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Todo el mundo ve lo que aparentas ser, pocos experimentan lo que realmente eres.

En el número 33 de Chou en los suburbios de Seúl vivía un monstruo, pero


nadie lo sabía.

Oculto bajo la fachada de un simple ciudadano promedio intachable, respetuoso


y honesto Jeon Jungkook podría fácilmente ser considerado el hombre perfecto
ante los ojos de la sociedad, una sociedad que evidentemente no veía más allá
de aquella sonrisa tímida y “bondadosa”.

Claro que era un hombre común y corriente, salvo por el pequeñísimo gran
detalle de ser un metódico y casi perfeccionista asesino. Pero bueno, para él era
simplemente un pasatiempo cualquiera como coleccionar estampas o ir de
pesca pero mucho más interesante que los anteriores. Y es que no había nada
más relajante que ver el rostro aterrado de un joven chico segundos antes de
morir o escuchar la forma suplicante en la que ruega por su vida mientras el
dolor de la tortura se abre paso a través de sus venas y lo único que deseea es
que todo se detenga.
Pero eso es ser demasiado poético, incluso para alguien como Jungkook, por lo
que es necesario agregar que simplemente lo hace por diversión.

El otoño de ese año no sólo había llevado consigo el frío, las lluvias y la neblina
intensa sino además la llegada de un tierno y adorable joven a las puertas de su
casa, como si alguien hubiese decidido simplemente servirlo en bandeja de
plata.

De pie frente a él se encontraba un rubio de piel acanelada, mejillas cinceladas,


ojos expresivos y sonrisa geométrica que captó su atención en apenas un
segundo. Jungkook jamás había conocido la definición de perfección y pureza
hasta que sus ojos lo encontraron.

—¡Buen día, mi nombre es Taehyung y vengo a ofrecerle una propuesta que no


podra rechazar!– canturreó el chico sin dejar de sonreír, apretando un par de
folletos entre sus manos.

Taehyung.

Incluso su nombre era bonito. Parecía tan tierno, adorable e inocente. Jungkook
debía, necesitaba corromperlo, tomarlo y destruirlo de todas las formas
humanamente posibles. Lo deseaba tanto que incluso estaba temblando.
Taehyung sonreía tímido y nervioso, sus ojos eran un reflejo de alma puritana y
Jungkook decidió que ese muchacho sería su próximo juguete favorito.
—Entonces, ¿desea donar para la causa?– preguntó inseguro luego de haber
soltado toda la propuesta.

Jungkook ni siquiera había puesto atención a lo que fuera que hubiera dicho
aquel joven, simplemente sonrió de la manera amable que tanto lo caracterizaba
y soltó el dinero sin pensarlo. Taehyung sonrió emocionado y agradeció una,
dos veces dando rápidas reverencias y se marchó tan rápido como había
llegado.

Y a partir de ese momento, Jungkook lo siguió, acechó y posteriormente cazó.

No fue difícil en realidad. Taehyung resultó ser un chico excesivamente


despistado, aunque claro, aquello era parte del encanto que Jungkook se
encargaría de destrozar.

Vivía en una casa pequeña acompañado únicamente por un pez dorado y


mucha comida chatarra. Tenía una rutina diaria como cualquier otro chico y la
confianza de dejar las ventanas descuidadamente abiertas.

Perfecto. Era perfecto para Jungkook.


Taehyung se removió en la cama sintiendo algo extraño. Era el tipo de
sensación que recorría tu cuerpo cuando sientes que alguien te observa. En
medio de el sueño deseó abrir los ojos pero no pudo y en cambio frunció el ceño
y se giró nuevamente sobre la cama hasta quedar boca arriba.

Algo lo había despertado. Un sonido. El sonido de la madera del suelo crujiendo


ante el peso de una persona al caminar. Alguien se movía cerca de él.

Apretando los puños y removiéndose inquieto, finalmente abrió los ojos.


Parpadeó lentamente intentando enfocar algo en la oscuridad y le pareció ver a
alguien de pie a lado de su cama sonriéndole de oreja a oreja.

Aturdido, alzó la mano hasta encender la lámpara a lado de su cama. Giró de


regreso pero no había nadie allí, en cambio logró divisar la puerta de su
habitación cerrándose muy lentamente.
—¿Hola?– incluso él mismo se sintió estúpido cuando habló con voz ronca y
pesada pero dejó de parecerle tonto cuando sin duda recibió una respuesta.

Quizás aún estuviera medio dormido pero si que había escuchado a alguien
responder... ¿O no?

Giró en busca de su celular, el reloj apuntaba las 11:27 p.m y el silencio en el


vecindario sólo ayudaba para que fuera más fácil escuchar sonidos de todo tipo.
Sintió que estaba algo paranoico cuando incluso le pareció escuchar a alguien
silbando muy cerca.

Decidió salir de la cama sólo para confirmar. Lanzó una mirada al corredor pero
no escuchó otra cosa más que silencio. Quizás en verdad estuviera
enloqueciendo, pensó mientras regresaba a la cama y permanecía sentado a
orillas del colchón esperando cualquier otro movimiento pero nada ocurrió.

Finalmente suspiró y seguidamente bostezó para caer sobre su lugar y estirarse


cual gato. Mientras él se removía nuevamente intentando conciliar el sueño,
Jungkook permanecía bajo la cama esperando a que su pequeña presa volviera
a dormir.

Duerme... Duerme, pensaba al tiempo que lo escuchaba acomodarse y suspirar.


Las manos de Jungkook giraban el cuchillo de cazador de punta curva con
suavidad. La paciencia siempre era algo que lo caracterizaba pero con alguien
como Taehyung era difícil mantener la compostura. Le cruzó por la mente
enterrar el cuchillo hasta atravesar el colchón y destrozarle el torax en repetidos
movimientos, imaginaba la sangre tíbia y deliciosa derramándose sobre las
sábanas, filtrandose por la cama hasta escurrir para caerle en el rostro. ¿Qué
sabor tendría? ¿Qué expresión pondría aquel hermoso rostro? Su cuerpo
hormigueo.

Paciencia... Paciencia muy pronto sería suyo.

Jungkook se movió entre la espesa neblina que había caído sobre Seúl esa
mañana. Taehyung caminaba de regreso a casa tras un largo día en la
universidad, escondiendo el rostro bajo el cuello de su chaqueta y las manos en
los bolsillos, tenía la sensación de que alguien lo seguía. Haciendo una mueca,
aceleró el paso cuando divisó la fachada de su casa, decorada en clásicos y
llamativos ornamentos al más puro estilo halloween occidental. Con telarañas de
algodón cayendo por los bordes, calabazas mal talladas y un esqueleto de
plástico pegado a su puerta.

Llegó hasta ahí y se detuvo con las llaves en mano. Alcanzó a divisar a través
del reflejo de su ventana a un hombre caminando detrás de él por lo que giró de
inmediato para posteriormente suspirar aliviado cuando el hombre siguió recto,
trotando hasta alejarse, parecía un simple corredor enfundado en ropa
deportiva.

—No seas tonto, Taehyung– se reprendió a si mismo.

—Pobre pequeño ingenuo– se burló Jungkook, espíandolo desde el otro lado de


la calle —esta noche tendrás visita– dijo entre dientes y soltó una risita
satisfecha cuando vio al rubio pasar al interior de su pequeña casa.

Una tormenta sorprendió a la comunidad esa noche. El viento era helado y la


lluvia caía cacheteando el rostro con intensidad. Taehyung observaba desde la
seguridad de la sala de su casa la manera en la que las copas de los árboles se
agitaban violentamente y los relámpagos caían iluminando los gnomos de caras
distorcionadas que su vecina del frente había colocado en su jardín dándole un
toque terrorifico.
Con una taza de chocolate caliente en una mano y el periódico dominical en la
otra, Taehyung leyó pacificamente el encabezado.

“Encuentran cuerpo de hombre decapitado, las autoridades siguen en la


búsqueda de la cabeza extraviada”.

Pero leer ese tipo de cosas en vísperas de halloween nunca era sorprendente.
Algo tenía octubre que sacaba lo peor de las personas y muchos creían que era
el mes perfecto para cometer ese tipo de cosas. Taehyung leyó el resto de la
noticia hasta que las luces de su casa se apagaron de golpe y permaneció en
tinieblas.

El rubio dejó su taza de chocolate y el periódico a un lado y caminó más cerca


de la ventana donde el viento aún batía feroz e incansable. Se sorprendió al
notar que el resto de casas en el vecindario aún tenían luz, el problema era sólo
en la suya.

Extraño.

Se dispuso a ir en busca de linternas que pudiera usar pero detuvo sus


movimientos en cuanto el sonido de una puerta siendo abierta llamó su atención.

El sonido de la lluvia aumentaba gradualmente lo que hacia más difícil escuchar


con mayor atención, aún así se mantuvo inmóvil y atento. Escuchó el chaquido
típico de las bisagras al abrir y cerrar una puerta y se impulsó al frente hacía la
entrada principal encontrandola cerrada y asegurada. Giró entonces hacía la
cocina para revisar su puerta trasera y retrocedió ligeramente al encontrarla
medio abierta, con el viento haciéndola menear y golpear contra la pared.

Con la luz destellante de los relámpagos que se filtraba hasta ahí, logró divisar
huellas de lodo de alguna especie de bota estilo militar que entraban a su
cocina. Las siguió con la mirada hasta darse cuenta que iban justo hasta donde
él se encontraba en pie.

—¿Dulce o truco?– sopló una voz sobre su cuello.

Taehyung giró justo a tiempo para sentir como la persona detrás le enterraba
algo dolorosamente punzante en el cuello que lo hizo caer de rodillas. Con la
mano temblorosa, se sacó un dardo incrustado cerca de la carótida y jadeó al
sentir el aire pesado que se filtraba a sus pulmones. Alzó la mirada sólo para
encontrarse con una mascara de conejo blanco de sonrisa amplia y ojos vacíos
viendolo en el suelo, medio encorvado en su dirección. Podía escuchar la
respiración irregular de la otra persona, o quizás era su propia respiración. En
realidad no tuvo tiempo para pensarlo cuando ya estaba perdiendo la
consciencia.
Taehyung despertó con el sonido de metal rozando metal y el penetrante olor a
desinfectantes.

Abrió los ojos lentamente intentando adaptarse a la molesta luz blanquecina que
chorreaba directo sobre su rostro provocándole una ceguera momentánea. Lo
primero que vio fue un aro blanco frente a él; una lámpara de quirófano.

Intentó moverse. El sonido de una cadena metálica lo hizo parar y lanzar una
mirada alrededor. Tenía muñecas y tobillos atados, su quijada se sentía tiesa
debido a una mordaza con esfera en cuero negro que tenía atado a su rostro. Se
agitó ligeramente haciendo que su desnudo cuerpo chocara contra la cama de
acero inoxidable a la que se mantenía atado.

La realidad lo golpeo enseguida y lanzando miradas alrededor reparo en que se


encontraba en una habitación bastante peculiar. De paredes blancas y
acolchadas, daba la impresión de ser una de esos cuartos de manicomio donde
arrojan a los enfermos para evitar que se auto lesionen. Esta habitación en
cambio, tenía repisas a los alrededores con diversos frascos, herramientas y
utensilios quirúrgicos. El lugar era grande y tenía cámaras de seguridad
colgando en cada esquina sin dejar un sólo pedazo de la habitación sin
vigilancia.

Taehyung se removió incómodo. Sentía el cuerpo pesado y el corazón


acelerado mientras las imágenes previas a su perdida de consciencia le
regresaban a la mente. Primero creyó estar soñando pero empezó a dudarlo
cuando el sonido de pasos acercándose por una puerta de metal parecida a la
de una bóveda se escucharon.

Un hombre alto, músculoso y de cabello oscuro apareció casi de inmediato. Sus


miradas se encontraron y Taehyung tuvo la sensación de haberlo visto en otra
parte.

—Buen día– saludó Jungkook con formalidad.

Taehyung lo observaba con ojos muy abiertos pero no era la expresión asustada
que buscaba. Analizó al rubio por un momento antes de girar alrededor de la
cama metálica que lo custodiaba. Presionó un pequeño botón a un costado y al
instante la cama de acero empezó a extender su tamaño.

Taehyung se removió cuando sintió que las cadenas que lo ataban a la cama se
tensaban tirando de sus extemidades hasta el punto de ser doloroso.
Sintió sus huesos crujir y sus dientes castañearon sobre la esfera roja de la
mordaza cuando dejó salir un gemido agudo de dolor y entonces la cama dejo
de abrirse.

—Perfecto– asintió Jungkook y se alejó para buscar algo más.

Taehyung respiraba con dificultad, el dolor de sus cartílagos siendo restirados y


sus músculos tensos mantenían su atención hasta que el olor a fuego lo trajó a
la realidad.

Giró en busca de su captor a quien encontró de pie junto a un pequeño horno


con brazas de carbón ardiendo en su interior y una barra de hierro sólido en la
mano. Lo estaba calentando.

Taehyung intentó hablar pero la mordaza no se lo permitió y en cambio un


chillido desconcertado salió de su boca.

Jungkook le lanzó una mirada tranquila y serena y apuntó con una mano hacía
arriba mientras con la otra movía el hierro.

—Estarás en la colección muy pronto– dijo.

Taehyung siguió el dedo que apuntaba y se sorprendió al notar toda la parte


superior de la habitación llena de recuadros. Tardó un momento en reparar en
que cada cuadro tenía un trozo de carne humana conservada y marcada con
extrañas cicatrices de quemadura en donde se alcanzaba a leer dos únicas
letras; JK.

Había alrededor de treinta recuadros expuestos a manera de trofeo muy


ordenadamente. Taehyung escuchó las brazas de carbón crepitando antes de
que la puertita del horno fuese cerrada y su captor alzara la barra de hierro
ardiente mostrando aquellas mismas letras rojizas; JK.

Se tensó cuando Jungkook avanzó hasta él a paso medido y con los dedos
tanteó un lugar cerca de su abdomen.

—Suave– dijó mientras tocaba la piel expuesta y Taehyung se tensó —habrá


que corromperla– sonrió.

Taehyung no tuvo tiempo de pensar cuando el dolor rasgó sus entrañas al sentir
el ardiente metal quemando y marcando su piel. Gritó atráves de la mordaza y
sus ojos se llenaron de lágrimas, su cuerpo tembló incapaz de moverse atado en
esa posición. Sus dientes mordieron la esfera en su boca con fuerza antes de
que el metal fuera retirado.

Jungkook limpió la marca.

—¿Te gusta?– dijo con lentitud.


Taehyung alzó la mirada a través de sus ojos lagrimosos y lo observó,
tembloroso y agitado.

—Ahora eres mío– suspiró Jungkook y se inclinó para acariciar la mejilla del
rubio —bienvenido– murmuró en voz baja antes de dar una pequeña bofetada a
su invitado especial. —Ahora quiero que juguemos–.

Taehyung suspiró aliviado cuando su captor presionó otro de los botones y la


cama empezó a regresar a su tamaño normal hasta que el cuerpo de Taehyung
pudo caer sin forma sobre el frío metal. El dolor en la quemadura había pasado
a ser un ardor horrible y su mandíbula se sentía cada vez más tiesa.

Sintió al pelinegro moverse hasta sus piernas en donde colocó un par de


soportes para separarlas, parecían esas cosas que usaban los ginecólogos para
revisar a las mujeres o cuando estaban en trabajo de parto. Taehyung se tensó
cuando vio el rostro del pelinegro inclinarse al frente hacía su intimidad y
posteriormente un dedo se deslizó hasta su entrada provocando ardor ante la
intromisión.

—Virgen– murmuró Jungkook tras mover un poco el dedo y retirarlo —habrá que
cambiar eso–.

Taehyung tiró de las cadenas e intentó cerrar las piernas cuando notó al
pelinegro sacando un enorme dildo de uno de los tantos estantes.
—Lo compré especialmente para tí, no te preocupes– dijo con sorna —¿sabes?
La primera vez siempre es dolorosa– advirtió con una sonrisa —pero justo eso
es lo que buscamos, el dolor–. Se colocó en las piernas de Taehyung
nuevamente.

Taehyung se removió y chilló. No había manera de que esa cosa le entrara y


menos aún sin prevía preparación, eso era de sentido común.

—Abre grande– Jungkook sonrió ladino.

◼◼◼

Hubo un chasquido y luego toda la extensión del dildo de silicón se abrió paso al
interior de Taehyung dejando un horrible dolor ardiente en sus paredes internas.
Enroscando los dedos de los pies y jadeando ligeramente se encontró a si
mismo temblando y retorciéndose sin ser capaz de moverse.

—Muy apretado– suspiró Jungkook y observó el rostro de su presa pero no


encontró el gesto de dolor desagradable que buscaba y eso lo frustró.

Sus ojos divagaron hasta el miembro medio duro de su rubio y sintió aún más
frustración pero no se dejo desanimar por algo como eso y empezó a mover el
dildo dentro y fuera de Taehyung, asegurándose de imponer un ritmo rápido y
desigual.

No podía estar pasando eso, se repetía Taehyung cada vez que el juguete
sexual golpeaba violentamente hasta el fondo y salía de su interior para volver a
repetir. Los movimientos eran forzados y el ardor horrible cada vez que la
extensión de silicón se deslizaba haciendo fricción. Sintió a su captor mover el
dildo en círculos y golpear la famosa próstata en su interior. Hubo un hormigueo
que recorrió su cuerpo y luego un golpe de placer entremezclado con dolor.
Jungkook repetía los movimientos hasta que de pronto se detuvo por completo.

—Estás... ¿Gimiendo?– preguntó en una especie de reclamo —¡no se supone


que disfrutes de ésto!– gritó y embistió el dildo con más fuerza arrancando un
grito ahogado. —Maldita sea...– masculló entre dientes cuando notó el pene
ahora totalmente erecto del rubio pero entonces sonrió —apuesto a que quieres
correrte, lástima–.

Caminó hasta el estante de donde había sacado el dildo y regresó con otras dos
cosas. Taehyung apretó los dientes sobre la esfera roja de la mordaza cuando el
dildo fue removido de su interior para ser sustituido por un vibrador. Gimió ronco
cuando el vibrador empezó a moverse en su interior dejando aquel leve zumbido
caracteriztico. Luego alzo la mirada para ver el segundo objeto en manos de su
captor.

—Respira hondo– sonrió ladino alzando el delgado tapón de uretra.


Eso si dolería, pensó Taehyung y antes de poder prepararse sintió la cálida
mano de su captor sujetándo su pene antes de introducir muy lentamente el
dilatador de metal hasta que sólo el anillo estuvo fuera, justo en la punta
adornando su necesitado miembro. No había sido tan doloroso como imaginó
pero supo que lo sería cuando la necesidad de eyacular creció en su interior y
se vio obligado a retenerla.

—Bien, buenas noches– se despidió Jungkook haciendo que los ojos de


Taehyung se abrieran sobresaltados.

Con mucha paciencia y lentitud, Jungkook apagó las luces de su pequeña sala
de juegos dejando en completa calma el lugar. El vibrador seguía encendido en
el interior de Taehyung y el tapón de uretra se mantenía clavado, imposibilitando
su liberación.

Taehyung tomó aire a través de la mordaza, soplando y conténiendo las quejas


cuando permaneció en la oscuridad. La desesperación subió por su garganta,
movió las manos intentando llegar a su miembro erecto, necesitaba terminar.
Fue imposible y en ese momento supo que sería una noche muy larga.
Con una taza de café en mano y mucha naturalidad, Jungkook entró esa
mañana a su cuarto de torturas y encontró al rubio con expresión destrozada en
la cama de acero. Su erección se mantenía apenas, el vibrador ya no
funcionaba y el líquido contenido se alcanzaba a filtrar apenas un poco a través
del dilatador.

—Te ves horrible, Taehyung– mencionó pero el rubio ni siquiera parecía


escucharlo.

Se acercó a él y recorrió su rostro, tampoco era la mirada aterrada que buscaba.

¡¿Por qué no estaba llorando y suplicando piedad como el resto?!

Era frustrante.

Jungkook abandonó su taza de café y desató a Taehyung quien temblaba y


jadeaba pesadamente. Lo llevó a rastras hasta la parte posterior de la habitación
y volvió a amarrarlo esta vez de las cadenas que colgaban del techo reforzado.
El rubio abrió los ojos justo cuando sintió el vibrador ser removido de su interior
y la mordaza desapareció de su boca dejando un río de saliva espesa
acumulada en sus labios.

Jungkook propinó un golpe en sus costillas cuando lo escuchó suspirar aliviado.


—Esto apenas empieza, estúpido– advirtió tomando su cuchillo de cazador de
punta curva.

Lo siguiente que Taehyung recuerda es estar sintiendo su piel siendo rasgada


justo en la zona donde la quemadura del día anterior se encontraba. Soltó un
ligero chillido que logró controlar entre dientes hasta terminar meciéndose, sus
pies no alcanzaban a tocar el suelo y sus hombros dolían.

—¿Quieres que saque esto?– preguntó Jungkook, apuntando al dilatador.

Taehyung asintió incapaz de hablar con cordura. Lucía agotado, medio ido y
demacrado pero no asustado, él no estaba llorando y pidiendo ser liberado, no
había gritado por ayuda apenas retirar la mordaza. Jungkook no entendía
porque no lograba sacar el terror de Taehyung. Quizás estaba siendo
demasiado blando con él, tal vez necesitaba cortarle una pierna a ver si
reaccionaba, quizás debía sacarle los dientes uno por uno, luego las uñas y
dárselas de comer.

Por su mente atravesó una y mil torturas más pero incluso con ello, dudaba que
Taehyung reaccionara.

Tal vez sólo era algo estúpido y más lento que los demás.
—Me sacas de quicio– replicó entre dientes y tomando el anillo del tapón, lo
retiró provocando que el cuerpo de Taehyung se arqueara y su semen saliera
disparado en todas direcciones.

Jungkook retrocedió ligeramente, la corrida de Taehyung continuaba y el rubio


gemía y suspiraba entrecortadamente mientras se retorcía haciendo tintilear las
cadenas que lo suspendían en el aire. Su cara era de puro placer.

—¿Por qué no tienes miedo?– preguntó entre dientes antes de darse cuenta de
que verlo de esa manera lo había puesto duro. —Imposible– se negó a aceptar
que tenía una erección en sus pantalones con sólo ver a un chico corriéndose.

Taehyung soltó un suave ronroneo cuando finalmente su eyaculación paró y lo


único que quería era dormir pero Jungkook tenía otra idea en mente.

El rubio parpadeó aturdido cuando escuchó la cremallera de un pantalón siendo


abierta y entonces notó a su captor sacando su duro falo entre sus manos. Se
sacudió pero aún así Jungkook lo tomó por los muslos obligándolo a abrir las
piernas y lo penetró sin previo aviso. Taehyung sintió el dolor en su recto y
ahogó un grito cuando sus paredes se extendieron para tomarlo y
posteriormente succionar.

—No actues como si se sintiera bien– reclamó Jungkook pero aún así su mirada
se mantenía fija en el rostro de Taehyung y la manera en la que parecía disfrutar
la penetración.
El rubio ni siquiera era cien por ciento consciente de lo que ocurría cuando las
caderas de su pelinegro captor empezaron a embestirlo con fuerza haciendo
que su cuerpo se agitara de arriba hacía abajo en el aire. Aquello parecía más
una sesión de sadomasoquismo que una violación, pensó mientras se arqueaba
y lo tomaba.

Jungkook frunció el ceño, cualquier otro ya estaría llorando suplicando por que
se detuviera. Una vez tuvo a un chico vómitando cuando le enterró el vibrador
pero Taehyung se adaptaba e incluso parecía querer más. Y Jungkook estaba
furioso pero al mismo tiempo disfrutó viéndolo retorcerse y esbozando muecas
cuando su próstata era taladrada.

Los dientes del rubio sujetaban sus labios para no gemir pero llegó un punto en
el que le fue imposible y terminó enroscando las piernas alrededor del cuerpo de
su captor y se movió con él para encontrar las embestidas.

—¿Por qué siento que el violado estoy siendo yo?– escuchó murmurar a
Jungkook y Taehyung soltó una risita.

El pelinegro se tensó visiblemente cuando sus ojos se alzaron encontrándose


con la sonrisa cuadrada que recordaba haber visto aquel día cuando abrió su
puerta y Taehyung estaba ahí todo bonito y adorable. Y seguía viéndose
increíblemente adorable incluso ahora que tenía un pene entrando y saliendo de
su interior.
Jungkook se estemeció sintiendo algo desconocido en el cuerpo cuando decidió
liberar las ataduras de Taehyung y sostenerlo con fuerza. Los brazos del rubio
se sentían adormecidos cuando los dejó caer sobre los hombros de su captor y
se sostuvo de él. Estaban regresando a la incómoda cama de acero, lo supo en
cuanto sintió la superficie fría contra su espalda.

Jungkook se acomodó entre sus piernas, alzándolas por encima de sus hombros
para posteriormente salir por completo de su interior. Taehyung agachó la
mirada justo a tiempo para ver como Jungkook se colocaba un anillo para pene.
Sus ojos se agrandaron, se aferró a la superficie de la cama cuando
nuevamente se enterró en él ahora rasgando su piel ante la ferocidad del
impulso en la penetración.

El ritmo se convirtió en algo doloroso cuando la cama de acero se agitó y el


cuerpo de Taehyung se sintió medio partido en dos. Las embestidas eran
rápidas y cortas, molían su próstata y estimulaban sus sensibles paredes
internas con ayuda de la textura del anillo para pene. Sintió que perdía la
consciencia justo cuando llegó al orgasmo dejándolo deshuesado.

Jungkook se estresó.

—¡Deja de disfrutarlo!– ordenó y tomó el cuello de Taehyung entre sus manos


hasta apretar duro y firmemente.

La respiración del rubio se cortó mientras su cuerpo seguía agitándose en olas


de placer post orgasmo y el falo que lo penetraba seguía su recorrido en su
interior. Arañó las manos que lo asfixiaban intentando mantener la cordura pero
le fue imposible, perdía fuerza rápidamente y supo que no había mucho que
pudiera hacer cuando sus ojos se cerraron y ya no fue consciente de lo que
ocurría a su alrededor.

Jungkook salió de esa habitación dejando a Taehyung derrumbado en el suelo y


el mejor orgasmo de su vida aún haciéndolo temblar ligeramente en réplicas. Le
parecía una mala broma el siquiera recordar que acababa de tener sexo con una
de sus presas, porque sí, eso era justo lo que acababa de pasar. No había sido
violación ya que Taehyung parecía de todo menos afectado e incluso antes de
quedarse sin aliento su rostro había sido de placer. Ahora Jungkook se sentía
sucio y asqueado. Era la primera vez que hacia algo como aquello. En todos sus
años como asesino respetable jamás se había tomado el tiempo para ponerse
duro y luego joder al chico en cuestión.

—Que horror– dijo con una mueca mientras se daba una ducha larga —y hasta
se lo metí sin condón– siguió reprendiéndose a si mismo.
Aquello había sido un error que no estaba dispuesto a dejar pasar, menos aún a
perdonar. Ese chico Taehyung lo había puesto en un punto en el que había
perdido la racionalidad pero no se repetiría. Debía eliminar al muchacho antes
de cometer alguna otra estupidez.

Su día transcurrió igual que siempre. Jungkook se aseguró de parecer el hombre


común y corriente que la gente creía que era y como todo hombre común y
corriente era su deber dar dulces en un día tan inútil como halloween. Seguir la
corriente al resto de las personas era sencillo. A la gente les gustaba el chisme
por lo que siempre estaban atentos cuando algo "anormal" ocurría en su
comunidad. Para no llamar la atención, Jungkook sonreía y era amable aunque
en el fondo quisiera matarlos a todos.

Salió de casa temprano para ir a su "trabajo" el cual en realidad no existía.


Jungkook ganaba plata vendiendo en internet pero eso no era algo que todo
mundo debiera saber. ¿Qué era la mercancía que vendía? Bueno, eso también
era un secreto.
Luego de fingir su rutina diaria y pasar a comprar algunos dulces para repartir a
los mocosos quejubrosos que fueran a tocar su puerta, decidió volver y
prepararse. Quizás enterrar algunos alfileres en los chocolates o envenenar los
caramelos no era tan mala idea, pensó.

El resto del día se la pasó ignorando la puerta que daba a su cuarto de juegos y
siguió actuando como el Jungkook de siempre. Cuando su timbre empezó a
sonar cada cinco segundos luchó por mantener su sonrisa inquebrantable de
hombre servicial y repartir dulces asegurándose de halagar los disfraces
ridículos.

—¿Y tú que eres?– preguntó a un niño que llevaba sangre falsa por todo el
rostro.

—Un asesino– respondió el pequeño y Jungkook rió para sus adentros.

—Eso si que da terror– asintió y sólo por eso dejo caer muchos más dulces en la
canasta de ese pequeño.

Las horas transcurrieron igual de aburridas pero Jungkook prefería que fuera así
o de lo contrario estaría desquiciado ante el hecho de que aún tenía a Taehyung
en su sótano.
—¡Buenas noches, señor Jeon!– saludaron un par de voces a coro.

Jungkook sonrió ampliamente cuando sus vecinos se acercaron a él. La


pequeña niña iba disfrazada de algo parecido a una mariposa e iba tomada de la
mano de su hermano mayor quien sonreía amable y adorablemente.

—¡Vaya, pero que linda!– sonrió Jungkook —¿eres una mariposa?–.

—Soy Butterfly de Pokemon– dijo ella como si fuese muy obvio.

—Últimamente sólo habla de Pokemon– el hermano mayor sonrió e hizo un


gesto de disculpa.

—Entiendo– Jungkook no podía despegar la mirada del lindo e inocente rostro


de su vecino.

Park Jimin era un chico sinceramente digno de destruir pero Jungkook había
estado evitándolo ya que vivían demasiado cerca el uno del otro. Una de sus
reglas era no tomar presas que vivieran cerca de su territorio pero empezaba a
creer que esa regla debía cambiar, por más osada que fuera la idea. Sin duda la
bonita piel de Jimin sería perfecta para ser marcada y torturada. Quizás fuera el
siguiente.
Cuando los hermanos Park se alejaron sonriendo, Jungkook decidió tomar un
descanzo y entró a la casa asegurando la puerta. Fue hasta su sala y resopló.
Mantener una sonrisa amable todo el tiempo era algo que lo hacia sentir sucio.
Se dejó caer sobre el sofá más amplio y antes de darse cuenta, se quedo
dormido.

Despertó horas más tarde ante el sonido de pasos en la cercanía. Sus ojos se
abrieron de golpe y al incorporarse se encontró en una profunda oscuridad.
Intentó encender la lámpara junto al sofá pero no funcionaba, trató con otra y
tampoco sirvió. Probablemente había sido un apagón, pensó cuando se puso en
pie y caminó hasta la ventana sólo para reparar en que toda la cuadra tenía luz,
excepto él.

Interesante, ésto se sentía familiar.

Dando la vuelta caminó hasta su vinoteca y tomó una de las botellas de vino
añejo que guardaba, la estrelló contra la esquina del mueble de madera
dejándola afilada en la punta. Caminó hasta la puerta de su sala de juegos y
justo como lo pensó, la puerta estaba abierta.

Sonrió medio frustrado.

—TaeTae, estoy seguro de que no quieres jugar éste juego conmigo– habló
fuerte y claro para que su voz fuera escuchada por toda la casa.
No obtuvo respuesta. Todo era silencio y serenidad pero estaba seguro de que
él seguía ahí en alguna parte de su casa.

—Como quieras– recalcó entre dientes y empezó a caminar alrededor en busca


de su pequeño rubio el cual creía haber dejado inservible el día anterior.

Se movió como un predador en cacería, deteniéndose ante cada pequeño


sonido y agudizando sus sentidos incapaz de detectar al hombrecito que quería
pasarse de listo con él. ¿Taehyung en verdad creía que podía ganar ese juego?
Vaya, el chico en verdad debía ser medio idiota.

En medio de la oscuridad y el silencio escuchó un fuerte estruendo en su cocina.


Moviéndose lento y cauteloso llegó hasta el lugar sólo para encontrarlo vacío. El
muy imbécil estaba jugando a las escondidas con él.

—Te estás metiendo con la persona equivocada– gruñó Jungkook entre dientes.

—No, TÚ te metiste con la persona equivocada– escuchó una voz a su espalda.

Jungkook sonrió y giró rápidamente lanzando un zarpazo al aire con la botella


de vino. Taehyung retrocedió riendo a carcajadas alzando el cañón de un arma
con silenciador en alto.
—¿De dónde sacaste eso?– preguntó Jungkook con sorpresa ya que él no tenía
ni un arma en casa.

—¿Dulce o truco?– soltó Taehyung sin dejar de reír.

—¡Púdrete!– Jungkook le arrojó la botella a la cara cuando dos zumbidos


rompieron el silencio y Taehyung se soltó disparando como demente por todo el
lugar.

Jungkook alcanzó a arrojarse detrás de la alacena y tomar uno de los cuchillos


de cocina desde ahí mientras escuchaba su vajilla siendo destruída por la ráfaga
de disparos y las carcajadas del rubio resonando por toda la casa. De pronto
todo se detuvo y utilizando el filo del cuchillo a manera de espejo, Jungkook
sacó la punta para alcanzar a divisar algo encontrándose con la enorme sonrisa
cuadrada de su rubio justo a unos pocos centímetros de donde él se encontraba
oculto.

Soltando una maldición, Jungkook intentó alejarse pero no fue lo


suficientemente rápido y el dolor de una bala penetrando su piel lo hizo sisear.
Aún así, brincó desde detrás de la alacena que lo mantenía oculto y tiró dos
zarpazos de su cuchillo al aire. Taehyung se tambaleó hacía atrás cuando uno
de los ataques le dio en la mano donde sostenía el arma.

Perdió el control por un momento y dejó caer el arma, lo siguiente que vio fue la
mano de Jungkook tomándolo por el cuello para estamparlo con fuerza contra la
pared y luego el cuchillo fue enterrado en su torso dos veces consecutivas.
Taehyung empezó a reír apesar del dolor. Jungkook apretó su cuello con más
fuerza antes de que una botella de pimienta explotara en su rostro haciéndolo
retroceder y entrar en un ataque de tos. Escuchó a Taehyung reír y brincarle
encima hasta tenerlo colgado a su espalda.

Jungkook se tiró hacía atrás estampando su cuerpo con fuerza contra los
muebles que lo rodeaban intentando sacarse a Taehyung de encima, el chico se
pegó a él como sangijuela, y entonces sintió un alambre de acero muy delgado
enredándose en su cuello.

—¡Tu cabeza es mía!– anunció Taehyung con voz adorable y apretó el alambre
con más fuerza intentando cortar la cabeza de un tirón.

Jungkook perdió la respiración en un segundo y sintió su piel siendo brutalmente


desgarrada por el filo del acero. Si seguía un poco más sin duda terminaría
muriendo. Con todo lo que pudo sacar de fuerza, dejó ir un fuerte golpe con su
codo sobre la quemadura que aún perduraba fresca en la piel de Taehyung. El
rubio liberó apenas un poco el alambre y fue suficiente para que Jungkook lo
tomara por el cabello teñido y se lo quitará de encima arrojándolo por el aire con
fácilidad.

La carcajada estrepitosa de Taehyung resonó luego de haber caído al suelo


sobre un montón de pedazos de vajilla de cerámica destruidos. Jungkook se
recuperaba sintiendo la sangre escurrir de su cuello cuando vio al rubio ponerse
en pie escupiendo saliva y con un pedazo de cerámica afilado en mano.
—Maldito...– masculló entre dientes, su voz sonaba desencajada debido a la
presión que había hecho el alambre al rasgar.

—Pareces asustado– se burló Taehyung y echó a correr hacía Jungkook con


intención de encajarle el pedazo afilado en el ojo.

Jungkook retrocedió tomando lo primero que encontro en su estufa; una sartén,


y se la arrojó a la cara a su atacante. Taehyung la esquivó por muy poco y se
tiró al frente haciendo caer a Jungkook. Rodaron por el suelo en medio del caos
mientras los fuertes brazos del pelinegro evitaban que Taehyung le encajara
cualquier cosa.

—¡No es gracioso si no te dejas lastimar un poco!– bufó Taehyung con irritación


al ver que sus intentos eran en vano, Jungkook era mucho más fuerte que él.

De alguna manera el rubio logró liberar una de sus manos y sacando algo de su
bolsillo, sonrió altanero.

—Dulces sueños– canturreó y encajó uno de los mismos dardos que Jungkook
había usado para dormirlo a él.

El pelinegro soltó un grito de frustración cuando sus manos empezaron a perder


fuerza.
—¡Hijo de...!– no pudo terminar la frase cuando ya había caído inconsciente.

Sentía algo caliente y escurridizo rondando por su bajo vientre. Jungkook quería
abrir los ojos pero no podía, sentía el cuerpo pesado. El cuello le ardía y tenía
un dolor agudo en donde el rubio idiota le había disparado.

Aquel pensamiento lo hizo estremecer y tuvo el mal presentimiento de que ahora


estaba a merced de dicho rubiecito. Sintió la cosa caliente y escurridiza rondar
su miembro y entonces una mordida en esa zona tan sensible. Abrió los ojos de
golpe e intentó incorporarse sin lograrlo. Unas cadenas lo mantenían atado a
una cama blanda llena de almohadas de personajes animados. Él conocía esa
habitación.

—¡Al fin!– Taehyung estaba sentado encima de él con sonrisa amplia y ojos
deslumbrantes.
Jungkook quiso escupirle en la cara pero no podía, tenía la estúpida mordaza
para variar.

—¿No estás feliz? Al menos yo no te tengo en una fea cama de acero– el rubio
hizo un puchero y se veía tan adorable que Jungkook deseó poder cocerle los
labios en una sonrisa eterna. —Bueno, ya que yo no tengo algo así como una
barra de hierro con mis iniciales entonces tendré que marcarte a la antigua–.

Jungkook frunció el ceño, no pensaba dejarse intimidar por una pequeña mierda
como esa.

—No te muevas– pidió Taehyung, alzando una cuchilla en alto para luego pasar
la hoja por la llama de una vela que tenía encendida sobre la mesita a lado de
su cama.

Jungkook observó en silencio hasta que Taehyung acercó la cuchilla a la piel de


su abdomen desnudo y empezó a tallar sus iniciales. Jungkook se tensó
apretando los puños pero no le dio la satisfacción de verlo retorcerse. Taehyung
terminó asegurándose de marcar muy bien el corazoncito a lado de la "T" y
sonrió satisfecho.

—Ah~ ya quiero tu cabeza en mi colección– suspiró acercando el alambre de


acero delgado que había usado para intentar degollarlo.
Jungkook lo vio sin mostrar un ápice de terror mientras su pecho subía y bajaba
en rápidas y cortadas respiraciones furiosas. Taehyung se puso en pie saliendo
de la cama y salió de la habitación, reapareciendo casi de inmediato con un
cráneo en manos.

—Este fue el primero– explicó, alzando su trofeo en manos —lo mejor de cortar
una cabeza cuando la persona aún esta viva es ver la forma en la que sus ojos
giran hasta quedar en blanco y su lengua salta fuera de su boca. Cuando
chorros y chorros de sangre empiezan a brotar como una fuente por todas
partes y sus quejas de convierten en silencio. Por eso prefiero cortarlo con esto
y no con una guillotina o cosas así, esas son más rápidas–.

Jungkook lo vio dar un beso al cráneo para luego empezar a jugar con el como
si la cabeza huesuda hablara.

—¿Sabes cómo hago para quitarle toda la piel sin que se maltrate el hueso?–
preguntó el rubio con orgullo.

Jungkook asintió.

—¡¿En serio lo sabes?!– Jungkook asintió de nuevo.

Incapaz de contener su curiosidad, Taehyung le quitó la mordaza al pelinegro


para que este pudiera hablar.
—La pones en agua a fuego lento y la coces, es fácil, es lo que yo hago–
resopló Jungkook.

Taehyung sonrió ampliamente y se veía hermoso el muy maldito.

—Me agradas– aseguró el rubio.

—Que lástima que no pueda decir lo mismo de tí–.

Taehyung hizo un puchero.

—Pero te agrada mi culo– dijo como niño pequeño y sacó la lengua dándole la
espalda a Jungkook como si estuviera haciendo berrinche.

Imposible que alguien como Jungkook terminara en manos de alguien como


Taehyung.

—Entonces ¿vas a matarme?– preguntó Jungkook con aburrimiento —porque si


no es así entonces súeltame, tengo que ir a 'trabajar'–.
—Quería torturarte primero pero no soy muy bueno en ello– Taehyung se movió
hasta subir a horcajadas sobre Jungkook abrazando el cráneo con una mano y
empezando a masajear el pene del pelinegro con la otra, aún con ese puchero
maldito.

Jungkook tensó la mandíbula cuando la mano cálida del rubio recorrió toda su
extensión desde la base hasta la punta en donde presionó con el pulgar
haciendolo gruñir.

—Me gustó cuando me metiste ésto, dolió y fue muy caliente– soltó una risita
boba —te veías... Salvaje–.

Jungkook no respondió, en cambio movió las caderas hacía arriba y embistió


contra la mano de Taehyung.

—Quiero cortarte la cabeza mientras me follas– suspiró el rubio con ojitos


deslumbrantes.

Jungkook pensó que eso habría sonado sexy si no implicara perder la cabeza.

Taehyung empezó a sacarse la ropa a tirones, Jungkook divisó las dos


cuchilladas que le había dado en los costados, la quemadura con sus iniciales y
varios hematomas que seguramente le había provocado. Pero sin duda lo que
más captó su atención fue el pene erecto y goteante.
—Eres un fácil– dijo para molestar pero en realidad su boca se hacía agua y su
miembro palpitaba.

Taehyung sonrió en lugar de sentirse ofendido y tomando posición se dejó caer


con fuerza enterrándose en el otro.

—¡Ahh, hijo de puta me vas a romper el jodido pene!– gritó Jungkook cuando su
longitud sintió el impacto de manera dolorosa y estuvo cerca de perder la
erección por el dolor.

Siguió maldiciendo pero no servía de nada, Taehyung sonreía y se movía


encima de él subiendo y bajando con movimientos rápidos y hambrientos, un
hilo de sangre corría desde la entrada apretada del rubio por todo el falo de
Jungkook. Seguramente se había rasgado por la manera estúpida en la que se
había dejado caer y más aún sin preparación pero viendo la cara de alegría que
tenía resultaba evidente que el dolor le provocaba placer.

Jungkook dejó de pensar tanto cuando Taehyung empezó a apretarlo con más
fuerza y empezó a embestir cada vez que el rubio bajaba. Taehyung hablaba
entre dientes murmurando cosas sin sentido, reía y por un momento Jungkook
pensó en qué tan cuerdo estaría ese chico que acariciaba el cráneo en sus
brazos.
—¡Se siente bien!– dijo, riendo a carcajadas, luego tomó el cráneo y lo hizo
mover la mandíbula —¡muy bien!– repitió en otro tono de voz como si hubiese
sido la calavera en sus manos quien hablara.

—Estás loco– rió Jungkook sin dejar de moverse para encontrar cada
movimiento del rubio.

—Gracias– sonrió Taehyung alejando su trofeo finalmente de sus manos para


luego tomar su alambre de acero —¿listo para ver las estrellas?– dijo, tensando
el fino alambre en sus manos.

Jungkook lo vio intentar rodear su cuello pero en un sólo movimiento él pudo


trozar la madera de la cabecera a la cual se encontraba atado en la cama y se
liberó sin mucho problema sacando un jadeo del rubio. Jungkook se incorporó
sentándose, las caderas de Taehyung aún se meneaban en leves sacudidas
intentando llegar al orgasmo.

—Salvaje– rió Taehyung —acabas de arruinar mi camita– hizo un puchero.

—Deja de ser tan dulce cuando estás intentando matarme– se quejó Jungkook.

—Bueno, soy un asesino dulce entonces–.

—Ponte a cuatro, te enseñare lo salvaje que puedo ser–.


Taehyung sonrió y se alejó para ponerse en cuatro obedientemente. Jungkook lo
tomó con fuerza de las caderas y lo penetró fuerte y violentamente, Taehyung
soltó un suspiro satisfecho y jadeó sorprendido cuando las embestidas tomaron
un ritmo despiadado en el que su recto era vilmente maltratado haciendo que la
herida que lo había rasgado se expandiera haciéndolo sangrar.

—Nadie me había dicho que esto fuera tan bueno– comentó entre gemidos y
risas.

—Quizás porque los decapitabas antes de dejar que hablaran– Jungkook no


podía creer lo agradable que estaba siendo conversar de esa manera mientras
prácticamente destrozaba al rubio intentando enterrarse más y más profundo en
él.

—Quizás– graznó Taehyung en una especie de grito-gemido-chillido bastante


agudo —me encanta halloween– y empezó a reír como idiota.
—¿No eres vendedor para obras de caridad?– Jungkook arqueó una ceja
mientras pasaba la mano por todos los cráneos que conservaba el rubio sobre
una de sus repisas.

—Sólo lo hago para poder conocer futuros blancos, si alguien me interesa hago
que me deje pasar a su casa y una vez ahí...– sonrió ampliamente —es
divertido. Ahora que lo pienso, ya te recuerdo, fuí a tocar a tu puerta pero no me
interesaste–.

—Vaya, gracias–.

—¡Ah, pero alguien de tu cuadra me llamó la atención!– recordó Taehyung —era


un chico como de mi edad, bajito y adorable con un culo enorme–.

—Park Jimin– asintió Jungkook.

—¡¿También lo tenías en la mira?!– Taehyung aplaudió emocionado —¡hay que


hacerlo!–.

—¿Ahora que estupideces dices?– Jungkook observó el té que Taehyung le


había servido con desconfianza.
—¡Vamos por ese chico!– insistió sin dejar de sonreír.

Jungkook arqueó una ceja ¿acaso le estaba pidiendo trabajar en equipo?

—No comparto mis presas– se cruzó de brazos.

Taehyung hizo un puchero.

Mierda, pensó Jungkook.

—Bien, pero yo lo torturare– cedió finalmente.

—¡Perfecto pero su cabeza es mía!– Taehyung chilló de emoción.


Extra-

Jimin tenía la sensación de estar siendo vigilado. Estar solo en casa y justo en
esa noche de tormenta no había sido buena idea después de todo. Decidiendo
que todo estaba en su cabeza y las miradas sobre él sólo eran una ilusión,
decidió asegurar las puertas e ir a la cama.

Fue hasta la puerta principal y cerró. Caminó hasta la puerta trasera y un


escalofrío lo recorrió al verla abierta de par en par. Había sangre en el suelo de
la cocina y agua de lluvia en forma de huellas que entraban al interior. La
cabeza de su perro estaba al centro de la barra de cocina con una manzana en
el hocico como una especie de broma de mal gusto.

Jimin retrocedió aturdido. El terror se alzó sobre él cuando de pronto ya estaba


arqueándose y vomitando.

—Lindo~– exclamó una voz burlona.

Alzó la mirada y observó a un hombre de pie a mitad del corredor con una
extraña máscara de tigre sonriente.

Jimin soltó un grito aterrado mientras intentaba llegar a la puerta trasera en


busca de ayuda pero antes de llegar una mano lo sujeto del cabello y lo azotó al
suelo.

—Te dije que fueras discreto ¡y lo primero que haces es poner la cabeza del
puto perro en la mesa! Tú limpiarás ésto– un hombre completamente vestido de
negro con una máscara de conejo estaba a su lado y sonaba molesto.
—¡Aw, pero Kookie hubieras visto su cara!– el chico de máscara de tigre se
quejó haciendo berrinche.

Jimin intentó arrastrarse por el suelo lejos de aquellos dos dementes, un pie
sobre su espalda lo hizo detenerse.

—Niño malo, Jiminie– canturreó uno de ellos —esto apenas empieza–.

—Por favor...– suplicó el chico mientras temblaba y pequeñas lágrimas


empezaban a rodar por sus mejillas.

—Sigue suplicando, nos gusta eso–.

Fin.

Segunda Temporada

Prólogo.

Jungkook despertó de su agradable sueño al sentir el movimiento en su cama.


Abrió los ojos en la oscuridad parcial de la noche y lo primero que vio fue la luz
de la luna reflejando sobre el filo de un largo y pesado machete sobre su cabeza
y una sonrisa retorcida. Apenas fue lo suficientemente rápido para moverse
antes de que el filo de la pesada arma cayera con fuerza sobre la almohada en
donde se había encontrado durmiendo segundos antes. Una nube de relleno de
algodón salió disparada al aire y una carcajada resonó en toda la habitación.

—¡Malditos reflejos de gato que tienes!– aplaudió Taehyung sin dejar de reír.

Jungkook había rodado fuera de la cama y ahora observaba de cunclillas en el


suelo y un poco desconcertado al chico rubio que apenas dos semanas antes
había sido su presa y en ese momento jugaba con el relleno de almohada
después de haber intentado asesinarlo... De nuevo.

Esas últimas semanas Jungkook había tenido que librarse de catorce intentos
de asesinato por parte de Taehyung. Al parecer el rubio siempre iba directo por
la cabeza, lo notó luego de la quinta vez que buscó ahorcarlo y no lo logró.

—Otra vez tú...– suspiró Jungkook y se incorporó —¿cuánto más piensas


destuir mi casa?– apuntó al machete clavado hasta los resortes de su cama.

—Pararé cuando logre tener tu cabeza en mi colección, tontito– Taehyung habló


como si fuera obvio.

Jungkook rodó los ojos y fue en busca de una playera para ponerse, se detuvo
frente al espejo de su habitación y vio con desagrado las cicatrices que
formaban el 'KTH' sobre su piel, y que ahora solo era líneas rosaceas. Alzó la
mirada y observó a Taehyung atraves del espejo sosteniendo un alambre de
púas en las manos. Alcanzó a darle un golpe con el codo en las costillas, el
rubio se dobló y rió.

—Debí haberte matado– dijo en voz baja.

A ese paso sin duda corría el riesgo de morir en manos del demente. Al parecer
Taehyung se tomaba muy en serio eso de tener una cabeza más en su
colección.

—¡Oye Kookie, tengamos sexo!– pidió el rubio tras recuperarse del golpe,
dejando los intentos de asesinato de lado.

—Púdrete– Jungkook le enseñó el dedo medio.

—¡Exacto, meteme ese pero acá!– Taehyung señaló su parte trasera con
entusiasmo.

Jungkook caminó al baño en busca de algo de privacidad en su propia casa,


aseguró la puerta y se sentó en el retrete a tomar un poco de aliento. Pasaron
solo cinco segundos antes de que la puerta se abriera de nuevo con una patada
que provocó que la perilla saliera volando.

—¡Joder, que dolor de cabeza resultaste ser!– gruñó en voz alta.


—No me gusta que me ignoren– el rubio hizo un puchero muy marcado, de
nuevo llevaba el machete en la mano, amenazante.

Jungkook no quería otra pelea como la de la última vez, su pobre cocina aún
seguía en reparación.

—Bien, bien– se rindió —ven acá y hazme una mamada– dijo con simpleza.

—¡Esta bien!– asintió Taehyung, dejando el machete a un lado y se acercó


hasta él muy contento —¿podemos hacerlo en la ducha después de eso?–.

—Bien– Jungkook solo pensaba lo raro que era.

—¿Puedo colgarte del tubo de la regadera después?– preguntó ilusionado.

Jungkook lo observó en silencio y extrañamente sonrió, quizás solo seguía


medio dormido.

—Tal vez... Solo si eres lo suficientemente rápido, fuerte y mejor que yo– lo retó.

Los ojos de Taehyung destellaron.


—Hecho– aceptó con una sonrisa geométrica bastante 'inocente'.

Jungkook tuvo que empezar la remodelación de su baño ese mismo día.

°•°•°•°•°•°

1.

Con el inicio de invierno y la llegada de las vísperas navideñas llegó también la


visita casi constante de Kim Taehyung a la casa con el número 33 en Chou,
Seúl. El rubio no sólo iba a intentar asesinar al dueño de la casa sino que
igualmente se aparecía para ver televisión, dormir, tener sexo y comer.
Taehyung vivía prácticamente con Jungkook, y empezaba a levantar tensión... y
sospechas.

—¡No, no, no y no!– Jungkook caminó rápidamente hasta él y de un sólo tirón,


hizo que Taehyung bajara los pies de su mesa de centro en la sala. —¡No!–
repitió, apuntando a Taehyung como si se tratara de un cachorro mal educado al
que tenía que reprender.

Taehyung frunció el ceño y sacando el bat de beísbol detrás de los


almohadones del sofá donde se encontraba recostado, dejó ir un golpe certero
que partió por la mitad la mesita en un estruendo.

—¡Si, si, si y si!– respondió como niño caprichoso.

Jungkook caminó hasta el mueble del televisor y sacó el arma que ocultaba
detrás de un doble cajón, cargó y apuntó a Taehyung dispuesto a volarle la
cabeza pero de pronto alguien llamó a la puerta.

—Mierda...– masculló entre dientes y bajó el arma.

Dando una última mirada al rubio, quien lo observaba con un gesto molesto y
enloquecido, se dirigió a atender, ocultando la semi automática en la cinturilla de
su pantalón en la espalda. Una sonrisa amable ocultó sus ganas de querer
asesinar al tipo en su sala.

—¡Hola, vecino!– saludó una mujer de cara redondeada, ojos hiperactivos y


sonrisa coqueta apenas abrir —espero no interrumpirlo–.
Dijo lo último lanzando una mirada por encima del hombro de Jungkook como si
quisiera ver algo de donde sacar chisme.

—Nada de eso– Jungkook habló con voz suave y confiable, haciendo uso de
sus habilidades actorales de vecino ejemplar —¿en que le puedo ayudar?–.

—Vengo a invitarlo a la reunión de consejo de vecinos mañana, discutiremos las


medidas de seguridad que se debe tomar en el vecindario para evitar algo como
lo que ocurrió con el hijo de los Park– explicó la mujer extendiendo un folleto en
su dirección.

Jungkook extendió la mano para tomarlo pero alguien más se le adelantó.

—Vaya, ésto suena taaan aburrido– exclamó Taehyung antes de bostezar y


usar el folleto para limpiarse la nariz.

La mujer parpadeó desconcertada y aturdida. Jungkook sintió que la sangre le


hervía, por un momento quiso tomar al rubio por el cabello y estampar su rostro
contra la puerta hasta dejarlo irreconocible. No planeaba perder su perfecta
fachada de hombre ejemplar sólo por un idiota como ese.

Jungkook tensó la mandíbula y de pronto sintió la mano de Taehyung haciendo


un suave recorrido por su espalda hasta detenerse en el arma que mantenía
oculta bajo su playera, el rubio la tomó y presionó el cañón sobre la espina
dorsal. Taehyung le sonrió como si lo retara a hacer o decir algo, Jungkook
sintió la adrenalina correr por sus venas haciendo bombear su corazón con
fuerza hasta que se encontró a si mismo respirando rápidamente hasta jadear,
su pecho subiendo y bajando en movimientos apenas controlados.

—Volveré más tarde– anunció la mujer que aún permanecía en la puerta.

Jungkook se había olvidado de ella.

—Mejor ya no vuelvas– sonrió Taehyung y cerró la puerta ante el rostro


estupefacto de la mujer.

Apenas cerrar, Jungkook lo tomó y lo arrastró hasta las escaleras que llevaban
al sótano de la casa. Taehyung hacía girar el arma en su mano como si fuera un
juguete, se lo llevaba a la boca y reía sintiendo la fuerte presión que Jungkook
imponía en su agarre.

—¡¿Qué crees que haces?!– rugió Jungkook antes de azotarlo con fuerza contra
la pared del sótano.

—¿Qué mierda era eso?– se quejó el rubio —“¿en que le puedo ayudar?”– lo
imitó. —Tú no eres así–.
Jungkook lo azotó con más fuerza contra la pared y soltó un puñetazo directo a
su lindo y malicioso rostro. La boca de Taehyung escupió sangre y una
carcajada brotó de su garganta roncamente.

—¡Más duro!– lo insitó.

Jungkook dejó ir otro puñetazo y disfrutó satisfactoriamente de la sensación


dolorosa y ardiente en sus nudillos al contraerse. Taehyung respingó pero no se
quejó.

—¿Otro?– preguntó Jungkook.

—Golpeas como niña– resopló Taehyung, escupiendo algo de sangre al hablar


—mi turno– sonrió alzando el arma.

Jungkook había olvidado la jodida arma.

Entrecerró los ojos mientras veía a Taehyung pasar el dedo por el gatillo,
rozandolo sin aplastarlo realmente.

—¡Bang!– exclamó Taehyung y empezó a reír estrepitosamente antes de que


Jungkook le arrebatara el arma y le sacara las balas.
Taehyung enroscó sus brazos alrededor del cuello de Jungkook y lo atrajó hasta
él para besarlo. El pelinegro esbozó un gesto de desagrado sintiendo el sabor
salino de la sangre en boca de Taehyung pero aún así correspondió y tomó al
rubio con ferocidad sintiendo la mano ajena descendiendo hasta su entre pierna.
Jungkook se alejó y observó molesto al chico pero no lo detuvo.

—Te ves tenso– Taehyung hizo un recorrido de besos y lamidas por el cuello del
pelinegro antes de morderlo con fuerza hasta dejar una marca mientras su mano
trabajaba sobre el miembro.

Jungkook hundió la nariz detrás de la oreja de Taehyung inclinándose al frente y


olfateó el aroma. Extraña e inesperadamente, Taehyung olía a bebé. Una
mezcla entre caramelos y talco. Algo sin duda raro teniendo en cuenta que ese
era de todo menos un inocente pequeño. Jungkook lo había visto destripar los
ojos de un sujeto usando sólo la fuerza de sus pulgares y reír mientras lo hacia.
El aroma no coincidía con la perversión de Taehyung y aún así se encontró a si
mismo disfrutando de la cercanía.

El rubio rodó hasta estampar la espalda de Jungkook contra la pared, siguiendo


con su trabajo manual sobre el miembro ajeno que poco a poco tomaba grosor y
se alzaba imponente en su mano. Jungkook alzó la mirada por encima del
hombro de Taehyung y se encontró con los ojos aterrados de un joven chico
observandolos desde la mesa de acero inoxidable al centro del sótano.

—¿Qué hace éste desconocido en mi mesa?– preguntó Jungkook, alejando


bruscamente a Taehyung —¡te he dicho que no metas tus "presas" en mi lugar
de trabajo!–.
—Es el cartero– Taehyung se inclinó de hombros —llegó mientras no estabas,
me coqueteó y me pareció lindo, creí que te alegraría–.

Jungkook se llevó la mano al rostro. Las cosas iban de mal a peor, a ese paso
terminaría siendo descubierto. Taehyung era muy impulsivo y terminaba dejando
muchos cabos sueltos, Jungkook no entendía como era posible que en todos
esos años no lo hubieran atrapado.

—Aún traes la erección de fuera– apuntó Taehyung con burla —¿acaso quieres
jugar con él? Sabes que no soy celoso, puedes hacerlo pero si lo haces
entonces te la cortaré y dejaré que mueras desangrado– sonrió con ternura,
sacando unas tijeras enormes de la caja de herramientas de Jungkook.

—Creí que no eras celoso–.

—No lo soy– Taehyung seguía sonriendo con las tijeras en mano.

Jungkook se metió el miembro semi erecto de regreso al pantalón sólo para no


tener nada que lamentar después.

—Hagamos algo con él– ofreció.


El chico en la cama de acero se retorció y jadeó con la boca amordazada
haciendo tintilear las cadenas que lo mantenían sujeto de muñecas y tobillos.

—¡Lo tengo!– Taehyung le bajó los pantalones de un tirón al sujeto y sin


pensarlo mucho tomó el pene flácido y lo rebano de un tijerazo.

Jungkook esbozó una mueca de dolor al ver al sujeto gritar y menearse como
sangijuela mientras la sangre brotaba del recién cortado pedazo de piel que
Taehyung exhibía en la mano como si fuese un juguete.

—¡Hay que conservarlo, Kookie!– ofreció antes de arrojarlo hacía el nombrado


quien lo tomó en manos para llevarlo a un frasco donde lo reservaría.

—Lo pondre en uno de mis cuadros– murmuró.

El chico en la cama de acero se ahogaba en sus propias lamentaciones


mientras la sangre seguía brotando y brotando de entre sus piernas hasta llenar
gran parte de la cama de acero. Taehyung alzó las tijeras con entusiasmo.

—¿Qué más le cortamos?– preguntó.

—Una oreja, dáme eso– Jungkook le quitó las tijeras y prosiguió a tomar la oreja
que quería, la izquierda, donde llevaba tres pendientes bastante llamativos.
—¡Yo quiero la otra y un dedo!– pidió Taehyung, brincando sobre la punta de
sus pies como un niño.

Jungkook estaba a punto de reprenderlo por ser tan hiperactivo cuando notó a la
mujer de pie desde la puerta del sótano observando la escena con horror y
asco. Jungkook no podía creer que hubiera cometido el error de dejar la puerta
del sótano abierta.

—Tae...– apuntó en dirección a la vecina entrometida que había ido a buscarlo


apenas minutos antes.

El rubio tomó uno de los chuchillos que se encontraban sobre las repisas, la
mujer gritó sonoramente y salió corriendo escaleras arriba. Ambos emprendieron
la carrera detrás de ella y antes de que pudiera llegar a la puerta principal entre
abierta, Taehyung le brincó encima sobre la espalda haciendola caer.

—Shhh, shhh~– siseaba el rubio sobre el oído de la mujer que lloraba y se


revolcaba sobre el suelo intentando huír.

Jungkook llegó a la puerta principal a grandes pasos y cerró muy lentamente


lanzando miradas alrededor asegurándose de que nadie había visto aquello.
Taehyung tomó a la mujer por el cabello y tiró de ella de regreso al sótano
cubriendo muy bien su boca.
Jungkook soltó un suspiro tembloroso. Él nunca era así de distraído. Siempre se
aseguraba de hacer las cosas bien, jamás había dejado la puerta de su casa sin
asegurar y menos aún la de su cuarto de juegos. Aquellos eran errores
garrafales que podían costarle muy caro. Todo era culpa de Taehyung, él lo
hacia ser impulsivo y estúpido. Desde que Taehyung había llegado a su vida
seguía cometiendo error tras error.

Necesitaba deshacerse del rubio... O huír de él.

1.

Taehyung saltaba y saltaba casi salvajemente empalándose a sí mismo sobre el


grueso falo de Jungkook mientras él lo observaba usarlo prácticamente como
consolador. Jungkook seguía sus movimientos sin participar realmente en el
acto y Taehyung tampoco parecía interesado en dejarlo entrar al juego. El
sonido ronco de sus gemidos y el golpe de los glúteos contra los muslos de
Jungkook se esparcía en la habitación como eco.
Cuando el cuerpo desnudo y sudoroso de Taehyung se arqueó en el aire y tiras
de semen salieron disparadas, el rubio suspiró sonriendo satisfechamente y se
apartó.

Jungkook observó su erección aún latiendo, tan húmeda y desatendida,


chorreando líquido preseminal. Taehyung se paseaba por la habitación
buscando ropa limpia con calma.

—Voy a usar una de tus playeras– dijo, abriendo y cerrando cajones.

El rubio se inclinó a tomar uno de los bóxers limpios, los ojos de Jungkook
analizaron el contraído y punzante agujero de Taehyung aún derramando el
lubricante que había utilizado para prepararse. Con un resoplido, el pelinegro
dirigió su mano a la ardiente erección entre sus piernas y empezó a masturbarla
en movimientos rápidos buscando su propio orgasmo ya que a Taehyung sólo le
había interesado alcanzar el suyo.

Correcto. Entonces en la mente de Jungkook revoloteaba la idea de alejarse del


rubio demente. Seúl era una ciudad complicada en la cual vivir pues todo mundo
parecía más pendiente de lo que hacían los demás. Jungkook llevaba ya cinco
años en esa ciudad y se sentía sofocado, necesitaba un poco más de aire fresco
por lo que vivir en una zona provinciana no sonaba tan mal. Además comprar
una casa lejos de la civilización, sin vecinos molestos rondando era perfecto,
nadie escucharía los gritos.
Ya tenía una vivienda en mente. La desaparición de dos de sus vecinos
cercanos había despertado el interes de la opinión pública y últimamente todo
mundo estaba atento ante cualquier cosa. Taehyung llevaba mucho tiempo
apareciendo por ahí y los vecinos sospechaban. Quizás no lo acusaran de
asesino directamente pero empezaba a haber rumores de su sexualidad. Eso no
era aceptable, ser gay quebrantaba su fachada de hombre perfecto.

Esa misma tarde, Taehyung se enteró de sus planes de mudarse y no lo tomó


precisamente bien.

—¿A dónde te vas?– preguntó pero no era una pregunta casual o curiosa, no, la
forma en la que lo dijo fue más bien furiosa y demandante.

—Lejos y no necesitas saber nada más–.

—¡¿A dónde vas?!– exigió el rubio con aquel tono caprichoso de niño con
síndrome de emperador.

Jungkook no respondió y a los pocos segundos escuchó la puerta principal


cerrándose con un estallido que por poco hizo volar las ventanas.

Dos semanas después, el camión de mudanzas permanecía frente al número 33


de Chou y la mirada curiosa de los vecinos se sentía desde las ventanas. Le
tomó a Jungkook empacar y almacenar todas sus cosas en menos de media
semana. Se vio obligado a sellar su cuarto de juegos levantando un muro de
ladrillo en la puerta que daba al sótano para posteriormente cubrirla con tapiz de
pared, si tenía suerte no sería encontrada hasta años después.

Obviamente hubo sospechas pero él siguió actuando tan normal y relajado como
siempre. Por otro lado, Taehyung no había regresado por lo que todo estaba en
paz.

La casa que había elegido se encontraba a las afueras de Chuncheon a una


hora y media de la ciudad principal. Era una pequeña comunidad agricola en
donde rara vez llegaban forasteros. La casa había estado en venta durante años
pero nadie había querido comprarla por una razón; hace años una chica de
diecisiete años había asesinado a toda su familia mientras dormían y luego se
había colgado desde las vigas del techo.

La historia era interesantes pero no impresionante, Jungkook sabía de


asesinatos mucho más sangrientos como el de su vecina, por ejemplo, la cual
Taehyung había hecho sufrir un poco demasiado antes de darle una muerte más
o menos digna. Le había extirpado los ojos para que no volviera a cometer el
error de espiar a sus vecinos, el rubio había soltado la carcajada al recordar que
la mujer no iba a tener oportunidad de espiar de nuevo a nadie más, y la
asesinó. Ahora Jungkook conservaba sus senos en un recuadro y...

¿Por qué estaba pensando en Taehyung?

Jungkook aceleró tomando carretera abierta en dirección al pequeño y desolado


poblado con el camión de mudanzas detrás. Olvidaría su vida cotidiana de
citadino promedio y se adaptaría a la vida rural, necesitaba dejar los asesinatos
de lado por al menos un tiempo. Tal vez uno o dos años, después volvería a
tomar su pasatiempo favorito, por ahora le apetecía ser "normal" para variar.

Llegó antes que el camión de mudanzas y aprovechó para estacionar


correctamente su auto y échar un vistazo al interior. Apenas abrir el olor podrido
de sangre coagulada y carne humana cocida lo recibió. Arrugando la nariz,
caminó en busca del origen y lo encontró en la cocina.

—¡Bienvenido, amor!– saludó Taehyung, meneando algo que hervía en la estufa


que Jungkook había mandado llevar apenas tres días antes. —La comida casi
está lista– caturreó el rubio sin dejar de sonreír.

Jungkook se recargó contra el marco de la puerta y observó las partes humanas


sobre la isla de la cocina, el fregadero y hasta en el suelo. Alcanzó a diferenciar
el riñón de alguien y una lengua colgando al borde de la tabla de picar.

—¿Desde cuando te va el caníbalismo?– preguntó Jungkook sin inmutarse,


cruzándose de brazos.

Taehyung tomó el brazo izquierdo de algún pobre idiota que había sido lo
suficientemente estúpido como para confiar en si carita de bebé y empezó a
cortar los dedos para luego vaciarlos en la olla.

—Me abandonaste– murmuró Taehyung.


—No eres un cachorro y yo no soy tu dueño–.

—¡No piensas lo mismo cuando me pones a cuatro!– rugió el rubio, tomando el


cuchillo con puño furibundo y girando hacía Jungkook. —¡Cuando te pregunte a
dónde vas, debes responderme, odio cuando no me responden, odio cuando
quieren deshacerse de mí, lo odio!–.

Jungkook resopló. ¿Acaso nunca se libraría de ese loco? ¿Y por qué se sentía
incluso aliviado de volver a verlo?

—Bien... Pero tu limpiaras esto– asintió —¿a cuántas personas tienes ahí
exactamente?– preguntó alzando el cuello para intentar ver algo dentro de la olla
con agua rojiza hirviendo.

Taehyung se encogió de hombros.

—Unas tres tal vez– y siguió partiendo el brazo con esfuerzo.

Jungkook no sabía cómo era que Taehyung había descubierto la ubicación de


su nueva casa y tampoco tenía ánimos de preguntar. En ese momento sólo
pensaba en inclinarlo un poco más al frente, bajarle los pantalones y hacer su
camino al interior apretado del chico pero los de la mudanza estaban por llegar.
—Vamos a ver– tarareó Taehyung, tomando el cucharón con el que meneaba la
"sopa".

Jungkook lo observó tomar un poco del interior de la olla, algo parecido al


cartílago de una nariz ondeó en el agua negruzca con toques rojizos.

—Prueba un poco, darling– sonrió burlón y se acercó a Jungkook esquivando


los charcos de sangre en el suelo.

El pelinegro arqueó una ceja cuando Taehyung le acercó el cucharón a los


labios. Jungkook olfateó el desagradable aroma, sopló un poco y bebió.

—Sabe asqueroso, bebé– se burló y no mentía, aquello era terriblemente


asqueroso.

—¿Qué tal la carne?– Taehyung sacó una encía con los dientes aún incrustados
y la carne despellejada en esa zona.

Jungkook suspiró.

—Te aseguraste de que no tuvieran alguna enfermedad ¿no?– preguntó


desconfiado pero aún así chupó los dientes y le dió un mordizco a la piel
rosacea de las encías —muy dura– dijo y se apartó.
Taehyung tomó el cartílago que nadaba en el caldo y lo masticó con expresión
burlona.

—¡Perfecto~!–.

1.

Jungkook maldecía entre dientes cada vez que escuchaba a Taehyung


quejarse. La mudanza estaba siendo más y más díficil sobre todo desde que los
hombres a cargo tuvieron que dejar todo fuera. Jungkook no se arriesgaría a
que entraran y olieran aquel aroma tan asqueroso a carne humana cocida.
Ahora el rubio demente le ayudaba a meter cajas y cajas de mudanza y se
quejaba cada medio minuto.

—¡Mis manos delicadas no fueron hechas para esto!– refunfuñaba Taehyung,


arrastrando perezosamente una pequeña caja al interior de la casa nueva.

Jungkook ya estaba harto. Llevaba dos horas trabajando sin parar, le dolía la
espalda, la casa olía horrible, la voz de Taehyung empezaba a ser molesta. Por
su mente cruzaba la idea de tomar uno de los almohadones de la sala y
asfixiarlo hasta la muerte pero en cambio dijo;
—Quítate la ropa y ponte a cuatro– abriéndose el pantalón.

—¡Eso SÍ es sencillo!– tarareó Taehyung y obedeció gustoso —hazlo rudo, que


sea doloroso– ordenó, tomando lugar sobre el suelo a mitad de corredor.

Jungkook rodó los ojos, incluso en esas circunstancias Taehyung resultaba ser
todo un mandón pero tampoco es que le importara mucho, sólo quería algo para
calmar la tensión.

Colocándose de rodillas justo detrás del rubio, Jungkook analizó el contraído


círculo de músculo y frunció el ceño.

—Estás dilatado– dijo, sintiendo algo parecido al enojo subir por su garganta —
¿con quién te metiste?–.

Taehyung soltó una carcajada rasposa.

—Existen los consoladores ¿sabes?– pero entonces Taehyung lo meditó un


momento —también puede que tres de mis dedos resbalaran "accidentalmente"
al interior–.

Jungkook se masturbó un poco antes de acercarse más a Taehyung.


—Así que lo hiciste sólo– asintió satisfecho con la respuesta.

—Bueno, tú me échaste de la casa– acusó el rubio, abultando el labio inferior en


un puchero.

—Corrección; TÚ te fuiste de la casa en cuanto te enteraste de la mudanza–.

—¡Porque me ibas a dejar, hijo de...!– Taehyung no pudo concluir la frase


cuando Jungkook encajó la gruesa cabeza de su miembro repentinamente
ganando un grito dolorido y gustoso a cambio.

Las caderas del pelinegro retrocedieron un poco y ondearon hasta enterrarse


por completo al interior, resbalando sin complicaciones. Se sentía bien luego de
todo ese tiempo sin sexo, pensó para sí mismo.

—Múevete– ordenó Taehyung al tiempo que se alejaba y luego volvía a arrastrar


su trasero de regreso golpeando contra los muslos de Jungkook, empalándose.

—Que exigente– reclamó pero al mismo tiempo se movió, saliendo del interior
para volver a embestir con fuerza.

Taehyung rió estruendosamente e igualó los movimientos encontrándose con


cada nueva estocada rápida y salvaje. Las rodillas del rubio hacían fricción
sobre el suelo de madrea púlida provocando chirridos incómodos. Jungkook
colocó una mano sobre la espalda desnuda de Taehyung y lo empujó hasta
dejarlo con la cara y el pecho pegados al piso. Con la mano libre, sujeto las
caderas acaneladas enterrando las uñas hasta rasgar la piel y siguió
moviéndose.

Taehyung se aferró al frío suelo con las manos extendidas y los dedos de sus
pies arqueándose, recibiendo las embestidas dolorosas pero placenteras al
mismo tiempo, dejando un pequeño charco de saliva y sudor que se extendía
por su mejilla raspando la madera. Jungkook no fue amable, golpeando duro
hasta que las rodillas de Taehyung temblaron cayendo ligeramente, sintiendo el
dolor de las uñas fuertemente enterradas en la piel.

Otra estocada tan poderosa que hizo al cuerpo de Taehyung alzarse


ligeramente del suelo sólo por la fuerza en bruto del falo que lo taladraba lo hizo
gritar y casi llorar tanto de dolor como por el irresistible placer alzándose desde
su vientre.

—Joder... Si... Métemelo todo...– masculló entre dientes —correte dentro–


ordenó con voz temblorosa y mirada perdida.

Jungkook ahogó un gruñido cuando pensó en lo odiosamente mandón que era.


En cambio obedeció la orden y continuó con las penetraciones potentes hasta
que Taehyung se retorció y gimió contra el suelo llegando a su ansiado clímax.
Jungkook no se detuvo y siguió embistiendo através del orgasmo del rubio quien
balbuceaba estupideces y rodaba los ojos hacía atrás con un gesto de
satisfacción puramente gratificante.
Jungkook se tomó un momento para observarlo. Taehyung hacía ver el sexo
como si fuera un pecado. Su rostro tan adorable y tierno deformado en gestos
de placer como ese era casi siniestro y morboso, quien diría que en realidad ese
mismo chico disfrutara de asesinar y destazar personas como si fuera un juego.
Nadie creería algo así.

Cuando finalmente Jungkook se vació silenciosamente en el cálido interior,


Taehyung se contrajó soltando un ahogado gemido y fue hasta entonces que
Jungkook notó que el rubio había eyaculado de nuevo.

—Mi piso...– suspiró Jungkook con pesar, imaginando que tendría que limpiar
muy bien todo.

—Hay que hacerlo de nuevo– sonrió Taehyung, desplomado sobre el suelo con
las piernas dobladas como si fuera una pequeña rana preparándose para saltar.

—No, debemos terminar aquí– anunció Jungkook, cerrándose el pantalón antes


de alejarse como si nada hubiera pasado.

Taehyung se incorporó poco después con un puchero en los labios, se sentó


sobre el suelo y jugueteó un poco con su propio semen derramado sobre el
suelo.

—No me dejas matar, no me dejas cocinar, no me dejas tener más sexo... Eres
muy malo– se quejó —y además me pones a levantar cosas pesadas–.
Jungkook lo ignoró y siguió apilando cajas antes de lanzar una mirada a la
puerta que daba a la cochera.

—No me digas que también trajiste esa cosa– se quejó desviando la mirada
hacía Taehyung quien ahora rodaba por el suelo con las rodillas muy rojas e
irritadas.

—Es mi mascota– sonrió.

Jungkook no quiso preguntar nada más.

Yoongi dormía plácidamente recargado contra su silla de escritorio con el


periódico de esa mañana cubriendo su rostro. Soñaba con unas deliciosas
brochetas de cordero con salsa extra picante y un poco de kimchi para
acompañar cuando de pronto un sonido parecido al azote de un látigo lo sacó de
su maravillosa ilusión.
—¡Arriba, Min!– rugió su jefe, dejando caer cinco carpetas de informe sobre el
escritorio —¡no te pago para que estés de vago!–.

—Técnicamente, usted no me paga, lo hace el gobierno– contraatacó con un


bostezo.

Los ojos del hombre se entrecerraron pero no dijo nada.

—Tienes un nuevo caso– apuntó a las carpetas —se registraron tres


desapariciones en Chuncheon ayer por la tarde y hoy encontraron lo que parece
ser parte de una encía humana siendo comida por perros carroñeros, los
forenses hicieron pruebas de ADN y determinaron que pertenece a uno de los
tres desaparecidos–.

Yoongi abrió los expedientes del caso con aburrimiento.

—Aquí hay más– dijo.

—Desapariciones en Seúl, las autoridades de por allá creen que éste caso tiene
relación con algunos de esos. Dicen que las personas desaparecen y no vuelven
a ser encontradas salvo por pequeños fragmentos de hueso dejados al azar–
explicó su jefe.

—¿Sólo es esto?–.
—Y esto– el hombre apuntó a una caja de cartón llena de expedientes.

—¿Asesino en serie?– preguntó, viendo con ansiedad todo lo que le tocaba leer.

—Quizás un culto caníbal– se burló el jefe.

A Yoongi no le parecía divertido en lo absoluto.

—¿Por qué tiene que ser mi unidad?– preguntó molesto.

El gesto del jefe se puso serio cuando dijo;

—Se necesita un demente para atrapar a otro–.

Yoongi desvió la mirada de las carpetas para observar al hombre frente a él,
sonriendo maliciosamente cuando asintió.

—Acepto el reto–.
1.

Jungkook despertó sintiendo el peso de otra persona sobre su pecho, al abrir los
ojos se encontró con una melena rubia y la carita durmiente de Taehyung
respirando tranquilamente. Parpadeó confundido, observando la manera en la
que los brazos del chico lo rodeaban con calma. Era raro, usualmente Taehyung
lo despertaba intentando asesinarlo, quizás sólo estaba demasiado cansado
después de tantas rondas de sexo el día anterior.

—Despierta– lo sacudió ligeramente.

El rubio frunció el ceño, se removió y volvió a quedarse dormido.

—Despierta, idiota– insistió —necesito ir al baño– resopló cuando Taehyung


hundió el rostro en su pecho y suspiró restregando la nariz en los firmes
pectorales.

—No jodas– regañó Taehyung —quiero dormir, estoy cansado–.


Jungkook desvió la mano inconscientemente hacía la melena rubia y hundió los
dedos, acariciando. Cerró los ojos sintiéndose raramente relajado. Taehyung
suspiró, casi ronroneando ante las suaves sacudidas en su cuero cabelludo.

Esto no es correcto, dijo una voz al fondo de su cabeza y al instante detuvo su


mano.

—Apártate– lo empujó lejos y salió de la cama en busca de su ropa.

Taehyung rodó por entre las sábanas hundiéndose más en ellas hasta que sólo
sus ojos quedaron expuestos observando los movimientos del pelinegro.

—Quiero panqueques para almorzar– ordenó.

Jungkook se colocó el bóxer y se detuvo lanzando una mirada por encima del
hombro hacía él. Taehyung lo veía con ojos adormilados.

—¿Con miel o mermelada?– preguntó en cambio.

—¡Las dos!– sonrió el rubio con entusiasmo.


Jungkook asintió y caminó al baño, luego de asearse un poco. Se dirigió a la
cocina y empezó a preparar el almuerzo preguntándose cómo había pasado de
ser el tipo que tenía secuestrado a aquel idiota a ser el idiota que le preparaba
los panqueques.

Media hora más tarde Taehyung bajaba las escaleras usando una camisa de
Jungkook, con las piernas desnudas y los pies descalzos dando brinquitos. Se
sentó a la mesa y dio un sorbo largo al jugo de naranja. Jungkook dejó el plato
con panqueques y fruta picada sobre la mesa y Taehyung empezó a devorar.

—Necesito ropa, no pude traer nada para acá–.

Jungkook se sentó frente a él bebiendo de su café.

—Y supongo que tienes dinero para comprar la ropa ¿no?–.

Taehyung alzó la mirada lamiendo sus labios llenos de miel, ladeando la cabeza
confundido.

—¿No me la comprarás tú?–.

—¿Y por qué tendría?– el pelinegro parecía irritado ahora.


Taehyung se puso en pie y caminó hasta Jungkook quien esperaba un ataque
de su parte pero en cambio el rubio se sentó a horcajadas sobre él dándo un
suave beso, dejando un sonoro chasquido sobre sus labios y el sabor dulce de
la miel.

—No vas a convencerme así– sentenció.

—Kookie~– Taehyung esbozó un puchero, sus ojos se alzaron por encima de la


cabeza del pelinegro, frunciendo el ceño —hay un imbécil viéndonos por la
ventana– murmuró.

Jungkook se tensó ligeramente, moviendo la mano hasta tomar el cuchillo sobre


la mesa en donde había picado la fruta y se giró muy lentamente hacía atrás.
Efectivamente, había un hombre desconocido observándolos sin disimular,
pegado al cristal de la ventana hasta dejarlo empañado.

Jungkook apartó a Taehyung y caminó hasta él.

—¡Hola, vecinos!– el tipo agitó la mano y sonrió, su voz era ruidosa.

Jungkook correspondió el saludo de forma tiesa y se movió hacía la puerta


principal para donde el desconocido había prácticamente corrido. Abrió
desconfiadamente y al instante tuvo un pastel frente a su rostro.
—¡Bienvenidos al vecindario!– exclamó —soy el vecino que vive a medio
kilometro de ustedes– apuntó.

Jungkook alzó una ceja, ¿por qué estaba ese tipo allí? Lo peor es que lo había
visto con Taehyung encima suyo.

—Gracias– sonrió forzadamente, tomando el postre en sus manos.

—Vaya– Taehyung apareció metiendo un dedo en el pastel para luego llevárselo


a la boca.

—¡Mi nombre es Soohyun!– continuó, hablando como si gritara —¡vine ayer


pero los ví teniendo sexo en el corredor así que me fuí!– soltó, riendo a
carcajadas. —¡Deberían poner cortinas!– siguió riendo.

Jungkook sintió ira, vergüenza y ganas de matarlo todo al mismo tiempo. El tipo
seguía hablando y hablando. Escupía saliva, sus ojos eran horriblemente
saltones, sus labios muy delgados. Los puños de Jungkook se apretaron sobre
el plato que sostenía el pastel. Nada de él le agradaba.

El cuchillo que había dejado en la mesa se impactó contra el ojo izquierdo del
tipo ahogando sus carcajadas de una vez por todas. La sangre salpicó sobre el
postre y parte del rostro de Jungkook cuando Taehyung presionó aún más el filo,
retorciéndolo para extirpar todo el globo ocular.
El cuerpo cayó de rodillas y posteriormente hasta el suelo con un golpe seco.
Taehyung suspiró.

—Lo conocí sólo cinco segundos y lo odié– dijo con simpleza —¿quién
demonios espía a la gente mientras follan? Maldito enfermo–.

Jungkook observó el cuerpo del tal Soohyun con desagrado, él había pensado
en hacer exactamente lo mismo pero no lo había hecho porque asesinarlo sin
meditar antes era desastrozo, dejaba mucha suciedad y provocaba más trabajo,
podía dejar testigos y...

—¿Quieres el ojo bueno?– la voz de Taehyung lo trajo a la realidad —tenía un


color bonito–.

El rubio había echo girar el cuerpo para sacarle el cuchillo. El hueco que había
dejado empezaba a hincharse, la sangre caía en cascada por su mejilla, la carne
del párpado se veía como un pedazo de carne molida sangrienta. Jungkook lo
vio con desagrado para luego lanzar miradas alrededor para asegurarse de que
nadie los veía. Todo era silencioso y despejado.

—Mételo– dijo, apartando el pastel salpicado en sangre.


Taehyung obedeció tirando del cuerpo de Soohyun al interior. Jungkook cerró la
puerta poniendo al principio de su lista mental el que debía poner cortinas y
unas muy gruesas además. Al parecer vivir en un pueblo poco habitado no
garantizaba ser libre de vecinos entrometidos.

—Debes dejar de matar gente, levantarás sospechas– regañó a Taehyung.

—¿Y qué?– preguntó confundido.

Para Taehyung algo como ser descubierto no parecía ser la gran cosa y
tampoco algo por lo que tuviera que preocuparse.

Esa misma tarde, Taehyung disfrutó cortando en pedazos a Soohyun. Jungkook,


quien había prometido no asesinar en al menos dos años, observó entre
sorprendido y cautivado la manera en la que el rubio rebanaba pedazos de piel
con el filo del cuchillo asegurándose de quemarlo un poco con fuego. La carne
chillaba cuando el filo arremetía contra ella dejando un aroma extraño y
repugnante en el aire. Haciendo cortadas profundas en las muñecas y yúgular,
Taehyung vació el cuerpo échando la sangre en cubetas.

—¿Para que quieres eso?– preguntó Jungkook.

—Para dibujar– respondió Taehyung, entusiasmado, sonriendo ampliamente


con una mancha de sangre escurriendo por su barbilla.
Y por algún motivo, Jungkook pensó que era adorable.

Taehyung observaba trabajar a Jungkook sentado en los peldaños que daban a


la puerta principal de la casa mientras tomaba chocolate caliente. Jungkook
terminaba de apilar las cajas de cartón cerca del contenedor de basura y cada
vez que suspiraba una nube de viento gélido se dibujaba frente a su rostro. La
temperatura continuaba descendiendo y aún así Taehyung llevaba las piernas
desnudas vistiendo únicamente una camisa de algodón que había tomado
prestada de Jungkook.

—Te ves tan sexy– felicitó Taehyung.

Jungkook le lanzó una mirada austera.

—Si estuvieras aquí ayudándome también te verías jodidamente sexy– dijo.


Taehyung fingió que no lo escuchaba y siguió bebiendo de su bebida. Le había
tomado cerca de dos días terminar de desempacar, ahora empezaba a
considerar el acondicionar el sótano para todas esas personas que a Taehyung
se le antojara asesinar. Jungkook había imaginado que no volvería a asesinar a
nadie en mucho tiempo pero al parecer sus planes debían cambiar.

Nuevamente, cruzó por su cabeza el asesinar a Taehyung y deshacerse


finalmente de él pero...

El sonido de neúmaticos chillando por el camino de gravilla que daba a la casa


rodeada por maleza boscosa llamó su atención. Jungkook giró sólo para ver
llegar un Cadillac negro con las caracterizticas luces azul y roja que
representaban a las autoridades policíacas encendidas, sin embargo la sirena
no había sido sonada.

Jungkook se tensó al ver el auto estacionándose justo frente a ellos. Lanzó una
rápida mirada hacía Taehyung quien veía todo desde su lugar muy
tranquilamente relamiendo sus labios llenos de chocolate.

Comportate, advirtió con una mirada tensa pero el rubio no parecía siquiera
preocupado.

Del auto descendieron tres hombres de aspecto autoritario enfundados en ropa


oscura y formal. Jungkook se enderezó esperando los pasos largos de aquellos
tres desconocidos.
—Buen día– saludó uno de ellos, un moreno alto —teniente Kim Namjoon– se
presentó mostrando su placa —ellos son mis compañeros, el teniente Jung y el
cápitan Min– continuó señalando a los otros dos. —Somos del departamento de
crímenes especiales ¿podríamos hablar un momento con ustedes?– los ojos del
agente se desviaron ligeramente hacía Taehyung.

—Por supuesto, ¿en que podemos ayudarle, oficial?– habló Jungkook con voz
amable y ensayada.

El agente Kim mostró una fotografía de un rostro bastante familiar y Jungkook


sintió su sangre bombear más de prisa.

—¿Conoce a éste hombre?–.

—Si, señor– asintió Jungkook de inmediato —es nuestro vecino, se presentó


con nosotros hace dos días–.

Jungkook sintió la mirada calculadora de uno de los hombres barrer sobre él con
intensidad. El cápitan Min se movía como un felino recorriendo cada pequeño
detalle de manera minuciosa con aquellos ojos profundos. Sus pasos se
detuvieron cerca de Taehyung y sus piernas desnudas.
—¿A qué hora fue eso?– Namjoon continuaba la interrogación mientras su
compañero el agente Jung anotaba.

—Cerca de las nueve de la mañana– respondió Jungkook, cruzándose de


brazos —¿pasó algo, oficial?–.

—Me temo que sí, el joven Soohyun desapareció ese mismo día y según
testimonio de su hermano, quien vive con él, Soohyun vino con ustedes pero
jamás volvió ¿sabe o escuchó algo al respecto?–.

Jungkook negó asegurándose de dibujar su mejor gesto de consternación,


sintiendo la adrenalina subir por su cuerpo.

—No escuché nada de eso, Soohyun vino pero no permaneció aquí salvo unos
pocos minutos, él sólo...–

—¡Nos trajo pastel!– interrumpió Taehyung con una gran sonrisa —estaba
delicioso, sobre todo por la mermelada de fresa que escurría por encima en
forma de gotitas, era muy roja–.

Jungkook sintió que el corazón se le detenía por un momento.

—Ya veo– asintió Namjoon con tranquilidad.


—¿Cómo te hiciste esas heridas?– preguntó Min con voz baja y ronca pero firme
e imponente apuntando a las rodillas raspadas de Taehyung.

El rubio agachó la mirada para verse como si no hubiera notado jamás aquello,
Jungkook giró apenas un poco hacía ellos.

—¿Ésto?– se acarició las heridas —tuvimos sexo en el suelo y me quedaron


así. Kookie no es nada amable– sonrió.

La mandíbula de Jungkook crujió por la intensidad con la que apretaba los


dientes. El agente Jung tosió ligeramente incómodo.

—Tae...– negó Jungkook intentando mostrarse inalterable.

—¿Qué?– el rubio preguntó inocentemente —creí que lo mejor con la policía era
no decir mentiras–.

Min analizó al rubio sin agregar nada más, luego pasó la mirada hacía Jungkook
y caminó de regreso a sus compañeros hundiendo las manos en sus bolsillos.

—Bueno, creo que ustedes fueron los últimos que vieron al joven Soohyun con
vida, ¿hay algún detalle que pudieran recordar de ese día?–.
—Creo que tenía el ojo un poco irritado– respondió Taehyung —le recomendé ir
con un oftálmologo–.

Jungkook quería callarlo de un puñetazo.

—¿Cree que pudo haberle ocurrido algo en el trayecto de regreso a su casa?–


intervinó Jungkook, fingiendo preocupación.

—Es probable– asintió Namjoon y continuó —si pudieran cooperar con nosotros
se los agradeceríamos– sacó una tarjeta del bolsillo interno de su saco y lo
extendió hacía Jungkook.

—¿De dónde se mudan?– volvió a hablar Min, observando las cajas apiladas.

—Seúl...– respondió Jungkook apenas audible mientras fingía leer los datos
escritos en la tarjeta.

Min emitió un sonido indescifrable de asentimiento y emprendió el camino de


regreso al Cadillac pero se detuvo.

—¿Sus nombres?– dijo, ladeando la cabeza.


—Jeon Jungkook, señor– respondió el pelinegro sintiéndose cada vez más
tenso —él es mi pareja, Kim Taehyung–.

Los ojos traviesos del nombrado se iluminaron.

—¡Nos casáremos el próximo verano, de hecho!– corrigió.

Jungkook se mordió el interior de la mejilla.

—Háganlo fuera del país, los matrimonios del mismo sexo están prohíbidos
aquí, lo saben– advirtió el agente Jung hablando por primera vez mientras
guardaba su libreta de notas y esbozaba una radiante sonrisa.

Jungkook sintió cada celula de su cuerpo vibrar y supo que Taehyung había
sentido lo mismo cuando en menos de cinco segundos el rubio estaba a su lado
observando con más atención al agente.

—Eso haremos– aseguró el rubio, sonriendo ampliamente.

Jung sonrió aún más y Jungkook estuvo tentado a tomarlo y arrastrarlo hasta el
sótano en ese mismo instante. Su visión periférica notó la manera en la que la
mano de Taehyung se movía espasmodicamente como si quisiera igualmente
tomar algo o mejor dicho a alguien. Sin duda ambos tenían gustos parecidos.
Los tres agentes se alejaron hasta subir al interior del auto y arrancar. Taehyung
se quedó de pie ondeando la mano a modo de despedida en su dirección.

—Necesito su cabeza en mi colección, Kookie– pidió casi como una súplica.

—Los plicías están prohíbidos– Jungkook finalmente pudo respirar mejor.

—¡Pero también te gustó!– se quejó Taehyung, azotando el pie


caprichosamente sobre el suelo.

—¡No me jodas porque estoy a nada de romperte la cara a puñetazos! ¿No


pudiste ser un poco menos obvio?–.

Taehyung rodó los ojos.

—¿Qué importa que sepan que fuimos nosotros? Pudimos simplemente


haberlos matado a los tres–.

Jungkook empezaba a creer que Taehyung no tenía ni una pizca de sentido


común. Era imposible, a ese paso los atraparían y por algún motivo había
notado algo inquietante en la mirada de Min. No estaban a salvo ahí.
—¿Qué opinan?– preguntó Namjoon apenas alejarse un poco de la casa,
lanzando miradas por el retrovisor hacía la peculiar pareja que acababan de
visitar.

—El rubio no mostraba ni un poco de preocupación– comentó Hoseok en el


asiento trasero del auto —quizás simplemente no le interesaba– se encogió de
hombros.

Yoongi observaba por la ventanilla viendo como el paisaje cambiaba.

Son ellos, pensó.

10

Yoongi observaba el rostro sonriente del joven chico desaparecido en Seúl. De


labios gruesos, sonrisa tierna, pómulos elevados, nariz pequeña y ojos
inocentes.
Nombre: Park Jimin.

Edad: 20 años.

Estado: Desaparecido.

Visto por última vez: En su hogar, en el número 23 de Chou, Seúl alrededor de


las 18:24hrs ; 02 de noviembre 2018

Caso: #12093 ABIERTO; en investigación.

Leyó y reeleyó hasta hartarse. Lanzó una última mirada a la fotografía del joven
chico sonriendo con calidez y abandonó el expediente sobre su escritorio para
pasar a otro.
Nombre: Yoon Sanha.

Edad: 16 años.

Estado: Desaparecido.

Visto por última vez: En el instituto, escuela preparatoria Ryouchoun, Seúl


alrededor de las 10:15hrs ; 12 de abril 2015
Caso: #10370 CONGELADO; no se han encontrado indicios.

Al igual que Park Jimin, Yoon Sanha era un chico de sonrisa hermosa e ingenua
con un toque adorable de inocencia. Yoongi memorizó sus facciones y pasó al
siguiente expediente.
Nombre: Oh Sehun.

Edad: 21 años.

Estado: Desaparecido/Encontrado.

Visto por última vez: Rumbo a su empleo de medio tiempo en el número 174
de Maehun, Seúl alrededor de las 13:20hrs ; 23 de junio 2017

Caso: #11702 CERRADO; se encontraron restos humanos perteneciente a la


víctima en el deshuesadero norte esquina con carretera 101 el día 09 de enero
2018. No se encontró culpable

Yoongi parpadeó en dirección a la fotografía del chico. Muy al contrario de los


otros dos, éste tenía un rostro tranquilo, no había sonrisas y daba más bien un
áspecto centrado e imponente. Tamborileando el bolígrafo sobre la superficie del
escritorio, Yoongi decidió que justo como pensó, no se trataba sólo de un
asesino.

Ambos desaparecían a las víctimas pero uno de ellos se deshacía de los restos
sin importarle si eran encontrados o no mientras el otro, quien quiera que fuera,
se aseguraba de ocultarlo todo y sus víctimas jamás volvían a ser vistas, ni
siquiera un sólo hueso. El caso más notorio y que sin duda le daba la razón era
el último cuerpo decapitado que había sido encontrado en Seúl.

Nombre: Kim Minjae.

Edad: 25 años.

Estado: Encontrado.
Hechos: se reportó la desaparición de la víctima el 20 de octubre del año 2018
alrededor de las 22:30hrs al centro de Seúl vistiendo chaqueta de mezclilla y
zapatillas deportivas. Amigos y familiares aseguran que el joven se encontraría
con un desconocido al que apenas conocía. Se abrió la investigación la cual no
arrojó resultados sino hasta ocho días más tarde cuando fue encontrado el
cuerpo decapitado de un hombre con aparente similitud con la víctima. Tras
diversas pruebas por medio de los forenses se determinó que efectivamente el
cuerpo pertenecía al desaparecido Kim Minjae quien aparentemente había sido
torturado poco antes de morir.

Caso: #12023 ABIERTO; en investigación para dar con el responsable.

Minjae era alto e igual que Sehun se notaba una aura tranquila, no desboraba
ternura como Park o Yoon.

—¿Y esa cara?– Hoseok llegó palmeando el hombro de su superior.

—¿Crees en las coincidencias?– preguntó sin alzar la mirada, leyendo otros


expedientes de casos similares.

Hoseok ladeó la cabeza y me movió hasta recargarse contra el escritorio para


tener una mejor visión del rostro inescrutable de Yoongi.
—No necesariamente– dijo, con un extraño movimiento de hombros —pienso
que las cosas ocurren por una razón–.

Yoongi no se consideraba una persona fácil de impresionar pero empezaba a


creer que esos asesinos lo sorprenderían.

—¿Qué tan probable es que dos sujetos sin nada en común salvo su locura
crucen caminos y formen una unión?– preguntó entonces.

Hoseok se rascó la barbilla.

—Es un poco increíble pero podría ser probable– exclamó con una mueca para
luego agregar —sabes tanto como yo que no es imposible, existen grupos de
asesinos que terminan unidos acabando con vidas inocentes y muchos de ellos
ni siquiera se conocían anteriormente–. Hizo una pausa, comprendiendo —
¿crees que ese es el caso?–.

Yoongi alzó dos fotografías, en una estaba Yoon Sanha y en otra Oh Sehun.

—¿Qué tienen en común?–.

Hoseok pasó la mirada de uno a otro antes de negar.


—Nada–.

Entonces Yoongi alzó la fotografía de Park Jimin dejando la de Sehun de lado y


volvió a preguntar.

—¿Qué tienen en común?–.

—Inocencia– dijo Hoseok casi de inmediato y comprendió. —Existe un patrón–


afirmó apuntando a las fotos para luego empezar a rebuscar en los otros
expedientes. —Chicos jovénes con sonrisas adorables e inocencia
desbordante–.

—Exacto, uno de los asesinos tiene debilidad por éste tipo de chicos y siempre
toma parecidos pero el otro... Creo que prefiere a éste tipo– alzó la fotografía de
Sehun.

Hoseok asintió.

—Creo que es hora de llamar al criminalista y levantar un perfil de los


sospechosos– dijo con el ceño fruncido.

Yoongi se recargó contra su asiento, sus ojos fijos en las fotografías. Aquellos
eran cerca de quinientos expedientes de los últimos cinco años, cien muertes
por año para una sola persona era ciertamente preocupante y sin embargo
sabía que probablemente aún faltaban muchas otras muertes por documentar.

—Puede que estemos tratando con los asesinos en serie más brutales en la
historia de Corea del sur– suspiró, sonriendo.

Jungkook despertó de un relajado sueño al escuchar extraños sonidos desde la


planta inferior de la casa. Al girar a un lado encontró el espacio vacío en la
cama, no había rastros de Taehyung y tuvo un mal presentimiento cuando los
ruidos se convirtieron en arrastres.

Sin mucha convicción, Jungkook salió de la cama y fue a averiguar qué era todo
aquello aunque ya lo sospechaba.

—¿Qué crees que haces?– preguntó asomando la cabeza desde lo alto.


Taehyung andaba descalzo mientras arrastraba un bulto al interior de la sala. No
era necesario ser un genio para saber de lo que se trataba sobre todo porque el
dichoso bulto tenía forma humana envuelta en una sábana.

—¡Ven a ver, Kookie!– el rubio agitó la mano para llamarlo hacía abajo —te traje
un obsequió de navidad–.

—Ya pasó la navidad, Taehyung– reclamó en medio de un bostezo pero aún así
bajo las escaleras y se detuvo a un lado de él.

El rubio se apresuró a quitar un poco la sábana hasta dejar el cuerpo al


descubierto.

Había una mujer de cabello castaño enmarañado, amordazada e inconsciente


con un ligero moretón cerca de la mejilla. Tenía las manos y los tobillos atados,
la ropa hecha tirones pero probablemente lo que más llamaba la atención era el
enorme vientre abultado que se alzaba como una bola.

—No– negó Jungkook —ni lo pienses–.

—¡Pero quiero un bebé, Kookie!– se quejó el rubio y acto seguido se inclinó para
recargar la mejilla sobre el vientre de cerca de siete meses de gestación, muy
probablemente.
—¡No puedes críar a un niño! ¿Estás loco? ¿Qué vas a hacer tú con una cosa
como esa?–.

Taehyung esbozó un puchero inconforme.

—Es fácil, le abriremos la barriga y sacaremos al bebé– dijo, sacando su cuchillo


de cocina favorito desde el interior de su chaqueta. —Ella es una zorra, la ví
besándose y coqueteando con otro hombre que no era el padre del bebé, no lo
merece–.

Jungkook se llevó la mano al rostro pidiendo paciencia para no acabar


asesinando al rubio, aunque quizás fuera lo mejor.

—No te lo quedarás, llevátela– ordenó pero luego reconcideró —¿te vio el


rostro?–.

—Claro que sí–.

—Mierda...– Jungkook sabía que asesinarla era necesarió ahora —ayudame a


llevarla al sótano– pidió.

Taehyung obedeció, sonriendo por lo que estaba a punto de pasar.


—Espero que este despierta cuando le estemos sacando al bebé– sonrió.

11

Trước Sau

⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠

Éste capítulo tendra un alto contenido violento, se recomiendo precaución. Leer


bajo su propia responsabilidad.

⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠
La colocaron sobre la mesa de madera al centro del oscuro y desordenado
lugar. Jungkook no había tenido tiempo de acondicionar el sótano para hacer
ese tipo de cosas... Aún.

La mujer seguía inconsciente cuando le ataron firmemente a la mesa hasta


marcar su piel con las ataduras cortando su circulación. Taehyung aplaudió
emocionado mientras Jungkook desplegaba sus herramientas sobre otra de las
mesillas destartaladas, el foco sobre sus cabezas se meneaba al compás de las
vibraciones que hacían al moverse.

—Te sacaremos de ahí en un momento, bebé– murmuró el rubio sobre el vientre


enorme.

Jungkook debía admitir que tenía un poco de entusiasmo ahora que preparaba
uno de sus cuchillos de cazador con punta curva.
—Despiertala– dijo, impaciente por empezar.

Taehyung obedeció dando un par de cachetadas a la mujer pero ni así


reaccionó.

—Creo que se me paso la mano con los somníferos– dijo con tristeza.

Jungkook rodó los ojos y caminó hacía ella con un bote de alcohol en la mano.
Luego de ponerlo cerca de sus fosas nasales, el olor logró que la consciencia de
la mujer regresara poco a poco. Taehyung sonrió cuando los ojos de la chica se
abrieron lentamente intentando enfocar su alrededor.

La mujer les dedico una mirada soñolienta a ambos, su cuerpo parecía pesado
por lo que tardó en reaccionar como era debido y cuando finalmente el peso de
la realidad cayó sobre ella, Taehyung chilló de emoción al verla tratar de
liberarse.

—Shh~ despertarás al bebé– la regañó.

La mujer empezó a llorar desconsoladamente, con la boca aún amordazada y su


cuerpo entero temblando tanto de frío como de terror.
—¿Te gusta meterte con hombres casados? ¿Aún estando embarazada? Eres
una puta– la acusó Taehyung.

—¿Cómo sabes todo eso?–.

—La seguí mientras tú dormías– sonrió inocente.

Jungkook le devolvió la sonrisa. La mujer desvió la mirada hasta el pelinegro,


negando entre sollozos suplicantes.

—¿Ahora intentas coquetear con él?– rugió el rubio, molesto —¡él es mío, zorra!
Sólo yo puedo tocarlo, sólo yo lo mataré, ¡YO!– se apuntó a sí mismo.

—No soy tuyo– negó Jungkook con una mueca.

—Cállate, Kookie– lo silenció Taehyung con voz autoritaria —ésto es entre ella y
yo–.

Jungkook decidió no contra decir al rubio mientras empezaba a preparar las


otras herramientas y Taehyung se dedicaba a desnudar a la mujer hasta poder
observar el enorme vientre directamente. Ella lloraba con más fuerza.
—Te enseñaré a respetar a los hombres ajenos– continuó Taehyung, tomando
un cuchillo largo —¿tanto quieres una polla? Pues te daré algo mucho mejor–
sonrió maliciosa y tétricamente.

Jungkook lo observó abrir las piernas de la mujer en contra de su voluntad,


usando una fuerza desmedida. Analizó un momento ese lugar y acto seguido,
empuñando el cuchillo lo enterró con fuerza en la vagina, rasgando
dolorosamente. Jungkook soltó una carcajada cuando la mujer chilló y se arqueó
llorando hasta atragantarse. Taehyung embistió el filo del arma blanca en el
interior repetidas veces, haciendo salpicar la sangre y casi hundiendo la
endidura de igual forma.

La mujer se retorcía haciendo que su vientre luciera desagradable,


contorneándose hasta hacerlo ver como una masa sin forma a punto de
reventar. Taehyung tomó con ambas manos el cuchilló y siguió con las
estocadas una tras otra, ahora parecía que el agujero sangrante engulliría sus
puños por completo. Jungkook caminó a la mesa junto a la mujer, sacando filo a
su cuchillo de cazador antes de acercarlo al vientre.

Cuando el rubio notó lo que estaba a punto de hacer, detuvo sus movimientos y
observó jadeante y embelesado como Jungkook abría la piel, destrozando el
útero y la placenta hasta sacar de su interior un pequeño y escurridizo bulto
rojizo. Taehyung aplaudió dejando de lado su labor de violación y se acercó para
ver como el pelinegro cortaba el cordón umbilical y tomaba incómodo al bebé.

—¡Déjame ver!– pidió y asomó el rostro —¡que horror, es una niña!– gritó
decepcionado.
Jungkook le dio la bebé a él con un gesto de desagrado.

—¿Por qué no llora?– Taehyung la sacudió ligeramente.

—Tal vez sus pulmones aún no están lo suficientemente fuertes–.

Jungkook se detuvo junto a la mujer quien permanecía en estado de shock a


causa del dolor, con los ojos muy abiertos y perdiendo litros de sangre.
Taehyung apareció, dejando abandonada a la bebé para tomar el cordón
umbilical y ponerse en la cabeza de la mujer con una sonrisa ladina.

—Siempre quise hacer ésto– confesó —Kookie ven aquí y follame mientras la
ahorco–.

Jungkook rió sonoramente y se aproximó, Taehyung ya tenía los pantalones


abajo cuando el pelinegro llegó a él masajeándose el pene por encima del
pantalón. La vista era caliente, pensó con la adrenalina golpeando duro a través
de su cuerpo, tener a Taehyung alrededor era excitante, lo hacía hacer cosas
que en su vida hubiera imaginado.

No dudó mucho antes de separar los glúteos del rubio, sacando su erección
para luego penetrarlo con fuerza sintiendo la opresión de aquellas estrechas
paredes. Taehyung gritó y al mismo tiempo rodeó el cuello de la mujer con el
cordón carnoso y bizcoso, apretando lo más que pudo. La carne se estiraba
como elástico y resbalaba de sus manos a ratos por lo que enredó sus palmas y
tiró mientras Jungkook lo empalaba rasgando su interior, provocando dolor, un
dolor que disfrutaba.

Sonrió cuando los ojos de la mujer se volvieron rojizos a causa de los vasos
sanguíneos destrozados y de su garganta salió un sonido ronco y tembloroso en
busca de aire pero su cuerpo ya no se movía salvo por los espasmos
incontrolables que sacudían sus músculos.

Jungkook se dedicó a besar la nuca de Taehyung, enterrando las uñas en la piel


acanelada para tener mejor agarre, moviendo la pelvis con brutalidad, moliendo
aquel ardiente agujero hasta que Taehyung estuvo derrumbado con el pecho
contra la mesa sobre el cuerpo sin vida de la mujer.

—Ahí... Más fuerte, Kookie– lloriqueaba, mordiendo y jadeando sobre la piel fría
del cádaver.

Sus manos aferrándose a la carne desgarrada que minutos antes Jungkook


había abierto para sacar a la bebé, tirando de los pedazos hasta que estuvo
restregándose sobre un charco de sangre y líquido amniótico. Con su propia
erección golpeando y goteando sobre el rostro inmóvil de la mujer.

Las penetraciones se hicieron salvajes, tan intensas que sacaban sonidos


inhumanos de Taehyung y fuertes rugidos de Jungkook quien sentía la poderosa
necesidad de destrozarlo, joderlo hasta dejarlo medio muerto. El rubio lo
apretaba hasta hacer que cada nuevo embiste fuera más doloroso que el
anterior.

Cuando el orgasmo se construyó electrizantemente en su bajo vientre, Jungkook


hundió el rostro sobre la nuca de Taehyung y mordió. El rubio gritó temblando
cuando la corrida ajena se derramó en su interior, sintiendo la intensidad de la
poderosa mandíbula enterrada en su piel sensible. Alcanzó entonces su propio
orgasmo lanzando chorros blanquecinos sobre el rostro de la chica cuya
expresión se mantenía congelada en un eterno gesto de horror, con los ojos rojo
sangre, la boca desencajada y labios azulados. Siguió gritando cuando la
mordida no se detuvo y jadeó al sentir la manera en la que los dientes del
pelinegro se cerraban con brutalidad hasta arrancar un enorme bocado de su
piel.

En medio de réplicas y lloriqueos, Taehyung usó el pecho desnudo de la mujer


muerta debajo como almohada, observando los pezones hinchados llenos de
leche materna justo frente a su rostro. Jungkook se incorporó ligeramente,
escupiendo el pedazo de carne que había logrado arrancar de la nuca del rubio
tras masticar perezosamente sin llegar a comer. Retiró el pene dejando que su
semen escurriera por las piernas desnudas acompañado por un poco de sangre
que caía desde el punzante interior en donde había rasgado la suave piel interna
al penetrar.

Una carcajada divertida resonó en forma de eco por todo el frío sótano.

—¡Hay que hacer ésto de nuevo!– gritó Taehyung alegremente, sus ojos
resplandeciendo con una ilusión casi graciosa.
Jungkook se alejó sintiendo el sabor a carne humana en sus dientes y observó
la nuca de Taehyung chorreando sangre hasta su espalda, manchando el cuello
de su playera. Y odiaba admitir que él también quería repetirlo. Quien diría que
follar mientras asesinaban fuera así de excitante.

1.

12

Trước Sau

—¡Escucha esto, Kookie!– exclamó Taehyung, alzando el periódico local de esa


mañana —"bebé recién nacida es encontrada a las afueras de un hospital
pediátrico. Los médicos aseguran que tenía tan sólo horas de haber nacido. La
pequeña parece ser prematura, tenía una crisis de hipotermía y dificultad para
respirar pero a pesar de eso logró sobrevivir y ahora se encuentra resguardada
teniendo las atenciones correspondientes. Autoridades buscan a la madre
irresponsable"–.

Jungkook esbozó una sonrisa mientras picaba un poco de carne para el


estofado que haría ese día. Taehyung rió en alto.

—¡Somos algo así como heróes!– presumió —si no hubiera sido por nosotros,
esa niña habría muerto–.
—Si no hubiera sido por nosotros, esa niña habría permanecido en el vientre de
su madre hasta los nueve meses y habría nacido sin dificultad– corrigió
Jungkook.

Taehyung se tiró sobre el sofá de la sala aún con el periódico en las manos y un
gesto de disconformidad.

—Pero habría sido una puta igual que ella, en conclusión, la salvamos– dijo,
decidido.

Jungkook optó dejarlo por la paz. Sabía que discutir con Taehyung jamás
llevaba a nada bueno.

Aún no podía creer que estuviera tan tranquilo después de haber participado en
un acto tan irresponsable como aquel. Usualmente él no era así, jamás habría
secuestrado a una mujer embarazada para empezar. Taehyung lo volvía alguien
descuidado y estúpido pero extrañamente, le gustaba.

—Kookie– lo llamó el rubio desde la sala —¿te gustan las mujeres?–.

—No– el pelinegro esbozó un gesto de asco —las mujeres me desagradan–


explicó.
—¿Por qué?–.

Jungkook se tensó. Recuerdos de su pasado cayeron sobre su memoria


trayendo sentimientos que creía olvidados.

«Mamá sabe lo que es mejor para tí, Jungkookie... Dejáme tocarte aquí, bebé»

El cuchillo que sostenía en la mano resbaló haciendo que el filo cortara un poco
de la piel de su pulgar pero ni aún con el ligero dolor logró reaccionar. El rostro
familiar de aquella mujer se instaló en sus pensamientos, la voz continuó
resonando incansablemente.

«Has sentir bien a mamá, Jungkookie. Eres el hombre de ésta casa, es tu deber
tener feliz a mamá»

Jungkook sintió que algo desagradable y ardiente subía desde su estómago y


antes de darse cuenta se encontraba vomitando, apenas siendo capaz de
detener el asqueroso líquido en su boca antes de inclinarse sobre el fregadero
de la cocina y vaciarse ahí en medio de arcadas.

Taehyung caminó hasta la cocina con mirada curiosa.

—¿Te dan tanto asco como para vomitar?– se burló el rubio.


Jungkook estaba pálido y respiraba agitado sintiendo el sabor agrio de sus jugos
gástricos en la lengua. Giró hacía Taehyung, sosteniendo la mirada seria y
escalofriante del otro, relajándose casi al instante al notar que los ojos de ese
chico no mentían, no llevaban pensamientos ocultos. Taehyung lo veía con
mirada fría como el hielo, una mirada demente que no escondía nada en ese
momento, una mirada honesta. Se relajó. Jungkook prefería mil veces más
aquella mirada desquiciada que una amable y adorable que escondía cosas
sucias detrás. Lo amable y adorable siempre escondía algo, siempre.

—¿Sigue con eso?– Namjoon se sentó detrás de su escritorio frente al de


Hoseok haciendo rechinar su silla ante el peso.

El centro de crímenes especiales se encontraba ajetreado en ese momento. Los


siete escuadrones que conformaban aquella unidad estaban hasta el tope con
casos de homicidios recientes. Los de crímenes especiales se especializaban en
homicidios, sobre todo aquellos que tuvieran que ver con personas importantes.
Políticos, artistas, magnates, deportistas y grandes empresarios, en general,
todo aquel cuya muerte representara un escándalo público.
En raras, muy raras ocasiones, el CE tomaba cargo de casos que tuvieran que
ver con asesinos en serie a no ser que una de las víctimas fuera alguien
importante. De no ser así, entonces simplemente se lo dejaban a la unidad de
homicidios. Sin embargo, el jefe de unidad, Kim Seokjin le había encomendado
un caso tan... Particular a Min Yoongi y su equipo lo cual era raro.

Usualmente Yoongi era uno de los pocos capitánes de escuadron de los que
nadie quería depender porque para empezar, tenía reputación de sádico. Yoongi
era más bien un agente problemático. Siempre al límite de lo que era correcto,
no le importaba ensuciarse las manos, retaba a los altos mandos y lo más
importante, su experiencia de campo como uno de los pocos sobrevivientes del
EDAAT era la peor referencia de él.

Y a pesar de todo, Seokjin le había dado ese caso.

—¿Por qué...?– se preguntaba en voz muy baja, analizando por décima vez ese
día todos y cada uno de los expedientes.

Seokjin era un tipo listo, Yoongi sabía eso mejor que nadie, no por nada Kim
Seokjin había sido miembro de la unidad de inteligencia en tácticas superiores
de la Interpool durante años. El cretino sabía como mover sus cartas y tampoco
era un secreto que Yoongi era su mejor jugada. Si Seokjin lo había elegido era
por una razón; había algo oscuro oculto detrás de aquel caso en especial y
estaba casi seguro que tenía que ver con alguna de las víctimas.
Sus ojos llevaban días aprendiendo cada facción de las personas en las
fotografías. Leía sus nombres, sus edades e intentaba reconocer a alguno de
ellos, pero nada.

—¿Deberíamos decirle que luce espeluznante con esa mirada tan seria?–
exclamó Hoseok con gesto preocupado.

—¿Cuánto tiempo piensa seguir así?– Namjoon tecleó en su computadora un


par de veces antes de que un correo electrónico le apareciera en la pantalla. —
Es un mensaje del forense– dijo.

Hoseok se acomodó frunciendo el ceño, Yoongi reaccionó al escuchar aquello.

—Dice que le acaban de llegar los restos de Park Hyungsik, el chico decapitado
de Seúl, empezará a analizarlo ahora y...– Namjoon hizo una pausa mientras
leía. —Dice que el pedazo de encía que encontraron tenía rastros de saliva
pertenecientes a otra persona no identificada. Él piensa que alguien mordió el
trozo–.

—¡¿Entonces sí es un caníbal?!– exclamó Hoseok con asombro.

—Aquí dice que la encía estaba demasiado ruñida por roedores por lo que tardó
más de lo debido en darse cuenta de que había una marca de mordida humana,
sin contar con que la carne estaba descompuesta–.
Namjoon giró hacía Yoongi quien de nuevo observaba los documentos
archivados de los otros casos.

—¿Y qué si Seúl no ha sido la única ciudad donde han asesinado antes?–
habló, más para si mismo que para los demás. —Muy bien, quiero que
investiguen sobre todas las desapariciones de los últimos diez años en todas las
ciudades de Corea del sur–.

—¡¿Hablas en serio?!– Hoseok se llevó una mano al pecho tan sólo de imaginar
todo el trabajo que sería hacer todo eso.

—Revisen todas las desapariciones– corroboró Yoongi —presiento que


encontraremos más–.

1.

13

Trước Sau
Ya se iba haciendo costumbre para Jungkook despertar y ver un cuerpo sin vida
sobre la mesa de su comedor. Debía admitir que incluso para alguien como él, la
cantidad de personas que Taehyung asesinaba era casi obscena. El rubio
mataba gente como si fuese algo necesario para vivir, algo tan básico como
comer o dormir, un maratón.

—Tenemos que hablar– suspiró sentándose a la mesa en donde el cuerpo de un


hombre sin extremidades chorreaba sangre por los bordes.

—Claro– asintió Taehyung con una sonrisa mientras encajaba un destornillador


en la nariz del cádaver y lo retorcía —en la película de "La Momia" dicen que así
sacaban el cerebro los egipcios– explicó entusiasmado como si Jungkook le
hubiese pedido que le contara.

Jungkook frunció el ceño y esperó hasta que Taehyung sacó la herramienta de


la nariz del tipo y un torrente de sangre espesa cayó en cascada desde las fosas
nasales.

—Por cierto, te hice ésto– el rubio alzó una hoja de papel en donde se podía ver
un dibujo que parecía realizado por un niño de preescolar. —Somos tú y yo
asesinando a todas estas personas–.

Jungkook analizó a las cosas deformes que según Taehyung eran ellos dos
encima de una montaña de cádaveres, se veían bastante sonrientes, saludando
desde la cima. Todo el dibujo estaba hecho con sangre aún fresca, lucía
retorcidamente tierno.

—Muy bonito– halagó Jungkook —debes dejar de asesinar– concluyó


toscamente.

Taehyung alzó la mirada sorprendido.

—Si vas a seguir haciéndolo entonces tendrás que irte de mi casa– continuó
recargando un codo sobre la mesa, sus dedos juguetearon con un trozo de
hueso que sobresalía de la pierna derecha amputada.

—¿Disculpa?–.

—Ya escuchaste–.

La mirada de Taehyung se clavó sobre la suya con intensidad, retadora y


rebelde. Jungkook sabía que tendría problemas cuando observó el puño del
rubio cerrarse alrededor de la empuñadura del machete enterrado en el pecho
del difunto.

—En ese caso creo que tendré que deshacerme de tí– respondió y casi de
inmediato dejo ir el arma contra el pelinegro quien la esquivó poniéndose en pie.
Jungkook tomó la silla de la mesa donde había estado sentado y se la arrojó a la
cara. Taehyung la partió a la mitad de un sólo golpe con el machete y brincó
sobre la mesa. Jungkook resopló molesto esquivando de nuevo el ataque hasta
sostener al rubio de la muñeca, apretó fuerte y de un codazo golpeó justo en el
rostro sobre la nariz hasta que la sangre salió disparada.

El rubio gritó de dolor e ira y cayó de rodillas sosteniendo la zona herida.

—¡Hijo de puta!– chilló y se puso en pie meneando el machete, pequeñas


lágrimas derrapando por sus acaneladas mejillas y la mirada llena de furia —¡te
hice un dibujo!– reclamó con un puchero.

—Tú me atacaste primero– contraatacó el pelinegro y caminó hasta quitarle el


arma de la mano —ven acá–.

Taehyung brincó hasta enredar brazos y piernas alrededor del cuerpo de


Jungkook, recargando la mejilla sobre su hombro.

—Debes bañarte, apestas– dijo Jungkook y caminó con el rubio en brazos hasta
el baño, dejando el machete en algún lugar de la sala.

—No quiero– negó Taehyung, restregando el rostro sobre la playera blanca de


Jungkook limpiando la sangre de su nariz.
El pelinegro lo ignoró y lo dejo sobre el retrete para abrir la regadera y mediar el
agua hasta dejarla tibia. Regresó con Taehyung y lo ayudó a sacarse la ropa
para luego deslizarlo bajo el chorro de agua. Lo ayudó a limpiarse, echando
suficiente champú con aroma a chicle, quitando todo rastro de sangre. Cuando
finalmente terminó, lo envolvió en una toalla enorme y lo sacó en brazos hasta la
habitación.

—Hace frío, Kookie– se quejó el rubio con voz aniñada, restregando su ingle
desnuda sobre el abdomen de Jungkook.

—Ponte algo caliente, busca entre mi ropa, debo ir a limpiar el desastre que
dejaste– suspiró —hablo en serio, debes dejar de asesinar, harás que nos
descubran–.

—¿Qué importa que nos descubran?– reclamó, acostándose en la cama hasta


enredarse en las mantas.

Jungkook rodó los ojos.

—¡Kookie, hazme sopita!– ordenó justo cuando el pelinegro ya iba a mitad de


camino.
Jungkook metió el cuerpo en una bolsa de basura negra, se colocó los guantes
de hule y un cubrebocas para empezar a manejar los productos que usaba para
limpiar. Una hora más tarde se encontraba cocinando una sopa para Taehyung.
Suspirando, se acercó y sacó un poco de veneno para sasonar. Se detuvo,
dudando.

Fue inaceptable cuando finalmente luego de unos minutos volvió a cerrar la


botella del veneno, incapaz de derramar siquiera una gota en la sopa. ¿Por qué
se le hacia tan díficil asesinar al idiota? Simplemente Taehyung tenía algo
carismático que lo volvía adorable. Jungkook apagó el fuego de la estufa y sirvió
un poco de sopa en el plato de Paw Patrol de Taehyung, al girarse se encontró
al rubio de pie observándolo desde la puerta.

Jungkook se tensó ligeramente recordando la botella de veneno.

—¿Hace cuanto estás ahí?– preguntó.

Taehyung no respondió en cambio caminó hasta él, le quitó el plato de las


manos y lo atrajó envolviendo los brazos en el cuello del pelinegro. Se
observaron unos pocos segundos antes de que Taehyung rozara sus labios
sobre los ajenos para luego besarse suave y tranquilamente. Jungkook
correspondió sosteniendo la cintura del rubio, hundiendo sus pulgares bajo la
ropa de Taehyung para hacer círculos sobre los huesos de la cadera.

Se besaron muy lentamente, saboreando, chupando y respirando el aliento del


otro. Taehyung volvía a tener ese olor a bebé que tanto lo caracterizaba, el rubio
hundía sus largos dedos entre el cabello corto del pelinegro soltando suspiros.
Abrió la boca lo suficiente como para que la lengua de Jungkook se deslizara al
interior encontrándose con la suya creando un ligero espasmo en su cuerpo.

Taehyung se alejó después de unos minutos dejando un suave chasquido


salivoso en el aire. Sonrió y besó por último la mejilla de Jungkook para girar
hacía la botella de veneno y lanzarla al bote de basura.

—No volveré a asesinar a nadie sin tu permiso– dijo finalmente —pero tú tienes
que prometer que no intentaras deshacerte de mí nunca más–.

Jungkook no podía creer lo que estaba escuchando. Simplemente parecía


demasiado bueno para ser verdad pero por algún motivo le emocionaba tener el
control, poder decidir si Taehyung asesinaba o no y por un momento la
sensación de poder fue abrumadora. Quizás aquel era el primer gran paso para
convertirse en el domador de esa bestia adorable y salvaje.

—Lo prometo– asintió —no te preocupes, podrás seguir matando insectos como
esos– apuntó a la bolsa de basura en una esquina. —Haré que funcioné así que
no te pongas triste, bebé– acarició la mejilla del rubio y besó fugazmente su
labio abultado.

Taehyung asintió actuando como niño castigado, hundiendo el rostro en el cuello


de Jungkook quien acarició suavemente la nuca en donde faltaba el pedazo de
carne que había arrancado apenas unos cuantos días antes.
—Quiero mi sopita– pidió el rubio, actuando adorable.

Jungkook asintió depositando un pequeño beso en la sien del mayor.

Y mientras Taehyung comía, la mente de Jungkook procesaba ideando una


forma de usar el encanto del rubio para su beneficio y entonces se le ocurrió.

—Disculpe, ¿podría ayudarme a encontrar mi casa?– lloriqueó el adorable rubio


sosteniendo un conejito rosa de peluche en sus manos.

El hombre lo observó confundido antes de reparar en las lágrimas que brillaban


en los ojitos temerosos del chico.

—Claro, pequeño– aceptó de inmediato.

El rubio formó una sonrisa geométrica y acto seguido tomó la mano del
desconocido para guíarlo.
—Creo que es por aquí– dijo, tirando de él.

El hombre se dejó llevar por entre las calles imaginando que ese pobre chico
sufría de algun desorden mental ya que parecía un niño de cinco años atrapado
en el cuerpo de un adulto. El tipo ni siquiera notó cuando el rubio lo llevó por un
extraño callejón cerrado.

—¿Seguro que es por aquí?– preguntó confundido.

El rubio soltó una risita burlona y giró hacía él sonriendo ampliamente.

—Mi conejito tiene vida– exclamó alzando el peluche —¿quieres contarle un


secreto?–.

El hombre negó, retrocediendo un poco.

—Debo irme– apuntó, nervioso.

—Entonces mi conejito te contará uno a tí– continuó Taehyung, ignorandolo y


alzó aún más el peluche.
El hombre sintió que se le helaba la piel cuando vio el peluche moviendo la
cabeza y casi al mismo tiempo una tercera voz resonó en el callejón.

—Vas a morir– habló alguien justo sobre su nuca, sintió el calor de un cuerpo en
su espalda y de pronto el rostro adorable del rubio frente a él se transformó en
uno de maldad pura.

Un demonio en piel de ángel.

14

Trước Sau

El rubio se abrió paso entre la multitud sonriendo y saludando como si fuese el


dueño del lugar. Las personas no sabían quien era pero estando bajo los efectos
de la bebida y algunos otros estupefactos se limitaban a regresar el saludo como
si fueran amigos de toda la vida y seguían en su mundo. Bailando y
meneándose unos contra otros, Taehyung pasaba intercambiando pasos de
baile con algunos hombres y otras pocas mujeres fuera de sí.

Las luces eran bajas, esferas multicolores chorreaban la pista de baile, un DJ


hacia sonar los mejores remix de las canciones de moda desde lo más alto del
lugar, las botellas de licor desfilaban de mano en mano, de boca en boca. La
música estallaba en sus oídos, el humo de vapor blanco que cubría todo desde
el suelo se mezclaba con el del cigarrilo.
Taehyung se detuvo cuando unas manos poderosas lo sostuvieron por las
caderas y lo obligaron a girar. Un hombre alto, de hombros caídos, cabello
crespo y cara de querer follar le sonrió de lado.

—Baila, lindo...– balbuceó, dejando un desagradable olor sobre el rostro de


Taehyung, típico de ebrios a punto de escupir hasta los intestinos por la boca.

Taehyung se tensó pero aún así sonrió y empezó a mover el trasero con
movimientos sensuales. El tipo ni siquiera podía seguir su ritmo, Taehyung
suspiró tranquilamente cuando el calor de otro cuerpo cubrió su espalda y un
aliento suave cayó sobre su nuca.

—¿Ocupado?– murmuró Jungkook en su oído.

Taehyung negó.

—Está conmigo– se quejó el desconocido soltando hipidos ahogados, sus ojos


inyectados en sangre apenas abiertos recorrían a ambos.

—Podemos compartir– sonrió Taehyung atrayendo al ebrio hacía él, obligandolo


a hundir el rostro en su cuello mientras Jungkook molía la pelvis contra su culo.

Dentro de poco, Taehyung estaba en medio de un apretado emparedado


sintiendo le lengua de ambos hombres en la piel de su cuello y pecho. El rubio
ladeó la cabeza buscando los labios de Jungkook a tientas. La música seguía, la
multitud de cuerpos se amontonaban y restregaban creando un movimiento
acelerado y fue por esa misma razón que nadie notó el momento exacto en que
el rubio se acercó al rostro del ebrio y lo besó, asegurándose de introducir sus
dedos luego de separarse, dejando algo en la boca del desconocido.

El hombre tragó sintiendo el pequeño objeto que asemejaba una pastilla con la
mente nebulosa y sonrió, moviéndose perezosamente.

—¿Listo?– preguntó Taehyung con una sonrisa.

—Deja que llegue al estómago primero, bebé– negó Jungkook.

El hombre frente a ellos frunció el ceño confundido, incapaz de escuchar


claramente lo que decían. El rubio esbozó un puchero y giró para abrazar y
besar a Jungkook. El otro intento acercarse pero el pelinegro lo alejó de un
empujón. El tipo estaba tan ebrio que no pudo mantener el equilibrio y terminó
cayendo al suelo, llevándose a una chica pelirroja junto con él.

Hubo un momento de conmoción mientras el chico que había estado bailando


con la pelirroja la ayudaba a ponerse en pie y empezaba a gritarle al tipo rendido
al suelo. Jungkook ladeó la cabeza y sacó un pequeño control remoto del bolsillo
de su pantalón.
El novio de la pelirroja sujetó al ebrio por el cuello de la camisa, Taehyung sonrió
radiante cuando vio a Jungkook presionar el botón verdoso en el control remoto
y casi al instante el estómago del tipo explotó, chorreando sangre y carne sobre
el rostro del otro y bañando el suelo de restos.

Taehyung soltó una carcajada al ver el enorme hueco que el explosivo había
dejado en el cuerpo, el rostro deformado del ahora muerto y la cara horrorizada
de la pelirroja cuando sus zapatillas acabaron escurriendo en carne humana
molida.

El rubio abrazó a Jungkook quien ocultó el control remoto en su bolsillo y


correspondió al abrazo. Los gritos de terror murieron ahogados en medio de la
música. El novio de la pelirroja intentó alejarse del cuerpo, resbalando y cayendo
al suelo debido a la cantidad de sangre. Pedazos de estómago e intestinos
quedaban enredados en sus manos cuando luchaba por ponerse en pie y
fallaba.

—Me encanta como funciona tu mente ¿sabes?– halagó el rubio, besando la


línea de la mandíbula del menor. —Eres un genio malvado–.

Jungkook lo atrajó más a él para alejarse caminando muy lentamente entre la


ola de gente que empezaba a percatarse de lo ocurrido. Salieron de aquella
ruidosa discoteca tomados de la mano.

—¿Cómo se te ocurrió?– preguntó Taehyung, hundiendo el rostro en el cuello


de Jungkook.
—Siempre quise hacer algo así en público– explicó —¿vamos por otra ronda?–.

—¡Vamos~!–.

Yoongi suspiró, rascando su nuca cuando entró al lugar escuchando el eco de


voces lejanas.

—¿Por qué estoy aquí?– se quejó en cuanto vio a Namjoon cerca de las
escaleras de acceso. —Creí que era el caso de Suran–.

—Y lo es– una voz femenina interrumpió la posible respuesta de Namjoon.

La mujer apareció vistiendo completamente de negro, con el arma automática


colgando de su cintura, el cabello largo lacio cayendo más allá de sus hombros y
mirada severa. Pese a su estatura, la chica no se dejó intimidar y apartó a
Namjoon para acercarse a Yoongi quien esbozó una mueca.

—¿Quieres explicarme por qué Seokjin insiste en meterse en los casos del
escuadrón de homicidios?– preguntó, cruzándose de brazos.

—Ni idea– Yoongi se encogió de hombros —sabes que no me interesa quitarte


los casos, al contrario me gustaría darte incluso los míos y evitarme el trabajo.
También me alegra verte, por cierto–.

Suran resopló y sonrió finalmente.

—Podemos trabajar juntos, supongo– concluyó ella y dio la vuelta —vamos–.

Yoongi lanzó una mirada a Namjoon y siguió a la mujer al interior del bar.
Odiaba esos lugares tanto de noche como de día. Ahora que la luz solar se
alcanzaba a filtrar y la pista estaba despejada salvo por el personal de la policía
el sitio era más bien deprimente. Saltaba a relucir todos los defectos que las
luces bajas y chirriantes ocultaban cuando la noche caía y la música retumbaba.

Hoseok estaba de pie a lado de Kim Minseok, uno de los miembros del equipo
de Suran.

—¿De qué se trata?– quiso saber Yoongi.


—Debes verlo por tí mismo– apuntó Suran.

Yoongi se detuvo. Al centro del lugar se encontraba un joven hombre con los
intestinos de fuera y una expresión de sorpresa en su rostro, como si jamás lo
hubiera visto venir. Yoongi analizó el cuerpo con atención.

—¿Sabe algo?– preguntó a la forense.

Bae Joohyun se incorporó sacándose los guantes de latex con un chasquido


que resonó en el solitario lugar.

—Explotó desde dentro– explicó con voz inalterable.

—¿Perdón?– Lee Donghae, otro de los miembros del equipo de Suran, dio un
paso al frente con gesto confundido —¿cómo es eso posible?–.

—Probablemente ingirió el explosivo– explicó la forense.

Suran asintió dirigiéndose a Yoongi.

—Pudieron haberselo dado haciéndola pasar como si fuera una anfetamina–.


—O en la bebida– apremió Minseok.

Joohyun tomó un respiro.

—Tendré más información una vez que lleven el cuerpo a la morgue y realicé la
autopsia– dijo ella —pero puedo decir que fue un explosivo hecho a mano–.

—¿Cómo?– se interesó Namjoon.

—Encontré rastros de plástico reciclado, no fue comprado, fue hecho en casa–.

—Si ese es el caso entonces la víctima debio haberlo visto venir, nadie se traga
algo desconocido que no parece pastilla– apuntó Donghae.

—Quizás lo obligaron a comerla– intentó Hoseok para luego esbozar una mueca
—o estaba tan ebrio que ni siquiera lo notó–.

Suran movilizó al equipo. Yoongi seguía observando el cuerpo como si quisiera


entender todos los secretos que escondía.

1.

15
Trước Sau

Taehyung sollozó bajito antes de que su lloriqueo se convirtiera en un gemido.


Jungkook aseguró el arnés de castidad con más fuerza sobre el pene erecto del
rubio y ajustó las correas de muñecas y tobillos que lo mantenían casi flotando
en el aire. El cuerpo desnudo se mecía con cada pequeño espasmo y la boca
del mayor se encontraba amordazada, sus ojos bendados, bolas anales en su
contraída entrada y la vista era impresionantemente excitante.

—Taehyungie debiste haber dicho que lo sentías– reprochó Jungkook, tomando


el pequeño látigo de cuero con trenzas. —De haberlo hecho en éste momento
no estarías siendo castigado–.

El nombrado sollozó y se removió haciendo que las correas que lo mantenían


suspendido en el aire se tensaran aún más contra su piel, provocando dolor.
Jungkook se aproximó a él, observando el pene rojizo y lo húmeda que se
encontraba su entrada, escurriendo del lubricante que había usado para meter
las bolas anales.

—Apuesto a que se siente muy incómodo– continuó puesto que Taehyung no


podía responderle salvo por los gemidos y jadeos que soltaba —me encantaría
poder ayudarte, pero esto es un castigo y no sería justo– dijo, al tiempo que
acariciaba el glúteo izquierdo del rubio con la punta del látigo antes de dejar un
áspero y sonoro golpe.
La piel se puso roja al instante y Taehyung se estremeció, haciendo que las
correas se incrustaran en sus muñecas hasta encajarse en la piel.

—Creí que habías prometido que no matarías sin mi consentimiento de nuevo,


apenas me distraje un poco y no sólo asesinaste sino que igual trajiste a éste
tipo a la casa– fue entonces que Jungkook giró hacía el sujeto amarrado a la
silla.

Era un chico quizás un poco menor que ellos, había llegado hasta ahí creyendo
en las falsas mentiras de Taehyung quien no tenía problemas para engañar a
sus presas. Les prometía noches de sexo, besos dulces y caricias interminables
pero al llegar lo único que encontraban era una muerte segura. A Jungkook no le
importaba realmente, de hecho le gustaba usar la belleza y aparente inocencia
de Taehyung para atraer tipos idiotas. El problema era cuando el rubio jugaba
solo por su cuenta y no lo invitaba.

Ahora tenía al pobre chico bien atado a la silla con cinta adhesiva gris, con la
boca bien sellada y el rostro de terror que siempre buscaba dejar en sus
víctimas. Ahora sólo faltaba hacerlo tener los ojos bien abiertos mientras
castigaba a Taehyung, de pronto tener público era emocionante.

Fue así como decidió simplemente tomar una fina y afilada cuchilla, acercarse al
tipo, tomar sus párpados uno por uno y rebanarlos. Para cuando terminó, los
ojos del muchacho lucían rojos y acuosos, sus lágrimas eran literalmente de
sangre mientras se retorcía en su lugar. La carne ardía dolorosamente por el
flujo salino de las lágrimas haciendo que fuera una tortura lenta y despiadada
que no podía parar. Ahora cerrar los ojos era un bello recuerdo que el sujeto
jamás volvería a exprimentar. Su vista estaría siempre fija en ellos y Jungkook
sonrió triunfal.

—Observa, te daré el mejor espectáculo que puedas imaginar antes de morir, la


buena noticia es que morirás con los ojos abiertos, agradeceme luego– sonrió el
pelinegro, dando una palmadita en el hombro del chico quien gritaba detrás de
aquella fornida capa de cinta adhesiva, intentando expresar con gritos ahogados
su dolor.

Jungkook lo ignoró y caminó de regreso a Taehyung quien se mantenía


suspendido, meneando las caderas para que las diminutas bolas anales dieran
sobre su próstata sin lograr absolutamente nada. Jungkook rió casi enternecido,
tomando el anillo para tirar hasta sacar la larga tira de bolas de manera rápida y
sin cuidado. Taehyung se estremeció y jadeó escupiendo un poco de saliva en
el proceso por entre la mordaza.

Jungkook se abrió el pantalón, tomando su propia erección en la mano y dando


unos pocos tirones para ponerla más dura aún. Taehyung esperaba incapaz de
ver o hablar, tan sólo imaginando lo que podría venir después. Jungkook se
acercó colocándose entre las piernas ampliamente abiertas del rubio,
penetrando de una estocada certera.

Taehyung se agitó en las correas, sus tobillos tirando de ellas hasta el punto de
ser doloroso. Jungkook afianzó el agarre en sus glúteos y embistió sin parar
dentro del apretado interior, sin contenerse. El pene de Taehyung lucía casi
amoratado envuelto en el arnés de castidad, incapaz de eyacular.
Jungkook se movió, girando y golpeando más y más duro, taladrando la próstata
de Taehyung quien empezó a llorar en alguna parte del proceso al no ser capaz
de correrse, el arnés era demasiado apretado y su erección aumentaba en
tamaño cortando su circulación. El pelinegro sonrió en medio de las rápidas
penetraciones, observando maravillado la manera en la que el cuerpo de
Taehyung se contorneaba en el aire, arqueándose y sacudiéndose como si
estuviera sufriendo de un ataque.

De la piel de sus muñecas y tobillos resbalaban líneas de sangre, las correas


cada vez cortando más y más carne. Jungkook se sorprendió al notar que
Taehyung llegaba al orgasmo sin haberse corrido una sola vez. Arqueando una
ceja, tomó la mordaza y la desató.

—¿Te has acostumbrado tanto a que te den que ya ni siquiera necesitas


eyacular para tener un orgasmo? Que lamentable– se burló.

—¡Ya sueltame!– chilló el rubio con voz detrozada, temblorosa y pátetica —¡te
cortaré el pene!–.

—Esa amenaza habría funcionado si no sonaras tan jodido– gruñó Jungkook en


medio de su propio orgasmo, derramándose dentro y bombeando unas pocas
veces más hasta que las olas del clímax se perdían.

Para cuando salió del interior de Taehyung, lo liberó y lo ayudó a quitarse el


arnés, el rubio ya lo estaba abofeteando.
—¡No vuelvas a hacer eso!– rugió furioso —¡me duele, joder!– siguió
quejándose, sujetando su adolorido miembro el cual había perdido la erección.

—Soy yo quien debería estar molesto– contraatacó Jungkook, acomodando su


ropa.

Taehyung tomó el mazo de hierro que tenía a un lado en el suelo y con piernas
temblorosas, lo alzó por encima de su cabeza y de un solo golpe arremetió
contra el chico atado a la silla, haciendo volar su materia gris en todas
direcciones. Jungkook cerró los ojos cuando las gotas de sangre cayeron sobre
su rostro por el impacto.

—Te quedarás sin cráneo para tu colección– suspiró el pelinegro, limpiando su


cara.

—¡No me importa!– gritó —¡no es como si pudiera partirte la cara a tí!– se quejó
el rubio, haciendo un puchero.

—¿No puedes o no quieres?– sonrió Jungkook con satisfacción.

—No me quiero quedar sin tu pene, Kookie– lloriqueó Taehyung, dejando el


mazo de lado y corriendo a abrazar al menor —¿quién me follará si te mato?–
dijo con tono infantil.
Jungkook rodó los ojos, pero aún así sonrió.

—Reproduce de nuevo– pidió Yoongi con seriedad.

El chico encargado de audio y video obedeció y volvió a colocar la cinta de la


cámara de seguridad en el estacionamiento de un supermercado en donde
había desaparecido una de las víctimas que investigaba. La resolución era
pésima pero podía ver claramente al chico que había desaparecido.

Se veía al tipo caminando al interior del establecimiento, quince minutos


después volvía a aparecer en cuadro cargando una bolsa de mandado,
hablando y sonriendo con un desconocido. El otro sujeto permanecía de
espaldas a la cámara, su cabello estaba cubierto por la capucha de su chaqueta
pero se divisaba un mechón rubio cada vez que ladeaba la cabeza.

Yoongi observó el intercambio entre los dos. De pronto el desaparecido chico


cambiaba su expresión a una de sorpresa para luego negar y empezar a
retroceder. Sin embargo antes de poder dar un paso más, el chico que
conversaba con él sacó algún objeto cilíndrico y golpeó justo sobre la nuca de la
víctima. Lo siguiente fue que el aparente rubio se las arreglaba para subir al
chico a su propio auto para luego arrancar y en todo ese tiempo su rostro jamás
se divisó.

—Alto...– murmuró y el video se congeló en la imagen del chico subiendo al otro


inconsciente al auto.

Yoongi frunció el ceño, observando con atención.

—Yo conozco esas piernas– dijo, observando las largas y contorneadas


extremidades que se esforzaban por mover el cuerpo inconsciente.

16

Trước Sau

Era un hombre sencillo con fetiches raros. Eso fue lo primero que Taehyung
pudo constatar. Inclinándose un poco hacía delante, le habló al oído al tipo cuyo
nombre ya había olvidado y sonrió coquetamente, mostrando parte de su
hombro. El sujeto le devolvió el gesto coqueto y lo siguió sin rechistar.

—¿A dónde me llevas, hermoso?– preguntó.


—Al país de las maravillas– respondió Taehyung con un brillo singular en los
ojos y esa sonrisa traviesa que no auguraba nada bueno.

Con pasos lentos, llevó al hombre hasta un lugar extraño en donde los edificios
eran altos, cubriendo casi por completo la luz del sol. Callejones húmedos y
vaporosos se vislumbraban en cada avenida y el silencio era un compañero
constante, tan sólo rompiendo su frágilidad con el sonido de sus pasos al andar.

—No conozco estos lugares...– murmuró el hombre, apretando su agarre en la


mano del rubio.

—Casi nadie los conoce– lo tranquilizó y siguió su camino saltando sobre la


punta de sus pies cual niño pequeño con juguete nuevo.

La oscuridad ahí era irreal. Aún era temprano en la mañana, el sol ya debería
alcanzar a verse en todo su esplendor, cubriendo las sombras y ganando poder
con su calor. En cambio, por aquellas calles donde no transitaban autos y los
edificios parecían abandonados y en ruinas, la luz se filtraba a duras penas.

Giraron en una esquina y el hombre escuchó pasos yendo detrás de ellos pero
al girar no había nadie siguiéndolos. Caminaron un poco más y su visión
periferíca captó el movimiento de alguien observándolos de pie a una distancia
prudente.
Un conejo humanoide sonriente.

El hombre se tensó pero Taehyung no lo dejó detenerse e insistió para que lo


siguiera mientras sentía la presencia desconocida.

—Aquí– apuntó Taehyung.

—Aquí no hay nada– se quejó el hombre, luchando por soltarse —ya debo irme–
se excusó, temeroso y desconfiado.

—¿No quieres que te enseñé algo increíble?–.

El hombre tragó duro cuando lanzó una mirada al interior del solitario callejón
oscuro al cual el rubio hermoso buscaba meterlo. Una sombra se meneó al
interior como una mancha borrosa serpenteante. De entre la humedad nebulosa
se alzó un conejo gigante, de cabeza enorme, traje clásico, ojos enormes,
dientes sobresalientes y una hacha en la mano. De su pelaje peluchoso caían
chorros de sangre, un olor a podrido se desprendía de él.

—Aquí está tu conejo blanco– se burló el rubio —¿listo para ir al país de las
maravillas y...?– el hombre se desmayó.

—¿Es broma?– resopló Jungkook, su voz sonaba amortiguada por la enorme


cabeza de conejo que conformaba la botarga.
Taehyung observaba al tipo tirado al suelo con molestia.

—¡Que estupidez!– se quejó indignado —¡lo asustaste, Kookie!–.

—Esa es la idea– el conejo enorme caminó a pasos torpes hasta su compañero


—te conseguí el sombrero que me pediste y esto– alzó otra bolsa de plástico
con el logotipo de alguna tienda estampada en el costado.

—¿Vamos?– sonrió Taehyung.

Tenían una estaca de madera lista para ser utilizada para sus perversos planes.
Taehyung llevaba su traje del sombrerero loco, Jungkook en su papel de conejo
blanco y el hombre aterrado y atado a la silla del comedor enfundado en el
vestido azul de Alicia con todo y peluca incluída.
Jungkook sacaba más punta al pedazo grueso y largo de madera, haciéndola
afilada, punzante, perfecta para empalar, ser encajada por el culo hasta salir por
la garganta.

—¿Puedo ser Alicia la próxima vez?– preguntó Taehyung con el entrecejo


fruncido —me encanta el vestido, creo que haría resaltar mi piel, además mis
piernas son mucho más hermosas y menos peludas– argumentó.

—En cuanto termínemos te lo pones para follarte– asintió Jungkook, ahora


lijando un poco la madera.

—¿Cuántas astillas crees que se le queden enterradas? ¡Ya quiero hacerlo,


escuché que se les sale el ano por la boca con todo y relleno!– se carcajeó.

Jungkook se detuvo.

—Eso es asqueroso– suspiró —¿cómo me convenciste de hacer ésto?–.

—Te dejaré penetrarme con dos vibradores y a parte tu polla si quieres– sonrió
el rubio —rómpeme, daddy, rómpeme– siguió bromeando.

Jungkook rodó los ojos y alzó la estaca que le llegaba por encima del hombro,
del grueso de sus piernas y tan pesada que apenas era capáz de mantenerla en
equilibrio. El pelinegro lucía ridículamente estúpido con aquel traje de conejo
sofocante sosteniendo la estaca en sus manos peludas.

—¿Listo?– preguntó y Taehyung asintió entusiasmado —bájale los pantalones–.

El rubio obedeció mientras el pobre "Alicia" lloraba desconsoladamente.

—¿Podemos imitar lo del ciempiés humano alguna vez?–.

—Obvio no–.

Taehyung rió y tiró del pantalón con fuerza hasta dejar al hombre desnudo de la
cintura para abajo y luchó por abrirle las piernas. Jungkook colocó la estaca con
dificultad y dándo un pequeño impulso, la dejó ir pero falló y terminó encajándola
en los testículos ganando un grito doloroso de la boca amordazada del hombre.

—Uh, perdón– retiró la punta sólo para confirmar que había fallado y apuntó de
nuevo, mientras su víctima se retorcía chorreando sangre desde su bola
rebentada —va otra vez– anunció.

—Hazlo bien, Kookie– lo regañó Taehyung —recuerda que quiero saber si es


verdad que se le sale todo por la boca– le recordó.
El pelinegro asintió empleando toda la fuerza de sus musculosos brazos para
apuntar correctamente y entonces... Alguien llamó a la puerta de la casa.

Ambos se lanzaron una mirada, la estaca permaneció en el aire, el hombre


lloraba mientras tiraba sangre de los testículos y Taehyung le sostenía las
piernas ampliamente abiertas desde la espalda.

—¿Joven Jeon? ¿Joven Kim? Es el cápitan Min del escuadrón de crímenes


especiales ¿podría hacerles unas preguntas?– se escuchó la voz ronca al otro
lado de la puerta.

El hombre atado a la silla abrió los ojos como platos y empezó a moverse y
gritar a pesar de la mordaza entre sus labios. Taehyung apretó ambas manos
sobre el rostro del tipo para silenciarlo mientras Jungkook intentaba deshacerse
de la estaca y su disfraz estúpido de conejo. Estaban en la cocina por lo que
fácilmente podría notarse lo que estaban haciendo. Taehyung golpeó un par de
veces a su presa quien pataleó haciendo que la silla cayera, dejando un
estruendo en el lugar.

Hubo silencio después, un silencio tenso.

—¿Todo en orden?– habló la misma voz del detective —voy a entrar– advirtió.
—¡Todo en orden!– alcanzó a decir Jungkook desde el otro lado del salón a
donde había corrido a esconder la pesada estaca y pateando el disfraz lejos se
movió con torpeza—¡un segundo, oficial!–.

La silla se había partido en pedazos por la fuerza de la caída, el hombre


enfundado en vestido de Alicia estaba libre.

—...detenlo...– murmuró Jungkook, tirando trapos al suelo para limpiar la sangre


que habían derramado.

Taehyung no podía mantener la hombre robusto en su lugar por lo que incluso


recibió un golpe en la cara. Rugiendo por lo bajo, el rubio tomó un pedazo de
silla y arremetió contra la nuca del hombre mientras Jungkook caminaba hacía la
puerta en donde Yoongi seguía llamando.

—Buen día, oficial– saludó amablemente, falto de aliento y su corazón latiendo


desbocado.

Los ojos felinos de Yoongi lo recorrieron en busca de cualquier cosa. Jungkook


mantenía la puerta apenas lo suficientemente abierta como para que sólo su
cabeza pudiera asomar.

—¿Se encuentra bien?– inquirió Yoongi, escuchando como algo parecido a la


madera se rompía dentro de la casa. —¿Ocurre algo con su... Novio?– insistió,
alzando la cabeza pero Jungkook no dejaba nada descubierto para que
alcanzara a ver.

—No pasa nada, nosotros sólo...– Jungkook tragó duro, su manzana de Adán
meneándose de arriba a abajo con nerviosismo —lo lamento, oficial, no creo que
tenga la necesidad de saber lo que estabamos haciendo, simplemente diré que
estabamos en un momento muy íntimo– se excusó pobremente.

Yoongi asintió pareciendo de todo menos convencido.

Jungkook sintió una mano tomándolo por el tobillo, giró lanzando una mirada
disimulada y notó el rostro sangrante y molido a golpes, con la carne del rostro
desgarrada y llena de astillas sobre la piel al rojo vivo de su presa arrastrándose
hacía la puerta, jadeando y lloriqueando. Taehyung apareció enseguida con lo
que parecía ser la pata de la silla y toda la intención de atacar de nuevo.

Jungkook se apresuró a salir de la casa, cerrando la puerta a su espalda y


sonriendo tan tranquilamente como le fuera posible.

—¿Necesita algo?– preguntó, cruzando los brazos.

Yoongi mantuvo la mirada intensa sobre él antes de hablar nuevamente.

—¿Está herido?– apuntó hacía los pies de Jungkook.


El pelinegro siguió la señal, observando la mancha de sangre sobre la mezclilla
de su pantalón y sobre parte de su bota.

—Oh no, eso sólo es...– negó, observando la mancha como si fuera algún bicho
raro —no fue nada– insistió.

Yoongi se acomodó pasando su peso de un pie a otro.

—¿Puedo pasar? Tengo que hablar con usted y su pareja de algo importante– el
detective apuntó a la puerta.

Jungkook se tensó rápidamente, sintiendo la adrenalina a tope. Pensó


rápidamente. Sólo iba Yoongi esta vez por lo que podría ser fácil deshacerse de
él, aunque llevaba un arma automática colgando de la cintura, esposas y
probablemente alguna semi automática escondida en otra parte. Podría dar
pelea pero Jungkook confiaba en su fuerza, además serían dos contra uno. Sin
embargo, era probable que Yoongi hubiera avisado a sus compañeros de dónde
estaría así que...

—¿Es algo urgente? La verdad es que nosotros...–

—¿Esconde algo?– interrumpió Yoongi.


Los ojos de Jungkook se abrieron de golpe al mismo tiempo que la puerta se
abría a su espalda y aparecía Taehyung completamente desnudo, mojado y
sosteniendo una botella de vino en la mano, tambaleándose.

—¡Salud a todos!– chilló, empinándose la botella —¡amor~ trajiste amigos!–


sonrió, dándo un paso para luego tropezar y caer al suelo.

Jungkook no se movió de inmediato, hasta que finalmente reaccionó y lo ayudó


a incorporarse.

—¡Quiero mi caramelo!– lloriqueó el rubio, negándose a ser alzado del suelo,


restregando su mejilla contra la íngle de Jungkook —dáme amor~– insistió.

Jungkook alzó la mirada hacia Yoongi.

—Lamento ésto–.

Los ojos del detective estaban fijos en Taehyung quien seguía sobre el suelo,
hipando y vaciándose la botella hasta que el vino caía de sus labios y resbalaba
por su cuello hasta empaparlo. Jungkook sintió la molestia cuando la mirada de
Yoongi demoró más de lo debido en las piernas desnudas de Taehyung.

—Oficial, como podrá ver estamos un poco indispuestos ahora mismo pero si
quiere podemos hablar luego– tronó, sonando irritado.
—Vengan a la oficina mañana– pidió Yoongi de inmediato —al medio día y
sobrios, por favor– dijo, antes de dar la vuelta.

Jungkook permaneció en el mismo lugar, viendo marchar al detective quien se


detuvo y giró de regreso.

—¿Vive alguien más con ustedes?– quiso saber, Jungkook negó —es raro, creí
haber visto a alguien asomando desde la ventana del segundo piso, ¿un
conejo?– apuntó.

Jungkook sintió que la sangre se le congelaba, Taehyung detuvo su actuación


de ebrio inquieto al escuchar aquello.

—Quizás debería revisar mi vista– exclamó Yoongi para seguir andando hasta
su auto.

El detective arrancó odiosamente lento, Jungkook mantenía su sonrisa falsa


muy forzosamente.

—¿Lo dejaste salir de su jaula?– preguntó en cuanto el coche se alejó


finalmente, empujando a Taehyung.
—Mierda...– se quejó el rubio —puede que la haya dejado medio abierta cuando
le dí de comer– se disculpó.

Jungkook se llevó las manos a la cabeza.

—Ésto se está saliendo de control– rugió frustrado, tirando de su cabello —¿y


qué jodidos quiere ese idiota?– insistió.

—Jodernos, literalmente– sonrió Taehyung —creo que le gustó mi polla–.

Pero lo que Yoongi había estado observando, era otra cosa.

17

Trước Sau

Jungkook tuvo un mal presentimiento cuando abrió la nevera esa mañana y


encontró una cabeza decapitada sobre un tazón de avena. Suspirando, la apartó
para buscar la leche y sacarla.

—Debes actuar normal y no decir nada estúpido por lo menos los primeros diez
minutos– advirtió, regresando a la mesa en donde Taehyung lo esperaba viendo
dibujos animados mientras comía una banana. —Sólo saluda y deja que yo lo
arregle– insistía, aunque el rubio ni siquiera lo estaba escuchando.
La reunión con el detective no parecía ser nada prometedora. Jungkook sabía
que ese tal Min Yoongi era de temer. Lo había notado la primera vez que lo
conoció pero ahora lo constataba; él no creía una palabra de lo que Jungkook
decía. Aquello era jodido. Jungkook siempre se había preocupado de mantener
su fachada de hombre respetable completamente creíble y ahora aparecía ese
tipo que podía leerlo como libro abierto. Y si él era fácil de leer, entonces
Taehyung era incluso más sencillo.

—Doofenshmirtz malvados y asociados~– canturreaba el rubio con la mirada fija


en la pantalla.

Jungkook respiró tensamente. Prefería ir solo a la cita con el detective, aunque


probablemente levantaría más sospechas de esa manera. Taehyung era un tipo
al que todo parecía importarle poco al parecer su instinto de supervivencia era
más bien carente, él simplemente actuaba por instinto y lo que ocurriera
después era insignificante.

Lo observó comer perezosamente. Taehyung era más sumiso y tranquilo


cuando acababa de despertar, en ocasiones se quedaba viendo un punto fijo a
la nada antes de reaccionar y el resto del día se la pasaba de hiperactivo y
molesto. Jungkook disfrutaba en secreto de la tranquilidad que emanaba el rubio
en ese estado de letargo.

Era precisamente en ese momento en el que podía prácticamente obligarlo a


hacer cualquier cosa sin obtener reclamos, pero debía ser "dulce" con él.
—Bebé...– lo llamó con calma, poniéndose en pie para caminar hasta colocarse
a su lado y acariciar la melena teñida con suavidad, hundiendo sus dedos en la
espesura tersa.

Taehyung desvió la mirada y la enfocó en Jungkook con un gesto afligido.

—Estoy viendo a Perry, Kookie– se quejó con un puchero, sus ojos


relampaguearon en lágrimas caprichosas. —¿Por qué no se deja asesinar
nunca? Doofenshmirtz merece ganar... Estúpido ornitorinco– siguió quejándose,
ahora soltando ligeros sollozos.

Jungkook estuvo cerca de rodar los ojos con fastidio. Taehyung era muy
sentimental en las mañanas también, sobre todo cuando despertaba antes de la
hora usual y se pasaba la primera media hora de mal humor.

—Lo sé, bebé– asintió, dándole por su lado —Perry es un hijo de puta pero
necesito que prestes atención y prometas que no harás nada "arriesgado"
mientras estemos con el detective o tendré que castigarte ¿de acuerdo?–.

Taehyung asintió con los ojos lagrimosos y desvió la mirada de regreso a la


pantalla. Jungkook resopló por lo bajo. En ocasiones sentía que cumplía un
papel paternal que no le correspondía.
Sólo había estado en una comisaría una vez anteriormente y aún así se sintió
extrañamente en casa cuando cruzó la puerta y lo primero que vio fue a un tipo
escupiendo a la cara de un oficial mientras otros dos intentaban someterlo.

Jungkook frunció el ceño con desagrado cuando el sujeto terminó en el suelo sin
dejar de retorcerse y gritar obscenidades de lo que le haría a la hermana de
cierto policía en cuanto saliera de ahí. Taehyung se había alejado en busca de
una maquina dispensadora para comprar una bolsa de golosinas.

—¡Joven Jeon!– una voz lo llamó desde el otro lado del lugar.

El detective Jung Hoseok se acercó a él con una sonrisa tan hermosa que por
un momento Jungkook estuvo tentado a dejar ir un puñetazo al rostro del chico
para ser téstigo del cambio que tendría. Quería verlo sufrir. Por desgracia sus
instintos tenían que ser suprimidos en ese momento.

—El cápitan los está esperando– continuó Hoseok, haciendo una señal para que
lo acompañaran.
Taehyung se había colocado a su lado, comiendo de un paquete de gomitas
mientras sus ojos hiperactivos analizaban todo alrededor. Ese día y por algún
motivo, el rubio había decidido vestirse de manera extraña con un suéter
enorme y rosado que le llegaba hasta las rodillas. Llevaba un pantalón que le
arrastraba, un par de sandalias que parecían hechas con llanta de tractor tan
grandes que sus pies delgados parecían incluso pequeños. Su cabello iba
desarreglado excepto por la media coleta que llevaba en la parte más alta de la
cabeza.

Jungkook siguió los pasos de Jung recorriendo la ruidosa estancia con olor a
café cargado, sudor y donas. Era raro, siempre había creído que las películas
mentían al decir que los policías y las rosquillas iban de la mano, pero ahora
veía que era del todo falso.

Había dos filas de escritorios, cada uno desbordando en papeles, carpetas y


cajas llenas de más archivos. Los ordenadores quedaban casi sepultados bajo
aquella montaña. Teléfonos sonando en todas partes, ajetreo, hombres
enfundados en uniforme, otros en traje de oficina con placa y arma colgando de
sus cinturones. Jungkook se sintió enfermo.

—Por aquí– anunció Hoseok cuando llegaron al fondo del lugar y abrió una
puerta que llevaba a una sala.

Jungkook se detuvo de golpe.


—¿Es ésto una sala de interrogatorios?– preguntó fingiendo exceso de asombro
—no entiendo, ¿estamos arrestados? ¿Hicimos algo malo?–.

—No tengo oficina y hablar afuera con ese escándalo es un asco, ese es el
motivo, ahora entre– interrumpió Yoongi, apareciendo y pasando al interior de la
sala antes de que pudieran decir algo más.

Jungkook tensó la mandíbula odiando la actitud del idiota y empujando a


Taehyung al interior, siguió el camino.

La puerta se cerró detrás de ellos sofocando el sonido, Yoongi ya estaba


tomando asiento a un lado de una mesa pequeña y metálica. Jungkook lo imitó
sentándose al otro extremo y Taehyung lo siguió ocupando el asiento disponible
a su lado.

—¿Conoce a éste chico?– habló Yoongi de inmediato, tomando una fotografía


de las carpetas que llevaba en manos.

Jungkook observó el rostro del chico sonriente en la foto.

—¿O a ésta mujer?– insistió Yoongi, dejando caer otra fotografía sobre la
superficie de la mesa.

Hubo silencio.
—¿Debería conocerlos?–.

—Supongo, ya que fueron sus vecinos hasta hace un mes cuando aún vivía en
Seúl– Yoongi se encogió de hombros —y ambos desaparecieron, llámeme
incrédulo pero no creo en las coincidencias–.

Jungkook se recargó contra el respaldo de la incómoda silla.

—Entonces, SÍ es un interrogatorio ¿me estuvo investigando?– bufó —¿tiene


alguna prueba de que yo tenga algo que ver en está absurda teoría? ¿Algo
válido además del hecho de haber vivido cerca de donde ocurrieron estas
lamentables desapariciones?–. El pelinegro alzó una ceja inquisidora —supongo
que no–.

—De hecho, tengo algo mejor– sonrió Yoongi.

Jungkook guardo silencio mientras fotografías y fotografías de rostros familiares


y otros no tanto seguían siendo lanzados sobre la mesa.

—Daegu, Busan, Seúl...– citó Yoongi —¿me dirá que tampoco les parecen
conocidos? Muchas coincidencias para mi gusto– apuntó a las fotos.
Jungkook entre cerró los ojos sintiéndose amenazado. De pronto una mano
larga y acanelada rodó por entre todas las fotografías hasta tomar una de ellas.
Taehyung, quien se había mantenido en silencio todo ese tiempo, se hizo notar
soltando una risita burlona.

—¿Quiere que nosotros hagamos el trabajo por ustedes?– dijo, ladeando la


cabeza mientras observaba la foto —esta buscando en donde no debe, cápitan–
su rostro se volvió frío y severo de pronto. —Vuelva a llamarnos cuando tenga
algo de que acusarnos, lo más incorrecto que hemos hecho ha sido abandonar
la universidad y no separar la basura inorgánica. Somos buenas personas–.

El rubio se puso en pie, lanzando la fotografía al montón de otras para luego


caminar hacía la puerta.

—Buena suerte– sonrió Taehyung antes de salir, Jungkook lo siguió sin agregar
nada más.

Apenas unos segundos después, Hoseok entró a la sala.

—¿Y bien?–.

—No negaron nada pero tampoco afirmaron, aunque sí que perdieron un poco
sus máscaras. Jeon no es tan temeroso y Kim no es para nada inocente–
Yoongi tomó la fotografía que Taehyung había estado viendo.
—Aún así, no tenemos nada contra ellos, sólo tu corazonada– Hoseok se
encogió de hombros —¿por qué crees que son ellos de todos modos?–.

—¿Qué es lo más extremo que has llegado a hacer por una pareja? ¿Hacerte
un tatuaje con su nombre? ¿Comer de lo que cocine aunque sea un asco?–.

Hoseok no entendía a lo que se refería por lo que simplemente guardó silencio.

—Él tiene las iniciales de Jeon grabadas en la piel de su abdomen con hierro y
fuego– explicó finalmente recordando el día anterior cuando había visto al chico
desnudo, sin contar que las piernas eran bastante parecidas a las del
secuestrador en el video de seguridad y no es que Yoongi tuviera un fetiche con
los muslos de los chicos... Bueno, de hecho si lo tenía.

—¿Lo marcó como si fuera ganado?– se sorprendió Hoseok.

—¿Qué persona en su sano juicio haría algo así? O incluso ¿qué persona
enferma aceptaría que se lo hicieran? Quizás no tenga nada contra ellos y tal
vez me esté equivocando pero sí sé algo es, que ellos no son sólo una parejita
ordinaria–.

Hoseok asintió.
—Investiga más a éste– Yoongi alzó la fotografía que Taehyung había tomado
—creo que nos llevará a algo bueno–.

18

Trước Sau

Taehyung estaba furioso cuando entró al auto azotando la puerta. Jungkook


tomó asiento frente al volante y arrancó rugiendo por lo bajo.

—Nos vamos– anunció el pelinegro.

—¡No, NO!– el mayor dio un puñetazo —¡eso es lo que ese hijo de perra quiere,
él quiere que huyamos y así tener con que acusarnos aún más!–.

—Si te quieres quedar entonces adelante, yo me voy– Jungkook tomó carretera


libre.

Taehyung giró hacía él con la furia destellando en sus ojos.

—¡No te atrevas!– ordenó —¡no te atrevas a irte o te mato, juro que voy a
matarte y ésta vez no voy a contenerme!–.
—¿Perdón?–.

—¡¿Crees que soy estúpido?!– Taehyung aumentaba la intensidad de sus gritos


mientras Jungkook se abría paso por entre el tráfico. —¡Yo pude haberte
asesinado hace meses y aún así no lo hice!–.

—¿Qué se supone que significa eso? Obviamente yo igual pude haberte


asesinado, soy mucho más fuerte y tú eres jodidamente distraído– ahora
Jungkook sí estaba molesto.

Taehyung pateó con fuerza el frente del auto y luego el cristal, Jungkook aceleró
a tope, los otros vehículos se desdibujaban como manchas borrosas a su lado.

—¡¿Y por qué jodidos no lo hiciste?!– atacó Taehyung.

—¡¿Y por qué no lo hiciste tú?!–.

—¡Porque te quiero, idiota!–.

—¡Bueno yo no lo hice porque igual te quiero!–.

—¡PARA EL AUTO!–.
Jungkook soltó un grito estresado y desvió el camino atravesándose entre los
coches, ganando uno que otro grito acusatorio y descortes por parte de los otros
conductores hasta salir de la carretera y entrar serpenteando por las calles
adyacentes hasta detenerse en lo que parecía ser el estacionamiento de una
bodega solitaria.

—¡Ven acá!– rugió Taehyung y tiró de Jungkook con fuerza hasta que pudo
besarlo.

El beso fue severo, castigador. Con mordidas, choque de dientes y sonidos


inhumanos, fue un beso sin forma que concluyó tan rápido como había
empezado.

—Que jodida mierda...– murmuró Jungkook, acomodándose sobre el asiento del


conductor.

Por unos minutos todo fue silencio tenso mientras ambos intentaban recuperar
el ritmo normal de sus respiraciones y dejar la rabia ligeramente de lado.

—Ésto no habría pasado si no hubieras decidido secuestrarme– acusó


Taehyung —no se suponía que nos conocieramos de todos modos y ahora
hasta hay estúpidos sentimientos inútiles en medio de todo–.
Jungkook debía admitir que estaba un poco de acuerdo con él. Ambos habían
estado en el negocio de asesinar por placer el tiempo suficiente como para
saber que la habían jodido. Tener sentimientos por alguien era prácticamente lo
peor que podría ocurrir y más aún si se trataba de ellos precisamente. Aquello
sólo los volvía vulnerables.

—Quero matarte pero al mismo tiempo te veo y...– los ojos de Taehyung se
llenaron de lágrimas —joder, en verdad me dolería si lo hiciera ¡¿lo ves?! Nunca
me había pasado algo así, yo jamás dudo cuando debo asesinar a alguien...
Mierda, querer a alguien es un asco–.

Jungkook no respondió porque justo en ese momento no podía decir o hacer


nada que pudiera remediar la situación. Él sabía que quería a Taehyung desde
el momento en que despertar por las mañanas con el rubio recostado a su lado
dejo de parecerle molesto y empezo a verlo adorable. No querer admitirlo era
otra cosa muy diferente, obviamente tenía su orgullo y odiaba tener que admitir
en voz alta que tenía una debilidad por ese pequeño demente con complejo de
Hannibal Lecter.

—Con que Daegu ¿eh?– dijo, luego de un largo silencio —quien diría que eres
pueblerino–.

—Y lo dice el chico Busan con satoori tierno– contraatacó el rubio.

—Yo nunca...–
—Se te sale el acento cuando te enojas– Taehyung hizo puchero y desvió la
mirada hacía la ventanilla —¿tu vida fue buena? Seguro fuiste niño mimado por
mami y papi–.

«Chupa aquí, Jungkookie. Ayuda a mamá y te daré lo que quieres»

Jungkook se tensó cuando la voz femenina tan conocida resonó desde el fondo
de su cabeza trayendo recuerdos que no quería. Una mujer golpeada, una
sonrisa torcida, un hombre con capucha, mascara de gas y puños sangrientos
golpeando con fuerza el rostro de la maldita mientras el observaba desde el
armario, deseando en silencio que la golpeara más fuerte.

—Mi madre abusó sexualmente de mí durante cuatro años, no creo que fuera
precisamente "amor" lo que me dio– soltó Jungkook sin pensarlo, tenso y
molesto, arrepintiéndose casi al instante de haber hablado.

Taehyung no respondió de inmediato, ni siquiera giró a verlo mientras observaba


hacía otra parte. El silencio se volvió incómodo y Jungkook arrancó el auto sólo
para no tener que seguir escuchando el sonido de su respiración.

—¿Mataste a la zorra?– quiso saber el rubio luego de un momento, con


curiosidad.
—Alguien más lo hizo por mí– negó Jungkook, recordando la máscara de gas
bañada en sangre y la voz ronca de aquel desconocido diciendo "debo matarte
también".

No quería hablar de ello pero estando con Taehyung se sentía seguro, sentía
que hablar era posible, contar todo lo que no podía decir a nadie más y odiaba el
sentimiento de tranquilidad pero al mismo tiempo disfrutaba de él. Sentía la
mirada de Taehyung clavada directamente en él, tan intensa que dolía.

—¿Algún día me contarás tu historia?– preguntó el rubio con seriedad.

—¿Para qué? Todo eso ya es pasado– respondió mientras se internaba de


regreso a la carretera.

—Eso hacen ¿no?– Taehyung frunció el ceño —los novios hacen eso, hablan de
esas cosas, se dicen rídiculeces, actuan como idiotas y todo el pequete
incluido–.

—¿Somos novios?– sonrió Jungkook con burla.

—Algo así, sólo que en lugar de hacer cosas ridículas nosotros asesinamos,
tenemos sexo frente a nuestras presas y nos golpeamos antes de follar de
nuevo– sonrió Taehyung —es más divertido–.
Jungkook le devolvió la sonrisa. Aquello era jodidamente íntimo y meloso para
tipos sin cordura como ellos, era anormal y a decir verdad, daba miedo.

No recordaba el nombre del chico y la mujer a su lado pero hacer tríos era su
estilo así que era de esperarse el haber despertado en esa situación. Recorrió el
lugar con gesto cansado, no reconoció la habitación tampoco así que no estaba
en su casa, un motel quizás. Cuando intentó moverse sintió un calambre en su
espalda baja y gimió de dolor, maldiciendo y lanzando una mirada severa al tipo
plácidamente dormido a su lado.

—Creo que fue una buena noche– murmuró, su voz sonaba carrasposa.

Se incorporó finalmente y buscó su ropa a tientas, escuchando de pronto el


sonido de un celular. Localizó el aparato en sus bolsillos y respondió.

—¿Diga?–.
—¿Dónde estás?– preguntó la voz al otro lado de la línea.

—¡Yoongi~!– saludó con más emoción —deberíamos ir a tomar un día de estos,


conozco un lugar nuevo en donde...–

—Cállate, Seokjin– lo silenció el otro —necesito hablar contigo–.

El nombrado resopló buscando su placa en medio de todo el caos en la


habitación.

—Eres muy cruel, Yoongi– se quejó —¿para que me quieres?–.

—Proyecto Rouge–.

Seokjin sonrió.

—¿Así que al fin sabes el por qué te puse a cargo de la investigación de esas
desapariciones?–.

—Imbécil, pudiste habermelo dicho antes de meterme en ésta mierda, incluso lo


traje hasta aquí– soltó molesto.
—Es tu culpa Yoongi ¿acaso tus padres no te enseñaron a cumplir tus trabajos y
no dejar cabos sueltos?–.

La llamada se cortó.

Seokjin observó la pantalla del teléfono unos pocos segundos antes de desviar
la mirada hasta la hoja de papel arrugada tirada al suelo. Se inclinó a tomarla y
la alzó, leyendo nuevamente lo que iba escrito.

«Le pedimos que deje su lugar como jefe de la unidad de crímenes especiales
para ser transferido al departamento de crímen informático o nos veremos en la
necesidad de despedirlo permanentemente y...»

Seokjin aplastó la hoja nuevamente con rabia antes de recordar.

—Oh, ya veo– desvió la mirada hacía el hombre dormido en la cama —éste tipo
es de crímen informático– recordó y sonrió, tomando una fotografía con su
celular del hombre desnudo junto a la mujer de pechos voluptuosos.

Salió de ese lugar con gesto despreocupado y se detuvo a comprar un café y


sacar unas cuantas copias impresas de la misma fotografía, escribió un mensaje
en cada una y al llegar a la comisaría se aseguro de dejarlas en un lugar donde
fueran vistas y guardó otra para dársela de obsequio a la esposa del tipo.
¿Querían cambiarlo a la unidad de crímen informático? Pues entonces se
desharía de todo el equipo antes de siquiera pisar ese lugar. Pensó que el
mensaje sería claro, nadie iba a quitarle el puesto como jefe de crímenes
especiales y menos alguien como Min Yoongi, pensaba aplastarlo si era
necesario.

—¡Yoonie~!– canturreó con dulzura fingida apenas divisar al nombrado sentado


en su escritorio con cara de querer golpear a alguien.

Y pensar que querían darle su puesto a alguien como Yoongi. Pues eso no
pasaría, haría que Min se revolcara en la mierda hasta terminar con la
reputación destrozada y todo su pasado saliera a la luz. Sólo era cuestión de
tiempo y paciencia.

19

Trước Sau

No se hablaban. Habían pasado dos días y Jungkook y Taehyung aún no se


dirigían la palabra. Seguían viviendo en la misma casa con la misma rutina pero
no se hablaban o siquiera se veían. Aquello era ridículo, parecían matrimonio.

La cuestión era que seguían discutiendo sobre largarse o quedarse. Taehyung


era testarudo, quería enfrentar al detective y joderle la existencia pero en ese
momento lo único que estaba jodiendo era la cabeza de Jungkook. Sabía que
bien podía irse y dejar al rubio ahí. No perdía nada... O al menos eso se decía a
si mismo.
—Empaca algo de ropa– ordenó aquel día, hablando directamente con el mayor
por primera vez en tanto tiempo.

—No pienso irme– negó Taehyung con mirada severa.

—Sólo será un pequeño viaje, lleva ésto– dijo, lanzandole la máscara de tigre.

Taehyung frunció el ceño confundido.

—¿A dónde iremos?–.

—Es sorpresa... Usa ropa negra–.

Jungkook bajó al sotano con una maleta negra en la mano, ahí metió cuchillos,
bats de beísbol, alambre, un machete, un hacha, arco y flechas. Con todo listo,
subió las cosas a la cajuela del auto junto a un poco de ropa y esperó por
Taehyung. El rubio salió de la casa veinte minutos después enfundado en un
pantalón ajustado, convers, un gorro y una playera de manga larga, todo era
negro. Jungkook iba igualmente de negro de pies a cabeza, un arnés de cuero
se ajustaba a su cintura por encima de la playera haciendolo lucir atractivo e
intimidante.

—Sube– pidió, haciendo una señal con la cabeza.


—No estoy de humor como para ésto– dijo Taehyung con un puchero pero aún
así subió al asiento del copiloto —y odio las sorpresas– añadió cuando
Jungkook entró y tomó lugar tras el volante.

Sin prestarle realmente atención a las quejas, el pelinegro encendió la radio


poniendo una de sus canciones favoritas, Very Good de Block B resonó
potentemente por todo el auto. Taehyung aún parecía molesto pero aún así
esbozó una pequeña sonrisa y alzó la mano para aumentar el volumen. El
vehículo arrancó y permanecieron en silencio mientras la música hablaba por
ellos.

Jungkook condujó durante casi tres horas hasta que finalmente Taehyung se dio
cuenta de en que dirección iban.

—¿Un parque de diversiones?– arqueó una ceja.

El menor sonrió y aceleró hasta dar la vuelta rodeando todo el terreno del lugar y
terminar a espaldas del parque. Estacionó el auto un poco más lejos y salió para
ir por la maleta que había preparado.

—¿Qué piensas hacer?– Taehyung habló con fastidio.


—Liberar tensión ¿sabías que tienen una casa del terror bastante famosa por
aquí?– apuntó pero Taehyung parecía desinteresado —toma ésto y vamos a
divertirnos–.

El rubio alcanzó a sujetar el bat que el menor le había lanzado mientras lo veía
colocarse la mascara de conejo y caminar entre la oscuridad que brindaba la
noche. Taehyung lo siguió sin mucho ánimo y se detuvo cuando observó a
Jungkook deslizarse al interior del parque abriendo un gran agujero con unas
pinzas en la cerca de alambre que resguardaba el parque. Lanzando una mirada
alrededor y colocándose la mascara igualmente, pasó al interior.

El aroma a palomitas, manzanas de caramelo, algodón de azúcar y nachos los


recibió junto al sonido de la música típica de los juegos mecánicos y los gritos
llenos de adrenalina cayendo como lluvia por todos lados. Jungkook se movió
entre las sombras del parque intentando evitar a los guardias de seguridad y
usando la marea de gente que visitaba el parque esa noche para pasar
desapercibido hasta llegar a la enorme casa del terror.

Taehyung lo vio moverse como guepardo saltando la valla que dividía la casa
del resto para luego ayudarlo a cruzarla. El rubio se dejó guiar y ambos se
introdujeron al tétrico lugar. Por dentro la casa los recibió el vapor, los muñecos
con rostros deformados y bocas abiertas, sangre falsa, armas de plástico y una
parpadeante luz roja. Música de suspenso y gritos computarizados resonaban
haciendo entrar en pánico a los visitantes que atravesaran el camino.

Jungkook dejó caer la maleta al suelo y sacó los cuchillos que había llevado,
colgándoselos todos del arnés que llevaba y dándole otros más a Taehyung
quien simplemente iba con la corriente.
Cuando gritos aterrados del nuevo grupo de personas que habían entrado a la
casa empezaron a sonar por encima de los sonidos macabros de las bocinas en
cada esquina, Taehyung lanzó una mirada a Jungkook a través de las mascaras
y esperó. El menor lo tomó de la mano y lo obligó a ocultarse detrás de un par
de esqueletos y esperar.

—Éste lugar ni siquiera da miedo– reclamó una voz masculina cuando los pasos
se hicieron cercanos.

—No pensaste eso cuando aquella cabeza se movió y te habló– murmuró una
chica que iba abrazada al cuerpo del otro.

—Cállense y sigan avanzando, idiotas– otro tipo que iba detrás les dio un
empujón.

El cuerpo de látex de una mujer movió las manos soltando carcajadas ruidosas y
el grupo de personas soltó gritos histéricos.

Taehyung desvió la mirada buscando a Jungkook pero ya no estaba en el lugar


a su lado.

—Tengo miedo– decía una de las tres chicas que iba en el grupo —ni siquiera
vamos a la mitad del recorrido–.
—Ahora te aguantas– la regañó alguien de sus amigos.

—¿Quién es?– resonó la voz de otra quien apuntaba al frente —¿un conejo?–.

Taehyung se sobresaltó y siguió el lugar que apuntaba la chica. En medio de las


luces rojas parpadeantes se encontraba Jungkook de pie e inmóvil cortandole el
camino al grupo. La música y la falta de luz le daban un áspecto jodidamente
demoniaco incluso para Taehyung, quien observó atento a sus movimientos.

—Creí que aquí no había otras personas, sólo muñecos– dijo alguien del grupo.

—Seguro es un idiota queriendo pasarse de listo– se quejó un tipo y dio un paso


al frente —¡oye imbécil, fuera del camino!–.

Jungkook no se movió, el vapor se extendía bajo sus pies dándole una cortina
nebulosa perfecta. Taehyung sintió su corazón latiendo con fuerza cuando lo vio
alzar la mano con un frasco antes de lanzar el contenido del mismo sobre la
cara del sujeto. Un grito desgarrador se mezcló con los falsos cuando la piel del
rostro del chico empezó a deshacerse y caer a pedazos de su rostro.

Taehyung soltó la carcajada cuando el resto gritaron igualmente y entonces


Jungkook sacó uno de sus cuchillos de cazador y cortó directo en la yugular. Un
chorro de sangre salpicó en el aire, la expresión del muchacho se volvió
indescifrable mientras su cuerpo se vaciaba lentamente y caía al suelo.

Los otros intentaron correr regresando por donde habían llegado pero al girar un
lindo tigrecillo les bloqueaba el paso.

—Juguemos un poco– chilló Taehyung con entusiasmo, alzando el bat en lo alto


antes de arremeter contra una de las chicas, cuya cabeza prácticamente reventó
dejando un agradable sonido despedazado en el ambiente.

Aquello se sentía muy bien, pensó mientras arremetía contra otro y otro y otro.
Taehyung veía a Jungkook moverse con ágilidad, cortando manos de un sólo
golpe, enterrando cuchillos en los cráneos, abriéndose paso con gracia.

Ambos se movieron haciendo que los cuerpos cayeran uno tras otro a sus pies,
bañando el lugar con sangre tíbia y serpenteando bajo aquella luz roja.
Tomando y disfrutando del sonido de los gritos perdiéndose en el olvido.
Taehyung molió la cabeza de un tipo contra el suelo, encajó dos de sus cuchillos
en los ojos de otro. Jungkook apareció cerca dándole una hacha en algún
momento de su frenética diversión y juntos siguieron degollando cabezas en
medio de risas con los muñecos espeluznantes como únicos téstigos.

Cuando el último cuerpo sin cabeza cayó, Taehyung se sentía libre, renovado y
sin aliento. Buscó entre la oscuridad a Jungkook quien ahora se encontraba
asesinando a una chica, partiendola prácticamente por la mitad con el machete
en sus manos. La chica siguió moviéndose y temblando aún cuando su torso ya
estaba separado de la parte inferior de su cuerpo y la vista fue hermosa.

Jungkook alzó la mirada de regreso a Taehyung quien brincando y esquivando


los cuerpos sobre el pasillo e ignorando a los esqueletos mecanizados que
movían sus huesudas manos para sujetarlo, corrió hacía el menor. Dio un brinco
al tenerlo cerca, Jungkook lo sujetó en el aire y Taehyung enroscó las piernas
alrededor de su cintura, deshaciéndose de las mascaras para finalmente besar
al pelinegro.

Lo besó lento, disfrutando y saboreando, mordisqueando los suaves labios,


moviendo su lengua en el interior de aquella boca tan conocida mientras sonidos
alegres abandonaban la suya.

—¡Te quiero!– gritó una vez que se separó, apretando su agarre alrededor del
cuerpo de Jungkook, sintiendo las manos de este amasando sus glúteos y el
bulto duro que rozaba con el suyo. —¡Te quiero, conejito!– insistió.

—También te quiero, gatito– correspondió el menor y volvieron a besarse hasta


que nuevas voces de otro grupo de personas resonaron en el pasillo. —¿Listo
para otra ronda?–.

Taehyung sonrió emocionado, colocando la mascara de conejo sobre la cara de


Jungkook para luego ponerse la suya y reír maliciosamente.
—¡Es la mejor cita que he tenido!– afirmó antes de correr a tomar su lugar,
esperando por las nuevas presas.

1.

20

Trước Sau

—¿Sabes?– Taehyung avanzó por la colina entre la maleza enroscada bajo sus
botas oscuras, triturando pequeñas ramas y hojas secas a su paso. —No me
importa que el mundo piense que estoy loco porque yo sé que quien está loco
es el resto del mundo, es sólo que ellos mismos no pueden medir su propia
demencia. La verdad es que todos tenemos un poco de locura, pero unos somos
más honestos que otros, algunos decidimos demostrar más nuestra falta de
cordura. Y ya que nosotros dos somos honestos entonces eso significa que
somos los más cuerdos–.

—Suena como si quisieras justificar lo que eres– Jungkook se detuvo en la cima


de aquella colina respirando el aire fresco que se filtraba a través de las copas
altas de los árboles. —No importa si estamos locos o cuerdos, a final de cuentas
todos terminaremos muriendo y qué mejor que morir sabiendo que hicimos lo
que nos apasionaba–.

Taehyung meditó las palabras por un momento y decidió que Jungkook se veía
más sexy de lo normal en aquella ropa completamente negra. Quizás las
personas tenían razón y cuando alguien empezaba a gustarte lo veías todo bajo
un filtro que hacía ver el mundo muy hermoso.
—¿Listo?– preguntó Jungkook.

Taehyung asintió y ambos se colocaron sobre el suelo rodeados por la maleza


del bosque nocturno, escuchando los sonidos que brotaban a su alrededor, el
cántico de los grillos, el viento, era como escuchar al bosque respirar. Jungkook
sacó los arcos y las flechas de su mochila, le dio un juego a Taehyung y un par
de visores. El rubio tomó todo, se colocó el protector de dedos, encendió la
visión nocturna y lanzó una mirada al bosque. Divisó una lechuza, un par de
ardillas y entonces, un joven chico con ojos y manos vendadas caminando a
trompicones entre los árboles.

—Tengo a uno en la mira– dijo, preparando el arco y una de las flechas que se
había colgado en la espalda.

—Yo tengo a otro– anunció Jungkook, observando con sus propias lentes de
visión nocturna a modo de anteojos al hombre que se arrastraba a gatas por el
suelo, llorando y temblando.

Taehyung sonrió, tomó la flecha y la acomodó pegando su mano al rostro, inhaló


y exhaló muy lentamente para luego soltarla. El arco hizo un movimiento rápido
que dejó el sonido de un latigazo en el aire y la flecha desapareció en medio de
la noche envuelta en un zumbido. Taehyung observó hasta que el proyectil dio
contra la corteza de un roble cerca de su presa, alertandolo.

—Fallé– se quejó con una mueca y giró para observar a Jungkook.


—Novato– se burló el menor quien ya estaba en posición perfecta.

Taehyung observó la manera en la que Jungkook tomaba tan tranquilamente su


flecha, haciendo tensar el arco y apuntaba antes de dejar ir el proyectil cuya
punta atravezó en pocos segundos la cabeza del hombre a rastras. El cuerpo
cayó sin gracia, Taehyung rechistó molesto.

—Lo haré mejor ésta vez– dijo y giró de regreso hacía su presa pero ya no
estaba a la vista, había huído.

El rubio se mantuvo unos minutos intentando localizar al chico que había estado
cazando mientras Jungkook buscaba a otro de los ocho que habían secuestrado
en el camino y arrojado ahí. El zumbido de las flechas volaba haciendo eco en la
distancia cada vez que Jungkook encontraba una nueva presa. Taehyung
localizó a una mujer, la misma mujer canosa de edad avanzada que había sido
tan tonta como para confiar en ellos.

La pobre permanecía pegada a la corteza de un tronco caído sollozando


mientras intentaba quitarse la venda de los ojos. Taehyung apuntó a ella y
disparó la flecha haciendo que se encajara en su pierna derecha cuando en
realidad había intentado apuntar al pecho. Un grito desgarrador brotó de los
labios de la mujer y Taehyung resopló.

—Soy un asco para ésto, Kookie–.


—¿Estás admitiendo tu derrota?– preguntó el otro con sonrisa burlona.

—Aún no–.

Taehyung giró de regreso a la mujer quien ahora se arrastraba por el suelo en


busca de un lugar seguro. Taehyung apuntó de nuevo y disparó sólo que en
ésta ocasión le dió en la mandíbula la cual se desprendió del resto de la cabeza
y permaneció colgando por un poco de músculo de la mejilla.

—Creo que no usaba dentadura– se burló Taehyung y apuntó de nuevo,


disfrutando de la vista mientras la mujer se arqueaba y escupía sangre del trozo
de carne y huesos desprendido.

Taehyung apuntó de nuevo pero antes de disparar, el cuerpo de la viejecilla


cayó rendido al suelo con ojos abiertos y gesto desagradable.

—¿Qué pasó?– se sorprendió.

—Quizás sufrió algún infarto– Jungkook se encogió de hombros —te deje lo


mejor para el final, te gustan los niños ¿verdad?–.

El mayor desvió la mirada hacía el lugar que apuntaba Jungkook. Escondido


entre arbustos se encontraba la figura de un niño de entre ocho o nueve años.
Lo habían encontrado arrojando huevos podridos contra los autos estacionados
del parque de diversiones y no había sido difícil atraparlo. El mocoso altanero
ahora no era nada más que miedo y llanto.

Taehyung saboreó el momento y giró su atención hacía el chiquillo pero bajó el


arco.

—Dame el rifle– pidió.

Jungkook sonrió y empezó a armar el rifle de asalto asegurándose de colocar el


silenciador y el visor de larga distancia para que Taehyung pudiera apuntar
como era debido. El rubio se tiró al suelo con el pecho contra las hojas secas
bajo él y se acomodó a modo de francotirador.

—¿Sabes? Quiero un nuevo color de cabello– dijo, apuntando y disparando.

El sonido del disparo dejó un ruido ahogado en el aire y el humo de la polvora


saliendo del cañón. La mano derecha del chiquillo terminó destrozada, sus
dedos parecían carne molida en el suelo.

—¿Son balas expansivas?– murmuró entusiasmado.

—Si ¿te gustan?– asintió Jungkook, tomando asiento a su lado, ajustando sus
anteojos de visión nocturna para observar mejor.
—Es perfecto, Kookie– sonrió el mayor y apuntó de nuevo.

El mocoso había entrado en una especie de shock en el que era incapaz de


moverse o siquiera gritar ya que no hacia nada más que permanecer ahí.
Taehyung disparó de nuevo y la otra mano se partió a la mitad con un estruendo
llevándose parte del muslo izquierdo en el camino.

—¡Me encanta ésto!– chilló Taehyung emocionado y apuntó una vez más,
disparando casi de inmediato.

La parte superior de la cabeza del niño se partió de un tiro dejando parte de su


materia gris al descubierto y la otra parte voló en el aire como una especie de
llovizna rojiza. El cuerpo cayó de costado.

—¿De que color quieres teñirte?– preguntó Jungkook de forma casual mientras
empezaba a recoger las armas.

—Rojo– respondió Taehyung con seguridad —un rojo sangre sería perfecto–.

—Me gusta tu estilo–.


Ambos recogieron todo rastro de casquillos que pudieran haber dejado y bajaron
la colina para tomar los cuerpos. Reunieron los ocho cadáveres y los ataron con
una soga creando una grotesca esfera bien apretada y luego la colgaron desde
lo alto de una gruesa rama como decoración.

Taehyung corrió bajo el chorro de sangre que caía desde los cuerpos, abriendo
los brazos como si estuviese tomando un baño bajo la lluvia.

—Se siente muy bien– suspiró, dejando que la sangre aún tibía siguiera
cayendo sobre su cabeza, llenando su cabello rubio de ella —¿cómo me vería
de pelirrojo?– preguntó, embarrando más de la sangre sobre su cabeza.

—Bastante bien– admitió Jungkook, acercándose a él, lo tomó de la mano y tiró


del mayor hasta abrazarlo con tranquilidad.

—No quiero que nuestra cita termine– dijo Taehyung, hundiendo el rostro entre
el cuello del pelinegro.

—Aún no es una cita oficial si no me dejas follarte– suspiró Jungkook.

Taehyung soltó una carcajada ronca y profunda que vibró por su cuello hasta el
resto del cuerpo.

—No sé qué estás esperando– respondió el rubio con un ademán.


Jungkook empezó besando a Taehyung con cuidado, sintiendo la suavidad de
sus labios y la forma perfecta en la que se acoplaban a los suyos. Lo hizo tirarse
sobre el suelo musgoso y húmedo, escuchando las gotas de sangre caer desde
lo alto hasta formar un charco que empezaba a crecer rápidamente. Taehyung
se deshizo de la ropa en la parte inferior de su cuerpo apresurando el ritmo.
Jungkook sonrió de lado y separó aquellas suaves piernas.

—Creo que podría... Llegar a enamorarme de tí– confesó Taehyung, frunciendo


el ceño —¿lo ves? Eso sí es estar loco–.

—No lo hagas– pidió el menor con un gesto —tienes prohíbido enamorarte de


mí–.

Taehyung esbozó un puchero y se recostó por completo en el suelo.

—Entonces trátame mal– dijo, alzando la mirada cuando sintió la manera en la


que Jungkook se acomodaba entre sus piernas y empujaba en su interior
dolorosamente, rasgando y obligando a su entrada contrída a abrirse sin
ninguna preparación.

Taehyung rodó los ojos hacía atrás, disfrutando masoquistamente de ese dolor,
rodeando el cuerpo cálido encima suyo con las piernas para hacerlo ir más
profundo.
—Trátame mal, Jeon Jungkook– pidió de nuevo, ésta vez con voz entre cortada.

—Te trataré tan mal que voy a destrozarte, bebé– advirtió Jungkook y dio la
primer embestida, desmedida y brutal.

Taehyung gritó ronco, sintiendo el dolor aumentar y la sensación placentera


buscando un lugar en su interior. Las penetraciones fueron carentes de cordura,
simplemente buscando enterrarse más profundo. Cuando las caderas de
Jungkook giraron embistiendo contra la próstata de Taehyung todo se volvió
mucho más placentero. El mayor gimió como si necesitara tanto de cada
estocada, hundiendo los dedos entre la tierra húmeda y obligando a su cuerpo a
moverse en busca de más.

En medio de cada nuevo movimiento los sonidos eran mucho más intensos, la
soledad del bosque ayudaba a convertirlos en un eco que rompía la tranquilidad
nocturna. Jungkook tomó a Taehyung por las muñecas, incorporándose hasta
estar sentado y échandose las piernas del mayor en los hombros se movió con
más fuerza.

Taehyung se dejó hacer, sintiendo su propio miembro agitándose sin forma,


salpicando líquido preseminal sobre sí mismo incapaz de mantener la mirada fija
en un sólo lugar. Jungkook sin duda lo destrozó, follandolo con crudeza,
encajando sus uñas en la piel de Taehyung, alzando sus piernas hasta que sus
huesos crujieron y su entrada ardió adolorida.
Con la mirada fija al cielo, lo que Taehyung vio no fue la luna llena asomando
entre las copas espesas de los árboles sino la esfera de cuerpos humanos
colgando casi sobre su cabeza mientras ondeaba ligeramente suspendida en el
aire. Lo que vio fue más bien el arte maravilloso que podían hacer juntos.

—Te quiero...– murmuró cuando dejo de sentir sus muñecas cortas de


circulación por la fuerza atroz con la que Jungkook lo sujetaba —te quiero,
Kookie...–

Escuchó al menor gruñir por lo bajo y liberar el agarre para impulsarse al frente
hasta poder besarlo. Taehyung gimió sintiendo que sus piernas se doblaban aún
más hasta tenerlas pegadas a su pecho con el peso de Jungkook sobre él.
Jadeando y hundiendo los dedos en el cabello oscuro del pelinegro, chupó y
tomó hasta quedar extasiado.

Se arqueó y prácticamente convulsionó sobre el suelo cuando su orgasmo llegó,


llorando y sintiendo el tirón en sus piernas cuando las fuertes manos de
Jungkook empujaron más sobre sus muslos. Ahora los pies de Taehyung
estaban más allá de su propia cabeza haciendo que su eyaculación cayera
sobre su rostro contorsionado de placer. Jungkook rasgó la piel acanelada y
gimió ronco cuando finalmente alcanzó el clímax, asegurándose de salir del
interior de su rubio para vaciarse sobre las piernas que había maltratado tanto
en esa ocasión.

El pelinegro sonrió satisfecho cuando observó el desastre que era Taehyung,


con las piernas alzadas y abiertas en un ángulo doloroso y gracioso, con el
rostro lleno de sangre seca y semen, su entrada punzando en ligeras réplicas.
—También te quiero– murmuró.

Taehyung alcanzó a abrir apenas un poco los ojos, sonriendo perezosamente


antes de caer dormido, aún con las piernas al aire. Jungkook soltó una risa
burlona y se apresuró a acomodarlo en una posición más cómoda. Lo limpió y
vistió de nuevo para finalmente alzarlo en brazos y alejarse rumbo al auto, con la
bolsa de armas colgando de su hombro.

Yoongi observó en silencio el lugar que parecía más bien una carnicería.

—Bien, ahora si puedo decir que finalmente una casa de los sustos
verdaderamente me asustó– exclamó Namjoon, viendo cómo un grupo de
forenses intentaba levantar el cuerpo de una chica tan golpeado que apenas
alzarla prácticamente se deshizo.
—Creo que voy a vómitar– advirtió Hoseok, girando en otra dirección cuando
observó el globo ocular de un pobre chico colgando por su mejilla. —¿Por qué
no estoy en el escuadrón de robos?– se quejó en voz muy baja lanzando sus
plegarías al cielo.

—Creo que veo ira y enojo– Namjoon apuntó en su libreta —nadie destroza
tanto así a ésta cantidad de personas sólo porque sí–.

Yoongi no respondió, su mente analizaba y procesaba cada pequeño detalle


mientras a su alrededor seguían llevándose los cuerpos, o lo que quedaba de
ellos.

—Eso– apuntó.

Namjoon giró a ver.

—¿Qué cosa?– entrecerró los ojos pero lo único que veía eran víseras
humanas, sangre y muñecos en forma de esqueletos.

—Esas máscaras no pertenecen aquí– dijo Yoongi con un gesto, apuntando a


las máscaras de conejo y tigre que permanecían recargadas contra la pared en
una esquina del corredor.

Namjoon avanzó hasta ellas y las alzó, sorprendiéndose luego al girarlas.


—Dicen algo– dijo y se las mostró.

Escrito con sangre, al reverso de ambas máscaras se leía una frase;

"Can you see me now?"

Al parecer esos bastardos habían aceptado el reto que Yoongi les había lanzado
y habían hecho su primer movimiento y ahora incluso dejaban pistas. Ahora era
el turno del detective.

21

Trước Sau

Taehyung despertó envuelto en una extraña calma. No escuchaba otra cosa que
no fuera el cantar de los pequeños pajarillos matutinos, el caracteriztico sonido
de las manecillas del reloj y el viento moviendo la cortina de la ventana.
Parpadeó pesadamente intentando identificar el lugar donde se encontraba.
Tardó un momento en darse cuenta de que estaba en una habitación
desconocida, un techo amarillento con manchas de humedad en las esquinas,
olía a moho y madera vieja.

Se tensó ligeramente al palpar la cama y sentir un líquido viscoso cerca de su


mano. Él tenía experiencia suficiente como para reconocer ese tipo de líquido,
era sangre sin duda. Su cuerpo no podía moverse aunque no se sentía atado,
simplemente estaba en un estado inmóvil. Tragó saliva intentando descifrar lo
que ocurría, tratando de descubrir si la sangre provenía de él pero no parecía
ser el caso ya que no sentía dolor alguno.

Su cabeza empezó a reaccionar lentamente por lo que pudo moverla para


analizar mejor el lugar donde se encontraba. Las paredes eran viejas,
descarapeladas y daba la impresión de una casa abandonada. Había un
recuadro con una vieja fotografía de un niño y dos adultos colgada en la pared
pero parecía demasiado antigua, los rostros se notaban diluidos.

Sus ojos se movieron de nuevo, clavando la mirada en el colchón desgastado en


donde permanecía. Frunció el ceño al darse cuenta de que el charco de sangre
que lo rodeaba lucía demasiado fresco. Finalmente giró hacia el otro lado de la
cama y ahogó un grito al reconocer el rostro de la persona muerta a su lado. Era
Jungkook.

Su rostro era pálido, sus ojos se encontraban abiertos de par en par, sin vida,
fijos en él. Sus labios resecos, su cabello desordenado y un profundo corte en
su yugular.

Empezó a temblar intentando alejarse de él pero no podía moverse. Sus ojos se


llenaron de lágrimas amargas, un grito desgarrador trepó desde sus pulmones
hasta la garganta quemando su interior. Soltó el grito con fuerza y finalmente se
incorporó, sentándose sobre la cama mientras sollozaba incapaz de girar hacía
donde se encontraba el cuerpo desnudo y frío.
—No, no, no...– decía, su voz sonando ronca y temblorosa, su corazón
encogiéndose.

El chirrido de una puerta lo trajó a la realidad. Una figura se adentró a la


desconocida habitación. El rostro apacible de Min Yoongi le sostuvo la mirada.

—Tú...– habló Taehyung, aún temblando —¡tú lo mataste!– gritó con odio y
dolor, mucho dolor.

—No, Taehyung– negó el oficial con calma —tú lo mataste–.

Taehyung frunció el ceño confundido y fue hasta ese momento que notó su
mano derecha apretando firmemente la hendidura de un afilado cuchillo lleno de
sangre aún fresca.

—No puede ser... Yo no podría...–

—¿Por qué no?– preguntó Yoongi —es lo que haces ¿no? Asesinas sin
compasión–.

—¡Pero con él es diferente!– gritó con fuerza y arrojó el cuchillo hacía el oficial
quien lo esquivó fácilmente.
Taehyung empezó a llorar y gritar hasta que su garganta se sintió desgarrada,
seguía temblando más y más mientras la figura de Min Yoongi se desvanecía
detrás de sus lágrimas. Se llevó las manos bañadas en sangre al cabello y tiró
fuertemente hasta arrancarse algunos mechones. Su cuerpo se agitó
violentamente hasta que todo se oscureció a su alrededor y una voz conocida lo
llamó.

—¡Taehyung!– bramó Jungkook y dio una sacudida al cuerpo del chico


intentando despertarlo para que dejara de gritar como demente entre sueños.

Taehyung mantenía los ojos cerrados mientras permanecía hecho ovillo en


medio de la cama con los dedos hundidos en el cabello ahora teñido de rojo.

—Tae, abre los ojos– ordenó Jungkook, quien no comprendía lo que pasaba.

El nombrado tardó en reaccionar y cuando finalmente lo hizo, sus ojos


cristalizados se abrieron con lentitud hasta que su mirada perdida enfocó la
realidad.

—¿Kookie?– preguntó con un sollozo entre cortado.

—El único y original– respondió el pelinegro.


Taehyung esbozó un puchero y más lágrimas siguieron rodando por sus mejillas
al tiempo que brincaba para poder envolver sus brazos alrededor del cuerpo
ajeno hasta hundirlo en un abrazo, corroborando que su sangre y piel seguían
tíbias, aún con vida.

—Sólo fue un mal sueño– Jungkook intentó consolarlo dando suaves palmaditas
sobre la melena rojiza.

—Fue un sueño horrible– se quejó el mayor, soltando un jadeo dolido.

Jungkook no mentiría, le sorprendía ver llorando a Taehyung de esa manera.


Usualmente el ahora pelirrojo sólo lloriqueaba cuando quería ganar algo pero
eso sólo eran lágrimas de cocodrilo, éstas lágrimas eran diferentes, se sentían
reales.

—Calma ¿si? No quiero verte llorar a menos de que sea durante el sexo y lo
hagas por placer– dijo con tono bajo y casi cariñoso.

Taehyung asomó sus ojos hinchados y analizó la cara de Jungkook antes de


palpar su cuello en busca de heridas pero lo único que encontró fueron
hematomas en forma de mordida provocadas por él la noche anterior.

—¿Todo en orden?– preguntó Jungkook sólo para confirmar.


Taehyung asintió con un cabeceo y volvió a abrazarlo.

—Promete que no morirás antes que yo– pidió lloriqueando.

Jungkook esbozó una mueca. Prometer ese tipo de cosas era bastante egoísta,
ambos sabían que cualquier cosa podría pasar siendo como eran.

—Promete que si alguna vez intento asesinarte, tú me asesinarás primero y...–

—Oye, ¡oye!– Jungkook apartó a Taehyung lo suficiente como para poder


acunar su rostro entre sus manos —nada de eso va a pasar ¿de acuerdo? Tú y
yo no volveremos a intentar asesinarnos nunca más–.

—¡Pero... pero ¿qué pasa si mi lado más malvado se adueña del control de mi
cuerpo e intento asesinarte y no puedo detenerme?!– chilló el pelirrojo con
pánico.

—Bebé...– suspiró Jungkook —tú no tienes otro lado "más malvado", sólo tienes
el lado perverso y demente que yo ya conozco. En todo caso si hay alguien aquí
que tenga un lado malvado que aún no muestra por completo, ese soy yo–.

Taehyung sorbió por la nariz enrojecida y parpadeó un par de veces


revoloteando sus pestañas mojadas, un par de lágrimas perladas cayeron aún
por sus mejillas y su ceño se frunció.
—¿Eres más malvado de lo que ya he visto, Jungkookie?– preguntó extrañado.

—Si supieras– sonrió el pelinegro, inclinándose para besar la frente del mayor
—más vale que nunca me hagas enojar en serio, tomatito–.

Taehyung esbozó un puchero.

—Ya te dije que soy una cereza– se quejó, aguantando las lágrimas de nuevo.

—Claro, claro– Jungkook lo atrajó de nuevo a sus brazos.

Aquello era estúpidamente meloso. Quien hubiera imaginado que incluso


alguien como ellos encontrarían una persona a la cual querer.

Taehyung recargó la mejilla húmeda contra el hombro del menor y suspiró. El


recuerdo de aquel extraño sueño permanecía demasiado vivo en su memoría. El
cuerpo sin vida de Jungkook se repetía perturbando su tranquilidad. Por primera
vez en toda su vida, Taehyung había encontrado algo de lo que realmente tenía
miedo; perder a Jungkook.
—El equipo de crímen informático fue disuelto– dijo Hoseok con un gesto
sorprendido.

—¿Y eso?– Namjoon arqueó una ceja.

—Se armó todo un escándalo porque al parecer uno de los miembros le era
infiel a su mujer con prostitutas. Creo que tenía una enfermedad de transmisión
sexual o algo así. Además se filtraron datos personales y bastante morbosos de
cada uno de los miembros– explicó Hoseok, bajando cada vez más la voz.

Namjoon se pasó una mano por la barbilla.

—Suena como que alguien quería dañar su reputación– dijo.


—Si ya terminaron de cuchichear como viejas chismosas entonces ponganse a
trabajar, éste caso no se resolverá solo– reclamó Yoongi, apareciendo por el
corredor. —¿Qué tenemos?–.

Rápidamente ambos oficiales se incorporaron rectos, aclarando sus gargantas.

—No se encontraron huellas dáctilares ajenas, todas corresponden a las


víctimas y el personal de operaciones de la casa de los sustos– empezó
Namjoon. —No hay fluídos ni ADN, no encontraron rastros de las posibles
armas homicidas ni pólvora–.

—¿Armas?– repitió Yoongi.

—El forense determinó que se usó más de tres tipos diferentes de armas para
acabar con la vida de las víctimas– esta vez fue Hoseok quien habló, revisando
el informe. —Un objeto cilíndrico, dos objetos punzocortantes, presumiblemente
cuchillos. También hay rastros de un objeto pesado de punta curva que el
forense dijo, podría tratarse de un hacha–.

Yoongi asentía a las explicaciones.

—Entonces definitivamente fue más de una persona– dijo, observando las


fotografías de la escena.
—Sigo insistiendo en que debe tratarse de algún culto o algo parecido– exclamó
Namjoon —además de que son meticulosos ¿sabes cuantas personas pasan
por esa atracción cada diez minutos?–.

—Iluminame– apuntó Yoongi con una mano.

—Cada diez minutos un nuevo grupo de diez a quince personas accede a la


atracción. Esos tipos tuvieron la rápidez como para asesinar a tres de esos
grupos, "limpiar" todo rastro de su presencia, llevarse cualquier posible prueba
en su contra y escribir un ridículo mensaje detrás de un par de máscaras aún
más ridículas antes de que otro grupo pasara al interior y encontrara los
cuerpos–.

—Son profesionales– Hoseok se encogió de hombros.

Yoongi analizó la situación por un momento.

—No– negó —diez minutos no les da el tiempo suficiente como para hacer todo
eso– desvió la mirada hacía las fotografías. —Debe haber algo que se les
pasara por alto, quizás sólo no lo estamos viendo. Ningún crímen es perfecto,
caballeros–.

Hoseok y Namjoon intercambiaron una mirada.


—¿Entonces qué buscamos?– preguntó Namjoon.

—Huellas de zapatos– respondió el capitán —había demasiada sangre,


búsquen huellas de botas militares, algo pesado y grueso pero sigiloso.
Debieron haber salido por alguna puerta o ventana trasera, regresen al lugar e
investigen, debo irme–.

—¿A dónde vas?– Hoseok parecía desconfiado.

Yoongi tomó una carpeta de los archivos que permanecían en su escritorio.

—Heré una visita a los Park– anunció.

—¿Los Park? ¿Cuál de todos? ¿Los de Park Hyungsik o los de...?–

—Park Jimin– interrumpió rápidamente, tomando su abrigo ya para marcharse


—hay algo que me molesta de ese chico– confesó, observando la fotografía que
acompañaba el archivo.

Namjoon soltó una risita.

—¿Qué te molesta? ¿Qué era tu tipo y algún bastardo lo asesinó antes de que
llegaras a conocerlo?–.
Yoongi rodó los ojos y enseñó el dedo medio a su compañero.

—Si sabes que soy tu superior ¿verdad?– replicó —y más allá del hecho de que
el muchacho fuera un poco parecido a mi gusto habitual, hay algo que está
molestándome en torno a su desaparición–.

—¿Qué es?– Hoseok parecía entusiasmado.

—El perro–.

—¿El perro?– repitieron los otros dos al mismo tiempo.

Yoongi asintió sin voltear a verlos, tomando las llaves de su auto.

—Ustedes tengan fe en mí y obedezcan sus ordénes– fue lo último que dijo


antes de salir.

22

Trước Sau

—Era una gran chico...– la mujer habló con lágrimas en los ojos —mi Jiminie era
tan amable y sonriente, era el tipo de persona que iluminaba el lugar donde se
encontrara–.
Yoongi observó a la señora Park, notando la manera dolorosa en la que
apretaba los puños cada vez que pronunciaba la palabra "era" como si aún no
se resignara.

—Jamás creímos que algo así pudiera ocurrir– intervinó el señor Park, él
hablaba más con rencor y no tanto con dolor. —Nos arrebataron un enorme
pedazo de corazón–.

Yoongi analizó la forma en la que ellos se dieron apoyo mutuamente sujetando


sus manos mientras lágrimas amargas rodaban por sus mejillas. Era fácil
deducir que se trataba de una familia unida y amorosa.

—Los informes decían que su mascota fue encontrada decapitada, un perro


¿cierto?– habló el oficial.

Ellos asintieron.

—Dijeron que era probable que quien lo hizo pudo haber entrado por la puerta
trasera y por ello asesinó al perro pero la lluvia se llevó todo rastro de huellas
útiles– explicó el señor Park con impotencia.
—¿Les entregaron el cuerpo de su mascota?– ambos asintieron al mismo
tiempo —sé que esto sonara extraño pero necesito su permiso para exhumar el
cuerpo del animal–.

—¿Por qué?– la señora Park habló con ojos muy abiertos —ya lo habían
examinado antes–.

—Lo sé, es sólo que no confío en otras personas que no pertenezcan a mi


unidad– sonrió levemente —además, ¿podría ver la habitación de su hijo?–.

Una mirada preocupada revoloteó entre los señores Park, desconfiados y


dolidos. Yoongi se aclaró la garganta antes de hablar nuevamente.

—Les aseguro que encontraré a quien hizo todo ésto, pero necesito su ayuda–.

La mujer se impulsó un poco al frente hasta que sus ojos lagrimosos lo


observaron fijamente.

—Sólo asegurese de traerme el cuerpo de mi niño– pidió ella, conteniendo un


sollozo.

Yoongi asintió al tiempo que ella se ponía en pie para indicarle el camino hacía
la habitación de su hijo.
—La deje justo como estaba...– explicó cuando empujó la puerta e invitó a pasar
al detective.

Yoongi se detuvo apenas avanzar unos pasos notando la incómodidad y la


tristeza en los ojos de la mujer quien observaba el espacio con un gesto
innegable de dolor.

—No tiene que estar aquí– dijo él —yo iré a buscarlos en cuanto termine–.

La señora Park ni siquiera dudó antes de salir de la habitación déjandolo solo.


Yoongi se paseó alrededor. Había una cama individual pegada a la esquina
derecha junto a la ventana, repisas llenas de libros de fantasía y romance
juvenil, pósters de bandas clásicas y bailarines de ballet famosos. La puerta del
armario estaba abierta y desde ahí se alcanzaba a divisar la ropa colgando y los
zapatos extrañamente bien acomodados.

Sin duda lo que más llamaba la atención era la cantidad de trofeos académicos
y deportivos. Medallas de campeonato de ajedrez, trofeos de natación, baile
contemporáneo y atletismo, reconocimientos, diplomas en ciencia física y
química.

—Tenías una gran vida por delante, Park Jimin– murmuró Yoongi mientras
seguía paseando por la habitación.
Ni siquiera estaba seguro de lo que buscaba, simplemente quería explorar un
poco el tipo de vida que aquel chico había tenido, quizás porque en el fondo era
el tipo de vida que él siempre había ahnelado, familiar y amorosa.

Su celular sonó mientras él observaba una vieja libreta sobre el único escritorio
de la habitación. Se acercó hasta ahí al tiempo que respondía a la llamada.

—¿Diga?–.

—¡Tenías razón!– exclamó la voz exaltada de Namjoon —encontramos huellas


de calzado tipo militar, las seguimos y nos llevó a la parte trasera del parque de
atracciones, hay marcas de neúmaticos aquí–.

—Investiga las marcas, si logramos descubrir de que tipo de auto son entonces
se nos facilitara todo el trabajo– ordenó, su mano hojeaba lentamente la libreta.

—Ya estamos en eso, genio– resopló Namjoon al otro lado de la línea —no
somos novatos ¿sabes?–.

Yoongi estaba por responder cuando de pronto algo llamó su atención en las
notas. Frunció el ceño y pasó de una hoja a otra notando algo que le heló la piel.

—¿Min?– Namjoon volvió a hablar.


—Ya sabes que hacer, debo irme– dijo y colgó antes de obtener una respuesta.

Tomó la libreta de notas en ambas manos y leyó con detenimiento. Parecía una
especie de investigación de un tema en especial, un tema que jodidamente le
estaba trayendo un mal sabor de boca.

—No...– se escuchó murmurar a sí mismo mientras pasaba más y más rápido


las hojas hasta llegar a lo que no deseaba encontrar.

Casi al final de la libreta se encontraba un dibujo que de inmediato le trajo un


recuerdo reciente y fresco. Observó de nuevo alrededor. Ciencia física y
química. Caminó hasta los diplomas enmarcados y colgados en una de las
paredes, leyendo impaciente.

—¿Qué hace?– escuchó una voz suave.

Yoongi giró sintiendo el corazón extrañamente acelerado. Se encontró con el


rostro desconfiado de una niña pequeña de rostro redondeado que lo observaba
desde la puerta.

—A Jimin no le gusta que toquen sus cosas– advirtió ella.


Yoongi reconoció a la hija menor de los Park.

—¿Lo conocías muy bien?– preguntó arqueando una ceja.

Ella asintió, cruzándose de brazos.

—Obviamente–.

—Entonces puedes decirme algo de él– siguió Yoongi.

La niña esbozó una mueca, encogiéndose de hombros.

—¿Tu hermano era muy inteligente?–.

—Mucho– respondió la niña con entusiasmo —todos lo admiraban y las niñas de


mi clase me envidiaban por tener un hermano como Jiminie– explicó con una
enorme sonrisa que poco a poco empezó a marchitarse.

—¿Esa libreta...?– Yoongi apuntó a lo que había estado leyendo antes —¿era
de tu hermano?–.
Ella asintió.

—Era donde apuntaba sus proyectos, él quería impresionar al profesor así que
se estaba esforzando mucho para la feria de ciencias de éste año. No me dijo lo
que quería hacer pero sé que era algo muy importante y dijo que me
sorprendería– una mueca de tristeza se dibujó en el rostro de la niña. —
¿Encontrará a quien nos quitó a Jiminie?–.

Yoongi tomó una respiración y caminó hacia ella.

—Haré mucho más que eso– aseguró.

Taehyung se arrastró por la cama hasta subir al regazo de Jungkook quien leía
apaciblemente el periódico local de esa mañana. En el encabezado se hablaba
de la horrible másacre que había ocurrido en la casa de los sustos en aquel
parque de diversiones y un poco más debajo se leía un tema controversial de
"encuentran un par de corazones humanos entrelazados".
—¿Ya quieres tu alimento de todos los días?– preguntó Jungkook sin desviar la
mirada de lo que leía.

Taehyung sonrió, casi ronroneando.

—¿Quieres saber más de mí?– preguntó el pelirrojo.

La mirada de Jungkook finalmente se desvió hacía la de él.

—¿Ahora de que hablas?– preguntó y fue hasta ese momento que reparó en
que Taehyung llevaba la cara saplicada en sangre y una sonrisa puramente
sádica. —¿Asesinaste a alguien?–.

—Aún no– negó él —nos está esperando abajo– indicó con un movimiento de
cabeza y salió del regazo del menor para empezar a caminar. Se detuvo poco
antes de llegar a la puerta y giró de regreso a Jungkook —trae la licuadora–
pidió con una sonrisa aún más amplia.

Jungkook asintió sin reclamar y salió de la cama buscando sus sandalias. Se


encaminó hasta las escaleras y fue en busca del artefacto hasta la cocina,
notando un camino de sangre que iba desde la puerta trasera hasta el sótano.
Fue hasta ese lugar cargando la licuadora obedientemente y se detuvo cerrando
la puerta tras su espalda cuando notó a un hombre joven atado a la mesa que
solían usar.

—Aún está vivo– dijo Taehyung con emoción.

Jungkook se acercó finalmente a él, analizando al sujeto que permanecía


inconsciente con un fuerte golpe en la cabeza y completamente desnudo.

—Espero que el cráneo no se dañe– exclamó el mayor con un gesto de


preocupación notando el golpe que había dado al sujeto.

El pelirrojo sonrió al ver la licuadora, la tomó de las manos de Jungkook y la


conectó cerca de la mesa antes de ir a buscar algo a la pequeña nevera
compacta que tenían ahí abajo en el sótano. Tarareó una canción, agachándose
en busca de algo hasta que lo encontró.

—¡Esto será bueno!– anunció, regresando a la mesa con una bolsa de plástico
en las manos.

—¿Qué piensas hacer?– preguntó Jungkook con desconfianza —tengo un


cliente para ese riñón– apuntó a la bolsa que Taehyung se encargó de vaciar
dentro de la licuadora.
—Aw, Jungkookie no te preocupes, podemos sacarle otro a éste tipo– se
defendió, dándo una palmadita cariñosa a la mejilla del menor, dejando un rastro
viscoso del líquido que escurría del riñón humano.

Jungkook rodó los ojos y observó en silencio cuando Taehyung encendió la


licuadora y las azpas giraron triturando la carne blanda y oscura. El pelirrojo ni
siquiera se molestó en usar la tapa del aparato por lo que al encenderla,
pedazos de carne salieron disparados al aire salpicando el rostro de Taehyung y
un poco el de Jungkook.

El mayor sonrió y lamió un pedazo de riñón que había caído cerca de sus labios
y observó la masa espesa y negruzca que había quedado luego de moler. Aún
se divisaban pedazos grandes del organo pero con eso fue suficiente. Taehyung
apagó la maquina y sonrió a Jungkook.

—Déspiertalo– pidió, apuntando al sujeto.

Jungkook obedeció, tomando un poco de la orina que Taehyung se esforzaba en


guardar en aquel viejo y carcomido tanque y que sin duda apestaba todo el
lugar. Salpicó el rostro del hombre pero no despertó y tan sólo le dejo oliendo el
rostro a orina de viejito con problemas de vejiga.

—¿Cuántos litros tienes ya?– preguntó, observando el oloroso tanque antes de


cerrarlo.
—No lo sé, pero me sorprende que siga en tan buen estado– sonrió el pelirrojo
—creí que se evaporaría–.

Jungkook tomó entonces un poco de alcohol y pasó la botella cerca de las fosas
nasales del hombre para despertarlo. Luego de varios intentos finalmente el
hombre empezó a despertar.

Taehyung ni siquiera le permitió salir por completo de la inconsciencia cuando


ya le estaba abriendo la boca y encajando sin cuidado un embudo dentro para
finalmente vaciar la mezcla que tenía en la licuadora. El sujeto se estremeció e
intentó liberarse mientras tragaba el licuado de riñón que Taehyung le metía en
el cono de plástico que tenía incrustado en la garganta.

El pelirrojo sonrió en dirección a Jungkook como un niño pequeño disfrutando a


lo grande. El menor le regresó la sonrisa y observó enternecido como Taehyung
intentaba meter toda la mezcla a la fuerza. Jungkook fue en busca de un poco
más de la orina que guardaban en el tanque.

—Intenta hacerla más líquida– aconsejó, dándole un tarro lleno de la amarillenta


orina.

Taehyung asintió y vació medio tarro dentro del embudo que mantenía
firmemente contra la garganta del tipo que se estremecía y agitaba intentando
respirar y no tragar.
—¿Sabes, Kookie?– dijo sin dejar de sonreír —mi mente es un paraíso de
pensamientos que muchos pueden considerar horrorosos e inhumanos, pero en
realidad es lo más hermoso que cualquiera podría imaginar. No soy un asesino,
soy un artista incomprendido–.

Jungkook asintió a las palabras del chico.

—Tienes razón, pero sólo alguien como nosotros podría apreciar el arte en lo
que hacemos–.

Taehyung lo observó con ojos brillantes mientras el hombre atado a la mesa


moría lentamente ahogado con la mezcla de riñón y orina.

—¿Quieres... Quieres saber más de mí?– volvió a preguntar.

—¿Por qué no?– Jungkook se encogió de hombros —dime quien eres


realmente, Kim Taehyung–.

23

Trước Sau

Taehyung alzó el machete y lo dejó caer con fuerza. La cabeza salió volando y
rebotando como una pelota antes de detenerse finalmente. De la boca entre
abierta aún chorreaba del espesa mezcla de riñón y orina.
Jungkook recorrió con la mirada todo el nauseabundo lugar mientras trataba de
ignorar el horrible olor.

—Y ¿entonces?– dijo el menor dejando salir un sonoro suspiro, recargando su


espalda en la madera fría.

Taehyung no le prestó atención, estaba tan embelesado, observaba casi con


adoración la cabeza recién decapitada que sostenía entre sus manos, podía
sentir una cascada de sangre aún tíbia fluir a través de sus dedos

Simplemente magnífico, pensó.

—¡Taehyung!– Jungkook realmente estaba perdiendo la maldita paciencia

El rubio por fin posó sus ojos en el menor, este notó algo distinto, sus ojos lucían
diferentes, tenían un peculiar brillo.

—¿Qué es lo que quieres saber con exactitud, Jeon Jungkook?– preguntó,


como si no hubiera sido él quien había sugerido contarle su historia en primer
lugar.

—Todo– dijo con determinación, ignorando la aparente demencia y mala


memoría del pelirrojo.
—¿Todo?– Taehyung soltó una risita boba la cual cesó casi al instante,
cambiando su semblante a uno serio.

—Si esperas una historia con una porquería de infancia, con una madre
alcohólica y prostituta, abusos y eso, pues no, no es así conejito–.

Jungkook sonrio empujando su mejilla interna —¿no?–.

—No, realmente mi vida fue "normal" un tanto aburrida– Taehyung suspiró y


decidió posicionar la cabeza en el centro de la gran mesa, camino hasta el otro
extremo con cuchillo en mano. —Claro hubo uno que otro "obstáculo" pero me
encargué de ellos– dijo mientras tomaba una mano ya mutilada y cortaba los
dedos de ésta en pequeños trozos para depositarlos en la licuadora.

—"Obstáculos"– remarcó el pelinegro elevando una ceja.

Taehyung sonrió maliciosamente y siguió en lo suyo.

—Su nombre era Kim Soo y era un maldito hijo de puta con complejo de macho,
me molestaba por ser diferente– el pelirrojo se tensó notablemente —yo no era
al único al cual le hacía la vida más complicada de lo que ya era– Taehyung se
irguió —Pero si fui el único en darle una lección– sonrió orgulloso.
Jungkook no respondía, sólo ponía toda su atención en el "dulce" rubio y

seguía sus movimientos con la mirada y aunque sonará estúpido trataba de


analizarlo, buscar respuestas de su forma de ser, las cuales no encontraba. Tal
vez Taehyung era así y no había razón en específico, lo único de lo que estaba
seguro el menor, es que ese hermoso chico de trasero firme, rostro dulce y
piernas torneadas era su más incontrolable perdición.

—¡Mierda!– Taehyung hizo berrinche, la licuadora se le había salido de control y


salió disparada al aire la asquerosa mezcla de carne, sangre y pequeños trozos
de huesos, manchando su pantalón chandal gris y parte de su playera —tendré
que cambiarme– hizo un leve puchero.

—Mejor quédate desnudo– habló Jungkook un tanto ronco.

—Sé que eso te encantaría– afirmó pero decidió quedarse así por el momento.
—Bueno te estaba hablando del perro bastardo de Kim Soo– continuó —era dos
años mayor que yo e íbamos en el mismo instituto, tenía una actitud de
superioridad increíble, iba por la vida molestando a todo aquel que le pareciera
blanco fácil y yo lo era o eso creyó–

Taehyung tomó de nuevo el cuchillo y comenzó a jugar con el.

—¿Sabes Kookie?– llamó al pelinegro.

—Aún recuerdo la vez que me llamó "mujercita" y me golpeó, lo hizo tan fuerte
que no pude levantarme en una semana– hizo una mueca. —Muchos
observaron lo ocurrido, afortunadamente para ellos no me grabe todos sus
rostros. Mi madre no se enteró, eso creo, le dije que fue un accidente,
simplemente lo dejo pasar y continuó con su agobiante trabajo, ignorando todo
lo demás, como siempre–.

Taehyung sólo dejó salir un suspiro con lentitud.

—En una semana me levanté con un poco de dificultad, aún me dolían un poco
las costillas y tenía varios moretones, nada grave, aún así fui a una cafetería
cercana y... ¿Adivina qué?– Taehyung tenía una sonrisa realmente macabra en
el rostro.

Jungkook sólo elevó un tanto los hombros.

—¡Ahí estaba el muy maldito! En el callejón de atrás casi follando con otro
sujeto– Taehyung justo en ese momento clavo el cuchillo con bastante ira en la
caja torácica que se encontraba en una orilla de la mesa y tiró de este en un
corte limpio, hasta abrirlo por la mitad, dejando a la vista los órganos internos de
su víctima

Jungkook entonces entendió.

—¿Cómo fue que lo hiciste?– bufó incrédulo.


—Fue sencillo– el mayor buscó con la mirada algo en específico y lo encontró,
era una especie de baúl —¡ahí estás!– caminó rápido hacia el y lo llevó a donde
estaba anteriormente —si, será perfecto–.

Taehyung introdujó una mano a la carne blanda y expuesta tanteó unos


segundos y saco el corazón, sólo tuvo que hacer un ligero corte y éste salió
bastante fácil.

—Hermoso– dijo y colocó el corazón inerte en el pequeño baúl —lo guardaré–


chilló de emoción. —Estaba tan furioso así que lo decidí– ladeó su cabeza —lo
esperé y decidí usar mis encantos– relamió y mordió un poco su labio inferior.

Eso era tan malditamente caliente a los ojos de Jungkook. Voy a follarmelo de
una puta vez, pensó el menor para si mismo.

—Tuve que aguantar el maldito asco y dejar que me besara– Taehyung volvió a
introducir su mano donde antes se encontraba un corazón, movió un tanto su
mano y jugueteó un poco con los intestinos —¿cómo será tener sexo bañados
en sangre?– preguntó de momento con ojos ilusionados.

—Podríamos averiguarlo– Jungkook sonrió ladino y se movió de lugar quedando


justo de frente a la mesa y a Taehyung —¿qué dices?–.

—Claro, después de que termine con mi magnífica historia– sonrió demasiado


emocionado. —¿Vas a follarme duro, Kookie?–.
—Te voy hacer gritar– el menor realmente se estaba conteniendo, pero no sabía
cuanto más podría hacerlo.

Taehyung se deshacía de tan sólo imaginarlo

—Fue fácil, en un principio quiso resistirse a mí, incluso me alejó pero comencé
a tocarlo y lo demás fue sencillo– guiñó un ojo —empezó a tocarme de igual
forma, no quería que alguien nos viera así que le propuse ir a un lugar privado,
el muy imbécil aceptó–. Taehyung había olvidado por completo donde tenía la
mano y cuando la saco del revoltijo de sangre e intestinos, su mano estaba
arrugada —diablos tengo la mano de un viejito– tras lo dicho estalló en risas.

Tan adorable.

Su risa se detuvo, esos cambios de humor lo hacian parecer bipolar.

—Lo lleve a una casa abandonada que días antes había estado observando, al
llegar el muy estúpido se desvistió casi por completo, en menos de lo que
esperé, lo deje disfrutar un poco de mí– sonrió.

—¿Qué tanto?– Jungkook frunció el ceño.


—Lo suficiente– Taehyung sonrió coquetamente. —Justo cuando su "amiguito"
estaba más que despierto, saque un escalpelo, era hermoso– sus ojos brillaron.
—Hubieras visto su expresión Kookie, estaba aterrado, no paraba de decir
"enloquesite", "¿qué putas te pasa?", "maldito raro" y de un momento a otro
estaba sosteniendo su garganta, mientras se desangraba... me encantó–

Taehyung de nuevo estaba embelesado, con tan sólo un recuerdo.

—¿Cómo pudo pensar que yo estaría con él? después de lo que me hizo,
realmente no fue muy grave, pero me enfureció la idea de que me llamara "raro"
cuando el era un maldito gay de igual forma–. El rubio estaba perdido en su
mundo, observando a la nada con sus manos y ropa llenas de sangre seca. —
Lo demás es simple, lo ví morir y luego quise guardar un recuerdo–.

—¿Su cabeza?– habló por fin el pelinegro.

Taehyung sólo asintió, mientras tomaba de nueva cuenta la cabeza que tenía
hace momentos, esta había tomado un color y olor asqueroso.

—Termine de cortarla con el escalpelo, fue como rebanar mantequilla... Estuve


horas en aquella casa pensando, tenía un cadáver decapitado a mi lado, tenía
que pensar y lo único que hice fue arrastrar su cuerpo al sótano de la misma,
guarde la cabeza en mi mochila y la lleve a casa, así comencé mi colección–
Taehyung rascó su nuca despreocupadamente.
—¿Nadie lo encontró, no hubo preguntas?– comento el menor, el cual tenía
curiosidad, pensó que fue estúpido de parte del mayor dejar un cadáver así sin
más pero ahora conociendo mejor al pelirrojo sabía que todo en él era posible.

—No, al menos nunca me enteré si notaron su desaparición, pero era un


bastardo nadie se preocupó. Desde ese momento seguí haciéndolo, buscaba
víctimas, las analizaba y seguía el mismo patrón pero después fui cambiando ya
no sólo era una cabeza era alguna otra extremidad, cortarles una mano, una
oreja o simplemente en varios pedazos, torturarlos, me daba igual si era hombre
o mujer, simplemente me encantó la sensación, el olor a sangre, el miedo en sus
ojos, verlos cristalinos y llenos de pánico hasta que al final dejaban de brillar. Me
encantó, así que seguí haciéndolo–.

Taehyung sintió unas grandes manos posicionarse en sus caderas y


presionarlas con algo de fuerza al igual que la cálida respiración del menor en su
nuca, el rubio soltó un gran jadeo.

Jungkook se inclinó un poco hacia enfrente, sobre el cuerpo del pelirrojo.

—Tú también tendrías que haber estado en mi colección– el mayor habló con
dificultad el gran bulto contra su trasero no lo dejaba pensar con claridad.

—Pero no fue así, por suerte para tí, ¿quien más te follaría como lo hago yo?– le
respondió el menor mientras colaba sus manos al pecho del contrario —además
me gusta mi cabeza justo donde está–.
Eso es cierto, pensó el rubio.

—Y ¿Entonces?– habló el mayor en un tono excitado —es tu turno–.

—¿Qué es lo que quieres saber con exactitud, Kim Taehyung?–.

—Todo–.

—¿Todo?–.

Claro que la historia de cómo fue que Jeon Jungkook se convirtió en lo que es
ahora, no era tan agradable como la que acababa de escuchar.

Bloody Valentine

Trước Sau

Había un total de cuatro cuerpos cuya sangre había sido drenada por completo.
Permanecían colgados como reses congeladas de cabeza sobre la tina de baño
moviéndose ligeramente de un lado a otro con un corte profundo en la garganta
y los rostros distorcionados en muecas de horror, ojos vacíos y piel ligeramente
verdosa. Sujetos de los tobillos con un par de ganchos metálicos que los
atravezaban de un extremo al otro

—Son los últimos– mencionó Taehyung.


Jungkook jaló de los cuatro cuerpos, destrozando el hueso y la piel de un tirón y
con gran hábilidad, los alzó por encima de su cabeza y los arrojó sobre la pila de
cadáveres que permanecía en la esquina más lejana del cuarto de baño.

—Tan fuerte y sexy– sonrió Taehyung —ya vuelvo– y salió corriendo con una
sonrisa en sus labios.

Jungkook observó la docena de personas muertas en su baño y empezó a creer


que necesitaba dejarse engatusar por Taehyung. El mayor simplemente lo hacia
ir con la corriente y terminaba matando como idiota. ¿Dónde había quedado el
asesino metódico y calculador que se esforzaba por no ser descubierto? A estas
alturas ya ni siquiera le importaba tener a la policía pisando sus talones. Con
Taehyung a su lado se sentía estúpidamente inalcanzable.

Esperó obedientemente a que el pelirrojo regresara y mientras tanto suspiró


haciendo una mueca al horrible olor a sangre y analizó la tina de baño llena de
aquel líquido rojizo oscuro.

Por el momento había logrado hacer que Taehyung no insistiera con lo de


contarle sobre su pasado pero sabía que terminaría insistiendo tarde o
temprano. El mayor era bastante insistente cuando quería y él no podría evitar el
tema toda la vida. Por ahora lo había logrado distraer con aquel capricho de
vacíar la sangre de esas personas en la tina.
Escuchó los pasos apresurados que se acercaban al baño y alzó la mirada,
sorprendiéndose y casi atragantándose con su propia saliva al observar a
Taehyung. El pelirrojo estaba de pie en el marco de la puerta luciendo hermoso
enfundado en un conjunto de ropa interior de encaje, medias altas, un lindo
collar en su cuello y un par de coletas atadas con pedazos de piel humana.

—¿Me veo bien?– preguntó entusiasmado.

—Perfecto– asintió Jungkook y alzó los brazos para que se acercara.

Taehyung sonrió y llegó hasta él dándo vueltas mientras el camisón de encaje


transparentoso revoloteaba en el aire. Jungkook podía ver fácilmente los
pezones erectos bajo la fina tela, el miembro ya semi erecto apretujado bajo
aquella delgada prenda femenina. El mayor sonrió ampliamente, gotitas de
sangre cayendo desde los pedazos de piel que usaba a modo de ligas para
mantener su revoltoso cabello a raya.

—¿Quieres ser mi San Valentín?– preguntó Taehyung con ojitos ilusionados.

—Soy yo quien debería estar preguntando– sonrió Jungkook y se inclinó al


frente para besarlo.

Los brazos de Taehyung se envolvieron rápidamente alrededor de su cuello,


buscando más contacto. Las manos del pelinegro delinearon la cintura del
mayor y descendieron hasta la curva entre su espalda y el inicio de su
respingado trasero. Taehyung abrió los labios, succionando la lengua de
Jungkook mientras sus manos inquietas bajaban para encontrarse con las del
menor. Con brusquedad, obligó a Jungkook a hundir las manos bajo la escasa
ropa y amasar sus glúteos.

—Toca más, Kookie– pidió en medio de un gemido cuando se separó para


hacer un camino de besos por la línea de la mandíbula del otro.

—Si insistes– Jungkook sonrió dejando que Taehyung se abriera camino hasta
su cuello con lamidas sonoras y mordidas juguetonas mientras él por su parte,
separaba los suaves glúteos y rozaba con la punta de su dedo sobre la apretada
entrada.

Taehyung soltó un respingo y jadeó, besando y mordiendo con más ganas


ahora. Jungkook acarició con movimientos bruscos, tentando alrededor pero sin
intriducir siquiera la punta del dedo. Taehyung empezó a impacientarse, su
erección rozaba descaradamente contra la pelvis del menor, el encaje se sentía
húmedo y la punta rojiza del miembro se alcanzaba a asomar por encima del
elástico de la ropa interior.

—Creí que querías hacerlo ahí dentro– apuntó Jungkook hacia la tina.

Taehyung se separó de él a duras penas, sus ojos brillaban con lujuría, sus
labios rojos bien besados y tenía ese gesto de estar perdiendo la cordura que
tanto le gustaba a Jungkook.
—Ah, si– asintió, apenas recordando que había sido su idea follar en una tina
llena de sangre.

Jungkook soltó una risita burlona y le dio un pequeño beso sobre la frente,
apartando su flequillo.

—Eres un desastre– dijo y se alejó aún más hasta poder sacarse la playera de
algodón que llevaba de un solo tirón.

Taehyung se mantuvo inmóvil hasta que las manos del menor continuaron ahora
abriéndose el pantalón para finalmente bajarlo y apartarlo de una patada,
quedando desnudo frente a él.

Taehyung lo recorrió con ojos impacientes. El abdomen esculpido, los brazos


bien trabajados, los muslos gruesos, el vello oscuro que empezaba desde el
inicio de la cadera y se abría paso como un camino frondoso hasta esa parte de
la anatomía que tanto adoraba. El pene apenas un poco duro de Jungkook se
empezaba a alzar aumentando de grosor como un imponente monumento al
arte. La boca del pelirrojo se hizo agua y casi como si sus piernas hubiesen
perdido la fuerza, se dejó caer de rodillas ahí mismo, frente a él.

Se apresuró a besar la punta sensible, lamiendo los pliegues alrededor del


glánde de forma circular. Jungkook emitió un gruñido placentero y acarició la
cabeza de Taehyung palmeando en medio de sus coletas. El pelirrojo siguió con
su labor, ahora lamiendo la vena que atravezaba la caliente erección desde la
punta hasta la base y de regreso, engullendo mitad del miembro cuando
finalmente llegó a ese punto.

Con movimientos impacientes y desesperados, Taehyung movía la cabeza de


arriba a bajo ahuecando sus mejillas para presionar, yendo tan profundo como
podía hasta que sentía la punta húmeda golpeando en su garganta. Repitió sus
movimientos gimiendo y lloriqueando.

—Te ves tan hermoso– murmuró Jungkook con voz ronca y baja.

Taehyung estuvo tentado a sonreír pero no podía dejar de succionar, sintiendo


su boca placenteramente llena y estimulada.

—Manos en mis muslos– ordenó el menor.

Taehyung asintió de inmediato al tiempo que Jungkook tomaba su cabeza,


hundiendo los dedos en los mechones pelirrojos y empezaba a moverse con
fuerza dentro y fuera de aquella cálida boca. Taehyung cerró los ojos,
disfrutando de la sensación de sentirse medio asfixiado con el sabor espeso y
salino del líquido preseminal salpicando en el interior de sus mejillas, por su
lengua, dientes y garganta.

Las embestidas fueron brutales y erráticas cuando finalmente Jungkook sacó el


pene húmedo y rojizo de su interior y siguió acariciandolo con movimiento
rápidos hasta que finalmente la eyaculación salió disparada sobre el rostro
confundido y ansioso de Taehyung.

—Te ves aún más perfecto– sonrió Jungkook, ayudando a Taehyung a ponerse
en pie.

—Kookie...– murmuró el pelirrojo, su flequillo mojado chorreaba la corrida


blanquecino y sus labios hinchados esbozaron un puchero.

—Tranquilo bebé, te daré lo que quieres–.

Jungkook tomó a Taehyung en brazos, cargandolo a modo nupcial y caminó


hasta la tina con él. El pelirrojo suspiró, recargando la cabeza en el hueco entre
el hombro y el cuello, besando perezosamente. Jungkook metió un pie al interior
de la rojiza bañera, sintiendo la tibieza que aún albergaba la sangre.

Introdujó el otro pie y lenta, muy lentamente, se dejó caer hasta que sus piernas,
torso y pecho quedaron cubiertos por el líquido. Taehyung soltó una risita alegre
cuando sintió la sangre llenando su piel canela, la tela de su ropa interior
ensuciándose. El mayor movió las piernas inquietamente y suspiró relajado,
dejando que Jungkook lo acunara en sus brazos.

—Así se debe sentir el paraíso– comentó.


—¿Te aseguraste de que no tuvieran alguna extraña enfermedad?– Jungkook
parecía menos convencido, su lado racional asomándose un poco.

—De algo tendremos que morir– Taehyung le restó importancia.

Jungkook no podía creer que se dejara llevar tan fácil por ese chico.

El mayor empezó a mover el trasero, restregándose contra el miembro del otro.


Jungkook rió entre dientes al notar que su pene no se resistía a la fricción. La
sensación era extraña en aquel líquido, los movimientos no eran tan rápidos
como en el agua, costaba moverse un poco y se sentía raro. Pero a Taehyung
parecía no importarle.

Jungkook se dedicó a besar el cuello del pelirrojo con tranquilidad, las manos de
Taehyung se movían de un lado a otro buscando más contacto. En cuanto
Jungkook tuvo una erección de nuevo, el pelirrojo se deshizo de la poca ropa
ahora empapada de sangre y se acomodó para la penetración. Tan impaciente
como siempre.

Jungkook lo ayudó a alinearse, observando lo hermoso que se vaía con la


espesa sangre chorreando todo su bello cuerpo, cayendo en castada por su
pecho agitado.

—Lo quiero dentro– suplicó.


Jungkook lo tomó por las caderas, dándo un suave beso en el ombligo de
Taehyung, sintiendo el sabor cobrizo de la sangre en sus labios. Ni siquiera se
tomó el momento para preparar a Taehyung, ambos sabían que al mayor le
gustaba que doliera.

Obligó a Taehyung a deslizarse hacia abajo. La punta del miembro tocó el


contraída entrada, Jungkook empujó un poco pero no entró así que lo obligó a
elevarse y tiró de nuevo hacia abajo pero con más fuerza en ésta ocasión.

Taehyung gritó de dolor y placer, arqueándose en el aire, la sangre se agitó,


derramando por los bordes de la tina, salpicando el suelo del baño con un
sonido pesado. Taehyung empezó a moverse casi de inmediato, sintiendo el
dolor ardiente, la polla caliente y la sangre en su recto agitandose al rítmo de
sus movimientos. Le encantaba montar a Jungkook, pero en ese momento se
sentía especialmente bien. Había algo morboso y asombroso en tener sexo
bañados en sangre.

Las manos del menor reposaban sobre sus caderas, sin hacer el esfuerzo de
moverse mientras Taehyung gemía y brincaba sobre la erección en busca de su
liberación, trabajando duro por ella. Los sonidos placenteros que dejaba salir se
perdían en forma de eco, los cadáveres apilados en la esquina eran los únicos
téstigos, con aquellos ojos sin vida fijos en la nada.

Jungkook se dejó llevar nuevamente, échando la cabeza hacia atrás, disfrutando


de la sensación de la sangre espesa golpeando en pequeñas olas de
repercución cada vez que los glúteos de Taehyung chocaban contra sus muslos.
Gruñendo y arañando en busca de más profundidad. Jungkook se movió
finalmente, alzando su cuerpo para encontrar los movimientos del pelirrojo.

Taehyung rodó los ojos hacia atrás maldiciendo por lo alto cuando el placer se
convirtió en algo paralizante. Jungkook siguió moviéndose en estocadas
salvajes que hicieron la sangre salpicar, alzándose hasta llenar el rostro de
Taehyung y parte del suyo también. El sonido de golpeteo perdiéndose detrás
de los graznidos inhumanos que soltaba Taehyung en cada nueva penetración.

—Más, Kookie... Más– pedía entre gemidos.

Jungkook se incorporó, haciendo que el cuerpo del mayor cayera de espaldas


sobre la tina, alzando una enorme ola de espesa sangre. Taehyung usó sus
brazos para sujetarse mientras Jungkook empezaba a follarlo en serio. Con las
piernas bien abiertas y la rojiza sangre entrando por su boca entre abierta,
Taehyung gritó y se corrió en medio de temblores.

Jungkook sonrió altanero y siguió embistiendo, golpeando la sobre estimulada


próstata del mayor hasta hacerlo chillar como una especie de animal en celo.
Apretó los dientes cuando sintió su orgasmo cerca y embisitó con fuerza
desmedida hasta que el cuerpo de Taehyung brincó y se estampó contra la
pared de la tina dejando un sonido hueco.

Taehyung cayó por completo dentro de la tina llena de sangre, tragando un poco
de la misma en el proceso antes de ser tirado de regreso a la superficie por la
poderosa mano de Jungkook.
—Te queda el rojo– murmuró el pelinegro, depositando un beso en la mejilla de
Taehyung quien sonrió, agotado y aturdido.

Jungkook tomó lugar de nuevo, sentandose en la tina y llevó a Taehyung con él,
recostandolo contra su pecho. Ambos lucían asquerosos, llenos en sangre.
Tomaría una eternidad limpiar el desastre pero que más daba.

—Feliz San Valentín...– murmuró Taehyung, medio dormido.

—Feliz San Valentín– correspondió Jungkook, acariciando la cabeza del


pelirrojo con cariño.

24

Trước Sau

⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠

Éste capítulo tendra;


•Contenido delicado

•Maltrato infantil

Se recomienda precaución, leer bajo su propia responsabilidad.

⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠⚠
Pasó un día y Jungkook no le habló al respecto. Pasaron dos más y Taehyung
se impacientó.

—Yo te conté por qué asesiné por primera vez, te hablé de mi vida– le recordó
—es tu turno–.

Jungkook esbozó un gesto resignado, no quería tener que hablar de su pasado


pero era lo correcto después de que Taehyung le hubiera contado.

¿Por dónde empezar?

Alzó la mano para que Taehyung se acercara y así lo hizo. El pelirrojo lo siguió y
ambos se sentaron en el sofá de la sala, Taehyung sobre las piernas de
Jungkook

—Bien– asintió el otro —había una vez...–

—¿Será como un cuento de hadas?– lo interrumpió Taehyung de inmediato.

—Si me dejas hablar quizás lo descubras– las manos de Jungkook se aferraron


con fuerza a las caderas de Taehyung.
El pelirrojo sonrió y asintió dejando que continuara.

—Había una vez, un niño común y corriente viviendo en una enorme mansión
que parecía más bien una prisión. Tenía un padre idiota, una madre "amorosa" y
una hermana frágil...–

...su nombre era Jungkook y tenía recuerdos de una mujer de cabello oscuro y
brillante a la que llamaba "tía" y a quien veía entrar a la cama con su padre
todos los días. Él aún era muy pequeño cuando descubrió que su padre idiota
había decidido irse con su "tía" para dejarlos a ellos tres solos. Su hermana
lloró, su madre lloró y él no comprendía el por qué.

Él seguía siendo igual de pequeño y tonto cuando su madre "amorosa" empezó


a demostrar su cariño de una manera que no había hecho antes. Su madre los
tocaba en lugares que no se sentían correctos. Ella les decía cosas raras, los
acariciaba con manos temblorosas y respiraba su aliento con olor a licor sobre
sus nucas. Los hacia ver películas extrañas donde las personas desnudas
hacian cosas más extrañas. La mujer les decía que quería que hicieran algo así
con ella.

Su madre amorosa les enseñó muchas cosas. Les enseñó a besar como
adultos, les enseñó a jugar como en las películas y ella decía que le hacía muy
feliz. Aún así, todas las noches Jungkook la escuchaba llorar, llamando el
nombre de su esposo.
Ella tenía cambios de humor bruscos. Un minuto los amaba y apapachaba y al
siguiente les gritaba y golpeaba. Solía tomar cables de plástico para azotarlos,
los dejaba sin comer y sus golpes siempre eran en partes que pudieran
ocultarse. Luego se disculpaba, lloraba, se arrastraba frente a ellos y juraba que
no volvería a pasar.

Pero siempre ocurría de nuevo.

Ella se volvió posesiva con los niños. No quería que hablaran con nadie, no
quería que salieran de casa y jamás dejaba que jugaran con otros niños. La
madre amorosa decía que los protegía del peligro exterior y ellos le creían.

Entonces llegó el momento en que su madre tomó a la hermana mayor del


pequeño Jungkook y le hizo algo malo. Era algo que el niño no había visto
jamás, era algo despiadado.

Jungkook tiene recuerdos de su hermana llorando mientras su madre introducía


algo parecido a una botella de vidrio entre sus piernas. Recordaba haberla visto
acariciar a su hermana con una mano mientras golpeaba la botella
despiadadamente dentro de la niña con la otra y él simplemente observaba. En
ese momento el niño tonto debío saber que el siguiente sería él.

Jungkook permaneció en silencio mientras los gritos de su hermana se perdían


hasta que finalmente su madre alzó la mano hacia él para que se acercara. Él
debió saber lo que ocurriría cuando fue obligado a quitarse la ropa y ponerse a
cuatro sobre la cama a un lado del cuerpo inconsciente de su hermana. Él debió
saber que sería algo malo cuando las manos de su madre lo tocaron y debió
sospechar aún más cuando los dedos de esa mujer se introdujeron dentro en un
lugar que se sentía mal.

Jungkook se asustó hasta que ya era demasiado tarde y su madre tenía ya


cuatro dedos dentro. Y lloró mucho cuando ella siguió empujando hasta tener la
mitad de su mano tan profundo y gritó adolorido cuando ella siguió empujando y
empujando y empujando...

—Te hizo Fisting...– interrumpió Taehyung, con los ojos muy abiertos —¿qué
edad tenías?–.

Jungkook observó el rostro sorprendido de Taehyung antes de inclinarse y


besarlo ligeramente en la sien.

—Tenía siete años– respondió —mi hermana tenía diez...–

...Ese día, Jungkook descubrió varias cosas. La primera fue que el amor de su
madre era doloroso, que su hermana ya no sería la misma de antes y sobre todo
aprendió que su trasero podía tomar una mano entera aunque terminara
destrozado. El niño tonto no pudo caminar durante mucho tiempo y lloraba cada
vez que tenía que sentarse pero su madre decía que esa era su forma de
expresar su amor por ellos, así que Jungkook y su hermana lo aceptaban.
—¿Por qué?– interrumpió Taehyung de nuevo, recostándose sobre el pecho del
pelinegro a modo de almohada —¿por qué aceptaban un amor así?–.

Jungkook se inclinó sobre él antes de responder;

—Porque un poco de amor es mejor que nada– sus manos se movieron sobre el
redondeado glúteo de Taehyung antes de dejar una nalgada. —Y porque
éramos niños estúpidos, pero...–

...pero la hermana frágil de Jungkook no lo soportó y una mañana al despertar,


el pequeño niño tonto la encontró en una posición extraña, colgando desde lo
alto de su armario como una esfera en el árbol de navidad. Jungkook
permaneció un momento observando su rostro y por algún motivo le gustó ver
algo como aquello.

Y su madre le pidió que la ayudara a guardar a su hermana en un lugar seguro


en donde pudiera dormir sin que nadie la molestara y él la ayudó. Su madre
siguió dándole de su amor todos los días y Jungkook se acostumbró a recibirlo
sin reclamar. Pero el tiempo pasó y su madre buscaba otro tipo de amor así que
llegó el momento en que debió ser él quien metiera sus dedos en ella.

Jungkook tuvo que aprender a hacerlo mientras su madre le pedía impaciente


que creciera pronto para que pudiera darle algo que sólo los verdaderos
hombres podían. Ella quería que el niño tonto se convirtiera en su hombre tonto.
Pero eso nunca pasó.
Jungkook recuerda a alguien entrando a su casa a mitad de la noche. Recuerda
haberse escondido en el guardarropa escuchando los gritos de su madre
mientras un desconocido la golpeaba. Recuerda haber visto como su madre era
arrastrada hasta la cama, desnudada y atada, amordazada y golpeada.

—¡¿Dónde está la información?!– gritaba el desconocido y soltaba una bofetada


cada vez que la mujer negaba en medio de lágrimas. —¡¿Dónde la escondió?!–.

Jungkook observaba en silencio desde el guardarropa viendo la forma en la que


su madre era masacrada. Los golpes iban directo a su rostro hasta que llegó el
momento en que la cara estaba tan hinchada y destrozada que no lograba
reconocerla. Había sangre sobre las sábanas y la piel de las mejillas estaba
desprendida. El desconocido llevaba anillos de metal en los dedos y se veía
intimidante cuando el niño tonto hizo un sonido y atrajó la atención del chico.

El rostro de esa persona iba cubierto por una máscara de gas negra salpicada
en sangre, sus ojos eran aterradores cuando Jungkook lo vio acercarse a su
escondite y abrir las puertas de un tirón. Y el niño tonto alzó la mirada, el niño
tonto no gritó, no lloró y no intentó correr. El niño tonto sonrió al intruso y saludó.

—Debo matarte también– dijo el sujeto y Jungkook se acercó hasta poder ver
mejor el cuerpo de su madre.

Se acercó hasta ella sintiendo algo parecido a la fascinación cuando observó el


charco de sangre alrededor del cuerpo y los dientes esparcidos por la cama
como perlas extraviadas en el mar. Aquella era una escena maravillosa y el niño
tonto hizo lo que había querido hacer hace mucho tiempo. El niño tonto buscó
entre las piernas de su madre e introdujo sus dedos, luego empujó con fuerza
hasta que los músculos crujieron y su mano entró por completo a aquel viscoso
lugar y siguió empujando hasta que su pequeño brazo entró también.

—¿Ya puedo ser tu hombre, mami?– preguntó cuando el rostro desencajado de


la mujer se distorcionó aún más de lo que ya estaba.

Y el hombre de la máscara de gas emitió un sonido parecido a una carcajada y


Jungkook giró hacia él con su brazo aún dentro de su madre.

El desconocido se acercó a él y sonrió palmeando la cabeza del niño tonto como


si lo felicitara.

—Me gusta tu estilo– le dijo y antes de tener tiempo, el desconocido sacó un


arma y disparó dos veces, una a la cabeza de la mujer y otra al niño tonto...

—¡¿Qué?!– Taehyung empujó a Jungkook lejos hasta girar a verlo con


expresión atónita —¿te disparó? ¿Dónde? ¿Por qué tú...?–

—Porque no apuntó a un lugar letal– explicó el menor con calma —me dejó ahí
en el suelo derramando sangre antes de marcharse–.

—¿Y qué era lo que buscaba?– Taehyung parecía curioso.


—Nunca lo supe– negó el otro —el sonido de los disparos hizo que los vecinos
llamaran a la policía y llegaron antes de que perdiera más sangre. Fingí no
recordar nada y jamás les hablé del hombre que asesinó a esa bruja porque en
el fondo, para mí, no era un asesino sino un heróe–.

Taehyung sonreía ampliamente.

—¡¿Crees que todavía ande por ahí suelto?! Me gustaría conocerlo alguna vez–
exclamó emocionado.

—El día en que lo llegue a encontrar, voy a matarlo– suspiró Jungkook.

—¿Por qué?– preguntó Taehyung, confundido al tiempo que ladeaba la cabeza.

—Por haberme disparado pero sobre todo porque quiero saber quien es mejor
asesino ahora y simplemente porque quiero–.

Taehyung abrazó a Jungkook con fuerza.

—Siip, hay que matar al idiota– asintió —puedes hacerme fisting si quieres,
Kookie– continuó, besando el cuello del menor. —No me importa que seas rudo
y que duela como el infierno, entre más dolor mejor–.
—¿Seguro?– Jungkook lamió el cuello del pelirrojo con calma —¿crees que
puedas soportar todo mi brazo dentro en tu culo? No soy precisamente delgado–
.

—Puedo hacerlo– aseguró Taehyung con una risita boba —¿el niño tonto tuvo
su final feliz?–.

Jungkook sonrió.

—El niño tonto conoció a un niño adorable que sonreía mucho y lo hacia sonreír
también. Ellos dos se parecían en varias cosas y se comprendían mutuamente.
Los dos niños aprendieron a estar juntos y hacer las cosas que les gustaban. Se
querían mucho así que vivieron felices para siempre decapitando personas–.

Taehyung suspiró soñadoramente abrazando con más fuerza a Jungkook antes


de preguntar.

—¿No recuerdas nada más de ese tipo? ¿No viste su rostro?–.

Jungkook lo pensó por un momento tratando de recordar algo de aquella noche.


—Sólo un recuerdo de su apariencia se mantiene fresco en mi mente y es que
su cabello era verde... Verde menta–.

1.

25

Trước Sau

—¡Min Yoongi!– Suran apresuró el paso para alcanzarlo —¡¿por qué carajos
andas metiendo tu nariz en mis casos?!–.

El nombrado apenas giró a verla antes de fruncir el ceño y decidir que esa mujer
lo volvía loco en un mal sentido. A veces simplemente desaba poder deshacerse
de ella casi tanto como deseaba poder acabar con Seokjin.

—¿Ya saben algo más sobre el dispositivo explosivo con el que asesinaron a
ese sujeto de la discoteca?– preguntó en cambio.

—¡No siempre vas a poder obtener lo que quieres simplemente mostrando esa
cara de gato descontento!– rugió la joven detective —pero si, descubrimos los
componentes y el material con el que fue hecho y ¡oh sorpresa!–.

Suran le entregó la carpeta con los documentos.

—Adivina– sonrió ella.


Yoongi leyó apenas un poco antes de chasquear la lengua luciendo
evidentemente molesto.

—¿Qué?– Suran entrecerró los ojos.

—Ésto se complica cada vez más–.

—¿De que hablas?– la mujer parecía sinceramente confundida.

Yoongi le entregó el archivo de nuevo y se alejó sin decir una palabra más,
escuchando los insultos de su compañera resonando por el corredor mientras
avanzaba. Atravesó los escritorios y la sala de descanzo hasta llegar a la puerta
que buscaba. Abrió sin llamar y cerró de golpe.

Seokjin despegó la mirada de la pantalla de su ordenador muy, muy lentamente


y le sonrió. Estaba por hablar pero Yoongi lo interrumpió de inmediato.

—¿Sabes algo de éstos casos que yo no, Kim?– preguntó.

Seokjin fingió sorpresa antes de tamborilear los dedos sobre su escritorio y


suspirar.

—No fuí yo quien dejo vivir a ese niño– apuntó con sorna.
Yoongi pateó el bote de basura con fuerza.

Joder.

Él había esperado que su pasado jamás lo encontrara de nuevo. Años atrás


había hecho cosas horribles por dinero, prácticamente era un perro cazador que
servía a sus amos al pie de la letra. No podían culparlo, era joven, estúpido y
bueno para asesinar lo cual era algo verdaderamente importante en su línea de
trabajo en aquellos años.

Un mercenario debía saber sacar información y trabajar para las personas


correctas. Yoongi trabajaba para los correctos... O eso creyó.

La operación Rouge.

Aquella fue una operación encubierta por varios países de primer nivel con base
en Paris, Francia. Los gobiernos se habían rehúnido para capacitar a jovénes
sin futuro para convertirlos en sanguinarios mercenarios que fueran capaces de
actuar bajo presión y acatar ordenes sencillamente dementes.

Yoongi era un húerfano que vagaba en busca de un hogar cuando los agentes
de la operación vieron potencial en él. Le tomó cinco años aprender a torturar,
asesinar y ocultar sus rastros. Era uno de los mejores y trabajaba para una
poderosa organización gubernamental. Básicamente los mercenarios de la
operación hacían el trabajo pesado, aquello que policías y militares tenían
prohíbido. Y que la sociedad consideraba políticamente incorrecto.

Asesinar a los malos en lugar de encarcelarlos. Porque para ellos deshacerse


de la hierba mala desde raíz era mucho más importante y menos complicado
que dejarlos vivos en una prisión desde donde podrían seguir siendo una
amenaza. Pero ya que los policías se regían por las leyes y normas, entonces
necesitaban a otros que trabajaran fuera de esas reglas.

Y pensar que su reputación se había ido a la ruina por un maldito mocoso de


siete años cuyo nombre nunca le interesó en lo más mínimo.

Es sólo que ese niño le recordaba un poco a él mismo. Sus ojos vacíos, su vida
miserable, sus deseos de matar.

Haberlo dejado vivo era una enorme y gran mancha negra en su expediente
dentro de la operación Rouge. Claro que esa operación no duró más que unos
diez años antes de que el caos explotara en los países que la controlaban. Hubo
sospechas e información confidencial de todo lo que los mercenarios habían
hecho bajo ordénes que salieron a la luz.

Todo por culpa de aquel idiota que escapó.


—¡Dime lo que sabes, carajo!– ordenó Yoongi con exasperación, sintiendo que
sus viejos hábitos de golpear hasta la muerte para sacar información
regresaban.

—Tranquilo, perro– Seokjin sonrió con malicía —no hace falta ladrar–.

Yoongi se tensó. Siempre había odiado a Seokjin pero ahora simplemente lo


aborrecía. Era su culpa, de todos modos, ¿quien lo mandaba a irse de policía?
Claro que cuando Rouge fue descubierta todos los mercenarios quedaron en la
calle de nuevo y la mayoría ni siquiera tenían familia, como él. Los gobiernos de
cada país involucrado ofrecieron ayuda a sus perros de caza y les dieron a
elegir entre empleos disponibles y claro, Yoongi decidió irse por esa mierda
policíaca.

—Seguro aún recuerdas a ese niño– continuó Seokjin.

—¡Olvidé su jodido rostro apenas salir de esa casa!– respondió a gritos.

—¿Al menos recuerdas el nombre del traidor que robó la información de la


operación Rouge?– resopló Seokjin con una mueca.

—Claro, era Jeon Junhyun...–

Silencio.
Seokjin sonrió, dándole una mirada apremiadora.

—¿Estás bromeando?– preguntó aturdido.

—Debiste investigar a tu sospechoso más a fondo– aconsejó Seokjin y sacó un


expediente privado —Jeon Jungkook, hijo de Jeon Junhyun y Jeon Saejae. Una
hermana mayor, Jeon Minsoo. Su padre trabajaba en el centro de investigación
de la operación Rouge en Corea. La hermana mayor nunca fue encontrada,
madre asesinada, niño traumatizado, blah, blah, blah...–

Arrojó los papeles a la mesa.

—¿Sabías que cosas como ver a tu madre asesinada provocan demencía


incorregible en los niños?– dijo, arqueando una ceja —debiste haber apuntado a
la cabeza–.

Yoongi tomó el expediente y observó la fotografía del niño que aparecía ahí.

—A mí no me culpes, él ya estaba loco cuando yo lo conocí– negó la acusación.


Y, mierda. Si que había terminado de enloquecer por completo. Quien diría que
ese mismo niño ahora sería un jodido asesino serial y lo peor, quien diría que
encontraría a alguien tan loco como él.

—Éste expediente no estaba abierto al archivero general– mencionó.

—Obviamente el gobierno no se arriesgaría a que ese expediente anduviera


suelto. Lo último que quieren es que se sepa más sobre la operación y el hecho
de que Jeon "traidor" Junhyun escapó con esa valiosa información para fugarse
con una puta–.

—¿Lo encontraron alguna vez?– Yoongi preguntó con curiosidad.

—No oficialmente– se encogió de hombros.

—¿Y éxtra oficial?–.

Seokjin suspiró.

—Uno de los perros de caza del sector nueve logró detectarlo en una ciudad
costera en el norte de Australia un mes después. La información fue recuperada
y los téstigos eliminados, nadie supo de eso y hasta ahora Jeon Junhyun sigue
siendo un misterio–.
Yoongi asintió. Obviamente iban a encontrarlo, sólo había sido cuestión de
tiempo. Jeon tenía conocimientos básicos pero no era mercenario, no estaba
entrenado para rastrear y cazar. Nunca se había enterado de ello porque
apenas unas semanas después de haber asesinado a la esposa de Jeon
intentando recuperar la información la operación Rouge se fue en picada.

—¿Cómo sabes todo esto?– preguntó desconfiado —Rouge es sólo un mito,


nadie sabe de su existencia excepto aquellos que fueron parte de ella–.

—Tú lo has dicho– sonrió Seokjin.

Entonces Yoongi captó todo.

—¿Tácticas de servicio interno? ¿Logística?– cuestionó.

—Inteligencia y es lo único que diré. No me enorgullece haber sido parte de


Rouge, la verdad– Seokjin desvió la mirada apuntando a la puerta —ve y arregla
tu error de hace diez años, no importa cómo–.

Yoongi arrojó los papeles de regreso al escritorio y salió dándo zancadas largas.

Joder, joder y más joder.


Maldecía el día en que había dejado vivo a ese mocoso.

—Dime que tenemos algo– pidió al llegar hasta el lugar de Namjoon.

—De hecho– el otro hizo un gesto —acaban de dar aviso, unos campistas
encontraron una extraña... Esfera de cuerpos humanos– dijo, leyendo la hoja en
donde iba escrita la denuncia.

Yoongi parpadeó. A esas alturas ya nada le sorprendía, ese par de mocosos


estaban enfermos, más enfermos de lo que él llegó a estarlo... Bueno, quizás él
estuviera un poco igual de enfermo pero al menos llevaba cinco años sin
asesinar a nadie, debían darle crédito por eso.

—¡Min!– Hoseok llegó alzando una carpeta —¡investigué un poco más al chico
que ordenaste cuando Jeon y Kim estuvieron aquí! Ese tal Minjae y no creerás
lo que encontré–.

Yoongi le quitó los documentos de la mano y leyó. Hoseok sonreía.

—Kim Taehyung fue su pareja oficial durante un año antes de que Minjae
desapareciera misteriosamente y fuera encontrado decapitado casi ocho meses
después– explicó, orgulloso. —¿Coincidencia? No lo creo–.
—Dos de los desaparecidos y una de las víctimas tuvieron relación con ellos–
asintió Namjoon —Park Jimin y Joon Hyena fueron vecinos de Jeon mientras
que Minjae fue novio de Kim... Creo que los tenemos–.

—Aún faltan pruebas pero ésto será suficiente para una orden de cateo– dijo
Yoongi.

—¿Catear su casa?– Namjoon se sorprendió —lo dudo, no hay ADN ni huellas


que los inculpen–.

—No catearemos su casa, al menos no ésta donde viven ahora. Irémos a revisar
sus viejas viviendas en Seúl, investiguen la dirección donde Taehyung vivió con
Minjae–.

Los otros dos hombres asintieron. Yoongi estaba tan cerca de encontrar pruebas
en su contra que casi podía sentir la victoria pero no se hacia ilusiones. Esos
idiotas no caerían sin dar pelea... Probablemente ni siquiera pudiera llegar a
arrestarlos, viendo de lo que eran capaces lo más seguro era que prefirieran
matarse ellos mismos. Era por esa razón que Yoongi debía ser más rápido y
matarlos primero.

Por otro lado, el tema de la pequeña bomba en el estómago del sujeto de la


discoteca le estaba molestando. El dispositivo había sido hecho con basura
reciclada y productos de limpieza domésticos. El sistema de detonación había
sido por demás ingenioso según los expertos, hecho con algún tipo de
mecanismo fabricado en casa y muy, muy pequeño.
Sabiendo eso, dudaba que Jeon tuviera el ingenio para hacer algo así y mucho
menos se imaginaba a Kim intentándolo. Y si no fueron ni Jeon ni Kim
entonces... ¿Quién mierda fue? Y por algún motivo, Yoongi ya lo sabía.

26

Trước Sau

En el lugar no había nada más que polvo, un poco de humedad y el aroma


caracteriztico de aquellos lugares que permanecen tanto tiempo cerrados.
Namjoon caminó por el pasillo observando los detalles. Hoseok se separó de él
para analizar la cocina.

—Parece que fue remodelada– dijo, su voz haciendo eco.

En realidad no había mucho que ver en la casa vacía que Jeon Jungkook había
dejado atrás. Quedaban algunas cosas tiradas sobre el suelo pero en su
mayoría eran sólo basura. Recibos de compra de comida chatarra, lápices
olvidados, pelusa...

Subieron al segundo piso y fue lo mismo.

—El baño también fue remodelado– apuntó Hoseok tras inspeccionar.


—No estoy seguro de lo que Yoongi quería que encontraramos– Namjoon se
cruzó de brazos en medio del corredor.

—La casa de Park Jimin se alcanza a ver desde una de las habitaciones–
Hoseok hizo una mueca —¿te imaginas estar siendo asechado desde lejos por
tu vecino y no notarlo?–.

—Me da un puto escalofrío de sólo imaginarlo– asintió Namjoon —creo que


Jeon es bastante cuidadoso con lo que hace, obviamente no va a dejar pistas
fáciles de detectar a menos de que así lo quiera–.

Ambos descendieron de regreso a la planta baja.

—Quizás tengamos más suerte en la casa de Kim– suspiró el moreno, ajustando


el saco de su traje de tres piezas.

—Noté que muchas de las cerraduras fueron cambiadas recientemente–.

—Bueno, muchos cambian sus cerraduras cuando se mudan–.

—¿También la del baño?– Hoseok arqueó una ceja —creo que si los asesinatos
se hubieran llevado a cabo aquí, habría sangre– dijo aquello mientras sacaba
una luz ultravioleta del bolsillo.
—¿Y eso?– sonrió Namjoon —¿ahora eres de los CSI?–.

Hoseok se encogió de hombros, sacando unos lentes de su bolsillo y dándole


los otros a Namjoon. No había luces en la casa salvo por la poca luz matutina
que se filtraba por las ventanas pero por suerte el día estaba nublado. Hoseok
encendió la lámparita y apuntó alrededor, sintiendo que algo oscuro, amargo y
pesado caía sobre él. Namjoon contuvo el aliento.

Todo estaba salpicado en sangre, sangre que había sido limpiada pero que
había dejado una marca que ahora brillaba bajo la luz ultravioleta como un tumor
en resonancía magnética.

Paredes, suelo, incluso había salpicaduras en el techo. Hoseok apuntó hacía


abajo la lámpara y observó un camino que iba desde la puerta hasta el pasillo,
como si hubiesen arrastrado a alguien que sangraba. Siguió el camino con la
mirada y le sorprendió ver que se perdía en donde la pared debajo de la
escalera empezaba.

—El tapiz es nuevo– murmuró Namjoon, apuntando al papel que adornaba la


pared.

Hoseok apagó la luz y se quitó los anteojos. Namjoon golpeó con el puño
cerrado alrededor de la pared, escuchando el hueco que dejaba. Había algo ahí.
Se apresuró a sacar una pequeña navaja que llevaba en el bolsillo y rasgó el
tapiz. Detrás la pared estaba cubierta por una gruesa capa de yeso blanco que
también parecía reciente. Fue en busca de algo que pudiera usar para tumbar la
pared y lo hizo rápidamente hasta que una puerta de metal reforzada apareció al
otro lado.

—¿La casa tenía sotáno?– preguntó Hoseok, sorprendido.

—No, los planos no dicen que lo tuviera– Namjoon intentó abrir la puerta pero no
funcionó.

La pateó intentando abrirla pero no logró moverla ni un poco.

—Parece la puerta de alguna bóveda– Hoseok respiró profundo —habrá que


usar soplete para tumbarla– apuntó a la perilla.

—Llama a alguien que venga a abrirla– pidió Namjoon y Hoseok obedeció —


algo me dice que encontraremos una gran sorpresa–.
—¡Kookie!– Taehyung brincó sobre el pelinegro aún dormido en la cama —
¡despierta! Necesito que me des de comer–.

Jungkook abrió un ojo adormilado y observó al chico sentado a horcajadas sobre


él.

—Te follé toda la noche, estoy cansado– se quejó.

—Esas deberían ser mis palabras– Taehyung esbozó un puchero y volvió a


brincar sobre Jungkook, asegurándose de rozar su trasero contra la íngle del
menor.

—¿Cómo puedes andar como si nada?– se sorprendió, incorporándose


ligeramente —no fuí precisamente amable ayer–.

—Tú nunca eres amable– Taehyung se inclinó para besar a Jungkook en los
labios —apestas–.
—Fuiste tú quien me besó– apartó al pelirrojo para ponerse en pie finalmente.

Taehyung aguardó pacientemente mientras Jungkook cepillaba sus dientes y se


colocaba una playera floja para después volver y tomar al mayor de la mano.
Ambos bajaron las escaleras hasta el comedor y Jungkook se sorprendió de no
ver a algún muerto en su mesa.

Le preparó algo rápido a Taehyung, ignorando las lenguas mutiladas, los ojos y
el pedazo de piel que su pelirrojo favorito conservaba en la nevera cuando se
acercó a sacar el jugo. Desayunaron mientras Taehyung le relataba su sueño de
asesinar a alguien en la cabina de un taxi e intentaba convencerlo de tratar de
unir las cabezas de dos personas aún vivas para que fueran algo así como
siameses. Jungkook sonreía mientras decía si podían intentarlo o no.

Entonces alguien llamó a la puerta.

Taehyung alzó el cuello intentando divisar algo desde su posición sentado en la


mesa del comedor. Entrecerró los ojos y luego frunció el ceño.

—Es ese puto policía de nuevo– gruñó como gatito molesto.

Jungkook tuvo un mal presentimiento.


—Yo me encargo– dijo y se puso en pie para atender, sintió que Taehyung lo
seguía.

Al abrir la puerta, Min Yoongi se encontraba observando la puerta que daba a la


cochera de la casa como si hubiera visto algo sumamente interesante.

—¿Algún problema, oficial?– Jungkook habló sin mucha amabilidad esta vez,
Yoongi empezaba a colmarle la paciencia.

—De hecho si– sonrió el detective —¿puedo pasar?– y antes de que pudieran
responderle agregó —gracias– y pasó al interior.

La casa era en si... Vacía.

No había gran cosa. Pocos muebles, ningún adorno o decoración, tan sólo unas
pocas fotografías de la pareja que parecían recientes, incluso las luces de la
casa eran pocas. Todo lucía oscuro. Sin embargo algo que llamó la atención de
Yoongi fue el excesivo aroma a desinfectante y limpiadores.

—¿Ahora que desea?– Jungkook se cruzó de brazos, a la defensiva.

—Sólo saber el por qué su pareja nos ocultó el hecho de que conocía a una de
las víctimas– Yoongi sacó la fotografía de Minjae —fueron pareja durante un año
¿no cree que debió haberlo comentado?– preguntó ahora dirigiéndose a
Taehyung.

Jungkook giró hacia el pelirrojo sintiéndose ligeramente traicionado. ¿Eso


significaba que no había sido el primero en meterle el pene? La decepción...

—No creí que tuviera importancia– Taehyung se encogió de hombros,


mordiendo su labio.

—Respuesta equivocada, joven Kim– negó Yoongi —además descubrimos


sobre la muerte de su madre, joven Jeon. No es que tenga que ver con el caso
pero...–

—Basta– lo interrumpió Jungkook —¿viene a acusarnos de algo o no?–.

—Aún de nada, sin embargo, mis compañeros se encuentran ahora mismo en


Seúl investigando sus antiguas moradas. ¿Cree que encontraran algo
interesante?– sonrió. —Estoy cerca de atraparlos, malditos enfermos. Se creen
los putos amos pero les diré un secreto, no todos los policías somos buenas
personas–.

—¿Entonces por qué no nos has matado, hijo de puta?– Taehyung dió un paso
amenazante al frente.
—Creo que prefiero verlos en una prisión de máxima seguridad lejos de la
comodidad de su casa conviviendo con otros bastardos como ustedes. Pero
más que nada me encantaría que las familias de todas esas personas que
asesinaron los vean a los ojos y los mal digan mientras son condenados a pena
de muerte y cuando les vayan a poner la inyección letal yo estaré ahí junto con
todas esas familias ríendome en su puta cara–.

Jungkook tensó la mandíbula, Taehyung frunció el ceño.

—¿Eso harán, Kookie?– preguntó preocupado —¿nos van a matar de una


manera tan poco ingeniosa?–.

—¿Quieren mi consejo?– Yoongi caminó a la puerta —mejor matense ustedes


mismos. La próxima vez que venga a ésta casa será con otros veinte autos de
policía y listo para arrestarlos, cargando todas las pruebas en mi mano–.

El detective se marchó dejando silencio en la casa. Taehyung giró hacía


Jungkook con los ojos muy abiertos.

—No quiero morir de esa manera– se quejó —¿no podrían al menos


asesinarnos arrojándonos a botes llenos de ácido o algo así?–.

Jungkook le dirigió una mirada vacía.


—¿Te molesta más la manera en la que vayamos a morir que el hecho de que
estén a punto de atraparnos? Tú si que estás a otro nivel, Kim Taehyung–.

El pelirrojo ladeó la cabeza confundido.

—Ven acá– Jungkook lo tomó de las manos y lo obligó a sentarse en el sofá de


la sala —escucha, si fueron a mi antigua casa en Seúl, encontrarán todo lo que
hace falta para culparme. Presta mucha, mucha atención... Van a atraparme a
mí primero yo negaré que tú tuviste algo que ver. Me llevarán y probablemente
no vuelva a verte, quiero que te vayas, vete muy lejos ¿si? No dejes que te
atrapen, yo...–

—¡No!– Taehyung se puso en pie de un brinco —¡no podemos acabar así!–


frunció el ceño. —¡Hay que irnos juntos, Kookie!–.

—Si nos vamos nos buscarán, yo me quedaré para darte tiempo de salir de
aquí...–

—¡No!– los ojos de Taehyung se llenaron de lágrimas —¡no podemos


separarnos, debemos estar juntos siempre, creo que si salimos ahora mismo
podremos...!–

—Taehyung– el menor acunó el rostro del pelirrojo entre sus manos —creo que
hasta aquí llega nuestra pequeña aventura romántica. Fue buena mientras duró
pero sabíamos que no sería por siempre, al menos yo siempre lo supe. Era
evidente que nos atraparían, fuimos descuidados y dejamos muchos cabos
sueltos, era sólo cuestión de tiempo, sin embargo, no quiero que te atrapen a tí.
Él tiene razón, no todos los policías son buenos, podrían lástimarte–.

—¡No me importa!– lloriqueó.

—Pero a mí sí–.

Jungkook tomó a Taehyung y lo abrazó con fuerza sintiendo que aquello era lo
más cercano a una despedida que pudiera imaginar.

—Quiero que te vayas ésta misma noche– le dijo —yo me haré cargo de
detenerlos aquí, les daré pistas falsas y trataré de evitar que te sigan–.

Y mientras Jungkook hablaba, Taehyung mantenía la mirada adolorida fija en


otra parte, pensando, analizando.

Jungkook se alejó y subió a darse un baño, preparándose mentalmente para lo


que enfentaría. Taehyung se puso en pie, escribió una nota rápidamente y salió
disparado hacía la salida, se movió silenciosamente sin voltear atrás,
derramando ligeras lágrimas mientras su corazón se aplastaba. Se alejó, buscó
transporte y fue directo al lugar donde había estado antes, lleno de policías y
maleantes.
—¡Min Yoongi!– gritó, casi rugiendo cuando entró a la comisaría.

Todas las miradas se centraron en él. El nombrado apareció desde una oficina
siendo acompañado por una mujer de rostro redondeado y ceño fruncido y otro
hombre alto. Taehyung soltaba lágrimas amargas al tiempo que alzaba las
manos frente a todos.

—¡Fuí yo!– gritó —¡yo asesiné a esas personas en Daegu, Busan y Seúl,
asesiné al vecino amable, a una mujer embarazada, a un ebrio idiota, al tipo de
la discoteca, a todas esas personas en el parque de atracciones y a la esfera de
humanos que encontraron en el bosque ayer! Los descuartizo, me deshago de
las partes en basureros, se las doy de comer a perros callejeros, las arrojo en
ácido y muchas otras cosas más. Los archivos que tienen no son ni la mitad de
todas las personas que he asesinado y la verdad es que no me arrepiento de
nada y si me dejan libre seguiré haciendolo ¿y saben que más? Ustedes los
policías son muy malos en su trabajo porque si no hubiese venido a confesarlo
yo mismo quizás nunca me habrían atrapado lo cual es muy patético–.

Todo mundo guardó silencio, atónitos, confundidos. Seguramente la mayoría


imaginaba que se trataba de una mala broma pero Yoongi sabía que era cierto,
siempre sospechó que las víctimas eran muchísimas más. Sabía que Taehyung
no mentía.

Suspirando, se acercó hasta el pelirrojo.


—Kim Taehyung, tienes derecho a guardar silencio, todo lo que digas puede y
será usado en tu contra...–

El pelirrojo se dejó arrestar sin oponer resistencia, el celular de Yoongi vibró en


su bolsillo, lo sacó para leer el mensaje y sonrió.

—Adivina qué– dijo en burla —ya tengo a tu novio también– continuó, alzando el
celular para que Taehyung pudiera verlo.

La fotografía del sótano de la antigua casa se veía en estado precario. Residuos


de sangre ya seca, los instrumentos de tortura que Jungkook había dejado, las
paredes reforzadas y un lindo cádaver completamente en descomposición atado
a la mesa metálica al centro de todo el lugar apareció frente a su rostro.

—También hice eso, Kookie no hizo nada– respondió.

—Fue muy ingenuo de tu parte entregarte de ésta manera– sonrió Yoongi.

—Es ingenuo de tu parte creer que Jungkook estará en casa esperándote con té
y galletitas a que vayas a arrestarlo– la sonrisa del pelirrojo fue sinceramente
macabra.

Yoongi endureció el gesto.


—¡Preparen un equipo iremos a arrestar al compañero de éste, Suran,
llevátelo!– se acercó un poco más al oído de Taehyung y murmuró —veamos
quien es más rápido–.

Taehyung contuvo las ganas de responder, sólo esperaba que Jungkook hubiera
hecho caso a la nota que le dejó. Le había dado una ventaja de una hora y
esperaba que la hubiera aprovechado.

—Te quiero, Kookie– murmuró para sí mismo.

1.

27

Trước Sau

Jungkook volvió a leer la nota sintiendo que algo parecido a la ira, el temor y el
pánico escalaba por todo su cuerpo. En ese instante deseó poder golpear algo
pero no era momento para perder la razón. Debía moverse rápido.

Taehyung había ido a entregarse el muy idiota ¿por qué quería tanto a alguien
tan idiota como él? No lo entendía.

Sentía su corazón martillando en su pecho, sus más grandes miedos, aquellos


que ni siquiera sabía que tenía, lo ahogaban lentamente. Sabía que debía
calmarse, debía actuar con sangre fría o no lograría nada. Ir tras Taehyung en
ese momento sería inútil, sólo lograría que los atraparan a ambos. De nuevo le
subió la rabia al pensar que Taehyung había sido tan irresponsable para ir a
entregarse y dejarle simplemente una nota diciendo adiós.

Su garganta se secó. No volvería a verlo jamás.

No, no, no. Se suponía que debía ser él quien fuera a prisión y no Taehyung. Si
algo le pasaba en ese lugar tan horrible no se lo perdonaría. Todo mundo sabía
lo que ocurría en las prisiones. Violaciones, asesinatos, peleas y un sinfín de
horrores más que seguro ni se imaginaba. Taehyung era un demente incluso
mucho peor que algunos de los que probablemente se encontraban en prisión
pero aún así Jungkook sentía que moría de terror al imaginar que lo lastimarían.

Se negaba a dejar que lo tocaran. Sabía que estaba siendo terriblemente


estúpido pero debía hacerlo, tenía que hacerlo. Debía ir por Taehyung. ¿A
dónde? La comisaría obviamente. Seguro lo interrogarían antes que nada, tenía
menos de dos horas para ingeniar y preparar un plan sin duda descabellado.

Ir a un lugar lleno de policías y detectives para sacar a un prisionero era algo tan
irreal, digno de películas hollywoodenses. Él no era un jodido hombre de acero,
no podía esquivar balas o vencer a treinta hombres sólo con sus puños. Estaba
loco si creía que iría allá, mataría a todos, sacaría a Taehyung, escaparían y
tendrían su "y vivieron felices para siempre".

Iba a morir. Ambos lo harían.


Pero no podía quedarse sin hacer nada, simplemente no podía dejarlo así.
Habría sido tan diferente si hubiera sido él quien se hubiera entregado. Habría
estado mucho más tranquilo sabiendo que Taehyung estaba libre y no de éste
modo.

Entre más pensaba menos se concentraba. No tenía nada en mente salvo entrar
al lugar y disparar a todos. Obviamente moriría ahí mismo y sus esfuerzos
serían patéticos y en vano pero no podía pensar en nada más, su cabeza estaba
en blanco.

—¿Qué debo hacer?– se preguntó, notando que había perdido valiosos minutos
sumido en sus pensamientos.

Irían por él, sin duda la distracción de Taehyung no los detendría por tanto
tiempo, menos aún cuando descubrieran lo que había dejado atrás en su
antigua casa. Seguro aún no estaba habitada, las personas que se la compraron
ni siquiera eran de Seúl y con una orden sería muy fácil que desmantelaran
todo.

—Muy bien– tomó aliento, tratando de moverse —iré por tí, tomatito–.
Taehyung observó a la mujer frente a él con gesto serio. Ella lo veía con mirada
severa, juzgadora y letal. Se sentía un poco intimidado y debía darle crédito a la
chica pues ella era casi tres cabezas más bajita que él y aún así parecía tener
mucha más presencia.

—¿Quieres hacer tu llamada?– preguntó Suran con una mueca —¿un


abogado?–.

Taehyung negó, frunciendo el ceño.

—¿Los abogados ayudan en algo?– preguntó sinceramente curioso.

Ella lo observó con una expresión extraña.

—Usualmente lo hacen–.
—Tengo hambre– suspiró, échandose hacia atrás en el asiento mientras
esbozaba un puchero.

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Ya habían llegado a la casa? ¿Tenían a


Jungkook?

No. Taehyung se negaba a creer que Jungkook acabaría igual que él. Su nota
había sido bastante especifica, lo quería vivo y fuera de prisión. Le había pedido
que huyera mientras él se entregaba. Esperaba que le hubiera hecho caso
porque si no entonces iba a llorar como bebé haciendo berrinche. No quería que
Jungkook terminará ahí, el menor debía salvarse y seguir con su vida en alguna
otra parte. Ojalá le hubiera hecho caso cuando le pidió que se marcharan juntos
días atrás.

Él había sido terco y tonto al creer que podría matar a Yoongi y seguir
asesinando sin ser descubierto. Nadie lo había descubierto jamás hasta ese
momento así que se confió. ¿En que habían fallado? Obviamente dejaron
muchas pistas. Pero en el pasado igual dejaba pistas, nunca fue cuidadoso
¿entonces que había sido diferente ahora? Y en el fondo sabía la respuesta.

Yoongi.

Se había encontrado con Min Yoongi y todo se había ido al caño. Yoongi nunca
creyó una mierda lo que decían, nunca parecía satisfecho o convencido con sus
respuestas, con sus fachadas. Era como si el detective hubiera sabido desde un
principio que eran ellos. Además Taehyung se había descuidado y hablado de
más muchas veces frente a él.

Ahora estaba pagando las consecuencias.

Y pensar que su vida había cambiado tanto en tan poco tiempo. Apenas habían
pasado cuatro meses y él ya había atravesado por todo un cóctel de emociones
desconocidas. Celos, amor, miedo...

—¿Todo lo que dijiste fue verdad?– preguntó Suran, sacándolo de sus


pensamientos.

—Cada palabra– asintió.

Ella tomó una respiración sonoramente.

—Pareces tan... Inocente– dijo, viendolo con desagrado —¿cómo es posible que
asesines sin remordimiento? ¿No sientes culpa?–.

—Nop– negó Taehyung rápidamente —jamás he sentido culpa en toda mi vida,


es simplemente algo que no va conmigo–.
La mujer no parecía satisfecha con la respuesta pero no pudo seguir hablando
cuando de pronto la puerta se abrió y Seokjin apareció con una sonrisa en sus
labios gruesos.

—Dejáme hablar con él– pidió con calma.

Suran no se movió, desconfiada.

—Yoongi lo interrogará– dijo en cambio.

La mirada de Seokjin era profunda y serena cuando alzó la vista viendo a la


chica como quien ve a un insecto pegado a su zapato.

—Dejáme hablar con él, es una orden– repitió con más severidad.

Suran apretó la mandíbula y los puños antes de salir del pequeño cuarto dándo
largas zancadas. Seokjin sonrió falsamente y cerró la puerta una vez que la
chica desapareció. Sus ojos se desviaron a Taehyung quien lo veía
inexpresivamente. Se acercó dejando caer un par de carpetas que llevaba en las
manos y suspiró como si llevará un gran peso encima.

—Kim Taehyung ¿cierto?– dijo a modo de saludo, tamborileando los dedos


sobre la superficie de la mesa.
Taehyung se sintió analizado y estudiado, como un animal salvaje enjaulado. No
le gustó el sentimiento.

—Estuve leyendo un poco y, vaya que eres una mierda– dijo, sonriendo
cálidamente —no sobresaliste en nada de pequeño, nadie te prestaba atención,
tus notas en la escuela eran deprimentes, no tenías amigos, no eras nadie y de
pronto ¡BUM!– Seokjin azotó una carpeta sobre la mesa.

Taehyung decidió que ese tipo no le agradaba.

—Háblame de tu novio– pidió Seokjin con un gesto divertido.

—Kookie no ha hecho nada– respondió rápidamente.

—¿Crees que haría cualquier cosa por tí?–.

Taehyung parpadeó confundido.

—¿Eh?–.
—No lo sé... Supongamos que yo te llevara a un lugar muy, muy feo y te hiciera
cosas malas. Hipotetícamente yo te violaría, te arrancaría un par de dedos, haría
que tragaras aceite por la nariz y ese tipo de mierdas. Le enviaría fotos para que
viera lo asqueroso que luces... ¿Crees que si hago eso, él haría lo que fuera por
rescatarte?–.

Taehyung frunció el ceño.

—No haría eso, es policía ¿o no?–.

Seokjin soltó una carcajada.

—Cariño, no todos los policías somos buenos–.

Taehyung sintió un escalofrío al recordar que eso mismo le habían dicho.

—Pero tampoco soy tan malo– continuó Seokjin con calma, volviendo a esa
sonrisa tranquila y falsa —tengo un trato para tí y tu novio–.

—¿Un trato?– repitió.

—Te ayudaré a salir de aquí y los ayudaré a escapar fuera del país–.
Hubo un silencio extraño mientras Taehyung intentaba asimilar las palabras del
tipo sentado frente a él. No le agradaba su voz, sus expresiones y la manera en
la que se sentía en ese momento.

—¿Por qué haría eso?– preguntó finalmente.

—Porque ustedes harían algo a cambio– sonrió él.

—¿Qué cosa?–.

Seokjin abrió las carpetas que había llevado, las cuales tenían un sello de
"confidencial" y las deslizó hacía Taehyung con calma.

El pelirrojo se inclinó al frente a leer, observando imágenes de una mujer


desnuda brutalmente golpeada sobre una cama llena de sangre. Su rostro
estaba tan hinchado que difícilmente se distinguía. Giró notando más imágenes,
esta vez de un niño de once años de mirada perdida y cabello oscuro. Taehyung
sintió que el corazón se le detenía, reconociendo las facciones de ese niño.

Seokjin arrojó otra carpeta abierta sobre las otras dos, haciendo que Taehyung
retrocediera frunciendo el ceño. Los ojos del pelirrojo se abrieron
desmesuradamente cuando observó todo lo que se encontraba en esa otra
carpeta. Un chico pálido de cabello color verde menta. Datos de asesinatos,
blancos especificos, "misiones", una máscara de gas...

—Mi trato es este– continuó Seokjin, inalterable —te quedarás conmigo como
garantía mientras tu novio va y me trae la cabeza de Min Yoongi en una bolsa. A
cambio te obtiene a tí, ambos obtienen su libertad y una dulce venganza–.

—¿Y si no quiero?– soltó con voz extrañamente temblorosa.

—Ya te lo dije, niño– Seokjin se puso en pie para acercarse por encima de la
mesa hacía Taehyung —no soy el policía bueno, no voy a pedirtelo, voy a tomar
lo que quiero así que acepta el trato y llama a tu novio que no voy a esperar todo
el día– exclamó, acercándole un teléfono celular.

—Pero él ya escapó– murmuró —no volverá por mí, no soy tan importante para
él–.

Seokjin rodó los ojos antes de sacar una cuchilla de su bolsillo y enterrar la
afilada punta sobre el hombro derecho de Taehyung y retorcer el metal,
rasgando la piel. Taehyung jadeó sorprendido antes de soltar un aullido de dolor
que fue sofocado cuando el cañón frío de un arma entró por sus labios al interior
de su boca.

El pelirrojo se atragantó sintiendo el desagradable sabor de la pistola automática


raspando las paredes de su boca y lengua.
—Respuesta equivocada– murmuró Seokjin, borrando todo rastro de
amabilidad.

Taehyung recordó que Yoongi le había dicho lo mismo apenas esa mañana. Al
parecer últimamente todas sus respuestas eran equivocadas, pensó mientras
sus ojos se fundían con los del tipo amenazante frente a él.

28

Trước Sau

Yoongi no esperaba encontrar a Jungkook y aún así trepó a una patrulla y dirigió
a un grupo de casi dos docenas de agentes en dirección a la casa de Jeon. El
tipo ya llevaba casi una hora de ventaja, evidentemente no estaría ahí cuando
llegaran. No sabía cual había sido el plan de aquellos dos. Taehyung no se
hubiera entregado si no tuvieran algún plan ¿o sí?

Su celular sonó en su bolsillo y respondió justo cuando estaban a menos de


cinco minutos de la casa.

—¿Qué pasa?–.

—Los forenses de Seúl determinaron que el cuerpo pertenece a una mujer


efectivamente, tiene al menos tres meses muerta– explicó Namjoon al otro lado
de la línea.
Yoongi soltó un sonido de asentimiento, escuchó el roce de hojas de papel al
otro lado y Namjoon volvió a hablar.

—Hoseok encontró todo un cementerio en el patio trasero–.

—¿Cuántos?–.

—Hasta ahora han encontrado cuatro tanques–.

—¿Tanques?– repitió.

—Los cuerpos estan dentro de tanques de aceite industrial llenos de alguna


especie de ácido, no tienen rastro de piel pero algunos huesos grandes se
conservaron, al menos un poco, otros se deshicieron. Los forenses creen que
hay más de un cuerpo en cada tanque–.

Yoongi volvió asentir mientras alzaba la mirada y vislumbraba la casa de Jeon al


frente.

—Debo colgar, llámame si descubren algo más– dijo y colgó, sacando su arma
para comprobar que estaba cargada.
El oficial que conducía la patrulla en la que iba de pasajero giró y se detuvo
chirriando los neumáticos del vehículo frente a la casa. Yoongi bajó del auto
mientras el resto de patrullas se estacionaban y todo mundo bajaba
rápidamente, listos para someter al sospechoso. Con movimientos de mano
Yoongi indicó a un grupo de ellos que rodearan la casa por la parte trasera para
cortar toda posible vía de escape. Otro grupo lo siguió hacía la entrada principal
y las ventanas expuestas.

—¡Jeon Jungkook, policía, abrá la puerta y salga con las manos en alto!– gritó
uno de los oficiales.

Yoongi aguardó hasta que el oficial hizo una advertencia más y luego asintió
para que echaran abajo la puerta.

Los oficiales pasaron en medio de movimientos rápidos y medidos con armas en


mano. Yoongi los siguió encontrando la casa fríamente serena y justo como la
recordaba de unas horas atrás cuando había estado ahí para advertirles.

—¡Despejado!– gritaban los oficiales en todas partes de la casa, abriendo y


cerrando puerta tras puerta para luego gritar que todo estaba libre de nuevo.

Ni rastros de Jeon.

A Yoongi no le sorprendió. Se detuvo y analizó el lugar, notando que sí había


algo diferente. Las fotografías que había visto de la pareja ya no estaban sobre
la mesita de la sala. Un extraño olor llamó su atención por encima del aroma a
desinfectantes, algo más potente. No tenía muy buen olfato pero aquel olor
calaba por encima de lo demás.

Caminó a la cocina mientras el resto de oficiales seguía buscando alrededor. Se


detuvo y retrocedió cuando el desagradable olor a químicos le caló en los ojos.
Observó algunas cosas esparcidas descuidadamente en el suelo de la cocina.
Destapacaños, ácido muriático, un polvo desconocido, plástico quemado...

—¡Salgan de la casa!– gritó —¡ahora!–.

Los oficiales más cercanos se movilizaron mientras gritaban a sus compañeros,


Yoongi tiró al frente a algunos agentes y salió brincando los peldaños de la
entrada justo cuando la casa a su espalda explotó. La colisión hizo que su
cuerpo saliera disparado por el aire, una ráfaga caliente cortó el viento natural y
las llamas se alzaron al cielo como lenguas serpenteantes.

Yoongi sintió pedazos de madera, ladrillo y concreto cayendo sobre su rostro.


Estaba tumbado sobre el suelo a pocos metros de la casa con un horrible
zumbido en el oído y la cabeza le punzaba como el infierno. Una pequeña
llamarada de fuego se aferraba a la tela de su saco provocandole un dolor
ardiente. Giró sobre el suelo intentando sofocar la llama que ardía en la manga
de su ropa sin lograrlo, se incorporó y se sacó la prenda de un tirón.
Sentía que todo a su alrededor daba vueltas, era incapaz de enfocar la mirada
correctamente y podía sentir el aroma desagradable de químicos, humo y carne
humana quemada.

Ese último pensamiento lo hizo reaccionar, alzando la mirada para observar la


manera en la que cuerpos envueltos en fuego salían corriendo de la casa cuyo
techo había desaparecido en la explosión. Los oficiales que habían logrado salir
a tiempo trataban de apagar las llamas que rodeaban a las figuras humanoides
que salían gritando en busca de ayuda. Yoongi escuchaba el zumbido
incesantemente, giró alrededor. La casa se consumía rápidamente acabando
con las posibles pruebas y con la vida de oficiales que no habían logrado salir.

—Me vas a pagar esta, hijo de puta– juró entre dientes, soltando un alardido de
dolor cuando la quemadura en su brazo ardió.

Jungkook llevaba unos anteojos de sol oscuros, una gorra de beísbol y una
chaqueta de mezclilla mientras esperaba en la fila para conseguir su malteada.
Sus ojos observaban la comisaría desde esa distancia no tan prudente. Los
autos de policía entraban y salían del lugar rápidamente y él trataba en vano de
contar cuantos agentes había visto.
Eran demasiados, conclyó mientras la mujer que atendía el lugar de malteadas
lo despachaba.

Aún no veía a Yoongi, estaba seguro de que había ido a arrestarlo lo cual quería
decir que Taehyung debía estar ahí dentro en custodía de otros agentes. Entrar
simplemente así como así sería arriesgado por lo que debía buscar la manera
de entrar sin ser visto lo cual era estúpido, ese edificio estaba muy bien vigilado,
sería detectado de inmediato. Tomó la malteada y caminó de regreso al parque
frente a la comisaría. Debía estar atento y no llamar la atención, esperaba
obtener algo de información observando y analizando el sitio pero hasta ahora
sólo había determinado que no tenía muchas opciones.

—Tardaste años– se quejó una voz apagada cuando finalmente llegó a la banca
donde se dejó caer —¿trajiste la que te pedí?– insistió el chico, alzando los ojos
por encima de sus propias gafas.

El tipo tomó la malteada de vainilla, bebiendo casi de inmediato, Jungkook


resopló.

—¿Viste algo interesante?– preguntó.

—Paquetería– dijo el muchacho y alzó la barbilla para apuntar al camión de


paquetes que permanecía estacionado a un lado de la comisaría. —Cajas
grandes, conductor idiota–.
Jungkook parpadeó decidiendo que podría funcionar, podían entrar por medio
de la paquetería y salir de la misma manera ¿Cómo no se le ocurrió a él?

—Nunca he estado en una de esas pero asumo que los paquetes entran a una
especie de bódega o almacen– continuó, tomando grandes sorbos de su
malteada.

—No dejarán a Taehyung tanto tiempo en la comisaría, lo llevarán a una prisión


federal en cuanto acaben los interrogatorios aquí, un día, dos máximo. Además
si Yoongi no murió en la explosión...– dejó la frase en el aire.

—¿Quién es Yoongi?– el chico arqueó una ceja.

—Te lo presentaré en otro momento, sólo recuerda que es la amenaza latente–


respondió Jungkook.

—¿Yo debo matarlo?– parpadeó con sorpresa —¿cómo? ¿Es fuerte? ¿Y si me


mata primero?–.

Jungkook lo ignoró. Aún no confiaba en ese muchacho tan... Arrogante. Tenía


algo en su forma de hablar y comportarse que le molestaba. Quizás era porque
en el fondo lo veía como un rival, ambos luchaban por la atención de Taehyung
todo el tiempo. Taehyung era quien confiaba en él y aún así ahí estaba
Jungkook, necesitando de la ayuda del mocoso para salir de aquello. Jamás
pensó que llegaría el día en que necesitara ir en busca de ayuda.

—Extraño a TaeTae– suspiró el chico con tristeza —él es más divertido–.

Jungkook rodó los ojos y saltó ligeramente en el lugar cuando sintió su teléfono
celular vibrando en su bolsillo. Lo sacó y observó el número desconocido. No
respondió pero volvieron a llamar casi de inmediato, siguió sin responder y
siguieron llamando. Fastidiado, tomó la llamada.

—¿Jeon Jungkook?– preguntó una voz suave y jovial, el nombrado se mantuvo


en silencio —asumo que si– continuó el tipo de la otra línea, suspirando. —
Tengo algo que le pertenece–.

Jungkook frunció el ceño despegando el celular de su oído para ver la pantalla


pensando en colgar pero volvió a escuchar, aún sin emitir palabra.

—Cabello rojo, piel canela, ojos tiernos, labios...–

—¡¿Dónde está?!– rugió, tensándose de inmediato, el tipo a su lado en la banca


de parque soltó un brinco, asustado, temblando. —¡¿Quién eres?!–.

—Mi identidad no importa, lo que debes saber es que tu pequeño novio ya no


está en la comisaría–.
La sangre de Jungkook se heló.

—Lo tengo en mi poder y si no quieres recibir la mala noticia de que lo


encontraron muerto en el periódico de mañana te recomiendo que escuches con
atención–.

Jungkook respiraba agitadamente, no sabía si creerle a ese bastardo o no.


¿Cómo sacó a Taehyung de la comisaría de todos modos?

—No me crees que lo tenga ¿cierto?– suspiró el otro con cansancio, como si le
hubiera leído el pensamiento —espera–.

Jungkook esperó con la respiración enganchada cuando de pronto escuchó.

—¡Kookie, Kookie este hijo de puta trata de...!– la voz de Taehyung se perdió de
un momento a otro, sonaba agitado, en pánico.

Jungkook apretó los nudillos viendo hacia la comisaría. ¿Quién mierda tenía a
su Tae?

—Ahora escucha, si lo quieres de regreso debes hacer algo por mí– habló de
nuevo el desconocido.
—¿Qué quieres?– la voz de Jungkook sonó tensa, casi como un rugido animal.

—Asesina a Min Yoongi– pidió el otro con calma —quiero pruebas, tienes hasta
mañana en la noche, no falles–.

Y la llamada se cortó.

Su compañero lo observaba con intriga, viéndolo respirar agitadamente.

—Cambio de planes– murmuró Jungkook —olvidate de entrar, debemos buscar


a Yoongi–.

—Yoongi...– repitió sin comprender —¿por qué?–.

—Debemos confirmar si la explosión lo mató– dijo, pero antes de poder ponerse


en pie un auto de policía llegó a la comisaría a toda velocidad.

Jungkook se detuvo y observó al mismísimo Min "inmortal" Yoongi saliendo del


vehículo con uno de sus brazos vendado y cara de pocos amigos. El imbécil
azotó la puerta y se encaminó hacía la entrada de la comisaría a grandes
zancadas sin detenerse a ver o saludar a nadie, Jungkook lo apuntó
rápidamente.
—Es él–.

El chico giró pero no alcanzó ver a nadie, simplemente divisó la puerta


cerrándose lentamente tras alguien. Se encogió de hombros y giró de regreso a
Jungkook quien parecía una bestia a punto de empezar a soltar puñetazos
alrededor. Estaba enfurecido, cada parte de su cuerpo lo decía a gritos.

—Debemos esperar a que salga y seguirlo– dijo el chico con un suspiro lento.

—No hay tiempo, entra–.

—¡¿Qué?!– chilló.

—¡Ve ahí dentro y sácalo de alguna manera!–.

—¡Estás demente! No estás pensando con cordura, él no me dejará salir una


vez que esté ahí dentro. Cálmate y piensa correctamente, dime que pasa–.

Jungkook sabía que tenía razón, no estaba pensando como era debido pero no
podía evitarlo, Taehyung estaba en peligro. Le explicó rápidamente la situación
a su compañero quien asintió frunciendo el ceño, comprendiendo lo que pasaba.
—Bien, esto es lo que haremos...– dijo luego de un momento sonriendo como si
fuera el amo del mundo y por un instante Jungkook incluso tuvo miedo de lo que
fuera a decir.

No confiaba en Jimin, pero era su única ayuda en ese momento.

29

Trước Sau

—¿Cómo que no está?– Yoongi parpadeó lentamente sintiendo que el ardor en


su brazo aumentaba a cada maldito segundo.

—Escapó– dijo uno de los oficiales haciendo una mueca de disculpa.

—¡¿Me estás jodiendo?!– rugió —¡¿cómo pudo haber escapado de la puta


comisaría?! ¿Me quieres ver la cara de estúpido? ¡¿Al menos lo buscaron?!–.

—Ven acá– Suran lo tomó por el brazo sano y lo retiró de ahí antes de que
empezara a maldecir a todo el mundo.

Yoongi soltó un sonido frustrado mientras se dejaba llevar por la chica hasta un
corredor menos congestionado. Una vez ahí, Suran giró quedando muy cerca de
él, su rostro era serio cuando dijo;
—Seokjin quiere ponerte una trampa– su voz era apenas un murmullo audible —
no tengo pruebas pero tampoco dudas, él habló con el chico poco antes de que
"desapareciera" misteriosamente. No sé lo que quiera pero no será bueno,
prepárate para lo peor–.

Yoongi frunció el ceño. ¿Seokjin? ¿Qué podría querer ese idiota de él? ¿Una
trampa? ¿Para qué? ¿Y Taehyung de que le serviría? Lo único que lograba
desapareciendo a Taehyung era que no pudieran cerrar el caso.

Suran lo dejó ahí siendo un enredo de pensamientos. Yoongi reaccionó


finalmente cuando su celular vibró en su bolsillo. Un número desconocido.

—¿Diga?– soltó en una especie de gruñido.

—¿Señor MinMin?– una voz suave y alegre resonó del otro lado de la línea.

Yoongi arrugó la nariz en gesto de desagrado.

—¿Quién mierda eres?–.

—¡El amor de su vida!– dijo la otra persona para luego soltar una carcajada.
Yoongi alejó el celular de su oído y colgó la llamada, no estaba de ánimo para
bromas, menos aún cuando tenía que ir tras Jungkook, buscar a Taehyung y
cuidarse la espalda de Seokjin. Pero antes de poder avanzar un paso, su celular
sonó de nuevo, mismo número.

—No estoy para juegos tontos...– siseó al responder.

—Yo tampoco– respondió la voz seria de Jungkook.

Yoongi contuvo el impulso de soltarle un mandamiento de maldiciones.

—Escucha con cuidado, necesito verte, ve al estacionamiento del edificio


Kookmin al sur de la ciudad. Pienso entregarme pero no lo haré si vienes con
otros, quiero que me garantices que veré a Taehyung de nuevo–.

—¿Crees que soy idiota? Eso claramente tiene "trampa" escrito por todos
lados– replicó, sintiendo la bilis en la garganta ¿acaso todo mundo creía que
podría salirse con la suya? Era obvio que aún no conocían a Min Yoongi.

—Te espero en dos horas– fue lo último que escuchó antes de que la llamada
se cortara.
Síndrome de estocolmo.

Esa fue la descripción que Taehyung le dio al parente encapricho que Jimin
desarrollo por ellos, por él, mejor dicho. Jungkook tenía otra respuesta;
Taehyung lo había vuelto loco.

La noche en que fueron por Jimin resultó que el muy bastardo era mucho más
inteligente que Jungkook y Taehyung juntos. Les dio pelea y cuando finalmente
lograron someterlo, Taehyung estaba encantado con el chico. Tanto así que
quiso conservarlo unos días, luego lo mataría. Esos días se convirtieron en
semanas y las semanas en meses.

Jimin intentó escapar en más de una ocasión y siempre que lo intentaba


Taehyung se encargaba de castigarlo y sus castigos nunca eran suaves. Ahora
Jimin tenía el cuerpo entero lleno de cicatrices. Con el tiempo el chico empezó a
desarrollar una extraña adicción al dolor.
Jimin los había visto asesinar, follar, torturar, descuartizar y un sinfín de cosas
más. Jungkook supo que el chico estaba perdiendo la razón cuando Taehyung
lo dejó sin comer durante días para tenerlo débil y que no pudiera escapar y
cuando finalmente le dio algo de comida, fueron víseras humanas crudas. Jimin
las comió sin reclamar y desde entonces algo cambio en la mirada del
muchacho.

Taehyung lo obligó a ser dependiente de él. Llegó el momento en el que Jimin


no quería otra cosa más que complacer a Taehyung y a cambio recibía golpizas
que lo dejaban medio muerto pero no le importaba, era masoquista y Taehyung
disfrutaba viendo su rostro salpicado en sangre.

Jungkook nunca quiso decirlo en voz alta pero era evidente que lo de Taehyung
y Jimin era algo enfermizo. Hubo ocasiones en las que quiso deshacerse de
Jimin sin el consentimiento de Taehyung y casi termina muerto. Decidió dejar de
intentarlo... Hasta que los atrapó follando y jamás en toda su vida se había
sentido tan furioso y traicionado.

Ese día sometió a Taehyung a una sesión de sexo brutal que lo dejó tan lleno y
saciado que no tenía ni cabeza para pensar en metersela a Jimin. Por su parte,
el mocoso recibió varios puñetazos de su parte, lo castró y lo dejó atado como
cerdo en carnicería durante todo un día, desde entonces no volvieron a tocarse
de aquella manera. Los tres eran "felices" juntos. Jimin era la mascota de
Taehyung y Taehyung era la de Jungkook... O algo así.

—Extraño a Tae– murmuró Jimin de nuevo, casi temblando —lo quiero–.


Jungkook resopló.

—Si hacemos esto bien entonces podremos volver a verlo–.

Jimin asintió, enterrando sus uñas sobre la piel de sus antebrazos.

—¿Y si no podemos asesinar a MinMin?–.

—Deja de llamarlo así– soltó Jungkook con molestia —por nuestro bien y el de
Taehyung debemos hacerlo–.

Jimin asintió mientras observaba avanzar el reloj, sintiendo cada vez más
ansiedad. Necesitaba algo. Giró hacia Jungkook con ojos implorantes.

—¿Por qué no me has golpeado?– preguntó sinceramente afectado —¿ya no


me quieres?–.

—Nunca te he querido– respondió el otro con un parpadeo.

El labio inferior de Jimin tembló.


—¿Te desharás de mí cuando encuentres a Tae?– sus ojos se llenaron de
lágrimas.

Jungkook resopló, no tenía tiempo para eso así que rápidamente dejó ir una
bofetada a la cara del muchacho. El sonido hizo eco en el estacionamiento
donde se encontraban. La mejilla adquirió un tono rojizo, se hinchó y un hilo de
sangre rodó desde la comisura de su labio. De pronto Jimin estaba sonriendo.

—Hay que traer a Tae de vuelta– asintió decidido.

Jungkook rodó los ojos y observó la hora, pronto llegaría Yoongi. Y casi como si
lo hubiera invocado, el sonido de neumáticos subiendo por la rampa que daba al
estacionamiento lo hizo entrar en alerta.

—Sabes que hacer, ve– ordenó.

Jimin se puso en pie y salió corriendo en otra dirección, Jungkook se detuvo en


medio del lugar esperando hasta que las luces del auto le dieron en la cara. El
motor del vehículo se apagó y Min Yoongi salió del interior con rostro
inexpresivo y cara de querer romper un par de huesos.

—Acabemos con esto– rugió el detective, sacando el arma —ambos sabemos


que no me trajiste aquí para entregarte–.
—Cierto, sólo un idiota se entregaría– asintió Jungkook.

—Creo que te refieres a tu chico–.

Aquel comentario medio molesto, medio complació a Jungkook.

—Linda quemadura– apuntó al brazo de Yoongi quien se encogió de hombros


—nada de armas, ven acá y pelea con los puños–.

—Como quieras– pero incluso con eso, Yoongi alzó el arma y disparó directo al
brazo izquierdo de Jungkook —así estaremos parejos–.

El pelinegro contuvo el grito de dolor en su garganta, sintiendo la rabia trepar en


forma de explosión de adrenalina por su cuerpo. Yoongi dejó el arma en el suelo
y avanzó hacia él decididamente, Jungkook hizo lo mismo sintiendo la sangre
chorrear por su brazo herido.

Yoongi soltó el primer golpe, acestando directo en la mandíbula y dolió como la


mierda. Jungkook retrocedió aturdido observando los nudillos de su adversario
llenos de anillos. Aquello le trajo un recuerdo agridulce a la mente pero no se
dejó confundir y arremetió contra el detective. Era más alto y mejor estructurado,
se suponía que debía tener la ventaja y sin embargo Yoongi era jodidamente
rápido. Cuando Jungkook iba a soltar un golpe, ya había recibido dos.
En medio de la pelea a puños, sintió la sangre en sus encías y la rabia creciendo
cada vez más. Logró someter a Yoongi tomándolo por el cuello en una llave de
cabeza pero el otro utilizó su cuerpo menudo y delgado para hacer palanca y
lanzar el cuerpo de Jungkook por el aire. De acuerdo, eso no se lo esperaba.

Jungkook abrió los ojos justo cuando el zapato de Yoongi estaba frente a su
rostro listo para aplastarlo. Rodó alejándose hasta topar con el arma que Yoongi
había dejado olvidada. La tomó con rabia y apuntó pero Yoongi fue más rápido y
sacó otra arma más pequeña de su bolsillo. Las balas empezaron a volar por
encima de sus cabezas. Jungkook usó el auto de Yoongi como escudo en medio
del fuego justo cuando sintió que uno de los proyectiles le daba en el costado.
Contuvo el aliento mientras la lluvia de disparos continuaba. Yoongi no planeaba
salir de ese edificio en una camilla así que descargó todo el cartucho que
llevaba el arma y se apresuró a poner otro nuevo justo cuando el filo de un
cuchillo lo atravesó desde la espalda.

Lo primero que sintió fue un calor excesivo creciendo en esa parte, luego dolor.
Se alejó a trompicones y logró girar, alzando el arma en alto y dispuesto a
asesinar a quien fuera pero se detuvo.

Los ojitos llorosos y muy abiertos de Park Jimin lo recibieron del otro lado. El
chico prácticamente temblaba viendo sus manos como si no pudiera creer lo que
acababa de hacer. Yoongi frunció el ceño, su mano libre buscó la cuchilla
encajada en su espalda y la arrancó de un tirón. Luego observó a Jimin de
nuevo, arqueando una ceja.

—No es la mejor primera impresión, niño–.


—Lo siento...– murmuró el otro con carita de cachorro regañado —es que quiero
a Tae de vuelta, así que...– y sacó un arma de detrás de su espalda —perdón–
se disculpó de nuevo, sus manos temblaban.

—No, yo lo siento– Yoongi alzó la pistola y disparó contra el muchacho sin


contemplaciones.

El cuerpo de Jimin cayó al suelo con un golpe seco, el arma que llevaba rebotó.

—Taehyung va a matarme en cuanto sepa que deje que mataran a su mascota–


murmuró Jungkook.

—No debiste involucrar al niño en ésto– rugió Yoongi.

Jungkook lanzó una mirada por encima del detective hacia el cuerpo de Jimin,
aún respiraba. Simplemente le había disparado al brazo y a la pierna.

—¿Te tentaste el corazón?–.

—Púdrete, no todos somos tan hijos de puta como tú– escupió el agente.
—Me duele...– lloriqueó Jimin desde el suelo —se siente genial pero feo
también–.

Yoongi frunció el ceño, lanzando una mirada hacia el menor y de regreso a


Jungkook.

—¿Qué mierda le hicieron?–.

—No te corresponde saberlo–.

Yoongi apretó el arma en su mano sintiendo su brazo arder, la herida en su


espalda quemar y los golpes que había recibido dolían. Ya no estaba hecho
para ese tipo de enfrentamientos, pero entonces algo hizo "click" en su cabeza.

—¿Cómo que quieren a Taehyung?– arqueó una ceja recordando lo que Jimin
había dicho —¿saben dónde está?–.

La cara de Jungkook se volvió letal.

—Se suponía que ustedes idiotas debían mantenerlo en esa comisaría–.

—¿Qué te pidieron?– preguntó el detective, ignorándolo y entrecerrando los


ojos.
—Eliminarte– masculló la voz de Jimin demasiado cerca del cuello de Yoongi.

El agente apenas tuvo tiempo de retroceder un paso cuando un pequeño


dispositivo explotó bajo su barbilla, el dolor se intensificó, sentía la piel
quemando en esa zona. Cayó hacia atrás sobre el suelo y alzó la mirada justo
para ver como Jimin le arrojaba una especie de granada. Yoongi la atrapó en el
aire y se la regresó de inmediato. Jimin abrió los ojos como platos y la regresó
de una patada hacia el detective quien entonces se la arrojó a Jungkook el cual
retrocedió justo cuando el dispositivo estalló.

Las alarmas de los automóviles del estacionamiento se encendieron por el ruido


estruendoso, una nube de polvo se alzó por todos lados imposibilitando la visión
de lo que ocurría. Un zumbido taladró los oídos y el suelo bajo sus pies pareció
temblar.

—¡¿Dónde estás?!– chilló la voz de Jimin en medio del sonido estridente de los
vehículos —¡Jungkook, no me dejes! Tengo miedo...–.

Yoongi logró enfocar la mirada a duras penas, viendo como Jimin intentaba
llegar hasta donde la granada había explotado en busca de Jungkook quien no
respondía.

—¡No te muevas!– ordenó, casi ahogándose en un ataque de tos por el polvo y


el olor a químicos en el aire.
Jimin no obedeció y salió corriendo, Yoongi alzó el arma y disparó, acertando en
el muslo derecho del chico quien cayó al suelo de rodillas.

—¡No se acerque!– gritó Jimin, su rostro enegrecido por el polvo —¡no se


acerque o lo haré volar!–.

Casi al instante, Jimin se abrió la chaqueta que llevaba, mostrando todo un


armamento de explosivos caseros pegados a su cuerpo desde el cuello hasta el
torso. Yoongi tragó saliva, imaginando que pudo haberlo hecho explotar cuando
le disparó antes.

Jimin alzó un control remoto en alto mientras se arrastraba por el suelo dejando
un camino de sangre. Aquello no pintaba nada bien, Yoongi pensó en disparar a
la cabeza pero Jimin también era una víctima en todo eso, aunque como lo veía
ahora era evidente que había perdido la cabeza. Por otro lado, no había nada
que años de terapía no arreglaran ¿cierto? Estaba en un dilema ahora.

—Usted no es divertido– lloriqueó Jimin —me lastimó, sólo Tae puede hacer
eso, usted no me agrada, es gruñón ¡es un oso gruñón muy malo!–.

Yoongi rodó los ojos.


—Y tú eres un bebé llorón muy molesto y no por eso quiero matarte, ¡dáme esa
cosa o juro que cuando te atrape voy a golpearte tan duro que te dejaré
inconsciente durante meses!–.

Jimin parpadeó.

—¿En serio?– preguntó, sus ojos brillaban.

—Eres un caso perdido– sentenció derrotado y sacó el arma de nuevo —lo


siento, niño, tendrás que ser un "daño colateral"–.

Pero entonces Jimin movió la mano y presionó el interruptor.

30

Trước Sau

La habitación era húmeda y tenía un olor desagradable. Taehyung no estaba


muy seguro de en dónde se encontraba pero empezaba a sospechar que no
saldría vivo de ahí.

—¿Por qué quieres a Min muerto?– preguntó luego de mucho tiempo en


silencio.

Seokjin se encontraba sentado en una destartalada silla de madera cerca de la


ventana leyendo un periódico con el entrecejo fruncido y los labios muy tensos.
—Eso no te importa– respondió y tomando un par de pinzas de metal, acercó un
pedazo de carbón hirviendo para quemar la piel en el abdomen de Taehyung.

El pelirrojo ahogó el grito de dolor mientras la braza se enterraba en su piel


dejando un olor asqueroso en el aire húmedo. Cuando Seokjin retiró el carbón,
pedazos de la carne de Taehyung se fueron entre las pinzas como si fuese hule
derretido adiriéndose al metal.

—¿Ustedes hicieron esto?– preguntó Seokjin como si no acabara de hacer lo


que había hecho, su rostro muy serio mientras transpiraba en aquella pequeña
habitación asfixiante.

Alzó el periódico mostrando un pedazo de él en donde se leía el encabezado de


una noticia sin duda extraña; "encuentran un par de corazones humanos
entrelazados".

—Eso es patético...– siseó Taehyung, sintiendo ardor cada vez que gotas de su
propio sudor caían sobre la herida recién hecha y sobre las anteriores.

—¿Así que hay otro loco por ahí haciendo estupideces cómo estás?– resopló
Seokjin.
Taehyung se movió ligeramente sobre la silla. Se sentía deshidratado, pegajoso
debido al sudor y al borde de un ataque de histeria. Seokjin lo estaba torturando
de una manera peculiar, haciendo que se cocinara como si estuviera en un
horno. Tenía el carbón encendido y la calefacción en más de treinta grados, el
sol entraba por la ventana dando directo sobre la cara del pelirrojo. Taehyung
sentía que moriría de sed en cualquier momento pero no estaba dispuesto a
verse débil y derrotado, mucho menos suplicar.

—Debo irme o levantaré sospechas– anunció Seokjin, arrojando aire hacia su


rostro con el pedazo de periódico. —Te veo luego– sonrió y se acercó a la
calefacción para subir el termómetro un grado más.

Taehyung jadeaba como perro cuando Seokjin se acercó para amordazarlo,


poniéndole una ajustada tela de algodón entre los dientes antes de irse.
Taehyung se sentía a morir mientras observaba al frente directo a la ventana
hacia los odiosos rayos del sol. El sudor caía por sus ojos desde su cabello
empapado hasta hacer su camino por todo su rostro, cuello, pecho y más abajo.

Sentía las muñecas entumidas por la manera tan justa en la que eran
esposadas, el carbón crepitaba en la pequeña parrilla que Seokjin había dejado
cerca de la ventana. Estelas vaporosas se alzaban desde el suelo hasta el
techo, el viento que salía de la calefacción se sentía casi hirviendo, apuntando
directo a Taehyung. Había una botella de agua sobre la silla en donde Seokjin
había estado sentado. Aún estaba fría y parecía burlarse de su sed desde esa
distancia. Su garganta se sentía tan seca como un desierto, si no fuera por la
mordaza, su lengua se pegaría a su paladar.
Lanzó una mirada alrededor. Sabía que estaba en un edificio pero parecía
abandonado por el aspecto que tenía. Por la ventana no alcanzaba a ver mucho
así que imaginó que estaba rodeado de casas más pequeñas, él estaba en el
cuarto piso, aunque no había podido ver mucho cuando fue llevado a ese lugar
ya que sus ojos iban vendados. Aún así, pudo contar las escaleras. Debía
buscar la manera de salir de ahí por su cuenta, no era tonto, sabía que Seokjin
no lo dejaría ir, jamás se arriesgaría a liberarlo. Probablemente esperaba que
Yoongi y Jungkook se mataran entre ellos y luego lo eliminaría a él.

Debía pensar en algo ingenioso pero con ese calor simplemente nada llegaba a
su mente excepto la idea de beber de esa botella de agua. Incluso respirar se
estaba volviendo difícil, cada vez que inhalaba parecía estar absorbiendo llamas
que quemaban sus fosas nasales. Sentía que se derretía.

Piensa, Tae... Piensa...

Yoongi palideció más de lo que ya estaba cuando vio la manera en la que Jimin
presionaba el botón del control remoto. Esperó la explosión, sin embargo no
ocurrió. Le tomó un momento notar la mano sangrante que había logrado
arrancar los cables que unían un explosivo con otro, desactivandolos. Jungkook
apareció con el rostro chorreando en sangre y el brazo derecho tan
angustiosamente herido que por un momento Yoongi consideró la idea de
preguntarle "¿necesitas ayuda?".

Jimin fue menos discreto cuando notó las heridas de Jungkook y lo primero que
hizo fue gritar.

—¡Que horror!– chilló —¡te ves asqueroso!–.

Jungkook no respondió, parecía más inconsciente que despierto. Jimin estiró la


mano temblorosa para hundir los dedos en la carne rojiza y machacada en el
brazo de Jungkook quien soltó una queja, Yoongi esbozó una mueca de puro
dolor sólo de verlo pero entonces Jimin parecía... Encantado, de cierta manera.

—¿Duele mucho?– preguntó con ilusión.

Las voces de personas acercándose al estacionamiento resonaron, Yoongi alzó


la mirada y reconoció a un par de guardias de seguridad del edificio
aproximándose.

—Sácame de aquí...– escuchó que decía Jungkook con voz tiesa.


—¡Alto!– los detuvo de inmediato, sacando las esposas —están bajo arresto–.

Jimin abrió los ojos con asombro y giró hacia su compañero.

—No puedo dejar que me atrapen...– murmuró Jungkook con dificultad —sabes
que hacer...–

Jimin asintió con ojos llorosos y se puso en pie, tomando una semiautomática,
Yoongi apenas fue capaz de reaccionar antes de que una lluvia de disparos le
cayera encima. Las balas rebotaron en todas direcciones, destrozando los
cristales de los autos en el estacionamiento, las lámparas que colgaban desde el
techo de concreto y prácticamente todo lo que estuviera cerca. Yoongi respondió
al fuego de inmediato, los guardias que se habían estado aproximando sacaron
sus radios para pedir ayuda mientras se cubrían de la emboscada detrás de
algunos vehículos cercanos.

—¡No podrás salir de ésta, Park!– advirtió Yoongi, alzando la voz para poder ser
escuchado más allá del sonido de los disparos —¡no llegarás muy lejos estando
herido, deja de hacerle caso a ese demente y entrégate!–.

Más disparos fueron la respuesta del menor quien al parecer sólo había parado
un momento para recargar el cartucho. Yoongi asomó un poco por encima del
cofre del auto que usaba como escudo y una bala se estampó en esa parte casi
rozándolo. Se agachó de nuevo, maldiciendo entre dientes al no poder localizar
a Jimin. Otra ráfaga de balas se desplomó por el estacionamiento, al parecer los
guardias de seguridad le estaban respondiendo el fuego, Yoongi debía
inmovilizar a Jimin de inmediato o terminarían asesinándolo y él lo necesitaba
vivo en ese momento.

Sin perder más el tiempo, Yoongi se movió velozmente casi pegado al suelo en
medio de la carrocería de su auto que ahora parecía un pedazo de queso
emmental. Escuchaba la respiración jadeante de Jimin demasiado cerca de
donde se encontraba, debía ser cauteloso. Al parecer el chico había vaciado
otro cartucho de balas así que ahora estaba recargando.

Yoongi aprovechó la distracción de Jimin para atacar, poniéndose en pie para


luego correr arremetiendo contra él. Jimin soltó un grito de susto al sentir su
cuerpo siendo aplastado por el del detective quien rápidamente le arrebató el
arma de las manos y lo dejó inmóvil debajo suyo.

—Eres un dolor en el culo– masculló entre dientes —¿dónde está Jeon?–


preguntó cuando ya no vio al otro chico por ningún lado y entonces comprendió
que todo lo que Jimin había hecho era para crear una distracción mientras
Jungkook escapaba. —Mierda...– se quejó, sintiendo dolor por todas partes y
odiándose a si mismo por haber permitido que aquello pasara.

Jimin se dejó arrestar fácilmente, el sonido de sirenas de patrullas no tardó en


escucharse por lo que Yoongi necesitaba sacar toda la información que pudiera
en ese momento o sería demasiado tarde. Inclinándose al frente sobre Jimin
preguntó;

—¿Sabes quien se llevó a Taehyung?–.


—No se lo diré–.

—No me hagas lastimarte, niño– advirtió.

Jimin tragó ruidosamente, sus ojos reflejaban algo entre asombro y temor.
Yoongi se tomó un momento para analizarlo, se veía muy demacrado, los
huesos de sus hombros sobresalían, estaba prácticamente en los huesos, tenía
ojeras muy profundas bajo los ojos, labios resecos, alcanzaba a ver algunas
cicatrices. Estaba muy maltratado, era evidente que Kim y Jeon no lo habían
tratado para nada bien. Sin duda el mayor cambio que pudo notar, fue en sus
ojos. Yoongi había pasado días viendo su fotografía, aquella adjunta a su
informe de desaparición y en ella los ojos de Jimin eran brillantes, alegres,
parecía sostener una galaxia en su mirada. Ahora no quedaba nada de eso.

—Confía en mí– insistió, ahora más suavemente, intentando transmitir


confianza, ser el policía bueno de la historia y no el infeliz que sin duda era, en
realidad ese chico le importaba una mierda, lo único que quería era atrapar a
Kim y a Jeon y de paso deshacerse de Seokjin.

—No, yo no confío en tipos como usted– negó Jimin.

—¿Cómo yo?–.
El mocoso sonrió altanero, malicioso, sexy...

—Tipos muertos, usted ya está muerto, sólo es cuestión de que Jungkook lo


atrape– dijo.

Yoongi respiró profundamente, intentando controlar el impulso de golpear esa


carita de idiota.

—Ya veremos–.

31

Trước Sau

Una mañana mientras Jungkook estaba durmiendo, Taehyung llegó hasta la


cama dando pequeños saltitos sobre la punta de sus pies. Su sonrisa era
amplia, sus ojos adorables y la cabeza que llevaba en las manos casi no se veía
grotesca entre sus manos. Quizás fue en ese momento que Jungkook se
enamoró un poco de ese pequeño demente.

—Te quiero de regreso, tomatito– jadeó, conteniendo las ganas de gritar hasta
rasgar su garganta cuando la piel de su brazo empezó a desprenderse como
carne putrefacta cayendo en medio de una lluvia de sangre.

Estaba jodido. No podría matar ni una mariposa estando en ese estado pero por
su bien debía recuperarse pronto o terminaría perdiendo a Taehyung. Ni siquiera
sabía porque se estaba esforzando tanto en recuperarlo, en el fondo sabía que
uno de los dos debía sacrificarse, sabía que no existía un final feliz para ellos,
ahora menos que antes.

Era cuestión de tiempo para que todo se fuera a la mierda. A ese paso ninguno
de los dos terminaría de pie, tampoco es como si quisiera terminar de pie
sabiendo que Taehyung se quedaría a sufrir encerrado en prisión o algo mucho
peor. Preferiría mil veces asesinar primero al pelirrojito que dejar que otro idiota
lo tocara. Quizás habría sido mejor asesinarse juntos, aquello habría sido más
romántico y menos tedioso.

—Más te vale hacer tu parte, Park Jimin– le dijo a la nada, mientras dejaba caer
un bote entero de alcohol sobre la herida en su brazo, gritando cuando el dolor
se hizo insoportable y su carne seguía cayendo, su mente recordó cada paso
del plan que habían hecho esa mañana.

—Muy bien, ésto es lo que haremos– dijo Jimin —llevaremos a ese tal Yoongi a
un lugar despejado, lejos de la comisaría pero debe ser un sitio seguro en donde
tengamos vía de escape, un lugar que conozcas bien–.

—Lo tengo– asintió Jungkook, apretando los puños ligeramente.

—Este es el plan. Haremos una especie de teatro, fingiremos que quieres


asesinarlo...–

—Si quiero hacerlo– interrumpió.


—Pero no ahí, presta atención, no seas baboso e impulsivo– Jimin chasqueó los
dedos —él no es estúpido, no caerá tan fácilmente, no creo que sea el tipo de
hombre que baja la guardia, así que nos vamos a infiltrar–.

Jungkook frunció el ceño, confundido.

—¿De qué hablas ahora?–.

—Me dejaré atrapar y tú vas a desaparecer–.

—¡¿Y que hay de Yoongi?!– ese plan no le estaba agradando a Jungkook, sólo
tenían hasta la mañana siguiente para asesinar a Yoongi y poder salvar a
Taehyung aunque dudaba que el tipo que lo tenía fuera siquiera a entregárselo,
al menos no vivo.

—Yo me encargo de Yoongi– aseguró Jimin —una vez que me atrape luego de
intentar asesinarlo me llevará a la misma comisaría en la que tuvieron a
Taehyung. Es obvio que la persona que se llevó a Tae es parte de la comisaría
así que es simplemente lógico que vaya a estar presente, quizás incluso forme
parte de la investigación y se entremezcle fácilmente con el caso, buscando al
"prófugo"–.

Ahora Jungkook comprendía un poco más a lo que iba Jimin con todo ese plan.
—Ese sujeto no entregará a Tae ni aunque le lleves la cabeza de Yoongi en
bandeja de plata así que debemos buscarlo. Ahora, seguramente él no sabe que
estoy contigo pero lo sabrá en cuanto Yoongi me lleve y explique que te estaba
ayudando a intentar asesinarlo así que quien quiera que se llevó a Taehyung se
acercará a mí– sonrió.

—Sabrás quien es...– asintió Jungkook, encontrando la lógica —pero ¿cómo nos
pondremos en contacto?–.

—¿Recuerdas que hablamos de los camiones de paqueteria?– apuntó —te


estarán buscando, pero no te buscarán dentro de la comisaría–.

Jungkook abrió los ojos con asombro. Entrar y quedarse oculto en un lugar tan
vigilado como ese era un acto casi suicida, por no decir que era ingeniosamente
demente.

—Te lo dije, nos infiltramos– aplaudió Jimin.

—Pero ¿qué pasará con Yoongi? además no creo que te deje solo ni un instante
luego de que Taehyung desapareció prácticamente bajo sus narices–.

—Ya te lo dije también, yo me encargo de Yoongi–.


—¿Qué harás?–.

—Algo loco– dijo.

Claro que salir herido tan gravemente no era parte del trato en aquel entonces
pero Jungkook no se quejaba, iban por buen camino. Una vez que Jimin fuera
llevado a la jefatura sólo debía meterse lo cual sería más fácil si no tuviera el
brazo tan jodido pero encontraría la forma. Ahora se encontraba en una
pequeña bodega abandonada en donde esperaba poder recuperarse al menos
un poco antes de irse. La noche caía rápidamente y durante esas horas
esperaba que Jimin ya tuviera el nombre y rostro del infeliz que se había
atrevido a poner una mano encima de su tomatito.

Jimin sabía que había entrado en la boca del lobo cuando fue llevado al hospital
para que lo revisaran, afortunadamente las heridas de bala sólo lo habían
rozado y no pudo evitar pensar que Yoongi tenía muy buena puntería ya que lo
había herido pero sólo para inmovilizarlo. El detective no se despegó de él en
ningún momento lo cual era justo lo que Jimin había esperado. Durante ese
tiempo cuando los médicos lo revisaron, Yoongi lucía tenso. Jimin se encargó de
memorizar cada pequeño detalle. La forma en la que veía su reloj
constantemente, la manera en la que hablaba, como respiraba. Estudiando cada
pequeña cosa.

Durante todo ese tiempo Jimin notó algo; Yoongi era más astuto de lo que
imaginó.

—Deja de analizarme– gruñó el detective una vez que logró sacarlo del hospital
y lo obligó a subir al auto de policía en donde otro agente del orden los esperaba
para escoltarlos.

Jimin no respondió, decidido a seguir con el plan al pie de la letra. Sabía cómo
eliminar a Yoongi pero ahora empezaba a dudar de sus habilidades para lograr
su cometido. La patrulla avanzó siendo custodiada por dos más, como si Jimin
fuera un súper mafioso siendo transportado a su juicio final.

—Nam, las cosas se complicaron peor de lo que creí– escuchó hablar a Yoongi
por teléfono —tengo buenas y malas noticias. La mala; no tengo a Jeon, y Kim
escapó. La buena; encontré a Park Jimin y está jodidamente vivito y coleando–.

Hubo silencio mientras Yoongi escuchaba la respuesta al otro lado de la línea.

—¡No! ni se te ocurra decirle nada a los padres del chico, todavía no acabo con
él– de nuevo silencio y entonces la voz de Yoongi sonó como un rugido cuando
respondió —¡no me estoy follando a nadie, idiota!–.
Jimin saltó ligeramente en su lugar, sus manos muy bien ajustadas a las
esposas de metal que tintileaban cada vez que se movía. Sus ojos se abrieron
ligeramente sorprendidos. ¿De qué estaban hablando? ¿los policías violaban a
los sospechosos como método de intimidación?

—Te hablo luego, deja a Hoseok en Seúl y ven acá, te necesito– continuó antes
de colgar la llamada —ni una palabra de lo que acabas de escuchar, Hansol–.

—Yo no escuche nada, señor– sonrió el policía que conducía la patrulla, sus
ojos destellaban llenos de diversión.

Jimin frunció el ceño pero no desvió la mirada para ver a Min. Se tensó
ligeramente cuando notó el edificio de la jefatura alzándose imponentemente
frente a ellos, esperaba que Jungkook estuviera bien, su herida se veía muy
grave y si él faltaba en la ecuación entonces su plan no funcionaría, necesitaba
aliado.

Cuando la patrulla se detuvo, Jimin agachó la mirada a sus manos, escuchando


como las puertas se abrían y cerraban. Finalmente luego de unos pocos
segundos Yoongi apareció del otro lado abriendo la puerta, jalandolo del brazo
para hacerlo bajar del auto. Jimin no alzó la mirada, sintiendo los fríos dedos
pálidos incrustados sobre su piel como un firme recordatorio de que estaba
realmente siendo tratado como un preso más. Atravesaron todo un pasillo, Jimin
no levantó la vista en ningún momento hasta que finalmente fue llevado a una
sala de interrogaciones.
—¡¿Qué pasó?!– escuchó la voz de una mujer preguntando —estas hecho una
mierda–.

—No molestes, Suran– respondió Yoongi de mala gana.

—¡Vete a la mierda, Min!– la chica sonaba muy, muy molesta.

—¿Y Seokjin?–.

—Lo suficientemente cerca– asintió la mujer —otra cosa, finalmente sacaron el


ADN de los colmillos del perro, en efecto, es de Kim Taehyung pero eso ya lo
sabías–.

Yoongi asintió y le cerró la puerta en la cara a la chica quien soltó una, maldición
y pateó la puerta seguidamente, el oficial ignoró aquello y caminó hasta Jimin,
sentándose frente a él con gesto serio.

—Dejemos los formalismos de lado– dijo —no estoy de humor para ser amable
sin contar con que no tengo tiempo. No me interesa lo que ellos te hicieron, no
me importan los traumas que tengas o la mierda que te hayan dicho para que
los ayudarás. Nada de eso es importante para mí, quizás para un policía bueno
lo sea pero para mí lo verdaderamente importante es saber dónde está Jeon. Y
antes de que respondas con alguna mentira, déjame pedirte que te la ahorres,
no pienso ser amable contigo sin importar que tengas esa carita de perro
regañado–.

Jimin le sostuvo la mirada con tranquilidad.

—Quiero ir al baño– dijo.

Yoongi azotó los puños contra la mesa.

—¡Habla de una vez!–.

—¡He visto la ley y el orden, es mi derecho ir al baño, beber algo, comer y hacer
una llamada!– se defendió el chico.

Yoongi lo tomó con fuerza por el cuello de la playera hasta acercarlo un poco
demasiado a su rostro.

—Te voy a sacar esa información por las buenas o por las malas, te recomiendo
que lo pienses muy, muy bien, niño. En lo personal creo que te conviene
decirme lo que quiero por las buenas–.

Jimin intentó no mostrarse intimidado pero al parecer sus ojos no ayudaban en


mucho, aun así se mantuvo firme.
—¿Por qué ve mis labios, pervertido?– murmuró en cambio.

Yoongi parpadeó aturdido y lo liberó.

—Yo no...–

—Los estaba viendo como si quisiera meter su polla en mi boca– contraatacó el


menor.

Por un momento, Yoongi no respondió, parecía demasiado ¿confundido? lo cual


interesó bastante a Jimin.

—¿Es eso? ¿En verdad estaba pensando esas cosas sucias?– insistió,
buscando incomodar más y más, su objetivo era evidente, si quería que el sujeto
que tenía a Tae se acercara entonces debía deshacerse de Yoongi, echarlo
fuera y por lo que veía, estaba funcionando. —¿Es homo? ¿o sólo es que mi
boca luce demasiado femenina, bonita y húmeda? a puesto a que esta
pensando en cómo se sentiría empujar la punta de su polla dentro, entre los
labios. Casi podría apostar que está pensando en que sería cálida, que haría
sonidos ruidosos cada vez que moviera su pelvis para embestir, apuesto incluso
que...–
Jimin no terminó de hablar cuando Yoongi le cerró la boca estampando su
cabeza contra la fría superficie de la mesa. El golpe fue tan fuerte que la
mandíbula de Jimin dolió y sus dientes mordieron su lengua dolorosamente.

—Deja de hablar– advirtió Yoongi, sonando casi estrangulado, su voz tan gruesa
que daba miedo.

—¿Por qué? ¿se le puso dura?– se burló.

Yoongi no respondió, en cambió estampó la cara de Jimin contra la mesa


nuevamente antes de salir de la sala de interrogación a paso apresurado.

—Joder, joder, joder...– murmuraba Yoongi entre dientes, sintiendo la rabia


bombear por su cuerpo —nadie entra a esa sala ¿oiste?– advirtió hacia uno de
los policías que custodiaba.

Siguió caminando apresuradamente hasta el baño de caballeros, se encerró en


el primer cubículo y se bajó el pantalón y la ropa interior tan rápido como pudo.
La erección que había estado conteniendo se alzó en todo su esplendor. Su
mano envolvió la gruesa longitud, masajeando casi desesperadamente,
exprimiendo el falo con una brutalidad ansiosa. No estaba siendo silencioso a
pesar de que cualquiera podría estarlo escuchando, no es como si le importara
de todos modos, si querían escucharlo pues que lo hicieran.
Ni siquiera tardo en correrse, salpicando del líquido caliente por todo el retrete,
respirando agitadamente cuando agachó la mirada y observó la punta rojiza de
su polla punzando entre sus dedos, arrojando todavía pequeñas perlas de
semen como si no pudiera parar.

—¿En verdad estaba viendo su boca?– se preguntó a si mismo, jadeante.

Lo dudaba, él no era del tipo que pensaba con la polla. Usualmente ponía el
trabajo antes que una cara bonita, pero de nuevo, había sido él mismo quien
ahora se había masturbado pensando cosas obscenas sobre esa misma boca.

—Mierda...– susurró, guardando su gastada polla de nuevo en sus pantalones.

Limpió apenas un poco el retrete y salió a lavarse las manos, lastimandose un


poco el brazo herido. La puerta de los sanitarios se abrió y uno de sus
compañeros entró.

—Hola, Min– saludó —estás hecho un asco– se burló.

—Púdrete, Choi– respondió —yo no usaría ese si fuera tú– advirtió cuando lo vio
acercarse al retrete de donde había salido él apenas unos segundos antes y
salió de los baños.
1.

32

Trước Sau

—¿Quien es ese?– preguntó Seokjin cuando vio llegar a Yoongi arrastrando a


un joven chico directo a la sala de interrogación.

—Park Jimin– respondió uno de los agentes, alzando la mirada para ver la
escena —resulta que no estaba muerto, estaba con Jeon Jungkook y al parecer
es su aliado–.

Seokjin sintió un estremecimiento agudo por todo el cuerpo mientras veía el


rostro serio de Yoongi antes de que desapareciera al cerrar la puerta de la sala.
Tuvo un mal presentimiento.

Si Jimin estaba con Jungkook eso significaba que sabía que Taehyung estaba
desaparecido y que le había pedido asesinar a Yoongi a cambio de liberarlo. Min
era listo, seguramente ataría cabos y Seokjin nunca había sido una blanca
paloma. Debía averiguar qué tanto sabía ese tal Park Jimin de todo el asunto.
Por suerte no tuvo que esperar mucho.

Apenas minutos después de entrar, Yoongi salió de nuevo apresuradamente. Se


detuvo a dar indicaciones a Hansol y siguió andando, parecía sinceramente
enfadado cuando entró al sanitario. Seokjin aprovechó y caminó discretamente
hasta la sala de interrogación. Hansol lo vio y lo detuvo con duda.
—Señor, el agente Min me pidió que no dejara entrar a nadie– murmuró el joven
policía.

Seokjin enarcó una ceja.

—¿Si sabes quien soy?–.

Hansol asintió.

—Aún así, debo obedecer al agente Min– insistió Hansol, agachando la mirada.

—Ah, ya veo– Seokjin soltó una risita —dame tu placa, estás despedido–.

Hansol abrió los ojos con asombro. Seokjin extendió la mano hacia él esperando
a que lo obedeciera.

—¿Qué esperas? Soy el superior aquí y acabo de despedirte, entrega tu placa y


lárgate de ésta comisaría–.

Hansol se movió muy lentamente entregando la placa que lo identificaba como


oficial de policía. Seokjin se la arrebató de la mano y apuntó a la salida. El chico
tenía los ojos llenos de lágrimas cuando dio la vuelta y caminó directo al lugar
señalado. Seokjin lanzó una mirada al sanitario antes de empujar la puerta de la
sala de interrogaciones y pasar al interior.

Jimin alzó la mirada y observó al recién llegado con ojo evaluador. Seokjin le
sonrió amigablemente y el menor decidió que no confiaba en él.

—Park Jimin ¿cierto?– Seokjin caminó hasta la silla en donde el chico


permanecía sentado —no tengo mucho tiempo, sólo vengo a darte una
oportunidad–.

Jimin frunció el ceño.

—¿De qué?–.

—De salir de aquí– Seokjin le pasó una mano por la cabellera, Jimin se apartó
—Yoongi no puede retenerte, eres una víctima, puedes decir que Jeon te obligó
a todo, que te amenazó con hacerle daño a tu familia. Dejáme ayudarte, si le
llamó a la policía de Seúl ellos pueden pedir tu custodía y nosotros no
tendríamos nada que hacer contigo, puedo ponerme en contacto con tus
padres– ofreció.

—Parece muy interesado en hacer que desaparezca– Jimin ladeó la cabeza.


—Simplemente quiero ayudarte– insistió el otro con una sonrisa para nada
agradable —sé que eres un chico listo y tomarás la opción correcta–.

¿Podría ser que ese era el tipo al que Jimin y Jungkook buscaban?

—¿Y cuál es la opción correcta según usted? ¿Ir de una comisaría de pueblo a
otra de ciudad? Yo estaba con Taehyung y Jungkook porque quería. Me
sentenciarán de todos modos, intenté asesinar a un oficial y a varios guardias de
seguridad, dudo que haya mucho que pueda hacer por mí–.

—Puedes halegar desequilibrio mental, eso siempre funciona– ahora la voz de


Seokjin era áspera.

Jimin asintió con un cabeceo sintiendo que llegaba a alguna parte.

—Usted tiene a Taehyung ¿verdad?–.

Seokjin borró la sonrisa que había mantenido en sus labios.

—Jeon no debió involucrarte en ésto, sólo le pedí una cosa y no la pudo


cumplir– rodó los ojos.
—Yo lo haré– ofreció Jimin —mataré a Min Yoongi, justo ahora. Sólo debe
darme un arma y en cuanto entre lo acabaré–.

Seokjin soltó una carcajada.

—Lo siento, pero no hago trato con secundarios– negó —debiste haber elegido
la opción que te dí– dijo antes de salir de la sala de interrogaciones.

Jimin se removió incómodo en la silla, ya sabía quien era el tipo pero no había
escuchado su nombre y por lo que había dicho resultaba evidente que pensaba
eliminarlo por la mala. Debía moverse rápido.

Cuando la puerta se abrió y Yoongi pasó al interior su rostro no reflejaba nada


bueno.

—¿Pasó algo mientras no estaba?– quiso saber el agente.

—Nada– negó Jimin con total naturalidad —¿puedo hacer mi llamada?–.

Yoongi frunció el ceño.

—No–.
—Entonces ¿puedo ir al baño?–.

—No–.

—¡Eso es abuso de poder!– chilló.

Yoongi dio la vuelta y volvió a salir de la sala. Jimin se apresuró a actuar


rápidamente retirando sus zapatillas deportivas. Con las manos esposadas logró
quitar el forro interior de la plantilla y sacar las bolsitas y pequeños tubos llenos
de químicos que se había guardado. Todo era parte del plan, debía mantener a
Yoongi lo más lejos posible de él el tiempo suficiente como para que no
sospechara. Yoongi era listo pero carecía de paciencia cuando se trataba de
lidiar con personas como Jimin lo cual era algo bueno.

Revolvió algunos polvos y líquidos con los que había rellenado los tubos de
plástico diminutos y lo guardó en su bolsillo. Dividió más químicos en pequeñas
cápsulas y las ocultó igualmente en los bolsillos de su chaqueta. Se colocó las
zapatillas deportivas de regreso y esperó a que Yoongi volviera. Casi media
hora después el susodicho apareció pero no parecía nada feliz.

—¡¿Quién habló contigo mientras no estuve?!– exigió saber.

—¿Por qué? ¿Qué pasa?–.


—Tus padres vienen para acá– rugió Yoongi.

Joder. Le iban a pedir un abogado y si lo hacian entonces el plan se iría a la


mierda. Seguro había sido ese tipo de antes.

—¡Oiga necesito ir al baño no me siento bien!– siguió molestando a Yoongi —


¡por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor...!– el
agente salió de la sala azotando la puerta e ignorándolo de nuevo.

Jimin rodó los ojos sintiéndose ligeramente molesto por la actitud del idiota,
sobre todo porque estaba acostumbrado a ser un chico mimado al que todo
mundo quería o al menos fingían querer. Ser ignorado era un golpe duro a su
ego.

Tratando de alejar el sentimiento, decidió que era el momento. Sacó una de las
cápsulas que había guardado y como pudo, vació el polvo en el interior de la
estrecha cerradura de las esposas. Luego sacó otra pequeña cápsula con agua
y la vació también. De pronto el polvo empezó a reaccionar echando chispas
hasta que la cerradura se oxidó y explotó. Jimin se deshizo de las ataduras
metálicas y se puso en pie para abrir sólo un poco la puerta de la sala de
interrogación.

Al parecer ya no tenía a nadie vigilando la puerta lo cual le levantó sospechas.


Afuera todo era un caos de teléfonos sonando, voces hablando, el sonido de
pasos, olor a café. Se sintió mareado.
—Listo– murmuró, dándose valor.

No mentiría, estaba inseguro y nervioso. Si era atrapado de nuevo, no podría


ponerse en contacto con Jungkook, no podrían salvar a Taehyung a tiempo y él
no recibiría una golpiza de agradecimiento cuando el pelirrojo estuviera con ellos
lo cual era triste. Jimin quería ser lastimado por Taehyung.

Suspirando, abrió un poco más la puerta, apenas lo suficiente como para poder
sacar la mano, agitó con fuerza una de las diminutas capsulas que llevaba y la
arrojó tan rápido como pudo. Casi al intante hubo un estallido y el humo se alzó
al techo llegando a los dispersores contra incendios. Jimin tomó otra cápsula
más y lo hizo de nuevo, más humo cubrió el corredor y de pronto caía agua de
cada uno de los dispersores.

Aprovechó la confusión para abrir la puerta y salir corriendo mientras los


agentes de policía se alertaban creyendo estar bajo ataque. Jimin empezó a
arrojar aquellos pequeños explosivos a su paso por todos lados las cuales
estallaban apenas agitarlos un poco.

Jimin observó a Yoongi en medio del caos... Sus ojos se encontraron.

—Mierda– masculló antes de alcanzar la alarma contra incendios cerca del


corredor y hacerla sonar para luego salir corriendo de nuevo.
—¡Alto ahí, Park!– rugió el otro, yendo tras de él.

Lo que le siguió fue una carrera por los pasillos abarrotados mientras todo
mundo intentaba evacuar el edificio creyendo que se estaba incendiando.
Yoongi estaba furioso, nunca en toda su vida había sentido tanta necesidad de
asesinar y follar a alguien al mismo tiempo. Park Jimin sólo estaba jugando con
él, lo notó desde un principio, el chico no tenía nada de inocente, simplemente le
gustaba fingir ese lado infantil y estúpido. No sabía si había sido así toda su vida
o si lo había aprendido de Kim y Jeon, lo que si sabía es que iba a terminar
matandolo. Ni siquiera sabía cómo podía seguir corriendo si le había disparado,
él apenas podía caminar con las jodidas quemaduras.

¿Estaría drogado? Sus ojos siguieron el cuerpo de Jimin hasta llegar a la zona
de bodegas en donde almacenaban los archivos. Yoongi sabía que ahí no había
nada excepto papeles y cajas, Jimin estaba acorralándose a si mismo entre más
avanzaba.

El agua dejo de caer de los dispersores pero el sonido de la alarma contra


incendios seguía sonando. Jimin giró hacia una de las habitaciones que se
usaban de archivero, Yoongi lo siguió, dando vuelta sin pensarlo y de pronto un
golpe directo al rostro lo hizo caer de espaldas, aturdido.

Jeon Jungkook estaba ahí con el brazo herido vendado, y aún así la sangre se
filtraba a través de lo que usaba para cubrirse la carne que sin duda debía
estarse cayendo a pedazos. Llevaba un arma en la mano sana y lo apuntaba
directo a la frente. Jimin estaba a su lado revisando que no hubiera nadie cerca
antes de tomar una bolsa que Jungkook llevaba. Los ojos de Yoongi se abrieron
cuando el mocoso sacó un explosivo.
—Aún no lo mates– pidió Jimin, acomodando algunas cosas del dispositivo —no
sé el nombre del tipo que se llevó a TaeTae–.

—¡Creí que ya lo sabías!– rugió Jungkook —¡tira tu arma!– ordenó a Yoongi.

El detective obedeció para luego alzar las manos.

—¿Cómo entraste?– quiso saber.

—Vigilan muy bien todo el edificio pero les hace falta seguridad en la parte de
descarga de atrás– Jimin fue quien respondió —sin contar con que dejan entrar
a cualquiera que lleve uniforme del correo–.

Fue hasta ese momento que Yoongi notó la camisa de Jungkook, la cual tenía el
logotipo de la empresa de correos.

—El tipo que se acercó a mi era castaño oscuro, labios gruesos, espalda
ancha...–

—Kim Seokjin– interrumpió Yoongi —es mi jefe ¿les pidió que me asesinaran?–.
Ninguno de los otros dos respondió. Jimin acomodó el explosivo y puso una
cuenta regresiva de cinco minutos.

—¡Alto!– Yoongi intentó llegar a él pero Jungkook lo detuvo, colocando el cañón


del arma entre ceja y ceja —volar el edificio no es necesario–.

—Nop, pero es divertido– asintió Jimin con una sonrisa.

Yoongi intercambió una mirada con Jungkook.

—¿Cómo haces para conseguir chicos así de locos?– le preguntó con seriedad.

El pelinegro se encogió de hombros, sus púpilas estaban dilatadas así que


Yoongi imaginó que había tomado mucho medicamento para mantener el dolor
que sentía en el brazo bajo control.

—Acabarán mal, pueden asesinarme pero Seokjin no les entregará a Kim, lo


más seguro es que ya no esté vivo siquiera– habló con seriedad, viendo como
los minutos se consumían en el reloj de la bomba. —Les ofrezco un trato–.

—No confío en policías– negó Jungkook.


—Espera, déjalo hablar– intervino Jimin con curiosidad —¿qué tienes para
ofrecer?–.

Jungkook no parecía dispuesto pero no dijo nada cuando Yoongi se relajó un


poco y bajó las manos para tomar aliento. Su cabello estaba húmedo y aún
sentía dolor en sus heridas pero no pensaba dejar que ese trío de idiotas se
saliera con la suya. Debía ser más inteligente que ellos... O al menos más
inteligente que Jimin.

—En primera, desactiva esa cosa– apuntó al explosivo —¿al pelirrojo le gusta
hacer cosas excéntricas para llamar la atención?–.

—Por supuesto– asintió Jimin de inmediato a la pregunta.

—Siempre– convinó Jungkook.

Yoongi asintió.

—Creo saber donde está– dijo —hubo un extraño incidente hace quince minutos
cerca del centro de la ciudad, todo un edificio colapsó y algo me dice que fue tu
chico envíando una señal–.

Jungkook y Jimin se lanzaron miradas. El reloj de la bomba llegaba


peligrosamente a los dos minutos.
—Quiere que lo encontremos– murmuró Jungkook.

—No, la señal no era para ustedes– negó Yoongi —la señal era para Seokjin,
creo que quiere matarlo antes de que te asesine a tí–.

Jungkook parecía confundido pero Jimin no, de hecho las cosas empezaban a
tener algo de sentido. La desaparición de Tae, la petición de ese tal Seokjin, la
amenaza que le había hecho a él. Seokjin parecía demasiado interesado en
mantenerlos en conflicto todo el tiempo y la razón empezaba a ser un poco
obvia; los quería a los tres muertos y ahora probablemente a Jimin también.
Pero ¿por qué?

—Hay que asesinar a ese tipo– decidió.

Yoongi frunció el ceño y desvió la mirada al explosivo al que sólo le quedaba


menos de un minuto.

—Seguro Taehyung tiene un plan– dijo Jungkook —y seguro no es uno muy


inteligente–.

—Yo tengo otro– asintió Jimin cuya mente trabajaba rápidamente en lo próximo
que haría —debemos llevarlo con nosotros– apuntó a Yoongi. —Pero debe estar
vivo–.
Jungkook estaba a punto de negarse cuando el otro interrumpió.

—Confía en mí–.

33

Trước Sau

Seokjin observó los escombros de lo que quedaba del edificio abandonado en


donde había dejado a Kim Taehyung. Las unidades de control buscaban algún
herido pero al parecer no había nada que indicara que alguna persona había
estado ahí por lo que era evidente que el pelirrojo había huido.

El día de Seokjin no podría ir peor. Ahora no tenía a Taehyung, Yoongi no


estaba muerto y Jungkook seguía libre. A ese paso todo lo que intentaba
mantener oculto saldría a la luz y no sería nada bueno. Se llevaría a grandes
políticos y personalidades importantes entre los pies, por ello Yoongi debía
desaparecer y la fastidiosa parejita Jeon/Kim junto con él.

Seokjin no era un policía amable, había hecho cosas muy, muy malas.
Deshacerse del departamento de crímen informático había sido una de las más
suaves. La verdad era que debía mantener su trabajo a como diera lugar, no
sólo porque lo merecía, sino porque si lo perdía seguro Yoongi ocuparía su
puesto y descubriría la red de tráfico de pornografía infantil y prostitución que
muchos de los altos rangos de la policía del estado mantenían gracias a él.
Conseguir niños maltratados por familias de bajos recursos, mujeres que sufrían
en manos de esposos golpeadores y algunas cuantas chicas con delitos
menores era fácil. Seokjin llevaba años brindando víctimas que los altos rangos
usaban para su propia diversión. Hacia papeles falsos de esos niños, jovénes y
mujeres y los "desaparecía". En realidad los ofrecía a políticos pederastas,
tenientes pervertidos y otros tipos con fetiches raros.

El problema había sido cuando el caso de Jeon y Kim llegó a la comisaría ya


que entre todos los desaparecidos que supuestamente se les adjudicaban a
ellos también iban jovénes que Seokjin había vendido a gente importante como
juguetes sexuales. Yoongi empezó a investigar y pronto descubrió
irregularidades en algunos documentos, los documentos falsos que Seokjin
usaba.

No podía darse el lujo de dejar que lo descubrieran. Si eliminaba a Jeon y Kim


entonces ellos no hablarían y todas las desapareciones segurían siendo un
misterio, no habría investigación y los documentos volverían al archivero. Y de
paso eliminaría al único sujeto que podría quitarle el empleo.

Pero todo se había ido a la mierda cuando Park Jimin apareció y ahora que
Taehyung había escapado era aún peor.

—Malditos par de pasivos entrometidos...– murmuró y sacó su teléfono celular,


ahora necesitaba refuersos lo cual era patético para alguien como él pero no
podía seguir negándolo, estaba a punto de caer.
—¡¿Qué hace el puto SWAT aquí?!– fue lo primero dijo Jungkook cuando
aparcó el auto que acababa de robar cerca del edificio hecho escombros.

Yoongi se inclinó al frente para observar las camionetas color negro que
rodeaban el perímetro. Sería imposible pasar por ahí.

—Son federales– corrigió.

—Él debe estar cerca– exclamó Jimin mientras fabricaba granadas caseras en
el asiento trasero del auto —Taehyung debe estar esperando por ese tipo–.

—¿Dónde?– Yoongi giró hacia Jungkook, si había alguien que conocía al


pelirrojo demente ese era Jeon.

El pelinegro observaba al frente, mordiendo su labio inferior con fuerza, parecía


que el dolor de su brazo regresaba nuevo. La situación no era favorable, Yoongi
se quedaba sin opciones pero al parecer Jimin ya tenía todo bajo control.

—Sostenga ésto– pidió el menor, colocando una de las granadas en su mano.


—Escuchen con atención. Colocaré la bomba con la que pensaba volar la
comisaría aquí en el auto con el cronómetro en quince minutos. Usted se
pondrán ésto– sacó un chaleco forrado de explosivos como el que él había
usado antes y se lo dio a Yoongi.
—Es broma ¿verdad?– el detective observó la cantidad casi ridícula de
dispositivos entretejidos con cables unos con otros.

—¿Cuál es tu plan?– Jungkook habló nuevamente después de un momento.

—Fingirás tener al osito gruñón de rehén para llamar la atención de todo el


mundo, eso provocará dos cosas. La primera; que ese tal Seokjin crea tener la
excusa perfecta para matarte y matar al osito de un sólo tiro fingiendo que
ambos acabaron en el fuego cruzado. Segunda; Taehyung va a aparecer porque
te verá en peligro– explicó.

—¿Y cómo harás para que no nos asesinen?– Yoongi no pensaba seguir ese
loco plan sin saber o al menos tener un poco la seguridad de que acabaría con
vida.

Jimin sonrió dulcemente.

—Confíe en mí– dijo.

—Ni en un millon de años, mocoso–.

El menor resopló.
—Me está viendo los labios de nuevo–.

—Eso ya no te va a funcionar–.

—¿Es decir que la primera vez si funcionó?– Jimin tenía un brillo peculiar en los
ojos.

Yoongi desvió la mirada logrando localizar a Seokjin en medio de los agentes


federales que intentaban mantener a todos fuera de la escena, incluso a los
mismos agentes de control de daño. Al parecer tenían algo en mente. Seokjin
estaba tratando de mantener todo tal como estaba, como si ocultara algo
demasiado valioso. Resultaba claro que la idea de llevar federales había sido
suya y según veía, todos obedecían sus ordénes.

—Hay que movernos– Jimin colocó la cuenta regresiva en la bomba casera —


necesito un arma, quítale las esposas al señor Min y hazlo real–.

—Si tu plan no funciona...– empezó Jungkook.

—Mis planes no han fallado hasta ahora– sonrió Jimin —ten un poco de fe en
mí–.
—¿Qué harás mientras tanto?– Yoongi seguía creyendo que todo era
demasiado arriesgado ¿qué hacia ayudando a un par de criminales de todos
modos?

—Ya lo verán–.

Jimin colocó la bomba en el suelo del auto mientras el reloj seguía la marcha en
reversa.

—¿Beso de tres antes de irnos?– preguntó entusiasmado.

Jungkook giró con gesto serio, Yoongi fingió no haber escuchado eso.

—Al menos dame un golpe– lloriqueó Jimin.

Jungkook lo tomó por la nuca y estampó el rostro del chico contra los asientos
haciendo que su nariz tomará un tono rojizo, Yoongi se sorprendió pero no dijo
nada.

—¿Qué hay de usted?– Jimin giró con una gran sonrisa hacia el detective,
esperando a que hiciera algo.

Yoongi negó mientras se colocaba el chaleco lleno de explosivos.


—Ya no soy tan sádico– dijo y bajó del auto —¿qué tanto confías en él?–
preguntó a Jungkook una vez que se encontraron fuera y rumbo al lugar
indicado.

—No lo suficiente– admitió el pelinegro —sube las manos–.

Yoongi obedeció y empezó a caminar hacia el edificio que se había ido abajo
sintiendo el cañón del arma de Jungkook sobre su cabeza. Alzando las manos y
tratando de tomar su papel de rehén con tanta naturalidad como podía, recorrió
todo el lugar rápidamente. Las miradas empezaban a notarlos por lo que en un
momento todos los agentes estaban atentos, apuntando sus armas hacia ellos.

Yoongi estaba casi seguro de que había notado el reflejo de una sonrisa en los
labios de Seokjin cuando los vio ahí frente a él. ¿Qué mierda tenía ese idiota
contra él? Quizás nunca lo sabría.

—¡Jeon Jungkook, deje ir al agente Min ahora mismo!– pidió Seokjin pero su voz
no sonaba muy convincente.

Yoongi observó la manera en la que el idiota sacaba su propia arma y apuntaba,


algo le decía que el tiro de Seokjin sería directo para él.
—¡¿Dónde está Taehyung?!– gritó Jungkook, tomando ese tono de novio
desquiciado y acorralado demasiado bien. —¡Bajen sus armas y díganme dónde
está!–.

Yoongi recorrió a todo el mundo. Sabía que Seokjin sin duda usaría ese
momento para acabar con ambos, era una oportunidad perfecta y por algún
motivo empezaba a sospechar que había sido muy idiota de su parte ofrecerse
prácticamente como carnada. Dos pájaros de un tiro.

—Estás alterado, muchacho, baja esa arma ahora– intervino otro de los oficiales
federales.

Yoongi buscó con la mirada a Jimin pero no lo veía en ninguna parte, tampoco
notaba alguna cabellera roja o lo que fuera, simplemente veía a docenas de
idiotas apuntándole con armas. ¿Cuánto tiempo faltaba para que la bomba
explotara? De pronto cayó en cuenta de que Jimin había sido listo, Seokjin
estaba confiado porque creía que sólo debía lidear con Jungkook. Seguro creía
que Jimin seguía en la comisaría y ni siquiera sospechaba que estaba ahí con
ellos, por eso había decidido desaparecer oculto en alguna parte.

—¡Haré volar todo el puto lugar si no me regresan a Taehyung!– advirtió


Jungkook, apuntando al chaleco con explosivos que llevaba Yoongi.

Seokjin bajó el arma, una sonrisa en sus labios.


—Que raro, creí que para este entonces ya lo habrías asesinado, después de
todo fue él quien mató a tu madre–.

Yoongi sintió una corriente helada en la espalda, sus ojos se abrieron.

—¿Qué?– la voz de Jungkook sonaba tensa.

—¿No lo sabías?– Seokjin fingió inocencia —Yoongi fue envíado para asesinar
a tu madre y a tí, pero falló en lo último. No lo culpo, ¿quien tendría corazón
para acabar con un niño?–.

—Te quiere poner en mi contra– murmuró Yoongi rápidamente.

—Hijo de puta...– Jungkook no se tragó el cuento.

El sonido del seguro del arma contra su cabeza resonó justo en el instante en
que el estallido de la bomba en el auto explotaba haciendo que los cuerpos de
ambos salieran disparados al frente. Habían estado a una distancia razonable y
aún así la explosión había sido así de intensa. Los agentes perdieron el
equilibrio, ocultándose detrás de los autos para cubrirse. ¿Había explotado
antes de tiempo? No, seguro el idiota de Park Jimin había mentido al decir que
les daría quince minutos.
Disparos empezaron a resonar por las calles, gritos y conmoción. Alguien había
soltado el primer disparo y algo le decía que ese había sido Seokjin. Yoongi
sintió como una bala rebotaba a sus pies, se incorporó y buscó donde cubrirse.

—¡Min Yoongi!– escuchó el grito de Jungkook en alguna parte.

La lluvia de disparos continuaba, de pronto las granadas que Jimin había


preparado empezaron a caer desde alguna parte. Yoongi se movió rápidamente
arrojando el chaleco con explosivos a un lado, intentando alejarse del epicentro
pero más que nada, de Jungkook quien por su parte, estaba acorralado.

El pelinegro sentía el dolor en su brazo y el sonido de las balas zumbando en


sus oídos. Una granada explotó cerca de donde se encontraba, pedazos de
cuerpos humanos bajaron del cielo en forma de lluvia, gritos de dolor rugieron en
el aire.

Mierda ¿en que demonios pensaba Jimin?

Intentó enfocar la mirada mientras se arrastraba entre los vehículos que le


servían de escudo y entonces lo vio.

Taehyung se movía como una puta estrella de película de acción en medio se


explosiones y balas disparando con un arma en cada mano y unos jodidos
lentes de sol. Casi parecía moverse en cámara lenta.
El pelirrojo vació los cartuchos de sus armas y sacó otras más, acertando cada
disparo, moviéndose con gracia como si fuera a prueba de balas.

El idiota sonreía, bailaba entre los cuerpos y pasaba a lado de los oficiales
disparando con estilo, importándole poco el que pudieran herirlo. Las granadas
seguían cayendo, al parecer venían desde uno de los edificios que rodeaban la
escena. Taehyung se movió hasta localizar a Jungkook y entonces sonrió. El
pelirrojo salió disparado hacia él, alzando los brazos para brincar y abrazarlo
cuando lo tuvo lo suficientemente cerca. Jungkook lo tomó con el brazo sano y
lo besó.

Sus labios estaban resecos, ásperos pero sabían jodidamente bien. Los
disparos habían dejado de sonar, las granadas seguían cayendo
insistentemente mientras alguien gritaba un audible "retirada" y otro más
llamaban por apoyo.

Taehyung gimió sobre los labios de Jungkook, chupó y mordió antes de retirarse
y sonreír.

—Te extrañé– lloriqueó —te extrañé tanto, fóllame–.

Jungkook sintió algo parecido a la lujuría abriéndose paso en su cuerpo. Tomó


con fuerza al pelirrojo y lo estampó contra el auto que lo había ayudado a
cubrirse. ¿Cómo podía siquiera pensar en algo como eso en un momento así?
—También te extrañé– confesó, volviendo a besarlo.

Taehyung casi lloró de emoción. Había creído que jamás volvería a ver a
Jungkook, que todo había acabado para ellos. Al menos aún tenían algo de
tiempo juntos. El sonido de sirenas llegaban por todos lados, dentro de poco
estarían rodeados de más policías. El sonido de autos arrancando resonó por el
lugar, los federales se iban ¿por qué?

Taehyung pasó las manos por el abdomen y pecho de Jungkook, necesitaba


más besos, más contacto, más de todo.

—Kookie...– jadeó, haciendo su camino por la línea de la mandíbula del


pelinegro hasta el cuello.

—Bebé, no es el momento. Me duele todo, debo matar a Min y al idiota que te


llevó a un lugar tan horrible como ese esificio y...–

—Volviste por mí– murmuró Taehyung.

Jungkook se dejó caer sobre el suelo, Taehyung se subió a horcajadas sobre él,
abrazándolo mientras hundía el rostro en el cuello del otro.
—Creí que...–

—Te amo ¿cómo podría dejarte?– lo interrumpió Jungkook.

Taehyung tembló ligeramente, lágrimas agridulces de felicidad y dolor llenando


sus ojos. Había estado asustado, no de morir, sino de perder a Jungkook, de no
volver a verlo, de que su pesadilla de verlo muerto se hiciera realidad. No quería
nada de eso.

—¡TaeTae!– Jimin llegó hasta ellos con una sonrisa.

El pelirrojo se alejó apenas lo suficiente de Jungkook como para ver al otro


chico. Jimin se dejo caer de rodillas junto a ellos y lo primero que recibió fue una
bofetada.

—Eres un niño malo, Jiminie– negó Taehyung —pero aún así te quiero– sonrió y
le dio un golpe más, aunque menos doloroso.

Jimin sonrió emocionado.

—Hay que salir de aquí– Jungkook se incorporó a duras penas empujando un


poco a Taehyung —busca un auto– le pidió a Jimin.
—Ya lo hice– sonrió el chico y apuntó hacia otra parte para que lo siguieran —
¿el osito no vendrá?– preguntó, lanzando miradas en busca de Yoongi.

Jungkook tensó la mandíbula pero no respondió. Llegaron al vehículo que Jimin


había conseguido abrir. El menor hizo chocar un par de cables bajo el tablero
del auto y éste arrancó.

—¡Yo me encargo!– anunció antes de acelerar.

Taehyung y Jungkook iban en el asiento trasero, el mayor aprovechó para trepar


de nuevo sobre el regazo del pelinegro. Lo besó con hambre, marcando y
haciendo sangrar sus labios por la intensidad del deseo. Movió sus manos entre
ambos cuerpos, se meneó girando las caderas mientras buscaba en la
entrepierna de Jungkook. Estaba demasiado necesitado como para fingir que le
importaba el hecho de que había estado a punto de acabar en prisión de por
vida, que había sido secuestrado, torturado, casi asesinado y que había hecho
volar un edificio entero sólo para escapar. Todo había ocurrido en menos de un
día, ¡su vida era increíble!

—Quiero follar~– canturreó.

—¿Qué esperas para montarme?– sonrió Jungkook.


Taehyung le devolvió la sonrisa y abrió el pantalón del pelinegro rápidamente,
tomando el miembro en su mano. Sabían que para gente como ellos el tiempo
era corto y contado, necesitaban hacer las cosas rápido o jamás lo harían.

—Extrañé a éste amigo– dijo, relamiendo sus labios.

—¿Cómo hiciste volar el edificio?– quiso saber Jungkook, gruñendo un poco


cuando la mano de Taehyung masajeó su pene con fuerza.

Jimin observaba distraídamente hacia ellos por el espejo retrovisor, viendo como
Taehyung se deshacía de la ropa y se movía eróticamente sobre las piernas de
Jungkook. Iba tan pendiente de ellos que no notó los vehículos de policía
siguiéndolos hasta que los tuvo cerca.

—¡Detenga el auto!– les gritaban desde los altavoces.

Jimin aceleró, escuchando como Taehyung gemía cuando logró poner duro a
Jungkook. El pelirrojo siguió masajeando sin importarle nada, sosteniéndose del
techo del auto cada vez que Jimin giraba bruscamente en alguna intersección.
No podía prepararse en ese momento y tampoco es como si lo necesitara.
Decidió que estaba perfecto, alineó la punta de la polla en su entrada y se dejo
caer con fuerza sacando una queja del menor.

—Me vas a romper la polla– rugió Jungkook.


—¡Ja! Que buenos recuerdos– sonrió Taehyung, sus ojos llenos de lágrimas de
deseo y dolor, placer y un poco de pánico. No quería que ese momento tan
extraño terminara.

Jimin aceleró sin ser capaz de perder a los policías, sus ojos viraban de la
carretera al frente hacia el espejo retrovisor en donde ahora Taehyung subía y
bajaba en movimientos salvajes sobre el pene de Jungkook, soltando gemidos y
sonidos irreconocibles. Jimin desvió la mirada al frente, sintiendo calor y
excitación. Mierda, él también quería metersela a Taehyung... Si tan sólo tuviera
algo que meterle. Estar castrado era lo peor.

—¡Te quiero, te quiero, te quiero!– gritaba Taehyung, su espalda arqueándose


en el aire mientras sus caderas se movían, saltando sobre el miembro hinchado
de cabeza rojiza que lo abría tan placenteramente.

El sudor y líquido preseminal hacian que sus pieles chasquearan cada vez que
se encontraban, Taehyung buscaba su próstata con insistencia, moliendo duro
en esa parte. Jimin giró en una esquina arrollando a una persona en la acera, el
cuerpo se estrelló contra el parabrisas pero no se detuvo. Su mirada volvía a
Taehyung y Jungkook todo el tiempo, observando la manera en la que el grueso
falo salía de aquel apretado agujero para volver a ser engullido hasta el fondo.
Se pregunto si se sentiría tan bien como Taehyung lo hacía ver.

No estaba prestando atención cuando un auto negro golpeó contra su lateral


derecho. Desvió la mirada hacia el conductor y se encontró con Min Yoongi
intentando cerrarle el paso. Jimin sintió el corazón latiendo desenfrenadamente
cuando sus miradas se encontraron, Yoongi se veía como un animal salvaje en
cacería, su mirada daba miedo.

Los gemidos de Taehyung lo sacaron del trance mientras se internaban por la


autopista. Jimin aferró los puños al volante y siguió acelerando, más autos de
policía aparecían por todos lados. Sus ojos se desviaron hacia el retrovisor, la
espalda sudorosa de Taehyung y su culo siendo empalado fue lo único que
logró divisar.

Intentó concentrarse sintiendo una extraña comezón en la entre pierna. Yoongi


volvió a pegarse a su lado derecho, Jimin lo observó notando como el detective
sacaba un arma y le apuntaba. El chico frenó haciendo que Yoongi fallara el
disparo, otro auto se estrelló detrás de ellos. El cuerpo de Taehyung se sacudió
y salió rebotando hacia el frente.

Jimin entró en pánico cuando vio a Yoongi girar en "U" por la autopista, más
autos de policía se aproximaban y lo único que podía escuchar eran los
lloriqueos de Taehyung quien no había logrado llegar al clímax.

Tomando una desición arriesgada, Jimin aceleró de nuevo dirigiendo el vehículo


directo a la rampa de contención que dividía la carretera del camino boscoso.
Logró atravezar a duras penas el concreto destrozando la mayor parte del frente
del auto y siguió através de la maleza haciendo que el cuerpo de Taehyung se
moviera desenfrenadamente, Jungkook se aferró al asiento mientras su pene
prácticamente temblaba sacudiéndose en el aire ante el movimiento. Quería
llegar al orgasmo pero no podía en un momento como ese.
Supo que no llegaría jamás cuando sintió un golpe en la parte trasera del coche,
los estaban siguiendo de nuevo.

—¡Mierda yo también quiero follar!– gritó Jimin, estresado, pisando a fondo justo
cuando el camino terminaba y lo único que había era una caída de quince
metros hacia el canal de riego cercano.

—¡No, no, no!– alcanzó a gritar Jungkook, justo cuando el vehículo caía en
picada hacia el agua —¡el canal no es profundo!– dijo, pero ya era tarde.

El auto cayó los quince metros y finalmente se estampó contra la superficie. El


parabrisas voló haciendo que el agua entrara más rápido al interior y por ello, se
hundieron casi de inmediato.

34

Trước Sau

La presión alrededor le cortaba la respiración. Taehyung giró, abriendo la boca y


tragando agua cuando intentó gritar. No podía ver más allá de un azul negruzco
que le bloqueaba los sentidos. Lo último que había escuchado había sido el
crujir del metal contra la superficie del agua. No veía a Jungkook, no lo sentía en
ninguna parte. El calor familiar que había estado sintiendo apenas unos
segundos atrás se había desvanecido en la oscuridad de aquella demoledora
laguna inhóspita.
Tenía el pie atrapado en medio de alguna superficie dura. Su mirada se volvía
distante cuando la cantidad de oxígeno retenida en sus pulmones se convirtió en
un sueño distante. Odiaba la sensación de estar perdiendo la batalla contra la
muerte.

Desde muy pequeño supo que sus peores enemigos tenían nombre. Uno era la
muerte, el otro era el tiempo.

Uno era un viejo conocido con el que jugaba de vez en cuando, el otro era un
crudo rival al que simplemente no lograba superar y ambos eran aliados en su
contra. Taehyung jamás se sintió tan vulnerable en su vida como en ese
momento. La muerte era traicionera, el tiempo no perdonaba y pasaba factura.
Taehyung nunca tuvo miedo a morir porque sabía que algún día tendría que
pasar. Sin embargo, en ese momento cuando sus manos no tocaron nada más
que agua infinita, no pudo más que temer, temer el hecho de morir sin haber
tenido a Jungkook a su lado hasta el final.

<<—No, Tae– una voz masculina resonó en su cabeza —en esta vida al único al
que debes temer siempre, es a mi–.

—¿Vas a lastimarme?– preguntó un pequeño Taehyung de siete años.

El hombre pasó una enorme y calurosa mano sobre la espalda del pequeño.
—Oh, cariño– la voz que resonaba con un eco distante era casi divertida —te
haré tanto daño que desearás morir, abrazaras a la muerte y le pedirás que te
lleve a su reino con tal de no verme nunca mas. Voy a destruirte pequeño–.

—¿Por qué? ¿Hice algo malo?–.

—Simplemente existir... – el hombre empujó hacia delante al pequeño Taehyung


—recuerda, sólo me puedes temer a mi–.>>

El recuerdo se desvaneció en una neblina agridulce. El cuerpo de Taehyung


reaccionó a esas palabras, de pronto el miedo no existía. De pronto el hecho de
estar a punto de morir era incluso divertido.

Una mano casi tan poderosa como la de su recuerdo lo buscó en la oscuridad


del agua tormentosa, sujetandolo con tanta fuerza que dolió. Taehyung no era
consciente de nada antes de sentir que era tirado y arrastrado hacia fuera.
¿Fuera de dónde? De la oscuridad seguro pero... Pero la oscuridad vivía en él,
en su interior. ¿Cómo te deshaces de ti mismo?

—¡Estúpidos dementes de mierda!– se quejaba una voz jadeante.

Taehyung desvió la mirada hacia sus piernas inestables mientras una fuerza
desconocida lo arrastraba, o al menos eso intentaba, fuera del agua. La
corriente era demasiado intensa, sin embargo, y notó que no avanzaban sino
que más bien era arrastrados.
—¡Si estas consciente al menos pon algo de tu parte!– rugió la otra persona —
¡no saldremos vivos de aquí y creeme que morir en esta agua asquerosa no es
mi sueño húmedo de toda la vida!–.

Taehyung no creía haber escuchado esa voz antes. Sus ojos ascendieron hasta
encontrarse con el rostro tenso de Min Yoongi quien a duras penas lograba
mantenerlos a ambos a flote.

Tardó en recordar, en salir del trance y reaccionar. Lo primero que se le vino a la


mente fue; "¿dónde está Jungkook?" y su instinto lo impulsó a pelear.

—¡Sueltame!– exigió, empujando lejos a Yoongi —¡Kookie!–.

Giró hacia los restos del auto que ahora flotaban lejos de su alcance. Apenas
podía notar la parte trasera del vehículo sobresaliendo de la revoltosa corriente.
Un sobresalto lo hizo querer nadar directo a ese sitio.

—¡Él sigue ahí!– chilló desesperado —¡mi Kookie sigue ahí!–.

Yoongi gruñó adolorido mientras sujetaba a Taehyung para que no fuera


arrastrado. El pelirrojo se movía como renacuajo intentando escurrirse lejos. Los
autos de la policía se veían demasiado distantes. ¿Qué mierda estaban
haciendo esos oficiales y por qué no les ayudaban?
A lo lejos logró captar el momento exacto en que Seokjin aparecía bajando
desde uno de los autos. Sus ojos eran una resplandeciente bola de emoción
cuando los vio a ambos ahí, flotando como deshechos a punto de morir
ahogados. Fue entonces que lo supo, no tendrían ayuda de nadie.

—¡Kookie!– Taehyung seguía gritando y en medio de tanto revuelto y


emociones, Yoongi no podía pensar con calma.

Estaba harto de todo aquello. Su trabajo, su vida, ese momento... ¿Por qué no
simplemente dejar de luchar y dejarse arrastrar por la corriente? Morir era
mucho más sencillo que intentar luchar. La respuesta le llegó en forma de grito
infantil.

—¡Osito!– Jimin los observaba desde lo alto de un pequeño puente


serpenteante que en realidad era una protuberancia del canal, estaba
empapado, sus mejillas sonrojadas y les sonreía como si estuviera en una
caminata casual al aire libre.

¿Cómo llegó hasta ahí?

De pronto Jungkook asomó a su lado y todo tuvo sentido, claro, Jeon tenía el
cuerpo construido como un tanque de guerra, cargar con Jimin, nadar contra
corriente y salir de ahí seguro había sido tan fácil como jugar a servir el té.
—¡No te atrevas a soltarlo, hijo de puta!– advirtió Jungkook con recelo.

Taehyung alzó la cabeza para verlo y casi lloró de felicidad, pero entronces una
punzada de odio lo recorrió.

—¡¿Lo salvaste a él y no a mi?!– gritó indignado.

Jungkook decidió ignorarlo por el momento y extender sus brazos para


sujetarlos. Jimin les lanzaba ánimos mientras a la distancia Seokjin observaba
con verdadero terror como aquellos cuatro se salvaban.

—¡Fuego, abran fuego!– ordenó con un nudo de pura frustración en la garganta.

Lo oficiales que analizaban la escena con cierto toque de asombro y admiración


se lanzaron miradas.

—¡Ahora!– insistió.

De pronto el primer disparo cortó el aire y el sonido de la corriente del agua.


Jungkook jadeó de dolor cuando una de las balas le rozó el brazo y se vio
obligado a soltar a Taehyung y esconderse.

—¡Agachate!– pidió Yoongi, sumergiéndose en el agua a duras penas.


Cuando la primer oleada de proyectiles pasó, los cuatro asomaron Penas un
poco las cabezas.

—Ese infeliz– gruñó Yoongi, tragando un poco de agua sucia.

—No lo sueltes– seguía pidiendo Jungkook, notando como el agua los


arrastraba más y más lejos de ellos. —Dime que tienes un plan– pidió, girando
hacia Jimin solo para encontrarlo escupiendo sangre por la boca.

Un charco de la espesa sustancia le brotaba del estómago y hacia su recorrido


cuesta abajo manchando toda la ropa ya de por sí mojada.

—Tengo frío...– murmuró Jimin, sus ojos peligrosamente oscurecidos.

Jungkook sintió una sensación que hace años no sentía; Terror. Estaba cerca de
perder a Taehyung, a Jimin, su propia vida. Usualmente era el depredador, pero
ahora era la presa, una presa rodeada e indefensa.

Con manos torpes se sacó la playera, la abultó y la colocó inestablemente sobre


la herida de bala en el abdomen de Jimin. El chico lo observaba con expresión
ausente, ojos fríos con lágrimas contenidas.
—¿Lo hice bien?– preguntó Jimin, su voz era un borrón de aliento perdido,
apenas un hilo audible.

—Lo hiciste perfecto– aseguró Jungkook, sujetando el algodón de la playera que


poco a poco se teñía de rojo.

Jimin sonrió y Jungkook tuvo una visión del antiguo Jimin, aquel que le había
sonreído amablemente cuando se presentó como el vecino nuevo de la cuadra
en aquel viejo número 33 de Chou.

—No duermas– pidió casi suplicante cuando los ojos de Jimin se cerraban de
vez en cuando.

El chico temblaba, el color abandonaba sus mejillas, su respiración eran


murmullos tiesos, lo estaba perdiendo, lo estaba perdiendo todo. La pequeña
familia que creyó tener, esa que de pequeño soñó.

—Iré por Taehyung– murmuró cuando escuchó el sonido de los oficiales


moviéndose en dirección a ellos por la orilla segura del canal. —Volveremos por
ti–.

Jimin sonrió más débilmente.


—No olvides salvar también al señor Min– le recordó con poco aliento y los ojos
casi cerrados.

Jungkook sabía que su promesa era hueca.

No volvería por él y Jimin lo sabía, lo vio en la mirada triste que le dedicó.


Jungkook se sintió tan culpable, tan mortificado. Podría tomar a Jimin en brazos
y correr pero no llegaría lejos, no podría salvar a Taehyung llevando a Jimin a
cuestas. Debía elegir entre uno y otro y la respuesta era tan obvia que pecaba
de incomoda en un momento así.

—Ve– murmuró Jimin, sintiendo el frío subir de intensidad.

—Lo siento...– Jungkook se incorporó, le dio un leve beso en la frente al chico y


salió corriendo sin girar atrás.

Jimin lo vio marcharse sintiendo la mano fría de la muerte muy cerca. Sus
sentidos apenas conscientes captaron el momento exacto en que los detectives
y policías llegaron hasta donde se encontraba con armas en mano.

—¡Aquí hay uno!– gritó alguien.

Jimin sintió una mano desconocida en su cuello, buscando pulso.


—Está vivo–.

—Pero lo quieren muerto– murmuró una voz por lo bajo.

—No le falta mucho– rechistó el primer oficial con un gruñido —¡vayan tras los
otros!–.

Jimin deseó poder moverse, poder matarlos a todos para darle tiempo a
Jungkook y Taehyung de escapar. Ojalá pudiera sentir siquiera las piernas.

—¿Llamo una ambulancia?– se escuchó una voz femenina en medio de todo el


escándalo, a lo lejos un disparo resonó.

—No te metas en esto, novata– gruñó otro de los hombres —sigue moviendote–
.

Hubo un momento de silencio antes de que Jimin escuchara los pasos


alejándose. Logró enfocar un poco la mirada, divisó la cabellera castaña de una
mujer sujeta en una coleta alta. La chica le lanzó una última mirada antes de
alejarse. Jimin reaccionó un poco cuando la voz de Seokjin interrumpió.

—Eliminalo– ordenó fríamente.


—Aquí no– le respondieron —deja que se desangre, ya le falta poco–.

—Habrá preguntas, la ambulancia podría llegar en cualquier momento y podría


sobrevivir– argumentó Seokjin con un gruñido antes de sacar su propia arma. —
No me arriesgaré–.

Jimin alzó la mirada tanto como pudo. La silueta del hombre frente a él era
borrosa. Veía el cañón de un arma apuntandole a la cabeza y por más que
quisiera huir o gritar, no podía.

—¡Seokjin!– una voz imponente interrumpió el fatídico desenlace.

El nombrado tembló ligeramente y bajó el arma mostrándose ligeramente


cohibido y molesto al mismo tiempo.

—¡¿Eres idiota?! Deja de llamarme por mi nombre, soy tu superior–.

Una figura alta se acercó hasta ellos y hubo un suspiro.

—Al parecer el idiota es usted, señor– mencionó el desconocido que Jimin


apenas podía escuchar. —Menos mal que llegué a tiempo–.
—¿Por qué? ¡No te necesito aquí!– Seokjin parecía estar al borde de un ataque.
—¡¿Qué demonios quieres, Namjoon?!–.

—Arreglar tu desastre, por supuesto– mencionó el otro y Jimin casi aseguró


haberlo escuchado reír antes de perder la consciencia.

35

Trước Sau

Jungkook logró sacar a Yoongi y Taehyung del agua justo a tiempo. Tomó a
ambos y salió casi volando de ahí, perdiendose en el interior del campo y
bosque que cubrían los laterales de la autopista. Sabía que irían tras ellos.
Cuando sintió que no podía más y dejó de escuchar el sonido de las voces
yendo tras ellos, se detuvo y tomó aire. Taehyung iba casi arrastrando detrás de
él debido a su poderoso agarre, Yoongi apenas parecía consciente.

—¿Dónde...?– Min intentó emitir palabra pero terminó vomitando luego de la


frenética carrera, sintiendo el sabor amargo de sus fluidos en la garganta.

Taehyung cayó de rodillas al suelo, jadeando en busca de aliento. Jungkook


sabía que debían moverse ya que no tardarían en encontrarlos. Debían salir de
la ciudad y buscar alguna manera de irse fuera del país. No tenían casa y
menos aún dinero, no tenían armas o algo con lo cual defenderse. A ese paso
terminarían atrapandolos de nuevo y ya podía imaginar lo que ocurriría.
—¿Y Jimin?– preguntó Taehyung luego de un momento.

Jungkook agachó la mirada hacia él. El pelirrojo iba desnudo de la cintura para
abajo, empapado y tan pálido que incluso empezaba a preocuparse. Claro que
él no estaba en mucho mejor estado, de hecho ambos estaban hechos un
desastre.

—Murió– dijo Jungkook sin tiento y desvió la mirada a otra parte, preguntándose
a sí mismo por qué motivo había llevado a Yoongi con ellos, quizás sólo lo hizo
porque había recordado las palabras de Jimin.

Taehyung ni siquiera se inmutó, simplemente asintió. Para ellos perder una vida
no era la gran cosa, ellos habían acabado con muchas otras, la de Jimin era
solo una más sumada a la lista aunque hubieran preferido no perderla.

—¿Seguro?– fue Yoongi quién preguntó tras escupir los últimos residuos de
vómito al suelo.

Jungkook giró hacia él, recordando de pronto que quería matarlo.

—Tregua– exclamó Yoongi casi como si le hubiera leído el pensamiento —no


estoy de ánimos para peleas. Tengo balazos, el brazo hecho una mierda y agua
de canal por todos lados–.
—Me disparaste– reclamó Jungkook —pudiste solo haber matado a la zorra de
mi madre pero también me dispareste a mi–.

—No jodas ¿por eso estas molesto?– Yoongi hizo una mueca de dolor cuando
tocó sus heridas. —Deja de ser tan infantil–.

—Hay que irnos, Tae– Jungkook extendió la mano en dirección al pelirrojo quien
la tomó gustoso y se incorporó listo para huir o morir juntos.

Yoongi ni siquiera hizo el intento por detenerlos cuando los vio alejarse sin
rumbo fijo, algo le decía que volvería a encontrarselos de todos modos.

—Hora de sacar la artillería pesada– murmuró para sí mismo.


—No saldremos de aquí con vida ¿verdad?– Taehyung sujetaba la mano de
Jungkook con apenas un poco de fuerza, sus pasos eran tranquilos, como si no
tuvieran a la policía tras sus huellas y en cambio estuvieran en una cita pacífica.

—No estoy acostumbrado a darme por vencido tan fácilmente– sonrió.

Taehyung también sonrió.

—Cierto, aún no estamos acabados– asintió contento.

Pero era mentira. En realidad SI estaban acabados y era solo cuestión de


tiempo antes de que cayeran por completo. Hasta ahora habían tenido suerte
por una serie de factores, entre ellos el hecho de haber tenido el apoyo de Jimin
y un poco el de Yoongi. Ahora sólo estaban ellos dos solos luchando hasta el
final. Un final que parecía bastante cercano.

—No debiste haberte entregado– suspiró Jungkook.

—Y tú no debiste haber regresado por mi– contraatacó Taehyung, sin ganas de


empezar una discusión. Lo hecho, hecho estaba y jamás cambiaría. —¿Por qué
no huiste en realidad?–.

Jungkook lo observó. Taehyung tenía unos ojos engañosos. A veces creía estar
viendo a un pequeño inocente y tímido pero luego recordaba que era Taehyung,
el chico que partía el cráneo a las personas y jugaba con sus entrañas, el tipo
psicópata al que le gustaba tener sexo salvaje sin lubricación justo después de
haber asesinado a alguien. Era raro, burlon, demente, frío de corazón, difícil de
comprender. ¿Por qué había regresado por él? Pudo haber huido, en ese
momento ya estaría muy lejos disfrutando y planeando nuevos crímenes.
Taehyung sólo lo retrasaba y aún así, ahí estaba.

—Porque te amo ¿acaso no es obvio?– respondió.

Quería sonar un poco cursi para variar pero en realidad había sonado como si
estuviera enojado y listo para partirle la cara en cualquier momento.

Taehyung detuvo sus pasos, Jungkook giró a verlo sintiéndose estúpidamente


consciente de la ridiculez romántica que acababa de decir. Pero no se arrepintió.
Rara vez le decía a Taehyung lo mucho que significaba su loca y desquiciada
actitud para él y si estaban a punto de morir ¿que mejor momento?

El pelirrojo lo observaba sin expresión alguna. Taehyung se veía casi chistoso


con las piernas desnudas, el cabello y la ropa empapada y esos ojos
"inocentes".

—¿Qué?– preguntó cuando pasaron los segundos y Taehyung no respondía,


ahora sonaba más a la defensiva.
En el fondo esperaba un 'también te amo' o quizás una carcajada de burla pero
no, nada. Solo el incómodo silencio.

—Hay que movernos o...–

—Kookie– Taehyung apretó su agarre en la mano del otro —no quiero que éste
sea nuestro final–.

Jungkook se mordió el interior de la mejilla.

—No lo será– prometió, pero claramente no estaba seguro de ello él mismo.


Últimamente hacer promesas falsas se le daba de maravilla.

—No, no lo será– suspiró —vamos, te llevaré con alguien–.

Jungkook frunció el ceño, su mente trabajó rápidamente intentando entender.


¿Alguien? ¿Acaso Taehyung tenía familia? ¿Una familia que podría ayudarlos?
Lo dudaba, sinceramente.

—No le agradará verme llegar con otro hombre– masculló Taehyung.

Jungkook tuvo un mal presentimiento.


—¿Con quien vamos?–.

El pelirrojo giró a verlo, mordiéndose el labio con incertidumbre antes de


responder.

—Mi "Amo"–.

¿Perdón?

—La expresión de tu rostro es hilarante– se burló el pelirrojo —¿de dónde


creíste que sacaba dinero para sobrevivir antes de conocerte?–.

Taehyung no se sentía muy a gusto contándole al chico que en verdad quería


sobre su relación poco ortodoxa con aquel hombre de su pasado. Antes no
había tenido nada así que improvisó y cayó en manos de un excéntrico hombre
rico quien le daba una cifra obscena de dinero por sexo fácil y otro tipo de cosas
y fetiches raros.

Kim Hyojong no sólo era asquerosamente rico y poderoso sino que además
movía una enorme cantidad del mercado de drogas. Era un mafioso sin más.
Taehyung jamás se involucró demasiado en esos negocios, su trabajo era follar
a Hyojong y recibir una generosa cantidad de dinero después. Básicamente era
un prostituto pero en aquella época valía la pena. Cuando empezó a asesinar
por diversión, Hyojong fue uno de los pocos quien lo supo desde el primer
momento. Le había dicho que siempre supo que estaba loco y terminaron su
relación Amo-Mascota como amigos.

"Ven a buscarme si llegas a tener problemas algún día" había ofrecido su amo
tras dejarlo en libertad. Y al parecer hoy era el día.

Taehyung no estaba feliz de volver a ver a Hyojong por tres razones.

Uno: no quería que conociera a Jungkook y terminara hablando de más sobre


sus antiguos fetiches y lo que solían hacer en la cama. Hyojong solía ser versátil
y en mas de una ocasión quiso follar a Taehyung pero este siempre terminaba
siendo el de arriba, afortunadamente.

Dos: era el hombre a quien más temía y menos comprendía.

Y tres: seguramente iba a querer un trío con ellos a modo de pago por
ayudarlos.

What If...

Trước Sau
¿Qué pasaría si los personajes de Sweet Killer terminaran atrapados en
medio de un apocalipsis zombie?

Esta es la respuesta...

««Especial Halloween 2019»»

Atrasado (oops!)

La vieja y destartalada cabaña en la que Taehyung y Jungkook se estaban


quedando mientras seguían con su libertina vida de prófugos era simple y
tétrica. De una sola planta, con una habitación, una cocina y media sala. El baño
se encontraba fuera de la cabaña, exactamente a siete metros de la misma al
mas puro estilo rústico y rural de los viejos tiempos cuando tenías que salir a
mitad de la noche si querías usar el baño.

No tenían una puerta, mas bien eran pedazos de madera pegados entre si con
clavos oxidados que les daba cierta privacidad.

Habían encontrado ese lugar mientras vagaban por el bosque. El sitio era un
basurero, abandonado y habitado por aves y roedores de la naturaleza que
habían decidido hacer su hogar ahí y que ahora debían compartir con ese par de
asesinos seriales.

—Debemos empezar a darle un toque hogareño a éste lugar– suspiró


Taehyung, al tiempo que colocaba su recién adquirida cabeza sobre la repisa de
la chimenea inutilizable.

El rostro que le devolvió la mirada en blanco había pertenecido a un vagabundo


que se habían encontrado por allí. La barba caía en rastas, sus ojos seguían
abiertos y su lengua asomaba entre sus amarillentos dientes. Un olor
desagradable entre orina y licor barato salía de su boca sin vida.

—Encontré una radio– Jungkook apareció con el torso desnudo, había salido a
buscar algo que fuera de ayuda en la bodega detrás de la cabaña. —La mayoría
solo es chatarra allá atrás pero creo que ésto servirá–.

Taehyung caminó hacía la mesita donde Jungkook había colocado el aparato


lleno de polvo y aceite de motor ya seco.

—¿Crees que sirva?– Taehyung se sentó en el suelo sucio de la cabaña


observando con gesto aburrido mientras Jungkook trataba de encender el
aparato.

Luego de un par de intentos logró que funcionara y el sonido de estática vibró


desde las bocinas. Jungkook utilizó los botones y otras cosas para acomodar la
estación de radio que le apareciera primero. La voz de un locutor dando las
noticias irrumpió.

«...hasta ahora la única respuesta que hemos recibido por parte del gobierno es
que permanezcan tranquilos y en sus hogares...»

—¿Será porque escapamos?– Taehyung parecía emocionado —¡quizás


piensen que somos tan peligrosos que podríamos...!– la voz de la radio lo
interrumpió con la respuesta.

«...se nos acaba de confirmar que se trata de una epidemia de virus


desconocido que afecta a chicos y grandes por igual. Aún no se sabe cómo es
que se propaga pero desde el día de ayer por la tarde este extraño fenómeno de
aparente índole viral ha arrasado sobre...»

Taehyung apagó la radio de una patada.

—¡Oye!– Jungkook observó confundido al pelirrojo.

—Que basura ¡ni siquiera están hablando de nosotros! Deberíamos ser noticia,
ser los asesinos mas famosos de todos los tiempo. Netflix ya debería estar
comprando los derechos para hacer una película de nosotros. Pero en cambio
hablan de una jodida epidemia que a nadie le importa–.
El pelirrojo se cruzó de brazos y esbozó un puchero antes de darle la espalda a
Jungkook.

—Tae, hablaran de nosotros así que no te preocupes, ésto de la epidemia o lo


que sea pasará dentro de días como ocurrió con todas esas otras
enfermedades– Jungkook acarició la melena roja con cariño. —¿Por qué mejor
no vienes a hacerme una mamada?–.

Taehyung soltó una risita burlona y giró de regreso, arrastrándose hasta llegar a
donde Jungkook se encontraba sentado con las piernas ya separadas para
recibirlo. Taehyung le sonrió ampliamente y abrió la cremallera del pantalón,
luchando unos pocos segundos con la ropa interior hasta que pudo sacar el
miembro aún dormido.

El pelirrojo dejo un camino de besos desde la punta hasta la base en donde se


aseguró de lamer y regresar todo el camino hasta la punta nuevamente.
Jungkook mantenía la mano pesada y cálida sobre la melena teñida. Taehyung
suspiró y siguió lamiendo y chupando como si fuese un caramelo hasta que el
falo endureció y la piel húmeda se sentía caliente contra su paladar.

Jungkook sonrió satisfecho cuando Taehyung metió toda la extensión dentro de


su boca, succionando placenteramente. De pronto logró captar la sombra de
alguien caminando por un costado de la cabaña o al menos eso le pareció. Al
girar a ver de qué o quién se trataba, no encontró nada.
Taehyung seguía con su deber mientras el agarre de Jungkook sobre él se iba
debilitando. Los ojos del pelinegro permanecían en otra parte y sus sentidos
alertas estaban atentos a otra cosa. Taehyung dejó de chupar y sacó el miembro
de su boca.

—Siento que no estás de ánimos para ésto– se quejó el mayor, observando a


Jungkook desde su posición.

—Lo estoy, es solo que me pareció ver...–

El sonido de hojas secas siendo trituradas bajo el peso de algunos pasos lo hizo
callar. Taehyung abrió los ojos con asombro y de inmediato se puso en pie
tomando el bat de béisbol que había llevado con él. Se acercó a la ventana
cerca de la puerta destartalada de la cabaña, Jungkook preparó su arma y se
acercó también justo cuando el rostro empapado en sangre de un desconocido
saltaba hasta estamparse contra el cristal.

—¡Ayuda, por favor déjenme entrar!– pedía el desconocido.

Jungkook y Taehyung intercambiaron una mirada.

—Déjalo pasar– pidió Taehyung, sonriendo.


Jungkook abrió la puerta y dejó pasar al hombre con uniforme de guarda
bosques al interior. El tipo se sostuvo de Jungkook a duras penas, llorando y
sangrando de múltiples heridas en sus brazos, cuello y piernas.

—Gracias, gracias– exclamaba falto de aire.

—¿Gracias?– Taehyung lo observó de lado —debes pagar por dejarte entrar–.

El hombre lo observó confundido, su rostro lleno de barro y sangre


desagradable.

—¿No tienes dinero? No importa ¿qué tal una de tus piernas?– dijo el pelirrojo,
antes de alzar el bat en lo alto y dejarlo caer sobre la rodilla del hombre hasta
que el sonido de los huesos al crujir llenó la cabaña.

El hueso de la pierna se quebró y rasgó la piel, el grito del hombre fue sin duda
placentero para Taehyung mientras reía y aplaudía a su obra. Jungkook rodó los
ojos viendo como el tipo sangraba, lloraba y gritaba hasta convulsionar en el
suelo y perder la conciencia.

—¿Crees que algún oso lo haya atacado?– Taehyung se acercó a observar las
heridas del hombre, parecían mordidas —se ven pequeñas para ser de oso– se
encogió de hombros. —Nos desharemos de él mas tarde, vamos a terminar lo
que hacíamos, Kookie–.
El pelirrojo tomó a Jungkook de la mano y lo guió hasta el sofá polvoriento de la
pequeña sala abandonada y lo obligó a sentarse ahí de nuevo. Jungkook se
dejó hacer mientras Taehyung se sentaba a horcajadas sobre él y empezaba a
mover las caderas para restregarse contra la entre pierna del menor.

El pelinegro buscó la erección de Taehyung y masajeó por encima de la ropa


ganando un gemido ronco y largo. Ambos sonrieron y compartieron un beso
hambriento, tirando saliva, mordiendo y lamiendo. Jungkook hundió los dedos en
el cabello de Taehyung, atrayendolo más. Sus sentidos se pusieron alertas de
nuevo cuando escuchó que la madera del suelo crujió cerca de ellos.

Abrió los ojos aúnque no quería y observó por encima del hombro de Taehyung
al mismo tipo de antes cuya pierna ahora lucía grotesca dando un giro de 180
grados. Aún con una herida de tal magnitud, el hombre estaba en pie con mirada
vacía y piel muy pálida observandolos mientras jadeaba.

Un escalofrío recorrió a Jungkook quien apartó a Taehyung lentamente sin quitar


la vista del sujeto. Tenía muchos años en el negocio del asesinato como para
reconocer un muerto cuando lo veía y sin duda, ese hombre de ahí ya estaba
muerto. Tenía todo el aspecto de cadáver. Ojos sin vida, piel tan blanca que se
le notaban las venas. Pero entonces ¿por qué seguía de pie?

—¿Ahora qué?– preguntó Taehyung, molesto cuando Jungkook ya no lo besó.

—No me lo vas a creer pero...–


El chillido casi animal que soltó el guarda bosques interrumpió las palabras de
Jungkook. Taehyung giró sorprendido y aturdido cuando el hombre o mejor
dicho la criatura se movió a una velocidad impresionante hacía ellos, brincando
sobre los obstáculos en su camino.

La pierna herida se doblaba desagradablemente mientras corría pero aún así él


no se quejaba del dolor. Ni siquiera tendría que ser capaz de moverse con la
pierna así para empezar.

Taehyung saltó fuera del regazo de Jungkook justo cuando esa bestia humana
brincó al frente, Jungkook se apartó igualmente y la criatura terminó cayendo
sobre el sofá con fuerza hasta volcarlo.

No tuvieron tiempo de hablar cuando el hombre se incorporó, su pierna rota


hacía un ruido muy desagradable cuando el hueso rasgaba aún mas la piel.

La monstruosa criatura chilló de nuevo, escupiendo sangre, las venas de su


cuello hinchándose de un horrible color negruzco antes de echar a correr de
nuevo en dirección a Taehyung. El pelirrojo se incorporó a duras penas
esquivando el ataque, aquella bestia movía la mandíbula hasta casi descolocarla
por completo tirando mordidas al aire. Parecía que quisiera tragarlo entero.

No solo la velocidad era asombrosa sino que la fuerza de ese ser desconocido
era inhumana, Taehyung lo supo en cuanto la criatura logró atraparlo haciéndolo
caer al suelo y lo único que pudo hacer fue meter el bat de béisbol entre los
dientes que buscaban morderlo.

Sin embargo el hombre incrustó la dentaruda sobre la madera hasta casi


quebrarla. Taehyung abrió los ojos con asombro mientras era testigo de algo
completamente fuera de lugar. Ningún humano era capaz de destrozar un bat
con la pura fuerza bruta de sus dientes, o eso creyó hasta ese momento.

El hombre jadeaba y rugía como animal salpicando sangre y saliva sobre el


rostro sorprendido de Taehyung quien empezaba a perder fuerza en sus brazos.

De pronto un disparo resonó y la cabeza del desquiciado guarda bosques se


hizo carne molida, su cuerpo dejó de moverse y cayó inerte sobre Taehyung. El
pelirrojo permaneció con la mirada fija al techo sin moverse cuando Jungkook se
acercó para ayudarlo a incorporarse, apartando el cuerpo sin vida.

—¿Te lastimó?– Jungkook revisó al mayor rápidamente.

—Kookie... ¿Acaba de pasar lo que creo que acaba de pasar?– quiso saber
Taehyung, su voz era sería, su mirada aún perdida.

—Supongo– asintió Jungkook.


El rostro de Taehyung se iluminó, una sonrisa amplia se instaló en sus labios,
sus ojos se abrieron con extasis, su cuerpo vibró entusiasmado.

—¡Me encanta!– gritó —eso fue... ¡Wow! Y yo estaba tan... ¡Fuah! Y esa cosa
era muy... ¡Geh! Y además...–

Jungkook sonrió antes de desvíar la mirada.

—Bueno, creo que tendrás mucho tiempo para emocionarte– dijo, apuntando
hacía la ventana.

Taehyung giró solo para observar a docenas y docenas de criaturas de aspecto


desagradable tal cual cadáveres andantes caminando hacía la cabaña.

—Oh, Kookie– Taehyung tembló —me estoy poniendo muy duro, quiero
masturbarme mientras mato a todos ellos–.

Jungkook arqueó una ceja pero en el fondo debía admitir que la idea le gustaba.

—Creo que nunca hemos intentado la necrofilia– asintió.

En la cabeza de Taehyung se formó todo una fantasía sexual de ellos dos y uno
de esos aparentes zombies. Era hermosa.
Ambos se lanzaron una mirada y sonrieron antes de salir para enfrentar a las
pestes, sintiéndose los héroes de una película de apocalipsis zombie.

***

Dos semanas después.

Taehyung extendió las manos a ambos lados mientras sentía el viento en


contra. El sonido ruidoso del motor de la motocicleta atraía a todas las hordas
zombies que lo escucharan. Jungkook mantenía el ritmo constante mientras
Taehyung se creía el cristo de Río de Janeiro observando todo desde la
cúspide. Inalcanzable y libre.

—Amo ésto– suspiró.

Habían pasado tan solo dos semanas desde el inicio del fin. La humanidad se
había ido a la mierda. Corea del sur había sido declarada zona perdida. Los
militares habían hecho masacres enormes intentanto evitar que el virus se
esparciera. Hubo muerte y destrucción. Bombas y fuego. Ahora lo único que
quedaba de ese país eran zombies y unos pocos sobrevivientes.

Mientras el resto de personas luchaban por vivir un día más, encontrar ayuda y
salir de ese infierno, Taehyung y Jungkook iban tras lo que ellos llamaban "el
zombie perfecto". Una criatura que pudieran tener de mascota, un ser asqueroso
y putrefacto que les perteneciera. Hasta ahora no habían tenido suerte.

Ambos eran felices en ese nuevo mundo. No había ley, no había policías tras
ellos y lo mas importante; no era ilegal matar a nadie.

—Es hora– escuchó que Jungkook le hablaba.

Taehyung sonrió y giró hábilmente sobre el asiento de la motocicleta hasta


colocarse espalda contra espalda con Jungkook. Se sujetó con las piernas y
sacó su arma. Se trataba de un rifle militar que había robado de un cadáver
uniformado, disparaba ciento veinte balas por minuto o algo así. Era pesada
pero perfecta.

Apuntó y disparó contra la horda que los perseguía. Los cuerpos cuya carne en
descomposición se desprendía fácilmente de sus rostros caían como piezas de
dominó mientras Taehyung reía a carcajadas y seguía disparando.

—¡Vengan todos!– seguía llamándolos, disparando al aire para atraer a mas y


mas.

De pronto la velocidad de la motocicleta disminuyó hasta finalmente detenerse.


Taehyung frunció el ceño y disparó a los últimos muertos vivientes que corrían
detrás de ellos.
—¿Por qué te detienes?– preguntó molesto.

Jungkook apuntó hacía alguna parte. Taehyung buscó con la mirada hasta dar
con lo que había llamado la atención del pelinegro. Sus ojos se iluminaron
cuando notó a una de esas criaturas cerca de donde circulaban. Se trataba de
un joven chico atado con una cadena a lo que parecía ser una extraña ancla de
barco lo cual era raro.

El zombie se movía espasmodicamente como si estuviera en alguna especie de


letargo, no jadeaba o chillaba y tampoco parecía muy interesado en huir.
Taehyung observó embelesado la sangre que escurría de las heridas del chico y
entonces notó algo.

—Alto... ¡¿Jimin?!– gritó sorprendido —no puede ser ¡ahora eres un zombie, es
genial!–.

El muerto viviente ladeo la cabeza, sus musculos consumidos temblaban


impulsivamente. Taehyung bajó de la motocicleta y se aproximó a él.

—Ya, ya, ya. Taehyungie está aquí– le habló como si fuera un bebé.
—No creo que debas acercarte demasiado– negó Jungkook cuando de pronto
Jimin o lo que quedaba de él, chilló mostrando los dientes llenos de sangre y piel
humana.

Taehyung retrocedió.

—¡Malo, Jiminie, malo!– regañó —no podemos dejarlo aquí, Kookie– Taehyung
suspiró —es nuestro chico–.

Jungkook rodó los ojos ¿acaso nunca se desharía de Park Jimin ni siquiera en
un apocalipsis zombie?

De alguna manera cuando menos lo esperó, Taehyung ya había sometido a


Jimin mientras usaba la cadena para moverlo como si paseara a un perro. La
sonrisa de Taehyung era tan hermosa que Jungkook no tuvo el corazón para
decirle que no podían llevarlo.

Fue así como ataron al muerto viviente a la motociclera y arrancaron tomando


rumbo hacía su hogar mientras Jimin chillaba y se retorcía tratando de liberarse.
Las piernas del zombie hacían fricción contra el suelo haciendo que su ropa y
piel se desprendieran.

Para cuando llegaron a la vieja cabaña, Taehyung tuvo que deshacerse se unas
cuantas criaturas mas, tomándose su tiempo para bailar mientras los golpeaba
en la cabeza hasta dejar sus sesos regados alrededor. En su mente sonaba la
música de la orquesta sinfónica de Seúl o algo parecido.
Jungkook dejó que Taehyung se encargara de aquello al tiempo que se
dedicaba a llevar al zombie Jimin a rastras al interior de la cabaña. Jimin soltaba
mordidas lentas en el aire, sus ojos no enfocaban nada y la sangre coagulada
que escurría desde su labio inferior era de un color casi negro muy vomitivo.

—¿Por qué estoy haciendo ésto?– se preguntó a si mismo —debo querer


mucho a ese idiota–.

Cuando por fin logró atar a Jimin a un lugar seguro buscó a Taehyung. El
pelirrojo estaba tirado en medio de la carnicería de cadáveres putrefactos con
una sonrisa, abriendo y cerrando los brazos y piernas como si intentara hacer un
ángel sobre la nieve, solo que aquí en lugar de copos de nieve acumulados,
eran sangre, piel e intestinos en su último estado de descomposición.

—¡Vas a bañarte antes de entrar a la cama!– advirtió Jungkook desde la puerta


de la cabaña.

—Ajá– Taehyung no le dio mayor importancia, suspirando hasta que su esófago


ardió ante el hedor que desprendía la cantidad de asquerosos cuerpos.

Ese día más tarde, Jungkook observaba desde la ventana la nube de moscas
que volaban sobre la masa de criaturas despedazadas dejando un zumbido
desagradable y arrepintiendose de haber dejado que Taehyung los hiciera puré.

—Que ducha tan agradable– exclamó Taehyung apareciendo desnudo y con el


cabello aún húmedo desde la entrada. —Tengo ganas de un poco de sexo–.

Jungkook giró hacía él.


—¿Ese sexo involucra a Jimin?– preguntó justo cuando Taehyung estaba a
punto de caminar hacía el joven chico zombie.

La piel de las piernas desgarradas de Jimin dejaba un charco de sangre en el


suelo. La parte exterior de la piel se había desprendido y quemado cuando lo
arrastraron con la motocicleta y ahora solo se divisaba el músculo en carne viva,
rojo y muy húmedo.

—Creí que querías tratar un trío con un zombie ¡es nuestra fantasía, Kookie! Y
qué mejor que con Jiminie– Taehyung sonrió ampliamente.

El pelinegro suspiró.

—Primero quiero un poco de sexo común y corriente, estoy agotado. Te prometo


que mañana lo intentaremos con él–.

Taehyung esbozó un puchero pero aún así asintió y corrió a brazos de


Jungkook.

Lo hicieron ahí mismo, de pie con un zombie observándolos mientras masticaba


el aire y con un montón de putrefactos cadáveres fuera. Jungkook sostuvo a
Taehyung con fuerza por las piernas, extendiendolas ampliamente al tiempo que
embestía. Taehyung estaba contra la pared, gimiendo y sonriendo cuando las
penetraciones se volvían erráticas y dolorosas.

La posición era incómoda, la espalda desnuda de Taehyung chocaba contra la


madera gastada de la pared haciendo que algunas astillas se enterraran bajo su
piel provocando dolor y mucha más satisfacción. Jungkook apenas y había sido
capaz de bajarse el pantalón. Sus dedos marcaron los muslos de Taehyung con
dureza tomando un ritmo rápido, saliendo casi por completo del interior húmedo
para volver a enterrarse hasta el fondo.
Taehyung se aferraba a él arañando y gimiendo como animal, sus piernas se
sacudían en el aire y su espalda empezaba a doler cada vez que se arqueaba
para tomar más y más.

Los ojos del pelirrojo buscaron a Jimin. El chico estaba con esa mirada en
blanco típica de muerto viviente. Estaba observando en su dirección pero la
verdad era que no podía verlos o al menos no como a Taehyung le hubiese
gustado.

Sintió a Jungkook girar la cadera en círculos embistiendo contra su próstata,


cambiando un poco el ángulo para dar choques certeros contra ese punto
delicioso. Taehyung fue incapaz de pensar correctamente después de eso. Se
dedicó a maldecir y pedir mas placer entre gemidos incomprensibles. Marcó a
Jungkook con mordidas y arañazos desmedidos, apenas siendo capaz de
moverse para encontrar los embistes.

Cuando finalmente alcanzó el orgasmo, su vista se volvió borrosa, su espalda


dolió y cayó dormido sintiendo que temblaba de placer cuando la eyaculación de
Jungkook se vacío en su interior haciendo que su vientre doliera.

Taehyung despertó unas horas después cuando ya no había un solo rayo de sol
a la vista. Su mirada no era muy clara en la oscuridad por lo que cerró los ojos
de nuevo tratando de dormir. Estaba en la cama de la única habitación, arropado
y con Jungkook a un lado de él, podía sentirlo.

No entendía por qué motivo había despertado de su cómodo sueño pero estaba
dispuesto a conciliarlo de nuevo. Sin embargo el olor nauseabundo de algo
podrido lo hizo esbozar un gesto de desagrado. Se removió en la cama
buscando hundirse en el pecho de Jungkook para amitigar el hedor. Fue hasta
ese momento que notó el leve tintileo de una cadena moviéndose cerca.
Por un momento no pudo pensar en nada, hasta que un sonido conocido lo sacó
por completo del sueño.

Había alguien jadeando. Podía sentir el aliento caliente, gotas de saliva y el olor
maloliente que desprendía cada vez que soltaba el aire al exhalar.

Taehyung se tensó, apretando los puños a la ropa de Jungkook, tratando de


recordar dónde tenía el arma. Le sorprendía que Jungkook aún no notara la
presencia de lo que definitivamente era un zombie. Usualmente el pelinegro
tenía los sentidos tan desarrollados que notaba cualquier cosa que anduviera
mal aún si estaba dormido.

Entonces lo supo.

Se alejó del pecho de Jungkook apenas lo suficiente como para poder abrir los
ojos.

Le tomó tan solo segundos adaptarse a la falta de luz para ver la terrible
realidad.

Jungkook tenía el aspecto de un cadáver, sus ojos vacíos, la sangre que


escurría por su rostro y cuello, su piel de un tono pálido preocupante. Taehyung
soltó un jadeo lleno de incredulidad cuando el pecho de Jungkook vibrió
soltando un chillido animal.

El pelirrojo trató de alejarse pero la mano de Jungkook lo sujetó con fuerza por
la nuca, atrayendolo hacía el frente hasta que sus labios se unieron. Por un
momento Taehyung creyó que Jungkook lo reconocía y por eso mismo lo estaba
besando, pero dejó de pensar aquello cuando los dientes del menor se
incrustaron sobre la carne suave de sus labios. Taehyung intentó gritar, patear y
alejarse pero fue inútil ante tal fuerza descomunal con la que era sometido.
Sintió su propia sangre en el interior de su boca cuando la poderosa mordida
empezó a arrancar el enorme bocado hasta que de un doloroso tirón, Jungkook
logró cortar los labios para empezar a masticar. Taehyung se retorció ante la
sensación tan angustiante, rodando mientras tosía su propia sangre. No pudo
llegar lejos cuando al girar encontró a Jimin recostado al otro lado de la cama
junto a él.

Taehyung escupió entre dientes bañados en sangre observando como Jimin se


acercaba con aquellos ojos vacíos. A su espalda, Jungkook también se
aproximaba. La adrenalina y el dolor golpeó al pelirrojo deseando poder tener
labios para sonreír una última vez cuando ambos chicos empezaron a devorarlo,
arrancando pedazos de su piel en hombros, cuello, espalda y pecho.

Los músculos de sus mejillas se estiraron, sus dientes se mostraron


ampliamente. Vaya forma de "morir" pensó, abrazando a ambos muchachos,
"sus hombres".

36

Trước Sau

Taehyung conocía el procedimiento de memoría. De hecho era fácil de recordar.


Él marcaba un número de teléfono, daba la clave "TeTe busca a DiDi", daba su
ubicación, colgaba y esperaba.

—Que "clave" tan estúpida– Jungkook se cruzó de brazos y desvió la mirada, se


le notaba molesto, mas bien celoso.

—Lo mío con ese hombre pasó hace mucho, Kookie– Taehyung negó con
cansancio.
—¿Hace mucho tiempo? ¿Quieres decir hace apenas unos meses?–.

—En ocasiones todavía sueño con matarte– Taehyung suspiró y se sentó en la


orilla de la acera para esperar.

Estaban cansados, mojados, con los ánimos por los suelos. Taehyung nunca
pensó que llegaría el momento en que se vería obligado a huir. Él jamás huía y
aún así ahí estaba. Incluso parecía patético. Quizás así era como las historias
de asesinos famosos terminaba. ¿Cómo acabaron Charles Manson o Jeffrey
Dahner? Ya ni siquiera lo recordaba.

—¿La vida en prisión será buena?– se preguntó en voz alta, alzando la mirada.
—Vaya... Jamá me había detenido a ver un atardecer antes– mencionó al notar
la estela rojo, naranja y púrpura que dejaba el sol al ocultarse. —¿Nunca te has
preguntado qué tipo de vida habrías tenido si no estuvieras haciendo lo que
haces ahora? Una vez le pregunté eso a uno de mis profesores de primaria...–

—No es momento para tiempos de reflexión y filosofía para reencontrarte a ti


mismo– Jungkook escuchó el sonido de un vehículo acercándose y se mantuvo
alerta.

Se habían detenido en un terreno empedrado a orillas de la carretera junto a una


gasolinera. Habían tenido que recurrir al robo para obtener unas pocas monedas
para realizar la llamada. Jungkook estaba herido, había perdido sangre y su
brazo estaba peor que antes. Cuando el auto se detuvo frente a ellos, Taehyung
se puso en pie y se acercó.

—¡Hola, hola!– exclamó una voz femenina cuando la ventanilla descendió.

Taehyung entre cerró los ojos tratando de reconocer a esa persona y no fue
difícil.

—Hyuna...– dijo sin ganas, desviando la mirada hacía el hombre muerto y


momificado que ocupaba el asiento de pasajero a lado de la chica. Vestido con
una camisa que seguro valía mas de quinientos dólares y unos lentes de sol con
incrustación de diamantes.

—¡Tae~! ¿Vas a dormir de nuevo con mi hermano?– preguntó ella.

Taehyung estaba seguro de haber escuchado a una bestia rugir y estaba seguro
de que esa bestia era Jungkook quien aguardaba detrás de él.

Los ojos escruradores de aquella pelirroja se desviaron burlonamente hacía el


pelinegro al tiempo que su mano con largas uñas en forma puntiaguda
acariciaban la cabeza del hombre momificado.

—De hecho... Tengo novio– dijo Taehyung y apuntó a Jungkook.


—Bueno pero eso no es problema– sonrió ella —mi hermanito Hyojong le da a
todo ¡incluso a mi!– Hyuna soltó una carcajada. —El punto es, que tiene de
sobra para ambos– guiñó un ojo y apuntó hacía atrás. —Suban, niños–.

Jungkook sostuvo del brazo a Taehyung antes de que pasara al asiento trasero
del auto.

—¿Estás seguro de ésto?– preguntó con impaciencia.

—Para nada– Taehyung fue honesto al responder —pero no tenemos mas


opción. Él puede sacarnos de ésto vivos, lo que pida como pago por eso, estoy
dispuesto a aceptarlo–.

—¿Incluso si te pide que duermas con él?– Jungkook arqueó una ceja, su
mandíbula fuertemente apretada y su agarre en el brazo de Taehyung severo.

El pelirrojo no respondió. Sabía que Jungkook era posesivo y celoso y sabía


además que lo quería demasiado como para permitir que los atraparan. Ambos
debían huir juntos, salir de eso juntos. ¿Qué mas daba un poco de sexo si con
eso lograban mantenerse unidos? Pero Jungkook no lo veía de esa manera.
—Min Yoongi, estás bajo arresto por complicidad– sentenció Namjoon al tiempo
que colocaba las apretadas e incómodas esposas sobre las muñecas del
nombrado.

—¿Me estás jodiendo?– Yoongi preguntó con incredulidad, observando al


moreno alto con gesto atónito. —¡Fui secuestrado por esos idiotas! Yo fui la
víctima aquí, fui un rehén–.

Namjoon fingió que no lo escuchaba mientras lo dirigía hacía una de las


patrullas cercanas.

—¡¿Dónde están las jodidas pruebas?!– insistía.

—Las habrá– Namjoon habló apenas lo suficientemente alto como para que solo
el otro lo escuchara.
De pronto Yoongi sintió una sensación amarga y pesada cayendo sobre él.

—Estás con Seokjin...– dijo como afirmación —¿también estás en sus negocios
sucios o solo eres el perro entrenado que mueve la cola y hace todo lo que le
ordena?–.

Namjoon se detuvo frente a la patrulla y golpeó disimuladamente las costillas de


Yoongi haciéndolo doblar del dolor y escupir un poco de agua estancada en sus
pulmones.

—Cuida tus palabras, aquí el único perro siempre has sido tú– murmuró el
moreno antes de empujarlo dentro del auto y cerrar la puerta de golpe.

Yoongi se tensó. Jamás imaginó que Namjoon llegara a traicionarlo de esa


manera. Se preguntó si Hoseok estaría enterado de todo aquello también,
quizás incluso Suran. ¿Acaso todos estaban de lado de Seokjin excepto él?
Ahora parecía probable.

Observó a Namjoon dar toda la vuelta al auto hasta llegar a la ventanilla del
conductor donde el oficial a cargo esperaba ya listo para partir. El moreno se
agachó para poder hablarle.

—Has que parezca accidente– pidió, extendiendole apuntando al arma.


Yoongi sintió el cólera subir por su garganta.

—¡Creí que eras mi amigo, hijo de puta!– gritó con sincero sentimiento de
traición y dolor.

Namjoon lo observó en silencio y sonrió.

—¿Amigo?– repitió con burla —a estas alturas ya deberías saber que en


nuestro mundo oscuro no existe algo como la amistad. Los amigos no son reales
para la gente como nosotros, solo se trata de personas que buscan conseguir
algo de ti– dijo —nos vemos en el infierno, Min–.

Yoongi apretó los puños con fuerza sintiendo que todo su cuerpo dolía. A la
distancia alcanzó a ver a Seokjin quien se veía de todo menos feliz. Una camilla
movía el cuerpo inerte de Park Jimin lejos de la escena hacía una de las
ambulancias. Alcanzó a divisar algo parecido a un par de esposas. ¿Por qué lo
esposaban a la camilla si ya estaba muerto? Se preguntó y obtuvo la respuesta
cuando vio como Namjoon se acercaba al oficial que iría en la ambulancia.

Planeaban rematar a Jimin y acabarlo a él. Esos imbéciles iban en serio, no


querían dejar cabos sueltos en ninguna parte. Jimin estaba cerca de la muerte
así que ¿para qué gastar una bala en él? Para estar seguros de que no "volvería
de la muerte" como lo había hecho antes.
El auto avanzó lejos tomando carretera abierta. Yoongi observaba al oficial que
conducía pacíficamente, no recordaba haberlo visto antes. El infeliz estaba
tomando un camino completamente despejado para no tener que lidear con mas
testigos de los necesarios.

—¿Alguna vez se te ha aparecido algún demonio?– preguntó tratando de sacar


conversación a quien sería su verdugo.

El oficial no respondió, ni siquiera lo volteó a ver.

—¿Alguna vez has tenido un accidente en auto?– insistió, el policía esta vez giró
a verlo por el retrovisor. —¿No? Pues hoy es el día en que lo tendrás– continuó,
alzando las manos para mostrarle que había logrado forzar las esposas
cromadas que lo mantenían cautivo.

El oficial frenó justo cuando Yoongi se tiraba al frente hasta rodear el cuello del
hombre con su brazo sano desde la parte trasera, apretando duro y con fuerza.
La respiración del policía se cortó y sus pies lucharon pateando en el aire,
haciendo que el auto acelerara de nuevo. Sus manos se movían buscando su
arma y el volante sin rienda provocaba que el vehículo se meneara y chocara en
todas direcciones.

Yoongi metió mas presión a su agarre a pesar de sentir que sus huesos dolían y
sus heridas se rasgaban con cada nuevo movimiento. El hombre al que
intentaba ahogar logró dar con su arma y empezó a disparar hacía atrás
tratando de darle.
El sonido del disparo se perdió junto con el de los neumáticos moviéndose
frenéticamente contra el asfalto. Llegó un momento en el que el auto chocó
contra algo que no pudo identificar y el arma salió volando lejos de la mano del
oficial quien empezaba a perder fuerza en su cuerpo. El impacto los dejo a
ambos ligeramente aturdidos pero aún así Yoongi no soltó el agarre. La falta de
oxígeno finalmente hizo que el hombre perdiera la consciencia, su rostro
tomando casi un tono amoratado.

Yoongi respiró un poco mas en calma notando hasta ese momento que el cristal
de las ventanillas había explotado prácticamente en su rostro durante el choque.

—¿Ahora qué?– se preguntó.

Seguramente sería buscado como traidor. Su vida pacifica había terminado. En


ese momento mientras se recuperaba de toda la conmoción una sola palabra
cruzaba por su mente una y otra vez; VENGANZA.

37

Trước Sau

Era un hombre de complexión delgada, ojos audaces y labios obscenos. Sonreía


con cierto toque cínico y sacaba su lengua cada vez que podía, mostrando la
bolita de metal que la atravesaba. Jungkook lo detestó desde un principio.
—Mi querido Taehyung, sabía que volverías a mi– fue lo primero que dijo
cuando vio al pelirrojo, extendiendo sus brazos para que se acercara.

Jungkook emitió un sonido de advertencia casi animal cuando Taehyung hizo


siquiera el intento por dar un paso en su dirección.

—Tengo... Novio ahora– se excusó el pelirrojo, apuntando hacía Jungkook —lo


siento Hyojong–.

La expresión del sujeto se convirtió en una de sorpresa y burla mientras


analizaba a Jungkook con detenimiento sin mostrarse avergonzado cuando el
pelinegro le sostuvo la mirada con ferocidad.

—¿Tú con novio?... Imposible– Hyojong soltó una carcajada —que divertida es
la gente hoy en día. Pero pasen, no se queden ahí, parecen perros callejeros–.

Hyojong abrió la puerta de la enorme casa de estilo campestre para que


pudieran pasar. Dos hombres fornido custodiaban la entrada con miradas
severas, otros dos patrullaban a los alrededores y otros más se esparcían en los
límites de la propiedad y el interior de la misma. Seguro había muchos otros.
Todos llevaban armas y miradas desconfiada. Jungkook sintió como Hyuna le
pasaba la mano por la espalda para luego darle un empujón para que terminara
de pasar al interior.
—Así que... Supongo que tienen problemas– Hyojong avanzó por el pasillo
principal hasta la sala, sus pasos eran largos y medidos, parecía flotar sobre la
alfombra.

Taehyung soltó un suspiro, jamás imaginó regresar a ese lugar. La sensación de


sentirse enjaulado era familiar. Taehyung solía ir a esa casa un poco demasiado
seguido. Se ponía incómodo cuando iba pero a final de cuentas nunca duraba
mucho y conseguía dinero fácil sólo por meter su polla en el agujero de Hyojong.
Lo que nunca le gustó fue que siempre tenían expectadores. A Hyojong le
gustaba que su hermana los viera tener sexo y no sólo Hyuna, sino también los
cadáveres momificados que le gustaba coleccionar.

Ahora el sentimiento era algo nostálgico y muy distante, como si hubiese pasado
en otra vida.

—¿Fueron ustedes?– Hyojong apuntó al televisor encendido en la sala.

Taehyung desvió su atención hacía la pantalla en donde los noticieros hablaban


sobre una serie de accidentes y persecuciones que habían azotado la zona de
un pequeño poblado a dos horas de Seúl.

—¿Han pasado nuestras caras?– quiso saber.

—No, dicen que no hay mucha información sobre los involucrados y las
autoridades no quieren hablar al respecto– fue Hyuna quien respondió.
Taehyung no se sorprendía, ese tipo Seokjin los quería bajo el radar. Ni siquiera
le habían sacado fotografías cuando estuvo bajo custodia.

—Háblame, pequeño tigre– Hyojong se dejo caer en el sofá más grande de la


sala sacando un cigarrillo electrónico para colocarlo en sus labios.

—Necesito que nos saques del país– pidió Taehyung, directo al punto. —Un
lugar donde no corramos el riesgo de ser extraditados–.

—¿Qué recibo a cambio?– los ojos de Hyojong se desviaron hacía Jungkook.

Taehyung sintió algo agrio y punzante atravesarlo. Se interpuso entre ellos de


inmediato. Sabía que Jungkook era justo el tipo de Hyojong, hombres fuertes a
quienes les gustaba tener el control en todo momento. A Hyojong le gustaba
hacer cosas raras en la cama, usualmente él controlaba las situaciones pero en
el sexo prefería ser sumiso y perverso.

—Él no está interesado... Te pagaremos de otra manera– dijo de inmediato,


Jungkook era suyo nada mas.

—¿Qué otra manera? No tienes nada de valor, cariño– Hyojong hablaba como si
se burlara —o me prestan sus pollas o no hay trato–.
—¿Sólo piensas en sexo?– exclamó Taehyung, estresado.

—Follar es uno de los mayores placeres de la vida. Ustedes no me sirven para


otra cosa que no sea eso. Sin ofender pero, si quisiera matones, contrataría
profesionales que no dejen huellas de lo que hacen y evidentemente ustedes
son de todo, menos discretos– apuntó de nuevo al televisor.

Taehyung giró hacía Jungkook con gesto indescriptible. No quería que el


pelinegro se involucrara con ese infeliz pero necesitaban salir de Corea o
terminarían muertos.

—Nos vamos entonces– respondió Jungkook.

Taehyung sabía que sus opciones eran limitadas, no había una salida fácil.

—Alto– interrumpió Hyuna, moviéndose hasta quedar cerca de su hermano


antes de sentarse sobre las piernas de éste sin despegar la mirada se la
peculiar pareja de chicos. —Quiero ver un poco de acción. Si tiene sexo frente a
mi y me dejan grabarlos quizás pueda convencer a mi hermano de que los
ayude– sonrió con dulzura.

Taehyung se tensó pero luego lo pensó mejor. Aquello era una opción. No es
como si nunca hubiesen tenido expectadores mientras follaban, es decir, Jimin y
sus presas los veían todo el tiempo. A Taehyung le gustaba ser exhibicionista
algunas veces y no era un secreto para nadie. Le gustaba ser observado. El
sentimiento era de gozo y satisfacción en muchas maneras. Claro que no estaba
seguro de que Jungkook pensara lo mismo que él.

Sus ojos giraron hacia los del pelinegro en cuestión. Jungkook tenía una mirada
seria y letal. Parecía estarlo considerando también.

—¿Quieres grabar una porno?– preguntó Jungkook, escupiendo las palabras


con burla severa. —No sé si lo hayas notado pero... Estamos hechos un asco
justo ahora y ni siquiera creo que se me pueda parar. A pasado demasiado en
muy poco tiempo, es tuvimos a punto de morir, he estado cerca de tantas
explosiones que incluso ya no puedo escuchar con el oído izquierdo...–

—Pretextos– interrumpió Hyojong —si mi princesa quiere verlos follar entonces


por mi está bien. Haría cualquier cosa por ella así que, todo depende de
ustedes. ¿Quieren que los ayude a salir de Corea? Hagan lo que ella dice–.

Jungkook frunció el ceño mientras veía la mano de Hyojong recorrer las piernas
de Hyuna con suaves caricias. ¿Que no eran hermanos? Pero la verdad era que
no podía concemtrarse debidamente. Estaban contra la espada y la pared.

—¿Kookie?– la voz de Taehyung lo distrajo —podemos hacerlo, no será difícil–.

Jungkook suspiró. Claro que no sería difícil pero de verdad no se sentía con
humor en ese momento. Él nunca había sido un buen perdedor, saber que la
policía lo había llevado a una zona sin salida lo hacia sentir patético y estúpido.
Había perdido contra idiotas con placas... Peor aún, había perdido contra el
imbécil que le había disparado cuando era niño.

—Bien– asintió a regañadientes y por algún motivo Taehyung pareció mas feliz
de lo que hubiera imaginado.

—¡Prepararé mi cámara y la sala de juegos!– Hyuna sonrió radiante antes de


girar hacia Hyojong y depositar un beso en los labios de éste.

—Creí que eran hermanos– murmuró Jungkook, acercándose a Taehyung.

—¿Conoces el incesto no?– el pelirrojo sonrió con malicia.

—Mi propia madre me usaba para sus perversiones sexuales, por supuesto que
conozco el incesto– se quejó, molesto.

Taehyung desvió su atención a Hyojong.

—Necesito darme un baño primero– dijo.

—Sabes dónde está el baño, amor–.


Jungkook soltó un rugido cual bestia, advirtiendo al maldito aquel que no se
pasara de listo con su pelirrojo.

—¿Vamos?– Taehyung le extendió la mano.

Jungkook entrelazo sus dedos con los de éste y se dejo guiar. Justo como lo
sospechó, la casa estaba llena de hombres armados con caras de mafiosos
tatuajes de símbolos extraños. Ninguno de ellos los detuvo mientras avanzaban
e incluso saludaban a Taehyung como si lo conocieran de toda la vida. De
pronto la realidad golpeó a Jungkook. Claro, Taehyung había ido muchas veces
a esa casa en el pasado. Era estúpido ser celoso a esas alturas pero Jeon
Jungkook había nacido para celar a Taehyung en esa vida y en las siguientes,
nadie podía decirle lo contrario.

—Será divertido– escuchó hablar a Taehyung —este par de hermanos saben


como divertirse–.

—¿Seguro que debemos confiar en ellos?–.

—No, pero tampoco es como si tuviéramos otras opciones ¿o si?– Taehyung


lanzó una mirada por encima de su hombro y le sonrió.

Llegaron hasta un baño que parecía mas bien una recamara completa. Los
colores dorados predominaban. Había un jacuzzi, una regadera como para cinco
personas, un lava manos gigante y una taza de baño bañada en oro que parecía
haber sido sacada de un ridículo catálogo para millonarios excéntricos.

Taehyung ayudó a Jungkook a sacarse la ropa, tomándose un tiempo para


observar las heridas del pelinegro. Sin duda la peor parte se la había llevado el
brazo. Su carne estaba desprendida en esa parte pero empezaba a tomar una
ligera costra aún sangrante debido a lo que se había puesto para detener la
hemorragia. Tenía hematomas en todo el cuerpo, golpes y raspones. Sin duda la
había pasado peor que él.

—Te voy a dar una mamada– advirtió antes de caer de rodillas sobre el suelo
frío del baño.

Jungkook detuvo los movimientos del pelirrojo casi de inmediato.

—Aún no, estoy agotado y si lo haces ahora ten por seguro que no aguantaré la
primera ronda de sexo– dijo, sintiéndose un poco mortificado al tener que admitir
que su polla no daba para mas.

Taehyung suspiró y abrazó las piernas de Jungkook hasta que el miembro


flacido de éste se pegó contra su mejilla.

—Estoy triste por Jimin. Me agradaba ese bastardo– confesó.


Jungkook no podía decir lo mismo pero le dio una leve palmada en la cabeza a
su pelirrojo en forma de apoyo.

—Kookie... ¿Puedo decirte la verdad?– insistió Taehyung, restregando su mejilla


contra la polla que empezaba palpitar y endurecerse a pesar del cansancio.

—Claro– asintió Jungkook.

Los ojos de Taehyung se encontraron con los suyos. Sus labios se abrieron pero
volvieron a cerrarse casi de inmediato, dudando.

—Olvídalo– su mirada cayó sobre el miembro semi erecto de Jungkook,


sonriendo antes de depositar un suave beso sobre la punta de éste.

Jungkook soltó un jadeo, tirando del cabello de Taehyung con fuerza para
obligarlo a alzar la cabeza.

—Pensándolo bien, creo que puedo aguantar así que abre la boca– decidió.

Taehyung sonrió complacido y tomó la extensión entre sus labios para chupar
apenas un poco la punta salada, soltando un gemido lleno de placer cuando se
endureció un poco mas. Jungkook sonrió al escucharlo ronronear como gatito,
obligándolo a tomar mas de su polla con un leve empujón.
Taehyung enterró sus uñas en la piel de los muslos de Jungkook y recibió el
pene con gusto, tragando hasta sentir la punta sobre su garganta, gimiendo y
succionando con mas fuerza hasta sentirse asfixiado. Jungkook empezó a
embestir contra esa suave y caliente boca tratando de enterrarse mas profundo
con cada nueva estocada.

Los ojos de Taehyung se tornaron llorosos y deseosos mientras dejaba que su


boca fuera usada. De pronto su mirada se dirigió a otra parte por detrás de
Jungkook quien se tensó visiblemente cuando sintió otra presencia en el baño.

—¿Empezaron sin nosotros?– Hyuna tenía una expresión de decepción en el


rostro, la video cámara en sus manos estaba grabando.

—¡Aún no nos damos un baño, fuera de aquí!– ordenó Jungkook, sacando su


polla de la boca de Taehyung quien parecía confundido.

—Y aún así están dándose un oral– la chica negó mientras caminaba hacia ellos
—eso no se hace. Mira hacia acá, Tae. Tu rostro se ve adorable con ese líquido
pre seminal escurriendo de tus labios. ¿Crees que puedas terminar sobre su
rostro? sería una gran toma–.

Jungkook pensó en gritarle algo al respecto pero se detuvo cuando giró hacia
Taehyung y lo encontró sonriendo a la cámara mientras mostraba sus mejores
ángulos y mostraba sus obscenos labios rojizos con orgullo.
—Debe ser una broma– murmuró, sintiendo que perdía la erección mientras el
pelirrojo alardeaba sobre como le gustaba que le follaran la boca.

Quizás ese sería el sexo mas incómodo que tendría en su vida.

38

Trước Sau

Taehyung podía llegar a ser alguien cínico y arrogante cuando quería y a


Jungkook ya no le sorprendía tanto como hubiese esperado. Sin embargo había
creído que en una situación como aquella en la que casi terminan muertos y
estaban a punto de ser atrapados, el pelirrojo se tomaría las cosas mas en serio.
Se equivocó, evidentemente. Taehyung estaba lejos de parecer preocupado, tan
relajado y confiado que incluso tenía cabeza para el sexo.

-¡Bienvenidos al cuarto de juegos!- dijo Hyuna y abrió la pesada puerta de


madera hacia la cual los había dirigido. -Aunque Taehyung ya lo conocía-
agregó la chica.

Jungkook lanzó una mirada al pelirrojo pero éste fingió que no notaba la presión
de aquellos profundos ojos oscuros sobre él y continuó caminando tras la chica
hasta pasar al interior de la habitación.

-Tenemos de todo por aquí- Hyuna señalaba los estantes de madera que
colgaban de las paredes laterales.
La habitación era ridículamente grande como todo en esa casa. Había una cama
decorada al mas puro estilo victoriano, alfombra que cubría casi todo el suelo, el
techo estaba acondicionado con ganzuas y demás soportes para cadenas y
cuerdas, había juguetes sexuales y un sinfín de elementos para el
sadomasoquismo que Jungkook en su vida había visto.

-¿Qué clase de Christian Grey es este tipo?- dijo entre dientes, sintiéndose cada
vez mas incómodo y molesto.

-Al contrario de ese sujeto que mencionas- interrumpió Hyojong, apareciendo de


pronto -prefiero que me dominen-.

Jungkook recorrió al tipo con desagrado. Iba enfundado en una suave y delgada
bata de seda blanca con decoración en tonos dorados. El cinturón que le
ayudaba a mantener la bata en su lugar estaba demasiado flojo y pareciera que
en cualquier momento se abriría y dejaría al descubierto su cuerpo desnudo. El
hombre llevaba una botella de algún vino costoso en una mano y dos copas de
cristal fino en la otra. Sus ojos sostuvieron la mirada de Jungkook con malicia,
su lengua escurridiza asomó por entre sus labios mostrando la pequeña bolita
de metal que tanto le gustaba presumir.

-¿Están listos?- Hyuna ya estaba preparando la cámara sobre un trípode,


apuntando directo a la enorme cama.
Cuando menos lo había notado la chica ya se había quitado la ropa y ahora
andaba con los senos de fuera y su parte baja solo era cubierta por una diminuta
prenda de encaje. Y no solo eso sino que Taehyung ya estaba sin ropa también,
posando sobre la cama con el culo empinado al aire y las piernas muy abiertas
mientras hablaba de lo bien que se sentían esas sábanas de calidad sobre su
piel.

Por un momento Jungkook tuvo el presentimiento de que estaba a punto de ser


partícipe de una orgía.

-¿Nervioso?- Hyojong se acercó a él de nuevo, ahora llevaba la bata abierta y


justo como lo sospechó, iba desnudo.

Jungkook recorrió el delgado cuerpo del hombre lleno de cicatrices de


mordeduras y hematomas en forma de dedos sobre sus caderas, parecía que lo
habían follado hace poco. Sin embargo eso no fue lo que llamó su atención sino
las perforaciones que llevaba en ambos pezones. Sus ojos se dirigieron mas
abajo al notar una perforación mas en su ombligo, una pequeña bolita en color
azul. Luego bajó aún mas la mirada hasta notar el piercing en la punta del pene
el cual empezaba a ponerse duro.

-¿Te gusta lo que ves?- escuchó la voz ronca de Hyojong demasiado cerca.

Al alzar la mirada se encontró con los ojos dilatados del hombre viendolo como
si fuese un trozo de comida. Jungkook sintió un escalofrío.
-Puedes tocar si quieres- sonrió Hyojong.

-No, gracias- negó Jungkook pero su voz sonó mucho mas baja de lo que le
hubiera gustado, poco convincente.

-También tengo uno- exclamó Hyuna, bajándose la única prenda que le quedaba
en el cuerpo hasta enseñar sus partes y mostrar orgullosa el piercing que le
atravesaba el clitoris.

Jungkook pudo sentir el dolor de esas perforaciones como si fuese el suyo


propio.

-Lindo- asintió cuando notó que la chica esperaba una respuesta de su parte.

-Gracias- ella le sonrió antes de apuntar a la cama -tu ángel te espera-.

Jungkook desvió la mirada hacia Taehyung tan solo para sentir que su polla
palpitaba cuando lo encontró enfundado en unas pequeñas alas de plumas
blancas. Los ojos del pelirrojo eran de pura emoción cuando pestañeo y sonrió
con fingida dulzura. Si, definitivamente ver a Taehyung era lo único que le
provocaba una erección casi al instante. El pelirrojo tenía algo que le provocaba
satisfacción y excitación con tan solo verlo.

-Kookie- Taehyung alzó los brazos hacia él.


Jungkook dio un paso al frente pero alguien lo obligó a detenerse y girar. Antes
de poder reclamar, sintió los labios de Hyojong sobre los suyos y luego la lengua
de éste buscando entrar al interior. Jungkook se tensó cuando sintió la
sensación de la bolita metálica rozar su lengua y paladar lanzando ráfagas de
cosquilleos que luego se convirtieron en placer. Justo cuando estaba por
alejarse sintió que una pastilla rodaba por su garganta dejando un sabor amargo
cuando la tragó. Se apartó de inmediato, llevándose la mano a la garganta
mientras su mente procesaba.

-Tranquilo, no es nada letal- sonrió Hyojong, mordiendo su labio inferior con


insinuación.

Jungkook giró en busca se Taehyung solo para encontrarlo devorando la boca


de Hyuna con pasión. Sintió que le hervía la sangre cuando la cara de Taehyung
se convirtió en una de placer. Se encaminó hasta ellos quienes permanecían en
la cama y apartó a la chica sin molestarse en ser amable.

Taehyung parpadeo confundido antes de sonreír.

-Kookie...- dijo, alzando los brazos de nuevo hacia él.

Quería reclamarle y quizás incluso "castigarlo" pero en ese momento solo


pensaba en sacar fuera todo el estrés que llevaba acumulado así que lo obligó a
abrir las piernas y penetró de una sola embestida sintiendo que el interior de
Taehyung de rasgaba hasta tomarlo. El pelirrojo gritó y lloró de dolor mientras
sus piernas se enredaban alrededor de la cintura de Jungkook y tomaba la larga
extensión con una expresión de angustia.

-Eso debió doler- escuchó decir a Hyuna, pero ninguno de los dos giró hacia el
par de hermanos.

Taehyung derramó un par de lágrimas y sonrió, moviendo sus caderas en


círculos.

-¿Ya estás cansado?- dijo cuando notó que Jungkook permanecía muy quieto,
sudor cayendo por su rostro y un calor extraño emanando de él. -¿Kookie?-.

El nombrado alzó la mirada, sus ojos se veían mas oscuros y profundos, su


rostro estaba serio pero tenía algo extraño a su alrededor, como si fuese un
animal. Taehyung sintió un escalofrío cuando su propio cuerpo empezó a sentir
la corriente de calor casi sofocante. Sentía que perdía un poco el control sobre
sus movimientos, hormigueos constantes iban directo hacia su polla. Todavía ni
empezaban y ya sentía que se volvía loco.

-Nos dieron...- murmuró, captando lo que ocurría.

-Solo es un afrodisíaco, los hará sentir bien y les quitará el cansancio que
sentían- explicó Hyuna, al tiempo que se sentaba sobre las piernas de Hyojong
en un sofá cercano.
Taehyung no tuvo tiempo de responder, simplemente no podía pensar en otra
cosa que no fuera follar. Se sentía caliente y perdido. Quería placer, lo
necesitaba.

Al parecer Jungkook le leyó el pensamiento porque lo siguiente que supo fue


que Jungkook embestia contra él con una fuerza atemorizante. Taehyung tenía
las piernas muy abiertas sobre los hombros del pelinegro mientras éste
empleaba su fuerza y velocidad para enterarse en la estrecha entrada sin
importarle mucho si daba placer a Taehyung o no. La verdad sea dicha, en ese
momento el pelirrojo se sentía tan drogado que no podía ni hilar pensamiento y
su cuerpo se encontraba tan sensible que cualquier roce lo hacía casi llegar al
orgasmo.

Sus ojos desenfocados trataban de buscar a Jungkook pero lo único que podía
ver eran manchas borrosas y la luz que los rodeaba le impedía abrir
correctamente los párpados. Sentía descargas de placer por todo el cuerpo, su
calor y el de Jungkook se mezclaban hasta que sintió que estaba nadando en un
mar de desagradable sudor en donde no sabía si era suyo o no. Pero no podía
obligarse a que le importara, la sensación de excitación era mucho mas fuerte
que la de desagrado o cualquier otra que pudiera tener.

Ni siquiera sintió en qué momento fue girado hasta terminar a cuatro, con el
rostro pegajoso estampado contra las sábanas frías, sintiendo el choque
obsceno del vientre de Jungkook contra su trasero. Sentía que algo le dolía pero
no tenía idea de qué. Era un dolor físico que terminaba por perderse bajo toda la
marea de placer constante. Se escuchó a si mismo llorando y gimiendo cuando
su próstata fue descaradamente embestida una y otra vez hasta que de pronto
solo fue consciente de sentir los chorros de su propio semen derramándose.

Cerró los ojos un instante después de eso y tan solo despertó quien sabe cuanto
tiempo después cuando sintió una respiración pesada sobre su cuello. Cuando
logró enfocar lo suficiente, notó el cuerpo de Jungkook sobre él, penetrando sin
descanso sobre su agotado cuerpo. Taehyung frunció el ceño y jadeo al notar su
polla aún erecta escurriendo tiras de algún líquido transparente que ya no podía
ser considerado semen.

Alzó la mirada y observó a Jungkook con detenimiento. El pelinegro parecía un


poco mas consciente pero seguía perdido en el calor del sexo. Taehyung buscó
a Hyuna y Hyojong con la mirada hasta encontrarlos sobre el sofá
intercambiando besos mientras la chica masturbaba desicadamente a su
hermano.

Volvió la mirada a Jungkook y le sonrió.

-Te amo- le dijo, su voz sonando horriblemente jodida y temblorosa.

Jungkook le sostuvo la mirada antes de besarlo. Era un beso lento y pausado.

-También te amo...- asintió el pelinegro.


Taehyung sentía su cuerpo pesado cansado. Ni siquiera podía moverse así que
se mantuvo en esa posición con los brazos extendidos y la vista perdida sobre el
techo. Fue hasta ese momento que notó que había un espejo colgando del
techo que antes no había estado ahí o al menos él no recordaba. Ver la espalda
amplia y musculosa de Jungkook mientras embestia contra él era increíble, sin
embargo sus ojos estaban fijos en otra cosa. En el par de piercings que
colgaban de sus propios pezones.

39

Trước Sau

Namjoon no esperaba que las cosas resultaran tan catastróficas. Había


esperado que Seokjin se mantuviera tranquilo pero en cambio el hombre había
entrado en pánico y había arruinado muchas cosas. Yoongi había huido y los
padres de Jimin habían aparecido antes de poder asesinarlo, ahora el chico
estaba bajo la jurisdicción de la policía de Seul.

Sus ojos leyeron el informe con atención mientras Hoseok acomodaba su


escritorio con lentitud. Su rostro era deprimente.

—No puedo creer que Yoongi nos haya traicionado– seguía diciendo.

Namjoon desvió la mirada hacía él, los ojos de su compañero eran adornados
por un par de círculos negros y profundos. Jamás había visto ojeras más
pronunciadas. Claro que la supuesta traición de Yoongi había tomado a todo el
departamento de crímenes especiales por sorpresa. Nadie había esperado que
Min Yoongi tuviera un pasado tan turbio. Por supuesto Seokjin se había
encargado de destapar los archivos "secretos" de Min para que no hubiera lugar
a duda de lo que ese hombre era capaz de hacer.

Y claro que los verdaderos traicioneros habían sido otros. La información oficial
que se le había dado a los medios de comunicación era que Min había sido
cómplice y partícipe en la muerte de algunas cuantas docenas de inocentes.
También se le había acusado de conspiración y ayudar a la fuga de peligrosos
criminales. Seokjin se había tomado muy en serio lo de querer hundirlo. Ahora
Yoongi era uno de los más buscados en todo Corea del sur.

Todos se había creído la farsa, excepto Suran, a esa mujer no se le engañaba


con facilidad. Quizás Seokjin buscara deshacerse de ella en un futuro cercano
también.

Namjoon se puso en pie y caminó hacía la oficina privada de Seokjin con el


archivo de autopsia que les había llegado apenas esa mañana. El jefe estaba de
pie frente a la ventana, los ojos del mayor giraron para encontrarlo.

—Según el ADN los cuerpos que se encontraron en el auto que estaba


accidentado a un lado de la autopista corresponden a Kim Taehyung y Jeon
Jungkook. Los de vialidad afirman que fue un accidente, ellos iban demasiado
rápido, derraparon y volcaron. Dicen que estaban intentando huir. El vehículo
hizo explosión casi de inmediato– explicó Namjoon.

Seokjin escuchó en completo silencio, su mirada ausente y perdida en un punto


fijo.
—¿Entonces está hecho? ¿Así de simple? ¿Están muertos? ¿Murieron de una
forma tan... Patética?–.

Namjoon se encogió de hombros.

—Hicieron la prueba tres veces para asegurarse. Ellos sabían que no iban a
durar mucho tiempo sin ser atrapados. Quizás consideraron una mejor idea el
morir juntos que ir a prisión o ser asesinados por alguien más–.

—Crees que fue suicidio– dijo Seokjin, aquello era una afirmación pero Namjoon
asintió de todos modos.

Tenía sentido, de verdad que lo tenía pero entonces... ¿Por qué sentía que no
era real? Tal vez sólo le parecía demasiado estúpido que esa "historia"
terminara tan rápido y abruptamente como había iniciado. Seokjin se arrepentía
un poco de haber intentado usar a ese par de dementes para asesinar a Yoongi.
Ahora esos dos no estaban pero había dejado con vida a quien probablemente
fuera un enemigo mucho más letal que Taehyung y Jungkook juntos.

—Nuestro negocio ilegal sigue a salvo, relájate por ahora– Namjoon sonrió con
malicia mostrando su par de hoyuelos y regresó a su escritorio, observando el
asiento vacío en el que solía ver a Yoongi casi siempre cayendo de sueño. Sus
ojos pasaron a su propio escritorio en donde encontró una pequeña caja de
cartón que antes no había estado, un paquete.
—¿Y esto?– quiso saber, dirigiéndose a Hoseok.

—Un repartidor lo dejo para ti– contestó Hoseok —me voy a casa, hasta
mañana–.

Namjoon se despidió de su compañero sin prestar mucha atención y analizó la


caja con demasiada cautela. Se sentó en su lugar con calma y suspiró sin dejar
de lanzar miradas desconfiadas hacía el paquete de aspecto dudoso. Luego de
unos minutos en los que nada ocurrió decidió abrirlo con cuidado esperando que
no fuese un explosivo o algo aprecido.

En el interior había simplemente un sobre en blanco. Namjoon dudó antes de


introducir la mano y tomarlo, aquello le daba muy mala espina pero a final de
cuentas pudo sacar el sobre sin que nada extraño le rociara la cara o algo
similar. En uno de los laterales del sobre se leía una única frase; "¿puedes
guardar un secreto?". Apretando los labios en una línea recta abrió lo que al
parecer era una carta y contuvo el aliento por unos segundos cuando encontró
el dibujo de un tigre y un conejo, la "tinta" que se había usado para dibujarlos
era en realidad sangre.

Con el corazón latiendo con rapidez leyó el mensaje escrito.

"Seguimos aquí" decía y con letras muy grandes se alcanzaba a leer un


"¡boom!".
Jadeo intentando ponerse en pie justo cuando una explosión sacudió el edificio
entero. Ni siquiera hubo tiempo de hacer algo al respecto, la jefatura de policía
se convirtió en escombros y fuego en cuestión de segundos dejando un total de
veintisiete heridos y 114 muertos, entre ellos Namjoon y Seokjin.

—¡No puedo!– se quejaba Taehyung —me duelen los pezones ¡ni siquiera
puedo usar ropa porque me arde!–.

Jungkook rodó los ojos y apagó el televisor donde se informaba de la explosión


que había acabado con la jefatura, una mueca en sus labios hacia saber que
estaba inconforme con los resultados. Se suponía que Kim Taehyung y Jeon
Jungkook habían dejado de existir por completo pero le parecía tonta la idea se
quedarse en Seúl paseando y haciendo de las suyas después de todo lo que
habían tenido que pasar. Hyuna los estaba dejando quedarse con ellos pero
dentro de poco tiempo tendrían que emigrar y lo supo en cuanto los cadáveres
de seis desconocidos con ropa de campistas empezaron a aparecer
misteriosamente a las afueras de la casa.
—Taehyung...– giró hacia el pelirrojo quien ya se estaba quitando la ropa, el aro
de metal inoxidable en su pezón brilló.

—¿Si?– Taehyung pestañeo coquetamente y sonrió.

—Esto es serio, nos deshicimos de esos detectives pero empezarán a aparecer


más de ellos si continuas asesinando de la forma en que lo haces ¿no puedes
controlarte ni por una semana?–.

—No sé a que te refieres Kookie– Taehyung se hizo el desentendido y sonrió de


nuevo.

Sería inútil tratar de hacer entrar en razón a ese chico así que la única solución
sería volverse nómadas y andar por ahí asesinando gente en el camino o cosas
así. Jungkook era más del tipo que sentaba cabeza pero no había más opción,
pensó al tiempo que seguía los movimientos de Taehyung quien ya estaba de
rodilla frente a él preparándose para darle un trabajo oral.

Otra cosa que Taehyung necesitaba controlar era su apetito sexual, el pelirrojo
quería hacerlo prácticamente a todas horas, en todos lados e incluso con quien
fuera. Si Jungkook no era capaz de ponerla dura o se negaba a satisfacerlo
Taehyung buscaba a alguien más y cuando era atrapado siendo infiel se ponía a
llorar. Jungkook siempre terminaba castigandolo y masacrando a la otra persona
involucrada pero no podía hacer lo mismo cuando se trataba de Hyuna. Apenas
unas horas antes los había atrapado en una situación comprometedora y por
supuesto había tenido que mantener la calma. Empezaba a considerar la idea
de cortarle el pene a Taehyung para que dejara de pensar con la polla en lugar
de usar la cabeza.

—Debemos irnos– anunció, acariciando la melena pelirroja con ternura.

—¿Por qué? Hyuna noona dijo que podíamos quedarnos siempre y cuando...–
Taehyung se sacó el miembro de Jungkook de la boca para hablar y restregó su
mejilla contra el mismo antes de detenerse.

—Siempre y cuando ¿qué?– repitió Jungkook —¿siempre y cuando te acuestes


con ella?–.

Taehyung sonrió y negó, maldito mentiroso. La mano de Jungkook tomó al


pelirrojo con fuerza por la barbilla apretando hasta el punto de ser doloroso pero
en lugar de quejarse Taehyung simplemente sonrió más ampliamente.

—Celoso– se burló.

—No me gusta que juegues conmigo y lo sabes– advirtió Jungkook.

—Pero a mi me encanta jugar contigo, Kookie– Taehyung se liberó del agarre y


se impulso hacia arriba para besar a Jungkook —tu polla sabe horrible–.
—¿Ahora prefieres las vaginas?– Jungkook lo apartó de un empujón —arriesgue
toda la tranquilidad de mi vida para estar a tu lado ¿y así me lo agradeces?–.

Taehyung soltó una carcajada y suspiró.

—También te amo y era broma, tu polla es dulce casi tan dulce como tú– el
pelirrojo se acercó para darle otro beso —¿cuándo nos vamos?–.

40 : Final

Trước Sau

—Tienes visitas, Park– una voz femenina lo llamó en medio de un profundo


sueño.

Jimin frunció el ceño y abrió lentamente los ojos sintiéndose tan drogado como
de costumbre. En ese lugar lo tenían bajo la influencia de drogas controladas
para mantenerlo tranquilo. No sabía cuánto tiempo había pasado o cuántas
veces lo habían golpeado y obligado a tener sexo pero tampoco es como si le
importara demasiado. De hecho prefería seguir inconsciente por los
medicamentos, al menos podía dormir y no sentir la lentitud del tiempo al
transcurrir.

Sintió que alguien lo ponía en pie. Se dejó llevar como una muñeca de trapo,
sus pies no se movían por su propia cuenta. Sentía el piso frío del corredor
mientras un par de manos grandes y rasposas lo dirigían. Conocía al hombre
que lo llevaba su apellido era Lee y solía tocar a todos los pacientes de ese
manicomio. Había ido a visitar a Jimin la primer noche cuando recién llegó, Lee
casi había perdido la oreja cuando éste le tiró un zarpazo directo. Aún así
algunos días después cuando Jimin ya estaba lo suficientemente ido por los
medicamentos el tipo había regresado y terminado con lo que había iniciado esa
primer noche.

Ahora Jimin apenas y podía recordar. Sus ojos se enfocaron en la mujer bajita y
rellenita que caminaba al frente dirigiendolos. Ella tenía un nombre extraño pero
lo había olvidado. Recordaba haberse reído del nombre la primera vez que lo
escuchó, ahora no era capaz ni de sonreír un poco.

Algunos de sus compañeros de manicomio se movían por los pasillos con la


mirada baja y perdida murmurando cosas que no alcanzaba a reconocer. Todos
se movían en una especie de trance inducido por las drogas que les metían a la
fuerza. Jimin no era la excepción. Había dejado de ser él mismo desde hace
mucho tiempo de todos modos. Ni siquiera había sido capaz de reconocer a su
propia familia y no había podido sentirse consternado cuando se le acusó de
ayudar a un par de asesinos. Claro que su defensa lo declaró una víctima
mentalmente afectada por lo que terminó en ese centro de salud mental.

De pronto sintió que lo dejaban caer sobre una silla fría e incómoda. Se sintió
ligeramente mareado debido a la intensidad de la luz bajo la que estaba ahora,
usualmente su habitación era oscura y siniestra. No pudo enfocar la mirada,
todo era brillante hasta el punto de volverlo ciego.

—Te ves horrible– escuchó una voz y luego un suspiro.


Jimin alzó la mirada lentamente tratando de reconocer a la persona frente a él.
Frunciendo el ceño cuando un hombre de cabello color verde menta le devolvió
la mirada.

—¿Quién...?– Jimin estaba confundido, sintiendo que su quijada se trababa


cada vez que intentaba moverla para decir palabra.

—A pasado un año así que supongo que no me recuerdas– el hombre frente a


él movió los dedos sobre una mesa que Jimin apenas empezaba a notar. —
Seguí tu juicio desde el principio. De hecho esperaba que te enviaran a prisión
pero supongo que debí haber sabido que tu abogado se iría por el camino de
"enfermo mental que no sabe lo que hace"–.

—No entiendo...– Jimin sentía la boca y labios secos, su mirada era baja pues la
luz lastimaba sus ojos.

Sintió que la otra persona se movía y de pronto una mano delgada y cálida lo
obligó a alzar la cabeza debidamente.

—¿Qué mierda te pasó?– escuchó decir —solías estar tan lleno de vida... Aún
recuerdo la fotografía en el archivo de tu desaparición–.

Jimin abrió los ojos, el color verde deslumbraba más de lo que debería y no fue
capaz de enfocar nada, así que volvió a cerrarlos. Tenía sueño.
—Kim Taehyung y Jeon Jungkook...– dijo el otro hombre.

Jimin sintió que su cuerpo se tensaba. El rostro familiar de un pelirrojo de piel


canela le llegó a la mente con tanta claridad que parecía real y sus puños
ardieron deseando golpear algo o mejor dicho a alguien. Decidió volver a abrir
los ojos esta vez se esforzó aún más hasta que fue capaz de ver algo que no
fueran manchas brillantes. Un par de ojos serios lo observaban fijamente, piel
pálida, labios delgados. Jimin lo recordaba pero al mismo tiempo no lo hacía.
Todo era confuso.

—¿Dónde están?– fue capaz de preguntar tras un momento.

—Muertos– respondió el otro hombre —o al menos eso dice el archivo oficial–.

Jimin negó y sonrió volviendo a cerrar los ojos.

—Ellos no morirían jamás...– dijo.

Hubo silencio hasta que sintió la misma mano de antes sobre la suya. Ésta se
movió hasta poder darle algo.
—Confío en que sabrás como usarlo– sintió una palmadita en su puño ahora
cerrado, sosteniendo algo —si lo logras te estaré esperando esta noche detrás
del edificio–.

Jimin sintió que la mesa se movía cuando la otra persona se puso en pie y
caminó hasta detenerse a su lado. La misma mano apretó su hombro y una
respiración cálida barrió sobre su oído cuando el hombre le murmuró algo.

Las palabras hicieron que los ojos de Jimin se abrieran de nuevo, ésta vez con
más amplitud que antes. Parecía un poco más consciente ahora cuando giró a
ver al peliverde pero éste ya había avanzado hasta salir de la habitación donde
habían estado hablando. Jimin frunció el ceño y fijó la mirada en la pequeña
bolsa de plástico que tenía en su puño. Reconoció una especie de polvo,
cápsulas de líquidos en tonos verdes y azules y una diminuta navaja no más
grande que su dedo meñique.

—Gracias, osito gruñón– sonrió, repasando las palabras en su mente una y otra
y otra vez.

“Apuesto a que quieres venganza”

Había pasado mucho tiempo desde que Jimin se había sentido tan despierto y
consciente. Por supuesto que quería venganza, lo anhelaba más que nada en el
mundo. Ese par de dementes habían arruinado su vida. Él tenía un gran futuro
por delante, sería un químico reconocido, ganaría premios a nivel mundial, haría
sentir orgullosos a sus padres y le daría felicidad a su hermana. Tenía tantas
cosas que le habría gustado hacer y todo se fue al carajo cuando esos infelices
se cruzaron en su camino. Claro que quería venganza, ahora todo era claro y no
entendía como había sido tan estúpido como para haber llegado a encariñarse
con Taehyung y peor aún haber llegado a enamorarse de él.

Se llevó la bolsa de plástico a la boca cuando la puerta de la habitación se volvió


a abrir y el mismo tipo de antes llego para escoltarlo a su habitación. En su
mente se hacía un plan para escapar, saldría de ahí y acabaría con ese par. No
sabía si podía confiar en el otro sujeto pero cualquier cosa era válida si le
ayudaba a salir de ahí pero sobre todo si le ayudaba a acabar con Taehyung y
Jungkook. La diversión apenas empezaba y Jimin estaba dispuesto a ser el
ganador de ese "juego". La cacería sería divertida, pensó mientras era arrojado
al interior de su melancólica habitación.

—Te arrepentirás de no haberme elegido a mi, Kim Taehyung– soltó con rabia
una vez que escupió la bolsa de plástico.

Primero tenía que acabar con lo que Taehyung más quería y la respuesta a eso
era obvio.

Epílogo

Trước Sau

Su respiración se volvió áspera y pesada mientras seguía corriendo y un


zumbido en el aire partió el silencio de la noche. La flecha se enterró en su
pierna y lo hizo caer al suelo ahogando un grito de dolor mientras alzaba su
arma y disparaba hacia ninguna parte en concreto. La noche era demasiado fría.
—Tienes mala puntería, TaeTae– exclamó una voz dulce, tan dulce que
provocaba temor.

Taehyung soltó una carcajada, no planeaba morir en manos de alguien como


Park Jimin.

—¡Fui yo quien te enseñó todo lo que sabes!– gruñó frustrado mientras


recargaba su arma.

—El alumno siempre supera al maestro–.

—Ya veremos– sonrió sintiendo la adrenalina en su sangre.

—¡Dejen de hablar y hagan lo que vinieron a hacer!– se escuchó la voz de


Yoongi en la cercanía.

—¡Cállate! Voy a matarte y follaré tu cuerpo mientras aún esté tibio– respondió
Jungkook igualmente cerca.

Taehyung rió con más fuerza mientras las palabras hacían eco en la solitaria
noche, apenas podía ver algo, hacía frío y quería tener sexo con Jungkook
pronto pero en cambio estaba ahí siendo cazado por Jimin. Su noche se
halloween no podía ser más perfecta.

—¡Feliz aniversario, Kookie!– dijo en alto y se colocó su máscara de tigre para


incorporarse.

Probablemente moriría esa noche, ya estaba demasiado agotado pero no


tendría quejas. Moriría haciendo lo que le gustaba, por la mano de una persona
que le agradaba y junto al único hombre que había llegado a amar de verdad...
¿Qué podía ser más perfecto que eso? La muerte era dulce pero no tan dulce
como él.

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