicho
aquel joven, simplemente sonrió de la manera amable que tanto lo caracterizaba
y soltó el dinero sin pensarlo. Taehyung sonrió emocionado y agradeció una,
dos veces dando rápidas reverencias y se marchó tan rápido como había
llegado.
Quizás aún estuviera medio dormido pero si que había escuchado a alguien
responder... ¿O no?
Decidió salir de la cama sólo para confirmar. Lanzó una mirada al corredor pero
no escuchó otra cosa más que silencio. Quizás en verdad estuviera
enloqueciendo, pensó mientras regresaba a la cama y permanecía sentado a
orillas del colchón esperando cualquier otro movimiento pero nada ocurrió.
Jungkook se movió entre la espesa neblina que había caído sobre Seúl esa
mañana. Taehyung caminaba de regreso a casa tras un largo día en la
universidad, escondiendo el rostro bajo el cuello de su chaqueta y las manos en
los bolsillos, tenía la sensación de que alguien lo seguía. Haciendo una mueca,
aceleró el paso cuando divisó la fachada de su casa, decorada en clásicos y
llamativos ornamentos al más puro estilo halloween occidental. Con telarañas de
algodón cayendo por los bordes, calabazas mal talladas y un esqueleto de
plástico pegado a su puerta.
Llegó hasta ahí y se detuvo con las llaves en mano. Alcanzó a divisar a través
del reflejo de su ventana a un hombre caminando detrás de él por lo que giró de
inmediato para posteriormente suspirar aliviado cuando el hombre siguió recto,
trotando hasta alejarse, parecía un simple corredor enfundado en ropa
deportiva.
Pero leer ese tipo de cosas en vísperas de halloween nunca era sorprendente.
Algo tenía octubre que sacaba lo peor de las personas y muchos creían que era
el mes perfecto para cometer ese tipo de cosas. Taehyung leyó el resto de la
noticia hasta que las luces de su casa se apagaron de golpe y permaneció en
tinieblas.
Extraño.
Con la luz destellante de los relámpagos que se filtraba hasta ahí, logró divisar
huellas de lodo de alguna especie de bota estilo militar que entraban a su
cocina. Las siguió con la mirada hasta darse cuenta que iban justo hasta donde
él se encontraba en pie.
Taehyung giró justo a tiempo para sentir como la persona detrás le enterraba
algo dolorosamente punzante en el cuello que lo hizo caer de rodillas. Con la
mano temblorosa, se sacó un dardo incrustado cerca de la carótida y jadeó al
sentir el aire pesado que se filtraba a sus pulmones. Alzó la mirada sólo para
encontrarse con una mascara de conejo blanco de sonrisa amplia y ojos vacíos
viendolo en el suelo, medio encorvado en su dirección. Podía escuchar la
respiración irregular de la otra persona, o quizás era su propia respiración. En
realidad no tuvo tiempo para pensarlo cuando ya estaba perdiendo la
consciencia.
Taehyung despertó con el sonido de metal rozando metal y el penetrante olor a
desinfectantes.
Abrió los ojos lentamente intentando adaptarse a la molesta luz blanquecina que
chorreaba directo sobre su rostro provocándole una ceguera momentánea. Lo
primero que vio fue un aro blanco frente a él; una lámpara de quirófano.
Intentó moverse. El sonido de una cadena metálica lo hizo parar y lanzar una
mirada alrededor. Tenía muñecas y tobillos atados, su quijada se sentía tiesa
debido a una mordaza con esfera en cuero negro que tenía atado a su rostro. Se
agitó ligeramente haciendo que su desnudo cuerpo chocara contra la cama de
acero inoxidable a la que se mantenía atado.
Taehyung lo observaba con ojos muy abiertos pero no era la expresión asustada
que buscaba. Analizó al rubio por un momento antes de girar alrededor de la
cama metálica que lo custodiaba. Presionó un pequeño botón a un costado y al
instante la cama de acero empezó a extender su tamaño.
Taehyung se removió cuando sintió que las cadenas que lo ataban a la cama se
tensaban tirando de sus extemidades hasta el punto de ser doloroso.
Sintió sus huesos crujir y sus dientes castañearon sobre la esfera roja de la
mordaza cuando dejó salir un gemido agudo de dolor y entonces la cama dejo
de abrirse.
Jungkook le lanzó una mirada tranquila y serena y apuntó con una mano hacía
arriba mientras con la otra movía el hierro.
Se tensó cuando Jungkook avanzó hasta él a paso medido y con los dedos
tanteó un lugar cerca de su abdomen.
Taehyung no tuvo tiempo de pensar cuando el dolor rasgó sus entrañas al sentir
el ardiente metal quemando y marcando su piel. Gritó atráves de la mordaza y
sus ojos se llenaron de lágrimas, su cuerpo tembló incapaz de moverse atado en
esa posición. Sus dientes mordieron la esfera en su boca con fuerza antes de
que el metal fuera retirado.
—Ahora eres mío– suspiró Jungkook y se inclinó para acariciar la mejilla del
rubio —bienvenido– murmuró en voz baja antes de dar una pequeña bofetada a
su invitado especial. —Ahora quiero que juguemos–.
—Virgen– murmuró Jungkook tras mover un poco el dedo y retirarlo —habrá que
cambiar eso–.
Taehyung tiró de las cadenas e intentó cerrar las piernas cuando notó al
pelinegro sacando un enorme dildo de uno de los tantos estantes.
—Lo compré especialmente para tí, no te preocupes– dijo con sorna —¿sabes?
La primera vez siempre es dolorosa– advirtió con una sonrisa —pero justo eso
es lo que buscamos, el dolor–. Se colocó en las piernas de Taehyung
nuevamente.
◼◼◼
Hubo un chasquido y luego toda la extensión del dildo de silicón se abrió paso al
interior de Taehyung dejando un horrible dolor ardiente en sus paredes internas.
Enroscando los dedos de los pies y jadeando ligeramente se encontró a si
mismo temblando y retorciéndose sin ser capaz de moverse.
Sus ojos divagaron hasta el miembro medio duro de su rubio y sintió aún más
frustración pero no se dejo desanimar por algo como eso y empezó a mover el
dildo dentro y fuera de Taehyung, asegurándose de imponer un ritmo rápido y
desigual.
No podía estar pasando eso, se repetía Taehyung cada vez que el juguete
sexual golpeaba violentamente hasta el fondo y salía de su interior para volver a
repetir. Los movimientos eran forzados y el ardor horrible cada vez que la
extensión de silicón se deslizaba haciendo fricción. Sintió a su captor mover el
dildo en círculos y golpear la famosa próstata en su interior. Hubo un hormigueo
que recorrió su cuerpo y luego un golpe de placer entremezclado con dolor.
Jungkook repetía los movimientos hasta que de pronto se detuvo por completo.
Caminó hasta el estante de donde había sacado el dildo y regresó con otras dos
cosas. Taehyung apretó los dientes sobre la esfera roja de la mordaza cuando el
dildo fue removido de su interior para ser sustituido por un vibrador. Gimió ronco
cuando el vibrador empezó a moverse en su interior dejando aquel leve zumbido
caracteriztico. Luego alzo la mirada para ver el segundo objeto en manos de su
captor.
Con mucha paciencia y lentitud, Jungkook apagó las luces de su pequeña sala
de juegos dejando en completa calma el lugar. El vibrador seguía encendido en
el interior de Taehyung y el tapón de uretra se mantenía clavado, imposibilitando
su liberación.
Era frustrante.
Taehyung asintió incapaz de hablar con cordura. Lucía agotado, medio ido y
demacrado pero no asustado, él no estaba llorando y pidiendo ser liberado, no
había gritado por ayuda apenas retirar la mordaza. Jungkook no entendía
porque no lograba sacar el terror de Taehyung. Quizás estaba siendo
demasiado blando con él, tal vez necesitaba cortarle una pierna a ver si
reaccionaba, quizás debía sacarle los dientes uno por uno, luego las uñas y
dárselas de comer.
Por su mente atravesó una y mil torturas más pero incluso con ello, dudaba que
Taehyung reaccionara.
Tal vez sólo era algo estúpido y más lento que los demás.
—Me sacas de quicio– replicó entre dientes y tomando el anillo del tapón, lo
retiró provocando que el cuerpo de Taehyung se arqueara y su semen saliera
disparado en todas direcciones.
—¿Por qué no tienes miedo?– preguntó entre dientes antes de darse cuenta de
que verlo de esa manera lo había puesto duro. —Imposible– se negó a aceptar
que tenía una erección en sus pantalones con sólo ver a un chico corriéndose.
—No actues como si se sintiera bien– reclamó Jungkook pero aún así su mirada
se mantenía fija en el rostro de Taehyung y la manera en la que parecía disfrutar
la penetración.
El rubio ni siquiera era cien por ciento consciente de lo que ocurría cuando las
caderas de su pelinegro captor empezaron a embestirlo con fuerza haciendo
que su cuerpo se agitara de arriba hacía abajo en el aire. Aquello parecía más
una sesión de sadomasoquismo que una violación, pensó mientras se arqueaba
y lo tomaba.
Jungkook frunció el ceño, cualquier otro ya estaría llorando suplicando por que
se detuviera. Una vez tuvo a un chico vómitando cuando le enterró el vibrador
pero Taehyung se adaptaba e incluso parecía querer más. Y Jungkook estaba
furioso pero al mismo tiempo disfrutó viéndolo retorcerse y esbozando muecas
cuando su próstata era taladrada.
Los dientes del rubio sujetaban sus labios para no gemir pero llegó un punto en
el que le fue imposible y terminó enroscando las piernas alrededor del cuerpo de
su captor y se movió con él para encontrar las embestidas.
—¿Por qué siento que el violado estoy siendo yo?– escuchó murmurar a
Jungkook y Taehyung soltó una risita.
Jungkook se acomodó entre sus piernas, alzándolas por encima de sus hombros
para posteriormente salir por completo de su interior. Taehyung agachó la
mirada justo a tiempo para ver como Jungkook se colocaba un anillo para pene.
Sus ojos se agrandaron, se aferró a la superficie de la cama cuando
nuevamente se enterró en él ahora rasgando su piel ante la ferocidad del
impulso en la penetración.
Jungkook se estresó.
—Que horror– dijo con una mueca mientras se daba una ducha larga —y hasta
se lo metí sin condón– siguió reprendiéndose a si mismo.
Aquello había sido un error que no estaba dispuesto a dejar pasar, menos aún a
perdonar. Ese chico Taehyung lo había puesto en un punto en el que había
perdido la racionalidad pero no se repetiría. Debía eliminar al muchacho antes
de cometer alguna otra estupidez.
El resto del día se la pasó ignorando la puerta que daba a su cuarto de juegos y
siguió actuando como el Jungkook de siempre. Cuando su timbre empezó a
sonar cada cinco segundos luchó por mantener su sonrisa inquebrantable de
hombre servicial y repartir dulces asegurándose de halagar los disfraces
ridículos.
—¿Y tú que eres?– preguntó a un niño que llevaba sangre falsa por todo el
rostro.
—Eso si que da terror– asintió y sólo por eso dejo caer muchos más dulces en la
canasta de ese pequeño.
Las horas transcurrieron igual de aburridas pero Jungkook prefería que fuera así
o de lo contrario estaría desquiciado ante el hecho de que aún tenía a Taehyung
en su sótano.
—¡Buenas noches, señor Jeon!– saludaron un par de voces a coro.
Park Jimin era un chico sinceramente digno de destruir pero Jungkook había
estado evitándolo ya que vivían demasiado cerca el uno del otro. Una de sus
reglas era no tomar presas que vivieran cerca de su territorio pero empezaba a
creer que esa regla debía cambiar, por más osada que fuera la idea. Sin duda la
bonita piel de Jimin sería perfecta para ser marcada y torturada. Quizás fuera el
siguiente.
Cuando los hermanos Park se alejaron sonriendo, Jungkook decidió tomar un
descanzo y entró a la casa asegurando la puerta. Fue hasta su sala y resopló.
Mantener una sonrisa amable todo el tiempo era algo que lo hacia sentir sucio.
Se dejó caer sobre el sofá más amplio y antes de darse cuenta, se quedo
dormido.
Despertó horas más tarde ante el sonido de pasos en la cercanía. Sus ojos se
abrieron de golpe y al incorporarse se encontró en una profunda oscuridad.
Intentó encender la lámpara junto al sofá pero no funcionaba, trató con otra y
tampoco sirvió. Probablemente había sido un apagón, pensó cuando se puso en
pie y caminó hasta la ventana sólo para reparar en que toda la cuadra tenía luz,
excepto él.
Dando la vuelta caminó hasta su vinoteca y tomó una de las botellas de vino
añejo que guardaba, la estrelló contra la esquina del mueble de madera
dejándola afilada en la punta. Caminó hasta la puerta de su sala de juegos y
justo como lo pensó, la puerta estaba abierta.
—TaeTae, estoy seguro de que no quieres jugar éste juego conmigo– habló
fuerte y claro para que su voz fuera escuchada por toda la casa.
No obtuvo respuesta. Todo era silencio y serenidad pero estaba seguro de que
él seguía ahí en alguna parte de su casa.
—Te estás metiendo con la persona equivocada– gruñó Jungkook entre dientes.
Perdió el control por un momento y dejó caer el arma, lo siguiente que vio fue la
mano de Jungkook tomándolo por el cuello para estamparlo con fuerza contra la
pared y luego el cuchillo fue enterrado en su torso dos veces consecutivas.
Taehyung empezó a reír apesar del dolor. Jungkook apretó su cuello con más
fuerza antes de que una botella de pimienta explotara en su rostro haciéndolo
retroceder y entrar en un ataque de tos. Escuchó a Taehyung reír y brincarle
encima hasta tenerlo colgado a su espalda.
Jungkook se tiró hacía atrás estampando su cuerpo con fuerza contra los
muebles que lo rodeaban intentando sacarse a Taehyung de encima, el chico se
pegó a él como sangijuela, y entonces sintió un alambre de acero muy delgado
enredándose en su cuello.
—¡Tu cabeza es mía!– anunció Taehyung con voz adorable y apretó el alambre
con más fuerza intentando cortar la cabeza de un tirón.
De alguna manera el rubio logró liberar una de sus manos y sacando algo de su
bolsillo, sonrió altanero.
—Dulces sueños– canturreó y encajó uno de los mismos dardos que Jungkook
había usado para dormirlo a él.
Sentía algo caliente y escurridizo rondando por su bajo vientre. Jungkook quería
abrir los ojos pero no podía, sentía el cuerpo pesado. El cuello le ardía y tenía
un dolor agudo en donde el rubio idiota le había disparado.
—¡Al fin!– Taehyung estaba sentado encima de él con sonrisa amplia y ojos
deslumbrantes.
Jungkook quiso escupirle en la cara pero no podía, tenía la estúpida mordaza
para variar.
—¿No estás feliz? Al menos yo no te tengo en una fea cama de acero– el rubio
hizo un puchero y se veía tan adorable que Jungkook deseó poder cocerle los
labios en una sonrisa eterna. —Bueno, ya que yo no tengo algo así como una
barra de hierro con mis iniciales entonces tendré que marcarte a la antigua–.
Jungkook frunció el ceño, no pensaba dejarse intimidar por una pequeña mierda
como esa.
—No te muevas– pidió Taehyung, alzando una cuchilla en alto para luego pasar
la hoja por la llama de una vela que tenía encendida sobre la mesita a lado de
su cama.
—Este fue el primero– explicó, alzando su trofeo en manos —lo mejor de cortar
una cabeza cuando la persona aún esta viva es ver la forma en la que sus ojos
giran hasta quedar en blanco y su lengua salta fuera de su boca. Cuando
chorros y chorros de sangre empiezan a brotar como una fuente por todas
partes y sus quejas de convierten en silencio. Por eso prefiero cortarlo con esto
y no con una guillotina o cosas así, esas son más rápidas–.
Jungkook lo vio dar un beso al cráneo para luego empezar a jugar con el como
si la cabeza huesuda hablara.
—¿Sabes cómo hago para quitarle toda la piel sin que se maltrate el hueso?–
preguntó el rubio con orgullo.
Jungkook asintió.
—Pero te agrada mi culo– dijo como niño pequeño y sacó la lengua dándole la
espalda a Jungkook como si estuviera haciendo berrinche.
Jungkook tensó la mandíbula cuando la mano cálida del rubio recorrió toda su
extensión desde la base hasta la punta en donde presionó con el pulgar
haciendolo gruñir.
—Me gustó cuando me metiste ésto, dolió y fue muy caliente– soltó una risita
boba —te veías... Salvaje–.
Jungkook pensó que eso habría sonado sexy si no implicara perder la cabeza.
—¡Ahh, hijo de puta me vas a romper el jodido pene!– gritó Jungkook cuando su
longitud sintió el impacto de manera dolorosa y estuvo cerca de perder la
erección por el dolor.
Jungkook dejó de pensar tanto cuando Taehyung empezó a apretarlo con más
fuerza y empezó a embestir cada vez que el rubio bajaba. Taehyung hablaba
entre dientes murmurando cosas sin sentido, reía y por un momento Jungkook
pensó en qué tan cuerdo estaría ese chico que acariciaba el cráneo en sus
brazos.
—¡Se siente bien!– dijo, riendo a carcajadas, luego tomó el cráneo y lo hizo
mover la mandíbula —¡muy bien!– repitió en otro tono de voz como si hubiese
sido la calavera en sus manos quien hablara.
—Estás loco– rió Jungkook sin dejar de moverse para encontrar cada
movimiento del rubio.
—Deja de ser tan dulce cuando estás intentando matarme– se quejó Jungkook.
—Nadie me había dicho que esto fuera tan bueno– comentó entre gemidos y
risas.
—Sólo lo hago para poder conocer futuros blancos, si alguien me interesa hago
que me deje pasar a su casa y una vez ahí...– sonrió ampliamente —es
divertido. Ahora que lo pienso, ya te recuerdo, fuí a tocar a tu puerta pero no me
interesaste–.
—Vaya, gracias–.
Jimin tenía la sensación de estar siendo vigilado. Estar solo en casa y justo en
esa noche de tormenta no había sido buena idea después de todo. Decidiendo
que todo estaba en su cabeza y las miradas sobre él sólo eran una ilusión,
decidió asegurar las puertas e ir a la cama.
Alzó la mirada y observó a un hombre de pie a mitad del corredor con una
extraña máscara de tigre sonriente.
—Te dije que fueras discreto ¡y lo primero que haces es poner la cabeza del
puto perro en la mesa! Tú limpiarás ésto– un hombre completamente vestido de
negro con una máscara de conejo estaba a su lado y sonaba molesto.
—¡Aw, pero Kookie hubieras visto su cara!– el chico de máscara de tigre se
quejó haciendo berrinche.
Jimin intentó arrastrarse por el suelo lejos de aquellos dos dementes, un pie
sobre su espalda lo hizo detenerse.
Fin.
Segunda Temporada
Prólogo.
—¡Malditos reflejos de gato que tienes!– aplaudió Taehyung sin dejar de reír.
Esas últimas semanas Jungkook había tenido que librarse de catorce intentos
de asesinato por parte de Taehyung. Al parecer el rubio siempre iba directo por
la cabeza, lo notó luego de la quinta vez que buscó ahorcarlo y no lo logró.
Jungkook rodó los ojos y fue en busca de una playera para ponerse, se detuvo
frente al espejo de su habitación y vio con desagrado las cicatrices que
formaban el 'KTH' sobre su piel, y que ahora solo era líneas rosaceas. Alzó la
mirada y observó a Taehyung atraves del espejo sosteniendo un alambre de
púas en las manos. Alcanzó a darle un golpe con el codo en las costillas, el
rubio se dobló y rió.
A ese paso sin duda corría el riesgo de morir en manos del demente. Al parecer
Taehyung se tomaba muy en serio eso de tener una cabeza más en su
colección.
—¡Oye Kookie, tengamos sexo!– pidió el rubio tras recuperarse del golpe,
dejando los intentos de asesinato de lado.
—¡Exacto, meteme ese pero acá!– Taehyung señaló su parte trasera con
entusiasmo.
Jungkook no quería otra pelea como la de la última vez, su pobre cocina aún
seguía en reparación.
—Bien, bien– se rindió —ven acá y hazme una mamada– dijo con simpleza.
—Tal vez... Solo si eres lo suficientemente rápido, fuerte y mejor que yo– lo retó.
°•°•°•°•°•°
1.
Jungkook caminó hasta el mueble del televisor y sacó el arma que ocultaba
detrás de un doble cajón, cargó y apuntó a Taehyung dispuesto a volarle la
cabeza pero de pronto alguien llamó a la puerta.
Dando una última mirada al rubio, quien lo observaba con un gesto molesto y
enloquecido, se dirigió a atender, ocultando la semi automática en la cinturilla de
su pantalón en la espalda. Una sonrisa amable ocultó sus ganas de querer
asesinar al tipo en su sala.
—Nada de eso– Jungkook habló con voz suave y confiable, haciendo uso de
sus habilidades actorales de vecino ejemplar —¿en que le puedo ayudar?–.
Apenas cerrar, Jungkook lo tomó y lo arrastró hasta las escaleras que llevaban
al sótano de la casa. Taehyung hacía girar el arma en su mano como si fuera un
juguete, se lo llevaba a la boca y reía sintiendo la fuerte presión que Jungkook
imponía en su agarre.
—¡¿Qué crees que haces?!– rugió Jungkook antes de azotarlo con fuerza contra
la pared del sótano.
—¿Qué mierda era eso?– se quejó el rubio —“¿en que le puedo ayudar?”– lo
imitó. —Tú no eres así–.
Jungkook lo azotó con más fuerza contra la pared y soltó un puñetazo directo a
su lindo y malicioso rostro. La boca de Taehyung escupió sangre y una
carcajada brotó de su garganta roncamente.
Entrecerró los ojos mientras veía a Taehyung pasar el dedo por el gatillo,
rozandolo sin aplastarlo realmente.
—Te ves tenso– Taehyung hizo un recorrido de besos y lamidas por el cuello del
pelinegro antes de morderlo con fuerza hasta dejar una marca mientras su mano
trabajaba sobre el miembro.
Jungkook se llevó la mano al rostro. Las cosas iban de mal a peor, a ese paso
terminaría siendo descubierto. Taehyung era muy impulsivo y terminaba dejando
muchos cabos sueltos, Jungkook no entendía como era posible que en todos
esos años no lo hubieran atrapado.
—Aún traes la erección de fuera– apuntó Taehyung con burla —¿acaso quieres
jugar con él? Sabes que no soy celoso, puedes hacerlo pero si lo haces
entonces te la cortaré y dejaré que mueras desangrado– sonrió con ternura,
sacando unas tijeras enormes de la caja de herramientas de Jungkook.
Jungkook esbozó una mueca de dolor al ver al sujeto gritar y menearse como
sangijuela mientras la sangre brotaba del recién cortado pedazo de piel que
Taehyung exhibía en la mano como si fuese un juguete.
—Una oreja, dáme eso– Jungkook le quitó las tijeras y prosiguió a tomar la oreja
que quería, la izquierda, donde llevaba tres pendientes bastante llamativos.
—¡Yo quiero la otra y un dedo!– pidió Taehyung, brincando sobre la punta de
sus pies como un niño.
Jungkook estaba a punto de reprenderlo por ser tan hiperactivo cuando notó a la
mujer de pie desde la puerta del sótano observando la escena con horror y
asco. Jungkook no podía creer que hubiera cometido el error de dejar la puerta
del sótano abierta.
El rubio tomó uno de los chuchillos que se encontraban sobre las repisas, la
mujer gritó sonoramente y salió corriendo escaleras arriba. Ambos emprendieron
la carrera detrás de ella y antes de que pudiera llegar a la puerta principal entre
abierta, Taehyung le brincó encima sobre la espalda haciendola caer.
1.
El rubio se inclinó a tomar uno de los bóxers limpios, los ojos de Jungkook
analizaron el contraído y punzante agujero de Taehyung aún derramando el
lubricante que había utilizado para prepararse. Con un resoplido, el pelinegro
dirigió su mano a la ardiente erección entre sus piernas y empezó a masturbarla
en movimientos rápidos buscando su propio orgasmo ya que a Taehyung sólo le
había interesado alcanzar el suyo.
—¿A dónde te vas?– preguntó pero no era una pregunta casual o curiosa, no, la
forma en la que lo dijo fue más bien furiosa y demandante.
—¡¿A dónde vas?!– exigió el rubio con aquel tono caprichoso de niño con
síndrome de emperador.
Obviamente hubo sospechas pero él siguió actuando tan normal y relajado como
siempre. Por otro lado, Taehyung no había regresado por lo que todo estaba en
paz.
Taehyung tomó el brazo izquierdo de algún pobre idiota que había sido lo
suficientemente estúpido como para confiar en si carita de bebé y empezó a
cortar los dedos para luego vaciarlos en la olla.
Jungkook resopló. ¿Acaso nunca se libraría de ese loco? ¿Y por qué se sentía
incluso aliviado de volver a verlo?
—Bien... Pero tu limpiaras esto– asintió —¿a cuántas personas tienes ahí
exactamente?– preguntó alzando el cuello para intentar ver algo dentro de la olla
con agua rojiza hirviendo.
—¿Qué tal la carne?– Taehyung sacó una encía con los dientes aún incrustados
y la carne despellejada en esa zona.
Jungkook suspiró.
—¡Perfecto~!–.
1.
Jungkook ya estaba harto. Llevaba dos horas trabajando sin parar, le dolía la
espalda, la casa olía horrible, la voz de Taehyung empezaba a ser molesta. Por
su mente cruzaba la idea de tomar uno de los almohadones de la sala y
asfixiarlo hasta la muerte pero en cambio dijo;
—Quítate la ropa y ponte a cuatro– abriéndose el pantalón.
Jungkook rodó los ojos, incluso en esas circunstancias Taehyung resultaba ser
todo un mandón pero tampoco es que le importara mucho, sólo quería algo para
calmar la tensión.
—Estás dilatado– dijo, sintiendo algo parecido al enojo subir por su garganta —
¿con quién te metiste?–.
—Que exigente– reclamó pero al mismo tiempo se movió, saliendo del interior
para volver a embestir con fuerza.
Taehyung se aferró al frío suelo con las manos extendidas y los dedos de sus
pies arqueándose, recibiendo las embestidas dolorosas pero placenteras al
mismo tiempo, dejando un pequeño charco de saliva y sudor que se extendía
por su mejilla raspando la madera. Jungkook no fue amable, golpeando duro
hasta que las rodillas de Taehyung temblaron cayendo ligeramente, sintiendo el
dolor de las uñas fuertemente enterradas en la piel.
—Mi piso...– suspiró Jungkook con pesar, imaginando que tendría que limpiar
muy bien todo.
—Hay que hacerlo de nuevo– sonrió Taehyung, desplomado sobre el suelo con
las piernas dobladas como si fuera una pequeña rana preparándose para saltar.
—No me dejas matar, no me dejas cocinar, no me dejas tener más sexo... Eres
muy malo– se quejó —y además me pones a levantar cosas pesadas–.
Jungkook lo ignoró y siguió apilando cajas antes de lanzar una mirada a la
puerta que daba a la cochera.
—No me digas que también trajiste esa cosa– se quejó desviando la mirada
hacía Taehyung quien ahora rodaba por el suelo con las rodillas muy rojas e
irritadas.
—Desapariciones en Seúl, las autoridades de por allá creen que éste caso tiene
relación con algunos de esos. Dicen que las personas desaparecen y no vuelven
a ser encontradas salvo por pequeños fragmentos de hueso dejados al azar–
explicó su jefe.
—¿Sólo es esto?–.
—Y esto– el hombre apuntó a una caja de cartón llena de expedientes.
—¿Asesino en serie?– preguntó, viendo con ansiedad todo lo que le tocaba leer.
Yoongi desvió la mirada de las carpetas para observar al hombre frente a él,
sonriendo maliciosamente cuando asintió.
—Acepto el reto–.
1.
Jungkook despertó sintiendo el peso de otra persona sobre su pecho, al abrir los
ojos se encontró con una melena rubia y la carita durmiente de Taehyung
respirando tranquilamente. Parpadeó confundido, observando la manera en la
que los brazos del chico lo rodeaban con calma. Era raro, usualmente Taehyung
lo despertaba intentando asesinarlo, quizás sólo estaba demasiado cansado
después de tantas rondas de sexo el día anterior.
Taehyung rodó por entre las sábanas hundiéndose más en ellas hasta que sólo
sus ojos quedaron expuestos observando los movimientos del pelinegro.
Jungkook se colocó el bóxer y se detuvo lanzando una mirada por encima del
hombro hacía él. Taehyung lo veía con ojos adormilados.
Media hora más tarde Taehyung bajaba las escaleras usando una camisa de
Jungkook, con las piernas desnudas y los pies descalzos dando brinquitos. Se
sentó a la mesa y dio un sorbo largo al jugo de naranja. Jungkook dejó el plato
con panqueques y fruta picada sobre la mesa y Taehyung empezó a devorar.
Taehyung alzó la mirada lamiendo sus labios llenos de miel, ladeando la cabeza
confundido.
Jungkook alzó una ceja, ¿por qué estaba ese tipo allí? Lo peor es que lo había
visto con Taehyung encima suyo.
Jungkook sintió ira, vergüenza y ganas de matarlo todo al mismo tiempo. El tipo
seguía hablando y hablando. Escupía saliva, sus ojos eran horriblemente
saltones, sus labios muy delgados. Los puños de Jungkook se apretaron sobre
el plato que sostenía el pastel. Nada de él le agradaba.
El cuchillo que había dejado en la mesa se impactó contra el ojo izquierdo del
tipo ahogando sus carcajadas de una vez por todas. La sangre salpicó sobre el
postre y parte del rostro de Jungkook cuando Taehyung presionó aún más el filo,
retorciéndolo para extirpar todo el globo ocular.
El cuerpo cayó de rodillas y posteriormente hasta el suelo con un golpe seco.
Taehyung suspiró.
—Lo conocí sólo cinco segundos y lo odié– dijo con simpleza —¿quién
demonios espía a la gente mientras follan? Maldito enfermo–.
Jungkook observó el cuerpo del tal Soohyun con desagrado, él había pensado
en hacer exactamente lo mismo pero no lo había hecho porque asesinarlo sin
meditar antes era desastrozo, dejaba mucha suciedad y provocaba más trabajo,
podía dejar testigos y...
El rubio había echo girar el cuerpo para sacarle el cuchillo. El hueco que había
dejado empezaba a hincharse, la sangre caía en cascada por su mejilla, la carne
del párpado se veía como un pedazo de carne molida sangrienta. Jungkook lo
vio con desagrado para luego lanzar miradas alrededor para asegurarse de que
nadie los veía. Todo era silencioso y despejado.
Para Taehyung algo como ser descubierto no parecía ser la gran cosa y
tampoco algo por lo que tuviera que preocuparse.
Jungkook se tensó al ver el auto estacionándose justo frente a ellos. Lanzó una
rápida mirada hacía Taehyung quien veía todo desde su lugar muy
tranquilamente relamiendo sus labios llenos de chocolate.
Comportate, advirtió con una mirada tensa pero el rubio no parecía siquiera
preocupado.
—Por supuesto, ¿en que podemos ayudarle, oficial?– habló Jungkook con voz
amable y ensayada.
Jungkook sintió la mirada calculadora de uno de los hombres barrer sobre él con
intensidad. El cápitan Min se movía como un felino recorriendo cada pequeño
detalle de manera minuciosa con aquellos ojos profundos. Sus pasos se
detuvieron cerca de Taehyung y sus piernas desnudas.
—¿A qué hora fue eso?– Namjoon continuaba la interrogación mientras su
compañero el agente Jung anotaba.
—Me temo que sí, el joven Soohyun desapareció ese mismo día y según
testimonio de su hermano, quien vive con él, Soohyun vino con ustedes pero
jamás volvió ¿sabe o escuchó algo al respecto?–.
—No escuché nada de eso, Soohyun vino pero no permaneció aquí salvo unos
pocos minutos, él sólo...–
—¡Nos trajo pastel!– interrumpió Taehyung con una gran sonrisa —estaba
delicioso, sobre todo por la mermelada de fresa que escurría por encima en
forma de gotitas, era muy roja–.
El rubio agachó la mirada para verse como si no hubiera notado jamás aquello,
Jungkook giró apenas un poco hacía ellos.
—¿Qué?– el rubio preguntó inocentemente —creí que lo mejor con la policía era
no decir mentiras–.
Min analizó al rubio sin agregar nada más, luego pasó la mirada hacía Jungkook
y caminó de regreso a sus compañeros hundiendo las manos en sus bolsillos.
—Bueno, creo que ustedes fueron los últimos que vieron al joven Soohyun con
vida, ¿hay algún detalle que pudieran recordar de ese día?–.
—Creo que tenía el ojo un poco irritado– respondió Taehyung —le recomendé ir
con un oftálmologo–.
—Es probable– asintió Namjoon y continuó —si pudieran cooperar con nosotros
se los agradeceríamos– sacó una tarjeta del bolsillo interno de su saco y lo
extendió hacía Jungkook.
—¿De dónde se mudan?– volvió a hablar Min, observando las cajas apiladas.
—Seúl...– respondió Jungkook apenas audible mientras fingía leer los datos
escritos en la tarjeta.
—Háganlo fuera del país, los matrimonios del mismo sexo están prohíbidos
aquí, lo saben– advirtió el agente Jung hablando por primera vez mientras
guardaba su libreta de notas y esbozaba una radiante sonrisa.
Jungkook sintió cada celula de su cuerpo vibrar y supo que Taehyung había
sentido lo mismo cuando en menos de cinco segundos el rubio estaba a su lado
observando con más atención al agente.
Jung sonrió aún más y Jungkook estuvo tentado a tomarlo y arrastrarlo hasta el
sótano en ese mismo instante. Su visión periférica notó la manera en la que la
mano de Taehyung se movía espasmodicamente como si quisiera igualmente
tomar algo o mejor dicho a alguien. Sin duda ambos tenían gustos parecidos.
Los tres agentes se alejaron hasta subir al interior del auto y arrancar. Taehyung
se quedó de pie ondeando la mano a modo de despedida en su dirección.
10
Edad: 20 años.
Estado: Desaparecido.
Leyó y reeleyó hasta hartarse. Lanzó una última mirada a la fotografía del joven
chico sonriendo con calidez y abandonó el expediente sobre su escritorio para
pasar a otro.
Nombre: Yoon Sanha.
Edad: 16 años.
Estado: Desaparecido.
Al igual que Park Jimin, Yoon Sanha era un chico de sonrisa hermosa e ingenua
con un toque adorable de inocencia. Yoongi memorizó sus facciones y pasó al
siguiente expediente.
Nombre: Oh Sehun.
Edad: 21 años.
Estado: Desaparecido/Encontrado.
Visto por última vez: Rumbo a su empleo de medio tiempo en el número 174
de Maehun, Seúl alrededor de las 13:20hrs ; 23 de junio 2017
Ambos desaparecían a las víctimas pero uno de ellos se deshacía de los restos
sin importarle si eran encontrados o no mientras el otro, quien quiera que fuera,
se aseguraba de ocultarlo todo y sus víctimas jamás volvían a ser vistas, ni
siquiera un sólo hueso. El caso más notorio y que sin duda le daba la razón era
el último cuerpo decapitado que había sido encontrado en Seúl.
Edad: 25 años.
Estado: Encontrado.
Hechos: se reportó la desaparición de la víctima el 20 de octubre del año 2018
alrededor de las 22:30hrs al centro de Seúl vistiendo chaqueta de mezclilla y
zapatillas deportivas. Amigos y familiares aseguran que el joven se encontraría
con un desconocido al que apenas conocía. Se abrió la investigación la cual no
arrojó resultados sino hasta ocho días más tarde cuando fue encontrado el
cuerpo decapitado de un hombre con aparente similitud con la víctima. Tras
diversas pruebas por medio de los forenses se determinó que efectivamente el
cuerpo pertenecía al desaparecido Kim Minjae quien aparentemente había sido
torturado poco antes de morir.
Minjae era alto e igual que Sehun se notaba una aura tranquila, no desboraba
ternura como Park o Yoon.
—¿Qué tan probable es que dos sujetos sin nada en común salvo su locura
crucen caminos y formen una unión?– preguntó entonces.
—Es un poco increíble pero podría ser probable– exclamó con una mueca para
luego agregar —sabes tanto como yo que no es imposible, existen grupos de
asesinos que terminan unidos acabando con vidas inocentes y muchos de ellos
ni siquiera se conocían anteriormente–. Hizo una pausa, comprendiendo —
¿crees que ese es el caso?–.
Yoongi alzó dos fotografías, en una estaba Yoon Sanha y en otra Oh Sehun.
—Exacto, uno de los asesinos tiene debilidad por éste tipo de chicos y siempre
toma parecidos pero el otro... Creo que prefiere a éste tipo– alzó la fotografía de
Sehun.
Hoseok asintió.
Yoongi se recargó contra su asiento, sus ojos fijos en las fotografías. Aquellos
eran cerca de quinientos expedientes de los últimos cinco años, cien muertes
por año para una sola persona era ciertamente preocupante y sin embargo
sabía que probablemente aún faltaban muchas otras muertes por documentar.
—Puede que estemos tratando con los asesinos en serie más brutales en la
historia de Corea del sur– suspiró, sonriendo.
Sin mucha convicción, Jungkook salió de la cama y fue a averiguar qué era todo
aquello aunque ya lo sospechaba.
—¡Ven a ver, Kookie!– el rubio agitó la mano para llamarlo hacía abajo —te traje
un obsequió de navidad–.
—Ya pasó la navidad, Taehyung– reclamó en medio de un bostezo pero aún así
bajo las escaleras y se detuvo a un lado de él.
—¡Pero quiero un bebé, Kookie!– se quejó el rubio y acto seguido se inclinó para
recargar la mejilla sobre el vientre de cerca de siete meses de gestación, muy
probablemente.
—¡No puedes críar a un niño! ¿Estás loco? ¿Qué vas a hacer tú con una cosa
como esa?–.
11
Trước Sau
⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠
⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠
La colocaron sobre la mesa de madera al centro del oscuro y desordenado
lugar. Jungkook no había tenido tiempo de acondicionar el sótano para hacer
ese tipo de cosas... Aún.
Jungkook debía admitir que tenía un poco de entusiasmo ahora que preparaba
uno de sus cuchillos de cazador con punta curva.
—Despiertala– dijo, impaciente por empezar.
—Creo que se me paso la mano con los somníferos– dijo con tristeza.
Jungkook rodó los ojos y caminó hacía ella con un bote de alcohol en la mano.
Luego de ponerlo cerca de sus fosas nasales, el olor logró que la consciencia de
la mujer regresara poco a poco. Taehyung sonrió cuando los ojos de la chica se
abrieron lentamente intentando enfocar su alrededor.
La mujer les dedico una mirada soñolienta a ambos, su cuerpo parecía pesado
por lo que tardó en reaccionar como era debido y cuando finalmente el peso de
la realidad cayó sobre ella, Taehyung chilló de emoción al verla tratar de
liberarse.
—¿Ahora intentas coquetear con él?– rugió el rubio, molesto —¡él es mío, zorra!
Sólo yo puedo tocarlo, sólo yo lo mataré, ¡YO!– se apuntó a sí mismo.
—Cállate, Kookie– lo silenció Taehyung con voz autoritaria —ésto es entre ella y
yo–.
Cuando el rubio notó lo que estaba a punto de hacer, detuvo sus movimientos y
observó jadeante y embelesado como Jungkook abría la piel, destrozando el
útero y la placenta hasta sacar de su interior un pequeño y escurridizo bulto
rojizo. Taehyung aplaudió dejando de lado su labor de violación y se acercó para
ver como el pelinegro cortaba el cordón umbilical y tomaba incómodo al bebé.
—¡Déjame ver!– pidió y asomó el rostro —¡que horror, es una niña!– gritó
decepcionado.
Jungkook le dio la bebé a él con un gesto de desagrado.
—Siempre quise hacer ésto– confesó —Kookie ven aquí y follame mientras la
ahorco–.
No dudó mucho antes de separar los glúteos del rubio, sacando su erección
para luego penetrarlo con fuerza sintiendo la opresión de aquellas estrechas
paredes. Taehyung gritó y al mismo tiempo rodeó el cuello de la mujer con el
cordón carnoso y bizcoso, apretando lo más que pudo. La carne se estiraba
como elástico y resbalaba de sus manos a ratos por lo que enredó sus palmas y
tiró mientras Jungkook lo empalaba rasgando su interior, provocando dolor, un
dolor que disfrutaba.
Sonrió cuando los ojos de la mujer se volvieron rojizos a causa de los vasos
sanguíneos destrozados y de su garganta salió un sonido ronco y tembloroso en
busca de aire pero su cuerpo ya no se movía salvo por los espasmos
incontrolables que sacudían sus músculos.
—Ahí... Más fuerte, Kookie– lloriqueaba, mordiendo y jadeando sobre la piel fría
del cádaver.
Una carcajada divertida resonó en forma de eco por todo el frío sótano.
—¡Hay que hacer ésto de nuevo!– gritó Taehyung alegremente, sus ojos
resplandeciendo con una ilusión casi graciosa.
Jungkook se alejó sintiendo el sabor a carne humana en sus dientes y observó
la nuca de Taehyung chorreando sangre hasta su espalda, manchando el cuello
de su playera. Y odiaba admitir que él también quería repetirlo. Quien diría que
follar mientras asesinaban fuera así de excitante.
1.
12
Trước Sau
—¡Somos algo así como heróes!– presumió —si no hubiera sido por nosotros,
esa niña habría muerto–.
—Si no hubiera sido por nosotros, esa niña habría permanecido en el vientre de
su madre hasta los nueve meses y habría nacido sin dificultad– corrigió
Jungkook.
Taehyung se tiró sobre el sofá de la sala aún con el periódico en las manos y un
gesto de disconformidad.
—Pero habría sido una puta igual que ella, en conclusión, la salvamos– dijo,
decidido.
Jungkook optó dejarlo por la paz. Sabía que discutir con Taehyung jamás
llevaba a nada bueno.
Aún no podía creer que estuviera tan tranquilo después de haber participado en
un acto tan irresponsable como aquel. Usualmente él no era así, jamás habría
secuestrado a una mujer embarazada para empezar. Taehyung lo volvía alguien
descuidado y estúpido pero extrañamente, le gustaba.
«Mamá sabe lo que es mejor para tí, Jungkookie... Dejáme tocarte aquí, bebé»
El cuchillo que sostenía en la mano resbaló haciendo que el filo cortara un poco
de la piel de su pulgar pero ni aún con el ligero dolor logró reaccionar. El rostro
familiar de aquella mujer se instaló en sus pensamientos, la voz continuó
resonando incansablemente.
«Has sentir bien a mamá, Jungkookie. Eres el hombre de ésta casa, es tu deber
tener feliz a mamá»
Usualmente Yoongi era uno de los pocos capitánes de escuadron de los que
nadie quería depender porque para empezar, tenía reputación de sádico. Yoongi
era más bien un agente problemático. Siempre al límite de lo que era correcto,
no le importaba ensuciarse las manos, retaba a los altos mandos y lo más
importante, su experiencia de campo como uno de los pocos sobrevivientes del
EDAAT era la peor referencia de él.
—¿Por qué...?– se preguntaba en voz muy baja, analizando por décima vez ese
día todos y cada uno de los expedientes.
Seokjin era un tipo listo, Yoongi sabía eso mejor que nadie, no por nada Kim
Seokjin había sido miembro de la unidad de inteligencia en tácticas superiores
de la Interpool durante años. El cretino sabía como mover sus cartas y tampoco
era un secreto que Yoongi era su mejor jugada. Si Seokjin lo había elegido era
por una razón; había algo oscuro oculto detrás de aquel caso en especial y
estaba casi seguro que tenía que ver con alguna de las víctimas.
Sus ojos llevaban días aprendiendo cada facción de las personas en las
fotografías. Leía sus nombres, sus edades e intentaba reconocer a alguno de
ellos, pero nada.
—¿Deberíamos decirle que luce espeluznante con esa mirada tan seria?–
exclamó Hoseok con gesto preocupado.
—Dice que le acaban de llegar los restos de Park Hyungsik, el chico decapitado
de Seúl, empezará a analizarlo ahora y...– Namjoon hizo una pausa mientras
leía. —Dice que el pedazo de encía que encontraron tenía rastros de saliva
pertenecientes a otra persona no identificada. Él piensa que alguien mordió el
trozo–.
—Aquí dice que la encía estaba demasiado ruñida por roedores por lo que tardó
más de lo debido en darse cuenta de que había una marca de mordida humana,
sin contar con que la carne estaba descompuesta–.
Namjoon giró hacía Yoongi quien de nuevo observaba los documentos
archivados de los otros casos.
—¿Y qué si Seúl no ha sido la única ciudad donde han asesinado antes?–
habló, más para si mismo que para los demás. —Muy bien, quiero que
investiguen sobre todas las desapariciones de los últimos diez años en todas las
ciudades de Corea del sur–.
—¡¿Hablas en serio?!– Hoseok se llevó una mano al pecho tan sólo de imaginar
todo el trabajo que sería hacer todo eso.
1.
13
Trước Sau
Ya se iba haciendo costumbre para Jungkook despertar y ver un cuerpo sin vida
sobre la mesa de su comedor. Debía admitir que incluso para alguien como él, la
cantidad de personas que Taehyung asesinaba era casi obscena. El rubio
mataba gente como si fuese algo necesario para vivir, algo tan básico como
comer o dormir, un maratón.
—Por cierto, te hice ésto– el rubio alzó una hoja de papel en donde se podía ver
un dibujo que parecía realizado por un niño de preescolar. —Somos tú y yo
asesinando a todas estas personas–.
Jungkook analizó a las cosas deformes que según Taehyung eran ellos dos
encima de una montaña de cádaveres, se veían bastante sonrientes, saludando
desde la cima. Todo el dibujo estaba hecho con sangre aún fresca, lucía
retorcidamente tierno.
—Si vas a seguir haciéndolo entonces tendrás que irte de mi casa– continuó
recargando un codo sobre la mesa, sus dedos juguetearon con un trozo de
hueso que sobresalía de la pierna derecha amputada.
—¿Disculpa?–.
—Ya escuchaste–.
—En ese caso creo que tendré que deshacerme de tí– respondió y casi de
inmediato dejo ir el arma contra el pelinegro quien la esquivó poniéndose en pie.
Jungkook tomó la silla de la mesa donde había estado sentado y se la arrojó a la
cara. Taehyung la partió a la mitad de un sólo golpe con el machete y brincó
sobre la mesa. Jungkook resopló molesto esquivando de nuevo el ataque hasta
sostener al rubio de la muñeca, apretó fuerte y de un codazo golpeó justo en el
rostro sobre la nariz hasta que la sangre salió disparada.
—Debes bañarte, apestas– dijo Jungkook y caminó con el rubio en brazos hasta
el baño, dejando el machete en algún lugar de la sala.
—Hace frío, Kookie– se quejó el rubio con voz aniñada, restregando su ingle
desnuda sobre el abdomen de Jungkook.
—Ponte algo caliente, busca entre mi ropa, debo ir a limpiar el desastre que
dejaste– suspiró —hablo en serio, debes dejar de asesinar, harás que nos
descubran–.
—No volveré a asesinar a nadie sin tu permiso– dijo finalmente —pero tú tienes
que prometer que no intentaras deshacerte de mí nunca más–.
—Lo prometo– asintió —no te preocupes, podrás seguir matando insectos como
esos– apuntó a la bolsa de basura en una esquina. —Haré que funcioné así que
no te pongas triste, bebé– acarició la mejilla del rubio y besó fugazmente su
labio abultado.
El rubio formó una sonrisa geométrica y acto seguido tomó la mano del
desconocido para guíarlo.
—Creo que es por aquí– dijo, tirando de él.
El hombre se dejó llevar por entre las calles imaginando que ese pobre chico
sufría de algun desorden mental ya que parecía un niño de cinco años atrapado
en el cuerpo de un adulto. El tipo ni siquiera notó cuando el rubio lo llevó por un
extraño callejón cerrado.
—Vas a morir– habló alguien justo sobre su nuca, sintió el calor de un cuerpo en
su espalda y de pronto el rostro adorable del rubio frente a él se transformó en
uno de maldad pura.
14
Trước Sau
Taehyung se tensó pero aún así sonrió y empezó a mover el trasero con
movimientos sensuales. El tipo ni siquiera podía seguir su ritmo, Taehyung
suspiró tranquilamente cuando el calor de otro cuerpo cubrió su espalda y un
aliento suave cayó sobre su nuca.
Taehyung negó.
El hombre tragó sintiendo el pequeño objeto que asemejaba una pastilla con la
mente nebulosa y sonrió, moviéndose perezosamente.
Taehyung soltó una carcajada al ver el enorme hueco que el explosivo había
dejado en el cuerpo, el rostro deformado del ahora muerto y la cara horrorizada
de la pelirroja cuando sus zapatillas acabaron escurriendo en carne humana
molida.
—¡Vamos~!–.
—¿Por qué estoy aquí?– se quejó en cuanto vio a Namjoon cerca de las
escaleras de acceso. —Creí que era el caso de Suran–.
—¿Quieres explicarme por qué Seokjin insiste en meterse en los casos del
escuadrón de homicidios?– preguntó, cruzándose de brazos.
Yoongi lanzó una mirada a Namjoon y siguió a la mujer al interior del bar.
Odiaba esos lugares tanto de noche como de día. Ahora que la luz solar se
alcanzaba a filtrar y la pista estaba despejada salvo por el personal de la policía
el sitio era más bien deprimente. Saltaba a relucir todos los defectos que las
luces bajas y chirriantes ocultaban cuando la noche caía y la música retumbaba.
Hoseok estaba de pie a lado de Kim Minseok, uno de los miembros del equipo
de Suran.
Yoongi se detuvo. Al centro del lugar se encontraba un joven hombre con los
intestinos de fuera y una expresión de sorpresa en su rostro, como si jamás lo
hubiera visto venir. Yoongi analizó el cuerpo con atención.
—¿Perdón?– Lee Donghae, otro de los miembros del equipo de Suran, dio un
paso al frente con gesto confundido —¿cómo es eso posible?–.
—Tendré más información una vez que lleven el cuerpo a la morgue y realicé la
autopsia– dijo ella —pero puedo decir que fue un explosivo hecho a mano–.
—Si ese es el caso entonces la víctima debio haberlo visto venir, nadie se traga
algo desconocido que no parece pastilla– apuntó Donghae.
—Quizás lo obligaron a comerla– intentó Hoseok para luego esbozar una mueca
—o estaba tan ebrio que ni siquiera lo notó–.
1.
15
Trước Sau
Era un chico quizás un poco menor que ellos, había llegado hasta ahí creyendo
en las falsas mentiras de Taehyung quien no tenía problemas para engañar a
sus presas. Les prometía noches de sexo, besos dulces y caricias interminables
pero al llegar lo único que encontraban era una muerte segura. A Jungkook no le
importaba realmente, de hecho le gustaba usar la belleza y aparente inocencia
de Taehyung para atraer tipos idiotas. El problema era cuando el rubio jugaba
solo por su cuenta y no lo invitaba.
Ahora tenía al pobre chico bien atado a la silla con cinta adhesiva gris, con la
boca bien sellada y el rostro de terror que siempre buscaba dejar en sus
víctimas. Ahora sólo faltaba hacerlo tener los ojos bien abiertos mientras
castigaba a Taehyung, de pronto tener público era emocionante.
Fue así como decidió simplemente tomar una fina y afilada cuchilla, acercarse al
tipo, tomar sus párpados uno por uno y rebanarlos. Para cuando terminó, los
ojos del muchacho lucían rojos y acuosos, sus lágrimas eran literalmente de
sangre mientras se retorcía en su lugar. La carne ardía dolorosamente por el
flujo salino de las lágrimas haciendo que fuera una tortura lenta y despiadada
que no podía parar. Ahora cerrar los ojos era un bello recuerdo que el sujeto
jamás volvería a exprimentar. Su vista estaría siempre fija en ellos y Jungkook
sonrió triunfal.
Taehyung se agitó en las correas, sus tobillos tirando de ellas hasta el punto de
ser doloroso. Jungkook afianzó el agarre en sus glúteos y embistió sin parar
dentro del apretado interior, sin contenerse. El pene de Taehyung lucía casi
amoratado envuelto en el arnés de castidad, incapaz de eyacular.
Jungkook se movió, girando y golpeando más y más duro, taladrando la próstata
de Taehyung quien empezó a llorar en alguna parte del proceso al no ser capaz
de correrse, el arnés era demasiado apretado y su erección aumentaba en
tamaño cortando su circulación. El pelinegro sonrió en medio de las rápidas
penetraciones, observando maravillado la manera en la que el cuerpo de
Taehyung se contorneaba en el aire, arqueándose y sacudiéndose como si
estuviera sufriendo de un ataque.
—¡Ya sueltame!– chilló el rubio con voz detrozada, temblorosa y pátetica —¡te
cortaré el pene!–.
Taehyung tomó el mazo de hierro que tenía a un lado en el suelo y con piernas
temblorosas, lo alzó por encima de su cabeza y de un solo golpe arremetió
contra el chico atado a la silla, haciendo volar su materia gris en todas
direcciones. Jungkook cerró los ojos cuando las gotas de sangre cayeron sobre
su rostro por el impacto.
—¡No me importa!– gritó —¡no es como si pudiera partirte la cara a tí!– se quejó
el rubio, haciendo un puchero.
16
Trước Sau
Era un hombre sencillo con fetiches raros. Eso fue lo primero que Taehyung
pudo constatar. Inclinándose un poco hacía delante, le habló al oído al tipo cuyo
nombre ya había olvidado y sonrió coquetamente, mostrando parte de su
hombro. El sujeto le devolvió el gesto coqueto y lo siguió sin rechistar.
Con pasos lentos, llevó al hombre hasta un lugar extraño en donde los edificios
eran altos, cubriendo casi por completo la luz del sol. Callejones húmedos y
vaporosos se vislumbraban en cada avenida y el silencio era un compañero
constante, tan sólo rompiendo su frágilidad con el sonido de sus pasos al andar.
La oscuridad ahí era irreal. Aún era temprano en la mañana, el sol ya debería
alcanzar a verse en todo su esplendor, cubriendo las sombras y ganando poder
con su calor. En cambio, por aquellas calles donde no transitaban autos y los
edificios parecían abandonados y en ruinas, la luz se filtraba a duras penas.
Giraron en una esquina y el hombre escuchó pasos yendo detrás de ellos pero
al girar no había nadie siguiéndolos. Caminaron un poco más y su visión
periferíca captó el movimiento de alguien observándolos de pie a una distancia
prudente.
Un conejo humanoide sonriente.
—Aquí no hay nada– se quejó el hombre, luchando por soltarse —ya debo irme–
se excusó, temeroso y desconfiado.
El hombre tragó duro cuando lanzó una mirada al interior del solitario callejón
oscuro al cual el rubio hermoso buscaba meterlo. Una sombra se meneó al
interior como una mancha borrosa serpenteante. De entre la humedad nebulosa
se alzó un conejo gigante, de cabeza enorme, traje clásico, ojos enormes,
dientes sobresalientes y una hacha en la mano. De su pelaje peluchoso caían
chorros de sangre, un olor a podrido se desprendía de él.
—Aquí está tu conejo blanco– se burló el rubio —¿listo para ir al país de las
maravillas y...?– el hombre se desmayó.
Tenían una estaca de madera lista para ser utilizada para sus perversos planes.
Taehyung llevaba su traje del sombrerero loco, Jungkook en su papel de conejo
blanco y el hombre aterrado y atado a la silla del comedor enfundado en el
vestido azul de Alicia con todo y peluca incluída.
Jungkook sacaba más punta al pedazo grueso y largo de madera, haciéndola
afilada, punzante, perfecta para empalar, ser encajada por el culo hasta salir por
la garganta.
Jungkook se detuvo.
—Te dejaré penetrarme con dos vibradores y a parte tu polla si quieres– sonrió
el rubio —rómpeme, daddy, rómpeme– siguió bromeando.
Jungkook rodó los ojos y alzó la estaca que le llegaba por encima del hombro,
del grueso de sus piernas y tan pesada que apenas era capáz de mantenerla en
equilibrio. El pelinegro lucía ridículamente estúpido con aquel traje de conejo
sofocante sosteniendo la estaca en sus manos peludas.
—Obvio no–.
Taehyung rió y tiró del pantalón con fuerza hasta dejar al hombre desnudo de la
cintura para abajo y luchó por abrirle las piernas. Jungkook colocó la estaca con
dificultad y dándo un pequeño impulso, la dejó ir pero falló y terminó encajándola
en los testículos ganando un grito doloroso de la boca amordazada del hombre.
—Uh, perdón– retiró la punta sólo para confirmar que había fallado y apuntó de
nuevo, mientras su víctima se retorcía chorreando sangre desde su bola
rebentada —va otra vez– anunció.
El hombre atado a la silla abrió los ojos como platos y empezó a moverse y
gritar a pesar de la mordaza entre sus labios. Taehyung apretó ambas manos
sobre el rostro del tipo para silenciarlo mientras Jungkook intentaba deshacerse
de la estaca y su disfraz estúpido de conejo. Estaban en la cocina por lo que
fácilmente podría notarse lo que estaban haciendo. Taehyung golpeó un par de
veces a su presa quien pataleó haciendo que la silla cayera, dejando un
estruendo en el lugar.
—¿Todo en orden?– habló la misma voz del detective —voy a entrar– advirtió.
—¡Todo en orden!– alcanzó a decir Jungkook desde el otro lado del salón a
donde había corrido a esconder la pesada estaca y pateando el disfraz lejos se
movió con torpeza—¡un segundo, oficial!–.
—No pasa nada, nosotros sólo...– Jungkook tragó duro, su manzana de Adán
meneándose de arriba a abajo con nerviosismo —lo lamento, oficial, no creo que
tenga la necesidad de saber lo que estabamos haciendo, simplemente diré que
estabamos en un momento muy íntimo– se excusó pobremente.
Jungkook sintió una mano tomándolo por el tobillo, giró lanzando una mirada
disimulada y notó el rostro sangrante y molido a golpes, con la carne del rostro
desgarrada y llena de astillas sobre la piel al rojo vivo de su presa arrastrándose
hacía la puerta, jadeando y lloriqueando. Taehyung apareció enseguida con lo
que parecía ser la pata de la silla y toda la intención de atacar de nuevo.
—Oh no, eso sólo es...– negó, observando la mancha como si fuera algún bicho
raro —no fue nada– insistió.
—¿Puedo pasar? Tengo que hablar con usted y su pareja de algo importante– el
detective apuntó a la puerta.
—Lamento ésto–.
Los ojos del detective estaban fijos en Taehyung quien seguía sobre el suelo,
hipando y vaciándose la botella hasta que el vino caía de sus labios y resbalaba
por su cuello hasta empaparlo. Jungkook sintió la molestia cuando la mirada de
Yoongi demoró más de lo debido en las piernas desnudas de Taehyung.
—Oficial, como podrá ver estamos un poco indispuestos ahora mismo pero si
quiere podemos hablar luego– tronó, sonando irritado.
—Vengan a la oficina mañana– pidió Yoongi de inmediato —al medio día y
sobrios, por favor– dijo, antes de dar la vuelta.
—¿Vive alguien más con ustedes?– quiso saber, Jungkook negó —es raro, creí
haber visto a alguien asomando desde la ventana del segundo piso, ¿un
conejo?– apuntó.
—Quizás debería revisar mi vista– exclamó Yoongi para seguir andando hasta
su auto.
17
Trước Sau
—Debes actuar normal y no decir nada estúpido por lo menos los primeros diez
minutos– advirtió, regresando a la mesa en donde Taehyung lo esperaba viendo
dibujos animados mientras comía una banana. —Sólo saluda y deja que yo lo
arregle– insistía, aunque el rubio ni siquiera lo estaba escuchando.
La reunión con el detective no parecía ser nada prometedora. Jungkook sabía
que ese tal Min Yoongi era de temer. Lo había notado la primera vez que lo
conoció pero ahora lo constataba; él no creía una palabra de lo que Jungkook
decía. Aquello era jodido. Jungkook siempre se había preocupado de mantener
su fachada de hombre respetable completamente creíble y ahora aparecía ese
tipo que podía leerlo como libro abierto. Y si él era fácil de leer, entonces
Taehyung era incluso más sencillo.
Jungkook estuvo cerca de rodar los ojos con fastidio. Taehyung era muy
sentimental en las mañanas también, sobre todo cuando despertaba antes de la
hora usual y se pasaba la primera media hora de mal humor.
—Lo sé, bebé– asintió, dándole por su lado —Perry es un hijo de puta pero
necesito que prestes atención y prometas que no harás nada "arriesgado"
mientras estemos con el detective o tendré que castigarte ¿de acuerdo?–.
Jungkook frunció el ceño con desagrado cuando el sujeto terminó en el suelo sin
dejar de retorcerse y gritar obscenidades de lo que le haría a la hermana de
cierto policía en cuanto saliera de ahí. Taehyung se había alejado en busca de
una maquina dispensadora para comprar una bolsa de golosinas.
—¡Joven Jeon!– una voz lo llamó desde el otro lado del lugar.
El detective Jung Hoseok se acercó a él con una sonrisa tan hermosa que por
un momento Jungkook estuvo tentado a dejar ir un puñetazo al rostro del chico
para ser téstigo del cambio que tendría. Quería verlo sufrir. Por desgracia sus
instintos tenían que ser suprimidos en ese momento.
—El cápitan los está esperando– continuó Hoseok, haciendo una señal para que
lo acompañaran.
Taehyung se había colocado a su lado, comiendo de un paquete de gomitas
mientras sus ojos hiperactivos analizaban todo alrededor. Ese día y por algún
motivo, el rubio había decidido vestirse de manera extraña con un suéter
enorme y rosado que le llegaba hasta las rodillas. Llevaba un pantalón que le
arrastraba, un par de sandalias que parecían hechas con llanta de tractor tan
grandes que sus pies delgados parecían incluso pequeños. Su cabello iba
desarreglado excepto por la media coleta que llevaba en la parte más alta de la
cabeza.
Jungkook siguió los pasos de Jung recorriendo la ruidosa estancia con olor a
café cargado, sudor y donas. Era raro, siempre había creído que las películas
mentían al decir que los policías y las rosquillas iban de la mano, pero ahora
veía que era del todo falso.
—Por aquí– anunció Hoseok cuando llegaron al fondo del lugar y abrió una
puerta que llevaba a una sala.
—No tengo oficina y hablar afuera con ese escándalo es un asco, ese es el
motivo, ahora entre– interrumpió Yoongi, apareciendo y pasando al interior de la
sala antes de que pudieran decir algo más.
—¿O a ésta mujer?– insistió Yoongi, dejando caer otra fotografía sobre la
superficie de la mesa.
Hubo silencio.
—¿Debería conocerlos?–.
—Supongo, ya que fueron sus vecinos hasta hace un mes cuando aún vivía en
Seúl– Yoongi se encogió de hombros —y ambos desaparecieron, llámeme
incrédulo pero no creo en las coincidencias–.
—Daegu, Busan, Seúl...– citó Yoongi —¿me dirá que tampoco les parecen
conocidos? Muchas coincidencias para mi gusto– apuntó a las fotos.
Jungkook entre cerró los ojos sintiéndose amenazado. De pronto una mano
larga y acanelada rodó por entre todas las fotografías hasta tomar una de ellas.
Taehyung, quien se había mantenido en silencio todo ese tiempo, se hizo notar
soltando una risita burlona.
—Buena suerte– sonrió Taehyung antes de salir, Jungkook lo siguió sin agregar
nada más.
—¿Y bien?–.
—No negaron nada pero tampoco afirmaron, aunque sí que perdieron un poco
sus máscaras. Jeon no es tan temeroso y Kim no es para nada inocente–
Yoongi tomó la fotografía que Taehyung había estado viendo.
—Aún así, no tenemos nada contra ellos, sólo tu corazonada– Hoseok se
encogió de hombros —¿por qué crees que son ellos de todos modos?–.
—¿Qué es lo más extremo que has llegado a hacer por una pareja? ¿Hacerte
un tatuaje con su nombre? ¿Comer de lo que cocine aunque sea un asco?–.
—Él tiene las iniciales de Jeon grabadas en la piel de su abdomen con hierro y
fuego– explicó finalmente recordando el día anterior cuando había visto al chico
desnudo, sin contar que las piernas eran bastante parecidas a las del
secuestrador en el video de seguridad y no es que Yoongi tuviera un fetiche con
los muslos de los chicos... Bueno, de hecho si lo tenía.
—¿Qué persona en su sano juicio haría algo así? O incluso ¿qué persona
enferma aceptaría que se lo hicieran? Quizás no tenga nada contra ellos y tal
vez me esté equivocando pero sí sé algo es, que ellos no son sólo una parejita
ordinaria–.
Hoseok asintió.
—Investiga más a éste– Yoongi alzó la fotografía que Taehyung había tomado
—creo que nos llevará a algo bueno–.
18
Trước Sau
—¡No, NO!– el mayor dio un puñetazo —¡eso es lo que ese hijo de perra quiere,
él quiere que huyamos y así tener con que acusarnos aún más!–.
—¡No te atrevas!– ordenó —¡no te atrevas a irte o te mato, juro que voy a
matarte y ésta vez no voy a contenerme!–.
—¿Perdón?–.
Taehyung pateó con fuerza el frente del auto y luego el cristal, Jungkook aceleró
a tope, los otros vehículos se desdibujaban como manchas borrosas a su lado.
—¡PARA EL AUTO!–.
Jungkook soltó un grito estresado y desvió el camino atravesándose entre los
coches, ganando uno que otro grito acusatorio y descortes por parte de los otros
conductores hasta salir de la carretera y entrar serpenteando por las calles
adyacentes hasta detenerse en lo que parecía ser el estacionamiento de una
bodega solitaria.
—¡Ven acá!– rugió Taehyung y tiró de Jungkook con fuerza hasta que pudo
besarlo.
Por unos minutos todo fue silencio tenso mientras ambos intentaban recuperar
el ritmo normal de sus respiraciones y dejar la rabia ligeramente de lado.
—Quero matarte pero al mismo tiempo te veo y...– los ojos de Taehyung se
llenaron de lágrimas —joder, en verdad me dolería si lo hiciera ¡¿lo ves?! Nunca
me había pasado algo así, yo jamás dudo cuando debo asesinar a alguien...
Mierda, querer a alguien es un asco–.
—Con que Daegu ¿eh?– dijo, luego de un largo silencio —quien diría que eres
pueblerino–.
—Yo nunca...–
—Se te sale el acento cuando te enojas– Taehyung hizo puchero y desvió la
mirada hacía la ventanilla —¿tu vida fue buena? Seguro fuiste niño mimado por
mami y papi–.
Jungkook se tensó cuando la voz femenina tan conocida resonó desde el fondo
de su cabeza trayendo recuerdos que no quería. Una mujer golpeada, una
sonrisa torcida, un hombre con capucha, mascara de gas y puños sangrientos
golpeando con fuerza el rostro de la maldita mientras el observaba desde el
armario, deseando en silencio que la golpeara más fuerte.
—Mi madre abusó sexualmente de mí durante cuatro años, no creo que fuera
precisamente "amor" lo que me dio– soltó Jungkook sin pensarlo, tenso y
molesto, arrepintiéndose casi al instante de haber hablado.
No quería hablar de ello pero estando con Taehyung se sentía seguro, sentía
que hablar era posible, contar todo lo que no podía decir a nadie más y odiaba el
sentimiento de tranquilidad pero al mismo tiempo disfrutaba de él. Sentía la
mirada de Taehyung clavada directamente en él, tan intensa que dolía.
—Eso hacen ¿no?– Taehyung frunció el ceño —los novios hacen eso, hablan de
esas cosas, se dicen rídiculeces, actuan como idiotas y todo el pequete
incluido–.
—Algo así, sólo que en lugar de hacer cosas ridículas nosotros asesinamos,
tenemos sexo frente a nuestras presas y nos golpeamos antes de follar de
nuevo– sonrió Taehyung —es más divertido–.
Jungkook le devolvió la sonrisa. Aquello era jodidamente íntimo y meloso para
tipos sin cordura como ellos, era anormal y a decir verdad, daba miedo.
No recordaba el nombre del chico y la mujer a su lado pero hacer tríos era su
estilo así que era de esperarse el haber despertado en esa situación. Recorrió el
lugar con gesto cansado, no reconoció la habitación tampoco así que no estaba
en su casa, un motel quizás. Cuando intentó moverse sintió un calambre en su
espalda baja y gimió de dolor, maldiciendo y lanzando una mirada severa al tipo
plácidamente dormido a su lado.
—Creo que fue una buena noche– murmuró, su voz sonaba carrasposa.
—¿Diga?–.
—¿Dónde estás?– preguntó la voz al otro lado de la línea.
—Proyecto Rouge–.
Seokjin sonrió.
—¿Así que al fin sabes el por qué te puse a cargo de la investigación de esas
desapariciones?–.
La llamada se cortó.
Seokjin observó la pantalla del teléfono unos pocos segundos antes de desviar
la mirada hasta la hoja de papel arrugada tirada al suelo. Se inclinó a tomarla y
la alzó, leyendo nuevamente lo que iba escrito.
«Le pedimos que deje su lugar como jefe de la unidad de crímenes especiales
para ser transferido al departamento de crímen informático o nos veremos en la
necesidad de despedirlo permanentemente y...»
—Oh, ya veo– desvió la mirada hacía el hombre dormido en la cama —éste tipo
es de crímen informático– recordó y sonrió, tomando una fotografía con su
celular del hombre desnudo junto a la mujer de pechos voluptuosos.
Y pensar que querían darle su puesto a alguien como Yoongi. Pues eso no
pasaría, haría que Min se revolcara en la mierda hasta terminar con la
reputación destrozada y todo su pasado saliera a la luz. Sólo era cuestión de
tiempo y paciencia.
19
Trước Sau
—Sólo será un pequeño viaje, lleva ésto– dijo, lanzandole la máscara de tigre.
Jungkook bajó al sotano con una maleta negra en la mano, ahí metió cuchillos,
bats de beísbol, alambre, un machete, un hacha, arco y flechas. Con todo listo,
subió las cosas a la cajuela del auto junto a un poco de ropa y esperó por
Taehyung. El rubio salió de la casa veinte minutos después enfundado en un
pantalón ajustado, convers, un gorro y una playera de manga larga, todo era
negro. Jungkook iba igualmente de negro de pies a cabeza, un arnés de cuero
se ajustaba a su cintura por encima de la playera haciendolo lucir atractivo e
intimidante.
Jungkook condujó durante casi tres horas hasta que finalmente Taehyung se dio
cuenta de en que dirección iban.
El menor sonrió y aceleró hasta dar la vuelta rodeando todo el terreno del lugar y
terminar a espaldas del parque. Estacionó el auto un poco más lejos y salió para
ir por la maleta que había preparado.
El rubio alcanzó a sujetar el bat que el menor le había lanzado mientras lo veía
colocarse la mascara de conejo y caminar entre la oscuridad que brindaba la
noche. Taehyung lo siguió sin mucho ánimo y se detuvo cuando observó a
Jungkook deslizarse al interior del parque abriendo un gran agujero con unas
pinzas en la cerca de alambre que resguardaba el parque. Lanzando una mirada
alrededor y colocándose la mascara igualmente, pasó al interior.
Taehyung lo vio moverse como guepardo saltando la valla que dividía la casa
del resto para luego ayudarlo a cruzarla. El rubio se dejó guiar y ambos se
introdujeron al tétrico lugar. Por dentro la casa los recibió el vapor, los muñecos
con rostros deformados y bocas abiertas, sangre falsa, armas de plástico y una
parpadeante luz roja. Música de suspenso y gritos computarizados resonaban
haciendo entrar en pánico a los visitantes que atravesaran el camino.
Jungkook dejó caer la maleta al suelo y sacó los cuchillos que había llevado,
colgándoselos todos del arnés que llevaba y dándole otros más a Taehyung
quien simplemente iba con la corriente.
Cuando gritos aterrados del nuevo grupo de personas que habían entrado a la
casa empezaron a sonar por encima de los sonidos macabros de las bocinas en
cada esquina, Taehyung lanzó una mirada a Jungkook a través de las mascaras
y esperó. El menor lo tomó de la mano y lo obligó a ocultarse detrás de un par
de esqueletos y esperar.
—Éste lugar ni siquiera da miedo– reclamó una voz masculina cuando los pasos
se hicieron cercanos.
—No pensaste eso cuando aquella cabeza se movió y te habló– murmuró una
chica que iba abrazada al cuerpo del otro.
—Cállense y sigan avanzando, idiotas– otro tipo que iba detrás les dio un
empujón.
El cuerpo de látex de una mujer movió las manos soltando carcajadas ruidosas y
el grupo de personas soltó gritos histéricos.
—Tengo miedo– decía una de las tres chicas que iba en el grupo —ni siquiera
vamos a la mitad del recorrido–.
—Ahora te aguantas– la regañó alguien de sus amigos.
—¿Quién es?– resonó la voz de otra quien apuntaba al frente —¿un conejo?–.
—Creí que aquí no había otras personas, sólo muñecos– dijo alguien del grupo.
Jungkook no se movió, el vapor se extendía bajo sus pies dándole una cortina
nebulosa perfecta. Taehyung sintió su corazón latiendo con fuerza cuando lo vio
alzar la mano con un frasco antes de lanzar el contenido del mismo sobre la
cara del sujeto. Un grito desgarrador se mezcló con los falsos cuando la piel del
rostro del chico empezó a deshacerse y caer a pedazos de su rostro.
Los otros intentaron correr regresando por donde habían llegado pero al girar un
lindo tigrecillo les bloqueaba el paso.
Aquello se sentía muy bien, pensó mientras arremetía contra otro y otro y otro.
Taehyung veía a Jungkook moverse con ágilidad, cortando manos de un sólo
golpe, enterrando cuchillos en los cráneos, abriéndose paso con gracia.
Ambos se movieron haciendo que los cuerpos cayeran uno tras otro a sus pies,
bañando el lugar con sangre tíbia y serpenteando bajo aquella luz roja.
Tomando y disfrutando del sonido de los gritos perdiéndose en el olvido.
Taehyung molió la cabeza de un tipo contra el suelo, encajó dos de sus cuchillos
en los ojos de otro. Jungkook apareció cerca dándole una hacha en algún
momento de su frenética diversión y juntos siguieron degollando cabezas en
medio de risas con los muñecos espeluznantes como únicos téstigos.
Cuando el último cuerpo sin cabeza cayó, Taehyung se sentía libre, renovado y
sin aliento. Buscó entre la oscuridad a Jungkook quien ahora se encontraba
asesinando a una chica, partiendola prácticamente por la mitad con el machete
en sus manos. La chica siguió moviéndose y temblando aún cuando su torso ya
estaba separado de la parte inferior de su cuerpo y la vista fue hermosa.
—¡Te quiero!– gritó una vez que se separó, apretando su agarre alrededor del
cuerpo de Jungkook, sintiendo las manos de este amasando sus glúteos y el
bulto duro que rozaba con el suyo. —¡Te quiero, conejito!– insistió.
1.
20
Trước Sau
—¿Sabes?– Taehyung avanzó por la colina entre la maleza enroscada bajo sus
botas oscuras, triturando pequeñas ramas y hojas secas a su paso. —No me
importa que el mundo piense que estoy loco porque yo sé que quien está loco
es el resto del mundo, es sólo que ellos mismos no pueden medir su propia
demencia. La verdad es que todos tenemos un poco de locura, pero unos somos
más honestos que otros, algunos decidimos demostrar más nuestra falta de
cordura. Y ya que nosotros dos somos honestos entonces eso significa que
somos los más cuerdos–.
Taehyung meditó las palabras por un momento y decidió que Jungkook se veía
más sexy de lo normal en aquella ropa completamente negra. Quizás las
personas tenían razón y cuando alguien empezaba a gustarte lo veías todo bajo
un filtro que hacía ver el mundo muy hermoso.
—¿Listo?– preguntó Jungkook.
—Tengo a uno en la mira– dijo, preparando el arco y una de las flechas que se
había colgado en la espalda.
—Yo tengo a otro– anunció Jungkook, observando con sus propias lentes de
visión nocturna a modo de anteojos al hombre que se arrastraba a gatas por el
suelo, llorando y temblando.
—Lo haré mejor ésta vez– dijo y giró de regreso hacía su presa pero ya no
estaba a la vista, había huído.
El rubio se mantuvo unos minutos intentando localizar al chico que había estado
cazando mientras Jungkook buscaba a otro de los ocho que habían secuestrado
en el camino y arrojado ahí. El zumbido de las flechas volaba haciendo eco en la
distancia cada vez que Jungkook encontraba una nueva presa. Taehyung
localizó a una mujer, la misma mujer canosa de edad avanzada que había sido
tan tonta como para confiar en ellos.
—Aún no–.
—Si ¿te gustan?– asintió Jungkook, tomando asiento a su lado, ajustando sus
anteojos de visión nocturna para observar mejor.
—Es perfecto, Kookie– sonrió el mayor y apuntó de nuevo.
—¡Me encanta ésto!– chilló Taehyung emocionado y apuntó una vez más,
disparando casi de inmediato.
—¿De que color quieres teñirte?– preguntó Jungkook de forma casual mientras
empezaba a recoger las armas.
—Rojo– respondió Taehyung con seguridad —un rojo sangre sería perfecto–.
Taehyung corrió bajo el chorro de sangre que caía desde los cuerpos, abriendo
los brazos como si estuviese tomando un baño bajo la lluvia.
—Se siente muy bien– suspiró, dejando que la sangre aún tibía siguiera
cayendo sobre su cabeza, llenando su cabello rubio de ella —¿cómo me vería
de pelirrojo?– preguntó, embarrando más de la sangre sobre su cabeza.
—No quiero que nuestra cita termine– dijo Taehyung, hundiendo el rostro entre
el cuello del pelinegro.
Taehyung soltó una carcajada ronca y profunda que vibró por su cuello hasta el
resto del cuerpo.
Taehyung rodó los ojos hacía atrás, disfrutando masoquistamente de ese dolor,
rodeando el cuerpo cálido encima suyo con las piernas para hacerlo ir más
profundo.
—Trátame mal, Jeon Jungkook– pidió de nuevo, ésta vez con voz entre cortada.
—Te trataré tan mal que voy a destrozarte, bebé– advirtió Jungkook y dio la
primer embestida, desmedida y brutal.
En medio de cada nuevo movimiento los sonidos eran mucho más intensos, la
soledad del bosque ayudaba a convertirlos en un eco que rompía la tranquilidad
nocturna. Jungkook tomó a Taehyung por las muñecas, incorporándose hasta
estar sentado y échandose las piernas del mayor en los hombros se movió con
más fuerza.
Escuchó al menor gruñir por lo bajo y liberar el agarre para impulsarse al frente
hasta poder besarlo. Taehyung gimió sintiendo que sus piernas se doblaban aún
más hasta tenerlas pegadas a su pecho con el peso de Jungkook sobre él.
Jadeando y hundiendo los dedos en el cabello oscuro del pelinegro, chupó y
tomó hasta quedar extasiado.
Yoongi observó en silencio el lugar que parecía más bien una carnicería.
—Bien, ahora si puedo decir que finalmente una casa de los sustos
verdaderamente me asustó– exclamó Namjoon, viendo cómo un grupo de
forenses intentaba levantar el cuerpo de una chica tan golpeado que apenas
alzarla prácticamente se deshizo.
—Creo que voy a vómitar– advirtió Hoseok, girando en otra dirección cuando
observó el globo ocular de un pobre chico colgando por su mejilla. —¿Por qué
no estoy en el escuadrón de robos?– se quejó en voz muy baja lanzando sus
plegarías al cielo.
—Creo que veo ira y enojo– Namjoon apuntó en su libreta —nadie destroza
tanto así a ésta cantidad de personas sólo porque sí–.
—Eso– apuntó.
—¿Qué cosa?– entrecerró los ojos pero lo único que veía eran víseras
humanas, sangre y muñecos en forma de esqueletos.
Al parecer esos bastardos habían aceptado el reto que Yoongi les había lanzado
y habían hecho su primer movimiento y ahora incluso dejaban pistas. Ahora era
el turno del detective.
21
Trước Sau
Taehyung despertó envuelto en una extraña calma. No escuchaba otra cosa que
no fuera el cantar de los pequeños pajarillos matutinos, el caracteriztico sonido
de las manecillas del reloj y el viento moviendo la cortina de la ventana.
Parpadeó pesadamente intentando identificar el lugar donde se encontraba.
Tardó un momento en darse cuenta de que estaba en una habitación
desconocida, un techo amarillento con manchas de humedad en las esquinas,
olía a moho y madera vieja.
Su rostro era pálido, sus ojos se encontraban abiertos de par en par, sin vida,
fijos en él. Sus labios resecos, su cabello desordenado y un profundo corte en
su yugular.
—Tú...– habló Taehyung, aún temblando —¡tú lo mataste!– gritó con odio y
dolor, mucho dolor.
Taehyung frunció el ceño confundido y fue hasta ese momento que notó su
mano derecha apretando firmemente la hendidura de un afilado cuchillo lleno de
sangre aún fresca.
—¿Por qué no?– preguntó Yoongi —es lo que haces ¿no? Asesinas sin
compasión–.
—¡Pero con él es diferente!– gritó con fuerza y arrojó el cuchillo hacía el oficial
quien lo esquivó fácilmente.
Taehyung empezó a llorar y gritar hasta que su garganta se sintió desgarrada,
seguía temblando más y más mientras la figura de Min Yoongi se desvanecía
detrás de sus lágrimas. Se llevó las manos bañadas en sangre al cabello y tiró
fuertemente hasta arrancarse algunos mechones. Su cuerpo se agitó
violentamente hasta que todo se oscureció a su alrededor y una voz conocida lo
llamó.
—Tae, abre los ojos– ordenó Jungkook, quien no comprendía lo que pasaba.
—Sólo fue un mal sueño– Jungkook intentó consolarlo dando suaves palmaditas
sobre la melena rojiza.
—Calma ¿si? No quiero verte llorar a menos de que sea durante el sexo y lo
hagas por placer– dijo con tono bajo y casi cariñoso.
Jungkook esbozó una mueca. Prometer ese tipo de cosas era bastante egoísta,
ambos sabían que cualquier cosa podría pasar siendo como eran.
—¡Pero... pero ¿qué pasa si mi lado más malvado se adueña del control de mi
cuerpo e intento asesinarte y no puedo detenerme?!– chilló el pelirrojo con
pánico.
—Bebé...– suspiró Jungkook —tú no tienes otro lado "más malvado", sólo tienes
el lado perverso y demente que yo ya conozco. En todo caso si hay alguien aquí
que tenga un lado malvado que aún no muestra por completo, ese soy yo–.
—Si supieras– sonrió el pelinegro, inclinándose para besar la frente del mayor
—más vale que nunca me hagas enojar en serio, tomatito–.
—Ya te dije que soy una cereza– se quejó, aguantando las lágrimas de nuevo.
—Se armó todo un escándalo porque al parecer uno de los miembros le era
infiel a su mujer con prostitutas. Creo que tenía una enfermedad de transmisión
sexual o algo así. Además se filtraron datos personales y bastante morbosos de
cada uno de los miembros– explicó Hoseok, bajando cada vez más la voz.
—El forense determinó que se usó más de tres tipos diferentes de armas para
acabar con la vida de las víctimas– esta vez fue Hoseok quien habló, revisando
el informe. —Un objeto cilíndrico, dos objetos punzocortantes, presumiblemente
cuchillos. También hay rastros de un objeto pesado de punta curva que el
forense dijo, podría tratarse de un hacha–.
—No– negó —diez minutos no les da el tiempo suficiente como para hacer todo
eso– desvió la mirada hacía las fotografías. —Debe haber algo que se les
pasara por alto, quizás sólo no lo estamos viendo. Ningún crímen es perfecto,
caballeros–.
—¿Qué te molesta? ¿Qué era tu tipo y algún bastardo lo asesinó antes de que
llegaras a conocerlo?–.
Yoongi rodó los ojos y enseñó el dedo medio a su compañero.
—Si sabes que soy tu superior ¿verdad?– replicó —y más allá del hecho de que
el muchacho fuera un poco parecido a mi gusto habitual, hay algo que está
molestándome en torno a su desaparición–.
—El perro–.
22
Trước Sau
—Era una gran chico...– la mujer habló con lágrimas en los ojos —mi Jiminie era
tan amable y sonriente, era el tipo de persona que iluminaba el lugar donde se
encontrara–.
Yoongi observó a la señora Park, notando la manera dolorosa en la que
apretaba los puños cada vez que pronunciaba la palabra "era" como si aún no
se resignara.
—Jamás creímos que algo así pudiera ocurrir– intervinó el señor Park, él
hablaba más con rencor y no tanto con dolor. —Nos arrebataron un enorme
pedazo de corazón–.
Ellos asintieron.
—Dijeron que era probable que quien lo hizo pudo haber entrado por la puerta
trasera y por ello asesinó al perro pero la lluvia se llevó todo rastro de huellas
útiles– explicó el señor Park con impotencia.
—¿Les entregaron el cuerpo de su mascota?– ambos asintieron al mismo
tiempo —sé que esto sonara extraño pero necesito su permiso para exhumar el
cuerpo del animal–.
—¿Por qué?– la señora Park habló con ojos muy abiertos —ya lo habían
examinado antes–.
—Les aseguro que encontraré a quien hizo todo ésto, pero necesito su ayuda–.
Yoongi asintió al tiempo que ella se ponía en pie para indicarle el camino hacía
la habitación de su hijo.
—La deje justo como estaba...– explicó cuando empujó la puerta e invitó a pasar
al detective.
—No tiene que estar aquí– dijo él —yo iré a buscarlos en cuanto termine–.
Sin duda lo que más llamaba la atención era la cantidad de trofeos académicos
y deportivos. Medallas de campeonato de ajedrez, trofeos de natación, baile
contemporáneo y atletismo, reconocimientos, diplomas en ciencia física y
química.
—Tenías una gran vida por delante, Park Jimin– murmuró Yoongi mientras
seguía paseando por la habitación.
Ni siquiera estaba seguro de lo que buscaba, simplemente quería explorar un
poco el tipo de vida que aquel chico había tenido, quizás porque en el fondo era
el tipo de vida que él siempre había ahnelado, familiar y amorosa.
Su celular sonó mientras él observaba una vieja libreta sobre el único escritorio
de la habitación. Se acercó hasta ahí al tiempo que respondía a la llamada.
—¿Diga?–.
—Investiga las marcas, si logramos descubrir de que tipo de auto son entonces
se nos facilitara todo el trabajo– ordenó, su mano hojeaba lentamente la libreta.
—Ya estamos en eso, genio– resopló Namjoon al otro lado de la línea —no
somos novatos ¿sabes?–.
Yoongi estaba por responder cuando de pronto algo llamó su atención en las
notas. Frunció el ceño y pasó de una hoja a otra notando algo que le heló la piel.
Tomó la libreta de notas en ambas manos y leyó con detenimiento. Parecía una
especie de investigación de un tema en especial, un tema que jodidamente le
estaba trayendo un mal sabor de boca.
—Obviamente–.
—¿Esa libreta...?– Yoongi apuntó a lo que había estado leyendo antes —¿era
de tu hermano?–.
Ella asintió.
—Era donde apuntaba sus proyectos, él quería impresionar al profesor así que
se estaba esforzando mucho para la feria de ciencias de éste año. No me dijo lo
que quería hacer pero sé que era algo muy importante y dijo que me
sorprendería– una mueca de tristeza se dibujó en el rostro de la niña. —
¿Encontrará a quien nos quitó a Jiminie?–.
Taehyung se arrastró por la cama hasta subir al regazo de Jungkook quien leía
apaciblemente el periódico local de esa mañana. En el encabezado se hablaba
de la horrible másacre que había ocurrido en la casa de los sustos en aquel
parque de diversiones y un poco más debajo se leía un tema controversial de
"encuentran un par de corazones humanos entrelazados".
—¿Ya quieres tu alimento de todos los días?– preguntó Jungkook sin desviar la
mirada de lo que leía.
—¿Ahora de que hablas?– preguntó y fue hasta ese momento que reparó en
que Taehyung llevaba la cara saplicada en sangre y una sonrisa puramente
sádica. —¿Asesinaste a alguien?–.
—Aún no– negó él —nos está esperando abajo– indicó con un movimiento de
cabeza y salió del regazo del menor para empezar a caminar. Se detuvo poco
antes de llegar a la puerta y giró de regreso a Jungkook —trae la licuadora–
pidió con una sonrisa aún más amplia.
—¡Esto será bueno!– anunció, regresando a la mesa con una bolsa de plástico
en las manos.
El mayor sonrió y lamió un pedazo de riñón que había caído cerca de sus labios
y observó la masa espesa y negruzca que había quedado luego de moler. Aún
se divisaban pedazos grandes del organo pero con eso fue suficiente. Taehyung
apagó la maquina y sonrió a Jungkook.
Jungkook tomó entonces un poco de alcohol y pasó la botella cerca de las fosas
nasales del hombre para despertarlo. Luego de varios intentos finalmente el
hombre empezó a despertar.
Taehyung asintió y vació medio tarro dentro del embudo que mantenía
firmemente contra la garganta del tipo que se estremecía y agitaba intentando
respirar y no tragar.
—¿Sabes, Kookie?– dijo sin dejar de sonreír —mi mente es un paraíso de
pensamientos que muchos pueden considerar horrorosos e inhumanos, pero en
realidad es lo más hermoso que cualquiera podría imaginar. No soy un asesino,
soy un artista incomprendido–.
—Tienes razón, pero sólo alguien como nosotros podría apreciar el arte en lo
que hacemos–.
23
Trước Sau
Taehyung alzó el machete y lo dejó caer con fuerza. La cabeza salió volando y
rebotando como una pelota antes de detenerse finalmente. De la boca entre
abierta aún chorreaba del espesa mezcla de riñón y orina.
Jungkook recorrió con la mirada todo el nauseabundo lugar mientras trataba de
ignorar el horrible olor.
El rubio por fin posó sus ojos en el menor, este notó algo distinto, sus ojos lucían
diferentes, tenían un peculiar brillo.
—Si esperas una historia con una porquería de infancia, con una madre
alcohólica y prostituta, abusos y eso, pues no, no es así conejito–.
—Su nombre era Kim Soo y era un maldito hijo de puta con complejo de macho,
me molestaba por ser diferente– el pelirrojo se tensó notablemente —yo no era
al único al cual le hacía la vida más complicada de lo que ya era– Taehyung se
irguió —Pero si fui el único en darle una lección– sonrió orgulloso.
Jungkook no respondía, sólo ponía toda su atención en el "dulce" rubio y
—Sé que eso te encantaría– afirmó pero decidió quedarse así por el momento.
—Bueno te estaba hablando del perro bastardo de Kim Soo– continuó —era dos
años mayor que yo e íbamos en el mismo instituto, tenía una actitud de
superioridad increíble, iba por la vida molestando a todo aquel que le pareciera
blanco fácil y yo lo era o eso creyó–
—Aún recuerdo la vez que me llamó "mujercita" y me golpeó, lo hizo tan fuerte
que no pude levantarme en una semana– hizo una mueca. —Muchos
observaron lo ocurrido, afortunadamente para ellos no me grabe todos sus
rostros. Mi madre no se enteró, eso creo, le dije que fue un accidente,
simplemente lo dejo pasar y continuó con su agobiante trabajo, ignorando todo
lo demás, como siempre–.
—En una semana me levanté con un poco de dificultad, aún me dolían un poco
las costillas y tenía varios moretones, nada grave, aún así fui a una cafetería
cercana y... ¿Adivina qué?– Taehyung tenía una sonrisa realmente macabra en
el rostro.
—¡Ahí estaba el muy maldito! En el callejón de atrás casi follando con otro
sujeto– Taehyung justo en ese momento clavo el cuchillo con bastante ira en la
caja torácica que se encontraba en una orilla de la mesa y tiró de este en un
corte limpio, hasta abrirlo por la mitad, dejando a la vista los órganos internos de
su víctima
Eso era tan malditamente caliente a los ojos de Jungkook. Voy a follarmelo de
una puta vez, pensó el menor para si mismo.
—Tuve que aguantar el maldito asco y dejar que me besara– Taehyung volvió a
introducir su mano donde antes se encontraba un corazón, movió un tanto su
mano y jugueteó un poco con los intestinos —¿cómo será tener sexo bañados
en sangre?– preguntó de momento con ojos ilusionados.
—Fue fácil, en un principio quiso resistirse a mí, incluso me alejó pero comencé
a tocarlo y lo demás fue sencillo– guiñó un ojo —empezó a tocarme de igual
forma, no quería que alguien nos viera así que le propuse ir a un lugar privado,
el muy imbécil aceptó–. Taehyung había olvidado por completo donde tenía la
mano y cuando la saco del revoltijo de sangre e intestinos, su mano estaba
arrugada —diablos tengo la mano de un viejito– tras lo dicho estalló en risas.
Tan adorable.
—Lo lleve a una casa abandonada que días antes había estado observando, al
llegar el muy estúpido se desvistió casi por completo, en menos de lo que
esperé, lo deje disfrutar un poco de mí– sonrió.
—¿Cómo pudo pensar que yo estaría con él? después de lo que me hizo,
realmente no fue muy grave, pero me enfureció la idea de que me llamara "raro"
cuando el era un maldito gay de igual forma–. El rubio estaba perdido en su
mundo, observando a la nada con sus manos y ropa llenas de sangre seca. —
Lo demás es simple, lo ví morir y luego quise guardar un recuerdo–.
Taehyung sólo asintió, mientras tomaba de nueva cuenta la cabeza que tenía
hace momentos, esta había tomado un color y olor asqueroso.
—Tú también tendrías que haber estado en mi colección– el mayor habló con
dificultad el gran bulto contra su trasero no lo dejaba pensar con claridad.
—Pero no fue así, por suerte para tí, ¿quien más te follaría como lo hago yo?– le
respondió el menor mientras colaba sus manos al pecho del contrario —además
me gusta mi cabeza justo donde está–.
Eso es cierto, pensó el rubio.
—Todo–.
—¿Todo?–.
Claro que la historia de cómo fue que Jeon Jungkook se convirtió en lo que es
ahora, no era tan agradable como la que acababa de escuchar.
Bloody Valentine
Trước Sau
Había un total de cuatro cuerpos cuya sangre había sido drenada por completo.
Permanecían colgados como reses congeladas de cabeza sobre la tina de baño
moviéndose ligeramente de un lado a otro con un corte profundo en la garganta
y los rostros distorcionados en muecas de horror, ojos vacíos y piel ligeramente
verdosa. Sujetos de los tobillos con un par de ganchos metálicos que los
atravezaban de un extremo al otro
—Tan fuerte y sexy– sonrió Taehyung —ya vuelvo– y salió corriendo con una
sonrisa en sus labios.
—Si insistes– Jungkook sonrió dejando que Taehyung se abriera camino hasta
su cuello con lamidas sonoras y mordidas juguetonas mientras él por su parte,
separaba los suaves glúteos y rozaba con la punta de su dedo sobre la apretada
entrada.
—Creí que querías hacerlo ahí dentro– apuntó Jungkook hacia la tina.
Taehyung se separó de él a duras penas, sus ojos brillaban con lujuría, sus
labios rojos bien besados y tenía ese gesto de estar perdiendo la cordura que
tanto le gustaba a Jungkook.
—Ah, si– asintió, apenas recordando que había sido su idea follar en una tina
llena de sangre.
Jungkook soltó una risita burlona y le dio un pequeño beso sobre la frente,
apartando su flequillo.
—Eres un desastre– dijo y se alejó aún más hasta poder sacarse la playera de
algodón que llevaba de un solo tirón.
Taehyung se mantuvo inmóvil hasta que las manos del menor continuaron ahora
abriéndose el pantalón para finalmente bajarlo y apartarlo de una patada,
quedando desnudo frente a él.
—Te ves tan hermoso– murmuró Jungkook con voz ronca y baja.
—Te ves aún más perfecto– sonrió Jungkook, ayudando a Taehyung a ponerse
en pie.
Introdujó el otro pie y lenta, muy lentamente, se dejó caer hasta que sus piernas,
torso y pecho quedaron cubiertos por el líquido. Taehyung soltó una risita alegre
cuando sintió la sangre llenando su piel canela, la tela de su ropa interior
ensuciándose. El mayor movió las piernas inquietamente y suspiró relajado,
dejando que Jungkook lo acunara en sus brazos.
Jungkook no podía creer que se dejara llevar tan fácil por ese chico.
Jungkook se dedicó a besar el cuello del pelirrojo con tranquilidad, las manos de
Taehyung se movían de un lado a otro buscando más contacto. En cuanto
Jungkook tuvo una erección de nuevo, el pelirrojo se deshizo de la poca ropa
ahora empapada de sangre y se acomodó para la penetración. Tan impaciente
como siempre.
Las manos del menor reposaban sobre sus caderas, sin hacer el esfuerzo de
moverse mientras Taehyung gemía y brincaba sobre la erección en busca de su
liberación, trabajando duro por ella. Los sonidos placenteros que dejaba salir se
perdían en forma de eco, los cadáveres apilados en la esquina eran los únicos
téstigos, con aquellos ojos sin vida fijos en la nada.
Taehyung rodó los ojos hacia atrás maldiciendo por lo alto cuando el placer se
convirtió en algo paralizante. Jungkook siguió moviéndose en estocadas
salvajes que hicieron la sangre salpicar, alzándose hasta llenar el rostro de
Taehyung y parte del suyo también. El sonido de golpeteo perdiéndose detrás
de los graznidos inhumanos que soltaba Taehyung en cada nueva penetración.
Taehyung cayó por completo dentro de la tina llena de sangre, tragando un poco
de la misma en el proceso antes de ser tirado de regreso a la superficie por la
poderosa mano de Jungkook.
—Te queda el rojo– murmuró el pelinegro, depositando un beso en la mejilla de
Taehyung quien sonrió, agotado y aturdido.
Jungkook tomó lugar de nuevo, sentandose en la tina y llevó a Taehyung con él,
recostandolo contra su pecho. Ambos lucían asquerosos, llenos en sangre.
Tomaría una eternidad limpiar el desastre pero que más daba.
24
Trước Sau
⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠
•Maltrato infantil
⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠
Pasó un día y Jungkook no le habló al respecto. Pasaron dos más y Taehyung
se impacientó.
—Yo te conté por qué asesiné por primera vez, te hablé de mi vida– le recordó
—es tu turno–.
Alzó la mano para que Taehyung se acercara y así lo hizo. El pelirrojo lo siguió y
ambos se sentaron en el sofá de la sala, Taehyung sobre las piernas de
Jungkook
—Había una vez, un niño común y corriente viviendo en una enorme mansión
que parecía más bien una prisión. Tenía un padre idiota, una madre "amorosa" y
una hermana frágil...–
...su nombre era Jungkook y tenía recuerdos de una mujer de cabello oscuro y
brillante a la que llamaba "tía" y a quien veía entrar a la cama con su padre
todos los días. Él aún era muy pequeño cuando descubrió que su padre idiota
había decidido irse con su "tía" para dejarlos a ellos tres solos. Su hermana
lloró, su madre lloró y él no comprendía el por qué.
Su madre amorosa les enseñó muchas cosas. Les enseñó a besar como
adultos, les enseñó a jugar como en las películas y ella decía que le hacía muy
feliz. Aún así, todas las noches Jungkook la escuchaba llorar, llamando el
nombre de su esposo.
Ella tenía cambios de humor bruscos. Un minuto los amaba y apapachaba y al
siguiente les gritaba y golpeaba. Solía tomar cables de plástico para azotarlos,
los dejaba sin comer y sus golpes siempre eran en partes que pudieran
ocultarse. Luego se disculpaba, lloraba, se arrastraba frente a ellos y juraba que
no volvería a pasar.
Ella se volvió posesiva con los niños. No quería que hablaran con nadie, no
quería que salieran de casa y jamás dejaba que jugaran con otros niños. La
madre amorosa decía que los protegía del peligro exterior y ellos le creían.
—Te hizo Fisting...– interrumpió Taehyung, con los ojos muy abiertos —¿qué
edad tenías?–.
...Ese día, Jungkook descubrió varias cosas. La primera fue que el amor de su
madre era doloroso, que su hermana ya no sería la misma de antes y sobre todo
aprendió que su trasero podía tomar una mano entera aunque terminara
destrozado. El niño tonto no pudo caminar durante mucho tiempo y lloraba cada
vez que tenía que sentarse pero su madre decía que esa era su forma de
expresar su amor por ellos, así que Jungkook y su hermana lo aceptaban.
—¿Por qué?– interrumpió Taehyung de nuevo, recostándose sobre el pecho del
pelinegro a modo de almohada —¿por qué aceptaban un amor así?–.
—Porque un poco de amor es mejor que nada– sus manos se movieron sobre el
redondeado glúteo de Taehyung antes de dejar una nalgada. —Y porque
éramos niños estúpidos, pero...–
El rostro de esa persona iba cubierto por una máscara de gas negra salpicada
en sangre, sus ojos eran aterradores cuando Jungkook lo vio acercarse a su
escondite y abrir las puertas de un tirón. Y el niño tonto alzó la mirada, el niño
tonto no gritó, no lloró y no intentó correr. El niño tonto sonrió al intruso y saludó.
—Debo matarte también– dijo el sujeto y Jungkook se acercó hasta poder ver
mejor el cuerpo de su madre.
—Porque no apuntó a un lugar letal– explicó el menor con calma —me dejó ahí
en el suelo derramando sangre antes de marcharse–.
—¡¿Crees que todavía ande por ahí suelto?! Me gustaría conocerlo alguna vez–
exclamó emocionado.
—Por haberme disparado pero sobre todo porque quiero saber quien es mejor
asesino ahora y simplemente porque quiero–.
—Siip, hay que matar al idiota– asintió —puedes hacerme fisting si quieres,
Kookie– continuó, besando el cuello del menor. —No me importa que seas rudo
y que duela como el infierno, entre más dolor mejor–.
—¿Seguro?– Jungkook lamió el cuello del pelirrojo con calma —¿crees que
puedas soportar todo mi brazo dentro en tu culo? No soy precisamente delgado–
.
—Puedo hacerlo– aseguró Taehyung con una risita boba —¿el niño tonto tuvo
su final feliz?–.
Jungkook sonrió.
—El niño tonto conoció a un niño adorable que sonreía mucho y lo hacia sonreír
también. Ellos dos se parecían en varias cosas y se comprendían mutuamente.
Los dos niños aprendieron a estar juntos y hacer las cosas que les gustaban. Se
querían mucho así que vivieron felices para siempre decapitando personas–.
1.
25
Trước Sau
—¡Min Yoongi!– Suran apresuró el paso para alcanzarlo —¡¿por qué carajos
andas metiendo tu nariz en mis casos?!–.
El nombrado apenas giró a verla antes de fruncir el ceño y decidir que esa mujer
lo volvía loco en un mal sentido. A veces simplemente desaba poder deshacerse
de ella casi tanto como deseaba poder acabar con Seokjin.
—¿Ya saben algo más sobre el dispositivo explosivo con el que asesinaron a
ese sujeto de la discoteca?– preguntó en cambio.
—¡No siempre vas a poder obtener lo que quieres simplemente mostrando esa
cara de gato descontento!– rugió la joven detective —pero si, descubrimos los
componentes y el material con el que fue hecho y ¡oh sorpresa!–.
Yoongi le entregó el archivo de nuevo y se alejó sin decir una palabra más,
escuchando los insultos de su compañera resonando por el corredor mientras
avanzaba. Atravesó los escritorios y la sala de descanzo hasta llegar a la puerta
que buscaba. Abrió sin llamar y cerró de golpe.
—No fuí yo quien dejo vivir a ese niño– apuntó con sorna.
Yoongi pateó el bote de basura con fuerza.
Joder.
La operación Rouge.
Aquella fue una operación encubierta por varios países de primer nivel con base
en Paris, Francia. Los gobiernos se habían rehúnido para capacitar a jovénes
sin futuro para convertirlos en sanguinarios mercenarios que fueran capaces de
actuar bajo presión y acatar ordenes sencillamente dementes.
Yoongi era un húerfano que vagaba en busca de un hogar cuando los agentes
de la operación vieron potencial en él. Le tomó cinco años aprender a torturar,
asesinar y ocultar sus rastros. Era uno de los mejores y trabajaba para una
poderosa organización gubernamental. Básicamente los mercenarios de la
operación hacían el trabajo pesado, aquello que policías y militares tenían
prohíbido. Y que la sociedad consideraba políticamente incorrecto.
Es sólo que ese niño le recordaba un poco a él mismo. Sus ojos vacíos, su vida
miserable, sus deseos de matar.
Haberlo dejado vivo era una enorme y gran mancha negra en su expediente
dentro de la operación Rouge. Claro que esa operación no duró más que unos
diez años antes de que el caos explotara en los países que la controlaban. Hubo
sospechas e información confidencial de todo lo que los mercenarios habían
hecho bajo ordénes que salieron a la luz.
—Tranquilo, perro– Seokjin sonrió con malicía —no hace falta ladrar–.
Silencio.
Seokjin sonrió, dándole una mirada apremiadora.
Yoongi tomó el expediente y observó la fotografía del niño que aparecía ahí.
Seokjin suspiró.
—Uno de los perros de caza del sector nueve logró detectarlo en una ciudad
costera en el norte de Australia un mes después. La información fue recuperada
y los téstigos eliminados, nadie supo de eso y hasta ahora Jeon Junhyun sigue
siendo un misterio–.
Yoongi asintió. Obviamente iban a encontrarlo, sólo había sido cuestión de
tiempo. Jeon tenía conocimientos básicos pero no era mercenario, no estaba
entrenado para rastrear y cazar. Nunca se había enterado de ello porque
apenas unas semanas después de haber asesinado a la esposa de Jeon
intentando recuperar la información la operación Rouge se fue en picada.
Yoongi arrojó los papeles de regreso al escritorio y salió dándo zancadas largas.
—De hecho– el otro hizo un gesto —acaban de dar aviso, unos campistas
encontraron una extraña... Esfera de cuerpos humanos– dijo, leyendo la hoja en
donde iba escrita la denuncia.
—¡Min!– Hoseok llegó alzando una carpeta —¡investigué un poco más al chico
que ordenaste cuando Jeon y Kim estuvieron aquí! Ese tal Minjae y no creerás
lo que encontré–.
—Kim Taehyung fue su pareja oficial durante un año antes de que Minjae
desapareciera misteriosamente y fuera encontrado decapitado casi ocho meses
después– explicó, orgulloso. —¿Coincidencia? No lo creo–.
—Dos de los desaparecidos y una de las víctimas tuvieron relación con ellos–
asintió Namjoon —Park Jimin y Joon Hyena fueron vecinos de Jeon mientras
que Minjae fue novio de Kim... Creo que los tenemos–.
—Aún faltan pruebas pero ésto será suficiente para una orden de cateo– dijo
Yoongi.
—No catearemos su casa, al menos no ésta donde viven ahora. Irémos a revisar
sus viejas viviendas en Seúl, investiguen la dirección donde Taehyung vivió con
Minjae–.
Los otros dos hombres asintieron. Yoongi estaba tan cerca de encontrar pruebas
en su contra que casi podía sentir la victoria pero no se hacia ilusiones. Esos
idiotas no caerían sin dar pelea... Probablemente ni siquiera pudiera llegar a
arrestarlos, viendo de lo que eran capaces lo más seguro era que prefirieran
matarse ellos mismos. Era por esa razón que Yoongi debía ser más rápido y
matarlos primero.
26
Trước Sau
En realidad no había mucho que ver en la casa vacía que Jeon Jungkook había
dejado atrás. Quedaban algunas cosas tiradas sobre el suelo pero en su
mayoría eran sólo basura. Recibos de compra de comida chatarra, lápices
olvidados, pelusa...
—La casa de Park Jimin se alcanza a ver desde una de las habitaciones–
Hoseok hizo una mueca —¿te imaginas estar siendo asechado desde lejos por
tu vecino y no notarlo?–.
—¿También la del baño?– Hoseok arqueó una ceja —creo que si los asesinatos
se hubieran llevado a cabo aquí, habría sangre– dijo aquello mientras sacaba
una luz ultravioleta del bolsillo.
—¿Y eso?– sonrió Namjoon —¿ahora eres de los CSI?–.
Todo estaba salpicado en sangre, sangre que había sido limpiada pero que
había dejado una marca que ahora brillaba bajo la luz ultravioleta como un tumor
en resonancía magnética.
Hoseok apagó la luz y se quitó los anteojos. Namjoon golpeó con el puño
cerrado alrededor de la pared, escuchando el hueco que dejaba. Había algo ahí.
Se apresuró a sacar una pequeña navaja que llevaba en el bolsillo y rasgó el
tapiz. Detrás la pared estaba cubierta por una gruesa capa de yeso blanco que
también parecía reciente. Fue en busca de algo que pudiera usar para tumbar la
pared y lo hizo rápidamente hasta que una puerta de metal reforzada apareció al
otro lado.
—No, los planos no dicen que lo tuviera– Namjoon intentó abrir la puerta pero no
funcionó.
—Tú nunca eres amable– Taehyung se inclinó para besar a Jungkook en los
labios —apestas–.
—Fuiste tú quien me besó– apartó al pelirrojo para ponerse en pie finalmente.
Le preparó algo rápido a Taehyung, ignorando las lenguas mutiladas, los ojos y
el pedazo de piel que su pelirrojo favorito conservaba en la nevera cuando se
acercó a sacar el jugo. Desayunaron mientras Taehyung le relataba su sueño de
asesinar a alguien en la cabina de un taxi e intentaba convencerlo de tratar de
unir las cabezas de dos personas aún vivas para que fueran algo así como
siameses. Jungkook sonreía mientras decía si podían intentarlo o no.
—¿Algún problema, oficial?– Jungkook habló sin mucha amabilidad esta vez,
Yoongi empezaba a colmarle la paciencia.
—De hecho si– sonrió el detective —¿puedo pasar?– y antes de que pudieran
responderle agregó —gracias– y pasó al interior.
No había gran cosa. Pocos muebles, ningún adorno o decoración, tan sólo unas
pocas fotografías de la pareja que parecían recientes, incluso las luces de la
casa eran pocas. Todo lucía oscuro. Sin embargo algo que llamó la atención de
Yoongi fue el excesivo aroma a desinfectante y limpiadores.
—Sólo saber el por qué su pareja nos ocultó el hecho de que conocía a una de
las víctimas– Yoongi sacó la fotografía de Minjae —fueron pareja durante un año
¿no cree que debió haberlo comentado?– preguntó ahora dirigiéndose a
Taehyung.
—¿Entonces por qué no nos has matado, hijo de puta?– Taehyung dió un paso
amenazante al frente.
—Creo que prefiero verlos en una prisión de máxima seguridad lejos de la
comodidad de su casa conviviendo con otros bastardos como ustedes. Pero
más que nada me encantaría que las familias de todas esas personas que
asesinaron los vean a los ojos y los mal digan mientras son condenados a pena
de muerte y cuando les vayan a poner la inyección letal yo estaré ahí junto con
todas esas familias ríendome en su puta cara–.
—Si nos vamos nos buscarán, yo me quedaré para darte tiempo de salir de
aquí...–
—Taehyung– el menor acunó el rostro del pelirrojo entre sus manos —creo que
hasta aquí llega nuestra pequeña aventura romántica. Fue buena mientras duró
pero sabíamos que no sería por siempre, al menos yo siempre lo supe. Era
evidente que nos atraparían, fuimos descuidados y dejamos muchos cabos
sueltos, era sólo cuestión de tiempo, sin embargo, no quiero que te atrapen a tí.
Él tiene razón, no todos los policías son buenos, podrían lástimarte–.
—Pero a mí sí–.
Jungkook tomó a Taehyung y lo abrazó con fuerza sintiendo que aquello era lo
más cercano a una despedida que pudiera imaginar.
—Quiero que te vayas ésta misma noche– le dijo —yo me haré cargo de
detenerlos aquí, les daré pistas falsas y trataré de evitar que te sigan–.
Todas las miradas se centraron en él. El nombrado apareció desde una oficina
siendo acompañado por una mujer de rostro redondeado y ceño fruncido y otro
hombre alto. Taehyung soltaba lágrimas amargas al tiempo que alzaba las
manos frente a todos.
—¡Fuí yo!– gritó —¡yo asesiné a esas personas en Daegu, Busan y Seúl,
asesiné al vecino amable, a una mujer embarazada, a un ebrio idiota, al tipo de
la discoteca, a todas esas personas en el parque de atracciones y a la esfera de
humanos que encontraron en el bosque ayer! Los descuartizo, me deshago de
las partes en basureros, se las doy de comer a perros callejeros, las arrojo en
ácido y muchas otras cosas más. Los archivos que tienen no son ni la mitad de
todas las personas que he asesinado y la verdad es que no me arrepiento de
nada y si me dejan libre seguiré haciendolo ¿y saben que más? Ustedes los
policías son muy malos en su trabajo porque si no hubiese venido a confesarlo
yo mismo quizás nunca me habrían atrapado lo cual es muy patético–.
—Adivina qué– dijo en burla —ya tengo a tu novio también– continuó, alzando el
celular para que Taehyung pudiera verlo.
—Es ingenuo de tu parte creer que Jungkook estará en casa esperándote con té
y galletitas a que vayas a arrestarlo– la sonrisa del pelirrojo fue sinceramente
macabra.
Taehyung contuvo las ganas de responder, sólo esperaba que Jungkook hubiera
hecho caso a la nota que le dejó. Le había dado una ventaja de una hora y
esperaba que la hubiera aprovechado.
1.
27
Trước Sau
Jungkook volvió a leer la nota sintiendo que algo parecido a la ira, el temor y el
pánico escalaba por todo su cuerpo. En ese instante deseó poder golpear algo
pero no era momento para perder la razón. Debía moverse rápido.
Taehyung había ido a entregarse el muy idiota ¿por qué quería tanto a alguien
tan idiota como él? No lo entendía.
No, no, no. Se suponía que debía ser él quien fuera a prisión y no Taehyung. Si
algo le pasaba en ese lugar tan horrible no se lo perdonaría. Todo mundo sabía
lo que ocurría en las prisiones. Violaciones, asesinatos, peleas y un sinfín de
horrores más que seguro ni se imaginaba. Taehyung era un demente incluso
mucho peor que algunos de los que probablemente se encontraban en prisión
pero aún así Jungkook sentía que moría de terror al imaginar que lo lastimarían.
Ir a un lugar lleno de policías y detectives para sacar a un prisionero era algo tan
irreal, digno de películas hollywoodenses. Él no era un jodido hombre de acero,
no podía esquivar balas o vencer a treinta hombres sólo con sus puños. Estaba
loco si creía que iría allá, mataría a todos, sacaría a Taehyung, escaparían y
tendrían su "y vivieron felices para siempre".
Entre más pensaba menos se concentraba. No tenía nada en mente salvo entrar
al lugar y disparar a todos. Obviamente moriría ahí mismo y sus esfuerzos
serían patéticos y en vano pero no podía pensar en nada más, su cabeza estaba
en blanco.
—¿Qué debo hacer?– se preguntó, notando que había perdido valiosos minutos
sumido en sus pensamientos.
Irían por él, sin duda la distracción de Taehyung no los detendría por tanto
tiempo, menos aún cuando descubrieran lo que había dejado atrás en su
antigua casa. Seguro aún no estaba habitada, las personas que se la compraron
ni siquiera eran de Seúl y con una orden sería muy fácil que desmantelaran
todo.
—Muy bien– tomó aliento, tratando de moverse —iré por tí, tomatito–.
Taehyung observó a la mujer frente a él con gesto serio. Ella lo veía con mirada
severa, juzgadora y letal. Se sentía un poco intimidado y debía darle crédito a la
chica pues ella era casi tres cabezas más bajita que él y aún así parecía tener
mucha más presencia.
—Usualmente lo hacen–.
—Tengo hambre– suspiró, échandose hacia atrás en el asiento mientras
esbozaba un puchero.
No. Taehyung se negaba a creer que Jungkook acabaría igual que él. Su nota
había sido bastante especifica, lo quería vivo y fuera de prisión. Le había pedido
que huyera mientras él se entregaba. Esperaba que le hubiera hecho caso
porque si no entonces iba a llorar como bebé haciendo berrinche. No quería que
Jungkook terminará ahí, el menor debía salvarse y seguir con su vida en alguna
otra parte. Ojalá le hubiera hecho caso cuando le pidió que se marcharan juntos
días atrás.
Él había sido terco y tonto al creer que podría matar a Yoongi y seguir
asesinando sin ser descubierto. Nadie lo había descubierto jamás hasta ese
momento así que se confió. ¿En que habían fallado? Obviamente dejaron
muchas pistas. Pero en el pasado igual dejaba pistas, nunca fue cuidadoso
¿entonces que había sido diferente ahora? Y en el fondo sabía la respuesta.
Yoongi.
Se había encontrado con Min Yoongi y todo se había ido al caño. Yoongi nunca
creyó una mierda lo que decían, nunca parecía satisfecho o convencido con sus
respuestas, con sus fachadas. Era como si el detective hubiera sabido desde un
principio que eran ellos. Además Taehyung se había descuidado y hablado de
más muchas veces frente a él.
Y pensar que su vida había cambiado tanto en tan poco tiempo. Apenas habían
pasado cuatro meses y él ya había atravesado por todo un cóctel de emociones
desconocidas. Celos, amor, miedo...
—Pareces tan... Inocente– dijo, viendolo con desagrado —¿cómo es posible que
asesines sin remordimiento? ¿No sientes culpa?–.
—Dejáme hablar con él, es una orden– repitió con más severidad.
Suran apretó la mandíbula y los puños antes de salir del pequeño cuarto dándo
largas zancadas. Seokjin sonrió falsamente y cerró la puerta una vez que la
chica desapareció. Sus ojos se desviaron a Taehyung quien lo veía
inexpresivamente. Se acercó dejando caer un par de carpetas que llevaba en las
manos y suspiró como si llevará un gran peso encima.
—Estuve leyendo un poco y, vaya que eres una mierda– dijo, sonriendo
cálidamente —no sobresaliste en nada de pequeño, nadie te prestaba atención,
tus notas en la escuela eran deprimentes, no tenías amigos, no eras nadie y de
pronto ¡BUM!– Seokjin azotó una carpeta sobre la mesa.
—¿Eh?–.
—No lo sé... Supongamos que yo te llevara a un lugar muy, muy feo y te hiciera
cosas malas. Hipotetícamente yo te violaría, te arrancaría un par de dedos, haría
que tragaras aceite por la nariz y ese tipo de mierdas. Le enviaría fotos para que
viera lo asqueroso que luces... ¿Crees que si hago eso, él haría lo que fuera por
rescatarte?–.
—Pero tampoco soy tan malo– continuó Seokjin con calma, volviendo a esa
sonrisa tranquila y falsa —tengo un trato para tí y tu novio–.
—Te ayudaré a salir de aquí y los ayudaré a escapar fuera del país–.
Hubo un silencio extraño mientras Taehyung intentaba asimilar las palabras del
tipo sentado frente a él. No le agradaba su voz, sus expresiones y la manera en
la que se sentía en ese momento.
—¿Qué cosa?–.
Seokjin abrió las carpetas que había llevado, las cuales tenían un sello de
"confidencial" y las deslizó hacía Taehyung con calma.
Seokjin arrojó otra carpeta abierta sobre las otras dos, haciendo que Taehyung
retrocediera frunciendo el ceño. Los ojos del pelirrojo se abrieron
desmesuradamente cuando observó todo lo que se encontraba en esa otra
carpeta. Un chico pálido de cabello color verde menta. Datos de asesinatos,
blancos especificos, "misiones", una máscara de gas...
—Mi trato es este– continuó Seokjin, inalterable —te quedarás conmigo como
garantía mientras tu novio va y me trae la cabeza de Min Yoongi en una bolsa. A
cambio te obtiene a tí, ambos obtienen su libertad y una dulce venganza–.
—Ya te lo dije, niño– Seokjin se puso en pie para acercarse por encima de la
mesa hacía Taehyung —no soy el policía bueno, no voy a pedirtelo, voy a tomar
lo que quiero así que acepta el trato y llama a tu novio que no voy a esperar todo
el día– exclamó, acercándole un teléfono celular.
—Pero él ya escapó– murmuró —no volverá por mí, no soy tan importante para
él–.
Seokjin rodó los ojos antes de sacar una cuchilla de su bolsillo y enterrar la
afilada punta sobre el hombro derecho de Taehyung y retorcer el metal,
rasgando la piel. Taehyung jadeó sorprendido antes de soltar un aullido de dolor
que fue sofocado cuando el cañón frío de un arma entró por sus labios al interior
de su boca.
Taehyung recordó que Yoongi le había dicho lo mismo apenas esa mañana. Al
parecer últimamente todas sus respuestas eran equivocadas, pensó mientras
sus ojos se fundían con los del tipo amenazante frente a él.
28
Trước Sau
Yoongi no esperaba encontrar a Jungkook y aún así trepó a una patrulla y dirigió
a un grupo de casi dos docenas de agentes en dirección a la casa de Jeon. El
tipo ya llevaba casi una hora de ventaja, evidentemente no estaría ahí cuando
llegaran. No sabía cual había sido el plan de aquellos dos. Taehyung no se
hubiera entregado si no tuvieran algún plan ¿o sí?
—¿Qué pasa?–.
—¿Cuántos?–.
—¿Tanques?– repitió.
—Debo colgar, llámame si descubren algo más– dijo y colgó, sacando su arma
para comprobar que estaba cargada.
El oficial que conducía la patrulla en la que iba de pasajero giró y se detuvo
chirriando los neumáticos del vehículo frente a la casa. Yoongi bajó del auto
mientras el resto de patrullas se estacionaban y todo mundo bajaba
rápidamente, listos para someter al sospechoso. Con movimientos de mano
Yoongi indicó a un grupo de ellos que rodearan la casa por la parte trasera para
cortar toda posible vía de escape. Otro grupo lo siguió hacía la entrada principal
y las ventanas expuestas.
—¡Jeon Jungkook, policía, abrá la puerta y salga con las manos en alto!– gritó
uno de los oficiales.
Yoongi aguardó hasta que el oficial hizo una advertencia más y luego asintió
para que echaran abajo la puerta.
Ni rastros de Jeon.
—Me vas a pagar esta, hijo de puta– juró entre dientes, soltando un alardido de
dolor cuando la quemadura en su brazo ardió.
Jungkook llevaba unos anteojos de sol oscuros, una gorra de beísbol y una
chaqueta de mezclilla mientras esperaba en la fila para conseguir su malteada.
Sus ojos observaban la comisaría desde esa distancia no tan prudente. Los
autos de policía entraban y salían del lugar rápidamente y él trataba en vano de
contar cuantos agentes había visto.
Eran demasiados, conclyó mientras la mujer que atendía el lugar de malteadas
lo despachaba.
Aún no veía a Yoongi, estaba seguro de que había ido a arrestarlo lo cual quería
decir que Taehyung debía estar ahí dentro en custodía de otros agentes. Entrar
simplemente así como así sería arriesgado por lo que debía buscar la manera
de entrar sin ser visto lo cual era estúpido, ese edificio estaba muy bien vigilado,
sería detectado de inmediato. Tomó la malteada y caminó de regreso al parque
frente a la comisaría. Debía estar atento y no llamar la atención, esperaba
obtener algo de información observando y analizando el sitio pero hasta ahora
sólo había determinado que no tenía muchas opciones.
—Tardaste años– se quejó una voz apagada cuando finalmente llegó a la banca
donde se dejó caer —¿trajiste la que te pedí?– insistió el chico, alzando los ojos
por encima de sus propias gafas.
—Nunca he estado en una de esas pero asumo que los paquetes entran a una
especie de bódega o almacen– continuó, tomando grandes sorbos de su
malteada.
Jungkook rodó los ojos y saltó ligeramente en el lugar cuando sintió su teléfono
celular vibrando en su bolsillo. Lo sacó y observó el número desconocido. No
respondió pero volvieron a llamar casi de inmediato, siguió sin responder y
siguieron llamando. Fastidiado, tomó la llamada.
—No me crees que lo tenga ¿cierto?– suspiró el otro con cansancio, como si le
hubiera leído el pensamiento —espera–.
—¡Kookie, Kookie este hijo de puta trata de...!– la voz de Taehyung se perdió de
un momento a otro, sonaba agitado, en pánico.
Jungkook apretó los nudillos viendo hacia la comisaría. ¿Quién mierda tenía a
su Tae?
—Ahora escucha, si lo quieres de regreso debes hacer algo por mí– habló de
nuevo el desconocido.
—¿Qué quieres?– la voz de Jungkook sonó tensa, casi como un rugido animal.
—Asesina a Min Yoongi– pidió el otro con calma —quiero pruebas, tienes hasta
mañana en la noche, no falles–.
Y la llamada se cortó.
—Debemos esperar a que salga y seguirlo– dijo el chico con un suspiro lento.
—¡¿Qué?!– chilló.
Jungkook sabía que tenía razón, no estaba pensando como era debido pero no
podía evitarlo, Taehyung estaba en peligro. Le explicó rápidamente la situación
a su compañero quien asintió frunciendo el ceño, comprendiendo lo que pasaba.
—Bien, esto es lo que haremos...– dijo luego de un momento sonriendo como si
fuera el amo del mundo y por un instante Jungkook incluso tuvo miedo de lo que
fuera a decir.
29
Trước Sau
—Ven acá– Suran lo tomó por el brazo sano y lo retiró de ahí antes de que
empezara a maldecir a todo el mundo.
Yoongi soltó un sonido frustrado mientras se dejaba llevar por la chica hasta un
corredor menos congestionado. Una vez ahí, Suran giró quedando muy cerca de
él, su rostro era serio cuando dijo;
—Seokjin quiere ponerte una trampa– su voz era apenas un murmullo audible —
no tengo pruebas pero tampoco dudas, él habló con el chico poco antes de que
"desapareciera" misteriosamente. No sé lo que quiera pero no será bueno,
prepárate para lo peor–.
Yoongi frunció el ceño. ¿Seokjin? ¿Qué podría querer ese idiota de él? ¿Una
trampa? ¿Para qué? ¿Y Taehyung de que le serviría? Lo único que lograba
desapareciendo a Taehyung era que no pudieran cerrar el caso.
—¿Señor MinMin?– una voz suave y alegre resonó del otro lado de la línea.
—¡El amor de su vida!– dijo la otra persona para luego soltar una carcajada.
Yoongi alejó el celular de su oído y colgó la llamada, no estaba de ánimo para
bromas, menos aún cuando tenía que ir tras Jungkook, buscar a Taehyung y
cuidarse la espalda de Seokjin. Pero antes de poder avanzar un paso, su celular
sonó de nuevo, mismo número.
—¿Crees que soy idiota? Eso claramente tiene "trampa" escrito por todos
lados– replicó, sintiendo la bilis en la garganta ¿acaso todo mundo creía que
podría salirse con la suya? Era obvio que aún no conocían a Min Yoongi.
—Te espero en dos horas– fue lo último que escuchó antes de que la llamada
se cortara.
Síndrome de estocolmo.
Esa fue la descripción que Taehyung le dio al parente encapricho que Jimin
desarrollo por ellos, por él, mejor dicho. Jungkook tenía otra respuesta;
Taehyung lo había vuelto loco.
La noche en que fueron por Jimin resultó que el muy bastardo era mucho más
inteligente que Jungkook y Taehyung juntos. Les dio pelea y cuando finalmente
lograron someterlo, Taehyung estaba encantado con el chico. Tanto así que
quiso conservarlo unos días, luego lo mataría. Esos días se convirtieron en
semanas y las semanas en meses.
Jungkook nunca quiso decirlo en voz alta pero era evidente que lo de Taehyung
y Jimin era algo enfermizo. Hubo ocasiones en las que quiso deshacerse de
Jimin sin el consentimiento de Taehyung y casi termina muerto. Decidió dejar de
intentarlo... Hasta que los atrapó follando y jamás en toda su vida se había
sentido tan furioso y traicionado.
Ese día sometió a Taehyung a una sesión de sexo brutal que lo dejó tan lleno y
saciado que no tenía ni cabeza para pensar en metersela a Jimin. Por su parte,
el mocoso recibió varios puñetazos de su parte, lo castró y lo dejó atado como
cerdo en carnicería durante todo un día, desde entonces no volvieron a tocarse
de aquella manera. Los tres eran "felices" juntos. Jimin era la mascota de
Taehyung y Taehyung era la de Jungkook... O algo así.
—Deja de llamarlo así– soltó Jungkook con molestia —por nuestro bien y el de
Taehyung debemos hacerlo–.
Jimin asintió mientras observaba avanzar el reloj, sintiendo cada vez más
ansiedad. Necesitaba algo. Giró hacia Jungkook con ojos implorantes.
Jungkook resopló, no tenía tiempo para eso así que rápidamente dejó ir una
bofetada a la cara del muchacho. El sonido hizo eco en el estacionamiento
donde se encontraban. La mejilla adquirió un tono rojizo, se hinchó y un hilo de
sangre rodó desde la comisura de su labio. De pronto Jimin estaba sonriendo.
Jungkook rodó los ojos y observó la hora, pronto llegaría Yoongi. Y casi como si
lo hubiera invocado, el sonido de neumáticos subiendo por la rampa que daba al
estacionamiento lo hizo entrar en alerta.
—Como quieras– pero incluso con eso, Yoongi alzó el arma y disparó directo al
brazo izquierdo de Jungkook —así estaremos parejos–.
Jungkook abrió los ojos justo cuando el zapato de Yoongi estaba frente a su
rostro listo para aplastarlo. Rodó alejándose hasta topar con el arma que Yoongi
había dejado olvidada. La tomó con rabia y apuntó pero Yoongi fue más rápido y
sacó otra arma más pequeña de su bolsillo. Las balas empezaron a volar por
encima de sus cabezas. Jungkook usó el auto de Yoongi como escudo en medio
del fuego justo cuando sintió que uno de los proyectiles le daba en el costado.
Contuvo el aliento mientras la lluvia de disparos continuaba. Yoongi no planeaba
salir de ese edificio en una camilla así que descargó todo el cartucho que
llevaba el arma y se apresuró a poner otro nuevo justo cuando el filo de un
cuchillo lo atravesó desde la espalda.
Lo primero que sintió fue un calor excesivo creciendo en esa parte, luego dolor.
Se alejó a trompicones y logró girar, alzando el arma en alto y dispuesto a
asesinar a quien fuera pero se detuvo.
Los ojitos llorosos y muy abiertos de Park Jimin lo recibieron del otro lado. El
chico prácticamente temblaba viendo sus manos como si no pudiera creer lo que
acababa de hacer. Yoongi frunció el ceño, su mano libre buscó la cuchilla
encajada en su espalda y la arrancó de un tirón. Luego observó a Jimin de
nuevo, arqueando una ceja.
El cuerpo de Jimin cayó al suelo con un golpe seco, el arma que llevaba rebotó.
Jungkook lanzó una mirada por encima del detective hacia el cuerpo de Jimin,
aún respiraba. Simplemente le había disparado al brazo y a la pierna.
—Púdrete, no todos somos tan hijos de puta como tú– escupió el agente.
—Me duele...– lloriqueó Jimin desde el suelo —se siente genial pero feo
también–.
—¿Cómo que quieren a Taehyung?– arqueó una ceja recordando lo que Jimin
había dicho —¿saben dónde está?–.
—¡¿Dónde estás?!– chilló la voz de Jimin en medio del sonido estridente de los
vehículos —¡Jungkook, no me dejes! Tengo miedo...–.
Yoongi logró enfocar la mirada a duras penas, viendo como Jimin intentaba
llegar hasta donde la granada había explotado en busca de Jungkook quien no
respondía.
Jimin alzó un control remoto en alto mientras se arrastraba por el suelo dejando
un camino de sangre. Aquello no pintaba nada bien, Yoongi pensó en disparar a
la cabeza pero Jimin también era una víctima en todo eso, aunque como lo veía
ahora era evidente que había perdido la cabeza. Por otro lado, no había nada
que años de terapía no arreglaran ¿cierto? Estaba en un dilema ahora.
—Usted no es divertido– lloriqueó Jimin —me lastimó, sólo Tae puede hacer
eso, usted no me agrada, es gruñón ¡es un oso gruñón muy malo!–.
Jimin parpadeó.
30
Trước Sau
—Eso es patético...– siseó Taehyung, sintiendo ardor cada vez que gotas de su
propio sudor caían sobre la herida recién hecha y sobre las anteriores.
—¿Así que hay otro loco por ahí haciendo estupideces cómo estás?– resopló
Seokjin.
Taehyung se movió ligeramente sobre la silla. Se sentía deshidratado, pegajoso
debido al sudor y al borde de un ataque de histeria. Seokjin lo estaba torturando
de una manera peculiar, haciendo que se cocinara como si estuviera en un
horno. Tenía el carbón encendido y la calefacción en más de treinta grados, el
sol entraba por la ventana dando directo sobre la cara del pelirrojo. Taehyung
sentía que moriría de sed en cualquier momento pero no estaba dispuesto a
verse débil y derrotado, mucho menos suplicar.
Sentía las muñecas entumidas por la manera tan justa en la que eran
esposadas, el carbón crepitaba en la pequeña parrilla que Seokjin había dejado
cerca de la ventana. Estelas vaporosas se alzaban desde el suelo hasta el
techo, el viento que salía de la calefacción se sentía casi hirviendo, apuntando
directo a Taehyung. Había una botella de agua sobre la silla en donde Seokjin
había estado sentado. Aún estaba fría y parecía burlarse de su sed desde esa
distancia. Su garganta se sentía tan seca como un desierto, si no fuera por la
mordaza, su lengua se pegaría a su paladar.
Lanzó una mirada alrededor. Sabía que estaba en un edificio pero parecía
abandonado por el aspecto que tenía. Por la ventana no alcanzaba a ver mucho
así que imaginó que estaba rodeado de casas más pequeñas, él estaba en el
cuarto piso, aunque no había podido ver mucho cuando fue llevado a ese lugar
ya que sus ojos iban vendados. Aún así, pudo contar las escaleras. Debía
buscar la manera de salir de ahí por su cuenta, no era tonto, sabía que Seokjin
no lo dejaría ir, jamás se arriesgaría a liberarlo. Probablemente esperaba que
Yoongi y Jungkook se mataran entre ellos y luego lo eliminaría a él.
Debía pensar en algo ingenioso pero con ese calor simplemente nada llegaba a
su mente excepto la idea de beber de esa botella de agua. Incluso respirar se
estaba volviendo difícil, cada vez que inhalaba parecía estar absorbiendo llamas
que quemaban sus fosas nasales. Sentía que se derretía.
Yoongi palideció más de lo que ya estaba cuando vio la manera en la que Jimin
presionaba el botón del control remoto. Esperó la explosión, sin embargo no
ocurrió. Le tomó un momento notar la mano sangrante que había logrado
arrancar los cables que unían un explosivo con otro, desactivandolos. Jungkook
apareció con el rostro chorreando en sangre y el brazo derecho tan
angustiosamente herido que por un momento Yoongi consideró la idea de
preguntarle "¿necesitas ayuda?".
Jimin fue menos discreto cuando notó las heridas de Jungkook y lo primero que
hizo fue gritar.
—No puedo dejar que me atrapen...– murmuró Jungkook con dificultad —sabes
que hacer...–
Jimin asintió con ojos llorosos y se puso en pie, tomando una semiautomática,
Yoongi apenas fue capaz de reaccionar antes de que una lluvia de disparos le
cayera encima. Las balas rebotaron en todas direcciones, destrozando los
cristales de los autos en el estacionamiento, las lámparas que colgaban desde el
techo de concreto y prácticamente todo lo que estuviera cerca. Yoongi respondió
al fuego de inmediato, los guardias que se habían estado aproximando sacaron
sus radios para pedir ayuda mientras se cubrían de la emboscada detrás de
algunos vehículos cercanos.
—¡No podrás salir de ésta, Park!– advirtió Yoongi, alzando la voz para poder ser
escuchado más allá del sonido de los disparos —¡no llegarás muy lejos estando
herido, deja de hacerle caso a ese demente y entrégate!–.
Más disparos fueron la respuesta del menor quien al parecer sólo había parado
un momento para recargar el cartucho. Yoongi asomó un poco por encima del
cofre del auto que usaba como escudo y una bala se estampó en esa parte casi
rozándolo. Se agachó de nuevo, maldiciendo entre dientes al no poder localizar
a Jimin. Otra ráfaga de balas se desplomó por el estacionamiento, al parecer los
guardias de seguridad le estaban respondiendo el fuego, Yoongi debía
inmovilizar a Jimin de inmediato o terminarían asesinándolo y él lo necesitaba
vivo en ese momento.
Sin perder más el tiempo, Yoongi se movió velozmente casi pegado al suelo en
medio de la carrocería de su auto que ahora parecía un pedazo de queso
emmental. Escuchaba la respiración jadeante de Jimin demasiado cerca de
donde se encontraba, debía ser cauteloso. Al parecer el chico había vaciado
otro cartucho de balas así que ahora estaba recargando.
Jimin tragó ruidosamente, sus ojos reflejaban algo entre asombro y temor.
Yoongi se tomó un momento para analizarlo, se veía muy demacrado, los
huesos de sus hombros sobresalían, estaba prácticamente en los huesos, tenía
ojeras muy profundas bajo los ojos, labios resecos, alcanzaba a ver algunas
cicatrices. Estaba muy maltratado, era evidente que Kim y Jeon no lo habían
tratado para nada bien. Sin duda el mayor cambio que pudo notar, fue en sus
ojos. Yoongi había pasado días viendo su fotografía, aquella adjunta a su
informe de desaparición y en ella los ojos de Jimin eran brillantes, alegres,
parecía sostener una galaxia en su mirada. Ahora no quedaba nada de eso.
—¿Cómo yo?–.
El mocoso sonrió altanero, malicioso, sexy...
—Ya veremos–.
31
Trước Sau
—Te quiero de regreso, tomatito– jadeó, conteniendo las ganas de gritar hasta
rasgar su garganta cuando la piel de su brazo empezó a desprenderse como
carne putrefacta cayendo en medio de una lluvia de sangre.
Estaba jodido. No podría matar ni una mariposa estando en ese estado pero por
su bien debía recuperarse pronto o terminaría perdiendo a Taehyung. Ni siquiera
sabía porque se estaba esforzando tanto en recuperarlo, en el fondo sabía que
uno de los dos debía sacrificarse, sabía que no existía un final feliz para ellos,
ahora menos que antes.
Era cuestión de tiempo para que todo se fuera a la mierda. A ese paso ninguno
de los dos terminaría de pie, tampoco es como si quisiera terminar de pie
sabiendo que Taehyung se quedaría a sufrir encerrado en prisión o algo mucho
peor. Preferiría mil veces asesinar primero al pelirrojito que dejar que otro idiota
lo tocara. Quizás habría sido mejor asesinarse juntos, aquello habría sido más
romántico y menos tedioso.
—Más te vale hacer tu parte, Park Jimin– le dijo a la nada, mientras dejaba caer
un bote entero de alcohol sobre la herida en su brazo, gritando cuando el dolor
se hizo insoportable y su carne seguía cayendo, su mente recordó cada paso
del plan que habían hecho esa mañana.
—Muy bien, ésto es lo que haremos– dijo Jimin —llevaremos a ese tal Yoongi a
un lugar despejado, lejos de la comisaría pero debe ser un sitio seguro en donde
tengamos vía de escape, un lugar que conozcas bien–.
—¡¿Y que hay de Yoongi?!– ese plan no le estaba agradando a Jungkook, sólo
tenían hasta la mañana siguiente para asesinar a Yoongi y poder salvar a
Taehyung aunque dudaba que el tipo que lo tenía fuera siquiera a entregárselo,
al menos no vivo.
—Yo me encargo de Yoongi– aseguró Jimin —una vez que me atrape luego de
intentar asesinarlo me llevará a la misma comisaría en la que tuvieron a
Taehyung. Es obvio que la persona que se llevó a Tae es parte de la comisaría
así que es simplemente lógico que vaya a estar presente, quizás incluso forme
parte de la investigación y se entremezcle fácilmente con el caso, buscando al
"prófugo"–.
Ahora Jungkook comprendía un poco más a lo que iba Jimin con todo ese plan.
—Ese sujeto no entregará a Tae ni aunque le lleves la cabeza de Yoongi en
bandeja de plata así que debemos buscarlo. Ahora, seguramente él no sabe que
estoy contigo pero lo sabrá en cuanto Yoongi me lleve y explique que te estaba
ayudando a intentar asesinarlo así que quien quiera que se llevó a Taehyung se
acercará a mí– sonrió.
—Sabrás quien es...– asintió Jungkook, encontrando la lógica —pero ¿cómo nos
pondremos en contacto?–.
Jungkook abrió los ojos con asombro. Entrar y quedarse oculto en un lugar tan
vigilado como ese era un acto casi suicida, por no decir que era ingeniosamente
demente.
—Pero ¿qué pasará con Yoongi? además no creo que te deje solo ni un instante
luego de que Taehyung desapareció prácticamente bajo sus narices–.
Claro que salir herido tan gravemente no era parte del trato en aquel entonces
pero Jungkook no se quejaba, iban por buen camino. Una vez que Jimin fuera
llevado a la jefatura sólo debía meterse lo cual sería más fácil si no tuviera el
brazo tan jodido pero encontraría la forma. Ahora se encontraba en una
pequeña bodega abandonada en donde esperaba poder recuperarse al menos
un poco antes de irse. La noche caía rápidamente y durante esas horas
esperaba que Jimin ya tuviera el nombre y rostro del infeliz que se había
atrevido a poner una mano encima de su tomatito.
Jimin sabía que había entrado en la boca del lobo cuando fue llevado al hospital
para que lo revisaran, afortunadamente las heridas de bala sólo lo habían
rozado y no pudo evitar pensar que Yoongi tenía muy buena puntería ya que lo
había herido pero sólo para inmovilizarlo. El detective no se despegó de él en
ningún momento lo cual era justo lo que Jimin había esperado. Durante ese
tiempo cuando los médicos lo revisaron, Yoongi lucía tenso. Jimin se encargó de
memorizar cada pequeño detalle. La forma en la que veía su reloj
constantemente, la manera en la que hablaba, como respiraba. Estudiando cada
pequeña cosa.
Durante todo ese tiempo Jimin notó algo; Yoongi era más astuto de lo que
imaginó.
—Deja de analizarme– gruñó el detective una vez que logró sacarlo del hospital
y lo obligó a subir al auto de policía en donde otro agente del orden los esperaba
para escoltarlos.
Jimin no respondió, decidido a seguir con el plan al pie de la letra. Sabía cómo
eliminar a Yoongi pero ahora empezaba a dudar de sus habilidades para lograr
su cometido. La patrulla avanzó siendo custodiada por dos más, como si Jimin
fuera un súper mafioso siendo transportado a su juicio final.
—Nam, las cosas se complicaron peor de lo que creí– escuchó hablar a Yoongi
por teléfono —tengo buenas y malas noticias. La mala; no tengo a Jeon, y Kim
escapó. La buena; encontré a Park Jimin y está jodidamente vivito y coleando–.
—¡No! ni se te ocurra decirle nada a los padres del chico, todavía no acabo con
él– de nuevo silencio y entonces la voz de Yoongi sonó como un rugido cuando
respondió —¡no me estoy follando a nadie, idiota!–.
Jimin saltó ligeramente en su lugar, sus manos muy bien ajustadas a las
esposas de metal que tintileaban cada vez que se movía. Sus ojos se abrieron
ligeramente sorprendidos. ¿De qué estaban hablando? ¿los policías violaban a
los sospechosos como método de intimidación?
—Te hablo luego, deja a Hoseok en Seúl y ven acá, te necesito– continuó antes
de colgar la llamada —ni una palabra de lo que acabas de escuchar, Hansol–.
—Yo no escuche nada, señor– sonrió el policía que conducía la patrulla, sus
ojos destellaban llenos de diversión.
Jimin frunció el ceño pero no desvió la mirada para ver a Min. Se tensó
ligeramente cuando notó el edificio de la jefatura alzándose imponentemente
frente a ellos, esperaba que Jungkook estuviera bien, su herida se veía muy
grave y si él faltaba en la ecuación entonces su plan no funcionaría, necesitaba
aliado.
—¿Y Seokjin?–.
Yoongi asintió y le cerró la puerta en la cara a la chica quien soltó una, maldición
y pateó la puerta seguidamente, el oficial ignoró aquello y caminó hasta Jimin,
sentándose frente a él con gesto serio.
—Dejemos los formalismos de lado– dijo —no estoy de humor para ser amable
sin contar con que no tengo tiempo. No me interesa lo que ellos te hicieron, no
me importan los traumas que tengas o la mierda que te hayan dicho para que
los ayudarás. Nada de eso es importante para mí, quizás para un policía bueno
lo sea pero para mí lo verdaderamente importante es saber dónde está Jeon. Y
antes de que respondas con alguna mentira, déjame pedirte que te la ahorres,
no pienso ser amable contigo sin importar que tengas esa carita de perro
regañado–.
—¡He visto la ley y el orden, es mi derecho ir al baño, beber algo, comer y hacer
una llamada!– se defendió el chico.
Yoongi lo tomó con fuerza por el cuello de la playera hasta acercarlo un poco
demasiado a su rostro.
—Te voy a sacar esa información por las buenas o por las malas, te recomiendo
que lo pienses muy, muy bien, niño. En lo personal creo que te conviene
decirme lo que quiero por las buenas–.
—Yo no...–
—¿Es eso? ¿En verdad estaba pensando esas cosas sucias?– insistió,
buscando incomodar más y más, su objetivo era evidente, si quería que el sujeto
que tenía a Tae se acercara entonces debía deshacerse de Yoongi, echarlo
fuera y por lo que veía, estaba funcionando. —¿Es homo? ¿o sólo es que mi
boca luce demasiado femenina, bonita y húmeda? a puesto a que esta
pensando en cómo se sentiría empujar la punta de su polla dentro, entre los
labios. Casi podría apostar que está pensando en que sería cálida, que haría
sonidos ruidosos cada vez que moviera su pelvis para embestir, apuesto incluso
que...–
Jimin no terminó de hablar cuando Yoongi le cerró la boca estampando su
cabeza contra la fría superficie de la mesa. El golpe fue tan fuerte que la
mandíbula de Jimin dolió y sus dientes mordieron su lengua dolorosamente.
—Deja de hablar– advirtió Yoongi, sonando casi estrangulado, su voz tan gruesa
que daba miedo.
Lo dudaba, él no era del tipo que pensaba con la polla. Usualmente ponía el
trabajo antes que una cara bonita, pero de nuevo, había sido él mismo quien
ahora se había masturbado pensando cosas obscenas sobre esa misma boca.
—Púdrete, Choi– respondió —yo no usaría ese si fuera tú– advirtió cuando lo vio
acercarse al retrete de donde había salido él apenas unos segundos antes y
salió de los baños.
1.
32
Trước Sau
—Park Jimin– respondió uno de los agentes, alzando la mirada para ver la
escena —resulta que no estaba muerto, estaba con Jeon Jungkook y al parecer
es su aliado–.
Si Jimin estaba con Jungkook eso significaba que sabía que Taehyung estaba
desaparecido y que le había pedido asesinar a Yoongi a cambio de liberarlo. Min
era listo, seguramente ataría cabos y Seokjin nunca había sido una blanca
paloma. Debía averiguar qué tanto sabía ese tal Park Jimin de todo el asunto.
Por suerte no tuvo que esperar mucho.
Hansol asintió.
—Aún así, debo obedecer al agente Min– insistió Hansol, agachando la mirada.
—Ah, ya veo– Seokjin soltó una risita —dame tu placa, estás despedido–.
Hansol abrió los ojos con asombro. Seokjin extendió la mano hacia él esperando
a que lo obedeciera.
Jimin alzó la mirada y observó al recién llegado con ojo evaluador. Seokjin le
sonrió amigablemente y el menor decidió que no confiaba en él.
—¿De qué?–.
—De salir de aquí– Seokjin le pasó una mano por la cabellera, Jimin se apartó
—Yoongi no puede retenerte, eres una víctima, puedes decir que Jeon te obligó
a todo, que te amenazó con hacerle daño a tu familia. Dejáme ayudarte, si le
llamó a la policía de Seúl ellos pueden pedir tu custodía y nosotros no
tendríamos nada que hacer contigo, puedo ponerme en contacto con tus
padres– ofreció.
¿Podría ser que ese era el tipo al que Jimin y Jungkook buscaban?
—¿Y cuál es la opción correcta según usted? ¿Ir de una comisaría de pueblo a
otra de ciudad? Yo estaba con Taehyung y Jungkook porque quería. Me
sentenciarán de todos modos, intenté asesinar a un oficial y a varios guardias de
seguridad, dudo que haya mucho que pueda hacer por mí–.
—Lo siento, pero no hago trato con secundarios– negó —debiste haber elegido
la opción que te dí– dijo antes de salir de la sala de interrogaciones.
Jimin se removió incómodo en la silla, ya sabía quien era el tipo pero no había
escuchado su nombre y por lo que había dicho resultaba evidente que pensaba
eliminarlo por la mala. Debía moverse rápido.
—No–.
—Entonces ¿puedo ir al baño?–.
—No–.
Revolvió algunos polvos y líquidos con los que había rellenado los tubos de
plástico diminutos y lo guardó en su bolsillo. Dividió más químicos en pequeñas
cápsulas y las ocultó igualmente en los bolsillos de su chaqueta. Se colocó las
zapatillas deportivas de regreso y esperó a que Yoongi volviera. Casi media
hora después el susodicho apareció pero no parecía nada feliz.
Jimin rodó los ojos sintiéndose ligeramente molesto por la actitud del idiota,
sobre todo porque estaba acostumbrado a ser un chico mimado al que todo
mundo quería o al menos fingían querer. Ser ignorado era un golpe duro a su
ego.
Tratando de alejar el sentimiento, decidió que era el momento. Sacó una de las
cápsulas que había guardado y como pudo, vació el polvo en el interior de la
estrecha cerradura de las esposas. Luego sacó otra pequeña cápsula con agua
y la vació también. De pronto el polvo empezó a reaccionar echando chispas
hasta que la cerradura se oxidó y explotó. Jimin se deshizo de las ataduras
metálicas y se puso en pie para abrir sólo un poco la puerta de la sala de
interrogación.
Suspirando, abrió un poco más la puerta, apenas lo suficiente como para poder
sacar la mano, agitó con fuerza una de las diminutas capsulas que llevaba y la
arrojó tan rápido como pudo. Casi al intante hubo un estallido y el humo se alzó
al techo llegando a los dispersores contra incendios. Jimin tomó otra cápsula
más y lo hizo de nuevo, más humo cubrió el corredor y de pronto caía agua de
cada uno de los dispersores.
Lo que le siguió fue una carrera por los pasillos abarrotados mientras todo
mundo intentaba evacuar el edificio creyendo que se estaba incendiando.
Yoongi estaba furioso, nunca en toda su vida había sentido tanta necesidad de
asesinar y follar a alguien al mismo tiempo. Park Jimin sólo estaba jugando con
él, lo notó desde un principio, el chico no tenía nada de inocente, simplemente le
gustaba fingir ese lado infantil y estúpido. No sabía si había sido así toda su vida
o si lo había aprendido de Kim y Jeon, lo que si sabía es que iba a terminar
matandolo. Ni siquiera sabía cómo podía seguir corriendo si le había disparado,
él apenas podía caminar con las jodidas quemaduras.
¿Estaría drogado? Sus ojos siguieron el cuerpo de Jimin hasta llegar a la zona
de bodegas en donde almacenaban los archivos. Yoongi sabía que ahí no había
nada excepto papeles y cajas, Jimin estaba acorralándose a si mismo entre más
avanzaba.
Jeon Jungkook estaba ahí con el brazo herido vendado, y aún así la sangre se
filtraba a través de lo que usaba para cubrirse la carne que sin duda debía
estarse cayendo a pedazos. Llevaba un arma en la mano sana y lo apuntaba
directo a la frente. Jimin estaba a su lado revisando que no hubiera nadie cerca
antes de tomar una bolsa que Jungkook llevaba. Los ojos de Yoongi se abrieron
cuando el mocoso sacó un explosivo.
—Aún no lo mates– pidió Jimin, acomodando algunas cosas del dispositivo —no
sé el nombre del tipo que se llevó a TaeTae–.
—Vigilan muy bien todo el edificio pero les hace falta seguridad en la parte de
descarga de atrás– Jimin fue quien respondió —sin contar con que dejan entrar
a cualquiera que lleve uniforme del correo–.
Fue hasta ese momento que Yoongi notó la camisa de Jungkook, la cual tenía el
logotipo de la empresa de correos.
—El tipo que se acercó a mi era castaño oscuro, labios gruesos, espalda
ancha...–
—Kim Seokjin– interrumpió Yoongi —es mi jefe ¿les pidió que me asesinaran?–.
Ninguno de los otros dos respondió. Jimin acomodó el explosivo y puso una
cuenta regresiva de cinco minutos.
—¿Cómo haces para conseguir chicos así de locos?– le preguntó con seriedad.
—En primera, desactiva esa cosa– apuntó al explosivo —¿al pelirrojo le gusta
hacer cosas excéntricas para llamar la atención?–.
Yoongi asintió.
—Creo saber donde está– dijo —hubo un extraño incidente hace quince minutos
cerca del centro de la ciudad, todo un edificio colapsó y algo me dice que fue tu
chico envíando una señal–.
—No, la señal no era para ustedes– negó Yoongi —la señal era para Seokjin,
creo que quiere matarlo antes de que te asesine a tí–.
Jungkook parecía confundido pero Jimin no, de hecho las cosas empezaban a
tener algo de sentido. La desaparición de Tae, la petición de ese tal Seokjin, la
amenaza que le había hecho a él. Seokjin parecía demasiado interesado en
mantenerlos en conflicto todo el tiempo y la razón empezaba a ser un poco
obvia; los quería a los tres muertos y ahora probablemente a Jimin también.
Pero ¿por qué?
—Yo tengo otro– asintió Jimin cuya mente trabajaba rápidamente en lo próximo
que haría —debemos llevarlo con nosotros– apuntó a Yoongi. —Pero debe estar
vivo–.
Jungkook estaba a punto de negarse cuando el otro interrumpió.
—Confía en mí–.
33
Trước Sau
Seokjin no era un policía amable, había hecho cosas muy, muy malas.
Deshacerse del departamento de crímen informático había sido una de las más
suaves. La verdad era que debía mantener su trabajo a como diera lugar, no
sólo porque lo merecía, sino porque si lo perdía seguro Yoongi ocuparía su
puesto y descubriría la red de tráfico de pornografía infantil y prostitución que
muchos de los altos rangos de la policía del estado mantenían gracias a él.
Conseguir niños maltratados por familias de bajos recursos, mujeres que sufrían
en manos de esposos golpeadores y algunas cuantas chicas con delitos
menores era fácil. Seokjin llevaba años brindando víctimas que los altos rangos
usaban para su propia diversión. Hacia papeles falsos de esos niños, jovénes y
mujeres y los "desaparecía". En realidad los ofrecía a políticos pederastas,
tenientes pervertidos y otros tipos con fetiches raros.
Pero todo se había ido a la mierda cuando Park Jimin apareció y ahora que
Taehyung había escapado era aún peor.
Yoongi se inclinó al frente para observar las camionetas color negro que
rodeaban el perímetro. Sería imposible pasar por ahí.
—Él debe estar cerca– exclamó Jimin mientras fabricaba granadas caseras en
el asiento trasero del auto —Taehyung debe estar esperando por ese tipo–.
—¿Y cómo harás para que no nos asesinen?– Yoongi no pensaba seguir ese
loco plan sin saber o al menos tener un poco la seguridad de que acabaría con
vida.
El menor resopló.
—Me está viendo los labios de nuevo–.
—Eso ya no te va a funcionar–.
—¿Es decir que la primera vez si funcionó?– Jimin tenía un brillo peculiar en los
ojos.
—Mis planes no han fallado hasta ahora– sonrió Jimin —ten un poco de fe en
mí–.
—¿Qué harás mientras tanto?– Yoongi seguía creyendo que todo era
demasiado arriesgado ¿qué hacia ayudando a un par de criminales de todos
modos?
—Ya lo verán–.
Jimin colocó la bomba en el suelo del auto mientras el reloj seguía la marcha en
reversa.
Jungkook giró con gesto serio, Yoongi fingió no haber escuchado eso.
Jungkook lo tomó por la nuca y estampó el rostro del chico contra los asientos
haciendo que su nariz tomará un tono rojizo, Yoongi se sorprendió pero no dijo
nada.
—¿Qué hay de usted?– Jimin giró con una gran sonrisa hacia el detective,
esperando a que hiciera algo.
Yoongi obedeció y empezó a caminar hacia el edificio que se había ido abajo
sintiendo el cañón del arma de Jungkook sobre su cabeza. Alzando las manos y
tratando de tomar su papel de rehén con tanta naturalidad como podía, recorrió
todo el lugar rápidamente. Las miradas empezaban a notarlos por lo que en un
momento todos los agentes estaban atentos, apuntando sus armas hacia ellos.
Yoongi estaba casi seguro de que había notado el reflejo de una sonrisa en los
labios de Seokjin cuando los vio ahí frente a él. ¿Qué mierda tenía ese idiota
contra él? Quizás nunca lo sabría.
—¡Jeon Jungkook, deje ir al agente Min ahora mismo!– pidió Seokjin pero su voz
no sonaba muy convincente.
Yoongi recorrió a todo el mundo. Sabía que Seokjin sin duda usaría ese
momento para acabar con ambos, era una oportunidad perfecta y por algún
motivo empezaba a sospechar que había sido muy idiota de su parte ofrecerse
prácticamente como carnada. Dos pájaros de un tiro.
—Estás alterado, muchacho, baja esa arma ahora– intervino otro de los oficiales
federales.
Yoongi buscó con la mirada a Jimin pero no lo veía en ninguna parte, tampoco
notaba alguna cabellera roja o lo que fuera, simplemente veía a docenas de
idiotas apuntándole con armas. ¿Cuánto tiempo faltaba para que la bomba
explotara? De pronto cayó en cuenta de que Jimin había sido listo, Seokjin
estaba confiado porque creía que sólo debía lidear con Jungkook. Seguro creía
que Jimin seguía en la comisaría y ni siquiera sospechaba que estaba ahí con
ellos, por eso había decidido desaparecer oculto en alguna parte.
—¿No lo sabías?– Seokjin fingió inocencia —Yoongi fue envíado para asesinar
a tu madre y a tí, pero falló en lo último. No lo culpo, ¿quien tendría corazón
para acabar con un niño?–.
El sonido del seguro del arma contra su cabeza resonó justo en el instante en
que el estallido de la bomba en el auto explotaba haciendo que los cuerpos de
ambos salieran disparados al frente. Habían estado a una distancia razonable y
aún así la explosión había sido así de intensa. Los agentes perdieron el
equilibrio, ocultándose detrás de los autos para cubrirse. ¿Había explotado
antes de tiempo? No, seguro el idiota de Park Jimin había mentido al decir que
les daría quince minutos.
Disparos empezaron a resonar por las calles, gritos y conmoción. Alguien había
soltado el primer disparo y algo le decía que ese había sido Seokjin. Yoongi
sintió como una bala rebotaba a sus pies, se incorporó y buscó donde cubrirse.
El idiota sonreía, bailaba entre los cuerpos y pasaba a lado de los oficiales
disparando con estilo, importándole poco el que pudieran herirlo. Las granadas
seguían cayendo, al parecer venían desde uno de los edificios que rodeaban la
escena. Taehyung se movió hasta localizar a Jungkook y entonces sonrió. El
pelirrojo salió disparado hacia él, alzando los brazos para brincar y abrazarlo
cuando lo tuvo lo suficientemente cerca. Jungkook lo tomó con el brazo sano y
lo besó.
Sus labios estaban resecos, ásperos pero sabían jodidamente bien. Los
disparos habían dejado de sonar, las granadas seguían cayendo
insistentemente mientras alguien gritaba un audible "retirada" y otro más
llamaban por apoyo.
Taehyung gimió sobre los labios de Jungkook, chupó y mordió antes de retirarse
y sonreír.
Taehyung casi lloró de emoción. Había creído que jamás volvería a ver a
Jungkook, que todo había acabado para ellos. Al menos aún tenían algo de
tiempo juntos. El sonido de sirenas llegaban por todos lados, dentro de poco
estarían rodeados de más policías. El sonido de autos arrancando resonó por el
lugar, los federales se iban ¿por qué?
Jungkook se dejó caer sobre el suelo, Taehyung se subió a horcajadas sobre él,
abrazándolo mientras hundía el rostro en el cuello del otro.
—Creí que...–
—Eres un niño malo, Jiminie– negó Taehyung —pero aún así te quiero– sonrió y
le dio un golpe más, aunque menos doloroso.
Jimin observaba distraídamente hacia ellos por el espejo retrovisor, viendo como
Taehyung se deshacía de la ropa y se movía eróticamente sobre las piernas de
Jungkook. Iba tan pendiente de ellos que no notó los vehículos de policía
siguiéndolos hasta que los tuvo cerca.
Jimin aceleró, escuchando como Taehyung gemía cuando logró poner duro a
Jungkook. El pelirrojo siguió masajeando sin importarle nada, sosteniéndose del
techo del auto cada vez que Jimin giraba bruscamente en alguna intersección.
No podía prepararse en ese momento y tampoco es como si lo necesitara.
Decidió que estaba perfecto, alineó la punta de la polla en su entrada y se dejo
caer con fuerza sacando una queja del menor.
Jimin aceleró sin ser capaz de perder a los policías, sus ojos viraban de la
carretera al frente hacia el espejo retrovisor en donde ahora Taehyung subía y
bajaba en movimientos salvajes sobre el pene de Jungkook, soltando gemidos y
sonidos irreconocibles. Jimin desvió la mirada al frente, sintiendo calor y
excitación. Mierda, él también quería metersela a Taehyung... Si tan sólo tuviera
algo que meterle. Estar castrado era lo peor.
El sudor y líquido preseminal hacian que sus pieles chasquearan cada vez que
se encontraban, Taehyung buscaba su próstata con insistencia, moliendo duro
en esa parte. Jimin giró en una esquina arrollando a una persona en la acera, el
cuerpo se estrelló contra el parabrisas pero no se detuvo. Su mirada volvía a
Taehyung y Jungkook todo el tiempo, observando la manera en la que el grueso
falo salía de aquel apretado agujero para volver a ser engullido hasta el fondo.
Se pregunto si se sentiría tan bien como Taehyung lo hacía ver.
Jimin entró en pánico cuando vio a Yoongi girar en "U" por la autopista, más
autos de policía se aproximaban y lo único que podía escuchar eran los
lloriqueos de Taehyung quien no había logrado llegar al clímax.
—¡Mierda yo también quiero follar!– gritó Jimin, estresado, pisando a fondo justo
cuando el camino terminaba y lo único que había era una caída de quince
metros hacia el canal de riego cercano.
—¡No, no, no!– alcanzó a gritar Jungkook, justo cuando el vehículo caía en
picada hacia el agua —¡el canal no es profundo!– dijo, pero ya era tarde.
34
Trước Sau
Desde muy pequeño supo que sus peores enemigos tenían nombre. Uno era la
muerte, el otro era el tiempo.
Uno era un viejo conocido con el que jugaba de vez en cuando, el otro era un
crudo rival al que simplemente no lograba superar y ambos eran aliados en su
contra. Taehyung jamás se sintió tan vulnerable en su vida como en ese
momento. La muerte era traicionera, el tiempo no perdonaba y pasaba factura.
Taehyung nunca tuvo miedo a morir porque sabía que algún día tendría que
pasar. Sin embargo, en ese momento cuando sus manos no tocaron nada más
que agua infinita, no pudo más que temer, temer el hecho de morir sin haber
tenido a Jungkook a su lado hasta el final.
<<—No, Tae– una voz masculina resonó en su cabeza —en esta vida al único al
que debes temer siempre, es a mi–.
El hombre pasó una enorme y calurosa mano sobre la espalda del pequeño.
—Oh, cariño– la voz que resonaba con un eco distante era casi divertida —te
haré tanto daño que desearás morir, abrazaras a la muerte y le pedirás que te
lleve a su reino con tal de no verme nunca mas. Voy a destruirte pequeño–.
Taehyung desvió la mirada hacia sus piernas inestables mientras una fuerza
desconocida lo arrastraba, o al menos eso intentaba, fuera del agua. La
corriente era demasiado intensa, sin embargo, y notó que no avanzaban sino
que más bien era arrastrados.
—¡Si estas consciente al menos pon algo de tu parte!– rugió la otra persona —
¡no saldremos vivos de aquí y creeme que morir en esta agua asquerosa no es
mi sueño húmedo de toda la vida!–.
Taehyung no creía haber escuchado esa voz antes. Sus ojos ascendieron hasta
encontrarse con el rostro tenso de Min Yoongi quien a duras penas lograba
mantenerlos a ambos a flote.
Giró hacia los restos del auto que ahora flotaban lejos de su alcance. Apenas
podía notar la parte trasera del vehículo sobresaliendo de la revoltosa corriente.
Un sobresalto lo hizo querer nadar directo a ese sitio.
Estaba harto de todo aquello. Su trabajo, su vida, ese momento... ¿Por qué no
simplemente dejar de luchar y dejarse arrastrar por la corriente? Morir era
mucho más sencillo que intentar luchar. La respuesta le llegó en forma de grito
infantil.
De pronto Jungkook asomó a su lado y todo tuvo sentido, claro, Jeon tenía el
cuerpo construido como un tanque de guerra, cargar con Jimin, nadar contra
corriente y salir de ahí seguro había sido tan fácil como jugar a servir el té.
—¡No te atrevas a soltarlo, hijo de puta!– advirtió Jungkook con recelo.
Taehyung alzó la cabeza para verlo y casi lloró de felicidad, pero entronces una
punzada de odio lo recorrió.
—¡Ahora!– insistió.
Jungkook sintió una sensación que hace años no sentía; Terror. Estaba cerca de
perder a Taehyung, a Jimin, su propia vida. Usualmente era el depredador, pero
ahora era la presa, una presa rodeada e indefensa.
Jimin sonrió y Jungkook tuvo una visión del antiguo Jimin, aquel que le había
sonreído amablemente cuando se presentó como el vecino nuevo de la cuadra
en aquel viejo número 33 de Chou.
—No duermas– pidió casi suplicante cuando los ojos de Jimin se cerraban de
vez en cuando.
Jimin lo vio marcharse sintiendo la mano fría de la muerte muy cerca. Sus
sentidos apenas conscientes captaron el momento exacto en que los detectives
y policías llegaron hasta donde se encontraba con armas en mano.
—No le falta mucho– rechistó el primer oficial con un gruñido —¡vayan tras los
otros!–.
Jimin deseó poder moverse, poder matarlos a todos para darle tiempo a
Jungkook y Taehyung de escapar. Ojalá pudiera sentir siquiera las piernas.
—No te metas en esto, novata– gruñó otro de los hombres —sigue moviendote–
.
Jimin alzó la mirada tanto como pudo. La silueta del hombre frente a él era
borrosa. Veía el cañón de un arma apuntandole a la cabeza y por más que
quisiera huir o gritar, no podía.
35
Trước Sau
Jungkook logró sacar a Yoongi y Taehyung del agua justo a tiempo. Tomó a
ambos y salió casi volando de ahí, perdiendose en el interior del campo y
bosque que cubrían los laterales de la autopista. Sabía que irían tras ellos.
Cuando sintió que no podía más y dejó de escuchar el sonido de las voces
yendo tras ellos, se detuvo y tomó aire. Taehyung iba casi arrastrando detrás de
él debido a su poderoso agarre, Yoongi apenas parecía consciente.
Jungkook agachó la mirada hacia él. El pelirrojo iba desnudo de la cintura para
abajo, empapado y tan pálido que incluso empezaba a preocuparse. Claro que
él no estaba en mucho mejor estado, de hecho ambos estaban hechos un
desastre.
—Murió– dijo Jungkook sin tiento y desvió la mirada a otra parte, preguntándose
a sí mismo por qué motivo había llevado a Yoongi con ellos, quizás sólo lo hizo
porque había recordado las palabras de Jimin.
Taehyung ni siquiera se inmutó, simplemente asintió. Para ellos perder una vida
no era la gran cosa, ellos habían acabado con muchas otras, la de Jimin era
solo una más sumada a la lista aunque hubieran preferido no perderla.
—¿Seguro?– fue Yoongi quién preguntó tras escupir los últimos residuos de
vómito al suelo.
—No jodas ¿por eso estas molesto?– Yoongi hizo una mueca de dolor cuando
tocó sus heridas. —Deja de ser tan infantil–.
—Hay que irnos, Tae– Jungkook extendió la mano en dirección al pelirrojo quien
la tomó gustoso y se incorporó listo para huir o morir juntos.
Yoongi ni siquiera hizo el intento por detenerlos cuando los vio alejarse sin
rumbo fijo, algo le decía que volvería a encontrarselos de todos modos.
Jungkook lo observó. Taehyung tenía unos ojos engañosos. A veces creía estar
viendo a un pequeño inocente y tímido pero luego recordaba que era Taehyung,
el chico que partía el cráneo a las personas y jugaba con sus entrañas, el tipo
psicópata al que le gustaba tener sexo salvaje sin lubricación justo después de
haber asesinado a alguien. Era raro, burlon, demente, frío de corazón, difícil de
comprender. ¿Por qué había regresado por él? Pudo haber huido, en ese
momento ya estaría muy lejos disfrutando y planeando nuevos crímenes.
Taehyung sólo lo retrasaba y aún así, ahí estaba.
Quería sonar un poco cursi para variar pero en realidad había sonado como si
estuviera enojado y listo para partirle la cara en cualquier momento.
—Kookie– Taehyung apretó su agarre en la mano del otro —no quiero que éste
sea nuestro final–.
—Mi "Amo"–.
¿Perdón?
Kim Hyojong no sólo era asquerosamente rico y poderoso sino que además
movía una enorme cantidad del mercado de drogas. Era un mafioso sin más.
Taehyung jamás se involucró demasiado en esos negocios, su trabajo era follar
a Hyojong y recibir una generosa cantidad de dinero después. Básicamente era
un prostituto pero en aquella época valía la pena. Cuando empezó a asesinar
por diversión, Hyojong fue uno de los pocos quien lo supo desde el primer
momento. Le había dicho que siempre supo que estaba loco y terminaron su
relación Amo-Mascota como amigos.
"Ven a buscarme si llegas a tener problemas algún día" había ofrecido su amo
tras dejarlo en libertad. Y al parecer hoy era el día.
Y tres: seguramente iba a querer un trío con ellos a modo de pago por
ayudarlos.
What If...
Trước Sau
¿Qué pasaría si los personajes de Sweet Killer terminaran atrapados en
medio de un apocalipsis zombie?
Esta es la respuesta...
Atrasado (oops!)
No tenían una puerta, mas bien eran pedazos de madera pegados entre si con
clavos oxidados que les daba cierta privacidad.
Habían encontrado ese lugar mientras vagaban por el bosque. El sitio era un
basurero, abandonado y habitado por aves y roedores de la naturaleza que
habían decidido hacer su hogar ahí y que ahora debían compartir con ese par de
asesinos seriales.
—Encontré una radio– Jungkook apareció con el torso desnudo, había salido a
buscar algo que fuera de ayuda en la bodega detrás de la cabaña. —La mayoría
solo es chatarra allá atrás pero creo que ésto servirá–.
«...hasta ahora la única respuesta que hemos recibido por parte del gobierno es
que permanezcan tranquilos y en sus hogares...»
—Que basura ¡ni siquiera están hablando de nosotros! Deberíamos ser noticia,
ser los asesinos mas famosos de todos los tiempo. Netflix ya debería estar
comprando los derechos para hacer una película de nosotros. Pero en cambio
hablan de una jodida epidemia que a nadie le importa–.
El pelirrojo se cruzó de brazos y esbozó un puchero antes de darle la espalda a
Jungkook.
Taehyung soltó una risita burlona y giró de regreso, arrastrándose hasta llegar a
donde Jungkook se encontraba sentado con las piernas ya separadas para
recibirlo. Taehyung le sonrió ampliamente y abrió la cremallera del pantalón,
luchando unos pocos segundos con la ropa interior hasta que pudo sacar el
miembro aún dormido.
El sonido de hojas secas siendo trituradas bajo el peso de algunos pasos lo hizo
callar. Taehyung abrió los ojos con asombro y de inmediato se puso en pie
tomando el bat de béisbol que había llevado con él. Se acercó a la ventana
cerca de la puerta destartalada de la cabaña, Jungkook preparó su arma y se
acercó también justo cuando el rostro empapado en sangre de un desconocido
saltaba hasta estamparse contra el cristal.
—¿No tienes dinero? No importa ¿qué tal una de tus piernas?– dijo el pelirrojo,
antes de alzar el bat en lo alto y dejarlo caer sobre la rodilla del hombre hasta
que el sonido de los huesos al crujir llenó la cabaña.
El hueso de la pierna se quebró y rasgó la piel, el grito del hombre fue sin duda
placentero para Taehyung mientras reía y aplaudía a su obra. Jungkook rodó los
ojos viendo como el tipo sangraba, lloraba y gritaba hasta convulsionar en el
suelo y perder la conciencia.
—¿Crees que algún oso lo haya atacado?– Taehyung se acercó a observar las
heridas del hombre, parecían mordidas —se ven pequeñas para ser de oso– se
encogió de hombros. —Nos desharemos de él mas tarde, vamos a terminar lo
que hacíamos, Kookie–.
El pelirrojo tomó a Jungkook de la mano y lo guió hasta el sofá polvoriento de la
pequeña sala abandonada y lo obligó a sentarse ahí de nuevo. Jungkook se
dejó hacer mientras Taehyung se sentaba a horcajadas sobre él y empezaba a
mover las caderas para restregarse contra la entre pierna del menor.
Abrió los ojos aúnque no quería y observó por encima del hombro de Taehyung
al mismo tipo de antes cuya pierna ahora lucía grotesca dando un giro de 180
grados. Aún con una herida de tal magnitud, el hombre estaba en pie con mirada
vacía y piel muy pálida observandolos mientras jadeaba.
Taehyung saltó fuera del regazo de Jungkook justo cuando esa bestia humana
brincó al frente, Jungkook se apartó igualmente y la criatura terminó cayendo
sobre el sofá con fuerza hasta volcarlo.
No solo la velocidad era asombrosa sino que la fuerza de ese ser desconocido
era inhumana, Taehyung lo supo en cuanto la criatura logró atraparlo haciéndolo
caer al suelo y lo único que pudo hacer fue meter el bat de béisbol entre los
dientes que buscaban morderlo.
—Kookie... ¿Acaba de pasar lo que creo que acaba de pasar?– quiso saber
Taehyung, su voz era sería, su mirada aún perdida.
—¡Me encanta!– gritó —eso fue... ¡Wow! Y yo estaba tan... ¡Fuah! Y esa cosa
era muy... ¡Geh! Y además...–
—Bueno, creo que tendrás mucho tiempo para emocionarte– dijo, apuntando
hacía la ventana.
—Oh, Kookie– Taehyung tembló —me estoy poniendo muy duro, quiero
masturbarme mientras mato a todos ellos–.
Jungkook arqueó una ceja pero en el fondo debía admitir que la idea le gustaba.
En la cabeza de Taehyung se formó todo una fantasía sexual de ellos dos y uno
de esos aparentes zombies. Era hermosa.
Ambos se lanzaron una mirada y sonrieron antes de salir para enfrentar a las
pestes, sintiéndose los héroes de una película de apocalipsis zombie.
***
Habían pasado tan solo dos semanas desde el inicio del fin. La humanidad se
había ido a la mierda. Corea del sur había sido declarada zona perdida. Los
militares habían hecho masacres enormes intentanto evitar que el virus se
esparciera. Hubo muerte y destrucción. Bombas y fuego. Ahora lo único que
quedaba de ese país eran zombies y unos pocos sobrevivientes.
Mientras el resto de personas luchaban por vivir un día más, encontrar ayuda y
salir de ese infierno, Taehyung y Jungkook iban tras lo que ellos llamaban "el
zombie perfecto". Una criatura que pudieran tener de mascota, un ser asqueroso
y putrefacto que les perteneciera. Hasta ahora no habían tenido suerte.
Ambos eran felices en ese nuevo mundo. No había ley, no había policías tras
ellos y lo mas importante; no era ilegal matar a nadie.
Apuntó y disparó contra la horda que los perseguía. Los cuerpos cuya carne en
descomposición se desprendía fácilmente de sus rostros caían como piezas de
dominó mientras Taehyung reía a carcajadas y seguía disparando.
Jungkook apuntó hacía alguna parte. Taehyung buscó con la mirada hasta dar
con lo que había llamado la atención del pelinegro. Sus ojos se iluminaron
cuando notó a una de esas criaturas cerca de donde circulaban. Se trataba de
un joven chico atado con una cadena a lo que parecía ser una extraña ancla de
barco lo cual era raro.
—Alto... ¡¿Jimin?!– gritó sorprendido —no puede ser ¡ahora eres un zombie, es
genial!–.
—Ya, ya, ya. Taehyungie está aquí– le habló como si fuera un bebé.
—No creo que debas acercarte demasiado– negó Jungkook cuando de pronto
Jimin o lo que quedaba de él, chilló mostrando los dientes llenos de sangre y piel
humana.
Taehyung retrocedió.
—¡Malo, Jiminie, malo!– regañó —no podemos dejarlo aquí, Kookie– Taehyung
suspiró —es nuestro chico–.
Jungkook rodó los ojos ¿acaso nunca se desharía de Park Jimin ni siquiera en
un apocalipsis zombie?
Para cuando llegaron a la vieja cabaña, Taehyung tuvo que deshacerse se unas
cuantas criaturas mas, tomándose su tiempo para bailar mientras los golpeaba
en la cabeza hasta dejar sus sesos regados alrededor. En su mente sonaba la
música de la orquesta sinfónica de Seúl o algo parecido.
Jungkook dejó que Taehyung se encargara de aquello al tiempo que se
dedicaba a llevar al zombie Jimin a rastras al interior de la cabaña. Jimin soltaba
mordidas lentas en el aire, sus ojos no enfocaban nada y la sangre coagulada
que escurría desde su labio inferior era de un color casi negro muy vomitivo.
Cuando por fin logró atar a Jimin a un lugar seguro buscó a Taehyung. El
pelirrojo estaba tirado en medio de la carnicería de cadáveres putrefactos con
una sonrisa, abriendo y cerrando los brazos y piernas como si intentara hacer un
ángel sobre la nieve, solo que aquí en lugar de copos de nieve acumulados,
eran sangre, piel e intestinos en su último estado de descomposición.
Ese día más tarde, Jungkook observaba desde la ventana la nube de moscas
que volaban sobre la masa de criaturas despedazadas dejando un zumbido
desagradable y arrepintiendose de haber dejado que Taehyung los hiciera puré.
—Creí que querías tratar un trío con un zombie ¡es nuestra fantasía, Kookie! Y
qué mejor que con Jiminie– Taehyung sonrió ampliamente.
El pelinegro suspiró.
Los ojos del pelirrojo buscaron a Jimin. El chico estaba con esa mirada en
blanco típica de muerto viviente. Estaba observando en su dirección pero la
verdad era que no podía verlos o al menos no como a Taehyung le hubiese
gustado.
Taehyung despertó unas horas después cuando ya no había un solo rayo de sol
a la vista. Su mirada no era muy clara en la oscuridad por lo que cerró los ojos
de nuevo tratando de dormir. Estaba en la cama de la única habitación, arropado
y con Jungkook a un lado de él, podía sentirlo.
No entendía por qué motivo había despertado de su cómodo sueño pero estaba
dispuesto a conciliarlo de nuevo. Sin embargo el olor nauseabundo de algo
podrido lo hizo esbozar un gesto de desagrado. Se removió en la cama
buscando hundirse en el pecho de Jungkook para amitigar el hedor. Fue hasta
ese momento que notó el leve tintileo de una cadena moviéndose cerca.
Por un momento no pudo pensar en nada, hasta que un sonido conocido lo sacó
por completo del sueño.
Había alguien jadeando. Podía sentir el aliento caliente, gotas de saliva y el olor
maloliente que desprendía cada vez que soltaba el aire al exhalar.
Entonces lo supo.
Se alejó del pecho de Jungkook apenas lo suficiente como para poder abrir los
ojos.
Le tomó tan solo segundos adaptarse a la falta de luz para ver la terrible
realidad.
El pelirrojo trató de alejarse pero la mano de Jungkook lo sujetó con fuerza por
la nuca, atrayendolo hacía el frente hasta que sus labios se unieron. Por un
momento Taehyung creyó que Jungkook lo reconocía y por eso mismo lo estaba
besando, pero dejó de pensar aquello cuando los dientes del menor se
incrustaron sobre la carne suave de sus labios. Taehyung intentó gritar, patear y
alejarse pero fue inútil ante tal fuerza descomunal con la que era sometido.
Sintió su propia sangre en el interior de su boca cuando la poderosa mordida
empezó a arrancar el enorme bocado hasta que de un doloroso tirón, Jungkook
logró cortar los labios para empezar a masticar. Taehyung se retorció ante la
sensación tan angustiante, rodando mientras tosía su propia sangre. No pudo
llegar lejos cuando al girar encontró a Jimin recostado al otro lado de la cama
junto a él.
36
Trước Sau
—Lo mío con ese hombre pasó hace mucho, Kookie– Taehyung negó con
cansancio.
—¿Hace mucho tiempo? ¿Quieres decir hace apenas unos meses?–.
Estaban cansados, mojados, con los ánimos por los suelos. Taehyung nunca
pensó que llegaría el momento en que se vería obligado a huir. Él jamás huía y
aún así ahí estaba. Incluso parecía patético. Quizás así era como las historias
de asesinos famosos terminaba. ¿Cómo acabaron Charles Manson o Jeffrey
Dahner? Ya ni siquiera lo recordaba.
—¿La vida en prisión será buena?– se preguntó en voz alta, alzando la mirada.
—Vaya... Jamá me había detenido a ver un atardecer antes– mencionó al notar
la estela rojo, naranja y púrpura que dejaba el sol al ocultarse. —¿Nunca te has
preguntado qué tipo de vida habrías tenido si no estuvieras haciendo lo que
haces ahora? Una vez le pregunté eso a uno de mis profesores de primaria...–
Taehyung entre cerró los ojos tratando de reconocer a esa persona y no fue
difícil.
Taehyung estaba seguro de haber escuchado a una bestia rugir y estaba seguro
de que esa bestia era Jungkook quien aguardaba detrás de él.
Jungkook sostuvo del brazo a Taehyung antes de que pasara al asiento trasero
del auto.
—¿Incluso si te pide que duermas con él?– Jungkook arqueó una ceja, su
mandíbula fuertemente apretada y su agarre en el brazo de Taehyung severo.
—Las habrá– Namjoon habló apenas lo suficientemente alto como para que solo
el otro lo escuchara.
De pronto Yoongi sintió una sensación amarga y pesada cayendo sobre él.
—Estás con Seokjin...– dijo como afirmación —¿también estás en sus negocios
sucios o solo eres el perro entrenado que mueve la cola y hace todo lo que le
ordena?–.
—Cuida tus palabras, aquí el único perro siempre has sido tú– murmuró el
moreno antes de empujarlo dentro del auto y cerrar la puerta de golpe.
Observó a Namjoon dar toda la vuelta al auto hasta llegar a la ventanilla del
conductor donde el oficial a cargo esperaba ya listo para partir. El moreno se
agachó para poder hablarle.
—¡Creí que eras mi amigo, hijo de puta!– gritó con sincero sentimiento de
traición y dolor.
Yoongi apretó los puños con fuerza sintiendo que todo su cuerpo dolía. A la
distancia alcanzó a ver a Seokjin quien se veía de todo menos feliz. Una camilla
movía el cuerpo inerte de Park Jimin lejos de la escena hacía una de las
ambulancias. Alcanzó a divisar algo parecido a un par de esposas. ¿Por qué lo
esposaban a la camilla si ya estaba muerto? Se preguntó y obtuvo la respuesta
cuando vio como Namjoon se acercaba al oficial que iría en la ambulancia.
—¿Alguna vez has tenido un accidente en auto?– insistió, el policía esta vez giró
a verlo por el retrovisor. —¿No? Pues hoy es el día en que lo tendrás– continuó,
alzando las manos para mostrarle que había logrado forzar las esposas
cromadas que lo mantenían cautivo.
El oficial frenó justo cuando Yoongi se tiraba al frente hasta rodear el cuello del
hombre con su brazo sano desde la parte trasera, apretando duro y con fuerza.
La respiración del policía se cortó y sus pies lucharon pateando en el aire,
haciendo que el auto acelerara de nuevo. Sus manos se movían buscando su
arma y el volante sin rienda provocaba que el vehículo se meneara y chocara en
todas direcciones.
Yoongi metió mas presión a su agarre a pesar de sentir que sus huesos dolían y
sus heridas se rasgaban con cada nuevo movimiento. El hombre al que
intentaba ahogar logró dar con su arma y empezó a disparar hacía atrás
tratando de darle.
El sonido del disparo se perdió junto con el de los neumáticos moviéndose
frenéticamente contra el asfalto. Llegó un momento en el que el auto chocó
contra algo que no pudo identificar y el arma salió volando lejos de la mano del
oficial quien empezaba a perder fuerza en su cuerpo. El impacto los dejo a
ambos ligeramente aturdidos pero aún así Yoongi no soltó el agarre. La falta de
oxígeno finalmente hizo que el hombre perdiera la consciencia, su rostro
tomando casi un tono amoratado.
Yoongi respiró un poco mas en calma notando hasta ese momento que el cristal
de las ventanillas había explotado prácticamente en su rostro durante el choque.
37
Trước Sau
—¿Tú con novio?... Imposible– Hyojong soltó una carcajada —que divertida es
la gente hoy en día. Pero pasen, no se queden ahí, parecen perros callejeros–.
Ahora el sentimiento era algo nostálgico y muy distante, como si hubiese pasado
en otra vida.
—No, dicen que no hay mucha información sobre los involucrados y las
autoridades no quieren hablar al respecto– fue Hyuna quien respondió.
Taehyung no se sorprendía, ese tipo Seokjin los quería bajo el radar. Ni siquiera
le habían sacado fotografías cuando estuvo bajo custodia.
—Necesito que nos saques del país– pidió Taehyung, directo al punto. —Un
lugar donde no corramos el riesgo de ser extraditados–.
—¿Qué otra manera? No tienes nada de valor, cariño– Hyojong hablaba como si
se burlara —o me prestan sus pollas o no hay trato–.
—¿Sólo piensas en sexo?– exclamó Taehyung, estresado.
Taehyung sabía que sus opciones eran limitadas, no había una salida fácil.
Taehyung se tensó pero luego lo pensó mejor. Aquello era una opción. No es
como si nunca hubiesen tenido expectadores mientras follaban, es decir, Jimin y
sus presas los veían todo el tiempo. A Taehyung le gustaba ser exhibicionista
algunas veces y no era un secreto para nadie. Le gustaba ser observado. El
sentimiento era de gozo y satisfacción en muchas maneras. Claro que no estaba
seguro de que Jungkook pensara lo mismo que él.
Sus ojos giraron hacia los del pelinegro en cuestión. Jungkook tenía una mirada
seria y letal. Parecía estarlo considerando también.
Jungkook frunció el ceño mientras veía la mano de Hyojong recorrer las piernas
de Hyuna con suaves caricias. ¿Que no eran hermanos? Pero la verdad era que
no podía concemtrarse debidamente. Estaban contra la espada y la pared.
Jungkook suspiró. Claro que no sería difícil pero de verdad no se sentía con
humor en ese momento. Él nunca había sido un buen perdedor, saber que la
policía lo había llevado a una zona sin salida lo hacia sentir patético y estúpido.
Había perdido contra idiotas con placas... Peor aún, había perdido contra el
imbécil que le había disparado cuando era niño.
—Bien– asintió a regañadientes y por algún motivo Taehyung pareció mas feliz
de lo que hubiera imaginado.
—Mi propia madre me usaba para sus perversiones sexuales, por supuesto que
conozco el incesto– se quejó, molesto.
Jungkook entrelazo sus dedos con los de éste y se dejo guiar. Justo como lo
sospechó, la casa estaba llena de hombres armados con caras de mafiosos
tatuajes de símbolos extraños. Ninguno de ellos los detuvo mientras avanzaban
e incluso saludaban a Taehyung como si lo conocieran de toda la vida. De
pronto la realidad golpeó a Jungkook. Claro, Taehyung había ido muchas veces
a esa casa en el pasado. Era estúpido ser celoso a esas alturas pero Jeon
Jungkook había nacido para celar a Taehyung en esa vida y en las siguientes,
nadie podía decirle lo contrario.
Llegaron hasta un baño que parecía mas bien una recamara completa. Los
colores dorados predominaban. Había un jacuzzi, una regadera como para cinco
personas, un lava manos gigante y una taza de baño bañada en oro que parecía
haber sido sacada de un ridículo catálogo para millonarios excéntricos.
—Te voy a dar una mamada– advirtió antes de caer de rodillas sobre el suelo
frío del baño.
—Aún no, estoy agotado y si lo haces ahora ten por seguro que no aguantaré la
primera ronda de sexo– dijo, sintiéndose un poco mortificado al tener que admitir
que su polla no daba para mas.
Los ojos de Taehyung se encontraron con los suyos. Sus labios se abrieron pero
volvieron a cerrarse casi de inmediato, dudando.
Jungkook soltó un jadeo, tirando del cabello de Taehyung con fuerza para
obligarlo a alzar la cabeza.
—Pensándolo bien, creo que puedo aguantar así que abre la boca– decidió.
Taehyung sonrió complacido y tomó la extensión entre sus labios para chupar
apenas un poco la punta salada, soltando un gemido lleno de placer cuando se
endureció un poco mas. Jungkook sonrió al escucharlo ronronear como gatito,
obligándolo a tomar mas de su polla con un leve empujón.
Taehyung enterró sus uñas en la piel de los muslos de Jungkook y recibió el
pene con gusto, tragando hasta sentir la punta sobre su garganta, gimiendo y
succionando con mas fuerza hasta sentirse asfixiado. Jungkook empezó a
embestir contra esa suave y caliente boca tratando de enterrarse mas profundo
con cada nueva estocada.
—Y aún así están dándose un oral– la chica negó mientras caminaba hacia ellos
—eso no se hace. Mira hacia acá, Tae. Tu rostro se ve adorable con ese líquido
pre seminal escurriendo de tus labios. ¿Crees que puedas terminar sobre su
rostro? sería una gran toma–.
Jungkook pensó en gritarle algo al respecto pero se detuvo cuando giró hacia
Taehyung y lo encontró sonriendo a la cámara mientras mostraba sus mejores
ángulos y mostraba sus obscenos labios rojizos con orgullo.
—Debe ser una broma– murmuró, sintiendo que perdía la erección mientras el
pelirrojo alardeaba sobre como le gustaba que le follaran la boca.
38
Trước Sau
Jungkook lanzó una mirada al pelirrojo pero éste fingió que no notaba la presión
de aquellos profundos ojos oscuros sobre él y continuó caminando tras la chica
hasta pasar al interior de la habitación.
-Tenemos de todo por aquí- Hyuna señalaba los estantes de madera que
colgaban de las paredes laterales.
La habitación era ridículamente grande como todo en esa casa. Había una cama
decorada al mas puro estilo victoriano, alfombra que cubría casi todo el suelo, el
techo estaba acondicionado con ganzuas y demás soportes para cadenas y
cuerdas, había juguetes sexuales y un sinfín de elementos para el
sadomasoquismo que Jungkook en su vida había visto.
-¿Qué clase de Christian Grey es este tipo?- dijo entre dientes, sintiéndose cada
vez mas incómodo y molesto.
Jungkook recorrió al tipo con desagrado. Iba enfundado en una suave y delgada
bata de seda blanca con decoración en tonos dorados. El cinturón que le
ayudaba a mantener la bata en su lugar estaba demasiado flojo y pareciera que
en cualquier momento se abriría y dejaría al descubierto su cuerpo desnudo. El
hombre llevaba una botella de algún vino costoso en una mano y dos copas de
cristal fino en la otra. Sus ojos sostuvieron la mirada de Jungkook con malicia,
su lengua escurridiza asomó por entre sus labios mostrando la pequeña bolita
de metal que tanto le gustaba presumir.
-¿Te gusta lo que ves?- escuchó la voz ronca de Hyojong demasiado cerca.
Al alzar la mirada se encontró con los ojos dilatados del hombre viendolo como
si fuese un trozo de comida. Jungkook sintió un escalofrío.
-Puedes tocar si quieres- sonrió Hyojong.
-No, gracias- negó Jungkook pero su voz sonó mucho mas baja de lo que le
hubiera gustado, poco convincente.
-También tengo uno- exclamó Hyuna, bajándose la única prenda que le quedaba
en el cuerpo hasta enseñar sus partes y mostrar orgullosa el piercing que le
atravesaba el clitoris.
-Lindo- asintió cuando notó que la chica esperaba una respuesta de su parte.
Jungkook desvió la mirada hacia Taehyung tan solo para sentir que su polla
palpitaba cuando lo encontró enfundado en unas pequeñas alas de plumas
blancas. Los ojos del pelirrojo eran de pura emoción cuando pestañeo y sonrió
con fingida dulzura. Si, definitivamente ver a Taehyung era lo único que le
provocaba una erección casi al instante. El pelirrojo tenía algo que le provocaba
satisfacción y excitación con tan solo verlo.
-Eso debió doler- escuchó decir a Hyuna, pero ninguno de los dos giró hacia el
par de hermanos.
-¿Ya estás cansado?- dijo cuando notó que Jungkook permanecía muy quieto,
sudor cayendo por su rostro y un calor extraño emanando de él. -¿Kookie?-.
-Solo es un afrodisíaco, los hará sentir bien y les quitará el cansancio que
sentían- explicó Hyuna, al tiempo que se sentaba sobre las piernas de Hyojong
en un sofá cercano.
Taehyung no tuvo tiempo de responder, simplemente no podía pensar en otra
cosa que no fuera follar. Se sentía caliente y perdido. Quería placer, lo
necesitaba.
Sus ojos desenfocados trataban de buscar a Jungkook pero lo único que podía
ver eran manchas borrosas y la luz que los rodeaba le impedía abrir
correctamente los párpados. Sentía descargas de placer por todo el cuerpo, su
calor y el de Jungkook se mezclaban hasta que sintió que estaba nadando en un
mar de desagradable sudor en donde no sabía si era suyo o no. Pero no podía
obligarse a que le importara, la sensación de excitación era mucho mas fuerte
que la de desagrado o cualquier otra que pudiera tener.
Ni siquiera sintió en qué momento fue girado hasta terminar a cuatro, con el
rostro pegajoso estampado contra las sábanas frías, sintiendo el choque
obsceno del vientre de Jungkook contra su trasero. Sentía que algo le dolía pero
no tenía idea de qué. Era un dolor físico que terminaba por perderse bajo toda la
marea de placer constante. Se escuchó a si mismo llorando y gimiendo cuando
su próstata fue descaradamente embestida una y otra vez hasta que de pronto
solo fue consciente de sentir los chorros de su propio semen derramándose.
Cerró los ojos un instante después de eso y tan solo despertó quien sabe cuanto
tiempo después cuando sintió una respiración pesada sobre su cuello. Cuando
logró enfocar lo suficiente, notó el cuerpo de Jungkook sobre él, penetrando sin
descanso sobre su agotado cuerpo. Taehyung frunció el ceño y jadeo al notar su
polla aún erecta escurriendo tiras de algún líquido transparente que ya no podía
ser considerado semen.
39
Trước Sau
—No puedo creer que Yoongi nos haya traicionado– seguía diciendo.
Namjoon desvió la mirada hacía él, los ojos de su compañero eran adornados
por un par de círculos negros y profundos. Jamás había visto ojeras más
pronunciadas. Claro que la supuesta traición de Yoongi había tomado a todo el
departamento de crímenes especiales por sorpresa. Nadie había esperado que
Min Yoongi tuviera un pasado tan turbio. Por supuesto Seokjin se había
encargado de destapar los archivos "secretos" de Min para que no hubiera lugar
a duda de lo que ese hombre era capaz de hacer.
Y claro que los verdaderos traicioneros habían sido otros. La información oficial
que se le había dado a los medios de comunicación era que Min había sido
cómplice y partícipe en la muerte de algunas cuantas docenas de inocentes.
También se le había acusado de conspiración y ayudar a la fuga de peligrosos
criminales. Seokjin se había tomado muy en serio lo de querer hundirlo. Ahora
Yoongi era uno de los más buscados en todo Corea del sur.
—Hicieron la prueba tres veces para asegurarse. Ellos sabían que no iban a
durar mucho tiempo sin ser atrapados. Quizás consideraron una mejor idea el
morir juntos que ir a prisión o ser asesinados por alguien más–.
—Crees que fue suicidio– dijo Seokjin, aquello era una afirmación pero Namjoon
asintió de todos modos.
Tenía sentido, de verdad que lo tenía pero entonces... ¿Por qué sentía que no
era real? Tal vez sólo le parecía demasiado estúpido que esa "historia"
terminara tan rápido y abruptamente como había iniciado. Seokjin se arrepentía
un poco de haber intentado usar a ese par de dementes para asesinar a Yoongi.
Ahora esos dos no estaban pero había dejado con vida a quien probablemente
fuera un enemigo mucho más letal que Taehyung y Jungkook juntos.
—Nuestro negocio ilegal sigue a salvo, relájate por ahora– Namjoon sonrió con
malicia mostrando su par de hoyuelos y regresó a su escritorio, observando el
asiento vacío en el que solía ver a Yoongi casi siempre cayendo de sueño. Sus
ojos pasaron a su propio escritorio en donde encontró una pequeña caja de
cartón que antes no había estado, un paquete.
—¿Y esto?– quiso saber, dirigiéndose a Hoseok.
—Un repartidor lo dejo para ti– contestó Hoseok —me voy a casa, hasta
mañana–.
—¡No puedo!– se quejaba Taehyung —me duelen los pezones ¡ni siquiera
puedo usar ropa porque me arde!–.
Sería inútil tratar de hacer entrar en razón a ese chico así que la única solución
sería volverse nómadas y andar por ahí asesinando gente en el camino o cosas
así. Jungkook era más del tipo que sentaba cabeza pero no había más opción,
pensó al tiempo que seguía los movimientos de Taehyung quien ya estaba de
rodilla frente a él preparándose para darle un trabajo oral.
Otra cosa que Taehyung necesitaba controlar era su apetito sexual, el pelirrojo
quería hacerlo prácticamente a todas horas, en todos lados e incluso con quien
fuera. Si Jungkook no era capaz de ponerla dura o se negaba a satisfacerlo
Taehyung buscaba a alguien más y cuando era atrapado siendo infiel se ponía a
llorar. Jungkook siempre terminaba castigandolo y masacrando a la otra persona
involucrada pero no podía hacer lo mismo cuando se trataba de Hyuna. Apenas
unas horas antes los había atrapado en una situación comprometedora y por
supuesto había tenido que mantener la calma. Empezaba a considerar la idea
de cortarle el pene a Taehyung para que dejara de pensar con la polla en lugar
de usar la cabeza.
—¿Por qué? Hyuna noona dijo que podíamos quedarnos siempre y cuando...–
Taehyung se sacó el miembro de Jungkook de la boca para hablar y restregó su
mejilla contra el mismo antes de detenerse.
—Celoso– se burló.
—También te amo y era broma, tu polla es dulce casi tan dulce como tú– el
pelirrojo se acercó para darle otro beso —¿cuándo nos vamos?–.
40 : Final
Trước Sau
Jimin frunció el ceño y abrió lentamente los ojos sintiéndose tan drogado como
de costumbre. En ese lugar lo tenían bajo la influencia de drogas controladas
para mantenerlo tranquilo. No sabía cuánto tiempo había pasado o cuántas
veces lo habían golpeado y obligado a tener sexo pero tampoco es como si le
importara demasiado. De hecho prefería seguir inconsciente por los
medicamentos, al menos podía dormir y no sentir la lentitud del tiempo al
transcurrir.
Sintió que alguien lo ponía en pie. Se dejó llevar como una muñeca de trapo,
sus pies no se movían por su propia cuenta. Sentía el piso frío del corredor
mientras un par de manos grandes y rasposas lo dirigían. Conocía al hombre
que lo llevaba su apellido era Lee y solía tocar a todos los pacientes de ese
manicomio. Había ido a visitar a Jimin la primer noche cuando recién llegó, Lee
casi había perdido la oreja cuando éste le tiró un zarpazo directo. Aún así
algunos días después cuando Jimin ya estaba lo suficientemente ido por los
medicamentos el tipo había regresado y terminado con lo que había iniciado esa
primer noche.
Ahora Jimin apenas y podía recordar. Sus ojos se enfocaron en la mujer bajita y
rellenita que caminaba al frente dirigiendolos. Ella tenía un nombre extraño pero
lo había olvidado. Recordaba haberse reído del nombre la primera vez que lo
escuchó, ahora no era capaz ni de sonreír un poco.
De pronto sintió que lo dejaban caer sobre una silla fría e incómoda. Se sintió
ligeramente mareado debido a la intensidad de la luz bajo la que estaba ahora,
usualmente su habitación era oscura y siniestra. No pudo enfocar la mirada,
todo era brillante hasta el punto de volverlo ciego.
—No entiendo...– Jimin sentía la boca y labios secos, su mirada era baja pues la
luz lastimaba sus ojos.
Sintió que la otra persona se movía y de pronto una mano delgada y cálida lo
obligó a alzar la cabeza debidamente.
—¿Qué mierda te pasó?– escuchó decir —solías estar tan lleno de vida... Aún
recuerdo la fotografía en el archivo de tu desaparición–.
Jimin abrió los ojos, el color verde deslumbraba más de lo que debería y no fue
capaz de enfocar nada, así que volvió a cerrarlos. Tenía sueño.
—Kim Taehyung y Jeon Jungkook...– dijo el otro hombre.
Hubo silencio hasta que sintió la misma mano de antes sobre la suya. Ésta se
movió hasta poder darle algo.
—Confío en que sabrás como usarlo– sintió una palmadita en su puño ahora
cerrado, sosteniendo algo —si lo logras te estaré esperando esta noche detrás
del edificio–.
Jimin sintió que la mesa se movía cuando la otra persona se puso en pie y
caminó hasta detenerse a su lado. La misma mano apretó su hombro y una
respiración cálida barrió sobre su oído cuando el hombre le murmuró algo.
Las palabras hicieron que los ojos de Jimin se abrieran de nuevo, ésta vez con
más amplitud que antes. Parecía un poco más consciente ahora cuando giró a
ver al peliverde pero éste ya había avanzado hasta salir de la habitación donde
habían estado hablando. Jimin frunció el ceño y fijó la mirada en la pequeña
bolsa de plástico que tenía en su puño. Reconoció una especie de polvo,
cápsulas de líquidos en tonos verdes y azules y una diminuta navaja no más
grande que su dedo meñique.
—Gracias, osito gruñón– sonrió, repasando las palabras en su mente una y otra
y otra vez.
Había pasado mucho tiempo desde que Jimin se había sentido tan despierto y
consciente. Por supuesto que quería venganza, lo anhelaba más que nada en el
mundo. Ese par de dementes habían arruinado su vida. Él tenía un gran futuro
por delante, sería un químico reconocido, ganaría premios a nivel mundial, haría
sentir orgullosos a sus padres y le daría felicidad a su hermana. Tenía tantas
cosas que le habría gustado hacer y todo se fue al carajo cuando esos infelices
se cruzaron en su camino. Claro que quería venganza, ahora todo era claro y no
entendía como había sido tan estúpido como para haber llegado a encariñarse
con Taehyung y peor aún haber llegado a enamorarse de él.
—Te arrepentirás de no haberme elegido a mi, Kim Taehyung– soltó con rabia
una vez que escupió la bolsa de plástico.
Primero tenía que acabar con lo que Taehyung más quería y la respuesta a eso
era obvio.
Epílogo
Trước Sau
—¡Cállate! Voy a matarte y follaré tu cuerpo mientras aún esté tibio– respondió
Jungkook igualmente cerca.
Taehyung rió con más fuerza mientras las palabras hacían eco en la solitaria
noche, apenas podía ver algo, hacía frío y quería tener sexo con Jungkook
pronto pero en cambio estaba ahí siendo cazado por Jimin. Su noche se
halloween no podía ser más perfecta.